¿DESCONFIANZA O NO? EN LAS INSTITUCIONES
IMPARTIDORAS DE JUSTICIA
Lic. Jorge Javier Ramírez Vázquez
¿DESCONFIANZA O NO? EN LAS INSTITUCIONES IMPARTIDORAS DE JUSTICIA
Lic. Jorge Javier Ramírez Vázquez
Es una realidad incuestionable el hecho de que en la sociedad resulta
inexistente una verdadera confianza en las instituciones gubernamentales, pero más
aún, por su naturaleza preocupante, en las instituciones que se encargan de impartir
justicia en los diversos ámbitos competenciales.
A la luz de los anterior, en el presente trabajo se aborda, precisamente el
problema que significa que la sociedad cada vez pierda esa confianza en las
instituciones que conforman el estado mexicano, y como se hizo referencia, a las
encargadas de impartir justicia, ya que tal desconfianza, tiende a crear un sentido de
inseguridad y peligro ante las diversas arbitrariedades y delitos que en la vida
cotidiana se cometen.
Resulta claro que el problema descrito, es uno que se merece diversas
perspectivas, ya que, por un lado, y por su importancia, lo considero como ser el
primero, se encuentra la opinión del ciudadano común, que busca que la autoridad se
encargue de aplicar justicia, y por otro, no menos importante, la opinión de las
personas que integran esos entes jurisdiccionales, encargados de dar ese servicio a
los justiciables.
Los primeros, basan su desconfianza en la observación y cada vez mas
frecuente en experiencias personales, las cuales, de suyo, tienen un peso enorme
para calificar como grave el problema, más aun, la explotación mediática y el
espectacularismo con que se abordan estas experiencias.
En mi opinión, esas influencias externas alimentan a esa tan notable dolencia,
es decir, sin bien, el sistema mexicano de impartición de justicia, peca de ineficaz, esa
incapacidad, es alimentada por la noticia condimentada con ingredientes publicitarios
y de desprestigio, lo cual nunca será benéfico, para encontrar la solución a tan grave
problema.
Por el otro lado, los juzgadores se encuentran inmersos en procedimientos
jurisdiccionales, que por su estructura, se tornan lentos y nunca expeditos, plagados
de instancias que, si bien, son legales, también no van acorde a los tiempos, aunado
al hecho que los convierte en ineficaces.
No hay que olvidar que esa desconfianza, tiene un verdadero sustento moral,
como lo es, la idea o visión de falta de honestidad por parte de los encargados de
impartir justicia, situación que sin bien es existente, su erradicación es visible y
contundente por parte de los titulares de estos entes, no obstante ello, ese prestigio
acuñado por mucho tiempo, no ha sido modificado.
Como anteriormente se señaló, el problema de la desconfianza en las
instituciones de impartición de justicia, es un problema grave y desestabilizador dentro
de la sociedad, ya que el sentimiento de impunidad ante la comisión de delitos y
arbitrariedades, los primeros por parte de los particulares y las segundas, por
conducto de las autoridades, vienen a abonar a la desestabilización de las relaciones
intrapersonales y sobre todo a la estructura de la sociedad como tal, ante la firme
creencia de que cada quien hace lo que tiene en gana y, si tal actitud es ilegal, nunca
es castigada.
Como algunos datos recados para este ensayo, tomados de una encuesta,
realizada recientemente, se conoció que un 36 por ciento de los encuestados
opinaron que si un delincuente sujeto a proceso tiene dinero puede ser declarado
inocente en un juicio y un 48 por ciento opina que en México las leyes benefician a los
delincuentes.
Para la mayoría de los mexicanos, la justicia en México no es completa ni
imparcial. O sea, ocho de cada diez mexicanos opinan que la justicia mexicana no se
imparte de forma pronta ni completa ni imparcial. La visión predominante entre la
ciudadanía es que en general el sistema judicial mexicano no cumple con los
elementos básicos que garantizan justicia a los mexicanos.
Por ejemplo, un 36 por ciento de los encuestados opinaron que si un delincuente
sujeto a proceso tiene dinero puede ser declarado inocente en un juicio y un 48 por
ciento opina que en México las leyes benefician a los delincuentes.
Lo anterior, de acuerdo con la Encuesta Nacional en Vivienda de Parametría
(www.parametria.com.mx).
Se observa en los ciudadanos desconfianza al Poder Judicial -encargado de la
impartición de justicia-, cuando el 47 por ciento dice que, de ser acusado de cometer
un delito, duda si será tratado con justicia por las autoridades correspondientes.
La mitad de los mexicanos no cree que la honestidad y la justicia sean valores
que prevalecen en los juzgados del país y el 47 por ciento dice estar en desacuerdo
con que la Suprema Corte de Justicia de la Nación hace cumplir la constitución de
forma efectiva.
La policía tampoco sale bien librada de la evaluación de los mexicanos sobre
justicia, se indica porque seis de cada diez ciudadanos opinan que la policía no hace
buen trabajo de investigación.
La brecha más grande entre posiciones encontradas se encuentra en la
pregunta sobre la imparcialidad de la justicia.
Únicamente el 12 por ciento piensa que las leyes en México se aplican a todos
por igual, mientras que el 56 por ciento está en contra de esta afirmación.
Incluso, los mexicanos expresan dudas acerca de las declaraciones de los
presuntos delincuentes, el 55 por ciento duda que los testimonios de los procesados
sean voluntarios, como lo marca la ley.
Cabe resaltar que en todos los enunciados evaluados, es mayor la posición que
rechaza la calidad de la justicia en México.
Poco más de la mitad de los encuestados dijeron estar de acuerdo con el
principio de inocencia, que establece que a un ciudadano sujeto a proceso ha de
considerársele inocente hasta que se demuestre lo contrario.
Es decir, de entrada se presume que el individuo es inocente y que corresponde
a la parte acusadora probar la culpabilidad, no que corresponde al acusado
defenderse.
Debido tal vez a la desconfianza al proceso judicial, al actuar de las autoridades
o a la percepción de corrupción, no existe concordancia entre lo manifestado sobre la
presunción de inocencia y las consecuencias de ésta.
Como se advierte, el grado de desconfianza en la impartición de justicia es al
grado de ser un factor sumamente preocupante y, en mi opinión, que esto abona a la
desbabada de violencia que enfrenta el país, al considerar la existencia de la justicia
como un elemento fuera del alcance todos lo mexicanos.
En mi experiencia personal, los datos tomados y las diversas evidencias de la
existencia de la desconfianza en los ámbitos jurisdiccionales, me provoca la siguiente
disyuntiva, que si bien, los datos conocidos del grado creciente de desconfianza son,
sin duda, reales, tales hechos encuentran una evidente contradicción con los datos
que arrojan los diversos entes de impartición de justicia, de los cuales claramente se
observa, un verdadero incremento de “juicios” o “instancias” ejercitadas para,
precisamente, buscar esa justicia de que se pregona inexistente.
Por ejemplo, para el año de 2005, el Tribunal Federal de Justicia Fiscal y
Administrativa (datos solamente en el estado de Baja California), recibió como
demandas nuevas, es decir, de justiciables que incitaron la actuación de esta
instancia jurisdicción fueron aproximadamente 4500 expedientes, pero para 2007, ese
número se cotizó en 9600 asuntos, y se mantuvo con un significante crecimiento, al
grado que, solo en esa materia fiscal-administrativa, se dio la necesidad de aperturar
un nuevo recinto de impartición de justicia, es decir, de existir una sala única con tres
magistrados, se creó otra con el mismo número de juzgadores, datos que es
congruente con otras materias, fuero común y federal, al observar el incremento de
juzgados e instancias.
Con lo anterior, pretendo resaltar el punto de contradicción, si por un lado, es
obvia la desconfianza en las intuiciones, por el otro, se acude en un porcentaje muy
considerable a estas, ¿Dónde está la explicación?, será la que la influencia de los
medios es irreal o que uno solo caso, de entre cientos de miles, es lo que se toman de
referencia? dejo la pregunta al aire.