EL TROVADOR DE MI PUEBLO
Marchando a pie y por distintas calles, no s cuntas veces tropec con l, llevaba el rostro de los viejos caminantes, sombro y triste, mas no s por qu. Ceida a su espalda, una vieja guitarra, le acompaaba siempre, cual amiga fiel, y en las peas y bares entraba y cantaba a cambio de unos soles, pa poder comer. No s cuntas veces cruzamos miradas, y si fueron pocas, fue slo un instante, de esos que se quedan zumbando en el alma, cuando es que se miran dos almas errantes. l, cargando recuerdos junto a su guitarra, y yo soando con llegar a ser alguien. l, cantor aejo, mendigando esperanzas y yo, un triste poeta, conocido por nadie.Y as, pas el tiempo, cayeron los aos, En aceras opuestas o encuentros casuales, cruzamos miradas ms veloz que un rayo, y sin darnos cuenta nos lleg la tarde.Y me fui sin pensarlo, como a veces sucede, me escond en la penumbra, me alej de las calles, y por esas cosas que uno no entiende, me lleg la noticia del cantor errante.
Y es que ayer supe, me enter de repente, que el viejo cantor ya se fue de las calles, se llev sus canciones, se fue para siempre, all donde van todos y no regresa nadie.Quin sabe si, acaso, un ahogado llanto, nublaron mis ojos, sin saber por qu, quin sabe si acaso, lo extraar tanto, que un da, mis versos hablarn de l.
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