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Ciudades modelo o la venta descarada

de nuestra soberanía

En la madrugada de hace un año y medio los actuales diputados, en una mayoría

aplastante, aprobaron el reglamento que había de regir las “Regiones Especiales de

Desarrollo”, más conocidas como ciudades modelos y que hoy, el señor Juan Orlando

Hernández, ha prometido que en noviembre pondrá la primera piedra del primer

pedazo de territorio que se desprende de nuestra soberanía nacional.

Al aprobar el reglamento de las ciudades modelo, los diputados se convirtieron en

los primeros responsables para que dentro del territorio hondureño existan

regímenes especiales con su propio dominio económico, jurídico y social, situación

que se convierte en una total violación a la Constitución de la República, lo que no es

de extrañar en diputados como los hondureños, para quienes esa práctica es parte

estricta de su identidad.

La aprobación y el anuncio de la implementación de las ciudades modelos en una

sociedad en harapos como la nuestra, significa una apuesta por profundizar los

dinamismos devoradores y concentradores de capital que hace que un poquito de

personas vivan en lujos mientras la inmensa mayoría de la sociedad ha de seguir

condenada a la miseria. Esa violencia seguirá siendo el eje articulador de todas las

otras violencias que hoy nos están destruyendo.

La propuesta de los impulsores de este proyecto es entregar un pedazo de nuestro

territorio para que lo administren uno o varios países o transnacionales, creando así

una ciudad autónoma, con su propias leyes orientadas al comercio, las finanzas y los

negocios. Serán pequeños estados dentro del Estado, y sus socios internos serán los

mismos que conforman las familias que han depredado nuestros recursos naturales

y han logrado concentrar en sus manos las riquezas del Estado, sin el Estado y en

contra del mismo Estado.

A este montón de privilegios económicos se suma que dentro de estas regiones se

puede acabar con toda la legislación que protege los derechos laborales de obreras y

obreros, con la que defiende los recursos naturales y protege la propiedad de costas

y mares de la codicia de extranjeros, con la que resguarda territorios y recursos de

las poblaciones étnicas, y en general con toda la surgida en un país.

La puesta en marcha de las ciudades modelos representa la venta de la soberanía

nacional. Una ciudad modelo sobre el territorio de un país con una sociedad

económica, social y políticamente fracasada, como es el caso de Honduras, más que

aportar a reducir las inequidades, profundizará los desequilibrios hasta extremos

insostenibles.

Ante tales intenciones de la clase política hondureña, a las organizaciones sociales y

populares y la población en general nos toca defender con uñas y dientes nuestros

recursos y nuestra soberanía. ¡¡Ah, eso sí, los diputados tuvieron el cuidado de

aprobar que en las ciudades modelo sus propietarios deberán dejar que flamee la

bandera azul y blanco con cinco estrellas y que con fervor patriótico se cante el

Himno Nacional!!

Nuestra Palabra | 22 Agosto 2012