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Febrero, 2014
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Al equipo de investigación de “Contacto Paranormal” - 2013
Christian Quiroz
Marco Casquero
Jefferson Montalvo
Jhennifer Inocente
Denis Poma
Katty Luis
Rocio Aliaga
Lizbeth Auris
Introducción
No habré de narrar nada que no haya vivido, ni trataré de verter mucha fantasía a excepción de nombres y algunos lugares para proteger la
identidad de personas y todo aquello que deba ser guardado de la naturaleza humana.
“CIUDAD PARANORMAL I”, es una corta colección de historias que han sido recogidas durante algunos años; pero a diferencia del trabajo que realizan los recopiladores, las líneas siguientes son el resultado de viajes, entrevistas
y testigos. Todo el contenido está basado en testimonios que van desde familiares directos, vecinos, hasta amistades lejanas de las personas de las cuales he tratado de plasmar sus vivencias.
Si bien he encontrado muchas historias, aquí les presento las que más pruebas de realidad o de posibilidad han mostrado, ya que recorrí casi en
su totalidad los escenarios y las calles sobre los cuales he tratado en el presente libro.
Al escribir estas líneas he intentado el estar dentro de lo posible, sujeto a
cada palabra, testimonio y forma de narrar los hechos de cada uno de aquellos quienes me han acercado un poco más a cada relato, es por ello el lenguaje sencillo y hasta a veces demasiado natural, alejado de los adornos
y recursos propios de la literatura. El contenido vertido aquí es en gran parte de escritos y grabaciones.
Al iniciar las primeras investigaciones y entrevistas para escribir “CIUDAD PARANORMAL I”, las miradas de los amigos cotidianos y conocidos cambiaron repentinamente, quizás especularon que estaba cerca a la
demencia o algo similar; en contraposición conocí muchas personas, voraces todas ellas, por compartir aquello que no se atrevían a narrar
libremente por mantener lejos de ellos a la incredulidad.
Es por ello la dedicatoria de este libro, porque de algún modo compartimos ese bizarro gusto por lo paranormal, por que abrimos la mente a la
posibilidad de que exista algo más allá de todo lo aceptado, y nos sumergimos en la investigación, la experiencia… y sobrevolamos por encima del método aprendido que encierra los conocimientos en fronteras visibles
El último relato (Mujer diablo) no debería formar parte de “CIUDAD PARANORMAL I”, porque el escenario donde se desarrolló fue un pueblo
cercano; pero lo incluí porque al realizar la investigación no encontré diferencia entre la realidad y la posible fantasía, por las múltiples pruebas y locaciones aun existentes hasta el día de hoy.
JorDan Ramírez
Martes 18 de febrero del 2014
Índice
Página
Introducción…………………..………………………………………………………...…… 6
CIUDAD PARANORMAL I
Promesa sin tiempo…………………………………………………………………..... 7
Un “condenado” en casa ……………………………...................................19
Demonios en “la doble”……………………………….…….…………….…... 32
La fortuna del muerto………………………………………............................ 39
Julissa en el camino…………………………………………………..………… 43
Gatos fúnebres………………………..…....................................................... 50
Madrugadas en el cementerio……………………………………………….. 54
Mujer diablo………………………………………………………..…………...... 59
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 7
PROMESA SIN TIEMPO
* Es difícil el relatar la historia de alguien con quien hemos compartido muchos
días en el pasado, más cuando se siente la nostalgia y las viejas preguntas
retornan a pintarnos las posibilidades de alguna oportunidad perdida, que
quizás hubiera cambiado el final de aquellos días durante los cuales se
escribió su historia.
Hace algunos años, cuando ya habíamos adquirido una forma de vida casi
rudimentaria, teniendo come el eje central de nuestras vidas las inconstantes
clases en la universidad local; habíamos formado un grupo muy sólido,
cuatro amigos, que no solamente compartíamos lo que nos ofrecía la vida
universitaria, sino que más aun la vida fuera de ella, ya que existía entre
nosotros una amistad que parecía trascender muchos años atrás, pues
conllevábamos muchos aspectos en común y más cuando se trataba de
salir en búsqueda de aventuras y diversión, gustábamos del rock en todas
sus formas, caminar por las calles, el ir fuera de la ciudad sin ningún motivo
y las tardes y noches de discotecas.
Fue en una de aquellas noches en que Víctor reconoció entre “el mar
negro” de un concierto, a un grupo de sus amigas de la escuela secundaria,
las cuales no tardaron en hacer crecer el grupo de cuatro que formábamos;
la noche se hizo madrugada mientras los excesos se hacían cada vez más
presentes, yo como siempre prefería el conversar mucho y alejarme de las
bebidas alcohólicas, además de que aquello de bailar y de hacerse al
gracioso se lo dejaba a los demás. Aquella noche mientras me encontraba
sentado en la barra y trataba de que no notaran la soda que llevaba entre
las manos, se me acercó Miriam una de las que formaba parte de las amigas
de Víctor, se acomodó en un banco alto junto a mí y estuvimos como una
hora compartiendo unos cigarrillos, una gaseosa, algunas canciones y
muchas historias cortas.
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 8
Días después los encuentros de ambos grupos eran casi frecuente, ellas
gustaban de muchos lugares que nosotros frecuentábamos (como el billar y
los juegos de vídeo…) y a nosotros nos agradaba su compañía.
Una tarde Miriam llegó hasta nosotros, sola y muy moleta, molestia que
después se convirtió en lágrimas, al parecer ella y sus amigas habían tenido
un problema el cual había terminado con su amistad, -cosas de mujeres-
pensábamos, no le dimos mucha importancia, más allá de decirle algunas
palabras intentando consolarla. Pero desde aquel día ella al parecer
encontró refugio y amistad entre nuestro grupo, ya que comenzó a
frecuentarnos, pasaba junto a nosotros cuatro muchos días enteros,
conversábamos largas horas; lo compartíamos todo hasta llego al punto de
abandonar los salones de su facultad e ingresar a nuestras aulas sólo por el
gusto de estar entre nosotros.
con el correr del tiempo entablo gran amistad con todos los demás del aula,
pero ella al parecer tenia predilección por estar casi todo el tiempo junto al
grupo del cual yo formaba parte; para nosotros ella era alguien que nos
limitaba un poco el compartimento exagerado, brusco de trato y palabras
que a veces utilizábamos; ella se encargaba de ponernos un límite, nosotros
le teníamos un gran respeto; compartíamos tanto que los días en que ella
no aparecía por la facultad o por las calles, la buscábamos como si se
tratara de uno de nosotros.
Aprendió a compartir algunas cosas que considerábamos como nuestras.
No le llevó mucho tiempo el aprender a jugar al billar “como todo un
hombre”, a humillar a Víctor que llevaba muchos años jugando y no era
capaz de ganarle; ella aprendió a tocar la guitarra y a cantar, con el tiempo
hasta cambio el estilo gótico que tenía por uno más parecido al nuestro,
ciertamente no dejo de utilizar los labiales negros, pero se alejó de toda
aquella ropa que incentivaba a la burla (de aquellos de mente limitada que
no respetan la liberad de predilección de los demás), por los “cueros
oscuros” que denotan poder y respeto; por su parte ella nos enseñó a contar
historias y a callar, a mantener las calles limpias y a no jugar como niños,
creo que ella es una de las que inicio de manera inconsciente con nuestra
Comunidad Naturalista… eran grandes días, en los cuales lo compartíamos
todo.
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 9
Por su parte Sus “ex amigas” se nos acercaban a veces, pero no hablaban
con Miriam, sólo se limitaban a decir que ella era una bruja, y no como un
insulto sino que era una bruja de verdad, buena, pero bruja en fin. Es por ello
que comenzamos largas horas de conversación, yo claro incentivado por la
curiosidad que me dijera las razones por las cuales le decían de manera tan
extraña y que a ella parecía no importarle. Una tarde quizás para darle
respuesta a tantas preguntas se apareció con unas cartas, las cuales ella
afirmaba las utilizaba para poder ver el futuro y cosas así, nosotros
dudábamos de sus palabras, pero le seguíamos el juego.
Con los días fuimos compartiendo muchas experiencias y algunas cosas
extrañas. Cierto día cuando nos fuimos a un campamento, nos reunimos
alrededor de unos leños que desprendían un fuego abrigador y nos pusimos
a observar las estrellas, no tardamos mucho en conversar sobre orión y la
forma en que los antiguos navegantes la inutilizaban para poder seguir su
rumbo exacto. Después los temas de conversación donde intervenían casi
todos se fueron poniendo más interesantes y a la vez espeluznantes, hasta
el punto en que uno comenzó a hablar sobre la muerte, se dijo mucho y se
exageró a veces, pero Miriam no decía nada, parecía estar muy triste, en
un momento sólo dijo:
- quisiera estar muerta en este momento -
Nosotros la observamos durante unos segundos, pero después todos lo
tomaron como si se tratara de una broma, ella continuo en silencio, a
continuación uno a uno fue hablando de lo que “sabia” acerca de la
muerte hasta que llegó otra vez el turno de ella; entonces nos miró y hablo
un poco, pero antes de concluir dijo:
- yo voy a morir algún día pero no me voy a ir sin despedirme de todos
ustedes, aun así este sepultada volveré, y todos lo verán-
Estas palabras pusieron nerviosas a las chicas, pero al grupo les provocó
hasta algo de gracia, ya que hasta ese momento me miraban a mi como a
alguien extraño por mi afición a lo paranormal.
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Una tarde de feria me encontré con ella de casualidad y recordó las mucho
de lo que habíamos vivido, fue muy cariñosa y expresiva como nunca la
había visto, hablamos un poco más y quedamos en ir por un café al
atardecer, (desde siempre no acostumbro a salir casi con nadie de manera
tan personal, pero algo me impulso a acompañarla).
Aquella tarde la pasamos muy bien conversando y caminando sobre la
nieve, después del café me retorno un anillo que hacía poco me había
ganado en un juego de billas, un anillo muy especial para mí (por aquellos
días usaba nueve aros en cada mano), al devolvérmelo me dijo:
- toma, ya me acompaño lo suficiente, ahora te tiene que acompañar a ti-
Después se despidió con un beso.
Desde aquel momento no la vi más, ni tuve noticias de ella sino hasta un año
después cuando uno de mis amigos del grupo llegó a mi domicilio con la
mala noticia de que Miriam había fallecido un día antes. Esto me llenó de
una pena que hasta el día de hoy me entristece.
(No seré explícito en lo que le ocurrió, sólo basta decir que ella “decidió”
ponerle fin a su vida de una manera trágica).
Sobreponiéndome un poco a la noticia mi amigo me llevó hasta el lugar en
el cual la estaban “velando”, pero cuando llegamos hasta ahí, yo no quise
entrar, porque sabía todo lo que había sufrido durante su vida, la forma
indiferente en la que la trataban en su familia y en especial sus padres,
preferí alejarme, pero cuando apenas dábamos unos paso lejos de ahí, su
padre de la manera más natural y como si se tratara de alguna celebración
nos invitó a pasar
. -Maldito- pensé y comencé a alejarme por su bien.
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más tarde fuimos a las viviendas de nuestros amigos para comunicar la mala
nueva, después entre muchas cosas acordamos no hacernos presentes
donde se encontraba ella en esos momentos, todos sabíamos bien lo que
ella había sufrido y ciertamente nadie quería recordarla así, preferíamos
guardar el recuerdo de aquella chica impredecible, que siempre llegaba
con una historia nueva, aquella que siempre vestía jeans oscuros y hacia
resaltar más su piel blanca… aquella noche fuimos a caminar por toda la
ciudad y terminamos dejando de lado nuestras costumbres y recordarla
entre algunas cervezas y escuchando las baladas en ingles que tanto le
apasionaba.
…
Días después que ella fue sepultada en el cementerio de la Ciudad, me
encontraba sumergido entre mis cuadernos, porque estábamos en los
exámenes finales de la universidad, ciertamente recordaba a Miriam
entristecía y no podía concentrarme; casi a las cuatro de la tarde llamaron
a mi puerta, y cuando abrí fui sorprendido por Alfredo, un amigo que
formaba parte de nuestro habitual grupo de cuatro, él estaba muy agitado,
solo alcanzó a pedirme un vaso con agua, el cual se lo alcance de
inmediato. Después al parecer más tranquilo me dijo:
- vamos a la universidad -
Yo me resistí, porque teníamos un examen a las siete de la noche y no
quedaba mucho tiempo para estudiar, pero él insistía tanto que al final le
pregunte sobre que era aquello tan importante que había en la universidad,
entonces me dijo algo que me despertó una emoción desconocida
– Miriam está en la puerta-
Yo no creí en lo que me decía así que se lo hice repetir de nuevo y él con
una extraña expresión y muy nervioso me repitió todas sus palabras.
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-No seas gracioso, no juegues con eso- le dije;
Pero él insistió tanto que yo tenía que verla. Que al final me apresure en dejar
todo y salir en su compañía.
No le creía media palabra, pero un poquito de esperanza se había instalado
en mí, la posibilidad de que hubiera ocurrido algo y que los días pasados no
habían sido sino un mal sueño, o alguna alucinación.
Cuando apenas caminábamos unos pasos, una amiga se nos acercó y con
el miedo dibujado en su rostro y con voz entrecortada nos dijo:
- Miriam esta en frente de la universidad-.
Hasta ahí yo supuse que se trataba de una broma, que ambos se habían
puesto de acuerdo para llamar mi atención y llevarme hasta algún lugar;
pero cuando caminábamos sobre una vereda del pequeño parque y nos
faltaban media cuadra para llegar hasta las puertas de la Universidad, casi
nos repitieron a la perfección lo mismo dos colegas de la facultad; entonces
comencé a buscar una explicación lógica y a tratar de despertarme de
aquella vivencia…
Mientras tanto continuamos con nuestro camino.
Apenas cruzábamos en frente de las oficinas de un Banco, pude observar
en la distancia a una joven mujer, vestida de manera poco común; ella
llevaba un traje muy negro, su rostro mostraba una piel muy blanca y su
cabello largo se veía extrañamente hermoso. Ella estaba sentada sobre una
construcción circular que se encontraba ubicada en frente de la
universidad
*aquella construcción circular (que con el tiempo adquirió un nombre muy
popular entre los estudiantes), era ahí que a falta de un mejor lugar nos
reuníamos constantemente, nos quedábamos ahí conversando y planificando
que sería de las tardes o donde nos encontraríamos los fines de semana, a
veces simplemente era el lugar de reunión de ambos grupos para comenzar a
caminar calles abajo.
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Al mirarla quedé muy impresionado, ya que de manera inexplicable
comencé a experimentar un sentimiento de paz y casi podía escuchar una
melodía lírica, de esas que son dulces pero que suenan cuando se inventa
un adiós.
Permanecí ahí, observándola por unos segundos, totalmente arrancado del
presente. Hasta que la voz de mi amigo, me alentó a seguir adelante,
entonces caminamos cerca a aquel lugar como lo hacíamos todos los días,
a cierta distancia pasamos en frente de ella y continuamos camino arriba.
Cuando nos alejábamos con dirección al hospital, él me dijo:
- ¿la viste? -
Yo incrédulo aun de mis ojos, no le respondí, pero estaba seguro de que era
ella, mas no podía creer aquello; entonces muy desconcertados ambos
hablamos poco pero acordamos en ir hasta ella, pero mientras nos íbamos
acercando, (creo que ambos íbamos sintiendo que no era lo correcto),
disfrazamos nuestro miedo con la posibilidad de que tratara de alguien que
tenía un parecido extraordinario con ella, quizás sólo era eso lo que llamaba
la atención de todos.
Apenas a unos metros de ella nos detuvimos y decidimos ingresar a los
edificios de la universidad para buscar a los amigos, quizás alguien sabría
decirnos quién era aquella joven.
cuando ingresamos, casi todos se encontraban en sus aulas, entonces
buscamos a uno de sus familiares que estudiaba en la facultad próxima y
caminamos sobre un piso de madera que cruje siempre que alguien camina
sobre él; Aquella tarde aquellos ruidos despertaban un poco al miedo;
cuando llegamos al final de aquel camino, continuamos caminando por los
demás ambientes, al observar por una rendija de la puerta de unos de los
salones, no logramos ver a quien buscábamos, así que no nos atrevimos a
tocar la puerta, en cambio nos dirigimos a otro edifico de la Universidad.
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Cuando nos encontrábamos dentro y mientras hacíamos uso de unas
nuevas escaleras, pudimos observar a la joven que todavía se encontraba
sentada afuera. Comenzaba a llover y todos buscaban un lugar donde
refugiarse del frio, pero aquella joven continuaba imperturbable
Desde nos encontrábamos pudimos observarla un poco mejor, sus ropas
que al principio se nos habían presentado como una mujer vestida de unos
jean s oscuros, como si tratara de algo mágico había cambiado de forma,
todavía se presentaba vestida de negro, pero más que vestir unas ropas
comunes, parecía estar vestida de una especie de velos o algo así, me
recordó a los trajes que visten los árabes, y como si esto no fuera lo
suficientemente extraño, ella tenía algo que parecía un pañuelo negro
transparente en el cuello y este se dejaba elevar por el viento y parecía que
la lluvia no podía empaparla, es más, cuando se puso de pie, vimos que su
extraña vestimenta parecía estar totalmente seca a pesar de que la lluvia
fue intensa por unos instantes.
Después de que aquella joven se puso de pie, y lanzó una mirada alrededor,
parecía estar observándolo todo; mi amigo y yo no nos perdíamos detalle
de ella, y la duda seguía en nosotros, si en verdad se trataría de una visitante
que nosotros no conocíamos… pero después ella nos miró fijamente desde
la distancia y pudimos verla, la duda se desvaneció, era Miriam y nos miraba
con una mirada dulce, como siempre lo hizo. Ambos mantuvimos la mirada
directamente hacia sus ojos, lejos de tener miedo, aquello nos emocionó
casi hasta las lágrimas, yo sentí un dolor en la garganta pues sabía bien que
ella había fallecido hacía ya algunos días.
No sé cuánto tiempo mantuvimos la mirada fija, sólo presumo que fue muy
poco, después ella otra vez giró su mirada y se fue caminando calles abajo.
Nosotros que nos habíamos quedado como en un estado de trance, de a
pocos comenzamos a hablar a media voz; y al ver que se alejaba, salimos
velozmente detrás de ella, pero debido a la distancia demoramos un poco
en alcanzar las calles.
Apenas comenzábamos a correr intentando el darle alcance, una de sus
mejores amigas, aquella la que siempre estuvo a su lado desde la primaria
nos llamó sin ocultar su llanto, entonces nosotros nos acercamos para
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preguntarle que le ocurría; ella no podía decir nada, se ahogaba entre sus
palabras y sus lágrimas, como todavía continuaba lloviendo, nos dirigimos
hacia un pequeño edificio que se encontraba muy cerca, allá adentro ella
se recuperó un poco del estado en que se encontraba, sin dejar de llorar
nos dijo:
- Miriam estuvo en mi casa a mediodía, ella vino hacia mi mientras me
encontraba observando y guardando las fotografías en las que
aparecíamos juntas, mi madre me dijo que así tendría menos pena, pero no
me resistí, sentí mucha pena y no quería despegar aquellas fotografías de
mi pared, entonces ella se me presento de algún lugar y sólo me dijo ya no
llores, luego desapareció sin explicación- después de decir esto continuo
llorando de una manera casi imperceptible.
Nosotros también entristecimos, y después de acompañar a nuestra amiga
a su casa, hicimos unas llamadas para ubicar al resto del grupo y acordamos
encontrarnos en una mesa de una discoteca, que siempre esperaba por
nosotros.
No éramos demasiado irresponsables e incapaces de sentir pena, era sólo
que buscábamos un lugar en el cual las cosas no sonaran tan alejadas de
la realidad.
Cuando ingresamos a aquel lugar nuestros otros dos amigos se encontraba
ahí muy bien acomodados, nosotros no tardamos en apretarnos las manos
como saludo y luego comenzamos a hablar, para nuestra sorpresa uno de
ellos también decía haber visto a Miriam, entonces nos pusimos a recordarla,
y como si se tratara de un golpe del recuerdo aquella promesa que la
tomamos como una broma retornó a nosotros. Cuando aquella noche juró
que ella aun después de la muerte retornaría a despedirse, todos entonces
iniciamos a creer en aquello y después a culparnos mutuamente, porque de
nuestro grupo solo uno se había atrevido a ir por unos minutos a su velorio,
pero ninguno fue el día de su sepelio, quizás sería eso. Que ella cumplía su
promesa; entonces el conjunto de emociones extrañas otra vez se hicieron
presentes.
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Para calmarnos un poco, uno de nuestros amigos quien todavía se
mantenía escéptico ante la posibilidad de que Miriam había sido alcanzada
por nuestras miradas aquella tarde, se dirigió hacia el primer piso a comprar
unas cervezas y demoró un poco, al rato retorno con las manos vacías y muy
asustado, nosotros un poco incomodos por su demora y algo enredado
entre palabras lo interróganos:
- ¿qué es lo que le había sucedido?- entonces él nos dijo
- acabo de ver a Miriam, ella esta abajo- mientras apretujaba sus orejas
con sus manos, como quien no quería escuchar al mundo y mantenía su
mirada hacia el piso, parecía enloquecer.
Entonces nosotros nos quedamos como petrificados y comenzamos a sentar
miedo, ¿por qué ella estaba ahí’? ¿Estaría siguiéndonos?
(Aquel lugar constaba de dos pisos, el segundo piso tenía como frontera
unas barras de madera de mediano tamaño desde donde se podía
observar casi en su plenitud a todos los que se encontraban abajo), nos
asomamos desde ahí para buscarla, pero no la pudimos observar, después
un poco indecisos nos entre mezclamos con las personas que bailaban y se
enredaban en excesos, camínanos por todos lados, pero nuestra búsqueda
no dio el resultado que queríamos, después retornamos a la mesa; mientras
mis amigos comentaban, me asome una vez más por encima de aquellos
barrotes del segundo piso. No estoy seguro, pero creo que logre verla entre
la gente, pero no dije nada. Al retornar en mi grupo de amigos, conversamos
un poco más y lléganos a la conclusión de que debíamos ponerle un punto
final a todo aquello y decidimos en ir a buscarla.
…
Cuando salimos de aquel local ya eran como las ocho de la noche y nos
encaminamos al cementerio, sería una mentira el no decir, que a pesar de
ser poseedores de algunos primaros conocimientos de parasicología y
ocultismo no sentíamos miedo, es por ello que en el camino compramos una
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cerveza para cada uno y unos cigarrillos, y después casi en silencio
atravesamos las calles peligrosas, las de caminos de tierra que
inevitablemente terminaban en aquellas paredes esas de barro y de regular
tamaño.
Desde una puerta grande, a través de sus barrotes negros pudimos observar
el lóbrego ambiente que había adentro, al parecer todos sentíamos un
poco más de miedo, pero continuamos nuestro camino; cuando llegamos
hasta la puerta principal, la duda se presentó:
¿Cómo ingresaríamos?
Pero para nuestra sorpresa aquella gran puerta no tenía ningún seguro,
bastaba con darle un solo empujón y se deslizaría dejándonos paso libre.
Ciertamente no era la primera vez que visitábamos aquel lugar cuando
estaba oscuro, pero antes siempre fue en la frontera del día, aquella hora
no era habitual. Con mucho sigilo y hablando en voz baja, avanzamos hacia
el interior hasta llegar hasta una pequeña capilla; estando ahí comenzamos
a preguntarnos si alguno de nosotros conocía su sepulcro, pero como
ninguno la acompaño el día de su sepelio todos lo ignorábamos; a causa
de ello nos dirigimos hasta donde se encontraban las nuevas construcciones
para que quizás de casualidad lográbamos divisar una “lapida” con su
nombre y nos marcara donde se hallaba, pero por más que dimos mucha
vueltas y tratamos de observar lo mejor posible cada una de ellas, no la
hallamos entre la penumbra. Quien sabe porque razón olvidamos llevar
siquiera una linterna pequeña.
Después caminamos por otros lugares, pero no la hallamos, entonces
decidimos quedarnos allá un rato, recodándola y bebiendo las cervezas,
con la esperanza de que ella se acercara hacia nosotros, pero nada ocurrió,
ni siquiera el menor ruido se produjo por ningún lado, entonces juntamos
nuestra manos oramos a nuestro estilo y nos despedimos de ella…
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 18
Desde aquel día cuando a veces se nos escapa su nombre en algún
recuerdo, nosotros, o quizás sólo yo prefiero recordarla como aquella tarde
cuando compartimos un café o quizás como en aquella tarde de lluvia con
su mirada dulce y sus ropas oscuras.
A veces decimos que ella todavía debe de estar por ahí, es un consuelo que
nos alivia un poco las heridas que se despiertan con su recuerdo.
Esta noche retorna a mí un poco de sus palabras, cuando dijo:”… el día que
me vaya para siempre, quizás no dejare un buen recuerdo, pero por lo
menos dejare una cicatriz…”
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 19
UN “CONDENADO” EN CASA
Aquella tarde, un amigo mucho mayor que yo, conocedor de mi
irrefrenable gusto, me propuso “caminar sin rumbo”, pero como siempre
terminamos visitando la tumba de su padre, ingresamos al cementerio por
sus puertas negras, y luego por entre sus árboles, bajamos las gradas de
piedras y un poco más allá en lo alto con letras negras el nombre de su
progenitor adornada con una cruz pequeña y flores que se notaban que
hacía poco habían sido puestas en vasijas blancas, una oración que no
supero el minuto y nos fuimos a caminar con rumbo al sepulcro de otros de
sus familiares, al llegar. Como eran construcciones bajas nos acomodamos
a un costado e iniciamos una corta conversación, a corta distancia me
llamó la atención una construcción de forma tan particular que parece algo
antigua y abandonada, mostraba moho verde y negro en su base, no
aparenta un nicho, o una edificación en memoria del que descansaba
debajo, pareciera más un ladrillo gigantesco olvidado por algún ser colosal,
que en su afán de construir lo dejo olvidado, porque parece estar siendo
tragada por la tierra con el paso del tiempo, no muestra por ningún lado el
nombre de aquel quien descansa en aquel lugar, no hay ni siquiera rastros
de que en algún momento alguien le hubiera prestado alguna atención.
Impulsado por la curiosidad pregunté:
-¿qué es eso?- (era la primera vez que me detenía en aquel lugar)
- es la tumba del papá del vecino José - (no mencionare su apellido por no
contar con su permiso)
- qué extraño, ¿por qué lo habrán sepultado así?, ¿lo odiaban o qué?
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 20
Ciertamente no estaba preparado para su respuesta
- es que se “condenó” y tuvieron que quemarlo, luego echaron sus cenizas
allí y por temor hicieron esa construcción encima de sus restos-.dijo
entonces pensé: tanto tiempo investigando, preguntando y siendo tratado
como un idiota por mi interés en aquellos seres que aquí llaman
“Condenados” y ahora no sólo tenía pruebas, sino un apellido real, lugares
reales, además de muchos testigos.
Guardé silencio por un momento, sabía que no podía perder aquella
oportunidad para conocer una nueva historia, pero sabía que él no me lo
contaría tan fácil porque el tal José era muy amigo suyo, así que recurrí al
arte de hacerme el ingenuo, puse cara de tonto y le dije:
- eso no es cierto
- como que no, ¿acaso no estás viendo esa tumba vieja?
- sí, pero eso no prueba nada, puede ser sólo que se les paso la mano al
construirla,
- bueno si tú lo dices así será- contestó
Ante esta respuesta insistí en el tema y le narré algunas cosas que he
investigado sobre “los condenados”. Y él para no quedarse atrás me dice:
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 21
“… una tarde como a las tres, mientras pasaba el tiempo viendo una vieja
película en la televisión mi mamá me llamó por que José vino a buscarme,
muy triste ella me dijo que el acababa de perder a su padre, que le diera el
pésame y que tenía permiso para ayudarlo, yo me mantuve en silencio,
porque él fue una de las personas que estuvo conmigo desde siempre y me
brindó su apoyo incondicional, todos habrían de entender que debía de
corresponder a su amistad casi de la misma manera como él lo hizo hacía
ya un par de años.
cuando termine de abrir la puerta que estaba entreabierta, el amigo que
casi siempre lucia ropa deportiva y una camiseta amarilla que según él se la
había ganado en un campeonato, estaba vestido todo de negro con un
buzo que se notaba que era nuevo, su rostro estaba pálido, y se notaba en
sus ojos que estaba cansado y parecía temblar de frio, después de
saludarme en voz baja, me pidió que lo acompañe al hospital para retirar el
cuerpo de la morgue, ya que su mamá trabajaba fuera de la Ciudad, y su
hermano era mucho menor que el, apenas si hacía poco había cumplido
once años, y el resto de sus familiares vivían en pueblos alejados.
yo me sentí tan mal de verlo así; lo acompañe en todos sus preparativos,
estuvimos en los días del velorio y también en el sepelio tres días después;
jamás supe de que falleció, nunca le pregunte, pero llegada las seis de la
tarde y con su padre ya descansando bajo tierra en una caja negra con
detalles plateados a los costados, no quiso salir del cementerio, hasta que
su madre se lo pidió, y yo cansado por los días intensos a su lado me fui a
descansar a mi casa, no sin antes acompañarlos partes del camino..
Al siguiente día no me lo encontré para nada, a “los cinco días” ya no fui
porque había descuidado mucho mis labores y las noches de alcohol y
cigarrillos y a veces coca ya pasaban factura en mi salud.
Pero aquella madrugada cuando se suponía que estarían reunidos por
última vez “cuando el alma del difunto retorna a visitar y a despedirse”,
golpearon la puerta de mi casa con violencia e insistentemente y yo al
pensar que algo malo ocurría, Salí a ver quién armaba tanto alboroto.
Apenas quite el seguro y le di vuelta a la cerradura; José y un amigo del
barrio se abalanzaron adentro, y me vi obligado a retroceder bruscamente
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 22
impulsado por su accionar; la puerta “rebotó” en la pared y se cerró
violentamente, esto llamó la atención de todos en mi casa, casi
instantáneamente mis padres y hermanos salieron a ver lo que sucedía.
Por la forma tan brusca que ingresó, José tropezó con sus propios pies y cayó
al piso, después se sentó sobre él, se quedó ahí sin decir palabra alguna y
sin movimiento, se mantuvo mucho rato así, después mientras todos nos
recuperábamos de la impresión y sentíamos curiosidad por que nos dijera
que les había sucedido, le alcanzaron un recipiente grande con agua. Él
trato de beberla de golpe, pero se atraganto, después de toser se volcó el
líquido restante en la cabeza sin importarle nada,
- mi papá vino a mi casa y nos siguió hasta aquí – dijo mientras se le notaba
agitado.
Yo me quedé como anestesiado, aterrorizado, no le creí, pero mi hermano
fue hacia la puerta muy molesto, quería abrirla para ver quién era el maldito
que estaba maltratando así al buen amigo, cosa que José no lo dejo; como
un felino herido se abalanzó a sus pies y ambos rodaron por el piso, yo corrí
y puse el seguro, grite casi como en un sueño
- ¡su padre está muerto!
No recuerdo quien fue el que me abrazó porque estaba al borde de un
colapso de nervios, ya no sentía ni mis brazos y se me nublaba la vista de
miedo, solo oí que mi mamá dijo:
- seguramente se ha “condenado” –
Esto me estremeció, sentí el miedo más absoluto, comencé a temblar y a
pensar que era la pesadilla más aterradora que hubiera tenido.
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 23
Aquella madrugada mi madre no dejó que ninguno saliera de casa,
además nadie se hubiera atrevido, así es que amanecimos en grupo sin que
nadie se atreva a mirar por la ventana siquiera, la noche fue muy larga,
estuvimos hablando por muchas horas, y a veces cuando nos quedábamos
sin palabras el silencio se hacía notar, todos estuvimos sumergidos en el
miedo, mirando la puerta ante el menor ruido y con una atención casi
exagerada a los ruidos en las calles…
AL amanecer llamaron a la puerta y esto alertó a todos, nadie se atrevía a
abrirla a pesar de que ya eran como las ocho de la mañana y había sol,
Después de un rato mi hermano acercó a la puerta y preguntó
- ¿Quién es?-
y una voz insegura respondió -si habíamos visto a José -,
Entonces él contestó que estaba con nosotros. José reconoció la voz de
uno de sus familiares y conversaron un poco con la puerta cerrada
Después de mucho rato, con mucho miedo salimos a la calle y todo parecía
normal, aunque los vecinos al verlo comenzaron a hablar a media voz, ellos
seguramente ignorando todo lo que le sucedió, estarían comentando su
falta de atención, ya que desde que salió la noche anterior del lugar en
donde amigos, conocido y vecinos se encontraban reunidos, no había
retornado sino hasta aquella hora.
José casi me rogó que lo acompañara, así que después de despertar a
nuestro amigo con el que llego a mi casa en la madrugada, que llevaba
descansando apenas unos minutos sobre un sofá; los cuatro nos fuimos con
dirección a su casa. Por un instante pensé que todo lo que había pasado
era el resultado del deseo de pensar que su padre estaba vivo y las noches
de alcohol lo hacían alucinar y comencé a sentirme muy tranquilo; pero
estando cerca ya a su casa vinieron un grupo de señores ya mayores y le
dijeron:
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 24
- vamos a al cementerio a ver el sepulcro de tu padre, para que no estén
hablando tonterías y tu estés creyendo y asuntando a tus amigos –
Sin nada más que hacer y sin opinión nos fuimos caminando y hablando en
grupos. Uno de los señores mayores me hizo muchas preguntas a las que
respondí sin ánimo de nada, no me agradaba su tono de voz ni su forma de
hablar.
Cuando llegamos, uno de los señores llamo al guardián que tiene su “casa”
al lado izquierdo de la entrada, este barría en frente de una puerta de
madera y tenía la radio encendida a alto volumen por lo que le tuvieron que
gritar, y él algo atolondrado, muy lentamente abrió las puertas para que
todos ingresáramos, después caminó primero con el grupo y luego se
adelantó al lugar al que nos dirigíamos; Al llegar observó el sitio y retrocedió
como ante un gran peligro, casi se cayó y volteando a vernos no pudo decir
una sola palabra, entonces todos apresuraron sus pasos y allí como en una
película de terror se notaba como que alguien o algo había salido de las
entrañas de la tierra, un gran agujero dejaba filtrar las luces del sol hasta su
interior, la cruz negra de madera partida en dos, solo un pequeño fragmento
se mantenía en pie, retos de madera que indudablemente pertenecían a
un ataúd esparcidos y desde el ángulo correcto se podía ver el interior
blanquecino del ataúd.
Yo me asusté mucho, porque todos estaban tan molestos que no notaron
que en el trozo de la cruz que todavía se mantenía erguido, había manchas
de tierra como si alguien se hubiera sujetado con fuerza en ella; José no
decía nada. Entonces uno de los hombres el que parecía mayor que todos
comenzó a infundir lisuras y llorar diciendo que se habían robado el cuerpo
de su sobrino y que iba a encontrar a los malditos,
-seguramente fueron los de la universidad ellos siempre hacen esto- , -han
aprovechado que es nuevo- repetía constantemente
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 25
Todos los señores despreciaron y trataron muy mal al “panteonero” lo
amenazaron con demandarlo y echarlo a la cárcel porque era su culpa,
-seguramente él sería su cómplice-. El pobre no tenía argumentos para
defenderse
*Llamaron a la policía, lo llevaron a la comisaria, lo denunciaron…también al director de la
escuela de medicina. Fue noticia comentada en la ciudad y los estudiantes universitarios se
ganaron diversos apelativos por esto.
Aquel día la pasé con José caminado por las calles, en un momento me dijo
que aquella noche, siendo ya casi de madrugada salió a buscar cigarrillos
en compañía de un vecino, para los amigos y familiares que se encontraban
en su casa, pero no encontraron ninguna tienda abierta; al retornar se
encontraron con aquel ser que parecía “un muerto que se había escapado
de su tumba”, él inmediatamente pensó que se trataba de su padre, ya que
durante los días de velorio algunos vecinos habían hablado acerca de
aquello, entonces comenzamos a creer que seguramente uno de aquellos
era el responsable de todo, el de conducir a los estudiantes de la universidad
hasta el sepulcro de su padre y también el que lo había asustado, eso no se
iba a quedar así.
Ya cansados como a las seis de la tarde lo acompañé hasta su casa para
que descanse; al llegar su madre me dice que yo era -buen amigo- y me
invitó a cenar aunque era algo temprano, conversamos mucho acerca del
tema como si no quisiéramos que las horas pasaran, encendieron el televisor
para ver las noticias y en el canal de televisión local se comentaba lo
pasado, todos se enfurecieron más contra los universitarios y su mamá
lloraba en silencio, cuando ya casi eran las nueve de la noche y comenzaba
un poco a llover, yo tenía ansias de irme a mi casa y estaba a punto de
despedirme.
Fue cuando el vidrio de la ventana que rozaba con la calle, fue impactado
con violencia, por algo que parecía la pelota de unos rapaces que
utilizaban la calle como cancha de “futbolito”; la señora se molestó mucho
pero no hizo nada, pasados unos minutos otra vez se oyó un sonido seco en
la ventana, sólo que ahora un vidrio se destrozó por la violencia del golpe,
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 26
fue entonces que uno de los señores que nos había acompañado en la
mañana al cementerio y ahora nos acompañaba en la sala de la casa de
José, se asomó rápido y cautelosamente para ver que sucedía, deslizó un
poco las cortinas.
Aquel señor se estremeció y fue presa del terror casi inmediatamente; cayó
al piso y temblaba mucho, casi todos fuimos a ver que le ocurría y el cogió
con violencia a José y le dijo:
- tu papá está afuera -
Yo me sentí engañado y quise ver quién era el maldito bromista, alcancé a
observar a un sujeto que se alejaba vestido de negro, con la cabeza
apoyada en uno de sus hombros de manera no natural, además, no parecía
caminar sino más bien que arrastraba sus pies y hacia un ruido extraño algo
así como el gruñido de un cerdo. Entonces pensé en salir y golpearlo, dije en
voz alta:
- ¡José vamos a romperle la cara!-
Entonces el sujeto que se alejaba pareció oírme y volteó, entonces creí
reconocer al vecino fallecido días antes, entonces este comenzó a
arrastrarse otra vez hacia la ventana, yo salte hacia atrás y fui a buscar no
sé qué, estaba fuera de mí, luego este se abalanzó contra la puerta muchas
veces, todos estábamos aterrados adentro, un “condenado” quería entrar
en donde nos encontrábamos y no era un sueño todo era tan real.
Afuera alguien detuvo un automóvil y le grito, seguramente pensando que
era un ebrio y en seguida los embistes en la puerta cesaron y el que parecía
ser el “padre” de José desapareció por las calles.
Nadie salió a la calle, ni siquiera se acercaron a la puerta; esta sólo se abrió
cuando mi mamá en compañía de mis hermanos vinieron a buscarme ya
muy noche, yo le dije lo que había pasado y lloré de miedo en sus brazos, le
pregunté por qué el señor Alfredo se había condenado; ella me dijo que
seguramente fue un hombre malo y Dios no lo quería dejar descansar en
paz o que tenía algo escondido o pendiente, quizás una promesa, pero que
seguramente estaba pagando algo de lo que había hecho.
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 27
Cuando le dije que tenía miedo ella respondió que yo era bueno y que al
siguiente día iríamos a ver al sacerdote para que hable conmigo y que
podría confesarme, mi mamá siempre me enseñó a llevar una vida de
creyente, claro no tanto como ella.
A la mañana siguiente al verme tan pensativo y temeroso, ya que había
pasado la noche durmiendo con la luz encendida, me acompañó a buscar
al sacerdote de la iglesia amarilla de la Ciudad, pero no se encontraba, a
media voz la encargada de su despacho nos dijo que había ido a bendecir
la casa del señor que se decía se había salido de su tumba, así que
retornamos a nuestro hogar, pero caminamos un poco más para pasar
como quien no quiere por la casa donde sabíamos que se encontraba el
sacerdote. Cuando llegamos su automóvil estaba en la puerta y
escuchamos como oraban en gran voz, mamá se acercó y llamó a la puerta
y casi sin pensarlo pasamos, creo que ella quería que yo me tranquilizara;
participamos en lecturas y luego él nos bendijo, nos dijo que no deberíamos
de creer en las obras del diablo y caminó por todos lados salpicado con
agua bendita, antes de irse me dijo que acompañara a José y que lo
ayudara porque entre nosotros existía más confianza y que no debíamos de
tener miedo ya que seguramente era una broma, que pronto seguramente
encontraríamos una explicación lógica para todo lo acontecido.
Cuando se fue el clérigo todos se quedaron más tranquilos, parecía que
todo estaba mejor, hasta por ahí alguien se animó a bromear; mi mamá me
dijo que teníamos que irnos y así lo hicimos; José nos acompañó hasta la
puerta de mi hogar, ahí nos pusimos a hablar mucho y a planificar alguna
forma de venganza en contra de aquel que se burlaba de su familia y de
nosotros asustándonos.
Seguramente es de la “cuadra” pensábamos, ¿quién más sabría de lo que
ocurría?, y para vengarnos de los de la universidad ya habría tiempo.
Quedamos en reunirnos esa noche otra vez en su casa como el día anterior,
pero esta vez, estaríamos muy alertas para que cuando hiciera su aparición
el supuesto gracioso lo moleríamos a palos; así que garrote en mano
estuvimos en la sala de su casa viendo a ratos la televisión y ratos por la
ventana. Al igual que la noche anterior me invitaron a cenar, pero esta vez
mientras lo hacíamos llegaron un grupo muy grande de señores y señoras,
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 28
poco después supe que eran sus familiares; un anciano se quejaba de lo
que iban a hacer él decía:
-es muy poco lo que hemos traído-
Prontamente ingresó un muchacho con dos botellas de plástico muy
grandes, era kerosén sin duda, su olor lo delataba, todos los que fueron
llegando se reunieron el patio de su casa, parecía que iban a realizar una
gran fiesta por que hasta hicieron una fogata, pero luego comenzaron a
quemar absolutamente todas la cosas del difunto, estábamos tan
entretenidos observando que descuidamos nuestro plan original de la tarde.
La casa de José tiene una cochera de puertas grandes donde guardan un
automóvil azul, y esta cochera conduce al patio donde se estaba
realizando esta reunión, alguien abrió las puertas grandes y el automóvil fue
removido fuera de su lugar.
Dejaron las puertas grandes abiertas, yo caminé por el sitio que ocupada el
vehículo y desde ahí se podía ver más claramente toda la calle completa,
por un instante recordé el plan que hice con José y me asomé para ver si el
gracioso se atrevería esa noche también a hacerse presente pero no vi a
nadie.
Con los minutos me fui acoplando más al grupo de la fogata que ya
llevaban un buen rato bebiendo y fumando, ya hasta parecía que una fiesta
se estaba gestando, pero en cuestión de segundo el muchacho que llevó
el kerosén ingresó presuroso y se acercó al grupo, casi todos quedaron en
silencio inmediatamente, alguien estaba golpeando la puerta de ingreso a
la casa.
José me llamó y quisimos salir pero nos lo impidieron, sin hablar nos sujetaron
y casi a empujones nos hicieron retroceder, yo me sentía muy molesto, pero
en ese momento algo llamo mi atención y es que todos formaron un
deforme circulo grande en medio del patio alrededor de la fogata que ya
mostraba pequeñísimas llamas; me enfurecí aún más porque quería mi
venganza y sabía que aquel sujeto estaba afuera.
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 29
De pronto un murmullo se hizo presente y en pocos segundos ya corría de
boca en boca entre todos los que se encontraban ahí, parecía que se
preparaban para una batalla; fue entonces que arrastrándose un poco,
aquel que tanto esperábamos y habíamos confundido con un bromista se
presentó en medio de las puertas grandes y avanzó lentamente hacia
nosotros, yo lo miré lleno de pánico, quería correr, pero él se acercaba como
en una película macabra, parecía que gruñía un poco y se arrastraba más
cerca de mí, sus ropas negras estaban desgarradas, tenía un olor
inconfundible a tierra mojada, ya lo podía percibir y sentía que casi lo podía
tocar, a pesar de que estaba un poco más alejado de los demás; estaba
inmovilizado casi lloraba de miedo, todos los demás mantenían sus
posiciones.
De pronto, una señora llorando a grandes voces diciéndole –papito- intentó
acercársele y besarlo, algún valiente la aparto. Todo era tan bizarro, aquel
ser pasó delante de todos y algunos hablaban en voz baja, se arrastró
lentamente hacia una habitación al fondo, mientras todos se apartaban de
su camino. Al llegar hasta ella ingresó en medio de la oscuridad, después en
aquella habitación hubo un gran ruido como si la trataran de demoler desde
adentro, el estrépito de metales y vidrios cayéndose me hicieron presumir
que muchas cosas se rompieron, (luego supe que el Padre de José cuando
estaba en vida, usaba esa habitación como una especie de taller),.
ya no soportaba más y temblaba mientras intentaba decir palabra alguna;
luego aquel ser salió de aquella habitación, entonces se pudo notar con
más claridad que tenía la ropa rasgada, sus manos también mostraban
heridas, parecía no sangrar, se le veía parte del pellejo de su cara
arrancada y colgando; movió un poco sus manos y cayeron pequeños
objetos, y luego guiado como por una fuerza demoníaca, se deslizo más
rápidamente con movimientos torpes, con dirección hacia las calles; pero
alguien había cerrado las puertas.
Entonces como un animal confundido buscaba un lugar por el cual salir, por
poco y hasta casi me golpeo a mí, pero de algún lado le arrojaron
combustible y lo bañaron, le arrojaron trozos de tela con fuego, pero no se
encendía, hasta que un señor que parecía no temerle lo empujo con un
palo y cayó muy cerca de la fogata, de una patada hicieron que las pocas
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 30
brasas le cayeran encima. No tardó en encenderse unas llamas sobre sus
ropas, comenzó a quemarse.
José quiso ir según el a ayudarlo porque ya no tenía duda que era su padre
pero a él y a mí no encerraron con llave en su habitación. Desde ahí pudimos
oír que las mujeres gritaban, lloraban; afuera parecía que hubiera una gran
pelea.
En cierto momento la madre de José ingresó la habitación donde nos
encontrábamos encerrados, lo abrazo y ambos lloraron, una señora
también los acompaño. Entonces aprovechando que no me prestaban
atención, salí de la habitación y corrí hacia la entrada, al llegar hasta la
puerta y asomarme al patio, observe un macabro espectáculo que hasta el
día no puedo olvidar; ver a ese condenado quemándose en medio del
patio, sin quejarse, gruñendo como un animal y los demás tirándolo al suelo
y arrojándole combustible, como si estuvieran poseídos por un espíritu
demoniaco.
Sentí terror y corrí hasta la iglesia, pero mientras salía seguía escuchando las
grandes voces semejantes a una pelea, no mejor dicho a un infierno, el olor
era indescriptible, yo estaba aterrado tenía miedo que el alma que
habitaba el cuerpo del condenado se apoderara de mí, así que oraba
mientras me alejaba de aquella aterradora escena…
Pase muchos días en casa sin hablar de lo que vi, solo lo comente con mamá
quizá buscando consuelo, fueron días en los que reflexione mucho sobre la
vida.
…
Una tarde de domingo, armado con un poco de valor fui a ponerle flores a
la tumba de mis familiares; en el trayecto me encontré a José, él se acercó
a mí y me agradeció por los días que pasamos juntos, me pidió que no
comentara nada de esto a nadie, yo le dije que no lo haría porque nadie
me iba a creer y que cualquiera que me oyera pensaría que estaba loco,
luego me dijo: que quemaron a aquel ser, hasta que sólo quedaron cenizas
y luego mezclaron estas con cemento y arena, después sepultaron aquella
macabra fusión, en el lugar donde había sido sepultado y luego le
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 31
colocaron el bloque más grande posible sobre él, también me dijo que
aquello que había venido a buscar a su casa eran unas barritas de oro que
él le habría robado a sus compañeros cuando trabajaba en una mina
informal muy lejos por el norte, que allí asesinaron a uno de sus compañeros
y habrían sindicado a su padre como culpable pero que él siempre lo negó
(quizás ellos no se equivocaron), una vez más me pidió que no dijera nada
de esto, y yo decidí ya no conservar su amistad.
Algunas veces encuentro a José por las calles, pero sólo nos saludamos a
la distancia y cada uno continua su camino…
Terminado su relato nos pasamos minutos observando en silencio aquella
extraña construcción, más tarde mientras retornábamos a nuestras casas
nos alejamos del camino acostumbrado y camínanos en frente a la casa
del muy nombrado amigo José.
Pensar que yo estuve buscando “condenados” por todas partes y uno se
había deslizado por calles cercanas a mi casa, muchas noches o por lo
menos dos
Me pregunto si alguna noche pasó junto a mi alguno, arrastrándose por las
calles con sus ropas de medianoche, y yo lo confundí con un demente o un
ebrio.…
C i u d a d P a r a n o r m a l I |32
DEMONIOS EN “LA DOBLE”
Fue en una tarde del mes de junio del 2008, cuando atraídos por la
curiosidad y el deseo irrefrenable que despierta lo desconocido, un grupo
de estudiantes de un instituto de la pequeña Ciudad se reunieron en una
habitación que una de las jóvenes había alquilado para que le sirviera de
vivienda durante los futuros años de estudios que se le presentaban; aquel
grupo estaba conformado por cuatro jóvenes mujeres y tres varones; de
entre ellos sobresalía uno que se le podría denominar como el “líder” de
aquel grupo, todos le tenían cierto tipo de respeto, porque era más osado y
desvergonzado, parecía no temerle a nada, él se ufanaba de ser Capitalino
y de haber realizado cuanta cosa se podía oír por ahí. Aquel era capaz de
explicarlo todo de la manera más natural.
Aquella tarde después de muchos días de haber pospuesto la reunión, se les
presento la ausencia de los docentes y esto habría traído consigo el tiempo
requerido; así que armados con un tablero de ouija que aquel “líder” había
adquirido en uno de sus viajes, y con la confianza que tenían en él, que
afirmaba que no era la primera vez que iba a “jugar” con aquel tablero.
Además aseguraba que lo sabía todo sobre el asunto y tenía una especie
de poder el cual le permitía obtener control toral.
todos se encontraban acomodándose lo mejor posible, sobre una mesa de
manera que parecía recién barnizada, todas las cosas que minutos antes se
mostraban sobre ella, las habían dejado en el suelo a un costado apoyadas
casi a las paredes de un color marfil uniforme. Entonces aquel líder extrajo
de una bolsa de plástico aquel muy mencionado tablero de ouija y la
colocó sobre la mesa ante la atenta mirada de los demás; todos se
descubrían sorprendidos por el aspecto que aquel objeto presentaba, verlo
por internet era una cosa y otra muy distinta tenerla en frente de uno, esto
a algunos de ellos les parecía una especie de sueño realizado.
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 33
Después esperaron a que un reloj algo empolvado, que bostezaba en lo alto
de las paredes marcara las seis en punto, “la mejor hora” según el dueño
del tablero.
Cuando aquel reloj apunto sus agujas en el ángulo esperado, el llamó a
todos los que con el correr de los minutos que parecían más largos aquella
tarde, curioseaban entre los objetos de la habitación, intentando calmar un
poco la ansiedad y aquel sentimiento entre el miedo y la deseo de
continuar.
Otra vez los llamó uno a uno para que iniciaran “el juego”, casi todos se
acercaron, pero una de las jóvenes, impulsada quizás por el miedo se
disculpó y dijo que no se sentía bien y no los iba a acompañar, (aquella
joven era quien había alquilado aquella habitación) después se fue a
acostar encima de una cama grande, que estaba debajo de una ventana
y apoyada a la pared a unos metros del grupo; mientras ella se alejaba, dijo
que ellos continuaran con lo que tenían pensado hacer y que podrían
quedarse el tiempo que quisieran. Los demás no le dijeron nada, pues la
conocían bien y sabían que cuando ella tomaba una decisión nadie podría
hacerle cambiar de opinión.
Después de observar a la joven mientras se alejaba la corta distancia, otra
vez todos centraron su atención sobre aquel tablero; entonces el joven
“capitalino” de uno de los bolsillos de la mochila que llevaba, extrajo un
extraño objeto, un triángulo con un agujero en medio, después dijo:
– iniciemos -
Entonces todos los demás se quedaron en silencio y se miraban unos a otros
pero sólo con los movimientos de sus ojos; una extraña tensión recorría toda
la habitación y más aun cuando aquel joven pidió que apagaran las luces,
mientras él buscaba algo otra vez en su mochila; ninguno se atrevió a
hacerlo, para su buena suerte unos minutos después aquel joven se disculpó
con los demás diciendo que había olvidado las velas en su casa y que no
habría otra opción que realizar “el juego” con la luces encendidas; esto trajo
un poco de alivio a los demás que al parecer ya sentían un poco de miedo.
Después aquel “líder” ante la mirada atenta de todos, acomodó su mochila
en el respaldar de una silla y dijo:
C i u d a d P a r a n o r m a l I |34
- ahora si -
Después ordenó a todos que se mantuvieran en silencio y les dio algunas
explicaciones más, pero lo que repitió constantemente fue que por ningún
motivo debían de apartar sus manos de aquel objeto triangular con un
agujero en el centro; dicho esto todos se quedaron en silencio, entonces
aquel joven emprendió a hacer preguntas, pero nada sucedió, todos
esperaban a que aquel extraño objeto comenzara a deslizarse, pero este
parecía estar apegado sobre el tablero; entonces el ”joven líder” dijo que al
parecer algo estaba mal, que habría que insistir un poco más y si no dejarlo
para otro día. Él continuó haciendo más preguntas como ¿hay alguien
aquí?, pero los minutos corrían y todos se ponían impacientes mientras
sentían como su brazos y en especial los dedos que los tenían apretujados
sobre el extraño objeto triangular se les iban endureciendo.
Esperaron un rato y un poco más, pero nada sucedió, entonces comenzaron
a hablar entre ellos y dijeron que lo mejor sería terminar con aquello, pues
nada sucedía, que todas las historias y los casos que mostraban en la
televisión eran mentiras, entonces decidieron forzar aquel objeto hasta el
lugar indicado para ponerle fin a aquel “juego”, fue cuando el extraño
triangulo comenzó a deslizarse, primero marcó dos letras y después algunas
más hasta formar un nombre que ellos rápidamente asociaron con un
conocido; una de las jóvenes que pareció fastidiada por aquello se levantó
de la posición casi forzada en que se encontraba, quitó su mano de encima
de los demás y se alejó como ofendida diciendo,
- esto es mentira, ya basta de bromas -
Los demás intentaron retenerla y también quitaron sus manos, ante la
protesta del dueño del tablero, este entonces se enfureció al ver que no lo
escuchaban y arrojo lejos el objeto que hacia un momento había señalado
algunas letras; al parecer todos estaban frustrados, ellos habían esperado
tantos días para realizar aquello y al final resultaba que no era más que una
vil mentira, pues nada ocurría, todos le atribuían el movimiento de aquel
extraño objeto a una broma del dueño del tablero, pero ninguno se atrevió
a decirlo.
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Él que se quedó solo, apoyado sobre la mesa, se acomodó sobre una silla
que tenía cerca y permaneció en silencio con la mirada puesta sobre la
pared cercana, mientras los demás comenzaron a coger sus cosas para
marcharse; todo parecía normal hasta que desde el otro extremo de la
habitación, la joven que no participó en el “juego” y que minutos antes se
fue a descansar comenzó a gritar muy fuerte; todos inmediatamente
miraron hacia donde ella se encontraba y se llenaron de miedo; sólo una
joven se le acercó presurosa y comenzó a hablarle, pues parecía que
estaba sumergida en una “pesadilla”, después la otra joven se le acercó
también y ambas intentaron calmarla, pero ella no abría los ojos, entonces
notaron que parecía estar en una especie de trance, y en ese estado
comenzó a decir, insistentemente
- ¡son cuatro! ¡Son cuatro! -
Estas palabras incrementaron el miedo entre todos que al parecer habían
perdido la habilidad de moverse a voluntad, Instantes después y muy
lentamente aquella joven adquirió una aparente calma que no perduró
mucho, pocos segundos después comenzó a llorar y a decir:
- ¡están en la puerta!-
Fue cuando uno de los jóvenes quizás probando su valor o intentando huir
de aquel lugar se dirigió hasta la puerta de madera y quiso girar la perilla,
pero esta no cedió ni siquiera un centímetro, (esto era algo muy extraño
porque aun cuando uno le pone el seguro con las llaves a las puertas las
perillas giran sin oponer resistencia alguna) al parecer alguien las estaba
sosteniendo desde afuera, los demás al ver los intentos fallidos, se acercaron
hasta la puerta e hicieron el intento de girarla por turnos exageradamente
cortos, ya que a cada instante el miedo se hacía más grande y sus manos
se tornaban más torpes, esto los llenó de terror, y más cuando la joven que
parecía estar en un trance comenzó a gritar con insistencia
- ¡que no le hagan daño al bebé!, ¡Que no le hagan daño al bebé! -
Aquellas palabras los llenó de confusión, pues aparte de ellos no había
nadie más en aquella habitación y mucho menos un bebé; esto trajo un
poco de calma a los que hacía poco habían comenzado a forcejear con
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la puerta intentando abrirla, pues todo parecía una broma bien planificada,
pero poco después ella continúo diciendo:
- ¡quieren hacerle daño, se le están acercando! - y gritaba cada vez más
fuerte como desesperada, pero no habría sus ojos
Entonces todos impulsados por una extraña sensación, se reunieron junto a
ella, y luego comenzaron a hablar para buscar alguna explicación sobre
todo lo que estaba ocurriendo y planificar una manera de salir de aquella
habitación, no transcurrieron muchos segundos cuando las palabras fueron
intempestivamente silenciadas, pues se dejó escuchar el llanto de un niño
pequeño proveniente de una las habitaciones del segundo piso. Unos a
otros se miraron en silencio, alejados de toda voluntad se quedaron quietos,
cada uno perdido dentro de sus miedos. La Joven que mantenía los ojos
cerrados como en un trance también guardo silencio por un momento pero
después comenzó a gritar:
- ¡los diablos - ¡están en la puerta!-
Todos sintieron el miedo en su mayor expresión, un extraño calor recorría por
sus brazos, sus ojos observaban destellos mientras corrían hasta la puerta,
que aún mantenía su brillante perilla como si formara parte de esta, a su
turno hicieron el esfuerzo de girarla y no faltaron los gritos, uno entonces
comenzó a patearla con fuerza como intentando tirarla abajo, mientras que
la joven continuaba gritando
En un momento uno del grupo logro girar la perilla y dejar la puerta abierta,
entonces salió a la calle presuroso y caminó unos pasos fuera, pero al salir
casi de manera automática tiró con fuerza de aquella puerta que rebotó
en la pared y otra vez quedo cerrada; entonces los demás jóvenes corrieron
para abrirla otra vez, fue cuando el foco que iluminaba la habitación mostró
una luz azul y después estalló en diminutos fragmentos, dejando a todos
sumergidos en un absoluta oscuridad. Esto despertó el grito en las garganta
de los que se encontraban adentro; casi arrancaron la puerta y salieron
huyendo y continuaron corriendo por las calles, hasta que alcanzaron la
avenida principal, donde para aquella hora (eran más o menos las ocho de
la noche) era frecuentada por mucha gente.
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 37
Después un poco más calmados caminaron muy agitados y en silencio,
hasta alcanzar el domicilio de uno de ellos donde permanecieron un rato
temblando y bebiendo agua a sorbos, intentado calmar el miedo que les
había despertado aquella experiencia; después de casi una hora de lo
ocurrido notaron que no todo el grupo había salido de aquella habitación,
púes la jovencita que parecía tener una pesadilla o estar en trance se había
quedado sola.
Ninguno reclamó el derecho de ir a buscarla, todos tenían miedo; pero
después aun temblando por lo vivido, acordaron que todos retornarían
hasta aquella habitación para ver cómo se encontraba, pero una de las
jovencitas estaba totalmente afectada por lo sucedido y no conseguía
calmarse, entonces uno de ellos se ofreció para acompañarla hasta su
hogar, mientras los otros retornaban hasta el lugar del cual habían huido
sumergidos en el terror.
Mientras caminaban por la calle en la cual se encontraba aquella
habitación, las dudas y el miedo comenzaron a invadirlos, pero aun así
fueron acercándose lentamente; a cierta distancia notaron que la puerta
estaba abierta y se notaba que adentro todo estaba oscuro, entonces
aceleraron sus pasos, cuando ya se encontraba frente a la puerta, esta se
deslizo lentamente y observaron a la joven que todavía tenía los ojos
cerrados parada allí adentro, muy cerca de ellos.
Todos se le acercaron y trataron de alejarla de aquel lugar, pero esta se
aferró a la puerta y no se dejó guiar ni siquiera un par de centímetros sólo
comenzó a llorar y a decir:
- ayúdenme, por favor -
Ante aquel reclamo -¿cómo te ayudamos?-, la interrogaron
Ella dijo que sólo dos podrían ayudarla y señaló a una jovencita y a uno de
los jóvenes varones y les dijo:
- Síganme -
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Los dos desafortunados con temor la siguieron al interior de la habitación y
demoraron allá adentro unos cuantos minutos (hasta el día de hoy
desconozco que fue lo que hicieron allá adentro aquellos quienes señalo la
joven), mientras los demás los esperaban afuera a cierta distancia.
Minutos después cuando los tres salieron, uno del grupo permaneció
apoyando todo su peso en la puerta para evitar que se cerrara, mientras
que los demás ingresaron a aquella habitación y en medio de la oscuridad
y la poca luz que se colaba al interior, cogieron sus cosas y las de los demás
y se fueron de ahí muy presurosos.
Desde el techo de la casa vecina cuatro gatos negros los observaron
mientras ellos se alejaban, estos comenzaron a seguirlos a cierta distancia;
los del reducido grupo al notar su presencia, haciendo uso del poco valor
que aún les quedaba les arrojaron piedras, los gatos se espantaron y con
mucha facilidad retornaron al techo del que habían descendido,
Mientras los jóvenes se alejaban pudieron oír el maullido aterrador y fuera de
lo común de aquellos felinos.
Pocos días después la joven que estuvo en estado de trance, comenzó a
sentir extraños malestares, por ello se fue de la Ciudad
La persona que vivió esta historia y me la relato hoy vive al cuidado de su
familia, después de aquella experiencia su vida cambio totalmente
Del resto de jóvenes no he encontrado ningún dato…
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 39
LA FORTUNA DEL MUERTO
Habitaba en esta ciudad un hombre de mediana edad que durante sus días
de existencia se había dedicado a trabajar y al cuidado de su familia, fruto
de su trabajo en poco tiempo sus empresas comenzaron a llenarse de éxitos
y por consiguiente de mucho dinero, aquel hombre fue una persona muy
reconocida por los pobladores, porque dicen que era una buena persona
a pesar de que cada día se convertía en un acaudalado empresario
dedicado al transporte y al comercio.
Con el transcurso del tiempo aquel hombre falleció y como es la costumbre
de esta ciudad entre mucho pesar y ropas oscuras lo velaron y dos días
después fue sepultado en el cementerio de la ciudad. Y como es costumbre
también, la familia y los conocidos se reúnen un par de días después en lo
que llaman “cinco días”, aquella noche se cumplen una serie de
tradiciones, que va desde lavar la ropa del difunto, hasta la elaboración de
alimento tradicionales en los días de duelo, alimentos que son compartidos
por todos aquellos quienes se reúnen por última vez junto a las familias para
despedirse del fallecido, se dice que en un momento el alma del que ha
partido llega a observarlos a todos y después comienza por fin su viaje
definitivo.
Es así que llegado el quinto día, toda la familia, amigos y conocidos se
encontraban reunidos, enredados entre palabras, licores y alimentos,
mientras “velaban” las ropas del difunto sobre una mesa y que todavía era
acompañado por los arreglos propios de los días duelo. Las puertas de la
inmensa casa estaban abiertas para todos aquellos que de rato en rato
llegaban hasta ahí para acompañar a los familiares, el como hombre de
éxito tenia amistades que llegaba desde otras ciudades muy lejanas.
En cierto momento cuando ya habían pasado unos minutos después de la
medianoche, un hombre ingresó y caminó entre todos con un paso errático
y como arrastrando sus pies; aquel hombre apagó las risas y dejo en silencio
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 40
todo el ambiente, incluso un par de señoras perdieron la noción de la
realidad y rodaron por los pisos, sin que nadie haga el menor esfuerzo por
sostenerlas, ya que todos estaba llenos de terror.
Aquel hombre que acababa de ingresar era el mismo que cinco días antes
había fallecido y hacia dos habían sepultado. Todos lo miraban en su
caminar con un extraño ritmo como a punto de caerse, llevaba las misma
ropas con las cuales lo sepultaron, y el cuerpo cubierto por muchas
cadenas que parecían oprimirlo y que a veces se golpeaban entre ellas.
Nadie hizo el menos esfuerzo siquiera por cerrarle el paso, todos se limitaban
a mirarlo en silencio; Entonces aquel hombre vestido de negro y oprimido
por cadenas, cruzó todas la sala, y demás habitaciones hasta llegar al patio
de la casa, una vez allí se dirigió a la parte más lejana, ahí cayó de rodillas y
comenzó a cavar con sus manos.
Mientras tanto todos los que se encontraban reunidos no podían creer lo
que estaba ocurriendo; muchos se fueron de aquella casa aterrados y
muchos otros incrédulos fueron a ver dónde se encontraba aquel ser para
poder comprobar que no era una alucinación y que tampoco estaban
sumergidos en una pesadilla. Entre la oscuridad de la noche, la mirada de
una luna que se hacía cada vez más pequeña, y las luces de los focos
anaranjados que se aferraban en lo más alto de los postes para iluminar las
calles; Entre las sombras pudieron observar a aquel hombre de negro, y
distinguieron también que sus familiares se encontraban muy cerca de él.
Aquel ser sin prestarle atención a nadie continuaba cavando, hasta hacer
un hoyo profundo, después en cierto momento, haciendo uso de una fuerza
sobrenatural, logró arrancar del suelo un baúl, lo colocó a un costado y abrió
la cerradura de un tirón; dejando la parte superior de esta colgando, en su
interior se pudo observar una gran cantidad de dinero que se apretujaba,
casi hasta el borde; entonces el hombre de negro, con sus torpes
movimientos y sus manos temblorosa revolvió un poco los billetes, después
se quedó quieto y pareció que los observaba después de un momento
volvió a cerrar el mediano baúl, justamente en ese momento, unos de sus
familiares lo golpeó con un madero y este quedó tirado en el suelo sin
señales de vida.
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 41
Después de un largo rato en que todos se encontraban en silencio, un grupo
de hombres salieron desde el interior de la casa llevando frazadas y
cobertores, con los cuales envolvieron a aquel hombre de negro cubierto
por cadenas, que se encontraba inmóvil, después utilizaron sogas gruesas
para amarrar aquel gran fardo lo dejaron en medio del patio, después
ingresaron al lugar donde hacia algunas horas estaban reunidos con sus
vecinos, familiares y conocidos y discutieron a media voz.
Una hora después y siendo ya de madrugada, casi todo en un gran grupo
avanzaron hasta donde se encontraba el gran fardo, lo cargaron y salieron
hacia las calles, otro grupo de hombres se dirigió hasta donde se
encontraba aquel baúl y haciendo uso de sus fuerza lo sujetaron de los
costados y salieron detrás de los otros; caminaron entre las calles de la
pequeña ciudad hasta la última casa, después comenzaron a ascender
por uno de los cerros alumbrados por linternas, tropezando y dejando de
lado el silencio por unos instantes sólo para acordar cual camino deberían
de seguir. Después de un poco más de una hora llegaron hasta una cueva
honda, que se encuentra casi en lo más alto de un cerro; sin detenerse para
observar el ingreso y casi sin encontrar diferencia entre afuera y el interior
por la oscuridad y la noche, caminaron dentro buscando el lugar más
profundo a y alejado.
En cierto momento todos se detuvieron y comenzaron a cavar un gran
agujero en la tierra, para ello trabajaron con gran esfuerzo con un pico y
unas palas, hasta que después de mucho rato cavaron hasta más o menos
tres metros de profundidad, ahí se detuvieron y con mucho cuidado bajaron
el baúl que estaba casi totalmente lleno de billetes, después lo cubrieron
con la tierra que se había acumulado a un lado, inmediatamente colocaron
en el agujero el cuerpo del hombre vestido de negro y cubierto por cadenas
que había sido envuelto en frazadas y cobertores formando un fardo, casi
de inmediato comenzaron a cubrirlo con la tierra sobrante hasta alcanzar a
cubrir el agujero por completo; después casi todos caminaron encima,
intentando lograr que aquel lugar quedara lo más “plano “ posible, tenían
la intención de que aquella nueva tumba pasara desapercibida por si
alguien se atrevía a llegar hasta ahí.
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 42
Al siguiente amanecer, muy de mañana, los familiares del hombre
“condenado”, se dirigieron hacia el cementerio; después de obtener un
permiso especial se internaron en él, hasta llegar al lugar donde aquel
hombre hacia días había sido sepultado. Al llegar notaron que había un
gran agujero en la tierra, desde afuera se podía observar sin mucho esfuerzo
que era muy profunda, el encargado de cuidar aquel lugar se impresionó
demasiado y casi sin decir palabra comenzó a caminar con dirección hacia
la salida, seguido por dos hombres que trataban de explicarle lo que había
ocurrido.
Mientras tanto los demás, teniendo cuidado de no tocar nada con sus
manos, y haciendo uso de todo lo que podían, arrastraron hasta aquel
agujero los restos que se encontraban dispersas en partes cercanas,
después haciendo uso de sus palas y su fuerza, lograron colocar todo casi
en el lugar original como en la tarde del sepelio, acomodaron la tierra hasta
que al final casi no se podía notar que alguien hubiera sido capaz de
destrozar parte de un ataúd y de haber cavado desde el interior de la tierra
y salir con dirección a su hogar en busca de su fortuna.
Más tarde se dedicaron a hablar con todos aquellos que habían
presenciado todo lo ocurrido; aquel echo no debería de ser comentado por
nadie, ya que él era un hombre de una familia respetable. Muchos
aceptaron guardar el secreto, ante las peticiones y casi ruegos de los
miembros de aquella familia; fueron muchos, pero no todos, unos cuantos
continuaron contando lo ocurrido como el día de hoy, en que me narra esto
uno de las personas que acompaño casi en todo momento a aquella
familia.
Para terminar debo de decir, que los pobladores que viven a cierta distancia
de aquella cueva en la que fue sepultado aquel “condenado”, cuentan
que muchas veces en horas de la madrugada pueden ver a un hombre
vestido de negro y cubierto casi en su totalidad por cadenas, caminando
cerca de aquella cueva, a veces ingresando o saliendo de ella, comentan
que casi siempre su aparición coincide cuando la luna se muestra en lo más
alto y lo cubre todo con su luz blanca haciendo más visible aquella
aparición…
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 43
JULISSA EN EL CAMINO
por aquellos días aun éramos muy jóvenes y teníamos que pedir permiso a
nuestros padres para poder alejarnos unos pocos metros de casa, es por eso
que casi todos los vecinos nos veíamos forzados a entablar una amistad y
pasar unas pocas horas de la tarde corriendo uno detrás de otro en frente
de nuestras casas; es ahí sin saber cuándo ni cómo nos hicimos amigos de
Julissa, ella era una amiga que nos llevaba quizás no más de un año de
diferencia en edad; ella algunas tardes dejaba las frentes de su casa y
llegaba hasta donde nos encontrábamos nosotros; su presencia no
despertaba un poco más la alegría y casi sin tomarnos unos minutos para
pensar terminábamos mezclados en algún juego que nacía casi siempre
desde nuestra imaginación. A veces llegaba cuando sólo nos
encontrábamos un grupo de varones y jugábamos de manera ruidosa y
hasta veces tosca, ella en aquellas tardes sólo se limitaba a observarnos y
participar en la bromas, después cuando ya se hacía tarde, caminaba una
calle arriba y se perdía detrás de la esquina.
Una tarde cuando ya aquello de los juegos comenzaba a parecernos que
era una cuestión de niños y que nosotros ya estábamos demasiado grandes
para eso, Julissa hizo su última aparición un sábado. Aquel día nos
quedamos hasta un poco más tarde de lo acostumbrado (a diferencia de
los antiguos tiempos ya habíamos comenzado a pasar más horas
conversando sobre algunos temas que nos tenían alucinados; nos
acomodábamos en los jardines, que en el pasado se presentaban como
grandes campos donde todo podía suceder, pero por aquellos días de
manera inexplicables se iban haciendo más pequeños cada vez que los
mirábamos, la fantasía se había quedado impregnada entre sus límites, era
por eso que nos apoyábamos en ellos o nos subíamos a sus muros que al
parecer también habían empequeñecido.
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 44
Cuando ella llegó nos sumergimos entre las ideas de pensar en el final del
colegio que apenas comenzábamos y después lo que habríamos de vivir en
la universidad; mientras conversábamos, vislumbrábamos que pronto
podríamos salir y viajar a donde quisiéramos, que cada uno estudiaría lo que
quería, que estaba pronto el momento en el que nos subiríamos al auto de
alguno de nosotros para después marcharnos sin rumbo a conocer aquellos
lugares de los que tanto nos habían hablado, aquellos que se presentaban
en los libros y nosotros dibujábamos en los cuadernos; muchas ideas más se
presentaron aquella tarde, hacíamos planes y creíamos que nunca íbamos
a crecer y a cambiar, no conocíamos nada de la vida.
Al ponerse casi oscura la frontera del día, todos retornamos a nuestros
hogares, ella como siempre fue la primera en irse y caminar una calle arriba.
Después de aquel día con el tiempo nos perdimos entre nuestra vidas y nos
sumergimos entre nuevas amistades y labores distintas; todos los que
antiguamente corríamos por las calles durante las tardes, solo nos
limitábamos a saludarnos y seguir de frente, eran raras la veces en que
algunos se quedaba parados en frente de los jardines conversando; cada
uno de nosotros había escogido un colegio distinto y distante a la vez,
además que los nuevos amigos parecían ser mucho más interesantes, quizás
fue por eso que nadie notaba su ausencia.
Pero una tarde cuando después de haber retornado a casa, llegó hasta mi
una desafortunada mala nueva, fue mi hermano, quien me pregunto si la
conocía para después decirme que Julissa se encontraba enferma, que
estaba pronto a viajar a otra ciudad donde buscaría recuperarse, además
agregó que debería de ir a visitarla y a desearle una pronta recuperación.
Era la primera vez que yo me enfrentaba a una situación como esa; quizás
por el miedo propio de enfrentar a lo desconocido o porque habían pasado
mucho tiempo que ya no la veía, me pase los días pensando en cómo sería
el llegar hasta su casa, preguntar por ella y hacer lo correcto, además sólo
sabía que ella vivía una calle arriba, pues nunca se dio la oportunidad de
visitar su hogar, claro que no hubiera sido muy difícil el llegar hasta aquella
calle y preguntar; pero por alguna razón las ideas se entremezclaban en mis
pensamientos y los días siguieron pasando. Tanto tiempo me tomé
planificando una posible visita, que una mañana me enteré que la noche
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 45
anterior ella ya había sido trasladada a un hospital muy distante, yo me sentí
un poco aliviado, pero después me sentí muy culpable.
Alguna vez llegaban las escazas noticias a las puertas de las casas: -ella
cada día más fuerte, ya se siente un poco mejor- decían.
Estos comentarios hacían que me sintiera bien, pues pensaba que pronto
estaría de retorno, y nosotros sus amigos del pasado estaríamos otra vez ahí
para ella, que tendría la oportunidad de disculparme y quizás animarla con
algunas bromas…
…
Por aquellos días ya no faltaba sino unos meses para terminar la educación
secundaria y por una casualidad el hijo del vecino de la tienda de la esquina
había optado por terminar sus estudios en el colegio y aula en el que yo
estudiaba, esto hizo que aquella amistad que compartíamos en el pasado
otra vez renaciera, ya que no sólo compartíamos el colegio, sino también
los caminos que nos llevaban a casa, es por ello que cuando teníamos algún
trabajo importante que realizar nos reuníamos en la amplia sala de su casa
y nos pasábamos largos ratos trabajando con empeño.
En una de aquellas tardes no encontrábamos otra vez en la sala de su casa,
sumergidos entre cartulinas y pinturas; en cierto momento nos hicieron falta
algunos materiales para terminar el trabajo que realizábamos, fue a causa
de ello que nos vimos obligados a salir a las calles con dirección a una librería
de la cual deberíamos de adquirir lo necesario para terminar nuestra “obra”.
Cuando salimos de su casa eran más o menos como las siete de la noche
con algunos minutos más; aquella librería estaba ubicada algo lejana calles
abajo, descendimos muy lentamente; mientras caminábamos íbamos
conversando sobre los materiales que deberíamos de adquirir, claro que a
veces exagerábamos un poco y las risas no se hacían esperar.
Aquella calle por la cual nos desplazábamos casi siempre estaba mal
iluminada, solo unos cuantos postes se aburrían sosteniendo focos de
extraña forma que dejaban escapar luces anaranjadas, es por ello que se
caminaba a media luz por ahí, pero aquella calle no era peligrosa, ya que
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 46
era constantemente vigilada por la seguridad, además que los vecinos eran
buenas personas, por ahí se podía caminar a gusto.
Mientras continuábamos nuestro camino, mi amigo que tenía la fama de
tener la mejor vista de todo el salón, alcanzó a divisar a Julissa en la esquina,
al otro lado de la calle, entonces me dijo que era ella. (Nosotros por aquellos
días que ya nos sentíamos atraídos cada día más por las chicas), sin pensarlo
ni un segundo decidimos acercarnos, no faltó el reto de quien le hablaba
primero, entonces aceleramos el paso. A pocos metros la pude ver que ella
venia en dirección contraria a nosotros y que el encuentro sería inevitable;
en pocos minutos nos encontramos de frente. Inmediatamente la
saludamos, y ella nos miró en silencio por un segundo y continúo su camino;
mi amigo que había continuado la amistad por muchos días más que yo,
habría de tener más confianza con ella, es por eso que él fue hasta ella y la
atrapó de un brazo mientras le hablaba. Julissa se detuvo por un segundo
mientras miraba fijamente a mi amigo, este entonces la soltó y se quedó
parado en media calle, mientras ella continuaba su camino sin siquiera
voltear a verlo.
Cuando le di alcance, él me comento: -ella está demasiado delgada y su
cuerpo esta helado, parece que está hecha de esponja, es por eso que casi
de inmediato deje de sostenerla, además parece que no nos reconoció
Nosotros nos quedamos ahí, extrañados por su indiferencia,
¿Que se creía ella?, mi amigo comentó: “ni que fuera la única”
Mientras continuábamos nuestro camino, le comenté que me parecía que
ella estaba muy extraña, mi amigo dijo entonces:
-no es extraña es sólo que se hace a la importante, ¿viste como esta vestida?
Parece que ahora le teme al frio-.
Inmediatamente hizo como si no le importara y otra vez comenzó a hablar
sobre el trabajo que estábamos realizando.
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 47
Al llegar a la librería no encontramos el azul de la pintura que
reclamábamos, es por ello que lo suplimos por un verde extraño, después
otra vez nos fuimos hasta la gran sala en su casa, donde descansaban
nuestras inmensas cartulinas.
Mientras estábamos ocupados abriendo bolsas y comparando colores,
alguien llampo a las puertas de la tienda del padre de mi amigo, y como
aquella tienda tenía el acceso directo hasta su sala, alcanzamos a oír a la
voz de una mujer mayor que parecía estar muy angustiada, mientras su
padre intentaba consolarla. Nosotros inmediatamente nos sentimos muy
extrañados por aquello, es por eso al creer que algo había sucedido, mi
amigo se apresuró en dirigirse hasta el lugar de donde provenían las voces;
demoró unos pocos minutos y después vino hacia mí y muy triste me dijo:
-es la mamá Julissa, dice que ella falleció-
Esta noticia nos dejó muy impactados, pues no podíamos creerlo, hacia
unos pocos minutos habíamos coincidido con ella en la calle casi oscura,
hasta la habíamos saludado: seguramente mientras fuimos a comprar, algo
debió de ocurrirle, quizás un accidente. Nos sentimos más dolidos, por haber
estado diciendo cosas no muy desagradables a cerca de ella. Después de
todo ella hacía poco había vencido a una enfermedad que la tuvo alejada
de la Ciudad por muy largo tiempo, pero quiso la mala fortuna que
encontrara un trágico final
Desde aquel momento nuestro trabajo lo continúanos desarrollando, pero
ya no sonreíamos más, hablábamos poco y a media voz, sentíamos mucha
pena, pues a pesar de que el tiempo y nuestras propios temores, se habían
encargado de alejarnos, en algún lugar de nuestros recuerdos aun
guardábamos un gran cariño hacia ella.
Más o menos una hora después, cuando ya casi terminábamos el trabajo,
su hermano mayor, un hombre de mediana edad, vino a ofrecernos su
ayuda, por que llevábamos mucha horas ocupados.
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 48
Ahí mientras nos ayudaba a colocar en una buena posición todo lo
construido y pintado, él nos comentó sobre la muerte de Julissa,
- es muy triste - nos dijo,
Nosotros solo lo mirábamos mientras aquel hombre nos hablaba con cierto
dolor sobre la vida y sobre la suerte que teníamos; nosotros lo escuchábamos
en silencio, hasta que en un momento nos quedamos muy impactados,
como si fuéramos de hielo
- pobrecita – dijo su hermano, - mañana la van a sepultar, dos días la están
velando y hoy recién nos enteramos –
- ¿Dos días?, si apenas hacia un rato que la habíamos visto, respondió mi
amigo.
- Debieron de confundirla, ella falleció en otra Ciudad y la trajeron ayer en
la mañana. Y continuo hablando lo de su enfermedad y de muchas cosas
más que no alcance a escuchar.
Poco después que aquel hombre dejo de hablar, me disculpé con ellos pues
terminado el trabajo, tenía que retornar a mi domicilio que estaba ubicada
a unas cuantos metros más allá;
pero antes de salir de su casa sentí miedo, por lo que acabábamos de oír,
entonces mi amigo al parecer también sentía miedo y comenzó a hablar
con voz temblorosa y a decirme que si era real que nosotros nos la habíamos
encontrado aquella tarde, yo ya no estaba seguro de lo que estaba
sucediendo, pero nosotros sabíamos bien lo que habíamos vivido, no sólo la
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 49
habíamos visto sino le hablamos y él hasta la tomó de un brazo, pero todo
era ilógico porque para aquella hora ella ya llevaba más de un día de haber
fallecido. En cierto momento alcanzamos la conclusión y el consuelo que se
trataba de una broma de su hermano
Todavía con algo de miedo me fui a rápidamente hasta mi hogar, donde
mis padres muy tristes me confirmaron que ella hacía ya dos días que había
dejado de existir, y como ellos nos habían visto crecer casi juntos, me
llevaron con ellos hasta su casa para darle el pésame a su familia.
Yo ni siquiera me atreví a acércame hasta la caja donde ella descansaba,
me limite a estar sentado en un lado mientras todos comentaban lo penoso
de su enfermedad.
Casi a medianoche, se hizo presente un vecino, él un hombre joven que se
encontraba algo embriagado, se acercó casi hasta donde me encontraba
con mis padres y comenzó a relatar en voz alta una historia casi idéntica a
la que había vivido junto a mi amigo.
Él dijo que por la tarde al encéntrasela en la calle, quiso darle un abrazo muy
afectuoso, pero ella parecía una muñeca de trapo y esto le causo miedo;
además dijo que minutos después del encuentro, un poco incómodo se
dirigía hasta su hogar cuando vio la señal de luto en la casa vecina y él
guiado por su curiosidad se acercó hasta el interior, como había mucha
gente, se acercó hasta el féretro, donde después de observar el interior y
notar que era Julissa quien descansaba ahí, cayó al suelo por la impresión;
inmediatamente fue ayudado por un grupo de personas, minutos después
le dijeron que aquella con la que decía haberse encontrado hacia unos
minutos, llevaba ya mucho tiempo fallecida, esto lo aterro y no encontró
mayor consuelo que el de los efectos del alcohol, y aquella hora retornaba
para confirmar que no se trataba de una broma, de un mal sueño o alguna
alucinación; aquel se acercó hasta donde descansaba ella y lloró por un
largo rato, preguntándole ¿por qué se le había aparecido?, después le pidió
perdón, mientas esto sucedía mis padres dijeron que era hora de retirarse.
Esta Madrugada recuerdo a Julissa y le agradezco por las tardes, los juegos y los
sueños olvidados….
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 50
GATOS FÚNEBRES
Esta quizás sea una de las historias más populares que recorren por las calles
de la pequeña Ciudad.
Por considerarlo demasiado cercano a la fantasía desmedida y a lo poco
posible, no le daba ni un poco de importancia, hasta que tuve la
oportunidad de compartir los estudios universitarios con alguien que la vivió,
Aquel amigo y sus dos hermanos dieron fe de que aquello era real, además
de algunos de sus vecinos que reafirmaron lo que les paso a narrar:
Hace algún tiempo, cuando apenas se comenzaban a construir las primeras
casas, a espaldas de la Universidad y calles arriba por la escuela vecina,
muchos habitantes de pueblos cercanos a la Ciudad, llegaban hasta aquel
lugar para quedarse, comentan que cuando llegaron los primeros
pobladores aquellos terrenos todavía mostraban la escaza, amarillenta y
menuda vegetación que es muy común el hallarla cuando se sale a
caminar fuera de las calles.
Por aquellos días una junta de futuros vecinos habrían de haber adquirido
una porción de los terrenos, y en poco tiempo iniciaron las construcciones
de sus viviendas, que iban creciendo día a día, siempre aferrados al tiempo
y a la economía que suele limitar a veces la voluntad de los hombres.
Es en este escenario que aquel quién resulto siendo uno de los mejores
amigos con los cuales he compartido los días de clases y la expectativa de
los exámenes; fue uno de los primeros vecinos que llego a poblar aquel
lugar, él como el hermano mayor y por mucho una persona responsable,
dejando atrás el pueblo que lo albergo durante los primeros años de su vida
se dio a la tarea de controlar el avance de la construcción de su nuevo
hogar en la ciudad. Apenas dejaron casi terminada la construcción el
“primer piso” de su futura vivienda se hizo de una de las habitaciones, en la
cual habitó durante algún tiempo en compañía de sus dos hermanos
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 51
menores; ellos se acomodaron lo mejor posible, ya que por aquellos días
eran épocas de vacaciones en los colegios y ellos no tenían que retornar a
su lugar de origen.
Los días allá eran muy tranquilos y de noche todavía se podía sentir aquel
silencio propio de los pueblos que se paseaba entre las construcciones
menudas y cada una más alejada de la otra.
Una de tantas noches, mientras ellos dormían, el ambiente que siempre
había permanecido en calma cambio repentinamente, todo inicio cuando
un viento extraño comenzó a “arañar” las construcciones con mucha fuerza,
al punto de que provocó que algunas cosas cayeran y golpearan a las
puertas de su pequeña habitación; esta como no estaba totalmente
construida, como ventana solo tenía un agujero cuadrado y un armazón de
metal oscuro sin vidrios, el cual estaba cubierto por unos cartones para evitar
la entrada del frio, uno de aquellos cartones también fue arrancado por
aquel temporal inesperado, a causa de ello mi gran amigo se vio obligado
a dejar el sueño para después y algo incómodo tuvo que ir hacia allá para
intentar poner todo en su lugar.
Mientras el buscaba en la oscuridad el cartón que habían caído lejos, hacia
esfuerzos por no hacer ruido para no despertar a sus hermanos, fue cuando
escuchó que afuera los perros lejos de ladrar como es común o de hacer
muchos ruido, se les oía estar llorando muy bajito; mientras tanto él
continuaba ocupado posando sus manos por el suelo; en un momento sus
hermanos también despertaron e inmediatamente se pusieron a ayudarlo,
cuando dieron con aquel trozo del cartón caído, mi amigo se acercó a la
ventana media cubierta aun, y sus hermanos muy curiosos lo siguieron,
como ya era de madrugada ellos sintieron curiosidad por ver como se
mostraba el paisaje a aquellas horas; entonces los tres se acomodaron y
empezaron a observar el ambiente a media luz afuera que apenas era
alumbrado por el foco distante de un poste de madera. Estuvieron ahí un
momento conversando hasta que en cierto momento y ante sus ojos se
mostró un espectáculo macabro que los dejó petrificados como si formaran
parte de las paredes.
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allá afuera unos gatos se paseaban haciendo ruidos como si conversaran,
un aullido fantasmagórico se dejó oír claramente, mientras se mostraba
delante de todos un gato blanco caminando en sus dos patas posteriores,
detrás de él otros gatos grandes, venían cargando a otro que se encontraba
inmóvil y parecía estar muerto, detrás uno más pequeño de color negro, que
parecía llorar de manera inconsolable sus maullidos que se asemejaban a
voces y llantos de mujer, que caminaba en sus dos patas posteriores como
todos los demás y que se cubría los ojos con sus patas delanteras, seguido
de un gran grupo, todos aquellos gatos representaban ante sus ojos, el viaje
final que hace un humano, cuando en un ataúd es llevado hasta un espacio
en el cementerio.
Mi gran amigo y sus hermanos, sin ninguna reacción sólo miraban y oían
aquellos maullidos infernales acercarse cada vez más; cuando aquel gran
grupo de gatos se encontraban casi en frente de la ventana, los tres guiados
por el miedo cayeron al piso y se apoyaron al muro que quedaba debajo
de aquel agujero cuadrado, y ahí temblando de miedo se aferraron unos a
otros, mientras afuera se podía oír cada vez más claras aquellas “voces” de
los gatos en su marcha fúnebre, esto duró unos minutos. Después lentamente
se fueron alejando, cuando ya los ruido extraños y aterradores comenzaban
a percibirse más distantes, mi amigo haciéndole frente al terror ase asomó,
para intentar colocar el cartón en aquel agujero, y observo a aquel gran
grupo de más o menos veinte gatos que se iban caminando en dos pies por
entre medio de las calles.
Aquella noche ellos sintieron mucho terror, al extremo que hasta hicieron
que el perro que se suponía era el guardián de su casa, fue invitado a
ingresar en aquella habitación y pasar la noche todos juntos.
AL amanecer, algunos vecinos más habían observado todo lo ocurrido
aquella madrugada, hubo ruido, vieron lo que ocurría, pero todos sintieron
miedo y nadie hizo nada. Después de comentar por un gran rato llegaron a
la conclusión de que aquellos seres eran diablos,- los gatos son diablos
dijeron -.
C i u d a d P a r a n o r m a l I |53
Aquella tarde mi amigo buscó otro lugar en el cual habitar hasta que
terminaran aquella construcción, él dice que sólo se acercaba por ahí por
las mañanas, después cuando terminaron aquella casa, tuvo que pasar
mucho tiempo para que ellos se decidieran por fin a habitarla.
Las tardes que pasamos gratas horas en aquella casa no era muy difícil el
notar casi la total ausencia de ventanas que dan a la parte posterior de su
propiedad, lo extraño de su construcción, fue lo que me impulso a
preguntarle el por qué y fue también el inicio de estas líneas,
Uno de sus hermanos me dijo: -es así porque si los gatos otra vez se hicieran
presentes, por lo menos ellos no los verían pasar.
C i u d a d P a r a n o r m a l I | 54
MADRUGADAS EN EL CEMENTERIO
Cierta vez, aprovechando la media conciencia de un vecino, que no tenía
otra gracia conocida sino el de beber todos los días. Anunció en voz alta
que estaba de retorno a su hogar después de algún nuevo flirteo con el
alcohol barato; mientras ponía cara de triste e intentaba seguirme el paso y
lograr que le diera algunas monedas, para retornar al lugar desde el cual
hacía poco rato recién había salido, aspirando quizás a llamar a la lastima
me dijo:
- hay noches que no puedo llegar a casa a dormir, no porque yo no
quiera… es que nadie se atreve a abrirme la puerta, porque se respeta
aquello que para las diez de la noche todos deben de estar adentro,
además ellos saben que yo no llego por estar bebiendo, ya es algo casi
cotidiano. Antes cuando me quedaba con los amigos hasta muy tarde ya
no retornaba hasta mi casa, me ahorraba los pasos y me quedaba a dormir
aunque no me creas en el cementerio,
Y continúo:
-un amigo me hacía compañía, como estábamos mareados no nos
importaba sino el obtener un espacio en el cual poder descansar; cierto día
mi acompañante de siempre viajó y yo me quede en el bar hasta pasada
las once de la noche, como estaba acostumbrado me dirigí hasta allá, subí
por la parte de atrás del muro e ingresé, y después de caminar unos metros
llegue al nicho que muchas veces nos sirvió de guarida nocturna, mi amigo
acostumbraba a dormir en uno de los agujeros arriba del que yo ocupaba;
minutos después y estando ya ubicado “en mi lugar” trataba de abrigarme
entre el cemento; al menos allí adentro no hacía tanto frío como en las
calles; cuando ya comenzaba a sentirme algo a gusto y me faltaba poco
para dormir, sentí un silbido casi imperceptible, luego un ruido. Pensé que
era mi amigo y que como yo venía a resguardarse, así que lo llame, le grite
y no obtuve respuesta, me deslice un poco para que me oyera; justo en ese
momento una luz blanca pequeña, apareció flotando frente a mí y yo muy
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confundido me fui internando dentro del agujero, la luz me siguió y crecía a
medida que se me acercaba, mi cuerpo se estremeció al ver que no había
salida y el miedo me paralizó, sentí como si mis cabellos se pusieran de punta
y estallaron, entonces olvidándome del lugar en el que me encontraba,
quise ponerme de pie, pero como es un lugar muy pequeño donde apenas
cabe un ataúd, me di un gran golpe que me dejó inconsciente unos
segundos, después sentí como la sangre tibia se deslizaba por parte de mi
rostro y sentía un dolor punzante en la cabeza, presione con una mano la
herida, cerré mis ojos y apenas pude me arrastré, no sé como pero salí de
aquella construcción; mientras caminaba en la oscuridad entre las cruces y
nichos, gritaba mucho, no podía controlarme, después atravesé sobre el
muro por el cual ingresé y corrí hasta el bar cercano en el que había estado
bebiendo durante todo el día. Aquel lugar siempre está abierto.
Al verme ahí adentro, muy asustado, nervioso y con la cara ensangrentada,
mis conocidos pensaron que me habían asaltado. Después de que alguno
me hablara y tratara de controlarme y me alcanzaran algo de beber, yo les
comente lo que había vivido, todos me escucharon atentamente, después
me dieron de beber de su alcohol y yo al buscar algo con que limpiarme la
sangre que no dejaba de fluir, encontré en uno de mis bolsillos un billete y
lejos de pensar en curarme me puse a beber hasta que se acabó el crédito
del mencionado billete, según yo para aliviar el susto apoyado por los
demás… desde aquella noche todos pensaban que había aprendido la
lección incluso yo.
Pasados un par de meses alejado de todos incluso de mi mejor amigo, este
llegó una noche hasta mi domicilio para invitarme a una celebración y días
después yo seguía con la vida bohemia, claro que ahora trataba de llegar
a casa o quedarme en el bar con alguna excusa hasta que amanezca.
Pero una de aquellas noches en que había bebido demasiado tuve
problemas con el propietario porque me reclamo mi actitud a lo que yo lo
insulte; sin pensarlo dos veces hizo que me echaran, ya eran más de las una
de la madrugada, sin tener otro lugar donde quedarme y con algo de
miedo me acerque a las paredes de tierra del cementerio.
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Dudé un momento, pero el frío pudo más que el miedo, así que decidí
ingresar pero ya no ir hasta el nicho donde tuve esa mala experiencia con
la luz que se me acercó después de un silbido.
Por eso subí por un lado más lejano de aquella pared, luego de un salto ya
estaba adentro, la oscuridad y el paisaje se me hizo muy familiar, hasta por
un momento creí que lo había extrañado, sólo que esta vez encontré un
nicho de “dos pisos” recién terminado, supongo que era así porque aun
habían restos de materiales al costado, además de unos trozos de aquellas
bolsas de papel en las que venden el cemento. Me acomodé en uno de los
dos agujeros que formaban este habitáculo, en el agujero más alto y los
trozos de papel me sirvieron de “sábana” improvisada y cobertor.
por un momento reflexione y pensé que estaba actuando como un
demente, sino ¿quién en su plena lucidez se encontraría aquel momento en
la situación mía?, para aquella hora casi todos estarían en sus casas muy
bien abrigados, algunos viendo televisión o abrazados a quien aman, de
alguna manera estarían mucho más cómodos y tendrían una mejor vista
que la mía, ya que desde ahí sólo podía ver un sepulcro vagamente en
plena oscuridad, que al parecer llevaba algunas horas recién formada, por
que presentaba tierra muy oscura y alta, además de las innumerables
coronas y aun se podía percibir el olor a “anisado” y también el humo de
tabaco del cigarro “nacional”. Me encontraba acomodado boca abajo
por que estaba preparado para que al percibir el menor ruido saliera
disparado hacia el muro más bajo y saltarlo.
comencé a recordar, pero intentaba no hacerlo por que comenzaba a
llenarme de miedo, fue cuando escuché que algo se arrastraba, al principio
pensé que era un perro, pero no sonaba a pasos, era más bien un sonido
como cuando arrastran algo pesado, luego escuche una serie de murmullos
y supe que un grupo de personas se acercaban, pensé que era la policía o
los guardianes así que me interné un poco más adentro; desde ahí percibí
claramente como los murmullos se acercaban más y más, lo extraño era que
no podía entender ni siquiera una palabra de lo que decían aquellas voces.
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Un momento después se mostraron ante mi unos cuatro o quizás seis seres
muy altos, vestidos de blanco con esos hábitos de monjes de las películas,
se les podía ver ya que una especie de luz muy baja delineaba
perfectamente sus formas; ellos a su vez eran una especie de
guardaespaldas de uno más pequeño que estaba vestido de negro y
llevaba una especie de bastón muy largo en una mano.
Yo los miraba, estaba aterrado, mi cuerpo no tenía la menor reacción, no
sé cómo contuve las ganas de gritar y salir corriendo, quizás por el miedo de
que esos seres me vieran; ellos se acercaron a la tumba reciente y el vestido
de negro empujo las coronas hasta que algunas cayeron, los demás seres lo
rodearon y paso algo que no sé cómo explicar, pero me pareció que el de
negro arranco un alma del sepulcro. Pues aquel levanto su bastón y una luz
blanca proveniente de la tierra de aquel sepulcro se impregno en lo más
alto de este y desapareció mientras se oía un gran grito agudo y aterrador,
como si a alguien le desgarraran la vida.
en seguida el del bastón continuo su camino y los demás lo siguieron entre
murmullos que parecían a veces que cantaran; no pasó mucho tiempo
cuando se detuvieron muy cerca en otro sepulcro reciente, repitieron lo
mismo y esta vez se oyó un grito como de mujer aterrada.
Yo ya no soportaba, sentía el sonido de mi corazón, veía manchas de luces
ante la oscuridad del ambiente, tuve que presionarme la boca con ambas
manos para no gritar, intentaba el no hacer el menor ruido, aunque
pensaba que pronto escucharían mi respiración agitada.
Pasado un tiempo, no sé cuánto, decidí largarme de allí.
Presumí que aquellos seres ya estaban demasiado lejos, y muy lentamente
me descolgué desde aquel agujero y descendí tratando de hacer el menor
ruido posible, y caminé muy alerta, mirando a todos lados, con la idea de
que en cualquier momento uno de aquellos podría verme.
Cuando ya me encontraba con las manos en el muro, no sé si por el miedo
o fue real, sentí como si alguien me tocara la espalda, me aterre y corrí sin
rumbo lastimándome y cayéndome, escuchaba que algo o alguien me
seguía, eran como cadenas arrastrándose y avanzaba muy cerca de mí.
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No sé de dónde pero un perro se me acercó e hizo mucho escándalo;
alguien dio aviso a la policía y cuando entraron en el cementerio muy
temprano en la mañana, me encontraron casi inconsciente. Luego de esto,
me llevaron a casa y mis familiares hicieron de todo para que yo me
recupere, porque tenía miedo a todo, dormía con la luz encendida y con
compañía, también llamaron a algunos curanderos para que con sus
conocimientos me hicieran unos “jubeos” con cuyes y palomas, con rezos,
con toda su magia andina; de a pocos fui recuperando mi mala forma
habitual de vivir, mis familiares pensaron que esto me serviría de lección pero
ya vez que no fue así-
Me impacto tanto su relato que le di una moneda sin ningún ruego de su
parte y luego se fue.
Seguramente esta noche está ahogándose en lo que unas monedas
pueden comprar mientras yo le narro su experiencia.
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MUJER DIABLO
No sé si se ha escrito esta historia, pero parece tan familiar por lo simple de
su desarrollo y el acercamiento a algún guion de aquellas películas antiguas
que se basan en argumentos directos; en realidad eso me importa poco,
porque al igual que en los demás relatos estas líneas vertidas están basadas
en narraciones de personas que los han vivido directa o indirectamente, han
aportado con sus testimonios; además de haber demostrado la veracidad de
todo con nombres, apellidos, lugares y situaciones reales que muchos pueden
dar fe y cualquier mortal si es que se interna entre las calles y pueblos de
esta ciudad fácilmente podrá hallarlos, como es en este caso en particular.
Aproximadamente a una hora y muchos minutos más del centro de la
Ciudad existe un pueblo pequeño y casi deshabitado por estos días, un lugar
que en su pasado pudo disfrutar de todos los favores que trae el éxito, pero
es una historia que se fue junto a sus pobladores originarios, ya que el tiempo
ha sabido envenenarlos con sus días y los arrancó de la existencia o llevados
por el deseo de una vida mejor se mudaron siguiendo nuevas esperanzas.
El tiempo en que todo esto se desarrolló no se me fue precisado con
exactitud, basta saber que fue más o menos en los años cincuenta o sesenta
me dijeron; y ante la falta de esta importante información, lo dejare así (por
ahora).
Por aquellos días en aquel pueblo se desarrollaba una vida tranquila dentro
de los posible, hombres y mujeres laboraban desde muy temprano y
llegaban a sus hogares entrada la noche, los pequeños y los jóvenes se
enredaban entre días de escuela y esperados fines de semana, días en los
cuales ellos podían dedicarse a diversa labores alejadas de los deberes
escolares y los trabajos en casa.
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Por lo pequeño del pueblo casi ningún suceso pasaba desapercibido por
vecino alguno, es por ello que todos notaron que entre casas de los vecinos
existía una en particular, de la cual dos niños, de piel muy blanca y aspecto
algo tenebroso se mostraban al abrirse las puertas; estos niños de aspecto
poco natural, durante el día se asistían a la escuela, después retornaban a
su hogar para no ser vistos sino hasta que otra vez la campana de la
pequeña escuela llamara a formación. Todos los demás compartían desde
una palabra hasta largas horas de caminos y juegos, pero aquellos niños,
parecían no tener el más mínimo deseo de hallar compañía y hacerse de
amigos, ya que casi todo el tiempo se la pasaban solos, alejados del grupo,
siempre con sus miradas desencajadas y su aspecto triste. Aquellos dos y su
extraño comportamiento no pasaban desapercibidos y menos la madre de
los dos niños, que se pasaba días enteros encerrada entre su paredes, casi
nadie podía decir mucho de ella ya que igual que sus hijos permanecía en
silencio y evitaba la compañía de los demás.
Pasado un poco de tiempo, aquella extraña mujer falleció una noche, y
como ella toda su vida la dedico al cuidado de sus hijos, los dos pequeños
quedaron desamparados y fueron a parar a la casa y al cuidado de uno de
los vecinos más importantes y bondadosos de pueblo que decían tenía
cierta familiaridad con el padre de los dos pequeños desafortunados;
además ante la ausencia de algún familiar de la infortunada mujer, los
vecinos hicieron lo mejor que pudieron para preparar los días de velorio y
sepelio de la señora difunta.
Después de un día muy atareado, y dejando la pena para después, todos
colaboraron para comprarle una caja de madera y realizar los días de
velorio de la extraña mujer, es así que un grupo de ellos se ocupó de poner
todo en su lugar. Poco después la vecina descansaba ya en su caja de
maderas sobre una mesa grande cubierta con unas mantas, flaqueadas por
velas de un tamaño singular, las mismas que estuvieron encendidas durante
parte del día, la tarde y hasta muy entrada la noche.
Como es natural la noticia del velorio de la mujer corrió por todas las calles,
hasta alcanzar los oídos de todos y cada uno de los habitantes del pequeño
pueblo, entonces gran cantidad de personas se dirigieron hasta el hogar de
la infortunada, para darle un saludo a los pequeños huérfanos y acompañar
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a aquella extraña mujer en sus “últimos días” entre todos, si bien no la habían
conocido a la perfección, sabían que aquella formaba parte de los
habitantes del pueblo, y era de alguna manera parte de todos.
Es de costumbre el realizar dos madrugadas de velorio, para que al tercer
día por la tarde se proceda al sepelio; por muchos testimonios, se dice que
mientras los vecinos se reunía alrededor de la mujer que llevaba
descansando un día y muchas horas a la lumbre de velas de gran tamaño,
y mientras ellos se enredaban entre conversaciones que a ratos llegaban
hasta las risas, siempre acompañados de alguna bebida alcohólica y el
humo de cigarrillos; el cadáver de aquella mujer de golpe se sentó dentro
de su caja y pareció retornar a la vida; todos se quedaron en silencio, menos
aquella que haciendo un poco de esfuerzo salió de su ataúd, caminó entre
todos gritando groserías y palabras irreproducibles, invitó de la manera más
brusca a que todos se largaran de inmediato de su casa
Está por demás decir que los vecinos invadidos por el terror al ver a aquella
mujer el despertarse después de haber estado siendo “velada” casi dos días,
se alejaron de aquella casa aterrados.
-se ha condenado- decían los vecinos, mientras se persignaban y se
llenaban de miedo ante el más pequeño ruido y la oscuridad con los cuales
los envolvía la medianoche.
En pocos segundos aquella casa quedó vacía, y aquella mujer se paseaba
en el interior haciendo mucho ruido, parecía burlarse del miedo de los
demás. Sus hijos no se le fueron devueltos, a causa de ello entre los ruidos se
podían escuchar voces fantasmales como si los llamara.
Los dos niños días después fueron reclamados por su padre que hacía
muchos años no los veía, casi ni siquiera podían reconocerse al principio,
pero aquel hombre que hacía mucho radicaba en una Ciudad lejana se los
llevó muy temprano lejos de aquel lugar y de su “madre condenada”
Desde aquí encontré dos versiones de la historia, una que dice que cada
siete días aproximadamente aquella mujer parecía perder la vida y días
después otra vez se le escuchaba dentro de su hogar y hasta se le podía ver
por las calles: pero en lo que coincidieron en que Aquella mujer después de
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muchos días de continuar con su actitud de mantenerse encerrada en su
casa haciendo mucho ruido, falleció otra vez y permaneció muchos días así,
los vecinos entonces se vieron forzados a hacer nuevos preparativos para
sus noches de velorio y el sepelio; pero cuando ya estaba pronto a llevarla
a su lugar de descanso eterno, ella otra vez retornó a la vida y agredió a
todos los vecinos que encontró en su casa; ninguno se atrevió a quedarse
ahí siquiera un par de segundos, todos estaban aterrados con la presencia
de la vecina que de manera sorprendente e inexplicable había muerto y
retornado a la vida por segunda vez.
Desde aquel momento todos los habitantes del pueblo comenzaron a
temerle y evitar el caminar siquiera cerca de ella; en su hogar los ruidos
continuaban; aquella mujer otra vez se paseaba, pero esta vez parecía
estar furiosa. Así pasaron los días y una tarde otra vez se desperdigaba entre
las calles la noticia de que ella había fallecido. Los vecinos ya ni siquiera se
atrevieron a acercase a ella, sólo se limitaron a mirarla a través de una de
las ventanas de su hogar. Unos días después, aquella mujer que decían que
estaba muerta, se presentó una noche ante todos mientras se dirigían hacia
la iglesia, los pobladores sabían que se trataba de ella, a pesar de que por
aquellos días presentaba facciones y comportamientos fuera de lo común,
su rostro estaba de un color muy pálido, cercano al blanco; sus ojos en
particular eran muy extraños, ya que se presentaban rojos que hasta
aparentaban estar formados de sangre en su totalidad, su cuerpo parecía
estar desintegrándose, porque ya se mostraba delgada en extremo, tanto
que sus manos parecían ser solo una especie de garfios. Sin duda aquella
mujer llevaba mucho tiempo ya fallecida, pero sus su cuerpo había sido
poseído por un demonio que lo manejaba a su voluntad.
Ante tal situación los ancianos llamaron a una reunión urgente a los
pobladores del pueblo; un domingo por la tarde todos se hicieron presente,
menos aquella extraña mujer; después de un momento de reencuentros
alejados de las labores acostumbradas; un hombre disemino un corto
discurso que llegó hasta los presentes para llenarlos de miedo.
-¡el diablo habita en nuestro pueblo!- dijo.
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Los pobladores no necesitaron ninguna palabra más para saber de quien
hablaba y donde hallarlo. Después discutieron por unas horas, hasta que al
final acordaron que debían de deshacerse de aquel ser maldito que había
tomado forma de mujer y que exactamente perdía la vida y pocos días
después se mostraba ante todos como si nada le hubiera sucedido.
-la próxima vez que se quede sin vida, la llevaremos al cementerio y la
sepultaremos- concluyeron y se fueron a sus hogares esperando el día
señalado.
Pocos días pasaron cuando un vecino, el más osado, mientras se dirigía a su
hogar después de realizar su labor diaria, guiado por la curiosidad alcanzó
a ver a la mujer acostada en el piso de madera de su hogar sin dar muestras
de vida; entonces apresuró su paso y fue en busca de los demás pobladores
del pequeño pueblo para anunciarles que se había presentado la
oportunidad de deshacerse de aquel “diablo” que al parecer llevaba
pocas horas de haber fallecido. Los demás al enterarse de la noticia, sin
perder un segundo se dirigieron a sus hogares para que poco después
armados de palas, picos y cadenas fueran hasta donde se hallaba aquel
maligno ser que se había posesionado del cuerpo de la vecina.
Al llegar hasta su hogar, quizás impulsados por el grupo, unos cuantos
ingresaron, recogieron su cuerpo del piso y lo colocaron dentro del ataúd,
que aún permanecía en el mismo lugar en el que hacia algunos días ellos la
habían estado velando hasta que ella retronó a la vida y los corrió entre
gritos y palabras irreproducibles.
Después de colocar el cuerpo dentro de aquella caja de maderas, la
cerraron y con unos martillos pusieron por todas partes unos clavos de gran
tamaño, y como si esto fuera poco, le colocaron gruesas cadenas en forma
de envoltura y las aseguraron con candados grandes y con todo lo que les
fuera posible asegurarse que la “tapa” no se fuera a desprender; después
se dirigieron hacia las calles donde los esperaba un pequeño auto blanco
de uno de los vecinos que se ofreció a llevar a aquel maligno ser encerrado
en la caja hasta el cementerio que estaba ubicado lejos del lugar en el que
se encontraban.
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Después de subirlo en el pequeño auto unos cuantos se subieron junto al
ataúd encadenado para asegurase de que permaneciera en su lugar y
emprendieron la marcha veloz por un camino de tierra que hacía las veces
de carretera; pero el viaje no duró mucho ya que apenas habían pasado
unos cuantos minutos, el vehículo de manera inexplicable no quiso avanzar
ni un metro más, aun así el chofer se bajara a revisar el motor y los demás lo
empujaran, todo estaba en su lugar, pero parecía que una fuerza
inexplicable no los dejaba continuar con su camino.
Sin otra opción y sin la menor intención de retornar con el ser maligno de
retorno al pueblo, decidieron cargar el féretro y llevarlo en hombros hasta el
lugar destinado para ser enterrado, así que apurando el paso llegaron hasta
el lugar elegido, acompañados por un gran grupo de pobladores que les
dieron alcance mientras ellos marchaban con su maléfica carga.
Cuando Atravesaron las puertas del cementerio, ya era de madrugada. Se
sumergieron en él muy cansados y sudando, avanzaron por el interior entre
sepulcros y cruces desperdigados por todos lados, tropezando a veces por
lo accidentado del terreno, hasta que alcanzaron el lugar hacia el cual se
dirigían; entonces colocaron el ataúd en el suelo para descansar, mientras
los sepultureros preparaban la “bóveda” en la cual sería depositada aquélla
caja, todos sentían un alivio porque estaba próximo el ponerle fin al miedo
que habitaba entre ellos.
Pero mientras descansaban, una voz que parecía procedente del mismo
infierno se dejó escuchar, poco después aquel ataúd comenzó a moverse
de manera extraña, como si la fallecida habría otra vez retronado a la vida
e intentaba salir, primero se oyeron unos pocos golpes, pero después aquel
ser que descansaba dentro de la caja hacía uso de una fuerza descomunal
y casi logro abrirse paso y arrancar la “tapa” a pesar de que se encontraba
asegurada con clavos y cadenas; ante la mirada de los estupefactos
pobladores, la caja se estremecía y hacia ruidos, parecía estar pronta a
romperse y a ratos dejaba escapar una especie de niebla que tenía el olor
a azufre, entonces muchos de ellos corrieron y se abalanzaron encima del
ataúd para evitar que “el diablo” escapara, y haciendo uso de su fuerza se
quedaron ahí encima, siendo sacudidos constantemente por los golpes que
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provenían desde el interior, además de los insultos que lanzaba “el diablo”
encerrado.
Los sepultureros entonces apresuraron su labor y comenzaron a preparar el
cemento con el cual cerrarían para siempre aquella “bóveda” algo antigua
que se mostraba profunda en la tierra oscura y húmeda, aquella extraña
construcción dentro de la tierra echa de ladrillos grandes, serviría de
encierro a aquel diablo que poseía el cuerpo de la mujer, mientras tanto los
hombres y mujeres del pueblo se dedicaban a masticar la coca en una
costumbre que ellos llaman “bolear”, que suelen realizar en los sepelios y en
algunas otras ocasiones.
Todos tenían miedo y más aun aquellos quienes estaban encima del ataúd,
porque temían que pronto aquel ser podría destrozar las maderas, salir y
quien sabe que les sucedería a ellos, por que quien se encontraba adentro
se mostraba rabioso en extremo y no dejaba un segundo de seguir
intentando librarse de sus captores. Así estuvieron por mucho rato hasta que
terminada la labor de los encargados del cementerio de sepultar a los
fallecidos dijeron que podrían llevar la caja y depositarla en aquella
“bóveda”; en aquel momento parecía que quizás no sería posible, puesto
que los encargados de llevarla temían que se saliera, sin embargo en un
momento elevaron el ataúd y como impulsados por el medo se apresuraron
en llegar hasta aquella extraña construcción y sin el menor reparo ni
cuidado arrojaron su carga maldita dentro, sólo se aseguraron de que el
ataúd resulte con la base hacia arriba, después sin pensar un segundo
buscaron un enorme bloque de cemento que cubría a la perfección
aquella construcción dentro de la tierra, que hacía las veces de cerradura
o tapa de aquella “bóveda”, casi de inmediato los sepultureros comenzaron
a vaciar el cemento encima para que por fin pudiera quedar aquel sepulcro
cerrado para siempre. Pero los golpes y las voces de aquel ser infernal no
cesaban, hasta parecía a ratos que se escuchaban con más cercanía; los
aterrados pobladores afuera solo se limitaban a seguir con sus oraciones, y
masticando coca.
Entonces ocurrió un hecho que hasta hoy casi no tiene explicación, pues se
dice que de entre todos los que encontraban reunidos ahí, salió una mujer
vestida como cualquier pobladora, pero que nadie alcanzó a reconocer,
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aquella mujer se acercó al sepulcro en el cual se encontraba encerrado
aquel diablo y comenzó a reprenderlo y después también comenzó a hacer
uso de la coca; la presencia de aquella mujer pareció alterar al demonio
encerrado, pues su voz se sentía con más furia y decía palabras y blasfemias
que casi se podían escuchar de manera perfecta, además que parecía que
golpeaba todo a su alrededor con más violencia.
La extraña mujer permaneció inmutable delante del sepulcro, hasta que
después de un tiempo indeterminable el ruido ahí adentro cesó por
completo, aquella mujer había logrado encerrar al diablo.
Poco después ella desapareció de manera inexplicable, por más que la
buscaron no la hallaron y nadie supo decir de quien se trataba, algunos
dijeron que seguramente se trataba de alguien que estaba de paso por esos
lugares, otros dijeron que quizás se trataba de una bruja muy poderosa, pero
otros más estaban convencidos de que aquella mujer que encerró al diablo
era la virgen a la cual los pobladores desde aquellos años y hasta hoy le
tiene fe, y la denominan patrona del pueblo. Seguramente ella había
acudido hasta ellos para ayudarlos.
Después de aquel macabro espectáculo, se dice que aquella tumba quedó
maldita, los escasos visitantes de aquel cementerio pasan en frente de ella
pero no se acercan, por que corren el riesgo de que si la tocan, el diablo
que está encerrado ahí adentro puede poseer el cuerpo de quien se atreva
a hacerlo.
Nos narran que aquella tumba continua hasta el día de hoy en el mismo
lugar, que muestra una vegetación de un verde intenso a su alrededor, ya
que nadie se atreve a cercarse por ahí, incluso aquellos quienes tienen
familiares sepultados muy cerca a aquella tumba maldita, tienen la
precaución de colocar sus flores desde cierta distancia…
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Cerro de Pasco - Perú 22 de Febrero 2014