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La escala social del agua. Preocupación por el desequilibrio de recursos hídricos
disponibles entre zonas de recarga y comunidades aledañas. Algunos casos del Estado
de México
Acela Montes de Oca Hernández1
Resumen
El agua ha sido considerada como parte de un ecosistema cuyo valor ha sido adjudicado a
la naturaleza física del espacio donde existe tal disponibilidad, de ellos conocemos por el
avance de las investigaciones científicas relacionadas con el ciclo del agua, sin embargo
esa necesario recorrido del recurso se ha visto alterado, en algunos casos, reflejo de su
subutilización en algunos sectores económicos. En el artículo se consideran principios
sociales aunados a políticas ambientales para reflejar que la importancia de las zonas de
recarga y el riesgo social al que se enfrentan las poblaciones que de ellas dependen. Desde
la Teoría Social del Riesgo se presentan las condicione de los territorios aunado a los
ambientes histórico-culturales en la apropiación del recurso hídrico. Se discurre que los
métodos y técnicas de las ciencias duras mejoraron tecnología, implantaron nuevas técnicas
lo que sin duda trajo beneficios sociales y económicos pero, las técnicas sociales de
abastecimiento de agua han, en algunos casos, mejorado la eficiencia bajo mecanismos de
participación. Sin embargo, debemos reconocer las limitaciones técnicas, políticas, y
económicas que implica el administrar el agua en zonas de recarga, por las presiones
político-administrativas ben determinadas épocas aunada a la competencia entre diversos
usuarios. Los resultados indican que, en las principales áreas de recarga se asientan
1 Profesora-investigadora del Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad
Autónoma del Estado de México. [email protected]
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poblaciones originarias y/o campesinas que enfrentan vulnerabilidad social, peligros e
incertidumbre cuando no son considerados sus patrones de producción, organización social,
prácticas democráticas y gasto hídrico en estos espacios que históricamente han controlado.
Palabras Clave: manantiales, riesgo, Teoría Social del Riesgo, vulnerabilidad social, peligro
Introducción
Poseer agua en calidad y cantidad requerida desde siempre ha sido la preocupación de los
seres vivos, una necesidad primaria equiparable con la necesidad de oxígeno en el cuerpo,
ésta necesidad humana ingresa en la discusión entre el derecho humano al agua y el
derecho de las empresas de comercializar un bien escaso se fundamenta en el alto índice de
vulnerabilidad al que se ha visto sometida la calidad y cantidad de agua en determinadas
regiones, específicamente por el agotamiento de los acuíferos.
Al respecto, parece ser una proeza el desgaste científico, energético y económico para
explotar el agua subterránea ignorando los efectos que a corto, mediano y largo plazo
provocan en el medio, se avalaría y entendería dicha explotación, en el entendido de
cumplir ciertas normativas, cuando el agua por la propia condición geomorfológica de las
regiones impide que emerja, pero en aquellas zonas donde el afloramiento de agua es
latente y continuo no se justifica la rotura de suelo para obligar “científicamente” a que el
recurso brote.
Algunos estudios destacan el abatimiento de acuíferos en el Altiplano Mexicano, dicha
explotación se sustentó en la alta calidad de agua que se concentra en ellos así como por la
imperiosa necesidad de la industria “generadora de empleos”, sin embargo, dichas acciones
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han forjado la alta concentración de contaminantes que devalúan la mineralización del
recurso (Hernández, 2003; Esteller et. al., 2015).
Lo anterior deriva de la necesidad de proteger las áreas de recarga donde además son zonas
de descarga natural, frecuentemente lugares de manantiales, espacios donde se promueven
constante conflictos por la posesión y distribución de la tierra. Estos problemas locales sin
embargo se afrontan con otro tipo de conflictos como son el crecimiento de las
comunidades cercanas a las áreas de recarga que traen consigo necesidades apremiantes
de agua, además estas zonas de recarga son presionadas por su aportación a la cuenca. Es
importante resaltar que si bien el agotamiento de los recursos hídricos depende de factores
físicos, la transportación de sedimentos y agotamiento del oxígeno se constituyen por la
intensidad de actividades antrópicas.
Lo antrópico de igual manera que lo físico no debe ser unificado, es decir en algunas zonas
de recarga la presión puede provenir de la actuación de productores, pero se debe
considerar y comparar las condiciones de producción asociadas incluidas las políticas de
financiamiento en la inversión de técnicas agrícolas v.s prácticas ecológicas así como el
diseño de legislación ambiental. Dado que lo social está asociado a prácticas conductuales
la atención debe ser hacia la integración de grupos, organizaciones formales e informales,
que tienen presencia activa para implantar tecnología (convencional y avanzada) que de
manera directa requieran mayor cantidad de agua a la liberada por el ambiente y que
además genera contaminantes.
Interesa desde esta postura reflejar que el agua tiene amplio contenido social, marcado
por muestreos sociales considerando: pertenencia a grupos originarios, organizaciones
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sociales, historia de gestión de agua y cultura. De cada grupo se seleccionaron aquellos que
presentaban continuidad en la detención de administración de los espacios de recarga aún y
a pesar de las presiones sociopolítica, legales y ambientales determinadas por las nuevas
concesiones de agua.
Los modelos teóricos promovidos por organismos internacionales que colocan su atención
a los recursos hídricos, parten de políticas que han intentado concebir al recurso desde
criterios físicos, políticos, económicos y ambientales, reciente y tibiamente tocada la parte
social; por otro lado la academia, específicamente las ciencias sociales, se ha interesado por
incluir a estos esquemas a la participación de los que de manera directa obtienen el agua
en lugares con falta de presencia de actores políticos o empresariales.
Adoptamos los principios de la Teoría Social del Riesgo que establece 4 dimensiones
básicas: a) Peligrosidad, referida a las condiciones físicas del espacio donde se desarrollan
los grupos sociales; b) Vulnerabilidad social, afectaciones en patrimonio; c) Exposición;
frecuencia de los riesgos e d) Incertidumbre; falta de predicciones reales del riesgo
(Pizarro, 1999; Natenzon et al., 2000, 2003; Natenzon, 2007; Andrade, 2003; Banegas,
2008; Andrade y Laporta 2009). El concepto de riesgo ser refiere a la posibilidad de daños
futuros debido a decisiones particulares (Beck, 1998). Desde el punto de vista social
considero que el riesgo es producto de decisiones y conciencias colectivas.
La Teoría Social del Riesgo nos ayuda a examinar cómo los grupos se responsabilizan,
asumen o adjudican culpas, establecen seguridades y garantías ante el riesgo que en
variados casos deriva en peligro, esencialmente relacionadas con temas ambientales.
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Es así que nos referimos a lo social del agua bajo las siguientes características: la
pertenencia al grupo es voluntaria, se promueve la cooperación y colaboración, vincula a
las personas y grupos, permite el desarrollo de la comunidad que se sirve de ella, promueve
diferencias y genera conflictos al establecer acuerdos, gestiona frente a quienes buscan un
uso reciente del agua, genera identidades, da origen a relaciones sociales duraderas y
predominan las relaciones parentales o sociales sobre las económicas. Esa naturaleza es la
que permite a los grupos refutar ante otros usuarios su derecho a uso y prioridad en el
establecimiento de nuevas tomas o generación de redes, esto en atención a la demanda
creciente de la población.
Existe un desarrollo sobre todo en el corredor industrial de la ciudad de Toluca, con
grandes fábricas de la industria del ramo automotriz, sus componentes y derivados así como
de elaboración de cerveza. El entorno de la Cuenca Alta del río Lerma depende del
suministro de agua subterránea, pero es muy importante la extracción, que desde el año
1942, es enviada a la Ciudad de México. El proceso se inició con la toma del agua de los
manantiales naturales y en 1951, con la instalación de una batería de pozos y un acueducto
(CNA, 2015). Se estima que los pozos de la Cuenca Lerma contribuyen aproximadamente
con 6 m3 /s al suministro de la Ciudad de México, pero al principio de la década de los
años 70 el aporte de la cuenca del Lerma alcanzó los 14 m3 /s (GEM, 2010). Las áreas a
tratar son tres zonas con abundancia de zonas de recarga hídrica: Las laderas del volcán
Nevado de Toluca, la Sierra de las Cruces y las estribaciones de las lagunas de Zempoala.
Las dos primeras pertenecen a la Cuenca Alta Lerma y la segunda a la Cuenca del Alto
Balsas, con elevaciones entre 3,600 y 3,800 msnm, y el Nevado de Toluca a más de 4,000.
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Las precipitaciones a los 4 mil metros son de alrededor de 1,200 a 1,400 mm/año, que son
los valores más elevados de la cuenca alta (CNA, 2010).
El artículo se divide en cuatro partes, la primera señala las características físicas del
territorio mexiquense; la segunda bajo corte histórico presenta la posesión de territorios
incluidas las zonas de recarga; referente a la tercera indica las características físico
ambientales de las zonas de recarga de agua en el Estado de México y problemas
ambientales, y la cuarta se refiere a la importancia social del agua.
I. Caracterización del Estado de México
El Estado de México se localiza en la parte más alta de la Altiplanicie Mexicana, entre los
18°22’ - 20°17’ latitud norte y 98°36’ - 100°37’ longitud oeste. Al norte limita con los
estados de Hidalgo y Querétaro; al sur con Morelos, Guerrero y Distrito Federal; al este con
Puebla y Tlaxcala; y al oeste con Guerrero y Michoacán. Su superficie es de 2 249 995 ha,
que representan apenas el 1% de la superficie nacional (GEM, 1997); posee 125
municipios, con una población de 14 007 495 habitantes, equivalente al 13.6% del nacional.
Su territorio está caracterizado por la presencia de regiones montañosas, abruptos y
escarpados valles intermontanos, lomeríos y llanuras, con una diferencia altitudinal que va
desde los 300 metros sobre el nivel del mar (msnm) en límites con el estado de Guerrero,
hasta más de 5500 msnm en la cima del volcán Popocatépetl. En su territorio se ubican tres
de las cinco montañas más altas del país: los volcanes Popocatépetl, Iztaccíhuatl (5220
msnm) y Xinantécatl o Nevado de Toluca (4680 msnm); aunque también destacan el Cerro
del Mirador con 4120 msnm, el Telapón con 4060 msnm, Cerro Atlamasha con 3980 msnm
y Cerro Jocotitlán con 3910 msnm. Fisiográficamente el 75.5% de la superficie estatal
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corresponde a la provincia del Eje Neovolcánico Transversal, y el 24.5% restante a la Sierra
Madre del Sur (Vargas, 1984).
La Comisión Nacional del Agua divide la superficie del estado en cuatro cuencas
hidrográficas: Balsas (37%), Valle de México (30%), Lerma (24%) y Golfo Norte (9%).
Éstas abastecen de agua a poco más de 23 millones de habitantes del centro del país, casi la
cuarta parte de la población nacional, lo que ha provocado un empobrecimiento del recurso
hídrico en el estado, particularmente el del acuífero del Valle de Toluca (GEM, 2005). En
el aspecto hidrológico debe señalarse que la actividad geológica del cuaternario dio lugar a
la creación de dos grandes zonas de humedales, una en el Valle de Toluca (ciénegas del Río
Lerma) con al menos 30 000 ha; y la otra en el Valle de México, donde existían casi 100
000 ha de cuerpos lacustres como los lagos de Zumpango, Xaltocan, Texcoco, Chalco y
Xochimilco. Sin embargo, las intensas obras de desagüe practicadas desde la época colonial
hasta inicios del siglo XX, dieron lugar a que actualmente queden menos de 11 000 ha de
zona lacustre en la cuenca del Valle de México en territorio mexiquense, y menos de 5 000
ha en la cuenca del Lerma. La desecación también se ha visto favorecida por la extracción
de agua del acuífero y por la deforestación de las cuencas alimentadoras de agua de dichos
humedales (GEM, 2010).
En aspectos de tenencia de la tierra se cuenta con 1 037 ejidos que abarcan una superficie
de 897 491 ha; las comunidades agrarias suman 196 núcleos con una superficie de 374 301
ha. En síntesis, la propiedad social de la tierra en el Estado de México es de 1 271 792 ha y
se encuentran casi equitativamente en la cuenca del Balsas y de Lerma, y en menor medida
en la cuenca del Alto Pánuco (INEGI, 2006). De las 1 271 propiedades sociales
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identificadas que representan el 98% del total, en el 96.8% de los casos se practica algún
tipo de actividad agrícola y en el 58.7% se desarrolla algún tipo de actividad ganadera,
predominantemente extensiva.
El Estado de México presenta una diversidad de climas producto de su geomorfología,
pertenece a la Región Hidológico Administrativa VIII, ésta ocupa el segundo lugar relativo
al número de población que en ella habita; su principal ciudad, Toluca, se encuentra a sólo
30 km de distancia de la Zona Metropolitana del Valle de México, con más de 5 000 0000
de habitantes, ocupa el segundo lugar a nivel nacional en Producto Interno Bruto
En aspectos de producción agrícola, sus diferencias regionales presentan las siguientes
características: en cuanto a disponibilidad de agua para esta actividad, sólo el 18% de la
superficie sembrada posee riego y el 82% es de temporal; el maíz ocupa poco más del 11%
del total de la superficie sembrada y el 64% de la superficie con riego. El cultivo de
perennes en la entidad apenas representa el 14.6% y de éstos, el riego sólo abarca el 14%
del total de superficie dedicada a este tipo de cultivo. A fin de incrementar el valor de la
producción agrícola, en 2006 se tomaron medidas para impulsar la reconversión de cultivos
de maíz hacia avena, cebada, canola, hortalizas, flores, frutales y forrajes, así como hacia
maíces mejorados y de color en 15 000 ha; se apoyó a 28 000 productores para la
adquisición de fertilizantes a aplicarse en 120 000 ha y a 12 800 productores más para
aplicación de semilla mejorada en 64 400 ha, con una inversión de 80.4 MDP.
Adicionalmente durante 2005 y 2006 se entregaron 755 tractores e implementos agrícolas
para mecanizar 245 000 ha agrícolas, de las 300 000 altamente rentables, con una inversión
adicional de 161.7 MDP (Sedagro, 2010).
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Subsisten en dicho territorio cuatro poblaciones originarias: mazahuas, otomíes,
matlazincas, tahuicas y/o ocuiltecos, en ellos predomina la actividad agrícola, el comercio
informal y la migración como fuentes principales de ingresos. Actualmente grupos náhuatl
del Estado de Morelos han migrado a la ciudad de Toluca, ocupando actividades de
comercio informal o mendigando. Los pueblos originarios se encuentran asentados en un
73.99% en la zona templada subhúmeda y en la árida semiárida en un 23.12%. La zona
templada subhúmeda se extiende en el centro y occidente en la región Toluca-Lerma,
Atlacomulco, Valle de Bravo y en Amecameca. La zona árida y semiarida en cuenca de
México norte-Tlanepantla y oriente-Texcoco (Latapí, 2009).
Se concluye que el agua que ingresa a la ciudad de México proveniente del Alto Lerma ha
registrado disminuciones a través del tiempo, en 1974 se estimaba en 14.6 m3 /s, en 1985
de 6.24 m3/s y en 1989 de 4.319 m3 /s. Asimismo, se hicieron 16 pruebas de bombeo en el
Valle de Toluca y se asienta que las causas principales de la disminución del bombeo son:
el número de pozos continuamente parados por extracción de arenas en Ixtlahuaca; pozos
suspendidos para no afectar la estabilidad de las presa Álzate y Ramírez; pozos suspendidos
por mala calidad del agua subterránea, y tibiamente señalado, un posible aumento del agua
destinada al riego local en detrimento del volumen conducido a la ciudad de México.
Las condiciones del acuífero son las que se muestran en la tabla siguiente:
Tabla 1.Situación de los acuíferos del Estado de México. 2015
Acuífero Recarga Extracciones Disponibilidad
Zona Metropolitana de la Ciudad de México 512.80 623.80 -111.00
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Chalco-Amecameca 79.30 100.30 -21.00
Texcoco 161.00 184.20 -23.20
Cuautitlán-Pachuca 356.70 751.30 -394.60
Villa Victoria-Valle de Bravo 334.90 0.00 334.90
Temascaltepec 100.80 0.00 100.80
Valle de Toluca 336.80 422.40 -85.60
Ixtlahuaca-Atlacomulco 119.00 208.00 -89.00
Polotitlán 46.20 37.80 8.40
Fuente: Comisión Nacional del Agua, 2015.
Antes de la existencia de tecnología que permitiera a los poblados contar con redes públicas
de agua potable, cada familia asentada en estos valles poseía su propio pozo de agua,
muchas familias siguen conservándolo sin que hasta la fecha exista un estudio que ayude a
la población a determinar la calidad de agua potable que están ocupando, necesario por el
cambio de uso de suelo que se ha presentado en las últimas décadas.
II. Antecedentes históricos de posesión de territorios y estructura agraria en las zonas
de recarga
En territorio mexicano existieron terrenos comunales, tanto los establecidos desde fechas
anteriores como los otorgados después de la conquista. A los pueblos nativos,
generalmente, se les proporcionaron extensiones de tierra de cuatro tipos para uso común:
1. El Fundo Legal –600 varas a los cuatro vientos, contadas a partir de la iglesia del
pueblo–estaba destinado a solares, casas y corrales; fue declarado inalienable en 1567.
2. El Ejido –una legua de largo, situado en las afueras del pueblo– estaba destinado
al pastoreo y obtención de leña, piedra, agua, etcétera. Fue establecido en 1573.
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3. Terrenos propios –cultivados colectivamente y cuyos productos se destinaban a
los gastos del mismo pueblo–. Fueron tierras que pertenecieron a los ayuntamientos.
4. Tierras de repartimiento concedidas en 1567 y destinadas al cultivo por parte de
las familias que formaban la comunidad.
Las tierras de los pueblos a los que se les impidió conservar sus propiedades –ni como
fundo legal– fueron súbitamente concentradas en unos cuantos propietarios europeos,
ocasionando profundos cambios en la explotación de los recursos naturales: la cuenca,
eminentemente agrícola, se transformó en agrícola-ganadera, y se inició el cultivo de trigo
y cebada introducidos por los conquistadores. En 1526 ya había en esta zona reses, toros,
caballos, cerdos y ovejas, y poco después Hernán Cortés instaló la primera ganadería de
toros bravos. El fácil éxito se debió a la abundante disponibilidad de agua, esquilmos
agrícolas y forraje acuático extraído de la laguna (GEM, 2011).
El ejido fue considerado siglos más tarde, específicamente en la etapa histórica de reparto
agrario, como tierras de uso común, sin obviar que estaban altamente degradadas por
actividades de libre pastoreo y tala permitida a los hacendados. Décadas más tarde, a
mediados y finales del siglo XX algunas tierras de uso común se convierten en zonas de
reserva y protección ecológica (Parques Nacionales y Áreas Naturales Protegidas).
Es importante destacar los antecedentes históricos de ocupación de estos territorios de
recarga. El Estado de México es la segunda entidad en el país con más sujetos agrarios, la
primera es Veracruz con 523 mil 660 ejidatarios o comuneros. Tiene un total de mil 233
núcleos agrarios, de los cuales mil 061 son ejidos y 172 comunidades. La propiedad social
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en el estado ocupa 1 millón 153 mil 274 hectáreas que equivalen al 52 por ciento de la
superficie total del territorio mexiquense que es de 2 millones 235 mil 100 hectáreas.
Los ejidos tienen el 80 por ciento de los bosques y selvas, el 74 por ciento de la
biodiversidad y las dos terceras partes de los litorales (Sedatu, 2012).
Tabla 2. Situación de propiedad agraria en la zona de recarga de lagunas de Zempoala
Comunidades
agrarias
Total de núcleos
agrarios
Tierras
dotadas o
restituidas
has
Principales
actividades
Total de personas
Lagunas
de
Cempoala
(Ocuilan)
Ejidos
Chalmita
708.000000
Agricultura comercial
Ganadería
Agroforestería
81
La Cañada
171.075207 Agricultura comercial
Ganadería
Ejidatarios 52
Posesionarios 27
avecindados 4
Lagunita 388.032998 Agricultura comercial Ejidatarios 53
Avecindados 52
Comuni
dad
San Juan
Atzingo
18,
858.272024
Comercio
Agricultura
648
Fuente: Elaboración propia con datos de PHINA, 2015.
La superficie ocupada por los ejidatarios es reducida en comparación con las de los
comuneros, destacando en el ejido de Chalmita una continuidad de posesión en los
terrenos dotados, a diferencia de los ejidos restantes donde los posesionarios y avecindados
tiene importancia en la zona. El caso de los bienes comunes la población beneficiada es
mayor pero sólo un 15% se dedica a la agricultura y/o ganadería. Al ser una zona de
transición la ocupación de zonas de recarga están siendo reconvertidas de forestales a
cultivos forrajeros y en las partes bajas de las zonas de recarga a el cultivo bajo riego de
caña, arroz y flor bajo invernadero o a cielo abierto.
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El caso de los ejidos que circundan el Nevado de Toluca y la Sierra de las Cruces, los
terrenos de ejidatarios o comuneros generalmente presentan cultivos anuales por la
presencia de heladas y condiciones de clima templado-frío, sin embargo la constancia en la
producción impide que la cubierta vegetal de los suelos se recupere, incrementando el
clareo de las zonas forestales, ello aunado a la deforestación, producto de los enlaces
carreteros que se han desarrollado en los últimos años, los que han promovido la fácil
circulación de camionetas externas al ejido que acarrean los recursos madereros, así como
los constantes incendios. En aras de promover la educación las carreteras en estos ejidos si
bien han contribuido a reducir los tiempos de los educandos para acceder a mejores niveles
instructivos también han presentado un descontrol en las entradas y salidas de personas
ajenas a la conservación del territorio. Otro de los problemas sociales no resultados por
autoridades agrarias son las controversias entre posesionarios en las zonas de recarga, ello
incrementa la ocupación de territorios agrarios por personas que buscan beneficio particular
en espacios comunitarios; bajo el auspicio de falta de autoridad que limite la ocupación de
espacios de reserva hídrica o forestal se incrementa las superficies que contribuyen con el
daño a estos ecosistemas.
Las actividades agrarias (cultivos, ganadería y forestal) son complementadas con la venta
de fuerza laboral, los cultivos no dependen necesariamente de la explotación de aguas
superficiales, se alternan con aguas pluviales, aguas abajo en comunidades donde se
concentran núcleos de población concentrados y con población mayor a 2,500 habitantes
promueven que las zonas de recarga adquieren otros usos como los comerciales,
industriales y de servicios. Además de favorecerse los agricultores con apoyos
gubernamentales para adquirir paquetes tecnológicos y obtener mejor rendimiento.
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III. Zonas de recarga de agua en el Estado de México y problemas ambientales
Los acuíferos se han constituido en las siguientes unidades: Tarango (Tpt), flujos
piroclásticos del Nevado de Toluca (Qn) (Qtbn), Formación Chichinautzin (Qbc) y Conos
recientes (Qb), Tobas y arenas (Qtb) (Qtb-a), Depósitos lacustres (Qla) y Depósitos
aluviales (Qal). Determinación de la disponibilidad de agua en el Acuífero Valle de Toluca.
Cabe aclarar que los flujos del Nevado, la formación Chichinautzin y los Conos recientes
funcionan más bien como zonas de recarga dada su nivel topográfico generalmente por
arriba del de saturación, propiciando la infiltración del agua de lluvia y los escurrimientos
superficiales; sin embargo, ocasionalmente pueden funcionar como acuíferos someros, tal
como lo demuestran numerosas norias excavadas a unos 20 m de profundidad en las laderas
de los aparatos volcánicos, aunque en muchas de ellas se agota el agua en los meses más
secos del año, abril y mayo (Mooser, 1963; CNA, 2015).
La unidad Tarango también propicia infiltración en sus partes topográficamente mas altas y
que están por arriba del nivel freático; asimismo funciona como un buen acuífero en
general, con permeabilidad variable, de media a alta, pero se distingue por presentar una
mayor permeabilidad en el Valle de Toluca que en el Valle de México, según se afirma en
el manual de la DGCOH, con base en pruebas de bombeo.
Se consideraron unidades acuifugas siguientes: Domos andesíticos (Qa), Complejo
volcánico de andesitas Xochitepec, basaltos antiguos (Tonv) y Formacion Las Cruces
(Tomc), por su muy baja permeabilidad y que para fines prácticos en general se consideran
impermeables, representan fronteras de los acuíferos, bien sean laterales o de fondo, según
las condiciones de funcionamiento de los acuíferos libres, confinados o semiconfinados; en
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algunas partes presentan fracturación, lo que les confiere permeabilidad secundaria que
propicia infiltración del agua de lluvia, pero no se sabe hasta que profundidad funciona de
esta manera (Mooser, 1963).
Como acuitardos se han considerado a las tobas lacustres que no afloran pero que están
presentes en el subsuelo intercaladas en los depósitos lacustres y de aluvión, algunos
materiales finos del Nevado y lahares de la Tarango, así como algunas áreas con arcillas
lacustres.
La disposición de las unidades estratigráficas donde se han constituido los acuíferos,
integran el sistema que controla el almacenamiento y movimiento del agua subterránea. En
el Valle de Toluca estas unidades tienen una continuidad hidráulica que permite el
desarrollo de sistemas de flujo regional interdependientes, característica que se prolonga al
valle de Ixtlahuaca a través del estrechamiento topográfico de Perales; en otras palabras,
aunque topográficamente sean prácticamente dos valles separados, desde el punto de vista
geohidrológico no dejan de tener cierta interdependencia, criterio compartido desde la
óptica de la hidrología superficial, pues se establece comunicación entre ambos valles a
través del cruce labrado por los escurrimientos del Río Lerma.
3.1. Problemas ambientales de las zonas de recarga
Los cuerpos de agua considerados como de mayor importancia ecológica y social son los
ecosistemas de agua dulce, los problemas que presentan son los esbozados en la Tabla 3.
Tabla 3. Presiones que sufren los ecosistemas de agua dulce
Actividad humana Efecto potencial Función en peligro
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Crecimiento demográfico y del
consumo
Aumenta la extracción de agua y
la adquisición de tierras cultivadas
mediante el drenaje de humedales;
aumenta la necesidad de todas las
demás actividades,
con los riesgos consiguientes
Prácticamente, todas las funciones
del ecosistema, incluyendo
funciones de hábitat, producción y
regulación
Desarrollo de infraestructura
(presas, canales, diques, desvíos,
etc.)
La pérdida de integridad altera el
ritmo y la cantidad de las
corrientes fluviales, la temperatura
del agua y el transporte de
nutrientes y sedimentos, y como
resultado el rellenado del delta
bloquea las migraciones de peces.
Cantidad y calidad del agua,
hábitats,
fertilidad de la llanura de
inundación,
pesquerías, economías del delta
Conversión de tierras Elimina componentes clave del
entorno acuático; pérdida de
funciones; integridad; hábitat y
biodiversidad; altera pautas de
escurrimiento; inhibe la recarga
natural, rellena de limo los
cuerpos de agua
Control natural de inundaciones,
hábitats para pesquerías y aves
acuáticas, recreo, suministro de
agua, cantidad y calidad del agua
Exceso de cosecha y explotación Reduce recursos vivos, las
funciones del ecosistema y la
biodiversidad (agotamiento de
aguas subterráneas, colapso de
pesquerías)
Producción de alimentos,
suministro de agua, calidad y
cantidad de agua
Introducción de especies exóticas Competencia de especies
introducidas; altera producción y
ciclo de nutrientes; y causa
pérdida de biodiversidad entre
especies nativas
Producción de alimentos, hábitat
de fauna y flora, actividades de
recreo
Descarga de contaminantes en
tierra, aire o agua
La contaminación de cuerpos de
agua altera la química y ecología
de ríos, lagos y humedales; las
emisiones de gas invernadero
producen notables cambios en los
patrones de escurrimiento y
precipitación
Suministro de agua, hábitat,
calidad del agua; producción de
alimentos; cambio climático
puede también repercutir en la
energía hidráulica, capacidad de
dilución, transporte, control de
inundaciones
Fuente: IUCN, 2000.
En las zonas de estudio, del 1 de enero al 24 de noviembre de 2011, se registraron más de
12 mil incendios forestales que afectaron 954 mil 800 hectáreas de zonas arboladas con
pastos, arbustos y matorrales, de acuerdo con datos de la Conafor. Las entidades más
afectadas son el Estado de México, Chihuahua, el Distrito Federal, Michoacán, Jalisco,
Puebla, Veracruz, Tlaxcala, Hidalgo, Chiapas, Coahuila, Quintana Roo, Sonora, Zacatecas,
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Durango, Baja California, Oaxaca y Nuevo León. En divergencia, comunidades como
Amanalco, Estado de México cuentan con plan estratégico ante esta deforestación.
Respecto a la zona boscosa de Ocuilan, estado de México, se encuentra devastada por
grupos organizados de taladores clandestinos. La presión en la zonas de recarga deriva de
condiciones ambientales, políticas y sociales. En este orden diremos que respecto a las
ambientales de las áreas ambientales del Nevado de Toluca y Sierra de las Cruces, desde la
percepción de la Comisión para la Recuperación de la cuenca Lerma (CRCL) y
consecuencia del cambio climático se han perdido a la fecha 38 mil hectáreas de bosque, lo
que representa 40 por ciento de la superficie total de los bosques y se tiene aún un deterioro
de mil 500 hectáreas por año. La pérdida de bosque afecta la capacidad de infiltración, por
lo que mantos acuíferos se ven en riesgo importante al grado de ser colapsados. Por ello se
ha perdido el 50 por ciento de manantiales, y el 70 por ciento de almacenamiento de las
ciénagas, a pesar de ello, las zonas de recarga de acuíferos del Valle de Toluca y Valle
Ixtlahuaca (alimentan por escurrimientos del Nevado de Toluca y la Sierra de las Cruces)
aportan 6 metros cúbicos por segundo (8.6% del total) a la ciudad de Toluca.
Las relaciones de las autoridades del Distrito Federal con las del estado de México han
estado marcadas en gran parte por los conflictos sociales a raíz de la operación del sistema
Lerma. Garantizar los abastos del líquido a la capital, a pesar de la drástica disminución del
caudal registrado en las últimas décadas, ha obligado al DF y al gobierno federal a financiar
la dotación de diversas obras en los pueblos de aquella región como una forma de
compensar mínimamente, los daños que se le causan. Son particularmente notorios los
conflictos suscitados por la sequía de 1973, lo que obligo a los campesinos a tomar el agua
18
de los acueductos y pozos del Lerma disminuyendo, por ende, el abasto a la ciudad de
México.
El agotamiento de los recursos hídricos de la cuenca de Lerma, los conflictos regionales y,
sobre todo, los hundimientos progresivos del subsuelo de la ciudad de México por la
extracción del agua son las mayores dificultades que enfrenta gobierno y sociedad
mexiquense.
3.2 La zona de recarga del espacio Nevado de Toluca
El Parque Nacional Nevado de Toluca (PNNT) es una de las áreas naturales protegidas
(ANP) más importantes en el Estado de México, está considerado como una región terrestre
prioritaria para la conservación (RTP-109) debido a la gran biodiversidad ecosistémica,
endemismos, captación de agua, recarga a los mantos acuíferos y alto valor paisajístico
(Ávila, 2009).
En ella también discurren valles como el de Toluca e Ixtlahuaca. El acuífero Valle de
Toluca se localiza en el Estado de México, dentro de la cuenca Alta del Río Lerma, situada
al sur del Altiplano Mexicano y limitada al Norte por el acuífero de Atlacomulco-
Ixtlahuaca, al Sur por el cerro de Tenango, al Sur-Poniente del Volcán Nevado de Toluca y
al Oriente por la Sierra de las Cruces y Monte Alto respectivamente, cubriendo un área total
aproximada de 2,738 km2.
Mediante Decreto Presidencial de fecha 10 de agosto de 1965 se estableció Veda por
tiempo indefinido para el alumbramiento de Aguas del Subsuelo en la zona conocida como
Valle de Toluca, del tipo rígida, su disponibilidad se considera escasa y su condición
19
geohidrológica sobreexplotada, fue publicado en el diario oficial de la federación el 23 de
septiembre del mismo año.
3.3 Zona de recarga Sierra de las Cruces
La sierra Las Cruces, con sus principales elevaciones de los cerros La Catedral, La
Campana y El Muñeco. Las andesitas son rocas volcánicas en las que predominan los
minerales ricos en silicio. Existen importantes afloramientos en toda la cuenca. Constituyen
los núcleos de las principales sierras como son las de Monte Alto y Las Cruces. Las
numerosas fallas y fracturas que hay en las sierras Las Cruces y Monte Alto, y en menor
medida en el Nevado de Toluca, son de gran importancia por las cantidades de agua que
captan y ceden al acuífero. Gran parte de los pozos que explotan los mantos internos
interceptan el flujo subterráneo proveniente de estas rocas. Coincidiendo con la presencia
de los volcanes, en la cuenca predominan los andosoles, suelos de origen volcánico. Los
suelos de tipo cambisol –aquellos que se originan y evolucionan en el mismo lugar se
localizan en el piedemonte de esta sierra, en algunas elevaciones: cerros El Muñeco
3.4. Lagunas de Zempoala
Éstas pertenecen al Área de Protección de Flora y Fauna Corredor Biológico Chichinautzin
se encuentra ubicado al norte del estado de Morelos, en la región sur del Distrito Federal y
al sureste del Estado de México. La Formación Chichinautzin (Fries, 1960). La hidrología
de la región del corredor biológico se encuentra representada por las zonas de recarga de
acuíferos en la región del Chichinautzin y Zempoala. El parque Lagunas de Zempoala,
denominado así por los cuerpos de agua superficiales presentes, está localizado muy
próximo a la intersección de tres importantes sistemas hidrográficos, como son la Cuenca
20
del Río Lerma, al occidente; la Cuenca de México, al noreste; y la Cuenca del Río Balsas
en el sur.
El parque Lagunas de Zempoala forma parte de la región hidrológica número 18 de
México, y está formada por siete lagos de los cuales tres se han secado por completo. Esta
desecación se debe en algunos casos a las infiltraciones rápidas y otras veces debido al
aprovechamiento del agua en pueblos cercanos (Contreras y Cazora 2002). El corredor
representa varios tipos de vegetación tales como los bosques de pino con una altura
promedio del dosel de 20 a 30 m, bosques de oyamel con alturas promedio del dosel de 30
a 40 m, los bosques de encino con una altura promedio de 20 m, y los pastizales con una
altura promedio de 50 cm, entre otros tipos de vegetación (Vargas, 1984).
Los primeros afloran en la Sierra de las Cruces, precisamente en los municipios de Santiago
Tianguistenco, Xalatlaco, también presentes para la zona del Volcán Nevado de Toluca
(Tenango), donde consisten de basaltos compactos y negros intercalados con materiales
escoriacios y fracturados. Los conos volcánicos se identifican con mucha facilidad por su
morfología, sus laderas poco erosionadas y la presencia de bosque denso. Las tobas y
cenizas están sin consolidar. Ambas unidades son muy permeables y representan zonas de
recarga a los acuíferos de la planicie. Su edad corresponde del Pleistoceno al Reciente.
Otras de las zonas de recarga importante es la que presentan los valles de Toluca e
Ixtlahuaca, con 2600 msnm, lugares con presencia de reminiscencia de lo que fueran
imponente e importante zona lacustre y abundantes bordos. Estos depósitos son sedimentos
lacustres con predominancia arcillosa en su composición, están dispuestos en capas
laminares muy delgadas. Afloran en las áreas que ocuparon las lagunas de Almoloya del
21
Río y Mexicalcingo. Su permeabilidad es baja, pero no obstante representan acuíferos que
se aprovechan por medio de numerosas norias. Cabe aclarar que los flujos del Nevado, la
formación Chichinautzin y los Conos recientes funcionan más bien como zonas de recarga
dada su nivel topográfico generalmente por arriba del de saturación, propiciando la
infiltración del agua de lluvia y los escurrimientos superficiales; sin embargo,
ocasionalmente pueden funcionar como acuíferos someros, tal como lo demuestran
numerosas norias excavadas a unos 20 m de profundidad en las laderas de los aparatos
volcánicos, aunque en muchas de ellas se agota el agua en los meses más secos del año,
abril y mayo (CNA, 2015).
La presión de los acuíferos se explica por el uso más importante es el suministro de agua
potable para uso público-urbano mediante 403 pozos, cifra que incluye a los
aprovechamientos del Gobierno del D.F.; le siguen en importancia el uso agrícola con 205
pozos; el industrial con 155 aprovechamientos; servicios con 29 pozos y otros usos
múltiples con 56 aprovechamientos. En total se tienen 848 pozos en operación, de los
cuales 383 pozos son propiedad de la batería de pozos del sistema Lerma del Gobierno del
D.F. y en total se extraen del Valle de Toluca un volumen anual de 422.344 x106 m3
(CNA, 2015).
IV. El agua desde una perspectiva social
Las experiencias sociales para dominar, controlar o regular los recursos hídricos surgen en
algunos casos del bagaje de conocimientos heredados por generaciones, es decir de una
organización social histórica, en otros casos de un ligero pero impetuoso impulso del
Estado, los casos de la reforma agraria y la descentralización; en éstos últimos, la
22
participación del Estado buscaba la obtención de beneficios económicos bajo reducción
del gasto público. Lo interesante del valor social del agua discurre en la ocupación por
varias personas de un mismo recursos en un mismo tiempo, alentados por evitar la
infructuosa experiencia de participación burocrática además de los costos económicos que
generaba; las sociedades se han organizado de tal forma que ellos son quienes deciden o
solicitan a las autoridades (derecho, presión o negociación) ocupar los cargos requeridos en
todas y cada una de las actividades demandada para la obtención del recurso, o bien
permitiendo la inclusión de personal del Estado para trabajar conjuntamente, previniendo
su falta de experiencia en aspectos técnicos pero amplia experiencia en el manejo de capital
social.
La apuesta de lo social en el tema hídrico deriva de las experiencias demostrativas de
coordinación en la operatividad de un sistema pero también de la capacidad o propuesta de
detención o disminución de conflictos estableciendo límites culturales, pero también
reconocemos que la diferenciación social detentada en la estratificación económica conduce
a la erosión de sistemas participativos e integrativos. La cultura es una imponente reserva
de control para las comunidades que en algunos casos resultan idóneos para contener
acciones que alteran la provisión de servicios hídricos, pero, en otras situaciones
contribuyen a gestar incompatibilidades para la integración social destacadamente entre
nuevos ocupantes del territorio.
Identificar elementos culturales en las etapas de imposición o propuesta tecnológica para
promover el desarrollo vía el recurso hídrico debe ser percibido no como fundamento de
23
equilibrio o igualdad sino como el proceso de obtención de responsabilidad social flexible
que favorece y alienta las capacidades y carencias de los grupos.
Adentrarnos en el entendimiento social de los grupos organizados por motivos hídricos
conlleva sus riesgos, en el sentido de cometer el error de contener desde lo imaginario
(sagrado) a la totalidad de cultura de un grupo, esté hecho impide evidenciar campos de
dominio de las sociedades que desvinculan la verdadera función de afrontar la crisis o
regulación del agua desde términos ambientales. Numerosas fiestas religiosas vinculadas
con el recurso agua han sido documentadas, sin embargo los procedimientos organizativos
tendientes a la sustentabilidad o gestión territorial del recurso no han sido analizados;
importante referenciarlos porque en algunas culturas resultan efímeros y quedan contenidos
en una ceremonia y/o misa. Es así que los rituales se llevan a cabo a pie de un manantial, en
las partes montañosas frecuentemente ubicadas en cuevas, en partes menos abruptas o nada
escabrosas se ha depuesto un nicho con una imagen alejada de la cosmovisión prehispánica
por ende de la relación ser humano-naturaleza. Sin embargo en otros ambientes al estar las
actividades productivas directamente relacionadas con el agua, la escala de valores es
diferente y la movilización que adquieren los significados del agua adquieren dimensiones
espaciales que rebasan el área de la zona de recarga. Lo que busco resaltar es la
multiplicidad de culturas y comportamientos sociales relacionados con el sector hídrico.
El primer caso esencial es el manantial ubicado en el municipio de Almoloya de Juárez,
precisamente la puerta principal del templo católico, frente a él se ha situado una barrera
con material de herrería entre las acciones humanas y el recurso para impedir su
24
contaminación derivada del imaginario de petición o cumplimiento de promesas o deseos
mediante el lanzamiento de una moneda.
Posterior a esta zona de descarga continúa un lugar de recreación turística fundamentada en
tres albercas a las que se les añade un depósito de agua desde donde los piperos2 obtienen
el recurso y lo distribuyen en comunidades dentro y fuera de la circunscripción municipal,
200 metros adelante se encuentra el río, en el cuál se han improvisado lavaderos, en él se
vierten residuos de contaminantes no biodegradables y biodegradables aunado a los
escurrimientos provenientes de las zonas de cultivo y la conexión de drenajes. La imagen
del río es contrastante con la del manantial, el manantial que aflora si bien presenta
problemas de contaminación producto de la acumulación de monedas y la forma en que son
extraídas por las autoridades religiosas ha implicado un principio de conservación mediante
una barrera perimetral, el río por su parte se torna grisáceo y con abundante espuma
2 Personas que invierten su capital en la compra de una pipa y bajo negociaciones con las autoridades del
agua potable distribuyen el agua a las localidades que carecen de ella mediante un pago por servicio.
25
producto de los detergentes, este río drena en la presa Ignacio Ramírez para seguir su paso
como afluente del río Lerma. El municipio donde se ubica ese manantial presenta un
proceso de peruribanización en la zona de recarga lo que contribuye a presiones cada vez
mayores en los volúmenes de agua.
En esta zona, el comportamiento social en relación con el recurso agua, está determinado
por el cumplimiento de un fin, que es provisión de un servicio (religioso, productivo, de
saneamiento o para uso doméstico) dichos rituales y actividades sociales están circunscritas
a un uso del agua aunado a la organización de los pobladores para proveer de agua usuarios
dentro y fuera de su circunscripción territorial.
La participación de un comité autónomo de agua potable, quien dirige el mantenimiento
de los tanques de almacenamiento, establece cuotas de riego y gestiona frente al municipio
los servicios requeridos para evitar la municipalización del recurso, se rige por acuerdos
comunitarios que si bien protege las zonas de recarga, la situación aledaña al afloramiento
del manantial asociada a problemáticas ambientales no ha tendido a incorporar a la
sociedad que es afectada y que afecta este recurso hídrico, incrementando en ella la
recepción de aguas servidas.
Otra forma de reflejo social del agua es en el aspecto cultural de las sociedades, que
subyace en sus formas de trabajo históricas adoptadas durante la época colonial, como las
cuadrillas, estas son grupos de personas regularmente basados en identidad comunitaria
que se organizan para introducir un servicio público a su comunidad, en el caso del agua se
refleja el trabajo coordinado para introducir el agua a los hogares, trabajo que sin estar
contenido en un proyecto se deriva del conocimiento del espacio su morfología, en estos
26
espacios de descarga hídrica es donde comúnmente se reflejan los conflictos por posesión
del agua, muchos de ellos a razón de que los manantiales o el lugar por donde el agua
circula no concuerda con los límites municipales y/o estatales. La atención a los
manantiales en zonas de montaña ha impulsado que nuevos grupos se instituyan, tal es el
caso de los trucheros. Éstos al amparo de los programas estatales de turismo rural obtienen
permisos que muchas veces entran en conflicto por problemas de límites municipales, tal
es el caso de los municipios de Temoaya (población otomí) y municipio de Otzolotepec,
cuya agua para uso humano queda limitado al captar el agua para dirigirse a los estanques y
por otra parte por la contaminación que sufren los cultivos que son regados con agua que
deriva de los propios estanques.
En estos casos el territorio de recarga hídrica está contendiendo dos necesidades, unas
privadas y otras sociales, las primeras sustentadas en una necesidad mercantil y las
segundas en derecho humano a un territorio y sus recursos. El agua se tornó de importancia
social por los riesgos que subsisten en ellas y que se ejemplifican en la Tabla 4.
Tabla 4. Riesgos sociales asociados las zonas de recarga hídrica
Dimensiones
del Riesgo
Social
Peligrosidad Vulnerabilidad social Exposición Incertidumbre
Baja precipitación
pluvial
Temperaturas
extremas
Pendientes
Desprendimiento
de rocas
Disminución de
Costos de extracción y
servicio de agua
Tandeos de agua
Calidad de agua3 (clorada y
no clorada)
Problemas de salud
asociadas con el agua
Crecimiento de
población
demandante de
agua (de una
misma fuente)
para más de
cuatro usos
(potable –
Establecimiento de
monopolios
Inversiones en la
industria
Programas
científicos de
investigación
Incremento de
3 Por año, la falta de agua, sea en cantidad y calidad, genera más muertes que cualquier otro tipo de
violencia incluidas las guerras (Panza, 2010).
27
Variables
cubierta forestal
Representaciones sociales
ligadas al recurso hídrico
Cercanía o lejanía con la
zona de recarga
Tipo de asentamiento
(irregulares, pendientes
pronunciadas o escarpadas,
zonas inundables)
Nivel de ingresos
Carencia o no cumplimiento
del reglamento
Estructura de la vivienda
doméstica,
comercial,
urbana e
industrial).
Infraestructura
(componentes
e instalaciones)
Zonas de
descarga o
localización de
aguas servidas
Manejo de
desechos
tóxicos
Industrias
peligrosas
Venta o renta
de tierra
industrias
contaminantes
Planes y programas
ecológicos
Encarecimiento del
suelo
Decisiones privadas
Incendios
Tala
Fuente: Elaboración propia con datos de Pizarro, 1999; Natenzon et al., 2000, 2003; Natenzon, 2007;
Andrade, 2003; Banegas, 2008; Andrade y Laporta 2009.
Ante estas dimensiones de la Teoría Social del Riesgo y sus variables se pone de manifiesto
la red social que estructuran el uso y manejo del agua. Los acuíferos de las zonas de
montaña si bien no presentan las mismas características de contaminación que aquellos
asentados en los valles, si están sometidos a presiones, en el caso de los primeros, la
reconversión de cultivos, extensión de la ganadería, incendios, tala inmoderada, falta de
proyectos agroforestales y silvícolas y mercadotecnia abundante de residenciales con vistas
naturales (Nevado de Toluca), propagan diversos contaminantes, en éstos territorios donde
habitan poblaciones campesinas y en algunos casos originarias. Por su parte los acuíferos
del valle (Toluca e Ixtlahuaca) y dada la constante demanda de agua por la instalación de
corredores industriales, comerciales y de servicios que han sido uno de los fenómenos de
atracción de población rural, han presentado déficit.
28
Conclusiones
Habremos de decir que la ocupación de determinados espacios, como las zonas de recarga,
desde siempre han sido espacios de riesgo pero no siempre aunados a la vulnerabilidad o
peligro de las personas, en primer instancia prevalecen aquellos que por la condición física
e histórica de ocupación del territorio generaban incertidumbre en cuanto al derecho de
posesión de los recursos; en segundo término, el crecimiento poblacional aunado a la
industrialización de las zonas aumento el riesgo en la obtención de recursos hídricos por la
evidencia empírica de disminución de calidad y cantidad de agua, seguida de un dominio de
la política pública para enmarcar el riesgo desde fundamentos ambientales promoviendo la
protección de áreas naturales. Estos hechos sin embargo no evidencian la importancia
social del agua en tanto se atribuye a las poblaciones de las localidades internas la
construcción de su propio riesgo, obviando los contactos de las personas con un territorio
así como la circulación de bienes y servicios relacionados con el ambiente.
Las zonas de recarga de las tres áreas consideradas en este artículo pervive la organización
de los grupos con o sin población originaria, que desde perspectivas históricas nos conduce
a integrar aspectos culturales que son de gran valía para comprender el proceso de los
cambios ocurridos en un espacio, en este caso, a razón de la alteración de las zonas de
recarga y su repercusión en las sociedades, bajo las dimensiones del riesgo social se pone
énfasis en la tecnología, identidad, economía, enfermedad, pobreza, marginación,
vulnerabilidad, etc. Frente a problemas ambientales, asumir el riesgo o disminuirlo depende
de conductas colectivas, es decir sociales, el esquema de protección privado o individual no
29
es basto por que los problemas que se generan en las zonas de recarga son expansivos que
adquieren magnitudes impredecibles. Por eso es importante definir socialmente la
importancia del agua para reflejar los diferentes recursos con los que cuentan los grupos
para incidir o limitar la impermeabilidad de conocimiento sobre os riesgos socio-
ambientales.
La falta de inversiones en saneamiento de aguas servidas en las poblaciones asentadas en
zonas de recarga aunado a la calidad de los sistemas de abastecimiento de agua potable
promueven mayor riesgo a las sociedad ingresándola en las filas de población además de
pobre, vulnerable. No es desconocido que las comunidades con menos de 2,500 personas
presentan rezagos en los servicios públicos,
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