CONCENTRACIONES GEOGRÁFICAS, INNOVACIÓN Y CONOCIMIENTO TECNOLÓGICO
AUTORES: Dra. Cristina Quintana García Profesora Titular de Universidad de Organización de Empresas Dr. Carlos A. Benavides Velasco Profesor Titular de Universidad de Organización de Empresas DIRECCIONES DE CONTACTO:
CRISTINA QUINTANA GARCÍA
Dpto. Economía y Administración de Empresas
Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales
Campus El Ejido, s/n
29071 MÁLAGA
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E-mail: [email protected]
CARLOS A. BENAVIDES VELASCO
Dpto. Economía y Administración de Empresas
E.T.S. Ingenieros Industriales
Campus El Ejido, s/n
29071 MÁLAGA
Teléfono: (34) 95 213 28 76 Fax: (34) 95 213 70 33
E-mail: [email protected]
LÍNEA DE INVESTIGACIÓN: Procesos de innovación empresarial
XIII Congreso Nacional de ACEDE
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CONCENTRACIONES GEOGRÁFICAS, INNOVACIÓN Y CONOCIMIENTO TECNOLÓGICO
RESUMEN
Este trabajo defiende que los clusters tecnológicos potencian la dinámica de cooperación y permiten una mejor articulación de los Sistemas de Innovación, ya que generan una masa crítica capaz de atraer los inputs que requieren las actividades y proyectos de I+D+I. En particular, nos centraremos en la incidencia que la localización en tales clusters tienen en un recurso clave, el conocimiento tecnológico. Tras describir sintéticamente el proceso de gestión estratégica de la tecnología, y estudiar sus analogías con los denominados sistemas de gestión de las actividades de I+D+I, recientemente formalizados a través de la norma UNE 166002 EX, analizaremos cómo el citado proceso puede verse beneficiado por las economías de aglomeración. PALABRAS CLAVE: economías de aglomeración, alianzas tecnológicas, dirección estratégica de la tecnología, sistema de gestión de la I+D+I, Sistema de Innovación. LÍNEA DE INVESTIGACIÓN: Procesos de innovación empresarial
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CONCENTRACIONES GEOGRÁFICAS, INNOVACIÓN Y CONOCIMIENTO TECNOLÓGICO
1. INTRODUCCIÓN
Los sectores de alta tecnología se caracterizan por su grado de complejidad y por una
rápida renovación de conocimientos, a un ritmo muy superior en comparación con otras
industrias. En ellos, las innovaciones son tan continuas y radicales que, en muchas ramas de
actividad específicas, amenazan con dejar obsoletos productos actuales en un período de tiempo
relativamente corto; todo ello exige un continuo esfuerzo en investigación y una sólida base
tecnológica. En efecto, esta situación demanda un abanico particular de recursos y capacidades
(financiación, personal altamente cualificado, acceso a conocimiento científico y tecnológico,
habilidades de producción y comercialización, etc.) que habitualmente las pequeñas y medianas
empresas (PYME) no poseen en su totalidad. De este modo, deben establecer acuerdos de
cooperación que les proporcionen inputs críticos para afrontar el entorno de incertidumbre y
rápido cambio tecnológico en el que están inmersas.
Estas alianzas estratégicas se concretan en: acuerdos horizontales con competidores
directos, acuerdos verticales hacia atrás (universidades, institutos o centros de investigación) y
acuerdos verticales hacia delante (grandes empresas y compañías diversificadas que son usuarias
finales). En el marco de la cooperación con competidores (co-opetición) directos se desarrollan
actividades de investigación, producción, comercialización conjunta, etc. (Quintana y Benavides,
2003). Las universidades y centros de investigación constituyen las fuentes más importantes de
spillovers, principalmente en el caso de la investigación básica, dado que estos agentes
suministran acceso a información sobre descubrimientos de potencial comercialización
realizados en sus propios laboratorios, y transmiten conocimiento complejo y tácito mediante la
colaboración. Las relaciones verticales hacia delante representan fuentes de conocimientos
necesarios para completar la cadena de valor añadido. En el ciclo completo de innovación, es
habitual que las grandes empresas establecidas lleven a cabo las actividades relacionadas con los
procedimientos de aprobación legal de los productos, producción, comercialización internacional
o participen en la financiación de los proyectos de I+D+I. Ellas a cambio reciben de las PYME
tecnológicas acceso directo a los últimos avances del sector.
Pero lo cierto es que a menudo, estas redes de cooperación no son suficientes para
completar los recursos que demanda la alta tecnología. El éxito de las empresas también está
ligado a la existencia de un marco institucional, de un Sistema de Innovación regional y
nacional, que promueva la comercialización de la investigación científica, permita el acceso a la
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financiación para proyectos de investigación de elevado riesgo y fomente la movilidad de
científicos y profesores universitarios entre la academia y la industria.
Es más, en este trabajo defendemos que los clusters tecnológicos o concentraciones
geográficas potencian la dinámica de cooperación y permiten una mejor articulación de los
Sistemas de Innovación. Al aunar agentes relacionados con todas las actividades de la cadena de
valor, generan una masa crítica capaz de atraer los inputs que requieren los proyectos de I+D+I
de los sectores de alta tecnología. En particular, nos vamos a centrar en la incidencia que la
localización de tales clusters tiene en un recurso clave, el conocimiento tecnológico. Tras
describir sintéticamente el proceso de gestión estratégica de la tecnología, analizaremos cómo
éste puede verse beneficiado por las economías de aglomeración.
2. SISTEMAS DE INNOVACIÓN Y DISTRITOS TECNOLÓGICOS
La estructura de los Sistemas de Innovación ayuda a explicar por qué los procesos de
innovación difieren de unos países/regiones a otros/as, dado que poseen características
estructurales e institucionales propias que, por definición, son localizados e inmovilizados, de
modo que son capaces de suministrar a las empresas recursos valiosos y un marco de apoyo no
disponibles para los competidores ajenos a este entorno, incluso en las mejores condiciones de
apertura de los mercados. En la era de la globalización acelerada, los Sistemas de Ciencia,
Tecnología y Empresa juegan, por tanto, un papel crucial para preservar la heterogeneidad entre
los espacios (Lundvall y Maskell, 2000:364).
Diferentes aportaciones (Patel y Pavitt, 1994; Metcalfe, 1995; OECD, 1997; Antonelli y
Quéré, 2002) consideran que tales sistemas hacen referencia a un conjunto complejo de
relaciones entre diversos agentes (empresas, universidades, institutos públicos de investigación),
que contribuye al desarrollo y difusión de las nuevas tecnologías, conformando además un marco
en donde las políticas gubernamentales pueden influir en el proceso de innovación. Esta
interconexión de instituciones crea, almacena y transfiere conocimientos, habilidades e
instrumentos que delimitan nuevas tecnologías. En definitiva, los Sistemas de Innovación
facilitan el flujo de conocimiento e información entre las personas, empresas e instituciones clave
en el proceso de innovación, determinando así la tasa y dirección del aprendizaje tecnológico.
Los países y regiones difieren en el modo en que los flujos de conocimiento son estructurados.
Un número de políticas relativas a regulaciones impositivas, financiación, competición y
propiedad intelectual puede promover o bloquear los diversos tipos de interacción y dichos
flujos.
Más detalladamente, consideramos que las dimensiones y elementos que caracterizan a
dichos Sistemas son los contemplados en el cuadro 1.
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CUADRO 1 SISTEMA NACIONAL DE INNOVACIÓN
DIMENSIONES ELEMENTOS
Administraciones públicas
- Legislación de la propiedad intelectual, patentes (lentitud del proceso, promoción de transferencia tecnológica entre la universidad e industria, fomento de la investigación aplicada)
- Promoción de relaciones con institutos de investigación extranjeros - Coordinación de acuerdos de cooperación pre-competitivos en I+D+I - Promoción de incubadoras y laboratorios de investigación
Interacción sistema público de I+D-industria / Comportamiento empresarial
- Orientación comercial y spin-offs de la universidad - Acuerdos de cooperación inter-empresarial en I+D+I - Colaboración entre organizaciones de investigación (universidades e institutos) y
empresas - Utilización de tecnología extranjera - Cooperación institutos de investigación y empresas extranjeras
Sistema de financiación
- Cuantía de capital riesgo tanto público como privado - Cuantía alcanzada en ofertas públicas iniciales y siguientes ofertas - Financiación extranjera - Existencia de mercados secundarios para la propiedad intelectual - Fondos públicos para la investigación (% centros públicos, % industria) - Naturaleza de la investigación (% básica, % aplicada) - Crédito impositivo
Movilidad de personal / Sistema de educación científica
- Movilidad del personal (dentro industria, entre academia e industria) - Gasto público en educación universitaria - Naturaleza de la educación científica (promoción de creatividad o absorción de
stock de conocimientos) - Cantidad de doctores y licenciados en el país o región
Fuente: elaboración propia
En particular, defendemos la tesis de que los distritos industriales o clusters representan
micromecanismos que facilitan la integración de los recursos y ventajas proporcionados por las
alianzas estratégicas y los Sistemas de Innovación. Los clusters, frente a una localización
aislada, potencian el establecimiento de redes de cooperación entre empresas proveedoras y
clientes, centros públicos de investigación, universidades, etc., lo cual genera una masa crítica y
una mejor articulación de los sistemas de innovación regional y nacional, ya que favorece la
movilidad de personal cualificado, un mejor funcionamiento de los mercados de capitales
(riesgo, atracción de inversión directa extranjera, mejores condiciones para obtener financiación
pública), más fácil acceso a tecnologías complementarias, etc.
Con ello, no defendemos que las regiones deban quedarse encerradas. Es necesario abordar
en paralelo los aspectos locales y globales de la innovación. Para hacer frente a los desafíos de la
innovación y la globalización, hay que desarrollar capacidad local para aunar los recursos y
competencias tecnológicas básicas y esenciales, para, a partir de aquí, crear vínculos y
agrupaciones que permitan la competitividad a escala internacional (Benavides y Quintana,
2002:26).
A pesar de que la dimensión territorial de la innovación parecía estar abocada a su
desaparición por el avance de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), lo
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cierto es que en los últimos años se ha visto revitalizada al observase que las innovaciones y el
desarrollo industrial continúan produciéndose en unas zonas y no en otras. Las aglomeraciones
de empresas de alta tecnología han reforzado su importancia, observándose a los clusters como
expresión de la cooperación constructiva entre diversos agentes involucrados en los procesos de
innovación (European Commission, 2001).
Han sido numerosas las contribuciones tendentes a caracterizar los distritos industriales.
Generalmente se considera que hacen referencia a conjuntos de empresas relacionadas
localizadas en una pequeña área geográfica (Swann y Prevezer, 1998:3). También se les han
llegado a definir como sistemas territoriales de pequeñas y medianas empresas (Goodman,
1989:21). La confusión en torno al significado y rasgos de los distritos industriales se debe a su
multidimensionalidad: están basados en diferentes dimensiones económicas, son medidos y
cuantificados por diferentes enfoques metodológicos y están legitimados por un amplio rango de
teorías e hipótesis. Por ello resulta interesante hacer un breve recorrido por los orígenes y
evolución del concepto de distrito industrial (Benavides y Quintana, 2001).
Marshall (1920) fue uno de los primeros economistas en escribir sobre esta temática. De
hecho, observando los distritos industriales, desarrolló el concepto de economías externas. Él se
centró en los factores socio-culturales relacionados con la calidad del ambiente social de los
distritos que afectaban indirectamente a los beneficios de las empresas. Entre tales factores,
Marshall enfatizó en particular en: a) el conocimiento y confianza mutua que reduce los costes
de transacción en los sistemas de producción local; b) la atmósfera industrial que facilita la
generación y transferencia de habilidades y mano de obra cualificada requerida para la industria
local; y c) el efecto de ambos aspectos en la promoción de las innovaciones (incrementales) y la
difusión de éstas entre las empresas pertenecientes a los distritos.
Una segunda corriente teórica que analiza los clusters viene conformada por contribuciones
desde la economía urbana. Investigadores de esta corriente consideran que la existencia de
aglomeraciones urbanas responde a la necesidad de fabricar, comercializar y administrar centros.
Pero la concentración es costosa porque incrementa la demanda de espacio en la ciudad, y por lo
tanto, aumenta el coste del espacio urbano. A pesar de ello, hay tres fuertes razones para que la
actividad económica continúe aglomerada en ciudades:
- El deseo de minimizar los costes de transporte por la proximidad, lo que constituye la
“teoría de localización” tradicional (Weber, 1928; Lösch, 1954; Isard, 1956; Smith,
1971).
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- La existencia de economías positivas externas de aglomeración (Lösch, 1954; Isard,
1956; Henderson, 1986, 1994). Dentro de éstas se han identificado dos clases de
externalidades: de localización y de urbanización.
- La oportunidad de atender al mercado creado por las empresas y disfrutar de la
infraestructura pública (Lichtenberg, 1960; Martín y Rogers, 1994).
Por último, podemos señalar que la geografía económica (Malecki, 1980; Camagni, 1991;
Howells, 1994) ha hecho una de las mayores contribuciones al estudio de la localización de la
producción y actividades de innovación, especialmente en lo referente a la industria de alta
tecnología y a la dinámica de las redes regionales. Desde esta perspectiva, los beneficios de la
centralización en I+D+I se derivan de las economías de escala y alcance, incluida la
indivisibilidad que conduce a la mínima talla eficiente, y las buenas comunicaciones internas,
componentes claves de la función estratégica. Desde la geografía económica se apunta que una
de las principales ventajas de los distritos industriales es la oportunidad de establecer contactos
directos con otras organizaciones que puedan producir spillovers beneficiosos para el esfuerzo en
investigación de una empresa.
Actualmente se acepta que la innovación y la gestión estratégica de los recursos
tecnológicos necesitan un enfoque integrado e interactivo que combine los aspectos científicos,
tecnológicos, socio-económicos e incluso culturales. Dicha integración es facilitada por la
proximidad geográfica y los frecuentes contactos interpersonales, conformando redes de
innovación regional. Este enfoque representa un avance hacia las learning regions (Asheim,
1996; Coombs, Albert y Saviotti, 1996; Benavides y Quintana, 2002), entendidas como una
“coalición de desarrollo”.
Las learning regions están constituidas por unos ingredientes que suministran todos los
inputs necesarios para hacer florecer una organización económica basada en el conocimiento, y
permiten completar el ciclo investigación-desarrollo-producción-comercialización; así las
regiones en aprendizaje deben poseer (Florida, 2000:236-237):
- Una infraestructura de fabricación que se caracterice por un alto grado de confianza
sobre los proveedores y el desarrollo de sistemas co-dependientes entre éstos y los
usuarios finales.
- Una infraestructura humana en la que los trabajadores apliquen su inteligencia en la
producción. Los sistemas de educación y formación tendrán que estar orientados a
promover valores como trabajo en equipo, aprendizaje continuo y espíritu emprendedor.
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- Una infraestructura física y de comunicación que facilite la movilidad de personas,
información, bienes y servicios con unas bases globales y que potencie el uso del
intercambio electrónico de datos clave entre los clientes, usuarios finales y proveedores.
- Y ya, por último, las regiones deben establecer mecanismos de gobierno industrial que
apoyen las relaciones y redes organizacionales, potencien la atracción de capital (riesgo
e inversión directa extranjera) y promuevan la toma de decisiones descentralizadas y
flexibles.
De cumplirse estos rasgos, los clusters tecnológicos permitirán una mejor articulación de la
mayoría de las dimensiones que conforman los Sistemas de Innovación (interacción sistema
público/industria, sistema de financiación y movilidad de personal), lo cual, se completaría con
políticas gubernamentales tendentes a favorecer el stock y flujo de conocimiento tecnológico
mediante aspectos tales como: un fuerte apoyo a la investigación y desarrollo en áreas
tecnológicas emergentes, una elevada protección de la propiedad intelectual, un régimen
regulador adecuado del mercado de trabajo, la promoción de movilidad del personal científico
hacia la industria, etc.
Los distritos industriales, por tanto, se erigen en un eficaz y renovado instrumento de
política tecnológica como así lo muestran numerosas experiencias de éxito en la Unión Europea
tales como la región de Flanders en Bélgica, la región alemana de Baden-Württermberg
(Benavides y Quintana, 2000) o Escocia.
De entre los recursos y capacidades a los que las empresas, especialmente PYME, pueden
acceder en los cluster, nos vamos a detener en la gestión del conocimiento tecnológico.
Queremos analizar cómo las economías de aglomeración inciden positivamente en la eficacia de
la dirección estratégica de la tecnología, esto es, el proceso mediante el cual las empresas se
proveen de este recurso necesario para acometer sus actividades y proyectos de I+D+I. Para ello,
a continuación se va a describir sintéticamente dicho proceso de gestión para, luego, analizar la
influencia que en él puede ejercer la localización en distritos tecnológicos.
3. GESTIÓN ESTRATÉGICA DE LA TECNOLOGÍA
En la actualidad a nadie escapa la importancia de la adecuada gestión de la tecnología y de
las actividades de I+D+I para aquellas empresas que quieren ser competitivas y mantener su
competitividad. Desde esta perspectiva, una cuestión vital para las empresas es la provisión de
los recursos tecnológicos. Las acciones desarrolladas para su gestión las entendemos como un
proceso estratégico y así, lo podemos denominar Dirección Estratégica de la Tecnología
(Morcillo, 1997; Benavides, 1998).
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Ésta supone la implantación en la empresa de los instrumentos de gestión necesarios para
poder responder a la complejidad y la incertidumbre estructural en que se desenvuelve hoy día la
empresa, dentro de un entorno cambiante, que le exige una integración de la tecnología en su
estrategia, no ya sólo como arma competitiva, sino como mero instrumento de supervivencia.
Ello es así por diversas razones: en primer lugar, la gestión estratégica de la tecnología le
permite a la empresa anticipar la evolución y desarrollo que la tecnología va a experimentar; en
segundo lugar, hace que se considere a ésta como un activo empresarial, sobre el que se puede
actuar, y no como una variable externa crítica; y, en tercer lugar, permite asegurar la congruencia
entre las inversiones en tecnología y las estrategias de negocio y corporativa, optimizando así los
recursos de la empresa.
En el próximo subepígrafe se detallan las fases y actividades del proceso de Dirección
Estratégica de la Tecnología pasando, a continuación, a ocuparnos de un nuevo instrumento que
aparece en las empresas con el fin de favorecer la gestión de sus actividades de I+D+I, nos
referimos al denominado, por la reciente norma UNE 166002 EX (AENOR, 2002c): Sistema de
Gestión de la I+D+I. Tras su caracterización se establecerá el papel que desempeña en la gestión
estratégica de la tecnología.
3.1. Fases y etapas del proceso de dirección estratégica de la tecnología
En el desarrollo del proceso de Dirección Estratégica de la Tecnología podemos distinguir
las siguientes fases:
1ª ANÁLISIS ESTRATÉGICO. Supone la realización de tres actividades:
1.1. Análisis externo. Se centra en el estudio de la información derivada de diversos aspectos,
como son: los sistemas de patentes, el examen de las nuevas tecnologías, la confección y estudio
del ciclo de vida de las tecnologías, la valoración del estado del Sistema de Innovación, etc. Se
pretende determinar el marco estratégico de la empresa evaluando el papel estratégico de las
distintas tecnologías que configuran el sistema tecnológico vigente, considerando tanto los
efectos de estas tecnologías sobre la estructura de la competencia, como sobre las propias
actividades de la empresa. Juega un papel determinante en este análisis la utilización de la
denominada vigilancia tecnológica. Consiste en la aplicación de un conjunto de técnicas para
organizar de manera sistemática la recogida, análisis, difusión y explotación de la información
tecnológica. Esta preocupación por la información da origen a la organización en la empresa de
la función de alerta tecnológica (Morcillo, 1997:110; Escorsa y Maspons, 2001), así como a su
participación en redes de alianza entre empresas, que presentan como nexo de unión el elemento
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tecnológico. Estas son redes de información, de intercambio de conocimientos tecnológicos. Esta
función de alerta tecnológica se completa con acciones de previsión tecnológica y prospectiva.
1.2. Análisis interno. Tiene como fin la modelización del contenido tecnológico de todas las
actividades de la cadena de valor de la empresa, y pretende detectar las fortalezas y debilidades
de ésta frente a sus competidoras. Persigue indicar cómo, a cada actividad concreta de la cadena
de valor, tanto a las primarias como a las de apoyo, se le puede asociar una tecnología
determinada, que puede ser generadora de ventajas en costes o en diferenciación capaces de
mejorar la posición competitiva de la empresa.
1.3. Diagnóstico y evaluación de la situación tecnológica. Consiste en la realización de un
inventario de los recursos tecnológicos de la empresa, de su patrimonio tecnológico, así como la
evaluación de su potencial, esto es, de su posible impacto competitivo. En esta subfase del
análisis estratégico podemos incluir, junto con la vigilancia tecnológica, la ejecución de dos
funciones preliminares o de apoyo, a saber (Morin, 1985; Morin y Seurat, 1998):
1.3.1. Inventario Tecnológico. Trata de analizar las tecnologías de la empresa, tanto
aquellas que utiliza porque dispone de las mismas, como las que no, pero que podría llegar
a aprovechar, bien mediante su desarrollo o través de su adquisición a otras empresas. En el
inventario deben figurar: los procesos, estén patentados o no, las tecnologías dominadas y
los instrumentos necesarios para su ejecución. Este inventario tiene como objetivo exponer
la coherencia interna de las tecnologías, de los nexos que las unen y del propio sistema
tecnológico de la empresa. El principal problema en su confección es el de la clasificación
de las tecnologías; al respecto, es útil la taxonomía basada en el carácter interno-externo a
la empresa de la tecnología, así como en su madurez y en el grado de diferenciación que le
aporta. Las “herramientas” que facilitan la confección del inventario son: la matriz
tecnologías/productos y el árbol de decisión para la clasificación de las tecnologías (véase
Escorsa y Valls, 1997:52-54; Benavides, 1998:333).
1.3.2. Evaluación de las tecnologías. Su objetivo es el estudio y análisis de la
competitividad que proporcionan ciertas tecnologías, así como la determinación de su
potencial. Evaluar obliga a un debate sin competencias entre los distintos expertos y entre
las diferentes funciones de la empresa, debate cuyo objetivo es llegar a conocer a fondo las
tecnologías de la empresa. Como “herramientas” para llevar a cabo la evaluación de la
tecnología podemos citar: la matriz de riesgo tecnológico de Arthur D. Little (1981), las
matrices de posición tecnológica de la empresa/posición competitiva de la empresa, el
árbol tecnológico dual, y la matriz de atractivo tecnológico/posición tecnológica de la
empresa.
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2ª DISEÑO DE ALTERNATIVAS ESTRATÉGICAS. Sobre la base de los resultados del
análisis estratégico, del diagnóstico tecnológico y de la evaluación del patrimonio tecnológico,
en una segunda fase hay que considerar dos acciones básicas:
2.1 Elección de las tecnologías a desarrollar. La elección de las tecnologías sobre las que la
empresa desarrollará sus actuaciones es una consecuencia directa de sus estrategias, de la
medida en que las distintas tecnologías contribuyen al logro de los objetivos empresariales,
punto de partida del proceso de dirección estratégica de la tecnología, aunque éstos, pueden
y deben verse sometidos a una revisión tras el análisis estratégico.
2.2 Diseño de la cartera tecnológica. Su confección consta de cuatro actividades:
2.2.1. Inversión en tecnología propia. Persigue la obtención del mayor partido posible de
los recursos tecnológicos y potencialidades de la empresa. Se trata de una actuación de la
empresa de un marcado cariz ofensivo, propia de una dirección emprendedora y creativa
que busca la optimización de sus tecnologías. Una herramienta importante utilizada en esta
fase es el modelo del bonsai tecnológico (o racimos tecnológicos), desarrollado por el
GEST (1986); desde una segmentación producto/mercado inicial, se pueden determinar los
conocimientos comerciales y las tecnologías industriales que domina la empresa para
ocupar estas posiciones. Tras esta modelización se detectan en muchas ocasiones
oportunidades que obligan a redefinir la orientación de la empresa de acuerdo con un
potencial tecnológico e industrial que tiene que aprovecharse.
2.2.2. Inversión en tecnología propia y ajena. Tiene como objetivo el enriquecimiento
tecnológico, y pretende incrementar el patrimonio tecnológico de la empresa, o, al menos,
mantener su valor. Para conseguirlo, las actividades de I+D se presentan como las mejores
actuaciones ya que satisfacen las necesidades tecnológicas particulares de la empresa,
aunque dado su elevado coste, no debe menospreciarse la adquisición de tecnología ajena.
Si se opta por invertir en tecnología ajena, habrá que considerar las diversas vías de
adquisición, entre las que podemos citar las licencias, los contratos de cooperación, las
alianzas, las adquisiciones de empresas, etc. La tecnología que se adquiere del exterior es
generalmente mucho más estandarizada que la internamente generada para poder adaptarse
a las necesidades generales de los potenciales consumidores; por lo tanto, hay que sumar
un coste de adaptación al precio directo de la tecnología importada (Beneito, 2002). Por su
parte, los acuerdos de cooperación desempeñan un importante papel como medio de
propagar, compartir y generar conocimientos entre las empresas, reforzando sus procesos
de aprendizaje, a la vez que permite consolidar y desarrollar competencias tecnológicas
(Benavides y Quintana, 2003:105). Con respecto a la decisión entre la inversión en
tecnología propia, desarrollada intramuros mediante actividades de I+D, o la adquisición
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externa, Nieto (1995:361-362) indica la conveniencia de considerar el máximo de factores
posibles y agrupa estos agentes en seis dimensiones, a saber: actitud innovadora de la
empresa, grado de autonomía estratégica proporcionado por la tecnología, grado de
dominio que se desea obtener sobre la tecnología, grado de familiaridad de la tecnología,
potencial de desarrollo de la tecnología y plazo de desarrollo de la tecnología. Cuando estas
seis dimensiones para una determinada tecnología se dan en un grado máximo, la tendencia
es a desarrollarla internamente mediante actividades de I+D.
2.2.3. Medios de protección de la tecnología. Con esta actividad se busca salvaguardar los
desarrollos tecnológicos logrados por la empresa, utilizando como herramientas los
diversos mecanismos legales de regulación de la propiedad industrial, complementados con
la utilización del know-how y de otros medios aplicables a la protección del desarrollo de
tecnologías e innovaciones. Esta actividad se culmina con una correcta organización del
almacenamiento, transmisión y reparto de los conocimientos tecnológicos de la empresa.
2.2.4. Inversión en tecnología ajena. Es una opción distinta a la anterior, ya que en este
caso se realiza una adquisición que no se orienta al enriquecimiento tecnológico de la
empresa, pues no tiene como objetivo el incremento del patrimonio tecnológico, si no que
persigue la utilización inmediata de una tecnología que es cedida bajo licencia. Este tipo de
inversión conlleva una fuerte dependencia de royalties, por lo que su empleo para la
configuración de la cartera tecnológica de la empresa debe limitarse al máximo.
3ª FORMULACIÓN DE LA ESTRATEGIA TECNOLÓGICA. Consiste en la elaboración de
un plan que permita desarrollar las estrategias diseñadas en la fase anterior, plan que exige el que
se lleven a cabo las acciones siguientes:
3.1. Elección del momento para introducir la nueva tecnología. Esta elección depende de la
actitud de la empresa con respecto a la innovación. Es una decisión asociada a la formulación de
las estrategias de innovación, y decididas éstas, hay que analizar sus relaciones con las
estrategias tecnológicas y obrar en consecuencia.
3.2. Elección de la vía de acceso a la nueva tecnología. Determinar el modo en que la empresa
obtendrá la tecnología necesaria plantea una amplia problemática. Podemos utilizar para decidir
al respecto, entre otras herramientas, la matriz de inversión en tecnología (véase Nieto,
1995:363; Benavides, 1998:339).
4ª IMPLANTACIÓN DE LA ESTRATEGIA TECNOLÓGICA. Una vez definidas con
precisión y sin ambigüedades las estrategias tecnológicas, se requiere implantarlas y ponerlas en
funcionamiento, lo cual exige tres actividades básicas:
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4.1. Asignación de recursos a las actividades tecnológicas. Es necesario elaborar un
presupuesto mediante el cual se asignen los fondos necesarios para la ejecución de cada
proyecto. Su confección es una tarea ardua y difícil, y para su elaboración puede recurrirse a
diversos procedimientos (Benavides, 1994).
4.2. Estructura organizativa. La implantación y desarrollo de la estrategia tecnológica precisa
de las modificaciones necesarias en la estructura organizativa tendentes a facilitar la
comunicación, a permitir el desarrollo de interfaces entre las áreas de I+D, marketing,
producción, etc., a favorecer el trabajo en equipo (Quintana, 1999) y la aplicación de técnicas
como la ingeniería del valor, la ingeniería concurrente o el despliegue de la función calidad
(Benavides, 1994).
4.3. Gestión de proyectos de I+D. La implantación de las estrategias tecnológicas supone la
ejecución por parte de la empresa de actividades de I+D que se llevan a cabo mediante la
ejecución de proyectos. Estos se configuran como un conjunto de actividades no repetitivas,
efectuadas por técnicos y especialistas de diferentes áreas y grupos de trabajo, que deben
realizarse dentro de unos costos y plazos fijados hasta conseguir unas especificaciones,
prestaciones o resultados predeterminados. La gestión de los proyectos de I+D es compleja y
exige, por una parte, la clasificación, evaluación y selección de los mismos, así como el
seguimiento de su ejecución para lo que se requiere la aplicación de técnicas ad hoc que
permitan una optimización de la cartera de I+D de la empresa (Benavides, 1994).
5ª CONTROL ESTRATÉGICO. El proceso de dirección estratégica de la tecnología se cierra
con el control estratégico, mediante el cual se diseñan y aplican los mecanismos necesarios para
asegurar su éxito. Se pretende garantizar el adecuado feedback que permita corregir
disfuncionalidades y problemas en la implantación y posterior desarrollo de las estrategias
tecnológicas.
Estas fases del proceso de dirección estratégica de la tecnología son interdependientes e
interactúan entre sí, debido a lo cual, la secuencia descrita no debe considerarse como una serie
de etapas rígidas a desarrollar, sino que pueden combinarse entre sí, siendo posible alterar su
orden. Además, las “herramientas” aplicables en cada fase pueden ser útiles a más de una de
ellas, e incluso es frecuente combinarlas entre sí o bien complementarlas con otros análisis.
3.2. Sistema de Gestión de las actividades de Investigación, Desarrollo e Innovación
Llegados a este punto queremos hacer una referencia a la serie de normas UNE
166000:2002 EX dedicadas a la Gestión de la I+D+I e integrada por:
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- UNE 166000:2002 EX. Gestión de la I+D+I: Terminología y definiciones de las
actividades de I+D+I. (AENOR, 2002a).
- UNE 166001:2002 EX. Gestión de la I+D+I: Requisitos de un proyecto de I+D+I.
(AENOR, 2002b).
- UNE 166002:2002 EX. Gestión de la I+D+I: Requisitos del Sistema de Gestión de la
I+D+I. (AENOR, 2002c).
En septiembre de 1992, se creó por parte del Comité Europeo de Normalización (CEN) el
comité CEN-STAR con el objetivo de potenciar la investigación pre-normativa y conormativa, y
poder elaborar normas europeas que dieran respuesta a las necesidades detectadas en la
realización de las actividades de I+D+I, y que además permitieran aprovechar la sinergia
existente entre las citadas actividades y la normalización (Pérez, 2002:21).
En España, AENOR crea, en el año 2000, el Comité Técnico de Normalización AEN/CTN
166 Actividades de Investigación, Desarrollo Tecnológico e Innovación (I+D+I). El comité
AEN/CTN 166, esta integrado (Malvido, 2002:47) por profesionales relevantes del ámbito de la
I+D+I, representantes de empresas, grandes y pequeñas, organizaciones públicas, universidades,
centros tecnológicos, asociaciones empresariales, organismos de apoyo a la investigación, el
desarrollo tecnológico, la innovación, etc., que se distribuyen en seis grupos de trabajo:
terminología y definiciones de las actividades de I+D+I, normalización de los proyectos de
I+D+I, normalización de los sistemas de gestión de la I+D+I, guía para auditar los sistemas de
gestión de la I+D+I, calificación de auditores de I+D+I y normalización en la fase de I+D.
El AEN/CTN 166 surge con el firme y decidido apoyo del Ministerio de Ciencia y
Tecnología, quien autorizó a AENOR a normalizar en ese campo, respaldando a través del
Programa PROFIT su desarrollo y participando en el citado comité. Se estimó que dadas las
características de la situación tecnológica española, se hacía aconsejable la elaboración de unas
normas que deberían servir para ayudar a las empresas, particularmente a las PYME, a (Tejera,
2002:35):
- Estructurar y desarrollar proyectos de I+D+I.
- Establecer unidades de I+D+I o a optimizar las ya existentes mediante la puesta en
funcionamiento de sistemas de gestión que les permita evitar la fuga de los
conocimientos en su actividad potenciando la posesión de patentes y demostrando al
mercado su posición respecto a la generación, utilización de la tecnología y realización
de I+D+I.
XIII Congreso Nacional de ACEDE
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- Normalizar los nuevos conceptos e ideas que se generen a través de las actividades de
I+D+I.
Las nuevas normas también deberían facilitar a la Administración la aplicación de las
desgravaciones fiscales por actividades de I+D+I y la normalización de los nuevos conceptos
surgidos de ellas, cuestión, esta última además, de interés para los organismos de investigación.
Opinamos que la norma UNE 166002 EX (AENOR, 2002c) tiene una destacada
importancia desde la perspectiva estratégica para la empresa, el propio documento lo indica
textualmente en su introducción, “la adopción de un sistema de gestión de la I+D+I debería ser
una decisión estratégica de la organización”. A continuación, en la citada norma se relacionan las
ventajas que la implantación de un sistema de gestión que siga su esquema puede aportar para las
empresas (AENOR, 2002c: 5):
1. Fomentar las actividades de I+D+I. 2. Proporcionar directrices para organizar y gestionar eficazmente la I+D+I.
- Análisis de la situación interna y externa. - Identificación y valoración de las amenazas y oportunidades de la evolución tecnológica. - Definición de los objetivos básicos de las actividades de I+D+I. - Selección y gestión de una adecuada cartera de proyectos de I+D+I.
3. Asegurar que no se pierdan actividades susceptibles de generar tecnologías propias y patentes, a través de las cuales se pueden obtener beneficios adicionales por transferencia de tecnología o por desgravaciones fiscales.
4. Potenciar la I+D+I como un factor diferencial de competitividad y considerarla como tal en los esquemas de reputación corporativa.
5. Ayudar a planificar, organizar y controlar las unidades de I+D+I, lo cual redunda en un ahorro de recursos y en una mejora de la motivación e implicación de los empleados.
Las ventajas que se esperan de la adopción y mantenimiento de un sistema de gestión de las
actividades de investigación, desarrollo tecnológico e innovación son en esencia las mismas que
se derivan de la aplicación por parte de la empresa de un proceso de dirección estratégica de la
tecnología como el descrito en el subepígrafe anterior. Cuando se analicen los principales
aspectos del sistema de gestión de la I+D+I se apreciará como el sistema incorpora etapas y
actividades del citado proceso (véase el cuadro 2).
La norma UNE 166002 EX modeliza el proceso de I+D+I asumiendo el modelo de Kline
(1985), con algunas modificaciones introducidas por el comité AEN/CTN 166, que incorporan
las actividades propias de la fase de análisis estratégico del proceso de dirección estratégica de la
tecnología. Reconoce que el proceso de I+D+I es cambiante e imprevisible pero aún así indica
que es susceptible de sistematizarse mediante la utilización de ciclo de mejora continua o ciclo
de Deming.
El sistema de gestión de la I+D+I se define, en la norma UNE 166000 EX (AENOR,
2002a:8) como:
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Parte del sistema general de gestión que incluye la estructura organizativa, la planificación de las actividades,
las responsabilidades, las prácticas, los procedimientos, los procesos y los recursos para desarrollar,
implantar, llevar a efecto, revisar y mantener al día la política de I+D+I de la organización.
El sistema de gestión de las actividades de I+D+I presenta una fuerte similitud con el
sistema para la gestión de la calidad. No en vano la norma UNE 166002 EX establece (punto
0.3) su alineamiento con las normas ISO 9001:2000 e ISO 14001:1996 con la finalidad de
hacerlas compatibles y favorecer así la posibilidad de desarrollar un sistema integrado de gestión
en beneficio de sus usuarios.
En el sistema de gestión de la I+D+I, cuyos requisitos se especifican en el apartado cuarto
de la norma UNE 166002 EX, es posible, como se muestra en la figura 1, distinguir dos partes
claramente diferenciadas (Benavides y Quintana, 2003:137-139):
1ª El soporte documental. Consiste en la parte escrita, ajustada al contenido de una norma,
en la que se describe el sistema, la política que lo orienta, objetivos a conseguir,
procedimientos, instrucciones, etc. Esta parte se estructura en tres niveles: el primero,
define las políticas y objetivos de I+D+I, las responsabilidades de la dirección, la
delegación de autoridad, etc.; el segundo nivel establece el alcance del sistema, se
identifican sus procesos, la interacción entre ellos y las medidas aplicables para la
gestión de las actividades de I+D+I; y en el tercer nivel, se definen los procesos y
procedimientos necesarios para asegurar la eficaz planificación, operación y control de
las actividades de I+D+I, así como los registros que la norma exige.
2ª El soporte práctico. Conformado por tres componentes: física compuesta por la
infraestructura prevista en el punto 4.3.3 de la norma e integrada por edificios, espacios
de trabajo, servicios asociados, equipos para realizar las actividades de I+D+I y
servicios de apoyo; humana (punto 4.3.2) compuesta por el personal de la organización
que realiza y gestiona las actividades de I+D+I, debe reunir los niveles de cualificación,
formación, habilidades y experiencia profesional apropiada, ha de ser un personal
preparado para el trabajo en equipo, motivado e ilusionado por llegar a resultados; y
estructural, que prevé la posibilidad de la existencia de dos unidades (punto 4.2.5), la de
gestión de las actividades de I+D+I y la de I+D+I centrada en la ejecución de las citadas
actividades. Ambas con una clara definición de su grado de centralización o de
descentralización así como de sus estructuras generales y dependencias funcionales.
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1er NIVEL
2º NIVEL
3er NIVEL
DEFINICIÓN DE PROCESOSELABORACIÓN DE PROCEDIMIENTOS
Bases del trabajo individual
DEFINICIÓN DELAS MEDIDAS PARA
LA GESTIÓN DELA I+D+I
Bases para la cooperación
POLÍTICASY OBJETIVOSDE LA I+D+I
Bases de control
SOSOPOPO
RTRTEE
DODOCUM
CUM
ENT
ENTALAL
ESTESTRURUCTU
CTURA ORG
RA ORGANI
ANIZAZATIV
ATIV
A
COMCOMPON
PONENTEENTE FÍS FÍSIC
AICA
RECUR
RECURSOS SOS H
UMHUMANOS
ANOS
UN
E 16
6002
:200
2 EX
Los requisitos del sistema de gestión de las actividades de I+D+I, recogidos en el apartado
cuarto de la norma, tienen una clara dimensión estratégica. Así cabe destacar al respecto:
- Modelo y sistema de gestión de la I+D+I (punto 4.1). Reviste especial importancia la
recomendación que se hace a la empresa para que adopte, implante, desarrolle y
mantenga un modelo para su proceso de I+D+I y un sistema para su gestión que
garantice la mejora continua de su eficacia (punto 4.1.1).
- Responsabilidad de la dirección (punto 4.2). Dentro de este concepto sobresalen:
compromiso de la dirección (punto 4.2.1) con el desarrollo e implantación del sistema
de gestión de la I+D+I; utilización de la política de I+D+I (punto 4.2.3) como un
marco de referencia para establecer y revisar los objetivos de I+D+I; planificación
(punto 4.2.4) especialmente para el establecimiento de objetivos de I+D+I (punto
4.2.4.1) y del sistema de gestión de la I+D+I (punto 4.2.4.2); responsabilidad,
autoridad y comunicación (punto 4.2.5) referida a la creación y definición de funciones
correspondientes a la unidad de gestión de I+D+I (punto 4.2.5.1) y a la unidad de
I+D+I (punto 4.2.5.2) encargada de la ejecución de las actividades de investigación,
desarrollo tecnológico e innovación, de la generación de conocimiento y del desarrollo
de nueva tecnología o mejora de la actual; establecimiento y estructura de las unidades
de I+D+I y de gestión de I+D+I (puntos 4.2.5.3.1 y 4.2.5.3.2).
FIGURA 1 SISTEMA PARA LA GESTIÓN DE LAS ACTIVIDADES DE INVESTIGACIÓN, DESARROLLO E INNOVACIÓN (I+D+I)
Fuente: adaptada de Benavides y Quintana, 2003:139
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- Gestión de los recursos (punto 4.3). Esta cuestión se centra en: la provisión de recursos
(punto 4.3.1); la conducción de los recursos humanos (punto 4.3.2) orientada a lograr
su motivación, desarrollo de competencias y formación; la dotación de infraestructura
(punto 4.3.3) y la gestión de un adecuado ambiente de trabajo (punto 4.3.4).
- Actividades de I+D+I (punto 4.4). Después de definir su concepto este apartado analiza
su ejecución que requiere: el uso de herramientas (punto 4.4.1) como la vigilancia
tecnológica, la previsión tecnológica o prospectiva, la creatividad y el análisis
estratégico en su doble vertiente externa (punto 4.4.1.4.1) e interna (punto 4.4.1.4.2); la
identificación y análisis de problemas y oportunidades (punto 4.4.2); el análisis y
selección de ideas de I+D+I (punto 4.4.3) que deberá efectuarse teniendo en cuenta su
contribución al logro de los objetivos de I+D+I, su impacto sobre la posición
competitiva de la empresa en el mercado y su incidencia en la generación de beneficios;
la planificación, seguimiento y control de la cartera de proyectos (punto 4.4.4) que
llevará a la búsqueda de financiación y de acuerdos de cooperación; la transferencia de
tecnología (punto 4.4.5) bajo cuya rúbrica se incluyen aspectos de gran importancia
como: los mecanismos de protección de la tecnología, los contratos de adquisición y
venta de tecnología, la asistencia técnica, la formación de joint-ventures, la cooperación
y establecimiento de alianzas tecnológicas y la transferencia de tecnología; el producto
de I+D+I (punto 4.4.6) cuyo desarrollo exige la consideración de aspectos clave como
los relativos al diseño, rediseño y comercialización y por último, la protección y
explotación de los resultados de las actividades de I+D+I (punto 4.4.9) que requiere la
identificación de las alternativas para proteger los resultados, iniciar los procedimientos
de patentes relativos a los nuevos descubrimientos y establecer los niveles de
confidencialidad de los resultados y las medidas para asegurarla.
- Medición, análisis y mejora (punto 4.5). Es el último bloque de requisitos del sistema y
comprende todos los aspectos relativos a la planificación, programación e implantación
de los procesos tendentes al seguimiento, medición, análisis y mejora de la ejecución de
las actividades de I+D+I y del sistema para su gestión. Conforma un conjunto de
aspectos asimilables al control estratégico el cual se puede completar con otros
requisitos, como el de revisión por la dirección (punto 4.2.6) que exige la
comprobación del sistema de gestión, a intervalos planificados de tiempo, para
asegurarse de su conveniencia, adecuación y eficacia continuas y el de resultados del
proceso de I+D+I (punto 4.4.8) que requiere la recopilación de datos, elaboración de
diagramas, informes intermedios y finales sobre los resultados del proceso de tal
manera que se pueda evaluar el efectivo cumplimiento de los objetivos de I+D+I
XIII Congreso Nacional de ACEDE
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planteados y el conocimiento adquirido para el desarrollo de futuras actividades de
investigación, desarrollo tecnológico e innovación.
4. INCIDENCIA DE LAS ECONOMÍAS DE AGLOMERACIÓN EN LA GESTIÓN
ESTRATÉGICA DE LA TECNOLOGÍA
Las concentraciones geográficas generan un núcleo innovador que asegura la acumulación
de tecnología. Ello es posible siempre y cuando se propicie un buen ambiente que cree, en los
agentes localizados en los distritos, un ánimo favorable al desarrollo de los procesos
tecnológicos, y además posibilidades de vínculos entre ellos. Los clusters son un lugar de
encuentro de empresas auxiliares, de consultoría y asesoría, grupos de investigación
universitarios, otros organismos públicos de investigación, etc., entre los que se produce
fenómenos de fertilización cruzada que inciden positivamente en sus procesos de innovación
mediante el learning by interacting (Hudson, 1999; Benavides y Quintana, 2002:22).
Pero, de manera particular, nos podemos cuestionar ¿a qué estrategias tecnológicas y de
innovación favorecen las economías de aglomeración? Éstas pueden beneficiar al desarrollo de
las diversas estrategias tecnológicas pero, en particular, a la estrategia de adquisición de
tecnología y la estrategia de joint-venture.
La “adquisición de tecnología” se ve apoyada en actividades de vigilancia tecnológica para
prever, descubrir y adquirir las tecnologías más prometedoras. Precisamente, la ubicación en
distritos tecnológicos facilita la realización de tales actividades, al aunar una serie de agentes de
sectores relacionados que desarrollan tanto investigación básica como aplicada. Por su parte, en
estos entornos, la estrategia de cooperación es una de las más claramente beneficiada, ya que en
ellos se suele crear una dinámica relacional que potencia los procesos innovadores.
En general, la concentración geográfica afecta al proceso de selección de estrategias
tecnológicas, ya que directa o indirectamente influye en la capacidad de las empresas a la hora de
ejecutar los siguientes pasos (Porter, 1990:214-216; Benavides, 1998:321):
- Identificar todas las tecnologías y subtecnologías distintas que se dan en la cadena de
valor.
- Reconocer las tecnologías potencialmente relevantes en otros sectores industriales, así
como aquéllas que están en fase de desarrollo científico.
- Determinar el sentido en el que evolucionan las tecnologías clave.
- Precisar qué tecnologías y qué cambios tecnológicos potenciales son los que más pueden
afectar a la ventaja competitiva y a la estrategia del sector industrial.
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- Asentar las capacidades relativas de la empresa en relación con las tecnologías más
importantes y el coste de hacer mejoras.
- Seleccionar una estrategia tecnológica, abarcando todas las tecnologías importantes, que
potencie la ventaja competitiva general de la empresa.
- Reforzar las estrategias tecnológicas de las diferentes unidades de negocio en el ámbito
de corporación.
Además, las relaciones formales e informales con universidades, centros tecnológicos,
usuarios finales de los productos, pueden sugerir a las empresas nuevas ideas para mejorar sus
productos o procesos e incluso lanzar otros nuevos. Las universidades y otros organismos
públicos de investigación (OPIs) desempeñan el papel de mantener una base de conocimiento
científico disponible y suministrar información acerca de descubrimientos realizados en sus
laboratorios con valor económico potencial (Antonelli, 2000). Las grandes empresas usuarias
finales suelen tener participaciones minoritarias en las PYME tecnológicas que apoyen sus
actividades de investigación y, además, sugieren ideas que permiten mejorar los productos
(learning by using).
Por tanto, también es posible afirmar que el medioambiente generado en un distrito incide
positivamente en las estrategias de innovación de producto y de proceso. Estas ventajas podrían
ser aprovechadas para mejorar la posición competitiva de las empresas mediante otras estrategias
de innovación de carácter externo, especialmente, estrategias ofensivas y las estrategias
adaptativas. Si la ubicación en un cluster permite a una empresa seguir los avances del sector e
identificar tecnologías potenciales, ésta puede reconocer nichos de mercado y ser la primera en
lanzar productos con elevado grado de novedad; de este modo, se podría alcanzar una posición
de liderazgo tecnológico y competitivo (estrategia ofensiva). Ello se ve apoyado por las redes de
cooperación que mejoran la realización no sólo de las actividades de I+D, sino también de
producción y marketing. En el caso de existir posibilidades de cooperar o mantener relaciones
próximas con compañías clientes o usuarias finales de los productos, aumenta la habilidad de las
empresas para adaptar los productos a las necesidades de los clientes (estrategia adaptativa), lo
que a su vez redunda en innovaciones de producto y procesos, incrementales e incluso radicales.
Además, cabe preguntarse ¿en qué distintas fases y actividades del proceso de Dirección
Estratégica de la Tecnología y de qué manera incide la ubicación en un distrito tecnológico?
Las diversas fases y actividades que conforman el proceso de dirección estratégica de la
tecnología pueden verse favorecidas por la acumulación de conocimiento tecnológico que
acontece en las concentraciones geográficas.
XIII Congreso Nacional de ACEDE
20
Con respecto al Análisis Estratégico, aquéllas facilitan la realización del “análisis externo”,
especialmente las actividades relacionadas con la vigilancia tecnológica, debido a un mejor
acceso a los últimos avances científicos y tecnológicos en comparación con una localización
aislada. Ello es debido en gran medida a las alianzas que se gestan, las cuales representan redes
de información y de intercambio de conocimientos, que permitirán llevar a cabo acciones más
efectivas de previsión tecnológica y prospectiva. En efecto, las empresas mostrarán una mayor
capacidad para evaluar las nuevas tecnologías, estudiar el ciclo de vida de éstas, valorar el estado
de los Sistemas de Innovación, etc. La información que se obtiene mediante las actividades de
benchmarking facilita las tareas de “diagnóstico y evaluación de la situación tecnológica”,
donde, entre otras cuestiones, se trata de medir el atractivo tecnológico y la posición tecnológica
que posee la empresa.
Todo lo anteriormente comentado, repercutirá positivamente en el Diseño de Alternativas
Estratégicas. El proceso de “elección de tecnologías” a desarrollar será más eficaz ya que se
parte de una información más rica. De entre las actividades de que consta la fase de “diseño de la
cartera tecnológica”, la inversión en tecnología propia y ajena con el objetivo de enriquecimiento
tecnológico, se encontrará apoyada desde el punto de vista financiero; en los distritos existe un
acceso más fácil a capitalistas riesgo que financian el lanzamiento de proyectos de investigación
y desarrollo de elevado nivel de incertidumbre, pero que de tener éxito, proporcionan altas tasas
de beneficio. Aún no dándose esta circunstancia, para el caso de las PYME de alta tecnología, la
cooperación próxima con universidades y otras empresas usuarias finales de sus productos,
muestra señales positivas a los mercados de capitales acerca de la calidad de la investigación y la
viabilidad de los proyectos de I+D+I (Lerner, 1999). Por otro lado, dado que los clusters
promueven la transferencia de conocimiento y tecnología, es posible tomar decisiones más
acertadas sobre las inversiones a realizar en tecnología ajena, siendo una de las vías de acceso los
acuerdos de colaboración que proporcionan un clima y entorno de mayor confianza. Las alianzas
caracterizadas por relaciones próximas posibilitan además el intercambio de conocimiento tácito,
know-how, el cual reduce los costes de adaptación de la tecnología importada (Benavides y
Quintana, 2003:110). Asimismo, a través de los contactos con OPIs u otros agentes, existe la
posibilidad de acceder a asesoramiento en temas relacionados con los medios de protección del
conocimiento más adecuados según el sector de actividad.
Finalmente, las fases de Formulación, Implantación y Control Estratégico también se
encontrarán afectadas. La asignación de recursos, el diseño de la estructura organizativa y la
gestión de actividades y proyectos de I+D+I se ven beneficiadas por el asesoramiento
empresarial que se puede recibir en los primeros años de vida en las “incubadoras” y,
posteriormente, por otros centros y agentes dedicados a la consultoría y asesoramiento.
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CUADRO 2 IMPACTO DE LOS CLUSTERS SOBRE LA GESTIÓN ESTRATÉGICA DE LA TECNOLOGÍA
ETAPAS Y ACTIVIDADES DEL PROCESO DE DIRECCIÓN ESTRATÉGICA DE LA TECNOLOGÍA (DET)
ACTIVIDADES DEL SISTEMA DE GESTIÓN DE LA I+D+I (UNE 166002 EX)
IMPACTO EN LA DET
1. Análisis estratégico 1.1. Análisis externo 1.2. Análisis interno 1.3. Diagnóstico y evaluación de la situación
tecnológica 1.3.1. Inventario tecnológico 1.3.2. Evaluación de las tecnologías
4.4.1.4. Análisis externo e interno 4.4.1.4.1. Análisis externo 4.4.1.1. Vigilancia tecnológica 4.4.1.2. Previsión tecnológica 4.4.1.4.2. Análisis interno 4.4.2. Identificación y análisis de problemas y oportunidades 4.4.1.4.2. Catalogar habilidades y conocimientos 4.4.2. Analizar los resultados científicos y tecno-
lógicos 4.4.1.4.2. Analizar factores de éxito y fracaso de los proyectos internos
Alto Medio Medio
2. Diseño de alternativas estratégicas 2.1. Elección de la tecnología a desarrollar 2.2. Diseño de la cartera tecnológica
2.2.1. Inversión en tecnología propia 2.2.2. Inversión en tecnología propia y ajena 2.2.3. Medios de protección de la tecnología
2.2.4. Inversión en tecnología ajena
4.4.3. Análisis y selección de ideas de I+D+I (recur-
sos necesarios) 4.4.4. Planificación, seguimiento y control de la
cartera de proyectos 4.4.4. Buscar colaboración interna y externa 4.4.5. Contratos de adquisición de tecnología 4.4.4. Buscar colaboración interna y externa 4.4.9. Protección y explotación de los resultados de las actividades de I+D+I 4.4.5. Contratos de adquisición de tecnología
Alto Medio Alto Bajo Alto
3. Formulación de la estrategia tecnológica 3.1. Elección del momento para introducir la
nueva tecnología 3.2. Elección de la vía de acceso a la nueva
tecnología
4.4.2. Analizar la coherencia entre la estrategia em- presarial de la organización y los proyectos de I+D+I 4.4.2. Identificar las prosibles colaboraciones exter- nas en materia de investigación y adquisición de conocimientos 4.4.4. Buscar colaboración interna y externa
Medio Alto
4. Implantación de la estrategia tecnológica 4.1. Asignación de recursos a las actividades
tecnológicas 4.2. Estructura organizativa 4.3. Gestión de proyectos de I+D+I
4.3. Gestión de los recursos: humanos, formación,
motivación, infraestructura y ambiente de trabajo
4.2.5. Responsabilidad, autoridad y comunicación 4.4.4. Planificación, seguimiento y control de la
cartera de proyectos
Alto Bajo Medio
5. Control estratégico 4.2.6. Revisión por la dirección. 4.4.8. Resultados del proceso de I+D+I. 4.5. Medición, análisis y mejora
Medio
Fuente: elaboración propia 5. CONCLUSIONES
La incertidumbre y la rápida renovación de conocimientos característicos de los sectores de
alta tecnología, demandan un abanico particular de recursos para el completo desarrollo de las
actividades y proyectos de I+D+I, que las PYME pueden no poseer en su totalidad. Por ello,
necesitan de una dinámica relacional con otros agentes (universidades, OPIs, capitalistas riesgo,
empresas usuarias) que complemente su actividad, así como un marco institucional, un Sistema
de Innovación que favorezca el stock y flujo de conocimiento tecnológico.
XIII Congreso Nacional de ACEDE
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En este sentido, en el presente trabajo hemos destacado el papel de los distritos o clusters
tecnológicos como micromecanismos que facilitan la integración de los recursos proporcionados
por las redes de cooperación y los Sistemas de Ciencia, Tecnología e Industria. En efecto,
permitirán una mejor articulación de la mayoría de las dimensiones que conforman los Sistemas
de Innovación (interacción sistema público/industria, sistema de financiación y movilidad de
personal), lo cual, se completaría con políticas gubernamentales tendentes a potenciar la
comercialización de la investigación científica, dinamizar los mercados de capitales, reforzar la
protección de la propiedad intelectual, etc.
Los distritos permiten la creación de una masa crítica, la cual consiste en una acumulación
de elementos manipuladores de la tecnología: centros de investigación, empresas innovadoras
que trasladan el conocimiento científico al mercado mediante productos innovadores, compañías
prestadoras de servicios tecnológicos de apoyo, etc. En definitiva, se enlazan agentes
relacionados con todas las fases del proceso innovador, desde la investigación hasta las
actividades de invención, diseño, producción y comercialización. Con esta masa crítica se
consigue potenciar los procesos de fertilización cruzada, de intercambio continuo de
información y conocimiento, que acelerarán la tasa de lanzamiento de nuevos proyectos
tecnológicos.
En particular, analizamos el impacto de las economías de aglomeración en la gestión
estratégica de la tecnología y de las actividades y proyectos de I+D+I. Ponemos de manifiesto
como la localización de las empresas en clusters activos, especialmente PYME, incide
positivamente en las fases de análisis estratégico, diseño de alternativas de estrategias
tecnológicas y su formulación, implantación y control, debido a que las redes de relaciones
formales e informales promueven y mejoran la vigilancia, previsión y prospectiva tecnológica, la
transferencia de conocimiento y tecnología, el acceso a financiación externa, etc. Con relación a
estas actividades, también se ha destacado en el presente trabajo la importancia de la reciente
aparición de la serie de normas UNE 166000:2002 EX dedicadas a la gestión de la I+D+I. Ésta
concibe tal proceso de gestión desde una perspectiva estratégica, y las ventajas que se derivan de
su aplicación son similares a las inherentes al modelo aquí propuesto de Dirección Estratégica de
la Tecnología (DET). Dichas ventajas se pueden resumir en fomentar, potenciar y sistematizar
las actividades de I+D+I para que éstas se erijan como un factor diferencial de competitividad,
donde la dinámica de cooperación interorganizativa adquiere una especial relevancia.
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