CONOCE EL AMOR DE DIOSAcude a Cristo para salvarte.
“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual reci-bisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:18-19).
Sigue a Cristo día tras día.Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lucas 9:23).
Obedece a Cristo.“Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo
que yo os mando” (Juan 15:14).“En esto es glorificado mi Padre, en
que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos” (Juan 15:8).
“Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10).
Practica la santidad, Cristo viene.“Vosotros, pues, también, estad prepa-
rados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá” (Lucas 12:40).
“El fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración” (1 Pedro 4:7).
“Todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan 3:3). PA
RA T
I ha
sido
idea
do a
fin
de t
raer
te u
na p
alab
ra o
port
una
para
div
ersa
s ex
peri
enci
as
y ne
cesi
dade
s. R
edac
tor:
Kei
th C
ride
r. Pu
blic
ado
por
Chr
isti
an L
ight
Pub
licat
ions
. D
irec
ción
: P. O
. Box
121
2, H
arri
sonb
urg,
VA
228
03-1
212.
EE.
UU
. E-
mai
l: pa
rati
@cl
p.or
g
El a
mor
es
una
deci
sión
, no
sólo
una
em
oció
n.
Para
ayu
da e
spir
itua
l com
uníc
ate
con:
¿Está en peligro tu matrimonio?
¿En qué estado se encuentra tu matri-monio? ¿Estás cavilando este tipo de pensamientos? ¿Cómo pudiéramos haber sido tan ingenuos? ¿Qué pasó con la persona maravillosa con quien me casé? ¿Quién se hubiera imaginado que llega-ríamos a este punto? Casi alcanzamos el punto de que no hay solución. Es hora de renunciar.
No te atrevas a creerlo: son ideas equi-vocadas. Si tu matrimonio es legítimo, es decir, si ni tú ni tu pareja tienen un cónyuge
Núm. 169
Para Ti
anterior aún en vida, realmente hay espe-ranza para tu matrimonio.
Por supuesto que no ocurrirá automá-ticamente. Requerirá un gran esfuerzo de tu parte. Tú tendrás que cambiar tu forma de pensar y dejar de creer las mentiras que has estado repitiéndote. Aquí te mos-tramos algunas:
“Es su culpa”. No—es tu culpa también. Ningún problema es completamente unilateral, y tu matrimonio no es la excep-ción. Debes aceptarlo: “Yo debería haber hecho algunas cosas de otra manera. Soy parte del problema.”
Esto no significa que la culpa es toda tuya. Claro que no. Pero tú eres responsa-ble por lo que tú has hecho. Sólo tú puedes rectificar lo que hiciste. Sólo tú puedes ir a tu pareja y decirle: “Perdóname. Me equivoqué. ¿Me puedes perdonar y darme otra oportunidad?”
Si ahora estás pensando, “Realmente no soy capaz de hacerlo”, tienes razón. Para hacerlo necesitas ayuda, la ayuda de Dios. Y si realmente estás comprometido a salvar tu matrimonio, debes buscar la ayuda de Dios.
Y Dios te ayudará. Él te dice: “Me buscaréis y me hallaréis, porque me bus-caréis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:13).
“Ya no lo/la amo más.” Quizás no, pero esto no es el fin del cuento. Tú aprendiste a
amar a esta persona una vez en el pasado; puedes hacerlo otra vez. (Ah, pues, fue algo divertido la primera vez). El amor es una decisión, no sólo una emoción.
Tú puedes decidir amar a tu pareja, no importa lo odioso/a que pueda actuar para contigo. Tú puedes decir: “Te amo y te lo voy comprobar con mis acciones.” Y después hazlo. Te sorprenderás de lo pronto que seguirán los sentimientos.
Como dijimos, no podrás hacerlo por tu propia cuenta. Requiere la clase de amor que sólo viene de Dios, y él te ayudará a cumplir con tu compromiso de amor. Él te dice: “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré” (Jeremías 29:12).
Si tan sólo él/ella cambiara su forma de ser. Tú sabes que eso no funciona. Tú has intentado cambiar a tu pareja por meses, y las cosas sólo han empeorado.
Es hora de probar otro método. Tú no puedes cambiar a tu pareja, pero, a pesar de la conducta de tu pareja, sí puedes proponerte a hacer tu parte. Tú puedes decidir ser el mejor esposo o la mejor esposa que puedes ser. Cambia lo que tú realmente eres capaz de cambiar: a ti mismo.
Pues, ya puedo escucharte decir: “¿Y mi pareja? El/Ella también tiene que cambiar.” Eso es cierto. Pero, ¿qué posibi-lidades hay que tu pareja cambie si tú no lo haces? Por otro lado, ¿y si él/ella llega a notar lo dedicado que estás en restau-rar el amor?
La Biblia dice: “El amor nunca deja de ser” (1 Corintios 13:8). No hay nada más fuerte que el verdadero amor. Ninguna
otra cosa será más efectiva en restaurar tu matrimonio que tu intencionado com-promiso a amar a tu pareja.
Dios diseñó el matrimonio. Él tiene un interés particular en los matrimonios. Tiene un interés particular por tu matri-monio. Él quiere que sea exitoso y le traiga honra. Y si tú sigues su plan para el amor y el matrimonio, estarás haciendo tu parte.
La mejor forma de honrar a Dios es comprometerte a él en una relación de amor. ¿Por qué? “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19). Fuera de Cristo, todos somos peca-dores, y estamos condenados al infierno por nuestro pecado. Pero Dios nos ama. “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Él envió a su único Hijo para morir como un sacri-ficio por nuestros pecados, para que podamos conocerle y amarle.
Dios nos mostró claramente en Jesús lo que realmente es amar. Si tu matrimonio va en rumbo al precipicio, prueba el ver-dadero amor. Dedícate a conocer a Dios y prueba su clase de amor.
Aprende a amar a Aquél que te amó primero, y Él transformará no sólo tu matrimonio, ¡sino también tu vida entera!
S575 03-2020
Realmente hay esperanza para tu matrimonio.
Dios quiere transformar tu matrimonio, y a ti también.