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¡Ay de mí si no anuncio el evangelio!
Introducción. La urgencia de la evangelización
Vivimos un momento de cambios y transformacio-
nes importantes en todos los ámbitos de la exis-
tencia humana; en la sociedad se ha generado un
nuevo escenario cultural caracterizado por la su-
perficialidad, el relativismo en todo, una falsa
concepción de la libertad, el oscurecimiento de la
conciencia moral, en definitiva, una crisis de sen-
tido que ha borrado de la esfera pública a Dios y
lo ha confinado al ámbito de lo privado.
Quizás seáis vosotros, jóvenes, los más afectados
por esta crisis. Si antes la sociedad tenía unas
ciertas raíces cristianas y los jóvenes crecían asi-
milando unos contenidos mínimos de cristianismo,
ahora Dios ha desaparecido del horizonte y la juventud, en general, se encuentra, al igual
que la sociedad, falta de referencias cristianas. Dios es un extraño y ya se cuentan por de-
cenas de miles los que no han oído hablar de Jesús en nuestra propia sociedad.
El panorama que hace años dibujaba la urgencia de la “Nueva Evangelización” de la que
hablaba san Juan Pablo II ahora ha sido sustituido por el anuncio primero de la Buena Noti-
cia. Hace falta reavivar en nuestro mundo, en el hombre de hoy de cualquier ciudad de Es-
paña, el impulso de los orígenes, dejándonos im-
pregnar por el ardor de la predicación apostólica
después de Pentecostés. Hoy, más que nunca, el
anuncio del Evangelio es una prioridad pastoral, pero
sobre todo es la razón de ser de la Iglesia y la voca-
ción de todo bautizado.
Como vicencianos, no podemos quedarnos al margen
de esta urgencia eclesial y, con san Pablo, hemos de
ser capaces de gritar: “Ay de mi sí no anuncio el
evangelio” (cf. 1 Cor 9,16).
Objetivos
< Tomar conciencia de la vocación misionera: anunciar a Jesucristo es responsabili-
dad de cada JMV.
< Descubrir aquello que paraliza y aquello que favorece el anuncio de Jesucristo al
hombre de hoy.
< Sentir la urgencia de anunciar a Jesucristo de palabra y de obra en los contextos
en donde cada uno se mueve.
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Experiencia humana
El anuncio de Jesucristo hoy, exige re-
formular la cuestión sobre la propia identi-
dad. Volver a preguntarnos: ¿qué es lo es-
pecífico cristiano?, ¿cómo estamos viviendo
nuestra identidad cristiana?, ¿cómo es la ca-
lidad de nuestra fe? Pero sobre todo exige
reanimar el fuego del amor por Jesucristo,
hacer que Jesús pase de ser un nombre que
conozco a una fuerza que me empuja, a una persona a la que amo, a un amor al que me
entrego.
La Iglesia reconoce la insuficiencia, la falta de fecundidad en nuestro modo de vivir la fe,
la secularización interna del propio cristianismo y la ineficacia de ciertos modos de anun-
ciar el Evangelio. La situación de algunas comunidades cristianas refleja la desesperanza
de los discípulos en el camino hacia Emaús. Ciertos modos de vivir la fe y de evangelizar
carecen de vida y en consecuencia no aportan VIDA: las respuestas habituales, los caminos
estandarizados, están agotados y son incapaces de ofrecer una respuesta a la situación ac-
tual.
1ª Sesión: ¿De qué hablamos?
¿Acaso hemos perdido la capacidad de compartir con los demás aquello que nos apasiona?,
¿hemos perdido quizá la capacidad de sorprendernos ante las cosas y por eso ya ni nos ape-
tece comunicárselo a nadie? No. La respuesta es no. De hecho, no hacemos más que com-
partir con los demás nuestros verdaderos intereses:
� Hablamos sin ninguna vergüenza con los demás de nues-
tras aficiones, nuestros hobbies, etc.
� Contamos desde el principio hasta el fin a quien no la ha
visto aquella película o serie que nos ha entusiasmado.
� No hay quien calle a quien quiere narrar su última
aventura, el último descubrimiento que ha hecho, quizá
aquel chico o chica que le gusta...
Cada uno de nosotros estamos presentes en las redes socia-
les. Todos tenemos algún perfil, ya sea en facecook, insta-
gram, Youtube, twitter… donde publicamos, compartimos y
manifestamos si algo nos gusta o nos desagrada. Hoy todos
mostramos sin reparos nuestra forma de ser, pensar y ac-
tuar a través de estos nuevos canales de comunicación que
internet nos ofrece, no siendo muchas veces conscientes de
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que todo aquello que “colgamos” es visible a una cantidad de personas como nunca antes.
Toda nuestra actividad en las redes sociales configura
una imagen virtual de nosotros mismos en la que lanza-
mos a un mundo, cada vez mayor, nuestra forma de ser
y de actuar, nuestros pensamientos, sentimientos,
creencias… Por ello ahora te invitamos a que reflexiones
y compartas con tus compañeros de grupo cuál es esa
imagen que trasmites en la red:
• Piensa por un momento en tus perfiles en las re-
des sociales. En ellos se recoge la imagen que
quieres proyectar al mundo sobre ti mismo, lo
que te importa, cómo te sientes… ¿Qué publicas
cada día en tu perfil de facebook, twitter, insta-
gram…? ¿Cuáles han sido tus tres últimos estados de ánimo o hashtag más utilizados?
• Cuando le das a "me gusta" a una publicación, cuando "retwitteas" algo, estás expre-
sando tu forma de pensar, de entender la vida, te estás poniendo públicamente en
el lado de los que… ¿Cuáles son los cuatro últimos "me gusta" o "retwitteos" que has
hecho? ¿Qué dicen de ti?
Mis últimas publicaciones han sido:
Mis últimos "Me gusta" han sido:
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• Cuando compartes imágenes lo haces porque representan algo para ti, un momento
especial, una forma de vivir que anhelamos, los sentimientos que despierta en noso-
tros una fotografía evocadora… Pasa lo mismo con los eventos o las campañas a las
que te sumas, lo haces porque significan algo para ti, son importantes, te gustan, te
hacen sentir bien, te tocan el corazón… ¿Cuáles son las seis últimas imágenes que
has subido a tus perfiles en la red? ¿Cuáles son los últimos cuatro eventos o campa-
ñas que has apoyado sumándote a ellos e incluso publicándolos en tus propios perfi-
les para que más gente los pueda ver?
• Le dedicamos un tiempo importante a lo largo del día a las redes sociales, porque
queremos compartir algo con los demás, porque queremos poner más “mono” nues-
tro perfil, porque queremos ver lo que han hecho nuestros amigos y conocidos… Ca-
da una de esas acciones condensan aquello en lo que nos merece la pena gastar el
tiempo en cada momento, por ello piensa en esta semana, en el día de hoy. ¿Podrías
hablarnos sobre la última publicación que has hecho en tus redes sociales? ¿Qué es
lo que más has compartido esta semana? ¿Por qué?
• Piensa ahora sobre todo lo que habéis dicho, ¿cuántas menciones expresas hay a tu
condición de cristiano? ¿En cuántas de tus publicaciones aparece Jesús y su mensaje?
¿Dónde se ha quedado Dios en la imagen que lanzas al mundo?
Mis últimas 6 imágenes han sido: Mis últimos 4 eventos han sido:
Mi última publicación ha sido:
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Como hemos visto tenemos la capacidad para contar, para
compartir, para incluso entusiasmar a otro con nuestra
propia experiencia, con nuestra propia vida. Entonces, ¿no
se tratará de un problema de falta de pasión por Jesús? ¿No
será que Jesús no es alguien que me apasiona, alguien que
le da sentido a la vida, alguien que hace que la vida sea
más plena, más fascinante?
Por ahí van los tiros. Por eso te invitamos a que dejes salir aquello que llevas dentro y
quieras compartir. Te brindamos una imagen que puede resultar poco habitual, pues hoy
en día nos es más fácil comunicarnos a través de cualquier “cacharrito” tecnológico que
hacerlo en persona, y reservamos este tipo de conversaciones a momentos en los que “no
hay más remedio” o en los que aquello que tenemos que hablar es muy importante para
nosotros (aunque a veces ni eso).
¿Aparece en mis redes el mensaje cristiano? ¿Qué lugar ocupa Jesús en ellas?:
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< Céntrate en ella. Como ves, hay cuatro personajes: ¿quiénes pueden ser?, ¿qué
edad tienen?, ¿qué le pasa a cada uno?, ¿qué sentimientos reflejan?, ¿qué
hacen?, ¿de qué hablan?, ¿qué dicen?
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< Puedes imaginar que se refieren a un tema concreto: política, religión, un programa
de televisión, los estudios... Escribe el diálogo en los bocadillos vacíos.
< Mira ahora la imagen original. Vamos a seguir estudiándola juntos, si te parece:
Nos centramos en el texto:
� “Coloca mogollón”: ¿qué es lo que logra ese efecto en ti?
� “Te hace sentirte eufórico”: ¿quién logra ese resultado en ti?
� “Supersensible”: ¿cómo va tu sensibilidad?, ¿qué la despierta?, ¿qué te hace sentir?
� “Lleno de energía”: ¿quién o qué te alimenta?
� “Feliz”: ¿en qué consiste tu felicidad?
� Muchos dirán que para conseguir esos resultados te
hace falta alguna clase de droga: ¿a qué ayudas
externas acudes?
� Y leyendo ya el último bocadillo: ¿cómo respon-
derías tú a la pregunta sobre el nombre de la
droga?, ¿qué te parece la respuesta que da el joven?
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El evangelio es para el joven una pasión que hay que
compartir. No hace falta decirte que la palabra
“evangelio” procede del griego y significa “la buena
noticia de Jesús”, o quizás aún mejor: Jesús es la
buena noticia. No hay duda que es una bonita mane-
ra de definir el evangelio.
� ¿Cómo lo definirías tú?
� ¿Qué relación mantienes con él?
� ¿Provoca en ti Jesús los mismos efectos que
provoca en el joven?
� ¿Qué tendrías que hacer para experimentar
esos efectos?
2ª Sesión: ¿Con quién y cómo hablamos? Como vimos en la sesión anterior, somos capaces de compartir una cantidad enorme de in-
formación en las redes sociales: opiniones personales, sentimientos, gustos, preferencias,
ilusiones… en definitiva, nuestros perfiles muestran la imagen que queremos lanzar cons-
ciente, pero sobre todo inconscientemente, al mundo de nuestra propia persona. Por ello
es importante que seamos conscientes que las redes sociales nos brindan la oportunidad de
convertirnos en comunicadores, en personas que tienen algo que decir y que ese algo va a
ser escuchado (leído) por muchísima gente. Nuestra capacidad de impacto es brutal.
Ahora te invito a reflexionar:
� ¿Cómo y con quién hablas: de ti mismo, de lo que te define como ser humano,
de tus sentimientos, emociones, esperanzas, desesperanzas, inquietudes, tris-
tezas, alegrías…?
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� ¿Te consideras un buen comunicador de lo que realmente mueve y da sentido a
tu vida?
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Iluminamos con la Palabra
El más grande comunicador de todos los tiempos se llamó
Pablo. Nació en Tarso en el siglo I y, aunque formado como
judío, ha pasado a la historia como el más grande de los
predicadores cristianos. Convertido a Jesús en el camino de
Damasco, desde entonces toda su vida estuvo dedicada a
predicar a todos y en todas partes el nombre de Jesús.
Pablo solía decir que “anunciar el Evangelio no es para mí
un motivo de gloria; es una obligación que tengo y pobre
de mí si no lo anuncio” (1 Cor 9,16). Cristo llenaba por
completo el corazón de Pablo, y ya sabes que de lo que
abunda en el corazón, habla la lengua.
Acércate al libro de los Hechos de los Apóstoles. En él, san Lucas nos va trazando el día a
día de la expansión de la Iglesia gracias a misioneros de la altura de san Pablo, capaces de
predicar al Señor con la fuerza de la palabra y el testimonio de las obras aún en los contex-
tos más difíciles. Uno de esos contextos era Atenas, capital cultural de la vieja Europa,
apegada a los dioses paganos y entregada a la decadencia de las costumbres.
En el corazón de la ciudad, en el areópago, lugar donde se debatían las grandes cuestiones
y se tomaban las decisiones más delicadas, en el lugar donde se reunía lo más granado de
la sociedad ateniense, Pablo pronuncia quizá uno de sus más importantes discursos. ¿Su
contenido? Jesús, muerto y resucitado, es el Señor.
Lee atentamente el pasaje de san Lucas y reflexiona sobre él:
Del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch17,16-14).
Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se irritaba en su interior al ver que la
ciudad estaba llena de ídolos. Discutía, pues, en la sinagoga con los judíos y con los adora-
dores de Dios y diariamente en el ágora con los que allí se encontraba; incluso algunos
filósofos epicúreos y estoicos conversaban con él. Algunos decían: « ¿Qué querrá decir este
charlatán?». Y otros: «Parece que es un predicador de divinidades extranjeras». Porque
anunciaba a Jesús y la resurrección.
Lo tomaron y lo llevaron al Areópago, diciendo: « ¿Se puede saber cuál es esa nueva doc-
trina de que hablas? Pues dices cosas que nos suenan extrañas y queremos saber qué signi-
fica todo esto». Todos los atenienses y los forasteros residentes allí no se ocupaban en
otra cosa que en decir o en oír la última novedad.
Pablo, de pie en medio del Areópago, dijo: «Atenienses, veo que sois en todo extremada-
mente religiosos. Porque, paseando y contemplando vuestros monumentos sagrados, en-
contré incluso un altar con esta inscripción: “Al Dios desconocido”. Pues eso que veneráis
sin conocerlo os lo anuncio yo. El Dios que hizo el mundo y todo lo que contiene, siendo
como es Señor de cielo y tierra, no habita en templos construidos por manos humanas, ni
lo sirven manos humanas, como si necesitara de alguien, él que a todos da la vida y el
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aliento, y todo. De uno solo creó el género humano para que habitara la tierra entera, de-
terminando fijamente los tiempos y las fronteras de los lugares que habían de habitar,
con el fin de que lo buscasen a él, a ver si, al menos a tientas, lo encontraban; aunque no
está lejos de ninguno de nosotros, pues en él vivimos, nos movemos y existimos; así lo han
dicho incluso algunos de vuestros poetas: “Somos estirpe suya”. Por tanto, si somos estir-
pe de Dios, no debemos pensar que la divinidad se parezca a imágenes de oro o de plata o
de piedra, esculpidas por la destreza y la fantasía de un hombre. Así pues, pasando por al-
to aquellos tiempos de ignorancia, Dios anuncia ahora en todas partes a todos los humanos
que se conviertan. Porque tiene señalado un día en que juzgará el universo con justicia,
por medio del hombre a quien él ha designado; y ha dado a todos la garantía de esto, re-
sucitándolo de entre los muertos».
Al oír “resurrección de entre los muertos”, unos lo tomaban a broma, otros dijeron: «De
esto te oiremos hablar en otra ocasión». Así salió Pablo de en medio de ellos. Algunos se
le juntaron y creyeron, entre ellos Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris y
algunos más con ellos.
Impresiona este discurso de san Pablo. El Apóstol predica en el centro de una cultura que
nada tenía en común con la cultura y las tradiciones judías. San Pablo se encuentra en la
obligación de ofrecer la misma predicación de siempre, a Jesús como Dios vivo y verdade-
ro, Señor de la Historia, con una predicación sensiblemente distinta a la ofrecida en las si-
nagogas judías o a las gentiles familiarizados con la religión y las tradiciones hebreas. A
cultura y oyentes distintos, maneras di-
ferentes de transmitir siempre el mis-
mo contenido.
Una tarea así, un esfuerzo así, sólo se
explica con un alma verdaderamente
fascinada por la luz del Evangelio, ena-
morada de Cristo, un alma basada en
una convicción profunda: es necesario
llevar al mundo la luz de Cristo, anun-
ciar el Evangelio a todos.
< Reflexiona:
� En Grecia el nombre de Areópago se refería a una colina situada al sur del ágora, pe-ro también designaba al Consejo Supremo de Atenas que en esa colina solía reunir-se siglos atrás. De este detalle podemos entender o que Pablo fue llevado a la colina como un lugar aparte para escucharle con detenimiento, o que fue presentado ante el Consejo del Areópago para que allí declarara sobre lo que predicaba.
� ¿En qué lugares das tú testimonio de Jesús?, ¿ante quién das testimonio
de Jesús?, ¿ante quién te sueles callar?
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� Pablo, de pie en medio del Areópago, con inspirada elocuencia, presentó un discur-so bien construido con recursos y conocimientos más que sobrados cuyo único con-tenido era Jesús. Todos los recursos de su preparación académica, toda la fuerza de su palabra, todos sus conocimientos de filosofía, literatura, teología, Sagrada Escri-tura4 los puso al servicio de la predicación de Jesús.
� ¿Hablas con el mismo convencimiento de Jesús?, ¿pones a su servicio todos
los dones y cualidades que tienes? Si alguien te escuchara hablar, ¿pensaría
que Jesús es el centro de tu vida?, ¿le has dado tu corazón a otros intereses?
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� Todo marchaba bien en su discurso, cosechaba un nuevo éxito apostólico, hasta que proclamó el nombre de Jesús, muerto y resucitado, como Dios verdadero. Fue entonces cuando los atenienses se rieron de él y le dieron la espalda. Hoy en día no parece que haya cambiado mucho el panorama y las burlas a Jesucristo y a aquel que lo anuncia siguen siendo el pan nuestro de cada día.
� ¿Has experimentado alguna vez la burla de los demás cuando has
hablado, de palabra y obra, de Jesús?, ¿cómo has reaccionado?,
¿te dan miedo las dificultades?, ¿a qué le temes cuando sientes que
tienes que anunciar a Jesús a tus amigos, a tus padres, a tus compañeros…?
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� El Areópago no era más que un lugar donde poder predicar a Jesús porque, podría-mos decir, allí estaba la gente. Hoy la gente, especialmente los jóvenes, se mueven en determinados ambientes: la noche y la calle son espacios físicos, pero también están las redes sociales (facebook, instagram, twitter, etc.).
� ¿Qué uso haces de las redes sociales?, ¿usas esos medios para dar a conocer
a los demás tu pasión por el Señor?, ¿podría decir quién viera tus diferentes
cuentas en redes sociales que eres un cristiano comprometido?
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Nos comprometemos
“Pobre de mí si no anuncio el Evangelio” (1 Cor 9,16).
Estas palabras de san Pablo son para ti. Anunciar el
evangelio es un deber, una obligación que te incumbe
como cristiano y como miembro de JMV. Cuando reci-
biste el bautismo fuiste incorporado a Cristo y en la un-
ción bautismal se te nombró sacerdote, rey y profeta.
En efecto, fuiste hecho profeta para proclamar ante el
mundo las hazañas maravillosas del que te llamó a salir
de las tinieblas y a entrar en su luz admirable. Todo
cristiano y, mucho más aún, un vicenciano, es un após-
tol, un enviado de Cristo en el mundo. Que sepas que
para anunciar el evangelio no hace falta subir a un
púlpito; podemos hablar de Cristo en casa y por la ca-
lle, a los vecinos y a los compañeros de trabajo, con
nuestra palabra y con nuestra vida. ¡Pero es necesario que lo hagamos! No podemos seguir
pensando que es tarea sólo de los curas y de las monjas.
“¿Cómo puede creer la gente sin que alguien les hable de Cristo?” (Rom 10,14). Esta es la
maravillosa y apasionante misión que te encarga el Señor. Ahora te invitamos a ver el vi-
deo en el que Juventudes Marianas Vicencianas como Asociación católica y comprometida
con la misión de evangelizar habla de Cristo y su mensaje ante el mundo y para ello tam-
bién utiliza las redes sociales. Este video muestra al mundo lo que JMV quiere que el mun-
do conozca, porque tenemos que sentirnos llamados a mostrar lo que somos, jóvenes cris-
tianos que creen y viven el mensaje de Jesús de Nazaret.
“Lipdup-flashmob: ¡TODO CAMBIARÁ!”: https://www.youtube.com/watch?v=s5bohw-0cLo
Como habrás podido ver en el lipdud-flashmob, Juventudes Marianas Vicencianas no tiene
miedo de comunicar abiertamente al mundo quiénes somos y qué es lo que mueve nuestra
vida.
Ahora ha llegado el momento de que te comprometas. Es verdad que hay dificultades, que
declararte seguidor de Jesús sigue provocando hoy numerosas burlas,
puede que no lleguen los resultados y que en muchos momentos
sientas el cansancio, pero no hay nada comparado a compartir
con los demás aquello que inunda tu corazón. Y cuando quien
habita en tu corazón es Jesús, él mismo te va diciendo cómo
poder compartirlo con los demás.
Aquí te proponemos unas sencillas formas de ser misionero
en el mundo, de vivir la vida con la misma pasión de san
Pablo, haciendo ver a los demás que es Jesús quien vive en ti.
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� Me hice todo para todos (1 Cor 9,22).
¡Admirable testimonio de san Pablo! Hacerse todo a todos significa renunciar a sus costum-
bres, a sus gustos, a sus formas... Y todo para llevarles al evangelio. Exactamente lo que
hizo el mismo Cristo, que se despojó de su rango y se hizo uno de nosotros para hablarnos
al modo humano, con palabras y gestos que pudiéramos entender. A la luz de esto, nunca
podemos decir que hemos hecho bastante para llevar a los demás a Cristo. Un rasgo esen-
cial del evangelizador es este amor ardiente a los hombres que le lleva a despojarse de sí
mismo para darle a Cristo.
¿Qué estás dispuesto a hacer tú? Aquí tienes una sugerencia. Un calendario para ser todos
los días del mes un verdadero testigo del Señor, ¿te atreves? Se trata de vivir cada día en
clave de compromiso para que tu palabra y tu vida hablen de Jesús sin dejarte apartar de
tu compromiso por el miedo al qué dirán o a las burlas de los demás.
Lunes Martes Miércoles Jueves Viernes Sábado Domingo
1
Abraza a un compañero
que esté triste
2
Cierra los ojos y ora, no importa
el lugar
3
Ayuda a un compañero en alguna materia
4
Di a alguien especial que
le quieres
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Saluda a todos con
una sonrisa
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Ayuda en las tareas
de casa
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Siente presente a Jesús en la Eucaristía
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Comparte aquello que te compres
con los demás
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Pide perdón, aunque
lleves razón
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Escucha el doble de lo que hables
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Llama a alguien con quien hace mucho que no hablas
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Márcate un compromiso y llévalo a la
práctica
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Pásatelo en grande sin
probar una gota
de alcohol
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Ora con las noticias que pasan en el
mundo
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Comparte alguno de
los talentos que Dios
te ha dado
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Visita a quien esté pasando
una mala racha
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Habla con Jesús al empezar
el día
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Regala tu tiempo a quien se
sienta solo
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Cambia de amistades
en el recreo, acércate a quien
esté solo
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Amplía tu círculo de amistades, hay gente
que te necesita
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Habla de Jesús
a tus amigos
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Agradece a Dios los regalos
que pone en tu vida
23
Sé Buena Noticia para los demás
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Hazte compañero
de camino de aquellos que nadie quiere
25
Enamórate de la vida, pero de la VIDA en
mayúsculas
26
Escucha lo que Dios te dice
a través de su Palabra
27
Pasa una tarde en familia, disfrutando
de ellos
28
Declárate amigo
de Jesús en las redes
sociales
29
Habla a Jesús de tus amigos, de tu familia y de los que más lo necesitan
30
Agradece a Jesús
todo lo que los demás
hacen por ti
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Formarte seriamente
para ser cada día mejor misionero
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Pero no olvides que un compromiso ha de ser algo que se pueda evaluar para saber si se
está llevando a cabo y si los resultados son satisfactorios. Os invitamos a que publiquéis en
vuestras redes sociales la experiencia que ha supuesto para vosotros, al menos, una de las
acciones sugeridas cada semana. El propio grupo será el encargado de velar por su cumpli-
miento, de forma que en cada reunión compartáis qué acción ha realizado cada uno a
través de lo que ha publicado en su perfil. De esta forma el grupo velará por el cumpli-
miento de los compromisos adquiridos, dando respuesta a los problemas o dificultades que
nos encontramos en el camino para llevarlos a cabo.
Oración
¡Señor, dispón de mí según tu voluntad! Haz que sea pies y manos para los cojos y los mancos, ojos para los ciegos, oídos para los sordos, boca y lengua para los mudos, voz para las víctimas de la injusticia. ¡Señor, envíame al mundo! Haz que lleve alimento a los que tienen hambre, agua a los que tienen sed, medicina a los enfermos, vestido a los desnudos, abrigo a los que tiemblan de frío. ¡Señor, envíame a los caminos desiertos! Haz que sea una lámpara que ilumine los pasos de los perdidos en la oscuridad, fuego en la noche, fuego que caliente a los que entumece el frío. Haz que sea testigo de la compasión para aquellos que caminan en su soledad. Haz que devuelva su dignidad a los oprimidos, haz que dé la libertad a los abatidos. ¡Señor, envíame a los lugares más remotos! Haz que lleve la paz a los que viven en discordia, la serenidad a los que viven en la angustia, el consuelo a los que sufren, la felicidad a los afligidos, la suerte a los privados de ella. Que dé felicidad a todos los desposeídos que encuentre en mi camino. Haz que ningún miedo me detenga, que avance por el océano de la vida con un corazón de volcán y dulces manos como las de una madre.
¡Señor, conviérteme en un instrumento disponible para todo! Que a todos lleve la paz y la alegría de la felicidad. Mi suerte la pongo en tus manos. Tú que eres Dios, Amor y Sentido de la vida, dame la plenitud de tu esperanza para que en ti y sólo en ti encuentre mi felicidad. Amén.