IUIT: Doctorado en Educación. Personas que han influido en mí profesionalmente.
Hablar de tu experiencia educativa definitivamente no es nada sencillo; mayor aún, si no es lo
que pensabas estudiar o a lo que pretendías dedicarte; sin embargo, el hecho de hacer el
recuento de los daños, me ha permitido revalorar lo que hago, mirar atrás y recordar a todas
aquellas personas que de una u otra forma, directa o indirectamente han influido en mi
quehacer educativo; es por ello, que decido hacer este escrito, mencionando a cada uno de
ellos al mismo tiempo que narro el pasar de los años y las gratas experiencias que he tenido.
Antes de hacer mención de las personas que de una u otra forma han influido en mi profesión,
y describir las razones de ello; me gustaría dar a conocer por qué llegue a ser docente; si bien
no estaba en mis planes o en mi proyecto de vida, he aprendido a querer y disfrutar de lo que
hago.
Cuando estaba por concluir la secundaria yo había decidido ser trabajadora social, en razón de
que me interesaba empezar a trabajar a la brevedad posible y poder ganar dinero; sin embargo
mi mamá se molestó mucho al saber mi decisión, porque ella quería que yo estudiara la
preparatoria para después estudiar una carrera a nivel licenciatura; por lo que no tuve otra
opción que obedecer y estudiar la preparatoria; a lo largo de ésta, fui desarrollando el gusto
por la carrera de psicología, ello porque constantemente conversaba con mi orientadora, quien
me platicaba del trabajo que realizaba por las tardes en su consultorio; además de que la
admiraba por cómo apoyaba a los compañeros que lo requerían al tener problemas familiares
y/o existenciales, así que estaba decidida, estudiaría psicología. Sin embargo al llegar las
fechas de los exámenes de admisión en la universidad, mi tutor, no me permitió estudiar una
carrera universitaria, debido supuestamente a que no había dinero (algo por cierto ilógico,
puesto que estudié en una preparatoria particular), por lo que él y apoyado por mi mamá ya
habían decidido que estudiaría para maestra; al recibir tal noticia, lloré, argumente, me enojé
y demás, pero no logré nada, la decisión estaba tomada y tenía que acatarla; y por si fuera
poco tendría que estudiar y trabajar, ya que un maestro le había comentado a mi tutor que en
el sistema federal había un programa donde podía entrar como “becaria”, para que me
permitieran trabajar entre semana y estudiar los sábados y vacaciones.
Entonces hice el examen de admisión y por desgracia para mí en aquel tiempo, pasé el
examen (aunque debo aceptar que el temor hacia mi tutor hizo que estudiara y contestara
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como creía que era correcto), ello le dio mucha alegría a mi mamá, pero yo estaba triste y
enojada. Se llegó el primer día de clases en el Centro de Actualización del Magisterio en el
Estado de México, plantel Toluca, recuerdo que para mí fue el día más aburrido y tedioso que
pude haber tenido, no me gustaba nada de lo que hablaban los maestros y peor aún, no sabía
que decir cuando cada maestro de las diferentes materias preguntaban por qué habíamos
decidido estudiar para maestros y además de preescolar. Sin embargo, tuve, creo, la fortuna de
conocer en mi grupo a una chica que se llamaba Erika, quien recuerdo, manifestaba su gusto y
emoción al poder estudiar para maestra y al escuchar sus razones, hasta cierto punto me daba
envidia; Erika, fue algo así como nuestra guía y ejemplo a seguir de todo el grupo, ya que era
la más inteligente y con mejores calificaciones de todo el grupo y siempre con el ejemplo nos
hacía que cumpliéramos en tareas y participáramos con objetividad; recuerdo que la directora
del plantel, al darnos la bienvenida nos dijo que éramos privilegiados, porque podríamos
combinar la teoría con la práctica y que nuestros maestros nos ayudarían a enfrentar y resolver
los grandes retos de ser maestros.
También se llegó aquel primer día de clases en la comunidad de Santa Clara en el Municipio
de Jocotitlán, una Barrio que estaba a 45 minutos de mi casa caminando, y que en época de
lluvias llegaba con medio metro de lodo en mis zapatos; mi mamá me daba para que diario
pagara taxi para llegar; pero yo prefería ahorrarlos para comprar cosas que requería en la
escuela o personales. Para poder tener mis primeros 13 alumnos, tuve que ir a visitar casa por
casa para lograr convencer a los papás que llevaran a su hijos; más cómo llevarlos, si ni
escuela había y por si fuera poco, no aparentaba la edad que tenía (18 años) y ello causaba
cierta desconfianza en los papás; el delegado nos apoyó en conseguir un cuarto pequeño que
estaba frente a la cancha de basquetbol, la supervisión nos dotó de mesas, sillas y material
didáctico para jardín de niños. Nunca olvidaré aquel primer día cuando Walter, Jaqueline y
Kary lloraban porque querían a su mamá y casi casi yo también lloraba con ellos; sin
embargo, no sé cómo o en qué momento, logré que ya no lo hicieran y que poco a poco
cambiaran su estado de ánimo, por lo menos hicieron los pequeños “trabajos” que les di para
que iluminaran y trataban de cantar las canciones que les cante (las que recordaba de cuando
yo iba al kínder), también viene a mi memoria como algo sorprendente, cuando a la hora de la
salida llegaron sus mamás por ellos y corrieron a abrazarlas, y les platicaron de lo que
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habíamos cantado y les mostraron con gusto los trabajos que hicieron; sus mamás les
preguntaban si querían regresar al día siguiente y oooohhhh!!! Sorpresa!!! contestaban que sí.
Entonces pasó el tiempo, septiembre, octubre y noviembre, tuve varias visitas de mi
supervisora y asesor técnico pedagógico de la zona, me explicaban cómo trabajar con los
niños, me enseñaban a planear mis clases, me dieron varios libros y artículos para leer, la
supervisora tomaba varias veces mi grupo para que yo pudiera observar sus estrategias de
enseñanza; en la escuela los maestros nos instruían sobre la historia de la educación, cómo
diseñar un proyecto con los niños, hacíamos diversas manualidades para aplicarlas en el aula,
etc; y llegó la primera evaluación y la forma de manifestar mi enojo fue sacando bajas
calificaciones (aunque cuidando de no reprobar por el temor al regaño de mi tutor) y diciendo
que iba a terminar la carrera como pudiera y después estudiaría lo que yo quisiera. Sin
embargo, nunca supe por qué y cómo o en razón de qué, el maestro de psicología educativa, el
Profesor Damián, al darme mi calificación de 7 (6.8 para ser exactos), me pidió que al final de
la clase saliera fuera del salón con él y recuerdo textualmente sus palabras: “a ver señorita,
usted está enfrentando de la peor manera el hecho de no querer ser maestra, no sea tonta
señorita, para empezar, usted no está trabajando con máquinas, está trabajando con niños; le
propongo algo; por qué no mejor estudia, saca bien su carrera de educadora y ya cuando
termine, trabaja y estudia lo que a usted le gusta; piénselo” no le contesté nada, pero me dejó
recapacitando todo el día.
También no sé si fue coincidencia o qué, pero la semana posterior a ese sábado, la supervisora
me hizo una visita a mi escuela, la maestra Lulú (Pichu, como todos le decíamos de cariño) al
final de la mañana de trabajo, después de haberme observado (que quien sabe qué desastre
haya visto), me dijo de una forma tranquila: “a ver hija, quiero que me digas en qué he
fallado en mi asesoría contigo, no sé, tal vez no me he explicado bien, los ejemplos que te he
dado no han sido los apropiados; tu dime, qué pasa”, la verdad, no supe qué contestar, sabía
que ella no era la que estaba mal, sino yo, que por mera rebeldía no quería hacer bien mi
trabajo; solo le contesté que no era ella, que había entendido qué es lo que tenía que hacer
para dar una buena clase; que me diera una oportunidad más; y así fue como me sentí
comprometida con ella; además de que los padres y mis niños manifestaban gusto por mi
trabajo conforme lo iba desarrollando; el delegado y mesa directiva entusiastamente
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realizaron gestiones para adquirir el terreno para las instalaciones del plantel; logramos
construir juegos rústicos en un espacio de área verde que había a las afueras de la casa que
nos prestaban, y después de dos ciclos escolares se logró la construcción de una aula; por
cierto a mí ya no me tocó disfrutarla, porque mi supervisora me sugirió el cambio a un Jardín
de Niños Bidocente en la comunidad del Barrio de San Carlos San Francisco Chejé,
Jocotitlán, México (comunidad que estaba a media hora en taxi de la casa); ello en razón de
que eran pocos niños y por mi grado de estudios (preparatoria concluida) era becaria y no
técnica y debería tener mínimo 18 alumnos; por lo que era necesario el cambio.
En el Jardín de Niños: “Julián Carrillo” trabaje con Lupita, una compañera con quien hice
buena mancuerna, incrementamos la matrícula, gestionamos y logramos la barda perimetral;
recuerdo que en ese entonces el gobernador Arturo Montiel, asistió a la comunidad a
inaugurar el CAPEP (Centro de Atención Psicopedagógica de Educación Preescolar) que se
encontraba a unos metros de nuestra escuela, la barda perimetral urgía debido a la seguridad
de los niños, además que de un lado del plantel estaban por caerse los cimientos de piedra y
era un riesgo para los niños, ya habíamos acudido con el presidente municipal y los
delegados, pero ninguno nos daba respuesta favorable, por lo que ese día aproximadamente a
las 3 de la tarde acudiría el gobernador, así que nos esperamos hasta esa hora y nos fuimos al
plantel que iba a inaugurar, cabe mencionar que por obvias razones no fuimos invitadas; pero
quien sabe cómo le hicimos pero logramos entrar (en ese entonces no había la seguridad
excesiva que hoy en día hacen en un evento de ese tipo); al terminar el protocolo oficial,
Lupita que era un poco tímida para hablar en público, sugirió que ella distraería al personal
que acompañaba al gobernador (delegados, presidente municipal y comitiva) y yo tratara de
acercarme a él y así lo hicimos, me puse de frente al Lic. Montiel y caminando delante de él,
le dije que era maestra del jardín de niños “Julián Carrillo” y que le solicitábamos su
intervención para la construcción de la barda perimetral, que ya habíamos solicitado apoyo
pero no nos daban lo requerido y nuestros alumnos estaban en riesgo y lo invité a acudir a la
escuela para que viera las condiciones; el presidente municipal se puso muy nervioso y decía
que eso ya estaba en trámite; sorprendentemente el gobernador accedió a ir al plantel y nos
subieron a la camioneta del personal que lo acompañaba para dirigirlos a la escuela, el Lic.
Montiel vio la escuela, y ahí mismo comprometió al presidente municipal y a su equipo para
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que nos dieran los recursos y materiales necesarios para la construcción de la barda y
finalmente después de ocho meses: ¡¡¡estábamos inaugurando dicha barda!!!!.
Dos ciclos escolares después, concluí la licenciatura (por cierto con buenas calificaciones y
formando un extraordinario equipo con Lucy, Juan, Patiño, Nazario y yo, quienes hacíamos
todo lo necesario por ser buenos alumnos, entregar los trabajos y tareas requeridas y cuando
alguien fallaba, entre todos lo sacábamos a flote) y la Jefa de Sector, la Maestra Judith
Jiménez de la Cruz, me dijo que la apoyara en irme al jardín de niños donde estaba el centro
de zona, para que hiciera labor junto con la directora encargada en incrementar la matrícula,
como éste plantel educativo estaba a quince minutos de mi casa, no dude en aceptar.
Entonces llegué al “Carmen Serdán Alatriste” en el Barrio de Tenería de Jocotitlán; donde
para poder incrementar los alumnos y justificarnos las dos docentes, nos íbamos los sábados
Adriana (mi compañera de trabajo) y yo a recorrer las casas de la comunidad en búsqueda de
niños, explicando todo lo que se trabajaba en preescolar y aventurándonos a promover las
clases de inglés para niños, surtiendo efecto esto último, ya que poco a poco fueron llegando
los niños, recibimos alumnos de 1º y formamos dos grupos uno de 38 y otro de 34, pintamos
los murales, ampliamos la barda perimetral, colocamos el barandal de ésta, adquirimos un
excelente equipo de sonido, cambiamos los juegos infantiles; en fin, creo que fue uno de los
planteles donde tuve grandes retos, grandes logros y sobre todo logré construir una excelente
relación laboral y de amistad con mi compañera, amiga y comadre hoy en día Adriana.
Como acababa de terminar la Licenciatura, aproximadamente en el mes de Octubre fui
llamada en el Departamento de Educación Preescolar, para informarme que ya me iban a dar
oficialmente mi plaza de docente; pero oooh! desilusión, era en el valle de México, en el
municipio de Teotihuacán, entonces por diversas razones (si lo acepto, más personales, que
profesionales… “no quería dejar al novio e irme”), no acepté mi plaza; así que tuve que
quedarme un año más como becaria; sin embargo, no me arrepiento de haber tomado esa
decisión, ya que logré legitimación como una buena educadora; mis autoridades educativas y
las municipales valoraron y reconocieron mi labor a través de diversos reconocimientos por
escrito, tanto de mi jefa de sector, como de las autoridades municipales; y qué decir de las
mamás y papás de la comunidad; quienes en todo momento nos apoyaron y trabajaron
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conjuntamente para el crecimiento del plantel, y aunque pudiera oírse muy modesto de mi
parte; pero creo que particularmente éste jardín de niños no ha vuelto a tener proyección a la
comunidad tanto local como municipal, así como reconocimiento en lo académico como en
ese entonces cuando Adriana y yo fuimos docentes de esa escuela.
Un ciclo escolar después, fui llamada nuevamente al Departamento de Educación Preescolar,
para el asunto de mi plaza como docente, y gratamente, recibí la noticia de que me sería
otorgada en el centro de trabajo donde estaba laborando; fue en éste periodo donde me casé y
nació mi primer hijo; y me traslade a la ciudad de Toluca a vivir; por lo que después de un
ciclo escolar más, tuve que solicitar mi cambio, a lo que orgullosamente los papás hablaron
con la supervisora para que no me fuera, y ante lo inevitable me hicieron una bonita
despedida; así mismo una semana después de mi salida de plantel también se fue Adriana
ascendiendo como Asesor Técnico Pedagógico del municipio de Ixtlahuaca; pero
satisfactoriamente hasta hoy en día los papás y alumnos nos ven y nos saludan con mucho
cariño e incluso varios de ellos, nos han invitado a fiestas familiares y diversos alumnos se
comunican conmigo para saludarme vía telefónica.
Profesionalmente, elaboré mi proyecto de tesis, lo concluí, quedando listo para la segunda
revisión y ser aceptado para la titulación oficial, mi tema era una propuesta pedagógica para
enseñar a tocar instrumentos de percusión y el teclado infantil a los niños de preescolar a
través de un código de figuras y colores, (obviamente muy bien asesorada y excelentemente
apoyada por mi novio en ese entonces Mario, hoy en día mi esposo); sin embargo por
situaciones familiares adversas, este proyecto no se concluyó, por lo que no me fue posible
titularme y así ejercí durante 10 años.
Llegué a la ciudad de Toluca, fui puesta a disposición de la zona 84 cuya supervisión estaba
en Sauces, fui adscrita al Jardín de Niños: “Adolfo López Mateos” en la comunidad de
Mayorazgo, Otzolotepec, México; un plantel de organización completa con 4 grupos, aquí fui
bien recibida por la directora, papás y alumnos, no así por mis compañeras docentes; quienes
me hicieron la vida imposible en dos semanas que duré ahí, recuerdo que la primer semana
llegaba a mi casa y le decía a mi esposo que yo no quería regresar a ese jardín, que mejor me
salía o pedía mi cambio; obviamente nunca me apoyó con esa idea trastornada; al contrario,
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me daba opiniones, sugerencias y me terapeaba para regresar con bríos día con día;
afortunadamente, dos semanas después llego la supervisora, me ofreció un cambio a otro
Jardín de Niños donde habría incremento; el cual las maestras rechazaron porque vivían cerca
de esta comunidad, y yo sin pensarlo mucho, obviamente dije que SIII, no sabía dónde estaba
el otro plantel, si más cerca o más lejos, pero pensé: cualquier cosa, será mejor que esto.
Entonces llegué al Jardín de Niños: “Francisco González Bocanegra”, en la Colonia
Guadalupe Victoria, Municipio de Otzolotepec; aquí llego por incremento, por lo que el grupo
que me tocó fueron los niños que las maestras de los otros grupos no quisieron conservar
porque eran latosos, porque no tenían grandes logros en sus aprendizajes, porque sus papás
eran conflictivos, etc., así que ya se imaginarán que gran grupo y reto tenía; además de que
para variar, en ese entonces, se remodeló la escuela y fueron tiradas tres aulas, por lo que
fuimos trasladados a una casa que estaba arriba de una tortillería, donde todo el día olía a gas;
y a mí me tocó un cuarto que estaba dividido en dos por lo que la mitad de mi grupo lo ponía
en una parte y la otra en el cuarto siguiente, y así daba mis clases; logré que egresaran niños
con un buen nivel de desarrollo de competencias, con aprendizajes bien cimentados, los
padres apoyaban en lo que se les solicitaba, evoco con agrado la comida que me hicieron el
día del maestro; donde una mamá me agradeció que tomara en cuenta a sus hijos, que los
valorara y que no solo les diera quejas de ellos, como lo hacían las otras maestras; además de
enseñarles a ellos el cómo ayudarles a ser mejores con sus hijos.
Al siguiente ciclo escolar, regresé ya a las instalaciones oficiales, tuve la oportunidad de
conocer ahí a dos extraordinarias educadoras, Glenda y Fátima, con quien hice una
extraordinaria mancuerna, trabajábamos en equipo y colaborativamente; aprendí mucho de
ellas, me apoyaron en contextualizar mi intervención docente de acuerdo a las características
de mis alumnos y la comunidad, generamos actividades de proyección a la comunidad y con
gran entusiasmo construimos el Plan Estratégico de Transformación Escolar, para poder
entrar al Programa de Escuelas de Calidad; con el cual nos la pasamos tardes enteras en mi
casa para poder hacerlo; aunque éramos seis maestras, solo nos integramos
comprometidamente nosotras 3 y la directora; logrando el ingreso y con ello adquirimos entre
diversos materiales didácticos una computadora para cada salón, lo cual fue una maravilla
para nosotros y nuestros alumnos.
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En ese entonces, la zona se dividió en dos y nuestro jardín de niños pasó a formar parte de la
zona de nueva creación 182, la cual queda a cargo del Maestro Joel, un supervisor que se veía
que era muy estricto y serio; recuerdo que particularmente me sorprendió que hiciera visitas
constantes al plantel, que nos asesorara en relación a lo que veía, que entrara a los salones y
que tomara mi grupo; situación que no había visto desde que estaba en Jocotitlán con la
maestra Pichu; además de que las reuniones de consejo técnico consultivo las coordinara él y
que nos cuestionara constantemente en relación a nuestra práctica, pero no para fiscalizarnos,
sino para generar en nosotros una autoevaluación y reflexión de nuestra práctica y con ello
darnos cuenta que había cosas que era necesario modificar.
Para esos tiempos, se dio la reforma educativa en preescolar y nuestro plantel fue elegido
como escuela piloto, teníamos visitas de asesoras del departamento de educación preescolar,
constantemente nos llamaban a reuniones y asesorías, teníamos que registrar y evaluar todo lo
que hacíamos; nuestra Asesora directa fue la Maestra Bertha, quien nos asesoró a mi juicio,
muy bien, de tal forma que logramos comprender el enfoque de competencias que
implementaba la reforma de la educación preescolar; ello nos permitió abrirnos espacio con
docentes de jardines de otras zonas, interactuar con maestros del departamento;
particularmente me empezaron a llamar a reuniones específicas, a evaluaciones de
departamento, a compartir nuestras experiencias exitosas y algo que recuerdo como un gran
reto, pero también como algo que me hizo dar cuenta de lo que quería hacer para seguir
superándome profesionalmente, fue que el supervisor, el maestro Joel, acudió al plantel a
invitarnos a las tres maestras de 3º a impartir un Consejo Técnico Consultivo al personal de la
zona, con la temática planeación didáctica y situaciones didácticas, así que diseñé mi sesión
de trabajo, preparé mi material y el día de la reunión me sentí como pez en el agua, me
encantó esa experiencia y mis compañeros con los que me tocó trabajar quedaron contentos
con el desarrollo de la mañana de trabajo, aprendí de ellos y creo que ellos también
aprendieron un poco de mí; entonces pensé: si algún día logro ascender, quiero ser asesor
técnico pedagógico.
Más adelante, el supervisor, me solicito el apoyo para conducir un Consejo Técnico
Consultivo a la zona en relación al Campo Formativo: Expresión y Apreciación Artística a lo
cual entusiastamente dije que sí, para ello, fui extraordinariamente asesorada y apoyada con
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material y estrategias didácticas por mi esposo Mario Flores Pérez, quien es compositor
musical, lo cual, creo yo, me permitió hacer en esa ocasión un buen papel y dar una reunión
significativa.
Poco tiempo después, en una reunión técnica que teníamos las educadoras con la directora,
llegó el supervisor y oooh! Sorpresa!!, me invitó a ser Asesor Técnico Pedagógico de la zona,
a lo cual sin pensarlo demasiado dije que sí; había llegado lo que estaba esperando!!!; sin
embargo, cuando empecé con los trámites para poder ser ATP, me armé de valor y tuve que
decirle con toda la pena del mundo a mi supervisor que no estaba titulada, pensé que en ese
momento, me iba a decir que entonces ya no iba a poder continuar con la propuesta, pero no,
solo recuerdo que me dijo: “por ahora no hay problema, solo titúlate lo más pronto posible”,
no supe si en ese momento me dio gusto o acrecentó mi vergüenza, pero también sin querer
me comprometió a hacerlo.
Por lo que a partir del 16 de Julio de 2006, fui oficialmente Asesor Técnico Pedagógico de la
zona 182, que después fue mi tan querida y admirada zona 18; un gran reto, experiencias
agradables y enriquecedoras, pero también de situaciones adversas y de experiencias
desagradables, ya que no es fácil que tus compañeros de trabajo, te acepten, no como
autoridad, porque no lo es el ATP, pero como una figura educativa que les asesore y de
sugerencias académicas; por lo que tuve muchas trabas por parte de mi propia exdirectora y
de algunas de mis excompañeras de plantel; no así con el resto de mis compañeros de zona,
quienes me recibieron cordialmente.
El Maestro Joel me ayudó mucho en darme estrategias para realizar mi función; me permitió
acompañarlo en varias visitas, primero, para conocer los planteles de toda la zona, así como al
personal docente y directivo; y también para poder aprender de cómo llevar a cabo una visita
técnica; me asesoró en relación a las dudas que tenía del programa; recuerdo que de pronto
cuando era educadora, me sentía si no la mejor, por lo menos una de las mejores maestras y al
llegar a la función de ATP y ver las cosas desde otra perspectiva, con otra visión y mayores
exigencias, me hizo darme cuenta que me faltaba mucho por aprender y dominar en cuanto a
contenidos del programa, así que me di a la tarea de leer nuevamente el programa, de
analizarlo y de hacer ejercicios de planeación para poder asesorar con mayor fundamento;
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trataba de integrarme a las actividades con los niños, tomaba los grupos cuando lo creía
necesario, recuerdo esa frase que siempre me ha ayudado a abrirme paso en mi quehacer
educativo y que en su momento mi Jefe me dijo con una voz firme y serio: “Maricarmen: tú
debes de ser congruente en lo que dices con lo que haces; si tú les dices a las docentes que
planeen es porque tú sabes hacerlo, si tú les dices que evalúen es porque tú sabes evaluar, si
tú les pides que sean puntuales, tú debes de ser puntual, no puedes pedir algo que tú no das”
y ello marco y ha marcado mi vida profesional y de cierta forma también la personal.
Recuerdo esa frase que tantas veces me decía (diario, por lo menos dos o tres veces al día);
“ya titúlate Maricarmen”; y yo decía que sí, más no sabía cómo, ya que había ido a mi
escuela para investigar y me dijeron que mi tema ya no era vigente debido a la reforma
educativa del nivel preescolar. Cierto día, mi Jefe llegó a la supervisión con unos folletos de
un curso para titularse a través de CENEVAL, puso el folleto sobre mi escritorio y me dijo:
“Ten, titúlate”, nunca supe si fue propuesta u orden, pero al ser una gran preocupación por la
función que desempeñaba y por la constante insistencia y presión de mi supervisor (algo que
toda la vida le estaré agradecida), sabía que era necesario que lo hiciera; entonces lo platique
con mi esposo, le enseñe la propuesta y una semana después, llegó con el dinero de la
inscripción al curso y me dijo: “Toma, inscríbete al curso y concluye de una vez por todas ese
ciclo que no has cerrado”, ante ello no pude ni debía negarme, así que entré al curso que duró
3 meses y presenté el examen para poder titularme, recuerdo de manera molesta aun conmigo
misma, que pasé con suficiente (mi reto era pasarlo por sobresaliente), así que tuve que hacer
un video con una clase grabada para pasar a la siguiente etapa; logré pasar todo el proceso y
por fin obtener mi título de Licenciada en Educación Preescolar, algo que no hubiese logrado
sin el apoyo de mi esposo.
A lo largo de mi estancia en la zona 18 como Asesor Técnico Pedagógico, tuve la oportunidad
de contar con el extraordinario compañerismo de grandes colegas, logré construir valiosas
amistades, pero sobre todo crecí profesional y personalmente, al interior de la supervisión
formamos un excelente equipo de trabajo mi supervisor, Viky (la secretaria de la zona) y yo;
además de que aprendí de grandes docentes como: Sarahí, Edgar, Rocio, y Lupita; quienes
son extraordinarios profesionistas, recuerdo con gran admiración a Edgar, porque él fue quien
despertó en mi la idea de estudiar la Maestría, ya que me platicaba de sus tareas, de lo que
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estaba aprendiendo al cursar la suya, y así todas las piezas se fueron engranando, una prima
de mi esposo estaba por concluir su maestría, así que le preguntamos respecto a todos los
datos del Colegio donde había estudiado, mi esposo consultó la página del Colegio en
internet, investigó las maestrías que ofrecía, sedes y costos, y me dio por escrito toda la
información; pero al ver que no me decidía, un día llegó y me dijo: “Aquí está el dinero para
la inscripción de tu maestría, pide permiso el Miércoles, porque nos vamos a México a
inscribirte” y ¿qué hacer ante ello?, pues aceptar el reto; así que me acompañó, me inscribí y
entré a estudiar la Maestría en Docencia y Gestión de Instituciones Educativas en el Colegio
de Estudios de Posgrado de la Ciudad de México.
En la zona 18 continué trabajando, aprendiendo y creciendo profesionalmente; realizamos
varias actividades propuestas por el Maestro Joel para actualizar al personal docente e
involucramos a los padres de familia para fortalecer la importancia del nivel preescolar y el
apoyo de ellos en cuanto al proceso de aprendizaje de lenguaje escrito bajo el enfoque
comunicativo funcional. Así mismo realizamos varias acciones académicas a partir de la
reflexión y el análisis de la práctica educativa.
Durante este proceso tuve la fortuna de trabajar colaborativamente con Diana, Margarito y
Rosa Elena; tres extraordinarios Asesores Técnico Pedagógicos quienes con su particular
estilo de asesoría y peculiar personalidad, cada uno de manera indirecta e indirecta me dieron
herramientas y me motivaron a mejorar mi función de asesoría y hoy por hoy los admiro por
su forma de entregarse a su profesión.
Dos ciclos escolares después, recibí la invitación de la Profra. Guadalupe, supervisora del
Sector 03, para ser Asesor Técnico Pedagógico de Sector, fue una decisión difícil de tomar ya
que en la zona donde laboraba me encontraba muy a gusto; pero requería obtener la doble
plaza para mejorar mis ingresos económicos y sabía que estando en el sector sería más fácil;
por lo que muy a mi pesar acepte la función; una vez tomada la decisión, hable con mi Jefe el
Maestro Joel quien no dudó en apoyarme, sabiendo que sería una buena oportunidad para mi
superación profesional y en una emotiva despedida con grandes detalles de todos aquellos
docentes que aprecio hasta hoy en día, tuve que decir adiós a esa gran zona.
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El haber estado como ATP de Sector me permitió aprender en relación a la gestión
administrativa; el interactuar directamente con supervisores y asesores de otros sectores y con
personal del departamento me obligó a actualizarme en relación a la gestión escolar,
nuevamente tuve otra perspectiva de cómo operaba el nivel preescolar y desafortunadamente
comprobé que entre más te vas alejando de las docentes y directoras, quienes son los que
trabajan directamente con los niños en las aulas y escuelas respectivamente, se va perdiendo
la visión y la empatía con ellos, razón por la cual no estaba del todo a gusto con la función
que desempeñaba; a pesar de ello y de que constantemente mi jefa me manifestaba su disgusto
por salir continuamente a las zonas de visita técnica, acudía periódicamente las 7 zonas
escolares que integraban el sector, de acuerdo a las actividades académicas que tenían o bien
cuando ellos me lo solicitaban, afortunadamente, nuevamente vuelvo a contar con el apoyo y
la guía del maestro Joel, (mi exjefe); quien me apoyaba cuando me encontraba ante
situaciones de incertidumbre con otros supervisores; cuando tenía dudas de cómo actuar o
asesorar en situaciones específicas; pero sobre todo me ayudo para que no perdiera el piso y
en que no cayera en el nimetismo como así lo mencionaba él, en relación a un autoritarismo
innecesario, sino ser empática y humana, recordándome una y otra vez de manera indirecta
aquella frase de “Ser congruente en el decir con el hacer”. Siempre me recomendaba acudir a
las zonas, visitarlas, involucrarme con el trabajo de mis compañeros asesores y también de
esta forma, me iría ganando el reconocimiento de los supervisores, y así lo hice, teniendo la
satisfacción de conseguir que un supervisor que no me acepto desde un inicio y
constantemente me ponía trabas para realizar mi trabajo al final logré su reconocimiento al
solicitar mi apoyo en asesorías y puntos de vista de su plan de zona escolar.
Particularmente, durante dos ciclos escolares adopte directamente a un jardín de niños en la
aplicación del Programa Nacional de Lectura y fue muy satisfactorio obtener magnánimos
resultados con todo el personal que integraba el plantel, ya que no solo trabajé en relación a
dicho programa; sino que de manera trasversal modificamos formas de planeación y
evaluación, la directora cambio la dinámica de conducir los consejos técnicos consultivos, el
maestro de Música realizo una intervención integral y fueron tomados en cuenta el personal
administrativo y de apoyo para la operatividad de la Biblioteca Escolar.
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Con mis compañeros ATP de las zonas, fue un tanto difícil en un inicio que me aceptaran; ya
que de pronto de ser su compañera, me convertí en su coordinadora, pero poco a poco a través
de las visitas, de involucrarme con su trabajo en su zona y de apoyarles en lugar de
fiscalizarlas, me fui ganando su confianza y con 6 de ellos logramos hacer buen equipo de
trabajo. Sin embargo era más trabajo administrativo que pedagógico y ello hacia que no me
sitiera útil del todo y que no estuviera creciendo profesionalmente como en mis anteriores
trabajos; reconozco que el haber trabajado con la maestra Lupita, fue de gran aprendizaje para
mí, experimenté diversas estrategias de organización y administración que hoy en día pongo
en práctica en mi actual trabajo, así mismo el reconocimiento y compañerismo que tuve con
diversas autoridades de zona, de sector, departamentales y sindicales han sido significativas.
Mientras todo esto sucedía continué estudiando la maestría, al principio fue difícil ya que
habían pasado 10 años sin estudiar, pero tuve la fortuna de encontrar a 4 maravillosos
compañeros de grupo, con quienes no solo compartimos experiencias de aprendizaje y
momentos estresantes de tareas por exposiciones de equipo, sino que la Dra. Lupita, Lulú, el
Dr. Jaime y el Dr. Jaciel fueron personas claves para poder concluir con éxito la maestría, sino
también momentos de linda amistad, siempre apoyándonos y regañándonos cuando lo
consideramos necesario, logrando concluir los 5 la maestría y con excelentes calificaciones y
el reconocimiento de varios de nuestros profesores y compañeros, hoy por hoy aunque ya no
nos frecuentamos nos seguimos comunicando por las redes sociales y vía telefónica.
Un suceso especial y que me gusta recordar con mucho orgullo y satisfacción es en relación a
todo el proceso que tuve que hacer para obtener mi doble plaza, ya que durante 5 años estuve
trabajando prácticamente lo de dos turnos, percibiendo el sueldo de uno. Mi Jefa la Maestra
Lupita me acompañó a ver al Director General de Educación Básica para solicitar su apoyo
con la doble plaza, a lo que él nos contestó que no había otra forma de hacerlo más que
cubriendo una licencia de gravidez para poder presentar el examen de oposición. Así q nos
dimos a la tarea de identificar a maestras que estaban por irse de incapacidad y hablamos con
los supervisores para que nos apoyaran en hacer la propuesta para que yo cubriera dicha
licencia.
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Y así fue, cubrí a una educadora en el jardín de niños: “Frida Kahlo” de la comunidad de San
Francisco Tlalxilalcalpan, Almoloya de Juárez; para ello había ocasiones que a las 7:30 u 8:00
de la mañana ya estaba en el sector dejando documentación que requería entregarse ese día al
departamento o bien remitir a las zonas escolares y de ahí me iba rápido a mi Jardín de Niños,
mis alumnos salían a las 12:00, prácticamente 12:30 o 12:40 iba terminando de entregarlos
con sus mamás y a las 13:15 ya estaba mi jefa hablándome porque ya me necesitaban en el
sector o antes para las reuniones académicas que había con los equipos de supervisión y
asesoría de las zonas escolares, teniendo un horario de salida a las 19:00 hrs.; así que en las
mañanas era docente frente a grupo y por las tardes Asesor Técnico Pedagógico de Sector.
Vienen a mi memoria las palabras de mi Jefa cuando me fue otorgado el nombramiento para
cubrir dicha licencia de gravidez: “recuerda que antes que nada eres Asesor de Sector, el
Asesor de mí Sector y como tal vas a responder; no vas a quedar mal allá por cumplir aquí;
pero tampoco quiero que me quedes mal aquí por cumplir allá; ¿cómo le vas a hacer?, no sé,
pero tú puedes con esto y más”; ello implicó para mí un gran compromiso y responsabilidad,
así que me dividí en mil para poder cumplir con todo lo laboral, en la maestría y con la
familia.
En el Jardín de Niños sentía que los ojos de todos mis compañeras y del propio supervisor y
ATP de la zona estaban sobre mí, para ver si en verdad podía y cumplía con el grupo,
concluyó el ciclo escolar y fue un aliciente a todo ese estrés maratónico el que los papás y
compañeras educadoras reconocieran mi hacer educativo, el último día de clases recibí flores
y cartas de mis alumnos y un arreglo floral de todo el grupo, y un ciclo escolar después
cuando mis alumnos egresaron del nivel preescolar fui invitada por los papás y compañeras
del plantel a su ceremonia de entrega de certificados.
Este tiempo de práctica frente a grupo me ayudo para ir preparándome y estudiando para el
examen de oposición, ya que éste plantea varias preguntas prácticas, sin embargo por ser fin
de ciclo escolar no tenía el tiempo suficiente para poder estudiar cómo se requería, ya que la
entrega de documentación administrativa por evaluación final de ciclo demandaba atención de
tiempo completo, así que lo único que pude hacer fue descargar los archivos que la guía de
estudio solicitaba. Y a partir del primer domingo de vacaciones hasta un sábado antes del
examen (una semana únicamente) me encerré en el estudio de la casa a instruirme para el
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examen, ello con el apoyo incondicional de mi esposo e hijos, quienes me atendían y hacían
todo lo posible porque tuviera las mejores condiciones para estudiar de manera adecuada. La
presión era enorme, todos me decían que no me preocupara, que el examen lo pasaría sin
ningún problema, pero eso para mí, más que un aliciente, era una carga y responsabilidad que
cada vez se hacía más pesada.
Llegó el día del examen de oposición, debo reconocer que lo sentí difícil, pero al mismo
tiempo estaba segura de lo que contesté; sin embargo la semana después del examen y antes
de que salieran los resultados, ha sido la más agobiante que he tenido por la incertidumbre de
saber los resultados. Así que llegó el siguiente domingo al examen y era hora de consultar los
resultados, yo tenía miedo de verlos, así que fue mi esposo quien los revisó y me dio la grata
noticia de que había pasado el examen, y no solo eso, había quedado en primer lugar en la
lista de apelación, por los resultados en cuanto a aciertos contestados… ¡¡¡fantástico!!! Logré
lo que tanto había buscado, así que dos meses después estaba recibiendo el nombramiento
oficial de mi doble plaza, orgullosamente obtenida con esfuerzo, trabajo y dedicación.
Al concluir la Maestría, Lulú me invito a continuar con el Doctorado, pero no acepté debido a
que quien continuaría en los estudios de posgrado sería mi esposo, así era el trato y
organización de familia; sin embargo al comentarle a Mario que Lulú tenía planes de
continuar, me dijo que yo también lo hiciera y me insistió tanto que terminé aceptando esa
idea loca de seguir estudiando, aunque no muy convencida del todo, ya que exactamente ocho
días después de la ceremonia de graduación de la maestría entramos a estudiar el doctorado.
En el sector continué trabajando como Asesor, pero debido a la exigencia de mi Jefa porque
todo saliera perfecto y a la primera (algo que no considero malo y de lo cual, insisto, aprendí
y adquirí buenos hábitos de trabajo), tuve que tomar la decisión de solicitar mi cambio
nuevamente como Asesor Técnico Pedagógico de Zona, ya que la presión por el tiempo extra
que requería la función, me estaba originando ciertos problemas de salud y también le estaba
restando tiempo de convivencia y atención a mí familia, además de que poco podía aplicar de
los conocimientos que estaba adquiriendo en el doctorado, por lo que concluyendo el ciclo
escolar hable con la Maestra Lupita para informarle que quería solicitar mi cambio, a lo cual
no estuvo de acuerdo y trato de bloquear mi decisión, pero al contar con el apoyo del
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Profr. Pedro del Sindicato, no hubo otra opción; y me dio mi liberación; siendo así como llego
a mi actual zona escolar.
La Zona Escolar No. 003, del Sector 01. Una zona donde fui recibida con mucho escepticismo
por parte del personal docente y directivo, ello en razón de las experiencias que habían tenido
en relación a la asesoría, además de que mi jefa literalmente me dijo que ella no quería que
llegara a su zona porque era muy enojona y exigente en el trabajo; por lo que hasta hoy en día,
esta zona me ha implicado grandes retos, diversos altibajos por la dinámica que venían
trabajando, he estado tratando de conformar un buen equipo técnico con apoyo del Asesor de
Educación Física: Mayra.
Dicho espacio educativo me ha permitido poner en práctica todas las experiencias y saberes
que fui adquiriendo en los anteriores centros de trabajo, así como los aprendizajes obtenidos a
lo largo del doctorado en educación; siendo a partir de ello que paulatinamente he ido
ganando terreno en cuanto a credibilidad y distinción como Asesor Técnico Pedagógico en
esta zona, demostrando a través del ejemplo y no solo en el discurso, que se puede tener una
intervención educativa de acuerdo a las bases para el trabajo docente que marca el Programa
de Estudio 2011 de Preescolar y que el directivo puede ejercer un liderazgo académico a
través de una asesoría sistemática, aplicando estrategias para hacer entender a diversas
personas que la autoridad no es únicamente para imponer, sino para apoyar, asesorar y
ordenar a través del ejemplo.
Aquí aun me queda mucho por hacer, sin embargo todas las prospectivas y planes que se
tienen están de manera incierta debido a la reforma educativa, donde la figura del Asesor
Técnico Pedagógico ha sido fuertemente criticada y cuestionada, sin embargo, he decidido no
quitar el dedo del renglón, estoy convencida que la función de Asesoría Técnico Pedagógica
es una de las más importantes para lograr de manera colaborativa con directivos y docentes
los aprendizajes en los niños, aplaudo el que muchos Asesores Técnicos ya no ejerzan porque
no tenían ni el perfil ni las competencias profesionales para brindar asesoría y
acompañamiento a los maestros frente a grupo; sin embargo, no estoy de acuerdo que se haya
generalizado, pero todo esto lo tomo otra vez como un reto, donde nuevamente tendré que
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empezar desde abajo para poder seguir siendo lo que tanto me gusta y disfruto hacer que es:
Asesor Técnico Pedagógico.
Diversas son las personas que han influido en mi profesión para bien, quienes han compartido
conmigo experiencias desagradables las recuerdo como eso, pero trato de asimilar lo
necesario también de ellas, no sé en qué momento me enamoré de mi profesión, tal vez el tipo
de educación que recibí de niña al exigirme que las cosas se tenían que hacer bien siempre,
influyó en la responsabilidad que ejerzo en mi trabajo.
Disfruto mi trabajo, me divierto haciéndolo, trato de ayudar de manera colaborativa, pero
también soy muy exigente con la gente que atiendo, y un defecto que tengo (si es que así se
pudiera llamar), es que no tolero a la gente que no es responsable con su labor y peor aun
cuando por ello bloquean o afectan mi función, esto ha ocasionado ciertas rencillas con
algunos compañeros.
Actualmente tengo un extraordinario ambiente de confianza y compañerismo con mi jefa, me
ha aceptado como soy profesionalmente y me da libertad para proponer e implementar
acciones académicas hacia la mejora del liderazgo académico del directivo y la mejora de la
intervención del docente a partir del reconocimiento de lo que hace en el aula.
Finalmente hoy en día, después de hacer toda ésta reseña laboral que al mismo tiempo obliga
a hacer un recuento personal, me pongo a pensar: Tal vez estaba errada en mi decisión de ser
psicóloga y la vida o el destino puso en mi vida a todas estas personas que he nombrado para
darme cuenta de cual era mi verdadera vocación.
No descarto la idea de algún día poder estudiar una carrera o especialidad en psicología, pero
por ahora no es mi prioridad, disfruto enormemente de lo que hago, tengo la fortuna de contar
con dos extraordinarios hijos que son mi motor y por quien doy mi vida entera y quienes hoy
y siempre son y serán mi prioridad (aunque en algún momento alguien lo dude).
Una vez escuche una frase que en su momento me significó sustantivamente por situaciones
personales que estaba viviendo: “El ejemplo es una orden silenciosa”, y al ver a mi hijo el
menor que en su proyecto de vida tenga contemplado estudiar una maestría y formar una linda
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familia, o al observar a mi hijo el mayor dedicando largas horas de estudio y ser
extremadamente responsable en sus escuelas, o también cuando personal docente y directivo
te dice: “ya consulte escuelas para estudiar la maestría y pronto te alcanzaré en el doctorado”;
me doy cuenta que voy cumpliendo con mi misión como persona y profesionista, pero
consiente de que aún me falta mucho por recorrer.
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