CHILE
ANÁLISISNO 11/2019
¿En qué están las mujeres?La invisibilización del trabajo de la
mujer en la economía chilena
Trinidad Moreno SilvaAgosto de 2019
La invisibilización del rol que las mujeres han cumplido a lo largo de la historia en casi todos los ámbitos de la experiencia social, es reflejo tanto de las discriminaciones históricas que han mantenido a las mujeres lejos de las esferas públicas y de su pleno desarrollo personal, como de un aná-lisis de parte de las ciencias sociales que opera con lógicas patriarcales, donde los roles de género y sus efectos se naturalizan y normalizan.
En el caso de las ciencias económicas, gran parte de los análisis microeco-nómicos están profundamente contaminados por sesgos machistas que pasan desapercibidos incluso para los expertos, y que siguen por lo tan-to permeando las estadísticas levantadas, los problemas diagnosticados y las soluciones propuestas. El trabajo realizado en el hogar de manera no remunerada, mayoritariamente por mujeres, sigue estando en Chile am-pliamente invisibilizado y queda fuera de todo foco de estudio y de toda consideración en la elaboración de políticas públicas.
El presente documento busca revelar cómo esta realidad se refleja en una de las estadísticas económicas más citadas por los medios y la academia, la de ocupación, desocupación e ingresos laborales, y cómo esta muestra una imagen sumamente sesgada de lo que es el trabajo en Chile y el rol que hombres y mujeres cumplen en el mismo. Usando la Encuesta Na-cional de Uso del Tiempo (ENUT) y contrastándola con otras encuestas, muestra la importancia de visibilizar el trabajo no remunerado para poder tener una imagen completa del aporte de las mujeres a la economía, de las brechas existentes entre hombres y mujeres en resultados económicos, y para poder diseñar e implementar políticas públicas que realmente logren atacar las brechas de género. Presenta también propuestas para una con-cepción feminista del trabajo.
Índice
Introducción ..................................................................................................................3
Género y participación y ocupación laboral ..............................................................4
Propuestas de políticas para una concepción feminista del trabajo ....................15
Conclusión ..................................................................................................................18
Referencias .................................................................................................................19
¿EN QUÉ ESTÁN LAS MUJERES?LA INVISIBILIZACIÓN DEL TRABAJO DE LA MUJER EN LA ECONOMÍA CHILENA
| Trinidad Moreno Silva
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Introducción
Ya desde la década de 1980, la política e intelectual neozelandesa Marilyn Waring con su libro Si las mu-jeres contaran (1994), llamaba la atención del mundo entero con su juicio respecto al Sistema Internacional de Cuentas Nacionales (SICN). Este sistema, están-dar internacional para presentar las cuentas naciona-les de cada país supervisado por las Naciones Unidas, la Comisión Europea, la Organización de Coopera-ción y Desarrollo Económicos, el Fondo Monetario Internacional y el Grupo del Banco Mundial, dicta actualmente el procedimiento bajo el cual se mide el producto interno bruto (PIB) de cada país, y por lo tanto el crecimiento y el éxito de las políticas macro y microeconómicas de las distintas economías del mundo.
En su libro, Waring mostraba cómo el SICN estaba impregnado de una lógica machista, pues excluía explícitamente como fuente de valor al trabajo realizado fuera del mercado laboral, en particular, al trabajo no remunerado realizado de manera voluntaria en el hogar, en su mayor parte por mujeres. Waring esgrime que la razón de esta exclusión no es técnica sino política, pues el campo del conocimiento que la impulsa (fundamentalmente, la economía) es también una herramienta de reproducción de la hegemonía machista donde, para mantener a los hombres en su statu quo de privilegio, es necesario también mantener a las mujeres y a su aporte productivo en la invisibilidad, excluyendo de la evaluación económica sus principales actividades de generación de valor.
Se esté o no de acuerdo con la crítica de Waring, que llegó a llamar al SICN un ejemplo del patriar-cado aplicado, no se puede desconocer el impacto de su análisis y el de otras cientistas sociales que, desde la década de 1970, han analizado y descrito el rol de la mujer en la economía y en el desarrollo económi-co, investigando no solo las brechas existentes entre hombres y mujeres, sino también los roles econó-micos perpetuados por la cultura y los efectos de estos (Benería, 1992; Boserup, 1970; Folbre y Abel, 1989). En ese contexto, luego de la Cuarta Con-ferencia de Mujeres de las Naciones Unidas, rea-lizada en 1995, el proyecto Counting for Women’s Work ha promovido la contabilización del trabajo
no remunerado en las cuentas nacionales (Counting women’s work, 2018), y las últimas revisiones del SICN han incluido la provisión del trabajo no re-munerado en cuentas satélites opcionales, las que han confirmado la importancia de este tipo de tra-bajo en la economía de los países (Comisión Euro-pea, Fondo Monetario Internacional, Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, Naciones Unidas, Banco Mundial, 2016).
A pesar de estos pequeños avances, el trabajo rea-lizado en el hogar de manera no remunerada sigue estando en Chile ampliamente invisibilizado. Sin ir más lejos, mientras el trabajo remunerado es fruto de un amplia cobertura mediática y académica pe-riódicamente, al ser publicados los resultados de las encuestas laborales, en particular, de la Nueva En-cuesta Nacional de Empleo (ENE), y de la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI), la única encuesta que ahonda explícitamente en el trabajo no remu-nerado, la Encuesta Nacional de Uso de Tiempo, solo ha sido aplicada en una ocasión y su difusión y utilización han sido sumamente limitadas.
En la práctica, para la academia, las cuentas na-cionales, las estadísticas oficiales levantadas por el Estado y para el grueso de las políticas públicas, el trabajo no remunerado no es trabajo. Todas las mujeres (y hombres) que actualmente se dedican a tiempo completo a labores tan relevantes como la reproducción, el cuidado y educación de niños y ancianos, y a la mantención del hogar, son para el Estado personas inactivas o desocupadas. Aún más, el trabajo no remunerado se sitúa incluso en algu-nos instrumentos de medición en contraposición al trabajo remunerado. Por ejemplo, en la encuesta CASEN, que es la base de la mayor parte de las po-líticas sociales del Estado, la pregunta principal para separar a ocupados de desocupados es: “La semana pasada, ¿trabajó al menos una hora, sin considerar los quehaceres del hogar?”. Así, el trabajo no remu-nerado, en particular el realizado en el hogar, queda fuera de todo foco de estudio; es materia privada y familiar. Por lo mismo, para el Estado de Chile hoy más de la mitad de las mujeres en Chile en edad de trabajar están desocupadas y se las considera eco-nómicamente inactivas.
Esta invisibilización carece en sí misma de toda ló-gica; el trabajo excluido implica labores socialmente
¿EN QUÉ ESTÁN LAS MUJERES?LA INVISIBILIZACIÓN DEL TRABAJO DE LA MUJER EN LA ECONOMÍA CHILENA
Trinidad Moreno Silva |
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necesarias, para las que hay una demanda implícita y explícita que se satisface a través de la provisión de bienes y servicios, y de la cual emanan beneficios públicos y privados. Los ejemplos que menciona Indira Hirway en Unpaid Work and the Economy: Linkages and Their Implications (2015), citando a la economista Luisella Goldschmidt-Clermont son esclarecedores: si bien las labores ligadas a la produc-ción de alimentos se contabilizan como trabajo en los procesos de plantación, cosecha, procesamiento y venta, el esfuerzo necesario para ligar esta última eta-pa con el consumo final, es decir la preparación de los alimentos, no se contabiliza como trabajo. Pasa lo mismo con la educación; si bien la formación de capital humano efectivamente se reconoce como tra-bajo a partir de la entrada de un niño o niña a un establecimiento educacional, todo el trabajo previo necesario para llegar a este punto está invisibilizado de cualquier estadística laboral.
El trabajo no remunerado engloba actividades socialmente necesarias, que generan valor económico en la forma de productos y servicios. Estas actividades tienen un costo de producción y de oportunidad, un valor en el mercado y no son ilimitadas. La comprensión de esta realidad y la solución de los problemas que de ella se originan, son fundamentales para superar un modelo económico que no solo se caracteriza por la explotación de los trabajadores remunerados, sino también de la mujer, aun cuando no participe del mercado laboral.
El presente documento intenta, a través de la conjugación de datos de la ENE, la ESI y la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT), trazar un mapa que parte desde la información levantada en las encuestas laborales oficiales, en particular, las brechas de género observadas en materia de situación laboral y salarios, y que transita hacia la información contenida en la ENUT respecto a las diferencias en la distribución del tiempo. Esto con el fin de entregar las primeras luces respecto a qué es y la magnitud de lo que la ENE y la ESI invisibilizan: el trabajo no remunerado realizado en mayor parte por mujeres y cómo las encuestas de uso del tiempo pueden llegar a desenmascararlo. Luego, se presenta una reflexión respecto a porqué terminar con esta invisibilización es relevante
para tener más y mejores políticas con perspectiva de género, sobre la importancia de la ENUT en el proceso de formulación de políticas públicas feministas, y a cómo futuras investigaciones pueden apoyar en la tarea de avanzar en la visibilización del rol de la mujer en la economía chilena.
Género y participación y ocupación laboral
Es un lugar común en las publicaciones que sur-gen con cada nueva versión de la Nueva Encuesta Nacional de Empleo (ENE) y la Encuesta Suple-mentaria de Ingresos (ESI), tanto las elaboradas por el gobierno como por la prensa y por centros de es-tudios no gubernamentales, que uno de los princi-pales resultados a publicitar sea la brecha de género tanto en participación y ocupación laboral como en salarios. En particular, en el contexto de la última publicación de la ESI realizada en 2017, y dado el momento político gestado por las movilizaciones feministas, la brecha tuvo una presencia importante en los medios de comunicación.
Esta brecha, representada en el gráfico 1, y que alcanzó en el trimestre noviembre-diciembre-enero de 2018/2019 el 20%, provenía de una tasa de ocupación laboral de los hombres que alcanzaba el 66%, versus el 46% de las mujeres. Así mismo, la tasa de participación, que a grandes rasgos suma a quienes se encuentran ocupados a aquellos que buscan empleo, alcanzó el 21%, siendo de los hombres el 70% y de las mujeres el 49%.
Gráfico 1
Ocupación y participación laboral último trimestre 2018
Fuente: Elaboración propia en base a información publicada por el INE para el trimestre noviembre-diciembre-enero 2018/2019.
5
Género y participación y ocupación laboral
Es un lugar común en las publicaciones que surgen con cada nueva versión de la Nueva
Encuesta Nacional de Empleo (ENE) y la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI), tanto
las elaboradas por el gobierno como por la prensa y por centros de estudios no
gubernamentales, que uno de los principales resultados a publicitar sea la brecha de género
tanto en participación y ocupación laboral como en salarios. En particular, en el contexto de
la última publicación de la ESI realizada en 2017, y dado el momento político gestado por
las movilizaciones feministas, la brecha tuvo una presencia importante en los medios de
comunicación.
Esta brecha, representada en el gráfico 1, y que alcanzó en el trimestre noviembre-
diciembre-enero de 2018/2019 el 20%, provenía de una tasa de ocupación laboral de los
hombres que alcanzaba el 66%, versus el 46% de las mujeres. Así mismo, la tasa de
participación, que a grandes rasgos suma a quienes se encuentran ocupados a aquellos que
buscan empleo, alcanzó el 21%, siendo de los hombres el 70% y de las mujeres el 49%.
Fuente: Elaboración propia en base a información publicada por el INE para el trimestre noviembre-diciembre-enero 2018/2019.
70%
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Hombres Mujeres
Gráfico 1. Ocupación y participación laboral último
trimestre 2018
Tasa de participación Tasa de ocupación
¿EN QUÉ ESTÁN LAS MUJERES?LA INVISIBILIZACIÓN DEL TRABAJO DE LA MUJER EN LA ECONOMÍA CHILENA
| Trinidad Moreno Silva
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Esta brecha, presente históricamente en Chile desde que se cuenta con registros, ha ido disminuyendo lenta pero sostenidamente en los últimos treinta y dos años. Esto, pues en la primera medición de la Encuesta Nacional de Empleo, realizada el año 1986, la participación laboral femenina alcanzaba solo el 29%, la que aumentó paulatinamente y a un ritmo promedio de 0,17% mensual hasta alcanzar las cifras actuales, tal como lo muestra el gráfico 2.
Las brechas observadas parecen variar según la edad de los individuos, tal como se muestra en el gráfico 3. Así, mientras que para los jóvenes de entre 15 y 20 años las brechas son del orden del 36%, esta luego baja al 21% para el grupo entre 21 y 25 años,
para luego aumentar sostenidamente hasta llegar a su peak de 190% en los adultos de 66 años o más.
Se observa además que ese 45% de ocupación de las mujeres es más volátil que en el caso de los hombres y no parece muy representativo de su situación laboral como un todo en términos etarios, pues solo en el grupo entre 21 y 25 años se observa una tasa de ocupación similar. Esto, debido a que entre los 26 y 50 años, la tasa de ocupación de las mujeres bordea el 65%, la que vive un rápido declive luego de los 50 años, y ya entre los 56 y 60 años, solo el 53% de las mujeres se encuentra ocupada, frente al 83% de los hombres.
Respecto a la relación entre tasa de ocupación y educación, los datos de la encuesta ENE octubre/noviembre/diciembre 2017 expuestos en el gráfico 4 muestran además que, si bien la diferencia de ocupación es constante a través de todos los grupos educacionales, la mayor diferencia se encuentra en los tramos con menos años de educación formal de la población. En particular, en el tramo que no tiene educación primaria finalizada, la diferencia es de casi 28 puntos porcentuales, los que van paulatinamente disminuyendo a medida que aumenta el máximo nivel alcanzado por el grupo, hasta alcanzar los 4,2 puntos porcentuales para el grupo con posgrado finalizado. La educación, en consecuencia, parece altamente correlacionada con la tasa de ocupación, siendo las mujeres con un mayor nivel educacional
Gráfico 2
Tasa de participación y ocupación histórica 1986-2010
Fuente: Elaboración propia en base a datos del INE.
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Esta brecha, presente históricamente en Chile desde que se cuenta con registros, ha ido
disminuyendo lenta pero sostenidamente en los últimos treinta y dos años. Esto, pues en la
primera medición de la Encuesta Nacional de Empleo, realizada el año 1986, la participación
laboral femenina alcanzaba solo el 29%, la que aumentó paulatinamente y a un ritmo
promedio de 0,17% mensual hasta alcanzar las cifras actuales, tal como lo muestra el gráfico
2.
Fuente: Elaboración propia en base a datos del INE.
Las brechas observadas parecen variar según la edad de los individuos, tal como se
muestra en el gráfico 3. Así, mientras que para los jóvenes de entre 15 y 20 años las brechas
son del orden del 36%, esta luego baja al 21% para el grupo entre 21 y 25 años, para luego
aumentar sostenidamente hasta llegar a su peak de 190% en los adultos de 66 años o más.
Se observa además que ese 45% de ocupación de las mujeres es más volátil que en el
caso de los hombres y no parece muy representativo de su situación laboral como un todo en
términos etarios, pues solo en el grupo entre 21 y 25 años se observa una tasa de ocupación
similar. Esto, debido a que entre los 26 y 50 años, la tasa de ocupación de las mujeres bordea
0,00%
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1986
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Gráfico 2. Tasa de participación y ocupación histórica 1986-2010
Tasa participación hombres Tasa ocupación hombres
Tasa participación mujeres Tasa ocupación mujeres
Comentado [Office3]: Si posamos el cursor en la línea azul correspondiente a la participación femenina del año 1986, la cifra señalada por el gráfico es de 25% y fracción, en vez de 29%, que es lo señalado en el texto.
Comentado [tm4R3]: Revise el Excel y es 29,07.
Comentado [Office5]: Cambiar “Hombres”, en mayúscula, por “hombres” en minúsculas.
Comentado [tm6R5]: listo
Gráfico 3
Tasa de ocupación según edad
Fuente: Elaboración propia en base a la ENE último trimestre 2017.
Mujer HombresEntre 15 y 20 años 10,94% 14,94% 3,99% 36,50%Entre 21 y 25 años 45,48% 54,98% 9,50% 20,89%Entre 26 y 30 años 62,90% 79,92% 17,02% 27,06%Entre 31 y 35 años 69,43% 87,94% 18,51% 26,66%Entre 36 y 50 años 66,05% 87,50% 21,45% 32,48%Entre 41 y 45 años 64,84% 87,28% 22,44% 34,60%Entre 46 y 50 años 64,89% 88,65% 23,76% 36,61%Entre 51 y 55 años 58,47% 87,06% 28,59% 48,89%Entre 56 y 60 años 53,77% 83,33% 29,56% 54,98%Entre 61 y 65 años 37,19% 74,55% 37,35% 100,43%Entre 66 años y más 11,88% 34,46% 22,59% 190,17%
14,94%
54,98%
79,92%87,94% 87,50% 87,28% 88,65% 87,06% 83,33%
74,55%
34,46%
10,94%
45,48%
62,90%69,43% 66,05% 64,84% 64,89%
58,47%53,77%
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100,00%
Entre 15 y 20 años
Entre 21 y 25 años
Entre 26 y 30 años
Entre 31 y 35 años
Entre 36 y 50 años
Entre 41 y 45 años
Entre 46 y 50 años
Entre 51 y 55 años
Entre 56 y 60 años
Entre 61 y 65 años
Entre 66 años y más
Título del gráfico
Hombres Mujer
¿EN QUÉ ESTÁN LAS MUJERES?LA INVISIBILIZACIÓN DEL TRABAJO DE LA MUJER EN LA ECONOMÍA CHILENA
Trinidad Moreno Silva |
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formal quienes se ocupan de manera masiva en el mercado laboral, lo que contrasta con la bajísima ocupación de aquellas con niveles más bajos o sin un nivel de educación finalizado.
Diferencias importantes en las tasas de ocupación se observan también cuando se separa según estado civil, tal como lo muestra el gráfico 5. Al respecto, los grupos que viven con su pareja o están casados muestran diferencias considerablemente mayores que los grupos de solteros (separados, divorciados/solteros), lo que demuestra la relevancia de las dinámicas culturales y familiares en las tasas de ocupación. El grupo de viudos muestra así mismo la diferencia más grande, siendo la tasa de ocupación de los hombres más del doble que la de las mujeres.
Finalmente, observando la diferencia según decil de ingreso familiar (gráfico 6), queda en evidencia que (1) la brecha en la tasa de ocupación laboral es transversal a todos los grupos de ingresos, que (2) a pesar de esto la ocupación laboral general (tanto de hombres como de mujeres) aumenta en la medida que aumenta el decil de ingreso y que (3) el nivel relativo de ingresos de una familia parece estar correlacionado con la tasa de ocupación de las mujeres. En particular, se observa que el primer decil muestra una fuerte diferencia porcentual en ocupación, donde los hombres se ocupan en el mercado laboral un 84,37% más que las mujeres. Luego, esta diferencia disminuye, pero sigue siendo muy relevante en el segundo decil, alcanzando el 68,23%. En el tercer, cuarto y quinto decil, esta diferencia se estanca en torno al 50%, para luego bajar a aproximadamente un 40% en el sexto, séptimo y octavo decil. Luego, el promedio en el noveno y décimo decil es en torno al 25%, siempre favorable para los hombres.
Es evidente que existe una diferencia real e importante entre la tasa de ocupación laboral entre hombres y mujeres, que es transversal a distintas agrupaciones según ingreso, nivel educacional y estado civil pero que efectivamente muestra tendencias claras, con las mayores brechas de ocupación focalizadas en los sectores de menores ingresos, mayor edad, en personas casadas o que conviven y en aquellas de menores niveles educacionales.
Gráfico 4
Tasa de ocupación según nivel educacional
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Fuente: Elaboración propia en base a la ENE último trimestre 2017.
Diferencias importantes en las tasas de ocupación se observan también cuando se
separa según estado civil, tal como lo muestra el gráfico 5. Al respecto, los grupos que viven
con su pareja o están casados muestran diferencias considerablemente mayores que los
grupos de solteros (separados, divorciados/solteros), lo que demuestra la relevancia de las
dinámicas culturales y familiares en las tasas de ocupación. El grupo de viudos muestra así
mismo la diferencia más grande, siendo la tasa de ocupación de los hombres más del doble
que la de las mujeres.
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Gráfico 4. Tasa de ocupación según nivel educacional
Hombre Mujer
Fuente: Elaboración propia en base a la ENE último trimestre 2017.
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Fuente: Elaboración propia en base a la ENE último trimestre 2017.
Finalmente, observando la diferencia según decil de ingreso familiar (gráfico 6), queda
en evidencia que (1) la brecha en la tasa de ocupación laboral es transversal a todos los grupos
de ingresos, que (2) a pesar de esto la ocupación laboral general (tanto de hombres como de
mujeres) aumenta en la medida que aumenta el decil de ingreso y que (3) el nivel relativo de
ingresos de una familia parece estar correlacionado con la tasa de ocupación de las mujeres.
En particular, se observa que el primer decil muestra una fuerte diferencia porcentual en
ocupación, donde los hombres se ocupan en el mercado laboral un 84,37% más que las
mujeres. Luego, esta diferencia disminuye, pero sigue siendo muy relevante en el segundo
decil, alcanzando el 68,23%. En el tercer, cuarto y quinto decil, esta diferencia se estanca en
torno al 50%, para luego bajar a aproximadamente un 40% en el sexto, séptimo y octavo
decil. Luego, el promedio en el noveno y décimo decil es en torno al 25%, siempre favorable
para los hombres.
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100%
Gráfico 5. Tasa de ocupación según estado civil
Hombre Mujer
Gráfico 5
Tasa de ocupación según estado civil
Fuente: Elaboración propia en base a la ENE último trimestre 2017.
Gráfico 6
Tasa de ocupación, por decil de ingreso per cápita del hogar
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Fuente: Elaboración propia en base a la ESI 2017.
Es evidente que existe una diferencia real e importante entre la tasa de ocupación
laboral entre hombres y mujeres, que es transversal a distintas agrupaciones según ingreso,
nivel educacional y estado civil pero que efectivamente muestra tendencias claras, con las
mayores brechas de ocupación focalizadas en los sectores de menores ingresos, mayor edad,
en personas casadas o que conviven y en aquellas de menores niveles educacionales.
¿Pero qué pasa con el ingreso? La brecha salarial entre hombres y mujeres es un
fenómeno largamente documentado en Chile y el mundo. Según las cifras de la ESI 2017, la
brecha alcanza el 27% entre aquellas personas que trabajan a jornada completa. Así, mientras
el salario promedio de los hombres alcanza los 669.954 pesos, el de las mujeres alcanza solo
los 527.266 pesos; y mientras la mediana de ingresos laborales para los hombres es de
440.000 pesos, para las mujeres esta cifra alcanza solo los 375.101 pesos.
Esta brecha parece así mismo tener una tendencia relativamente constante y luego
creciente respecto al decil de ingreso per cápita del hogar, tal como lo muestra el gráfico 7;
mientras el primer decil muestra una brecha de ingresos igual a la media (27%), el decil 5
muestra una brecha del 31%, y el decil 10 muestra una brecha del 61%.
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Gráfico 6. Tasa de ocupación, por decil de ingreso per
cápita del hogar
Hombre Mujer
Fuente: Elaboración propia en base a la ESI 2017.
¿EN QUÉ ESTÁN LAS MUJERES?LA INVISIBILIZACIÓN DEL TRABAJO DE LA MUJER EN LA ECONOMÍA CHILENA
| Trinidad Moreno Silva
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¿Pero qué pasa con el ingreso? La brecha salarial entre hombres y mujeres es un fenómeno largamente documentado en Chile y el mundo. Según las cifras de la ESI 2017, la brecha alcanza el 27% entre aquellas personas que trabajan a jornada completa. Así, mientras el salario promedio de los hombres alcanza los 669.954 pesos, el de las mujeres alcanza solo los 527.266 pesos; y mientras la mediana de ingresos laborales para los hombres es de 440.000 pesos, para las mujeres esta cifra alcanza solo los 375.101 pesos.
Esta brecha parece así mismo tener una tendencia relativamente constante y luego creciente respecto al decil de ingreso per cápita del hogar, tal como lo muestra el gráfico 7; mientras el primer decil muestra una brecha de ingresos igual a la media (27%), el decil 5 muestra una brecha del 31%, y el decil 10 muestra una brecha del 61%.
Algo similar ocurre respecto a nivel educacional, pues mientras la brecha para personas sin nivel educacional completo alcanza el 42%, para personas con educación media (técnico/profesional o científico/humanista) la brecha alcanza el 30%, y para las personas con posgrado completo, la brecha alcanza el 54%. Así, en el nivel educacional donde paralelamente se observa la mayor tasa de ocupación por parte de las mujeres (tal como lo señala el gráfico 4), es donde además se observan las mayores brechas de salario entre hombres y mujeres.
Respecto a edad, el gráfico 9 muestra que la brecha en salarios muestra una tendencia creciente y luego decreciente. Así, mientras la brecha en los más jóvenes alcanza solo el 15%, esta va aumentando en la medida en que aumenta la edad de los grupos, alcanzando su peak en el grupo ubicado entre los 46 y 50 años, para los cuales la brecha alcanza un 47%, luego de lo cual mengua hasta rondar el 30%-35% en los grupos de mayor edad.
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Fuente: Elaboración propia en base a la ESI 2017.
Algo similar ocurre respecto a nivel educacional, pues mientras la brecha para personas
sin nivel educacional completo alcanza el 42%, para personas con educación media
(técnico/profesional o científico/humanista) la brecha alcanza el 30%, y para las personas
con posgrado completo, la brecha alcanza el 54%. Así, en el nivel educacional donde
paralelamente se observa la mayor tasa de ocupación por parte de las mujeres (tal como lo
señala el gráfico 4), es donde además se observan las mayores brechas de salario entre
hombres y mujeres.
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Gráfico 7. Diferencias salariales por decil
de ingreso per cápita
Hombre Mujer Diferencia porcentual
Gráfico 7
Diferencias salariales por decil de ingreso per cápita
Fuente: Elaboración propia en base a la ESI 2017.
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Fuente: Elaboración propia en base a la ESI 2017.
Respecto a edad, el gráfico 9 muestra que la brecha en salarios muestra una tendencia
creciente y luego decreciente. Así, mientras la brecha en los más jóvenes alcanza solo el 15%,
esta va aumentando en la medida en que aumenta la edad de los grupos, alcanzando su peak
en el grupo ubicado entre los 46 y 50 años, para los cuales la brecha alcanza un 47%, luego
de lo cual mengua hasta rondar el 30%-35% en los grupos de mayor edad.
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Gráfico 8. Diferencias salariales por nivel educacional
Hombres Mujeres Diferencia porcentual
Gráfico 8
Diferencias salariales por nivel educacional
Fuente: Elaboración propia en base a la ESI 2017.
Gráfico 9
Diferencias salariales por grupo etario
Fuente: Elaboración propia en base a la ESI 2017.
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Fuente: Elaboración propia en base a la ESI 2017.
Relacionada con esto está la categorización según el estado civil, en el gráfico 10, que
muestra que las mayores brechas se encuentran entre aquellos que están casados (31%),
versus uno de los pocos grupos que muestra una brecha menor al 5%: los solteros (3% de
brecha). Esto muestra evidencia de que las dinámicas intrafamiliares son relevantes en el
estudio de los fenómenos laborales y salariales.
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Gráfico 9. Diferencias salariales por grupo etario
Hombres
Mujeres
Diferencia porcentual
¿EN QUÉ ESTÁN LAS MUJERES?LA INVISIBILIZACIÓN DEL TRABAJO DE LA MUJER EN LA ECONOMÍA CHILENA
Trinidad Moreno Silva |
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Relacionada con esto está la categorización según el estado civil, en el gráfico 10, que muestra que las mayores brechas se encuentran entre aquellos que están casados (31%), versus uno de los pocos grupos que muestra una brecha menor al 5%: los solteros (3% de brecha). Esto muestra evidencia de que las dinámicas intrafamiliares son relevantes en el estudio de los fenómenos laborales y salariales.
Más allá de las cifras (actuales) sobre empleo y salarios
Lo anterior es hasta donde llegan la mayoría de los boletines estadísticos usuales, tanto los publicados por organismos como el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), como por otras organizaciones, gubernamentales o no, que buscan visibilizar las brechas de género en términos laborales en Chile. Se perpetua así la idea, interiorizada tanto en la academia como en el público general, de que los hombres trabajan más que las mujeres en Chile y que, paralelamente, las mujeres que lo hacen reciben menores ingresos en promedio.
Pero son pocos los estudios que buscan responder qué hace entonces el casi 55% de las mujeres adultas y ese 30% de hombres que no trabaja, según las cifras oficiales, aun cuando existen encuestas que
arrojan algunas luces al respecto. Esto, pues varias de las encuestas que se aplican en Chile consultan sobre las razones para no trabajar. El gráfico 11, en particular, muestra las razones entregadas para no hacerlo por aquellos menores de 65 años que no están ocupados en el mercado laboral y que tampoco están buscando trabajo, sin considerar a los jubilados y a los estudiantes, según la ESI.
El gráfico muestra que las razones esgrimidas por hombres y mujeres para no trabajar son considerablemente distintas; mientras la gran masa (51%) de hombres que no son estudiantes ni jubilados y que no trabajan ni buscan trabajo lo hacen por razones de salud, el 61% de las mujeres en la misma situación lo hace por tener responsabilidades familiares temporales o permanentes, lo que es otra forma de decir que están dedicadas al trabajo doméstico no remunerado.
Esto es consistente con lo encontrado en otras encuestas, como por ejemplo la pregunta correspondiente de la encuesta CASEN (versión 2017 en tabla 1). Mientras los hombres que
Gráfico 10
Diferencias salariales por estado civil
Fuente: Elaboración propia en base a la ESI 2017.
14
Fuente: Elaboración propia en base a la ESI 2017.
Más allá de las cifras (actuales) sobre empleo y salarios
Lo anterior es hasta donde llegan la mayoría de los boletines estadísticos usuales, tanto los
publicados por organismos como el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), como por otras
organizaciones, gubernamentales o no, que buscan visibilizar las brechas de género en
términos laborales en Chile. Se perpetua así la idea, interiorizada tanto en la academia como
en el público general, de que los hombres trabajan más que las mujeres en Chile y que,
paralelamente, las mujeres que lo hacen reciben menores ingresos en promedio.
Pero son pocos los estudios que buscan responder qué hace entonces el casi 55% de las
mujeres adultas y ese 30% de hombres que no trabaja, según las cifras oficiales, aun cuando
existen encuestas que arrojan algunas luces al respecto. Esto, pues varias de las encuestas
que se aplican en Chile consultan sobre las razones para no trabajar. El gráfico 11, en
$-‐$100000,0 $200000,0 $300000,0 $400000,0 $500000,0 $600000,0 $700000,0 $800000,0 $900000,0
Gráfico 10. Diferencias salariales por estado civil
Hombres Mujeres
15
particular, muestra las razones entregadas para no hacerlo por aquellos menores de 65 años
que no están ocupados en el mercado laboral y que tampoco están buscando trabajo, sin
considerar a los jubilados y a los estudiantes, según la ESI.
Fuente: Elaboración propia en base a la ESI 2017.
El gráfico muestra que las razones esgrimidas por hombres y mujeres para no trabajar
son considerablemente distintas; mientras la gran masa (51%) de hombres que no son
estudiantes ni jubilados y que no trabajan ni buscan trabajo lo hacen por razones de salud, el
61% de las mujeres en la misma situación lo hace por tener responsabilidades familiares
temporales o permanentes, lo que es otra forma de decir que están dedicadas al trabajo
doméstico no remunerado.
Esto es consistente con lo encontrado en otras encuestas, como por ejemplo la pregunta
correspondiente de la encuesta CASEN (versión 2017 en tabla 1). Mientras los hombres que
0,87%
7,96%
21,93%
61,01%
0,87%
7,37%
4,65%
22,84%
50,55%
7,02%
0,00%
14,95%
0,00
%
10,0
0%
20,0
0%
30,0
0%
40,0
0%
50,0
0%
60,0
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70,0
0%
Trabajo o actividad inminente
Intención de trabajar/tener actividad frustrada
Por motivos de salud
Por responsabilidades familiares temporales y/o
permanentes
Embarazo
No necesita/es rentista
Gráfico 11. Razones para no trabajar (excluyendo
estudiantes y jubilados)
Hombres Mujeres
Gráfico 11
Razones para no trabajar (excluyendo estudiantes y jubilados)
Fuente: Elaboración propia en base a la ESI 2017.
¿EN QUÉ ESTÁN LAS MUJERES?LA INVISIBILIZACIÓN DEL TRABAJO DE LA MUJER EN LA ECONOMÍA CHILENA
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las encuestas muestran como no trabajando efectivamente no están ejecutando actividades generadoras de valor sino, por el contrario, muy probablemente consumiendo servicios de cuidado (al no participar en el mercado laboral por motivos de salud), la gran masa de las mujeres que mencionan no participar en el mercado laboral está realizando labores de trabajo no remunerado en el hogar, ya sea mencionando explícitamente no trabajar por encontrarse ocupada con otra actividad relacionada con los quehaceres del hogar o por no tener con quien dejar a los niños o a adultos mayores.
Es tal la relevancia del ítem que, haciendo el ejercicio hipotético de repetir el gráfico 1, pero ahora con los datos de la ENE octubre/noviembre/diciembre 2017, y sumando a aquellos que se encuentran trabajando a todos (hombres y mujeres), quienes responden como razón para no trabajar o no estar buscando trabajo “por responsabilidades familiares permanentes”, “por responsabilidades familiares temporales” o “embarazo”, la diferencia porcentual de ocupación entre hombres y mujeres prácticamente desaparece. Así, los datos de la ESI muestran (gráfico 12) que, considerando el total de la población en edad de trabajar, la diferencia pasaría
de más de 20 puntos porcentuales a menos de 3, y si limpiamos del ejercicio a los adultos mayores, donde el número de mujeres es mayor, la diferencia se reduce a menos de un punto porcentual.
Pero, ¿en qué consiste este trabajo realizado de manera no remunerada, casi siempre en el hogar? La fuente por excelencia de esta información son las encuestas de uso de tiempo, las únicas que pueden entregar información sistematizada sobre cuáles son las actividades que los miembros de la sociedad realizan fuera del ámbito del mercado laboral y a qué dedican su tiempo en el hogar. Así, las encuestas de uso de tiempo permiten correr la cortina que supone la vida dentro de los hogares, donde parte importante de las mujeres realiza la mayoría de sus actividades productivas diarias, y cuantificar en términos de tiempo aquel trabajo realizado dentro de sus límites.
En particular en Chile, la primera encuesta de uso de tiempo fue realizada de manera experimental recién la década pasada, en el año 2008. Esta encuesta, realizada por el INE, en conjunto con el Ministerio de Salud y el Servicio Nacional de la Mujer, fue realizada solo en la Región Metropolitana, y por lo tanto no tuvo representatividad nacional. La primera encuesta de uso del tiempo a nivel nacional, la Encuesta Nacional de Uso de Tiempo (ENUT), se realizó recientemente, el año 2015, y si bien es representativa de todo el territorio nacional, lo es
Razones para no trabajar Mujeres HombresComenzará a trabajar pronto 0.48% 2.7%Está esperando resultados de un proceso 0.92% 6.2%No tiene con quien dejar a los niños 14.27% 0.6%No tiene con quien dejar a adultos mayores 2.65% 2.2%No tiene con quien dejar a otro familiar 0.96% 0.4%Está enfermo o tiene una discapacidad 11.33% 35.1%Piensa que nadie le dará trabajo 1.10% 2.3%Horarios y distancias lo dificultan 0.35% 0.6%Ofrecen sueldos muy bajos 0.35% 1.1%Tiene otra actividad, quehaceres del hogar 54.33% 4.8%Tiene otra fuente de ingreso 1.56% 2.9%Se cansó de buscar 0.87% 3.8%Busca cuando realmente lo necesita 0.87% 5.7%No tiene interés en trabajar 2.59% 8.8%Otra razón 6.47% 19.9%No sabe/no responde 0.91% 2.8%
Tabla 1
Razones para no buscar trabajo o realizar alguna gestión para iniciar una actividad por cuenta propia en las últimas
cuatro semanas (excluyendo estudiantes y jubilados) según CASEN 2017.
Fuente: Elaboración propia en base a CASEN 2017.
Gráfico 12
Participación considerando responsabilidades del hogar como trabajo
Fuente: Elaboración propia en base a la ENE último trimestre 2017.
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razón para no trabajar o no estar buscando trabajo “por responsabilidades familiares
permanentes”, “por responsabilidades familiares temporales” o “embarazo”, la diferencia
porcentual de ocupación entre hombres y mujeres prácticamente desaparece. Así, los datos
de la ESI muestran (gráfico 12) que, considerando el total de la población en edad de trabajar,
la diferencia pasaría de más de 20 puntos porcentuales a menos de 3, y si limpiamos del
ejercicio a los adultos mayores, donde el número de mujeres es mayor, la diferencia se reduce
a menos de un punto porcentual.
Fuente: Elaboración propia en base a la ENE último trimestre 2017.
Pero, ¿en qué consiste este trabajo realizado de manera no remunerada, casi siempre
en el hogar? La fuente por excelencia de esta información son las encuestas de uso de tiempo,
las únicas que pueden entregar información sistematizada sobre cuáles son las actividades
que los miembros de la sociedad realizan fuera del ámbito del mercado laboral y a qué
dedican su tiempo en el hogar. Así, las encuestas de uso de tiempo permiten correr la cortina
que supone la vida dentro de los hogares, donde parte importante de las mujeres realiza la
mayoría de sus actividades productivas diarias, y cuantificar en términos de tiempo aquel
trabajo realizado dentro de sus límites.
66% 72%64%
71%
0%10%20%30%40%50%60%70%80%90%
100%
Tasa ocupación si se consideran responsabilidades
en el hogar y embarazo
Tasa ocupación si se consideran responsabilidades en el hogar y embarazo, solo
menores de 66 años
Gráfico 12. Participación considerando
responsabilidades del hogar como trabajo
Hombre Mujer
¿EN QUÉ ESTÁN LAS MUJERES?LA INVISIBILIZACIÓN DEL TRABAJO DE LA MUJER EN LA ECONOMÍA CHILENA
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solo a nivel urbano. Esto contrasta fuertemente con la periodicidad de las encuestas laborales (ENE y ESI) y de los datos administrativos levantados para recoger información sobre el mercado laboral, por ejemplo, aquellos del Seguro de Cesantía y de las AFP.
Aunque insuficiente, la ENUT 2015 es una rica fuente de datos dado el vacío existente respecto a esta información en Chile. En particular, permite entender cómo el trabajo no remunerado es una carga importante tanto para hombres como para mujeres. Así mismo, dado el detalle de la información que contiene, permite caracterizar el tipo de actividad remunerada y no remunerada llevado a cabo por cada miembro de 12 años o más de los hogares de la muestra, permitiendo así mapear el contenido y naturaleza de este trabajo no remunerado, sus principales componentes y cómo varía respecto a sexo, edad, tipo de familias, nivel socioeconómico, etc.
Para comprender cómo está sistematizada en el mundo la información respecto a trabajo no remunerado es preciso conocer primero ciertos conceptos ligados al Sistema Internacional de Cuentas Nacionales. Este sistema, basado en el trabajo de Simon Kuznets, premio Nobel de Economía, del National Bureau of Economic Research (Kuznets, 1934), tiene como principal función entregar un marco estadístico unificado para la “medición completa, coherente y flexible” de las cuentas macroeconómicas de los países.
¿Qué tiene que ver el SINC con la definición de trabajo no remunerado utilizado en la ENUT? La respuesta radica en que el concepto de trabajo no remunerado utilizado en Chile, Latinoamérica y el mundo se basa en lo que el SICN considera trabajo productivo. Para el SICN, el trabajo productivo se conceptualiza siempre como insumo para lo que asimismo considera el “proceso productivo”, definido como “un proceso físico, realizado bajo la responsabilidad, control y gestión de una unidad institucional, en el que se utilizan mano de obra y activos para transformar insumos de bienes y servicios en productos de otros bienes y servicios” (Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional, Organización de Cooperación y
Desarrollo Económico, Naciones Unidas, Banco Mundial, 2016). Así, para la ENUT y para la mayoría de las encuestas de uso de tiempo utilizadas en el mundo, existen dos clases básicas de trabajo, el productivo, que está dentro de la frontera del SICN, y el que está fuera de la misma.
Y, si bien por definición todo el trabajo no remunerado está fuera del SICN, existe también trabajo no remunerado dentro del SICN. En particular, los dos conceptos de trabajo no remunerado que están dentro del SICN para la ENUT chilena son la realización de actividades de construcción, ampliación o reparaciones mayores de la vivienda (construir muros, techos, etc.) y la recolección de leña para calefaccionar o cocinar. Una conceptualización del trabajo utilizado por la ENUT se encuentra en el esquema 1.
Todos los datos que se presentarán a continuación consideran al trabajo no remunerado como todo aquel trabajo fuera del SICN, es decir aquellos trabajos que no se consideran “productivos”, esto con el fin de facilitar la comparación con las estadísticas oficiales, que generalmente utilizan el SICN como división en sus informes. Así mismo, se considerará como trabajo remunerado todo
Esquema 1
Categorización del trabajo según ENUT.
Fuente: Elaboración propia en base a Documento de Principales Resultados ENUT 2015 (Departamento de Estudios Sociales, Instituto Nacional de Estadísticas, 2015).
19
obra y activos para transformar insumos de bienes y servicios en productos de otros bienes y
servicios” (Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional, Оrganización de
Cooperación y Desarrollo Económico, Naciones Unidas, Вanco Mundial, 2016). Así, para la
ENUT y para la mayoría de las encuestas de uso de tiempo utilizadas en el mundo, existen
dos clases básicas de trabajo, el productivo, que está dentro de la frontera del SICN, y el que
está fuera de la misma.
Y, si bien por definición todo el trabajo no remunerado está fuera del SICN, existe
también trabajo no remunerado dentro del SICN. En particular, los dos conceptos de trabajo
no remunerado que están dentro del SICN para la ENUT chilena son la realización de
actividades de construcción, ampliación o reparaciones mayores de la vivienda (construir
muros, techos, etc.) y la recolección de leña para calefaccionar o cocinar. Una
conceptualización del trabajo utilizado por la ENUT se encuentra en el esquema 1.
Esquema 1.
Categorización del trabajo según ENUT.
Fuente: Elaboración propia en base a Documento de Principales Resultados ENUT 2015 (Departamento de Estudios Sociales, Instituto Nacional de Estadísticas, 2015).
Trabajo Trabajo dentro
del SICN
Trabajo remunerado
Trabajo no remunerado
dentro del SICN: - Construcción o reparación de la
vivienda.- Recolección de leña.
Trabajo fuera del SICN (siempre no
remunerado)
Trabajo voluntario
Trabajo en otros
hogares
Trabajo no remunerado dentro del
hogar
Trabajo de cuidado
Trabajo doméstico
(cocina, limpieza hogar, cuidado y
limpieza de la ropa, etc.)
Comentado [Office11]: ¿Cuál es la fuente exacta de esta cita? Hay que agregarla con el sistema “autor, año, página”.
Comentado [tm12R11]: LISTO
¿EN QUÉ ESTÁN LAS MUJERES?LA INVISIBILIZACIÓN DEL TRABAJO DE LA MUJER EN LA ECONOMÍA CHILENA
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aquel trabajo dentro del SICN aunque, como se mencionó, esto no siempre es el caso. La razón para lo anterior es nuevamente facilitar la lectura de los resultados y su comparación. Del mismo modo, al menos en la ENUT 2015, el porcentaje que significa el trabajo no remunerado en el trabajo dentro del SICN es muy bajo, promediando solo un 2% del total del trabajo dentro del SICN un día de semana para aquellos que declaran realizar trabajo dentro del SICN. Finalmente, este supuesto no distorsiona la medida de trabajo no remunerado, el foco del documento, sino que transforma los resultados en una especie de piso mínimo de su magnitud.
El gráfico 13 muestra uno de los datos más importantes de la ENUT: la carga de trabajo no remunerado, remunerado y carga total de trabajo (trabajo remunerado más no remunerado) en horas al día para hombres y mujeres. Como se observa, y como era esperable, las horas totales de trabajo no remunerado se distribuyen muy desigualmente entre hombres y mujeres, tanto un día de semana como un día de fin de semana. En particular, los días de semana, las horas dedicadas por las mujeres al trabajo no remunerado (5,98) más que duplican las horas dedicadas por los hombres (2,45) a las mismas. Y, si bien los hombres parecen dedicar más horas los fines de semana al trabajo no remunerado (3,16), este sigue siendo un porcentaje muy menor en comparación con el dedicado por las mujeres en los mismos (5,96; virtualmente el mismo que los días de semana).
Respecto al trabajo remunerado, los hombres muestran efectivamente trabajar más horas en promedio, 5,26 horas a la semana versus 3,05 horas de las mujeres, diferencia que se mantiene los fines de semana. Sin embargo, esta diferencia es relativamente menor a la diferencia observada entre hombres y mujeres en horas de trabajo no remunerado, lo que tiene como resultado que la carga total de trabajo es un 17,12% mayor para las mujeres, con 9,03 horas de trabajo los días de semana, versus los 7,71 de los hombres, diferencia que se acentúa aún más los fines de semana, donde las mujeres trabajan 38,4% más que los hombres.
Siguiendo la conceptualización del diagrama 1, los gráficos 14, 15 y 16 muestran en qué se divide el total de trabajo no remunerado realizado un día de semana entre aquellos que declaran ejercerlo (hombres y mujeres), luego en qué se divide este trabajo realizado dentro del hogar (cuidados versus trabajo doméstico), y luego en qué consiste el trabajo doméstico realizado, entre aquellos que declaran dedicar tiempo de la semana al mismo.
Gráfico 13
Medias de horas al día dedicadas al trabajo remunerado, no remunerado, y carga total de trabajo
Fuente: Elaboración propia en base a la ENUT 2015.
21
9,03 horas de trabajo los días de semana, versus los 7,71 de los hombres, diferencia que se
acentúa aún más los fines de semana, donde las mujeres trabajan 38,4% más que los hombres.
Fuente: Elaboración propia en base a la ENUT 2015.
Siguiendo la conceptualización del diagrama 1, los gráficos 14, 15 y 16 muestran en
qué se divide el total de trabajo no remunerado realizado un día de semana entre aquellos que
declaran ejercerlo (hombres y mujeres), luego en qué se divide este trabajo realizado dentro
del hogar (cuidados versus trabajo doméstico), y luego en qué consiste el trabajo doméstico
realizado, entre aquellos que declaran dedicar tiempo de la semana al mismo.
2,45
3,16
5,26
1,84
7,71
5,00
5,98 5,96
3,05
0,96
9,03
6,92
0,00
1,00
2,00
3,00
4,00
5,00
6,00
7,00
8,00
9,00
10,00
TNR
-M
edía
día
de
sem
ana
TNR
-M
edía
día
fin
de se
man
a
TR -
Med
ía d
ía d
e se
man
a
TR -
Med
ía d
ía fi
n de
sem
ana
Car
ga to
tal d
e tra
bajo
-M
edía
día
de
sem
ana
Car
ga to
tal d
e tra
bajo
-M
edía
día
fin
de
sem
ana
Gráfico 13. Medias de horas al día dedicadas al trabajo
remunerado, no remunerado, y carga total de trabajo
Hombre Mujer
Comentado [AG13]: Las leyendas de este gráfico me parece que están mal, ya que falta un “no” remunerado en ambas (entiendo que estamos hablando de eso, según el título del gráfico). Además, remunerado está mal escrito. Si es como entiendo, lo cambio en el Excel y estaría ok. ¡Avísanos!
Gráfico 14
Porcentaje del tiempo en trabajo no remunerado,entre aquellos que ejercen trabajo no remunerado
22
Fuente: Elaboración propia en base a la ENUT 2015.
5%
Gráfico 14. Porcentaje del tiempo en trabajo no remunerado, entre aquellos
que ejercen trabajo no remunerado
Trabajo no remunerado dentro del propio hogar
Trabajo no remuenerado fuera del hogar (en otros hogares, trabajo comunitario y trabajo voluntario)
Comentado [Office14]: Cambiar “remuenrado”, por “remunerado”. Parece que hay espacios innecesarios entre algunas palabras, además.
Comentado [tm15R14]: Listo. Revisé y no habían espacios innecesarios
22
Fuente: Elaboración propia en base a la ENUT 2015.
5%
Gráfico 14. Porcentaje del tiempo en trabajo no remunerado, entre aquellos
que ejercen trabajo no remunerado
Trabajo no remunerado dentro del propio hogar
Trabajo no remuenerado fuera del hogar (en otros hogares, trabajo comunitario y trabajo voluntario)
Comentado [Office14]: Cambiar “remuenrado”, por “remunerado”. Parece que hay espacios innecesarios entre algunas palabras, además.
Comentado [tm15R14]: Listo. Revisé y no habían espacios innecesarios
Fuente: Elaboración propia en base a la ENUT 2015.
Trabajo no remunerado fuera del hogar (en otros hogares, trabajo comunitario y trabajo voluntario)
Trabajo no remunerado dentro del propio hogar
¿EN QUÉ ESTÁN LAS MUJERES?LA INVISIBILIZACIÓN DEL TRABAJO DE LA MUJER EN LA ECONOMÍA CHILENA
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la preparación y servicio de comidas, la limpieza de la vivienda, el cuidado de plantas y mascotas, y el abastecimiento general del hogar.
Ahora, conociendo los datos respecto a las diferencias de tasas de ocupación laboral entre hombres y mujeres, es relevante entender cómo interactúa esta variable con la carga de trabajo no remunerado. Es decir, cómo cambian las cifras del gráfico 12 cuando se separa no solo por sexo, sino también entre ocupados y desocupados.
El gráfico 17 muestra que el trabajo no remunerado parece ocupar parte relevante del tiempo de una mujer, estando ella o no ocupada en el mercado laboral. Así, si un hombre ocupado en el mercado laboral dedica en promedio 2,37 horas un día de semana al trabajo no remunerado, las mujeres ocupadas en el mercado laboral le dedican 5,48 horas al mismo. Esto no se compensa con el hecho de que las mujeres ocupadas en el mercado laboral trabajan en promedio menos tiempo que los hombres un día de semana (5,91 horas versus 7,28 horas de los hombres), pues la diferencia en el primer caso es de 3,11 horas, y en el segundo, de 1,37 horas.
Así mismo, para los hombres no ocupados, si bien el trabajo no remunerado es un 11% más alto que entre aquellos ocupados (pasa de 2,37 horas las 2,64
Gráfico 15
Porcentaje del tiempo en trabajo no remunerado dentro del hogar, entre aquellos que ejercen trabajo no
remunerado dentro del hogar
Fuente: Elaboración propia en base a la ENUT 2015.
23
Fuente: Elaboración propia en base a la ENUT 2015.
78%
22%
Gráfico 15. Porcentaje del tiempo en trabajo no
remunerado dentro del hogar, entre aquellos que ejercen trabajo no remunerado dentro
del hogar
Trabajo no remunerado dentro del hogar en servicios
Trabajo no remunerado en cuidados a otros miembros delhogar
Gráfico 16
Porcentaje del total de tiempo dedicado a los servicios no remunerados dentro del hogar, entre aquellos que ejercen trabajo no remunerado dentro del hogar en
servicios
24
Fuente: Elaboración propia en base a la ENUT 2015.
Se observa que la gran mayor parte (sobre el 95%) del tiempo dedicado al trabajo no
remunerado se dedica al trabajo no remunerado dentro del hogar. Del mismo modo, dentro
de estas tareas, más de ¾ partes corresponden a tiempo dedicado a la provisión de servicios,
siendo los más importantes la preparación y servicio de comidas, la limpieza de la vivienda,
el cuidado de plantas y mascotas, y el abastecimiento general del hogar.
36,53%
24,04%8,73%
2,00%
5,11%
11,76%
11,84%
Gráfico 16. Porcentaje del total de tiempo dedicado a los servicios no remunerados dentro del hogar,
entre aquellos que ejercen trabajo no remunerado dentro del hogar en servicios
Preparación y servicio de comidas
Limpieza de la vivienda
Limpieza y cuidado de ropa y calzado
Mantenimiento y reparaciones menores en el propio hogar Administración del hogar
Abastecimiento del hogar
Fuente: Elaboración propia en base a la ENUT 2015.
Se observa que la gran mayor parte (sobre el 95%) del tiempo dedicado al trabajo no remunerado se dedica al trabajo no remunerado dentro del hogar. Del mismo modo, dentro de estas tareas, más de ¾ partes corresponden a tiempo dedicado a la provisión de servicios, siendo los más importantes
Gráfico 17
Horas de trabajo remunerado / no remunerado, en ocupados / desocupados
Fuente: Elaboración propia en base a la ENUT 2015.
25
Ahora, conociendo los datos respecto a las diferencias de tasas de ocupación laboral
entre hombres y mujeres, es relevante entender cómo interactúa esta variable con la carga de
trabajo no remunerado. Es decir, cómo cambian las cifras del gráfico 12 cuando se separa no
solo por sexo, sino también entre ocupados y desocupados.
Fuente: Elaboración propia en base a la ENUT 2015.
El gráfico 17 muestra que el trabajo no remunerado parece ocupar parte relevante del
tiempo de una mujer, estando ella o no ocupada en el mercado laboral. Así, si un hombre
ocupado en el mercado laboral dedica en promedio 2,37 horas un día de semana al trabajo no
remunerado, las mujeres ocupadas en el mercado laboral le dedican 5,48 horas al mismo.
Esto no se compensa con el hecho de que las mujeres ocupadas en el mercado laboral trabajan
en promedio menos tiempo que los hombres un día de semana (5,91 horas versus 7,28 horas
5,48
6,52
5,91
1,84
6,51
5,37
2,37
3,48
7,28
2,53
2,64
2,34
0,00 2,00 4,00 6,00 8,00
Ocupados - TNR media día de semana
Ocupados - TNR media fin de semana
Ocupados - TR media día de semana
Ocupados - TR media fin de semana
Desocupados - TR media día de semana
Desocupados - TNR media fin de semana
Gráfico 17. Horas de trabajo remunerado / no remunerado, en
ocupados / desocupados
Hombre Mujer
Comentado [Office16]: Falta agregar un espacio entre el primer “Desocupados” y el “TNR media fin de semana”.
Comentado [tm17R16]: listo
¿EN QUÉ ESTÁN LAS MUJERES?LA INVISIBILIZACIÓN DEL TRABAJO DE LA MUJER EN LA ECONOMÍA CHILENA
| Trinidad Moreno Silva
13
horas los días de semana), esto no se compara con lo que pasa con las mujeres, las cuales cuando no están ocupadas aumentan en un 18% sus horas de trabajo no remunerado sino que, además, muestran dedicarle al trabajo no remunerado un 129% más de tiempo que los hombres (6,51 horas versus 2,64 horas). Es decir, para las mujeres no ocupadas en el mercado laboral el trabajo no remunerado se asemeja más a un trabajo de tiempo completo, muy distinto a lo que pasa con los hombres.
Los gráficos 18, 19 y 20 muestran cómo varían las brechas en términos de horas de trabajo no remunerado los días de semana según distintos grupos etarios, niveles educacionales y quintiles de ingreso.
La desigualdad en la distribución del trabajo no remunerado parece ser un fenómeno transversal, presente en distintos niveles etarios, educacionales y de ingresos. Solo se observa una disminución marcada en la brecha cuando se observan los distintos niveles de ingresos, pero esto no proviene de un aumento de las horas que los hombres dedican al trabajo no remunerado, sino de una disminución del tiempo que las mujeres de dicho grupo dedican al mismo. Por lo anterior, se puede suponer, dada la correlación entre ingresos y clases sociales de las parejas en Chile (Torche, 2010), que esta disminución está más relacionada con una posible tercerización de las labores domésticas, más que de una disminución de estas en el hogar.
Para finalizar, una regresión lineal simple donde la variable dependiente son las horas de trabajo no remunerado y las independientes una variable binaria para las mujeres, la edad, el nivel educacional más alto alcanzado, el quintil de ingreso, una variable binaria en el caso de que la persona esté conviviendo con una pareja y una binaria en el caso de que haya niño en el hogar menores de 13 años, arroja el siguiente resultado.
Gráfico 18
Horas de trabajo no remunerado día de semana por grupo etario
26
de los hombres), pues la diferencia en el primer caso es de 3,11 horas, y en el segundo, de
1,37 horas.
Así mismo, para los hombres no ocupados, si bien el trabajo no remunerado es un 11%
más alto que entre aquellos ocupados (pasa de 2,37 horas las 2,64 horas los días de semana),
esto no se compara con lo que pasa con las mujeres, las cuales cuando no están ocupadas
aumentan en un 18% sus horas de trabajo no remunerado sino que, además, muestran
dedicarle al trabajo no remunerado un 129% más de tiempo que los hombres (6,51 horas
versus 2,64 horas). Es decir, para las mujeres no ocupadas en el mercado laboral el trabajo
no remunerado se asemeja más a un trabajo de tiempo completo, muy distinto a lo que pasa
con los hombres.
Los gráficos 18, 19 y 20 muestran cómo varían las brechas en términos de horas de
trabajo no remunerado los días de semana según distintos grupos etarios, niveles
educacionales y quintiles de ingreso.
Fuente: Elaboración propia en base a la ENUT 2015.
0
1
2
3
4
5
6
7
8
Gráfico 18. Horas de trabajo no remunerado día de
semana por grupo etario
Hombre Mujer
Comentado [AG18]: Tengo dudas con este gráfico porque parece desmentir lo que dice el texto. Yo entiendo que dice que los hombres de todos los niveles educativos trabajan más horas de manera NO remunerada que las mujeres… Revisar, por favor.
Fuente: Elaboración propia en base a la ENUT 2015.
Gráfico 19
Horas de trabajo no remunerado día de semana por nivel educacional
Fuente: Elaboración propia en base a la ENUT 2015.
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Fuente: Elaboración propia en base a la ENUT 2015.
Fuente: Elaboración propia en base a la ENUT 2015.
La desigualdad en la distribución del trabajo no remunerado parece ser un fenómeno
transversal, presente en distintos niveles etarios, educacionales y de ingresos. Solo se observa
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Gráfico 19. Horas de trabajo no remunerado día de
semana por nivel educacional
Hombre Mujer
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1 2 3 4 5
Gráfico 20. Horas de trabajo no remunerado día de semana
por quintil de ingreso del hogar
Hombre Mujer
Comentado [tm19R18]: Ahí está!
Gráfico 20
Horas de trabajo no remunerado día de semana por quintil de ingreso del hogar
Fuente: Elaboración propia en base a la ENUT 2015.
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Fuente: Elaboración propia en base a la ENUT 2015.
Fuente: Elaboración propia en base a la ENUT 2015.
La desigualdad en la distribución del trabajo no remunerado parece ser un fenómeno
transversal, presente en distintos niveles etarios, educacionales y de ingresos. Solo se observa
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Gráfico 19. Horas de trabajo no remunerado día de
semana por nivel educacional
Hombre Mujer
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Gráfico 20. Horas de trabajo no remunerado día de semana
por quintil de ingreso del hogar
Hombre Mujer
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1. Variable que toma valor 1 cuando la persona es mujer y 0 cuando no.
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Todas las variables aparecen como significativas, pero la que tiene el coeficiente y el valor t más grande es la dummy de mujer. Así, se observa que ser mujer está relacionado con un aumento de 3,19 horas de trabajo no remunerado un día de semana. Por su parte, el máximo nivel educacional alcanzado parece relacionado con un aumento del trabajo no remunerado, comparado con aquellos sin educación completa. Un aumento en el quintil de ingreso, como lo adelantaba el gráfico 20, parece ligado a una disminución del trabajo no remunerado. Finalmente, convivir aumenta también el trabajo no remunerado en 1,5 horas un día de semana, así como la existencia de niños menores de 13 años en el hogar y el estar ocupado, que se relaciona con una disminución de 1,2 horas de trabajo no remunerado.
¿Cuánto es el trabajo no remunerado del total de trabajo?
Utilizando los datos de la encuesta, es posible calcular las horas totales trabajadas en un día de semana y un día de fin de semana, considerando tanto trabajo no remunerado como trabajo remunerado. De esta manera se puede obtener una aproximación de la
composición de las horas totales trabajadas en cada tipo de día, en términos de trabajo remunerado y no remunerado, y cuántas de este total de horas trabajadas son ejecutadas por hombres y cuántas por las mujeres. Los resultados de dicho ejercicio se muestran en la tabla 3.
Constante 0,806 0,160 5,050 0,000 ***Dummy mujer 3,195 0,062 51,510 0,000 ***Edad 0,012 0,002 6,530 Nivel educacional Educación básica completa 0,264 0,111 2,380 0,017 **Educación media completa 1,122 0,110 10,200 0,000 ***
Educación superior completa 1,371 0,128 10,730 0,000 ***Posgrafo completa 0,957 0,279 3,430 0,001 *** Quintil 2 -0,451 0,093 -4,860 0,000 *** 3 -0,410 0,097 -4,250 0,000 *** 4 -0,568 0,100 -5,680 0,000 *** 5 -0,770 0,113 -6,800 0,000 *** Dummy convive 1,551 0,065 24,030 0,000 ***Dummy vive con niños 2,028 0,068 29,810 0,000 ***Está ocupado(a) -1,215 0,067 -18,080 0,000 ***
N = 20553 F (13, 20.539) = 462,100 Prob > F = 0,000 R² = 0,226 R² ajustado = 0,226
Tabla 2
Resultado modelo de regresión
Tabla 3
Horas totales de trabajo remunerado y no remunerado diarias en 2015 (nivel nacional urbano)
Sexo (1) (2) (3) Miles de Miles de Horas Horas Personas horas día horas fin día de día fin en edad de semana de semana semana de de (1)*(3) (2)*(3) semana trabajar
Trabajo no remunerado
Hombre 2,45 3,16 5.865.130 14.369,6 18.533,8Mujer 5,98 5,96 6.488.931 38.803,8 38.674,0
Trabajo remunerado
Hombre 5,26 1,84 5.865.130 30.850,6 10.791,8Mujer 3,05 0,96 6.488.931 19.791,2 6.229,4Total horas trabajo no remunerado 53.173 57.208Total horas trabajo remunerado 50.642 17.021
Total horas 103.815 74.229Aportado por hombres 45.220 29.326Aportado por mujeres 58.595 44.903
Fuente: Elaboración propia en base ENUT 2015.
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El primer resultado relevante es que, del total del trabajo realizado un día de semana, el 51% consiste en trabajo no remunerado, con cerca de 53,2 millones de horas versus 50,6 millones de horas de trabajo remunerado. Los fines de semana esta proporción aumenta dramáticamente, llegando al 77%, con 57,2 millones de horas de trabajo no remunerado, versus 17 millones de horas de trabajo remunerado.
Las mujeres aportan con el 56% del total de trabajo realizado un día de semana, versus el 44%, de los hombres. Si bien a primera vista esto podría asociarse a que hay más mujeres que hombres de 15 años o más (lo que se considera en edad de trabajar), esta diferencia de aporte de un 29% supera largamente la diferencia entre el número de hombres y mujeres (10,6%). Esto se debe, entonces, no a una diferencia de número, sino simplemente a que las mujeres dedican más horas del día al trabajo, tal como lo mostró el gráfico 1.
Es necesario, sin embargo, considerar los alcances metodológicos de la ENUT 2015:
• Si bien la ENUT 2015 tiene alcance nacional, esto es solo a nivel urbano. Considerando que aproximadamente el 14% de la población (según estimaciones del INE) en 2017 vivía en zonas rurales, esto significa que aún falta parte importante de la población que cubrir.
• A pesar de los esfuerzos del INE, aún el 25% de la muestra de la encuesta no contestó el cuadernillo de uso del tiempo, lo que evidentemente puede generar sesgos debido a la necesidad de elaborar suposiciones respecto a las características y comportamientos de esta población.
• Al haberse aplicado solo una vez y hace más de 3 años, no permite realizar análisis más elaboradas respecto a eventuales movimientos entre trabajo remunerado/no remunerado y dentro/fuera del SICN, ni tampoco entender cuáles son los mecanismos que operan en la población al cerrarse la brecha de participación/ocupación laboral.
Pese a esto, la evidencia parece contundente, las encuestas laborales no están midiendo ni siquiera
el 50% del total del trabajo que se está realizando en Chile cotidianamente, y lo que miden es básicamente el realizado por los hombres. Esto parece especialmente escandalizador considerando el tiempo, recursos y en particular todas las políticas basadas en las actuales mediciones laborales, demostrando el evidente sesgo de género que existe cuando se habla de trabajo en Chile.
Propuestas de políticas para una concepción feminista del trabajo
En términos de políticas públicas, el cambio de paradigma respecto a lo que se considera trabajo tendría como principal consecuencia, evidentemente, la reorientación y ampliación de la naturaleza de las propuestas en el tema, que hoy se focalizan básicamente en impulsar la incorporación de la mujer al mercado laboral, incentivar su participación en áreas y cargos de mayor retorno (en áreas STEM, por ejemplo) y el cierre de la brecha salarial.
Esto, pues incluir al trabajo no remunerado en la concepción de trabajo trastoca el diagnóstico del que parten la mayoría de las políticas públicas existentes en el ámbito laboral, que suponen que las mujeres en Chile, como grupo, no están actualmente masivamente trabajando, desconociendo que en realidad las mujeres sí participan colectivamente del proceso productivo, pero fuera del mercado y que, es más, son las principales ejecutoras de trabajo en términos de horas.
Bajo esta óptica, considerar un éxito el incremento de la participación laboral femenina sin que se acompañe de una disminución de la carga de trabajo no remunerado, puede resultar contraproducente, si lo que se espera aumentar es el bienestar de las mujeres, que difícilmente puede alcanzarse en el contexto de una doble carga de trabajo, con los costos físicos y mentales que esto implica. Lo mismo pasa con los salarios pues, si bien actualmente se estudia las brechas de género en ingresos para aquellas mujeres que participan del mercado laboral formal, se excluye del análisis a aquellas mujeres que se dedican exclusivamente o la mayor parte de su tiempo al trabajo no remunerado, que por estar fuera del mercado tiene sueldo nulo. Si bien se
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entiende que son fenómenos que deben ser también estudiados por separado (pues en el mercado laboral operan mecanismos de naturaleza distinta que en el hogar), es vital, si se desea analizar en profundad las características, causas y consecuencias de la brecha de ingresos (y de otros resultados económicos) entre hombres y mujeres, entender cómo la brecha salarial y la carga de trabajo no remunerado se conjugan e interaccionan.
En el camino que implica integrar el trabajo no remunerado en las políticas públicas, un enfoque reciente pero que ha tenido una buena acogida es el propuesto por Diane Elson (2017), llamado de las tres “R”. Este enfoque se basa en la idea de que es factible agrupar las tareas necesarias para integrar al trabajo remunerado y no remunerado en tres tipos de acciones: “reconocer”, “reducir” y “redistribuir”.
La primera R constituye el reconocimiento, entendido como visibilización, reflejado en la incorporación del trabajo no remunerado a las estadísticas nacionales de manera sistematizada, proveyendo información no solo de la magnitud del trabajo no remunerado que se realiza en un periodo de tiempo sino también de las características de este y sus determinantes a nivel individual y familiar.
La segunda R implica la reducción, que significa avanzar en la eliminación de la parte del trabajo remunerado que es monótona, pesada, innecesaria y que genera un estrés excesivo en quien lo ejecuta, en particular considerando la tecnología disponible. Esto puede lograrse de varias maneras, principalmente relacionadas con una mejora en la tecnología disponible en los hogares, en la infraestructura y en la cantidad, calidad y disponibilidad de los servicios públicos.
La última R corresponde a la redistribución del trabajo no remunerado que no pueda ser eliminado entre los miembros del hogar y las instituciones, para así terminar con la brecha tan claramente observada actualmente.
En consonancia con este enfoque, podemos delinear algunas propuestas de corto, mediano y largo plazo que pueden apoyar esta integración del trabajo no remunerado en la economía chilena:
• La sistematización de las encuestas de uso de tiempo para que, al igual que las encuestas de empleo, de caracterización socioeconómica y de salud, entre otras, sean realizadas de manera sostenida en el tiempo, con una frecuencia no menor a dos años. Es necesario, así mismo, la mejora de los instrumentos utilizados, tanto en alcance (a nivel nacional, incluyendo las zonas rurales), como en su tasa de respuesta y contenido, debiendo sumarse más detalles (ya sea en la misma encuesta o en instrumentos complementarios) respecto a las características y tecnología involucrada en el trabajo no remunerado realizado. En el corto plazo, es urgente realizar una versión 2019 de la Encuesta de Uso de Tiempo, a nivel nacional urbano y rural.
• Si bien es urgente una nueva aplicación, urge asimismo una sistematización de la encuesta de uso de tiempo como insumo de políticas públicas, y una mayor difusión de los resultados arrojados.
• En este sentido, es tarea fundamental que el Estado lidere la tarea de reconfigurar el concepto de trabajo. Para esto, es necesario no solamente generar nuevos mensajes que recaractericen el trabajo, incluyendo al trabajo no remunerado, sino también cambiar el lenguaje utilizado, para dejar de hablar de “trabajo”, en general, cuando se quiere hacer referencia exclusivamente al trabajo remunerado.
• Con la información de encuestas y otros mecanismos de levantamiento de datos, es posible estudiar y analizar la parte del trabajo no remunerado factible de reducir o eliminar, en particular aquellos donde existen tecnologías que el Estado puede proveer o coordinar. Esto, especialmente en hogares donde la carga de trabajo no remunerado es más alta (hogares con muchos hijos, o donde existen personas que necesitan cuidados permanentes). Un ejemplo de tareas propensas a ser eliminadas es la recolección de materias primas para la calefacción y la preparación de alimentos, que pueden ser provistas o subvencionadas por el Estado. También en la recolección de agua y el lavado de ropa la provisión de tecnología e
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infraestructura puede ser vital en la eliminación de tareas que, en su ausencia, serían muy trabajo-costosas, en particular, en ciertos contextos socioeconómicos y familiares.
• En las tareas de redistribución es probablemente donde existe el mayor espacio para mejorar la integración del trabajo no remunerado. Esto, pues son numerosas las tareas donde es posible pensar en una redistribución, tanto desde las mujeres hacia el Estado, como desde las mujeres hacia los hombres y al mercado:
o El Estado puede tener como objetivo explícito la redistribución del trabajo no remunerado al crear y ampliar programas de salas cunas y jardines infantiles, y de todo tipo de actividades escolares y extraprogramáticas que absorban tiempo de cuidado de niños, desde la primera infancia hasta la adolescencia.
o El cuidado de las personas mayores y personas con necesidad de cuidados permanentes recae principalmente en mujeres miembros de la familia, vivan fuera o dentro del hogar. Por lo tanto, programas de cuidado de adultos mayores y de personas con necesidades de cuidado permanente, ya sea a niveles hospitalarios o ambulatorios, provisto por agencias estatales o a través de subsidios, también permitirían redistribuir trabajo no remunerado de cuidado desde las mujeres hacia las instituciones. Así mismo, la entrega de subsidios que funcionen como sueldos para las y los cuidadores familiares transformaría este trabajo no remunerado en remunerado y, a su vez, permitiría generar incentivos hacia la redistribución de estas actividades, en la medida en que se generen compensaciones competitivas respecto a los salarios observados en el mercado.
o En la redistribución del trabajo hacia los hombres, es vital modificar la normativa actualmente vigente en temas laborales para extender todos los derechos maternales/paternales hacia los hombres y, paralelamente, tomar las medidas necesarias para que sean efectivamente ejercidos. El Estado no solo debe extender el fuero paternal, la obligatoriedad de salas cuna en las empresas
y todos los permisos relacionados con el cuidado de los hijos hacia los hombres, sino que debe ser activo en incentivar y, si es necesario, obligar su uso efectivo por parte de los padres y el cumplimiento de la normativa por parte de las empresas.
• Del mismo modo, es factible generar nuevas iniciativas que permitan traspasar trabajo no remunerado hacia los hombres como, por ejemplo, generando incentivos a la participación de los padres en las comunidades escolares, en el cuidado de la salud de los hijos, además de fomentar, incentivar y difundir la importancia de la corresponsabilidad parental, en caso de la separación de los padres.
• Relacionado con lo anterior, una revisión de la normativa actualmente vigente respecto a pensiones de alimento que logre mejorar su tasa de cumplimiento (actualmente muy baja), permitiría aumentar el bienestar de los hogares y núcleos familiares uniparentales, mayoritariamente liderados por mujeres, eventualmente también permitiendo una mayor tercerización de las tareas de cuidado.
• Finalmente, cambiar los paradigmas culturales actualmente vigentes y eliminar los estereotipos y roles de género es vital para lograr una redistribución sistémicamente no sexista del trabajo no remunerado. El Estado puede apoyar estas tareas a través de, por ejemplo, un currículo escolar no solo no sexista sino antisexismo, y de la prohibición de los contenidos sexistas en los medios de comunicación masivos.
No obstante las propuestas presentadas, son necesarias medidas adicionales que logren en el corto, mediano y largo plazo paliar los efectos de la histórica división sexual del trabajo observada en la práctica.
En particular, son necesarias nuevas políticas públicas que permitan investigar e identificar las principales consecuencias del trabajo no remunerado en términos de salud, especialmente en aquellos grupos con mayor riesgo de sobreexplotación en cuanto a horas de trabajo (madres con múltiples hijos, madres solteras, madres trabajadoras, personas a cargo de familiares con necesidades de
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cuidado permanente, entre otras). Finalmente, es en el área de seguridad social, pensiones e invalidez donde el trabajo no remunerado tiene los efectos más marcados en términos de beneficios, pues el actual sistema de capitalización individual, por su naturaleza, solo reconoce al trabajo remunerado formal en el cálculo de las pensiones, lo que tiene amplios efectos en términos de montos recibidos; esto se refleja en que el promedio de las pensiones de las mujeres alcanza solo el 56% del promedio de los hombres.2 Es necesario por lo tanto que en las próximas reformas esto sea considerado a través de un sistema solidario, que establezca transferencias hacia las mujeres (y hombres) que se dedican por periodos más frecuentes y prolongados al trabajo no remunerado, terminando con la condena actual a pensiones nulas o muy bajas (por ejemplo, la Pensión Básica Solidaria) a personas que durante toda su vida han trabajado. Solo así se podría establecer un Estado garante de derechos para los trabajadores, en el sentido real de la palabra.
Conclusión
La lucha contra la desigualdad entre hombres y mujeres, uno de los desafíos más relevantes para las sociedades modernas, tuvo el año pasado uno de sus peaks históricos tanto en Chile como en el mundo, motivado principalmente por las demandas contra el fin de la violencia de género y a favor de los derechos sexuales y reproductivos. Y, a pesar del fervoroso recibimiento que tuvo este movimiento, especialmente entre las jóvenes, aún los paradigmas culturales respecto al rol de hombres y mujeres en la sociedad están lejos de ser cuestionados masivamente, ni menos estudiados en profundidad por la academia ni por los responsables de las políticas públicas.
Uno de estos paradigmas es el que se construye principalmente alrededor del trabajo, que históricamente en las sociedades capitalistas ha sido considerado solo aquel que se realiza fuera del hogar, en mayor proporción por los hombres. Así, el trabajo
y el valor generado por las mujeres en el hogar ¾cada vez de manera menos exclusiva, pero todavía con la mayor parte del peso¾, ha sido históricamente invisibilizado, no solo de las cuentas nacionales sino de las estadísticas de empleo y salarios que se publican periódicamente y que son la base de gran parte de las políticas públicas relacionadas al trabajo, salud, previsión, educación, etc.
Esta exclusión, si bien defendida por algunos economistas como resultado de decisiones técnicas, es percibida cada vez más como consecuencia de unas ciencias sociales y una academia impregnada de lógicas patriarcales, elaboradas y ejecutadas por hombres, que responden a una sociedad donde el foco del bienestar se halla en el núcleo familiar y donde el lugar de la mujer está, en mayor o menor medida, en su hogar.
Solo en las últimas décadas, debido principalmente a la presión ejercida por el naciente movimiento de la economía feminista, se ha comenzado a entender la importancia del trabajo no remunerado y la relevancia de su reconocimiento y medición para la elaboración de políticas públicas con perspectiva de género. Sin embargo, Chile aún está muy atrasado en el tema, y solo se cuenta con una Encuesta de Uso de Tiempo, instrumento para medir el trabajo no remunerado realizado por las mujeres por excelencia, aplicada recién en 2015 a nivel nacional urbano y que tuvo poco o nulo impacto en las políticas públicas.
Por lo anterior, la visibilización del trabajo no remunerado es vital para poder tener una imagen lo suficientemente completa del aporte de las mujeres a la economía, de las brechas existentes entre hombres y mujeres en resultados económicos, y para poder diseñar e implementar políticas públicas que realmente logren atacar las brechas de género, entendiendo su plena dimensión. Hablar de participación y ocupación laboral, en el sentido que se le da hoy en día, únicamente considerando al mercado como fuente de trabajo productivo, no permite entender las dinámicas de traspaso material que existen entre los miembros de las familias, las empresas y el Estado, y la explotación económica resultante, uno de los pilares del patriarcado en nuestra sociedad.
2. Considerando el número y monto promedio de las pensiones pagadas en el mes por modalidad, según sexo del causante y tipo de pensión, en enero de 2019. Superintendencia de Pensiones de Chile.
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Referencias
Autora
Trinidad Moreno Silva, Economista Universidad de Chile, Máster en Análisis Económico de la misma universidad. Estudiante del Máster en Métodos de Investigación Social en The London School of Economics and Political Science (Inglaterra).
Fundación Friedrich Ebert en Chile
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