E S P A Ñ AP E R E G R I N A
JUNTA DE CULTURA
E S P A Ñ O L A
10S U M A R I O
León Felipe .....................Waldo Frank.....................Juan Larrea .....................William Wordsworth......Alejandro Carrión...........Luis de Santullano...........J. L. Sánchez Trincado-... J. Ortiz Saralegui ...........
Despedida y Tránsito
La Carroza la lleva la blasfemia.............El puerto de Colón ...................................Bajo los signos de Babilonia ..................Indignación de un gran espíritu españolCanto y Sueño al Arbol de Guemica.....Recuerdos y Nostalgias ...........................Durante el postmodemismo ...................La poesía de Sofía Arzarello..................
Documentos para la HistoriaAntecedentes de la “Cruzada” y “Guerra Santa”.
(Del Archivo del C. Gomá)
Informes de tres poetas para la creación de una gran revista ............. .
Crítica y polémica
Fábula y Signo de la Pintura, por Juan Larrea....................................Una Voz de Francia, (sobre J. Maritain), por Waldo Frank..............Necedad manifiesta......................................................................................Contrastes madrileños, por Félix Valdés Leal .......................................José Rizal. Peregrino de la España Peregrina, por Donoso Descortés Presencia del Poeta, por * * * .................................................................
Memorias de Ultratumba
A manera de epílogo, por Juan Larrea
I N D I C E S G E N E R A L E S
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J U N T A D E C U L T U R A E S P A Ñ O L AD I N A M A R C A 8 0-----M E X I C O , D , F .
PR ESID E N C IA :
José BergaminEscritor.
José CarnerEscritor, Ministro Plenipotenciario.
Juan LarreaArchivero, Bibliotecario y Arqueólogo.
VOCALES:Juan M. Aguilar
Catedrático de la Universidad de Sevilla. Roberto F. Balbuena
Pintor y Arquitecto.Corpus Barga
Periodista.Pedro Carrasco Garrorena
Director del Observatorio Astronómico de Madrid. Decano de la Facultad de Ciencias.
José Gallegos RocafullProfesor de la Universidad de Madrid.
Rodolfo HalffterCompositor.
Emilio HerreraI ngeniero Aeronáutico.
Manuel MárquezDecano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid.
Agustín MillaresCatedrático de Paleografía de la Universidad de Madrid.
Tomás Navarro TomásDirector de la Biblioteca Nacional de Madrid. Prof. de la Universidad de Colúmbia, U. S. A.
Isabel O. de PalènciaEscritora, Ministro Plenipotenciario.
Pablo PicassoPintor.
Augusto Pi y SuñerDirector del Instituto de Fisiología de la Universidad de Barcelona.
Enrique RiojaProf. de Biología de la Facultad de Madrid.
Luis A. SantullanoDe la Junta para ampliación de estudios.
Ricardo VinosDirector de la Escuela de Orientación Profesional1 de Madrid.
Joaquín XirauDecano de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona.
SECRETARIO:Eugenio Imaz
Escritor.
E ST A T U T O S D E LA JU N T A D E C U L T U R A E SP A Ñ O L A
iL a J u n ta de C u ltu ra E sp añ o la re p re s e n ta la volun
ta d de a s e g u ra r la p ro p ia f iso n o m ía e s p ir i tu a l de la c u l tu ra esp añ o la , favorec iendo su n a tu r a l desa rro llo y, consecuen tem ente , la d e u n ir y a y u d a r en sus tra b a jo s a los in te lec tua les españo les ex p a triad o s .
nE s m isión de la J u n ta s u p lir con bu p re sen c ia ac
tiv a y v ig ila n te y con u n e s p ír i tu colectivo de s a c r if icio la acc ió n de los o rgan ism os o fic ia les, de la s instituc iones de todo g én e ro y de los estím u los y ex igencias del am b ien te , que en la in teg rid a d d e la v ida esp añ o la p rom ov ían y a seg u rab a n el desenvo lv im ien to de n u e s tra c u ltu ra .
mE s p ro p ó s ito de la J u n ta e v i ta r la d isg reg a c ió n de
los in te lec tua les ex p a triad o s , estableciendo e n tre ellos re lac ió n co n s ta n te , su sc itan d o y apoyando c ie r ta s in ic ia tivas . coord inando o tra s , y p rocu ran d o , p o r todos los m edios a su a lcance , que se estab lezcan en el d es tie rro los ó rg an o s de c rea c ió n , e x p re s ió n y conservac ión de la c u l tu ra españo la que se ju z g u en necesarios.
IV
C om pete a la J u n ta es tab lece r co laboración e in te rcam b io con la s en tidades e in s titu c io n es c u ltu ra le s del e x tra n je ro y con sus cen tro s de in v estig ac ió n y en señ an za p a r a co n seg u ir que. p o r su in te rm ed io , se m a n te n g a n y am p líen aque llas re lac iones cu ltu ra le s que son ind ispensab les p a r a su p rop io desarro llo .
V
E a asim ism o m isió n de la J u n ta p rom over y h ac er e fec tivas am istades y apoyos a la c u l tu ra españo la en el e x tra n je ro p o r aquellos m edios que en cad a p a ís y en cada m om ento p a rez can m ás indicados p a r a conse
g u irlo . Con este ob je to , la J u n ta p rom ove rá la c reación de ag ru p ac io n es de “ A m igos de la C u ltu ra E spañola'* en su sede ce n tra l, en las localidades donde funcione u n a delegación de la J u n ta , y en aquellos o tro s lu g a res que se es tim e conven ien te .
V I
L a J u n ta de C u ltu ra E sp añ o la 3e considera in te g ra d a p o r aquellos españoles en los que c o n c u rra la doble c a lid a d : de e s ta r d es te rrados y de se r creadores o m a n tenedo res de la c u l tu ra españo la . D e todos ellos h a r á u n a re lac ió n nom ina l. L a J u n ta de C u ltu ra E sp añ o la se conside ra igu a lm en te in te g ra d a p o r aqu e llas en tidades que, d esa rro llando u n a o b ra cu ltu ra l , m a n if ie s te n su adh esió n a la J u n ta y se p re s te n , s i a ello se les r e q u ir ie ra , a co lab o ra r a sus f in e s en la fo rm a que en cada caso se determ ine .
V II
L a J u n ta de C u ltu ra E sp añ o la se r ig e p o r un direc to rio , in teg rad o po r sus fu ndado res y p o r las p e rsonas que estos v ay a n designando . E s te d irec to rio p o d rá deleg a r todas o a lg u n as de su s funciones en u n S ecre ta riado o C om isión E jecu tiv a .
V IH
L a sede c e n tra l de la J u n ta de C u ltu ra E sp añ o la e s tá ac tu a lm e n te en M éxico, D . F . Se e s ta b lece rán delegac iones de la J u n ta en los pa íse s donde se considere opo rtuno . Sus m odalidades de co n s titu c ió n y fu n c io n am ien to se d e te rm in a rá n en c a d a caso.
IX
L a J u n ta de C u ltu ra E sp añ o la , a s í como la s D elegaciones que se v ayan estab leciendo , s e so m e te rán a las disposiciones legales v igen tes en los pa íses respectivos, que les p e rm ita n a d q u ir ir u n a perso n a lid ad ju r íd ic a con la que p u ed a n h ac e r adquisiciones, c e leb ra r c o n tra to s , etc.
ESPAÑA PEREGRINAJUNTA DE CULTURA ESPAÑOLA
R egistrado como artícu lo de 2* clase en la A dm inistración de Correos de M éxico, D. F .t con fecha 28 de febrero de 1940
Tomo II 2o. Semestre de 1941 Núm. 10
DESPEDIDA Y TRANSITO
Después de un año de silencio, España Peregrina vuelve a ver la luz. No para iniciar una nueva etapa de su vida, sino para cerrar, con la publicación de los índices, su etapa antecesora.
Por ahora al menos, España Peregrina no volverá a salir. Su destino histórico concuerda con el de tantas empresas españolas. Sin embargo, y a diferencia de talés empresas en que sólo se ventilan valores materiales, la antorcha de España Peregrina, lejos de extinguirse, se dispone a cobrar más vivido incremento. Los hondos anhelos humanos que encendió en nosotros la tragedia española y que el consecuente cataclismo universal sufrido hoy por el mundo corrobora y acrecienta, darán figura a una nueva y más importante publicación. No particularmente española, sino hispanoamericana, es decir, española de un modo más amplio. Las gestiones de la Junta de Cultura así como nuestra fe en los principios que animaron nuestra causa, según constan en el Manifiesto inicial de España Peregrina, se han visto favorecidos por los acontecimientos. El primero de enero de 1942 circulará en toda América el número 1 de la revista CUADERNOS AMERICANOS llamada a enfrentarse con los graves problemas que plantea la actual crisis histórica. Dirigida en hermanada colaboración por una representación selectísima de la intelectualidad mexicana y por otra muy escogida de la española y abriendo sus columnas a las firmas insignes del continente, será impulsada, frente al concepto reaccionario de Hispanidad, por los mismos ideales que han movido a la Junta de Cultura. Al felicitamos por el resultado obtenido, damos cita en sus páginas encarecidamente a aquellos lectores que, por creer en la trascendencia de la causa española, prestaron anterior crédito a nuestras palabras.
Que a ningún español sorprenda el título de la nueva publicación. Con mayor firmeza si cabe que hasta aquí y discrepando en esto de la corta mentalidad política vinculada al aspecto local de los problemas históricos, creemos que la más alta y genuina resonancia de la guerra española tiene como objeto a América, y que aquí, en esta tierra de promisión y bajo el clima de Nuevo Mundo se tienden los surcos donde germinará su simiente. Hasta para los más europófllos se hace patente ya que en las circunstancias actuales sólo aquí podrán salvarse y prosperar esos altos valores humanos que al hombre le Importan y que son tenazmente perseguidos en el continente antiguo. ¿Y acaso no nos enseñaron nuestros mayores a pensar en Fspaña cuando se nombra a América? Y los trabajos cumplidos por ellos aquí en siglos pasadas ¿no constituyen la mayor de todas las glorias de España?
Sí, lo que al hombre le interesa sobre todas las cosas es el Hombre. Las grandes tradiciones religiosa, humanística, democrática, coinciden en este punto. El Hombre que es a la vez individuo y demos. Los demás valores no pasan de ser accidentes, medios adecuados, aunque la mentalidad política reinante los considere con demasiada frecuencia como fines. Tan bajos han caído los valores del espíritu confiados propiamente a los intelectuales, que cualquier truhán de fortuna, ventrilocuante y sin escrúpulos, puede hacer escarnio de ellos. Obli
gación nuestra es, pues, ganar altura. ¿Qué otra cosa será digna de la sublimidad de nuestra causa, qué sino lanzamos hacia adelante, hacia allí donde apunta la flecha disparada por la sangre española?
No está España en el pasado sino en el porvenir, así como la cultura universal hacia la que fluye su caudal de vida no es cosa pretérita, sino futura. En el pasado sólo pueden encontrarse indicios, puntos de referencia para orientamos sobre la exacta posición que ocupamos frente al Hombre venidero. Ni tampoco está ya España en la península ibérica, sino en el ancho mundo. Por tercera vez -ésta después de muerto, como su prefigura, el Cid-, Don Quijote ha dejado su solar nativo para ganar, mientras en su cadáver se corrompe lo corruptible, la gran batalla de la vida. Carenado en su armadura y con el ástil de su lanza al cielo, ya vino antaño, transfigurado en carabela en busca de su nuevo mundo. Hélo aquí de nuevo «con la aurora por guia, adelante por el vasto azul, siempre adelante».
¡Mientras el mundo aliente, mientras la esfera gire, mientras la onda cordial alimente un ensueño, mientras haya una viva pasión, un noble empeño, un buscado imposible, una imposible hazaña, una América ocu'ta que hallar, vivirá España!
En CUADERNOS AMERICANOS estaremos, pues, como aquí hemos estado y estamos, templados en esta trágica experiencia de nuestro pueblo y frente al gran destino que está golpeando a las puertas de la especie. Poco valen, ciertamente, unos cuantos hombres desgajados, mas ahí están nuestros Cides, nuestros muertos. Poco, sin duda, somos; mas ahí está el pueblo español ahora que tan contadas cosas van ya quedando en pie. Y ahí está su Verdad, única bandera capaz de resistir victoriosamente al embate temporal furioso que, después de derribar dogmas y mitos, va arrancando de cuajo una tras otra las naciones.
L A R E P U B L I C A E S P A Ñ O L A
Una república en España, sería el ¡alto ahí! en Europa; y el ¡alto ahí! dicho a ios reyes, es la paz; sería tanto como la neutralización de Francia y de Pmsia, la guerra imposible entre las monarquías militares por el solo hecho de la revolución presente, el bozal puesto a Sadowa, así como a Austerlitz, la perspectiva de las matanzas sustituida por la perspectiva del trabajo y de la fecundidad, el fusil destituido en beneficio del telar; sería el equilibrio en el continente, logrado a expensas de las ficciones por medio de un peso en la balanza, la verdad; sería esa antigua potencia, España, regenerada por una fuerza joven, el pueblo; seria, desde el punto de vista de la marina y del comercio, la vida devuelta a ese litoral que ha reinado sobre el Mediterráneo antes que Venecia, sobre el Océano, antes que Inglaterra; sería el hervidero de la industria, allí donde se encenaga la miseria; seria Cádiz igual a Soutbampton, Barcelona, igual a Liverpool; Madrid igual a París. Sería Portugal volviendo a España en un momento dado por la sola atracción de la luz y de la prosperidad; la libertad es el imán de las anexiones.
Víctor HUGO.
LA CARROZA LA LLEVA LA BLASFEMIA (1)
Por León FELIPE.
El grito suena bien en el vientre de la cueva, el salmo, bajo el medio día de los templos y la canción, en el crepúsculo.El grito es el primero.
Hay un turno de voces:Yo grito, tú rezas, él canta...El grito es el primero.
(1) Este es el último canto de la tercera variante de «El Gran Responsable» que ahora se llama «Los Grandes Responsables». Dentro de la completa y nueva arquitectura del poema, este canto lleva por titulo «...Y el grito, blasfemia». (Nota, 1974. Una nueva versión de este poema, bajo el titulo «Yo soy el gran blasfemo», se publicó dos años después en Ganarás, la luz. pp 171-182).
«
Hay un turno de bridas; él las lleva, tú las llevas, yo las llevo...Los caballos piafan ya enganchados y la carroza aguarda. ¿Quién Ia lleva? Yo Ia llevo...
yo llevo hoy la carroza, yo Ia llevo.
Este es el poeta, tú eres el salmista, ése es el que llora, yo soy el blasfemo...
Yo llevo ahora las bridas, yo las llevo.
La carroza la lleva ¡a canción, el salmo, el llanto, el grito, la blasfemia...Y ahora la blasfemia es el cochero.En ¡a hora de las sombras subterráneas la blasfemia redama sus derechos.
Aquí está la carroza. ¿Quién la lleva?Yo, el blasfemo.Yo llevo hoy la carroza,
yo la llevo.i Arriba! ¡Subid todos! i Y amos hacia el infierno!
La aijada tiene su ritmo, y la tralla, y el grito, y el aullido.y la blasfemia del cochero.
Músicos,poetas y salmistas, voy a cantar:
El viejo Rey de Castilla ¡Ay, ay. ay!El viejo Rey de Castilla tiene una pierna leprosa y la otra sifilítica.El viejo rey de Castilla ¡Ay. ay, ay!
¡Arre! ...¡Arre!
Vamos hacia el infierno:Tú con el laúd,éste con el salterio,aquél con la bocina,ése con su lamentoy yo, como Don Juan o como Job,maldiciendo,blasfemando...Cada cual con su instrumento.
Músicos.poetas y salmistas, llevadme otra vez el compás:
En los cuernos de la mitra ¡Ay, ay, ay!En los cuernos de la mitra hay una plegaria verde y otra plegaria amarilla.En los cuernos de la mitra ¡Ay, ay, ay!
Vamos bien.No hemos errado el sendero.Conjugad otra vez: éste es el poeta, tú eres el salmista, ése es el que llora, tú eres el que grita, yo soy el blasfemo...¿Y el sabio? ¿Dónde está el sabio? ¡Eh!
¿Cuál es Ia velocidad de las tinieblas y la dureza de i a sombra?¿Nadie contesta?Pues las bridas son mías. Yo la llevo. Yo llevo hoy la carroza, yo la llevo.
Músicos, sabios, poetas y salmistas, dejadme todavía preguntar:¿Quién ha roto la luna del espejo?¿Quién ha sido?¿La piedra de la huelga, la pistola del gángster,o el tapón del champaña que disparó el banquero?
¿Quién ha sido?¿La vara del juez, el báculo o el cetro?¿Quién ha sido?¿Nadie sabe quién ha roto el espejo?Pues las bridas son mías.Yo llevo ¡a carroza, yo ¡a llevo.
¡Arre!...iArre! Vamos bien.LLegaremos a tiempo -¿Antes de que amanezca?
-¡Desde luego!Y para hacer más corta la jornada cantaremos en coro. Y cantaremos
Las Coplasdel Gran Conserje Pedro.
Yo llevaré Ia voz cantante y vosotros el estribillo con lúgubre ritmo de allegretto.
(Copla)
Vino la guerra.Y para hacer obuses y torpedos los soldados iban recogiendo todos los hierros viejosde la ciudad. Y Pedro, el Gran conserje Pedro le dijo a un soldado: Tomad ésto...Y le dió las llaves del templo.
(Estribillo)
Pedro, Pedro.el Gran Conserje Pedroque ha vendido las llaves del templo.
(Copla)
Te dijo el Señor en Los Olivos cuando heriste con tu espada al siervo:Mete esa espada en la vaina, que yo sé a lo que vengo.Y la metiste...con las cajas de caudales en el templo.
(Estribillo)
Pedro, Pedro,el Gran Conserje Pedro,amigo de soldados y banqueros.
(Copla)
Y ahora tenemos que ir al cielo dando un gran rodeopor el camino del infierno, cavando un largo túnel en el suelo y preguntando a las raíces y a los topos, porque ya no hay campanas ni espadañas, Pedro, y los pájaros...i todos tus pájaros se han muerto!
(Estribillo)
Pedro, Pedro¡todos tus pájaros se han muerto!
Muy bien. Esta es la canción.Y éste es el camino seguro del infierno.
-Para hacernos más corta la jornada, cuéntanos ahora un cuento.-Dinos una blasfemia,una buena blasfemia de cochero.-Os diré una oración.Os diré un credo. Escuchad.
Este es mi credo.
Creo...que hay luz en el rito, luz en la sombra, luz en el culto y luz en el misterio.
Creo...que el agua se hace vino y vino la sangre, sangre de Dios y sangre de mi cuerpo.
Creo...que el trigo se hace harina, y carne la harina, carne de Dios y carne de mi cuerpo.
Creo...que un hombre honrado cuando nos da su pan tiene el cuerpo de Cristo entre sus dedos.
Y creo...que en el cáliz y en la hostia hoy no hay más que babas: babas de Pedro, babas de arzobispos, de obispos, de canónigos y clérigos.
Esta es mi última oración. Y la vuestra.Ya la iréis aprendiendo.Con ella entraremos por la puerta norte y saldremos por el postigo del infierno.
Vamos allá. ¿Estamos todos?Hagamos el último recuento:Este es el salmista, el que deshizo el salmo, cuando dijo con ira y sin consejo.-«Tú eres el Dios que venga mis agravios y sujeta debajo de mí pueblos».Y ése es el poeta luciferino, el que deshizo el verso y guardó en un armario la canción, orgulloso, tirano y avariento.Aquél es el que grita, el hombre de la furia,y aquél otro, el que Hora, el hombre del ¡amento.Aquí va el Rey,aquí va el sabio,aquí va el juez;éste es el demagogo,aquél es el banqueroy éste es el hombre de la mitra,el hombre de las babas,el que vendió las llaves...iel Gran Conserje Pedro!
Aquí van todosy aquí voy yo también. Yo. el hombre de Ia
tralla, el que lleva las bridas ¡el blasfemo!
Sí.Ahora ya, sin canción y sin salmo, sin llaves ya y sin templo... yo la llevo, yo llevo hoy la carroza, yo la llevo.
Se va del salmo al llanto, del llanto al grito, del grito a! veneno...¡Arre!... Y se gana la luz desde el infierno.
EL PUERTO DE COLON
Por Waldo FRANK
La escena es una eminencia desnuda que se destaca en el fondo de una ciudad humilde, donde las casas blancas se amontonan bajo el casco rojo de las tejas. Cobrizo, el Río Tinto se ensancha y, serpeando a través de las arenas, llega hasta el Golfo de Cádiz. Arriba, en lo alto, hay dos hombres destocados. Visten a la usanza gentil de su tiempo, pero sus ropas están raídas, los brocados opacos, el terciopelo lustroso, los encajes amarillos. Uno de ellos es alto, y bizarramente recata a la espalda un brazo con la mano rota. Está erguido; tiene las facciones pronunciadas y duras, y sólo la boca, demasiado delicada, y el seno obscuro y tierno de los ojos, desmienten al guerrero. El otro hombre es pequeño, de nariz aquilina y ojos húmedos y fulgurantes. Sobre la piel curtida de su rostro blanquea la seda de sus canas. Habla el hombre alto.
Cervantes.-Mt dijisteis que aquí os encontraría.Colón-Sí. Estamos en Palos de la Frontera. (Hay una pausa, durante Ia cual su callosa
mano enjuga la humedad de sus ojos).De aquí partimos la primera vez y aquí arribamos siete meses más tarde. Traíamos con nosotros...
Cervantes.-Un mundo.Cotón.-J4o, una tumba.
Cervantes.-(Más atento a la ciudad que a las palabras de Cotón). -Aquí no hay nada ahora. Cotón -Mirad al otro lado de las arenas henchidas del golfo. Mirad al otro lado del mar.
(Vueltos hacia el poniente, quedan en silencio. Al declinar, el solflota sobre las aguas dormidas, corona los tejados angulosos e ilumina la traza raída de los dos espectadores).
Colón.-(Nerviosamente). -¿Visteis algo? Decidme lo que visteis.Cervantes.-América.
Colón.-(Frotándose las manos con satisfacción irónica).-No la dieron mi nombre porque creyeron que yo no supe nunca lo que había descubierto. Me despojaron de mi reino porque creyeron que yo aspiraba a ser rey. Mis ojos están cansados de escudriñar sin tregua el horizonte.
Cervantes.-Os diré, amigo mío, lo que veo.Cotó/i.-Cuidad de que no os engañen vuestros ojos.
Cervantes.-Una ciudad de torres blancas, veo. Los hombres que la habitan son átomos invisibles casi, pero ellos son los que alzan esas torres, blandiendo una arma de oro que les hace dueños del mundo.
Cotó/j.-Fljaos bien.Cervantes.-Los envuelve un caos que no pueden dominar.
Colón.-L España?Cervantes.-DeniTQ de ese orden cerrado y suntuoso no hay más que un caos, caos de razas,
de tradiciones y de sueños. Llenos de inquietud, los hombres construyen las torres cada vez más y más altas, como si quisieran defenderse del caos mismo. Cons
truyen torres de piedra y máquina de hierro, conscientes para evitar la vida, la sangre, los sueños, las palabras, y para crear este laberinto odioso.
Colón.-(Sonriendo astutamente). -¿Estáis mirando a América o a España?Cervantes.-Han olvidado al verdadero Dios, pero les aguija el hambre y el deseo de Dios. Se
vuelven a sus propias obras y en ellas adoran a Dios.Cotón.-Mirad más allá, más allá de las torres.
Cervantes.-(A tendiendo sólo a lo que ve). Reclutan nuevos exploradores. En un anhelo de unidad, destruyen todo lo que no es uniforme y cercenan los ideales que podrían levantarse más alto aún que las torres.
Colón.-(Ahogando la risa). Dejad a España, os digo. ¿Qué veis más allá de las torres?Cervantes.-Continentes.
Colón.-Eso quería. ¿Qué más véis?Cervantes.-Pueblos infantiles. Más allá de las torres se les ve mejor, aunque son los mismos
que hay junto a las torres. Salvajes que aún no saben hablar ni pensar y que trabajan con máquinas extrañas.
Cotón.-¿Dónde véis eso?Cervantes-Por todas partes, sobre dos continentes se extienden como una erupción en las
arrugas de la tierra. Sin embargo, hay allí un mundo de deseo. Puedo oír su clamor, pero no los entiendo, aunque hablan en inglés, en portugués y en español.
Cotón.-Supongo que habrá Inquisición, expulsión de infieles..., y que en las catedrales se unirán todos los hombres en nombre de Cristo.
Cervantes.-Les dan otro nombre, y al revés que España, veo que han fracasado.Colón.-(Con animación) Esa es mi esperanza. Si yo pudiese decirles que esa debe ser tam
bién la suya, no vencerían, como hizo España.Cervantes.-Cin volverse). -¿Por qué esa voz tan jocunda?
Colón.-iPot qué no he de estar alegre? El Nuevo Mundo está en ellos, oculto bajo sus torres. Cuando sepan que no pueden vencer, que todas las torres, y todas las máquinas, y todo el oro de la tierra no pueden aplastar la innata necesidad que tienen de un verdadero mundo nuevo..., entonces vencerán.
Cervantes.-(Se vuelve y contempla a Colón). -Habláis en parábolas.Colón-Soy un hombre práctico.
Cervantes-Estoy cansado de parábolas y consejas.Cotón.-¿Preferís la historia? ¿Es el libro de Moisés la historia que necesita vuestra enca
llecida sensibilidad? Pues, recordad el medio de que el Señor se valió para sacar a los israelitas de Egipto. Aquellos hijos de Israel también tuvieron que cruzar el mar. ¿Llegaron, sin embargo, a la tierra prometida, al nuevo mundo repleto de leche y miel?
Cervantes-Sí; después de cuarenta años.Cotón.-Sois un lector vulgar. Ninguno, ni Moisés, llegó a la tierra prometida. Sólo llegaron
al desierto y en el desierto murieron. Desde Marah al desierto de Sin, y desde Ho- reb hasta el desierto de Moab vagaron, se pudrieron y murieron para siempre. Ni Aarón el sacerdote, ni Miriam la madre, ni Moisés el profeta llegaron a la tierra prometida, porque está escrito que la semilla perecerá antes que la vida renazca.
Cervantes.-(Incrédulo).-Si es la muerte lo que veo allende el mar, os digo que es una muerte espléndida.
Cofón.-La muerte es un canto suntuoso y esta América de torres doradas no es más que la tumba de Europa.
Cervantes.-No comprendo.Colón.-¿Qué véls allí?
Cervantes.-Piedras enormes.Colón.-Piedras de Europa.
Cervantes.-Oro.Colón.-El oro que codició el Viejo Mundo.
Cmwites.-Máquinas maravillosas.Colón-No son nuevas... Recordad a Inglaterra.
Onw/res.-Nuestras piedras, nuestro hierro y nuestro oro no fueron nunca tan gloriosos.Cotón -Bien merece Europa un sepulcro suntuoso.
C ervantes.-A m igo m ío , segu ís hablando en parábolas.Colón.-(Con enojo). ¿Qué queréis que diga? ¿Sabéis vos las palabras del Nuevo Mundo?
Si nosotros no conocimos ni el oro, ni las piedras, ni las máquinas del Nuevo Mundo ¿cómo vamos a conocer las palabras de su lengua? (Cervantes mira en silencio hacia el poniente, mientras los ojos cansados de Colón observan. De pronto Cervantes se ase del brazo de! marino).
Cervantes.-\Mirad! ¿No véis? ¿No véis? ¡Dios mío! ¡Las torres se derrumban!Colón-¡Gloria a Jehovah!
Cervantes-Se doblan, se retuercen se hunden en la escoria de los hombres.Colón-Se pudrirá la semilla...
Cervantes.-Son el torbellino revuelto de un ciego desvano. Como sus almas, arena movediza, ha venido a ser el mundo de estos hombres. ¡El fulgor altivo de las torres se desvaneció!.
Cotón.-Ahora nacerá el mundo que yo descubrí.Cervantes.-(Mira severo hacia el poniente, en un largo silencio. Luego se vuelve hacia su cama-
rada). -Ya no hay ciudad y los continentes son un caos... ¿Qué surgirá de todo esto?
Cotón.-El sueño del Viejo Mundo al fin... ¡Un Nuevo Mundo!.Cervantes, - i España?
Cotón-No. España está enterrada allí con Europa.Cervantes.-Tengo que creer a Vuestros ojos fatigados. Decidme lo que véis, marinero.
Colón.-(Riendo). No quitéis, entonces, vuestros ojos del poniente.Cervantes.-(Se vuelve de nuevo, sumiso, hacia el poniente).
-Fácil es mirar a lo lejos, desde España, cuando se la ha amado tanto.Colón.-No estáis solo en ese amor.
Cervantes. - i España profètica!.Cotón.-iEspaña generadora de vida, que nunca vivió!.
Cervantes.-¡España, la de los campos yermos y la de los ojos ardientes!.Cotón.-Dios la fecundó y la abandonó luego.
Cervantes.-No es más que madre.Cotón.-¡Madre de comienzos!... De cosas que empezaron...
Cervantes.-¡Con la semilla siempre, y nunca con la vida!.Colón- Y así fue..., así fue en verdad, en todos los tiempos. Cuando Roma existió, España
no vivió en Roma; engendró a los estoicos y a los santos para la Roma santa.
Cuando la Roma santa se hizo fuerte, España no fue santa. Con los árabes y los judíos, engendró la muerte de Cristo. Y cuando Roma la santa murió, y floreció la Europa moderna, España no fue ni europea ni moderna: engendró a América.
Cervantes.-\De Tí se aprovechó Europa, madre! Y tú marinero, sin bienes ni fortuna, te aprovechaste de ella también.
Cotón.-Dios hizo lo mismo.Cervantes.-iPot qué, entonces, están yermos sus campos?
Cotón.-Porque a ella han venido todos los mundos: de todos los mundos ella ha engendrado otros mundos... ¡y ha quedado virgen!.
Cervantes.-¡Trágica madre!.Cotón.-(Recordando de pronto y exaltándose). Pero las torres blancas se han desmoronado.
¡Despierta, España, anímate de nuevo, trabaja otra vez, date una vez más!. Europa se ha podrido al fin en la tumba que llaman «América». Tu obra no está terminada aún. Tú, la madre más desgarrada de Europa, conservas todavía una semilla. (Cervantes ha dejado de mirar al occidente y, vuelto hacia España, se arrodilla, Colón no para mientes en él)
Colón- Tu espíritu, España, la semilla de tu espíritu que tanto necesitan todos y más que nadie los hombres del norte, los que hablan inglés, los que levantan las torres que son la tumba de Europa. Está escrito que estos hombres también serán los que dirijan el nacimiento del verdadero Nuevo Mundo..., la América que yo descubrí. ¡Que te vean, España!. Que aprenda de Tí, madre, porque su espíritu es débil y pueril. Cobardes ante la vida son ellos, y no amos. Mas, tú, España, te atreviste a ser lo que creiste que debías ser y aprendiste esa sabiduría que los hombres mezquinos llaman «Locura». Te empeñaste en hacer de la vida misma el cuerpo de tu visión y la palabra de tu plegaria, y, orgullosa, no titubeaste ante el ridículo, el fracaso o el triunfo. Da al Nuevo Mundo tu espíritu otra vez para que adquiera tu grandeza y la sobrepuje.(Hay una pausa, durante la cual, Colón sigue mirando al occidente y su camarada, de hinojos aún, está vuelto hacia España).
Cervantes.-(Orando). -Lo que este hombre ha dicho es verdad. Fuiste como la Virgen, España, a quien tanto hemos amado siempre. Sin poseerte nadie engendraste un Verbo, y este Verbo como Cristo a su madre, se ha vuelto también para negarte.
Colón.-(Levantando a Cervantes). Mirad otra vez. Estáis seguro que las blancas torres...Cervantes.-(De pie, junto a Colón, mirando de nuevo). La ciudad de las torres ha desaparecido.
(Los dos miran en silencio. Cervantes ve, Colón comprende... Entretanto el sol se hunde en el mar. Hacia el oriente, sobre sus hombros, el cielo se enciende de pronto con resplandor de amanecer).
Fin
Traductor León Felipe
BAJO LOS SIGNOS DE BABILONIA
Por Juan LARREA
De cuanto se expuso en los cuatro artículos que bajo el título general de Introducción a un Mundo Nuevo se publicaron en los números 1,2,3 y 5 de esta ESPAÑA PEREGRINA, pero en especial del último, se desprende una conclusión de suma gravedad histórica. Porque si la interpretación del sentido místico del capítulo final o XXI del Cuarto Evangelio allí bosquejada, fuese correcta y la profecía figurada que en él se contiene estuviese llamada a cumplirse, la Iglesia de Pedro debe conocer la vejez hasta alcanzar la muerte. Y una muerte de signo contrario a la del Maestro, muerte invertida, cabeza abajo -puesto que así murió Pedro- al modo como la voz Roma es inversión precursora de la palabra Amor.
¿Podría ser esto acaso de otro modo? En verdad, parece que no. Es la Iglesia una institución temporal correspondiente a la realidad subjetiva de una época creadora y cuyo destino inmediato es, como el de una esclusa que se llena, conducir a un estado o época de superación, elevar al hombre desde un modo de ser hasta otro modo de ser. Mientras ella subsista, la superación es irrealizable por la misma razón que mientras dura la travesía y se permanece a bordo no puede ponerse pie en tierra firme. Por otra parte, cuanto constituye su sustancia afirmativa, su forma doctrinal concreta, se halla en íntimo acuerdo con la constitución de esa época transitoria, participa de su particular visión, se encuadra en el plano de sus nociones generales, de sus ignorancias armónicas, corresponde al complejo vital en que se mueven los conceptos económico-sociales, de carácter circunstancial, en que esa época se funda. De aquí que al transcurrir el tiempo y transformarse los conocimientos y las condiciones de vida, ha de llegar inevitablemente el día en que la construcción se agriete. La evolución fácil y eufórica en un comienzo, al par de la historia, precediéndola incluso, llega a su máximo desarrollo y desde entonces empieza el organis
mo a tropezar con dificultades crecientes para adaptarse y seguir el régimen de marcha de las cosas, quedándose por fin rezagado, siendo forzoso en la evolución del proceso o que éste deje de existir o que llegue hora en que el hilo que sostiene el equilibrio entre el exterior y el interior se quiebre y el cuerpo se quede atrás desconectado, convertido en despojo mortal bueno para la autopsia. Si la conciencia humana hubiera de crecer algún día ¿■cómo podría evitarse que ese cuerpo de dogmas, doctrinas y ritos correspondientes aun ciclo espiritual dos veces milenario entregue su espíritu y conozca su fin? El estrato psicológico en que dicho organismo se arraiga y toma vida y a que corresponden los conceptos de ser humano, así como la letra de la figura de Cristo, con los que se halla identificado ¿no deben acaso ser superados definitivamente?
Com icne recordar a tal propósito la escena teológicamente capital de la Transfiguración. Delante de los tres discípulos escogidos en todas las grandes solemnidades, Pedro, Santiago y Juan, se transfigura Jesús apareciendo junto a él Moisés y Elias. Moisés fue el conductor del pueblo a través del desierto hasta los linderos de la tierra prometida a cuya vista murió. Elias es, por el contrario, aquel que fue arrebatado al cielo prometido de donde habrá de volver. La presencia de estos dos personajes, especie de paréntesis en que se contiene la sustancia hipostática de Cristo, define los dos aspectos de Jesús: el que muere y el que, ascendido al cielo, de él ha de venir. Ahora bien, tales aspectos coinciden exactamente con el carácter de los dos apóstoles que se analizan, Pedro conductor del pueblo cristiano a través de la tiniebla hasta el umbral del cielo prometido, y Juan el apóstol de la Segunda Venida. Si se prolonga el paralelismo confrontándolo, al mismo tiempo, con el contenido del último capítulo del cuarto evangelio parece que Pedro, el
equivalente de Moisés que, vencido el desierto, murió al llegar a la tierra prometida, acabará su misión, traspuesto el valle de lágrimas, en las cercanías del cielo prometido. Este esquema proporciona una precisa confirmación de cuanto ha sido expuesto anteriormente sobre la sucesión en el tiempo de Pedro y Juan, tanto más cuanto que la presencia de Santiago en tales circunstancias, personaje equidistante, por decirlo así, entre Pedro y Juan y desempeñando entre ambos un oficio parecido a! que desempeña Jesús entre Moisés y Elias se presta, como no faltará ocasión de comprobarlo después, a deducciones importantísimas.
Para el contemplador neutro, desapasionado, la vejez, la decadencia espiritual de la Iglesia Católica se halla fuera de discusión. Cuando era más joven, ella misma se ceñía el vestido, tomaba parte activa en la marcha de la historia, iba por propia iniciativa allí donde su voluntad determinaba. ¿A dónde se dirige en la actualidad? Administradora de una renta espiritual vitalicia, enriquecida con «la sangre de los santos y con la sangre de los mártires de Jesús» (Apoc. XVII, 6), gastando con circunspecta parsimonia el caudal de una vida que supone perdurable, ¿no dice en su corazón: «Estoy como reina sentada, y no soy viuda y no veré duelo»? ¿No es esclava consentida del modus vivendi, del modo de ir trampeando, es decir, su capital cuidado no es el mismo del anciano atento sobre todo a guardar, a fuerza de prudencia, el equilibrio que le permita vegetativamente seguir super- viviéndose? ¿Qué ha hecho desde hace tanto tiempo que no sea repetirse? Vinculada por su vejez, al peso material de la letra, de la letra que mata, ¿no alberga en su seno una mortal contradicción, pues que en vez de amar al Maestro ama por necesidad, por creer ofusca- damente que asi sirve al Maestro, su propia vida? ¿Y no está dicho y repetido que el que entonces ame a su propia vida la perderá? Sí, hoy es ceñida por otro, extiende ciegamente sus manos en busca de apoyo ajeno, haciendo concesiones en sus propios principios, trampeando, delatando las tinieblas crecientes en que sus ojos, frente a la verdadera luz, se ven envueltos. Este organismo católico que, por definición, no puede conocer lugar, va to
mando día a día, como resultado de su deficiencia senil, un carácter cada vez más marcadamente nacionalista, italianizanté. ¿No puede decirse que se encuentra ya a merced del otro, sentada encima de la bestia que ha de llevarla a donde no quiere, es decir, a perdición? Envejecer y morir es ley de vida. A esa muerte le conduce sin remedio la creencia en la perdurabilidad que no le impide, llegado el caso, cometer toda clase de abdicaciones, desfallecimientos y torpezas, ese decirse en su corazón: «Estoy como reina sentada y no soy viuda; y no veré duelo. Por eso un día sobrevendrán sus plagas, mortandad, llanto y hambre y será abrasada del fuego; porque poderoso es el Dios que ha de juzgarla» (Apoc. XVIII, 7-9). ¿Habrá que encontrar la causa de su muerte en esos parcialismos, prevaricaciones y abandonos? No, sino en su vejez natural de la cual esas taras no son, por lo menos en parte, sino consecuencia inmediata. Mas sí serán ellas quizá la causa de su muerte violenta, cabeza abajo, si su modo de perecer se asemejara al padecido por Pedro. ¿No se dice en este capítulo: «Sígueme»? En todo caso, lo indudable para quienes la necesidad de rigor lógico se aplica también al problema religioso, es que el modo de ser de la Iglesia se ajusta hoy armoniosamente a la mentalidad del discípulo que antes que el gallo cantara, es decir, antes de despuntar el alba, negó tres veces a Jesús.
A este último respecto el capítulo que se examina ofrece acabadas perspectivas. Jesús repite tres veces la misma pregunta: «¿me amas?» Si los comentaristas interpretan esta pregunta como la compensación de las tres negaciones es porque existe en este pasaje una alusión velada pero cierta a dicha negación. Pedro, sintiendo la Intención a que responde la insistencia de tal pregunta, se aflige. Ahora bien, si ese personaje no es ahí propiamente hablando Simón Pedro, sino figura de la Iglesia, ¿qué quiere ello decir sino que esa Iglesia cuando los tiempos a que Pedro apunta lleguen, deberá, por la fuerza de las cosas, negar el verdadero espíritu del Resucitado? De este modo la ilación resulta perfecta con la frase que sigue, en la cual, mudado significativamente el tiempo, se habla de Pedro como si fuera ya anciano: «En verdad, en ver
dad te digo que cuando tú eras más mozo...» ¿No es exacta trasposición al plano impersonal de aquella otra situación y diálogo hasta con las mismas palabras, cuando a las protestas de amor y de fidelidad de Pedro respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: No cantará el gallo sin que me hayas negado tres veces»? (Juan XIII, 38).
Aún aparece esto con mayor claridad, si cabe, al considerar lo que se expresa a continuación: «Volviéndose Pedro a mirar vió venir detras al discípulo amado de Jesús, aquel que en la cena se reclinara sobre su pecho y había preguntado: ¿Señor, quién es el que te hará traición?» ¿Qué oficio puede desempeñar aquí este recuerdo en apariencia intempestivo, este largo y desproporcionado circunloquio para designar a Juan, si no es insinuar veladamente la futura traición de lo prefigurado por Pedro? ¿No se renueva aquí por alusión y en modo indirecto aquella misma pregunta, y no se formula tácitamente la respuesta? La situación no deja de ofrecer honda analogía con la de la cena. En ésta. Judas, después de haber ingerido el pan consagrado, sale a entregar a Jesús. Aquí Pedro, después de haber comido del pan y del pez, el cual, como es sabido, es símbolo místico y verbal de Jesús, se sugiere que ha de traicionarle. Entonces es cuando se habla de su ceguera y de su muerte.
Y es que este Pedro, personaje impetuoso y bienintencionado nunca fue capaz, por su misma naturaleza limitada, hecha para cierta función, de comprender ciertas cosas del espíritu. Así los evangelios de San Mateo (XVI, 23) y de San Marcos (VIII, 33) refieren la escena en que pretendió disuadir a Jesús de su inmolación en Jerusalem. Pero Jesús vuelto a el le dijo: «Quítate de ahí. Satanás, que me escandalizas, porque no tienes gusto de las cosas que son de Dios, sino de las de los hombres». El es el mismo que echó mano a la espada contradiciendo el espíritu de la profecía cristiana, el mismo que le negó tres veces (¿No está acaso escrito: «Mas a quien me negare delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi padre que está en los cielos»? Mateo X, 33). Si este temperamento se proyecta en el más vasto campo de la entidad colectiva de la Iglesia, temperamento
necesario para resolver los problemas Inmediatos, a ras de tierra, reclamados por la Creación en el desarrollo del tiempo, hay que convenir en que su constitución es inapta para abordar otros problemas más complejos y sutiles que ni ve ni entiende. De aquí que el tiempo, al mudar las cosas, le envejezca, le vaya orillando, poniendo al margen de la vida, para dejar paso al espíritu que librará su muerte en el umbral del reino de Dios, de lo universal, cosas para las que Pedro no tiene gusto.
¿Puede llamarse a engaño a causa de la promesa que le fue dicha: «las puertas del infierno no prevalecerán contra ella»? Tomando a la letra esta sentencia comete la Iglesia el error necesario de creer que no tiene fin. Porque ¿es este acaso su verdadero sentido? ¿No constituye ésta una expresión metafórica, una de esas equívocas frases imaginadas en que tanto se complacen las lenguas orientales y de que se encuentran plagados los evangelios? Más aún, si la conciencia de ser dejara algún día de identificarse en el hombre con su corporalidad, con su instrumento carnal y su razón de memoria, llegando de este modo a superar la idea ancestral de la muerte ¿no podria afirmarse que las puertas del infierno se habían cerrado para siempre?
La experiencia de lo ocurrido en España durante la guerra civil no puede ser a este respecto más característica. La Iglesia española, tergiversando conceptos, mezclándose en asuntos de orden puramente político, ha hecho causa común con quienes defienden cierto sistema económico-social que favorece la repartición inicua de las riquezas, es decir, se ha pronunciado a favor del sistema sustentado por los ricos, precisamente para quienes no tiene entrada el reino de los cielos. Por boca de la jerarquía ha empuñado moralmente la espada carnicera, ha Instigado a los profesionales de las armas a no deponerlas antes de consumar el fratricidio infame. En un estado de decadencia suma, ateniéndose a la apariencia exterior de las cosas, sin inteligencia para percibir lo que late bajo la cáscara, la Iglesia peninsular, sostenida por Roma, ha conformado su actitud de un modo perfecto al estado de senilidad anunciado en el capítulo del evangelio de San Juan y al tempera-
mentó de Pedro. Ha negado a Cristo, al Amor, engañada por las apariencias. Ha tomado Impíamente el partido de los agresores en contra de la víctima, en contra del pueblo y, sobre todo, si se hace caso omiso de toda acepción de persona, en contra de la razón, de la justicia, del bien general. Los pastores dejaron sus cayados para afilar los dientes de la loba romana, entregándose a las exigencias de la propaganda sectaria que levantó contra el pueblo español gran parte de la opinión católica del mundo. ¿Hubieran podido ocurrir tales cosas si la sustancia cristiana se hubiera encontrado menos yerta, menos petrificada, dentro del actual esclerosado catolicismo? ¿Hubiera podido éste hacer causa común con la fuerza bruta, con las doctrinas de Mahoma, con el espíritu del Anticristo? Es innegable que el pueblo contra el que ejército, nobleza, burguesía y clero se alzaron, se hallaba en grave estado de incultura. Mas esa incultura con las abominables consecuencias que trajo consigo ¿a quién era imputable? ¿Al campo o al labrador que dejó en él crecer las malas hierbas, es decir, al pueblo mismo o a las clases religiosas, económicas y sociales a quienes incumbía su perfeccionamiento y que en vez de evitar la colisión la provocaron premeditada y alevosamente?
El nombre del Anticristo no ha sido pronunciado al azar. Si por una parte Roma simboliza, en cuanto sede de la Iglesia, la espiritual Sión, por otra parte, en los últimos tiempos sobre todo, parece identificarse místicamente con la Babilonia del Apocalipsis, la ciudad de la fuerza edificada sobre la confusión de lenguas, al margen por consiguiente del Verbo. Prescindiendo de la confusión fundamental que, en relación precisamente cdn el Verbo, con el lenguaje, preside a la constitución de la Iglesia Católica y que basta para calificarla interiormente de Babilonia, curioso es observar cómo, si cuando estableció su sede en la ciudad de Roma uno sólo era el lenguaje hablado en todas las provincias del Imperio, con el transcurso del tiempo y reproduciéndose el fenómeno de la torre de Babel, volvió a tener lugar la confusión de lenguas. De este modo, poéticamente, en el campo de los sucesos sintomáticos, Roma se identificó con Babilonia. Como tal
es considerada en el Apocalipsis que parece referirse a ella, en parte, por lo menos, mediante la figura de la Gran Ramera en cuya frente está escrito: «Misterio, Babilonia la grande», y cuya vista hace quedar a Juan, y no sin motivo, justo es confesarlo, sumamente atónito. «Las siete cabezas de la bestia son siete montes sobre los cuales la mujer tiene su asiento» (XVII, 9). En fin, «la mujer que viste es aquella ciudad grande que tiene imperio sobre los reyes de la tierra» (XVII, 18). La referencia a Roma, la ciudad de las siete colinas, es directa, ciudad que cuando se escribía el Apocalipsis tenía imperio sobre los reyes de la tierra, el Imperio romano. Más tarde fue la Roma católica la que constituyó una organización humana, una ciudad que extendió su influencia sobre los imperios y los reyes. El sentido de la visión apocalíptica no puede referirse a la antigua Roma pagana que ninguna relación guarda con el fin del mundo, sino a la otra Roma cuya vida depende de ese fin y de la anunciada Venida. La catolicidad, el internacionalismo, si no la universalidad, parece aludida cuando dice: «las aguas que viste donde está sentada la ramera son pueblos y naciones y lenguas» (XVII, 15). La certidumbre crece si se apela al propio testimonio de Pedro, que escribe al final de su primera epístola: «La Iglesia que, escogida por Dios, como vosotros, mora en Babilonia...» Juan viene a remachar el clavo cuando escribe: «Aquí un ángel robusto alzó una piedra como una gran rueda de molino y arrojóla en el mar diciendo: Con tal ímpetu será precipitada Babilonia, la ciudad grande, y ya no perecerá jamás» (Apoc. XVIII, 21). Una piedra... ¿No fue dicho a Simón: Tú eres piedra?
Ahora bien, si Pedro representa esa sociedad teocrática cuya justificación es el tejido de dogmas y preceptos que se adaptan como túnica inconsútil a la materialidad de la profecía de Jesús y cuyo esencial fundamento es la fe con todos sus misterios, es decir, la oscuridad elevada al rango de virtud de ojos vendados, ¿qué representa Juan, el apóstol del Verbo? En primer término la luz, los ojos abiertos a la visión intelectual o sea la verdadera espiritualidad de la profecía cristiana». En el principio era el Verbo y el Verbo estaba en Dios y el Verbo era Dios. En él estaba la
vida y la vida era la luz de los hombres y esta luz resplandece en las tinieblas» (Juan 1 ,1-5). «La nueva que oímos del mismo Jesucristo y os anunciamos es que Dios es luz y en él no hay tinieblas ningunas» (/ Juan, I, 5). «Yo soy la luz del mundo» (Juan VIII, 12). «La luz aún está entre vosotros por un poco de tiempo; caminad, pues, mientras tenéis luz para que las tinieblas no os sorprendan, que quien anda entre tinieblas no sabe a donde va» (Juan XII, 35). «Mirad cómo viene sobre las nubes y verle han todos los ojos» (Apoc, 1,7). Etc., etc. Fácilmente se comprende en tales circunstancias que los dominios espirituales de Pedro y Juan son tan incompatibles como la noche y el día y que no pueden tener comienzo el uno sino después de perecido el otro. La de Juan es la jurisdicción del Verbo, del Lenguaje uno, que duerme en potencia en el fondo de todos los hombres, el que triunfa, una vez que la sangre del Cordero ha abierto los sellos de las tinieblas y ha vencido a la muerte, con la Verdad, con la espada que sale de su boca.
Sumamente significativo es, a propósito del Verbo, que la comida que Jesús ofrece en el capítulo analizado se componga de un pez que él mismo trae y de pan. El pan que Jesús da a comer sabido es que representa su cuerpo, así como el vino su sangre. ¿Y el pez? También es sabido que el pez simboliza a Jesucristo a causa de que las letras que componen ese vocablo forman en griego el acróstico de Jesús Cristo Hijo de Dios, Salvador. Aparece aquí, pues, el mismojuego de elementos gráficos, alfabéticos que, como antes se dijo, delatan indirectamente la presencia del Verbo del que constituyen la sustancia poética que místicamente le define, los elementos lingüísticos que le son propios porque al par que le ocultan le revelan. Así pues, si por medio del pan da Jesús a comer su cuerpo, por medio del pez da en alimento su espíritu, su esencia divina de Verbo. («No sólo de pan vive el hombre sino de toda PALABRA que sale de la boca de Dios». Mateo IV, 4). Lo que significa que el pan, alimento eucarístico de la Iglesia encomendada a Pedro se relaciona con el sentido directo, con la letra de la profecía de Jesús, en tanto que el pez representa el aspecto místico de esa profecía, el aspecto
complementario vinculado a la figura de Juan. Después de esa comida es cuando suena para Pedro la hora de declinar y morir, mientras que para Juan la de entrar en vigor. Porque así como la eucaristía enajenó a Judas vigorizando a los demás apóstoles, así el Verbo, al revelarse, ocasiona la muerte de Pedro y reconforta a Juan. A uno el martirio, el testimonio de Jesús, le consume, al otro le purga, rejuvenece y vivifica.
Ya se ha visto cómo, según la escena de la Transfiguración, el relativo significado de Juan parece estar en relación de equivalencia con el de la figura de Elias. Ahora bien, es opinión arraigada desde antiguo y confirmada por los evangelios que Elias ha de ser el anunciador de la Segunda Venida. Para mayor claridad véase cómo se expresa San Mateo (XVIII, 10-13): «Sobre lo cual le preguntaron los discípulos: ¿pues cómo dicen los escribas que debe venir primero Elias? A esto Jesús le respondió: En efecto, Elias ha de venir y entonces restablecerá todas las cosas. Pero yo os declaro que Elias ya vino y no le conocieron, sino que hicieron con él cuanto quisieron; así también harán ellos padecer al Hijo del Hombre. Entonces comprendieron los discípulos que les había hablado de Juan Bautista. «Dedúcese de aquí, sin dudas, que Elias ha de desempeñar el papel de precursor del Segundo Advenimiento, equivalente al del Bautista, enderezador de caminos. Mas también se desprende de la objeción en forma de pregunta que hicieron los discípulos y que no corresponde a ningún concepto anterior: «¿pues cómo dicen los escribas que debe venir primero Elias?», que en la Transfiguración acaban de ver algo que contradice el contenido de dicha pregunta. Parece esto indicar que allí presenciaron cómo en la sucesión de tiempos Elias debía venir después de Moisés y de Jesús y por ello preguntaron al Maestro: ¿cómo siendo tú el Mesías, el precursor Elias se sitúa detrás de tí y no antes? Así se motiva la respuesta de Jesús asegurando que efectivamente Elias debe venir a restablecer todas las cosas, lo que, para poder ser cierto, requiere que antes hayan sido perturbadas. Y en verdad los escritos de Juan, el evangelio y el Apocalipsis ¿no restablecen, según se está viendo, los verdaderos caminos? De este
modo, así como Elias se llamó Juan Bautista al preceder a la primera Venida, no parece que hay inconveniente para que se llame, ajustándose a las equivalencias de la escena de la
Transfiguración, Juan Evangelista por lo que toca a la segunda Venida, la Venida del Verbo, de la Luz.
INDIGNACION DE UN GRAN ESPIRITU ESPAÑOL. 1810
Podemos soportar que él devaste y arrase nuestros campos, despoje nuestros templosy a espada y fuego nos vuelva al polvo que nos hizo.Este alimento exige siempre el hambre del tirano.Y podemos soportar el pensamiento de que sus manos subyuguen
a España,y que para su deleite tenga un desierto donde yazgan muertos
todos los valientes.Pero cuando se atreve a decir que él romperá nuestros yugos,que nos llenará de privilegiosy nos abrirá la puerta de un futurodonde nuestra mente, iluminada ya, bendiga su poder...entonces, al corazón lacerado le falta fortalezay nuestros gemidos,nuestra vergüenzay la palidez de nuestro rostrorevelan que él tiene poder para imponernoslo que nosotros no tenemos fuerza para soportar.
por William WORDSWORTH
El poema que se publica a continuación, ornado con la mención «inédito» en amplios caracteres, acompañaba a la siguiente carta.
Loja, 15 de octubre de 1941
Señor Director de «España Peregrina»,Junta de Cultura Española,Dinamarca 80 - México D. F.
Distinguido señor
He querido expresar poéticamente lo que siente un descendiente de vascos frente a la destrucción de su patria ancestral. Yo desciendo de emigrantes vascos, por parte de mi madre, Agulne. Estos emigrantes, venidos hace unos dos siglos, olvidaron su lengua. Pero la amorosa simpatía por la vieja tierra quedó dentro de la sangre y se sintió herida cuando el viejo árbol de la raza lo fué. Esto es lo que pretende el poema que le envío adjunto a esta carta.
Si usted cree que este poema sirve, yo le ruego lo publique en «España Peregrina». Es una ofrenda más que hago a mi España, y ella son ahora ustedes, sus legítimos hijos, únicos verdaderos voceros de ella en estas tierras de América. Además, como el señor Millares está haciendo una bibliografía de lo publicado por España durante y después de la Guerra, me permito enviarle dos libros míos, «Luz de Nuevo Paisaje» y «¡Aquí, España Nuestra!»
Pidiendo a usted, distinguido señor, perdonar esta molestia grande que quiero causarle, y ofreciéndole la amistad de este humilde escritor ecuatoriano, soy su más cordial camarada en la lucha para volver a nuestra España la libertad.
Siempre suyo,
Alejandro Carrión Apartado n.° 12
Loja, Ecuador.
LA SANGRE SOBRE LA TIERRA -canto y sueño al Arbol de Guemica-
Por Alejando CARRION
Yo sólo sé la sangre que corre entre tu savia ya calcinada.Viejo árbol de mi sangre.Viejo árbol donde Euzkadi elevó en rama y canto su sangre sobre España.
Yo sólo sé tu muerte viejo árbol,ya viejo entre los más viejos árboles de la sangre.
Yo sólo sé tu muerte porque ella fué y agonizó y deshizo y estrechó su minuto en la copa pequeña del árbol de mi sangre de tu copa y tu sangre, viejo árbol, nacida.
Yo vi,- era en mis venas hondas, era en el interior de mis venas hondas-era en el fondo de mis venas,en el lecho de sangre, allí, donde reposas,recuerdo de mi vasca sangre en mi sangre nueva-tu morir.
Yo vi,-era en el interior delicado y oscuro de mis ojos, era en el interior de mis ojos en plena noche oscura- tu morir.
Yo vi,-era en América y entre mi sangre vasca, mi vasca sangre en América lejana, en sed de América lejana, en sombra y sed de América, lejana
en tres generaciones de tus hojas- tu morir.
Yo vi.-era en el sueño tibio de mis venas cercanas, cercanas, si. cercanas en latido,¡oh. qué cercanasal latido más tímido, al latido más tierno, al latido más pequeño del más pequeño, del más tierno latido del más tierno, del más tímido latido del más tímido corazón de mi estirpe!- tu morir.
Yo vicqmo cerrabas tus párpados, todos tus hondos párpados de savia -¡de sangre!- de Euzkadi.De sangre misma, de eterna y misma sangre, de misma eterna savia de sangre de misma sangre en savia eterna de Euzkadi.¡ Y cómo nos ardían, cómo desde los mares lejanos llegaban hasta mi tus ardores, mi sangre de Euzkadi!
Yo vi cómo, prendido con todas tus raíces-tus raíces por nadie plantadas-a la Tierra, mi madre,tú querías luchar antes de morir,luchar fusil al brazo,como todos tus hombresde Euzkadi.i Y qué brazo el tuyo,mi árbol de Euzkadi!¡Qué brazo el tuyo, en siglos madurado,en siglos añoso, duro,mole de eternidad, de fe y de sangre!
¡Y qué fusil el tuyo, mi árbol,qué fusil hecho con todo el odio y la sed
de la Tierra, en tu tierra y en tu odio y en tu hierro y en tu hambre, mi árbol de Euzkadi!
Y nosotros, los vascos,somos mucho más viejos que los siglos, sin fecha alguna,¡como la Madre Tierra!Y tú eras el símbolo de nuestra almay ni el más viejo hombre de la tierra vasca decirnos podría,soñarnos podría, cuándo, de mano humana a la tierra, a la humana tierra, saltó tu semilla.
¡No podría ni soñarnos!Y estabas crecido, ¡cómo estabas crecido! Llegabas al cielo con tus ramassin extender el cuello ni quebrar el aliento.¡El aliento de Euzkadi no se ha quebrado nunca!
Ni cuando nos llenaron de incendio, de lágrima y de canto,seco canto de muerte, duro canto de muerte en metralla y puñal y crimen sin medida.Ni cuando nos desgajaron de tus ramas, viejo árbol de Euzkadi.Euzkadi mió,en cantábrica tierra española crecido, no era para morir, no era para soñar en vivir.¡Era para vivir!¡Era para vivir a través de los siglos!
Euzkadi mío,no era para soñar en vivir.Era para sentir correr,
¡oh tibio rio potente!nuestra humana sangre vasca, Euzkadi.Era para hacer nuestra vida vasca,nuestra humanidad vasca, toda !a humanidad, en sangre vasca, Euzkadi.
Y no hemos muerto, viejo árbol, no hemos muerto.Tus ramas calcinadas trazan sobre la tierra ¡a más urgente sombra, la sombra del retorno, aliento, urgente aliento del retorno y de la Venganza, la Sagrada Venganza,¡a Humana Sagrada Venganza del Hombre,Euzkadi.
La sombra del retorno,del aliento y la fe y la promesay la pequeña sonrisa que aún puede caberen el más pequeño rostro,en el más tierno rostropodrido ya en el suelo,en tu suelo,mi Euzkadi.
La sombra de tus ramas está sobre mi sangre, mi americana sangre vasca, en tu solar surgida y en tu solar urgida de muerte y de retorno.
Estamos ya a volver, a volver por tu savia, y por esa pequeña sonrisa ya podrida y por todas las pequeñas sonrisas ya podridas y por todas las dolorosos anchas muecas podridas y por todas las casas y los campos ya podridos y por todos los pequeños niños dioses de palo de las iglesias ya podridos.
Estamos ya a volverpara que cada sonrisa y cada mueca y cada casa y cada campo y cada iglesia y cada pequeño niñodios destrozado vuelvan también a ti, en nueva vida,
mi tierra, mi ansia, renacida y ardida, mi Euzkadi.Es verdad: me lo digo:Olvidado he tu lengua, ¡mas no tu sangre mía!Mas no tu eterno grito de libertad y vida y sed y ansia y voz y fe y justicia y eternidad viviente,Vasconia.
Viejo árbol, viejo árbol mío,con mi sangre circulando, ardida, por tus hojas,con mis ojos, en lágrimas deshechos, circulando,en olas de sollozos, por tus ojos,por tus hojas, viejo árbol de Euzkadi.Y mi sangre y mis ojos,desde mis hojas tuyas en sollozos y llamas,haciendo sombra, densa sombra,impenetrable sombra,sombra de noche oscura,de noche oscura en perfecta oscuridad oscura,oscuridad de ojos enceguecidosahogados en tinta, en negra tinta oscura,sobre la tierra seca,sobre la sangre llena,sobre la tierra llena de noble sangre seca.Yo sé el rincón, el pequeño terrón,empapado por la más delicada sangre, por la sangre más tibia y dulce y tímida nacida en Euzkadi.
Yo sé el rincón,el duro terrón empapadocon el más puro color de pupilay el sollozo más claro y la lágrima en mejor y más cristalina agua de Euzkadi.
Yo sé dónde, en que pequeño rincón,en qué oscuro terrón desprevenido,está seca la sangre, la sangre, la sangre de Euzkadi.Sobre la Tierra llena de sangre, de sangre seca, al sol, al viento, al polvo, a la sombra,
a la espesa sombra,mientras las venas huérfanas se pudren y el rocío se niega, se estremece, se evapora y asfixia,por no perlar los campos, mis campos de Euzkadi.Y ellos eran los preferidos del rocío y del sol, hermanos de la lluvia,y ahora ellos son los preferidos de la sombra y de la sangre, de la sangre seca, del polvo y los sollozos y las muecas y las venas podridas.¡Ya nó! ¡Ya nó! ¡Mis campos de Euzkadi!Ninguna cosecha, ninguna canción, ninguna sonrisa para vosotros, mis campos de Euzkadi.
¡Cómo estaréis, repletos de sangre y de sombra, soñando, con qué sed, vuestros sueños de trigo de rocío, de risa, de dulce amor, sobre vuestros trigales,vuestros muertos trigales, nunca más con espigas, mis campos de Euzkadi!
¡Cómo estaréis añorando, repletos de sangre, de seca sangre y de duros terrones, el claro arroyo fresco que vuestra sed curaba y vuestras claras flores, de luz iluminaba!¡Ya ninguna sonrisa después de tanta lágrima, sobre vosotros, donde mis ramas tiernas, las dulces ramas vírgenes del árbol de Euzkadi, se dieron y entregaron, violentas, a mis ramas potentes, mis hombres de Euzkadi!
¡Y cómo estáis de muertos y de secos y de espantosos, mis campos de Euzkadi!Hasta que no retornen tus brotes, encina inmortal.Hasta que no lavemos esa sangre seca que nos seca el aliento y nos arde las venas.Hasta que no volvamos a lavarla, desde todas las cuatro esquinas del mundo, viejo árbol, y a darte nueva savia, rehaciendo la Casa de Euzkadi.
RECUERDOS Y NOSTALGIAS DE UNOS JUEGOS FLORALES A UNAS REFORMAS SOCIALES
Por Luis SANTU LLANO
Aquellos juegos florales de Oviedo dieron su fruto. Poco tiempo antes, en el año primero del siglo, había muerto Clarín, cuerpo menudo, espíritu animador de la justamente ponderada extensión universitaria. De Madrid hacían guiños a los profesores ovetenses, y éstos, bien que enamorados de su Asturias, miraban hacia la ciudad grande por el largo y oscuro tubo de la Perruca, en los túneles de Pajares.
Pronto comienza la desbandada. Melquíades, ya diputado, hace su primer discurso grandilocuente: «Es Castelar que vuelve» escribe no sé si el «Heraldo» con letras mayúsculas. Aramburu, de gesto señor, va a la magistratura del Supremo. Altamira, asturiano honorario, pasa a la cátedra de América en la calle de San Bernardo y deja su casita de Na- lón, en el delicioso lugar donde un verano Rubén Darío, olvidando las alegrías de París, paseara su tristeza nativa y profunda:
tú triste, yo triste....¿No has de ser entonces mía hasta lamuene?
Mas la representación íntima de la Universidad la asumen Buylla, Posada y Sela. Y mientras don Aniceto combina su inteligente labor profesional con pingües actividades carboneras, los dos Adolfos dicen amén a Canalejas, cuando éste se prepara a gobernar con métodos modernos. Habrá antes que hacer ambiente y conocerse las personas. Entonces, siguiendo la moda del día, la Universidad organiza entre bastidores unos juegos florales y hace que llamen a Canalejas para que los mantenga con un discurso circunstancial.
Canalejas estaba en aquel punto de la popularidad que se manifiesta en una copla, en un cuplet. A Canalejas se le quería porque se
le veía en la calle y alzaba la piqueta contra lo caduco; pero el pueblo no entendía los matices del político y repugnaba su gesto de besar los anillos con amatistas. El pueblo radical quería radicalismos no sólo en las obras sino en la misma conducta personal. De ahí el cuplet del loro sabihondo, que el público de la última de Apolo o Eslava hacía repetir:
-¿Quién es ése que presume de cismático y ateo y cuando se encuentra un cura no le sabe dar un feo?...Es hombre que quiere muchas campanillas; si va por la calle, mira a las chiquillas, y gasta cepillos en lugar de cejas?... -¡Canalejas!-¡Que animal!Discurre ¡o mismo que un municipal.Canalejas aspiraba a tomar con guante
blanco el problema religioso, que echaba chispas; preocupación grande que no le impedía mirar de reojo a la buena moza que pasaba cerca y sacudirse una imaginaria ceniza del habano, para disimular. Canalejas tenía igualmente la aspiración de abordar las reformas sociales. Para esto había de ponerse al habla con los profesores de Oviedo, los que más sabían de estas cosas, los que tenían más libros y revistas que nadie en España. También Canalejas era hombre de letras, y así pudo aquella pistola dispararle con toda puntería mientras el se atusaba el bigote a lo zapatero ante el escaparate del librero San Martín.
Canalejas hizo su discurso floral en el teatro Campoamor de Oviedo, resplandeciente en aquella velada. Como la Universidad mandaba allí, la reina de la fiesta era también de la casa, hija de un archipopular y car- bayonil profesor, el que llamaba «su» torre enferma porque así lo sentia, a la airosa flecha de la Catedral, algo averiada entonces; el que.
yendo en el tranvía, lo hacía detenerse para comprar un cigarro en el estanco de la calle Uría, camino de la estación:
-Para, chacho, un momento.-Ya está. Arrea ahora bien a esas muías;
no vaya a llegar hoy el tren puntual.Canalejas estuvo bien en su discurso y ga
lante con la reina: «¡Bastárame saber que era asturiana para afirmar que era gentil y que era hermosa!». La verdad es que en lo de hermosa había exageración, pues la muchacha, de garbosa figura, tenia lo suyo con ser una cha- tunga simpática. Y además casi tan popular, como el señor padre, ello por la divertida expansión de sus relaciones amorosas con un estudiante casi licenciado y llamado a lograr enseguida, por empollón, una notaría o algún registro de la propiedad. Las calles de la ciudad sabían de aquellos amores y de sus alternativas deliciosas de paz y guerra, a la hora matinal de las cabras y las burras de leche, cuando Carmencita -llamémosla así- iba a misa con su breve devocionario y el rosario arrollado en pulsera. Porque se querían mucho, necesitaban quererse más:
-Pero Carmencita, escúchame, escúchame por favor.
Carmencita se había desparejado y corría calle adelante gritándole a su novio, muy tiesa la cabeza:
-¡Se acabó y se acabó. No me sigas; es inútil... Esta tarde tienes las cartas y los regalos en tu casa.
-¡Pero Carmencita, una palabra, una sola palabra y te convencerás.
Los modestos tenderos que abrían sus tiendas a esa hora veíanlos pasar con mirada paternal, y sus sonrisas venían a decir: «Matrimonio más feliz no lo habrá jamás».
A la verdad yo estuve poco cortés con aquella simpática reina, pues hallándome en el escenario en la hora de recoger el premio que la Universidad me había otorgado, me resistí a dar unos pasos y ser momentánea curiosidad para millares de ojos; sin que bastara a decidirme un discreto empujoncillo de papá de la magestad de un día:
-Anda, hombre, anda. ¡Bah, bahl.Y para eso te hemos dado el premio...
De hecho la recompensa anunciada -los abundantes libros de que eran autores aquellos profesores queridos- resultó bastante
mermada: algunas obras estaban agotadas; otras habían de pedirlas al consabido Victoriano Suarez. Así Pérez de Ayala hubiera podido aplicarme a mí -y no a uno de los profesores ovetenses- aquella su malévola cuenta:
Es la eterna, la fatal biblioteca,con un número fijo de tomos.Cuenta fija, pero fallida en buena parte.Terminada la solemnidad floral no re
cuerdo si los organizadores ofrecieron a Canalejas la clásica fabada asturiana -de nada fácil digestión-, la menos clásica caldereta gi- jonesa y, por supuesto, la obligada visita a los joyeles de San Miguel de Lillo, Santa María de Naranco y Santullano, cuyas primitivas pinturas se aplicó más tarde a desencalar el benemérito Selgas, no sé si para mostrar que los artistas de hace diez siglos pintaban peor que los de hace mil años. Y es que los de las cavernas prehistóricas pintaban la realidad que tenían delante -el oso, el jabalí, el arquero-, mientras los primeros pintores del cristianismo pretendían corporeizar una irrealidad, el fuego interior de las almas. Esto era otra historia y había de nacer el Greco para contarla bien, con el ansia de sus pinceles ardientes.
* * *
De aquellos juegos florales ovetenses salió el Instituto de Reformas Sociales madrileño, que los profesores asturianos albergaron en aquella enorme casa de Pontejos, aludida por Galdós en alguna de sus novelas. Allí no había limitación para los libros, que fueron hurgando y haciendo nidos en casi todos los pisos, uno tras otro, de la casona, pronto convertida en ingente termitero de letra impresa. Posada se vió en el quinto cielo, aún hallándose en el piso principal, con tanto volumen flamante llegado de todas las editoriales de Europa; pero aún más que él hallábase en la gloria su hijo espiritual Pablo Cabañas -bauticémosle así- bibliotecario del Instituto y su lector glotón, el que hojeaba más libros. Allí acudíamos, en esos comienzos, algunos antiguos alumnos de la Universidad ovetense, todavía unidos a los antiguos profesores por el cordón umbilical del afecto y del apetito cultural: Leopoldo Alas, hijo, cuyo villano fu
silamiento no hay persona sensata que pueda explicarse; Díaz Estébanez, periodista más tarde en «El Liberal» de Bilbao y de Indalecio Prieto; Ramón Lavandera, ahora notable doctor en Borinquen; Pérez Bances, vida malograda y malogrado talento; Femando Torner, cerebro jugosísimo y original, que sólo dejó algunas notas para un estudio sobre la personalidad, unos cuantos versos y una excelente critica de «Cañas y Barro». Esta critica, publicada en un folleto, valió a Tomer muchos redoblantes abrazos de Blasco Ibañez -todavía no era el millonario de los «Cuatro jinetes»- cuando le visitamos en su casucha destartalada de la calle del Pinar, de Madrid, entonces casi extramuros, en la vecindad del hotelito que había de saber de la «Fomarina» años después.
¡Como gozaba Cabañas viéndose rodeado de montañas de papel que olían a tinta! Por aquel tiempo hice yo mi primera salida a tierras extrañas, a Francia y Bélgica donde Cabañas me precediera con una beca de nuestra Universidad. Alguien de su familia, conociendo la proximidad de mi viaje, le pidió alguna presentación que me abriera puertas; mas la respuesta de Cabañas nos dejó boquiabiertos: «Mi mejor amigo en Bruselas se llamaba Onésimo Reclus y acaba de morir». ¡Atiza! dije para mi maleta al leerlo, y tranquilamente decidí poner mi modesta pica en Flandes. Después supe que Cabañas tenía, además del gran Reclus, otros amigos en Bélgica, que también lo fueron míos: el anciano Sluys, buen conocedor de España, el Dr. De- croly, el profesor Jonchkeere, el Maestro Nyns, el más flamencote de todos, con su rostro colorado y su panza de buen bebedor de cerveza.
Por su modernidad la biblioteca del Instituto vino a emparejar con la del Museo Pedagógico -sin hablar de la veterana del Ateneo-, donde «Azorin» libaba entonces reposadamente en sus clásicos y en sus modernos, nacionales y franceses. Más Cabañas leía de otra manera que «Azorin», pues devoraba libros y revistas sin sosiego; con lo cual pronto supo más que nadie, más que los dos Adolfos juntos. Y como la ciencia le rebosaba por
todas partes, necesariamente había de acudir a los «etcéteras» cuando citaba a este, al otro y al otro tratadista, casi siempre alemanes. Pienso ahora que para estos hombres archisa- bios, supersabedores, debió arbitrar el pueblo la irreverente frase: «Sabe más que Dios»; porque si Dios sabe toda y sola la Verdad, aquellos supersabios saben mucho más, pues saben los etcéteras...
Poco después se le ocurrió al Ateneo crear una cátedra de Sociología -con este u otro nombre- y buscar al profesor mediante unos ejercicios públicos. Al cabo acudieron tres aspirantes ¡uno de ellos insignificante! otro que sabía bien lo que decía, en un campo limitado; el tercero de ellos Pablo Cabañas. Naturalmente Cabañas .achicó enseguida a los contrincantes y dejó estupefacto al tribunal y a las tribunas con sus etcéteras; pero Fernando Tomer, que le oía a mi lado, no se dejó llevar de la admiración general, sino que me confió al oido: «Este habla como el que se mea y no lo siente. ¡Ni el Tostado!».
Esa incontinencia mental tiene en los «etcéteras» una manifestación característica. Desde luego hay el buen etcétera, el «et caetera desiderantur» del latino; mas este etcétera tiene dentro la contención o freno de quien sabe que en el mundo hay más, mucho más, y no podrá abarcarlo nunca. Llevado de los etcéteras, el Instituto de Reformas Sociales, si bien llegó a componer un notable y muy extenso cuerpo de doctrina, no acertó a darle profundidad y enraizamiento nacionales. La sabia teoría iba por un lado; la vida y sus problemas por otro. Acaso por eso también algunos de aquellos hombres del Instituto y sus discípulos predilectos,si acertaron a enseñarnos magistrales lecciones de los libros, no supieron -arrastrados por el etcétera superficial y desvalorizador- darnos la gran lección de hombres, que en la ocasión grave hubiéramos apreciado más.
A bordo del «San Jacinto»en el mar caribe.Agosto 1940.
DURANTE EL POSTMODERNISMO
Por José Luis SANCHEZ TRINCADO
Un amigo joven me preguntaba hace unos días: «¿Qué pasaba en España durante los primeros veinticinco años de este siglo?». Uno no toma posesión del papel de espectador de la «historia del presente» hasta un cierto instante de la vida. De los siglos XIX y anteriores, mi amigo tenía la erudición que puede tener cualquier hombre de cultura media que se apasione por la lectura de libros de historia. Respecto de los años que componen aproximadamente el primer cuarto de este siglo, los libros no le decían casi nada y menos aún sus primeros recuerdos. Pude apelara los míos de muchacho, por ser mayor que él y principalmente a los que había refrescado más tarde en diarios e «ilustraciones», para responderle! Nos interesa el pasado más cercano, porque es el que peor conocemos y porque en él se sustenta el presente que como tal hemos vivido. Ese pasado inmediato es justamente el puente entre el ayer del cual adquirimos un concepto libresco y del hoy, que tiene tanto mayor interés cuanto, como nos ocurre a los españoles que hemos vivido los últimos quince años, 1925-1940, es necesario juzgarlo de suma trascendencia para el futuro. Le fui diciendo a mi amigo algo parecido a esto.
Durante esos veinticinco años ha habido, pienso, dos generaciones literarias. Los no- ventayochistas, como los llama Valvuena y sus hermanos un poco más jóvenes, los poetas del modernismo casi simultáneamente, llenan la vida literaria española durante esos diez años un poco bobos de 1898 a 1908, sobre los cuales tengo confusas noticias. Llamémosle, como hacen los tratadistas y antólo- gos, los años del auge del modernismo. Años un poco lánguidos y pálidos, de país en convalecencia, en decadencia aparente, caracterizados por los dibujos de Sancha y Xaudaró, el éxito de «La comida de las fieras» de Benavente, el Gedeón y las barbas de Valle Inclán. Durante los diez años siguientes, la vida española literaria, artística y política adquirió un
relieve mayor. Los llena la segunda generación del modernismo o bien, si usted quiere, el postmodemismo. Toda segunda generación, dentro de una tendencia, significa un llevar a sus últimas consecuencias -exacerbación, barroquismo, decadencia- los temas e impulsos de la primera, por un lado, y por otro, un abrir paso francamente para su revancha a las corrientes anteriores y tradicionales, debilitadas en el tiempo de estas primeras generaciones revolucionarias. A partir de 1908 resurgen un cierto romanticismo y casticismo que habían estado aherrojados durante los años rubenianos. Voy a darle enseguida a usted algunos nombres y fechas.
Hacia 1910 residía en Almadén del Azogue el escultor Julio Antonio, haciendo esos «Bustos de la Raza» que después de su muerte adquirió el Estado español y expuso en el Museo de Arte Moderno. Julio era todavía un artista desconocido y sus primeras salidas al público fueron sus ilustraciones a unos dramas simbolistas de Gómez de la Sema y otras para una novela de Eugenio Noel titulada «Alma de santa». Ramón ha contado recientemente que Ciges Aparicio, director de «El Cuento semanal» decidió la publicación de la novela de Noel en su revista por compasión de su miseria. Los familiares de Julio Antonio eran amigos de los míos y por eso conocí a algunos de los modelos que el escultor del Goya, el Wagner y el Lagartijo utilizó para los dibujos de Alma de santa así como los que le inspiraron «El ventero de Peñalsordo» y otros de los bustos de la raza. (En la Tribuna de Madrid contó después la prematura muerte de Julio, en febrero de 1919, su amigo Gómez de la Sema). También conocí después al propio Noel que proseguía su campaña antiflamen- quista y asocio rápidamente a todos estos nombres el de Federico Oliver autor de una obra teatral escrita en función de la campaña de Noel, titulada «Los semidioses» (1917) y el de Juan Belmonte a quien vi torear en Pozo- blanco en 1913.
Piense usted. Todos ellos son gentes muertas prematuramente, fracasadas, olvidadas otras, después de una popularidad ida y venida velozmente. Todos ellos han sido se- midioses o fenómenos. Idolos transeúntes La política, las artes públicas como la escultura, la danza, la música, el teatro y la propia tauromaquia caracterizan sin duda los años de que le hablo. Años que prueban una vez más cierta ley según la cual casi toda la buena literatura española se ha escrito en los cafés o en las cárceles (o en el exilio). Se conquistaba entonces la gloria en la calle, en el ruedo o en el Parlamento indistintamente, siempre -como en la historia antigua de los pueblos mediterráneos- bajo el sol dorado, el cielo azul y una relativa libertad.
De ningún modo en los salones, en las tertulias o en los grupos minoritarios como, por influjo de la postguerra europea, ocurría aunque muy limitadamente después. Si tuviera que caracterizar dicha época con una frase, dina que era el momento de los ases y de los fenómenos. Con esta misma idea escribí en 1934, en un artículo sobre Cossío, que se publicó en un diario madrileño, lo que sigue:
«Cuando hombres merecedores de la popularidad la han logrado entre nosotros ha sido porque han aparecido en la vida española con apariencias sorprendentes, súbitas, magníficas, con algo de fúlgido cometa, con una gloria precoz y con una herida trágica que traerá un marchitarse prematuro. Porque no solamente en España son fenómenos los toreros, sino que son fenómenos igualmente los políticos, los artistas, los médicos y los cómicos. Fenómeno, Belmonte; pero también fenómeno, Maura, que apasionó a muchas gentes en favor o en contra: Maura el arrogante. Un fenómeno fue Julio Antonio el escultor que cayó como un torero desde lo alto de su triunfo y otro fenómeno Tallaví y otro, Usandlzaga, muertos prematuramente en el momento de su auge hacia 1916. El fenómeno debe caer bañado en la sangre de la herida de su propio genio».
Gentes de esta generación y de las anteriores pero que brillaban soberanamente entonces estaban sometidos a este sino de ser ases, fenómenos, semidioses, predispuestos a
diversas especies de eclipses fulminantes. Maura, Canalejas, Dato, Romanones. Fulminados, Canalejas en 1912 y Dato, en 1921; retirado Maura de la vida pública (1913), dando por terminada su carrera política, hecho más real que sus sucesivas salidas a escena en los gobiernos del rey. El Gallo, Machaquito, Gutiérrez Solana, Manuel de Falla, Eugenio Noel, Enrique de Mesa, Oliver, Tallaví, Usandlzaga, Vicente Pastor, Juan Belmonte, Josellto -muerto en 1920- Romero de Torres, Julio Antonio, Bagaría, Miguel Viladrich, José Ortega, Pastora Imperio, Luis de Tapia, La Xirgú, Marañón, Ayala, Gómez de la Serna. Muchos de estos ídolos morían en plena vigencia al día siguiente de su gloria. Otros como Bagaría, Tapia, Marañón, y el conde de Romanones terminaron su misión proclamando la república del 31 y sobrevlviéndose tristemente. Particularmente, Marañón, uno de los pocos intelectuales españoles que ha podido trabajar en condiciones óptimas -fama prematura expectante, comodidad burguesa, auxiliares inteligentes, talentos múltiples- se ha dedicado a retroceder desde Amiel el tímido hasta Tiberio el resentido -¿palabra de honor que ha existido Tiberio?- pasando por Feijóo y el Conde-Duque. Otros como Mesa y Miró, hombres tipos de esa generación de hombres con capa o con capote, de héroes caídos y largos agonizantes, murieron demasiado pronto, el día antes de triunfar, retirándose gravemente con orgullo y silencio. Con buen tino piensa Ramón -uno de los cronistas de esta época en sus libros sobre Pombo, que Noel pudo haber sido uno de los escritores más logrados de esta generación. ¡Lo que queda suyo puede ser un Villarroel!... Tuvimos que dar el adiós supremo a un héroe de la raza, a ratos picaro, pero en definitiva un gran hombre, malogrado, abandonado, desoído, sin mesa fija en que escribir». También Ayala ha escrito un libro que puede servir de crónica de la época. Su título es bien característico, «Política y toros». Y al hablar de una de las épocas anteriores, la de 1885-1898, dice lo siguiente: «...en aquel tiempo en que las glorias españolas se daban por parejas o como dicen los andaluces por colleras: Calvo y Vico, actores; Cánovas y Sagasta, políticos; Castelar y Salmerón, oradores; Galdós y Pe
reda, novelistas. Gayarre y Masini, cantantes. Porque si bien este último creo que era italiano llegó a considerársele como cosa hispana propiamente, acaso por la necesidad de oponer a Gayarre un émulo. Entiéndase bien esta pequeña circunstancia. La necesidad de emulación era el rasgo más característico de la psicología española de aquella época y acaso la de ahora. Los españoles no pueden ponerse de acuerdo. La mitad de los españoles se sienten como impelidos a opinar lo contrario de lo que opinan la otra mitad. Y en ocasiones hasta dentro de un mismo español se produce esta escisión absoluta seguida de radical contradicción entre las dos m itades».
Creo que Ayala pensaba al escribir esto en don Miguel, símbolo de un pueblo con dos fes opuestas. Para dar fuerza a su fe el español ha necesitado verla encamada en sus ídolos de carne y hueso. Como en la época de los imagineros, necesitaba venerarlas en sus santos de palo, en sus Vírgenes y Cristos popularmente seguidos y acompañados en su agonía y pasión, teorías procesionales de hombres y mujeres, viejos y niños. España hace sus hombres y los gasta. Hace sus regímenes políticos y los gasta. Un fenómeno, un hombre-meteoro, un genio enamorado de la muerte: he aquí el ídolo del español para cualquiera de sus fes. El español no ha sido jamás escéptico y se ha salvado de la intolerancia fa
nática de su pasión por una sola fe, contraponiéndola incluso dentro de sí mismo, una segunda fé. Hay que tener dos creencias y echarlas a pelear como gallos, como pareja de toreros en la plaza, o de oradores en el hemiciclo o de cantantes en las tablas.
En 1916 muere Rubén y en 1918 termina la guerra europea. Liquidación de las dos generaciones modernistas. Llegan los ecos de las primeras literaturas europeas de vanguardia. Se ensaya el ultraísmo. Ultra tiene razón. Son unos años un poco bobos como los primeros del siglo, un poco pálidos. En el poder unos señores borrosos que ahora parecen contemporáneos de Tiberio: Allende Salazar, Sánchez de Toca, Sánchez Guerra. Hasta que sucede lo de Annual, lo de Silvestre, lo de Primo y lo de Berenguer. La primera generación de la post-guerra utiliza la Gaceta Literaria para definirse. El Sol sale en 1917 y La Revista de Occidente sustituye de lejos a la vieja España, 1915. Liquidada la época de El cuento semanal, La Esfera y La Correspondencia de España. Ya no se podrá ni hablar de ellas. Los jóvenes de la Gaceta olvidan a los fenómenos y canonizan a los intelectuales. La novela y el teatro desaparecen de la escena con Tigre Juan, El obispo leproso y La malquerida. La Institución Libre de enseñanza se hace gubernamental. Pero de todo esto sabe usted ya más que yo, amigo mío.
¡Mientras el mundo aliente, mientras ¡a esfera gire, mientras la onda cordial alimente un ensueño, mientras haya una viva pasión, un noble empeño, un buscado imposible, una imposible hazaña, una América oculta que hallar, vivirá España!
Rubén DARIO. AI rey Oscar.
Crónica del Uruguay:
LA POESIA DE SOFIA ARZARELLO
Por Juvenal ORTIZ SARALEGUI
Si alguien me preguntara, ¿cómo definir la poesía de Sofía Arzarello?, yo le contestaría: misterio y sorpresa. Identifícanse en su canto lo uno y lo otro: hablando en imágenes simples, con el único valor de las comparaciones, lo oscuro del misterio con lo claro, luminoso y revelante de la sorpresa.
Entre las mujeres que han arrojado un cántaro de agua al maravilloso rio de la poesía, eternamente crecido, ella volcó el agua honda, sin superficie, sin brisa acariciante, casi sin rostro. Como cuando escribe:
Mírame, ojos y pecho de pájaro.La voz en ¡as manos abiertas.¿Cómo salir del aire eterno?Mi alma ignora lo que pasa en su orilla, Amor de insectos o guerra de nubes.
Sigue despierta, aunque yo baje los párpados y me acueste a lo largo de la noche abierta detrás de mis recuerdos.
Ahora mis pasos hablan con la tierra jamás quietos, aunque yo me quede helada. Escriben .figuras para ti que me miras despierto en tus huesos encendidos.
Figuras de la muerte en el aire.Cázalas todas si es que puedes.Una misma es siempre la que llora.
Enclavada en el «aire eterno» este ser indagante de lo recóndito canta, vivos todos sus sentidos, hasta ser imperativa. Sus «mírame», «cázalas», «ámate», «diles» señalan un permanente desafío de su alma segura del porvenir, aunque ignorante tal vez de los sucesos más próximos.
Debajo de la tierra, entre las piedras calientes; debajo del agua, quejido del otoño, o frente al mar, para esta poetisa la muerte construye figuras que se esfuman cuando el alba se acerca con sus pasos claros, deshechos de sombras.
Me mira el mar con su máscara de hojas, como mira el otoño por su entornado fuego. No suenan los pasos de mi corazón en la luz carnal del agua, sino en la muerte.
Hacen volar las paredes de las olas y entro en una música de olores y sales, en una fría fiebre de ojos abiertos.
La máscara sonriente cae conmigohacia una noche cuyas raícesno llegan nunca al dia, a su rosa dorada.
Un silencio de animales felices, en su dominio solos, sin las cosas del cielo ni del hombre, cerrados en su duro pellejo de tinieblas, absortos en el vino puro de su sangre, reconocen en mi un fantasma de la tierra.
La rodea el misterio y una corona de sorpresas a la vez; transita por la muerte, pasajera de la sangre y de la máscara; navega en lo que ella llama «rio de leves máscaras».
El silencio le golpea la sensibilidad, ondula su voz, dirige sus pasos sin ligereza, y cada verso que nos dá es como una raíz del sueño.
Cuesta, sin duda, al critico, dar ubicación en la lírica, a su desmedido canto, puesto que se va conjugando con tal acento que la palabra cierta no llega a damos la exacta definición. Máxime, si tenemos en cuenta, que Sofia Arzarello no es una solitaria enclaustrada de la muerte, sino una fervorosa hija de la vida.
Pasea sumisa, valga su propio verso, «por óceanos de campanas», «por vivas oscuridades». Pero llega al día, a la calle, surte su corazón de inquietudes y entrega su lucha a sus hermanos.
Tanta intimidad no se pierde, pues, en el ánfora de un sueño solitario. Su actitud frente a la vida es enérgica, clara, comunicativa. Sabe que la lucha es fuego, y sorprendida en un poema se pregunta: «¿Tánto' fuego qué vendrá a decirme?».
«No envidiamos a los nacidos en tiempo del esplendor artístico y de seguridad social- escribe. Nuestro día es el más grande, el más bello, el más verídico de los días. Lo afirmamos sabiendo que quizá nos toque morir por la libertad».
Y señala luego:«Vivimos en una época en que el espíritu traspone su infancia; crisis de madurez, sufre.
Va a rectificar, a rehacer todo. Hallándose, al fin, en posesión de sus leyes, se dirige a un destino imprevisible para nosotros trémulos de angustia, todavía ligados a la inseguridad pueril. Pues las estructuras creadas por el hombre, están siempre en retraso con la visión que éste va conquistando.
«Creo que el espíritu llegará a ser señor de la vida».La tragedia española sacudió su pulso, la llenó de tareas solidarias. Pidió a las mujeres uru
guayas el oro de sus joyas, alianzas y cintillos de compromiso, para fundirlo y obtener recursos para los niños, las víctimas inocentes. Todo su amor y su esfuerzo fue entregado a la República y cuando sus hijos, consumado el sacrifico, cayeron en la gran red del exilio, se dio a la causa de reparar la derrota. ,
Los actos del poeta están ineludiblemente ligados a su creación artística o humana.Ella pudo, entonces, cantar a «los niños españoles asesinados»: en su garganta la sangre
tomóse melodia. Se volvió por instantes objetiva en este poema, al describimos las presencias tremendas del padre, la madre, los niños. Un aire de clamores hace más desgarrante el filo de la masacre. Después... la tierra, el olvido de la tierra, la cruz de la ceniza...
Este canto dice así:
Sosegaos, esto no es más que la tierra, el árbol, la casa, la noche, el mar. Donde cada cosa tenia su nombre, su sitio, su despertar, su cara invisible y nadie estaba sólo si escuchaba su corazón:
E! padre jugaba con la madera y el hierro y aunque la noche era más grande que la mano, la dominaba, como al caballo y al viento.
La madre, la madre miraba igual que el pan, desnuda la voz, desnudo el llanto, desnudo el silencio.En su pecho de jarra, el oido de las flores.
¿Estarán abrazados en su sangre sueltas el y ella, esperando, esperando, esperando?
i Porque ésta no es aún la tierra de! hombre!'
Oh, surgidos y atravesados en mis ojos ebria ando y muerta de vuestra muerte.Un ala, un ala de vino me sostiene, no quedo en el desmayo ni en el grito.Como la piedra en su nudo más quieta.
Si oigo caminar, minuciosos y durosentre subterráneas violetas, vuestros piés segados.
El estremecimiento tiene una rueda que lo hace girar, girar hasta que se pierde la memoria, hasta desbordamos de dolor. No lloramos este verso, lo padecemos y sufrimos. Lo conmovido es una mirada fija, inmóvil para adentro.
Así yo concibo el «poema social». No cuando levanta las astas de las banderas de fácil flamear, sino cuando arrastra estas otras sumergidas banderas de dolor.
En esta poetisa veo su verso rocoso, solitario, con silenciosas lunas entenadas y una sed de agua ciega, como el valor más logrado, en profundidad, de la poesía femenina contemporánea. Y perdóneseme esto de femenina que sólo uso para la claridad de entendemos mejor.
Veo su verso como una escultura de piedra y de seda, como el abrazo del cuerpo y el alma, su verso que mira la majestad de Orión para sentirse pequeñlta pero segura.
Orion me defiende del cielo y también del mary del vino de mi corazón suelto,La veo esperando en Ia espuma,donde la ola se vuelve pájaro,en lo más sutil y delicado del mar. pared incesante de su lirismo.
El agua desborda su palabra sin égloga. Sus infinitos velos, nieblas y llantos pueblan los cauces abiertos de esta sensibilidad creadora. Las arpas olvidadas en la luz de los ponientes esperan siempre la mano de seda del amanecer marino.
«El Muerto» es uno de los poemas donde consigue una perfección formal admirable: aquí es profundamente femenina, por juego de la gracia y el de la hondura:
Por no volverte a perder, mis pies corren en tu, eco.Caigo en Ia luna y me alzo. Y tu paloma es siempre más paloma que la mía. No hay días hay sólo tiempo, en nuestros veinte dedos, tu sangre igual a mi sangre.Mi pez y tu pez se tocan, abriendo que van las puertasdel agua o de! sueño, se hunden. Tu eres el vivo, el que habla.
Si Delmira cantó a «nuestro hijo, el recuerdo», la evocación en Sofía no es lejanía que avanza diluyéndose ni apagándose, sino permanencia del ser vuelta cristal del canto. La vida está presente en lo vivido y en lo por vivir. No tiene vida ni muerte la criatura del amor.
Veo sus pasos bajo la lluvia cruzar canteros de flores húmedas, por la tierra herida, consciente de su destino de libertad, viviendo en ella «millones de mujeres que sólo saben que existen porque se ven en el llanto».
Difícil es el tránsito de lo individual a lo social, en arte, y para nosotros, en la poesía.Las voces suelen no encontrar la expresión verdadera en detrimento de la calidad poética
o de la idea social que se quiere trasmitir. Una misma voz debe ser, sin embargo, la del poeta, sin fugacidad de tiempos, en la que todo se transporte, casi sin propósito establecido. Sofía Ar- zarello transita de su danza más intima -personalísima- a lo más armoniosamente colectivo: la columna, la bandera, la perspectiva del hombre.
¿Qué nos quedará -poéticamente- de este su atareado andar de angustia y alegria?Es Jean Arthur Rimbaud, niño profético de la poesía, que escribe en unos viejos originales
olvidados:
Elle est retrouvée: Quoi? T Eternité. C'est la mer melée au soleil.
Si imaginamos que el mar de Sofía Arzarello es la forma poética de su intimidad caudalosa y que el sol de sus luchas en favor de sus semejantes siente la mezcla de aquel mar, como en el canto de Rimbaud, habrá que exclamar que la eternidad está encontrada.
Porque la soledad y la pasión en ella son cielo y tierra, «la mer melée au soleil».
Montevideo 1940
DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA
ANTECEDENTES DE LA «GUERRA SANTA»(Del Archivo secreto del Cardenal Gomá)
En el número anterior de España Peregrina anunciamos la publicación de los documentos del Archivo secreto del Cardenal Gomá, organizador, al servicio del «movimiento nacional» y luego a las órdenes de Franco, de la propaganda católica durante la guerra de España.
Dábamos a conocer, para abrir boca, un curioso documento o minuta donde el Prelado consignó los rasgos salientes de una conversación en extremo confidencial habida de incógnito entre él y el desterrado Cardenal Segura, en Anglet, Bajos Pirineos franceses, el 23 de Julio de 1934. El Nuncio de Su Santidad salía de ella bastante malparado; así como otras personas.
No siempre reinaba tan buen entendimiento como entonces entre las dos Sumas Caridades de la Iglesia Española. Publicamos hoy al respecto una misiva del Cardenal Segura a su colega recién purpurado, en la que consta el juicio desfavorable que a su prudencia cristiana le merecía, meses antes del levantamiento, el 1 “ de Enero de 1936, la actuación del Arzobispo de Toledo al frente de su diócesis.
Entresacamos también del fondo del archivo secreto y transcribimos a continuación un conjunto de documentos de positivo interés histórico como antecedentes Inmediatos y preparatorios de la catástrofe. Son;
Una carta del Cardenal Gomá al Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Eugenio Pacelli, hoy Pío XII, escrita el 22 de Enero, menos de un mes antes de las elecciones del 16 de Febrero, en la que al Arzobispo trata únicamente de política en relación con los próximos comicios.
El acuse de recibo de la misma y respuesta del Cardenal Pacelli a Gomá, el 31 del mismo mes, en italiano.
Otra misiva del Cardenal Gomá al mismo Secretario de Estado, fechada diez días después de las elecciones que dieron el triunfo al Frente Popular, acompañando un informe sobre la situación político-religiosa en España, en el que se examinan las causas y consecuencias probables del resultado de los comicios (documento que se halló trunco, faltándole una página cuando menos).
Otros tres informes numerados de 1 a 3 a lápiz graso, entregados por el C. Gomá en propia mano al mismo Secretario de Estado, Cardenal Pacelli, el 20 de Abril de 1936. Son:
1/ Algunas observaciones sobre la situación político-religiosa en España.
2/ El Partido Nacionalista Vasco en las recientes elecciones.
3/ El Regionalismo catalán en sus relaciones con la Iglesia.
Los sucesos históricos a que se vincuia esta documentación son fáciles de establecer dado que el propio Cardenal Gomá se cuidó de precisarlos con gran detalle, así como sus finalidades, en otro escrito de su puño y letra fechado el 29 del mismo Abril. Fueron los siguientes:
Gomá había estado en Roma a fines de 1935 y principios del 36 para recibir el capelo cardenalicio. Durante su estancia le llegó la carta del Cardenal Segura que trascribimos. El 22 de Enero, ya de vuelta en su diócesis toledana, escribe al Cardenal Pacelli pintándole con colores optimistas la situación pre-electo- ral. El interés de Gomá se centra en el horizonte político. Vuelve a dirigirse a Pacelli el 26 de Febrero enviándole el informe sobre el resultado adverso de la lucha electoral -siempre sobre política-, que leerá el lector en las páginas inmediatas.
Poco después, el 12 de Abril, Gomá se pone de nuevo en viaje hacia Roma pero de manera que nadie se entere. Le urge recabar una vez más y ésta definitivamente, la Primacía de la Iglesia española para la sede de Toledo, a cuyo fin realiza diversas gestiones cerca de los Cardenales Pacelll y Pizzardo, el General de los Jesuitas y el Sumo Pontífice. Desde esa cúspide jerárquica, derrotado su enemigo el Cardenal de Tarragona, Vidal y Barraquer, con el que mantenía desde hacía tres años así como con el Nuncio, una lucha sin pausa, podrá dar rienda suelta a su celo y avidez de dirigente monolítico, acaudillando las huestes católicas en los días difíciles que se preparan. La suerte del catolicismo español que al advenimiento de la República había adoptado a través de sus autoridades una actitud espiritual ecuánime sobre las contingencias políticas, se está jugando entonces sin que nadie lo advierta. Cambia de «táctica», según dice Gomá que tiene declarada la guerra a Herrera y a El Debate. El sectarismo político-religioso del flamante Cardenal Primado le impondría derroteros definitivos en connivencia con el Vaticano, cargando todo su peso sobre uno de los dos platillos de la trágica balanza-guillotina.
A nadie se le ocultará la Importancia de los tres últimos documentos que publicamos. En el primero se describe el estado interior de decadencia en que se encuentra el catolicismo español, uno de cuyos males es confundir la religión con la política, indicando ai pasar, como si estuviera al tanto de lo que ha empezado ya a tramarse bajo cuerda, que «la situación político-social puede cambiar por acontecimientos imprevistos y pasar de un extremo al otro». Su valor sube de punto si se confronta sus opiniones con las contenidas en los documentos publicados por el mismo C. Gomá durante la guerra, en particular la Carta Colectiva de los Obispos españoles a los del mundo, redactada a raíz de la terrible inmola
ción de Durango y de Guernica, a solicitud de Francisco Franco. Ni en éste, ni en el anterior informe se alude a la después tan cacareada irregularidad de las elecciones en que tanto hincapié se hizo para justificar mendazmente el alzamiento. Al contrario.
El documento número 2 es un ataque frontal contra la actitud política de los nacionalistas vascos, objeto de graves censuras, reforzando las emitidas contra los mismos en su carta e informe pie-electoral de Febrero. Decisiva debió ser la influencia que semejantes dictámenes ejercieron sobre la posición del Vaticano frente al problema vasco.
El documento 3 se ocupa de «El regionalismo catalán en su relación con la Iglesia», tema al que, por haberlo ya tratado en ocasiones anteriores y ya seguro de su victoria sobre Vidal y Barraquer, le concede ahora menos importancia.
Este conjunto de antecedentes que se completan con otros de no tanta cuantía, nos permite asistir a los prolegómenos recatados de una guerra de religión que el mismo Cardenal Gomá se encargaría de definir como «Guerra Santa» en su folleto «El caso de España», plagado de falsedades, que publicó en Pamplona el 6 de Octubre de 1936. En este último es donde confía el porvenir de la religión a «la simiente arrojada a través de los campos de España, en los surcos abiertos por los católicos con la punta de su espada». La Contrarreforma ostenta y esgrime así, en sus postrimerías, calidades perfectamente anti-cris- tianas, mahométicas. Que son las mismas descritas en términos alegóricos, de la Gran Ramera cabalgando sobre la Bestia cesárea, en las visiones apocalípticas.
España Peregrina certifica la absoluta autenticidad de los documentos mencionados que, sin interpolaciones ni supresiones, se trascriben al pie de la letra.
J. L.
Su v a lo r su be d e p u n to s i se co n fro n ta n su s op in io n es con la s c o n ten id a s en lo s d o c u m en to s p u b lic a d o s p o r e l m ism o C. G om á d u ra n te la g u e rra , en p a r tic u la r la Carta Colectiva de los Obispos españoles a los del mundo, re d a c ta d a a ra íz d e la terr ib le in m o la c ió n d e D u ra n g o y d e G u ern ica , a so lic i tu d d e F ran cisco F ran co .
Confidencial y reservada
Roma 1 de Enero de 1936.
Eminentísimo y Reverendísimo Sr. Cardenal Arzobispo de Toledo.
Mi venerado Hermano y querido amigo: Al comenzar el nuevo Año he pedido al Señor conceda a Vuestra Eminencia Revdma. gracias copiosísimas (sic) de santificación para Vuestra Eminencia y para las almas que le están confiadas.
Permítame que ahora vuelva a repetir a Vuestra Eminencia con toda sencillez y verdad de nuevo el mismo ruego, que le hice cuando fue Vuestra Eminencia designado para regir la Sede de Toledo.
Entonces, contestando una carta suya muy amable, le suplicaba me permitiese vivir totalmente aislado en mi soledad, a la que la Providencia de Dios que dirige todos nuestros pasos, me había traído; y en la que había de limitarme al único apostolado que en ella podía ejercer provechosamente, que era el del cumplimiento del deber, la oración y el sacrificio callado.
Nuevos motivos me obligan a insistir hoy en el mismo intento y a suplicar a Vuestra Eminencia no lleve a mal esta mi determinación.
He sabido ciertamente que se ha vuelto a repetiren su actual estancia aquí con motivo de su elevación a la dignidad cardenalicia, lo mismo de que en una carta, a Vuestra Eminencia dirigida, me lamentaba a raíz de su anterior viaje en una peregrinación a Roma.
Ha vuelto Vuestra Eminencia a afirmar sorprendiéndose y lastimándose de ello «que yo no le había querido recibir».
Señor Cardenal, me apena grandemente este proceder que ha dado margen a comentarios en los que se han emitido juicios completamente infundados en los que ha quedado poco favorecida la caridad propia de los simples cristianos.
El verdadero y único motivo de no haber podido recibir a Vuestra Eminencia ha sido la orden terminante del Médico, repetida en todas sus visitas y por última vez antes de ayer. El cual ante el estado verdaderamente delicado en que me encuentro, ha creído su deber aislarme totalmente, para evitar recaídas, tantas veces repetidas en esta enfermedad y que pudieran ser de inevitables funestas consecuencias.
Tan verdad es esto, que no he podido recibir al Emmo. Sr. Cardenal Decano del Sacro Colegio, al Emmo. Sr. Cardenal Bisletl, ni a varios otros Srs. Cardenales de Curia yextranjeros, que han estado en la porteria solicitando visitarme y a quienes se ha respondido exactamente lo mismo que se res
pondió a Vuestra Eminencia Revdma. No se ha recibido tampoco a Su Majestad el Rey Don A lfonso XIII que con gran insistencia ha venido tres veces al Palacio manifestando sus deseos de visitarme.
Este es el verdadero y único motivo que realmente ha habido, ya que ni era posible contravenir órdenes del Médico tan seria y repetidamente dadas, ni era conveniente establecer distinciones difícilmente justificables.
No es, pues, cosa de insistir en este punto que sabrá apreciar y que ciertamente apreciara la bondad de Vuestra Eminencia en su verdadero valor.
Ahora, fuera ya totalmente del motivo de no haber podido recibir a Vuestra Eminencia, he de hacerle una confidencia, por si a ella se trata de aludir entre las causas de no haber accedido a los deseos que Vuestra Eminencia ha manifestado de verme.
He de decir a Vuestra Eminencia con libertad y sinceridad de Hermano, que por espacio de tres años ha ocupado, aunque tan indignamente, la Sede de Toledo; que (no obstante haberla tenido que dejaren aras de la obediencia jurada en el acto de la posesión) no puede serme indiferente, como no pueden serme indiferentes los sagrados intereses diocesanos y nacionales que a Ella en calidad de Primada van unidos.
Y por este motivo, previendo desde un principio que era posible, el que Vuestra Eminencia Reverendísima siguiera en el desempeño del cargo procedimientos que yo creía y sigo creyendo totalmente equivocados y estimaba como estimo perjudiciales, le rogué que me permitiera mantenerme en mi aislamiento; tanto más cuanto tendría ciertamente Vuestra Eminencia facilidad de encontrar más cerca consejos mejor documentados que los que yo pudiera darle en mis cartas y en mis entrevistas, si tuviera la dignación de pedírmelos.
A través del tiempo trascurrido y principalmente después de los últimos acontecimientos he visto con gran pena confirmados mis presentimientos; y he aquí por qué, agradeciéndole mucho sus atenciones, que yo reconozco no merecer, le ruego humildemente no vea en mi determinación de continuar en mi silencio ni en las palabras de esta carta otra intención que la que delante de Dios las motiva.
Deseo únicamente vivir en paz con mi conciencia, sin preocupaciones de que el Señor me ha librado según los designios adorables de su Santa Providencia.
Deseo dejar obrar con absoluta libertad a los que tienen la responsabilidad del gobierno eclesiástico y limitarme a pedir porellos, agradeciendo
sentidamente las oraciones que ellos tengan la caridad de ofrecer por mi.
Que el Señor le conceda muy feliz regreso; que encuentre aliviada a su Sra. hermana que dejó enferma a su partida y que tenga presente en sus O. O. y S. S. a su afmo. servidor, amigo y hermano q.b.s.m.
Pedro Card. Segura y Sáenz (Firmado y rubricado)
Toledo, Enero 22-1936
Emmo. y Rvdmo. Señor
Al regresar a la capital de mi Archidiócesis, me apresuro a renovar a nuestro amadísimo Padre Pío XI mis sentimientos de gratitud y de filial adhesión, y a reiterar a Vuestra Eminencia Rvdma. mi reconocimiento por todas las atenciones que recibí durante mi reciente estancia en la Ciudad Eterna.
Los cambios políticos acaecidos mientras estuve ausente de España, han dado origen a una situación que puede ser de suma trascendencia para la Religión y para el orden social, pues, coligados para la lucha electoral el marxismo y los partidos más hostiles a la Iglesia, es muy de temer que si lograsen triunfar comenzaría una nueva etapa de violentas persecuciones contra la Iglesia.
Por fortuna los católicos -y aún otros a quienes preocupa la defensa del orden social- han comprendido la gravedad de la situación, y con una propaganda intensísima, jamás conocida hasta ahora, se esfuerzan en alejar el peligro que nos amenaza.
Aunque el deseo de cada partido de aumentar sus fuerzas en el futuro Parlamento y también las inevitables ambiciones personales han dificultado la unión, puede ya tenerse por seguro que todos los católicos juntarán sus esfuerzos y que la defensa de la Iglesia y la reforma de la Constitución en lo que ésta hiere la conciencia católica, serán los puntos fundamentales de coincidencia.
Emmo. y Rvdmo Sr.Card EUGENIO PACELLI,Secretario de Estado de Su Santidad CIUDAD VATICANA*
* Esta dirección figura al pie de la primera de las 3 páginas de la carta.
En Madrid, después de largas gestiones, se ha llegado ya a un acuerdo, tanto más urgente cuanto mayor es el peligro de un triunfo del adversario. También en Barcelona, donde la lucha tiene especial interés, se ha conseguido evitar la desunión. A ello han contribuido eficazmente las gestiones del Prelado de aquella Diócesis, con quien conferencié a mi regreso de Roma y a quien alentaron sobremanera los deseos de Su Santidad de ver unidos a todos los católicos en la defensa de la Religión.
Más difícil se presenta la unión en las tres provincias Vascongadas, particularmente en la de Vizcaya. La unión tiene su más resuelto defensor en el insigne católico D. José Ma de Urquijo, que desde «La Gaceta del Norte» -importante diario católico incondicionalmente adicto a la Iglesia y sumiso a las direcciones pontificias- no ha perdonado esfuerzo para lograr la concordia, aunque hasta ahora sin éxito completo por la intransigencia del Partido Nacionalista Vasco.
Es, ciertamente, extraña la actitud de este partido, cuyos dirigentes, mientras proclaman su propósito de formar una nueva nación -rompiendo para ello la unidad nacional- en la que serían plenamente reconocidos y respetados los derechos de la Iglesia, van de la mano, cuando conviene a sus planes políticos, con los partidos más hostiles a la Iglesia; se complacen en rebajar las más puras glorias españolas, habiendo llegado, algunos de ellos, a eliminar de su calendario los santos españoles no vascongados; se entregan a vituperables violencias de lenguaje en lo tocante al orden social y aún al religioso, y llevan hasta el campo de la Acción católica su exacerbado nacionalismo. Y es cosa triste que a esta ingrata labor ayuden sacerdotes seculares y regulares en la Prensa y aún en la predicación y ministerios sagrados.
La actitud de intransigencia de este partido dificulta la unión hasta el punto de hacerla imposible, ya que no puede exigirse a los demás partidos que sacrifiquen su amor a la patria común para poner su fuerza al servicio de quienes la emplearían en romper la unidad nacional, sin ventaja positiva para la causa católica, de la que se desentienden fácilmente cuando se Interponen sus planes nacionalistas
Esto no obstante, el panorama general se presenta favorable. El Sr. Gil Robles, a quien expuse los deseos del Papa acerca de la unión de los católicos, no sólo está propicio a la unión, sino que se muestra esperanzado acerca del éxito de las elecciones. Aunque no se lograse un triunfo definitivo de los partidos adictos a la Iglesia, tampoco, según él cree, las futuras Cortes significarían un avance hacia la izquierda.
Por lo que a mi toca, no omitiré medio para lograr la unión conforme a los deseos de Su Santidad; y no sólo una unión circunstancial, sino permanente para la defensa de los puntos fundamentales en que todos los católicos han de estar de acuerdo. A este fin se encamina la Exhortación Pastoral que hoy mismo dirijo a mis diocesanos y de la que me permlto enviar a V. E. R. un ejem plar.
Con esta ocasión me es grato reiterar a V. E. R. el testimonio de la profunda consideración con que soy siempre
de V. E. Revdma. humilde y devoto servidor,
SECRETARIA DI STATO DI SVA SANTITA'
N.° 330/36da citars! nella risposta
DAL VATICANO, 31 Gennaio 1936
E.mo e Rev.mo Signor Mió Oss.mo,
Mi é pervenuta la venerata lettera dell'Emi- nenza Vostra Rev.ma, in data Gennaio 1936, nella quale m'informa sulla situazione política e sulle speranze che l'unione dei cattolici neU'imminente lotta elettorale fa sorgere circa il futuro esito delie elezioni.
In quest'ora solenne e decisiva per la nobiie e diletta Nazione Spagnuola, il Santo Padre molto prega e fa pregare, perche tuttl i cattolici, consape- voli dei proprii doveri verso la Chlesa e la Patria, si tengano fortemente unlti per la difesa dei supre- mi interessi della coscienza cristiana, della vita e deH'onore della cattolica Spagna, tanto benemérita della civiltà cristiana nel mondo.
Nel ringraziarla della córtese comunlcazione della
A Sua Eminenza Rev.ma IL SIG. CARDINALE ISIDORO GOMA' Y TOMASArcivescovo di TOLEDO
recente Esortazlone Pastorale, ben conforme ai de- slderii di Sua Santitá, profltto volentleri dell'incon- tro per esprimerLe i sensi della piu profonda vene- razione con cui baciandoLe umllissimamente le mani mi professo
di Vostra Eminenza Rev.ma Umil.mo Dev.mo Servitor vero
E. Card. Pacelli
Toledo, 26 de febrero de 1936
Emmo. y Revdmo. Señor Mío Obs.mo
Me llegó oportunamente su venerada comunicación de fecha 31 de Enero pasado, de n.° 330/36, por la que se dignaba agradecerme las informaciones dadas en mi anterior de 22 del mismo mes sobre la situación político-religiosa de nuestro país. Quedo profundamente reconocido a sus bondades.
La discrepancia entre el resultado de las elecciones generales últimas celebradas en España y los favorables augurios que sobre ellas se habían hecho por parte de todos, y especialmente la gravedad de la situación creada por unos comicios que han resultado adversos a la política conservadora me obligan a comunicarme otra vez con Vuestra Eminencia para transmitirle mis impresiones personales sobre hecho de tal magnitud en orden a la vida religiosa y política de nuestra Nación querida. No lo he hecho sin antes contrastar mi opinión con la de relevantes personajes políticos que han intervenido en la contienda.
Es mi único intento informar a la Santa Sede, cuanto es de mi parte, sobre las causas del relativo fracaso de las elecciones pasadas, la situación que
A Su Eminencia Revdma.El Sr. CARDENAL EUGENIO PACELLI Secretario de Estado
ello crea en el orden político y las graves preocupaciones que pesan sobre la Iglesia en España en virtud del resultado electoral.
Si con ello puedo haber prestado un servicio a la Santa Sede lo consideraré un honor y el cumplimiento de un deber sagrado.
Aprovecho esta ocasión para ofrecerme otra vez a Vuestra Eminencia para cuanto quiera mandarme y para rogarle que transmita a Su Santidad los sentimientos de mi adhesión inquebrantable y la seguridad de que, más que nunca es estos m omentos de tribulación y ante tos males que nos amenazan, me tiene dispuesto a seguir pronta y abnegadamente Sus altísimas indicaciones.
Humildemente Le besa las manos y se reitera de Vuestra Eminencia Revdma.
devotísimo y seguro servidor
(firmado)
Informe sobre ¡a situación político-religiosa en España derivada de las elecciones generales de 16 de Febrero de 1936
I. FACTORES DEL TRIUNFO DE LAS IZQUIERDAS.
A) P o r p a rte de las izquierdas: a) La unión, de h e ch o ., d e todas las izquierdas, mediante pactos pre y post-electorales que los han hecho converger en un postulado común y los han solidarizado en el momento de la lucha.
b) Su forma de actuación, directamente sobre el pueblo, explotando estos tres recursos: el sentimiento popularen pro de los presos retenidos por delitos políticos (30.000); el hecho del paro obrero (800.000); el estancamiento del trigo, que había llevado la miseria a las provincias cerealistas (centro, oeste y sur de España), de las cuales algunas han sufrido utía flexión hacia la izquierda.
c) La brusca entrada de los sindicalistas en los comicios, contra sus principios y práctica, dos horas antes de que se cerraran aquellos.
d) La descomposición del partido radical, que hizo derivar los sufragios del centro republicano (Lerroux) a la izquierda (Azaña), aportándole la mayor parte de los diputados de aquel partido.
e) El empeño fracasado del gobierno de formar un partido de centro, que llevó el desconcierto a Ja masa de electores vacilantes, que fueron absorbidos por las izquierdas, y especialmente recurriendo a toda suerte de coacciones de carácter electoral.
B) P o r p a rte d e las derechas: a) Ha faltado la unión generosa y eficaz, debido a tres factores: 1.” La cuestión de régimen, que ha restado entusiasmo y ha causado muchas abstenciones en los monárquicos; 2.° Ei monopolio de actas y fondos de propaganda (unos 3.000.000 de pesetas) por parte de la Acción Popular (Ceda), debido a la necesidad de formar grupo homogéneo para el futuro gobierno. Ello ha determinado el descontento de otras fracciones derechistas, al restarles candidatos, y ha disminuido su colaboración y entusiasmo; 3.° La cuestión de la autonomia en ciertas regiones (Cataluña, Vizcaya), que dividió a las derechas, dando el triunfo a las izquierdas. Así en Cataluña, Ceda (unidad nacional) y Lliga (autonomía) fueron en concordia a la lucha; pero los autonomistas votaron solo el 25 % a la Ceda.
b) La forma de propaganda: l.° Despectiva de las izquierdas, provocándolas y enardeciéndolas; 2° Optimista en exceso, causando la inhibición de muchos, que creyeron innecesario el voto; 3.o Con mucho menor contacto con el pueblo que las izquierdas, sobre todo por la prensa. Los periódicos católicos entran poco en las clases obreras.
c) La ineficacia de la labor legislativa de las últimas Cortes en orden a mejorar la clase obrera, que ésta ha atribuido a las derechas, no considerando que su unión con los radicales coartaba iniciativas y libertad de acción.
d) La incomprensión y falta de caridad de los ricos, derechistas que, al advenimiento de las derechas al poder en la pasada legislatura, volvieron al régimen de jornales irrisorios de antes de la república, mejorados por la actuación socializante de aquella.
II SITUACION CREADA POR LAS PASADAS ELECCIONES.
a) La victoria de las izquierdas ha sido escasa en número, y su actuación parlamentaria frente a las derechas las coloca en situación precaria. Hacen más precaria esta situación del frente izquierdista la heterogeneidad de sus componentes y la animadversión, irreductible, de sus jefes.
b) Las derechas, si se computa el número de votos obtenidos, se han sostenido, tal vez han mejorado, con respecto a las anteriores elecciones. Ello significa que cuentan con una masa enorme de opinión (4.500.000 de votos contra pocos m enos de las izquierdas). Son más homogéneas, y si su unión parlamentaria fuese más generosa y cordial que la electoral, podrían incapacitar al gobierno izquierdista para toda obra de legislación anticristiana y antisocial.
c) Se ha iniciado un movimiento de aproximación para formar un grupo centro-derecha que consienta la convivencia y colaboración con el gobierno en lo que atañe al bien común. Esto permite abrigar alguna esperanza de moderación. Pero hay el peligro de que el pueblo, descontento e impaciente, agitado por los extremistas, rebase la línea que han fijado sus jefes más moderados, y se desate otra vez la persecución contra los valores espirituales y económicos del país. Aumenta el peligro la psicología de nuestros revolucionarios, que confunden la república con el sectarismo.
d) Se impone un esfuerzo máximo para convencer a los grupos de derecha que olviden tem poralmente sus querellas para dar eficacia a su actuación en el Parlamento, al tiempo que no dejen el contacto con el pueblo, buscando su mejora material y moral. Tienen la ventaja de contar con la
fuerza intelectual y con formación política indiscutiblemente superior a la de sus adversarios. El natural desgaste de éstos, el descontento del pueblo, cuyas condiciones son incapaces de mejorar, y la impopularidad si llegan a tocar en lo vivo del sentimiento religioso, podrían hacer lo demás y preparar otra etapa menos dolorosa.
111. PREOCUPACIONES PARA LA IGLESIA EN LO FUTURO.
a) L egislación .- Entre los pactos establecidos por los diversos partidos de izquierda en la concordia electoral figura el compromiso de aplicar la ley constitucional y de dictar las otras complementarias que quedaron en simple proyecto en el bienio 1931-33. Ello podría crear una situación difícil a la Iglesia, principalmente por lo que atañe a las Congregaciones religiosas y a la libertad de enseñanza, que quedaria a merced del Estado laico., b) Situación econ óm ica .- Se agravará la difícil situación actual de Culto y Clero si, a pretexto de que se cumpla la Constitución, se suprime la consignación que en concepto de derechos pasivos recibían los antiguos poseedores de curatos, beneficios, etc. (16.000.000 de pesetas) Actualmente y en esta Diócesis, acumulando estos derechos y con el auxilio de algunos fondos de Caja diocesana, podía darse a los sacerdotes los dos tercios de su antigua asignación. Hay varias diócesis que cubren la totalidad de sus antiguos haberes. Pero son muchas, la mayor parte, cuya clerecía atraviesa, ya actualmente, verdadera miseria.
c) E l pueblo esp a ñ o l.- Sigue siendo muy crecente, sin duda; pero por una parte ha decrecido el vigor de la fe en muchos, y por otra, la misma necesidad empujará a otros a secundar las ten-*
*(aqu¡ se interrumpe el texto.Falta al menos una hoja).
Abril 1936
Algunas observaciones sobre la situación p o lítico -re ligiosa en España.
Eminentísimo Señor:
Unas cuantas horas bastaron para cambiar el panorama político-social de España. El optimismo, quizá un tanto irreflexivo, anterior al 16 de Febrero, se trocó en ese día y más aún en los siguientes, en pesimismo y desaliento general entre los católicos. Está ciertamente justificado este desaliento, porque la hora actual es gravísima y el porvenirse presenta abierto a todos los temores y muy poco propicio a las esperanzas.
Llamado por razón de mi cargo a presidir las Conferencias de los venerables Metropolitanos, en las cuales han de estudiarse dificilísimos y transcendentales asuntos, he creído que no seria fuera de lugar hacer examen de la situación actual y de los antecedentes de la misma. Este examen nos dirá lo que hemos de temer y lo que podemos esperar; nos dirá, sobre todo, lo que podemos y debemos hacer. El conocer la realidad, por triste que ella sea, y el llegar a sus causas más profundas es el paso primero para aplicar los remedios más oportunos y eficaces.
L o que actu a lm en te p u e d e tem erse.
El programa de los partidos triunfantes en las recientes elecciones no sugiere inmediatas persecuciones contra la Iglesia. La obra de las Cortes Constituyentes fue, en este punto, tan completa, que poco queda por hacer a los que ahora gobiernan, si no es cumplir le legislado, ya que subsiste casi íntegra la copiosísima legislación que emanó de aquellas Cortes. Nada queda que haceren cuanto al laicismo de la enseñanza, que se implantó -y subsiste- con todo rigor. Se procurará sin duda -y de ello hemos visto ya los primeros indicios- sustituir la enseñanza de las Congregaciones religiosas, y se pondrán toda clase de trabas a la enseñanza privada, que pronto quedará casi totalmente suprimida. Fuera de esto, se prevé que la principal actividad del Gobierno se ejercerá en el orden económico y se encaminará a dar satisfacción a las masas populares, con cuyo apoyo vive.
Y de este lado asoma el mayor peligro. El G obierno, sin fuerza propia suficiente, ha de sostenerse con la de sus aliados, a no ser que, para librarse de las exigencias, cada día mayores, de estos se resuelva a convivir con las fuerzas antirrevoluciona- rias, cuya cooperación o benévola tolerancia seria el precio a que se evitasen mayores males.
Lo que puede esperarse del socialismo en todos sus grados y matices, lo dice el tono de su Prensa y de sus propagandas. Los sacrilegos atentados contra los templos y las personas, con ser gravísimos y muy dolorosos, no son más que un indicio de lo que seria la dictadura del proletariado, cuya entronización se predica sin rebozo y se presenta a los obreros como inminente.
La amenaza, por desgracia, no es infundada. Cuentan socialistas y comunistas, ya unidos en una común aspiración y en unos mismos procedimientos, con medios poderosos. Les sigue una masa de obreros, cuya fuerza no se puede desconocer, a quienes han alucinado con fáciles promesas y con la perspectiva de un triunfo inmediato. La facilidad misma con que han impuesto su pre
dominio, aún en lugares donde son exigua minoría, ha acrecentado su audacia y ha sembrado el desconcierto en nuestro campo.
No es necesario decir cual será la suerte de la Iglesia si, al fin, triunfase el comunismo: el ejemplo de Rusia se evoca con tanta frecuencia entre nosotros, que puede temerse que seria fielmente seguido.
Algunos m otivos de esperanza.
Tal es el desconcierto actual, que nada puede predecirse con probabilidades de acertar. Tan rápidamente se suceden los acontecimientos más inesperados, que aún nuestros políticos más clarividentes no ven a dónde puede desembocar esta situación caótica, que un día ofrece perspectivas de esperanza, y otro se presenta cargada de tristes presagios.
Si el Gobierno, como ha prometido, mantuviese con firmeza el orden público, puede preverse como cierta una vigorosa reacción, pues los acontecimientos han dado una lección harto dura a muchos que se abstuvieron de votar y a otros que, con veleidad indisculpable, o movidos por pequeños intereses, se sumaron a los grupos de la izquierda. En las mismas elecciones de 16 de Febrero, los partidos de derechas, no obstante las adversas circunstacias en que lucharon, conservaron -y aún aumentaron- el número de sufragios de las elecciones anteriores, aunque ahora, por la estrecha unión del enemigo y por efecto de una ley electoral absurda, hayan sido derrotados. Entre los diputados católicos hay hombres insignes, que, aun en un ambiente hostil, podrán hacer obra útil en el Parlamento, donde los partidos triunfantes tienen pocas figuras de relieve.
Por otra parte, es casi inevitable la división entre los partidos de izquierda, que, si tienen muchos puntos de contacto, están separados también por cuestiones fundamentales en que apenas cabe transigencia. Y por último, hay que confiar también en la natural rectitud de muchísimos obreros, a quienes repugna la violencia, adscritos hoy por temor al socialismo, pero que con gusto se separarían de él si se les ofreciese coyuntura favorable.
L a situación religiosa.
De intento he dejado a un lado, en las consideraciones que preceden, el examen de la situación en el orden religioso, porque requiere un estudio más detenido, y son menos los que paran en ella la atención.
Los acontecimientos de estos últimos años han puesto de manifiesto lo artificioso de una situación sobre la cual ya no cabe engañarse. Mientras la
Iglesia gozó de cierta protección oficial, eran bien contados los españoles que no hubieran considera* do como un agravio el poner en duda su catolicismo. Lo cierto es, sin embargo, que nuestros tem plos, en muchas regiones, iban quedando desiertos y que la Religión dejaba de ser guía y norma de vida para los más. Queda así explicado que, al proclamarse la República, fueran muchos, particularmente entre los obreros, los que, rompiendo los últimos vínculos que los unían con la Iglesia, buscaron fácil acomodo en el campo contrario.
No es, pues, de extrañar que las leyes persecutorias de la Iglesia en el periodo de 1931-1933 no suscitasen la reacción que era de esperar. Quizá en los más sinceramente cristianos hubo cierta renovación del fervor religioso; pero el alma española no vibró ya con el entusiasmo de otros tiempos, no lejanos aún. Sólo cuando se vió amenazado el orden social y peligraron los intereses temporales se produjo un fuerte movimiento que, aunque llevó por bandera la defensa de la Iglesia, más era, en el fondo, un movimiento patriótico social, en el que participaron muchos cuyas simpatías hacia la Iglesia no descendían del terreno del sentimiento hasta la práctica sincera de la vida religiosa. Y así, se ha dado el caso de que elijan diputados católicos regiones de vida católica muy poco intensa.
Y aún se ha agravado el mal desde las últimas elecciones, no porque de improviso se hayan cambiado las ideas, sino porque la ignorancia religiosa y la escasa consistencia de las creencias de muchos hacen posibles estos cambios a impulsos de los intereses o de las pasiones de cada momento.
Vacíos y solitarios muchísimos templos; im plantado el laicismo en todas las escuelas oficiales; amenazada de muerte la enseñanza privada; en peligro de hacerse efectiva la prohibición de enseñar que pesa sobre las Congregaciones religiosas; en cuadrados los obreros en organizaciones que ya han dado pruebas suficientes de su odio hacia la Iglesia; trabajada la juventud por propagandas subversivas, que llegan hasta los niños; desalentado el Clero al verse unas veces perseguido, y otras, mal correspondido por los mismos fieles; expulsada, en fin, la Iglesia de la vida pública y reducida casi únicamente al culto oficial en muchas parroquias, no puede contemplarse sin amarga pena el estado presente, y con mayor tristeza aún el porvenir para cuando desaparezcan las generaciones que aún fueron educadas en el ambiente cristiano, y les sucedan estas otras que ahora crecen sin conocer a Dios e imbuidas en el odio contra la Iglesia.
Sirva de atenuante de este cuadro desolador el pensar que aún quedan regiones donde los más practican sinceramente la Religión; que la juventud de las Universidades, en su mayor parte, o es católica o se mueve por impulsos de un patriotis
mo impregnado de catolicismo; que aún los que ya no son prácticamente cristianos, conservan cierto respeto innato hacia la Iglesia, cuyos auxilios reciben en los trances supremos de la vida; y que, aun en las mismas filas del socialismo militan muchos obreros, cuyo retorno puede esperarse en días más bonancibles, si Ies abrimos generosamente los brazos con verdadero espíritu de justicia y de caridad.
C ausas d e la actu a l situación religiosa.
Por las enseñanzas que pueden tener para el porvenir conviene recordar las causas principales que nos han traído al estado actual.
Sobre las causas de índole general que han actuado en todo el mundo, pueden señalarse como más propias de España las siguientes: las guerras civiles y frecuentes revoluciones del pasado siglo, que desarticularon la tradicional organización de la Iglesia; las rivalidades entre los partidos católicos, que malograron la posibilidad de organizar en sentido católico la vida pública; la confusión, demasiado frecuente de la política con la Religión, con pérdida de esfuerzos, que hubieran sido mucho más eficaces si se hubieran encaminado a mantener y fomentar en el pueblo el verdadero espíritu cristiano; la actuación, que podríamos calificar de burocrática, de la Jerarquía eclesiástica, en sus grados superiores, y demasiado atenta al ornato y brillo exterior; la actuación poco eficaz de un clero defectuosamente formado y poco selecto; la educación de las clases acomodadas en colegios que, aun regentados por religiosos, no supieron dar sólida formación cristiana a los que un día habían de ocupar puestos preeminentes en la gobernación del Estado; y, para no alargar la enumeración, el abandono de las Universidades y de otros centros docentes en manos de enemigos de la Iglesia, que lentamente, pero con habilidad y constancia admirables, prepararon esta situación que ahora lamentamos.
Desgraciadamente, muchas de estas causas subsisten todavía. Sobre algunas de ellas es obligado hacer algunas consideraciones.
Política y Religión.
Es viejo mal entre nosotros el mezclar la política con la Religión, y este mal subsiste todavía. Cierto es que, prácticamente, no puede establecerse una línea divisoria; pero sí pudieran evitarse interferencias en las dos esferas de acción, que pueden ser muy dañosas.
Se ha mezclado la política con la Acción Católica, según diremos después.
La Prensa diaria, -por fortuna muy floreciente, ya que apenas habrá una diócesis que no cuente
con uno o varios diarios católicos, algunos muy importantes- propende con harta frecuencia a llevar las cuestiones políticas al campo religioso, y las cuestiones religiosas al campo de la política.
El Clero mismo se ha mezclado con exceso -y con poco fruto- en las cuestiones de partido, y regiones hay donde esta intervención del Clero en las cuestiones políticas ha sido francamente perniciosa. Me refiero principalmente a Cataluña y a las Provincias Vascongadas, regiones, en otro tiempo -y aun h oy- de robusta vida cristiana; pero convertidas en campo de lucha, donde la Religión se emplea como medio de fomentar, no ya el sano regionalismo, sino el separatismo nacionalista, con escándalo de muchos, con daño de la caridad y de la unión entre los católicos, y con evidente perjuicio de la Religión, sobre la cual recaerán al fin las consecuencias de poner a la Iglesia al servicio de banderías y de partidos.
Bien reciente está aún la declaración oficial que, en lo más áspero de la lucha en las pasadas elecciones, dio patente.de catolicismo al Partido Nacionalista Vasco, a quien, sin embargo, vemos siempre coligado con los partidos más hostiles a la Iglesia y en constante oposición con los católicos más sumisos a las direcciones Pontificias.
Más reciente está aún el Intento de separar la Acción Católica de Cataluña de la del resto de España, dándole una organización regional en la que ocupan los puestos principales personas de determinada tendencia política y, algunas de ellas, señaladas por su resistencia a seguir las direcciones de los legítimos representantes de la Acción Católica. Nacida la nueva organización sin haberse oído el parecer de los prelados sufragáneos y con la protesta de importantes elementos de la Acción Católica, no ofrece grandes esperanzas de fomentar el bien de las almas; sí fomentará, en cambio, la división y será un avance más en ei camino del separatismo, dibujando en el orden religioso una figura de nación, que desde hace muchos años se viene elaborando ya en el terreno de la política.
Y se da el contraste verdaderamente extraño, de que el mis- (sic) autor de esta desmembración de la Acción Católica, haya intentado muy recientemente, según informaciones que creo fidedignas, dar vida a un nuevo partido católico nacional, cuya utilidad para la Iglesia difícilmente puede comprenderse.
L a Acción C atólica.
La misma Acción Católica, sin duda por esta atávica propensión nuestra a mezclar demasiado la política con la Religión, no ha logrado verse exenta de este mal. Toda la discreción del Presidente de la Junta Central de Acción Católica no ha bastado
para paliar su condición de verdadero fundador e inspirador del partido de Acción Popular, cuya política, -con razón o sin ella- tan duramente ha sido censurada, y su cargo de director de EL DEBATE, principal defensor de la política de Acción Popular. Todo lo cual ha suscitado muchos recelos a la Acción Católica, la ha privado de valiosas cooperaciones, y la ha creado no pocos enemigos.
Es de alabaren nuestra Acción Católica su espíritu emprendedor, la organización de sus oficinas centrales, la buena formación de sus elementos directivos, el impulso que ha dado a las Juventudes Católicas -una de nuestras más firmes esperanzas-, y la preparación de futuros consiliarios mediante la «Casa del Consiliario». Pero serian mucho mayores aún sus frutos, si su organización fuese menos burocrática y menos costosa; si estuviese más en contacto con la Jerarquía eclesiástica, que, aunque tiene en aquella un representante oficial en la persona del Consiliario, no ejerce una verdadera función directiva; si en vez de consumir una buena parte de su actividad en empresas culturales -m uy laudables, salvo en algunos casos en que ha faltado la debida vigilancia; pero menos propias de la Acción Católica y de escaso fruto inmediato- pusiese más empeño en cumplir otros fines de apostolado de más urgente necesidad, y en consolidar y ampliar los organismos diocesanos y parroquiales, pocos aún y de vida rudimentaria; si, en fin, sus actividades fuesen menos personales con riesgo de que algún día se conciten contra ella los recelos, a veces ciertamente injustos, que suscitan algunos de sus dirigentes.
L a A cción Pastoral.
Por doloroso que sea reconocerlo, es preciso confesar que tampoco la acción pastoral corresponde plenamente a la gravedad de las circunstancias.
Ni tenemos ya número suficiente de sacerdotes, ni los que hay tienen, con harta frecuencia, la formación necesaria. Sin una selecta y sólida cultura, sin abnegación para aceptar con ánimo generoso la vida de sacrificio que las circunstacias imponen; sin espíritu conquistador de almas y aún, en muchos casos, sin constancia para cumplir los estrictos deberes cotidianos, no es de maravillar que el Clero vea cada dia más disminuido su prestigio, más mermada su autoridad y, en consecuencia, más desamparado de los fieles, que, por lo general, no ayudan sino muy mezquinamente al sostenimiento del Culto y del Clero.
La pobreza de nuestros Seminarios es causa -aunque no única- de que no se prepare para lo futuro un Clero mejor formado. Para ello seria menester un supremo esfuerzo, que en cosa ninguna
podría ser mejor empleado. No han sido remedio suficiente las visitas de inspección hechas hasta ahora, ni lo serán otras que puedan hacerse, mientras no se llegue a la raiz misma del mal y se apliquen medidas que, para no alargar este escrito, me abstengo de señalar.
Sé, por triste experiencia, las dificultades con que tropieza la acción pastoral de los Prelados en los momentos actuales. Nos hallamos en un periodo en que, a la vez que recogemos el fruto de antiguos errores, se han de abrir caminos nuevos, y es natural que en estos tanteos difíciles haya vacilaciones, incomprensiones y resabios de antiguos métodos, sobre todo cuando faltan los medios necesarios y no hay cooperaciones en número y calidad suficiente. Quizá se echa también de menos una mayor unidad de acción.
Las Conferencias de Metropolitanos que cada año han de celebrarse, tampoco han tenido toda la eficacia que era de esperar. La misma exuberacia de acuerdos tomados sobre diversísimas materias ha estorbado que se estudiasen con la atención necesaria los asuntos más capitales y ha sido una de las causas de que la mayor parte de las resoluciones quedasen incumplidas. Los Prelados Sufragáneos no ven sin recelo cómo la Conferencia de Metropolitanos va extendiendo sus atribuciones por todo el ámbito del derecho canónico y se creen desobligados de cumplir acuerdos que limitan el campo de su competencia. Y, para decir toda la verdad, quizá los Metropolitanos mismos carecen de confianza en sus propios acuerdos por haberles enseñado la experiencia el escaso fruto que suelen producir.
Y entre tanto, ahí están vivos y sangrantes los grandes problemas de estos últimos años, cobrando cada día mayor gravedad y esperando resoluciones prácticas y eficaces.
Conclusión.
De este balance, forzosamente incompleto, que hemos hecho de la situación, claramente se concluye que, si en el orden político-social nos hallamos en una hora gravísima, en el orden religioso es aún más difícil la situación y pide más urgente remedio.
Pero hay una diferencia: la situación político- social puede cambiar por acontecimientos imprevistos y pasar de un extremcfal otro; en cambio la situación religiosa puede agravarse en cualquier momento, pero sólo podrá mejorar de manera muy lenta, con un trabajo asiduo y perseverante, reconquistando una a una las posiciones perdidas. Para ello no bastan ya los esfuerzos aislados, sino que se requiere una acción colectiva, permanente, con unidad de plan, que movilice todas las fuerzas
católicas y evite su dispersión en empresas aisladas y de carácter secundario.
Sacerdotes y fieles se preguntan si no ha llegado ya la hora de que se haga un esfuerzo supremo para acabar con esta lenta agonía en que va muriendo sin gloria y sin honor un pasado glorioso.
Por lo que a mí toca, no se me oculta que es empresa superior a las fuerzas de un solo hombre -y más si son tan escasas como las m ías- el levantar los ánimos caídos, el dar vigor a tantas voluntades vacilantes, y el poner en tensión resortes enmohecidos por la inveterada falta de uso. Aún el celo y sabiduría de los Rdmos. Metropolitanos y de todo el venerable Episcopado temo que no alcancen a remediar tanto mal. Confiamos en la ayuda divina y en la suprema dirección y asistencia de la Santa Sede.
Por fortuna se conserva aún vivo entre nosotros el respeto y el amor hacia el Vicario de Cristo, y ello es un motivo para esperar. Las augustas palabras que, en ocasión reciente e inolvidable, escuché de sus labios fortalecieron mi espíritu y, transmitidas por mí a los católicos españoles, fueron recibidas con filial acatamiento y produjeron saludables frutos. Unas palabras de aliento de nuestro amadísimo Padre Su Santidad Pío XI, especialmente para el Episcopado y para el Clero, serian poderoso estímulo para una fecunda cruzada de renovación religiosa.
Ruego, por fin, a Vuestra Eminencia que me perdone la obligada extensión de este informe en el que creo haber retratado fielmente la situación actual de España. Si el cuadro resulta demasiado triste, es que también la realidad es desoladora, y el conocerla es condición previa para todo intento de remedio. Para ello confío en las oraciones y en los consejos de V. E. Rdma., cuyas manos beso con profundos sentimientos de consideración y de rendido afecto.
De Vuestra Eminencia Reverendísima humilde servidor.
Emmo. y Rdmo. Sr. Cardenal Secretario de Estado de Su Santidad.
E ntregado a m ano, person alm en te, a l E xcm o. Sr. Secretario d e E stado, Pacelli, a 2 0 A bril d e 1936. (Escrita esta frase a mano, de puño y letra del Cardenal I. Gomá)
Abril, 1936
EL P A R T ID O N A C IO N A L IS T A V A S C O en las últim as elecciones y en orden a la defen sa d e los p rin cipios religiosos.
Es un hecho innegable que Vizcaya representa hoy, con Navarra, la región donde se vive más intensamente la vida católica en España. Pero mientras Navarra se ha podido librar hasta hora de la incursión del espíritu separatista, en Vizcaya ha logrado caracteres alarmantes, que se han traducido no sólo en manifestaciones antiespañolistas, sino en alianzas vergonzosas de los católicos, incluso de pensamiento y de vida acendrados cristianos, con revolucionarios de toda laya, descreídos, enemigos de la religión y de la patria, con el fin de lograr, mediante ellas, sus ideales de orden político.
Las últimas elecciones han sido un episodio lamentable en la vida de aquella cristianísima región, no sólo por la unión de los católicos nacionalistas con los enemigos de la Iglesia y de la patria, que ha dado el triunfo a una mayoría del Frente Popular, con evidente daño de la representación católica en el Parlamento, sino porque ha tenido la virtud de dividir profundamente a los católicos vascos, partidos hoy en dos bandos irreconciliables, frente al enemigo común de orden religioso.
Como siempre que se produce algún episodio análogo en la vida religiosa del país, al Arzobispo de Toledo ha llegado en el periodo electoral pasado una abundante literatura relativa a la contienda: periódicos, folletos, cartas de personas representativas, incluso del Prelado de Vitoria, le han consentido formar un dossier copioso, con el que podría reconstruirse la historia de la lucha electoral en sus principales episodios.
Es innegable la intervención de la autoridad eclesiástica en esta materia, en un sentido que m uchos creen no poder compaginarse con el espíritu españollsta. Es también clertísimo que la intervención de la autoridad eclesiástica ha sido considerada como una desautorización de los que por encima de todo ponían el amor a la Iglesia y a España. Y es también cierto que esta intervención ha sido factor de triunfo por parte de las izquierdas, aunque amparándolo en la consideración de los intereses de la patria pequeña. También es cosa absolutamente cierta que los más fervientes adalides de la causa separatista y de la unión con los revolucionarios para lograr las reivindicaciones nacionalistas han sido muchos sacerdotes y religiosos, e incluso en el ejercicio de sus ministerios.
El problema es gravísimo, en el aspecto político, moral y social, y debería ser estudiado a fondo para señalar líneas de conducta para lo futuro. No
me atrevo a formular juicio definitivo, para el que faltan elementos. Pero del estudio detenido de los que se me han facilitado me atrevo a indicar unas líneas generales de criterio que podrían completarse en su día. No me hubiese atrevido, porque considero este problema uno de los más graves que tiene hoy la Iglesia de España, sino me hubiese estimulado el actual Sr. Obispo de Ciudad Real, Prior de los Ordenes Militares, natural de aquel país y conocedor de lo que en él ocurre, pero gran español e insigne conocedor de la historia patria, quien en el período electoral, y ante la virulencia de la campaña me escribía lo siguiente:
«El Obispo Prior de las Ordenes Militares.- Ciudad Real, 30 Enero de 1936-M uy reservada.- Emmo. y Revmo Sr. Cardenal Arzobispo de Toledo.
Mi venerado > querido Sr. Cardenal y amigo: Le felicito ante todo por su alocución pastoral respecto a los momentos actuales. Por aquí, ni fallor, (sic) las cosas se preparan bien y espero salgan los buenos bien librados. Mas yo quisiera decirle algo del País Vasco relacionado con esto. Por supuesto que no quiero ni de lejos sonar y si es preciso, protesto -D eus scit- de que en esto no me guia otro afán que descargar mi pena y quizá quizá también un poco mí conciencia. Aquello está muy mal. En cada pueblo de la provincia tienen los separatistas, de brazo con el infierno, los guian los sacerdotes y religiosos colocados en candelera, (sic) Esa es la verdad neta y llana. Cierto que ahora, que está aquello hecho un infierno, nada se podrá hacer, pero cuando se puede hacer, tampoco se hace, si no es que se deshace. No acuso a quien rige el timón allá, antes le excuso, pero es lo evidente -n o sólo cierto- que todo está en tomo suyo minado y serían menester los alientos de un titán para desbaratar la madeja, hoy más fuerte que ayer, y mañana lo será más que hoy, la perdición de la fe cristiana en aquel país desdichado. Hace un par de años lo dije donde ¡Infeliz! creía que las cosas se remediaban, cuando eran menester. Tal era mi buena fe. Pero ha llamado mucho la atención el año último las idas y venidas a Llodio desde Bilbao de los conspicuos separatistas, cuando allá estaba el Ovetense, su calificado fautor. No descubro secreto alguno. Buen tema para conferencias Episcopales y aun de los Sres. Metropolitanos. Cuando estamos devanándonos los sesos en cominerías, ese problema «monstruo» sigue intacto y agravándose. Cominerías digo, no porque las crea en absoluto, sino en comparación al pavoroso fuego, que cual el salido de la zarza, según la parabola, todo allí lo abrasará.
Colocado ahora V. Emcia. en «su» lugar con la plenitud del honor, a V. Emcia. puede tocar algún día entender -com o sea- en ello, y créame que sólo
me guía al escribir estas líneas la tristeza, y bien honda por cierto, de ver tan descarriado al país, donde duermen las reliquias de lo más querido que nos ofrece la vida. Seguiré encomendando a Nuestro Señor esta fatal desgracia sin otro fin que verme consolado algún día en el remedio de tamaño mal. Y por amor de Dios le vuelvo a suplicar una y muchas veces que de cerca ni de lejos se acuerde con nadie de estas líneas confiadas a su mayor reserva.
De V. Emcia. suyo siempre que se encomienda a sus oraciones
+ El Prior, (rubricado).Ante la gravedad de los documentos aportados
y en orden a oportunidades análogas que pudieran reproducirse, condenso en las siguientes notas mi criterio derivado de la atenta lectura de los mismos documentos.
N otas sobre e l P artido N acionalista Vasco
1.- En la documentación recogida no hay elementos de juicio suficientes para un dictamen razonado sobre el Partido Nacionalista Vasco en general y sobre su actuación en las pasadas elecciones. Se necesitaría conocer auténticamente su verdadero programa y su actuación, pues no sería justa, (sic) achacar al Partido lo que quizá no sea más que exceso por parte de algunos de sus miembros.
2 - Para juzgar del Partido Nacionalista Vasco en el orden religioso, quizá convenga prescindir de su separatismo. Es cuestión muy compleja el determinar si el separatismo de suyo puede ser lícito y en qué condiciones. Sin embargo parece difícil excusar al dicho partido de las reprobaciones formuladas por la Sta. Sede contra los nacionalismos exacerbados. Este exaltado nacionalismo ha llevado a los nacionalistas vascos a excesos que difícilmente pueden considerarse como hechos aislados e individuales.
a) El excesivo amor a lo suyo les conduce a alabar y aplaudir constumbres, tradiciones etc., tal vez censurables. Se propende a constituir el nacionalismo en norma de moral y de doctrina, con evidente peligro de los derechos y doctrinas de la Iglesia.
b) Se ha acusado al nacionalismo vasco de subordinar su adhesión a la Iglesia al apoyo que la Iglesia le preste; pero sin renunciar al cisma si la Iglesia no se convierte en servidora de sus intereses. Esta acusación, gravísima, se insinúa en alguno de los documentos; pero no aparece probada. Parece, sin embargo, muy verosímil, por lo menos respecto de muchos nacionalistas. No es presunción favorable la escasa docilidad para con los Prelados.
c) Se acusa al nacionalismo de predicaciones sociales demagógicas encaminadas a soliviantar a
los habitantes de caseríos contra los pertenecientes a otros partidos católicos. El hecho parece general y frecuente.
d) Las faltas de caridad y las violencias de lenguaje contra los no nacionalistas son notorias. Se fomenta el odio de razas.
e) Es ilícito e injusto denigrar, como lo hacen los nacionalistas, la historia de España y sus más puras glorias, ya que ni aun ios Santos que no sean de su raza son respetados.
0 Desde que entrevieron las posibilidades de obtener de las izquierdas el Estatuto vasco, han sido frecuentes las alianzas con ellas, y han mostrado continuo desvío hacia las derechas. Estas concomitancias con partidos funestos para la Religión son notorias y son una cooperación al mal.
g) El exagerado nacionalismo ha llevado a algunos a defender como buena y santa la guerra contra España. De hecho estuvieron en connivencia con los revolucionarios catalanes del 6 de Octubre.
h) Es doctrina de algunos que para conseguir la independencia todos los medios son buenos, incluso la guerra y la revolución.
i) Por último la mezcla del nacionalismo con la Religión ha sido y es causa de división y de escándalo. No es licito tomar las cosas religiosas como medio de propaganda nacionalista; es más censurable que lo hagan los sacerdotes, y más aún que lo hagan en el ejercicio mismo de su ministerio. Es contrario a las normas de la Sta. Sede el mezclar la Religión con la política, y más contrario aún el hacer servir la Religión a la política.
3 - En cuanto al punto concreto de la conducta del partido nacionalista vasco en las pasadas elecciones, tampoco hay en la documentación reunida elementos suficientes de juicio. Sin embargo:
a) En el llamamiento a la unión de todos los católicos hecho por «LA GACETA DEL NORTE» debe apreciarse la oportunidad, la necesidad y la rectitud de intención.
b) Los nacionalistas no respondieron a ese llamamiento, y en su prensa y en actos públicos manifestaron que preferían unirse con las izquierdas y los antecedentes prueban que probablemente estas manifestaciones no eran, vanas amenazas.
c) Al parecer la Unión de Derechas no mostró exigencias inadmisibles, al contrario, dió muestras de transigencia y de buscar solamente el bien general: lo contrario de lo que hicieron los nacionalistas.
4 - En cuanto a la intervención del Prelado, es doloroso tener que confesar que no fue oportuna ni discreta ni útil para los intereses de la iglesia.
a) En primer lugar es cosa inusitada que un Prelado declare que un partido es católico. La Iglesia tiene sus organizaciones propias, y aunque
acepte la cooperación de los partidos políticos, oficialmente no los reconoce. Por eso ni aún quiere tener en ellos un consiliario.
b) Un partido político no es una abstracción sino una cosa viva y activa; por lo cual no se le puedejuzgaren abstracto. Sea lo que fuere del programa del Partido Nacionalista, lo cierto es que muchos de sus hombres no se ajustan al espíritu de la Iglesia, y que muchas de sus actuaciones son francamente censurables. Para declarar católico a un partido, ha de serlo en todo, habitualmente, por lo menos en los que le imprimen el rumbo. La m isma esencia del Partido Nacionalista Vasco -su separatismo- ¿puede decirse conforme a la doctrina de la Iglesia?
c) Hubiera podido, en todo caso, declararse que dicho partido es católico; pero es de notoria inoportunidad el compararlo con los otros, al decir que es «tan católico como cualquiera otro». Es im propio de un Prelado el hacer comparaciones de esa índole; y más, cuando hay tantos hechos y textos que no abonan el-catolicismo del susodicho partido. Cualquier moralista tendría motivos suficientes para dudar si a un católico le es lícito pertenecer a un partido a quien se ha visto coligado con los peores enemigos de la Iglesia; que defiende el separatismo; que proclama -por boca de algunos de sus miembros y con sus hechos- que todos los medios son buenos para llegar a su fin.
d) Fue inoportuno el hacer esta declaración cuando se hizo, pues con razón puede considerarse como propaganda política y aun como una coacción. Se hace la declaración a petición del partido mismo, cuando ya las elecciones han demostrado que el nacionalismo tiene mucha menos fuerza de la que presume; cuando, en momentos críticos para la Religión, rehúsa el unirse con los demás católicos. Tal declaración equivalía a decir que son tan católicos los que, siguiendo los consejos del papa quieren la uniónde todos, como los que la estorban.
e) Se comprende que sembrase el desaliento en los católicos no nacionalistas; en los que siempre han sido sumisos a la Iglesia. De donde resultó que los que tienen verdadero espíritu católico y secundan las direcciones de la Iglesia, dejasen el puesto a los que ya podían contar con la aprobación del Prelado, y que, aun siendo menos en número, conquistasen los puestos de las mayorías con el apoyo de otros católicos, para quienes no hubo siquiera una palabra de aliento. Se había conseguido lo que sin duda se deseaba.
5 - La intervención del Prelado puede ser causa de graves daños para lo venidero; su autoridad nada ganará con ser discutida precisamente por aquellos que siempre estuvieron al lado de la autoridad eclesiástica. Ni esa transigencia bastará
para contentar a los nacionalistas y bien pudiera suceder que a trueque de una adhesión pasajera y condicionada, el Prelado haya hipotecado su libertad de acción, sin ganar la confianza de los unos y habiendo perdido la de los otros.
Pero además la Intervención del Prelado de Vitoria suscita una cuestión de mayor trascendencia. No se trata de un pleito local, sino de algo que toca muy directamente a toda la nación. El Vicario General de Vitoria dice en su nota: «es indiferente desde el punto de vista católico (el político no entra para nada en estas consideraciones) votar a cualquiera de las candidaturas católicas que luchan en la Diócesis». Esta distinción entre la Religión y la Política es en este caso una sutileza escolástica. Con ella queda cohonestado el separatismo con todos sus excesos, con todas sus violencias, con todos sus contubernios con los enemigos de España y de la Iglesia. ¡Esto es política! ¡Desde el punto de vista católico nada hay que reprochar al Nacionalismo Vasco! Queda pues, planteada esta cuestión: ¿Pueden los católicos -lo s españoles en general- aceptar por buena una declaración que así da patente de catolicismo a un partido enemigo de la unidad nacional y que ayuda a los enemigos de España y de la Religión?
Se ve, pues, que la declaración del Vicario General de Vitoria afecta de una manera muy directa a los intereses generales de España.
De todo lo dicho se deduce la conveniencia de estudiar a fondo el problema, nacionalista vasco desde el punto de vista religioso, en todos sus aspectos. Y acaso entonces aparezca clara la necesidad de que intervenga una autoridad superior.
E ntregado a m ano a! E m m o. Sr. C a rd en a l Serio, de E stado, a 2 0 A bril 1936. (Escrita esta frase a mano, de puño y letra del Cardenal I. Gomá)
EL R E G IO N A L IS M O CA T A L A N en sus relaciones con la Iglesia
•
Desgraciadamente para la unidad de la patria, es un hecho la concesión, por el Gobierno de la República, de un Estatuto que regula las relaciones políticas de Cataluña con el Estado español, haciendo de ella una región autónoma. Ha agravado ,el mal el hecho de que los primeros que han utilizado el Estatuto son los revolucionarios de Octubre de 1934, separatistas, encumbrados hoy otra vez en el Gobierno de la región.
Es de notar que en la preparación paulatina de la autonomía de Cataluña trabajó denodadamente la clerecía, desde principios de siglo hasta la Dictadura, que reprimió en forma demasiado violenta
un movimiento que pudo ser legítimo. La revolución de 1931 hizo revivir el ansia separatista, que culminó en la revuelta de Octubre de 1934, cuando los actuales Consejeros de la Generalidad o Gobierno de Cataluña proclamaron la independencia de esta región. La intervención del ejército nacional frustró el intento de separación. Con todo, el problema queda vivo, por haber sido reintegrados al gobierno de Cataluña los separatistas de 1934, y sólo se esperará coyuntura oportuna para repetir el intento.
No en este aspecto antinacional de separatismo, pero sí en el de una marcadísima tendencia regionalista, que en los actuales momentos es peligrosa y que desde luego es un factor de fuerza del separatismo, hay que señalar la actuación de algunos de los actuales Prelados de Cataluña. Es cosa delicada enjuiciar la conducta de los superiores Jerarcas de la Iglesia, pero se puede afirmar y probar con hechos copiosos que han favorecido el m ovimiento. Ello ha producido oposición mutua en la conducta de los Prelados catalanes de diverso matiz político, que se ha traducido en desedificación del pueblo, que conoce no pocas divergencias de criterio entre sus Pastores.
No sólo esto, sino que se ha determinado una fuerte animadversión, traducida en campañas de prensa, entre la gran masa de españoles unitarios y aquellas autoridades eclesiásticas, por considerárselas como fautores del separatismo por la utilización de los recursos espirituales de la región en favor de la tendencia autonomista.
En el mismo seno da la Jerarquía de Cataluña se han producido hechos lamentables que han ahondado las diferencias entre unos Prelados y otros. Dos hechos harto representativos han ocurrido en poco tiempo, que han producido verdadera división de criterio en el episcopado catalán: el hecho del Convenio pactado por el Emmo. Sr. Cardenal de Tarragona con la Generalidad para la catalogación de la riqueza artística de las Iglesias de Cataluña, sin previo acuerdo con los demás Prelados, lo que determinó fuerte contradicción en el seno de la Conferencia Provincial del año pasado; y el más reciente nombramiento de una Junta General de Acción Católica para toda la Provincia eclesiástica, también sin previo acuerdo con los Prelados de la misma. El revuelo que ello ha producido se puede colegir de las apelaciones que ha recibido el Sr. Herrera, Presidente de la Junta Central de Acción Católica, según dolorosa confesión hecha por él mismo, y las graves denuncias recibidas por el Cardenal de Toledo, especialmente la sentidísima del Iltre. Consiliario de Acción Católica de Barcelona.
Sigue, por ¡o mismo, la tendencia de acomodar una especie de estatuto espiritual al Estatuto poli-
tico, con la marcada intención de delinear una Iglesia catalana frente, o a lo menos distinta de la del resto de España. Para nadie es un secreto que el sacerdote catalanista militante, promotor de todas las campañas en este sentido, es el consejero de la primera autoridad eclesiástica de Cataluña, y que su Ideal, reproducido en distintas ocasiones, es la formación de una Bélgica (Cataluña) con un Cardenal y una jerarquía independiente. Ya datan de muy antiguo los trabajos en este sentido, y se remontan a los tiempos de la Mancomunidad, en la segunda década del siglo presente.
El pueblo español es, en su inmensa mayoría, profundamente unitario, y siente no escaso recelo ante estas maniobras en el terreno eclesiástico. Y
ésta es una de las razones de la dificilísima situación del Arzobispo de Toledo, que para todo español, representa como un factor tradicional de la unidad espiritual de la patria, y cuyos derechos, por azares de las circunstancias, han sido estos últimos tiempos mediatizados por un Jerarca representante de la tendencia antiunitaria. Son precisamente estos momentos los más agudos y que reclaman un tacto exquisito en cuantos han de intervenir en el gobierno de la Iglesia en España.
E ntregado a m ano a l E m m o. Sr. C a rd en a l Scro. d e E stado a 2 0 d e A bril 1936. (Escrita esta frase de puño y letra del Cardenal I. Gomá)
T R E S I N F O R M E S
redactados en el mes de mayo de 1941 por Bernardo Ortiz de Monrellano, por León-Felipe y por Juan Larrea sobre las razones que aconsejaban en aquellos momentos la creación de una gran revista cultural entre mexicanos y españoles.
Con el apoyo moral y la colaboración de la Universidad Nacional Autónoma, la Junta de Cultura Española, el Fondo de Cultura Económica y el Colegio de México -centros de actividad intelectual en donde se reúnen escritores españoles y mexicanos-, se propone la creación de un Fondo en fideicomiso para el sostenimiento de una revista mensual que coordine y oriente el desarrollo de la cultura y el espíritu, en todos sus aspectos, desde sus raíces hispánicas e indígenas y en favor de un concepto moderno de humanismo.
Una revista con voluntad de designio, desinteresada, además, puesto que se inicia bajo especiales auspicios, que reúna en sus páginas a los intelectuales que escriben en español -para borrar fronteras que en la cultura sólo limita el idioma- habrá de ser, en los actuales momentos de duda y dislocación que sufre el mundo, un motivo de cooperación y entendimiento. El hombre en Hispano-amé- rica necesita recibir ahora esta orientación nacida de la convivencia de ios intelectuales españoles y americanos, para salvar del naufragio de la cultura y la libertad en Europa, los principios fundamentales de su existencia y su actitud en el porvenir frente a los acontecimientos que nos esperan.
Concretamente. De la dolorosa experiencia de los españoles peregrinos y expatriados y de la experiencia de los mexicanos, escritores y artistas, habrá de surgir, aunque aparentemente cada quien exponga su pensamiento individual, una unidad de conciencia -fruto del ambiente en que se desarrolla-; un nuevo hispanismo más universal y más desnudo, adecuado al horizonte de América siempre más amplio y menos obstruido por intereses seculares que el de Europa.
Una revista como la que se proyecta puede ayudar mucho, en estos momentos a contrarrestar la hegemonía sobre el Continente, necesaria por circunstancias fortuitas, de algunos imperialismos, de derecha o de izquierda, de nación o de secta, uniendo por el idioma y el espíritu acendrado que late en ese idioma, los principios motores de su energía humana latentes en el Nuevó Mundo. El amor a la justicia; la idea de la trascendencia espiritual de la vida opuesta a un mecanicismo inconsciente, totalitario, y la libre' expresión del pensamiento individual, creemos que pueden representar, a grandes rasgos, la coincidencia de lo hispánico y lo mexicano.
El ideal de la revista, dentro de su amplitud puesto que cuenta con la colaboración de
especialistas en las ciencias y en las artes y las disciplinas filosóficas, será que el filósofo, el economista, el hombre de ciencia y el poeta coincidan en el afán de integrar y reintegrar al hombre los caminos de superación individual y colectiva; material y espiritual, sin desconocimiento de la realidad, que en el viejo mundo están obstruidos sin esperanza por la mecánica de la fuerza bruta, la intolerancia y la muerte.
Bernardo Ortiz de Montellano
Creemos en el destino de los hombres y de los pueblos y en el destino de los grandes encuentros y de las grandes conjunciones de los pueblos.
Creemos que España es su historia prolongada en el espacio y en el tiempo y que lo más esencial de su historia ha saltado a América y se está desenvolviendo aquí ahora por encima y por debajo de las grandes banderas políticas y diplomáticas. Lo hemos creído antes de los últimos y dramáticos acontecimientos del mundo.
España nace y marcha.Se ha dicho que Castilla es un castillo que
camina. Que brota un día en las montañas de Asturias, que atraviesa la península y que luego salta el mar. Hoy a nosotros, los españoles del éxodo, para.quitarle a la expresión toda implicación guerrera y agresiva, nos gusta más decir que España es un arca que navega por la tierra por el mar y por el cielo.
El hombre va de la tierra perdida a la tierra de Promisión y ya no conocemos nuestra tierra primera más que por el olor de nuestra sangre, y hasta la sangre se transforma. No nos importan las raíces. Hemos aprendido hace ya tiempo que esta sangre la podemos planear en otras latitudes y que ha de florecer mañana en campos inexplorados y en mundos estelares.
La tierra no es la nuestra, la patria es la semilla, la sangre del Hombre. Se puede nacer en cualquier sitio y esperamos nacer algún día en una estrella de paz donde no haya espada ni veneno. El hombre peregrina hacia esa estrella.
Y nuestro destino es andar. Hemos aprendido en los Libros Sagrados que el destino del hombre es andar.
Y tal como está el mundo ahora ¿quién podrá decir que él no va a ser hijo del éxodo también?
Construyamos el Arca.Y metamos en ella nuestra semilla, nues
tro Libro y una rama de olivo.Nuestro destino es andar y está en el vien
to.El destino del hombre, no el destino de
España.Por eso está bien que cambiemos ya nues
tro título y que dejando aquí ahora el de España Peregrina, adoptemos este otro mirando a las estrellas:
El Hombre Peregrino.
León Felipe
El naufragio moral que hoy sufre la civilización europea, incapaz de resolver sus problemas interiores según su concepto de justicia y dando pruebas de que, pese a sus palabras, no conoce en realidad más ley que la material de la fuerza con su consecutiva voluntad de dominio, hace evidente la necesidad de implantar y llevar a sazón fuera de aquel territorio un sistema humano más evolucionado y perfecto. Esta necesidad que en los hombre libres de todos los países se traduce en un ansia inconcreta y en general violentamente destructora, sólo podrá tener natural y constructiva realización en el lugar donde una serie compleja de circunstancias favorez
ca el nacimiento de un nuevo estado de cultura. Sobran razones para convencemos de que ese lugar no puede ser otro sino América, continente autónomo, tierra de superación, de Nuevo Mundo, el cual llega hoy al trance tan esperado de diferenciación creadora que habrá de dotarlo de una fisonomía peculiar más avanzada. La sustancia histórica en que se condensa el futuro americano no consiente dudas en lo que respecta a su naturaleza. En su continente se han ido acumulando durante siglos y junto a la raíz siempre viva del indígena hundida en tierra, aquellos gérmenes culturales que la selección natural ha trasplantado de Europa. Acentuando el secular fenómeno, a América llega en la actualidad la incontenible marea de los hombres de ciencias y de letras más eminentes del viejo mundo. Aquí han arribado en bloque compacto los supervivientes de la tragedia española, los restos de un pueblo que en su suefo natal defendió, vivificándolos con su sangre, los mismos principios de libertad y de superación, el mismo derecho a perfeccionarse pacíficamente que mueve el alma americana.
La referida insuficiencia no es, sin embargo, privativa de las naciones fascistas y ni siquiera de la civilización capitalista europea. Se ha manifestado asimismo en la vida de los países que, construidos sobre principios revolucionarios acapararon durante las últimas décadas las esperanzas de numerosas gentes. Por muchos y grandes que sean los méritos de todas esas naciones y países no bastan para compensar ante una libre conciencia humana los graves abismos que disimulan. Como consecuencia, ante los ojos del americano se enuncia la tarea Inaplazable de crear un verdadero Mundo Nuevo, distinto de cuanto ha sido propuesto hasta ahora. Tal mundo implica la superación del antiguo en todos los órdenes de la vida, lo mismo en el económico- social que en el de las ideas puras o de la conciencia. Sólo cuando haya sido el hombre capaz de concebir aquellos elevados conceptos que, dominando la dualidad de los antagonismos, permitan instituir una sociedad de seres humanos y de pueblos regida por otros principios más evolucionados que los irracionales de la fuerza bruta, se acercará a la plenitud de su verdadero destino. No puede haber otra
sociedad digna del hombre sino aquella que, construida sobre constantes de progreso, empiece por supeditar los aportes de la técnica y de la economía, no al dominio de un grupo sobre otro, sino a la exaltación de lo humano, al desarrollo y liberación espiritual del individuo en quien siempre, por muy predominantes que en él sean las esencias colectivas, habrá de encamarse la sensibilidad de la vida. Este afán sigue siendo el mismo que con la designación de humanismo formuló el Renacimiento cuando se hundían las tinieblas medievales y como una promesa material aparecía América.
Ahora bien, en América se distinguen hoy claramente dos grandes bloques culturales: el anglosajón y el latino o hispánico. El primero es rico y poderoso en el orden material aunque todo su aparato técnico no baste para disfrazar la ausencia del hombre de que gravemente adolece. El bloque hispánico ha recibido, en cambio, una Importante herencia en el orden del espíritu: los anhelos superado- res del pueblo español en quien se encama, como en ningún otro pueblo, el dinamismo individualista que, compensado naturalmente por la conciencia, ha se servir de base a toda sociedad realmente civilizada. Sin que ambos bloques se contradigan esencialmente, polarizan, sí los dos aspectos primordiales del mundo del futuro: la economía con su organización colectiva, y la potencia espiritual. Del equilibrio orgánico entre estos dos principios, de sus mutuas interferencias, nacerá el hombre americano.
Los últimos acontecimientos internacionales han dado como resultado inmediato que la presión de los Estados Unidos sobre las Repúblicas de habla española se vaya acentuando vigorosamente. Más aún, Norteamérica, impulsada por sus intereses materiales, pretende apoderarse de la dirección de la cultura hispanoamericana sometiéndola al servicio de su propaganda. Frente a esta situación no cabe más actitud que la que espontáneamente y sin dejarse amedrentar por el espectro dirigido de la guerra, habrán de adoptar las Repúblicas hispanoamericanas robusteciendo sus defensas orgánicas, fomentando la solidaridad entre ellas, exaltando el sentimiento y la fuerza creadora de lo que constituye su
peculiar cultura, el hispanismo. Sólo a este precio conservarán su independencia cultural defendiéndose tanto de la servidumbre que pudiera imponerle Norteamérica como de las maniobras turbias del franquismo que, a fin de beneficiar a los países totalitarios y europeos en contra de América, pretende explotar a su favor las contradicciones intemas del continente.
Por su contigiiedad con Norteamérica, México es el país más interesado en que la defensa cultural de Hispanoamérica sea un hecho. Si ha de prestar oídos a sus conveniencias materiales al mismo tiempo que a los intereses espirituales de la colectividad de que forma parte, así como a la defensa de la especie, no puede tardar México en tomar, frente a los EE. UU. y frente al actual Estado español, la dirección de la cultura hispanoamericana. Lo mismo en el hispanismo que en el indigenismo ocupa el puesto más destacado. Por último, al abrir sus puertas a la emigración española enriqueciendo su acervo cultural con el aporte vivo de las numerosas personalidades que se han establecido en su territorio, México se ha convertido en el foco de cultura en lengua castellana más importante del continente. El grupo constituido por la suma de mexicanos y españoles se caracteriza por la homogeneidad de sus intereses espirituales. Tanto unos como otros, aunque por causas inmediatas distintas, aspiran a la superación del mundo en que nacieron. Para unos es necesidad individual, para los otros misión colectiva. Todos creen en idénticos principios de libertad y de superior conciencia. Ambos grupos proceden de una previa
revolución superada que les confiere una fuerza creadora excepcional. El grupo español, por su parte, está llamado a ser, gracias a sus ramificaciones en los otros países, un instrumento de cultura internacional de primer orden, puesto funcionalmente al servicio de los intereses mexicanos.
Todo está dispuesto, pues, para echar inmediatamente a andar con fruto por el camino de la superación apetecida. Bastará dotar de medios de expresión a aquellas personas, todavía en pequeña minoría, que se han dado cuenta ya de la situación y de su trascendencia. A eílos toca formar la conciencia de todos constituyendo en tomo suyo un grupo de hombres desinteresados y entusiastas. Nada mejor a estos fines que la creación de una gran revista doctrinal que Irradie su influencia por todo el continente sembrando a los cuatro vientos las premisas culturales indicadas. Tan evidente es todo ello que no necesita ningún género de insistencia.
Al publicar esta gran revista cultural en los urgentísimos momentos actuales se darán los pasos conducentes: para defender los intereses mexicanos, aspecto particular del problema; para fomentar el desarrollo espiritual de América, aspecto general del problema; para trabajar por la anhelada superación del hombre, aspecto universal del problema. Se habrá recogido la más acendrada tradición encauzándola eficazmente hacia el futuro. Es decir, se habrá centrado la realidad sin desatender ninguna de sus exigencias.
Juan Larrea
Otras veces he señalado como los hechos que se producen en plena guerra en uno de los dos campos que combaten, por algunos combatientes, causando grave daño a aquellos mismos con quienes combaten, sea cual fuere su motivación sicológica o política, son hechos de traición.
José BERGAMIN Prefacio de «Espionaje en España», 1938
FABULA Y SIGNO DE LA PINTURA (Espejo de España)
Por Juan LARREA
Se compust> este texto poemático con motivo tlel panel con que Joan Miro contri- huvó al Pabellón Español de la Exposición Internacional de Paris en 1937, a la ve: que Picasso contribuía con su GUERNICA. Fue escrito en francés y publicado bajo el tirulo A propos du «Faucheur-» de Miró. (Miroir d'Espagne), en el n.° 4-3 de 1937 de «Cahiers d'Art», pp. 137-139. La presente traducción no lia introducido en él cambio alguno.
Siquiera para gustar la clase de olvido que reina en el interior de sus cuadros, el pintor se ve a menudo en el deber de renunciar a su propio personaje de sombra. Así comienza su vida normal de pasajero del arcoiris con cuanto ello implica de inmarcesible juventud. En el fondo es ésta también la sola probabilidad que se le ofrece de llegar a hacerse perdonar por el mundo inanimado que le rodea, estrechando mediante un lenguaje de iuz los lazos que existen entre la muerte de cada objeto y él. Nuevo Adán, si no es siempre capaz de dar un nombre a sus animales de hambre, de sed y de fatiga, puede sí prestar colores íntimos a los más duros objetos y un objeto a los colores que sólo para sus sueños tienen ojos. El paraíso despliega en torno la profundidad de su organización creadora. Y el antiguo pacto con el Eterno se aposenta así en su destino, el pacto a grande y lluviosa escala entre la vida, y la muerte.
Ahora bien, durante los largos y últimos años de cerrazón y de miseria no hubiera podido captarse la plena realidad operante del
arcoiris sin este aire de Miró que atraviesa la pintura como «la espada de la paloma», este aire angelical, como es debido, que luego de acusar los rasgos secretos de la tempestad, la irisa y la desarma. Empero y a pesar de una honda comunidad de miras, su presencia de pintor está demasiado lejos de poseer la cualidad desintegradora del prisma para que su vida pueda ser comparada a una bandera. Triunfa en él la diafanidad. Para el pintor digno de tal nombre no existe más política que la diáfana de los buenos cuadros, fuera de todo personaje entrometido, los cuadros de su vida que traducen con formas y colores proféticos, más acá y más allá de su personaje de sombra, los problemas específicamente humanos. La luz se expresa entonces en su sola considerable verdad, la verdad nuestra de cada día, mostrándose pura y evidente, no obstante su turbadora naturaleza, porque la imagen del hombre se encuentra en su punto muerto. Poco a poco el automatismo del Azar entra en funciones haciendo actuar, aunque sólo sea en sordina, el pacto con el Eterno.
sa
Así es como en los momentos actuales, bajo el turbión devastador que amenaza tragar para siempre el heroísmo del pueblo de España, cuando la sangre en estado visible se encabrita y pisotea y rompe y desecha a los hombres, Miró, a fuerza de colocar a su pueblo martirizado delante del lienzo, ha visto aparecer en su cuadro un labriego armado con su hoz, un segador desprendido por un curioso fenómeno de orden artístico, del canto Els Segadors, el himno de la libertad catalana. Héle ante nosotros envuelto en su belleza incorpórea, preñado de armonías como una joya submarina, bien sujeto al fondo entre el alga, la medusa y la estrella de mar. Porque son las profundidades las que hablan, las categorías mediterráneas de la luz, aquellas que se decantaron en los ojos de Osiris para surtir el descarrío de los griegos fáciles y de los romanos. Son éstas las profundidades que hablan en su lenguaje cifrado de monstruos útiles para servir de transición entre la antigua tierra y la nueva, este lenguaje de nadie que se estira como un puente tratando de desentenderse de los vínculos de humo que atan la vida de la conciencia a cualquier sombra furtiva. Sediento de espacio, el espectro embrionario del hombre se encuentra aquí pidiendo a las paredes que le persiguen la llave de su prisión, y al vendaval el sostenimiento de su propia piel a media asta en el umbral de las soledades inmensas.
Mas puesto que de llave o clave se trata no es ocioso insistir sobre el hecho que domina hoy día con una gran parte de su importancia, la perspectiva universal, a saber: que España es la primera nación que llega al término de su historia, a su fin que es el fin del mundo, con el desencadenamiento furioso de las principales representaciones apocalípticas. No, no es mera casualidad que se vea subir hacia la superficie donde esplenden los surtidores anímicos de Miró y en ausencia de su personaje de sombra, una representación que revela el sentido preciso de los tiempos que vivimos.
Sólo en el Apocalipsis, tratado poético del FIN, el cual se encuentra profundamente entrañado a la historia de España, pueden leerse estas palabras:
Salió otro A ngel d e l tem plo que está en e l cielo, ten iendo tam bién una h oz afilada.
Y salió d e l a lta r o tro A ngel que tenía po ten cia so bre e l fu ego: y clam ó en a lta voz a l qu e ten ia la hoz afilada diciendo: M e te tu h oz afilada y vendim ia los racim os d e la viña d e la tierra; porqu e están m aduras sus uvas.
M etió , pues, e l A n gel su hoz afilada en la tierra y echó Iá uva en e l gran lagar de la ira d e Dios.
Y e l lagar fu e p iso teado fuera d e la ciudad, y salió sangre d e l lagar hasta los fre n o s d e los caballos por mi! seiscientos estadios.
(Apoc. XIV, 17 a 20)
He aquí cómo habla la Luz, situando en su estricta razón de espacio y de tiempo el sentido real de los sucesos históricos. He aquí el Arte fiel a su cometido de registrar y desenmascarar la penumbra de misterio donde transcurre la existencia colectiva del hombre. He aquí el viejo mundo execrable que se derrumba ante el nuevo.
Espejo de España, espejo del mundo.Mas no es esto sólo. Por añadidura existe
la alegría. En vano quienes tienen ojos para no ver se sentirán inclinados, ante el panel de Miró, a interpretar como endeble caricatura lo que es jubiloso brote, expresado en términos pictóricos, del alba nueva. Alegría, alegría. Se caería en la más lastimosa de las trampas sino se viese en el fondo de estos terribles sucesos españoles la explosión delirante de un júbilo capaz de destruir por sí solo al hombre y al mundo antiguos, esa alegría enérgica y fulmínea que constituye la esencia misma del pueblo, que es como un puñado de esplendor arrojado sobre la sombra de cada miliciano, su misma imagen sobre una pantalla de barro. Es la alegría del nacimiento inevitable a un mundo nuevo, al otro mundo, el de la luz en libertad, al mundo del segador que contempla la cosecha donde granan las esperanzas de los hombres todos cuyo cuerpo fue entregado de verdad a la tierra. Esta es la solución que a través de la naturaleza del pintor, la pintura propone al Ojo que vive. Morir ya no es morir bajo el sol de España, sino situarse en un estado musical de obertura Porque cuantos han crecido a las caricias de su luz, no caben ya en los sepulcros. Sólo entran en ellos como grandes llaves.
LIBROS
UNA VOZ DE FRANCIA
(Jacques Maritain, A través del desastre. Santiago de Chile, Ercilla, 1941, 166 págs.).
«Yo pertenezco a un pueblo en el que la esperanza temporal está tan arraigada que es parte de su substancia misma». Estas palabras que explican la complicada belleza de este librito, no son fáciles de comprender. Su autor es cristiano, un cristiano que cree que la vida esencial del hombre es la vida trascendental del espíritu. Su autor es también francés, un francés, por lo tanto, que no abandonará nunca la esperanza de que su valor, como alma inmortal, está intimamente ligado a la historia de Francia. Y porque este católico francés es además un poeta, un poeta ante todo, su visión espiritual y su esperanza temporal están firmemente moldeadas por la experiencia de su patria. Creo que esto debe ser suficiente, dado el breve espacio de que dispongo, para que nos demos cuenta de la calidad de este libro. Es una crónica orgánica de Francia, porque la sagaz discusión de los acontecimientos y sus causas revela hechos importantes que están más allá de esos acontecimientos y esas causas.
Para el lector que conoce la prosa intrincada de la obra de Maritain, este pequeño volumen es un racimo de filamentos que nos trae y nos lleva de aquí para allá entre sus doctrinas sociales y religiosas. Sin embargo, el lector cuidadoso podrá darse cuenta enseguida de que el ensamblaje de los datos es sobre manera convincente aun cuando ninguno de ellos, por separado, le parezca novedoso.
Por W atdo F R A N K
Analiza, por ejemplo, la caída de Francia: la confusión y la decadencia política, el divorcio entre el pueblo y sus gobernantes, la trágica farsa de los generales de Maginot que se habían preparado para la últim a guerra, y la insuficiencia de la producción industrial. Explica la psicología de la derrota fulminante y la psicología del pueblo bajo la atmósfera asfixiante de los nazis. El pensamiento aqui no tiene más información que la que suele tener un periodista o el novelista de moda, pero se mueve sin embargo dentro de unas dimensiones que ignora la gente frivola. El Sr. Maritain lleva el maquiavelismo hasta sus últimas conclusiones, hasta fructificaren la falsa religión del separatismo político del que participan los liberales, los comunistas, los socialistas, los nazis y los católicos de V ichy. Ve la caída de Francia, la caída del régimen burgués, pero no dice donde está la causa principal y especifica del desastre; tiene un sentido demasiado orgánico de la vida para aventurarse en esto. El error y el pecado, dice, están presentes siempre en todas las situaciones humanas. De esta manera, frente a los hechos, es tan fácil como falso, dignificar un desastre. En el capítulo sobre la derrota del pueblo de Francia, su esperanza se debilita bastante ante el análisis de los peligros (que nosotros los americanos tememos también), los cuales han hecho de su amada Francia un país tan vulnerable como no lo fue nunca en su historia gloriosa y milenaria. El poeta es un psicólogo-realista, que explica porqué su ideal ha tomado la forma religiosa.
Tal vez el defecto principal del libro está en que resulta demasiado precipitado y alusivo en la exposición de los hechos. Presupone en el lector un conocimiento de Francia y del autor, que tiene sin duda el francés porque es parte de un público que posee una memoria cultural, de un público que no existe en los Estados Unidos del Norte. Yo no puedo aquí, desde luego, analizar este libro. Me conformo con hacer una sola pregunta. El Sr. Maritain dice: el pueblo francés estaba desmoralizado politicamente, no moralmente. «No había perdido», declara, «sus virtudes naturales» y realmente, durante la última década, gozaba de un renacimiento intelectual y espiritual. Se esfuerza, por consiguiente, en separar la corrupción de todos los líderes políticos y sus ideologías -com unista, socialista, burguesa liberal, católica reaccionaria- de la pureza del pueblo. Si fuese ésta la sencilla expresión emocional de un hombre de Francia ante la agonía de su pueblo, nuestro deber seria mostramos respetuosa y humildemente silenciosos. Pero Jacques Maritain es un soldado tan grande del espíritu humano que no puede solicitar de nosotros semejante indulgencia. Su profunda insistencia sobre la salud moral y espiritual del pueblo católico, no es más que la defensa implícita de la religión del pueblo. Y en su insistencia sobre este proceso de separar la esencia del acto, la virtud natural y espiritual, de la historia inmediata, stento y temo la presencia de un ideal cultural que ha venido a ser la enfermedad de Francia, su grande y amada patria, y de la cual participa también Jacques Maritain.
En 1936, cuando la revolución del mundo fascista echó su zarpazo sobre España, un judío, León Blum, era el primer ministro de Francia. M. Blum no supo cumplir con su deber, el cual era dar a la República Española toda la ayuda necesaria. Sabía que debía hacerlo pero tuvo miedo. Y tuvo miedo porque Londres al oeste, Hitler al oriente y sus propios fascistas dirigiendo el ejército y la industria en su misma casa, amenazaban con la guerra si él ayudaba al pueblo español «¿Cómo iba un judío a provocar una guerra en Francia?» gimió el Primer Ministro sobre los hombros de sus amigos. Mr. Maritain convendrá, sin embargo, en que si León Blum hubiese sido otra clase de judío, un verdadero y digno sucesor de los Profetas, hubiese arriesgado la guerra civli antes que traicionar a la humanidad y a la justicia. Para sostenerle, hubiese contado con el pueblo de Francia y de Inglaterra. Y hubiese dicho a su Dios y a su nación: «No puedo hacer otra cosa» Pero claro es que si León Blum hubiese sido esta clase de judío, no habría llegado a ser
nunca el jefe de! Partido Socialista Francés ni el Primer Ministro de Francia. Quiero decir, en conclusión, que la debilidad de este gobernante estuvo ligada siempre al estado espiritual de sus electores. El pueblo francés es el más inteligente y el de cultura más amplia de todos los pueblos de la tierra. Y sabía que las grandes figuras que dirigían el ejército y la armada eran fascistas emboscados que odiaban la República. Sabía también que un grupo semejante de «defensores» profesionales que había jurado fidelidad a la República Española, estaba asesinando a España ante sus ojos. Generales y oficiales todos, católicos devotos, que tenían la misma religión de su pueblo.
En 1938 yo regresaba de Barcelona a París. Llegué a Perpignan un domingo por la mañana: el honrado pueblo de Francia llenaba los cafés, rollizo y alegre, a la sombra de la tragedia española. Todos sabían lo que pasaba y todos decían: «¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?» Durante algunas semanas había sido un sueño para mí el pan blanco, la mantequilla y la cerveza fría, un sueño que me esperaba en Francia. Me senté entre aquellos franceses bien alimentados y le pedí a un camarero... m i sueño. Salí del café sin tocar la com ida. Y en aquel momento, lleno de náuseas y de profecías, me di cuenta de que Europa no medraría jamás con el martirio de España porque el pueblo de Francia no era digno de ninguna salvación.
La podredumbre general que implica el desastre de Francia va mucho más profunda de lo que Jacques Maritain concede. Más profunda que la estupidez y venalidad de los políticos era el enorme cinismo que ya caracterizaba a París en 1935 como una ciudad semifascista. No por razones inorgánicas confiaron los soldados y los ciudadanos de la Francia libre y vigilante, la defensa de la patria a generales católicos y reaccionarios. Y los habitantes de Perpignan no bebían inconscientes sus vinos frescos a la sombra de la tragedia española. Cuando a un pueblo tan inteligente y tan fuerte como el francés se le paralizan la razón y las manos, la misión del poeta-filósofo, es buscar la causa de esta parálisis, precisam en te donde Jacques Maritain no quiere buscarla: en la religión del pueblo.
Saltan aquí preguntas demasiado profundas para ser formuladas siquiera en una breve reseña; preguntas urgentísimas para nosotros que carecemos de tantas de las virtudes de Francia y que tenemos todas sus flaquezas. Pero lo más importante del libro de Jacques Maritain, para nosotros, es que nos empuja hacia estas preguntas y nos obliga a encaramos con ellas.
N E C E D A D M A N I F I E S T A
En el órgano de propaganda que las huestes de Franco editan en Paris ha aparecido un Manifiesto a los Intelectuales Españoles firmado por algunos intelectuales franceses. Figuran entre ellos Paul Claudel, Francls Jammes, Henry Bordeaux, Léon Daudet, Henri Massis, Maurice Legendre, en compañía con cierto número de personajes representativos y vistosos, académicos, embajadores, generales, almirantes.
Se trata, evidentemente, de contrarrestar en alguna medida el enorme peso de la intelectualidad francesa en verdadero ejercicio que, indignada ante los sucesos españoles, milita a favor de la República. Resulta así que mayor fuerza ofrece en realidad este Manifiesto por los nombres cuya ausencia evoca en huecorrelieve, y cuya lista es innecesario recordar, que por los que en él figuran.
Pero, muy acomodado en su ocaso, esto a «Occident» no le inquieta. Ni a sus integrantes tampoco. De lo que al parecer se trata es de dar pruebas de mesura y alta ecuanimidad «colocándose por encima de toda política». Ahora bien, «colocarse por encima de toda política» equivale para estos intelectuales, a abrazar la causa sin duda apolítica del franquismo. Lo cual, para los menos inmortales, equivale a situarse por debajo de toda buena lógica. Cierto es que, de un modo parecido, hace ya tiempo que intentan convencemos a fuerza de reiteraciones que invadir el territorio de una nación libre, arrasar sus pueblos, pasar por las armas a sus habitantes, apoderarse de sus fuentes de riqueza, es todo menos hacer la guerra. A tan sumo grado de inteligencia han llegado a su entender, ciertas personas, que su voluntad cree gozar, en virtud quizá de la asistencia eclesiástica, de los privilegios de la voluntad divina. Piensan así que, a su particular antojo, o sea, al de sus conveniencias privativas ya de persona, ya de grupo, le es dado decretar qué es lo que una cosa es y qué es lo que no es. Proceden en definitiva como si todo fuese cuestión de palabras. Mas lo cierto es que, para quienes así piensan y se conducen, la realidad objetiva se
ha convertido en banalidad subjetiva subordinada a las necesidades de un elemento rebelde al rigor ineluctable de la lógica. Lo cual no es sino una de las formas triviales del dia- bolismo.
Fruto de esta posición, el Manifiesto a los Intelectuales Españoles constituye, pura y llanamente, una maniobra fraudulenta cuyo objeto es granjear para el franquismo la voluntad de aquellas gentes incapaces de desentrañar por sí mismas el contenido justo de una proposición y para las que el relumbre de ciertos nombres extranjeros constituye un argumento concluyente, el atractivo cebo de la trampa. Lo que se persigue en realidad es restar partidarios al campo adverso, afirmando, naturalmente, que se está por encima de toda política partidaria. ¿Qué armas son las empleadas en tal operación? El disimulo, la falacia, la ambigüedad, la tergiversación, el equívoco, la inexactitud, un elevado número de vicios discursivos que ni siquiera aspiran a la categoria de sofismas, y aquellas peticiones de principio convenientes para prestar al conjunto cierta apariencia de argumentación sólida.
Bellas y agradables cosas han podido escribir y hacer con anterioridad los firmantes del Manifiesto. Pero ello ni quita ni pone nada al verdadero valor de su contenido. El cual constituye una ejecutoria de indigencia mental y moral que a sí mismo se han otorgado sus autores. Y a la vez, un testimonio de la perversión lógica de que es capaz el banditismo intelectual siempre que defiende sus intereses de clase, sean los que fueren. No será el peso de unos cuantos nombres más o menos afamados lo que modificará el mecanismo lógico para que deje de llevar a conclusiones que son automáticas e independientes de toda acepción de persona.
El caso es que el documento en cuestión, tras un alegato compuesto de vagas y equívocas generalidades ceñidas al pasado de España y que no parecen referirse a ninguno de los bandos en conflicto, cae de repente en las siguientes conclusiones: «No podemos menos
de desear el triunfo, en España, de lo que representa actualmente la civilización contra la barbarie, el orden y la justicia contra la violencia, la tradición contra la destrucción, las garantías de la persona contra la arbitrariedad».
Palabras son estas que en rigor podrían juzgarse a favor de la República Española puesto que describen en forma positiva su constitución interna, si no fuese patente, por conocida de antemano, la intención de sus autores, y si el Manifiesto no hubiese visto la luz en «Occident», el periódico de Franco, ilustrado con otras frases aclaratorias, dispuestas en orla y debidas a los mismos manifestantes. Por todo lo cual, la maniobra de estos eximios «hors la logique» puede calificarse no sólo de estafa intelectual, sino de fraudulenta suplantación de persona histórica.
No se nos acuse de descortesía. No hay consideración posible cuando se trata de la verdad. Y la verdad es que basta someter las afirmaciones trascritas del Manifiesto al reactivo de la realidad objetiva para obtener los siguientes resultados:
Civilización es para estos intelectuales renegar de la inteligencia, menospreciar su virtud creadora, haciendo caso omiso de sus medios espirituales de operación, para acogerse al argumento de la Fuerza irracional, desencadenada, sin detenerse ante el crimen con tal de obtener sus fines. No es otra la actitud de Franco y, por tanto la de cuantos hacen causa común con él.
Por el contrario, barbarie es oponerse al imperio de la fuerza, es aspirar a un régimen de razón, más espiritual por consiguiente, que no puede ser tal si no es razón de todos, es decir, del pueblo.
Es propio de la civilización violar la ley, transgredir las normas fundamentales del Derecho, el cual corresponde, por lo visto, a una época pre-civilizada o de barbarie. En el concepto de «civilización» que sustentan estos intelectuales no hay más ley que la de la Fuerza, la ley de las selvas, orden de cosas al que no vacilan en llamar «civilización cristiana».
La agresión y la guerra constituyen el orden; la defensa de la razón el desorden.
La resistencia contra la agresión no puede ser legítima. Lo legítimo es la agresión. Cri
men es defenderse, defender Madrid, defender la Ley.
Producir el desorden espantoso que trajo consigo la sublevación facciosa, es dar pruebas de profundo amor al orden. Oponerse al quebranto de los principios fundamentales del Estado es incurrir en el mayor de los crímenes, hacerse reo de muerte.
Desencadenar la guerra en complicidad con potencias foráneas adictas al imperio de la Fuerza, y anunciando que se está dispuesto a fusilar a una muchedumbre de españoles por el delito de no rendirse a la voluntad inicua de esa fuerza, es ser pacífico, español civilizado, manso y humilde de corazón. Por el contrario, oponer una barrera al paso de ese delirio de destrucción es culpable violencia, digna de exterminio.
Justicia es provocar el estado de caos producido por la subversión de las fuerzas llamadas a mantener el orden, es dejar al pueblo indefenso a merced de los instintos de violencia que, después de bien azuzados, ha puesto en libertad dicha subversión, y luego hacer responsable al pueblo agredido del desorden de que es víctima. Y entonces ensañarse contra ese mismo pobre pueblo. Así procede, según estos intelectuales, la Justicia cristiana.
En cambio, tradición es traer los moros a la península imitando, se conoce, al Conde Don Julián, y no lo es defenderse de ellos hasta expulsarlos como hizo el pueblo español, en virtud de su cristianismo, a lo largo de la Edad Media. Defender la tradición y la civilización española obliga a hacer causa común con los empuñadores de la espada del Islam, propugnadores de «la guerra santa» contra la que España no sólo combatió durante ocho siglos de guerra natural, sino que empleó los recursos económicos que adquirió en América. Así se obtuvo la victoria de Lepan- to que siempre fue tenida por triunfo de la cristiandad.
Defender Madrid es destruirlo, en tanto que lo tradicional y constructivo es bombardearlo diariamente, bombardear sus edificos, sus calles, sus museos.
La garantía de la persona está, por lo visto, sostenida por aquellos que teniendo en sus manos todas las fuerzas del orden las emplean en fusilar a mansalva, consciente y slste-
máticamente a quienes no admiten sus puntos de vista. Así en nombre de la persona se ha fusilado a García Lorca entre tantas gentes en Granada, a los dos mil ejecutados de Badajoz y a las innumerables víctimas, incluso sacerdotes, mujeres y niños cuya sangre ha regado metódicamente, por orden o con consentimiento oficial de quien disponía de medios para impedirlo, el suelo español.
Parece ser que el resto es arbitrariedad.¿No es esto admirable? Arbitrariedad.¿Para qué insistir? La inversión de térmi
nos es demasiado flagrante. A las tinieblas se las llama luz, a la luz tinieblas.
Triste puñados de intelectuales reaccionarios a los que no es preciso juzgar ya que se condenan ellos mismos con sus mortales contradicciones. Pobres Intelectuales en los que la inteligencia se desvía de su objeto o función que es percibir la Realidad, para defender en cambio las conveniencias de un estado social cuya suprema razón es la Fuerza. Muy estilados, muy enguantados, correctísimos, aso sí, como los lacayos de vieja casa grande.
Sería para desesperarse, para hundirse en el dolor que tan graves desórdenes producen en el ansia de verdad que late en el fondo de cada hombre, si el modo de pensar de estos seudo intelectuales, así como aquello que representan, tuviese alguna probabilidad de triunfo. No es así, sin embargo. Es el suyo un estado de ser comparable al de la leña seca, separada de la circulación inmediata de la vida, buena para el fuego. El estado de espíritu de Occidente, dél mundo crepuscular que, como su nombre lo certifica, desaparece. La Historia se encargará de demostrarlo.
Por otra parte, la intervención de estos intelectuales nos ofrece la ocasión de llegar una vez más a las siguientes conclusiones:
1. °/ No hay en realidad posición intelectual neutra en estos conflictos de ruptura irreparable. Las pretendidas posiciones neutras, como en este caso es particularmente visible, no son sino el modo hipócrita, cobarde, de ponerse al servicio de la empresa rebelde.
2. °/ Para defender la causa de Franco es preciso hacer previa abdicación de las luces del entendimiento. El hecho de que intelectuales de cierta importancia y renombre tengan que acudir a medios tan poco dignos es la mejor prueba de que la suya es una causa espiritualmente perdida.
3. V Si estos intelectuales cumplieran verdaderamente su función intelectual lo primero que comprenderían, aplicando precisamente los principios esenciales de la civilización que pretenden defender, es que su actitud espiritual, así como la material de Franco, corresponde teológicamente al espíritu de Lucifer, el Angel rebelde y egoísta de las tinieblas, portador de la luz, de la que no tiene conciencia, y predestinado a desaparecer en cuanto haya sido cumplida su misión exterminadora, estimulante de la creación. Sabrían que militan en el séquito caudal de ese principio demoníaco llamado a transformar las cosas, a propagar la luz que a él mismo, puesto que es concreción de las tinieblas, le condena a muerte, al modo como la leña sustenta el fuego que la consume. Y se darían cuenta de que, por muy generales, por muy embajadores, por muy ilustres escritores imaginativos que parezcan, su verdadera, su exquisita realidad, es la de hacer oficio de pobres, muy pobres diablos.
T riste p u ñ a d o d e in te le c tu a le s re a cc io n a r io s a lo s q u e no es p re c iso ju z g a r y a q u e se co n d en a n e llo s m ism o s con su s m o rta le s co n tra d icc io n es . P o b re s in te le c tu a le s en lo s qu e la in te lig e n c ia se d e sv ia d e su o b je to o fu n c ió n q u e es p e rc ib ir la R e a lid a d , p a r a d e fe n d e r en c a m b io la s c o n ven ien c ia s d e u n e s ta d o so c ia l c u y a su p rem a ra zó n es la F u erza . M u y e s tila d o s , m u y e n g u a n ta d o s , correctísim os, eso s í , co m o lo s la c a y o s d e v ie ja c a sa g r a n d e .
CONTRASTES MADRILEÑOS
Por F. VALDES LEAL
Madrid se había convertido en el punto de mira y de esperanza de los hom bres libres. La fiera facciosa, aprisionada en el lazo tenue del M anzanares, reflejaba en su s aguas los sobresaltos de su agonía. A troz, d iariam ente, M adrid era bombardeado. En aquellas sum as profundidades del o toñ o llovían sobre la capital de España las bom bas y los ob u ses y por las calles corria la sangre con que se escriben las grandes epopeyas.
M ientras tanto, una propaganda desalm ada organizaba racionalm ente la explotación técnica de la calum nia, y por cada bom ba d isparada sobre Madrid se echaba a rodar por el m undo una im putación infam e. N unca la v ileza había llegado a m ás frenéticos arrebatos. ¿Qué no se habrá dicho sobre Madrid con vertido asim ism o en el estercolero espiritual de la im aginación fascista? M e acuerdo, por ejem plo, haber leído en un periódico francés de extrem a derecha una descripción detallada de cóm o en aquel tiem po se desm andaban por su s calles cuadrillas de m ozalbetes que asaltaban a las señoras y am enazaban con morder y , por tanto, inocular la tem ible en ferm edad venérea que todos ellos padecían, a los transeúntes que trataban de contrariar la sa tisfacción en público de su s lúbricos apetitos.
Madrid, no era bastante tu suplicio enorme y puro. Todos en ti tenían que poner sus manos, -si hemos de seguir llamándolas de esta manera para no desfigurar la sagrada cita-. Uno a uno, delante de ti que eras la verdad viviente, tenían que venir a verse tal como eran, reflejados en el puro cristal bruñido de tu cielo. Allí, brillante como un espejo, se afilaba el tajo que separa la vida de la muerte, convirtiéndote, Madrid, en la patria de los contrastes. ¿No eras tú mismo el fiel contraste de la Verdad manifiesta en el milagro viviente de tu latido? «
* * *
Un ejemplo entre muchos:Ha informado al mundo-y se ha negado
luego a rectificar- el Osservatore Romano (24/1/38), periódico que goza del prestigio informativo que le confiere la Suma Autoridad a cuya sombra vive, que «dos mi! manuscritos y cinco mil grabados han desaparecido de la Biblioteca Nacional. El Centro de Estudios Históricos ha sido disuelto y la mayor parte de los archiveros bibliotecarios asesinada», añadiendo, por otra parte, que «las publicaciones católicas han sido substituidas por publicaciones pornográficas», etc.
Sometidas al fiel contraste de Madrid ¿qué clase de oro arrojan estas informaciones?
Por lo que se refiere a la Biblioteca Nacional el mundo entero sabe que la notica es falsa, sevillana como en España se decía por las monedas y como desde que Queipo instauró su imperio radiofónico se dice por las noticias. No ha desaparecido ni un grabado ni un manuscrito. Muy al contrario, la serie de medidas adoptadas desde el primer momento en defensa del patrimonio bibliográfico han dado como consecuencia no sólo que los fondos de la Biblioteca Nacional permanezcan íntegramente intactos, sino que hayan sido acrecentados por la recuperación de no pocas joyas bibliográficas sustraídas con anterioridad en beneficio de coleccionistas poco escrupulosos. De este modo han aparecido en poder de personas de nombres a veces ilustres no pocos libros raros marcados con los sellos de la Biblioteca Nacional o de la Academia de la Historia. Al mismo tiempo, merced a la Intervención de los organismos competentes, han logrado ser protegidas contra los gravísimos riesgos de la guerra las bibliotecas particulares más valiosas, inventariadas a medida que se fueron recogiendo.
Por otra parte, el Centro de Estudios Históricos de Madrid jamás ha sido disuelto. Desde que estalló la insurrección continuó y
continúa funcionando, aunque en parte, para mayor eficacia de su función, haya sido trasladado a Valencia. Los numerosos archiveros y bibliotecarios que en él trabajaban -así como los otros-, continúan en sus respectivos puestos o en otros semejantes. Más aún, alguno de ellos ha creído servir mejor a la cultura abandonando temporalmente sus estudios para figurar como voluntario en el frente de batalla contra un enemigo que es al mismo tiempo enemigo del pueblo y de la inteligencia. De todos modos, la mejor prueba de que el Centro de Estudios Históricos no ha interrumpido sus trabajos nos la proporcionan las publicaciones científicas -libros y revlstas- que, aunque a ritmo menos acelerado, ha seguido editando.
Existe sobre todo una publicación realizada en Madrid en la primavera de 1937 que poca gente conoce y que, por su naturaleza particular, merece consideración aparte. El tratado «De Virginitate Beatae Mariae» de San Ildefonso. Historia de su tradición manuscrita, texto y comentario gramatical y estilístico, por Vicente Blanco García, Profesor Ayudante de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, -presbítero por más señas. Sí, por muy sorprendente que parezca, el tratado sobre la Virginidad de Santa María escrito por un Arzobispo de Toledo en el siglo VII, es decir en aquellos remotos y felices tiempos en que, no habiendo aún penetrado los moros en España, más parecía incumbencia de los Arzobispos de Toledo la especulación sobre altos problemas teológicos que el exterminio de sus rebaños, se publicó en Madrid al tiempo que su actual sucesor predicaba la guerra santa y el paso a cuchillo de su pueblo. El contraste no puede ser más gustoso.
Aunque no menos gustoso sea el que encierra la pregunta que en este instante se formula por sí sola: la Virginidad de Santa María ¿habráse convertido para el Osservatore en un asunto pornográfico?
* * *
Tiene este libro cerca de trescientas páginas dedicadas al estudio de los 24 manuscritos que conservan en el mundo el texto latino
de este tratado -varios de los cuales se reproducen en las ilustraciones intercaladas-, y al de su materialidad lingüística. Cuando estalló la sublevación se encontraba en lista para ser publicado. Ya pesar de todo, es decir, a pesar de las doctrinas y de las empresas del actual Arzobispo de Toledo, Primado de España, lo fue. Y lo fue en la imprenta de Rivadeneira, en el Paseo de San Vicente, frente al campo del Moro, a cortísima distancia de las líneas enemigas. Los obreros del sindicato de tipógrafos, calumniados como los demás obreros de Madrid, exponían diariamente su vida para bajar la cuesta de San Vicente, sorteando las balas de las ametralladoras facciosas apostadas en la Casa de Campo, y entregarse a las diversas operaciones exigidas por la edición de trabajo tan erudito. Su asunto no podía menos de sorprenderles. Mas avisados de que se trataba de una publicación científica, lejos de oponer dificultades, llevaron a cabo su impresión complacidamente. ¿No es éste un heroico acto de fe en la cultura realizado por quienes, incultos, no vacilan en arriesgar por ella su vida? ¿Es esto sectarismo? ¿O barbarie acaso?
Coincidencia notable. Uno de los cinco hermosos cuadros del Greco llamados de Illescas de que tanto se ha hablado últimamente al ser recogidos, salvados y restaurados por la Junta del Tesoro Artístico, representa a San Ildefonso ante una imagen de la Virgen en trance de elucubrar este su estudio. ¿Mas cómo extrañarse de que tal coincidencia se haya producido en Madrid, ciudad de nombre predestinado, cuando ella misma está escribiendo con su sangre el tratado milagroso de su virginidad, de su maternidad y de su martirio?
No se busque en este volumen ningún colofón jactancioso. Ni llamativo, ni hipócritamente mesurado, no lo tiene. Modelo de sobriedad, esta publicación no se distingue de las anteriores de la Junta más que por su fecha puesta naturalmente al pie de la portada: 1937. De este modo revela el auténtico carácter de Madrid, su dignidad profunda, enemiga de toda concesión al sub-humano gallinero. Por encontrarse más allá de las bajas contingencias, le ha sido dado a esta ciudad alcanzar la sublimidad heroica en que toman
cuerpo y alma los grandes mitos.
Salgamos al paso de una objeción. La mejor prueba de que este libro no se publicó con miras a la propaganda la tenemos en que nunca desde hace más de un año que apareció, y aunque haya podido perderse la guerra muchas veces, ha sido utilizado con aquel fin. Ahí se encuentra vuelto hacia la posteridad, sencillamente, como un testigo silencioso.
revelando el espíritu que prevalecía en la capital de España. Ni más ni menos.
* * *
-Fiel contraste de Madrid, las noticias del Osservatore ¿eran de oro?
-Sí, del del moro.
(D e « L a Voz d e M adrid» , París, 1938).
JOSE RIZAL, PEREGRINO DE E S P A Ñ A P E R E G R I N A
(No; no es un anacronismo de esos juncales de El difícil paraíso ni de esos maeztuosos de la Defensa de la Hispanidad. José Rizal fue un peregrino de España Peregrina; como lo fueron los protestantes de la España del Siglo XVI; como los liberales de los tiempos de la Sanluisada; como los refugiados de hoy. El franquismo de la aristocracia tabernaria y de la caverna vaticana esconden el crisol de España Peregrina. Es demasiada luz y demasiada verdad para espíritu tan pobre y tan falto de nobleza. Y al cristalizarse el alma hispánica en su molde -más que molde es consigna- de España Peregrina, surge el hecho histórico con toda su inevitabllidad y todas sus transcendencias en los espíritus que han luchado y luchan por lo hispánico sin manchas, sin cambiazos y sin frailazos. He aquí, en Rizal, un genuino representante de ese hecho histórico. Es la «constante» de España Peregrina. Porque Rizal fue un auténtico
tagalo que llevó dentro de sí el auténtico espíritu de las Españas. Su fusilamiento el 30 de diciembre de 1896 en el campo de Bagumba- yan de Manila es la jaculatoria de ese espíritu que le guió en sus actos y en su pensamiento. Y en unas páginas de Elfilibusterismo (págs. 245-247, 3.a ed., Manila, 1908) ha quedado grabado el peregrino de España Peregrina para siempre y para condenación de sus asesinos. Ahí va:)
«Hubo un momento de pausa. El alto empleado tenía la cabeza baja. Después, como si tomase una decisión, la levantó, miró al General fijamente y, pálido y algo tembloroso, dijo con energía reprimida: -¡No importa, mi General, nada importa eso! V. E. no ha sido elegido por el pueblo filipino, sino por España, razón de más para que V. E. trate bien a los filipinos, para que no puedan reprochar
nada a España. ¡Razón de más, mi General! V. E. al venir aquí ha prometido gobernar con justicia, buscar el bien...
-¿Y no io estoy haciendo?- preguntó exasperado S. E. dando un paso; ¿no le he dicho a usted que saco del bien de uno el bien de todos? ¿Me va usted ahora a dar lecciones? Si usted no comprende mis actos, ¿que culpa tengo yo? ¿Le fuerzo acaso a que participe de mi responsabilidad?-TSin duda que no! -replicó el alto empleado irguiéndose con altanería-; V. E. no me fuerza, ¡V. E. no me puede forzar a mi, a mi que participe de su responsabilidad!. La mía la entiendo de otra manera, y porque la tengo voy a hablar, pues me he callado por mucho tiempo. ¡Oh, no haga V. E. esos gestos, porque el que aquí haya yo venido con este o aquel cargo, no quiere decir que abdique de mis derechos y me reduzca al papel de esclavo, sin voz ni dignidad!. Yo no quiero que España pierda este hermoso imperio, esos ocho millones de súbditos sumisos y pacientes que viven de desengaños y esperanzas; pero tampoco quiero manchar mis manos en su explotación inhumana, no quiero que se diga jamás que, destruida la trata, España la ha continuado en grande cubriéndola con su pabellón y perfeccionándola bajo un lujo de aparatosas instituciones. No; España para ser grande no tiene necesidad de ser tirana; España se basta a sí misma; ¡España era más grande cuando sólo tenía su territorio, arrancado de las garras del moro! Yo también soy español, pero antes que español soy hombre y antes que España y sobre España está su honra, están los altos principios de moralidad, los eternos principios de la inmutable justicia! ¡Ah, usted se asombra de que piense así, porque usted no tiene idea de la grandeza del nombre españoi, no la tiene usted, no; usted lo identifica con las personas, con los intereses; para usted el español puede ser pirata, puede ser asesino, hipócrita, falso, todo, con tal de conservar lo que tiene; ¡para mí, el español debe perderlo todo, imperio, poderío, riquezas, todo antes que el honor! ¡Ah, señor mío! Nosotros protestamos cuando leemos que la fuerza se antepone al derecho, y aplaudimos cuando en la práctica la vemos hipócrita no sólo torcerlo sino ponerlo a su servicio para imponerse...
¡Por lo mismo que amo a España, hablo aquí y desafío el fruncimiento de sus cejas! ¡Yo no quiero que en las edades venideras sea acusada de madrastra de naciones, vampiro de pueblos, tirana de pequeñas islas, porque sería horrible escarnio a los nobles propósitos de nuestros antiguos reyes! ¿Cómo cumplimos con su sagrado testamento? Prometieron a estas islas amparo y rectitud, y jugamos con las vidas y libertades de sus habitantes; prometieron civilización y se la escatimamos, temiendo que aspiren a más noble existencia; les prometieron luz, y les cegamos los ojos para que no vean nuestra bacanal; prometieron enseñarles virtudes y fomentamos sus vicios; y en vez de la paz, de la riqueza y la justicia, reina la zozobra, el comercio muere y el escepticismo cunde en las masas. Pongámonos en lugar de los filipinos y preguntémonos qué haríamos en su caso. ¡Ay! En su silencio de usted leo su derecho de sublevarse, y si las cosas no se mejoran se sublevarán un día y a fe que la justicia estará de su parte y con ella la simpatía de todos los hombres honrados, de todos los patriotas del mundo. Cuando a un pueblo se le niega la luz, el hogar, la libertad, la justicia, bienes sin los cuales no es posible la vida y por lo mismo constituyen el patrimonio del hombre, ese pueblo tiene derecho para tratar al que así le despoja como al ladrón que nos ataja en el camino; no distingos, distingos no valen excepciones, no hay más que un hecho, una propiedad, un atentado, y todo hombre honrado que no vaya de parte del agredido, se hace cómplice y mancha su conciencia. Sí, yo no soy militar, y los años van apagando el poco fuego de mi sangre; pero así como me dejaría hacer pedazos por defender la integridad de España contra un invasor extranjero o contra las veleidades injustificadas de sus provincias, así también le aseguro a usted que me pondria del lado de los filipinos oprimidos, porque antes prefiero sucumbir por los derechos hollados de la humanidad, que triunfar con los intereses egoístas de una nación, aún cuando esta nación se llamase como se llama España».
(Finís y Requiescat in pace el P. Nozaleda. Por las indirectas y el texto:)
Donoso DESCORTES.
DE LO INOLVIDABLE
PRESENCIA DEL POETA
Sobre la tumba de Guillermo Apollinaire, poeta y soldado de Francia, ha habido flores como de costumbre en este decimonono aniversario de su muerte. Se han congregado en tomo no pocos viejos amigos y compañeros con objeto de avivar la llama de un recuerdo que no ofrece, sin embargo, peligro alguno de extinguirse. Mas en este año de confusión se ha manifestado allí, gracias a un nimio incidente, la presencia del Poeta mismo, venido a sostener los rasgos que dieron fisonomía espiritual a su persona.
El modo como esto ocurrió no pudo ser más sencillo.
Se encontraban en el cementerio del Pére La- chaise ese día varios grupos de artistas, críticos, admiradores, camaradas. Muy curioseado en m edio de sus satélites estaba allí Marinetti, gran Jerarca intelectual de la Italia fascista. N o lejos, en otro grupo de apariencia más modesta se hallaba Picasso cuyo lugar era aquél en aquella hora. Y de repente he aquí que, ostentoso, henchido de sí mismo, el porta-oprobio del fascismo ultrajante se adelantó hacia el pintor español con la mano tendida y profiriendo en voz alta:
-Supongo que ante la tumba de Apollinaire no tendrá usted inconveniente de estrecharme la mano.
A lo que respondió Picasso:-O lvida usted que estamos en guerra.Y públicamente le volvió la espalda.Así, sencillamente, se expresó por boca del
pintor español el espíritu de aquel que fue víctima de la guerra, el P o eta A sesinado. ¿No combatió acaso Apollinaire en defensa de los valores espirituales contra la ley Inicua de la fuerza, por la Paz contra el germanismo bruto? Sin embargo, he aquí que sobre esa tumba, sobre su despojo mortal, la misma Bestia que le dio muerte lleva su infamia hasta desnaturalizar el sentido de su memoria. Embriagada hoy con la sangre que inunda los campos y pueblos españoles, Ella, la Mentirosa, que representa la antítesis de cuanto en vida defendió Apollinaire, no ha encontrado nada mejor que adueñarse de su tumba para servirse de ella como de un arma negra, templada en su bajeza propia, para atentar a traición contra la verdad de su espíritu, para asesinarlo alevosamente por vez segunda, agraviando de paso el puro amor de Francia. Con alarde de carencia absoluta de sentido moral, el invasor de España, asesino de su pueblo, no retrocede ante el dolor natural del hombre;
aun tiene que aprovecharse de lo que hay en él de ocasión suma de ofensa. Presupone al individuo sumido en ese pleno envilecimiento -que es el suyo- necesario para amistarse con el verdugo de su pueblo, para prestarse a ese vergonzoso comercio de apretones de manos, de inmundos pactos individuales solamente posibles fuera del ámbito caritativo de la Justicia, cuando la persona está muerta del todo en el Espíritu. Mas frente a ese maquinismo vano de Marinetti, de ese maqumismo infernal, deificado, que en vez de procurar el desarrollo del Hombre y de los hombres, trata de someterlos a una esclavitud sin esperanza, se ha alzado la actitud del Poeta mismo, de aquel que no puede ser objeto de muerte puesto que, muerto en apariencia, cambia de voz y de nombre para hacerse presente, como el recuerdo de la zarza ardiendo, al borde de la tumba.
Pudo esta presencia manifestarse así porque la raigambre española de Picasso llevaba muy profundamente clavada la muerte de Federico García Lorca, real y verdadero P oeta A sesinado. Asesinado por la mano fascista, la misma que comete ahora la impudicia de tenderse. Apollinaire y García Lorca se han reunido así en la cumbre de un instante. Entre ellos ha saltado la descarga poética. Y Picasso, transfigurado como una palabra encendida por la voz de la sangre, ha vuelto las espaldas. Porque de este modo la mano ensangrentada por su crimen, ha quedado allí sin recoger, colgada en el aire, rindiendo honores en un saludo fascista, sobre la tumba del Poeta. Esta es la flor que desde hoy para siempre ha dejado Picasso sobre la tumba de Apollinaire, soldado de Francia.
Porque la mano, símbolo natural de las acciones, la mano fascista y la mano de Marinetti, llevan la marca de la Bestia y no pueden ser estrechadas sino por quienes, abstraídos por sus torpezas particulares, son capaces de olvidar que hoy en el universo humano ha estallado una guerra entre dos mundos que se excluyen. Esa mano y esa acción ostentan la misma marca, el mismo estigma degradante de la Bestia. Y entre esa mano, esa acción, y la Conciencia humana, se extiende un abismo, el tenebroso y enconado abismo de donde ha surgido ese ser atroz y mandlbuiario, amo y señor vuestro, Marinetti, -^Quijada de Asno al servicio de un Sansón de opereta-, encarnación del delirio de grandezas de la Roma Inicua que hoy vuelve en regüeldo con hedor de fuego fatuo a vagar sobre los labios del mundo. En esos mismos labios don
de pronto ha de articularse la Palabra.¿Cómo podríamos no estar en guerra, Bestia
-B ellua- Bestia, en un rebotar de catarata de hombre a hombre, de siempre a siempre, puesto que la guerra es su substancia? ¿Quién sino Su Bestialidad ha podido obcecar a, esa cuadrilla de obispos malos pastores hasta convertirlos en lobos matarifes de su propio rebaño? ¿Quién sino Ella ha atizado el orgullo satánico de los generales rebeldes impulsándolos al exterminio de aquel pueblo suyo cuya defensa constituía la razón única de su existencia? ¿Quién sino Ella podía decidir a los Grandes Necios de España a renegar del alma popular, el bien nacional por excelencia, su principio y fundamento, su sola y verdadera patria? He aquí cómo a la sombra de esa Bestia, parricidas y caínes se han dejado fascinar por el señuelo rojo que les dicta su irracional y sanguinario subjetivismo manejado desde afuera, embistiendo con el alma corta, pedregosa y dura en la que se contienen por condensación todas las rigideces de la muerte. ¿Cómo podríamos no estar en guerra? Hasta el fin que es fin de mundo. Hasta que la aurora triunfe por igual en el corazón de todos los vivientes, y sea así la caridad un hecho consumado. Y reine en su magno esplendor la Vida.
No era posible que Picasso, como español, olvidara realidad tan cierta. Y en él se ha producido la descarga de la virtud poética que atesora el alma española. No hay mejor prueba de esa virtud que la carta escrita aquella misma tarde por un asistente a la escena relatada, con el ánimo de liberar su conciencia. La carta dice así:
«9 de Noviembre de 1937.«Querido Picasso: ¿Cómo alabar la lección que
me ha dado usted esta mañana ante la tumba de Apollinaire?
«Desde hace años me ha servido usted de guía. Mas su gesto de hoy era de tal justeza y justicia que me he avergonzado de mí mismo. Todavía me encuentro, bien lo veo, encadenado por los ridículos sentimientos que disfrazan el oportunismo.
«No había visto a Marinetti desde hacía años, desde la época aquella en que yo mismo era futurista, y he sentido.alegria al volver a verle. ¡Cuán grave falta es estar sujeto al recuerdo del tiempo pasado y, al paso que la guerra va desenmascarando todas las mentiras, tratar de ocultarlas de nuevo detrás del biombo de una no-intervención intelectual! He puesto mi mano sobre el hombro de Marinetti en señal de amistad, sin darme cuenta de que tal amistad se ha hecho imposible. La negativa de usted a adoptar la misma actitud me ha abierto los ojos. ¿Cómo, después de haber vivido este año, el año de Madrid, he podido continuar tan débil de corazón, tan tímido de espíritu? ¿Por qué me he dejado adormecer por las flores de difuntos en este cementerio confortable, sin pensaren la miseria de las tumbas españolas? Vías usted por su lado ha permanecido vigilante. Qué lección esta vigilancia, su rectitud. Honor a usted.
Iliazd.»
Aún no es todo podredumbre en la vida intelectual de estos tiempos. Aún quedan seres capaces de reacciones, como este conocido escritor de origen ruso, de responder con rectitud de alma a la rectitud que el pueblo español, por hallarse fuera del alcance de ciertos instintos deformadores, muestra a la faz del mundo.
Por eso, a través de ese pueblo le ha sido dado al Poeta hablar.
MEMORIAS DE ULTRATUMBA
D E L R A S T R O A L A S A M E R IC A S
Mientras se trata en Vigo de poner a flote los galeones hundidos hace siglos, en Madrid, obedeciendo a equivalente impulso, inténtase echar a andar cierta procesionaria comitiva. Tan verdad es que cuando el Justo muere se abren los sepulcros
y transitan por las calles los fantasmas. Generales, obispos, nobles descendientes, provectos embajadores, ese mundillo de las mascaradas selectas, se ha reunido bajo un rótulo con sabor de epitafio: Consejo de la Hispanidad. Ninguna senectud es
óbice. AI fin y al cabo el trayecto del Rastro a las Américas no es mucho. Llamado a producir, por la reacción que suscita, su propio desastre, no vale la pena que salgamos al paso para torcer su destino de esperpento.
En efecto, el franquismo triunfó en España acogiéndose a la táctica hitleriana que se sirvió del espantajo del comunismo para ganar la complicidad del mundo del dinero. El capitalismo se dejó caer burdamente en la trampa. Si la City no hubiera sostenido la causa de Hltler, Mussolini y Franco, jamás este triunvirato -por llamarlo así- hubiera podido salir triunfante. Ni hubiera habido siquiera conflicto bélico. Prueba de ello decisiva son los descalabros sufridos por los personajes de la actual comedia italiana que con su eretismo mandi- bulario pretenden disimular su verdadera y carac- teristica procedencia: el Lacio. Trátase ahora de repetir la treta. Madrid con vocación de racketer y condición de gozquecillo se propone p ro teg er a los países hispanoamericanos contra el imperialismo yankee, del mismo modo que el Eje protegió a Esr paña y está protegiendo a Europa contra el comunismo. ¿Más quien podrá ayudar al caudillo en tan generosa empresa? Wall Street tiene declarada la guerra al imperio romano-germánico al tiempo que para salvar sus capitales extiende la red de sus tentáculos por el nuevo continente. Es decir, los Estados Unidos han tomado a su cargo hacer en defensa del dinero inglés aquello mismo que para defender sus intereses Franco hizo... Hasta algunos obispos católicos que, siguiendo la política inglesa de no-intervención, encabezaron en Norteamérica el movimiento contra la República española impidiendo que se levantara el embargo de armas, han abandonado lastimosamente la causa del caballero cristiano para seguir defendiendo el dinero inglés contra la ambición nazifranqulsta. Esto por una parte. Y por otra, cuanto en los Estados Unidos no es imperialismo, ni capitalismo, sino verdadera democracia, trabajo y afán de humanidad, está con la República española contra la España de Falange y Serrano Suñer. ¿Quién sacaría ahora a Franco las apetitosas castañas del fuego?
Pueden, pues, casullas, casacas, mitras, tricornios y policomios de varia especie darse una vuelta a paso de ganso o de minué o simplemente de en
tierro de primera por los arrabales de la Villa y Corte, para acabar enterrando la sardina como toda carnavalada que se respeta. Allí la esperará Gutiérrez Solana, reproductor de estafermos, a fin de levantar acta pictórica del irrisorio desfile antes de que cada fantasma vuelva a su sepulcro; a su Escorial la escoria.
Bastan unas cuantas paletadas...
Y A P R O P O S IT O D E SO L A N A
Era en Valencia a principios de 1937. Con los ojos puestos en la defensa de Madrid, un importante grupo de intelectuales madrileños vivía en la Casa de la Cultura. Entre otros Solana, izquierdista contumaz, blasfemo a machamartillo...
Se hablaba una tarde en un grupo del sentido de los acontecimientos que tanto a todos atormentaban. De la gran esperanza que se abría de un mundo mejor, gracias a la cual se justificaban los terribles sufrimientos de la lucha.
-¿Y qué entienden Vds. por un mundo mejor?, inquirió Solana.
-U n mundo mejor sera aquel en que reine una justicia sin distingos, le respondió uno de los interlocutores. En el que, desaparecidas las barreras que hoy impiden a los hijos de todos gozar de los cuidados necesarios, puedan convertirse en verdaderos hombres de provecho; un mundo de salud, bienestar y alegría donde la miseria deje de alimentar los prostíbulos y de producir esos seres infrahumanos que tan deprimente espectáculo nos ofrecen en los suburbios de las grandes ciudades; un mundo donde la cultura...
En el colmo de la consternación, produjo Solana la hilaridad general ai Interrumpir ingenuamente:
-Y entonces... ¿yo qué pinto?Poco después Solana marchó a Francia. Al
cabo de algunos meses sus afinidades electivas empezaron a mostrarse más fuertes que sus convicciones. Seguramente no hay hoy pintor en el mundo que tenga tanto que pintar.
F I N D E L N U M E R O 1 0 , Y U L T I M O , D E E S P A Ñ A P E R E G R I N A
... marzo de 1940. Los horrores de una nueva guerra. Compañías de Trabajadores a 0.50 céntimos de franco, la
vuelta a España donde serán castigados como “héroes rojos” . . . ¿Qué porvenir espera a estos obreros y campesinos españoles
que defendieron a su patria por tres años?
A MANERA DE EPILOGO
Me sugieren la conveniencia de que complete el testimonio de España Peregrina evocando en apéndice de la presente edición facsimilar, mis recuerdos sobre la existencia y, por así decirlo, transfiguración de dicho órgano de la Junta de Cultura Española.
Por los artículos Actividades de la Junta de Cultura y Una buhardilla y un manifiesto aparecidos en los números 1 y 2 de esta misma publicación, el lector, ha sido informado, si bien en forma sucinta, acerca del nacimiento y primeros pasos de la entidad así denominada. Sin embargo, para la mejor apreciación histórica del fenómeno en su totalidad, procede tomar el hilo desde su comienzo.
Por iniciativa de la Delegación de la Junta de Relaciones Culturales adscrita a la Embajada de España en París, y de quien poseía ya nociones bastante elaboradas sobre lo substantivo de América y de la proyección del destino español hacia sus playas abiertas al futuro, el 13 de marzo de 1939 -entre las pérdidas de Barcelona y Madrid-, nos reunimos en París un grupo de intelectuales republicanos. ¿Lugar? El Círculo Cervantes, Marcel Bataillon, Presidente. Nos animaba el propósito de considerar la gravísima situación creada por el auge de los fascismos, y de fundar una institución que encarara en aquellos dolorosos días, los arduos problemas que la desaparición de las estructuras culturales libres de la península, imponía a la ya iniciada expatriación del pueblo y del espíritu republicanos en peligro de disgregarse.
Se dio la feliz casualidad de que, por haberse encontrado la víspera de paso en uno de los Bulevares quien esto recuerda y el secretario de confianza del Lie. Narciso Bassols, Ministro de México en París, aceptó Femando Gamboa de muy buen grado hallarse presente en la reunión convocada para ese día 13. Por mi parte llevaba en aquel momento la representación de Pablo Picasso y su adhesión oral, quien de esta manera justificó, por mi boca, su no comparecencia al acto.
Se expuso allí la conveniencia de procurar, en el más alto nivel de la Cultura, la unidad del pueblo emigrado que había perdido el sostén de sus instituciones y estructuras orgánicas.
Y también, por supuesto, la de proseguir la lucha mantenida material y heroicamente en la península, con su acento ahora trasladado a otro ámbito y orden de valores. Lo indicado parecía ser que la intelectualidad consciente recogiese la bandera vencida en apariencia, y se responsabilizara en la sustentación de la unidad combatiente por encima de las divisiones y subdivisiones partidistas que en el plano político laboraban sin darse cuenta en provecho del enemigo común. A tales respectos se desplegó la tesis de que por razones idiomáticas e históricas, así como por la de hallar trabajo conforme a sus capacidades, el porvenir inmediato de la emigración cultural, se situaba en Hispanoamérica. A tal respecto se esbozaron algunas líneas generales correspondientes a la organización de la defensa intelectual de nuestra causa y a la propagación de sus contenidos en aquellos países trasatlánticos. Por asentimiento unánime se decidió enseguida la creación de un organismo de amplia ambición que se denominaría Junta de Cultura Española. Y a fin de no perder un tiempo que estimábamos precioso, se puso de inmediato sobre el tapete la urgencia de designar los in
dispensables cargos directivos para emprender la marcha. Por proposición imprevista de Manuel Gallegos Rocafull que precipitadamente se adelantó a cualquier examen ponderado del problema, fueron elegidos en cabeza del directorio José Bergamín, Presidente, y Juan Larrea, Secretario, o sea, los dos miembros que componían la Delegación cultural situada en París. No ocultaré que, a mi entender de entonces, fue aquella una decisión imprudente.
La presencia de Femando Gamboa dio como fruto que la flamante Junta recibiera de inmediato el mejor espaldarazo de la Legación mexicana. Merced a la visión generosa del Presidente, Gral. Lázaro Cárdenas, estaban ya sus representantes en París dando pasos concretos para acoger en el seno de la bien llamada durante siglos Nueva España, a un nutrido grupo emigratorio. Y con miras a facilitar su aceptación sin reservas por los nativos de aquel país, creyeron muy conveniente que dicho caudal de inmigrados fuese precedido por la llegada de un pequeño grupo selecto de científicos, escritores y artistas distinguidos cuya activa presencia predispusiera en México los ánimos para la favorable recepción de la masa popular republicana.
Así se efectuó. Tras algunos cambios de impresiones con la representación diplomática de México que, administrando fondos facilitados por el Gobierno español -según se supo más tarde-, proveyó a la Junta de los pasajes y medios necesarios para su traslado a aquella República y para facilitar el asentamiento y libertad de acción de sus miembros, así como de una cantidad global suplementaria para finanzar sus empresas colectivas, la mayor parte del directorio de la institución, ampliado con un cierto número de adheridos, se dispuso a partir.
En sesión extraordinaria presidida en la Legación por el Lie. Bassols, se decidió de común acuerdo la víspera de la partida, arrendar en la capital mexicana un local adecuado para el mejor desenvolvimiento de la empresa cultural emigrante -reuniones, conferencias, exposiciones artísticas, etc - a la vez que editar dos revistas: una con destino a un público extenso, y otra de nivel cultural superior, más estrictamente española y, por ello, restringida. Todo lo cual se registró en un acta firmada por el Presidente de la Junta, José Bergamín, que recibió de manos del Lie. Bassols un cheque de diez mil dólares, documento de compromiso que como no es de creer que desapareciera ha de obrar con seguridad en los archivos diplomáticos.
En consecuencia, el 6 de mayo salieron los viajeros hacia México, vía New York. Quedaron en París con el propósito de proseguir la ayuda a los intelectuales expatriados, muchísimos reclusos aún en los campos de concentración, y de continuar las gestiones migratorias lo mismo con los organismos políticos oficiales que mediante las conexiones establecidas o en vías de establecerse en las otras Repúblicas americanas, el Secretario y el Vicesecretario de la Junta, Larrea e Imaz. Se hicieron repetidas gestiones con Pablo Neruda que llegó entonces comisionado por su Gobierno para dirigir el embarque de otro contingente emigratorio hacia Chile. Hubo que entrar en apretadas discusiones con algún otro grupo que pretendía apoderarse a favor de Paris del carácter directivo de la Junta. Un par de meses tras la partida del primer equipo de intelectuales, partió a su vez Eugenio Imaz en compañía de otro de los miembros de la institución, también demorado, Manuel Gallegos Rocafull.
Como la sustancia de esta nota son mis recuerdos personales y además no dispongo en este momento de toda la documentación necesaria, nada diré, a fin de no cometer errores, sobre los sucesos correspondientes al viaje, a la llegada, y a las pri
meras actividades de los expedicionarios, de quienes sólo supe por comunicación postal privada de alguno de sus miembros.
Lo que sé por vivencia propia es que al cabo de no pocos meses, tras la declaración de la guerra grande y no restando ya nada que hacer de positivo para nuestros fines en aquellos lugares por haberse cerrado las puertas de las emigraciones colectivas, me embarqué a mi vez el 26 de octubre en Burdeos con el último visado mexicano de aquel cupo emigratorio. Mas no lo hice sin antes haber dejado funcionando en París una delegación compuesta por José M. Giner Pantoja y José M. Quiroga Pla, para proseguir la ayuda a los campos de concentración y aliviar, sino resolver, los problemas de los allí confinados.
Al llegar a México, después de unos días de trabajo en Nueva York, fui recibido con muestras de satisfacción por mis compañeros. Era fines de noviembre. Me comunicaron de inmediato que, para el mejor funcionamiento de nuestra institución habían estimado oportuno nombrar una Presidencia tripartita constituida por tres de sus miembros fundadores: Bergantín, Camer y Larrea. A Eugenio Imaz se le había confiado el desempeño de la Secretaría, retribuido modestamente, así como se me señaló a mí poco después otro sueldo similar como Presidente ejecutivo. Se domiciliaba la Junta en un pequeño apartamento de la Avenida del Ejido 19-y habían alquilado un amplio y hermoso local en la calle Dinamarca, n.° 80, en cuyo anexo interior se había establecido la incipiente Editorial Séneca, de cuya conveniencia habíamos también conversado entre nosotros en París. Se estaba entonces realizando la adaptación y amoblamiento de las habitaciones de ese nuestro próximo domicilio, quehacer en el que se ocupaba Roberto F. Balbuena que, como arquitecto y pintor, era el más competente en tales menesteres. Se habían adquirido algunos libros para la Biblioteca, como la colección de Autores Españoles y la Enciclopedia Británica. En cambio, sobre las publicaciones previstas de la Junta, no se había dado un solo paso.
Todavía sigo creyendo que mi arribo a México fue algo así como la chispa del encendido que marcó el fin del semestre de asentamientos y operaciones preliminares y puso en movimiento el dinamismo de la institución. Hubo al siguiente día o a los dos, una reunión plenaria en la que expuse en términos vigorosos, cuyo texto se conserva, las impresiones no muy risueñas que traía de Francia y de los Estados Unidos, y exhorté a mis compañeros de Junta a entrar en fervorosa campaña a favor de nuestros valores constitutivos. Por entonces el directorio se había enriquecido con algunos miembros nuevos, entre los que se destacó algo más tarde el poeta León Felipe que desde Panamá, había llegado a México, con Berta, su esposa mexicana.
Sin un instante de tregua se trató enseguida de lo obligado que era apresurar la publicación, por lo pronto, de una revista que difundiese el significado de la tragedia española, y de la redacción de una declaración o manifiesto que enalteciese y propagase los contenidos trascendentales de la causa popular y del traslado a América de sus hombres. Se nombró una comisión con tal propósito, y a mi cargo corrieron, además, las gestiones prácticas correspondientes. Los «Talleres Gráficos de la Nación» nos ofrecieron condiciones muy amistosas. La Comisión de la Junta decidió, en consecuencia, el 13 de diciembre recomendar al plenario la publicación de una revista mensual, muy modesta, sin carátula, formada por un solo pliego de papel, y a dos columnas para aumentar su capacidad, llamada E sp a ñ a P ereg rin a . Pocos días antes, ese mismo plenario había decidido que nuestra publicación se denominase así, título su
gerido por José Bergantín, con preferencia al de E sp a ñ a Viva insinuado por mí en contraposición al ominoso «Viva España» de las huestes castro-italo-marroquíes.
Hubo entonces que abordar la tarea de escribir el Manifiesto que declarase el sentido dramático de la República, así como la trascendencia cultural de la emigración. Fue ésta una tarea que demandó varias sesiones. Como Presidente inicial de la institución, José Bergamín se encargó de redactar su texto. Lo hizo en los términos siguientes:
P or todas las tierras d e E spaña clam a e l grito m udo de la sangre inocente d e l pueb lo español bárbaram en te derram ada. L os españoles desterrados d e nuestro suelo, ten em os e l d e b er d e darle voz. d e darle palabra , a esa voluntad im perecedera d e un pueblo e n te r o -e n te ro y v erd a d ero -« a ses in a d o pero no vencido». T en em os e l d eb er m ás honroso qu e cum plir, cum pliéndole a si a E spaña en tera su pa labra con nuestras p a labras. H an p a sa d o dias y m eses sin qu e nuestra volu ntad popu lar española encuentre e l eco qu e justifique, p orqu e verifique, su silencio, con expresión adecu ada p o r veraz y ju sta . S om os nosotros españoles independien tes, desterrados d e E spaña p o r serlo, y p o r querer gan ar con nuestra lucha los derechos d e la inteligencia libre, no som etida , quienes deb em o s y querem os decirlo; quienes p o d em o s darle, con nuestro vivo lenguaje español, e l eco y expresión deb idos a la m uda, silenciosa verdad d e la sangre popu lar española.
Un sistem a político desbara tado p o r la fu e rza brutaI d e las arm as no conserva y a en sus representaciones colectivas ni individuales, razón ni sen tido pa ra continuar m anten iendo en pie. com o un fan tasm a o espectro d e su prop ia m uerte, la voz viva d e l pu eb lo español.
U n régim en caído, p o r culpa y con culpas d e todos, no p u e d e ofrecerse com o asidero d e verdaderas esperanzas.
L a verdad popu lar española es m ás honda, m ás clara, porqu e no arraiga en lo pasa d o su nostalgia, sino su certeza d e l porvenir. L as ba ta lla s gan adas y las tan gloriosam ente perd idas en una lucha desigual, desproporcionada, traicionera y cobarde, afianzan en nuestra voluntad d e españoles e l d eb er d e seguir luchando. D en tro y fu e ra d e E spaña. P or una E spaña qu e es, p a ra nosotros, encarnación m ártir d e la justicia y verd a d populares, españolas y d e todos los pueblos. L ucham os en E spaña p o r todos ellos. Seguirem os luchando fu e ra , con todos ellos, p o r E spaña.
N o tenem os, ni querem os trabas políticas d e partido qu e enm ascaren nuestro designio. C reem os y esp eram os com o españoles en la au tén tica p a z qu e sólo p o d rá nacer, en definitiva, d e nuestra victoria. Seguim os luchando p o r ella. L o qu e e l pu eb lo español afirm ó en M a d r id e l 18 d e ju lio d e ¡936 . es la voluntad d e España entera . Y es e l grito vivo y veraz d e la conciencia hum ana p a ra todos los pueblos. N uestra lucha d e intelectuales no es o tra qu e ésta, la m ism a popu lar y revolucionaria d e nuestro pueblo sacrificado. P or eso recogem os con nuestros m uertos la voluntad d e la victoria esperada p o r ellos p a ra todos los hom bres, para todos los p u e blos. L a única, verdadera p a z: la d e la ju stic ia qu e no se nos hizo, que se nos debe. L a querem os y la esperam os. N u estras vidas siguen en tregadas a esta gloriosa em presa . Orgullosos d e ella. D ecididos, hasta e l final, com o tan tos o tros h erm anos nuestros, a darlas en ta l em peño.
E l pueblo español no ha luchado en vano. N o ha perd ido su sangre inútilm ente. A hora, m ás qu e nunca, p o d em o s y d ebem os afirm arlo. Y a q u í en A m érica . Un m undo nuevo se prepara bajo las cen izas recientes. Y este m undo nuevo tiene, m á s qu e antes, nueva voz universal española. C uan do las políticas occidentales, sed icen tes civilizadas y civilizadoras, llegan a l tránsito definitivo d e su agónica podredum bre, las vírgenes tie rras am ericanas recogen am orosam en te, con nuestra sangre, la pa labra pro m eted o ra d e l porvenir m ejor, de la nueva vida qu e com ienza. E l episodio trágico español qu e inició esta guerra internacional ten drá f in con ella - y p o r e lla - . Y en E spaña se abrirá e l nuevo y verdadero m undo universal qu e es razón y sentido del español m ism o. D e l sacrificio d e su pu eb lo heroico. E l pueb lo español ha abierto con su sangre la conciencia d e l hom bre nuevo. P ara todos y contra todos. A hora, m á s qu e nunca, debem os aprestarnos p a ra su victoria. L a sem illa reden tora d e nuestros m uertos nos lo re d a m a , p o r su honra que e s nuestra honra.
L lam am os a todos los españoles desterrados, nosotros, defensores d e la cultura pa tria en e l destierro, p a ra ped irles su colaboración activa, entusiasta. P ara qu e todos ju n to s y todos a una proclam em os hoy. m ás q u e an tes y m ejor qu e nunca, la verdad, la ju stic ia d e la causa popu lar qu e E spaña defendió en su suelo y sigue defen diendo en su destierro. L as m ejores vidas españolas caídas en nuestras tierras nos lo exigen con la voz silenciosa d e la sangre. N u estra p a labra p o r cum plir es ésta y se la dam os: Seguir luchando; hasta e l fin, p o r lo m ism o qu e ellos lucharon: ¡A D E LA N TE !
Aun apreciando el refinamiento de su estilo literario y su fe en el valimiento de la sangre popular derramada, no acabó este texto de conseguir la adhesión de todos
los miembros de la Junta. Entre los que lo encontraban demasiado personal y, en cierto modo, partidista, entre otras cosas, se destacaba Joaquín Xirau. Como consecuencia, se le invitó a éste a manifestar por escrito su pensamiento en otro proyecto de declaración que, al tiempo que militara a favor de los intereses universales, defendiera sus propios puntos de vista. Muy pronto Joaquín Xirau presentó a sus compañeros el documento siguiente:
A p a rta d o s d e todo particu larism o político p o r razón esencial, p u es los partidos políticos, -a p a r te su f r a c a so - con e l hundim iento d e l cuerpo esta ta l a cuyo servicio se hallaban, han perd id o su razón d e ser; españoles consagrados a las tareas d e l espíritu, nos ha llam os en e l d e b er d e recoger la voz d e l pueb lo españ o l y f o r m ularla d e ta l m odo, qu e sea p a ra todos, conciencia y verbo d e un destino a realizar.
L a ilusión inm ensa con qu e E spaña instauró su R epública , e l afán insaciable con que, d esd e todos los rincones d e la superficie peninsular, c lam aba p o r a lcan zar los bienes d e l cuerpo y d e l espíritu qu e en justic ia le pertenecían , la rap idez quasi-m ilagrosa con qu e los sueños iban encarnando en la realidad, la ingenuidad segura y generosa qu e supo consignar en su causa fu n dam en ta l, la renuncia expresa a la guerra p a ra la so lución d e los conflictos en tre los pueb los fu ero n signo m anifiesto d e un m ovim iento d e redención y liberación.
L iberación d e una nueva v ita lidad pa lp itan te , afianzada en su tra to m ilenario con los idea les d e libertad, d e verdad, d e belleza y d e justic ia , que son e l pa trim on io y la razón d e se r d e nuestra civilización, contra la herrum bre d e una m aquinaria an ácron icay m onstruosa qu e la oprim ía con e l p eso de su inercia. R eden ción y salvación de su organism o lacerado, m ed ian te la a lim entación d e l cuerpo y la consagración incondicional a los valores eternos d e l espíritu.
En e l m ovim iento de! pueblo españ o l culm inan en su pureza todos los anhelos d e la cultura occiden tal y adquieren, p recisam en te p o r su vinculación a las tradiciones nacionales m ás auténticas, la am bición universal d e todas las gran des em presas españolas. D e ah í e l sen tido histórico d e nuestra tragedia. A rraigada en una tradición m ilenaria p royecta su esperanza hacia un futuro lum inoso.
Só lo a s i se explica e l en tusiasm o heroico, e l desprecio d e la prop ia vida, consagrada a algo qu e la trasciende y la hace digna d e se r vivida, la ten acidad y la seren idad jo v ia l y segura d e si m ism a, e l gesto épico, incom prensible para m uchos, con qu e e l pueb lo españ o l afrontó todas las in iquidades y to d a s las desdichas.
E spaña despertó a l m undo su conciencia universal, reafirm ó en los hom bres la esperanza, nunca m uerta y siem pre renovada, en un m undo m ejor don de reine en tre los h om bres y en tre los pueb los una p a z c im en tada en la ju stic ia y en la libertad . C on tra e ste anhelo se levantaron en e l m un do turbias codicias que, con furia insensata o traición suicida, desencaden aron contra la fuerza d e l espíritu toda la violencia d e la torpeza an ima!. G racias a ellas la gran ilusión d e E spaña f u e m o m en tá n ea m en te asfixiada y aherro jada en sangre.
A fortu n adam en te E spaña no se reduce a un territorio ni a un E stado. Su espíritu m últiple - la s E sp a ñ a s- prolifera a q u í y allá. L a opresión peninsular vincula ahora en A m érica -q u e es una esperanza p a ra to d o s - todo nuestro anhelo. D e b e r nuestro e s m an ten er viva la conciencia d e su destino intrasferible, purificarla, troquelarla, form ular con voz clara su verd a d y , sin o lvidar la culpa y la respon sabilidad que a todos sin distinción incum be y qu e en nada e x im e a los au tores d e la tragedia, prosegu ir la lucha unánim es p a ra qu e con la p a z d e l m undo se realice nuestra redención liberadora.
Por desgracia, tampoco esta apelación a la voluntad del emigrado inteligente logró el asentimiento general del directorio. Carecía de densidad, de contundencia, objetaban algunos. Y si el proyecto de Bergantín rompía con todo, éste de Xirau, sumiso a las limitadas ordenaciones de la cultura occidental, no rompía de verdad con nada. La española resultaba ser una tragedia insignificante a pesar de todos sus horrores, una tragedia sin proyección a un horizonte auténticamente transformativo en aquel instante crucial del mundo. De aquí que se le comisionase a otro de los tres Presidentes, el poeta catalán José Canter, para que presentase otra nueva exposición de sentimientos y propósitos que conciliase los dos proyectos anteriores y compendiase unitariamente la actitud por todos compartida. En la sesión inmediata se consideraron sus términos que, aunque muy estimados, como lo habían sido los anteriors, tampoco lograron despertar el entusiasmo de los miembos de la Junta. He aquí su texto:
A rribó a suelo m exicano, todavía hospitalario, y d e los ú ltim os libres, e l m á s crecido núm ero d e in-
telecm ales españoles dispersos. P or do n d e vino a establecerse aqui la Junta d e C ultura Española, creada por escritores y artistas libres, en París, a la hora d e l hundim iento d e la R epública: ese térm ino d e un prim era e ta p a , tras la cual rem ece a todo e l p la n e ta la N ém esis a quien p o r tan to tiem po desdeñaron los sayones y arló les responsables d e las ruinas, la despoblación, e l alquiler y e l cautiverio d e España.
N a d a ni nadie p u e d e reconciliarnos con lo que en nuestro antiguo so lar ha quedado: la negación obtusa, desesperada y sádica d e cuanto nosotros am am os. C on ella no es licito im aginar en tendim ien tos ni es útil agacharse a pactar. Y no p orqu e ella nos intim ide. M á s que pa vo r nos causa sonrojo, y p o r tan deleznable ten em os su p a labra com o su destino.
C on la cárcel española en e l pensam ien to , no hay m ás rem edio que ensanchar e l alm a. L ejos estam os d e l usado horizonte, p ero é ste d e ahora es parecido a l otro, y m ás vasto, de h ispan idad internacional y continental. Bellos para jes p a ra seguir sirviendo a la luz y e l fuego con que advino la R epública, esos Impetus p o r tan to tiem po diferidos, qu e despertaron,, conm ovieron o sacudieron p o r prim era vez en la historia, la universalidad d e la conciencia pública española.
Y ahora nos desparram am os p o r o tra universalidad, com o los videntes, a quienes su tierra es negada y qu e sólo poseerán e l m undo en tero . Ya en nosotros se su perpone a l d e te rn in ism o geográfico e l signo, visible a distancia, d e l espíritu nuevo. E spañoles venidos qu izá d e polvorien ta aldea, quizá d e una vieja ciudad cuartea d a . tocados de angustia provinciana, trascienden aqu i las circunstancias y se convierten en españoles de una constelación d e naciones, con balcones sobre dos océanos y con una interm inable a zo tea da d a a todas las estrellas. S o b re esta s inm ensidades som os voz d e ¡a E spaña a m ordazada: som os libertad y m ovim iento hacia e l porven ir d e E spaña: se nos d a e l nom bre d e desterrados o refugiados, p ero estam os en tierra que nos habla y nos conoce, y que, contradiciendo la apariencia d e nuestra suerte, nos abre los ám bitos d e una iden tidad superior, p a ra qu e ja m á s , ni en un even tual retorno sin oprobio a nuestros hogares, p o d a m o s volver a ser insuficientes, o lvidadizos d e la en orm e un idad d e a m o r a qu e perten ecem os.
¿P or qué, ausen tes ayer d e todo, p o d em o s hoy hallarnos tan m agníficam ente p resen tes? P orque la verd a d p opu lar española es in finitam ente m ás honda y m ás clara d e lo que ja m á s hubiésem os p o d ido imaginar. P orque no arraiga en p a sa d o alguno con to ta l y nostálgica m inucia, sino que, com o blandiendo una espada a l sol, deslum bra con su certeza d e l porvenir. L as ba ta llas ganadas y las tan g loriosam ente perd idas en una lucha única p o r su desigualdad, única p o r e l contraste en tre la esperanza y la traición, afianza en nuestra voluntad de españoles e l d eb er d e seguir luchando dentro y fuera d e España. P o r una España que sobrepasan do sus linderos se agiganta com o encarnación m ártir d e la ju stic ia y verdad populares, españolas y d e todos los pueblos. L uchábam os a y er en E spaña p o r todos ellos. Seguirem os luchando fuera, con todos ellos, por España.
S in trabas políticas d e partido qu e nos em pequeñezcan d e nuevo, creem os y esperam os, com o españoles, en esa au tén tica p a z qu e sólo p o d rá nacer, en definitiva, d e nuestra victoria. N uestra lucha d e intelectuales perpetú a esa m irada d e esperanza que an im aba aún a nuestros herm anos m ás obscuros an tes de caer despedazados.
C on olvido d e lo exiguo, una a todos los españoles desterrados esta sola f e : que e l pueblo español no ha luchado en vano. L a E spaña cohibida, la acosada desd e siglos p o r las asechanzas d e l no ser, dióse-ya a luz d e a lba esperanzada y a arreboles d e m u erte heroica. Y lo rea l no vuelve a lo espectral cuando latió una vez: e l la tido exige corazón cierto y sangre p rom etedora : y la herencia d e la sangre s i qu e es herencia, porque prolonga en e l tiem po un em peño m ism o, y vincula las generaciones en propósito maravilloso.
En la g esta d e l pu eb lo español culm inaron en su m ás in d ita pu reza e l instinto qu e rejuvenece la civilización. e! ahinco nobilísim o qu e recaba todas las justicias, e l tesón contra todo d e la dignidad hum ana. Y p recisam en te porqu e esos im pulsos liberaban fin a lm en te algo profundísim o en la tradición española agarrota d a y com o borrada p o r e l privilegio, enardeció nuestra lucha la am bición universal d e todas las grandes em presas españolas. Sólo así se explican e l entusiasm o heroico, e l desprecio d e la prop ia vida consagrada a algo qu e la sobrepu ja y la hace digna d e se r vivida, la seren idad jo v ia l y segura d e s i m ism a, e l saludo radiante a lo rem oto con que e l pu eb lo español a fron tara todas las iniquidades y todas las desdichas. C ien veces m ás españoles p o r esta m alograda, pero y a segura, vida nueva y eterna, trabajarem os, m a n irá s duren nuestras pequ eñ as vidas, con esa clave d e un futuro renacer d e l m undo.
Este tercer intento fallido creó un estado inconveniente, como de punto muerto, cargado quizá de desentendimientos con sus implicaciones partidistas, ya que cada cual se inclinaba, como es lógico, hacia el texto de su producción o de sus simpatías doctrinales. Lo insatisfactorio de la situación indujo a quien esto escribe a aceptar el compromiso de realizar una cuarta intentona. Tuvo esta, por fin, la fortuna de lograr
el asentimiento entusiasta, primero de Eugenio Imaz; enseguida el de José Bergantín que a los dos o tres párrafos de su lectura la interrumpió para declarar con insistencia que retiraba su proyecto; luego el de la comisión en su plenitud; y poco después el emocionado y unánime de la totalidad de la Junta. Sus términos eran prácticamente los mismos que se publicaron en la página frontal de E sp a ñ a P ereg rin a , salvo leves retoques, más que de matiz, de estilo, efectuados en primer lugar por su autor y a continuación por sugerencia de sus compañeros. Para completa y precisa Información histórica se trascribe el texto de su primer estado, inclusive antes de que su propio autor lo retocase.
C onsum ada la tragedia que ha p adecido e l pueb lo español, aven tados p o r e l m undo en buena p a r te sus defensores, perseguidos, encarcelados, condenados a m u erte m uchos otros, u ltrajados todos p o r haber defendido hasta e l f in la sagrada voluntad d e E spaña, cum ple a qu ienes p o d em o s levantar la voz librem ente, dar expresión a l conten ido profundo d e ¡a causa p o r la que librem en te se inm olaron tan tos m iles d e co m patrio tas, m anifestar nuestra actitu d en e ste angustioso trance en que los fu n d a m en to s d e la civilización co nocen las m ás graves conm ociones.
N o era España, m adre d e naciones, una e n tid a d política o territorial nacida d e las conveniencias circunstanciales d e un tra tado de p a z en que se legaliza un esta d o d e fuerza , y su jeta, p o r tanto, a las vicisitudes históricas inherentes a esos tra tados. S u razón d e se r no em an aba d e la n ecesidad de gu ardar e l equilibrio m ás o m en os estab le d e un sistem a o d e un continente. E ra E spaña un pequeño.universo aparte , clave y se m illa d e universalidad, den tro d e l cual se contenían en po ten cia y a lm acenados d esd e m uy antiguo los e le m en tos necesarios p a ra construir, sobre un plano d e civilización verdadera , un m undo digno d e las m ejores aspiraciones d e sus hijos. E ra un pueblo esencialm en te pacifico, m ovido p o r un idea l d e p a z viva, fecunda v com unicativa, situado m ás a llá d e las em presas bélicas y afanes im perialistas-de Europa, com o p u d o co m probarse durante la guerra d e 1914 y se corroboró m anifiestam en te a l adven ir sin sangre ni violencia e l ré g im en republicano y a l renunciar voluntariam ente a la guerra en su Constitución. Era. p o r últim o, y sobre todo después d e la proclam ación d e la R epública , la razón de esperar d e la m a yo r pa rte d e sus ciudadanos que cifraban en su virtud colectiva e l anhelo d e lograr acceso p a ra su prop io b ien y p a ra bien d e todos a la nueva época d e b ien estar y d e cultura superior anunciada, y hasta h oy no realizada, p o r las conquistas m o dernas. C astellanos, catalanes, vascos, gallegos, andaluces, com pon en tes variados de su p equ eñ o universo, coincidían en e s te punto.
B ajo pre tex tos fa la ce s todo ello ha sido p iso teado , fe ro zm e n te destruido, m uerto. M a s a diferencia de otras naciones europeas, e l pueb lo español no h a sido en re a lid a d victim a d e una colisión d e sistem as in ternacionales en qu e é l hubiera tom a d o origen, p a r te o beneficio. H a sido víctim a d e su creencia en la L ibertad , en la Justicia, en la Verdad, en e l Progreso. P o r estos bienes su m os ha arriesgado y perd ido su vida fren te a un m undo d e doblez, d e alevosía, d e in iquidad y d e barbarie. C u an to den tro d e España m ism a significaba resistencia o incapacidad d e evolución, cuanto en e l interior d e su p equ eñ o universo an tepon ía e l bien p a r ticular a l bien d e todos, contó a! em pu ñar e l a rm a fra tric ida y aún antes, con e l apoyo decidido, directo o indirecto, m anifiesto o hipócrita, d e aquellos qu e en e l m undo an teponen e l bien particu lar aI b ien genérico y d e aquellos o tros qu e no vieron en la contienda sino ocasión p a ra im pon er a los d em á s la bestia lid a d de sus apetitos. E l invencible heroísm o, que infundió pueblo español su creencia en la justicia , h izo necesario, p a ra llegar a dom eñarlo , que las llam adas naciones civilizadas, a cuyo cargo corre la defensa d e la Justicia, tuvieran qu e transgredir duran te to d o e l tiem po d e la guerra no sólo e l D erecho natural sino h asta las leyes positivas que ellas m ism as habían dictado.
A s í la voluntad popu lar d e E spaña, personificando en este m om en to crucial d e la h istoria en qu e lo n a cional y lo universal en tran en pugna, las m ás e levadas aspiraciones d e l hom bre, dando con su sangre testim onio d e la Justicia y después d e haberla defen dido con ten acidad sobreh um ana durante tres años d e espan to sa guerra, rindió su espíritu. Espíritu qu e hoy, a l descom pon erse y d esaparecer la estructura política en qu e tuvo form am os ilum ina vivam ente, nos arrebata .
S on éstas rea lidades dem asiado clam orosas p a ra qu e los h om bres dignos d e su nom bre p u edan p e r m anecer en silencio. Y así, dándonos cuen ta d e nuestra person al lim itación m as conscientes tam bién d e ¡a virtud creadora que irradia la voluntad d e l pueb lo español p la n ta d a m ás allá d e la m uerte, nosotros, escritores. artistas, hom bres d e ciencia y d e letras, d isem inados p o r la tierra cuando las fron teras m ateria les y m orales d e l viejo m undo se derrum ban, hacem os un llam am ien to a la conciencia universal y a n te ella a p e lam os d e l crim en perp e tra d o contra nuestro pueblo.
M a s a l m ism o tiem po proclam am os a la fa z d e todos que si la voluntad política de España, encarnada en su régim en republicano, ha m uerto, su verdadera causa hum ana no. M u y lejos d e ello, a l se r bru talm ente inm olada en e l p lano nacional, no ha hecho sino unlversalizarse, confundirse con la causa tradicional del H om bre, adquirir su en tera dim ensión, ingresar po r la m uerte en la vastedad sin lím ites d e una nueva vida. Y hoy que e l viejo C ontinente, com o consecuencia d e su trem enda injusticia, vuelve a ser presa d e las fu erzas destructoras qu e para vencer a E spaña desencadenaron sus naciones, m ás que nunca, con m ás flagrante e im perativa evidencia qu e nunca, aparece a n te nosotros la necesidad d e levantar universalm ente la m ism a bandera qu e levantó E spaña y qu e allí, p o r a ten tar contra la deificación d e la fu e rza que en este m undo im pera , no pu d o salir victoriosa.
P o r eso nosotros, intelectuales españoles, herederos en e l espíritu de los afanes d e nuestro pueblo, p a rticipantes d e la voluntad española d e conquistar un m undo en que luzca en todo su esplendor la dignidad del ser hum ano, p roclam am os nuestra decisión d e no p erd o n a r esfuerzo ni sacrificio alguno que pu eda conducir a l triunfo d e la causa unlversalizada d e E spaña en su territorio y en e l orbe. P roclam am os nuestra incapacidad p a ra vivir en un m undo en q u e no reine la ju sticia en la p len itud d e sus aspectos o que a su reino no lleve d e un m odo directo y positivo. C onfesam os públicam ente nuestra fe en la existencia posible d e un orden universal d e verdad, m ás allá d e la fu erza , en su necesidad profunda y en su victoria inevitable. Pronunciamos la subordinación de nuestra vida individual a l desarrollo d e los valores superiores d e l espíritu hum ano, a la soberan ía d e una m ora l suprem a, person a l y colectiva, sin som bras ni claudicaciones, a la C onquista d e la C onciencia universal con sus sorprendentes tesoros comunicativos, a la L ibertad creadora de la imaginación y d e la inteligencia, aspectos todos d e una vida superior, sólo realizables dentro d e un organism o social construido con arreglo a estas desin teresadas fun ciones especificas. Pretendem os, en sum a, que nuestra a lm a sea la voz d e la sangre d e nuestro pueblo , qu e p o r nosotros se condene cuanto e l c lam or de esa sangre condena. v qu e p o r nuestras pa labras y p o r nuestros actos se vivifique cuanto la trascendente fecu n d id a d d e esa sangre vivifica.
En torno a esa bandera ensangrentada qu e representa la voluntad invicta d e l pueblo español llam am os a todos los hom bres d e buena voluntad d e l m undo. A todos cuantos han sufrido com pasivam ente con e l m artirio de nuestro pueblo, a cuantos incóscientes durante e l desarrollo d e l conflicto ven hoy, p o r la fuerza de los acontecim ientos, abrirse sus ojos a la rea lidad verdadera, a cuantos son actu alm ente victim as d e las iniqu idades d e este m undo a tro z en qu e nacim os, a cuantos sin distinción d e clases ni d e razas sienten la n eces idad d e qu e sobre los intereses particu lares im pere una razón d e Justicia qu e es d e todos, brindam os hoy nuestra deslum bran te bandera. A qu í está España, descubridora d e nuevos m undos, fuera d e si. en busca de la verdad m ateria l y espiritual d e l H om bre. A q u í está sola, en su esencia colectiva, dispuesta a comunicarse con lo qu e d e colectivo existe en la en traña recóndita d e cada ser hum ano. A qu í está quebran tada com o la sim ien te a l bro tar d e los tallos que han d e traer con e l tiem po m aravillosos frutos.
M u y particu larm ente nos dirigim os a vosotros, pueblos d e A m érica, ganados a la universalidad p o r e l esfuerzo creador d e España. Bajo e l signo d e un N uevo M undo fuisteis engendrados, nacisteis y habéis ido creciendo apartados d e E uropa. T iem po es ta l vez d e qu e a la m uerte espiritual d e la M a d re E spaña entréis en posesión d e vuestra m ayoría, d e qu e desarrolléis en vosotros lo qu e os es peculiar y definitivo, la esencia d e N uevo M u n do que continen talm en te os caracteriza. E ntre vosotros nos hallam os m ovidos p o r un m ism o designio histórico, consagrados a una em presa sim ilar d e M u n do N uevo. A qui está nuestra voz. nuestra herm andad . nuestro estandarte . L levam os un m ism o cam ino. ¡O jalá nos confundam os en una sola m archa!
Sobre la base de este requisito previo, del que dependía la muy anhelada unidad de espíritu de la Junta, se procedió a la publicación de la revista, tarea de la que siguió encargado su Presidente Ejecutivo. A partir de Febrero sus números mensuales fueron apareciendo con regularidad de calendario. En el n.° 2 pudo leerse, entre otras cosas, el emotivo homenaje a Antonio Machado. En el n.° 3 se conmemoró la muerte de César Vallejo cuyo poema E sp a ñ a , a p a r ta d e m i e s te cáliz se había publicado en nuestra entrega inicial, y cuyo poemario de nombre idéntico dio a conocer la Editorial Séneca en ese mismo mes de febrero. En el n.° 4 se volvió a imprimir la Declaración o Manifiesto de la Junta, ahora en una gran hoja desplegable acompañada de una tarjeta de adhesión a la Junta y a sus propósitos e ideales, que logró recibir no pocas devociones firmadas. Provenían éstas de las diferentes Repúblicas, en las que se aspiraba a organizar focos culturales hermanos. En una sola carta de Montevideo se recibieron
más de noventa firmas de intelectuales, escritores y artistas al pie de una fórmula de adhesión conjunta.
Todo se desarrollaba, por consiguiente, de la mejor manera y bajo auspicios inmejorables. Hasta que allá por el mes de junio, se nos hizo saber confidencialmente a Eugenio Imaz y a mí, para nuestro asombro, que los bienes de la Junta -sin que tampoco estuviese enterado de ello su administrador, Ricardo Vinós- estaban prácticamente consumidos.
Sólo hacía cuatro meses que se había inaugurado el local de la institución, el 11 de febrero, y se habían realizado en oportunidades sucesivas, exposiciones de pintura y actos conmemorativos, como el mencionado en honor de Machado. Pero a partir de ese mes de junio y sobre todo del siguiente, la Junta se vio obligada a soportar un asedio de penurias. Se tropezó con dificultades para abonar los sueldos de los empleados de la casa. El SERE o Servicio para la Evacuación de Republicanos Españoles, tuvo que venir, aunque muy módicamente, un poco en nuestro auxilio. Las actividades se restringieron. La revista se vio entornar los portones de los Talleres Gráficos.
Por indicación del Dr. Puche, director del SERE, solicitamos en carta colectiva, algún apoyo del Dr. Negrin, a la sazón en Londres, y gestor responsable de los bienes de la República. No debió éste juzgar oportuno otorgárnosla, puesto que a pesar de las firmas muy prestigiosas que la calzaban, y entre ellas las de algunos amigos personales suyos, ni siquiera nos acusó recibo.
En Septiembre no pudo aparecer el n.° 8 de E sp a ñ a P ereg rin a . Sólo tras muchas solicitudes y gestiones laboriosas se logró que el Dr. Puche facilitase los fondos necesarios para costear un número doble, el valioso 8-9, que recuperase el tiempo perdido y apareciese como homenaje de la Cultura en el exilio al 12 de Octubre del descubrimiento del Nuevo Mundo y de la «Fiesta de la Raza».
Por nuestra parte creo que hicimos todo lo humanamente posible para la supervivencia de la Junta de Cultura, cosa que, aunque a duras penas y en precaria medida se consiguió. No corrió la misma suerte por de pronto E sp a ñ a P ereg rin a , aunque sí más tarde consiguiera, según se verá enseguida, otro más duradero y efectivo.
Como no nos llegara de Londres ni en forma directa, ni indirecta por el conducto del Dr. Puche, voz de aliento ni caudal de auxilio, tuvimos, tras muchos cabildeos que resignamos al naufragio. Nos fue preciso traspasar gratuitamente el local, arreglado tan poco hacía, con tantas y tan buenas esperanzas. Se hizo cargo de él el Instituto Luis Vives como edifico filial para la ampliación de sus actividades pedagógicas. A la Junta se le asignó, en cambio, una habitación única, aunque no pequeña, en los altos desvanes de la casa matriz de dicho Instituto, en el n.° 40 de la calle Gómez Farías. Allí trasladó los derelictos y sus reales angosturas quien esto escribe, después de volver a asumir el cargo de Secretario de una institución sin Presidencia, con la esperanza incólume de que E sp a ñ a P ereg rin a lograría reaparecer y posteriormente publicarse otra revista de más amplia proyección continental en la que se asociaran, para sus designios comunes, las greyes culturales americanos y españoles. Esta última es cosa de la que hablaba yo con frecuencia entre los amigos con el convencimiento de su histórica ineluctabilidad, sin cuidarme de que se me tuviera por «el loco de la buhardilla».
De cuando en cuando aparecían en este nuestro reducto tan desjerarqulzado, tan venido a menos, los miembros destacados de la Junta: Márquez, Millares, Xirau,
Balbuena, Imaz, Vinos, Carrasco Garrorena... ya todos acomodados -es un decir- en sus ocupaciones respectivas. Pero en especial León Felipe que no dejaba pasar día sin hacerse presente al menos una vez. Y de tiempo en tiempo se acercaba también a nuestro refugio un poeta mexicano, Bernardo Ortiz de Montellano, compañero mío en la revista «Letras de México» -donde percibía yo un centenar de pesos mensuales por disponer la formación tipográfica- y a quien algunas de mis ideas parecían serle amigas.
Prosiguió nuestra cuesta abajo. Se pignoraron máquinas y libros. La mecanógrafa que ya no trabajaba sino un par de horas al día, dejó de hacerse presente. Hubimos de arrostrar la cruel lentitud de la muerte por asfixia. Pero con la fe en el destino americano y español más encendida quizá que nunca en reacción a tantas contrariedades, volvimos nuestros ojos al medio mexicano. Preguntábamos a nuestros conocidos inmediatos, a Octavio Barreda, a Ortiz de Montellano, quién ajuicio suyo podía venir a auxiliamos, consiguiéndonos, muy poquita cosa, siquiera tres o cuatro anuncios que ayudasen a devolver la salud a nuestra publicación paralizada.
-Sólo conozco una persona capaz de hacerlo -nos repetía Bernardo que por su propio interés como director que había sido de «Los Contemporáneos», debía tener bien considerado el asunto-.
-Sólo conozco una persona, Don Jesús Silva Herzog, -en cuya estrecha oficina de Estudios Económicos en la Secretaría de Hacienda prestaba Bernardo modestos servicios-.
Por fin, a requerimiento de León Felipe y mío, y previa exploración del terreno por parte de Bernardo, éste nos llevó un día a conocer en su despacho a D. Jesús. No disimulaba el mismo la gran admiración que le merecía León de quien había leído algunos de sus trenos y otras explosiones furibundas. Durante el almuerzo a que muy amablemente nos invitó, le expusimos nuestras tribulaciones de poetas que trabajaban contra tantos vientos y mareas de incompresión, y la necesidad en que nos veíamos de obtener alguna ayuda publicitaria, mínima por cierto, para que España Pe- regina donde todo era gratuito, pudiera reanudar sus gestas inseminadoras. Y sin que ello impidiese, sino al contrario, para más adelante, la realización de otro proyecto de mayor ambición y que a mí, por lo adecuadísimo que me parecía a la situación de nuestro m undo, se me antojaba inevitable: la creación de una gran revista, la más importante revista en lengua castellana que, en aquel m omento en que ardía Europa por sus cuatro costados, fuese producto de la estrecha colaboración creadora de hispanoamericanos y españoles, con miras a preparar el advenimiento de una cultura más universal, más humana.
Abrevio. A la tercera reunión, siempre ante una mesa bien servida, Don Jesús nos comunicó que, desde luego, él no creía tener la menor dificultad para conseguirnos de algunas entidades amigas los anuncios que precisábamos. Pero lo que a él le interesaba personalmente era el segundo proyecto, el de la gran revista que, con el apoyo del Gobierno de Avila Camacho, o, si no, de alguna otra manera, él se creía capacitado para lograr su financiación. Sobre este supuesto cambiamos las suficientes impresiones para que allí mismo tomásemos la decisión de fundar dicho gran órgano literario mediante la colaboración de la Junta de Cultura española que León y yo creíamos representar, y la intelectualidad mexicana, de la representación de la cual, Bernardo y Don Jesús estimábanse asistidos. Se nombrarían dos directores, uno mexi
cano (Bernardo) y otro español (Larrea), actuando a su propia indicación, Don Jesús como Administrador Gerente. Cada uno de los dos sectores procuraría obtener la mitad de los fondos necesarios para el éxito de obra cultural tan importante.
A la salida de la reunión donde, como en las anteriores, me tocó hacer el gasto principal de entusiasmo y de saliva, ya en la calle, León y Bernardo me felicitaron efusivamente:
-E l milagro se ha cumplido -m e dijo León-, -Y a tienes la gran revista por la que tanto suspirabas. -Sin embargo, y aun apreciando la extrema importancia de la decisión, yo no acababa de sentirme satisfecho. Hubiera preferido, según le respondí a León, que por lo pronto hubiera reanudado su publicación E sp a ñ a P eregrin a .
Notificamos el suceso a nuestros compañeros de Junta que lo acogieron con sumo beneplácito puesto que venía a justificar nuestra perseverancia y a sacarnos decorosa y hasta airosamente de un callejón al parecer sin salida. Como se pensaba que, según lo dicho, la financiación del lanzamiento correría a cargo, por mitades, de m exicanos y españoles, y que convenía que nosotros pudiéramos contribuir al connubio cultural con nuestra aportación de bienes, acudimos una vez más al Dr. Puche. Pero como éste sólo se sentía autorizado a contribuir a tan magna empresa con mil pesos (quinientos por el SERE y quinientos por la Junta de Cultura, págaderos en diez cuotas mensuales), siguiendo sus indicaciones volvimos los cuatro miembros del Directorio de la Junta que íbamos a pertenecer al Consejo de la revista a dirigimos con fecha 26 de mayo del 41, a Don Juan Negrín comunicándole la buena nueva. Deciamosie Don Manuel Márquez, Don Agustín Millares, León Felipe y quien esto escribe, que habíamos logrado promover la creación de una gran revista de la más alta jerarquía cultural entre españoles y mexicanos, y que convenía que nosotros pudiéramos contribuir a su financiación por lo menos con dos o tres mil dólares, ya que no con los cuarenta mil pesos de la mitad del capital que nos correspondían, la parte de los m exicanos estando ya suscrita. De lo contrario, pronto o tarde terminaríamos por sufrir las consecuencias de nuestra inferioridad económica. Curiosamente, el Dr. Negrín siguió practicando la extraña «política» de no darse por enterado. Acabé así por convencerme, con razón o sin ella, de que ni a Negrín ni al círculo que parecía aislarlo del mundo, debía nuestra posición americana serles atractiva.
Patentemente, la nueva e importante publicación, todavía sin nombre, iba a ser una consecuencia inmediata de las actividades de la Junta de Cultura Española, cuatro de cuyos miembros figuraban entre los nueve de la Junta de Gobierno de la publicación en cierne, así como iba ésta a ser una prolongación transfigurada de E sp a ñ a p eregrin a . Tan esto era así que en el Informe que redactó León Felipe -a la vez que Ortiz de Montellano y que yo mismo redactábamos los nuestros a fin de que Don Jesús Silva Herzog contara con suficientes argumentos para recabar la ayuda económica de sus amigos-, León, digo, propuso que la revista nueva no se llamase E sp a ñ a P e regrina. sino «El Hombre Peregrino».
Yo estimaba por entonces que los españoles estábamos obligados a informar a nuestros lectores y simpatizantes, de esta venturosa terminación. Y que también procedía justificar ante nuestros coemigrados la gestión tan discutida y hasta malamente atacada de la Junta, en razón del, aunque relativo, verdadero éxito obtenido. Con tales propósitos hice cuanto pude para que se me financiara la impresión de un número 10 de E sp a ñ a P eregrin a ; un número de D e sp e d id a y T rán sito en el que se pusiese en co
nocimiento de nuestros lectores la trasmutación de nuestra revista germinal, pequeña y pura como un diamante, y se redondeara su edición publicando los índices detallados de sus diez entregas. Pero no lo conseguí a pesar de mi insistencia. Don Jesús Silva Herzog no creyó indispensable hacerlo, por sus razones, sin duda.Tuve así pues, que renunciar al proyecto para dedicarme con alma, vida y fuertes dosis de paciencia, a la estructuración, a partir de la nada, de nuestro nuevo órgano ideológico, obligado por su índole a ser original, que sólo apareció impreso el primero de enero de 1942.
A este respecto me es preciso recordar que, en vista de que los españoles sólo podíamos contribuir con una cantidad más bien simbólica al financiamiento de la nueva publicación, siendo por ello muy de temer que, tal como la habíamos organizado, se nos entrase en agonía a los pocos números, quien esto escribe había juzgado desde varios meses antes que, para su continuidad, era imprescindible que un mexicano con entusiasmo y posibilidades se identificase con su existencia. En otras palabras, convenía a mi parecer que, tal como estaban las cosas, Don Jesús SilVa Herzog fuese su Director visible y nosotros, Bernardo y yo, codirectores adjuntos, secretarios o jefes de redacción, según se prefiriese. Pero como Bernardo se negó a aceptar otro título y cargo que no fuese el de Director mexicano,yo me decidí a recomendar el cambio proponiendo a Don Jesús como Director y a asumir con sus múltiples responsabilidades y peligros, las incumbencias amplísimas de una Secretaria obligada a resolverlo absolutamente todo. Lo que resultó ser un memorable acierto.Ya en marcha la revista, Bernardo dejó de pertenecer a la Junta de Gobierno, siendo sustituido, a propuesta mía, por Don Alfonso Caso. Y como León Felipe, mediante una de sus clásicas «espantadas» de libertario contumaz, nos dio a entender al poco que prefería no hallarse presente en la organización, hubimos de cubrir su vacante con la presencia de nuestro admirable y nunca bastante llorado Eugenio Imaz.
Este fue el modo como se operó el tránsito mortal, en cuanto a lo material, de España Peregrina, para convertirse en uno de los dos ingredientes constitutivos y principal agente motor de «Cuadernos Americanos». Al cabo de una temporada, aunque tras casi un año de espera, en cuyos últimos meses empecé a percibir una mensualidad irrisoria que en 1942 se transformó en modestísima, me trasladé con muebles, libros, máquina de escribir y otros enseres de la Junta de Cultura a un departamentito de la Avenida República de Guatemala, n.° 42, con vistas a las espaldas de la catedral y a las ruinas del Teocalli. Allí trabajé mañana y tarde, al principio asistido con la presencia frecuentísima de León y la no muy espaciada visita de Imaz y de Moreno Villa, pero después casi solo, en el mantenimiento de la voluntad de España Peregrina, demostrando, por una parte, me parece, que era invencible el espíritu que desprendía en mí la tragedia española y, por otra, que a mi juicio personal, lo que mucho vale es preciso que algo cueste.
Publicamos además los libros, Ganarás la luz de León Felipe, Rendición de Espíritu, de mi cosecha, y en compañía de Don Jesús, siempre alerta y dirigente, continué allí hasta que en 1949, obtenida una beca para proseguir mis investigaciones sobre el mito de Santiago de Compostela que resultó ser el hilo de un ovillo harto más deslumbrante, y siempre en el mismo rumbo de España Peregrina, me trasladé a Norteamérica donde hube de permanecer siete años. Lo demás es historia suficientemente conocida.
J U A N L A R R E A
ESPAÑAPEREGRINA
Sumario de sumarios e
índices
onomásticos y de materias
N úm ero 7EUGENIO IMAZ. L a C onferencia d e L a H a ban a ............................................................................... 3FRA NCISCO G IN E R D E LOS RIOS. E sp añ aviva, poem a ............................................................... 7DAVID LORD. E sp añ a y la c ris is d e l h o m b re 9JU A N LA R R EA . P re sen c ia del fu tu ro .............. 12JU A N VICENS. L a B ib lio g ra fía h isp an o am ericana ............................................................................... 17JO S E M. D E H E R E D IA . E sp añ a lib re (F ra g m en to ) ............................................................. 22JO S E MANUEL QUINTA NA. H is to r ia de uncrim en ......................................................................... 23F a lan g e y ‘‘E sp añ a P e re g r in a ” ........................... 29¿ S u b e n D arío c o n tra B o lív a r? , p o r J u a n L a rre a 31La Voz de su Amo ....................................................... 36E sp añ a , el pa ís y los h a b ita n te s , d e L eonardoM artín E ch ev erría , p o r F a u s tin o M iran d a 38 E l p rim er m ilag ro de la C a ted ra l A ngelopo- lita n a , de F ran c isco A zorín , p o r Jo s é C ar-„ n e r .................................................................................. 41M em orias de U ltra tu m b a ........................................... 41R eg is tro B ib liog ráfico , p o r A g u stín M illa res . . 42N úm ero 8-9*** Doce d e O ctubre, f ie s ta d e l Nuevo M undo 51ALFONSO R EY ES. E leg ía ....................................... 55LUIS E . VALCARCEL. M ensa je p e ru an o . . . . 56PABLO N ERU D A . R eu n ió n b a jo las nuev asb a n d e ra s , poem as ................................................... 57W A LD O FR A N K . C a rta a b ie r ta a ‘‘E sp añ aP e re g r in a ” ................................................................. 61LEOPOLDO LUGONES. Voz d e la A rg e n tin a 62G A BRIELA M ISTRA L. U n ruego ........................... 63M ANUEL MARQUEZ. C a ja l y el “ Im p e rio ” e spañol ............................................................................. 65EUG EN IO IMAZ. E n busca d e n u estro tiem po 67 JU A N LA RREA . E l P a ra ís o en el N uevo M undo, de A ntonio d e L eón P in e lo ....................... 74DOCUMENTOS PA RA LA H ISTO RIA . M inu ta d e u n a e n tre v is ta s e c re ta de los C ard en a les S eg u ra y G om á .................. 95DOCE D E O C TU B R E D E 1937. C reación del M useo y de la B ib lio teca d e In d ias en M ad rid ................................................................................. 102“ E sp añ a P e re g r in a ” a to d o s sus lec to res . . . . 113A m erica y “ E sp a ñ a P e re g r in a ” ............................. 116La N ube y el R e lo j, de C ardoza y A ragón , porJo sé R enau ............................................................... 119N abí, de Jo sé C a rn er, p o r Is id o ro E n riq u e z Calle ja ............................................................................... 120M em orias de U ltra tu m b a ........................................... 122R e g is tro B ib liog ráfico , p o r A g u stín M illa res . 124N úm ero 10D E SP ED ID A Y T R A N SITO ....................................... 3LEO N F E L IP E . L a ca rro z a la lleva la b las fe m ia , poem a ............................................................... 5W ALDO F R A N K . E l p u e rto de Colón ................. 12JU AN LA RREA . B ajo los s ignos de B ab ilo n ia 16W ILLIA M W O R D SW O R TH . In d ig n ac ió n de ung ra n e sp ír itu españo l ........................................... 21A L E JA N D R O CARRION. La sa n g re so b re la t ie r r a —c an to y sueño a l á rb o l de G u ernica— ........................................................................... 22LUIS SA NTULLANO. De unos ju eg o s flo ra lesa unas re fo rm as sociales ................................... 29JE S U S S A N C H E Z TRIN CA D O . D u ra n te elP ostm odern ism o ................................................. 32JU V E N A L O R T IZ SA RALEG UI. La P oesía deSofía A rzare llo ......................................................... 35DOCUMENTOS PA RA LA H ISTO R IA . A n teced en te s d e la “ C ru zad a” y “ G u erra S a n ta ” .(D el a rch ivo sec re to del C. Gomó) ............... 39C a rta del C. S eg u ra a l C. Gomá ................... 41C orrespondencia e n tre el C. Gomá y el Sec re ta r io de E stad o d e l V aticano , C ard enal E . Pacelli ................................................... 42In fo rm es del P rim ad o español so b re laselecciones ........................................................... 44IN FO RM ES D E T R E S PO ETA S p a ra la c rea ción de u n a g ra n re v is ta ................................... 53F á b u la y signo d e la p in tu ra , p o r Ju a n L a rre a 57 U na voz de F ra n c ia , d e J . M arita in , p o r W aldoF ra n k ................. 60
N ecedad M an ifie sta ....................................................... 62C o n tras te s m ad rileñ o s , p o r F . V aldés L eal . . . . 65Jo sé R iza l, p e reg rin o de ESPA SA P E R E G R INA .................................................................................. 68P re sen c ia de l p o e ta , p o r *** ................................... 70M em orias d e U ltra tu m b a ........................................ 71JU A N L A R R E A . A m an e ra de ep ílogo .......... 75
ÍNDICES ONOMÁSTICOS Y DE MATERIASALLFiN, J a y No. P ág .La c ru d a v e rd ad ..................................... 1 2T7ANONIMOSA poteosis de l E sp e rp en to .................. 2 83B erto ld o , B erto ld in o y C acaseno . . 5 207B ru ta lid a d y C inism o ........................... 3 126C añam azo. E l f re n te f ra n q u is ta enlos E s ta d o s U nidos ......................... 4 175C en tenario d e L uis V ives .................. 4 154C ontenido a c tu a l del M useo d e In d ias ......................................................... 8-9 108C u ltu ra e d ifican te ................................... 3 136Los D erechos de D ios ........................... 3 128D esp ed id a y T rá n s ito ........................... 10 318 d e ju lio . P re m ed itac ió n y A levosía 6 272D iso n an c ias C ubanas (T h e N ation ,N. Y ork. 10, ag . 40) ....................... 7 6D is tin to s m odos d e e s c r ib ir la h is to r ia —los d e Carlo's P e re ira yH e rb e r t G. W ells— ....................... 3 125Doce d e O c tu b re de 1937. C reación del M useo y de la B ib lio teca deIn d ias en M adrid ............................. 8-9 102D ocum entos p a ra la h is to r ia (A n te ced en tes de la “G u e rra S a n ta ” ) 8-9 100D ocum entos p a ra la h is to r ia (A n te ced en tes d e la “ G u e rra S a n ta ” ) 10 39D on d e P ro fec ía ................................... 5 215D on Ja c in to B en av en te d a d e com era las f ie ra s ......................................... 5 227D on L indo de A lm ería (B a lle t) ........ 1 41E n cu b rid o re s y D escu b rid o re s (N o ta de c o n tra s te e n tre R am ón S e rra no S ú ñ e r y C ristó b a l Colón) . . 8-9 66E s ta fe ta M exicana ................................... 2 88F a s to s C u ltu ra les . C en ten ario del P r i m er C olegio de A m érica ............ 4 181F ed erico G arcía Lorca. In m em oriam 1 6La F u n d a c ió n R o ck efe lle r d e M ad r id ......................................................... 2 74L a H isp a n id ad al d esn u d o ................ 8-9 73H o rd as rev o lu c io n arias ...................... 1 30L ib ia , Som alia , A b isin ia , E sp añ a yA lb an ia ................................................. 4 164M inuta d e u n a e n tre v is ta sec re ta delos C ard en a les S eg u ra y Gom á . 8-9 96N ecedad m an if ie s ta ................................. 10 62N u estro s in te lec tu a les en F ra n c ia . 4 179P a la b ra s d e A ntonio M achado .......... 1 12E l P ap a am igo de los sov ie ts . S ubte rfu g io s del C a rd en a l Gom á . . 8-9 100E l P r i m e r C ongreso I n d i g e n i s t aA m ericano ........................................... 3 120E l P ueb lo español en F ra n c ia . . . . 5 197La T rav esía d e l “ S in a ia ” ................... 2 229La V erd ad e ra vo lu n tad d e E sp añ a .Irrec u sa b le s T estim on ios ............. 1 18L a v ig a en el o jo ................................. 6 269La voz d e su am o ................................... 7 36A REN A L. ConcepciónE scenas de g u e rra , f rag m e n to ........ 3 128ARZA RELLO , SofíaO rtiz S a ra leg u í. Ju v e n a l: “ L a poesía d e Sofía A rzare llo ” ............... 10 35A STERISCO S(L A R R E A . J u a n )Doce de O ctub re , f ie s ta del N u evo M undo ..................................... 8-9 51— E n te re z a E sp añ o la ........................... 2 243— E x o re tu o . La Ig le s ia e sp añ o lay la v e rd ad ........................................... 5 208— P o r u n o rd en co n sc ien te ............ 4 147— P re sen c ia d e l P o e ta ....................... 10 70
AZARA. M anuelLos enem igos d e la R e p ú b l i c a ............ 1 34AZORIN. F ran c iscoC arner. J o s é : “ El p r im e r m ilag rode la c a te d ra l A n g e lopo litana” . 7 41BAGARIAM asip. P au lin o : “ E n la m u e rte deB a g a ría ” ............................................. 6 262BEN A V EN TE. Ja c in toDon Ja c in to B enavente d a de com era la s f ie ra s ......................................... 5 227BEBB. C apitánL levé la revolución d e sd e C an arias a T e tn án (b a jo e l t í tu lo “ E l MoroM uza” ) ................................................... 6 274BERGAM IN. Jo séC on tes tando a Don Jo s é O rteg a yG asset. E n caso concre to .......... 1 32— La d e l C atorce de A bril (¡A quellos In te lec tu a le s !) .......................... 3 99— Ir is d e Paz. E sp añ o les In fra - ro jo sy U ltra -v io le tas ................................. 1 13— N oso tros E spaño les. C a rta a b ie r taa G eorge B em an o s ........................... 3 130— V ersa lle s 1940 (b a jo “ V ein te añosd e sp u és” ) ............................................... 5 195BERNAN OS. G eorgeE scándalo de la v e rd ad ...................... 6 246BOLIVAR U R R U TIA . IgnacioR io ja . E n riq u e : “ H o m en aje d e laU n iv ersid ad d e M é x ic o a losP ro ís . B olívar y C a rrasco ” ........ 6 278BRASILLAC, R o b e rt y M aurice B ardecheH is to r ia de la g u e rra d e E sp añ a (b a jo el t itu lo "D eposición cag u la r- d a ” ) ....................................................... 6 276CALVO SOTELO. Jo séLe v e rd ad e ra v o l u n t a d d e E sp añ a . Irrec u sa b le s tes tim o n io s (Jo séCalvo Sotelo, F ra n c isco F ran co .Is id ro G om á) .................................... 1 18CARDOZA Y ARAGON. L uisR enau . J o s é : “ L a nu b e y el r e lo j” .d e L u is C ardoza y A rag ó n ----- 8-9 119CA RN ER. Jo séA lfonso R eyes y E sp añ a .................... 1 37— E n riq u ez C alle ja . Is id o ro : “ NA-B I” , poem a p o r Jo s é C a rn e r . . . . 8-9 120— E l p rim e r m ilag ro de la c a ted ra l A n g elopo litana . p o r F r a n c i s c oA zorin ..................................................... 7 41CARRASCO G A RRO REN A . P ed roR io ja . E n riq u e : “ H om en aje de la U n iv ersid ad de M éxico a los p ro feso res B o lívar y C a rrasco ” ___ 6 278CARRION, A le jan d roL a s a n g re en la t ie r ra . C an to y su e ño a l á rb o l de G u ern ica , poem a 10 22CASAL. J u lio J .O rtiz S a ra leg u i. Ju v e n a l: “ P oetasque E spaña h a dado a A m érica:Ju lio J . C asa l” ................................. 5 222CERN U D A . L uisE leg ía E sp añ o la , poem a ..................... 4 171C O LER ID G E. Sam uelS alinas. P e d ro : “ P a la b ra s de Co-le r id g e ” ................................................. 6 248CRUZ D E SA NGREDon d e P ro fec ía . A ntes d e la in su rrecc ió n .............. -............................ 5 215DARIO. R ubénL arrea . J u a n : “ ¿ R u b én D arío co n traB o lív a r?” ............................................. 7 31DESCO RTES. D onosoJ a q u e y jaq u e ca al cab ec illa .............. 5 226— Jo sé R iza l, p e reg rin o d e E spañaP e re g rin a ............................................... 10 68DOCUMENTOS PARA LA H IS TO R IA 18 d e ju lio . P rem ed itac ió n y a le vosía ....................................................... 6 272D ocum entos p a ra la h is to r ia .......... 8-9 95D on d e P ro fec ía . A ntes de la in su rrecc ión ................................................. 5 215D espués de la in su rrecc ió n .............. 5 216L arrea . J u a n : A n teced en tes d e la“ C ru zad a” y “ G u e rra S a n ta ” . 10 39
1) C a rta del C ard en a l P edro Segura a l C ardenal Is id ro Gom á. R om a. en ero de 1936 ..........................2) C om unicación d e l C ardenal Is id ro G om á d ir ig id a a l C ardenal E u gen io Pacelli (P ío X II) T o ledo. 22 de enero de 1936 ..............3) C arta de l C ardenal E u gen io P a celli a l C ardenal Is id ro Gomá. e sc rita en ita lian o . 31 d e enero de 1936 ...................................................4) C a rta del C ard en a l Is id ro Gom áal C ardenal E ugen io Pacelli. 26 de fe b re ro de 1936, acom pañ ando un in form e so b re el re su lta d o de las elecciones .....................................5) In fo rm e del C ardenal Is id ro Gom á e n treg ad o a m ano a l Secreta r io de E stado . C ardenal E u g enio Pacelli. 20 de a b r il de 1936a) A lgunas observaciones sob re la situ ac ió n p o lítica y re lig io sa en E spaña.b) E l p a r tid o n ac io n alis ta vasco en las ú ltim as elecciones.c) El reg ionalism o ca ta lán ensu s re laciones con la Ig le s ia 10 M inu ta de u n a e n tre v is ta sec re ta delos C ardenales S eg u ra y Gomá . 8-9B ern ard o O rtiz d e M ontellano. L eón F e lipe . J u a n L arrea . In fo rm es de t re s p o e tas p a ra la creación deu n a g ra n rev is ta ............................. 10E l P ap a am igo de los so v ie ts . S ubte rfu g io s del C ardenal Gom á . . 8-9L a V erd ad era vo lu n tad d e E sp añ a . I rrecu sab les tes tim o n io s , de Jo sé Calvo Sotelo. F ran c isco F ra n c o yC ard en a l Is id ro G om á ................. 1D ZELEPY . E.Sánchez V ázquez. A dolfo: “ M enti- ,ra d e In g la te rra c o n tra verdad de E sp añ a” . (E . D zelepy : E sp e jo de A levosías) ....................... 5EIN STE1N . A lbertS an ta ló Sors, M arcelo: “ La física , av en tu ra del p en sam ien to ” , deA. E in s te in y E . In fe ld ............... 4ELU A RD . P au lP oem as. N oviem bre 1936. La victor ia de G uern ica ......................................... 3EN R IQ U EZ C A LLEJA . IsidoroNA BI, poem a p o r Jo s é C a rn er ........ 8-9ESPAJÑA PE R E G R IN AA m érica y E spaña P e re g rin a ............ 8-9— C onfesión de p a r te . F a lan g e yE spaña P e re g rin a . Se tran sc rib e el a r ticu lo "P re se n c ia en A m érica de la E sp añ a fu g itiv a ” de G onzalo T o rren te B a lle s te r ................... 7— E sp añ a P e re g rin a a. todos su s lecto res . E n la f i e s t a d e l N u e v o M undo ..................................................... 8-9— E sp añ a P e reg rin a . A claraciones . 10— E sp añ a P e re g rin a . M anifiesto dela J u n ta de C u ltu ra E sp añ o la . . 1— F ra n k , W aldo : “ C a rta a b ie r ta aE spaña P e re g rin a ............................ 8-9— H om enaje a l a m em oria de Leopoldo A las ............................................ 4FRA NCO. F ran c iscoL a v e rd ad e ra vo lun tad d e E sp añ a . I rrec u sa b le s T estim on ios ( J o s é Calvo Sotelo. Is id ro Gomá. F ra n cisco F ra n c o ) ..................................... 1FR A N K . W aldoC a rta a b ie r ta a “ E spaña P e re g r in a ” 8-9— El P u e rto de Colón ........................ 10— Una voz d e F ra n c ia . Sobre “ Atrav é s d e l d e sa s tre ” d e J . M ari- ta in ........................................................... 10GALLEGOS. Jo s é M anuelL a g ra n m itificae ión h itle r ia n a ___ 5— Jo s é O rteg a y G asset. E n sim ism am ien to y A lteración ............... 2— La m en tira de la civ ilización c r is t ia n a .........................................................
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— P ie d ra s B lancas, d e P . L. L ands-b e rg .........................................................— La razón de a n a sin razón ............— Sem ana S an ta <1937) ......................GARCIA. M aría G. V da. deU na c a r ta e n tre o tra s ..........................GARCIA BACCA, Ju a nR o u ra -P a re lla . J u a n : ‘‘In troduccióna l f ilo so fa r” , de l D r J u a n G arfio Rnr/’oGARCIA LORCA. F e d e r ic o ........................G rito hacia B om a (desde la to r re del C h ry sle r B u ild in g ), poem a . . . .— Ig les ia ab an d o n ad a , poem a . . . .— F ed erico G arcia L orca. In m e-m oriam ...................................................— L arrea , J u a n : A sesinado p o r elc i e l o (so b re “ P o e ta en N u e v a Y ork” ) .....................................................— N eru d a . Pab lo : (P a la b ra s sob reF ederico G arcía L orca) ...................G A R FIA S. P edroE n tre México y E sp añ a , p o e m a -----G IN ER D E LOS RIOS, F ran c iscoE spaña viva, poem a ...............................— El españo l de l éxodo y de l llan to ,de León F e lip e ...................................GOMA Y TOMAS. C ard en a l Is id roLa v e rd ad e ra v o lu n tad de E sp añ a . I rrec u sa b les te s tim o n io s . ( J o s é Calvo Sotelo. Is id ro Gomá. F r a n cisco F ran co ) .....................................— ” ” " ( J u a n L a rre a ) . “ E x o retu o ” . La Ig les ia E sp añ o la y la V erdad .....................................................— A pología d e la H isp an id ad ..........— D ocum entos p a ra la H is to r ia . . . .— M inuta d e u n a e n tre v is ta sec re ta de los C ardenales S eg u ra y Gomá— “ El P a p a am igo de los Sov ie ts” . S u b te rfu g io s d e l C ard en a l Gomá— L a rre a . J u a n . A n teceden tes d e la“ C r u z a d a ’ ' y “ G u erra S a n ta ” . (D ocum entos de l a rch iv o sec reto del C ardenal G om á) .........................— C arta de l C. S eg u ra a l C. G om á .— C orrespondencia de l C. Gomá y el S ec re tario d e E stad o del V a ticano, C ardenal E ugen io P acelli— In fo rm es d e l C. G om á a l C. P a celli so b re e l re su lta d o de la s elecciones y de la situ ac ió n po li- tico -re lig io sa de e lla s d e riv ad a .— E l p a rtid o n ac io n a lis ta vasco enlas ú ltim as elecciones ......................— E l reg iona lism o c a ta lá n en su sre laciones con la Ig les ia ..............
H A L F F T E R , R odolfoSoneto d e S or J u a n a In é s de la Cruz, pu esto en m ú sica SU PL EM EN TO .........................................................HA RINC. C larence H .Ig lesia . R am ón : “ E sp a ñ a y la s In d ia s ” de C larence H . H arin c . . . . H E R E D IA , Jo sé M aría deE sp añ a L ib re , poem a ..........................H E R R E R A P E T E R E . Jo séR ejano . J u a n : “ A los a lcances de lanovela” .................................................HUGO. V íc to rLa R epúb lica E sp añ o la ......................IG LESIA . R am ónE sp a ñ a y las In d ias , d e C larenceH . H a rin c ...........................................IGLESIA y R ELIG IO NF ed erico G arcía L orca . G rito haciaB om a, poem a .....................................Jo sé M anuel G allegos. La m en tirade la civ ilización c r is tia n a ..........Los 30 d in ero s ...........................................La V irgen de l P ila r ..............................Ju a n L a rre a . In tro d u cc ió n a un M undo N uevo ( I ) .....................................J u a n L arrea . In tro d u cc ió n a un M undo N uevo (I I ) ...................................
Jo s é M anuel G allegos. Sem ana S an ta
J u a n L a rre a . In tro d u cc ió n a un M undo N uevo (III) ...............................F ed e rico G arc ía L o rca . Ig les ia a b a n d o n a d a .................................................P a la b ra s de a y e r en e l s ilencio deh oy , de S.S. P ío X I .............................*** ( J u a n L a rre a ) . E x o re tu o . L a Ig les ia E spaño la y la V erd ad .. Don de P ro fec ía . A n tes de k i in su rrecc ió n . D espués d e la In su rre c ción .........................................................Salm o C X IX . E l ju s to en su d e st ie r ro .....................................................J u a n L a rre a . In tro d u cc ió n a un M undo N uevo (IV ) ...............................L a v iga en el ojo ...................................D ocum entos p a ra la H is to r ia ..........M inu ta de u n a e n tre v is ta sec re ta en t r e lo s C ard en a les S eg u ra y Gom á .......................................................“ E l P ap a , am igo de los Sov ie ts” .S u b te rfu g io s del C ardena l G om á J u a n L a rre a . B ajo el signo de B ab ilo n ia ...................................................C arta del C ardena l S e g u ra a l C ardena l Gomá .............................................C o rrespondencia e n tre el C ard en a l G om á y el S ec re ta rio de E stad o del V aticano , C ardena l P acelli .. In fo rm es de l P rim ad o E spaño l, C ard en al Gom á, al C ard en a l P ace lli ace rca de l re su lta d o d e la s elecciones y d e la s itu ac ió n po lítico -re lig io sa d e e lla s d e riv ad a ........E l p a r tid o n a c io n a lis ta vasco en las ú ltim as elecciones y en o rd en a la d e fen sa d e los p rin c ip io s r e l i g iosos .....................................................E l reg io n a lism o c a ta lá n en su s r e la c iones con la Ig le s ia ......................IMAZ. E u g en ioE l a lcáza r d e P a r ís (A la luz de la g u e r ra re lám p ag o ...........................— La co n feren c ia de la H ab an a ___— El cab a lle ro desconocido (A laluz d e la g u e rra re lám p ag o ) ___— C uen to ju d ío (A la luz de la g u e r r a re lám p ag o ) .................................— D os lib ro s de M aría Z am brano— E n tre d o s g u e rra s ............................— D iscu rso in P a r t ib u s ......................— E n b usca d e n u e s tro tiem po . . . .— G u e rra y G u e rras (A la luz de lag u e r ra re lám p ag o ) ...........................— F asc ism o in te g r is ta o su p e rto ta -l ita r io (A la luz d e la g u e rra re lám p ag o ) .................................................— H o m en aje a L u is Vives ..............— El in d íg en a , fa c to r de p ro g reso(R e v is ta E ducación , n 4) ............— J u s to S ie rra . E volución po líticade l pueb lo m exicano ......................— Lo q u e son las cosas (A la luzd e la g u e r ra re lám p ag o ) ..............— M em orias de un vagón de fe rro c a rr il (A la luz de la g u e r ra re lám p ag o ) ...............................................— Los o r íg en e s de la civ ilización (A la luz de la g u e r ra re lám p ag o ) .— P en sam ien to d e s te r ra d o ..................— La voz d e su am o (M em orias deU ltra tu m b a ) ...............v........................IN F EL D , E.S an ta ló Sors, M arcelo : “ La física , a v e n tu ra del p en sam ien to ” , deA. E in s te in y E . In fe ld ...............JU A N A IN ES D E LA CRUZ. SorSoneto d e Sor J u a n a In é s d e la C ruz p u e sto en m úsica p o r R. H a lff-te r . SU PL EM EN TO .........................JU N T A D E CULTURA ESPAÑOLAA ctiv idades d e la J u n ta de C u ltu ra E sp añ o la ...............................................— B ib lio teca ...............................................— U na b u h a rd illa y un m an ifies to ..— C rece n u e s tra b ib lio teca ...............— C asa d e la C u ltu ra E sp añ o la . . . .
3 1134 1535 2005 208
5 2155 2165 2176 2698-9 95
8-9 968-9 10010 1610 41
10 42
10 44
10 4910 52
6 2717 35 2256 2711 384 1601 158-9 675 224
6 2704 1856 2795 2316 270
6 2705 2253 1076 282
4 184
3 98A
1 421 442 783 1361 43
3 1324 1502 614 178
4 183
1 74 1531 6
6 2516 2565 2307 71 39
1 18
5 2088-9 118-9 958-9 968-9 100
10 3910 41
10 43
10 4410 4910 52
3 98A
3 1337 22
6 2573 101
3 133
1 71 91 451 451 212 512 61
— D os c a r ta s (u n a d e la J u n ta deC u ltu ra E sp añ o la a la Legración de F ra n c ia en M éxico y o tr a de é s ta a la J u n ta de C u ltu ra E sp a ñ o la) .........................................................— E m peño d e U nidad . D ec larac iones de la J u n ta de C u ltu ra E sp añ o la— E sp añ a P e r e g r i n a (D eclaraciónin ic ia l d e la J u n ta de C u ltu ra E sp añ o la . R ep ro d u cid a en u n su p lem en to d e sp leg ab le) ..................— E s ta tu to s d e la J u n ta d e C u lto ra E spaño la . R ep ro d u cid o s en los N ú m s .: 2, p.50: 3. p.98; 4. p.146.5. p.194; 6. p.242; 7. p .2 ; 8-9.p.50 ......................................................— E xposicionesLa Casa d e la C n lto ra E spaño la y nna exposición de a r t i s ta s e spaño les ...................................................A ntonio R o d ríg u ez L una ..............JU N T A D E C U LTU RA ESPA D O LA (con tin u ac ió n )— E xposicionesC ristó b al R niz .....................................L.A. E xposición R o d ríg u ez O rgaz— F re n te a la desu n ió n ......................— H om enaje a A ntonio M achado . .— H om en aje a A nton io M achado enP a r ís .......................................................— E l p r im e r C ongreso In d ig e n is taA m ericano .............................................LA N D SBERG . P ab lo L.A p ropósito d e U nam uno ..................— G allegos. Jo sé M anuel: “ P ied ras B lancas'* , d e P.L . L an d sb ergLARRA. M ariano Jo séLa lib e r ta d d e p en sam ien to ..............LA RREA . J u a nA m an era d e epílogo ...........................— A nteceden tes de la “ C ru z ad a " y“ G u e rra S a n ta " (D el a rch iv o sec re to de l C ardenal G om á) ..........— A sesinado p o r el c i e l o (so b re“ P o e ta en N ueva Y o rk ” d e F e d erico G arcía L orca) .......................— B ajo los s ignos d e B ab ilon ia . . . .— Como un solo p o e ta .......................— C om prensión del in s ta n te (a la luz d e la g u e rra re lám p ag o ) . . . .— D oce de O c tu b re , f ie s ta del NuevoM undo .....................................................— Ex o re tu o . L a Ig les ia e sp añ o la yla v e rd ad ...............................................— E n te rez a e sp añ o la ............................— F á b u la y signo de la p in tu ra (E s-Kjo de E sp añ a) .................................form es d e t re s p o e ta s p a ra la c reación de u n a g ra n re v is ta . .— In tro d u cc ió n a un m undo nuevo
— ¡O jo a l C risto ! ...................................— El P a ra íso en el Nuevo M undo deA ntonio d e León P inelo .............. 8 -9 .— P icasso en N ueva Y ork ................— P o r un o rd en co n sc ien te ................— P resen c ia del fu tu ro .......................— P re sen c ia del p o e ta ......................— 15 d e A bril. M em oria d e C ésarV alle jo .....................................................— ¿R u b én D arío co n tra B o lív a r? . .LEO N. F e lip eLa carro za la lleva la b las fem ia ..— P oem as: E l ho m b re siem b ra b a b a ; L evan tad e l p a tíb u lo ..............— IN FO R M ES de t re s p o e ta s p a ra la creación de u n a g ra n re v is ta— G iner de los R íos. F ran c isco :“ E1español del éxodo y del l la n to " , d e León F e lip e .................................LEON PIN ELO . A ntonio deL arrea . J u a n : “ E l P a ra íso en el N uevo M undo d e A ntonio d e LeónP in e lo " ......................................................... 8-9LIBROS - RESEÑ A S C A R N ER . Jo séA lfonso R eyes y E s p a ñ a ..............
— E l p r im e r m ilag ro d e la ca ted ra lA ngelopo litana (p o r F r a n c i s c oA zorín) ................................................... 7 41E N R IQ U E C A LLEJA . Is id o roN abi, P o em a p o r Jo sé C a rn er .......... 8-9 120F R A N K . W aldoU na voz de F ra n c ia : “ A tra v é s deld e s a s tre " d e J . M a r i ta i n ............... 10 60GALLEGOS. Jo s é M anuelJo s é O rteg a y G asset. E nsim ism am ien to y A lteración ...................... 2 84— P ie d ra s B lancas d e P .L . L andsb e rg .......................................................... 3 132G IN E R D E LOS RIOS. F ran c iscoE l español d e l éxodo y de l llan tod e León F e lip e .............................. 1 39IG LESIA . R am ónE sp añ a y las In d ias (de C larence H .H arin c ) ................................................. 3 133IMAZ. E ugen ioD os lib ro s de M aría Z am brano ___ 1 38— E l in d íg en a , fa c to r d e p ro g reso 6 279— J u s to S ie rra . Evolución po líticade l pueb lo m exicano ...................... 5 231LA RREA . J u a nA sesinado p o r el cielo , so b re “ P o e ta en N ueva Y ork” de F . G arcíaL o rca ..................................................... 6 251M IRANDA. F .C om entario a E sp añ a , el p a ís y los h a b ita n te s , d e L eo n a rd o M artínE ch ev erría ........................................... 7 38R E JA N O , J u a nA los a lcances de la novela , sob re “N ieb la de cu ern o s” d e Jo sé H er r e ra P e te re ....................................... 6 257REN A U . JoséLa nube y el re lo j, de L u is Cardo-za y A ragón ...................................... 8-9 119RO U RA -PA RELLA . Ju a nIn tro d u cc ió n a l filo so far, de l Docto r J u a n G arcía Bacca .............. 4 183SA NCHEZ VAZQUEZ. A dolfoG enera l V icente R o jo : A le rta a lospueb los ................................................. 2 85— M entira d e In g la te rra c o n tra V erdad de E spaña (E . D zelepy :“ E spe jo de A levosías” ) .............. 5 232— Ste inbeck y la “ P e rv e rs id ad Americ a n a " .................................................. 6 280SANTA LO SORS. M arceloL a física , a v e n tu ra del pensam ien to ,de A. E in s te in y E . In feld ___ 4 184L O R D . D avidE sp añ a y la c r is is de l ho m b re ___ 7 9LUGÒNES. LeopoldoVoz de la A rg en tin a .............................. 8-9 62M ABILLE. P ie r rcM éxico y E sp añ a ..................................... 2 75MACHADO. A ntonioH m en aje a A ntonio M achado. P a r t i c ipan : Jo sé B ergam ín . A lfonso R eyes. C arlos P e llicer. X av ier V ílla u rru tia . Jo a q u ín X ira u y Jo sé P u ch e ........................................ 2 64— H om enaje a A ntonio M achado enP a rís ....................................................... 3 129— P a lab ra s de A ntonio M achado . . . 1 12— POEM A in éd ito de A nton io M achado ...................................................... 2 64M A RITA IN. Ja c q u esF ra n k . W aldo : “ U na voz d e F r a n c ia " , de J . M arita in ...................... 10 60MARQUEZ. M anuelC aja! y el “ Im p erio " español .......... 8-9 65M A RTIN E C H EV ER R IA . L eonardoM iranda, F a u s t i n o : C om entario a “ E sp añ a , el pa ís y los h a b ita n te s " . d e L eonardo M artín E chev e rr ía .................................................... 7 38MASIP. P au linoL a ag o n ía de E uropa .......................... 5 199— E n la m u erte de B a g a ría .............. 6 262— Todo un hom bre, d e don M iguelU nam uno, en el te a tro A rbeu . . 2 86M EM ORIAS D E U LTRA TU M BAH ispan ism o m ilita n te ............... 1 45
5 1988-9 115
1 3
1 2
3 1355 234•ntinuación)5 2341 417 352 643 1293 1203 1053 1327 21
10 75
10 39
6 25110 162 805 224
8-9 515 2086 243
10 5710 531 212 513 1135 2174 165
8 -9 . 741' 354 1477 1210 703 1217 31
10 55 201
10 54
1 39
8-9 74
1 37
H ispanoam ericanos y m oros ..............Los 30 d in e ro s ..........................................F ran co to ta lita ris m o ..............................La V irgen del P i la r ..............................La v e rd ad so b re la E sp a ñ a d e F r a n co, p o r A. V. P h illip s ..................E l sex to an iv e rsa rio d e la e n tre v ista d e Jo s é A ntonio con el U n ce I ta lian o .................................................L a c u ita ra en a rm as ..............................L a h isp an id ad en m arch a ..................P en e trac ió n je su ític a ............................E l caba lle ro B este iro ............................¡Q ue se la l lev a ro n ! .......... ....................Ju s tic ia y no p o r m i b a rb a ..............Lo que son la s cosas ..........................E l rep u b lican o d e to d a la v ida ___Ecos del Im p erio .....................................La ho ra de los N ovísim os ..................P o s t fac tu m m e a leg ro ........................Goya red iv ivo ...........................................La V irgen de los R ey es (G eorgesR o tv an d ) ...............................................L a voz d e su am o, E (u g en io ) I(m az) N u estro e-scudo h u e le a g a rro te . . . . La casa ab ac ia l d e Jo s é A ntonio . . .¡Ave M aría P u r ís im a ! ..........................T án g e r y el e strech o en 1940 ..........M usa M usae. E l can to de los N ovísim os ....................................................P ru eb as a l can to ..................................L a c u ltu ra en e l d e s ie r to ..................Del ra s t ro a las A m éricas ..................Y a p ro p ó sito d e S o lana ......................M ILLARES CARLO. A g u stínR e g is tro b ib lio g rá fico ...........................
— S obre H e rn án C ortés ......................M IRANDA. F a u s tin oC om entario a “ E sp añ a , el p a ís y los h a b ita n te s " d e L eonardo M artínE ch ev erría ...........................................MISTRAL. G abrie laUn ruego ................................................NERUDA, PabloR eun ión b a jo la s nuevas b a n d era s ,poem a .....................................................— Oceáno, poem a ...................................— S o n a ta , poem a .....................................— (P a lab ra s so b re F ed e rico G arcíaL orca) .....................................................N ERV A L. G e ra rd ereC anto de un españo l. C han t d ’unespagno l, poem a ..............................O RTEG A Y GASSET. Jo séB e r g a m í n . Jo sé : “ C on tes tando a D on Jo sé O rtega y G asset. Uncaso c o n cre to " ..................................G allegos. Jo sé M anuel: “ Jo sé O rte ga y G asset. E nsim ism am ien to yA lterac ió n " ........................................O RTIZ D E M ONTELLANOIn fo rm es de t r e s p o e ta s p a ra la c rea ción de u n a g ran re v is ta ___O R TIZ SA RALEG UI. Ju v e n a lLa poesía de Sofía A rzare llo ..........— P o e ta s que E spaña ha dado aA m érica: J u lio J . C asal ..............OSSORIO Y GALLARDO. A ngelIm perio .........................................................PACCELLI. E ugen io , véase PIO X II. S.S. P E L L IC E R . C arlosH om enaje a A ntonio M achado ..........P E R E IR A . C arlosD is tin to s m odos de e sc r ib ir la h is to r ia —los d e C arlos P e re ira yH . G. W ells— ...................................PICASSO. PabloL arrea . J u a n : “ P icasso en N uevaY o rk " ..................................................PH IL L IPS , A. V.La v e rd ad so b re la E sp añ a de F r a n co (E n M em orias de U ltra tu m b a)
P I Y MARGALL. F ran c iscoT rad ic ió n re p u b lican a ..........................PIO X I. S.S.P a la b ra s d e a y e r en el silencio de hoy ...........................................................PIO X II. S.S.D espués de la in su rrecc ió n .................— L a rre a , J u a n : A n teceden tes de la “ C ru z a d a " y “ G u e rra S a n ta " . . .— .C orrespondencia e n tre el C arden a l Gom á y el S ec re ta rio de E sta do del V aticano , C ardena l E . Pa- celli ............ * ...........................................— In fo rm es p re se n ta d o s por el C.Gomá a l C. P acelli so b re el re su ltad o de las e lecciones ....................CARRIO N. A le jan d roL a s a n g re so b re la t ie r r a . C anto y sueño a l á rb o l d e G u ern ica . . . . CERNUD A. L uisE leg ía e sp añ o la .......................................ELU ARD. P au lP oem as. N oviem bre 1936. L a victo r ia de G uern ica ...........................GARCIA LORCA. F edericoG rito h ac ia R om a (d e sd e la to r r e de l C h ry s le r B u ild in g ) ..............— Ig les ia ab an d o n ad a ...........................GA RFIAS. P e d roE n tre M éxico y E sp a ñ a ......................G IN ER D E LOS RIOS. F ra n c iscoE spaña V iva ...............................................H E R E D IA . Jo s é M. deE sp añ a L ib re (frag m en to ) ..............JU A N A IN ES D E LA CRUZ. SorSoneto d e S o r J u a n a In é s d e la C ruz, p u e sto en m úsica p o r R . H a!f-f t e r (SU PL EM EN TO ) ..................LEON F E L IP EP oem as. E l H om bre s ie m b ra b ab a . L ev an tad el P a tíb u lo ..................— La ca rro za la lleva la b lasfem iaN ERU D A ̂Pab lo .R eun ión b a jo las n u ev as b a n d e ra s— Oceáno .....................................................— S onata ...........................................N ER V A L. G érad deC anto d e un españo l. C han t d ’unespagno l ...............................................PRADOS. E m ilioLa voz c au tiv a .........................................QU IROGA PLA . Jo sé M.O ferto rio .......................................................SALM O CX IX . El ju s to en su d e st ie r ro .......................................SANCHEZ VAZQUEZ. A dolfoE leg ía a una ta rd e d e E sp a ñ a (18de ju lio de 1936) ...........................UNAMUNO. M iguel deA diós E sp a ñ a .........................V A LLEJO . C ésa rE sp añ a , a p a r ta de m i e s te Cáliz ... W H ITM A N . W altE sp añ a , 1873-74 ( tra d . d e León F e -W O R D SW O R TH . ' W ilïiam .............................In d ignac ión d e un g ra n e sp ír itu e s pañol .....................................................PRADOS. E m ilioL a voz c au tiv a , poem a ...........................PU CH E. Jo séH om enaje a A ntonio M achado ........QU INTA NA, M anuel Jo séH is to ria d e un crim en 1820-1823 . . . QUIROGA P L A . Jo sé Ma.O fe rto rio , poem a .....................................RAMON Y CAJAL, S an tiag oM árquez, M anuel: C ajal y el Im perio e sp a ñ o l" .......................................R E JA N O , Ju a nA los a lcances d e la novela , so b re Jo sé H e r re ra P e tere . “ N ieb la deC u e rn o s” ...............................................REN A U , Jo sé“ L a n u b e y el r e lo j" , d e Luis C arduza y A ragón ..................................— R eflex iones so b re la c ris is id eo lógica de l a r te ...................................
6 245
5 2005 216
10 39
10 42
10 44
10 224 171
3 110
1 74 1535 2307 77 22
3 98A
5 20110 58-9 578-9 588-9 59
2 762 583 1295 216
6 2493 1031 19
1 26
10 21
2 582 68
7 233 129
8-9 65
6 257
8-9 1192 70
1 451 451 451 462 89
2 902 902 902 903 1373 1373 1373 1383 1384 1865 2355 2355 2356 2826 2827 417 417 418-9 122
8-9 1228-9 1228-9 12210 7110 722 913 1384 1875 2366 2837 428-9 1243 119
7 388-9 63
8-9 578-9 588-9 596 256
2 76
1 32
2 84
10 5310 35
5 2224 170
2 65
3 125
1 35
2 89
R E Y E S. A lfonsoE leg ía ........................................................... 8-9 55H om enaje a A ntonio M achado .......... 2 66REYNA UD. PaulLos g à n g s te r s del c ap ito lio .......... 4 164R IO JA . E n riq u eC iencia ........................................................... 3 134— H om enaje de la U n iv ersid ad d eM éxico a los p ro feso res B olívar y C arrasco ................................................. 6 278RIZAL. JoséD escortés. D onoso: “ Jo sé R izal, pere g rin o de E spaña P e re g r in a ” . 10 68R O JO . V icenteSánchez V ázquez. A dolfo: “ G eneral V icente R o jo : A le rta a los pueb los” ...................................................... 2 85R O D R IG U EZ LOZANO. M anuelLa C asa de la C u ltu ra E spaño la y u n a exposición de a r t is ta s e sp a ño les ...................................................... 3 135R O D R IG U EZ LUNA. A ntonioE x posiciones: A ntonio R o d r í g u e zLuna ...................................... 5 234R O D R IG U EZ ORGAZ. M arianoL .A .: E xposición R odríguez O rgaz . 1 41ROM ERO. F ran c iscoPleno te s tim o n io (frag m en to de u n ac a r ta ) ..................................................... 8-9 64RO U RA -PA RELLA . J u a nIn tro d u cc ió n al filo so far de l D octorJ u a n G arcía Bacca .......................... 4 183ROTVA ND. G eorgesLa V irgen d e los R ey es (E n Memoria s de U ltra tu m b a ) .................... 6 282RU IZ, C ristó b a lE xposiciones. C ristó b a l R uiz .......... 5 234SA LA V ERRIA , Jo s é M aríaB ru ta lid ad y C inism o .......................... 3 126SALINAS. P edroP a lab ra s d e C oleridge .......................... 6 248SALMO CX1XE l ju s to en su d e s tie rro .......................... 5 216SANCHEZ GALLEGO. L au rean oE levación d e Luis Vives ...................... 4 156SANCHEZ TRINCAD O. Jo s é LuisD u ran te el P ostm odern ism o .............. 10 32SANCHEZ VAZQUEZ. AdolfoE leg ía a u n a ta r d e d e E sp añ a . 18d e ju lio de 1936. poem a .............. 6 249— G enera l V icen te R o jo : “ A le rta alos p u eb lo s” ........................................ 2 85— M en tira d e In g la te r ra c o n tra V erdad de E sp a ñ a (E . D zelepy : •‘E spe jo de A levosías” ) .................... 5 232— S te inbeck y la “ P e rv e rs id ad Amer ica n a ” ................................................... 6 280S A N T A L o SORS. M arceloLa fís ica , a v en tu ra del pensam ien to ,de A. E in s te in y E . In fe ld ___ 4 184SA NTULLA NO. L u isR ecuerdos y N o s ta lg ias. “ C la rín ”en C im adevilla .................................. 4 172R ecnerdos y N o s t a l g i a s . D e unos ju eg o s F lo ra le s a u n a s re fo rm associales ................................................. 10 29SEGU RA Y SAENZ. C ardena l PedroC arta de l C. S eg u ra a l C. Goma . . 10 41— M inuta d e u n a e n tre v is ta secreta d e los C ard en a les S eg u ra yGoma ....................................................... 8-9 96
SFORZA. CondeE jem plo de E sp añ a .............................. 4 170S IE R R A . J u s toIm az. E u gen io : Ju s to S ie rra . “ Evolución po lítica del pueblo m exicano” .................................................... 5 231STEIN B EC K . J o h nSánchez Vázquez. Adolfo: S te inbecky la “ P e rv e rs id ad A m ericana” . 6 280TABOUIS. G enevieveLa d e rro ta de F ra n c ia ........................ 7 28T O R R E N T E B A LLESTER . GonzaloConfesión d e P a rteF a lan g a y E sp añ a P e r e g r i n a . Setra n s c r ib e el a r tícu lo " P re s e n cia en A m érica de la E sp añ a fu g itiv a ” d e G onzalo T o rren te Bal le s te r .................................................... 7 29UNAMUNO. M iguel deA diós E sp añ a (del R om ancero delD estie rro ) .......................................... 3 103— De la ag o n ía de U nam uno (F ra g m entos de "L a ag o n ía del C ristian ism o ) .............................................. 3 102UNAMUNO. M iguel de (con tinuación)— L andsberg , P a b lo : A propósito deU nam uno .......................................... 3 105— Masip, P au lin o : Todo un hom b re , de Don M iguel d e U nam uno,en el te a tro A rbeu ........................ 2 86VALCARCEL. L uis E.M ensaje P e ru an o .................................... 8-9 56VA LD ES LEA L. F é lixC o n tras tes m ad rileñ o s .......................... 10 65VALERA. J u a n.. . H asta la se p u ltu ra .......................... 8-9 54V A LLEJO . C ésarE spaña, a p a r ta de m í este Cáliz . . 1 19— L arre a . J u a n : 15 de a b ril . M emor ia de C ésa r V allejo ...................... 3 121VELO. C arlosG alicia, p a isa je de sa n g re .............. 6 265VICENS. Ju a nLa b ib lio g ra fía h isp án ica .................. 7 17VILLA URRU TIA. X av ierH om enaje a A ntonio M achado ........ 2 65VIVES. L u isC entenario de Luis Vives (con t r a n s cripción de Luis Vives) .............. 4 154— Im az. E u gen io : H om enaje a LuisVives ........................................................ 4 185— Sánchez Gallego, L au rean o : E levación de Luis Vives ...................... 4 156W ELLS. H e rb e r t G.D istin to s m odos de e sc r ib ir la h isto r ia ...................................................... 3 125W HITM AN. W altE sp añ a 1873-74, poem a. T ra d . deL eón F e lip e ...................................... 1 26W O R D W O R TH . W illiamIn d ig n ac ió n de un g ra n e sp ír itu español, poem a .................................... 10 21XIRA U, Jo a q u ínH om enaje a A ntonio M achado ___ 2 67XIRA U. R am ónSaludo a E sp añ a p e reg rin a en suedición facs im ila r .......................... VIIZAMBRANO. M aríaIm az. E u g en io : “ Dos lib ro s de Mar ía Z am brano” . ................................. 1 38