1
Comentario de Alta Definición
Filipenses
Steven E. Runge
Diseño visual: Shiloh Hubbard
COMENTARIO DE ALTA DEFINICIÓN: FILIPENSES
2
Reconocimientos y Dedicatoria Diversas personas jugaron un papel clave en el desarrollo de esta obra. Primero y
principalmente, gracias a Bob Pritchett, quien tuvo la idea de combinar los descubrimientos
de mi trabajo sobre análisis del discurso con la simpleza de las infografías. Estos
extraordinarios gráficos fueron diseñados por Shiloh Hubbard, talentoso integrante del
equipo de Logos. El trabajo de edición y revisión en la producción de esta obra que
realizara John D. Barry también merece ser elogiado. Finalmente, mi especial
agradecimiento a Patrick C. Geracie por aportar el marco conceptual que ayudó a encuadrar
mi entendimiento de la carta a los Filipenses; a él le dedico este libro.
Introducción
¿En qué difiere el comentario de Alta Definición? Lo que está a punto de leer es el resultado de un riguroso análisis del discurso del texto
griego de Filipenses. El análisis del discurso no sólo atiende a qué se dice, sino también a
cómo se lo dice. Observando la forma en que Pablo expresa las cosas en griego, podemos
ver el desarrollo de su pensamiento. La redacción de cada frase en el Nuevo Testamento
presupone decisiones respecto a la comunicación; el mismo tipo de decisiones que hacemos
cada día.
Este comentario lo guiará a través de los recursos lingüísticos que usó Pablo y de lo que
podemos aprender de ellos. Es un viaje guiado por el texto griego, sin demasiados detalles.
Destaco el material importante.
Por qué escribí este comentario Los comentarios generalmente presentan o el cuadro general o la información detallada. Lo
que yo quiero es un comentario que aporte los detalles necesarios sin perder de vista la
figura completa. De eso se trata este comentario.
En el Lexham Discourse Greek New Testament y el Lexham High Definition New
Testament, marqué todos los dispositivos del discurso significativos que nos ayudan en la
interpretación bíblica. Hay un inconveniente con esos libros: le corresponde a usted
sintetizar los datos en un análisis integrado. En este libro, sintetizo las conclusiones que se
pueden obtener del análisis de Filipenses para facilitar su comprensión.
Los análisis del discurso tienen fama de ser complejos. Los lingüistas bromean que
compiten con la fisión nuclear o la neurocirugía. El secreto es que como hablante de
cualquier lengua, en realidad uno sabe mucho más de lo que se imagina sobre los
dispositivos del discurso. El problema es que raramente pensamos sobre estos asuntos.
Sencillamente hacemos lo que parece adaptarse mejor al contexto; utilizamos los
dispositivos que mejor comunican nuestro mensaje.
El poder del análisis del discurso Las elecciones implican significados. Si elijo decir algo de esta manera en lugar de aquella
otra manera, debo haber tenido un motivo para hacerlo. Puedo abordar estos asuntos
gracias al análisis del Nuevo Testamento griego, y a las descripciones de los dispositivos
del discurso en el Discourse Grammar of the Greek New Testament (Gramática del
discurso del Nuevo Testamento griego). No pretendo afirmar que sé todo lo que Pablo
estaba pensando o tenía en mente mientras escribía. Tal presunción sería por demás
impertinente. En lugar de eso, opero con la suposición de que nuestro uso de la lengua se
basa en nuestros objetivos de comunicación. Si nosotros usamos un dispositivo particular
que generalmente logra determinado objetivo, entonces podemos suponer que los escritores
bíblicos usaron el idioma de la misma manera. En definitiva, el contexto es el árbitro final.
La mayoría de los eruditos proveen conclusiones interpretativas usando afirmaciones como
―Pablo está haciendo o diciendo [tal cosa] aquí‖. Expresan su conclusión, pero sin explicar
3
por qué o cómo llegaron a ella. Este comentario es diferente; le ayuda a usted a entender
qué hay ―por debajo‖, hablando lingüísticamente.
La principal tarea de pastores y maestros es exponer: desentrañar el significado del texto
para que podamos aplicarlo fielmente a nuestra vida. Al igual que cuando enseño, mi meta
con este comentario no es simplemente darle las respuestas, sino enseñarle a encontrarlas.
¿Por qué? Porque quiero que encuentre por sí mismo las respuestas.
En este comentario, le ayudo a entender el hilo del argumento de Pablo: ver cómo las
piezas encajan unas con otras en el todo. Lo hago porque quiero que sea capaz de enseñar a
otros, ya sea en un grupo reducido, un estudio bíblico, un aula o un sermón.
¿Por qué los gráficos? Los gráficos representan bien las ideas, especialmente aquellas que son complejas. En este
comentario los gráficos explican el texto y nos ayudan a retener el significado.
Explicar: Aunque los gráficos en este comentario le ayudan a entender mejor el pasaje, el objetivo
final es la persona a la que está enseñando. Las diapositivas le ayudan a explicar las ideas
clave usando algo más que una traducción o descripción verbal. No reemplazan esas cosas,
pero hacen las veces de una nueva herramienta en su equipo.
Retener: Los buenos gráficos muestran su beneficio en el futuro. Los recursos visuales nos ayudan a
relacionar y recordar la información. Muchas veces una vieja fotografía nos trae un
recuerdo largamente olvidado. Tal vez no comprendamos exactamente cómo funciona la
mente, pero las señales visuales juegan un papel en la retención y la memoria. La mayoría
de las secciones de este comentario tienen varios gráficos vinculados a una idea clave.
Algunos distribuyen en varios escalones una idea compleja, otros presentan una idea difícil
de una manera nueva y fácil de recordar.
Cómo usar los gráficos: Hacia el final de un mensaje o sermón, se presenta la pregunta inevitable ―¿Y ahora qué?‖
Las diapositivas que acompañan este comentario lo ayudarán a responder esa pregunta.
Puede usar las diapositivas en sus mensajes. También le sugiero que utilice los gráficos más
de una vez. Repetir un gráfico que ha utilizado antes en su exposición no solamente trae a
la mente información anterior, también ayuda a la gente a retenerla. Lo mismo vale para
cuando se repasan gráficos de lecciones anteriores. Como en los flashbacks en la televisión,
proyectar un gráfico asociado con una idea clave activa la memoria. Una imagen breve trae
más a la memoria que un largo resumen verbal.
Mi meta para este comentario: Quiero que pueda entender por qué Pablo escribió Filipenses y cómo lo escribió. Espero
que el hacerlo cambie su vida como cambió la mía
4
Índice i) Reconocimientos y dedicatoria
ii) Introducción
Filipenses uno
Filipenses dos
Filipenses tres
Filipenses cuatro
Reflexiones finales
5
Filipenses Uno
1:1–11 Las presentaciones juegan un papel importante en la comunicación. En algunos países
asiáticos hay un protocolo formal para el intercambio de tarjetas de negocios en las
presentaciones. En la diplomacia, los embajadores deben presentar al país anfitrión las
credenciales de la nación que representan. En círculos académicos, el curriculum vitae es
un resumen formal que destaca los logros y cualificaciones significativas del profesional.
Cada uno de estos enfoques apunta al mismo objetivo: nos da la información más
importante que necesitamos saber acerca de la persona para un contexto particular. El
hecho de que una persona sea el ―Campeón de baile del estado o provincia‖ puede ser
interesante, pero no sería relevante en un entorno académico o diplomático.
En el contexto de las presentaciones, mostramos la información más relevante que la
persona necesita saber, basados en el contexto. ¿Qué pasaría si yo me presentara al
comienzo de una conferencia académica como ―el padre de Ruth y Abby‖, sin ninguna
mención de mis credenciales académicas? Cualquiera se preguntaría cómo me califica eso
como experto en el tema. Pero si fuera en el contexto de una reunión del equipo de fútbol,
entonces, ser el padre de ellas sería mi principal credencial. Lo mismo en el caso de tener
un doctorado en un entorno académico, y así sucesivamente.
Comprender este principio de elegir la credencial más relevante nos permite entender las
diversas maneras en que Pablo se presenta a sí mismo en sus cartas. Por ejemplo, en
Gálatas, donde la autoridad de Pablo como apóstol está bajo ataque, se presenta como
―apóstol, no por investidura ni mediación humanas, sino por Jesucristo y por Dios Padre,
que lo levantó de entre los muertos‖ (NVI). Explica qué clase de apóstol es, aclarando qué
clase no era. Esto prepara el escenario para los temas que abordará en la carta. En Filemón,
la credencial que Pablo elige es ―prisionero de Cristo Jesús‖. En las cartas a los
Tesalonicenses Pablo usa solamente su nombre; no presenta ninguna credencial.
La carta a los Filipenses está motivada por asuntos personales: reafirmar los lazos de Pablo
con los creyentes de Filipos, explicar el regreso inesperado de Epafrodito, e intervenir en el
conflicto entre Evodia y Síntique. No hay cuestiones de doctrina ni práctica del ministerio
que requieran corrección. El agradecimiento, la sumisión y la abnegación impregnan la
carta. Pablo insta a los creyentes a imitar su ejemplo al seguir a Cristo (ver 3:17). De todas
las credenciales de que dispone, Pablo elige solamente una.
6
¿Cuál? Cuando se hacen presentaciones, en la mayoría de las culturas se informa sobre
algún aspecto de la persona que está siendo presentada. La elegida entre todas las
opciones será la más relevante para el contexto específico. Lo mismo vale para las cartas
del Nuevo Testamento. Hay un número de títulos diferentes que Pablo podría haber usado
para presentarse a su audiencia. Las credenciales que cita varían en cada carta, según los
temas y asuntos tratados. La elección de ―siervo de Cristo Jesús‖ para Filipenses se
adapta bien a los temas de sumisión y servicio abnegado.
¿Apóstol de Cristo Jesús? ¿Prisionero por Jesucristo? No, elige siervo de Cristo Jesús.
Porque se adapta mejor a sus objetivos en ese contexto. Pensemos en la importancia de la
obediencia, la humildad y la sumisión en la vida de un esclavo o un siervo. Proverbios
19:10 destaca lo inadecuado de que un siervo ejerza autoridad sobre los príncipes, mientras
que Proverbios 17:2 afirma las consecuencias positivas de ser un siervo fiel y sabio: que
puede gobernar al hijo sinvergüenza. Estos pasajes no son contradictorios, sino
complementarios. Para un esclavo o siervo, el camino al honor, la estima y la autoridad es
la humildad y el sometimiento fiel.
De igual manera, Pablo elige siervo o esclavo como su credencial porque las cualidades de
un siervo fiel cuadran con sus exhortaciones a los filipenses. Ha aceptado gustosamente sus
circunstancias (la prisión). Las ve como dispuestas por Dios para el progreso del evangelio,
y exhorta a los filipenses a adoptar esa misma perspectiva. Lejos de ser víctima, Pablo se
alegra y seguirá alegrándose de sus circunstancias. Revelará la clave para eso a lo largo de
la carta. Pero fundamentalmente comienza con una gustosa y agradecida sumisión a Dios.
La credencial de siervo define el escenario para las exhortaciones y afirmaciones que
siguen.
Hay tres grandes ideas en esta sección de apertura: El saludo de Pablo, extiende gracia y
paz (1:2), muestra agradecimiento (1:3), y contentamiento, como lo demuestra en su
oración por ellos (1:9). La descripción de Pablo y la forma que agradece a Dios por los
creyentes es un pensamiento complejo que se extiende hasta el verso 7. Observemos cada
parte.
El versículo 5 describe el foco del agradecimiento de Pablo: la fiel colaboración de los
filipenses con él en el ministerio del evangelio.
El versículo 6 amplía la idea principal del agradecimiento —provee una base para el
mismo. Pablo hace varias cosas aquí para encuadrar la forma en que quiere que los
filipenses comprendan su situación. ―Estando persuadido de esto‖ se refiere por adelantado
a una idea clave, y atrae más atención sobre ella. La idea es que Dios termina lo que
comienza, incluyendo la buena obra en la vida de ellos (1:6).
7
La base de la oración de Pablo: Pablo utiliza un recurso especial para señalar que 1:6 es
importante. La referencia a ―esto‖ logra el mismo objetivo de atraer la atención que decir
―¡Escuchen esto!‖ o ―¿Adivinen qué?‖ Las palabras en negrita se refieren a algo
importante a continuación. En este caso, es la convicción de que Dios, el autor y creador
de la vida, será fiel para completar la obra que ha comenzado. No nos abandonará.
Pero en lugar de llamarlo Dios, Pablo dice ―el que comenzó en vosotros la buena obra‖. El
cambio de Dios o Señor habituales es riesgoso porque la audiencia tiene que descubrir a
quién se refiere. Pablo nos está forzando a pensar en Dios de una manera específica, en este
contexto específico. Pablo tiene un motivo para hacerlo.
Buena obra: ¿Qué nos viene a la mente cuando pensamos en Dios? ¿En qué hechos o
cualidades pensamos primero? Puede ser cualquiera de una gran cantidad de cosas. Pablo
evita deliberadamente referirse directamente a Dios: en lugar de eso utiliza una expresión
equivalente. Esta expresión nos fuerza a pensar en Dios de manera particular en este
contexto particular, en lugar de simplemente escoger lo que nos plazca. Al no utilizar el
nombre esperado, Pablo modela intencionalmente nuestro concepto de Dios basado en
aquello a lo que apunta en este pasaje.
8
Piense en todas las cualidades diferentes que podríamos evocar cuando se menciona a Dios.
Usando una expresión diferente que la normal, Pablo nos fuerza a pensar en una cualidad
particular que quiere destacar.
A pesar de la apariencia negativa de las circunstancias, Dios sigue teniendo el control y
sigue logrando sus propósitos en la vida de Pablo y en la nuestra. Haber comenzado la
―buena obra‖ no fue un error que quedará incompleta. Adoptar la perspectiva de Dios sobre
la situación requiere que renunciemos a nuestras perspectivas erradas. Pablo afirma en 1:7
que ésta es la forma adecuada de pensar en las cosas, implicando que los filipenses deberían
pensar de igual manera.
La idea final de esta sección se presenta en 1:9, donde Pablo describe qué pide en oración
para los filipenses. Nuevamente utiliza una expresión como señal previa (―esto‖ en RVR,
LBLA, NVI y otras) para atraer la atención sobre su idea clave.
Su oración: Pablo destaca el contenido de su oración utilizando la misma técnica que en
1:6: una referencia como señal adelantada equivalente a ―¡Eh, miren esto!‖. El apóstol
destaca la oración por los filipenses porque constituye la idea principal de esta sección de
la carta.
Ora para que su amor abunde, recalcándolo con aun más y más o cada vez más. Esto
presupone que el amor está ya presente, pero quiere estimular su desarrollo. Este amor se
basa en el conocimiento y el discernimiento, no en algún confuso y tibio sentimiento. ¿Con
qué objeto? El versículo 10 provee la respuesta: para discernir lo que es mejor para poder
ser puros e irreprochables cuando Cristo regrese. El versículo 11 amplía la idea de ser puros
e irreprochables al describir qué lo produce. La clave es estar llenos del fruto de justicia.
Para que no pensemos que este fruto es algo que podemos obtener por medio de nuestras
acciones, Pablo lo describe como el que se produce por medio de Jesucristo.
1:12–17 Esta sección pasa de la presentación y las afirmaciones preliminares al motivo que tiene
Pablo para escribir la carta. En 1:12 Pablo dice que la circunstancia de estar preso en
9
realidad está favoreciendo al avance del evangelio, en lugar de dificultarlo. ¿Por qué diría
esto? ¿A qué está apuntando? La meta de Pablo en esta sección es cambiar la perspectiva de
los filipenses sobre sus circunstancias. Quiere que vean que lo que parece malo en realidad
es algo bueno. ¿Por qué? Porque Dios lo está utilizando.
Pablo también está por pedirles que hagan mucho más que simplemente aceptar su
perspectiva de la situación (ver 1:29–30). ¿A qué actitud se refiere Pablo aquí? Tiene que
ver con tener una perspectiva humana sobre nuestras circunstancias en lugar de ver las
cosas desde la perspectiva de Dios. Este no es un problema exclusivo de los filipenses o de
la iglesia primitiva; es algo con lo que todos luchamos. Veamos el trasfondo.
Con frecuencia en los Salmos —lo mismo que en otras partes— encontramos afirmaciones
como la siguiente: los justos sufren, los malvados prosperan, y Dios no hace nada. Este es
el mismo sentimiento que Pablo trata aquí en relación a la perspectiva que tienen los
filipenses sobre sus circunstancias.
Hallarse en una situación desesperada sin perspectivas de cambio, puede alimentar toda una
gama de emociones. Tal vez le pregunte a Dios ―¿Hasta cuándo?‖ o ―¿Por qué me has
abandonado?‖ Quizás sienta verdadera ira e indignación. Esas reacciones son razonables,
especialmente a la luz de afirmaciones como 1:6, que Dios perfeccionará la buena obra que
comenzó en ellos. Es fácil sentirse distanciado de Dios o abandonado cuando las
circunstancias nos impiden hacer algo que nos sentimos llamados a hacer. En nuestras
oraciones imploramos a Dios que nos libere de nuestras circunstancias o que las cambie de
alguna manera. ¿Dónde está Dios en esos casos; nos ha abandonado? Desde la perspectiva
de los filipenses, Pablo debería estar expandiendo el evangelio. ¿Qué podría ser peor para
esa causa que estar preso?
Si permitimos que nuestra perspectiva de las circunstancias nos domine, nos puede volver
absolutamente inútiles para Dios (ver Salmo 73:21–22). La frustración se puede convertir
en amargura y desesperación, volviéndonos completamente ineficaces. Algo tiene que
cambiar, pero ¿qué?
¿Qué ocurre en la Biblia cuando el pueblo de Dios clama a él porque los malvados
prosperan y los justos se hunden? ¿Qué cambia? No lo que uno se imaginaría. La gran
mayoría de las veces, lo que Dios cambia es la actitud acerca de las circunstancias en lugar
de las circunstancias mismas. La clave está en ver las cosas desde la perspectiva divina en
lugar de nuestra perspectiva humana. Sólo entonces podemos encontrar esperanza, coraje y
fe para seguir avanzando.
Por ese motivo, el principal propósito de Pablo en esta sección es cambiar la perspectiva de
los filipenses acerca de sus circunstancias. Con este trasfondo, veamos cómo procede
Pablo.
Pablo destaca la idea principal de esta sección diciendo: ―Quiero que sepáis, hermanos‖.
¿Sólo quiere que sepamos lo que dice 1:12? Las afirmaciones del tipo ―quiero que sepan‖
destacan ideas significativas, no tan sólo una. Lo mismo vale para la referencia a los
filipenses como ―hermanos‖. Ya saben que se está dirigiendo a ellos, y no está excluyendo
aquí a las mujeres. Actualmente hacemos lo mismo en español. Imaginemos al entrenador
de un equipo de fútbol. A mitad de la arenga, justo antes de llegar al punto clave, dice
―Bueno gente, quiero que‖, o ―Muchachos, recuerden que‖. Sabemos que el entrenador no
está diciendo cosas sin importancia, ¿por qué, entonces, diría algo así? ¿Por qué los
pastores dicen cosas como ―hermanos, no olviden esto‖ o ―si no recuerdan más que una
cosa, recuerden esto‖? Se trata de llamar nuestra atención. Ya que no todo es de igual
importancia, usamos indicadores especiales para destacar algo que es especialmente
importante. La afirmación ―quiero que sepan‖ de Pablo cumple la misma función.
10
La frase de Pablo también hace otra cosa: al insertar esta frase (especialmente combinada
con hermanos) produce una dilación. La interrupción genera suspenso. Pablo y otros
escritores del Nuevo Testamento utilizan esta estrategia para resaltar sus ideas principales.
Pablo usa este método aquí porque su idea principal para esta sección va a sacudir la visión
que ellos tienen del mundo. Está por arrojar una bomba teológica.
Circunstancias de Pablo: La carta a los Filipenses fue escrita en parte para encarar su
preocupación por las circunstancias de Pablo en la prisión y sus efectos en su ministerio.
Desde la perspectiva de los filipenses, la prisión significaba un enorme obstáculo. Pablo
echa por tierra esta idea en 1:12, afirmando que en lugar de estorbarlo, las circunstancias
en realidad sirven para hacer avanzar el evangelio. Escuchar esa noticia tiene que haber
sido como la caída de una bomba —que destruye su viciada perspectiva de la situación.
En 1:13 Pablo amplía sobre cómo sus circunstancias son algo bueno. Por todas partes se ha
corrido la noticia de su encarcelamiento. Observe que destaca a la guardia del palacio sobre
todos los demás. Si solamente hubiera dicho todos o todo el mundo, es muy probable que
no nos hubiera venido a la mente la guardia imperial. Al mencionarla específicamente y
luego agregar a todos los demás, llama la atención sobre ese importante grupo de testigos.
11
Señalando en particular: Dos veces seguidas Pablo usa un recurso para señalar un grupo
particular de personas para darles una consideración especial. En lugar de decir
sencillamente que todos habían oído acerca de Cristo, se refiere a la guardia imperial y a
―todos los demás‖. Con frecuencia hacemos lo mismo al decir que algo ocurrió ―ante Dios
y todo el mundo‖ o que ―todos y cada uno‖ estaban presentes. En ambos casos, tomamos
una expresión que ya es abarcadora y le agregamos algo. En el caso de Pablo, al
mencionar a la guardia del palacio, atrae la atención sobre ella, aun si ya está
implícitamente incluida. El efecto se logra al referirse a la ―mayoría‖ de los hermanos.
Hace que nos preguntemos: ―¿Y qué de los demás?‖ Esto prepara el escenario para que
Pablo hable de un grupo minoritario en 1:15–17.
Pablo hace el mismo tipo de señalamiento particular nuevamente en 1:14 al hablar de la
mayoría de los creyentes en lugar de decir todos. Yo podría hacer el mismo tipo de cosa al
decir que me gustó la mayor parte del sermón, o que alguien en general me cae bien. Lo
más probable es que se estará preguntando qué parte no me gustó. Eso es justamente lo que
Pablo está haciendo aquí. En 1:15 y 17, está por hablar de un subgrupo de creyentes no
identificado. Parece que no todos los que predicaban lo hacían con motivos puros.
El primer grupo de evangelistas (mencionados en 1:15) son los que predican por envidia o
rivalidad; se darán más detalles sobre ellos en 1:17. Este grupo negativo está puesto en
contraste con un grupo positivo. Pablo destaca las diferencias que los separan. Al comienzo
de 1:15 la palabra hombres (en la versión griega), que generalmente no se traduce, hace
saber a la audiencia original que Pablo también se dirigiría a un segundo grupo que
predicaba por las razones correctas.
En español sería como si Pablo dijera: ―Aunque algunos predican por envidia o rivalidad‖.
La inclusión de ―aunque‖ o ―mientras que‖ nos hace prestar atención a la segunda parte,
generalmente la más importante de las dos. Pablo resalta el contraste con la envidia y la
rivalidad destacando, en la versión griega, las buenas intenciones.
12
Contrapunto/Punto: Pablo presenta una serie de contrastes entre dos grupos de personas
en 1:15–17: La mayoría, y los pocos restantes que señala particularmente en 1:14.
Utilizando el estilo ―por una parte/por otra parte‖, Pablo contrasta sus motivos y su base
lógica para proclamar el Evangelio. Estos factores de conflicto seguramente preocupaban
a los filipenses, pero Pablo encara el asunto de frente. Los está preparando para una
perspectiva diferente, lo que va a decir en el resto de la carta (ver 1:18).
El contraste entre esos dos grupos continúa en 1:16–17, incluyendo una elaboración de los
motivos de cada uno. Quienes predican por amor lo hacen porque han reconocido el papel
de Pablo; que fue designado para la defensa del evangelio, como se destaca en el griego.
Quiere que los filipenses sepan que su encarcelamiento no ha modificado eso. Quiere que
respondan como la mayoría de los creyentes, que se han visto animados a predicar. El
énfasis recalca el contraste, insistiendo en que la minoría predica por envidia y rivalidad.
Afirmar lo mismo en forma negativa y positiva refuerza aún más la idea. ¿Cómo pueden
predicar sobre la base de la ambición y la rivalidad? La elaboración posterior lo aclara:
procuran producir problemas y aflicción a Pablo aumentando la frustración de sus
circunstancias.
Desde la perspectiva de los filipenses (es decir, desde una perspectiva humana) no parece
haber esperanza para el avance del evangelio a causa del encarcelamiento de Pablo. Su
ministerio parece desbaratado. Esta es la perspectiva que Pablo se esfuerza activamente por
cambiar. El llamado de Jesús a negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz, y seguirlo
suena sencillo el domingo por la mañana. Pero es muy difícil de cumplir especialmente
cuando luchamos con circunstancias adversas: el dolor, la confusión y las pruebas. Cuando
sentimos que Dios ha olvidado o ignorado nuestra suerte, tenemos que tomar una decisión.
¿Confiaremos en nuestra propia perspectiva, o en que Dios realmente hará lo que ha
prometido? Pablo había elegido la perspectiva de Dios —e instaba a los filipenses a hacer
13
lo mismo. Afirma que en lugar de ahogar el evangelio, su encarcelamiento en realidad lo
está favoreciendo. Esta afirmación constituye la idea principal de la sección siguiente en
1:18–26.
1:18–20 La mayoría de las traducciones comienzan esta sección con ―¿Qué, pues?‖ (RVR). El
indicador griego gar (―pues‖) muestra que la intención es reforzar o apoyar lo precedente,
es decir su última idea principal. La pregunta en 1:18 es retórica, nos fuerza a detenernos y
pensar acerca de las implicancias de su última idea principal. ¿Cómo es que el
encarcelamiento puede ser algo bueno para el evangelio? Pablo da la respuesta en 1:18.
¿Cómo predican? (RVR) Pablo acaba de comparar dos grupos que predican el evangelio
por motivos muy diferentes. Desde el punto de vista de los filipenses, eso suena horrible.
Pablo procura cambiar su perspectiva ayudándolos a considerar los resultados. No
importan los medios o los motivos, Cristo está siendo proclamado. Tal como solía decir el
beisbolista norteamericano Yogi Berra cuando daba la dirección de su casa, ―cuando
llegue a la bifurcación del camino, ¡sígala!‖ Ambos caminos conducían al mismo destino.
Aunque hubiera sido mejor predicar por motivos correctos, Pablo instaba a los creyentes a
no olvidar el resultado en cualquier caso: Cristo estaba siendo proclamado.
No importa por qué pueda estar predicando la gente, sigue siendo predicación. Es una
proposición que no da pérdidas. Cuando Yogi Berra solía decir a las personas que venían a
visitarlo ―cuando llegue a la bifurcación, sígala‖ no estaba bromeando: ambos caminos
finalmente conducían al mismo lugar. Esto es básicamente lo mismo que señala Pablo aquí.
Cristo está siendo proclamado, independientemente de la motivación. Aunque sería mejor
para todos predicar por motivos correctos, no debemos perder de vista el cuadro total: el
evangelio se está extendiendo. En el caso de Pablo, esto sucedería con o sin su liberación.
Esto lleva a la siguiente pregunta. Si las circunstancias de Pablo en realidad están haciendo
avanzar el evangelio en lugar de sofocarlo, ¿entonces qué? ¿Cómo deberían responder él o
los filipenses? En lugar de inquietarse por las motivaciones en competencia para predicar,
14
¿qué hace Pablo? Elige gozarse por los resultados. Cristo está siendo proclamado, ¿por qué
no habría de alegrarse? Es importante seguir el desarrollo de su pensamiento en esta
sección. Cada pensamiento o pregunta lleva a la siguiente.
Desarrollo del pensamiento: Pablo traza un hilo complejo en esta sección, poniendo una
afirmación del tipo ―pues‖ encima de otra. Cada afirmación sirve para fortalecer y apoyar
la precedente. Es muy parecido a responder una serie de preguntas tipo ―¿Por qué?‖ en
un diálogo. Pablo logra el mismo objetivo, pero en la forma de un monólogo utilizando
afirmaciones tipo ―pues‖.
Dos veces en 1:18 Pablo afirma que se goza por el avance del evangelio. La primera
afirmación describe su respuesta al estado actual del evangelio. Independientemente de
cómo o por qué el evangelio avanza, Pablo elige gozarse en lugar de protestar o
desanimarse. Gozarse o alegrarse es una elección, no es la respuesta natural que
esperaríamos. La segunda afirmación se relaciona con la perspectiva futura. Su decisión de
gozarse ahora no es algo pasajero, sino algo que Pablo procurará continuar.
15
Escoger el gozo: En 1:18, Pablo afirma dos veces lo mismo, pero aquí hay algo más de lo
que parece. Su primera afirmación acerca de gozarse se ve ―reemplazada‖ en el griego
por la afirmación de que seguirá gozándose. Está expresada como si la primera afirmación
necesitara alguna corrección. Sencillamente podría haber expresado una o la otra, podría
haber agregado una a la otra, pero en lugar de ello reemplaza la primera. Hay otra
palabra griega en la segunda afirmación que la hace sonar como si el compromiso de
gozarse fuera la cosa menos probable de hacer. No solamente se está alegrando ahora,
sino que va a continuar haciéndolo.
La última parte del verso 1:18 en realidad corrige la primera afirmación de Pablo sobre
gozarse. ¿Por qué? Sí sólo hubiera dicho ―Me gozo‖, hubiera quedado la posibilidad de que
no continuara haciéndolo. Si sólo hubiera afirmado que se gozaría, se podría haber tomado
como que todavía estaba esperando que primero ocurriera algún tipo de cambio. Se puede
parafrasear el sentimiento diciendo: ―Me alegro por esto. Es más, voy a seguir haciéndolo‖.
La palabra griega para la expresión es más la hace sonar como si alegrarse fuera la menos
probable de las posibilidades. No solamente se está alegrando, seguirá haciéndolo.
Para gozarse hay que hacer algo más que aceptar las circunstancias. Hay que confiar y estar
agradecido. La confianza se basa en el carácter de aquel que comenzó la buena obra (1:6).
Es confiar en la fidelidad que ha mostrado. Para Pablo, esto significaba confiar en Dios
porque lo había elegido —un insólito líder para la iglesia primitiva— para ser apóstol. Sin
esa confianza ¿a qué otra cosa podría aferrarse Pablo? A nada. Con mucha frecuencia
nuestra confianza en el Señor se basa en nuestro propio entendimiento, o sólo compromete
parte de nuestro corazón (ver Proverbios 3:5–6). Cuando lleguen las tormentas de la vida,
los cimientos defectuosos se caerán. Lo que tenemos que hacer es confiar en el Señor de
todo corazón y no apoyarnos en nuestro propio entendimiento.
Una de las pruebas decisivas de la confianza más grande es el agradecimiento, un tema que
se repite en Filipenses. Si tengo miedo de mi situación o protesto por ella, es muy probable
que me esté apoyando en mi propio entendimiento. Esa misma perspectiva me lleva a decir
que mi situación es injusta, o tiene que cambiar. Si confío realmente en que Dios tiene el
control de todas las cosas, eso se reflejará en mi perspectiva. Tal vez no me guste mi
circunstancia, pero todavía puedo elegir confiar en Dios para lograr sus objetivos, no
importa lo difíciles que se pongan las cosas. Mi decisión de confiar en el carácter de Dios
me permite dar gracias por su provisión aunque no sea la que yo hubiera elegido.
¿Cómo responde Pablo a su situación? Se alegra, y mejor aún, continúa alegrándose. Al
comentar sobre el verso 1:12 aprendimos que la perspectiva que tenemos sobre nuestras
16
circunstancias puede cambiar más fácilmente que las circunstancias mismas. Vemos lo
mismo con Pablo y su encarcelamiento. Al escribirles a los filipenses sobre su perspectiva y
su respuesta positiva a sus circunstancias, los está desafiando a adoptar una actitud similar.
Lo hace porque sabe que ha sido asignado para la defensa del evangelio (ver 1:15). Los
cambios en las circunstancias no modifican eso.
Una cosa es afirmar verbalmente nuestro llamado, otra muy diferente es vivir la vida a la
luz del mismo, ver nuestras circunstancias a través de ese lente. Todos hemos pasado por
más de una ―noche oscura del alma‖ que nos ha forzado a cuestionar nuestro llamado. Las
dudas se filtran, especialmente si las personas son críticas, o las circunstancias parecen
sombrías. Cuando perdemos de vista el cuadro total, es fácil desanimarnos. Pero si
seguimos a Dios y nos mantenemos al día con su plan para nuestra vida, podemos confiar
tranquilamente que aquel que comenzó en nosotros la buena obra realmente la completará
(ver 1:16). Dios no solamente es el creador de todas las cosas; es el que termina todo lo que
ha comenzado.
¿Cuál es, entonces, el cuadro completo que permite que Pablo mire más allá de sus
circunstancias y se goce? Es su confianza en que esas cosas terminarán produciendo su
liberación (1:19). Esta confianza se basa en dos cosas: las oraciones de los filipenses y la
ayuda del Espíritu Santo.
Una de los elementos clave que me ayudan en los momentos difíciles, es el cuerpo de
Cristo, la iglesia. En diferentes coyunturas críticas de mi vida, personas en las que confiaba
y a quienes respetaba me hicieron saber que estaban orando por mí. Algunas de ellas
incluso preguntaron por qué deberían orar, específicamente. Es alentador saber que no
estoy solo. El problema es que en estos tiempos nos aislamos cada vez más unos de otros
en lugar de compartir nuestra vida. Aunque Pablo estaba físicamente separado de los
filipenses, hizo de su vida un libro abierto para ellos por medio de su carta. Compartir
nuestra vida con otros creyentes es fundamental para una vida espiritual saludable. Nos
permite llevarnos las cargas mutuamente. Pero hay otro componente aún más necesario.
Ese otro elemento necesario es una relación íntima con el autor y perfeccionador de nuestra
fe mediante la presencia de su Espíritu. Tarde o temprano las personas pueden
abandonarnos; nadie es perfecto sino Dios. El apoyo del Espíritu no incluye solamente su
ministerio en nosotros, con frecuencia se manifiesta en que nos ministra a través de otras
personas. ¿Por qué es que hubo personas en mi vida que me alentaron? En la mayoría de los
casos, fue en respuesta a un impulso del Espíritu; sintieron que debían visitarme o
preguntarme cómo andaba. De esto se trata cuando la gente habla de una ―cita divina‖:
encuentros aparentemente casuales que tuvieron un enorme impacto. Pero sólo podemos
experimentar el impulso del Espíritu y ser ministrados por él si estamos relacionados con
Dios. ¿Cómo mantenemos vigente y saludable esa relación? Pasando tiempo en oración,
meditando en la Palabra de Dios, y confesando regularmente nuestro pecado. El descuido
de cualquiera de estas cosas obstruirá su ministerio en nuestra vida, y nuestra habilidad para
ministrar a otros.
En el versículo 1:20 Pablo explica por qué tiene confianza en que será liberado. Al
principio pensamos que la liberación significa para Pablo salir de la prisión. Pero Pablo
despliega un juego de valores completamente diferente del que esperamos. Afirma ―sé que‖
en 1:19, y describe su confianza en su liberación. Una segunda cosa que sabe aparece en
1:20. Afirma lo que sabe positiva y negativamente para subrayar su punto. Sabe que en
nada será avergonzado. En lugar de vergüenza, Cristo será exaltado en él, ahora y siempre.
Esa exaltación ocurrirá, de una u otra manera, por medio de la vida o de la muerte.
17
Una proposición sin perjuicio: Tal como en 1:18, Pablo señala que no importa cuál sea el
resultado, Jesucristo será exaltado. Los filipenses estaban preocupados por el bienestar de
Pablo en la prisión, esperaban lo peor. Pablo les mostró que la expansión del evangelio no
dependía de la motivación de quienes predicaban. Ahora afirma que lo mismo vale para su
actual situación. Ya fuera que siguiera vivo y productivo, o que fuera ejecutado en la
prisión, hay dos cosas que tienen garantía de ocurrir. No será avergonzado, y Cristo será
exaltado en él. Esas cosas no dependen de su vida o su muerte ni de su libertad o su
prisión.
Pablo lo presenta como una proposición que no tiene pérdida. Si su bienestar y liberación
de la prisión son la medida de las cosas, su perspectiva efectivamente es sombría. Haber
sido asignado para la defensa del evangelio (1:16) no vino precisamente con garantías. Pero
a pesar del peligro de la prisión, en realidad la situación ha ayudado al progreso de su causa
en lugar de sofocarlo. Si la exaltación de Cristo se convierte en la base para la evaluación,
en lugar de la seguridad o el bienestar, cambia radicalmente lo que valoramos. La fe de
Pablo no es simplemente un conjunto de creencias. Se refleja inequívocamente en los
juicios de valor que hace, los que describe con más detalle en 1:21–26.
1:21–26 Al final de la primera sección Pablo hace una audaz afirmación: no importa si vivía o
moría, de cualquier manera Cristo sería exaltado en él. ¡Qué cambio de perspectiva! Si ver
a Cristo exaltado realmente fuera lo más importante de nuestra vida, ¿cómo cambiaría eso
nuestras prioridades y nuestra perspectiva? ¿Cómo afectaría nuestra actitud hacia el futuro?
Esta sección encara esas preguntas. Se centra en las implicancias prácticas de la vida y la
muerte, independientemente de lo que pensemos o sintamos.
La idea principal de esta sección es: ―el vivir es Cristo y el morir es ganancia‖. El ―porque‖
en la frase ―porque para mí‖ señala que lo que sigue fortalece y apoya su afirmación en el
final de 1:20. ¿Cómo puede Pablo decir que Cristo será exaltado tanto en su vida como en
su muerte? Vivir implica continuar la obra de Cristo, mientras que morir significa ir a estar
con él. La sencillez con que Pablo aborda los asuntos de la vida y la muerte arroja una
nueva luz sobre las cosas. Para mí, indica que el sistema de valores de Pablo refleja su
propia perspectiva del asunto, pero también implica que es lo mismo que nosotros
deberíamos adoptar.
18
Esta sección es básicamente una lista de pros y contras, que clasifica las ventajas y
desventajas de la vida frente a la muerte.
El dilema de Pablo: En 1:21–24, el apóstol nos muestra cómo pondera las opciones que se
le presentan: vivir versus morir. Como Cristo es glorificado en él en cualquiera de los
casos, como el evangelio progresa ya sea con su libertad para participar o no, ¿debería
quedarse o partir?
Podría habernos anunciado sencillamente su preferencia, pero en lugar de ello nos conduce
por el proceso de su toma de decisiones. Toma primero la opción de vivir en 1:22,
calificándola como en la carne (‗en el mundo‘ en NVI). Para asegurarnos que está
hablando de esta vida presente y no de vivir en un cuerpo glorificado después de la muerte
física. La continuidad de su ministerio en esta vida presente significa un trabajo fructífero
para Cristo, una ventaja para los creyentes a quienes ministra (ver 1:24).
19
Basado en el primer par de factores considerados, morir suena como la mejor opción. Ya no
tendría que sufrir la prisión, ni tendría que lidiar con problemas en la iglesia. Dejarían de
ser sus problemas. Por otra parte, quedarse implica más trabajo fructífero para Cristo. ¿Qué
escogerá? A esta altura, pareciera que se está inclinando hacia la partida como la mejor
opción.
Al final de 1:22 y hasta 1:23, Pablo deja en claro que no es una decisión fácil. ¿Por qué es
tan difícil? ¡Porque la vida es difícil! La perspectiva de abandonar el dolor, los sufrimientos
y las dificultades de la vida terrenal para estar con Cristo es evidentemente mejor. ¿Quién
no añora el cielo descripto en Apocalipsis 7:16–17: un lugar donde ya no habrá hambre ni
sed, donde Dios mismo enjugará toda lágrima de los ojos? La perspectiva del cielo le habrá
sonado mucho mejor a Pablo. ¡Había recibido treinta y nueve latigazos en cinco
oportunidades, tres veces lo castigaron con varas, una vez fue apedreado y había sufrido
tres naufragios! (ver 2 Corintios 11:23–29). Pablo conocía las dificultades, si alguien
merecía un descanso, era Pablo. No es de extrañar que abandonar esta vida para estar con
Cristo tuviera su atractivo para él, pero hay otras consideraciones a tener en cuenta.
A pesar del potencial para el trabajo fructífero si se quedaba, partir y estar con Cristo
tenía su atractivo. Después de todo, si Cristo es exaltado de todas maneras, si el evangelio
progresa con o sin él, ¿por qué no ir a estar con el Señor?
Estas y otras consideraciones se presentan en 1:24. Ya había mencionado antes que
permanecer en la carne, o quedar en el mundo, y seguir ministrando sería fructífero. Utiliza
la misma terminología de ―en la carne‖ para retomar 1:22, pero afirma que quedarse no es
solamente por el trabajo fructífero, también es por el bien de los filipenses. Así como su
encarcelamiento era menos importante que el progreso del evangelio (ver 1:18), enseñar a
los filipenses es de más alta prioridad que ir a estar con Cristo. La necesidad de los
20
filipenses es lo que inclina la balanza a favor de quedarse en la carne; lo que Pablo pudiera
desear es secundario.
Aunque partir y estar con Cristo es más deseable y mejor, Pablo escoge otro camino. En
armonía con el tema más amplio de este libro, Pablo utiliza la opción más atractiva de partir
como un telón de fondo para revelar su decisión de permanecer y servir a la iglesia. Si
hubiera saltado directamente a entregar su veredicto final sin ponderar las opciones, no
hubiéramos comprendido el costo que tenía para él. Abandonar sus circunstancias e ir a
estar con Jesucristo, aunque era algo deseable, hubiera sido egoísta de su parte. En lugar de
eso, opta por el mismo tipo de servicio abnegado que leeremos del sacrificio de Cristo en
2:5–11.
Después de enumerar los pros y los contras de cada opción, Pablo da a conocer su
preferencia. Podría haber evitado la comparación de las opciones, pero de hacerlo hubiera
quedado oculta la trascendencia de su decisión. Al exponer el proceso de toma de decisión
nos desafía a seguir sus pasos. ¿Cómo decidimos comprometernos o no en un ministerio,
ministrar o no a las necesidades de otra persona? ¿Consideramos únicamente nuestros
intereses? ¿Qué de los intereses de otros (ver 2:4)? Convencido de que las necesidades de
los filipenses pesan más que su propio deseo de partir y estar con Cristo, Pablo elige
quedarse y servirles.
La idea de permanecer se afirma básicamente dos veces en griego, en la segunda referencia
se agrega el sentido de seguir viviendo y sirviendo. Pablo ha de permanecer para el bien y
progreso de los filipenses; para él, el gozo en la fe es alta prioridad. ¿Con qué fin? Pablo
utiliza una expresión un tanto enigmática que tiene aplicación amplia —de la que podrán
sentirse orgullosos— para describir lo que quiere ver crecer. A la luz del progreso y gozo
en la fe, lo que quiere ver en ellos es su firme crecimiento en Cristo. Esto será el resultado
de la permanencia de Pablo en la carne. Específicamente, anhela volver a la iglesia de
Filipos a trabajar directamente con ellos.
En el siguiente capítulo, Pablo nos dice que necesitamos tener un equilibrio entre atender
nuestras necesidades y las de otros. El enfoque de la sección está en ponderar nuestras
21
decisiones: ¿Se basan en nuestro propio bienestar, o sirven para ministrar a otros? El
señuelo de satisfacer o gratificar la carne, incluso de manera no pecaminosa, puede
distraernos de escoger algo mejor. No recuerdo una sola oportunidad en que haya sentido
más satisfacción espiritual que ayudando a resolver las necesidades de otros. Aunque hay
límites prácticos para lo que podemos entregar de nosotros antes de quedar agotados (ver
2:4), considerar la versión de Pablo de la lista de pros y contras eleva el nivel de lo que
significa servir.
1:27–30 Esta sección de Filipenses se conecta con la sección anterior donde Pablo anuncia su
decisión de permanecer en la carne para servir a los creyentes, en lugar de partir a estar con
el Señor. No condicionó su decisión a nada, pero al iniciar la primera frase con solamente
(RVR), estuvo muy cerca de hacerlo. Recuerdo que mi madre me decía que podía hacer lo
que quisiera cuando ella salía de casa, ―solamente…‖ debía lavar los platos y hacer mi tarea
escolar primero. De manera que en realidad con el tiempo que me quedaba no podía hacer
prácticamente nada más. La afirmación solamente ponía límites a lo que sonaba un arreglo
totalmente abierto. De igual manera la oferta de Pablo de permanecer en este mundo viene
con una obligación por parte de los filipenses.
Tareas: La decisión de Pablo de permanecer y servir a la iglesia no estaba condicionada
por nada; había decidido poner los intereses de los filipenses antes que los suyos. Pero si
permanecer estaba en la lista de tareas de Pablo, los filipenses debían comprender qué se
esperaba también de ellos. La expectativa de Pablo se revela en el uso del término
―solamente‖ (―pase lo que pase‖ en NVI) al comienzo de 1:27. Imagine que le digo que
puede hacer todo lo que quiera… solamente debe asegurarse de hacer [llene el espacio].
Efectivamente restringe lo que sonaba como un compromiso incondicional para
permanecer en la tierra. Si hubiera hecho de ello una condición para permanecer, los
creyentes, potencialmente, hubieran podido desentenderse. Pero al decidir permanecer y
luego describir sus expectativas para ellos, Pablo les deja poco espacio para hacer otra
cosa.
22
Si Pablo efectivamente va a permanecer, entonces los filipenses deben vivir de cierta
manera, una que sea digna del evangelio (destacado en el griego). ¿Por qué habrían de
hacerlo? Para que pudiera tener noticias de ellos, y hasta tal vez llegar a verlos. La mayoría
de las traducciones dejan de lado esa referencia extra omitiéndola, pero cumple un
propósito importante. Las noticias de ellos es una nota que atrae la atención hacia que sigan
firmes en un mismo propósito. Al mencionar su deseo de oír de ellos, seguramente logró
que la audiencia original escuchara con atención a qué se refería.
¿Qué significa concretamente seguir firmes en un mismo espíritu? Pablo amplia esto
proveyendo tanto un componente positivo como uno negativo. La parte positiva es la lucha
por la fe, y no de cualquier manera. Quiere que luchen unánimes, no cada uno por separado.
La acción misma de luchar ya implica la idea de unidad. Una traducción más literal de la
idea sería la de luchar juntos (ver NTV).
La parte negativa se relaciona con la positiva, y tiene que ver con la forma que
reaccionamos ante los que se nos oponen. Los adversarios vendrán desde adentro y desde
afuera de la fe. No debe sorprendernos que enfrentemos oposición al evangelio, incluso si
no conlleva la prisión como la que enfrentó Pablo. La pregunta clave es ¿cómo
responderemos cuando llegue? ¿Con alarma y cobardía? ¿Nos dejaremos intimidar? Como
sabemos que la oposición es inevitable, es fundamental decidir ahora cómo responderemos,
antes de estar entre la espada y la pared.
No podemos luchar por la fe y luego acobardarnos ante la oposición. No podemos ponernos
a resguardo de la resistencia y no avanzar. Ambos componentes son necesarios.
Mantenernos firmes: Pablo describe la lucha por la fe como si estuviera compuesta por
dos partes. Ambas tienen que estar presentes para que seamos eficaces. Implica hacer algo
por un lado y no hacer algo por otro, creando una oposición positiva/negativa. Lo positivo
es luchar unánimes por la fe. Lo negativo es evitar ser intimidados por quienes se oponen
al evangelio. No deberíamos descuidar ninguna de las partes.
Analizar los aspectos negativos y positivos de lo que implica estar firmes corrige nuestras
expectativas de lo que tenemos por delante, y nos permite prepararnos de antemano.
23
Hay un breve apartado en 1:28 que muestra la perspectiva de Dios sobre el asunto de luchar
por la fe y enfrentar la oposición. La oposición puede empujarnos a dudar de nuestras
decisiones. ¿Deberíamos haber hecho esto? ¿Habrá sido todo un error? ¿Si hubiera hecho
las cosas de manera diferente hubieran andado mejor? Para tratar este asunto, Pablo
redefine la lucha por algo frente a la oposición. ¿Cómo enfrentamos las dudas y la
incertidumbre? Volviendo a lo que sabemos con certeza. Si Dios realmente nos ha llamado
para ese ministerio, y la oposición es algo que cabe esperar como consecuencia natural ante
el mensaje que predicamos ¿entonces por qué dudar? Los adversarios dudan porque se
sustentan en su propia perspectiva. Una vez más Pablo aborda esto reubicando las cosas
desde la perspectiva de Dios.
La lucha de la iglesia de Filipos es una señal de destrucción para los adversarios. Al final
Dios triunfará, poniendo a los adversarios del lado perdedor. Pablo quiere que la iglesia
piense en su lucha como una señal de salvación. Esto es por la misma razón que sostuvo en
1:19–20, que la oposición lo llevaría a su liberación y salvación (usa la misma palabra
griega que en 1:28). Recuerde la proposición sin pérdidas bosquejada en 1:20. El mismo
principio se aplica aquí. Todo lo que ocurre proviene de Dios (fin de 1:28). La oposición no
fue una sorpresa para Pablo. Nuevamente todo se reduce a qué perspectiva adoptaremos: la
propia o la de Dios. Adoptar la perspectiva de Dios no solamente puede cambiar la visión
de los filipenses sobre la situación del apóstol (1:12–18), también influye en cómo ven sus
propias circunstancias (1:27–28).
Pablo tiene una última sorpresa para arrojar. Completa el círculo del análisis y vuelve
donde comenzó en 1:12. Recuerde que su meta principal era ayudarlos a entender que su
sufrimiento y encarcelamiento no era un error, sino parte del plan mayor de Dios para el
avance del evangelio. A la luz de esto, agrega una última pieza en 1:29–30. Pablo no está
buscando la empatía de parte de los filipenses; los está preparando para lo que viene
después. Expresada como si fuera una invitación especial, Pablo revela que hay algo más en
seguir a Cristo que sencillamente creer. Se les ha concedido la gracia de sufrir por Cristo; el
mismo tipo de sufrimiento que Pablo experimentó y experimenta en el momento.
La palabra traducida conceder se usa con más frecuencia en el contexto del perdón y está
vinculada al concepto de gracia. También se utiliza para describir el otorgamiento de algo
positivo, como en 2:9 donde se le da a Jesús un nombre sobre todo nombre. ¿Por qué
entonces expresarlo de esa manera? Desde la perspectiva humana, no muchas personas
desean sufrir. El sufrimiento se ve más como una carga a soportar, que como un regalo
apreciado. Al expresarlo así, Pablo presenta el sufrimiento como algo especialmente
concedido por Dios.
24
¿Por qué mantenerse firmes sin ser intimidados? En este capítulo Pablo ha presentado
algunas verdades bastante pesadas a los filipenses. No obstante, hasta el momento, todas
las referencias al sufrimiento y al sacrificio se vinculan con Pablo. Ahora da vuelta el
tablero, comunicándoles que esas cosas también se aplican a ellos. Lo expresa como si
fuera la invitación para algo apetecible. Por cierto, creer en Cristo es efectivamente
deseable, pero hay algo más. También les está asignado sufrir. ¿De qué manera? El
versículo 30 revela que sufrirán igual que Pablo.
Esto es mucho más que marketing; tiene que ver con un cambio de perspectiva. Mientras
insistamos en ver el mundo desde nuestra propia perspectiva, con la comodidad, la
seguridad y la felicidad como puntos de referencia, nunca lograremos lo que Dios desea.
Para Pablo, la clave consiste en cambiar nuestra perspectiva por la de Dios. Pablo procesa
sus circunstancias a través de la perspectiva de Dios, y desafía a los filipenses a hacer lo
mismo. No solamente deberíamos aceptar el hecho de que podemos sufrir por Cristo;
deberíamos adoptarlo como propio.
Filipenses Dos
2:1–4 Enseñaba yo una vez a través de la carta a los Filipenses, cuando una señora me preguntó,
―¿A qué se refiere este ‗si‘ en el verso uno, al que significa ‗si es que‘ o al que significa
‗siendo que‘?‖ En otras palabras, si cada una de estas frases son aseveraciones positivas,
¿no sería mejor traducirlo como ‗siendo que‘ o ‗ya que‘? Luego de pensarlo por un
momento, me quedó claro que Pablo sabía exactamente lo que estaba haciendo, él estaba
atrayendo la atención a su idea principal.
Ya que Pablo estaba usando una convención del idioma griego, me pregunté si se lograría
el mismo efecto en el español. ¿Qué si Pablo hubiera reformulado las condiciones como
preguntas de sí/no? ¿Hubiera tenido el mismo efecto? Veamos:
• ¿Hay algún estímulo en Cristo? (pues, sí, supongo que hay)
25
• ¿Hay algún consuelo de amor? (pues, sí)
• ¿Hay alguna comunión del Espíritu? (sí, también lo hay)
• ¿Hay algún afecto y compasión? (sí, seguro que sí)
La idea principal: Si todas estas cosas son verdad, entonces completen mi gozo, ¡estando
de acuerdo!
El objetivo de Pablo no era hacer que nos preguntemos sobre esas cosas, sino recordarnos
que efectivamente están presentes.
Este pasaje me recuerda la manera en que mi padre solía hacerme preguntas sobre lo que yo
sabía que era cierto, como un recurso para corregirme. Me arrinconaba usando preguntas
obvias que me desafiaban a reconciliar mi conducta (negativa) con lo que yo afirmaba
como verdad.
• ¿Quieres a tu hermana? (Bueno, sí).
• ¿Quieres que ella te trate con amabilidad? (Sí, supongo que sí).
La idea principal: Ya que es así, entonces…
Formular afirmaciones verdaderas en forma de condiciones tiene ese mismo efecto. Al
formular el verso 1 de esta manera, Pablo no deja otra opción al lector que aceptar lo que
sigue.
¡Estén de acuerdo! Todas esas afirmaciones iniciadas con ―si‖ llevan efectivamente al
lector por un sendero que termina sin otra opción que responder positivamente a la
afirmación ―entonces…‖. El argumento de Pablo conduce a las personas hacia su
respuesta preferida: que sean del mismo parecer.
El mandamiento en 2:2, completad mi gozo, funciona como ―meta-comentario‖: es un
comentario acerca de lo que está por decir. Afirmaciones como ―¡No quiero que te pierdas
esto!‖ tienen el mismo efecto, donde esto alude a que sigue una idea importante. El meta-
comentario es otro recurso con que Pablo ilumina la idea principal del pasaje: que
deberíamos sentir lo mismo, o tener un mismo parecer.
Si efectivamente podemos hallar en Cristo estímulo, consuelo y compañerismo, entonces
¿por qué los cristianos no logran estar en armonía entre ellos? Es porque hemos olvidado
las cosas que hacen posible la unidad cristiana. Las afirmaciones en 2:2b–4 explican en qué
26
consiste (en forma práctica) sentir lo mismo. El análisis nos da una comprensión basada en
la vida real de lo que implica llevarse bien, donde la clave es la unidad en el amor, el
espíritu y el propósito.
Mismo parecer: En este pasaje hay solamente un verbo principal; los demás verbos son
secundarios que amplían el mandamiento fundamental de sentir lo mismo. Como en
español, al igual que en otros idiomas, es extraño leer varias ampliaciones de un concepto
en una misma oración, la mayoría de las traducciones ponen las acciones en 2:3–4 como
verbos principales, como mandamientos. Independientemente de cómo se lo haya
traducido, lo que importa recordar es que solo hay una idea principal. Las demás también
son importantes, pero cumplen un papel de apoyo.
En la versión griega las acciones en 2:3–4 son secundarias, aunque la mayoría de las
traducciones las presentan como acciones principales, como mandamientos. Esto nos dice
que Pablo tiene una idea principal; las otras afirmaciones describen cómo funciona esa idea
principal en la práctica.
Hay dos juegos de afirmaciones asociadas en 2:3–4, cada uno nos dice lo que no tenemos
que hacer antes de decirnos lo que sí debemos que hacer. Generalmente lo negativo sigue a
lo positivo. Pero al decirnos lo que no debemos hacer nos fuerza a pensar en lo que sí
deberíamos hacer. Esto atrae la atención sobre la alternativa positiva. Pablo está
resaltándonos algo. A continuación lo parafraseamos:
―No hagan nada por egoísmo ni vanidad, más bien, consideren a los demás como más
importantes.
No se preocupen solamente por sus propios intereses, sino también por los intereses de los
demás‖ (ver 2:3–4).
Pablo sencillamente podría haberles dicho ―Procuren tener en cuenta las necesidades de
otros‖ y ―consideren los intereses de los demás‖ sin la contraparte negativa. ¡Al usar el
orden negativo/positivo, retóricamente atrae nuestra atención sobre lo que Pablo
consideraba más importante!
27
El versículo 4 se centra en algo más práctico: velar por los intereses de otras personas. La
sencilla palabra también, juega un papel muy significativo aquí:
―Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses, sino también por los intereses de
los demás‖. (NVI)
A primera vista parece como si Pablo nos estuviera pidiendo que dejemos de lado nuestros
propios intereses para poder servir a otros, pero no es así. Podría haber dicho que nos
ocupemos de nuestros intereses y los intereses de los otros, pero eso los hubiera puesto en
pie de igualdad. Al utilizar la construcción retórica ―No sólo / sino también‖, nos está
diciendo que quiere que nos ocupemos de ambos. Pero hay más.
Pablo vuelve a utilizar el mismo orden negativo/positivo de 2:3 para atraer la atención
sobre su segunda afirmación: Esta afirmación es todavía más importante que la anterior.
Veamos por qué. Como seres humanos egoístas que somos, es lógico que nos ocupemos de
nuestros propios intereses, ¡posiblemente a costa de excluir los de los demás! El desafío es
hacer una cosa sin ignorar la otra. Si no cuidamos nuestros propios intereses, podemos
quedar agotados, o podrían aprovecharse de nosotros. Ignorar los intereses de los demás
sería desobedecer la clara enseñanza de la Biblia.
Un mismo parecer No se trata solamente de nuestros intereses o los de los otros. Más bien,
tenemos que ocuparnos de lo uno sin descuidar los otros. Recién entonces encontraremos
el justo equilibrio bíblico. Atender únicamente nuestros propios intereses termina en
egoísmo. Ocuparse solamente de los intereses de los otros no es sustentable, aunque
parezca una buena acción. La clave está en ocuparse de ambos.
Estos primeros versículos de Filipenses 2 hablan sobre la unidad y cómo mostrarla en la
práctica. La serie de afirmaciones del tipo ‗si hay‘ requiere que prestemos atención al
llamado de Pablo a la unidad, ya que no es una tarea fácil. Requiere unidad en el amor, en
el espíritu y en el propósito. Implica decir ―¡No!‖ al egoísmo y al engreimiento, y decir
―¡Sí!‖ a valorar a los otros más que a uno mismo. El versículo 4 provee un equilibrio
28
recordándonos que valorar a otros no tiene por qué serlo en detrimento de nuestros propios
intereses.
Vivir con la unidad de un mismo parecer, por momentos puede ser un duro trabajo, incluso
con aquellos a quienes amamos. Pablo nos desafía a reconciliar nuestras acciones con lo
que decimos creer. También explica en la práctica las acciones que generan unidad.
Recuerde, las grandes bendiciones de la consolación, el afecto, el compañerismo y la
compasión que se pueden hallar en Cristo son subproductos de la unidad de parecer, o ‗de
sentir lo mismo‘. Podemos experimentar estas cosas si prestamos atención a la exhortación
de Pablo de llevarnos bien.
2:5–11 Esta sección desarrolla la idea principal de la sección anterior acerca de tener un mismo
sentir. Aunque 2:5–11 provee importantes comentarios teológicos sobre Jesús, ha sido
ubicado allí por una razón particular. En el contexto, el modelo de la humildad y el
sacrificio de Jesús está destinado a reforzar el llamado de Pablo a considerar a los otros más
importantes que uno mismo. ¿Qué mejor ejemplo que Jesús? Veamos los rasgos de Jesús
que se destacan.
Pablo conecta esta sección con la anterior pidiéndonos que pensemos como Jesús lo hizo.
En 2:6 nos recuerda que Jesús es plenamente Dios, con todos los derechos y privilegios que
eso conlleva. Todo lo que sigue debe entenderse en este contexto: que Jesús es por
naturaleza Dios. Su condición divina provee el telón de fondo contra el que deberíamos
considerar su ejemplo. ¿Qué hizo entonces Jesús con todo ese poder y autoridad? Aunque
tenía derecho a esas cosas, Jesús no las usó a su favor. No consideró ser igual a Dios como
algo por lo cual luchar ni a lo cual aferrarse.
La forma de Dios. La decisión de Jesús de humillarse y morir en la cruz ocurrió en un
contexto específico: siendo plenamente Dios. En lugar de aferrarse a sus ―derechos y
privilegios‖, eligió un camino diferente. Pablo describe este camino tanto en términos
29
positivos como negativos. Aunque hubiera podido ejercer su derecho divino, eligió no
considerar la igualdad con Dios como algo de lo cual sacar provecho. Por el contrario, se
despojó y se humilló a sí mismo. La implicancia es que si Jesús estuvo dispuesto a dejar de
lado sus propios derechos en obediencia a los propósitos más elevados del Padre, ¿por qué
no podemos nosotros hacer lo mismo? ¿Por qué no podemos tener su mismo sentir y
considerar a otros más importantes que nosotros mismos?
Aunque Jesús tenía el mismo poder que Dios para conseguir cualquier cosa que quisiera,
eligió no defender sus derechos.
Lo que Jesús sí hizo se destaca por contraste con lo que no hizo. Pablo continúa esto con
dos afirmaciones de lo que Jesús sí hizo. En lugar de aferrarse a esos derechos, se despojó a
sí mismo. ¿Cómo? Tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los hombres.
Aquí es donde la cosa toma un curso sorpresivo.
Pensemos un poco: casi todos los superhéroes de los que leí de niño tenían dos cualidades.
Primero, tenían apariencia humana. Como Superman, Batman, o el Hombre Araña. Pero
también había algo que los hacía diferentes; tenían cierto poder especial que los humanos
no tenemos. Las mismas características se daban en los villanos: también ellos tenían forma
humana y algún poder especial. Lo que separaba a los buenos de los malos era lo que cada
uno hacía con esos poderes. Los villanos usaban su poder para tratar de apoderarse del
mundo, mientras que los héroes lo usaban para luchar por la justicia y la verdad. ¿Cómo se
relaciona esto con los Filipenses? Bueno, Jesús está en el mismo tipo de posición: es
plenamente humano, pero con atributos divinos. Surge la pregunta entonces ¿qué hará
Jesús?
Para generar suspenso antes de responder, Pablo desacelera las cosas al final de 2:7
prácticamente repitiendo su afirmación anterior acerca de Jesús en su condición humana.
Hacemos lo mismo antes del apogeo de un relato:
―De modo que ahí estoy sobre el techo sentado en una silla. Mientras estoy ahí…‖
Lo que naturalmente esperamos es que suceda lo que suceda será significativo para la
historia. Eso representa una demora intencional, pero no todas las traducciones logran
representarlo igual. Incluso hay cierta controversia sobre dónde dividir el versículo. La
versión griega se demora justo antes del 2:8.
30
Se humilló a sí mismo. Pablo atrae la atención sobre la respuesta de Jesús repitiendo la
misma información. Solemos hacer lo mismo en nuestras conversaciones: ―Estaba mirando
por la ventana, pensando en mis asuntos. Pero mientras miraba por la ventana…‖ Lo más
probable es que uno se sentiría desilusionado si no ocurriera algo significativo. Pablo
enumera dos cosas que hace Jesús, pero la segunda es la más significativa. Cada una se
amplía usando una idea secundaria, que describe lo que implica en la práctica cada
acción. Que Jesús se despojara a sí mismo implica que tomó forma de siervo, se hizo
semejante a los hombres. ¿Qué significa en la práctica que se haya humillado a sí mismo?
Que obedeció hasta la muerte más cruel e inconcebible: la crucifixión.
De modo que la gran pregunta es: ¿Qué es lo significativo que sigue a la repetición? Lo que
Jesús hace con todo su poder y autoridad: elige humillarse en lugar de valerse de su poder
divino para imponerse. Pablo amplía esto en 2:8. Nos dice que Jesús fue obediente hasta la
muerte. Bromeamos acerca de hacer algo ―hasta la muerte‖ ¡pero en este caso fue real! No
podría haber sido más humilde ni obediente. ¿Por qué? Porque hizo mucho más que sufrir
la muerte. Lo hizo de la manera más dolorosa y humillante: la crucifixión.
Nuestra percepción humana del poder y los derechos está empañada por nuestra naturaleza
pecaminosa. ¿Quién no se ha sentido pisoteado o aprovechado por otros en algún momento
de la vida? Cuando se nos otorga poder y derechos, nos negamos a renunciar a ellos. ¿Por
qué? Porque tememos que se los utilice en nuestra contra, dejándonos en una posición de
debilidad. Aunque esto puede reflejar cómo funcionan las cosas en el contexto humano,
Dios no obra así.
¿Cuál fue el resultado de la humillación de Cristo? ¿Valió la pena todo el dolor, el
sufrimiento y las dificultades? En lugar de que alguien se aprovechara de él, Cristo es
exaltado de una manera tan maravillosa que sólo Dios pudo haberla pensado.
31
Un estudio en sumisión: Este pasaje contiene parte de la más rica teología sobre la
encarnación de Jesús. Pablo presenta a Jesús como el modelo de lo que significa
humillarse a sí mismo y considerar a los demás como más importantes. En la economía de
Dios, esa elección lleva a la exaltación y al honor. Eso se muestra en agudo contraste con
nuestra perspectiva humana, que es la razón por la que Pablo incluye el ejemplo de Jesús.
Provee una motivación práctica para seguir su ejemplo.
Dios responde a la auto-humillación de Jesús exaltándolo a lo máximo. Le da un nombre
tan maravilloso que está sobre todo otro nombre. ¿Qué significa eso en la práctica? Que
ante el nombre de Jesús toda rodilla se doblará. Para su información, toda significa cada
una, la totalidad, ninguna excluida. Pablo habla lentamente y usa palabras cortas para
explicar en detalle lo exhaustivo de la expresión se doble toda rodilla. Abarca los tres
diferentes reinos de existencia que la audiencia conocía: el humano, los habitantes de la
tierra, el celestial, los habitantes divinos, y los habitantes del infierno. El análisis deja en
claro que Pablo estaba hablando de algo más que sencillamente la raza humana. Toda la
creación se inclinará ante él un día, no solamente en su presencia, ¡ante su nombre!
¡Imagine un nombre que infunda semejante respeto y honor!
32
¿Qué rodillas? Toda rodilla ya es un concepto exhaustivo, pero Pablo va mucho más allá
para asegurarse que no pensemos que se refiere simplemente a la humanidad. Todo ámbito
de la creación rendirá honores a Jesús, inclinándose ante su nombre.
¿Qué tienen que ver con nosotros la humillación y la exaltación de Jesús? ¿Está Pablo
solamente dando una clase de teología aquí? Recuerde que al comienzo de esta sección
Pablo cita el ejemplo de Jesús como modelo a seguir. Ver cómo resultaron las cosas para él
es un incentivo para nosotros al enfrentar el desafío de tener su mismo parecer. Si dos
personas están en desacuerdo, una de las dos tiene que ceder. Recuerde los versículos de
apertura del capítulo. ¿Hay alguna consolación? ¿Algún consuelo o comunión? Es muy
difícil poner los intereses de otras personas antes que el propio a causa de nuestra
naturaleza pecadora. El ejemplo de Jesús no solamente nos desafía, también proyecta una
visión de la recompensa que viene por someternos humildemente a Dios. Vemos la misma
relación entre humildad y exaltación bosquejada en Santiago 4:10 y 1 Pedro 5:6. El camino
a la exaltación es la humildad, el servicio a los otros. Pablo lo comprende totalmente y lo
enfatiza usando la experiencia de Jesús como el ejemplo supremo.
En lo que respecta al flujo de pensamiento del apóstol en este capítulo, su idea principal de
tener el mismo sentir sigue siendo el mismo. El ejemplo de la humillación y exaltación de
Jesús en el contexto presente está destinado a motivar a los filipenses a tomar en cuenta su
llamado a tener el mismo sentir. Pablo recoge el llamado a la obediencia en la siguiente
sección.
2:12–18 La palabra que conecta 2:12 a lo que precede (―por tanto‖ [RVR60, DHH]; ―así que‖
[LBLA, NVI]) señala el retorno de Pablo a su línea principal de pensamiento: seguir el
ejemplo de la humillación y exaltación de Jesús. Recuerde la expectativa de Pablo en 1:27
de que los filipenses vivieran de una manera digna del evangelio. En esta sección, una vez
más hace saber a los filipenses que espera que obedezcan su mandamiento. El tipo de
actividad que ha descripto como resultado de tener un mismo sentir y de vivir de manera
digna del evangelio se expone en 2:12.
33
Pablo prepara lo que va a decir ubicándolo en un contexto específico: el historial de
obediencia de los filipenses. Una vez más lo describe usando contrastes. Obedecer en su
presencia puede ser esperable, pero los filipenses han ido más allá de eso. ¿Qué hacemos
cuando nadie nos mira, cuando nadie está atento para controlar nuestra conducta? Esta es
exactamente la posición en que están los filipenses porque Pablo está preso: ¡obedecen,
incluso en su ausencia! Los informes de Epafrodito y otros, probablemente lo mantuvieron
al tanto de cómo andaban las cosas. Pablo está afirmando la constante obediencia de ellos
como escenario para su próxima idea principal.
Primera idea principal: Este versículo resume los diversos llamados a la acción que Pablo
ha hecho a los filipenses: vivir de una manera digna del evangelio (1:27), tener un mismo
sentir (2:2) y considerar a los demás como más importantes que a sí mismos (2:3). El
versículo 12 se centra en la forma en que deben implementarse esas acciones: con temor y
temblor. Ocuparse de su salvación aquí se refiere a las maneras prácticas de seguir al
Señor y de permitir que él obre a través de uno. Esto se enfatiza en el versículo siguiente,
que aclara por qué debemos hacerlo con temor y temblor: porque es Dios el que está
obrando en nosotros, no nosotros mismos (ver Efesios 2:10).
Ocuparnos de nuestra salvación no consiste en hablar de asuntos de seguridad eterna. En
lugar de eso el foco está en las formas prácticas de vivir el evangelio en nuestra vida diaria.
No debería ser el resultado de una arrogante confianza en nuestras capacidades, sino de
reverente humildad. La humildad es necesaria porque no somos nosotros los que hacemos
la obra. En realidad es Dios obrando a través de nosotros para lograr sus propósitos. La
exhortación a temer y a temblar es otra salvaguarda para nosotros, igual que el regocijarnos
en el Señor (ver 2:1). Cuanta más confianza tengamos en nuestra conducta, menos
dependeremos de Dios, y menos probabilidades tendremos de permitirle que obre a través
de nosotros (ver Juan 15:1–6).
Entonces, ¿qué significa exactamente temor y temblor? ¿Se trata literalmente de miedo, o
es simplemente respeto? Cuando íbamos a comprar nuestra primera casa, hacía falta
solucionar algunas cosas en el tablero eléctrico para que nos dieran el préstamo. Como soy
34
bastante hábil y quería ahorrar dinero, decidí hacer yo mismo el trabajo. Implicaba instalar
una nueva caja de llaves térmicas con un disyuntor. El día proyectado, la compañía
eléctrica vino y desconectó la corriente eléctrica, diciendo que volverían a las 4:00 de la
tarde para reconectarla. El técnico electricista me explicó los riesgos de tocar cables de 220
voltios, me deseó buena suerte, y se marchó. El nudo en mi estómago y la transpiración fría
denotaban mi temor. No era un temor debilitante, sino uno que me llevaba a prestar
absoluta atención a lo que estaba haciendo, para hacer exactamente lo que se suponía que
debía hacer. El temor tenía fundamento en un conocimiento preciso de mis limitaciones y
de lo que podía hacerme una corriente de 220 voltios.
Hay ciertos paralelos entre mi tarea de electricista y nuestra relación con Dios. Tener un
concepto demasiado elevado de mí mismo y mis habilidades (con independencia de Dios)
puede ser catastrófico. La arrogancia nos hace extender demasiado los límites, hacer cosas
por nuestra propia fuerza. Inversamente, tener un concepto demasiado bajo de nosotros
mismos tampoco ayuda, porque nos hace dudar del amor o de los propósitos de Dios para
nosotros. Tenemos que recordar que Dios eligió redimirnos para su gran placer, ¡adoptarnos
como hijos y coherederos con Cristo! ¿Qué podría elevar nuestra autoestima más que eso?
Cuando contrastamos estos dos versículos, parece haber una tensión entre la acción
personal y la confianza en Dios:
Filipenses 4:13: ―Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.‖
Juan 15:5: ―Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste
lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.‖
En realidad estos pasajes exponen el mismo punto; si no obra Dios en nosotros, no
podemos lograr nada de valor duradero. Esto no significa que debemos tratar a Dios sólo
como fuente de poder, o medio de inspiración; Dios tiene que ser el que actúe en nosotros.
Cuando lo hace, efectivamente todo es posible, pero sólo porque él está involucrado.
Cuando las cosas se salen de su cauce, ¿cómo puedo recuperar una idea correcta de quién
es Dios y quién soy yo? El mejor lugar para comenzar es leer las Escrituras. Renueva
nuestra comprensión de quién es él y lo que ha hecho. Aunque en un tiempo éramos
enemigos de Dios, él nos ha librado de la oscuridad y nos ha llevado a su luz maravillosa (1
Pedro 2:9). Esta es la clave para hacer un cambio: restablecer la visión correcta de Dios y
de quién uno es a la luz de la obra de Cristo.
Los primeros versículos de esta sección constituyen una serie de afirmaciones de apoyo,
donde 2:13 apoya a 2:12. Termina desarrollándose como un diálogo de preguntas y
respuestas en una conversación. El versículo 13 dice que deberíamos ocuparnos de nuestra
salvación con temor y temblor. ¿Por qué? Porque en realidad no somos nosotros quienes lo
estamos haciendo, sino Dios obrando en nosotros. Él es quien hace la obra, no nosotros.
35
Evolución de la idea: Hay una serie de afirmaciones de apoyo en 2:12–13 que se
desarrollan de manera similar a cuando usamos preguntas retóricas en español. El
mandamiento de ocuparnos de nuestra salvación destaca la forma en que deberíamos
hacerlo: con temor y temblor. La frase siguiente explica por qué deberíamos hacerlo de
esa manera. No somos nosotros los que estamos haciendo la obra, sino Dios obrando en
nosotros. Pablo nos dice que Dios obra en nosotros no por nuestra justicia ni nada que
hubiéramos hecho. En lugar de eso, Dios obra en nosotros por su propio placer. Por ello
no hay lugar para el orgullo ni la arrogancia, la respuesta adecuada es el temor y el
temblor.
¿Por qué está haciendo esa obra en nosotros? No es por nosotros, aunque nos beneficiamos
inmensamente de ella. Esa perspectiva distorsiona nuestra visión de Dios y de nosotros
mismos. En realidad Dios hace la obra por su propio placer, no el nuestro. Mantener una
adecuada visión de Dios asegura que tengamos una visión adecuada de nosotros también. Si
una se distorsiona, la otra se verá afectada.
Pablo introduce la otra idea principal en la sección 2:14: el mandamiento de hacer todas las
cosas sin quejas ni contiendas. Este mandamiento está muy relacionado con los temas de
1:29–30. Pablo revela que él no es el único destinado a sufrir por Cristo; los filipenses
también sufrían de la misma manera que él. El llamado a no quejarse ni murmurar en 2:14
se aplica a todo tipo de sufrimiento: la oposición y la carga diaria del ministerio. Dios
jamás prometió que sería fácil, pero sí prometió trabajar en nosotros para lograr sus
propósitos. Ver el sufrimiento como dispuesto por Dios nos evita cometer el error de
adjudicarlo a otra cosa.
36
Segunda idea principal: Pablo toma una afirmación que podría considerarse moderada y
la convierte en exhaustiva. Hubiera bastado que nos ordenara no quejarnos ni murmurar.
Si se trata de protestar y murmurar, no debemos hacerlo, eso está claro. Pero Pablo
agrega un énfasis con el todo, que ya está implícito en el mandamiento de no quejarse. El
mandamiento de hacer todo sin quejas ni murmuraciones eleva el nivel de base: la
naturaleza exhaustiva del mandamiento pasa de implícita a explícita.
Cumplir constantemente ese mandamiento implica cumplir otros mandamientos tratados en
este capítulo. Debemos tener la misma actitud humilde de Cristo, no murmurando contra
Dios por no respetar nuestros derechos. Si tenemos una actitud como la de Cristo,
(considerar a los demás como mejores que nosotros) estamos en una posición mucho mejor
para obedecer.
Algunas cosas son más fáciles de hacer sin protestar que otras. Pero Pablo no es selectivo
con su mandamiento. No nos permite elegir lo que haremos con corazón alegre. Cuando
viene el sufrimiento que Pablo nos avisa que debemos esperar, no debemos hacer el papel
de víctimas, condenando la falta de justicia. Si Dios nos pone algo por delante, debemos
hacerlo sin discutir y sin medir los inconvenientes. ¿Por qué nos manda eso? Porque no hay
peor ladrón de alegría que la queja y la murmuración. ¿Recuerda a los israelitas en el
desierto y toda su queja? Coincidía con un obstinado rechazo de la provisión de Dios para
ellos. Regocijarse y trabajar sin protestar ni murmurar están íntimamente relacionados.
Ambos provienen de la actitud del corazón. Cuanto más escogemos alegrarnos en el Señor
y estar agradecidos de su provisión, menos lucharemos con nuestra mala actitud. Una es
consecuencia natural de la otra; así es como Dios ha ordenado que funcionen las cosas.
A esta altura, parece como si Pablo se hubiera apartado del tema de extender el evangelio
(Filipenses 1), pero 2:15–16 deja en claro que no es así. ¿Por qué debemos regocijarnos en
todo en lugar de quejarnos y murmurar? ¿Cuál debería ser nuestra motivación para
obedecer? ¿Qué está en juego aquí? La respuesta puede sorprenderle. En la mente de Pablo,
estos llamados a una conducta específica tienen que ver con reflejar la luz de Dios en un
mundo oscuro y agonizante. La obediencia no solamente nos acercará más a Dios y nos
37
ayudará a experimentar su bendición, sino que también cumple el propósito más amplio de
Dios.
Así como el evitar quejarse y murmurar es una consecuencia natural del agradecimiento y
el gozo, podemos brillar para Cristo si nos mantenemos sin mancha e inocentes. Nuestra
meta no es despreciar esta perversa y torcida generación con nuestra pretendida
superioridad. En lugar de eso, Pablo dice que nuestra meta es extender el evangelio: el tema
con que inició la carta. Una de las maneras en que Pablo difunde eficazmente el evangelio
mientras está preso es equipar y desafiar a otros a ser más obedientes a Cristo.
Multiplicándose a sí mismo en otros, hace que el evangelio avance exponencialmente.
El versículo 16 cierra presentando (y básicamente desestimando) la posibilidad de que los
esfuerzos del ministerio de Pablo fueran en vano. En 2:17 compara su trabajo con una copa
derramada en sacrificio, lo cual es algo positivo. La expresión aunque, que aparece en la
mayoría de las traducciones crea una conexión temática con 2:16: su situación al presente
podría poner en cuestión si su esfuerzo valía realmente la pena. Si tuviera que volver a
hacerlo ¿valdría la pena? Tal como lo hizo en 1:18, responde la pregunta regocijándose. En
2:18, invita a los filipenses a responder como él (compare 1:21). El éxito no requiere de su
comodidad, ni siquiera de la continuidad de su vida. El éxito no requiere de la comodidad
de los filipenses, ni de su liberación del sufrimiento y las dificultades. En la perspectiva de
Pablo, el éxito viene solamente cuando permitimos que Dios cumpla sus propósitos por
medio de nuestra vida. Pablo ve que eso se cumplirá en medio de las dificultades; es por
eso que son motivo de gozo para él y para los filipenses.
2:19–24 En esta sección, el apóstol pasa de cuestiones personales a cuestiones del personal,
relacionadas con Timoteo y Epafrodito. Aunque ahora tenemos la impresión de estar
leyendo la correspondencia privada de alguien, Pablo logra mucho más aquí que si tan sólo
pusiera a los filipenses al tanto de sus planes. Comienza elogiando a Timoteo por las
cualidades que lo han hecho un miembro inestimable del equipo. Pero en lugar de darle una
merecida palmada de felicitaciones, Pablo logra algo más: presentar a Timoteo como
modelo para otros creyentes.
Piense en lo que sería tener un buen líder que lo afirmara como Pablo hizo con Timoteo.
¿Cómo se sentiría? ¿Acaso no elevaría su motivación para perseverar en medio de
circunstancias difíciles? Con frecuencia me pregunto cómo habrá sido Pablo. No me lo
imagino repartiendo elogios en forma liviana ni halagando a los que flaqueaban en su
compromiso. Recuerde lo que le sucedió a Juan Marcos, sobrino de Bernabé, en Hechos
15:36–41. Debido a que su salida del ministerio fue tomada por Pablo como un abandono,
no estaba dispuesto a llevarlo en otro viaje misionero. Me imagino que Pablo no se andaba
con vueltas. Piense en lo significativo que habrá sido escuchar ese tipo de afirmación de
parte de alguien que probablemente no solía elogiar livianamente.
Pareciera que con frecuencia olvidamos que el elogio no era solamente para beneficio de
Timoteo. Cuando escuchamos elogiar a un líder, nos sentimos desafiados a imitarlo. Eleva
el nivel de expectativa para los otros líderes. Eleva la expectativa para todos los líderes a un
nivel superior.
38
El ejemplo de Timoteo: Pablo no temía elogiar abiertamente a una persona con quien
había trabajado en el ministerio, y presentarlo como un ejemplo para otros. Timoteo no fue
una excepción. Un reconocimiento como ése es raro en nuestros días, tal vez porque nos
preocupa inflar el ego de la persona elogiada. Aunque las cualidades que Pablo destaca
están en Timoteo, también podrían verse en cualquiera que se compromete diligentemente
al ministerio. De modo que aunque el elogio sirviera para estimular a Timoteo, también
presenta a Timoteo como un modelo a imitar. Las cualidades que se elogian son como la
descripción de un trabajo al que otros pueden aspirar. Pablo se presenta a sí mismo como
un ejemplo a seguir en 3:1, su aprobación de Timoteo en 2:19–22 tiene una función
similar.
Con cada característica que Pablo afirma en Timoteo, nos vemos desafiados a repensar
cómo estamos en ese aspecto. ¿Podría Pablo decir lo mismo de nosotros? ¿Qué era lo que
hacía la diferencia? ¿Cómo se vería eso en el escenario de nuestro ministerio?
El temor a inflar el ego de alguien con frecuencia se usa como excusa para evitar los
elogios, ya sea en público o en privado. Yo mismo he obrado así con frecuencia, o he
perdido la oportunidad de elogiar a alguien en nombre del pragmatismo y la objetividad.
Cada vez que hago eso, desoigo el claro mandato de 1 Tesalonicenses 5:11 de animarnos y
fortalecernos unos a otros. La postura ―Ya le dije una vez que lo valoraba, y si algo cambia
se lo haré saber‖ no viene de las Escrituras. Tampoco debemos elogiar ni promocionar
imprudentemente a otros; 1 Timoteo 3:6 establece una advertencia para asegurarse que la
madurez de un líder esté a la altura de la responsabilidad de su ministerio. Descuidar esto lo
predispone a una caída.
No hay respuesta sobre exactamente cuánto elogio es suficiente y cuánto es excesivo. Es
cuestión de un equilibrio determinado por las necesidades del contexto. Pero al procurar ese
equilibrio, debemos cuidar que el péndulo no se aleje demasiado hacia uno u otro extremo.
En mi opinión deberíamos elogiar y fortalecer mucho más pues el péndulo generalmente
está del lado opuesto.
39
¿Cuáles son, entonces, los rasgos que Pablo elogia en Timoteo? Hay dos cosas principales.
La primera se presenta como el compartir la manera de pensar de Pablo (2:20), lo que
podríamos llamar un alma gemela. Esto no significa que jamás tuvieran discrepancias, sino
más probablemente que sus valores centrales y sus prioridades se combinaran bien, que en
lo tocante al ministerio estaban ―en sintonía‖.
Lo que es más, Timoteo estaba sinceramente preocupado por el bienestar de los filipenses.
¿Por qué sería tan importante esto para Pablo? En 2:21 apoya su afirmación anterior
observando que la mayoría de las personas buscan su propio interés en lugar del interés de
Cristo Jesús, mientras que esto último caracterizaba a Timoteo. No era como los demás,
que están siempre buscando su propio interés.
Testimonio de Timoteo: Una vez más Pablo hace una serie de afirmaciones que comienzan
con ―pues‖ (RVR60), donde cada una apoya a la anterior, sin adelantar la idea principal.
Más bien esas afirmaciones sirven para reforzar o desarrollar algún aspecto de lo que le
precede. En español utilizaríamos con más naturalidad la pregunta retórica ―¿Por qué?‖
para dar a entender que lo que sigue responde a la pregunta formulada. El ―así que‖ en
2:23 señala el retorno a la idea específica de enviar a Timoteo y el final de la serie de
afirmaciones de apoyo. Otra serie de afirmaciones de apoyo se inicia en 2:25.
Pablo también menciona el carácter probado de Timoteo, explicando con más precisión de
qué se trata al final de 2:22. ¿Cómo se prueba el carácter? Por el dedicado servicio de
Timoteo a Pablo que se podría comparar acertadamente con la devoción de un hijo por su
padre acompañándolo fielmente en el servicio. Por ese motivo, Timoteo es el hombre de
confianza para Pablo a la hora de enviar alguien a los filipenses a ministrar en su lugar por
estar preso. Es por eso que también puede presentar a Timoteo como el modelo de líder a
quienes otros pueden acertadamente mirar y después imitar.
Hay una cosa más para observar en esta sección sobre Timoteo. Pablo comienza diciendo
que tiene la intención de enviarlo pronto a verlos, luego agrega un recuadro de apoyo, su
testimonio, explicando el por qué. Cuando vuelve al tema de enviarlo, hace el anuncio de
una manera que adelanta que pronto vendrá un segundo anuncio. En lugar de repetir
sencillamente su afirmación anterior, usa una expresión en griego cuyo equivalente en
español sería: ―Aunque espero enviarles pronto a Timoteo…‖. ¿Por qué? Anticipa desde el
40
primer momento que hay algo más y probablemente más importante. Sería como si yo
dijera: ―Aunque me gustó su introducción…‖. Si bien escuchamos la palabra ―aunque‖
sabemos que viene algo más, que ese comentario no fue el último sobre el asunto. Ocurre lo
mismo acá.
Mensaje en dos partes: Cuando Pablo reitera su meta principal de enviar a Timoteo, la
expresa de tal modo que el lector sabe desde el primer momento del versículo que viene
otro elemento relacionado. Sería como si yo dijera: ―Aunque pienso que usted es una
persona ideal para…‖. En nuestro idioma, el agregar la palabra ―aunque‖ indica que
viene algún otro elemento, con el matiz adicional de que lo que viene es negativo. No hay
tal matiz negativo en la versión griega. ¿Qué es esa segunda cosa para la que Pablo
genera expectativa? Su convicción de que él también podrá visitar pronto a los filipenses.
En la traducción es muy difícil reflejar la expectativa que se genera en la versión griega.
Se podría captar el sentido diciendo: ―Aunque/mientras espero enviarlo pronto, estoy
convencido en el Señor de que yo también voy a ir pronto.‖
Usando esta estrategia de dejar caer un dato que anticipa otro, se genera una expectativa por
lo que sigue. ¿Qué es eso que sigue? La expectativa de Pablo de que Timoteo no sería el
único en visitarlos pronto (de paso, el uso de la palabra único aquí es otro recurso para
producir el mismo efecto). Pablo también tiene la intención de ir (resaltado en griego), no
solamente la de enviar a Timoteo como emisario. Su objetivo al hablarles de la visita de
Timoteo era darles confianza en que él seguiría apoyando su ministerio. Imagine la
emoción de saber que Pablo esperaba visitarlos. El uso que hace Pablo de ese recurso
especial nos da una idea de su relación con los creyentes de Filipos. Se interesaba por ellos
lo suficiente como para no sólo mencionar su deseo de visitarlos, sino también generar una
atención especial sobre ello.
Desde el comienzo del libro, el foco principal de Pablo ha sido la extensión del evangelio.
Aunque el enfoque ha pasado de ayudar a los filipenses a cambiar la perspectiva sobre su
situación (capítulo 1), al de enviar a Timoteo a visitarlos, sigue habiendo un acento en el
evangelio. ¿De qué manera? Presentando a este hombre como un modelo de buen liderazgo
41
para que otros imiten y aspiren a ser como él. La lista de rasgos que Pablo elogia,
fácilmente podría ser la descripción del perfil de obrero que el apóstol quería. Su elogio de
Timoteo no solamente lo respaldaba ante los ojos de la iglesia; oírlo era indudablemente un
factor de edificación para Timoteo. No podemos subestimar el poder de la afirmación
apropiada. Aunque debemos cuidarnos de inflar el ego de las personas, no podemos
valernos de ello como excusa para ignorar el mandamiento de las Escrituras de edificarnos
unos a otros, como se expresa en Romanos 12:10 y 1 Tesalonicenses 5:11.
2:25–30 Entender la situación de Epafrodito es como escuchar una conversación telefónica a
medias: sabemos únicamente los detalles que Pablo ha incluido en la carta. Aparentemente
los filipenses habían enviado a Epafrodito para servir a Pablo en la prisión. Iba de parte de
la iglesia con una ofrenda. En algún momento del trayecto, Epafrodito enfermó y estuvo a
punto de morir. En aquellos días las noticias corrían lentas, pues eran enviadas de un lugar
a otro por personas. Aparentemente la enfermedad había durado lo suficiente como para
que los filipenses supieran de ella, y también para que volviera la respuesta de que estaban
preocupados por él y por su misión.
Pablo expone las cosas un poco diferente de lo que estamos acostumbrados. Comienza por
la conclusión y vuelve al principio vinculando una serie de afirmaciones. ¿Por qué haría
esto Pablo? Que Epafrodito enfermara y hubiera que enviarlo de regreso a su casa fue un
asunto mucho más complicado de lo que pensamos. Analizaremos esto más abajo.
Observe que Pablo no anuncia simplemente que está enviando a Epafrodito de regreso, sino
que es necesario que lo haga. No es tanto por la enfermedad de Epafrodito, sino por la
aflicción que su enfermedad ha generado. Los filipenses se habían enterado de que estaba
enfermo, muy enfermo. Pablo lo expresa de esta manera para que sepamos que Epafrodito
no está siendo enviado de regreso a causa de su enfermedad ni de su misión aparentemente
fracasada. Está siendo enviado para aliviar la aflicción de la congregación de Filipos. Que
la iglesia de Filipos pueda recibir de nuevo a Epafrodito es un alivio para él y para Pablo.
La última parte de 2:27 suena como si él no quisiera ser responsable de que Epafrodito
pudiera fallecer estando a su cargo.
Todo esto en preparación a la situación que Epafrodito pudiera haber enfrentado al volver a
su hogar.
42
Testimonio sobre Epafrodito: Como en 2:19–24, esta sección tiene una serie de
afirmaciones ligadas entre sí. Cada una sirve para reforzar la afirmación precedente, pero
puede tratarse de un comentario lateral que adelanta la idea principal. Toda esta
información explica las circunstancias detrás del prematuro regreso de Epafrodito a su
hogar. Lo que es más importante, estas afirmaciones de apoyo dirigen a los filipenses en la
forma que deben procesar la situación y en cómo recibirlo de regreso. ¿Habra fracasado?
¿Se podría haber hecho algo más? ¿Habrá valido la pena enviarlo? Quién sabe qué clase
de pensamientos circulaban en la iglesia local. La estrategia de Pablo es demostrar cómo
una cosa ha llevado a la otra, afirmando que Epafrodito de ninguna manera ha fracasado,
ni está siendo repudiado por Pablo. Su regreso es tanto por el bien de Pablo como por el
de los filipenses, y deberían tenerlo, y a otros como él, en gran estima.
Surge la pregunta de cómo deberían recibirlo los filipenses. De acuerdo a los valores de la
época, Epafrodito podría haber sido considerado un fracaso. La vergüenza y el honor
jugaban un papel muy importante en las sociedades griega y romana.
Aunque ese sistema de valores no juega el mismo papel en nuestra cultura, sigue estando
presente. Imaginemos una gran reunión de familia y amigos para Navidad. Todo está
preparado, los comensales están sentados, lo único que falta es sacar el pollo del horno.
Imaginemos también que la persona que trae la fuente con el pollo tropieza con el gato,
deja caer el pollo al piso y acaba aterrizando sobre el pollo, convirtiendo todo en un
desastre incomible. ¿Cómo reaccionaría si estuviera en esa situación, aparte de querer matar
al gato? Sí, está el aspecto de la tarea incompleta de llevar el pollo a la mesa, pero
probablemente hay más. Está la vergüenza de no haber visto al gato y tropezar con él. Está
el bochorno y la mortificación de haber invitado a las personas que esperaban una cena
maravillosa, y no tener otra cosa que papas y ensalada para ofrecerles. Imagine cómo se
sentirían los invitados. No solamente estarían desilusionados, sino también sintiéndose
incómodos por usted. Es probable que ni siquiera supieran cómo reaccionar. ¿Harán alguna
broma? ¿Se deberían ofrecer a ayudar a limpiar? ¿Empeoraría eso las cosas?
43
Echemos una mirada a esa situación con los lentes del honor y la vergüenza. La persona
que dejó caer el pollo cocinado con seguridad siente vergüenza, pero no sería la única. Su
esposo o esposa sentiría lo mismo. ¿Será recordada su familia cada Navidad por haber
arruinado el pollo frente a las visitas? ¿Se burlarán los familiares durante años por ello?
¿Cómo afectará todo esto a la confianza de los anfitriones? ¿Cuánto tiempo pasará hasta
que se atreva a invitar otro grupo grande a cenar nuevamente? Está bien, no nos
arrojaremos por la ventana ni nos cortaremos las venas por ese bochorno, pero podemos
entender la vergüenza que acarrearía. Podemos imaginar cómo cargaríamos con el peso del
deshonor. Volvamos ahora al escenario de Filipenses 2:25–30.
Epafrodito fue enviado específicamente para servir a Pablo. Eso hubiera resultado en que
tanto Epafrodito como los filipenses fueran honrados por él. Pero las cosas no salieron
como se esperaba. En lugar de que Epafrodito pudiera servir a Pablo, algunas de las
personas que estaban con Pablo terminaron atendiendo a Epafrodito, cuidando de él hasta
que mejorara. En lugar de ser una bendición de parte de los filipenses, Epafrodito se
convirtió en una carga para Pablo y para otros. Este es el momento de ―la caída sobre el
pollo‖. Aunque la enfermedad era algo que escapaba a su control, seguramente el ser de
carga terminaría provocando deshonor sobre Epafrodito y la iglesia que lo había enviado.
Imagine cómo se habrán sentido Epafrodito y los filipenses.
El honor y la vergüenza son cosas curiosas: dependen del color del cristal con que se miren.
Pablo podría haber avergonzado a los filipenses y a Epafrodito, pero en su lugar demostró
la gracia de Dios en acción. Podría haberse puesto exigente con ellos, protestando por el
contratiempo que la enfermedad de Epafrodito le causaba, pero no lo hizo. Imaginemos otra
vez que estamos en la fiesta de Navidad. Acaba de levantarse del piso y está intentando
quitarse la grasa de pollo de la ropa. Hay un silencio incómodo y nadie se atreve a hablar.
¿Qué pasaría si el invitado más respetado —supongamos un escritor famoso— se pusiera
de pie para ayudar y comenzara a relatar una ocasión en que le sucedió algo similar o peor.
El incidente no desaparecería, pero tomaría un giro positivo.
El honor es algo que se puede dar o guardar. Quienes están en posiciones altamente
respetadas tienen la oportunidad de influir fuertemente en el resultado de ese tipo de
situaciones, tal como Pablo con Epafrodito. Pablo escogió el camino de excelencia y le dio
un giro positivo en lugar de tomarlo como un problema (presentar a Epafrodito como una
bendición en lugar de una carga), de esta manera tanto Epafrodito como los filipenses
fueron honrados. Haciéndolos sentir que no necesitaban salvar su dignidad, Pablo les quita
cualquier dejo de vergüenza que pudieran haber sentido y al hacerlo fortalece la relación.
Echemos un vistazo a la forma en que el lenguaje de Pablo confirma la idea de que el honor
y la vergüenza están en juego en la situación. En 2:25 Pablo se refiere a sí mismo como
compañero. ¿Por qué? Recuerde, la persona con el mayor respeto es quien tiene las cartas:
puede elevar a alguien o hundirlo. Imagine que una persona a quien usted admira y respeta
mucho relata a un grupo de conocidos cómo usted ha hecho una gran diferencia en la vida
de ella. ¡Qué incentivo! No solamente para su propia autoestima sino también para la
opinión que los demás tienen de usted. Pablo hace más que eso, ¡se refiere a Epafrodito
como a un igual! ¿Se imagina la situación? Caracterizar a Epafrodito así habrá modificado
significativamente la percepción que los filipenses tenían de él, si es que tenían alguna
duda, pero Pablo va más allá. También les indica cómo deben ellos considerar a Epafrodito
y su misión.
44
Perspectivas sobre Epafrodito: Al igual que el elogio a Timoteo en 2:19–22, el comentario
sobre el ministerio de Epafrodito lo presenta como un modelo de obrero cristiano. Imagine
cómo se sentiría usted si alguien como Pablo lo alabara de esa manera. Aunque por un
lado debería producir humildad, también significaría un gran incentivo para ―continuar la
buena obra‖. Además destacaría cualidades clave a las que quienes lo rodean querrían
aspirar. En el caso de Epafrodito, la afirmación de Pablo lo presenta desde dos
perspectivas diferentes: la de Pablo y la de los filipenses. Para Pablo, Epafrodito era un
compañero de trabajo, un camarada en la lucha, un hermano. El respaldo de Pablo al
carácter y servicio de Epafrodito corrigió cualquier idea de fracaso que él o los filipenses
podrían haber tenido a causa de su enfermedad.
Epafrodito fue un siervo para las necesidades de Pablo, no una carga; un mensajero, no un
problema. En lugar de tener que retirarse avergonzado, merece ser altamente honrado por
los filipenses. La vida ministerial de Epafrodito fácilmente podría haber terminado como
resultado de estos sucesos. Ocurren cosas malas que escapan a nuestro control, o a veces
ocurren como consecuencia natural de algún error que cometimos. Si usted está en una
posición de liderazgo muy respetada, tiene una enorme influencia sobre las secuelas y los
daños a largo plazo de situaciones como esa. La manera en que responda sentará el tono
para quienes lo imiten; su reacción ayudará a modelar la de ellos.
Filipenses Tres
3:1–4a La transición a este capítulo es abrupta. Pablo ha explicado su reacción a la cárcel y a los
predicadores rivales, y la manera en que los filipenses deben responder frente a esas
situaciones. Pasa de anunciarles que esperen la llegada de Timoteo, Epafrodito y (así lo
espera) la suya propia, a instruirlos y alentarlos. Las instrucciones que siguen apelan más a
la situación de ellos que a la suya, uno de los motivos por los que cambia el tono. La
palabra de apertura que se traduce como finalmente en algunas versiones, aparece como por
lo demás o y ahora en otras. Indica que está pasando a otros asuntos, pero no significa que
sea lo último que tiene para decir.
45
De modo que, de todas las cosas con las que podría comenzar a hablar, ¿qué los exhorta
Pablo a hacer? Vuelve a tocar la misma nota que antes: regocijarse (ver 1:18; 2:17–18).
¿Por qué es tan importante el gozo para Pablo? ¿Es que sólo quiere que sonriamos y nos
mostremos contentos por Cristo? Pensemos en los contextos en que, hasta el momento, el
apóstol ha declarado que se goza o se va a gozar, o que ha exhortado a los filipenses a
hacerlo. No son situaciones que caracterizaríamos precisamente de ―alegres‖, esas
afirmaciones aparecen en medio de las dificultades. Regocijarnos es una actividad que
elegimos hacer; no es una emoción. Si elegimos alegrarnos, significa que estamos eligiendo
no hacer alguna otra cosa. Aquí Pablo nos da una visión de la vida que no nos podemos dar
el lujo de perder.
Dios, en su infinita sabiduría ha dispuesto que las cosas funcionen de cierta manera. Una de
esas cosas tiene que ver con nuestra actitud o enfoque de la vida. Si realmente nos
alegramos y agradecemos la provisión de Dios, no podemos quejarnos ni estar resentidos.
No funciona así. Lo que sale de nuestros labios —para bien o para mal— es un indicador de
lo que ocurre en nuestro corazón (ver Mateo 15:18; Lucas 6:43–45). ¿Qué dicen nuestras
palabras sobre nuestra actitud, nuestro corazón y nuestro enfoque?
Esa mutua exclusión es una gran cosa para nosotros. Si ponemos nuestro esfuerzo en
regocijarnos en Dios y en su provisión, al mismo tiempo estamos protegiéndonos de las
cosas que nos roban el gozo. Es por eso que Pablo puede describir el gozo como una
protección, Pablo comprendía cómo nos diseñó Dios. Es como el antiguo refrán que dice
―la mejor defensa es un buen ataque‖. Estar en la ofensiva alegrándonos en medio de las
dificultades es la única gran defensa ante aquellas cosas que nos hacen alejar de Dios.
El regocijo un medio de protección: Pablo comienza el capítulo tres nuevamente con el
mandato a que se regocijen. Es una de las cosas más importantes que pueden hacer para
proteger su corazón contra el desaliento. No es sólo una buena idea, es un escudo
46
protector diseñado por Dios para ese propósito. ¿Cómo funciona? Si elijo regocijarme en
el Señor por mis circunstancias o mi situación, será prácticamente imposible quejarme o
protestar por lo mismo. Es una proposición del tipo uno o lo otro. La consecuencia natural
de alegrarnos honestamente en el Señor por algo es la imposibilidad de protestar por lo
mismo. No podemos rezongar y alegrarnos por la misma cosa al mismo tiempo. Si estamos
rezongando, en realidad no hay gozo en nuestro corazón.
Al escoger gozarnos en el Señor en medio de circunstancias desagradables, nos protegemos
contra el temor, las dudas, las vacilaciones y el desaliento que vienen de la oposición.
Todas estas cosas son barómetros de la actitud de nuestro corazón. Cuando vemos que esos
rasgos van ganando terreno y manifestándose, sabemos que nuestro foco se ha alejado de
Dios y está puesto en otras cosas. No podemos quejarnos de algo y estar agradecidos por
ello simultáneamente.
Pablo comienza Filipenses 3 describiendo el gozarse en el Señor como una protección
porque en 3:2 les está por advertir sobre las personas que buscan quitarles ese gozo. Pablo
se refiere a ese mismo grupo de personas de tres maneras diferentes: como perros, los que
hacen mal, y mutiladores. El pasaje siguiente da a entender que esas personas no son la
verdadera circuncisión. Sostiene que nosotros (Pablo y los creyentes de Filipos) somos la
verdadera circuncisión. Lo que quiere significar con eso se explica en el resto de 3:3. Los
de la circuncisión verdadera son los que adoran en el Espíritu de Dios (en contraposición
al primer grupo); se enorgullecen de Cristo Jesús y no ponen su confianza en los esfuerzos
humanos.
3:4b–11 No debemos enorgullecernos por los logros humanos. Sin embargo en el versículo siguiente
Pablo ignora completamente eso. La manera en que inicia 3:4 indica que lo que sigue
contradice de alguna manera lo que acaba de decir; como si agregara ―pero si lo hiciera…‖
Presenta un supuesto como exageración, enorgulleciéndose de sus esfuerzos humanos y
desafía a cualquiera que piense que lo puede superar en un concurso de títulos y galardones.
47
Supongamos que…: Pablo prepara el escenario para una de sus declaraciones más
significativas diciendo esencialmente que jamás deberíamos hacer tal cosa. Aunque los
cristianos no deben depositar su confianza en los logros humanos, Pablo lo hace para
destacar la idea de que en definitiva, no hay nada de qué enorgullecerse que no sea
conocer a Cristo, con una justicia que viene de Dios, que viene por la fe. La expresión
griega de la primera parte de 3:4 se puede parafrasear como ―pero si lo hiciera‖. Dice
que no hagamos algo, y luego lo hace él mismo sobradamente para destacar el punto
aleccionador acerca del valor incomparable de conocer a Cristo.
Así da comienzo a una lista de credenciales que provocarían la envidia de cualquier judío
de su tiempo. Es como si Pablo estuviera desafiando a cualquiera a intentar superarlo:
―¿Piensan que tienen algo que reclamar? Pues bien, vean esto‖.
¿Qué trofeos y galardones tiene Pablo colgados en las paredes, figurativamente hablando?
Herencia, educación, hazañas de gran celo religioso, lo tiene todo. Circuncidado al octavo
día, tal como lo especifica Levítico 12:3, un israelita de pura cepa aunque era de Tarso. Y
no cualquier israelita, pero de la tribu de uno de los dos hijos preferidos de Jacob:
Benjamín. En cuanto a educación religiosa, su alusión a ser fariseo implica la observancia
de una estricta interpretación de la Torá según la costumbre. Su afirmación de haber
perseguido a la iglesia lo presenta como un auténtico fariseo; su vínculo con los fariseos no
era superficial, orientaba singularmente sus acciones. Su estilo de vida también confirmaba
su compromiso con una vida recta. Pablo no está hablando aquí de una justicia basada en
obras, sino de una vida caracterizada por la estricta obediencia al código farisaico; lo
cumplía de manera intachable.
La sala de trofeos de Pablo: Pablo se enorgullece de sus logros humanos creando una
figurativa pared de trofeos con sus títulos y galardones. Desde el punto de vista del
judaísmo del primer siglo, tenía credenciales impecables. Esa lista de logros es sólo un
montaje, pronto todo eso será arrojado figurativamente al montón de basura. Pero antes
de eso, hace que su pared de trofeos aparezca lo más atractiva posible; cuanto más
envidia, mejor.
48
Este sondeo de las credenciales religiosas de Pablo muestra que si alguien tenía el derecho
de reclamar una condición privilegiada, de ejercer influencia religiosa sobre sus pares, era
por lejos Pablo y no los judaizantes a quienes alude en 3:2. Si los filipenses querían colocar
a alguien sobre un pedestal religioso, Pablo era el merecedor.
Ahora recordemos que en 3:3 afirma claramente que nadie debe poner la confianza en los
logros humanos, y punto. ¿Por qué entonces exhibe los suyos? Lo hace para ilustrar todo lo
que está dispuesto a desechar por conocer a Cristo y estar unido a él. Una cosa es decir que
uno dejaría todo por seguir a Cristo, pero muy otra es enumerar y luego renunciar a los más
preciados méritos. Eso es precisamente lo que está haciendo Pablo. Al mostrar el
incalculable valor humano de todo lo que está dispuesto a desechar, Pablo eleva el valor de
conocer a Cristo. Lo hace por etapas.
En la primera etapa, dice básicamente ―¿Quieren saber cuál es mi compromiso con Cristo,
lo importante que es Cristo para mí? ¿Recuerdan las cosas que enumeré, las que están en mi
sala de trofeos? Descarto todo eso por Cristo. Eran precisamente las cosas que a Pablo le
hubieran generado respeto, honor e influencia en su cultura, no obstante está dispuesto a
renegar de ellas a cambio de conocer a Cristo.
Considera los trofeos pérdida: Pablo promociona el valor de su sala de trofeos para que la
renuncia se vea más significativa. No es que minimice el valor de esas cosas, es que el
valor de conocer a Cristo es tanto superior. Pablo está dispuesto a cambiar lo que
considera más valioso por conocer a Cristo. Pero hay más.
¿Qué cosas tiene usted en su sala de trofeos? En mi caso, serían mis títulos de graduación,
mis publicaciones, lo inteligentes y maravillosos que son mis hijos, mi bella esposa, (la
anfitriona más gentil que puedan conocer), y mi habilidad para construir y arreglar cosas.
Todas esas cosas de una u otra manera pueden elevar mi ego; cosas por las que puedo
alardear y decir ―¡Mírenme, este soy yo!‖ Lo interesante de los trofeos de Pablo es que la
mitad de ellos escapaban a su control: ser israelita y de la tribu de Benjamín, le fueron
soberanamente otorgados. Ser circuncidado al octavo día fue una acción de sus padres.
49
¿Qué quiere decir Pablo entonces cuando cuenta como pérdida todas esas cosas? Si quiero
ser como Pablo, ¿debo quemar mis títulos, dejar de usar mis conocimientos de
construcción, y avergonzarme de mi familia? No. Si analizamos el relato de la vida de
Pablo en Hechos, nunca lo vemos desacreditando su posición de ser un judío influyente,
bien relacionado, o un ciudadano romano. Generalmente lo vemos usando sus
conocimientos de la Ley, el fariseísmo, y su herencia judía. Utilizaba toda ventaja posible
para extender el evangelio. Acá trae a colación lo que construye su identidad. Está
apuntando a la pregunta clave: ¿Dónde ponemos nuestro valor, de qué logros humanos nos
jactamos? La respuesta correcta debería ser ―de ninguno‖. Son cosas valiosas, pero deben
ser usadas como dones de Dios obrando a través nuestro para sus propósitos.
¿Qué significa esto para mí? Si soy realmente un buen conocedor del griego, experto en la
construcción, o un gran hombre de familia, no debo usar esas cosas para inflar mi ego; no
deben definir quién soy. Piense en el cambio de actitud que viene cuando eso sucede. En
lugar de cosas a las cuales aferrarse, esas cosas valiosas son recursos para depositar a los
pies del Señor, para que él los use como le plazca. Al hallar mi identidad en Cristo, aquellas
otras cosas no dejan de existir; sencillamente ya no definen quién soy. Se trata de un
proceso, no de un suceso. Pablo lo subraya en 3:12–21. Pero todo comienza cuando
tomamos aquellas cosas que atesoramos y dejamos de fundar sobre ellas nuestra identidad.
Esto es lo que Pablo quiere decir cuando toma sus apreciados trofeos y los cuenta como
pérdida.
Suena como un gran sacrificio admirable ¡y lo es! Al renunciar a sus cosas más preciadas,
Pablo hace que su relación con Cristo se vea valiosa. Pero esto no es más que el comienzo:
es hora de pasar a la segunda etapa. En 3:8 Pablo eleva el nivel de expectativa al decir que
está dispuesto a renunciar a más todavía: ¡a todo! No se trata únicamente de sus galardones
y logros, ¡está dispuesto a renunciar a todo! Estamos hablando de todo aquí, no solamente
de su educación y su influencia. Estaba dispuesto incluso a dar su vida; por eso puede decir
en 1:21 que el vivir es Cristo y el morir es ganancia. Ya no es su vida. Conocer a Cristo y
estar unido a él vale más que ninguna otra cosa, vale la pena dar todo por ello. Jim Elliot, el
misionero al Ecuador, hizo eco de ese sentimiento cuando dijo: ―No es necio quien da lo
que no puede conservar para obtener aquello que no puede perder‖. Ése es exactamente el
sistema de valores que Pablo describe en Filipenses 3.
Considera todas las cosas pérdida: Este es el siguiente paso en la descripción de Pablo de
lo mucho que valora conocer a Cristo. Es como si preguntara ―¿cuánto creen que pagaría
por eso? En lugar de bajar el precio, lo sube. Pablo no sólo considera que vale la pena
cambiar sus trofeos por conocer a Cristo, sino también que vale la pena dar todo. Sube la
apuesta. Mira los trofeos, y sube la apuesta con todo lo demás.
Pasamos a la tercera etapa. Pablo da otro giro a la tuerca en la última mitad de 3:8. Esta vez
nos pone un tanto incómodos. Cuando valoramos algo en nuestra cultura, como una casa o
un vehículo, generalmente lo aseguramos contra incendios, ladrones o cualquier tipo de
destrucción. Lo hacemos porque queremos estar protegidos ante una pérdida. Cuando Pablo
dice que todo lo cuenta como pérdida, todavía considera esas cosas como valiosas.
Sencillamente toma la decisión de no aferrarse a esas cosas valiosas y en lugar de ello
cambiarlas por Cristo. En esta última etapa todo cambia.
Pablo está por hablar de las cosas que depositamos en el inodoro. La mayoría de nosotros
ahora tenemos inodoros en nuestras viviendas, lugares de trabajo y prácticamente en todo
lugar público. Todos los inodoros están conectados a una red de tuberías que se llevan lo
que se ha depositado en ellos. ¿A dónde? A nadie realmente le importa siempre que todo se
50
vaya. ¿Por qué no nos ponemos tristes cuando apretamos el botón del tanque del inodoro?
¡Porque no tenemos el más mínimo interés en conservar lo que depositamos allí!
En lugar de considerar todo lo suyo como ―valioso, pero se justifica el cambio‖ por conocer
a Cristo, Pablo va un paso más allá. Cristo es comparativamente tanto más valioso para él
que considera sus propios logros tan apetecibles como un montón de excrementos.
Considerar todo ¿qué? ¿Qué queda después de poner todo sobre el mostrador a cambio de
conocer a Cristo? Tal vez no lo que esperamos. Hasta aquí Pablo ha tratado las cosas que
está dispuesto a cambiar por conocer a Cristo como si fueran algo que merece ser
conservado. Bajo cualquier patrón humano ¡son valores inestimables! ¿Cómo puede
entonces subir la apuesta? Diciendo que a su manera de ver, esas cosas inestimables valen
menos que la basura. Esa es la analogía que Pablo utiliza. Todas las cosas que valoramos
deberían considerarse tan valiosas como una bolsa de desperdicios. En comparación con
el valor de conocer a Cristo, las más preciadas posesiones de Pablo valen menos que nada.
La basura no es algo a lo que nos aferramos ni lamentamos perder. Lo mismo era en el
primer siglo, precisamente por esa razón Pablo usa el término desperdicio o estiércol.
Desvaloriza las cosas que el mundo dice que deberíamos atesorar. Pasa de decir que vale la
pena renunciar a todo, a decir que considera sin valor todo lo que no sea Cristo. No merece
asegurarlo ni presentar demandas por ello. Ya ni siquiera es una ―pérdida‖, es lo que uno
diría ―¡Por fin me desligué de eso!‖ En lugar de buscar su identidad en esas cosas, Pablo las
arroja todas sobre el montón de basura. Si eso es realmente lo que vale todo lo nuestro
comparado con conocer a Cristo ¿quién no querría hacer el cambio?
Pablo se abre paso magistralmente a través de ese ejemplo, un paso a la vez llevándonos a
nosotros con él en ese proceso. Al enumerar sus más valiosas posesiones, nos hace pensar
en las nuestras. En realidad no las está minimizando, más bien está aumentando el valor de
conocer a Cristo. En el análisis final, no valen nada en comparación con la indescriptible
grandeza de conocer a Cristo. Tendríamos que ser necios para no seguir su ejemplo.
En 3:9–10 Pablo analiza exactamente qué implica ese cambio. Explica qué es y qué no es la
vida en Cristo. No viene de la justicia propia, la que proviene de la ley. Ese es el tipo de
justicia que resulta de llevar una vida intachable a la que alude en 3:6. La descripción
51
agregada —mi propia justicia que procede de la ley— prepara el terreno para un paralelo
contrastante con el tipo de justicia que Pablo realmente recibe. En su lugar, se encontrará
unido a Cristo con una justicia mediante la fe en él, el tipo de justicia que procede de Dios
en lugar de sí mismo.
Hallado en Cristo: Pablo se esfuerza en comparar la justicia basada en lo humano por la
que algunos luchan, y la que viene de Dios que recibimos en base a la fe. La justicia de
Dios viene con algunos beneficios adicionales e inesperados: conocer el poder de la
resurrección de Cristo y participar de sus sufrimientos. Pablo deja en claro que el tipo de
relación con Dios que tiene en mente no se centra en nuestro bienestar personal, sino en
ser conformados a la imagen de Cristo.
Podemos conocer el poder de la resurrección de Cristo, su victoria sobre el pecado y la
muerte. Ya no tenemos por qué vivir como esclavos de nuestra naturaleza pecadora y con
temor a la muerte y el juicio. En Cristo podemos experimentar libertad y liberación del
poder del pecado. Podemos tener confianza en la obra de Cristo en la cruz; gracias a ella
compartiremos la herencia en el reino de Dios.
Otra cosa que busca Pablo es compartir el sufrimiento de Cristo. Identificarnos con Cristo
implica aceptar todo lo que viene con él, incluyendo dejar a un lado nuestros derechos
(como Cristo hace en 2:5–11). Supone ser humildes y obedientes como Jesús; incluso,
obedientes hasta la muerte. Éste es el compromiso final. No podemos tomar únicamente los
aspectos buenos y agradables de la vida de Jesús.
¿Cuál es el objetivo de esta identificación total con Cristo? ¿Cuál es el objetivo de Pablo?
Lo que describe en 3:11 es una esperanza, no algo que se le adeuda. No significa que no
tenía toda la confianza en el cumplimiento; pero no lo presenta como algo a lo que Dios
esté obligado a hacer. Si la justicia obtenida hubiera sido por su propio esfuerzo, entonces
tal vez podría considerarlo como una obligación de parte de Dios (ver Romanos 4:4–5).
Pablo encara sus sacrificios por amor a Cristo, no para ganarse la salvación. Esto último es
una esperanza, lo anterior la motivación.
3:12–14
52
Para que no pensemos en él como un súper apóstol que tiene una relación perfecta con
Cristo, Pablo echa por tierra esa idea diciéndonos que todavía no ha arribado. Hace esta
declaración usando dos afirmaciones negativas sobre lo que todavía no ha ocurrido, antes
de pasar a la afirmación positiva. Las dos negativas, en la primera parte de 3:12 crean un
suspenso al retardar la aparición de lo positivo. Afirma que todavía no ha recibido [llenar el
blanco], y que tampoco es perfecto, generando con ello la pregunta sobre qué es [llenar el
blanco] ya que no está aclarado. Ésta es una ambigüedad perfectamente aceptable en
griego, pero deja la pregunta sobre qué es exactamente lo que está pensando.
Aquello fundamental que Pablo quería recibir, aquello de lo que depende todo lo demás, era
una justicia por medio de la fe en Cristo (ver 3:9). Añade que esta justicia viene de Dios en
base a la fe, y el resultado es alcanzar la resurrección de entre los muertos (3:11). La
afirmación paralela en 3:12 ayuda a definir lo que recibe. Está siendo perfeccionado y
recibirá una justicia perfecta de parte de Dios. La justicia no tiene nada que ver con sus
obras o sus méritos, sino con el don de Dios, en base a la fe. Esta justicia es la que lo
califica a participar de la resurrección. Dejando el [llenar el blanco] sin declarar, Pablo hace
mención de los conceptos analizados en 3:8–11: el fundamental es la justicia basada en la
fe otorgada por Dios. Recuerde que estas afirmaciones expresan lo que todavía no ha
recibido, coherente con la esperanza de que todas las cosas se cumplirán al regreso de
Cristo (ver 3:20–21; ver también Romanos 3:23; Hebreos 9:28). Aunque todas estas cosas
se nos han prometido por medio de la fe, hay un elemento de ―todavía no‖ mientras
aguardamos el cumplimiento de todas las cosas. Pablo repite básicamente las mismas
afirmaciones sobre no haber arribado todavía en 3:13, preparando el terreno para una
afirmación culminante en 3:13–14.
A medida que Pablo pasa de lo que no está haciendo a lo que sí hace, utiliza una estrategia
especial para atraer atención sobre lo que dice. Aludiendo a una en la frase ―Una cosa
hago‖, nos hace preguntar qué es esa cosa. Es como si dijera ―Escuchen esto‖. En ambos
casos, se atrae la atención sobre la afirmación siguiente que define una cosa. ¿A qué se
refiere en 3:13–14? Tres cosas en una afirmación compleja.
53
Idea principal de Pablo: Pablo atrae la atención sobre lo positivo (por contraste con los
dos contrapuntos negativos de 3:12). Usa la expresión griega que equivaldría a decir
―¡Escuchen esto!‖ o ―¡Adivinen qué!‖ En ambos casos hay una referencia adelantada a
algún concepto que no ha sido presentado. Con esto logra dos cosas: agrega un
comentario a la idea, y demora la introducción de la misma.
Las dos primeras cosas hacen de fondo para la idea principal, revelada finalmente en 3:14.
Las dos circunstancias de fondo están vinculadas intencionalmente mediante un indicador
griego que generalmente no se traduce. Establece el mismo tipo de conexión que la
expresión ―No sólo/sino también‖ para asociar cosas. Incluso antes de que la audiencia
termine de escuchar sobre la primera cosa, ya sabe que viene una segunda íntimamente
vinculada con la primera. Es como un pedido que llega en dos paquetes donde cada paquete
está titulado ―Uno de dos‖, ―Dos de dos‖. Las empresas de transporte lo hacen para que la
persona sepa que debe esperar dos paquetes en el caso de que le llegue uno solo. Lo mismo
ocurre cuando se usan estos recursos tanto en griego como en español. Es crear la
expectativa para una segunda afirmación en camino.
¿Qué son esas dos cosas? La primera consiste en olvidar lo que queda atrás. Persistir en el
pasado es un gran impedimento para avanzar en algo porque hace las veces de una cadena
que nos sujeta al pasado. Puede tratarse de persistir en cosas que lamentamos haber hecho,
o que descuidamos hacer. Pensemos en la vida de Pablo, en la forma en que perseguía
celosamente a la iglesia primitiva. Imagine lo que hubiera pasado si Pablo hubiera
persistido en recordar aquello. Nada de lo que hiciera podía hacer desaparecer ese pasado.
Todos tenemos cosas de las que nos lamentamos. Pueden impedirnos creer que Dios es
capaz de hacer cosas positivas por medio nuestro. A veces es el mismo Satanás que
presenta esas acusaciones contra nosotros. La mejor manera de evitar que una persona
pueda caminar con Cristo es volverla inefectiva. Pero Santiago 1:13–14 nos recuerda que
no es por intromisión divina que somos tentados, lo hacemos muy bien por nosotros
mismos. Aunque efectivamente hay consecuencias negativas naturales para las malas
decisiones, tenemos que aprender la lección y seguir adelante.
54
Cosa uno, Cosa dos: Pablo introduce su idea principal en un contexto específico,
establecido al final de 3:13. Lo hace en dos partes. La primera parte implica dejar atrás el
pasado. Por la forma en que está expresado en griego, la audiencia original seguramente
esperaba que viniera algún punto relacionado, antes de haber terminado de leer o
escuchar el primero. Es el tipo de estrategia que utilizan las empresas de transporte
cuando rotulan los paquetes ―Uno de dos‖. Si no lo hicieran, esperaríamos solamente un
paquete, la palabra griega en el pasaje mencionado generalmente no se traduce porque no
hay un buen equivalente en español. Pablo utiliza la palabra para que los filipenses sepan
que hay algo más, incluso antes de escuchar aquello de dejar atrás el pasado.
¿Y qué hay de la alternativa de repasar constantemente las cosas buenas del pasado? ¿Qué
hay de malo en ello? ¡Mucho! Ya hemos pasado mucho tiempo apoyándonos en los logros
del pasado. El refrán ―dormirse en los laureles‖ se refiere a los tiempos en que los antiguos
atletas recibían una corona de laureles como premio por ganar una carrera o una
competencia. Lo que implica es que si uno se apoya en los logros pasados, deja de
prepararse para eventos futuros. Pablo había hecho muchas cosas grandes en su vida,
cualquiera de ellas podría haber sido motivo para ―dormirse en los laureles‖.
¿Qué significa esto en la práctica? ¿Significa que debemos olvidar totalmente el pasado?
¡No! Si hemos cometido errores, debemos aprender de ellos. Enmendarlos si es posible.
Pero no permitamos que eso nos haga pensar que Dios no volverá a usarnos. Soltemos el
pasado y sigamos adelante. Lo mismo vale para los logros positivos. Disfrutemos el
momento, pero sigamos adelante. Vivir en el pasado puede ser un enorme obstáculo para
seguir en la lucha.
Además tenemos que esforzarnos por lo que queda por delante. ¿Qué puede impedirnos
cumplir eso? Persistir en el pasado es una de las cosas. Pero el temor al fracaso, la apatía y
el agotamiento pueden tener un efecto similar. Comenté un tema relacionado que aparece
en 2:12 sobre la necesidad de tener una buena perspectiva de Dios y una buena perspectiva
de nosotros mismos. Si realmente entendemos quiénes somos en Cristo, entonces el temor o
55
el pesar no deben tener poder sobre nosotros. Tener una visión correcta sobre nosotros
mismos ayuda a evitar que disminuyamos a Dios en nuestra mente. Pablo quiere que
olvidemos el pasado y nos esforcemos por lo que está por delante.
¿Por qué cosas se esfuerza Pablo hacia adelante? Se revela finalmente en 3:14: sigue
avanzando hacia la meta, aquello a lo que Dios lo ha llamado. Tenemos algunas
expresiones que captan esa idea:
• Lo primero, primero
• No irse por las ramas
En 3:12 Pablo ya ha mencionado esta idea, utilizando las mismas palabras en griego para
[seguir] adelante. Pinta un gran cuadro de la meta: aquello para lo que Dios lo alcanzó
primero. Dios tenía un propósito para Pablo, y él declara que su misión en la vida es lograr
ese propósito a cualquier precio. Los éxitos y los fracasos pasados no se atravesarán en su
camino, tampoco lo harán las circunstancias presentes. Pablo busca el premio del supremo
llamado, y nada le impedirá seguir adelante.
3:15–21 Esta sección responde esencialmente a la pregunta ―¿Y ahora qué?‖ Nos dice cómo
debemos vivir a la luz del supremo llamado de Dios. Amplía la idea principal de Pablo de
seguir adelante (3:12). Recordemos que Pablo subraya dos veces que no ha llegado ni ha
sido hecho perfecto todavía, y que aún sigue en ese proceso. A la luz de la posición de
Pablo en la comunidad, esta afirmación pudo haber tomado por sorpresa a algunos
creyentes en Filipos. Pero por la forma en que inicia esta sección, pareciera que no todo el
mundo se ve a sí mismo en proceso.
Se dirige al grupo hipotético de los perfectos. Que la oración siguiente esté en primera
persona plural en muchas de las traducciones, refleja la forma verbal que Pablo utiliza en el
griego. La idea es llamar a la reflexión a todos aquellos que piensan que ya han llegado a la
meta. Al hacerlo, Pablo utiliza una forma de expresión mucho más suave en comparación
con las órdenes que da en el resto de la carta. En lugar de decir ―¡Hagan esto!‖ usa el
equivalente griego de ―Hagamos esto‖. Pablo suaviza la franqueza de la enseñanza
incluyéndose a sí mismo en la audiencia: se está dando la misma indicación a sí mismo.
56
En la escala de dificultad: En la mayoría de sus cartas Pablo es muy franco y va directo al
grano. Si quiere que hagamos algo, nos ordena ―¡Hagan esto!‖ Este tono contrasta con
Hebreos y las cartas de Juan, donde los autores usan el estilo más amable y menos directo
de ―Hagamos esto‖. La inclusión del autor en la exhortación suaviza el mensaje, no está
confrontando únicamente a la audiencia. Eso hace cambiar lo que podría haber sido un
mandamiento duro a una exhortación más amable. Pablo usa este recurso sólo dos veces
en Filipenses (3:15 y 16). El cambio de tono coincide con la preparación del terreno para
encarar el conflicto entre Evodia y Síntique en 4:2.
El uso del menos directo ―hagamos‖ es más característico de las cartas de Juan y de
Hebreos, donde la orden toma la forma de una exhortación, más que de un mandamiento
directo. No así en los escritos de Pablo donde su modo se caracteriza por ―tomar el toro por
las astas‖, por el uso de imperativos. La diferencia aquí es que dirige la instrucción a
nosotros en lugar de sólo a ustedes. Es la única parte de la carta donde lo hace.
¿Por qué entonces Pablo se muestra ahora más cordial? Tiene que ver con un tema delicado
que inicia en Filipenses 4 relacionado con un llamado a la unidad y a tener el mismo
parecer. Se prepara para encararlo exhortando a todos (incluyendo a los que piensan que ya
han llegado) a pensar como él, a poner en perspectiva el supremo llamado. Si alguno no
está de acuerdo, Pablo dice que eso también se lo hará ver Dios. La implicancia de la
expresión eso también es que la perspectiva de Pablo en el supremo llamado es de Dios
mismo, no de Pablo. Puesto que Dios ha revelado esto, seguramente también revelará qué
hacer en el caso de haber desacuerdo. Él será quien les muestre cómo seguir adelante. Pablo
está pensando en desacuerdos como el que se menciona en 4:2 entre Evodia y Síntique. El
consejo que les da a los que piensan que ya han llegado o que ya han sido perfeccionados es
similar al que vemos en 4:2: ¡Tengan un mismo parecer!
57
Este conflicto entre Evodia y Síntique era lo suficientemente significativo y de larga data
como para que Pablo se hubiera enterado del mismo en prisión. Como veremos en la
siguiente sección, Pablo encara la situación confirmando a las mujeres luego de llamar la
atención sobre el conflicto. En lugar de culpar o tomar partido, encara el conflicto en el
contexto de llamar a los creyentes a un estándar de práctica cristiana más alto. No les
resuelve el problema, pero provee las reglas de compromiso. Pablo es mucho menos directo
al encarar este asunto que cuando lo hace con los problemas de los gálatas y los corintios.
Comienza preparando el terreno para el capítulo 4 suavizando su tono, de ―¡Hagan esto!‖
por ―Hagamos esto‖.
El versículo 16 hace una advertencia sobre el 15. Como estamos resolviendo desacuerdos, y
mirando a Dios para saber cuál es el curso correcto de acción, debemos ajustarnos al patrón
de Dios. No hay lugar para volvernos atrás. La madurez que hemos adquirido se convierte
en el nuevo estándar mínimo de conducta. Aquí también Pablo utiliza el ―nosotros‖ en
lugar del ―ustedes‖, continuando con el tono cordial. Como se trata de una práctica del
mismo Pablo, puede exhortarnos en 3:17 a ser imitadores de él (resaltado en la versión
griega). Quienes siguen su ejemplo, tanto en Filipos como los que lo atienden en la prisión,
son también ejemplos.
¿Por qué está Pablo tan preocupado de que haya buenos ejemplos? En 3:18 afirma que
muchos viven como si fueran enemigos de la cruz en lugar de ser ejemplos de ella. La
manera en que lo expresa en el griego, retarda la revelación de quiénes son esos muchos.
Pablo menciona que ha hablado muchas veces de ellos, e incluso ahora lo está haciendo con
lágrimas. Hace un rodeo que eleva el nivel de la potencia emocional de lo que está
relatando, al mismo tiempo que evita que descubramos quiénes son esos muchos.
Desviacíon adelante: Buena parte del foco de esta sección está sobre un grupo al que
Pablo se refiere como enemigos de la cruz. Pablo atrae más atención sobre ellos
retardando la revelación sobre quiénes son esos muchos. Produce este retardo haciendo
58
dos afirmaciones apasionadas sobre los pasos que ha dado para advertir a los filipenses
sobre esa gente. Los ha mencionado en el pasado, y ahora, con lágrimas, retoma el tema.
Este recurso no solamente eleva la emoción de su pedido, también retarda la revelación de
quiénes son esos muchos: los enemigos de la cruz de Cristo.
Pablo ahora entra en mucho más detalle respecto de lo que quiere significar con enemigos.
Lo hace comparándolos con los verdaderos creyentes en 3:19–21.
La comparación comienza con los enemigos, plantea un tema y luego lo comenta. El
resultado de la conducta de ellos es la destrucción, lo que contrasta con nuestra ciudadanía
celestial (3:20). Hace la misma comparación en 1:28, contrastando la salvación con la
destrucción. Luego encara a quién o a qué sirven. En el caso de los enemigos, sirven a sus
propios deseos, algo que jamás se puede satisfacer plenamente. En contraste, Pablo
menciona el origen celestial de nuestra ciudadanía diciendo que esperamos de allí el
regreso de nuestro Salvador, el Señor Jesucristo. Servimos a él, no a nuestros propios
deseos. En efecto, Jesús nos dice que si procuramos primero el reino de Dios y su justicia,
todas las cosas que necesitamos serán añadidas (Mateo 6:33).
Nosotros vs. Ellos: Pablo presenta un cuadro contrastante de los enemigos de la cruz en
comparación con los creyentes y lo que ellos esperan. En rápida sucesión, Pablo presenta
un tema y hace un comentario acerca de los enemigos. Después de esos cuatro
comentarios, pasa a compararlos con lo que los creyentes hacen o esperan. El estrecho
paralelo entre los temas agudiza el contraste entre nosotros y ellos.
¿De qué se enorgullecen estas personas? ¿En qué consiste su gloria? En su vergüenza. No
difieren de aquellos en Romanos 1:32, que no sólo hacían cosas que merecían la muerte,
sino que también apoyaban a otros que hacían lo mismo. Aquí en Filipenses, los enemigos
de la cruz tienen sus valores igualmente confundidos. Pablo compara esta gloria mal
59
ubicada con lo que nosotros también aspiramos: que nuestros humildes cuerpos sean
transformados y conformados a la gloriosa imagen de Cristo. ¡Qué agudo contraste! Se
glorían en una conducta que terminará en juicio y destrucción en lugar de salvación y
glorificación.
Lo último que Pablo compara es la perspectiva. Los enemigos tienen la vista puesta en
cosas terrenales, lo cual es esperable de personas cuyo dios son sus propios deseos. La
referencia al cielo contrasta con lo que conforman las cosas de la tierra. Pablo cierra el
comentario de la perspectiva del creyente aludiendo al resultado de las cosas. Al final del
día, el glorioso poder de Cristo le permitirá someter todas las cosas a sí mismo. No
solamente las cosas terrenales, sino también todo lo demás (ver 2:10–11).
No importa lo atractivo que pudiera parecer seguir a esas personas, la figura contrastante
que Pablo pinta pasa de lo superficial al resultado final. No importa quiénes sean esas
personas, los filipenses no deben tener parte en lo que ofrecen. Se nos advierte repetidas
veces que estemos atentos a los que intentarán alejarnos de la verdad del evangelio (ver
Romanos 16:17; 2 Corintios 11:4; Gálatas 1:6; 1 Timoteo 1:3; 6:3). Al final, su conducta
lleva a la destrucción y a la muerte, no a la libertad y a las bendiciones que prometían. No
importa qué ventajas ofrezcan a corto plazo, seguir a esas personas al final es una propuesta
perdedora.
Filipenses Cuatro
4:1–7 La organización de Filipenses 4 depende de la importancia que le adjudiquemos al aparente
conflicto entre Evodia y Síntique mencionado en 4:2. ¿Se trata de una referencia pasajera o
es la parte central del argumento de Pablo? Yo lo considero central. Determina la
organización y el tono del mensaje de Pablo, incluso el mensaje mismo. No tenemos la
menor idea de cuál era el problema entre Evodia y Síntique. No obstante, basados en el
hecho de que Pablo no las corrige directamente ni toma partido, parece claro que el
problema no era doctrinal ni moral. En muchas otras partes Pablo demuestra su disposición
a abordar asuntos espinosos en los que estuvieran involucrados miembros de la iglesia (ver
1 Corintios 1:12; 5:1; 2 Corintios 2:1–8; Gálatas 1:6–10; 1 Timoteo 1:3–4; Filemón). Si se
hubiera tratado de algún problema específico que tuviera solución concreta, con seguridad
lo hubiera abordado.
Todo cuanto sabemos del problema es lo que podemos deducir del consejo de Pablo a estos
hermanos. Repasemos los principales temas que Pablo ha cubierto hasta aquí en la carta. En
realidad no ha corregido nada. En lugar de eso ha llamado a los filipenses a un nivel más
alto de vida recta (ver 1:10). Ha afirmado la importancia de dejar de lado los propios
derechos a fin de servir a quienes los rodean (ver 1:27–30; 2:1–4). Todo esto queda
ejemplificado por la decisión de Pablo de seguir ministrándoles a pesar de sus
circunstancias (ver 1:25–26), y por citar la humillación y la obediencia de Jesús en la
encarnación (ver 2:5–11). Los componentes clave para lograr esa experiencia como
comunidad se resumen en el llamado a tener un mismo parecer (2:2), a considerar
humildemente a los otros como mejores a uno mismo (2:3–4), y elegir regocijarse y
agradecer incluso en medio de la adversidad (1:18; 3:1).
60
Una iglesia dividida: No tenemos la menor idea de la naturaleza del problema entre
Evodia y Síntique. Como Pablo no toma partido como lo hace con los conflictos que
aborda en otras cartas, es probable que esta disputa no tenga nada que ver con la doctrina
o una práctica moral. Cualquiera sea el problema, para que Pablo se hubiera enterado y
tenido tiempo de responder, seguramente venía de largo tiempo. ¿Por qué entonces
encarar el problema? ¿Por qué no sencillamente permitirles convivir con el desacuerdo?
Porque el desacuerdo impide tener un mismo parecer y no permite poner los intereses de
los otros por encima de los de uno mismo. ¿Cómo se puede considerar a alguien como más
importante que uno y al mismo tiempo guardarle rencor? No se puede hacer ambas cosas,
lo que significa que debemos ser proactivos en intentar resolver realmente el conflicto en
lugar de permitir que se vaya enquistando bajo la superficie. Una relación rota sigue
siendo rota aunque en la superficie el trato sea cortés.
Aquí tenemos, entonces, los tres temas centrales que van a lo largo del libro: tener un
mismo parecer, ser humildes en el servicio a otros, y regocijarse. Los tres temas aflorarán
nuevamente en esta sección. Si el conflicto entre Evodia y Síntique no era un asunto
doctrinal o moral, tiene que haber sido un conflicto interpersonal de algún tipo. He
descubierto que esto último puede causar mucha más división que lo primero.
Generalmente se origina como un desacuerdo de algún tipo, con frecuencia un asunto de
opinión. No se trata de la diferencia entre lo verdadero y lo falso, sino entre lo bueno y lo
mejor, entre hacerlo de una manera o hacerlo de otra. Son cuestiones altamente subjetivas,
donde ―lo que está bien‖ depende de los valores y preferencias personales.
Si el asunto no se resuelve de entrada, se puede volver más enconado. Este suele ser el caso
cuando los esfuerzos de reconciliación terminan en ―convivir con el desacuerdo‖. ¿Por qué?
Porque cada una de las partes sigue pensando que tiene razón, sin la menor intención de
retroceder. Lo que pudo haber comenzado como un leve desacuerdo puede ser la base para
algo mayor. Las demás personas comienzan a tomar parte por uno u otro lado. Cada parte
está esperando un desliz o error de la otra persona que podría permitir su reivindicación.
―¿Ven? ¡Ella desperdició esta oportunidad tal como yo dije que había hecho antes! El ciclo
vuelve a repetirse‖. Si usted ha estado en una iglesia durante cierto tiempo, es muy posible
que haya presenciado o experimentado algún desarrollo como este. No solamente destruye
61
relaciones, puede distraer completamente a los creyentes de la tarea que Dios le ha dado:
expresar el evangelio de una manera que atraiga la gente a Cristo. Si hay conflictos no
resueltos y la gente toma partido, ¿cuán convincente puede ser esa propuesta de seguir a
Jesús?
Comparemos los conceptos sobre los que Pablo insistió anteriormente con los problemas
generales asociados con conflictos interpersonales. En primer lugar, ¿por qué tenemos
pleitos? Santiago 4:1–2 dice que tiene que ver con la envidia: el anhelar lo que otro tiene.
Podemos seguir la pista de nuestros pleitos y problemas hasta las pasiones y los placeres
que se debaten en nuestro interior, como expectativas incumplidas. Si termina en un
desacuerdo, ¿qué impide que se resuelva? ¿Querer tener la razón? ¿Será acaso que
pensamos que nuestros intereses o necesidades son más importantes o más valiosos que los
de nuestro contendiente? La mayoría de nuestros conflictos podrían resolverse si
considerásemos a los demás más importantes que nosotros, si tuviéramos un mismo
parecer, y eligiéramos alegrarnos en lugar de guardar resentimiento. Cuando estamos
dispuestos a dejar de lado el orgullo y las emociones, podemos reducir la mayoría de los
conflictos a unos pocos desacuerdos. Si realmente valoro los intereses de otras personas
más que los míos ¿cómo puedo simultáneamente favorecer mi causa a expensas de la de
ellas? Si realmente estoy agradecido por esas personas, ¿cómo puedo sentirme resentido
por lo que son o lo que tienen?
Todo esto suena muy sencillo cuando leemos o analizamos Filipenses en forma aislada,
pero se vuelve personal muy fácilmente cuando se lo aplica a un conflicto. ―Sencillamente
no me entienden o no entienden la situación.‖ ―Estoy intentando mostrarles que están
equivocados porque los amo, pero no me escuchan.‖ Jesús se topó con personas que
pensaban que tenían todo resuelto, pero necesitaban ser corregidas, como el joven rico
(Lucas 18:18–25), o los fariseos. Nadie puede hacer cambiar a otra persona, ni siquiera
Jesús lo fuerza. Podemos proveerles la oportunidad o el desafío para cambiar, como hizo
Jesús con el joven rico. En ese caso, lamentablemente, parece que el hombre decidió no
cambiar. Pablo utiliza la misma perspectiva aquí en Filipenses 4, presentando un desafío a
las partes implicadas para que hagan un cambio. No las acusa con el dedo, en lugar de eso
señala un estándar más elevado de conducta, el tipo de conducta que una persona justa y
respetable se esforzaría en tener. Si era el método de Jesús y de Pablo, probablemente sea
una estrategia adecuada para nosotros también. Echémosle un vistazo.
El versículo 1 hace las veces de bisagra: concluye parcialmente lo que le precede, pero
también introduce lo que sigue. En base al extenso uso de expresiones de afecto (queridos
hermanos, mi gozo y mi corona), podríamos verlo como la introducción de la sección.
Luego Pablo les ordena mantenerse firmes en el Señor. Es el mismo sentimiento que
expresa en 1:27 cuando les dice que vivan de una manera digna del Señor para que él
pudiera saber que estaban firmes y con un mismo parecer. Muy probablemente no era el
caso en Filipos por el conflicto entre Evodia y Síntique.
Pablo se dirige a dos personas, aparentemente mujeres, exhortándolas específicamente a
ponerse de acuerdo en el Señor. Es la misma frase que usa Pablo en 2:2 después de
acorralarnos a aceptar su orden con una serie de afirmaciones ‗si hay algún‘. Como se han
cumplido todas las condiciones, no hay otra alternativa que aceptar el mandamiento que
sigue al entonces. En Filipenses 4, Pablo exhorta específicamente a las mujeres a hacerlo.
Aparentemente no estaban entendiéndose; no se las podía describir como teniendo un
mismo parecer entre ellas. Lo que algunos considerarían un conflicto personal entre dos
personas, quizás aun decidiendo convivir en desacuerdo, pero todavía albergando
resentimiento, estaba afectando lo suficiente a la iglesia como para que Pablo necesitara
encararlo públicamente.
62
En 4:3 Pablo hace dos cosas. Primero, pide a su ―fiel compañero‖ que intervenga y ayude a
resolver el asunto. La segunda cosa que hace es un poco sorprendente: ¡Las elogia!
Describe positivamente a las dos mujeres cuya disputa está afectando tanto a la iglesia, de
manera similar a lo que vemos con Timoteo y Epafrodito al final de Filipenses 2. Elogia su
colaboración con él en el evangelio, agregando que ¡sus nombres están escritos en el libro
de la vida!
A lo largo de esta carta Pablo ha venido desafiando a la iglesia a un llamado superior, un
compromiso total de servir a Cristo y extender el evangelio. Ha levantado líderes —
incluyéndose a sí mismo— como ejemplos. Observamos que tal afirmación no solamente
estimula a la iglesia, sino que también eleva el nivel de compromiso de las personas
designadas. Si Pablo las elogiaba y no cumplían lo que Pablo indicaba, ¡podemos imaginar
el efecto que eso tendría sobre su posición en la comunidad! Se las vería como hipócritas,
no precisamente como los que ―han obedecido siempre, no sólo en mi presencia sino
mucho más ahora en mi ausencia‖ (2:12). Al elogiarlas como apreciadas misioneras, las
pone efectivamente entre la espada y la pared. Las insta a encontrar una solución honorable
a su conflicto. Guardar rencor y sostener la línea de batalla les acarrearía vergüenza a ellas
y a quienes hubieran tomado partido por una u otra. Aunque nadie quiere admitir su culpa
en esas situaciones, afirmar su superioridad y derecho a ganar (especialmente después de la
enseñanza en la carta sobre el tema), les hubiera acarreado una significativa pérdida de
honor y respeto en la comunidad. No resolver el conflicto equivaldría a rechazar o
manipular el mensaje de Pablo.
Llega un punto en los conflictos interpersonales en que todo el mundo pierde, no importa
cómo haya comenzado. El precio que cobran las murmuraciones, la amargura y el
resentimiento no deja a nadie ileso. Pablo insiste sabiamente que den fin a esos asuntos, lo
hace no tomando partido, sino describiendo lo que haría una persona justa y respetable.
Aunque el asunto sólo se menciona en 4:2–3, el resto de este capítulo sigue abocado al
problema y lo hace elevando el estándar de la conducta cristiana.
Pablo no provee una palabra conectiva para relacionar 4:4 con lo precedente. Eso podría
indicar un pensamiento nuevo y separado; no obstante las cinco afirmaciones que siguen a
4:2–3 también omiten una palabra conectiva. Yo pienso que el mandato a regocijarse
todavía tiene vigencia en los asuntos que rodean la disputa. ¿De qué manera? Recordemos
la afirmación de Pablo en 3:1 que el mandato a regocijarse los protegería de cosas que de
lo contrario los alejarían del Señor. El contexto del capítulo 3 era la oposición, mientras que
aquí es la división interna de la iglesia.
63
Protección contra las divisiones: Nuevamente Pablo ordena a los filipenses a regocijarse.
Regocijarse no solamente protege su corazón contra el desaliento (3:1), sino también
contra la división. Si escojo regocijarme en el Señor por mis circunstancias o mi situación,
será prácticamente imposible sostener un enojo con personas con las que estoy
comprometido. Es otra proposición del tipo lo uno/o lo otro. Una consecuencia natural de
regocijarse en el Señor por algo es la imposibilidad de quejarse de la misma cosa. Para
perdonar a una persona, primero tengo que dejar a un lado la amargura o el resentimiento
que pudiera abrigar contra ella. Si estoy resentido, no puedo regocijarme.
El llamado en 4:5 de hacer que nuestra amabilidad sea evidente para todos levanta el nivel
de las expectativas de una manera diferente: si es usted un creyente respetable, con
madurez espiritual, quienes lo rodean lo verán en su gentileza. Si esa gentiliza o amabilidad
no se manifiesta, significaría que no hay madurez espiritual. ¿Capta lo que Pablo está
haciendo aquí? No hay forma de mantener una disputa y a la misma vez ser ejemplo de
gentileza. Inevitablemente hay que elegir una u otra. Lo respetable que cabe hacer en una
situación de vergüenza/honor como se les presentaba a los filipenses sería elegir la
gentileza y abandonar la disputa. La afirmación de que el Señor está cerca provee un
justificativo para elegir la gentileza. Ya que el Señor regresará pronto, ¡es mejor que
vivamos con esa actitud! Recordemos el llamado anterior de Pablo a abandonar el pasado y
esforzarnos por alcanzar lo que está delante …avanzando hacia la meta (ver 3:13–14). Lo
mismo se aplica a los conflictos personales.
El mandato en 4:6 a no afanarnos por nada sino orar presentando peticiones y dando
gracias, con frecuencia se entiende como el inicio de una nueva serie de exhortaciones
independientes. Se las considera pensamientos independientes que no tienen relación
directa entre sí ni con el contexto de fondo. No creo que se trate de eso. Esas exhortaciones
tienen total sentido entendidas en el contexto de la necesidad de resolver el conflicto y
restaurar las relaciones. Siempre que hay un cambio en el estado de cosas, se genera cierto
grado de ansiedad. Este es el caso especialmente cuando hay relaciones personales
fracturadas. Incluso en contextos en que hay voluntad de poner fin al conflicto, la falta de
experiencia en materia de reconstruir la comunicación y la confianza puede generar temor.
64
Es más fácil continuar valiéndose de heridas pasadas para interpretar las motivaciones de
otro (―¿Ven? ¡Ahí está de nuevo actuando como siempre lo hizo!‖).
Aquí el mandato de Pablo de no estar afanosos o ansiosos sino presentar a Dios nuestras
peticiones se aplica bien a relaciones rotas. La advertencia de hacer las peticiones con
agradecimiento —el homólogo del gozo— excluye las quejas y los lamentos. Oraciones del
tipo ―Señor, por favor, cámbialos porque me molestan‖ no pasarían la inspección. En lugar
de eso, el desafío es a agradecer a Dios por la persona o la situación, reconociendo que
verdaderamente Dios es soberano y tiene todo bajo control.
La fórmula de Pablo: La fórmula de Pablo excluye los enfoques equivocados a la oración.
Las oraciones y peticiones deben ofrecerse con agradecimiento en lugar de otras actitudes
como la murmuración y el resentimiento. También deben ofrecerse como una alternativa a
estar ansiosos por la situación. ¿Cuál es la consecuencia natural de orar con
agradecimiento? La paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento hará algo asombroso:
¡protegerá nuestra mente y nuestro corazón! ¿Contra qué? Contra la ansiedad entre otras
cosas. ¿Nos aferraremos a las cosas que generan preocupación y ansiedad, o las
presentaremos a Dios con agradecimiento? Si lo hacemos, la paz de Dios no solamente
aliviará la ansiedad y el temor, también nos protegerá contra su reaparición.
65
La parte más significativa del mandato a no preocuparnos es la consecuencia natural de
obedecerlo, desarrollado en 4:7. La paz que sólo Dios puede traer —el tipo de paz que
sobrepasa todo entendimiento— hace algo increíble. Así como el gozarse es una
protección, cambiar la ansiedad en oración agradecida también funciona como un escudo
protector. La paz de Dios protegerá nuestro corazón y nuestra mente contra la ansiedad que
pugna por reaparecer. ¿Nos aferraremos a las cosas que generan preocupación y ansiedad, o
las presentaremos a Dios con agradecimiento? Si lo hacemos, la paz de Dios no solamente
aliviará la inquietud y el temor, también nos protegerá contra su reaparición.
4:8–9 Esta sección hace las veces de conclusión de la anterior, pero también tiene su propio
sentido. La frase introductoria en griego que se traduce generalmente como ―por lo demás,
o finalmente‖ no necesariamente indica que se acerca el final; la misma palabra se usa en la
versión griega para introducir 3:1. Aquí Pablo provee algunas ideas importantes sobre
cómo debemos pensar y actuar. Las formula intencionalmente evita parámetros estrechos o
legalistas. No obstante, los límites que establece son firmes y seguros. Veámoslos de cerca.
Si Pablo hubiera dicho: ―Sólo piensen en las cosas verdaderas, respetables, honestas‖,
hubiéramos quedado con una lista de puntos que cumplir. En el fondo hubiera sido un
mandato esencialmente negativo, al exigirnos que no pensemos en aquello que no se ajuste
al patrón. En su lugar, nos hace pensar en un conjunto ilimitado de posibilidades que se
adecuan a criterios positivos. La expresión todo lo es como un ejercicio de completar los
espacios en blanco. En tanto una cosa se ajuste a alguno de los criterios, ¡adelante! Pablo
no dice ―No hagan esto, no hagan aquello, y tampoco eso otro‖. Una lista así pronto
quedaría obsoleta y estaríamos diciendo ―Eso no me sirve hoy en día‖. Al especificar
criterios, Pablo hace que su mensaje sea atemporal. En cualquier cultura y cualquier época
se puede encontrar algo verdadero y puro. Dentro de los criterios que Pablo establece, el
único límite es nuestra imaginación.
¿Qué filtro usas? La serie de afirmaciones ―todo lo‖ de Pablo hace las veces de rejilla
para filtrar aquello en lo que deberíamos pensar. Elimina las influencias negativas sin
66
limitar la circulación de las positivas. ¿Cuáles son las positivas? Cualquiera que se ajuste
a alguno de los criterios mencionados.
Los ocho criterios que Pablo provee deberían hacer las veces de rejilla para el tipo de cosas
que debemos pensar. En otras partes Pablo expresa las cosas desde la perspectiva opuesta,
como cuando dice ―Eviten toda conversación obscena‖ (Efesios 4:29 NVI); no obstante,
incluso eso es bastante general. La lista en 4:8 provee límites específicos que determinan la
aceptabilidad, pero es ilimitada en cuanto a su potencial de aplicación.
El otro versículo de esta sección utiliza el mismo tipo de estrategia: hace pensar en una
serie de cosas antes de que se nos diga qué debemos pensar sobre ellas. El foco está en la
conducta más que en la vida interior. En lugar de proveer una lista limitada de qué hacer y
qué no hacer, Pablo provee principios que deberían orientar nuestra conducta. ¿Por qué? El
profesor y autor Howard Hendricks lo captó muy bien: ―Reglas hay muchas, principios
pocos. Las reglas cambian, los principios no‖.
Los principios no solamente son más fáciles de recordar por su número limitado, también,
cuando están bien formulados, son atemporales. Si intentamos enumerar exhaustivamente
lo que debemos y no debemos hacer, inevitablemente dejaremos algo afuera. Incluso si
tuviéramos éxito en enumerar absolutamente todo, en algún momento las cosas cambiarán.
Aparecerá algo innovador, que quede fuera de los límites de la lista.
Aunque los principios ofrecen ventajas sobre las reglas, también hay inconvenientes. Los
principios son pocos y atemporales porque las situaciones nuevas requieren que se los
aplique reflexivamente. No basta con consultar la lista; hay que analizar cada situación y
determinar qué principios están en juego. Es muy posible que haya más de un principio
adecuado; puede haber principios en competencia. Una vez que se determina el principio
relevante, con frecuencia se requieren opiniones personales. Los principios no muestran las
cosas como blanco o negro solamente, están más en la línea de lo bueno, lo mejor y lo
superior. De manera que aunque los principios pueden traer libertad y flexibilidad, pueden
ser un tanto intimidadores para quienes están acostumbrados a los límites legalistas.
Aunque el Nuevo Testamento contiene prohibiciones específicas que podríamos describir
como reglas, con más frecuencia las verdades de las Escrituras se expresan en principios
atemporales que deben ser implementados con sabiduría.
En 4:9, Pablo provee otra rejuela para decidir qué tipo de cosas deberíamos hacer y cuáles
no. Evita una lista específica y en su lugar nos da principios: aquello que han aprendido,
recibido, oído y visto en él. Si lo que uno está pensando o haciendo no se adecua a alguna
de esas categorías, es muy posible que no sea edificante. Esa rejuela se puede resumir
reorientando una pregunta conocida: ¿Qué haría Jesús? ¿Es esto lo que Pablo hizo, o nos
enseñó a hacer?
¿Y qué de nosotros? ¿Cómo podemos saber lo que haría Pablo si no lo hemos conocido?
Podemos ver el ministerio de Pablo en el libro de los Hechos y en Gálatas 1:11–2:14.
Aprendemos y recibimos enseñanza de él estudiando sus cartas, como la de Filipenses. El
asesoramiento de Pablo como ministro para el manejo de asuntos que surgen en la iglesia,
los consejos personales a Timoteo y a Tito, su elogio de personas como Epafrodito y
Clemente e incluso la confirmación de Evodia y Síntique, todo nos ayuda a discernir sus
valores y su proceso de toma de decisiones. Observar lo que Pablo hubiera hecho nos
encamina inevitablemente a Jesús, el autor y perfeccionador de nuestra fe (ver 1 Corintios
11:1). Los años en esta tierra no nos alcanzan para descubrir y practicar todas las
indicaciones que los evangelios tienen en cuestiones prácticas de la vida. Jesús es otro gran
partidario de los principios en lugar de las reglas. Muchos de sus debates con los líderes
religiosos se podrían describir como intentos de llevarlos de las reglas a los principios que
les subyacen (por ejemplo Lucas 11:42).
67
Los principios son una espada de doble filo. Lo mismo que los hace atemporales y de
amplia aplicación también les impide ser muy definidos en todas las situaciones. Su
adaptabilidad a las situaciones nuevas también trae consigo una medida de incertidumbre,
ya que a menudo no hay una única respuesta correcta. Pero la incertidumbre y las áreas
grises ocasionales no son una excusa para crear un sistema legalista de reglas. Si eso era lo
que Pablo y Jesús pretendían, lo hubieran hecho ellos.
4:10–20 En esta última gran sección final del libro, Pablo habla del gran apoyo que ha recibido de
los filipenses. Anteriormente, en 1:5, hubo una alusión general a su
participación/cooperación con el evangelio, que podría referirse a su apoyo monetario y
logístico. También hubo un comentario sobre el servicio de Epafrodito a Pablo en nombre
de los filipenses (2:25). En esta sección entra en mayor detalle, pero no sin antes hacer un
comentario aparte sobre el contentamiento.
Elogiar a alguien por algo que ha realizado por uno, es un asunto más delicado de lo que
uno pensaría. Me refiero a lo siguiente. A mí me gusta comer, y me gusta mucho. Me gusta
elogiar a alguien que me ha convidado algo rico, especialmente si es casero. Lo hago
principalmente por ser un invitado cortés y agradecido, pero en ciertas oportunidades tengo
otros motivos. Con el convencimiento de que a la gente le gusta recibir cumplidos, he
observado que hay dos respuestas típicas al cumplido. La primera es ofrecerme más de
aquello que he disfrutado tanto. Si digo que esa torta de chocolate es lo más delicioso que
he saboreado en mi vida, hay una alta probabilidad de que me ofrezcan más. Mentiría si
dijera que nunca se me ha cruzado ese pensamiento por la mente cuando estoy por hacer un
cumplido. Pero hay otra. Si me he comportado como un invitado agradecido que ha hecho
sentir bien a los anfitriones por su hospitalidad, es muy probable que me vuelvan a invitar.
De una u otra manera, para bien o para mal, ésta parece ser la naturaleza de los cumplidos y
agradecimientos: cuanto más se ofrecen, más probabilidades habrá de que la conducta que
los genera se repetirá. Este principio explica toda la gama de motivaciones, desde la más
noble hasta la más egoísta.
En esta sección, Pablo se está abriendo camino a través de las complejidades del
agradecimiento. Quiere agradecer sinceramente a los filipenses por su generoso regalo,
pero sin dar la impresión de que está buscando obtener más de lo mismo. Si elogia
demasiado el regalo, ésa es la impresión que dará. Si lo minimiza demasiado, puede sonar
desagradecido, como si el regalo no hubiera cumplido sus expectativas. De manera que
hace ambas cosas.
En 4:10 comienza minimizando. A primera vista daría la impresión de que Pablo está
diciendo algo como: ―Por fin parecen estar acordándose de mí‖. No está hablando mal, está
expresándose retóricamente. Hacemos lo mismo en una conversación antes de retractarnos
o negar la afirmación: ―Olvídalo, no quise decir eso‖. Recordemos que Pablo está
escribiendo, no hablando. Esos recursos no son un ―lapsus‖ sino una elección que implica
que hay algún significado por detrás. Básicamente lo que hace es enmendar la primera frase
de 4:10 diciendo que en realidad sí estaban recordándolo, pero sencillamente no habían
tenido oportunidad de expresarlo.
68
Por fin: Agradecer a alguien que nos haya hecho un regalo puede ser más delicado de lo
que uno piensa. Si se elogia demasiado, puede parecer que se está esperando más. Si se
agradece poco, puede parecer que el regalo no ha sido de nuestro agrado. Por momentos
puede ser difícil lograr el equilibrio. Pablo maneja la situación básicamente minimizando
el regalo de los filipenses, preparando el camino para luego elogiarlos generosamente.
La oportunidad se presenta cuando Pablo recibe la ofrenda que los filipenses enviaron con
Epafrodito. Recuerde el análisis de 2:25–30, donde surgía la pregunta de si la misión de
Epafrodito a Pablo había sido un éxito o un fracaso, en función de su grave enfermedad.
Pablo ya había elogiado la conducta de Epafrodito, pero todavía debía comentar sobre la
ofrenda que le trajera.
Para comprender esta sección, debemos reconocer la diferencia entre lo que se desea frente
a lo que se requiere. Comienza por el deseo de las cosas. La palabra que aparece en la
mayoría de las traducciones de 4:11 es escasez, y está en contraste con otra palabra griega
en 4:16 que también se traduce como necesidad. ¿En qué se diferencian estas palabras? La
primera palabra se refiere a algo que es generalmente cuantificable: no hay suficiente de
algo. Podría estar quedándome escaso de algo sin necesariamente haber llegado al fondo,
por ejemplo, puedo estar escaso de harina, o leche o dinero, pero no significa que no tengo
absolutamente nada de esos elementos. El segundo término generalmente se refiere a algo
que es un requerimiento o una necesidad y está ausente. Por ejemplo, si necesito un
destornillador para armar algo y no lo tengo, el proyecto se paralizará hasta que resuelva
esa necesidad.
69
¿Deseado o requerido? En el Nuevo Testamento hay dos términos que con frecuencia se
traducen como necesidad, pero hay una importante diferencia entre los términos en el
griego, y Pablo es bien específico en este pasaje. Es similar a la diferencia entre
carencia/escasez y necesidad. Las primeras son cuantificables y no significan la ausencia
total de algo. La última es cuestión de tener o no tener; se trata de haber o no haber. ¿Por
qué es importante esa distinción aquí? Cuando Pablo habla de aprender contentamiento en
4:10, está hablando de una carencia o escasez. Cuando habla de que Dios satisface las
necesidades, se está refiriendo a eso que es imprescindible tener, lo que hace falta tener
para cumplir cierta meta. Los términos carencia/escasez se pueden pensar en relación a
algo que se desea, no que se requiere. El otro término la mayoría de las veces se refiere a
cosas que son necesarias o requeridas.
Cuando Pablo habla de aprender contentamiento en toda clase de circunstancias, utiliza el
término escasez o carencia para describir la situación: primero en 4:11 y luego en 4:12 para
contrastar la abundancia con la escasez. Marcos usa el mismo par de términos en 12:44 para
describir la ofrenda de la viuda pobre consistente en dos pequeñas monedas de cobre en
comparación con la ofrenda de los ricos. Ellos dieron de su abundancia, ella de su escasez.
El término no indica que ella estaba absolutamente privada; después de todo, tenía las dos
monedas de cobre. Sencillamente la describe como que carecía de lo suficiente o tenía
escasez. En otras palabras, en realidad no tenía dinero de sobra, mientras que los ricos
tenían tanto que su ofrenda no hacia ninguna diferencia en su abundancia.
En 4:10–14, Pablo establece claramente la relación entre lo que tenemos/experimentamos y
nuestro contentamiento, con un énfasis en esto último en 4:11. No está hablando aquí de
algo necesario, sino de algo deseado. Habiendo experimentado el tener poco y tener mucho,
pasar hambre y estar satisfecho, escasez y abundancia, Pablo ha aprendido una lección
importante. El contentamiento no depende de tener todo lo que se desea, sino de estar
agradecido y satisfecho con lo que se tiene. El problema es que cuanto más tenemos, más
queremos tener. Si nuestro gozo, o contentamiento depende de que nuestros deseos sean
cumplidos, entonces estamos destinados a sentirnos insatisfechos.
70
En 4:18 Pablo marca claramente que no está escribiendo desde una posición deficitaria, por
lo menos ya no. La donación de los filipenses ha garantizado su abundancia. En cualquier
caso, ha aprendido que sus circunstancias no determinan su satisfacción.
En 4:11, Pablo utiliza una palabra conectiva que indica un alejamiento de su argumento
principal hacia un apartado que fortalece y apoya lo que precede. No obstante, 4:14 señala
el retorno a la idea principal de la sección: la respuesta de Pablo a la donación de los
filipenses. También marca un cambio en la terminología, utiliza necesidad: ya no está
hablando de carencia o escasez, sino de algo necesario para completar su misión.
Hay otras referencias a los filipenses en el griego de 4:15, diversamente traducidas como
ustedes mismos, filipenses (NVI). Ninguna de ellas es necesaria en el contexto. Estas
referencias adicionales se usan aquí para retardar el flujo de la idea y arribar a una
afirmación significativa. Es como cuando decimos ―Muy bien, amigos‖ para atraer la
atención. ¿Qué es lo tan importante? El papel fundamental que ha jugado la donación de los
filipenses en su ministerio. No se trataba de un asunto de abundancia o escasez, sino de
poder seguir delante en lugar de quedarse estacionado por no tener los medios necesarios.
Pablo los retrotrae al inicio mismo de su ministerio después de partir de Macedonia,
utilizándolo como marco de referencia para describir la trascendencia de su ofrenda. Y
luego hace una afirmación que parece falsa, al menos hasta que uno lee las dos partes.
Afirma que ninguna iglesia se preocupó por él. ¿Por qué una aseveración tan dura? Para
llamar más la atención a la única excepción de esta afirmación negativa. Hubo una iglesia:
la de Filipos.
¿Quién compartió? Para atraer la atención sobre el hecho de que los filipenses eran la
única iglesia que había compartido en su ministerio, Pablo usa un viejo truco. Comienza
haciendo una afirmación falsa, que nadie había compartido con él, aunque ésa no era toda
la verdad. Luego los ubica como la única notable excepción.
71
Pablo sencillamente podría haber afirmado que los filipenses eran los únicos que habían
colaborado, pero hubiera tenido un impacto retórico mucho menor. Este recurso —donde la
afirmación negativa no es realmente cierta hasta que se lee la excepción al final de la
misma— se utiliza con frecuencia en el Nuevo Testamento (ver Marcos 6:5 donde dice que
Jesús no pudo sanar a nadie en Nazaret). Encuadrar la afirmación de esta manera atrae
mayor atención sobre el elemento esperado. En este contexto, destaca el hecho de que la
ofrenda de los filipenses había hecho toda la diferencia en su ministerio.
En 4:16 el apóstol les recuerda que esa generosidad se había mostrado en más de una
oportunidad. También hay un giro al otro término para necesidad, el que connota
requerimiento. Se trata de la necesidad que la ofrenda proveyó, no un aumento en
comodidad ni abundancia de tener extra. El versículo 17 muestra que Pablo no está
buscando otra donación al elogiarlos, sino que anhela que comprendan la diferencia que
significó para el reino, algo por lo que el Señor los recompensará.
Después de descartar cualquier confusión acerca de si les estaba agradeciendo mientras
extendía la mano por más, Pablo retoma su línea principal de pensamiento en 4:18. Al
retomar deja en claro que no sólo ha recibido la donación en su totalidad, sino que ha
resultado en abundancia para él. Epafrodito ha demostrado ser fiel en lo que le fue confiado
llevar a Pablo. Y aunque Pablo sabe cómo estar satisfecho sin tener abundancia, es un
bienvenido cambio respecto de lo que generalmente experimentaba (ver 2 Corintios 11:9).
La frase final de 4:18 describe el resultado de recibir la ofrenda llevada por Epafrodito:
―estoy lleno‖ (RV60). El término usado aquí es diferente del que usa en 4:12 para
contrastar con tener hambre. Se refiere no solamente a estar lleno, sino a estar colmado. La
idea es que su ofrenda no solamente ha satisfecho su necesidad, sino que también le ha
provisto todo lo necesario para seguir adelante con su ministerio. La referencia a lo que me
enviaron prepara el escenario para que Pablo recalifique la donación de ellos usando una
expresión poética: una ofrenda fragante, un sacrificio que Dios acepta con agrado.
Imaginemos la bendición que habrá sido para los filipenses oír esa descripción,
especialmente cuando su ofrenda había sido dada con sacrificio, desde su propia carencia
(ver 2 Corintios 8:1–5).
Dado que Pablo comenzó minimizando la importancia de la ofrenda, ahora puede colmarlos
de un generoso elogio sin que eso los lleve a pensar que está esperando más. Aunque en
4:17 alude a recibir una recompensa a largo plazo, no descuida lo que es esperable en el
presente. Al final de 4:18 Pablo hace referencia a estar lleno y tener más de lo necesario.
Usa el mismo término en 4:19 para describir la promesa de que Dios colmará o satisfará
cada una de las necesidades de los filipenses según sus riquezas en Cristo Jesús. Aquí
necesidad se refiere a un bien requerido o esencial, no a una carencia o escasez. La
provisión divina proviene de la abundancia de las riquezas de Dios en Cristo, pero el foco
aquí no está en bienes, comodidades ni riquezas. Más bien, la idea es que en la medida en
que damos con sacrificio para las necesidades del ministerio, Dios mismo se ocupará de
que nuestras necesidades sean satisfechas abundantemente. No hay ningún indicio de que
aquí se esté enseñando un evangelio de la prosperidad. Éste proviene de un fundamental
malentendido de la distinción de Pablo entre lo que se desea y lo que realmente se necesita.
Lo que aquí se enfoca es la necesidad.
Pablo cierra esta sección con una doxología que se centra en Dios el Padre, el proveedor de
todo lo que necesitamos. El dar y la fiel mayordomía de las ofrendas no tienen nada que ver
con ganar el favor ni la aprobación de Dios. En su lugar, la obediencia sacrificada —tanto
del que da como del que recibe— da por resultado que Dios reciba toda la gloria que le
corresponde. Dios no sólo merece nuestra adoración, sino también nuestra humilde
obediencia.
72
4:21–23 Pablo termina la carta como la comenzó. Así como se dirige a todos los santos en Cristo
Jesús al comenzarla, les envía saludos al terminarla. Así como les hizo saber al inicio que
no estaba solo al enviarles la carta, al final incluye saludos de quienes están con él. Una vez
más Pablo señala un grupo políticamente bien relacionado como lo hizo en 1:13. Hace algo
más que simplemente referirse a quienes han escuchado el evangelio, aquí se refiere a los
que han respondido positivamente. Está en discusión a quiénes exactamente se refiere, pero
no hay duda del motivo por el que los incluye. Recordemos que la carta comenzó
encarando las dudas que los filipenses tenían acerca del avance del evangelio por estar
Pablo en prisión. La mención de este grupo particular de creyentes ofrecería una nueva
evidencia para disipar los temores acerca del ministerio de Pablo en la evangelización.
Finalmente, termina donde comenzó con su referencia a la gracia del Señor Jesucristo.
Aunque ésta es una forma establecida para despedirse, completa el círculo de sus contactos
íntimos con su saludo.
Reflexiones Finales
La carta de Pablo a los Filipenses es más que un tratado de teología. También va más allá
del sufrimiento, el agradecimiento y la encarnación. Su análisis del sufrimiento es el
resultado de sus circunstancias presentes; su decisión de gozarse es una respuesta
inesperada, desde el punto de vista humano. Pablo sigue el ejemplo de Jesús al humillarse:
estaba dispuesto a ser humillado. Nosotros estamos llamados a lo mismo.
Filipenses nos muestra la profunda preocupación de Pablo por la iglesia. Esta preocupación
está ejemplificada en toda la carta por medio de su desafío a tener en gran estima a otros. El
punto culminante es el llamado público a Evodia y a Síntique a superar la situación de un
conflicto no resuelto. Nuevamente estamos llamados a hacer lo mismo
Las exhortaciones de esta carta están cuidadosamente expresadas como principios
atemporales más que como reglas ligadas a la época. Vivamos lo que Pablo profesó.
Acerca de Autor
Steve ha servido como profesor visitante de la enseñanza griega gramática del discurso en Knox
Theological Seminary, Seminario Teológico de Dallas, y Wycliffe Hall, Oxford. También se
desempeñó como profesor adjunto en la Northwest Baptist Theological College, Trinity Western
University y Escuelas Teológicas canadienses asociados (ACTS) al completar su educación. Es muy
activo en la iglesia. Él y su esposa se casaron en 1990. Tienen dos hijas y vive en Bellingham.
Productos por Steve Runge
Discurso Lexham Biblia hebrea
Lexham alta definición Antiguo Testamento
Estudios del Discurso y de la interpretación bíblica: A Festschrift en honor de
Stephen H. Levinsohn
Presentando el Nuevo Testamento gramática del discurso: Video Series
Discurso de la gramática del griego del Nuevo Testamento: Una Introducción
Práctica de Docencia y Exégesis
High Definition Comentario: Filipenses
High Definition Comentario: Romanos
Lexham Discurso griego del Nuevo Testamento
Lexham alta definición Nuevo Testamento
Steve sirve como un erudito en residencia en el Software
Bíblico Logos. Tiene un doctorado en Literatura en Lenguas
Bíblicas de la Universidad de Stellenbosch en Sudáfrica, bajo
la supervisión de Christo Van der Merwe . Actualmente se
desempeña como investigador asociado afiliado con el
Departamento de Ciencias de la Antigüedad de la
Universidad de Stellenbosch. En preparación para su
investigación doctoral, Steve completado varios años de
estudio en el campo de la pragmática lingüística y la
gramática del discurso. Esto culminó en asistir a un taller
sobre el análisis del discurso ofrecido por Traductores
Bíblicos ILV / Wycliffe, facilitadas por Stephen H. Levinsohn .
También ha obtenido una Maestría en Teología grado
Estudios en Lenguas Bíblicas del Trinity Western Seminary en
Langley, BC, y una licenciatura en Comunicación Oral de la
Universidad de Western Washington.