La literatura y las mujeres: el caso de el Álbum de la mujerCamila Ordorica Bracamontes
Licenciatura en Historia, quinto semestre
México Independiente II: María Luisa Aspe Armella.
Introducción
En este ensayo se hará un análisis de los valores positivistas que implementó el
proyecto de nación con relación a la educación de la mujer. Tomando el Álbum
de la mujer como fuente principal, se leerá sintomáticamente lo escrito en el
último con lo que podríamos denominar como una “lucha”. Lucha en el sentido
de una búsqueda de identidad establecida a partir de los preceptos mismos de
un género que, viviéndose como tal, se entiende como diferente y quiere vivirse
como diferente.
Natalie Zemon Davis en su libro Mujeres de los márgenes, tres vidas del
siglo XVII trabaja con la posibilidad de movimiento que tienen las mujeres al
entenderse como tal y actuar en los márgenes de una sociedad. Márgenes
entendidos como estado del ser que no está inscrito dentro de un centro de
operaciones que establece y reproduce un modo de convivencia y socialización.
Según Foucault, este centro de poder nunca puede moverse y se establece
como hegemónico e histórico. Zemon Davis concuerda, pero estira la teoría del
último diciendo que, a pesar de la no movilización del centro, las mujeres
encuentran, dentro de los límites, un pequeño margen. Este las constituye como
alguien que tiene diferentes percepciones y alcances de la realidad tangible, así
como a la vez las posibilita de apropiarse de situaciones económicas o políticas1
y las potencia para el perdón y la emancipación jurídica por su mismo carácter
“menos inteligente”, que repetidas veces en las historia podemos apreciar2.
1 Siempre de menor margen que las que pueden alcanzar los hombres, con menos responsabilidades y menos injerencia en la opinión pública.2 Podemos ver el caso de la esposa de Martin Guerre en la película y libro del mismo nombre.
Entonces, este trabajo buscará entender la marginalidad escolar, política
y social de las mujeres en tanto género pudieron también movilizarse a los
alrededores de las publicaciones literarias. Se establecerán los problemas de la
conceptualización de la mujer en el siglo XIX, la conformación de la ciudadanía y
la educación femenina. Estos tres temas ejes serán comparados a lo largo del
ensayo con pequeñas citas que fueron sacadas del Álbum de la mujer (1885 –
1886) con la finalidad de ejemplificar la teoría estudiada con la práctica de la
lectura, demostrando así la sustentabilidad de los argumentos presentados.
Además, se presenta un breve estudio sobre la relación de las mujeres y la
literatura, dado a partir de un libro de la época escrito por una mujer, donde se
abren las posibilidades de enunciación femenina a través de la escritura y
lectura de las mujeres entre ellas y por los hombres, condición de posibilidad
fundamental para que un álbum como el estudiado pudiera emerger.
¿Qué es la mujer para el siglo XIX?El género es un constructo social que es historizable. A través de elementos
como la literatura, la hemerografía o los documentos podemos entender como
se ha constituido un ideal de género, imancipable para la reproducción de la
sociedad. Esta crea para su supervivencia ciertos ideales que se dan de forma
casi mecánica una vez que se implementan nuevos proyectos para el gobierno
de un territorio, en éste caso, para el de una Nación. Estos ideales se introducen
dentro del imaginario de la sociedad a partir de una constante reiteración de lo
que es el “deber ser” y de lo que éste implica en su uso, es decir, en las
acciones de sus ciudadanos. Para casi todo el siglo XIX3 la mujer es asociada
con el ideal de ‘amor’. Ellas y ellos consideraban a la mujer como una forma más
de la perfección de la naturaleza. Ella era aquella dulzura que daba aliento de
vitalidad a la virilidad del hombre, era quien, por medio de las alegorías, era
llamada una rosa de jardín. No es por nada que encontremos refranes como “a
una mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa”. Ella es tan dulce y frágil en
3 Hago este acotamiento temporal pues facilita la explicación que quiero otorgar al lector.
cuerpo y en mente que inclusive un pétalo de rosa podría herirla. Aún así, en
realidad cualquier alusión metafórica a la relación de entendimiento que parecen
tener las mujeres con la naturaleza es utilizada en la literatura para otorgarle aún
más valor. En el diario estudiado, encontramos esta cita:
“También los pájaros se hallan dotados de exquisita sensibilidad
como los seres humanos; y tan grande como su ternura es un
amor correspondido, es su dolor en un amor desdeñado. Los
pájaros sufren, ríen, gozan, lloran cual nosotros, pero exhalan sus
quejas en un idioma desconocido a la generalidad; no son los
ornitólogos los que mejor traducen el idioma de las aves,
tradúcenle mejor las mujeres y los poetas, almas gemelas que
saben elevarse en alas del ideal a mundos ignotos que el vulgo
desconoce […]”4
Otro de los ideales más arraigados a esta construcción social radica en el honor.
El honor en hombres y mujeres es diferente. Según François Carner5 el honor
del hombre recaía en su posición social y económica así como en su conducta
personal. Cuando el honor masculino recaía en otras personas, era
normalmente sobre figuras femeninas como la madre, esposa e hijas y se
respaldaba desde el comportamiento en sociedad de estas. Además, la garantía
de virilidad descansa sobre la virginidad de la novia cuando soltera y en su
fidelidad cuando casada.
El honor de las mujeres, por otro lado, no recae en nadie más que en ellas
mismas y esto lo convierte en una reproductor de practicas sociales muy arduas
que son física y moralmente duras de completar6. Dos ejemplos de lo anterior
son la conservación de la honra sexual y de la reputación. Este último es, según
4 Album de la mujer. Tomo VI, Número 5. México 32, enero 1886. P. 505 Carner, François. “Estereotipos femeninos en el siglo XIX“ en Presencia y transparencia: la mujer en la historia de México. México: Colegio de México, 1987.6 Recordemos que inclusive el tener pensamientos impuros era considerado pecado, que debía ser confesado y sufrido en penitencia.
el autor, el bien más frágil que tiene una mujer, pues un movimiento en bruto
puede romper toda la fachada. El condicionamiento del cuerpo femenino a partir
de un ideal de pureza se demuestra en los cortes en la liberad de movimiento,
de palabras, de acción y de elección.
Sin embargo, el punto clave para entender la situación de la mujer en la
sociedad del siglo XIX recae en el papel que ella funge dentro de la sociedad: el
ser madre7.
“Porque, bien analizado, ¿qué papel representa la esposa en el
hogar? El de una administradora más o menos acertada e los
intereses ganados por el marido; el de un ser que atiende al orden
material de los objetos, enfermera cariñosa y solícita de los hijos,
vigilante infatigable en cuanto afecta directamente a la familia. Esta
es la grande conquista, el importante papel que el progreso
moderno señala a la mujer”8
Ahora bien, tomando en cuenta estas pequeñas ejemplificaciones en
relación a las diferencias primordiales entre los hombres y las mujeres9,
podemos comenzar a hablar sobre el tema principal de nuestro ensayo: la
educación en las mujeres y su representación en la emergente hemerografía
CiudadaníaPara poder comenzar a hablar sobre la educación femenina, es importante
matizar el concepto de ciudadanía para la segunda mitad del siglo XIX. La
educación es uno de las implementaciones primordiales que realizó la Nación
Mexicana una vez que se instauró como tal. Desde los ideales de la modernidad,
7 Cita baja8 I de la M. “Influencia de la esposa en el hogar” en El Álbum de la Mujer, Año IV, Tomo VI, Número 9, México 28 de febrero de 1886. p. 829 Las diferencias determinadas en este trabajo son tenues y no pretender funcionar como una generalización. Solamente fueron establecidas como tales en tanto serán estudiadas posteriormente dentro de una lógica que pretende matizar la educación femenina.
este aspecto es de suma importancia ya que la educación ilumina las mentes,
las acerca a la verdad y las inscribe dentro de un mismo proyecto. Ésta, sin
embargo, siempre está dirigida hacia el ciudadano que es, principalmente, el
hombre. Ahora bien, ¿qué significa ser ciudadano? Pues no por ser hombre en
el establecimiento de lo que la teoría de género define como tal significaba por
default ser ciudadano, ya que serlo involucraba una serie de características a las
cuales sólo un pequeño porcentaje de la población tenía acceso. Estas
características en general se establecen a partir de un centro estructurado y
diferenciado que implica el uso de la razón. Este uso de razón, entre muchas de
las prácticas que posibilita, implica, por ejemplo, el ejercicio del voto. El voto es
el ejercicio democrático por medio del cual el ciudadano puede ejercer
libremente su razón, tomando una decisión que, idealmente, radicaría en el bien
y en el progreso de la Nación. Siguiendo esta línea de pensamiento, no fue sino
hasta el 17 de octubre de 1953 cuando en el Diario oficial de la federación se
decretó que las mujeres ya tendrían el derecho de votar10.
Así pues, esta diferenciación entre el ciudadano y el vulgo es radical y
sólo permite que algunos hombres, los llamados “hombres de razón”, que suelen
ser letrados, tengan acceso a los beneficios que la consolidación que el proyecto
establece. Según Roberto Breña en su historia conceptual del término
“ciudadano” que se encuentra en el Diccionario político y social del mundo
Iberoamericano I, dirigido por Javier Fernández Sebastián, encontramos la
siguiente definición:
“Entre los materiales fundamentales para la construcción del
edificio político-social que las nuevas naciones intentan poner en
pie se encuentra el ciudadano. Se trata de un ideal que comporta y
presupone múltiples aspectos; la enumeración de los más
importantes da una idea de la magnitud del desafío que al respecto
tenían los países recién creados: tranquilidad pública, libertad
individual, uso de la razón, discernimiento político, preocupación
10 http://www.udg.mx/es/efemerides/17-octubre-0
por le bien público, participación electoral, virtud cívica y amor a la
patria”11
En su análisis conceptual, Breña falla en hacer alusión a las mujeres y a los
porqués de su tardía inscripción dentro del concepto de ciudadano y, por lo
tanto, dentro de la oficialidad del proyecto. Siguiendo esta pequeña historia
conceptual sobre las razones ideológicas del difícil acceso de las mujeres al
ámbito de lo público12, podemos tener un mejor entendimiento sobre la cuestión.
Sin embargo, hay que recapitular un poco.
EducaciónEl estudio de la educación femenina en México es un tema que se trata
desde la época Virreinal, en donde este género contaba con un apoyo de difícil
acceso. Siguiendo la pequeña tradición de escolaridad implementada por la
Corona, encontramos colegios para niñas como Vizcaínas o el Colegio de la
Caridad13. El primero hasta la fecha sigue funcionando como escuela, aunque ya
mixta, mientras que el segundo fue clausurado durante las Leyes de Reforma,
momento durante el cual las niñas fueron expulsadas y mandadas alojar en
Vizcaínas. La educación de estos dos colegios estaba basada en ejercitar las
habilidades relativas al mundo domestico, es decir, el bordado, la costura y la
cocina. La lectura y la escritura, según Lucrecia Infante Vargas14, se reducía a la
memorización del catecismo del Padre Ripalda.
11 Breña, Roberto. “Ciudadano” en Diccionario político y social del mundo iberoamericano. La era de las revoluciones, 1750 – 1850. Fundación Carolina, Soecidad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales: Madrid, 2009. p. 26012 Pues su lugar por definición siempre ha sido el ámbito de lo privado.13 Ahora conocido como el ‘Antiguo Colegio de Niñas de Santa María de la Caridad’, edificio que ahora funge como el Club de Banqueros. 14 “Del ‘Diario’ personal al Diario de México. Escritura femenina y medios impresos durante la primera mitad del siglo XIX en México”. Lucrecia Infante Vargas, Universidad Nacional Autónoma de México. El línea: http://www.destiempos.com/n19/vargas1.pdf
La idea de la educación de la mujer en la segunda mitad del siglo XIX era
un tema constantemente puesto a discusión, como lo vemos en Lizardi a
principios de siglo, que hace un pequeño ejercicio de reforma educacional
femenina15. Esta educación, que tenía como uno de sus principales intereses la
laicidad de la misma, reproducía ideales de domesticidad que permitían al “sexo
débil” ser útiles para una sociedad ilustrada. Es decir, se les enseñaba a
conseguir marido y, por lo tanto, a volverlas buenas amas de casa y como tal,
las posibilitaba para crear una familia, centro nuclear del proyecto ilustrado. Así
pues, las mujeres debían ocuparse personalmente de los niños y de la
educación de estos, así como de la limpieza, higiene y moral de la servidumbre.
Entonces, la mujer se convierte en el agente principal por medio del cual la
transmisión de valores morales y de la conducta social se reproducía a las
nuevas generaciones. Ella es, pues, la pieza clave, aunque no reconocida como
tal dentro de la oficialidad del gobierno, para que la nación como proyecto se
logre consolidar. La mujer funge como reproductora principal del aparato social.
Ella otorga una escolaridad no institucionalizada a los hijos, a los futuros
ciudadanos. Esto es lo que Bourdieu en su libro La distinción: Criterio y bases
sociales del gusto denomina como el “capital cultural”. Este refiere a una
escolaridad adquirida dentro de la arquitectura del hogar, donde se estructura
una gestualidad propia de la clase, del ideal, de la sociedad a la que
pertenecemos. Es aquí donde el cuerpo es enseñado, a partir de diversas
prácticas y métodos, como debe de comportarse dentro del grupo social al que
posteriormente se inscribirá.
“El hogar es una institución social importantísima; la familia su
hermoso complemento, y la mujer el ángel que inunda de
resplandores y de plácida calma ese apacible refugio donde el
15 Carner, François. “Estereotipos femeninos en el siglo XIX“ en Presencia y transparencia: la mujer en la historia de México. México: Colegio de México, 1987.
alma, cansada de las continuas luchas por la existencia, anhela un
momento de dulce sosiego”16
Esta escolaridad enseñada en casa, es una que no se puede adquirir fuera de
ella. Atrevo a decir que es algo con lo que se nace, no se hace. Con esto me
refiero a que es una forma de relación con el mundo que sólo puede adquirirse a
través de la casa a la que se pertenece y que tiene como finalidad el seguir
permaneciendo dentro del entorno que esta arquitectura reproduce. Entonces
bien, la mujer, para poder reproducir ideales y formas de relación en su mundo,
debe estar enterada de cuales eran estas, por lo cual es imperativo que las
mujeres sean educadas. No obstante, la educación seguía siendo un medio
prácticamente cerrado para ellas y por eso existe la discusión en los ámbitos
literarios como el estudiado sobre la pertinencia y necesidad o la no-necesidad,
dependiendo de la postura ideológica, de la posibilidad de educación
institucionalizada a la mujer.
“[…]la sociedad debe velar con paternal solicitud, con infatigable
empeño, porque la mujer reciba la educación que reclama el
importantísimo papel que le está encomendado en el gran drama
de la humanidad; pues es indudable que en la influencia que sobre
el hombre ejercen la esposa y sobre todo la madre, es donde debe
buscarse el secreto de la prosperidad, de la decadencia o de la
ruina de las naciones. Y si es cierto que la mejor educación que
puede darse a la mujer es la que esté más en armonía con los
fines que ésta tiene que realizar, bien puede afirmarse que al
intentar su perfeccionamiento se ha de tener como principal mira el
formar buenas madres”17
16 I de la M. “Influencia de la esposa en el hogar” en El Álbum de la Mujer, Año IV, Tomo VI, Número 9, México 28 de febrero de 1886. p. 8217. Pimentel, Victoriano. “La mujer. Fragmento de un discurso pronunciado en la apertura de la Academia de Niñas en Morelia” en Album de la mujer, Tomo IV, Número 20, México 26 mayo 1886, p. 192
Así pues, los lugares donde ellas podían adquirir “capital escolar”, con lo cual
Bordieu se refiere específicamente a la escolaridad institucionalizada, seguían
siendo en su mayoría eclesiásticos, es decir, las mujeres que querían estudiar
tenían pocas opciones y muchas debían se convertían en Mujeres de la Iglesia.
Con ello, la Nación perdía partícipes, pues entonces ellas se inscribían a un
proyecto eclesiástico y ecuménico y no a uno nacional y racional. En los
conventos a las mujeres se les enseñaba a coser, a sacar cuentas y a tocar
instrumentos, pero también aprendían a escribir con facilidad sobre teología, a
componer versos y comedias y a ser buenas lectoras de romance y latín18
“De entrada era preciso aceptar que, en términos generales y ya
fuera de manera parcial o total, las mujeres habían sido por mucho
tiempo marginadas del acceso a las sagradas llaves del
conocimiento: la lectura y la escritura. Las razones de dicha
prohibición eran tan diversas como sus múltiples escenarios, pero
todas derivaban de una misma idea: la consideración de la mujer
como un ser definido y predestinado por su capacidad biológica
para la procreación y, al mismo tiempo, carente de un ánima
racional que pudiera y necesitara desplegarse a través del ejercicio
intelectual”.19
Ahora bien, para cuando la consolidación del proyecto ilustrado y positivo
de la conformación de una Nación que ya se está conformando como tal,
comienzan a surgir preguntas por parte de los agentes que son invitados a
participar en él, aunque no plenamente. No plenamente en el sentido en que la
igualdad es implementada como ideal fundador de dicho sistema, mientras que
al mismo tiempo considera a algunos más iguales que otros. La difusión de los
18 Ibid p. 15419 “Del ‘Diario’ personal al Diario de México. Escritura femenina y medios impresos durante la primera mitad del siglo XIX en México”. Lucrecia Infante Vargas, Universidad Nacional Autónoma de México. El línea: http://www.destiempos.com/n19/vargas1.pdf p. 144 – 145.
ideales nacionalistas difundidos en los sermones de los padres de la Iglesia, por
ejemplo, comenzaban a insertarse dentro del imaginario social como una
realidad. Así pues, las mujeres comenzaron a querer formar parte de él, más allá
de su capacidad de conformación de ciudadanos: ellas también querían serlo y,
con ello, buscaban, entre otras cosas, tener derecho a la educación. Este
derecho a la educación les daría acceso a la lectura y a la escritura, medio por
medio del cual ellas tendrían una oportunidad de ser leídas. Sin embargo, estos
espacios de lectura y difusión de las ideas aún no se conformaban como tal, por
lo cual ellas tuvieron que comenzar a trabajar para lograrlo.
Por otro lado, la preocupación de la escolaridad en las mujeres toca otro punto
muy importante, que es el del libertinaje20. Libertinaje en el sentido de que
parece ser que la instrucción formal a las mujeres estaba convirtiéndolas en
mujeres del vicio y del ocio cuyas prioridades habían cambiado, pues ya no
estaban enfocadas en la educación de los hijos, y sus miradas, actitudes e
intereses se estaban volcando más hacia la socialización en espacios que recién
se definían, como era el caso de las tertulias.
““Tanto en México como en el resto de la América hispana, la
opinión pública, elemento esencial en la conformación de la
ciudadanía, no sólo construía y difundía por medio de los
periódicos, folletos, catecismos políticos y demás impresos.
Existían otras vías; las cuales, más allá de las dificultares para
estudiarlas, son importantes. Entre ellas destacan, ya sea por su
novedad o por las características que adquieren a partir de las
independencias, las nuevas formas de sociabilidad (tertulias,
clubes políticos, logias, cafés), así como la lectura en voz alta que
20 En las lecturas realizadas del Álbum de la mujer no encontré en ningún momento que las mujeres sean definidas como tal. Sin embargo, considero que para el propósito de lo que se quiere establecer, dicho concepto esclarece el entendimiento al lector contemporáneo.
se daba cotidianamente en plazas, estancos, zaguanes y otros
lugares públicos”21
En la edición del Año IV, Tomo IV, Número 1, México, 10 de enero de 1886,
aparece un artículo escrito por Manuel Escude Bartoli llamado La educación de
la mujer. En él, el autor establece ciertos criterios que justifican la relación de la
nación con respecto a la demanda de educación a la mujer. El progreso, por
ejemplo, otorgaría idealmente educación a las mujeres en tanto les posibilitaría
seguir su valor natural, que se traduce en el ser madre. El artículo articula un
miedo y una pérdida a la función de la mujer en la sociedad, sobre todo en la
casa. Estas estaban llamadas a gobernar las casas y los corazones de sus hijos,
los futuros ciudadanos y a crear familiar, núcleo principal en la conformación de
la modernidad. La mujer es compañera del hombre y educadora de hijos,
justificando así la harta conocida influencia que, según el autor, tienen estas en
la sociedad. Parecería ser que el autor ve un cierto tipo de crisis en la formación
de las mujeres, pues estás están dejando de lado sus deberes originales para
sustituirlos por un nuevo uso de su tiempo que radica en el vicio y el ocio.
“Desgraciadamente vemos hoy que, a causa de la viciosa
educación que recibieron algunas mujeres de la clase media o
artesana, apenas saben guisar, escribir ni coser; pero que bailan a
la perfección, que hablan de tonterías y llenan los cafés, y los
salones y teatros, gastanto en ellos parte del sueldo de su esposo;
y esta frivolidad nace siempre de su género de educación
insustancial y vanidosa. Unas toman el ejemplo de otras, y el
número de mujeres frívolas llega a ser incalculable”
21 Breña, Roberto. “Ciudadano” en Diccionario político y social del mundo iberoamericano. La era de las revoluciones, 1750 – 1850. Fundación Carolina, Soecidad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales: Madrid, 2009. p. 267
Parecería entonces que se crea un catalogación binomial entre los dos tipos de
mujeres posibles: mujer de casa / mujer aficionada a divertirse. La mujer que se
divierte tiene un valor negativo en tanto que la mujer de casa tiene un valor
positivo. Regresamos sobre el mismo punto: aquella mujer que no está cien por
ciento dedicada a la reproducción social y al cuidado del bienestar del marido y
de sus hijos, deja de servir a la sociedad en sus ideales y, por lo tanto, es
juzgada como frívola e ignorante. Frívola en tanto que sólo se preocupa por su
belleza física e ignorante en tanto no está educada.
Esto nos lleva a pensar a esta sociedad como una sociedad de
discordancias ideológicas. Por un lado, la mujer no está teniendo acceso a una
escolaridad formal, lo cual le imposibilita ser un ser de razón y, por lo tanto,
permanece fuera de la escena política y pública, quedando en los márgenes. Por
otro lado, la mujer no puede ser vista como ignorante o frívola, pues eso la
cataloga en un grado de inferioridad con relación a las demás mujeres. Sin
embargo, este punto es un poco más complicado pues, ¿cómo puede alguien
educarse cuando la educación no le es disponible? La respuesta, según Gimeno
de Flaquer, radica en las novelas.
Según la RAE, una novela es “una obra literaria en prosa en la que se
narra una acción fingida en todo o en parte, y cuyo fin es causar placer estético
a los lectores con la descripción o pintura de sucesos o lances interesantes, de
caracteres, de pasiones y de costumbres”22. Estas tienen una larga historia, pero
no es sino hasta finales del siglo XVIII y principios del XIX que se instituyen
como género literario. Gimeno de Flaquer en su libro La mujer juzgada por una
mujer publicado en 1882, establece que la literatura es una forma de
propagación de ideales, en donde los novelistas tienen una responsabilidad ética
de no propagar veneno ideológico, pues eso sería un crimen. La literatura en
novela debe entonces promover una lectura que radique en la trascendencia de
una sociedad y de sus agentes. Este género es el más leído, por lo cual debe
tener aún más propagación ideológica. El capítulo donde aparece esta reflexión
22 Real Academia Española. (2001). Diccionario de la lengua española (22.a ed.). Consultado en http://lema.rae.es/drae/srv/search?id=kk19tYKPCDXX2aiA96VQ
llamado “Influencia de la novela en la imaginación de la mujer” comienza de la
siguiente forma:
“La influencia de la novela en la imaginación de la mujer puede ser
benéfica o nociva: si la novela se propone como único fin
sorprender su imaginación con el relato de sucesos maravillosos,
no cumple su misión, y no hay que esperar de ella ningún resultado
provechoso; pero si la novela se propone levantar los sentimientos
de la mujer hacia todo lo noble, ensalzando la virtud, haciendo
odioso el vicio y corrigiendo las pasiones desbordadas, serán
esaslas ventajas que reporte”23
Teniendo esto en cuenta no es difícil entender porque, a mediados del siglo XIX,
se propagaron espacios como las tertulias, donde los individuos sociales24
podían dialogar sobre literatura, poesía y arte. La mujer entraba en este espacio
en tanto que podía leer y dialogar con respecto a una obra. Sin embargo, las
puertas permanecían cerradas en cuanto ella no tenía un espacio físico de
divulgación donde pudiera expresar y ejercer sus propios intereses. Es por lo
anterior que la propagación de espacios hemerográficos femeninos es tan
interesante, pues en ellos dialogan dos posturas de interés para la época: la
necesidad de la mujer de escribir y el interés del hombre por leerla. En el caso
de El Álbum de la mujer, podemos encontrar la síntesis de éste diálogo, pues en
él escriben hombres y mujeres, llegando inclusive a tener algunas
participaciones especiales de personajes importantes de la época como Víctor
Hugo. Tanto hombres como mujeres escriben sobre la educación femenina y el
significado de ser mujer, al mismo tiempo que aparecen críticas literarias,
novelas por entregas, poesía escrita por los dos géneros, historias de algunos
personajes ilustres y bellas litografías de lugares recónditos y animales exóticos.
23 Gimeno de Flaquer, Concepción. La mujer juzgada por una mujer. Barcelona: Imprenta de Luis Tasso y Serra, 1882. p. 8524 Pues la participación solía ser un poco más indistinta a los géneros que cualquier otro espacio.
Álbum de la mujerEl Álbum de la mujer: Ilustración Hispano-americana25 es un periódico de
entregas dominicales. La suscripción semestral costaba $3.00 en el DF, $4.50
en los estados de la república y $9.00 en América Central y del Sur. Era un
periódico dirigido a las clases altas de la sociedad mexicana, normalmente
caracterizadas por su carácter conservador.
Cada entrada se estructura de los siguientes elementos y el orden
pueden, aunque no suele, cambiar:
1. Portada con precio de suscripción, año, tomo, número, fecha,
dirección de administración y condiciones de la suscripción. En cada
tomo hay una litografía, relacionada dentro de la entrega con algún
pequeño escrito.
2. En la esquina superior izquierda de la primera página después de la
portada hay un Sumario que contiene los nombres de los textos e
ilustraciones que hay durante la entrega.
3. Las primeras cuatro páginas se conforman de entregas literarias,
estudios crítico-literarios y poemas. Además, encontramos las
columnas que siempre aparecen publicadas de la ‘Crónica parisiense’
y la ‘Revista de Madrid’.
4. Las siguientes dos páginas están siempre llenas de litografías que,
junto con la de la portada, son explicadas en la última columna de la
última página.
5. Tres páginas de narrativa y poesía.
6. Al final tenemos dos páginas de anuncios. Estos llegaban a ser de
líneas de Ferrocarril, fábricas de puros, almacenes de ropa y calzado,
empresas de litografías, del Nacional Monte de Piedad, de la
25 La consulta de éste se reduce al análisis de la compilación de entregas que van del 3 de enero de 1886 hasta el 19 de diciembre del mismo. Sin embargo, también se consultó el tomo relativo al año de 1885 con el único fin de referir a la nota introductoria redacta la dueña.
Compañía Mexicana Trasatlántica, de hoteles de productos
farmacéuticos, de librerías, etcétera.
La entrega dominical era propiedad de Concepción Gimeno de Flaquer (Alcañiz
1850 – Buenos Aires 1919), quien colaboró en publicaciones como La ilustración
de la mujer de Madrid, La mujer, El correo de la Moda de Madrid o El Ramillete
de Barcelona. También fue autora publicada y entre sus obras encontramos 11
títulos, los cuales en su mayoría abordan el tema de la mujer, algunos de ellos
son La mujer juzgada por una mujer, Madres de hombres célebres, Evangelios
de la Mujer, Mujeres de regia estirpe, entre otros. Andrés Argente denomina a
Concepción como una mujer que adoptó un “feminismo conservador en lo
ideológico y ‘furioso’ en la expresión” 26.
En la entrega del 4 de enero de 1885, Gimeno de Flaquer escribe una
carta a los suscriptores donde establece que su finalidad como dueña del
periódico radica en la re-conceptualización de la mujer como individuo capaz de
pensar. Juzga a los hombres por ser severos con su sexo, por juzgar a las
mujeres, y por esgrimar contra ellas el arma poderosa de la razón27. Llama a los
hombres “detractores de mi sexo” y establece las razones por las cuales ella
cree que estos las rechazan: por no haber sido amados por mujeres y por miedo
a la superioridad que ellas podrían alcanzar si se les otorga acceso a la
educación.
Utiliza el concepto de ‘modernidad’ para establecer cómo la civilización ha
llegado al momento en que debe seguir avanzando en conjunto, incluyendo a las
mujeres, para poder alejarse de ideas “caducas, perniciosas y retrógradas de
ayer”. Proclama la conveniencia de la emancipación de la mujer que debe ser
por medio de la inteligencia para que ésta alcance el mundo del arte y de la
ciencia. Así mismo, propone una revolución que radica en una misión de paz y
26 Andrés Argente, Josefina de. “Oficio de escritoras” en Escritoras y periodistas en Madrid (1876 - 1926) [En línea]. Madrid: Área de Gobierno de Empleo y Servicios a la Ciudadanía, Dirección General de Igualdad de Oportunidades, 2007. P. 36 – 83. Dirección URL: http://eprints.ucm.es/15141/1/Escritoras_y_periodistas_en_madrid.pdf [consultado en 3 noviembre 2015]27
amor que debe ejercer la caridad (enseñanza de Jesucristo) donde la mujer
debe perdonar al enemigo e ilustrar al ignorante. Termina con el lema de Carlos
X “¡Siempre adelante!”.
En esta pequeña reseña de los postulados de la publicación vemos como
el feminismo que quiere implementar el periódico va dirigido hacia una sociedad
conservadora, afirmación evidenciada en las referencias a Jesucristo. El
feminismo que se promueve va relacionado con establecer las similitudes entre
el carácter dulce de la mujer y elementos de la naturaleza como lo son las flores.
Es un feminismo temprano, que no busca, como los movimientos
contemporáneos, la no diferenciación entre los géneros. Es un feminismo cuya
lucha radica en demostrar las diferencias entre los sexos para resaltar las
cualidades de las mujeres por si mismas, no a partir de otro que las defina. Con
el implemento de estos ideales se esperaba llegar a una sociedad progresista e
incluyente para todos, que promoviera así los valores de la Nación Mexicana.
En un libro publicado en 1882 por la Gimeno de Flaquer titulado La mujer
juzgada por una mujer encontramos que ella, entendiendo los debates que
radican en su entorno con respecto a la educación, encuentra las armas para
defenderse, armas que residen en la posibilidad de educación hacia su género.
Establece que las mujeres no deben aceptar que se les aprecie solamente por
su belleza física, pues no es la única cualidad que ellas poseen. Llama a las
mujeres, desde una narrativa que parecería ser un manifiesto, a que estas
formen una criticidad con respecto a su posición social, que usen la razón y que
se cosechen más allá de sus atributos físicos. Gimeno de Flaquer no pone en
duda la capacidad de las mujeres de razones y está ya dando por sentado que
ellas pueden ser educadas y que por medio de dicha educación pueden ayudar
al proyecto progresista sin tener que por ello perder sus cualidades innatas que
las caracterizan como mujeres.
Este libro es sumamente importante por las temáticas tratadas, pues intenta
hacer una recapitulación de todas las características y posibilidades de
formación de la mujer como sujeto social así como de la mujer como
conformadora de la sociedad. Los capítulos de este libro lo ejemplifican, algunos
de ellos se titula de la siguiente forma: “La niña”, “Niñas y flores”, “La
adolescente”, “La solterona”, “La mujer en la antigüedad”, “La influencia de la
novela”, “Las mujeres en el renacimiento literario”, “La mujer ideal”, “La dama
mexicana”, “La primera doctora mexicana”, “La mujer estudiosa”, “La mujer
coqueta”, etcétera.
En la actualidad pensamos el feminismo como una emancipación de la
mujer del yugo del hombre. Es más, el lugar común al que referenciamos a las
mujeres que se consideran como feministas suele residir en mujeres que odian a
los hombres, que quieren permanecer eternamente solteras y,
desafortunadamente en muchos casos, que por default son lesbianas. Por ellos
es interesante la postura que propone éste periódico. La literatura que lo
compone es una guía para la mujer letrada que quiere entenderse como mujer,
sin embargo, la emancipación del hombre nunca es postulada como una opción.
Marido y mujer van de la mano en la necesidad de crear un núcleo y proyecto
familiar y privado a partir del cual se puedan reproducir los ideales
implementados por la sociedad en la esfera de lo público. Todos los artículos
que componen el periódico tratan sobre el estudio del papel de la esposa y
sobre el análisis de las mujeres indecentes que se vuelcan sobre el vicio y la
fiesta en lugar que sobre sus hijos en comparación con las contrarias. Pero el
debate más importante que se lleva a cabo en las entregas corresponde a la
necesidad de la mujer de ser educada: este postulado no se pone en duda. La
mujer debe ser educada pues, como mencionado anteriormente, si no lo hace no
podría participar de lleno y de forma consiente como agente social de cambio
para una sociedad que se vislumbra como ilustrada.
El ser un periódico que se denomina a sí mismo como “ilustrado” nos matiza
desde el principio los ideales que buscaba reproducir, muchos de los cuales,
como era propio de la época, recaían en el afrancesamiento de la sociedad. No
por nada encontramos menciones constantes a autores como Honoré de Balzac.
Historiográficamente nos encontramos en el último periodo de presidencia de
Porfirio Díaz (1884 – 1911) y la importancia de consolidar una élite que apoyara
el proyecto nacional de dicho personaje llevaban mucho tiempo consolidándose
como una necesidad de primera instancia. Aquí es cuando podemos empezar a
tematizar las distinciones que se hacían también entre los grupos marginados
por el centro, es decir, las mujeres de las que tratamos, por medio de éste
ejercicio de lectura y escritura, también estaban creando una distinción con
relación a las mujeres que no tenían acceso a las mismas oportunidades que
ellas. Así como el ciudadano se conforma por ciertos matices que lo consolidan
como tal, las mujeres están creando características que las hacer ser tales. No
es puesto en duda el carácter maternal de la mujer, pues es un proceso
biológico innegable a la cual toda mujer tiene acceso por el simple hecho de ser
mujer. Sin embargo, sí estamos hablando de la consolidación de una mujer que
busca inscribirse dentro de los matices que la caracterizarían como un
ciudadano más, por ello la necesidad de la instrucción y de la lectura: los
hombres ciudadanos leían, estaban enterados y podían tener conversaciones y
diálogos; la mujer que pertenece a las familias que conforman esta pequeña élite
porfiriana de diálogo, también quieren entrar en la discusión. Esto cierra las
puertas a las demás mujeres que por situación económica, fenotipo,
descendencia, etcétera no tenía acceso a la educación ni a las letras.
Nunca es mencionada la mujer indígena ni la importancia de educarla, por
ejemplo. Ella no es parte del proceso de progreso que la Nación está
implementando. Como bien conocemos, este proyecto, más que abrir las
puertas a todos los seres humanos para inscribirlos dentro de una unidad
humana, abrió las puertas a la burguesía, cerrándoselas a todos aquellos que no
embonaban con lo que eso significaba. Las diferencias sociales y económicas
fueron recalcadas más que nunca para que esta nueva clase social pudiera
establecerse como tal, reafirmándose a partir de su poder a través de la
adquisición de capital escolar, pues no podían acceder al capital cultural que
tenía la aristocracia.
ConclusiónPara las mujeres en general es un paso importante que se hayan posibilitado
proyectos como El Álbum de la mujer. Sin esfuerzos como el hecho por Gimeno
de Flaquer y muchas otras mujeres, mis compañeras y yo no tendríamos
derecho a la educación y yo no podría estar pensando sobre las condiciones y
posibilidades que involucra el ser mujer. Sin embargo, la criticidad con respecto
a las fuentes nunca pierde su importancia en tanto que siempre deja algo fuera,
algo no dicho. Esto no dicho radica en lo establecido anteriormente con respecto
a los otros tipos de mujeres que conformaban la sociedad, aunque también
involucra las diferenciaciones morales.
El Álbum de la Mujer sigue siendo un periódico conservador que establece los
valores cristianos como modelo del deber ser. Muchas veces es menospreciada
la mujer que no se acata a las reglas de dicho grupo social, al que es dirigido el
periódico. Inclusive se le considera como menos mujer que las mujeres que
escribe y leen las entregas.
“Desgraciadamente vemos hoy que, a causa de la viciosa
educación que recibieron algunas mujeres de la clase media o
artesana, apenas saben guisar, escribir ni coser; pero que bailan a
la perfección, que hablan de tonterías y llenan los cafés, y los
salones y teatros, gastanto en ellos parte del sueldo de su esposo;
y esta frivolidad nace siempre de su género de educación
insustancial y vanidosa. Unas toman el ejemplo de otras, y el
número de mujeres frívolas llega a ser incalculable”28
Sin embargo, nosotros no podemos dejar que eso nos haga creer que esa era la
única posibilidad de comportamiento. La mujer, como ser pensante, tiene
derecho a escoger sobre su propia vida y sobre qué hacer con ella (con las
debidas restricciones socioculturales de poder que implica la movilidad de un
cuerpo), sobre como se mueve y, finalmente, sobre qué lee y cómo lo lee.
Me demuestro ignorante ante las demás formas de relación que pudo
haber o no haber tenido una mujer en sociedad. Sin embargo, mantengo la
28 Escude Bartoli, Manuel. “La educación de la mujer” en El Album de la Mujer, año IV tomo VI, número 1, México 10 enero 1886.
posibilidad abierta de que hubiera grupos más liberales (en el sentido de la
moral, no de la política) que pudieran aceptar las formas de relación del género
femenino consigo mismo y hacia el masculino de alguna otra forma.
El último queda pendiente para otro estudio e invito al lector a hacerse las
preguntas que planteo a lo largo del texto. ¿Qué significa ser mujer? Y,
sobretodo, así como lo visto con el caso del ciudadano, ¿cuáles son las
características que tiene que llenar un individuo del género femenino para poder
ser considera como mujer? Estas dos interrogantes son fundamentales no
solamente para la reflexión histórica de los tiempos porfirianos, sino que son de
grave relevancia para nuestra contemporaneidad. Los medios de comunicación
están abiertos a la igualdad de género (lo que sea que eso signifique) y parece
ser que las instituciones lo están también. Sin embargo, ¿es esto una realidad
en nuestra esfera social? Además, ¿entre mujeres nos otorgamos el respeto que
nos merecemos o seguimos haciendo alusión a una esfera femenina donde sólo
se es mujer en tanto se es honrosa con relación a la percepción masculina y
femenina? Dejo abiertas estas preguntas esperando que, tal vez algún día, en
mi eterna búsqueda por la definición de mi yo propio, les encuentre respuesta.
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Hispano-americana. México: Imprenta de Francisco Díaz de León, 1885 –
1886.
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3. Jaiven, Ana Laura. “Retablo costumbrista: vida cotidiana y mujeres
durante la primera mitad del siglo XIX mexicano según viajeros
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Tomo II: gobierno y política / Sociedad y cultura. México: Instituto Mora,
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http://www.redalyc.org/pdf/139/13900310.pdf
6. Andrés Argente, Josefina de. “Oficio de escritoras” en Escritoras y
periodistas en Madrid (1876 - 1926) [En línea]. Madrid: Área de Gobierno
de Empleo y Servicios a la Ciudadanía, Dirección General de Igualdad de
Oportunidades, 2007. P. 36 – 83. Dirección URL:
http://eprints.ucm.es/15141/1/Escritoras_y_periodistas_en_madrid.pdf
7. Breña, Roberto. “Ciudadano” en Diccionario político y social del mundo
iberoamericano. La era de las revoluciones, 1750 – 1850. Fundación
Carolina, Soecidad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Centro de
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10. Zemon-Davis, Natalie. Mujeres de los márgenes: tres vidas del siglo XVII.
España: Ediciones Cátedra, 1999.
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