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EL SUELO
El suelo se define en general como la capa superior de la corteza terrestre.
Es un sistema muy dinámico que ejerce numerosas funciones y desempeña
un papel crucial para la actividad humana y la supervivencia de los
ecosistemas.
Los procesos que permiten su formación y su regeneración
son extremadamente lentos, lo que le convierte en un recurso no renovable.
Procesos de degradación
Los principales procesos de degradación que afectan a
los suelos son la erosión, la pérdida de materia
orgánica, la contaminación, la salinización, la
compactación, la pérdida de la biodiversidad del suelo,
el sellado, las inundaciones y los deslizamientos de
tierras.
Actividades que degradan el suelo
La degradación del suelo representa un grave problema que se debe a actividades humanas tales como las prácticas agrícolas y silvícolas inadecuadas, la industria, el turismo, la expansión urbana e industrial y la ordenación del territorio, o resulta agravada por ellas.
Consecuencias del uso inadecuado del suelo
Sus consecuencias son, entre otras, la pérdida de la fertilidad del suelo, de carbono y de biodiversidad; la disminución de la capacidad de retención del agua; la perturbación de los ciclos de los gases y los nutrientes, y la menor degradación de los contaminantes. La degradación del suelo influye, así, directamente en la calidad del agua y el aire, la biodiversidad y el cambio climático. Puede, incluso, alterar la salud de la población y amenazar la seguridad de los alimentos.
MEDIDAS DE PROTECCIÓN PARA EL SUELO
El suelo no ha sido objeto de medidas de protección específicas a escala comunitaria: su protección se contempla en disposiciones dispersas, relacionadas sea con la conservación del medio ambiente, sea con otros ámbitos políticos como la agricultura o el desarrollo rural. Sin embargo, estas disposiciones no permiten garantizar una protección suficiente del suelo a causa de la variedad de sus objetivos y ámbitos de aplicación.
MEDIDAS PARA PROTEGER LOS SUELOS
No desechar productos venenosos en la tierra, como pueden ser diversos químicos como pesticidas, fungicidas, raticidas, ácidos, materiales con plomo, arsénico, cianuro, mercurio y muchos otros que pueden envenenar las diversas especies vegetales que existan en la zona y a todas aquellas especies que se alimentan de ellas siguiendo la cadena alimenticia.
Cuidar de no arrojar solventes y algunos otros productos que no forman parte de la tierra de manera normal, los que pueden contaminar gravemente el suelo y afectar a toda la flora y fauna de la región, debido a la filtración en las diversas capas.
No arrojar desechos sólidos en las áreas que no están destinadas para ello, como pueden ser objetos de metal, de plástico, vidrio, papel, cartón y algunos otros que no solamente contaminan de manera visual, sino que también pueden interferir con el balance ecológico de la región y hasta afectar la salud de las personas.
Evitar la deforestación de los bosques. Los árboles cumplen una función muy importante adicional a la producción de oxígeno, ya que evitan que el agua arrastre a los nutrientes dejando estéril al suelo. El mismo efecto se puede presentar tras un incendio forestal, por lo que también resulta importante cuidar a los árboles y plantas de todos los riesgos posibles para proteger de manera indirecta al suelo.