Una Mañana de primavera, cobijados en el calor de un sentimiento de
juventud, entrelazaron vivencias Daniel y Emy, ya se conocían de
siempre y fueron haciendo un camino de inquietudes y fantasías, con el
tiempo esquivo de situaciones complejas, con afectos comprensibles
entre jóvenes que se decidieron a vivir cada día una nueva ilusión, con
promesas incumplidas y desdenes que embriagaban el espacio, donde
navegaban a veces en plena tormenta que los alentaban a esbozar una
sonrisa cómplice de un querer, ya manifiesto de dos seres que se
empeñan en seguir adelante.
Daniel, con su tenaz ímpetu de gobernar el destino ajeno y Emy, con su
inseguridad casi perfecta, galoparon sin freno por la inmensidad del
desierto de sus carencias, ellos fueron moldeando un querer
insatisfecho un amor en el desamor, una ola en el remanso de su
quietud, alborotada por indecisiones de querer plasmar una visión, de
una unión que no llegaba.
Daniel, ya caminaba cabizbajo añorando a Emy, la de antes, mas
íntegra en su quehacer, mas ponderada en su sentir, pero Emy a su vez
esperaba mas coherencia en el decir y hacer de Daniel, pero el tiempo
sorprendió a ambos al no tener la respuesta exacta para el proyecto
llamado “Mary” de su experiencia nonata de querer ver la luz, aun sin
tenerla en cuenta.
Una tarde de verano, Daniel y Emy calcinados por parte del
olvido entre curvas de asoleado mar que a sola vista llega y
calla, eran dos soles en un mismo firmamento, dos ases en la
misma mano, que se apuntan a ganar dejando nada para
imaginar.
Era la senda de compresión de ensayos y fantasías que se
retroalimentaba de pequeños detalles que emanaban del
subconsciente, atemorizado por lo desconocido que se acercaba
sin poder detenerlo y con tanta dicha en la desdicha que
separaba lo que unido debería estar, por aquellos motivos que
sin descubrirlo Daniel y Emy disfrutaron, entre calles mudas que
les gritaban en silencio el sinuoso camino del laberinto, en el que
sin saberlo recorrían de la mano en sus locas fantasías.
Todo parecía resuelto y bien por ellos que así lo entendían entre
caricias retorcidas de recuerdos y pesadillas que a la memoria
abordaba.
Una noche de otoño, Daniel y Emy como hojas caídas del
frondoso árbol de la felicidad, jugueteaban con sus horas de
intimidad que se fundieron en el abrazo que deja huella, que
alimenta la esperanza de prolongar su tiempo más allá del
tiempo, sin medir las consecuencias de tan irresponsable
sociedad, que dejaba al descubierto el gran proyecto actualizado
para la llegada de “Mary” en el momento ya caduco y
yuxtapuesto en el sentimiento de caminar juntos pero a la misma
vez distantes, dos realidades sin respuesta, decisiones
radicales, egoístas y frustrantes de tronchar el vector que los
uniría a su propio proyecto, una partida de espaldas a la razón,
un reclamo a tanta indiferencia, un pedido no escuchado, un
destino truncado y un olvido premeditado.
Emy, giró para protegerse del reproche altanero y la amenaza
lacerante de Daniel, pues para Emy, era poco o nada la oferta
de estabilidad que acechaba y sin pensarlo dos veces terminó
con el desatino de la separación inevitable.
Una madrugada de invierno, Daniel y Emy envueltos en la bruma
de sus irreversibles decisiones y con el llanto en la piel de saber
que no van bien las cosas, con el dolor permanente de Daniel de
saberse parte del proyecto y a la misma vez sin poder
contemplar la luz de sus ojos ni por un segundo en las tinieblas
de la incertidumbre, quedó profundamente dormido, pero al
despertar ya no tenía lágrimas en su corazón abierto y cantando
una canción de puro amor, que solía cantarle a Emy en otros
tiempos, llegó al fondo de su corazón y comprendieron que
tenían una nueva oportunidad, ya mas serenos y mas cautos,
predispuestos a entender, perdonar y amar en la distancia,
abrazar y compartir momentos etéreos que van quedando como
parte de una nueva vida de responsabilidades compartidas y
dejando al tiempo que trajine por las coincidencias para
fortalecer a los tres que merecían ser felices, descubriendo en
“Mary” tanta inocencia en su cautivadora sonrisa y mirada
especial.
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