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  • 8/2/2019 Escritos sobre Ulrike Meinhof y la Fraccion del Ejercito Rojo - Seleccin (M. Sacristn, 1985)

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    Manuel Sacristn

    Escritos sobre Ulrike Meinhofy la Fraccin del Ejrcito Rojo

    tomados de: Intervenciones Polticas (panfletos y materiales 3). Barcelona, Icaria, 1985

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    Desde 2005 hasta la fecha se estn reeditando numerosos textos del filsofo marxistaespaol Manuel Sacristn (1925-1985), y se multiplican los libros y actos sobre su figura. Sinembargo, en medio de este maremagnum de antologas, elegas, autopsias ydescuartizamientos varios, hay una curiosa ausencia salvo inadvertencia por mi parte-:siempre parecen escamoteados los textos que dedic a Ulrike Meinhof, militante de laorganizacin armada alemana Fraccin del Ejrcito Rojo y presa el da de su muerte en laprisin de alta seguridad de Stannheim1.

    No dudo de que la ausencia de estos textos en medio de tan copiosa e interesante literatura sedeba a la casualidad. Pero no por casual esta ausencia es menos desafortunada. Es lugarcomn una cantinela sobre el perfil poltico de Sacristn: Sacristn como una especie de sanJuan Bautista terico que bautiza en el Jordn de su sabidura, como sucesores genuinos, alos nuevos movimientos sociales o al movimiento antiglobalizacin, o a los foros socialesmundiales... -, despus de haberse desengaado con el autoritarismo de pases y partidoscomunistas. Esta visin se refleja en el ttulo de una de las antologas ms difundidas "De laprimavera de Praga al marxismo ecologista"-, en la que tampoco se reeditan los escritos sobreMeinhof (pese a que forman parte del arco temporal referido por el ttulo).

    Los escritos a que me refiero y que aqu transcribo no desmienten esa cantinela, pero sdesentonan con ella. Digamos que lo que cuenta Sacristn sobre las vicisitudes de laizquierda alemana en los aos 60 muestra que los "nuevos movimientos sociales" ecologismos y pacifismos de base diversos- ni son tan nuevos ni inventan nada; que mientrasel mochilero antiglobalizacin de turno sube al inter-rail a experimentar "nuevas formas deaccin", esa izquierda de los 60 ya haba bajado; que la situacin en tiempos de Sacristn (yno digamos ahora) no es tan distinta de la que llev a muchos protagonistas de la izquierdaalemana de los 60 (entre ellos Ulrike Meinhof) a hacer balance y tomar las armas en los 70.

    En realidad, el mochilero antiglobalizacin no puede ignorar a estas alturas que la fiestatermin, y que ocho aos despus de la eclosin de "el movimiento antiglobalizacin" elbalance no da para muchas ilusiones. Hasta uno de sus orculos impresos se lo recuerda yaen letras de molde2: en Francia, uno de los principales escenarios del movimiento, larespuesta de la sociedad a ocho de aos de campaas y campaitas ha consistido en respaldaren las urnas a la derecha imperialista, la candidatura de Sarkozy que busca acabar con laindependencia de Francia respecto a Estados Unidos- en poltica exterior.

    Segn la reflexin de Sacristn presente en estos textos, puesto que una sociedad capitalista-por definicin- no puede estabilizarse en lo econmico, debe estabilizarse en lo poltico bajouna forma vieja o nueva de fascismo. Quizs puede aadirse que no sera difcil en tiemposcomo los nuestros que una nueva forma de fascismo se implantase por va electoral, y de lamano de una humanidad como la mencionada por el editor Giacomo Feltrinelli3 -en una cartaque envi en 1958, desde la Italia del "milagro econmico", al disidente sovitico BorisPasternak-:

    En estos tiempos en que los valores humanos se olvidan, en que los seres humanos sonreducidos a mquinas, en que la mayora de las personas slo tratan de huir de s mismas yde resolver los problemas de su ego viviendo en el estress y mortificando lo que queda de lasensibilidad humana, 'Doctor Zhivago' ha sido una enseanza que no se podr olvidar.4

    Desde luego, cualquier activista puede tener la tentacin de imputar alguna de susdesgracias, como la victoria en Francia de Sarkozy, a una plaga de sadomasoquismo como lasentida por Feltrinelli. Al menos, si es un tipo ledo y se fa de "Le Monde diplomatique": la

    1A lo sumo, se alude a la relacin entre Ulrike Meinhof y Sacristn coincidieron en la universidad de Mnster- comoepisodio biogrfico sentimentaloide digno de una nota al pie.

    2Las ilusiones perdidas de la izquierda de la izquierda. Le Monde diplomatique (edicin en castellano), julio de 2007, pg 4.3Feltrinelli fue un editor italiano con una trayectoria pareja a la de Ulrike Meinhof, tambin en lo poco claro de su muerte.4 Carlo Feltrinelli, Senior Service : biografa de un editor. 2003, Tusquets.

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    conclusin de tanto frenes de campaa por 'otro mundo posible' es que "Sarkozy y laderecha parecen haber ganado la batalla de la hegemona cultural incluso en ampliossectores de las clases populares. La perspectiva del triunfo individual, an en detrimento dede los menos favorecidos, moviliza ms que la invocacin de las solidaridades colectivas...El horizonte cultural de las categoras populares... se aleja de las perspectivas de progresogeneradas por la accin colectiva, y se repliega en los valores del ethos capitalistaimpulsados por los grupos sociales dominantes: trabajo individual, reduccin de losimpuestos... remuneracin del mrito... transmisin del patrimonio". La conclusin o unade las conclusiones: otra son ms de seiscientos mil muertos en Iraq, tras las "grandesmovilizaciones mundiales contra la guerra".

    Volviendo a la Alemania (o Europa) de los 70, Sacristn no sacaba las mismas conclusionesque Ulrike Meinhof; a su juicio, la respuesta viable a la previsible restauracin del fascismopasaba por "grandes concentraciones antifascistas cuya definicin poltica global, como sucontenido, tenga poco perfil", y no por la va armada. En su tiempo, Sacristn vio comoejemplos de estas concentraciones, en Espaa, al movimiento antinuclear y a las campaaspor el "No" a la OTAN est ltima conoci su fracaso electoral el ao siguiente del de lamuerte de Sacristn-. Posteriormente, muchos han valorado que las sucesivas campaas deturno contra algo o las distintas terapias de grupo de los movimientos "de base" cumplan lamisin demandada por Sacristn.

    Estoy ms de acuerdo con Sacristn que con Meinhof: pero tambin estoy de acuerdo conSacristn en que "no hay ninguna razn para presentar esta situacin eufricamente". Piensoque muchos de los recientes albaceas de Sacristn incurren, si no en euforia, si en unainterpretacin algo empalagosa de la situacin que les permite incluso cantar las alabanzasde una pelcula como "Salvador", la edulcorada biografa de Salvador Puig Antich-; piensotambin que los escritos sobre Ulrike Meinhof ponan negro sobre blanco (y lo hacen ms enla actualidad) las razones por las que no debe caber la euforia.

    Dispongo de los textos de Sacristn y no de los textos de Ulrike Meinhof a los que servan deprlogo. Siendo Ulrike Meinhof y su gente las personas a las que realmente interesarecordar, el ratn de biblioteca que los suba a la red ser benemrito de verdad.

    Perestroiko, 4 VIII 2007.

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    CUANDO EMPIEZA LA VISTA1

    Este volumen, compuesto por Frank Grtzbach, recoge piezas de una polmica en losgrandes medios de comunicacin y difusin alemanes: peridicos diarios, semanarios, radio,televisin. La controversia se sita en la inveterada pugna entre la derecha social y losintelectuales liberales, progresistas o crticos. No es, sin embargo, muy representativa deltipo tradicional de estas disputas, porque, como lo comprobara el lector, hombres de iglesiase encuentran como el desencadenador de la polmica, Heinrich Bll, que es l mismo unhombre religioso- entre los que intentan proteger a la banda de terroristas Baader-Meinhof de la histeria que desencadena contra ellos la violencia del sistema y, en cambio ypor ejemplo, el escritor Gnther Grass, tambor mayor de la propaganda del PartidoSocialdemcrata de Alemania (SPD), ironiza en un sentido en ltima instancia opuesto. (Lasintervenciones aludidas se encuentran bajo las fechas 27-I-1972 y 5-II-1972.) Pero, a pesarde complicaciones como sa que quizs sean slo detalles de una poca de transicin en

    la recomposicin de la tradicin de izquierda entre los intelectuales-, el volumen presentanumerosas muestras de la rotundidad con que los conservadores reaccionan contra lasensibilidad de los intelectuales liberales para con las complicaciones de la vida social.Valga como ejemplo esta afirmacin de un colaborador del seminario Quick: El que, comoHeinrich Bll, o tambin el profesor Bruckner y sus compaeros de ideas, muestra unaconsciencia tan escindida es a la larga un peligro mayor para nosotros que Ulrike Meinhof ysus pistoleros(2-II-1972).

    La misma preeminencia dada a Ulrike Meinhof en la polmica, en el ttulo del artculode Bll e incluso en el ambiente en el que acaba de empezar el proceso contra algunosmiembros del grupo, remite al medio de intelectuales en el que se desarrolla la discusin,porque Ulrike Meinhof, que llega al grupo tardamente y es mayor que todos sus

    compaeros (tiene 40 aos cumplidos: Baader, el ms joven de los ahora juzgados, tiene32), es tambin la nica con un historial de intelectual destacada.

    La situacin policaco-procesal no justifica que se subraye as el caso de UlrikeMeinhof. El ministro federal del interior dijo en mayo de este ao que haba setenta presosdel grupo Baader-Meinhof (Rote Arme Fraktion, Fraccin del Ejercito Rojo, FER), detenidosentre 1972 y el atentado en que muri el juez Von Drenkmann en 1974, y 24 detenidosdespus. A eso hay que aadir los seis detenidos tras el atentado de Estocolmo (de los quese afirma que pertenecen a un grupo, el 2 de Junio, nacido con posterioridad a la FER,pero parte del mismo movimiento). El ministro aadi que la polica buscaba an a 27personas consideradas peligrosas y a 100 consideradas seguidores, y que estimaba en200-300 el nmero de los simpatizantes que dan apoyo a estos revolucionarios designados

    oficialmente con la expresin violentos anarquistas de diferentes grupos, buscados conorden de detencin. Tampoco es Ulrike Meinhof la nica acusada en el proceso deStuttgart-Stannheim proceso bastante cargado, al que se prev, muy poco precisamente,una duracin de uno a tres aos y en el que, en cualquier caso, se ha de or a casi 1.000testigos, estimar casi 1.000 peritaciones de unos 80 peritos y dominar un sumario de unos50.000 folios-, sino que con ella comparecen Andreas Baader, Gudrun Ensslin y Jan CarlRaspe, y habra tenido que comparecer tambin Holger Meins si no hubiera muerto antes,durante la huelga de hambre del grupo en protesta por su larga prisin preventiva en parcialincomunicacin.

    Hay que tener en cuenta, sin embargo, que toda la polmica presentada en estevolumen es anterior a la detencin de cuatro de los cinco procesados en Stuttgart. Elvolumen se cierra el 23 de Febrero de 1972. En esa fecha, el nico miembro preso de lo que1 Junio de 1974. En: Heinrich Bll, Garanta para Ulrike Meinhof, Barcelona, Seix Barral, 1976.

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    la prensa alemana llama el ncleo duro de la FER era Gudrun Ensslin. Baader, Meins yRaspe fueron detenidos el 1 de junio de 1972 en Frankfurt, Meinhof lo fue el 15 del mismomes en un lugar de la Baja Sajonia, Langenhagen, entregada a la polica por uno de esosintelectuales liberales de consciencia escindida que tanto inquietan a la derecha. UlrikeMeinhof se haba refugiado en su casa. Ahora bien, en la situacin anterior a la detencindel ncleo duro, Bll y otros intelectuales liberales no tenan slo motivos de afinidad paraver en Ulrike Meinhof la personificacin de toda la tragedia. Algunos, como Klaus RainerRhl, ex-marido de Ulrike Meinhof y antiguo editor de konkret", se debieron mover, en parteal menos, por motivos muy personales (es patticamente llamativo que en sus artculos Rhlno hable nunca de grupo Baader-Meinhof, sino slo de grupo Baader); pero los ms sehan visto movidos por la gran representatividad de Ulrike Meinhof. Sus diez aos largos decolumnista en una de las pocas revistas de la pobre izquierda alemana que ha tenido unaproyeccin algo masiva konkret- han dado de s una articulacin y formulacin muycompleta de la evolucin que lleva de las primeras resistencias universitarias contra laguerra fra hasta el proceso de Stuttgart.

    (Mucho antes de que empezara la oposicin estudiantil a la guerra fra, al armamento

    atmico y a la guerra del Vietnam, los mutilados restos de la izquierda obrera organizadahaban luchado ininterrumpidamente aunque, la verdad sea dicha, a la desesperada y conpoco resultado- por esas mismas causas, hasta que la sentencia del Tribunal Constitucional,declarando fuera de la Ley al Partido Comunista a mediados de los aos cincuenta, loslanz a las crceles y a la clandestinidad. Tendra mucho inters estudiar detalladamente laactitud de los democristianos (CDU/CSU), los liberales (FDP) y los socialdemcratas (SPD)ante aquel proceso. Pero no es ste el momento de hacerlo.)

    * * *

    Por su condicin de portavoz asidua, no por los actos ilegales que se le imputan enStuttgart, es Ulrike Meinhof tan representativa de la trayectoria de la nueva izquierda

    alemana que ella convocaba en 1962. Ulrike Meinhof naci el 7 de octubre de 1934. Sumadre, Renate Riemeck, ha sido una de las dirigentes ms destacadas de la Unin Alemanapor la Paz. En la fase final de la guerra fra estilo Foster Dulles, luchar contra la cual fue elprincipal objetivo de la Unin, Ulrike Meinhof, entonces estudiante de literatura en laUniversidad de Mnster, Westfalia, form parte de un grupo de accin contra lo queentonces se llamaba La Bomba, y desempea su papel en el Congreso de Berln contra elarmamento atmico. Es el ao 1959: en otoo se celebra la entrevista de Camp David entreEisenhower y Jruschov, que encarrila el acuerdo sobre desarme controlado. Aquel acuerdono sirvi para casi nada, como sabemos hoy, pero entonces suscit grandes esperanzas.Ese otoo empez Ulrike Meinhof sus columnas en konkret. konkret haba sido hastaentonces un papel muy modesto a menudo slo cuatro pginas de mquina plana a unasola tinta- que apareci irregularmente y se venda casi slo en las universidades. En la de

    Mnster, poco, y entre las miradas hostiles de una aplastante mayora negra. Entre lascausas de que llegara a ser en algn momento el principal peridico de la izquierda no slode la nueva- hay que contar las columnas de Ulrike Meinhof.

    Los ejes de esas columnas sin durante mucho tiempo la distensin internacional, lalucha contra el rearme y el armamento atmico de la Repblica Federal de Alemania (RDA)y la lucha por la democratizacin del Estado, lucha sentida, en realidad, como resistencia aun proceso de restauracin, que ms tarde Ulrike Meinhof entender como fascistizacin.

    El primer proyecto de leyes de emergencia, el del ministro Schrder uncristianodemcrata de derecha (en cualquier pas del sur europeo se le considerara unfascista pobre de ideologa)-, en, en efecto, de enero de 1960. Con el paso de los aos,

    esos ejes de la actividad periodstica de Ulrike Meinhof se adentrarn en terrenos nuevos y

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    as, por ejemplo, la campaa por la paz se har con naturalidad campaa antiimperialista.Sus columnas no perdern su orientacin, aunque cambiarn algo de tono.

    En la primera mitad de los aos sesenta, pese a la frecuencia de acontecimientospolticos preocupantes, las columnas de Ulrike Meinhof se mantienen en un tono animado,tranquilo, que refleja la sensacin de movimiento en desarrollo, de organismo encrecimiento, que tiene por entonces la izquierda alemana estudiantil e intelectual. UlrikeMeinhof escribe hasta llamamientos tan sin problemas como ste: "Al que pregunte, quse puede hacer, qu se puede hacer contra las armas atmicas, contra la guerra, contra ungobierno que no negocia [el problema centroeuropeo con la URSS y la RDA], sino que slose rearma?, se le dir dnde puede apuntarse para la marcha de Pascua de 1963("konkret", 4/1963). Y eso que el ao anterior haba habido la crisis de Berln, y que aquelmismo ao se haba presentado (en enero) a la Dieta Federal el segundo proyecto de leyesde emergencia y que en noviembre sera asesinado el presidente Kennedy. Es verdad quetambin ese ao, el 5 de agosto, se firm en Mosc el tratado de prohibicin de las pruebasatmicas. Tampoco ese tratado sirvi para mucho, pero todava hoy se comprueba el alivioque supuso, especialmente para los centroeuropeos. La sensacin de alivio da un marco

    adecuado a la confianza optimista en procedimientos polticos como las "Marchas dePascua": la de 1963 se orient especialmente contra las leyes de emergencia.

    Incluso la ruptura definitiva de la socialdemocracia con la tradicin socialista se podaasimilar sin graves traumas cuando an imperaba un estado de nimo esperanzado, demovimiento progresivo que crece sin roturas (y sin que, por otra parte, la constancia delmovimiento estable de la economa capitalista del "milagro econmico"- facilite la defensacontra la insinuacin de los valores del sistema). Tras el Congreso de Karlsruhe de la SPD,Ulrike Meinhof titula una de sus columnas El mal menor("konkret", 12/1964). El mal menores la socialdemocracia. No parece dudoso que ese fuera en aquel momento el sentir de lamayora de la gente de izquierda en las facultades y en las redacciones.

    En la primavera de 1965 ocurre algo que se puede tomar como punto crtico en lamaduracin de una consciencia antiimperialista en los grandes pases del capitalismo: losbombardeos de Vietnam del Norte por decisin de la administracin Johnson. Muy pocodespus empieza a notarse la crisis econmica que alcanzar su punto ms bajo a finalesde 1967. Los motivos crticos de los jvenes universitarios norteamericanos encuentran enAlemania un fundamento conceptual bastante ms slido que en otras universidades, asaber, las tradiciones ms o menos intensamente marxistas de centros como el Instituto deFrankfurt o de ctedras desempeadas por socialistas inequvocos, como Abendroth oHofmann. Es un momento polticamente difcil para la gran burguesa alemana, porque lacrisis econmica est agotando el nico prestigio de la Democracia Cristiana de LudwigErhand, dejando a ste en ridculo como economista y socilogo de la "sociedad formada".El Partido Socialdemcrata salva la situacin, de acuerdo con su viejo papel en Alemania:

    en noviembre de 1966 se concluye la "gran coalicin" entre la SPD y la CDU, un pacto por elcul los socialdemcratas entran en el gobierno con un canciller democristiano (Kiesinger.)La decepcin de la izquierda alemana ante la desaparicin incluso del mal menor es grande.Sobre todo porque ya en febrero de 1967 ese gobierno con socialdemcratas en vez declausurar el tenaz esfuerzo de la derecha por conseguir rellenar la "laguna" de un derechode emergencia, presenta a la Dieta Federal el tercer proyecto del mismo. Ulrike Meinhoftiene an ocasin de comentar la decepcin con el lenguaje de ritmo largo y discursivonatural en los tiempos de cotidianeidad sin sobresaltos, antes de que stos se acumulen enlos tensos aos 1967/1969. As escribe en el n 1 de "konkret" de aquel ao, bajo el ttulo Elproceso de clarificacin: "La adhesin de Dahrendorf [destacado jurista y socilogo delPartido Liberal, FDP] a la gran coalicin es [...] instructiva. Hace poco ms de un aoescriba an: 'La gran coalicin termina con la lucha de partidos como instrumento de un

    rgimen democrtico [...] El precio lo paga la sociedad alemana con la vitalidad de susinstituciones democrticas'. Una de esas instituciones es la Universidad alemana; dentro de

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    la Universidad, el mismo Dahrendorf se haba convertido en institucin; idelogo principal dela admisin del conflicto [...], ha depuesto luego la actitud con la cual haba podido ser eficazla oposicin y se ha puesto al servicio de los que han cortocircuitado el conflicto. La frmula,presentada al margen de los partidos, resulto puro formulismo, voceado no para hacer sitioa la oposicin del trabajador industrial frente al management y al capital, a la oposicinfrente al gobierno, al parlamentarismo frente al ejecutivo; no fue ms que una generalizacinaguda y sin compromiso, con la cual no se trataba de abrir trincheras en la clase de losdominantes, sino a lo sumo, de asesorarlos estilsticamente".

    Si ya la decepcin respecto de las opciones liberales o por el "mal menor"socialdemcrata permita prever una salida explcitamente socialista y revolucionaria a lanueva izquierda alemana, los hechos del 67 y el 68 aumentan la probabilidad de esedesarrollo. El 2 de junio de 1967, al final de una manifestacin antiimperialista, la policaberlinesa mata de un disparo a bocajarro a un estudiante que caminaba solo y sin armas deninguna clase, Benno Ohnesorg; y el Jueves Santo de 1968 se produce el atentado contraDutschke, uno de los portavoces ms visibles del movimiento socialista estudiantil. Ellenguaje de Ulrike Meinhof cambia, como cambi el estado de nimo del movimiento: Se

    acab la broma ("konkret", 5/1968) y hay que utilizar "medios distintos de los que hanfracasado, puesto que no han podido impedir el atentado contra Rudi Dutschke".

    El movimiento estudiantil que ya era ms que eso, era la Oposicin Extra-parlamentaria, OEP- reaccion al atentado con un ataque a los peridicos de la cadenaSpringer, que venan llevando desde haca tiempo una campaa de incitacin a la violenciacontra la izquierda. Axel Springer es un buen ejemplo del financiero que se construye unpoder poltico penetrando tentacularmente con su dinero en los medios de comunicacin demasas. Las acciones contra la prensa de Springer se extendieron por una veintena deciudades; en ellas hubo dos muertos y cuatro centenares de heridos; la polica detuvo aunas ochocientas personas. Las formulaciones de Ulrike Meinhof en aquella ocasinarticulaban seguramente el pensamiento ms autocrtico y ms cauto de la OEP: "[...] ahora

    que se han saltado las ataduras de los Buenos Modales y la Decencia, se puede y se tieneque discutir de nuevo, desde el principio, sobre la violencia y la contraviolencia. Lacontraviolencia, tal y como se ha practicado en estos das de Pascua, no es adecuada paradespertar simpata, para atraer a liberales espantados al lado de la opininextraparlamentaria. La contraviolencia corre el peligro de convertirse en violencia, en la cualla brutalidad de la polica dicta la ley de la accin, una clera impotente sucede a laracionalidad reflexiva y se contesta con medios paramilitares a la intervencin paramilitar dela polica"("konkret", 5/1968).

    El ltimo esfuerzo (baldo) por evitar la aprobacin de las leyes de emergencia, laimpresin por otra parte- de los hechos de mayo y junio en Francia, la tensin en el Pactode Varsovia: todo eso contribuye, en unos a la radicalizacin de las tcticas (en otoo,

    Baader y Ensslin causan, segn dicen sus condenas, los incendios de Frankfurt) y en otros,los ms, a la radicalizacin y profundizacin del pensamiento poltico. sta es la poca en laque Ulrike Meinhof formula ms insistentemente un pensamiento socialista. As escribeautocrticamente tras la ltima marcha contra las leyes de emergencia: "Hemos defendido lademocracia poltica en vez de atacar a los poderes sociales, las asociaciones deempresarios, junto con sus dependencias en el Estado y en la sociedad misma [...]. Hemosargumentado contra las leyes de emergencia, en vez de luchar contra la fuerza de lasgrandes compaas. [...] No hemos realizado la defensa de la democracia como lucha por lademocracia econmico-social, como lucha de clase por debilitar a los propietarios de lasociedad"("konkret", 6/1968).

    Es una autocrtica emparentada con la crtica que dirige a los partidos comunistas de

    Occidente (por cierto, que el de Alemania intenta renacer legalmente por entonces mediantela fundacin de uno nuevo, el Deutsche Kommunistiche Partei, DKP, el 28 de Septiembre de

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    1968): "Los partidos comunistas del oeste de Europa se han quedado parados en el estadiode las reformas sociales y el parlamentarismo"("konkret", 7/1968). Seguramente anda UlrikeMeinhof ms cerca de los sentimientos de la OEP en aquel momento que de la dietaalimenticia de los ciudadanos de la URSS cuando llama a la poltica jruschoviana"comunismo del gulasch". En cualquier caso, la invasin de Checoslovaquia por las tropasdel pacto de Varsovia (21 de agosto de 1968) consolida, por un lado, la actitud crticarespecto de los partidos de la que fue III Internacional, pero, por otro, obliga a Ulrike Meinhofcomo haba obligado a Dutschke, meses antes, el previo desarrollo checo- a unaprofundizacin en los problemas del socialismo que la libera, al menos, de las versionesdoctrinaras simplistas. En una de sus columnas mejor escritas escribi Ulrike Meinhof sobreel intento poltico de la mayora Dubcek del PCCh varias consideraciones analticas deinters en las que coincida con otros observadores, y una aguda valoracin del resultadocultural ms decisivo del stalinismo: la despolitizacin de trabajadores en otro tiempocomunistas. Los hechos checos muestran, comenta Ulrike Meinhof, "lo poqusimo quehaban conseguido los intentos stalinistas de politizacin mediante la agitacin y lapropaganda. La ingenuidad con la cual se hablaba antes de la invasin de un socialismodemocrtico de nuevo tipo, de compromiso con la Iglesia, de poltica antiimperialista, de una

    nueva formulacin del marxismo, sin decir material y exactamente en que pensaba [...] esprobablemente un producto de la despolitizacin masiva por obra de la poltica stalinista"("konkret", 10/1968).

    El balance de la OEP, y en general de la izquierda alemana, a finales de 1968, esbastante malo: los aos de campaa contra los proyectos de leyes de emergencia, aos delucha por una interpretacin democrtica o incluso simplemente liberal de la Constitucin,han terminado en derrota; el agotamiento del mayo francs y el contundente barridoelectoral del sesentayochismo en Francia disipan muchas esperanzas descabelladamentealimentadas por aquellos jvenes pequeo-burgueses y burgueses que se rebelaron contrael sistema sin tener experiencia, ni siquiera consciencia, de la base clasista en la quehabran tenido que reorientarse para cambiar de bando realmente; la poltica exterior de los

    pases del Pacto de Varsovia y muchos elementos de su poltica interior- quitan a otrosesperanzas un tanto diferentes; en el seno de la OEP alemana, en su ncleo mejororganizado, est a la vista no ya una sintomtica descomposicin, sino la descomposicinmisma. En noviembre la Liga de Estudiantes Socialistas (SDS) intenta terminar en Hannoversu XXIII conferencia de delegados, que ya no le haba sido posible llevar a trmino dosmeses antes en Frankfurt. La conferencia es un caos. Alguien distribuye, por ejemplo, entrelos delegados, una octavilla que se puede traducir as:

    FfffffruuuuustracinnnnnPal Culo

    Esto es un congreso del SDS

    Antes de terminar la conferencia se haban marchado como la mitad de los delegados,y tambin se haban ido algunos de los portavoces de mayor influencia en los aos y mesesanteriores, como Semmler o Lefvre. Lo que hoy hacen estos dos hombres podra ilustrar,ahorrando palabras, las dos principales salidas de la descomposicin de la Oposicin Extra-parlamentaria: Lefvre ha vuelto a integrarse en el escalafn acadmico, con prometedoresresultados, como es natural en un hombre de sus talentos; Semmler es hoy un dirigente delPartido Comunista (Marxista-Leninista) de Alemania (KPD-ML). Como queda dicho, el viejopartido comunista se reconstituy mediante una nueva fundacin en agosto (DKP); suorganizacin juvenil, Spartakus, es una de las tendencias ms fuertes de la izquierdamarxista. Pero los resultados electorales de todas las formaciones comunistas son muybajos. Es notable que queden incluso por debajo de los modestsimos del orden del 3-4%-obtenidos por la Unin Alemana por la Paz de Renate Riemeck, la madre adoptiva de Ulrike

    Meinhof, en los aos de represin ms dura e ilegalidad de los comunistas. Pero en los

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    ambientes universitarios, la catstrofe, tan poco gloriosa, del Sesenta y Ocho movi arenovar las formas clsicas de organizacin y lucha de la izquierda de clase.

    En este punto pierde seguramente mucha verdad la afirmacin, hecha antes, de que laespecial notoriedad de Ulrike Meinhof se debe a lo muy representativa que es de la nuevaizquierda alemana. Por lo menos, ahora hay que reducir esa representatividad a la parte,muy minoritaria, de la vieja OEP que no se reintegr en el sistema, como lo hizo la mayora,ni se decidi a engrosar y renovar la izquierda de clase tradicional, como lo hizo una minorade cierta amplitud. Ulrike Meinhof sigui por de pronto practicando su periodismo crtico, enel que cada vez se percibe ms su personal aprendizaje del Sesenta y Ocho y un desarrolloconsecuente del mismo, dicho sea ignorando la cuestin de si ese desarrollo recoge o norealidad suficiente.

    A finales de 1968 se celebr la vista contra Andreas Baader y Gudrun Ensslin,acusados de haber incendiado dos grandes almacenes de Frankfurt. El artculo de UlrikeMeinhof en el nmero 14 de "konkret" de 1968 crtica la ilusin de que actos como esospuedan desorganizar el aparato de produccin y explotacin. Pero no se distancia sin

    matices de los que siete aos ms tarde, en estos das, son sus compaeros de banquillo:"El momento progresivo del incendio de unos grandes almacenes no est en la destruccinde las mercancas; est en la criminalidad del hecho, en la violacin de la ley". La que pocosmeses antes, a raz del atentado contra Dutschke, haba llamado la atencin sobre lanecesidad de no practicar una contraviolencia que resultase incomprensible para losliberales no puede dejar ahora de suscribir la crtica de los incendios por el SDS, porejemplo. Tambin aqu con una reserva: "Pero queda tambin lo que ha dicho Fritz Teufelen la conferencia de delegados del SDS: 'Siempre es mejor quemar unos grandesalmacenes que dirigir unos grandes almacenes'".

    La actitud de Ulrike Meinhof respecto de los incendios de Frankfurt se compone conmotivaciones varas, no siempre fciles de mantener ensambladas en una sntesis poltica:

    hay un anlisis poltico-social revolucionario que tiende a borrar el acotado bienpensanteque separa el "crimen poltico" del "delito comn". En este punto reaparece la afinidad, si nocon el intelectual medio, si con el poeta. Bll dir a la radiotelevisin de Hessen el 28 deenero de 1972: "considero en cualquier caso errnea la separacin tajante entre lo poltico ylo criminal, error que, adems, es intelectualmente insincero. Se puede incluso decir queuna persona que para conseguir sobrevivir, para no morirse de hambre, tiene que robar enuna sociedad es, naturalmente, tambin un criminal poltico. [...]".

    Por otra parte, como lo sugiere la cita de Fritz Teufel reproducida, le est ganando aUlrike Meinhof la natural repulsin por el apartamiento de lo fundamental, tan frecuente en lacotidianeidad poltica. La conferencia del SDS llevar razn al condenar los incendios deFrankfurt: pero no se olvide que "siempre es mejor", etc. Esta repugnancia se va

    extendiendo a los que slo hablan, aunque hablen con la radical veracidad del poeta. En elvolumen colectivo Revolution gegen den Staat, editado por H. Dollinger aquel ao, UlrikeMeinhof escribe que "Decir revolucin exige decirlo en serio" y que la palabra 'revolucin'rompe tabes tabes de medios cmodos y prestigiosos, como lo son los de losintelectuales tradicionales- y "corta el camino que lleva de la mala conciencia a laresignacin".

    Alusiones as indican una perdida de afinidad con la matriz social de la autora, no yaslo con el profesional corriente, sino tambin con el verdadero poeta (o cientfico, ofilsofo), veraz, pero preso de la palabra o limitado a ella. Hay que reconocer eso, y ver bajoesa luz el abandono de que la FER va siendo objeto por parte de sus antiguos simpatizantesen los medios cultos. Pero eso no es razn para fechar en un momento u otro de esa

    disociacin una supuesta desorganizacin mental de Ulrike Meinhof que explicara elirrealismo de su poltica y la reduccin de su representatividad. Hasta tumores cerebrales ha

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    aducido la prensa liberal, probablemente con la mejor intencin. Hay que decir que no seranmuy malignos esos tumores, si Ulrike Meinhof a diferencia de su camarada KatharinaHammerschmidt, por ejemplo, muerta de cncer a finales de junio, a los 30 aos de edad,tras ms de un ao de psima asistencia mdica (si asistencia se puede llamar a eso) en elcurso de su larga prisin preventiva en Berln- sigue en pie desde que abandon las ltimasilusiones sobre la evolucin del capitalismo hacia la libertad.

    Sus columnas de 1969 para "konkret" las ltimas- muestran un pensamiento polticosocialista mucho ms radical, sin duda, que el que expusiera antes del Sesenta y ocho, perode consistencia innegable, tanto en la estimacin y construccin de los datos como en laargumentacin. Dos ejemplos. Uno de consideracin de objetivos del movimiento obrero, eneste caso la codecisin o gestin paritaria de la industria: "La codecisin es un monstruito.La ley de consejos de empresa de 1920 era heredera directa del movimiento consejista de1918/1919, resto de una revolucin derrotada. La codecisin en la industria minera, en1951, se impuso en la Dieta Federal bajo graves amenazas huelgusticas, como fsil de unarenovacin democrtica que no ha tenido lugar en los dems sitios. La discusin de1968/1969 sobre la codecisin, que tendr tambin una funcin en la campaa electoral en

    puertas, se diagnostica por parte de los empresarios como cola de la rebelin estudiantilaqu y de las agitaciones en Francia. [...] La codecisin, igual en el marco del taller que en elde la empresa, no ha sido nunca producto de una fuerza obrera victoriosa, sino siempre deuna fuerza obrera reducida a la defensiva"("konkret", 3/1969).

    Otro de estimacin de la situacin poltica: Ulrike Meinhof discrepa del anlisisoptimista que, como si estuviramos en 1945, ve en curso en Europa un proceso detranquila evolucin democrtica; ella advierte, por el contrario, un "proceso de fascistizacinde la Repblica Federal y Berln Oeste"; pero, sin embargo, eso no le impide reconocer que"desgraciadamente, todava vale la pena hablar de la diferencia entre [el muy conservador]Schrder y[el ex-resistente democrtico] Heinemann" ("konkret", 7/1969). El contexto es laeleccin presidencial.

    A finales de 1968 Ulrike Meinhof se ha separado de su marido, el antiguo (no presente)editor de "konkret", Rhl, y se ha mudado con sus hijos a Berln. Renate Riemeck cuentaque la vio por ltima vez a mediados de 1969. El 14 de mayo de 1970, la polica la identificaentre los miembros armados de la Fraccin Ejrcito Rojo que liberan a Andreas Baader, ypone un precio de 10.000 DM a informes sobre su paradero que puedan dar pie a sucaptura. A tenor del bando de la polica, Ulrike Meinhof habra vivido hasta aquella maanamisma en la casa berlinesa alquilada a su nombre. Despus de la liberacin de Baader pasaa la clandestinidad. El 15 de Junio de 1972, poco despus de la captura de Baader, Meins yRaspe, la polica la detiene en una casa del profesor de Hannover Fritz Rodewald, sudenunciante, en la que haba buscado refugio. El 13 de septiembre anuncia, con otroscompaeros, la huelga de hambre en protesta por la incomunicacin en el curso de la cual

    muere Holger Meins.

    Tambin esta huelga de hambre, as como otros rasgos de la conducta de la FER en lacrcel, es para parte de la prensa liberal alemana un inicio de enajenacin mental. DerSpiegel publica en su nmero 23 de 1975 pasos de un papel de Ulrike Meinhof fechado el21 de octubre de 1974 e incautado en 52 ejemplares por funcionarios de prisiones en celdasocupadas por detenidos de la FER. El papel hace sospechar que la informacin de losmiembros de la FER, o de Ulrike Meinhof en particular, est deformada de un modo que loslleva a sobreestimar sus posibilidades: "en qu pas extranjero no se preparan todavamanifest. etc. contra la embajada rfa. consulado general, instituto goethe, etc., contra lasfiliales de las grandes compaas rfa.? / qu peridico extranjero no tiene todava ladeclaracin para la prensa? organizar para la prensa internacional una resolucin internac.

    de protesta contra el gobierno federal." Pero la verdad es que las crceles producenespejismos parecidos en presos de organizaciones revolucionarias de lo ms clsico, de

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    modo que esa circular no es razn suficiente para suponer especiales desvaros de lospresos de la FER. Ms preocupante parece el estilo, tan poco propio de ella, de otro textoatribuido por la polica y el mismo semanario a Ulrike Meinhof. La convulsin y el descuidode esta forma de decir puede deberse a una duda ya adensada casi en angustia. Perotambin el escribir corriendo, apoyndose en la rodilla y ante quien, arriesgndose, esperapara recoger el papel y pasarlo, puede dar el mismo resultado: "Slo la violencia ayudadonde la violencia impera y el amor al hombre no es posible ms que en el ataque portadorde muerte lleno de odio al imperialismo-fascismo".

    * * *

    La misma extrema derecha alemana da una pista de inters acerca de los efectospolticos de la FER: la derecha, en efecto, empez pronto a desinteresarse de la FER y aconcentrar su atencin sobre la izquierda socialista clsica. Bajo la fecha 27-I-1972encontrar el lector la siguiente advertencia del comentarista Klaus Harpprecht: "Elanarquismo adolescente de los [...] rodean a Ulrike es un diversivo al lado de los peligrosverdaderos, que se muestran en la fra resolucin de las organizaciones espartaquistas en

    las universidades."Y el antiguo dirigente del partido neo-nazi (Partido Nacional-Demcrata),Adolf von Thadden, ampla ese llamamiento (4-II-1972). Prueba suficiente de que los de laFER, ya antes de ser unos pobres locos presos, eran unos pobres locos en libertad,inofensivos no slo no slo para el sistema social, sino incluso para la visin de ste por laextrema derecha? O incluso algo peor que eso? Parte de la prensa liberal alemana ve enla FER la causante de las recientes medidas, legales o administrativas, con que el gobiernofederal est reforzando el ejecutivo y hacindolo ms expeditivo y suelto de gatillo, al mismotiempo que reduce las posibilidades de defensa de los procesados en general y de los de laFER en particular. Der Spiegel escriba en su n 25 de este ao que "los pistoleros [...] delbienestar han conseguido empujar la reaccin de los guardianes del orden "hasta loslmites" (canciller Schmidt) del estado de Derecho, y en algunos puntos incluso ms all. /No es un azar que bastantes funcionarios huelan de nuevo en las escuelas de polica 'el

    moho restaurativo de otro tiempo', ni que dirigentes policiales como el jefe superior deWuppertal se quejen de que 'el proceso hacia la polica amiga del ciudadano' ha sidofrenado por el terrorismo, 'si no ya invertido con una tendencia inversa'. No sin motivo ponenen guardia renombrados profesores de Derecho contra una regresin legislativa en la queparece haber dado el parlamento de Bonn". Pero el encuestador del gran semanario liberalpodra haber hecho notar al jefe superior de Wuppertal que el agente Kurras matextraamente a Benno Ohnesorg mucho antes de que existiera la FER ni nada parecido ylos juristas podran recordar que las leyes de emergencia no se pueden imputar a laingenuidad de la Fraccin, alguno de cuyos miembros no tendra ms de diez aos cuandoel gobierno federal empez a presentar ese proyecto legislativo a la Dieta. No hay dudas deque las leyes limitativas de la defensa de los acusados votadas en lo que va de ao por laDieta Federal tienen para la conciencia jurdica liberal la mcula de ser autnticamente leyes

    especiales, leges FER. Por ejemplo, contra el anterior procedimiento penal alemn, ahoraqueda limitado el nmero de defensores que puede nombrar un acusado; es posible excluirde una defensa al abogado sospechoso de complicidad con el defendido; se puede expulsarde la sala a un acusado y seguir su proceso; se admiten "testigos cruciales" de la acusacin,gente que traiciona a sus coimputados y recibe en premio la impunidad suya, o unasentencia de especial lenidad; se controla, como en cualquier despotismo, la comunicacinentre el preso "terrorista" y su defensor; se endurece la prisin preventiva de dicho preso"terrorista". Tambin se altera el derecho penal material, introduciendo el tipo delictivo"formacin de asociaciones terroristas". Y la administracin de justicia no se ha retrasadomucho respecto del legislativo: a las pocas sesiones de juicio, ya estn excluidas de ladefensa de Andreas Baader tres abogados, o incluso de la defensa de cualquier otro de losprocesados de Stuttgart-Stannheim.

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    En la izquierda hubo desde el principio, como es natural, crtica a la FER. Bajo la fecha21-I-1972 el lector de este volumen encontrar la de Jurgen Seifert, un universitarionaturaliter socialista: socialista de ideas y, antes que eso, de herencia, de manera de ser yde trato. Seifert se form tambin en la Universidad de Mnster y tiene casi la misma edadque Ulrike Meinhof. "ste grupo que se da el nombre de Fraccin Ejrcito Rojo", diceseveramente Seifert en su discurso de la Escuela Tcnica Superior de Hannover, "intentadesde hace dos aos por usar sus palabras- 'averiguar si es correcto organizar ahora ya lalucha armada'. Si todava es capaz de anlisis poltico, el grupo tiene que reconocer de unavez su fracaso". Y Junge Welt ("Mundo joven"), el peridico central de las juventudescomunistas alemanas (FDJ), luego de acusar de aventurerismo al grupo FER, razona poruna lnea leninista-stalinista slida y tradicional: "Una antigua verdad cuenta con una nuevaprueba: el que ignora las experiencias de la lucha de clases y se separa de ellas cae en lasfilas de la reaccin. Los Baader-Meinhof se han extraviado en el laberinto de su teorapseudorevolucionaria, estn aislados en la periferia de la sociedad". "Han fracasado con suprograma y se han convertido objetivamente en aliados de aqullos contra los que hace dosaos bajaron a la trinchera."(En este volumen, 25-I-1972.) Junge Welt aade a esa crtica compartida prcticamente por toda la izquierda alemana- una observacin de inters: "Poco

    han ayudado, en sus aos de existencia [como grupo], a la reflexin sobre las tendenciaspolticas presentes en la Repblica Federal". Es verdad. Es verdad si est dicho de toda laFER, no tanto de Ulrike Meinhof, como espero que se haya visto. Y cuando se leeingenuidades como la de Gudrun Ensslin, para la cul es, a estas alturas, un objetivo valiosoconseguir que "los cerdos mismos se vean obligados a abolir su propia ideologa", (como sia las grandes compaas se les diera algo de 'los valores espirituales de la civilizacinoccidental' o del 'estado de Derecho'!), puede pasarle a uno lo que a Federica Montsenyrespecto de Daniel Cohn-Bendit cuando el Congreso Anarquista de Carrara de septiembrede 1968, que se limit a comentar framente: "Le sentaran bien un par de bofetadas."

    El acierto del sentido general de estas crticas incluso de la muy expeditiva de laMontseny- parece fuera de duda. Pero sus formulaciones desembocan con facilidad en

    confusiones polticas bastante generalizadas en la izquierda durante esta resaca delSesenta y Ocho. Se podra tomar como ejemplo, sin salirse de la antologa que es elpresente volumen, una frase ms del discurso de Jrgen Seifert ya citado, aquella en la quecritica a la FER por creer que "no se puede renunciar a una agudizacin de la lucha de claseni siquiera cuando esa agudizacin produce fascismo abierto". Es verdad que el fascismoaparece como solucin capitalista en los momentos de crisis y consiguiente agudizacin dela lucha de clases. Pero, por una parte, esa agudizacin no depende decisivamente deningn grupo poltico, ni pequeo ni grande. Y, por otra, como tambin el socialismorequiere esa agudizacin, no parece que haya ms alternativa a sta que una eternaestabilizacin capitalista; la cual, como no parece que pueda serlo econmica, habr de serpoltica, con una forma u otra de represin, fascista policroma o fascista gris-burcrata.

    Es probable que la teora y la prctica de la Fraccin Ejrcito Rojo no tenganjustificacin poltica alguna (aunque siempre es mejor, parafraseando a Teufel, intentarechar a los mercaderes del templo que cambalachear con ellos). Tambin es posible queentre las causas que expliquen la obnubilacin poltica de los de la FER algunas arraiguenen flojeras cientficas o morales. (Pero no es menor probable que otras arraiguen enrobusteces de ambas clases: ver la carta de Mahler a Bll, en este volumen, 31-I-1972).Pero al menos una de las causas puede impedir que algunos se queden satisfechos con lacomprobacin, tan obvia, de que la FER no va a ninguna parte, o con la recoleccin de"pruebas nuevas de viejas verdades". Esa causa es la citada confusin de la resaca delSesenta y Ocho. La crisis que se ahonda y se alarga en las grandes sociedades capitalistascrisis econmica, crisis de concretas maneras de producir, crisis de instituciones, crisispolticas en algunos estados: crisis cultural, en suma- est originando ya desde hace algntiempo medidas de defensa fascista del sistema, en las pintorescas formas del pasado, o enla sorprendente frmula norteamericana hecha de corrupcin y violencia, o en la forma

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    legalista y burocrtica de la que puede ser ejemplo algn aspecto de la presente evolucinlegislativa y ejecutiva alemana. Esta situacin har necesarias grandes concentracionesantifascistas cuya definicin poltica global, como su contenido, tenga poco perfil. Pero de loque no se ve ninguna necesidad es de presentar eufricamente una situacin semejante. Y,sin embargo, esto est ocurriendo en la izquierda con frecuencia cada vez mayor,confundiendo mucho el pensamiento. No es difcil dar en publicaciones de izquierdas concuriosos anlisis sociales que se suponen crticos y afirman, por ejemplo, la neutralidad derganos del Estado. O con fantasiosas perspectivas de una utopa reformista que veevolucionar lisamente la sociedad hasta el socialismo desde el capitalismo, incluso desdeuna forma fascista de ste. Tesis que hasta hace relativamente poco tiempo se recibancomo fruto irrelevante de la ignorancia por ejemplo, la democracia social de Andrei Zajrov,en la que confluiran finalmente capitalismo y socialismo- o como gastados seueloscontrarrevolucionarios por ejemplo, la vieja frase de la "tercera va"- se oyen ahora agentes que el pblico tiende a relacionar con la izquierda de clase. En medio de esaconfusin, una insania poltica como la de Holger Meins se hace bastante comprensible,como si al negarse a comer se hubiera negado tambin a tragarse semejantes pursideolgicos. Muy poco antes de su muerte en prisin, al final de unas lneas que escribi,

    Meins garrapate esta ltima frase: En medio no hay nada (Dazwischen gibt es nichts).

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    NOTA A LA "PEQUEA ANTOLOGA" DE ULRIKE MARIA MEINHOF1

    Con esta reducida y apresurada antologa no se pretende mucho ms que facilitar elrecuerdo de una vctima en verdad nada tpica, pero s muy caracterstica, de esta sociedad,intentando ayudar a la comprensin de lo que hizo, documentando brevemente el desarrollode sus motivaciones y de su pensamiento hasta la etapa final de su vida.

    Es una antologa desequilibrada, adems de breve: no contiene ningn artculoanterior a 1960, ni de los aos 1961, 1963, 1965. Y slo presenta un artculo de cada uno delos aos 1960, 1962, 1964 y 1966. En cambio, da cuatro de 1967 y ocho de 1968. Esedesequilibrio obedece a una hiptesis que no se debe callar al lector: la de que la fase en laque se decide la actitud final de Ulrike Meinhof comprende esos dos aos 1967 y 1968. Los

    argumentos de los aos anteriores sirven sobre todo para documentar el largo arrastrarsede los problemas polticos y sociales de los que arranc la actividad organizativa ypublicstica de Ulrike Meinhof: tambin documentan as, indirectamente, la derrota de losesfuerzos democrticos por evitar la involucin poltica de Alemania tras las esperanzassuscitadas por la derrota del nazismo. Desde 1959 propaga Ulrike Meinhof la necesidad deresistir contra las leyes de emergencia; pero trece aos ms tarde, en la crcel, con esasleyes represivas ya promulgadas (y por la socialdemocracia, no slo por la derechatradicional), tendra que escribir contra algo mucho peor, ms claramente neofascista: losdecretos contra los radicales de 1972, obra de un gobierno de coalicin del PartidoSocialdemcrata y el Partido... Liberal.

    Aunque la motivacin de esta antologa sea slo contribuir a un recuerdo de Ulrike

    Meinhof, sin embargo, ya esa intencin requiere unas cuantas rectificaciones de erroresdifundidos por la prensa a raz de su muerte.

    No se trata de hacer ninguna apologa, aunque un homenaje a esta vctima, como acualquier otra, estara justificado. Pero impide limitarse a ello (y precisamente por fidelidaddel recuerdo) la importancia que los problemas entre los que ha vivido Ulrike Meinhof tienenpara una poltica revolucionaria. Seguramente por eso la persona que ms conoci a UlrikeMeinhof su madre adoptiva, Renate Riemeck- crey necesario referirse crticamente a ellaen dos ocasiones, la ms reciente ya posterior a su muerte. Slo la debilidad y elaislamiento de la izquierda alemana explican que la admirable Renate Riemeck animadoray dirigente de la nica resistencia algo popular a la restauracin conservadora en laRepblica Federal durante lo peor de la guerra fra- sea poco conocida por los demcratas

    europeos. Renate Riemeck registraba en 1972 la consuncin de la onda agitatoria iniciadaen Alemania en 1967 y reforzada por los hechos de mayo de 1968 en Francia ("La agitacinse ha apagado porque las ideas confusas no hacen un programa poltico y los conceptosnebulosos no tienen fuerza coordinadora") y, sobre ese fondo, describa as la penltimapoca de su ahijada, la fase de clandestinidad: "Ulrike Meinhof se ha quedado sin tierra bajolos pies. Su visin del futuro corresponde al nivel de consciencia de los adolescentes quepueden saltarse el presente y despreciar tranquila e inocentemente el pasado. Ulrike habradebido saber de qu hablaba. Para reanimar su viejo amor por el vagabundo Knulp deHermann Hesse no necesitaba disfrazarse ella misma de vagabunda redentora. No estabaya en los diecisiete aos, y saba que slo se consigue consciencia revolucionara cuandose ponen fundamentos racionales y objetivos claros".

    1 8 de Junio de 1976. En: Ulrike Meinhof,Pequea Antologa, Barcelona, Anagrama, 1976.

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    Renate Riemeck tiene tanta razn en ese juicio como en este otro que es, adems, unpresentimiento (y hasta un epitafio), desgraciadamente acertado, del final de la historia,escrito con cuatro aos de anticipacin: "Ahora est (Ulrike Meinhof) frreamente atenazadapor el destino del grupo. No le abandonar, sino que preferir morir antes que hacer algoque le parezca traicin. Ulrike Meinhof: la ira contra los males del mundo la empuj a huir dela realidad".

    * * *

    En la prensa semanal han aparecido errores tontos (aunque a vecesmalintencionados) ante los que no vale la pena detenerse. Baste con recordar de paso quees falso que el padre de Ulrike Meinhof muriera a consecuencia de una depresin profunda(que hubiera traumatizado a Ulrike cuando tena cinco aos): muri de una graveenfermedad orgnica, como su madre; que es poca sera la insinuacin de que en susltimos tiempos Ulrike estuviera mentalmente alterada por causa de un tumor cerebral, puesel tumor de que se trata le fue operado no recientemente, sino en 1962, y el lector tiene enesta antologa muestras de su razonamiento y su percepcin de la realidad en los aos

    siguientes; y que tambin es inconsistente la pretensin de algunos periodistas de explicarla conducta de Ulrike Meinhof por supuestas complicaciones pasionales de su relacin conAndreas Baader, un destacado miembro de la Fraccin Ejrcito Rojo (FER): entrando por unmomento en el mundo mental de esos periodistas, se puede indicar que acompaanteasiduo de Ulrike Meinhof en sus ltimos tiempos de libertad no fue Baader, sino Mller,sobre el cual ms vale no razonar, sino slo mirar y pasar, porque traicion al grupo y actude delator ante la polica.

    Pero al lado de esas falsedades, que se encuentran sobre todo en prensa deentretenimiento, estn las destinadas a pblicos ms interesados por cuestiones polticas.De ellas vale la pena mencionar dos:

    - El socilogo Helmut Schelsky ha afirmado que la FER se propona implantar una tiranaproftica en cuya preparacin Ulrike Meinhof desempeaba el papel de sacerdotisa de laviolencia. Seguramente la lectura de las pocas pginas de esta antologa bastar paramostrar la implausibilidad de esa interpretacin de Schelsky, la incoherencia entre la figuraque l dibuja y las races filosficas de Ulrike Meinhof. (Otros pensamos, dicho sea de paso,que los catedrticos reaccionarios son levitas de una hierocracia parasitaria deletratenientes).

    - La otra falsedad principal de este tipo es la deformacin ideolgica del pensamientopoltico de Ulrike Meinhof y de toda la FER. El error que consiste en enmarcar la actitud deUlrike Meinhof en el Sesentayochismo no necesita refutacin: lo subsanan las simplesfechas (lo que no quita que el Sesenta y Ocho haya tenido, efectivamente, mucha influencia

    en el pensamiento poltico ya maduro de Ulrike Meinhof).

    Ms sutil es la costumbre que tienen muchos publicistas y las instancias policiales de llamaranarquista a un grupo que se considera a s mismo fraccin de un ejrcito rojo. Me pareceque esa impropiedad revela el prejuicio de que la FER es un grupo de inconsecuentes sinpensamiento serio, y tambin la tendencia a ensombrecer la palabra anarquismohacindola sinnimo de explosiones y muerte (las rdenes de captura dictadas contra elgrupo hablan de delincuentes violentos anarquistas). Dos pjaros de un tipo. Pero sobreeste punto los presos de Stuttgart-Stannheim (cuando, ya muerto Holger Meins, erantodava cuatro: Andreas Baader, Gudrun Ensslin, Ulrike Meinhof, Jon Carl Raspe) tuvieronocasin de expresarse con precisin en la entrevista por escrito que les solicit el semanarioliberal Der Spiegel en enero de 1975. Es sumamente probable que la redactora de las

    respuestas fuera Ulrike Meinhof:

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    PREGUNTA: Cmo se consideran ustedes a s mismos? Se consideran anarquistas omarxistas?

    RESPUESTA: Marxistas. Pero el concepto de anarquismo de los servicios estatales () esun intento de aprovechar para el estado imperialista la vieja disputa entre elmarxismo revolucionario y el anarquismo revolucionario. () Ms, de acuerdo conesa falsa comprensin del marxismo, Lenin era anarquista y su obra Estado yRevolucin sera un libro anarquista ()

    No he recogido entre los puntos merecedores de rectificacin el frecuente reprochedespectivo, dirigido a los miembros de la FER, de que se trata de un grupo dedesesperados o, como se dice en varias lenguas europeas, con un trmino castellanocorrompido, desperados. (Por cierto que, aunque alguna vez se recuerda que loscastellanos hemos suministrado al lxico poltico el trmino liberal, no se suele recordarque tambin hemos ofrecido el complemento: desesperado.) No lo he hecho porque estacuestin es ms larga de tratar. No es raro que unos marxistas o unos demcratas radicalesse desesperen de vez en cuando en la Repblica Federal Alemana (o en la Democrtica,

    por lo dems). El fiscal general de la Repblica Federal, Siegfried Buback, considera queincluso las ltimas disposiciones restrictivas de la libertad de ejercicio de los abogadosdefensores, agravadoras del derecho penal material y hasta limitadoras de la libertad deprensa, son una sana reaccin contra un perodo en el cual se inhibi la funcin del Estadoen la garanta de la paz interior. (Obsrvese que ese perodo que a Buback le parece delibertinaje no reconoci a los comunistas ms domicilio que las crceles.) Por eso opina elfiscal general que legislar ms duramente la detencin es una de las medidas que sepueden entender como una especie de rectificacin de las anteriores liberalidades, que ibandemasiado lejos. Se puede admitir que en un pas cuyo fiscal general, habiendo vivido elpasado reciente que sabemos, opina cosas as, debe haber bastantes desperados. Detodo eso sabemos aqu lo suficiente, por otra parte, para no arrojar la primera piedra anadie. Los entonces cuatro de Stuttgart lo saban tambin, y se expresan al respecto en la

    entrevista antes citada: Desde 1918/1919 la burguesa imperialista, su Estado, tiene lainiciativa de las luchas de clases en Alemania, y est a la ofensiva contra el pueblo, hasta elaplastamiento completo de las organizaciones del proletariado bajo el fascismo, de modoque la derrota del viejo fascismo no se produjo por una lucha armada aqu, sino por elejrcito sovitico y los aliados occidentales. () Aqu no ha habido resistencia antifascistaarmada, como la hubo en Francia, Italia, Yugoslavia, Grecia, Espaa e incluso Holanda. Losaliados occidentales destruyeron inmediatamente, en el 45, los conatos que haba. Esosignifica, para nosotros y para la izquierda legal, que aqu no hay nada con qu enlazar,nada ya dado organizativamente o en la consciencia del proletariado, ni siquiera tradicionesdemocrticas republicanas.

    Lo que a muchos observadores parece ceguera de desperados tiene, pues, su

    explicacin. Y probablemente tiene, adems, sentido y una sensatez considerable. RenateRiemeck, con la penetracin que le da su superior conocimiento de Ulrike Meinhof, haobservado que sta, bastante mayor que los estudiantes del 68 y formada mucho antes yms solidamente que ellos, tuvo siempre reservas respecto del movimiento principalmenteuniversitario (en Alemania, exclusivamente universitario-intelectual) al que se suele aludircon aquella fecha, pero que, por otra parte, no se resign nunca como, en cambio, se hanresignado tantos estudiantes de los de entonces- al enfriamiento de aquella chispa, sino quese entreg luego a "una especie de desesperacin tozudamente no resignada que lacondujo a juicios errneos". En Ulrike Meinhof no han dejado nunca de vivir las esperanzasque el Sesenta y ocho dio a mucha gente que se afanaba desde mucho antes. La venasesentayochista de Ulrike Meinhof ha sido tan autntica como lo era todo en ella. Esaautenticidad en esto no me parece acertada Renate Riemeck- no es nada adolescente. Y a

    propsito de la "especie de desesperacin" tozuda que la ha llevado a errores, cosainnegable, habra que aadir que no slo a errores, sin embargo. El paso siguiente de la

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    entrevista de enero de 1975 (cuya redaccin ya he dicho que atribuyo a Ulrike) ser todo loinquietante que se quiera, pero no resulta evidente que sea un error: "Hoy la polticarevolucionaria tiene que ser a la vez poltica y militar. Eso se desprende ya de la estructuradel imperialismo, del hecho de que el imperialismo ha de asegurarse su poder hacia dentroy hacia fuera, en las metrpolis y en el Tercer Mundo- de un modo primariamente militar,mediante alianzas militares, intervenciones militares, programas de antiguerrilla y de"seguridad interior", que son desarrollo de un aparato de violencia. A la vista del potencial deviolencia del imperialismo, no hay poltica revolucionaria sin solucin de la cuestin de laviolencia en cada fase de la organizacin revolucionaria"

    * * *

    Creo que estas columnas de "konkret", la revista cuya principal animadora fue UlrikeMeinhof, se deberan completar con una seleccin de escritos de la crcel. Pero lo que hoyse puede recoger es todava demasiado poco y demasiado fragmentario.

    Las pocas notas informativas puestas a algunos artculos de Ulrike Meinhof sontodas de la presente antologa en castellano.

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