La estación fantasma de Chamberí
El crecimiento de la red continuo de forma expansiva hasta que, al llegar la década de los 60, la saturación la línea 1 original obligó a tomar una drástica medida: la reforma de todas las estaciones para ampliar los
andenes de los 60 metros de longitud originales a un total de 90 metros, lo que permitiría enganchar más vagones a los trenes (un total de seis
vagones, en lugar de cuatro) y, por tanto, transportar más viajeros en cada convoy.
En 1919 se inaugura la línea 1, que conectaba Sol y Cuatro Caminos, con una longitud de 3,48 km y un total de 8 estaciones. Muy pronto el
Metro se convertiría en el medio de transporte preferido de los madrileños, dada su eficacia y velocidad. Así, el Metro creció
rápidamente. Al acabar la guerra civil en 1939, el Metro contaba ya con dos líneas, otras tantas en proyecto y más de 30 estaciones.
Pero esta ampliación se encontró con un problema fundamental: la estación de Chamberí, cuyos andenes no podían ser ampliados al encontrarse en una curva pronunciada, por lo que, dado que ya de por sí se encontraba muy cercana a las estaciones entre las que se encuadraba, se optó por la solución más lógica: clausurarla. La estación se encontraba a medio camino entre las de Bilbao e Iglesia, que distaban entre sí apenas medio kilómetro, por lo que resultaba una parada y un gasto innecesario.
El domingo 21 de mayo de 1966, el tren realizó su última parada en la estación. Aquella noche un empleado cerró
los accesos a la misma, que nunca más volvería a abrirse. La plaza en la que se encontraban las bocas de
metro fue remodelada para tapar la entrada, pero la estación quedó sin embargo escondida bajo tierra, tal cual la dejaron los usuarios aquel último día, con los
periódicos del día abandonados en las papeleras y las coloridos carteles publicitarios de 1966 en las paredes.
Un espacio detenido en el tiempo.
Desde su cierre y a pesar del silencio sepulcral que la acompañaba habitualmente, cientos de leyendas y mitologías urbanas han
acompañado a esta misteriosa estación de culto paralizada en el tiempo. Jóvenes grafiteros se han adentrado en ella para dejar su firma e incluso
sirvió de escenario para algunas escenas de la película Barrio. Hoy, Chamberí ha dejado de ser cosa del olvido. El mito es al fin real
La estación permaneció inutilizada durante más de cuarenta años, reduciendo los trenes su velocidad cuando atravesaban sus instalaciones, a las que se recortaron los andenes para facilitar la circulación. El hecho
de que los accesos exteriores se hubiesen tapiado permitió la conservación de muchos de los objetos cotidianos de la época, como
carteles publicitarios, tornos, y hasta billetes en las papeleras
El 31 de agosto de 2006 se iniciaron las obras de restauración de las instalaciones, con vistas a convertirlas en museo. El 25 de marzo de 2008 se produjo, finalmente, su inauguración, y su reapertura al público en el marco del programa Andén Cero.Sus visitantes podrán pasear de forma gratuita por la antigua estación de Chamberí.