BIENAVENTURANZAS DE LA
TERCERA EDAD.
Albino García Estébanez sj.
Benditos los que son capaces de
comprender que me tiembla el
pulso y que mis pasos son lentos
y vacilantes.
Benditos los que se acuerdan de
que mis oídos ya no oyen bien
y que a veces no entiendo todo.
Benditos los que saben que mis
ojos ya no ven bien y no se
impacientan si se me cae algo de
la mano y se rompe.
Benditos los que no se
avergüenzan de mi torpeza al
comer y me hacen un lugar en la
mesa familiar.
Benditos los que me escuchan
aunque les cuente mil veces el
mismo cuento, o los mismos
recuerdos de juventud.
Benditos los que no me hacen
sentir de más y me demuestran su
afecto con delicadeza y respeto.
Benditos los que encuentran
tiempo para estar a mi lado y
enjugar mis lágrimas.
Benditos los que me tiendan su
mano cuando me llegue la noche y
deba presentarme ante Dios.
BIENAVENTURANZAS DE LA
TERCERA EDAD.
Albino García Estébanez sj.