En un mundo hiperluminoso en el que nada era borroso, el Sol lucía todo
el día, iluminando cada rincón con belleza e ilusión. Mas una tarde de
verano, por la mañana bien temprano, se levantó Clara Oscura con ganas de
aventuras.
Doble personalidad tenía, una cálida y otra fría, peleaban sin cesar
y a Clara Oscura no dejaban en paz. No podía caminar, ni tan
siquiera bailar, puesto que todos los días peleas había. ¡Ay madre mía,
así todo el día!
Sin embargo, esto
no fue posible, porque
su sombra era
ultraincompatible.
Una pausa debemos hacer para que a las sombras puedas conocer. Con
color marrón, encontramos a Iden, el más refunfuñón, y con color azul, a
Tidad, que ilusionada completaba la otra mitad.
Tidad, que molaba cantidad, todo el día contenta está. Pero cuando los
problemas llegaban, a ella no le importaba, sólo se preocupaba de su belleza
desmesurada. ¡Ay madre mía, así todo el día!
Iden se encontraba
molesto, porque no
entendía esto. Así la pelea
empezó, porque ninguno
entraba en razón.
Todo ello incordiaba a Clara Oscura. Ya no las miraba con dulzura, y ni tan siquiera cuidaba su compostura. Parecía tratarse de una loca, aunque nada saliese de su boca. ¡Ay madre mía, así todo el día!
Ella sólo quería ser como los demás, que paseaban con sus sombras sin cesar. De los pies agarraditos, siempre a todos lados juntitos. De la envidia que tenía... ¡ZAS! ¡PLAS! ¡CATAFLÍA! Así de su sombra se desprendía.
- No, no, no...No puede ser,
que me hagáis enloquecer. No
aguanto más, este lio mental.
“Con un toque de locura
Clara Oscura se va, Clara
Oscura se vaaaaaaa y no
volverá”.- Entonaba la joven
alocada, con el ritmo de la
canción más escuchada: Mary
Poppins.
¡Ay madre mía, así todo el día!
- Ella no me entiende, mis sentimientos no comprende. No logro
encajar en su dichosa mitad. ¡Yo tengo la razón, te lo digo de corazón!
Yo quiero libertad sin necesitar a Tidad.- Iden decía tristemente lo que
pasaba por su mente.
- Siempre la culpable soy yo, cuando actúo sin rencor. Solo digo la
verdad, y sonrío sin parar.- Replicaba Tidad, con toda honestidad.
Clara Oscura ya no podía
más con esta tortura, y de ellas
se despidió con ternura.
Solas vagaban por esa
ciudad tan luminosa, y del resto
de personas se pusieron celosas.
Todo el mundo las miraba asombrados, ya que en ningún lugar algo
igual habían encontrado. Mas se pusieron tristes al recordar a Clara Oscura,
porque era la única que las trataba con dulzura.
Echaban de menos su compañía, tanto de noche como de día. Por
ello decidieron que debían complementarse, y ya más nunca enfadarse.
Aceptarse el uno al otro, sin armar alboroto.
Así que a Clara Oscura llamaron y la solución le contaron.
- Clara Oscura te necesitamos aquí, sin ti no podemos vivir. Nos hemos dado cuenta que para completas estar, diversas formas de ser
debemos de aceptar. Nuestro nombre queremos cambiar, y una sola sombra formar.- Dijo la primera sombra.
- Identidad nos vamos a llamar, y a tu lado siempre queremos
estar. Habrá momentos felices y tristes, lluviosos y soleados, divertidos y
aburridos. Habrá recuerdos azules como el cielo, sonrisas dulces como el azúcar, e incluso nuestras lágrimas se secarán si juntas logramos estar.
– Dijo la segunda sombra.
De lo orgullosa que se sentía... ¡ZAS! ¡PLAS!
¡CATAFLÍA!, sus sombras otra vez se unían. No os podéis ni imaginar
lo que sienten ahora al caminar. ¡Qué contentas
están!
De este modo lograron descubrir que es necesario el respeto para convivir. No siempre igual nos sentiremos, por ello la comprensión
utilizaremos. Tras este momento estelar, nunca más se volvieron a separar, y ahora por fin pueden disfrutar de su bonita amistad.
No es cuestión de alargar, por eso aquí vamos a cortar. Haremos caso
a Iden y Tidad, y...
Pimpilín, pimpilá, este cuento acabado está.
Un camino sin ti
Te fuiste para no volver,
y si miro atrás, ya no estás,
y si estás, ya no es conmigo.
Te fuiste para no volver,
y ahora sé que es tarde.
Ahora ya no hay amanecer sin llanto,
ni llanto sin sonrisa,
ni sonrisa sin ti.
Te fuiste para no volver,
y ahora sé que añoro tu sonrisa.
Tu alegría y fantasía,
se fueron con la brisa.
Te fuiste para no volver,
y si pienso en el camino,
mis zapatos no quieren andar.
Si mi sombra no tiene dueño,
¿para qué sirve caminar?
Te fuiste para no volver,
¿y ahora? Ahora, ya da igual.
Mi sombra sin dueño, camina vagando.
¿Es esto un sueño?
Figuras retóricas: paralelismo, anáfora, personificación,
paradoja y pregunta retórica.