Querida Margarita:
Ha sido una alegría vivir el momento de tu profesión
religiosa y poder acompañarte y ser testigo de la obra
que va haciendo Dios en tu vida. Ver la llamada de Dios,
su iniciativa y la acogida de ese don por tu parte.
Vale la pena seguir al Señor, ser su discípula, su
misionera, que da lo que recibe. Que sea Cristo, su
Palabra, su Evangelio el que te impulse a caminar, a
moverte, a peregrinar, a vivir presente como Jesús en la
Eucaristía.
Te invito a vivir agradecida. La vocación a la vida consagrada es un don, un regalo que se
convierte en tarea, la tarea de cultivar una pasión, de vivir apasionada. Agradece a Dios
todo lo que te regala cada día, con mirada positiva, profunda, que sabe mirar más allá de
las apariencias.
Te invito a vivir atenta, vigilante ¡Centinela Alerta! Descubriendo el paso del Señor en la
propia vida y en la historia. Despierta y despertando… desde el discernimiento y el oído
atento a Dios y al pueblo.
Te invito a vivir un camino nazareno, un camino de humildad, de sencillez, un camino
cotidiano desde la ternura y la compasión.
Te invito y me invito a salir…a vivir la mística del encuentro, como dice el Papa Francisco,
de la empatía, de la cercanía, de ser hermana. De vivir la comunión, de buscar la acogida y
la atención recíproca, lavar y dejarse lavar.
Te invito a tener a María como Maestra, Ella es la discípula, la creyente fiel, la buscadora
inquieta junto a su Hijo. Vive tu si, tu Hágase en todo momento. Vive un Amén, aleluya
constante. La vida nos da muchas ocasiones de decir Amén, de decir Aleluya.
Termino con una frase del Papa Francisco de su carta apostólica: “Encontrarán la vida,
dando la vida, la esperanza dando esperanza, el amor amando”.
Elisa Mármol
8-febrero-2015