7/23/2019 Izquierda Revolucionaria en Uruguay
1/27
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Pan merican Institute of Geography and History
Propuest as revolucionarias en la izquierda uruguaya de los aos 60Author(s): Eduardo Rey TristnSource: Revista de Historia de Amrica, No. 132 (Jan. - Jun., 2003), pp. 75-100Published by: Pan American Institute of Geography and HistoryStable URL: http://www.jstor.org/stable/20140109
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2/27
PROPUESTAS
REVOLUCIONARIAS
EN
LA
IZQUIERDA
URUGUAYA
DE
LOS
A?OS
60
Eduardo
REY
TRISTAN*
Abstract
This article
study
the main
revolutionary
proposals
in
the
Uruguayan
left
between 1966 and 1973. Firstly, show a general view about the origin of the
revolutionary
groups
between
1963
and
1966,
trying
to
situate tendences
and
debates about
the
posibilities
of
revolutionary
action
in
Uruguay.
Sec
ondly, analyce
the
two
main
proposals
borned
in the
preceding period,
prac
ticaly
the
only
that
can
be
considered
such
as:
the
foquis
ta
model
of
National
Liberation
Movement
-
Tupamaros
(MLN-T),
and
the insurrec
tional
model
of the Anarchist
Uruguayan
Federation
(FAU).
Resumen
Este
trabajo
trata
de
dos
principales
propuestas
revolucionarias existentes
en
la
izquierda
uruguaya
entre
1966
y
1973. Para
ello,
en
primer
lugar
traza
un
panorama
general
de
la
gestaci?n
y
nacimiento
de
los
grupos
revoluciona
rios
entre
1963
y
1966,
ubicando
procedencias,
tendencias
y
debates
en
torno
a
las
posibilidades
de acci?n
revolucionaria
en
el
pa?s.
En
segundo
lugar,
analiza las
dos
principales
propuestas
que
nacieron
del
periodo
ante
rior,
pr?cticamente
las
?nicas
que
pueden
considerarse
como
tales,
aquellas
que
fueron definidas
de
forma estructurada
y
que
fueron llevadas
a
la
pr?cti
ca por las organizaciones que las defend?an: el modelo foquista del Movi
miento
de
Liberaci?n
Nacional
-
Tupamaros
(MLN-T)
y
el insurreccional
de
la Federaci?n
Anarquista
Uruguaya
(FAU).
Entre
1955
y
1971,
la
izquierda
uruguaya
sufri?
una
transformaci?n
radical.
De
ser
una
izquierda
bipartidista,
dominada
por
socialistas
y
comunistas,
minoritaria
electoralmente1
e
integrada
en
el
sistema
a
trav?s de
la
actividad
*
Investigador
Posdoctoral
de
la
Universidad
de
Santiago
de
Compostela.
Trabajo
realizado
en elmarco del
Proyecto
de
Investigaci?n
BHA2002-01644, Ministerio de Ciencia y Tec
nolog?a.
Correo
electr?nico:
1
Desde
su
nacimiento,
nunca
super?
el
10%
de los
votos,
quedando relegada
a
papeles
de
cr?tica
en
unas
c?maras
dominadas
por
la abrumadora
mayor?a
que
se
repartieron
siempre
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3/27
Eduardo
Rey
Tristan
R.H.A. N?m. 132
pol?tica parlamentaria y de la sindical, pas? a ser una izquierda pr?cticamen
te
monopartidista,
aglutinada
en
el
Frente
Amplio
(FA),
renovada
ideol?gi
camente,
que
ampli?
su
base
pol?tica
y
electoral
con
la
integraci?n
de
fuerzas
procedentes
de
los
partidos
tradicionales, y
en
la
que
el
peso
del
binomio
socialista-comunista
pas?
a
un
segundo
plano.
En
esa
evoluci?n
vio
adem?s c?mo
de
sus
filas
nac?an
propuestas
revolu
cionarias
que
se
colocaban
fuera del sistema
y
que,
en
ciertos
momentos,
compet?an
con
ella
por
la direcci?n del movimiento de
masas.
Ambas
no
eran,
sin
embargo,
dos
izquierdas
diferentes
y
encontradas. Fueron dos
ver
tientes de una opci?n pol?tica unitaria, que pugnaba por una transformaci?n
social,
pol?tica
y
econ?mica del
Uruguay,
pero que
lo
hac?an
por
caminos
diferentes,
divergentes
en
muchos
casos,
pero
con
puntos
de
contacto
en
otras
ocasiones.
En
estas
p?ginas
nos
ocuparemos
de la vertiente
revolucionaria
de
la
izquierda
uruguaya
en
la d?cada
de
los
sesenta
y
los
primeros
a?os
setenta.
Analizaremos
sus
principales
propuestas
de transformaci?n de la
sociedad,
al
tiempo
que
las formas
a
trav?s
de las
que
entend?an
aquellas
deb?an
ser
puestas
en
pr?ctica.
La
izquierda
revolucionaria
uruguaya
estuvo
compuesta
por
diferentes
grupos
en
distintos
momentos. El
comienzo de
su
periodo
de
gestaci?n
se
sit?a
hacia los
primeros
meses
de
1963,
pudiendo
considerarse
definitivamente
consolidada
como
opci?n
dentro de
la
izquierda
cinco
a?os
m?s tarde.
A
lo
largo
de
esos
a?os,
fueron
muchos
los
grupos
que
participa
ron
en sus
debates
y
estructuras,
los
que
colaboraron
a
trav?s
de
esos
?mbi
tos
en
la
conformaci?n definitiva
de las diversas
propuestas
revolucionarias
que
cuajaron
en
la
segunda
mitad
de la
d?cada.
Aqu?
nos
ocuparemos
de las
dos m?s
importantes,
pr?cticamente
las
?nicas
que
pueden
considerarse
como
tales,
aquellas
que
fueron
definidas
de forma estructurada
y
que
fue
ron
llevadas
a
la
pr?ctica
por
las
organizaciones
que
las
defend?an:
el
mode
lo
foquista
del
Movimiento
de
Liberaci?n Nacional
-
Tupamaros
(MLN-T)
y
el insurreccional
de la Federaci?n
Anarquista Uruguaya
(FAU).2
Estudia
el
Partido Colorado
(habitual
partido
de
gobierno)
y
el
Partido Nacional
(hasta
1958
el
partido
de
oposici?n).
2
Creada
en
1956,
represent?
la
renovaci?n
y
actualizaci?n
de
un
anarquismo
otrora
capital
en
el
movimiento
obrero
uruguayo pero
desde 1929
muy poco
significativo.
La
reorgani
zaci?n
y
renovaci?n
supuso
el
ensayo
de
nuevos
caminos
y
la
incorporaci?n
de
nuevas
ideas.
La Revoluci?n
Cubana
tuvo
una
influencia decisiva
en
su
evoluci?n,
e
incluso
su
apoyo
le cost? a la fau una de sus m?s
graves
crisis internas en los
primeros
a?os sesenta.
Para
su
primera
etapa
no
existen
trabajos publicados.
Las informaciones
aqu?
utilizadas
provienen
de entrevistas
con
viejos
militantes,
especialmente
Juan
Carlos Mechoso
(reali
zada
por
el
autor,
9/11/1999
y
9/11/2000,
Montevideo),
de
prensa
(Voluntady
Lucha Li
76
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4/27
enero-junio
2003
Propuestas
revolucionarias
en
la
izquierda
uruguaya...
remos con detenimiento ambos en la segunda parte de este trabajo. Antes,
en
la
primera,
veremos
los
rasgos
generales
del
periodo
en
el
que
se
con
formaron
(1962-1967);
y
daremos
cuenta
brevemente
de los ?mbitos
en
los
que
lo
hicieron
y
de los
otros
grupos que
formaron
parte
de
esos
espacios,
participando
ah? del rico
en
intenso
debate definidor
de
los
modelos revolu
cionarios
del
Uruguay
de los
a?os
siguientes.3
En
estas
p?ginas
no se
analizar?
la
propuesta
ideol?gica
y
de acci?n
del Par
tido Comunista
Uruguayo
(PCU).
Como
se
ver?
a
lo
largo
del
texto,
no
enten
demos
que
?sta
pueda
considerarse
revolucionaria
en
el sentido
en
el
que
aqu?
se utiliza. Si bien su objetivo final es la transformaci?n de la sociedad, y por
tanto
en
ese
aspecto
el comunismo s?
era una
opci?n
revolucionaria,
en
el Uru
guay
de los a?os
sesenta
e
inicios de los
setenta
el
PCU
defend?a
posturas
que
no
contemplaban
una
acci?n directa
y
radical
para
llevar
adelante
esas
transforma
ciones.
Se
entienden
como
organizaciones
revolucionarias,
por
tanto,
aquellas
que
defend?an
la
acci?n
revolucionaria
inmediata,
que
en
la
Am?rica
Latina de
los
a?os
sesenta,
por
influencia del castrismo
principalmente,
significaba
sobre
todo
el
recurso a
la lucha
armada.
En
otros
?mbitos,
caso
de los frentes
de
ma
sas,
eso se
traduc?a
en
posiciones
combativas
en
cuanto
a
demandas,
acci?n
y
organizaci?n,
como
veremos.
La
postura
del
PCU
a
lo
largo
del
periodo
estudiado hab?a sido
fijada
en
el
proceso
de renovaci?n
partidaria
iniciado
en
julio
de
1955
con
la sustituci?n
del
viejo
l?der
y
fundador del
partido Eugenio
G?mez
por
Rodney
Arismendi.
A
partir
de
un
an?lisis de la
situaci?n nacional
que
presentaba
al
Uruguay
como
un
pa?s dependiente
y
doblemente
oprimido (por
el
imperialismo
norteamerica
no en
lo
externo
y
por
los
grandes propietarios
y
grandes capitalistas
en
lo in
terno),
se
entend?a la
sociedad
uruguaya
como
la
tensi?n
entre
dos
bloques
definidos:
una
minor?a de
terratenientes
y
un
pu?ado
de
capitalistas
vendidos al
imperio
?se
dec?a?,
frente
a
la
mayor?a
de
la
poblaci?n
del
pa?s
(la
clase
obrera,
el
campesinado,
las
grandes
masas
de la
peque?a
burgues?a
urbana,
la
intelectualidad
y
la
burgues?a
nacional).
La
v?a
para
superar
esa
situaci?n
ser?a
la
revoluci?n
agraria
antiimperialista,
y
el instrumento
clave
para
ello,
centro
desde
entonces
de
su
estrategia
pol?tica,
el
Frente
Democr?tico de
Liberaci?n
Nacional,
gran
caudal unitario
de todas las fuerzas
democr?ticas
encabezadas
por
el
proletariado
en
alianza
con
los
campesinos.
Ese Frente
estar?a
conforma
bertarid),
y
de
alguna
documentaci?n
procedente
del
Archivo de
F
AU,
Montevideo. Para
el
periodo posterior
a
1965,
contamos
con
el
reciente
trabajo
del
propio
Mechoso
(2002).
3
Una visi?n m?s
amplia
de ese
periodo,
con detalle de
grupos,
relaciones,
debates
y
pro
puestas,
podr?
encontrarse
pr?ximamente
en un
trabajo
que
ser?
publicado
en
la Revista
de
Historia
(Escuela
de
Historia,
Universidad
Nacional
y
Centro de
Investigaciones
His
t?ricas de
Am?rica
Central,
Universidad
de Costa
Rica,
Costa
Rica).
77
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5/27
Eduardo
Rey
Tristan R.H.A. Num. 132
do por las fuerzas representativas de ambas clases, todo bajo la conducci?n del
Partido
de
vanguardia,
el
comunista.4
La
estrategia
del
PCU
desde
finales
de
los
cincuenta
dej?
de lado la
acci?n
revolucionaria
inmediata
como
v?a de transformaci?n radical de
la sociedad.
Se centr?
en
el desarrollo
del
partido
y
en
la acumulaci?n
de fuerzas
entre
las
distintas clases
a
trav?s
del
Frente Democr?tico de Liberaci?n
Nacional,
cuya
expresi?n
pol?tica
desde 1962
fue
el
Frente
Izquierda
de
Liberaci?n
Nacional
(FIDEL).
Su acci?n durante la
siguiente
d?cada,
hasta el
golpe
de
estado de
1973,
sigui? siempre
esos
principios.
Y
hay
que
se?alar
que
lo
hizo de modo relativamente exitoso por cuanto el PCU-FIDEL increment? sus
fuerzas
y
su
peso
pol?tico
de
forma
muy
significativa,
adem?s de
ser
la fuer
za
dominante
en
el movimiento sindical.
Gestaci?n
de
las
propuestas
y grupos
revolucionarios
Desde finales de
1962
e
inicios de
1963,
militantes
procedentes
de las dis
tintas fuerzas
de
izquierda
comenzaron a
discrepar
con
las
l?neas
de
sus
organizaciones
y
a
pensar
en
la esterilidad de las v?as hasta
ese
momento
transitadas.5
En
sus
planteamientos
estaba
presente
sin duda el
?xito de
la
Revoluci?n
Cubana,
ejemplo
en esos
a?os
para
el
continente de transforma
ci?n radical
a
partir
de la acci?n.
Igualmente
se
encontraban
una
serie
de
importantes
frustraciones
pol?ticas
vividas
en
los dos
a?os
precedentes,
de
las
que
destacamos sobre todo
tres:
la
incapacidad
de la
izquierda
para
lograr siquiera
las
firmas necesarias
para
plebiscitar
una
reforma constitu
cional
que
defend?a
propuestas
tales
como
la reforma
agraria
(1961);
los
4
Los materiales
claves
para
comprender
la
renovaci?n comunista
y
la
propuesta
pol?tica
que
rigi?
la
vida
del
partido
en
los
siguientes
a?os
hasta
1973,
son
los resultantes del
XVI
Congreso
Ordinario del PCU:
Informe
del Comit?
Nacional,
le?do
por
R. Arismendi
(30/9/1955,
Montevideo,
84
pp.,
Archivo
Fundaci?n R.
Arismendi,
Montevideo);
y
del
XVII
Congreso
Ordinario
(noviembre
de
1957):
Declaraci?n
Program?tica
y
Plataforma
Pol?tica Inmediata
(PCU, 1988:54-66).
Importante
en
la
fijaci?n
de
la l?neadel
partido
fue
tambi?n
el
trabajo publicado
por
R.
Arismendi
en
la
Revista
Estudios
(?rgano
te?rico
del
PCU),
El
PCU
ante
el
XL
Aniversario de
la
Revoluci?n
de
Octubre ,
no.
7,
noviembre
de
1957,
pp.
17-31.
5
Cabe
se?alar
que
desde 1960 al hablar de la
izquierda
ya
no
nos
referimos s?lo
a
los
partidos
que
tradicionalmente
la hab?an conformado:
PCU,
psu
y,
desde
1956,
fau.
La in
fluencia de
la
Revoluci?n
Cubana
primero,
y
cuestiones
internas
que
afectaban
a
los
par
tidos
tradicionales
despu?s,
provocaron que
desde
aquel
a?o
comenzasen a
separarse
de
estos ?ltimos
grupos
progresistas
que
conformaron nuevas
organizaciones
pol?ticas,
en
grosando
las
filas
de
la
izquierda.
De
todos,
cabe destacar
el Movimiento Revolucionario
Oriental
(mro),
formado
en
abril de 1961
por
el
ex
diputado
del Partido
Nacional
Ariel
Collazo
tras
un
viaje
a
Cuba.
78
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6/27
enero-junio
2003
Propuestas
revolucionarias
en
la
izquierda
uruguaya...
escasos
logros
obtenidos
por
la radical y novedosa lucha de un sindicato
agr?cola
del
norte
del
pa?s,
la Uni?n de
Trabajadores
Azucareros de
Artigas
(1961
y
1962);6
y,
finalmente,
los
decepcionantes
resultados
obtenidos
por
la
izquierda
en
los comicios de noviembre de
1962,
inversamente
propor
cionales
a
la euforia
y
expectativas
que
hab?a
provocado
la
gran
moviliza
ci?n
en
defensa de
la
Revoluci?n Cubana
y
la
propia
campa?a
electoral,
y
que
hab?an hecho
suponer que
la
izquierda podr?a
superar
sus
parcos
resul
tados
habituales
y
pasar
a ser
una
alternativa de
poder.7
Todas
esas
frustraciones
se
fueron traduciendo
desde los
primeros
meses
de 1963 en la b?squeda de nuevas v?as para la acci?n, en el debate en torno
a
qu?
caminos
se
podr?an
transitar
para
lograr
la
transformaci?n
del
Uru
guay.
En el
centro
de
todo
ello
estaban
Cuba,
con
todo lo
que
significaba
en
esos
a?os,
los
inicios del movimiento
guerrillero
en
otros
pa?ses
del conti
nente,
o
la
pol?mica
chino-sovi?tica
por
ejemplo.
En
la
conciencia
de
todos
esos
militantes
estaba hacer
algo,
no
seguir
confiando
en
la
acumulaci?n de
fuerzas
y
en
la
v?a
electoral
para
lograr
los cambios
que
estimaban
necesa
rios
e
imperiosos,
m?xime si
en
momentos
de efervescencia de la
moviliza
ci?n
social
y
pol?tica,
como
hab?an sido
los
primeros
sesenta
en
torno
al
apoyo
a
Cuba,
a
UTAA
o
con
las elecciones de 1962,
no se
hab?a logrado
superar
las
miserias
pol?ticas
de
siempre.
Esas
inquietudes
fueron
convergiendo
en
el
primer
semestre
de 1963
en
espacios
comunes
de
debate,
y
poco
a
poco
los
que
all?
llegaban
se
fueron
agrupando
seg?n
la afinidad
en sus
posiciones.
Las
voluntades de acci?n
tuvieron
su
primera prueba
en
el asalto realizado al Club
de Tiro Suizo el 31
de
julio
de
aquel
a?o,
as?
como en
las clandestinidades
necesarias
para
evi
6
UTAA
fue
fundado
en
septiembre
de
1961
en
el
departamento
de
Artigas
a
ra?z
del
trabajo
de
organizaci?n
sindical
que
desde
hac?a
meses
desempe?aba
en
la
zona un
destacado
miembro del
Partido
Socialista
Uruguayo
(PSU),
Ra?l Sendic. Los
trabajadores
de la
ca?a
de az?car manten?an
unas
condiciones
laborales,
sindicales
y
humanas
muy
desfavora
bles,
por
lo
que
el
trabajo
de
Sendic
cal?
pronto,
y
r?pidamente
utaa
inici?
movilizacio
nes
por
derechos m?nimos
y pagos
atrasados. En
1961
y
1962 realiz?
sendas marchas
a
Montevideo
para
dar
a
conocer su
situaci?n
a
los
trabajadores
y
poblaci?n
del
pa?s,
con
un
gran
impacto
por
el descubrimiento de la
precariedad
de vida de
aquellas
familias,
y
una
importante
toma
de
conciencia de ciertos
sectores
de la
izquierda
hasta
entonces
vol
cados
en
la
vida
urbana. Sobre el
tema
v?ase
Prieto
(1986).
7
Los
comicios,
a
los
que
psu
y
PCU se
presentaron
en
sendas
coaliciones
(Uni?n
Popular
los
primeros,
FIDEL,
los
segundos)
con
organizaciones
escindidas de los
partidos
tradicio
nales,
significaron
la
p?rdida
de
representaci?n
parlamentaria
para
el
psu
y
una
ligera
me
jor?a
del PCU,
que
recogi?
los votos
perdidos
por
su contrincante. El
porcentaje
de voto de
la
izquierda
en
conjunto
no
s?lo
no
super?
los
resultados
habituales
(6.21%
entre
PCU
y
PSU
en
1958),
sino
que
fue
menor
(5.79%
entre
ambas
coaliciones
en
1962)
(Semanario
Marcha,
Montevideo, 5/11/1971,
pp.
7-9:
Las
v?speras
del
cambio ).
79
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7/27
Eduardo
Rey
Tristan
R.H.A. N?m. 132
tar la
persecuci?n policial posterior.
Cuaj?
entonces la relaci?n
previa
y
los
diversos
grupos
involucrados
en
la
acci?n,
as?
como
otros
que
en
esos meses
hab?an
participado
en
los
debates,
decidieron
el establecimiento
de
una es
tructura
no
muy
definida de coordinaci?n
que
a
partir
de
entonces
se cono
cer?a,
precisamente,
como
el
Coordinador
de los
grupos*
Sus
integrantes
eran:
el
Movimiento de
Apoyo
al
Campesinado
(MAC),
conformado
sobre todo
por
ex
militantes
de la
Juventud del
MRO
que
se
hab?an
separado
del
grupo por
discrepancias
en
las
formas de
apoyo
a
las
movilizaciones de
UTAA
y
el
significado
que
ello ten?a
en
el
debate
sobre
las
condiciones y posibilidades revolucionarias; el Movimiento de Izquierda
Revolucionaria
(MIR),
de orientaci?n
mao?sta,
nacido
tambi?n
en ese
a?o
por
divergencias
en
el
seno
de la Juventud
del
PCU
respecto
a
la
pol?mica
Chino-sovi?tica;
un
grupo
encabezado
por
Ra?l
Sendic
y
formado
princi
palmente
por
trabajadores
ca?eros
del
norte,
integrantes
muchos
de ellos
tambi?n
de
UTAA
(si
bien
no se
trataba del
sindicato
como
estructura
legal);
militantes socialistas
que
en esos meses
y
a
lo
largo
de 1964
se
fueron
sepa
rando de
su
partido
por
las limitaciones
en
la
disposici?n
revolucionaria
que
encontraban
en
?l;
y
un
grupo
de
dirigentes
de la
FAU.9
El Coordinador estuvo activo hasta 1965. Fue el espacio fundamental clave
para
el
nacimiento
de la
izquierda
revolucionaria. Comenz?
como
punto
de
encuentro
para
gentes
de diversas
procedencias
pol?ticas
con
objetivos
comu
nes.
En
?l
se
debati?
sobre las condiciones
del
pa?s,
sobre
sus
posibilidades,
sobre las
v?as,
etc. Y
en esos
debates,
en ese
?mbito de
relaci?n,
de
actuaci?n
y
de confrontaci?n de
ideas,
se
definieron las
propuestas
revolucionarias
que
dominar?an la
izquierda
uruguaya
en
la
segunda
mitad
de la d?cada.
Todos
sus
integrantes
hab?an
llegado
a
?l
a
partir
de
una
convicci?n b?si
ca
en
cuanto
a
la necesidad de
un
cambio de
metodolog?a
en
la lucha
por
la
8
El Coordinador
fue,
ante
todo,
una
instancia de relaci?n. Los
grupos que
lo
conformaron
mantuvieron
sus
particularidades
y
sus
militantes
pudieron seguir perteneciendo
incluso
a
otras
organizaciones
pol?ticas legales
(lo
que
tambi?n les ofrec?a cierta
protecci?n).
Hab?
an
llegado
a
?l
por
la
convicci?n
en
la
necesidad de la
acci?n, y
a
partir
de
eso
dejaron
aparcada
la
eterna
pol?mica ideol?gica
que
hasta
ese
momento
hab?a mantenido
dividida
a
la
izquierda,
para
demostrar,
a
trav?s de la
preparaci?n
para
la
actividad
revolucionaria,
sus
voluntades. Para
profundizar
en
todos
los
temas
remitidos
en
este
apartado
remitimos
de
nuevo a
la
pr?xima
publicaci?n
de la Revista de
Historia,
un
-
UCR,
Costa
Rica.
9
El conocimiento del Coordinador
se
debe sobre todo
a
los
textos
del
Tupamaro
Fern?ndez
Huidobro
(1987,
1995),
y
a
las
entrevistas realizadas
en
Montevideo
por
el
autor
a
mili
tantes de sus organizaciones: Julio Arizaga, del mir (21 y 23/8/1998 y 8/11/2000); Juan
Carlos
Mechoso,
de
la
fau
(9/11/1999
y
9/11/2000);
Julio
Marenales,
del
mln-t
(4/8/1998
y
26/10/1999);
Washington Rodr?guez
Beletti,
del
mir
primero
y
utaa
despu?s
(12/8/1998);
y
Jorge
Torres,
del
mir
primero
y
mln-t
despu?s
(30/11/1999).
80
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8/27
enero-junio
2003
Propuestas
revolucionarias
en
la
izquierda
uruguaya...
transformaci?n de la sociedad, como se ha se?alado: rechazaban las formas
tradicionales
(electorales
principalmente),
convencidos de
su
esterilidad
para
el
objetivo
planteado;
al
tiempo,
entend?an
que
la
lucha revolucionaria
era
la ?nica
posibilidad
para que
el
pa?s
avanzase en
la
l?nea
deseada,
como
el
ejemplo
cubano
ya
hab?a mostrado. Coincid?an
tambi?n
en
el
an?lisis
b?sico de la
coyuntura
nacional: la situaci?n del
pa?s
y
la
agudizaci?n
de la
crisis
estaban
conformando
poco
a
poco
las
condiciones
objetivas
necesarias
para que
se
diese
una
situaci?n revolucionaria. Las luchas sociales
se
hab?an
radicalizado
desde inicios
de
la
d?cada;
la situaci?n
econ?mica
se
deteriora
ba r?pidamente, destap?ndose al tiempo la corrupci?n de algunos sectores
pol?ticos
y
econ?micos;
y
las
amenazas
golpistas
comenzaban
a
aparecer
en
el
imaginario
pol?tico
del
pa?s
desde 1964.
A
partir
de
estas
bases,
la relaci?n establecida
en
el
Coordinador
y
la
acci?n clandestina
com?n reafirm? la voluntad
revolucionaria de
sus
grupos
y
militantes. Pero
si
por
un
lado
esas
acciones
en un
primer
momento
tuvie
ron ese
efecto,
por
otro,
pronto
generaron
din?micas
propias
que
requer?an
que
la
definici?n
conjunta
superase
el ?mbito
de las condiciones
objetivas,
de la situaci?n
nacional,
y
entrase
en
el de las condiciones
subjetivas,
esto
es,
en
la definici?n de la
organizaci?n
revolucionaria
y
su
forma
de
lucha.
En
cuanto
a
la
?ltima,
del Coordinador los
grupos
extrajeron
un
m?nimo
acuerdo: la
guerrilla
rural
era
inviable
en
el
Uruguay.
Entre 1963
y
1964
algunos
grupos
de
militantes
recorrieron
los
campos
del
pa?s
para
estudiar
posibilidades,
se
discuti?
el
tema
a
partir
del conocimiento de
otras
expe
riencias,10
y
se
concluy?
que
la
lucha
armada ser?a
sobre todo urbana.
El
acuerdo
no
fue
m?s
all?.
A
mediados de
1965,
en
el ?ltimo intento reali
zado
para
mantener
la
coordinaci?n
tras
algunas
crisis
importantes,
hab?a
ya
tres
ideas claras
y
diferenciadas
entre
los
integrantes
del
Coordinador
en
cuanto
al
tipo
de
organizaci?n
y
lucha revolucionaria
a
seguir.11
En
primer lugar,
el
10
Se estudiaron
experiencias
hist?ricas de lucha
tanto
rural
(especialmente
Cuba),
como
urbana.
Frecuentes
fueron
las lecturas sobre los
casos
de
Argelia,
Palestina
o
Chipre,
que
m?s adelante
resultar?an
?tiles
en
la
definici?n
de
alguno
de
los
grupos.
Trabajos
citados
luego
como
fuentes
de
aprendizaje
de
t?cticas
de lucha urbana fueron los libros
de
Robert
Taber
(1973)
o
deMe
nahen
Begin
(1978),
as?
como
las
t?cticas del
general
Grivas
en
Chipre.
11
La reuni?n
celebrada
por
todos
los
grupos
en
el
balneario
Parque
del
Plata fue la
que
deslind?
campos
entre
las dos
propuestas
y grupos
m?s
importantes (el
que
luego
cre? el
MLN-T
y
el
anarquista).
Ah?
se
coincidi?
en
la
imposibilidad
de
seguir juntos
el
camino,
y
desde
ese
momento
cada
uno
comenz?
a
trabajar
en
la
maduraci?n
y
el desarrollo de
su
propuesta.
La del
mir,
tambi?n
presente
en estos
momentos,
no acababa de
definirse, y
no
fue
hasta
meses
m?s tarde
que
este
grupo
se
separ?
de los
que
crearon
el
mln-t
(Fern?n
dez, 1987,
1995).
Las
informaciones
de
esta autor
fueron
cotejadas
con
las
entrevistas
se
?aladas
en
la
nota
n?mero 9.
81
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9/27
Eduardo
Rey
Tristan
R.H.A. N?m. 132
MIR era favorable a la creaci?n del Partido Revolucionario de inspiraci?n mao
?sta. Una
organizaci?n
clandestina,
como
en
cierto
modo hab?a
supuesto
el
Coordinador,
podr?a
tener
la funci?n de brazo
armado,
pero
no
sentido
por
s?
sola. La
actuaci?n
del
MIR
no
tuvo
una
relevancia
significativa
desde
que
se
deshizo
el
Coordinador
y
se
cre?
el
MLN-T,
si
bien
sigui?
actuando
como
fuerza
pol?tica.
Desde 1967-1968
se
aboc?,
no
con
mucho
?xito,
a
la
creaci?n
del
par
tido
de
masas,
pero
hacia 1969
su
existencia
era
poco
m?s
que
testimonial debi
do
a
diversos
conflictos
internos. S?lo
a
principios
de los
setenta
logr?
cierta
inserci?n de
masas,
especialmente
en
el medio
estudiantil
con
las
denominadas
Agrupaciones Rojas. En 1972, entendiendo que ya hab?an dado el salto de mo
vimiento
a
partido
revolucionario,
pas?
a
denominarse Partido
Comunista Re
volucionario
(PCR).
En
segundo
lugar,
en
los
meses
siguientes
a
la
ruptura
del
Coordinador
y
tras
la
infructuosa reuni?n de
Parque
del
Plata,
un
amplio
grupo que
podr?a agluti
nar
aproximadamente
a
lamitad de los
militantes
vinculados
antes
al
Coordina
dor
(unos
cincuenta
quiz?s), opt?
por
la creaci?n de
una
organizaci?n
armada
clandestina.
Se
trataba,
en
cierto
modo,
de
profundizar
en
el modelo
de acci?n
y
organizaci?n
experimentado
hasta
ese
momento,
pero
ahora
superando
los
pro
blemas
que
antes
hab?an
planteado
la
indefinici?n
de las
estructuras
comunes,
de
las
jerarqu?as
o
de las
dobles
disciplinas.
Esa
organizaci?n
nac?a
en
parte
con
planteamientos
de autodefensa
en una
posible
involuci?n
pol?tica,
aunque
en
el
fondo
su
idea fundamental
era
la
preparaci?n
clandestina
para
el
momento
en
el
que
se
diesen las condiciones
revolucionarias,
contribuyendo
mientras,
en
la
medida de lo
posible,
a
crearlas.
Este
planteamiento,
defendido
por
el
MAC,
Sendic
y
el
grupo
de militantes
llegado
del PSU
en
1964,
cuaj?
en enero
de
1966
en
la
creaci?n
del
MLN-T.12
En
tercer
y
?ltimo
lugar,
desde el
anarquismo
se
rechaz?
tanto
la
creaci?n
del
partido
revolucionario de orientaci?n
mao?sta
como
la
de
la
organi
zaci?n
clandestina.
La clave de
su
estrategia
era
el
trabajo
de
masas
y
la
preparaci?n
para
el
momento
en
el
que
se
diesen las
condiciones
para
la
12
Los
rasgos
b?sicos
de la
organizaci?n
ya
se
hab?an establecido
en
Parque
del
Plata.
Ah?
se
hab?an
discutido
las
tesis
que
significaron
la
separaci?n
de
los
anarquistas
del
proyecto,
se
aprob?
un
Reglamento
b?sico
que
m?s adelante ser?a el del
mln-t,
y
se
determinaron los
pasos
a
dar
para
la
creaci?n de ?ste
en una
reuni?n
que
tendr?a
lugar
meses
m?s
tarde,
la
I
Con
venci?n
Nacional
en
enero
de 1966
(momento
en
el
que
se
separ?
el
mir).
El
Reglamento
que
se
aprob?
en
aquella
reuni?n
y que
desde
la I
Convenci?n Nacional de
enero
de 1966
se
convirti?,
con
ligeros
retoques,
en
el
Reglamento
del
mln-t,
hab?a
sido redactado
por
Fern?ndez Huidobro entre 1964 y 1965. En los debates finales del Coordinador en 1965,
representaba
la
apuesta
por
una
sola
disciplina
y
una
sola
organizaci?n,
con
el
significado
que
ello ten?a
(Jorge
Torres
y
Eleuterio
Fern?ndez,
entrevista
conjunta
con
el
autor,
9/12/2000,
Montevideo).
82
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10/27
enero-junio
2003
Propuestas
revolucionarias
en
la
izquierda
uruguaya...
revoluci?n. Se entend?a que el centro de la actividad revolucionaria deb?a
ser
la
organizaci?n
pol?tica,
cuya
funci?n
ser?a coordinar la lucha de
masas
y
orientar la acci?n
de
una
organizaci?n
clandestina
que
apoyase
a
la
ante
rior
en su
radicalizaci?n
y
enfrentamiento.
Ese
aparato
clandestino,
en
todo
caso,
actuar?a
bajo
criterio
pol?tico,
en
apoyo
de las
movilizaciones,
y
siem
pre
en
relaci?n
con
el
grado
de
radicalizaci?n de las
masas.
No
pod?a
tener
sentido
m?s all? de
las
luchas
de
?stas,
ni
actuar
como
organizaci?n
aut?
noma
desvinculada
de las
movilizaciones sociales.
Si bien el Coordinador
fue hasta
1965
el
espacio
fundamental
en
la defi
nici?n de la izquierda revolucionaria uruguaya, no fue el ?nico que existi?.
Otras
organizaciones
fueron
llegando
a
posiciones
revolucionarias desde
la
pr?ctica pol?tica
legal.
As? fue
el
caso
por
ejemplo
del
PSU
o
del
MRO.
Estos
mantuvieron
contacto
tambi?n
con
los
primeros
grupos, pero
fue
su
evolu
ci?n
pol?tica
en
el
marco
de la radicalizaci?n de
la vida
pol?tica
del
pa?s
en
la d?cada
lo
que
los hizo
avanzar
en ese
camino. Su confirmaci?n definitiva
fue la
participaci?n
de
ambos,
junto
con
otros
grupos
como
la
FAU,
el
MIR
y
algunos
independientes,
en
la reedici?n de
un
diario
de
izquierdas
en
1967
con una
clara definici?n
revolucionaria:
el diario
?poca.
?ste,
que
hab?a
salido desde
junio
de
1962 hasta febrero de
1967
representando
el medio de
prensa
de toda
la
izquierda
no
comunista
del
momento,
tras
unos meses
de
cierre fue retomado
por
las
organizaciones
se?aladas. Se hizo al
tiempo
que
las
posiciones
de todas
ellas
converg?an
en
torno
a
la
pol?mica
con
el
PCU
sobre la
participaci?n
en
la
Organizaci?n
Latinoamericana de
Solidaridad.13
Su
proyecto
se
resumi?
en
el documento
conocido
como
Acuerdo
de
?poca,
que
declaraba
como
objetivo primordial
la
promoci?n
de
la
maduraci?n de
las condiciones
para
la
revoluci?n
en
el
Uruguay
en
el
marco
de la revolu
ci?n
latinoamericana,
aceptaba plenamente
las resoluciones de
la
OLAS
(que
defend?an
la instauraci?n de
la lucha armada
en
el
continente),
y
declaraba
la voluntad de
trabajar
por
la revoluci?n nacional:
para
destruir el
r?gimen
vigente
al
tiempo
que
liberar al
pa?s
de
la
tutela
del
imperialismo
nortea
mericano.
La
v?a
ser?a la lucha
armada.14
13
La
olas,
celebrada
en
La
Habana del
31
de
julio
al
13
de
agosto
de
1967,
era un
proyecto
de
internacional revolucionaria latinoamericana
promovida
por
Cuba. Pretend?a
la
coor
dinaci?n
y apoyo
de las luchas
revolucionarias del
continente,
y
consideraba
la
guerrilla
rural
teorizada
por
Regis
Debray
y
el
Che
Guevara
como
el modelo
revolucionario
fun
damental
para
la lucha revolucionaria
(olas, 1967).
14
No
se
han
conservado
los cinco n?meros de
?poca
editados
entre
el 7
y
el
12
de diciem
bre
de
1967. Se
conoce
el
texto
del
Acuerdo de forma
parcial
gracias
a un
trabajo
in?dito
de
Hugo
Cores consultado
en
el Archivo David
C?mpora
de Montevideo
(en
adelante
83
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11/27
Eduardo
Rey
Tristan
R.H.A.
N?m. 132
El 12 de diciembre de 1967, cinco d?as despu?s de la reapertura de ?poca
con
esta
declaraci?n
en sus
p?ginas,
las
organizaciones
firmantes fueron
ilegalizadas,
y
el diario
clausurado.
A
partir
de
entonces,
las
reglas
de
juego
cambiaron.
El
PSU
se
mantuvo
en una
clandestinidad
relativamente
organi
zada,
procurando
mantener
algo
de
presencia
en
los
medios de
masas.
Pero
renunci?
a
continuar
transitando
por
los
caminos
anteriores.
Su
regreso
a
la
pol?tica
legal
se
produjo
en
diciembre
de
1970,
y
a
partir
de
enero
de
1971
fue
integrante
del
FA
sin destacar
por
sus
posiciones
radicales,
acerc?ndose
en
todo
caso a
las
del
PCU.
Por su parte, el MRO s? pretendi? continuar la coordinaci?n con las organi
zaciones firmantes del
acuerdo
y
ahora
ilegalizadas,
pero
s?lo
obtuvo
respues
ta
positiva
de la
FAU.
A
partir
de
mediados
de
1968,
inici?
su
preparaci?n
para
la
actividad
revolucionaria
en
el
pa?s.
Hasta
ese
momento
hab?a
supedi
tado
su
estrategia
a
los
dict?menes
cubanos. Entendiendo
que
el
Uruguay
no
era
propicio
para
la lucha
rural,
y que
adem?s
no
hab?a
agotado
todas
sus
opciones
de lucha
pol?tica legal,
sus
tareas
se
hab?an
centrado
en
?ste
?mbito,
consistiendo
su
actividad
revolucionaria
en
el
apoyo
a
otros
movimientos
del
continente. La
muerte
de Guevara
y
la
?legalizaci?n
de la
organizaci?n
impul
saron
un
cambio de
estrategia y
la
preparaci?n para
la
lucha urbana
como
forma
de lucha
contra
la
dictadura.
El
paso
definitivo lo
dieron
en
junio
de
1968
tras
la
detenci?n de
parte
de
la
direcci?n
en
una
reuni?n
clandestina,
en
lo
que
entendieron
como
el
fin
de
las
posibilidades
de acci?n
legal.15
En
las
siguientes
semanas
organizaron
las
Fuerzas
Armadas
Revolucionarias Orien
tales
(FARO),
cuyas
primeras
actuaciones tuvieron
lugar
en
los
meses
de
sep
tiembre
y
octubre,
si bien
su
actividad
clandestina fue
pr?cticamente
irrelevante
en
el total de la
acci?n
violenta del
periodo.16
Al
igual
que
ocurr?a
con
el
MIR,
no se
puede
decir
que
tras
las
FARO
hubiese
una
clara
concepci?n
de
acci?n revolucionaria.
En este
caso
fue
un
proyecto
de
acci?n,
pero
en
ning?n
momento
una
propuesta
elaborada
que
pudiese competir
con
las
que
defend?an
tupamaros
o
anarquistas.
A
partir
de
1971,
tras
muchas
detenciones
adc).
Sus contenidos
coinciden
con
la
descripci?n
del
documento
realizados
por
la Reso
luci?n
de clausura
del
diario
y
peque?os
fragmentos
citados
en
la
prensa
del
momento.
15
Ariel
Collazo,
entrevista
con
el
autor,
10/11/99
y
5/12/2000,
Montevideo.
16
La actividad violenta
de
las
FARO
ue
muy poco
significativa
en
el
global
de
la
izquierda
revolucionaria
del
periodo.
Del
total de acciones
cuya
autor?a ha
sido
identificada
como
correspondiente
a la
izquierda,
s?lo le
corresponden
el 1.4%. Se trat? sobre todo de robos
para
desarrollo
de
la
infraestructura
clandestina,
contabiliz?ndose
tambi?n
alguna
acci?n
de
propaganda
como
la
toma
de
un
cine
para
difusi?n de
volantes
de la
organizaci?n
(Rey,
2002:426-421).
84
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12/27
enero-junio
2003
Propuestas
revolucionarias
en
la
izquierda
uruguaya...
y muy pocos logros, el MRO volvi? a la legalidad y se integr? al FA, con lo que
la lucha
armada
qued?
definitivamente
abandonada.
Elfoquismo
tupamaro
La
estrategia
revolucionaria
tupamara
se
defini?,
en
lo
fundamental,
en
los
debates
del Coordinador
y
en
los
meses
previos
a
la creaci?n de la
organiza
ci?n
en enero
de 1966. Sus
ideas
b?sicas,
presentes
en
muchos de
los traba
jos
que
se
manejaron
en
los
debates
de
aquella primera
y
definidora
etapa,
fueron sintetizadas en junio de 1967 en el conocido
como
Documento
no.
1
del
MLN-T,17
si
bien
en
los
siguientes
a?os
otros
textos
matizar?an,
comple
mentar?an
o
enriquecer?an
la
propuesta
con
la cual naci? la
organizaci?n.18
Dado
que
aquellos
debates
hab?an
girado
desde
1963
en
torno
a
docu
mentos,
ideas
y
propuestas
procedentes, principalmente,
de
la Revoluci?n
Cubana,
las
conclusiones
de
quienes
optaron
por
la creaci?n
de la
organiza
ci?n
revolucionaria
clandestina
no
pod?an
menos
que
ser
deudoras de
aque
lla.
Las
principales
fueron
tres:
el
car?cter
continental de
la
lucha,
la
apuesta
por
la lucha armada
como
?nica
posibilidad
para
la transformaci?n
revolu
cionaria de la
sociedad, y
la
convicci?n de
que
ella contribuir?
al desarrollo
de
las
condiciones
necesarias
para
la
revoluci?n
a
partir
del establecimien
to
de
un
foco
militar
(no
pol?tico).
La idea
de
Guevara
de muchos
Vietnam
en
Am?rica
Latina,
era
traducida
por
los
tupamaros
en
la
propuesta
de
una
revoluci?n
continental
con una
estrategia
continental.
Sus
razones
b?sicas
eran:
la necesidad
de
colaboraci?n
entre
las
or
ganizaciones
revolucionarias
para
afrontar
una
lucha
larga
y
prolongada
contra el
imperialismo, quien
adem?s
desarrollar?a
una
estrategia
de
represi?n
y
contrarre
voluci?n
a
nivel
continental;
y
la convicci?n
de
que
la lucha
en
cualquier
pa?s
era
17
Documento
no.
1,
MLN-T,
junio
1967,
Montevideo.
Reimpresi?n
mln-t
de 1985
(adc),
Montevideo.
Puede consultarse
tambi?n
en
la obra de Harari
(1987:228-249).
Jorge
To
rres
fue
autor
de la redacci?n de buena
parte
de
las
tesis
b?sicas
que
se
manejaron
en
la
reuni?n de
Parque
del
Plata
y que
se
recogen
en
el Documento
no.
1.
Este documento
re
sumi?
la
propuesta
revolucionaria de
aquellos
que
hab?an
optado
por
una nueva
organiza
ci?n clandestina
(Jorge
Torres
y
Eleuterio
Fern?ndez,
entrevista
conjunta
con
el
autor,
9/12/2000,
Montevideo).
18
Adem?s
del Documento
no.
1,
cabe se?alar
otros
documentos
del
mln-t
importantes
para
conocer su
concepci?n
revolucionaria:
Treinta
preguntas
a
un
tupamaro
(junio
1968,
Montevideo,
adc.
V?ase
tambi?n
en
Costa,
1971:68-77);
el Documento
no.
3
(mayo
1968,
Montevideo.
Reimpresi?n
mln-t,
mayo
1985,
adc. V?ase tambi?n en
Harari,
1987:249-259);
el Documento
no.
4
(enero
1969, Montevideo,
adc.
V?ase tambi?n
en
Harari,
1987:265-284);
y
el
documento
Foco
o
partido,
falso
dilema
(agosto
1971,
Mon
tevideo,
adc.
V?ase tambi?n
en
Harari,
1987:384-400).
85
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13/27
Eduardo
Rey
Tristan
R.H.A. N?m.
132
una contribuci?n a la emprendida por todos los dem?s. Esta idea, originaria de los
te?ricos
casuistas,
fue
recogida
por
los
tupamaros
como
justificaci?n
para
el
esta
blecimiento de la lucha
armada
en
el
Uruguay,
pa?s
que,
junto
con
Chile,
no con
taba
en
la
estrategia
cubana
por
las
posibilidades
que
entend?an
ten?an a?n
en
ellos las
transformaciones
por
las v?as
establecidas.
Este
argumento, que
el
propio
Guevara hab?a defendido
en
Montevideo
en
1961
con
ocasi?n de
una
conferencia
en
la
Universidad
de
la
Rep?blica,
significaba
un
indudable
apoyo para
la
estrate
gia
comunista. Los
tupamaros
lo
vaciaron
de
excepciones
y
apostaron
por
demos
trar
que
la
lucha
armada
era
posible
tambi?n
en
el
Uruguay,
que
tendr?a
sus
propias caracter?sticas, y que deb?a ser parte de la estrategia revolucionaria conti
nental
por
las
mismas
razones
por
las
que
deb?an
serlo
las
luchas
que
se
pudiesen
desarrollar
en
el
resto
de
pa?ses
del
continente.
Adem?s,
la
propia
situaci?n del
pa?s
entre
dos
estados
gorilas
desde
1966,
reafirmaba
la
necesidad
de
ubicar la
lucha
uruguaya
en una
estrategia
continental:
tanto
por
las
posibilidades
de
in
cremento
de la
represi?n
que
aquella
situaci?n
supon?a,
como
por
la
vinculaci?n
con
los
exiliados
brasile?os
y
argentinos.
En lo
nacional,
el
an?lisis
realizado
entre
1964
y
1966
en
el
seno
del
Coordinador,
recogido
en
el
Documento
no.
I,
les hab?a
llevado
a
concluir
que
si bien
exist?an
condiciones
objetivas para
la
acci?n
revolucionaria, las
subjetivas
todav?a
no
se
daban.
Las
primeras
eran
resultado
de la
crisis
que
sufr?a el
pa?s
tanto
en
lo
econ?mico
como
en
lo
pol?tico
y
social.
Entend?an
que
estaban
ante
un
continuo
deterioro
del
sistema,
el
de
un
r?gimen
le
gal
que
escond?a
en
el
fondo
una
dictadura de
clase,
y
cuya
?nica
respuesta
ante
la
persistente
crisis
y
las
demandas
sociales
que
la
acompa?aban
era un
progresivo
recorte
de
libertades
y
el
aumento
de la
represi?n.
Pero
as?
como
la crisis
hab?a
puesto
de
manifiesto la
existencia de
unas
m?
nimas
condiciones
objetivas
para
la
acci?n
revolucionaria,
la
respuesta
que
se
daba desde la
izquierda
mostraba
la
inexistencia
de
las
condiciones
subjetivas
necesarias
para
emprenderla.
La
izquierda
era
d?bil,
estaba
atomizada,
y
si
bien
contaba
con
muchos
decididos
revolucionarios
en sus
filas,
carec?a
de
una
or
ganizaci?n
que
pudiese
recibir
tal
calificativo. Hab?a elementos
positivos,
caso
del elevado
grado
de
organizaci?n
de
los
trabajadores,
especialmente
en
los
sectores
claves
de la
actividad
estatal.
Pero
eso
ser?a
significativo
en
el
momen
to
en
que
una
organizaci?n
revolucionaria
pudiese
dirigir
y
radicalizar
las lu
chas,
no era un
factor
para
su
desencadenamiento.
La
respuesta
a
esta
situaci?n deb?a
pasar
por
la
creaci?n de las
condicio
nes
subjetivas
necesarias
para
la
transformaci?n
revolucionaria
del Uru
guay.
Y
en
este
punto,
el
MLN-T
optaba
por
una
de las
dos
posiciones
que
dominaron
y
dividieron
a
la
izquierda
latinoamericana
en
los a?os sesenta:
la
creaci?n
de
las condiciones
a
trav?s de
la
lucha
armada,
como
?nica
posi
bilidad
real
de
acceso
al
poder
en un
plazo
relativamente
breve,
como
la
86
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14/27
enero-junio
2003
Propuestas
revolucionarias
en
la
izquierda
uruguaya...
?nica v?a para la liberaci?n nacional y la revoluci?n socialista}9 Frente a
esta
idea,
buena
parte
de los
partidos
comunistas de la
regi?n
defend?an el
fortalecimiento
del
Partido,
la lucha de
masas
y
el
uso
de los
mecanismos
legales
existentes
como
f?rmula
no
violenta
de
acceso
al
poder.
La
opci?n
por
la
lucha armada
como
elemento
fundamental
para
la
crea
ci?n
de
las
condiciones
subjetivas
?esto
es,
de la
organizaci?n
revoluciona
ria?
adoptada
por
el
MLN-T
desde
sus
or?genes,
fue
justificada
con
dos
argumentos:
en
primer lugar,
porque
desde
su
nacimiento,
las
organizacio
nes
de
izquierda
se
hab?an
dedicado al
enfrentamiento verbal. A?adir
un
nuevo partido a ese panorama ser?a in?til, pues supondr?a m?s de lo mismo:
discursos,
reuniones,
locales,
peri?dico,...
pero
no
la
Revoluci?n. Defend?an
que
aquella
organizaci?n
que
quisiera
considerarse
revolucionaria,
deber?a
prepararse
siempre
para
la lucha
armada,
pues
en
cualquier
momento
po
d?a
ser
atacada
por
la
represi?n,
y
ten?a
que
estar
preparada
para
defender
su
existencia
y
no
desaparecer;
y
porque
si
a
cada
militante
no se
le inculca
desde el
principio
la
mentalidad
del
combatiente,
se
crear?a
no un
movi
miento
revolucionario,
sino
un
movimiento
de
apoyo
a
la
revoluci?n,
como
mucho.
Afirmaban
que
para que
un
partido
de
izquierda cumpliese
con
los
principios
revolucionarios
que enunciaba,
deb?a
prepararse para
la lucha
en
toda la
escala
del
partido,
pues
esa era
la ?nica forma de
enfrentarse
a
la
reacci?n
en
cada
momento,
y
aprovechar
una
posible
coyuntura
revolucio
naria.20
Seg?n
esto,
en
el
Uruguay
de
mediados de los
sesenta,
ning?n
parti
do
pod?a
considerarse
revolucionario,
si bien
en
el
seno
de
todos los
existentes
hab?a
muchos
militantes aut?nticamente
revolucionarios.
Por
tanto,
lo
que
se
necesitaba
en
aquellos
momentos
era
crear
un
foco,
una
organizaci?n
pol?tico
militar revolucionaria
que
los
agrupase
a
todos.21
A
partir
de
ah?,
el desarrollo de la lucha
y
su
propaganda
ir?a
atrayendo
a
todos
aquellos
para
los
que
la
revoluci?n
era
algo
m?s
que
palabras.
19
mln-t,
Documento
no.
1,
junio
1967,
Montevideo.
20
Las citas
proceden
del
documento Treinta
preguntas
a
un
tupamaro
(mln-t,
junio
1968,
Montevideo),
redactado
por
Ra?l Sendic
para
formaci?n interna
de
los
militantes.
Sus
ideas
b?sicas fueron tomadas del
Documento
no.
7. En
lo
que
respecta
al
debate
entre
foco
y
partido,
v?ase el
documento
Foco
o
partido, falso
dilema
(mln-t,
agosto
1971,
Monte
video),
sistematizaci?n de las
ideas
expuestas
desde 1967 sobre el
tema.
21
El
acento
principal
debe
ponerse
en
el
desarrollo de la
guerra
de
guerrillas
y
no en
el
fortalecimiento de los Partidos existentes o en creaci?n de nuevos
partidos.
El
trabajo
in
surreccional
es
hoy,
el
trabajo pol?tico
n?mero
uno.
La
cita
es
de
Regis
Debray
y aparece
en
el
Documento
no.
1
del
mln-t
(junio
1967).
Este
documento
se
apoy?
constantemente
en
citas de
los
te?ricos
casuistas,
tanto
Debray
como
el
Che
Guevara.
87
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15/27
Eduardo
Rey
Tristan
R.H.A. N?m. 132
Se asum?a as? la idea as foco desarrollada por los te?ricos castristas tras
el triunfo de
la Revoluci?n
Cubana.22
Se
trataba,
en
l?neas
generales,
de
una
peque?a organizaci?n
clandestina
que
iniciaba la lucha
para que,
a
trav?s
de
ella,
se crease
la conciencia necesaria
en
los
sectores
revolucionarios
y
en
el
pueblo.
A
medida
que
avanzasen
las
condiciones
y
el
proceso
revoluciona
rio,
esa
peque?a organizaci?n
pol?tica
podr?a
transformarse
en un
aut?ntico
partido
revolucionario,
lo
cual ser?a
sin
duda
por
haberse
creado
en
la lu
cha,
y
no
s?lo
por
haberse
dotado de tal
nombre.
Esa
organizaci?n
ser?a
pol?tica
y
militar
a un
tiempo,
seg?n
recog?a
el
Documento no. 1. Lo primero, porque una organizaci?n estrictamente mili
tar
no
ser?a
capaz
de vincularse
con
el
pueblo
y
movilizarlo;
lo
segundo,
porque
un
movimiento
revolucionario
que
sea
consecuente
debe
resolver
problemas
t?cnico militares
que
le
permiten
acompa?ar
y
llevar la lucha de
clases
a
niveles
superiores.
Si la v?a armada
era
el
?nico camino
para
la
liberaci?n
nacional,
la
organizaci?n
por
fuerza deber?
ser
armada
para
garantizar
la lucha
de
las
masas
y
posibilitar
el
triunfo.
Ambos
aspectos
deb?an
convivir
en
la
organizaci?n
revolucionaria,
y
sus
diferencias ser?an
las
derivadas
de la necesaria
especializaci?n
en
el
trabajo
a
desarrollar
para
alcanzar los
fines
propuestos.
El
valor
principal
del
foco
era
la
ruptura
que
su
accionar
supon?a
para
las
organizaciones
de
izquierda
que
no
apostaban
por
la
v?a
armada.
Nuestra
estrategia
implica
la instalaci?n
de
la lucha armada
sistem?tica
[...]
consiste
esquem?ticamente
en
lo
siguiente:
un
grupo
armado
como
para
sos
tener
una
lucha
prolongada,
es
decir,
preparado
para
no
ser
destruido
de in
mediato
en
las
acciones.
Ante
el hecho
consumado,
el
resto
de
la
izquierda
y
el
pueblo
se
ven
ante estas
alternativas:
o sumarse a
la lucha
armada
o
perma
necer
indiferente
a
la
misma,
o
servir
de
'soldado
tranquilo'
de la
contrarrevo
luci?n.
[...]
Esto
transforma
en
muy
inc?moda
la
posici?n
de
los
izquierdistas
que
no
hayan optado
por apoyar
la
lucha armada
o
unirse
a
ella.
Quedan
mar
ginados
del
verdadero foco
de
la lucha de
clases
y
sufriendo las
consecuen
cias del
mismo. Pol?ticamente
la
historia
ya
no
pasa por
ellos.23
Con
ello
se
segu?a
la l?nea
que
ya
hab?a sido
inaugurada
por
Ra?l Sendic
y
UTAA
cuando,
en
vez
de
discutir
con
la
izquierda
la conveniencia de hacer
una
22
Los
textos
b?sicos
para
el
tema
son
la obra de Ernesto Guevara Guerra de
Guerrillas,
de
1960
(Guevara,
1974)
y
el
trabajo
de
Regis
Debray
?Revoluci?n
en
la
revoluci?n?,
que
llevaba m?s
lejos
los
postulados
del
primer
trabajo
al
recoger
las
experiencias guerrilleras
hasta
1966
(Debray, 1967).
23
Tanto
esta
cita
como
las del
siguiente p?rrafo
pertenecen
al documento del
mln-T,
Docu
mento
no.
3,
mayo
1968,
Montevideo.
88
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16/27
enero-junio
2003
Propuestas
revolucionarias
en
la
izquierda
uruguaya...
marcha de
trabajadores
ca?eros, decid?a lanzarse a ella, y la misma conmoci?n
p?blica
que
crea,
obligar?
a
los
sectores
con
quienes
discutimos
en vano a
seguirla
de atr?s. Se trataba del
valor de la acci?n
como
generadora
de condi
ciones
revolucionarias,
idea fundamental
en
toda la
estrategia
tupamara.
El
foquismo
tupamaro
ten?a
sus
or?genes
en
las
propuestas
de los te?ricos
castristas,
sin
duda.
Pero
mantuvo
diferencias sustanciales
con
ellas.
Prime
ro,
porque
rechazaba
su
forma,
la
guerrilla
rural.
El
estudio de
sus
posibili
dades
en
el
Coordinador
les
hab?a
mostrado
su
inviabilidad
en
el
Uruguay.
Adem?s,
tomaron
en
cuenta
que
se
encontraban
en
un
pa?s
que
aglutinaba
alrededor de lamitad de su poblaci?n en una sola ciudad, la capital. La lu
cha deb?a
ser,
por
tanto,
urbana.
Para
ello,
desarrollaron
una
aut?ntica teor?a
de la
guerrilla
urbana,
casi novedosa
en
aquellos
momentos
en
el
continen
te,
que
se
opon?a
a
la
guerrilla
rural
cubana,
y cuyos
precedentes podr?an
encontrarse
en
las
luchas
argelinas
de Ben
Bella,
y
en
Palestina durante
los
a?os
cuarenta.24
Seg?n
analizaba el
Documento
no.
1,
la ciudad
era
lugar
en
el
que
se
pod?a
encontrar
refugio
y
operar
en
unidades
peque?as
siguiendo
las
leyes
y
t?cticas
de la lucha
en
este
medio.
Presentaba facilidades
para
comunicaciones
y
enlaces, y
las fuerzas
enemigas,
a
pesar
de
que
era
aqu?
en
donde estaban concentradas,
se
encontraban muy sujetas
a
la defen
sa
est?tica
(a
lo
que
dedicaban
un
50% de
sus
efectivos).
Adem?s,
el medio
no era
hostil,
sino
conocido, y
se
pod?a
llevar
una
doble
vida,
incluso
tener
locales si
se
contaba
con una
buena
vigilancia.
En
la
ciudad,
el
enemigo
siempre pod?a
sufrir
un
ataque
sorpresivo.
Y
no
s?lo
sus
fuerzas,
sino
tam
bi?n
su
mando:
la clase
oligarca,
que
al final
era
el
principal enemigo
de
la
revoluci?n
?las
fuerzas
de
seguridad
eran
s?lo los medios
de los
que
se
val?an?,
se
ver?a
tambi?n afectada
directamente,
no
ser?a
ajena
a
la
lucha,
y
en
cualquier
momento
podr?a
ser
atacada.
En
segundo lugar,
la diferencia
con
el
foquismo
cubano radicaba
en
que
?ste
comprend?a
el
foco,
primero,
como
algo
principalmente
fis
ico,
el
grupo
de hombres instalados
en
el
lugar
del medio rural
que
iniciaban la
lucha,
y
24
Adem?s de la obra de
M.
Begin
(1978),
que ya
hemos visto fue
uno
de
los libros de
cabe
cera
de
muchos
tupamaros
en
estos
a?os,
fueron
importantes
los
textos
de
Mao,
el
texto
del General
Bayo
150
preguntas
a
un
guerrillero,
y
el
Reglamento
de
Infanter?a
de
Mari
na
para
lucha urbana del
ej?rcito
norteamericano.
A
pesar
de lo
que
se
ha
argumentado
en
ocasiones,
no
parece que
hubiese tenido
importancia
el
trabajo
sobre
guerrilla
urbana
de Carlos
Marighella
(1970),
ni
el del mismo
tema
de
Abraham
Guillen
(1966).
Seg?n
Jorge
Torres,
esa
obra hab?a sido escrita
a
partir
de materiales elaborados
por
?l
en meses
anteriores,
y que
hab?an sido
prestados
a Guillen
por
otro miembro del Coordinador. Des
de la
publicaci?n
de
ese
texto
por
Guillen,
que
disgust?
tanto
por
la
apropiaci?n
como
por
la indiscreci?n
que
supon?a,
las relaciones
se
rompieron (Jorge
Torres,
entrevista
con
el
autor,
30/11/199,
Montevideo).
89
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17/27
Eduardo
Rey
Tristan
R.H.A.
Num.
132
despu?s,
como elemento movilizador de conciencias revolucionarias. El
MLN-T,
al
no
asumir
la
guerrilla
rural,
rechazaba
el
primer
sentido
y
se
que
daba s?lo
con
el
segundo,
interpret?ndolo
con
una
idea m?s
sutil
de n?cleo
activista
cuestionador
y
aglutinador.
Planteaba
su
foco desde
un
punto
de
vista
cualitativo:
su
influencia
no
era
la
puramente
militar,
sino
que
radicaba
en
la
capacidad
para
conmover
las
mentalidades revolucionarias. En
su
teo
r?a
?aunque
no
siempre
en
la
pr?ctica?
la
lucha
armada
(m?todo)
era un
apoyo
a
la lucha
principal,
la
pol?tica.
Serv?a
como
recurso
propagand?stico
para
movilizar al
resto
de
la
izquierda;
y
su
fuerza radicaba
precisamente
ah?, y no en las armas, que eran m?s que nada una ayuda para darse a cono
cer a
la luz
p?blica.
Por
tanto,
el
foco
tupamaro,
base de
toda la
estrategia
revolucionaria del
MLN-T,
era
ideol?gico
y
propagand?stico.
A
partir
de
esta
concepci?n
del
foco
y
la
actividad
revolucionaria,
los
tupamaros
deb?an
articular
una
propuesta
revolucionaria. Su
primera
etapa
consist?a,
seg?n
se
defini?
en
el
Documento
no.
1,
en
el
desarrollo
del
apara
to
armado,
la
estructura,
que
implicaba
fundamentalmente acciones de
per
trechamiento,
de
ejercitaci?n
y
de
aprendizaje.
A
partir
de la
consolidaci?n
de la
organizaci?n
revolucionaria
?lograda
en
la
segunda
mitad de 1967?
deb?an pasar a una etapa de proyecci?n p?blica que les permitiese crecer y
llegar
a
constituir el
partido
revolucionario.
Para
esto,
la
estrategia
tupamara
se
bas?
en
la
idea
de
propaganda
armada:
a
trav?s
de
un
uso
moderado
de
la
violencia
y
de la
selecci?n
de
los
objetivos
con
cierto
criterio
pol?tico,
buscaron
ganar