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e r í t i e omanifiestan los seres humanos en larealidad : quedan profundamente sepa­rados del mundo visible. Ciertamente elcentro de laacción es la entrega de Julia aJean, al criado, a quien seduce. No faltanlos momentos rutinarios, reales, talescomo servir en la casa, lavarse la caraverdaderamente con agua, tomar vino, oexperimentar la posesión, el aborreci­miento, el odio; casi en la realidad delteatro, causar el derramamiento desangre, y la derrota espiritual.

Cristine , la criada, se apasiona. seencelaal sertestigo de la atracción que suamante,Jean,motiva en lasilusionesa las.que Julia se abandona. Ellay Jean, comoJulia, comprenden sus diferencias declase, ladistanciaconvencional rota por elespíritu de la fiesta a mitad del año. Laincompatibilidad social, tomada de los

prejuiciosdeunasociedad endurecidaporel empobrecimiento de .sus conven­ciones, permite a Strindberg profundizaren la substanciade la condición humana.

Cristine queda aparte, es testigo, y,como un eco, se compromete con lapasión obscuraque padecenJulia y Jean.Lade ellos noes unapasión de amor, sinodeposesión, de dominio y de inferioridad,alternándoseen los dos protagonistas lasumisión y el poder, las ambiciones, lacobardía, labajeza. Miramos enelespacioteatral y creemos presenciar las acciones

.cotidianas e interiores de los personajesIde una pieza de teatro. Sucede que enesta obra de Strindberg los personajesante todo sonesencias, principios idealespuestos de bulto frente a nuestras

mundo comprobable. El ve el interior delalma y lo descubre, revela eso que sería lasubjetividad posible, aproximadamentecomún a todos los seres humanos: nosrevive el inconsciente, la vida real de lossueños cuando se está despierto en lasambiciones, en el engaño existencial, enla compulsión del pensamiento.

Enrique Esquivel toma la interioridadexpresada por Strindberg en el texto y larevierte a los actores. Provoca que éstosvivan las experiencias de los personajes,en la estrechez del Teatro Foro El Juglar:el área destinada a los actores es precisa­mente el corazón, el núcleo espiritual de laintimidad dramática. El director traducepaso a paso las vueltas simultáneas queda Strindberg, del realismo a la objeti­vidad exagerada naturalista y a la penetra­ción subjetiva de la conciencia, a lasubstancia oculta que en secreto anuncialos signos del expresionismo teatral.

Miramos de cerca a los actores, tantocomo puede observarlos la observaciónaumentada por el microscopio del alma.Entramos a la apariencia de la realidad delos personajes, y encontramos ellfmite desus conciencias , donde ocurre el vacíotransformado en pasión y en muerte.

Encarnación del poder y la ambición

En La señorita Julia el dramaturgo trazados figuras cumbres del mal cotidiano queEnriqueEsquivel y sus actores nos comu­nican. Los personajes, mostrándose através de indicios semejantes a los que

LA S~Ñ~RI~A JULIA

Por María Muro

u.;STRINDBERGYLAOBSERVACIÓNDELINCONSCIENTE

El padre, Los acreedores y La señoritaJuliason tres obras de August Strindbergrepresentativas del naturalismo . Así lohizo notar el propio Emile Zolá. Convienesin embargo señalar aspectos fundamen­tales, característicos de un teatro querecrea el mundo visto exacerbadamente,lo que sin duda puede descubrirse en LaseñoritaJulia, obra escrita por Str indbergen 1888, y que hoy nos hace reflexionar alpresentarse en el Teatro Foro El Juglar,bajo la dirección de Enrique Esquivel.

Espacio intimo

Esquivel, en su propuesta escénica de Laseñorita Julia, hace posible que los trespersonajes protagonistas tengan unespecial relieve, los tres, siguiendo unatrayectoria trág ica definida, quedandeterminados por la vida interior enrai­zadaen la enfermedad . Julia, Jean y Cris­tine son el empeño constante de unaaguda observación dramática .

La realidad del mundo tal como es,puesta sobre el escenario, descubiertapor medio de algunas de sus partes,como si quedaran separadas por el bisturíy bajo la mirada a través del microscopio.No sólo , porque el dramaturgo y eldirector separan y observan la realidaddelinconsc iente.

La señorita Julia es un modelo originalde aparente realismo : al ofrecernos lavisión aumentada, lo exagerado de lo quemiramos, esa apariencia, desde el primerinstante de laobra, se transforma en ladeldrama naturalista. Pero Strindberg da unavuelta más y se desprende de la actituddel científico observador de un objeto I fmileZOfa

separado y crecido perteneciente al

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o.Iranee

Laseñorita Julia de August Strindberg. Teatro ForoElJuglar . Con Marfa Gelia Crespo, Rubén Cristiany yJennie Ostrosky. Dirección : Enrique Esquivel.

Jennie Ostrosky y Maria Gelia CrespOrealizanun alto papel en la conjugación deesta obra de esencias. RubénCristiany, alrepresentar al criado usurpador usado yabusivo, no obstante que hace suyo,como conciencia propia el significado de 1

su personaje, permite constatar una dife­rencia entre las capacidades de actuación .masculinas y femeninas: en México sueleexistir más fácilmente la buena actuaciónde las mujeres respecto 'a la que loshombres dejan ver en escena. Probable­mente por deficiencias en la interrelaciónsocial , los hombres carecen en generaldelibertad para expresar sus emociones. Sipara una mujer resulta prodigioso trans­formarse realmente en un personaje, y enuna esencia, para los hombres dedicadosa la actuación en nuestro pals esto espoco menos que imposible .

Rubén Crist iany a pesar de la distanciaen relación a las dos actrices de Laseño­rita Julia, toma la parte de la substanciaque le corresponde y da respuesta alpoder sobajado de la protagonista .Jennie Ostrosky y Maria Gelia Crespo, alrepresentar, plenamente se interiorizan yellas mismas son personajes esencialesen los queJean se apoya, de modo que laobra toda expresa el signo del poder quecada ser humano puede reconocer dentrode sí.

Al ver La señorita Julia podrla pensarseque estamos ante una obra construidacon prejuicios feministas, machistas,morales , de critica social. Afortunada­mente las actuaciones y las intencionesde la puesta en escena de EnriqueEsquivel y del texto mismo de Strindbergno dejan lugar a dudas sobre la materiafundamental de Laseñorita Julia. El tema'no es el de las diferencias sociales, tam­poco la pasión, o la historia vana y trágicade un amarlo. Elpoder, signo del mal, de lasoberbia , del pecado de los seres hu­manos, es el tema de la obra y es el temade Strindberg . Este poder se ejerce aldominar y al someterse en el preparativode la sublevación que luego habrá dedom inar. Este poder lo ejerce Julia almaltratar al criado, al entregársele, y lopierde al ceder el poder aJean; pero sobretodo Julia ejerce el poder cuando losublima tras la decepción al pedir queJean le dé muerte, sin que el criado

. obedezca. Ella ejerce el poder en elextremo, cuando todo lo domina al sulci­darse.O

E

Strindberg

llamados a ser en si revelación brutal delestado del alma, y a vencer la grave difi­cultad de representar el esplritu malignodel poder y la sumisión.

El más alto grado de soberbia, mezclade abuso de autoridad y de autodes­precio, se encuentra representado porJulia, a quien la actriz Maria GeliaCrespoha de arrebatar su significado. El someti­miento es el disfraz con el que Jean, elcriado, cubre la usurpación autoritaria, eldesprecio y el abuso de quien roba elpoder; con el disfraz de Jean debe reves­tirse el esplritu del actor Rubén Cristiany.A Jennie Ostrosky se le ha designado laposesión de los celos respecto a Cristine,el odio y el deseo de venganza contra suamante y contra su señora. Conviene queno veamos actores sino personajes y quelos personajes no sean sino representa­ciones de realidades esenciales.

miradas. No vemos personajes sino elalma distorsionada de la naturalezahumana.

La proximidad con los actores en eseespacio de El Juglar, favorece que elpúblico reciba el sello de la interioridad yque sienta envolverse con las esenciasdel mal. La representación de LaseñoritaJulia ahl es más que un reflejo del almahumana, más que una proyección de lashuellasde soberbia, ambición, abyeccióny poder de los seres humanos y precisa­mente de quienes presencian la obra.

Este drama de Strindberg dirigido porEsquivel, desde la propia cercanía delespectador consigo mismo, toca cerca lasubstancia del poder . El juego de la auto­ridad , esencialmente injusta, y de lacobardla que se rinde en busca del abuso,lo vemos nuestro, como el juego mortalde nuestra inclinación. En este sentido laformación religiosa de Strindberg res­pecto a la culpa original se convierte enexperiencia del espectador.

Materializaciones de nuestra esenciamaligna, representando apariencias, depersonajes de teatro reflejos de larealidad llevada a su limite, los actores de.La señorita Julia deben ser en verdadesencia de lo pervert ido. Sin extremarseen acciones, en act itudes ridlculas demaldad obvia, conservándose manifies­tamente apasionados como sereshumanos o personajes de la realidad, porlos medios del naturalismo ellos han sido

El papel de la representaci6n

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