Uno de los máximos ídolos de
la Selección argentina de
fútbol recibió a AIRE LIBRE en
su Reconquista natal. Cómo es
su vida en el campo después
del retiro, entre la caza de
patos y los atardeceres de
mate en el río Reconquista.
La puntería del goleador
histórico de la Argentina
no se está echando a per -
der. Sólo ha pasado de los pies
a las manos. Desde que Ga briel
Omar Batistuta volvió a su Re -
conquista natal en la pro vin cia
de Santa Fe tras abandonar el
fútbol, sus días transcu rren en
familia, en la paz de sus campos
de la zona, con la caza de patos
y la pesca del dorado como
distracciones principales que lo
pueden sorprender en cual-
quier momento. De hecho, du -
rante la entrevista de unas dos
horas con AIRE LIBRE, le sue na
el celular y dice: “Es el Fe de: de -
be haber pique”.
Cualquiera que sueñe con
que en poco tiempo el ex fut bo-
lista se convertirá en director
técnico debe bajar las expectati-
vas. Se lo nota extremadamen te
cómodo en la tranquilidad de la
ciudad del norte santafesino que
lo vio crecer, de donde se fue a
los 18 años y volvió hace poco,
después de jugar 20 años en el
máximo nivel, convertido en una
figura del deporte mun dial.
Lo que lo atraviesa por
com pleto en este momento de
su vida, se ve, es un vínculo muy
fuerte con la naturaleza, con la
tierra y el agua, donde supo di -
vertirse con su abuela y su pa -
dre, en aquellos sábados y do -
mingos por la tarde,cuando “no
había otra cosa que hacer” que
ir a cazar y a pescar, dos activi-
dades que nunca vivió disocia-
das. “Mi abuelo iba a pescar con
la escopeta, aparte de con las
líneas; y cuando íbamos a cazar
siempre llevábamos una línea
por ahí, por si caíamos en algún
arroyo”, recuerda ahora en una
posada donde está de paso.
Porque siempre que no está en
sus campos de Malabrigo, a
unos kilómetros de Reconquis-
ta, da la impresión de no sentir-
se pleno. Y de estar de paso.
“Cuando estoy en el campo,
a veces no sé si vuelvo; me gus ta
ver las perdices, los ñandúes y los
carpinchos, y me gusta que mis
hijos los vean”, reflexiona. Es un
hombre que ha vivido la fa ma
tanto en Buenos Aires como en
Florencia, Italia, tanto en Ro ma
como en Doha, Qatar. Por eso “el
Batigol”, como le puso la hincha-
da de la selección argentina, hoy
valora poder gastar el tiempo
yendo de su casa,don de vive con
su esposa Irina y sus hijos, a
Malabrigo, donde además ha de -
sarrollado su nue va pasión y
tam bién nuevo em prendimien-
to, el polo. Ama pa sar inadverti-
do. Tiene dos can chas y además
integra el Boca Polo Team, al que
dice que le va “peor que al equi-
po de Julio Falcioni”. Sus otras
obligaciones hoy pasan por pro -
mocionar el Mundial Qatar 2022
y por algunos otros negocios vin -
culados con su nombre, co mo
una mar ca de ropa de distribu-
ción mun dial. Los campos que
tiene en la región los maneja su
padre:“el que sabe”, según dice.
Por lo demás, sólo háblenle
del río y Batistuta estará feliz:
“Acá el río es espectacular y te
vas contagiando. Voy al río a re -
lajarme; sobre todo me gusta ir
a la tardecita, cuando cae el sol
y se ve todo, ése es mi momen-
to, en cualquier día de la sema-
na, cuando andan seis o siete
lanchas y nada más, es la cone-
xión especial que tengo”. Siem-
pre fue así, y cuando jugaba
más aún. Solía llegar al país el 22
de diciembre y ya el 25 arranca-
ba río adentro. “Era casi una obli-
gación, porque te metés ahí en
el río y no escuchás ni un ruido
ni nada”, asegura.
—¿Cómo son tus salidas a
cazar y a pescar en estos
tiempos?
ENTREVISTA
—Mirá: acá en Reconquista,
si un día te llamó un amigo, salís
a pescar. No hace falta organizar,
como por ahí sí en Buenos Aires,
cuando hay que planear las co -
sas dos o tres semanas antes. Acá
está todo cerca. Un día te di cen:
“Mirá, hay patos”;agarrás el auto
y te vas. Además a mí me divier-
te programar sobre la marcha.
—¿Qué tipo de pescador
sos?
—Lo mío es más relax. No
me vuelvo loco. No los voy a
bus car exclusivamente. Me voy
a pes car, pero soy más de que -
darme en la ranchada. Pesco un
par de horas y ya está. No ando
si guiendo el pescado por todos
lados. Si las condiciones son
idea les puedo durar un poco
más. Prefiero el movimiento de
cocina y mates que se da en la
ranchada.
—¿A qué le estás tirando
ahora?
—Lo único que me gusta
ca zar hoy son patos. Es el animal
más complicado, el que te da
menos chances. Antes le tiraba
a cualquier cosa, pero fui madu-
rando. Antes cazaba todo. Le
tiraba a yacarés o a carpinchos.
Después fui aprendiendo. En
mis campos tengo a los carpin-
chos ahí, a dos o tres metros, y
ya son parte de la familia.
—¿Sos buen cocinero de
lo que pescás?
—Soy un desastre para las
comidas elaboradas. Ahora, a la
parrilla, cualquier cosa. Pero a la
olla, no. A la parrilla puedo hacer
dorado, corvina, boga, sábalo. Al
surubí no me animo, porque no
tiene escamas. Mi preferido es el
dorado. Sal y pimienta, y a casa.
Si estuviera solo, cocinaría eso.
El reposo del goleador
“Estoy bien, descansando,
todavía tratando de liberarme un
poco de la cabeza”, sorprende
Batistuta en un momento de la
charla. Se expresa con frases
cortas, como marcando las pau -
sas. Piensa antes de cada palabra,
mide cada uno de sus di chos con
la precisión de un hom bre de
área. Y así, al pasar, confiesa que
necesita terminar de hacer el
duelo del ex futbolista. No extra-
ña, dice, pero fue ron mu chos
años. Dos décadas de alta com -
petencia sin parar, de convertir 19
goles en Boca, 242 goles en Italia
(Fiorentina, Roma e Inter) y 56
con Argentina, 10 de ellos en 3
mun diales. ¿Cómo no le va a ha -
cer falta “li berarse de la cabeza”?
Al fútbol ya no juega, por -
que los tobillos están pagando
la factura de “no haber parado
nunca por ningún golpe o le -
sión”. Pero, como todo goleador,
aún hoy vive de rachas. “Hubo
un par de años en los que no se
pescaba nada y había dejado
de ir al río, hasta que vino un
ami go de Buenos Aires con in -
tenciones de pescar y entonces
tuve que ir y sacamos un par de
dorados”, rememora. “Ahí me
Kilómetros de pasión
Desde que se fue de Reconquista, Gabriel Batistuta paseó sus goles lite-ralmente por todo el mundo. Jugó en Rosario, Buenos Aires, Florencia yQatar, recorrió el mundo con la Selección argentina y tras retirarse vivió unaño en Australia. En las giras con la celeste y blanca, recuerda, en una épocaaprovechaba y se traía carabinas y escopetas de los viajes. Y claro que encada destino algo para probar había:
4 Italia: “Cazábamos faisanes en Toscana. Era bueno. En una épo caíbamos a practicar una vez por semana a los polígonos. Allá tenés circuitosde caza, le tiran los platillos, y está bueno. Íbamos con dos o tres del equipo”.
4 Qatar: “Una vez le fuimos a tirar a una especie de guanacos o llamasque tienen allá, aunque ahora ya no me divierte más tirarle a los animales gran-des. También allá fui a ver demostraciones de caza con halcones, y me sorpren-dió que los cuiden como si fueran personas. Es impresionante”.
4 Venezuela: “Estuve pescando pez espada en Vene-zuela, el mar lín, que es un pez combativo y no sabéssi lo vas a agarrar. Es una pesca que tambiénhe ido a hacer al sur. Pero la pesca demar me parece co mo ir a robara la iglesia; no como la del río,que es otra cosa, donde laadrenalina está siempre. En elmar, si sacaste uno, sacaste 30”.
entusiasmé otra vez”, dice. Y más
adelante subraya: “Como el
dorado no hay”.
—¿Cuáles fueron tus “me -
jores partidos”?
—Una vez vine de Italia y
llamé a un amigo que no veía
hacía rato, y le digo “Vamos a to -
mar unos mates al río”. Llevamos
unas cañas de casualidad, com -
pramos unas morenas y saca-
mos doce dorados. Caímos jus -
to; nunca tomamos mate. No
ha bíamos ido a pescar, había-
mos ido a matear. Pero “tiramos
el reel” y enganchó. Otra vez me
acuerdo que juntamos 21 dora-
dos y llegué a casa y se lo conté
a mi viejo. Entonces fuimos al
día siguiente y volvimos a sacar
21 dorados. Increíble.
—Y como cazador, ¿cómo
sos?
—Te puedo decir que en la
caza no yerro un tiro.
—Cuando jugabas nunca
te dijeron que eras un 9
“pescador”…
Batipreocupación“Es como si yo no cuidara la pelota”
“No soy un depredador, y generalmente devolvemos lo que pescamos”, asegura GabrielBatistuta. Como apasionado de las actividades al aire libre, “el Bati” ve que hay una mayorconciencia en muchos aficionados a la pesca, a la hora de proteger los recursos naturales.“Hay un poco más de conciencia, pero está siempre el vivo que va y saca 70 u 80 corvinas, yse siente un héroe; me parece igual que los pescadores están tomando conciencia”, analizael goleador, que en estos tiempos se muestra interesado por el cuidado del medioambiente.
—¿Cómo ves la situación?
—Está complicado. En Corrientes, la pesca de una especie está prohibida y de estelado no. Y es el mismo río. Se tendrían que poner un poco más de acuerdo las autorida-des provinciales.
—¿La gente es más prudente?
—La gente que va todos los fines de semana y le gusta el río tiene que cuidar el recur-so. Porque si no es como si yo voy a jugar al fútbol todos los fines de semana y no inflo lapelota. Se va a terminar rompiendo. Pero en estos últimos años vi un cambio. Hay másgente que pesca y devuelve. Si vas y sacás un pescado para comerlo en el día, está perfec-to; pero no saqués pescado para comerlo dentro de seis meses. En seis meses andá ypescá de nuevo. No se puede cambiar la mentalidad en un par de años. Pero se va conta-giando. Y después está la pesca industrial. Los que sacan dos surubíes dicen “Yo no lopuedo traer y al lado hay una red que hace desastres”. Pero cada uno debe aportar lo suyo.
—¿Te preocupa que el turismo de otros países abuse del recurso?
—Está todo bien, pero la depredación no hace falta. Los extranjeros muchas vecesvienen a hacer acá lo que no les dejan hacer en otros lados.
—Y, no. No fui nunca dema-
siado pescador, siempre fui de
laburarla bastante. Y en la pesca
soy igual que en el fútbol…
—¿Tenés olfato de golea-
dor con la caña en la mano?
—¡No! Solo soy un desastre,
porque no presto la atención
suficiente. Le presto más aten-
ción a la ranchada que a la pes -
ca en sí. Desde que se sumó un
amigo guía cambió la suerte.
Los guías saben todo: saben la
carnada, si el río está bajo, todo.
Porque a mí lo que hoy me di -
cen mañana me lo olvidé.
—¿Cómo compartís estos
placeres con la familia?
—Tengo cuatro varones, así
que siempre hay alguno al que
le gusta pescar. Los abuelos los
llevan siempre. Las armas toda-
vía no se las mostré del todo,
pe ro de vez en cuando van y ti -
ran algún tiro también. A mi se -
ñora también le gusta navegar
y pescar, pero con ella nun ca
sacamos nada. Cuando éra mos
novios, mis suegros sospecha-
ban, porque salíamos a pescar y
nunca trajimos nada. Pero justa-
mente lo que nos gus ta es el ai -
re, es pasar el día.
—De estas tierras salieron
jugadores como vos, Ángel
Da vid Comizzo, Ivar Stafuza o
Claudio Spontón, que es de
Malabrigo. ¿La zona saca más
pescadores o futbolistas?
—Reconquista creo que sa -
ca más pescadores que jugado-
res de fútbol. Lo que pasa es que
todo el mundo juega, y jue gan
bien, pero no los sacan. El pibe
que quiere triunfar acá tie ne que
irse a 800 km. De acá se ve todo
muy lejos. Tenés que dejar tu
casa, todo. Yo me fui a los 18
años. Además, en Reconquista
seremos 70 mil y 60 mil van al río.
Mucha gente tiene lancha y hay
peñas. Es parte de la cultura n
Agradecimiento
Si hay un hombre al que Ga -briel Batistuta le debe tener todolisto cuando quiere ir a pescar o aca zar, ése es Omar Acquaroli,dueño de Armería Acquaroli, a quienel ex jugador le encarga a vecescon muy poco tiempo (hay quedecir) que le complete las carnadas que le faltan o le provea elcartucho que necesita. El mismo al que des de AIRE LIBRE le agra-decemos las gestiones y el esfuerzo para hacer posible esta nota.