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TERCERA POCA
ENERO-ABRIL 2003
La articulacin cultura-ambiente:
claves para una visin
alternativa del desarrollo
RECIBIDO: ENERO 2003
ACEPTADO: ABRIL 2003
FRANCISCO JAVIER VELASCO PEZ
Abstract
Recent disputes have announced the endof development as a way of thinking. Alternativediscourses end up making a theoretical core withcertain principles of the very scheme they havecriticized. This raises the issue of the need
for a thorough conceptual transformation of
development on the basis of other rationalities.Within the framework of globalization, a continuous
sterilization of culture and nature is beeingpromoted. In order to face this situation,an alternative vision of development mustgo beyond the ideological, conceptual and practicallimitations of developmentalism. In this sense,proposals have a base in the articulation betweenculture and environment that allows peopleto become the protagonists of their owndevelopment. Although distant from the economicbias, this alternative vision requires a politicaleconomy able to recognize the centrality andcomplexity of ecology and culture.
Key words
Alternative development / Culture / Nature /Economic policy
pp. 33-46
Resumen
Recientes cuestionamientos han anunciadoel fin del desarrollo como forma de pensamiento.Los discursoscrticosno se han deslastradode principios clave de las nociones clsicasde desarrollo. Esto plantea la necesidadde transformar y resemantizar la idea de desarrollo
desde su matriz, apelando a otras racionalidades.En el contexto de la globalizacin, el pensamientonico y la eliminacin progresiva de la alteridadpromueven una esterilidad crecientede la naturaleza y la cultura. Ante esta situacin,una visin alternativa del desarrollo debe trascenderlas limitaciones ideolgicas, conceptuales y prcticas
del desarrollismo. En este sentido, las proposicionesque se hagan tienen en la articulacincultura-ambiente un basamento para convertir
a las personas y los grupos en protagonistasde su propio desarrollo. Distanciada deleconomicismo, esta visin requiere, sin embargo,de una economa poltica capaz de reconocer
la centralidad y complejidad de la ecologay la cultura.
Palabras clave
Desarrollo alternativo / Cultura / Naturaleza /Economa poltica
La articulacin cultura-ambiente: claves para
una visin alternativa del desarrollo
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Auge y cada de la nocin de desarrollo
En 1949, Harry Truman, el entonces presidente de EE UU, en su discurso inaugural ante el
Congreso, llam la atencin sobre las condiciones de las regiones ms pobres del mundo,
definindolas como reas subdesarrolladas. Desde ese momento una visin del mundo
precisa y unidimensional comenz a imponerse progresivamente en el planeta: todos los
pueblos, pases y sociedades se mueven, con distintas velocidades en una misma direccin:
la direccin del desarrollo. Esta visin remita a un escenario fundamentalmente econmi-
co en el que cada quien bregaba por un punto ms alto en la escala del producto nacional
bruto. Tambin supona, en trminos prcticos, dar impulso a polticas y procesos que con-
dujeran a los rezagados a la competencia y carrera por un desarrollo que poda ser univer-
salizado en trminos espaciales y perdurable en el plano temporal. En este contexto y comoparte de la unificacin del mundo asociada al ascenso experimentado por Occidente desde
el siglo XV, al binomio desarrollo/subdesarrollole corresponda el relevo de las antiguas
dicotomas que, desde las ciencias sociales y con una perspectiva de evolucin histrica
unilineal, apuntalaron la empresa colonial: civilizacin/salvajismo, naciones civilizadas/na-
ciones brbaras, sociedades avanzadas/sociedades primitivas, etc.
Despus de medio siglo de desarrolloel estado de los asuntos del mundo es franca-
mente desolador: aun aceptando ciertos logros extendidos a todos los rincones del mundo,
la dependencia poltica, la fragmentacin social, la desventaja econmica y el deterioro
cultural campean en la mayor parte del mundo. La brecha entre la delantera de los desa-
rrollados y el atraso de los subdesarrollados o en vas de desarrollo no ha sido
colmada y, lo que es peor, aumenta cada vez ms. La polarizacin extrema entre las nacio-nes tiende a replicarse al interior de cada pas: pequeas lites en los pases pobres com-
parten con las lites de los grandes centros de poder econmico mundial una opulencia
que contrasta creciente y ostensiblemente con vastos grupos de desempleados, jubilados y
econmicamente vulnerables en el mundo desarrollado y extensas reas rurales e in-
mensos asentamientos urbanos del mundo pobre excluidos de los circuitos del sistema
econmico mundial. Por otro lado, el peso de la expansin econmica y el crecimiento
industrial encuentra ya lmites evidentes en la naturaleza, la crisis ecolgica amenaza, tan-
to al Norte como al Sur. Es as como los temas de la finitud del desarrollo y sus lmites
biofsicos han alimentado numerosos debates, desde la Conferencia de Naciones Unidas
realizada en Estocolmo en 1972, pasando por la Cumbre de la Tierra en Ro de Janeiro en1992, hasta la reciente Cumbre sobre Desarrollo Sostenible en Johannesburgo. En este
contexto han surgido serios cuestionamientos a la teora y praxis del desarrollo y hay inclu-
so quienes han sealado que el desarrollo como forma de pensamiento est pronto de
desaparecer (Escobar, 1995; Mires, 1990; Sachs, 1996).
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El desarrollo alternativo: aciertos y desaciertos
Desde hace algn tiempo, un variado conjunto de discursos que tienen en comn la crtica
de los fundamentos de las nociones clsicas de desarrollo se ha identificado con la promo-
cin del desarrollo alternativo en Amrica Latina. Se trata de un conjunto de posiciones y
proposiciones coincidentes en la crtica de los fundamentos del statu quo, de los paradigmas
tradicionales del desarrollo. Los exponentes del desarrollo alternativo han sido particular-
mente crticos del predominio de la ortodoxia neoliberal en Amrica Latina y han sealado
la existencia de una crisis general de civilizacin que abarca todos los rdenes (cultural,
social, poltico, ecolgico, econmico) y genera enormes masas de excluidos. Tambin han
abogado por la necesidad de sentar las bases de una nueva economa y promover la soli-
daridad social, la participacin, la autonoma y el acceso equitativo a los recursos natura-les, orientando experiencias de desarrollo local en los medios urbano y rural (Escobar, 1995;
Gilardi, 1994; Haubert, 1992; Hopenhayn,1993; Mac Neef, 1993; Razetto, 1993).
Sin pretender escamotear la significacin de los aportes hechos por los exponentes
del desarrollo alternativo, se pueden identificar ciertas contradicciones y proposiciones con-
fusas en estos discursos. Es as cmo, a pesar de las crticas formuladas a la racionalidad
econmica dominante que inspira la idea de desarrollo tradicional, los alternativostermi-
nan reafirmando la supremaca de ideas y principios propios del productivismo y el
desarrollismo (Mallard, 2002; Prez Ramrez, 2000). De esta forma, el desarrollo alternati-
vo integranuevas formas de organizacin social y estilos de vida al altar del mercado y
la vieja ideologa del crecimiento, promoviendo el culto a la eficiencia, la maximizacin de
la ganancia y la visin utilitarista y reductora de los seres humanos y la naturaleza. Estosdiscursos, obedeciendo a una lgica fuertemente inscrita en la mentalidad acadmica y
tecnocrtica, ceden fatalmente a una especie de ritornello,a una recurrencia que vuelve
nuevamente a instalar como eje articulador aquello que de alguna manera era objetado en
un inicio.
Cabe destacar aqu que no incluimos al desarrollo sostenibleo sustentablecomo un
discurso alternativo. El concepto de sustentabilidad que emerge con el informe de la Comi-
sin Bruntland a mediados de los aos ochenta (CMMAD, 1987), se presenta como una
formulacin imprecisa que no establece distinciones entre las diferentes necesidades hu-
manas culturalmente determinadas, ni entre aquellas de los pases ricos y de los pases
pobres, ni tampoco entre las necesidades humanas y los deseos de los consumidores en
relacin con la satisfaccin de aquello a lo cual se orienta la mayor parte del consumo en lospases altamente industrializados. En torno a la sustentabilidad ha habido gran cantidad de
interpretaciones que hacen distintos nfasis. En unos casos se privilegian los aspectos biol-
gicos, en otros (la mayora de las veces) el nfasis recae en lo econmico, otras veces se
destaca lo social, etc. No obstante tiende a mantenerse como constante la ausencia de la
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crtica a la lgica del sistema econmico mundial y la promocin del crecimiento. La nocin
de desarrollo sustentable mantiene intacta la matriz de relaciones y de elementos (prima-
ca de lo econmico, ideologa del crecimiento, etc.) de las formas dominantes del pensa-
miento sobre el desarrollo (Leff, 2000; Kirby, 2002; Sachs, 1996; Velasco, 1996). De hecho,
lo que recoge la idea de sustentabilidad es la necesidad de preservar un capital natural
para que el sistema capitalista pueda mantenerse.
Desarrollo, globalizacin y diversidad
A lo largo de milenios, numerosas sociedades han desplegado cosmovisiones capaces de
regular y equilibrar de manera ms o menos exitosa los impactos de sus intervenciones en
los ecosistemas, estableciendo lmites y modulaciones culturales y ticas a la relacin conel resto de la naturaleza. El desarrollo econmico a la occidental, acelerado y expandido en
el marco de la globalizacin, haciendo caso omiso de esta experiencia histrica, ha degra-
dado de manera sistemtica los fundamentos de la vida y la cultura, provocando la des-
aparicin de un acervo de saberes y prcticas ecoculturales que han probado su eficacia en
la perpetuacin del patrimonio social y cultural. En este proceso resalta la tendencia hacia
una progresiva homogeneizacin de la realidad social, cultural, poltica, econmica, biol-
gica y fsica, a la par que se acrecientan las desigualdades entre pases, regiones, socieda-
des, culturas y grupos sociales. La globalizacin pugna por configurar un orden entendido
como sinnimo de uniformidad, estableciendo regularidades y monotonas que alteran y
eliminan las distintas identidades culturales, la innumerable pluralidad de las resonancias
de la vida y la alteridad de la existencia. El proceso de globalizacin supone la imposicinde la unificacin de los mercados y la reduccin al mercado de las diferencias culturales y
las perspectivas polticas. La globalizacin afecta por igual a la biodiversidad y la diversi-
dad cultural, impulsando una esterilizacin y artificialidad crecientes de la naturaleza, ele-
vando el esquema de la competencia a la categora de mandato natural de la sociedad
(Amin, 2001; Duclos, 2001; Garca Canclini, 1999; Ramonet, 2001).
La aceleracin de los procesos de globalizacin econmica ha producido y sigue pro-
duciendo el deterioro de los componentes bsicos ambientales en los niveles mundial y
local. Esto determina la prdida creciente de calidad de vida en los ambientes rurales y
urbanos; el agua es cada da ms escasa y contaminada; los suelos se han erosionado
perdiendo su fertilidad; la deforestacin se ha visto incrementada; la parcelacin de los
ecosistemas ha determinado una vulnerabilidad ambiental creciente; la calidad del aire hadisminuido, y las condiciones para los procesos agrcolas y la reproduccin de los ecosistemas
se han hecho cada vez ms difciles. Ha habido tambin una proliferacin exponencial de la
produccin de residuos y de lluvias cidas, al tiempo que las emisiones de gases del efec-
to invernadero han aumentado significativamente. El impacto de estos fenmenos es
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mayor en los sectores ms empobrecidos (Athanasiu, 1998; Gudynas, 1996; Quiroga y Van
Hauwermeiren, 1996; Muradian, 2001; Hershberg, 1992; Velasco, 1995; WWI, 2002).
El modelo de produccin y consumo imperante provoca un deterioro acelerado de la
biodiversidad, base del equilibrio ecolgico planetario. De forma adicional, el desarrollo de
la ingeniera gentica y las biotecnologas acentuar an ms estas tendencias y abrir
nuevos riesgos, de consecuencias incalculables, al liberar al entorno ambiental organismos
manipulados genticamente, al tiempo que garantizar una nueva oleada de acumulacin
de capital en este mbito, a costa del trabajo humano en la agricultura, la salud de las
personas, el equilibrio de la biosfera y la seguridad alimentaria de los pueblos y naciones
del planeta. A esto se asocian los impactos de los derechos de propiedad intelectual sobre
seres vivos y otras formas de privatizacin de la vida que amenazan por igual la supervi-vencia biolgica y cultural (Ribeiro, 2001). La tendencia a la homogeneizacin de la
globalizacin neoliberal incide de manera directa en la prdida de biodiversidad. Sabemos
que las distintas necesidades, costumbres y gustos de cada cultura, comunidad y familia
campesina, hacen que la seleccin de las especies y variedades que se usen y/o cultiven sea
personalizada. Esto significa el uso de una amplia gama de criterios para la seleccin, por
tanto, la diversidad cultural enriquece y a su vez es enriquecida por la biodiversidad. Pero la
tendencia a la uniformidad y especializacin de los mercados determina la tendencia a la
comercializacin de bienes agrcolas homogneos. En los mercados modernos, la diversi-
dad de tamaos, formas y colores se considera seal de mala calidad. Por otro lado, en
funcin a la lgica de las ventajas comparativas y la globalizacin de los mercados, hay
una tendencia a la especializacin en ciertos rubros productivos que resulten de mayorrentabilidad. La homogeneizacin se expresa en el dominio del monocultivo con varieda-
des genticamente uniformes en la agricultura; en las plantaciones forestales el monocul-
tivo empobrece los bosques y los hace ms vulnerables en la medida en que diluye sus
posibilidades de autoorganizacin, perpetuacin, reforzamiento y cooperacin en tanto
ecosistema. Este dominio degrada los agroecosistemas tradicionales en cuya base conver-
gen diversidad de hbitats y de culturas, posibilitando la resolucin, a travs de mltiples
maneras, de los problemas de provisin de alimentos, abrigo, salud y bienestar, todo ello en
un proceso de interdependencia con la creacin de conocimientos (Azqueta, 1996; De Brie,
1998; Haynes, 2002; Shand, 2001; Shiva, 1998).
En el plano de la diversidad cul tural ocurren fenmenos parecidos. La homogenei-
zacin toma cuerpo a travs dominio del pensamiento nico, la eliminacin progresiva dela alteridad cultural y su sustitucin por una megacultura, nica, dominante, que expresa
fundamentalmente los valores estereotipados de la cultura de masas norteamericana (Garca
Canclini, 1999; Mosonyi, 1995, 2000): lo que algunos han llamado la macdonalizacin
de la cultura. Este fenmeno implica la expansin y desterritorializacin de las industrias
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culturales, la concentracin y privatizacin de los medios de comunicacin, la expansin y
homogeneizacin de las redes de informacin y el debilitamiento del sentido de lo pblico
y lo privado.
Para afianzar el podero del capital no slo sobre el plano econmico y material de las
sociedades, sino tambin sobre su espiritualidad, la globalizacin refuerza la conformacin
de patrones de conducta, simblico-culturales y de valoracin donde predominan de ma-
nera creciente los intereses y valores de las grandes empresas multinacionales. Esto se
oculta bajo la apariencia de una nueva construccin de smbolos y valores multicultural y
diversa, sin negar, obviamente, que dicha diversidad cultural debe subordinarse totalmente
al mandato soberano del mercado.
Se ha planteado la tesis segn la cual, en el marco de esta globalizacin, han surgidoo se han recreado las manifestaciones de lo hbrido, entendido como mezcla y heterogenei-
dad, traducido bajo el concepto de las culturas hbridas(Garca Canclini, 1990). Basados en
este argumento, algunos sugieren una nueva va hacia la diversidad en la medida en que lo
hbrido resultara de la mezcla de componentes y temporalidades con un origen cultural
mltiple (Arenas y Sonntag, 1995). En el concepto de lo hbrido est presente la idea del
pasticheneutral de tradiciones y modernidades, muy propia del posmodernismo. Al analizar-
la desde una perspectiva crtica observamos que la idea de lo hbrido remite a una diversidad
superficial y aparente, ocultando el hecho de que cdigos culturales contradictorios coexis-
ten, se superponen y mantienen interactuando a travs de tensiones y ejes de relaciones
desiguales. Este fenmeno ha sido denominado aculturacin antagonista, un proceso a tra-
vs del cual culturas dominadas adoptan los medios y los aspectos ms o menos visibles delas culturas dominantes, pero no adoptan sus fines y su racionalidad (Devereux, 1975; Martin,
2000). Se trata, por cierto, de un fenmeno nada nuevo, que posibilita el aprovechamiento
de espacios de resistencia cultural al efecto homogeneizador en momentos en que la ideo-
loga globalista comienza a mostrar fisuras y enfrenta un coro creciente de cuestionamientos
y de acciones defensivas a travs de las cuales se articulan conglomerados nacionales, re-
gionales y locales, minoras diversas y nuevos actores colectivos.
Una visin alternativa del desarrollo
Estar llegando el desarrollo como forma de pensamiento a su fin? Para algunos eso ya
est ocurriendo, pero nosotros nos planteamos la posibilidad de una transformacin desde
su matriz. Cierto, la historia y la carga ideolgica del trmino desarrollo son muy pesadas,pero tal cuesta podra remontarse a travs de una resemantizacin de la nocin. Esto
supone la posibilidad de ubicar al desarrollo en otros contextos de reflexin, significacin y
operacin. Creemos que tal propsito puede efectuarse sobre la base de otras racionalidades
sociales; en algunos casos puede tratarse de racionalidades emergentes, en otros de
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racionalidades provenientes de culturas tradicionales, culturas ancestrales y culturas popu-
lares, otras nuevas y emergentes. Eso s, racionalidades distintas a las que han dominado
con el capitalismo. A nuestro entender, la resemantizacin del desarrollo y su apertura
hacia otras racionalidades debe inscribirse en la construccin de nuevas utopas, entendi-
das no como ilusiones, ni como mundo de fantasas, sino como proyectos movilizadores de
transformacin y construccin social.
Para poder conformar una visin alternativa del desarrollo hay que entender que el
mismo no puede ser visto como un sistema independiente de su entorno. Si el desarrollo es
un proceso determinado dentro de un sistema funcional, es tan slo un aspecto de ste:
como sistema funcional tiene que ser algo ms que el agregado de todos sus componen-
tes. En todo caso, contina formando parte de un dominio conceptual que no es ms quela interpretacin de un universo especfico en el cual existen otros procesos y cambios
mayores que los explicados por el desarrollo.
Histricamente, cada teora del desarrollo ha supuesto una fragmentacin de la rea-
lidad. El desarrollo ha sido visto e interpretado como fenmeno reducido, como si todo el
entorno participara en l y no en sus consecuencias. Identificado a distintas escalas, el
desarrollo ha descrito un continuo crecimiento y ste a su vez ha descrito, desde la visin
de los centros de poder del sistema mundial, cambios de carcter cuantitativo en un valor
caracterstico de acumulacin. De esta forma, desarrollo es sencillamente un cambio de
tamao o de volumen desde afuera hacia adentro. Para tratar de darle otro signif icado a la
nocin de desarrollodebemos distinguirlo de la idea de crecimiento. As, tomaramos como
crecimiento aquello que incrementa el tamao o el volumen de algo mediante la asimila-cin o la agregacin de materiales, mientras que desarrollo podra significar la expansin o
realizacin de potencialidades de algo, el llevarlo a un mejor estado. En este orden de
ideas, cuando algo crece entendemos que se hace cuantitativamente mayor; cuando algo
se desarrolla se hace cualitativamente mejor.
Entendidas desde la perspectiva de los postulados anteriores, las proposiciones de
desarrollos alternativos tienen en la articulacin cultura-ambiente un basamento que para
nosotros es medular. En este sentido pasaremos revista a una serie de consideraciones.
Los sistemas humanos que incluyen a las personas, los conjuntos de individuos, las
comunidades, las naciones, constelaciones de regiones o de naciones o de comunidades,
en fin, los distintos tipos y niveles de articulacin social entre los seres humanos, como un
todo que interacciona con los ecosistemas. La estrecha y dinmica relacin existente entreestos dos sistemas ha sido ignorada mayormente en las ciencias sociales y las teoras del
desarrollo, gracias a un error de perspectivas que ha separado de manera radical lo social
y lo natural. La posicin en la cual nos ubicamos asume que ninguno de estos sistemas
puede comprenderse por separado, ambos se determinan mutuamente en aspectos de su
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estructura y su funcin. En este sentido, es importante evitar los extremos: por un lado, no
debe asumirse que lo ecolgico o lo natural determinan totalmente al ser humano y sus
manifestaciones culturales o sociales, pero tampoco debe creerse que el desarrollo del
sistema humano es totalmente independiente del medio natural y del ambiente.
La interaccin entre ambos sistemas es dinmica y se desarrolla con el tiempo. Por
ello no nos planteamos la idea de una naturaleza prstina, intocable e inmutable. Por el
contrario, consideramos que la cultura se inserta en un proceso evolutivo que tiene una raz
biolgica. Es decir, hay una historia humana y una historia cultural que estn ntimamente
conectadas, entrelazadas y que se han reforzado e intervenido mutuamente a lo largo de
millones de aos. Es as cmo la diversidad natural o biodiversidad ha estado en corres-
pondencia con la diversidad cultural en un proceso de construccin social de la naturalezay de presencia constante y fundamental del mundo natural en la sociedad. Recordando que
la cultura incluye lenguajes, sistemas valorativos, sistemas compartidos de percepcin y
organizacin del mundo que tienen lugar en la conciencia de los seres humanos, vemos al
ambiente y los ecosistemas como locus de representaciones y contenidos simblicos muy
diversos que son asignados a ellos por los individuos y los colectivos que seleccionan los
contenidos que se adjudican (Gudynas, 1993:21). Desde esta perspectiva entendemos a la
naturaleza como una categora y un concepto plural, como un sistema que interacciona
con los sistemas humanos a travs de historias naturales y culturales, ntimamente conec-
tadas a lo largo de miles de aos.
Es conveniente destacar que en Amrica Latina y como una herencia directa de las
visiones dominantes en Europa, la naturaleza ha sido vista muchas veces como una fronte-ra que tiene que ser sometida y conquistada (Gudynas, 2000). Esta idea de naturaleza
orient el proceso de conquista y colonizacin iniciado a finales del siglo XV y se perpetu
en los procesos de poblamiento impulsados en los siglos XIX y XX bajo la visin del positi-
vismo. En este ltimo caso, la naturaleza aparece como asiento de lo salvaje y lo brbaro,
asociada a las culturas campesinas e indgenas que se oponen a la civilizacin urbana y
europeizante (Velasco, 1988). Propuestas como la llamada Conquista del Sur dirigida a
la ocupacin de la Orinoquia y Amazonia venezolanas en los aos 1970 o el proceso de
colonizacin de la Amazonia brasilea, hechas en la poca de la dictadura militar, han
respondido a esta idea fuertemente plasmada en el imaginario de los grupos dominantes y
los sectores tecnocrticos latinoamericanos.
En las teoras del desarrollo ha estado presente la idea de naturaleza como fuente dematerias primas, almacn de recursos naturales y capital natural (Gudynas, 2000). Todas
estas concepciones, al no reconocer la existencia de otras racionalidades, tampoco recono-
cen la existencia de otras percepciones de la naturaleza (colectivas e individuales) distintas
a la de recurso o materia prima. El reconocimiento de otras racionalidades posibilita la
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aceptacin y comprensin de otros conocimientos distintos a la ciencia y favorece el dilo-
go de saberes con miras a conformar visiones integrales de la realidad. Igualmente favore-
ce el pluralismo en la asignacin de valores a las expresiones de la vida que se desprende
de la diversidad cultural.
Si admitimos que formamos parte de un sistema que incluye a lo social y lo natural,
una visin alternativa del desarrollo debe ser compatible con la idea de la perpetuacin y el
mejoramiento de la vida y la cultura humanas, pero al mismo tiempo debe involucrar la
regeneracin y el mejoramiento de otras formas de vida sin las cuales no podemos existir.
En este sentido, se deben garantizar los derechos de las comunidades y sociedades a sus
territorios, as como desarrollar medidas efectivas para la proteccin y fomento de sus
culturas y prcticas tradicionales, dado su derecho consuetudinario al aprovechamiento dela biodiversidad. Esto no supone de ninguna manera una visin acrtica de la diversidad ni
un elogio a ultranza de la diferencia, pero parte de la necesidad de cuestionar una lgica
causal que proviene de la poca de la Ilustracin europea y que slo ha admitido una
matriz central negando otras posibilidades para la vida y la sociedad.
Para adquirir otros significados el desarrollo debe entonces enraizarse en contextos
culturales y ecolgicos, involucrando de manera directa a las personas y los grupos de
afectados o de interesados en problemas ecolgicos, sociales, culturales, polticos, econ-
micos, etc., convirtindolos en protagonistas de su propio desarrollo a partir de evaluacio-
nes crticas de sus percepciones y sus maneras de organizar el mundo.
Entendemos as la articulacin ambiente-cultura como algo que provee una base
fundamental para nutrir la construccin de ese desarrollo alternativo y que puede incorpo-rar tambin otras dimensiones como el gnero, lo ldico, lo festivo, etc. Teniendo en cuenta
el alcance de sus potencialidades y limitaciones, en esta tarea pueden integrarse concep-
tos, proposiciones y experiencias variadas. Entre ellas, adems de las identificadas con la
rbrica de desarrollo alternativo, podemos citar la bsqueda de tecnologas social y
ecolgicamente apropiadas para la vivienda, el transporte, la energa y la industria; la
produccin agroecolgica de alimentos, medicinas y recursos forestales; el etnodesarrollo,
que refiere a la capacidad social de un pueblo para construir su futuro, aprovechando para
ello el conocimiento derivado de su experiencia histrica y cultural, incluida la comprensin
y manejo de los sistemas tradicionales de apropiacin de la naturaleza, de acuerdo con un
proyecto que se defina segn sus propios valores y aspiraciones (Asencio, 1994; Bonfil,
1995); el desarrollo biorregional, basado en la complementariedad ecolgica, productiva ysocial de espacios geogrficos con caracteres ecolgicos homogneos y similares poblacio-
nes humanas con apropiaciones semejantes de los ecosistemas (Gudynas, 2000). Se trata de
una visin alternativa del desarrollo con raigambre en la correspondencia del binomio
biodiversidad-sociodiversidad, que no se propone el dominio y control de la naturaleza a la
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manera en que lo han hecho la ciencia mecanicista y el desarrollo inspirado en ella, sino
que incorpora la idea de integracin y cooperacin entre las personas, comunidades y
sociedades y entre stas y los ciclos naturales en un marco de espontaneidad, reciprocidad,
ayuda mutua, solidaridad e interculturalidad.
Una nueva economa poltica para una visin alternativa
del desarrollo
La llamada crisis del desarrollo tiene que ver con la manera de concebir y analizar el
mundo que despliega el grueso del conocimiento cientfico, particularmente el econmico.
Este paradigma, cuyo origen se remonta al Renacimiento europeo, ha producido una frag-
mentacin de la manera de conocer y una sectorializacin del saber que permite acumularinformacin, pero oscurece en gran parte la conexin entre los distintos componentes de la
realidad y la interrelacin que se da entre sus procesos. Ahora bien, la bsqueda de otras
visiones del mundo que permitan superar las limitaciones del cartesianismo y el
economicismo no deberan conducir a modelaciones de la realidad que se reducen a lo
sociocultural o a lo ecolgico, obviando lo econmico. Este tema es tan importante, que
quienes estamos a favor de una alternativa distinta a las formas de pensamiento dominan-
tes no deberamos dejar la exclusividad de su tratamiento en manos del neoliberalismo. La
crtica del economicismo, que debe incluir la crtica del cientismo (Mires, 1990), no debe
implicar la prescindencia de la economa. Lo que s debe evitarse es la utilizacin de deter-
minada ciencia o de determinado mbito del conocimiento como matriz hegemnica que
integra y subordina otros saberes. As pues, no se trata de integrar la variable culturao lavariable ecologaa la economa, sino ms bien de propiciar una combinacin de mltiples
conocimientos. En este sentido, no se buscara sustituir la economa por otro saber, sino de
depurarla de la pretensin hegemnica, abrindola a la posibilidad de conexiones plurales
con otras disciplinas, otros conocimientos, otras dimensiones de la existencia social y ma-
terial. La economa no debe desgajarse del conjunto de la vida ni concebirse en modo
alguno como algo que existe de por s y que debe ser considerado nica y necesariamente
como resultado de leyes que descansan sobre s mismas. Es necesaria una revisin de la
economa que no niegue su significado, pero que s contribuya a deslastrarla de criterios
que son meramente cuantitativos. Es decir, hablamos de una economa poltica que en vez
de proclamar la sustentabilidad del crecimiento econmico, teniendo como base la dinmi-
ca del libre mercado, ms bien internalice las condiciones ecolgicas y culturales de laproduccin y el intercambio en una combinacin de mltiples saberes, de una economa
poltica que reconozca la centralidad y la complejidad de los procesos ecolgicos y cultura-
les, y que en vez de ver a la naturaleza y la cultura solamente como capitales naturales o
como capitales culturales, vea en ellas expresiones de patrimonios diversos, dinmicos,
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estrechamente relacionados, con niveles de autonoma propios y con lgicas distintas a lade la acumulacin y la rentabilidad. Ello supone, entre otras cosas, aproximaciones distin-tas al tema del valor. Si bien es cierto que en los ltimos aos se han establecido metodologaspara refinar las evaluaciones sobre la riqueza de la naturaleza y su valor econmico, losprocedimientos desarrollados se ven muy limitados por el carcter reductor de las cuan-tificaciones (sobre todo monetarias) realizadas, la no equivalencia entre las escalas devaloracin y las diferentes ideas de naturaleza que se confrontan (Gudynas, 1999). De allque sea necesario considerar la relatividad y diversidad de las percepciones valorativas, laimposibilidad de medir y valorar de manera absoluta la naturaleza y la cultura, puesto queambas son categoras mltiples, cuya esencia y significacin no son equivalentes ni reduci-bles a un precio, medida o valoracin particular. Ninguna valoracin de la naturaleza o de
la cultura da cuenta de todos y cada uno de sus aspectos, ordenamientos, procesos ysignificaciones. Por lo tanto, estas valoraciones, aunque puedan ser necesarias por razonesprcticas en contextos claramente delimitados, siempre sern incompletas y su uso abusivoy reductor acarrear ineluctablemente consecuencias nefastas para la sociedad y la vida.
Por otro lado, la construccin de una nueva economa poltica debe apuntar hacia eldesmontaje de un modelo de realidad que excluye y oculta los recursos naturales abundan-tes y se centra en la escasez, promoviendo la competencia. Sobre esta base, la tarea supo-ne poner en evidencia una operacin ideolgica a travs de la cual la propia abundancia setorna en escasez y resaltar el hecho de que el incremento en la disponibilidad de numero-sos recursos naturales slo es posible si stos se comparten.
Por ltimo, creemos tambin que esta nueva economa poltica debe tambin asociar-
se a la configuracin de una dimensin que podramos llamar tica o moral. Su propsitosera el de reemplazar la competencia y aparente independencia que caracterizan a laeconoma de mercado por la reciprocidad e interdependencia en las cuales la distribucinafirma moralmente un sentido de unidad y destino comn entre sus participantes. Cier-tamente, una economa de este tipo no tiene antecedentes histricos cuyos preceptos yejemplos le permitan modelarse; slo puede ser construida con la prctica y la experiencia.Pero su conformacin tiene en muchas sociedades tradicionales una importante fuente deinspiracin.
A manera de conclusin
Para finalizar queremos aclarar que en este trabajo no pretendemos agotar el vasto y rico
tema de la articulacin entre la cultura y el ambiente, ni el de su relacin con el desarrollo.Nuestra intencin es de tratar de esbozar algunas lneas capaces de contribuir a pensar y
formular propuestas en torno a lo que denominamos unavisin alternativa del desarrollo.
Para desmontar la carga semntica e ideolgica de la nocin de desarrollo nos plantea-
mos, sobre la base de otras racionalidades, una reformulacin del significado o significados
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atribuidos tradicionalmente al trmino. La nueva significacin del desarrollo puede encon-trar en la articulacin cultura-ambiente un sustrato fundamental. Por ello creemos que anteel efecto homogeneizador y empobrecedor del actual proceso de globalizacin que reduce
lo ecolgico y lo cultural a la nocin de mercanca, se hace necesario reformular la idea dedesarrollo a partir de una visin enraizada en el valor de la diversidad natural y cultural.Este proceso debe reconocer la tendencia histrica, que hace viable la articulacin
intercultural, progresiva, entre mltiples sociedades y que podra conducir a un profundoenriquecimiento de la experiencia humana en medio de la diversidad cultural. Por otrolado, debe tambin promover un desarrollo que no se proponga el dominio de la naturale-za, sino que incorpore la idea de aprovechamiento a travs de la cooperacin con los ciclosnaturales. Igualmente, una visin alternativa del desarrollo debe inscribirse en la construc-cin de nuevas utopas que trasciendan las limitaciones ideolgicas, conceptuales y prcti-cas del economicismo desarrollista. Como parte del camino hacia un futuro alterno al de laglobalizacin, este planteamiento debe nutrirse de una nueva economa poltica capaz dere-situar a los seres vivos (incluidos los humanos y sus culturas) en el centro de la actividadeconmica y de entender el proceso econmico como parte de un sistema abierto quemantiene vnculos durables con otros sistemas (sociales, culturales, polticos, ecolgicos,fsicos, etc.).
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