Juliet Inmortal Stacey Jay My Adicción Perfecta
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lla luchara por la luz y el por la
oscuridad, luchando a través de
los siglos por la chispa del dulce amor.
Donde dos almas que se adoran de
verdad, tu quizás los encuentres, a la brava
Juliet y el malvado Romeo.
-Balada Italiana Medieval, Autor Desconocido.
E
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STAFF
TRADUCCIÓN
Moderadora: BrendaCarpio, Mayte008
Traductoras:
Dany, Strongberry, BrendaCarpio, Akanet, Karoru Tamis11, Aldebarán, Tersa Manzano, Mayte008
CORRECCIÓN
Moderadora: Mayte008
Correctoras: Melii~, Majo2340, Llis.Briel, Deyanira
Dayanira, Katie Gee, Mayte008
REVISIÓN Y RECOPILACIÓN
Mayte008
DISEÑO
Clyo
Juliet Inmortal Stacey Jay My Adicción Perfecta
Contenido.
Portada------------------ 1
Prologo ----------------- 4
Staff ---------------------- 5
Contenido---------------- 6
Agradecimientos ------- 9
Acerca del autor-------- 10
Capítulo 01---------------- 11
Capítulo 02 --------------- 14
Capítulo 03---------------- 24
Capítulo 04---------------- 33
Capítulo 05---------------- 45
Capítulo 06---------------- 52
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Interludio Uno: Romeo------ 64
Capítulo 07------------------- 67
Capítulo 08------------------ 80
Capítulo 09------------------ 88
Capítulo 10------------------ 105
Capítulo 11------------------- 116
Capítulo 12------------------ 128
Capítulo 13------------------ 142
Capítulo 14------------------ 157
Capítulo 15------------------ 169
Capítulo 16------------------ 181
Capítulo 17------------------ 194
Capítulo 18------------------ 211
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Interludio Dos: Romeo------- 225
Capítulo 19------------------- 231
Capítulo 20------------------- 241
Capítulo 21------------------- 254
Capítulo 22------------------- 271
Capítulo 23------------------- 281
Capítulo 24------------------- 289
Coda: Romeo--------------- 299
Juliet Inmortal Stacey Jay My Adicción Perfecta
uchas gracias a Michelle
Poploff, Rebeca Short y al
equipo entero de producción
de Delacorte Press por su excelencia y maravilla.
Gracias al teatro Ithaca College por todos los
antecedentes sobre el bardo y por el bardo mismo,
por supuesto.
Gracias también a mis compañeros críticos, Stacia
Kane y Julie Linker; a los debutantes del 2009; a
María Montes mi experta en español; y a mis
maravillosos lectores.
Agradecimientos especiales a Riley y a Logan, por ser
los mejores niños que una madre podría esperar y
para mi esposo, Mike, mi alma gemela, mi mejor
amigo, y mi amor.
Gracias por siempre saber que decir “Todo va a estar
bien” y por hacerme creerlo.
M
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tacey Jay es el autor de la serie “You Are
So Undead To Me” y varios otros libros
para adultos jóvenes.
Vive en California con su esposo, dos hijos y
unos pocos amigables fantasmas quien dice que
no se preocupa por las mascotas.
staceyjay.com Visítala en:
S
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VERONA ITALIA, 1304
Traducido por: Dany
Corregido por: Melii~
Esta noche, él pudo haber llegado a través de la puerta—El Castillo está
tranquilo, incluso los sirvientes duermen en sus camas, y la enfermera
lo habría dejado entrar— Pero elige la ventana, escalar a través de la
maraña de flores nocturnas, dejando pétalos en su ropa.
Tropieza con una piedra suelta y cae al suelo, sonriendo mientras me
apresuro a reunirme con él.
Es un romántico, un soñador, nunca tiene miedo de hacer el tonto. Es
valiente, temerario y desafiante, y lo amo por ello. Desesperadamente.
Mi amor por él me roba el aliento, me siento morir y renacer cuando lo
miro a los a los ojos, o paso mis dedos temblorosos a través de sus rizos
cafés.
Lo amo por la forma en que se extiende por las húmedas piedras
flexionando las fuertes piernas debajo de sus calzas 1 , como si no
hubiese motivo de preocupación, como si no hubiésemos roto todas las
reglas y no nos enfrentáramos al destierro de dos hogares por el simple
hecho de habernos conocido.
Lo amo por la forma en que se encuentra mi lado, presionando su suave
mejilla, inhalando como si mi piel oliera tan dulce como los pétalos que
se aferran a su abrigo. Lo amo por la manera en que él susurra mi
1 Calzas o medias: En el Renacimiento, las calzas eran una prenda de vestir masculina que cubría desde
la cintura hasta los pies. Habitualmente constaba de dos piezas separadas, una para cada pierna, que se unían mediante un cordón pasado por orificios u ojales que había en las dos partes.
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nombre ¨Julieta¨ —un ruego de liberación, una promesa de placer, un
voto de que todo lo dulce de él será mío por siempre.
Por siempre y para siempre.
A pesar de nuestros padres y nuestro príncipe y la sangre derramada
en la plaza. A pesar de que tenemos pocos amigos y aún menos dinero.
Y nuestro futuro, una vez brillante, es ahora nublado y oscuro.
—Dime que mañana nunca llegará
Me tira al suelo a su lado, sosteniéndome en su regazo, con la mano
enroscada en mi cadera de una forma que no ha hecho antes. Las
llamaradas de calor se extienden desde la punta de sus dedos a través
de mí y me recuerda que pronto seré su esposa en todos los sentidos.
Cada roce es santificado.
Todo lo que haremos esta noche está destinado a ser, haremos una
celebración de votos y del amor que nos consume. Puedo dejar mis
labios con los suyos. La alegría sangra de su boca a la mía y yo suspiro
la mentira en el fuego dentro de él.
—Nunca llegará.
—Dime que siempre voy a estar aquí en esta habitación. A solas
contigo. Y que siempre serás la chica más hermosa en el mundo
Sus manos están en los lazos de la parte de atrás de mí vestido, lento y
paciente, desliza cada cinta de su lazo con un deliberado movimiento de
sus dedos.
No hay urgencia, con vergüenza vamos a tientas en nuestra oscuridad.
Es firme, seguro y cada vela brilla, lo mejor para ver la ternura en sus
ojos, para estar más seguros con cada momento que pasa, que este no
es un error de juventud. Esto es amor. Real. Magnífico. Eterno.
—Siempre— le susurro, tan llena de adoración de las fronteras en el
culto a la emoción. Una parte de mí siente que el amor es un sacrilegio,
pero no me importa. No hay nada en el mundo excepto Romeo. Para el
resto de mi vida, él es el Dios a cuyos pies me arrodillo.
Su mejilla se presiona a la mía, su aliento cálido en mi oído se acelera.
—Julieta… eres…
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Yo soy su Diosa. Puedo sentir la forma en que se estremece cuando mis
dedos llegan a los botones de su coterhardie2 y arranco los botones de
sus agujeros, uno por uno, dejando al descubierto la ropa fina de la
camisa que hay debajo.
—Tú lo eres todo— dice con ojos brillantes. —Todo.
Y yo sé que lo soy. Soy su luna, y sus brillantes estrellas. Soy su vida y
su corazón. Soy todo eso y la respuesta a cada pregunta no formulada,
la comodidad para cada herida, la compañera que camine junto a él a
partir de ahora hasta el final de nuestra vida, disfrutando de la felicidad
de cada simple tarea por el hecho de hacerlo en su nombre, lleno de
belleza, porque tengo la bendición de pasar mi vida con mi amor.
Mi amor. Mi amor. Mi amor.
Podía escuchar las palabras una y mil veces y nunca me cansaría de
ellos. Nunca.
—Para siempre—, le susurro en la piel caliente de su cuello, suspirando
mientras el último lazo de mi vestido interior se desvanece.
2 Un coterhardie en la Edad Media era una prenda de vestir exterior ceñida con mangas largas.
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SOLVANG, CALIFORNIA, HOY
Traducido por: Strongberry
Corregido por: Melii~
Morir es fácil, volver duele como el infierno.
—Oh…— presione mis manos contra mi frente, estaba caliente, un
líquido pegajoso brota sobre una cortada sobre la ceja.
Había mucha sangre ahora. Sangre en mis manos, untada sobre el
tablero de instrumentos, goteando entre mis dedos hacia mis jeans,
dejando manchas negras que se pueden ver en la tenue luz de la luna
que brilla a través del techo de cristal del carro. Es sucio, aterrador,
pero, sorprendente, el accidente no la ha matado. Mátame.
Yo, ahora. Ella, en algún momento otra vez pronto, dependiendo de qué
tanto tiempo tome para asegurar la seguridad del alma gemela que
había estado mandando para proteger. O que tanto tome Romeo de
convencer a un amante de sacrificar al otro para la bendición de la vida
eterna.
Esto no debería tomar mucho tiempo. El sobre sale en su trabajo.
De cualquier manera, Ariel Dragland usará este caparazón de nuevo.
Hasta entonces esperará en el reino donde yo he pasado la mayoría de
mi eternidad, en las brumas del olvido, ese lugar fuera del tiempo donde
el gris se extiende para siempre.
Me han asegurado por mi contacto el Embajador de la Luz que hay
lugares mucho peores, reinos de tormento, donde el chico que
intercambia nuestro amor a la eternidad algún día sufrirá. Nurse nunca
usan la palabra infierno, pero me gusta imaginar que Romeo se cuenta
entre los habitantes del infierno.
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Claro, ella nunca menciono el cielo, o si yo podría ir allí cuando mi
trabajo esté terminado, si es que termino.
Hay muchas cosas que Nurse ve y no menciona. Incluyendo el
funcionamiento exacto de la magia que me saca entre las tinieblas una
y otra vez, ahora más de 30 veces en siete ciudades.
Todo lo que sé es que la vida viene de repente. En un momento estoy
entumecido y sin cuerpo, la próxima yo estoy dormido dentro de la piel
de otro, la vida de otro – lo último, terrible disfraz.
Me estremezco como la memoria de los últimos momentos de Ariel barre
a través de mí. Yo la vi arrebatar el volante de las manos del conductor
antes de un giro mortal en la carretera y tirar con fuerza hacia la
derecha, esperando la emersión en el barranco que los mataría a los dos
– ella y el chico que le hacía daño. Mis ojos miraron rápidamente al
asiento del conductor.
El chico -Dylan- se desploma hacia adelante, la inclinación hacia abajo,
haciendo que su cuerpo flácido se enroscaran alrededor del volante. Él
está todavía, una bocanada de aire escapa de su boca entreabierta.
Esto parece una mitad concedida del deseo de Ariel. Yo temblé de
nuevo, pero no puedo decir que lo siento. Yo sé lo que él hizo, pude
sentir la vergüenza de Ariel y la rabia dentro de mí como el resto de su
vida se derrama a llenar los rincones vacíos de mi mente.
Detrás de mis ojos se proyectaron imágenes de sus 18 años. Me enfoque
en ellos, absorbiendo todos los detalles, tomando su memoria como si
fuera mía.
Puntillas, de puntillas, siempre de puntillas. Arriba en las escaleras, a
través de la cocina, abajo por el pasillo hasta la habitación donde las
crayolas viven y yo puedo respirar. Donde ella no está viendo. Mi
madre, con su tristeza, ojos tristes.
Siete, diez, quince, dieciocho años y todavía no hay nada más fino que
una hoja de papel en blanco, la promesa blanca que el mundo puede
ser lo que hago. Un lugar mágico, un lugar de aventuras, un lugar
posible. Los borradores se llevan los errores. Otra capa de pintura para
cubrirlas. Negras y rojas y purpuras y azul. Siempre azul.
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Mi madre se ve de color azul. Ella ve las marcas que se ha hecho. Yo
tenía seis. Ella ve a Gemma, mi amigo, como un error, no como una
línea de la vida. Ella ve mis horas solas y se siente más poderosa cada
hora que desperdició. Yo soy un desperdicio. La cosa que se comió su
juventud viva. Se negó a expulsar los huesos.
Algunas veces parecía que todo lo que yo tenía eran huesos, residuos,
un cuadro con nada que llene el espacio vacío. Algunas veces la odio
por eso, algunas veces me odio a mí mismo, algunas veces odio a todos
y a todo y me imagino el mundo derretido de la forma en la que la grasa
se derrite en mi piel.
Piel y huesos. Mi mamá y yo somos ambos tan delgados. Los abrazos
duelen, pero no había muchos. No por años. Había cirugías y dolor y
luces brillantes y luego días atrapado en la casa con las persianas
cerradas de la vergüenza. Hay esta la oscuridad por dentro, un intruso
siniestro que se produce justo cuando me atrevo a creer que algún día
podría ser todo.
Hay esta la escuela y la miseria de ser una persona sin reconocimiento,
lo celosa que yo no podía estar por ser salvaje y hermosa como Gemma,
que soy siempre el público, nunca un jugador.
Hay esta la frustración de las palabras que no saldrán de mi boca no
importa que tanto lo intente. Un día en público hablando.
La que se suba al pódium es una escalada imposible. Everest. La más
alta. Yo odio al Señor Stark por su señal de frustración, odio la clase
por sus risas burlonas. Quiero herirlos, para mostrarles cómo se siente
tener tu interior trenzado en nudos que del que no puedes deshacerte.
A Gemma no le importa, me dice que lo supere, deja de compartir sus
aventuras, cierra la ventana de su vibrante mundo, se olvida de
recogerme a la escuela por lo menos dos veces por semana. Estoy
perdiendo todo, mi única amiga, mi perfecto GPA, mi mente.
¿Qué tanto tiempo puedo vivir así?
¿Puedo hacerlo por más años, durmiendo en ese baño, intentando
entrar a la escuela de enfermería en Santa Bárbara, aprender a vivir
con más enfermedad y dolor, cuando todo lo que quiero hacer es
escapar?
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Pero luego…. Esta él. Su sonrisa, su voz cantando fuerte, cortando a
través de las cortinas, donde me escondo con mis pinturas,
enroscándose en mi oído, haciendo girar los sueños que quiero que se
hagan realidad.
Pero no se hacen. Es una broma.
Nos estamos besando- suave, los besos perfectos que hacen que mi
corazón se levante- cuando el siguiente viene, preguntando si él se ha
llevado la virginidad de Freak.
El trata de esconder el teléfono, pero lo veo. Empiezo a llorar, aun
sabiendo que no estoy triste. Estoy enojada, tan enojada. El me ofrece
50 dólares— un pedazo de la apuesta— si dejo que él se llévelo que vino
a buscar.
Yo exploto. Trato de huir del carro, pero el sostiene mi mano, apretando
mientras tira de nuevo de vuelta, diciéndome—enfriara en el infierno—,
prometiendo que me llevaría a un lugar mejor.
Pero no hay ningún lugar. Se eso por ahora. Solo hay espejos reflejando
la decepción, rompiéndola en un millón de diferentes direcciones,
llenando el mundo hasta que ya no haya salida. Siempre será así.
Siempre, aun cuando por fin salgo de la casa en la calle El Camino.
La calle, la calle es… imposible. No lo dejare conducirlo ni por un
segundo. No lo dejare que atraviese ese agujero en la montaña a la
playa, donde el mar frio y oscuro espera como una pesadilla de reptiles.
Yo no se lo permitiré. No ahora. Ni nunca.
Mis ojos se abren, mi cuerpo zumba con adrenalina, ahogados en el
miedo y furia y la desesperanza Ariel sintió que el coche atravesó la
barrera y voló por encima del borde en el barranco. Ellos cayeron tan
rápido — la distancia consumida por el tiempo en un feo trago. Ella
apenas tuvo tiempo de gritan antes de que el carro impactara y su
cabeza se golpeara contra la ventana del pasajero, suficientemente
fuerte para hacer estallar la piel en su templo y golpear hasta dejarla
inconsciente, pero no lo suficiente para causarle la muerte.
A pesar del daño, ella vivirá… eventualmente. Le guste o no.
—Lo harás. Ya verás, — lo dije en voz alta, aunque sabía que ella no
podía escucharme.
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Hare algo para mejorar su vida antes de que ella regrese, hacerla
soportable, si no es bello. Los embajadores alientan a sus convertidos a
difundir el amor y la luz, pero incluso si no lo hiciera, no podía haber
resistido a Ariel. Ella es solo tan… triste. Yo la quiero ayudar,
mantenerla a salvo de la oscuridad, de los mercenarios que se
aprovechan de la gente como ella.
Especialmente un Mercenario, el que hace todo lo imposible para hacer
mi vida tan miserable como hizo con la original.
Algún lugar afuera, en la noche de la fría primavera, él está
encontrando un cuerpo también, convocado por la misma energía que
me sacó de la niebla. En un gran y olvidado cementerio, Romeo está
buscando un cadáver viejo como para no ser reconocido en esta
pequeña ciudad, encontrando un lugar donde su alma se pueda
esconder. Los Mercenarios del Apocalipsis viven dentro de la muerte,
restaurando la carne podrida a su antigua gloria, siempre y cuando se
esconden a su interior.
Por un momento, me pregunto si Romeo se verá como su tiempo, luego
decidí que eso no importaba. Viejo o joven, gordo o delgado, blanco,
negro o verde — el enemigo es siempre enemigo.
—Uhh, awww. — El gemido viene de mi lado, desde el muchacho que
conducía el carro.
Arrugue mi nariz, decepcionado de que él esté vivo dejando un mal
sabor en mi boca. Como un Embajador de Luz se supone que debo
estar sobre esos sentimientos. Pero no lo estoy y nunca he estado— no
cuando era una chica viva y no siendo una guerrera inmortal del amor.
Amor.
Algunas veces el pensamiento de eso me deja un mal sabor en la boca
también.
Aun así, es lo mejor. Será más fácil de evadir el escrutinio policial si
ambos salen de este coche con vida. Y aunque yo podría sentir que el
mundo sería un mejor lugar más seguro sin Dylan, los Embajadores no
están permitidos de matar a los humanos… o a ninguna otra cosa. El
asesinato alimenta la causa de los Mercenarios. Yo tengo prohibido de
tomar una vida, incluso la que tiene alguna justificación para terminar.
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—Pero nunca es bueno hacer algo malo—, yo susurré, aun cuando yo le
deseo en silencio a Dylan una rotura de huesos o unos pocos o—por lo
menos— una generosa ración de dolor. Yo debería tener prohibido mi
venganza, pero por lo menos Ariel puede tener un poco de ella,
—Uhh…— Dylan se quejó de nuevo, enfocando mi atención a su cara—
sus gruesos labios, pestañas oscuras y pelo castaño que ahondan
suavemente en su frente.
El pelo es mate a la piel en un lado y un golpe desagradable se está
formando en un pómulo, pero no se puede negar que es hermoso. Y un
hombre muy malo.
Hay algo cruel en el conjunto de sus características, incluso cuando
está inconsciente, pero no me puedo quejar Ariel, para no ver más allá
de la fachada, es atractiva. Esto no parece que como mucho tiempo
atrás yo estaba de la misma manera— joven e inocente y lista para
creer en hombre lindos y que el amor duraba para siempre.
Pero aprendí mi lección. Para mí, solo la venganza es eterna.
La necesidad de castigar su traición me mantiene luchando. Yo estoy en
el lado del bien, trabajando para prever que los Mercedarios del
Apocalipsis destruyan lo que la belleza y bondad permanece en la
humanidad.
De todos los deberes de un Embajador puede tener, la protección de las
almas gemelas y preservar el futuro del amor romántico es uno de los
más respetados.
Y eso es… bueno. Pero arruinar su existencia, sabiendo que va a volver
a la gente que lo gobierna sin un alma que muestre su trabajo, es
mejor. Mucho mejor.
Eso ayuda a desterrar el dolor en el borde de mi conciencia como me
puse a buscar la manera de salir del carro. Infortunadamente, no será
un escape fácil. La parte frontal está destruida, la puerta del pasajero
no se puede abrir y los botones eléctricos que reducen las ventanas
hacen un zumbido enfermo cuando se les tira con los dedos.
Botones, estos son similares a los que usé en mi último cuerpo
¿En 1998?
¿1999?
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Los años me confunden, pero aun así, los botones y el aspecto
relativamente nuevo en el interior del coche que me pregunte a qué
horas entro. Cerré mis ojos, pateando a través de los recuerdos de Ariel.
Menos de 15 años ha pasado desde mi último cambio.
Problemas…
Yo raramente regreso a la tierra más de una vez cada cincuenta años. A
pesar de la humanidad, canciones de amor que se reproducen en serie,
como la mantequilla, los amantes de la verdad no se juntan todos los
días.
Como los Mercenarios ejercen su oficio—destruyendo esperanzas,
aplastar la compasión, incitando a la guerra y a la violencia—Las almas
gemelas se están convirtiendo en especies en peligro de extinción.
El verdadero amor tiene poco que ver con la caída. Es una subida hasta
la pared rocosa de una montaña, el trabajo duro y la mayoría de la
gente es demasiado egoísta o con miedo a molestar.
Muy pocos alcanzan el punto crítico en su relación que convoca la
atención de la luz y la oscuridad, el lugar donde van a hacer un
compromiso con el amor sin importa los obstáculos— o tentaciones—
que aparecen en su camino.
Y hay otros como Romeo y yo, dos mitades del mismo conjunto
elaborado a los lados opuestos. Los otros tienen su turno en la rotación,
yo supongo, aunque no conozco ninguno en la tierra, o en los lugares
fuera del tiempo. No estoy al tanto de las otras almas en la niebla. Solo
existe el gris indeterminable y briznas de conciencia que no puedo
retener.
Romeo, sin embargo, está permitido a permanecer en la tierra, habitar
los cuerpos de los muertos. Nurse insiste en que el proceso no es
agradable, pero al menos tiene alguna versión de una vida.
Yo estoy siempre sola, pretendiendo ser alguien más o perdido en un
enorme vacío. Echo de menos la vida. Echo de menos las
conversaciones y risas y compartido alegría y dolor. Echo de menos los
bailes y pinturas.
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Echo de menos caminar en el día sin ninguna maldad en ella— por lo
menos, ninguna que pudiera ver. Por encima de todo, echo de menos mi
inocencia, mi fe en que aquellos que buscan la felicidad, la encontrará.
Yo hago un espectáculo digno de ser bueno, pero en realidad soy
demasiado amarga para ser un Embajador admirable, demasiado joven
para sentirse tan desesperada.
He visto pasar los siglos, pero morí cuando yo tenía catorce años y han
pasado menos de veinte años consiente de la tierra.
Él, por su parte, sigue viviendo y aprendiendo, para evitar la locura con
los oídos abiertos y se ve mucho en los ojos de los humanos. Él tiene
700 años de habilidad y experiencia y le ayuda a acercarse a mí todas
las veces.
Tal vez ahora. Hay algo… fuera de este cambio. No se trata sólo de que
es demasiado pronto. Es… otra cosa… algo que hace que el pelo
blanco—rubio en mi brazo izquierdo se erice.
—Uhh...Rayos…— los ojos de Dylan se abrieron.
Incluso en la luz de la luna brillando a través del techo parecen
oscuros, peculiar. Hay algo extraño acerca de este muchacho, algo
deformado en su interior. No me sorprende que jugara un truco cruel a
Ariel, pero tengo curiosidad por ver lo que va a hacer a continuación.
¿Cómo va a lidiar con el hecho de que casi los mata a los dos?
— ¿Ariel? —Él preguntó, — ¿estás bien?
—Sí, sí, eso creo.
Tal vez el no recuerda como el carro chocó, si es así, no lo estaría
ayudando con su llamado. Mantuve mi expresión cuidadosamente en
blanco.
— ¿estás bien?
—creo que estoy bien. Yo… Pienso que podría...
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Sus palabras se desvanecían a medida que se acercaba más. Él está
mirándome. Lo puedo sentir, aunque su mentón se inclina hacia abajo,
creando huecos a la luz a través del techo no se puede tocar.
¡El techo! Miré y un suspiro de alivio se escapó de mis labios.
¡Está hecho de vidrio! Gracias a Dios.
Saliendo del carro parecía una mejor idea cada vez que pasaban los
segundos. Si Dylan es inquietante a los 18 años, va a ser un asesino en
serie a los veinte.
—Estaremos bien. Solo necesitamos salir. — Levanto la sangre peinado
hacia los dedos para hacer palanca en la cerradura, haciendo caso
omiso de Dylan cuando se inclina aún más.
El techo es manualmente abierto. Veo que el panel de vidrio se puede
salir, pero el mecanismo me da un poco de problemas. Sin embargo, voy
a abrirlo y habrá un montón de espacio para nosotros, para pasar por el
agujero. Yo en primer lugar, por supuesto.
—Lo siento, podría… —él exhalo su cálido aliento en mi cuello. Yo lucho
contra el impulso de temblar. — ¿Puedo preguntarte algo?— Quiere
hablar. Encantador.
Yo suspiro. —Claro—. Saco en las bisagras, luego me di cuenta de que
debería haber estado presionando y suspiro de nuevo.
— ¿Alguna vez alguien te dijo que tu cabello se ve color plata a la luz de
la luna?
Echo un vistazo en el espejo retrovisor. Mi nuevo cabello tiene un
parecido a plata, como algo de cuentos de hadas. Y el resto de lo que
puedo ver en mí es igualmente inquietante, impactante, de verdad.
¿Porque Ariel piensa de ella misma que es repulsiva?
Unos enormes ojos azules dominan mi nueva cara, empequeñeciendo
mi nariz pequeña y labios delgados. Las cicatrices en la mejilla y la
mandíbula son visibles, pero no son tan terribles como Ariel piensa. La
cara mirándome es atractiva y convincente. Hay algo en lo que te hace
querer mirar dos veces.
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Yo también, mirando un poco demasiado largo, lo que me fuera. Dylan
se ríe, sus labios de repente están demasiado cerca de los míos.
—Sin embargo, suave, ¿qué es esa luz que rompe a través de aquella
venta?
No. No puede ser. Nosotros nunca…él nunca esta…
— ¿Me extrañaste, cariño?— me besa en la mejilla, un beso rudo,
juguetón que deja un pequeño rastro mojado.
Dylan ha muerto después de todo. Y Romeo ha encontrado un cadáver.
Es mi último pensamiento antes de que sus manos estén alrededor de
mi garganta.
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Traducido por: BrendaCarpio
Corregido por: Majo2340
Tomo aire mientras me empuja contra la puerta.
Mi cabeza golpea duro contra la ventana enviando un dolor en la parte
atrás de mis ojos. Él está encima de mí en cuestión de segundos, se
sienta a horcajadas sobre mi cintura, sujetándome en el asiento. Mis
manos vuelan a mi garganta, haciendo fuerza en sus dedos, pero no es
fácil, no es tan fácil como deber ser, como lo sería, si hubiera tenido
tiempo para sanar el daño que amenaza con mi vida y mi nueva forma.
En las primeras horas después de un cambio, antes recuperar mi
sobrenatural fuerza, estoy débil. Pero eso nunca me ha preocupado.
Incluso con su misteriosa habilidad para perseguirme, nunca he
quedado con Romeo hasta por lo menos un día después de asumir
residencia en un nuevo cuerpo. Se necesita ese tiempo para descubrir a
cuales almas he sido enviada para proteger, ponerme en contacto con la
enfermera del espejo y recibir instrucciones de los embajadores.
Entonces es simplemente una cuestión de esperar y mantenerse alerta.
Romeo siempre hace acto de presencia. Invariablemente, es convocado
al mismo lugar y tiempo como que yo, para tratar de ganar las mismas
almas a su causa oscura.
Él hará todo lo posible para convencer a un compañero de alma,
sacrificar su amor verdadero por los poderes del odio, la destrucción y
el caos y convertirse en un inmortal Mercenario, tal como lo hizo la
noche después de que consumamos nuestros votos matrimoniales.
Todavía me pregunto qué le ofrecieron. Y cuánto tiempo le tomó para
darse cuenta que en realidad su promesa eran mentiras, que había
empujado un cuchillo a través de mi corazón para nada. Sé que él no ha
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recibido lo que le fue prometido. He visto el destello de tristeza en sus
ojos.
Nuestros nuevos ojos se encuentran y por un momento, creo que lo veo
otra vez, justo antes de que él lleve la nariz a mis labios e inhale.
—Tu aliento siempre huele igual. Tan dulce.
—Déjame
Le advierto, con una oleada de náuseas. Es imposible creer que una vez
soñé con pasar mi vida adorando a este monstruo. Ahora sueño con
matarlo, así que nunca tendré que sentir nada nunca más.
—No lo creo. Prefiero quedarme como estoy. Este nuevo cuerpo es...
delicioso.
Se ríe mientras lucha para mantener sus dedos alrededor de mi
garganta, para evitar estrangular la vida de Ariel. Si la mata, nos
matará a los dos y él lo sabe. Pero no se preocupa por los daños
colaterales. Para él dos por un asesinato será un placer especial.
—Me parece una vergüenza que haya terminado así, tan rápido.
—No ha terminado.
No lo hará. No puede terminar aquí. Quiero verlo fracasar otra vez,
otras cien veces. La adrenalina se vierte en mi torrente sanguíneo, por
lo que mi corazón se acelera y me da la fuerza que necesito para liberar
mi cuello de sus manos y aplastar mi mano en su cara.
—Mmph.
Gime cuando consigo el primer golpe con un punzón en el estómago,
pero puedo decir que no está herido. Al menos, no lo suficiente.
Estamos demasiado cerca para utilizar mi poder luego de mi
movimiento, incluso si estuviera en mejor forma. Tengo que escapar.
Empujándolo hacia un lado, rápidamente tomo el mango de la azotea,
pero me agarra del brazo y lo tuerce en mi espalda.
— ¡Bastardo! —grito, sorprendida por lo mucho que duele.
—Llámame por mi nombre. Qué vergüenza. ¿No estamos más allá de
eso, dulzura?
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Con un gruñido, me mete en el asiento trasero, su rodilla contra mi
espalda. Caigo boca abajo, con mi brazo todavía detrás de mí. Romeo
retuerce mi brazo, y me hace gritar.
No. No es así, no esta noche. En un impulso, muevo mi mano
liberándola y tomo las partes más sensibles de cualquier hombre del
pasado o del presente y lo retuerzo. Duro. Romeo gruñe y golpea mi
mano y luego arranca mi otra muñeca y le da tirones detrás de mí.
—Voy a arrancarte los brazos y los comeré. ¡Mientras miras!
Él tira de mis extremidades hasta que mis músculos y articulaciones
gritan y las cosas que necesito para mantener mi cuerpo en conjunto
amenazan con romperse por la presión. Lo va a hacer, en realidad
rasgar mis brazos de mi cuerpo con sus propias manos.
— ¿Es un gusto estar en el infierno?
Pregunto, mi voz alta y delgada, mientras lucho para enfocarme a través
del dolor, rezando para que mis palabras le distraigan el tiempo
suficiente para coger un respiro, pensar en alguna salida.
—Nunca he estado en el infierno. Como debes saber, amor—. Su agarre
cede lo más mínimo.
—He encontrado agradable la eternidad hasta el momento. ¿Por qué no
vas a buscar un alma para robar y puedas aprender sobre la vida de
mercenario para ti? —Se inclina más cerca, presionando su mejilla
contra la mía.
—Sé que mueres por que estemos juntos, a pesar de que te hace sentir
traviesa lo que tengo bajo la piel.
—Estás loco.
— ¿Yo?
La tortura en los brazos de repente se ha ido, reemplazada por el mayor
tormento de los labios de Romeo en mi cuello, las manos suavizando
mis caderas. La parte de mí que recuerda cómo su toque me hacía
sentir, bella y amada, zumba, la sugerencia de la dicha hace incluso
sentirme más enferma del estómago.
— ¡Suéltame!
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—Oh, ¿acaso ella enseña las antorchas para quemar brillante?
Susurró, ayudando a enfriar el tenue resplandor de la necesidad. Este
horrible juego.
Aquel juego despreciable, la mentira que Shakespeare ayudó a lápiz
todos esos cientos de años atrás cuando por primera vez armaba
nuestra historia para acomodarla a sus días. Trabajó mucho, muy bien.
La tragedia de Shakespeare duradera hizo su parte para promover los
objetivos de la muerte-exaltación del mercenarios, que muriera de amor
parece el acto más noble de todos, pero nada podría estar más lejos de
la verdad. Tomando una inocente vida en un equivocado intento de
probar el amor o para cualquier otra razón, es un gasto inútil.
Pero, ¿qué pasa con una vida no tan inocente?
¿Por qué no puedo matar a esta abominación?
¿Por qué es mi venganza fácilmente injustificable prohibido por los
Embajadores?
Matarme fue un mal suficiente, Romeo se aseguró de que el mundo
recordara una versión falsa de nuestra tragedia por cientos de años,
agregando el insulto a la injuria atroz imperdonable.
Pero él lo sabe. El monstruo. Es hora de hacer uso de mis brazos libres.
—Parece que ella cuelga en la mejilla de la noche como una…
Las palabras finales de Romeo sonaron como un gemido cuando cambié
mis piernas, aprovechando mis pies sobre el asiento y empujando
hacia atrás. Su columna vertebral choca con el tablero con un
satisfactorio ruido sordo. Estoy cada vez más fuerte, tal vez lo
suficientemente fuerte como para eludirlo y encontrar la manera de
trabajar cierre del techo por completo.
Llego a su espalda, agarro un puñado del jersey de Romeo cuando me
doblo en una curva y cambio mis pies, empujándolo contra la consola
central, su cráneo cae en el volante formando un rectángulo de vidrio
por encima de nuestras cabezas. Las fracturas del techo en una grieta
que se ahoga por la crisis de los huesos.
Mi corazón se tambalea con la caída de Romeo, dejándolo tendido en el
asiento del conductor y vuelvo mi atención a los quebrantados vidrio.
No lo he matado, todavía está consciente y gimiendo, pero le he herido
más de lo previsto.
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El olor de sangre fresca derramada en la tapicería, hace subir la bilis en
mi garganta, al atravesar el techo la dispersión contundente de piezas
de vidrio, antes de tirar de mí misma a través del agujero que he hecho.
En el momento en que el subo al capó y bajo hacia la tierra, estoy
temblando. Pero no me detengo a mirar la cara de Romeo a través de la
ventana del conductor de antes de girar y trepar por los lado de la
barranca.
Romeo puede curar un daño aún mayor de lo que puedo yo, es uno de
los regalos mercenarios más grandes. Él trae el tejido muerto de vuelta
a la vida, por amor de Dios. El único.
La única esperanza que tengo para matarlo, si se me permite hacerlo,
sería extrayendo el corazón de su pecho y entonces aun así podría ser
capaz de escapar a otro cadáver. El traumatismo craneal no es nada. Al
tiempo que alcanzo la carretera, es todo, sin el coche.
Mis uñas ya cortas se rompen y las palmas de mis manos se rasgan
cuando empiezo mi camino por la ladera del barranco, agarrándome en
la oscuridad.
La luna se desliza detrás de una nube y estoy subiendo a ciegas, la
negrura espesa y cerca, el fuerte olor de una tormenta inminente llena
el aire, hacer actividades al aire libre no parece mucho mejor que el
accidente que acabo de escapar.
La noche asfixiante amenaza con robar lo que queda de mi compostura.
Nunca he disfrutado de los lugares pequeños y cerrados. Me gusta aún
menos después de haberme despertado en una cripta rodeada de
mentira y piedra por más de un día antes de que Romeo y su cuchillo
fueran a buscarme.
Tomo una respiración profunda. El olor dulzón del algodoncillo se
precipita en mis pulmones. Me hace toser, pero el frío del aire es una
misericordia. No estoy atrapada. Soy libre. Romeo detrás de mí con
cada paso.
Un coche se precipita pasado en el camino de arriba, lo suficientemente
cerca para vibrar en mis oídos. ¡Estoy cerca de allí! Voy a decir hola a
alguien y pedir un aventón de regreso a casa de Ariel.
Autostop siempre ha tenido sus peligros, pero eso no matará el cuerpo
que ocupo. A pesar de las cosas horribles que he visto, creo que hay
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gente decente en el mundo. O mejor, la gente maldiciendo cuando se
arrastra por debajo de los restos del naufragio. Por lo menos la mayoría
de los que conducen no va a querer cortar mis brazos y comerlo.
Mientras miro.
Empujo la imagen de la sonrisa de Romeo, la sangre chorreando por la
barbilla, de mi mente. No importa el cuerpo que ocupe mi imaginación
siempre vuelve a atormentarme.
—Te veo, amor... todo el pelo de plata.
Las palabras son suaves gruñidos, pero puedo oírlo. Él se está
acercando, el sonido de las rocas deslizándose por el barranco a su
paso.
El gusto oxidado en mi boca y la fuerza de mis delgados brazos y las
piernas se muevan más rápido. Ariel podría utilizar un poco de carne
sobre sus huesos. Y músculo. Y la comida en el estómago. ¿Por qué no
comió más antes de irse de la casa? Mi estómago da calambres y mis
brazos tiemblan de esfuerzo. Lo peor de la curación. Las heridas de
Ariel del accidente y la lucha de Romeo cobrando su precio.
—Reduce la velocidad, dulzura. Permíteme poner mis manos alrededor
de tu tobillo y vamos a ver si se puedes volar.
Se ríe, pero el sonido se cuela. Está teniendo problemas ahora que llegó
a la parte del barranco que se eleva hacia arriba sin inclinación.
Voy a llegar a la primera calle. Ahora sólo tengo que encontrar a alguien
dispuesto a detenerse y ayudarme. Soy una joven chica inofensiva con
un lado de la cabeza cubierta con sangre. Es muy probable que
alguien…
— ¡Espere!
Grito, arrastrándome hacia arriba y sobre en el borde de la carretera
hacia el zumbido de un camioneta. Salto y paso por encima de la
barrera de protección dañada, agitando los brazos, pero la camioneta no
frena.
Las luces traseras se desvanecen en la distancia, dejando flotar la risa
del viento frío a través del cañón. Lo más probable es que fueran chicos
de la escuela rumbo a la fiesta en la playa, donde Dylan planea tomar a
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Ariel. Podía correr detrás de ellos y esperar que lleguen a una señal de
stop antes o después.
Algo grande falla hacia abajo en el barranco, pero no es Romeo. ¿Una
roca, tal vez? ¿Un animal? Definitivamente no él.
Puedo escuchar su respiración y los pantalones ligeros que siguen en
movimiento por un lado, con la intención de llegar antes de que
encuentre ayuda.
Giro en la dirección opuesta a donde la camioneta desapareció y corro.
El nuevo cuerpo de Romeo es grande, fuerte y tiene las piernas más
largas que las mías. No puedo permitirme el lujo de dirigirlo a la playa.
De acuerdo a los recuerdos de Ariel, esta carretera está desierta. Voy a
estar mejor corriendo hacia la civilización y la probabilidad de encontrar
a alguien de una escuela nocturna. Esto es a mediados de marzo, no
cata de vinos o la temporada turística y la ciudad más cercana, es la
aldea de Los Olivos, es tranquilo en esta época del año. Pero sin duda,
un restaurante o algo estarán abiertos.
—El mundo es un vampiro, enviado a drenar...
Romeo cantó los bits de una canción que era popular la última vez que
estaban en la tierra. Es una canción inquietante sobre los vampiros y
las ratas y la forma en Romeo canta y lo hace aún más aterrador, como
un niño de coro confesado un asesinato. Él siempre ha tenido una
hermosa voz, no importa el cuerpo que ocupe. Así como yo tengo
siempre un dulce aliento. Evidentemente.
Corro más rápido, los pies golpeando el asfalto roto, mi aliento
cristalino en el aire. Romeo se encuentra fuera de la quebrada y en
movimiento. Él sigue cantando mientras corre, llenando la noche con su
voz inquietante, me hace sentir como si ya me hubiera agarrado.
Me sorprendió cada nota que pincha en mis oídos. Pero él no lo ha
hecho. No lo hará. Veo las luces de la ciudad por delante. Lo voy a
lograr.
Se trata de una milla, a lo sumo. Me dirigiré al primer negocio abierto y
me arrojaré en una multitud. Romeo no me atacará en frente de
testigos. A pesar de su fuerza, las barras pueden detenerlo y los
representantes de la ley occidental de los últimos siglos no han dudado
en castigar a los hombres por abusar de su mujer. No como en los
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anteriores días, cuando era legal que un hombre golpeara a su esposa y
legal para echarla a la calle a morirse de hambre, legal para que él…
—Oh, amado amante mío, amante mío, tus ojos como estrellas, tus
labios como el vino.
Canta, cambió a una canción de nuestra infancia, en inglés en lugar de
italiano. Siempre hablamos en el lenguaje de los nuevos cuerpos, la
asimilación de discurso tan completamente como los recuerdos, pero
recuerdo la forma en que las palabras sonaban en nuestra lengua
materna. De nuevo cuando cantó bajo mi ventana, cuando el sonido de
su voz me llenó de alegría y expectación.
Ahora no hay más que terror. Él me va a atrapar. Es demasiado rápido.
Estoy cansada, débil. Los faros giran en la carretera a cuatro metros
por delante, la esperanza en la oscuridad.
Corro hacia delante, pidiendo ayuda a gritos, agitando los brazos,
dispuesta a que las personas dentro del vehículo me escuchen, me vean
y detenerlo antes de que sea demasiado tarde.
Un segundo pasa... entonces dos... tres, el coche se está alejando, y
teniendo la esperanza de que, de repente, veo las luces de freno de color
rojo.
Con un sollozo de alivio, avanzo la distancia restante hacia el coche,
abro la puerta del pasajero y me arrojo en el interior sin molestarme en
ver quién está detrás del volante. La identidad del conductor no es
importante.
El mismo diablo sería preferible compañía.
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Traducido por: Akanet
Corregido por: Majo2340
— ¿Qué dem…?
— ¡Date prisa! ¡Conduce!
Cerré la puerta de un golpe tras de mí, cortando al conductor, un chico
no mucho mayor que Ariel, por lo que puedo ver en la oscuridad.
Rápidamente asimilé la piel bronceada, el cabello ondulado hasta los
hombros, un collar grueso y una camiseta descolorida abrazando unos
brazos demasiado delgados como para pertenecer a un hombre adulto.
Bueno. Es mejor tener ayuda de alguien más joven, menos propenso a
hacer preguntas.
—Por favor, conduzca. A cualquier lugar. ¡Sólo arranca!
Busco a tientas las cerraduras, hundo de un golpe el botón en la puerta
del pasajero, a continuación, estiro la mano para el bloqueo del chico,
mi hombro rozando el suyo mientras vuelvo a caer en mi asiento.
— ¡Por favor!
Tenemos que irnos. Los bloqueos no disuadirán a Romeo por mucho
tiempo. Tampoco lo hará un solo testigo, no si él cree que puede
escaparse con el asesinato. Lo he visto antes matar, a hombres,
mujeres, niños, cualquiera que se interponga en su camino. Él no tiene
objeciones moral, ni compasión o lástima.
— ¿De dónde vienes? — Pregunta el chico, con sus ojos estrechándose
mientras se inclina más cerca. — ¿Es eso sangre? ¿Estás bien…?
— ¡Por favor, conduzca! ¡Por favor!
Me arriesgo a dar un vistazo sobre mi hombro, apenas tragándome un
grito cuando veo a Romeo corriendo hacia el automóvil, tragándose el
camino con grandes pasos de sus largas piernas, la anticipación loca en
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su cara. Va a matar a este chico, sólo por diversión y será culpa mía. Y
entonces será mi turno de morir. A menos que nos movamos. Ahora.
Me sumerjo en el asiento del conductor, directamente en las piernas del
chico, enredando mis piernas con las suyas mientras busco el pedal del
acelerador con pies frenéticos. Sus brazos pegados a mí alrededor con
sorpresa, segundos antes de que su pie aparte de un golpe el mío del
tablero en el piso.
—No puedes…
— ¡Conduce! Date prisa, nosotros…
Mis palabras se vuelven un sonido de triunfo cuando mi pie encuentra
el acelerador. El automóvil salta hacia adelante unos pocos metros, sólo
a frenar con un chillido cuando el chico presiona el freno, consiguiendo
un gruñido furioso del motor.
— ¡No podemos conducir así, chica!
Sus manos envuelven mi cintura cuando él trata de que moverme al
asiento del pasajero mientras aparta mi pie del acelerador.
Por lo general sería lo suficientemente fuerte para dominar a una
persona normal, incluso en esta etapa inicial del cambio, pero no
después de la lucha con Romeo y la subida del barranco. Necesito
tiempo para abastecerse de combustible. Tiempo no tendré si este chico
no deja de pelear contra mí.
— ¡Vas a matarnos! —grita él.
— ¡No, mi cita va a matarnos!
Le grito justo cuando las manos de Romeo caen estrepitosamente sobre
la cajuela. El golpe nos hace saltar en nuestro asiento compartido, dos
gritos de sorpresa brotando de nuestros labios.
Mis ojos se dirigen al espejo retrovisor a tiempo para ver la sonrisa de
Romeo en el reflejo. Y luego se ha ido, reapareciendo segundos más
tarde, en la ventanilla del conductor, su rostro se cierne a centímetros
del cristal.
Mi corazón sube a mi garganta mientras me deslizo más abajo en el
regazo del chico, golpeando el suelo con mis pies, en busca del
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acelerador. Romeo da tirones a la puerta lo suficientemente para hacer
que el metal gimiera antes de darse cuenta que está cerrada con llave.
Mueve su puño hacia atrás, preparándose para golpear y el chico
finalmente se une a mí en la búsqueda del acelerador. Él lo encuentra
justo a tiempo.
— ¡Ay mierda!
Grita mientras el automóvil se desliza hacia adelante y el puño de
Romeo golpea la ventana trasera en lugar de la delantera. El vidrio se
hace añicos, haciendo que los fragmentos tintineen al golpear el asiento
trasero y un viento frío azotando contra el automóvil a medida que
ganamos velocidad por la carretera vacía.
Mi cabello vuela hacia mi cara. Lo atrapo con una mano, esperando que
el chico pueda ver lo suficientemente bien como para conducir, todo mi
cuerpo zumbando por lo cerca que estuvimos de no escapar.
— ¡Jesús! —Toma una respiración profunda, su mano apretando el
volante—. ¿Qué demonios fue eso?
—Lo siento. Lo siento mucho, yo…
—Pudiste haberme dicho que tu novio estaba loco.
Él mira por el espejo lateral, hacia donde Romeo se está convirtiendo en
un punto en la oscuridad. El chico se ve más viejo por la rabia
apretándose en su cara, más oscuro, casi... peligroso. Pero el brazo
alrededor de mi cintura sigue siendo suave, cuidadoso, como si
estuviera muy consciente de mí.
—Él no es mi novio
Estoy muy consciente de repente de él, también, de su parte frontal
calentando mi espalda, sus muslos moviéndose bajo los míos. Me aclaro
la garganta, sonrojándose por primera vez en tanto tiempo que la
extrañeza de mis mejillas calientes que me hace parpadear. Y toso. Y
me aclaro la garganta de nuevo.
— ¿Estás bien?
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Sus dedos se curvan, enterrándose en mi cintura. El calor se extiende,
se espesa y se activa algo dentro de mí, un toque de anhelo aún más
extraño que el rubor.
Frunzo el ceño. Sonrojarme es una cosa, pero no puedo permitirme el
anhelo. Esta es la vida de Ariel, no la mío. El anhelo es inútil, incluso si
tuviera tiempo para dedicar a chicos guapos con ojos oscuros y manos
suaves. Lo cual no tengo.
—Estoy bien.
Me inclino hacia la derecha, desenredando cuidadosamente mis piernas
mientras caigo en el asiento del pasajero, ignorando el apretón extraño
en mi pecho. El chico mantiene su mirada en el camino, sólo dando un
vistazo cuando me he puesto el cinturón de seguridad.
—Así que no es tu novio.
—No.
— ¿Ex-novio?
—Sólo una mala cita—. Resopla, me dispara una mirada vagamente
divertida.
—Sí. Se puede decir. — Niega con la cabeza, la diversión
desvaneciéndose. —Ese monstruo está loco. Probablemente acaba de
romperse la mitad de los huesos en su mano. ¿Le hizo eso a tu cabeza?
Mis dedos cepillaron mi sien. La herida casi ha sanado, pero la sangre
aún pega mi pelo a un lado de mi cabeza y se aferra, pegajosa y
húmeda, a mi rostro.
—No. Tuvimos un accidente en el automóvil, pero voy a estar bien.
Hago una nota mental para encontrar un lugar para limpiarme antes de
irme a casa. De lo contrario, la madre de Ariel sin duda me llevará al
hospital donde trabaja y el último lugar donde quiere pasar la noche es
la sala de emergencias.
— ¿Qué tan malo fue el accidente? ¿Tienes que ir al hospital?
—No. De verdad. Odio los hospitales.
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—Entonces, ¿qué te parece la policía? Conozco a buenos policías, no del
tipo que no escuchan —dice el muchacho. —Mi hermano trabaja en el
departamento del sheriff en Solvang. Él no está de servicio, pero no
puedo llamarlo. Sé que…
—No. Estoy bien. Fue sólo un pequeño accidente, una pequeña pelea.
—Un pequeño accidente y una pequeña pelea —él gruñe. —Tu cabeza
está cubierta de sangre y estabas huyendo de ese chico como que
llevara una moto sierra. Por no llamarte o algo así…
—Bueno, fue una gran pelea. Pero no quiero ir a la policía.
— ¿Por qué no?
El chico divide su atención entre la carretera y el asiento del pasajero
que mientras gira a la derecha hacia Los Olivos.
A la luz de las farolas antiguas, sus características entran en una visión
clara, ojos marrones un tono más pálido que su piel, una mandíbula
fuerte y cuadrada, y labios carnosos que pondrían a cualquier mujer
celosa. Si no fuera por la imperfección de su nariz, que se desvía
ligeramente hacia la izquierda, como si se la hubiera roto y hubiera sido
mal reparada, sería muy impresionante.
¿Lo sería?
Está bien. Él es impresionante.
Lo miro y parece que no puede mirar hacia otro lado, pero no lo es
porque es hermoso. Es algo más, algo en sus ojos, una chispa tan
familiar que es casi como si... como si lo conociera.
—No tienes que tener miedo —dice y me estremezco porque juraría que
lo he oído decir lo mismo antes. Lo juraría, aunque sé que es imposible.
— ¿Me escuchas?
—Te escucho
Trago, apartando la extraña sensación. Él me es familiar porque se
parece a los chicos con los que crecí, piel color oliva, ojos brillantes y los
labios que los escultores cayeran rendidos. Esto es sólo un
desagradable caso de deja vu. Nada más.
—No tengo miedo. No tenía miedo antes.
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— ¿Entonces por qué estabas escapando?
—Te lo dije. —Levanto un hombro y la dejó caer. —Era una mala cita.
—Él estrelló su mano contra una ventana —dice el chico. —Esa no es
una mala cita, es…
—Por favor, voy a pagar por la ventana, sólo…
— ¡No me importa lo de la ventana! —Dice, golpeando la palma de su
mano contra el volante. — ¡Me preocupo por ti!
— ¡Ni siquiera me conoces! —mi voz salió con una nota afilada que
resonó en el silencio que siguió.
La mandíbula del chico se aprieta, por lo que un músculo allí se
retuerce. Lucho contra el deseo de pasar un dedo por su mejilla,
haciendo caso omiso a la loca sensación de que he hecho lo mismo
antes, la certeza de que ya sé cuan abrasiva y suave se sentirá su piel.
Esto es ridículo. No tengo tiempo para distraerme con este… chico.
—Tienes razón —Le digo, decidida a poner fin a la conversación. —
Dylan está loco y en ese momento, tal vez me habría hecho daño. — Y a
ti. Me ayudaste. Mucho.
Él se detiene en la última intersección de la ciudad, esperando que la
luz roja cambie a verde, con el ceño fruncido hacia el camino vacío por
delante.
—Simplemente no necesito ir al hospital y no quiero ir a la policía. No
pueden hacer nada por tenerle miedo a alguien. Yo sólo... no me gustan
las estaciones de policía.
— ¿Por qué? ¿Tienes un historial criminal o algo así? —pregunta.
Apenas puedo resistir la tentación de poner los ojos en blanco.
—Sí. Soy un asaltante. Dame todo tu dinero y voy a considerar
conservar tu vida.
Un estallido sorpresivo de risa llena el automóvil. El chico sonríe,
revelando los dientes torcidos que coinciden con su nariz, haciendo una
especie de sentido torcido en su rostro.
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—Entonces, este realmente no es tu noche de suerte, chica. Acabo de
gastar mis últimos diez dólares en combustible.
Soy consciente de un dolor en mi mandíbula, pero necesito un
momento para darme cuenta de que es inspirado por mi propia sonrisa.
—Todo lo que tengo es un cupón para un lavado de autos y media
botella de Mountain Dew3 que ha estado en el asiento trasero por unos
días.
—Bien —digo, manteniendo mi tono ligero—. Tengo sed...
—Ya he bebido de la botella. Tiene mis gérmenes.
—No me gustaría coger esos.
Sonrío de nuevo, con la esperanza de que hemos dejado el tema de la
policía atrás mientras pasa por la intersección.
—Supongo que tendré que conformarme con un viaje a casa. —Me tomo
un momento para visualizar la ubicación exacta de la casa de Ariel en
mi mente. —Vivo en Solvang, detrás de Natural Foods. En El Camino.
—El camino fue nombrado el camino.
— ¿Sabes dónde está?
—Sí. Lo sé. Y te llevaré, a pesar de que sabes dónde creo que deberías
ir.
—Lo hago. Yo... gracias.
—De nada.
Acelera más allá de una línea de casas de antes de la guerra con luces
encendidas en los acogedores porches, manejando en un silencio que se
hace más cómodo a medida que dejamos atrás Los Olivos.
—Esa tienda junto a su casa tiene pan realmente bueno.
— ¿En serio?
3 Mountain Dew: Bebida Gaseosa.
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—Sí. Te llevaré un poco la próxima vez que vaya —dice. — Sólo me fui a
vivir con mi hermano hace unos días, pero mi cuñada ya me ha enviado
a esa tienda dos veces. La leche regular de nuestro lado de la ciudad no
es lo suficientemente buena para mi sobrina. Ella tiene que tener la
orgánica, libre de hormonas, leche ordeñada por granjeros de campo
libres.
Su suposición de que vamos a ser amigos, la calidez de su voz cuando
habla de su familia, me hacen preguntar cómo he podido pensar que
era peligroso, siquiera por un momento.
Él es realmente dulce de una manera algo mandona. Ariel podría
beneficiarse de alguien como él en su vida. Ella y Gemma, su única
amiga, se han estado separando. Sería bueno para ella tener a alguien
más a quien recurrir cuando recupere su cuerpo, incluso si sus
recuerdos de conocer al chico con la sonrisa torcida serán diferentes de
la míos.
Ninguno de los cuerpos que habito recuerda algo acerca de mí, Romeo,
o el trabajo de los embajadores y mercenarios. Sus mentes toman los
recuerdos que hago, modificándolos y reclamándolos como propios,
manteniendo nuestros secretos alejados del mundo.
— ¿Así que tienes un nombre, rubia?
Dijo el chico, tomando la izquierda en una carretera estrecha rural. He
pasado cambios en personas que hablaban español, pero la habilidad
me dejó cuando fui llamado de nuevo a la niebla. Sin embargo, puedo
adivinar que me ha llamado “rubia”. Un apodo, creo que complacerá a
Ariel. Nunca antes ha tenido un apodo, al menos, no uno que le
gustara.
—Ariel. ¿Y tú?
—Ben —Sonríe. —Ariel, como la sirena.
—O el hada en La tempestad—. Él hace una mueca.
—Quédate con la sirena. Odio a Shakespeare.
—Yo también—. Me sorprendo a mí misma con una sonrisa. —Quiero
decir, odiar puede ser la palabra equivocada, pero no me gustan las
tragedias. Sobre todo las historias de amor.
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—Apenas puedo entender lo que dice la gente —Ben se encoge de
hombros. —Pero algunos de los sonetos de Shakespeare son geniales.
Tuvimos que leerlos el año pasado en la recuperación de inglés del
tercer grado para niños tontos.
—No pareces tonto.
—Gracias —dice—. Fue la palabra recuperación, ¿verdad? ¿Me hizo
sonar inteligente?
—Fue más que sabías que La Tempestad era de Shakespeare —dije, —
pero recuperación es una palabra elegante—. Se ríe en voz baja.
—Me gusta eso.
— ¿Te gusta qué?
—La forma en que dices elegante.
—Gracias. —Sé que debería sentirse incómoda con el destello de afecto
en su voz, pero no lo hago. Hay algo… natural acerca de estar con Ben.
—Así que, ¿cuál giro? Nunca he estado en este camino en la oscuridad.
Desacelera a medida que pasamos la iglesia en las afueras de la ciudad
y un parque salpicado de torres de plástico. La zona de juegos Castillo.
Ariel jugó allí cuando era una niña, pero su madre la hizo esperar hasta
el atardecer para caminar desde su casa hasta el laberinto de toboganes
y columpios.
Ella dijo que estaba preocupado porque el sol lastimara la piel tosca de
Ariel, pero sólo quería evitar el momento más activo en el parque. A
Melanie no le gusta como los otros niños la miraban y hacían
preguntas. Eso la hizo presionar los labios en una fina línea, la hizo
apartar a Ariel de los demás, jalarla calle abajo, de vuelta a la casa con
las persianas cerradas.
—Es la segunda calle a la izquierda
Digo, encontrando difícil tragar. No estoy deseando conocer a la madre
de Ariel, no si los recuerdos que tengo son fiables. Me consuelo con la
seguridad de que los recuerdos son siempre coloreados por la
percepción. Lo que Ariel recuerda sobre su vida ha informado por sus
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sentimientos y temores tanto como por los hechos. Existe la posibilidad
de que Melanie Dragland no sea tan mala como me esperaba.
— ¿Estás bien? —le pregunta Ben, desacelerando aún más, como si
pudiera sentir mi renuencia.
—Simplemente estaba pensando en mi mamá. Ella va a preocuparse
cuando entre con sangre por todas partes.
—No te preocupes. Este es el automóvil de mi cuñada. Hay toallitas
para bebé y pañales en el asiento trasero. —Me guiña el ojo—. Las
toallitas para bebé son mágicas. Limpian de todo, popo, vómito,
suciedad, jugo derramado, sangre. Vamos a estacionar y puedes
limpiarte antes de entrar.
Alivio suaviza los bordes de mi angustia mientras él estaciona en un
lado de la carretera a unas calles de la casa de Ariel.
—Gracias. De nuevo.
—No hay problema. —Apaga el motor y se estira hacia el asiento,
cogiendo un cubo de plástico. El aire se llena con el olor de la loción
para bebés mientras él saca paños húmedos del dispensador y los deja
caer en mis manos. —Estoy fuera más allá del toque de queda de mi
nueva escuela nocturna de todos modos. —La forma en que dice la
palabra toque de queda deja en claro que considera la idea ridícula. —
También podría sacar el máximo provecho de ello y realmente enojar a
mi hermano.
— ¿Así que vives con tu hermano? —Me limpié el lado de mi cabeza,
manchando la tela blanca de rosado y luego a rojo.
— Sí. Solía vivir con mis primos en Lompoc. Me pareció una estupidez
cambiar de escuela sólo a unos pocos meses de la graduación, pero...
no estaba funcionando.
— ¿Por qué no?— Se encoge de hombros.
—Mis primos son mayores. Van mucho a fiestas y se están metiendo
con cosas que no me interesan.
— ¿Cómo qué?
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—Como pandillas —Él pone los ojos en blanco. —Ellos querían que
pasara por la iniciación, yo quería vivir. Fue un conflicto de intereses.
Además, mi hermano se enteró y al ser un policía, no había manera de
permanecer allí fuera una opción. Incluso durante unos meses más.
— ¿Y tus padres? Están ellos...
—Mi padre regresó a México cuando yo era pequeño. Solía enviar
cartas, algunas veces, pero...
Gira para mirar por el parabrisas, viendo a un gato que se escabullirse
a través de la calle. Cuando habla de nuevo su voz es más suave. —Y mi
mamá murió hace un año.
—Lo siento.
—Lo sientes mucho —dice, sonriendo mientras el gato desaparece—.
Alcanzo otro paño húmedo.
—En realidad no.
—Dices mucho que lo sientes.
—Creo que no quiero decir que lo siento tanto como... — Hago una
pausa, el paño moviéndose entre mi frente y mi mejilla. —Creo que
simplemente... deseo que las cosas fueran diferentes, que las vidas de
las personas no fueran tan duras.
—Yo también
Dice, un tirón en su voz. Gira y nuestros ojos se encuentran, y esa
sensación de conocerlo me golpea otra vez, llamándome la atención a
un estómago vacío. Por un momento, la tristeza y el dolor en sus ojos es
mi dolor y quiero desesperadamente hacerlo sentir mejor. Quiero llegar
a él, abrazarlo, susurrar en la parte interior y cálida de su cuello que
todo va a estar bien, que voy a hacer que sea de esa manera.
Pero no lo hago. Porque no puedo. Debido que ese susurro sería una
mentira. Y porque sé que si lo toco de nuevo, puede olvidar quien no
soy.
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Traducido por: karoru
Corregido por: Melii~
Empuño la toalla húmeda en mi mano, refrenando una parte de mí que
ansiaba a este chico con grandes ojos cafés.
Podía sentir una conexión instantánea con Ben, pero no tiene
importancia y Ariel no está lista para amar a alguien. Ella jaló su auto
fuera del camino y matando su primera cita, por el bien de Dios.
Necesita recobrar la compostura y Ben merece a una chica quien no lo
cargue con un equipaje emocional.
Aun después de diez minutos, puedo decirle que es especial, agradable,
persona decente en un mundo donde las personas como él se vuelven
raras como almas gemelas.
— ¿Ariel? —preguntó.
— ¿Qué?
—Se te olvido un sitio—. Me acerco para mirar en el espejo retrovisor,
robando un lugar pegajoso cerca del nacimiento del pelo.
—En otro lugar. Acerca de…aquí, voy hacerlo
Él jala un trapo del depósito y lo trae para mí mejilla, aliviándola
sombre mi mandíbula con la confianza de alguien que tuvo una
experiencia cuidando a las personas.
Me congelo, fascinada por su toque. Ha pasado bastante desde que
alguien me ha tocado así, con mucho…cuidado. Siempre me mantengo
aislada en mis cuerpos temporales. Viviendo en una piel prestada no
alienta el contacto físico, al menos no para mí. No puedo recordar la
última vez que me he reconfortado con el toque de alguien.
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Pero en este momento, lo hago, tanto que es doloroso. No quiero pensar
acerca de cuan bien se siente este contacto, o cuánto tiempo será antes
de que alguien me toque otra vez. Nunca. Nadie alguna vez lo hará,
porque tú no existes.
—Ahí. Lo tengo—. Él sujeta el paño, ahora manchada con una raya
roja, en la atmosfera entre nosotros—. ¿Estás bien, Sirena?
—Sí —Mi voz es áspera. Me aclaro mi garganta, alisando las arrugas.
Esta es la forma en cómo están las cosas. Sé esto. Lo he sabido desde el
principio. —Estoy bien.
— ¿Qué paso? ¿Para qué el lado de tu cara? ¿Y de tu oído?
— ¿Qué?
Me he olvidado de las cicatrices, había olvidado que soy Ariel. La
cuestión es que el tono de Ben no ayuda. Es obvio que no rechaza la
cara de Ariel, la forma en que ella asume que las personas, en
particular los niños, lo harían.
—Yo…fue hace mucho tiempo. Hubo un accidente con un poco de grasa
cuando tenía seis. He tenido cirugías. Está bastante mejor que lo que
solía ser.
—Me queme con un cigarrillo cuando era niño—dijo, — dolió como loco
y fue solo una pequeña cosa. Nada como eso—él niega con la cabeza. —
Esa debe haber sido un infierno.
Él me está ofreciendo su empatía, no lastima, algo que sé que Ariel
podría apreciar, pero me siento torpe aceptando su compasión. No la
merezco. No he sufrido en carne propia el dolor de Ariel. Mi sufrimiento
físico fue breve, unos minutos en un frío piso de piedra con un cuchillo
dando pequeños cortes agónicos a través de mi pecho. Aun así, supongo
que tengo mis propias cicatrices. Incluso si nadie las puede ver.
—Trato de no pensar en eso—levanto mis ojos a Ben. —No quiero sentir
lástima por mí misma. No quiero que otras personas sientan lástima
por mí tampoco.
—No lo hago. Pienso que eres ruda.
— ¿Ah sí? —Mis labios se curvan. — ¿Y eso algo bueno?
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—Rudo es muy bueno y tú eres muy ruda. —Su mano roza contra la
mía con la parte de atrás, haciendo mi pulso ir más rápido. —Al menos,
difícil para una chica llamada después sirena.
Mi sonrisa se desvanece. Él no está hablando de mí y el acelerado
corazón no es mío. Tengo que salir de este vehículo. Ariel y Ben pueden
llegar a ser los mejores amigos más tarde. Preferentemente después de
que yo me vaya. Me gusta Ben, pero no me gusta la forma que él me
hace sentir. Yo, el alma incorpórea que no tiene ningún sentimiento en
sus negocios. Soy Ariel ahora y necesito llegar a casa.
—Probablemente deberíamos ir —digo, —se está haciendo tarde.
—Seguro — Ben sostiene una bolsa de plástico buscada desde la parte
de atrás y tiramos las telas usadas adentro. —Pero si es un psicópata,
se mete contigo otra vez, encuéntrame —dijo, —estaré en escuela a
partir de mañana. Tú vas a Solvang Public, ¿correcto? O vas a la
privada…
—Voy al SHS. Mamá decía que ella ahorraría su dinero para la
universidad que desaprovecharlo en un colegio privado. Pero realmente
no tenía que preocuparse por Dylan. Yo solo quiero olvidar que esta
noche alguna vez pasó.
—No quiero —él dijo, con una suave voz, cuidadosa, —si no hubiera
pasado, no te habría conocido.
Sus ojos se encontraron de nuevo y repentinamente el auto parece
demasiado pequeño y sus palabras demasiado grandes. Podría ser tan
fácil cruzar la distancia entre nosotros. Una palabra, un toque, no se
requeriría demasiado para tomar esta nueva amistad en otra dirección.
Ben está interesado, tal vez él aun siente lo que yo siento, esta conexión
que desafía explicación. Pero si aún lo hace, no importa. Ariel no está
lista y yo no soy capaz. Esto…lo que sea tiene que detenerse. Ahora.
—Estoy siendo sobrevalorada. Pegúntale a mi madre —digo, haciendo
un chiste, abordando la posibilidad que él tire de nosotros, —hablando
de mi madre…—recorro la mirada sobre la calle, pero la casa de las
memorias de Ariel no está a la vista aún. —Realmente debería irme a
casa.
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La enfermera se preocupara si no le contacto pronto. Necesito su ayuda
para localizar las almas gemelas por las que he sido envidada. Ella
siempre sabe dónde encontrarlas, aun en las áreas más densamente
pobladas. En una pequeña ciudad como esta no cabe duda que ella
haya trazado una ruta desde mi nueva casa para ambas.
—Correcto. Entendí la indirecta
Ben sonó herido, pero pretendí no notarlo, pretendí que mi pecho no me
doliera de la manera en que lo hizo, cuando me deslice de su regazo. Él
encendió el auto, puso marcha atrás en la carretera.
—Se supone que debía estar en casa hace una hora de todos modos.
— ¿Por qué no te fuiste? —pregunté, llenando el silencio por los último
metros de nuestro viaje.
—Una amiga y yo tuvimos una pelea. Ella solo…es confuso —él dijo, —
no lo sé. Necesitó manejarlo. Creo.
— ¿Una pelea pequeña o una gran pelea?
Él entra en el reciente camino de acceso, cambio antes de aparcar antes
de inmovilizarme con una dura mirada.
—No hubo sangre. O se rompieron ventanas.
—Así que no fue una pelea real después de todo. —Sus labios se
sacudieron, pero no sonrió.
—No, no fue una pelea real. No fue una gran cosa. Bueno estaremos
bien por la mañana. No puedo no estar bien con ella. Ella es la única
persona que conozco en SHS. ¿Tú tienes amigos, cierto?
—No tengo muchos
Digo, distraída por la luz de la cocina y la música perdiéndose a través
de la ventana. Melanie está esperando por su hija, probablemente
esperando para saber todo los detalles acerca de su cita. Genial. Me
retiro el cabello del rostro y rezo para que la mayor parte de la sangre
haya salido.
—Eso es extraño.
— ¿Qué es extraño?
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—Que tú no tengas muchos amigos. Te ves funcionando socialmente.
—Oh, adivino…estoy…solo…
No soy Ariel. Soy una impostora, una chica proveniente setecientos
años atrás quién estaba un poco menos dañada que esta chica con la
cara llena de cicatrices. Pero solo un poco.
— ¿Tu eres solo qué? —él pregunta.
—Tímida.
Él sonríe con su verdadera sonrisa, torcida que cierta forma es más
hermosa por sus imperfecciones.
—Tú no te ves tímida. En lo absoluto.
Él está en lo correcto. Y Ariel no es realmente tímida; esta
solamente…rota. Tendré que trabajar arduamente para personificarla.
El hecho de que ella nunca conoció a Ben me calma relajando mi
guardia. Tengo que tener más cuidado. Pequeños, sutiles cambios en su
conducta que se suman a una vida mejor para ella es la mejor manera
de hacer mi trabajo sin despertar sospechas sobre su comportamiento-
fuera-de lugar.
Debería saber mejor, que dejar que mi propia personalidad se muestre
mucho. Debería saber mejor que hacer sobre los errores que he hecho
desde que entre en el auto.
—Bueno…—me encojo de hombros. —Adivino que es el camino para
que nosotros rompamos el hielo.
—Perfecto picando el hielo.
—Sí. Después de esto, la timidez parece tonta.
—Me alegro —Ben se apoya en el asiento trasero de nuevo, agarra una
arrugada sudadera negra y la presiona en mis manos. —Aquí, esto está
un poco asqueroso, pero tú puedes ponértelo. Tienes sangre en tu
camisa — Él se apoya más cerca, se ve concentrado avanzando
lentamente de regreso a su cara.
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—Un…mucha sangre. ¿Estás segura de que estas bien? — Sus dedos
tienen mayor alcance, susurrando a lo largo de mi hombro, haciéndome
sobresaltarme. Porque me duele más ahora. Su gentileza. Sus cejas se
juntaron, pero él no tiro mi mano. —No voy a lastimarte.
—Lo sé. —susurró.
Herirme no es lo que estoy preocupada. Al menos, no en la forma en
que él quiere decir.
Él no puede saber su cautela es lo que me duele, lo que hace que algo
dentro de mí gritar de una manera desde que esto fue real, desde era
una niña con su propio cuerpo, una vida y una tristeza que se sentía
más grande que todo el mundo.
—Y no dejare que nadie más te hiera. Te lo prometo.
Sus manos se desvían a mis mejillas. Lo sé debería alejarme, buscar la
manilla de la puerta, debería salir de aquí antes de que este momento
se vuelva más denso, pero no puedo. Por alguna razón…No puedo.
Estoy perdida en él, en la pasión de sus ojos, la suavidad de su toqué,
la convicción de sus palabras.
—Me tengo que ir —digo, pero no me muevo. Él tampoco. Él solo me
mira, sus ojos parpadean a mis labios y viceversa.
—Luego me voy —dice, mientras él se acerca.
—De acuerdo—. Vete, Julieta. ¡Muévete! ¡Ahora!
Pero no puedo. Me quedo y lo dejo acercarse, acercarse, hasta que
puedo sentir el calor de sus labios e imaginarme cuan perfecto se
sentirían, cuan perfecto él sabrá, cuan…
—Gracias por la camiseta
Rompo el momento, me abalanzo sobre la manilla de la puerta y la
mitad se cae del coche. Mi corazón late tan fuerte que brinca en mi
garganta cuando me puse la camiseta sobre mi cabeza, ocultando la
evidencia cuan mal herida he estado antes de afrontar la cara de Ben a
través de la apertura ventana.
—Te veo mañana. Tal vez tengamos algunas clases juntos.
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Cuando él habla, sus voz esta tan ronca como a mía. —Bien. Dulces
sueños, Sirena4. —Dulces sueños. Poco probable. No después de
comenzar un cambio como este.
—Tú también
Giro y me precipito a correr por las escaleras de concreto y a través de
la chirriante puerta de metal, acurruco la camisa prestada, si no mi piel
prestada, el olor de la brisa marina y Ben siguiéndome en la noche.
4 En el texto original está en español.
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Traducido por: Tamis11
Corregido por: Melii~
—No es el mismo muchacho con el que te marchaste.
La mamá de Ariel estaba en el centro de la cocina, sus manos
revoloteando del cuello de su traje azul, al lazo en su cintura y atrás y
otra vez. Ella se inclinó a un lado, mirando detenidamente alrededor de
mí y por la puerta mosquitera por donde Ben se iba.
Sus ojos azules eran de un color diferente que los de Ariel. Pero el resto
del pelo de Melanie era rubio blanquecino, la nariz estrecha, labios
delgados, esbelta eran casi idénticas, como si ella hubiera creado a su
hija de un pedazo de su propia carne. Ella era bonita, o lo sería si no
fuera por la tensión que agria sus rasgos.
— ¿Qué pasó con Dylan?— preguntó, con rebelión en la voz. — ¿Y qué
estas usando? ¿Qué pasó con tu nueva camisa? ¿Y tú maquillaje?
Ella aspiro un escandalizando aliento mientras ella cruzaba la cocina,
amplios ojos que vagaban sobre mi cara.
—Luce como si hubieras frotado todo de ti. ¡Todo esto!
—Está bien, Mamá, yo puedo…
—No está bien. Puedo verlo todo
El dolor en su voz me hizo estremecerme. El dolor es su dolor, pero
sería tan fácil tomarlo personalmente. Sería tan fácil para Ariel
examinar los ojos horrorizados de su madre y creer que ella es la cosa
más horrible.
Yo habría caído en la misma trampa si no hubiera sido por mi padre. Él
estaba siempre allí con un abrazo y una risa, equilibrando la
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consideración fría de mi madre. En sus ojos, yo era simplemente un
recordatorio de su fracaso de darle un hijo a mi padre. Si ellos hubieran
sido mi única reflexión yo me habría vuelto loca.
Esto no es nada asombroso para Ariel, tiene una vista tan deformada de
ella. El espejo que Melanie sostiene es combado, cruel. Tengo que
encontrar algún modo de cambiar las cosas en esta casa, no puedo ver
la vida de Ariel mejorarse en un futuro próximo. Suspiro e intento lo
mejor para guardar mi aversión a esta mujer en mi voz.
—Dylan y yo fuimos a un partido sobre la playa. Conseguí algún rocío
sobre mi cara. Adivino que esto lavó mi maquillaje.
Mis ojos vagaron alrededor de la cocina, como pienso explicar por qué
Ben me trajo a casa. Lamentablemente, no hay mucho para mirar.
Gabinetes solamente blancos daneses de madera y molinos de viento,
contra cimas rajadas blancas y el linóleo que era probablemente fue
nuevo alrededor del tiempo en que Melanie nació.
Ella obviamente decide no gastar su sueldo de enfermera para mejoras
de la casa. La cocina se siente fría e inhibida y los olores de café barato,
lejía y la col…. Esto no es de buen agüero para el resto de la casa.
—Esto es demasiado frío para estar abajo en la playa. —Melanie cruzo
sus armas sobre su pecho. —Esto está apenas a cincuenta grados aquí,
y es siempre frío sobre la costa.
—Sí, Yo me estaba congelando, —estoy de acuerdo, la mentira viene
más fácil ahora. —Entonces un amigo me dio su sudadera y me trajo a
casa—. Melanie sacudió su cabeza.
— ¿Pero en cuanto a Dylan? ¿Qué pasó?
Él está muerto. Su hija lo mató y ahora un monstruo vive en su cuerpo.
Bajo mis ojos, estudiando las estrellas marrones sobre el linóleo,
deseando a Ariel nunca había encontrado a Dylan Stroud.
—Pensé que realmente le gustabas, — empujo Melanie, rechazando
tomar la indirecta. —Él en realidad vino para decir ¡hola! a tu madre.
¿Esto es un tanto amable un trato grande, verdad? Pensé que los
muchachos no hacían esto más.
—Supongo
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Cambie mi mirada fija al techo, donde las masas de pintura burbujean
como una erupción despreocupada. La memoria de Ariel le decía que el
estilo del techo se llama palomitas de maíz. El artista dentro de mí esta
despreocupado.
— ¿Y? ¿Qué pasó?
La impaciencia de Melanie se sentía aguda en el aire. Este era el punto
en donde Ariel por lo general le gritaría a su mamá por haberla dejado
sola y correría a su habitación.
En cambio, encuentro los ojos de su madre, dispuesta para dejar la
gota sustancial.
—Después de que estuvimos solos, no me gustó él. Le pedí a un amigo
que me trajera a casa. Fin.
— ¿No te gustó él?
—No, no lo hizo. — Yo rechine mis dientes contra la incredulidad en el
tono de Melanie. —Él era grosero—. Ella suspiro y rodo sus ojos.
—Ariel, verdaderos muchachos adolescentes no se parecen a los
personajes de los libros que lees. Ellos huelen gracioso y están
obsesionados con videojuegos y dicen cosas tontas. Ellos todavía
aprenden, justo como tú. No puedes esperar a un niño de diecisiete
años a…
—Puedo esperar lo que quiero esperar.
—Bien—, ella rompió, no molestándose en ocultar su cólera. —Si tú
quieres estar mirando el exterior en para el resto de tu vida, y seguir
adelante y gastar tu tiempo pintando animales muertos y vampiros y….
— ¡Ellos no son vampiros!
Grito, no segura de lo que Melanie habla, pero sabe que Ariel odia
cuando ella dice cosas así sobre su trabajo. Ella odia a aquella Melanie
incluso aún ve sus pinturas, desearía poder cerrar la puerta a su
habitación cuando ella se va y mantener a Melanie lejos de las piezas de
su subconsciente colgado en la pared.
—Tus fantasías nunca van a ayudarte.
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— ¿El deseo de un muchacho que no se tomará apuestas sobre si
realmente dormiré con él es una fantasía?
Me estremezco cuando las palabras dejan mi boca. No planee decirle
acerca de eso, pero su suposición de que Ariel es un idiota es
indignante.
— ¿Qué? — Sus ojos se agrandan, el miedo nadando en sus
profundidades. —Ah dios, cariño. Tú no hiciste…
—No, no lo hice. Me pareció que esto era una broma antes… antes. —
Mi carácter se descolora un poco cuando el cuerpo de Melanie pandea
con el alivio. Sin embargo no estoy lista a dejarla fuera del gancho.
—Pero después que él era horrible. Realmente horrible. Sé la diferencia
entre un muchacho normal y una mala persona, Mamá. Deberías
confiar en mí.
—Ah. — Ella parpadea. — Bien, lo hago. Desde luego que lo hago. —
Sus dientes preocupan su labio inferior, su confusión hace su mirada
más joven. — yo solo quería que pasaras un buen rato. Yo estaba…
pensé que tal vez…, pero si Dylan fue un idiota, está bien que
encontraras otro camino a casa. — Sus manos se aferraban a su traje,
apretándolo en un nudo, hasta parece que ella nunca lo conseguirá
deshacer. —Pero podrías haberme llamado, lo sabes. Yo habría ido por
ti.
¿Sabe Ariel? No pienso que ella lo hiciera.
—Bueno, la clase de tipo… perdió mi bolso —digo— Y mi teléfono móvil,
por lo que…
— ¿Qué?— La cólera se levanta detrás de su voz. — ¡Ariel! Todavía
tenemos otro año con aquel teléfono antes de que sea elegible para una
mejora. ¿En serio? ¿Ella va a tener un ataque sobre esto? ¿Después de
que todo lo que acabo de decir?
—Solamente tendrás que recordar donde lo dejaste…
—Lo dejé en el coche de Dylan, — digo, preguntando como Romeo va a
explicar su coche arruinado a sus nuevos "padres". Esperemos que su
bienvenida en su nueva familia vaya aún menos suavemente que la
mía. —No puedo recuperarlo.
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—Tú puedes recuperarlo.
—No, Mamá. No puedo. Pagaré por el teléfono yo misma, yo…
— ¿Con qué? ¿Con el dinero del trabajo de medio tiempo que nunca
solicitaste? — Ella hace un sonido esto es más de un resoplido que una
risa. —Te lo juro Ariel, yo…
— ¡Nunca lo apliqué porque me dijiste que nadie me contrataría!— Mi
voz se eleva, estridente. Si no pierdo mi calma en este punto, Melanie
seguramente sospechará que su hija ha sido poseída.
— ¡Probablemente no para el trabajo de servicio, pero podrías haber
trabajado en una cocina o algo! ¡Ah! Esto solamente… me vuelve loca.
Ella cierra sus ojos, aspira un aliento largo y lento, lo suelta, al parecer
inconsciente hay leyes de antidiscriminación en la América moderna.
Demasiado mal no hay ninguna ley contra la discriminación en la casa.
— ¿Sabes qué? Esto no merece otra pelea. Estás a punto de terminar la
carrera y puedes encontrar un trabajo el próximo año. Tal vez algo de
medio tiempo en el colegio.
Ariel asumió que ella es demasiado horrible para ser vista en público y
la torpeza general y el auto aborrecimiento que hace la mayoría de la
gente su edad la considera una enfermedad social. En este punto, esto
es una suposición grande. Tengo que volver Melanie en un aliado en vez
de otro obstáculo para vencer. Pero no esta noche. Estoy agotada y
hambrienta y la Enfermera me espera.
—Está bien. — siguió Melanie. —Te daré mi teléfono, y conseguiré un
iPhone. Puedo conseguir un buen descuento y todos los demás tienen
uno. Soy la única persona en el hospital que no comprueba su correo
electrónico cada diez segundos—. Ella se ríe, un sonido estirado que
parece incómodo en su boca. — Así que… no te preocupes por el
teléfono. Voy a dejar el mío sobre el contador para ti por la mañana.
—Gracias. — Al menos ella lo intenta. Esto es… un principio. —Voy a
conseguir algo para comer. ¿Quieres algo?
Sus rizos rozando su labio superior, como si el pensamiento de alimento
fuera vagamente repelente.
—No, tengo un emparedado.
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Doy vuelta al refrigerador y tiro para abrir la puerta, buscando algo
para aliviar el dolor en mi estómago. Ariel no tenía un claro recuerdo de
los alimento. Ella come para vivir, no vive para comer. Buena cosa
también.
El contenido del refrigerador tenía unos recipientes con comida china,
la carne del almuerzo, un tarro de aceitunas negras arrugadas, un trozo
de queso de naranja, tres botellas de vino y un viejo contenedor del
requesón esto ha expirado — sería bastante para inspirar un segundo
intento de suicidio.
¡Qué asco! Tanto para tener comodidad en la comida. Alcanzo el queso y
las aceitunas, luego pienso mejor sobre las aceitunas y las regreso a su
lugar. Tengo altos estándares cuando se trata de aceitunas. Mi familia
creció en nuestro estado y hacían aceite de oliva prensado tan fino,
todavía puedo recordar el olor de ello extendiéndome sobre un plato
caliente. La memoria hace que mis hombros se hundan.
— ¿Cariño, estás segura de que estas bien?
—Estoy bien.
Dejé la puerta cerrada y di vuelta para encontrar a Melanie exactamente
donde la dejé, varada en medio de la cocina, con su mira fijamente en
mí con una expresión curiosa.
—Solamente… no pareces ser tu misma.
Me congelo, considerando mi comportamiento desde que entre. Ariel y
Melanie discuten todo el tiempo, pero Ariel por lo general pierde su
carácter y corre para la cubierta antes de que las cosas se hagan tan
intensas como ellas lo hicieron esta noche. Tal vez he comenzado
demasiado fuerte. Me encojo.
—Ha sido una noche difícil.
—Lo sé, yo solo… quiero que… — Ella suspira y aprieta sus puños en
su traje una vez más. —Nunca he sido buena en esto, pero ya sabes lo
que quiero decir.
No, ella no entiende y adivina que lo hago. Ella quiere decir que se
preocupa por mí, no importa lo mal que ella lo demuestra. Pero Ariel no
sabría. Ariel vería esta interacción aún y otra vez fallada para ser lo que
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Melanie quiere que ella sea, otra razón para enfadarse o darse por
vencido y dejar de intentarlo.
De todos modos esto no me impide sentirse mal por esta mujer. Ella no
es una persona horrible, o aún la peor madre en el mundo.
Al menos ella se quedó esperando para asegurarse que su hija llegó a
casa segura. Mi propia madre no podía haberse preocupado menos,
mientras que no atrajera el escándalo y no me metiera en su vista.
—Está bien, Mamá — digo, añadiendo las palabras que sospecho que
ambas de las mujeres en esta familia tienen que enterarse más a
menudo. — Te amo—. Sus labios se parten en una sonrisa que ilumina
su rostro poco a poco.
—También te amo.
Ella me extiende una mano y me tira cerca, aplastando nuestros
cuerpos delgados juntos durante un momento en partes iguales es
torpe y maravilloso. Hay amor en este abrazo, no importa como de torpe
sea.
Tal vez hay esperanza para esta familia. La realización de esto me ayuda
a respirar… un poco más fácil, una vez que Melanie libera su apretón
de muerte. Nos separamos nos miramos fijamente la una a la otra, sus
manos revolotean de nuevo por su cuerpo, el mío sostiene un trozo de
queso rápidamente calentado, hasta que Melanie rompe el silencio con
una risa nerviosa.
—Está bien, voy a dejar que te vayas a la cama—, dice — Trabajo el
turno de la tarde mañana así que me voy a dormir, ¿Gemma te va a dar
un aventón a la escuela? ¿O necesitas tomar el carro de nuevo?
—No estoy segura. —Gemma ha estado recogiendo a Ariel cada día
últimamente, pero Ariel no sabe por qué. — Trataré de llamarle y
preguntar. — digo, inspirado por mi pequeño éxito con Melanie. Yo
también podría ponerme en contacto con el amigo de Ariel y tratar de
recuperar aquella relación sobre la pista.
—Bien, si tienes que tomar el coche, solamente tómalo— Ella se mueve
al refrigerador, sacando una botella medio vacía de vino blanco y
trayendo una taza plástica del gabinete de encima. La señora Capuleto
se habría desmayado con la idea de beber a sorbos el vino de algo
excepto el cristal más fino de Venecia. Al menos Melanie no parece un
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esnob insufrible. Ariel definitivamente podría tenerlo peor. —Puedo
conseguir un taxi del trabajo con Wendy.
—Bien—extrañamente conmovida por su preocupación por la necesidad
de mí transporte. — Buenas Noches, Mamá.
—Buenas noches, cariño.
Me devolvió la sonrisa antes de salir de la cocina, mascando mi queso.
Es asqueroso, pero al menos no pasaré hambre hasta la muerte antes
del alba.
Todo derecho estaba una sala de estar, a mi izquierda hay un estrecho
pasillo. Me dirijo por el pasillo, para encontrar mi nueva habitación, me
encierro dentro. Es pequeña, pero luminosa y acogedora, con paredes
pálidas amarillas y una colcha blanca con gotas y volantes. Esto se
parece a una cama de una joven que dormiría en ella y no es algo que
Ariel eligió.
Su estética está representada en el material gráfico que llena cada
pulgada libre del espacio de la pared, atormentadoras pinturas de
hadas que duermen en las hojas caídas, árboles solitarios en montañas
épicas, jóvenes en la ropa oscura con ojos tristes y un unicornio
envejecido que muere en el borde de un fondo silencioso.
El último se lleva mi aliento. Me encuentro del otro lado del espacio,
corriendo mis dedos a través de la cara detallada del animal. Cuando yo
era una niña, todo el mundo creía en unicornios. Ellos son
mencionados en la Biblia y su existencia fue tomada como un hecho.
Descubrir que las criaturas son un mito fue más difícil de lo que me
gusta admitir.
Pero la muerte de la magia, de la esperanza, nunca es fácil. Ariel ha
capturado esto maravillosamente. La pintura me hace ansiar recoger un
cepillo. Viví para pintar como una niña. Tal vez puedo robar algo de
tiempo para ello mientras estoy aquí. Al menos, tengo que terminar los
sets para el juego de la escuela.
Afortunadamente, mi talento y el de Ariel parecen corresponder bien.
Las habilidades de montar un caballo, conducir un coche, realizando
otras tareas cotidianas asociadas con la vida en una determinada
época- parece ser físicamente inculcada y traducir fácilmente de un
alma a la siguiente.
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Los talentos, sin embargo, son una historia diferente. Un regalo para
matemáticas o ciencia, la capacidad de tocar un instrumento o canta
como un ángel, son regalos del alma, he tenido dificultades para emular
en el pasado. Será agradable compartir un regalo de alma con mi
cuerpo prestado.
El pensamiento me aclama cuando empujo el último trozo del queso en
mi boca y paso lejos de la pintura, la inspección del resto de mi nuevo
dominio. No es casi tan malo como las memorias de Ariel me han
conducido a creer. El espacio es apretado, pero ordenado, con un lugar
para todo y todo en su lugar.
Una cómoda es acuñada contra la cama y la pared de enfrente está
llena por una base vacía y un escritorio blanco encabezado con un
ordenador durmiente, un montón de manuales, y un teléfono que se
sienta en su horquilla.
Lo usaré para llamar a Gemma, pero hay una llamada que tengo que
hacer primero. Encima del escritorio cuelga un espejo. Esto es una cosa
ligera, débil, y cubierto de etiquetas adhesivas de animales, Ariel está
pegada hay cuando ella era más joven, pero funcionara.
Cambio los libros al lado y me inclino cerca de la superficie del espejo,
cerrando mis ojos, haciendo todo lo posible por limpiar mi mente,
visualizar a la Enfermera ligera de oro y otros altos Embajadores que
habitan cuando no están sobre la tierra. En cualquier momento oiré su
voz familiar. Ella no tiene cuerpo en su reino, pero su voz es siempre el
murmullo de la mujer que me levantó.
La enfermera tomó prestado el cuerpo de aquella mujer durante sólo
unos meses, pero de algún modo — por algún truco de alta magia del
Embajador—ella conservó la voz.
Sospecho que ella sabe que lo encuentro reconfortante, un pedazo de mi
pasado que viaja conmigo durante años. También sospecho que es por
eso que ella me anima a llamar a su Enfermera en vez de por su
nombre verdadero, aunque ella diga que es porque su nombre es
demasiado difícil para la gente moderna pueda pronunciarlo
La gente moderna, mandando a la gente del decimocuarto siglo. Para la
centésima vez me pregunto solamente cuantos años la Enfermera y
otros altos Embajadores y Mercenarios realmente son.
¿Cientos de años más viejo que yo?
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¿Miles?
¿Ellos fueron alguna vez mortales?
¿O son una especie totalmente diferente de los conversos que han
reunido a lo largo de cada uno de los siglos?
Hay tanto no sé de los seres que sirvo. Sé sólo que ellos son mágicos y
que ellos quieren que yo esté bien. La enfermera insiste en que mi
ignorancia de su mundo sea algo de lo que estaré agradecido un día,
que esto me protege de los Mercenarios en un modo que nada más
puede, pero a veces… me pregunto.
A veces… dudo.
Dudo que por los amantes valgan la pena luchar por él. He visto
demasiada vuelta de compañeros de alma a la oscuridad para creer que
el amor conquista todo.
Dudo que mi materia allí de esfuerzos sea otros como yo que seguiré
luchando si me paro. No es como si el destino del mundo — o restos de
amor aún verdaderos estén sobre mis hombros. Shakespeare hizo mi
historia famosa, pero a los Embajadores, soy solamente un criado entre
muchos.
Dudo que yo sea realmente el material de Embajador. He tomado votos
para servir a la calidad y la luz, pero en mi corazón estoy lleno del odio.
Odio a Romeo, odio robar el cuerpo de la gente y a veces aún odio a la
Enfermera. Por encontrarme en el suelo de la tumba antes de que fuera
demasiado tarde, por darle la oportunidad a una muchacha que muere
una " vida" que no es realmente vida en absoluto.
A veces parece mal, lo que ha hecho. A veces me da miedo ver esa
corriente de luz dorada de un espejo tanto como mí mucho tiempo para
ello. A veces deseo que esto no viniera, que el espejo solo fuera un
espejo, que yo abriría mis ojos y encontraría que la locura de los
setecientos años pasados ha sido nada más que un sueño. Pero
entonces, había un tiempo cuando deseé para siempre a Romeo
Montague.
Yo debería haber aprendido a ser cuidadosa con lo que desee. Mis ojos
vuelan abiertos, confirmando mis miedos. No hay ninguna luz de oro;
no hay ninguna voz consoladora. Hay sólo una muchacha asustada
joven en un espacio lleno de muebles lamentables del siglo veinte.
—No.
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Salto cuando realizo que he hablado en voz alta. Presiono mis dedos en
mis labios, me inclino más cerca al espejo, que mira fijamente en mis
nuevos ojos extraños, que rezan para que la luz viniera.
Por favor, por favor, por favor.
Prometo no dudar, prometo ser mejor, más fina, más fuerte.
Prometo.
Me enfoco hasta que puedo sentir la electricidad que baila dentro de mi
cráneo tomado prestado. Pero todavía… nada. Por primera vez en unos
cientos de años y más de treinta cambios: nada.
—Enfermera, por favor. — Pongo mis manos contra el frio cristal, como
si pudiera su voluntad reflexionar, con mi toque. —Es Julieta. Estoy
aquí. Por favor. Por favor.
Afuera un trueno sonó que envió, un temblor por mis huesos. Desde el
segundo en que tome el cuerpo de Ariel, algo ha parecido de
aproximadamente este cambio.
Lo despedí como la mala suerte —o quizás mi instinto que me advierten
que Romeo está más cercano de lo que espere durante aquellos
primeros momentos — pero ahora no hay ninguna comodidad para ser
tenida.
Mi línea a los Embajadores de Luz y su dirección y apoyo ha sido
cortada. Por primera vez, estoy completamente sola sobre la Tierra.
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Traducido por: Dany
Corregido por: Llis.Briel
Salgo corriendo de Slovang Town Square, a la carrera a través de la
lluvia, imaginando como las gotas agujerean en mi piel cuando las
siento —una alegría llena de miles de picaduras, un millón de puntos
pequeños, el dolor perfecto.
Abro mi boca y dejo que la corriente fría entre, riendo hasta que el agua
gorgotee de forma enfermiza en mi garganta. El sonido de algo
muriendo. No el sonido de algo que nace.
Vivo, Vivo, Vivo.
Las historias son verdaderas, ha llegado el momento. Mi tiempo. ¡Mío!
Finalmente después de tantos años, después de una eternidad de
tortura y una docena de vidas de mentiras, los espejos son oscuros y la
ciudad está vacía de otros como yo. No he visto a otro mercenario solo y
lo tendría que ver. Si ellos están aquí, lo sabría.
Voy a buscar el aura negra otra vez mañana a la luz del día, cuantas
más personas sean arrastradas a este precioso pueblo, con sus molinos
de viento y techos de pan de jengibre y la cadena interminable de casa
de panqueques. Pero estoy seguro, muy seguro.
Estoy solo.
Estamos solos, mi lady y yo.
Julieta.
Juliet Inmortal Stacey Jay My Adicción Perfecta
Su nombre todavía lastima cosas dentro de mí, trae los fantasmas de la
emoción humana para que persigan mi carne robada. Una parte de mí
recuerda el dolor exquisito del amor, el dolor de la pérdida.
Me aferro al aleteo en mi pecho, disfrutando la agonía. Es terrible,
hermoso. Se propaga como el más dulce veneno. El fantasma de la
miseria es un amigo bienvenido. Anhelo lo que la miseria traerá, las
contorciones de mi alma dentro de mi cárcel de piedra.
El dolor es mucho más de recordar que el placer. Ya no puedo recordar
el placer, no sé si soy capaz de alegrarme de cualquier cosa e incluso si
los fantasmas hacen su aparición prevista, incluso si el hechizo
funciona, incluso si algún día muy, muy pronto, pudiera sentir una vez
más, el gusto otra vez, volver a vivir.
Pero si alguien puede llamar a la bondad dentro de mí, es ella. Mi amor,
mi enemiga, mi otra mitad, mi Julieta. Tal vez ella pueda convencer a
los nudos de mi alma, derretir mi corazón congelado, ahuyentar mis
demonios.
Tal vez me despierte por la mañana después que el hechizo nos haga
libres y el placer no esté en el sufrimiento de los demás, ya no tener
placer en el dolor.
—Y entonces vamos a compartir un beso de amor verdadero y vivir
felices para siempre. — Las palabras me hacen reír. Y reír y reír.
Me río todo el camino hasta el borde de la ciudad, a la hilera de casas
frágiles, sintiendo de donde vive mi nuevo cuerpo.
Me río por la puerta abollada, puedo adivinar los olores del humo, la
tristeza y la muerte. Me río cuando una voz de hombre grita desde la
sala por el pasillo, amenazando con “golpéame el trasero” o si no
“cállate”.
Sé que el hombre hará su amenaza cuando descubra que su hijo ha
destruido su carro. Sé que el padre de Dylan se aliviará cuando deje
este caparazón y el cadáver de su hijo sea todo lo que quede. Estos
pensamientos me hacen reír también.
Yo me río en mi nueva habitación, donde los carteles de otros jóvenes
airados miran hacia mí desde las paredes. Me río de los sueños
patéticos de este organismo de convertirse en una estrella de rock, de
hacerse famoso y hacer que todos “lo lamenten”.
Juliet Inmortal Stacey Jay My Adicción Perfecta
Su padre debido a sus puños sueltos, a su madre por irse, el entero
mundo estúpido lo lamentan por atreverse a hacerle trabajar por las
cosas que él desea.
Atesoro su muerte, una piedra caliente en mi puño, brilla, chispeando
me mantiene sonriendo a través de una larga noche de insomnio. Una
noche como de doscientos mil o más. He perdido la cuenta.
Podría hacer la cuenta, pero no. No hay razón, no cuando el final está
tan cerca.
Mañana.
Mañana voy a encontrarla y enseñarle y ella me amará y me temerá a
mí y nunca será la misma.
Y tal vez, yo tampoco.
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Traducido por: Strongberry
Corregido por: Mayte
Yo soy tan fría, sé que no volveré a ser tibia de nuevo. Mis dedos
presionan contra el calor que corre por mi pecho — apretando, pegado
al cuerpo — como si pudiera sostener mi vida adentro de mí con manos
temblorosas.
Pero mis manos no son más largas que las de un niño. Nunca me di
cuenta de que era tan pequeña, tan tonta. No hasta ahora, hasta que es
demasiado tarde para hacer la diferencia. Muy tarde.
—No es demasiado tarde Juliet —. La enfermera se inclina sobre mí,
cubriendo mi cara en sus secas manos de papel. —Si quieres vivir, yo te
puedo ayudar. Yo sé que aún tienes amor en tu corazón.
¿De verdad?
¿Tengo amor en mi corazón?
¿Puedo tener algo dentro de mí cuando he sido abierta y todos mis
sueños de niña tonta han sido derramados en el suelo?
Yo miro dentro de sus ojos suaves, ojos grises y no digo nada. No sé qué
decir. No estoy segura, no suficientemente segura para prometer,
demasiado segura para jurar.
Pero luego el calor cesa y se pone frío y el temor aumenta, la marea que
me dibujará si yo vacilo un momento más. Yo alzo mi mano. Repito las
palabras que ella susurra, tomando el juramento, comprometiéndome a
ser Una Embajadora.
No quiero morir.
Quiero vivir.
Quiero probar que mis manos no son tan pequeñas.
Probar que puedo pelear.
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Las palabras finales del hechizo se quemaron dentro de mis venas,
haciéndome llorar, escalando mi alma desde mi carne humana. La
enfermera urgió en dormirme, a descansar hasta que lo necesitara, pero
pelee para tener mis ojos abiertos.
Fallé.
Mis parpados se cerraron y ahí, detrás de ellos hay solamente niebla. Y
es fría y no tiene fin y mi cuerpo se ha ido. La enfermera me advirtió
que sería así, pero yo no entendí.
Yo nunca soñé…
Yo me di cuenta de que soy nada y grito, se levanta el pánico a través de
mí ser sin forma, destierra la esperanza en una gran ola de —
Despierta, despierta, Niña.
Yo me desperté para encontrar… Ben. Él esta tendido a mi lado, con el
pelo revuelto del sueño, sus brazos teniéndome fuerte, desvaneciendo la
pesadilla. Gentilmente con sus manos el limpió las lágrimas de mis
mejillas.
—Está bien, no dejaré que nadie te lastime—. Sus labios están tibios
contra mí frente, sellando la promesa con piel con piel.
El alivio fluyó a través de mí, una gratitud tan profunda que me hacía
temblar. Todo esto ha sido un sueño horrible. Yo suspiré contra su
pecho, finalmente protegida, finalmente completa.
—Te amo.
—También te amo, dulzura.
Los labios en mi frente se tornaron calientes… pegajoso. Me eche hacia
atrás para ver la cara de Ben, para eliminar la humedad y gritar.
Es Romeo.
Y su boca está llena de sangre.
Él se ríe como yo lucho para escapar de sus brazos, más gotas de
horror rojas gotean de sus labios. Él ha rodado mi sangre desde el suelo
de la tumba, pero el terrible secreto no se quedará dentro de él.
— ¿Suave, la luz que rompe a través de la ventana? Rompe. ¡Rompe,
Rompe!
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Los chillidos llegan a un crescendo tortuoso y sus dientes rompen en
pequeñas dagas. Ellas vuelan a mis ojos, cegándome. Yo grito y grito
y—
— ¡Ariel! ¿Qué pasa?
Mis ojos parpadean frente a la dura luz y mi corazón se acelera aún
más rápido. ¿Dónde estoy? Yo parpadeo de nuevo. Una mujer enojada
se levanta del suelo, cabellos rubios sobresalen por un lado y los ojos
hinchados por el sueño. ¿Quién es ella? ¿Qué está pasando? ¿Que…?
—Respóndeme, Cariño.
Ella se cruza de brazos y frunce el ceño.
— ¿Qué hay de malo? Yo pensé que estabas herida. ¿Porque estabas
gritando de esa manera, Ariel?
Ariel. Es correcto. El sigo 21, California, la chica con el cabello blanco—
rubio. Romeo en el carro y nada en el espejo. Nada. Luego, tarde en la
noche, usando una docena de diferentes espejos, y todavía nada.
Nada más que nada hasta que la ausencia de luz dorada llenó de
lágrimas de frustración y miedo. Hasta que me acurruque en la cama
en mi ropa ensangrentada, muy cansada para preocuparme por una
ducha abajo en el pasillo. Puse las sabanas en mi mentón, no queriendo
que Melanie me mire con la ropa que use la noche pasada.
—Solo estaba… estaba teniendo un mal sueño—. Ella dejó escapar un
largo, respiro cansado.
—Dios, algún sueño. Yo creo…
La bocina de un cuerno la hace voltear para mirar por encima del
hombro, luego me mira con una expresión de asombro.
— ¿Es esa Gemma? ¿Qué hora es? ¿Porque no estás lista para la
escuela?
Oh no. ¡Olvidé poner la alarma! Permití que mi enfoque se desviara a la
idea de ser devorada por la preocupación y ahora voy a llegar tarde a mi
primer día de clases. Al menos…
— Estaré lista en cinco minutos. ¿Le dirías que ya casi estaré fuera?
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—Se supone que debo estar dormida—, Melanie dijo. —Tengo que
trabajar hasta las 2 am esta noche, Ariel.
—Lo sé, perdón. ¿Pero por favor, mamá? ¿Podrías…?
—Está bien—. Ella suspira de nuevo y vuelve a cruzar los brazos,
acurrucándose contra la mañana. —Pero luego vuelvo a la cama y
necesitas arreglar tu acto juntas. El último año no se ha acabo todavía.
Tan pronto que se voltea para salir de la cama, me quité la ropa y
lanzándola al aire, tropezando con mis pies, agarro la ropa interior
limpia y un par de pantalones vaqueros de los cajones.
Medias de colores diferentes vienen después y luego una camisa blanca.
Tiro, trepo por la cama, cojo el primer jersey que mis manos encuentren
y me lo pongo en la cabeza. Es rosa, con hilos marrones al frente.
Agarro los zapatos marrones para que combinen, haciendo un gran
esfuerzo para lucir como si no me estuviera desmoronando. Romeo
podría estar en la escuela hoy.
Yo trago, tengo un nudo en la garganta, el recuerdo del sueño me hace
temblar. No le puedo dejar saber que estoy asustada, no le puedo dejar
ver que estoy perdida, abandonada.
Me apresuro a la vanidad, tiro el cepillo por el cabello que aún huele a
toallitas húmedas para bebés. Ben tenía razón, de verdad que limpian
todo.
Ben. Mi mejilla quemó. Soñé con él, también, sobre la manera que él se
había sentido… lo amo. Nunca he amado a nadie más que a Romeo; sé
que no volveré a amar a nadie más, pero aun así el sueño se sentía muy
real.
— ¡Ariel! — El grito de Melanie me sacó de mis pensamientos. —
¡Muévete! Gemma está esperando.
Lanzo al tocador el cepillo por mi espalda, agradeciendo que el cabello
de Ariel sea liso. No se ve como si hubieran sangrado en él, lo limpié
con toallitas húmedas de bebés, entonces dormía en el mientras estaba
húmedo.
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Yo lucia linda, considerando que me había vestido en menos tiempo del
que le toma a la gente de salir de la cama. Yo sé que a Melania no le
complacería que saliera de la casa sin maquillaje, pero lo que ella no
sabía…
Yo esperé hasta que escuché que la puerta de su cuarto se cerrara de
un golpe antes de salir corriendo de mi habitación por el pasillo del
baño. Me cepillé los dientes y me aplique un poco de protección solar,
recordando que Ariel tiene cuidado con su piel, corro por la cocina en
menos de cinco minutos desde que me desperté.
Agarro mi mochila y el celular de Melanie y considero encontrar algo
para comer en el camino, pero entonces recuerdo la forma del trozo de
queso envuelto en mi vientre y el tablero de la puerta.
Hay una panadería no muy lejos de la escuela. Tal vez Gemma querrá
parar ahí. Tendremos tiempo, no la he dejado esperando por mucho
tiempo. Cinco minutos no son irrazonables. Desafortunadamente, ella
no parece estar de acuerdo.
— ¿Qué diablos estas pensado, Ree?
Sus primeras palabras no inspiran peleas en nuestra reciente amistad,
ni tampoco la expresión de asombro que me dispara desde el asiento del
conductor mientras yo me deslizo en el asiento de cuero fresco. El BMW
de Gemma es tan lustroso y lujoso, no como el carro de Ben que es
simple y gastado y Gemma me hace sentir mal en comparación.
Su rico cabello achocolatado baila alrededor de sus hombros, brillando,
incluso en la luz gris de la mañana, las capas irregulares se destacan
los planos de su hermoso rostro. Una camisa de gitana con
incrustaciones de cientos de piedras revolotean alrededor de su torso,
pantalones vaqueros que apretaban sus muslos.
Trozos de zafiros demasiado grandes para ser reales —pero sé que lo
son— están en sus orejas y otra porción se posa en su mano derecha,
regalos de su padre por sus dulces 16.
—Y wow… no hay maquillaje— Ella sacudió la cabeza. —Esa es una
opción. La cual te recomiendo no hacer en el futuro, PARA TU
INFORMACION. No te había visto luciendo tan aterradora desde el sexto
año.
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—No quería hacerte esperar
Dije demasiado aturdida para estar enojada. Había estado preparada
para que la mamá de Ariel fuera un monstruo, pero no su mejor amiga.
Esta es Gemma, ¿la chica que Ariel, esta tan aterrorizada por perder?
—Podías haberlo traído contigo, tengo espejos en el carro, Rara.
Su tono es ligero, burlón, pero sabía que esas palabras hubieran herido
a Ariel. Ariel odia esa palabra, ¨rara¨, el sobrenombre que los niños de
la escuela le daban cuando estaba en cuarto año, después de que algo
terrible pasara.
En el descanso. Algo… el recuerdo es borroso y puedo decir que Ariel se
esforzó por olvidar. Todo en lo que fue ese momento en que se convirtió
en rara, un marginado solo puede ser amigo de otro marginado.
Para mirar a Gemma, es difícil de creer que ella es otra marginada, pero
ella lo es. Sus padres son los dueños de una gran bodega en el área y
emplean a la mayoría de las personas en el pueblo como obreros de la
fábrica, trabajadores de viñedos, degustadores de cuartos,
distribuidores y ayudantes de temporada.
Aunque Gemma no se viste como la hija de un millonario ni dice lo que
piensa hasta el punto de la crueldad, el colegio sería incómodo. Como
es ella, está condenada a ser marginada por casi todos.
Pero a ella no le importa. Ella insiste en quedarse en una escuela
pública, incluso cuando sus notas mejoran sus padres la presionan
para que vuelva a una escuela privada en los Olivos al principio de su
reciente año. Ella es del tipo de personas que solo necesitan un amigo,
un seguidor, e incluso en ocasiones parece que ni eso necesita.
—Lo que sea
Se desplaza hacia atrás y se incorpora en el asiento. La lluvia cae en el
techo mientras nos deslizamos por debajo de la marquesina y giramos
en un círculo cerrado antes de comprimir por ¨El camino¨.
El día está gris, sin color. No hay asombro ni adormilamiento. Estoy tan
cansada. Debería estar llena de magia de Embajadora por ahora,
sintiéndome suficientemente fuerte para tomar al mundo—o al menos a
los Mercenarios. Pero no lo hago. Me siento… apagada, exhausta.
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—Apuesto que a tu nuevo novio no le importa como luces—, Gemma
dijo, enfatizando fuertemente en la palabra novio como para romper
una roca.
— ¿Qué?
—Melanie me contó—, dijo. —No puedo creer que le dijiste a tu madre—
a quien odias como llagas en el trasero—que ibas a una cita, pero no
me dijiste a mí.
—Oh.
La cita. Por eso es que ella está molesta. Ariel decidió no decirle a
Gemma hasta después, cuando de verdad tuviera una verdadera
historia para decirle.
—¨Oh¨. ¿Es todo lo que tienes para decirme? ¨Oh¨
—Perdón. No quería decir nada a menos de que pasáramos un buen
tiempo, juntos.
—Bueno, ¿lo tuvieron? — Ella preguntó, con una arruga en su ojo. —
¿Quién es el chico? ¿A dónde fueron? ¿Cuánto tiempo te quedaste? ¿De
verdad ya viste un pene real en tu vida? Cuéntame todo,
inmediatamente—. Me sorprendí a mí misma cuando me sonrojé.
—No.
¿Hay mucho que decir? Yo sé que a Ariel no le gustaría que Gemma
supiera que la cita fue una broma.
—Fue horrible, Dylan no lo es…
— ¿Dylan, como Dylan Stroud? ella preguntó, con una voz de
entusiasmo.
—Sí.
— ¿Saliste con Dylan?
Presionó sus labios, el rojo brillante de su labial hacían de su boca una
barra torcida en su rostro.
— ¿No fue eso… incomodo?
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—Lo fue— Dije, no estoy segura porque el momento se convirtió tenso.
—Como dije, fue horrible.
—Claro…— Ella vuelve a poner los ojos en el camino. —Bueno, claro
que lo fue. Yo podría habértelo dicho como sería si tú me hubieras dado
la cara. Él es Dylan Stroud. Él es un psicópata.
—Lo sé. El solo se veía tan bien en los ensayos.
—Eso es porque él está pretendiendo ser alguien más
Gemma dijo, teniendo un punto valido. El enamoramiento de Ariel hacia
Dylan se desenvolvió mientras lo veía interpretar a Tony, el chico quien
se enamora de la hermana menor del líder de la banda enemiga en West
Side Story.
West Side Story, un musical basado en la historia de Shakespeare,
Romeo y Julieta. Lo que significa que—Debería Romeo decidir continuar
en el club de drama—El estaría interpretándose a sí mismo. Estoy
segura que él lo encontrará irónicamente delicioso.
—Es decir, ¿no piensas que hay una razón por la cual un chico bien
parecido como él no tiene novia? — Gemma preguntó. —O ¿por menos
una amiga con beneficios?
—Porque él está para suicidarse.
—Él está loco. El y Jasón, ambos lo están, y su banda es
vergonzosamente poco convincente. Dylan puede cantar, pero juro que
parece que estuviera convulsionando cuando toca la guitarra.
Ella giró a la izquierda y luego casi inmediatamente a la derecha,
llevándonos dentro del corazón del Distrito Turístico de Slovang, un
lugar que Ariel piensa que es como Disneylandia para grandes a los que
le gusta el vino .
El pueblo está construido para lucir un estilo retro de Danish Village,
con locales de cata de vino en cada esquina, testimonio del crecimiento
de la industria de la región.
El local de cata de vino más grande es el de los padres de Gemma,
tomando dos pisos es un edificio de ladrillo rojo en Drive Misión. La
estamos pasando a nuestra derecha.
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Una pesada señal de madera advirtiéndonos que veleros en los viñedos
se balancea in el viento, pero gema no bajo la velocidad para verlo. Ella
es mucho menos impresionable con su familia que la mayoría de las
barcas de los otros. Es una de las pequeñas cosas que estoy
encontrando que me gustan sobre ella hasta ahora.
—Solo debiste decirle que no a Stroud—, ella dijo, obviamente no
queriendo dejar el tema. —Crack es un mejor hábito que Dylan.
—Lo sé. No volveremos a salir de nuevo.
—Bien. Él no es el tipo de errores que alguien debería repetir—. Ella se
acerca y empieza el calor. — ¿Quieres comer un croissant? Estoy
hambrienta.
—Si, Por favor— Gracias a Dios, comida.
Ella condujo en silencio por un momento, antes de acercarse y
fisgonear en mi pierna. Cuando ella habla de nuevo, su vos es más
suave.
— ¿Pero estas bien, cierto? Tu mama me dijo que un chico que no había
visto en su vida te trajo a casa. Te conozco, y nunca entrarías a un
carro con ningún chico extraño a menos que…
—Él no es un extraño. Ella ni siquiera lo ha conocido—. Las cejas de
Gemma se dispararon en el aire.
—Oh, hiciste una conexión de ¨amoooor¨ después de todo, ¿cierto?
¿Cómo fue? ¿Él va al SHS5 o a PRIV-ASS6 ? No puedo creer que tu no…
—No, no es nada así. Él es solo un amigo.
Me apresuré en corregirla, volteando a ver fuera de la ventaba como
parqueaba al frente de Windmill Bakery, una vida más grande que la
recreación de un molino de viento con un techo de tejas negras oscuras
que brilla bajo la lluvia.
5 SHS: Suffern High School
6 Juego de palabras entre pivated (privado) ass (trasero).
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—Realmente, no me gusta nadie así.
—Bueno, podrías, y deberías—, ella dijo, saliendo del carro y
acercándose al asiento trasero para sacar su bolso. —Solo no Dylan.
—Lo sé. Gracias por preocuparte por mí. Yo… yo te he extrañado—,
dije, no queriendo dejar esta oportunidad.
—Aw, hombre.
La fuerte luz en los ojos de Gemma se desvanece y por un segundo
puedo ver que ella está asustada. O eso es lo que ella quiere que
parezca.
Pero hay algo malo dentro de ella, también algo dañado que la hace más
como Ariel de lo que pensé al principio. La memoria de Ariel no me da
ninguna pista de que algo pueda ser, pero me hace sentir como Gemma.
Me hace sonreír cuando ella me aprieta la mano.
—Te he extrañado también. Lo siento, yo solo he estado…— ella
suspira, sus palabras se apagaban. —Ha habido mucho drama. La
mayoría con mi papa, pero también con este chico…
— ¿Un chico? ¿Cómo… un chico, chico? — la memoria de Ariel me dice
que no debería estar sorprendida. Gemma siempre tiene un chico. O
dos.
—Oh sí. Definitivamente un chico, chico. Pero es un desastre.
Ella gira sus ojos y busca la puerta. Yo la seguí fuera del carro,
corriendo a través de la lluvia y bajo el toldo de la panadería.
—Deberíamos hablar. Ponernos al día—, ella dijo, sosteniendo la puerta
abierta como dardos en el interior. —Te diré todos los detalles
chocantes. ¿Quieres volver acá para almorzar?
—Suena bien.
El almuerzo de verdad suena muy bien. Y también el desayuno. El olor
de azúcar y masa frita llenaron mi nariz, haciendo rugir a mí estómago,
recordándome que no he comido nada desde que entré a este cuerpo.
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Yo camino a través de las baldosas rojas y blancas hasta el mostrador,
hago una exploración de la pastelería en el vidrio iluminado, en busca
de algo que se quede conmigo toda la mañana.
Y entonces me vuelvo donde Gemma y me olvido de la comida, me
olvido del coche, olvido mi cansancio y el temor y quede perdida en el
resplandor rosado alrededor de su pecho.
Estaba demasiado oscuro en el coche, pero en la evidencia fluorescente
no faltaba. Su aura se tiñe de un color rosa haciendo que las
brillantinas azules y purpuras de su camisa luzcan apagados en
comparación.
Ver el aura de las almas gemelas es uno de mis dones de Embajadora
que me dieron, una forma de saber cuándo un primer amor se ha
convertido en un amor para siempre. La energía de las almas gemelas
en la cúspide es usualmente sobre rosada—clara u oscura,
dependiendo de qué tan sinceros sean sus sentimientos.
Una vez que ambas almas gemelas se convierten en rojo, nada puede
destruir su lazo, ninguna interferencia de un Mercenario, ni las
dificultades de la vida, ni siquiera la muerte. Cuando eso sucede, mi
trabajo está completo y vuelvo a la niebla con la victoria a mi lado.
Pero nunca he encontrado un alma gemela por mi cuenta, siempre he
necesitado la ayuda de La Enfermera. Pero ahora acá está ella, la mejor
amiga de Ariel, uno de los amantes que he venido a proteger.
Una chispa de esperanza explotó dentro de mí. Tal vez fue por eso que
La enfermera no vino anoche. Tal vez ella sabe que Ariel ya está
íntimamente conectada a uno de las almas gemelas de las que he
venido, tal vez…
—Ariel, despierta—. Gemma sonó los dedos frente a mi cara. — ¿Qué
quieres? Nancy está esperando.
—No la apures Gemma. Tengo tiempo y las clases no empiezan sino
hasta dentro de 20 minutos.
La mujer detrás del mostrador —una mujer mayo con la piel arrugada
finamente y una larga trenza color gris, enroscada alrededor de su
cabeza para que se vea como una corona de sonrisas.
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— ¿Qué hay del huevo y el croissant de queso, Ariel? Luces como si
pudieras usar alguna proteína—. Yo sonreí. Ahora recuerdo a Nancy.
Ariel tiene una suave debilidad por ella y su croissant.
—Si, por favor. Eso suena maravilloso.
—Y un café para ella también—, Gemma añadió. —Ella lo necesita.
Ariel no toma café. Pero yo no estoy de acuerdo. Es definitivamente
tiempo de despertar. Gemma es la chica por la cual he venido y entre
más temprano descubra quien es el chico a quien ha estado viendo — y
porque su relación es un ¨desastre¨—más cercana estaré de cumplir a
lo que he venido a hacer.
—Amiga.
A medida que avanzamos hacia un lado para esperar nuestra orden,
Gemma da una mirada quemada a mi cara larga y dura.
—Tu rostro de verdad se ve horrible ahora. Tal vez deberías ir a las
clases y volver a casa inmediatamente por tu maquillaje.
Me mordí un labio, rehusándome a enojarme. Gemma es mi trabajo y la
amiga de Ariel. No le estoy pidiendo que me agrade. Sin embargo, no
pude dejar de preguntarme—no por primera vez porque la gente como
Gemma tiene la suerte de conseguir almas gemelas. Parece que debería
ser un privilegio reservado para los que chupan menos.
—Es decir, seriamente—, ella continuó, golpeando un dedo en la
barbilla. —Tu mama me dijo que ibas a dormir así— ella guardo
silencio, se le abrió los ojos. Su mano anillada se agarra de mi brazo. —
Oh, Dios mío. Ahí está, es él. Ese es el chico.
Mi otra alma gemela, aparece más rápido que mi desayuno. La idea casi
me hace sonreír. Yo trato de recurrir a echar un vistazo a él, pero
Gemma aprieta mi brazo hasta que me estremezco.
— ¡No voltees! — todavía puede estar molesto.
—Porque está el…
—No lo sé—. Se encoje de hombros, baja la voz. —Me dijo que era
confuso y se levantó en medio de la cena para ir hasta el carro y pensar
o algo así. Es como una niña, te lo juro.
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Confuso. Manejó en círculos. Piensa. Una horrible sospecha se enredó
en el estómago, matando mi hambre. Una parte de mí sabe lo que voy a
ver, incluso antes de que me dé la vuelta.
—Rayos, él nos ha visto, hay viene—. Ella soltó mi brazo. —No seas
rara, ok?
No seas rara. Como no puedo ser rara cuando yo sé… yo sé… me volteo
y mis ojos se encuentran con los de él y esa sensación de conexión
chisporrotea en el aire entre nosotros, al igual que lo hizo anoche. Pero
ahora sé que la conexión no es sólo imprudente o imposible, está
prohibido. Veo el brillo rosado que quema a través de su suéter a rayas
rojas y negras y no hay lugar a dudas.
Ben es la otra alma gemela a la que he sido enviada para proteger.
Juliet Inmortal Stacey Jay My Adicción Perfecta
Traducido por: BrendaCarpio
Corregido por: Mayte
Quiero correr y esconderme. Quiero saltar sobre el mostrador y
agacharme detrás de los pasteles con los brazos sobre mi cabeza. No
quiero estar de pie y observar y tratar de sonreír mientras Gemma se
lanza a Ben y lo sorprende con un beso en la mejilla.
Se aprieta contra él, con el brazo alrededor de su cintura y algo dentro
de mí grita como si se prendiera fuego.
El abrazo dura menos de un segundo antes de que Ben ponga
distancia, pero el daño ya está hecho. Él pertenece a alguien, a una
chica que tiene que asegurarse de que se quede con él para siempre.
Es insoportable. Intolerable. ... Es mi trabajo.
Estos dos son mi trabajo y si no lo hago, uno de ellos morirá. En más
de treinta cambios, nunca he visto a dos compañeros de alma tan
pacíficamente. O bien se comprometen el uno al otro o uno de ellos
comete un asesinato y se convierte en un mercenario.
Esa es la forma que es. Todos los días. Sola. Tiempo. No hay esperanza
para mí y para Ben. Pero entonces, nunca la hubo.
—Hey, ¿qué pasa? —Ben mira de mí a Gemma y regresa la mirada,
cambia sus pies, mete las manos en sus bolsillos, como si se sintiera
incómodo. Tal vez lo hace.
Tal vez está preocupado de que le diga a Gemma que casi me dio un
beso ayer por la noche. Tal vez tiene miedo de que esté a punto de
arruinar su relación con la chica que ama.
Ama. Él la ama. Independientemente de lo que pasó en el vehículo
noche, un error. O tal vez sólo mi imaginación. Tal vez nunca fue
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intención de Ben darme un beso, tal vez me fui por el camino
equivocado.
— ¿Las cosas estuvieron bien con tu madre noche? —él pregunta
como si no le importa que Gemma se entere de que estábamos solos.
¿Realmente lo imaginé? ¿Esa conexión tan fuerte que soñé con
despertar en sus brazos?
—Sí. Gracias. —Asiento con la cabeza, trato de sonreír, le demuestro
que soy feliz con él como un amigo.
— ¿Qué? —Gemma gira y su pelo vuela hacia la cara de Ben,
haciéndole retroceder. — ¿Cómo ustedes dos…?
—Nos conocimos anoche —dice Ben. —Ariel necesitaba que la llevaran
a casa y yo la llevé.
Gemma arqueó las cejas. — ¿En serio? Así que tú eres… Cool... —Hace
una pausa con un gesto con la cabeza. —Así que creo que no tengo que
hacer la cosa de ¨Ben, mi amigo especial, Ariel, mi mejor amiga¨.
—Amigo especial.
Ben es un amigo especial de Gema, su compañero de alma. Incluso
verlos ahí brillar como dos puestas de sol, me hace difícil envolver mi
mente en torno a esa importante verdad. Gemma es un dolor con
aproximadamente la misma cantidad la empatía de la mordida de una
serpiente. Y Ben... Ben.
— ¡Ordenen! —Nancy chirria detrás de nosotros.
—Gracias a Dios. — Gemma se mueve a mi lado en el mostrador. —
Necesito café.
Ben y yo quedamos frente a frente y es allí, de nuevo, la sensación de
que ambos sabemos que esto no es cómo se supone que debe de ser. Da
un paso hacia mí y de reflejo doy un paso atrás. Se detiene, me mira
con esos abismáticos ojos marrones que ven mucho más de lo que
deberían.
—Pensé que no tenías muchos amigos —dice.
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—Y no lo son. Sólo Gemma. Hemos sido amigos desde que éramos
pequeñas. —Fuerzo una sonrisa—. Se ve tan feliz a tu lado. Era tiempo
de que encontrara un buen tipo.
Ladea la cabeza hacia un lado y abre la boca para hablar, pero Gemma
lo toca, deslizándose entre nosotros, ofreciéndole una taza a Ben.
—Aquí. Puedes tomar del café de Ariel—. Él sacude la cabeza.
—No. No quiero tomar su bebida.
—Toma, no le importa. ¿Verdad, Ariel?
—No —dice Ben—. No es justo.
—Toma —insiste Gemma—. Ariel ni siquiera le gusta el café y pagué por
él.
El aspecto de Ben se oscurece. Cruza los brazos, se niega a tocar el café
que Gemma todavía agarra en la mano.
—Yo no quiero, Gemma. Y me gustaría que me escucharas cuando
hablo. Cada vez que hablo—. Él se vuelve hacia mí antes de que pueda
ocultar el choque en mi cara. —Nos vemos más tarde, Ariel. —Y
entonces él camina fuera de la panadería, nos deja mirando detrás de él
en el sorprendido silencio.
— ¿Qué fue eso? —Gemma finalmente dice.
No sé, pero esto no es la manera en que me gusta ver las almas gemelas
hablándose el uno al otro. No sólo este trabajo va a ser miserable, va a
ser un trabajo duro el conseguir que Ben y Gemma tomen el camino
correcto.
— ¿Crees que sigue siendo loco, lo de anoche? —pregunto. — ¿Acerca
de la pelea?
—Creo que algo se arrastró hasta un extremo y murió, eso lo que
pienso.
—Pero ¿por qué pelear? —Necesito saber lo que está mal antes de poder
ayudar para hacerlo mejor.
—Tal vez…
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—Agárralo. Aquí, toma esto.
Ella sostiene el café hacia mí. Lo tomo y ella saca la bolsa con nuestro
desayuno de debajo de su brazo.
—Vamos a comer en el auto. Tengo que ir a mi casillero antes de clases.
La sigo en la lluvia, orando por tener otra oportunidad de bombearla
para obtener información de camino a la escuela.
Ella puede actuar como si no le importara, pero tiene que estar alterada
por ella y Ben luchando. Pero Gemma mantiene su la boca llena de
comida y cuando nos retiramos en el estacionamiento de los
estudiantes no estoy mucho más cerca de descubrir lo que pasó
anoche.
— ¿Te vas a tu casillero? —Gemma preguntó.
—Sí, pero voy a agarrar un poco de jugo de primero—. El café me dejó
sedienta, nerviosa y no mucho más despierta lo que era antes. —
¿Quieres venir a la cafetería conmigo? — Gemma hace un sonido de
arcadas.
—Prefiero comer mi propio corazón que poner el pie en ese apestoso
agujero—. Ella sale fuera del auto y abre su paraguas. —Nos vemos
fuera salón de clases.
—Está bien.
Corro por el camino de concreto a unos metros detrás de ella, con mi
mochila sobre mi cabeza para no mojarme.
En pocos minutos, Solvang High School aparece al final de la
trayectoria curva, seis edificios marrones en mal estado que habría sido
deprimente de ver, incluso sin una lluvia torrencial. Los grupos de
niños con los hombros encogidos, fruncen idénticamente el ceño a lo
largo del camino.
Los estudiantes parecen menos emocionados por la lluvia, pero no
hacen nada para acercarse a los aleros. En su lugar, persisten en los
bancos del parque a lo largo del camino, quedándose fuera hasta el
inevitable último minuto, confirmando que Ariel no es la única
adolescente que piensa SHS es una prisión.
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Nadie dice ¡hola! cuando me precipito a lo largo. Nadie sonríe o hace
contacto con los ojos. Es como si yo fuera invisible. A excepción del
cambio ocasional de un cuerpo, el cambio de un hombro de alguien que
se mueve para salir de mi camino, despejando el camino de la cafetería.
Los movimientos son sutiles para pasar por alto si su cabeza se reduce
y su cabello está en su cara, pero los otros niños son claramente
conscientes de la presencia de Ariel. Y no parecen odiarla.
Casi parece... que le tienen miedo, ¿por qué? No lo puedo entender.
Ariel está ansiosa, torpe, e incómoda alrededor de casi todo el mundo,
pero nada en sus recuerdos me da una idea de por qué la mitad de la
escuela la trata como si fuera una bomba a punto de explotar.
Suspiro y entro a mi manera a través de la cafetería por la pesada
puerta, e inmediatamente deseo haberme conformado con un poco de
agua de la fuente. La habitación huele al mismo tiempo a cocido
verduras, pan tostado y las axilas. Axilas sin lavar. A muchas axilas sin
lavar.
Sin embargo, el jugo de cubos de hielo en el extremo de la línea me hace
agua la boca. Tomo una bandeja agrietada color melón e inicio el
trayecto a través de la línea. Hay sólo unas pocas personas delante de
mí y la cafetería está casi desierta.
Deslizo a lo largo mi bandeja, negándome a los trozos de huevos y
círculos de salchicha de las trabajadoras de aspecto cansado de la
cafetería. Y cuando estoy casi cerca del jugo, siento un cambio en el
aire. De repente es tan cargado, electrificado de peligro. Romeo ha
llegado.
Sé que es imposible, pero juro que puedo oler que viene, un ligero olor a
mal que atraviesa el hedor de la cafetería. Mi estómago se absorbe
apretando mi columna vertebral. Estoy un poco más recta, decidida no
dejar que vea ningún cambio en mí.
Hoy en día es lo mismo que cualquier otro día, este cambio es como
cualquier otro. Giré y tomé mi bandeja a la vez, la cara cuidadosamente
en blanco buscando a Romeo y lo encontré con demasiada rapidez.
Viene a grandes zancadas a través de la cafetería, seguido por un
muchacho más pequeño con la piel color miel y el cabello negro como
el azabache, que se pega en los picos.
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El muchacho lleva pantalones de mezclilla oscura y una camisa negra
con botones, mientras que Romeo ha vestido el cuerpo de Dylan de
negro—negro, suéter, pantalones de mezclilla negro, y botas de moto
que le dan dos pulgadas de altura, tal vez más.
La mejilla está un poco magullada, como si, curiosamente, no ha
sanado completamente desde el accidente, pero sigue siendo sin lugar a
dudas hermoso.
Pero no es su apariencia o el hematoma que hacen que el aire sea como
fiebre en mis pulmones. Es su pelo, rebelde rizos castaños. Él es el pelo
rizado de Dylan, que cae en ondas suaves alrededor de su frente, le da
un aspecto tan parecido…
Me balanceo en mis pies, perdida en una aglomeración de recuerdos
que pensé que había olvidado. Me olvido de cómo moverme, de hablar,
de respirar.
¿Cómo no me di cuenta de esto anoche? La oscuridad, la amenaza de
muerte, la conmoción y el dolor de entrar en un nuevo cuerpo, no son
excusas suficientes. Nada debería haber dejado de ver cuánto se parece
a Romeo, el muchacho que conocí, el que se deslizó a través de mi
ventana con una expresión como esa.
No, no como aquél. No había brillo de locura en sus viejos ojos, ni una
amenaza velada al desnudar sus dientes. Él viene a mí, en plena luz del
día, con este nuevo amigo.
Probablemente Jasón, Gemma lo ha mencionado, para atormentarme,
para salir con alguna crueldad que ha calculado durante la noche. Es lo
mismo de siempre, pero un tanto peor. Porque estoy sola y Ben y
Gemma son tan extraños y él es... inquietante.
Retrocedo, los dedos agarrando mi bandeja tan duro que mis huesos
comienzan a doler. No quiero mirarlo, no quiero hablar con él. Pero no
tengo otra opción. Si me quedo, él sabrá que algo anda mal. Nunca
corro, incluso cuando los embajadores dicen que es mejor correr que
pelear. En su lugar, pongo mi bandeja y camino hacia él y nos
reunimos.
—Consígueme carne. Mucha de ella. Carne sobre carne
Dice a Romeo su amigo antes de detenerse frente a mí. Por alguna
razón, esto hace que el muchacho resople de risa. Sus oscuros ojos se
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encuentran con la míos mientras camina y lucho contra el deseo
temblar. Es como mirar a la cara de un reptil, un depredador nacido sin
sentimientos humanos. Incluso los ojos de Romeo parecen calientes en
comparación.
—Me alegro de verte —dice Romeo, sonriendo como el loco es. —Quería
disculparme. Por lo de anoche.
¿Disculparse? Miro a mi alrededor, pensando en qué beneficio está
poniendo en este espectáculo. No hay nadie al alcance del oído y su
amigo ya está empujando una bandeja a través de la línea cinco metros
de distancia.
—Sinceramente. Lo siento. Si lo hubiera sabido, nunca te habría
tocado.
— ¿Saber qué? —Cruzo los brazos, preparándome para el inevitable
chiste. Se inclina cerca, bajando la voz hasta un susurro.
—El mundo es diferente esta vez. Lo puedes sentir, ¿no? Has notado...
las cosas.
Estrecho mis ojos, buscando su rostro. Él podría no saber que no puedo
ponerme en contacto con La Enfermera, pero sabe algo. Ahora es sólo
cuestión de saber lo que sabe, sin darme a entender.
—Me he dado cuenta de que no aparece la curación tan rápido como
debería.
Sus dedos se van a su mejilla, empujando su contusión. Es más débil
de lo que era la última noche, pero definitivamente no. Él sonríe, como
disfrutando de la herida.
—Tal vez mi nuevo padre me dio una paliza por arruinar mi auto.
Me estremezco. La idea de Romeo de ser golpeado por cualquier persona
me es inesperadamente perturbadora. Por lo menos sé que todas veces
que le he golpeado se lo merecía.
—O tal vez mis dones se están desvaneciendo —continúa. —Tal vez he
sido abandonado por mi causa. Creo que es lo más probable. Mira este
lío....
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Él se vuelve y levanta cuidadosamente sus rizos en espiral, mostrando
un hueco en el cráneo, el que yo le hice cuando le golpeé la cabeza
contra el techo de cristal del coche. Yo suspiro. Y a su vez para
asegurarme de que nadie más ha visto.
—Aw. No pensé que te importaba —. Romeo se ríe y dobla un brazo de
manera informal alrededor de mi hombro. —Así que dime la verdad,
Jules. ¿Cómo te va con las cosas podridas en el estado de Dinamarca?
—Mal juego.
Me encojo, negándome a pensar en lo cansado que estoy o lo asustada
por mi incapacidad de ponerme en contacto con La Enfermera. Sé que
no debo confiar en él. Romeo tiene siempre un orden del día. Siempre.
—No sé lo que estás hablando.
—Oh, Juliet. No mientas. No quiero mentir o luchar más. Estoy tan
cansado de eso, ¿tú no? ¿Dejarías pasar la oportunidad de poner fin a
todo esto?
Romeo ha dicho cosas similares antes, cuando me ha ofrecido la
oportunidad de unirme a los mercenarios. Todo lo que tendría que
hacer es convencer a un alma gemela a sacrificar su amor por la causa
de mercenarios y eso pagaría mi camino hacia la eternidad.
A una eternidad libertadora, en el que sería libre de hacer lo que desee
en las misiones. Romeo me ha hecho recordar una docena de veces que
la oferta sigue en pie, pero no con mucha convicción. Él me conoce lo
suficientemente bien como para darme cuenta que no soy capaz de
robar un alma inocente.
—Ya te he dicho, yo no soy…
—Yo no estoy hablando de Los Mercenarios. O Los Embajadores. —Él se
inclina aún más, hasta que sus labios están a centímetros de mi oído.
—Este cambio es diferente. Y si jugamos nuestras cartas correctamente,
podría ser el último.
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Traducido por: Akanet
Corregido por: Mayte
Romeo está esperando en el escenario cuando Gemma y yo entramos al
ensayo esa tarde, con esa sonrisa que me asegura que mis esfuerzos
para evitarlo son inútiles.
Gemma lanza su mochila en el suelo y se une a los bailarines en el
escenario sin molestarse en decir adiós y la sonrisa de Romeo se
convierte en una mueca alegre. Giro y me pongo rápidamente las alas,
decidida a ignorarlo.
Él ha estado implacable hoy, empeñado en ganar confidencias que me
niego a dar, siguiendo de cerca todos mis movimientos, obligándome a
faltar a mi cita para almorzar con Gemma, en el nombre de mantenerlo
alejado de nuestras almas gemelas.
Me disculpé con ella después, pero no hemos tenido tiempo para
hablar. No tenemos clases juntas en la tarde y los mensajes de texto no
están permitidos en el campus. Espero tener la oportunidad de arreglar
las cosas después de la práctica.
La música del ensayo resuena a la vida. Arrugando mi nariz contra el
olor a humedad persistente en las alas, recojo mis pinturas y me pongo
a trabajar.
El teatro SHS huele como cualquier otro edificio en el que he tenido la
mala suerte de entrar hoy, a moho y humedad. Cubos de plástico
blancos están amontonados en la zona tras bambalinas, llenándose
rápidamente con agua amarillenta.
Tengo que parar para vaciarlas apenas veinte minutos después de que
he empezado, tirando el agua afuera de la puerta trasera en la hierba
mojada. Es la primavera más húmeda registrada en el centro de
California. Los campos de vid sufren con el agua estancada,
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deslizamientos de tierra rezuman por las colinas y los techos se vienen
abajo a un ritmo alarmante.
— ¿Qué demonios, Hannah? — Los ánimos se vienen abajo aún más
rápido.
—Esto es muy estúpido.
La voz indignada de Gemma se traslada hasta donde yo estoy
acondicionando bien el escenario, terminando el trabajo de Ariel en una
serie de pisos destinados a parecerse a una calle de Nueva York. Estoy
tratando de disfrutarlo, pero ni siquiera la pintura puede ofrecer
comodidad en un día como este.
—Sólo déjame tener un conteo hasta en la primera fila y no resoples
hacia mí por ser demasiado alta. Sólo mido un metro setenta y cinco.
Es la centésima pelea que he oído por casualidad hoy. La gente en esta
escuela está crónicamente infeliz y enojada. Pero, ¿quién soy yo para
juzgar?
Ciertamente he experimentado mi parte de ambas emociones desde esta
mañana, la miseria al saber que Ben está destinado a estar con una
chica como Gemma, la ira ya que aún no se puedo ponerme en contacto
con la enfermera en ninguno de los espejos en los que he probado,
incluyendo los espejos del baño en la escuela.
—La coreografía está establecida —dice Hannah.
La pequeña morena dirigiendo los números de baile que se estudian en
la Escuela de Ballet de Santa Bárbara y que es un miembro apasionado
del club Odio a Gemma. La mayoría de la gente parece serlo. Ariel es
una cantidad incierta que los otros chicos evitan, Gemma es una
princesa mimada que desean extraer de su trono.
—Sólo tenemos tres días hasta que la apertura del espectáculo, no
vamos a…
—Pero no hay razón por la que deba estar en la parte de atrás durante
todo el número de baile —dice Gemma. —Soy Bernardo.
—Bernadette —la corrige Hannah.
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Varias chicas están interpretando papeles de chicos. No hay suficientes
chicos en el club de teatro para llenarlos todos.
Es un gran cambio desde la época de Shakespeare, cuando los hombres
interpretaban todos los roles, masculinos y femeninos, y puedo decir
que eso divierte a Romeo.
Él se ríe de nuevo, un tono alto de hee hee hee, que hace que mi
siguiente brazada golpeé el lienzo en el ángulo equivocado.
¿Por qué diablos tiene que estar tan feliz?
¿Y por qué está perdiendo el tiempo conmigo, cuando debería estar
trabajando duro para arruinar el amor de Ben y Gemma?
Tal vez estaba diciendo la verdad esta mañana y realmente conoce una
manera de salir. O tal vez esta es sólo una nueva forma de arruinar mi
vida futura, de engañarme para hacer algo que los Embajadores no
pueden perdonar, algo que va a terminar con lo pequeña apariencia de
existencia que me queda.
—Por favor, Mike
La voz de Gemma se levanta, apelando a la ayuda del estudiante
profesor en el club de teatro del semestre. Mike, un estudiante de
último grado de Cal Poly, se encuentra en las sombras al otro lado del
escenario.
Con la cabeza afeitada y múltiples piercings, se parece más a un
estudiante que a un profesor, pero está tratando de ofrecer orientación
lo mejor que puede, mientras el señor Stark, el patrocinador oficial, está
ocupado.
—Creo que Gemma tiene razón, Hannah —dice él. — ¿Por qué no le das
una oportunidad en el frente?
—Pero Miiiiikkke —Hannah se queja, extendiendo su nombre hasta
media docena de sílabas. —Ella es demasiado alta.
—No lo soy. Y voy a morir a puñaladas en más o menos dos escenas. No
puedo…
—Chicas, resuélvanlo —el Sr. Stark insta desde el auditorio, donde está
clasificando papeles, claramente feliz de dejar que Hannah y Mike
dirijan.
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—Necesitas permanecer en la parte de atrás —insiste Hannah. —Si no
te gusta, puedes renunciar. Ya te vas a perder la presentación del
sábado en la noche, así que…
—Es una presentación de seis —protesta Gemma. —Y dijiste que me
suplirías, herramienta.
—Tal vez he cambiado de opinión, Pie Grande. No creo que sea justo
que interpretes un papel principal cuando no vas a estar aquí en todas
las presentaciones—. Gemma gruño con frustración.
—Tal vez tú simplemente querías mi parte todo el tiempo y eras una
pequeña y desagradable pe…
—Gemma, vamos.
Mike le pone una mano relajante en la espalda a Gemma. Ella toma un
respiro, relajándose un poco.
—Está bien, Gemma —dice Hannah. —Todos saben quién es la bruja
por aquí.
— ¡Chicas! Por favor—. La silla del Sr. Stark chilla mientras se levanta.
— ¿Qué es eso de faltar a una presentación, Gemma? ¿Cuándo ocurrió
esto?
—Tengo que faltar la noche del sábado.
Gemma suena más joven, nerviosa. Dejo caer mi pincel en mi balde del
agua y me desplazo más cerca del escenario.
—Mis padres me están obligando a ir a una reunión en Santa Bárbara
el sábado en la noche.
—Gemma, te comprometiste con este show—. El Sr. Stark se para cerca
de las luces de piso del escenario, negando con la cabeza. —Tienes que
estar aquí.
—Lo sé. Te lo juro, lo sé.
El pánico en la cara de Gemma me sorprende. Esto parece importante
para ella, a pesar del hecho de que pretende participar en el club de
teatro sólo para tener una actividad extracurricular que poner en su
currículum universitario.
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—Pero mi papá nunca me va a permitir salirme de esto. Ya se lo pedí
cien mil veces.
— ¿No puede Hannah suplirla? —Pregunta Mike. —Ella hizo toda la
coreografía y sabe dónde se supone que Gemma esté en el escenario.
—Pero Hannah también es la soñada María en el ballet del sueño y la
mejor bailarina del coro—. El Sr. Stark deja escapar un suspiro de
frustración. —Será confuso para todos el tenerla cambiando papeles por
una noche. Voy a tener que estar del lado de Hannah. No es justo que
Gemma interprete un principal si no puede estar aquí. También podría
cortar la secuencia del sueño y dejar que Hannah intervenga como
Bernadette ahora y…
— ¡Pero Sr. Stark!
—Lo siento, Gemma—. El Sr. Stark empuja sus gafas hacia arriba en su
nariz, luciendo más agotado que apenado. —Sería diferente si
tuviéramos un suplente que pudiera hacerse cargo por ti, pero no lo
tenemos, y…
—Lo haré —le digo, saliendo al escenario.
Un tenso silencio cae sobre el elenco y veinte miradas sorprendidas se
arrastran a través de mi piel. El Sr. Stark, Hannah, Gemma, todos los
otros chicos y chicas en sus ropas de ensayo de baile, todos me miran
como si me hubiera crecido una segunda cabeza.
Pero entonces, muchos de ellos están en la clase de hablar en público
del Sr. Stark, en la que Ariel casi fracasa porque estaba demasiado
petrificada de levantarse delante de un grupo de personas. Nadie sabe
cómo responder. Nadie, excepto Romeo, que se ríe como si hubiera
dicho una broma fabulosa.
—Creo que es una gran idea. Me encantaría ver bailar Ariel. Y cantar.
No puedo cantar, sin importar en que cuerpo estoy. Mi voz es adecuada
en un día bueno y doloroso de escuchar a uno malo. Romeo lo sabe,
pero no me permito el lujo de mirarlo.
Ya he actuado fuera de personaje voluntariamente. En cambio, miro a
mis pies, afectando la torpeza habitual de Ariel. Si puedo sacar esto
adelante, Gemma me lo deberá y puede que finalmente se sincere
acerca de lo que está pasando con ella y Ben.
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—No tengo la mejor voz, pero me sé la música y las palabras. He estado
escuchándola mientras pinto—. Es cierto. Ariel tiene el espectáculo
memorizado. Sería difícil no hacerlo después de seis semanas de
ensayo. —Si Gemma me enseña los números de baile, puedo hacerlo
por una noche. Será más fácil que pretender ser alguien más que... ya
sabes...
—Ella podría, Sr. Stark —dice Gemma, a pesar de que no suena del
todo convencida. —Creo que es una gran idea.
—Pero ella nunca ha estado en el escenario antes —dice Stark. —Y
haciendo a un lado la voz para el canto, Ariel, hay un montón de baile
en el espectáculo. ¿Puedes bailar?
¿Ariel puede bailar? Nunca lo ha intentado, pero es bastante coordinada
y ha estado observando a los demás aprender la coreografía por
semanas y yo puedo bailar.
Ya me he tomado libertades con la personalidad de Ariel. Puedo
igualmente tomarme una más en el nombre de ganarme la confianza y
devoción de Gemma.
—Por supuesto. Puedo bailar…
Hannah resopla, dudando de mi capacidad pero sin querer decir nada
absoluto y gira para mirar al Sr. Stark. El resto del elenco estudia sus
zapatos. Ni siquiera Gemma dice una palabra. El Sr. Stark suspira.
—Está bien. No es que esto sea Broadway—. Sus gafas se deslizan
hasta la punta de su nariz. —Repasa las líneas y la música esta noche y
trae ropa de baile mañana. Puedes imitar a Gemma y aprender la
coreografía en los próximos días. Y dale un tiempo a Gemma en el
frente, Hannah. Es una de las principales. El público querrá verla en
esta escena.
— ¡Gracias, Ariel! ¡Gracias, Sr. Stark! Son los mejores—. Gemma me da
impulsivos pulgares hacia arriba.
—Correcto—. El Sr. Stark empuja sus gafas y se dirige de nuevo a su
asiento. —Sólo sean buenos este fin de semana, gente, o tendré que
patrocinar el anuario en lugar de él club de teatro el próximo año. Y
odio ese programa de diseño.
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—Muy bien, vamos a reanudar justo antes de la entrada de María.
Hannah arruga la nariz a Gemma, que no oculta lo satisfecha que está
de haber conseguido lo mejor de la otra chica.
—Shannon, retrocede la música.
Me aligere en las alas, lista para volver al trabajo, pero me detengo
cuando veo a alguien agachado junto a los departamentos, lavando un
conjunto de pinceles en mi agua sucia. Incluso en la oscuridad, sé
quién es.
Ben.
Algo en mi interior se retuerce y por un momento estoy mareada y sin
peso, como si el suelo hubiera sido arrancado de debajo de mí, pero no
sé de qué manera de caer.
Sacudo mi cabeza. Esto tiene que parar. No puedo romperme en
pedazos cada vez que veo su cara. Tengo que serenarme, ser una buena
influencia, asegurarme de que se compromete con el amor de su vida y
viven felices para siempre.
—Hola, ¿Cómo estás? —le pregunto, logrando un tono medio normal.
—Hola—. Se pone de pie, con el pincel de abanico en la mano. —Vine a
ayudar. ¿Si eso está bien? — Asiento con la cabeza, tratando de sonreír.
—Por supuesto. Eso es genial.
Así es. Esta es la oportunidad perfecta para asegurarme de que sabe
que estoy en el equipo de Ben y Gemma y tal vez encontrar alguna
manera de ayudar a mejorar las cosas entre ellos.
—No podía incluir el arte en mi horario, pero la maestra dijo que Ariel
probablemente podría beneficiarse de un poco acabando los escenarios
para el espectáculo. Me imaginé que eras tú, así que... sí... — Sonríe. —
¿Pintaste todo esto por ti misma?
—Sí.
—Eres bastante buena—. Me sonrojo, a pesar de que la mayor parte del
trabajo es mío.
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—Gracias. ¿Te gusta pintar?
—Vivo para pintar —. Dice —Pero no quiero echar a perder a nada. Si
no…
—No, definitivamente puedo beneficiarme de algo de ayuda —le digo. —
Y a Gemma le encantará que estés aquí. Ella está en el escenario en
este momento, pero…
—Sí. Lo sé. Lo oí—. Gira, saca otro pincel del agua y lo seca en mi
toalla. — Fue genial de tu parte cubrirla de esa manera. Me habría
orinado, si tuviera que levantarme delante de un montón de gente.
Me encojo de hombros y me pongo en cuclillas a su lado para agarrar
mi paleta, viéndolo mezclar blanco metálico y un toque de amarillo en la
suya.
—Es sólo por una noche.
—Sigue siendo bueno—. Levanta su pincel, pero titubea antes de tocar
con ello el apartamento. — ¿Te importa si hago algunas iluminaciones
en este lado?
—No. Quiero decir, sí, eso está bien.
Miró la zona en cuestión. Sus instintos son atinados. Los ladrillos
necesitan algo para hacer frente a las sombras que añadí. Mi respeto
por su habilidad crece a medida que trabaja, agregando textura y
profundidad con toques hábiles de su pincel.
—Así que, tengo que pedirle un favor
Dice, relajándose visiblemente mientras pinta. Recuerdo sentirme así,
como si el pincel en tu mano fuera una varita mágica que hace
desaparecer todas las precauciones y filtra las preocupaciones del día.
—Ven a cenar a mi casa esta noche. Mi hermano quiere verte.
— ¿Yo?
—Sí. Él estaba enojado cuando llegué tarde ayer por la noche y vio la
ventana rota. No cree que estaba rescatando a una damisela en apuros
— dice. — Así que creo que deberías venir a cenar, mostrarle tu
fragilidad de damisela.
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— ¿Mi fragilidad de damisela? — Sonríe con su sonrisa torcida.
—Te gustará mi familia, e incluso si los odias te encantará la cena. Mi
cuñada está haciendo costillas—. Hace una pausa, capturando mi
mirada. —Comes carne, ¿cierto?
—Sí.
Sólo el pensamiento de las costillas me hace agua la boca. Me perdí el
almuerzo y he tenido tanta hambre desde que entré en el cuerpo de
Ariel.
—Así que tienes que venir. Las costillas son adictivas para los
consumidores de carne—. Le lanzo una mirada.
—Suena peligroso.
—No, te ayudaré a recomponerte si te vuelves adicta. Ella las hace todo
el tiempo. Mi hermano las ama y ella dice que la comida es el secreto
para un matrimonio feliz.
—La comida es el secreto para una vida feliz—. Mi estómago gruñe en
acuerdo, haciendo reír a Ben.
—Ves, tienes que venir.
La madre de Ariel está trabajando hasta tarde, así que no es como si
alguien me estuviera esperando en casa y pasar más tiempo con Ben y
Gemma es definitivamente una buena idea.
—Bueno —le digo. —Mientras que a Gemma no le importe.
La siguiente brazada de Ben golpea muy fuerte, dejando una
aglomeración de pintura. Él alcanza su espátula para rasparla.
—Um... Gemma no… no le pregunté.
— ¿Por qué no? — ¿Qué pasa con estos dos? Las almas gemelas por lo
general no pueden cansarse los unos de los otros. — ¿Todavía están
peleando?
—En realidad no. Ella simplemente es... —Se calla con un encogimiento
de hombros.
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— ¿Simplemente qué?
—Es confusa —dice en tono frustrado. —Quiero decir, como, no tenía ni
idea de que las dos fueran mejores amigas. Gemma y yo hemos estado
saliendo durante un mes y nunca me dijo ni una cosa sobre ti—. Ouch.
Eso no iba a hacer feliz a Ariel.
—Bueno, supongo que no soy la persona más interesante —le digo, mi
tono de broma cayendo de golpe.
—Creo que eres interesante. Los mejores amigos son siempre
interesantes. Quiénes son tus amigos pueden decir mucho sobre una
persona—. Ben me da una larga mirada que hace que mi propio pincel
se sienta incómodo en mi mano. —Pero eres demasiado delgada.
Deberías venir a comer.
—Yo... me encantaría.
Me gustaría poder dejar las cosas así, pero mi tiempo será mejor
utilizado con Gemma. Lo que sea que ha ido mal con estos dos, parece
que ella es la causa. Además, el pasar más tiempo a solas con Ben
probablemente no es una buena idea.
—Pero debo ir a casa y trabajar en lo de la suplente. No me quiero
avergonzar a mí misma hasta la muerte mañana.
—Está bien. En otro momento—. Su tono es tranquilo, pero su
encogimiento de hombros no es tan flojo. —Pero, ¿puedo hacerte una
pregunta?
—Claro.
Añado más sombras a los ladrillos de mi lado, mientras que Ben sigue
con el blanco y amarillo. Somos un buen equipo. A este paso vamos a
tener los ladrillos terminado hoy y Ben tendrá tiempo para trabajar
algunos toques creativos más en la parte de atrás mañana mientras
estoy ensayando.
— ¿Gemma te dijo algo acerca de mí? ¿Acerca de nosotros... o lo que
sea?
—Um... no—. Me gustaría poder decir algo diferente. —Ella ha sido
reservada últimamente. No hemos estado hablando mucho. Pero puedo
decir que le gustas.
Juliet Inmortal Stacey Jay My Adicción Perfecta
— ¿En serio? —pregunta, manteniendo su atención en su trabajo.
—Sí. Es obvio que ella se preocupa por ti.
Por lo menos, eso me parece a mí, pero Ben no puede ver el aura de
Gemma. Sin embargo, ella lo besó esta mañana, antes de que él se
apartara. Él tiene que saber que…
Algo baila en el borde de mi visión, una mancha de color azul, vino y se
fue de nuevo más rápido que la luz reflejándose en el agua. Es el más
breve destello y no habría girado para mirar... si no fuera por el olor que
lo acompaña.
Romero y lavanda, polvo de un campo familiar aferrándose a un buen
satén, piel calentada por el brillo del sol y la insinuación imposible de
sal de mar, aunque Venecia está a un viaje de dos días a caballo.
Es el olor de Verona, el olor del hogar, un olor que vibra a través de mi
cuerpo, haciendo que mi pincel caiga de mi mano. Pintura de color
marrón salpicando por el suelo, golpeando mis jeans y la parte inferior
del apartamento, dejando un cruce por error a través de los ladrillos.
— ¿Qué pasa? —pregunta Ben, pero apenas lo oigo sobre la sangre
corriendo en mis oídos.
Giro tan rápido que casi resbalo y caigo, apresurándome tras el olor
fantasma, persiguiéndolo más atrás del escenario, apartando las
gruesas cortinas rojas que huelen a humedad y polvo. Pero no el polvo
de casa. Ese olor se ha ido, arrebatado por el agua agria asentada en los
cubos amarillos marcados como Queso fundido y aderezo Mil Islas y…
Otro destello en la oscuridad, azul real deslizándose dentro del vestidor
de las mujeres, el que el Sr. Stark dijo que estaba cerrado hasta que
pudieran parchar los agujeros en el techo. Es una chica.
Se está moviendo más despacio ahora, lo suficientemente lento como
para que pueda echar un vistazo a sus dedos mientras se curvan
alrededor de la puerta, cerrando de un tirón tras ella. El olor viene de
nuevo, mezclado con pan de miel y leche, lo que provoca un dolor en mi
estómago tan fuerte que casi me hace gritar.
Recuerdo lamiendo ese olor de mis dedos, cuando era pequeña y la
Enfermera colaba un regalo en mi habitación antes de cenar. Ninguna
otra miel sabe cómo la miel de casa, ninguna otra miel en el mundo.
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Corro hacia la puerta, el pulso latiendo en mis muñecas y garganta y la
abro precipitadamente. Lo que veo en los espejos al otro lado de la
habitación hace girar mi cabeza, nublando los rasgos de la niña en el
reflejo, torciendo su boca abierta en una extraña forma de media luna.
Sin embargo, con visión borrosa o no, puedo ver los rizos de color
marrón rojizo que caen casi a la cintura de la chica, sus grandes y
oscuros ojos, que me devuelven la mirada, la piel de color aceituna, con
las mejillas rosadas por demasiado tiempo al sol.
Se trata de... mí. De mí misma. El cuerpo en el que nací, el que no he
visto en años, pero nunca puedo olvidar. Sin importar lo mucho que lo
he intentado.
—Amor —dice. —Ahora.
El mundo gira más rápido mientras que tropiezo hacia adelante, apenas
capaz de caminar en línea recta, pero sabiendo que tengo que hacerlo a
través de la habitación. Debo tocarla, presionar mis manos contra el
espejo y jalarla a través del vidrio. Tengo que…
— ¿Ariel?
Oigo a Ben entrar por la puerta detrás de mí, pero no me detengo. No
puedo. No puedo perderla de vista, ni por un segundo. No importa qué
tan mareada estoy.
—Ariel, ¿Qué estas…?
Ben se detiene de repente mientras sus brazos se envuelven alrededor
de mi cintura, sosteniéndome en posición vertical cuando mis rodillas
se doblan.
— ¿Qué pasa?
Cierro mi mano en un puño sobre su suéter, deseando que el mundo se
estabilice, pero eso no sucede. Se tambalea como el juguete de un niño
ajustado para girar en el suelo, girando tan rápido que cierro mis ojos
fuertemente para excluir los colores borrosos. Pero aun así mi cabeza se
siente mal, mi piel demasiado pequeña, mis labios entumecidos, mis
dedos agarrotados, frío.
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Tal vez me estoy muriendo. Tal vez esa breve visión de mi viejo yo fue
una señal de que la muerte, la muerte real, ha venido por mí
finalmente.
—Oye, tienes que calmarte. Sólo trata de respirar más lento —dice Ben,
su voz suave en mi oído. —Creo que está hiperventilando.
Hiperventilando. La idea hace que sienta un tirón en mi pecho. No
puedo estar haciéndome esto a mí misma, teniendo unas exhalaciones
incontroladas como las de mi prima Rossa toma cada vez que es
levantada sobre un caballo. No soy ese tipo de chica. No pierdo el
control, no me desmayo al encarar el miedo o el peligro.
Tomo una respiración más profunda y la dejo escapar, obteniendo todo
el aire de mis pulmones antes de tomar otra. Poco a poco, respiración
tras respiración, se desvanece la sensación de dar vueltas, el calor
vuelve a los dedos aferrados al suéter de Ben. Sin embargo, los dejo allí
mientras le doy un vistazo al espejo, sabiendo que voy a necesitar algo a
que aferrarme si me veo a mí misma de nuevo.
No lo hago. Sólo hay un chico alto, delgado, con el pelo oscuro
sosteniendo a una chica aún más delgada con el pelo blanco y la piel
casi tan pálida. Los ojos muy abiertos que me devuelven la mirada
todavía están sorprendidos, hechizados. Pero son ojos azules, no
marrón.
— ¿Mejor?
Ben se encuentra con mis ojos en el reflejo, como si supiera que será
más fácil que hablar cara a cara. Asiento con la cabeza lo más mínimo.
Demasiado movimiento amenaza con enviar al mundo a girar de nuevo.
— ¿Quieres ir a la oficina? ¿Ver si la enfermera de la escuela todavía
está aquí?
Mueve sus brazos, dejándolos caer alrededor de mi cintura de una
manera que es sorprendentemente familiar. La sensación de que lo he
tocado antes se precipita de nuevo y las palabras de la chica en el
espejo suenan en mis oídos. Amor ahora.
Amor. Como si fuera capaz de amar a alguien. Ahora o en cualquier
momento en el futuro. Debo estar perdiendo la cabeza, finalmente
rindiéndome a…
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— ¿Ariel? —Los brazos de Ben se aprietan a mí alrededor. —Puedo ir
contigo.
—No. Estoy bien—. Sé que debería dar un paso atrás, pero me parece
que no puedo lograr que mis manos para liberen su suéter.
¿Era realmente una alucinación?
¿O es esto algo de magia nueva de Embajador?
Y si es así, ¿por qué me vería a mí misma? Ya no hay ningún ¨Yo¨. Morí
hace tanto tiempo que mis huesos deben haberse convertido en polvo
para estas fechas.
—No luces bien. ¿Estás segura de que no quieres hablar? ¿Acerca de...
algo? — Niego con la cabeza de nuevo.
—No.
—Está bien—. Sus ojos dejan el espejo mientras gira hacia mí. —Pero si
alguna vez quieres... sé que no me conoces muy bien, pero puedes
confiar en mí. Puedo guardar un secreto.
Las palabras me hacen temblar. Y me aparto. No hay nadie en quien
pueda confiar con mis secretos. Nadie.
—Oye, ¿quieres salir de aquí? — Pregunta. —Podemos limpiar las
pinturas e ir a tomar un café o algo así. Podemos enviarle un texto a
Gemma y ver si quiere reunirse con nosotros cuando el ensayo haya
terminado.
Un café es probablemente la última cosa que necesito, pero suena bien.
Seguro. Caliente. Y Gemma se unirá a nosotros y tal vez pueda obtener
algo de este lío de día. Asiento con la cabeza.
—Eso suena bien. Yo...
Olvido lo que iba a decir, olvido todo excepto la ráfaga de frío por el
miedo. Romeo se encuentra en la puerta, observando a Ben y a mí con
los ojos entrecerrados. Pero no es Romeo quien hace volar mi mano
hacia mi boca, ahogando el grito que crece en mi garganta.
Es la cosa detrás de él. Unos metros más allá del rectángulo de luz del
vestuario, agazapado en la oscuridad detrás del escenario, está un
monstruo, una criatura de pesadilla con un cuerpo esquelético, la piel
curtida y dos ojos inhumanos ahogados en un aterrador blanco.
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Los rizos que caen sobre su frente son iguales a los que dieron a Romeo
aspectos extraños en los pasillos hoy. Exactamente los mismos. Se trata
de Romeo. El Romeo real. Pero podrido. Mal. Un cadáver cobrando vida.
Antes de que se me ocurra qué hacer, la cosa se desvanece,
rompiéndose en pedazos sin dejar rastro excepto por un susurro de
decadencia que se desplaza por el aire. Trago y lucho por apartar el
pánico de mi voz.
—Hola, Dylan —digo. Ben gira y su expresión se vuelve dura, enojada.
— ¿Qué quieres? — Romeo encuentra la mirada de Ben con una
sonrisa.
—Quería disculparme contigo por lo de la ventana de tu automóvil.
Pagaré por el daño, por supuesto. Simplemente no era yo mismo
anoche. Lo siento, hermano.
—No soy tu hermano, chiflado —dice Ben, con su tono no dejando duda
de que chiflado no es una palabra amigable. Romeo se ríe.
—Tienes razón. Por supuesto.
A lo lejos, oigo a Hannah gritando el nombre de Dylan. Él mira sobre su
hombro, antes girar de nuevo hacia nosotros con una cara triste.
—Supongo que me tengo que ir. Los veo luego.
—No si podemos evitarlo
Dice Ben a la espalda de Romeo marchándose. Él cambia su mirada
hacia mí, los ojos suavizándose una vez más.
—Está lleno de mierda. Tengo dos clases con él y no se molestó en
disculparse antes. Sólo lo dijo para quedar bien frente a ti.
—Nunca quedará bien conmigo, sin importar cuántas disculpas de—.
Mi voz todavía tiembla.
—Simplemente no puedo creer que su mano no esté más estropeada.
Debería haberse roto…
—Lo siento, pero tengo que volver a casa—. Tengo que tratar de
ponerme en contacto con Enfermera de nuevo. Ahora.
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—Pero pensé que el café sonaba bien.
—Lo hacía. Lo hace. Yo sólo... tengo que irme. Lo siento—. Me aproxime
a la puerta. —Pero Gemma y tú deberían ir. Sé que le encantaría eso.
Dile que la llamaré, ¿está bien?
—Está bien.
Ben suena confundido y tiene todo el derecho de estarlo, pero no tengo
tiempo para explicarle, aunque si pudiera. Que no puedo. No tengo ni
idea de lo que está pasando.
Agarro mi mochila del suelo y salgo corriendo por la parte trasera del
teatro bajo el aguacero. Hago todo el recorrido hasta el estacionamiento
de los estudiantes antes de darme cuenta que no tengo quien me lleve a
casa. Maldigo y giro en un círculo enojada, pateando uno de los charcos
a mis pies.
Gemma me trajo. ¿Cómo pude haberlo olvidado? Brevemente consideró
la idea de volver a la práctica de la obra, pero me decido en contra de
ello. Ben ya cree que soy inestable, tal vez incluso totalmente loca. No
necesito hacer nada para reforzar esa opinión.
Necesito que confíe en mí, ser una persona a quien escucha y en quien
deposita su confianza. Tengo que encontrar otra forma de ir a casa. El
autobús, mis dos pies. No es tan lejos. Tal vez un poco más de tres
kilómetros, cuatro y medio a lo sumo.
Empiezo a caminar. Y caminar. Y caminar. Y caminar. A través de la
ciudad y hacia el campo, por la carretera en el barro de la orilla con los
automóviles salpicando mis piernas cuando pasan.
En el momento en que alcanzo el desvío para El Camino, es casi de
noche y esos cuatro kilómetros y medio que he avanzado con dificultad
a través de la lluvia se sienten como un centenar. No hay que negarlo,
no estoy en plena forma. Todavía no he logrado nada parecido a una
fuerza sobrenatural.
Si se trata de mi dieta pobre desde que llegué o el estrés de este cambio
o cualquier otra cosa, no lo sé, pero me siento… mal. Necesito a
Enfermera, más de lo que lo he hecho desde mis primeros días como
Embajador. Sin duda, ella vendrá a mí ahora. Uno de los espejos en
esta casa funcionará. Tiene que hacerlo.
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Entré por la puerta principal y coloque mis llaves en el plato,
temblando, agotada y desesperada por hablar con alguien que entienda.
—Mira quien llegó finalmente a casa. Te ves como una rata ahogada.
Pero no tan desesperada. No lo suficientemente desesperada como para
hablar con el chico que me esperaba en el pasillo fuera de mi
habitación. Romeo se desploma casualmente contra el marco de la
puerta, sonriendo como si tuviera todo el derecho de estar allí.
Me congelo, deseando haber tomado esa taza de café con Ben. Al
menos, así tendría una apropiada dosis de cafeína, lo que podría ayudar
a la hora de luchar por mi vida.
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Traducido por: Karoru
Corregido por: Mayte
Corro, esperando llegar a la sala de estar o la cocina antes de que él me
alcanzara. El pasillo es demasiado estrecho. No hay espacio para
defenderme. Será el coche una vez más y esta vez no podría salir del
otro lado.
— ¡Espera Juliet, espera!
No espero. Ando más rápido, saltando sobre la silla roja cerca del
televisor y abalanzándose por la puerta principal. Tengo la manija en mi
mano cuando él me agarra desde atrás y me hace girar de regreso al
cuarto.
Caigo de rodillas, gimo cuando la esquina afilada de la mesita de café se
atasca en mi estómago. El dolor brilla intermitentemente a través de mí,
pero estoy de regreso en mis pies en segundos, doblando mis rodillas y
levantando mis puños, preparándome para el inevitable ataque.
—No he venido a pelear —grita Romeo, levanta sus brazos en una
posición defensiva, —quiero hablar. Eso es todo lo que he querido
durante todo el día.
—Hablar.
—Sí, hablar. ¿Charlar? ¿Tener…relaciones sexuales verbales? —Él
guiña un ojo y lucho contra el impulso de mostrarle lo que pienso de él
con mi dedo medio.
—No quiero hablar.
—Oh, pero lo harás. Tengo secretos que contarte.
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—No me importan—. Inclino la cabeza hacia la puerta. —Fuera. No
estoy interesada en tus mentiras.
— ¿Mentiras? ¿Cuándo te he mentido?
Sus manos van a la deriva hacia su costado, pero su apariencia
cautelosa se mantiene ahí. Si lo ataco, él estará listo. Tengo que
esperar, agarrarme de un momento cuando sus defensas están
verdaderamente abajo.
—Nunca he mentido.
—Y nos matamos para probar nuestro perfecto amor, eterno.
Escupo las palabras con bastante veneno para envenenar cien jóvenes
amantes, luego maldecirme a mí misma. No le debería dejar saber cómo
me llega esa falsa historia todavía. No le debería dar una victoria tan
fácil. Su barbilla se inclina hacia abajo, pero puedo ver la sonrisa
tirando de sus labios.
—Bueno, quizás mentí... sólo esa vez.
—Sal —digo entre dientes. Sus ojos regresan a mí.
—Pero honestamente nunca soñé que el trabajo de Shakespeare sería
tan duradero —Se dirige a la mesa junto a la puerta y arranca una
cuarta parte del plato principal, lanzando la moneda en el aire y
atrapándolo con un golpecito fácil de su muñeca.
—Encontré sus versos preciosos, por supuesto, excepto la tragedia de
Romeo y Juliet en sí misma es un trabajo más bien inmaduro, más
reminiscentes de sus comedias que…
—Sal. Ahora
Todos mis músculos se tensaron, listos. ¿Qué está planeando hacer con
esa cuarta parte? ¿Arrojarla a mi cara y con la esperanza de darle a un
ojo? Con Romeo cualquier cosa puede convertirse en un arma del amor,
la confianza...la moneda suelta.
— ¿Y luego qué? —Pregunta. — ¿Ven a darme un azote? sabes que yo
disfruto de tus manos sobre mí, Jules, no importa lo que están
haciendo allí—.
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Comienza a rodar la moneda a través de sus nudillos y otra vez
mientras yo trato de mantener mi temperamento.
—Y sabiendo lo cerca que estos cuerpos llegaron a la intimidad antes de
que entrásemos en ellos, he estado muriendo por…
Perdí la paciencia. Trate de alcanzar el arma más cercana, arrebatando
la base de la lámpara, jalando bruscamente su cordón de la pared
cuando lanzo una sombra al suelo.
—Fuera, o te golpearé. Y no usaré mis manos.
— ¡Espera! —Romeo deja caer la moneda, su sonrisa deslizándose. —
Por favor…escúchame. No he mentido acerca de cualquier cosa que
tuvo importancia. Siempre he jugado limpio. Más que justo. En tu
corazón sabes eso—. Pongo los ojos en blanco.
—Por favor, sólo quiero que esto termine —dice, —podemos ponerle fin,
sin el sacrificio de un alma. Pero sólo aquí, sólo que ahora. Esta es
nuestra única oportunidad de recuperar lo que perdimos.
—Lo que te robaste—. Vuelve a suspirar.
— ¿Todavía crees que fue todo culpa mía?
—Me encerraste en una tumba y me dejaste morir—. El pasado. Se
dirige hacia mí, pero se detiene cuando levanto la lámpara sobre mi
cabeza.
—El pasado no puede ser cambiado, pero el futuro...el futuro puede ser
tuyo. Vida, amor, todo lo que has anhelado. No tienes que volver a la
niebla. Puedes quedarte aquí. Puedo quedarme aquí contigo—. Me río.
Él es tan absurdo que no puedo ayudarle.
—No te quiero conmigo. Quiero que vayas al infierno, dónde perteneces.
—No hay un infierno —dice, con los labios apretados, —es sólo la tierra
y la niebla y los lugares donde los más altos van, dónde nunca nos
permitirán entrar.
—Tal vez no te has encontrado con el infierno todavía, pero el castigo se
acerca. Algún día, vas a sufrir. Destellos miedo en los ojos de Romeo,
haciéndome preguntarme si en realidad dice la verdad. Tal vez estamos
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en el final de nuestro largo viaje y es verdaderamente miedo de lo que
vendrá después.
—Tú quieres que sea castigado. Entiendo eso —él dice. —Pero no tienes
que esperar un día. Ya he sufrido. Cada minuto que he pasado contigo
como mi enemiga ha sido una eternidad de tormento. Fingiendo odiarte,
forzados a cambiar de dirección y matando a gente inocente, es…
—Basta —Niego con la cabeza, esparciendo sus mentiras en el aire. Lo
he visto celebrar una matanza. Él es una abominación y se enorgullecía
de eso. La única pregunta es por qué él repentinamente se esfuerza en
convencerme de lo contrario.
— ¿Por qué estás aquí? ¿Qué quieres?
—Quiero tu amor.
—Nunca lo tendrás —dije, la exasperación atenuando mi voz, —nunca.
—Hm—. Él tenía el descaro de verse decepcionado. Para mí, es casi
suficiente para hacerme cerrar de un golpe la lámpara en su cráneo.
—Dame una oportunidad para explicarme. Puede ser que tengas que
replantearte todo lo que…
—No me importa lo que tú…
—Te contaré la verdad esta vez, todo acerca del mundo de los
Mercenarios. No hay nada que me lo impida
Dice Romeo, dándole un golpecito a la lámpara en mi mano. Iluminando
el cuarto y su rostro, una mirada de sinceridad que algo dentro de mí
demanda que lo escuche.
—Para mí, el infierno es un lugar en la tierra. Habito el reino mortal
pero no disfruto ninguna de las comodidades de la humanidad. Puedo
usar cualquier cadáver que escojo excepto nunca soy parte del mundo.
—Lloro por ti.
—Quizá lo harías, si lo entendieras —Él cae encima del sofá, su
hermoso rostro súbitamente demacrado. —Yo ya no puedo
experimentar ninguna sensación física. Nada. Jamás. No en estos
cuerpos que habitamos, cuando somos designados, no en los cuerpos
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que robo cuando estoy solo. Ningún sabor, ningún olor, ningún toque.
Creo que los Mercenarios superiores me permiten ver y oír sólo porque
requiero que esos sentidos funcionen.
— ¿No hay olores? ¿Nada en absoluto?
—Nada — dice.
— ¿Ni siquiera mi dulce aliento? —Pregunté, sarcásticamente cada
palabra. — ¿Así que mentiste acerca de eso, también?
—Una mentira blanca —se encoge de hombros. —Como es el caso de
muchos elogios que los hombres dan a sus mujeres.
—No soy tu mujer y me importa poco si…
—Escúchame. Óyeme —Él salta de nuevo a sus pies. —No puedo sentir
placer. Muy poco dolor. Nada de hambre, nada de sed, ni el sol o la
lluvia en mi piel, ni estremecimiento de un toque, ni la presión de un
beso. Pasa través de mí sin efecto, ni si quiera para hacerme dormir. No
puedo dormir, jamás
Él susurra, con la locura en sus ojos casi lo suficiente como para
creerle. Imaginando una existencia semejante a la que él describe, hace
mi alma gritar, —no hay nada más que un vacío profundo, un dolor que
haría cualquier cosa para librármelo.
—Escapa. Ponle fin tú mismo —Me rehúso a compadecerlo, no cuándo
él trajo todo eso. —Te voy a traer un cuchillo de cocina. Si te apuñalas
el corazón, eso debería…
—No puedo. Los Mercenarios no dudan en castigar a los conversos. Los
superiores me torturarán si hago un intento. Me atraparán en un
cadáver, pero me negarán la liberación de la muerte, devolviendo mis
sentidos sólo a fin de que podría saber lo que siente un cuerpo humano
pudriéndose a tu alrededor. Lo he visto ocurrirle otros. Nos hacen
observar cosas así…como medida de precaución.
Lucho por mantener mi cara en blanco, para echar la imagen del cuerpo
de Romeo plagada de caries de mi mente. No puedo pensar en lo que
podría significar esa vista en estos momentos. No puedo arriesgarme a
dejarle saber mis secretos a Romeo.
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—La única felicidad que alguna vez tendré es el robo. Ahora es el tiempo
para acapararlos de él, el tiempo para retornar lo que perdimos —Él da
un paso más cerca, y esta vez, lo dejo. —Te pude haber matado cien
veces. Si lo hubiera hecho, me habrían concedido una posición más alta
en la orden, pero yo no podría acabar con tu vida.
—Porque yo no te dejé.
—Porque la parte de mí que recuerda lo que era y como todas las vidas
anteriores todavía se preocupa por ti...te ama—. Me atraganto con mi
próxima inspiración.
—Sé que piensas que no puedes amarme. Pero tú debes saber cuánto lo
siento. Lo siento mucho
Dice, su voz gruesa, un brillo en sus ojos robados. La rabia aumenta en
mi piel, tan caliente que se siente como si se me quemara desde dentro.
—No te atrevas a llorar por mí. No te atrevas — me advierte en un
susurro apretado.
—Debemos amarnos el uno al otro otra vez. Ahora.
Él continúa como si no me hubiera oído. Tiemblo. Ámame ahora. Oí las
mismas palabras hoy, de mis labios. Pero seguramente ella… yo… no
podría querer decir que yo, se supone, ame a Romeo. Es imposible.
—Encontré el hechizo hace años, el que nos liberará, pero tuve que
esperar a que una señal de que era el momento. Creo que he visto tal
señal.
Me muerdo los labios. La tentación a hablar, decirle las cosas que vi
casi me rompen en dos. Pero no puedo. Él es el enemigo. Él es mi
asesino, un monstruo y un mentiroso de habilidad sin igual.
—Por primera vez en todos mis siglos —él dice, —estoy seguro de que
no están escuchando. No hay un solo Mercenario vagando por estas
calles. Debería haber una docena o más en un pueblo este tamaño.
— ¿De verdad? ¿Y cómo podrías saberlo?
—Los Mercenarios conversos pueden ver las auras de todas las
personas transformadas. Negro para nuestra especia, el oro para la
tuya, el de rosado y el rojo para nuestros lindos amantes —dice,
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obviamente contento por compartir que él tiene algunos poderes que yo
no.
—Pero no hay ninguno de ellos aquí. Este es nuestro momento. Te
puedo decir los secretos que he aprendido. Te puedo explicar cómo
recuperar una vida humana.
— ¿Y por qué harías eso? —yo deseo que mi corazón no lata tan rápido,
rehusándome disfrutar de la esperanza que desató en mi interior.
—Te lo mereces. Te mereces una eternidad de placer. Y tú lo puedes
tener. Todo lo que tienes que hacer es confiar en mí, y amarme…
simplemente un poco.
—Nunca. Nunca, jamás te amaré —susurro, sorprendida de que incluso
un loco podía creer que tal cosa sea posible.
—Tú podrías. Lo sé. Lo puedo ver en tus ojos —él dice, la determinación
avanzando en su mandíbula, — y si tú puedes, podemos ser humanos
otra vez. Con cuerpos que viven y respiran y la libertad de hacer lo que
queramos. Para siempre.
Para siempre. Es lo que él me hizo prometer en nuestra noche de boda,
la mentira que él me imploró que dijera. Él sigue siendo el mismo, a
pesar de su mente enferma y sus cientos de años de vida. Excepto que
yo ya no lo soy. Ahora el pensamiento de por siempre me hace sentir
cansada. Asustada. Triste.
¿Qué para siempre vale la pena?
¿Cuándo el amor es frágil y la vida del ser humano tan larga?
—Yo no quiero vivir para siempre.
—Lo harías —él dice cuando doy un paso de regreso, más cerca de la
cocina, dónde los cuchillos esperan en la gaveta al lado del fregadero.
—Si tú no fueses una esclava, tú lo harías.
—No soy una esclava…
—Ellos no son lo que te han dicho que son. No son ángeles enviados del
cielo.
—Ellos nunca me dijeron eso.
—Ellos no son los buenos tampoco.
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¿Ellos te dijeron eso?
No son más que el equipo perdedor, las personas que escogieron el lado
equivocado de la moneda.
Otro paso y otro, hasta que él está en el portal de la cocina y mi espalda
se presiona contra el mostrador.
Podría tener un cuchillo en mi mano en segundos. Una parte de mí
grita estar armada antes de que sea demasiado tarde.
La otra parte sabe que Romeo no está aquí para atacarme. Él en
realidad ha venido a hablar, a decirme esta historia loca en la que no
debería creer. No debería. No… no podría.
Hay tantas cosas que la enfermera no me ha dicho.
¿Por qué me ha mantenido en la oscuridad?
¿Por qué, si no para ocultar el hecho de que los embajadores no son tan
puro y maravilloso como me lo han hecho creer?
¿Qué ocurre si Romeo dice la verdad? Qué pasa si…
—Ellos te están usando —él dice, jugando con mis miedos más
profundos —y mintiéndote y nunca, jamás serás libre de ellos si tú no
me escuchas. Ésta es una oportunidad que viene sino una vez en la
vida después de la muerte. Puedo ver que estas curiosa—. Él niega con
la cabeza tristemente.
—Me hace preguntarme lo que te han dicho. Probablemente te protegen
con tu ignorancia. Salvándote de los grandes lobos malvados—. Él lo
sabe. En cierta forma él sabe lo que los Embajadores dicen a sus
conversos y está usando ese conocimiento para manipularme.
—Fuera —El hecho que él me ha tentado, por un momento, es
aterrador.
—No creas en sus mentiras. Si haces una mala elección, tu siguiente
viaje hacia la niebla será el último. Estarás atrapada allí por siempre,
nunca serás humana otra vez, una prisionera en su propio…
— ¡Fuera de mi casa!
—Esta no es tu casa —él dice, —no más que cualquier otra cosa ha sido
tuya en centenares de años. Puedes tener una apariencia un instante,
pero sé cómo los siglos se extienden, enrollarse alrededor de ti como
una serpiente que se rehúsa terminar con tu vida, no importa cuánto le
implores.
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Mantengo mi cara quieta, tratando de no dar ninguna señal de que sé
exactamente lo que está hablando, que los años que he pasado como
una Embajadora no han pasado tan fácilmente como él supone.
—Sé que piensas que soy un mentiroso, pero te prometo: Esta es
nuestra primera…
— ¿Por qué? —interrumpo. No puedo ayudarme a mí misma. Necesito
saber lo que sabe.
— ¿Por qué ahora?
¿Por qué es todo es diferente?
¿Por qué no puedo contactar con la enfermera en el espejo?
¿Por qué soy tan débil? — Él respira profundamente y deja escapar un
suspiro de satisfacción.
—Así que tus poderes se desvanecen también. Pensé que tal vez… Pero
si es lo mismo para los dos, éste debe ser el fin —Él salta en el aire,
aterrizando con un fuerte aplauso de sus manos.
—Y pensar que una parte de mí todavía dudaba.
Él se ríe con su risa malvada usual. Dejo caer la lámpara y trato de
alcanzar un cuchillo. El cuchillo carnicero con el filo dentado, el que yo
puedo imaginar deslizar a través del aire para reducir la sonrisa de su
rostro miserable.
—Fuera
Me preparo sicológicamente, esperándole venir por mí. Pero él no lo
hace. Él cambia de dirección y deambula hacia la puerta principal, un
vaivén en su paso no me importa. En absoluto.
—Hablaremos de nuevo pronto. Tenemos algo de tiempo —Él mira por
encima su hombro. —Pero piensa acerca de lo que te he dicho y no
estaría sorprendido si tienes una visita inesperada.
—Tú no eres una visita. Eres una amenaza.
—No hablaba de mí —dice Romeo, una nota encantada en su voz que
hace que los cabellos detrás de mí cuello se ericen.
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¿Está él teniendo visiones también?
¿De su cadáver?
¿Del mío?
¿Ambos?
Cuando me vi que no estaba descompuesta, pero tal vez él había visto
algo diferente. Me muero por preguntar, pero me muerdo los labios. No
puedo confiar en él. Los últimos minutos lo han dejado claro. Él ha
estado bombeándome con información, dispuesto a decirme cualquier
mentira con tal de obtener lo que él necesita.
—Si tienes alguna pregunta, puedes lazarme un correo electrónico—
continúa, —mi información de contacto está en la hoja.
Niego con la cabeza aturdida. Él tiene que estar bromeando. Él
realmente no puede esperar que yo le envíe un e-mail. Acerca de si
puedo o no amarlo otra vez, o puedo estar interesada en una eternidad
aparte de los Embajadores.
Tú no le envías un e-mail alguien acerca de algo parecido. Tú no le
envías un e-mail a un demonio que prometió amarte, luego te encierra
en la oscuridad y te asesina a sangre fría. Pero él no lo entiende. Y él no
está bromeando. La mano que sostenía el cuchillo cae a mi lado.
—Estas demente. No trabajaré contigo. Jamás.
—Oh, pienso que lo harás. Si no…— Las cejas de Romeo se arquean.
—Luego voy a tener que hacer lo que he sido enviado a hacer aquí. Si
no estoy libre para el fin de esta colocación, renegociaré otros términos
de servicio con los Mercenarios. Estoy seguro serán más generosos si
traigo un alma para nuestro lado mientras estoy aquí. No debería ser
difícil. La chica es una ruina. La convertiré en contra de Ben antes de la
semana que viene—. Mi mano se aprieta alrededor del mango de la
navaja.
—La eternidad, la pasará lejos de todas las personas que ella odia… —
Romeo se demora, sus dedos tamborileando en la puerta. —No es la
peor zanahoria para dejar colgada.
—La eternidad en una prisión de la carne muerta —digo, —no suena
tan tentador.
—Pero ella no sabrá la verdad. Ella creerá lo que le diga. Siempre lo
hacen, especialmente los jóvenes.
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Él está tranquilo, indicando los hechos y conozco a Gemma lo suficiente
como para preocuparme que él pudiera estar en lo correcto. Ella odia a
Dylan, pero Romeo podría ser capaz de llegar a ella si le dice las
mentiras correctas, juega con los miedos correctos.
—Ten cuidado, dulce
Romeo abre la puerta al mismo tiempo que un rayo se rasga a través del
cielo. La tormenta ha progresado de una amenazar a estar enfurecida
completamente, con trueno que grita una advertencia para que todas
las criaturas permanezcan escondidas.
Me estremezco, pero no cierro mis ojos. He aprendido de la forma más
difícil a no quitarle mi atención a mi antiguo amor. Ni por un segundo.
—Dime cuando estés listo para seguir adelante. Te juro, podemos tener
la felicidad que le has dado a tanta gente afortunada.
—Prefiero morir antes que hacerte feliz—. Romeo se calma y una
emoción notablemente de pena pasa rápidamente a través de su rostro.
—Espero que cambies de idea. Pronto—. Él inclina su cabeza. —Adiós,
Juliet.
Aprieto mis dientes y le observo irse, rehusándome a decirle algo bueno,
incluso algo tan pequeño como un adiós.
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Traducido por: Tamis11
Corregido por: Mayte
Treinta minutos más tarde, después de fallar en encontrar a la
Enfermera en el espejo aún otra vez, vuelvo a la cocina con un
emparedado de mantequilla de maní y un vaso de la leche. Melanie fue
a la tienda mientras yo estaba en la escuela y el refrigerador está lleno
de alimento, más vagamente comestible. Solamente mirando los
montones de carne de almuerzo fangosa, en una bolsa de plástico y el
abrirla me hace mal, pero al menos hay leche y pan fresco.
Leche, Pan, Mantequilla de cacahuete. Mastico, examinando cada gusto
como esto se desarrolla en mi boca. Esto es apenas una cena pródiga,
pero al menos puedo probarlo.
¿Cómo podría ser no poder elegir?
¿Cómo sería no sentir el frio del cristal en mi mano, u oler el trigo
tostado?
¿Cómo sería no poder sentir el toque de otra persona en más de
setecientos años?
Es… inimaginable, casi bastante para convocar una chispa de
compasión.
─Él podría mentir─, recuerdo, la voz suave bajo el repiqueteo de la
lluvia. Él podría ser, pero él no es. No sobre esto. Tal vez no sobre
cualquiera de ello. Me vuelco más cosas en mi cabeza, me pregunto las
cosas que son peligrosas preguntarse.
¿Qué sabe Romeo?
¿Hay realmente alguna magia que pueda regresarme a mi vida?
¿No me atrevo a escucharlo hasta el final?
Considero desafiarlo- El teléfono suena, haciéndome saltar con aire de
culpabilidad. Empujo mi respaldo y a prisa agarro el teléfono del
contador.
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─ ¿¡Hola!?
─ ¿Estás sola en la casa?─ una voz artificialmente profunda pregunta.
Arrugo mi frente.
─ ¿Quién es?
─ ¿Estás sola…en la casa?
No es la voz de Romeo, pero no tengo la paciencia para llamadas de
travesuras. No estoy de humor para el tormento de Romeo o nadie más.
─Voy a colgar.─
─ ¡No! ¡Espera!─ El tono de Gemma se eleva a su registro normal. ─Lo
siento, yo solamente bromeaba. Estoy de camino a tu casa. ¿Está tu
mamá allí?
─No, ella trabaja el turno nocturno─, digo, el alivio se extiende por mi
pecho, perfectamente, tengo que dirigirme a Gemma, enfocarme
haciendo mi trabajo, incluso si no puedo alcanzar a la Enfermera u
otros Embajadores. La visita de Gemma es un signo que es hora de
dejar de pensar en Romeo. El resultado negativo alguna vez vino de
escuchar a la serpiente en el jardín.
─Genial─, Gemma dice. ─ ¿Quieres que yo compre algunas
hamburguesas o algo? Yo conseguiría pizza, pero no quiero salir del
coche. Esta lluvia humedece mi voluntad para vivir. Echo un vistazo a
mi emparedado medio comido. Todavía con hambre.
─Una hamburguesa con queso, grande. Con comida frita y un batido de
chocolate. Malteada si ellos tienen.
─Hambrienta, ¿verdad?─ Gemma se ríe. ─Estaré allí en quince. Vierte
en un vaso un poco de cualquier hooch7 barato de tu mamá que tenga
en el refrigerador. Chardonnay, no el Pinot Grigio8 de mierda.
Cuelgo, quince minutos. Esto es bastante tiempo para agarrar una
ducha y cambiarme mi ropa mojada, si me apresuro. Controlé el cuarto
de baño, reuní mi pijama azul de franela con una oveja sobre ella
7 Bebida alcohólica de baja calidad, generalmente casera o ilícita.
8 es una variedad de uva blanca de la especie Vitis vinífera. Se piensa que es un clon mutante de la uva
pinot noir.
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mientras salía el agua caliente, esta es una noche genial y
probablemente conseguiré un resfriado si la lluvia no para.
Me precipito a la ducha, concentrándome en el champú, el
acondicionador y el jabón, limpiando mi mente, enfocando mi trabajo.
En ese tiempo Gemma tira en el garaje abierto e irrumpe la cocina, esto
es lo más tranquilo que ha sido todo el día.
─ ¿Dónde está mi vino, mujer?
Gemma prospera como ella tropieza con la mesa y con una carga de
bolsas marrones y tazas de papel. El olor de carne caliente y queso, y
cebollas en escabeche, fluye por el aire, haciendo que se me haga agua
la boca. Hamburguesas con queso. Estoy limpiamente segura que ellos
son el alimento más maravilloso inventado por el hombre moderno.
─ A la espera de ti no te preocupa tomar en una taza de plástico─.
Agarro una del gabinete antes de meter la mano en el refrigerador.
─ ¿Es Viognier9 bien? El Chardonnay no está abierto.
─Por supuesto. Viognier se mezcla bien con algo, Dahling10
Habla arrastrando las palabras. Mientras vierto su bebida, Gemma saca
las hamburguesas con queso en la mesa y se acomoda en una silla con
su emparedado.
─Paso hambre, aquel canto y la mierda del baile trabajan encima de un
apetito desastroso. Que me recuerda ─ ella chilla y da vuelta, agarrando
la taza plástica de mi mano antes de que yo pueda dejarlo.
─ ¡Gracias! ¡Una amiga impresionante! Te has escabullido antes de que
yo podría decirte que gracias, ¡gracias, una y mil veces gracias!
Río, Gemma no es tan mala cuando ella es feliz. Ella es en realidad…
encantadora y puedo ver por qué Ariel disfruta gastando el tiempo con
ella.
─De nada─. Me instalo a través de ella para alcanzar mi hamburguesa.
─Muchas gracias, yo moría para algún verdadero alimento.
9 Es la nueva cepa de vitis vinífera que enfrenta el eterno reinado del Chardonnay
10 Hace referencia a una ilustradora digital nacida en Varsovia, Polonia, en 1985.Un artista que hace
tanto pintura como creaciones con photo shop, etc.
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─No, gracias. El banquete de grasa era el menor que yo podría hacer
después de que salvaste mi vida.
─No fue gran cosa.
─Esto es un trato grande, sobre todo para ti─. Gemma toma un trago de
su vino. ─Sé que probablemente te asustas hasta de tu mente, pero
examinaremos todas las canciones esta noche y aprenderás la
coreografía súper rápido, mataste en el Baile de Revolución, cuando
nosotros éramos pocos y esto no es mucho más difícil. Hanna tiene
cada una de las líneas de cambio y corre por todas partes, pero los
pasos son fáciles. Quise hacer algo más difícil, pero Miguel Buzzkill dijo
que los muchachos parecen mudos si los pasos de las muchachas son
demasiado complicados. Como si algo pudiera hacer a aquellos
perdedores verse bien.
─ ¿Miguel? ─Mascullo alrededor de un bocado de hamburguesa. ─ ¿Tu
sabes, el estudiante─ del profesor, Sr. Stark, uno que tiene todos esos
tatuajes?
─Ah, correcto.
─Tu pensarías que con todo el arte corporal, él sería más relajado─ dice
ella─ ¿Pero de todos modos, él está caliente, no? ¿Es una especie rara
de forma?
─Gemma, él es prácticamente un profesor─. No me molesto en ocultar
mi aversión. Ella está enamorada de Ben; ella no debería considerar
caliente a otros tipos. ─Esto es grave─. Ella ríe.
─ No es tan grave como la trituración del señor Stark. Juro que Hannah
le lamería su cabeza calva y brillante si pudiera ─ hago una cara y
Gemma se ríe. ─De verdad. Ella es un beso-culo. Y todos sus amigos
bailarines profesional son cojos─ Ella sacude su cabeza y lanza una
papa atrás en su caja. ─La gente aquí apesta. No puedo esperar para
graduarme.
─Pero Ben parece genial─, digo, mirando su reacción. ─Él me ayudó con
los juegos hoy. Él dijo que iba a pedirte salir para ir a tomar café
después
─Lo hizo, ─ dice ella, de repente muy interesada en el inferior de su
taza. ─Fuimos al Molino de viento, pero estuvo cerrado temprano,
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entonces solamente nos sentamos en mi coche y hablamos. Fue…
bueno. Pienso que nos entendemos el uno al otro.
─ ¡Esto es grande!─ Esto es también un enorme alivio. Tal vez esta
misión no será tan difícil como pensé. ─Él es tan agradable.
─Él realmente lo es. Es difícil de creer que él alguna vez ─ Gemma se
desprende con una mirada culpable y toma otro sorbo de su vino. ─Esto
está bastante bien. El gusto de tu madre mejora.
─ ¿Es difícil de creer que alguna vez qué?─ pregunte, esperando
durante un segundo antes del empujar más difícil. ─Pensé que nosotros
íbamos a hablar.
─ ¿Tenemos que hacerlo? ─ Gemma lloriquea, llenando su boca con
más comida. ─ ¿Solamente podemos cantar sobre cómo los Tiburones
se mecen y como vamos a aporrear la cara de motor, en el baile de la
escuela? Aquella canción es divertida. Vamos a cantar.
─Todavía estoy comiendo y que no se supone que debes de cantar
treinta minutos después de comer.
─Eso es en natación, tontita.
─No, es en el canto ─ Gemma ladea la cabeza. ─ Bien, bien, ¿no es
descara hoy en día? ─ Trago y me recuerdo no exagerarlo con la
confianza. Me encojo y alcanzo mi batido.
─Mi mejor amigo ha estado resistiendo sobre mí. Esto me hace
descarada.
─Comprensible─. Gemma suspira mientras ella se quita el kétchup de
sus dedos con una servilleta. ─Esto es sobre mi papá. Él ha estado
haciendo mi vida un infierno. ¿Has oído que está pensando en ser
candidato al Senado?
─No, en realidad no he…
Ella hace rodar sus ojos. ¿Quién tiene? ¿Quién se preocupa? Quiero
decir, todo el gobierno es corrupto de todos modos. Esto está fuera de
todo. Nosotros también podríamos quemar Washington, Fox News y
comenzar.
─Pero tu papá no está de acuerdo.
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─Desde luego que no. Él quiere ser un Pez gordo, súper importante y no
se preocupa cómo me hace miserable, él tiene que hacérmelo. Él ha ido
completamente sobre el borde.
─ ¿Qué quieres decir?
─Es decir, subiendo mi Facebook para comprobar por ¨el contenido¨ y
robando mi teléfono móvil cada pocos días ya no es bastante para
entretenerlo─, dice ella, la amargura de su voz me hace compadecerme
de ella ─Pienso que él leyó mi diario.
─ ¡Qué!─ No puedo imaginarme nada más embarazoso que teniendo
alguien más leyendo sus pensamientos privados. Sobre todo un padre.
─Esto es repulsivo.
─Esto es Roberto el Balandro─, dice Gemma. ─ De todos modos, algo
que él leyó lo hizo pensar que yo tomaba drogas. ¿Él comenzó a mirar
alrededor y él encontró algún pote, la materia que conseguí de Niles
hace unos meses?
─Niles… ─ el nombre no toca ninguna campana. No pienso que Ariel lo
encontró.
─ ¿Sabes? ¿Los escuela-pri-culo, yo estaba saliendo con un perdedor
antes de Navidad? ¿Uno con el aliento a comida para perros? ─ Ella
agita su mano en el aire antes del comienzo a llenar envolturas vacías
en bolsas de papel.
─Independiente de esto no importa. Niles me dio unos BC11 antes de
que nosotros rompiéramos, como una especie de Regalo de Navidad o
algo. Yo lo tenía en una de mis viejas bolsas de maquillaje y me olvidé
de ello. Papá lo encontró y se puso chiflado. Le dije que sólo había
fumado un par de veces y no era gran cosa, pero él siguió volviéndose
loco.
─ ¿Qué hay de tu mamá?─ Pregunte ─ Ella te ha dejado beber vino ya
desde que tenías dieciséis años. No sé qué piensa ella ─
─Yo sé, ¿verdad? Se podría pensar que estaría bien, pero ella está
completamente a tope de mi padre acerca de esta cosa del Senado.─
Gemma cruza hacia la papelera y empuja las bolsas con demasiada
fuerza.
11
Hace referencia a la heroína.
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─Ella quiere ir a Washington y relacionarse con una mayor variedad de
personas estiradas, con cara de culo. Ella no dijo nada, ni siquiera
cuando mi padre me hizo ir a este grupo de rehabilitación para
¨adolescentes con problemas¨. Ambos saben que no tengo un problema,
sólo son... gilipollas─. Ella pone los ojos en blanco de nuevo y cae de
nuevo en su silla. ─Así que ahí, es donde he estado todos los lunes y
miércoles por la mañana.
─Ah, Gemma, deberías de haberme dicho.
Comienzo a compadecer a esta muchacha. Con una familia como la
suya, es asombroso que ella no este metida en más de un lío.
─Lo sé─. Ella se encoge de hombros. ─Es solamente tan estúpido y era
tan loco. Juro que pensé escaparme de la casa y hacerme una mujer de
la noche o algo solamente para arruinar las posibilidades de Papá para
ser elegido─. Ella hace su bebida para atrás, vaciando la taza y lo pone
sobre la mesa con un suspiro.
─ ¿Pero entonces… encontré a Ben y él lo hizo soportable, tu sabe? Él
comenzó a venir al grupo hace aproximadamente un mes. Él condujo
hasta que su hermano lo hiciera moverse─. Las noticias me sorprenden.
─Pero Ben no parece que tenga un problema de drogas. No, que tú lo
tengas, pero…
─No, él no lo tiene. Él solamente fue detenido─. Mis cejas se alzan.
¿Ben? ¿Detenido?
─Él perdió el carácter y rompió la cara de algún tipo…
─ ¿Qué?
─Y rompió su nariz─, dice ella ─ por accidente, como si esto no fuera
un gran problema y le tiro un par de dientes.
─ ¡Qué!
No puedo imaginarme a Ben golpeando a alguien, sobre todo con
bastante fuerza como para romper un hueso. Él parece tan… apacible.
¿Pero en cuanto a aquel primer momento en el coche?
¿En cuánto a la mirada sobre su cara cuándo Romeo le llamó hermano?
Es verdad. No lo conozco como pienso.
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Tal vez me equivoco sobre él. Tal vez es la violencia de Ben esto que
guarda él y Gemma aparte, no es algo para hacer con ella en absoluto.
─Sé que suena mal, pero él nunca habían hecho nada así antes. Esto
era solamente una noche horriblemente arbitraria. Él es un tipo
realmente decente y nunca lo he visto enfadado. Al menos, no enfadado
como aquel…─ Ella se calma y va beber, y encuentra su taza vacía.
─ ¿Puedo servirme más? ¿Piensas que tu mamá lo notará?
─Probablemente no. Y si lo hace... ─ Me encojo de hombros. Gemma
sonríe mientras se dirige a la nevera.
─ ¿No estás convirtiéndote en una rebelde? Tal vez por fin puedo
convencerte a venir a atacar las barricas en el granero conmigo. Es muy
divertido y yo he descubierto la manera de desactivar las cámaras de
seguridad por lo que no vamos a ser atrapadas.
─Tal vez─, digo, muriendo por regresar a la verdadera historia.
─ ¿Tu…estás segura que te sientes a bien? ¿Tú sabes, con Ben? ─
Gemma hace girar, la botella de vino en la mano.
─ ¡Totalmente! Y tú también deberías, por favor, no piense nada mal
sobre él, Por eso no quise decir algo sobre cómo nos encontramos hasta
que vieras como de agradable es el.
─No, estoy de acuerdo, él parece realmente…
─Él realmente lo es─ dice ella, pero algo de su voz todavía no se siente
bien. ─Yo iba a presentarte a unos tipos después de que él se instaló
con su hermano, pero nosotros tuvimos aquella pelea muda─. Ella
levanta su mano derecha, como si rechazara cualquier crítica
inminente. ─Pero no es debido a él, soy yo.
─Gemma, no puede ser todo.
─No, lo es. Y yo no lo habría besado esta mañana. Yo sabía que se iba a
enojar─. Ella mete el vino a la nevera y platos y vasos de plástico en la
pileta y al parecer, piensa en su segunda copa de vino. ─Yo ni siquiera
sé por qué lo hice─, dice ella con la voz más suave.
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─A veces pienso que estoy loca, ¿sabes? Yo simplemente no puedo dejar
de hacer lo contrario de lo que yo sé que debo hacer. ─Ella se queda
sobre sus pies, un aspecto tan joven, tan en desacuerdo con ella.
Un choque de trenes. Las palabras de Romeo flotan por mi mente,
haciéndome enfadar. Gemma podría ser problemática, pero ella no era
un desastre. Hay todavía esperanza para ella y para Ben.
─No estas locas.
─No, yo probablemente lo estoy─. Ella se cruza de brazos y se apoya en
el mostrador de la cocina. ─Le presente a Ben, a mi padre la semana
pasada.
─Que no es una locura. ¿Por qué no te...
─Ariel, despierta del vivieron felices para siempre después de la tierra.
Mi papá tuvo un ataque al corazón, incluso antes de que él hiciera la
verificación de antecedentes y se enteró de que Ben ha sido arrestado.
Fue horrible, sabes está convencida de que los mexicanos se están
apoderando del ¨verdadero¨ Estados Unidos. ¿Te acuerdas de lo que se
asustó cuando comenzaron a tener traductores en la noche de padres y
maestros?
─ ¿Pero no tu padre contrata trabajadores mexicanos para los viñedos?
─Desde luego, porque él quiere el trabajo barato. Pero esto no significa
que él también no pueda odiar a los mexicanos que viven en los Estados
Unidos. Roberto es una paradoja egoísta, se abrigó en un mal burrito.
Gemma recoge en uno de los imanes de la nevera, despegarla y luego
romperlo de nuevo.
─Te he protegido de su repugnancia, pero yo pensaba que sabía que a
estas alturas, de todos modos, tan pronto como regrese Ben a casa, mi
papá me dijo que no podía verlo de nuevo. Y lo es por enfermedad... Yo
sabía que lo haría, pero Ben me llevó de todos modos─. Ella se vuelve
hacia mí, los ojos oscuros brillantes. ─Realmente estoy loca.
─No estás loca. Tu papá es el loco─, digo. ─Cada uno aquí era de un
país diferente en algún punto y cada uno tiene errores.
Lamento que yo no pudiera tomar una opinión diferente de Ben, pero
tengo que saber que pasó realmente primero.
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¿Por qué rompió la nariz de alguien? Es tan extraño imaginárselo
haciendo daño a alguien o algo, preocupada en un camino que va más
allá de mi preocupación habitual sobre mis compañeros de alma.
─Lo sé─, dice Gemma. ─Pero no quiero tener aquella lucha ahora
mismo, estoy así de cerca del ir a la universidad y alejarme de él. Y sería
insustancial, de todos modos. Roberto nunca escucha o cambia su
mente, sobre algo─. Ella cruza el espacio para robar el resto de mi
batido inacabado. ─Deberías de haber visto como pedí que él me dejara
saltar su reunión estúpida el sábado por la noche. Pero él no se
preocupó por mi vida nunca voy a ser tan importante como su vida.
─ ¿Pero en cuanto a Ben? Realmente le gustas
Él no hace justo como ella, él la ama y Gemma parece más preocupado
sobre su papá que del muchacho que es su compañero de alma. Ben es
uno y Gemma es otro. Ella tiene que despertarse y luchar por él. Ahora.
─ ¿Tu qué piensas?─ Gemma traga, su cara pálida en el fulgor de las
lámparas de techo. ─ ¿Pero cómo sé, que algún tipo vale la pena para
luchar, mi familia y… sobre todo lo demás? Es solamente asustadizo.
¿Sabes?
Sus palabras me ayudan a respirar mejor. No hay nada que puede
estrangular la vida de amor más rápido que el miedo. Si es este miedo,
no es de extrañar que ella y Ben estén teniendo problemas. Ella tiene
que superar su miedo y se concentran en el amor a él y tengo que
ayudarla a hacerlo. No importa lo mucho que duela.
─Adivino que da miedo, pero apuesto que también es asombroso. La
reunión con Ben podría ser la mejor cosa que alguna vez te pasó.
─Tal vez si, tal vez no…─ Gemma estrecha sus ojos. ─Pero no se puede
confiar en él, sólo lo conoces durante un día y medio. No puedo creer
que él sea el que le dio un paseo. ¿Cómo de loco es eso? ¿Y lo loco que
está por hacer autostop? ─ Ella me tira al brazo.
─No es afortunando, Ben te alejo de un lugar con algún psicópata. Pero
entonces, supongo que estaban en el coche con un psicópata ya, así
que…
─Ben y yo teníamos una conversación buena anoche, dije, tratando de
no pensar como de bueno era. ─Pienso que él es especial. Él valdría...
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─Oh, bien─ ella dice, haciendo rodar sus ojos.─ Le llamaré y lo invitaré
a mi casa después de la escuela mañana.
─ ¡Genial!
─Pero no voy a decirle a Papá─, advierte ella, señalando un dedo de
acusación en mí. ─Nos veremos en la puerta trasera después de la
práctica, podemos golpear los barriles en el granero y celebrar su éxito
como un suplente.
─ ¿Nosotras?
─Viene también, mi encantador─. Gemma agarra mi mano y me tira a
la sala de estar.
─Pero…
─Ningún pero, he decidido y sabes que soy el jefe─, dice ella, acabando
con la discusión. ─Bien, entonces tengo la pista entera para la Historia
del Lado Oeste con y sin la voz. ¿Quieres cantar con otra gente primero
o solamente ir directamente a ello en parte principal?
─Con las voces primero.
Miro como enchufa, el teléfono en el sistema, bajo la televisión y trato
de apisonar abajo la rebelión de ansiedad en mi garganta. Esto es
solamente un poco de canto
¿Cómo de horrible puedo ser?
─ ¡Ah, venga! ─ Gemma vuelve con una sonrisa, se eleva la música por
todo el espacio. ─Vas a hacerlo sin las voces. ¡Sabes todas las palabras!
─ ¡Lo sé, pero!
─ ¡Canta!
─Pero
─ ¡Canta!
Y entonces lo hago. Y Gemma se ríe y finalmente lo hago también,
riendo tontamente como mi voz lucha arriba y abajo.
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Esto se raja cuando trato de sostener una nota por demasiado tiempo
pero encuentra su camino y sigo moviéndome. Y podría ser peor. Al
menos no pienso que voy a la cicatriz de audiencia vitalicia.
En el tiempo en que terminamos de acercarnos un poco de la
coreografía, Gemma se dirige a su coche, he decidido que la noche no
ha ido demasiado mal. Gemma y Ariel se unen de nuevo, hago progreso
convenciendo a Gemma de tomar su relación con Ben seriamente y
tengo proyectos para gastar el tiempo con ambos mañana.
Y hay peores modos de gastar el tiempo que con un amigo, frió el
alimento y el canto y el baile como un idiota. A veces es fácil olvidar que
la lucha por el amor no es toda la angustia y la desesperación y
tratando de no ser matado. A veces esto es un trabajo asombroso.
Y a veces no lo es. Más tarde, miento en la oscuridad, mirando
fijamente en el techo, la duda que entra sin ser sentido bajo el ritmo de
la lluvia.
¿Qué si Romeo tiene razón?
¿Qué si este es su último cambio?
¿Que si la próxima vez va a la niebla y nunca vuelve?
¿O qué si allí hay algo peor que la niebla… algo… desconocido?
Cierro mis ojos y tiro las sabanas sobre mi cabeza, tratando de no
preocuparme, determinada a no soñar.
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Traducido por BrendaCarpio
Corregido por majo2340
— ¡Bajen, ustedes dos! ¡Debajo de la sábana!
Gema sisea del asiento delantero mientras nos detenemos en la
imponente puerta trasera de la casa solo a la tarde siguiente. El
complejo familiar es tan grande que ni siquiera podemos ver la mansión
desde aquí. Habíamos tenido que manejar kilómetros para llegar a la
casa en la colina, a través de viñedos escalonados y puestos de frutas
debajo de la lluvia incesante. Está comenzando a sentirse como si el
mundo sería barrido. O al menos California Central.
— ¿En verdad tenemos que hacer esto? — Ben mira la raída sábana de
Navajo que Gemma lanzó al asiento trasero. —No me escondí debajo de
una sábana la última vez.
Le dirijo a Gemma una mirada cuestionadora que ella evita. Así que ella
no le ha dicho que para ella está prohibido verlo. No sé si eso es una
buena señal o no.
—La última vez no estábamos invadiendo el césped de mi padre —dice.
—Si alguien nota que hemos estado en los sótanos, no quiero que mi
papá descubra que ustedes dos estuvieron aquí ésta tarde.
—Una cámara graba a todos los que pasan por la puerta —digo,
forzando una sonrisa mientras levanto el borde de la sábana.
—El papá de Gemma está medio loco respecto a los intrusos—. Ben
levanta una ceja. —Okay, pero si él va a estar tan enojado, entonces…
—No sé enojará porque no nos atraparán —Gemma dice.
—Pero…
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—Ben, ¿vas a jugar bien al espía súper secreto? ¿O voy a tener que
detener éste auto y mostrarte mis movimientos de ninja?
—No hagas que te muestre sus movimientos ninja—. Trato de
mantenerlo casual. —Son asustadores y creo que mi canto ha
traumatizado a todos lo suficiente por el día de hoy—. Gemma bufa con
acuerdo.
Mi voz no mejora mucho durante el ensayo ésta tarde. El Sr. Stark salta
la mayoría de mis líneas de canto y me urge a hablar sobre mi camino
por el solo inevitable. Con agradecimiento, mis pies demostraron ser
más ágiles que mi lengua.
Recordé toda la coreografía que Gemma me había enseñado y puse
tanta pasión en la escena de la pelea con Tony que incluso Hannah
estuvo de acuerdo con que sería una Bernadette decente. Al menos por
una noche.
Por supuesto, Romeo no se entusiasmó con la oportunidad de
apuñalarme con un cuchillo de utilería y verme pretender morir en el
piso a sus pies. A pesar de la insistencia de anoche de que él quería mi
amor y perdón, no me perdí el brillo en sus ojos mientras él confía en
su arma de plástico.
Una parte de él, tal vez una gran parte, sigue emocionado al pensar en
derramar mi sangre. Es algo que sería sabio al recordar la próxima vez
que él venga a husmear, queriendo ¨trabajar juntos.¨
—Creo que hiciste un buen trabajo, Sirenita — Ben dice. —
Considerando que fue tu primer ensayo.
—No, no lo hice. No puedo cantar—. Ben sonríe.
—Tú puedes. Sólo que no tan bien como pintas—. Sonrío de vuelta.
—Muy diplomático.
—Tal vez Ben debería lanzarse al Senado en vez de mi papá. O tal vez él
no tiene oído musical como tú, Ree—. Apoyo mi cabeza encima del
asiento y le saco la lengua, ganando una risa. Gemma se estira,
alborotando mi cabello.
Hoy las cosas han estado mejor entre nosotros. En verdad me
encuentro empezando a que me guste ella. Un poco. Muy mal que ella
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no hizo más fácil imaginar a Ben pasando su vida con ella. Sólo
quiero…más de él.
—Ahora metete debajo de la sábana, Benjamín — Gemma dice. —O no
tendrás vino.
—Ni siquiera me gusta el vino.
—No sabes si te gusta el vino. Nunca has probado el vino.
—Lo he hecho, yo…
—La Granja Boone no cuenta, Luna. Debajo de la sábana.
—Gemma, yo…— Gemma hace un bajo sonido ¨huuuaaah¨ que creo
que se supone que es un llanto ninja y golpes ninja en el aire cerca al
rostro de Ben. Él se ríe.
—Dios mío. Bien, mujer loca.
Pone sus ojos en blanco pero finalmente sube la sábana. Juntos nos
deslizamos rápidamente en el suelo detrás de los asientos delanteros
mientras Gemma pasa por la puerta de hierro la con una S en espiral
en el centro y entra el código de entrada familiar.
Debajo de la sábana, el aire se vuelve caliente y se llena con el olor de
Ben. Incluso después de un largo día, él huele fabuloso. Como el
océano, salado y dulce al mismo tiempo, algo vagamente a comida que
no puedo descifrar y pintura. Pasa su tarde finalizando el set mientras
yo opaqué a Gemma y no conseguir quitar toda la pintura de sus
manos. Manchas de café y blanco cubren su camiseta gris y manchan
sus nudillos y antebrazos. Peleo contra la extraña urgencia de estirar
los brazos y raspar las gotas secas con mi dedo, de la forma que lo haría
si estuvieran en mi piel.
—Esto sigue siendo medio loco — Ben dice. —Sé que somos menores,
pero no es como si fuéramos a tomar mucho, ¿verdad?
—Lo sé. Su padre sólo es extraño.
—Su padre es más que extraño. Me asusta.
Ben se inclina para susurrar las palabras cerca de mi oído,
asegurándose de que Gemma no escuche y dándome un pequeño
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ataque cardíaco en el proceso. Deseo que no estuviera tan consciente de
su respiración en mi mejilla, sus labios tan cerca que rozan mi cabello
cuando habla.
Pero lo estoy. Tan consciente que tengo que pelear para mantener mí
aliento lento y plano.
—Y no me gusta la forma como actúa Gemma cuando él está alrededor.
Es como si fuera una persona diferente.
—Gemma tiene varias personalidades, pero aprenderás a amarlas
todas.
Sonrío, pero Ben no sonríe de vuelta. Él sólo me mira, un poco
demasiado intenso. Encuentro su mirada, incapaz de mirar lejos,
incapaz de esconderme.
— ¿Qué está mal? —susurro.
—Nada—susurra de vuelta. —Es sólo que… está apretado aquí.
Él mira lejos, hacia arriba donde Gemma maneja lentamente por la
carretera serpenteante.
—Bueno, estaremos en el granero pronto.
—Pensé que Gemma había dicho que íbamos a un cava.
—En verdad no es una cava. Es un gran granero donde guardan todos
los barriles de vino mientras que están envejeciendo. Los apilan encima
de los otros en filas. Gemma y yo solíamos jugar escondite cuando
éramos pequeñas.
—Entonces ustedes dos han sido mejores amigas desde que eran
pequeñas.
—Desde que estábamos en segundo grado.
—Mejores amigas — Ben dice.
—Ella es mi única amiga.
—No, no lo es.
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Miro mis rodillas, confundida. Mirar a los ojos de Ben es… discordante,
y me hace sentir menos como Ariel de lo que me he sentido en todo el
día.
—Estoy agradecida. Yo…
— ¡Hey! ¡Ustedes dos! — Gemma se mueve hacia el asiento trasero y
presiona un dedo contra la sábana, haciendo una abolladura nuestra
carpa improvisada. —Casi llegamos al granero. Cuando diga fuera,
gateen fuera por el lado de Ben y síganme. Puedo apagar las gafas
mientras entramos. No graban en la entrada, sólo en los barriles.
— ¿En verdad tienen problemas con personas entrando a hurtadillas y
robando vino?— Ben pregunta.
—No lo creo—digo. —Nadie excepto Gemma, de todos modos.
—Eso es cierto. Soy una amenaza para la sociedad y mi propia familia,
muahaha
Dice ella, ganando una risotada de Ben, quien obviamente asume que
sé que él y Gemma están en un grupo de acompañamiento, juntos. Me
pregunta si él sabe que ella me ha dicho porque él estaba allí, y que
diría cuando finalmente tuviera la oportunidad para preguntarle sobre
la violencia en su pasado.
— ¿Nunca antes has hurtado licor, Sirenita? — pregunta él,
empujándome suavemente con el hombro, ignorante de la dirección de
mis palabras.
—No, siempre he sido demasiado nerviosa—. Cambio mi peso, tratando
de evitar que mi pie derecho se duerma. —No bebo muy a menudo.
—Yo tampoco— Ben dice. —No hace mucho por mí.
— ¿Ustedes dos podrían dejar de hablar sobre cómo no les gusta beber?
— Gemma cierra el auto. —Están matando el mareo que todavía no
tengo. Estamos aquí para robar vino caro, demonios. Ahora entren aquí
y disfruten antes de que tenga que emocionarlos.
Ben sonríe y retira la sábana, su cabello salvaje alrededor de su rostro.
Lo sigo hacia afuera, golpeando la puerta para cerrarse detrás de mí,
volteando justo a tiempo para agarrar a Gemma alisándose su cabello
detrás de su oreja.
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La lluvia todavía lloviznando de la misma forma que lo ha hecho todo el
día, pero no parece molestarlos. Se quedan ahí parados, Ben
sonriéndole a Gemma y Gemma sonriendo de vuelta y por un momento,
veo lo que podrían ser el uno para el otro; amigos, amantes, la cosa
importante.
La visión debería levantar mis espíritus, darme esperanza. En cambio,
mis entrañas se revuelven cuando Gemma toma la mano de Ben y lo
lleva al granero. Una imagen de Ben y yo en el vestido del probador, sus
brazos alrededor de mí, mis manos cerrados en su camiseta, pasa por
mi pantalla mental, seguida de cerca por una ola de algo que se siente
demasiado como envidia.
Vergonzoso, prohibido, tal vez incluso letalmente envidioso, tan fuerte
que derrite mis pies.
¿Qué estoy haciendo?
¿Cómo siquiera puedo pensar algo como esto?
No puedo estar celosa de Gemma. No puedo permitirme pensar en Ben
como un… un…
Mi piel se pone caliente y luego fría, picando con consciencia, casi como
si mi momento de debilidad está siendo observado. Me volteo en círculo,
escaneando el área de parqueo mugrosa en la parte de atrás del granero
y los viñedos más allá, buscando la fuente de la sensación de
humillación.
Pero no hay nada. Sólo acres de granjas de vino con un cielo gris
encima y nubes negras moviéndose en conjunto en el horizonte, una
señal de que una tormenta se aproxima.
—Vamos, Ree. Mueve tu trasero huesudo.
El siseo de Gemma viene de detrás de mí, donde ella y Ben están dentro
de la puerta de metal que sirve como entrada al moderno granero sin
aspecto de granero.
Me apresuro para unírmeles, forzando una risa cuando Gemma pincha
mi brazo en mi cano. Algo como eso normalmente haría reír a Ariel, así
que lo hago. No importa que estoy incomoda y avergonzada.
Ariel nunca habría codiciaría el novio de su mejor amiga, ni siquiera por
un segundo y yo soy una Embajadora inteligente. Que sabe mejor desde
el principio. Desde ahora en adelante, prometo recordar que no es parte
de mi trabajo sentir. Mis sentimientos no importan.
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— ¿Qué sucede?— Ben pregunta mientras seguimos a Gemma por la
primera fila de barriles. Están apilados hasta el techo y dan un olor
agradablemente agrio y de madera.
—Nada—. Deliberadamente me muevo más cerca de Gemma. —Sólo
tratando de adivinar si la tormenta viene hacia nosotros.
—Lo está. Mi hermano me envió un mensaje durante la práctica y me
dijo que viniera a casa directamente — dijo Ben. —Se supone que habrá
un tornado o algo así.
— ¿Pero Ben no fue a casa directamente después de la práctica, verdad,
Ben? — Gemma se voltea para pasar sus uñas rojas por el brazo de
Ben. Combina con su camiseta roja apretada y pantalones rojos y
negros a rayas, un atuendo que luce completamente como una pura
zorra.
—Que chico tan malo eres.
—Hay una razón por la que soy un adolescente problemático las
mañanas del martes y miércoles, mija12.
Él le guiñe, pero es la mirada que me dirige sobre el hombro lo que me
hace difícil tragar. Me digo a mí misma que es porque sus palabras me
ponen nerviosa, haciéndome preguntar si él es más peligroso de lo que
parece. Ciertamente no tiene nada que ver con la manera en la que la
expresión en su cara lo cambia, le da una picardía, lo hace lucir
mucho…mucho más…
— ¿Todos estos barriles son del mismo tipo? ¿O hay diferentes?
Pregunto, determinada a ni siquiera pensar en palabras que empiecen
por S y terminen en Y
—Todos son chardonnay, envejecidos en roble francés, de seis meses a
un año— Gemma dice, poniendo su lengua de guía turística,
volteándose para señalar los barriles en cada lado del pasillo.
—Chardonnay es el vendedor más grande del Viñedo Sloop y veintiséis
por ciento del mercado nacional. Sloopp también está orgulloso de sus
variedades de Burdeos, pero no verás ninguno de esos en éste tour.
12
Palabra en español, modismo mexicano para decir= Mi hija
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Ella ladea su cabeza, moviendo su pelo alrededor de su cabeza como
una Barbie un poco desquiciada.
—Esos vinos se están añejando en un granero cerca a la casa familiar
Sloop, donde el gilipollas del padre de Gemma Sloop debe estar
trabajando hoy—. Ben ríe.
—Sabes mucho sobre éstas cosas.
—Hombre, fui criada con una botella de vino en mi boca — Gemma
dice, dejando apagar la persona alegre. —Por supuesto que lo sé.
— ¿Has pensando en hacer lo que tu padre hace? —pregunta él.
— ¿Hacer vinos para vivir?
—No quiero hacer que mi papá alguna vez haya hecho.
Por un momento la expresión de Gemma se vuelve oscura,
casi…embrujada. Pero luego la gran sonrisa está de vuelta y nos está
incitando.
— ¡Vamos!
Se mueve hacia la izquierda, bajando por otra fila de barriles, hacia una
línea de largos tanques vertical cerca a la pared. Ella deja la suavidad
del concreto cerca a uno de los tanques y se agacha, sacando un
paquete de tazas de papel decoradas con personajes de caricaturas que
procede a llenar con tapones en un lado del tanque. Ben se ríe cuando
Gemma le da la copa con un monstruo verde en un lado.
—Lindo. Muy elegante — dice él, atrapando mi mirada, revisando como
si hubiera notado que ha usado la palabra que me gusta que él diga. Y
lo noté. Por supuesto que lo hice.
Miro al suelo, preocupada porque mi presencia aquí es una mala idea.
Podría ser mi mente jugando trucos conmigo de nuevo, pero casi juraría
que Ben está flirteando. Conmigo. Justo en frente de su alma gemela. Lo
cual es tan malo que ni siquiera puedo describirlo.
—Sabes, no estoy seguro de si estoy en el estado de ánimo para el vino
después de todo—. Hago una mueca y pongo una mano en mi
estómago. —Tal vez sólo esperaré en el…
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—Ni siquiera lo pienses, Ree—. Gemma presiona una copa con un
monstruo rosado en mi mano. —Es el último semestre de nuestro
último año. Casi somos libres y quiero celebrarlo con mi mejor amiga.
—Gemma, yo…
—Di: ¨Si, señorita.¨
—En verdad, yo no…
— ¡Dilo! — Suspiro.
—Sí, señorita.
—Ahora, vas a beber y te va a gustar.
Así que bebo y Gemma tiene razón, me gusta. El vino es suave, dulce
pero no demasiado dulce y deja un sabor mantequilloso en mi lengua y
una calidez esparciéndose por mi pecho.
Han sido años desde que tuve un vaso de vino. No me había permitido a
mí misma el lujo. No podía permitirme tener mis sentidos nublados ni
un poco. Pero hoy parecía inevitable.
Tomo pequeños sorbos, sólo uno cada dos de Ben o Gemma, pero para
el momento que hemos estado sentados en el suelo por hora y media,
me estoy volviendo entonada.
Mis mejillas se sienten rojas, mis labios encorvados y mis músculos
están más relajados de lo que puedo recordar. Me estiro, liberando el
cosquilleo en los de los pies.
—No más charla escolar — Gemma dice, poniendo el final de nuestra
discusión de si los profesores de física se dan cuenta que sus vellos
nasales tocando su labio superior. —Juguemos un juego.
—Odio los juegos — Ben dice.
—Odio a las personas. Y sin embargo, aquí estoy, con ambos — Gemma
anima con una sonrisa.
— ¿Qué les parece Yo Nunca He? ¿O queremos de la vieja escuela con
un poco de Verdad o Consecuencia?
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—Verdad o Consecuencia no. Por favor — digo, una memoria borrosa de
Ariel me recuerda que ella odia el juego.
—Yo Nunca He, entonces — Gemma dice. —Yo comenzaré. —Pero no sé
cómo…
—Shush—. Gemma mueve su mano, silenciando a Ben. —Escucha y
aprende, nunca he robado vino del viñedo Sloop—. Ella mueve su copa
en nuestra dirección.
—Ahora todos bebemos porque lo hemos hecho. Así es como funciona.
Si nunca lo has hecho, no bebes. Si lo has hecho, bebes. Fácil.
Todos tomamos un sorbo de nuestro vino. Lo sostengo en mi boca por
un momento, deleitando el sabor antes de dejar que se deslice por mi
garganta con un suspiro.
—Tu turno, Benjamín.
—Okay… Yo Nunca He…
Ben estira sus piernas hacia el centro del círculo que hemos formado.
Es más oscuro dentro del granero que afuera, pero todavía puedo ver la
pintura de sus vaqueros. Es un color diferente al que él usó hoy, una
mezcla de lavanda y azul oscuro que me hace preguntar que estaba
pintando la última vez que lo usó.
De repente estoy poseída por el deseo de ver el trabajo de Ben, de ver
como se compara con el de Ariel, como se compara con los retratos y
paisajes que pinté de niña.
—Vamos, Ben — Gemma urge, golpeando el zapato de él con sus
zapatillas de baile negras, haciéndome quitar los ojos de sus piernas.
—Mientras estamos lo suficientemente jóvenes para recordar las cosas
que no hicimos—. Ben sonríe.
—Nunca me he escapado de mi casa en mitad de la noche.
Él bebe, Gemma bebe y fuerzo a mi copa a permanecer en mi regazo. El
pensamiento nunca ha cruzado la mente de Ariel.
¿A dónde se escaparía?
¿En una ciudad como Solvang, donde su mejor amiga prefiere pasar la
noche con la especie masculina?
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Mi propia proeza de salir por el balcón y bajar por los enredados no
cuenta.
—Tu turno, Ree.
—Yo Nunca He…
—Algo bueno — Gemma dice. —Algo que yo ni siquiera sepa.
Suspiro, mi cabeza girando satisfactoriamente mientras busco en la
memoria de Ariel para algo un poco escandaloso pero no muy íntimo y
resulto con nada.
Siento los secretos de Ariel, pero esos son lugares sombríos en su
mente, recuerdos que ha trabajado tan duro para olvidar que ni
siquiera puedo recordar. Me rindo, decidiendo que sólo tendré que
prestar uno de mis escándalos.
—Nunca he viajado con dedo por la noche—. Gemma saca su lengua.
—No es justo. Ya sabía eso—. Ella no bebe. Ben tampoco. Siento una
pequeña satisfacción en eso y tomo otro sorbo de chardonnay.
—Bueno, mi turno de nuevo. Nunca He, nadado desnuda—. Gemma y
Ben beben, compartiendo una sonrisa cómplice sobre el borde sus
vasos.
Nunca He, nadado desnuda. Jamás.
¿Cuándo lo hicieron?
¿Fueron juntos?
¿Hasta dónde ha progresado la relación de Gemma y Ben?
Sé que Gemma ha estado con un montón de chicos de la escuela
privada. Nunca la he visto a ella y a Ben hacer algo excepto agarrarse la
mano, pero está sonrisa es…reveladora.
Aclaro mi garganta y miro hacia mis rodillas, rehusándome a admitir
que el pensamiento de ellos dos felices juntos en esa manera no es uno
placentero.
— ¿Nunca has abandonado la escuela? ¿Nunca jamás?
Ben golpea mis zapatillas, haciéndome ruborizar de nuevo. Me había
perdido la pregunta. Porque estoy demasiado ocupada pensando que no
es de mis asuntos. No lo son, en verdad, a menos que alguna falla en la
vida sexual de Ben y Gemma es responsable por mantenerlos en un
compromiso completo y con auras brillando rojo.
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—No, Ree es la hija perfecta — Gemma dice, una pisca de maldad en
su tono. —Ella no hace nada que a mami no le gusta, incluyendo
especializándose en lo que ella quiere ser especializada en la
universidad.
— ¿A dónde vas el próximo año? — Ben pregunta.
—La Universidad de Enfermería de La Ciudad de Santa Bárbara —
Gemma proporciona en una falsa voz animada.
—Porque su madre fue allí para su diploma de enfermería.
— ¿A dónde quieres ir? — Ben pone su pierna contra su pecho,
ignorando a Gemma.
—No lo sé. No estoy segura. Estaba pensando sobre la escuela de arte
— digo. —Pero la enfermería es un buen campo al cual entrar.
—Si te gusta la sangre, los gérmenes y limpiar los traseros de otras
personas— Gemma espeta. —Y hacer lo que mami te dice.
—Déjala en paz — Ben dice, enojo en su voz. —Algunos de nosotros
tenemos que pensar en cómo ganarnos la vida. No todos tienen un
fideicomiso — El silencio cae sobre cada esquina del granero. La
expresión de Gemma se endurece antes de forzar una sonrisa por su
rostro.
—Totalmente cierto. Soy tan mimada y desfasada. Perdóname—. Ella se
traga el resto de su vino en un trago. —Ben suspira.
—Hey, no quise decirlo así. Yo sólo…
—No, está bien—. Gemma salta a sus pies. —Voy a agarrar unas papas
fritas de mi camión. ¿Alguien quiere pretzels u osito de goma ácidos?
Escuché que hace una buena pareja con chard robado.
—Gemma, yo…
—Última oportunidad por bocadillos — Gemma dice, callando a Ben de
nuevo. — ¿Algún interesado? Yéndome a la una, dos…
—Estoy bien — digo.
—Yo también—. Pero Ben no suena bien. Suena enojado, frustrado.
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—Okay, pero no traten de robarme mi crema agria y papitas de cebolla
cuando vuelva porque no voy a compartir. Sírvanse otro vaso si
desean—. Ella se voltea y desaparece en el laberinto de barriles,
dejándonos solos.
Estudio el perfil tenso de Ben, sabiendo que ésta es mi oportunidad de
impulsarlo a perdonar a Gemma pero insegura de que decir. Me siento
tan confundida, mis pensamientos confusos por el vino y las
preocupaciones que son más profundas que cualquier cosa relacionada
con alcohol. A pesar de los cortos momentos de conexión, Ben y Gemma
sólo no parecen bien juntos.
—Lo siento — dice Ben. —No me gusta la forma como ella te habla.
—Está bien.
—No, en verdad. Lo siento.
—No tienes que sentirlo.
—Pero lo siento.
—Estás empezando a sonar como yo — digo, poniéndome de pie y
cruzando hacia el tanque, sabiendo que no debería tomar más pero
lleno mi copa rosada hasta el tope de todos modos. Cuando me volteo,
Ben está detrás de mí, estirando su copa verde de monstruo. La tomo,
tratando de no notar cuando nuestros dedos se rozan.
—Okay. Entonces no lo siento. Alguien necesita recordarle a Gemma
que la mayoría de nosotros estamos viviendo en un mundo diferente—.
Lleno su copa, buscando las palabras correctas.
— ¿Siempre defiendes a las personas?
—No a todas las personas — dice, tomando su bebida, pero sin hacer
ningún movimiento para regresar a nuestro lugar en el suelo. —Sólo los
que creo que no pueden defenderse por sí mismos.
—Puedo defenderme por mí misma—. Miro a sus ojos, alentándolo a
creerme. Él no tiene pesar de mí, o de Ariel.
—Sí, lo sé—. Se mueve más cerca, hasta que puedo sentir el calor de él
por la camiseta y sudadera que me puse en el ensayo. —Pero no lo
haces, ¿por qué?
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Sostengo su mirada y mi aliento, mientras toma un trago de su vino, su
garganta baja el líquido frío. Él lame sus labios y peleó con tragar.
—No me gusta los conflictos. Y Gemma es mi única amiga.
— ¿Entonces tú sólo dejas que pase por encima de ti? No creo que esa
seas tú realmente—. Él entrecierra sus ojos, como si pudiera ver por mi
piel prestada mi profundo y oscuro secreto. —Creo que hay una
guerrera dentro de ti, Sirenita. Estaba viéndote detrás de bastidores
hoy. Nunca quisiera que me miraras de la manera que miras a Dylan.
—Nunca lo haré — susurró. —A menos…
— ¿A menos qué?
—A menos que rompas el corazón de mi mejor amiga—. Los labios de
Ben se convierten en una línea, pero su mirada no se aleja de la mía.
—No sé lo que ella te ha dicho, pero no pasa nada entre Gemma y yo.
No de esa forma. Somos amigos. Creo que ella quería ser más por un
rato, pero…
—Pero tú la amas.
— ¿Qué estás diciendo? ¿Estás loca? — Sus cejas se levantan.
— ¿Sí? — Ansiedad tensa mi pecho. ¿Cómo no puede darse cuenta de
que está enamorado? Su aura es incluso más rosa de lo que estaba
ayer.
—Sabes que la amas.
—No. Nunca he estado enamorado —hace una pausa, considerándome
muy de cerca. — ¿Tu si?
—No importa.
— ¿En verdad?— Se inclina hacia mí, hasta que puedo oler el olor dulce
del vino en su aliento.
—En verdad—. Mi corazón late más rápido, golpeando en mi pecho.
—Si importas — dice él, su voz suave. —Me importas a mí.
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Traducido por Strongberry
Corregido por majo2340
— Pero yo – yo, no soy— me tropecé con mis palabras y caí a la
primera pregunta que se atravesó por mi cabeza. — ¿Qué paso cuando
te arrestaron? ¿Porque le pegaste a ese chico? — Ben no parpadeó.
— Él estaba golpeado a su novia. Justo frente de su casa, donde todos
en el vecindario podían ver. Nadie vino a detenerlo, entonces lo hice
yo—. Yo debí saber. Él iba a venir al rescate como usualmente lo hace.
— Llamé a la policía, pero no creí que ellos estarían ahí, para el tiempo
en que llegaran. Ella estaba embarazada. Yo la había visto recogiendo el
correo unas cuantas veces…— sacudió la cabeza con tristeza, dando la
cara por esta mujer que apenas conocía. — Ella parecía tan emocionada
acerca del bebe, aun a pesar del ¨pedazo de mierda¨ de novio que era el
padre—. Él toma un sorbo de vino, dejando que el silencio nos
envolviera mientras tragaba.
— ¿Es eso amor, lo crees? — le preguntó, sonando verdaderamente
curiosa.
— ¿Estar tan loco por alguien no importando que tanto te hiere?
— Tú sabes que no lo es
— No lo sé—, él dijo; sacudiendo su cabeza. — Nunca lo había visto, no
de la manera que lo imaginé. Ni siquiera mi hermano y mi cuñada.
Nunca le ha lastimado, pero no la ama de la manera que debería. Él no
le dice todo lo que está pensando, no la mira como si fuera la mejor
cosa que le ha pasado en la vida.
— Ben…
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Mi corazón se exprime en mi pecho, un hermoso dolor que lo hace más
difícil respirar. Quiero poner su triste cara en mis manos y decirle cuan
feliz estoy de que él sea un romántico caballero de brillante armadura
aun si no lo sabe. Quiero decirle que es especial y prometerle que
encontrará a alguien que lo ame de la manera que él se imagina.
Pero no puedo prometerle eso, no cuando su alma gemela es Gemma.
Una chica con un humor cambiante que hace que las montañas rusas
parezcan dóciles. Una mezquina y una visión sesgada de la familia en
su contra y quien— en el momento— parece más preocupado por las
papas fritas que por sus sentimientos. Y no cuando yo he visto tantas
cosas que han debilitado mi fe en el amor y en los finales felices.
— Ellos soltaron al golpeador y me dejaron afuera con asesoramiento y
veinte horas de servicio comunitario, pero…— Él encoge los hombros.
— Creo que probablemente todavía piensas que soy un matón o algo
así.”
— No, tú eres…. Bueno—. Yo me acerque, incapaz de resistir la
urgencia de tocarlo. Rasguñe un poco de pintura blanca que estaba en
su brazo, mis dedos se quedaron en su cálida piel. Sus manos se
posaron sobre mis mejillas. Mi parte del labio dejo escapar un suave
sonido, uno apenas audible sobre la forma en la que su roce me hizo
sentir.
— ¿Suficiente para que me digas la verdad? — preguntó.
Por un momento, yo pensé que se refería a la verdad real— mi verdad,
no la de Ariel— y algo dentro de mí me emocionó la idea. Decirle a Ben
mi verdadero nombre, mis verdaderos pensamientos, las verdaderas
cosas que ¨yo nunca¨ y las cosas que yo tengo… Quiero que él me
conozca. Aunque sea imposible. Peligroso.
— ¿Porque estabas tan enojada ayer? — Él preguntó. — ¿Era por
Dylan?
Dylan. La chispa dentro de mí murió. Siempre volvemos al tema de
Romeo, a la miserable media— vida a la que nos condenó a los dos hace
mucho tiempo. Yo sacudí mi cabeza, tratando de contener mi tristeza,
para enterrarla muy al fondo.
— No. Solo fue un mal día.
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— Por favor, dime la verdad—, Ben susurró. — He estado volviéndome
loco. Cada vez que veo a Dylan en clase, me da una sonrisa enferma.
Su mandíbula se aprieta y por un momento veo la violencia brillar bajo
su piel, veo esa cara de un chico quien rompió la nariz de un hombre
con sus puños.
— Es como si él tuviera algo así como un horrible secreto.
— ¿Quién tiene un secreto? — Gemma preguntó
Ben y yo nos volvemos para encontrarla parada unos pocos centímetros
lejos de nosotros, mirándonos. Estoy de repente muy preocupada que la
mano de Ben todavía está cerca de mi mejilla. No deberíamos estar tan
cerca, el no debería estar tocándome, yo no debería estar tan consciente
de su latido, su olor, su energía enroscándose dentro de mí.
No debería. No debería. No debería. Estoy rompiendo todas las reglas,
incluso las que jure nunca romper. Aunque él esté listo para admitirlo o
no, Ben está enamorado de Gemma. Pero eso no significa que pueda
encontrar otra chica adelantándose, de la misma manera innumerables
mujeres han sido tentadas por su verdadero amor por Romeo. Con una
mirada. Un toque. Una palabra suave. No, tú eres… bueno.
El pánico fluyó en mí, borrando la prisa que sentí con el toque de Ben.
Agacho la cabeza, poniendo mi taza al borde del tanque mientras me
escabullo justo a tiempo, justo segundos antes otra silueta apareció en
la oscuridad atrás de Gemma.
— Ooo, me encantan los secretos—. Romeo deambula entre la
oscuridad. Yo me preparé, esperando que Gemma le preguntara qué
diablos está haciendo aquí, para pedirle que se fuera. En lugar de eso,
ella se acerca a su espalda, agarra un chip y lo pone en la boca de ella.
— Dylan se coló por la puerta de nuevo—, ella dijo con la boca llena,
como si no fuera la gran cosa, como si ella no hubiera invertido todo el
tiempo del camino a casa de ayer diciéndome que Dylan debería evitarlo
a toda costa.
— Desde que estaba al asecho en la puerta como un bicho raro, le dije
que debería pasar y tomar una copa—. Romeo sonrió y sentí que Ben se
erizó detrás de mí en respuesta. No esa era yo.
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—Un rato con vino y secretos—. Sus ojos miraron a Ben y cuando el
hablo había desafío en su voz.
—Entonces ven, Benjamín13. Dilo todo. ¡Cuéntame todo el chisme! —
respondió Dylan.
— ¿Desde cuándo hablas español? — Gemma le dijo a Dylan,
levantando una ceja.
— ¿Desde cuándo ustedes son amigos? — pregunté, incapaz de
ayudarme. Esto no puede estar pasando. ¡Gemma odia a Dylan y esta
es la forma en la que todo debe ser!
—No lo somos. El solo se apareció en una rara ocasión en el que no me
gusta beber sola—. Los ojos de Gemma se encontraron con los míos,
pero la niña al que le cantaba y bailaba ayer, la chica con la que me reí
toda la tarde, se fue. Ella era fría, vigilante y obviamente enojada.
Probablemente porque ella vio ese momento entre Ben y yo.
Pero ese momento no cambia el hecho de que ella me ha mentido—a
Ariel—sobre su relación con Dylan. O el hecho de que ella lo ha invitado
a estar con nosotros, cuando sabe que mi cita con él, fue una terrible
experiencia. Ella es la mejor imprudente, mal—espíritu y la más egoísta
de lo peor y yo quiero algo mejor para Ben.
Yo quiero una generosa, divertida y sensible chica quien apreciaría su
amor como su más preciado posesión. Pero tengo a Gemma. Y tengo
que hacer que esto funcione o Romeo ganaría y alguien moriría.
¿Pero cómo enmendar esto?
¿Cómo?
Cuándo Ben no piensa que está enamorado, Gemma está enojada y
recibiendo a Romeo en su puerta principal y yo no he hecho nada más
que desviar el camino de Ben, nunca debí estar ahí.
¿Cómo revertir el daño que he hecho?
¿Cómo—?
13
expresión dicha en español
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—Ese es el vaso de Ariel—, Ben le dijo a Romeo alcanzando el depósito
de vino y cogí y descargué el monstruo rosa.
—Está bien. Yo ya he cogido los gérmenes de Ariel—. Romeo me guiñó y
toma un tiempo, se baja las gafas lentamente y obtengo mi respuesta.
Si Ariel está con Dylan, Ben volverá su atención a Gemma, donde
pertenece.
Y si Romeo está ocupado conmigo—trabajando en ese hechizo que esta
tan desesperado de hacer—el no tendrá tiempo para estar con Gemma,
para tomar juntos y contar cuentos sobre qué tan maravillosa puede ser
la inmortalidad si ella solo sacrifica a Ben a la causa Mercenaria.
La decisión está tomada, aunque el pensamiento de lo que estoy a
punto de hacer, pone mi piel de gallina.
—Sí. Probablemente tú tienes mis gérmenes—. Le dije a Romeo,
deteniéndome solo centímetros de donde él estaba encorvado contra el
tanque de vino. —Pero vamos a asegurarlo, solo por si acaso.
Por un segundo, Romeo está lanzándose, su indestructible confianza
vaciló frente a mi respuesta inesperada. Yo trato de disfrutar esta
pequeña victoria como envuelvo mis dedos alrededor del cuello en la
parte de atrás y empujándolo cerca de mí, conociendo sus fríos labios
con los míos.
Su boca se curva en una sonrisa por un momento antes de tirar su tasa
al suelo, envolvió sus manos fuertes alrededor de mi cintura y me beso
como si el mundo se estuviera acabando y este fuera el último, sin
aliento, mágico que ambos hemos conocido.
Sus manos recorren toda la curva de la cadera y su lengua cae entre
mis dientes. Hago lo mejor para no reírme, para pretender que lo estoy
disfrutando, de ignorar el hecho de estar tan cerca de Romeo me hace
querer gritar. De ignorar el hecho de que Ben está viendo y que su
suave sonido de disgusto me hace querer llorar. Por mí. Por él. Por lo
que nunca puede ser.
—Bueno, bueno. Ahí hay un secreto—. Gemma se sentía tan repulsiva
como yo me sentía. Quite mi boca de la de Romeo, intercambiando
miradas con ella, pensé en quedarme en los brazos de Romeo.
—Creo que me iré ya. Ben, ¿vienes?
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—Definitivamente. Yo definitivamente me voy.
Me voltee a mirarlo y es todo lo que puedo hacer para no reventar a
llantos. La mezcla de dolor y decepción, furia y desesperación, en su
cara me abrió un hueco en el corazón más hondo del que Romeo me
había hecho con su cuchillo.
Ben se miró completamente traicionado, yo quería rogarle que no se
fuera, confesando que el beso no significaba nada y que nunca debí
haber tocado a Dylan si no fuera la única forma de salvar la vida de
Ben, una vida que es imposiblemente preciosa para mi después de solo
dos días.
Pero no puedo decir nada de esas cosas. En vez de eso, aprieto a
Romeo, entrelazando un brazo alrededor de su cintura. Esto es lo mejor
para Ben. Ahora él puede olvidar y poner toda su atención de nuevo en
Gemma.
—Excelente—, dijo Gemma. —Podemos salir a los establos. Prestaré el
camión del entrenador para llevarte a casa más tarde—. Ella busca en
sus bolsillos las llaves de su carro y las lanza a los pies de Romeo.
—Ustedes dos pueden tomar mi carro y ponerlo fuera en el garaje.
Volveré y borraré la tapa de seguridad del garaje después de que se
vallan.
Me encontré con sus ojos y la furia ahí, me hacía retroceder. No
esperaba que mi beso con Dylan la pusieran más furiosa. Su relación
con Ben es mi prioridad, pero no quiero arruinar las cosas entre ella y
Ariel.
—Espera Gemma—, yo dije. —No te enojes. Queríamos decirte, pero—
Ella levanta una mano.
—Yo no quiero hablar de eso ahora. ¿Ok? ¿No podemos solo ir? Puedes
parquear el carro al frente de Wind Milll mañana en la mañana. Le diré
a mi mamá que me lleve antes de que vaya al trabajo.
Ella se volvió y agarro la mano de Ben. Él la tomo y la sostuvo,
siguiéndola entre los monstruosos desechos de copas que ensuciaba el
concreto, haciendo que espíritu se levantara y mi estómago se
desplomara al mismo tiempo. Yo ignoré mi estómago. Esto es lo que
tenía que pasar. No tenía otra opción.
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Me quedé en los brazos de Romeo hasta que Gemma y Ben
desaparecieron, luego puse mis manos en su pecho y lo empuje. El me
dejo ir con una risa.
—Supongo que esto significa que has cambiado de idea sobre amarme.
—Bastante—. Cojo las llaves de la tierra. —Pero no te dejaré ganar esta.
—Luego me tendrás que dar tu amor. Si quieres que los dos vivamos, si
quieres vivir sola, no hay ninguna opción—. Lo ignoré, reuniendo las
tazas del suelo.
— ¿Qué ha pasado entre tú y Gemma? ¿Entre Gemma y Dylan? — Él
agita su dedo y hace un sonido.
—No, no. No más de cubrirte la espalda hasta que hayas cubierto la
mía.
— ¿Cuándo has cubierto mi espalda?
—Bueno…— Levanté una mano. —No lo hagas. Solo… no lo hagas.
—Solo iba a decir que te ayudé ahora, mandando a ese chico devuelta a
los brazos de Gemma. Creo que estaba empezando a interesarle alguien
más, a pesar de esto—. Estaba buscando el lado más asustado de mi
cara, pero me alejé. Sonrió, una sonrisa ansiosa, como si anticipara
algún juego excelente.
—Me gustan, a mí. La fealdad solo hace a la belleza más impactante,
¿no crees?
—Ariel no es fea. Y no me importa lo que tú pienses—. Él se encogió de
hombros.
—Eso no importa. Pronto tendrás tu propio cuerpo de nuevo—. Él juega
con la espiga, enviando pequeñas ráfagas de vino a salpicar en el suelo.
—Hay otra manera del cual te haya rascado la espalda. Descubrí el
hechizo, nuestra salida.
—Para eso.
Romeo sonríe, voltea la espiga a la posición correcta y se marcha. Al
mismo tiempo que suspiro lo apago y meto las tazas de nuevo bajo el
tanque de acero.
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No queda nada más para mantener mis manos ocupadas. Tengo que
hablar con él. Al menos lo necesario para saber que va a dejar en paz a
Gemma y a Ben.
— ¿Es magia Mercenaria? — pregunté, tratando de sonar vagamente
interesada mientras que me advierto de no involucrarme.
—Es magia vieja—, dijo. —Magia original, antes de que los Mercenarios
y los Embajadores decidieran en qué lado estarían. Antes cuando ellos
eran de los mejores amigos—. Su mirada se convirtió en una mirada
lasciva. —Algunos de ellos eran hasta amantes—. Giro mis ojos. Él está
loco. Esta delirante historia lo prueba. Los Embajadores y los
Mercenarios son enemigos acérrimos.
Como lo somos tú y yo, Romeo, pero había una vez…
Es como Romeo pudiera escuchar mis pensamientos y supiera el
segundo en el que la debilidad se apodera de mi mente. Se traga un
suspiro y empieza a contar una historia, palabras rápidas y seguras.
—Hace miles de años, un grupo de ancianos buscaron la manera de
escapar del ciclo de la muerte. Ellos eran místicos del gran poder, e
idearon un hechizo que les concedería a sus almas la vida eterna en los
reinos que corre paralelos a la realidad de la tierra, pero el hechizo
necesita un balance. Para luz y oscuridad, bien y mal. Una mitad de los
ancianos tomo el poder de bondad como la energía que mantienen sus
almas a través de los siglos. La otra mitad escogió el mal del hombre
como su combustible. Se hechizaron la sangre cada uno para que
funcionara el hechizo, dejando al azar sus vidas terrenales en búsqueda
de la eternidad. La magia funcionó, pero no exactamente como ellos
pensaron—. Él pausó, lamió un poco de vino de sus dedos con una
extraña sonrisa.
—Como los siglos fueron pasando, los oscuros se nutrían de la maldad
humana. Después de un tiempo, ya no estaban consignados a su reino
alternativo, pero viviendo por siempre en la tierra, envenenando a las
personas, hinchándose a sí mismos, poniéndose en contra de los
Embajadores. Por siglos, la luz sufrió, perdiendo poder, hasta que
fueron obligados a compartir sus transformaciones con la muerte
propia, para mandarlos para enviarlos a la niebla cuando no era
necesario. Tú eres una de esas almas, atrapada entre la vida y la
muerte, nunca para ser bendecida por cualquiera. Ambos somos
esclavos, forzados a hacer un trabajo de dioses no de nuestra elección.
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Crucé mis manos temblando, aunque el granero era cálido y seco.
Romeo mira expectante, como si espera por las gracias por su efusión.
—Entonces los Embajadores son… ¿vampiros? ¿Quiénes se alimentan
de la bondad? ¿Eso es lo que quieres que crea?
—Tienes que creer—, dijo. Ellos usan las buenas acciones de sus
conversos para alimentar su propia eternidad en su reino de oro, nunca
diciéndoles a los conversos que el mal contra los que ellos luchan es
uno de los creadores de los Embajadores. O que hay una salida de sus
servicios.
Yo sacudí mi cabeza. No quiero creerle—Dios, no quiero—pero una
parte de mi lo hace. Una parte de mis creencias. Las propias palabras
de la Enfermera confirman las de Romeo. Yo he sido perdonada por
matar a Romeo porque asesinar
—Alimenta la causa Mercenaria—: alimenta. Tal vez literalmente
alimenta estas mágicas sustancias sufridos por el mal en lugar del bien.
La furia y la tristeza y la picadura familiar de traición surgen dentro de
mí. Sin embargo, una voz del interior me urge recordar que Romeo es
un mentiroso que no ayuda a nadie más que a sí mismo. El necesita mi
cooperación para su hechizo. Esa es la única razón de la cual me está
molestando con esta conversación. De otra manera, el simplemente
tomaría lo que quisiera, de la forma en que siempre lo hace.
—Pero su magia no puede durar para siempre. Ellos pueden mantener
a los conversos solo por un tiempo—, Romeo continuó. —Cuando la
magia inicial se desvanece, ellos deben renovar los votos de sus
conversos… o dejar que los otros nos tomen.
— ¿Los otros? — su aire de repente se tornó más frio.
—Tú los has visto—, el susurró. —Sé que lo has hecho.
Podría mentir. Podría continuar negando todo, pero no veo que
propósito tendría. Y Romeo está realmente asustado. Este hombre que
ha vivido en medio de la violencia y muerto por siglos está asustado y
yo necesito saber porque.
—Los he visto. Tú y… yo—, dije. — ¿Pero cómo es esto posible?
Nuestros cuerpos han estado muertos por —
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—Ellos no son nuestra verdadera forma—, dijo. —Ellos son los
espectros de nuestra alma, vinieron a llevarnos a los dos a ese infierno
que has deseado para mí.
—Infierno— yo repito. La idea no parece verdadera. — ¿Si ahí hay tal
lugar—y tú has dicho numerosas veces que no lo hay —porque te
llevaría ahí? Qué he hecho eso—
—Tú has ido más allá del orden natural, se convierte en un pequeño
punto de cáncer del espacio—tiempo el universo debe destruir para
balancear la ecuación cósmica.
—El universo como en… ¿Dios? — Romeo suspiró.
—El universo como el universo, la fuerza primaria de creación. Llámalo
Dios si debes, pero eso no tiene nombre, no tiene sentido. No le importa
sobre el bien o el mal. Todo lo que le importa es sobre balance y orden.
Lo que los Embajadores y Mercenarios han hecho viola el orden, pero
somos nosotros quienes pagan el precio. Si los espectros—
—Pero ¿qué son los espectros? Si el universo carece de sentido,
entonces, ¿Quién los controla? Porque ellos —
—Ellos son parte de nosotros mismos, sobrante de lo que hubiéramos
sido, influenciados por lo que nos hemos convertido, pero obligados por
las fuerzas primordiales más allá de la comprensión humana—, dijo,
obviamente frustrado por mi limitada imaginación.
—Lo único que sé, es que si nos toman antes de que hagamos este
hechizo, iremos a esa niebla que solo se ha quedado hasta ahora, a ese
lugar afuera del tiempo donde el universo arroja sus desperdicios. Pero
la niebla no será un lugar de olvido para nosotros. Nosotros estaremos
consientes de cada momento que pasa, consciente pero sin cuerpo y
solo por toda la eternidad—. Presiono mis labios. Sí, eso suena muy
cerca al infierno para mí.
—La única forma de escapar del destino es tomar control, trabajar en el
hechizo juntos y darle a los espectros una forma física, no solamente
psíquico—
— ¿Has visto, tu cuerpo? ¿En lo que se ha convertido? — Él se palidece,
se pasa la mano nerviosa a través de sus risos sueltos.
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—Si, bueno, supongo que la debilidad tiene sus consecuencias.
Esperemos que la magia arregle… todo eso—. Yo levanto una ceja
dudosa y le hace una mala impresión a su sonrisa.
—Dicen que el amor puede hacer milagros.
Yo sacudo mi cabeza de nuevo, suave, sabiendo que — aunque si todo
lo que él dijo es verdad—esto es imposible. Nunca podre amarlo, no
importa cuánto le tema al infierno que él describe. El miedo puede
obligarte a obedecer, pero nunca transformará mi corazón. Pero antes
de que pueda decir una palabra, una risa interrumpe.
El eco de la risa viene a través de las largas filas de barriles, a la deriva
bailando entre las vigas del establo, haciendo que los dos nos
volteáramos para seguir el sonido. Al principio pensé que Gemma había
regresado, pero entonces vino de nuevo, una rica, risa despreocupada
que es inquietantemente familiar. Yo conozco esa risa. Lo he sentido
vibrar a través de mi pecho, cayéndose en mis labios. Es mi risa.
Alguien ha embotellado la alegría que sentí como una niña y que está
cayendo en el aire, más dulce que el vino que he robado.
—Ella eres… tú—, Romeo susurro. El tomo mi brazo, enterrando sus
dedos un poco fuerte. —No le des la bienvenida, no la abraces antes de
que nosotros hagamos el hechizo o ella te tendrá. ¡Diablos que te
tendrá!
Mas risas, esta vez desde la dirección contraria. Romeo y yo tropezamos
en nuestro afán por dar la vuelta. Mi corazón late, el terror espesó en
mis venas. Percibo un destello de color azul y luego mi viejo cuerpo
baila entre una hilera de barriles. Ella me encuentra con sus ojos
ligeramente vacantes y sonríe.
—Amor. Muy cerca—. Mi boca se queda abierta. Soy yo. No hay ninguna
duda. Pero no soy como era; no tenía un hueco. Hay una herida en el
pecho, la sangre gotea por la parte delantera de mi vestido y mi sonrisa
es forzada y extraña. Sin embargo, estoy tentada a ir con ella, para
tomar mi vieja mano. Casi… obligada. Yo podría ir—a pesar de la
advertencia de Romeo, a pesar de mi miedo—si Romeo no tuviera
agarrada mi mano y me grita
— ¡Corre! — Lo vi un segundo más tarde, el cadáver podrido agazapado
en la oscuridad estaba detrás de mi cuerpo.
—Amor—. La palabra es un gruñido—bajo y salvaje.
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Que retumba en el aire, una advertencia de que no necesitábamos
escuchar dos veces. Nosotros nos giramos y corrimos, con los pies
golpeando el piso más rápido que la lluvia golpeando el techo.
Más rápido y más rápido, lanzándose a la izquierda y luego a la
derecha, corriendo por las filas de barriles, demasiado aterrorizado
como para detenerse y ver lo cerca que la cosa lo había conseguido. La
puedo oír luchando detrás de nosotros, manos y pies golpeando el suelo
manchado, corriendo como una bestia, una pesadilla.
Otro giro a la derecha y repentinamente, la puerta está a la vista. Yo
corría a toda velocidad con todas las energías que tenía, golpeando la
barra de metal segundos antes de que Romeo, me lanzara a mí misma
en la tormenta. En segundos la lluvia ha enyesado mi cabello, pero no
pare de correr hasta estar en el carro de Gemma. Busco las llaves del
carro en mi bolsillo con manos temblorosas.
Romeo y yo nos paliamos en el interior, golpeamos las puertas detrás de
nosotros. Golpeo el seguro pero todavía deprisa para encontrar las
lleves y encender el carro. No me sentiré segura hasta que esté lejos,
muy lejos del granero.
Di la vuelta en el carro y lo puse de vuelta en la estrecha carretera,
tirándolo de largo, respirando profundo y dejándolo salir despacio.
Mantuve el carro en movimiento hacia la puerta a una velocidad
razonable, solo chequeando el retrovisor tantas veces como me
apeteciera. No puedo dejar que el miedo me domine. Tengo que
mantener la compostura, para pensar alguna manera de llegar a las
Embajadores. Ellos nunca me han lastimado, nunca me han castigado,
nunca me han mostrado nada más que amabilidad. No los puedo
traicionar ahora. Pero
¿Qué si él tiene razón?
Qué pasaría si-
— ¿Quieres que maneje yo? — Romeo preguntó.
—No, estoy bien.
—No pareces que lucieras bien, parece que fueras a asesinar la palanca.
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Miro hacia abajo, sorprendida al ver los nudillos blancos y las cuerdas
de la tensión muscular contra el dorso de las manos. Relajé mi agarre,
pero mis pensamientos solo iban más rápido a medida que presionaba
el botón para abrir la puerta y volver a Solvang. Usando ese exceso de
fuerza, debería haber roto la palanca, pero no lo hice, un recuerdo de
mi inusual debilidad.
Romeo está bien. Yo soy diferente, nosotros somos diferentes y tal vez
sea mi última oportunidad de una mañana. Pero
¿Me atrevería?
¿Me atrevería a llegar a los enemigos en busca de ayuda?
¿Me atrevería hasta de seguir preguntándole más acerca del hechizo?
— ¿Estás lista ahora? preguntó Romeo, tan asustado como nunca lo
había oído. Incluso más que el día que mató a mi primo y supo que
sería exiliado de nuestro pueblo para siempre.
—Podemos hacerlo, esta noche
Él mató a mi primo. Él me mato. Y a lo largo de los siglos, ha arruinado
las vidas y los corazones de tanta gente. Yo no puedo olvidar esto. No
puedo. Es un mentiroso, un demonio y un monstruo.
—Sé que me odias— dijo. —Pero por favor… piensa en eso esta noche.
Duerme y veras si puedes soñar con una vida donde yo no soy tu
enemigo, donde soy el hombre que te ama. Tú escuchaste al espectro.
Nos deberíamos amar, o estamos condenados al fracaso—. Me reí, un
ahogado y desesperado sonido que me hacía morder los labios.
—Déjame aquí—, Romeo dijo, haciendo una seña de posición en el
borde del pueblo. Parqueé el carro pero no lo apagué, no miré a Romeo.
Solo llevándolo a la seguridad se sentía como si estuviera haciéndolo
incorrecto;
¿Cómo se podría sentir bien, unir fuerzas con él para hace magia?
—Caminaré a casa—. Asiento con la cabeza.
—Has eso—. Él suspiró.
—Tienes que intentarlo, Juliet, o será la muerte de los dos. Te doy un
día para pensar—, dijo, mirándome a los ojos.
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—Un día, sin mi interferencia sin ti o nuestros jóvenes amores. Un día
para ti para que lo contemples la idea, como un show de tu buena fe. Y
luego actuamos, antes de que sea muy tarde.
Un día. Es más de lo que me había dado antes, pero de todas formas sé
que no será suficiente. Nunca lo amaré o confiaré en él, ciertamente no
lo haré en veinticuatro horas, pero tal vez… tal vez…
—Un día—. Romeo hace como si me estuviera entregando su vida.
—No te arrepentirás de esto, Juliet. Todavía eres la luz en mi oscuridad,
la única belleza que yo he—
—Para— Él se ríe,
—Un hombre tiene que intentar.
—Tú no eres un hombre.
—Pero podría serlo de nuevo. Créelo—. Él agarra mi mano, se aferra
aun cuando trato de alejarlo. —Yo lo hago. Yo creo—. Vi sus ojos y por
un momento vi una chispa de algo humano dentro de él. —Piensa que
podríamos hacer la historia verdadera, encontrar nuestra felicidad.
Incluso después de la muerte.
—Por favor, solo vete.
—Chao, mi amor, despedirme es un dolor tan dulce, que debo decir—
—Vete—, dije, luego estoy forzada a suavizar mi voz. —Dame un día y lo
intentaré. Lo prometo.
—Es todo lo que pido—. Él sale a la lluvia y cruza el parqueadero con
un lento y seductivo paseo, obviamente con el frio y la humedad. Lo
observo irse y pienso que tal vez debería sentir culpa por mentir. Pero
no lo hago.
Me voy sin mirar atrás, las ruedas giran en mi mente. Si el mantiene su
palabra, tengo veinticuatro horas. Veinticuatro horas para ayudar a
Ben y a Gemma a terminar el negocio de enamorarse y ponerlo a salvo
antes que Romeo me alcance.
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Y cuando ellos terminen, nosotros habremos terminado. Tal vez los
Embajadores me enviaran a la niebla, o tal vez mi viejo cuerpo me
arrastrará hasta allá para nunca regresar. De cualquier manera, habrá
terminado.
Tal vez para antes de la puesta de sol.
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Traducido y corrección: Mayte008
La mañana siguiente me senté en la cafetería, sosteniendo una taza de
té y trate de no entrar en pánico. Parecía que Gemma no se iba a
mostrar hoy. No sé porque me sorprendía. Ella estaba tan enfadada
ayer por la noche. Debería saberlo por el texto que me envió en la
mañana—prometiendo que me encontraría en la panadería a las siete—
eso solo lo hiso simplemente para que dejara de llamarle.
Cheque mi reloj. Siete con treinta. Trate de decirme que estaba bien,
pero no podía hablarle a ella en la escuela, me hacía sentir enferma
perder un segundo de mi día por Romeo.
El pan cake que me comía se agitaba en mi estómago, como una roca
que se negaba a ser digerido. Tenía un sabor diferente al que Ariel
recordaba.
Al menos yo creía eso. La memoria de Ariel estaba hoy filamentosa, con
una niebla de la cual no podía ver a través de ella, con un olor que no
podía nombrar. Estaba demasiado llena con mis propias
preocupaciones y temores, la Julieta dentro de mí desplazaba a la chica
que estaba fingiendo ser.
Mis sueños fueron horribles de nuevo ayer por la noche. Los cadáveres
regresaban a la vida, sangre en un vestido azul y las frías paredes
inmovibles de una tumba en la que una vez gritaba para pedir ayuda
hasta que la sangre corría seca por mi garganta ya reseca. Y
después…la niebla nada más que niebla, que se extendía para siempre.
Para siempre.
¿Qué pasaba si Romeo estaba en lo cierto?
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¿Qué pasa si soy una tonta gastando mis últimos días en la tierra
atendiendo los negocios de un embajador?
Mire hacia arriba, mordiéndome el labio. Siete treinta y tres.
Prácticamente escuchaba el tic-tac de mi reloj resonar en todo el cuarto.
La panadería estaba inusualmente tranquila. Pocos clientes venían a
comprar comida por la mañana y los que venían sentían la tensión en
silencio.
Era casi como si el mundo en general pudiera sentir que dos vidas
pendían de un hilo. Mis ojos se deslizaron hacia donde estaba Nancy
normalmente detrás del mostrador. Instantáneamente busque a la hija
de Nancy-que siempre estaba enfrente, había una mujer con apariencia
fuerte, pelo hirsuto negro y gris recogido en una larga trenza—tenía sus
manos sobre la caja y entregaba un café en las manos a uno de los
profesores, luego a unos estudiantes y los comerciantes.
Se veía triste preocupada, como si estuviera teniendo dificultades para
atender a los pocos clientes, incluso una mujer que no reconocí la
estaba ayudando. Probablemente sería mejor si le daba a ella una
persona menos de que preocuparse.
Justo cuando me había dado por vencida y había empezado a recoger
mis cosas, la campana encima de la puerta sonó y Gemma entro en la
panadería. Me encontró en la esquina de la mesa y me dio una mirada
resplandeciente con la que me derritió los huesos cuando mi mandíbula
cayó en estado de shock.
Su aura estaba en fuego esta mañana, quemando por el brillo, un
poderoso rojo. Su tiempo a solas con Ben la otra noche logro más de lo
que esperaba. Un compañero del alma menos; por el cual ir.
Ben no tendría que estar listo aun, o yo no estaría de lo contrario aquí.
El momento en que ambas auras estuvieran en flama, siempre me
empujaría a la niebla. A menos que…si veía a Ben hoy y su aura había
cambiado también, entonces sabría que no habría vuelta atrás. Tendría
que decidirme: unirme a Romeo o permitir que el espectro de mi alma me
lleve.
Sé que debería tener miedo por mi futuro, pero todo en lo que podía
pensar era en Ben y la forma en que me mata pensar en el brillante
color cereza-del cambio en el aura de Gemma. Para nadie excepto…
No. No lo creo. No lo hare.
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—Hey—. Forcé una sonrisa, empujando mi preocupación a mi mente
cuando Gemma hablo hacia mí.
—Estoy tan contenta de que estés aquí—. Ella se detuvo junto a la
cabina, pero no se sentó. Estaba de pie, con los brazos cruzados,
mirándome, haciéndome retroceder.
—Sí. Te lo dije. Solo no sé porque estas tan feliz. Todo lo demás está
totalmente alucinado.
— ¿Porque?
— ¿No te has convertido en un televisor o una computadora en las
pasadas quince horas? — ella rodo sus ojos. —Wow, tu debiste estar
muy caliente con Dylan la otra noche no—
—No estuve con Dylan la otra noche, Gemma—, le dije. —Y quiero
explicarte lo que—
—Nancy está pérdida—, Gemma dijo, desestimando mi explicación con
una impaciencia antes de que pudiera hacerlo.
—Todo fue a través de Facebook—. El pensamiento me tiro.
— ¿Perdida?
—Como oficialmente se pierde una persona, lo reportaron a la policía,
en el noticiero de la noche, pondrán un alerta ámbar cerca de aquí,
como lo hicieron por esos ancianos.
—Oh no—. Su pobre hija; no me extraña que ella se vea tan molesta. —
Eso es terrible.
—Bueno ha sido un par de días terribles—, el ceño de Gemma se
profundizo. —No puedo creer que tú y Dylan…quiero decir, espero que
sean mentiras acerca de él, pero pensé que eras diferente. Yo pensaba
que tu actuación inocente era real.
—Gemma por favor—, dije, manteniendo mi tono suave. — ¿Que hay
acerca de lo que me dijiste en el coche? ¿Acerca de permanecer lejos de
Dylan? ¿No fue una mentira?
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—Eso no fue una mentira. Ese fue un buen consejo.
Miro la lluvia—que corría por los cristales. Es otro horrible, lluviosos y
miserable día y estoy empezando a pensar que nunca va salir el sol de
nuevo.
—Tienes razón, supongo. Te mentí. Tú me mentiste. Ya no hay nadie en
quien se pueda confiar—. Los labios de Gemma brillaban manchando
los bordes.
—Yo debería haberlo supuesto desde hace mucho tiempo.
Ella llevaba los labios pintados de fucsia brillante el día de hoy con un
vestido del mismo color fucsia brillante de verano que caía hasta el
suelo y con un encogimientos en los hombros con trozos de gasa
colgando en varias direcciones. Ella estaba brillante y vibraba como
siempre, mientras que Ariel estaba poco memorable con otro suéter
rosa y café. Con franjas como todo el tiempo. Ariel parecía tener una
docena de versiones del mismo suéter, igual de sencillo y sin
inspiración.
Ella y Gemma eran tan diferentes. Era increíble que ellas fueran amigas
por tanto tiempo como tenían. Pero lo eran y no importaba lo que
pensaran. No podía dejar que Ariel perdiera esas relaciones. Yo podría
irme al final del día.
—Gemma por favor—. Me deslice al borde de la cabina y me pare hasta
quedar de pie, frente a ella. —Nunca te he mentido. Solo no estaba
pensando.
—No, no lo haces—, ella dijo. —Tú pensaste que no sería como dije que
seria.
—Y, tú hiciste la misma cosa—, le dije. —Nos podremos perdonar entre
si y—
—Sé que hice lo mismo Gemma— dije, la ira crepitaba en su voz.
—Y yo debería haberlo mantenido.
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— ¿Qué quieres decir? le pregunte, confusa por sus palabras, estaba
obviamente enojada. Estaba radiante de amor; ella no debería estar…
¿Más feliz?
¿Más amable?
—Nunca debí de haberte presentado a Ben—. Mis labios se abrieron.
¿Cómo podía decir eso?
¿Cuándo todo lo que he hecho es tratar de acercarla y ayudar con Ben
para que estuvieran juntos?
Y repetí cada palabra que él dijo una y mil veces en su cabeza.
—No soy estúpida, Ariel.
Y se mantuvo en mi memoria cada vez que la tocaba apretándola a su
pecho que casi no podía respirar. La boca de Gemma se curvo en una
sonrisa sin humor.
—Es trágicamente evidente—. Y secretamente pensé que Ben podría
ser…mejor que tú.
—Sé que estas flechada de él.
—No lo estoy.
Era la verdad. Tenía algo mucho peor que un flechazo, tenía un
pecaminoso, traidor y prohibido sentimiento. Sentimiento que solo
había tenido una vez hace, setecientos años, cuando me enamore por
primera vez. Por lo que debía suponer que podría ser la última vez…
Dios, podría ser realidad… podría yo…
No me atrevía a pensar acerca de eso, pero ahora, no podía negar que
se sentía verdadero. El pensamiento de Ben incendio de rojo a Gemma
haciéndome querer morir. Porque podría ser, a menos que… a menos
que… sacudí mi cabeza, mareada con la inesperada posibilidad.
—No. Ben es solo un amigo. Estoy con Dylan. Lo viste por ti misma la
otra noche.
—Hacerlo con Dylan no significa nada. Menos que nada—. Ella maldijo
entre dientes. — ¿Quiero decir, cuan estúpida piensas que soy? Puedo
darme cuenta de lo que estas tratando de hacer y es patético.
— ¿Qué? — Hiso una pausa, observándome con los ojos entrecerrados.
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—Escúchame…eres patética—. Apenas resistí la tentación de decirle
que se fuera al infierno.
—Eso quiere decir, Gemma.
— ¿Sabes qué significa esto? Jugar con las personas como juguetes. No
creas, que no puedo ver que tus estas tratando de poner a Ben,
celoso—. Su tono subía y bajaba, con palabras de burla peores que las
anteriores.
—Haciéndolo que se preocupara por la pobre Ariel por lo que el
necesitaba pasar más tiempo a su lado, protegiéndola de su grande,
malo, abusivo novio. Me conto como Dylan rompió su ventana y como
tu tuviste una especie de desmayo fingido y el tubo que ayudarte—. Ella
rio, la peor risa que he escuchado. —Lo sé, Ariel…es solo…que deberías
sentirte avergonzada. ¿Cuándo te has desmayado? ¿Siempre?
—Gemma, yo no sé—
—Pero Ben no está interesado en protegerte y Dylan no te gusta o lo que
tu estés imaginando—, ella dijo, enganchando su bolso en el hombro.
—El no ama a nadie y tú no eres capaz de jugar este tipo de juego. ¡Así
que deja de tratar de robarte mi vida! Era una estúpida vida, incluso
cuando era mía.
Ahora estaba completamente desconcertada. Lo que Gemma estaba
diciendo no tenía sentido y era más difícil que nunca para que lo
tolerara mi estómago, que esta persona cruel fuera la chica que amaba
Ben. Aun así, luche por controlarme, para mantener mi objetivo en
mente, recordar que hacia esto por Ben, para protegerlo.
—Gemma, no estoy jugando ningún juego. Te lo prometo. Yo solo
quiero—
—Guárdatelo, Ariel—. Ella se alejó moviendo la cabeza con disgusto. —
Pero necesitas dejar de avergonzarte a ti misma. Ben no está interesado
y todo el mundo sabe que Dylan durmió contigo porque fuiste una
apuesta.
Sus palabras me golpearon en el pecho, sacándome el aire.
¿La gente sabía acerca de la apuesta? Romeo dijo a la gente que Dylan.
Y Ariel…no había escuchado los chismes en la escuela, pero entonces:
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¿Cómo lo haría?
¿Cuándo nadie le hablaba a Ariel excepto Gemma y Ben?
Y ahora ellos no querían hablar con ella tampoco. Ella volverá a este
cuerpo miserable, solitario y avergonzado y todo es mi culpa. Me quede
ahí parada después de lo que dijo Gemma, perdida en una oleada de
emoción.
—Por favor Gemma
—Lo siento Ariel. No tengo tiempo para tus juegos mentales, ahora.
Tengo decisiones enormes que hacer y tú necesitas trabajar en ser
menos fenómeno.
Me estremecí.
¿Cómo me podía decir esas cosas?
¿Para ser tú mejor amiga?
Para una chica que estaba miles de pasos fuera de su zona de confort
para mantener a Gemma y que no fuera expulsada del club de drama
cuando lo necesitó.
¿A una chica que no decía más que cosas agradables a Gemma durante
el tiempo en que fueron mejores amigas?
Gemma era vengativa, egoísta y malcriada y no se merecía a Ariel y
ciertamente no se merecía el amor de Ben.
De repente la odie. La odio. Era tentador decírselo a ella, decirle que
Ben ni siquiera admitía que fuera su novio y no pensaba estar
enamorado de ella para destruir que tuviera cualquier posibilidad de
llegar con sus palabras fuertes y mortales con él.
Instantáneamente, empuñe mi mano tan fuerte que mis uñas cortaron
mis palmas. Gemma no era cualquier chica. Ella era el alma gemela que
había sido enviada a que protegiera. Hasta que el alma de Ben fuera tan
brillante como la suya no podía darme el lujo de cerrar todas las
puertas.
Y en cuanto a Ariel…tenía que dejarla hacer su decisión, esperaba que
trabajara y tuviera el valor suficiente para terminar las cosas con sus
¨amigos¨ quienes me recordaban más y más a mi peor enemigo.
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—Más tarde, Ariel—, dijo Gemma, arrebatando las llaves de la mesa
mientras se alejaba.
—Ha sido real.
— ¡Espera, Gemma! — baje la voz cuando las cabezas se giraron en mi
dirección. —Gemma.
Pero en secreto, me alegraba de verla salir a toda prisa por la puerta y
correr bajo la lluvia donde había estacionado su auto en la calle. No sé
lo que hubiera dicho y a mi manera de ver, Gemma no era mi problema
más. Su corazón estaba seguro.
Una vez que el aura era roja, no había vuelta atrás. Ahora solo tenía
que encontrar a Ben y decirle lo que le tenía que decir, para ayudarlo a
terminar cayendo el mismo con esta chica que me trato como basura.
La idea de hacer eso me hacía llorar de frustración, de rabia al universo
por su injusticia.
En cambio, tome mi mochila y me dirigí hacia la puerta, haciendo caso
omiso de las miradas de otros estudiantes en todo la cafetería. Di un
paso afuera y me quede bajo el toldo, maldiciendo cuando vi lo difícil
que iba a ser correr bajo la lluvia, me di cuenta que había dejado mi
paraguas en el asiento del carro de Gemma. Otra pequeña cosas para
odiarla. La puerta sonó detrás de mí.
—Hey. ¿Qué pasa? — voltee y vi a Jasón Kim, un amigo de Dylan,
fácilmente atravesando la puerta.
No me había dado cuenta que estaba en el interior de la cafetería, pero
entonces, cuando no son buenas las serpientes para camuflarse. El
levanto su mentón, cuando se acercó a mi lado, olía a humedad su piel.
Llevaba hoy una chaqueta de motorista café con parches cocidos en los
codos y pantalones vaqueros tan oscuros que casi eran negros. Sus
ojos veían de arriba abajo con el ceño fruncido a mi suéter barato.
—Te ves bien.
—Gracias.
Ignore su tono sarcástico y solté una mirada a la acera. Ariel le tenía
miedo a este chico. Ella no quería atraer más su atención hacia ella.
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Quizás si yo me quedara viendo al suelo del toldo todo el tiempo, lo
entendiera y se iba.
—Tú eres bienvenida—. Pude escuchar su sonrisa incluso antes de ver
hacia arriba. Sus dientes brillaban tanto estaban casi azules. —Tú
sabes, Dylan ha estado hablando tanto acerca de ti. Mucho.
— ¿De verdad?
Me dolió el estómago. Justo lo que necesitaba, mas Romeo-inspirando
más drama sobre mí. Para un hombre que decía que quería que
¨trabajáramos juntos¨, él estaba haciendo mi vida prestada una miseria.
—Sí. Él tuvo realmente un agradable día la noche del lunes—. El
titubeo, echando a perder su sonrisa. — ¿Y la tuya? ¿Tú también
tuviste una buena noche?
—Estuvo bien.
— ¿Bien? — sus cejas negras delgadas se acercaron más a su pelo
parado. — ¿Eso es todo?
—Sí. Estuvo bien.
—Wow, no creo que una noche como esa…— el hiso un alto para
acercarse al toldo, con una mano jugaba con el agua que escurría hacia
abajo.
—Para un hombre quizás fue un gran encuentro. En la manera Cool.
Creo que debería haber sido así para la chica. Estoy de acuerdo sobre
los derechos de las mujeres. Mi mama es un abogado.
Incline mi cabeza a un lado, tratando de ponerle lógica a lo que Jasón
estaba diciendo. Él se volvió hacia mí, inclinándose tan cerca que casi
podía oler el rastro de su café en su aliento.
—Dylan y el nuevo chico. Lo hiciste con ambos, ¿cierto? ¿La misma
noche?
— ¿Qué? — Romeo. Voy a matarlo.
—Yo no puedo creerlo en primer lugar. Dylan es mi novio, pero él es un
mentiroso—. La voz de Jasón se redujo a un susurro.
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—Pero el chico Luna se encuentra en mi clase de gimnasia y me dijo
que era verdad todo también—. No lo creo. Ni por un segundo.
—Eres un mentiroso.
—Te juro que es lo que él dijo. Y se ve un chico honesto. ¿No te parece?
Detrás de nosotros, la puerta sonó-una, dos veces—maestros y
estudiantes partían hacia la escuela. Le di a Jasón una mirada oscura.
— ¿Porque estás hablándome?
—Hemos ido a la escuela juntos desde tercer grado Ariel—. Dijo con una
sonrisa condescendiente. — ¿Y porque no debería hablarte?
—Porque nunca me habías hablado antes. Nunca.
—Lo siento—. La falsedad de su disculpa me hiso querer darle un
puñetazo en el estómago.
— ¿Eso hirió tus sentimientos?
—No, en absoluto. Lo prefiero—. Él sonrió, parecía que tomaba el
insulto como un coqueteo.
—Cool. No tendremos que hablar. Solo quería que supieras que estoy a
tu disposición.
—A mi disposición—, repetí.
—Estoy aquí para ayudarte a satisfacer tus necesidades y que alcances
tus metas. Y hey me siento bien con eso también—. Moví la cabeza, no
podía pensar cómo responderle.
—Mis padres no van a estar esta noche. Tú puedes venir a mi casa
después de los ensayos y nosotros—
—No, aunque fueras la última cosa con sangre caliente en la faz de la
tierra.
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La sonrisa de Jasón me siguió calle abajo cuando me dirigí a la escuela.
Apreté los dientes negándome a abrirlos y mantuve cerrados mis ojos
cuando la lluvia caía en mí como en las películas, negándome a mirar
por encima de mis hombros o pensar más en lo que dijo Jasón.
Él era un canalla mentiroso. No había manera de que Ben dijera algo
para confirmar la historia como esa. De ninguna manera en el infierno.
No dudaba de Ben ni un segundo. Confiaba en el que era una buena
persona en todas las cosas conmigo.
Igual que tú confiaste en Romeo Montesco por lo que fuiste su amada
esposa.
Eche a correr, andando por el campus.
No. no era lo mismo.
Solo había conocido a Ben un par de días, él ya había probado diez
veces, ser mejor persona que Romeo lo fue alguna vez. Romeo nunca se
preocupó por la seguridad de los demás o su bienestar, no hablaba con
cariño de su familia o sabía lo que era vivir con el dolor de la perdida.
Romeo nunca vio la fuerza en mí, nunca lo vio lo suficientemente acerca
para darse cuenta de que no solo era una muchacha joven y bonita,
sino que también tenía esperanzas, sueños y pensamientos en mi
cabeza.
Y romeo podría haber elogiado mi belleza con lírica y poesía, pero nunca
me hiso sentir bella como Ben lo hiso cuando dijo unas simples
palabras.
Me importas.
Me quede parada en medio de la acera, bajo la lluvia empapando a
través de mí, temblando cuando la ineludible verdad se alzaba ante mí.
Estoy enamorada. De Ben.
Otro chico que no podre tener nunca. En verdad nunca, ni siquiera si
yo era egoísta para tratar lo suficientemente con él.
Él no es mi chico, esta no es mi vida y pronto me iré.
Amarlo podría ser la peor cosa que yo he hecho.
Estúpida, sin sentido, inexcus-
Mi celular sonó en la mochila, una sola vez apenas escuche por la
lluvia. Comencé a correr rápidamente por el estacionamiento de la
escuela y me agache bajo el toldo de la parada de autobús en el extremo
sur. Pero cuando saque el teléfono de mi bolsa, ya no sonaba.
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Instantáneamente, la pantalla se ilumino color azul con un mensaje.
Era de Romeo. Hasta aquí mis veinticuatro horas… pero entonces leí lo
que él escribió. Y sentí escalofrió.
Encuéntrame detrás del escenario en quince minutos. Si me ves antes de eso,
somos enemigos, como siempre. Las circunstancias han cambiado. Estamos
siendo observados. No estamos solos. El que me hiso está aquí.
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Traducido por Akanet
Corregido por Mayte
La segunda campana suena mientras llego a la escuela y los últimos
estudiantes siguen afanándose en el estacionamiento acelerando sus
pasos por el camino. Me uno a ellos, sólo hasta que he pasado al Sr.
Stark, quien es el responsable en la mañana, luego me desvío hacia la
derecha, deslizándose alrededor del edificio de oficinas de la escuela,
encorvada para que la parte superior de mi cabeza no fuera vista en la
ventana del director. El suelo esta esponjoso y resbaladizo. Rezuma bajo
mis pies, haciendo sonidos de succión cada vez que se ve obligado a
liberar mi bota.
Para el momento en que me arrastro alrededor de Edificio A y me abro
paso hasta la entrada trasera del teatro, mi suéter esta empapado y mis
botas están cubiertos de barro. Me sacudo la humedad lo mejor que
puedo y llego a la puerta. Se abre con un gemido apenas audible. En el
interior, el teatro está a oscuras, excepto por la luz fantasma situada en
lo alto del escenario al otro lado de las cortinas. Penetra el terciopelo de
color rojo oscuro, arrojando la parte de atrás en un resplandor infernal.
La pesada puerta se cierra golpeándose fuertemente detrás de mí,
encerrándome adentro con la extraña luz y el aire peculiarmente quieto
de los lugares que están por lo general llenos de ruido. La aprehensión
levanta los pelos de mi nuca.
Apretando la húmeda correa de mi mochila, camino suavemente hacia
el camerino, las botas casi en silencio en el suelo manchado de pintura.
Esta tarde, Ben y yo se supone que pintemos sobre el lío que hemos
hecho trabajando en los apartamentos, cubrir el suelo con una nueva
capa de negro antes del ensayo general de esta noche.
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Me pregunto si él aparecerá, o si decidirá que prefiere no pasar más
tiempo conmigo. Abro de un tirón la puerta del camerino, pero casi
inmediatamente la cierro de nuevo, dejándola casi cerrada con sólo una
pequeña apertura de unos centímetros. Hay alguien adentro.
La luz está encendida y percibo un destello de movimiento en la
esquina. No tengo ni idea de quién, o qué, está ahí dentro, pero no
quiero ser vista. Mi encuentro con Romeo tendrá que ser reubicado.
A menos que Romeo ya haya llegado...
Me asomo por la rendija en la puerta, inclinando mi cabeza hasta que
puedo ver la esquina lejana de la habitación y el lavamanos donde me
lavo después de pintar. Él da la espalda, sus hombros encogidos
mientras estrega algo para limpiarlo en el lavamanos, pero reconozco a
Ben en el segundo que pongo mis ojos en él. Mi mirada vaga sobre su
pelo salvaje, la fuerte línea de su espalda, sus caderas estrechas
abrazadas por pantalones vaqueros salpicados de pintura. Mi corazón
da una sacudida y mi boca se seca.
Ahí está, el chico que amo, su aura sigue siendo color de rosa, pero no
roja. Sólo mirarlo hace que me duelan los dedos con ganas de tocar su
cara, enroscarse alrededor de su cuello, para tirar de su boca labios
contra los míos y contarle todos mis secretos en un beso. Quiero sentir
sus brazos a mi alrededor, la comodidad de sus huesos descansando
contra los míos. Quiero mirar dentro de sus ojos y ver que no hay nada
en el mundo excepto por nosotros dos y eso es suficiente. Eso es... todo.
Todo. Justo como lo era Romeo antes de esa última noche, antes de que
me sacara de la pesadilla de mi tumba en vida sólo para hundir un
cuchillo en el corazón que había jurado atesorar. Me estremezco, el
temor impregnándose a través de mi piel húmeda, enfriando mi centro.
¿Cómo puedo pensar en amar a alguien más?
¿Cómo he dejado que esto suceda?
Incluso si no fuera prohibido,
¿No he aprendido mi lección?
¿Acaso no he aprendido que en el amor no se puede confiar, sobre todo
en el amor como el mío, el amor que quema hasta la última gota de
sentido en el fuego de su devoción?
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Puedes confiar en mí. Las palabras de Ben susurran a través de mi
mente. Tal vez pueda. Tal vez pueda confiar en Ben, incluso si no puedo
confiar en el amor, pero no importa. Ben no puede nunca, nunca ser
mío.
Mi garganta se aprieta fuerte y la parte de atrás de mis ojos destella con
un calor repentino. Me aparto, cerrando la puerta suavemente mientras
me voy. Giro y me arrastro a través de la casi oscuridad, el tenue brillo
de color carmesí en el aire una condena pro mi debilidad, una
confirmación de mi alma llena de pecado.
No merezco la confianza o amistad de Ben. Soy verdaderamente
horrible. Los he puesto a él y a Gemma en un imperdonable peligro.
Tengo que arreglar mi error, tengo que hacer que su aura arda o pasar
la eternidad con la culpa presionándome por todas partes.
Estoy tan enfocada en mi vergüenza, mi pesar, que no me doy cuenta
de que no estoy sola hasta que los dedos agarran con fuerza mi brazo,
tirando de mí hacia el estrecho espacio entre las cortinas. La mano de
Romeo baja sobre mi boca, ahogando el grito que se habría escapado de
mis labios.
—Shh —susurra. —Él puede encontrarnos en cualquier momento.
Su cara está demasiado cerca de la mía, su cálido aliento en mi oído.
Capto la indirecta débil de algo fuerte, metálico, algo que me recuerda a
la carne envejecida, pero no es algo que Romeo se ha comido. El olor
proviene de debajo de su ropa, su carne un filete que está empezando a
echarse a perder.
Forzándome a no respirar fuerte y con dificultad. Asiento y giro mi
cabeza, retorciéndome fuera de su agarre. Doy un paso atrás,
respirando por mi boca, mirando a los ojos abiertos de Romeo. En la
tenue luz son grandes círculos negros, sus pupilas una enfermedad que
está empezando a extenderse.
Él no...Está bien, más aún que de costumbre. Tengo que sacarlo de
aquí. No lo quiero en ningún lugar cerca de Ben en esta condición, o en
ninguna condición. Mis labios se apartan, pero él me detiene con una
mano temblorosa.
—No hay tiempo —dice, su voz tensa.
—Pero yo…
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—Él está aquí. El que me hizo. Es por eso que no hay otros mercenarios
en esta ciudad. Ellos no se detienen cuando uno de los más altos viene
de visita. Ha estado escondiendo su aura de mí con magia, pero lo vi
anoche. Estoy seguro de que lo hice y creo que él lo sabe—.
Me agarra los brazos, sus dedos apretándome, presionando la tela fría y
húmeda fuertemente en mi piel. —Está observando, esperando a que
convierta a unos de estos chicos, listo para obligarme a matarte por
segunda vez y finalmente avanzar a través de las filas de los
mercenarios.
— ¿Quién? ¿Cómo…?
—Todavía podemos escapar, pero el tiempo es corto— dice,
curiosamente sin aliento, como si acabara de terminar de correr una
gran distancia. —Pronto nuestra oportunidad se nos habrá pasado por
alto. Tenemos que realizar el hechizo antes de que sea demasiado
tarde—. Sacudo mi cabeza.
—Yo no…
—Puedes amarme. Lo hiciste antes, puedes volver a hacerlo—. Sus ojos
se mueven rápido hacia un lado y de nuevo hacia mí, la boca temblando
como si no pudiera decidir si reír o llorar. —Podemos irnos ahora. De
inmediato.
Me estremezco cuando sus dedos se entierran más profundos,
lamentando más la decisión de reunirse con él con cada segundo que
pasa. Él finalmente ha perdido lo que quedaba de su mente.
— ¿Por qué no salimos? No puedo vert…
—No es necesario que me veas. Es necesario que actúes— dice,
sacudiéndome una vez, como si ese movimiento fuerte, fuera a forzar a
mi cerebro a darle sentido a sus divagaciones. — ¿Qué más necesitas?
— Lo aparto con un encogimiento de hombros, rompiendo su agarre
antes de que pueda sacudirme de nuevo.
—Necesito que hables sensatamente, o me voy a ir—. Sus dedos con
garras se empuñan en el aire antes de caer a su lado. Toma una
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respiración profunda, visiblemente obligándose a calmarse. —Tienes
razón—. Cruza sus brazos, se lame los labios.
—Tienes que saber todo sobre el hechizo. Te lo diré, pero tienes que
prometerme que iremos justo después. Promételo. Júralo—. Trata de
alcanzarme, pero levantar una mano, advirtiéndole que no me toque de
nuevo.
—No prometeré nada hasta que entienda lo que estoy prometiendo—.
Romeo se ríe, un sonido histérico que es sofocado por las cortinas. —
¿Como la primera vez? ¿Cuándo juraste servir a una causa que aún no
entiendes 700 años después?
Frunzo mis labios, muy consciente del paso del tiempo. Ben tendrá que
ir a clase pronto. Él parece estar faltando al aula de clase, pero el
primer periodo inicia en veinte minutos.
Pasará justo al lado de estas cortinas en su camino hacia la salida.
Tengo que haber acabado con Romeo antes de que eso ocurra.
—Entonces enséñame. Rápidamente, si el tiempo es tan precioso.
—No todo Embajador o Mercenario tiene una oportunidad como esta,
pero una vez estuvimos unidos por el amor, una fuerza que tiene su
propia magia — dice. —Si amamos de nuevo, decimos las palabras del
hechizo que he robado y sellamos nuestras promesas con sangre, de la
forma en que los Embajadores y Mercenarios hicieron, hace miles de
años, entonces podemos tomar su magia para nosotros mismos.
Podemos sanar nuestras almas, hacer realidad esos cuerpos espectrales
y vivir para siempre. Todo lo que tenemos que hacer es amar de nuevo,
de la manera que los espectros nos dijeron.
— ¿Pero por qué nos ayudarían? — le pregunto, sus palabras no
suenan verdaderas. —Si su objetivo es llevarnos a la niebla y poner fin
a este desequilibrio que dices que fue creado, entonces…
—No creo que ellos quieren hacer el trabajo para el que fueron
enviados— dice. —Creo que quieren que les reclamemos de nuevo, para
hacerlos…
— ¿Pero no creará más desequilibrio la magia que estás proponiendo?
No estaremos en el mismo…
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—No sé, Julieta — contesto bruscamente. —Y no me importa. Lo que
sea que nos espera después del hechizo no puede ser peor que quedarse
aquí, esperando a que un monstruo me arrastre al infierno, o que un
Mercenario averigüe de lo que he estado hablando contigo y hacerlo
peor.
Me muerdo el labio. La campana que marca el final del aula de clase
está a punto de sonar y no tengo la intención de estar en el teatro
cuando lo haga.
—Dijiste que me darías un día para pensar.
—No hay tiempo que perder— dice, levantando la voz. —Te amo. Sólo
ámame en respuesta y vamos a seguir adelante con esto. —Arroja las
palabras como si fueran un ingrediente en una receta, como si no
estuviera pidiendo la luna.
Amor. Amarlo. Es imposible. Incluso si este hechizo es nuestra única
salida. Incluso si arriesgo mi alma, traiciono mis votos y derramo mi
sangre, es imposible.
Estoy enamorada de Ben.
—No puedo.
—Somos almas gemelas— dice. —Lo somos para siempre. Nuestra clase
de amor no puede ser destruido.
—Si se puede. Lo fue. Lo destruiste el día que canjeaste mi vida con los
Mercenarios.
— ¿Que se suponía que hiciera, Julieta?— grita, tan fuerte que me
preocupa Ben le escuchará a través de la puerta del camerino.
— ¡Silencio!— Siseo. —Creí que habías dicho…
—Por favor, dime—. Su voz se reduce a un susurro ronco. — ¿Qué otra
opción tenía?
— ¿Qué otra opción?— Aprieto mis puños a mis lados, la frustración
haciendo vibrar mis brazos. —Tenía un centenar de otras opciones,
mil…
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—Fui desterrado de la ciudad, para nunca más volver bajo pena de
muerte— dice. —Mi padre me había repudiado y la familia de mi nueva
esposa eran mis enemigos mortales. Yo tenía dieciséis años, sin dinero,
sin amigos fuera de Verona y sin habilidades con las cuales ganarme la
vida. Era el hijo de un hombre rico. ¿Cómo iba yo a alimentarme y
mucho menos una mujer y los inevitables niños? ¿Cómo? — Sacudo mi
cabeza, negándome a tratar de entender sus motivos para su extrema
traición. Nada puede justificar lo que hizo. Nada.
—Podríamos haber encontrado una manera. Éramos jóvenes. Teníamos
nuestra salud y nuestra mente y nuestro amor, podríamos haber…
—Nos hubiéramos muerto de hambre— dice él. —Hubiéramos muerto
en las calles o sido asesinados en la carretera por asaltadores de
caminos por las joyas en tus zapatos antes de llegar a Mantua—. Se
detiene, mirándome, con los ojos llenos de tristeza.
—Habrías muerto maldiciendo mi nombre, maldiciendo el día que me
conociste y el día que maté a tu primo. Habrías muerto envenenada por
el odio y eso habría destruido mi alma. Y la tuya. No podía soportar la
idea de ello. Te amaba demasiado. Te juro que lo hacía, que lo hago... o
por lo menos, que lo haré de nuevo, si me das la oportunidad.
Mi pecho se aprieta, duele. Es muy fácil imaginar el destino que él
describe, demasiado horriblemente fácil, pero me comería mi propia
lengua antes de que aceptará no tenía otra opción. Si trabajar para los
Embajadores me ha enseñado algo, es que siempre hay una elección
entre el bien y el mal.
—Si eso es lo que creías, entonces deberías haberme dejado.
— ¿Qué?— Él parpadea, como si la idea nunca hubiera entrado en su
mente. —Deberías haberme dejado con mi familia en Verona—. Niega
con la cabeza, desestimándome.
—Habrías terminado contigo misma por la desesperación.
—Tal vez, pero habría sido mi elección. Mi muerte—. Hace una pausa y
habla en un susurro.
— ¿Quién tiene que decir que no lo era?
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—Y había una posibilidad de que hubiera vivido—. Hablo con los
dientes apretados, haciendo caso omiso de su insinuación de que de
alguna manera elegí ser asesinado. —Tal vez me habría dado cuenta de
que un cobarde como tú no era alguien por quien valía la pena morir—.
Él resopla.
—Olvidas el tiempo en que vivimos, cariño. Habrías estado arruinada,
una esposa desechada después de una noche, una…
—Mejor arruinada que…— lo interrumpí, algo en su cara haciendo que
mi sangre corriera aún más fría.
—Lo sabías. Esa noche. Antes de que nosotros...— Lucho para tragar
pasando el nudo en mi garganta. —Sabías que ibas a entregarme a
ellos.
Se encoge de hombros, pero sus ojos permanecen en el suelo, como si le
diera vergüenza mirarme a la cara.
—El pasado no significa nada.
—No lo hace—. Mis labios se curvan. —Es un testimonio de la clase de
monstruo que eres.
—Estamos perdiendo el tiempo. No importa lo que pienses de mis
decisiones—. Maldice, pasa sus dedos por su pelo. —Debes amarme o
pasar la eternidad en el infierno. Esas son tus opciones.
—Entonces me iré al infierno— le digo, sabiendo en el segundo que las
palabras salieron de mi boca que son verdaderas. No haré este hechizo.
No traicionaré a los Embajadores. Incluso si me han estado utilizando,
me han utilizado para hacer el bien, para hacer del mundo un lugar
mejor. No traicionaré eso y no ayudaré a Romeo en la recuperación de
su vida. Me han prohibido matarlo, pero no me han ordenado ayudarlo
a vivir. La idea me hace sentir más ligera de repente. Incluso el infierno
no suena tan mal, sabiendo que Romeo correrá con la misma suerte.
—No lo harás —gruñe.
—Oh, lo haré. Y tú también—. Sonrío. —No es tan agradable, ¿verdad?
¿Tener a alguien más decidiendo si va a vivir o morir?
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Sus manos se lanzan como serpientes, llegando a la parte trasera de mi
cuello, empuñando mi cabello mojado. Mis ojos se cierran fuertemente
contra el destello de dolor, pero me niego a gritar. No puedo hacer
ningún sonido, no puede hacer nada para atraer la atención de Ben.
—No te lo permitiré o tus tendencias destructivas acabaron con mi
oportunidad junto con la tuya. Lo prohíbo—. Romeo tira de mi cara más
cerca de la suya, susurrando las palabras contra mi mejilla.
—Me amarás. Ya lo verás—. Sus labios descienden sobre los míos y
saboreo el hedor en él—. Respiro fuerte y con dificultad y empujo su
pecho.
— ¡Déjame ir! — Sostiene mi cabello más fuerte.
—Nuestros destinos son uno, nuestra suerte es…
De repente, las fuertes luces de la parte de atrás del escenario cobran
vida, cegando con su intensidad. El agarre de Romeo se afloja y lo
empujo, fuerte, dispuesta a sacrificar el cabello de Ariel en nombre de
ganar mi libertad. El sacrificio no es necesario. Los dedos de Romeo se
relajan y se deslizan por mi cabello sin oponer resistencia.
Me alejo tropezando, la garganta trabajando, haciendo lo mejor que
puedo para no vomitar. Ahora que puedo verlo en la luz, es aún más
claro que el poder de Romeo se está desvaneciendo. Puedo verlo en el
tinte azul pálido alrededor de sus labios, el negro bajo sus ojos, la
flacidez de la piel en su cara.
Cualquier otra persona mirando vería a un chico que no ha dormido
bien o ha estado demasiado de fiesta la noche anterior. Pero yo sé la
verdad. La muerte ya está robando en este cuerpo, volviendo loco a
Romeo por el miedo. Sin embargo, se las arregla para producir una
carcajada mientras sus ojos recorren de arriba a abajo mi cuerpo
empapado.
—Todavía me amas. No puedes evitarlo—. Da un paso hacia adelante.
— ¡No me toques!— le advierto, levantando mis puños.
— ¡Aléjate de ella! ¡Ahora!
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La voz de Ben viene de detrás de mí, cerca de la pared donde acaba de
encender las luces. Tan atemorizada como estoy por su seguridad, estoy
igualmente contenta de verlo. Retrocedo, manteniendo mi atención en
Romeo mientras me muevo hacia Ben.
— Tú me amas,…
—No lo hago. Y no lo haré. Nunca—. No puedo mentir, ni siquiera por el
bien de convencer a Ben de que estoy con Dylan.
—Ya la has oído—. Ben toma mi mano, jalándome hacia detrás de él. —
Ya no le interesas— dice, amenaza ligeramente disimulada en su voz.
Romeo se ríe.
—Entonces por qué...— Su sonrisa se desvanece mientras sus ojos se
mueven de ida y vuelta entre Ben y yo y un sonido ahogado escapa de
su garganta.
— ¿Qué has hecho?— Romeo vuelve toda su atención hacia mí. — ¡Qué
has hecho!— Sorpresa y traición afilan sus rasgos, haciéndolo lucir
incluso más demacrado.
—Vete, pendejo— le advierte Ben.
—No— La rabia de Romeo desvanece su desesperación. Da un paso
hacia adelante, apuntando un dedo acusador hacia mi pecho.
—Siempre serás mía. Esto no cambia nada. ¡Eres mía! — Se lanza sobre
mí, pero Ben se mueve más rápido, las palmas de sus manos
encontrando los hombros de Romeo y empujándolo, fuerte.
Romeo tropieza hacia atrás, cayendo sobre una rodilla antes de
recuperar el equilibrio. La mano de Ben se envuelve alrededor de mi
cintura, instándome hacia la puerta. Giro, tratando de mantener a
Romeo en mi línea de visión, pero Ben me aferra.
—Apresúrate — dice. —Vamos a…
Sus palabras terminan en un resoplido de aire cuando Romeo lo agarra
por detrás y lo hace girar de nuevo hacia el teatro, atacándolo con un
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grito de rabia. Caen al suelo en una maraña de brazos y piernas y
puños apretados.
—Te mataré. ¡Te mataré yo mismo!
El puño de Romeo llega a la cara de Ben, pero Ben lo esquiva hacia la
izquierda, sin dejar nada más que golpear a Romeo excepto por el suelo.
Corro hacia adelante, llegando hasta ellos justo cuando los nudillos de
Romeo se estrellan contra los tablones de madera dura lo
suficientemente fuerte para hacerlos agrietarse.
Trato de alcanzar sus brazos, pero ya está ocupado con su pierna.
Barre su pie en un círculo, golpeándome contra el suelo. Caigo mientras
Romeo gira y se sumerge de nuevo en Ben.
Ben está listo para él esta vez. Agarra los hombros de Romeo y rueda
hacia el suelo, dándole un rodillazo a Romeo en la barriga, golpeándolo
lo suficientemente fuerte para levantar sus pies del suelo. Incluso antes
de que caiga, Ben ya está lanzándole sus puños, golpeando el rostro de
Romeo, su pecho, su estómago, cualquier parte del cuerpo con la mala
suerte de entrar en su rango.
Es terriblemente rápido, brutal, sin retener nada. Si Romeo se
encontrara en plena forma, Ben no sería capaz de posar la mitad de sus
golpes, pero en su estado actual a Romeo no le está yendo bien. Existe
la posibilidad de que Ben podría dañar Romeo y su propio futuro junto
con él. Tengo que terminar esto. Ahora.
—Ben, ¡para!— Grito. — ¡Alto!
Pero no me parece escucharme. Se ha perdido en la lucha, sus ojos
brillantes ensombrecidos de una manera que nunca antes había visto.
Voy a tener que detenerlo por mi cuenta, con la esperanza que tomará
conciencia si lo alejo. Acabo de dar un paso hacia adelante cuando la
puerta del teatro se abre y una voz masculina grita.
— ¿Qué está pasando aquí? ¡Ben! ¡Dylan! ¡Detengan esto ahora mismo!
El señor Stark, con Mike, el estudiante profesor, pisándole los talones,
corre dentro del teatro. Juntos, apartan a Romeo y Ben, dejando al
descubierto el desastre que ha hecho el uno al otro.
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Tomó una respiración, los dedos volando a mis labios. El ojo de Romeo
está hinchado y sangre se filtra desde el lado de su boca. La cara de
Ben se ve mejor, pero parece que no puede pararse derecho, incluso con
Mike sosteniendo su brazo.
—Vamos a ir a la oficina. ¡Ahora!— El Sr. Stark saca a un evidente
Romeo hacia la puerta. —Tú también, Ariel— añade antes de salir a la
lluvia. Mike y Ben los siguen.
A medida que se acercan, los ojos de Ben se encuentran con los míos,
haciendo una promesa, una promesa solemne de que haría lo mismo
otra vez en un santiamén. Que destruirá a cualquiera que trate de
hacerme daño. Cualquiera que se atreva a amenazar a la chica que él...
la chica que él...
Oh, no. No puede ser. Él no puede sentir eso. Incluso si piensa que lo
hace. Es imposible. Gemma es su alma gemela, es por la que ha estado
enrojeciendo desde la noche de mi llegada y probablemente mucho
antes.
—No digas que lo sientes— dice, deteniéndose a mi lado.
—Pero...
Pero lo hago. Lo siento muchísimo. No importa si los Embajadores son
unos mentirosos. No puedo creer que haya hecho esto, poner la
oportunidad de Ben del amor de una vez en la vida en riesgo.
—Vamos, muchachos. Vámonos—. Mike se ve nervioso, fuera de su
elemento custodiando a chicos sólo unos pocos años más jóvenes que
él.
A medida que andamos con paso pesado hacia afuera, mantengo mis
ojos en el suelo, la miseria inundando cada una de mis células
prestadas. Puedo negar, destruir, o al menos controlar mis propios
sentimientos. Pero
¿Qué voy a hacer ahora?
¿Si Ben no está sólo tentado, si él piensa que está enamorado de la chica
equivocada?
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Traducido y corrección: Mayte008
La lluvia cae sobre el techo de metal que cubre la ruta de acceso,
parece que se escuchara un solo de batería siniestra, el que
acompañara nuestra caminata hacia la oficina del director y decidirá
nuestro castigo por pelear en el recinto escolar. Supongo que voy a ser
incluida en el castigo. Trate de participar y soy el motivo de la pelea,
aunque todavía no estoy segura de que motivo a Romeo hasta el borde.
¿Fue simplemente mi negativa a trabajar en el hechizo?
¿O es que vio algo en mis ojos?
Algo que lo llevo más lejos, ¿mis sentimientos por Ben?
Si eso fuera, estaríamos en un apuro más grande, que un viaje a la
oficina del director, más de lo que me puedo imaginar. Un Romeo
recuperándose de sus celos, el encontraría la manera de utilizar esta
información en contra de mí, en contra de Gemma.
Me prometió que iría después contra ellos si no hacia lo que me decía.
El pensamiento, hiso que arrastrara los pies. Mike desacelero a mi lado.
El líbero a Ben, permitiéndole caminar libremente, mientras que Mr.
Stark empujaba y una maldición salía de Romeo camino abajo.
—Ustedes dos estarán bien—, Mike dijo. —Mr. Stark conoce a Dylan,
sabe que él es un problema. No le habría dado un papel en la obra, si
hubiera más chicos que pudieran cantar bien.
—Cierto—. Forcé una sonrisa. Es amable de su parte tratar de hacernos
sentir bien.
—Y…no se…— los ojos de Mike encontraron los míos. —No sé lo que
escucharon, pero tratare de hacer lo correcto. Voy a defenderlos chicos.
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Me tropecé con una grieta en la acera y apenas alcance a agarrarme
antes de caer.
¿De qué estaba hablando?
¿Lo que él pensaba que había escuchado?
— ¿Estas bien? — me pregunto Mike, deteniéndose junto a mí. Asentí.
—Sí. Gracias.
Mire dentro de sus ojos verdes, buscando alguna esperanza que no
encontré. Romeo dijo que el mercenario que lo hiso está aquí,
escondido, observándonos. El monstruo podría estar en el interior de
cualquiera, incluso dentro de este chico, aparentemente amable. Este
hombre, quien aparentemente está muy preocupado por lo que yo
pueda haber ¨escuchado¨
—Creo que he escuchado casi de todo.
Le sostengo la mirada un largo momento, hasta que una cortina cae
detrás de sus ojos. La figura de autoridad se desvanece de su cara,
dejando una posición de igualdad a mi lado, evaluándome, con un
nuevo respeto, tratando de juzgar cuan amenazante soy en verdad.
— ¿Ustedes dos vienen? — pregunto Ben. Mike se vuelve hacia él.
—Vamos adelántate. Los alcanzaremos en un segundo.
Ben vacila, pero luego, yo imagino que decide que está en bastantes
problemas y continúa su camino. Mike espera hasta que Ben se voltea y
habla en susurros.
— ¿Él lo sabe?
— ¿Saber qué?
Mi respiración se vuelve más rápida.
¿Podría realmente Mike ser uno de ellos?
¿Uno de los mercenarios, de pie junto a mí, preguntándome si una de las
personas a la que he sido enviada, sabe que hay chicos malos inmortales
detrás de su alma?
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El cruza sus brazos y su mirada aumenta decididamente menos
amigable.
—Tú sabes qué. ¿Solo dime si se lo has dicho a Ben?
—No—. Trate de verme más alta, negándome a sentir miedo. —Pero no
dejare que dañes a nadie—. Mike suspira. —Si tú se lo dices, no hay
manera de que—
Antes de que complete su amenaza, un grito atraviesa la mañana gris,
sorprendiéndome. Es una chica llorando—fuerte y asustada, un sonido
estridente que vibra a través de mi piel. Yo giro, buscando la fuente,
dejando escapar un grito propio, cuando la encuentro.
— ¿Que está mal? — Mike me pregunta.
Niego con la cabeza, mi pulso se acelera más fuerte que la lluvia,
ahogando todo, pero el sonido de su grito viene de nuevo y de nuevo. En
el borde del campus, veo mi antigua forma, corriendo a través del
campo detrás del edificio del teatro. Ella lucha a través de la hierba alta
hacia el refugio de los árboles, sus zapatillas llenas de fango,
tropezando y cayendo solo para apresurarse a ponerse de pie una vez
más.
Se está moviendo rápido para una niña a la cual le pesan sus pesadas
faldas y su ropa interior, pero ella no será lo suficientemente rápida. La
cosa detrás de ella no tiene nada que le impida su progreso. Eso corre
como un animal, saltando encima de la colina, como si fuera un juego
el cual tendrá una conclusión sangrienta.
El cuerpo de Romeo parece incluso más esquelético con su ropa hecha
pedazos empapada por la lluvia. Puedo contar todas sus costillas, veo la
forma en que el hueso de la pelvis cambia a medida que corre,
rápidamente acercándose a mi antiguo yo.
No sé porque él, la está persiguiendo, si Romeo es el que ha sido
enviado, pero no dejare que la tenga. Mi mente me dice que debería
tenerle miedo al alma del espectro enviada a reclamar mi alma, pero mi
instinto me pide a gritos que la ayude, que la proteja, que vaya a ella.
Ahora.
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— ¡Ariel! ¿A dónde vas? — Mike me llama, con confusión en su tono.
Ya se tratara de algo real—y el honestamente no puede ver o escuchar
lo que yo—o para beneficio de los que me escuchan, pero no importa.
Todo lo que importa es que llegue a tiempo. Yo corro a través de los
terrenos de la escuela empapados, con mis brazos balanceándose,
primero empuñándose volando ante mis ojos, los pies saltan un parche
de pasto a otro. Rápido más rápido, hasta que mis piernas se
acalambran y siento un nudo en mi estómago, pero no paro, no fallare.
Corro directamente a la criatura, corriendo por la colina, esta vez el
cazador será el cazado. La lluvia cae más fuerte por lo que es imposible
ver más de unos pocos metros por delante, pero yo sigo yendo. Oigo sus
gritos y gruñidos ansiosos, de la bestia que se acerca. Está
acercándose y torturando a su presa, alimentándose de su miedo tan
cierto como que se alimentara de su sangre.
Me caigo, mi suéter se engancha en una rama retorcida deteniéndome
con fuerza. En lugar de luchar para liberarme, tiro del suéter y lo dejo,
corriendo en mi camiseta marrón. La piel de mis brazos tiembla de frio
y al igual que mis dientes no puedo escuchar más sus gritos.
Mis gritos. Los suyos. Míos. Suyos.
Ya no lo sé más.
No sé qué es real o verdadero.
Solo sé que a medida que llegó al final de los árboles en la tierra se
abre una gran viña, una parte de mí no se sorprende de ver mi cuerpo y
a Romeo esperándome. Ellos están de la mano, como si la persecución
hubiera sido solo un juego para ambos, como si fueran los dueños del
mundo, que se inclina en graciosos pliegues a su alrededor. Mi viejo
vestido esta todavía empapado y sangriento y Romeo es un horror con
la boca abierta, pero las dos figuras están unidas en una manera en
que Romeo y yo no lo hemos estado durante siglos.
—Escapa—, la creatura Romeo gime. Me preparo pensando que tiene la
intención de perseguirme a través de los bosques, pero entonces mi
antiguo cuerpo se ríe.
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—No escapes—, ella dice. —Ama—. Mis ojos encuentran los de ella y
una vez más tengo la sensación de vacío en su interior, un sentimiento
de que algo necesario está faltando.
— ¿Qué quieres decir? — le pregunto. — ¿No puedo amar a Romeo. Yo
solo—
—Ama—, ella repite, como si ella no me hubiera escuchado, antes de
que pueda decir otra palabra, ellos se han ido. Se desvanecieron en un
parpadeo. Mis ojos barrieron a lo largo de las hileras de vides en cada
dirección, pero no había nada. Desaparecieron y la había perdido de
nuevo. Me perdí a mi misma.
Estaba agradecida.
De acuerdo con Romeo, ese cuerpo era una manifestación física enviada
a consumirme. Pero no estaba segura. Mis lágrimas eran sonidos
heridos de mi garganta cuando caí de rodillas. No podía hacer lo que
ella decía. No podía amar a Romeo.
No podía. Lo odiaba.
Siempre lo voy a odiar.
Mi corazón se contrajo en mi pecho, tratando de colapsarse dentro de
mí misma y desaparecer, para escapar de esta extraña agonía.
Amor. Odio. Amor.
Me sentía como si me estuvieran destrozando. Mi estómago se
tambaleaba y el mundo se inclinaba sobre su eje y me encontraba
preguntándome si todo esto había estado solo en mi cabeza. Todo esto.
¿Qué pasaría si creía que todo era realmente una creación de mi mente?
Quizás nunca fui Julieta.
Quizás nunca morí en una tumba, o luche con mi ex amor a través de los
siglos.
Quizás solo era Ariel Dragland, de dieciocho años, una chica que había
sufrido lesiones en mi cabeza y ahora estaba certificadamente demente.
—No. No estoy loca, no lo estoy— solloce, solo que me di cuenta que las
lágrimas corrían por mi cara, cuando las palabras salían más como un
gorjeo en vez de un grito.
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Sorbí, mi respiración me ahogaba, deslizándome en mi carrera, los ojos
llorosos, enojada, con la nariz hacia arriba, odiando esos grandes ojos
azules y las refinadas cicatrices que marcaban mi piel robada.
Odiaba este cuerpo—no por causa de las cicatrices, sino porque no era
mío. No lo era.
No estoy loca, no aun.
Simplemente me siento enferma hasta la medula de no tener nada mío,
no es mi misión, no eran mis opciones, incluso no eran mi propia
sangre y ni mi propia carne.
Lo odio.
Odio viajar a través del tiempo, viendo al mundo transformarse tan
radicalmente y sin embargo mantenerme al tanto del mismo. Odio al
mundo por crear monstruos como Romeo y al miedo y la maldad que le
daban a él a la gente para que la matara. Odiaba a los mercenarios por
robarse mi breve destello de felicidad.
Odio a la Enfermera por haberme dicho la verdad sobre quién y que es
ella, acerca de lo que soy. Odio a los embajadores por atraparme en mi
propia compasión, por obligarme a trabajar para el bien de la
humanidad, incluso cuando la humanidad parece alejarse de lo bueno.
Odio haber pasado tantos años luchando por el amor cuando mi amor
fue robado. Tan breve y luego se fue, nunca tuve una segunda
oportunidad.
Por encima de todo, odiaba la esperanza de que continúe en la
primavera de mi vida, solo dentro de mí, solo para morir de nuevo y de
nuevo, como si yo no hubiera vivido a través de la miseria, lo suficiente
para saber que la esperanza es para tontos.
Lágrimas y más lágrimas, suficientes para llenar el mundo, se
precipitaban de mi cara, haciendo que sintiera la lluvia que seguía
cayendo, a pesar que se había detenido por un momento, dejando solo
el aire frio y solitario.
Trate de levantarme, pero no pude, no encontraba el camino a través de
la rabia y la desesperación, o algo lo suficientemente bueno para
hacerme ponerme de pie. Y entonces, él estaba ahí, detrás de mí,
envolviéndome en sus brazos, alrededor de mi cintura y tirando de mí
hacia él, mi espalda se apretó en su pecho.
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—Todo va a estar bien—, me dijo, sosteniéndome cuando trate de
moverme. —Todo está bien.
—No está bien—, solloce. —Nunca estará bien.
—Eres… Tú eres fuerte, ¿recuerdas?
—No lo soy.
—Lo eres. Lo serás para mí. Eres fuerte.
Negué con mi cabeza. No lo soy. Soy débil y egoísta. Odio y codicio y
estoy demasiado consiente de la piel de Ben en la mía, de la forma en
que sus brazos me rodean por la cintura, la forma en que su calidez me
envuelve, desterrando el frio.
Quiero que sea mío.
Quiero saber que yo pertenezco aquí, con él, que los brazos a los que me
aferro, nunca me dejaran ir.
—Lo eres—, el susurro, apoyando su barbilla en mis hombros, como si
estar cerca de mí, fuera la cosa más natural del mundo.
—Es una de las cosas que amo más de ti.
Un sonido tenso—el de mi media sonrisa, mitad sollozo—estallo desde
mi garganta. Mis temores se habían confirmado, pero una parte de mí,
quería llorar de alivio. El piensa que me ama, lo dijo en sus palabras. A
pesar de que sabía que no eran verdaderas, aun eran preciosas.
—No puedes amarme—. Hice mi mejor esfuerzo por encontrar mi voz. —
Tú amas a Gemma.
—No amo a Gemma. Nunca lo he hecho y nunca la amare—, dijo,
imitando las palabras que le había dicho a Romeo hacia menos de una
hora, hasta escuchar una obstinada negativa en su tono de voz. —Te
amo.
—Ni siquiera me conoces.
—Te conozco—, dijo, con una tranquila seguridad, la que amenazó con
hacer que mis lágrimas empezaran de nuevo a salir.
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—Sé que eres fuerte y hermosa en el interior como en el exterior. Sé que
te gusta comer y odias a Shakespeare—por lo menos su historia de
amor—y harías cualquier cosa por un amigo. Sé que eres un artista y
que hiciste una pared de ladrillos cuyo aspecto debería ser colgado en
un museo. Y sé que has pasado por un infierno, que te come por
dentro—. El pauso, sus brazos me acercaron un poco más cerca. —Y sé
qué haces que piense que el infierno que he pasado ha valido la pena…
si me hace reconocer el cielo que fue cuando tú te metiste en mi coche.
Mi garganta se apretó con tanta fuerza que apenas podía respirar. Todo
lo que él dijo—todo eso—se trataba de mí, la real yo, el alma dentro de
este cuerpo. Ben me ve a mí. El me conoce. Habrá alguna
oportunidad…
No, no la hay. Tuve mi oportunidad. Una alma gemela, una oportunidad
y ese era el final de esto. No fui invocada en este tiempo para mí. Fui
convocada porque, Gemma y Ben, son almas gemelas—el color en sus
auras lo confirma más allá de cualquier sombra de duda.
—No—, le dije, las lágrimas me picaban en mis ojos. —Tú lo
piensas…pero realmente no lo haces. No en realidad.
—Yo sé lo que siento. Pero si tu no sientes lo mismo…
El dolor en su voz hiso que las lágrimas corrieran de nuevo. No podía
soportar la idea de herirlo más de lo que lo hacía, pero no había otra
opción. Él tenía que olvidarme.
—No lo hago.
—Estas mintiendo—, me susurro. —Al igual que mentiste ayer cuando
besaste a ese idiota. No querías que lo tocara; me di cuenta. Lo estás
haciendo por Gemma, ¿no es así?
—Ella es con la que se supone que deberías estar.
— ¿Cómo demonios has llegado a pensar eso? — el pregunto, la ira
crepitaba en su voz. —Ella nunca fue mi novia. Seguro, estuvimos una
vez en el granero de su familia cerca de mi casa, pero no lo sentía
correcto. Y no quise ir más allá de los besos. Te lo juro.
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—Incluso antes de conocerte, sabía que Gemma y yo íbamos a terminar
siendo solo amigos y ni siquiera tan amigos. Ella es una lunática, ella
no es definitivamente mi alma gemela o como se diga.
Gire, hasta que pude ver su cara. La intensidad en sus ojos me hiso
olvidar el argumento que yo estaba formando, me olvide de todo pero
por mucho que quisiera creerle. Incluso el profundo, casi rojizo
resplandor de su aura—el tinte confirmaba su amor por otra—no podía
convencerme de moverme lejos. No estaba tan segura de poder hacerlo.
Ahora, no cuando él se acercó, el fuego ardía en sus ojos recordándome
una gran parte de mi misma, de la manera en que lo amaba.
—Yo se lo dije cuando fuimos a tomar café que no estaba interesado.
Ella sabía eso. Ella lo supo ayer por la noche. Fuimos a hablar y
alimentamos a los caballos con zanahorias, porque tú eres la persona
con la que quiero estar—, el susurro, empujando el cabello empapado
por la lluvia de mi cara.
—Lo supe cuando empezaste a pelear conmigo por el pedal del
acelerador. Pienso que estaba enamorado de ti en el momento que
bajaste a tu casa.
—Pero—
—Odie que tú y Gemma fueran amigas porque sabía que iban a afectar
mis posibilidades contigo—, me dijo, empujando adelante, su
determinación, hirviendo a fuego lento en cada palabra. —Y la noche
anterior, pensé que tú estabas con Dylan… y no pude dormir. No podía
soportar pensar que estabas con él, que él pudiera estarte tocando,
besándote…yo solo, no— él se rompió en un suspiro. —Yo no estoy
haciendo esto bien y sé que parezco loco, pero…te amo. Puedo verme
amándote durante mucho tiempo—. Mi respiración se agito.
—Me gustaría poder ver eso también.
Mis lágrimas fluyeron con mayor rapidez. Sus palabras rompieron mi
corazón en piezas que apuñalaron dentro de mí. Tenerlo tan cerca, pero
tan increíblemente fuera de mi alcance se sentía como si realmente
pudiera matarme.
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—Que paso para que tú estuvieras tan triste…
Las palabras de Ben se desvanecieron poco a poco mientras su rostro se
acercaba al mío. Cerca, tan cerca, hasta que pude sentir su calor contra
mis labios.
—Haría cualquier cosa para hacerlo mejor—. Más cerca, hasta que
nuestras exhalaciones se encontraron y se mesclaron y tenía un pedazo
de el en la siguiente respiración. —Quiero ser la persona a la que
puedas acudir…para todo—. Tan cerca nuestros labios que si nos
movíamos un centímetro se tocarían.
—Podemos hacerlo—, le susurre.
—Podemos—. Su mano tomo mi mejilla, toco mi cara con una suave
gentileza insistente que enviaba escalofríos y chispas sobre mi piel.
—Te amo, si me das una oportunidad.
Y luego el me beso y cualquier pensamiento de protesta se desvaneció
con la presión de sus labios contra los míos. Él es…perfecto, tan
perfecto como yo sabía que seria.
Su beso me lleno como el sol, quemando todas las cosas malas,
superando la oscuridad que había pesado tan fuerte dentro de mí,
desde el día que me entere que no habría un final feliz. No para mí.
Pero en ese momento, con sus brazos alrededor de mí y su sabor en mis
labios, su respiración en mi respiración, juro que había sido un error.
No hay tal cosa como la felicidad y el susurra mi nombre y lo mantiene
a salvo.
Pero, ¿quién mantendrá seguro a Ben, si Romeo convence a Gemma que
ella puede matarlo?
Su aura podría ser de color rojo, pero ella no estaba fuera del alcance
de los mercenarios, no hasta que Ben se quemara al igual de intenso
por ella.
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Mi sangre siente un escalofrió, que se mueve lentamente por mis venas.
Romeo puede hacerlo. Gemma es vulnerable; está enojada conmigo y
probablemente se ponga más enojada cuando Ben le diga cómo se
siente por Ariel.
Y él se lo dirá. Él no puede saber que ella no entenderá, que su
confesión pondrá en peligro su vida. Si este cambio procede como
cualquier otro, ellos quizás perecerán. Y no estoy dispuesta a arriesgar
la vida de Ben sobre la posibilidad de que esta vez sea diferente. Giro mi
boca desde la suya, haciendo caso omiso del aullido de protesta de mi
misma alma.
—No puedo—. Estoy de pie, tropiezo al moverme, tiritando de frio de
repente.
—Por favor, Ariel, yo—
—No puedo hacer esto. No te amo—. Destellos de dolor en sus ojos.
—No me hubieras besado si eso—
—Solo fue un beso. No quiere decir que te amé y sé que tú no me
amas—. Yo solté las palabras en su dirección, haciéndolo de la mejor
manera que llegara a él.
—Apenas si nos conocemos uno al otro y hace tres días que tú
probablemente estabas diciendo, que estabas enamorado de mi mejor
amiga.
—No, no lo hice. Lo juro, yo le dije que no quería estar con ella, incluso
antes de que tú y yo nos conociéramos. Ella no quiso escucharme. O no
pudo, pero entonces se acercó y me beso como si no hubiéramos
hablado de ser amigos. Ella, es solo una locura, Ariel, yo—
—No importa.
—Por favor, no hagas esto—. El llego hasta mí, con un gesto de súplica
que hiso que mi pecho doliera.
—Yo sé que es difícil que me creas. No me creería a mí mismo si
estuviera en tu lugar. Pero si solo me das algo de tiempo, yo—
—No te creo. Nunca lo hare—. Di otro paso atrás. —Debemos volver a la
escuela. Estaremos incluso en más problemas que—
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—Olvida la escuela—, me dijo, con enojo en sus ojos. —Esto es más
importante que—
—Regresemos a la escuela, Ben—. Cruce mis brazos, haciendo mi mejor
papel para mantenerme así. —Encuentra a Gemma y dile que quieres
intentarlo. Podemos fingir que esto nunca sucedió.
—No—. Los labios de Ben se presionaron juntos en una línea obstinada,
yo quería tocarla y trazarla con las puntas de mis dedos.
—Tienes que hacerlo—, declare. —Hacer todo lo posible por convencerla
de que vale la pena y que te arrepientes.
—No. No lo hare.
—Lo harás. Te prometo que lo harás—. Sobre su cabeza el cielo se
oscureció y el trueno retumbaba, haciendo eco a través de valle.
Cuando los ojos de Ben vieron hacia el cielo, me deslice por delante de
él dentro del bosque.
—Amala…o corre lo más lejos de ambas, de nosotras tan rápido como
puedas.
— ¿De que estas hablando? — el me siguió, ignorando la mano que
mantenía en el aire, exigiendo que se detuviera. —Amala—. Los
relámpagos parecían una advertencia de que mantuviera mis secretos.
Una advertencia que yo ignore.
—O deja Solvang y no vuelvas.
— ¿Qué?
—Estas en peligro, si tú y Gemma no permanecen juntos. Solo… ten
cuidado. ¿Ok? — vi la confusión en su cara, pero seguí adelante antes
de que pudiera hablar.
—Sé que no me entiendes, pero no podría vivir conmigo misma si no
tratara de advertirte. Me gustaría que alguien me hubiera advertido—.
Mi voz vacilo cuando mis pasos crecieron más rápidos. —Ojala yo
hubiera escuchado.
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—Ariel. No—
—Por favor escucha, Ben. Por favor. Nosotros nunca vamos a estar
juntos. Nunca, no importa porque. Es más imposible de lo que tú
puedas alguna vez imaginar. Lo mejor que puedes hacer es olvidar que
alguna vez me conociste.
Sin decir una palabra, me di la vuelta y me aleje en dirección contraria
a la escuela. No podía regresar ahí. No podía arriesgarme a ver a Romeo
con el sabor de Ben aun en mis labios.
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Traducción por Tamis y BrendaCarpio
Corrección por Mayte
Camino a casa bajo la lluvia -de nuevo- esta vez con nada más que los
pantalones vaqueros y una camiseta sin mangas. Me estoy congelando,
tiritando hasta que mi mandíbula se bloquea y me duelen los huesos,
cada segundo es un doloroso recordatorio de en lo frágil que me he
convertido. Por último, me decido a hacer autostop. Las personas más
aterradoras de esta ciudad no van a salir de la escuela durante otras
seis horas. Así que, debe ser seguro.
He tenido mi pulgar levantado por menos de cinco minutos, cuando un
auto se detiene otra vez. Por desgracia, el coche me es familiar. Con una
muy familiar, mujer muy enfadada en el asiento del conductor. La
madre de Ariel se inclina para abrir la puerta del pasajero.
—Ariel Dragland, ¿qué estás haciendo aquí? — Su voz se eleva a una
nota tan alta que hago una mueca de dolor. — ¿Qué te pasa?
—Mamá, yo...
Atrapada, faltando a la escuela y haciendo auto-stop. Esto no va a
terminar bien. Puedo ver que una vena en la frente de Melanie comienza
a abultarse.
—Me encontraba en el trabajo. Antes que llamaran de la escuela y
dijeran que habías estado en una pelea y luego habías salido corriendo
por el bosque con un chico—. Ella chasquea los dedos y revolotea una
mano impaciente.
— ¡Métete en el coche! Te vas a morir de frío y los asientos se están
mojando.
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Me deslizo en el asiento y tiro de la puerta, la cual se cerró detrás de mí.
El calor que soplaba desde las rejillas de ventilación se sentía como si
me quemara la piel entumecida, pero estoy agradecida por ello.
Tan pronto como abroche mi cinturón de seguridad, puse los dedos
delante de las rejillas de plástico, esperando que el calor se filtrara a
través de mis manos y al resto de mí cuerpo.
—Estás azul. Vas a coger una pulmonía.
—Lo siento—, le digo, apretando la mandíbula tensa, tratando de no
temblar.
—Será mejor que lo sientas—. Ella movió el auto y dio poco a poco la
vuelta en la calle... El agua se agita alrededor de las ruedas, salpicando
la altura de mi ventana.
— ¿Qué está pasando? ¿Por qué dejaste la escuela? ¿Por qué estabas en
una pelea? ¿Dónde está tu suéter?
—Se enganchó en la rama de un árbol, así que lo dejé en el bosque—, le
digo, en respuesta a la única pregunta que parece posible responder en
este momento.
—Lo dejaste en el bosque—, repite ella, con la voz plana. — ¿Con ese
chico? ¿El que fue expulsado de la otra escuela? — Niego con la cabeza.
—Ben no fue expulsado de la escuela. Él vino aquí a vivir con su
hermano.
—Bueno, él probablemente va a ser expulsado de esta escuela—, dice
ella, entornando los ojos a través del parabrisas mientras la lluvia se
arrecia.
—Y tú también podrías serlo. ¿Te das cuenta de eso? ¿Entiendes lo
grave que es esto? Es posible que no puedas graduarte.
—Voy a graduarme.
Estaban han tan sólo a tres meses de la graduación y las calificaciones
de Ariel -con la excepción de hablar en público-son excelentes. No hay
manera de que vaya a ser expulsado de la escuela debido a un error,
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uno en cuatro años, de ser perfecta, invisible, un perfil bajo de los
estudiantes.
—Ariel, no te atrevas a actuar como si no se hubieran metido la pata a
lo grande—. Melanie se ajusta, el cinturón.
—Tenemos una reunión con el director y el superintendente mañana
por la mañana, para hablar de lo sucedido y no se ve bien para ti.
Pelear en la escuela es una gran cosa. Esta segura absolutamente de
que vas a recibir una suspensión.
— ¿Qué? Pero yo no estaba pelando. Yo estaba justo...
—No te hagas el sorprendido. No eres tan estúpida.
Melanie da tirones del volante, a la derecha y el coche se agita camino
abajo, donde el agua estancada cubre todo menos la mitad de la
carretera.
— ¿Qué crees que pasaría cuando tú y tu novio atacan a Dylan y
abandonan la escuela después?
—Nosotros no atacamos a nadie—, le digo, no perdiendo el tiempo
debatiendo si Ben es mi novio. Al parecer, la venganza de Romeo ya ha
comenzado. Desde luego, no perdió el tiempo.
—Dylan me atacó. Ben lo vio y…
—Eso no es lo que me dijeron. El director dijo…
—El director no estaba allí—. Cambie poniendo mala cara mientras ella
entra en el garaje.
—Y todo lo que sabe es lo que le dijo Dylan. Qué no es la verdad. Él es
un mentiroso y…
—Él no es el que salió corriendo hacia el bosque, Ariel.
— ¿Y qué? — Yo le digo y lucho por mantener mi volumen. —Yo estaba
molesta. ¿Nunca has estado alterada?
—Claro que los he estado—, dice ella, cerrando el coche con un toque
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de enojo de su muñeca. —Estoy molesta en este momento, pero no
estoy huyendo de mis responsabilidades.
—Bueno, tal vez deberías hacerlo—, me devuelva abruptamente. —Si
tus responsabilidades son tan terribles.
—No te atrevas a tratar de cambiar esto—. Ella se gira para apoderarse
de su bolso detrás de mi asiento, acordándose de la forma en que utiliza
un tirón en Ariel, aquella vez en el patio de recreo. Enojada. Resentida.
—Tú eres la que está en mal estado y…
—Y tú eres la única que se equivocó en cuando quedó embarazada
cuando tenía diecinueve años.
No son las palabras que Ariel podría utilizar en voz alta, pero no intenta
que dejen de salir. No sé cuánto tiempo más tendré en este cuerpo y es
hora de que alguien diga la verdad, que se encuentra tácita entre las
dos durante demasiado tiempo.
—No, no fue fácil tenerte por mi cuenta—, dice ella. —Yo no tenía a
nadie que me ayudara. Nadie. Yo apenas había comenzado mi vida y…
Y entonces metí la pata.
La acusación en el tono de Melanie que hace es dura, corta. Es
imposible sentarme aquí y escuchar a esta mujer, que me pide sentir
lástima por ella. He tenido suficiente, a partir de mi propia madre, lo
suficiente de la culpa y la sensación de que mi nacimiento era algo que
debía disculparse.
—Ariel, por favor, que nunca-
Y entonces metí la pata otra vez cuando me puse en su camino en la
cocina. Una parte de mí sabe que estoy llevando esto demasiado lejos,
pero no puedo ayudarme a mí misma.
—Y nunca has dejado que lo olvide.
Melanie palidece, con los labios blancos, van por debajo de las manchas
de lápiz de labios que todavía se aferran a la boca.
— ¿Cómo ... yo ... — Traga. —Eso no es justo.
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— ¿Sabes lo que no es justo? — le digo, mi voz en un susurro líquido. —
No es justo que tú me digas que soy demasiado fea para salir a la calle
sin maquillaje. No es justo que tú actúes como si nadie me fuera a
contratar a causa de mi cara—. Ella agarra el bolso apretado a su
estómago.
—Yo nunca dije eso. Eso no es lo que-
—No es justo que tú pienses que nunca voy a tener un novio porque soy
tan horrible.
Yo sigo adelante, haciendo caso omiso de las lágrimas que corrían por
mis mejillas. No sé por quién estoy llorando, si por mí-, o por Ariel, o
todas las madres e hijas que no pueden encontrar una manera de
amarnos unos a otros. Lo único que sé es que esto se siente más
importante que otro momento del préstamo en la piel de otro.
—Pero yo no soy mamá, horrible. Tú eres la única persona que me ve de
esa manera.
—Yo no, yo-
—Algunas personas piensan que me veo muy bien. Algunas personas
llegan a pensar que soy bonita.
La gente como Ben. Ben, que limpió la sangre de la cara de Ariel, sin
dudarlo. Ben, quien besó los labios delgados, como si fueran mágicos y
sagrados. Ben, que podría muy bien estar enamorado de Ariel, cuando
el alma está realmente enamorado se ha ido.
La idea es una flor imperfecta en mi mente. La gente no siempre
termina con su verdadero amor. Hay cientos de parejas que se adaptan
perfectamente y nunca llegan al lugar en su relación en que atraen la
atención de la luz y la oscuridad. Una vez que Romeo y yo hemos sido
convocado, siempre ha sido demasiado tarde para una separación
pacífica, pero que pasa si...
¿Qué pasa si dejo a Romeo fuera de la ecuación?
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Gemma se va a Stanford en unos pocos meses, dejando a Ben y Ariel
para ver donde su vida y amor, les llevará. Un ojo por ojo es sin duda
justo, no importa lo que diga la enfermera.
Y la enfermera no está aquí y en los embajadores no puedo confiar y no
puedo imaginar un mundo sin Ben. Incluso si no puedo estar en el
mundo con él. Incluso si tengo que darle a otra chica para amar. Me
agarro a mi propio estómago, tratando de mantener todo en mi interior.
Es un pensamiento casi insoportable, pero
¿Qué pasaría si...?
—Creo que eres hermosa. Siempre he dicho que… — susurra Melanie.
Miro hacia arriba para ver las lágrimas silenciosas correr por su rostro,
un espejo perfecto de mi propio dolor. Quiero hacer algo para que las
lágrimas paren, pero no puedo. No puedo obligar a la mentira salir de
mí.
—No, no lo has hecho— le digo. —No puedo recordar una sola vez. Ni
una sola vez en toda mi vida—. Melanie arruga el rostro, todas las
líneas suaves alrededor de los ojos y la boca hasta que su expresión se
arruga con la miseria.
—Yo... lo siento—. Sus labios muestran sus dientes y comienza a llorar
en silencio, al principio y luego alto y entrecortado, que hace que mi
garganta duela de tan sólo oírla. Ella lo siente. En realidad lo siente. Y
yo también. Llego a ella, poniendo mi brazo alrededor de su espalda, la
frente en el hombro delgado.
—Lo siento. Yo no quiero que sea así nunca más. Quiero ser diferente.
Quiero que sea diferente—. Melanie pone su mano suavemente sobre
mi brazo.
—Te amo. Lo sabes, ¿verdad? — Ella se aleja, su cara bañada en
lágrimas cruda y sincera. —Siempre te he amado. Incluso cuando
hubiese querido tener más tiempo o más dinero o más ayuda... nunca
me arrepentí de mi decisión—. Ella aspira una bocanada de aire y
alcanza una servilleta arrugada y se sienta en una silla que está entre
nosotras.
—Pero tienes razón... me he arrepentido de otras cosas. Demasiado, tal
vez. Yo sólo... Siempre he pensado que...
—Pensado, ¿el qué? — Sus ojos rojos se llenan de lágrimas otra vez.
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—Siempre pensé que me odiabas. Por todo el dolor que te había
causado. Cuando eras pequeña gritabas por mí en el hospital, pero no
podía sacarte de la cama. Yo no podía sostenerte y pensé... Juro que vi
que decidiste odiarme allí mismo.
—Mamá, no. Por supuesto que no lo hice. No lo hago—. Dios, yo nunca
hubiera pensado...
De repente me siento como una tonta, una tonta cruel que sólo ve el
mundo desde su propio punto de vista. Al igual que Gemma. Esto me
hace preguntarme:
¿Qué otra cosa he visto a través del vidrio curvado?
¿Qué pasa si yo hubiera tratado de hablar con mi madre todos estos
años en lugar de emprender y salir corriendo?
¿Podrían haber sido mejor las cosas?
¿Podríamos haber descubierto que no éramos tan diferentes y lejanos
como pensamos?
Por primera vez desde que era niña, por largo tiempo he podido ver la
cara de mi madre, mirar hacia sus ojos y ver si era el odio o el miedo o
arrepentimiento que le hizo tan fría. Nunca sabré si me podía haber
llegado a la Señora Capuleto, pero puedo llegar a Melanie. Aquí mismo.
Ahora mismo.
—No fue tu culpa — le digo, deseando que ella me crea. —Fue un
accidente.
—No, no lo fue. — Ella se sacude, secándose la nariz con el ovillo de la
servilleta. —Yo tenía tres copas de vino con el estómago vacío. No
estaba borracha, pero... — Ella se sacude de nuevo y captura el aliento
en su garganta. —Pero si yo no hubiera tenido esa última copa, tal vez
yo no habría perdido mi agarre. Tal vez no lo habría derramado. Tal vez
no habría llevado el pote estúpido para el fregadero...
—Mamá. Para —. Trato de agarrar su mano, pero ella me agita lejos.
—Pero es verdad—. Ella curva la espalda, ocultando su rostro. —Debes
saber la verdad. Tú…
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—Mamá. No me importa—. Me agacho para estar a nivel de sus ojos,
para asegurarme de que ella sepa que Ariel no alberga el menor
resentimiento. Al menos, no sobre el accidente.
—Y no puedes hacerte esto. Todos esos — tal vez — no van a cambiar
nada. Has cometido errores, he cometido errores. Lo importante es que
no tenemos que seguir haciéndolo. Podemos dejar de preocuparnos por
quien odia a quién y sólo tratar de amarnos la una a la otra—. Ella
mira hacia arriba, arqueando las cejas.
— ¿De verdad no... ¿No crees que sea tan horrible? — Me encuentro con
su mirada —tan vulnerable y esperanzada— y sé que no lo hace. Y Ariel
no lo hará. Ella nunca lo ha hecho. Todo lo que siempre ha querido es
el amor de su madre, su aprobación.
—No. No lo hago—. Melanie solloza suavemente y nuevas lágrimas
llenan sus ojos. —Yo... Eso es bueno para escuchar—. Ella se sacude y
luego se ríe al oír el sonido. — ¿Desde cuándo eres tan inteligente?
—He estado estudiando. He oído que tienes que ser inteligente para ser
una artista—. Sonríe.
—Te amo, Ariel.
—Te amo demasiado, mamá.
—Pero no quiero que quedes embarazada — dice ella, en un cambio
abrupto de dirección me hace parpadear. —No hasta que estés casada y
que realmente sientas que estás listas.
—Bien — le digo, avergonzado por la conversación.
—Lo digo en serio—. Ella toma mi mano, aprieta demasiado fuerte. —
Podemos ir a la clínica. Sé que ellos te atenderán y podrás obtener una
receta para las pastillas anticonceptivas. O tienen los DIU si quieres
algo más a largo plazo y no tener que pensar todos los días. Son
perfectamente seguros. Pero de cualquier manera, necesitas usar un
condón también para protegerte contra las enfermedades porque.
—Mamá, por favor. No estoy en peligro. Te lo prometo. Ben y yo ni
siquiera so...
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¿Qué somos Ben y yo?
No sé y eso es un tema que es mejor dejar en paz. —Somos amigos.
—Sólo quiero que tengas cuidado—. Muestra las arrugas de la frente. —
Especialmente con este chico. Suena rudo.
—No es rudo—. Suspiro, deseando que siguiéramos delante.
—Quiero decir, sé que Dylan no es ningún ángel, pero nunca ha sido
arrestado. La señora Félix, dijo que Ben tiene antecedentes penales,
Ariel — dice Melanie, entrando su servilleta usada en el bolso. —La
única razón que le permitieron inscribirse es porque su hermano y un
par de personas de la oficina del alguacil respondieron por él.
—Pero yo sé por qué fue arrestado—, le digo, tratando de ser paciente
con sus preocupaciones. —Tenía esta vecina cuyo novio la estaba
golpeando. Él llamó a la policía, pero tenía miedo de que no llegara a
tiempo. Y la policía dejó caer la carga de la batería, por lo que-
—Oh, bien, muy bien—. Melanie pone los ojos.
—Fue sólo en defensa propia.
— ¿Al igual que él te estaba protegiendo hoy?
—Ustedes-son—. Algo en su voz me hace seguro de que mi respuesta no
le satisface.
—Ariel... los violentos suelen tener una buena excusa de por qué son
violentos. Pero incluso una buena excusa es sólo una excusa.
El argumento que he estado componiendo muere en mis labios. Incluso
una buena excusa es sólo una excusa.
¿Tiene razón?
Tengo todas las razones para matar a Romeo, pero:
¿Puede cualquier excusa el asesinato de la razón?
¿O es mi amor por Ben, mi temor por su seguridad, simplemente una
mentira disfrazada de justificación, la violencia disfrazada de justicia?
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—Es posible que desees apartarte y pensar que antes de que Ben y tú,
tomen su amistad más allá—, dice Melanie.
—Ben es una buena persona— digo.
—No estoy diciendo que no lo es—. Ella suspira y llega a su puerta. —
Pero cuando vallamos a la reunión de mañana, necesitas pensar acerca
de tu futuro.
—No lo entiendo—. La sigo. El segundo que deja el coche, mi piel se
agrieta, tengo la piel de gallina. Todavía estoy empapada. Necesito una
ducha tibia, no otra charla.
—Yo estoy diciendo que necesitas para asegurarte de que la señora
Félix y Neville saben que el Sr. Ben y Dylan no es el tipo de gente con
que normalmente andas—. Ella usa las llaves para abrir la puerta de la
pantalla y desliza su llave en la cerradura.
—Ben puede ser un criminal, pero tú no lo eres.
—Él no es un-
—Eres una buena chica que-
—Entonces, ¿qué estás diciendo? — Le interrumpo, haciendo una
pausa en las escaleras en lugar de seguir a la cocina cuando ella abre la
puerta. —Yo ¿debería echarle la culpa? ¿Echarlo a los lobos?
—No— Melanie se vuelve hacia mí con un suspiro de frustración.
—Sin embargo, Dylan dice que usted dos planearon este ataque.
—Como he dicho antes, está mintiendo.
—Bueno, él, al parecer tiene un testigo que escuchó decir que tú y Ben
estaban planeando para acorralarlo en el teatro hoy antes de la escuela.
— ¿Qué? — ¿Un testigo? Supongo que es Jasón Kim, la única persona
en la escuela, llena de mentiras como Romeo. —Eso es imposible. Dylan
se acaba de convencer a uno de sus amigos para decir que lo que no se
meterán en problemas. Él es una persona horrible, mamá—. Melanie
ondea la mano. — ¿Quieres entrar? Me da frío solo viéndote.
— ¿Me crees, no? Yo le pido, vacilando en el último escalón.
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—Te creo—, dice Melanie, haciendo que me afloja con la ayuda y tomar
los últimos pasos en la casa. En el interior, la cocina huele tan amarga
como siempre, pero al menos está caliente. Y no hay pan y mantequilla
de maní en la despensa. No importa qué tan molesta y confundida
estoy, tengo que seguir comiendo. Tengo que mantener mi fuerza hacia
arriba. Me dirijo hacia los gabinetes, con la esperanza de Melanie tendrá
la señal de que debemos poner fin a esta conversación si me pongo a
hacer un sándwich.
—Pero Ariel... — Ella deja caer su bolso sobre el mostrador y se cruza
de brazos.
—Pero, ¿qué? —le digo, voy a buscar un plato y un cuchillo.
—No estoy segura de lo que todo el mundo va a pensar. Tú y Gemma
han sido amigos durante casi toda su vida.
— ¿Gemma? — Se muerde el labio, obviamente no quería que me dijera
lo que sabe.
—Por favor, mamá, yo NO HICE-
—Gemma es la que dijo que lo escuchó y a ti planear hacer daño a
Dylan. Ella dice que tú le dijiste algo esta mañana en la panadería.
—Gemma—, repito, sin decir nada.
¿Por qué iba a mentir por Romeo?
¿Porque ella está enojada conmigo, o es que hay algo más?
Mintió sobre su verdadera opinión sobre Dylan desde el primer día y le
dio la bienvenida en el granero ayer.
¿Quién sabe lo cerca que ha crecido a Romeo?
Ella ha estado escuchando sus mentiras por lo menos durante un día,
tal vez más. Por lo que sé que podría estar preparándose para conducir
un cuchillo en el corazón de Ben en este mismo segundo, mientras que
yo estoy perdiendo el tiempo haciendo un sándwich de mantequilla de
maní. El cuchillo en mi mano traquetea al mostrador.
—Tengo que volver a la escuela—, le digo, en dirección a la puerta.
Melanie me deja con una mano sobre mi brazo.
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—Ariel, no se puede.
—Tengo que hacerlo. Tengo que ver a Gemma y averiguar por qué ella
está mintiendo.
—Cariño, Siento mucho que ella-
—Está bien. No me importa, simplemente... — Me tomo un respiro,
tratando de mantener la histeria de mi voz. —Gemma y yo tenemos que
hablar.
Acerca de cómo ella nunca va a poner una mano sobre Ben.
¿Cómo voy a matarla si aún piensa en hacer ese tipo de trato?
Gemma nunca llegará a ser un mercenario. Me aseguraré de una forma
u otra.
—Por favor, mamá—. Hice caso omiso de ella y alcance a uno de los
abrigos colgados de los ganchos de la puerta. Si no puedo estar seca,
por lo menos puedo estar más caliente.
— ¿Puedes llevarme de regreso a la escuela? O ¿dejarme prestado el
coche durante unas horas?
—Ariel, no se te permite volver a la escuela hasta la reunión de
mañana.
—Pero tengo que ir—. Tengo que volver. Tengo que llegar a Gemma
antes de Romeo le lleve por completo a su lado. Ya está diciendo
mentiras indignantes para él.
¿Cuánto más está dispuesto a llegar?
—No podemos—, dice Melanie, su voz admirablemente paciente.
— ¿Por qué no te vas a tomar una ducha y caliente? Yo voy a hacer un
sándwich de mantequilla de cacahuate y plátano y mientras que tú está
comiendo, me puedes decir exactamente lo que sucedió. Todo sobre
Ben, Dylan, Gemma y el resto de eso. Decirle a la gente que muchas
mentiras siempre tienen agujeros en sus historias. Vamos a
encontrarlos y estar dispuestos a señalar en la reunión de mañana y
todo estará bien.
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Niego con la cabeza, tratando de pensar con claridad, deseando una
charla podría resolver este problema. Melanie envuelve su brazo
alrededor de mí, tirando de mí cerca.
—Vamos, te sentirás mejor después de estar limpia y seca. Y apuesto a
que entre las dos, podemos pensar en un montón de maneras de hacer
a Gemma sufrir por ser tan completa bruja.
Mi cabeza se mueve bruscamente en su dirección. Sonríe a la sorpresa
en mi cara, provocando problemas en los ojos normalmente cansados.
— ¿Qué?, sabes que yo nunca le he gustado. Su madre es una snob y
creo sinceramente que, Gemma está sufriendo de un desagradable caso
de trastorno de límite de personalidad. Y ella le trata como a un
cachorro. Uno que le gusta patear.
—Ella—, No te he dicho, el cuidado más que Ariel está tan apegado a
Gemma. Ella sólo tendrá que quedarse sin pareja. Gemma no es el
mejor material para un amigo. Y a pesar de que la luz roja, no es
material ni alma gemela.
Mi decisión está tomada. Los embajadores se pueden llevar a su aura
brillante y empujarlo. Yo no voy a hacer nada para ayudar a Gemma
acercarse a Ben. No me importa lo que hagan conmigo. Ellos pueden
venir a mí, me tiraran de mi poder y me envíaran a la niebla, pero yo
voy a cuidar a Gemma antes que ellos. Tal vez voy a fijarla y Dylan lejos
en algún sótano, un lugar oscuro, agobiante similar a la tumba donde
pasé mis días y dejarlos pudrir juntos hasta que me asegure de que Ben
está muy lejos de los dos.
—Pero a partir de la expresión de tu cara, me imagino que el cachorro
ha aprendido a morder—. Melanie me da otro abrazo.
—Vamos, a la ducha—. No me atrevo, apretando la chaqueta en la
mano. Todavía me siento impulsado a encontrar Gemma, pero si lo que
Melanie está diciendo es verdad, si no me va a permitir de nuevo en la
escuela hasta mañana la reunión de lo más probable es que Ben no se
le permitirá volver en el campus o bien. Eso quiere decir que
probablemente es seguro en su casa, asegure bajo la atenta mirada de
su hermano que bien podría ser un dictador. Una llamada telefónica lo
confirmará.
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Tal vez su hermano no me deje ni hablar con él, quiero decirle que
estaba equivocado, que tal vez él y yo... él y Ariel... la dicha y la miseria,
la esperanza y la desesperación, esta situación es todo lo que, está
envuelto en un paquete imposible. Sin embargo, la idea de hablar con
Ben levanta el ánimo, me hace sentir que hay algo en el mundo vale la
pena mirar con interés, vale la pena luchar. Pero esta vez voy a estar
luchando para apagar su brillo, al igual que más de un mercenario, ha
hecho antes que yo. Si no he cambiado de bando, definitivamente estoy
bailando en la línea. Uno, dos, tres, uno, dos, tres-cuidado, o voy a
tropezar en la oscuridad.
—Está bien—. Un poco vacilante en mi decisión, cuelgo mi abrigo y
tengo la cabeza ya fuera de la cocina, girando de nuevo en torno a
último momento. Melanie está mirándome, viéndose relajada en su cara
y me hace sonreír. He fallado en muchos aspectos, pero no he fracasado
completamente. Ariel y su mamá van a tener una vida diferente ahora,
una vida mejor. Estoy seguro de ello.
—Gracias.
—No hay de qué. Y en caso de que te lo preguntes, no estás conectada a
tierra.
—Ah... bueno.
Yo no consideró la posibilidad de ser conectado a tierra. Ariel nunca ha
hecho nada digno de una conexión a tierra antes. Se encoge de
hombros y sonríe.
—Lo hemos hecho dieciocho años. No veo ninguna razón para comenzar
con la tierra ahora. Y tienes razón, es hora de que empezar a confiar
más—. Ella señala con el dedo de advertencia en el pecho.
—Mientras que confiar en ti no implica más llamadas de la directora, o
correr hacia el bosque y que me preocupe de que estás muerta. O
haciendo autostop. Esa es una buena manera de que te mate un
pervertido sexual.
Yo podría hacer autostop desde aquí a Nueva York y probablemente no
encontremos con una persona tan malo como el niño con el que vamos
a estar en la oficina del director de mañana, pero aun así...
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Aprecio el hecho de que alguien se preocupa lo suficiente como para
que le interese. Aunque en realidad no es sobre mí.
—No más. Te lo prometo—, le digo, con la esperanza de que Romeo, me
permitirá cumplir con esa promesa. Me apresuro por el pasillo,
entrando en el baño para que el agua empiece a salir y voy a mi
habitación para encender el ordenador. Abro el navegador de Internet
con el tipo en el Luna, de Solvang, siento flacidez con alivio cuando veo
que el hermano de Ben está en la lista.
Nunca he conseguido el número de identificación de Ben. Profesiones de
amor, un beso que nunca olvidaré, pero no hay ningún número de
teléfono.
Vamos en este hacia atrás, pero se siente tan bien, lo ha hecho desde el
primer día. No importa que su aura sea brillante para otra chica. Él y
Ariel puede ser felices juntos. Yo lo sé. Y mientras tanto, tal vez está
bien, que lo ame para mí misma. Incluso si no es para siempre. Suena
el teléfono dando línea.
— ¿Hola? — La voz de una mujer. La cuñada de Ben, supongo.
—Hola. Soy Ariel Dragland—. Me aclaro la garganta. — ¿Me preguntaba
si podía hablar con Ben?
— ¡Por supuesto! Ben ha dicho muchas cosas buenas acerca de ti—,
dice ella. —Déjame que le hable—. El sonido en el otro extremo se
escucha amortiguado, cuando ella le llama por su nombre. Cuando
vuelve a estar en la línea, su voz es un susurro. —No te rindas con él,
¿de acuerdo? Está hablando con Gemma en este momento, pero creo
que estará agradecido por la interrupción.
¡Oh, no! Gemma.
¿Por qué no está en la escuela?
— ¿Gemma, no?
Sí, pero Ben dejo muy claro que, no está interesado más que en ser
amigos. De una buena manera, pero aun así, muy claro—, dice.
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—He estado escuchando durante el sueño del bebé. Yo no podía
ayudarme a mí mismo. Él es un buen chico y realmente yo quisiera que
encontrara alguien que—, Ella se rompe con un humh preocupado.
—Espera un segundo, Ariel.
Ella cuelga el teléfono con un sonido suave. Escucho sus pasos se
desvanecen y escucho que llama a Ben, una vez más a la distancia. Una
vez, dos, tres veces, sus gritos cada vez más alto y más fuertes con cada
grito de pánico. Yo sé, sucede algo malo, incluso antes de que ella
vuelva a estar en la línea.
—Lo siento, Ariel—, dice. —Me tengo que ir. Ben salió de la casa.
—Fue a la casa de Gemma—. Con ella. Oh Dios, oh no. —Voy a tener
que llamar a su hermano—. Ella suspira. —Lo siento. Pero llama más
tarde. No te rindas con Ben. Tiene un buen corazón.
—Yo lo sé—, le susurro. —No voy a renunciar.
No siempre, añado en silencio. Lo encontraré. Voy a seguir a Gemma
para que no le haga daño y hacer todo lo posible para mantenerlo a
salvo. Cuelgo y veo por la ventana de Ariel, pero se me congelan los
dedos sobre el panel. No puedo hacer esto. No puedo salir a hurtadillas
de la casa. Se destruiría los principios frágiles de la nueva relación
entre Melanie y Ariel, seria traicionar la confianza de Melanie
evidentemente, ella ha trabajado duro para darme todo.
Para darle a su hija, la que va a recuperar este cuerpo, tal vez muy,
muy pronto, si Gemma tiene la intención de sacrificar a Ben hoy.
Sacrificarlo.
Ben.
No hay tiempo que perder cuidando a Ariel Dragland. Sin embargo, por
alguna razón, mis pies me llevan lejos de la ventana, de regreso por el
pasillo hasta la cocina, donde Melanie está guardando el pan. Se vuelve
a sonreírme, pero su sonrisa se desvanece cuando ve mi cara.
— ¿Qué es? ¿Qué pasa?
—Ben me necesita. Tengo que ir a él, mamá—. Melanie sacude la
cabeza.
—Ariel, yo no creo que sea una buena idea. Ustedes dos ya han tenido
un día traumático. Creo que deberías darle un poco de tiempo y-
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—No es cualquier momento. Tengo que verlo. Por favor, mamá, le ruego.
—Voy a coger el coche. Por favor—. Ella vacila un segundo.
—No, Ariel. Tú necesitas quedarte en casa. Estás estresada y agotada
y…
—Lo amo, mamá—, le digo, captura las palabras en la garganta, por lo
que doy verdadera lástima al hablar. —Y él me ama. Él me dijo que me
amaba, pero yo estaba demasiado asustada para decirlo también. Y
ahora me temo que no voy a tener la oportunidad. Creo que podría ser...
—Miento para decir, cubriendo la historia, ¿para explicar que tan
desesperadamente necesita ir a Ben?
—Creo que él podría huir. Tengo que detenerlo y hacerle saber que
podemos salvarnos de la cosa de la escuela mañana. Que podemos
pasar a través de cualquier cosa.
Melanie mira por un largo rato antes de hablar. —Ve y cámbiate la
ropa a una seca—. La esperanza muere dentro de mí. Voy a tener que
salir a hurtadillas por la ventana. No tengo otra opción. —Y entonces
puedes tener las llaves.
— ¿Puedo hacerlo? — Me pregunto, sorprendido.
—Sí, puedes. Pero te vas a llevar a mi teléfono celular y responderás a
la segunda llamada y usaras tu ropa de lluvia y no conducir demasiado
rápido o no harás algo estúpido con este muchacho.
—No lo haré. ¡No quiero! — a travesé la cocina y le di a Melanie un
abrazo rápido. —Gracias, mamá.
—De nada—, dice ella. —Tiene suerte de que me tengas.
Yo la miraba, deseando poder decirle lo mucho que sus palabras
significan para mí. En cambio, me abrazaba por última vez y corrí hacia
el cuarto, decidí a cambiarme la ropa más rápido que nadie se la ha
cambiado alguna vez antes.
Espera, Ben. Ya voy.
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Traducido por BrendaCarpio
Corregido por Mayte 008
¿Dónde están?
¿Dónde lo ha llevado?
¿A dónde iría si yo fuera Gemma y quisiera un lugar agradable, privado
para un asesinato?
Asesinato.
La sangre de Ben en el suelo, los ojos sin vida de Ben mirando…
Trago y agarro el volante con más fuerza. Tal vez sólo están hablando.
Tal vez las cosas no son tan graves como me temo. Sin duda, Gemma
no se han transformado por completo. Precisamente ayer, parecía
cuidar de Ben. Esta misma mañana, me advirtió que estuviera lejos de
él. No importa lo que Romeo le prometió, no importa lo que Ben podría
haber dicho esta tarde, seguramente ella, no está dispuesta a quitarse
la vida. Al menos, no todavía.
Me aferro a esa esperanza y me dirijo por las calles de Santa María, en
busca de cualquier señal de Gemma o el auto de Ben. Las gotas lluvia
caen fuerte los limpiaparabrisas no pueden mantenerse al día, apenas
deslizan una hoja de distancia de la lluvia antes de que otra explosión
de humedad ocupe su lugar. Tengo que inclinarme hacia adelante y
hacer el esfuerzo para ver las calles inundadas.
La escuela no ha terminado todavía y la mitad de las empresas han
cerrado temprano. Los turistas habituales se han amedrentado por el
tiempo loco y el pueblo se siente extrañamente desierto. El vacío hace
que mi pico de ansiedad cada vez más alto.
¿Dónde están?
¿Dónde han ido?
Viajo a través de los recuerdos de Ariel, en busca de alguna pista de
dónde podría ir Gemma, pero no puedo encontrar nada sólido para
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saber. La vida de Ariel todavía se siente mucho más lejos de lo que
debería.
He dejado que mis propios deseos ocupen demasiado espacio dentro de
esta piel. Estoy desplazando la información que necesito para mantener
a Ben seguro.
Él tiene que estar seguro.
¿Qué voy a hacer si él no lo está?
¿Qué voy a hacer si es demasiado tarde?
¿Qué pasaría si Romeo tiene…
Romeo.
Yo no sé de Gemma, como me gustaría, pero sé de Romeo. Sé la forma
en que trabaja, conozco los lugares a los que anima a sus adeptos a ir.
Le gustan los lugares aislados, con un toque de lo macabro. Los
cementerios, edificios abandonados, las ruinas de antiguas iglesias. No
hay ruinas de la iglesia en Solvang. Hay un montón de cementerios,
pero está lloviendo tan fuerte que no sería lo ideal. Tal vez un edificio
abandonado, un lugar donde Gemma sabe que no va a ser observado.
En algún lugar donde pueda apagar las cámaras de seguridad y limpiar
el desorden en su tiempo libre. ¡Uno de los establos de su padre! Pero
no sobre la base de Sloop como el de ayer. Ella no quiere ser vista
conduciendo a Ben a través de la puerta y mi instinto me dice que no se
esconderá debajo de una manta por segunda vez.
Sin embargo, los Sloops son dueños de un lote de tierra, kilómetros de
viñedos repartidos por toda el área, claro hasta el mar. La mayoría de
los viñedos tienen dependencias para almacenar maquinaria agrícola.
¿Y Ben no dijo algo acerca de estar con Gemma en un granero?
¨—Hemos pasado un tiempo en uno de los graneros de su familia, cerca de mi casa.¨
Doy la vuelta en el camino de Ben, esperando que me esté dirigiendo en
la dirección correcta. No me puedo imaginar a Ben querer ir a ninguna
otra parte con Gemma. A menos que ella esté sosteniendo un arma de
fuego sobre él, probablemente sugiera algún lugar cercano.
A menos que ella esté sosteniendo un arma de fuego...
Su padre tiene una buena colección. No sería difícil para que ella
consiga una en sus manos. Debería haber agarrado algo más serio que
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un cuchillo de la cocina, pero Melanie estaba en la cocina, de pie justo
en frente del cajón de los cuchillos.
Conduzco más rápido, observando los pequeños carteles a ambos lados
de la carretera, los que del nombre de la variedad de uva crece en un
campo y al tiempo identificar qué bodega de uvas pertenecen.
Los Sloops siempre han marcado y son una de las pocas empresas que
se molestan a poner cercas alrededor de su propiedad. Realmente no
hay razón para hacerlo. Las únicas personas que deambulan en los
campos son turistas borrachos que quieren tomarse fotos con las vides
y rara vez dañan a alguien.
Supongo que incluso los Sloops lo saben en algún nivel. El viñedo de
uvas chardonnay a una milla frente a la casa de Ben está rodeado por
una valla de alambre de púas, pero ninguna puerta bloquea el camino
lodoso que lleva a los campos. Freno con fuerza, enviando la parte
trasera del coche a patinar y girar por el camino estrecho. Hay marcas
de neumáticos en la tierra húmeda y se ven frescos.
Unos minutos más tarde, los huecos de la tierra, revelan un punto bajo
en el campo donde las vides están bajo el agua. Freno, cuestionando
mis instintos hasta que no veo las pistas de lodo en el otro lado del
agua estancada. Alguien ha conducido por aquí, hace poco y casi se
quedó atascado en el camino. Pegotes de barro cubren las vides cerca
de las pistas, testimonio de cómo los neumáticos giraban mientras
luchaban para salir de la zona inundada.
Tal vez Romeo le dijo Gemma que viniera hasta aquí por sólo esta razón,
a sabiendas de que, si la lluvia sigue cayendo, todos ellos se inunden en
el otro lado, dándoles el tiempo suficiente para matar a Ben y completar
el hechizo de obligar a Gemma a los mercenarios antes de que alguien
llegue a su ubicación.
Observo el agua. No se está moviendo. No voy a ser llevada si trato de
cruzar a pie, pero no tengo idea de cuánto más lejos ha llegado Gemma.
Algunos de los campos están a kilómetros de ancho y no puedo ver un
granero aquí.
¿Y si voy a pie y estoy demasiado tarde?
¿Y si esos minutos ganados en el auto hacen la diferencia entre la vida y
la muerte?
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Mi pie se desplaza hacia el pie del acelerador y el auto fácilmente se
desliza por la colina. El agua sube por la ladera. Arriba, arriba, hasta
que aguanto la respiración, preguntándome si voy a hacerlo.
¿Y si el motor para?
¿Los neumáticos flotan arriba de la tierra?
La Hyundai de Melanie es pequeño no pesa mucho y el agua está
subiendo, subiendo, hasta que llega a la ventana y puedo tocarla. El
auto hace un sonido de chisporroteo y me siento inútil haciendo girar
las ruedas por un segundo antes de coger el suelo otra vez.
—Por favor, por favor, por favor —murmuro, inclinándome hacia
adelante en mi asiento, dispuesto a que el auto ruede un poco más,
los pies...
Las ruedas giran, a continuación, cogen, giran, cogen y finalmente salgo
a la carretera en el otro lado, con pulverización de barro ya que el auto
lucha por salir de la inundación. Y entonces estoy de nuevo en
movimiento, el pequeño aumento, hacia abajo en una posición más
superficial de agua y luego una vez más. Alrededor de un centenar de
metros de distancia, lo veo. Un pequeño granero y el BMW de Gemma
estacionado alrededor.
Alivio y temor estalla en mi interior, sobrecargando mi sistema nervioso,
haciéndome temblar cuando me estaciono a un lado de la calle a unos
cincuenta metros de distancia y apagó el motor. No quiero que me
escuche si no lo ha hecho ya. Tomo solamente un segundo para
levantar el capa de mi gabardina y acariciar mi bolsillo, asegurar que el
cuchillo de pintar todavía está allí, antes de salir a la lluvia. Los trueno
y la lluvia golpea contra mi cabeza y los hombros, con los puños
diminutos advirtiéndome para entrar y salir de la naturaleza para sus
propios dispositivos.
Camino tan rápido como me atrevo por la colina hacia la entrada del
granero. No hay puerta y la estructura no es tan grande. Dependiendo
del lugar donde Ben y Gemma estén de pie, puede ser que me hayan
visto. Mi instinto me dice que me mueva lentamente, trate de no llamar
la atención. Por si acaso. Pero es difícil frenar mis pasos y no romper a
correr. Tengo que ver a Ben. Tengo que tocarlo, sentir el calor de su piel
y sé que él todavía está vivo.
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Por favor, por favor, por favor.
Por favor, que esté bien.
No sé lo que voy a hacer si no lo está, si voy a ser capaz de parar antes
de caer sobre Gemma con esta arma ridícula y buscar de alguna
manera su fin. Me temo que voy a matarla si ella lo lastima, no importa
las consecuencias para mi alma o el cuerpo de Ariel.
Los segundos marcan implacables con una lentitud, cada paso
resbaloso es una eternidad. Y de repente, el motor de un auto se
enciende y el tiempo se detiene. Giro a la derecha, doy la vuelta justo a
tiempo para ver a Gemma en el BMW desde el barro y dirigirse hacia
mí. Echo un vistazo a su pálido rostro detrás de la rueda, la miro a los
ojos por un momento que no deja ninguna duda de que ella me ha
visto, antes de la lluvia empañe su reflejo.
Entonces todo lo que puedo ver es de color gris acero y la parrilla del
coche y el barro que vuela de las llantas que giran más rápido y más
rápido y no hay indicios de detenerse. Me tiro sin un segundo que
perder, pasa tan cerca que siento el calor del motor en las piernas. El
neumático trasero me salpica de suciedad por las velocidades de
Gemma a distancia. Las gotas de lluvia caen en los charcos como
cuartos lanzados desde el espacio exterior. Me tumbo en el lodo,
temblando de miedo, incapaz de moverme, incapaz de levantarme del
suelo.
Ella está a la izquierda. Ella casi me atropelló.
¿Por qué haría eso?
¿Por qué, si tiene ya la sangre de Ben en sus manos?
Un sollozo se eleva de mi garganta. No sé si puedo hacerlo. No sé si
puedo ir allí y mirar hacia abajo a otro cuerpo muerto. No es el cuerpo
de algún compañero del alma que conozco, pero es el cuerpo de un
chico que me gusta. Un chico del que me alejé, cuando debería haberlo
acercado y protegerlo.
Un chico tan bueno y…
Unas manos toman mis brazos, me levantan del suelo, por lo que me
dan ganas de gritar de alivio. Sé de quién son esas manos. Incluso
antes de que su rostro aparezca por encima de la mío, sé que es Ben
sacándome de la lluvia.
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Ben. ¡Vivo! ¡Vivo!
Apenas estuvimos cubiertos en el granero y me lacé a él, entrelazando
los brazos alrededor de su cuello, besando a través de su cara, su
mejilla, su mentón, sus labios, su nariz, sus labios. Sus labios.
Calientes, suaves y hermosos y de Ben.
Ben, Ben, Ben.
Podría decir su nombre mil veces y nunca cansarme del sonido del
mismo. Yo podría darle un beso así durante horas, días, años. Pero
primero, hay algo que tengo que saber.
Pongo mi boca en la suya.
—Te amo —. Y lo hago. Ya he tenido un compañero del alma, el aura de
Ben está brillando por otra y estos no son mis labios que hablan o mis
brazos que lo sostienen. Pero es mi corazón y mi verdad. Él es mi amor.
Mi imposible, el amor condenado al fracaso innegable.
—Te amo—. Él ahueca mi rostro entre sus manos temblorosas.
—Estoy muy contento. No puedo creerlo. ¡Ella casi te pasó por encima!
— ¿Y tú? ¿Estás bien? ¿Te lastimó?—
Moví las manos sobre sus hombros, hasta el pecho, sintiendo el pulso
de su corazón bajo su suéter húmedo. Es negro, salpicado de gotas de
color rojo. Puedo tocar una gota con los dedos y mis rodillas casi
debilitan por el alivio. Es pintura. No sangre.
—Estoy bien, pero…
— ¡Pero nada! — Aprieto sus hombros, cepillo su húmedo cabello de los
ojos. —Te dije que tuvieras cuidado con ella.
—Ella quería ir a algún lugar donde pudiéramos hablar en privado—
dice Ben. —Mi cuñada seguía apareciendo en el porche ofreciendo
bocadillo para así poder escuchar lo que estábamos diciendo. Era
embarazoso y sabía que éste granero estaba cerrado. Entonces sonó el
teléfono y Marianne fue a buscarlo, por lo que subimos en el auto de
Gemma. Pensé que sólo serían alrededor de veinte minutos, estaríamos
de vuelta antes de que ella notara que nos habíamos ido—. Él me
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abraza más fuerte debido al boom de los truenos una vez más. Dejo que
mis brazos se enreden alrededor de su cuello.
—Pero tan pronto como estacionamos, supe que no debimos haber
salido. Gemma solo perdió… La Mente. No creerías las cosas que
estaba diciendo—. Oh, yo podría creerlo.
— ¿Cómo qué?
—Como cosas.... locas. Al parecer, ella y Dylan son...
— ¿Amigos?
—Más bien como una relación—. Él resopla por debajo de su aliento. —
Es sólo una cosa física, supongo, pero ella dijo que ha estado
ocurriendo desde hace un tiempo. ¿Qué sabías acerca de eso?
—No, no sabía—. Niego con la cabeza. Pero debería haber adivinado.
Por lo que sé de Gemma, no anda con los chicos con fines puramente
amistosos.
—Lo sé — dice. —Se lo dije. Pero ella dijo que esa es la razón por la que
salió con Dylan y la razón de que tú y yo estemos... conectados. Ella
piensa que estás tratando de robar su identidad, porque estás tan en
mal estado cómo para crear el tuyo propio. Y está convencida de que la
pelea con Dylan fue porque me engañaste... sólo un montón de cosas
que están tan lejos que no veo cómo podía decirlo con toda seriedad.
Ruedo los ojos. Si Ariel y Gemma estaban en una carrera para ver que
estaba más desordenado, Gemma sería corredora delantera por una
vuelta o tres.
—Le dije que no me engañas—. Su frente baja hacia la mía. —Y le dije
cómo me siento. Acerca de ti—. Me alejo, mirándolo.
— ¿En serio? Aunque…
—Tenía la esperanza de que vendrías—. Sus labios formaron una
sonrisa torcida. —Pero incluso si no los has tenido, sigue siendo la
manera en que me siento. No va a cambiar.
— ¿Qué te dijo? — Desliza sus manos hacia arriba y hacia debajo de mi
espalda de una manera que es una parte reconfortante y otra parte muy
molesto.
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—Ella me dijo que estaba enamorada también. De algún otro chico.
— ¿Qué? — Fruncí el ceño.
—No iba a dar nombres, pero supongo que hay un tercer chico en la
imagen. Uno que ¨vale la pena.¨ Ella dice que están enamorados y que
la ha convencido para que cambie su vida y que no quiere jugar más.
Ella en realidad tuvo las agallas para decir que estaba tratando de
protegerme. De ti.
Que estás loca y tienes toda esta ¨profunda rabia enterrada¨ que nadie
más sabe y así sucesivamente hasta que sólo se echó a reír.
—No lo hiciste—. Curvé los labios a pesar de mis preocupaciones.
—Lo hice. Y entonces le dije que me gustaba tu ira profundamente
enterrada y todo lo demás acerca de ti. Fue entonces cuando ella
realmente perdió el control—. Se encoge de hombros, un movimiento
que me lleva aún más cerca, hasta que puedo sentir su estómago
presionar junto mientras respiramos. —No me podría importar menos.
Gemma no es nada para mí. Yo nunca me sentí así con ella. Nunca me
he sentido de esta manera con nadie.
—Yo tampoco—. Incluso en los días en los que adoraba a Romeo. No me
sentía así. No sentía que podía decirle algo y él iba a tratar de entender.
Yo no creo que él viera a través de mi corazón y que me quisiera con
mis fortalezas y mis debilidades.
Romeo me levantó hasta lugares de vértigo con su adoración, pero
nunca me sostuvo con el reconocimiento gentil, nunca hizo que mis
pies se sintieran plantados en tierra firme. Plantado en un lugar real y
maravilloso, algo más sorprendente que ¨siempre¨
Una vida humana, un corazón humano dado libremente, es el mayor
regalo que nadie puede dar. Y Ben quiere dármelo. El último color de su
aura rosa profundiza antes mis ojos, hasta que el corazón de él se
quema en un rico vino tinto. Es una luz pasando en la oscuridad en
más de un sentido.
Mi mano se desliza de su cuello para presionar contra mi pecho. Nunca
he sido capaz de ver mí propia aura que asumí no tendría después de
mi muerte, pero:
¿Qué pasa si...
¿Y si... si estoy brillando tan intensamente como Ben?
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Sin duda alguna, explicar por qué Romeo estaba tan emocionado
cuando vio las luces por primera vez en el teatro. Debe haber visto mi
aura y pensó que estaba brillando para él. Y entonces él me vio con
Ben. Es por eso que de repente esta tan concentrado en hacer valer su
reclamo, por qué…
¿Qué ha hecho? Esto no cambia nada.
¿Qué he hecho?
Me he enamorado de otra persona, el verdadero amor, el amor que
quema el corazón. Y lo cambia todo.
— ¿Crees que una persona puede tener más de un compañero de
alma?— le pregunto, mi pulso acelerado, mientras espero respuesta de
Ben. Él ladea la cabeza.
— ¿Por qué? ¿Estás pensando en cambiarme ya? — Algo dentro de mí
se aclara, sólo porque él es tan determinado. Así que soy la Única. Su
uno.
—No. No, yo sólo que... pensé que estaba enamorada una vez. Hace
mucho tiempo cuando yo era... más joven. —Varios cientos de años más
joven. —Yo estaba tan segura de que era, mi única oportunidad, pero
ahora...
—Gemma dijo que Dylan fue tú primera cita—. Me muerdo el labio,
porque no quiero mentir, pero también tengo miedo de decir toda la
verdad.
—Me reuní con otro chico en una fiesta. Nunca fuimos en una cita. Él
se colaba en mi casa por la noche y hablábamos, pero sólo duró unos
días. Cinco días después me encontré con que... salió de la ciudad.
—Me conoces hace sólo tres días.
La realización me hace empezar. Es cierto, pero parece que conozco a
Ben desde siempre. Me he sentido así desde la noche en que nos
conocimos. Es como si una parte de mí ha estado esperando a reunirse
con él toda la vida, mi otra vida entera.
—Lo supe en la primera noche — susurra Ben. —Esa primera hora.
Inmediatamente después de limpiar la sangre de tu cara, pensé, esto
es, esto es...
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— ¿Qué?
—Esta es la chica con la que voy a pasar mi vida. Lo pude ver... — dice,
una mirada vulnerable en sus ojos hace que sea difícil tragar. Tal vez él
realmente se enamoró de mí, de mí, esa primera noche. Antes de verlo
en la luz, antes de saber que su aura era incolora, antes de conocernos.
Tal vez Ben no es el compañero de alma que he sido enviada para
proteger después de todo. Tal vez he sido enviado por Gemma y otra
persona. Tal vez el otro chico que está viendo, el que ella le dijo a Ben
que valía la pena.
—Yo no necesito más tiempo para saber que nunca me he sentido esto
antes y nunca lo haré otra vez — dice Ben, desterrando pensamientos
de cualquier cosa, pero él pone sus manos suaves sobre mis caderas. —
Pero no me importa si tiene—. Mis cejas se arquean.
— ¿No te importa?
—No. No me importa si no soy el primero—. Su cabeza se inclina y sus
labios se mueven dentro de un susurro en la mía. —Mientras yo sea el
último—.Y luego me besa, hasta que el mundo gira y mi sangre corre. Y
no hay nada, sólo Ben.
Y él es perfecto y correcto y bueno y lo amo. No me importa si esto es
imposible. No me importa si está prohibido. Sé que no está mal. No hay
nada malo en la forma en que duele, nada de malo en la forma que
aumenta la velocidad de su corazón junto con el mío, nada de malo con
sus manos en los botones de mi gabardina, trabajando en las barreras
que nos separan el uno del otro. Quiero su piel en mi piel, quiero…
La piel.
El forro de felpa de la gabardina se desliza a lo largo de mis brazos a
medida que cae al suelo, me recuerda a las cicatrices asomando por
debajo de la camiseta que me puse antes de salir de casa. Las
cicatrices.
La piel.
Esta no es mi piel.
—Espera—. Me ahogo con las palabras que tropiezan de nuevo y las
manos vuelan a taparme la boca. Éste no es mi cuerpo.
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Ben y yo podríamos ser almas gemelas, pero no tengo forma física
propia. Yo no pertenezco aquí y nunca seré capaz de mantenerme.
A pesar de la extrañeza de este cambio, a pesar del milagro de
enamorarme de nuevo, no puedo prometerle a Ben un futuro con éste
cuerpo. Nunca podré estar con él, aunque sea por una noche. El alma
de Ariel está ahí en la niebla. Ella regresará. Antes o después. Tal vez
antes, si Romeo descubre que Ben no es el compañero de alma de
Gemma después de todo.
En algún lugar, Romeo podría haber encontrado el verdadero amor de
Gemma y empezar a crear el progreso convincente para que él mate a
Gemma, a cambio de la inmortalidad. Ben y yo podríamos tener un día,
tal vez menos. Y luego me iré y el alma de Ariel estará aquí en mi lugar.
Si utilizo el cuerpo como el mío, voy a ser una abominación. Voy a
pasar por encima de la línea y me convertiré en un monstruo. Cuando
llegue el momento para Ariel y Ben de estar juntos, tiene que ser por la
decisión de Ariel.
Cavo los talones de las manos en mis ojos y lucho contra la
desesperación de la idea de dejar a Ben, trato de ignorar los celos que
aparecen, me imagino los labios de Ariel contra los suyo.
—Lo siento —dice Ben, sigue respirando rápido. —Yo ni siquiera estaba
pensando. Podemos esperar. Podemos esperar el tiempo que desees.
Podemos esperar hasta que estemos casados, si quieres.
—Casados. —Sollozo la palabra.
—Sí. Casados. ¿Por qué no? ¿Algún día? — Me toma de las muñecas,
saca las manos lejos de mis ojos. Su amor hace que las lágrimas
rueden por mi cara. —Te amo. Lo que quiero todo contigo. Me quiero
casar contigo y tener hijos y envejecer contigo. Y luego quiero morir el
día antes que tú, así nunca tendrá que vivir sin ti.
No puedo decir una palabra. Sólo lloro más.
¿Qué he hecho?
¿Cómo pude permitir que esto suceda?
¿Cómo pude haber llevado a Ben a que sienta la misma clase de dolor
cuando me vaya?
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Él y Ariel parecían posible juntos antes, pero ahora que sé que Ben ha
caído tan fuerte, sé que va a ser capaz de decir algo anda mal. Él va a
reconocer la diferencia de alma entre la Ariel de éste cuerpo y de la mía.
Y él se romperá, preguntándose qué ha sucedido, preguntándose si el
amor es tan real como él pensaba, que si una conexión de alma puede
desaparecer tan repentinamente.
— ¿Por qué lloras?
—Debido a que... no puedo estar contigo. No importa lo mucho que
queramos.
— ¿Por qué? —La palabra parece arrancar su pecho, como si la idea de
no estar conmigo es potencialmente mortal.
—Yo no te puedo decir. Nunca me creerías.
—Voy a creer. Juro que lo haré —. Él llega a mí, pero doy un paso
poniendo distancia, cerca de donde cae la lluvia fuera de la puerta del
granero. —Cualquier cosa que digas, no importa cómo…
—No entiendes. Es... no soy la persona que piensas que soy.
—Sí, lo eres—. Él llega a mí de nuevo y esta vez lo dejó envolver sus
brazos alrededor de mí. Es muy doloroso no. —Sé quién eres. Te quiero,
Ariel. Te…
—Yo no soy Ariel—. Ben mueve la cabeza, frunciendo las cejas. —No
entiendo.
—No soy…
Yo no soy Ariel Dragland. Mi nombre es Julieta, y he pasado siglos
saltando dentro y fuera de los cuerpos de otras personas, luchando por el
amor, tratando de salvar a las almas gemelas de Romeo, el hombre que
me mató. Sí, aquella Julieta. Aquel Romeo. Él está en el cuerpo de Dylan.
Y sólo estoy tomando prestado este cuerpo por un corto tiempo.
Entonces me habré ido y el alma que realmente vive aquí tomará mi
lugar. Pero no importa lo que ella recuerde, nunca te amará de la forma
en que lo hago yo. Nunca.
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Trago. Es imposible. Él nunca me creerá. Nadie lo ha hecho, nadie lo
hará.
—Yo soy... lo siento.
—No te atrevas. No huyas de mí—. Él me sostiene fuerte, los dedos
presionando en la espalda. —Estoy escuchando. No eres Ariel.
Entonces:
¿Cómo debo llamarte? No me importa. Te amo, no importa el nombre
que uses.
Si sólo fuera tan simple. Una rosa con cualquier otro nombre. Todavía
huele a lo imposible. Es un cuerpo que necesito, no un nombre.
Un cuerpo.
La palabra flota a través de mi mente y la tentación danza detrás de
ella, atrayéndome con los dedos humeantes. Si trabajo en un hechizo y
recupero mi antigua forma:
¿Podría Ben amarme en otro cuerpo?
¿Sería capaz de mirarme a los ojos y ver a mi alma y creer?
No importa lo imposible que parezca.
— ¿Sirena? —Su mano recorre mi frente, tanteando el hueso. — ¿Qué
está pasando ahí dentro? — Miro a su dulce rostro.
—Nada—. No puedo hacerlo. Salvarme significa salvar a Romeo y
Romeo merece morir.
Él podría morir tan fácilmente después del hechizo como antes. Sobre
todo si tiene un poco de ayuda...
Y aquí estoy de nuevo. Detrás de un asesinato, pero esta vez pensando
en mantener mi amor, no simplemente para salvarlo.
—Tenemos que irnos —le digo, cogiéndole la mano. —Apenas pasé a
través del agua hace veinte minutos y la lluvia ha seguido. Puede ser
que…
—Oh, mierda —dice Ben, mirando sobre mi hombro. Giro, siguiendo el
curso de su mirada veo el auto de Melanie. El agua se ha incrementado
rápidamente. El tronco que estaba bajo el capó subirá en poco tiempo.
No hay manera de que seamos capaces de manejar ahora.
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Y Melanie me va a matar.
—Tengo que llamar a mi mamá. ¿Has traído tu celular? — pregunto. —
El mío está en el auto, pero puedo tratar de…
—No te molestes—. Ben saca el suyo del bolsillo y lo mantiene entre
nosotros. —No hay servicio aquí. Lo comprobé cuando Gemma empezó
a convertirse en psicópata. Iba a llamar a mi hermano—. Suspiro.
—Creo que deberíamos tratar de caminar. Tu casa no es…
Los relámpagos, los truenos que aparecen luego como flashes, son una
advertencia que nos hace dar un paso prudente de distancia de la
puerta.
—No es seguro que caminemos a través de este tiempo — dice Ben.
Poniendo sus manos sobre mis hombros y aprieta. —Supongo que estás
atrapada por un tiempo conmigo.
—Supongo que sí—. Si yo fuera una chica normal, estar atrapada en un
granero acogedor con el chico que me gusta sería el cielo. Pero yo no soy
una chica normal. Y mi única oportunidad de convertirme en algo
cercano a una se me escapa entre los dedos. Ben se escapa a través de
mis dedos.
Me doy vuelta y envuelvo mis brazos alrededor de su cintura,
presionando mi mejilla contra su pecho, cierro los ojos y lo aprieto.
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Traducido por Strongberry
Corregido por Mayte
Sangre, sangre por todos lados pero ninguna gota para beber. Esta se
derrama desde la arrugada garganta de la vieja mujer, se derrama a
través de la vestimenta sucia que mantuvo por dos días, todo junto en
el suelo, el ultimo calor humano, robado por una piedra.
Él ha elegido una tumba, como la ubicación para el ritual para matar, el
líder de los Embajadores, un mausoleo, no tan lejos de la ciudad.
Por razones nostálgicas.
Por un gótico florecer.
Por risas.
No está sonriendo ahora. El tiró del cabello de ella, tirando su cabeza
hacia atrás, haciendo que la cortada, que estaba debajo de su barbilla
se haga más grande. Me sonríe, un giño entre amigos. No hay magia
aquí, ninguna luz dorada derramándose en la oscuridad, ni un lamento
tan triste, como un anciano expulsado del paraíso.
La mujer de la panadería no estaba acostada cuando dijo que ella no
sabía de lo que estábamos hablando, que ella nunca escuchó de los
Embajadores de la Luz.
A pesar del brillo dorado que llena su aura de vida, Nancy no es la
mujer que él está buscando. Él estaba equivocado, equivocado,
equivocado, después de estar tan seguro, seguro, seguro.
El. El. El.
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— ¿Es esa una sonrisa Romeo? — preguntó, con una sonrisa tan fría
como el cuchillo que todavía agarra en su mano roja. —No puedo
imaginar por qué estas sonriendo.
—Yo tampoco puedo—. Alguna dura semilla de la cordura, que está
enterrada profundamente, me insta a suturar la sonrisa que rasga a
través de mis mejillas. Pero no lo hago. Yo sonrío más grande, dejando
que la imperfección se esparza.
Ella no me ama.
Ella ama a otro.
Ella se sonroja como una flor rosa, aunque yo la arranqué de las raíces
hace mucho tiempo.
Ella es mi alma gemela.
Ella no debería arder por nadie más que por mí.
Eso me hace dar ganas de matarla.
Matarlo.
Matar a todas las personas de este pueblo, cualquiera que haya dado
testimonio de su nuevo amor, sus miradas y suspiros persistentes.
Pero por debajo de la sed de sangre, por debajo del odio, por debajo
del miedo y la ira, hay algo más.
Por un momento, ese momento luminoso de esta mañana cuando pensé
que el resplandor del corazón de Julieta era por mí, sentí… felicidad.
Nada más que Felicidad.
Sentí…esperanza, la chispa de algo puro, parpadeando como rayos a
través del aire seco, colocando cosas que crujían dentro de mí.
—Bueno…— él tiene un gran mirada en los ojos y tira el cuchillo al
suelo, donde cae con un ruido metálico opaco.
—Esto es lo más infeliz.
—Lo más infeliz—, yo repetí, retrocediendo un paso, cuando la sangre
se esparcía sobre mis pies. Por primera vez en un buen tiempo, no
quiero tocar ese rojo desastre, no quiero manchar mis dedeos de
muerte.
—Yo me supongo que, ella está afuera en algún lugar, escondiéndose de
mí, ayudando a Julieta a encontrar su camino.
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—Yo creo que no—. Sacudí mi cabeza.
—Su enfermera no ha hecho contacto. Julieta está asustada y sola. Si
ella estuviera recibiendo ayuda, yo lo hubiera visto en sus ojos. Ella no
tiene secretos conmigo.
—Eres un tonto.
Empuja la silla de la mujer con su pie mientras
camina al pasar, golpeando el cadáver en el suelo, haciendo que esta
cosa nueva dentro de mí tiemble. Ella está muerta. Yo estoy… no muy
contento.
—Los Embajadores tienen tantos secretos que no te podrías imaginar y
ahora Julieta también sabe nuestro secreto, ¿cierto?
Abrí mis ojos muy grandes, fingiendo inocencia como muchas veces lo
he hecho antes.
—Yo no haría eso.
— ¿Oh? ¿No has estado diciendo secretos fuera de la escuela?
—Claro que no. No le he dicho nada.
—Le has dicho todo.
Mete la mano en el bolsillo de mi abrigo,
limpiando la sangre de él, sacando el teléfono celular que estaba ahí.
—Le puse un dispositivo de escucha en la parte de atrás. Hace dos
días. Escuche todo lo que le dijiste en el teatro—. Él sonrió, estrechado
los ojos de placer ante el temor, no cabe duda de que baile en la mía.
—La tecnología es nuestra propia magia, ¿cierto?
—Si, lo es— asiento con mi cabeza y los restos óseos de mi sonrisa caen
estrepitosamente hacia el suelo.
Él sabe.
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Él sabe que yo solo pretendía hacer su trabajo, mientras que
al mismo tiempo tenía mi agenda. Él sabe que tengo un conocimiento
mucho más allá de lo que un Mercenario podría poseer.
Él sabe que he mentido, engañado y robado hechizos secretos de las
manos de sus cuidadores. Sus cuidadores muertos. Debe saber eso
también. Solo hay una sola manera que yo hubiera podido tener en mis
manos el hechizo de los ancianos.
Debe saber que yo fui el que mató a los dos guardianes Mercenarios,
corté sus cabezas, robé sus ojos y hablé las palabras de destierro para
que así la magia oscura nunca los pudiera traer de vuelta para que
dijeran quien se había atrevido a desafiar a la autoridad.
Esto ha sido cerca de dos siglos, desde esa particular ofensa, pero el
tiempo es relativo. Flexible. Sin piedad. Especialmente para ellos.
—Has traicionado tus votos, Romeo Montague—, dijo, aprendiendo en
contra de la pared de la cripta, pero yo sé mejor que pensar que le he
divertido. Esta simplemente saboreando mi dolor inminente,
contemplando todo las formas miserables en las que me va a castigar.
Yo he tratado de derrocar mis dioses y ahora sufriré como solo los
dioses pueden hacer sufrir a un hombre. Me estremezco cuando se
mueve más cerca, envolviendo su mano alrededor de la parte de atrás
de mi cuello.
En el segundo en que su magia, de lleno toca mi carne, mi piel se
ilumina a la vida. Lo puedo sentir. Realmente puedo sentir por primera
vez, en aproximadamente un milenio. Calor y placer y el rasguño de la
ropa que llevo puesta y la suavidad insoportable de la mano extraña, la
sensación de una mano femenina.
Aunque lo odie tanto como nunca lo había hecho, aunque sé que, el
dolor que se viene, me estremezco de nuevo. Como placer. Por ser
tocado. Por ser sentido. Por ser real adentro, carne viva. Esto es lo que
Julieta y yo pudimos haber tenido. Una eternidad de estos momentos.
Juntos.
Valía la pena tomar el riesgo, valía la pena de cruzar la agonía
aplastante del fracaso. Las uñas de sus manos, rasguñaron las cuerdas
de mi cuello, lo excavaron, se abrió lagrimeo, hasta que mis estallidos
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de la piel y los dedos se retorcían dejando pasar a la agonía. Caigo de
rodillas a sus pies, gritando por misericordia, gritando por Julieta.
Una y otra vez, su nombre rasgaba mis labios, aúlla a través de mi
mente.
¡Julieta!
Lo es mejor que orar, pero aun algo dentro de mí ruega
al universo por misericordia.
Déjala que tenga a alguien más de su
lado, alguien que la salve de la amenaza que la llevaría al infierno
que le espera.
Alguien que la salve de mí.
Yo sé que penitencia me toca, por parte de la autoridad y sé que les
daré lo que sea que ellos pidan, solo por tener el sentimiento de ser
tomado, para ser enviado de nuevo a mi familiar prisión. Ya no quiero
sentir.
No quiero sentir este dolor, no es el dolor del alma que me recuerda
todo lo que tiré cuando creí las mentiras de los Mercenarios, cuando
creí que matando a Julieta la primera vez la enviaría a bailar con los
ángeles.
En lugar de eso, se ha convertido en una. A pesar de su ferocidad, a
pesar de su falta de latido que la ha endurecido, ella se ha mantenido
muy bien, tan pura de espíritu. Yo creo que ayudé en mi propio camino.
No he intentado convertirla, la verdad no. No he hecho mi mejor
esfuerzo para traerla a la oscuridad.
—La convertirás.
El, susurró las palabras que sabía que venían, aflojando su control sólo
lo suficiente para desterrar lo peor de la agonía y garantizar que yo
entienda sus instrucciones.
—Su cambio de lealtad nos traerá más poder. Tú la convertirás o esto
será para siempre. No conocerás nada más que el dolor. Tú, te
convertirás en una de las cosas gritonas, que perseguirá a la tierra, una
lección inmortal, para los tontos que se guiaran por tu camino.
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—No tienen poder sobre mí—. La desobediencia se reduce por debajo de
mis palabras. —Estoy en el final de mis servicios. No la convertiré,
no renovaré mis votos. No puedes…
—Renovaras tus votos y harás lo que yo te diga que hagas, o te
regresaré a tu propia carne—. Esa chispa de esperanza saltó dentro de
mí de nuevo.
¿Mi propia carne?
¿Es eso posible?
—Pero sin ningún hechizo, sin su amor, los estragos del tiempo y el
pecado que han trabajado bajo el espectro se mantendrán—. El muestra
su muy brillante sonrisa.
—Vagaras en el mundo de esa forma-
podrido y enfermo- hasta que tus huesos se vuelvan polvo. E incluso
hay, tu alma seguirá atrapada en la tierra sin voz ni forma, nunca
llegaras a las brumas del olvido, nunca entraras al rango de los altos
mandos—. Él puso sus labios contra mi oreja, susurrando la siguiente
promesa directamente a mi cerebro.
—Yo sé, que has sido encontrado setecientos años sin un sentimiento
físico para ser una gran miseria.
¿Qué tan gratamente piensas que unos millones de años como este
pasarían? ¿Cuándo eres un fantasma y nadie puede escucharte?
Sus dedos golpearon mi piel una vez más. Dolor y más dolor, calor y
despiadado- y luego vino el olor. El olor de la muerte de Nancy, de
los residuos de su cuerpo pegado en el vestido sucio, el olor a sangre
en las piedras cerca a mis pies. Yo grité y me atraganté, el estómago
vacío.
—Quieres tus sentido de vuelta tan desesperadamente, Montague.
Disfrútalos. Extrañaras esto cuando seas uno de los espíritus de la
maldición.
Él metió mi cara entre la sangre en el piso. No tendrás ninguna
escapatoria, ninguna buena opción, ninguna misericordia o lastima. No
para mí, no para ella, no para nadie.
En algún lado muy dentro de mí, la chispa de esperanza murió,
aullando como un niño abandonado en la oscuridad.
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Traducido por Aldebarán
Corregido por Katie Gee
Se desvanece la tarde hasta la noche y a la tormenta le crecen los
dientes y gruñe fuera de la puerta, oscureciendo la luz gris en el
granero. Ben y yo escalamos en el pajar, hacemos una cama de paja y
las partes secas de nuestras chamarras y nos acostamos. Y luego nos
sostenemos uno al otro, susurrando en la benevolente oscuridad.
Me habla de su infancia, acerca de todas las cosas que ha pintado y
quiere pintar, sobre los raros trabajos que él ha realizado para
recaudar dinero para sus suministros de arte. Me cuenta sobre su
hermano, su cuñada y su sobrina, quien hace impresiones de
dinosaurios que hacen reír a todos.
Habla acerca de su madre, como ella lo ama y a su hermano con tanta
fuerza. Como cuido de ella en la forma que un padre se preocupa por
un niño antes de que ella muriera, como nunca tuvo tiempo para
estudiar y se quedó retrasado en la escuela.
Me dijo cuan enojado estaba con su hermano por mantenerse alejado
cuando ella estaba peor y luego que su madre muriera, como su enojo
lo mantuvo viviendo en un departamento estrecho con primos, sabía
que eran peligrosos, a pesar de la insistencia de su hermano de que él y
Marianne querían que Ben viviera con ellos.
Yo era más imprecisa, diciéndole de las cosas que quiero, cosas en las
que creo, alegrías sencillas y las dudas y temores diarios.
Y finalmente, cuando la noche se vuelve más fría y oscura, lo abrazo
cerca y susurro la pregunta que ha estado dando vueltas en mi cabeza
por horas.
— ¿Hasta dónde ir? ¿Para salvar a alguien? ¿Para salvarte tú misma?
— ¿Qué quieres decir?
Juliet Inmortal Stacey Jay My Adicción Perfecta
— ¿Te… tomarías las cosas en tus propias manos? ¿Si supieras que es
el única forma de salvar a la persona que amas? — Él se puso tenso, los
músculos bajo mi mejilla se apretaron.
—Escucha, sé… que probablemente me daba miedo hoy, pero juro que
no pasara de nuevo. Sólo me volví loco cuando vi a Dylan con su puño
en tu cabello. Me perdí, pero normalmente yo no…
—No Ben, no se tra…
—El grupo de asesoramiento de la corte me hace ir a terminar en un
par de semanas y no quiero permanecer en un grupo con Gemma—
dijo. — Pero voy a seguir viendo a otro asesor. Mi hermano piensa que
debo seguir yendo. Al principio pensé que era una idea estúpida, pero él
tiene razón. Todavía estoy enojado. Con mucha gente. Y tengo que
conseguir controlarme así no hago lo que hice hoy, a menos que
realmente, realmente lo tenga que hacer.
—Lo sé. No estoy preocupada por ti — Encuentro su mano en la
oscuridad y la presiono. —Estoy preocupada por… estoy preocupada
porque Dylan no quiera detenerse hasta que hiera a alguien.
—Él se detendrá— dijo Ben, con la seguridad de alguien que no
entiende lo implacable de la verdadera maldad.
—Le diremos a mi hermano que ha pasado y podrás tener una orden de
restricción. Voy a tener una también. Nos aseguraremos de que Dylan
no pueda caminar dentro cincuenta pies de cualquiera de nosotros
—No creo que una orden de restricción será suficiente. Él necesita…
irse lejos. Para siempre
— ¿Estás diciendo lo que creo que estás diciendo? — pregunto, con voz
cuidadosa.
—Él no va a parar hasta que alguien sea herido— dije. — Tal vez
incluso después de muertos. Créeme, el mundo sería un lugar seguro
sin Dylan Stroud.
— ¿Es por eso que tienes un cuchillo de pintura en el bolsillo?
— ¿Cómo te…?
Juliet Inmortal Stacey Jay My Adicción Perfecta
— ¿Cierto? — No me atrevo.
—Tal vez.
—Sirena. Estas…
— ¿Loca?
—La persona más temerosa, la persona más feroz que he
conocido—. Su mano presiono la mías.
—Entiendo lo que estás diciendo y por qué estas asustada, pero te
prometo que él no vale la pena. Ni siquiera pensar en algo así como
que… esto no va a hacer un mundo mejor. Esto solamente lo hará peor.
Créeme.
Me estremezco pero no presiono mi mejilla en su pecho. Hay algo en su
voz, algo que me recuerda la forma en que había prometido que era
bueno guardando secretos.
— ¿Cómo lo sabes? —Es su momento de titubear.
—Nunca se lo he dicho a nadie.
—No soy nadie.
—No, no lo eres— susurro, el amor en su voz me desgarro y al mismo
tiempo me junto de nuevo.
—Dímelo.
—Yo… mi hermano…— me abrazo y suspiro. — ¿Recuerdas que te dije
acerca de las quemaduras de cigarrillos que tenía cuando era niño?
—Si
—Mi padrastro Ray, lo hizo. Una tarde mi mamá estaba trabajando
hasta tarde y yo estaba corriendo por la casa. Me estrelle en la mesa
cerca de su silla. El cenicero se desbordo y cuando cayó hizo un gran
desastre. Ray se puso tan enojado, tan rápido y él sólo… lo hizo.
Sin incluso pensarlo. Sólo pincho en mi brazo—. Hizo una pausa.
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—Actualmente creo que se sintió mal después, cuando comencé a
llorar, pero…
No dije nada, sólo lo sujete y escuche. No hay nada que decir que no
hubiera sido dicho una miles de veces antes, nada que pueda acercarse
a la expresión de ¨cómo lo siento¨
—Víctor estaba allí y lo vio haciéndolo. Yo tenía solamente cinco. Víctor
tenía once. Él me aparto de Ray, corrió al baño y nos encerró dentro.
Ray golpeo la puerta y nos gritó por un tiempo, sobre cómo era mejor
que no le dijéramos a mamá que había pasado y cómo fue culpa mía y
así sucesivamente. Nos sentamos allí por horas, con mi brazo bajo agua
fría, tratando de no escuchar.
Los músculos de Ben cada vez estaban más tensos.
—Ray eventualmente se emborracho y perdió el conocimiento en su
silla. Víctor se asomó fuera y se aseguró que Ray estuviera dormido.
Entonces salió del baño y fue al armario de Ray y tomó su escopeta. La
había cargado y apunto a la cabeza de Ray antes de que yo
comprendiera lo que iba a hacer.
Lo estreche, deseando poder borrar todo el dolor de su pasado,
regresarle la inocencia que perdió cuando no era más que un bebé.
—Comencé a llorar—corrí y lo empuje. Llegue justo antes de que el
arma se disparara. La bala dio en la cocina y destrozo muestro horno
microondas. No más corn dogs, no por casi un año—. Dijo, la nota de
finalidad en su voz me dejo reacia a preguntar que paso después.
¿Cómo consiguió su familia pasar por eso?
¿Qué es lo que su padrastro le hizo a su hermano?
¿Qué dijo su madre cuando llego a casa?
¿Cuánto tiempo se forzaron a vivir con ese monstruo?
¿Tenía conocimiento su madre de la peligrosa persona que estaba en la
vida de sus hijos?
Pero no hice ninguna de aquellas preguntas. Esta era la historia de
Ben, lo dirá a su manera.
—Mi mamá se divorció de Ray y no salió realmente con nadie más
después de eso. Aunque era toda una monada cuando era joven. Quiero
decir, obviamente conseguí esta pinta de algún lado—. Dijo y puedo
decir, que él estaba sonriendo.
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—Pero Víctor nunca será el mismo. Era como… aunque no le disparo a
Ray, una parte de él murió. Él sabía que no tenía que haber tomado el
arma y nunca se perdonó por eso—. Se encogió de hombros.
—Creo que es por lo que se convirtió en policía. Es una forma de
probarse o algo. Ver si puede llevar un arma y solamente utilizarla si
realmente tiene que.
Estuvimos en silencio un largo momento, escuchando la lluvia
golpeando sobre el techo, el viento susurrando a través de los espacios
de las tablas de madera y los rayos dirigiéndose a destinos más al sur.
Quiero levantar mi cabeza de su pecho y encontrar su boca con la mía,
para permitirle conocer cuánto significa su confianza por medio de un
beso.
Pero tocar a Ben ya es peligroso. En su lugar, dije la cosa más
verdadera que puedo pensar.
—Te amo— Él se ríe entre dientes.
—Me gusta mucho más que ¨lo siento¨
—A mí también—. Sus manos acarician mi espalda arriba y abajo, más
y más lento, hasta puedo decir, que se está cerca de dormir.
— ¿Ben?
— ¿Hmmm?
—Gracias por contarme. Eso ayudo.
—Nunca podrías dañar a nadie, Sirenita—. Sus labios encontraron mi
frente, besándome suavemente. —Incluso si querías.
Tal vez él estaba en lo correcto. No estoy segura de poder matar a
Romeo. Nunca he sido capaz de dañarlo sin sentir horror por lo que he
hecho y mucho menos hacer algo más serio. Pero incluso si pudiera, no
debería. Ben tiene razón. La Enfermera tiene razón. Tomar una vida es
un acto del infierno, no importa la falta de la persona, no importa
cuántas cosas terribles haya hecho. Incluso si los embajadores son una
mentira, esta es una verdad a la que aferrarme.
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Tendré que encontrar alguna otra forma para hacer frente a la amenaza
que Romeo plantea.
—Sólo prométeme que serás cuidadoso — Susurro en el cuello de Ben.
— Prométeme que no estarás solo con Gemma o Dylan nunca más.
Prométeme que estarás a salvo.
Ben esta en silencio por un largo momento antes de que su aliento
saliera en resoplidos por su nariz torcida. Él está dormido. Y roncaba.
Sólo un poco. Sonrío, atesorando esta nueva cosa que he aprendido
acerca del chico que amo, rezando, seré capaz de aprender más.
Aprenderlo todo.
Tal vez pueda llegar a un acuerdo con Romeo, persuadirlo que deje la
ciudad – o mejor aún, el estado de California – tan pronto como el
hechizo se haya completado. Seguramente el verá que no hay motivo de
quedarse conmigo. No lo amo. Nunca lo haré.
Entonces no podrá reclamar nunca un cuerpo como su propiedad.
Correcto. Romeo insiste que el hechizo requiere de amor y las palabras
de los fantasmas parecen confirmar su afirmación. Pero tal vez él está
equivocado… tal vez si puedo conseguir una vista más cercana a este
hechizo…
Me aferro a Ben, con la esperanza, de calentarme ya que la noche se
enfría y finalmente concilio el sueño en sus brazos.
Las luces se encienden en medio de la noche. Brillantes luces y voces
altas, llamando los nombres de Ben y Ariel. Mis ojos se abren y me
siento, haciendo una dispersión de heno flotando en el aire.
— ¡Estamos aquí! ¡En el henil! — grito, giro para despertar a Ben y
encontrándolo ya sentado a mi lado.
—Esa es la voz de mi hermano— dice. Oigo a una mujer exclamar.
—Gracias a Dios—, y se echó a llorar y sé que Melanie está allí abajo
esperando por mí.
Esto no va a ser bueno. En absoluto. Me encuentro con los ojos de Ben
y él toma mi mano, apretando por un segundo, enviándome fuerza que
siento filtrarse a través de mi piel.
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Un segundo después, estamos corriendo juntos a la escalera. El rostro
de un hombre aparece en la cima justo antes que la alcanzáramos.
El alivio en su expresión me golpea en el estómago. Este debe ser
Víctor, el hermano de Ben. No tenía idea que él estaría tan preocupado.
Sé que Melanie estaría enloquecida, pero Ben y yo hemos estado
¨perdidos¨ por menos una noche.
—Pensamos que ustedes dos… pensamos…— El hombre inclina su
cabeza. Puedo ver su garganta trabajando, conteniendo las lágrimas.
—Lo lamento, Víctor— Ben dice, va hacia su hermano, colocando su
mano sobre su brazo. —Lo juro, no tenía la intención de preocuparte.
Nosotros quedamos atrapados aquí y nuestros teléfonos celulares no
estaban funcionando y…
—Sólo estoy contento de que estas bien— Él trepó los últimos escalones
y atrajo a Ben en un abrazo. —Te quiero, hermanito. ¿Lo sabes, verdad?
— Los ojos de Ben se expanden.
—Yo también, hermano.
— ¿Están todos bien? ¿Ella realmente está bien? — La voz de Melanie
suena desde el suelo, tan alta y tensa que se ahoga en el murmullo de
las voces de los hombres y en la electrostática de la radio anunciando
que hemos sido encontrados.
— Ellos están bien. Sin marcas en ellos—. Víctor llama sobre su
hombro. Él se aleja de Ben y lleva una mano en mi dirección. —Soy
Víctor, el hermano de Ben.
—Ariel
—Marianne dice que voy a quererte.
—Lo harás— Ben me sonríe.
Le regreso la sonrisa, tratando de no pensar acerca del hecho que Víctor
tendrá que aprender a amar a alguien más… si por mi fuera. Pero no
puedo pensar sobre eso ahora mismo. Tengo que bajar de aquí y
asegurarle a Melanie cuanto lo siento por preocuparla.
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—Salgamos de aquí. Esta helando— Víctor dice. Comienza a bajar la
escalera pero se detiene y gira de regreso a nosotros, bajando su voz a
un susurro. —Tienen que saber algo. Odio decírtelo, pero esto va a estar
en todas las noticias mañana. Esta es la razón por la que nosotros
estábamos tan preocupados.
— ¿Qué pasa? — Ben pregunta, miedo en su voz. — ¿Qué ha pasado?
—Nancy Kjeldgard fue encontrada hace alrededor de seis horas. En el
cementerio de la colina fuera de la ciudad. Parecía que había estado
detenida allí por un par de días antes…
Tan pronto como la palabra cementerio sale de su boca, lo sé. Romeo ha
hecho algo. Alguna cosa terrible.
— ¿Antes de qué? — Ben pregunta.
—Ella fuera asesinada.
—Dios mío— Ben dice. — ¿Sabías…?
—Sí. Estuve allí antes, pero estaba preocupado por ti, así que ellos me
dejaron ayudar con la búsqueda—. Él aclara su garganta. —Pero fue
cruel y algunas personas con experiencia dicen que se ve como un
ritual de culto, un sacrificio ceremonial o alguna cosa. Quién hizo
esto… no quiero que ninguno de los dos, permanezca solos en la casa, o
incluso piensen en pasar el rato en lugares desiertos hasta que estos
monstruos enfermos sean capturados.
Ben asiente con la cabeza. Yo lo hago también, mi cabeza sube y baja
mientas espero mi turno para bajar por la escalera y lucho por
encontrar una razón por qué. ¿Por qué Romeo ha matado a una inocente
mujer?
Almas gemelas vienen en todas las formas, tamaños y edades, pero
Nancy no era una de nuestras almas gemelas. La vi por mí misma y su
aura no estaba brillando.
¿Por qué hacer esto? Incluso Romeo no se sale de su camino para
secuestrar personas o cometer asesinatos elaborados sólo por el placer
de ello. Él ha matado antes, pero usualmente impulsivamente,
personas que resultan estar en el lugar y momento equivocado. No
puedo imaginar porque él haría algo como esto.
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Alejo las oscuras preocupaciones mientras bajo a un granero lleno de
otros tres policías, un hombre en pasea con un reflector, y mi prestada
madre. Tan pronto como bajo de la escalera, Melanie se precipita hacia
mí, tirándome en sus brazos.
—Oh mi Dios, estoy tan feliz de que estés bien— Ella coloca un firme
beso en mi cabello. — Estas bien ¿verdad? — Estas…
—Estoy bien mamá, yo lo siento—. Digo antes que ella pueda decir otra
palabra. —Encontré a Ben y nosotros comenzamos a hablar y en el
momento en que él vio afuera el automóvil estaba bajo y no pudimos
obtener ningún servicio de celular y no era seguro caminar a casa en la
tormenta debido a los relámpagos y…
—Está bien. No me importa. Sólo estoy feliz que estés a salvo.
—El automóvil está bajo el agua.
—Lo sé, lo vimos en el camino y pensé…— Ella traga y sonríe a través
de las lágrimas que aún se mantienen en sus ojos. — No importa lo que
yo pensaba. Tú estás bien— Ella muerde su labio. — ¿Te dijo Víctor
acerca de Nancy?
—Lo hizo.
Las lágrimas que se levantan en mis ojos no son forzadas. Sólo la conocí
por un momento, pero los recuerdos de Ariel acerca de Nancy, son de
una buena incansable. Nancy era extraordinariamente amable; era un
alma gentil que ha sido robada por el mal. Si Romeo es el mal
responsable, me refiero a descubrirlo lo más pronto posible.
Ben aparece a mi lado y le da a Melanie un tímido saludo.
—Hola, Sra. Dragland. Soy Ben Luna.
Después de la más mínima pausa, Melanie sonríe. Ella no se vende,
pero obviamente trata de mantener la mente abierta con respecto al
chico que he confesado amar.
—Hola, Ben.
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Los miro y una sensación de malestar nada en mi estómago.
¿Por qué dije lo que dije?
No sé porque. Porque no me imagino la verdad a tiempo, no me atrevo a
creer. Pero ahora, la última cosa que quiero es que Ben se vuelva más
arraigado en la vida de Ariel. No puedo permanecer en este cuerpo. Me
tengo que ir y para mantenerlo seguro, necesito que vaya conmigo.
La idea me hace temblar cuando uno de los policías envuelve una gran
manta azul alrededor de mis hombros.
¿Qué si encuentro una manera de trabajar el hechizo, pero Ben no se da
cuenta que he dejado el cuerpo de Ariel?
¿Qué si estoy equivocada y él no ve la profundidad de un alma?
¿Qué si esta piel... una linda chica en su interior, lo recordara como su
nuevo novio… será suficiente para él?
¿Y qué pasa con Ariel?
¿Lamentará la perdida de Ben, si él se da cuenta que su alma gemela ha
cambiado de cuerpo?
¿He hecho peor su vida, cuando me determine en mejorarla? ¿Qué estoy
haciendo?
¿Cómo puedo…?
—No te preocupes— Ben susurra cuando seguimos a los policías y
Melanie a la puerta del establo. —Todo va a estar bien—. Giro la vista
hacia él.
¿Cómo él….?
—Es— Él llega y toma mi mano. — Lo prometo.
Deslizo mis dedos a través de los suyos, orando que él tenga razón.
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Traducción por Brendacarpio
Corrección por Mayte
La bandera ondea en la escuela a media asta, ondeando tristemente en
el viento áspero de otra tormenta. Nancy Kjeldgaard no era el jefe, pero
sirvia café, chocolate caliente, pasteles y bocadillos a tres
generaciones de Solvang de los estudiantes de secundaria. Escuchaba
sus historias y se les daba golosinas adicionales en sus bandejas y
ofrecía palabras amables y aliento cuando más lo necesitabas.
Los niños en la escuela estaban alicaídos hoy viernes lo que es peor
que tuvieran parte de razón, ella era más importante que un
presidente. Ella era alguien que los amaba.
Desde mi silla en el área de la oficina esperando, puedo ver el bandera y
el camino de cemento ahí debajo, veo a la gente caminando, haciendo
una pausa al lado de la bandera y mirando hacia arriba, el miedo y el
dolor mezclado en sus rostros. Es la más grande reacción que he visto
en la mayoría de ellos. Esto me hace preguntarme lo que la Escuela
Secundaria Solvang sería si hubiera más gente como Nancy aquí.
Pero la mayoría de los adultos en SHS14, son ajenos a las cosas y tan
desinteresados como los estudiantes.
Incluso el Sr. Stark parece más aburrido que enojado por tener que
comenzar su día, con una reunión disciplinaria. Se sienta en el la
oficina del director con la señora Félix, a la espera de la llegada de la
superintendente, toma un café extra-grande y mira ciegamente por la
ventana. La señora Félix responde a un interminable flujo de llamadas
telefónicas, no se molesta en disimular sus bostezos, ella le asegura a
uno de los padres del campus que se mantendrá bloqueada la entrada
14
Solvang High School
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al campus hasta que se termine el almuerzo, o hasta que el que asesinó
a Nancy Kjeldgaard este atrapado.
Pero incluso el asesinato no parece despertar su interés. Visiblemente
cansada se coge la cara con agotamiento y sus ojos marrones siguen
siendo tan aburridos, como una sucia moneda de un centavo.
Melanie es el único adulto que parece realmente despierto.
Se agita a mi lado, dedos delgados entrelazados, las manos
descansando sobre las rodillas. Estamos quince minutos antes.
Ben y su hermano todavía tienen que llegar y no hay señales de Dylan o
Gemma.
Me pregunto si Romeo siquiera se molestará en venir. Si él mató a
Nancy, tiene que tener alguna razón. Yo sé que ella, no era un alma
gemela, pero...
Otro pensamiento horrible deriva a través de mi cabeza mientras estuve
despierta durante las pocas horas que quedaron en la noche, cuando
había llegado a la casa de Melanie:
¿Qué pasaría si Romeo encontró una manera de trabajar en el
hechizo para recuperar su cuerpo por sí solo?
¿Qué pasa si Nancy era una ofrenda de sangre para sacrificar en un
ritual oscuro?
¿Qué pasaría si Romeo logró su meta sin mí y ahora está libre para vagar
por la tierra en su propio cuerpo?
¿Qué debo hacer sí, mi oportunidad se me ha escapado?
Trato de no correr en mis talones, casi agradecida cuando Gemma
llega y me da algo más con que centrarme. Ella aguarda en la sala de
espera con un suéter de cuello de tortuga negro y pantalones vaqueros
negros, los aretes de diamantes que cuelgan de sus orejas, son lo único
que rompen su equipo de luto. Suspira y se sienta en el lado opuesto
de la habitación.
Melanie hace un sonido asqueado, pero no se digna a tomar en cuenta
su llegada, cuando Gemma la saluda. Yo tampoco la tomo en cuenta. La
veo directamente a los ojos, dejando que vea la lucha en mí. Ayer por la
noche, en el camino de regreso a la ciudad, Ben le dijo a su hermano y
a Melanie que Gemma casi me atropelló. Melanie estaba lívida e insistió
en que levantara cargos.
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Ben y yo tenemos una cita para ir a atestiguar en la comisaría de policía
la mañana del sábado. No creo que le resulte en ningún castigo real a
Gemma, pero quiero que sepa ¨lo peligroso e insano de su
comportamiento¨.
Melanie llamó a la madre de Gemma esta mañana y le advirtió que
espera una llamada de la policía acerca del comportamiento de Gemma.
Su madre amenazó con demandarla y colgó. Gemma, sin embargo,
parece imperturbable. Ella no hace caso.
El gruñido de Melanie y mi mirada, la hacen voltear al techo, su
aura resplandece de rojo, bebiendo de su jugo de naranja, como si su
conciencia estuviera clara y feliz. Su mirada no vacila hasta que
Mike entra y luego ella le ofrece, sólo la más mínima inclinación de
cabeza.
Él asiente con la cabeza hacia atrás, levanta una mano nerviosa en mi
dirección y se sienta en un asiento a una cuidadosa distancia de las
dos. Le doy una mirada dura, preguntándole si tenía algo que hacer
con la muerte de Nancy, pero la sospecha se desvanece antes de que
pueda hacerla en plena forma. De repente, la verdad es tan clara y
brillante como las luces fluorescentes, que están mirando hacia abajo
en la sala de espera.
Mike no es el mercenario trabajando con Romeo, él es un hombre
enamorado. Con el verdadero amor.
Mis ojos se abren cuando veo hacia su pecho, un color de rosa
resplandece, que ciertamente no viene de su camisa polo negro.
¡Santa... mierda. ¡
Ahí está. No es tan brillante como debe ser,
pero definitivamente esta, el brillo revelador de un alma gemela.
¿Por qué no lo vi antes?
¿Por qué no lo creo?
Porque no lo había visto, esa la luz en él. Mike tiene su
descanso durante mi clase de inglés. Yo sólo lo he visto después de la
escuela, en la sala de teatro. Y detrás del escenario las luces no están
prendidas durante el ensayo y no son lo suficientemente brillantes
como para iluminar a una persona de pie que no está actuando.
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Luego ayer cuando estábamos fuera, ya era de noche, bajo los toldos
que cubren la pasarela. Sin embargo, yo debería haberlo visto. Tendría
que haberlo visto, si me hubiera concentrado. Cada palabra que había
dicho ayer, había sido una pista.
No sabes lo que tienes que oír. ¿Le has dicho a Ben? Si se lo dices...
Cierro los ojos, sintiéndome como una tonta. La mano de Mike en
la espalda de Gemma, la forma en que se puso de pie para ella en el
ensayo, sus risas compartidas al guardar los accesorios, su hablar
acerca de su ¨calor¨ en la noche que estuvo en mi casa, tiene mucho
sentido ahora.
Ben dijo que Gemma tenía otro ¨amigo¨ que ella no estaba dispuestos a
nombrar, probablemente debido a que una relación con él está
prohibida. Mike no puede tener más de veintidós años y Gemma
dieciocho y legalmente ya es un adulto, pero sigue siendo una relación
profesor-alumno en la escuela y ella una estudiante.
Estará en un gran problema peludo, si se les descubre. Otro Romeo y
Julieta. Creo pensé con ironía, cuando abrí mis ojos. Maldita sea. Y
ahora... Bueno:
¿Quién sabe, si voy a ser capaz de llevar a estos dos a juntarse?
Su amor es prácticamente ilegal, lleno de complicaciones y el aura de
Mike no está exactamente en fuego. Pero entonces, las consecuencias
en el caso de ser atrapados, son mucho más graves para él. Él es
probablemente consciente de eso y-
Mi teléfono da pitidos en mi mochila, tirando de mis pensamientos.
Eché una mano a mi bolso, pero Melanie me detiene con una mano
sobre mi brazo.
—Creo que está casi listo para nosotros.
Ella apunta hacia la oficina, donde está la señora Félix y el Sr. Stark y
se han levantado de sus sillas.
—Pero el superintendente, no está aquí—, le susurro.
—Ni están Ben y su hermano o –
— ¡Esperen!
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Un Romeo sin aliento aparece en la puerta, oscuras ojeras bajo sus
ojos, una andrajosa bufanda marrón envuelta alrededor de su cuello. Él
se ve aún peor de cómo se veía ayer, más muerto que vivo, pero nadie
más parece darse cuenta.
Melanie le lanza una mirada amenazadora y Mike
lo ignora por completo, con unos cuantos pasos Romeo pasa al interior,
echando a perder la energía en el cuarto.
Mi estómago se aprieta, el alivio y el temor, se retuercen en mi interior,
hasta que se siente como si me estuvieran volteando al revés. Lo odio,
pero lo necesito. Nos guste o no, mi futuro está en parte en sus manos.
Me preparo para el contacto con sus ojos, pero él no me ve. En su lugar,
va hacia Gemma.
—No podemos hacer esto. Nosotros no podemos mentir. Ariel y Ben no
han hecho nada malo.
Las cejas de Gemma se disparan y sus ojos parpadean para mí
por medio segundo. Sólo el tiempo suficiente para mí, para ver el miedo
dentro de ella.
— ¿De qué estás hablando? Ella me dijo que te iba a matar. Lo he oído-
—No has oído nada. Sabes que no lo hicieron—. Gemma apunta un
dedo acusador en el pecho de Romeo.
—No te atrevas a empezar a cambiar tu historia ahora, Dylan. Eres
un-
—Dylan, Gemma, vamos a ahorrarnos esta reunión— dice Mike en su
voz de su maestro. Él no suena como un hombre que está hablando con
un rival, pero no se me pierde la pista de los celos en sus ojos cuando
mira a Dylan. Romeo lo ignora y se vuelve hacia mí.
—Lo siento mucho— dice, su expresión, celebrando la perfecta mezcla
de miedo y lamento. No hay una chispa de picardía, no un susurro de
maldad. Parece verdaderamente arrepentido. Dios:
¿Que estará tramando ahora?
¿Por qué el repentino cambio de planes?
Qué puede ganar, si juega bien, a no ser que...
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Él aún espera que lo ayude con el hechizo. Eso tiene que ser. Tal vez no
sea demasiado tarde.
—Voy a decirle a la señora Félix la verdad—, dice. —Yo fui…
—Bueno, estamos listos para ustedes—. El señor Stark aparece en la
puerta de la oficina del director y se detiene a analizar la sala de espera.
—Dylan, ¿dónde está tu papá?
—No podrá venir.
La mirada de Romeo no vacila en la mía. Veo sus ojos y mi sangre corre
fría. Hay algo terrible en su expresión, se esconde debajo su piel
amarilla.
¿Qué le ha pasado desde que nos separamos ayer?
¿Ha visto a los espectros de nuevo también?
¿O está obsesionado por algo peor?
El señor Stark suspira.
—Dylan, la nota que se llevó a casa, dice expresamente que serían
expulsados si su padre no lo asiste.
—No le importa si usted me expulsa, Sr. Stark—. Él se enfrenta al señor
Stark. Con la imagen de un penitente viniendo por perdón.
—Pero yo estoy aquí porque me importa y quiero hacer lo correcto.
—Sí, claro—. Gemma resopla. —Estás loco, es lo que estas.
—Gemma, por favor—. El señor Stark vuelve a suspirar. — Está bien.
Muy bien. Solo vamos a terminar con esto—. Él agita su mano y Mike,
Gemma y Romeo lo siguen hacia adelante. Melanie está al lado de mí.
—Pero el señor Stark: ¿qué pasa con Ben y su hermano? — le digo,
echando una mirada hacia la puerta.
— ¿No debemos esperarlos?
—No van a venir—, dice el Sr. Stark.
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—La señora Félix lleno los trámites para expulsar a Ben de la escuela
ayer—. Mi mandíbula se cae.
— ¿Qué? — El señor Stark se encoge de hombros.
—Él ha estado en problemas antes Ariel y tenemos una estricta política
de tolerancia para los delincuentes reincidentes.
—Pero él no tenía problemas en la escuela—, le digo, haciendo caso
omiso, de la mano de Melanie en el brazo, me instaba a guardar
silencio. Defender a Ben es instintivo, e imperativo.
—Y no en esta escuela. Por favor señor Stark, yo-
—Ariel, no es mi decisión. Yo no tuve nada que ver con eso—. La
espalda del señor Stark, se enfila hacia la oficina del director, donde
Romeo, Gemma y Mike han encontrado ya sus asientos.
—De cualquier manera, está decidido. El hermano de Ben vino y limpió
su armario esta mañana. Creo que él también recibió una guía de
estudio para la GED. Ben todavía puede obtener un diploma de haber
aprobado el examen.
Niego con la cabeza. Destellos de ira a través de mí, seguidos de muy de
cerca por una chispa de esperanza. Esto hará que sea más fácil para mí
para convencer a Ben de salir de aquí. Él no va a ser capaz de terminar
el último año en SHS.
Nada para mantenerlo en Solvang, pero su familia y la vida con su
hermano no ha sido precisamente suave. Él podría
saltar a la oportunidad para un nuevo comienzo. Sin embargo, un
nuevo comienzo con una nueva chica
¿Quién sabe?
¿O no creo que lo sepa?
Sin dinero ¿y ni siquiera una escuela secundaria terminada entre
nosotros? Soy yo y Romeo de nuevo. Ben y yo probablemente no vamos
a morir de hambre o ser asesinado por salteadores de caminos, pero
nuestro futuro no será brillante. No, primeramente. Quizás nunca.
En la fría luz del día, sin Ben con sus brazos alrededor de mí,
el desafío de convencerlo de que el alma de la chica con la que
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ama se ha desplazado a otro cuerpo parece de muchas más
enormes proporciones. Por no mencionar el hecho de que aún tengo que
cumplir con el cambio.
¿Qué pasa si el hechizo no funciona?
¿Qué pasaría voy derecho a Romeo y amarlo sea la única manera?
¿Y si el alto Mercenario encuentra una manera de detenernos antes de
que recuperemos nuestras viejas formas?
¿Qué pasa si-
Mi celular vuelve a sonar. Ben. Tiene que ser él, tratando de que sepa
que no va a volver a la escuela. Llego a la cremallera de mi bolsa.
—Vamos, Ariel. Vamos—. Melanie me remolca de la manga.
—Le harás frente a Ben después. Es hora de pensar en tu futuro
en estos momentos.
Estoy pensando en mi futuro. Ben es mi futuro. Al menos, eso
espero que sea. Anhelo un futuro con él con una necesidad
que es terrible por su intensidad. Quiero huir de este lugar. Quiero ir a
él y abrazarlo y darle la promesa de que todo estará bien, de la forma en
que me prometió la noche anterior.
En cambio, sigo con Melanie en la oficina. Todo no está bien. Todo es
horrible y el tiempo se está acabando.
A Gemma y a mí, nos dieron una semana de detención, después de la
escuela, mientras a Dylan una detención regular, se le ordenó
informar todas las tardes durante el resto del año. Luego Dylan mintió y
dijo que había sido un malentendido, Gemma se negó a decir nada en
absoluto y Romeo se disculpó por mucho tiempo con la señora Félix,
finalmente le pidió que se callara.
No había nadie expulsado o suspendido. Ni siquiera Dylan, quien
supuestamente había obtenido una suspensión obligatoria por golpear
a otro estudiante.
Pero él está interpretando a Tony en la obra, que se estrena esta noche.
Sr. Stark dijo a la señora Félix la producción tendría que ser
cancelada sin Dylan, si se le prohíbe el campus durante una semana,
y ella no quería castigar a todos, los que habían estado trabajando
en la obra.
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O hacer frente a las llamadas telefónicas de los padres de la obra de
teatro enojados o a los estudiantes. Después de un último ensayo de
esta tarde, el espectáculo seguirá adelante, con Romeo a la cabeza. A
pesar de que se ve como el infierno y está actuando como un loco.
Estamos a sólo diez minutos en el tercer período y ya este
se retorcía en su asiento, torciendo sus dedos, tirando de la bufanda
que todavía llevaba anudada al cuello, aunque el aire en el aula es
sofocante.
La Sra. Thurman siempre lo mantiene muy caliente. Es agradable en un
buen día pero hoy, con los el cerdo bebé abierto que estamos
a punto de disecar, se siente calor y también lo están las bandejas en
la parte posterior del cuarto, el calor y el acompañamiento del hedor es
casi insoportable.
El olor metálico de la sangre se mezcla con los productos químicos
utilizados para preservar a los animales, convirtiendo el aire en espeso y
nocivo, haciendo a todos ponerse un poco más verdes de lo habitual.
Pero nada que ver con Romeo. Aun que se está pudriendo ante mis ojos.
Venas oscuras se arrastran lejos de su línea del cabello en remolinos
delicados y sus labios son tan, sin sangre circulando, que son casi
púrpura.
No puedo dejar de mirarle fijamente, de mirar alrededor del cuarto para
ver si alguien más se da cuenta de que Dylan Stroud es un hombre
muerto.
—Estamos muertos, Julieta. Muertos. Te veo como un muerto, en la
fosa de la tumba.
Romeo me susurra las palabras cuando nos cruzamos en el pasillo
antes del primer período y mi estómago ha estado en nudos desde
entonces, incluso después de que finalmente leo los mensajes de texto
de Ben.
El primero era siete-cuarenta y ocho de esta mañana:
He sido expulsado. Mi hermano me va a mandar a vivir con
nuestra tía abuela mañana a Los Ángeles después de que pase revista en la estación. No puedo hacerlo
cambiar de opinión, pero él no va a cambiar
la mía. Te amo. Vamos a estar bien.
Juliet Inmortal Stacey Jay My Adicción Perfecta
Ben.
Y entonces, sólo unos pocos minutos más tarde:
Nos vemos en la parte posterior de la puerta del teatro en la noche de descanso. Voy a encontrar una
manera de salir a hurtadillas. Tengo que verte a solas. No quiero decir adiós (aunque solo sea por unos
meses) frente al dictador.
¡El dictador¡
Él está enojado con su hermano, en perfecto estado de ánimo de huir.
Si tan sólo pudiera recoger y correr con él, sin preocuparme por el
deslizamiento sobre una piel diferente. Si sólo pudiéramos comprar un
billete de ida a cualquier parte y dejar todo, esta noche.
— ¿Señora Thurman?
Romeo grita el nombre del maestro, interrumpiendo su conferencia. Su
brazo se dispara en el aire y permanece ahí, temblando.
¿Puede disculparme?
La señora Thurman toma la cruz en su cuello por un momento,
asustada por la interrupción, entonces hace con la mano ondas hacia la
puerta.
—Muy bien, Dylan, pero no te demores. Sólo tenemos cuarenta
minutos. Tenemos que empezar y se te califica en
la participación del equipo.
Romeo corre hacia la puerta, tropezando con un escritorio vacío
en su prisa por salir de la clase. La gente se ríe poco, pero sé
que no hay nada divertido sobre su vuelo repentino. No está
pasando por una emergencia de baño, sé que está huyendo de un
monstruo.
De: el pútrido que queda de su verdadero yo.
No sé, parece que está en la esquina de la habitación, se agachó detrás
del modelo de esqueleto humano de la señora Thurman que llama: el
Sr. Huesos. Los despojos del cuerpo de Romeo desde su escondite,
tienen una salvaje sonrisa en su cara, como si se diera cuenta de que
está jugando una broma, escondiendo un esqueleto detrás de otro.
Juliet Inmortal Stacey Jay My Adicción Perfecta
Huele muy mal el aire y sujeto los bordes de mi escritorio, con los ojos
barro un extremo de la habitación, buscando desesperada lo que viene,
para que alguien lo note, para asegurarme que no estoy sola.
Pero nadie parece ver el cadáver silbando, merodeando debajo de
la última fila de pupitres, gorjeos, asfixia... riendo.
Se está riendo.
Saboreando cada pasó lento que lo lleva más cerca de su presa,
mareado por el conocimiento, de que no tengo ningún lugar para correr.
Una fila hacia abajo y hasta otra, su sonrisa sigue estando
en su lugar, sus uñas amarillentas hacen clic en el azulejo. Se pasea de
nuevo, esta vez con sólo dos mesas entre nosotros y
hace una pausa para sacar la lengua negra, moviéndola hacia atrás y
adelante, golpeando a través del agujero de lo que resta de su
mejilla.
La bilis se eleva en mi garganta y llevo la mano al aire, pero la señora
Thurman me ignora, continuando con sus instrucciones. Sólo una
persona puede ser excusada a la vez. Yo conozco las reglas. Voy a tener
que esperar hasta que Romeo vuelva.
O correr de la habitación sin permiso y ganar más detención después de
la escuela y fomentar la opinión general de que Ariel es un monstruo y
probablemente, esta demente.
No esta demente. Mi mente. Yo soy el que está perdiendo su mente.
Esta cosa no me puede hacer daño, no aquí en una habitación llena de
personas.
¿Puede hacerlo?
Nadie más puede incluso ver el cadáver de Romeo. Él ha sido
enviado por Romeo y si sigue el patrón que se mantiene hasta
ahora, se habrá ido muy pronto. Y estoy cansada de correr. Voy a
Esperar aquí, mostrando que no le tengo miedo.
Voy a hacerle frente aquí en esta sala llena de gente o en cualquier otro
lugar de su elección.
—Sí. Ahora. Amor.
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El susurro me hace girar en mi asiento. Aunque silenciosa y ronca yo sé
que escuche, la voz, mi voz. Sólo unos metros detrás de mí, todavía
vestida con mi vestido de novia azul, se encuentra mi viejo cuerpo,
alzando hacia mí sus manos pálidas.
Las manos que están cubiertos de sangre. Soy muy mala en mantener
la respiración y me niego a gritar, el orificio en su el pecho es más
horrible que nunca, un lugar donde la piel en bruto y la carne han sido
arrancados.
Puedo ver, el blanco de sus huesos rotos y la carrera frenética de su
corazón detrás de ellos. Su corazón. De hecho, lo puedo ver. Tejido
muscular liso, que va más y más rápido, con mi propio pulso a exceso
de velocidad.
—Cierra. Mejor ahora— dice, con una mano presionando contra el
pecho, los dedos se deslizan entre las costillas rotas, viendo al animal
atrapado detrás. Siento el eco de los dedos dentro del cuerpo de Ariel
curiosos invasores, localizando cosas dentro de mí que no estaban
destinados a ser tocados y… grito.
Un par de chicas gritan y otros, una respuesta instintiva ante el terror
en mi voz, una risa en pocos niños y la señora Thurman grita mi
nombre, pero no puedo pensar en la reacción que he causado. Yo sólo
sé que tengo que salir de aquí. Deshacer cambios que tengo que
ejecutar, tengo que-
—Ariel tenía una araña en su cuello. Era enorme. Creo que eso es poco
decir. Gemma aparece de repente a mi lado y desliza su
brazo por mis hombros, ayudándome a ponerme de pie y tirando de mí
hacia la puerta. Tropiezo tras ella, apretando el corazón en el
pecho y la garganta con tanta fuerza que apenas puedo respirar.
—Oh no—, la señora Thurman murmura al pasar junto a su escritorio
y me mantengo en movimiento.
—Bueno: ¿la aplastaste? Aun esta-
—Se echó a correr, es probable que todavía este ahí abajo en el suelo
en algún lugar, en busca de carne fresca—, dice Gemma, por lo que
la mitad de las cabezas en la sala, acuden a inspeccionar el suelo
alrededor de ellos. Pero mis ojos están en la chica con el corazón en la
mano y el horror agazapado junto a ella. El cadáver de Romeo
se puso en cuclillas a los pies de mi cuerpo viejo como una mascota,
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con la cabeza ladeada, la curiosidad de ver me deja, cuando ella me ha
dicho-
—Mejor ahora. ¡Cierra!
Ella me sonríe y reprimo el impulso de gritar de nuevo, cuando me
encuentro con mis propios ojos marrones.
¿Quién está dentro?
No soy yo. Ella está vacía, una cáscara con una sombra interior. Yo no
estoy allí, estoy aquí. Soy Ariel. No, no soy Ariel, pero no-
—Voy a llevarla a la Enfermera—. Gemma me saca de la sala, lanzando
sus últimas palabras por encima del hombro.
— ¡Regreso en quince!
Su expresión se endurece mientras me empuja por el pasillo,
mirando de derecha a izquierda, corriendo más allá de los accesos a
otros salones de clase, hacia la salida, en el extremo sur del edificio
cuatro en construcción. Tengo que apurarme para mantener su paso,
para no tropezar, cuando se detiene para comprobar la puerta de la
clase de la señora Thurman, asegurándose de que los fantasmas no me
están siguiendo.
—Gracias—, por fin pude hablar, sabía que tengo que decir
algo, que explicar mi comportamiento, dar las gracias a Gemma por
venir al rescate. Mintió para mí y por cualquier que sea la razón, estoy
muy agradecido.
—No sé lo que pasó, yo estaba justo…
—Shhh, no hables—, susurra. —Todavía no.
Mi corazón acelerado cae en mi estómago y el lugar de deshacer los
cambios, donde la mano de Gemma todavía se apoya en mi hombro,
comienza a quemar. Me vuelvo a mirarla y coger el destello de algo
familiares detrás de sus ojos, algo... antiguo.
— ¿A dónde vamos?
—Te lo dije— dice ella, su voz más profunda, diferente. —Estoy
llevándote a ver a la Enfermera.
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Traducido y corrección: Mayte008
—Veinte minutos hasta el lugar. El Sr. Stark se precipito a través de la zona de detrás del escenario,
levantando todas las cajas de accesorios, como si Gemma se encontrara escondida debajo de una de ellas vestida y lista para salir. Pero Gemma no estaba en las cajas. Ella no estaba en casa, no estaba aquí en el
ensayo anterior y no estaba aquí ahora.
Gemma está perdida. Sus padres estaban aterrorizados hay un rumor que circula entre el elenco, que fue raptada por el asesino de Nancy y estoy petrificada por el rumor, quizás pueda ser cierto.
¿Qué hacer ahora? ¿Qué? ¿Qué?
Es imposible pensar más allá del miedo que me inflama, dentro de mí—tocándome—como toca, a un ritmo loco en mis huesos.
—Ok, Ariel. Parece que vas esta noche y mañana en la noche—. El Sr. Stark advierte, cuando pasa por donde yo me apiñaba por la puerta
trasera. —Estuviste grandiosa con el vestuario esta tarde. Lo harás bien. ¿Estas
lista? — Mire hacia abajo a mi camiseta negra y mis jeans. Estaba en mi más filoso disfraz.
—Lista.
No, no lo estaba. Y no iba a estar bien. Nadie lo hará. Gemma no está aquí. Por todo lo que se, está muerta y el alma de la enfermera ha sido desterrada en la niebla, nunca regresara. Los mercenarios originales
están matando a los embajadores de la luz. Se han vuelto tan poderosos que ya no requieren del equilibrio entre la luz y la oscuridad, para
mantener sus eternidades.
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Han llegado a ser tan poderosos, contra los altos embajadores que han sido forzados a esconderse y cuando se aventura desde la seguridad de
su reino realmente—poner en riesgo sus vidas—sus vidas y las vidas de los cuerpos que ellos toman prestados.
Y por eso se esconden. A menudo en último lugar, los mercenarios, creó
que los buscan. El resplandor rosado de un alma gemela oculta el oro
de la luz dorada de un embajador, con la luz de esa aura, ofreciéndole
protección, permitiéndole a un embajador cuidar de esa alma, que está
en necesidad al mismo tiempo.
La enfermera ha estado en el cuerpo de Gemma desde el comienzo,
compartiendo el cuerpo del alma gemela que fue enviada a proteger, nadando por debajo de su mente consiente, espiándome cuando trabajo en mi cambio final.
Enterré mi cara en las manos, queriendo regresar a esta mañana,
buscando en cada palabra de la enfermera por alguna pista de donde— ella estuviera y Gemma—podría ser…
—Ellos mataron a Nancy la otra noche. Dice la Enfermera—Gemma, tan pronto como estamos escondidas en el
baño al final del hall, arrugando nuestras narices contra el amoniaco mezclado, con el agua de lluvia que gotea del patio. Estábamos en la
última cabina, junto a una barra de acero y hablando muy despacio para no hacer mucho ruido ni al respirar.
—Sabían que yo había venido a observar tu última misión. Solamente asumo que ellos pensaron que estaba pidiendo prestado el cuerpo de
Nancy. A los ojos de los mercenarios, el aura de un alto embajador es dorada. Hay humanos quienes tienen auras del mismo color, como resultado de sus buenos corazones. El de Nancy era uno.
Negué con la cabeza, asqueada con el conocimiento que no tenía nada
que ver con la muerte de la pobre mujer—incluso si fue una muerte indirecta. Y enferma al enterarme de que Romeo, estaba diciendo la verdad sobre el aura de los embajadores.
¿Qué otra verdad habrá dicho?
Quería saberlo, pero una parte de mis temores, conocían lo mucho que yo anhelaba. ¿Que si esas cosas que la enfermera me dijo, destruyen mi última esperanza?
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¿Por tener la humanidad?
¿Para mí misma? ¿Para un futuro con Ben?
Ella cruzo sus brazos y me dio alfileres en su mirada.
—Y ahora ellos van a saber que, tú no me has encontrado. Ellos lo harán más difícil, a Romeo con su creador.
Su creador. Así que hay alguien mirándolo. Alguien secuestrando para
él, matando para él, tratando de hacer seguro su éxito a cualquier
costo. Mientras tanto, mientras tanto he estado en la ignorancia. Como
es habitual.
—Así estas bien… ¿cómo en los demás tiempos? — Ella asintió y yo
apreté los dientes. — ¿Entonces, porque esperar tanto tiempo? — le pregunte, ni siquiera
molestándome en ocultar mi enojo.
—Porque tu no— El alma de Gemma aún está aquí. Dentro de este cuerpo. Puedo tomar
un momento de calma para ella y reemplazar sus recuerdos con sustituciones de un corto periodo de tiempo, pero no podía arriesgarme
a interferir con su vida hasta que su alma estuviera segura. —Ha sido segura por lo menos desde hace un día. Porque no.
—No era seguro que te revelaras a mí. Incluso tú.
— Se podría decir que encontré la manera para nosotros, para estar solas—. Le digo.
—Tú tenías que ver que yo necesitaba tu ayuda. Por lo menos para mantener a Gemma, de irse sobre mi ayer en el granero—. Ella miro
hacia abajo, al suelo—manchado de lodo. —Pido disculpas por eso. Yo la hubiera detenido, pero sus
pensamientos no me advirtieron el peligro. No fue una acción premeditada, solo otro impulso destructivo que hiso que ella perdiera el
control—. No pude detener el aliento que salió de mis labios. —Sip. Ella estaba llena de ellos. Algunas almas gemelas lo hacen.
—Ella es difícil—. La enfermera negó con su cabeza. —Pero tengo
confianza… tú has sido difícil a veces también, Juliet—. Mi boca se abrió y se cerró dos veces antes de poder decir palabra.
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— ¿Qué? —La magia creada por tus votos está llegando a su fin. Y pienso, que es
tiempo de que te vayas de nuestro servicio. Puedo cuidar a Gemma y Mike. El amor de Gemma esta sellado y el repentino cambio de Romeo, puso fin a su destructiva relación con Dylan. Desde su punto de vista,
puede ser de poca importancia con ella y decir las cosas que Mike necesita escuchar para afianzar su compromiso, tanto para ponerlos más allá del alcance de los mercenarios.
— ¿Qué? Pero—
—No lo cambiaste como se esperaba—, dijo, con solo la más mínima pisca de tristeza en su tono. —No debería de tomar tanto tiempo.
— ¿Que no debería haber tomado tanto? — tratando de encajar, lo que le decía. Y ¿porque sería mejor que me vaya? He hecho un buen trabajo. Tengo hecho todo lo que prometí que haría, incluso cuando yo lo
odiaba. Incluso cuando te odiaba por convertirme en esto que soy.
—Sí. Odio—. Ella suspiro y se cruzó de brazos, inclinándose contra la puerta rayada color gris. —Ese es tu problema.
—Oh, ¿es eso? — me mordí el labio inferior, bastante segura de que no estaba llena de odio mucho más por un buen rato.
—Lo es.
—Esto es lo que creo—, le dije, tratando de mantener el tono de mi voz. —Pienso que tus mentiras son el problema. Creo que tú eres una mentirosa. Romeo me dijo lo que eres, el— Ella sonrió, un sonido acido
que me recordó más a Gemma que a la Enfermera.
—Y como todo lo que dice Romeo tiene que ser una mentira. —No es eso. Tú eres, lo que él dijo que eres. ¿No usted? Tú y el
mercenario fueron— —Sí. Soy lo que soy. Y los mercenarios son lo que son y hace mucho
tiempo, que nosotros éramos hermanos y hermanas en la esperanza y la magia—. Dijo, como si esto no fuera una revelación.
—Yo te habría dicho esas verdades cuando estuvieras lista. Si tú mostrabas verdadera dedicación en tu trabajo—. Lo pensé por un
momento, ahogándome en mi indignación.
—He trabajado incansablemente por más de treinta turnos, he—
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—Exactamente. Deberías de haber encontrado tu camino más pronto.
— ¿Que camino? — luchaba contra el impulso de agarrarla de los hombros y agitarla para que ella dejara de hablar en clave.
—El corazón de nuestra magia es el amor, amor real, no buenas obras combinadas con amargura y rabia como su motivación.
—Así que es por eso, ¿porque no hago mi servicio con una sonrisa? ¿Es eso? ¿Así que todo lo que he hecho, no sirve de nada?
—No, para nada. Tus obras buenas nos han sostenido—justo como
Romeo lo dijo—y ha ayudado a sanar el mundo, pero tu libertad habría
dado mucho más—. Ella dijo. —Para nuestra causa, para el mundo,
para ti misma.
—Mi libertad. ¿Cómo podría ser libre cuando tú has—
—Al encontrar tu camino a la paz y la felicidad que has anhelado. —No piensas ¿que yo quiero eso? — le pregunte con la ira
inundándome.
—No lo suficiente—. Ella puso una mano sobre mi hombro. —Esa chica que vi en el salón de clases no debería estar aquí. Ella es
un alma espectro, creada por temor, pesar y odio. Ellos vienen al final de los mercenarios conversos, para cazarlos con la evidencia de sus pecados y finalmente les acompañaran a la niebla por toda la eternidad.
La aparición del cadáver de Romeo no es una sorpresa, pero el tuyo…
—Pero Romeo dijo que los fantasmas eran recreaciones del universo, enviados porque hemos alterado el orden natural, desequilibrando alguna ecuación cósmica.
—El olvido que hay universos de nuestra creación—, dijo. —Donde el
balance o desequilibrio es de nuestra propia fabricación. Sin embargo el universo fuera o el universo dentro, no toleran el desequilibrio. Tiene razón acerca de eso.
Me estremezco. Otra verdad surgió de la boca del muchacho al que odio. Odio.
¿Es por eso que el espectro me ínsito a amar? ¿Es ahí donde hay una oportunidad para poder cambiar mi destino? ¿Si trato que lo perdonara, a…amarlo a él?
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—Quizás…pero, el amor y el perdón nunca han sido tus fortalezas,
Juliet—. Ella acomodo un poco del cabello que caía en mi cara, como si ese suave toque pudiera hacerme entrar en sus palabras.
—No sé lo que depara el futuro para ti. Solo he visto esto una vez. El joven abrazo a su espectro y se desvaneció. Posteriormente, realizamos la búsqueda en la niebla, pero su alma estaba más allá de nuestro
alcance. Si tú tocas el espectro, o la dejas tocarte… cuando ella te toque, no habrá nada que pueda hacer—. Me aleje de repente, sospechando de su confidencia.
—Romeo dijo que podíamos recuperar esos cuerpos. Con un hechizo.
—Es posible—. Levanto sus cejas color café. — ¿Querías vivir con ese
cuerpo dañado hasta el fin del tiempo? ¿Con Romeo siempre a tu lado?
Eso es lo que la magia en particular con lleva.
Negué con mi cabeza, enferma por lo cerca que llegue a estar yo misma con el hombre que aborrezco. Lo odio. Eso no es nuevo. Lo odio. La enfermera esta en lo cierto. Pero también lo amo. Lo hago. Me he
preocupado por la gente que he ayudado a través de los siglos y ahora…
La cara de ben se desplazó a través de mi mente. Sus dulces ojos, sus labios murmurando contra mi piel, prometiéndome que todo estaría bien. Mis ojos caen cerrándose y con brotes de dolor por mi cuerpo,
todo dentro de mi apretado como un tornillo de nostalgia y lamentos. Ben es la antítesis del odio, pero Ben es…imposible.
— ¿Que pasara con Ben? — pregunto aunque una parte de mi sabe la respuesta. —Lo amo.
—Lo haces—. Abrí mis ojos y encontré el atisbo de una sonrisa en sus labios.
¿Es tan maravilloso como lo recordabas?
—Es mejor. Él es mejor—. Busque su rostro. Pero ¿cómo pudo haber pasado? Pensé que las almas gemelas eran raras.
—Pensé que cada alma, tenía una pareja perfecta y—
—El amor no es un incidente aislado, Julieta. El amor está en todas partes. Siempre lo ha sido. Solo tienes que elegir ver la luz en la
oscuridad, la luz brilla a través de la lluvia. La lluvia que estaba cayendo sin cesar, que se arrastra por el techo y
las gotas de los azulejos caen en todos nosotros. Mi mandíbula se apretó. A veces no había sol. Algunas veces no había luz.
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—Ariel va a volver—. Tenía mis ojos en la Enfermera, alguna estúpida
cosa seguía buscando, una razón para celebrar. —Ella estará de
regreso en este cuerpo.
—Lo hará. Y será transformada por el amor, que tú le diste. Es una buena cosa lo que has hecho y si pudiera recompensarte por lo que has
hecho y por el resto, ciertamente lo haría. Hay tantos regalos que me gustaría darte.
Di una respiración y la contuve, temía que gritaría si lo dejaba salir. Esto es así, entonces. No hay esperanza. He sido considerada indigna
de los dones de la enfermera y Ben será de Ariel. Y será trasformada por el amor y ellos serán felices.
Trate de estar feliz por ellos, para ver la bondad como una chispa en la
oscuridad, pero no había lugar en mi corazón para nada más que dolor.
Tal vez la enfermera estaba en lo correcto. Quizás no era lo
suficientemente buena para ser una embajadora.
¿A caso no lo he sospechado siempre?
¿No siempre lo supe?
Mi corazón latía rápido.
— ¿No puedo seguir tratando? ¡No he fracasado completamente, ten fe
en mi—
—Has sido un siervo amoroso, pero no te pediremos que renueves tus
votos. No sería justo para ti.
—Justo— me rio, pero parecía más un sollozo—. ¿Cuándo es de vida o muerte nunca es justo?
— ¿Entonces… a donde tendré que ir? ¿Regresar a la bruma? ¿Por siempre?
—Lo siento—, susurro la Enfermera. —Pero aun puedes encontrar tu camino. No pierdas la fe—. Demasiado tarde. Esta pérdida. Si alguna
vez la tuve. La única cosa en la que tenía fe, era en Ben. —Necesito asegurarme de que Ben estará bien. ¿Cómo puedo asegurarme de que estará a salvo antes de irme?
—Te lo dije el día que te hiciste una de nosotros. Mantén el amor en
alto en tu corazón y todas las cosas buenas le seguirán—. Luchaba por mantener mi frustración en jaque.
— ¿Puedes ser más específica? ¿Por favor?
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—Ese no es nuestro camino.
— ¿Porque?
—Nosotros creemos que la única realidad es una verdad descubierta. No te diré. Pero yo te daré esto. Para ayudar—. Ella llego a mí,
entrelazando sus dedos con los míos. En el segundo que nuestras palmas conectaron, hubo flashes de imágenes detrás de mis ojos.
Es como la magia de esos primeros momentos en un cuerpo nuevo, cuando las particularidades de una vida se vierten en los espacios
vacíos de mi mente. Pero esta vez se trataba de mi vida la que veía. O mejor dicho, mi muerte. A través de los ojos de la enfermera.
Una jovencita temblaba con los labios azules, rodando los ojos en su cabeza, medio loca, con
sed y terror de quedar atrapada en la oscuridad. El fraile tenía las manos en ella, tirando de
ella fuera de la tumba.
La enfermera quería ir a ella, pero no podía. Se realizaría un suicidio. Ella solo podía
verlo. Y esperar la oportunidad que esperaba llegara. La chica estaba gritando, sacando de
su lugar el frasco con agua a sus labios. Ella lo había visto, el chico en el suelo tan inmóvil.
El fraile le dijo, que su marido se quitó la vida para que él se reuniera con ella en el más
allá.
— ¿Porque no le llamaste? el fraile pregunto. ¿Porque no le hiciste saber qué vivías?
La chica estaba loca de dolor, llorando a pesar de que su cuerpo no podía producir lágrimas.
Tres días en la tumba. Tres días sin agua. No es de extrañar que perdiera su fuerza para
gritar, pero encontró una nueva fuerza ahora. Agarro la daga en el cinturón del chico y la
condujo en su propio corazón.
La enfermera presiono sus manos a la boca de ella, para ahogar su grito. El fraile
observaba, con una sonrisa en su cara, satisfecho con su engaño, aún más contento cuando el
chico se levantó y se arrodillo junto al cuerpo agonizante de la chica.
— ¡Juliet! — Las palmas de sus manos y las mejillas estaban pálidas.
—No pensé que ella—he cambiado de opinión. Tráela de vuelta. ¡Tráela de regreso!
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La chica alcanzo su cara, pasando las puntas de sus dedos temblorosas sobre sus labios.
Entonces ella llego al cuchillo. Pero estaba demasiado débil para tirar de él fuera. Sus
manos cayeron. Las manos del chico como garras sobre el cuerpo de ella, llorando, pero el
empujo al fraile cuando la chica todavía estaba en el suelo.
La enfermera se arrastró desde la oscuridad. Ella estaba casi demasiado tarde. La chica
podría morir pronto. No había tiempo de decirle historias antiguas y ella ni siquiera lo
haría si pudiera. Había vivido por miles de años, jurando cientos de almas al servicio de la
luz. Siempre era mejor si ellos no conocían algunas cosas, así ellos llegarían a las verdades
reales por su cuenta.
La chica repitió los votos y la enfermera la observo ir a la brumas del olvido, preguntándose
cuanto tiempo tomara para que ella encuentre su camino a la libertad, para entender el
regalo que ella había obtenido.
Mis dedos se deslizaron de los suyos, rompiendo nuestra conexión. En algún lugar muy dentro de mí, donde todas las piezas encajaban de mí pasado juntos, encontré el hilo que ella puso en mi mano. Se sentía
familiar, de verdad, a pesar de que me he pasado cada día consiente desde mi muerte negándome lo que hice.
Romeo no me mato, después de todo. Me mate a mí misma, justo como
la historia decía. Lo hice por mí misma. No soy una víctima; soy una
tonta y una gran mentirosa como la enfermera alguna vez lo fue.
— ¿Porque? — tropecé lejos, hasta que la parte trasera de mis rodillas
golpeo con el inodoro. Me derrumbe en el asiento, sacudida demasiado
duro para molestarme en tratar de ponerme de pie.
— ¿Porque no lo recuerdo?
—No quieres recordar—, dijo la Enfermera. —Pero ahora puedes hacerlo. Usa este regalo y encuentra tu camino.
Un regalo. No se sentía como un regalo. Se sentía como una maldición, un último trozo de miseria. Una carga más para llevar. Hablando de
cargas…
— ¿Qué puedo hacer por Gemma y Mike? Para asegúrame de que estarán a salvo antes de…
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—La relación de Gemma con Dylan hiso algo de daño, pero Mike está
cerca al compromiso que tú piensas. El y Gemma tienen demonios similares, cicatrices en su corazón que solo pueden ser remendadas con
el amor. Gemma tiene previsto decirle a Mike que ella lo ama, esta noche. Eso puede ser todo lo que necesitan. El aura de Mike podría incendiarse en rojo por la mañana.
—Y si lo hace…entonces Romeo y yo… —Tú permanecerás en el cuerpo de Ariel hasta que el alma espectro te
sostenga. Quizás un día, quizás dos. Y en cuanto a Romeo…— se
encogió de hombros. —Su destino está en sus manos. Si el opta por
renovar sus votos, seguirá siendo un mercenario.
—Entonces déjeme renovar mis votos también. Puedo pelear contra él. Puedo seguir adelante. Yo puedo— Ella me detuvo con su mano en el aire.
—Ha sido decidido.
Es la segunda vez que he escuchado esas palabras hoy. No se siente mejor esta vez, pero yo no digo una palabra cuando ella regrese a tocar
tu puerta. No hay punto de discusión. Mi destino está escrito en su cara impasible.
—Si nosotros no hablamos de nuevo, recuerda que siempre te llevare en mi corazón.
Y entonces ella se fue. Y me quede en el baño hasta que sonó el timbre.
Ariel va a conseguir una F en el proyecto de disección, pero en ese
momento no podía resignarme a la atención. Había demasiadas cosas
grandiosas en juego. Al igual que vidas.
— ¡Cinco minutos! El Sr. Stark llamo en voz alta, llevándome de nuevo al presente. Él
estaba haciendo otra búsqueda a través de escenario, pero se detuvo para apuntarme con un dedo en mi dirección.
—Lista, Ariel. Tú iras. Rómpete una pierna.
Decidí esperar hasta que el, busco en la puerta trasera. Afuera, en el exterior una luz naranja iluminaba el camino de concreto, que está alrededor del edificio. Todavía no estaba Gemma. Más allá, la noche
estaba oscura y quieta.
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La lluvia finalmente se había detenido—algo que todos en la cuidad
estaban celebrando—pero el aire parecía más ominoso por el silencio. El mundo estaba conteniendo la respiración, esperando ver si el bueno y/o
el malo ganaban de nuevo la noche. —Ella no vendrá
Romeo susurro a mi lado. La cara de él estaba cerca como mordaza, yo tenía una idea de su hedor. El apestaba a muerte y enfermedad, hasta
el punto que el resto del reparto estaba finalmente notándolo. Todo el mundo le daba un amplio espacio desde que llego, los pocos
chicos en la producción se apresuraban a cambiarse dentro de sus disfraces y lo dejaban solo en el vestido de hombres.
—Mi creador conoce la verdad—, Romeo dijo, acercándose más. Presione mi mano en la boca y le di la espalda, acercando mis hombros
hasta la pared de ladrillo. —Él sabe que Gemma no es la única en ese cuerpo. La perdió cuando
ella dejo el campus después del almuerzo, pero la va a cazar y le pondrá fin. Esta noche.
Oh, Dios. Si solo Gemma me respondiera el teléfono, si tuviera alguna manera de advertirle antes de que sea demasiado tarde.
— ¿Quién es él? ¿Dónde se esconde? Tienes que—
—Jasón murió—, me dijo. —Mi creador lo mato, así él podría tener un cuerpo para mi cerca—. Romeo sonrió. —No sé porque no pensé en eso,
matarlo por conveniencia. Supongamos que no soy tan diabólico como todos creen.
Jasón. No me sorprende. Parece que hay una buena razón, él ponía mi
piel de gallina.
—Es más fácil para los más altos ocultar cuerpos recién muertos—.
Romeo dijo. Sé que puedes ver nuestras auras, pero son por lo general negras. Negras como el pecado, tan ineludibles como una sombra—. Lleva una mano hacia mí, pero se detuvo cuando yo retrocedí.
—La tuya siempre fue color oro. Hasta ahora—. Dorada. Al igual que la
de Nancy. — ¿Él lo hizo? ¿Mato a Nancy? — Romeo sonrió.
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—Por supuesto él la mato. Y el quizás matará a Gemma y al chico que
amas y tú y yo y la sangre nunca dejara de fluir
Dijo, la tristeza en su voz me asustaba más que su expresión de alegría. El pánico nado, dentro de mí. ¿Cómo puedo parar esto? ¿Cómo detener a los mercenarios, cuando se alimentan de la misma violencia, que parecía que era lo único que podía acabar con ellos?
El asesinato no era la respuesta. Lo creo ahora. ¿Pero cuál lo era? ¿Qué?
—Ellos no parecen preocuparse más por el amor—. Romeo suspiro y
deslizo su cabello rizado fuera de su frente.
—Ni siquiera lo suficiente para destruirlo.
— ¡A sus lugares, personas!
El Sr Stark destello las luces detrás del escenario tres veces, la señal que deberíamos estar en nuestros puestos. Trate de moverme pasando a Romeo, pero el dio un paso en frente de mí, bloqueándome el paso.
—Es demasiado tarde. No podemos trabajar en el hechizo.
—No lo haría. Incluso si nosotros pudiéramos—. Asintió con la cabeza, lentamente, despacio.
—Te amé—, susurro. —Lo hice. Estoy disculpándome. Recuerdo que era, lo que quería conseguir cuando estabas en el piso y decirte que—
—Yo sabía lo que hacía—. De repente quería que el supiera la verdad,
porque yo no era la misma tonta que había sido por los pasados setecientos años.
—Sé que fue mi culpa, que yo me hice esto a mí misma—. El sacudió su
cabeza, y los dedos de la bufanda que estaba insistiendo en usar que no
era parte del vestuario.
—No. Fue mía. Te engañe. Puedo recordar el sentimiento de culpa. No
puedo sentir nada más, pero yo recuerdo—. Sus ojos eran distantes, su expresión embotada por el dolor y el miedo. Por primera vez sentí piedad por el monstruo.
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— ¿Que te prometieron? — Le pregunte, queriendo saber antes de que
estos se termine.
—Me prometieron tu felicidad—. El sonrió con una vaga y confusa
sonrisa.
—La felicidad eterna y la alegría, más de lo que yo jamás podría darte.
Pero tan pronto como vi tu cara, sabía que nunca la tendrías. Incluso si
los embajadores no la tenían reclamada para ti. Pude ver la verdad en
tus ojos. Tú me odiabas mucho, también como para ser feliz.
No. Eso no es verdad. Algunas cosas estaban mal con lo que él decía.
Algo pequeño pero importante. Cerré los ojos, dejando que la memoria
de mis últimos momentos, fuera a la deriva a través de mí, friccionando
mis dedos, tratando de dar nombre a la naturaleza exacta de los
sentimientos que pulsaban debajo de mi piel. Desesperación, dolor,
tristeza y si odio. No había odio ahí, no solo para Romeo, no solo para
el…
El entendimiento me golpeo como un rayo de luz, haciéndome
parpadear. No era a Romeo al que había odiado por todos estos años—
por lo menos no enteramente. Era…a mí misma. Me odiaba por dar todo
a un chico, quien no se dio cuenta del regalo que le había dado.
Me odiaba a mí misma por amarlo. Me odiaba por haber muerto por él.
Tanto es así, que me había engañado a mí misma, creyendo una
mentira en toda mi otra vida. Me odiaba por continuar dándole poder,
por pasar años inútiles odiándolo, cuando yo debería haber dado esa
energía a los otros amantes, amándome a mí misma.
—A sus lugares—, el Sr Stark, silbo a unos pocos pies de distancia.
—Lo siento. Si pudiera sentirlo, estoy seguro de que lo seguiría
sintiendo.
Y entonces Romeo regreso caminando y se alejó, pero me pareció que yo
no podía moverme. Debería haberme amado a mí misma. A mí.
¿Podría yo realmente ser la respuesta?
¿Que incluso podría ser lo que mi alma espectro estaba tratando de
decirme?
Algo tan simple y estúpido como suena y—
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—Vamos, Ariel, no tengas miedo ahora.
El Sr Stark dijo, urgiéndome a tomar mi lugar. Iba arrastrando mis pies
como un zombie, perdida en el tic-tic-tick-tick de las piezas que iban
cayendo en su lugar, dentro de mí.
¿Era estúpido?
¿Realmente?
Había vivido en el interior de tantas personas y nunca me considere
una de ellos, digna de amor. Había tratado de mostrarles, que eran
valiosas sus vidas y merecía la pena vivir.
Les había instado para abandonarse a sí mismos y a las personas que
estaban equivocados con ellos, para que eligieran un futuro de amor
sobre un pasado amargo.
Incluso lo hice con Ariel. Buscando que ella viera lo hermosa que era y
digna de respeto, compadeciéndome de que no podía ver la verdad. Y
todo este tiempo yo estuve tan perdida. Nunca le otorgue a la chica que
yo era el perdón. Perdón por ser ingenua, por los errores, que había
hecho.
Nunca me había dado la compasión que me merecía. Había fallado en
muchas cosas, pero la Enfermera estaba equivocada, yo no había
fallado en el amor. Amaba a Romeo, amaba a la gente a la que servía,
amaba a Ben—con ninguno de ellos estaba equivocada. No importaba si
ellos me amaran o se mostraran agradecidos, o si ellos supieran mi
nombre real. Los he amado a todos y eso era bueno.
Yo era buena. Yo era digna de agregar mi nombre a mi lista, de dejar ir
al sentimiento de pesar y vergüenza que me había envenenado por tanto
tiempo. Así que lo hago. Lo dejare pasar y conoceré la paz.
Era como una puerta que se había abierto en mi interior, revelándome
el final, brillando, un cuarto con aire en el que nunca había estado.
Escuche al Sr. Stark hacer el anuncio de bienvenida, escuche dedicarle
la actuación a Nancy y a todo el mundo para que mantuvieran sus
oraciones con ella y su familia y los guardaran en sus pensamientos.
Y entonces la música del opening surgió en el teatro, levantándome
arriba junto con él. Eso es. Esta es la libertad de la que la Enfermera
me hablo. Lo sé, el camino, lo había conocido a través de la verdad de
los otros en mi vida.
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La forma en que sabía que amaba a Ben y era perfecto y maravilloso por
el tiempo que durara, la forma en que supe que los errores no tienen
que ser para siempre y que el amor era tan poderoso como el mal.
Cuando salí al escenario, no tenía miedo en mi interior. Solo emoción.
Anticipación. Por la lucha, por el futuro, por la oportunidad de verme en
los ojos de Ben y decirle que lo amo más de lo que lo hice la otra noche.
Lo amo más porque—por primera vez en setecientos años—me amo a
mi misma.
—Los tiburones se saldrán con la suya esta noche…
Yo cantaba cada canción con más entusiasmo del que había cantado
nada en mi vida, sin importarme que apenas podía sostener el tono con
ambas manos. A la audiencia no parecía importarle tanto y deseaba que
Melanie estuviera aquí esta noche, en vez de mañana.
Pero sin embargo, había más de doscientas personas llenando las
butacas—maestros, estudiantes, familiares, amigos—y ellos estaban
con nosotros. Con migo. Podía sentir sus aplausos cuando los actores
se apretaban dentro y fuera del escenario.
Incluso escuchar cantar sobre el amor a Romeo era divino, una voz
suave, no podía frenar mi disfrute. Estaba viva por el momento. No
sentía miedo o preocupación, solo la extraña y profunda garantía dentro
de mí, que todo iba a estar bien. No podía esperar para decirle a Ben.
No podía esperar para besarlo hasta quedar sin aliento y creer como
soy.
La siguiente escena estaba en el frente del set lo que hacía que se
realzara la producción y entonces casi terminaban con el primer acto.
La música de la escena de lucha a través del teatro, era ominosa, pero
bella, me ponía la piel de punta. Me uní a los otros actores en el
escenario, se arrastraban a través de los espacios en el piso,
escabulléndose de los rayos de luz del otro.
A continuación comenzó la pela. Puño izquierdo primero, derecho
después, cuidando de no tocarse, para no herirse.
Todo era parte de la danza, la violencia contenida perfectamente en una
caja por una coreografía limpia y segura. Y entonces Romeo estaba ahí
y los cuchillos llegaron.
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La música aumento, golpeando más rápido y más rápido a medida que
progresaba la escena, llegando a las marcas que habíamos puesto en
los ensayos. Mezclando los golpes derechos con el golpe de izquierda.
Pase, golpe, pase, golpe y la música pulso más fuerte, más rápido,
fuerte y entonces vino hacia mí con su espada para cavar con el primer
acto, y poder enviar a la audiencia al lobby a comprar palomitas,
limonadas para poder recaudar dinero para el baile de graduación.
Ariel podría haber ido junto a Ben. O solo, podría haber ido con
Gemma—justo como, cuando decía ella que como había ido—si ellos
aun fueran aun amigos. Pero ahora ella no quería ir y no podría hacerlo
incluso para llorar la pérdida de su oportunidad.
Lo vi un segundo más tarde—demasiado tarde, las luces del reflector
reflejaron una hoja demasiado brillante para ser de plástico o retráctil.
Una hoja de acero afilada que se deslizaba dentro de mi estómago como
si fuera mantequilla.
Suave, algo peligroso y cálido me incendio, dando un paso sin pelear
cuando Romeo empujo el cuchillo más y más profundo, usando su
mano sobre mi hombro para insertarla en mi torso y dirigirla hacia
adelante, como guiándola a mi cuerpo, hacia la tierra.
Mi cabeza golpeo el suelo del escenario con un sonido que resonó en mi
mente. Por encima del resplandor dorado brillante de un embajador—
un reflejo encantado, iluminando los rizos de Romeo.
Él era el ángel oscuro enviado del cielo para escuchar mi confesión,
inclinándose cerca, mientras el resto de los actores bailaban lejos,
pegados a los pasos en sus lugares, aparentemente sin saber del
cuchillo—y la sangre derramándose en el escenario, la que-era real.
—Es lo mejor—, Romeo susurro a mi oído.
—Mejor morir que ser regresado de vuelta a la niebla—. Su voz apretada
y sentí algo húmedo caer sobre mí, en el cuello.
—Puedes descansar ahora, dulce Julieta y quizás el cielo no se atreverá
a creer que estás ahí después de todo.
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Entonces se había ido, corrió por el escenario cuando la música se
desvaneció y el fragor de las sirenas de policía, sonaban a través del
teatro, advirtiendo a los actores que se había descubierto esto. La
audiencia estalló en aplausos que se estrellaron en mi cara, haciendo
que me estremeciera y temblara.
Al parecer Romeo había hecho un gran papel.
Y era tan mortal, como el resto de él.
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Traducido por Aldebarán
Corrección por Dayanira
Las luces se apagan y por un momento estoy ciega en la oscuridad.
Atrapada.
Moribunda.
En la oscuridad.
Igual que la primera vez.
Pero me niego a renunciar. Estoy rodeada de la gente y las luces están a
punto de venir de nuevo. El Sr. Stark verá que ha pasado y llamará una
ambulancia. Siempre y cuando Romeo no ponga sus manos en mí
nuevamente, puedo hacerlo a través de esto. Ariel puede hacerlo a
través de esto.
Moviendo suavemente, con cuidado, ruedo a mi lado y entonces subo en
cuatro patas y empiezo a gatear hacia la ayuda que espera en los
bastidores. Mis dones de embajador están desvaneciéndose, pero estoy
siendo sanada más rápido que una chica mortal. Puedo sentir las
piezas desagarradas dentro de mí haciendo todo lo posible por
repararse. Si puedo llegar a un hospital, si puedo conseguir ayuda
manteniendo mi vida dentro de este cuerpo, entonces tal vez…
Una explosión de sonido corta a través del aire y alguien en la audiencia
grita. Luego otra persona y otra, el miedo extendiendo como fuego a
través del auditorio. A pesar de la oscuridad que aún cubre el
escenario, creo que ellos me han visto, la chica sangrante arrastrándose
a través de las tablas, dejando una espantosa, brillante estela a su
paso.
Pero luego oigo el sonido de nuevo y sé que es.
Tiroteo.
Viniendo del otro lado del escenario. Alguien está disparando a la
audiencia. Con un suave gemido, vuelvo a mirar sobre mi hombro.
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Romeo está bajo el escenario al final de la plataforma, apuntando lo
bastante alto para no golpear a la gente que corre del auditorio.
Él no está disparando para matar; él está disparando para asegurar las
reglas del caos, para asegurarse que nadie venga a rescatarme.
De modo que yo pueda morir trágicamente, poéticamente, por su mano,
cuando creí que tuve tanto tiempo. Pero él me dispararía si me viera. Él
me quiere muerta. Me arrastro rápidamente, orando que él no mire
hacia mi lado. Detrás de la cortina oigo bailarines quienes sólo han
salido al escenario gritando para que todo el mundo corra. Que:
— ¡Dylan tiene una arma! — y — ¡Todos vamos a morir! — y — ¡De
prisa, la puerta de atrás!
La puerta de atrás. Ben.
Intermedio. Es el momento.
Él está aquí esperando por mí.
Él se dará cuenta de que algo malo ha pasado suficientemente rápido. Y
luego vendrá en busca de mí, para asegurarse que he salido y Romeo
estará esperando con su arma. Ben no tiene una oportunidad. Si él
coloca un pie en este teatro es un hombre muerto.
Mordiendo mi labio para no gritar, fuerzo a mis pies y tambaleo hacia la
salida del escenario, agarrando el cuchillo que arde en mi interior,
enviando llamas que lamen mi espina. Mi corazón ruidos sordos
debidamente en mi pecho, mis oídos, mi cerebro, luchando por
sobrevivir. Lo que queda de mi don de curación, estaré muerta dentro
de una hora si no consigo ayuda. Estoy perdiendo también mucha
sangre, y algo se siente… mal. Romeo ha golpeado algo importante.
Importante.
Tengo que con llegar a Ben. Tengo que mantenerlo a salvo. Presiono a
través de las cortinas y me dirijo a la salida. Todos han huido. Los
bastidores están desiertos y la puerta cerrada. No.
Abierta. Abriendo.
El rostro de Ben aparece en el espacio entre la puerta y el edificio,
iluminado por ese naranja enfermizo. Él me ve y siento su alivio,
seguido de cerca por su miedo. Está muy oscuro para ver la sangre, el
cuchillo, pero puede decir que no estoy caminando de la forma en que
debería.
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— ¿Ariel? Qué pasó, qué…
—Corre. Dylan tiene un arma.
Escapo cuando llego a él, tomando el soporte que el ofrece, instándole a
regresar fuera de la puerta. No pregunta nada más, sólo coloca su brazo
alrededor de mi cintura y me ayuda a salir a la noche. Sé el segundo en
que ve el cuchillo, siento el temblor que trabaja a través de su cuerpo,
desgarrando las cosas dentro de él.
—Oh Dios—. No es una maldición, es una oración, una súplica para
salvar algo, está asustado porque lo ha perdido todo. —Él te hizo esto—.
No me moleste en responder. Estoy canalizando toda mi energía en
mover mis pies por el camino de concreto. Él ya sabe la verdad.
—No debería haberte dejado sola. Lo voy a matar— dijo, atragantándose
con las palabras. —Lo voy a cortar en partes con…
—No. Por favor.
Descubro la mano de él, colocada en mi cadera y aprieta, sorprendida
por lo cálido que él se siente. Está ardiendo. No, yo estoy congelándome.
Fría. Muriendo. La idea captura mi siguiente respiración. No quiero
morir y dejar a Ben, especialmente no tiendo la misma maldición que he
sufrido por demasiado tiempo.
—No es tu culpa. No hay nada que podrías haber hecho.
Tropecé cuando nos desviamos de la ruta, a través de la hierba mojada,
hacia la línea de automóviles estacionados a lo largo de la carretera. El
estacionamiento no era lo suficientemente grande para manejar al
número de personas que vinieron al espectáculo. Personas que estaban
ahora corriendo por sus vidas, saliendo en tropel a la noche, saltando
en automóviles donde ellos asumen estarán a salvo. Tengo que
asegurarme que Ben está a salvo.
—Olvidarse de Dylan. Sólo dejar este lugar. Si no lo hago al…
—Vas a hacerlo. Te amo— dijo él, un tirón en su voz.
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—Te amo también— susurré. Se está haciendo más y más difícil
respirar, pero por lo menos el dolor se está desvaneciendo, a la deriva
lejos de mi cuerpo, un iceberg flotando fuera del mar.
—Por favor no mueras, Ariel. Por favor.
Envuelve su brazo estrechamente a mí alrededor, hasta que cepilla su
mano contra el lugar donde la sangre ha empapado mi camisa, pegando
la tela a mi piel. Él se estremece, luego gira y desliza su brazo bajo mis
rodillas, barriéndome en el aire. El repentino cambio hace que el
cuchillo se mueva dentro de mí. Me quejo y la cabeza cae hacia atrás,
ojos llenándose con el oscuro cielo.
—Coloca tus manos sobre esto y empuja hacia abajo— dice Ben. —
Aplica tanta presión como puedas. Voy a colocarte en el asiento de atrás
y conducir como el infierno al hospital. Conseguiré llegar más rápido de
lo que una ambulancia podría llegar aquí y regresar.
La voz de Ben esta forzada y jadeante, dando testimonio de lo rápido
que se está moviendo cuando se precipita hacia la fila de automóviles.
Está corriendo por mi vida, se detiene sólo una fracción de segundo
cuando pasamos a un grupo de personas sollozando para pedir a
alguien:
—Llama a la sala de emergencia del Hospital Cottage. Díganles que
estoy llevando a una chica, quien ha sido apuñalada en el estómago.
—Oh, mi Dios, ¿esta ella bien? — alguien pregunta.
— ¿Le han disparado? — la voz de chica rompe en el frío aire.
— ¿Él le disparo a ella?
—No, ella ha sido apuñalada. En el estómago. Llama al Hospital Cottage
y diles que estaremos allí en cinco minutos.
Él lanza las palabras sobre su hombro, más enfocado en llevarme al
Hospital Cottage que en detenerse a explicar las cosas a un grupo de
traumatizados chicos. Sin embargo, sus instrucciones penetran en la
confusión para alguien.
—Cinco minutos. Lo tengo.
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Me toma un momento, pero reconozco la voz. Ben, en su intento de
conseguirme el cuidado que necesito tan pronto como sea posible, ha
cometido un terrible error.
Miró sobre su hombro, encontrando la mirada reptil del Mercenario que
habita en el cuerpo de Jasón Kim. Nuestros ojos se bloquean por un
momento y luego el hombre que yo una vez conocí como Friar Lawrence
se ha ido, alejándose en la noche. Ben se inclina, guiándome en el
asiento trasero del automóvil. Giro hacia él, un calentamiento sobre mis
labios, pero el cielo presiono aún más cerca, asfixiando las palabras que
quiero decir. Trato de levantar mi mano, para hacer alguna señal que él
tiene que observar afuera, pero mis manos están muy frías, demasiado
pesadas.
Congelada. Pesada. Muriendo.
Y Ben no sabe observar afuera a Jasón, no sabe del monstruo. Le
debería haber dicho la verdad, no importa cómo de loco podría haber
sonado. Por lo menos entonces yo… por lo menos entonces… Tal vez él
podría tener…
Vagamente, soy consciente de Ben gritando por mí, para ser fuerte,
luchar. Y luego el auto está en marcha y estamos moviéndonos rápido.
Más rápido. Más rápido. El mundo se desvanece afuera, luego regresa
de nuevo, la conciencia escapando entre mis dedos, la vida escapando
de mí…
Algo choca contra el lado del auto y de repente estamos fuera de la
carretera, girando en un círculo, el olor de grama mojada y tubo de
escape llenan el auto. Ben grita mientras dejamos de girar y comienza a
deslizar, abajo, abajo, abajo, a toda velocidad hacia abajo una colina
tan empinada que puedo sentir las llantas del auto aumentando en la
tierra, tentado a seguir la fuerza de gravedad e ir cayendo. Ben grita de
nuevo. Yo también lo haría, pero nada sale de mi boca. No palabras, no
gritos, ni aliento. Ariel está muriendo. Estoy muriendo. Ben estará solo,
sin nadie para protegerlo.
El auto apenas se ha deslizado a una parada cuando rostros aparecen
en la ventana. Dos de ellos, una pálida, creciente luna del mal en la
ventana del pasajero, la otra triste, miserable desastre con parte de su
cabeza faltante. Los rizos de Romeo se han ido de lado, asombrado,
revelando piel y hueso y mancha, de color rosa suave que no quiero
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pensar. Él se ha disparado a sí mismo o por Jasón, supongo que no
importa cual.
Lo que importa es que Romeo está aquí ahora y está acaparando la
puerta de Ben, tirando de él fuera del auto.
—No— susurro, buscando la fuerza para levantar mi mano y llegar a él,
sin embargo esto no hace ningún bien a ninguno de nosotros. Veo el
puño de Romeo retroceder y escuchar el ruido sordo de la carne
enferma chocar contra el hueso y saber que el fin está cerca.
Jasón abre la puerta a mis pies y se arrastra al asiento trasero,
inclinado sobre mí, usando la misma malvada sonrisa que llevaba
cuando era el fraile, cuando me observaba sangrar sobre el piso de la
tumba. Quiero desgarrar la petulante, cara de desprecio de su rostro,
quiero colocar mis pulgares en sus ojos y robar su victoria.
No quiero que me vea morir, ver a Romeo vencer a Ben a la muerte,
pero no tengo la fuerza para girar mi cabeza y mucho menos hacer un
daño. Incluso cuando él alcanza el mango del cuchillo y hiere mi
estómago, provocando una nueva ola de agonía que burbujea dentro de
mí, no puedo hacer más que temblar reflexivamente antes de acortarme
una vez más.
—Allí, allí.
Las manos de Jasón apartan el pelo de mi cara, suavemente como una
araña que envuelve a una mosca en su telaraña. No hay comodidad en
sus manos, solamente terror, tortura. Si no fuera por Ben, agradecería
por el frío cierre a mí alrededor. Mejor ir a la deriva en el sueño eterno
que ir gritando por misericordia.
—Tengo un regalo para ti, Juliet— dice, con voz suave, pero lo
suficientemente fuerte para ser oída sobre los sonidos externos. Los
puños de Romeo siguen volando. Puedo oírlos golpeando su objetivo,
oigo los gemidos y agudos gritos cuando Ben se entera de lo que puede
hacer la fuerza sobrenatural. Siento el sonido de cada golpe dentro de
mí. El dolor de Ben es peor que el mío. Mucho peor. Prefiero sufrir que
oírlo sufrir a él, este chico me encanta, su buena alma que nunca
tendrá la oportunidad de ser un hombre.
—Creo que es hora de que experimentes la magia negra de primera
mano—. Sus manos se vuelven de piedra alrededor de mi cuello, dedos
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clavándose en mi piel, haciéndome gritar y presionando mis ojos
cerrados.
Él puede estrangularme hasta la muerte, pero no quiero darle la
satisfacción de ver apagarse la luz de estos ojos, No lo haré… no lo
haré... una segunda vez…
Se retuerce la energía dentro de mí. Puedo sentir el flujo a través de las
puntas de sus dedos, rezumando en mis venas, una carrera – caliente y
horrible - en cada célula, un invasor despiadado que no quiere parar
hasta que cada débil cosa sea quemada. Calor escalda mis huesos,
fuego frío congela mi corazón. Mi espalda se arquea y un grito rompe
mis labios – un sonido tan crudo desgarra mis entrañas en su lucha por
salir.
Estoy muriendo, pero también estoy naciendo, fundida y reformada. Él
retira sus manos y aspiro una bocanada de aire, jadeando, sorprendida
al sentir mis pulmones expandirse sin dificultad, para sentir las cosas
necesarias dentro de mí cambiar sin dolor. Mi mano va hacia mi
estómago. Mi camiseta todavía está caliente y pegajosa con sangre, pero
la piel debajo es lisa y sin marcar. Él me ha sanado, salvado mi vida.
Me enderezo, los ojos buscando a Jasón, quien ya ha hecho su camino
fuera del auto. Me tiende una mano. La ignoro. Su curación no es un
regalo, es una herramienta de negociación, una medida de
manipulación, alguna nueva forma de torturarme que no entiendo
todavía. Pero se mejor que pensar que esto ha terminado, o creer por un
segundo que él no me quitara rápidamente mi vida como darla.
Me peleo fuera del auto, pasando rápidamente a Jasón y la camioneta
que conducía Ben fuera de la carretera, buscando por la única persona
que quiero ver. El auto ha sido derribado en un pastizal, pero detenido
antes de llegar al fondo de la colina, donde el agua de lluvia recolectada
forma un lago. Si hubiera golpeado el agua, Ben y yo podríamos
habernos ahogado.
Pero tal vez, esto podría haber sido mejor. En este momento, no lo sé.
Todo lo que sé es que cuando finalmente encuentro a Ben, una docena
de yardas después, iluminado por las luces del auto, su espalda contra
un árbol donde Romeo lo ha apoyado, su cuerpo inerte y su rostro un
caos sangriento, mi cuerpo se llena de una peor agonía que la que
cualquier arma podría causar.
— ¡Ben!
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Corro hacia él, empujando a Romeo, quien permanece balanceándose
en sus pies. No le doy un vistazo, no me preocupo cuando me arrodillo
junto a Ben, dándole la espalda. No me apuñalara de nuevo,
obviamente esto no estaba en la agenda de su superior o no estaría
completa ahora. Pero incluso si lo hace, no me importa.
Dejar que lo haga peor. Nada puede ser más horrible que escuchar el
suave gemido de Ben mientras sostengo su cara rota en mis manos,
observando sus parpados revolotear mientras intentaba mirarme pero
falla. Sus ojos están tan hinchados que parece que alguien ha deslizado
pelotas de golf bajo su piel. Sus mejillas, mentón y frente están abiertos
y sangrando y ha perdido varios de sus dientes frontales. Su nariz está
rota y tal vez su mejilla derecha. Tal vez ambas mejillas. Incluso si vive,
él nunca será el mismo. Él siempre estará dañado y con cicatrices y…
Con cicatrices.
Alguna parte lejana de mi cerebro siente la suave piel sobre mi brazo
derecho, siente la ligera brisa agitando el suave cabello rubio que
crecido en mi cuello y rostro.
Jasón no sólo me ha curado, él me ha sanado, revertido años de daños,
algo que el Embajador mágico no ha sido capaz de hacer nunca.
Y si él podría hacerlo por mí…
Suavemente, apoyo la parte trasera de la cabeza de Ben contra el árbol
y giro. Jasón ya está allí, a pocos pasos detrás de mí, esperando por mí
para trabajar cosas con una sonrisa en su rostro. Romeo permanece
inexpresivo a mi lado, mirando ciegamente a algún lugar en lo alto del
árbol, sus labios moviéndose sin formar palabras, como si estuviera en
trance. Comienzo a preguntarme cuánto queda de ese cerebro, puedo
ver que brilla en el violento amarillo de los faros.
— ¿Qué quieres? Haré cualquier cosa que quieras— susurro a través
de las lágrimas que corren por mi rostro.
—Sólo… sánalo—. Jasón sacude la cabeza, fingiendo arrepentimiento.
—Ojala pudiera pero mis poderes sólo trabajan sobre personas
afectadas por mi magia. Embajadores o Mercenarios. Somos todos de la
misma fuente, lo sabes.
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—Lo sé— sorbo en una respiración. Mi nariz está corriendo junto a mis
ojos. Si pudiera, sé que el resto de mí lloraría también. Puedo ver a
dónde va esto, ver la inevitable conclusión de nuestra conversación.
—De modo que…— deja el rastro de la palabra con un encogimiento de
hombros. —Para yo poder ayudar a Ben…— No digo una palabra. Es
imposible. Nunca haré lo que él pide. Nunca.
—Vamos, Juliet. La vida no siempre debe ser como una tragedia— dice
Jasón, riendo suavemente. —Has sido concedida una increíble
oportunidad. Una segunda oportunidad al amor verdadero que no
deberías dejas que se desperdicie—. Arroja el cuchillo que saco de mi
estómago en el aire, dejando que gire una, dos veces antes de coger la
empuñadura en su mano.
—Lo prometo, es mucho más divertido jugar cuando estás en el lado
ganador. Sólo corto este chico un poco aquí, un poco allí, suficiente
para demostrar la letal intención. Luego tomarás tus votos para
nosotros, y ella…— Él gira para mirar sobre su hombro, señalando
vagamente en la oscuridad antes de girar alrededor.
—Bien, ella está fuera de allí. Puedo sentirla.
Miro fijamente a la noche, recordando la memoria compartida de la
enfermera a la espera en la oscuridad, observando, esperando.
¿Está ella esperando allí afuera ahora?
¿Por qué no se mostró en el teatro y detuvo esto antes de que empezara?
—A ella le gusta esperar hasta que nos hayamos ido— dijo Jasón. —
Pero, ella vendrá a cuidar de este chico. Ella administrará los votos y lo
transformará en un recipiente de luz.
Sollozo, incapaz de mantener el sonido de estallido de mis labios. Puedo
verlo ahora, esta nueva vida que él describe, una segunda eternidad se
extiende ante mí, pero esta vez será con Ben la pelea. Ben en el otro
lado de la división, brillante, hermoso e inalcanzable. Ben, quien sólo
sabe que lo lastimé, traicioné, que no lo amé de la forma que juré
hacerlo. Este monstruo nunca me permitirá decirle la verdad.
Tal vez ni siquiera lo quiero. Tal vez en el momento en que vea a Ben de
nuevo, sin embargo, muchos años desde este momento, en cualquier
cuerpo en que yo este habitando, he de ser tan retorcida como la
oscuridad que no quiero recordar lo que se siente amar.
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Seré como Romeo, malvado y falso, el amor que siento por Ben muerto
dentro de mí. La vida es preciosa, su vida especialmente, pero hay
peores cosas que perder.
Regreso donde Ben, cepillo su cabello lejos de su estropeado rostro, una
parte de mí deseando que él este consiente de que yo pudiera decir
adiós, la otra parte contenta de que él está más allá de sentir dolor.
Apoyo mis labios bajo su oído y el olor a Ben de él flota a mi nariz,
haciendo a mi corazón romperse de nuevo.
—Te amo.
—Asumo que significa que tu respuesta es no—. Giro para ver que
Jasón se ha movido más cerca. Su sonrisa es más baja en su cara, su
cuchillo más alto en el aire.
—Sabes que significa.
Lo sé. Significa que nos matara a ambos. Despacio. Tortuosamente. Ver
cuánto tiempo duramos antes de rompernos, si nos rompemos. Si o
cuándo. No sé cuál será, pero sé que me sostendré fuerte al amor que
siento por Ben, la luz en mi oscuridad.
No sé la respuesta a la pregunta de Jasón, sólo miro sus vacíos ojos,
preguntando qué está más vacío… Romeo porque tiene poco cerebro o
este monstruo porque no tiene alma. Ninguna en absoluto, ni siquiera
el fantasma de una memoria de lo que es amar, ser mortal y
gloriosamente, horriblemente vulnerable.
Supongo que porque él no lo espera.
No me lo esperaba tampoco, pero cuando ocurre no soy sorprendida.
Romeo está tan equivocado como jamás lo ha estado, como siempre ha
sido, pero he oído la verdad en las palabras que susurro en el escenario.
Él realmente pensaba que me estaba ayudando al empujar el cuchillo
en mi estómago, al igual que piensa que me está ayudando cuando
levanta el arma escondida en el frente de sus pantalones y dispara dos
veces.
Una vez en el centro de la frente de Ben.
Una vez en el centro de la mía.
Juliet Inmortal Stacey Jay My Adicción Perfecta
Traducción por Tersa Manzano
Corrección por Deyanira
Hay un momento de presión increíble cuando empuja una bala por el
hueso y luego… floto, cayéndome hacia atrás en un movimiento lento,
deslizándome con los ojos cerrados. Débilmente estoy consciente que
me he caído encima de Ben. Su rodilla esta presionada en mi espalda,
la suavidad de su vientre acuna mi cabeza y me alegro.
Está bien tocarle saber que está cerca, aunque todavía mienta, tan
terriblemente. Pero hasta el miedo de saber que ya está muerto no me
trastorna como debería. El momento es surrealista, como algo que
estuviera pasando en una escena que miro a la distancia.
No hay ningún dolor, sólo el sentimiento de ir a la deriva dentro de mi
cuerpo y una separación extraña, decidida. Me puedo imaginar lo que
debería estar sintiendo, cuando escucho a Jasón gritar a Romeo y luego
el aire pasa tranquilo y silencioso como la tumba, tranquilo como la
niebla, tranquilo como el fin del mundo.
Puedo recordar el pánico que pincha en mi piel cuando las luces que
iluminan la noche se funden en negro y comienza a llover, frescas gotas
que pican mi cara y resbalan entre mis labios abiertos. Y luego los
sonidos llegan, un suave suspiro en la noche, los sonidos se callan
dejando un solo susurro.
—Ven, ahora— y sé que debería tener miedo. Mi viejo cuerpo está por
venir. Puedo oír lo que dice en la distancia, sentirlo en el viento, pero
no puedo moverme, no puedo correr, debería tener miedo, pero no lo
siento.
No he traicionado a Ben.
Él no me ha engañado.
Juliet Inmortal Stacey Jay My Adicción Perfecta
No hemos traicionado las promesas que hicimos, o las cosas que creemos.
Es… bueno.
Es independiente de lo que viene y lo que vendrá a continuación. Y
luego siento sus manos sobre mi rostro, escucho su voz que me llama y
el miedo se cuela en mi apretado corazón.
— ¡Juliet! Juliet, por favor! Escúchame. Abre tus ojos.
Mis parpados se deslizan hacia arriba, obedeciendo su orden. No
quiero, pero me parece que no puedo ayudarme a mí misma, no puedo
impedir la lucha o concentrarme, de tirar de Gemma—la Enfermera, de
las sombras de los alrededores de la noche.
No hay luna; no hay ninguna estrella, no más luces. Es casi imposible
ver. Si ella no hubiera hablado, si yo no pudiera oler el olor de su caro
perfume, yo no sabría de quien eran los dedos de pluma a lo largo de
mi cuello.
—He asustado a esa cosa lejos. No es demasiado tarde— susurra su voz
brillante, cuando encuentra mi pulso. —Todavía estas viva y ya estás
lista. Puedes venir conmigo.
Trato de sacudir mi cabeza, preguntarle qué es lo que quiere decir, para
decirle que no quiero ir, que quiero quedarme con Ben hasta… hasta…
Pero no puedo moverme. Sólo puedo parpadear, molesta, aturdida.
—Has encontrado, la paz—. Suspira. —Ahora puedo ofrecerte el
santuario y el poder. Serás uno de los nuestros, a salvo en nuestros
reinos, sólo viniendo a la tierra cuando te sientas movida por la luz para
luchar contra ellos. Cuando te se sientas lista.
Su mano corre por mi cuello encima de mi hombro, hacia mis manos.
Ella las recoge con las suyas y las aprieta.
—Estoy tan contenta de que te encontré a tiempo.
¿A tiempo?
Ella no me ha encontrado a tiempo. Ben está muerto. Muerto.
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Se ha ido para siempre y el mundo es un lugar más oscuro por ello.
¿Y que con Ariel?
Ella tiene una bala en su cerebro. No importa cuán lejos estaba lo
sentia, una parte de mí, sabe que este cuerpo está a punto de morir.
—Donde…— trago, estremeciéndome.
El dolor comienza a encontrarme, avanzando lentamente sobre mi
carne, miles como de insectos diminutos en mis pies que me llenan de
miseria.
—Donde…—
—Tuve que abandonar la escuela. Necesitaba un lugar seguro, por lo
que envié a Gemma al departamento de Mike antes de la obra, en vez de
ir después— dice, sin pista de pena en su voz. Y luego comienza hablar,
y no quiero interrumpirla.
—Puedo sentir que estás cerca de encontrar la fe, el uno con el otro.
¡Tenía razón! — Ella aplaude con sus manos juntas realmente
entusiasmada. —Gemma y Mike ambos son tan brillantes. Podemos ir.
Nosotras dos, tras la luz.
— ¿Y qué pasa con Ben? — Pregunto, luchando contra las lágrimas que
se elevan en mis ojos. No tengo el tiempo para llorar, o la fuerza. —Y
Ben…
—Gemma y Mike eran los compañeros espirituales perfectos, tú fuiste
llamada. Lo que pasó contigo y Ben era…— Ella aprieta mi mano otra
vez, un gesto que puedo decir se supone consolador, pero no lo es.
—Bueno, era hermoso, para ustedes dos, pero no estaban destinados a
ser... Este es tiempo para ti, para dejar este cuerpo, Ben y Ariel no son
compañeros espirituales perfectos. Al final, ellos no habrían servido
para nuestra causa de la manera en la que Gemma y Mike van a servir.
Así que nada. Ariel y Ben son preocupaciones secundarias porque ellos
no son alimento conveniente para la luz. Romeo tenía razón. Los
Embajadores podrían ser una clase más refinada de vampiro, pero esto
es todo lo que ellos son.
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Vampiros disfrazados, como una causa que vale la pena, como
campeones de la bondad y defensores del amor verdadero. No saben
casi nada sobre la cantidad de amor, como ellos asumen.
El amor no quiere que la gente permanezca ignorante y asustada. El
amor no valora la obediencia sobre todo lo demás.
El amor no juzga y encuentra algunas vidas o almas más valiosas que
otras. El amor no usa a la gente y los tira. El amor permanece y te hace
más fuerte, incluso cuando la persona que amas se ha ido.
—No llores, querida, serás una de nosotros ahora— dice, entendiendo
mal la razón del sollozo que brota de mis labios. —Venga ya, debemos
apresurarnos. Gemma sabe lo engorroso que es quedar sepultada por
mucho tiempo y el espectro podría volver en cualquier momento—
—No.
— ¿No?
Ella sacude su cabeza, una conmovedora sombra de la noche. Puedo
recoger un olorcillo del perfume de Gemma y luego huelo otro, con un
olor más ligero. Rosemary y rosas y polvo de caminos familiares. El
viento sopla más fuerte, apartando las nubes de la luna creciente.
—No quiero ser uno de ustedes.
Giro mi cara hacia el dulce viento, sabiendo que ella viene. Lista a
tomar su mano. La enfermera dice tocando mi viejo cuerpo que me
llevaría donde los Embajadores y los Mercenarios no puedan
encontrarme. Suena como un lugar en el que me gustaría estar.
—Juliet, por favor, este no es el momento para—
—Vete— digo, al mismo momento que, un susurro enhebra su camino
por la oscuridad.
—Ven. Ven.
Puedo verla ahora, una silueta que se desliza a través de la hierba
húmeda, su pelo largo que sopla con en el viento. Que captura la luz de
la luna y los destellos de la oscuridad, enroscados dedos que me
impulsan a encontrar mi camino.
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Tiro mi mano de la Enfermera y se la ofrezco a ella. No puedo ir a mi
otro yo, pero sé que ella vendrá a mí.
— ¿Y si te concedo a ti y a Ben otra oportunidad? ¿Todavía sería tu
misma respuesta? — Mi mano tiembla, luces pequeñas en el aire.
¿Tal cosa es posible?
—Si tu renuevas tus votos, puedo devolverte al momento en entraste en
el cuerpo de Ariel, justo antes de que encontraras a Ben—, dice. —Serás
capaz de mantenerlo seguro en otra realidad, mientras estés haciendo el
mejor trabajo para la causa de los Embajadores.
— ¿Otra realidad?
—Hay cientos de reinos donde los sucesos se desempeñan de manera
diferente a la que tenemos aquí. Es el mayor secreto de la magia del
Embajador, tan grande, que ni siquiera los Mercenarios saben que lo
poseemos. Pero nosotros tenemos el poder en el tiempo y el espacio que
ellos no tienen.
— ¿Por lo tanto… yo realmente podría regresar? ¿Y él estaría vivo?
—Y podrías mantenerlo seguro. Todo lo que tienes que hacer es
asegurarte que él no caiga en el amor.
La idea me mantiene pensando. La conexión entre nosotros fue tan
inmediata, tan indiscutible. Yo caería enamorada de Ben otra vez en
cien versiones de la realidad. No puedo dejar de pensar que será lo
mismo para él. Y de ser así, la oferta de la Enfermera no es
necesariamente asegura, ya que él morirá otra vez.
—Puedes traer a Gemma y Mike otra vez juntos de nuevo, ayudar a
Ariel a encontrar la paz, que ella desesperadamente necesita y será
como si este error nunca pasara—, dice ella.
—Al menos en esta versión del mundo.
Como si este error nunca pasó. Ben y yo no éramos un error. El amor
nunca es un error. El hecho que ella pueda decir aquellas palabras,
demuestra que nunca fue la persona que pensé que era. No confío en
ella y no dejaré que aleje a Ben de mí. Yo prefiero ir al infierno, a ser su
marioneta otra vez.
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—No.
— ¿No?
—No.
—Pero podrías hacer un trabajo bueno para la causa—, dice.
—Ariel te necesita. Veo la oscuridad en su futuro sin la intervención del
Embajador.
—Veo la muerte en su futuro—, me susurro, sabiendo que es verdad,
sabiendo que cosas peores podrían pasar. Los ojos de la Enfermera se
ponen fríos.
—Sí, esto es la realidad. En esta realidad al menos y quizás esto es lo
mejor.
—Usted… es… un monstruo—. Apenas tengo la fuerza para forzar las
palabras. El final está casi aquí. Puedo sentirlo.
—Yo soy un Dios. Hay alguna diferencia—. Si pudiera reírme. En
cambio, giro mi cara al susurro del viento.
—Te elevarás pronto. No puedo sostenerte. Esta es tu última
oportunidad. Si haces esto, nunca serás uno de nosotros otra vez—,
dice la enfermera, con voz apretada.
—Nunca. No hay ni una oportunidad, o segundas posibilidades para la
gente como tú, Juliet—. La gente como yo.
¿La gente que pregunta?
¿La gente que desobedece?
¿Discrepa?
¿Habla?
¿Desconfía?
¿La gente que hace errores?
¿La gente que ama tan fuerte que ello duele y se cura y luego duele de
nuevo?
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No le pregunto lo que ella quiere decir. No me preocupo más. Sólo sé
que estoy agradecida cuando suelta un suspiro fuerte y la verdadera
Gemma grita mi nombre.
— ¿Ariel? Ay mi Dios. ¡Ay mi Dios! ¿Es aquel Ben? ¿Quién hizo esto?
¡Ay mi Dios!
—Ayuda—, susurro, esperando que ella sepa qué hacer.
—OH Dios. Estás viva. Espera, mi teléfono está muerto, pero puedo
llamar al 911 desde el coche— dice, deslizando una mano temblorosa
sobre mi pelo. —Espera. No te atrevas a morir, te quiero y lo siento
tanto. Prometo que haré todo mejor, si sólo vives.
Ella solloza, un sonido de con tal pena, que su confesión de amor suena
verdadera y me pregunto si tal vez, yo haya estado viendo a Gemma
por un cristal difuso también. Si tal vez ella no es tan horrible como
quise creer, como yo necesitaba creer, para que fuera bueno para mí, el
amor del chico que asumí era de ella.
—Tendré razón quizás.
Oigo sus pasos de prisa por la hierba y luego, unos momentos más
tarde, la voz del espectro viene otra vez.
—Ven. Ahora— dice y sonrío. Porque estoy lista.
Y no tengo miedo.
Puedo ver el cambio de ella cuando cruza los pocos últimos pies entre
nosotros. Su vestido ya no está roto, el agujero en su pecho ha sido
sustituido por suave piel lisa y un trozo de encaje está escondido en su
cuello.
Cuando se arrodilla a mi lado, el sentimiento de certeza y paz se eleva
dentro de mí y sé que la Enfermera y Romeo se equivocan. No sé dónde
este viaje me llevara después de la muerte, pero no será a la niebla, o al
infierno, o en cualquier sitio oscuro o poco natural. Ella está contenta
conmigo, sonriendo, sus ojos marrones estables y en calma, aunque
todavía no están bien. Ella necesita algo para estar entera, algo que sólo
yo le puedo dar.
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Y entonces lo hago.
Deslizo mi mano en la suya, justo cuando mi otra mano me alcanza,
encontrando la cara de Ben.
—Te amo.
Susurro, queriendo que sean las últimas palabras que diga.
Y los son.
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Traducido: Mayte008
Corrección por Deyanira
La muerte es un largo y tranquilo sueño en una habitación fresca.
Frio y humedad, con esencia de piedra antigua y asesinato flotando en
el aire.
El pensamiento me hace revolverme, me ayuda a descubrir que todavía
tengo un cuerpo. Uno con el cual sentir la presión del implacable
mármol, el olor de los aceites que me frotaron en la piel, antes de
enterrarme en la tumba de la familia de Teobaldo, dentro de su propio
sarcófago, solo a unos pocos metros de donde ahora duermo. Donde
estoy enterrada. Mis ojos se abren en la oscuridad más absoluta.
Abiertos o cerrados, la vista siempre es la misma en la tumba.
La tumba.
Estoy atrapada dentro. De nuevo.
Atrapada. Atrapada. Atrapada.
Lo niego con la cabeza, gimiendo cuando mi cráneo rueda sobre la
piedra dura. No, esto no es real. No puede ser que esté pasando. Es un
sueño, una pesadilla, una alucinación.
Mi corazón se cierra de golpe dentro de mi pecho cuando mis manos se
extienden, golpeando contra el techo de mi prisión, golpeando lo
suficientemente duro como para hacerme gritar de dolor cuando mis
nudillos golpean y se magullan.
El sonido sale de mi garganta, fuerte y fácil ayudando a disminuir mi
pulso encarrerado. Me atraganto. Mi garganta no me duele tanto hasta
el final. No estoy sedienta; mi mente no nada en la confusión o el miedo.
Yo cambio de nuevo, siento las sabanas limpias sobre mi falda rozando
mis piernas. Mi pensamiento zumba dentro de mi cerebro como decenas
de enojadas abejas.
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Ya estoy en mi cuerpo-puedo sentir la rigidez de estar en mi propia piel
con todo en mi- pero ¿dónde estoy?
¿Dónde?
Seguramente no puedo haber retrocedido el tiempo. La enfermera dijo
que tenía ese poder, pero yo rechace su oferta. Esto tiene que ser un
error, un truco de la locura. O una maldición. Mi respiración se vuelve
más rápida.
¿Que si la enfermera hiso que pasara?
¿Que si es el castigo de los embajadores por no unirme a ellos en su
reino? O ¿que si Romeo estaba en lo cierto y el universo ha cambiado a
este método cruel de eliminación en lugar de la niebla?
O ¿que si todo ha ido mal y no hay tal cosa como el infierno y es este, el
lugar que más me aterroriza sobre todos los demás?
¿Que si me han enviado hasta aquí para morir, de una vez por todas?
O peor aún, ¿estaré atrapada aquí por toda la eternidad?
— ¡Ayuda! ¡Ayúdenme! — grite, la voz resonaba en la piedra.
— ¿Hola?
La respuesta es débil y distante, pero la voz es ciertamente masculina.
Hay alguien afuera, alguien que escucha mi grito. Muerdo mi labio,
lamentando la decisión de llamar.
¿Y si es el fraile?
¿Qué pasa si me han enviado de regreso en el tiempo, o quizás a una
realidad alterna y ahora estoy a punto de ser sacada de la tumba por
segunda vez?
¿Qué pasaría si Romeo estaba afuera, jugando al muerto en el piso?
¿Qué voy a hacer?
No caeré con lo del cuchillo. Eso es seguro. Pero:
¿Qué debería hacer en su lugar?
¿Debería correr?
¿Tratar de encontrar a alguien para que me ayude?
¿Para mantenerme a salvo del chico con el que me case y es
aparentemente amable y gentil?
Si es verdad que estoy en el pasado, mi familia me matara por haberme
casado sin su consentimiento. O me obligaran a vivir con el hombre que
elegí para evitar la ruina y la vergüenza. En este punto no sé lo que
sería peor.
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Ben. Ben. Ben.
Aprieto mis ojos y me aferro a su nombre, a su cara, al olor de su piel y
a la sensación de sus brazos cálidos rodeándome. Nunca lo olvidare,
nunca lo abandonare. Si yo estuviera casada con otra persona, lo
haría… huiría de esa persona. Encontraría una manera de sobrevivir
por mi cuenta. No soy la misma frágil chica que fui. Soy lo
suficientemente fuerte como para encontrar mi camino, lo
suficientemente fuerte como para escapar de todo lo malo que me
espera en el exterior.
— ¿Hola? ¿Quién está ahí? — la voz viene de nuevo, cerca. Esta vez
puedo encontrar la fuerza para responder.
— ¡Estoy aquí! ¡Es Julieta Capuleto! ¡Estoy viva!
—Jesús…Dios mío.
Sus palabras son amortiguadas por la piedra, pero parecen cercanas
ahora, sé que su voz es familiar. Muy familiar. Pero no es la voz de
Romeo, no es la del fraile.
—Espera, voy a sacarte.
Me apoyo a mí misma, cuando la piedra sobre mi cabeza raspa,
moviéndose poco a poco, lentamente, pulgada a pulgada hasta que hay
un espacio suficiente para que una persona se deslice a través.
Parpadee contra la invasión repentina de luz, tan cegada por mi tiempo
dentro de la oscuridad que no puedo distinguir la cara y asociarla con
las manos que llegan hacia abajo y me sacan.
Pero conozco esas manos. Conozco el olor que se arremolina alrededor
mientras me acerca hacia él, ayudándome a parar con la fuerza de su
cuerpo. Conozco esa gentil voz diciéndome suavemente:
—Estas, bien. No tienes que tener miedo.
Mi corazón se lanza a mi garganta. Se donde he escuchado esas
palabras antes. En el carro. La primera noche, cuando Ben y yo nos
conocimos. Ben. ¡Tiene que ser! Sin embargo, una parte de mi esta
aterrorizada hasta de creer que lo he visto, hasta que me miro en sus
ojos.
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— ¿Ben?
Le pregunte, tocando con mis manos su pecho, sintiendo su cara con
mis dedos. Siento un respingo de sorpresa pero se relaja rápidamente a
mi tacto. Labios gruesos, mejillas suaves con una pista de barba y una
perfecta nariz desviada. ¡Es Ben! Lo sé, mis ojos arden por enfocarlo,
guiándome a su cara. Sonrió y suena como un sollozo de mi garganta.
— ¡Estas vivo! — Su entrecejo café y su cabeza inclinada con la más
ligera inclinación de su barbilla.
—Más importante, tú lo estás. Cuando encontré la nota, estaba seguro
de que él se había vuelto loco. No podía imaginar una cosa así pero…
aquí estas.
—Y tú, estas aquí.
¡Él es! ¡Él es realmente!
Su pelo es más largo, cubierto por la capucha del abrigo de lana verde
que lleva, pero es Ben. Dulce, perfecto, imposible, innegablemente Ben.
Me bebo su belleza, sabiendo que nunca dejare de tomar la luz de sus
ojos por sentado, nunca dejare al corazón dudar de cuan preciado es
para mí.
—Ben.
Suspire su nombre, una promesa, una oración, una ofrenda de acción
de gracias que nos da fuerza uno al otro. Dios, magia, amor, esperanza-
puedes darle el nombre que quieras. Lo único que sé, es que estoy
agradecida. Tan agradecida por ¨Ben¨
—Mi madre me llama Ben—, dijo, con voz suave, confundido.
Tan confundido como sus ojos fijos en mí, como cuando se confundió y
había sacudió la cabeza hace un momento.
— ¿Romeo sabe de ti? — mi corazón dio un vuelco.
— ¿Romeo? — repito.
¿Cómo sabe Ben el nombre de Romeo?
¿Porque parece que no me conoce?
Y porque… ¿porque está hablando italiano medieval?
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El lenguaje es tan familiar que no me había dado cuenta al principio, no
me di cuenta de-
—No puedo imaginar a nadie más discutiendo sobre Romeo, más que a
él mismo con tal profundidad, pero yo…
Traga saliva y relaja sus brazos como si me fuera a alejar. Me aferro a él
y lo fuerzo a quedarse. No puedo estar lejos de él. Solo no puedo.
—Lo siento. Sé que el… y tu…
—El no significa nada para mí—. Las cejas de Ben se arquean.
— ¿En verdad?
—En verdad, verdad, verdad.
—Entonces supongo que esto, será más fácil para ti de escuchar de lo
que había pensado—. Él dijo, habiéndome que me apoye a mí misma
para lo peor.
—Dejo Verona. Huyo con Rosaline—. Parpadeo.
— ¿Rosaline?
—Sí, ella… aparentemente ella no es tan resueltamente casta como
todos asumimos. Ella tendrá un niño. El hijo de Romeo. Se casaron en
la casa de ella esta mañana.
Sus palabras parece que le recuerdan lo cerca que estamos.
Apropiadamente corrige dando un paso atrás. Esta vez lo deje. Es obvio
que él no tiene memoria de nuestro pasado…o nuestro futuro…o
nuestra vida en otra realidad futura. Fuese como fuese. No me conoce;
no me ama.
En efecto, parece pensar que estoy fuera de mi mente.
— ¿Me entiendes? — me pregunta, hablando lentamente. —El y
Rosaline, están casados. Se han ido a vivir a Mantua con su tía y su tío.
Tienen una propiedad importante ahí y después de su exilio, Romeo
pensó-
—Bien—, dije. —Soy feliz por ellos—. Ahora le toca parpadear.
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— ¿Estas en serio?
—Sí. En serio.
Romeo me dejo por otra mujer. Es preferible, mucho más a lo que
sucedió la primera vez que viví este momento y me ahorra el proceso de
encontrar alguna manera de salir de nuestro matrimonio. Espero, que
este sea realmente el final. Lo espero, nunca tener que ver su cara otra
vez, siempre y cuando las reglas del príncipe de Verona y Romeo siga
siendo un criminal de estado.
—Pero en su carta…
Ben parece estar incómodo. Sonrió, esperando hacerle lo que tiene que
decir más fácil para él. Solo consigo impulsarlo a otro paso cauteloso.
—Romeo dijo que se había casado en secreto. En las cámaras del fraile
Laurence que se quemaron la otra noche—y el pobre fraile junto con
ellas— así que no hay registro de la unión, pero Romeo parecía pensar
que insistías en tomar ese lugar. Dijo que habías tomado veneno para
fingir tu muerte y dejarte a ti misma para ser enterrada en—
— ¿Cómo puedes saberlo de Romeo?
—Es mi primo hermano—, dijo, lo que le permite cambiar y sujetarse a
la manera que Ben siempre lo hace. Debajo de esas nuevas ropas y
elocuentes palabras, es aun Ben, el mismo chico del que me enamore
cientos de años en el futuro.
—Soy Benvolio Montague.
Benvolio. Escuche ese nombre antes, cuando Romeo y yo primero…
Romeo.
¿Él se dio cuenta que Ben se veía exactamente igual que su primo?
¿Ellos eran la misma persona, de alguna manera ocupando dos
diferentes lugares en el tiempo?
Si él lo hiso, nunca vi ni una señal de eso, un destello de
reconocimiento. Pero entonces, quizás este es un pasado diferente, un
tiempo separado, uno de esos lugares de los que hablo la Enfermera, de
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los que hablo acerca de nuevos comienzos y finales posibles. Y de
alguna manera yo vine aquí por mi cuenta, con la ayuda del espectro.
De repente su urgencia de amar, su seguridad en que las cosas serían
mejor, haciendo una especie de sentido milagroso. Ben definitivamente
era un milagro. Y él estaba aquí. Y eso es todo lo que realmente
importa.
—Yo estuve en la fiesta de tus papas—. Se sonroja, parecía más mayor
que yo con sus colores de vergüenza en sus mejillas. —Sin una
invitación, por supuesto, pero…
—No recuerdo haberte visto ahí—. Di un paso para acercarme. Lo
permitió.
—Estaba en el vestidor.
—Fui una tonta—. Di otro paso, hasta quedar cerca, podríamos
tocarnos de nuevo si yo me inclinara hacia adelante. Él me sonrió.
— ¿Qué quieres decir?
— ¿Crees en el amor a primera vista? su sonrisa se desvanece, pero
cuando pongo mis manos en su pecho, él no se aparta.
—No. No lo hago.
—Yo tampoco—, le dije.
—Creo que vamos a necesitar por lo menos tres días.
— ¿Tres días?
—Para caer enamorados.
Me sonríe-una sonrisa real, la torcida que luce desde dentro hacia
afuera—brotando en su rostro. Hecha la cabeza hacia atrás y sonríe.
Cuando termina, sus brazos están alrededor de mí de nuevo y con un
brillo familiar en sus ojos.
—Estas muy seguro de ti mismo.
—No. Estoy seguro de ti—. Hundo mis manos en su chaqueta.
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—De nosotros.
—Te lo advierto—, él dijo, inclinando su cabeza hacia abajo, hacia abajo
hasta que nuestras respiraciones se mezclan en el espacio entre
nosotros.
—Yo no soy para nada como mi primo.
—Gracias a Dios por eso.
Inhalando suavemente contra mis labios, haciéndolo imposiblemente
cerca sin presionar mi boca en la suya. Pero no pude. No aun. Pero
pronto. Él es Ben, es mi amor y no pasara mucho tiempo para que
recuerde lo que somos. Yo sé en el fondo de mi corazón, es limpio,
donde no hay lugar para dudas.
—Pero soy un Montague—. El cepilla el cabello de mi cara, dejando
hebras de color marrón rojizo de mis rizos alrededor de su dedo antes
de colocarlo en su lugar. —Y tú eres.
—Nuestras familias nunca lo aprobarían—. Yo puse mis brazos
alrededor de su cuello.
—Sería difícil solo decir lo que sería el cortejo—. Me empuje hacia arriba
de puntas en mis pies. —Tendremos la oposición de todos—, encontré
sus labios con los míos, decidiendo que en tres días más—incluso tres
minutos más—es mucho tiempo de esperar.
El duda solo un momento antes de tirar de mi cerca, sus brazos
apretando alrededor mío, su boca encontrando la mía en el mismo
camino que hice. Pureza, dulzura, perversamente perfecto.
El suspira contra mis labios, un sonido que hiso franco eco, a través de
mi piel, haciéndome sonreír y chocamos con nuestros dientes. Sé
exactamente como lo sintió. Como se sentía regresar a casa, para
encontrar un refugio, para encontrar la pieza que te hacía falta en la
vida no es algo que hay que soportar, sino algo que celebrar.
—Estaba equivocada—, le susurro, con mis ojos aun cerrados,
disfrutando del recuerdo de sus labios. —No creo que necesitáramos
tomarnos tres días.
—No, no tanto.
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Abrí mis ojos para encontrarlo sonriendo hacia mí—una maravillosa
mezcla de confusión en sus emociones. Le devolví la sonrisa,
maravillándome de ganar esta batalla.
—Quizás tus padres estarán tan contentos de verte viva que se
olvidaran de esa pelea ridícula de una vez por todas—. Dijo.
—Quizás estarán tan agradecidos por salvarme, que te invitaran a
cenar.
—Quizás. Voy a hablar con mi madre, a ver si puedo hacerla ver las
cosas a nuestro modo—, le dije. —Pero si no, simplemente tendremos
que huir juntos.
—He oído que es lo que está de moda hacer, si eres un Montague—, me
dice, su sonrisa desvaneciéndose.
— ¿De verdad…te casarías conmigo? — encuentro sus ojos, firmemente.
— ¿Eso importa? — la pregunta lo hace detenerse por un momento, un
momento de reflexión antes de que poco a poco mueva la cabeza.
—No. No lo hace. Y no me importa no ser el primero, siempre y
cuando—
—Sea el pasado—. Termino la frase.
—Exactamente.
Su cabeza se ladea y levanta afectuosamente el puente de su nariz.
—Eres…muy fuerte. Y una chica inusual.
—No tienes idea—. Le sonrió. —Tengo una gran historia que contarte,
algún día, pronto.
— ¿Pero no hoy?
—No. No hoy. Hoy, tenemos mejores cosas, que contarnos historias.
Le tomo de las manos y tiro de él hacia mí, robándole otro beso,
sonriendo contra sus labios, cuando el me besa de regreso.
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Y me besa de nuevo.
Y luego un poco más.
Y sé que él es mío.
Por ahora, para el resto de nuestras vidas, no importa lo que venga
después.
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Traducido por Aldebarán
Corregido por Mayte
Me agacho en la sobras en la esquina de la estación abandonada del
tren, observando la luz de la mañana deslizarse en los nidos de aves
cerca del techo, agarrando la manta que he robado de uno de los
drogadictos quien llamó a la condenada casa construcción.
Hay cinco de ellos: uno un Mercenario de algún tipo, juzgando por la
oscuridad que se cierne sobre su aura. Corrieron gritando cuando me
arrastré por la puerta, mis esqueléticas manos rascando contra la tabla
cubierta de excremento de pájaros, carne podrida que gotea un reguero
de horror detrás de mí.
Incluso el Mercenario corrió. Él sabía lo que era, vio en lo que me había
convertido y teme que la maldición que he adquirido sea contagiosa.
Maldito, condenado, echado fuera para sufrir por la eternidad.
Todo es verdad y he sufrido mucho, en las semanas desde que Juliet
pasó. Mis sentidos me han sido devueltos para que sepa que huelo a un
pozo de peste y parezco un monstruo. Para que pudiera sentir el dolor
del mundo entero de golpe en mi pecho, resuenan en mi cerebro con
cada paso que doy.
Soy realmente una cosa de la oscuridad ahora, un ser miserable que no
puedo hacer nada, pero se esconde en los rincones de la humanidad,
peleando para permanecer caliente mientras el viento silba a través de
mis huesos.
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La única cosa que me impide tomar lo que queda de mi lastimosa vida,
de poner mi cabeza en las vías del tren fuera y dejar que la bestia de
acero me separe en dos, son las palabras del Señor Oscuro.
¿Con qué delicadeza crees que pasaras, unos pocos millones de años?
¿Cuándo eres un nada, invisible y nadie puede oírte gritar?
Los más grandes mentirosos, siempre dice la verdad cuando pueden.
Todo lo que dijo era verdad. He sido expulsado de los Mercenarios y
regresado a mi antiguo cuerpo, un cuerpo devastado por las atrocidades
que he cometido.
¿Qué pasa si lo que resta, también es verdad?
¿Qué si mi alma seguirá existiendo aun después de que este cuerpo se
haya ido?
Incluso esto tiene que ser preferible a eso. Algo preferible a nada, a la
tortura de una voz sin un oído, a existir sin confirmación.
Incluso a gritar mientras las personas huyen ¨es algo¨
Algo…
Roncos sollozos rompen el silencio, el lamento de un animal herido, el
sol entra a raudales por la pared. He llorado más en la pasadas
semanas que en mi vida entera y después de mi vida, combinados. Es la
peor parte de este cuerpo, la forma en que el dolor emocional se filtra
por mi rostro, sacude mi corazón como un lobo con dientes hundidos.
Mi alma es una cosa abierta nuevamente renaciendo en un torrente de
sangre. Los fantasmas que me cazaron cunado era un Mercenario se
frotan contra mi interior, apiñándome con dolor.
Remordimiento.
Lamento.
Odio.
Miedo.
Amor…
La amé desde el principio. No me di cuenta de cuánto hasta que se
había ido, hasta que fui devuelto a mi cuerpo y arrastrado de regreso al
lugar donde ella murió y toque su mano sin vida, lloré sobre sus ojos
abiertos y sin vida.
Juliet.
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Su alma se ha ido para siempre. Puedo sentir la diferencia en el
universo, la ausencia de un mundo con un punto menos de luz.
Traté de salvarla. Espero que de alguna manera, lo hiciera. Espero que
ella este en paz en la niebla… o dónde sea que las buenas personas
van.
Espero que el chico que ella amó este allí con ella. No lloré por él, pero
sentí tristeza por lo que perdió. Por primera vez en cientos de años me
hubiera gustado haber hecho alguna otra elección que podría haberlos
salvado a ambos.
Pero no hay nada más que podría haber hecho. No podría dominar al
señor oscuro y su amor no habría sobrevivido su tortura. Lo mejor que
podía hacer era ponerlos fuera de su alcance, ofreciéndome en su lugar.
Tal vez algún día lamentaré mi decisión, en cuanto a estas semanas de
tramos de agonía en años—décadas—siglos y finalmente no soy más
que polvo, e incluso el lujo de las lágrimas me es denegado.
Quizás, quizás, quizás…
Mejor llorar mientras todavía tengo ojos.
Mis sollozos hieren el silencio, agitando a las aves de sus nidos. Saltan
en el aire, alas castañear como hojas que cuelgan a secar en el viento,
tan fuerte que me encorvo bajo mi manta, dejándola cubrir mis oídos.
Hay cientos de ellos, tanto que el piso esta colmado con basura, con
moscas zumbando.
Este agujero no es apto para que ningún humano para viva, en… Es
perfecto para mí.
—Ahí estas. He estado buscándote.
La voz viene de la puerta, una melodía de alegres notas que punzan en
lo que queda de mi piel. Es una mujer, una bella pelirroja con la piel
tan pálida que el azul de sus venas se muestra a través de sus sienes y
por debajo de sus oscuros ojos café.
—Es un buen camino el de la izquierda— Me sonríe, el arco de sus
labios se encrespa con una dura determinación.
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Por qué ha venido a regodearse. Había pensado en los Embajadores,
sobre los pequeños placeres, pero ella es definitivamente uno de ellos.
Uno de los dorados, tal vez incluso es la Enfermera de Juliet.
Su aura es sin duda lo suficientemente brillante, tan brillante que
eclipsa el sol de la mañana cortando a través de las ventanas rotas, me
hace entrecerrar los ojos y me alejo cuando ella cruza la habitación y se
pone de cuclillas a mi lado.
—Ahora bien, Romeo. ¿Cómo estás buscando tu jubilación?
Me giro hacia ella, abriendo los ojos, dejando que un silbido escape de
mi boca. En lugar de correr por su vida, ella ríe, una risa suave que me
asegura que soy un muy pequeño, muy tonto monstruo, de hecho.
— ¿Tan buena como todo esto? — Ella asiente.
—Pensé que podría ser el caso. Por eso he venido. A ofrecerte una
salida.
Una salida.
Me congelo, mi alma abierta temblando dentro de mí. No he permitido la
posibilidad de entrar en lo que queda de mi mente. No hay salida. Esta
es la forma en que terminaré. Este es el ineludible agujero al final de la
última carretera. Esto es todo lo que hay.
Pero qué si… qué si…
—Los Mercenarios han estado robando nuestros convertidos por
siglos— dice la mujer, extendiendo la mano, tirando del borde de mi
manta hasta que mi cabeza queda libre.
—Algunos de mis amigos no están de acuerdo, pero no veo por qué
nosotros no debemos hacer lo mismo. Como una reversión completa de
lealtad genera una gran cantidad de poder. Necesitamos eso ahora,
cuando, tantos de nuestros Altos se han perdido.
No perdidos, asesinados.
Sacrificados por Mercenarios quienes pelean sucio, quienes matan por
que ellos quieren, quienes matan sin detenerse hasta que sus fuegos
son la única luz quemando en el fin del mundo.
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— ¿Esto es algo que considerarías? — pregunta. — ¿Convertirte en uno
de nosotros?
Sé muy poco sobre el trabajo interno de los Embajadores, pero conozco
a los Mercenarios. Y sé que ellos ganarán. Los Embajadores son débiles,
sus manos atadas por la bondad requerida de su magia. Convertirse en
un Embajador sería suicidio.
Sonrío y asiento como un cachorro.
Si, cambiaré mi lealtad.
Si, serviré a los Embajadores.
Si, negociaré esta miseria por años sin sentido en la niebla y largos días
en cuerpos que pueden sentir.
Si serviré, sin embargo, por muchos cientos de años que ellos requieran y
luego seré libre. Para morir como ella murió. Es más de lo que podría
haber esperado, si me hubiera atrevido a dejar que esa cosa con plumas
pasara la noche en esta jaula.
—Excelente— ella sostiene mi barbilla en su mano, como si no fuera
una vil criatura, como si fuera alguna cosa preciosa, que ella ha
arrancado del agua justo antes de que la corriente lo llevara.
—Pero debes probarte a ti mismo la verdad, Romeo. Debes demostrar tu
compromiso con nosotros por encima de todo. Si lo haces, vendré a ti y
administrare los votos de un pacificador, uno de nuestros más valiosos
siervos. Si no, la magia que te presto se secará y te encontrarás de
regreso aquí en este cuerpo. Sin una sola esperanza en el mundo.
Mi cabeza se menea nuevamente, cepillando contra su mano,
manchando de mi muerte sobre sus limpios dedos. Seré verdadero; seré
fiel. Serviré como ningún Embajador ha servido nunca porque ningún
Embajador ha sabido nunca el horror de ser lo que he sido.
—Bueno. Esto es lo que debes hacer.
Ella se apoya cerca, susurrando en mi oído, diciéndome cosas
imposibles, hilando un escenario improbable, atando todo arriba con
una promesa de volver por mí al final, cuando yo haya salvado una vida
y quizás incluso el mundo.
—Yo Romeo. Salvaré el mundo. O al menos, una versión del mundo.
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Un extraño sonido raspa en mi garganta. Toma un momento para darse
cuenta que es la risa. Cuando me doy cuenta, río de nuevo, sólo para
ver si ella se alejará de mí, para ver si ella reconocerá la cosa quebrada
que soy. Pero ella sólo me da palmaditas en la espalda, inclina su rostro
más cerca del mío.
— ¿Harás como he dicho? ¿Pelearás por mí? ¿Amarás por mí? —
Sonrío.
—Cuando haya terminado la chica creerá que ella es el sol, la luna, las
estrellas en el cielo. Ella pensará mi nombre y se afligirá con lo
maravilloso que es amar. Ser amado. Sostener como un tesoro en su
mano—. Ella ríe.
—Bueno. Ariel requerirá de todo tu extraordinario encanto y algo más.
—Ariel. Pero ella está muerta. Maté el cuerpo que hospedaba el alma de
Juliet, puse una bala en su cerebro.
La mujer está de pie, observando mi rostro, de alguna forma leyendo mi
miedo en los restos de piel que se aferran a mis mejillas y mentón.
—Sé lo que hice. Eso es por qué sólo tú puedes deshacerlo. Nuestras
elecciones, crean muchas realidades. Puedo enviarte de regreso, darte la
oportunidad de hacer otra elección, para crear una realidad diferente y
un nuevo lugar para Ariel en el mundo—. Dejo deslizarse la manta de
mis hombros.
—Estoy listo. Envíame ahora.
—Paciencia— dice, incluso cuando presiona sus manos juntas,
convocando una luz tan brillante que quema mis ojos.
—Tengo que enviarte de regreso al cuerpo que llevabas cuando la
mataste, a un momento cuanto el destino de Dylan Stroud se divide en
dos direcciones muy diferentes.
—Muy bien. Él se adaptará a mi propósito.
Dylan es guapo, temerario, estropeado… todas las cosas que las chicas
jóvenes aman antes de que crecer lo suficiente como para darse cuenta
que no es inteligente jugar con fuego.
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Pero Ariel es joven. Ella se sentirá atraída por él, seducida por las
llamas. Sonrío al pensar en sus grandes ojos azules, su cabello
plateado. Esto podría no ser una tarea fácil después de todo.
—Recuerda, debes hacerle creer en el amor— ella advierte, moviendo
sus manos más lejos, construyendo un nudo de poder que sostiene
hasta que el aire zumba con energía potencial, con magia.
—No importa que sientas o no sientas, pero debes hacer que ella te
amé. Desterrar la oscuridad de su interior, colocarla en su verdadero
camino—. Saludo con una esquelética mano en el aire.
—Considéralo hecho—. La pelirroja curva la boca de nuevo, pero esta
vez hay algo depredador en su sonrisa.
—Entonces ve y hazlo bien, Romeo. Aprovecha al máximo tu única
oportunidad.
Sus manos caen a los lados y el globo dorado vuela hacia mí,
golpeándome directo en la cara, haciendo al mundo explotar en una
lluvia de chispas. Estoy en llamas, caí en un abismo de llamas, una
tortura liquida donde no hay aire para respirar, sin piedad para ser
encontrada. Me quemo y quemo por lo que parecen horas, cegado por la
agonía, los nervios chisporroteando.
Y luego, de repente, se termina. Estoy en otro cuerpo, sobre una
carretera oscura, conduciendo a través de una fría tarde de primavera.
Sorbo en una respiración, tirando aire a mis pulmones. Que fluye a
través de las ventanas abiertas, llevando los olores nocturnos… hojas
perennes y grama recién cortada, romero creciendo salvaje sobre la
colina y el leve indicio de estiércol de vaca de un prado cercano.
Es… glorioso.
Tiro de otro aliento, manteniéndolo hasta que mis pulmones duelen,
luego finalmente lo dejo salir con un suspiro de satisfacción. A mi lado,
en el asiento del pasajero, alguien hace un sonido más cerca de un
gruñido.
No estoy solo.
Giro mi cabeza, capturando los imposiblemente grandes ojos azules de
Ariel Dragland.
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Ella se acurruca en el asiento junto a mí, mirándome con odio apenas
encubierto, sus brazos cruzados a lo largo, delgados dedos de ella
frotando el cuello de su camiseta. Siento los recuerdos de Dylan sobre
ella nadando dentro de mí, una extraña nueva sensación después de
tantos años viviendo en el frío, en vacíos cuerpos de muertos.
Había pensado que la camiseta la hacía más bonita, hacerlo menos que
una tarea para cumplir la apuesta que había hecho y seducir al
fenómeno de la escuela. Él casi lo había conseguido, cerca de ganar casi
quinientos dólares. Si Jasón no le hubiera enviado un mensaje de texto,
si Ariel no lo hubiera visto…
Pero ella lo había visto.
Y se había enfurecido, la furia loca en sus ojos quemando lo
suficientemente brillante para asustar incluso a un joven villano como
Stroud. Ariel podría realmente ser tan loca como todo el mundo dijo.
Ella sin duda está furiosa. Y más rápido de lo que uno podría pensar.
Apenas tengo tiempo de retorcer antes de que ella haya llegado al
volante, tirando fuerte. Maldigo por debajo de mi aliento, entendiendo la
sonrisa del Embajador cuando hice caso omiso a su advertencia,
mientras el auto comienza a girar, a toda velocidad hacia el barranco,
donde Dylan murió y por primera vez entre en su cuerpo.
Me han enviado de regreso en el tiempo para atraer a una chica, quien
odia el cuerpo en que he entrado. Por buenas razones. Incluso si
sobrevivimos al accidente. Estoy condenado. Ella nunca me amará.
No, ella nunca amará a Dylan. Tú eres un monstruo diferente, uno con
palabras suaves y manos amables.
A veces suave, a veces no. Llego al volante quitándoselo, no muy
gentilmente, de las garras de Ariel, girando el auto, ofreciendo sólo la
suficiente resistencia para frenar nuestro giro. Golpeamos la barrera de
seguridad y rebotamos de regreso a la carretera, el extremo de la cola
del auto derrapando cruza el centro del carril antes de venir a detenerse
en la desierta carretera.
Por un momento, el silencio es roto solamente por nuestra rápida
respiración, la estrechez de nuestro escape robando todas nuestras
palabras. Ariel es la primera en recuperarse.
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— ¡Te odio! Te destruiré, Dylan Stroud. ¡Sólo espera y veras!
Y luego está fuera de la puerta, corriendo por la carretera de regreso
hacia Los Olivos, cabello plateado brillando en la luz de la luna.
Doy un vistazo en el espejo retrovisor, observándola correr, una sonrisa
inesperada en mi cara. Ella es gloriosa en su odio. El Mercenario que
era no puede dejar de admirarla.
Lástima que el Embajador en el que me he convertido tiene que apagar
ese fuego en particular, ahogarlo con la dulce prueba del:
¨beso de amor verdadero¨
— ¡Beso del amor verdadero! Beso. De Amor. ¡Verdadero!
Canto gritando la canción y enciendo la radio mientras giro la rueda,
tirando de todo, en dirección a la chica, quien no tiene idea de que va a
amarme.
Fin
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