EL IMPERIO ROMANO
El Senado
El Senado fue la única institución republicana que sobrevivió durante el Imperio, aunque desprovista de
numerosas de sus atribuciones.
La principal modificación que sufrió el Senado es que, como las magistraturas desaparecieron
(especialmente, los cónsules y cuestores), se modificó el reclutamiento de sus miembros.
Teóricamente, una parte del Senado era nombrada por el Emperador, y otra parte, se elegía por comicios
que se celebraban esporádicamente, cuando se produjese una vacante que debía ser llenada. Como el
cargo de senador era vitalicio (pudiendo ser removido solo por la voluntad del emperador), los comicios
eran sumamente excepcionales. En la práctica, las vacantes fueron designadas por el emperador, quien
elegía a partir de sus colaboradores de mayor confianza.
Por ello, la composición social del Senado no se modificó sustancialmente, desde los últimos años de la
República. Ya que sus miembros eran nombrados por el emperador, todos los senadores pertenecían a la
clase alta del imperio, la clase ecuestre (mercaderes ricos) y terrateniente.
Entre las facultades del Senado imperial, se deben considerar las siguientes:
- Función legislativa:
Debemos recordar que durante la República, la atribución de formación de leyes correspondía a los
magistrados (mediante los comicios), cuyos cargos y funciones durante la era imperial fueron modificadas
y reducidas a una mera condición honorífica. Durante el imperio, sus funciones legislativas, en cuanto a
la elaboración de leyes, quedaron, en la práctica, limitadas a la confirmación del emperador, figura que
podía vetar las propuestas legislativas del Senado (senadoconsultos). Es decir, que el Senado formulaba
las leyes y las mismas podían ser aprobadas o vetadas por el Emperador.
- Designaba a los gobernadores de las provincias seguras, también llamadas Provincias Senatoriales:
Teóricamente, estas provincias eran las más numerosas, ya que llegaron a ser 30 hacia fines del siglo II, y
110 a fines del siglo IV (no por crecimiento del Imperio, sino por subdivisión de las provincias más
antiguas). Para la administración de estas provincias, el Senado nombraba a gobernadores especiales, los
Procónsules, que duraban en sus cargos entre dos o tres años, menos incluso que los gobernadores de
las Provincias Imperiales.
La organización administrativa del Imperio
La estructura administrativa romana era relativamente sencilla: el Imperio se había dividido en provincias,
las que, durante los siglos I y II, llegaron a sumar entre 30 y 40, y que subdivisiones posteriores, provocaron
que éstas sumaran 120 hacia fines del siglo IV.
El Senado figuraba como responsable de las provincias más antiguas y seguras, nombrando gobernadores
que eran designados de entre los senadores con más experiencia, estas provincias eran llamadas
senatoriales. Por su parte, el emperador dirigía directamente las provincias exteriores, o inseguras,
nombrando gobernadores imperiales que duraban entre cinco y seis años en sus puestos, estas provincias
eran llamadas imperiales.
El personal que se requería para administrar este conjunto de provincias era reducido. El secreto de este
control radicaba en las unidades administrativas menores, civitas (ciudades), que eran comunidades
dotadas de cierta autonomía, normalmente con base en un pueblo o ciudad, aunque incluían el territorio
de sus alrededores.
Los administradores provinciales debían colaborar con las elites locales de cada una de las ciudades.
Normalmente, estas elites tenían sus representantes en el consejo de la ciudad (los Municipios, creación
romana), de modo que, para los gobernadores, era vital asegurarse la lealtad de los concejales hacia
Roma. El primer paso consistía en delegarles toda la responsabilidad de mantener la ley y el orden en su
zona, así como de organizar la vida urbana.
Los administradores provinciales debían colaborar con las elites locales de cada una de las ciudades.
Normalmente, estas elites tenían sus representantes en el consejo de la ciudad (los Municipios, creación
romana), de modo que, para los gobernadores, era vital asegurarse la lealtad de los concejales hacia
Roma. El primer paso consistía en delegarles toda la responsabilidad de mantener la ley y el orden en su
zona, así como de organizar la vida urbana.
Los concejales competían unos contra otros en el embellecimiento de sus respectivas ciudades, para lo
que construían edificios y monumentos, con lo que aumentaban su estatus local y la posibilidad de
adquirir la ciudadanía romana. Otros, los que tuviesen suficiente riqueza, también alcanzaban el estatus
ecuestre (mercaderes enriquecidos con el comercio), y la posibilidad de lograr un lugar en el Senado.
Una de las obligaciones delegadas en los concejales era la del cobro de los impuestos, que resultaban
fundamentales para el financiamiento del Imperio.
El impuesto principal era el tributo, del que Italia estaba exenta, y que se calculaba parcialmente sobre la
propiedad, y en parte, según la ciudadanía.
Actividades:
1 - ¿Cuáles eran las funciones del Senado?
2 - ¿Quién elegía a los miembros del Senado?
3 - ¿Cuál es la diferencia entre una provincia senatorial y una provincia imperial?
4 - ¿Qué funciones tenían los administradores de las provincias?