INTEGRANTES: Acevedo Marta,
Mendoza Agustina, Sandiyu Cecilia
Espacio de Opcion Institucional
Profesor: Martinez, Gustavo
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INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACION DOCENTE
INTRODUCCION:
Un elemento central de las sociedades del conocimiento es la “capacidad para identificar,
producir, tratar, transformar, difundir y utilizar la información con vistas a crear y aplicar
los conocimientos necesarios para el desarrollo humano”.
Estas sociedades se basan en una visión de la sociedad que propicia la autonomía y
engloba las nociones de pluralidad, integración, solidaridad y participación”.
Tal como la UNESCO puso de relieve en la primera parte de la Cumbre Mundial sobre la
Sociedad de la Información (CMSI), la noción de sociedades del conocimiento es más
enriquecedora y promueve más la autonomía que los conceptos de tecnología y
capacidad de conexión que a menudo constituyen un elemento central en los debates
sobre la sociedad de la información. Las cuestiones relativas a la tecnología y la
capacidad de conexión hacen hincapié en las infraestructuras y la gobernanza del
universo de las redes. Aunque revisten una importancia fundamental evidente, no
deberían considerarse como un fin en sí mismas. En otras palabras, la sociedad mundial
de la información sólo cobra sentido si propicia el desarrollo de sociedades del
conocimiento y se asigna como finalidad “ir hacia un desarrollo del ser humano basado
en los derechos de éste”. Este objetivo es fundamental porque la tercera revolución
industrial –la de las nuevas tecnologías– y la nueva fase de mundialización que la
acompaña han modificado radicalmente numerosos puntos de referencia y aumentado las
brechas existentes entre ricos y pobres, entre países industrializados y países en
desarrollo, e incluso entre los ciudadanos de un mismo país.
La UNESCO estima que la edificación de las sociedades del conocimiento es la que “abre
camino a la humanización del proceso de mundialización”.
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DE LA SOCIEDAD DE LA INFORMACON A LAS SOCIEDADES DEL
CONOCIMIENTO
En las sociedades del conocimiento emergentes, no cabe contentarse con proponer
algunas reformas para reducir la desigualdad de acceso a la sociedad mundial de la
información y luchar contra las disparidades económicas y educativas subyacentes.
“la utilización de las tecnologías de la información y la comunicación para edificar
sociedades del conocimiento debe orientarse hacia el desarrollo del ser humano basado
en los derechos de éste”
En la resolución 59, adoptada en 1946 en el primer periodo de sesiones de la
Asamblea General de las Naciones Unidas, se dice que “la libertad de expresión
es un derecho humano fundamental y piedra toque de todas las libertades a las
cuales están consagradas las Naciones Unidas”. Este principio se proclama
también en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de
1948, en estos términos:
“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión. Este derecho
incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir
informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por
cualquier medio de expresión”.
El adagio “la ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento” no sólo impone a
cada uno el deber de conocer sus derechos y obligaciones, sino que recuerda
también la estrecha relación existente entre el reconocimiento de un derecho y el
conocimiento de éste. Los derechos, así como los principios éticos en los que se
basan, deben primero conocerse para poder ser luego reivindicados y reconocidos.
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La solidaridad digital:
Brecha Digital. Brecha Cognitiva.
Hoy en día, solamente el 11% de la población mundial tiene acceso a Internet. El
90% de las personas “conectadas” viven en los países industrializados: 30% en
América del Norte, 30% en Europa y 30% en Asia y el Pacífico. Estas estadísticas
sitúan de entrada, en su verdadero contexto, la repercusión de la revolución de
las nuevas tecnologías en el mundo. En efecto, se suele hablar de sociedad
mundial de la información y de “red extendida por todo el mundo” (world wide web),
pero en realidad sólo un 10% de las conexiones con Internet del planeta provienen
del 82% de la población mundial.
Esta “brecha digital” es ante todo un problema de acceso a las infraestructuras. A
este respecto, conviene recordar que 2.000 millones de seres humanos no
disponen de corriente eléctrica, que por el momento es la condición básica del
acceso masivo a las nuevas tecnologías. Además, se da también un problema de
solvencia económica muy agudo porque el costo de las telecomunicaciones sigue
siendo muy elevado en los países del Sur con respecto a los del Norte, tanto en
términos de valor absoluto como de poder adquisitivo. Los ordenadores también
son onerosos y el suministro de servicios Internet representa una inversión
sumamente elevada en las ciudades y está muy poco extendido por las zonas
rurales.
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Además, la familiarización con los instrumentos informáticos exige un tiempo
considerable a los que tienen que ocuparse ante todo de ganar lo necesario para
comer cada día. Estos problemas de conexión –así como las cuestiones
concomitantes de economía de las redes que suscitan– son de la incumbencia de
la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), que es la organización del
sistema de las Naciones Unidas dedicada a las infraestructuras de la sociedad de
la información.
La exclusión de la información no sólo es una cuestión de acceso y conexión, sino
también de contenidos. Tiene que ver tanto con la brecha digital como con la
brecha cognitiva, y guarda relación con los obstáculos educativos, culturales y
lingüísticos que hacen de Internet un objeto extraño e inaccesible para las
poblaciones que han quedado confinadas en los márgenes de la mundialización.
La brecha digital atañe directamente a la acción de la UNESCO. Si queremos
fomentar auténticas sociedades del conocimiento en nombre del desarrollo
humano, la urgencia de solucionar las disparidades digitales se hace aún más
apremiante. En el marco de su mandato, la UNESCO debe proponer soluciones
para reducir la brecha digital. Los cuatro principios que la Organización enunció
en la primera parte de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información
están destinados a orientar la formulación de políticas en este ámbito.
El primero de esos principios es el acceso universal a la información. Este principio
transciende la cuestión de la brecha digital, ya que se refiere también al lugar que
debe ocupar el “dominio público” del conocimiento en la estructuración mundial de
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los derechos, comprendidos el derecho de propiedad intelectual y la protección del
derecho de autor.
La UNESCO desea trabajar en estrecha colaboración con otras organizaciones del
sistema de las Naciones Unidas y las organizaciones no gubernamentales
interesadas, a fin de que las políticas de precios de las telecomunicaciones y las
tarifas de acceso a Internet se adapten a las posibilidades económicas de los
países en desarrollo y de las regiones apartadas y desfavorecidas. Los otros tres
principios –libertad de expresión, diversidad cultural y lingüística y educación para
todos– también guardan relación con la brecha digital, porque se refieren a alguno
de los factores antes mencionados que contribuyen a agudizar los efectos de ésta.
Estos tres principios se tratarán también en el presente Informe.
¿Hacia una sociedad mundial de la información?
En el plano mundial, los factores de desigualdad ante las nuevas tecnologías se
combinan creando una auténtica brecha digital planetaria que pone en tela de
juicio la universalidad del desarrollo de las nuevas tecnologías. Si el sistema
abierto característico de Internet parecía prometernos una supresión temporal de
los efectos de las distancias y el alejamiento, la presencia de la brecha digital nos
recuerda que sigue existiendo una geografía de Internet. El mapa de extensión de
la red coincide con la geografía del desarrollo.
Se observa, además, una correlación estrecha entre el equipamiento en servidores
Internet y el Indicador de Desarrollo Humano (IDH) del PNUD, aunque el relativo
retraso inicial en equipamiento Internet de algunos países con un IDH muy alto
pueda a veces explicarse por motivos institucionales.
¿Significa esto que la revolución de las nuevas tecnologías desemboca inevitablemente
en un incremento de las disparidades entre los países ricos y los países en desarrollo?
En realidad, las causas profundas de la brecha digital hacen que a los países del
Sur les resulte especialmente difícil recuperar su retraso. Las desigualdades en
materia de dotación industrial inducen desigualdades de desarrollo en las
infraestructuras, que son el motor de la difusión de las nuevas tecnologías.
Si no se adoptan políticas específicas, las actuales disparidades de acceso a
Internet perdurarán. Hemos visto que los países del Norte, y especialmente los de
América del Norte, gozan de una posición dominante en el mercado de las
tecnologías de la información y la comunicación.
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En realidad, las causas profundas de la brecha digital hacen que a los países del
Sur les resulte especialmente difícil recuperar su retraso.
En los países con bajo nivel de ingresos y escasa densidad de acceso a las redes
telefónicas, las tarifas de Internet por conducto de un módem y una línea telefónica
son mucho más caras que en los países con altos ingresos.
No obstante, la rápida obsolescencia del parque informático en los países
industrializados podría permitir una redistribución de los equipamientos entre los
países del Norte y los del Sur. Bien es cierto que esto podría ser un factor
suplementario de desigualdades: los países industrializados tendrían acceso a la
alta velocidad, mientras que los países en desarrollo tendrían que contentarse con
módems anticuados y sufrir las consecuencias de los plazos de espera
desalentadores.
Deberían estudiarse con atención todas las propuestas encaminadas a fomentar
la solidaridad digital, desde las más “tecnológicas” hasta las más “políticas .
Las decisiones políticas que adopten los gobiernos sobre este particular serán
decisivas, ya que los altos gravámenes fiscales son uno de los motivos principales
de la carestía de las telecomunicaciones en los países del Sur. Por consiguiente,
se impone una reforma de las políticas fiscales si se quiere propiciar la disminución
de los costos de las telecomunicaciones y el desarrollo en el ámbito de la
información.
Si la difusión de las nuevas tecnologías acelera el desarrollo de las sociedades
del conocimiento, la contribución de las tecnologías de la información y
comunicación más antiguas como el libro, la radio o la televisión herciana será
también determinante en este proceso. Al igual que las nuevas tecnologías, la
electricidad y las ondas radiofónicas pueden contribuir a la construcción de las
sociedades del conocimiento. La reducción de la brecha digital tendrá que ir
acompañada de la prosecución de los esfuerzos que vienen realizándose desde
hace varios decenios para conseguir un reparto más equitativo de los aparatos de
radio y televisión en el mundo. Las “antiguas” y las nuevas tecnologías de la
información no se sustituyen sino que se complementan, porque las primeras
contribuyen eficazmente a la difusión de los conocimientos y facilitan así el acceso
a las segundas.
Reducir la brecha digital es un objetivo prioritario si queremos que las nuevas
tecnologías contribuyan al desarrollo y propicien el surgimiento de auténticas
“sociedades del conocimiento”.
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BRECHA DIGITAL MULTIFORME
: Precio elevado de ordenadores. Telecomunicaciones.
Poderoso factor de desigualdad
: Asimetría entre campo y ciudades. Aunque las tecnologías
nómadas ofrecen una posibilidad sin precedentes para romper el aislamiento de las zonas rurales, los operadores de telecomunicaciones en las regiones apartadas de los países del Sur no las han difundido todavía suficientemente
: Los jóvenes se sitúan a menudo en cabeza con respecto a la utilización de las innovaciones tecnológicas y sus aplicaciones, pero constituyen un público especialmente vulnerable a las dificultades económicas y sociales.
: Las desigualdades entre hombres y mujeres en el ámbito de las nuevas tecnologías es otra faceta de la brecha digital. En efecto, casi los dos tercios de los analfabetos del mundo son mujeres. En los países en desarrollo, una mujer de cada dos por término medio no sabe leer. Aunque en los países industrializados las mujeres representan una proporción bastante considerable de los usuarios de Internet, en los países en desarrollo existe el riesgo de que acumulen una serie de desventajas que les impidan acceder a las nuevas tecnologías.
La lengua: Representa un obstáculo importante para la participación de todos en las sociedades del conocimiento. El auge del inglés como vector de la mundialización restringe la utilización de los demás idiomas en el ciberespacio.
: Desde mediados del siglo XIX la escuela obligatoria permitió afrontar los desafíos planteados por la primera y segunda revoluciones industriales. Cabe preguntarse si en el siglo XXI la iniciación a las nuevas tecnologías no está destinada a convertirse en un elemento fundamental de la “educación para todos”.
: En muchos países, el acceso a Internet sólo se efectúa en los lugares de trabajo y los “cibercafés”, que distan mucho de estar al alcance de todos los bolsillos. La brecha tecnológica va a menudo unida a la brecha en materia de empleo.
La integridad física: En el año 2000, sólo un 23,9% de los discapacitados poseía
un ordenador personal en los Estados Unidos, mientras que esa proporción ascendía al 51,7% en el resto de la población.
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IMPORTANCIA DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LAS SOCIEDADES
DEL CONOCIMIENTO
El enfoque basado en el “desarrollo humano” y la “autonomía”, que es un elemento
central de la noción de sociedades del conocimiento, debería permitir una mejor
puesta en práctica de los derechos universales y las libertades fundamentales,
mejorando al mismo tiempo la eficacia de la lucha contra la pobreza y de las
políticas de desarrollo.
El auge de las sociedades del conocimiento exige que se anuden nuevos vínculos
entre el conocimiento y el desarrollo, ya que el conocimiento es tanto un
instrumento para satisfacer las necesidades económicas como un componente
pleno del desarrollo. La dinámica política, económica y social subyacente al
desarrollo de las sociedades del conocimiento pone de manifiesto la íntima
relación que existe entre la lucha contra la pobreza y la promoción de las libertades
civiles y políticas.
En la Constitución de la UNESCO se recuerda ese vínculo entre la dignidad
humana y la “difusión de la cultura y la educación de la humanidad para la justicia,
la libertad y la paz”. Los derechos y libertades fundamentales son y serán un
elemento esencial de las sociedades del conocimiento. Tal como la UNESCO ha
reiterado durante los preparativos de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la
Información, “la utilización de las tecnologías de la información y la comunicación
para edificar sociedades del conocimiento debe orientarse hacia el desarrollo del
ser humano basado en los derechos de éste”.
Además, el saber, el pensamiento y la conciencia son elementos constitutivos de
la dignidad específica del ser humano que hace de éste un sujeto de derecho. En
la Constitución de la UNESCO se recuerda ese vínculo entre la dignidad humana
y la “difusión de la cultura y la educación de la humanidad para la justicia, la
libertad y la paz”.
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Bibliografía
Unesco 2005. De la sociedad de la información a las sociedades del conocimiento.
Capítulo 1. Pag.29 – 47.
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