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CAPÍTULO II
MARCO TEÓRICO
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CAPÍTULO II
MARCO TEÓRICO
1. ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN
Para sustentar el presente proyecto, se realizó una revisión de algunas
investigaciones sobre el tema en estudio encontrándose lo siguiente:
Dominguez, Leal y Pérez (2009), realizaron una investigación titulada
Análisis del arbitraje comercial como procedimiento especial en el Código de
Procedimiento Civil de Venezuela, en la Universidad Dr. Rafael Belloso
Chacín.
La investigación esta enmarcada dentro de área temática del derecho
procesal civil, se sustentó en los enfoques teóricos de La Roche (1999) y la
Ley de Arbitraje Comercial Gaceta Oficial Nº 36.430 (1998).
El estudio fue de tipo documental, cuenta con una población bibliográfica
y documental, donde se utilizó la Constitución de la Republica Bolivariana de
Venezuela, Ley de Arbitraje Comercial, códigos, reglamentos y doctrina. Por
ser una investigación documental la Técnica de Observación Documental y el
instrumento de recolección de datos fue la Guía de Observación.
En cuanto a los resultados arrojados, se pudo obtener, que el arbitraje es un
procedimiento especial, contemplado en la constitución y las leyes
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nacionales, donde las partes hacen constar por escrito, en un acuerdo
arbitral, su voluntad de renunciar a los organismos jurisdiccionales ordinarios,
para someterse a jueces privados, que son personas totalmente ajenas a los
jueces naturales, dando origen a la excepción al principio constitucional el
cual contempla que toda persona debe ser juzgada por sus jueces naturales.
Así mismo los particulares pueden hacer uso del medio de impugnación del
Laudo, el cual procede únicamente por la nulidad del mismo, de acuerdo a
los supuestos contemplados en la ley.
Dicha investigación presentó aportes teóricos y de relevancia por cuanto
maneja la categoría de estudio, aportando al proyecto las regulaciones
especiales contenidas en el Código de Procedimiento Civil concernientes al
Arbitraje Comercial como mecanismo voluntario que acuerdan las partes
para resolver de forma alternativa al procedimiento judicial, los conflictos que
surjan entre ellas.
En ese mismo sentido, Castellano (2008), de la Universidad Dr. Rafael
Belloso Chacín. Propuso: Análisis de los efectos de la aplicación de la
cláusula arbitral en la contratación de las empresas mixtas venezolanas.
Se planteó la cláusula arbitral como medio alternativo de resolución de
conflictos sustentado bajo el criterio doctrinal de autores tales como:
Bonnemaison (2006), La Roche (2000) y Mogollón (2004).
El análisis fue fundamentalmente descriptivo-documental, basado en la
recolección de datos, la población estuvo constituida por material documental
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plasmado en libros, revistas, publicaciones y artículos de internet referentes a
la cláusula arbitral.
La investigación reseñada se asemeja al presente trabajo, en cuanto a
que se utilizó un enfoque de la cláusula arbitral como medio alternativo para
resolver los conflictos de forma rápida, veraz y efectiva; encontrando en el
desarrollo del procedimiento arbitral mecanismos de los cuales dispone como
es la creatividad con que las partes establecen la búsqueda a la solución del
conflicto.
A la presente investigación, propuso la aplicación de la cláusula arbitral en
el caso de la contratación de empresas mixta con el fin de disminuir los
litigios de la administración judicial, esto presenta aportes significativos a la
presente investigación, puesto que ofrece resultados acerca de los efectos
de la cláusula arbitral en la contratación, lo cual es de significativa
importancia ya que se ve plasmada la alternativa del arbitraje comercial en
contrataciones, tal como se pretende analizar dentro del Contrato de Opción
a Compra.
De igual manera, Amado (2003) de la Universidad Dr. Rafael Belloso
Chacín platea en su investigación de maestría en Derecho Mercantil: La
cláusula arbitral como medio de resolución de conflictos en los contratos de
Joint Venture.
Las bases teóricas se fundamentaron en los siguientes autores; Echarri
(2002), Medina de Lemus (2008) Sierralta Ríos (1997) entre otros.
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El tipo de investigación fue descriptiva-documental, en cuanto al proceso
de recolección de datos se verifico por la vía de observación, utilizando el
cuadro de operacionalización de las variables y los datos obtenidos se
analizaron, utilizando la lógica jurídica.
Las conclusiones del trabajo indicaron la importancia del uso de la
cláusula arbitral dentro de los contratos de Joint Venture venezolano,
destacó de igual forma, la relevancia del uso de la cláusula arbitral ya que es
la que permite el arbitraje, herramienta fundamental para la solución de
conflictos.
Aporta al actual proyecto de investigación fundamentos sobre la
existencia de dicha cláusula dentro del contrato. Se determino la utilidad de
la cláusula arbitral en la solución de conflictos dentro de un contrato,
tomando en cuenta la redacción de la cláusula y de la misma manera la
efectividad del proceso arbitral, según el ordenamiento jurídico venezolano.
2. BASES NORMATIVAS-DOCTRINALES Y JURISPRUDENCIALES
Las bases normativas, doctrinales y jurisprudenciales se encuentran
integrados con las diferentes teorías, leyes y sentencias que se refieren al
problema de investigación. El desarrollo de este punto, orienta el rumbo del
proceso de investigación, ayudando a precisar y organizar los elementos
contenidos en la descripción del problema de tal forma que puedan ser
manejados y convertidos en acciones concretas. El estudio de esta
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información brindará el sustento necesario para lograr los objetivos
planteados de la manera más eficiente y efectiva posible.
2.1 ARBITRAJE COMERCIAL Brewer (1999) señala que el arbitraje comercial es una figura procesal
mediante la cual se sustrae la resolución de las controversias, de sus jueces
naturales, para entregarlo a particulares denominados árbitros, de manera de
lograr aparentemente mayor rapidez y economía de gastos. Se trata en
definitiva de la derogatoria o delegación, de la potestad jurisdiccional y sus
principios.
2.1.1 DEFINICIÓN DE ARBITRAJE COMERCIAL
Anzola (2004) define el arbitraje comercial como un método de resolución
de conflictos alternativo del judicial. Se trata de un mecanismo mediante el
cual esos conflictos pueden ser resueltos por particulares que no revisten la
calidad de jueces estatales. Producido un diferendo o un conflicto de
intereses entre dos o más partes, éstas deciden someter su controversia a un
tercero que provee la solución. Se trata, por tanto, de una jurisdicción privada
(individual o colegiada), instituida por voluntad de las partes o por decisión
legal, por la que se desplaza la potestad de juzgar hacia órganos diferentes
de los tribunales estatales.
Este método tiene carácter adversativo, pues es un tercero neutral quien
decide la cuestión planteada, siendo su decisión, en principio, obligatoria.
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Las partes se convierten en contendientes a efectos de lograr un laudo
favorable a su posición.
El Arbitraje Comercial constituyen alternativas para solventar los riesgos
de los contratos, sobre todo al no poder prever el contrato todas las
situaciones posibles que se deriven de su ejecución, y contener por lo tanto
vacíos. Tratando de evitar costos, tiempo y a la búsqueda de objetividad, se
dirigen a la figura del arbitraje.
2.1.2 NATURALEZA JURIDICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL
Bonnemaison (2006) indica que el problema de la naturaleza jurídica del
arbitraje consiste en determinar si se trata de una actividad jurisdiccional o si
corresponde a una gestión contractual de orden privado.
Conviene recordar que en la doctrina procesal se considera que, en su
aceptación de facultad jurisdictionis, la jurisdicción es una potestad estadal
resultante de la soberanía, que consiste en componer conflictos inter
subjetivos con fuerza de cosa juzgada.
A la luz de este concepto, se ha afinado que la jurisdicción es una función
exclusiva del estado dirigido a ordenar y corregir, en todas las materias y en
todo el territorio que corresponde, las relaciones privadas de acuerdo con los
principios y normas de orden jurídico positivo.
También este mismo autor, señala que no tiene nada de contrato, por lo
tanto el litigio es resuelto no por acuerdo de las partes sino por decisión del
tribunal arbitral, el árbitro no actúa en nombre de las partes, sino en nombre
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de la justicia, con independencia y autoridad. Los árbitros son jueces
transitorios nombrados por las partes para que en un caso determinado
ejerzan jurisdicción.
La Roche (2000) indica que la naturaleza jurídica, de la institución arbitral
es una institución jurídica compuesta. Esta integrada por el acuerdo de
arbitraje y por el proceso arbitral. Estos dos elementos se confunden en una
única realidad jurídica, sin que haya preponderancia de uno sobre el otro. El
primer aspecto pone de manifiesto el origen contractualista de las facultades
de los árbitros, convertidos por la ley. El segundo se refiere a la jurisdicción
ejercido por los árbitros que desarrolla el proceso arbitral, con las
características propias de todo proceso.
La Ley de Arbitraje Comercial reconoce de pleno derecho los laudos
emitidos por árbitros que hayan sido designados, bien sea por los mismos
árbitros o por las partes según el acuerdo, o en su defecto, por el Juez de
Primera Instancia, así como los dictados por los Tribunales Arbitrales
formados en los centros de arbitrajes a los que se someten las partes.
Considerando lo antes explicado, se observa que la naturaleza jurídica del
arbitraje proviene de la función ejercida por los árbitros en una función
judicial, siendo más específico; es la función jurisdiccional, que se extiende
hasta el conocimiento del caso, lo cual implica la concretización del mandato
general y abstracto de la norma jurídica, no así hasta la ejecución forzosa de
su decisión, que corresponde en nuestra legislación al juez.
Éstas son las consideraciones aplicables al arbitraje en general, cuya
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procedencia también se extiende al comercial, el cual se distingue del civil,
sólo por su ámbito de aplicación y su denominación, y la Ley de Arbitraje
Comercial no los diferencia en forma expresa.
Se puede precisar que, toda transacción comercial contempla en si misma
la posibilidad de que sobre ella surjan conflictos. Las controversias mismas
no pueden ser eliminadas, por lo que se convierte en esencial es el control
de las mismas para su más justa y rápida solución.
Chiovenda (2001) indica que los conflictos de intereses de los
comerciantes deben ser conciliados por cuanto la comunidad comercial y
financiera, además de luchar con la competencia, que se hace más aguda
cada día, no puede darse el lujo de arrastrar la pesada carga de conflictos
comerciales pendientes de solución. El retardo en llegar a un acuerdo
destruye las relaciones de negocios que la mayor parte de las veces has sido
establecidas a través de muchos años de relaciones mantenidas con
grandes esfuerzos y costos.
Por ser fundamentalmente voluntario, el arbitraje comercial constituye un
instrumento de la libre empresa y aún cuando no es un remedio infalible para
poner fin a las diferencias entre comerciantes, la institución persigue evitar
en lo posible la injerencia y los controles gubernamentales en el manejo de
los negocios entre particulares.
Se considera entonces, que el arbitraje conlleva la idea de una solución
final al conflicto de intereses, por ello es de la misma naturaleza que el
proceso judicial. Sin embargo no pretende reemplazarlo ni sustituirlo, sólo
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convivir con él, así como, con otras formas de solución de las diferencias
entre partes.
2.1.3 PERSPECTIVA HISTORICA DE LA INSTITUCIÓN ARBITRAL EN VENEZUELA Durante siglos, en los albores de la historia, los hombres resolvieron sus
controversias sin recurrir al poder de un estado que no existía como tal. De la
violencia privada a la mediación del líder espiritual, o del señor, o del jefe de
la comunidad existe un camino largamente transcurrido y no abandonado
totalmente y está demostrado históricamente que el Arbitraje tiene un origen
muy remoto e incluso puede alegarse que es la primera forma de administrar
justicia.
La Roche (2000) señala que el arbitraje, y especialmente el arbitraje
comercial puede ser considerado una novedad, a pesar de haber estado ya
incluido en la legislación procesal venezolana, desde la entrada en vigencia
del Código de Procedimiento Civil de 1916. Diversas circunstancias han
impedido que el arbitraje haya podido, en el pasado, ser considerado como
una forma usual de resolución de controversias.
Del mismo modo dispone, que en relación con las disposiciones del
Código de Procedimiento Civil de 1916, se ha señalado como causa
fundamental a ello, la imposibilidad de hacer efectiva la cláusula
compromisoria. Según el Código de Procedimiento Civil de 1986, aun cuando
sus disposiciones representan un importante avance en relación con el
código de 1916, se ha aducido que el sometimiento de algunos aspectos del
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procedimiento arbitral a la jurisdicción ordinaria, restaba necesaria autonomía
que requiere el arbitraje para cumplir debidamente su cometido.
Según Parra (2002) El primer caso de arbitraje del que se tiene
conocimiento en el país es el del ciudadano francés Antonio Fabiani y los
hermanos Roncayolo, estos últimos venezolanos. En vista de las
discrepancias surgidas entre estos comerciantes, decidieron someterlas al
conocimiento de árbitros. El tribunal arbitral se reunió en Marsella y dictó su
fallo, el 17-12-1880, en favor de Antonio Fabiani. Los venezolanos pidieron la
declaración de nulidad del compromiso y la revocatoria del fallo, sin
embargo, el Tribunal de Primera Instancia de Marsella negó tales
requerimientos. Nuevamente, los venezolanos apelaron la decisión
mencionada, sin embargo, el Corte Superior de Aix, confirmó la decisión a
favor de Fabiani. Por su parte, la Alta Corte Federal de Venezuela, en 1881,
le negó el exequátur por cuanto no podía considerarse la decisión arbitral
como una decisión emanada de un tribunal.
Luego, en 1883, Fabiani solicita la ejecución del laudo arbitral, y en esta
oportunidad se dio un cambio de criterio en nuestra Alta Corte Federal y se le
concede el pase por cuanto se estimó que se trataba de una sentencia
emanada de un tribunal competente de Francia, en la cual se ventilaron
derechos y obligaciones privados de las partes en conflicto y que no afectaba
la soberanía ni el derecho público de Venezuela.
Pese a ello, fue imposible para Fabiani ejecutar el laudo, debido a lo que
se consideró obstrucción y denegación de justicia, siendo que éste es el
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primer caso en que se vio la dificultad de la ejecución de los laudos
arbitrales, extranjeros, en Venezuela.
En la última década, luego de la aprobación de la Ley de Arbitraje
Comercial del 07-04-1998, se despertó una fase de desarrollo cuantitativo del
arbitraje, pero, a pesar de ello, el Centro de Arbitraje de la Cámara de
Comercio de Caracas, solo recibió para su análisis unos 90 casos, hasta el
2007.
2.1.4 ANTECEDENTES JURIDICOS Desde la perspectiva jurídica, se tiene que el antecedente más remoto
que se encuentra en el ordenamiento jurídico venezolano sobre la institución
del arbitraje está en la Constitución del año 1830, la cual entre sus
disposiciones generales señalaba, en el artículo 190, que los venezolanos
tienen la libertad de terminar sus diferencias por árbitros, aunque estén
iniciados los pleitos con tal que se observen las formalidades legales y de
hacer todo lo que no está prohibido por la ley. Esta frase, se repite en la
Constitución de 1857, sin embargo, desde la de 1858 y hasta la Constitución
de 1961, inclusive, el constituyente pareció tratar con “indiferencia a la
institución”, tal como lo señala Matthies (2005).
En la Carta Magna de 1999, el constituyente, por primera vez desde 1857,
vuelve a introducir esta institución al referido texto, al señalar, de manera
excesivamente discreta, en el artículo 258 que La ley promoverá el arbitraje,
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la conciliación, la mediación y cualesquiera otros medios alternativos para la
solución de conflictos.
Con rango legal, la institución arbitral, normalmente, se reguló a través del
Código de Procedimiento Civil, entre los años de 1897 y 1987, y a partir de
1998, además, con la Ley de Arbitraje Comercial.
En la actualidad, la Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela
vigente del año 2000 establece el arbitraje en el artículo 253 y 258 como
garantía de justicia.
2.1.5 ELEMENTOS DEL ARBITRAJE COMERCIAL
Según el Código de Procedimiento Civil vigente (1999) la institución del
arbitraje comercial, tiene fundamentalmente dos elementos necesarios sin los
cuales no podría darse la decisión o laudo arbitral. Estos elementos son: El
compromiso y Los Árbitros.
• El COMPROMISO
La Roche (2000) lo define como el acto en virtud del cual las partes,
contractualmente o en juicio, se comprometen a lograr la solución de un
conflicto por intermedio de terceros que decidirán conforme a la equidad u
observando lo previsto en el cuerpo legal vigente.
El artículo 608 del Código de Procedimiento Civil señala que el
compromiso deberá constar, si las partes no estuvieran en juicio, de manera
autentica. Ahora bien, por su parte la Ley de Arbitraje Comercial en los
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artículos 5º y 6º no requieren que este conste en forma autentica, es más,
sólo se exige que conste por escrito.
El Compromiso debe contener según el Centro de Arbitraje de la Cámara
de Comercio de Caracas los siguientes elementos: número de árbitros que
integrará el Tribunal Arbitral, el cual debe ser impar; señalar si los árbitros
decidirán conforme a la equidad o al derecho; legislación aplicable al
contrato; y, determinación de la forma en que se realizarán las notificaciones.
• LOS ÁRBITROS
El mismo autor al respecto de los árbitros menciona, que son las personas
a quienes se confía dirimir la situación en conflicto. Los árbitros son
arbitradores, que deciden de acuerdo a la equidad, o de derecho, que
deciden de conformidad con lo establecido en las leyes.
El artículo 614, parágrafo segundo, CPC, establece que cuando las partes
no llegan a un acuerdo sobre el carácter de los árbitros, entonces, se
entiende que decidirán como árbitros de derecho. En similar sentido se
pronuncia el artículo 8º de la Ley de Arbitraje Comercial. Ahora bien, el
artículo 618, parágrafo tercero, CPC, indica que si en el compromiso no se
indicó el carácter de los árbitros, se entenderá que son arbitradores.
En caso de que las partes no hubiesen establecido el número de los
árbitros en el compromiso arbitral y no hubiere posibilidad de acuerdo en
torno al mismo, cada parte nombrará uno y el tribunal designara un tercero
según lo establece el artículo 610, parágrafo primero, del Código de
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Procedimiento Civil. A todo evento, el número de los árbitros deberá ser
impar.
2.1.6 OBJETO DEL ARBITRAJE COMERCIAL
Baumeister (1999) expresa que el objeto o el fin del arbitraje comercial es
resolver las controversias que surjan en el ámbito mercantil, el cual puede
ser objetivo, cuando estamos en presencia de actos de comercio, en la forma
como los enuncia nuestro Código de Comercio, o subjetivo, cuando regula
las situaciones de los comerciantes de profesión, también de la manera en
que se les define en dicha norma compilatoria.
2.1.7 APLICACIÓN DE LA LEY DE ARBITRAJE COMERCIAL
La ley de Arbitraje Comercial venezolana fue publicada el 7 de abril de
1998. Sigue la tendencia legislativa puesta en práctica en Colombia (1998),
Peru (1996) y otros países iberoamericanos, que han elaborado leyes de
arbitraje excluidas de sus Códigos Procesales. En el caso de Venezuela, la
ley de arbitraje comercial deja vigente el Título del Libro Cuarto del Código
de Procedimiento Civil para los arbitrajes no comerciales (arbitramento).
Al respecto, La Roche (2000, p. 77) menciona, que “la ley instrumenta un
medio de tutela diferenciada expedita y eficaz, de incuestionable asidero
científico, acorde al proceso de integración legislativa”.
El mismo autor, añade como principal aporte de la ley, la celeridad
procesal, la certeza y la seguridad jurídica que representa, para el comercio
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internacional especialmente, respecto al aseguramiento de los derechos y su
satisfacción.
2.1.7.1 ASPECTOS FUNDAMENTALES DE LA LEY DE ARBITRAJE COMERCIAL Paez (1999) señala que el aspecto fundamental de la entrada en vigencia
de la Ley de Arbitraje Comercial es crear mayor seguridad jurídica para los
inversionistas, puesto que sienta las bases para solucionar controversias
comerciales, con reglas propias, de manera eficiente e imparcial, y, lo que es
más importante, en períodos mucho más reducidos a los empleados en los
engorrosos procesos judiciales llevados ante los tribunales ordinarios.
Adicionalmente, esta Ley pretende aliviar el congestionamiento de los
tribunales, lo que redundará en una mayor celeridad para aquellos casos que
sigan siendo conocidos por ellos.
La Ley se aplica al arbitraje comercial sin perjuicio de cualquier tratado
internacional vigente. De igual forma, prevé dos tipos de arbitraje: el
institucional y el independiente.
En el análisis de la Ley de Arbitraje Comercial añadido a lo mencionado,
otro aspecto de relevancia es la confidencialidad de las actuaciones de las
partes y del expediente, contrario al principio de la publicidad del expediente
que rige ante los tribunales ordinarios según lo establecido en la ley, esta
confidencialidad resulta importante en el ámbito comercial puesto que en
esta rama un litigio puede producir efectos negativos dentro del comercio.
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2.1.7.2 PREEMINENCIA DE LOS TRATADOS BILATERALES O MULTILATERALES
VIGENTES SOBRE LA LEY DE ARBITRAJE COMERCIAL
El artículo 1 señala que la Ley de Arbitraje Comercial se aplica al arbitraje
comercial “sin perjuicio de cualquier tratado multilateral o bilateral vigente”.
Esta expresión se interpreta en el sentido en que, si existe un tratado
multilateral o bilateral vigente, éste tendrá prioridad en su aplicación ante la
Ley de Arbitraje Comercial, es decir, es una ley formal especial que cede su
vigencia ante un tratado multilateral o bilateral, en el caso en que exista
contraste entre sus normas y la de tales tratados.
2.1.7.3 ÁMBITO DE APLICACIÓN DE LA LEY DE ARBITRAJE COMERCIAL
El arbitraje comercial se aplica a los conflictos que surgen en el
cumplimiento de los contratos de carácter comercial, siempre y cuando la
naturaleza del mismo no vaya en contra del orden público según lo establece
el artículo 5 de la Ley de Arbitraje Comercial:
El "acuerdo de arbitraje" es un acuerdo por el cual las partes deciden someter a arbitraje todas o algunas de las controversias que hayan surgido o puedan surgir entre ellas respecto de una relación jurídica contractual o no contractual. El acuerdo de arbitraje puede consistir en una cláusula incluida en un contrato, o en un acuerdo independiente. En virtud del acuerdo de arbitraje las partes se obligan a someter sus controversias a la decisión de árbitros y renuncian a hacer valer sus pretensiones ante los jueces. El acuerdo de arbitraje es exclusivo y excluyente de la jurisdicción ordinaria.
En principio son sometibles a arbitraje todas las controversias comerciales
susceptibles de transacción, de naturaleza contractual o extracontractual,
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entre personas capaces de transigir. Sin embargo, la ley contempla una lista
de controversias exceptuadas de la vía del arbitraje en su artículo 3.
Cabe definir los contratos mercantiles como aquellos actos que creen,
modifiquen o extinguen una relación jurídica mercantil, o lo que es igual, que
recaiga sobre actos de comercio o que sean realizados por un comerciante.
El artículo 2 del Código de Comercio Venezolano, enumera al efecto, las
actuaciones que han de calificarse como actos de comercio y aclara, en su
artículo 1, que serán así agrupadas independientemente de que sean
realizadas o no por un comerciante.
No obstante, si bien la enunciación es taxativa, el artículo 3, la hace
ejemplificativa cuando aclara que también serán catalogados como tales,
“cualesquiera otros contratos y cualesquiera otras obligaciones de los
comerciantes, si no resulta lo contrario del acto mismo y si tales contratos y
obligaciones no son de naturaleza esencialmente civil”.
Es importante resaltar, que La Ley de Arbitraje Comercial, no se aplica a
las controversias que sean de orden público, ni a las que son directamente
concernientes a las atribuciones o funciones de imperio del estado tal como
lo expresa el articulo 3 literal b.
2.1.8 LAS MODALIDADES DEL ARBITRAJE La Ley de Arbitraje Comercial se refiere a dos tipos de arbitrajes. Los
arbitrajes institucionales y los arbitrajes independientes, también conocidos
como libres o “ad hoc”. Tal como lo establece el artículo 2:
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El arbitraje puede ser institucional o independiente. Es arbitraje institucional el que se realiza a través de los centros de arbitraje a los cuales se refiere esta Ley, o los que fueren creados por otras leyes. Es arbitraje independiente aquel regulado por las partes sin intervención de los centros de arbitraje.
Cada uno de estos modos de arbitraje serán ampliados a continuación.
2.1.8.1 ARBITRAJES INSTITUCIONALES Según lo dispuesto en la Ley de Arbitraje Comercial, los arbitrajes
institucionales se refieren a aquellos arbitrajes desarrollados bajo las reglas
de un Centro Institucional de Arbitraje, los cuales deben cumplir con una
serie de requisitos que garanticen la idoneidad del procedimiento.
Además otorga a tales Centros la facultad de establecer las normas que han
de regir el procedimiento arbitral, reconociéndoles por tanto una facultad
normativa. Sobre esto dispone la Ley en el Capítulo II Del Arbitraje
Institucional en el artículo 11 lo siguiente:
Las cámaras de comercio y cualesquiera otras asociaciones de comerciantes, así como las asociaciones internacionales existentes, las organizaciones vinculadas a actividades económicas e industriales, las organizaciones cuyo objeto esté relacionado con la promoción de la resolución alternativa de conflictos, las universidades e instituciones superiores académicas y las demás asociaciones y organizaciones que se crearen con posterioridad a la vigencia de esta Ley que establezcan el arbitraje como uno de los medios de solución de las controversias, podrán organizar sus propios centros de arbitraje. Los centros creados antes de la vigencia de esta Ley, podrán continuar funcionando en los términos aquí establecidos y deberán ajustar sus reglamentos a los requerimientos de la misma.
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Se realiza a través de los centros de arbitraje que señala la Ley, entre los
que se destacan los que establezcan las Cámaras de Comercio y
Asociaciones de Comerciantes, Asociaciones Internacionales,
organizaciones vinculadas a actividades económicas e industriales,
Universidades e Instituciones Académicas Superiores y otros similares.
En el arbitraje institucional, el procedimiento se regirá de conformidad con
lo dispuesto en el reglamento de arbitraje de cada centro de arbitraje, tal
como lo establece el artículo 12 ejusdem:
En el arbitraje institucional todo lo concerniente al procedimiento arbitral, incluyendo las notificaciones, la constitución del tribunal, la recusación y reemplazo de árbitros y la tramitación del proceso, se regirá de conformidad con lo dispuesto en el reglamento de arbitraje del centro de arbitraje al cual las partes se hayan sometido.
No obstante, las partes pueden acordar la aplicación de las reglas de
procedimiento contenidas en la ley. Los centros de arbitraje ubicados en
Venezuela deberán tener un reglamento propio, sede permanente para
operar y lista de árbitros, con por lo menos 20 integrantes.
En opinión de Gabaldón (1999, p.34)
“…esa libertad de los centros de arbitraje tiene a nuestro juicio un límite: los reglamentos deben respetar en todo caso lo que denominaremos «principios rectores del proceso arbitral» y que por su naturaleza y fines son de obligatoria observancia tanto en el arbitraje institucional como en el arbitraje independiente también conocido con el nombre de arbitraje ad hoc-. Esos principios rectores se encuentran no sólo en las disposiciones generales de la ley sino en otras partes de ella, razón por la cual puede ser difícil en algunos casos distinguirlos de las demás normas”
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Otis (1999) señala que para que exista un arbitraje institucional no basta
que se trate de una institución que promueva el arbitraje, sino que en alguna
forma la misma participe en la administración e implantación del proceso
arbitral.
De allí que, las partes interesadas en un arbitraje institucional, no puedan
actuar por sí mismas, sino que deben dirigirse al Centro de arbitraje que
opere en la región y a través del organismo, y en atención a las normas que
lo rigen, establecer el pacto arbitral.
2.1.8.2 ARBITRAJES INDEPENDIENTES Afirma Neutze (2000, p. 6) que:
“Es aquel en el cual la conformación del tribunal arbitral la adelantan las partes, nombrando directamente a los árbitros o delegando dicho nombramiento en un tercero no especializado en la materia. El tribunal de arbitramento una vez integrado, discrecionalmente señala el lugar de su funcionamiento y fija los emolumentos que considere pertinentes”
Tal como lo establece la Ley de Arbitraje Comercial son aquellos
regulados por las partes sin intervención de los centros de arbitraje. El
procedimiento aplicable en este tipo de arbitraje es seleccionado por las
partes, y en caso de ausencia de reglas de procedimiento, se aplicarán las
reglas establecidas en la Ley de Arbitraje Comercial.
Chillón (1991) distingue que en el arbitraje independiente la constitución
del tribunal o colegio arbitral y la fijación de la regla de procedimiento queda
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al libre juego de las partes; frente a ese modelo está el arbitraje permanente,
donde las partes se encuentran con un tribunal establecido, o al menos con
unas reglas para su designación ciertas y determinadas, y un sistema
procedimental estatutariamente formalizado; este último modelo de arbitraje
ha sido y es de capital importancia en la configuración del arbitraje comercial
internacional.
2.1.8.3 ELEMENTOS COMUNES EN LOS DOS TIPOS DE ARBITRAJE El artículo 5 de la Ley de Arbitraje establece que el acuerdo de arbitraje
es aquel por el cual las partes deciden someter a arbitraje todas o algunas de
las controversias que hayan surgido o puedan surgir entre ellas con respecto
a una relación jurídica contractual. El acuerdo puede consistir en una
cláusula incluida en un contrato o en un acuerdo independiente.
La regla general de la Ley de Arbitraje Comercial es que están sometidas
al mismo todas las controversias que surjan entre personas capaces de
transigir y que sean susceptibles de transacción. Es decir que, la Ley de
Arbitraje resuelve el problema de si lo determinante es la capacidad de las
partes o la naturaleza de la materia a los fines de la transacción, señalando
que ambos elementos son esenciales.
Las materias que pueden ser objeto de arbitraje son todas las
controversias en la medida en que las mismas sean susceptibles de
transacción y, siempre y cuando, surjan entre personas capaces de transigir,
es decir, estén dadas de manera acumulativa, dos aspectos que el objeto
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sea idóneo para una transacción y que los contrincantes sean capaces de
transigir.
Es decir, existe plena coincidencia entre los asuntos que pueden
someterse al arbitraje institucional y al independiente. Esto es, han de ser
asuntos que no sean contrarios al orden público y que puedan ser objeto de
transacción.
Se excluye de ambos arbitrajes, los literales señalados en el artículo 3 de
la Ley de Arbitraje Comercial que se analizarán detalladamente:
a) Lo que verse sobre delitos y faltas. Aquí debe recordarse el principio
del “nullum crimen nulla poena sine legem”, o de tipicidad, según el cual sólo
es delito lo que la ley establezca como tal. Por tanto, debe partirse del
supuesto de que la fijación de los mismos es de reserva legal. Cabe no
obstante, la pregunta de los actos sancionatorios emitidos por la
administración pública, los cuales, son también de reserva legal y tienen
carácter modificatorio o extintivo de derechos. Se entiende que la ley
pareciera haberse referido a las faltas de índole penal, no obstante, dado la
exclusión de las controversias de la administración en función de imperio y
de aquellos asuntos de orden público, tal como lo veremos de seguidas,
estos proveimientos quedarían de todas excluidos de la aplicación de la ley.
b) Las controversias concernientes directamente a las atribuciones o
funciones de imperio del Estado o de personas o entes de Derecho Público.
Esta segunda prohibición es la que se refiere a las facultades a través de las
cuales el Estado ejerce su potestad soberana, pero no solamente el Estado
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sino también las personas o entes de Derecho Público. Esta disposición es
tajante y absoluta se refiere, no a la persona jurídica del Estado, o de los
entes públicos, sino a la naturaleza de las actividades que realizan. Se basa
en la vieja distinción entre: actos de imperio, mediante los cuales el Estado
revela su condición de sujeto de Derecho Público, y, actos de gestión que
son aquellos actos de naturaleza mercantil que puede la administración
realizar y que como tales, estarían sometidos al mismo régimen de los
particulares.
c) Que versen sobre el estado o la capacidad civil de las personas, es
decir, que está fuera de la transacción todo lo relativo a las personas en
cuanto a su nacionalidad; su domicilio; parentesco; el matrimonio; su
celebración; oposiciones; anulación; régimen de los deberes y derechos de
los cónyuges; régimen de los bienes; administración de la comunidad;
disolución y liquidación de la comunidad; divorcio; separación de cuerpos;
filiación; reconocimiento; patria potestad; guarda de los hijos; educación y
alimentos; tutela y emancipación; interdicción e inhabilitación; y, régimen de
los no presentes y de los ausentes.
d) Los relativos a los bienes o derechos de los incapaces sin previa
autorización judicial
e) Sobre las que haya recaído sentencia definitivamente firme, salvo las
consecuencias patrimoniales que surjan de su ejecución en cuanto
conciernan exclusivamente a las partes del proceso y no hayan sido
determinadas por sentencia definitivamente firme.
36
2.1.9 PROCEDIMIENTO ARBITRAL PREVISTO EN EL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO
CIVIL
Según La Roche (2000), el Código de Procedimiento Civil prevé en los
artículos 608 y siguientes, en forma fragmentaria e incompleta, las reglas
sobre arbitramento, adoleciendo de lagunas legales sobre cuestiones
importantes. Puesto que no regula expresamente las medidas cautelares
como forma de precaver la efectividad del laudo ni garantiza preferencia
alguna para el reconocimiento y ejecución de laudos extranjeros, como no
sea la vigencia de normas más dúctiles en este respecto contenidas en los
tratados internacionales.
A este propósito, el articulo 608 ejusdem, expresa las controversias que
son susceptibles de arbitraje, excluyendo de manera expresa los asuntos en
los cuales no cabe transacción, también expresa que las mismas, puede
comprometerse en uno o más árbitros en número impar, antes o durante el
juicio. El segundo aparte del artículo reza:
Si estuvieren ya en juicio, el compromiso se formalizará en el expediente de la causa, y en él deberán expresar las partes las cuestiones que cada uno someta al arbitramento…
Por consiguiente, si no estuvieren en juicio, las partes podrán establecer
el compromiso arbitral mediante instrumento autentico en donde conste: el
número y nombre de los árbitros, el carácter de éstos, sus facultades, y lo
demás que acordaren respecto al procedimiento.
37
Más adelante, el artículo 609 en virtud de la cláusula compromisoria
establece, que de existir ésta, las partes formalizarán el compromiso
siguiendo las exigencias allí establecidas, pero a la negativa de una de las
partes a la formalización, la otra podrá presentar el instrumento público o
privado en el cual conste la obligación de comprometer al tribunal que deba
conocer o este conociendo del asunto, expresando las cuestiones que por su
parte quiera someter a arbitramento. Una vez presentado el mencionado
instrumento, el tribunal ordenará la citación de la parte renuente para que
conteste acerca del compromiso en el 5to° día siguiente.
Continuadamente, el artículo 610 señala que si el citado conviene en la
obligación hará constar en el acto de su comparecencia las cuestiones que
por su parte quiera someter al arbitraje y al día siguiente se procederá a la
elección de los árbitros.
Sobre este punto, el mismo artículo hace mención en cuanto a que si no
hubiere acuerdo entre las partes para la elección de los árbitros, cada parte
elegirá uno y los dos árbitros designados elegirán al tercero. De no existir
acuerdo para la designación del tercero, la designación la hará el juez. Los
árbitros designados deberán expresar su aceptación el mismo día de su
nombramiento o al día siguiente.
Retomando el procedimiento, en los artículos 611, 612, 613 y 614 se
señala que si el citado contradice la obligación, se abrirá una articulación
probatoria de 15 días, que al ser transcurridos el tribunal dictara su decisión
dentro de los 5 días siguientes, la cual tendrá apelación, una vez que firme la
38
sentencia se condenará a las costas a la parte que resulte vencida.
Establecida la validez de la cláusula, el citado procederá a expresar los
asuntos que de su parte quiera someter al arbitraje. La no comparecencia del
citado, dará como válida la cláusula, y los árbitros decidirán las controversias
ateniéndose a las cuestiones sometidas al arbitraje por parte del solicitante.
Si no hay acuerdo de las partes sobre el carácter de los árbitros se
entenderá que decidirán como árbitro de derecho y la sentencia que se dicte
será inapelable. El lapso probatorio ordinario comenzará a correr al día
siguiente de la constitución del tribunal, vencido éste el tribunal de árbitros
dictará su sentencia dentro de los 30 días siguientes.
Es importante también hacer referencia al artículo 617 que dice:
En cualquier estado de la causa en que las partes se hayan sometido a árbitros, se suspenderá el curso de ella y se pasarán inmediatamente los autos, a los árbitros nombrados
En otras consideraciones, si en el compromiso no se indica el carácter de
los árbitros, la ley establece que se entiende que son arbitradores (art. 618
parágrafo tercero), no pueden ser árbitros de derecho los que no sean
abogados en ejercicio (art. 619), si los árbitros son arbitradores sus fallos
serán inapelables (art. 624), todo laudo arbitral pasará con los autos al juez
ante quien fueron designados los árbitros, quien lo publicará al día siguiente
de su consignación por éstos, a la hora que se señales. Desde ese día
comenzaran a correr los lapsos para los recursos a que haya lugar.
39
2.1.10 IMPORTANCIA DEL ARBITRAJE COMERCIAL
Mantellini (1969) La importancia alcanzada por el arbitraje se debe
fundamentalmente a las ventajas que la utilización del mismo conlleva, en
particular si se le compara con el proceso judicial regular. Celeridad y
Economía son fundamentales para restablecer la normalidad quebrantada
cuando surge un conflicto de intereses. El respeto que merece el árbitro por
sus conocimientos y por la calidad de sus decisiones, es otro elemento
fundamental en el respeto a la justicia dictada a la persona de tal valor. En
conjunto todos estos elementos se ven amparado por la efectividad de todo
el sistema. Por último, el manejo en privado de las disputas entre las partes
evita la publicidad, siempre dañina, de ser señalado como envuelto en un
litigio con otro comerciante.
Por ello, es importante ya que proporciona, celeridad, economía, la
calidad y conocimiento del árbitro, efectividad del procedimiento arbitral y la
relativa privacidad con que se manejan las cuestiones arbitrales,
convirtiendo al arbitraje comercial la forma más utilizada para llenar los
vacios que deja el sistema procesal judicial.
2.1.11 CONSTITUCIONALIDAD DEL ARBITRAJE EN VENEZUELA Petzold (2004) Señala que la administración de justicia en Venezuela,
sufre de ineficiencia e incapacidad para resolver con la celeridad e idoneidad
los conflictos que se presentan entre los ciudadanos que acuden al sistema
40
judicial en búsqueda de soluciones que estén conformes con el
ordenamiento jurídico, como por las graves acusaciones de corrupción que
son imputadas a muchos de sus operadores. En consecuencia, ante esa
realidad, se han consagrado con rango constitucional en el artículo 253 “los
medios alternativos de justicia”. Entre estos, se analizan el arbitraje,
buscando por medio de una investigación documental, con fundamento en el
derecho positivo venezolano, demostrar su presencia y efectividad en la
resolución de disputas en el orden jurídico, por medio de un tercero imparcial
llamado árbitro, cuyo laudo tiene el carácter de cosa juzgada. Alcanzando así
decisiones que estén de acuerdo con la concepción colectiva de justicia, es
decir, el arbitraje representa un medio eficaz y cónsono para superar los
graves inconvenientes de un sistema de administración de justicia actual.
Ahora bien, el sistema venezolano para agilizar la justicia y permitir el
acceso a ella a un número importante de personas que se encontraban o se
encuentran excluidas, ha establecido una serie de artículos con rango
constitucional y legislativo, en donde se consagran mecanismos alternos de
resolución de conflictos, con el único fin de conseguir un acceso a la justicia,
rápido, imparcial, efectivo, independiente, equitativo, idóneo, responsable,
confiable, etc. Dentro de este orden jurídico se encuentran, la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela (Arts. 253 y 258), Ley Orgánica de
Justicia de Paz (Arts. 36-40 y 45-46), Ley de Arbitraje Comercial, Ley
Orgánica de Protección del Niño, Niñas y del Adolescentes (Arts. 308-317),
Ley Orgánica Procesal del Trabajo (Arts. 129,133,135 y 138-149),
41
Reglamento de la Ley del Trabajo (Arts. 194 y 202) Ley Orgánica de
Protección al Consumidor (Arts. 134-141), Código Orgánico Procesal Penal
(Arts. 409 y 411), Código de Procedimiento Civil (Arts. 257-260-262, 388,
608-629 799-800) Código Civil (Art. 1982) y el Código de Comercio (Arts.
540,962,1005,1104,1110), entre otras. Y otros tratados suscritos por
Venezuela, como por ejemplo: la Convención sobre el Reconocimiento y
Ejecución de Sentencias Arbitrales Extranjeras, Convención Interamericana
sobre Arbitraje Comercial Internacional (New York, 1958), Convención
Interamericana sobre Arbitraje Comercial Internacional (Panamá, 1975), Ley
Modelo de la CNUDMI sobre Arbitraje Internacional. La UNCITRAL posee
reglas de conciliación, recomendadas por la Asamblea General de la ONU de
1980, y la Corte de Arbitraje de la Cámara de Comercio Internacional y
Convención para la solución de disputas de inversión entre Estados y
ciudadanos de otros Estados (Franco, 2002).
Debe el procedimiento arbitral sujetarse también a la regla suprema del
debido proceso (257 CRBV) y por tanto ni aún en el caso de árbitros
arbitradores pueden estos abandonar o relajar la totalidad de las normas
jurídicas, sustantivas y procesales, y una vinculación indispensable con estas
debe mantenerse para que las decisiones arbitrales no lleguen a ser objeto
del capricho o de la arbitrariedad, incompatibles con la equidad y la justicia.
El arbitraje es una pieza del sistema judicial, tal como lo establece la
Constitución, la cual no acoge el arbitraje como un mecanismo autónomo o
paralelo con propósito de eludir, sustituir o evadir la jurisdicción pública so
42
pretexto de ineficiencia, venalidad, imparcialidad o cualquier otro vicio
endilgado a los Tribunales naturales, ni para sustraer del conocimiento
público el control de determinadas materias por supuesta necesidad del
manejo confidencial de las mismas
2.2 CONTRATO DE OPCIÓN A COMPRA En la vida cotidiana surge con relativa frecuencia, y en circunstancias
diversas, la necesidad de optar por alguno de los medios contractuales
alternativos a la compraventa tradicional.
Se trata, básicamente, de sustituir la celebración de un contrato de
compraventa convencional por un contrato de opción de compra o una
promesa de venta cuando concurran circunstancias que así lo aconsejen y
sean apreciadas por las partes contratantes.
2.2.1 CONCEPTO DE CONTRATO DE OPCIÓN A COMPRA Andreu (2007) lo ha definido como un precontrato, en principio unilateral,
en virtud del cual una parte concede a la otra la facultad exclusiva de decidir
sobre la celebración o no del contrato principal de compraventa, que habrá
de realizarse en un plazo cierto y en unas determinadas condiciones,
pudiendo también ir acompañado del pago de una prima por parte del
optante.
Gorrondona (1996, p. 153) lo define como una promesa unilateral de
venta y afirma:
43
“Es el contrato por el cual una persona se obliga a venderle a otra, quien no se obliga a comprarle. Este contrato es de gran utilidad práctica”
Al respecto, el maestro Barandiaran (1950), enseñaba que la promesa, la
opción, es diferente del contrato mismo de compraventa. Aquella es
preparatoria y puede o no convertirse en el último.
Por su parte, Polanco (2003) lo define como un contrato de promesa o la
promesa de celebrar un contrato futuro, cumpliéndose los requisitos legales.
Las características del contrato de opción a compra son: es principal,
innominado, produce garantía, preparatorio o preliminar, unilateral y bilateral,
en él entra obligación de hacer, consensual.
Habría que decir también, que el contrato de opción a compra puede ser
bilateral, es decir, puede generar obligaciones para ambas partes, y en caso
de incumplimiento de una de ellas puede la otra ejercer acciones resolutorias
así lo determina el autor anteriormente citado.
De la misma manera, La Roche (2000) menciona al Código Napoleónico
donde se establece que la promesa de venta siempre que haya conocimiento
de las partes sobre la cosa y el precio, vale la venta (art. 1589). La doctrina
francesa sostiene que la disposición sólo se refiere a la promesa bilateral de
venta; pero discute sobre el sentido de la norma. Según una tesis, en caso
de incumplimiento de una de las partes, la otra podría obtener una sentencia
judicial que hiciera las veces de contrato, de modo pues que el artículo en
cuestión vendría a permitir la ejecución específica de las obligaciones
44
contraídas. Según otra tesis, el legislador sólo quiso aclarar que expresiones
tales como “prometo vender” o “prometo comprar” son normalmente
utilizadas por las partes como equivalentes a las expresiones “vendo” o
“compro”. Así entendida la norma, no tendría aplicación cuando los
contratantes dispusieran lo contrario en forma inequívoca.
En Venezuela, aun cuando no existe la citada disposición la cuestión
puede plantearse términos semejante, en virtud de la norma según la cual no
es obstáculo para la formación del contrato el hecho de que el oferente
revoque su oferta durante el plazo en que está obligado a mantenerla (art.
1.137, ap. 4° CC) . De allí pues que en el caso de promesa bilateral donde
hay más que una simple oferta, debe admitirse que la negativa de una de las
partes no impide la formación del contrato definitivo y que la sentencia que
así lo declara servirá de prueba del contrato.
Partiendo de estas definiciones se podría decir que el contrato de opción
se define como aquel convenio por el que una parte concede a la otra, por
tiempo fijo y en determinadas condiciones, la facultad de decidir la
celebración o no de un contrato. La facultad consistiría básicamente en
decidir o no la celebración de una compraventa, se concede a una de las
partes la “opción” de decidir la celebración o no de un determinado contrato
cuyos elementos quedan determinados en un momento anterior a dicha
celebración.
45
2.2.2 ANTECENDENTES DEL CONTRATO DE OPCIÓN A COMPRA Castillo (1996) explica que en el derecho romano se conoció el pacto in
contraendo que era una convención en que las partes fijan en base a un
contrato futuro a celebrar.
De una relación posterior se obligaba pasado cierto tiempo a celebrar un
acto definitivo. Eso era una promesa. Este tipo de acto en el derecho romano
carecía de sanción. Posteriormente con la evolución en el derecho romano
hubo un edicto de los pretores que le dio carácter vinculante a ese tipo de
promesa de celebración de contratos posteriores. En realidad el antecedente
de la promesa en el derecho romano no fue regulado sistemáticamente como
se hicieron en disposiciones modernas. Otras instituciones en el derecho
tuvieron mayor prevalecencia. En Roma la voluntad era el principio básico de
contratación, de cierto modo se le negó eficacia a la posibilidad de constreñir
anticipadamente la voluntad de uno aunque sea por un acto propio a la
celebración de otro acto.
El Código Civil francés, dispone en su Art. 1589 que la promesa de venta
equivale a venta cuando hay consentimiento reciproco de las dos partes
sobre la cosa y sobre el precio.
Al respecto, el insigne jurista Planiol (1997) enseña que, la promesa de
venta "es un contrato por medio del cual una persona se obliga a vender a
otra una cosa, sin que esta consienta inmediatamente en comprarla".
46
De lo expuesto, se puede colegir diafanamente que, el Código Civil de
Napoleón, mantenía únicamente como contrato preparatorio típico la
promesa de venta, que era un convenio de naturaleza unilateral, por cuanto
de no reunir la característica de la unilateralidad al existir un oferta y
aceptación, el contrato preparatorio mutaba en contrato final.
Adicionalmente, Pothier (1880) hace referencia al derecho francés
anterior al Código de Napoleón donde existió un desarrollo extenso del
contrato de promesa, prueba de ello, es que, definió a la promesa unilateral
como una convención por la cual uno se obliga hacia otro a venderle una
cosa.
De lo expuesto, se puede inferir que, estrictamente en los tiempos de
Roma no existió un contrato preparatorio específico. No obstante por
cuestiones de tráfico comercial, se utilizó figuras análogas a una promesa,
pero que no constreñían ni vinculaban a las partes, a celebrar un contrato
final.
2.2.3 ELEMENTOS DE EXISTENCIA Y VALIDEZ DEL CONTRATO DE OPCIÓN A
COMPRA
Las condiciones requeridas para la existencia del contrato de opción a
compra son primariamente las establecidas sin distinción en el Código Civil
para todos los contratos, según lo establece el artículo 1.141 son: el
consentimiento de ambas partes que es un requisito esencial para que exista
un contrato. Para que el consentimiento se considere válido y, por ende,
47
manifestado el mismo, debe ser dado sin vicios, caso contrario el contrato se
considera nulo. Estos vicios del consentimiento son previstos por el Código
Civil venezolano de la siguiente forma: la violencia, el error y el dolo .
De igual forma, que el objeto pueda ser materia de contrato, es decir, el
objeto de todo contrato debe ser posible, lícito, determinado o determinable .
Todo producto o conducta que sea factible de realización puede ser objeto
de un contrato, siempre y cuando no sea prohibido su comercio o conducta
por alguna norma jurídica, como es el caso de las conductas de imposible
ejecución.
Finalmente, que la causa sea lícita, la causa del contrato reside en el
móvil individual que ha incitado a la parte a celebrarlo y que no forma parte
integrante del acto: ella varía de un caso a otro para una misma categoría de
contrato.
Seguidamente, el artículo 1.143 del Código Civil expresa que pueden
contratar todas las personas que no estuvieren declaradas incapaces por la
Ley.
Por consiguiente, Polanco (2003) señala los siguientes requisitos
contenidos en la legislación de Colombia, los cuales se citarán a manera
doctrinaria, como derecho comparado, en virtud de la poca y casi nula
regulación de estos en la legislación venezolana. Ahora bien, el citado autor
indica que para que promesa produzca obligaciones debe cumplir los
siguientes requisitos:
48
• La promesa debe constar por escrito. El documento privado es
suficiente, aunque el contrato prometido exija escritura pública para su
perfeccionamiento.
• El contrato debe ser válido. Esto se refiere a que debe tener los
elementos de existencia y validez que dispone el Código Civil, arriba
mencionados.
• El contrato debe contener un plazo o una condición que fije la época
en que se celebrará el contrato prometido. Sobre este punto no debe de
haber incertidumbre. Por consiguiente tanto el plazo como la condición
deben ser determinados.
• El contrato de opción debe determinarse de manera precisa. Si la
opción se tratase de un inmueble, la promesa debe contener la identificación
del predio, el precio y la forma de pago.
• La opción que se concede a una de las partes para que decida sobre
la celebración del contrato de compraventa.
Junto a estos elementos esenciales o propios de un contrato de opción de
compra típico, estarían otros como por el ejemplo el pago de una prima por
parte del beneficiario de la opción.
Los elementos esenciales a que antes se ha hecho referencia (opción,
plazo y objeto precio de compra) configuran el contrato de opción de compra
como un contrato consensual y unilateral.
49
Sin embargo muchos autores entienden que la existencia de una prima a
pagar por el beneficiario al concedente, al establecer obligaciones para
ambas partes, configura la opción como un contrato bilateral.
2.2.4 OBLIGACIONES DEL OFERENTE
Andreu (2007) refiere que el oferente, también llamado concedente, es el
que en el contrato de opción, es propietario o dueño del objeto del contrato,
futuro vendedor por lo cual concede la opción a compra, y tiene las
siguientes obligaciones:
• El concedente de la opción, mientras el beneficiario-optante no la
ejercita, está obligado a no disponer de la cosa sobre la que recae la opción.
• Una vez que se ejercita la opción, está obligado a formalizar la
compraventa de la cosa, por el precio y condiciones pactados en la opción.
Si se negara, el Juez podría decretar el cumplimiento forzoso de dicha venta.
2.2.5 OBLIGACIONES DEL OFERIDO
Andreu (2007) al respecto del oferido, beneficiario o también llamado por
la doctrina optante, en el contrato de opción a compra, es el que tiene la
elección de decidir, si celebra o no, el contrato final de compra-venta durante
el tiempo concedido.
Entre sus obligaciones están:
• Debe abonar en su caso la prima pactada y cumplir las condiciones
establecidas en el contrato de opción.
50
• El ejercicio de la opción debe realizarse dentro del plazo pactado,
siendo el plazo de caducidad.
• Es importante destacar, que el ejercicio de la opción deberá ponerse
en conocimiento del concedente dentro del plazo fijado en la opción, es decir,
el concedente debe tener conocimiento del ejercicio de la opción dentro del
plazo concedido para el ejercicio de la misma. Es aconsejable que se utilice
un medio de comunicación que permita acreditar que la parte concedente
tuvo conocimiento del ejercicio de la opción dentro del plazo señalado.
• Su más importante obligación consiste en entregar el precio de la
opción o prima cuando se hubiese constituido con carácter oneroso.
• El oferido perderá las arras que se hayan constituido como parte del
pago total, en el caso de que no se celebre el contrato final, como
indemnización al oferente. Según como haya sido estipulado en el contrato
de opción.
2.2.6 DERECHOS DEL OFERENTE En este punto Andreu (2007) señala que las obligaciones del oferente
están determinas en el contrato, según el acuerdo de las partes, sin
embargo, según la naturaleza del contrato de opción a compra los derechos
del oferente son:
• Si se ha convenido el pago de una prima, tiene derecho a que se le
abone, según lo pactado en el contrato.
51
• Puede exigir del beneficiario-optante, también llamado oferido, el
cumplimiento de cualesquiera otras estipulaciones que se hubiesen pactado.
• Tiene derecho de igual forma al pago total de objeto del contrato de
opción, de ser este configurado en compra-venta.
• Si transcurre el tiempo establecido para el ejercicio de la opción de
compra y esta no es ejercida por el oferido, el propietario queda en libertad
para enajenar la cosa a un tercero.
2.2.7 DERECHOS DEL OFERIDO Andreu (2007) afirma que la posición jurídica del oferido es de una clara
prevalencia sobre la del concedente. Prevalencia que no supone una
alteración de la primitiva igualdad formal de las partes en el ámbito
precontractual, sino que es consecuencia, precisamente del contrato
celebrado. En su mano está la perfección y ulterior cumplimiento del contrato
definitivo. Por lo tanto, tiene los siguientes derechos:
• El oferido o beneficiario de la opción, tiene en su haber el derecho a
decidir la celebración o no de la compra.
• Tiene derecho que se haga efectiva la compra venta, luego de la
aceptación y del pago. Como consecuencia de ello, adquirir la propiedad de
la cosa.
• El oferido tiene derecho, a que no se venda, done, o traspase la cosa
objeto de la opción de compra a un tercero, durante el plazo establecido en
el contrato.
52
2.2.8 EFECTOS DEL CONTRATO DE OPCIÓN A COMPRA La Roche (2000, p. 154) para determinar los efectos que produce el
contrato de opción a compra cuando es unilateral, antes de que el eventual
comprador manifieste su voluntad, continúa:
…“De comprar no hay traslación de propiedad o derecho que se promete vender y el eventual comprador sólo tiene un derecho de crédito cuyo objeto es una obligación de hacer-el vender-. Así si el promitente vende la cosa a un tercero no habrá vendido la cosa ajena y el beneficiario de la promesa no puede atacar la validez de la nueva venta hecha por el promitente al tercero”
Más adelante, el mismo autor cita la jurisprudencia francesa, ya que esta
declara procedente la acción pauliana intentada contra la venta hecha por el
promitente a un tercero en violación de la promesa siempre que se pruebe
que el tercero obro de mala fe; La Roche (2000) objeta este criterio
jurisprudencia por cuanto la acción pauliana presupone la insolvencia del
deudor. Así mismo, la doctrina francesa prosigue, llega al mismo resultado
invocando el aforismo “fraus omnia corrumpir”, también de discutible
aplicabilidad. Aporta, que la mejor manera de proteger los intereses del
beneficiario de la promesa es preventiva: establecer en el contrato una
adecuada cláusula penal.
En otro sentido, después de que el eventual comprador ha manifestado la
voluntad de comprar La Roche (2000, p. 154) afirma:
…”la promesa se convierte en bilateral, siempre que la adhesión haya sido hecha en tiempo útil y en las condiciones establecidas en la promesa”…
53
Para evitar dudas acerca de si la adhesión es extemporánea o no, se
conviene fijar término para ello en el contrato. Si no se le ha fijado son
aplicables por analogía las normas pertinentes en materia de oferta.
Es oportuno ahora, mencionar según Abreu (2007) los efectos extintivos
del contrato de opción a compra, asegura éste que se aprecian como causas
de extinción de la opción, su ejercicio y su falta de ejercicio, es decir, el mero
transcurso del plazo o la renuncia. En el momento de su extinción, las
respectivas causas del contrato y del derecho se interfieren y se afectan
mutuamente.
Continua, el ejercicio del derecho supone el último acto de ejecución del
contrato, es decir, su consumación y, como consecuencia, la extinción de la
relación contractual de la opción; el mero transcurso del plazo, sin ejercitar la
opción, extingue tanto el derecho, que nació con una vida prefijada, como el
contrato, al que sucede otro tanto; la ineficacia del contrato, como es lógico,
provoca también la del derecho.
De lo dicho es fácil deducir que, el contrato de opción tiene sus propias y
específicas causas de extinción, que son aquellas que afectan a la existencia
del derecho concedido. El ejercicio de éste o su falta son consecuencias
normales, previstas en el contrato y queridas por las partes, fines a los que
contribuye la fijación del plazo de duración, para evitar la sujeción indefinida
del concedente. Pero, además, el contrato de opción se extingue por las
causas generales de extinción de los contratos. La inactividad o pasividad del
optante durante el plazo pactado hasta su total transcurso es causa eficiente
54
para la desaparición de la relación contractual y del derecho mismo.
Pasividad o inactividad que, por supuesto, debe ser libre y voluntaria para
que pueda producirse la plenitud de los efectos extintivos.
Pasado el plazo, el contrato se extingue y el derecho decae. Y, efecto
común al transcurso del plazo y a la renuncia es la desvinculación del
concedente. Este recupera su plena libertad contractual y ve levantada la
prohibición de celebrar contrato o realizar actuaciones incompatibles sobre
él. El transcurso del plazo opera este efecto automáticamente; si la opción no
se ejercitó dentro del plazo el concedente debe y puede considerarse
liberado de la relación contractual que le unía al optante.
Contrariamente, el ejercicio de la opción, conforme a su carácter de
declaración de voluntad, determina el momento perfectivo del contrato
posterior y lo pone en estado de ejecución.
Una vez ejercitada la opción oportunamente la misma se extingue y
queda consumada y, por ende, se perfecciona automáticamente el contrato
de compraventa, sin que el concedente pueda hacer nada para frustrar su
efectividad, pues basta para la perfección de la compraventa que el optante
haya comunicado la voluntad de ejercitar su derecho de opción, de manera
que consumada ésta y, por tanto, perfeccionada la compraventa, ésta queda
sometida a su propia regulación.
55
2.2.9 LEGISLACIÓN VENEZOLANA APLICABLE AL CONTRATO DE OPCIÓN A
COMPRA
Las disposiciones aplicables al contrato de opción a compra son las
determinadas en el Código Civil en el Título III De las obligaciones. Capítulo I
De las fuentes de la Obligaciones. Sección I De los contratos a partir del
artículo 1.133 que reza:
El contrato es una convención entre dos o más personas para constituir, reglar, transmitir, modificar o extinguir entre ellas un vínculo jurídico.
Más adelante el artículo siguiente establece:
Artículo 1.134° El contrato es unilateral, cuando una sola de las partes se obliga; y bilateral, cuando se obligan recíprocamente.
Este artículo es de aplicabilidad al contrato de opción a compra, que se
entiende que puede ser unilateral o bilateral, según el caso. Así pues, los
demás artículos subsiguientes describen las líneas generales para la
configuración del mismo. Se hace de relevancia destacar el artículo 1.140
que establece:
Todos los contratos, tengan o no denominación especial, están sometidos a las reglas generales establecidas en este Título, sin perjuicio de las que se establezcan especialmente en los Títulos respectivos para algunos de ellos en particular, en el Código de Comercio sobre las transacciones mercantiles y en las demás leyes especiales.
Esto es, pues, lo que lo que determina la aplicabilidad de las reglas
56
contenidas en este Código a todo tipo de contratos. Así tal cual lo distinguen
las condiciones requeridas para su existencia (art. 1.141), las causas de
anulación (art. 1.142), los requisitos para su validez (art. 1.144, 1.145 y
1.146) Del objeto de lo contratos se refieren los artículos (art. 1.155 y 1.156),
la causa de los contratos debe ser licita, así lo determina el artículo 1.157, el
parágrafo tercero de los efectos del contrato son aplicables al contrato de
opción a compra, el artículo 1.159 dice:
Los contratos tienen fuerza de Ley entre las partes. No pueden revocarse sino por mutuo consentimiento o por las causas autorizadas por la Ley.
Así mismo el artículo 1.160 expresa:
Los contratos deben ejecutarse de buena fe y obligan no solamente a cumplir lo expresado en ellos, sino a todas las consecuencias que se derivan de los mismos contratos, según la equidad, el uso o la Ley
Según el objeto del contrato el artículo 1.161 establece:
En los contratos que tienen por objeto la transmisión de la propiedad u otro derecho, la propiedad o derecho se trasmiten y se adquieren por efecto del consentimiento legítimamente manifestado; y la cosa queda a riesgo y peligro del adquirente, aunque la tradición no se haya verificado.
Al respecto del contrato bilateral la ley determina sus efectos en el artículo
1.167, que estipula:
En el contrato bilateral, si una de las partes no ejecuta su obligación, la otra puede a su elección reclamar judicialmente la ejecución del
57
contrato o la resolución del mismo, con los daños y perjuicios en ambos casos si hubiere lugar a ello.
Prosigue el artículo 1.168:
En los contratos bilaterales, cada contratante puede negarse a ejecutar su obligación si el otro no ejecuta la suya, a menos que se hayan fijado fechas diferentes para la ejecución de las dos obligaciones.
Se tiene en consecuencia que, las disposiciones relativas a los contratos
de manera general en el Código Civil venezolano, se aplicarán al contrato de
opción de compra, unilateral o bilateral según lo pactado entre los
contratantes.
Es oportuno ahora hacer mención, de la Ley Especial de Protección al
Deudor Hipotecario de Vivienda, puesto que en el artículo número 1 en
relación al objeto de la misma, hace referencia a la opción a compra:
La presente Ley tiene por objeto establecer un conjunto de normas basadas en el derecho a la vivienda digna y a la protección de ésta como contingencia de la seguridad social, establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, así como en la Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social integral en lo que atañe a vivienda y hábitat, a fin de brindar eficaz protección a todas las personas que realicen una opción a compra para la adquisición de vivienda, poseen o soliciten un crédito hipotecario para la construcción, autoconstrucción, adquisición, ampliación o remodelación de vivienda...
Esta ley ofrece normas de protección a las personas que soliciten créditos
hipotecarios, opciones de compra para la adquisición de viviendas,
instrumentar la protección del derecho social a la vivienda digna,
58
especialmente en el caso de las familias afectadas por modalidades
financieras que lo pongan en peligro.
De igual forma, el articulo 23 ejusdem, establece que la opción de compra
para la adquisición de vivienda, solo se otorgara en bolívares conforme a lo
dispuesto en el artículo 318 de la Constitución de la Republica Bolivariana de
Venezuela. La contratación celebrada o referenciada en moneda extranjera
es inconstitucional e ilegal.
2.3 CLÁUSULA ARBITRAL
La cláusula arbitral es la declaración de voluntad de las partes de
renunciar expresamente al fuero judicial y someter a arbitraje del modo y las
condiciones que se estipulen en las cláusulas siguientes, las cuestiones
litigiosas que pueden surgir entre ellas en relación con el contrato.
Se entiende por cuestiones litigiosas a titulo enumerativo, cualquier punto,
reclamación, litigio o controversia, cualquiera que sea su naturaleza, que
constituye una deficiencia entre las partes, que éstas no puedan o no quieran
solucionar por sí mismo, tanto si se refiere a la formalización y conservación
del contrato, su interpretación, ejecución, derechos y obligaciones derivados
del mismo o bilateralidad de las prestaciones, cumplimiento, sobre su
incumplimiento, ineficacia, vicios, consecuencias, nulidad o anulación,
resolución o recisión.
59
2.3.1 DEFINICIÓN DE LA CLÁUSULA ARBITRAL De acuerdo con Mogollón (2004) es aquella que establece que cualquier
disputa o reclamo que surja en relación al convenio o contrato, cualquier
violación del mismo, será saldado definitivamente mediante arbitraje. El
arbitraje es una fórmula de solución de controversias. Esta ubicación es
fundamental para conocer las reglas de aplicación de la cláusula arbitral, y
en general las distintas figuras que emanan de la misma, incluyendo entre
ellas al propio laudo.
Según sentencia dictada por la Sala Político-Administrativa del Tribunal
Supremo de Justicia de fecha 07-07-2011. Expediente No. 2011-0511
expresa como utilidad de la cláusula arbitral o el pacto independiente de
arbitraje en el contrato: “Dirimir la eventuales diferencias que pueden surgir
en torno al desarrollo, interpretación y terminación de una relación
contractual”. En ella, se evidencia la intención de las partes de someterse en
forma inequívoca, indiscutible y no fraudulenta, a resolver por vía de
arbitraje, las divergencias que se presentaren en el transcurso de la vigencia
del contrato suscrito entre ellas.
Para Gómez (1989) la cláusula arbitral es aquella estipulación incluida en
un contrato, mediante la cual las partes deciden que todas o algunas de las
controversias que de tal convenio puedan resultar en el futuro, sean
sometidas a juicio arbitral.
60
Por otro lado, Matties (1996) define la cláusula arbitral como un acuerdo
de voluntades que se celebra casi siempre conjuntamente con uno o varios
negocios jurídicos y en donde las partes declaran de antemano su decisión
de someter cualesquiera controversias que pudieren resultar de la
interpretación o ejecución de dichos negocios, a la exclusiva jurisdicción de
los árbitros. Se le da el nombre de cláusula porque generalmente va inserta
como una de muchas cláusulas de que consta el o los negocios que liga a
dos más partes.
2.3.2 NATURALEZA DE LA CLÁUSULA ARBITRAL
Grahan (1999) indica que para ubicar el tratamiento apropiado de la
cláusula arbitral es importante precisar la naturaleza del arbitraje y, con ello
hacer extensivo el mismo a su presupuesto esencial; la cláusula arbitral.
El arbitraje es una alternativa de solución de controversias. Esta ubicación
es fundamental para conocer las reglas de aplicación de la cláusula arbitral, y
en general, de las distintas figuras que surgen de la misma, incluyendo entre
ellas al propio laudo. El arbitraje no es un mecanismo de impartición de
justicia; a diferencia del procedimiento jurisdiccional. Esto es una mera
distinción de semántica jurídica, y más específicamente, de derecho
procesal. Se trata de distinguir entre dos alternativas para resolver litigios,
que si bien comparten similitudes, en su calidad de procedimientos
contenciosos, presentan una importante diferencia.
61
La impartición de justicia es una de las manifestaciones del imperium del
Estado, y como tal, no requiere para su desarrollo de la anuencia de las
partes en disputa. Además, se trata de una fórmula que se puede calificar
como “autosuficiente”; esto es, el Estado no requiere de mayor auxilio (que el
de sus propias instancias y entidades) para hacer posible el desarrollo del
juicio y la ejecución del resultado del mismo (aun sin la colaboración de las
partes).
En cambio, en este contexto, el arbitraje presenta una doble dependencia.
Por una parte, y como requisito esencial, el arbitraje depende de la anuencia
de las partes; es decir, del “consentimiento” de las mismas. Si no hay
acuerdo arbitral no puede haber arbitraje. En otro sentido, el procedimiento
arbitral depende de la facultad coactiva de Estado para hacer cumplir sus
resoluciones.
Inclusive, la distinción que se apunta en cuanto a la naturaleza de formula
contenciosa, en oposición a la de procedimiento jurisdiccional, es la que
debe tomarse como punto de partida para cualquier análisis sobre el
sustento constitucional del arbitraje.
En apego a lo anterior, el acuerdo de arbitraje tiene una doble
característica. La del requisito esencial del arbitraje y la del primer marco de
referencia en la conducción del arbitraje. Esta segundo características se da
con la sola salvedad que resulta de los límites naturales de la autonomía de
la voluntad.
62
2.3.3 REQUISITOS DE LA CLÁUSULA ARBITRAL Hung (2001) considera que la clausula arbitral que estipulada en el
acuerdo debe ajustarse a los requisitos básicos exigidos por la ley para la
existencia y validez de los contratos, los cuales son: el consentimiento de las
partes, objeto que pueda ser materia de contrato y que la causa sea lícita.
Mogollon (2004) los elementos necesarios en la cláusula arbitral son:
a) Ámbito de aplicación: una cláusula arbitral ha de abarcar aquellas
áreas que comprenden el objeto de la controversia que las partes han
seleccionado para un sometimiento a un arbitraje comercial. El objeto del
arbitraje recaerá sobre cuestiones litigiosas presentes o futuras que están
determinadas o referidas a una cuestión jurídica en particular.
b) Elección de arbitraje como método alterno del modo expreso: se debe
dejar planteado en la cláusula para redactar o incorporar que es el arbitraje, y
no la opinión de un experto o comisión de peritos sobre temas de equidad o
de derecho lo que las partes se lleve a cabo. Se requiere que se señale la
designación de uno o más árbitros que emitirá un laudo final y vinculante
sobre cuestiones de hecho o de derecho.
c) El arbitraje como figura excluyente de la jurisdicción ordinaria. Una
cláusula arbitraria no deja duda alguna que el arbitraje comercial es el
método efectivamente electo por las partes para resolver una disputa
presente o futura, como un mecanismo exclusivo o excluyente de la
jurisdicción ordinaria o juzgar la controversia inter subjetiva determinada.
63
El mismo autor señala los elementos que deberían ser tomados en cuenta
en la cláusula arbitral los cuales son:
a) El lugar de arbitraje: el lugar de arbitraje para un procedimiento llevado
a cabo en nuestro país, supone, tanto para un arbitraje interno como para el
caso internacional, el llegar a fijar un lugar determinado sea por razones de
conveniencia geográfica, tanto para las partes de abogados o los árbitros
desaguador como por razones de conveniencia procedimental probando
pues es el caso, y al contrario de los que muchos creen y sostienen que la
sede del arbitraje debe de estar íntimamente relacionada con el sitio de las
pruebas inducibles al procedimiento están, sean estas pruebas
documentales, directas o testimoniales.
b) la forma de selección de los árbitros: dado el caso que las partes hayan
seleccionado por un arbitraje institucional (CCI.CEDCA.CCC) será dicha
normativa donde se habrá de considerar el modo en que los árbitros deberán
ser electos al procedimiento arbitral.
2.3.4 EL EFECTO VINCULATORIO DE LA CLÁUSULA ARBITRAL
Grahan (1999) establece que en todo acto contractual se da un vínculo
entre las partes; uno de los efectos de las obligaciones es, en este caso, la
de someterse a arbitraje. Pero en relación a la cláusula arbitral merece
hacerse hincapié no sólo en los efectos inter-partes, sino también en
aquellos efectos que en alguna forma atañen al tribunal arbitral y a la
autoridad jurisdiccional.
64
En un primer término, el vínculo arbitral se reconoce al tratar el carácter
del laudo. La Ley Modelo de Uncitral (Documento de las naciones unidas
A/40/17, Anexo I. Aprobada por la Comisión de las Naciones Unidas para el
Decreto Mercantil Internacional el 21 de junio de 1985) dispone en el artículo
35:
“Un laudo arbitral, cualquiera que sea el país en que se haya dictado, será reconocido como vinculante y, tras la presentación de una petición por escrito al tribunal competente, será ejecutado…”
Esta fuerza vinculante es la que permite que el laudo sea ejecutado sin
necesidad de mayor trámite (que el de la ejecución misma), y que no quepa
ningún medio de impugnación distinto del de la nulidad del laudo, que debe
apuntarse, está regulado conforme a supuestos exhaustivos, es decir, un
catálogo cerrado. De este mismo principio, se desprende la presunción de
licitud del laudo. Esto marca una diferencia con respecto de los
procedimientos de homologación. Esta presunción de legalidad es la que le
atribuye la carga de la prueba para el actor que pida la nulidad de un laudo, o
para el ejecutado que se opongo a la demanda de reconocimiento y
ejecución del laudo, esta carga de la prueba esta ordenada por los artículos
34.2 “a” y 36.1 “a” de la Ley Modelo.
De igual modo, de la cláusula arbitral nace un efecto vinculatorio entre las
partes que a su vez, impone una obligación directa para el tribunal estadal,
para el supuesto de que alguna de aquella pretenda llevar a un litigio
65
jurisdiccional la acción sobre una controversia reservada para un arbitraje.
En este sentido, la Ley Modelo dispone en su artículo 8:
El tribunal al que se someta un litigio sobre un asunto que es objeto de un acuerdo de arbitraje remitirá las partes al arbitraje si lo solicita cualquiera de ellas, a más tardar, en el momento de presentar el primer escrito sobre el fondo del litigio, a menos que se compruebe que dicho acuerdo es nulo, ineficaz o de ejecución imposible.
Este tratamiento viene a ser completado por una de las disposiciones más
importantes en materia de arbitraje incorporada en la Ley Modelo, que
dispone: “En los asuntos que se rijan por la presente Ley, no intervendrá
ningún tribunal salvo en los casos en que la Ley así lo disponga”.
La fórmula de remisión de las partes al arbitraje implica o de algún modo
complementa, una característica y una consecuencia adicionales del acuerdo
arbitral. La característica es la denominada autonomía o separación de la
cláusula arbitral. De decidir sobre su propia competencia.
Finalmente, un efecto vinculatorio de mayor relevancia consiste en que en
la fase de control jurisdiccional del laudo, el tribunal estadal deberá
abstenerse de entrar a la revisión de las consideraciones sobre el fondo del
litigio. Las partes confieren esta facultad exclusivamente al tribunal arbitral.
La única excepción a favor del estudio de dichas consideraciones de fondo
(por parte del tribunal estadal), opera cuando ello es necesario para estudiar
la eficiencia del laudo; para el caso de ser impugnado conforme al catálogo
taxativo que contemplan la Ley Modelo y las Convenciones Internacionales.
66
Es menester también, hacer referencia a los efectos de la cláusula
arbitral, tomando como referencia la tesis de amado, titulada *análisis de las
clausulas arbitrales como medio alternativo de solución de conflictos en los
contratos de Join Ventures” en Venezuela, que explica los efectos de la
clausula arbitral, los cuales son dos (2) un efecto positivo y un efecto
negativo.
• Efecto positivo: porque una vez suscrito por la voluntad de las partes
quedan firmes tanto para las partes que la pactan como para sus herederos
o causa habitantes.
• Efectos negativos: es la que le prohíbe a las partes recurrir a la vía
judicial y a su vez inhabilita a los jueces y tribunales ordinarios para conocer
de dichas controversias.
2.3.5 LA AUTONOMIA DE LA CLÁUSULA ARBITRAL
El principio de la autonomía de la cláusula arbitral implica dos aspectos de
la mayor importancia. El primer aspecto es que constituye no solamente una
de las instituciones más relevantes dentro del arbitraje, sino inclusive, uno de
los elementos que permiten asegurar la viabilidad del arbitraje.
El segundo aspecto, es que este principio rompe con uno de los
supuestos de la teoría del contrato. Tal supuesto, es el que conllevaría a la
ineficacia de la cláusula arbitral como acto jurídico, en el caso de que hubiera
alguna dolencia en el acto mismo que dio lugar a la cláusula arbitral. Esto es,
de haber un supuesto de ineficacia en el acto por medio del cual se otorgo la
67
clausula arbitral, no podría haber vínculo arbitral, ni por consiguiente
arbitraje.
Este principio responde a la necesidad de contar con un remedio para la
fácil argucia que se podría utilizar de cuestionar la eficacia de la cláusula
arbitral (en cuanto a sus requisitos de existencia y validez), para que aun sin
bases sustanciales, pero por el solo hecho, se evitará la jurisdicción arbitral.
Es importante destacar, que la noción de la autonomía del acuerdo
arbitral es aplicable sin importar la naturaleza de la ineficiencia que afectara
al contrato que lo contiene.
2.3.6 REDACCIÓN DE LA CLÁUSULA ARBITRAL Grahan (1999) sobre la redacción de la cláusula arbitral explica, que ésta,
no debe limitarse a las palabras que deben ser utilizadas para asegurar su
eficacia, sino también, debe incluir las decisiones que han de tomarse en
detrimento de la especie de arbitraje que se desea. No hay patrón único de
arbitraje
Por consiguiente, al redactarse una cláusula arbitral deben tenerse
presentes dos objetivos. Desde luego, en primer lugar, asegurar que se logre
el sometimiento de las partes al arbitraje; resultado del vínculo arbitral. Y
cumplido este objetivo en segundo lugar, sentar las bases para que de
iniciarse un arbitraje, se tenga un procedimiento eficiente y un laudo
ejecutable.
Una buena cláusula arbitral no debe limitarse a cumplir con los requisitos de
68
eficacia, para que en calidad de acto jurídico sea eficaz. También es
importante que la cláusula arbitral garantice un procedimiento en el que sea
posible alcanzar los objetivos que son inherentes a la institución del arbitraje,
los cuales son: celeridad, flexibilidad y certeza procesal, Una cláusula
defectuosa eventualmente podrá asegurar el sometimiento al arbitraje y una
ulterior ejecución del laudo, pero a costa de un esfuerzo extraordinario e
innecesario de tiempo y recursos.
Una cláusula arbitral puede ser sencilla en cuanto a su formato, pero para
tener eficacia e inclusive eficiencia debe incluir los elementos fundamentales:
el sometimiento inequívoco al el arbitraje, elección del derecho aplicable,
sede arbitral e identificación del reglamento del procedimiento.
Las formulas de redacción de la cláusula arbitral que sean escuetas pero
completas, pueden ser eficientes dependiendo en buena medida de la pericia
del tribunal arbitral. Pero dado que las bondades del arbitraje encontrarán su
apoyo o lastre, según el caso, en la redacción de la cláusula arbitral, es de la
mayor importancia, que esa hasta cierto punto sencilla pero delicada tarea de
insertar una cláusula arbitral, sea realizada atinadamente.
Por ello, es más prudente esperar del tribunal arbitral en su momento, que
utilice su imaginación y conocimientos para conducir un arbitraje con la
mayor eficiencia, que para asegurar la viabilidad del arbitraje; este segundo
supuesto es lo que ocurre con las cláusulas defectuosas.
Una excelente herramienta para integrar una posible controversia al
arbitraje son las cláusulas modelo, que consisten en formatos previstos en
69
los distintos reglamentos de arbitraje, diseñados para ser simplemente
copiados literalmente. Son párrafos breves pero que cuentan con todos los
elementos necesarios para tener una cláusula arbitral eficaz y un arbitraje
eficiente. Por ejemplo la cláusula modelo del Reglamento de Arbitraje de la
CNUDMI (Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil
Internacional, Uncitral):
“Todo litigio, controversia o reclamación resultante de este contrato, su incumplimiento, resolución o nulidad, se resolverá mediante arbitraje de acuerdo con el Reglamento de Arbitraje de la CNUDMI tal como se encuentra en vigor”
De igual manera, las partes pueden considerar agregar la autoridad
nominadora, es decir el nombre de la persona o instituto, el numero de
árbitros, el lugar de arbitraje, el idioma que se utilizará según lo convengan.
Según el mencionado autor, la cláusula arbitral implica no solamente cuidar
un aspecto de buena redacción, de modo tal que la cláusula sea eficaz. Para
este propósito la sola utilización de la cláusula modelo permite asegurar el
éxito. Pero inclusive la incorporación de una cláusula modelo, conlleva la
elección entre muy variadas alternativas como es el caso de la incorporación
de un reglamento de procedimiento, para ello debe tomarse en cuenta la
cuantía de la disputa y la materia de la controversia a fin de elegir el
reglamento más adecuado.
Otro aspecto a considerar, es el relativo a la posibilidad de que el arbitraje
vaya acompañado de otros sistemas alternativos para la solución de
70
disputas; en específico la mediación pues el acompañamiento de esta puede
darle un uso optimo a la etapa inicial del arbitraje en tanto se conforma el
tribunal arbitral, las partes podrían llegar a un acuerdo.
Por todo lo antes expuesto, se podría dilucidar que la redacción de la
cláusula arbitral es de primerísima importancia para la eficacia y eficiencia
del arbitraje, por tanto más que una redacción amplia en sentido semántico,
se requiere una precisión en cuanto al contenido de la misma, con el fin de
que no quepa duda de la instauración del mismo.
2.3.7 APLICABILIDAD DE LA CLÁUSULA ARBITRAL EN LOS CONTRATOS DE OPCIÓN
A COMPRA
Para tratar este punto, se hará uso de la Sentencia dictada por la Sala
Político-Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia de fecha 07-07-
2011. Expediente No. 2011-0511, intentada por cumplimiento de contrato de
opción a compra, según los hechos alegado por la parte accionante,
anexando prueba instrumental de la misma, se conformo un contrato de
opción a compra bilateral, donde ambas partes coincidieron en un acuerdo
mediante el cual el demandante, luego de pagar la ultima cuota para la
adquisición de un inmueble a la parte demanda, tendría la propiedad de la
misma, una vez depositada la totalidad del precio establecido para adquirir el
inmueble y solicitar la escritura de propiedad, el demandado le manifestó que
su representada no otorgaría el documento definitivo de compra venta, en
base al precio acordado y depositado, ya que debía reconocer además del
71
monto total acreditado en la cuenta corriente de la empresa, un incremento
adicional.
El punto que se interesa señalar en esta sentencia es que la demanda fue
intentada en el Juzgado Décimo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil,
Tránsito y Bancario de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, por lo cual la parte demanda alego cuestiones previas, la falta de
jurisdicción, alegando la cláusula decima quinta del contrato pactado que
establecía:
Todas las controversias que se susciten entre las partes en relación con este contrato, así como todas las cuestiones de cualquier naturaleza que se susciten entre ellas por motivo de interpretación cumplimiento caducidad, nulidad, validez terminación, deberán ser sometidas a arbitraje institucional de acuerdo con la Ley de Arbitraje Comercial y según el reglamento que se encuentra en vigencia en el Centro de Conciliación y Arbitraje de la Cámara de Comercio de Caracas. Dicho arbitraje se tramitará como arbitraje de derecho y mediante un número de tres (3) árbitros.
Al respecto, la cuestión previa fue declarada con lugar el tribunal
manifestó: “De la lectura de la Cláusula anteriormente transcrita, se
desprende que existe una manifiesta e inequívoca actitud de sometimiento al
conocimiento exclusivo en árbitros privados, esto es, una clara disposición a
renunciar a los órganos de administración de justicia…”. Más adelante,
señalo, que tal situación resultaba suficiente, para sustraer el conocimiento
que por mandato constitucional detentan los tribunales ordinarios de la
República para dirimir los conflictos entre los ciudadanos. De tal forma que
habiéndose pactado de manera absoluta, la renuncia a toda posibilidad o
72
alternativa de acceso a los órganos de administración de justicia, debía se
declarada la falta de jurisdicción del Poder Judicial para conocer de la
controversia.
En consideración de esto, no solo se comprueba la aplicabilidad de
cláusula arbitral en los contratos de opción a compra con el fin de dirimir las
controversias que él puedan surgir, sino se hace notar el profundo apego a
las normas y respeto de la institución arbitral en Venezuela, por parte de los
tribunales ordinarios del Estado, siempre que esta se encuentre regulada
expresamente en una cláusula del contrato.
La magistrado Guerrero estableció en la sentencia:
El arbitraje constituye una excepción a la competencia constitucional que tienen los tribunales ordinarios del país de resolver por imperio de la ley, todas las querellas que les sean sometidas por los ciudadanos a su conocimiento, en uso del derecho constitucional de la tutela judicial efectiva de sus derechos e intereses y la garantía de acceso a la justicia, previsto en el artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Cabe señalar, que la parte demandante contra esta decisión, interpuso
recurso de regulación de jurisdicción, que finalmente fue declarado con lugar,
por cuanto a que en el mismo contrato de opción a compra establecía la
cláusula décima octava lo siguiente:
“Para todos los efectos del presente documento, la ciudad de Caracas queda elegida como domicilio especial y competentes sus tribunales”.
Visto lo anterior, observa la Sala que si bien es cierto, las partes contratantes
73
en la transcrita cláusula décimo quinta manifestaron su voluntad de acudir al
arbitraje en caso de controversias entre las mismas, “en relación con [dicho]
contrato, así como todas las cuestiones de cualquier naturaleza que se
susciten entre ellas por motivo de interpretación cumplimiento caducidad,
nulidad, validez terminación”, no es menos cierto, que en la cláusula décimo
octava del mismo contrato eligieron a la ciudad de Caracas “como domicilio
especial y [declararon] competentes sus tribunales”. Por esto decidió, que el
tribunal donde fue intentada la acción si tenia jurisdicción para conocer y
decidir la demanda por cumplimiento de contrato.
De lo anterior citado, surge la importancia de expresar claramente la
instauración del arbitraje dentro del contrato de opción a compra, sin caer en
contradicciones de ninguna naturaleza, estipuladas en otras cláusulas,
puesto que si bien es cierto, la redacción de la cláusula cumple con lo
recomendado para su inserción en el contrato, la cláusula posteriormente
citada, le confiere competencia a los tribunales del domicilio establecido.
Sin embargo, esto no resta el merito y la intención de los contratantes de
hacer uso de este medio alternativo, puesto que aceptaron libre y
voluntariamente la inclusión de la figura del Arbitraje dentro del contrato
suscrito, como forma expresa y exclusiva de resolver las controversias que
se pudieran suscitar en el futuro; excluyendo la vía jurisdiccional de los
Tribunales, salvo para los casos en que la misma Ley de Arbitraje comercial
así lo indica, como en el caso de la asistencia de los Tribunales ordinarios en
74
materia de pruebas dentro del proceso arbitral comercial, o para la ejecución
del laudo arbitral.
2.3.8 CLÁUSULA ARBITRALES DEFECTUOSAS
Graham (1999) señala que la jurisprudencia es muy abundante en los
casos de cláusulas que presentan algún defecto, que ponen en duda la
efectiva voluntad de las partes para someterse al arbitraje. En algunos
supuestos el defecto tiene la necesidad de pasar la prueba de un mini litigio,
cuya existencia se reducirá en caso, en un acuerdo arbitral. Pero otros el
efecto conduce a la imposibilidad de reconocer a un acuerdo como de de
efecto compromisorio frente al arbitraje
Según los estudios realizados por el autor los casos mayormente
presentados son:
a) Cambios efectuados por las partes a un reglamento de arbitraje. Si
bien es posible efectuar adecuaciones a un reglamento de arbitraje
preestablecido, es una tarea muy delicada y requiere de una gran técnica y
experiencia en cuestiones de arbitraje los reglamentos sobre arbitraje se han
ido perfeccionando con el pasar de los años , por una parte coadyuvan a
tener un procedimiento más eficiente pero además de alguna manera han
pasado la prueba de numerosas ocasiones de ser impugnadas por
imaginativos litigantes.
La modificación que se haga a un reglamento de arbitraje si no es exitosa
puede dar lugar a un laberinto procesal dentro del arbitraje o inclusive a una
75
ineficacia de la cláusula arbitral. Por esto es recomendable para las
instituciones que adopta el arbitraje como uncitral, no realizar modificaciones
al reglamento de arbitraje.
Para las instituciones que adopten este reglamento es conveniente que si
se llega a adoptar alguna modificación, que esta no se limite a ser insertada
aisladamente en el cuerpo del acuerdo arbitral, sino que inclusive se precise
con detalle cual sería en su caso el artículo que se dejaría de aplicar por
virtud de la modificación en cuestión de esta manera se evita la necesidad
de realizar un análisis comparativo entre el reglamento y acuerdo arbitral
para saber la regla que se ha de aplicar.
b) Referencia inexacta a un reglamento o institución administradora.
Debe tenerse cuidado de que la referencia al reglamento de arbitraje servirá
de marco del procedimiento y a la institución administradora, indistintamente
coincidan con la denominación formal que le correspondan el caso de alguna
deficiencia en la cláusula por alguna denominación exacta del reglamento o
de la institución, habrá que entender a la intención de las partes en cada
caso particular. No son inusuales los acuerdos arbitrales que ocurren en
este tipo de imprecisiones. En algunos casos los tribunales se han inclinado
por la ineficacia de la cláusula. No obstante existen una gran cantidad de
precedentes que suplen las vaguedades de la redacción de la cláusula, con
una interpretación de la voluntad de las partes.
c) Cláusula no vinculatoria. Una de las características que debe tener la
cláusula arbitral es precisamente establecer un mecanismo vinculatorio frente
76
al arbitraje. No puede ser potestativo, ni acudir al arbitraje, aceptar el fallo del
laudo. La vinculación frente al arbitraje se desprende implícitamente del
artículo 7 de la Ley Modelo “las partes deciden someter a arbitraje…”. Y se
puede afirmar que esta exigencia está prevista en cualquier norma
relacionada con el arbitraje, con una redacción si no idéntica, si equivalente.
La vinculación frente al laudo está prevista por el artículo 35 (1) de la misma
ley.
d) Imprecisión en la delimitación de la controversia en materia de
arbitraje. Este aspecto debe completarse desde dos vertientes. La primera,
en cuanto a la necesidad de dar un alcance para el ámbito de aplicación del
acuerdo arbitral. Y la segunda, en cuanto a la necesidad de que las posibles
controversias que puedan surgir, quedan efectivamente comprendidas dentro
del alcance del arbitraje.
e) Exceso de reglamentación ad hoc para el fututo procedimiento. Es
común que se encuentre 2 tipos de fallas al respecto. Ambas suelen estar
animadas por la intención de acortar lo más posible la duración de los litigios,
ciertamente, propósito plausible pero que puede dar a lugar a errores
costosos.
La primera es la poner plazos para que el tribunal arbitral emita su fallo.
La segunda es la de reglamentar de forma anticipada y casuística, la
conducción del procedimiento. En ambos casos se presume que la
controversia no amerita mayor complejidad en su instrucción procesal y por
consiguiente el tribunal esta en la posibilidad de dictar su resolución en un
77
tiempo breve y además sin necesidad de que agote todas las variantes de
defensa a las que pueden recurrir las partes
En lo tocante a la imposición de plazos, ellos presentan un grave riesgo si
por cualquier razón el tribunal arbitral no tiene la posibilidad de dictar su fallo
dentro del plazo conferido, el arbitraje no podrá producir una resolución
eficaz. El laudo sería nulo, y el tribunal se sometería al mandato de las partes
f) Defectos en la conformación del tribunal arbitral. A diferencia del litigio
jurisdiccional ordinario, en el arbitraje no existe un tribunal creado en forma
permanente. Los reglamentos prevén toda la gama de escenarios que
pueden ocurrir en el proceso de integración del tribunal arbitral (así se trate
de un árbitro único). Por tanto es importante revisarlos y preestablecer la
conformación del arbitraje.
g) No arbitrariedad de la materia. Dentro de catalogo limitativo de
supuestos en los cuales opera la ineficacia del laudo, está el de aquel que
resulte de una controversia que la ley prohíbe someter al arbitraje.
La voluntad de las partes es intrascendente para resolver cualquier
problema de arbitrariedad. Precisamente se confirma la limitante del el
principio de la autonomía de la voluntad. El acuerdo entre las partes es ley
suprema, en tanto no convenga a disposiciones de derecho imperativo.
2.3.8.1 ALTERNATIVAS ANTE LAS CLÁSUALAS ARBITRALES DEFECTUOSAS EN LOS
CONTRATOS DE OPCIÓN A COMPRA
Se apuntan algunos criterios según Graham (1999), que pueden ser
78
utilizados para decidir en torno a una clausula arbitral deficientemente
redactada.
Ante una clausula arbitral defectuosa se atiende principalmente la
intención de las partes, en esto punto vale detenerse, ya que la celebración
de un contrato implica para las partes la expresión de su voluntad de
celebrarlo y de crear, modificar o extinguir obligaciones con otra parte. Es por
eso que el contrato se rige ante todo por lo que las mismas decidan, esto es,
por lo que se ha denominado “la autonomía de la voluntad de las partes”.
El principio de autonomía de la voluntad, o libertad contractual, consiste en
el poder que la ley reconoce a los particulares para reglamentar por sí
mismos (libremente y sin intervención de la ley) el contenido y modalidades
de las obligaciones que se imponen contractualmente.
Ya que este principio es la norma suprema de los contratos, y con ello,
extensiva a un acto netamente contractual; la voluntad de sometimiento a
arbitraje, para este propósito se ofrecen las dos herramientas de apreciación
a tomar en cuenta ante una cláusula arbitral defectuosa:
a) ¿es fehaciente la voluntad de las partes de vincularse al arbitraje, es
decir es indudable que las partes se sometieron esta fórmula de solución de
controversias?
b) ¿ante la ambigüedad de la cláusula, pueden los árbitros suplir las
omisiones de la cláusula?
La postura que debe adoptarse frente a la cláusula, deber ser auxilio a
esa fórmula defectuosa elaborada, para que sea eficaz y eficiente .esto es
79
congruente además con el principio de derecho de los contratos, en el
sentido de que cuando este en duda, la eficacia del contrato, debe sujetarse
a aquella interpretación que le permita cumplir sus efectos.
2.3.9 CONSTITUCIONALIDAD DE LA CLÁUSULA ARBITRAL
La constitucionalidad de la cláusula se encuentra expresada en el artículo
258 de la carta magna, según el cual la ley promoverá el arbitraje para la
solución de conflictos.
Al respecto se hace oportuno señalar la sentencia en fecha 17 de Octubre de
2008 (Expediente No. 08-0763), con ponencia de la Magistrada Luisa Estella
Morales y con el voto salvado del Magistrado Pedro Rondón Haaz, a fin de
resolver el recurso de interpretación interpuesto por la Procuraduría General
de la República sobre el alcance del único aparte del artículo 258 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, relativo a la
obligación del legislador de promover medios alternativos de resolución de
conflictos a través de la Ley.
Entre otros aspectos y criterios relevantes desarrollados por esta
importante decisión, que estimula el desarrollo del arbitraje comercial en
Venezuela, a pesar de establecer limitaciones importantes al arbitraje de
inversiones, se puede señalar los siguientes:
a) El arbitraje es un medio idóneo y eficaz para la resolución de conflictos,
tal como ha sido reconocido en diversos textos legislativos del ordenamiento
jurídico venezolano.
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b) Se ratifica la validez del arbitraje en materias relacionadas con el orden
público, donde la Sala Político-Administrativa había rechazado per se la
posibilidad de someter las controversias a arbitraje (arrendamientos
inmobiliarios, asuntos de protección al consumidor, bancos, seguros, entre
otros).
La sentencia precisa que siempre prevalece en estos casos el ejercicio de
competencias administrativas en materia de policía administrativa dirigidas a
hacer cesar, iniciar o modificar la práctica o actividad de un presunto infractor
de normas especiales. Sin embargo, en criterio de la Sala, ello no implica
que las partes no sean libres de dirimir sus conflictos particulares
sometiéndolos a un proceso de arbitraje, todo lo cual constituye un estímulo
importante al desarrollo del arbitraje en estas áreas.
c) Se ratifica el principio de la autonomía del acuerdo de arbitraje, al
señalarse que la nulidad del negocio jurídico que contiene el compromiso
arbitral, no debe aparejar la nulidad del propio acuerdo de arbitraje, el cual
debe ser analizado por el Tribunal Arbitral conforme al principio kompetenz-
kompetenz establecido en la Ley de Arbitraje Comercial.
d) Se confirma el poder cautelar de los árbitros, al establecer que éstos
“pueden verificar los presupuestos procesales para otorgar la cautela, e
incluso resolver lo atinente a su oposición”, lo cual si bien se había
adelantado en decisiones jurisprudenciales anteriores, ha quedado
claramente determinado en este caso.
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e) La Sala rechaza la introducción de amparos constitucionales para
pretender suspender la ejecución de un laudo arbitral, al señalar como
“errónea la sustitución del recurso de nulidad de un laudo arbitral, por un
amparo constitucional que a todas luces resultaría inadmisible a tenor de lo
previsto en el artículo 6.5 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y
Garantías Constitucionales”.
Al contrario, lo que se ratifica como mecanismo para proteger a las partes
de una ejecución de un laudo que pueda estar viciado de nulidad, es “la
constitución de una caución para lograr la suspensión del laudo cuya nulidad
se recurre, como una forma de garantizar a las partes del proceso que
resulten cubiertas ante los eventuales daños o perjuicios que puedan
experimentar por la suspensión en su ejecución, mientras se espera la
resolución definitiva del recurso propuesto”.
f) Respecto a los contratos de interés general, esta decisión "reconoce la
posibilidad del Estado de actuar en el marco constitucional y legal, para
someter controversias relativas a contratos de interés general al sistema de
justicia y particularmente a la actividad jurisdiccional desarrollada por los
árbitros; por lo que resulta responsabilidad del Estado determinar el alcance,
oportunidad y conveniencia, para someter determinados ‘negocios’ a un
sistema de arbitraje u otro medio alternativo de resolución de conflictos”.
De esta manera, concluye la Sala, resulta imposible sostener una teoría
de la inmunidad absoluta de jurisdicción (doctrina Calvo absoluta) o afirmar
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en términos generales la inconstitucionalidad de las cláusulas arbitrales en
contratos de interés general.
g) La sentencia establece entonces que es perfectamente posible someter
a arbitraje las controversias derivadas de situaciones donde el Estado actúe
a través de empresas estatales para desarrollar actividades comerciales. Sin
embargo, establece igualmente que ello es posible únicamente en la medida
en que tales actividades comerciales puedan subsumirse bajo la excepción
de soberanía.
h) En relación con el arbitraje de inversiones, la Sala asume un criterio
mucho más restrictivo que afecta principalmente a los inversionistas
extranjeros provenientes de jurisdicciones que no tienen tratados bilaterales
o multilaterales de protección de inversiones con Venezuela (como es el
caso de Estados Unidos) al señalar que, aún cuando Venezuela es parte del
convenio CIADI, las disputas relativas a inversiones sólo podrán ser remitidas
a dicho organismo en la medida que el Estado Venezolano haya ratificado su
decisión inequívoca de someterse al arbitraje a través de: a) Un tratado
internacional (como es el caso de los acuerdo bilaterales o multilaterales de
protección de inversiones); b) Un contrato o; c) Una disposición expresa de
una ley.
i) En particular, la Sala entra a analizar el alcance del artículo 22 de la Ley
de Promoción y Protección de Inversiones señalando que esta disposición no
contiene una manifestación general e inequívoca de sometimiento del Estado
Venezolano al arbitraje internacional regulado por el CIADI. Al contrario, en
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criterio del sentenciador, se trata de una norma meramente enunciativa. Así,
en los casos del artículo 22 de la Ley de Promoción y Protección de
Inversiones, se requiere una manifestación adicional y expresa por parte del
Estado Venezolano de someter a arbitraje las disputas relativas a
inversiones, la cual deberá concretarse a través de cualesquiera de los
mecanismos referidos en el literal anterior (tratado, contrato o disposición
expresa de la ley que, según precisa la Sala, no es el caso del artículo 22 en
cuestión).
En particular, señala dicha sentencia: "para que proceda el sometimiento
a arbitraje internacional, es preciso atender al contenido de cada tratado o
acuerdo sobre promoción y protección de inversiones y, en caso de no existir
dicho instrumento, es necesario que la declaración de voluntad del Estado
conste por escrito de forma expresa e inequívoca en un contrato mediante la
inclusión de una cláusula arbitral o a través de una declaración válidamente
otorgada por la autoridad competente sin que sirva en ningún caso como
fundamento el contenido del mencionado artículo 22 de la Ley sobre
Promoción y Protección de Inversiones, como sustento de una manifestación
de voluntad del Estado al respecto, toda vez que su naturaleza es la de una
norma enunciativa, que regula los términos en base a los cuales el Estado
puede someter las controversias relativas al objeto de la mencionada ley al
sistema de arbitraje internacional…"
j) En efecto, establece adicionalmente la decisión que, siendo el artículo
22 de la Ley de Promoción y Protección de Inversiones la que contiene la
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supuesta manifestación de voluntad del Estado de someterse al arbitraje
CIADI, dicha norma debe interpretarse en todo caso conforme al derecho
interno y constitucional de Venezuela, y no conforme a los principios de
derecho o la jurisprudencia internacional, como sería el caso si la disposición
estuviera contenida en un tratado internacional.
k) La decisión ordena publicar su contenido en la Gaceta Oficial de la
República Bolivariana de Venezuela, requiriendo se señale expresamente
que se trata de una sentencia “que fija la interpretación vinculante del único
aparte del artículo 258 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela”.
2.3.10 IMPORTANCIA DE LA APLICABILIDAD DE LA CLÁUSULA ARBITRAL EN LOS
CONTRATOS DE OPCIÓN A COMPRA
Hoy en día resulta cierto afirmar que el arbitraje se ha convertido en un
excelente mecanismo para solucionar, de una manera rápida y
especializada, los diversos conflictos patrimoniales que se van suscitando a
lo largo de las relaciones civiles, comerciales, económicas o de cualquier otro
carácter.
A esto, Vidal (2003) señala que no se debe perder de vista que el
arbitraje es también un proceso en el que las partes someten sus posiciones,
pretensiones o defensas a la decisión (laudo) de un tercero (árbitro o tribunal
arbitral). Y como todo proceso, debe respetar un conjunto de garantías que
constituyen el debido proceso.
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La ya citada Sentencia dictada por la Sala Político-Administrativa del
Tribunal Supremo de Justicia de fecha 07-07-2011. Expediente No. 2011-
0511, por cumplimiento de contrato de opción a compra, que contiene
implícita una cláusula arbitral, el tribunal dispuso que el arbitraje constituye
una excepción a la competencia constitucional que tienen los tribunales
ordinarios del país de resolver por imperio de la ley, todas las querellas que
les sean sometidas por los ciudadanos a su conocimiento, en uso del
derecho constitucional de la tutela judicial efectiva de sus derechos e
intereses y la garantía de acceso a la justicia, previsto en el artículo 26 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
En este sentido, la doctrina comparada y nacional es conteste, en
considerar al arbitraje como un medio de autocomposición extrajudicial entre
las partes, los cuales mediante una voluntad expresa, convienen de forma
anticipada, en sustraer del conocimiento del Poder Judicial (acuerdo éste que
también podría ser posterior, para el único caso en que, aun cuando ya
iniciada una causa judicial, acuerden someterse al arbitraje), las diferencias,
controversias o desavenencias que por la ejecución, desarrollo,
interpretación o terminación de un negocio jurídico puedan sobrevenir entre
ellas.
Según lo estudiado anteriormente, el contrato de opción a compra,
constituye un pacto que no escapa del principio de la voluntad de las partes,
que establece que la libertad de contratar es una manifestación de la
autonomía de la voluntad. El contrato es una expresión del poder de los
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particulares de crear normas vinculantes, como la Ley, para regir sus
relaciones.
Las partes tienen libertad para celebrar acuerdos o no celebrarlos; las
partes pueden elegir el co-contratante; las partes pueden discutir en pie de
igualdad el contenido y las cláusulas del contrato, sin más límites que la
moral, las buenas costumbres y el orden público; las partes tienen libertad de
elegir las formas, para declarar la voluntad, que consideren más
convenientes a sus intereses, salvo aquellos contratos o negocios en que se
imponga una forma como solemnidad; las partes tienen la libertad de atribuir
a los contratos los efectos que deseen.
Por tanto, es potestativo de las partes incluir la cláusula arbitral en los
contratos de opción a compra, determinando así la figura del arbitraje como
medio alternativo para la resolución de conflictos, la importancia viene dada a
las virtudes del arbitraje, y del decaimiento del sistema ordinario de justicia,
debido a múltiples razones que no es materia de este trabajo, pero que han
llevado a que el poder judicial no esté en capacidad de resolver buena parte
de los conflictos sociales en términos de calidad, tiempo y confiabilidad.
Para finalizar, es importante recalcar que cada día es más frecuente la
utilización del arbitraje como medio de solución de controversias. Gran parte
de los abogados utilizan los compromisos y las cláusulas arbitrales en todos
los contratos en que se ventilan intereses jurídicos de importancia,
sustrayendo así cualquier controversia a la jurisdicción ordinaria, asegurando
un resultado más seguro y rápido a los conflictos.
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3. SISTEMA DE CATEGORÍAS Este sistema representará el desarrollo de las definiciones y
denominaciones propiamente dichas de manera nominal, conceptual y
operacional, en este se describe detalladamente el objeto de la investigación,
haciendo presente las unidades de análisis y estudiando cada una de ellas.
3.1 DEFINICIÓN NOMINAL Cláusula arbitral en los contratos de opción a compra con la vigencia de la
Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela.
3.2 DEFINICIÓN CONCEPTUAL Conceptualmente se define como un acuerdo por el cual las partes
deciden someter a arbitraje todas las controversias o ciertas controversias
que hayan surgido o puedan surgir entre ellas respecto de una determinada
relación jurídica, contractual o no contractual. El acuerdo de arbitraje podrá
adoptar la forma de una cláusula compromisoria incluida en un contrato o la
forma de un acuerdo independiente.
(La Roche, 2000). (Ley Modelo de Uncitral, 1985)
3.3 DENICIÓN OPERACIONAL Operacionalmente, la categoría se refiere a la inserción escrita, voluntaria
y eficaz de un acuerdo, que surge de la voluntad de las partes que deciden
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someter sus controversias a la decisión de un laudo, emitido por terceros
imparciales, llamados árbitros, que decidirán conforme a derecho o a la
equidad, bajo el reglamento que las partes dispongan para ello, en un
arbitraje institucional o independiente, dentro de un contrato de opción a
compra que se encuentra escasamente regulado en nuestra legislación y al
cual le son aplicables las disposiciones que rigen todos los contratos
previstas en el Código Civil. Ofreciendo celeridad, confianza y economía a
diferencia de la jurisdicción ordinaria.
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CUADRO I
OPERACIONALIZACIÓN DE LA CATEGORÍA
OBJETIVO GENERAL: Analizar la cláusula arbitral en los contratos de opción
a compra con la vigencia de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela.
OBJETIVOS
ESPECIFICOS
CATEGORÍAS
SUB-CATEGORÍAS
UNIDAD DE ANÁLISIS
Analizar el arbitraje en la legislación venezolana
La cláusula arbitral
Y
El contrato de opción a
compra
El arbitraje comercial
- Elementos del arbitraje comercial - Objeto del arbitraje comercial - Ámbito de aplicación del arbitraje comercial - Procedimiento arbitral según el código de procedimiento civil - Constitucionalidad del Arbitraje en Venezuela
Analizar el contrato de opción a compra en la legislación civil venezolana
Contrato de opción a compra
- Elementos para la existencia de los contratos de opción a compra - Elementos para la validez de los contratos de opción a compra - Obligaciones del oferente en los contratos de opción a compra - Obligaciones del oferido en los contratos de opción a compra - Derechos del oferente en los contratos de opción a compra - Derechos del oferido en los contratos de opción a compra -Legislación venezolana aplicable al contrato de opción a compra
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Analizar la aplicabilidad de la cláusula arbitral en los contratos de opción a compra en la legislación venezolana
Aplicabilidad de la cláusula
arbitral
-Requisitos de la cláusula arbitral -El efecto vinculatorio de la cláusula arbitral -La autonomía de la cláusula arbitral - Alternativas de la cláusulas arbitrales defectuosas - Constitucionalidad de la cláusula arbitral - Importancia de la aplicabilidad de la cláusula arbitral en los contratos de opción a compra