DIÁLOGOS CON FARC Y ELN
Puntos de Encuentro y Divergencia en las agendas
Hernando Castro Prieto
Abogado Investigador UNIJS-GISDE Universidad Nacional de Colombia
Antecedentes de Negociación con las Guerrillas
Desde finales de los años ochenta, tras el mandato de paz que se delegó en el
gobierno Betancur, distintos gobiernos han iniciado acercamientos, diálogos y
negociaciones con el movimiento guerrillero colombiano. En aquellos primeros
esfuerzos y emprendimientos por la paz el movimiento guerrillero se encontraba
en un ascenso de favorabilidad política y crecimiento militar, no obstante la
abrumadora dispersión de sus múltiples y variadas expresiones.
Alrededor de una decena de agrupaciones armadas como el M-19, el EPL, la
ADO, el PLA, el Quintín Lame, el MIR-Patria Libre, el ELN y las FARC, entre otros,
surgieron tras el entusiasmo que sobrevino en la región tras la revolución Cubana,
la cual, al identificarse con la revolución soviética, dio lugar a un tensionante
capítulo de la guerra fría que se vivió no sólo en Colombia, sino también, a lo largo
y ancho de todo el continente americano.
Los acercamientos que derivaron en los primeros diálogos durante el gobierno de
Betancur, fueron la antesala para las primeras negociaciones de paz exitosas, las
cuales, se iniciaron durante el gobierno Barco y se concretaron en acuerdos
durante el gobierno Gaviria. Allí agrupaciones como el M-19, el Quintín Lame, y el
EPL, firmarían acuerdos de paz, dejarían las armas, y harían transito a
organizaciones políticas inscritas en el marco de la democracia y del nuevo Estado
Social de Derecho que devino a la Constituyente del 90 y la Constitución Política
de 1991.
Ante el ambiente de clamor popular por una Asamblea Constituyente vivido a
finales de los ochenta el cual se expreso masivamente en el movimiento de la
“séptima papeleta”, el fin formal de la guerra fría que se simbolizó a nivel mundial
en la caída del muro de Berlín, el naciente movimiento civil por la paz que
entonces reaccionaba no sólo, ni principalmente ante la violencia guerrillera sino
fundamentalmente ante la violencia terrorista del narcotráfico; los grupos
guerrilleros y movimientos políticos que sintonizaron con éste espíritu, se sumaron
al pacto nacional de paz, reconciliación y refundación de la patria que tuvo lugar
entonces, y que se simbolizó y sintetizó en la nueva Constitución de 1991.
Sin embargo, el proceso de paz que la nación emprendió a finales de los ochenta,
aún mantiene como irresoluto el alcanzar un acuerdo de paz con las FARC y el
ELN. Desde la perspectiva de un alto Comisionado para la Paz, la dificultad se ha
basado en el hecho de que “Los procesos de paz exitosos que se adelantaron a
finales de la administración de Virgilio Barco y comienzos de la administración de
César Gaviria Trujillo, partieron de una decisión por parte de grupos guerrilleros
como el M-19 y el EPL de dejar las armas, actitud estimulada por la posibilidad de
lograr una participación política amplia dentro de la vida nacional. Las FARC y el
ELN siempre han visto estos procesos como una traición a los ideales
revolucionarios que ellos encarnan, manteniendo su rechazo a la desmovilización
y el desarme. Su modelo de negociación sigue orientado a consolidarse como
fuerza política mientras mantienen las armas en la mano. De allí lo difícil que ha
resultado para los distintos gobiernos avanzar con ellos en un diálogos útil.”
(Restrepo L. C., 2008, pág. 4)
Antecedentes de Negociación Con las FARC y el ELN
Tanto las FARC como el ELN hacen parte de las denominadas guerrillas de
primera generación, lo cual implica que éstas son las más antiguas en el actual
conflicto colombiano, las mismas, surgieron a mediados del siglo XX, en el marco
del inicio de la guerra fría. En medio de éste contexto de tensiones
internacionales, tanto una como otra organización, responderían de manera
directa a determinados proyectos internacionales recibiendo apoyo, recursos y
formación de éstos, es así, que mientras Cuba fue el principal impulsor del
proyecto del ELN, la Unión Soviética lo fue del Partido Comunista y de las FARC.
Ésta diferencia de enfoque doctrinal, sumado a la diferencia entre las zonas de
inicio de su actividades y sus mecanismos de articulación con las bases allí
establecidas, han estructurado una marcada diferencia de carácter de cada una de
éstas organizaciones guerrilleras, que sin embargo, y además de coincidir en el
tiempo, lo hacen también en el sentido de que ambas se reclaman como marxistas
leninistas, comunistas, revolucionarias, antiimperialistas y político militares.
En tal sentido vale recalcar que las características del semblante político de un
actor armado como las FARC y el ELN, no sólo se definen por las doctrinas
teóricas que deciden asumir, sino también, por la base poblacional en que la cual
se sustenta tal proyecto y, fundamentalmente, por la interpretación que éstas
bases hagan de tales contenidos doctrinarios.
Mientras que las FARC vieron su génesis en 1962 en el sur del Tolima y el
Sumapaz, el ELN lo haría en 1964 en Simacota, Santander. En el comienzo las
bases de las FARC se componían esencialmente por los campesinos colonos de
las mismas zonas fundacionales brindándoles alguna estabilidad, permanencia y
conocimiento del terreno, las del ELN, surgen de un grupo de estudiantes
enviados a Cuba en la denominada Brigada José Antonio Galán, los cuales,
después de haber recibido formación y estímulo en Cuba, serían enviados a la
zona dónde iniciarían un foco guerrillero.
En un principio y por alrededor de 20 años el ELN no privilegiaría el trabajo de
construcción de bases sociales, el llamado Frente Amplio de Camilo Torres no
pasaría de las reuniones de promoción que el propio Camilo adelantó durante un
año antes de su fatídico ingreso a la guerrilla, por tal motivo, el ELN adolece de
una bases sólidas, estables y permanentes, los pocos esfuerzos que ésta
organización emprendió en éste sentido entraron en contradicción con el
fundamentalista núcleo armado y se desprendieron de la esfera de influencia
directa de ésta organización en la denominada Corriente de Renovación
Socialista. Aquel rasgo foquista, tan peculiar en el ELN, trato de superarse desde
comienzos de los años noventa cuando Manuel Pérez, el entonces Comandante
en jefe de ésta organización guerrillera lo identificó como la “desviación foquista”.
A pesar de que el ELN no pudo expandir de manera exitosa su proyecto por todo
el país, y de que su bases no fuesen estables y permanentes en la mayoría de los
casos, un par de núcleos ubicados en Santander y Arauca han sido los dos
principales centros históricos de ésta organización guerrillera, en los cuales, la
base campesina ha sido fundamental.
Éste par de diferencias metodológicas, que no las diferenciaron nunca del fin
estratégico de tomarse el poder por la fuerza, fueron el motivo que ambas
organizaciones encontraron para no unirse a lo largo de tantos años en los que
pretendieron disputarse el protagonismo de la “revolución armada” en Colombia, y
debido a ello, han construido cada una por aparte su propia historia de procesos y
agendas de negociación.
Las FARC es más experta en materia de negociaciones que el ELN y tiene una
propuesta más delimitada y concreta, es así que desde los diálogos que tuvieron
lugar durante el gobierno de Betancur, los del gobierno Gaviria, los acercamientos
con el gobierno Samper y los diálogos con el gobierno Pastrana, la Reforma
Agraria ha sido una constante. A esto se suma el hecho de que la guerrilla de las
FARC aunque no ha visto la negociación como un punto estratégico, sí lo ha
hecho como uno táctico desde los mismos orígenes de la organización.
Por su parte el ELN ha entrado de manera más tardía en las discusiones de
diálogos y negociaciones de paz, ya que la misma organización no contemplaba la
negociación ni como elemento estratégico, ni como elemento táctico de su
proyecto, sino hasta los acercamientos que tuvieron lugar durante la CGSB, donde
las demás organizaciones le imprimieron tal inquietud al ELN. Desde los diálogos
de Caracas con el gobierno Gaviria, el ELN empieza a considerar la necesidad de
tener propuestas para la negociación y entonces concibe a la Convención
Nacional como su propuesta, la cual reitera en los acercamientos con Pastrana y
Uribe.
Hoy se abre la posibilidad de dialogar de manera simultánea con ambas
organizaciones guerrilleras, posibilidad que no se concretaba desde el gobierno
Gaviria, por tal motivo vale la pena abrir la discusión sobre qué elementos de las
agendas de ambas organizaciones son comunes y cuáles divergentes.
Puntos de encuentro y Divergencia entre las Agendas
En el caso de las FARC, el eminente raigambre campesino y rural de sus bases
determina el contenido agrario y rural de sus propuestas, así también, la
prevalencia que le da a las propuestas que surgen del campesinado, y
principalmente, a las que surgen de sectores sobre los que ejerce especial
influencia. Es así que la propuesta de Reforma Agraria, es la principal
reivindicación que persiguen las FARC, y esta ha sido recurrente a lo largo de toda
la historia de acercamientos y de negociaciones con ésta agrupación armada. Del
mismo modo éste rasgo de la guerrilla de las FARC le ha hecho privilegiar en la
metodología de sus negociaciones sectores campesinos y las organizaciones
afines o que dependen de su proyecto.
Por su parte el ELN, a lo largo de la historia de los acercamientos de paz que ésta
organización ha adelantado con el Gobierno en alrededor de los últimos 15 años,
ha privilegiado como sectores de interés o de opinión a los sectores
pertenecientes y afines a la Corriente de Renovación Socialista, a la Iglesia
Católica, a las ONG amigas, además de que ha siempre dado una particular
relevancia al acompañamiento de la comunidad internacional.
En palabras del ex Comisionado de Paz Restrepo, “El ELN ha sabido siempre
combinar de manera audaz la acción política con los actos violentos. De hecho a
logrado mantener dentro de algunos sectores democráticos y a nivel internacional
la imagen de una guerrilla más pura e ideológica que las FARC, no obstante haber
llevado a cabo actos tan reprochables como el asesinato de personalidades y
dirigentes en Arauca (entre ellos un Obispo) mientras se robaban los dineros
públicos, la tragedia de Machuca, el secuestro del avión de Avianaca o los
secuestros masivos en Cali para presionar a la mesa de diálogos durante el
gobierno de Andrés Pastrana.” (Restrepo L. C., 2008, pág. 12)
En tal sentido, el principal elemento diferencial de ambas agendas no es de
contenido, más sí de concepción metodológica. Mientras que las FARC tienen
como elemento central de sus demandas el tema de la tierra, y en él, como
objetivo específico el de obtener una Reforma Agraria; el ELN busca una
Convención Nacional abierta en todos los temas, sin un tema de reivindicación
específico, más allá de las campañas que han hecho frente al tema
mineroenergético.
Sin embargo, en la misma medida en que la idea de convención nacional del ELN,
que es en alguna medida equiparable a la figura de la Asamblea Constituyente
contemplada en la Constitución Política de 1991, diferencia las propuestas de esta
organización con las de las FARC en materia metodológica, en el contenido
sustancial los equipara y se puede identificar la solicitud de Asamblea
Constituyente como un elemento común en las propuestas de éstas dos
organizaciones guerrilleras.
A su vez, la constante de la cooperación y mediación de la comunidad
internacional no sólo ha sido constante dentro de las perspectivas de las guerrillas,
también lo ha sido del gobierno, ya que “La experiencia sugiere que una de las
herramientas de las que se podría echar mano para flexibilizar las posiciones de
las partes y abrir un espacio de negociación apropiado para la discusión es la
inclusión de una tercera parte internacional. En el análisis de las anteriores
negociaciones se hizo evidente la importancia de un compromiso de la comunidad
internacional, tanto para hacer posible el inicio de nuevos diálogos de paz como
para presionar en el sentido de que las partes flexibilizaran sus posiciones. Aquí el
papel de Unasur puede ser decisivo, pues, en un contexto de constante
regionalización del conflicto colombiano, el interés internacional para evitar su
difusión, su “contagio” o por lo menos sus consecuencias negativas, parce ser
mayor. La solución negociada adquiere cada vez más el rótulo de “necesaria” para
la estabilidad regional.” (Aponte, 2011, pág. 217)
Además de éstos hechos que pudiesen ser comunes a la hora de entablar un
proceso de diálogos y negociaciones con las guerrillas de las FARC y el ELN, vale
la pena resaltar que su peculiar afán de protagonismos y su auto-concepto de
vanguardias que las ha mantenido siempre en la división, sigue sin ser superado.
Hoy mantienen sus fuerzas divididas, y llegan a las negociaciones con el natural
debilitamiento que deviene del haber desperdiciado dos décadas afrentándose
entre sí, debilitamiento que no sólo se expresa en sus estructuras militares, sino
también en las políticas y en las bases mismas que las sostienen, por cuanto los
aparatos militares, por auto concebirse como vanguardias, no le han dado
autonomía a sus bases y se han opuesto siempre a toda clase de experiencias de
unidad presumiendo que la división les traerá mejores resultados.
Hoy las FARC y el ELN que coinciden en el afán de protagonismo que deviene de
los diálogos, en la propuesta de Constituyente, en la estratégica de toma del poder
por la fuerza, de guerra popular prolongada y en que es mejor negociar con las
fuerzas divididas, proponen mesas separadas para discutir, y para pedir
esencialmente lo mismo, a la vez que pretenden estratégicamente lo mismo.
Sin embargo, la Colombia de hoy, si bien demanda del fin del conflicto y está
dispuesta a integrar a las FARC y ELN como fuerzas políticas en el marco de la
democracia y del Estado Social de Derecho, no esta tan abierta a una refundación
de la patria y a conceder una Constitución a minorías tan poco representativas,
demanda para la cual, el gravísimo grado de debilitamiento que la misma
arrogancia de éstas organizaciones les ha labrado, es tal, que ni aún uniendo sus
fuerzas tienen la capacidad de presionar semejante cosa.
Ante tal panorama, a las guerrillas de las FARC y el ELN les conviene aprovechar
la coyuntura, abrir su mente y replantearse sus visiones del país, por cuanto es
notable el desfase y la falta de sintonía que ambas organizaciones expresan hacia
la Colombia actual, lo demás será continuar en el proceso de descomposición,
debilitamiento y desprestigio en el que su arrogancia les ha puesto.