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LOS MIL YUN ESCUDOSLos numerosos palacios de Cceres le concedieron el sobrenombre de lavilla de los mil y un escudos, pero tiene mucha ms historia antes y despusde ellos. La ciudad es, adems, Capital Espaola de la Gastronoma 2015.MARA PILAR QUERALT DEL HIERRO, HISTORIADORA
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En 1951, los obreros que trabajabanen una explotacin caliza en el
antiguo camino de Maltravieso,a las afueras de la ciudad de C-ceres, contemplaron atnitos
cmo, tras detonar un barreno, se abrauna enorme gruta en la roca. En ella, unaserie de restos humanos en concreto, trescrneos deHomo sapiens y algunas cer-micas avisaron de que haba servido derefugio a los que probablemente fueronlos primeros habitantes del lugar. A pesarde su importancia, el hallazgo solo encon-tr eco en medios locales, y las obras de lacantera continuaron, por lo que el conjun-
to arqueolgico perdi parte de sus dimen-siones. Afortunadamente, aos despusse recuper la excavacin, y, en la actua-lidad, ya englobada en el casco urbano, labautizada como cueva de Maltraviesocuenta con un interesante centro de inter-pretacin. Es un excelente punto de par-tida para conocer el rico patrimonio deCceres, cuya historia recorre un largusi-mo arco desde el Paleoltico hasta estesiglo xxi, en el que la ciudad recoge losfrutos de la extraordinaria expansin ur-
bana vivida en la centuria anterior.De todos modos, pese a su pasado prehis-trico, la andadura urbana de Cceresarranc con la colonia Norba Caesarina,un establecimiento que Roma cre comolugar de retiro y residencia para los vete-ranos de campamentos militares ubicadosen las inmediaciones. La fundacin sellev a cabo en 34 a. C., durante el Segun-do Triunvirato, cuando la Lusitania habasido puesta bajo la autoridad de Octavio.Pero obedeca a una iniciativa anterior,impulsada por Csar (de ah el apelativo
de Caesarina), por la que se emprenda
el establecimiento de nuevas ciudades enlas provincias de Hispania.Desde entonces, aun siendo satlite de
Augusta Emerita (la actual Mrida, centroadministrativo de la provincia lusitana),Norba Caesarina fue adquiriendo consis-tencia. Conoci un largo perodo de pros-peridad entre los siglos iy iii, durante elcual se levant un slido cinturn de mu-rallas, a semejanza de la mayora de lasciudades de importancia de Hispania y dela propia Roma. En el siglo iv, sin embargo,la vida de la urbe fue languideciendo, amedida que lo haca el Imperio. De pocole sirvi su ubicacin en las inmediacionesde la Va de la Plata, la calzada de comu-nicacin romana que atravesaba de sur a
norte la regin, desde Mrida hasta Astor-ga. La decadencia de Norba Caesarina fueimparable, y, tras las invasiones germni-cas del siglo v, abandonada, se convirtien una ciudad fantasma.
De disputada a florecienteIgnorada por los visigodos, fueron los nue-
vos invasores procedentes del norte defrica quienes, al advertir la excepcionalposicin estratgica de la antigua coloniamilitar, decidieron reconstruirla. Queranconvertirla en una base de operaciones
desde la que hacer frente a la resistenciade los reinos cristianos. En 1147, el sultnalmohade Abd al-Mumin refund la ciudadsobre los restos hispanorromanos, la re-pobl y erigi una gran muralla de adobesobre los basamentos romanos.Evidentemente, su condicin de punto departida hacia la cuenca del Guadianatampoco pas desapercibida a las fuerzascastellanoleonesas. Cceres se convirti,pues, en objeto de deseo de cristianos ymusulmanes, que, a lo largo de los siglos
xiiy xiii, se enfrentaron en diversas oca-siones por su posesin. En 1166, pareceser que un personaje semilegendario deorigen portugus, Geraldo Geraldes, co-nocido como Geraldo Sempavor (Gerardosin miedo), la tom al frente de un ejrci-to de proscritos y mercenarios. La pusobajo el amparo de la Corona leonesa, en
el transcurso de una amplia campaa sobre
Extremadura, solo temporalmente. Mstarde, en 1169, Fernando II la reconquist,y, a lo largo de cinco aos, hizo de ella unimportante punto de resistencia cristiano,hasta que las tropas del califa almohade
Abu Yaqub Yusuf la recuperaron. Final-
mente, tras varios aos de asedio, el 23 deabril de 1227, Alfonso IX de Len tom deuna vez por todas el asentamiento para elreino de Castilla y le concedi fuero de
villa. Dado que la conquista se culmin enla festividad de San Jorge, el santo pas aconvertirse en patrn de la ciudad.Cceres fue desde entonces una villa libre,
en la que sus vecinos gozaban de la capa-
CRISTIANOS Y MUSULMANES SE ENFRENTARON ENLOS SIGLOS XII Y XIII POR LA POSESIN DE LA CIUDAD
PALACIO Episcopal y el de Hernando de Ovando(dcha.) en la pl. de Santa Mara. A la izqda., aljibe.
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cidad de elegir a los doce regidores que lagobernaban. Repoblada por leoneses,asturianos, gallegos y castellanos, sus ha-bitantes se dividieron el solar urbano. Enla parte alta de la ciudad se instalaronquienes procedan del reino de Len, mien-
tras que la zona baja qued para los cas-tellanos. No obstante, lo que poda habersido una pacfica convivencia no fue tal.Las diferencias entre los nobles locales,empeados en disputarse el gobierno he-gemnico de la villa, fueron causa de fre-cuentes enfrentamientos, hasta el puntode generarse dos concejos totalmente in-dependientes, uno en el entorno de laactual plaza de Santa Mara y otro en lasinmediaciones de la de San Mateo.No se unificaron hasta 1477, cuando, des-pus del apoyo prestado por la aristocracia
cacerea a la causa de Juana la Beltraneja,
Isabel la Catlica impuso unas nuevas or-denanzas por las que la villa pas a ser derealengo, es decir, a estar bajo la autoridadde la Corona. Por entonces, Cceres yacontaba con su caracterstica arquitecturaen piedra. Era el resultado de una autn-
tica fiebre constructiva, originada por lasempiterna rivalidad entre las familiasnobles locales, que demostraban su podermediante la ereccin de mansiones pala-ciegas o casas blasonadas. En la mayoraprimaban los elementos gticos con para-mentos lisos, a base de mampostera ysillares granticos. Su elegante sobriedadse acentu cuando, para castigar a la no-bleza dscola, la Corona mand desmochartoda torre, ornamental o de defensa. Solose salv la del homenaje del palacio de losGolfines de Arriba. Era la recompensa real
a la lealtad mostrada por sus dueos, los
Golfn, a la causa de Isabel la Catlica, dequien fueron anfitriones durante sus visi-tas a la ciudad en 1477 y 1479.
Rebasando las murallasLa expansin urbana no se detuvo en nin-
gn momento bajo el reinado de los Aus-trias. A lo largo de los siglos xviy xvii,Cceres experiment un extraordinariodinamismo, debido, en parte, a las fortunasllegadas de Amrica. El resultado fue unincremento inesperado de la poblacin,que oblig a desbordar el permetro amu-rallado y a crear nuevos barrios extramu-ros en las inmediaciones de lo que, hastaentonces, haba sido la judera.El eje de estos barrios fue la plaza Mayor,que sustituy a la de Santa Mara en susfunciones econmicas y municipales. En
su entorno comenzaron a construirse tem-
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plos, como los de Santiago y San Juan delos Ovejeros, este ltimo vinculado a lasactividades de la Mesta. Asimismo, algunosmiembros de las fuerzas vivas de la ciudadse trasladaron a las nuevas zonas, dondelevantaron palacios con rasgos renacen-tistas. Este estilo incluso moderniz anti-guas construcciones medievales, como elPalacio Episcopal o como el Toledo-Moc-tezuma, as llamado por pertenecer a los
descendientes de Isabel de Moctezuma,
hija del emperador azteca Moctezuma II,que vivi en la primera mitad del siglo xvi.La nobleza de mayor solera continu ha-bitando la zona intramuros, mientras enel arrabal se instalaban artesanos y cam-pesinos. Estos fueron quienes ms sufrie-ron la gran crisis econmica que afect ala ciudad en el siglo xvii, causada en par-te por el impacto de la guerra de la Inde-pendencia portuguesa. Los sublevados no
llegaron a cercar Cceres, pero las guar-
niciones militares de la capital se vieronimplicadas en la asistencia a poblaciones
vecinas que s fueron asediadas.
Una guerra funestaTras un siglo de profundas dificultades,en la segunda mitad del xviiise abrieronnuevos horizontes para la entonces villa.Cceres inici un camino que la llevara aconvertirse, a comienzos de la siguiente
centuria, en una ciudad culta y recogida,
Los 10 imprescindibles de CceresMUCHOS SON LOS ENCLAVES DONDE CCERES MUESTRA AL VISITANTE SU LARGATRAYECTORIA HISTRICA. ENTRE SUS JOYAS PODEMOS DESTACAR ESTAS:
IGLESIA CONCATEDRALDE SANTA MARA
Erigida entre los siglos XIIIy XVI, la concatedral
es de planta rectangular. El interior (arriba)
est dividido en tres naves, separadas por pi-
lares cruciformes y presididas por el retablo
mayor plateresco, que realizaron en 1551 Ro-
que Balduque y Diego Guilln Ferrant.
IGLESIA DE
SAN FRANCISCO JAVIER
Barroco y edificado en el siglo XVIII, este tem-
plo consta de una nica nave cubierta con b-
veda de can, mientras que el crucero se
corona con una airosa cpula.
IGLESIA DE SAN MATEOLevantada posiblemente sobre la antigua
mezquita almohade, la iglesia de San Mateo
refleja los elementos gticos, renacentistas
y barrocos de su construccin. Es notable
su portada, de ornamentacin plateresca.
IGLESIA DE SANTIAGOEn este templo, cimentado entre los siglos XIII
y XV, se conserva un grandioso retablo de
Alonso Berruguete. La bveda fue trazada
por Rodrigo Gil de Hontan.
PLAZA MAYORNaci como mercado en el siglo XIII, pero fue
urbanizada en el XVIcon arcos sobre pilares.
Su flanco oriental est definido por las mura-
llas almohades del sigloXII
.
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Pl.Mayo
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PalacioToledo-Moctezuma
Ayuntamiento
Iglesia deSanJuan
PalacioEpiscopal
Palaciodel Mayoralgo
Paseo
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CCERES
calificada por el escritor Leopoldo Alas,Clarn, como la Vetusta del Sur. El arran-que de la que pareca una nueva era lorepresent, en 1790, el nombramiento dela villa como Sede de la Real Audiencia deExtremadura por parte de Carlos IV. Fue,no obstante, un espejismo. El despegueeconmico de la urbe se vio ensombrecidoapenas veinte aos despus por el estalli-do de la guerra de la Independencia, que
trunc radicalmente su crecimiento.
Extremadura fue duramente castigada porla contienda. Su posicin estratgica enrelacin con el avance de las tropas fran-cesas hacia Portugal transform la reginen campo de batalla, y Cceres no fue unaexcepcin. Pas a encabezar rpidamentela insurreccin ante el invasor cuando,alertados por el paso de las columnas fran-cesas, solo un da despus del trgico 2 demayo en Madrid, los cacereos se dispu-
sieron a seguir las indicaciones del pasqun
que amaneci clavado en la puerta de laAudiencia. Este rezaba: Conviene, parala defensa de esta monarqua, que los se-ores jueces que componen este superiortribunal, como el corregidor, manden in-mediatamente que se haga el alistamien-to de todos los hombres de edad de diez yseis aos hasta cuarenta inclusive, tantode Cceres como de su partido, y les pro-
vean de armas, para defenderse de cual-
quier novedad que, segn el estado de las
ARCO DE LA ESTRELLAConstruido en el siglo XVIII, seala el nacimien-
to del primer ensanche urbano. Hoy es la en-
trada tradicional a la ciudad monumental. El
arco, tambin llamado Puerta Nueva, sustitu-
y a la homnima del siglo XV.
PALACIO DE LOS GOLFINESDE ARRIBA
De esta mansin del siglo XV, con aspecto de
fortaleza, sobresalen cinco torres. La ms an-
tigua de todas, erigida en aquella misma cen-
turia, seala la fidelidad de sus dueos a la
causa de Isabel la Catlica.
PALACIO DEL ALJIBE,O DE LAS VELETAS
Hoy Museo de Cceres, esta casa fue erigida
sobre el solar de lo que fuera alczar almoha-
de. Se levant a finales del siglo XVy posee en
su stano un aljibe de poca musulmana, uno
de los mejor conservados del mundo.
CASA DE LOS PIZARRO-ES-PADERO, O CASA DEL MONOMansin gtica del siglo XV, con un bellsimo
patio interior, es conocida como Casa del
Mono por una leyenda segn la cual sus
ocupantes, sin hijos, mimaron a un mono co-
mo si fuera un nio. Acoge la Fundacin Bi-
blioteca Alonso Zamora Vicente.
TORRE DE BUJACOSe cuenta que, en esta torre del siglo XII, de
estilo rabe sobre sillares romanos, fueron
ejecutados 40 caballeros cristianos por orden
del califa Abu Yaqub Yusuf. Contiene un cen-
tro de interpretacin de la historia de la ciu-
dad, y su mirador ofrece una magnfica vista.
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cosas, puede y an est prxima a suceder.Asimismo, conviene que en medio de laplaza se fije bandera encarnada con letre-ro a un lado que diga Cceres, y al otrolado una orla con caracteres que diganViva Fernando Sptimo. As lo han hechootras provincias celosas de la patria, lareligin y la cristiandad. No sera bien vis-to que una provincia como la Extremadu-ra, tan heroica y valerosa, se levantase laltima, cuando ya no puede adquirir nin-gn mrito. Lo firmaba El pueblo deCceres. Sin embargo, pese a la hostilidadhacia los ejrcitos napolenicos, fue inevi-table que la ciudad permaneciera en podergalo hasta el invierno de 1812.Diez aos despus, Fernando VII, agrade-
cido por su fidelidad, declar a Ccerescapital de la Alta Extremadura, un nom-bramiento que tuvo como resultado eldespertar urbano a las necesidades de talestatus. La poblacin creci, y se fortaleciun estamento burgus, formado por fun-cionarios y pequeos industriales, que seinstal en un nuevo ensanche, esta vezorientado hacia el norte y hacia el oestede la villa medieval. As, sin dejar de ladosu condicin agrcola y ganadera, la villainici tmidamente su incorporacin a lamodernidad. Ese camino ni siquiera se
interrumpi durante las guerras carlistas,ya que, al igual que sucedi en el resto de
Extremadura, apenas la afectaron. Solosufri el sobresalto de una efmera ocupa-cin por la expedicin del general GmezDamas entre los ltimos das de octubre ylos primeros de noviembre de 1836.El cambio determinante para la fisonomaurbana lleg en 1864, tras el descubrimien-to en las proximidades de la capital extre-mea de un importante yacimiento defosfatos. La afluencia de mineros hizonecesaria la construccin de un pobladoque les diera cobijo, y para ello se cre la
villa de Aldea Moret. Poco despus, en
1881, se inaugur el ferrocarril, lo que
espole la ampliacin del ncleo urbanohacia el sur y represent el gran trampolneconmico para Cceres.El 9 de febrero de 1882, el rey Alfonso XIIelev su rango de villa a ciudad, lo queconcedi a la urbe su definitivo reconoci-miento poltico y social. Fue entoncescuando se dise el entorno que une laplaza Mayor con la de San Juan, el paseode Cnovas... All se desarroll sin corta-pisas una arquitectura de inspiracin mo-
dernista, en respuesta a la demanda deuna pujante burguesa agrcola y comer-cial que acaudill la ltima explosinconstructiva de la poblacin.
El cuartel generalEl 18 de julio de 1936, las fuerzas militaresde Cceres apoyaron el golpe de Estadodel general Franco. El jefe militar de Falan-ge, capitn Luna, moviliz en la ciudad aunos mil simpatizantes del alzamiento yconsigui hacerse con los principales pun-tos no solo de la capital, sino de una amplia
zona que comprenda las lneas fronterizas
Platos de la Capital Espaolade la Gastronoma 2015.
PARA CHUPARSELOS DEDOS
CCERES SE MUESTRA este aono solo con sus monumentos, sino tam-
bin a travs de su cocina. Tanto la here-
dada de las culturas que la habitaron
como la innovadora de los profesionales
que la revolucionan hoy. Producto del im-
pacto de lo llegado de tierras americanas
es la patatera, un embutido que une el
chorizo con la patata y que se populariz
en el siglo XVI. Famosos son platos como
las migas (hechas con pan, aceite y ajo,aunque hay quien aade ingredientes a
su gusto, como el pimiento choricero), el
buche (una forma de curar partes del cer-
do, como costillas o carrilleras, adobn-
dolas con ajo, pimentn y hierbas), el
frite de cordero, la prueba de cerdo...
EXISTEN en Cceres diez denomina-ciones de origen (Jamn Ibrico de Be-
llota, Quesos, Aceite, Pimentn, Cereza,
Miel), con las que trabajan los restau-
rantes como el Atrio, con dos estrellas
Michelin, mesones y taperas de la ciu-
dad. Cceres desarrolla actividades du-rante todo el ao, como Experiencia
Gastronmica Monumental, en la que
una serie de espacios emblemticos ac-
tan como restaurantes temporales con
creaciones y mens especiales de los co-
cineros cacereos. Se organizan varias
rutas gastronmicas temticas, con las
denominaciones de origen como foco
principal. Y tambin se dedica atencin
a la cocina hispano-lusa, puesto que, co-
mo provincia fronteriza que es, Cceres
comparte muchas cosas con Portugal,
tanto en la sociedad como en la cocina
y en los productos que la componen.
ELEVADA DE VILLA ACIUDAD, SE DESARROLLSIN CORTAPISAS UNAARQUITECTURA DEESTILO MODERNISTA
TORRE DE BUJACO (en primera lnea) y escalera alArco de la Estrella, vistos desde la plaza Mayor.
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CCERES
ENSAYO
LVAREZ ROJAS, Antonio.El trmino muni-
cipal de Cceres en el siglo XIII. Cceres:
Universidad de Extremadura, 2000.
HURTADO DE SAN ANTONIO,Ricardo. Cce-
res: historia y leyendas. Sevilla: Padilla,
2003.
JUNCOS CASTILLO,Ral.Cceres.Len:
Everest, 2000.
INTERNET
Turismo de Cceres
www.turismo.caceres.es
PARA SABER MS
con Portugal o el control del paso de puer-tos y algunos puentes. De inmediato sedesat una violenta represin contra losmiembros de partidos de izquierda o sin-dicatos, encabezada por el fusilamientodel director del peridico local Unin yTrabajo, Pedro Montero Rubio, y del alcal-de de la ciudad, Antonio Canales Gonzlez.Ms de seiscientas personas fueron fusila-das. A las fuerzas represoras se aadieronpoco despus los setecientos voluntarios
de la Brigada Irlandesa, integrada en la XVBandera Irlandesa del Tercio de la LeginEspaola, que orquestaron desde Cceresel asalto a Badajoz, fiel a la Repblica, porparte de las tropas franquistas.El 26 de agosto de 1936, Franco establecien Cceres su cuartel general, desde el queiniciar el avance sobre Madrid. Por estemotivo, en octubre, las calles de la capitalcacerea vieron desfilar los primeros carrosde combate modelo Panzer facilitados porel gobierno alemn, mientras que el aer-dromo registr importantes y continuos
movimientos por parte de la Legin Cndor.
As las cosas, las fuerzas republicanas ata-caron la ciudad el 23 de julio de 1937. Cin-co bimotores Tpolev soviticos, que habandespegado del aerdromo de Los Llanosde Albacete, arrojaron una veintena debombas que castigaron el casco urbano,causando 35 muertos y numerosos heridosy daando edificios como el palacio deMayoralgo, el mercado de abastos, la igle-sia de Santa Mara y el ayuntamiento.
Un museo en vivoSuperada la posguerra, Cceres recupersu posicin de ciudad agrcola y burocr-tica, hasta que, a mediados de los aossetenta, se revel como un excepcionaldestino turstico. La importancia de supatrimonio histrico y artstico, su exqui-sita gastronoma, resultado del alto nivelde la produccin agropecuaria de la zona,y el nombramiento en 1986 de ciudad Pa-trimonio de la Humanidad por parte de laUnesco conllevaron una autntica recon-
versin urbana. La segunda ciudad ms
poblada de Extremadura se vio erigida
en un ncleo universitario y de servicios,volcado en la conservacin de su arquitec-tura y en la continua ampliacin de aque-llos elementos propios de una ciudad-museo. Conjugando, pues, la modernidadcon un extraordinario legado histrico-artstico, Cceres es en el siglo xxiel mejortestimonio de cmo mantener viva histo-ria y tradicin sin que ello signifique per-manecer anclado en el pasado.
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