Laconmovedorahistoriadeamorquehaenamoradoamillonesdelectoresdetodoelmundo.
SakutarôyAkiseconocenenlaescueladeunaciudadprovincialdeJapón.Élesunadolescenteingeniosoyalgosarcástico.Ellaesinteligente,hermosaypopular.Pronto se conviertenenamigos inseparables, hastaqueundía,porprimeravez,SakutarôveaAkiconotrosojos,ylaamistadcómplicesetransforma ineludiblemente en una pasión arrebatadora. Ambos viven unahistoriacapazdetrastocarlossentidosyborrarlasfronterasentrelavidaylamuerte.
Ungritodeamordesdeelcentrodelmundoeslanovelajaponesamásleídadetodoslostiempos.Hainspiradounaversióncinematográfica,unaexitosaserietelevisivayhasidoilustradacomocómicmanga.
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KyoichiKatayama
Ungritodeamordesdeelcentrodelmundo
ePubr1.1Rob_Cole06.06.2018
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Títulooriginal: の で をさけぶ,SekainoChūshinde,AioSakebuKyoichiKatayama,2001Traducción:LourdesPortaFuentes
Editordigital:Rob_ColePrimereditor:Narukei(r1.0)ePubbaser1.2
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CapítuloI
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Aquella mañana me desperté llorando. Como siempre. Ni siquiera sabía si estabatriste.Juntocon las lágrimas,misemocionessehabían idodeslizandohaciaalgunaparte.Absorto,permanecíunratoenelfutónhastaqueseacercómimadreymedijo:«Eshoradelevantarse».
No nevaba, pero el camino estaba helado, blanco. La mitad de los cochescirculaba con cadenas. En el asiento del copiloto, al lado de papá, que era quienconducía el automóvil, se sentó el padre de Aki. Su madre y yo ocupamos losasientos traseros. El coche arrancó. Delante, los dos hombres sólo hablaban de lanieve. Que si lograríamos, o no, llegar al aeropuerto para el embarque. Que si elavión saldría a la hora prevista. Detrás, nosotros apenas hablábamos. Distraído,mirabaporlaventanillaelpaisajequedejábamosatrás.Aambosladosdelacarreteraseextendían,entodoloquealcanzabalavista,camposcubiertosdenieve.Alolejos,lacrestadelasmontañasrefulgíabañadaporlosrayosdeunsolquebrillabaatravésdelasnubes.LamadredeAkillevabaenelregazounapequeñaurnadecenizas.
Alaproximarnosaldesfiladero,lacapadenievesehizomásespesa.MipadreyelpadredeAkibajarondelcocheenelaparcamientodeunparadoryempezaronaajustar las cadenas a las ruedas.Mientras, decidí dar unpaseopor los alrededores.Másalládelaparcamientohabíaunbosquecillo.Unacapadenieveimpolutacubríaelsotobosque;laqueseacumulabaenlascopasdelosárbolesibacayendoalsueloconunquejidoseco.Alvolverme,vicómoalotroladodelguardarraílseextendíaunocéanoinvernal.Serenoytranquilo,unmardeuncolorazulbrillante.Todocuantoveía me llenaba de nostalgia. Cerré con firmeza la tapa de mi corazón y le di laespaldaalmar.
La nieve del bosque se hizo más profunda. Las ramas quebradas y los durostocones hacían que andar me resultara más difícil de lo que había supuesto. Derepente, un pájaro levantó el vuelo de entre los árboles conun chillido agudo.Medetuveyagucéeloído.Nooínadamás.Eracomosinoquedaranadieenestemundo.Alcerrar losojos,percibí,comocascabeles,elsonidodelascadenasde loscochesquecirculabanporlacarretera.Empecéanosaberdóndeestaba,anosaberquiénerayo.Entoncesoílavozdepapáquemellamabadesdeelaparcamiento.
Una vez cruzamos el desfiladero, todo marchó tal como estaba previsto.Llegamosalaeropuertoalahorafijaday,trasfacturar,nosdirigimosalapuertadeembarque.
—Seloagradezcomucho—lesdijopapáalospadresdeAki.—No, al contrario—repuso el padre de Aki sonriendo—. Seguro que Aki se
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sientefelizdequeSakutarônosacompañe.Dirigí los ojos hacia la pequeña urna que la madre de Aki llevaba entre los
brazos.Dentrode aquellaurnaenvuelta enunpreciosobrocado, ¿estaba realmenteAki?
Pocodespuésdequedespegaraelavión,medormí.Ytuveunsueño.SoñéconAki, cuando todavía estaba bien. En el sueño, ella me sonreía. Con su sonrisa desiempre, un poco cohibida. «¡Saku-chan!»[1], me llamaba. Su voz permanececlaramente en mis oídos. «¡Ojalá el sueño fuera realidad y la realidad fuese unsueño!»,pienso.Peroesimposible.Poreso,aldespertarme,siempreestoyllorando.Noesporqueestétriste.Esque,cuandoregresoalarealidaddesdeunsueñofeliz,metopoconunafisuraquemeesimposiblefranquearsinverterlágrimas.Yeso,pormásvecesquemeocurra,siempreesasí.
Apesardequehabíamosdespegadoenlanieve,aterrizamosenunaciudadturísticabañadaporunsoldeplenoverano.Cairns.UnahermosaciudadaorillasdelPacífico.Un paseo de frondosas palmeras. El asfixiante verdor de las plantas tropicalesdesbordándose alrededor de los hoteles de lujo que se alzaban frente a la bahía,crucerosdediversostamañosamarradosenelembarcadero.Caminodelhotel,eltaxicirculójuntoalafranjadecéspedquebordeabalacosta.Muchagentedisfrutabadeunpaseoalatardecer.
—PareceHawai—dijolamadredeAki.Amímeparecíaunaciudadmaldita.Todoestaba igualquecuatromesesatrás.
Durante aquellos cuatro meses, una estación había sucedido a otra estación y, enAustralia, laprimavera incipientehabíadadopasoalplenoverano.Peronadamás.Sóloeso.
Íbamos a pasar una noche en el hotel y a regresar en el vuelo de la mañanasiguiente. La diferencia horaria con Japón es muy pequeña, de modo que, desdenuestrasalida,eltiempohabíatranscurridotalcual.Despuésdecenar,metendíenlacamaymequedéabsortoconlamiradaclavadaeneltecho.Ymedijeamímismo:«Akinoestá».
Tampoco estaba cuatro meses atrás. La dejamos en Japón cuando vinimos deviajedeestudios,losdelaclasedebachillerato.DesdeunaciudadjaponesacercadeAustralia hasta una ciudad australiana cercade Japón.Enuna ruta así, nohayquehacerescalaamediocaminopararepostarcombustible.Poresacuriosarazónaquellaciudadhabíaentradoenmivida.Lahabíaencontradohermosa.Todocuantoveíameparecíadiferente, exótico, fresco.Aki existía.Aki lo estabaviendoa travésdemisojos.Peroahora,vealoquevea,nosientonada.¿Quédiablosdeberíamiraryoaquí?
EsoesporqueAkisehaido.Porquelaheperdido.Yanohaynadaquedeseever.Ni en Australia, ni en Alaska, ni en el Mediterráneo, ni en la Antártida. En estemundo,vayaadóndevaya,siempremesucederálomismo.Pormásmaravillosoque
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seaelpaisajequetengaantelosojos,nuncameemocionaré;lamáshermosadelasvistasnomegustará.Hadesaparecido lapersonaquemehacíadesearver, saberysentir…,inclusovivir.Ellayanovolveráaestarjamásamilado.
Sólocuatromeses.Sucedióenel tiempoenqueunaestacióndapasoa laotra.Unachicasefuesinmásdeestemundo.Unhechoinsignificante,sinduda,siaellalaconsiderasunoentreseismilmillonesdesereshumanos.Peroyonoestoyconesosseismilmillones.Amí,unasolamuertemehadespojadodetodasmisemociones.Aquí esdondeestoyyo.Dondemeencuentro sinvernada, sinoír nada, sin sentirnada.Pero¿estoyaquírealmente?Ysino,¿dóndeestoy,entonces?
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Aki y yo fuimos a clase juntos por primera vez en segundo de enseñanzamedia.Hasta entonces, no sabía cómo se llamaba, ni siquiera la había visto nunca. Lacasualidad hizo que fuésemos a parar, de entre los nueve grupos que había desegundo,almismoyqueeltutornoseligieradelegadaydelegadodelaclase.Nuestraprimera tarea como representantes de los alumnos fue ir a visitar a un compañerollamadoÔki, que había sido ingresado en el hospital tras haberse roto una piernajustoalempezarelcurso.Porelcamino,coneldineroquehabíamosrecaudadoentreloscompañerosyelprofesor,lecompramosunasfloresyunasgalletas.
Ôkiestaba tumbadoen lacamaconunaaparatosaescayolaen lapierna.Habíasido hospitalizado al día siguiente de la ceremonia de inauguración del curso y yoapenasloconocía.AsíquedejéqueelpesodelaconversaciónrecayeraenAki,quehabíaidoasumismaclaseenprimero,yyomequedécontemplandolacalleporlaventanadeaquellahabitacióndelaterceraplanta.Alolargodelcarrildelautobússealineaban una floristería, una frutería, una pastelería y otras tiendas que, juntas,conformabanunabonitacallecomercial.Luego,másalládelashilerasdecasas,seveíaelcastillodelacolina.Sutorreónblancoasomabaentreelfrescofollajedelosárboles.
—Oye,Matsumoto,tú,denombre,tellamasSakutarô,¿verdad?—mepreguntóderepenteÔki,quehabíaestadotodoelratohablandoconAki.
—Puessí—dijeyo,volviéndomedesdedondeestaba,juntoalaventana.—Nopasamucho,¿eh?—dijo.—¿Nopasamuchoelqué?—QuierodecirqueatilodeSakutarôtevieneporSakutarôHagiwara[2],¿noes
verdad?Norespondí.—¿Sabescómomellamoyo,denombre?—Sí.Ryûnosuke.—Pueseso.PorRyûnosukeAkutagawa[3].Porfincomprendídequémeestabahablando.—Quierodecirquetantotuspadrescomolosmíosestánchaladosporlaliteratura
—afirmóconairesatisfecho.—Miabuelo,enmicaso—dije.—Osea,¿quefuetuabueloquientelopuso?—Sí.—¡Uf!¡Quéfaena!
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—Pues,Ryûnosuketodavía.Podríaserpeor.—¿Quéquieresdecir?—¿TeimaginasquetehubieranllamadoKinnosuke?—¿¡Qué!?—ÉseeselverdaderonombredeNatsumeSôseki.—¡Nofastidies!—Vamos,quesiellibropreferidodetuspadresllegaaserKokoro[4],túahorate
llamaríasKinnosuke.—¡Andaya!—dijoélriéndose,atónito—.¿Quiénibaaponerleesoaunhijo?—Sóloeraunejemplo—dijeyo—.TúsupontequetellamarasKinnosukeÔki.
Seríaselhazmerreírdelaescuela.ElrostrodeÔkiseensombrecióunpoco.—Yestaríastanresentidocontuspadresporhabertepuestoeso,quetelargarías
decasa.Yteconvertiríasenunluchadorprofesionaldeluchalibre.—¿Yesoporqué?—Porqueauntipoquesellamaasínolequedamásremedio.—¡Uf!Akidispuso enun jarrón las floresquehabíamos llevado.Ôkiyyo abrimos la
caja de galletas y mordisqueamos unas cuantas mientras charlábamos de nuestrospadresamantesdelaliteratura.Almarcharnos,Ôkinosdijo:
—Volved otra vez, ¿vale? Es queme aburro, todo el santo día tumbado en lacama.
—Pronto van a empezar a venir los de la clase, por turnos, a explicarte laslecciones.
—Paraesonohacefaltaquevengan.—Sasakidijoqueseapuntaba—dijoAki,mencionandoalaguapaoficialdela
clase.—¡Quésuertetienes,chaval!—meburléyo.—¡Quéva!Pero si tengomuymalapata, ya loves—dijo, y se rió él solodel
pésimochistequeacababadehacer.
Alsalirdelhospital,semeocurriódeprontoproponerleaAkiquesubiéramosjuntosal castillo. Era ya demasiado tarde para participar en las actividades escolares delcluby,siregresábamosdirectamenteacasa,faltabaaúnmuchotiempoparalacena.Ella me dijo: «¡Vale!», y me siguió despreocupada. Había dos rutas de acceso alcastillo,unapor la laderanortede lamontañay laotrapor la ladera sur.Nosotrosempezamosasubirporlaladerasur.Elsenderodelaladeranorteconducíaalportónprincipal,yeldelasur,aunaentradatrasera.Esteúltimoera,porlotanto,estrechoyabrupto, muy poco transitado por quienes se dirigían al castillo. A medio caminohabía un parque donde confluían las dos sendas. Fuimos avanzando por la cuesta,
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despacio,sinmantenerloquesepuedellamarunaconversaciónpropiamentedicha.—Túescuchasrock,¿verdad,Matsumoto?—mepreguntóAki,queandabaami
lado.—Sí—respondí,dirigiéndoleunamiradarápida—.¿Porqué?—Esque,desdeprimero,hevistocómotepasascedéscontusamigos.—¿Ytú,Hirose?—No,yono.Amíesomemachacalossesos.—¿Elrock?—Sí.Mequedaelcerebrocomoesaslegumbresconcurryqueavecesnosdanen
elcomedor.—¡Vaya!—Túestásenelclubdekendo,¿verdad?—Sí.—¿Yhoynovasair?—Yalehepedidopermisoalprofe.Akisequedóreflexionandounosinstantes.—Esraro,¿no?—dijo—.Quealguienquepracticakendoescucherock.Nosé,es
quelasdoscosasdanunaimagentandistinta.—Enkendo,cuandolearreasunporrazoenlacaretaalcontrario,tesientesbien.
Tequedascomomuyrelajado.Ylomismotepasacuandoescuchasrock,¿sabes?—¿Ytúnotesientesbiensiempre?—¿Túsí?—Esqueyoesodequedarsebiennoloacabodeentender.Lociertoeraqueyotampoco.Alandarmanteníamosentreambosunadiscretadistancia,comocorrespondíaa
dos alumnos de secundaria de distinto sexo. Con todo, podía percibir el olorligeramente dulzón que desprendía el pelo deAki, un olor que tanto podía ser delchampú como del acondicionador. Un olor completamente distinto al de la caretaprotectoradekendo,queapestaba.Posiblemente,aalguienqueviviera,añotrasaño,envueltoenelolorquedesprendíaAkiselequitaranlasganasdeescucharrockodeatizaralagenteconunaespadadebambú.
Laescaleraporlaqueascendíamosteníaloscantosredondeadosyaparecía,aquíy allá,moteada demusgo.Las piedras se hundían en una tierra rojiza, húmeda, alparecer,todoelaño.Depronto,Akisedetuvo:
—¡Hortensias!Dirigílamiradahaciaunafrondosamatadehortensiasquecrecíaentreelcamino
yelbarrancodeladerecha.Ellayateníaenlamanounmontóndeflorecitasnomásgrandesqueunamonedadediezyenes.
—Me encantan las hortensias —dijo ella con arrobo—. ¿Vendremos a verlasjuntoscuandoflorezcan?
—Vale—dijeconimpaciencia—.Peroahorasubamos.
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Mi casa estaba dentro del recinto de una bibliotecamunicipal.El pabellón, de dosplantas, de estilo occidental, anexo al edificio principal, databa de la épocaRokumeikan, o de Taishô, o por ahí. El hecho, y no es broma, es que lo habíancatalogadocomoedificiode interéshistóricoyque susmoradoresnopodíanhacerobras a su antojo. Que tu casa forme parte del patrimonio cultural de una ciudadpuedeparecerfabuloso,perolociertoesque,paraquienlahabita,noloestanto.Dehecho,miabueloacabódiciendoqueaquélnoerasitioapropiadoparaunviejoysemudó,élsolo,aunapartamentoreformado.Yunacasaincómodaparaunancianoloesparacualquiera,independientementedesusexoyedad.Contodo,mipadresentíauna inexplicable pasión por el edificio, pasión que, a mi parecer, había acabadotransmitiendoengranmedidaamimadre.Ungranfastidioparaunniño,laverdad.
Desconozco en qué circunstancias mi familia había empezado a vivir allí.Dejandoapartelaexcentricidaddemipadre,seguroquealgotuvoqueverelhechodequemimadretrabajaraenlabiblioteca.Otalvezsedebióalosbuenosoficiosdemi abuelo, que en el pasado había sido diputado. En todo caso, a mí jamás meinteresaronlospormenoresdenuestrosaciagosorígenesenaquellugar,asíquenuncame tomé la molestia de preguntárselo a nadie. En el punto más cercano, mi casadistabadelabibliotecaunosescasostresmetros.Porlotanto,desdelaventanademihabitación, en el primer piso, podía leer el libro que estaba leyendo la personasentadajuntoalaventana.Bueno,estoesunaexageración.
Contodo,yoeraunbuenhijoy,en laépocademi ingresoensecundaria,solíaayudaramimadreenlashorasquemedejabalibremiactividadescolardelclub.Lossábadosporlatarde,domingosydemásfestivos,díasdegranafluenciadelectores,yomesentabaenrecepcióne introducíaenelordenadorelcódigodebarrasde loslibros, o cargaba en el carrito las devoluciones y las colocaba de nuevo en lasestanteríasconladiligenciapropiadelGiovannideTrennocturnodelaVíaLáctea[5].Claroque,comolanuestranoeraunafamilianecesitada,sinpadre,acambiodemitrabajoyo recibía unapaga.Y casi todo el dineroquemedabanme lo gastaba encedés.
Después de aquel día, Aki y yo mantuvimos un trato continuo. Aunque eranmuchaslasocasionesenqueestabaconella,noteníaconcienciadequepertenecieraalsexoopuesto.Esposibleque,justamenteportenerlatancerca,perdieradevistasuencanto.Aki erabonita,muyagradable,y sacababuenasnotas, asíque tenía en laclaseunmontóndeadmiradores.Yyoacabédespertandomuyprontosuscelosysuanimadversión.Enclasedegimnasia,cuandojugábamosalbaloncestooalfútbol,no
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habíaocasiónenquealguiennochocaraconmigoapostaomepegaraunpuntapiéenlaespinilla.Noeranataquesabiertos,perolamalafeeraevidente.Alprincipio,yonosabíaaquésedebíatodoaquello.Sólomedabacuentadequemedetestaban.Ymesentíaheridoalpensarque,porunarazónuotra,meodiaban.
Arrastréestapreocupacióndurantelargotiempohastaqueundía,acausadeunincidente estúpido, ésta se desvaneció sin más. Para la Fiesta de la Cultura delsegundo trimestre, los grupos ya teníamos que representar una obra teatral. En laclase de discusión de actividades, como resultado del voto conjunto de las chicas,nuestro grupo se decantó porRomeo y Julieta. Por propuesta unánime de ellas, elpapeldeJulietarecayóenAkiyeldeRomeo,poresaleynoescritasegúnlacualloquenadiequierehacerloacabahaciendoeldelegadodecurso,recayóenmí.
Bajo labatutade las chicas, los ensayos se sucedieronenperfecta armonía.Laescena del balcón, donde Julieta declara: «¡Oh, Romeo, Romeo! ¡Si otro fuese tunombre!¡Reniegadeél!¡Reniegadetupadre!Ojuraalmenosquemeamas…»,erahilarante porqueAki,muy formalita de por sí, la interpretaba con toda seriedad y,encima, cuando la directora de la escuela, que tenía una aparición estelar comonodriza,decía:«Yalallamé,lojuropormivirginidaddedoceañera»,talcomorezaeltexto, todo el mundo reventaba de risa. En la escena del dormitorio de Julieta, alamanecer,cuandoRomeo,antesdepartir,susurra:«Luz,másymásluz…,másymásnegroesnuestropesar», losdos tienenquebesarse.Julieta,que intentaretenerlo,yRomeo, que no acaba demarcharse, se dan un beso separados por la baranda delbalcón.
—¡Oye,tú!¡NotepeguestantoaHirose!—soltóunoundía.—Ése,comosacabuenasnotas,selotienemuycreído—añadióotro.—Pero¿quédecís?—preguntéyo.—¡Cállate!Deimproviso,unodeellosmeasestóunpuñetazoenelestómago.Nofuemásqueungolpeintimidatorioqueyo,enunactoreflejo, logréencajar
bien,asíqueapenasmehizodaño.Actoseguido,yasatisfechos,alparecer,sedieronla vuelta y se alejaronmuy erguidos.Yo, pormi parte,másquehumillación, sentícómounaráfagadeairefrescobarríademicorazóntodaslasinseguridadesquemehabíanasaltadodurantelosúltimostiempos.Cuandoañadesunadosisdeácidoalafenolftaleína que está de color rojo producto de una reacción alcalina, ésta seneutralizayseobtieneunasoluciónacuosatransparente.
Demodosimilar,mimundosevolvió,depronto,puroyclaro.Reflexionésobreaquellarespuestaquehabíaobtenidodeunamanerataninesperada:«Sí.Ellosestáncelosos.MeodianporqueyosiempreestoyconAki».
De Aki se rumoreaba que salía con un estudiante de bachillerato. Yo no habíacomprobadosiaquelloeracierto, tampocoellame lohabíadichonunca.Mehabía
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limitado a oír, de pasada, lo que decían las chicas de la clase.Que si él jugaba alvoleibol,que si era altoyguapo.«¡Kendo, tío!»,meburléyoenmi fuero interno.«¡Kendoesloquedebehacerunhombre!».
Enaquellaépoca,Aki tenía lacostumbredeoír la radiomientrasestudiaba.Yosabíacuálerasuprogramafavorito.Lohabíaescuchadovariasvecesysabíadequéiba. Chicos y chicas de bajo coeficiente intelectual enviaban allí sus postales y seentusiasmabancuandoeldiscjockeylasleíaarrastrandolassílabas.Porprimeravezenmivida escribíunapostalpidiendounacanción,y fueparaAki.No séquémeimpulsó a hacerlo. Quizá lo hice porque salía con aquel chico de bachillerato.Posiblementetuvieraalgoqueverconlosproblemasqueellamehabíaocasionado.Pero,másquenada,creoqueaquéllaeralaprimeramanifestacióndeunamordelqueyotodavíanoteníaconciencia.
Era Nochebuena y el programa de aquel día, «Especial Santa Noche paraEnamorados»,prometíaserespeluznante.Erafáciladivinarquelacompetenciaibaaseraúnmayorquedecostumbre.Paraqueleyeranmipostal,elcontenidoteníaqueserconmovedor.
—¡Yaquívanuestrasiguientepostal!DeRomeo,de laclase4desegundo.¿YquénoscuentaRomeo?PuesRomeodiceasí:«Quierohablardemicompañeradeclase, A. H. Es una chica dulce y tranquila, de pelo largo. Su rostro, en frágil,recuerda a laNausicaä deEl valle del viento[6]. Es alegre y siempre había sido ladelegadadelaclase.ParalaFiestadelaCultura,estenoviembre,hacemosRomeoyJulieta, y ella tenía que hacer de Julieta y yo de Romeo. Sin embargo, justo alempezar los ensayos, ella se puso enferma y dejó de asistir a clase. Tuvimos quebuscarle una sustituta, y ahora yo tengo que representarRomeo y Julieta con otrachica.Despuéshesabidoquetieneleucemia.Ahoraestáenelhospital,siguiendountratamiento. Según los compañeros de clase que han ido a verla, a causa de losmedicamentos,haperdidoporcompletosu largamelenayhaadelgazadotantoqueapenasselareconoce.Estanochetambiénlapasarátendidaenlacamadelhospital.Esposibleque escuche esteprograma.PidoTonight, deWest SideStory, para ella,queyanopodráinterpretaraJulietaenlaFiestadelaCultura».
—¿Quéeraaquello?—medijoAkialdíasiguienteenlaescuela,viniendodirectahaciamí—.Lapostaldeayerlaescribistetú,¿verdad?
—¿Dequémehablas?—No te hagas el tonto. Era Romeo, de la clase 4 de segundo. ¿Cómo puedes
inventarteuna cosa así?Que tengo leucemia, que semecae el pelo, que estoy tanflacaquenosemereconoce…
—Alprincipio,tepusebien.—UnafrágilNausicaä…—dijoellasoltandounhondosuspiro—.Mira,sobremí
pon lo que te dé la gana. Pero en estemundo hay personas que están enfermas ysufren,¿losabías?Yaunquehablesenbroma,mepareceodiosoquetevalgasdeunacosaasíparacaptarlasimpatíadelosdemás.
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ElsensatodiscursodeAkimemolestó.Perosuenfadomegustómásdeloquemedisgustaronsuspalabras.Tuve la sensacióndequeun refrescante soplodeairemellenabaelpecho.SentíunramalazodesimpatíahaciaAkiy,almismotiempo,lavi por primera vez como a una chica. En aquella bocanada de aire había tambiéngrandesdosisdesatisfacciónhaciamímismo.
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En tercero volvimos a ir a clases distintas. Sin embargo, como ambos seguimossiendo delegados, tuvimos la oportunidad de vernos una vez por semana, en lasreuniones de representantes de los alumnos que hacíamos después de las clases.Además, desde finales del primer trimestre, Aki empezó a venir a estudiar a labiblioteca.Durantelasvacacionesdeverano,acudiócasitodoslosdías.Tambiényo,unavezfinalizaronlostorneosmunicipalesy,conellos,losentrenamientosdekendo,empecé a ir a la biblioteca a ganarme la paga. Además, por las mañanas meacostumbréaprepararelexamendeingresoenbachilleratoenlasaladelectura,quedisponíadeaireacondicionado.Porlotanto,lasocasionesdeestarjuntosaumentarony Aki y yo estudiábamos juntos, o bien, en los descansos, charlábamos mientrassaboreábamosunhelado.
—Noestoynadamotivado,¿sabes?—ledije—.Nomeentraenlacabezaesodeestudiarenvacaciones.
—Esqueatinotehaceningunafalta.Telosacasseguro.—Nose tratasólodeeso.Hacepocoestuve leyendo la revistaNewton y ponía
que, en el año 2000, un asteroide chocaría contra la Tierra y que el ecosistemaquedaríatotalmentealterado.
—¡Ah! —asintió distraídamente Aki lamiendo el helado con la punta de lalengua.
—¿Cómoque«¡ah!»?—dijeyomuyserio—.Elagujerodelacapadeozonoescadaañomayorylasselvastropicalesestándisminuyendo.Aestepaso,cuandotúyyoseamosabuelos,losseresvivosyanopodránvivirenlaTierra.
—¡Quéfuerte!—Dices«¡quéfuerte!»,peronoparecequeloveasasí.—Lo siento —dijo ella—. Es que no acabo de hacerme a la idea. ¿Tú sí,
Matsumoto?—Dichodeesemodo…—No,¿verdad?—Tehagasalaideaono,esedíavaallegar.—Entonces,¿quélevamosahacer?Oyéndola,mediolasensacióndequeestabaenlocierto.—Novalelapenapreocuparseporloquevaasucederdentrodeunmontónde
años.—¡Oye,quesóloestamoshablandodedentrodediezaños!—Nosotrostendremosveinticinco—dijoAkiconunamiradalejana—.Perovete
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asaber,paraentonces,loquehabrásidodetiydemí.De pronto, me acordé de las hortensias de la montaña del castillo. Habían
florecidoyadosvecesdesdeaqueldía,perotodavíanohabíamosidoaverlasjuntos.Erantantaslascosasquerequeríantodoslosdíasmiatenciónquemehabíaolvidadopor completo de las hortensias. Y lomismo debía de haberle sucedido a Aki, sinduda.Ymediolasensacióndeque,pesealacolisióndelasteroideyelagujeroenlacapa de ozono, a principios del verano del año 2000 las hortensias seguiríanfloreciendo en lamontaña del castillo. Y que no valía la pena apresurarse en ir averlasporquesiempreestaríanallíparaquelascontempláramoscuandoquisiésemos.
Y, de este modo, fueron transcurriendo las vacaciones de verano. Yo seguípreocupándome por los futuros problemas medioambientales del planeta mientrasestudiabalasinvasionesbárbaras,yaCromwellylaguerracivil inglesa,yresolvíasistemas de ecuaciones y raíces cuadradas.De vez en cuando iba a pescar conmipadre.Mecomprécedésnuevos.CharlabaconAkimientrascomíamoshelados.
—Saku-chan.La primera vez queAkime llamó así,me tragué de golpe el helado que tenía
medioderretidoenlaboca.—¿Aquévienequemellamesasí,porlasbuenas?—Tumadresiemprelohace,¿no,Matsumoto?—medijoAkisonriendo.—Perotúnoeresmimadre.—Puesyoyalohedecidido.ApartirdeahoravoyallamarteSaku-chan.—¿Podríashacermeelfavordenohacerynodecidirestascosasportucuenta?—Pues,mira.Yoyahetomadounadecisión.Yasí fuecomoAkiempezóadecidirlocompletamente todo,hastaquedejéde
saberquiénerayo.
Poco después de empezar el segundo trimestre, ella se plantó de improviso un díaantemí,alahoradecomer,conuncuadernoenlamano.
—Toma—dijodepositandoelcuadernosobremipupitre.—¿Yestoquées?—Undiarioconjunto.—¡Ah!—Sabesdequéva,¿verdad,Saku-chan?Lancéunvistazoamialrededor.—¿Nopuedesolvidartedeesomientrasestamosenlaescuela?—ledije.—Nosésituspadrestambiénllevaríanuno,Saku-chan.¿Esquenomeescuchaba,oqué?—Unchicoyunachicaescribenloqueleshaocurridoduranteeldía,loquehan
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pensado,loquehansentido,yluegoselointercambianparaqueelotrololea.—¡Puesvayarollo!Amíestascosasnomevan.¿Nopodríasescogeraotrochico
delaclase?—Esonosehaceconcualquiera.Akiparecíaofendida.—Tienequeescribirseconbolígrafoopluma,¿no?—Otambiénconlápicesdecolores.—¿Ynopuedeserporteléfono?Por lo visto, no. Ella cruzó los brazos por detrás de la espalda y se quedó
mirando, alternativamente, amí y al cuaderno. Cuando hice amago de abrirlo, sinningunaintenciónespecial,ellaselanzósobremí.
—¡No!Léeloencasa.Asíescomofunciona.En la primera página, Aki se presentaba a sí misma. Fecha de nacimiento,
horóscopo,gruposanguíneo,aficiones,comidaquelegustaba,colorfavorito,análisisdelpropiocarácter.Enlapáginadealladohabíadibujadaunachica,ellamisma,alparecer,conlápicesdecolores,ytresfranjasenlasqueponía:«secreto»,«secreto»,«secreto».
—¡Increíble!—musitéanteelcuadernoabierto.
EnNavidadesdetercero,muriólaprofesoradeAki.Habíavenidoconnosotrosenelviaje de curso del primer trimestre y todavía estaba bien, pero a principios delsegundo trimestre había empezado a faltar a clase. Yo me había enterado de queestaba enferma por Aki. Cáncer, por lo visto. Tenía sólo unos cincuenta años. Elfuneralsecelebróaldíasiguientedeacabarlasclasesyasistierontodoslosalumnosde laclasedeAki,y tambiénasistimos losdelegadosdecurso.Comonocabíamostodos en la sala principal del templo, participamos en el funeral presenciando laceremoniadesdefuera.Hacíaunfríoquepenetrabahastaeltuétanodeloshuesos.Laletanía de sutras parecía que iba a perpetuarse hasta la eternidad. Nosotros nosíbamos dando empujoncitos los unos a los otros intentando no perecer porcongelación.
Cuando,finalmente,elfuneraldiopasoalaceremoniafúnebre,algunaspersonas,empezandopor ladirectoradelcolegio,pronunciaronpalabrasdecondolencia.Akifueunadeellas.Nosotrosdejamosdedarnosempellonesyescuchamosconatención.Ellafueleyendoeldiscursoconvozreposada.Elllantonoanegósuvozenningúnmomento.Por supuesto, la quenosotros escuchamosno era suvoznatural, sino laquenos llegabadistorsionadaa travésde losaltavoces.Peseaello, se la reconocíacon toda claridad. Sólo que, empañada por la tristeza, parecía más madura de lohabitual.Yomeentristecíunpocopensandoqueellahabíaseguidosolahaciadelantedejándonosatodosnosotrosatrás,enunainfanciaperpetua.
Conunsentimientoquerayabaeneldesasosiego,busquéaAkientrelascabezas
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que atestaban el recinto del templo.Miré en todas direcciones hasta que divisé sufigura, un poco inclinada hacia delante, leyendo el discurso sobre la tarima delmicrófono, instalada a la entrada de la sala principal. Y tuve una especie derevelación. La chica enfundada en el uniforme marinero que yo conocía se habíaconvertido en otra persona. No. Aquélla eraAki. Eso era seguro. Pero algo habíasufridouncambiodefinitivo.Apenasoíaeldiscursofúnebre.SóloteníaojosparalafiguradeAkidibujándoseenladistancia.
—NopodríaserotraqueHirose—dijounoamilado.—Porsucaranolodirías,perolachicatieneagallas—convinootro.Enaquelmomento,unrayodesolseabriópasoentre losgruesosnubarronese
inundó el patio de luz. Iluminó a Aki, que proseguía su discurso, recortandonítidamente su figuracontra lasoscuras sombrasde la salaprincipal. ¡Ah!Aquéllaera la Aki que yo conocía. La Aki que intercambiaba conmigo aquel caprichosodiario, laAkiqueme llamaba«Saku-chan»comosihubiéramoscrecido juntos.Supresencia, tancercanaquehabíaacabadoporsertransparente,ahorasemanifestabacomoladeunaniñaqueseestabahaciendomujer.Igualqueuncristalderocaquehasolvidadosobrelamesayqueahora,almirarlodesdeunángulodistinto,empiezaalanzarunoshermososdestellosirisados.
De pronto, me asaltó el impulso de echar a correr. Junto con la alegría quecolmabamicorazón, tuveconcienciaporprimeravezdeserunode loschicosqueestaban enamorados de Aki. Pude comprender los celos que los demás habíanmostrado.Nosóloeso.Inclusoyoestabaahoracelosodemímismo.Enlomáshondodemicorazón,brotólapasiónácidadeunosceloshaciamí,queteníalafortunadeestar, sin merecerlo, junto a Aki, hacia mí, que había compartido, sin más, tantashorasdeintimidadconella.
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Trasgraduarnosensecundaria,yaenelinstituto,volvimosairalamismaclase.Enaquellaépoca,miamorporAkierayaimposibledeocultar.Eratanobvioqueestabaenamoradodeellacomoqueyoerayo.Sialguienmehubiesepreguntado:«Ati tegusta Hirose, ¿verdad?», seguro que le habría respondido: «¡No me digas! ¡Puesclaro!».Asílosentíayo.Exceptoenlaclasedediscusióndeactividades,podíamoselegirelasientoquenosgustara,asíquenosotrospegábamosnuestrasmesasynossentábamos juntos.Enel instituto, comoeradeesperar,yanohabíanadiequenostomara el pelo por nuestra estrecha relación de pareja ni que me tuviera celos.Nuestra existencia había pasado a formar parte del decorado cotidiano, como lapizarra o el jarrón del aula. Era más bien algún profesor el que se entrometíadiciendo: «Qué bien os lleváis, ¿no?», o alguna estupidez semejante. Nosotrosrespondíamos sonrientes: «Sí, gracias», aunque en nuestro fuero interno,molestos,pensáramos:«¿Ytúporquénotemetesentusasuntos?».
En abril habíamos empezado a leer Taketori monogatari[7] y acabábamos deentraren lapartemás interesantede lahistoria.«Paraprotegera laprincesade losemisarios de la luna, el emperador decide rodear su palacio de soldados. Sinembargo,losemisarioslogranllevarseconsigoalaprincesa.Loúnicoqueelladejaatrásesunacartaparaelemperadoryelelixirde la inmortalidad.Sinembargo,elemperador no quiere vivir eternamente en unmundo donde no esté la princesa.Yordenaquequemenelelixirenlacimadelmontemáscercanoalaluna».Ésteeselpasaje que explica los orígenes del nombre del monte Fuji y, con este pasaje, lahistoriallegaapaciblementeasufin.
Mientrasescuchabacómoelprofesorexplicabael trasfondode lahistoria,Aki,conlosojosclavadoseneltexto,parecíareflexionarsobreloqueacababadeleer.Suflequillolecaíahaciadelantecubriéndoleelbonitopuentedelanariz.Mirélaorejaqueleasomabaentreelcabello.Miréloslabiosligeramentefruncidos.Todasycadauna de estas partes estaban dibujadas con unas líneas tan delicadas que jamáshubiesen podido ser trazadas por la mano del hombre y, contemplándola, memaravillédecómotodasellashabíanconfluidoenaquellajovencitallamadaAki.Yaquellachicatanhermosaestabaenamoradademí.
Depronto, tuveunahorriblecerteza.Pormás tiempoqueviviera, jamáspodríaesperarunafelicidadmayorquelaquesentíaenaquelmomento.Loúnicoquepodíahacereraintentarconservarlaparasiempre.Mehorrorizólafelicidadquesentía.Silaporcióndedichaquecorrespondeacadaunoestabafijadadeantemano,enaquellosinstantes quizá estuviera agotando la parte que amíme correspondía parami vida
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entera, Y, algún día, los mensajeros de la luna me arrebatarían a mi princesa.Entoncessólomequedaríauntiempotanlargocomolavidaeterna.
De pronto, me di cuenta de que Aki me estaba mirando. ¿Tan seria era miexpresión?Porquelasonrisaqueellaesbozabaseborrósúbitamentedesurostro.
—¿Quétepasa?Neguéconunforzadomovimientodecabeza.—Nada.Después de clase, todos los días regresábamos juntos a casa. Recorríamos el
caminodevueltatandespaciocomonoseraposible.Aveces,paradisponerdemástiempo,dábamosun rodeo.Con todo,enunsantiamén llegábamosa labifurcacióndondeteníamosquesepararnos.Eraextraño.Aquelcamino,cuandolorecorríasolo,me parecía largo y aburrido, pero cuando iba conAki, charlando, hubiera queridoseguir andando eternamente.Ni siquiera notaba el peso de la cartera atiborrada delibrosdetextoydiccionarios.
«Posiblemente, en la vida nos ocurra lo mismo», pensé unos años más tarde.«Unavidasolitariasehacelargaytediosa.Sinembargo,cuandolacompartesconlapersona amada, en un santiamén llegas a la bifurcación donde tienes que decirteadiós».
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Después de que mi abuela muriera, mi abuelo se quedó un tiempo a vivir connosotros,pero,talcomoyaheescritoantes,dijoqueaquéllanoeracasaparaunviejoysemudóélsoloaunapartamento.Miabuelohabíanacidoenelcampoy,hastalaépoca de su padre, la familia había poseído grandes extensiones de tierra. Sinembargo, a raíz de la revolución agraria, aquella antigua familia se arruinó y elheredero,miabuelo,decidióiraTokioaprobarsuerteenelmundodelosnegocios.Sacópartidodelríorevueltodelaposguerrayseenriqueció,volvióalcampoy,asustreinta años, fundó una empresa de elaboración de productos alimenticios. Se casóconmiabuelaynaciómipadre.Segúnmecontómamá,laempresademiabuelo,acaballodeldesarrolloeconómicoacelerado,crecióabuenritmoylafamiliallegóanadar en la abundancia. Sin embargo, cuando mi padre acabó el bachillerato, miabuelodejóenmanosdesussubordinados,sinmás,laempresaquetantoesfuerzolehabía costado levantar, se presentó a las elecciones y fue elegido diputado. Trasformar parte del parlamento durante más de una década, su fortuna se habíadesvanecido casi por completo en la financiación de campañas electorales. Por laépocaenquemuriómiabuela,yanolesquedabaotrapropiedaddevalorquelacasa.Pocodespuésseretiródelapolíticayahorallevaba,ensoledad,unavidareposadayconfortable.
Desde secundaria, empecé a ir a visitarlo, de vez en cuando, a su apartamentopensandoquehacíaunaobradecaridad,ylecontabacómomeibaenlaescuela,otomábamos una cerveza juntos mientras veíamos algún combate de sumo por latelevisión. A veces, era mi abuelo el que me contaba cosas de cuando era joven.Tambiénme hablaba de una chica de la que se enamoró cuando tenía diecisiete odieciochoañosydecómolascircunstanciashabíanimpedidoquesecasaran.
—Ellaestabaenfermadelpecho—medijo, comosolíahacer,mientrasbebíaapequeñossorbosunacopadeburdeos—.Hoyendía,latuberculosissecuraennadagraciasalosmedicamentos,pero,entonces,elúnicoremedioposibleeraunabuenaalimentación,airepuroydescanso.Enaquellaépoca,siunamujernoerafuerte,nopodía resistir la vida de casada. No había electrodomésticos, ya sabes. Y hacer lacomidaylacoladaerauntrabajomuyduro.Además,yo,comotodoslosjóvenesdemigeneración,estabadispuestoamorirpormipaís.Losdosnosqueríamos,peronopodíamoscasarnos.Esolosabíamostantoellacomoyo.Erantiemposmuydifícilesaquéllos.
—¿Yquépasó?—lepreguntébebiendounalatadecafé.—Amíme llamaron a filas y pasémuchos años en el ejército—prosiguiómi
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abuelo—. No imaginaba que volviéramos a vernos jamás. Creía que ella moriríamientrasyoestabaenelfrente,ytampocoyoesperabasobrevivir,laverdad.Asíque,cuandonosseparamos,nosjuramosunirnosenelotromundo—dijoespaciandolaspalabrasyconlamiradaperdidaenladistancia—.Sinembargo,lafortunaesirónicay,alacabarlaguerra,losdosseguíamosconvida.Cuandopiensasqueelfuturonoesposible,essorprendentelopuroquetevuelves,pero,alencontrartevivo,renacenlosdeseos.Yyoqueríacasarmeconella, fueracomo fuese, asíquemepropuseganardinero.Porquesilotenía,pormásenfermadetuberculosisqueestuviera,yopodríahacermecargodeellaycuidarla.
—¿PoresofuisteaTokio?Miabueloasintió.—Tokioeratodavíaunerialdetierracalcinada—prosiguió—.Faltabalacomida,
lainflacióneraespantosa.Lasituaciónrayabaenlaanarquíaylagente,albordedeladesnutrición, vagaba por las calles con ojos desquiciados. También yo estabadispuestoatodoporganardinero.Hiceunmontóndecosasvergonzosas.Nolleguéamataranadie,pero,exceptoeso,hicedetodo.Sinembargo,mientrasyomematabatrabajando, se descubrió un medicamento eficaz contra la tuberculosis. Laestreptomicina.
—Sí,yalaheoídonombrar.—Yellasecuró.—¿Securó?—Sí.Fueunasuertequesecurara.Pero,unavezrestablecida,yasepodíacasar.
Ysuspadres,comoesnatural,quisieronque lohicieraantesdequese lepasara laedad.
—¿Ytú,abuelo?—Yonomerecísuconfianza.—Pero¿porqué?—Habíaestadometidoennegociossucios. Inclusohabíaestadoen lacárcel.Y
lospadresdeella,porlovisto,losabían.—Perotúlohabíashechoporella,¿verdad?—Sí,ésaseranmisrazones,peroellosnolovieronasí.Parasuhijapreferíanun
hombrehonesto,comoesnatural.Creoqueleencontraronunmaestrodeescuelaoalgoparecido.
—¡Vayachorrada!—Asíeranlascosasenaquellaépoca—dijomiabueloconunarisita—.Hoynos
puede parecer una tontería, pero, en aquellos tiempos, los hijos no podíandesobedeceralospadres.Además,unachicadebuenafamiliacomoella,enfermiza,quesiemprehabíadependidodesuscuidados,nopodía,porningúnconcepto,rehusaralpretendientequelehabíanbuscadosuspadresydecirquequeríacasarseconotrohombre.
—¿Yquépasóentonces?
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—Puesquesecasó.Yyomecasécontuabuelaynaciótupadre.Que,porcierto,esuncabezacuadradaque…
—Volviendoalonuestro,¿entoncestúteresignaste?¿Olvidastealachica?—Ésaeramiintención.Ycreoqueella,porsuparte,pensabalomismoqueyo.
Eldestinonohabíaqueridoquenosuniésemosenestemundo.—Peronopudistesacárteladelacabeza,¿verdad?—Miabueloachicólosojosymeclavólamiradaenelrostro,comosiestuviera
tasándomelo.Alfin,abriólabocaydijo:—Yatehablarédeelloenotraocasión.Cuandoseasunpocomayor,Saku.
Miabuelo reanudósu relatocuandoyoyahabía ingresadoenbachillerato.Undía,despuésdelasvacacionesdeverano,justoalempezarelsegundotrimestre,mepasépor el apartamento demi abuelo a la vuelta de clase y nos tomamos una cervezamientras,comodecostumbre,mirábamoslaretransmisióndesumoportelevisión.
—¿Quierescomeralgo?—medijoalacabarelsumo.—No,gracias,abuelo.Seguroquemamámeestáesperandoconlacomidahecha.Teníasobradasrazonespararechazarsuinvitación.Suscenassecomponíancasi
porcompletodecomidaenlatada.Carnedevacaenconserva,estofadodeterneraenconserva,sardinasasadasconsalsadesojaenlata.Inclusolaverduraeranespárragosenconserva.Ytodoellosecomplementabaconunmisoshiru[8]instantáneo.Esoesloquemiabuelocomíatodoslosdías.Algunaqueotravez,mimadreibaahacerlelacomida o venía él a comer a casa, pero la alimentación de mi abuelo constababásicamentedeconservas.Siselohacíasnotar,decíaquelosancianosnotienenporquépreocuparsedemasiadoporlanutriciónyquelofundamentaleracomerlomismotodoslosdíasyalamismahora.
—Esquehepensadoquepodíamospedir anguila—dijomi abuelo cuandomedisponíaairme.
—¿Yporqué?—¿Cómo que por qué? No hay ninguna ley que nos prohíba comer anguila,
supongo.Miabueloencargóporteléfonodosracionesdeunajûy,mientrasesperábamosa
que nos lo trajeran, nos tomamos otra cerveza frente al televisor. Mi abuelodescorchó,comosiempre,unabotelladevino.Ylodejóreposarentretreintaminutosy una hora para empezar a bebérselo después de cenar. No había alterado suscostumbresdesdequehabíadejadonuestracasayseguíabebiéndoseunabotelladeburdeoscadadosdías.
—Hoytengoquepedirteunfavor,Saku—medijomiabuelocontodaformalidadmientrassetomabalacerveza.
—¿Un favor? —pregunté. Sentado allí, pescado por la anguila, me asaltó unextrañopresentimiento.
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—Esunpocolargodecontar.Miabueloseacercóalacocinaytrajosardinasenaceite.Delata,porsupuesto.
Mientraspicábamosfiletesdesardinaybebíamoscerveza,llególaanguila.Cuandoterminamosdecomernoselunajûydetomarnoselconsomé,miabueloaúnnohabíafinalizado su relato. Empezamos a bebernos el vino. A aquel ritmo, para cuandocumplieralosveinteañosyamehabríaconvertidoenunalcohóliconotable.Peroyodebíadetenerunaaltatoleranciaalalcoholporque,sibebíaconmoderación,nomeemborrachaba. No era, en absoluto, uno de esos niños que se indisponen con unbocadodenarazuke[9].
Cuandomiabueloconcluyósurelato,yacasihabíamosdadofinalabotelladevino.
—Aguantasbienlabebida,¿eh,Saku?—Soytunieto,abuelo.—Tupadreesmihijoynobebenigota.—Puesdebedeserunatavismo.—¡Ah,ya!—dijomiabueloasintiendoconunteatralmovimientodecabeza—.Y
loquetehepedido,¿qué?¿Vasahacerlo?
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Aldíasiguiente,porlaresaca,medolíalacabezaynoestabaniparalatrigonometríani para el estilo indirecto. Me pasé la mañana oculto detrás del libro de texto,conteniendo las ganas de vomitar, y no fue hasta la clase de gimnasia, a la cuartahora,cuandoempecéaencontrarmemejor.Almorcéenelpatio,juntoaAki.Almirarel chorrito de agua de la fuente volví a sentirme indispuesto, así que cambié deposiciónelbancoynossentamosdeespaldasalsurtidor.LeexpliquéaAkilahistoriaquemiabuelomehabíacontadolanocheanterior.
—Oseaquetuabuelosiguiópensandoenelladurantetodasuvida—repusoAki.Meparecióqueteníalosojoshumedecidos.
—Esoparece—asentíyoconsentimientosencontrados—.Porlovisto,nopudosacárselanuncadelacabeza.
—Yellatampocopudoolvidaratuabuelo.—Unpocoraro,¿no?—¿Porqué?—¿Cómoqueporqué?Puesporquetranscurriómediosiglo.Ylonormalesque,
coneltiempo,seproduzcanalgunoscambios,¿no?—¿Y túno encuentrasmaravillosoquedospersonas sigan enamoradasdurante
cincuentaaños?—dijoAkiconairesoñador.—Recuerdaqueeltiempopasaparatodoslosseresvivos.Yqueningunacélula,a
excepción de las célulasmadre, puede escapar del envejecimiento.A ti también teiránsaliendoarrugasenlacara,¿sabes?
—¿Yadóndequieresiraparar?—Puesque,pormásquetuvieranveinteañoscuandoseconocieron,despuésde
cincuenta,habíancumplidoyalossetenta.—¿Y?—Pues quemorir de amor por una abuela de setenta añosme parece un poco
macabro,laverdad.—¿Ah, sí? Pues yo lo encuentro maravilloso —me espetó Aki. Parecía algo
enfadada.—¿Yluegoqué?¿Queseveanenunhoteldevezencuando,oalgoporelestilo?—Déjalo,¿vale?—Akimemiróconojosfuribundos.—Pues,mira.Miabueloesmuycapazdehacerlo.—Esotú.Erestúquienseríacapazdehacerlo.—¿Yo?¡Quéva!—¡Ytantoquesí!
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Dejamos la discusión en tablas y la reanudamos, por la tarde, en la clase deciencias.ElprofesordebiologíanosexplicabaqueelADNdelserhumanocoincideenun98,4%coneldelchimpancé.Ladiferenciagenéticaentreambosesmenorqueentre el chimpancé y el gorila. Por lo tanto, se puede afirmar que la especie máscercanaalchimpancénoeselgorila,sinoelhombre.Aloírlo,todalaclaseseechóareír.¿Dóndeestabalagracia?¡Hatajodeidiotas!
Akiyyo, sentados en los asientosde laúltima fila, seguíamoshablandodemiabuelo.
—Peroesoesadulterio,¿no?—dijeplanteandolacuestióncrucial.—Paranada.Esoesamorpuro—mecontradijoAkideinmediato.—Perotantomiabuelocomoaquellamujerestabancasados.Ellareflexionóunosinstantes.—Desdeelpuntodevistadesusrespectivasparejastalvezfueraadulterio,pero,
desdesupropiopuntodevista,aquello,sinduda,eraamorpuro.—Osea, que según la perspectiva desde la que lomires, puede ser adulterio o
amorpuro,¿no?—Creoqueelcriterioesdistinto.—¿Aquéterefieres?—Aqueelconceptodeadulterionodejadeserunaconvenciónsocial.Ypuede
cambiarsegúnlaépoca.Enunasociedadpolígama,tendríaunsentidocompletamentedistinto.Peroseguirenamoradodealguiendurantemásdecincuentaañosesalgoquevamásalládelaculturaydelahistoria.
—¿Tambiénvamásalládelaespecie?—¿Cómo?—Quequizáunchimpancé tambiénpuedaseguirenamoradodeunachimpancé
durantecincuentaaños.—Esonolosé.—Vamos,queelamorpuroessuperioraladulterio.—Nocreoque«superior»sealapalabraadecuada.Justoenelinstanteenqueladiscusiónalcanzabasupuntoculminante,elprofesor
exclamó:—¡Vosotrosdos,quedesdehaceratonoparáisdehablar!Y, como castigo, nos hizo ponernos de pie al fondo de la clase. «¡Eso es el
poder!»,penséyo.Estabapermitidohablarsobrelaposibilidaddeuncruceentreunserhumanoyunchimpancé,peronosobreelamorentreunhombreyunamujerquetrascendieraeltiempo.Depie,seguimosdiscutiendoentresusurrossobrelahistoriademiabuelo.
—¿Creesenelotromundo?—¿Yporquélodices?—Porquemiabueloyaquellachicasejuraronreunirseenelotromundo.Akireflexionóunosinstantes.
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—No,yonocreo—dijo.—Perotú,cadanoche,antesdeacostarte,rezas,¿no?—EsqueyocreoenDios—dijoAkiconresolución.—¿YquédiferenciahayentreDiosyelotromundo?—Nosé.Amímedalasensacióndequeelotromundoesalgoquenoshemos
inventadoporquenosconviene.¿Atino?Melopenséunpoco.—Entoncesmiabuelonopodráestarjuntoaellatampocoenelotromundo,¿no?—Bueno,sólose tratade loqueyocreoodejodecreer—dijoAkien tonode
disculpa—.Ytuabueloyellapensabandeotromodo.—También es posible queDios sea algo que nos hemos inventado porque nos
conviene,¿no?Yaseveenlode«rogarleaDios»ocosasporelestilo.—MiDiosnotienenadaqueverconeso.—¿Oseaquehaymuchosdioses?¿Odiferentestiposdeellos?—Aunquenocreaenelparaíso,puedorespetaraDios.YesporquetemoaDios
porloquelerezotodaslasnoches.—¿Paraquenotecastigue?Al final, nos sacaron al pasillo. Nosotros no escarmentamos y seguimos
enzarzadosenunadiscusiónsobreDiosyelparaísohastaqueacabólaclaseynosllamaron a la sala de profesores, donde tuvimos que soportar la reprimenda delprofesordebiologíayladeltutordelaclase.«Estámuybienqueseáistanamigos»,nosdijeron.«Peroatendedmásenclase».
Cuando cruzamos el portal de la escuela, ya casi anochecía. Nos dirigimos ensilencio hacia el parqueDaimyô.Amedio camino, hay un campode deporte y unmuseodehistoria.TambiénhayunacafeteríallamadaBarriodelCastillo.Habíamosido una vez, pero el café era tanmalo que no habíamos vuelto.Dejamos atrás lasantiguasbodegasyllegamosaorillasdelriachueloqueatraviesalaciudad.Hastaquenohubimoscruzadoelpuente,Akinodespególoslabios.
—Pero,alfinal,ellosnopudieronestarjuntos—dijocontonodequerervolveralahistoria—.Apesardehaberesperadoveinteaños.
—Porlovisto,teníanlaintencióndecasarseunavezmurieraelmaridodeella—dije.Yotambiénhabíaestadopensando,comoeslógico,enlahistoriademiabuelo—.Porque,despuésdelamuertedemiabuela,élestabasolo.
—¿Cuántotiempohacíadeeso?—Más de diez años. Pero ella se murió antes que el marido. Total, que no
pudieron.—¡Quéhistoriatantriste!—Puesamímepareceridícula,laverdad.La conversación se interrumpió.Andábamosmás cabizbajosquede costumbre.
Trasdejaratráslaverduleríayeltallerdeltejedordetatamiygirarlaesquinadelabarbería,prontollegaríamosacasadeAki.
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—Saku-chan, ayúdalo, por favor —dijo ella como si, de pronto, tomaraconcienciadelpococaminoquenosquedabaporrecorrer.
—Eso es muy fácil de decir. Pero se trata de profanar una tumba, ni más nimenos.
—¿Tienesmiedo?—Puesnoesparatomárseloabroma.—Atinotevanesascosas,¿eh,Saku-chan?Seestabariendo.—¿Aquévienetantaguasa?—¡Oh!Anadaenespecial.Finalmente, avistamos su casa. Yo debía girar a la derecha, cruzar la carretera
nacional y dirigirme a lamía.Faltabanunos cincuentametros.Sin queninguno lopropusiera, los dos fuimos aminorando el paso hasta que nos detuvimos con laintencióndeseguirhablando.
—Peroesoesundelito—dijeyo.—¿Ah,sí?—dijoellalevantandolacabeza,perpleja.—Lógico,¿noteparece?—¿Yquétipodedelitoes?—Undelitosexual,evidentemente.—¡Mentira!Al reírse, el pelo que descansaba sobre sus hombros se balanceó un poco
haciendoresaltarlablancuradesublusa.Nuestrasdossombrasalargadassedoblabanenlapartesuperior,proyectándosesobreelmurodecementoqueestabaenfrente.
—De todas formas, si me descubren, me expulsarán de la escuela durante untiempo.
—Bueno,enesecaso,yoiréavisitarteacasa.¿Lodecíaparadarmeánimos?—¡Y te quedas tan tranquila! ¿Eh?Tú siempre serás lamisma—musité en un
suspiro.
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Habíadichoamispadresquemequedabaadormirencasadelabuelo.Eralanochedeunsábado.Paracenar,pedimosquenos trajeransushi.Miabuelosepermitióellujodepedirelespecial.Aunque,laverdad,yoeraincapazdeapreciarladiferenciaentreelatúnyelerizodemar.Y laorejamarinamesupo igualquesimascaraunduro trozo de goma. Aquella noche no hubo ni cerveza ni burdeos y, mientrasmirábamos la retransmisión del béisbol profesional por televisión, tomamos té y,luego,café.Interrumpieronlaemisiónamediopartido.
—¿Qué?¿Vamos?—dijomiabuelo.Elcementerioestabaenlasafueras,alestedelaciudad,enuntemplodedicadoa
laesposadeunantiguoseñorfeudal.Nosapeamosdeltaxicercadeltemplo.Estabaenlosbarriosaltos,enlazonadondecortanprimeroelaguaenveranocuandohaysequía.Elaireerafríoapesardesersóloseptiembre.
Trasatravesarelpequeñoportalcontiguoalaescaleradepiedraqueconducíaalasalaprincipaldeltemplo,nostopamosconunsenderodetierrarojizaqueseextendíaen línea recta hasta el cementerio. Amano izquierda, había una pared pintada deblancoy,másallá,loqueparecíanserlasdependenciasdelosmonjes.Noseveíaunalma.Sólounpuntode luz tenueenunaventanaquedebíadeser ladel lavabo.Amano derecha, había unas antiguas tumbas que se remontaban a la época delshogunato.Lasinclinadastablillasdondefigurabaelepitafioylaslápidasdecantosredondeadosflotabanenlaoscuridadbañadasporlaluzdelaluna.Losviejoscedrosy cipreses que crecían en la ladera de lamontaña cubrían el camino demodo queapenassevislumbrabaelcielo.Alfinaldelsendero,nostopamosconlatumbadelaesposa del señor feudal. En las tinieblas, se alineaban lápidas de extrañas formas:cúbicas,esféricasycónicas.Lasrodeamosporelladoizquierdo,adentrándonosaúnmásenelcementerio.Llevábamosunapequeñalinterna,pero,afindenoalertaralosmoradoresdeltemplo,avanzábamosconfiandoúnicamenteenlaluzdelaluna.
—¿Dóndeestá?—lepreguntéamiabuelo,quemeprecedía.—Másallá.—¿Yahabíasvenidoantes?—Sí—dijo,lacónico.Aunqueasífuera,¿cuántastumbasdebíadehaberallí?Lassuavespendientesdel
valle estaban cubiertas casi por entero de lápidas. Y una tumba no tenía por quécontenernecesariamente losrestosdeunasolapersona.Si tomábamoscomomediaquecadaunaconteníalascenizasdedosotres,nopodíaniimaginarcuántosmuertoshabríaenterradosallí.Dedía,habíavisitadomuchasveceselcementerio.Peroerala
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primeravezqueibaaaquellashoras.Yporlanoche,adiferenciadeloquesucedebajo la luz del sol, la presencia, el hálito de la muerte deviene algo intensamentevívidoypalpable.Alalzarlamirada,descubríunosmurciélagosrevoloteandoporlascopasdelosgigantescosárbolesquecubríanelcamino.
Depronto,uncielocuajadodeestrellassevertiódentrodemisojos.Mirándolo,arrobado,acabétopandoconlaespaldademiabuelo.
—¿Esaquí?—Sí.Era una tumba corriente. También la lápida era de tamaño normal y un poco
envejecida.—¿Quéhacemos?—Antetodo,rezar.Mientrasyomedecíaqueeramuyextrañoponersearezarcuandovasaprofanar
unatumba,miabueloencendióunasbarritasdeinciensoquellevaba,hizolaofrenda,juntórespetuosamentelaspalmasdelasmanosysequedóinmóvilantelalápida.¡Yquéremedio!Plantadocomounaestacaasusespaldas,yotambiénacabéuniendolaspalmas de las manos. Opté por pensar que aquello era una especie de acto dedesagraviohacialosotrosmoradoresdelatumba.
—Bueno—dijomiabuelo—.Ahoravamosacambiarestodesitio.Entrelosdos,cogimoselincensariodepiedradondeacabábamosdeofrendarel
inciensoyloapartamos.—Alúmbrameconlalinterna.Detrásdelincensarioestabaencajadalabasedelalápida.Miabuelointrodujoel
destornillador que llevaba entre las dos piedras y raspó a lo largode la hendidura.Entonces,labaseempezóaceder,pocoapoco.Alfinal,miabuelohincólasuñasenlabasedelalápidaylaextrajotirandoconcuidadohaciasí.Aparecióunacavidaddepiedrabastanteespaciosa.Largayprofunda.Dentrohabríacabidosindificultadunhombreencuclillas.
—Pásamelalinterna.Miabuelo cogió la linternay, acto seguido, se tendióbocaabajo e introdujo la
partesuperiordelcuerpodentrodelatumba.Yolesujetabalaspiernasporencimadelasrodillasparaquenosecayeradentro.Estuvohurgandounratoensuinteriorhastaqueme devolvió la linterna y extrajo cuidadosamente con ambasmanos una urnaparecidaauntarrodeciruelasencurtidas.Yoobservabasusaccionesensilencio.Miabuelo comprobó el nombre escrito en el culo de la urna bajo el haz de luz de lalinterna.Luego, sacó el cordónque colgabade laurnay la abriódespacio.Dentrodebían de estar los pequeños fragmentos de hueso. Transcurrió mucho tiempo.«¡Abuelo!».Cuandoal finmedecidí a llamarlo,medi cuentadeque sushombrostemblabanligeramentebajolaluzdelaluna.
Miabuelocogió sólounpellizcodecenizasy lometiódentrodeunacajitadepauloniaqueteníapreparada.Lacantidaderatanmodestaquemeentraronganasde
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decirle:«¡Coneltrabajoquenoshacostado,bienpodíascogerunpuñado,hombre!».Miabuelosequedóabsorto,conlosojosclavadosenelinteriordelaurnahastaque,al fin, la tapóy lecolgódenuevoel cordón.Mientras loagarrabapor las rodillas,comoantes,devolviólaurnaalinteriordelatumba.Fuiyoquiencolocódenuevolabasedelalápida.Enlasuperficiedelapiedrahabíanquedadograbadas,aquíyallá,lasraspadurasquemiabuelohabíahechoconeldestornillador.
Cuandoel taxinosdejó frente a la casademiabuelo,yacasi eramedianoche.Brindamos con cerveza fría. Junto con una extraña sensación de triunfo, meembargabaunindefiniblesentimientodesoledad.
—Sientohaberteentretenidohasta tan tarde,Saku—medijoceremoniosamentemiabuelo.
—No pasa nada—repusemientras llenaba de cerveza su vasomedio vacío—.Además—añadíconmodestia—,hubierasconseguidohacerlotúsolo,abuelo.
Miabuelo rozóelvasocon los labiosy sequedópensandoalgoconexpresiónausente.Luegoselevantóycogióunlibrodelaestantería.
—Hasestudiadopoesíachina,¿verdad,Saku?—dijomiabueloabriendounlibromuyviejo—.Anda,leeestepoema.Aversiloentiendes.
SetitulabaLalianaquecrece[10].Echéunaojeadaalaversiónjaponesadeaquelantiguotextochinosinsignosdepuntuación.
—¿Entiendesdequétrata?—Puesdicequelosentierrenjuntoscuandosemueran.Miabueloasintióensilencio.—«Díasdeverano,nochesdeinvierno,dentrodemuchosaños,enterradmeasu
lado»—dijo recitando el último fragmento de memoria—. Dice: «Tú yaces aquíduranteloslargosdíasdeveranoydurantelaslargasnochesdeinvierno.Dentrodemuchosaños,yotambiéndescansaréjuntoati.Esperoenpazaquellegueestedía».
—Sehabíamuertolapersonaqueamaba,¿verdad?—Pormásquehayamosprogresado,lossentimientosverdaderosdelaspersonas
nohancambiado.Estepoemafueescritohacedosmilaños,oquizámás.Datadeunaépocamuyantigua.Demuchoantesdequeseestablecieraelzekku[11]ocualquieradelasotrasmétricasquetúhasestudiadoenlaescuela.Perolaemocióndelapersonaque escribió estos versos nos llega perfectamente a nosotros todavía hoy. Y esaemociónlapuedecomprendercualquiera,aunquenotengaestudiosocultura.
Lacajitadepauloniadescansabasobre lamesa.Alguienquenosupieradequéiba el asunto habría supuesto que contenía un cordón umbilical o algunacondecoración.Ofrecíaunasensaciónextraña.
—Quédatela—soltódeimprovisomiabuelo—.Y,cuandoyomuera,esparcesuscenizasjuntoconlasmías.
—¡Eh!Esperaunmomento—dijeyo,desconcertado.—Mezcla lamismacantidadde cenizasde cadaunoy espárcelaspor donde tú
quieras—repitiócomosiformularasuúltimavoluntad.
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Aunquetarde,comprendíalfinsusdesigniosocultos.Robarlascenizashubiesepodido hacerlo él solo.Me había confesado sus planes amí, su nieto, yme habíainvolucradoenlafechoríaconunafinalidadmuyconcreta.
—Prométemelo—insistiómiabuelo.—¿Prometertealgoasí?¡Quéva!—repuseyoprecipitadamente.—¡Porfavor!Escuchalosruegosdeestepobreviejo—dijoconvozdeecharsea
llorardeunmomentoaotro.—Esoesmuyfácildedecir.—¡Perosinotecuestanada!Enaquelinstante,recordéhaberoídoamipadrequejándoseamimadresobreel
egoísmodemi abuelo.Era cierto.Mi abuelo era un redomado egoísta.Eraunadeesas personas que, cuando desean algo, no reparan en las molestias que puedenocasionaralosdemás.
—¿Ytúcreesquepuedesconfiarmeamíalgotanimportante?—dijetratandodedisuadirlo.
—Nopuedopedírseloanadiemás—respondió.Losviejossontercos.—¿Yapapá,porejemplo?—dijeentonoconciliador—.Estuhijo.Seguroque
seráélquiendirijatufuneralcomorepresentantedelafamilia.—Alguienconlacabezatancuadradacomoélnonospuedeentenderanosotros.—¿Anosotros?—preguntéestupefacto.—Sí,porquetúyyonosllevamosbien—dijo,yprosiguiósinperderuninstante
—:Sabíaqueloentenderías,Saku.Y,poreso,heestadoesperandoaquetehicierasmayor.
Era evidenteque todohabía empezado lanocheenqueyohabíapicadocon laanguila. O tal vez no. Posiblemente, ya desde mucho antes, él debía de tenerloprogramadohastaelúltimodetalle.Desdequeelnietotuvousoderazón,elabuelolohabía ido preparando para aquel día. Me sentí como Wakamurasaki cayendo enmanosdelpríncipeHikaruGenji.
—¿Ycuándovasamorirte,abuelo?—sinpretenderlo,lehabléconindiferencia.—Puescuandome llegue lahora—dijoél sinhaber reparado,alparecer,enel
cambiodetonodemivoz.—¿Ycuándovaasereso?—Nolosé.Poresosehabladecuandoauno le llegue lahora.Sino, seríaun
plannormalycorriente.—Entonces,esposiblequenoestéatuladocuandotútemueras.Ysinoestoy
delantecuandoteincineren,nopodrécogerunaspocascenizas.—Enestecaso,puedesrobarlasdemitumba,igualqueestanoche.—¿Pretendesquehagalomismootravez?—Teloruego—lavozdemiabuelosevolvióapremiantedepronto—.Eres la
únicapersonaaquienpuedopedírselo.—Sí,pero…
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—¿Sabes,Sakutarô?Perderalapersonaqueamasesmuytriste.Yestapena,pormásquelointentes,nopuedesmaterializarladeningúnmodo.Y,justamenteporeso,necesitasdarleunaformaconcreta.Talcomodecíaelpoema.Laseparaciónhasidomuydura,perotúyyovolveremosaestarjuntos.Teloruego,hazquenuestrodeseosecumpla.
Pormipropiamaneradeser,yoeraunchicoquesentíaungranrespetohacialaspersonasmayores.Peroloquemevenciófue,másquenada,lasegundapersonadelpluralquehabíaempleadomiabuelo.
—Deacuerdo—dijearegañadientes—.Setratadeesparcirlascenizas,¿no?—¿Vasaaccedera los ruegosdeunviejo?—dijomiabuelo,depronto,conel
rostroresplandeciente.—¿Yquéremediomequeda?—Losiento—dijobajandolosojos.—Pero eso de que las esparza por donde yo quiera nome va.Amí no seme
ocurredónde.Dímelotú.—¿Que te diga dónde? —preguntó mi abuelo adoptando una expresión
meditabunda—.Esque,¿sabes?,paracuandoyomuera,nosécómoestaráellugar.Si,porejemplo,tedigoquelasesparzasalpiedealgúnárbol,dentrodediezañosalomejorhanconstruidoallíunaautopista.
—Entoncescambiodesitioyyaestá.Miabueloreflexionóunosinstantes.—Lodejoentusmanos—dijo—.Confíoentubuensentido.—¡No,porfavor!Damealmenosunaidea.¿Mar,montañaocielo?—Pues,quizáelmar.Sí,mejorelmar.—¿Elmar?—Sí,peronoquieroqueelaguaestésucia.—Vale.Esparcirélascenizasenalgúnlugardondeelaguaestélimpia.—No,esperaunmomento.Enelmar,lacorrientelasdispersaráenseguida.—Sí,puedepasar.—Pues,entonces,quizálamontaña.Sí,mejorlamontaña.—¿Lamontaña?—Pero,teloruego,queseaunsitioquetodavíanoestéexplotadoporelhombre.—Deacuerdo.Lasesparcirédondeapenaslleguenadie.—Yestaríamuybienquehubiesefloressilvestresporallícerca.—¿Floressilvestres?—Esqueaellalegustabanmucholasvioletas.Mecrucédebrazosyclavélamiradaenelrostrodemiabuelo.—Estáshaciendounencargoentodaregla,¿eh?—Lo siento —dijo. Mi abuelo desvió la mirada con expresión de soledad—.
Perdóname.Tómatelocomounamuestradelegoísmodeunviejo.Lancéunsuspirotansonoroquedebiódeoírloinclusoél.
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—Vamos, que he de esparcir las cenizas en unamontaña donde apenas lleguenadie,yenunparajedondecrezcanlasvioletassilvestres.
—¿Telotomasalaligera?—No.—Entonces,deacuerdo.
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9
Al día siguiente, en cuanto llegué a casa, llamé a Aki y le pregunté si podíamosvernos.Ellayateníaplanesparala tarde.Alanochecer,sinembargo,estabalibreyquedamosenvernosunahora,alascinco.
Amediocamino,entre sucasay lamía,habíaunsantuariosintoísta.Desdemicasa,yo teníaqueavanzarunosquinientosmetroshaciael sura lo largodel ríoy,justo al cruzar el puente, salía frente al gran torii[12] de la entrada principal. Trasatravesar un polvoriento aparcamiento de tierra, debía ascender por una largaescalinatadepiedraquellegabahastalamitaddelaladeradelamontaña.Enloaltodelaescalinataselevantabaelsantuario.Allínacíaunestrechocaminoqueenfilabahacia el este. La senda atravesaba una zona residencial y moría en la carreteranacional.Unavezcruzadalacarreteraporelsemáforoqueestádelantedelapolicía,allí,unpocoapartada,estabalacasadeAki.Amímegustaballegarunpocoantesdelahoradelacitaymirardesdeelrecintodelsantuariocómoellaseaproximaba.Mesentía felizaldescubrir,aunquefuerasóloun instanteantes,sufiguraacercándose.Aki,sindarsecuentadequelaestabaobservando,pedaleabaunpocoinclinadahaciadelante.Dejó labicicletaalpiede lasubidadel ladoesteyascendiócorriendounaestrechaescaleradepiedradistintaalaquehabíasubidoyo.
—Sientollegartarde—dijojadeando.—Nohacíafaltaquecorrierastanto.—Esquetenemospocotiempo—dijo,ylanzóunhondosuspiro.—¿Tienesalgoquehacerdespués?—Nadaespecial.Sólobañarmeycenar.—Entonces,tenemostiempo.—Peroprontoseharádenoche.—¿Quéplanestienes?—¿Yo?—dijoAkisonriendo—.Erestúquienmehallamado,Saku-chan.—Puesamínomellevarámuchotiempo.—¡Vaya,puesnohacíafaltaquecorriesetanto!—Esoesloqueteestoydiciendodesdeelprincipio.—Bueno.Vamosasentarnos.NossentamosenloaltodelaescaleraqueAkihabíasubidocorriendo.Anuestros
piesseextendíalaciudad.Elaireestabaimpregnadodelolordelareseda.—¿Ydequésetrata?—¡Mira!Yaempiezaaoscurecerporeleste.—¿Cómo?
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—Queestanochevamosaverunovni.—¡Andaya!—Mira.Extraje la cajitadepauloniadelbolsillodemi cazadora.Estaba sujeta conuna
gruesacintaelásticaparaquenoseabriera.Presintiendotalvezsucontenido,Akiseasustóunpoco.
—¿Lohascogido?Asentíensilencio.—¿Cuándo?—Anoche.Soltélagoma,laabríconcuidado.Enelfondodelacajitahabíaunospequeños
fragmentosblanquecinosdehueso.Akiatisbódentro.—Haypoquísimacantidad,¿no?—Miabuelosólocogióesepoco.Nosésiporrespeto,oporquenoseatrevió…Akinomeescuchaba.—¿Ycómoesquetuabuelotehadadoatialgotanimportante?—preguntó.—Esquequierequeloguardeyo.Yqueesparzaporalgunapartelascenizasde
losdosjuntos.—¿Essuúltimavoluntad?—Esoparece.Lehablédelpoemachinoquetantolegustabaamiabuelo.—Porlovisto,habladequelosdejendescansarjuntos.—¿Descansarjuntos?—Quelosentierrenenlamismatumba.Porlovisto,sinopiensasquealgúndía
volverásareunirteconlapersonaamada,nopuedesconsolarteporhaberlaperdido.Mi abuelo dice que ése es un sentimiento inmemorial, vamos, que no cambia a lolargodeltiempo.
—Entonces,tendríanqueenterrarloenlamismatumbaqueella,¿no?—Esque,enelcasodemiabuelo,estálodeladulterio,yasabes.Total,queno
seríaapropiadoquelosmetieranenlamismatumba.Seguroqueesporesoporloqueselehaocurridolodeesparcirlascenizas.Comomedidaextraordinaria.Claroque,paramí,esunagranmolestia,laverdad.
—¡Quéhistoriatanbonita!—Puesamímepareceque,sitantoquiereunirseaella,podríacomérselos.—¿Loshuesos?—Seguroquetienenunmontóndecalcio.Akisoltóunarisita.—Siyomemuriera,¿tecomeríasmishuesos?—Amímegustaría.—¡Noquiero!—Quisieras o no, estaríasmuerta, así que poco podrías hacer tú para evitarlo.
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Haríalomismoqueanoche.Profanaríatutumbayrobaríatuscenizas.Yluegomelasiríacomiendopocoapoco,nochetrasnoche.Comométodoparaconservarlasalud.
Ellavolvióareírse.Luego,sepusoseriaderepente.—Amítambiénmegustaríaqueesparcierasmiscenizasporunlugarbonito—
dijoconmiradalejana—.Esquelatumbaestátanoscura,ytanhúmeda.—Oye,quenoestamosplaneandonada,¿eh?En vez de reír, nos quedamos serios. La conversación se interrumpió. Los dos
manteníamoslavistaclavadaenlacajita.—¿Tedaasco?—No—dijoellasacudiendolacabeza—.Paranada.—Amí,alprincipio,meparecíahorrible,esodequedarmeconlacaja,peroahora
quelamiroasí,contigo,nosé,parecequemedépaz.—Amímepasalomismo.—¡Quéraro!¿No?Depronto, sepusoel soly las tinieblas seextendieronpor losalrededores.Un
hombreconunhakama[13]decolorblanco,quedebíadeserelsacerdoteprincipaldelsantuario, subió la escalera.«Buenasnoches»,dijimosnosotros.Élnosdevolvióelsaludoconvozprofunda.
—¿Quéestáishaciendoaquí?—preguntósonriendo.—Estamoscharlando—respondíyo.—Ciérralabien—dijoAkicuandoelsacerdotehubodesaparecido.Rodeélacajaconlacintaelásticaymelametíenelbolsillodelacazadora.Ella
sequedóunratomirandoelbultoenelbolsillo.Luegoalzólavistaalcielo.—Yahansalidolasestrellas—dijo—.Últimamentesonpreciosas,¿no?—Esoesporelfluorocarbono,¿sabes?Debidoalagujerodelacapadeozono,el
aireesmenosdensoylasestrellassevenmejor.—¿Ah,sí?Permanecimosunratoensilencio,conlosojosclavadosenelcielo.—Puesnoapareceningúnovni,¿eh?—dijeyo.Ellasoltóunarisitaunpocoincómoda.—¿Nosvamos?—Sí—asentíyohaciendounpequeñomovimientoafirmativoconlacabeza.Enelprecisoinstanteenquedesaparecíanlasúltimaslucesdelcielo,nosdimos
unbeso.Nuestrosojosseencontraron,seprodujounacuerdoinvisibley,antesdequenos diéramos cuenta, habíamos unido nuestros labios. Los labios de Aki sabían ahojascaídas.Oquizáelolor lohubiera traídoelsacerdotedespuésdehaberestadoquemandohojarascaenel jardín.Ella tocó la cajitaporencimadelbolsilloypegóconmásfuerzasuslabiosalosmíos.Elolorahojascaídassehizomásintenso.
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CapítuloII
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1
Saquéunacoca-coladelaneveraymelabebídepie.Alotroladodelaventanaseextendía,rojizo,eldesierto.Enél,díatrasdía,empiezaunnuevoaño.Amediodía,brilla un sol deslumbrante de pleno verano y, al caer la noche, las temperaturasdesciendenhastaelpuntoqueparecequevayaahelar.Elciclodelasestaciones,delqueseexcluyenlaprimaverayelotoño,varepitiéndosecadaveinticuatrohoras.
El aire acondicionado estaba a baja temperatura y en la habitación, más quefresco, hacía frío. De pronto, me pareció irreal que al otro lado del vidrio seextendiera un territorio cuya temperatura excedía los cincuenta grados centígrados.Permanecí largo tiempo contemplando el desierto. Alrededor del hotel se alzabanunosaltoseucaliptosqueparecíansaucesycrecía,aunquerala,lahierba.Pero,másallá, no había nada.Y lamirada, al no topar con ningún obstáculo, se prolongabahastaelinfinito,perdiéndoseenelcaminodevuelta.
LospadresdeAkihabíanidoarecorrereldesiertoenelautobústurístico.Habíandicho que, ya que Aki no había podido visitarlo, ellos querían verlo por ella.Mehabíanpropuestoacompañarlos,peroyohabíapreferidoquedarmeenelhotel.Nomeapetecía hacer turismo. Aquello que estaba mirando, ella no lo había visto. Ni lohabía visto antes ni lo vería después. «¿Dónde está este sitio?»,me pregunté amímismo.Desde luego, era posible situarlo en elmapa, en una intersección entre lascoordenadas latitud-longitud, o dándole un nombre geográfico. Pero esto no teníaningúnsentido.
Mirara lo que mirase, yo veía un desierto. Montañas y prados de exuberantevegetación, mares resplandecientes o calles transitadas por la multitud. Yo nonecesitabairavisitarlo.ConlamuertedeAki,elmundoenterosehabíaconvertidoen un desierto.Ella había huido.Al puntomás recóndito del fin delmundo.Y lashuellasdemispies,quecorríanenposdeella,habíansidobarridasporelvientoylaarena.
En el restaurante del hotel había un montón de turistas, con su atuendocaracterístico,comiendo.
—¿Quéleshaparecidoeldesierto?—lespreguntéalospadresdeAki.—Hacíamuchocalor—respondiósupadre.—¿HansubidoaAyersRock?—Mi marido es un desastre —intervino la madre de Aki—. Tiene menos
vitalidadqueyo.—Esquetútienesdemasiada.—Deberíasdejardefumar.
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—Sí,yoyaquerríadejarlo,pero…—Peronopuedes.—Esquecuestalosuyo.—Loquepasaesquenuncatelohaspropuestoenserio.Esodequevasadejarlo
sonsólopalabras.OíasinescucharlaconversacióndelospadresdeAki.¿Cómopodíanhablarcon
tantanaturalidad?Eraconscientedequelohacíanparaquemesintieracómodo.Pero¡inclusoasí!Akinoestaba.Y,noestandoella,yanohabíanadaquedecir.Nohabíanadadenada.
Al bajar del autobús, vimos una enorme montaña rocosa que se erguía frente anosotros.Susuperficieeradesigual,conunasprotuberanciasparecidasalasgibasdeun camello. Una sucesión de bultos conformaban una gigantesca mole. Muchosturistasibansubiendolamontañaenfilaindia,agarradosaunacadena.Aquíyallá,laerosión del viento había abierto una multitud de grietas cuya superficie estabacubiertaporpinturasrupestres,obradelosaborígenes.
Elcaminoeramásempinadodeloquehabíasupuesto.Prontoempecéasudar.Elcorazónme latía con fuerza en las sienes. Las grietas que se sucedían en la roca,sobre mi cabeza, recordaban los músculos de un brazo gigantesco. Cuando hubesubido unos diezmetros, finalmente, la cuesta se hizomás suave y empezaron laselevacionesydepresionesdelacima.Fuimosavanzando,pasandodeunmontículoaotro.Lalánguidasucesiónderocasseinterrumpiódeprontoyunbarrancoseabrióperpendicularmenteanuestrospies.Losrayostransparentesdelsol,casiensucenit,calcinabanlosviejosestratosderoca,perfilándolos.Aunquedesdeabajonolohabríasospechado,arribasoplabaunfuerteviento.Porlotanto,losrayosdelsol,peseasuintensidad, no llegaban a abrasarnos.Almirar hacia delante, a lo lejos, la fronteraentreel cieloy la tierraeraunaneblinablancayelhorizonteerauna líneavagaydesdibujada.Mirarashaciadondemirases, lavistaera idéntica.Unaluzbrillantesevertíadesdeelcielo.Desdeuncielosinnubesdondeúnicamentehabíaunassutilesgradacionesdecolorqueibandelazulmarinoalazulceleste.
Enunmerenderoalpiede lamontaña,mecomíunpasteldecarne tancalienteque creí que iba a abrasarme la boca.UnCessna pasó volando por encima de lasrocas. En este país se va a todas partes en avión. La gente se desplaza de unaeródromo a otro. En el desierto se veían, aquí y allá, coches y avionetasabandonados. Posiblemente, en una tierra donde el mecánico más próximo seencuentra a cientos de kilómetros, lo único que puede hacerse con los cacharrosaveriadosesdejarlosabandonadosasusuerte.Antemisojosseerguíalamontañaderocaquehabíasubidopocoantes.Incontablesplieguesdegranprofundidadrecorríanlasuperficiedeaquellarocaredonda.
—Pareceuncerebrohumano—dijouno.
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Aloírestecomentario,unachicaqueestabasentadaa lamismamesayquesedisponía a llevarse a la boca una cucharada de carne picada con salsa, chillóhistéricamente:
—¡Cállate!PeroAkinoestabaenestaconversación.Asíque tampocoyoestaba. Igualque
ahora,quetampocoestoyaquí.Escomosimehubierametidoporazarenunlugarquenoespasadonipresente,nividanimuerte.Nosécómohevenidoapararaquí.Peroaquíestoy.Yo,quenoséquiénsoy,enunlugarquenosédóndeestá.
—¿Novasacomernada?—mepreguntólamadredeAki.Elpadrecogiólacartaqueestabapuestadepieenunextremodelamesaysela
entregóasuesposa.Ellalaabrióantemíylarecorrióconlamirada.—Haymuchosplatosdepescado.¿Quéraro,no?Aquí,enmediodeldesierto—
dijo,condesconfianza,lamadre.—Ésteeselpaísdeltransporteaéreo—dijoelpadre.—Pues,comonoquierocomercarnedecanguronidebúfalo…Elcamareroseacercó.Yoapenashabíaabiertolaboca,asíqueellospidieronpor
mísalmóndeTasmaniamarinadoyostras.Miraronlacartadevinosyescogieronunvino blanco de precio asequible. Nadie dijo una palabra hasta que nos trajeron lacomida. El padre de Aki me sirvió vino también a mí. Mientras lo bebíamos, elmismocamareronostrajolacomida.Lepedíagua.Memoríadesed.
En cuanto hube bebido un sorbo de agua del vaso, de pronto, dejé de oír losruidosamialrededor.Eraunasensaciónmuydistintaacuandose tienen losoídosllenos de agua. El sonido había dejado de existir. Retazos de conversación,entrechocar de cubiertos y platos. No se oía nada. Era como si los padres deAkihablaranmoviendoúnicamenteloslabios.
Sólooíaaalguienmordisqueandogalletas.Elsonidoproveníademuylejosy,alavez,meparecíaterriblementecercano.¡Crac!¡Crac!¡Crac!
Entonces, yo todavía no era consciente de la gravedad de la enfermedad de Aki.Jamáshabíarelacionadolamuerteconmigomismo.Lamuerteeraalgoquesólolesocurríaalosancianos.Habíaestadoenfermoalgunasveces,porsupuesto.Mehabíaresfriado,mehabíahechodaño.Perolamuerteeraotracosa.Lamuerteeraalgoquetellegabaalfinal, trashabervividounasdecenasdeañosyhaberidoenvejeciendopocoapoco.Unlargocaminoblancoqueseextendíaenlínearectahastadesaparecerenladistanciaenmediodeunaluzcegadora.Hayquienllamaaesto«lanada»,peronadielahavisto.Lamuerteeraeso.
—¡Tenía tantasganasde ir!—musitóAki, tras darme lasgracias,manteniendosobresusrodillaslamuñecademadera,talladaporlosaborígenes,quelehabíatraídocomo regalo del viaje escolar—.Ni de pequeñame resfriaba.Y, justamente ahora,voyymepongoenferma.
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—Yairásenotraocasión—dijeconsolándola—.Total,Cairnsestáaunassietehoras.MenosdeloquesetardaeniraTokioenelshinkansen[14].
—Sí,yalosé—dijoAkicontristeza—.Peroyoqueríairconvosotros.Saquéunosdulcesdelabolsaquemehabíandadoenlatienda.Losflanesylas
galletasquelegustaban.—¿Teapetecen?—Sí,gracias.Noscomimoslosflanesensilencio.Cuandolosterminamos,abrimoslacajade
galletas. En un momento dado, paré de comer y escuché. Se oía cómo Akimordisqueabalasgalletasconlosdientesdelanteros.¡Crac!¡Crac!¡Crac!Eracomosiestuvieracomiéndomeamí.Unosinstantesdespués,aventuré:
—Podríamosirallídelunademiel.Aki,queestabaabsorta,sevolvióhaciamí.—¿Cómo?—QuepodríamosiraAustraliadeviajedenovios.—¡Ah,ya!—asintiócomosituvieralacabezaenotraparte.Luegovolvióensíy
preguntó—:¿Quiénes?—Puestúyyo,claro.—¿Túyyo?—preguntóriéndose.—¿Tienesotraidea?—¡No,quéva!—dijoellareprimiendolarisa—.Peroesraro.—¿Cuáldelasdoscosasesrara?—¿Quecuáldelasdoscosas?—Sí.¿Lodelalunademielolodelviaje?—Pueslodelalunademiel.—¿Yquéhayderaroenunalunademiel?—Nolosé.Saquéotra galleta de la caja.El chocolate que la cubría se había reblandecido.
Aúnestábamosenesaépocadelaño.—Síqueesraro.—¿Verdadquesí?—Túyyodelunademiel.—Darisa,¿no?—EscomositedijeranqueMadonnaesvirgendeverdad.—¿Quéquieresdecirconeso?—Pues,nosé.La conversación se interrumpió. Seguimos mordisqueando galletas como si
fuésemosroyendoeltiempo.¡Crac!¡Crac!¡Crac!Todoparecíaperteneceraunpasadoremoto.
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2
Seacercabaelveranoy losdíasse ibanhaciendomásymás largos.Comoparecíaquenoibaaanochecerjamás,a lasalidadelaescuelaaprovechábamosydábamosunavuelta.El aire estaba impregnadodel frescorde lashojasnuevas.Nosgustabaremontarelcursodelríoalolargodeldiquedesdeelsantuariosintoístadenuestrascitas.Alladodelríocrecía,frondosa,lahierbayseveíasaltaralospecesporencimadelasuperficiedelagua.Alanochecercroabanlasranas.Devezencuando,enalgúnparaje desierto, nos besábamos rozándonos sólo los labios.Nos gustaba darnos unbesorápido,aescondidas.Yomesentíacomosimehubieratocado,amísolamente,lapartemásdeliciosadelfrutoquemeofrecíaelmundo.
Tambiénaqueldía,alasalidadelaescuela,habíamoscaminadoríoarribay,alavuelta, nos sentamos en los escalones de piedra del santuario y planeamos unaexcursiónparael largopuentedemayo.Akiqueríairalzoológico.Peroennuestraciudadnohabíaninguno.Elmáscercanoestabaen lacapitalde la región,queeradonde estaba el aeropuerto, y se tardaba dos horas de tren en llegar.Cuatro horas,entrelaidaylavuelta.Yomehabríaconformadoconiralmaroalamontaña,queestabanmás cerca, peroAki estabadecidida a ir ymedijo que, si salíamospor lamañanatemprano,podríamosdisponerdeunascincohorasparadivertirnos.
—Nos llevaremos la comida—dijo—.Yoharé la tuya.Asínosahorraremoseldinerodelalmuerzo.
—Gracias.Quedalodelosbilletes.—¿Creesquepodrás?Yo tenía dinero ahorrado, de lo que ganaba en la biblioteca. Sólo con que
renunciaraacomprarmealgunoscedés,podíacostearmeelviajesinproblemas.—¿Ytufamilia?—¿Mifamilia?—dijoAkiladeandolacabezaextrañada.—¿Quévasadecirles?—Puesquevoyalzoológicocontigo.Esloquevamosahacer,¿no?Sí,eracierto.Peroalhacerlotanexplícito,medabalaimpresióndequeaquélla
eraunaexcursióndeprimaria.—En los textos antiguos,«explícito» significa«repentino»e«inesperado». ¿Lo
sabías?Ellaentrecerrólosojos,mirándomeconextrañeza.—¿Enquéestáspensando?—Ennadaenespecial.Sólomeestabapreguntandoquépiensantuspadresdemí.—¿Quequépiensanmispadresdeti?
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—Sí.Simevencomoelfuturomaridodesuhija.—¡Puesclaroqueno!—dijoellariendo.—¿Porqué?—¿Queporqué?Túyyosólotenemosdieciséisaños,¿sabes?—Redondeando,hacenveinte.—¿Yquémaneradecontaresésa?Contemplévagamente laspiernasqueasomabanpordebajode su falda.En las
tinieblasdelanochecer,lablancuradeloscalcetineseracegadora.—Esquemegustaríacasarmecontigopronto.—Amítambién—dijoellaconsencillez.—Porquequieroestarsiemprecontigo.—Yyo.—Ysilosdosloqueremos,¿porquénopuedeser?—Cómotepones,así,derepente.Ignorésuobservación.—Porquedicenque elmatrimonio es frutodel consentimientodeunhombrey
una mujer socialmente independientes, ¿no? Entonces, las personas que, por estarenfermasoporloquesea,nopuedenserindependientes,¿qué?¿Nopuedencasarse?
—Yavuelvesaexagerar—dijoAkiconunsuspiro.—¿Ytúquédiríasquequieredecirsersocialmenteindependiente?Reflexionóunosinstantes.—Puestrabajaryganardinero,supongo.—¿Yquéquieredecirganardinero?—Nolosé.—Pues,mira.Unapersona,enlasociedad,desempeñaunadeterminadafunción
de acuerdo con su capacidad.Y el dinero es la recompensa.Ahora, piensa en unapersonaquetengalafacultaddeenamorarsedealguien.¿Quéhabríademaloenquelepagasensiesapersonaseenamoraravaliéndosedelasfacultadesquetiene?
—Nolosé.¿Noseráquealgonovalesinoesútilparatodoelmundo?—Puesyopiensoqueenamorarseeslomásútilquehay.—¡Y yo estoy pensando en casarme con un tipo que dice los mayores
despropósitosdelmundoysequedatantranquilo!—Pormásquediga, lamayoríade lagentenopiensamásqueensímisma—
proseguí—.Conqueyocomabien,vale.Conqueyopuedacomprarmeloquequiera,vale. Pero enamorarse de alguien significa pensar primero en el otro. Si yo sólotuvieraunpocodecomida,querríadártelaati.Situvieramuypocodinero,antesquecomprarme algo queme gustara amí, te lo compraría a ti.Y, sólo con que túmedijeras que estaba bueno, ya seme quitaría el hambre y, si tú estuvieras contenta,tambiénloestaríayo.Elamoresesto.¿Creesquehayalgomásimportantequeeso?Amínosemeocurreningunaotracosa.Laspersonasqueencuentrandentrodesímismas lafacultaddeenamorarsehacenundescubrimientomás importanteque los
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quehanganadoelPremioNobel.Ysinosedacuenta,osinoquieredarsecuenta,elserhumanoesmejorqueseextinga.Quehayaunacolisiónconunplaneta,oalgoporelestilo,yquedesaparezcapronto…
—¡Saku-chan!—Akidijominombreconlaintencióndecalmarme.—…ylaspersonasque,sóloporquetienendosdedosdefrente,secreenmejores
que los demás, ésos sonunos imbéciles.A esos tiposme entranganasdedecirles:«¡Puesmátate estudiando si es lo quequieres!».Lomismopasa conganar dinero.Quiensirvaparaeso,puesquenohagaotracosaensuvida.Yconloquegane,quenosmantengaatodos.
—¡Saku-chan!Lasegundavezquemellamó,cerré,finalmente,laboca.ElrostrodeAki,consu
sonrisaunpococohibida,estabamuycercadelmío.Ladeóunpocolacabeza.—¿Nosbesamos?—dijo.
El zoológico era como todos los zoológicos. El león dormía, el cerdo hormigueroestabarebozadoenlodoyelosohormiguerocomíahormigas.Elelefanteibadeunlado para otro en el interior de su reducto soltando defecaciones enormes, elhipopótamobostezabacomounbobalicóndentrodelagua,lajirafaalargabaelcuelloy se comía las hojas de los árboles observándonos desde las alturas. Aki estabafascinadaporlosanimalesyseescurríaconresoluciónentrelagentequeseagolpabaante las jaulas.Anteunlémurdecía:«¡Mira,mira lohábilqueesusandolacola!».Llamabaalaiguanadentrodesucajadecristaldiciéndole:«¡Eh!¡Venaquí!».
¿Dóndeestálagraciadepagarparaverjirafasyleones?Unzoológicoapesta,esoestodo.Yosentíaungraninterésporlapreservacióndelanaturalezaylosproblemasmedioambientales, pero eso no quería decir que fuera naturista o ecologista. Yoqueríavivir felizconAki.Y,paraello,queríapreservar lavegetacióny lacapadeozono.Sóloeso.Simpatizabacon las ideasdeprotecciónde losanimales,peroeramás porque me enfurecía la arbitrariedad y arrogancia de los seres humanos quematan y maltratan a los animales que porque me compadeciera de éstos. Aki lointerpretabademaneraerróneaymeteníaporundulceamantedelafauna.Poresomehabíadicho:«¡Saku-chan!¡Vayamosalzooestosdíasdefiesta!¡Alzoo!».«Puesestá muy equivocada si se cree que me entusiasma ver un mapache o una pitón.Preferiría queme dejara besarla o tocarle los pechos, comomínimo…», pensé yo.Claroquenodijenada.Porquemedabavergüenza.
Almorzamos cerca de la jaula del gorila de las tierras bajas. El gorila estabasentadoenunrincóndelajaularascándoseelsobaco.Devezencuando,aproximabala nariz y hacía ademán de olérselo. Al principio me pareció que estaba muypreocupadoporsuolorcorporal.Perolorepitiótantasvecesqueacabépensandoquesetratabadeunticnervioso.
—Saku-chan,¿aúntieneslascenizasdelamujerdelaqueestabaenamoradotu
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abuelo?—mepreguntóAkidespuésdecomer,mientrasnostomábamosunalatadeté.
—¡Claro!Essuúltimavoluntad.—Sí,porsupuesto—sonrióella.—¿Porqué?Akiestuvoreflexionandounosinstantes.—Tuabuelosecasóconotramujer,¿no?—Sí.Deahívengoyo.—¿Yquéclasedematrimoniodebiódeser?—¿Eldemiabueloymiabuela?Ellaasintió.—Miabuelamuriójovenynomeacuerdomuchodeella.Peroyodiríaquefue
unmatrimonionormalycorriente.Nocreoquesellevaranmal.Porquesuhijoesuncachazas.
—¿Uncachazas?—Sí,mipadre.Yyasabesloquedicen.Quedematrimoniosquesellevanmal
salenhijosproblemáticosoinquietos.Ellanorespondió.—¿Decuáldelasdosmanerassedebedesermásfeliz?—¿Dequémaneras?—Sí.¿Quéesmejor?¿Vivirconlapersonaalaquequieres,oestarenamoradode
unaycasarteconotra?—Puesvivirconlaquequieres,diríayo.—Pero,alvivirjuntos,descubressusdefectos,¿no?Ytepeleasportonterías.Y
esto se va repitiendo un día tras otro hasta que, muchos años después, llega unmomentoenqueyanodebesdesentirnadaporesapersona.Puedepasar,¿no?Pormásquelahayasqueridoalprincipio.
Hablabamuyconvencida.—¡Quépesimistaeres!—¿Túnolovesasí,Saku-chan?—No. Yo lo veo de una manera más positiva. Suponte que ahora estás muy
enamorada de alguien. Pues bien, dentro de diez años lo estarás aúnmás. Inclusohabrán empezado a gustarte los defectos que te fastidiaban al principio.Y, cuandohayanpasadocienaños,estaráslocaporcadaunodelospelosdesucabeza.
—¿Cuandohayanpasadocienaños?—dijoAki riendo—.¿Tantosañospiensasvivir?
—Esodeque losnoviosque llevanmucho tiempo juntossehartanesunagranmentira. Míranos a nosotros. Llevamos saliendo casi dos años y no nos hemoscansadolomásmínimo.
—Sí,peronosotrosnovivimosjuntos.—¿Yquémalohayenvivirconalguien?
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—Puesquesiviviéramosjuntos,túveríasmisdefectos.—¿Comocuáles,porejemplo?—Notelospiensodecir.—¿Tanhorriblesson?—Sí—dijoellabajandolamirada—.Seguroquemecogeríasmanía.Mesentírechazado.—¿Sabes?Hayunmitoantiguoenelqueelamordeunaparejadeenamorados
logramoverlatierra—dijerehaciéndome—.Sonunchicoyunachicaquesequierenmuchísimo,peroocurrealgo,noséqué,y tienenquesepararse.Creoquesemetenpormedioelpadreoloshermanosdeella.
—¿Yquépasaentonces?—Losseparanalosdos.Aélselollevanaunaislaalaqueesimposiblellegaren
barca. Pero su amor es muy fuerte. Tanto que la isla, que está a muchísimoskilómetros,sevaacercandoalcontinentehastaque,alfinal,sequedapegadaaél.Elamordelosdoshatiradodelaisla.
Miréelefectoquelehabíancausadomispalabras.Akimanteníalosojosbajosyparecíaestarreflexionando.
—En la antigüedad, la gente debía de creer que el poder de una persona quepiensaenotraesincreíblementefuerte,¿no?—proseguí—.Tantocomoparamoveruna isla. Seguro que hubo un tiempo en que la gente veía esta fuerza como algonormal,oqueinclusolaexperimentabanenellosmismos.Perollegóunmomentoenqueelhombredejódeusarestafuerzaqueposeíaensuinterior.
—¿Yporquédebiódeser?—Puesporque,silahubiesenutilizadosiempre,habríanacabadoarmándolamuy
gorda.Imagínate.Sicadavezqueseenamoraranunhombreyunamujerlasislassepegaran y despegaran, la geología cambiaría a una velocidad de vértigo y los delinstituto topográfico no pararían. Además, las luchas por amor serían de lo másencarnizado. Piensa en una batalla entre tipos que puedenmover islas a su antojo.¡Fiu!Esonopodríanaguantarloniellos.
—Sí,claro—asintióella,convencida.—Así que debieron de considerarlo un desgaste excesivo, y de lo más
improductivo,ydecidieronencauzarsusenergíashacialacazaylarecolección.—¡Oh, no!Ahorame recuerdas al profe de orientación profesional—dijo ella
riéndosedivertida.—¿Qué?Akipusounavozronca,muypoconatural.—«¡Hirose!Tenernovioestábien,perodeberíasestudiarmás.Nopuedeserque
suspendaslasmatemáticas».—¿Eh?—«Tencuidado,enespecial,conesetalMatsumoto.Nopasestantotiempocon
esechico,quepuedearruinartuvida.Esunchicoque,cuandoseobsesiona,escapaz
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de arrastrar islas sin reparar en las consecuencias»—en este punto, Aki volvió aponersuvoznormal—.¡Uf!Yafaltapocoparalosexámenes.
—Apartirdemañana,¡aestudiar!Akiasintióconairelúgubre.—Pero,hastaentonces,vivamosparaelamor.
Cuando, desde la estacióndel tren, nosdirigíamos al zoológico, a fin de evitar lasaglomeraciones, habíamos pasado por unas callejuelas estrechas.Amedio camino,había descubierto un hotel que se alzaba solitario. De una ojeada, me había dadocuentadequétipodehotelsetrataba.Aunquehabíapasadopordelantecomosinada,porelrabillodelojomehabíafijadoenlaluzverdede«habitacioneslibres»yenlatarifa«por tardes»,y lashabíagrabadoenmicerebro.Yhabíacomparado la tarifaconeldineroquemequedaba,trasdescontarelpreciodelbilletedevuelta.
Deregreso,volvimosapasarporlacallejuela.Aúnfaltabaparaelanochecer.Laluzverdedehabitacioneslibresseguíaencendida.Conformenosíbamosacercandoalhotel,unincómodosilenciofuecayendosobrenosotros.Nuestrospasossehicieronmásymáspesadoshastaque,alllegarfrentealhotel,yacasisehabíandetenidoporcompleto.
—Tú no querrías entrar en un lugar así, ¿no?—pregunté yo mirando todavíahaciadelante.
—¿Ytú?—mepreguntóellaasuvezconlamiradabaja.—Amítantomeda.—¿Noteparecequetodavíaesdemasiadopronto?Silencio.—¿Ysimiráramossólounpococómoes?Entramos,ysinospareceraro,pues
salimosenseguida.—¿Tienesdinero?—Sí.Empujamosunapuerta reciaypesada, similara lasquehayen los restaurantes
caros,ypenetramosmedrosamenteenelinteriordeledificio.Estabatannerviosoquetemíavomitarelalmuerzo,pero,alrecordaralgoriladelastierrasbajasqueseolíaelsobaco, logré aguantarme. Contrariamente a lo que esperaba, el vestíbulo eraluminoso, y parecía higiénico. Tampoco se veía la figura solitaria de ningúnrecepcionista.
—¡Quésilencio!En la pared del fondo del vestíbulo había unamáquina parecida a las que dan
cambioenlossalonesrecreativos.Porlovisto,almetereldineroypulsarelbotóndelahabitaciónquequerías, tecaía la llavesobre labandeja.Asípodíasutilizarlasintener que darle explicaciones a nadie. Yo estaba hurgando en el bolsillo de lospantalonesparasacarlacartera.
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—Noquiero—dijoAkienvozbaja—.Amínomegustanestossitios.Detuve la mano que se disponía a sacar la cartera y, a cambio, me di unos
golpecitoseneltrasero.—¡Oh,sí!Claro.—Vamos.Empezamosaandarpor lacallejuelaendireccióna laestación.Ningunode los
dos habló durante largo tiempo. Me daba la sensación de que el anochecer seaproximabaapasosagigantados.
—Pues sí, era un sitio bastante raro—dije cuando ya se veía la estación en ladistancia.
Ellanorepusonada.—¿Medaslamano?—dijo.
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Porlasvacacionesdeverano,hiceuntrabajosobreellibroNollegaronapartir,deToshioShimao.Elprotagonistaesuncapitánde loskamikazesque,a finalesde laguerra del Pacífico, recibe del cuartel general la consigna de efectuar un ataquesuicida.Conscientedequehallegadosuhora,esperajuntoasushombreslaordendedespegar. Pero ésta no llega jamás. Suspenso en un paréntesis entre la vida y lamuerte,elprotagonistaseenteradelarendiciónincondicionaldeJapón.
Durante aquel tiempo, tampoco nuestra relación experimentó ningún avance.Vernos, nos veíamos todos los días, pero apenas teníamos ocasión de besarnos.¿Cómo podía acabar con aquella situación de estancamiento y lograr quealcanzáramos el estadio de las «relaciones físicas»? Inmerso en el desconcierto,musité:«¿Nollegaronapartir?».Enlanovela,elprotagonistadicerememorandoelpasado:«Fuemuydifícilsobrellevarlapesadacargadelosdíasquesucedieronalasuspensión de la orden de despegar». Así era exactamente como me sentía yo.Lamentaba loocurridoaqueldíademayocuandohabíamosidoalzoológico.Vivíacomo una vergonzosa renuncia haber salido del hotel, sin más, una vez que yahabíamos entrado. Me veía a mí mismo como un ejemplar en extinción. En lostiemposenqueelhombrenoeratodavíaunanimalracional,unmachotanapocadocomoyoseguroquesehabríaidodeestemundosindejardescendencia.
Mientrasmeatormentabadeestemodo,transcurriómedioverano.Unavezcadadosdíasibaanadaralapiscinadelaescuela.Allíveíaaunmontóndeconocidos.Hacíamoscarrerasdecincuentametrosyelquelasperdíapagabalashamburguesasquenoscomíamos,deregreso,enelMcDonald’s.UndíameencontréaÔki.Comoélestabaeneldepartamentodecomercio, teníapocasoportunidadesdehablarconél.Por lo visto, seguía con las prácticas de judoquehabía empezado en secundaria yahorateníauncuerpotipoArnoldSchwarzenegger.
Trasnadarunratojuntos,tomamoselsolalbordedelapiscina.Cercacrecíaunenorme alcanforero.Me tendí debajo yme quedé contemplando las hormigas queibanacarreandolaboriosamentelacomidahaciasuhormiguero.
—¿Vamosanadar?—mepreguntóÔki.—¿Quécreesquehaydedivertidoenlavidadelashormigas?—Sinotebañas,mevoyyosolo.—¿Cómocreesquedisfrutanlashormigas?—Puescomiendobichosmuertosobichosmásdébilesqueellas,supongo.Hablócontantaseriedadquemehizograciaymeechéareír.—¿Quépasa?—dijoélunpocoofendido.
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—¿Esdivertidoeljudo?—Puessí—dijohaciendoademándeirse.Luego,trasvacilaruninstante,añadió
—:TúsalesconHirose,¿verdad?—Puessí—estavezfuiyoquienlodijo.—Uno de losmayores del club de judo va detrás de ella. Así que ándate con
cuidado.—¿Quién?—Tachibana.—¡Ah!Éseesunfantasma.—Ése, a ti, te machaca —dijo con tono de querer decir que yo estaba muy
equivocado—.Elotrodía,durantelasfiestas,enelcine,unostiposdelInstitutodePescalehincharonlasnaricesyéldejómediomuertoatres.
—¡Quémiedo!—dijeyo.La luz que se vertía del cielo hacía brillar la superficie del agua. En el fondo,
pintadodeazul,unosarostransparentesdeluzseabríanycerraban.Losbaldosinesnegrosquemarcaban ladistanciadesdeel extremode lapiscina sedeformabanenondulacionesbajoelagua.Absorto,dejédeoírlosruidosamialrededor.Sóloveíaelpausadovaivéndelagua.
—¿Y tú, con Hirose, hasta dónde has llegado? —me preguntó Ôki un pocodespués.
—¿Hastadónde?—Vamos…,quesiyahabéisfollado.—Losdejudosoisunospatanes—dijeconlosojoscerrados.—Yosólomepreocupoporti—dijo,descorazonado.—¿Quéquieresdecir?—Siaúnnolohashecho,hazloya—porlovisto,Ôkinopensabaenotracosa.
Aunquelaverdaderaqueyotampoco—,yentonces,alomejor,Tachibanapasarádeella.
«¡Imbéciles!»,pensé.Iraporella,pasardeella.Merepugnabanlosfanfarronesque iban por ahí diciendo «mimujer» o «mi novia». Si a ese retrasadomental dejudo,aesetalTachibana,tantolegustabaAki,quefuerayselodijeradirectamenteaella.¿Quésentidoteníalodeque«sifollábamos,alomejor,élpasaríadeella»?Akinoerapropiedaddenadie.Akisólosepertenecíaasímisma.
—Losdejudosoisunpococortos—dije.—¡Oye,quemecabreo!—dijocomosiyaestuvieramedioenfadado.—Notemosquees,hombre.Soltóunhondosuspiro.—Siquieres,tearreglolacosa.—¿Elqué?—Ellugardelacita,lasituación.Seguroqueallífunciona.Achiquélosojos,dubitativo.
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—Nomedigasquelosdejudohacéisahoradealcahuetes.—¿Quéquieresdecirconeso?—Veoquetetomasmuchasmolestiaspormí.—Cuandoestabaenelhospitalconlapatarota,Hiroseytúvinisteisaverme—
dijoÔki,conmovido—.Mealegrabanmuchovuestrasvisitas.—Hacemuchodeeso.También yo me puse un poco sentimental al oírlo. Recordé cómo Aki y yo
habíamosidopaseandohastaelcastillo.Losdosestábamosemocionados.—Bueno,¿teinteresaloquetecuentoono?—Teescucho.—Aquínoesunbuensitio—dijoechandounvistazoasualrededor—.¿Ysinos
vamosalMcDonald’s?—¿AlMcDonald’s?—Tengohambre.—Yono.—Yo sí—Ôki remarcó enfáticamente el «yo». En un abrir y cerrar de ojos se
desvanecieronmis sentimientos nostálgicos—. ¿Quién dijo que ésta era una épocatristedondelaamistadsecomprabacondinero?
—Yonuncalohabíaoído—repuse.Yallevantarme,dejécaer—:UnBigMacyunaracióngrandedepatatasfritas,¿tratohecho?
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LacasadeÔkiestabaenunpueblodelacostaysuspadressededicabanalcultivodeperlas.Ensecundaria,élrecorríacadadíaenbicicletaloscincokilómetrosquehabíahastalaescuela.Ahoradecíaquelosentrenamientosdejudoeranmuyduroseibaenautobús.Yohabíaidovariasvecesavisitarlo.Sucasaestabajuntoalaorilladelmary,frenteaésta,habíaunabalsaparaelcultivodeperlasdeuntamañosimilaraldeunapistadetenis.Nosdejabannadarallí.Elextremodelabalsaestabaamásdediezmetros de la orilla, y en aquel punto ya no se veía el fondo del mar. Nosotroscogíamoscarrerillasobrelapasareladelabalsay,unayotravez,noszambullíamosenelagua.Pormáslejosquesaltáramos,pormáshondoquenossumergiéramos,elmarposeíaunaamplitudasombrosa,unaprofundidaddeespanto.Cuandoteníamoshambre, comprábamos leche y bollos en la cooperativa de pescadores y nos lostomábamossobrelabalsa.Yvolvíamosanadar.Debajoseagrupabanunmontóndepececillos.Cogíamosalgunosmejillonesadheridosa labalsa, losabríamosconunarocayutilizábamossucarnecomoceboparapescar. Incautos,picabankawahagiymebaruquepasabanaformarpartedenuestracena.
Lasfamiliasquecultivabanperlassolíantenerbarcasobotes.Lohabitualeraquecontaranconcuatroocincoyque,comomínimo,unodeellosestuvieralibre.SegúnÔki,deabrilajunio,queescuandohacenlaimplantaciónenlaperla,estabanmuyocupados, pero luego no tenían demasiado trabajo. Así que podíamos tomar sinpermiso una barca con motor fuera borda y disponer de ella durante unas horas.SegúnÔki,suspadresnisiquieraseenteraríandequehabíadesaparecido.
Maradentro, aunkilómetrode lacasadeÔki,habíaunapequeña isla llamadaYumejima. Diez años atrás, una compañía de barcos de vapor de la región habíaintentadoconstruirenellauncentrodeociocompuestoporbañosdemar,unparquedeatraccionesyunhotel.Sinembargo,elbancoquelofinanciabatuvoproblemasdegestiónyseretiródelproyecto.Alperderelapoyofinancierodelbanco,lacompañíadebarcosdevaporcongelótemporalmentelasobras.Pocodespuéstambiénquebrólaempresa,conloqueelproyectoquedóabortadoporcompleto.
—Casitodaslasinstalacionesyaestánlistas—dijoÔkimascandopatatasfritasadoscarrillos—.Desdecasasevenlanoriaylamontañarusa.
—¿Yporquénoretomaelproyectootraempresa?—dijebebiendocafé—.Siyacasiestálisto.
—Porque está clarísimo que si lo abrieran al público perderían cientos demillonescadaaño—dijoÔkidándoselasdeenterado.
Pensé en las instalaciones en ruinas de la isla. En la época en que ingresé en
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primaria, cada año había un concurso de pintura sobre Yumejima. Los niñosdibujabansusfantasíassobrelaislayunjurado,enelqueseincluíanelalcaldeyelpresidente de la compañía de barcos de vapor, otorgaba el premio y la dotacióneconómica.Elganadorrecibíacostososregalos,comopodíanserunabicicletaounordenador. Y nosotros imaginábamos la isla como una ciudad del futuro yenviábamosnuestrosdibujosalconcurso.
—Peropuedeusarse—prosiguióÔki,dándoleungranmordiscoalaBigMac—.Enespecial,elhotel.
Agucéeloído.Ôkiasintióconairecómplice.—Actualmente, el hotel de la isla se ha convertido en la casa de citas de los
chavalesque tienenbarcade lazona—dijo—.Losviernesy sábadospor lanochevanallíenbarcayfollanconsusnoviasenlascamasdelhotel.
—¿Deverdad?—dijeadelantandolapartesuperiordelcuerpo.—Undíaenquelosdejudofuimosapescaralaisla,registramoselhotel.Ylas
habitacionesestabanllenasdecondonesusados.—¡Hum!—gruñíbebiéndomeelcaféyatibio.—AsíquetúpuedesllevaraHiroseallíyecharunpolvo.—¿Enunahabitaciónllenadecondonesusados?—¡Jo!¡Quéfuerte!¿No?Sinembargo,Aki,quehabíamostradosurepulsiónhaciaunhotelclaroylimpio,
parecidoaunhoteleconómiconormalycorriente,¿apreciaríalamorbosaemocióndelaisla?¿Ysi,unavezallí,nosólosenegabasinoque,encima,ledabaunpatatús?Entonces,¿qué?¿Echarunpolvomientrassehallabafueradejuego?
—¿Ysepuedeiralaislaasí,porlasbuenas?¿Entrarenlosedificiosydemás?—Bueno,yodiríaqueespropiedadprivada,peronohaynadiequevigile.—Tampocomegustaríaencontrarmealoschicosdelpueblo.—No pasa nada. Ésos van los fines de semana. Tú puedes ir un martes o un
miércoles.—¿Ytúnosllevaríasalaisla?—Sóloconquemepagueselcarburante.—Apartirdehoytellamaré«Ryûnosuke,elbarquero».—¡Tratohecho,entonces,donJuanTenorio!—¿Quién?¿Yo?Mientras seguía hablando con Ôki, ya había empezado a pensar qué pretexto
podíadarleaAkiparallevármelaconmigoalaisla.
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SalídecasaalasseisdelamañanaymeencontréconAkienlaparadadelautobús.Amispadres leshabíadichoque ibadeexcursión.Quecercadecasadeunamigohabía un sitio donde podíamos acampar. Y que, como estaba junto al mar, allípodríamos pescar y bañarnos. «En caso de emergencia, podéis llamarme a estenúmero»,lesdije,entregándolesunpapelconelnúmerodeteléfonodecasadeÔki.Con que supieran adónde iba, mis padres se quedaban tranquilos y no hacíandemasiadaspreguntas.Además,agrandestrazos,eraciertoloqueleshabíacontado.QueibaaacamparcercadecasadeÔki.
—¿YquiéneslanoviadeÔki?—mepreguntóAkienelautobús.—Puesnolosémuybien.Porlovisto,estáeneldepartamentodecomercio.—¿YcómoesqueÔkinoshainvitado?—¿Teacuerdasdecuandofuimosavisitarloalhospitalensecundaria?—¿Cuandoloingresaronconlapiernarota?—Sí,porlovistosepusomuycontentocuandofuimosaverlo.—¡Quécumplidor!¿No?Pero, cuandobajamosdel autobús, lanoviadel cumplidorÔkihabíadejadode
podervenirconnosotros.—¡Quélástima!—exclamécomosituvieraelcorazóndestrozado.—Sí.¡Quélástima!¡Quélástima!—dijoÔki.—¡Quélevamosahacer!Puesvayamoslostres.—Sí.Vamos.Vamos.Cargamosnuestrascosasenlabarca,amarradaenlabalsadelasperlas.—¿Ytubolsa,Ôki?—preguntóAki.LedirigíaÔkiunamiradaincendiaria.—Pues,yo…—Suparte la llevo yo—improvisé, veloz como una centella—.Ya que él nos
dejalabarca.—Eso,eso.Yoyapongolabarca.Trascargarlasbolsas,fuimosembarcandounotrasotro.Eraunbotedefibrade
vidrioconcapacidadparacuatropersonas,yenlapopallevabaunviejomotorfueraborda.
—¡Allávamos!—dijoÔki,animoso.—¡Adelante!—lesecundéyo.Akiestabasentadaenmediodelboteconairepococonvencido.Eratempranoy
unaneblinablancacubría labahía.Entre laneblinaemergíanlabalsadecultivode
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perlasyunasboyasdeplástico.Desdeloaltodelcielo, losrayosdelsolsevertíansobre elmar a través de la niebla.Al rasgar la superficie del agua, la quilla de labarcalevantabasalpicadurastransparentesquebrillabanalsoldelamañana.Alsalira altamar, la niebla se disipó.Unmilano sobrevoló la barca describiendo grandescírculos.Devezencuandonoscruzábamosconunbarcoquevolvíadepescar.Cadaunade las veces,Aki les agitaba lamano.Los tripulantes del pesquero siempre ledevolvíanelsaludo.Juntoalmotor,Ôki,cegadoporlaluzdelsol,lamirabaconlosojosentrecerrados.
Conformenosíbamosacercandoalaisla,lanoriaylamontañarusaseveíanmásymásgrandes.Antesdellegaralparquedeatraccionesseencontrabanlosbaños,consus casetas, duchasyotras instalaciones.Todo se hallaba enun estado lamentable,oxidado,amerceddelalluviaydelairesalobredelmar.Ahora,elsolyaestabaaltoenelcieloylospilaresdelanoria,llenosdedesconchonesenlapintura,brillabanenrojoóxido.
A la izquierdadelparqueestabael embarcadero,ymásallá, enunacolinaquehabíadetrás,sealzaba,blanco,unhoteldehormigón.Elpiedelembarcaderotambiénestabateñidoderojoorín.Nohabíanidiquenirompeolas.Laislaestabaenunmarinterior y, amenos que hubiera un tifón o una borrasca, elmar estaba siempre encalma.Ôkiaflojólaválvulareguladoraylabarcaenfilódespaciohaciaelmuelle.Almirarelmardesdepopa,seveíanunosbancosdepececillosazulesyamarillosquenadabanporunaguailuminadaporlosbrillantesrayosdelsol.Unpocomásalládelembarcaderoflotabanmontonesdemedusasblancas.
Ôkialargóelbrazodesdelabarcayseagarróalpiedelembarcadero.Yofuielprimeroendesembarcar.Amarré lacuerdaquemelanzabaÔkialpiedelpuentey,luego,ayudéaAki.Trasdescargarlasbolsas,Ôkisubióalmuelleenúltimolugar.LepropuseaAkidirigirnosalazonadelosbaños.
—¿YÔki?—preguntóella.—¿Yo?—dijoÔkimirándomedereojo.—Élsevaapescar,¿verdad,Ôki?—respondíalinstante.—Sí,eso.Mevoyapescar.—AÔkilegustamuchoestarsolo.Lazonadelosbañosestabaalsurdelaisla,dondecaíanlosrayosinmisericordes
delsol.Nohabíasombraalguna.Enlaarena,unpocoalejadosdelaorilla,crecíanalgunos lirios.De vez en cuando, desde la colina, llegaba el canto de los pájaros.Apartedeeso,loúnicoqueseoíaeraelrumordelasolasquerompíansuavementeenlaorilla.
Las casetas de la playa estaban en tan mal estado que eran completamenteinservibles.Elarmazóndehierro,deuncolorentrerojoynegro,estabaoxidadoporcompleto, y las tablas del entarimado del suelo estaban medio podridas. Además,estabaninfestadasdetiñuelas.Notuvimosmásremedioquecambiarnos,porturnos,enelinteriordelasduchas.
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Nosadentramosenelmar.Akierabuenanadadora.Conlacarafueradelaguayvueltahaciaunlado,sedeslizabaporelaguaconfacilidad.Introdujelacabezabajoelagua,llevabalasgafasdenatación,yvicómounospececillosdediferentescoloresnadabandeaquíparaallá.Tambiénhabíamuchasestrellasyerizosdemar.Tocandoaduraspenaselfondo,mesaquélasgafasyselaspaséaAki.Comolaprofundidaddelaguaeraenaquelpuntoexcesivaparasualtura,lasostuvedentrodelaguamientrasseponíalasgafas.Antemisojos,estabansuspechos.Sublancapielhúmedarelucíaalaluzdelsol.
Luegosalimosamarabierto.Noalcanzábamosatocarelfondo.Aki,trasestarunrato mirando hacia el fondo del mar con las gafas, se las quitó, manteniéndoseverticaldentrodelagua,ymelasdevolvió.
—¡Esfantástico!—dijoella.Mirébajo el aguacon lasgafas.Amispies, el fondomarino sehundía enuna
cuencadeformacónica.Lasescarpadaspendientesdelosladosseibandifuminandoamedidaqueaumentabalaprofundidaddelaguahastahundirseenunaoscurasimadondenollegabanuncalaluzdelsol.Eraunavisiónespeluznante.
—¡Uaa!—dije.Akisonrió.Quiseestamparunrápidobesoensuslabios.Peronolologré.Ambos
acabamostragandoaguasalada.Atragantándonos,nosreímosacarcajadas.Agarradaamimano,Akisepusobocaarriba.La imité.Mientras flotabaenelagua,con losojoscerrados,elfondodemispárpadossetiñóderojo.Pequeñasolasmebañabanlasorejas con un dulce rumor. Abrí los ojos despacio ymiré hacia un lado. La largacabelleradeAkisedesparramabasobrelasuperficiedelaguacomounamanchadetinta.
Almediodía,volvimosalmuelle.Ôkinosestabaesperandoy,talcomohabíamosconvenido,dijoquelohabíanllamadoporradiodesdesucasadiciendoquesumadreseencontrabamalyqueteníaqueregresar.
—Nosotrostambiénnosvamoscontigo—dijoAki,considerada.—No,no—dijoÔkiconelrostrocrispado—.Vosotrosquedaosaquí,pescando.
¡Ymáshabiendovenidohastaaquí!Yovolveréalanochecer.Seguroquenoesnadagrave.Mimadreeshipertensa.Conquetomelamedicinayseacuesteunrato,seguroqueenseguidamejora.
—Bueno,entonces,¡hastaluego!—dijeyorápidamente.—¿No sería mejor que regresáramos todos juntos y viésemos cómo está tu
madre?—insistióAki—.Sinoesnadaserio,podemosvolverluego.Ysitumadreseencuentramal,quedándonosaquínoharemosmásqueocasionarosmolestias,atiyatufamilia.
—Pues,quizásí…—dijemirandoamicómpliceconexpresiónsuplicante.EnlafrentedeÔkiempezaronaformarsegruesasgotasdesudor.
—Al atardecer vuelve mi hermano del trabajo. Y yo me quedaré libre. Hacetiempoqueteníaganasdeveniraacamparalaisla.Asíquemeportarébienhastael
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atardecer,perodejadquealmenosmediviertaunratoporlanoche.—Bueno,siesasí…—sinacabarlafrase,miréindecisoaAki.EllaparecíaconvencidaporelvehementediscursodeÔki.—¿Nosquedamos,pues?Ôkiyyocruzamosinvoluntariamenteunamirada.Suexpresióneraneutra,sólo
susojosparecíandecir:«¡Canalla!».EnuninstanteenqueAkiestabadistraída,lomiréjuntandolasdospalmasdelas
manosanteelpecho.Nuestras acciones posteriores fueron anormalmente rápidas.Ôki quería alejarse
delaislaloantesposible.YoqueríameterloenelboteyfacturarloatierraantesdequeAkicambiaradeopinión.
—¡Habitación205!—mesusurrómientrassoltabaamarras—.Ymedebesuna.—Estoyendeudacontigo—leagradecídenuevo.Cuandolabarcaseperdiódevista,Akiyyoalmorzamossentadosenelmuelle.
Akisepusounacamisetablancaencimadelbañador.Yoestabaentrajedebaño.Depronto,mesacudióunarealidadcegadora:«Akiyyoestamossolosenlaisla».Notécómoundeseodenaturalezadesconocidabrotabadesdelomáshondodemicorazón.Ôkinovolveríahastalamañanasiguiente.
Nisiquieranotabaelsabordelacomida.Lamagnituddelalibertadquemehabíasido dada me provocaba vértigo. A lo largo de aquellas veinticuatro horas, podíaconvertirme en lobo tanto como en cordero. Mi personalidad se extendía por unamplioterritorioqueibadeldoctorJekyllamisterHyde.Meespantabaelhechodetenerqueoptarporuna.Porquesólolaqueyoeligieraseconvertiríaenrealidad,ylasotrassedesvaneceríanenlanada.AquélaquienacabaríateniendoAkiantelosojosseríaelúnico«yo»escogidoentreunnúmero infinitodeposibilidades.Mientras loconsideraba despacio,mi deseo sexual fuemenguando y, a cambio,me poseyó unextrañosentidodelaresponsabilidad.
Después del almuerzo, pescamos con los aparejos que nos había dejado Ôki.Usábamosorugascomoceboy,encuantolanzábamoselanzuelo,babososygurelomordían enseguida. Al principio teníamos la intención de comérnoslos para cenar,peropicabancon tanta inocenciaquenosapiadamosdeellosy,al final, los fuimossoltandoconformelospescábamos.
Lasgruesastablasdelembarcaderohabíanabsorbidoelcalordelosrayosdelsol.Sentadosallíencima,prontonosinvadióunadulcemodorra.Unabrisafrescasoplabadesde el mar, así que no sudábamos. Nos untamos el uno al otro con crema deprotecciónsolar.Devezencuando,descendíamosdelmuellealmaryponíamoslospiesenremojoobiennostirábamosaguaporencima.
—EsperoquelamadredeÔkiestébien—dijoAkiconairepreocupado.—Sisólosetratadehipertensión,noesnadagrave,¿no?—Pero,dehabersidounatontería,nolohabríanllamadoporradio,¿no?Aquellamentirasehabíaconvertidoenunapesadacargaparamí.Alquedarnos
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solos, el tema de las «relaciones físicas», paradójicamente, había dejado deimportarme.Ahoraqueestabaamediocaminodelavictoria, laartimañaquehabíaurdidoconÔkimeparecía,depronto,necia e infantil.Tuve la sensacióndepoderverme,desdeladistancia,amímismoconvertidoenunidiotaporculpadeaquellatontería.
Akisacóuntransistordelamochilayloencendió.EralahoradeNuestropopdelatardeyempezaronasonarlasvocesfamiliaresdelosdiscjokey,unhombreyunamujer.
—… ¡Qué calor! ¡Qué calooor! ¡Estamos en verano, amigos! Hoy vamos apresentarosunprogramaespecial sobre las cancionesquenosgusta escuchar en laplaya,enveraaano…
—… ¡Sí! ¡Pues claro que sí! También atenderemos vuestras peticionestelefónicas.¡Adelante!¡Esperamosunmontóndellamadas!Yentrelosquellaméis,sortearemos diez camisetas muy especiales. ¡Las camisetas del programa!¡Fantáástico!
—…¡Yahora vamos a leer vuestras postales!Laprimera es de nuestro amigoYoppaquenosescribedesdeKazemachi.Yoppanosdice:«¡Hola,Kiyohiko!¡Hola,Yôko!». ¡Holaa todos,amiiigos!«Estoyenelhospitalporqueestoyenfermode labarriga». ¡Pobre Yoppa! «Estoy harto de que me hagan pruebas todos los días».¡Vaaaya!«Quizátenganqueoperarme.¡Quémalasuerte!Justoahora,queestoyenvacaciones.Perolavidaeslarga.Esperoverosesteverano,aunquesóloseaunavez».¡Vaaaya!¡Muybieeen,Yoppa!
—…«Amí tambiénme operaron. Fue cuando iba al instituto.De apendicitis.Estuveingresadotresdías.Unaoperaciónesalgohorrible,perosepasapronto».
—Estoesloquenoscuentaotroamigo.¡Claroquelosuyosólofueapendicitis!Bueno, esperemos que la enfermedad de Yoppa no sea grave. ¡Ánimo, y que temejores! Y a petición de nuestro amigoYoppa, vamos a escucharFruto de plenoverano,deSouthernAllStaaars…
—¿Te acuerdas de cuando enviaste la postal pidiendo que me pusieran unacanción?—medijoAkimientrasescuchabalamelodía.
—Claro.Era un tema que prefería no tocar. Sin embargo, ella siguió rememorando con
nostalgia:—Estábamosensegundodesecundaria.TúpedisteTonight,¿verdad?Ypusiste
unmontóndementiras.—Ytúmeechastelagranbronca.—Pero ahora todo se ha convertido en un recuerdo muy bonito. Tú escribiste
todasaquellasmentirasparaqueleyeranlapostal,¿verdad?—Pues sí—dije—. Tú, en aquella época, tenías un novio que iba al instituto,
¿no?—¿Unnovio?—dijoellaconuntimbredevoznervioso,volviéndosehaciamí.
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—Sí.Unchicomuyguapoquejugabaalvoleibol.—¡Ah! —Aki, finalmente, parecía haber caído en la cuenta—. ¿Y cómo has
sabidotúeso?—Oícómolodecíanlaschicasdelaclase.—¡Quécotorras!Yoestabacoladaporél,esoestodo.Élniseenteró.—Conqueestabascolada,¿eh?—Sí.Entoncesyoeraunacriaturaquenosabíaloqueeselamor.—¡Hum!Ellamemiróconojosinquisitivos.—¿Noestarásceloso,verdad,Saku-chan?—Ysiloestoy,¿quépasa?—¡Vamos!Queestabaensegundodesecundaria.—Oye,queyoestoycelosohastadetusujetador.—¡Burro!Alo lejos,enelcielosobre tierrafirme,sehabían idoagrupando,despacio, los
cúmulos. La cabeza de las nubes era de un reluciente color blanco, pero la partecentraleragrisylacola,casinegra.Seoíaelretumbardelostruenosenladistancia.Desde el mar soplaba un viento tibio cargado de humedad. Las nubes se ibanacercandoanosotros, cubriendoel cieloporcompleto.Elmarpasódeunbrillantecolorazulalgris.
—Ôkitodavíanovuelve—dijoAkiconansiedad.Estuveapuntodeconfesárselotodoyaliviarasíaquellasensaciónopresivaque
meatenazabalagarganta.Enaquelinstante,empezaronacaergruesosgoteronesdelluvia.Alprincipiocaíandeformaespaciada,peropocodespués,comosibajaraelcontrapesodelmetrónomo,eltempodeprecipitacióndelalluviafuehaciéndosecadavezmásrápidohastaque,alfinal,acabóenunruidoblanco.
—¡Qué agradable! —musitó ella con arrobo. Volvió la cara hacia el cielo yexpusosufrentealalluvia—.Ésteeraelplan,¿no?
Mevolví.Lasgotasdelluviareventabancontrasusmejillas.—Alprincipio,éramoscuatrolosqueteníamosquevenir.Pero,hoy,lanoviade
Ôkivaynopuede.Luego,essumadrelaqueseponeenferma.Y,así,nosotrosdosnosquedamossolosenlaisla.
Penséquetodoestabaperdido.—Losiento—dijevolviéndomehaciaAki.Ybajéhumildementelacabeza.La lluvia había arreciado. Las olas que rompían contra el pie del embarcadero
habíancrecido.Ellaseguíaconlosojoscerrados,elrostrobañadoporlalluvia.—¡No tienes remedio!—medijopocodespuésen tonomaternal—.¿Ycuándo
volveráÔki,entonces?—Mañanaamediodía.—Todavíafaltaunmontóndetiempo.—Sí,perohastaentoncesnoharemosnadaquetúnoquierashacer,¿eh?
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Ellanorespondió.Estabacontemplandoabsortalamochilaqueseempapababajolalluviaylostermosllenosdecomida.
—Llevémonostodoesto—dijofinalmente.Yselevantó.
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Desde lejos,elhotelparecíanuevo,peroalmirarlodecercasepodíanapreciar losgrandes desconchones en la pintura y se veía que el edificio se encontraba casi enruinas.Ante la fachadahabíaplantadaunaenormepalmadesagúy,detrásdeésta,nacíaunarampasuavequeconducíaalvestíbulo.Nosdetuvimosyalzamoslosojoshaciaeledificiodecuatroplantas.Nohubieradesmerecidocomoescenariodeunapelículadeterror.Lapuertaautomáticadelaentradaestabaatrancadacontablones,perounapartedeéstossehabíadesprendidoyhabíadejadounboqueteporelquepodíaintroducirseunapersona.Elhotel,másqueunacasadecitas,parecíaunlugardeencuentroparaeltráficodedrogasoelescondrijodealgúnfugitivo.
En la planta baja, aparte del vestíbulo y del salón, estaban el restaurante y lacocina. En un rincón del restaurante había un montón de mesas y sillas apiladas.Cruzamoselvestíbuloysubimos lasescalerasdespacio.Arriba,apartirdelprimerpiso, estaban lashabitacionesde los clientes.Unaspuertasde colormarrónoscurocon pomos se alineaban a un lado del corredor. En el corredor y en las escaleras,había acumulada una gran cantidad de arena fina que crujía bajo las suelas denuestrassandalias.
Ôkihabíadicho«habitación205».Osea,que,mientrasnosotrosnadábamosenelmar,éldebíadehaberlaadecentadounpoco.ParaquelosojosdeAkinotoparanconcondones usados o algo por el estilo. Por supuesto, yo le había prometido que lepagaría.No habíamos especificado la cantidad, pero quedaba claro que no bastabacon unBigMac y unas patatas fritas.De pronto,me sentí como el dueño de unapequeñaempresaagobiadoporlasdeudas.
Amediocorredor,habíaunventanalconloscristalesrotospordondepenetrabaunárbolquecrecíaenlaladeradelacolinadedetrásdelhotel.Elárbolextendíasusramas, llenas de verde follaje, hacia el techo del corredor. Por lo visto, era sólocuestióndetiempoqueelhotelenterofuerainvadidoporlavegetación.
Al abrir la puerta queÔkime había indicado, la 205, una enorme cama dobleapareció,depronto,antenuestrosojos.Lacamaestabaplantada,sinningúnpudor,enel centro de la habitación. En un acto reflejo, desviamos la vista como siestuviéramosmirandoalgo improcedente.Peronohabíanadamásen lahabitación.Apurados, sinsaberhaciadóndedirigir lamirada, fuimos recorriendocon losojos,sinsentido,eltechoyelsuelodelaestancia.Penséquetendríaquedeciralgo,perolaspalabrasnoacudíanamislabios.Mequedéallíplantado,rígidoymudo.Inclusomeavergonzabadelsonidoquehacíaaltragarlasalivaqueteníaenlaboca.
—¿Quéteparecesidemomentodejamoslascosasaquíyvamosadarunavuelta
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porelhotel?—logrédeciralfin.—¡Vale!—asintióAkiconalivio.Nosdirigimosa lacocina.Tambiénenéstahabíapenetrado lavegetaciónde la
colina de detrás del hotel y se veían algunasmatas creciendo aquí y allá. Los dossentíamos lapielpegajosaporelaguasalada.Elaguaceronohabía logrado lavarlaporcompleto.Abrimoselgrifodelacocina,peronosalióagua.
—Sin agua, no podemos preparar la cena—dijo Aki como si me lo estuvierarecriminando.
—Ôki me ha dicho que detrás del hotel hay un pozo—repuse yo en tono dedisculpa.
Lapuertadelacocinahabíadesaparecido.Porentoncesyahabíaescampado,ylaluz del atardecer proyectaba pálidas sombras sobre las tablas del suelo. La colinahabíaproseguidosuavancehastaallímismo.Enlaspendientes,loshierbajoscrecíantanaltosyespesosqueimpedíanverlatierradedebajo.Maleza,plantastrepadorasyarbustos se apiñaban apretados. Por encima de unos rosales silvestres donde seentrelazabanlaartemisayeldokudami,sobrevolabandosmariposaspersiguiéndosela una a la otra. Un poco más allá había una vieja cisterna de piedra. Estabasemienterradaentrelamalezaynosotros,despistados,estuvimosapuntodecaernosdentro.Entrelahierbaasomabaunacañeríadeplásticoydelabocadeltubosalía,achorros, un agua cristalina. Sin duda, era agua pura que procedía de la montaña.Introdujelamanodentrodelacisterna.Elaguaestabaagradablementefría.
—Podemoslavarnosaquí—dije.Akitodavíallevabalacamisetaencimadeltrajedebaño.—Espera.Voyabuscarunatoalla.—Vale—Akimiróasualrededor,confusa.Subíhasta la habitacióndel segundopisoy, cuandovolví conuna toallayuna
mudametidas en una bolsa de plástico, me encontré a Aki al lado de la cisterna,desnuda, dándome la espalda. Era una visión sorprendente. El sol del atardecer seestaba ocultando tras la montaña. El blanquísimo cuerpo desnudo de Aki flotabavagamenteentrelatupidamaleza.Permanecíunosinstantescontemplandosufiguradeespaldasconlasensacióndequeestabasoñando.
—¿Quéestáshaciendo?—Pues—dijoellasinvolverse—,esquenotengotoalla.—¿Ytútedesnudassinpensarenloquevieneacontinuación,oqué?Riendo,leechéunatoalladebañoporencimadeloshombros.—Gracias.Akisesecódeprisayseenrollólatoallaalaalturadelpecho.Latoallanoeratan
grande como creía y sólo le alcanzaba a cubrir hasta bastante por encima de lasrodillas.
—Nomemiresmucho—dijo.Dentro de la cisterna crecían, tupidas, unas plantas acuáticas de color verde
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parduzcoquesecimbreabandespacio,formandounaespeciedemechonesdecabello.Empapéunatoallaenelaguadelacisternaymelavé.Cuandoestabafrotándomeelcuerpo con la toalla bien escurrida,me di cuenta de queAkimemiraba desde laentradadelacocina.
—¡Ah!¿Estásaquí?Ella,aunqueunpocotarde,bajólamirada.—Hepensadoquenecesitaríaslatoalla.—Gracias—dijeylacogí,dándolelaespalda.
Mipadre,granamantedelamontaña,mehabíaprestadounhornillo,unacazuela,unjuegodecubiertosydemáscacharros.Lacenametocabahacerlaamí.Elmenúeradonburi de anguila y huevo que te dejará patidifuso. Un plato fácil de preparar.Primero,ponesahervirelaguadeunabotelladeplásticoyleañadesarroz.Elarroztienequecocerunosdiezminutos.Mientrastanto,dejasenremojolampazocortadoentirasfinas.Troceaslacebolletayabresunpaquetedeanguilaprecocinada.Metesel lampazo en el fondo de la cazuela y añades agua y salsa. Lo pones al fuego y,cuandohierve,añades laanguilay lacebolleta,y lodejascocer.Echasporencimahuevobatido,lotapasylodejasunratoparaquesecuezaalvapor.Después,loechaspor encima del arroz servido en boles y ¡listo! Si lo acompañas de unmisoshiruinstantáneodeNagatanien,tienesunacomidadeunsoloplatomagnífica.
Akipreparópalitosdeverdurasymacedoniadefrutas.Unosplatosque,apesarde lo laboriosoque resultabaprepararlos,nocantabanprecisamente lasexcelenciasde la comida al aire libre. Ya había oscurecido y encendimos una lámpara de gasportátilquetambiénmehabíaprestadomipadre.Durantelacena,sintonizamosunaemisora deFM.Era un programade petición de canciones demúsica occidental yaquella noche hacían un especial dedicado a grupos con nombres largos: RedHotChiliPeppers,EverythingButtheGirl,AfrikaBambaataa&theSoulsonicForce…
Después de la cena, limpiamos los cacharros conpapel higiénico ymetimos labasura dentro de bolsas de plástico. Luego, lámpara en mano, nos dirigimos a lahabitacióndelsegundopiso.Comoyanoshabíamosvistodesnudosduranteelbaño,ahoranonossentíamostancohibidos.Conelestómagotanlleno,dabaperezapensarenmaldades.Asíque,apoyadosenlacabeceradelacama,decidimoshaceruntestdevocabularioinglés.Unodecíaunapalabrajaponesayelotrolatraducíaalinglés.Siunoconocíalapalabraqueelotronohabíapodidoresponder,seanotabaunpunto.
—Meishin—preguntóAki.—Superstition—respondíyoalinstante.—¿Demasiadofácil?—Puesunpoco.Aver,ninshin.Akimemiróconlosojoscomoplatos.—¿Nolosabes?
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—No.—Conception.—¡Ah,sí!—Ahoratetocaati.—Pues…Dôjô,kyôkan.—Sympathy—otra respuesta instantánea—.¿Estáisestudiando laspalabrasque
empiezanpor«s»oqué?—Puesesoparece.Pero,oye,Saku-chan,túeresmuybuenoeninglés,¿no?—Esas dos palabras las he sabido por los títulos de las canciones de rock. De
StevieWonderydelosRollingStones.—¡Ah!—Va,sigamos.Bokki.—¿Yesoquées?—Pues,bokki.¿Cómosedicebokkieninglés?—Quesininshin,quesibokki…Esaspalabrasnosirvenparanada,¿no?—dijo
Aki,enfadada.Yo,manteniendolacalma,leexpliqué:—Conception también significa «concepto», ¿no? Y bokki es «erección», de
acuerdo.Perosi cambias la«r»por la«l», tienes«elección»[15].Y túya sabesque«general election» significa «elecciones generales». Pero, si te equivocas alpronunciarlas,vasyhablasdela«ereccióndelgeneral».Osea,queesimportantequeconozcasestascosasparanoacabarhaciendoelridículo.
—¿Ycómolashasaprendidotú?—Lashebuscadoeneldiccionario.—Sí.Yadicenque,paraaprenderalgo,loprincipalesqueaunoleguste.—Nocreoqueseaelcaso.—Puesyocreoquesíloes.Comonoqueríamosdiscutir,noscallamosydirigimoslamiradahaciaelexterior.
Claroqueestabamuyoscuroynoseveíanada.—A veces pienso qué será de nosotros en el futuro, aprendiendo vocabulario
inglésyotrascosasporelestilo—dijoAkicomosihablaraconsigomisma—.Dicenqueelincrementodemujeresqueaccedenalosestudiossuperioresesdirectamenteproporcionalaldelosdivorcios.¿Notepareceraroesodequecuantomásestudiasmásinfelizeres?
—Quetedivorciesnosignificaqueseasmásinfeliz.—No, claro—y, trashacerunapausa, añadió—:Porquenosotrosvivimospara
serfelices.Yestudiamosytrabajamosporquequeremosserfelices.Enlaradiocontinuabaelprogramaespecialsobregruposconnombreslargos.Se
habían remontado a otra época y estaban poniendo canciones de grupos comoQuicksilverMessenger Service,CreedenceClearwaterRevival,BigBrother&TheHoldingCompany.
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Avanzadalanoche,volvióallover.Lalluviaazotabaconestrépitolasventanasylosalerosdelhotel.Tendidosenlacama,escuchamosdistraídamenteelfragordelalluvia.Siaguzabaseloído,conlosojoscerrados,seintensificabaelolordelascosas.Elolordelalluvia,elolordelatierraydelasplantasdelacolinadeatrás,elolordelpolvo que se acumulaba en el suelo. El olor del papel arrancado a jirones de lasparedes.Ytodosestosoloresnosenvolvían,superponiéndoselosunosalosotros.
Debíamos de estar cansados, pero, por más tiempo que transcurría, no nosvisitaba el sueño. Entonces decidimos contar, por turnos, recuerdos de la infancia.Akihablóenprimerlugar.
—Alacabarelparvulario,enterramoseneljardínunacápsuladeltiempo.Dentrometimosunperiódico,unafotografíadetodosnosotrosyunaredacción.Laredacciónlaescribimossóloenhiragana[16]yerasobreloquequeríamosserdemayores,sobrecómonosveíamosenelfuturo.
—¿Ytúquépusiste?—Nomeacuerdo—dijoconunligeropesar.—Quequeríascasarte,seguro.—Pues por ahí debía de ir el asunto—dijoAki con una risita—.Me gustaría
desenterrarlayleerla.Metocabaamí.—Cuandomi abuela aún estaba bien, había unmasajista que veníamucho por
casa.Teníaunossesentaañosyeraciegodenacimiento.Undía,mepreguntó:«Oye,pequeño, ¿la lluvia está hecha de gotas que van cayendo una tras otra, o llueveformandounaespeciedehiloslargos?».Esque,comoeraciegodenacimiento,nolosabía.
—¡Ah,claro!—dijoAkiconvencida—.¿Yquélerespondistetú?—Que eran gotas. Entonces, él repitió: «¿Son gotas?», y pareció muy
impresionado.Dijoqueselohabíaestadopreguntandodesdeniño.Siseríangotasohilos.«Yhoy,graciasati,pequeño,yaséunacosamás»,medijo.
—EsopareceCinemaParadiso.—Pero,ahoraquelopienso,esraro.—¿Porqué?—Porque, si tantas ganas tenía de saberlo, ¿cómo es que no se lo había
preguntadonuncaanadie?Nohacíafaltaqueaguantarahastalossesentaaños.¿Porquétuvoquepreguntármelojustamenteamí?
—Seguroque,alencontrarte,seacordódeprontodealgoqueleintrigabadesdequeeraniño.
—O,alomejor,losdíasdelluviaibadiciendolomismoportodaspartes.Lalluviaseguíacayendo.—Esperoquenoesténpreocupadospornosotros—dijoAki.—Quizáahoramismoesténdenunciandonuestradesapariciónalapolicía.—¿Quéleshasdichotúatuspadres,Saku-chan?
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—Quemeibaaacamparacasadeunamigo.¿Ytú?—Lomismo.Heutilizadoaunasamigascomocómplices.—¿Yesasamigassondefiar?—Espero.Peroodioeso.Molestaraunmontóndegente.—Sí,claro.Akisetendióysevolvióhaciamí.Merozóligeramenteloslabiosenunbeso.—Nonosdemosprisa,¿vale?Vayamossiendo,túyyo,unosolopocoapoco.Cerramoslosojosabrazadoselunoalotro.Bajolamantadetoallaquehabíamos
extendidoenvezdesábana,crujíanunospequeñosgranosdearena.
Amedianoche, cuandomedesperté, yahabía terminado la emisión radiofónica.Lalámpara de gas que habíamos dejado al mínimo también se había apagado. Melevantéydesconectélaradio.Elcalordelalámparadegaspermanecíadentrodelahabitación.Alabrir laventana,entróunaráfagadeairefrescojuntoconelolordelmar. El amanecer aún estaba lejos. Había escampado y, en el cielo despejado, seveíanmuchasestrellas.Debido,talvez,aquenohabíalucesenlosalrededores,lasestrellas se veían tan cercanas que parecía que pudiera tocarlas con la punta de lacañadepescar.
—Seoyenlasolas—eralavozdeAki.—¡Ah!¿Estásdespierta?Ellaseacercóalaventanaymiróhaciafuera.Alotroladodeaquelmardecolor
negroseveían,pequeñas,laslucesdelacosta.—¿Pordóndedebedeser?—PorKoikeoKokubo,creo.Las olas se acercaban a la orilla, rompían y, luego, retrocedían. Se oía cómo
rodabanlaspiedrasdelacostaquelasolasarrastrabanconsigoalretirarse.—Oye,¿noestásonandoelteléfonoporalgunaparte?—dijoAkidepronto.—¡Nomedigas!Agucéeloído.—¡Esverdad!Cogí la linterna que estaba sobre la mesa. Luego, salimos Aki y yo de la
habitación.El pasillo estaba sumido en las tinieblas.La luz de la linterna alumbróvagamente la pared del fondo. El teléfono parecía sonar, justamente, en la últimahabitación.Avanzamosdespacio, intentandoahogarel sonidodenuestrospasos.Elteléfono seguía sonando. A pesar de que íbamos acercándonos, más y más, a lahabitación,eltimbredelteléfonoparecíatanlejanocomoalprincipio.
De pronto, cesó. Era como si la persona que llamaba hubiese llegado a laconclusión de que no había nadie en casa y hubiese colgado. Nos miramos sinpalabras.Dirigimoselhazdeluzdelalinternaanuestroalrededor.Aquéleraellugardondeelcristalde laventanaestaba rotoypordondepenetrabaneneledificio las
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ramas del árbol de la colina. Sobre nuestras cabezas, una gruesa rama cubierta deenredaderalucíaunverdeyfrondosofollaje.Aliluminarla,vimosunescarabajoquecorríaporlacorteza.Measoméporelventanalrotoydirigíelhazdeluzhaciafuera.Lapendientedelamontañaestabaaunosescasoscuatroocincometros.
—¡Luciérnagas!—susurróAki.Aldirigirlavistahaciadondeellamiraba,viunapequeñaluzentrelahierba.Al
principiocreíqueera sólouna,pero,al aguzar lavista,descubríunbailede luces,brillandoaquíyallá.Conformemiraba,elnúmerofueaumentandodeprisa.
Laluzdecien,doscientasluciérnagasparpadeabasindescansoentrelahierbaylosarbustos.Unaqueestabaposadaenunahojaalzóelvuelo,seguidapordosotresmás, y volvió a ocultarse entre la hierba. Aunque eran muchas, su vuelo erasilencioso.Avecesparecíaqueelenjambreenterodeluciérnagasflotaraenelviento.
—Apagalaluz—dijoAki.Ahora Aki y yo estábamos envueltos en las mismas tinieblas que ellas. Una
luciérnagaseseparódesuscompañerasyvolóhacianosotros.Seaproximódespacio,consutenueluz.Sequedóuninstantesuspendidaenelairejuntoalsobradillodelaventana.Acerquélamano,conlapalmavueltahaciaarriba.Entonces,laluciérnagaretrocedióunpoco,precavida,yseposóenunahoja,enlapuntadeunadelasramasque penetraban en el edificio, y se quedó allí, inmóvil. Nosotros esperamos. Pocodespuésvolvióaalzarelvuelo,empezóadarvueltasdespacioalrededordeAkiy,alfinal,comouncopodenievequecae,seposósuavementeensuhombro.Fuecomosila luciérnaga la hubiese elegido a ella. Y brilló dos o tres veces como si enviaraalgunaseñal.
Miramos la luciérnaga, conteniendo la respiración. Tras brillar unas cuantasveces,abandonóelhombrodeAki.Ahorasedirigió,sinvacilar,comocuandohabíavenido,enlínearectahacialoshierbajosdelacolina,juntoasuscompañeras.Yolaseguíconlamirada,aguzandolavista.Sereunióconelenjambre.Semezclóconsuscompañeras y, pronto, se perdió de vista confundida entre lamultitud de pequeñasluces.
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CapítuloIII
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1
Cuando volvimos del viaje escolar, a la enfermedad de Aki la llamaban «anemiaaplástica». Aki parecía creerse lo que le habían dicho los médicos, que tenía unadisfunción en la médula ósea. Evidentemente, yo tampoco tenía motivos paradudarlo.
Unaenfermerameinstruyóenla«técnicadelabata».Primerodebíaponermeunabatayunamáscaradelasdelataquilladelpasillo.Acontinuación,teníaquesustituirmiszapatosporunaszapatillasespeciales.Y luego,unavezmehabíadesinfectadolasmanosenlaentradadelahabitación,porfin,yapodíapenetrarenella.
Cadavezquemeveíacon labatay lamáscarapuestas,Akisedesternillabaderisasobrelacama.
—¡Esquenotepeganparanada!—¿Y qué remedio me queda? —dije, descorazonado—. Si tu médula es tan
perezosaquenoproducelosglóbulosblancosquedebería,¿quélevoyahaceryo?—¿Cómovalaescuela?—mepreguntóella,cambiandodetema.—¡Uf!Comodecostumbre—respondíconlasitud.—Prontotendréislosexámenestrimestrales,¿no?—Sí.—¿Estásestudiando?—Másomenos.—¡Tengo tantas ganas de volver al instituto!—musitó Aki dirigiendo la vista
haciaelotroladodelaventana.Laenfermeraasomólacabezapor lapuertade lahabitaciónypreguntósi todo
ibabien.Lasaludéconunasonrisa.Comoibaadiario,lasconocíaatodasdevista.Laspruebassolíanhacerlasporlamañana.Hastalacena,teníamosunashorasdepaz.
—Vieneavigilar,paraquenonosbesemos—medijoAkienvozbajacuandolaenfermera hubo desaparecido—. El otro día, la enfermera jefeme dijo que nomebesara con ese novio que venía a verme siempre. Que podría contagiarme losmicrobios.
Poruninstante,meimaginéunmontóndemicrobiospululandoenelinteriordemiboca.
—Daunaimpresiónrara,¿no?—¿Teapetece?—Amímedaigual.—Podemos,siquieres.—¿Ysitecontagias?
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—En el lavabo está el elixir que uso para las gárgaras. Enjuágate bien la bocaprimero.
Mebajélamáscarahastalabarbillaymelimpiécuidadosamentelabocaconuncolutoriobucal.Luegonossentamosenunextremodelacama,frenteafrente.Meacordéde laprimeravezquenosbesamos.Darseunbesoconsemejantesmedidasprofilácticas originaba una tensión mayor que la del primer día. Nos rozamos loslabiosconsuavidad.
—Huelesaelixir—dijoella.—Siestanochetienesfiebre,nomeecheslaculpaamí.—Habrávalidolapena.—¿Repetimos?Volvimosaunirnuestroslabios.Aquelbeso,intercambiadotrashabermelavado
labocayvestidoconunabataverdepálidodecirujano,parecíaunritosolemne.—Elañoqueviene,durantelaestacióndelaslluvias,iremosaverlashortensias
delamontañadelcastillo,¿vale?—dije.—¡Uf! Quedamos en ir en segundo de secundaria —dijo con los ojos
entrecerrados,conlamiradaperdidaenladistancia—.Sólohacetresaños,peromedalasensacióndequehapasadomuchísimotiempo.
—Esquehansucedidomuchascosas.—Sí,esverdad.Akiparecióensimismarseensuspensamientos.Luego:—Aúnfaltamásdemedioaño—musitó.—Asítendrástiempodesobraparacurarte.—Ya—asintióconvaguedad—.Pero faltamuchoaún.Ojaláhubiésemos idoa
verlascuandotodavíameencontrababien.Silohubierasabido…—Estáshablandocomosinofuerasacurartenunca.Envezderesponder,Akimedirigióunatristesonrisa.
Un día, cuando llegué al hospital, Aki estaba durmiendo. Su madre, que solíaacompañarla,tampocoseencontrabaenlahabitación.Desdeelladodelacama,mequedécontemplandosurostrodormido.Debidoalaanemia,estabamuypálida.Lascortinasdecolorcremade lahabitaciónestabancorridas.Afindeevitar la luzdelexterior, Aki dormía con la cara ligeramente vuelta hacia el lado opuesto al de laventana.Laluzquesefiltrabaatravésdelascortinasflotabaenlahabitacióncomosifuera polvillo de alas de mariposa. La luz caía sobre su rostro y añadía suavessombrasasuexpresión.Depronto,mequedémirandofijamentesu rostrodormidoconlasensacióndequeestabaviendoalgoextraño.Y,enaquelinstante,measaltólaangustia pensando que unamuerte diminuta, casi invisible, estaba brotando de lasprofundidades del sueño como si fuera la semilla de la adormidera. En clase deplástica, cuando miras el papel de dibujo bajo la luz radiante del sol, te da la
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sensacióndequeelpapelinmaculadoestá,enrealidad,cubiertodepuntitosnegros.Eraexactamentelamismaimpresión.
La llamé.La llamé repetidasveces.Ella inicióunpequeñomovimiento.Luegomoviólacabezahaciaamboslados,comosiestuvierarechazandoalgo.Loquecubríasurostrosefuedesprendiendo,capaacapa.Suexpresióncobróunpocodeviday,luego,suspárpadosseabrieroncomounpajaritoquecanta.
—Saku-chan—susurróconextrañeza.—¿Cómoteencuentras?—Muchomejor,despuésdeecharunsueñecito.Seincorporósobrelacama,cogiólachaquetaqueestabacolgadadelrespaldode
lasillayselaechósobreloshombrosdelpijama.—Estamañanaestabamuydeprimida—dijo.Ensumiradaseapreciabantodavía
rastrosdedesolación—.Pensabaenmimuerteycosasporelestilo.Encómoseríasidescubrieraquetengoquesepararmedetiparasiempre.
—¡Quétontaeres!Notienesquepensarenesaschorradas.—Sí,ya losé—dijoellaconunsuspiro—.Meparecequemeestoyvolviendo
miedosa.—¿Tesientessola,aquíenelhospital?Ellaasintióconunpequeñomovimientodecabeza.Cuandolaconversaciónseinterrumpía,elsilenciopesabacomounalosa.—Esquenome imagino loquedebesernoestarenestemundo—añadióAki
pocodespués,comosihablaraconsigomisma—.Tedaunasensaciónmuyraraesodepensarquetuvidatieneunlímite.Yaséqueesalgonatural,peronosotrosvivimossinpensarquesonnaturaleslascosasqueloson.
—Túpiensasóloencosasagradables.Encuandotecures,porejemplo.—O en cuando me case contigo —dijo como si, más que continuar la
conversación,loquequisierafueseconcluirla.—¿Qué?¿Voyalavarmelaboca?—dijey,alfin,logréarrancarleunasonrisa.
Cadavezquelavisitabanosdábamosunrápidobesoaespaldasdelasenfermeras.Paramí,aquéllaeralapruebadequeestabavivo.ComoAkinuncatuvofiebreporelcontagio, teníamos la intención de continuar indefinidamente con nuestro pequeñorito.
—Últimamente,allavarmeelpelo,semecaeapuñados—medijo.—¿Esunefectosecundariodelamedicación?Akiasintióensilencio.Le cogí la mano en un gesto espontáneo. En situaciones como aquélla, nunca
sabíaquédecir.Parasalirdelapuro,solté:—Aunquetequedescalva,tequerréigual.Ellamemiróconlosojoscomoplatos.
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—¡Québruto!Nohacefaltasertanexplícito,¿no?—Losientomucho—dijeconelcorazón.Luego,amododedisculpa—:Enlos
textosantiguos,«explícito»significa«repentino»e«inesperado»,¿noteacuerdas?EntoncesAki,derepente,sepultólacaraenmipecho.Yempezóasollozarcomo
un niño pequeño. Fue algo inesperado. Me sorprendió, me dejó perplejo. Era laprimeravezquelaveíallorar.Aquellainestabilidademocionalnosabíasisedebíaalaenfermedadosieraunefectosecundariodelamedicación.Peroyo,aqueldía,porprimeravez,toméconcienciadelagravedaddesuestado.
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La cara de Aki había enflaquecido a ojos vistas. Debido a las náuseas, no podíacomer.Seencontrabamaltodoeldíaynosólonoaguantabalavisióndelacomida,nisiquierasoportabasuolor.Losdíaspeores,lebastabaconoírelchirridodelcarritode la comidaparaque le entraran arcadas.Tomabaunamedicinapara las náuseas,peroapenaslehacíaefecto.Eralógicosuponerqueleestabandandounamedicaciónmuyfuerte,peronoparecíatenerningunarelaciónconlaanemia.¿Dequédiabloslaestabantratando?
Busquéelapartado«anemiaaplástica»enunaenciclopediamédica.Poníaqueeraun tipo de anemia que se originaba por una disfunción de la hematopoyesis en lamédula. Aquello era exactamente lo que le habían dicho a Aki. El tratamientoconsistía en transfusiones de sangre y medicación con hormonas esteroides. Depronto,misojosseclavaronenunapartadodelapáginasiguiente.«Leucemia».Meacordédelapostalquehabíaescritoensegundodesecundariapidiendounacanción.Aquellabromainsensible¿nosehabríavuelto,talvez,contraAkiconlaformadeunsufrimientoauténtico?Descartédeinmediatounaideatanirracional.Yempecéaleerla descripción de la enciclopedia. Pero, en el fondo de mi corazón, quedaroneternamenteunosremordimientosquehablaban,unayotravez,defuturo.
TalcomoAkitemía,empezóacaérseleelpelo.Comolollevabalargo,laszonassin cabello eran muy visibles. Cuanto más se prolongaba el tratamiento, másdeprimidasesentía.
—Estoy muy asustada, ¿sabes? Y si las medicinas no me hacen efecto, ¿quépasará?—dijoAki—. Porque si unamedicación con unos efectos secundarios tanfuertes no funciona, pues eso quiere decir que no existe nada que pueda curarme,¿no?
—Hoy en día, casi todas las enfermedades se curan—dije recordando lo quehabíaleídoenlaenciclopediamédica—.Especialmentelasinfantiles.
—¿Infantiles?¿Alosdiecisieteaños?—Todavíatienesdieciséis.—Prontocumplirédiecisiete.—Entodocaso,eresmedioniña,medioadulta.—Osea,queestoyamediocaminodepodercurarme,onocurarme.Laconversaciónseinterrumpió.—Alomejorestánapuntodeencontrarunamedicinaquetevayabien.—Esoespero—dijoalzandohaciamíunacaramedioincrédula.—Cuando hacía primaria, estuve en el hospital con neumonía. Entonces, a mí
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tampocomehacíanefecto lasmedicinasquemedaban.Probaronunayotra,hastaque encontraron la que funcionaba.Mientras,mis padres estaban preocupadísimospensandoquememoría.
—Ojaláamítambiénmeencuentrenprontounamedicinabuena.Porque,aestepaso,cuandoladescubran,yaestarémuerta.
—Megustaríaestarentulugar.—Sisupierasloduroquees,nolodirías.¡Crac!Enelairedelahabitaciónparecióhaberseabiertounagrieta.—Lo siento—dijo Aki con voz deprimida—. Por lo visto, más que ponerme
buena,loquedeberíahacerespreocuparmedequenosemeestropeeelcarácterconlaenfermedad.Porquesiyodejaradeseryoytúmecogierasmanía,noséquéseríademí,laverdad.
Aldíasiguiente,Akimerecibióconungorritodepuntodecolorrosapálido.—¿Quéhacesconesegorro?Con una sonrisa traviesa, Aki se lo quitó. Inconscientemente, tragué saliva.
Parecíaotrapersona.Sehabíacortadoelpelo.Enunanoche,sulargacabellerahabíadadopasoaunpeloque,másquecorto,estabacasirapado.
—He pedido que me lo corten—fue ella quien habló primero—. Dicen que,cuandoacabeeltratamiento,mecrecerádenuevo,quevolveréatenerlamelenadeantes.¡Quélevamosahacer!Hastaentonces,tengoqueanimarmeypensarsóloeneltratamiento.
—Veoquehasdecididoluchar.—Aunquesemecaigaelpelo,¿mequerrásigual?—¿Yporquénoibaahacerlo?Akisecalló,comosimitonolahubiesehechosentirsecohibida.—Hayconventos,¿no?—dijopocodespués.—¿Conventosdemonjas?—Antesdeponermeenferma,lopensaba.Quesitútemurieras,yomemeteríaa
monja.—¡Vayacosasmástontas!—Es que no puedo imaginarme cómo sería casarme con otro, tener hijos, ser
madreyenvejeceralladodeotrapersona.—Yotampocomeimaginocasadoconotra,teniendohijosysiendopadre.Osea
quehazmeelfavordecurarte.—Claro—dijopasándosemedrosamente la palmade lamanopor la cabeza—.
¿Mesientabien?
Apartirdeentonces,lasnáuseasempezaronaremitir.Puedequesedebieraaquesu
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cuerpoyasehabíahabituadoalamedicación.O,talvez,aquelaactitudpositivaquehabíaadoptadofrenteal tratamiento lahabíaayudadoaestabilizarseanímicamente.Seguíasinpoderingerirunaauténticacomida.Peroempezóatomarfruta,gelatina,zumodenaranjay, además, pequeñas cantidadesdepan.También empezóapoderleer,aunquepoco.Seinteresabaporelmododevidatradicionalyporlaconcepcióndelmundodelosaborígenesaustralianos.
—¿Sabes? Antes de coger una planta, le imponen las manos —dijo Aki,explicándomeloquehabíaleído—.Yasílosaben.Siestáenplenocrecimientoyesdemasiado pronto para comérsela o si ya ha recibido la vida suficiente y se puedecomer.
PuselasmanossobreelrostrodeAki.—Tútodavíaestásamediocrecer.Esdemasiadoprontoparacomerte.—Oye,quevaenserio.—¿Quédiríasquecomenlosaborígenes?—Pues…aves,pescado,nueces,fruta,plantas…—Ycanguros,lagartijas,serpientes,cocodrilos,orugas…Amínomeapetecería
paranadacomerestascosas.—¿Quéquieresdecir?—Que si tú te convirtieras en una aborigen, ya no podrías comer flanes ni
galletas.—¿Porquésólotefijasencosasmaterialesdeestetipo?—Puesamí,paraquelosepas,notodoslosaborígenesmeparecierontanbuena
gente como tú dices—aseguré, decidido a hablarle de lo que había visto conmispropiosojosduranteelviaje—.Tambiénhabíaalgunosque seveíandejados,pocosanos.Tiposquebebíandurantetodoeldía,oquemendigabanentrelosturistas.
Akirepuso,enfadada:—¡Esoesporqueestánoprimidos!Ynodijonadamásduranteunbuenrato.«Dehecho,nosetratadelosaborígenes»,penséalsalirdelhospital.Enelfondo,
sumodo de vida y su visión delmundo eran un ideal queAki contrastaba con supropiaexistencia,unaespeciedeutopía.O, también,unaesperanza, algoquedabasentidoasuvidalastradaporlaenfermedad.
—Ellos creen que todo lo que hay encima de la Tierra existe por una razóndeterminada—dijoenotraocasión—.Que,eneluniverso,todotieneunpropósitoyquelasmutacionesespontáneasylascasualidadesnoexisten.Quesipensamosasíesporquenopodemosentenderlo.Enresumen,queelserhumanonotienelasuficienteinteligenciaparacomprenderlo.
—Mepreguntoquérazónhabráparaquenazcaunniñoacéfalo.—¿Yesoquées?—Un bebé que nace sin cerebro. Claro que hoy en día se estudia utilizar su
corazónpara trasplantarloaniñosquesufrengravesenfermedadescardíacas.Quizá
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esosignifiquequesehadescubiertolarazónporlaquenacenlosniñosacéfalos.—Yodiríaqueesunpocodistinto.Comprendernoeslomismoqueutilizar.Debidoal largoperiododeanemia,Aki estabamuypálida.Seguíanhaciéndole
transfusiones.Habíaperdidogranpartedelcabello.—¿Crees que también hay alguna razón para la muerte de las personas? —
preguntéyo.—Sí.—Entonces,sihayunarazónounpropósito,¿porquéqueremosescaparaella?—Porqueaúnnopodemosentenderlabien.—Undíahablamosdelparaíso,¿no?Túdijistequenocreíasnienelotromundo
nienelparaíso,¿teacuerdas?—Sí,meacuerdo.—Si la muerte tiene algún sentido, ¿no crees que es incongruente negar la
existenciadelotromundoydelparaíso?—¿Porqué?—Porquealmorirtodoacaba,¿no?Ysinoexisteundespués,esimposiblequela
muertetengaunsentido.Akidirigió lavista alotro ladode laventanayparecióquedarse reflexionando
sobre lo que le había dicho.Entre los frondosos árboles de lamontañadel castilloasomabaelblancotorreón.Unosmilanoslosobrevolaban.
—¿Sabes?Creoqueloquetenemosenelpresentelocomprendetodo—dijoellaalfinal,escogiendocuidadosamentelaspalabras—.Ahíestátodo,nofaltanada.Porlotanto,nohayningunanecesidaddepedirloquenosfaltaaDiosnidebuscarloenel otromundoo en el paraíso.Porqueya existe.Ycreoque lomás importante es,precisamente, buscarlo —hizo una pausa—. Y lo que no existe, aquí y ahora,tampocoexistirádespuésdelamuerte.Sóloloquehay,aquíyahora,loseguiremosteniendodespuésdemuertos.¿Meentiendes?Esquenoséexpresarmebien.
—Miamorportiexisteaquíyahoray,porlotanto,seguroqueexistirádespuésdelamuerte—proseguísurazonamiento.
—Sí,exacto—asintióAki—.Esoesloquequeríadecir.Poreso,notieneningúnsentidoentristecerseotenermiedo.
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Desdelaventanadelacafeteríadelhospitalseveíauncielocubiertoporunosgrisesnubarronesbajos.YoestabasentadofrentealamadredeAki,unpocotenso.Sobrelamesahabíadostazasdecafé,yamediofrías.
—Quería hablarte de la enfermedad de Aki—dijo. Tras haber estado un ratocharlandodecosassin importancia, lamadredeAkiabordóel temaconunaciertabrusquedad—.Sakutarô,¿hasoídohablaralgunavezdelaleucemia?
Asentí.Micorazónempezóalatirconviolencia.Mediolasensacióndequepormisvenascorríaalcoholhelado.
—Entonces,yadebesdesaberdequétipodeenfermedadsetrata—dijotomandounsorbodeagua—.Quizálohayascomprendidoya,peroAkitieneleucemia.Ahoraestátomandounosmedicamentosparadestruirlascélulasenfermas.Esoesloqueleprovocalosvómitosylacaídadelcabello.
LamadredeAkialzóelrostrocomosiespiaramireacción.Yoasentíensilencio.Ellalanzóunhondosuspiroyprosiguió:
—Porlovisto,graciasalamedicación,yahansidodestruidasgranpartedelascélulasmalignas.ElmédicodicequeAki seencontrarámejorduranteun tiempoyque incluso podrá dejar el hospital. Pero es imposible destruir todas las célulasmalignas de una vez. Losmedicamentos sonmuy fuertes y se tiene que repetir elmismotratamientomuchasveces.Porlovistosenecesitan,comomínimo,dosaños,avecescinco.
—¿Cincoaños?—solté, sinpensar. ¿Aquel sufrimiento tendríaquedurar cincoañosmás?
—Ya se lo he consultado almédicoy, cuandoAki se encuentremejor y puedadejar temporalmente el hospital, querría llevarla a Australia. Se perdió el viajeescolar, con la ilusión que le hacía ir.Y cuando rebrote la enfermedad, tendrá quevolver al hospital y concentrar todas sus energías en el tratamiento. Así que megustaríallevármelaantesaAustralia.
Ellaseinterrumpióymemiró.—Sakutarô, ¿te gustaría venir connosotros?SéqueAki se alegraríamuchode
quevinieras.Claroque,siaceptas,tendréquepedírselotambiénatuspadres.—Iré—dijesinvacilar.—¡Qué bien!—dijo la madre con alivio—. Gracias. Estoy segura de que Aki
estarámuycontenta.Porcierto,no ledigasquéenfermedadtiene.Elmédicoopinaque, de momento, lo mejor es que siga creyendo que es anemia aplástica.Evidentemente, llegará un día en que tendrá que saberlo. Tratándose de una
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enfermedadconuntratamientotanlargo.Perocreoqueesmejoresperaravercómovanlascosasantesdedecírselo.
Conelordenadordelabiblioteca,busquélibrosquehablaransobrelaleucemiaymeleí,decaboarabo,todoloqueponían.Leyerasellibroqueleyeses,suinformacióncoincidíaconloexperimentadoporAkiaquelúltimomes,tantorespectoalcursodelaenfermedadcomoaltratamiento.Porlovisto,losefectossecundariosquehabíanidoapareciendo,unotrasotro,sedebíanalamedicacióncontralaleucemia.Alatacarlas células malignas, destruía también los glóbulos blancos buenos, por lo cual elenfermo eramuy vulnerable al contagio demicrobios y hongos.Nome fue difícilimaginarporquémehabíanenseñadolatécnicadelabata.Enunodeloslibrosponíaque actualmente, en el setenta por ciento de casos de leucemia, se producía unrestablecimiento temporal y que, entre éstos, había casos en los que se lograba lacuracióntotal.¿Queríaesodecirque,aúnhoyendía,erararoquealguiensecuraraporcompleto?
A lavueltadel colegio, al levantar losojos al cielo, vi unasnubesblancasquebrillabanbañadasporelsoldeinvierno.Paradoenmediodelacalle,mequedélargotiempocontemplándolas.Meacordédeloscúmulosquehabíavistocuandohabíamosido los dos a la isla durante las vacaciones de verano. La piel blanca de Aki, sucuerposano,todohabíasidoapartadohaciaelpasado.Fuiincapazdepensarduranteun rato. El timbrazo de una bicicleta a mis espaldas me devolvió a la realidad.Cuandovolvíaalzarlosojosalcielo,debidoalaluzcambiantedelsol,lassombrasdelasnubessehabíanhechomásprofundas.¡Dequémaneratanveloz,tantrágica,transcurría el tiempo! La felicidad era como aquellas nubes que cambiaban deaparienciaacadainstante.Brillabandoradas,oseteñíandegris,sinpermanecermásqueunmomentoenelmismoestado.Lashorasmásradiantespasandelargoveloces,comouncaprichoocomounabroma.
Me acostumbré a rezar para mis adentros antes de ir a la cama. Ya no mepreguntaba siDiosexistíaono.NecesitabaalgoparecidoaDioscomo receptordemisplegarias.Claroque,aaquello,másqueplegaria,talvezdeberíallamarlotrato.Yoqueríanegociarconunserpoderosoquetrascendieraalainteligenciahumana.SiAkisecuraba,yomeofrecíaensulugar.MipreocupaciónporAkieratangrandequeyo había dejado de importarme. Del mismo modo que la luz del sol oculta otrasestrellas.
Aunquetodaslasnochesmedormíapensandoenello,rezando,porlasmañanasmedespertabasano,ylaqueseguíapadeciendoacausadelaenfermedaderaAki.Yotambién sufría, peromi dolor no eramás que un vano intento de experimentar elsuyo.
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Suestadomejoraba,volvíaaempeorar,yvueltaaempezar.Deformaparalela,ellaseanimabaydeprimía,unaveztrasotra.Habíadíasenquecharlabaporloscodos,llenade alegría; en otros, visiblemente abatida, le dijera lo que le dijese, a duras penaslograba arrancarle una respuesta. En estos días, yo sentía que Aki ya no menecesitaba,ypermanecerenlahabitaciónseconvertíaenunpenosodeber.
Recordando lo que había leído en los libros, me pregunté si Aki no estaríareaccionando de manera negativa a la medicación contra la leucemia. Si eltratamientonosurtíaefecto,amenosqueseefectuarauntrasplantedemédulaósea,lasposibilidadesdecuraciónerannulas.
CuandoAkiseencontrabamejor,hablábamosdeAustraliamientrashojeábamosalgunas guías turísticas, pero ninguno de los dos acabábamos de creernos quepudiéramosiralgúndía.TampocolamadredeAkihabíavueltoahablarmedelviaje.
—Conlohorriblequeeseltratamiento,laenfermedaddebedesermala,seguro—dijoAki,enlacama,conlosojoscerradosyexpresióndedolor.
—Aunquelaenfermedadfuesemala,sitehacenseguiruntratamientotanduroessólo porque piensan que vas a curarte —dije haciendo lo imposible por dar unenfoque positivo a la realidad que ella estaba afrontando—. Si no hubieseperspectivasdecuración,noteharíansufrirtanto.
Ellaignorómirazonamientoyprosiguió,quejosa:—Avecesmeentranganasde escaparmedel hospital—dijo—.Todos losdías
tengounmiedohorrorosodehartarmedeltratamiento,denoquererseguirlomás.—Estoycontigo.—Mientras tú estás aquí, todo va bien. Pero una vez que te has ido a casa,
despuésdecenar,cuandoseacerca lahoradeapagar las luces,meentraunpánicoterrible,nosé,comosinopudieraseguirmásaquí.
Debidoaunafiebremuyalta,estuveunosdíassinquemedejaranverla.Porlovisto, Aki había cogido una infección debido a la disminución del número deglóbulosblancosenlasangre.Lehabíansuministradoantibióticos,perolafiebrenobajaba.Empecéaalbergardudassobre laeficaciadel tratamientoque recibíaenelhospital. Según había dicho la madre de Aki, gracias a la medicación contra laleucemia la enfermedad solía remitir por un tiempo. Había planes de llevarla aAustraliaencuantoestosucediera.Sinembargo,elhechodeque,pormásdíasquepasasen,nohablarandedarleelaltasignificabaquenohabíanconseguidocontrolarlaenfermedad.¿Tanterribleera?¿Oesqueeltratamientofijadoporlosmédicosnoeraelcorrecto?Encualquieradeloscasos,silascosasnocambiaban,elcuerpode
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Akiibaaserelquesucumbieraprimero.—Quizáyanotengaremedio—dijoAki.Cuandoalfinlogréverlateníaloslabiosrojoscomoresultadodelafiebre.—Noesverdad.—Yameestoyhaciendoalaidea.—¡Nopuedesacobardartedeesemodo!Inconscientemente,lehablécondureza.—Hasta tú me riñes, Saku-chan —dijo ella bajando los ojos con aire
desamparado.—Nadieteestáriñendo—dije.Luego,alvolverapensarsobreello,lepregunté
—:¿Teriñealguien?—Todoelmundo—dijo—.Quesi tengoqueesforzarmemás,quesi tengoque
comerparacogerfuerzas.Ycuandolesdigoquenopuedocomerporquetengounasnáuseasmuyfuertes,vanymedicenquemetomelamedicinaparalasnáuseas.¡Perosiconesasarcadasnisiquierapuedotomármela!
Por entonces, Aki ya parecía saber lo que tenía. Ese tipo de cosas uno acabacomprendiéndolas,antesodespués.
—¿Sabes?Aúnnome imaginoquemevayaamorir.Pero laverdadesqueyatengolamuertedelantedelosojos.
—¿Por qué piensas de una manera tan negativa? —le pregunté en tono delamento.
—Estamañanamehandadolosresultadosdelanálisisdesangre—dijoellacomosi intentara demostrarme que su pesimismo era fundado—.Dicen que aún quedancélulasmalignas y que van a combatirlas con lamedicación.Y eso de las célulasmalignasnopuedesermásqueleucemia.
—¿Selohaspreguntadoalmédico?—Esquemedamuchomiedo.Luegoprosiguióconvozdeestarsumidaenprofundasreflexiones.—Porlovisto,lasmedicinasquehetomadohastaahoranohanconseguidomatar
todaslascélulas.Y,paraacabarconlasquequedan,hacefaltaunmedicamentomásfuerte. Pero la verdad es que no creo que pueda soportarlo. De seguir así, lasmedicinasacabaránconmigoantesquelaenfermedad.
—Nosetratadequelamedicinaseafuerteofloja,sinodequesealaapropiada.Queelmédicotehayadichoquevanacambiartelamedicaciónnoquieredecirquelosefectossecundariosvayanasermásfuertes.
—Ya.Akisequedóreflexionandounosinstantesysuspirócomosinohubiesellegadoa
ningunaconclusión.—Ayeraúnteníaesperanzas.Pensabaque,alomejor,podríacurarme.Peroahora
tengolasensacióndequenisiquieravoyallegaramañana.Alsalirdelhospital,devueltaacasa,elpresentimientodequepodíaperderaAki
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seextendióporelinteriordemicabezacomounamanchadetintanegra.Depronto,sentí el impulso demarcharme a alguna parte. Lejos, a algún lugar donde pudieraolvidarlo todo. El camino que, pocosmeses atrás, solía recorrer con ella, ahora loestaba recorriendo solo. Y la premonición de que jamás volveríamos a recorrerlojuntoslasentícomounacertezainnegable.
Tal como era de esperar, la nueva medicación le provocó a Aki unos efectossecundarios muy fuertes. Cuando finalmente le remitieron las náuseas, siguió sinpoder comer, ahora a causa de una estomatitis. Y tuvo que recurrir de nuevo a lainstilaciónparaalimentarse.
—Yaestoyharta—musitó,comosihablaraconsigomisma.—¿Dequé?—Depreocuparme.Hedecididoaprenderdelosaborígenesaustralianos.Sitodas
lascosastienenunarazón,seguroquetambiénlatienequeyoestéenferma.—Unoseponeenfermoparavencerlaenfermedadyhacersemásfuerte.—Yabasta—ellacerrólosojosyrepitió—:Estoyharta.Deldolor,denopararde
pensar en la enfermedad.Megustaría irmecontigo aunpaísdondeno existiera laenfermedad.
Hablabadedeseosconunavozdondenoseapreciabaniunápicededeseo.—Alfinaldetodo,nosiremostúyyo—dije.Aki abrió los ojos ymemiró con aire interrogativo. Sus ojosme preguntaban:
«¿Adónde?».Ni yomismo lo sabía.Me había limitado a expresar en voz alta losdeseosquesentíadehuirdelarealidad.Sinembargo,encuantohubetraducidoestosdeseos enpalabras,me sentí atrapadopor ellas.Sentí que aquellaspalabrasque sehabíandeslizado,sinmás,demislabios,memostrabanelfuturocaminoaseguir.
—Te prometo que te sacaré de aquí—repetí—. Cuando ya no quede ningunaesperanza,loharé.
—¿Ycómo?—preguntóAkiconvozronca.—Yapensarélamanera.Yonovoyahacercomomiabuelo.—¿Tuabuelo?—Sí.Yonoacabarépidiéndoleaminietoquerobetuscenizas.Ensuspupilassereflejabalasombradeladuda.Paraborrarla,decidíconcretar
unpocomás:—IremosaAustralia—dije—.Nodejaréque temueras solaenun lugarcomo
éste.Ellabajólamiradayparecióreflexionar.Luegoalzólacabeza,memirófijamente
alosojosyasintióconunpequeñomovimientodecabeza.
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Akiseibadebilitandodíaadía.Habíaperdidocasitodoelcabello.Teníaelcuerpoentero cubierto por pequeñas equimosis lívidas. Lasmanos y los pies se le habíanabotargado. No había tiempo que perder. Empecé a pensar, en serio, en cómollevármelaaAustralia.Reuníinformación,estudiédiferentesopciones.Porsuerte,lospasaportesylosvisadosquenoshabíamossacadoparaelviajeescolarseguíansiendoválidos.Alprincipiopenséenunviajeorganizadoconunguíadelazona.Esoesloquemepareciómásseguro.Perolostrámiteseranmuycomplicadosynoeraposiblesalir de inmediato. Además, los menores de veinte años necesitaban presentar laautorizacióndealgúntutor.
El asunto de los billetes también me causó grandes quebraderos de cabeza.Viajando con un enfermo grave, una tarifa barata era demasiado arriesgada. Y elpreciodeunbilletenormalascendíaacuatrocientosmilyenesporpersona.Tambiéneraproblemáticofijareldíadesalida.Nohacefaltadecirquenopodíadirigirmealmédicodecabeceraypreguntárselo.YtampocopodíapredecircómoseencontraríaAkidurantelapróximasemana,olasiguiente.
—Quierosalirloantesposible—dijoAki—.Encuantodejelasinyeccionesyelgota a gota, se me irán las náuseas. Pero cada día estaré más débil. Quiero irmemientrasaúnmequedenfuerzas.
Despuésdecontrastarvariasopciones,decidíquelamásviableeraunaofertadelas líneas aéreas australianas. Salía por ciento ochenta mil yenes por persona. Y,pagando una pequeña comisión, podías cancelar el viaje hasta el últimomomento.DadoelestadodesaluddeAki,eraimposiblefijarconexactitudlafechadepartida.Y, en el caso de que tuviésemos que cancelar el viaje de improviso, nosreembolsarían el importe del billete. Así podríamos intentarlo en otra ocasión.Además,sepodíaconsultarporinternetsihabíaplazaslibres,conlocualsabíasdeinmediatosipodíasreservar.
Obviamente,elmayorproblemaeraeldinero.Alreservarlosbilletes, teníaqueadquirirlos.Yosóloteníaahorradosunoscienmilyenes,unacantidadatodaslucesinsuficiente.¿Cómopodíaconseguirelresto?Y,además,deundíaparaotro.Sólosemeocurrióunamanera.
—¿Quinientos mil yenes?—me preguntó mi abuelo abriendo unos ojos comoplatos.
—Porfavor.Telosdevolveréconloquegane.—Pero¿paraquénecesitastantodinero?—Nomelopreguntes,porfavor.Déjameeldinero.
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—Esonopuedeser.Mi abuelo llenó dos copas de burdeos y me alargó una. Luego, con tono de
complicidad,medijo:—Oye, Sakutarô, tú conocesmi secreto. Te he pedido que cumplas mi última
voluntad.Ytú,ahora,noquierescontarmeeltuyo.—Losiento,peronopuedodecirtenadamás.—¿Porqué?—Lamujerquequeríasyaestámuerta.Ysepuederevelarunsecretosobreuna
personaqueyahamuerto.Peronosobreunaqueestáviva.—Vamos,quesetratadeunasuntodefaldas.—¡Noesningúnasuntodefaldas!Encuantohubepronunciadoestaspalabras,serompióeldiquedecontenciónque
habíaestadoaguantandodurante tanto tiempoymisemocionessedesbordaron.Depronto,empecéasollozarmientrasmiabuelomemirabaatónito.Llorédurantelargotiempo.Cuandologréparar,bebíuntragodevino.Miabuelonomepreguntónadamás.Continuébebiendovinoensilencio.
En unmomento dado, me quedé dormido sobre el sofá. Al abrir los ojos, meencontrécubiertoconunamanta.Yaeranlasoncedelanoche.
—Hallamadotumadre—medijomiabueloalzandolosojosdellibroqueestabaleyendo—.Estabamuypreocupada.¿Tequedasadormirestanoche?
—No,mevoyacasa—respondíatontado—.Mañanatengoqueiraclase.Mi abuelo se me quedó mirando con aire meditabundo. Luego se levantó, se
dirigióasuhabitación,volvióconunacartilladeahorrosyladepositósobrelamesa.—LacontraseñaesNochebuena.—¿Micumpleaños?—Laverdad es que pensaba dártela después de que entraras en la universidad.
Perotodaslascosastienensumomento.Noséquépiensashacer,Sakutarô.Túnomelo quieres decir y yo lo acepto. Sólo quiero preguntarte una cosa. Si no lo hacesahora,¿creesquevasaarrepentirte?
Afirméconunmovimientodecabeza,sindecirnada.—Entonces,deacuerdo—dijomiabueloconresolución—.Cógela.Creoquehay
unmillóndeyenes.—¿Puedo?—Nohagasningunainsensatez—dijomiabuelo—.Piensaquenoestássolo.
Seguí reuniendo información sobre Australia. Leí guías, pregunté en agencias deviajes,enviéfaxacentrosturísticos.EsperéaqueestuviéramosasolasyleexpliquémisplanesaAki.
—Tengobilletesparaeldiecisietedediciembre—ledije.—¿Eldíademicumpleaños?
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—Sí.Hepensadoquenosdaríabuenasuerte.Ellasonrióymusitóconvozdébil:—Gracias.—Volamos de noche —proseguí—. Tenemos que largarnos del hospital al
anochecer.Alahoradelacenaeselmomentoideal.Aesahora,nocreoqueteseadifícilescaparte.Yluegocogeremosuntaxi,iremoscorriendoalaestacióny¡libres!
Akicerrólosojosyparecióestarrepresentándoselotododentrodesucabeza.—PasaremoslanocheenelaviónyllegaremosaCairnsporlamañanatemprano.
Descansaremosunpocoy,después,cogeremosunvuelonacionalhaciaAyersRock.Allí hay albergues y no nos saldrá muy caro. Y si no quieres volver, podemosquedarnosallíhastaquetúdigas.
—¡Oh!Ahoraparecequepodemosirdeverdad—dijoAkiabriendolosojos.—Esquevamosair.Teprometíquetellevaría,¿no?Saquédinerodelacartillaquemehabíadejadomiabueloycomprélosbilletesen
una agencia.También suscribí un segurodeviaje.Loqueme costómásde loqueesperabafueconseguirdólaresaustralianos.Pocosbancoslostenían.Seguroqueenel Australia-New Zealand Bank los hubiera conseguido con facilidad pero,desgraciadamente, en el lugar donde yo vivía no había ninguna sucursal. No mequedómás remedioque ir llamando,uno trasotro,a todos losbancosde laciudadhasta dar conunoque tratara condólares australianos, y fue allí donde adquirí loschequesdeviaje.
Por último, me quedaba una importante cuestión por resolver. Y era cómoconseguirelpasaportedeAki.
—Nopodemospedírseloatufamilia.Imposible,vamos.—Situvieseunhermanoounahermana,podríapedírseloaellos.Al igualqueyo,Aki erahijaúnica.Elpasaporte estabadentrodel cajónde su
escritorio.Apenaslotocaba,asíquedebíadeencontrarseallícontodaseguridad.Yohabía estado en su casa en varias ocasiones. Sólo con que pudiera introducirmedentro, no me costaría nada dar con él. Al principio contemplé la posibilidad deentrardeunamaneralegal,peronosemeocurrióningúnpretextoparairavisitarlos.
—Tendréquerobarlo—dije.—Sí.Noquedamásremedio.—Elproblemaescómopenetrarentucasa.—Espera.Voyahacerteunplano.Medibujóunesquemadelaplantadelacasaenuncuadernoymediounaserie
deinstruccionesparaperpetrarelrobo.—Medalasensacióndequeúltimamentenoparodehacergamberradas—dije
recordandomisandanzasdelosúltimostiempos.—Losiento—repusoellaconpesar.—Quierovolverprontoaserunchicodecente.
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Aldíasiguiente,despuésdevisitaraAki,estuveesperandoenlacafeteríadeenfrentedel hospital a que sus padres aparecieran por allí después del trabajo. Como lacafeteríaestabaenunaprimeraplantaquedabaalacalle,sentadojuntoalaventanapodía ver sin dificultad el aparcamiento del hospital.Conocía el coche y no podíapasársemeporalto.Llevabaacechandoalrededordeunahoracuandoelcochecruzólaentradaprincipalyentróenelaparcamiento.Faltabapocoparalassietedelatarde.Trascomprobarquehabíandescendidodelvehículo,salídelacafetería.
Montéenbicicletaymedirigía todaprisaacasadeAki.Vivíaenunaantiguacasademaderadelaépocadesusabuelosdonde,despuésdebajarunaescaleradepeldaños rechinantes que nacía tras el biombo del recibidor, te encontrabas con suhabitación,frentealestanque.Entrandopor lafachadaprincipal,parecíaestarenelsubterráneo, pero, almirarladesde el jardín, estaba en laplantabaja.Debido a losdesniveles del terreno, la casa tenía una estructura un tanto complicada y sucedíanesascosas.LarutadeaccesoquehabíaideadoAkicontemplabapenetrareneljardínporelsetodedetrásdelacasayforzarlapuertadeuncobertizoquehabíaalladodelestanque. Dentro del cobertizo, oculta tras una cómoda, estaba la entrada a unpasadizo.Sóloteníaqueapartarlacómodayseguirloparadesembocarenelinteriorde un trastero del edificio principal. Y este trastero estaba justo detrás de lahabitacióndeAki.
Lasbisagrasdelapuertadelcobertizoestabanflojasymefuemuyfácilforzarlapuerta.Movílaviejacómodacomopude.Avancésorteandolosobstáculos,talcomomehabíaenseñadoAki,yprontomeencontréanteunafamiliarpuertacorredizadepapel.Lapuertadesuhabitación.Laabríconcuidado.Elcuartoestabasumidoenlaoscuridady,juntoconunligerotufilloamoho,mellegóunolordedulcerecuerdo.Encendílalinternayregistréelescritorio.Enseguidaencontréelpasaporte.Alcerrarel cajón,mis ojos se posaron en una pequeña piedra que había sobre lamesa. Laapretéentremisdedoshastaquelapalmademimanoseacostumbróasufríotacto.¿HacíaAkiavecesaquelmismogesto?
Alentreabrirlascortinas,emergióelestanqueenlaoscuridaddelanoche.Estabailuminadoporlaluzdeunfluorescente,habíamuchascarpasdecoloresnadandoensu interior. Yo había estado con Aki, de pie ante esa ventana, contemplando elestanque. Habíamos estado mirando sin decir nada cómo las carpas nadabanpausadamente.Trascerrar laventana, recorrídenuevo lahabitacióncon lamirada.Enelladoopuestoestabaelarmario.Akimehabíadichoqueenelprimercajónseencontrabasulibretadelbanco.Todoeldineroqueellahabíaahorradoparaelviajeescolardebíadepermanecerallí,intacto.Sinembargo,envezdeéste,abríotrocajón.DentroaparecieronlasblusasycamisetasdeAki,dobladasconesmero.Cogíuna.Alacercarlaamirostro,percibí,mezcladoconeldeljabón,eltenueolordeAki.
Eltiempohabíapasado.Medijequeteníaqueirme,peromicuerpoeraincapazdemoverse. Quería permanecer allí para siempre. Tomando enmimano, uno trasotro, todos los objetos que había en la habitación, acercándomelos a la mejilla,
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oliendo su fragancia. El débil aroma deAki que permanecía en ellos removió losrescoldosdeltiempo.Poruninstante,meencontréatrapadodentrodeunremolinoderadiantealegría.Undulcegozocapazdehacervibrarcadaunodelosplieguesdeunpequeño corazón. Experimenté de nuevo la alegría de la primera vez que unimosnuestros labios, el gozo de la primera vez que nos abrazamos. Sin embargo, uninstantedespués, aquel remolinobrillante fueabsorbido sinun sonidoporelnegroabismoyyomequedéinmóvil,llenodedesconcierto,enmediodelcuartooscuroconuna prenda de Aki en la mano. Había perdido la noción del tiempo. Tuve laalucinacióndequeyahabíaperdidoaAkiydeque,enaquellosmomentos,estabaenlahabitaciónmirandoloqueellahabíadejadotrasdesí.Eraunailusiónmuyextraña,terriblemente vívida. Como si estuviera recordando el futuro. Sentía que ya habíapresenciadoaquelcuadroconanterioridad.ParaahuyentarelolordeAki,quehabíapenetradoenelinteriordecadaunademiscélulas,finalmentesalídelahabitación.
LedijeaAkiquehabíalogradohacermeconsupasaporte.—Ahorasólonosquedamarcharnos—dijoellaconcalma.—Ya lo tengo casi todo listo. Sólo me falta comprar algunas cosas, hacer el
equipajey¡yaestá!—Tehecausadomuchasmolestias,Saku-chan.—Nodigascosasraras.—A veces, pienso cosas raras —prosiguió Aki, sumida en sus reflexiones—.
Comoquenoestoyenfermadeverdad.Sí,yaséqueloestoy,pero¿sabes?Inclusocuandoduermo,piensoentiy,comomedalaimpresióndequeestamosjuntos,puesnomeparecequeestéenferma.
Metraguéelnudoquesemehizoenlagarganta.—Ymiraqueelotrodíadecíasquenopodíascomerynoparabasdelamentarte.—Es verdad—dijo ella con una risita—.Ahorame sientomuy rara. Tengo la
cabeza llena de la enfermedad, pero soy incapaz de pensar en ella de unamaneranormal. Tengo muchas ganas de huir y, sin embargo, ya no sé de lo que estoyhuyendo.
—Novamosahuir,nosvamosair.—Sí —asintió ella, y cerró los ojos—. Últimamente sueño mucho contigo,
¿sabes?¿Tútambiénsueñasconmigo?—Tetengodelantetodoslosdías,nomehaceningunafaltasoñarcontigo.Akiabrió losojosen silencio.Nohabíaenellos sombrademiedoo inquietud.
Sólo rebosaban paz, como las aguas de un lago oculto en las profundidades de unespesobosque.Y,conidénticaserenidad,mepreguntó:
—¿Ysidejarasdetenermedelante?No respondí. No podía. Esta posibilidad estaba fuera de los límites de mi
imaginación.
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Lacenaesalasseisdelatardeylasvisitasdebenabandonarelhospitalantesdeestahora. Poco antes de las seis, dejan los carritos de la comida en los pasillos. Lospacientescogenunabandejaycenanensuhabitación.Hayquienessesirventé,entazasotermos,delateteradelasaladeestar.Akivaaaprovecharlaconfusióndelmomentoparahuir.
Despuésdevisitar aAki, salgodelhospitaly la esperoenelprimerpisode lacafetería de enfrente. Aki no tarda en cruzar el vestíbulo de la entrada principal,confundida con losvisitantesque regresana sus casas.Seha echadouna chaquetasobre los hombros encima del pijama y, en la cabeza, lleva el gorrito de lana desiempre. Salgo de la cafetería y paro un taxi que pasa por allí en aquel precisoinstante.Ledoyladirecciónaltaxista,quenosmiraconrecelo.
—¿Haidobien?—Hefingidoqueibaallamarporteléfonoymeheido.—¿Ycómoteencuentras?—Noestoyenmimejormomento,perobien.Habíadejadoelequipajeenlastaquillasdelaestación.Unamaletagrandeydos
máspequeñasparasubirabordo.TambiénhabíaunabolsadepapelconunamudaparaAki.Comonomehabíacabidotodoenunasolataquilla,lohabíametidoendos.Alsacarlo,formabanunequipajedeunvolumenconsiderable.
—Primero,quítateeso—dijemirandoaAki, todavíaenpijama—.Aquídentrotienesunpocodetodo,cámbiate.
—¿Hascogidomiropa,Saku-chan?—Mellevéunablusayunacamisetadetuhabitación.Tambiénhayunostejanos
yunacazadoramíos.Aunquequizátevayanunpocograndes.Pocodespués,Akisaliódeloslavaboscompletamentevestida.—Notequedamal—dije.—Hueleati,Saku-chan—dijoacercándoselamangadelacazadoraalanariz.—Puede que tengas un poco de frío, ten paciencia hasta que subamos al tren.
PiensaqueenAustraliaestánaprincipiosdeverano.Yahabíaadquiridolosbilletes.Aundespuésdehaberlospasadoporlamáquinay
dehaberentradoenlazonadelosandenes,mesentíterriblementeinquietohastaquellegóeltren.TeníalasensacióndequelospadresdeAkiibanaaparecer,corriendo,de unmomento a otro. Ya dentro del tren, cuando tomamos asiento en un par deplazaslibres,mesentícomosihubierarealizadountrabajoímprobo.
—Escomosiestuvierasoñando.
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Saquédelacajaelpastelquelehabíacompradomientrasesperabaaquesalieradelhospital.Aunquepequeña,eraunatartadecorada.
—¿Esparamí?—Tambiéntengolasvelas.Lagordavalepordiez.Deposité el pastel sobre sus rodillas y puse las velitas correspondientes a los
diecisieteaños.Lamásgruesa,enelcentro.Lasotrassiete,asualrededor.—Haquedadollenodeagujeros—dije.Aki sonreía sin decir nada. Encendí las velitas con unmechero desechable.Al
notarelolor,lospasajerosmáspróximosnosdirigieronunamiradadedesconfianza.—¡Felizcumpleaños!—Gracias.Laluzdelasvelassereflejabaenlaventanillanegra.—¡Va!Sopla.Akialzóelpastelhastaponérseloalaalturadelacara,fruncióloslabiosysopló
unavez,otrayotra,hastaquelogró,finalmente,apagarlasochovelitas.Estesimpleesfuerzoparecíahaberlaagotado.
—Notenemoscuchillo.Tendremosquecomérnoslotalcual.Le di una cuchara de plástico transparente. La que ella siempre usaba para
comerseelflan.Yomecomílamitaddelpastel,empezandoporlapunta,Akiapenaspudotragarelpequeñopedazoquesellevóalaboca.
—¡Quéraro!—¿Qué?—QuetellamesAkihabiendonacidoeldiecisietedediciembre.Unpocoporlos
pelos,¿nocrees?Ellamemirócomosinocomprendieraloqueleestabadiciendo.Proseguí:—QuierodecirquetendríasquellamarteFuyukooFuyumi[17].—NomedigasquepiensasqueminombreeselAkidelaestacióndelaño.Intercambiamosunamirada.—¡Oh,no!—exclamóatónita—.Nomedigasquehasestadoequivocadodurante
todoestetiempo.—¿Equivocado?—MiAkivienede«hakuaki»[18]—meexplicóella—.Porqueeslaerageológica
enlaquesurgieronunmontóndeanimalesyplantasnuevos.Como,porejemplo,losdinosauriosoloshelechos.YamímepusieronAkideseandoquemividafueratanprósperacomoladeellos.
—¿Tanprósperacomoladelosdinosaurios?—¿Deverdadnolosabías?—PensabaqueeraelAkideprimavera-verano-otoño-invierno.—¿Nuncahabíasvistominombreescritoenlalistadelaclase?—Laprimeravezquetevi,pensé:«Otoño,¡quéhambre!».—Yaveoqueestabasmuyconvencido—dijoellariendo—.Peronoimporta.Si
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es eso lo que pensabas, pues no pasa nada. Para nosotros seguirá siendo así. Mesientocomosifueraotrapersona,peroesigual.
Caminodelaeropuerto,eltrensedetuvoenvariasciudades.Nohabíamontadoentren juntoaAkidesdemayo,cuandohabíamos idoalzoológico.Aquelviajehabíatenidoundestino.Éstetambiénlotenía,cierto.PeroyoignorabasiestelugarexistíaenlasuperficiedelaTierraono.
—Acabodedarmecuentadealgomuyimportante.—¿Qué pasa ahora? —dijo ella, que había estado mirando por la ventanilla,
volviéndosehaciamíconexpresióndecansancio.—Tucumpleañoseseldiecisietedediciembre.—Yeltuyoeselveinticuatrodediciembre.—Esdecirque,desdequenací,nohahabidounsolosegundoenquetúnohayas
estadoenestemundo.—Sí,esoparece.—Nacíenunmundoenelquetúyaestabas.Ellafrunciólascejasconairedeapuro.—Amímeestotalmentedesconocidounmundoenelquetúnoestés.Nisiquiera
sésiexisteono.—Notepreocupes.Aunqueyodesaparezca,elmundoseguiráexistiendo.—¿Ycómolosabes?Miréhaciafuera.Estabatanoscuroquenoseveíanada.Elpasteldepositadoen
lamesitadelosasientossereflejabaenelnegrocristaldelaventanilla.—¿Saku-chan?—Noteníaquehaberescritoaquellapostal—dije,comosiquisieraahuyentarsu
voz—.Todohasidoculpamía.Yohicecaerladesgraciasobreti.—Meentristecequedigasesascosas.—Tambiényoestoytriste.Volvíadirigirlosojoshacialaventanillanegra.Noseveíanada.Nielpasadoni
elpresente…Sóloelpastelamediocomercomounsueñomalogrado.—Esperabaaquetúnacieras—dijoAki,pocodespués,convozreposada—.Te
estabaesperando,sola,enunmundoenelquetúnoestabas.—Sólounasemana.¿Ycuántotiempocreesquetendréqueviviryoenunmundo
sinti?—¿Creesqueladuracióndeltiempoesunproblema?—dijoellaentonoadulto
—.Eltiempoqueheestadocontigohasidocorto,peromuy,muyfeliz.Tanfelizquenopodíaserlomás.Seguroquehesidomásfelizquenadieenestemundo.Inclusoenestosmomentos…Conesobasta.Unavezhablamosdeeso,¿teacuerdas?Dequeloquehay,aquíyahora,seguiráexistiendoeternamente.
Lancéunhondosuspiro.—Teconformasconmuypoco,Aki—dije.—No, qué va. Pido muchísimo—respondió—. Lo que pasa es que no quiero
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perderesafelicidad.Tengolaintencióndellevármelaconmigo,vayaadóndevaya,yparasiempre.
Laestaciónestabalejosdelaeropuerto.Habíaserviciodeautobusespero,comoeltiempoapremiaba,cogimosuntaxi.Elvehículocirculóporunacalleoscuratrasotra.Elaeropuertoestabaenunbarrioapartadodelcentro,juntoalmar.Losrecuerdosquehabíamoscreadoentrelosdosparecíanirquedandoatrás,sinmás,alotroladodelaventanilla. Corriendo hacia el futuro de esta forma, no podíamos encontrar unaesperanza ante lo que todavía estaba por venir. Al contrario, cuanto más nosacercábamos al aeropuerto, mayor era mi desesperación. Ésta era lo único queaumentaba.¿Adóndehabíaidoapararlaalegríadelpasado?¿Porquéeraahoratodotanamargo?Tantoquemecostabacreerqueesaamargurapudieraserreal.
—Saku-chan, ¿tienes un pañuelo de papel? —preguntó Aki presionándose lanarizconlamano.
—¿Quétepasa?—Mesangralanariz.Rebusquéenmisbolsillosysaquéunpaquetedepañuelosdepapel,propaganda
deunaempresadefinanciación,quemehabíandadoporlacalle.—¿Estásbien?—Sí,seguroquepararáenseguida.Sin embargo, cuando nos apeamos del taxi, la hemorragia aún no se había
detenido. El pañuelo había quedado reblandecido, totalmente empapado en sangre.Saquéunatoalladelamaleta.Akisesentóenunsofádelvestíbulo,presionándoselatoallacontralanariz.
—¿Nos volvemos?—le pregunté atemorizado—.Todavía estamos a tiempo decancelarelviaje.
—Llévame—rogóAkiconvozdébil,casiimperceptible.—Notenemosporquéirahoraalafuerza.Aúnpodemosaplazarelviaje.—Sinovoyahora,yanopodréirnunca.Estabamuypálida.Mesentíterriblementeinquietopensandoenlaposibilidadde
que, si embarcábamos en aquellas circunstancias, su estado empeorara en plenovuelo.
—Esmejorquenosquedemos.—Porfavor.Aki me cogió la mano. La suya estaba abotargada, cubierta de manchas de
equimosisdecolorpúrpura.Lashuellasdemisdedoshabíanquedadograbadasensupiel.
—Deacuerdo.Entonces,mevoyafacturarelequipaje.Espérameaquísentada.—Gracias.Empecéaandarendirecciónalmostradordelacompañíaaérea.Meiríaconella,
pasara loquepasase.Yanoteníamiedo.Ningúnfuturoseabríaantenuestrosojos.Sóloelpresente,extendiéndosehastaelinfinito.
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Yentoncesoíunruidoamisespaldas.Ungolpesimilaralquehaceunamaletaalcaerse.Alvolverme,viaAkienelsuelo,alospiesdelsofá.
—¡Aki!Lleguécorriendo.Yahabíaempezadoaformarseuncorroasualrededor.Teníala
nariz y la boca teñidas del color rojo de la sangre. La llamé, pero no respondió.«Demasiado tarde»,pensé.Demasiado tardepara todo.Paracasarmeconella,paratenerhijosjuntos.Demasiadotarde,incluso,ypormuypoco,parahacerrealidadelúltimo,humildesueñoquelequedaba.
—¡Ayúdenla! —dije dirigiéndome a quienes nos rodeaban—. ¡Por favor,ayúdenla!
Seacercóunencargadodelaeropuerto.Porlovisto,alguienhabíallamadoaunaambulancia. Pero ¿adónde pretendían llevarla? No había ningún lugar adóndepudiéramosir.Nosotrospermaneceríamosancladosallíeternamente.
—Porfavor,ayúdenla.Mivozsefueapagando,pocoapoco,hastaque,finalmente,mevolvíhaciaAki,
inconsciente en el suelo, y continué susurrándole las mismas palabras. Yo no medirigíaaAki,nitampocoaquienesmerodeaban.Imploraba,unayotravez,aunentesuperior,elúnicoquepodíaatendermisplegarias.«Ayúdala,porfavor.SalvaaAki,por favor. Ayúdanos. Sácanos de aquí…». Pero mi voz no le llegó. Nosotros nofuimosaningunaparte.Sólolanocheprosiguiósucamino.
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Demadrugada, lospadresdeAki,y tambiénmipadre, llegaronalhospital adondehabíanllevadoaAki.Sumadre,cuandomevio,volviólacarayempezóasollozar.Mientrasabrazabaasuesposa,elpadredeAkimemiróporencimadelhombrodeellaymedirigióunpequeñogestodeasentimiento.LospadresdeAkiescucharonenelpasillolasexplicacionesdeldoctory,luego,entraronenlahabitación.Mipadre,altomarasientoenelsofádondeestabayosentado,posósumanosobremihombrosindecirnada.
Transcurrióun tiempoopresivo.Enunmomentodado,mipadremeofrecióunvasodecartónllenodecafé.
—Estámuycaliente—dijo.Sin embargo, yo no podía notar el calor. Sostuve prudentemente el vaso en la
mano hasta que el café se enfrió. Porque, si no, me hubiera abrasado la boca sindarmecuenta.
Media hora después, los padres de Aki salieron de la habitación. Su madre,presionándoseelpañuelocontralosojos,medijoconvozlacrimosa:
—Veconella.Siguiendolas indicacionesde laenfermera,mepuseropaaséptica,elgorro, los
guantes.Akiestabaenunahabitaciónaislada.Llevabalaagujadelainstilaciónenunbrazo y la máscara de oxígeno. Cuando le tomé la mano libre, abrió los ojos ensilencio.Estábamossolosenlahabitación.
—Tenemosquedespedirnos—dijoella—.Peronoestéstriste.Sacudílacabezacondesmayo.—Dejandoapartequemicuerpoyanoestaráaquí,nohayporquéestartriste—
prosiguiótrashacerunapausa—.Ysí,¿sabes?Medalasensacióndequeelparaísosíexiste.Empiezoasentirmecomosiestoyalofuera.
—Vendréenseguida—logrédecirle,alfin.—Teespero—Akiesbozóuna sonrisa fugaz—.Nohace faltaque tedesprisa.
Aunquenoestéaquí,yosiempreestarécontigo.—Yalosé.—Encuéntrameotravez,¿vale?—Teencontraréenseguida.Surespiraciónsehizodificultosa.Pocodespuéslogróacompasarla.—Sí,vale—dijo—.Porqueyoséadóndevoy.—Túnovasaningunaparte.—Yalosé—dijocerrandolosojosenungestodeasentimiento—.Esoesloque
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queríadecirte.Queyalosabía.Akiparecióiralejándosepocoapoco.Suvoz,laexpresióndesurostro,lamano
queyoteníaentrelasmías.—¿Teacuerdasdeaqueldía,enverano?—dijoellacomosifueranlosrescoldos
deunasbrasasavivadosporunsoplodeaire—.Enaquellabarcapequeña,flotandoenelmar…
—Lorecuerdo.Aki ibaadeciralgo,pero laspalabrasno llegaronasalirdesus labiosyyono
pude oírlas. «Se ha ido», pensé. «Se ha ido dejando sólo unos recuerdos como unmurodecristalqueseyergue».
Elmarazulísimodelveranoseextendíaporelinteriordemicabeza,ocupándolapor entero. Lo abarcaba todo. No faltaba nada. Lo tenía todo. Pero, sin embargo,cuando intentaba tocar su recuerdo,mimano se teñía del color rojo de la sangre.Quería seguir flotando hasta la eternidad. Deseaba que Aki y yo, juntos, nosconvirtiéramosenundestellodeestemar.
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Entrelaniebla,surgióelpiedelembarcadero.Seoíaelrumordelaspequeñasolaslamiendolaspiedrasdelaorilla.Enlacolinadeatráscantabanlospájarossilvestres.Nodeunsolotipo,sinodevariostiposjuntos.
—¿Quéhoraes?—mepreguntóAkidesdelacama.—Las siete ymedia—le respondímirando el reloj—.Hay un poco de niebla,
peroenseguidadespejará.Parecequehoyvolveráahacercalor.Bajamosconlasbolsasacuestas,noslavamoslacaraenlacisterna.Tomamosun
sencillo desayuno compuesto de pan y zumode frutas. Faltaban todavía tres horasparaqueÔkivinieraabuscarnos.Hastaque llegara,decidimosdarunpaseopor laplaya.
Graciasalalluvia,lamañanaerafrescaparalaestacióndelaño.Elcaminoqueconducíaalaplayaestabapavimentadodecemento.Sehabíanabiertogrietas,aquíyallá, por donde asomaban unos hierbajos cortos.Éstos aún estabanmojados por lalluvia de la noche anterior. Vagamos por la orilla sin charlar apenas. Las telas dearañadelascasetasdelaplayaestabanllenasdeaguaquebrillabasuavementealsol.
Mientrasíbamosandandoporlaplaya,Akirecogióunapiedrapequeña.—Mira,tienecaradegato.—¿Aver?—Aquíestánlasorejas,estoeslaboca.—¡Anda,esverdad!¿Telallevarás?—Sí,comorecuerdodehabervenidoaquíjuntos.Estábamos sentados en el embarcadero contemplando elmar cuando, a la hora
fijada,llególabarcadeÔki.—¡Ostras!Losiento,chicos.Peroesquemimadreseencontrabamaly…—fue
loprimeroquedijosólolanzarlaamarra.—Déjalocorrer.—¿Qué?ÔkimiróhaciaAkiconrecelo.Ellaseruborizóunpocoybajólosojos.—Vamos—dijeyo.Enelcielodelestehabíaaparecidoungigantescocúmulo.Supartesuperior,lisa
yredonda,brillabacomounaperlabañadaporlaluzdelsol.Ôkimanejabaelmotoryelboteavanzabaabuenritmo.Amanoizquierda,seveían losbaños.Ytambién lanoria y lamontaña rusa del parque de atracciones. La colina, lavada por la lluvia,lucía un brillante e intenso color verde bajo los rayos del sol del verano. Apenashabía olas, el mar estaba en calma. En la superficie del agua flotaban muchas
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medusas.Labarcaavanzabaabriéndosepasoentrelalegióndemedusasporlapartedeproa.
—¿Oíseso?—preguntóAki.Elboteestabaenelextremonortedelaisla.Unaenormerocaseadentrabaenel
mary,asualrededor,asomabanunospeñascosnegrosypuntiagudos.Agucéeloído,peronooínada.
—¡Paraelmotorunmomento!—legritéaÔki.—¿Qué?—repusoÔkiaflojandolaválvulareguladora.Cuandocesólatrepidacióndelmotor,empezóaoírseungravegemido.¡Uuoo!
¡Uuoo! ¡Uuoo!, ululaba, en el mismo tono, a intervalos regulares. Era un sonidolúgubreamásnopoder,queyojamáshabíaoídoantes.
—¿Quéseráeso?—dijoAki.—Sonlasgrutas—respondióÔki—.Haygrutasenesteextremodelaisla.Ôki hizo girar la válvula reguladora y el bote arrancó. Sin embargo, pronto
pudimosoírcómoempezabanabajarlasrevolucionesdelmotor.Pocodespués,conun¡puf!,¡puf!,¡puf!,sedetuvoporcompleto.Ôkitiródelcordónquesalíadelmotorfuerabordaeintentóquevolvieraaponerseenmarcha.Pero,pormásquelointentó,sólologróarrancarlealmotoruninsípidopr-r-r-r-r,sinlograrponerloenmarcha.
—Yotirodelcordónytúmanténlasmanosenelmotor.Plantadofirmementesobremispiesenel fondode labarca, tirédelcordóndel
fueraborda.Trasrepetirlounascuantasveces,elmotorhizounpurrun-run-run…ypareció que, finalmente, iba a ponerse en marcha. Pero cuando Ôki hizo girar laválvulareguladoraparaaumentarlasrevoluciones,elmotorhizopurrun-run…run…run…yvolvióapararse.
—Nada,imposible—dijoÔki.—Losiento.Hasidoporquehedichounatontería.—Noesculpatuya,Hirose.—¡Claro!Podemospedirayudaporradio—dije.—Estabarcanuncahatenidoradio—dijoÔkiconbrusquedad.La barca iba a la deriva, arrastrada poco a poco por la corriente. Yumejima
aparecía,ahora,muypequeñaenladistancia.Ôkiyyocogimosundestornilladordela caja deherramientas y sacamos la tapadelmotor fuera borda, peronopudimosdescubrirdóndeestabalaavería.
—Puesnoparecequelepasenada—dijoÔkiladeandolacabeza.—¿Nosehabráquedadosincombustible?—No,todavíahay.—¿Yquévamosahacerahora?—dijoAkiconcaradesusto.—Seguroqueprontopasaráalgunabarcaporaquí—dijoÔkiparatranquilizarla.Pasadomediodía,llovió.Alzamosnuestrosrostrosalcieloparaquelosbañarala
lluvia.Prontodejóde lloveryvolvióabrillarel sol.Noseveíaninguna islaen ladirecciónenlaqueíbamos.
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—Asímirado,elmarpareceredondo—dijoAkimirando,conlabarbillaapoyadaenuncostadodelabarcaylosojosentrecerrados,lalíneadelhorizontedelampliomar.
—¡Puesclaro!ComoquelaTierraesredonda—dijeyo.—Esredonda,perosedice«horizonte».¡Quéraro!,¿no?—¡Ytanto!—SeguroqueelnombreprovienedelaépocaenquelagentecreíaquelaTierra
era plana como una bandeja y que las aguas de los océanos iban cayendo por susextremoscomosifueranunacascada.
Porunosinstantes,nosquedamosmirandoelhorizontecegador.Pocodespués,Ôkigritó:«¡Unbarco!».Alvolvernos,vimosunabarcadepesca
queseacercaba.Nospusimosenpieyempezamosaagitarconfuerzalosbrazosensudirección.Labarcasiguióaproximándosemientrasaminorabalavelocidad.Llegóhastaunoscincometrosdedistancia.
—¿Erestú,Ryûnosuke?—lepreguntóaÔkiunpescadordeedad.—¿Esunconocido?—preguntéenvozbaja.—Unvecino.ElseñorHotta.Ôkileexplicóalpatróndelabarcaloquehabíaocurrido.Luegoatóalaproade
nuestrobotelacuerdaqueelseñorHottalelanzó.Aremolquedelabarcadepesca,nuestroboteempezóaavanzar.
—¡Salvados!—dijoÔkiconalivio.—¡Mira!—exclamóAki.Al mirar hacia donde ella señalaba, vi un gran arco iris en la linde entre los
nubarrones y el cielo azul. Sus colores perdían intensidad y se difuminaban en laparteinferior,ynolograbaformarunarcoperfecto.Permanecíunosinstantesconlosojos clavados en aquel arco iris. Contemplándolo, me di cuenta de que todos loscoloressedividíanensutilestonalidadesydeque,entreelrojoyelamarillo,yentreel azulyelverde, semezclaban infinitasgradacionesdecolor.Laságilesuñasdelviento habían raspado aquellas gradaciones, como si fueran la piel de una espaldatostadaafinalesdelverano,y la luzdelsol lashabíadisueltoenelaire.Yelcielobrillabacomosihubieranesparcidoporélincontablespedacitosdecristal.
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CapítuloIV
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1
El funeral deAki se celebróundía frío de finales de diciembre.Desde lamañanatemprano,unosnubarronesgrisesybajoscubrieronelcieloyelsolnoasomóniuninstante.A la ceremonia acudieronmuchos profesores y alumnos del instituto.MeacordédecuandohabíamuertolaprofesoradeAki,durantelasNavidadesdetercerode secundaria. En aquella ocasión, Aki había leído el discurso fúnebre. Hacía dosaños exactos. Era incapaz de tener una conciencia clara de lo que representabanaquellosdosaños.Nomeparecíanni largosnicortos.Habíaperdido lanocióndeltiempo.
Mientras un representante de los alumnos leía el discurso fúnebre, empezó agranizar con gran violencia. Por un momento se levantó un murmullo dentro delrecinto,peroeldiscursofueleídohastaelfinal.Casitodaslaschicaslloraban.Pocodespuésempezólaofrendadelincienso.Conformealospreceptos,queméelinciensoyunílaspalmasdelasmanosfrentealaltar.Allevantarlamirada,meencontréconuna fotografía de Aki ante los ojos. Aki aparecía en ella como una intachable,hermosajovencita.AquellaAkinoseparecíaennadaa laAkireal.Almenos,a laAkiqueyotanbienconocía.
Lamayor parte de los asistentes al funeral despidieron el cortejo fúnebre en laentrada del templo, pero amíme permitieron seguirlo hasta el crematorio.Monté,juntoconlosfamiliaresdeAki,enunmicrobúsdelaempresafunerariaymarchamosamuypocavelocidaddetrásdelcochefúnebre,queibaencabeza.Devezencuandocaía aguanieve, y siempre que esto ocurría el conductor ponía en marcha ellimpiaparabrisas.Elcrematorioestabaentrelasmontañas,enunazonaapartadadelaciudad. El vehículo ascendió por un solitario sendero de montaña flanqueado porcedros.Pasamospordelantedeunlugardondeseapilabanunmontóndecarroceríasde coches desguazados. También dejamos atrás una granja de pollos. Pensévagamente en Aki, a quien llevaban a un paraje tan desolado como aquél paraquemarlayconvertirlaencenizas.
Sólo recordaba la Aki de cuando estaba bien. En otoño del primer año deinstituto,cuando,unatardecer, laacompañéhastasucasa.Elpelo lecaíasobre loshombros,haciendoresaltarlablancuradelablusa.Recordabanuestrasdossombrasproyectándosesobreelmurodecemento.Yaquelotrodía,enverano.Larecordabaflotandobocaarriba,amilado,enelmar.Suspárpadoscerradosconfuerzaalsol,lacabellera desparramándose por la superficie del agua, la pálida piel de su gargantabrillandoalsolporefectodelagua…Alpensarqueestecuerpoibaaserquemadoyconvertido en ceniza, sentí undesasosiego atroz.Abrí la ventanilla delmicrobúsy
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expusemirostroalairefrío.Algoquenollegabaasernieve,peroquetampocoeralluvia, me azotó la cara y se fundió. Por ella hubiese querido hacer eso. Por ellahubiesequeridohaceraquello.Sóloacudíanamimente,unotrasotro,pensamientosdeestetipo,ydespuésseibanborrandocomoelaguanievequemeazotabalacara.
Mientrasseincinerabaelcadáver,sirvieronsakealosadultos.Diunavuelta,yosolo,porlosalrededoresdeledificio.Lapendientedelamontañallegabahastaallí.Crecían en ella unos hierbajos de colormarrón. Encontré una especie de basurerodondehabíanarrojadounascenizasnegruzcas.Enlosalrededoresreinabaunsilencioprofundoynoseoíanvoces,nitampocoelcantodelospájaros.Alaguzareloído,percibí, apagado, el zumbido del horno donde estaban incinerando a Aki. Alcésobresaltadolosojosalcielo.Allíseerguíaunachimeneade ladrillorojoy,porsubocacuadrada,tiznadadenegro,sealzabaunacolumnadehumo.
Eraunasensaciónextraña.Vercómoasciendeensilenciohaciaelcieloelhumodel cuerpo quemado de la persona quemás quieres en elmundo. Permanecí largotiempoinmóvilenaquellugar,siguiendoconlamiradalosavataresdelacolumnadehumo. El humo siguió alzándose hacia el cielo, a veces negro, después blanco. Ycuandolosúltimosjironessefundieronconlasnubesgrisesyelhumodejódeverse,sentíunterriblevacíoenmicorazón.
Empezóunnuevoaño,yelañoqueyohabíavividojuntoaAkifuearrancadojuntocon la última hoja del calendario viejo. Pasé la primera semana del año viendo latelevisiónen lasaladeestar.Apenassalí.NisiquieravisitéelsantuariosintoístaeldíadeAñoNuevo.En la televisión, losartistas, con susmejoresgalas, cantabanybromeaban.Noconocíanisuscarasnisusnombres.Y,apesardequeerauntelevisorencolor,enlapantallanoaparecíacoloralguno.Veíacomounaamorfamasablancay negra a aquella legión de famosos que hablaban animadamente o se reían acarcajadas.Y, junto con su silencio bullicioso, pronto acababan fundiéndose en unpaisajedesconocido.
Vivir lavidacotidiana,día trasdía,eraunsuicidiodelalmayunaresurrecciónperpetuas.Cadanoche,antesdedormir,deseabanovolveradespertarme.Almenos,novolveradespertarmeenunmundosinAki.Y,sinembargo,al llegarlamañana,abríalosojosenunmundovacío,helado,dondeellanoestaba.Yvolvíaaresucitarcomo unCristo sin esperanza. Empezar un nuevo día, comer, hablar con la gente,abrirelparaguascuandollovía,secarselaropamojada.Nadateníasentido.Eracomoarrancarlesunasnotasdisparatadasalasteclasdeunpianoquepulsasalbuentuntún.
Noche tras noche, tenía el mismo sueño. Aki y yo estábamos en un bote,flotábamosenundulcemarencalma.Ellamehablabadelhorizonte.«Seguroqueelnombrevienedelaépocaenquesecreíaqueelmareraplanocomounabandejayqueelaguaibacayendoporsusextremoscomosifueraunacascada».Yoreplicaba:«Aunqueexistieraesacascada,estaríatanlejosqueseríaimposiblellegarenbarca.
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Asíqueescomosinoexistiera».Apenasacababadedecirestaspalabrascuandomedabalavueltayveíacómo,aescasosmetros,elmarsevaciabaenlanadaeingentescantidadesdeaguaeranabsorbidas,conunafuriasalvaje,sinunsonido.
Empujando aAki antemí, yome zambullía en elmar y empezaba a nadar endirección opuesta a la cascada. El mar, que tan apacible había parecido desde labarca, fluía ahora con una energía indómita hacia la cascada. Nadábamos,debatiéndonos con fuerza, contra la corriente, agitando brazos y piernas. En ciertomomento, sentía cómo la succión del agua se aflojaba y entonces comprendía quehabía logradoescaparalpoderde lacorriente.Sinembargo,aldirigir lavistaamilado,descubríaqueAkinoestaba.
Entoncesoíaungrito.Alvolverme,veíaaAki,apuntodeserengullidapor lacascada. Zarandeado por la fuerte corriente, su cuerpo rodaba como una peonza.Llorando,Akibatíaconambasmanoslasuperficiedelagua.Asusespaldas,elmariba despeñándose sin un sonido. El hecho de que la escena fuera completamentemuda hacía que el mar pareciera aún más cruel. Yo empezaba a retrocederapresuradamente. Pero ya era demasiado tarde. Sabía que era demasiado tarde.«Siemprellegodemasiadotarde»,medecíayomientrasnadaba.
LavozdeAkime llegabaahoradesde lejos.Yoempezabaagritar.La llamabaunaveztrasotra.Perolasmanos,lacara,elpelodeAkiesparcidoporlasuperficiedelagua,todoestabasiendoyasuccionadoporlacorriente.Ysusojos,queseabríanconterrorydesesperación,desaparecíanabsorbidosjuntoconlasaguasazules.
Alempezarelnuevocurso,elvacíoquesentíaenmiinteriorsiguióinalterado.Loscompañerosdeclasenofueronniunadistracciónniunconsuelo.Fingíadisfrutarconsus conversaciones, pero no era así. Las palabras que yo pronunciaba estabandesprovistas de sentimiento. Me sentía vacío jugando con las palabras ante misamigos. Ni siquiera reconocía aquella voz como mía. Su presencia empezó arepresentarmeunamolestia.Dejédefrecuentar los lugarescongente.Preferíaestarsolo. Perdí la sensación de coexistir con los demás. Me sentía como si estuvieracompletamentesoloenelmundo.
Al llegar a casa, abría los libros de consulta y los cuadernos de preguntas yestudiaba. Podía permanecer concentrado en ellos horas y horas.Resolver difícilescálculos infinitesimales y buscar en el diccionario palabras en inglés no merepresentaba el menor esfuerzo. Cualquier actividad mecánica desprovista desentimientomeresultabarelativamentecómoda.Contodo,avecesmeveíaatacadopor sorpresa. Como cuando, por ejemplo, en medio de un largo texto en inglésaparecíalaexpresiónraincatsanddogs.LoquemehacíarecordarundíaenqueAkiy yo caminamos juntos bajo una lluvia torrencial. Sólo ella llevaba paraguas. Yambos nos agazapamos debajo, hombro con hombro, y recorrimos el camino desiempre.Cuandollegamosasucasa,losdosestábamosempapados.Akimetrajouna
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toalladebaño,peroyoledijequenovalíalapena,queibaaseguirmojándome,tomésuparaguasymedirigíamicasa.Cadavezqueacudíanamimenterecuerdosdeestetipo,elcorazónmeescocíacomosilosrayosdelsoldelveranomeabrasaranlapiel.
Cada día parecía calcado del anterior. Dentro de mí, el tiempo no transcurríacomo una línea continua. Había perdido por completo el sentido de que algoproseguía, crecía y se formaba, el sentido de que las cosas cambiaban.Paramí, lavida era una simple sucesión de instantes. Sin futuro, sin perspectiva algunaabriéndoseantemí.Yelpasadoestabasembradoderecuerdosque,sólotocarlos,mehacían sangrar. Los tocaba, vertiendo sangre. ¿Acallaría aquella sangre derramadacoagulándoseyformandounacostradura?¿Llegaría,talvez,unmomentoenque,alrecordarloquehabíavividojuntoaAki,dejaradesentiralgo?
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Poco después de Año Nuevo, estaba viendo la televisión en casa de mi abuelocuando,enunprogramadevariedades, salióunescritor famosoyempezóahablardelotromundo.«Elotromundoexiste»,afirmó.«Elhombreexistecomounamezcladeconcienciaydecuerpo.Y,con lamuerte,nosdesprendemosdeestasvestidurasllamadas cuerpo. Es entonces cuando la conciencia, de la mismamanera que unamariposasedesprendede lacrisálida, sealzadelcuerpomuertoysedirigealotromundo.Yallíseencuentraconlaspersonasamadas,yadifuntas.Elotromundonosenvía constantemente señalesbajodiversas formas.Sinembargo, acostumbradosalpensamiento racionalista, los hombres no las percibimos. Tenemos que estar alertaparanopasarporaltolasseñalesdelotromundo».Esofueloquedijoelescritor.Amímeparecióunhombremuydesaseado.
—¿Ytúquéopinas,abuelo?—lepreguntéalterminarelprograma—.¿Creesqueexiste el otro mundo? ¿Que hay un lugar donde podremos encontrarnos con laspersonasalasquequeremos?
—Ojaláseaasí—dijomiabueloconlacaraclavadaenlapantalla.—Yonolocreo.—Puesquétriste,¿no?—Los muertos, muertos están, jamás podremos volver a verlos. Esto está
clarísimo,vamos—dijeyotercamente.Miabuelopusocaradeapuro.—Esoesmuypesimista,¿nocrees?—dijo.—Hepensadomuchosobreello.Enporquélagentesehainventadolodelotro
mundo,olodelparaíso.—¿Yporquécreesquehasido?—Puesporquehabíanperdidoalaspersonasalasquequerían.—Ya.—Como se les habían muerto muchas personas que les importaban, pues se
inventaronlodelotromundoylodelparaíso.Elquemueresiempreeselotro,¿no?Nunca es unomismo.Así que el que se queda intenta salvarlo valiéndose de estaidea.Peroamímeparecequeesoesmentira.Creoquetantoelotromundocomoelparaísosonunainvencióndelhombre.
Miabuelocogióelmandoadistanciadeencimadelamesayapagóeltelevisor.—Ennuestromundolamuerteesalgomuycruel,Sakutarô—dijomiabueloen
tonocariñoso—.Sinnadadespuésde lamuerte,sin reencarnación, lamuerteesunvacío.¿Noteparecealgodespiadado?
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—Peroesunhecho.Nopodemoshacernadaparaevitarlo.—Esposiblequehayaotrasmanerasdeverlo.—Puesyo,cuandoleoqueloscristianosdicenquelamuerteeshermosayqueno
hayporquétemerla,meindigno.Meparecealgoestúpidoyarrogante.Lamuertenoeshermosa.Espatéticayvacía.Ytenemosqueaceptarlo.
Mi abuelo permaneció unos instantes contemplando el techo en silencio. Pocodespués,todavíamirandohaciaarriba,dijo:
—Dicen que Confucio, que nunca hablaba del cielo, ante la muerte de undiscípulose lamentódiciendo:«¡Cielo,meestásdestruyendo!».Y tambiéncuentanqueaKûkai[19],quenegabalosconceptosdenacimientoymuerte,seleescaparonlaslágrimascuandoperdióaunodesusdiscípulos.
Entoncesmiabuelosevolvióhaciamíymepreguntó:—¿Porquéestanduroperderalapersonaamada?Antemisilencio,miabueloprosiguió:—Debedeserporqueyaamabasaesapersonaantes.Noesquelaseparaciónola
ausencia sean, en sí mismas, tristes. El amor hacia esa persona, que ya existíapreviamente,eselquehacetandolorosalaseparaciónyelquetehaceperseguirsurecuerdoconnostalgia.Yesedolornuncadesaparece.¿Nosepuedeafirmar,porlotanto,queeldolorylatristezanosonmásqueunamanifestaciónparcialdeesagranemociónqueesnuestroamorporalguien?
—Nolosé.—Piensa en la desaparición de una persona. Si se trata de alguien que no te
importa,nosientesnada.Notienesconcienciadehaberlaperdido.Enrealidad,sólosientesquepierdesaalguiencuandoesalguienaquiennoquieresperder.Esdecirque,posiblemente, la sensacióndepérdidaesunapartedelamorquese sienteporalguien.Como se ama a unapersona, su ausencia se convierte enunproblema, suausencia produce dolor en la persona que ha dejado atrás.Y la tristeza siempre lelleva a uno a la misma conclusión: «La despedida ha sido dura, pero algún díavolveremosareencontrarnos».
—Abuelo,¿creesquevolverásaestarjuntoaellaalgúndía?—Sakutarô,cuandohablasdevolveraestarjuntos,¿piensasenformashumanas?Norespondí.—Sicreemosqueloúnicoqueexisteesloquepodemosver,loquetieneforma,
nuestraexistenciaesmuypobre,¿noteparece?—dijomiabuelo—.Nocreoquelapersonaqueyoamabavuelvaaaparecerantemisojosconlaformaqueyoconocía.Pero, si te olvidas de la forma, puedo decirte que ella y yo hemos estado juntossiempre.Alolargodeestoscincuentaaños,nohahabidounsoloinstanteenquenohayamosestadojuntos.
—¿Yesonoesalgoquetútecrees?—Puesclaroquesí.¿Yquéhaydemaloenestarconvencidodealgo?¿Quéson
las ciencias sino un montón de creencias? Cualquier cosa que piense un hombre
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utilizandosucabezanopuedesermásqueunacreencia.Lacuestiónesloviolentaofuerte que esta creencia pueda llegar a ser. Un científico utiliza el telescopio o elmicroscopio para demostrar lo que cree. Nosotros no somos científicos, así quesupongoquepodemosusarotrascosas.Como,porejemplo,elamor.
—¿Ydequéestabashablandoahora?—Deamor.Amor.¿Sabesloquees?—Sí,losé.Pero,cuandotúhablasdeamor,pareceotracosa.—Esoesporqueelamordelqueyohabloyloquesesueleentenderporamorson
doscosasqueseparecen,peroque,enrealidad,sondedistintanaturaleza.Penséquetodoaquellonoeramásqueeldesvaríodeunanciano.Despuésdela
muertedeAki, laspalabrasdeconsueloy lacompasióndelosadultosmeparecíanmeras falacias, meras excusas. Y no toleraba lo que consideraba desprovisto desentimientoauténtico.EraincapazdeaceptarcualquierexplicaciónlógicaquenoseavinieraconmidolorporlapérdidadeAki.
—Enelúltimomomento,ellanomebuscó—dije.Alfinsaliódemibocaalgoquemehabíaestadodoliendodurantetodosaquellosdías—.Fuecomosinodesearaverme.¿Porquécreesquefue?
—Vaya.Oseaquenitúniyopudimospresenciarlamuertedelamujeramada—dijomiabuelosinresponderdirectamenteamipregunta.
—Sí,pero¿porquénoquisopermaneceramiladohastaelúltimomomento?—Sakutarô, cada uno tiene que enfrentarse a una separación distinta.
Curiosamente,atiyamínoshatocadovivirexperienciasparecidas.Nielunonielotrohemospodidovivir juntoalamujerqueamábamosni tampocoestarpresentesen elmomentode sumuerte.Entiendo tu amargura, créeme.Pero ¿sabes?, amí lavidameparecealgobueno.Creoqueeshermosa.Posiblementetúnoloveasasíenestosmomentos, pero eso es lo que siento.De unmodomuy real.Que la vida esbella.
Miabuelopareciósumergirseensuspropiaspalabras.Prontosevolvióhaciamíymepreguntó:
—¿Cuálcreesqueeselverdaderocarácterdelabelleza?—Paso—lerespondíconbrusquedad.—Enlavida,haycosasquepuedenrealizarseyotrasqueno—dijomiabuelo—.
Lasquesematerializan,lasolvidamosenseguida.Sinembargo,lasquenopodemosrealizar, las guardamos eternamente dentro de nuestro corazón como algo muypreciado.Ésteeselcasodelossueñosodelosanhelos.Mepreguntosilabellezadelavidanoresidiráennuestrossentimientosrespectoaaquelloquenosehacumplido.Quenosehayarealizadonoquieredecirquesehayamalogradoinútilmente.Porquelociertoesqueyasehamaterializadocomobelleza.
Cogíelmandoadistanciayencendíeltelevisor.Dabanunmontóndeprogramasinsulsos,comoreacciónalhartazgodelosdeAñoNuevo.
—Al ir cambiando así, a lo tonto, de canal, me da la sensación de que va a
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aparecer ella—dije mientras cambiaba de canal sin parar—. Sería fantástico quepudiéramoshablar.
—¿ComosiesofueraunaparatodeDoraemon?—Másomenos.—Pues, la verdad, si se inventara una máquina que permitiera hablar sin
problemasconlosmuertos,quizáseríamospeoresdeloquesomos.—¿Peores?—Tú,Sakutarô,¿notevuelvesmáshumildecuandopiensasenalguienqueestá
muerto?Permanecíensilencio,sinafirmarloninegarlo.Miabueloprosiguió:—Nosotros somos incapaces de albergar sentimientos negativos respecto a un
muerto. No podemos ser egoístas ni interesados. Por lo visto, ha sido así desdesiempre. Haz una prueba. Analiza tus sentimientos respecto a tu novia muerta.Tristeza, arrepentimiento, compasión…Ahora debende hacerte sufrirmucho, peronosonmalossentimientos.Nohayniunosoloqueseamalo.Todostehacencrecer,teenriquecen.¿Porquéseráquelamuertedeunserqueridonoshacemejores?Talvez sea porque la muerte está claramente separada de la vida y porque no aceptaningunainfluenciadepartedelosvivos.Quizáseaéstalarazóndequelamuertedelaspersonasnosenriquezca.
—Meparecequeestásintentandoconsolarme.—No, qué va—dijomi abuelo con una sonrisa amarga—.Yamegustaría, ya.
Pero eso es imposible. Nadie puede consolarte, Sakutarô. Eres tú quien debesuperarlo.Ysolo.
—¿Ycómolograstesuperarlotú,abuelo?—Decidíponermeensulugar—dijomiabuelo,entrecerrandolosojoscomosi
mirara a lo lejos—. Imaginar qué habría sucedido si hubiera sido yo el muerto.Decirmequeellatendríaquehabersentido,pormimuerte,lamismatristezaquemepartía el corazón amí por la suya.A ella, además, le habría resultadomuy difícilprofanar mi tumba y robar mis cenizas. Y tampoco sé si ella tenía un nieto tancomprensivocomotú,Sakutarô.Yalpensardeestemodo,sientoque,quedándomeatrás,heasumidoeldolorqueelladeberíahaberexperimentado.Yasí,nolahehechosufrirtantoaella.
—Además,túpudisteconseguirlascenizas,¿no?Miabueloadoptóunaexpresiónhumilde.—Ylomismopuedeaplicarseati,Sakutarô—dijo—.Ahoraestássufriendopor
ella.Peroellaestámuertayyanopadecerámás.Y túsufresenvezdeella.Ensulugar.Y,haciéndolo,¿noestásempezandoavivirporella?
Reflexionésobreloquemehabíadichomiabuelo.—Todoesomepareceunjuegodepalabras.—Bueno,deacuerdo—dijomiabuelosonriendoapaciblemente—.Pensar,ensí
mismo,noesmásqueeso.Esmejortenerclaroquenohaynadaqueseasuficiente.
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Aunque a veces pensemos que algo lo es, en cuanto pasa un tiempo ya nos da lasensacióndequeesinsuficiente.Ylaspartesinsuficientes,hayquerepensarlas.Ydeeste modo, poco a poco, nuestros pensamientos van adecuándose más a lo quesentimosrealmente.Asíescomova.
Losdosenmudecimosyescuchamos los ruidosdel exterior.Por lovisto,habíaempezadoasoplarelviento.Devezencuando,unaviolentaráfagasacudíalapuertadelbalcón,comosifueraaarrancarla.
—VeteaAustralia—medijocariñosamentemiabuelo—.Ymirajuntoaellaeldesiertoyloscanguros.
—SuspadrestienenlaintencióndeesparcirsuscenizasenAustralia.—Haymuchasmanerasdehonraraundifunto.—Cuandoellaestababien,lecontéquehabíarobadolascenizascontigo.—¿Ah,sí?—Ymiramosjuntoslascenizasqueyoteestoyguardando.Espié su reacción. Mi abuelo permanecía con los ojos cerrados y los brazos
cruzadossobreelpecho.—¿Tesabemal?Abriólosojosdespacioysonrió.—Telasconfiéati,asíquepuedeshacerconellasloquequieras.—Despuésdemirarjuntoslascenizasdelamujerqueamabas,nosbesamospor
primeravez.Noséporqué.Noteníamoslaintención,peropasó.Sucediódeformaespontánea.
Miabuelopermanecióunosinstantesensilencio.—Esunahistoriabonita—dijoluego.—Sí,peroahoraesellaquiensehaconvertidoenceniza.
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LatierracedidaalosaborígeneseraundesiertoáridoyelTerritoriodelNorteestaballenodearbustosybarrancos.ElLandCruiserenelqueíbamosmontadosavanzabasacudiendo con violencia el camino polvoriento.Mientras corríamos a lo largo delrío, vimos una estación de telégrafo construida en piedra. Más adelante no habíacasas, sólo una llanura cubierta de vegetación rala.En los campos había plantadosmelones.Loscaminosseextendíanenlínearectahastaelinfinito.Justoalasalidadela ciudad, se había interrumpido el camino pavimentado. Y, ahora, el vehículolevantabaasupasounanubedepolvotangigantescaqueeraimposiblevernadaanuestrasespaldas.Pocodespués,aambos ladosdelcamino,aparecieronpastosconvacas.Lasresesmuertaspermanecíanallíenloscampos.Yloscuervosseapiñabansobresusvientreshinchadosporelcalor.
Estábamosenunapequeñaciudad,comolasquesalenenlaspelículasdelOeste.Unaciudadasfixianteypolvorienta.Alladodelagasolinerahabíaunrestaurantetipopub.Paramosallíadescansary,depaso,acomeralgo.Cercadelapuertahabíaunoshombresjugandoalosdardos.Eneloscurointeriordellocal,camionerosyalbañilesbebían cerveza y comían pastel de carne. Todos llevaban tatuados unos brazosparecidos a los de Popeye. Las piernas peludas que asomaban por sus pantalonescortoserantangruesascomomitorso.
—El«aki»deAkieseldelperiodocretácico,¿verdad?—lepreguntéalamadredeAki,queestabasentadaamilado.
Sumadre,queestabadistraída,sevolvióhaciamíconsorpresa.—¡Ah,sí!—asintió—.Fueideademimarido.¿Porquélopreguntas?—Es que yo creía que era el «aki» de la estación del año. Estaba convencido,
desdequelaconocí.Ycomoella,enlascartas,siempreescribíaAkienkatakana.—¡Estancomodona,esaniña!—dijosumadre,yesbozóunapequeñasonrisa—.
¿Sabes?El«hiro»deHirose,enrealidad,eséste.Y, con la punta del dedo, trazó en la palma de su mano otro carácter más
complejo.—Escribirelnombreyelapellidoconcaractereslesumabaunbuennúmerode
trazos,asíqueellaseacostumbróasimplificaryaescribirsunombreenkatakana.Empezóahacerloenprimaria.
ElpadredeAkiestabaestudiandounmapadesplegadosobreelmostradorjuntoconunguíaquehabíancontratadoenlazona.
—A unos cincuenta kilómetros al sur hay un territorio sagrado para losaborígenes—explicóenunfluidojaponéselguíaque,porlovisto,habíaestadoun
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tiempo en Japón—. Está prohibido entrar, pero yo he conseguido un permisoespecial.
—¿Sepuedellegarencoche?—preguntóelpadredeAki.—Alfinaltendremosqueandarunpoco.—Esperopoderseguir—dijolamadredeAkipreocupada.—¿Vanaesparcirallílascenizasdesuhija?—preguntóelguía.—¡Quéniñatanrara!—repusolamadre—.Antesdemorirlorepitióunaveztras
otra, como si delirase. Es posible que en aquellos momentos ya no fuera muyconscientedeloquesedecía,pero,aunasí,esmuyimportanteparanosotroscumplirsuvoluntad.Denohacerlo,jamáspodríamosestartranquilos.
Miré al otro lado de la ventana. A la sombra de una acacia, un aborigen demedianaedad, conbarba,bebíavinodirectamentedel cuellodeunabotellametidadentrodeunabolsadepapelmarrón.Ungrupodemuchachosnegrosconsombrerosdecowboypasaronporsulado.Nisiquieraentonces,despuésdehaberllegadohastaAustralia,teníaunaconcienciarealdelamuertedeAki.Medabalasensacióndequeellaseguíaexistiendoenalgunaparte.Dequeibaaverlaencualquiermomento.
Elcamareromeplantódelanteunaenormehamburguesayunabotelladecoca-cola.Mesentíridículocomiendosinpararcuandonoteníaelmenorapetito.
Unaestepadecolorpardoseextendíaentodoloquealcanzabalavista.Noseveíaningunaarboleda.Sólohierbajosaferrándosea la tierraseca.Algunoseucaliptosseerguíanenlascimasdelascolinaserosionadas.Elsueloestabasembradodeenormespedruscos que debían de haber sido arrojados allá por una erupción volcánica.Nohabía rastrode animales.El guíanos explicóque, durante el día, dormíanbajo lasrocas o dentro de los agujeros.Hacíamuchoquehabíamosdejado atrás el caminopavimentadoy,devezencuando,elvehículoseembarrancabaenlaarcilla.Dejamosatrásvarioscangurosmuertos.Unodeelloserayasólopellejoyestabaadheridoaunladodelcamino.Mevolví.Sepultadoporelpolvo,habíadejadoyadeverse.
Llevábamosalrededordeunahoradecaminocuando,antenuestrosojos,aparecióunbosquefrondoso.Frentealbosquecorríaunriachuelo.Llevabapocaaguay,enellecho,crecíanunoseucaliptosblanquecinos.Enlaorillahabíaunacaravanadetenida.Dosfamiliasderazablancahacíanunabarbacoaasualrededor.Elguíaseapeódelcoche y se dirigió hacia las familias que bebían cerveza sentadas en el suelo. Lespreguntó algo en tono jovial y ellos, todavía con el plato de asado en la mano,señalaronhaciaelrío.
—Dicen que está al otro lado del río—dijo el guía al volver al vehículo queconducíaelpadredeAki—.Voyaguiarle.
Elguía semetió en el río con lasbotasdemontañapuestasy condujo elLandCruiser hasta un vado donde el suelo era firme. Las familias nos miraban concuriosidad.Unavezqueelcochehubocruzadoelrío,elguíavolvióasentarseenel
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asientodelcopiloto.—Adelante.Un sendero de arena se adentraba en el bosque sombrío. El padre de Aki
avanzabadespacio,conduciendoelcochecongrandesprecaucionesatravésdelaluzinsegura.Uncielopálidodecoloresdesleídosasomaba,detantoentanto,atravésdelosárboles.Laluzcaíacondesmayosobreelsueloarenoso.
—Puesyonoacabodeentenderloqueeseldreaming—dijoelpadredeAki,alvolante.
—Tienevariossentidos—explicóelguía—.Unoserefierealantepasadomíticode una tribu. Por ejemplo, una tribu cuyo dreaming es el ualabi, lo tiene comofundador.
—¿Elualabi?¿Terefieresalanimal?—intervinolamadredeAki.—No.En este caso, es comodreaming. Su antepasadomítico.Este antepasado
creó al ualabi animal y también a ellos. Por lo tanto, ellos y el ualabi animal sondescendientesdelmismofundador.
—¿Oseaquelatribuyelanimalualabisonhermanos?—Sí.Porlotanto,paralosmiembrosdeunatribuualabi,matarycomerunoes
comomataraunhermano.—Muyinteresante—dijo,admirado,elpadredeAki—.Esoestotemismo,nimás
nimenos.—Además,tambiénestánlosdreamingpropiosdecadauno—prosiguióelguía.—¿Yquéson?—preguntóelpadredeAki.—Cuando nace una persona, las cosas que ha visto la madre, los animales y
plantascon losquehasoñado,seconviertenenalgoquepasaaformarpartedesualma. Estos dreaming no se hacen públicos. Son un secreto, un objeto de cultopersonal.
—¿Esdecirqueestánlosdreamingdelatribuylosdreamingpersonales?—Exactamente.Enuncortoespaciodetiempo,sehabíahechodifícildistinguirunobjetodeotro.
El campo visual había perdido profundidad, o más bien, había desaparecido laperspectivaensíylosobjetosquedebíandeestarlejosparecíancercanosylosquedebíande estar cerca daba la impresiónde que estaban tan lejos queno se podíanalcanzar.
—Dicenquelosaborígenessepultanasusmuertosdosveces—continuóelguía—. La primera vez los inhuman en la tierra, como es normal. Éste es el primerfuneral. Y luego, dos o tres meses después, desentierran el cadáver, recogen loshuesosylosalinean, todos,sobreunacortezadeárbol,desdelapuntadeldedodelpie hasta la cabeza, en lamismaposición exacta enque estaban cuando el difuntovivía. Después lo meten dentro de un grueso tronco vaciado. Éste es el segundofuneral.
—¿Yporquéhaceneso?—preguntólamadredeAki.
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—Piensanqueelprimerfuneralesparalacarneyelsegundoparaloshuesos.—Claro.Tienesulógica—dijoelpadre.—Poco después, los huesos son lavados por la lluvia y vuelven a la tierra. La
sangreyelsudorquemorabanenelcuerpodeldifuntoseinfiltran,ensutotalidad,enelsueloyfluyenhacialafuentesagradadelinteriordelatierra.Enposdeellos,elalma del difunto se encamina también hacia esta fuente y es allí donde habitaráconvertidaenespíritu.
Losárbolessehabíanidohaciendomásymásespesoshastaque,finalmente,nopudimos seguir avanzando y tuvimos que descender del vehículo. Luego, en unmomentodado,elbosqueseconvirtióenmatorralylas largasydelgadasramasdelos arbustos se retorcían y enmarañaban en todas direcciones, formandounpaisajemuyextraño.Enmediodiscurríaunaestrechasendadeanimales.Noseoíamásquenuestrospasos.Devezencuandosemovíaalgoentrelamaleza,peroyonologréverningúnanimal.
Dejamos atrás unos arbustos con espinas agudas parecidos a erizos gigantes ysalimos a una estepa de color pardo. Allí no había nada. Aparte de unos cuantoseucaliptos apiñados los unos contra los otros, en todo lo que alcanzaba la vista nohabíamás que una vasta extensión de tierra árida. Nadie hablaba. El cielo seguíaeternamenteclaro,porloqueeraposiblequenollevásemosmásdetreintaminutoscaminandoaunqueamímeparecieranhoras.Elaire resecomehabíaagrietado loslabios.También tenía sed.Queríabeberagua,pero,porotraparte, sentícomoalgoajenomipropianecesidaddebeber.
Latierraquepisábamosprontoseconvirtióenunerialderocasyarena.Cercadeunas gigantescas rocas de forma redondeada crecía una especie de palma de sagú.Unagranavedecolormarrónplaneabapor lasalturas.Trepamosporunas terrazasmuy empinadas hasta alcanzar una loma donde se erguían unos cuantos árboles.Todos habían perdido sus hojas, y los troncos de color gris estaban tan arrugadoscomoelrostrodeunaanciana.Unpájaro,cuyonombreyodesconocía,ululaba.Sobreunsecopeñascocorríaunlagarto.
—¿Quélespareceaquí?—dijoelguía.—¿Esaquí?—preguntólamadredeAkiconunciertoairedeinsatisfacción.—Todalazonaloes.—¿Lasesparcimosaquíentonces?—dijoelpadre.—Espárcelastú—dijolamadredeAkientregándoleasuesposolaurna.—Esmejorquelohagamosentrelostres.Meencontréconunmontoncitodepolvoblanquecino,fresco,enlapalmadela
mano. No podía comprender qué era aquello. Aunque mi cabeza pudiera, missentimientos se negaban a entenderlo. Al cogerlo, sentí que iba a romperme enpedazos. Mi corazón iba a hacerse añicos como el pétalo helado de una flor alpellizcarloconlapuntadelosdedos.
—Adiós,Aki—oídecirasumadre.
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La ceniza blanca se soltó de la mano de sus padres. A merced del viento, sedispersóyacabómezclándoseconlatierrarojadeldesierto.LamadredeAkilloraba.Supadrelepasóunbrazoalrededordeloshombrosyambosempezaronadesandarelcaminoporelquehabíamosvenido.Yonopodíamoverme.Sentíaaquelloquehabíavoladohacialatierrarojacomosifueranpedazosdemipropiocuerpo.Yanopodríavolverarecuperarlojamás,comoamímismo.
—¿Vamos?—meurgióelguía—.Prontoanochecerá.Yeneldesierto,lanocheesmuydura.
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4
CuandovolvídeAustralia,elinviernoyaestabadandopasoalaprimavera.Unavezterminados los exámenes finales, las clases erancomo lospartidosdel campeonatocuandoyasehadecididoquiénseráelganadordelaliga.Alaidayalavueltadelaescuela,oentreunaclaseaburridayotra,meacostumbréaalzarlosojosalcielo.Avecespermanecíalargotiempocontemplándolo.Ypensaba:«¿Estaráallí?».Tantoenlas últimas huellas de la fría luz de invierno como en los suaves rayos del sol deprimavera,entodoloqueveníadelcielo,yoempecéasentirlapresenciadeAki.Aveces,mientrasestabamirandoelcielo,seacercabanunasnubesypasabandelargosobremicabeza.Cadavezquelasnubesibanyvenían,laestaciónavanzabaunpocomás.
Untibiodomingodemediadosdemarzo,lepedíaÔkiquemellevaraalaisla.Cuandoleexpliquéporqué,Ôkiaccediódebuengradoasacarlabarca.Trasamarrarelbotealpiedel embarcadero, empecéaandar solopor laplaya.Ôkidijoquemeesperaba en el embarcadero. En marzo, el agua aún estaba fría y cristalina. Lossuavesrayosdelsolhacíanrefulgir lasolasquebañabanlaspiedrasdelaorilla.Almirardentrodelagua,viunoscangrejosdelmismocolorqueéstasquecorríanporelbancodearenahuyendohaciamarabierto.Entre laspiedras, las anémonasdemarextendían sus tentáculos de brillante colorido, y había una caracola blanquecinaadheridaaunarocamásgrande.Porlovisto,sólomefijabaenlascosaspequeñas.¿Porquésería?
Alfondodelaplaya,alládondenollegabanlasolas,habíamuchasfloresrosadasparecidasalacorrehuela.Unamariposablancavolabaporencima.Meacordédelasmariposasquehabíavistoenelpatiotraserodelhotelcuandovineelveranopasado.Esosirviódedetonanteparaquetodoslossucesosdeaquellanochefuerancruzandopor mi cabeza como cegadores relámpagos. Cualquiera de ellos me llenaba denostalgiaeibanresplandeciendo,unotrasotro,aunqueyonoacababadecreermequetodoaquellohubierasucedidodeverdad.
SobreunmargenquesealzabaenescalónsobrelaplayayqueconducíahastaelprecipiciodelfondohabíaunviejoJizô[20]depiedra.Noséquiénlohabíapuestoallíniporqué.Talvezalguienhubieranaufragadoenaquellasaguas.Ni siquiera teníacapillayestabaexpuestoalalluviayelviento.Tampocoteníaningunaofrenda,nidefloresnidemonedas.Elairesalobrequesoplabadelmardebíadehaberempezadoaerosionarlapiedra,porqueelJizôhabíaperdidolosojosyloslabios.Sólolequedabaelpuentedelanariz,formandounapequeñaprotuberanciaenmediodelacara.Sinembargo,aquellasfaccionesborrosasleconferíandulzura.
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Mesentéasu lado,sobre lagravaseca,ycontempléelapaciblemarencalma.Dentro de aquella franja azul que parecía trazada con pincel, aparecían ydesaparecían innumerables destellos. La luz del sol bañaba los árboles de un caboque,amiizquierda,seadentrabaenelmar,yamímediolaimpresióndequepodíadistinguir claramente cadaunade las ramasde lospinosque se apiñabanenaquellugar.Elpaisajeerademasiadohermosoparacontemplarlosolo.Deseépoderverlojunto aAki. Tenía la sensación de pasarme el día anhelando cosas que no podíanhacerserealidad.
Pronuncié su nombre en voz baja.Mis labios estaban hechos, más que los decualquierotrapersonaenelmundo,para llamarla.Y, sinembargo,nome fue fácilrecordarsurostro.Medabalaimpresióndequemecostabacadavezmásrecordarlo.Estomeproducía una cierta inquietud. ¿Se irían erosionando los recuerdos deAkicomoaquelJizôde laplayacon las faccionesborradas?¿Seríasunombre loúnicoque,conelpasodel tiempo,mequedaríaal final?Sólosunombre,queyosiemprehabíaconfundidoconlaestacióndelaño.
Metendísobrelagravaycerrélosojos.Elfondodemispárpadossetiñóderojo.Elveranopasado,mientrasnadabaenelmar,tambiénsemehabíanteñidoderojo.Y,al igualqueentonces,alpensaren lasangrequefluíaporel interiordemicuerpo,tuveunasensaciónextraña.
Porlovisto,medormí.Oíquemellamaban,abrílosojosymeencontréconÔki,quememirabaextrañado.
—¿Quépasa?—pregunté,incorporándome.—Eso tendría que preguntártelo yo —dijo—. Como no aparecías, me he
preocupadoyhevenidoabuscarte.Ôkisesentóami lado.Amboscontemplamoselmarensilencio.Elvientoque
soplabadealtamartraíaunfuerteolorasal.Alalzarlosojosalcielo,viqueelsolhabía rodeado el cabo a mi izquierda y que, ahora, estaba perpendicular a lasuperficiedelmar.
—Tengolasensacióndequeella todavíasigueaquí—dije—.Aquí,yallí.Estédondeestéyo,ellatambiénestá.¿Creesqueesosonalucinaciones?
—Pues…nolosé—mascullóÔkiconapuro.—Desdefuera,debendeparecerlo.Seguro.Nos callamos y seguimos contemplando el mar. Ôki cogió una piedrecita que
habíaasuspiesylaarrojóalagua.Repitiólomismovariasveces.—¿Hassoñadoalgunavezqueestabasvolando?—lepregunté.Élsevolvióhaciamíymemiróconaireinterrogativo.—¿Volarenaviónoalgoasí?—preguntó.—No,volartú.Así,comoUltraman[21].—Bueno, es un sueño, ¿no?—dijo él riendo, al fin—. Total, cada uno puede
soñarloqueledélagana.—Perotú,Ôki,¿sueñasconesetipodecosas?¿Concosasquesonimposiblesen
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lavidareal?—Creoqueno.Cogióotrapiedray laarrojóalmar.Lapiedrarebotóenlasrocasconunruido
secoantesdecaeralagua.—¿Yquépasaconesodequesueñasqueestásvolando?—meapremióÔki.—Pues que eso de que el cuerpo de uno esté volando por el cielo es algo
imposibleenlavidareal,¿no?—proseguí—.Enteoría,esimposible,¿verdad?—Sí,claro—dijoélconrecelo.—Loquenoquitaqueestésvolandoensueños.Enlarealidad,esimposible.Pero
mientrasestássoñando,note loparece.Mientrasestássoñando,nisiquierapiensasque aquello sea ilógico. Y, aunque lo pensaras, seguirías volando igual. Porque túestás viendo realmente las ciudades, y todo lo demás, desde el cielo, y tienes unasensaciónmuyrealdequeestásvolando.Asíqueaquellonoesunaalucinación.
—Peroesqueaquelloesunsueño—objetóÔki.—Sí,esunsueño—reconocíconsencillez.—¿Adóndequieresiraparar?—Ella estámuerta. Su cuerpo ha sido incinerado y convertido en cenizas. Las
cenizaslasesparcíyoconmipropiamanoporeldesiertorojo.Sinembargo,ellaestáaquí.Soyincapazdecreerlocontrario.Noesunaalucinación.Nopuedohacernadacontra esta sensación. Igual que en el sueño no puedes negar que estás volando,tampocoyopuedonegarqueellaestáaquí.Nopuedodemostrarlo,perosientoqueellaestáaquí.Yesoesunhecho.
Cuandoacabédehablar,Ôkimeestabamirandoconcaradepena.—¿Estarésoñando?
Devueltaalembarcadero,descubríunapiedraquecentelleabaenlaplaya.Alcogerlaentrelasyemasdemisdedos,viquenoeraunapiedrasinountrozodevidriolavadoporlasolasconlasaristascompletamenteromas.Dentrodelagua,parecíaunajoyadecolorverde.Melaguardéenelbolsillodelacazadora.
—¿Noquieresiralhotel?—mepreguntóÔkicuandoaparecióelembarcaderoenladistancia—.Debedetraertemuybuenosrecuerdos,¿verdad?
Poruninstante,sentíalgoduroyfríoenelpecho.Sinresponder,exhaléunhondosuspiro.Ôkinoañadiónadamás.
Saqué del bolsillo de la cazadora un pequeño frasco de cristal transparente.Dentrohabíaunaespeciedearenablanquecina.
—Sonsuscenizas.—¿Vasaesparcirlas?—preguntóÔki,inquieto.—Puesnoséquéhacer.Antesdeiralaisla,pensabaarrojarlascenizasdeAkialmar.Esoeraloquele
habíadichoaÔkialpedirlequemellevaraenbarca.Pero…
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—Nosé.Mesabemal.Claroquenoganonadallevándolasencima.—Estando así las cosas, es mejor que te las guardes —dijo Ôki con aire de
preocupación—. Si las esparces y luego te arrepientes, ya no podrás echarte atrás.Mejor que te lo pienses bien primero y que las esparzas cuando estés seguro. Yovolveréatraerteenbarca.
Debidoalamareabaja,elboteseencontrababastantepordebajodelavigadelpuente.Elmarestabaencalma,tanazulquetedabanganasdellorar.
—AHirose,¿lahabíasoídocantaralgunavez?—mepreguntóÔkiderepente,unpocodespués—.Ensecundaria,enclasedemúsica,aveceshabíaexámenesdecanto,¿no?NoshacíancantarcancionestontascomoVigorjovenyPalabrasregaladas,¿teacuerdas?PuesHirosecantabatanflojitoquenoselaoía.Yoestabasentadodelantedeella,peronolograbapescarnadadeloqueellacantaba.
—Yentoncesalguienpegabaungritodiciendoquenoseoía,supongo.—Sí,sí.Exacto.Entonces,ellabajabaaúnmáslavoz,seponíatancoloradaque
dabapenaycantabahastaelfinalconlacabezagacha.—¡Vaya!Québienteacuerdas,¿no?—¡Eh,tú!¡Quenoeseso!—dijoÔkiponiéndosenervioso—.Queellaamíno
megustaba.Bueno,gustarme,símegustaba.Peronodelmismomodoqueati.YotambiénpenséenAkicantando.Peroenunasituacióndistintaaladelexamen
de canto de la escuela. La noche que pasamos en el hotel, mientras estábamospreparando lacena,de repentemehizo faltaalgoy fuiabuscarloal segundopiso.Cuandovolví,Akiestabacanturreandoenvozbajamientraspicabalasverduras.Medetuveenlaentradadelacocinaylaescuché.Ciertamente,cantabaenvoztanbajaquenosólonoseoía la letrade lacanción, tampocosedistinguía lamelodía,peroAki parecía sentirse muy a gusto cantando. Y yo pensé que en su casa, mientraspreparabalacomida,tambiéndebíadecantardeaquelmodo.Silallamaba,dejaríadecantar.Asíquepermanecídepieenlaentradadelacocina,aguzandoeloído.
—¿Sabesquétedigo?,quemelasguardo.—Bien—asintióÔkiconalivio.Dentrodelbolsillo,mimanotocóalgofrío.Losaqué.Eraeltrozodevidrioque
habíarecogidopocoantesenlaplaya.Encontactoconelaire,lasuperficiedelvidriosehabíavueltoopacayblanquecina.Dentrodelaguamehabíaparecidounahermosajoyadecolorverde,peroahoranoeramásqueunvulgar trozodevidrio.Lolancécontodasmisfuerzashaciaelmar.Elvidriotrazóunbonitoarcoenelaireycayódentrodelaguaconunpequeñochapoteo.
—¿Nosvamos,donJuanTenorio?—dijoÔkiamisespaldas.DonJuanTenoriosediolavuelta.—¡Adelante!
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CapítuloV
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Elfollajedelosárbolesdelamontañadelcastilloeratodavíafrescoynuevo.Habíanrestaurado el torreón y sus muros pintados lucían un brillante color blanco. Alrecorrer el senderoqueconducíade la entradanortea la ciudadela,mehabíadadocuentadequehabíanroturadoelfrondosobosquequehabíaamitaddecaminoyque,ahora,selevantabaallíunnovísimomuseodelfolclore.
Desdelaciudadelasedominabalavistadetodalaciudad.Aleste,lamontaña;aloeste,elmar.Debidoalasobrasdedesecacióndelosúltimosdiezaños,lascallesdelaciudadhabíanidoinvadiendolabahíayamímediolaimpresióndequeelmarsehabíavueltomuypequeño.
—¡Quévistatanbonita!—dijoella.—Es lo único que tiene la ciudad —dije, adoptando, sin querer, un tono de
disculpa—.Cuandovengoconalguien,nuncaséquéenseñarle.—Notodaslasciudadestienenporquéestarllenasdefamosasruinashistóricas.
Además,lavisitaaltemplohasidomuyinteresante.Lástimaquetuabueloyahayamuerto.Mehubieragustadomuchoconocerlo.
—Creoquelosdososhubieraisllevadomuybien.—¿Sí?Enmudecimosy,comosinoshubiésemospuestodeacuerdo,dirigimosambosla
mirada hacia la bahía. Tanto el cabo rodeado por elmar como las islas aparecíanmoteados,aquíyallá,delrosapálidodeloscerezossilvestres.
—¿Sabesquenomeacababadecreeraquellahistoria?—dijoellapocodespuéscomosimehicieraunaconfesión—.Erademasiadoredonda,demasiadoromántica.Perohoy,cuandohevistolatumbaytúmehasdicho:«Esaquí»,nohetenidomásremedioquecreerte.
—Quizásóloseauncuentomuyelaborado.Ella reflexionó unos instantes y, luego, me dirigió una mirada traviesa como
diciendo:«Puestienesrazón».—Sí.Esposiblequeseaalgoarriesgadocreérmelaenuncienporcien.Yesose
puedeaplicaratodoloqueserefiereati.—Aveces,niyomismosésialgoesrealosilohesoñado.Sienelpasadoesoha
ocurridodeverdadono.Mepasainclusoconpersonasalasqueconocíamuybien.Cuandohacemuchosañosquehanmuerto,acabadándomelasensacióndequejamáshanestadoenestemundo.
La ruta de la ladera sur no estaba tan explotada como la de la ladera norte.Elcamino seguía siendo estrecho y escarpado, y nos cruzamos conmuy poca gente.Tampoco los escalones llenos demusgo ni la desnuda tierra roja habían cambiadoapenas. Mientras descendíamos descubrí, entre los frondosos arbustos, lo quebuscaba.
—¿Quésucede?—Hortensias.Ellalesechóunaojeadaysevolvióhaciamíconairedequererdecir:«¿Yqué
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tienenderarolashortensias?».—Aún falta mucho para que florezcan —solté con ligereza, y reemprendí la
marcha.Sentíaunpequeñotemblorenelfondodemicorazón.Pocodespués,añadí—:Estaparteapenashacambiado.
—¿Veníasmucho?—mepreguntó.—No,sólounavez.Ellaseechóareír.—¡Nomedigas!Hubierajuradoquetepasabaseldíaaquí.—Ésaeslasensaciónquemeda,perosólovineunavez.Alavuelta,condujeelcochehastaelinstituto.Enlosparterresdelportalhabían
plantadovioletas.Yaestábamosafinalesdemarzo.—Aquíesdondeestudié—leexpliqué,demanerasucinta,desdeelcoche.—¡Caramba!—dijoellabajandolaventanilla—.¿Entramosunmomento?Aquellaescuelaqueyoveíaporprimeravezenmuchotiempoaparecíasuciay
miserable.Elmurodebloquesdecementoennegrecidoporlalluviaestabainclinadohaciaelcamino.Fueraporlasvacacionesdeprimaveraofueraporqueyaseacercabaelanochecer,laescuelaestabadesierta.Nisiquieraseveíaunalmaenloscamposdedeportedonde,enelpasado,siemprequepasabaporallí,habíaalumnosdelclubdefútbolodelclubdebéisbolpracticando.
Accedimosporunaentradalateral.—¡Quémuertoestátodo!Misusurromesonólejanoamímismo.—¡Hacía años que no estaba en una escuela!—exclamó ella con voz alegre,
correteandohaciaelcuadrodejuegos.Mehabíaquedadoatrás.«Aquíesdondeestudiábamoslosdos»,medijeparamis
adentros. «Aquí es donde conocí a Aki». Me daba la sensación de que habíantranscurrido muchísimos años. Parecía incluso que todo hubiera sucedido en unmundolejano,másalládeltiempo.SintiéndomecomoUrashima[22],echéunvistazoamialrededoryviqueloscerezosestabanenplenafloración.Enaquellaépoca,yoapenas reparaba en las flores del cerezo. Había dejado el instituto casi sin darmecuentadequeexistían.Sinembargo,ahora,almirarlos,pudecomprobarlohermososqueeranaquelloscerezosalineadosunojuntoalotro.
En aquel instante, en lomás recóndito demi corazón, se abrió un agujero tanpequeñocomoelpinchazodeunalfiler.Y,comosisetrataradeunagujeronegro,enun instante lo engulló todo. El paisaje de alrededor, el tiempo transcurrido. Y,mientras yo mismo era absorbido hacia aquel pasado que tan lejano me habíaparecido,resurgiólavozdeAki:«Mehagustadomucholimpiarlospupitresdelaulaalahoradelalimpieza.Mientraslosibalimpiando,ibaleyendoloqueotroshabíanescrito allí. Había cosas escritas por alumnos que se han graduado hace años. Ytambiénhabíacorazonesgrabadosconelnombredelchicoolachicaquelesgustaba.Nocreas,habíaalgunosquemehasabidomalborrar…».
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Ellamehablabaaloído.Consuvoztímidaquetantoañoraba.¿Adóndehabíaidosu dulzura? Toda la belleza, toda la bondad, toda la delicadeza que conformabanaquellapersonitallamadaAki,¿adóndehabíanido?¿Seguíantodavíaahoracorriendobajo las brillantes estrellas como un tren que circulaba de noche por un camponevado?Sindeterminarsudestino.Siguiendoun rumboquenopuedemedirseconlospatronesdeestemundo.¿Oesposiblequevuelvaalgunavez?Sucedeavecesqueunamañana,deimproviso,encuentras,enelsitiodondelodejaste,algoqueperdistemucho tiempo atrás. Bonito, con idéntica forma a la que tenía. Y aún parecemásnuevo que cuando lo perdiste. Como si alguien desconocido te lo hubiera estadoguardandoconamor.¿Volvería,delamismaforma,sucorazónaaquellugar?
Saquéelpequeñofrascodecristaldelbolsillodelachaqueta.Teníalaintenciónde llevarlo conmigomientrasviviese.Peronohabíaningunanecesidaddehacerlo,sinduda.Enestemundohayunprincipioyunfin.YenambosextremosestáAki.Mediolasensacióndequeerasuficienteconeso.
Al dirigir la vista hacia un rincón del campo de deporte, descubrí a unamujerjovenqueestabaluchandocontodassusfuerzasparaalcanzarelpuntomásaltodeunposte.Abrazadaalpaloconlasdospiernascubiertasporlafalda,ibaavanzandounamanotrasotra, impulsando,pocoapoco,sucuerpohaciaarriba.Elsolyasehabíapuestoylafiguradelamujer,juntoconlosjuegosdelcuadro,ibaaconfundirsedeunmomentoaotroconlastinieblas.YohabíaestadoundíamirandoaAkidesdeallímismo. Cómo iba trepando por el poste de aquel rincón del terreno de juegosenvueltaenlaluzdelocaso…Peroyanosabíasiaquéleraunrecuerdoverdaderoono.
Soplóelvientoylospétalosdeflordecerezosedispersaron.Volaronhastamispies.Mirédenuevoelfrascodecristalqueteníaenlamano.Mesentíinquieto.¿Nomearrepentiríadespués?Talvezsí.Pero,ahora,eratanhermosaaquellaventiscadepétalosdecerezo.
Desenrosquédespaciolatapadelfrascodecristal.Luegodejédepensar.Dirigílabocadelfrascoalcielo,alarguéelbrazotantocomopudeytracéungranarcoenelaire.Lascenizasblanquecinasflotaronporelcielodelcrepúsculocomounanevisca.Volvióa soplar elviento.Las floresdel cerezo sedeshojarony,mezcladas con lospétalos,prontodejarondeverselascenizasdeAki.
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KYOICHI KATAYAMA (Ehime, Japón, 5 de enero de 1959). Escritor, novelista,ensayista e ingeniero japonés. Estudió en la Universidad de Kyushu y vive enFukuoka.
Despuésdedebutaramediadosdelosaños80comonovelistaconKehai,Katayamalogróeléxito internacionalconUngritodeamordesdeelcentrodelmundo, textoromántico que narra la agridulce y trágica relación entre dos jóvenes escolaresllamadosSakutaruyAki.
Su segundo libro editado en castellano fue El año de Saeko, la historia de unmatrimonio formado por Saeko y Shunichi. La pareja entra en crisis cuando laprimeradecideayudarasuhermanaeneldeseodeconvertirseenmadre.
Otros títulosde subibliografía sonJohnLennonoShinjiruNa (No creáis en JohnLenon),MangetsuNoYoruyMobyDickGa(MobyDickenlalunallena).
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Notas
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[1]Chanesuntratamientocariñosoqueseusafundamentalmentealhablarodirigirseaniños.Siguealnombredepila,apartedeésteoatérminosqueindicanparentesco.(N.delaT.).<<
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[2]Famosopoetajaponés(1886-1942).(N.delaT.).<<
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[3]Famosonovelistajaponés(1892-1927).(N.delaT.).<<
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[4]Kokoro (1914)esunade lasmásconocidasnovelasdel famosoescritor japonésNatsume Sôseki, cuyo nombre real era Kinnosuke Natsume (1867-1916). (N. delaT.).<<
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[5]SerefiereaGiovanni,elprotagonistadelafamosaobradeKenjiMiyazawa.(N.delaT.).<<
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[6]PelículadedibujosanimadosdeHayaoMiyazaki.(N.delaT.).<<
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[7] Taketori monogatari (Cuento del cortador de bambú) data del año 909. Seconsideralaprimeraobradeficciónescritaenprosadelaliteraturajaponesa.(N.delaT.).<<
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[8]Sopademiso(pastadesojafermentada).(N.delaT.).<<
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[9]Verdurasytubérculos(nabos,etcétera)adobadosenhecesdesake.(N.de laT.).<<
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[10] En chino, Ge Sheng. Pertenece al clásico anónimo chino Libro de las odasrecopiladoporConfucio.(N.delaT.).<<
ebookelo.com-Página133
[11]Estrofachinaqueconsisteenintroducción,desarrollo,cambioyconclusión.(N.delaT.).<<
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[12]Arcodeentradaaunsantuariosintoísta.(N.deLaT.).<<
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[13]Faldapantalónparakimono.(N.delaT.).<<
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[14]Trenbala.(N.delaT.).<<
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[15]Enjaponés, la«l»y la«r»noexistencomofonemasdistintos.Por lo tanto, losjaponesespuedenencontrardifícildiscernirentreunoyotroalprincipiodeestudiaruna lenguaextranjeradondesíexistancomofonemas independientes.(N.de laT.).<<
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[16]Laescriturajaponesasecomponedecaractereschinos(kanji),másdossilabarios(hiraganaykatakana).Elsilabariohiraganaeselprimeroquelosniñosaprendenaleeryescribir.(N.delaT.).<<
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[17]«Aki»(consucaráctercorrespondiente)significa«otoño»y«fuyu»,«invierno».(N.delaT.).<<
ebookelo.com-Página140
[18] Periodo cretácico. El «aki» de «hakuaki» (periodo cretácico) se escribe concaracteresdiferentesal«aki»de«otoño».(N.delaT.).<<
ebookelo.com-Página141
[19]Kûkai(KôbôDaishi)(774-835)fueelfundadordelasectaShingon,unacorrienteesotéricadelbudismojaponés.(N.delaT.).<<
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[20]Ksitigarbha, en sánscrito.Bodhisattva (Bosatsu), guardián de las almas de losmuertos.(N.delaT.).<<
ebookelo.com-Página143
[21]Héroedeficciónjaponéstelevisivoamediadosdelosañossesenta.(N.delaT.).<<
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[22] Se refiere a la historia de TarôUrashima, el pescador que volvió a su pueblodespués de pasar trescientos años en el Reino del Dragón, en el fondo del mar,creyendoquehabíapasadosólounospocosdías.(N.delaT.).<<
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