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CORRIENTES
EPISTEMOLÓGICAS DEL
CONCEPTO SUSTENTABILIDAD Y
SU APLICACIÓN EN LAS
CIENCIAS AGROPECUARIAS.
PEDRO CISNEROS SAGUILÁN
Eje Temático: Aportación teórica que
discute conceptos clave de la EAS.
Noviembre 2016
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CORRIENTES EPISTEMOLÓGICAS DEL CONCEPTO SUSTENTABILIDAD Y SU
APLICACIÓN EN LAS CIENCIAS AGROPECUARIAS
PEDRO CISNEROS SAGUILÁN1
1 Departamento de Ciencias Agropecuarias, Instituto Tecnológico de Pinotepa,
Carretera Pinotepa-Acapulco, Km. 26, San José Estancia Grande, Oaxaca
RESUMEN
La educación ambiental para la sustentabilidad sugiere una adecuada gestión del
conocimiento a través de la comprensión de los conceptos, enfoques y metodologías
que se utilizan en el proceso de enseñanza aprendizaje. En este sentido, en la
presente revisión se identificó el origen, evolución y articulación de las corrientes
epistemológicas del concepto sustentabilidad y su aplicación en las ciencias
agropecuarias. El concepto se ha abordado empíricamente en cuatro corrientes: neo-
economicista, ecológico-ambientalista, socio-antropológica y técnico-biológica,
influenciadas por dos grandes tradiciones científicas, la Aristotélica y la Galileana. Se
concluye que aunque las disciplinas académicas agropecuarias intentan adoptar
enfoques sistémicos en sus estudios de sustentabilidad, se dejan llevar por su visión
reduccionista e influencia epistemológica. Al clasificar los estudios en cada corriente
epistemológica, se fomenta el respeto a los diversos enfoques y metodologías
utilizadas, dado que logran el fin común de la sustentabilidad. Esto contribuye a mejorar
la educación ambiental para la sustentabilidad en el contexto de las ciencias
agronómicas.
Palabras clave: sustentabilidad agrícola, corrientes epistemológicas, ciencias
agropecuarias.
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Área temática: Ponencia – Aportación teórica que discute conceptos clave de la
EAS.
1. INTRODUCCIÓN
La educación ambiental para la sustentabilidad (EAS) es una estrategia que busca
formar modos de vida que propicien una relación armoniosa entre sociedad y
naturaleza. Esto sugiere adecuada gestión del conocimiento para mejorar la percepción
ambiental de las personas. En este sentido los conceptos juegan un rol importante en
la comunicación al aclarar el significado de las palabras mediante un sistema de
consenso que se alimenta de un nivel gradual de conocimiento (Barraza, 2003).
Diversos estudios revelan que la percepción ambiental de un individuo se relaciona a
su ideología, formada por la cantidad y calidad de la información que recibe
(Fernández, 2008; Sudarmadi et al., 2001). Aunado a esto, se ha observado que en el
proceso de generación y aplicación del conocimiento en torno a los sistemas de
producción agrícolas “sustentables”, se emplea una variedad de enfoques y
metodologías atribuidos a una diversidad de corrientes de pensamiento. Un punto de
partida para mejorar la educación ambiental para la sustentabilidad en el ámbito
agropecuario, es aclarar los conceptos y comprender los enfoques utilizados en la
investigación agropecuaria, dadas las múltiples disciplinas que interactúan.
Las nociones de sustentabilidad se han considerado desde tiempos antiguos por
filósofos y científicos interesados en un mundo utópico (Pretty, 2008). Sin embargo, fue
hasta los años 80’s cuando surgió la preocupación política para contrarrestar el
acelerado crecimiento demográfico, el deterioro de los recursos naturales y las fallas de
los modelos económicos prevalentes (Koroneos y Rokos, 2012). En este contexto, las
ciencias agropecuarias han empleado el concepto sustentabilidad para evaluar la
viabilidad económica, conservación ambiental y los beneficios sociales en los
agroecosistemas (Toro-Mújica et al., 2010). En este documento se identifican diversas
corrientes epistemológicas del concepto sustentabilidad, a través del análisis de su
origen y evolución, así como su aplicación en las ciencias agropecuarias.
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2. ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LOS CONCEPTOS SUSTENTABILIDAD Y
DESARROLLO SUSTENTABLE
La literatura remonta a varios lustros la noción de sustentabilidad por parte de la
sociedad (Figura 1). Antiguos escritores de China, Grecia y Roma configuraron ideas
relacionadas al concepto (vivir en armonía con la naturaleza y el prójimo) (Pretty,
2008). En 1713, Hans Carlowitz desarrolló una teoría sobre la utilización óptima de los
bosques (fuente de energía en la protoindustria de hierro y plata), planteando que el
volumen de producción de la industria no podía ser mayor a la velocidad de
reproducción de los bosques (Marquardt, 2006). Otra visión surgió en 1798 cuando
Thomas Malthus declaró en su ensayo sobre el principio de la población, que ésta
tiende a incrementarse y los recursos a agotarse, sobreviviendo los que se adaptan a
esa situación (Stokstad, 2005). En épocas más recientes las ideas de sustentabilidad
empiezan a aplicarse empíricamente, por ejemplo Hardin (1968) analizó el agotamiento
de los recursos en áreas ganaderas comunales de los EEUU y los desastres
ecológicos causados por el sobrepastoreo.
En ese contexto histórico surgió la visión del concepto sustentabilidad, iniciando en la
Conferencia sobre el Medio Ambiente Humano en 1972. Sin embargo, la introducción
del término Desarrollo Sustentable se hizo en 1974 en la declaración de Cocoyoc,
México y se consideró en 1980 en la publicación de la Estrategia Mundial de la
Conservación (Rabadán y Luffiego, 2000). En 1983, la ONU estableció la Comisión
Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, y en 1987 se publicó el documento
“Nuestro futuro común”, que definió el multicitado concepto como “aquel que satisface
las necesidades del presente, sin comprometer la capacidad para que las futuras
generaciones satisfagan sus propias necesidades” (WCED, 1987).
En 1989, la ONU planeó la Conferencia sobre el Medio Ambiente y Desarrollo de Río
de Janeiro, celebrada en 1992, durante la cual se concretó la idea de la sostenibilidad
generando el programa global Agenda 21, que expresa el comportamiento que debería
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seguir la humanidad para permitir que en el futuro las nuevas generaciones puedan
tener vida digna (Koroneos y Rokos, 2012). Posteriormente se realizaron la Cumbre de
Johannesburgo en 2002 y diversas reuniones sobre el cambio climático global. Aunado
a esto, desde 1995, anualmente se han realizado estas reuniones internacionales en
varios países, hasta llegar a la Cumbre de la Tierra Río +20 en el año 2012. Desde la
Comisión Brundtland en 1987 y la Cumbre de Río en 1992, los problemas sociales y
ambientales han destacado en los gobiernos, medios, industria y universidades. A partir
de esto, el paradigma de sustentabilidad se ha considerado en el contexto
agropecuario y se ha estudiado con una variedad de enfoques y metodologías,
atribuidos a una diversidad de corrientes de pensamiento (Toro-Mújica et al., 2010).
3. CORRIENTES EPISTEMOLÓGICAS DE LA SUSTENTABILIDAD AGRÍCOLA
En el debate ambientalista se han identificado tres corrientes de pensamiento a través
del tiempo: 1) La neo-economicista, 2) La ecologista y 3) La sociologista. En su
descripción, estas propuestas coinciden con las tres corrientes del debate del
desarrollo sustentable de Pierri (2005): 1) La de ambientalismo moderado, 2) La
ecologista conservacionista y 3) La humanista crítica. Sin embargo, Brunett et al.
(2006) propusieron además la corriente técnico-biológica para la sustentabilidad
agrícola (Figura 2). De acuerdo a este análisis, se identificaron cuatro corrientes
epistemológicas, no exclusivas, pero sí relevantes en el contexto de la sustentabilidad
agrícola:
1. La corriente neo-economicista argumenta subvaloración del ambiente al
utilizarse libre de cargo y de manera irracional hasta deteriorarlo, proponiendo
asignarle un valor económico, internalizando los costos ambientales en los
procesos productivos, lo que contribuiría a que los recursos naturales se
protejan más (Brunett et al., 2006; Mebratu, 1998). Aquí se construye la
perspectiva economía ambiental, reconocida como sustentabilidad débil (Pierri,
2005), que postula que la reserva de capital natural que se entrega de una
generación a otra para su bienestar humano, puede sustituirse o
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complementarse con capital manufacturado. Por ejemplo, traspasar un ambiente
degradado si también se entrega más infraestructura o tecnología.
2. La corriente ecológico-ambientalista se origina en ideas ecocentristas que
promueven una “estética de la conservación” y una “ética de la Tierra”, basada
en la ecología profunda de los años 60´s al proponer crecimiento económico y
poblacional cero, argumentando que la fuente de la crisis ambiental es el
dominio del hombre sobre la naturaleza. Sugiere reemplazar las jerarquías
antropocéntricas con el igualitarismo biocéntrico, señalando que “la humanidad
no es más ni menos importante que las demás cosas sobre la tierra”, excepto
para satisfacer sus necesidades básicas (Mebratu, 1998; Pierri, 2005). Esta
corriente se justifica teóricamente por la economía ecológica y se reconoce
como sustentabilidad fuerte y sostiene que en términos de bienestar humano, el
capital natural no puede sustituirse totalmente, o al menos en sus formas
“críticas” por otras formas de capital.
3. La corriente socio-antropológica surge en los años 70´s con ideas y movimientos
anarquistas y socialistas, protegiendo a los países y sectores pobres. Asume
que la construcción efectiva del desarrollo sustentable requiere un cambio social
radical que atienda las necesidades y calidad de vida de las mayorías con uso
responsable de los recursos naturales. Se basa en ideas y teorías de la ecología
social y en menor medida de la economía ecológica, compartiendo la visión del
respeto al medio ambiente, pero no la tesis de los límites físicos absolutos. En
esta corriente se reconoce la necesidad de mantener la cultura y el conocimiento
tradicional en los procesos productivos y de conservación ambiental (Brunett et
al., 2006; Pierri, 2005).
4. La corriente técnico-biológica establece la importancia de la biodiversidad e
interacciones en los ecosistemas, promoviendo un enfoque interdisciplinario de
investigación. Su concepción parte de la posibilidad de maximizar la eficiencia
de los agroecosistemas y obtener mayor beneficio con el uso de tecnologías
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ecológicas (Brunett et al., 2006). En esta propuesta se encuentra el enfoque
conocido como agroecología, que busca el desarrollo de tecnologías eficientes y
de bajo impacto ambiental negativo y considera las bases ecológicas de los
agroecosistemas.
Es importante resaltar que aunque muchas disciplinas enmarcadas en cada corriente
epistemológica han tratado de adoptar un enfoque holístico en sus estudios de
sustentabilidad, la mayoría se deja llevar por su visión reduccionista y la influencia de
tradiciones científicas históricas (Fergus y Rowney, 2005). Al respecto, Mardones y
Ursua (1994) mencionan dos: 1) La escuela Aristotélica, que sostiene que la
explicación científica sólo se consigue cuando se logra dar razones de los fenómenos
mediante el proceso inductivo, y 2) La escuela Galileana, ciencia moderna con
explicación causal de los fenómenos, donde la concepción del mundo es funcional y
mecanicista, con intereses pragmáticos y mecánico-causalistas.
4. APLICACIÓN DEL CONCEPTO SUSTENTABILIDAD EN LAS CIENCIAS
AGROPECUARIAS
Los estudios del sector agropecuario se han desarrollado bajo diferentes corrientes
epistemológicas, desde una visión reduccionista hasta un enfoque interdisciplinario.
En la corriente neo-economicista se han desarrollado estudios que consideran
regularmente aspectos económicos, empleando el método de sustentabilidad débil;
Estos sugieren que aplicando mejor tecnología en los agroecosistemas se obtiene
mayor rendimiento y se deteriora menos el capital natural. Se ha comparado la
sustentabilidad económica de agroecosistemas con diferente nivel tecnológico
(tradicional vs mejorado), encontrando que con mejor tecnología empleada, la
producción es económicamente sustentable (Espinosa et al., 2004). En el contexto de
asignar valor económico al medio ambiente para conservarlo, algunos estudios
sustentan que brindar un incentivo económico a los productores que generan y
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conservan servicios ambientales, los motivará para incorporar tecnologías sustentables
en sus agroecosistemas (Pagiola et al., 2007).
Los estudios de la corriente ecológico-ambientalista evalúan el impacto negativo de la
actividad agropecuaria sobre el medio ambiente. Se ha evidenciado la contaminación
de cuerpos de agua adyacentes a los ranchos, asociada a inadecuadas prácticas de
manejo de cultivos y pastoreo (Hubbard et al., 2004). Se ha evaluado el sistema de
pastoreo rotacional y los tiempos óptimos de pastoreo que mejoren la nutrición del
ganado y la distribución de excretas y orina en los potreros, para reducir problemas de
productividad y contaminación ambiental (White et al., 2001). También se ha
determinado la eficiencia energética en los agroecosistemas, encontrando alta
dependencia de insumos e ineficiencia en su proceso de producción y transformación
(Meul et al., 2007).
En la corriente socio-antropológica los estudios reconocen el conocimiento tradicional
de los productores respecto al manejo de los recursos naturales, argumentando que su
racionalidad ambiental está basada en un sistema de valores, ideologías y estilos de
vida desarrollados históricamente. En Colombia, Botero y De la Ossa (2010) reportaron
características del conocimiento tradicional empleado en el manejo exitoso de un
sistema agrosilvopastoril, encontrando que durante 20 años se habían manejado
estrategias de sucesión vegetal, pastoreo rotacional, desmonte racional y control
selectivo de malezas, propiciando una comunidad vegetal de tres estratos arbóreos
para obtener servicios ambientales e incrementar la disponibilidad de forraje. En
México se demostró la importancia del conocimiento tradicional de un grupo de
productores para adoptar tecnologías que tienden a la sostenibilidad como el pastoreo
rotacional y el uso diversificado de árboles en sus ranchos (Alfaro-Arguello et al., 2010).
En la corriente técnico-biológica las investigaciones se han enfocado en argumentar
que los agroecosistemas a los que se incorporan una serie de prácticas sustentables,
son mejores que aquellos con manejo convencional y que mejoran en el tiempo debido
a la eficiencia de tecnologías con insumos locales y la naturaleza de las interacciones
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ecológicas al implementarlas. En México, se demostró que los agroecosistemas
modificados con producción de maíz y leche, fueron más sustentables que los
convencionales (Brunett et al., 2005). En Cuba, la introducción de tecnologías
sostenibles a una finca modelo mediante un proceso de diversificación pecuaria,
agrícola y forestal, generó cambios cuantitativos y cualitativos positivos en la
productividad (García et al., 2008). Otros estudios abordan la caracterización y
evaluación de sistemas agroforestales, generando conocimiento sobre la utilidad de
especies arbóreas en interacción con cultivos agrícolas (Villanueva et al., 2010).
5. CONCLUSIONES
Esta revisión permite mayor comprensión de la aplicación del concepto sustentabilidad,
tras conocer su origen y evolución desde donde surgen diversas corrientes de
pensamiento influenciadas por el reduccionismo y las tradiciones científicas de las
disciplinas agropecuarias. Al clasificar los estudios en cada corriente epistemológica
(neo-economicista, ecológico-ambientalista, socio-antropológica y técnico-biológica), se
fomenta el respeto a los diversos enfoques y metodologías utilizadas, dado que logran
el fin común de la sustentabilidad. Esto contribuye a mejorar la educación ambiental
para la sustentabilidad en el contexto de las ciencias agronómicas.
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Figura. 1. Origen y evolución de la noción de sustentabilidad y el concepto de desarrollo sustentable.
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Figura 2. Articulación de las principales corrientes de pensamiento en el paradigma de
la sustentabilidad, influenciadas por tradiciones científicas históricas.