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Page 1: Centenario

San Miguel de Tucumán,

24 de abril de 2011

Domingo de Resurrección

Queridos Amigos:

Este año recordamos el centenario del fallecimiento de nuestra querida

Madre Elmina. En la tradición cristiana, la memoria de los santos se celebra el

día en que comienzan a vivir en la plena comunión con Dios. Elmina Paz, fue

canonizada popularmente en Tucumán y en otras provincias del país, en donde

su obra se había extendido, así lo expresan los numerosos testimonios que se

han conservado. Al cumplirse el primer año de su muerte, las hermanas de la

Congregación publicaron un libro que reúne una gran cantidad de textos que

nos permiten acercarnos a sus vivencias. Cuando se cumplieron los 100 de su

nacimiento, se realizaron varios actos en su memoria y se publicó un libro que

contiene invalorables aspectos de su vida y obra. A lo largo de estos años, la

hemos venido recordando cada 10 de septiembre.

Nos parece importante nuevamente hacer memoria de su itinerario

compasivo como una manera de traerla al presente de nuestras vidas, renovar

su presencia entre nosotros y entre las personas con quienes compartimos

nuestros proyectos de predicación.

Elmina supo leer los signos de los tiempos, desde una opción de

seguimiento de Jesús y de radicalidad evangélica manifestando el rostro de la

misericordia y la compasión de un Dios, que siempre se hace presente en la

historia de un modo nuevo.

Ella desde su vida transformada en ofrenda para otros, hizo creíble el

mensaje del evangelio y nos invita a actualizar su gesto de compasión e

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inclusión. Recordarlo hace posible hoy una continuidad entre pasado y

presente, que funda memoria para el futuro.

Elmina Paz-Gallo es la madre y hermana que hace resonar en nosotros

la voz de Jesús que nos invita a seguirlo, esa es la noticia que transparenta su

vida y nos hace exclamar “¡ella ha buscado y ha encontrado al Señor, no entre

los muertos sino en el rostro de los hermanos más necesitados!”. Desde una

espiritualidad de gestos pequeños y cotidianos, simples y grandes como el de

abrir su casa, Elmina encontró al Resucitado, presente en medio de su camino

a veces frágil e incierto.

El itinerario de fe de Elmina habla a nuestra libertad y nos invita a

transmitir su historia para continuar la cadena de transformaciones que ella

inició. Su existencia creyente crea tradición, comunidades de memoria que

asumen un modo concreto de compromiso con el Reino, que siguen sus

huellas de seguimiento, que tienen un estilo particular de vivir, actuar, sentir,

sufrir. Son las prácticas del compromiso las que nos configuran - como muchos

otros seguidores- arraigados en una historia e integrados a una comunidad.

Los convoco en este año a recuperar el potencial testimonial, profético y

sapiencial de su vida para que arroje luz sobre las condiciones reales de

nuestra existencia y aumente en nosotros la capacidad de contarnos unos a

otros qué hemos entrevisto de la Luz, qué esperanza alienta nuestra

peregrinación.

Que la vida de Elmina nos de fuerzas para revitalizar la fe, afrontar la

sed y el cansancio y abrirnos al misterio del Reino en las diferentes etapas

que nos aguardan en el camino.

Que Jesús Resucitado en quien Elmina depositó su confianza, sea el

centro de nuestras vidas.

Hna. María Haydée Herrera

Priora de la Congregación