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Introducción.
Himno: “Himno de la Beatificación”
1. Como el esplendor del trigo madurado por el sol,
con la fragancia del olivo y los almendros en flor.
En tus manos óleo y pan,
Ana María: tu vida es Don de Dios.
Amarte y servirte, siempre y en todo,
Con el fuego del amor tu lámpara siempre ardió.
Estimar-te i servir-te, sempre i en tot,
Amb el foc de l'amor la teva llum
Sempre va cremar.
2. ¡Ell ens va estimar primer, Ell la vida entregà!
Estimar-lo i servir-lo sempre:
resposta al seu amor que il·lumina al món d’avui.
Foc que crema, flama viva i calor.
3. Decidida caminaste, valiente peregrina.
Tus pasos sin fronteras para amar y servir.
Misericordia y compasión porque en tu vida Jesucristo es el Señor.
Beata Ana María Janer:
Mujer humilde, fuerte y rica
en misericordia.
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4. La teva vida Anna Maria ens invita a contemplar
Jesucrist en el germà, estimar-lo i servir-lo en Ell.
Camí de Caritat feta servei: nostra vida volem donar.
5. Brillas Madre en la Iglesia, crece nuestra Comunión,
tu Familia hoy celebra la Vida que es Don.
Tus huellas seguimos, Jesús nos envía e impulsa en la misión.
6. Por tu santidad de vida, heroica en la virtud,
cantamos con alegría alzando fuerte la voz.
Amarte, servirte, siempre y en todo, siempre y en todo. (2)
Salmodia.
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: “la paz contigo.”
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
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Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo, para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya, a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la Tierra.
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Hacemos memoria de nuestra historia.
“Enfermedad, última voluntad, muerte y enterramiento de la
madre Janer en Talarn (11 de enero de1885).”
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Canto.
“Bienaventuranzas” (Kairoi)
1. Felices somos en la pobreza
si en nuestras manos hay amor de Dios,
si nos abrimos a la esperanza,
si trabajamos en hacer el bien.
Felices somos en la humildad,
si como niños sabemos vivir
será nuestra heredad la tierra, la tierra.
Si el grano de trigo no muere en la tierra
es imposible que nazca fruto.
Aquel que da su vida para los demás tendrá siempre al señor.
2. Felices somos si compartimos
si nuestro tiempo es para los demás,
para el que vive en la tristeza
y para quien camina en soledad.
Felices somos si damos amor,
si en nuestras manos hay sinceridad,
podremos siempre mirar y ver a Dios, y ver a Dios.
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3. Felices somos si ofrecemos paz
y nuestra voz denuncia la opresión,
si desterramos odio y rencores
será más limpio nuestro corazón.
Felices somos en la adversidad
si nos persiguen cuando no hay razón,
la vida entonces tendrá sentido en Dios, sentido en Dios.
Homilía del cardenal Ángelo Amato
en el día de la beatificación de Ana María Janer
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Canto.
“Daré a Dios”
Daré a Dios toda mi vida,
todas mis fuerzas y mi bienestar.
Toda mi vida al servicio de mi Dios (2)
en la persona de los enfermos,
los ancianos y los niños. (2)
Conectamos nuestra vida con la Palabra.
«Lectura del evangelio de san Mateo (25,31-46)»
Canto.
“Entra”
Entra porque estuve enfermo
y me socorriste.
Entra porque tu lámpara siempre,
siempre, siempre ardió.
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Reflexión personal. (Podría ser dirigida)
Gesto.
Cada hermana cogerá una tarjeta con la oración que nos compromete a
estar con el hermano más necesitado. (Anexo final)
Peticiones.
En este día, en el cual Cristo nos ofrece signos palpables de su amor, rogamos
confiadamente al Padre de la Misericordia diciendo: Escucha Señor nuestra
oración.
1. Para que la experiencia de Ana María Janer, por un camino imprevisto y
sin seguridades, nos afiance en la Palabra de Dios y nos dé firmeza y vigor
en el seguimiento de Jesús. Oremos. 2. Para que los jóvenes sean capaces de ponerse en camino, apostar por
realidades nuevas y creativas y abrirse al misterio vocacional. Oremos. 3. Para que nuestra vida consagrada sea hoy luz del mundo y sal de la tierra
de manera que, al ver nuestras buenas obras, alaben al Padre que está en
los cielos. Oremos.
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4. Por nosotras para que estemos abiertas a la llamada de Dios cuando nos
pide algo que nos contraría en lo más profundo (una nueva misión, un
destino, un fuerte compromiso, la separación de personas que queremos,
el desarraigo de lugares...) y sepamos vivir en éxodo permanente. Oremos.
Padre nuestro.
Oración final.
Canto.
“Buena Madre” (Kairoi)
1. Buena Madre estoy aquí, quiero rezar, te quiero hablar.
Buena Madre has sido tú, con sencillez, creyente fiel.
En tu regazo quiero estar, cerca de ti.
Como un pequeño te daré todo mi ser, acéptalo.
Buena madre,
nuestra buena madre. (2)
2. Buena Madre veo en ti a la mujer llena de Dios.
Buena Madre, por la fe, sabes vivir la oscuridad.
Mira a tus hijos caminar buscando luz.
Mira la angustia y el dolor, danos tu fe, acógenos.