Excursión al valle de Tena
Texto
Andrea Castillo (2º de bachillerato D)
Fotografías Andrea Castillo, Inés Puente, Isabel Toro, Jorge Legua, Paula Prieto y Sandra Higueras
26 de Abril de 2012
El pasado 26 de abril, el departamento de Geografía e Historia (con la colaboración del de Ciencias
Naturales) organizó una excursión al Pirineo aragonés para ver materializadas las clases teóricas y entender
que lo que estudiamos no es solo tinta sobre papel. Asistimos alumnos de 1º y 2º de Bachillerato, de las
materias de “Biología y Geología” y “Geografía de España” respectivamente, un par de profesores (Mariano
Gracia y Luz Cañas) y tres viejos conocidos del Élaios, ya universitarios.
Nuestra primera parada fue en
Senegüé, (1) un pequeño pueblo
oscense, a menos de 4 km. al
norte de Sabiñánigo. Cualquier
aficionado a la Geografía y/o al
Pirineo ya sabrá por qué: aquí se
encuentra la morrena terminal del
glaciar que formó el valle de Tena
hace miles de años, que además
es una de las mejor conservadas
de España. Tiene planta de media
luna, aspecto moderadamente
redondeado, y está formada por una acumulación
heterométrica y caótica (de distintos tamaños y sin
ningún orden particular) de cantos solo
moderadamente desgastados, procedentes de varias
litologías. Cuando logramos alcanzar la cima de la
morrena -una extenuante caminata de 10 minutos y
menos de 1 km.- alcanzamos a ver un interesante
paisaje: el pueblo, la Sierra de Tendeñera, los Picos del
Infierno, el pico de Oturia y otro elemento muy común en la geomorfología de montaña al que nunca
solemos prestar atención los domingueros: cicatrices de deslizamientos de tierras, en las laderas de la
montaña de Güé.
El segundo alto en el camino lo hicimos en el
congosto de Santa Elena (2) donde, además de
pasar sobre el río Gállego por un puente
espectacular, pudimos ver cómo es una morrena
por dentro: un montón de fragmentos de roca
distintos en composición, forma y tamaño; algo
que no parece nada especial de no saber cómo ha
llegado hasta donde tú lo encuentras: arrastrado
durante miles de años por una gigantesca lengua
de hielo. También vimos de nuevo, ahora desde
una nueva perspectiva, los Picos del Infierno
(sobre los que, con más de 3000 m. en la cima, ya
te vas haciendo una idea del porqué del nombre) y
un dolmen, que aunque no tenga nada que ver con
la Geografía, llamó la atención de unos urbanitas
como nosotros.
De camino a Tramacastilla de Tena, paramos
prácticamente en medio de la nada para ver el
embalse de Búbal (3)
, con una magnífica vista de las
sierras exteriores, compuestas por calizas y cuyas
cumbres, salpicadas de coníferas (pinos, para los
domingueros) aún estaban nevadas y se perdían entre
las nubes que nos acompañaron toda la mañana. Una
vez en el pueblo -pequeño, acogedor y precioso-, el
futuro de la sociedad (es decir, nosotros, los alumnos)
correteó a sus anchas para encontrar un sitio donde
comer el bocadillo y, cómo no, hacer amigos. Fue aquí
dirigimos a Panticosa. Hicimos la parada en el balneario
donde descubrimos lo más inolvidable de la excursión: Rufo
(o Humberto, un misterio…), un mastín del Pirineo (digamos
que un San Bernardo local) grande y comilón, que nos
acompañó durante la hora y media de la comida, y que se
quería venir con nosotros. Pero no tenía sitio en el bus, así
que tuvo que conformarse con venir a despedirnos.
Ya por la tarde,
saliendo el sol,
con el estómago
lleno y el recuerdo
de Rufo, nos
(4) ,
renovado y semi abandonado, una lástima. El paisaje nos
saludaba con la superficie transparente del ibón de los Baños, e
como
ubieron
re los
e geología,
scada, ahora
enaico
barranco de Arás, donde en 1987 se instaló el camping “Las Nieves” (5),
incluso vimos una reproducción natural a pequeña escala
de un delta como el que el Ebro forma en su
desembocadura; eso sí, mucho más humilde y
resultado de la desembocadura del río Caldarés en el lago.
La vista se hacía cada vez mejor conforme nos
acercábamos a una preciosa cascada a los pies de los
montes Garmo Negro y Argualas. Los valientes s
hasta lo más alto (que pudieron) por las rocas y,
sorprendentemente y gracias a la ayuda ent
temerarios, nadie se resbaló. Los sosegados
permanecimos en la orilla del torrente, disfrutando de la
instantánea, haciendo fotos y preguntando sobr
que para algo habíamos ido hasta allí. De manera que
pudimos observar en la pared rocosa de la ca
ya sabiendo seguro de qué se trataba, el granito pir
fracturado.
La última parada de campo fue la desembocadura del
que fue tristemente arrasado por
una inusual tormenta el 7 de agosto de 1996. El objetivo de la parada era entender cómo sucedió la tragedia
y por qué. Cuando te lo explican, lo que
parece inexplicable es que el camping se
situase ahí: se encontraba entre el canal
natural y el artificial (rectilíneo y
escalonado) que se construyó durante los
años 40 y 50. El río Arás solía tener un
caudal de entre 3 y 5 m. cúbicos/segundo
pero aquella fatídica tarde una tormenta
poco común (pero predecible una vez cada
centuria), lo aumento hasta más de 300 m. cúbicos/segundo. Los 22 diques construidas a lo largo del
recorrido del torrente (ya completamente rellenos de sedimentos) no solo se desbordaron, sino que varias
acabaron cediendo ante la inmensa fuerza del río: el agua, los sedimentos naturales y los escombros de las
presas descendieron arrolladoramente hasta el cono de deyección donde se situaba el camping. Con un
desnivel de 1249 m entre la cota más alta del barranco y
el cono, y dada la rapidez con la que se desarrolló la
tormenta (tan sólo una hora), la tragedia fue inevitable.
Las consecuencias devastadoras, sobre todo por las
pérdidas humanas: se produjeron 87 muertos.
Evitar desgracias como estas es una de las
muchas funciones de la Geografía Física, una
ciencia menos reconocida que otras, pero con
tantas o más utilidades que el resto. Sucesos de
este tipo son los que nos hacen darnos cuenta
de que, por más que la intentemos controlar, la
naturaleza es más fuerte que nosotros y no nos per
de ella. Es salvaje y tranquila a la vez, bella y atroz, se
que debemos respetarla.
tenece, sino que somos nosotros quienes dependemos
puede disfrutar o sufrir pero lo que es indiscutible es
pequeña visita a Jaca, ya por libre y
por empeño de los principiantes en
bachiller, donde cada uno paseó a
sus anchas por el centro de la
ciudad oscense y tras poco más de
media hora volvimos al autobús
para regresar a casa, descansar
después de un día largo y completo
y, por supuesto, asentar
conocimientos repasando con la
almohada.
Es curioso como los animales de
ciudad rehusamos parar un
momento a mirar alrededor. Nos
sacan de paseo a conocer la
naturaleza que nos rodea un par de
expertos, nos cuentan cuatro cosas
que para ellos no son nada y,
mientras nos lo explican, pensamos
<< Aaaah eso tiene sentido, por eso
tiene esa forma y ese color… Ostras
pues mira que llevo viendo esto
todos los domingos y nunca me había fijado… Claro, todo encaja es que eso antes estaba junto…>>
Vamos, que parece que nos han dado las claves del mundo y en el fondo, si lo piensas, es solo sentido
común… que en la adolescencia, y cada vez más en la madurez, escasea.
Para acabar el día, hicimos una
UNotas
1 Morrena de Senegüé Una morrena es una acumulación detrítica, depositada por los glaciares del Pleistoceno. Se caracteriza por la diversidad de tamaños de los materiales que la componen, por su falta de clasificación y por su aspecto semianguloso, solo moderadamente desgastado. La de Senegüé es una morrena terminal, es decir, un molde de lo que fue el frente del glaciar, el final de la lengua de hielo. Una pequeña elevación que, además, permite una pequeña panorámica sobre la zona, que nos ayuda a visualizar y comprender unas cuantas cosas del paisaje.
2 Dolmen de Santa Elena En una salida al campo siempre merece la pena aprovechar la ocasión de ver lugares interesantes, aunque no estén directamente relacionados con el tema del viaje. Siempre y cuando no supongan una dedicación excesiva de tiempo...
3 Embalse de Búbal El embalse ocupa el fondo de un valle en el que se
aprecian perfectamente las características geomorfológicos y biogeográficas de los altos valles pirenaicos. En el valle de Tena podemos constatar las huellas que han dejado en el paisaje tanto las actividades agroganaderas tradicionales como los impactos generados por el turismo y la construcción de infraestructuras. 4 Balneario de Panticosa Es el reino del agua. El lago –un ibón originado por la excavación de los glaciares- y las cascadas encarnan los atractivos más destacados de este lugar. Para disfrutar adecuadamente de los recursos termales se diseñó un entorno apacible, con delicadas arboledas y edificios destinados al alojamiento, el ocio y los baños propiamente dichos. La transformación reciente de este complejo termal ha supuesto la introducción de nuevas e impactantes formas arquitectónicas, que contrastan vivamente con las de hace un siglo.
5 Camping Las Nieves Las aguas del barranco de Arás son normalmente escasas y apacibles, pero los torrentes siempre se reservan una cara oculta que puede ser terrible: en el camping las Nieves el saldo de muerte sobrepasó ampliamente la cifra de ochenta víctimas. Debemos aprender de los errores –como colocar una instalación sensible en un cono de deyección- para no repetirlos.