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    CRISIS Y ESTADO PROPIO

    Hiptesis sobre la intervencin estatal en la economa de Nafarroa Osoa

    Arratsalde on denoi! Mis ganas de aportar ideas me han llevado de nuevo,pecando de cierta inconsciencia, a aceptar la invitacin de la sociedad Iturralde

    para hablar en este foro de asuntos relacionados con la economa y la nacin

    en la que vivimos. Debo precisar antes de nada que, lejos de ser un experto en

    estos temas, tan slo me considero un aficionado. Por lo tanto, me limitar a

    desgranar algunas ideas bsicas en torno a la crisis econmica y la manera en

    la que un Estado propio podra afrontarla. Es un escenario a futuro, pero parece

    evidente que si queremos que algn da se haga realidad, debemos empezar apensar en el camino a recorrer hacia esa realidad estatal. Vamos con ello.

    La crisis econmica que estamos padeciendo estos ltimos meses en los pases

    occidentales y que probablemente continuar durante todo este ao y el

    prximo 2010, ha llegado a ser calificada de sistmica por algunos expertos en

    catstrofes econmicas, aunque ms bien parece que se trata de una crisis

    cclica, a las que el capitalismo nos tiene acostumbrados cada cierto tiempo. Esverdad que en esta ocasin el periodo de crecimiento previo ha sido ms largo

    que el habitual, rondando los catorce aos, pero en todo caso resulta

    homologable dentro de esa lectura. Ahora bien, en esta ocasin, las causas que

    la han generado han sido diferentes de las que originaron algunas crisis

    precedentes de similar alcance, como la de los primeros aos setenta,

    motivada originariamente por el alza repentina de los precios del petrleo

    derivada de los conflictos blicos ocurridos en Oriente Medio.

    En esta ocasin, la principal causa se puede cifrar en la avaricia desmedida

    protagonizada por las elites capitalistas estadounidenses y europeas que, en su

    afn de multiplicar sus fortunas, han sobrepasado todas las barreras existentes

    y han convertido en activos financieros, extendidos por todos los mercados,

    productos bajo sospecha como es el caso ms conocido de las llamadas

    hipotecas basura. Pero ese afn desmedido de ganancias ha podido

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    desarrollarse gracias a la falta de control de los mercados y de las empresas

    financieras que se ha producido, especialmente en los ochos aos de

    presidencia de George W. Bush. Los apstoles del neoliberalismo ms extremo

    han conseguido situarse en los puestos clave de las instituciones econmicas

    encargadas, en teora, de vigilar las prcticas de riesgo y los fraudes y estafas.Pero su propia ideologa, unida a las amistades peligrosas que disfrutaban con

    esas elites de Wall Street, especialmente con los gestores de los llamados

    bancos de inversin, les han conducido a hacer la vista gorda y a permitir la

    comisin de toda clase de fechoras. Al final, el Estado, o lo que queda de l, ha

    tenido que intervenir, pero no para ayudar a las vctimas de esas polticas

    neocon, sino ms bien para salvar de una bancarrota generalizada a las

    instituciones bancarias y de crdito del capitalismo, o sea, a la columnavertebral del sistema econmico dominante.

    Con ello han cado en la mayor de las contradicciones. Quienes han seguido

    durante estos aos al pie de la letra la doctrina neoliberal de los padres

    fundadores, el austriaco Friedricht A. von Hayek y el estadounidense Milton

    Friedman, ponen ahora en marcha los resortes del Estado para salvar a sus

    propios amigos. Pero sobre esta contradiccin hablaremos ms adelante,cuando veamos el papel del Estado ante una crisis econmica global.

    Y es que en estos ltimos meses hemos visto como han cado como castillos de

    naipes fortalezas financieras estadounidenses como Lehman Brothers o Bear

    Stearns, aseguradoras como AIG o agencias inmobiliarias seudopblicas como

    Fannie Mae y Fredie Mac y en el caso de Europa a bancos como Fortis o

    Northern Rock, por citar a algunos de los ms conocidos. Las cifras millonariasen inyecciones de dinero pblico son ya incalculables, pero las decisiones

    estratgicas se hacen esperar. La pretensin grandilocuente del presidente

    francs, Nicolas Sarkozy, de refundar el capitalismo, se ha quedado en un

    mero eslogan populista, y la denominada cumbre de Washington de los pases

    ms poderosos ha concluido con una declaracin de buenas intenciones y una

    promesa de reforma de las instituciones financieras mundiales que habr que

    ver en qu queda. La reforma del FMI, dotndole de ms competencias, parece

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    ser el primer objetivo a conseguir.

    Dicho esto, conviene situar la crisis en el contexto en el que se ha producido.

    Un contexto dominado por la llamada economa financiera, es decir, por la

    especulacin pura y dura. Un contexto en el que los empresarios tradicionales,preocupados por la produccin de bienes y servicios, han sido sustituidos por

    inversores en busca del mayor beneficio en el menor tiempo posible. Ah

    tenemos el caso de la sociedad Zabalgarbi de Bilbao, cuyo director aprob una

    inversin especulativa de la mano de la inversora Optimal del Banco de

    Santander y de Bernard Madoff con parte de su capital, que ha dado como

    resultado la prdida de casi cuatro millones de euros. Cmo es posible que la

    sociedad que explota una incineradora de residuos urbanos cometa semejantefrivolidad? Pues lo es porque la cultura dominante as lo determina.

    Figuras como la del industrial o incluso el banquero que se preocupaba por la

    marcha de su negocio y no arriesgaba su dinero en asuntos no relacionados

    con el mismo, ha pasado a la historia. Quedarn todava algunos, pero la

    inmensa mayora de empresarios y ejecutivos se sienten atrados por ese

    capitalismo especulativo que ha trado ahora la crisis de la que estamoshablando.

    Es cierto que se han levantado algunas voces autorizadas, que se mueven en

    la ideologa capitalista, para advertir de esos peligros y que han aconsejado la

    vuelta a un capitalismo ms tradicional, basado no tanto en la creacin de

    expectativas sino en la fabricacin de cosas reales. Un capitalismo en el que

    las empresas se conformen con tasas de beneficio ms realistas, y algunosaos, en una cuenta de prdidas y ganancias equilibrada e incluso con algunos

    nmeros rojos. No pasa nada por ello. Sin embargo, las voces que se han odo

    no son las de la mayora capitalista, sino la de unos pocos sensatos, y por

    tanto, no es de esperar que se produzca a corto plazo un giro en la direccin

    indicada.

    Situacin en Nafarroa Osoa

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    Si nos aproximamos a la realidad de nuestro pas, nos encontramos que, como

    ha ocurrido en el Estado espaol, ha sido el sector de la construccin uno de

    los ms afectados, con la suspensin de pagos o concurso de acreedores de

    varias compaas, como es el caso Urazca, o la salvacin a ltima hora deIurbenor, gracias a intervencin de La Caixa y BBK. Asimismo otros sectores

    econmicos, como los relacionados con la automocin, atraviesan dificultades

    importantes, incluidas algunas cooperativas del grupo Mondragon, derivadas

    de la crisis global del sector automovilstico, como atestigua la propia

    Mercedes. No obstante, parece que VW-Navarra no sufre esas dificultades y

    aumenta su produccin de automviles. Pero la crisis no tiene fronteras y

    afecta tambin a los electrodomsticos, la industria auxiliar de la construccino los componentes electrnicos, como ha sido el caso de Cegasa.

    Ahora bien, tambin es cierto que bajo el paraguas protector de la crisis global,

    algunas compaas estn aprovechando la coyuntura para llevar adelante

    planes de ajuste que ya tenan ms o menos diseados, pero que se han visto

    acelerados. Empresas como Muebles Xey, Heineken, Comansa o Cegasa son

    algunos ejemplos de esa prctica, que puede traducirse en prejubilaciones,bajas incentivadas y en el peor de los casos, cierre de las instalaciones, como

    es el caso de la cervecera de Arano. Por lo tanto, hay que constatar que la

    crisis est haciendo mella en nuestro tejido industrial, y probablemente lo siga

    haciendo en los prximos meses. Cuestin aparte es que an no hay una

    derivada clara de esa situacin en los hbitos sociales y en el consumo. Las

    ltimas fechas navideas han mostrado un comportamiento social muy similar

    al de aos precedentes y aunque las cifras de ventas hayan sido algo menores,lo cierto es que es muy bajo el porcentaje de la poblacin que verdaderamente

    ha renunciado al consumismo masivo en esas fechas.

    A esa sensacin ambigua han contribuido dos fenmenos asociados a la propia

    crisis, como son la bajada de tipos de inters propiciada por el Banco Central

    Europeo y las propias transacciones interbancarias que generan el ndice

    euribor y por otro lado la bajada continua del precio de los combustibles, que

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    ha conseguido disfrazar de algn modo los efectos ms llamativos de la crisis.

    Con el petrleo a menos de 50 dlares el barril, tras haber estado medio ao

    antes rozando los 150, la sensacin de alivio en el consumidor de combustible,

    que es la inmensa mayora de la poblacin, es notable. A ello se aade que

    quienes deben de renovar sus prstamos hipotecarios van a verse beneficiadospor sensibles rebajas en sus cuotas mensuales, debido al descenso del ndice

    de referencia. En resumen, que la situacin econmica no es blanca o negra,

    sino que se dibuja en una escala de grises, como otras muchas cuestiones.

    En resumen, que nos encontramos dentro de una crisis cclica, que comporta

    un importante aumento del desempleo, quiebras y suspensiones de pagos de

    empresas, y segn parecen indicar los ltimos datos, una clara recesin odisminucin del PIB. En general, se da una sensacin de pesimismo y de

    prdida de confianza de la poblacin en las posibilidades de mejorar o

    simplemente mantener sus condiciones econmicas vitales. Es este un hecho

    comprobable que afecta directamente en la propia marcha de la economa,

    basada en un buen porcentaje en el consumo, que va seguir cayendo en los

    prximos meses. La constatacin de que las cosas van a peor, ya que la crisis

    toca cada da ms de cerca a un vecino, a un familiar o a uno mismo, estlogrando que se ralentice el consumo y se paralice la inversin en bienes como

    la vivienda o el automvil. Al estrangulamiento de la situacin est

    contribuyendo de forma decisiva la actitud miedosa de la banca, que ha

    cerrado el grifo de los prstamos, denegando muchos y encareciendo y

    dificultando los que concede con cuentagotas. El terror a un aumento an

    mayor de la morosidad es el argumento esgrimido por el sector, que no

    obstante ha recibido importantes ayudas estatales para facilitar su nivel deliquidez.

    No se trata, de todos modos, de la agona del capitalismo, como algunos

    analistas y expertos en catstrofes se han apresurado a vaticinar, pero

    tampoco es un simple catarro invernal. El capitalismo est mostrando sus

    debilidades, que no son pocas, pero tiene la inmensa fortuna de que la crisis le

    ha sobrevenido en un periodo de extravo de las izquierdas, incluidas las

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    socialdemcratas, que se estn mostrando incapaces de detectar los graves

    problemas presentes y posicionarse como una alternativa creble, bien sea

    para gestionar el capitalismo con un enfoque ms justo y social o, en su caso,

    para impulsar programas de transicin a un modelo de tintes socialistas.

    Despus de tantos aos realizando vaticinios sobre las debilidades delcapitalismo, cuando llega una crisis profunda a ste, resulta que no hay

    alternativa creble para sustituirlo.

    Esa debilidad estructural de las izquierdas puede acarrear, de no subsanarse

    en breve, una salida de la crisis que suponga un reforzamiento del propio

    capitalismo, maquillado con algunas pequeas reformas superficiales que

    transmitan a la mayora de la poblacin la sensacin de que los capitalistassaben reconocer sus errores y aprender de ellos y que en un momento

    determinado, saben limar en algn grado las diferencias sociales que separan a

    las clases dominantes del resto de la ciudadana, como apunta el programa

    social del nuevo presidente estadounidense Barack Obama.

    La necesidad del Estado propio

    En este debate ideolgico entre derecha e izquierda, resulta determinante el

    papel que se guarda al Estado a la hora de abordar la economa de un pas.

    Aunque trazar diferencias es un ejercicio arriesgado, dado los mltiples matices

    que defienden las variadas ofertas polticas en el marco europeo, para no

    distraernos demasiado, en general podemos decir que la derecha gobernante

    suele apostar por una menor intervencin del Estado, mientras que la izquierda

    ha venido a defender histricamente la planificacin econmica por parte delEstado. Es cierto que en un punto geo-ideolgico, que algunos llaman centro,

    hay derechas que se sienten a gusto con un Estado ms intervencionista e

    izquierdas que, por el contrario, rechazan esa opcin como si fuera la peste,

    como ha sido el caso paradigmtico de Tony Blair en Gran Bretaa.

    En lo que respecta a Euskal Herria, como paso previo a esa discusin, se

    encuentra la que concierne a la necesidad o no de re-construir un Estado

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    propio (o en su caso de crearlo ex novo). Lo cierto es que partidos,

    asociaciones y foros independentistas coinciden en sealar esa necesidad,

    entendiendo que la conquista de la soberana para nuestro pueblo es sinnimo

    de creacin de un Estado propio. Ahora bien, quienes defienden esa idea,

    desde postulados conservadores, socialdemcratas e incluso comunistas, noparece que se hayan detenido demasiado en especificar cual sera la

    estructura de ese Estado, ni que funciones albergaran sus instituciones.

    Lejos de mi intencin entrar hoy en ese proceloso asunto. Sera materia, no de

    otra charla, sino de todo un curso universitario. Pero al menos podremos

    apuntar ms adelante algunas ideas bsicas al respecto. No obstante, quera

    decir que hasta el momento presente, quienes reivindican ese Estado propio lohacen ms como mero smbolo poltico que como un proyecto concreto de

    estatalizacin nacional. No se habla tanto de las herramientas que ese terico

    Estado podra utilizar para este o aquel cometido, sino de la necesidad misma

    de tener un Estado.

    Se trata pues, de una reivindicacin de mnimos, muy simplista a m entender,

    ya que intenta concretar la utopa soberanista en la constitucin de ese Estado.Pero cualquiera que tenga un mnimo conocimiento de poltica sabr que hay

    mltiples tipos de Estado. Desde el minsculo, que no pobre, Estado vaticano,

    hasta los gigantescos Estados chino o ruso, pasando por los miniestados que

    surcan diversos archipilagos ocenicos o Andorra. Pero no slo existen

    diferencias de tamao, sino de estructura, ya que los hay centralistas o

    federalistas, de concepcin, ya que los hay monrquicos o republicanos, e

    incluso de talante, ya que pueden ser autoritarios o democrticos. En el amplioconcepto de Estado entran tanto la Repblica de Corea como la monarqua

    japonesa, la Cuba socialista o el Reino de Holanda.

    Por lo tanto, la estructura interna de un Estado puede estar compuesta de una

    tupida red de instituciones y organismos entrecruzados o bien, en algunos de

    los casos citados, de una estructura similar a la de un ayuntamiento de 10.000

    habitantes. Y digo ms, un Estado puede ser bsicamente decente o corrupto,

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    en fin, puede adoptar un sinfn de formas. Hablar de Estado sin especificar

    nada sobre l, es una generalizacin que no debera continuar entre nosotros

    por mucho ms tiempo. Aunque me temo, todo hay que decirlo, que en un pas

    al que no somos capaces de ponerle un nombre que satisfaga a todos,

    difcilmente vamos a acordar un modelo de Estado comn.

    Es ms, se puede afirmar con plena consciencia que la constitucin de un

    Estado bascn no debe en ningn caso equipararse a la liberacin definitiva del

    pueblo citado, ya que si en el periodo de constitucin y posterior asentamiento

    se cometen algunos errores, puede ponerse en cuestin el propio futuro de

    ese Estado y por tanto de los ciudadanos que con l se sientan identificados.

    Creo que ya es el momento de explicar que siendo totalmente consciente de la

    contradiccin que para m personalmente representa, dados mis antecedentes

    libertarios, el apoyo a la creacin o reconstruccin de un Estado navarro resulta

    ineludible en el camino hacia la soberana de lo que entendemos por Euskal

    Herria o Baskonia. Por lo tanto partimos del entendimiento de que apostamos

    por ese Estado propio y que ese Estado deber hacer algo en el amplio campo

    de la economa. Ya sabemos que frente a la actual crisis poco podemos hacer alcarecer de Estado, pero bien estar que discutamos que se podra haber

    hecho, y en todo caso, que se podr hacer cuando nos sobrevenga otra crisis y

    estemos disfrutando de Estado propio.

    Ms o menos Estado

    Comentaba al principio de la charla la contradiccin que representa para unneoliberal aplicar polticas de intervencin en la economa. Es en momentos de

    crisis cuando salta por los aires el supuesto armazn ideolgico de esta

    corriente poltica ultraconservadora. Y digo esto, porque en realidad la

    contradiccin la llevan dentro, haya o no crisis. Me explico. Si un neoliberal

    extremo, que abraza formulaciones polticas prximas o insertas en el

    denominado anarco-capitalismo, aboga de forma incansable por la jibarizacin

    del Estado y sus instrumentos, tan slo lo propugna en las reas que a l le

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    interesa, especialmente en las que corresponde a la economa (aunque

    tambin lo suelen hacer en temas religiosos), pero se cuidan muy bien de

    proponer esa misma disminucin del Estado en otras esferas, como son las

    fuerzas policiales o el mismo ejrcito.

    En pura lgica, si uno defiende que debe ser la sociedad, lese los accionistas

    de las sociedades annimas, quienes gobiernen con sus decisiones soberanas

    la marcha de la economa, debera tambin hacer lo mismo en cuanto a la

    seguridad pblica o las relaciones internacionales. Sin embargo, en estos

    campos, estos sujetos apoyan la represin policial contra ladrones,

    delincuentes varios y en general con quienes no piensan como ellos, y adems

    utilizan a sus ejrcitos para imponer sus planes internacionales, por ejemplopara asegurarse el suministro del crudo iraqu.

    Por lo tanto, a la hora de estructurar o constituir un Estado propio, rechazo de

    forma tajante las posiciones de estas corrientes polticas herederas de von

    Hayek, Friedman y Margaret Thatcher, entre otros visionarios del

    neoliberalismo rampante.

    Es as que estimo que es necesario plantear la estructura y las funciones de

    ese Estado propio que coincidimos en reclamar. Un Estado que no slo puede,

    sino que debe intervenir en la economa nacional, pertrechado para ello en su

    propia legitimidad democrtica.

    Un Estado que segn mi parecer debera contar con poderes centrales amplios,

    dado el tamao de la repblica a constituir y que estara estructurado encomarcas y municipios, con una muy amplia autonoma de ambos en todo lo

    concerniente a las polticas locales. Un Estado bascn en el que desapareceran

    las provincias actuales, germen de divisiones bizantinas y obstculo para la

    conformacin de una verdadera nacin.

    Un Estado que diseara la ordenacin de su territorio desde un prisma

    nacional, huyendo de los particularismos y equilibrando los servicios a lo largo

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    de su extensin geogrfica, sin centralismos en lo econmico o en lo cultural.

    Un Estado que en la cuestin territorial fomentara las relaciones econmicas y

    culturales y el consiguiente intercambio con todas aquellas regiones y ciudades

    que a lo largo de la historia han pertenecido o tenido lazos con Baskonia o el

    Estado navarro, tanto al norte como al sur de los Pirineos. Todo ello sin caer ententaciones anexionistas, pero contemplando la unin al proyecto de quien as

    lo decidiera de forma democrtica y soberana.

    Las cuatro fases

    En el camino hacia ese objetivo de Estado propio como herramienta de

    intervencin en la economa, planteo cuatro grandes fases, que a su vezpodran subdividirse en algunas ms.

    La primera fase, para m la ms complicada, es la que contiene la

    constitucin del propio Estado. A partir de las realidades cuasiestatales que en

    este momento disponemos, o sese, el Gobierno Vasco de Gasteiz, la

    Diputacin de Navarra, los ayuntamientos, las mancomunidades, y, en fin,

    todas las instituciones ms o menos propias, se erigira ese nuevo Estadosoberano. Es una fase absolutamente poltica, cuya primera piedra debiera ser

    la formacin de un bloque popular independentista de amplio espectro, que

    impulsara como programa mximo la constitucin del Estado bascn. No me

    alargo ms, porque es cuestin que seguramente expondrn otros

    conferenciantes con mayor acierto.

    La segunda fase consistira en la estructuracin de dicho Estado. Debe dehaber un poder ejecutivo, un legislativo y un judicial, rganos de control de

    todos ellos, y en resumen, toda una malla institucional que permita al Estado

    desarrollarse con toda su potencialidad. Como ya he apuntado anteriormente,

    las instituciones centrales seran de una importancia crucial en esta fase de

    estructuracin y asentamiento. No podemos olvidar que an logrando ese

    Estado, los pases vecinos intentaran desestabilizarlo, para al menos retrasar

    su desarrollo, crendole dificultades en su consolidacin. No hace falta decir

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    que Iruea sera la capital en la que residiran las principales instituciones

    basconas.

    La tercera fase que vislumbro entrara ya en harina econmica, con la

    nacionalizacin de los sectores bsicos de la economa. Ah incluyoinstituciones financieras, empresas energticas, transportes y en general,

    todos aquellos sectores que se consideren estratgicos. El Estado debe hacerse

    con las herramientas imprescindibles para llevar adelante una poltica

    econmica coherente, que a su vez sea compatible con un sistema poltico

    estrictamente democrtico, sostenido en la ley de mayoras y minoras, y

    respetando con escrupuloso mimo a estas ltimas.

    Sera esta una fase de transicin hacia la definitiva configuracin del proyecto

    de Estado bascn. Es decir, algunas de las empresas nacionalizadas pudieran

    ms adelante ser privatizadas, una vez consolidado el sistema econmico

    nacional.

    La cuarta fase, por tanto, tratara de establecer las reglas de juego definitivas

    de la economa del pas. Ya sabemos que tras la cada del Muro de Berln, lasizquierdas han intentado, con poco xito por cierto, reconstruir un modelo

    socialista compatible con las democracias europeas y alejadas tanto del

    leninismo original que abogaba por la dictadura del proletariado, como de los

    modelos burocrticos que albergaba el llamado socialismo real. Coincidiendo

    en lo bsico con esos intentos, creo que tampoco hay que tener remilgos a la

    hora de defender un sector pblico amplio y saneado, que impulse la economa

    nacional, sin caer ni en burocratismos trasnochados ni en paternalismoscaducos. El sector pblico debe funcionar basado en la eficiencia y en

    competencia directa con el privado. Una democracia no es ms perfecta por

    carecer de empresas pblicas. Quienes mentan al franquismo para descalificar

    la existencia de un sector pblico industrial y financiero, ejercitan la demagogia

    ms rastrera. La clave en este terreno es lograr un equilibrio en el tejido

    econmico, para que no haya un encorsetamiento del sector pblico, ni

    tampoco una reduccin del mismo hasta mnimos insostenibles.

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    Por lo tanto, esa cuarta fase sera la de constitucin de un sistema de

    economa mixta, en la que conviviera un sector estatal con banca pblica,

    industria tractora, medios de transporte e infraestructuras pblicas, junto a un

    sector privado con libertad de actuacin, pero dentro de unas reglas claras queimpidiesen los abusos que hemos conocido en estos ltimos meses,

    especialmente en el caso de Estados Unidos.

    Un Estado bien pertrechado

    En ese cuarto estadio, nos encontraramos con un Estado capaz de tomar

    medidas efectivas frente a una crisis financiera de la magnitud de la que haestallado en 2008. Un Estado que lejos de cifrar sus objetivos en la

    determinacin que el mercado realice, se dedique a poner en marcha las

    actuaciones debidas para conseguir que la avaricia no acabe por romper el

    saco.

    Si partimos de que el Gobierno de ese Estado contara con una serie de

    instrumentos econmicos propios, veramos que el camino a seguir es muchoms factible que el que tienen que recorrer ahora los actuales Estados, presos

    de la corriente neoliberal impulsada en su da por el tndem Reagan-Thatcher.

    El primero de ellos sera un banco central, que estara en condiciones de

    supervisar las actuaciones de todas las instituciones financieras pblicas y

    privadas, incluidas cajas de ahorros, compaas de seguros, financieras,

    agencias hipotecarias, entidades de previsin social, y en fin, todas aquellos

    agentes que se mueven en ese terreno. Asimismo, ese banco dispondra de losmecanismos de control adecuados para detectar irregularidades como las que

    se han cometido en el origen de la actual crisis. Evitara as que la sangra se

    extendiese a toda la economa nacional.

    Es cierto que el citado banco central no dispondra de capacidad para emitir

    moneda ni para fijar los tipos de inters, ya que se supone que nuestro Estado

    formara parte de la eurozona. Sin embargo, para establecer lneas de

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    intervencin prioritarias se contara con un banco pblico capaz de intervenir

    con su propia poltica crediticia, tanto para las pequeas y medianas empresas

    como para las familias y particulares. Un banco que presionara a la baja el

    precio de las hipotecas, por poner un ejemplo, obligando a la banca privada a

    ajustar sus precios en ese campo. Ese banco pblico impulsara determinadaspolticas en sectores tan diversos como la industria, la energa, la

    agroalimentacin, las infraestructuras o la vivienda, dinamizando inversiones

    en las reas que el Gobierno de turno estimase oportunas. Sera la pieza

    principal del sistema financiero propio, en el que tambin podran participar la

    Caja de Ahorros Unida y el Instituto de Crdito Oficial.

    Otra herramienta paralela a las anteriores sera un Comit de Supervisin de laactividad burstil, similar a la SEC estadounidense, que se encargase de velar

    por la transparencia de los mercados y de impedir la comisin de delitos y de

    diferentes abusos, como los ocurridos en Wall Street. Un comit que debe

    poseer la suficiente autonoma de funcionamiento para quedar lejos de la

    influencia de los lobbys econmicos de turno, que existen en todo el mundo,

    tambin en nuestro pas. Ese comit debera propugnar en los fotos

    internacionales la eliminacin de una de la causas de la actual crisis, como esla existencia de parasos fiscales, lugares en los que se producen muchas de

    las operaciones ms dainas contra el sistema financiero global.

    Pero no queda ah el recorrido financiero del Estado propio, ya que el Gobierno

    dispondra de capacidad fiscal, la cual le permitira, por ejemplo, gravar las

    inversiones en productos derivados, sean stos de ndole hipotecaria, materias

    primas o alimentos bsicos. Una poltica fiscal que adems tiene capacidadpara repartir la riqueza de un modo ms ajustado, obligando a quienes ms

    tienen a aportar ms a las arcas pblicas y limitando las aportaciones fiscales

    de quienes menos poseen. Asimismo, el Gobierno estara en condiciones de

    poner lmites salariales a los ejecutivos de empresas incluidas en los planes de

    ayuda en tiempos de crisis, como es el caso de la banca privada o las

    empresas automovilsticas.

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    Adems, el Gobierno de ese hipottico Estado tendra la posibilidad, mediante

    un instrumento como los Presupuestos, de incentivar las inversiones pblicas

    para contrarrestar la previsible cada del empleo. Se trata de un mecanismo

    tradicional utilizado por toda clase de Gobiernos, sean de la ideologa que

    fueren, y permite lograr respuestas rpidas en pocas de recesin o peligroinminente de caer en ella. Como es obvio, la planificacin de las inversiones

    debiera estar bajo un estricto control parlamentario que impidiese tropelas en

    la ordenacin y el respeto a nuestro territorio, un bien cada vez ms limitado y

    en peligro de agotamiento.

    Pero es ms, al contar con su propio sector industrial pblico, el Estado

    contara con la palanca que supone la activacin de esas empresas comomotores tractores sobre la economa del pas. Imaginemos una empresa

    energtica estatal (petrleo, gas, electricidad), capaz de intervenir

    directamente en los mercados internacionales de materias primas como el

    petrleo y el gas, sin estar pendiente de las polticas especulativas de las

    empresas privadas del sector, como ocurre hoy en da. El aprovechamiento de

    los escasos recursos energticos que poseemos, como el aire, el agua o el sol,

    debiera ser abordado desde una empresa pblica estatal.

    Ms all de la poltica frente a la crisis actual, el futuro Estado tendra la

    capacidad de ordenar el territorio en base a las premisas ms adecuadas en

    torno a la activacin de las economas basadas en la estructura socio-

    econmica propia. Una herramienta de importancia capital a la hora de dar

    coherencia al propio Estado, alejndose de las imposiciones que hemos

    padecido al depender de las decisiones de ordenacin realizadas en Madrid yPars, que como es lgico, han ignorado durante siglos nuestras necesidades

    nacionales.

    Por ltimo, y por resumir, el Estado navarro contara con presencia en todos los

    organismos y foros internacionales de naturaleza poltica y econmica,

    donde podra defender sus posiciones de forma soberana, ejerciendo su

    influencia, aunque fuese pequea, en el apoyo a los intereses generales del

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    pas sin depender de terceros como hasta ahora. Se trata en este caso de una

    ventaja cualitativa enorme, ya que durante demasiados siglos hemos visto

    silenciada nuestra voz como nacin soberana, en la escena internacional, y

    nuestros intereses han sido defendidos por otros, o simplemente no han sido

    tenidos en cuenta.

    Conclusiones

    Como podis comprobar, todo lo relatado no es sino un sencillo esbozo de las

    grandes posibilidades que se nos abriran como pueblo reconocido que

    dispusiera de Estado propio. Empeados en observar el da a da de los

    acontecimientos, tenemos el evidente peligro de olvidar la perspectivahistrica y el planeamiento de futuro. Son estos tiempos de convulsin y

    aturdimiento en el seno de las fuerzas y agrupaciones que aspiran a la

    soberana nacional. Las energas independentistas que guarda una buena

    parte de la ciudadana bascona se mantienen en estado latente, a falta de la

    chispa que las despierte y las ponga en marcha.

    Conviene adelantar que sin un gran acuerdo de las fuerzas soberanistas no hayposibilidad de alcanzar un estadio superior, al contrario, corremos el riesgo de

    retroceder, vctimas de nuestras divisiones y de estrategias equivocadas. Pero

    al margen de que ese acuerdo debe pasar por alto detalles, en aras al logro del

    mismo, tambin considero que es necesario un mnimo consenso a la hora de

    establecer las pautas que debera seguir el futuro Estado propio, aunque fuera

    sin entrar en grandes elucubraciones.

    Si queremos recorrer un largo camino juntos, no podemos dejar para el da

    despus el establecimiento de unos mnimos acuerdos que nos doten de la

    suficiente capacidad de respuesta para satisfacer las demandas de la mayora

    social que debe sustentar esa apuesta. Es cierto que sera contraproducente

    dividirnos entre partidarios de un socialismo de Estado y defensores de un

    capitalismo de mercado. Ahora bien, establecer que el futuro Estado propio

    debe tener una estructura adecuada a las necesidades, que no debe ser tan

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  • 8/9/2019 Crisis y Estado Propio - Joxerra Bustillo

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    slo un mecanismo de representacin nacional, sino una valiosa herramienta

    para nuestro desarrollo socio-econmico, debera ser una de las premisas

    fundacionales a la hora de abordar ese pacto soberanista. Tiempo habra

    despus, una vez conseguido el objetivo superior, para establecer mediante las

    estrictas reglas del juego democrtico, las caractersticas de detalle del Estadopropio.

    Pero a fin de cuentas, se trata en este caso de una simple opinin personal. Por

    lo tanto, reivindicando una vez ms la necesidad de esa unin poltica

    soberanista, que nos acerque al objetivo deseado, doy por concluida mi

    intervencin, para dar paso a las preguntas, si las hubiere. Esker mila.

    Joxerra Bustillo Kastrexana

    [Conferencia pronunciada en Iruea, en el Centro Social Jus la Rotxa de

    Errotxapea, el 20 de febrero de 2009]

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