MareMoto
Curanipe, 27F, 2010.
Carlos Guillermo Veloso Inostroza.
© 2015 Carlos Guillermo Veloso Inostroza.
Se permite la reproducción literal por cualquier medio,
siempre que se mantenga esta nota.
A mi hija Carlita Andrea Y a sus hijas preciosas De inteligencia superior.
I. Siempre quise vivirlo, solo había sentido terremotos pero nunca maremoto,
hasta que finalmente llegó, ese atardecer bajé a la playa a contemplar la
puesta de sol, pero esa tarde era todo extraño, la gente se aprestaba a irse del
fin de verano. Sólo frente al mar aprecié la perfecta geometría espacial,
mientras el sol se ocultaba en el mar, la luna aparecía en la cordillera en ese
mismo instante, y yo exactamente al medio de este triangulo perfectamente
equilátero. Con ese espectáculo nunca visto me quedé pegado no se cuanto
tiempo. Después me acosté tranquilamente dejando que las luces de la luna
llena entraran a mi dormitorio.
A las 3.34 horas del 27 de Febrero del 2010 comenzó el terremoto y maremoto
que duró 3.25 minutos eternos, con una intensidad de 8.8 Mw, con hipocentro a
8 km al poniente de Curanipe, es decir a 6.3 km de mis cabañas y a 35 km de
profundidad del nivel del mar. Es el sexto más grande registrado en el mundo,
el primero es de Valdivia, 1960, al sur de Chile con intensidad de 9.5 Mw. Las
replicas duraron hasta fines de marzo con intensidades de más de 6 Mw, es
decir dormí a sobresaltos durante harto tiempo. Después de este fenómeno, los
días son más cortos en 1.26 microsegundos, el eje terrestre se inclinó 8 cm y la
ciudad de Concepción se movió 3 metros hacia el oeste.
Mi dormitorio quedaba en el segundo piso, comenzó a moverse todo, yo seguí
en la cama ya que no le tengo susto a los terremotos (varios en el cuerpo),
pero cuándo se rompió el ventanal grande de mi pieza ahí me levante y sentí
miedo ya que seguía y seguía moviéndose todo, y el ruido seguía aumentando,
así es que baje al patio y desde ahí vi la segunda y tercera ola (la luz de la luna
alumbraba aún), la primera o era muy chica o había ya pasado, pero la tercera
se venía con todo lo que habían destrozado las dos primeras, el ruido era
infernal.
Al amanecer apareció el casi TerreMoto MareMoto… Tranquilizar gente, eran como 25 0 30 personas asustadas arrancando de los
olas, también llegaron autos, entonces aparece un viejo gritando y gritando
espantado y asustando a los demás, Cállate concha de tu mairie, cállate le dije,
entonces su señora me dice que le pasa con mi marido, nada solo que se calle,
lo tome de los hombros y lo corrí. Todos salieron hacia al cerro despavoridos y
así amaneció…
Sin energía eléctrica, sin teléfono móvil, pero con agua con mi estanque a
salvo, sin pilas no hay cerveza no hay bencina, saqué la bicicleta y bajé a
pueblo.
Lo primero que veo es esto:
Puente cortado por la entrada sur de Curanipe.
Calle principal de Curanipe.
Puente a la playa principal de Curanipe.
Está claro que el mar se metió por todos los ríos y riachuelos para invadir la
tierra. Pero también se metió en las casas insanas de gente insana, no se
metió a las casas sanas de gente sana, solo que no sé porque por ejemplo el
tipo que no pagó un favor de un proyecto por un Jack Daniels se llevó el
proyecto con tutty con las tres olas. Se llevó a otro que entre la segunda y
tercera ola bajó a buscar “algo” y se fue con la tercera a morir. ¿Qué fue a
buscar?
Otros se salvaron por que se aferraron a un árbol justo antes que la ola llegara,
como la historia de Jeffrey, publicada en los medios: "Yo soy un sobreviviente
del tsunami", dice de partida el tecnólogo Jeffrey Semler Chipocco:
Estaba en Pelluhue la madrugada del 27 de febrero de 2010, en un pequeño complejo
turístico suyo de seis cabañas. En su casa se encontraban él con dos hijos y un
sobrino en el primer piso, y en el segundo, una pareja de profesores de Educación
Física que trabajaban con él en la municipalidad, donde Semler se desempeñaba
como encargado de Deportes. En la casa del lado estaban su madre (90 años) con la
cuidadora, una prima de Semler y la hija de la prima. Y en una de las cabañas dormían
la polola de uno de sus hijos con la mamá.
En total, había doce personas en el complejo ubicado en primera línea frente al mar, a
unos 300 metros del agua. Detrás estaban la comisaría y el colegio.
Cuando comenzó a moverse la Tierra salió corriendo y vio que su madre caminaba
con la cuidadora. Se cortó la luz. Entró a su casa para sacar al hijo. Volvió a salir y,
mientras todos escapaban, su madre se había quedado sentada en el zócalo de la
casa. Italiana ella, y convencida de sus ideas, siempre decía que para los temblores
no había que arrancar. Se quedó ahí y el tsunami la arrastró junto a su cuidadora. A su
hijo menor, la ola lo arrojó por encima de las murallas de dos metros del colegio.
Luego, dice, la ola pasó por arriba del Cristo de Curanipe, que tiene unos 14 metros. A
Jeffrey Semler el mar lo arrastró y lo sumergió bajo el agua. La ola lo volteó, se sacó el
polerón, empezó a nadar y de repente chocó con un poste de luz. Se aferró a él...
estaba a 15 metros de altura. Se soltó del poste de madera, chocó con una casa.
Intentaba subirse al techo de la vivienda cuando una segunda ola lo capturó, luego
una tercera.... y quedó vivo. Estuvo hospitalizado entre marzo y agosto de 2010, lo
operaron diez veces de la pierna derecha... pero esa es su historia. La de su madre es
fatal.
El Hombre de la Bandera.
Es el nombre dado a la fotografía tomada el 28F, 2010, que muestra al
artesano Bruno Sandoval en la zona inundada en Pelluhue, con la bandera
chilena rajada y sucia, que se convirtió en símbolo del maremoto. La bandera
fue izada en el Mundial de Futbol en Sudáfrica y en la Mina San José, tras del
accidente que dejo a 33 mineros atrapados. Pasó bastante tiempo en que la
bandera no se la devolvían a su antiguo dueño, Daniel Marín, que debido a
problemas económicos decidió venderla, el Desafío Levantemos Chile la
remató en ocho millones de pesos, de ese monto, 3,5 serán para Marín.
Para llegar a Pelluhue había que irse por los caminos de los cerros ya que el
camino costero estaba cortado en varias partes. El panorama en Pelluhue era
similar al de Curanipe.
La convivencia con los amigos, haciendo pan amasado, escuchando la radio a
pilas y descubrir que estábamos en el epicentro. Con los amigos empezamos a
repartir los alimentos que tenían en el congelador, fuimos a los campamentos
que había en Pelluhue y Curanipe, la gente en carpa en los autos en los cerros.
Luego llegaron los milicos que también ayudaban a saquear en las playas y
casas abandonadas. Y llegaron las ayudas solidarias de los chilenos. Y la
llegada de mi hija muy emotiva, hay supe que yo estaba como desaparecido en
Internet.
La Amorocha.
Volvió días después del 27F, venia feliz porque no había comprado por horas
una casa cerca de Dichato que ahora ya no existía, se la llevó el mar. La
Amorocha tenía la piel morena y la voz muy dulce cantaba los boleros de la
Eddie Gorme y Los Panchos. De sangre y apellido mapuche había sido violada
cuando pequeña y eso la marcó en el tema sexual, no se dejaba penetrar. No
tenia hijos, pero a cambio tenia al Tom, un pastor alemán inmenso y viejo, la
Korina la putina, mi perra andaba feliz. Bueno la Amorocha quería a su perro
como un hijo, tuve que dejarlo entrar a mi cabaña, y nos cuidaba el sueño.
La Amorocha tenía un excelente cuerpo, ricos senos y rico trasero.
Disfrutábamos todas las noches, incluso una vez chupándole el pezón saboreé
su leche mapuche. Saliamos frecuentemente en su camioneta, fuimos a las
Cuatro Tazas y a las Termas De Chillán, con una suerte ya el Hotel había una
promoción post 27F, los cuartos estaban gratis solo había que pagar el
consumo, así es que estuvimos 4 días disfrutando de las termas y la buena
comida y vinos. Pero la Amorocha se puso como creída como aparentando
algo dentro del hotel como que tenía un complejo de clase, se encontró con
una amiga y me decía compórtate¡ Así es vinieron los problemas además que
en esos días engordó como salvaje, la última noche dormimos en camas
separadas.
Como salió Piñera que fue a inaugurar la primera casa de la reconstrucción a
Curanipe, un show montado, un viejo que recibía un papel helicópteros y
aviones, estuvieron no más de tres horas y se fueron. Después el presidente Y
Andrés Navarro quedaron en pana de bencina pasadito Curanipe. Bueno pasa
que la Amorocha era momia y con el nuevo presidente se apitutó con un
compadre de los que recibieron cargos políticos.
Los relojes del mar, las alcachofas,
las alcancías con sus llamaradas, los bolsillos del mar
a manos llenas, las lámparas del agua, los zapatos, las botas
del océano, los cefalópodos, las holoturias,
los recalcitrantes cangrejos, ciertos peces que nadan y suspiran,
los erizos se salen de los castaños del profundo mar, los paraguas azules del océano,
los telegramas rotos, el vals sobre las olas,
todo me lo regala el maremoto. Las olas regresaron a la Biblia: hoja por hoja el agua se cerró:
volvió al centro del mar toda la cólera, pero entre ceja y ceja me quedaron
los variados e inútiles tesoros que me dejo su amor desmantelado
y su rosa sombría. Toquen este producto:
aquí mis manos trabajaron diminutos sarcófagos de sal
destinados a seres y substancias, feroces en su cárdena belleza,
en sus estigmas calcáreos, fugaces
porque se alimentaran nosotros y otros seres
de tanta flor y luz devoradoras. Lo que dejo en la puerta el maremoto,
la frágil fuerza, el ojo submarino, los animales ciegos de la ola,
me inducen al conflicto, al ven y ven y aléjate, oh tormento,
a mi marea oculta por el mar. Mariscos resbalados en la arena,
brazos resbaladizos, estómagos del agua,
armaduras abiertas a la entrada de la repetición y el movimiento,
púas, ventosas, lenguas, pequeños cuerpos fríos,
maltratados por la implacable eternidad del agua,
por la ira del viento. Ser y no ser aquí se amalgamaron
en radiantes y hambrientas estructuras:
arde la vida y sale a pasear un relámpago la muerte.
Yo solo soy testigo de la electricidad y la hermosura que llenan el sosiego devorante.
Maremoto
Pablo Neruda (1960)
Edición Casera Particular.
Curanipe, Invierno del 2015.