África en la pluma de los escritores negros colombianos en los años
1937-1949
África en la pluma de los escritores negros colombianos en los años 1937-1949, es un
trabajo que procura dar cuenta del pensamiento “afro” frente a su madre tierra África, de
cómo era concebida por los escritores negros. En este trabajo en sus dos primeros
capítulos se recrea la condición de las personas negras y sus vicisitudes frente a una
sociedad excluyente que creo cierto complejo de inferioridad en las personas negras. Sin
embargo en la década del treinta y el cuarenta del siglo XX hubo una generación de
jóvenes negros que se interesaron por la situación de sus pares menos favorecidos y sobre
todo formaron una identidad alrededor de lo negro.
Este selecto grupo de jóvenes negros ocuparon un espacio importante en la esfera política,
sobre todo, publicaron escritos literarios como; poesía, novelas, cuentos y ensayos
publicados algunos en la prensa colombiana. En estos textos literarios se logra observar
un pensamiento crítico, y en algunos de ellos, no todos, muestran que su natal África, no
es como la sociedad de las personas blancas la han mostrado, ya que siempre se les mostro
como a seres de escaso intelecto. Muestran a África como una tierra de poseedora de
cultura genuina que no tiene que envidiarle nada a las otras culturas que se dicen ser
superiores.
PROGRAMA DE HISTORIA
CALIFICACIÓN DE TRABAJO DE GRADO: APROBADO
“AMERICA EN LA PLUMA DE LOS ESCRITORES NEGROS
COLOMBIANOS EN LOS AÑOS 1937 -1949”
AUTOR:
MIGUEL ÁNGEL JULIO CONZÁLEZ
TITULO:
HISTORIADOR
Asesor:
FRANCISCO FLOREZ BOLÍVAR. PhD. ____________________
Jurado:
ALEXANDER LOPEZ CAUSADO Mg. _____________
Cartagena. D. T y C. Febrero / 2020
1
AFRICA EN LA PLUMA DE LOS ESCRITORES NEGROS
COLOMBIANOS EN LOS AÑOS 1937-1949
UNIVERSIDAD DE CARATAGENA
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
PROGRAMA DE HISTORIA
MIGUEL ANGEL JULIO GONZALEZ
FRANCISCO JAVIER FLOREZ BOLIVAR
ACESOR
FEBRERO de 2020
2
TABLA DE CONTENIDO
AGRADECIMIENTOS………………………………………………………… ………..4
INTRODUCCION……………………………………………………………….…………7
CAPITULO I. EL LUGAR DEL NEGRO EN LA NACION COLOMBIANA ….12
1.1 FRUTOS DEL COLONIALISMO RACISTA EN EL SIGLO XIX... 14
1.2 AVATARES DEL NEGRO EN LAS PRIMERAS DECADAS DEL
SIGLO XX……………………………………………………………… 17
1.3 ¿INVISIBILIDAD U OLVIDO?............................................................ 25
1.4 DISCURSO FRAGMENTADOR DE UNA ELITE RACISTA…… 28
CAPITULO II. LITERATURA, EL APROPIE DE LA ESCRITURA PARA
VIGORIZAR UNA IDENTIDAD NEGADA……………………….. 34
2.1 INTELECTUALIDAD NEGRA…………………………………….. …37
2.2 NEGRO, IDENTIDAD NEGADA E INTERIORIZADA COMO
INFERIOR…………………………………………………………... ….41
CAPITULO III. AFRICA EN LA PLUMA DE LOS ESCRITORES NEGROS….52
3
3.1 ARTE NEGRO, EXALTACION DE LAS MODALIDADES DEL
ESPIRITU………………………………………………………………..53
3.2 AFRICA, UN LEGADO DE PIE ANTE EL ESTIGMA DE
INFERIORIDAD………………………………………………………. 61
AFRICA, ESTIRPE DE CONOCIMI ETO…………………………...62
AFRICA CUNA DE CIVILIZACION…………………………….…..63
AFRICA, CREADORA DE ARTE……………………………………64
AFRICA COMO DEPOSITARIA DE MUSICALIDAD,
INSTRUMENTOS Y BAILES. ………………………………………..67
CONCLUSIONES……………………………………………………………………….76
BIBLIOGRAFIA ………………………………………………………………………..78
4
AGRADECIMIENTOS
Gracias a Dios porque sin él no fuese posible la materialización de este sueño que muchos
adolescentes poseen, de obtener un título de profesional. Cuando el llego a mi vida hace siete
años era un hombre dedicado a malgastar mi tiempo en cosas que no tenían provecho, no
aportando nada fructífero para el futuro de mi vida. Gracias a El puse los pies sobre la tierra
y le dio una dirección a mi existencia cambiando mis pensamientos y mi actitud, sobre todo
después que en la adolescencia no pensé en superarme académicamente, pone en mi como se
siembra la semilla en un suelo fértil, un deseo de estudiar para así transmitir conocimientos
a la futura generación de jóvenes.
Gracias a mi madre Sofía Teresa González por brindarme su apoyo moral, gracias a mi
princesa Konny Julio que cuando escribía esta disertación me brindo su ayuda dictándome
algunas citas. Gracias a cada uno de los profesores del Programa de Historia que dedicaron
horas de su tiempo al fortalecimiento de mis conocimientos. Quisiera también agradecer a
mi asesor de tesis, el profesor Francisco Javier Flórez Bolívar a quien le debo en primera
instancia la idea del tema para esta disertación que con su conocimiento y consejos me ayudo
a darle forma a esto que denomino África en la pluma de los escritores negros colombianos
en los años de 1937-1949.
5
Oirá el sabio, y aumentara el saber,
Y el entendido adquirirá consejo.
Proverbios 1: 5
6
Noche mía
Escultura viviente de mármol negro. <<Torre de ébano>> levantada por la mano
artística. Recta de caña de bambú trasplantada del África remota a la sensual y
acariciante América. Mujer: canción de cuna. Tibio poema de pasión. Costeñita morena y
pecadora, como Cam, el padre de tu estirpe…
Noche mía, ardiente como el trópico en que vives… tu cuerpo fue amasado con arcilla
…Noche mía poema tibio de pasión, tu eres la Costa toda y ella sin ti no sería más que un
desierto sitiado por el mar…
Helcias Martan Góngora
La cumbia
¡Cumbia! -¡danza negra, danza de mi tierra!-
Toda una raza grita
En esos gestos eléctricos…
Trota una añoranza de selvas
Y de hogueras encendidas…
Late un recuerdo aborigen,
Una africana aspereza,…
¡Cumbias! Mis abuelos bailaron
La música sensual. Viejos vagabundos
Que eran negros, terror de pendencieros
Y de cumbiamberos
En otras cumbias lejanas,
En la orilla del mar…
Jorge Artel
7
INTRODUCCION
La primera mitad del siglo XX fue una época de cambios en Colombia, cambios que se
efectuaron para un progreso en el ámbito social, político, económico y cultural. Ciertos
sucesos marcaron un antes y un después en la historia. las puertas del siglo XX fue testigo
del fin de la guerra conocida como la de los mil días que fue el final de una guerra armada
bipartidista que evidencio el siglo anterior en donde se dieron varias guerras civiles, que
había generado grandes daños económicos al país impidiendo un verdadero progreso1.
Se da la perdida de panamá la cual se tradujo en una indemnización millonaria pagada por
los Estados Unidos a Colombia, dinero que fue una inyección para la economía del país. Ese
dinero se destinó a obras en infraestructura, mejoramiento de vías, fortalecimiento de
empresas, inversión en la agricultura, sobretodo en el café. Por supuesto estos cambios
generaron la necesidad de mano de obra, incrementando así la migración de personas a las
ciudades arrojando un crecimiento demográfico2.
Estas trasformaciones tuvieron lugar en el marco de lo que los historiadores han llamado la
Hegemonía Conservadora, una serie de gobiernos de esta orientación política que dominaron
políticamente el país entre 1885-1930. Estos gobiernos privilegiaron la herencia hispánica
como base de la identidad nacional y, al hacerlo, invisibilizaron los aportes que los
1 Consultar en; María Teresa Uribe de Hincapié, Las Palabras de la guerra; Metáforas, narraciones y lenguajes políticos. Un estudio de las memorias de las guerras civiles en Colombia, Medellín, La Carrera Editores, 2006. 2Consultar en; Marco Palacios y Frank Safford, Colombia país fragmentado, sociedad dividida. Su Historia, Bogotá, Ed Norma, 2002.
8
descendientes de los africanos pudieron aportar en la construcción de la República, como
también sus aportaciones en los ámbitos culturales propios de esta raza.
Los africanos fueron traídos a América en tiempos de la Colonia como mano de obra
esclavizada, y a lo largo de la Republica experimentaron parte del legado de discriminación
y opresión a que habían estado sometidos. En el siglo XX, producto de ese legado y de
ideologías raciales que hablaban de su supuesta inferioridad, las personas negras padecían
todo tipo de afrenta discriminatorio por el color de su piel, fueron víctima de palabras
peyorativas, se les consideraba salvajes, falto de entendimiento, e incapaces de salir de la
ignorancia3.
Algunas de estas visiones y el lugar de la gente negra en la sociedad colombiana sufrieron
una relativa transformación al llegar el liberalismo al poder. En este período, conocido como
la República Liberal (1930-1946), se hizo una reforma constitucional (1936) que estableció
que todos los hombres mayores de veinte un años, sin importar sus niveles de riquezas o
alfabetismo, gozaran de derecho a voto. Esto, según algunos autores, generó una mayor
participación de la gente negra en política4.
En la década de 1940, en el marco de estas transformaciones políticas, la juventud negra
comienza a repensarse; una intelectualidad negra de jóvenes que tuvo acceso a estudios
universitarios emprende un camino de reivindicación, haciéndose visible por medio de la
apropiación de algunas “modalidades culturales” de la raza negra. Por ejemplo, “el 20 de
3 Consultar en Moraima Camargo González, “Las comunidades afro frente al racismo en Colombia”, en Encuentros N° 2, Barranquilla, Universidad Autónoma del Caribe, 2011. 4 Consultar a Pietro Pisano, Liderazgo político “negro” en Colombia 1943- 1964”, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2010.
9
junio de 1943, un grupo de estudiantes negros realizó una manifestación en la ciudad de
Bogotá para conmemorar por vez primera el “Día del Negro” en Colombia…leyeron poemas
de autores afrocolombianos (Candelario Obeso y Jorge Artel) y realizaron representaciones
musicales que resaltaron ritmos populares de las costas Pacifica y Caribe.”5
Algunos de los intelectuales negros que realizaron esta manifestación comenzaron a
destacarse en la política. Otros, con su pluma, plasmaron en la prensa, como el Diario de la
Costa, la revista Sábado, la revista Costa entre otros, ensayos con sus apreciaciones acerca
de política y en ocasiones mostraban la condición de sus pares negros. Hicieron uso de la
literatura para resaltar e infundir una apropiación de lo negro, entre 1940 y 1949 escritores
negros colombianos publicaron novelas y poemas6.
Los escritos publicados irrumpieron con un tinte de novedad en la escena cultural colombiana
de los años 40. Jorge Artel, con su poemario Tambores en la noche, abre el telón (1940);
Helcias Martan Góngora, publica su poemario Evangelios del hombre y el paisaje (1944);
Guillermo Payan Archer, sigue la línea poética en La bahía iluminada (1944). A ellos se le
suma Manuel Zapata Olivella con sus novelas He visto la noche (1946), Tierra mojada
(1947) y Pasión vagabunda (1948), al tiempo que Hugo Salazar Valdés publica Sol y Lluvia
(1948), Lino Antonio Sevillano Quiñonez Costa Azul (1949), y Arnoldo Palacios se da a
conocer nacionalmente con su novela Las estrellas son negras (1949).
5 Consultar a Eduardo Restrepo, “Imágenes del “negro” y nociones de raza en Colombia a principios del siglo XX”, en Revista de Estudios Sociales, N°27, Bogotá, 2007. 6 Francisco Javier Flórez Bolívar, En sus propios términos: Negros y mulatos y sus luchas por la igualdad en Colombia, 1885-194, Pensilvania, University of Pittsburg, 2016.
10
A través de estos autores, con sus obras y algunas publicaciones de prensa, mi intención en
este trabajo consistirá en sustraer de sus letras sus pensamientos de reivindicación de una
raza que durante mucho tiempo en Colombia fue subvalorada e invicivilizada. En el primer
capítulo, me dedico a describir la situación socio-racial que experimentaron las personas
negras en las primeras décadas del siglo XX. En este apartado, utilizo a escritores de novelas
como Arnoldo Palacios o Sofonías Yacup, que narran la situación de desigualdad en la que
vivían los habitantes negros de la zona del Pacifico, situación que no es nada distinta a las
jerarquías espaciales que vivieron los habitantes de algunos barrios populares en Cartagena
de Indias en el Caribe Colombiano. Por otra parte, también me encargo de mostrar que la
élite dirigente se encargaba del fomentar discursos estigmatizadores hacia la raza negra.
En el segundo capítulo, inicialmente, en el primer destaco los liderazgos políticos de figuras
negras como Diego Luis Córdoba, Natanael Díaz entre otros, mencionando los aportes
realizados por éstos para el mejoramiento de la calidad de vida de sus pares. Siguiendo el
hilo conductor de la producción literaria de los negros colombianos, exploro las lógicas de
identificación racial de sectores negros, mostrando que en muchos de ellos se encuentra
latente un complejo de inferioridad y no se reconocen como negros. Como lo hace manifiesto
Manuel Zapata Olivella: “la posición del negro suramericano es diferente. Tiene una
conciencia social, pero no racial. Hemos tenido poetas, médicos, jurisconsultos, en fin, se
han distinguido en todas las disciplinas del espíritu, pero solo oyendo una vocación, tal vez
con sentimiento patriótico, pero nunca por honor a la raza”7. Empero en la década de 1940
se da un cambio, y un grupo de jóvenes negros comienzan a romper con aquel paradigma y
7 Manuel Zapata Olivella, “Lanston Hughes, el hombre”, Sábado 23 de agosto de 1947.
11
se auto-reconocen como negro, hay un apropie de una identidad negada, esto lo plasman en
escritos de prensa y aun en la poesía.
La intención del tercer capítulo tiene un doble propósito: en primer lugar, aunque algunos
investigadores en diferentes textos han argumentado de manera relevante sobre la influencia
ejercida por la producción artística de los movimientos negristas estadounidenses de la
primera mitad del siglo XX hacia los diferentes negros intelectuales de países de
Latinoamérica8, vagamente se ha tenido en cuenta aquellos textos literarios escritos por
negros colombianos en la década de 1940 publicados en la prensa y revistas en el que dejan
su punto de vista y admiración hacia las diferentes “modalidades culturales” de la raza negra,
expresada por negros que le ponían un toque de pasión a su arte. De esta manera, entonces,
mi intención es sustraer de aquellos escritos las referencias que los negros colombianos hacen
a los artistas negros extranjeros. En segundo lugar, intentaré llenar un vacío historiográfico
que hay en cuanto al estudio de los intelectuales negros de Colombia en la primera mitad del
siglo XX, dándole respuesta a la siguiente pregunta ¿Cuál era la visión que los escritores
negros colombianos tenían de África y cómo estos la plasmaron a través de la pluma en el
papel?
8 Consultar en; Francisco Javier Flórez Bolívar, “Un diálogo diasporico: el Harlem Renaissance en el pensamiento racial e intelectual afrocolombiano (1920-1948)”, en Historia Critica, N° 55, Bogotá, 2015.
12
CAPITULO I
EL LUGAR DEL NEGRO EN LA NACION COLOMBIANA
“Negro que entre las cadenas/De la esclavitud aun gimes,
Canta canciones antiguas/Como tu antiguo dolor.
Pon en tu canción la angustia/Da un grito que el cielo pase
Y se dirija hasta Dios. / ¡La libertad! ¿Que fue aquello?
Palabras, solo palabra/aun te tratan los amos
Con amenazas e insultos, /solo porque eres fiel…”
Helcías Martán Góngora
En Colombia, desde la formación de la Republica y hasta muy entrado el siglo XX, las
personas negras han sido víctima de invisibilizacion9 en algunos aspectos de su vida social,
cultural y política. Esa invisibilizacion se ha expresado en la negación del rol como sujetos
centrales en la construcción de la nación, que los mismos han jugado a lo largo de la vida
republicana. Este papel se pueda reconstruir desde las mismas guerras de independencia que
9 Este concepto es introducido por la antropóloga Nina de Friedemann, que lo define; como una negación de la actualidad y de la historia de los africanos y sus descendientes en América. Nina de Friedemann, “Estudios de negros en la antropología colombiana”, en Jaime Arocha y Nina de Friedemann, Un siglo de investigación Social. Antropología en Colombia, Bogotá, Colciencias-FES, 1984, p. 510.
13
dieron origen a la República, en la que, en ciudades como Cartagena, artesanos negros y
mulatos radicalizaron el movimiento independentista10.
Después de gestadas las guerras independentistas, estallaron varias guerras civiles debido a
la fragmentación ideológica, política y regional, permeadas en la sociedad. Sectores negros,
en este contexto, se vincularon a los bandos combatientes adhiriéndose, ante todo, al Partido
Liberal porque sus propuestas les eran favorables en cuanto al disfrute de una ciudadanía
incluyente. Un porcentaje considerable de personas negras “fueron la columna vertebral de
los ejércitos liberales en las cuatro guerras civiles nacionales que tuvieron lugar entre 1851
y 1877… jugando ese rol de ciudadanos armados en las guerras civiles que se presentaron en
las dos últimas décadas del siglo XIX”11.
En las primeras décadas del siglo XX, al igual que lo habían hecho en el siglo XIX, se
destacaron algunos políticos negros que ocuparon cargos gubernamentales y desde esa esfera
pública, algunos, no todos, lucharon por los derechos ciudadanos12. Otro escenario en el que
se forjó una lucha de denuncia y reivindicación negra, fue en el campo de las letras, valorando
y exaltando la herencia ancestral africana. Sobre estos escritos José Antonio Caicedo ha
hecho hincapié resaltando a algunos intelectuales negros, denominado el accionar negro
como; “a mano alzada”13.
10 Para relacionarse con este tema, consultar; Alfonso Múnera, El fracaso de la nación: Región, clase y raza en el Caribe colombiano, 1717-1810, Bogotá, Banco de la Republica, 1998. 11 Francisco Javier Flórez Bolívar, En sus propios términos: Negros y mulatos y sus luchas por la igualdad en Colombia, 1885-194, Pensilvania, University of Pittsburg, 2016, Pp. 79-80. 12 Pietro Pisano ha profundizado de una manera significativa en este aspecto, empero en su investigación solo diserta de la costa pacífica. Pietro Pisano, Liderazgo político “negro” en Colombia 1943-1964, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2010. 13 Caicedo hace un recorrido por la diáspora universal sustrayendo algunos escritos de negros en diferentes épocas desde finales del siglo XVII hasta la tercera parte del XX su eje central son los escritos de los negros
14
Los avatares experimentados por estos escritores y líderes políticos negros se vieron
agudizados en la primera mitad del siglo XX14. Me refiero a aquellos discursos racistas que
la clase dirigente accionó y que terminaron desmejorando las lógicas de desigualdad racial
experimentadas por los sectores negros. Lo expuesto es precisamente la intención de este
capítulo, poder mostrar la situación del negro en la sociedad colombiana, ¿Cómo era visto?
¿Qué clase de discriminación padeció? Y sobre todo ¿Qué papel jugo el Estado frente a la
discriminación racial durante la primera mitad del siglo XX?
1.1 FRUTOS DEL COLONIALISMO RACISTA EN EL SIGLO XIX
Después de gestadas las guerras independentistas, donde los brazos de los negros15 fueron
parte decisiva en el campo de batalla para lograr una victoria, los nuevos dirigentes políticos
tratan de forjar una nueva sociedad, una identidad nacional, donde lo negro resultaría siendo
excluido.
A finales del siglo XIX, se confirma la idea de la organización de la sociedad en nación a
través de la modernidad y civilización; esto es, una nación sin la población negra e indígena16.
en Colombia. José Antonio Caicedo Ortiz, A mano alzada. Memoria escrita de la diáspora intelectual afrocolombiana, Popayán, Ed Sentipensar, 2013. 14 Esto no quiere decir que después de este periodo no tuvieran ningún problema discriminatorio y excluyente. 15Según Marixa Lasso, los negros se enrolaron en las filas de los ejércitos revolucionarios. Lo plasma en investigaciones como; Marixa Lasso, “Un rayo exterminador: las guerras por la libertad, 1810-1890”, en George Reid Andrews, Afro-Latinoamérica, 1800-2000, Oxford, Oxford University Press, 2004. Para el cazo de Colombia consultar; Marixa Lasso, “El día de la independencia; una revisión necesaria. Acción política afro-colombiana y narrativas patrióticas criollas, Cartagena, 1809-1815”, en Nuevo Mundo Mundos Nuevos, N°8, 2013, http://journals.openedition.org/nuevomundo/328DOI:10.4000/nuevomundo.32872. 16 Maguemati Wabgou, Jaime Arocha, Aiden Salgado, y Juan Carabalí, “Surgimiento de un liderazgo negro en la política nacional desde la independencia hasta los años 60 del siglo XX”, En Instituto Unidad de Investigaciones “Gerardo Molina”- UNIJUS, Movimiento social afrocolombiano, Negro, Raizal y Palanquero:
15
La sociedad colombiana comenzó a ser pensada como homogénea, donde todos los habitantes
deben tener la misma lengua (castellano), religión (católica) y referentes culturales, negando
de esta forma la diversidad étnica y cultural que la caracteriza17. Dicha negación a la
diversidad era prácticamente la carga peyorativa que pesaba sobre las personas de
ascendencia africana.
Edwin Cruz Rodríguez asegura; “ante la imposibilidad de ser incorporados al orden
republicano como ciudadanos, muchos optaron por el éxodo o por suerte de “exilio interno”
a lugares donde podían acceder a la libertad, al margen del orden político en construcción”18.
Los habitantes negros solían ser mirados de forma peyorativa por parte de la elite dirigente.
Tomando las memorias del gobernador de Buenaventura en 1843, Manuel María Mallarino,
Cruz menciona que; “en este político pesaban los prejuicios raciales y la percepción del negro como
un ser “bárbaro”, “vicioso”, “ignorante y feroz”, que amenazaba con degradar la raza blanca e impide
la formación de las virtudes del ciudadano. Todo ello, finalmente, lo llevaba a plantear la necesidad
de desterrarlos a lugares inhóspitos o devolverlos a África”19. Estas expresiones o pensamientos
(bárbaro, viciosos, ignorante, salvajes) utilizadas por el gobernador para referirse al negro se
repetía constantemente en el discurso de algunos dirigentes del país.
El largo camino hacia las construcciones de espacio comunes y alianzas estratégicas para incidencia políticas en Colombia, Bogotá, 2012, p. 62. 17 Moraima Camargo González, “Las comunidades afro frente al racismo en Colombia”, en Encuentros N° 2, Barranquilla, Universidad Autónoma del Caribe, 2011, p. 54. 18 Edwin Cruz Rodríguez, “La abolición de la esclavitud y la formación de lo público-político en Colombia 1821-1851”, en Mem. Soc., No. 12, Bogotá, 2008, p. 66. 19 E. Cruz, “La abolición de la esclavitud y la formación”, p. 68.
16
Moraima Camargo20 formula que el determinismo geográfico jugaba un papel preponderante
para usar tales apelativos, tomando como ejemplo a dos intelectuales, como lo fueron
Francisco; José de Caldas y José Ignacio de Pombo, argumentando que “ellos sustentarían la
tesis de la superioridad de las razas de climas fríos o templados. De esta forma, se consolida
casi hasta institucionalizarse la idea de que las poblaciones que habitan las costas, llanos y
zonas selváticas del territorio eran salvajes y por lo tanto inferiores”21. El clima templado o
frio influye tanto en el carácter del individuo como en su físico y según Caldas; “el hombre
adquirirá el color negro, blanco, aceitunado y todas las tintas; su estatura ira desde la
gigantesca hasta la pigmea; sus facciones, desde la deformidad hasta la belleza; su moral
desde las virtudes hasta los vicios; y en una palabra, el hombre se modificara en todas sus
partes, y cederá a la potencia activa y enérgica del clima”22.
Los habitantes de las costas, llanos y zonas selváticas sobrepasaban en número a la elite
blanca dominante. Alfonso Múnera, anota sobre la élite que; “cuando comenzó a concebir,
la nación que quería fundar, la intelectualidad criolla se enfrentó al hecho apabullante de que
más del 80% de sus habitantes eran, negros, indios, mulatos y mestizos iletrados…”23 la clase
dirigente tenía arraigado esa herencia colonial donde el blanco estaba en la cúspide de la
sociedad y de toda estratificación racial y el resto de la sociedad solo eran inferiores. “La
añorada nación excluyente: convertiría a las tres cuartas partes de su extensión total en
20 Moraima Camargo González, “Las comunidades afro frente al racismo en Colombia”, en Encuentros N°2, Barranquilla, Universidad Autónoma del Caribe, 2011. 21 M. Camargo, “Las comunidades afro frente” p. 54. 22 Elisabeth Cunin, Identidades a flor de piel. Lo “negro” entre apariencias y pertenencias: Mestizaje y categorías raciales en Cartagena (Colombia). Bogotá, IFEA-ICANH-Unidades-Observatorio del Caribe Colombiano, 2003, p. 59. 23 Alfonso Munera, “Frontera imaginadas. La construcción de las razas y de la geografía en el siglo XX colombiano”, Ed, Planeta, Bogotá, 2005, p. 103.
17
espacios marginales y no actos para la construcción de la nación… por la supuesta pésima
calidad de sus habitantes.”24 Dicha subvaloración y racismo no se quedaron escondidos como
en un baúl del siglo XIX, sino que siguieron saliendo a la luz y se proyectaron en las visiones
que miembros de las élites políticas e intelectuales del siglo XX expresaron.
1.2 AVATARES DEL NEGRO EN LAS PRIMERAS DECADAS DEL SIGLO XX
Este tipo de racismo, condujo a que el negro, aparte de sufrir una discriminación por el color
de su piel, ser tenido como ignorante, le fue negado poder reclamar esa igualdad que como
ciudadano de una República democrática era acreedor, empero uno es el discurso
democrático y otro es la puesta en escena de tal discurso. Como se preguntaba el negro
Helcias Martan Góngora en uno de sus poemas por el significado que había tenido la palabra
libertad para ellos: “¡la libertad! ¿Qué fue aquellos?/Palabras solo palabras”,25afirmaba
enfático. Lo contenido en este poema es ratificado por Moraima Camargo, quien, en su
trabajo sobre la población negra en Colombia, anota que “el estado-nación colombiano
dificultó el acceso a las oportunidades de estudio y/o laborales a dichas poblaciones, y
obstaculizó la apertura de espacios de participación… incluso, en su calidad de vida”26.
Escritores negros que irrumpieron en la escena cultural en los años 30 y 40 hicieron alusión
en sus obras literarias a este acceso desigual a los derechos que les garantizaba el estatus de
24 A. Munera, “Fronteras imaginadas. La construcción”, p. 103. 25 Laurence E. Prescott, “voces del litoral recóndito: Tres poetas de la Costa Pacífica De Colombia (Helcias Martan Góngora; Hugo Salazar Valdez; Lino Sevillano), en Lucia Ortiz Chambacu, la historia la escribes tú. Ensayos sobre cultura afrocolombiana, Madrid, Iberoamericana, 2007, pp. 136-137 26 M. Camargo, “Las comunidades afro frente”, p. 54.
18
ciudadanos colombianos. Tal es el caso de Arnoldo Palacios y Sofonías Yacup; el primero,
en su obra titulada “Las estrellas son negras” (1949), recopila y plasma con su pluma los
padecimientos de una comunidad sumergida en la miseria y la desigualdad que impera en el
Pacífico colombiano. Israel es el nombre del personaje que protagoniza su novela, “el cual
ya había perdido la esperanza de que le dieran un empleo de portero porque él era negro y
casi todos los puestos se los daban a los blancos…”27 La estratificación y jerarquización
social se encontraba a “flor de piel” en la cotidianidad. “Una zona rica concentrada alrededor de
la carrera primera, en la orilla del rio Atrato, en la cual se encontraban tanto las residencias de la elite
blanca/mulata como las sedes del poder político y económico… el acceso de la gente negra a la carrera
primera era permitido solo en las horas diurnas, cuando personas de sectores populares iban a trabajar
en las residencias de la elite, mientras eran prohibidas en las horas de la noche.28
En cuanto a Sofonías Yacup, en “Litoral recóndito” (1938), narra las vicisitudes
experimentadas por los habitantes de Timbiqui en el decenio de 1920. Muestra que la
empresa The New Timbiqui Gold Mines invocaba su derecho de propiedad y argumentaba
que “los pueblos le pertenecían porque estaban dentro de los linderos… y dictaban
reglamentos […] en que se prohibía el tránsito, el libre comercio, la permanencia y el
ejercicio de otros derechos en las poblaciones”29. Se trataba, entonces, de una compañía
extranjera que tenía una especie de mini colonia en Nariño, donde ejerció autoridad, se
apropió de territorios y explotaba a los habitantes negros, con el agravante de que el
Gobierno de turno le importaba poco la suerte de los habitantes de esta zona de Colombia.
27 Arnoldo Palacios, Las estrellas son negras, Bogotá, Ministerio de Cultura, 2010, p. 51. 28 Pietro Pisano, Liderazgo político “negro” en Colombia 1943- 1964”, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2010, p. 131. 29 Jaime Arocha Rodríguez y Lina del Mar Moreno Tobar, “Andino centrismo, salvajismo y afro-reparación, WWW.bdigital.und.edu.co. consultado el 10-10-18.
19
Aparte de Yacup, Helcías Martán Góngora en 1937 con su puño y letra describe tal situación
en un poema titulado Balada del esclavo:
Negro que entre las cadenas
De la esclavitud aun gimes,
Canta canciones antiguas
Como tu antiguo dolor.
Pon en tu canción la angustia
De un grito que el cielo posee
Y se dirija hasta Dios.
¡La libertad! ¿Que fue aquello?
Palabras, solo palabras
Aun te torturan los amos
Con amenazas e insultos,
Solo porque eres fiel…30
Junto a las desigualdades sociales y económicas, se conjugaban con los discursos raciales
que invisibilizaban a la población negra. Eduardo Posada Carbó para el caso de la celebración
del 20 de julio de 1910 en Bogotá, anota que en varios discursos se reivindicó la obra de
España y su legado en América. “<<Deudores somos de nuestra civilización a la Madre
España>>, expresó el canónigo Rafael María Carrasquilla, en su oración en la basílica menor
de la catedral el 20 de julio”31. Y tres años antes, un militar chocoano declaró que “si la obra
de los próceres fue sublime, también debe perdurar en bien de la nacionalidad, la obra de los
30 L. Prescott, “voces del litoral recóndito:” pp. 136-137. 31 Eduardo Posada Carbo, “1910 La celebración del primer centenario en Colombia”, en Revista de Indias, N°258, Oxford, Centro de Estudios Latinoamericano, 2013, p 581.
20
españoles”32. Para el caso de Cartagena, el profesor Francisco Javier Flórez en cuanto a estos
discursos patrióticos resalta que “el secretario de gobierno departamental José Antonio
Gómez, insistió en el “magnífico e imperecedero legado” de España a Colombia. En su
discurso publicado en la Gaceta Departamental de Bolívar, Gómez recordó que fue esa
nación la que nos trasmitió con su preciosa sangre el valor legendario de los conquistadores
castellanos”33. Con ese apego a dicho legado, el negro con sus costumbres e idiosincrasia
quedo marginado de la narrativa nacional.
Durante las celebraciones del primer centenario de la independencia de Cartagena, los
artesanos y obreros fueron excluidos, no solo del cronograma de actividades, sino además,
del monumento público a la memoria de los mártires del movimiento insurreccional del 11
de noviembre de 1811.34 Esta negación de la participación del negro en la independencia
tomo mucho vigor dentro de la Academia de Historia, pero algunos estudios han destacado
la actividad de los artesanos negros y mulatos de Cartagena en tales acontecimientos, como
Alfonso Múnera en el capítulo VI del libro “El fracaso de la nación. Región clase y raza en
el Caribe Colombiano 1717-1810.”35 Todo esto cumplía una función de invisibilizar lo
relacionado con lo negro. Nina de Friedemann, en 1984 define la invisibilidad “como una
negación de la actualidad y de la historia de los africanos y sus descendientes en América”36.
32 F. Bolívar, En sus propios términos: Negros y mulatos, p. 42. 33 F. Bolívar, En sus propios términos: Negros y mulatos, pp. 42-43. 34 Consultar en; Carmen Elvia Oviedo Márquez, Fiesta y cultura popular en la conmemoración del centenario de la independencia de Cartagena de Indias, 1911, Cartagena, Universidad de Cartagena, facultad de ciencias humanas, programa de Historia, 2015. 35 Alfonso Munera, El fracaso de la nación: Región, clase y raza en el Caribe colombiano, 1717-1810, Bogotá, Banco de la Republica, 1998, p 173. 36 Nina de Friedemann, “Estudios de negros en la antropología colombiana”, en Jaime Arocha y Nina de Friedemann, Un siglo de investigación Social. Antropología en Colombia, Bogotá, Colciencias-FES, 1984, p. 510.
21
En Colombia se había gestado y se seguía reproduciendo un discurso racista que cada día
penetraba en la esfera de la intelectualidad e incluso en la rama de la medicina. Cartagena
fue epicentro de un congreso para tal fin. “En enero de 1918, el psiquiatra Miguel Jiménez
López presentaba en Cartagena ante el Tercer Congreso de Medicina, su memoria “Nuestras
razas decaen. Algunos signos de degeneración colectiva en Colombia y en los países
similares. El deber actual de la ciencia”37, aunque su disertación hace referencia al
determinismo geográfico que predicó Francisco José de Caldas, Jiménez añade que “el mal
es más hondo: no es solamente económico, psicológico y educacional; es biológico. Se trata
de razas agotadas; que es preciso rejuvenecerse con sangre fresca”38. Metódicamente los
males se los imputan a la mezcla de las supuestas razas inferiores; indios y negros. Jiménez
continuo puntualizando que “una ola de sangre de color oscurece de día en día nuestra
población, imprimiéndole a su vez sus rasgos morfológicos y sus reacciones morales.”39 A
partir de esta clase de discursos, la mezcla lo que hace es degradar a la raza en la más profunda
miseria e ignorancia cuyo resultado es salvajismo y atraso.
Según el higienista Jorge Bejarano, que participó en el debate sobre la degeneración de las
razas argumentaba que “la población negra se caracterizaba por su escaza intelectualidad y
moralidad mientras los indígenas eran miserables y abatidos por el sometimiento que habían
padecido”40. Por otro lado, al componente blanco no se le atribuía ningún mal, todo indicaba
37 Eduardo Restrepo, “Imágenes del “negro” y nociones de raza en Colombia a principios del siglo XX”, en Revista de Estudios Sociales, N°27, Bogotá, 2007, p.47. 38 Francisco Javier Flórez Bolívar, “Rastros, rostros y voces del racismo institucional en Cartagena: Un acercamiento a partir del debate de la “degeneración de las razas”, 1910-1930”, en Jangwa Pana, N°6, Santa Marta, Universidad del Magdalena, 2009, p. 136. 39 E. Restrepo, “Imágenes del “negro” y nociones de raza”, p. 48. 40P. Pisano, Liderazgo político “negro”, p. 37.
22
que la culpabilidad de tal decadencia era netamente negra e indígena, como lo aseguró
Bejarano.
Quisiera traer un último anote a este tipo de discriminación racial, es una entrevista realizada
en 1923 a Jorge Álvarez Lleras, el cual refiriéndose a los habitantes de la zona del Pacifico,
expreso que ellos eran; “pobres bestias humanas, desamparadas de toda educación, en la
pobreza más punzante, en una insipiencia mental que más se avecina al animal irracional que
a este otro que llaman civilizado”41. Con las declaraciones, no solo se les considera a los
habitantes del Pacífico como bestias humanas, si no, que se reconoce que están desamparados
de toda educación, la cual a cualquier persona puede sacar de la miseria e ignorancia y romper
las estructuras mentales de inferioridad.
Aunque el negro fuese educado teniendo cierto grado de intelectualidad reconocida a nivel
nacional, no le impedía ser tratado con desdén e insultos peyorativos. Para recrear la tensión
vivida en la época de estudio, Flórez Bolívar visualiza y toma como ejemplo un ataque
discriminatorio y censurador del cual fue víctima Jorge Artel en 1945. En palabras del autor,
“Artel, en su condición de Secretario de Gobierno, tomo la decisión de derribar una construcción
ubicada en la Plaza de la Aduana de Cartagena. Inmediatamente, desde Bogotá, Emilia, una cronista
del diario El Siglo, escribió un artículo titulado <<otro atentado contra Cartagena>>… En su opinión,
tal decisión <<no se le ocurre si no a un animal de monte>>, a quien <<hay que meter en una
jaula>>42. La forma despectiva de dirigirse a un dirigente político es por su condición racial
ya que Artel era negro.
41 F. Flórez, En sus propios términos: Negros y mulatos, p. 51. 42 Francisco Javier Flórez Bolívar, “Culto a la piedra, desprecio a la gente: Cartagena en tres escenas”, en Alberto Abelló Vives y Francisco Javier Flórez Bolívar, Instituto de Cultura y Turismo de Bolívar
23
Con las declaraciones de Jorge Álvarez y Emilia se puede palpar que la discriminación no
consistía en que el negro fuera educado o no, la cuestión radicaba en el solo hecho de que “la
noche imprimiera su manto sobre su epidermis”. Una clara tensión entre el hombre blanco y
el negro, según, para Arnoldo Palacios esto era; “un problema alimentado por el prejuicio-
aunque ambos fueran pobres todo el peso peyorativo e estigmatizador recaía sobre el negro-
el blanco y el negro viven en casas viejas, destartaladas, antihigiénicas. Comprendí, pues que
nos separa el prejuicio creado probablemente por situaciones históricas”43.
Los puntos antes tratados por los “ilustrados” de la época tienen como fin cancelar o tratar
de frenar la reproducción de las razas inferiores, que esa sangre negra no siga tomando fuerza.
Una de las alternativas propuestas por ellos, radicó en la inmigración de personal europeo,
“la sangre blanca representaba una garantía de progreso, de producción y estabilidad política
y social”44e incluso tal iniciativa se convirtió en ley. Cuatro años después del tercer Congreso
de Medicina la ley 114 de 1922 impulsada por Laureano Gómez. Moraima Camargo anota;
“el planteamiento central de esta ley consistía que para propender al mejoramiento de las
condiciones étnicas tanto físicas como morales, había que fomentar la inmigración de
individuos que por sus condiciones raciales y personales no puedan o no deban de ser motivos
de preocupaciones”45.
La idea de blanqueamiento tomó mayor auge y se esparcía en la esfera social a través de los
medios de noticias como la prensa, los que predicaban tal mejoramiento lo hacían con la
/ICULTUL Gobernación de Bolívar, Los desterrados del paraíso. Raza, pobreza y cultura en Cartagena de Indias, Cartagena de Indias, Ed Maremágnum, 2015, p. 114. 43 Arnoldo Palacios, “¿A qué clase social pertenece usted…? Sábado, Bogotá, 03 de julio de 1948. 44 P. pisano, Liderazgo político “negro”, p. 40. 45 M. Camargo, “Las comunidades “afro” frente al racismo”, p. 55.
24
mirada a países donde la población negra había sido cancelada. En 1913, el periódico La
época aseguro; “lo mucho bueno que ahí se debe al poder inmenso de la inmigración que ha
terciado la sangre morbosa de la raza y le ha dado paz contra su natural índole”46. En algunos
países de Latinoamérica la elite dirigente también desarrollo este modelo de mecanismo
racial, por ejemplo; la eugenesia en Brasil informo el programa social más importante de la
Republica, la decisión de promover la inmigración de europeos blancos luego de la abolición
de la esclavitud.47 Este tipo de pensamiento excluyente y racista no es algo innato de las elites
blancas latinoamericanas, más bien tal discurso es el eco de corrientes de pensadores y
científicos europeos (la teoría del filósofo Kant sobre las razas, como por poner un ejemplo).
Cristian Castro agrega que “entre 1870-1950 intelectuales brasileños y estadunidenses
afirmaron y luego redefinieron el concepto de raza influidos por teorías científicas europeas.
Pasando desde concepciones de razas biologicistas”48. Para el caso colombiano Francisco
Javier Flórez menciona a algunos de estos autores influyentes y sus contribuciones como
Gustavo Le Bon.49
1.3 ¿INVISIBILIDAD U OLVIDO?
Así como en el Chocó, cuya entrada a la carrera primera en que moraban la elite blanca
solo les era permitida a los negros en el día, sin embargo, en las noches se les restringía el
acceso. Los negros del Brasil experimentaron algo parecido. Castro lo denominó
46 F. Flórez, En sus propios términos: Negros y mulatos, p. 56 47 Cristian Castro, “Exploraciones para una historia transnacional de la afro-modernidad en América. Chicago y Sao Paulo 1900-1940”, en Revista de Historia Iberoamericana, N°1, California, University of California, 2010, p. 40. 48 C. Castro, “Exploraciones para una historia”, p. 39. 49Para un acercamiento al tema consultar en “Rastros, rostros y voces del racismo institucional en Cartagena: Un acercamiento a partir de la “degeneración de las razas”, 1910-1930”
25
“segregación espacial consagrada en la ley y dice; la ley municipal 18.74 promulgada en
1915, dividió Sao Paulo en cuatro Zonas: central, urbana, suburbana y rural”50. Fue una de
las medidas tomadas por la dirigencia política ya que al negro se le consideraba como difusor
de enfermedades, inmoral entre otros apelativos degradantes. “la solución se centró en
discriminar, clasificar y controlar a la población a través de una ley especifica que racionaliza
el espacio, en especial, el que corresponde el centro de la ciudad”.51 El desalojo de los negros
del centro de la ciudad y la división en cuatro zonas en Sao Paulo se refleja en lo que
experimento las comunidades negras pobres de Cartagena ubicadas en barrios aledaños al
centro histórico de la ciudad: Boquetillo Pueblo Nuevo y Pekín.
En estos barrios extramuros los habitantes subsistían de forma indigna sin las condiciones
óptimas de vida sumergida en la miseria y el abandono de los gobernantes, de estos barrios
se proveía mano de obra a la ciudad amurallada. “ya en 1937 había en estos barrios –
Boquetillo, Pueblo Nuevo y Pekín - unas 400 casas; el alcalde de la época, Daniel Leamitre
Tono, se puso en la tarea de erradicarlas y trasladar a sus habitantes al sector de Canapote,
en las faldas de la popa”,52 y “a partir de los años cuarenta la Avenida Santander se convirtió
en el orgullo de la Cartagena moderna y acogedora y en el signo de la desaparición de los
barrios populares del centro, como en los casos de Pekín, el Boquetillo y Pueblo Nuevo”.53
50 C. Castro, “Exploraciones para una historia”, p. 38 51C. Castro, “Exploraciones para una historia”, 38. 52 María M. Aguilar Díaz y Adolfo Meisel Roca, “¿La isla que se repite? Cartagena en el censo de población en 2005”, en Alberto Abelló Vives y Francisco Javier Flórez Bolívar, Instituto de Cultura y Turismo de Bolívar /ICULTUL Gobernación de Bolívar, Los desterrados del paraíso. Raza, pobreza y cultura en Cartagena de Indias, Cartagena de Indias, Ed Maremágnum, 2015, p. 189 53 E. Cunin, Identidades a flor de piel, p.114.
26
No obstante el barrio Chambacú pudo sobrevivir a esta primera oleada de exclusión espacial
y erradicación social. Este barrio que fue catalogado como tugurio, acogió sus primeros
habitantes cuando “los primeros trabajos para la construcción del tranvía provocaron la
llegada de mano de obra provenientes de pueblos cercanos que, sin pensarlo mucho se instaló
al pie de las murallas”,54 se le describió como; “una concentración de casas de cartón, tablas,
plásticos, latas, con tejas zin o cemento, construidas sobre las aguas de la Ciénega, que fueron
rellenadas con afrecho de arroz, aserrín y escombros. De calles tortuosas sin alcantarillado,
sin agua potable, con instalaciones eléctricas precarias.55 “La construcción de la –ya
mencionada- “Avenida Santander frente al mar a lo largo de las murallas, efectuada en los años
1939-1940, atrajo nuevos habitantes a Chambacú, que por cierto eran los mismos que habían formado
los primeros barrios externos a las murallas: Pekín, Pueblo Nuevo y Boquetillo, convertidos en
verdaderos tugurios.56 Años después en la década de 1970 Chambacú corrió con la misma
suerte de los otros barrios al ser desalojados sus habitantes y demolidas sus viviendas.
Esto acontece porque la presencia de la gente negra junto al sector amurallado, para la elite
blanca solía ser algo desagradable. “estos barrios fueron objeto de sistemáticas campañas en
contra de su presencia al pie del cordón amurallado…-se decía sobre ellos que- eran lugares
miserables, habitados por negros desarrapados, compuestos por casuchas y calles propicias
para la infección y la propagación de enfermedades,”57 y no se acoplaban con las normas de
54 E. Cunin, Identidades a flor de piel, p.114. 55 David Lara Ramos, “Prensa local y transformación urbana. Los medios y el desalojo de Chambacu”, en Alberto Abelló Vives y Francisco Javier Flórez Bolívar, Instituto de Cultura y Turismo de Bolívar /ICULTUL Gobernación de Bolívar, Los desterrados del paraíso. Raza, pobreza y cultura en Cartagena de Indias, Cartagena de Indias, Ed Maremágnum, 2015, p.159. 56 E. Cunin, Identidades a flor de piel, pp. 124-125. 57 F. Flórez, “culto a la piedra, desprecio”, p. 113.
27
modernidad que la ciudad estaba experimentando. En estas ciudades, Chocó, Cartagena y
Sao Pablo, se reproduce el discurso de exclusión espacial.
Los habitantes negros de Cartagena y del Chocó se vieron afectadas por el abandono e
invisibilizacion del gobierno de turno; por ejemplo: en primer lugar, para las autoridades
políticas cartageneras el tema de lo negro y sus asentamientos era algo palpable en el diario
vivir, no pudiendo ocultar a la vista publica una realidad que les concernía, o sea, tratar de
solucionar los problemas que a estas comunidades le afectaban como antes lo he citado, sino
que decidieron erradicar con el mal de raíz, convirtiéndose los desalojos en un acto de
indolencia consiente .
En segundo lugar, el Chocó según una publicación de 1947, indica que uno de los problemas
fundamentales que afrontaba el Chocó era “el tremendo desconocimiento que se tiene de él,
no solo por parte de los demás colombianos sino del mismo estado” –haciendo de esta
publicación una exhortación a un gobierno invisivilizador- “…haber mantenido despreciado
al Chocó durante siglos es una deuda inmensa de la Republica y todos los regímenes políticos
que nos han gobernado, inclusive el régimen liberal”.58 Declaraba Arnoldo Palacios. Se
evidencia un total desconocimiento de una región históricamente rica en su biodiversidad y
otros tipos de minerales preciosos en la cual era tan fuerte el aislamiento que algunos de sus
poblados se sentían desligados económica, social y políticamente de Colombia, así lo hace
ver la misma publicación:
“Y generalmente los costeños cargan sus botes marcando sus velas hacia Panamá donde tienen ellos
fincados sus esperanzas. En un viaje relámpago que hicimos por la costa nos dijeron que Jurado y
58 Arnoldo Palacios, “Choco, país exótico”, Sábado, Bogotá, 16 de agosto de 1947.
28
otras regiones costeñas los habitantes cantaban el himno nacional panameño, usaban la bandera
panameña, traficaban con el dólar. Allá se vive al margen con todo lo que ocurre en la República de
Colombia…los costeños del Pacifico, sinceramente se consideran panameños, jamás de los jamases
por falta de patriotismo. Sino porque nacen, crecen se desarrollan y mueren, con la idea de Panamá
en su celebro. Porque de Panamá traen sus vestidos, traen las cobijas, las cucharas, el dinero. Allá
envían las cosechas de su trabajo”.59
De manera que territorios de las costas Pacífica y Caribe, como Chocó y Cartagena, estaban
abandonados por parte del Estado, sin esperanzas de progreso, teniendo que solventar sus
necesidades a espaldas del gobierno, viéndose obligados su habitantes a emigrar del campo
hacia las ciudades capitales, para buscar mejores oportunidades, un futuro para los suyos.
1.4 DISCURSO DE UNA ELITE RACISTA
La práctica del racismo con frecuencia proviene de las elites dirigentes y políticas utilizando
diferentes mecanismos como la “discriminación verbal”. Refiriéndose a este punto del
discurso racista, Teun A. Van Dijk anota que “es cierto para otras prácticas sociales dirigidas
contra minorías, el discurso puede ser en primera instancia una forma de discriminación
verbal. El discurso de la elite puede constituir así una forma importante de racismo de la
elite”.60 Es la dirigencia política quien tiene cierto control de las minorías ósea los más
vulnerables de una sociedad y en nuestro caso de estudio resulta ser la población negra.
59 Arnoldo Palacios, “Choco, país exótico”, Sábado, Bogotá, 16 de agosto de 1947. 60 Tean A. Van Dijk, “Discurso y racismo”, en David Goldberg & John Solomos (eds), The Blackwell Companion to Racial and Ethnic Studies, Oxford: Blackwell, 2001. P. 191.
29
En este control se encuentra inmerso el racismo y como dice Foucault; el racismo tiene cierta
función; una es la de “fragmentar (desequilibrar), introducir censura… la clasificación de
unas razas como buenas y otras como inferiores, será un modo de fragmentar el campo de lo
biológico que el poder tomo a su cargo, será una manera de producir un desequilibrio entre
los grupos que constituyen la población.”61 La fragmentación y el desequilibrio que Foucault
menciona lo podemos entender en la escases de oportunidades que los racializados padecen
por parte de una política excluyente y controladora, empero para realizar dicho control es
necesario hacerlo, como dice Van Dijk, “hablando o escribiendo, por ejemplo en las
reuniones de gabinetes y las discusiones parlamentarias, en entrevistas de trabajo, en los
noticieros, anuncios, lecciones escolares, libros de textos, artículos científicos…”62. Todos
estos ejemplos son formas de discurso racista que emplean las elites para denigrar. Con todo
lo anterior es así que “el racismo es aprendido en una sociedad” y direccionado por una elite
política.
El Estado jugo un papel preponderante al permitir la proliferación de tales discursos e incluso
fue garante del mismo cuando los políticos realizan y apoyan proyectos que tienen como
finalidad estigmatizar a la comunidad negra. Representantes políticos liberales como
conservadores compartían un mismo pensamiento en cuanto a la necesidad de mejorar la raza
colombiana, tal es el caso de Miguel Jiménez López, Luis López de Meza y Laureano Gómez.
Según Moraima Camargo, “Gómez impulsaría en las primeras décadas del siglo XX un
proyecto clara y explícitamente eugenésico”63, empero ¿cuál era el argumento central
61 Michel Foucault, genealogía del racismo, La Plata, Editorial Altamira, p. 206. 62 T. Van, “Discurso y racismo”, p. 191. 63 M. Camargo, “Las comunidades afro frente”, p. 55.
30
utilizado por Gómez para darle viabilidad a dicho proyecto eugenésico? Según su discurso
aludía que…en las naciones de América donde propendan los negros reina el desorden. Haití
es el ejemplo clásico de una democracia turbulenta e irremediable. En los países donde el
negro ha desaparecido, como en la Argentina, Chile y el Uruguay se ha podido establecer
una organización económica y política con sólidas bases de estabilidad.64 Dicho discurso
racista consiste en poder desaparecer el componente negro la esfera social o de “tipo
biológico”, como diría Foucault: “Cuanto más las especies inferiores tiendan a desaparecer,
cuantos más individuos anormales sean eliminados, menos degenerados habrá en la
especie…La muerte del otro, la muerte de la mala raza, de la raza inferior(o del degenerado
o del inferior) es lo que hará la vida más sana y más pura”.65 La muerte que está predicando
Foucault la da a entender como “la muerte política, la expulsión” de esa forma este postulado
se puede relacionar con el contexto en estudio.
“El proyecto eugenésico que impulsó Laureano Gómez tomaría forma legal en 1922 cuando
el ya mencionado Miguel Jiménez López se desempeñaba como Ministro de Gobierno, se
produjo un cambio fundamental derivado del debate de la degeneración de la raza”66. La idea
radicaba prácticamente en la inmigración al país de personas de color de piel blanca, europeos
para mejorar la raza y así cancelar lo negro y por otra parte frenar la entrada al país de
personal no deseado como los negros. “Se estipulo en la ley 114 de 1922 sobre inmigración y
colonias agrícolas… que había que propender por el desarrollo económico e intelectual del país... en
el numeral 11 de la mencionada ley estableció que queda prohibida la entrada al país de elementos
64 M. Camargo, “Las comunidades afro frente”, p. 55. 65 M. Foucault, “Genealogía del racismo”, p. 206. 66 F. Flórez, “Rastros, y rostros del racismo”, p. 139.
31
que por sus condiciones étnicas, orgánicas y sociales sean inconvenientes para la nacionalidad y el
desarrollo de la raza”.67 A través de este mecanismo los dirigentes guardaban la esperanza de
que la raza colombiana tuviera un desarrollo favorable. Miremos, ese discurso en boca de
López de Meza; “se puede, pues anunciar que si cesa la inmigración más o menos clandestina,
de los afroantillanos ocurrirá entre nosotros una absorción lenta de la población de color por
la blanca, con el resultado de un tipo ligeramente trigueño, un poco a la manera árabe…”68
Otro medio discursivo racista fomentado por el Estado fue a través del censo que se
caracterizó en demarcar las diferencias raciales. “Los censos de 1912 y 1918, diferenciaron
entre blancos, indios, negros y mezclados. En el Congreso de la Republica, además, se
aprobaron leyes que ordenaron incluir en las estadísticas criminológicas raciales y el clima
de dónde venían los individuos que cometieran los crímenes”.69 Las regiones donde
predominaba las personas negras se encontraban en un descuido por parte del gobierno e
incluso por la falta de oportunidades se veían en la obligación de emigrar de sus tierras como
lo anota una noticia de un encabezado del Diario de la Costa “Mucha gente emigra del Choco”
Bogotá, julio 5 –comunican de Istmina, que “El Heraldo” publica una comunicación de su
corresponsal en Pizarro, dando cuenta de la alarmante emigración de la costa del Pacifico, así de Bari,
Faustino Tobón; de La Cuevita, Leandro Aspriella… se nos informa que dichos emigrantes se
embarcaran en el velero “Iris de Colombia” en busca de amparo y protección, huyendo de la pésima
administración y de las persecuciones de las autoridades colombianas.70 E incluso sigue
67 F. Flórez, “Rastros, y rostros del racismo”, p. 139. 68 E. Restrepo, “Imágenes del “negro” y nociones de raza”, p.50. 69 F. Flórez, En sus propios términos, p. 49. 70 “Mucha gente emigra del Choco”, en Archivo Histórico de Cartagena, Diario De La Costa, Cartagena, julio 5 de 1929.
32
puntualizando la noticia que muchos de estos habitantes se quejaron al gobierno por la mala
administración de esta zona del país.
La elite política se quería desentender de una realidad apabullante como que gran parte de la
población colombiana en su cuerpo y piel tiene rasgos de África. Argumentaron que los
negros no poseían cultura e incluso se dictaron medidas que consistían en reprimir sus
expresiones culturales. Tal es el caso vivido por los habitantes negros de la ciudad de
Cartagena que; “en 1921, el presidente del consejo municipal, Simón Bossa expide el acuerdo
N°12, en el que queda prohibido en la ciudad y en los corregimientos del Pie de la Popa,
Manga, Espinal, Pekín. Quinta y Amador el baile conocido con el nombre Cumbia o
Mapale…”71
La educación jugó un papel importante en la invisibilizacion de los negros, por un lado, ya
que no todos podían tener acceso a esta y por el otro, que el discurso racista e excluyente se
fomentaba en las aulas de clases e incluso se materializo en algunos textos publicados bajo
la dirección o el aval del Ministerio de Educación72, pues así lo ha planteado Pizano. “La
gente negra, por ser considerada desprovista de una cultura y de una identidad propia… el
injerto africano no es un fenómeno generalizado… sus zonas de influencia se hallan
claramente localizadas… sin que pueda pronosticarse que haya de operar valiosamente en la
orientación del futuro de la cultura de las Américas”.73
71 Alberto Abelló Vives, “Del arte de prohibir, desterrar y discriminar: Cartagena y sus disimiles narrativas de desarrollo y pobreza”, en Alberto Abelló Vives y Francisco Javier Flórez Bolívar, Los desterrados del paraíso. Raza, pobreza y cultura en Cartagena de Indias, Bogotá, Maremágnum, 2015, p. 34. 72 Como el caso de un libro sobre el problema educativo en Colombia, escrito por Rafael Bernal Jiménez y publicado por el Ministerio de Educación Nacional en 1949. 73 P. Pizano, Liderazgo político “negro” en Colombia, p. 66.
33
El Estado en su devenir histórico de la primera mitad del siglo XX ha venido mutando su
discurso racista. En primer lugar, en las primeras década del siglo XX al acercarse la
conmemoración del primer centenario de independencia de Colombia, la elite política
dirigente se volcó a s resaltar la labor gestada por los españoles y que a ellos le debían su
cultura y se definieron como una Nación blanca dejando a un lado los otros componentes que
hacían parte de la sociedad. Luego se apeló a que Colombia era una sociedad mestiza; “ahora
la historia colombiana era indígena, española y criolla…el origen del pueblo colombiano
raigaba en una “triple raíz” en la cual el indígena representaba la base, el español el aporte y
el mestizo el producto de las dos.” 74 En esta situación, el negro queda absorbido dentro de
este mestizaje, renegándole de poseer alguna cualidad cultural propia, en otras palabras “el
mestizaje es un proyecto de blanqueamiento, cuyo objetivo final es la eliminación de las
minorías negras e indígenas a través de sus progresiva fusión en el elemento “superior
blanco”.
CAPITLO II
74 P. Pizano, Liderazgo político negro, p. 67.
34
LITERATURA. EL APROPIE DE LA ESCRITURA PARA
VIGORIZAR UNA IDENTIDA NEGADA
“No será pues superfluo aquí que poblaciones negras de África
Inventaron sistemas completos de escritura totalmente
Original, ajenos a toda influencia del exterior como
La de los Vai de la Costa de Guinea y el de los
Bamon o Bamun del Camerún Central…”
Diego Luis Córdoba
En medio de las tensiones raciales que se vivía en Colombia durante la primera mitad del
siglo XX, se formó académicamente un grupo de hombres negros que hicieron parte activa
en la política regional y nacional, desarrollando y combinando junto a su labor política una
destreza poética- literaria. A través de ella, denunciaron los avatares de los que eran victima
su “raza”, al tiempo que buscaron resaltar los valores culturales africanos, valores, que se han
transmitido por generaciones a los descendientes de África arraigados y cimentados en
algunas zonas marginadas por el Estado.
¿Cuáles son dichas zonas marginadas por el Estado? Citando un libro publicado por la
Universidad Nacional de Colombia dice que; “en las diferentes regiones del país donde
asientan los negros (las tierras bajas del Pacifico, la Costa Caribe, las áreas ribereñas del bajo
y medio Magdalena y del bajo Cauca y el departamento del Cauca) han creado y mantenido
formas culturales que se asocian con la identidad negra”75. De dichos intelectuales negros se
75 M. Wabgou, “Movimiento social afrocolombiano”, p. 63
35
ha realizado algunas investigaciones, arrojando como resultado la reconstrucción de sus
ideologías, posturas políticas y su visión acerca de los otros negros menos favorecidos.
Algunos sectores de personas negras crearon mecanismos de defensa frente al discurso del
racismo, entre ellos el uso de la escritura, a través de la cual dieron a conocer su legado
ancestral y denunciar los vejámenes que padecía su raza. Este fue el caso de los ya citados
Arnoldo Palacios, Helcías Martan Góngora y Sofonías Yacup. Aparte de estos escritores,
hubo otros que retrataron en papel y tinta la poética negra, como lo ilustra el caso Jorge Artel
por poner un ejemplo. Esta literatura, como lo señala Yesenia Escobar Espitia, fue
invicivilizada; no se le dio el lugar en el canon de escritores literarios por un tiempo. “En la
publicación de la “Historia de la Literatura colombiana de Antonio Gómez Restrepo (1938), una de
las subsiguientes a la de Vergara Y Vergara, no se da cuenta en esta historia de la existencia de
escritores afrocolombianos. Tampoco habla de la existencia de una literatura popular, oral o indígena,
si no que remonta los inicios de nuestra historia literaria a las obras de Gonzalo Jiménez de
Quezada”76 señala Escobar Espitia. Aunque sea negado, el legado oral poético de la raza
negra, si se reprodujo y cobraba vida dentro de la esfera social de los negros, el siguiente
fragmento de poesía negra da cuenta de lo dicho:
Cumbia
“Trata una añoranza de selvas
Y de hogueras encendidas,
Que trae de los tiempos muertos
76 Yesenia María Escobar Espitia, La génesis de la literatura afrocolombiana en la poesía de Candelario Obesso y Jorge Artel, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, facultad de Ciencias Humanas, Maestría de Estudios Literarios, 2012, p. 34.
36
Un coro de voces vivas.
Late un recuerdo aborigen,
Una africana esperanza,
Sobre el cuero curtido donde los tamborileros…”
Aquí el hablante lirico trae a su memoria los recuerdos de un pasado envuelto en añoranzas
perdidas de su natal África y, gracias a la apropiación de lo que les era negado como la
educación, el negro pudo crear este mecanismo de protesta para poder encontrar una
reivindicación ante la sociedad, expresando que no es un ser inferior. Jorge Artel, en La Feria
del Libro realizo una conferencia publica “…en la que hizo un llamado a la igualdad
diciendo:<<Yo también soy un hombre, como el hombre blanco, como el hombre blanco Yo
también contribuyó con la fuerza de mi espíritu y de mi inteligencia al engrandecimiento de
la democracia en que vivo… Soy un creador de arte como el hombre blanco…”77 En estas
declaraciones Artel hace una defensa de sus capacidades intelectuales como hombre y que es
contribuyente con sus ideales a la construcción de una nacionalidad. Fue uno de los pioneros
en defender a los sin voz, “gestó una lucha política y sentó una posición literaria frente a su
condición racial”78.
La finalidad de este capítulo es poder evocar aquellos discursos de los que se apropiaron los
intelectuales negros para ponerle frente al estigma de su raza y buscarle un bienestar. Por lo
tanto darle respuesta a las siguientes preguntas; ¿Cuál solía ser la identidad que pregonaban
los negros? ¿Hicieron los intelectuales negros alguna labor para el realce y apropie de la
cultura negra?
77 I. Ramírez, “La primera feria de Arte en Cartagena”, p. 322. 78 Y. Escobar, “La génesis de la literatura afrocolombiana”, p. 3.
37
2.1 INTELECTUALIDAD NEGRA
“Los líderes de una revolución suelen ser aquellos que han sido capaces de
Beneficiarse de las ventajas culturales que están atacando”.
C.L. James
La historiografía nacional está cargada de material abundante que se han dedicado a abordar
temas referentes a los intelectuales negros de la primera mitad del siglo XX. Historiadores
antes citados en el primer capítulo, como Francisco Flórez Bolívar, Pietro Pisano y José
Caicedo Ortiz, en sus investigaciones, han procurado dar claridad a los pensamientos de
negros y mulatos que han hecho parte decisiva en el activismo político de sus regiones,
volviéndose referentes obligatorio para cualquier investigador que desee trabajar sobre lo
“afro” en la primera mitad del siglo XX.79
Algunos de estos líderes negros tuvieron una formación académica que les brindó una ventaja
en cuanto al desenvolvimiento al momento de expresar sus ideas y defender sus postulados.
En este apartado, mi intención no es abordar todos los representantes políticos de ascendencia
africana, sino que tomaré de este grupo algunos para resaltar su obra o sus discursos.
Nombres como Jorge Artel, Juan Zapata Olivella, Sofonías Yacup, Helcías Martán Góngora,
Natanael Díaz, Marino Viveros, Diego Luis Córdoba.
Ante las penurias de la gente negra y las tensiones raciales de los que habitaban el Pacífico
colombiano, surge el liderazgo de Diego Luis Córdoba que, en una entrevista publicada en
79 para el caso del profesor Francisco Javier Flórez Bolívar presento su tesis doctoral en 2016 con el nombre de; “En sus propios términos: Negros y mulatos y sus luchas por la igualdad de Colombia 1885-1947” y Prieto Pisano presento su tesis para obtener su título en Magister de Historia en el 2010 con el nombre de: “Liderazgo político “negro” en Colombia 1943-1964” y José Caicedo Ortiz en 2013 publica un trabajo con el tema de; “A mano alzada…Memoria escrita de la diáspora intelectual afrocolombiana”
38
Sábado, dio el siguiente argumento sobre su postura; “…El Chocó tiene un noventa por
ciento de población negra, que vive en condiciones económicas primarias…en el Chocó la
clase explotada es la negra y la explotadora la blanca…lucho por mi raza”80. Aunque en la
entrevista se evidencia la influencia que el Marxismo tiene sobre él, no obstante al decir que;
“lucho por mi raza”, está poniendo el elemento racial como variable para explicar los
problemas que afrontan los sectores negros. Finaliza su entrevista exponiendo que su lucha
se acabaría en; “El día que los negros tengan las posiciones intelectuales, económicas y
sociales a que tienen derecho, ese día no tendrá razón mi lucha racial”81. Es el precursor de
su pueblo cuando dice; “sin que antes vuelva por mi raza oprimida y vejada, por quienes
debieron pagarle eternamente el tributo de la gratitud; por mi raza negra…”82
Educación, economía y aspectos sociales serían las banderas defendidas por Córdoba. Pero
quizás de las tres en las que hizo mayor hincapié fue en la educción, cuando dice; “por la
ignorancia se desciende a la servidumbre; por la educación se asciende a la libertad”83.
Arnoldo Palacios, en su novela “Las estrellas son negras”, refleja la miseria en la que se
encuentra sumergido el Pacífico y en un fragmento habla de la falta de oportunidad para
acceder a la educación, cuando Irra en dialogo con su madre muestra su molestia: “-Ar juin,
¿Qué te contejto er direto d’erucacion, mijo?-hablo la madre, con voz cavernosa, doliente. –
Nada. Que no hay becas para estudiar fuera de aquí. –Y vo no ganatei tu año, pue?... O e
80 Natanael Díaz, “Un negro visto por otro negro. Diego Luis Córdoba”, sábado, Bogotá, 9 de agosto de 1947. 81 Natanael Díaz, “Un negro visto por otro negro. Diego Luis Córdoba”, sábado, Bogotá, 9 de agosto de 1947. 82 Jorge Enrique García Rincón, “Pensamiento educativo afrocolombiana. De los intelectuales a las experiencias del movimiento social y pedagogo”, en Revista Colombiana de Educación, N69, Bogotá,… 2015. P.163. 83 J. Caicedo, A mano alzada. Memoria escrita, p. 235.
39
que… -Tampoco… Las becas se la repartieron a los blancos… ¡Que se vayan al diablo!”84
contesto Israel. Por esta causa de sacar de la ignorancia a sus compatriotas negros a través de
sus gestiones políticas fue posible la apertura de algunos planteles educativos públicos en el
Choco.
Diego Luis Córdoba, en su gestión política, fue un digno representante de los negros,
generando entre los suyos un verdadero respeto y cariño hacia él. Incluso, Jorge Artel lo
inmortalizó plasmándolo en su poemario “Tambores en la noche”, con el poema titulado; “El
líder negro”. “Exaltó,-“haciendo uso de giros lingüísticos populares, al mejor estilo de
Obeso”- el enraizamiento del pensamiento y la acción política… pero además el horizonte
de posibilidades visualizado por el pueblo y la confianza depositada por los afrocolombianos,
en su apoyo a quien consideraban su máximo representante”85.
El líder negro
“¡Ep pueblo te quiere a ti,!
Diego Lui,
Ep pueblo te quiere a ti,
Con too y que erej bien negro
Ya loj blancoj te reppetan
Pocque dicej la vedda,
…Tú erej ya nuettra bandera,
deppuéj de ti, nide ma.
84 A. Palacios, La estrellas son negras, p. 66. 85 Santiago Arboleda quiñones, Le han florecido nuevas estrellas al cielo. Suficiencias intimas y clandestinizacion del pensamiento afrocolombiano, Santiago de Cali, Universidad Andina Simón Bolívar, 2011, p. 312.
40
Tú erej eggrito y la sangre
De locque ettamoj abajo,
De locque tenemoj hambre
Y no tenemoj trabajo,…” 86
El sentimiento de admiración que sentía Jorge Artel por Diego Luis Córdoba solía ser de
manera recíproca, al Córdoba demostrarlo públicamente en una entrevista en que se le
preguntó por la inteligencia de los jóvenes negros de la cual respondió: “La tiene. Bastaría
indicarle que Jorge Artel es un poeta que reclaman para sí las Antillas grandes y pequeñas. Lo que
pasa es que el intelectual negro está divorciado del parnaso y pone su inteligencia, su numen, su
plectro como dirían los centenarista, al servicio de las masas, del proletariado, de los parias. Un
intelectual negro no canta a las estrellas ni perturba los prados para maltratar sus rosas, sino que se
adentra a las multitudes desposeídas, se compenetra con ellas y marcha a la cabeza de sus
reivindicaciones”.87
Además de Córdoba, hay que resaltar la labor de Natanael Díaz, oriundo de Puerto Tejada,
el cual fue un negro dedicado a dignificar su raza, desarrolló “una vocación política que le
llevó a ser parlamentario entre 1945 y 1947”88, despertó un respeto por sus pares políticos
negros, como lo declaró Juan Zapata Olivella en una publicación de la prensa cartagenera:
“yo muchas veces lo imagine como lo he conocido, productivo, observador, minucioso en el
dialogo, más que todo eso una cuadrada inteligencia al servicio”89. Una de las principales
banderas de lucha de Natanael Díaz fue contra la discriminación racial, batalla que enarboló
86 Jorge Artel, Tambores en la noche, Bogotá, Banco de la Republica, Tomo X Biblioteca de Literatura Afrocolombiana, Ministerio de Cultura, 2010, pp. 68-69. 87 Natanael Díaz, “Un negro visto por otro negro. Diego Luis Córdoba”, sábado, Bogotá, 9 de agosto de 1947. 88 M. Wabgou, “Movimiento social afrocolombiano”, p.76 89Juan Zapata Olivella, Diario de la Costa, Cartagena 05 de febrero de 1944.
41
durante gran parte de su vida como político”90. Cada vez que podía en público, no dudaba en
reafirmarse como negro, de lo cual se sentía orgulloso, fue un líder, como declara el
corresponsal de la revista Cromos; “que para esa época hubo provocado un revuelo
periodístico a propósito de una carta que dirigiera al ex vicepresidente de los Estados Unidos,
Henry Wallace, entonces de paso en Colombia…”91 el revuelo, entendido por el tono
manifiesto en la misma, teniendo tinte de reclamo por la indiferencia del Estado ante los
padecimientos de la población “afroamericana”. Citando sus palabras; “¿0 pensáis acaso que
podéis permanecer indiferentes a la existencia de una organización como el Ku-Klux-Klan,
fundada solo para asesinar negros y perseguir judíos, y que suele frecuentemente iluminar
las avenidas por donde pasan sus miembros, con los cuerpos encendidos de negros
enastados?”92
Cabe mencionar al autor del libro titulado “Litoral Recóndito”, Sofonías Yacup, quien, a
través de este libro que es la recopilación de fragmentos publicados en la prensa, muestra la
grave situación y penurias vividas por los habitantes del pacifico. Un ejemplo es el caso antes
citado, en el primer capítulo de este trabajo, que se refiere a “The New Timbiqui Gold
Mines”. Fue diputado de los cuatro departamentos del chocó y “a través de la metáfora del
Litoral Recóndito, Yacup expresa una dimensión geográfica y material sumida en la
marginalidad, haciendo un llamado al Estado para sacar a la región de la pobreza” 93.
90 J. Caicedo, A mano alzada. Memoria escrita, p.257. 91 Manuel Karabali, “Estudio del negro en Colombia”, Cromos, Bogotá, 13 de septiembre de 1947. 92 Natanael Díaz, “Discurso de un negro colombiana sobre discriminación racial”, Sábado 10 de abril de 1948 93 J. Caicedo, A mano alzada. Memoria escrita, p.227.
42
En estos tres intelectuales negros, se puede notar que su discurso político va enmarcado al
mejoramiento de la calidad de vida de sus coterráneos y a la superación de la barrera racial
que agobia a los negros. O, en palabras de Córdoba, “de esos mismos indios y negros que
vosotros llamáis raza inferior y que continúan hoy tan esclavos como lo estuvieran en los
tiempos de la conquista y de la corona Española”94.
2.2 NEGRO. IDENTIDAD NEGADA E INTERIORIZADA COMO INFERIOR
“Debemos enseñar a cada niño/a, negro
Que el rechazo de su herencia
Significa la perdida
De sus raíces culturales”
Martin Luther King
Aunque hubo intelectuales que tuvieron una actitud activa a la hora de defender la causa de
los negros oprimidos, marginados de alcanzar un status favorable de progreso, así como
Córdoba, que al hablar de mi raza, expresa una identidad colectiva con su pueblo cuyo deseo
es sacar de la condición en la que viven los invisivilizados, se encuentra algo muy importante
que no se puede perder de vista en el contexto de estudio, me refiero a que según algunas
declaraciones, antes de Artel “no había un digno representante de la raza negra”95 que
abogara no solo por su bienestar, sino que se adentrara a lo más profundo del asunto del
94 J. García, “pensamiento educativo afrocolombiano”, p. 126. 95 En una publicación realizada por Artel en un periódico de Bogotá, asegura refiriéndose a él; yo podría proclamar con orgullo… lo que han proclamado varios intelectuales del país: que soy el único intérprete fiel de mi raza en Colombia… “La literatura negra en la costa”, EL Tiempo, 15 de julio de 1932.
43
racismo y la marginalización. Me refiero a la parte intrínseca del hombre negro, que se
rompiera con aquel estereotipo de inferioridad que se encontraba imperando en sus
mentalidades. En otras palabras que se asumiera, se pensara como negro y desde ahí
proyectar una actitud diferente a la de pasividad, la misma que desde hace tiempo se ha
venido ejerciendo en el devenir histórico después de la abolición de la esclavitud en la
primera mitad del siglo XIX.
En cuanto al sentido de inferioridad del negro, me quisiera detener un momento destacando,
que las estructuras mentales de los estigmatizados suelen ser el factor fundamental para que
una persona se piense, se crea todo aquel discurso que se ha forjado alrededor de la figura
del negro y así reproducirlo en su círculo social
Para comprender mejor sobre los alcances a los que pueden llegar los discursos racistas en
las estructuras mentales de las personas racializadas, recrearé, tomando dos ejemplos de
lugares y épocas distintas como base para fundamentar dicho postulado.
C.L.R. James en su trabajo titulado “Los jacobinos negros”, hace referencia a un caso que
evidenció un hombre blanco en Haití el cual le pregunto a un esclavo “¿por qué golpeas así
a la mula? ¡Cuando no trabajo me golpean! respondió el negro, ¡por eso yo la golpeo, ella es
mi negro!”96. Con la respuesta dada por el negro esclavo, se palpa “a flor de piel” los alcances
del colonialismo y la estigmatización de la esclavitud en la psiquis e identidad del
esclavizado, creyendo aquel discurso que luego reproduce, en donde él es inferior y por lo
tanto debe obedecer y ser cosificado por el hombre blanco. La reescritura de La tempestad
96 C.L.R. James, Los jacobinos negros. Toussaint L’Ouverture y la Revolución de Haití. México, Fondo de Cultura Económica, 1938.
44
de William Shakespeare, nos ofrece ciertas similitudes: “la resistencia de Calibán frente al
colonizador… -que dice- Y me has mentido tanto […] sobre mí mismo, que has conseguido
imponerme/una imagen de mí mismo […]”97.
Al negro le toco aprender y aceptar vivir con este tipo de situación, sobrellevando en sus
lomos esa carga de desprecio, un desprecio que lo mantuvo en los socavones de la
marginalidad y la opresión. Ese sentimiento ha quedado expresado en los siguientes
renglones poéticos:
Encuentro
He aprendido a sentir
La mirada larga y azul del hombre blanco
Cayendo sobre mi carne
Como un látigo98
El segundo caso tiene que ver con el contexto en estudio y lo pone de manifiesto Arnoldo
Palacios a finales de la década de 1940 al recordar que; “En diciembre, mi hermana llegó de
Quibdó… en conversación referente a personas por alguna circunstancia, Rosa hubo de aclarar, que
‘fulanita pertenece a la clase primera’, formada por los blancos. -Y los negros a que clase
pertenecemos, Rosa? – Le pregunté- los negros no somos de primera… respondió Rosa, vacilante”99.
La respuesta de Rosa, ¡los negros no somos de primera! implica lo intrínseco de una identidad
que se cree inferior ante otra raza. En sábado Natanael Díaz se refiere a la situación de
inferioridad, anotando: “Yo sé que a vastos sectores de mi raza, los acongoja un crudo
97 María José Yaksic Ahumada, “En torno al Cuaderno del retorno a un país natal: identidad pensamiento político y escritura poética,” en Elena Oliva, Lucia Stecher y Claudia Zapata, Aimé Cesaire desde América Latina: Dialogo con el poeta de la negritud, Santiago de Chile, 2010, p.52. 98 J. Artel, Tambores en la noche, p. 107. 99 Arnoldo Palacios, “¿A qué clase social pertenece usted?”, El Sábado, Bogotá, 03 de julio de 1948.
45
sentimiento de inferioridad, a cuya permanencia ha contribuido en gran parte la literatura,
que asigna a las gentes negras un sitio de barbarie en la civilización actual”100. La de posición
de las razas es un aspecto que queda plasmado en la novela antes citada; “Las estrellas son
negras” cuando Irra, expresa la no accesibilidad de algunos implementos del Gobierno para
uso público por ser negro; “Eran lanchas del Gobierno y se las prestaban a los blancos. El
intendente era blanco también, tenía rose social, era de primera. Por eso el intendente
facilitaba tales vehículos a los empleados blancos”100.
El peso del discurso ideológico racista de la elite política de la época llevaba a que algunos
escritores negros no se identificaran como tales, y se esforzaban en alejarse de este apelativo.
Incluso, como dice Frantz Fanon para el caso de Martinica, “hay negros que quieren
demostrar a los blancos, cueste lo que cueste, la riqueza de su pensamiento, al igual potencia
de su espíritu”101. Pero, para lograrlo, les era necesario utilizar cualquier mecanismo para
alejarse de la condición o el estereotipo de negro. Como lo sugiere Francisco Javier Flórez,
para el caso colombiano, “a lo sumo, usaban términos como <<los de la piel bronceada>>,
<<los del plumaje pardo>> o los de origen oscuros>> para describirse racialmente. Estos
términos aunque indicaban que no eran blancos les permitían establecer cierta distancia con
la estigmatizada categoría de negros”102.
100 Natanael Díaz, “Un negro visto por otro negro. Diego Luis Córdoba”, sábado, Bogotá, 9 de agosto de 1947. 101 Ricardo López Muños, “Tensiones y continuidades en la historicidad de la negritud: Aimé Cesaire ante Frantz Fanon”, en Elena Oliva, Lucia Stecher y Claudia Zapata, Aimé Cesaire desde América Latina: Dialogo con el poeta de la negritud, Santiago de Chile,… 2010, pp. 76-77. 102 Francisco Javier Flórez Bolívar, “¿Muerte al gobernador y a todos los blancos de la ciudad? Raza, trabajo y ciudadanía en Cartagena, 1903-1930”, en Alberto Abelló Vives y Francisco Javier Flórez Bolívar, Instituto de Cultura y Turismo de Bolívar /ICULTUL Gobernación de Bolívar, Los desterrados del paraíso. Raza, pobreza y cultura en Cartagena de Indias, Cartagena de Indias, Ed Maremágnum, 2015, p. 299.
46
“¡Me rio de ti, negro imitemicos,
Que abres los ojos ante el auto de los ricos,
Y que te avergüenzas de mirarte el pellejo oscuro
Cuando tiene el puño tan duro!”103
Flórez Bolívar continua indicando; “Al igual que la mayoría de sus pares afro-uruguayos,
afro-argentinos, afro-cubanos y afro-brasileros, se trataba de negros y mulatos que no se
identificaban como tales y no reclamaban la diversidad étnica que intentaban eliminar las
elites blancas a través del proyecto de mestizaje con tendencia al blanqueamiento”104. E
incluso el mismo Jorge Artel se refería a ellos, afirmando; “he visto con asombro a cierta
gente de allá, antes sin otra preocupación que la de incorporarse a la mulatería burguesa,
reclamando un fuero racial que no hacían valer porque se habían obstinado en olvidarlo”105,
preferían guardar silencio no defendiendo con razonamientos la grandeza de su raza.
La expresión ¡mulatería burguesa! Utilizada por Artel recrea la realidad social en la que
muchos mulatos se querían alejar de sus raíces “negroides”, e incursionaban en absorber la
cultura del blanco, una especie de blanqueamiento en que lo negro no hallaba cabida, hasta
el punto de discriminar a su misma raza por el simple hecho de ser estudiados y haber
alcanzado cierto prestigio e intelectualidad. Esto define tensiones sociales dentro de los
mismos negros. Dicha actitud de palabras desfavorables por parte de los mismos negros hacia
los negros, se reproducía en el Pacífico colombiano, tal es el caso de un entrevistado
103 Samuel Feijoo, “Influencia africana en Latinoamérica”, en Manuel Moreno Fraginals, África en América Latina, México, Ed Siglo veintiuno Sa, 1977, p. 211. 104 F. Flórez, En sus propios términos, p. 64. 105 Álvaro Suescon Toledo, De la vida que pasa. Escritos periodísticos de Jorge Artel, Barranquilla, Guadalupe Bellavista Ed, 2008, p. 56.
47
refiriéndose a un político negro del cual se dijo: “No meto al otro negro porque no se
consideraba negro; porque se atrevió a decir <estos negros me echaron del Chocó>: era
Ramón Lozano Garcés… tenía sus interese en el Choco. Por eso hablaba del Choco y no del
negro. Él nunca hablaba del negro sino del Choco”106. La situación se agravaba debido a que
los negros que tenían una solvencia económica no le daban el pago necesario a los de su raza:
“en el Chocó la clase explotada es la negra y la explotadora la blanca. Hay desde luego
excepciones: negros explotadores. Por eso mis convicciones y mis campañas me han hecho
chocar con algunos hermanos de raza”107, expresó Diego Luis Córdoba.
Como se hace manifiesto en las declaraciones dadas por negros de la Costa Caribe y el
Pacifico. Se resalta un binomio de identidad, por un lado, una no aceptación de su condición
de negro y por el otro rechazo ante cualquier negro y su manifestación cultural.
Para concluir este postulado, en el poema “Sin odios y temores” Artel hace un reclamo y una
crítica a aquella no-autovaloración del negro;
“ …Esos que no se saben negros,
O que no desean saberse negros.
Los que viven traicionando su mestizo,
Al mulato que llevan
– negros de sí mismos-
Proscritos en las entrañas,
Envilecido por dentro…108
106 M. Wabgou, “Movimiento social afrocolombiano”, p.87. 107 Natanael Díaz, “Un negro visto por otro negro. Diego Luis Córdoba”, sábado, Bogotá, 9 de agosto de 1947 108 J. Artel, Tambores en la noche, p. 125.
48
Con lo dicho hasta aquí, se puede notar que, aparte de ser estereotipados por el blanco, el
negro no recibía de sus pares intelectuales el más mínimo interés de reivindicación. En
palabras de Wabgou, “han sido el aislamiento geográfico, la alineación educativa y el
etnocidio cultural al que las han sometido las clases dominantes en el decurso de la historia,
más la indiferencia de su propia intelectualidad, los factores que han impedido a la
comunidad negra colombiana desarrollar y proyectar su identidad Nacional”109. ¿Cómo
proyectar una identidad, si los mismos intelectuales negros no tenían una, que los enlazara
con los otros negros estigmatizados y racializados de Colombia en las primeras décadas del
siglo XX?
Aunque hubo excepciones de negros que lideraron y lucharon por un mejor status para sus
pares negros como el antes citado Diego Luis Córdoba que; al decir en una entrevista para el
Sábado. “la raza negra por estar en posición de inferioridad económica urge a sus integrantes
la realización de algo por su levantamiento. Los que tenemos el orgullo de pertenecer a ella
nos vemos enfrentados al imperativo de salvarla”110. Los casos que hubo al respecto, fueron
casos aislados y antes que una identidad forjada en el apropie de la cultura del negro con
referentes de África, lo que se vivió o se ha evidenciado en este texto y en otras
investigaciones111 es de un carácter de reivindicación e igualdad frente a una sociedad
democrática. Esa fue la bandera izada por algunos políticos negros en sus discursos. Manuel
109 M. Wabgou, “Movimiento social afrocolombiano”, p. 63. 110 Natanael Díaz, “Un negro visto por otro negro. Diego Luis Córdoba”, sábado, Bogotá, 9 de agosto de 1947. 111 Para profundizar sobre la lucha de los sectores negros de la Costa Caribe y el Pacifico colombiano, consultar a Francisco Flórez Bolívar en un ensayo titulado ¿Muerte al gobernador y a todos los blancos de la ciudad? Raza, Trabajo y ciudadanía en Cartagena, 1903-1930. “En sus propios términos: Negros y mulatos y sus luchas por la igualdad de Colombia 1885-1947 Y Pietro Pisano en Pietro Pisano, Liderazgo político “negro” en Colombia 1943- 1964”, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2010,
49
Zapata Olivella deja este postulado claro en una publicación de 1947 en Sábado, en la que
se hace manifiesto una conversación sostenida con el “afroamericano” Lanston Hughes sobre
la situación del negro en América, diciendo: “la posición del negro suramericano es
diferente. Tiene una conciencia social, pero no racial. Hemos tenido poetas, médicos,
jurisconsultos, en fin, se han distinguido en todas las disciplinas del espíritu, pero solo oyendo
una vocación, tal vez con sentimiento patriótico, pero nunca por honor a la raza”112.
Para la década del 1940, sin embargo, se vivió un “avivamiento” en cuanto al apropie de una
identidad negada para algunos intelectuales negros, los cuales, recrearon y plasmaron y
tallaron sus pensamientos como con un cincel en la piedra, Utilizando su imaginación y sus
vivencias como un horizonte a donde mirar, resaltaron la cultura africana en sus escritos,
accionando un discurso en una sociedad estigmatizadora indicando: “Yo también contribuyó
con la fuerza de mi espíritu y de mi inteligencia al engrandecimiento de la democracia en que
vivo… Soy un creador de arte como el hombre blanco…”, señaló Artel113.
La fiel representación de lo dicho se hizo manifiesto cuando el 20 de junio de 1943, un grupo
de estudiantes negros realizó una manifestación en la ciudad de Bogotá para conmemorar por
vez primera el “Día del Negro” en Colombia “…leyeron poemas de autores afrocolombianos
(Candelario Obeso y Jorge Artel) y realizaron representaciones musicales que resaltaron
ritmos populares de las costas Pacifica y Caribe”114. Este acontecimiento fue rememorado
cuatro años después por la revista Cromos, señalándolo como “el primer movimiento
112Manuel Zapata Olivella, “Lanston Hughes, el hombre”, El Sábado, Bogotá, 23 de agosto de 1947. 113 I. Ramírez, “La primera feria de Arte en Cartagena”, p. 322 114 Francisco Javier Flórez Bolívar, “Un diálogo diasporico: el Harlem Renaissance en el pensamiento racial e intelectual afrocolombiano (1920-1948)”, en Historia Critica, N° 55, Bogotá, 2015, p. 103.
50
encaminado a exaltar la participación del negro en nuestra nacionalidad. Un grupo de
estudiantes de sangre negra creyó llegado el momento de rectificar la conducta de
historiadores, científicos y literatos ante sus bisabuelos”.115Dicho acto simbólico por ser
gestado en la ciudad de Bogotá se le restó importancia y como era de esperarse recibió una
lluvia de críticas despectivas, en donde la prensa fue la principal plataforma de descredito116.
Manuel Karabali lo anota de la siguiente forma; “desafortunadamente está sana intención por
exaltar los valores de la raza negra fue criticada acremente por ciertas personas, quienes
desvirtuando el verdadero sentido del movimiento, lo impugnaron de racista, separatista y
hasta se habló de querer armar a los negros de machetes para decapitar a los blancos”117.
En el canon de la literatura colombiana se abrió abruptamente una brecha por el puño de una
generación de hombres dispuestos a imprimir y dar un cambio en la estética de la literatura
cuyos lineamientos y aires solían ser europeos, por esa brecha se introdujo hasta posesionarse
como en un pedestal lo que hoy conocemos como “Literatura Afrocolombiana”. Una
literatura escrita por negros cuya variación estaba seccionada en; novelas, cuentos, ensayos
y poemas, teniendo como fin la auto aceptación de una identidad y que “el conjunto de
valores culturales del mundo negro, sea una fuente de orgullo para sus portadores”118, y así
poderlos difundir “sin odios ni temores”.
115Manuel Karabali, “Estudios del negro en Colombia”, Cromos, Bogotá, 13 de septiembre de 1947. 116 Fueron muchos los argumentos utilizados por los críticos, en los encabezados de la prensa capitalina y nacional variaron sus títulos con el fin de desacredito de tal acontecimiento. Para una mayor comprensión al respecto de esta manifestación “Del día del negro” y sus repercusiones en la sociedad consultar: Pietro Pisano, Liderazgo político “negro” en Colombia 1943-1964, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2010 117 Manuel Karabali, “Estudios del negro en Colombia”, Cromos, Bogotá, 13 de septiembre de 1947. 118 R. López, “Tensiones y continuidades en la historicidad”, p. 75.
51
En ese marco de los valores culturales de la gente negra, hubo una resistencia para que ese
legado espiritual del África perdurara a través del tiempo, no desapareciendo y tomando
vitalidad en lo que se denominó por el blanco como salvaje. Pues así quedo manifiesto en la
Revista semana en 1947 por Fabio Londoño Cárdenas desde Medellín al anotar sobre la
expresión musical de los negros; “estos aires imitan muy bien a la bullaranga que hacen en
el monte […] una manada de micos […] o demás animales salvajes.”119 Para algunos,
salvajes, eran las manifestaciones culturales que los negros solían disfrutar en su entorno,
donde se le daba rienda suelta a sus intrínsecos deseos manifestados en el baile, la música,
leyendas, rituales espirituales y la poesía transmitida por medio de la tradición oral. Creando
así una muralla frente al blanqueamiento cultural que se les impuso a aquellos hijos del África
residentes ahora en toda América. En palabras de Natanael Díaz: “aquello que desde el plano
estético, es para los negros del África es hermoso, es para los blancos nórdicos prototipo de
fealdad. Y lo que para los blancos es la más alta expresión de belleza, es despreciable para
los negros, pues no logra conmoverles ninguna fibra de su centro emotivo”120.
Veamos, entonces, finalmente, las múltiples formas en que estos escritores negros pensaron
y representaron a África en sus textos.
119 A. Abelló, “Del arte de prohibir, desterrar”, p.27 120 Natanael Díaz, “Un negro visto por otro negro”, El Sábado, Bogotá, 9 de agosto de 1947
52
CAPITULO III
AFRICA, EN LA PLUMA DE LOS DE LOS ESCRITORES NEGROS
“Para ser un poeta, un escritor o un artista negro, se necesita Llevar
Dentro del alma y saberles imprimir una elocuencia de todas aquellas
“emociones ancestrales” “el juego de los dolores, de las Esperanzas,
De los sueños suscitados en el pueblo, que hacen su Aparición
Condensados en determinados espíritus”
Jorge Artel
Aunque algunos investigadores en diferentes textos han reconstruido la influencia ejercida
por la producción artística de los movimientos negristas estadounidenses de la primera mitad
del siglo XX hacia los diferentes negros intelectuales de países de Latinoamérica, vagamente
se ha tenido en cuenta aquellos textos literarios escritos por negros colombianos en la década
de 1940 publicados en la prensa y revistas en el que dejan su punto de vista y admiración
hacia las diferentes “modalidades culturales” de la raza negra, expresada por negros que le
ponían un toque de pasión a su arte.
En este capítulo, entonces, mi intención es sustraer de aquellos escritos los referentes que los
negros colombianos hacen a los artistas negros extranjeros. En segundo lugar, intentaré dar
respuesta a la siguiente pregunta: ¿cuál era la visión que los negros colombianos tenían de
53
África, y cómo éstos la plasmaron a través de la pluma en el papel? Para lograr desarrollar
este postulado me basaré en poemas y ensayos escritos entre los años de 1937 y 1949 por
intelectuales negros colombianos.
3.1 ARTE NEGRO, EXALTACION DE LAS MODALIDADES DEL ESPIRITU
Sentimientos de admiración hacia los artistas negros “afroamericanos” se despertaron en
aquella juventud negra, que hubo de alcanzar cierto grado de conocimiento gracias a la
posibilidad de cursar estudios universitarios. Dicha admiración se ha hecho notaria en
algunos de sus escritos y en la antes citada manifestación del “día del negro” que: “para
celebrar la iniciación de tan memorable día, en 1943 se organizó un programa de radio en la
Biblioteca Nacional en que se tocó música clásica interpretada por los eximios artistas de la
raza, Marian Anderson y Paul Robeson”121. Flórez Bolívar hace alusión sobre este tipo de
influencia, anotando que: “las crónicas, los reportajes y reseñas que hacían la prensa
colombiana de las obras, ideas y manifestaciones artísticas de los integrantes del Harlem
Renaissance permitieron que una emergente elite de negros y mulatos siguiera de cerca sus
propuestas intelectuales y raciales”122. Las “modalidades artísticas” de los negros
norteamericanos calaron profundamente, estremeciendo las fibras del espíritu de la naciente
juventud intelectual negra colombiana, causando un despertar y así abogar por la causa de
sus pares negros a través de la literatura.
Desde mi punto de vista esta admiración tendría dos causantes; en primera instancia, porque
a pesar de la segregación racial padecida por los “afroamericanos”, estos, en medio y en
121 Manuel Karabali, “Estudios del negro en Colombia”, Cromos, Bogotá, 13 de septiembre de 1947. 125 F. Flórez, “Un diálogo diasporico: el Harlem Renaissance”, p. 106.
54
contra todo pronóstico de aceptación lograron apropiarse del escenario artístico demostrando
sus capacidades, sobre todo denunciar abiertamente sobre esta plataforma los vejámenes que
padecía su raza. En segundo lugar, admiraban la entrega, la pasión, de cómo colocaban su
corazón y derramaban sus intrínsecos sentimientos, los intérpretes de la raza morena en el
escenario, causando un impacto no solo en los negros sino también en los blancos.
Procederé a evocar aquellos escritos de negros colombianos en donde se encuentra manifiesto
lo antes postulado. Natanael Díaz, en un artículo publicado en el semanario sábado, muestra
su admiración por las cualidades artísticas de María Anderson, pero también denuncia la
discriminación y que a pesar de ella ser ciudadana de un país democrático:
“concepción que le dio al individuo permanente importancia en el desarrollo de las actividades del
espíritu, no tenga ninguna operancia cuando es en un negro el que actué, tal como aconteció
cuando…María Anderson, de cuya voz dijera Toscanini, que una como esa solo le está permitida a
los mortales oírla cada cien años, tenga que refugiarse bajo la estatua de Lincoln para poderle desde
allí entregarles a los mortales el pan de éxtasis de su maravillosa voz inimitable, porque no se le
permitió hacerlo desde los sitios reservados para esa hermosa actividad, estremecedora de la
sangre?”123 Sin embargo, a pesar de sus cualidades, pesaba más los prejuicios raciales.
Los artistas “afroamericanos” se pusieron en boga, y Manuel Zapata Olivella resalta los dotes
de actor y cantante que tuvo el activista negro Paul Robeson anotando, que “Jorge Jean
Nathan, de los más aprestigiados críticos de arte del día, escribió en el American Mercury:
la singular representación del papel de Jim Harris que el negro Robeson hizo de –una obra
teatral concluyendo sobre la figura del negro que- brinda un hermoso y positivo a la tesis de
123 Natanael Díaz, “Discurso de un negro colombiana sobre discriminación racial”, Sábado 10 de abril de 1948
55
que el hombre de color está más capacitado para actuar en el teatro que su hermano
blanco”124. Son capacidades que durante mucho tiempo debido al prejuicio, no se le exaltaba
al hombre de raza morena poseedor de un arte y cualidades genuinas. Zapata continúa su
relato sobre Robeson diciendo; “el éxito alcanzado lo animo a ir a Londres donde igualmente
triunfo y fue aclamado por la crítica como una grandiosa revelación. Su voz fuerte de bajo
llevó el dolor de los negros discriminados a todas las latitudes: Inglaterra, Alemania, Rusia,
Austria Hungría, España, rindiéndole aplausos estrepitosamente”125. Con sus voces no solo
entretenían a un público, sino que con ella, poseedora de un sentimiento innato impregnaban
al oyente, creando en ellos un impacto que los ponía a meditar sobre el verdadero dolor de
los negros.
Robeson alcanzó la conquista y admiración entre los europeos blancos, al igual que lo hizo
la artista Josefina Baker, quien también pudo imprimir su sello en medio del público europeo.
Como lo anota Jorge Artel: “Josefina Baker llega a Buenos Aires…el pueblo y las minorías selectas
la aclaman como el eclectoplasma de la raza como la emoción negra humanizada, como a un ritmo
de poema y movimiento. Llega a Paris y se adueña del corazón de Paris…no solamente pone en moda
su arte sino que también pone en moda su color. Hay entonces furor por lo negro. Y las encopetadas
damas de Paris se rizan el pelo y se tiñen de té para parecerse a Josefina Baker”126. Artel inmortaliza
la figura de Baker en el poema titulado Dancing
124 Manuel Zapata Olivella, “La raza negra y el arte”, Sábado 27 de noviembre de 1948. 125 Manuel Zapata Ollivella, “La raza negra y el arte”, Sábado 27 de noviembre de 1948. 126 Álvaro Suescon Toledo, De la vida que pasa. Escritos periodísticos de Jorge Artel, Barranquilla, Guadalupe Bellavista Ed, 2008, p.60
.
56
¡Maraca y timbal!
¡Marimba y tambor!
Josephine Baker,
Negro lucero del siglo,
¡Tus piernas jugando
Con la civilización!127
En ese mismo poema dancing, Artel expresa su admiración hacia el intérprete de instrumento
musical Paul Witman
Paul Whiteman,
Brujo del señor fox,
¡El mundo es de los dos!
Los hombres de ébano
Cantan el son.128
El escritor Antonio Bruges Carmona también lo muestra como un intérprete de la
desfavorecida raza negra; “Primero fue Paul Witman quien retorció en las espirales de cobre
de sus instrumentos, el lloro de la raza oprimida, puesto al servicio de la destrucción para el
asiento de la civilización…dio a la música de los negros esa determinada por ese
sacudimiento de la sangre, que es el termómetro exacto de lo emocional”129. Las cualidades
artísticas de los negros no solo se limitaban a los pasos y movimientos tras escuchar el resonar
del tambor. Así se hace manifiesto después de leer los fragmentos citados en los cuales se
halla una variación en los modos de expresión del espíritu, como el canto de María Anderson,
127 Jorge Artel, Tambores en la noche, Cartagena, Editora Bolívar, 1940. 128 J. Artel, Tambores en la noche. 129 Antonio Bruges Carmona, “Algo sobre poesía negra”, Costa, 1937.
57
la actuación teatral de Paul Robeson, el baile especial de Josefina Baker, y el toque de
instrumento que le da vida al fox a cargo de Paul Witman.
Además del canto, el baile y la actuación como formas de expresión negra, se encuentra una
muy importante de grandes alcances e influencia: la poesía negra. En la primera mitad del
siglo XX, Estados Unidos y el Caribe Antillano fueron testigos de grandes exponentes de
esta modalidad artística. El voto de admiración de los negros colombianos hacia estos
exponentes no se hizo esperar y cada vez que podían lo dejaban manifiesto en textos
ensayísticos, como lo hizo Manuel Zapata Olivella en el semanario Sábado.
“Mientras estudiaba medicina en Bogotá, –Manuel Zapata- se embarcó en una peregrinación
por Centroamérica, hasta México, y de allí siguió a Estados Unidos, donde se quedó de 1943
a 1947”130. En este tiempo pudo absorber un cumulo de experiencias y conocimientos acerca
de la raza negra en Estados Unidos. “Manuel viaja a Harlem e, intrépidamente, toca la puerta
de su héroe literario, Langston Hughes, y le pregunta si puede discutir su obra.
Sorprendentemente, Hughes lo invita a entrar y lo hospeda por días…”131
De esta estadía y lo compartido por esos días con el poeta, Zapata realiza un ensayo que lo
publico en Sábado de 1947 titulado Lastón Hughes, el hombre, mostrando su admiración
hacia él y la humanidad que caracteriza a un poeta, al anotar que: “la risa fácil del poeta me
despertaba grandes emociones; como su propia poesía profunda y clara, es su jovialidad… la
sensibilidad y el sentimiento. Todo habla en el con voces africanas”132. Sobre su producción
130 John Maddox, “Una falla geológica de fallas raciales: el sur norteamericano en Piri Thomas y Manuel Zapata Olivella”, en Visitas al Patio N° 10, Cartagena, Programa de Lingüística y Literatura Universidad de Cartagena, 2016, p.23. 131 J. Maddox, “Una falla geológica de fallas”, p. 25. 132 Manuel Zapata Olivella, “Lanston Hughes, el hombre”, Sábado 23 de agosto de 1947.
58
literaria anota: “aunque los libros que ha publicado en prosa y verso no se hallen en las
librerías, pues están agotados…la crítica norteamericana ha considerado que su novela “Pero
con risas”, traducida a varios idiomas, inclusive el español, es la novela más intensa y de más
violento realismo que sobre la tragedia de los negros se haya escrito”133.
Jorge Artel también hace manifiesto su elogio sobre la poesía norteamericana y en el ensayo
titulado Modalidades artísticas de la raza negra dice: “En esta labor chocamos con el nombre
de Langston Hughes, el primero en nuestro concepto de los poetas negros de Norteamérica
quien dé pie sobre su dolor racial, dice:
Yo también canto a América.
Soy el hermano negro.
Ahora me envían a comer a la cocina…”134
“Por eso decimos que la poesía negra de Estados Unidos ofrece una tonalidad especialísima,
ya que ella refleja la difícil situación del negro en aquel país.”
A nosotros nos sería preciso un país de sol
…Donde el alba se abra de oro y rosa…
…no este país donde los pájaros son grises
¡Ah! ¡Nosotros deberíamos tener un gran país de risas!
De amor y de felicidad, de vino y de canciones
¡No este país, donde la alegría es culpable!135
133 Manuel Zapata Olivella, “Lanston Hughes, el hombre”, Sábado 23 de agosto de 1947. 134 Jorge Artel, “Modalidades artísticas de la raza negra”, Muros, 1940. 135 Jorge Artel, “Modalidades artísticas de la raza negra”, Muros, 1940.
59
A toda esta producción literaria negra, los colombianos negros tuvieron acceso. Sin embargo,
aquello no se daba a la inversa, o sea que aquellos intelectuales negros colombianos
dedicados a la literatura con aires negroides se les desconocían e incluso sus obras no pasaban
por el filtro de los poetas norteamericanos. Inclusive el adelantado Jorge Artel, quien desde
la década de 1930 empezó a mostrar sus dotes de poeta de la raza negra, tampoco contó con
esa fortuna. Según algunos críticos, él y su “obra fueron tratados como un fenómeno insular,
desconectado de las principales corrientes de la literatura hispanoamericana y separada de
los contextos generacionales y literarios en que se nutrió su vocación literaria”136. Estos
poemas tomaron forma de libro y en 1940 fue publicado con el nombre de Tambores en la
noche, se le desconocía. Zapata Olivella confirma lo expuesto, cuando anota que: “la obra –
que le envió Hughes- vino acompañada de unos reclamos que me hace de Tambores en la noche, de
Jorge Artel, de quien solo ha conocido unos pocos poemas que llevaba en mi morral de vagabundo.
Recuerdo en la noche en que le leía, a petición suya, los poemas de El Velorio del Boga Adolecente
y la Cumbia. Cerró los ojos como acostumbra hacerlo cuando escucha, poniendo toda su sensibilidad
al ritmo… tienen mucha canción. ¿No crees tú? Me preguntó…los comentarios fueron todos
favorables para el poeta de la mulatería. Le prometí enviarle la obra completa hasta ahora publicada
de Jorge Artel”137.
No obstante la poesía de Artel no era de toda desconocida, era traducida al portugués por otro
escritor negro brasileño, como está plasmado en las páginas de El Fígaro de Cartagena en
una columna titulada lunes literario: “Danza Mulata es un mástil aquí, –expresa Silvio Julio-
en el Brasil y en todo el paisaje americano.”
136 Y. Escobar, La génesis de la literatura afrocolombiana, p. 76. 137 Manuel Zapata Olivella, “Lanston Hughes, el hombre”, Sábado 23 de agosto de 1947.
60
Dansa, Mulata!
Enquanto canta
No tambor dos antepassados
A toada languorosa de tua raza”138.
En el Diario de la Costa nos encontramos con una noticia que afirma la popularidad de Artel
en medio de otros poetas del exterior, dice el corresponsal; “La poetisa cubana Mary
Morandeyra, embajadora lirica de su País, ha obtenido brillantes triunfos en los recitales efectuados
en el Teatro de Heredia, Escuela Normal Superior de Señoritas…Universidad de Cartagena…se
propone darnos un final en el Heredia declamando poemas de autores Cartageneros especialmente
“La Cumbia” de Jorge Artel”.139
Con estos ejemplos, se demuestra en palabras de los intelectuales negros colombianos un
pensamiento crítico, con cierto grado de reverencia hacia la obra o labor de artistas negros
norteamericanos y en especialidad hacia la poesía negra que ensambla el pasado con el
presente a través de una serie sentimientos de pesadumbre y añoranzas de reivindicación.
Dentro de esa concepción de añoranzas ¿Qué papel desempeñaba África en el imaginario
psíquico de los literatos negros colombianos?
138 Gustavo Ibarra, “Lunes literario”, El Fígaro 29 de abril de 1940. 139 “Mary Morandeyra dará un nuevo recital”, Diario de la Costa 1 de julio de 1943.
61
3.2 AFRICA, UN LEGADO DE PIE ANTE EL ESTIGMA DE INFERIORIDAD
“África he guardado tu memoria África, estas en mí
Como la astilla en la herida, Como un fetiche
Tutelar el centro del pueblo, Has de mí
La piedra de tú honda De mi boca los
Labios de tu yaga De mis rodillas
Las columnas rotas de tu humillación.”
Roumain
Debajo de la luna, de las estrellas, por las calles y las plazas del corralito de piedra, se escucha
el retumbar de los tambores que gimen a una voz, un sentimiento envuelto entre melancolía-
alegría que se hace visible y palpable con aquellos movimientos de jóvenes
“afrodescendientes” que evocan, en el instante de su debut, aquella cultura que por mucho
tiempo ha sido pisoteada y vejada, transportando a la escena un pedacito de África.
Algo similar fue la apreciación plasmada en una etnografía realizada por Manuel Zapata
Olivella en 1948, después de una visita a San Basilio de Palenque en el Departamento de
Bolívar:
“Tres tambores abrieron su parloteo, sus voces tenían un hondo resonar de cantos primitivos
que se fundieron con la noche…lo secundaron algunas parejas, y las voces se alzaron, los
tambores rieron frenéticos y las manos firmaban con sus aplausos la musicalidad vertida en
62
la atmosfera con un exótico perfume de nenúfares africanos”140. Se describe rasgos
particulares que destacan lo sumo de una cultura con aires de África; Zapata utiliza palabras
como tambores, cantos primitivos y perfume africano, los cuales son fundamentales ya que
es característico de los pueblos descendientes de África en la diáspora americana.
Así como Zapata, que a través de su experiencia vivida plasma lo que a su parecer era una
manifestación de descendientes africanos con rasgos particulares de África, otros escritores
negros han expresado lo que para ellos es una visión definida de lo que representa África,
argumentando que África poseía un legado cultural que adrede los blancos se negaban en
reconocer y mi intención en este apartado es resaltar esa concepción de los negros
colombianos, destacando que en medio de ello se encuentra una especie de reverencia y
orgullo.
África estirpe de conocimiento
En primera instancia, algunos intelectuales negros colombianos vieron a algunos pueblos
africanos como Creadores de conocimiento, al inventar modos de escritura como lo
menciona Diego Luis Córdoba:
“No será pues superfluo recordar aquí que poblaciones negras de África inventaron sistemas
completos de escrituras totalmente original, ajenos de toda influencia exterior, como el de los Vai de
la Costa de Guinea y el de los Bamon o Bamun del Camerún central; y agrega a este respecto Maurice
Delafosse: “El hecho es tanto más digno de ser tenido en cuenta, cuanto que, si unos blancos de la raza semítica nos han enseñado el arte de escribir, aun no se ha descubierto ningún alfabeto debido a
esta raza indo-europea a la que tan orgullosos estamos de pertenecer”141.
140Manuel Zapata Olivella, “Los negros palanqueros”, en Revista Cromos, Vol. LXV, N°. 1622, Bogotá, 13 de marso 1948. 141 J. García, “Pensamiento educativo afrocolombiana”, pp. 163-164.
63
Palabras dignas de resaltar porque, en primer lugar, Córdoba no hace juicios a la ligera sino
que, apoya su postulado en investigaciones de la época, citando a un experto en el tema. En
segundo lugar, se evidencia en sus palabras ese orgullo de pertenecer a una raza creadora y
en este punto según él, por encima de una raza antigua como lo fueron los descendientes de
Sem.
África, cuna de civilización
Jorge Artel en un ensayo titulado, “Modalidades artísticas de la raza negra” también compara
algunos pueblos africanos con otros europeos definiendo un rezago en los europeos; en
palabras del Poeta:
“Debemos recordar que el continente africano está aislado del mundo por el gran desierto,
que a su vez lo separa el Mar Caspio… hay comarcas europeas de escasa civilización que no
resistirían con ciertas comarcas africanas de cultura mental y espiritual ya evolucionada, lo
cual prueba que el problema social negro no es de incapacidad por parte de esta raza...”142
Los escritores negros, tratan de mostrar en sus escritos al negro como inteligente y no bruto
como se le solía adjudicar.
Los escritores veían también a pueblos africanos como: Cuna de civilizaciones, logrando
crear un diálogo entre el presente y el pasado, pues así lo refleja Córdoba en una entrevista
cuando afirma:
“Somos una raza antigua desde el punto de vista del dominio. Por eso me burle de Mussolini, cuando
decía que este iba a civilizar a Etiopia. La civilización de ese país es más antigua que la de Roma…la
142 A. Suescon, De la vida que pasa. Escritos periodísticos, p.60.
64
reina de Saba _Belkis la de la leyenda aurea_, visito a Salomón, no como esclava a dueño, sino como
reina a rey. La grandeza de Roma advino siglos después de esto…en el antiguo Egipto, fue
esplendorosa la civilización de los “cushitas”, hermanos nuestros”143.
Se aprecia que hubo civilizaciones con culturas desarrolladas que tuvieron reyes y reinas
con autonomía. El mismo Artel menciona los linajes de reinados de negros en su poema
titulado Palenque
¿Y quién ha de dudar que aquel abuelo
No pudo ser un príncipe,
Bajo la luna, perfumada
Por las nubes errantes de sus aldea?144
África creadora de arte
Estas civilizaciones con cultura desarrollada se convirtieron en Creadoras de arte como la
escultura, la pintura, escritores y no puede faltar la más significativa, la música que estremece
el alma y contagia de la alegría que caracteriza a la población negra en toda su diáspora.
La literatura ha jugado un papel preponderante en la cultura del hombre negro, arrojando
grandes pensadores cuya destreza se encuentra en la agilidad de sus manos plasmando los
más profundos anhelos del espíritu, “como el de Sudan septentrional, en donde encontramos
que el idioma preferido por los escritores negros es el arábigo, lengua que entre paréntesis,
no se domina en muchos centros literarios de Europa, menos entre nosotros donde a duras
143 Natanael Díaz, “Un negro visto por otro negro. Diego Luis Córdoba”, sábado, Bogotá, 9 de agosto de 1947 144 J. Artel, Tambores en la noche, p.89.
65
penas algo de francés y un poco de inglés”145, anota Artel. El arte, destaca a cualquier cultura,
sobre todo cuando es genuina y no se ha fundido con otros aires. “Junto a esta primaria
modalidad artística de la raza, puede figurar la pintura bastante desarrollada entre los Vai de
la costa de Guinea y los Bamon en el Camerún central”.
Se puede observar que estos puntos de vista de los escritores negros, lo están pensando desde
su presente, se encuentran con una realidad que les causa un tipo de admiración y orgullo de
pertenecer a una raza que, aunque ha sido explotada y vejada, sigue de pie, demostrando que
ante los embates siempre han producido “modalidades artísticas” genuinas. Artel sigue
argumentando; “…los negros del África conocieron desde remotos tiempos el uso de la
arcilla y dominaron, sobre todo en el Camerún central y en la Guinea, el arte de la cerámica,
que es una especie de orden menor de la escultura. Naturalmente no hablamos de aquellas
comarcas que han recibido el influjo exterior de Europa...”146
Con lo que han plasmado la intelectualidad negra colombiana al respecto de África, se
visualiza un componente de creatividad que acompañada con el conocimiento ha perdurado
a través de la historia. Hay dos características especiales de las culturas negras asentadas en
América que no han perdido su esencia heredada del África; en primer lugar; su espiritualidad
ancestral con una cosmovisión evocada por el tambor. Michelle C. Dávila anota al respecto:
“En los rituales africanos que perduran hasta nuestros días en las Américas, como la santería,
el vudú y el candombe, los tambores sirven de comunicación con el mundo de los espíritus
145 A. Suescon, De la vida que pasa. Escritos periodísticos, p.60. 146 A. Suescon, De la vida que pasa. Escritos periodísticos, p.64.
66
y las tonalidades que emiten a ser golpeados de diversas formas son parecidas al lenguaje
tonal de lo yorubas”147.
En las palabras de Dávila se hace mención de lo otro que caracteriza a los negros heredado
de África, es el tambor; toma el tambor como comunicador con el mundo de los espíritus. Es
la música y el baile que no pudieron desaparecer a pesar de la opresión; al contrario, estas
manifestaciones culturales propias fueron blindadas para resistir en el devenir histórico de
los negros y que además es alegre. Artel dice que la música autóctonamente africana “no
debe ser triste…ella interpretara la alegría ruidosa de la salva. El tumulto de las horas
sacudidas por el misterio sonido insondable de la jungla, en donde cantan mil sonoras voces
extrañas una canción escalofriante de fuerza y de terror”148. ¡Música! que a través de algunos
poemas negros retumbaba en el panteón de los recuerdos y en la poesía también encontramos
una sustancia que elogia a África.
A partir de la poesía se puede expresar los íntimos deseos, se puede plasmar las añoranzas,
se puede crear una identidad, se puede dar vida a lo muerto. La poesía es el escape de la
realidad, transciende fronteras, sobre todo cuando es genuina y lleva en sí, un fin de
reivindicación. “Los negros esclavos se valieron de la poesía y cantos orales para
salvaguardar la memoria histórica, la cultura africana, aliviar las penas cotidianas y retar el
yugo de la opresión”149. Precisamente ese es el rol que ha jugado la poesía negra en la
América continental y el Caribe Antillano en la primera mitad del siglo XX, con importantes
147Michelle C. Dávila Goncalves, “Cada uno al ritmo de su propio tambor: La poesía negra de Jorge Artel y Luis Pales Matos”, en Lucia Ortiz Chambacu, la historia la escribes tú: ensayos sobre cultura afrocolombiana, Madrid, Iberoamericana, 2007, p.76. 148 A. Suescon, De la vida que pasa. Escritos periodísticos, p.66. 149 Y. Escobar, “La génesis de la literatura afrocolombiana”, p.9.
67
exponentes que han tenido en su rítmica como eje articulador, el resonar del tambor. “Son
los tambores, tan usados en las respectivas manifestaciones culturales como el son de Cuba,
la bomba de Puerto Rico y la Cumbia de Colombia, los que comunican en la poesía de la
negritud la historia, el sentimiento y la idea del negro”150, su sonido como si fuera una voz
que habla sin cesar y con fuerza que mueve las fibras del ser, no solo del danzante, sino de
aquellos que a lo lejos por el eco llevado por el viento, escuchan. Como se plasma en el
siguiente fragmento poético:
Tambores en la noche
“Los tambores en la noche, hablan.
¡Y es su voz una llamada
Tan honda, tan fuerte y clara
Que parece como si fueran sonándonos del alma!151
África como depositaria de musicalidad, instrumentos y baile
Siguiendo este orden de ideas nos encontramos con una expresión cultural negra cuya cuna
es África, trasplantada a las ardientes Costas colombianas, visionando los escritores negros
colombianos a África como depositaria de musicalidad, instrumentos y baile.
Los instrumentos musicales, desde la antigüedad han sido marcas específicas de cada cultura
que de generación a generación ha ido transmitiéndose. En el periodo de la colonización se
experimentó una verdadera proliferación de cultura en distintas partes de la tierra. Estos
instrumentos viajaron en el imaginario de los africanos que luego asentados en distintas
150M. Dávila, “Cada uno al ritmo de su propio tambor”, p. 77. 151 J. Artel, Tambores en la noche, p. 56.
68
partes de América se dieron a la tarea de fabricarlos, para así guardar aquello que a través de
sus tonadas les daba aires de libertad.
Sobre los instrumentos como heredados de África, Helcías Martán Góngora y Jorge Artel en
sus poemas le brindan culto, un culto que transmite alegría con el poder de transformar la
atmosfera viajando en su imaginación a la remota África.
En el poemario de Martán Góngora titulado Evangelios del hombre y del paisaje, dice:
I Evangelio y el paisaje
La marimba gime, ¡marimba africana!
La marimba canta ¡marimba mulata!
…la marimba llora al negro a quien ama
Y en sus melodías le desnuda el alma…152
En estos versos aparece la marimba, un instrumento tradicional utilizado por los negros en el
Pacífico colombiano, que según el poeta tiene aires africanos y “existen en África
instrumentos muy antiguos con características muy similares a la marimba como el “Rongo”
de Angola, el “Bolafon” en Senegal, la “Amondina” en Uguanda y en otros lugares también
se le llama Mbila y Kogire”. También podemos notar que en las palabras: gime, canta y llora
al negro, expresa una relación intrínseca entre la marimba, África y el negro, o sea algo íntimo
que se expresa en la música.
En otro poema titulado Dancing, Artel pone en relación algunos instrumentos con la marimba
diciendo:
152 Helcias Martan Góngora, Evangelios del hombre y del paisaje, en Ministerio de Cultura de Colombia, 2010, p.54.
69
“¡Maraca y timbal!
¡Marimba y tambor!
…aullidos de cobre:
¡Manigua Africana,…
Los hombres de ébano
Cantan el son…”153
Versos que rememoran la memoria de África en un canto, que al igual que Martán Góngora,
Artel utiliza los mismos componentes de una cultura heredada. En otro poema muestra el
tambor como medio para expresar una nostalgia de libertad:
“Los tambores en la noche
Son como un grito humano…
Cuando esos hombres que llevan
La emoción en las manos
Les arrancan la angustia de una oscura saudade,
De una íntima añoranza…154
Otro instrumento del que se hace mención es la maraca, Martán Góngora lo referencia al
hablar de un coplero:
“Santos Garcés, alma de copla…Homero negro, de aldea en aldea
Iba diciendo su Ilíada de ternuras. Conquistador sin armas ni legiones,
Porque su copla tenia corazón de maraca africana…”155
153 J. Artel, Tambores en la noche, pp.70-71. 154 J. Artel, Tambores en la noche, p. 57. 155 H. Martan, Evangelios del hombre y del paisaje, p.50-51.
70
A través de estos instrumentos se le da vida y forma a bailes típicos con aires africanos; en
el Pacífico uno de ellos se conoce como Currulao, mientras que en el Caribe, la Cumbia solía
ser la más representativa manifestación negra.
En una publicación de Sábado en 1943, titulada Estampas de la Costa, respecto a la Cumbia
se dice que “su ritmo que era a esta altura arrebatado y espasmódico. Había algo de satánico,
cierto elemento demoniaco en este baile primitivo, como si la boca del África supersticiosa
y fantástica soplara allí su aliento de pavor y misterioso. Porque la cumbiamba es
indudablemente la prolongación americana de una antigua danza africana.”156 Pasemos a leer
el poema de Artel llamado La cumbia, que muestra una visión positiva de este ritmo y baile
de base africana:
“¡Cumbia! -¡danza negra, danza de mi tierra!-
Toda una raza grita
En esos gestos eléctricos…
Trota una añoranza de selvas
Y de hogueras encendidas…
Late un recuerdo aborigen,
Una africana aspereza,…
¡Cumbias! Mis abuelos bailaron
La música sensual. Viejos vagabundos
Que eran negros, terror de pendencieros
Y de cumbiamberos
En otras cumbias lejanas,
156 Arcesio Villegas calle, “Estampas de la Costa: La Cumbia”, Sábado, Bogotá, 16 de octubre de 1943.
71
En la orilla del mar…157
Aquí el hablante lirico asume una postura de exaltación y reconocimiento de una danza
propia de una raza negra que a través de sus recuerdos hace una conexión entre su tierra, la
Costa Caribe con la de África, cuando dice que sus abuelos bailaron esa música “en otras
cumbiambas lejanas.”
Por otro lado Manuel Zapata Olivella hace algunas anotaciones de gran relevancia acerca de
los orígenes africanos de la Cumbia en uno de sus ensayos:
“La cumbia, baile folclórico en la Costa Atlántica, tiene un origen netamente africano…si
hemos sido justos en nuestras apreciaciones, se confirma el origen Bantú de la cumbia. La
cultura o culturas bantúes están constituidas por las innumerables tribus del grupo angola-
congo y por el grupo de la contra costa de África”158. “La misma palabra cumbia, cuyo
etimología desconocemos, pero que tiene mucho parecido con la palabra kumbi, con que se
designa una región de la zona de los bantúes, así como la forma y características del baile
tiene una raigambre incontrovertible en las danzas propias de los primitivos africanos del
miso grupo”159. Zapata no solo se encarga de mostrar los orígenes de la Cumbia, sino que
procede en su escrito a describir ese baile, que se realiza en algunos pueblos de África
encontrando cierta similitud con aquel baile folclórico de la Costa “Caribe.”
Refiriéndose a la sociedad secreta de los Wayeyes, en Unyamwezi, Sachs trae la transcripción de un
observador que describe una ceremonia realizada en noches de luna llena en la siguiente forma: “un
157 J. Artel, Tambores en la noche, pp. 54-56. 158 Alfonso Munera, Manuel Zapata Olivella, por los senderos de sus ancestros. Textos escogidos: 1940-2000, Bogotá, Ministerio de Cultura, 2010, p.82. 159 A. Munera, Por los senderos de sus ancestros, p.83.
72
círculo cerrado, en cuyo centro se ubican de tres a cinco tamborileros y algunos diestros bailarines.
Los tamborileros en cuchillas, forman una fila y comienzan a hacer sonar sus instrumentos,
prosiguiendo con rápido ritmo e incansablemente. Los bailarines, dentro del círculo, marcan el
compás de los tambores golpeando el suelo con sus talones”160.Algo central de este baile lo cual
le es característico, en que se mueve una especie de atmosfera ancestral es el “fuego,
elemento primordial de la ceremonia, es conducido también por las mujeres que llevan en su
mano derecha, en lo alto, paquetes de velas encendidas, que en otros tiempos debieron ser
simples antorchas”161.
Aparte de la cumbia, en la Costa Caribe hay otro baile que representa la cultura danzante
africana, que se ha bautizado con el nombre de Mapale y que el mismo Zapata describe lo
inusual de sus pasos que se reproducen en pueblos asentados en el África. Y que en pleno
acto artístico, hablando de los bailarines anota: “De pronto estos se sacuden presas de una violenta
emoción. Entra en convulsión todo su cuerpo y en juego todo su sistema muscular, mueven los
omoplatos de modo tal que no parecen ya que siguieran formando parte de la espalda. Los tambores
resuenan con creciente intensidad, excitando a los bailarines, cuyos movimientos se tornan cada vez
más alocados y audaces”162. Con este tipo de descripciones es preciso anotar que aquel que
escribió estas palabras, tal espectáculo de baile le causó un impacto emocional.
Para el caso del Pacífico, tenemos el Currulao del cual Helcías Martán Góngora también hace
mención de sus orígenes al decir:
160 A. Munera, Por los senderos de sus ancestros, pp.83-84. 161 A. Munera, Por los senderos de sus ancestros, P. 86. 162 A. Munera, Por los senderos de sus ancestros, p. 6. 163 H. Martan, Evangelios del hombre y del paisaje, p. 59.
73
…estos afluentes de currulao, que es el Amazonas de los bailes, dueño y señor de los
holgorios sabatinos y navideños de las costas del Sur.
Porque el currulao tiene una dinastía de barbaros, que fueron reyes de la selva, después
gimieron como esclavos y hoy cantan como hombres en un Angulo lirico de la patria.163
Sin duda alguna, la música negra es una forma de portal que une un presente permeado por
un cumulo de infortunios con un pasado de su natal tierra envueltos en nostalgias que a la
vez les dan fuerzas para seguir de pie ante las adversidades. Artel lo plantea anotando: “Dicen
las notas antiguas angustias, donde se mecen los ecos nostálgicos de los abuelos en
cautiverio, cuando el recuerdo de sus países de sol fustigaban sus espíritus en sus recuerdos
encadenados de violencia cuando atorméntabales, en horas turbias, rotas de gritos hondos e
crótalo lejano de sus canciones perdidas, bordados bajo la paz en fiesta de las palmeras”164.
En el instante en que se reúnen los negros entonando las notas musicales, cuando se da el
primer golpe de tambor, ese sonido se esparce transformado la atmosfera como si fuera un
encantó en un pedazo de noche africana donde solo hay espacio para la alegría. Artel lo
plasma de la siguiente manera en su poema Dancing
¡Marimba y tambor!
¡Maraca y timbal!
La noche empapada
En sudor…
…¡un pedazo de selva
Cayo en el salón!
¡Retumban
164 Jorge Artel, “Versión directa de la cumbia”, Costa, 1937.
74
Las bombas
De la algarabía!165
Una de las muchas cosas que caracteriza la poesía de Artel, es aquella apropiación y
valoración que él le da a aquellas palabras que el hombre blanco utilizaba para ofender y
estigmatizar esos aires africanos latentes en la música y el baile de los negros. Artel revierte
los papeles, lo que es primitivo y salvaje lo utiliza como afirmación de orgullo identitario,
cuando en el poema Dancing al decir: ¡un pedazo de selva cayo en el salón! esa misma selva
se hace manifiesta en:
La Cumbia
Trota una añoranza de selvas
Y de hogueras encendidas,
Que trae de los tiempos muertos
Un coro de voces vivas.
En este poema se encuentra las hogueras esas hogueras que iluminan las noches estrelladas
bajo la selva indomable y que además se recrea como un recuerdo vivo. En el poema
Tambores en la noche, Artel se adentra en la parte intrínseca del hombre negro, relacionando
el alma de éste con su entorno, dándole una forma especial de sentimiento, como si fuera
África viviendo en el: /donde vigila el alma dulcemente salvaje/,/de mi vibrante raza/.”
La musicalidad negra produce un sentido de identidad ligada a su entorno, junto a Artel se
encuentra Martán Góngora que expresa de manera elocuente, sobre las noches de baile y el
ambiente que se crea, en el poema dedicado a la noche del Pacifico titulado Noche mía;
165 J. Artel, Tambores en la noche, p.70.
75
Noche mía
Escultura viviente de mármol negro. <<Torre de ébano>> levantada por la mano artística.
Recta de caña de bambú trasplantada del África remota a la sensual y acariciante América.
Mujer: canción de cuna. Tibio poema de pasión. Costeñita morena y pecadora, como Cam,
el padre de tu estirpe.166 El hablante lirico está diciendo en sus versos que aquella noche del
Pacifico fue trasplantada de África, continua en sus versos elogiando la musicalidad con que
esta vibra: Noche mía, ardiente como el trópico en que vives… tu cuerpo fue amasado con
arcilla negra, en un momento de oscuridad y misterio, cuando lejos, el bombo, el cununo, el
guasa y la marimba, tocan el currulao, la juga o el bunde, que tu bailas tan bella y
emocionadamente, ahora.167 Noche y música se engranan a través de los instrumentos que le
dan vida a otros géneros “negroides.”
El hablante lirico se desahoga y en angustias dice: que sin la noche, con todo su embrujo de
alegría, la vida de los negros costeños no tendría sentido. “…Noche mía poema tibio de
pasión, tu eres la Costa toda y ella sin ti no sería más que un desierto sitiado por el mar”.168
Este tipo de sentimientos se debe a que la música de aires africano hizo una conexión con el
negro y difícilmente será desarraigada, convirtiéndose en danza y “la danza se hizo alma, y
habitara en medio de nosotros hasta el fin de los tiempos.”169 Al comenzar a desaparecer la
noche con los primeros rayos solares del amanecer solo queda la nostalgia de esos
166 H. Martan, Evangelios del hombre y del paisaje, p56. 167 H. Martan, Evangelios del hombre y del paisaje, p.56. 168H. Martan, Evangelios del hombre y del paisaje, pp. 56-57. 169 H. Martan, Evangelios del hombre y del paisaje, p.59.
76
amaneceres junto a las hogueras de una salvaje tierra. Como diría Artel: “…y van cediendo
las voces y se adormecen los tambores, como en las tierras bravías del ancestro, cuando
cesaba la luz de las hogueras con las notas de la última lubrica canción”.170
CONCLUSIONES
Aunque las comunidades negras situadas en las costas; Pacifico y Caribe experimentaron
discriminación siendo víctimas de un racismo que les conllevó a ciertas limitaciones a nivel
social; educativo, económico y política, además que a algunos les acomplejara un sentimiento
de inferioridad frente a las personas blancas en la primera mitad del siglo XX. Estos a pesar
de los estigmas hallaron la forma de blindar algunas de sus manifestaciones culturales
propiamente negras, transmitiéndolas a sus generaciones en su entorno. Sin embargo no
poseían una identidad nacional que les ayudara a sobrellevar esa carga del racismo.
No obstante de manera individual, negros pudieron superar esas barreras a través de la
educación creando, no en todos, un pensamiento de reivindicación de sus pares negros
dejándolo plasmado en ensayos y escritos literarios. La poesía fue una de las herramientas
utilizadas para exaltar aquella cultura invicivilizada por el discurso racista que les daban a
las manifestaciones culturales de los negros un lugar de barbarie. También con la poesía
170 Jorge Artel, “Versión directa de la cumbia”, Costa, 1937.
77
expresaron sus pensamientos, sus añoranzas, denunciando los avatares experimentados por
el negro.
La mayoría de los textos literarios de los escritores negros con un tinte de “negritud” fueron
publicados por la prensa de distintas ciudades del país, dándole a sus pensamientos una mayor
recepción. En algunos de sus escritos se puede observar la forma de cómo estos intelectuales
negros le hacen frente a aquellos discursos que colocan a África en un lugar de atraso frente
a los otros continentes, sobre todo el europeo, viajando en el tiempo a través de la Historia
poniendo a África como cuna de civilizaciones y creadora de Arte.
78
Bibliografía
Archivos y Bibliotecas consultadas
Archivo Histórico de Cartagena, Cartagena.
Biblioteca Nacional de Colombia, Bogotá.
Periódicos y revistas
.
Diario De La Costa, Cartagena, julio 5 de 1929.
EL Tiempo, 15 de julio de 1932
El Fígaro, Cartagena, 23 de abril de 1940
Diario de la Costa, Cartagena 01 de julio de 1943
Diario de la Costa, Cartagena 05 de febrero de 1944.
El Fígaro Cartagena, 29 de abril de 1940.
Revista Costa, Cartagena 1937.
Revista Muros, Cartagena 1940.
Sábado, Bogotá, 16 de octubre de 1943.
Sábado, Bogotá, 9 de agosto de 1947.
Sábado, Bogotá, 16 de agosto de 1947.
Sábado, Bogotá, 23 de agosto de 1947
Sábado, Bogotá, 10 de abril de 1948.
Sábado, Bogotá, 03 de julio de 1948.
79
Sábado, Bogotá, 27 de noviembre de 1948.
Cromos, Bogotá, 13 de septiembre de 1947.
Cromos, Vol. LXV, N°. 1622, Bogotá, 13 de marso 1948
Libros y artículos
o Alberto Abelló Vives y Francisco Javier Flórez Bolívar, Los desterrados del paraíso. Raza,
pobreza y cultura en Cartagena de Indias, Cartagena, Ed Maremágnum, 20015
o Alberto Abelló Vives, “Del arte de prohibir, desterrar y discriminar: Cartagena y sus disimiles
narrativas de desarrollo y pobreza”, en Alberto Abelló Vives y Francisco Javier Flórez Bolívar,
Instituto de Cultura y Turismo de Bolívar /ICULTUL Gobernación de Bolívar, Los desterrados
del paraíso. Raza, pobreza y cultura en Cartagena de Indias, Cartagena de Indias, Ed
Maremágnum, 2015.
o Alfonso Munera, Fronteras imaginadas. La construcción de las razas y de la geografía en el
siglo XX colombiano, Bogotá, Ed Planeta 2005.
o Alfonso Munera, El fracaso de la nación: Región, clase y raza en el Caribe colombiano, 1717-
1810, Bogotá, Banco de la Republica, 1998.
o Alfonso Munera, Manuel Zapata Olivella, por los senderos de sus ancestros. Textos
escogidos: 1940-2000, Bogotá, Ministerio de Cultura, 2010.
o Álvaro Suescon Toledo, De la vida que pasa. Escritos periodísticos de Jorge Artel,
Barranquilla, Guadalupe Bellavista Ed, 2008.
o Arnoldo Palacios, Las estrellas son negras, Bogotá, Ministerio de Cultura, 2010
o Armando Garnica, “La independencia del Nuevo Reino de Granada. Estado de la
representación histórica”, Universidad de Santander.
80
o Carmen Elvia Oviedo Márquez, Fiesta y cultura popular en la conmemoración del centenario
de la independencia de Cartagena de Indias, 1911, Cartagena, Universidad de Cartagena,
facultad de ciencias humanas, programa de Historia, 2015.
o Claudia Mosquera y Ruby Ester León Díaz, Acciones afirmativas y ciudadanía diferenciada
étnico-racial negra, afrocolombiana, palanquera y raizal. Entre bicentenarios de la
independencia y constitución de 1991, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2009.
o C.L.R. James, Los jacobinos negros. Toussaint L’Ouverture y la Revolución de Haití. México,
Fondo de Cultura Económica, 1938.
o Cristian Castro, “Exploraciones para una historia transnacional de la afro-modernidad en
América. Chicago y Sao Paulo 1900-1940”, en Revista de Historia Iberoamericana, N°1,
California, University of California, 2010.
o David Lara Ramos, “Prensa local y transformación urbana. Los medios y el desalojo de
Chambacu”, en Alberto Abelló Vives y Francisco Javier Flórez Bolívar, Instituto de Cultura y
Turismo de Bolívar /ICULTUL Gobernación de Bolívar, Los desterrados del paraíso. Raza,
pobreza y cultura en Cartagena de Indias, Cartagena de Indias, Ed Maremágnum, 2015.
o Edwin Cruz Rodríguez, “La abolición de la esclavitud y la formación de lo público-político en
Colombia 1821-1851”, en Mem. Soc., No. 12, Bogotá, 2008.
o Eduardo Posada Carbo, “1910 La celebración del primer centenario en Colombia”, en
Revista de Indias, N°258, Oxford, Centro de Estudios Latinoamericano, 2013.
o Eduardo Restrepo, “Imágenes del “negro” y nociones de raza en Colombia a principios del
siglo XX”, en Revista de Estudios Sociales, N°27, Bogotá, 2007.
81
o Elisabeth Cunin, Identidades a flor de piel. Lo “negro” entre apariencias y pertenencias:
Mestizaje y categorías raciales en Cartagena (Colombia). Bogotá, IFEA-ICANH-Unidades-
Observatorio del Caribe Colombiano, 2003.
o Francisco Javier Flórez Bolívar, En sus propios términos: Negros y mulatos y sus luchas por
la igualdad en Colombia, 1885-194, Pensilvania, University of Pittsburg, 2016.
o Francisco Javier Flórez Bolívar, “Culto a la piedra, desprecio a la gente: Cartagena en tres
escenas”, en Alberto Abelló Vives y Francisco Javier Flórez Bolívar, Instituto de Cultura y
Turismo de Bolívar /ICULTUL Gobernación de Bolívar, Los desterrados del paraíso. Raza,
pobreza y cultura en Cartagena de Indias, Cartagena de Indias, Ed Maremágnum, 2015
o Francisco Javier Flórez Bolívar, “Rastros, rostros y voces del racismo institucional en
Cartagena: Un acercamiento a partir del debate de la “degeneración de las razas”, 1910-
1930”, en Jangwa Pana, N°6, Santa Marta, Universidad del Magdalena, 2009.
o Francisco Javier Flórez Bolívar, “Un dialogo diasporico: el Harlem Renaissance en el
pensamiento racial e intelectual afrocolombiano (1920-1948)”, en Historia Critica, N° 55,
Bogotá, 2015,
o Francisco Javier Flórez Bolívar, “¿Muerte al gobernador y a todos los blancos de la ciudad?
Raza, trabajo y ciudadanía en Cartagena, 1903-1930”, en Alberto Abelló Vives y Francisco
Javier Flórez Bolívar, Instituto de Cultura y Turismo de Bolívar /ICULTUL Gobernación de
Bolívar, Los desterrados del paraíso. Raza, pobreza y cultura en Cartagena de Indias,
Cartagena de Indias, Ed Maremágnum, 2015.
o Helcias Martan Góngora, Evangelios del hombre y del paisaje, en Ministerio de Cultura de
Colombia, 2010.
o Isabel Cristina Ramírez Botero, “La primera feria del arte en Cartagena de Indias 1940.
Fracturas del orden cultural centenarista y enunciación de una vanguardia local”, en Alberto
82
Abelló Vives y Francisco Javier Flórez Bolívar, Los desterrados del paraíso. Raza, pobreza y
cultura en Cartagena de Indias, Cartagena, Ed Maremágnum, 2015.
o John Maddox, “Una falla geológica de fallas raciales: el sur norteamericano en Piri Thomas
y Manuel Zapata Olivella”, en Visitas al Patio N° 10, Cartagena, Programa de Lingüística y
Literatura Universidad de Cartagena, 2016.
o José Antonio Caicedo Ortiz, A mano alzada. Memoria escrita de la diáspora intelectual
afrocolombiana, Popayán, Ed Sentipensar, 2013.
o Jorge Artel, Tambores en la noche, Cartagena, Editora Bolívar, 1940.
o Jorge Artel, Tambores en la noche, Bogotá, Banco de la Republica, Tomo X Biblioteca de
Literatura Afrocolombiana, Ministerio de Cultura, 2010.
o Jorge Enrique García Rincón, “Pensamiento educativo afrocolombiana. De los intelectuales
a las experiencias del movimiento social y pedagogo”, en Revista Colombiana de Educación,
N69, Bogotá,… 2015.
o Jaime Arocha Rodríguez y Lina del Mar Moreno Tobar, “Andino centrismo, salvajismo y afro-
reparación, WWW.bdigital.und.edu.co. consultado el 10-10-18.
o Laurence E. Prescott, “voces del litoral recóndito: Tres poetas de la Costa Pacífica De
Colombia (Helcias Martan Góngora; Hugo Salazar Valdez; Lino Sevillano), en Lucia Ortiz
Chambacu, la historia la escribes tú. Ensayos sobre cultura afrocolombiana, Madrid,
Iberoamericana, 2007.
o María M. Aguilar Díaz y Adolfo Meisel Roca, “¿La isla que se repite? Cartagena en el censo
de población en 2005”, en Alberto Abelló Vives y Francisco Javier Flórez Bolívar, Instituto de
Cultura y Turismo de Bolívar /ICULTUL Gobernación de Bolívar, Los desterrados del
83
paraíso. Raza, pobreza y cultura en Cartagena de Indias, Cartagena de Indias, Ed
Maremágnum, 2015.
o María José Yaksic Ahumada, “En torno al Cuaderno del retorno a un país natal: identidad
pensamiento político y escritura poética,” en Elena Oliva, Lucia Stecher y Claudia Zapata,
Aimé Cesaire desde América Latina: Dialogo con el poeta de la negritud, Santiago de Chile,
2010.
o María Teresa Uribe de Hincapié, Las Palabras de la guerra; Metáforas, narraciones y
lenguajes políticos. Un estudio de las memorias de las guerras civiles en Colombia,
Medellín, La Carrera Editores, 2006.
o Marixa Lasso, “Un rayo exterminador: las guerras por la libertad, 1810-1890”, en George
Reid Andrews, Afro-Latinoamérica, 1800-2000, Oxford, Oxford University Press, 2004.
o Marixa Lasso, “El día de la independencia; una revisión necesaria. Acción política afro-
colombiana y narrativas patrióticas criollas, Cartagena, 1809-1815”, en Nuevo Mundo
Mundos Nuevos, N°8, 2013,
http://journals.openedition.org/nuevomundo/328DOI:10.4000/nuevomundo.32872
o Michelle C. Dávila Goncalves, “Cada uno al ritmo de su propio tambor: La poesía negra de
Jorge Artel y Luis Pales Matos”, en Lucia Ortiz, Chambacu, la historia la escribes tú: ensayos
sobre cultura afrocolombiana, Madrid, Iberoamericana, 2007.
o Michel Foucault, genealogía del racismo, La Plata, Editorial Altamira.
o Moreima Camargo González, “Las comunidades afro frente al racismo en Colombia”,
Encuentros, Universidad Autónoma del Caribe, 2001.
o Maguemati Wabgou, Jaime Jarocha Rodríguez, Aiden José Salgado Cassiani y Juan Alberto
Carabalí Ospina, Movimiento social afrocolombiano, negro, raizal y palanquero: El largo
84
camino hacia la construcción de espacios comunes y alianzas estratégicas para la incidencia
política en Colombia, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, Instituto Unidad de
investigaciones “Gerardo Molina”-UNIJUS, 2012.
o Nina de Friedemann, “Estudios de negros en la antropología colombiana”, en Jaime Arocha
y Nina de Friedemann, Un siglo de investigación social en Colombia, Bogotá, Colciencias-
FES, 1984.
o Pietro Pisano, Liderazgo político “negro” en Colombia 1943-1964, Trabajo de grado
presentado para optar al título de Magister en Historia, Universidad Nacional de Colombia,
Facultad de Ciencias Humas, Departamento de Historia, Bogotá, 2010.
o Ricardo López Muños, “Tensiones y continuidades en la historicidad de la negritud: Aimé
Cesaire ante Frantz Fanon”, en Elena Oliva, Lucia Stecher y Claudia Zapata, Aimé Cesaire
desde América Latina: Dialogo con el poeta de la negritud, Santiago de Chile,… 2010.
o Samuel Feijoo, “Influencia africana en Latinoamérica”, en Manuel Moreno Fraginals, África
en América Latina, México, Ed Siglo veintiuno Sa, 1977.
o Santiago Arboleda quiñones, Le han florecido nuevas estrellas al cielo. Suficiencias intimas
y clandestinizacion del pensamiento afrocolombiano, Santiago de Cali, Universidad Andina
Simón Bolívar, 2011.
o Tean A. Van Dijk, “Discourse y racismo”, en David Goldberg & John Solomos (eds), The
Blackwell Companion to Racial and Ethnic Studies, Oxford: Blackwell, 2001.
o Yesenia María Escobar Espitia, La génesis de la literatura afrocolombiana en la poesía de
Candelario Obeso y Jorge Artel, Facultad de Ciencias Humanas, Maestría en estudios
literarios, Bogotá, 2012.
85
86