Dedicado a los fieles defensores de la verdad…
“la verdad sea dicha”. Simón Bolívar [21-7-1823]
Rafael Ángel Terán Barroeta Cronista de Tucutucu
Primera Edición. 2012.
© 2012, Rafael Ángel Terán Barroeta.
http://elcronistadetucutucu.blogspot.com/
Queda autorizada su reproducción, total o parcial por cualquier medio o procedimiento; con propósitos educativos, sin fines de lucro; siempre y cuando sea citada la autoría de este trabajo.
Las personas interesadas en el tema, sacarán sus propias conclusiones. La presente carta es una comunicación personal entre el Cronista de Tucutucu y el Dr. Amílcar Fonseca; compartida muy cordialmente con los amigos.
ISBN: 978-980-12-5802-5
Depósito Legal: If25220129002081
Tiraje: 100 ejemplares. Editados por su autor.
Impresión digital en PRINTCO. Trade printer. Urbanización Chuao. Caracas. Venezuela. www.printco.com.ve
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¿Dónde está la mesa, en la cual Simón Bolívar, firmó el
Decreto de Guerra a Muerte?
Para tratar de obtener una respuesta, Rafael Ángel Terán Barroeta, Cronista de Tucutucu, escribe la siguiente:
CARTA AL MAS ALLÁ, PARA EL DISTINGUIDO TRUJILLANO DR. AMILCAR FONSECA (1870-1937).
Muy apreciado y respetado Dr. Fonseca:
Reciba un cordial y afectuoso saludo de un paisano, que aprecia su obra escrita, sobre temas de nuestro querido terruño; los cuales constituyen un gran legado histórico para los trujillanos de siempre.
Con seguridad, usted podrá aclarar mis dudas, surgidas con motivo de la lectura en su libro publicado post mortem: “ORÍGENES TRUJILLANOS”; de una crónica titulada: “Mesa Conventual y Escritorio del Libertador en Trujillo”. Antes que criticarlo injustamente, como es la usanza de muchos; he decidido escribirle directamente, esperando que responda a mis fundadas interrogantes.
La crónica, escrita por usted, en el citado libro, fechada en 1915, es la siguiente:
“Es tradicionalmente histórico en Trujillo, que del Convento de Monjas “Regina Angelorum”, situado en la Esquina de Las Monjas de la Plaza Mayor de la ciudad, hoy “Plaza Bolívar”, fue llevada junto con el ajuar de cama y comedor, primorosamente bordados por las bendecidas manos ciriales de las reverendas monjas enclaustradas, a la casa que ocupó el Libertador, durante sus dos permanencias en Trujillo, la mesa escritorio conventual que servía de oratorio delante de un gran cuadro
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al óleo, del Mártir del Calvario, el Divino Jesús Crucificado, que adoraban las santas y conventuales monjas trujillanas. En aquella mesa permanecía un gran florero de cristal de Bohemia, donde se desgajaban cotidianamente las más hermosas rosas de los jardines de aquel valle, que lo fue de corpulentos cedros en los remotos tiempos aborígenes y dos candeleros de plata en los que se quemaban velas de cera blanca, cuya ardiente y viva llama simbolizaba del amor constante que al Redentor del Mundo, ofrendaban las piadosas y místicas mujeres del Regina Angelorum, y las no menos cristianas, matronas y doncellas de la muy ilustre ciudad de Nuestra Señora de la Paz de Trujillo.
Como el Clero trujillano abrazó con entusiasmo patriótico la Causa de la Independencia, era natural y fácil que aquellos ilustres Frailes, consiguieran de las monjas el facilitar de su convento, sus mejores prendas del ajuar casero, con que debía cumplimentarse al Libertador y Supremo Jefe de los ejércitos patriotas de la Nueva Granada y de Venezuela.
El mueble es de caoba pulido, con finas líneas doradas, de patas torneadas al estilo de épocas antiguas, tiene dos hojas que se abren y giran cubriendo una gaveta secreta, la acción de los siglos ha pasado sin dejarle deterioros, y habla la fantasía de que sirviera de escritorio en acto trascendental del héroe, mas sería faltar a la sinceridad histórica darle cabida a aquella narración que bien pudo ser cierta, pero las leyendas regionales trasmitidas hasta ahora familiarmente, sólo admiten con formal franqueza de hecho cierto, que la mesa formó parte del mejor mobiliario con que se habilitó el hospedaje del General Bolívar en Trujillo.
Pasaron los primeros tiempos de la Independencia, los de la República y la Federación y aquel Convento continuó prestando sus nobles y valiosísimos servicios, en cuanto a enseñanza de virtudes espirituales y labores hogareñas de la mujer trujillana, mas no resistió la época
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guzmancista y el año de 1874, el beato aprisco fue dispersado y clausurado.
Notificadas las Monjas de que debían salir de su Convento y de Trujillo, la Madre Superiora o Abadesa, descolgó el cuadro de Jesús Crucificado, lo separó del dorado marco en que estaba expuesto a la veneración y enrollado y bien envuelto se lo llevó consigo; la mesa de caoba y los candeleros de plata, los sacó del edificio y se los llevó a la señorita Eloísa Fonseca, Directora del Colegio de Niñas y vecina al Convento, con la recomendación de guardárselos hasta que pudiesen regresar a Trujillo; y de no ser esto posible y no volver más, le exigía enviarle veinte pesos ($20) a determinado Convento, en Saint Thomas, para misas por las almas de las monjas muertas, constituyendo dicho envió el derecho de propiedad de aquellos objetos que le entregaba. Así sucedió años después, por intermedio de acreditada casa comercial trujillana, el valor estipulado fue remitido a su destino señalado por la Abadesa y la nueva propietaria destinó esos enseres, para la adoración de un niño Jesús, colocado dentro de un gran globo de cristal; y además, en la época de exámenes, veladas y otros festivales del Colegio, servía de estrado presidencial de las más connotadas personalidades concurrentes a dichos actos y los candeleros servían de lujosas bujías ornamentales de la Sala de Recepciones del Instituto.
Muchos años sirvieron en tan simpáticas funciones hasta el retiro voluntario de la anciana maestra y luego en su alcoba continuaron prestándole utilidades hogareñas; mas no así los candeleros pudo conservarlos hasta su muerte, pues el 20 de setiembre del 99 día en que los liberales trujillanos, tomaron la ciudad, después de más de 10 horas de combate y de incendiar la torre de la Iglesia y toleraron el saqueo de la ciudad por sus soldados vencedores, un grupo de estos semibárbaros entró en casa de la honorable educadora, y junto con otras prendas personales, se llevaron los candeleros, sin que, hasta ahora, se hubiese podido saber a qué manos fueron a parar, porque es de suponer, que
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tan pesadas y valiosas prendas de plata, no debieron ser conservadas por los soldados anónimos que las robaron.
Por testamento, la mesa pasó a manos familiares de la ilustre educadora, quienes la conservan como un tesoro invalorable del esplendor glorioso del solar nativo. Trujillo 1915”
Ocurrió Dr. Fonseca, que pasaron treinta y nueve (39) años, desde la extinción de los Conventos Religiosos en Venezuela, mediante Ley publicada en la Gaceta Oficial Nº 243 del 6 de mayo de 1874, durante el Gobierno del General Antonio Guzmán Blanco; hasta la muerte de su tía Eloísa Fonseca, el 10 de mayo de 1913. Pasaron veinticuatro (24) años desde la muerte de su tía Eloísa Fonseca en 1913, hasta su propia muerte el 17 de febrero de 1937. Pasaron veintiséis (26) años desde su fallecimiento hasta el 15 de junio de 1963, fecha en la cual, su hijo José Amílcar Fonseca donó la “Mesa Histórica”, al Centro de Historia del Estado Trujillo, en ocasión del Sesquicentenario de la firma del Decreto de Guerra a Muerte, emitido en la ciudad de Trujillo, por el Libertador Simón Bolívar el 15 de junio de 1813. En total, según su relato y el dicho de su hijo, la familia Fonseca, permaneció en poder de dicha mesa, durante ochenta y nueve (89) años continuos.
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Su hijo José Amílcar Fonseca, pronunció un discurso el día 15 de junio de 1963, en la sede del Centro de Historia de Trujillo; ante el Presidente y demás miembros de la Academia Nacional de la Historia; Presidente y demás miembros del Centro de Historia del Estado Trujillo; Arzobispo Coadjutor de Mérida y Obispo de Trujillo; Autoridades Militares, Civiles, Judiciales, Municipales y Educacionales de Trujillo. La Imprenta Nacional, en Caracas, 1963, se encargó de editar el texto del discurso; en el cual, después de narrar los conocidos acontecimientos de la guerra de independencia, actuando en nombre propio y de su honorable familia, realizó la donación de la “Mesa Histórica” y refiriéndose a la misma, dijo:
“… Al llegar el General Bolívar a Trujillo, el insigne patricio Jacobo Antonio Roth, Presidente de la Junta Suprema Provincial que decretó la Independencia Regional, le franqueó su casa solariega…Y una mesa de caoba tallada, perteneciente al oratorio del Convento de Monjas Regina Angelorum, con dos candeleros de plata que fueron facilitados por las monjas…”
Luego, agrega:
“…El Libertador vuelve a esta ciudad de Trujillo el año 1820, la histórica mesa‐ escritorio es traída de nuevo a esta casa, en donde se hospeda el Padre de la Patria… alrededor de la mesa están sentados los ilustres Plenipotenciarios de los dos grandes Jefes combatientes Bolívar y Morillo…”
En párrafo seguido, agrega:
“Regresa la mesa a su convento y en aquel santuario de la virtud y la oración, permanece hasta 1874, fecha en que el Presidente Guzmán Blanco, decretó la clausura de los Conventos…”
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En párrafo siguiente, agrega:
“Pasados pocos días, la Madre Juana de Jesús Moreno, abadesa del Convento y la diligente monja Florentina…, cogieron la mesa y los candeleros y llevándolos personalmente a la casa del Colegio dirigido por la educadora trujillana, señorita Eloísa Fonseca, dejándole estos muebles bajo su guarda y custodia…”
La recepción de la mesa, se realizó con un pacto verbal; referido por el donante, para el caso que las monjas no regresaran, la señorita Eloísa Fonseca, enviaría a la misma congregación de Saint Thomas, la cantidad de veinte pesos, para destinarlos al pago de las misas por el descanso de las monjas muertas. Es una modalidad bien extraña, que los miembros de una congregación religiosa cobren emolumentos, para rezar por sus propios difuntos.
Refiere su hijo, que la madre abadesa le dijo a la señorita Eloísa Fonseca:
“Eloísa, esta mesa que confiamos a vuestra honradez y virtudes, ha sido oratorio del Convento durante un siglo…” [O sea desde 1774]
A continuación agrega:
“La distinguida educadora les prometió guardarles aquellos valiosos muebles, con el cuidado y veneración que merecían. Pasados algunos años, visto que las monjas no volvieron, la nueva propietaria cumplió su promesa del envío de la suma en pago; y la mesa fue entonces oratorio de una imagen del Niño Jesús…”
“Ya anciana la maestra doña Eloísa…, le dejó por testamento a su predilecto sobrino el Dr. Amílcar Fonseca, la histórica reliquia, no así los candeleros, porque estos, en horas trágicas de nuestra historia regional, fueron saqueados del hogar respetable de la maestra, el 20 de
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septiembre de 1899, por un contingente semi‐bárbaro de las fuerzas atacantes, que tomaron la ciudad a sangre y fuego…”
“Su nuevo dueño, mi progenitor, la destinó para su escritorio…”
“En 1932, viviendo en Caracas…se quebrantó de salud y entonces me obsequió la mesa y la colección de Cacharros Cuicas…”
“Yo en esta fecha sesquicentenaria del Decreto hago la donación de la Mesa Histórica y de la Colección de Cacharros Cuicas…”
Respetado Dr. Amílcar Fonseca, luego de analizar varias fuentes, sobre el tema que nos ocupa y leer el discurso de su hijo pronunciado en el Centro de Historia, con la ocasión de cumplirse 150 años de la firma del Decreto de Guerra a Muerte; tomé la decisión de escribirle esta carta, que le envío a través del correo de Tucutucu, que es el único que trabaja para allá, a través del servicio especial de duendes mensajeros. Mi interés principal, es formularle varias preguntas, que me servirán para entender con mayor exactitud, un asunto que también es útil, para el esclarecimiento de una verdad histórica, en este nuevo aniversario de la firma del Decreto de Guerra a Muerte y a un año de su celebración Bicentenaria.
Le confieso, que son muchas las preguntas que quisiera formularle sobre algunos temas de su libro; pero en esta oportunidad, estoy interesado en éste caso concreto y sobre él versarán mis interrogantes.
A los fines de comparar el contenido de su crónica, con las fuentes históricas, he leído, una obra considerada como referencia directa para la Historia Colonial de Venezuela, publicada por la Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, en ediciones de 1967, 1988
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y 1998; la cual incluye los Documentos Relativos a la Visita Pastoral realizada por el Obispo Mariano Martí (1721‐1792) de la Diócesis de Caracas, entre 1771 y 1784. El profesor Carracciolo Parra León (1901‐1939), publicó entre 1928 y 1929 una Relación Final de dicha visita. Las ediciones de la Academia Nacional de la Historia, tienen el contenido completo, incluyendo el libro Personal del Obispo, considerado “Secreto” y los libros de Inventarios y Providencias. Un libro denominado “Relación y Testimonio”, se encuentra lamentablemente extraviado del Archivo Arquidiocesano de Caracas, donde reposan los originales. [El Obispo Mariano Martí Estadella, nació en Brafim, Tarragona. España el 14 de diciembre de 1721 y falleció en Caracas el 20 de febrero de 1792].
La visita fue cumplida por Martí, acompañado de sus clérigos ayudantes y de sus esclavos, por las ciudades más importantes de Venezuela, que estaban adscritas a la diócesis de Caracas en el siglo XVIII. El Obispo Martí recopiló datos completos y detallados, que organizó para la historia, como lo hace un hombre de formación Universitaria, con estudios realizados en la Universidad de Cervera, Provincia de Lérida, Cataluña, España.
“La visita del Obispo a la Vicaría de Trujillo, comenzó por Carache. Procedente de Humocaro Bajo. Martí, hace su entrada en el pueblo de San Juan Bautista de Carache el 16 de febrero de 1777. El 6 de marzo se hallaba ya en Santa Ana y el 7 en su agregado Siquisay. Siguió por el pueblo de indios de San Miguel (10 de marzo), Boconó de Trujillo (14 de marzo) cuya iglesia tenía el frente de ladrillo, construido de tal manera “que forma una fachada hermosa”; Tostós (19 de marzo, visitando de camino la capilla de la Asunción en la hacienda del presbítero don Antonio Sarmiento), Niquitao (22
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de marzo), San Lázaro (26 marzo), Burrero (27 marzo), Quebrada (1º abril), que era agregado de Jajó lo mismo que La Mesa ( visitados, respectivamente el 2 y el 3 de abril), pasando de Jajó a la Mesa, reconoció la capilla de Nuestra Señora del Valle de Duri. El 9 de abril hallamos al Visitador en el pueblo de indios de San Pablo Apóstol de La Puerta, desde donde, rodeando por Mendoza (10 de abril), Betijoque (13 abril) agregado de Escuque (15 abril) y San Jacinto (23 abril), dio la vuelta hacia Trujillo, en cuya ciudad hizo la entrada el 25 de abril”.
“La visita a la ciudad de Trujillo, duró hasta el 30 de diciembre de 1777, en que firma en Trujillo la del oratorio de la Concepción en el Valle de Pampán, establecido en el sitio de Pampanito, en la hacienda del presbítero don Alonso Vázquez. El 11 de enero de 1778, salió Martí para el `Sitio la Fundación de Chabasquén´, a donde llego el 16 de enero de 1778”.
En la Vicaría de Trujillo, el obispo Martí pasó más de 10 meses de su largo recorrido y pudo hacer un levantamiento de datos, muchísimo más detallado que en otras ciudades.
Dr. Amílcar Fonseca, paso a formular mis anunciadas preguntas.
En la Relación de la visita del Obispo Martí, publicada en 1928 y 19 29 por Carracciolo Parra León, profesor universitario y miembro de las Academias Venezolana de la Historia y de la Lengua; concretamente en el libro de Inventarios, que hoy cursan al Tomo IV, de la edición de la Biblioteca de la Academia de la Historia, páginas 266 y siguientes, en el punto “MONASTERIO DE MONJAS”, se encuentra detalladamente descrito el inventario del Convento Regina Angelorum, de la ciudad de Trujillo, realizado en visita que
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comenzó el 12 de noviembre de 1777. En el inventario del Obispo, se puede observar que en el Convento, no existían por ningún lado los “Candeleros de Plata”, que usted señala en su narración y que repite su hijo en el discurso. Tampoco existía en el convento un cuadro al oleo de “Cristo Crucificado”, como igualmente usted lo señala y lo vuelve a repetir su hijo. Tampoco está inventariado el “gran florero de cristal de Bohemia”, que usted señala en su narración. Si existía una imagen de Cristo Crucificado, pero según el Obispo Martí, era una obra de talla de vara y media de alto, colocada en el “Altar del Santísimo Cristo”, sobre mampostería con un frontal de lienzo pintado al oleo. Martí señala que sobre esa mampostería había “dos candeleros de madera” al torno pintados. Como puede observarse en el inventario, no eran de plata los candeleros del Cristo y las mesas de los altares, eran de mampostería.
Entonces Dr. Fonseca.
¿De qué fuente histórica, sacó usted esa descripción de un Cristo
Crucificado al oleo; una mesa de caoba pulida, con finas líneas
doradas y patas torneadas; los dos candeleros de plata y el florero
de cristal de Bohemia?
Si nos atenemos al detallado contenido del documento colonial de la autoridad religiosa, en el Convento de Monjas; para la fecha de la visita del Obispo Martí, no existía ninguna mesa tallada en caoba como la que usted describe, ni siquiera la mesa del Altar Mayor era de madera, todas las mesas de los altares de adoración eran de mampostería, tal como lo describe claramente el Obispo. Los
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candeleros del Convento eran de madera, aun los del “Altar Mayor” y otros considerados como “Alhajas” eran de cobre. Del metal plata, solo existían en el convento para la fecha de la visita dos (2) cucharillas, ubicadas en el “almacén”.
El Convento tenía una Capilla Mayor y cinco (5) altares; en ellos, todas las mesas eran de mampostería. En ninguno de los altares, el Obispo Martí, refiere la existencia de una mesa de caoba como la que usted describe en su crónica.
Como ya le comenté, los conventos fueron extinguidos mediante una Ley publicada en Gaceta Oficial Nº 243 del 6 de mayo de 1874. Al día siguiente 7 de mayo de 1874, mediante decreto Presidencial, publicado en la Gaceta Oficial Nº 244, se acordó el nombramiento de Comisionados especiales de la Hacienda Nacional, para tomar posesión inmediata de los bienes de los Conventos de Monjas. Previamente en la Gaceta Oficial Nº 225 del 13 de abril de 1874, el Ejecutivo mediante Resolución decretó, que mientras el Congreso decidiera lo conveniente, con respecto a las comunidades religiosas, aun existentes en el país, se impedía la extracción de los objetos de los Conventos de Monjas o Iglesias anexas a ellos. Simultáneamente, se prohibía la venta, cambio o enajenación de cualquiera de las propiedades muebles o inmuebles pertenecientes a dichos conventos o Iglesias. Posteriormente mediante Decreto del Presidente de la Republica, publicado en la Gaceta Oficial Nº 285 del 26 de junio de 1874, se ordenó que los bienes procedentes de los conventos de monjas a que hace referencia la Gaceta Oficial Nº 243, pasarán a posesión de la Universidad Central, para luego ser incorporados a la Biblioteca Nacional. Ese fue el marco legal que
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sirvió de fundamento para la extinción de los Conventos en Venezuela.
Estimado Dr. Fonseca, en favor de la certeza de su crónica, podría existir la posibilidad de que esa mesa, esos candeleros de plata y el cuadro de Jesús Crucificado, que usted señala; hubiesen ingresado al Convento después de la visita del Obispo Martí; pero esa presunción se desvaneció, cuando leemos el discurso de su hijo, del cual se deduce que esos bienes ya estaban en uso desde 1774.
¿ Cómo explica usted, la narración de su hijo José Amílcar, en el
discurso de 1963, cuando expuso algo que usted no dijo en su
crónica, según lo cual, la Madre Abadesa en 1874, le dijo a la
señorita Eloísa Fonseca, que la mesa y los candeleros de plata
habían estado en uso en el Convento durante un siglo, es decir a
partir de 1774; y cómo explica que precisamente esos bienes
muebles, y el supuesto oleo del Cristo Crucificado, no hayan sido
relacionados por el Obispo Martí en los inventarios del Convento
en 1777; siendo el caso que en dichos inventarios, se especificaron
los más mínimos bienes del convento, entre ellos veinte cuadritos
pequeños de imágenes de santos, los cajones de guardar cera, los
cuchillos para picarla; y hasta una silla en un corredor del
Claustro?
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¿Cómo explica usted, que la propia Madre Superiora o Abadesa,
actuando en contra de sus preceptos religiosos y violando la ley;
haya descolgado y separado de su marco en el convento, una obra
de arte y haya sustraído adicionalmente una mesa tallada en
madera y dos candeleros de plata, que ya tenían una prohibición
gubernamental de no ser sacados del convento y de ninguna
manera enajenarlos?
Dr. Fonseca, ubicándome en el escenario conventual de la época, estoy escribiendo y pensando, cual pudiera ser el origen de esa mesa antigua. Al respecto le hago algunos comentarios adicionales, porque usted ha comenzado a narrar la tradición patrimonial de la Mesa, con la Madre Abadesa del Convento, sin especificar su nombre, ni la Congregación a la cual pertenecía. Su hijo en el discurso de donación, agregó un nuevo personaje, el cual usted nunca mencionó: “la diligente monja Florentina”. En aquellos tiempos, muchas de las monjas que ingresaban a los conventos, eran procedentes de familias de abolengo y acomodadas, para citar solo dos ejemplos, teníamos en Caracas, en el Convento de las Carmelitas, el caso de María de los Santos Bello, hermana de Don Andrés Bello; lo mismo se puede decir de las monjas del Convento de las Concepciones, entre las cuales estaba la Abadesa María Teresa de Castro Ibarra, quien luchó hasta el final, para evitar la clausura de los Conventos; era familiar inmediata de Ana Teresa Ibarra Urbaneja, esposa del Presidente General Antonio Guzmán Blanco; por lo que pudiéramos pensar paralelamente con alguna
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lógica pero sin ninguna prueba, que la mesa y los candeleros de plata referidos por usted, de haber tenido alguna procedencia piadosa; hayan podido pertenecer a cualquier familiar de una de esas monjas pudientes de cuna, que entre las monjas trujillanas, debe haber existido alguna; o que la mesa hubiese sido propiedad de un personaje trujillano acaudalado de esa época o de tiempos posteriores.
Lo cierto es Dr. Fonseca, que las religiosas trujillanas, pertenecían al Instituto de Santo Domingo, monjas del Claustro; que hicieron votos de pobreza antes de ingresar al convento, para realizar su vida espiritual en “Clausura”. En esas condiciones las encontró el Obispo Mariano Martí durante su visita en 1777. Refiere que eran 27 religiosas, 24 de coro y tres de legas; que vivían en celdas individuales, en un convento muy deteriorado por los temblores. Señala el historiador Francisco González Guinán (1841‐1932), en su Historia Contemporánea de Venezuela, Tomo Undécimo, página 145; que para el momento del cierre de los conventos, la nómina de las monjas del claustro Regina Angelorum era : Juana de Jesús Moreno, Ana María González, María Juana Porras, Concepción Álvarez, María del Rosario Castellano, María Begoña Castro, Rosa María Baptista, María Florentina Peña, María Antonia Yánez, María Balbina Infante, María Gertrudis Perdomo, Ana Josefa Hernández y Juana Bautista Leal (Trece en total).
Uno de sus biógrafos, el Dr. Jorge Maldonado Parilli, refiere que usted en estos planos, era un distinguido trujillano , nacido y criado en el seno de una familia de educadores, fue alumno de nuestro sabio Don Rafael María Urrecheaga; fue doctor en ciencias políticas, abogado, educador, político, historiador y etnólogo. Se desempeñó
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como Juez de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil, Procurador General del Estado, miembro de la Academia Nacional de la Historia, Miembro de la Corte Federal y Casación de la Republica y especialmente como Diputado al Congreso Nacional, por el Estado Miranda, durante el gobierno del General Juan Vicente Gómez (1857‐1935). Según se aprecia en la obra de Allan Brewer Carias, usted tuvo la oportunidad de firmar como parlamentario, tres Constituciones Nacionales: 1925, 1928 y 1929.
Tomando en consideración ese desempeño temporal y espacial; me llaman poderosamente la atención, algunas conductas vinculadas al caso que nos ocupa y al no encontrar explicaciones normales y lógicas, en el comportamiento de personas que tuvieron en sus manos, una reliquia histórica de la máxima importancia; obviamente me surgen otras interrogantes:
¿Porqué un investigador e historiador de su investidura, no
señaló en la crónica, las fuentes primarias donde constaba la
existencia de los referidos bienes, que según su afirmación
pertenecieron al Convento Regina Angelorum de Trujillo?
Las fantasías y las suposiciones, no pueden ser fuentes validas, para escribir la historia de los pueblos. Cuando existe una información sobre cualquier acontecimiento, y la misma procede de una tradición oral, como ocurre con la Mesa Histórica, que usted refiere; esta debe ser corroborada con las fuentes escritas, que están disponibles, mas aun cuando en este caso, tenemos a la
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mano documentos oficiales de la Iglesia , sobre la Visita Pastoral de la Diócesis de Caracas; decretos del Gobierno del Presidente General Antonio Guzmán Blanco y una publicación ordenada y supervisada por el Ejecutivo Nacional: la Guía General de Venezuela; entre otros.
En ese sentido, el ilustre trujillano Dr. Don Mario Briceño Perozo (1917‐1995), historiador, Director del Archivo General de la Nación, Individuo de Numero de las Academias de la Historia y de la Lengua venezolanas; creador del Centro de Historia de Trujillo, en su obra “Historia del Estado Trujillo”, página 180, expresa:
“Otro instituto de añeja tradición en Trujillo, fue el Colegio de Niñas, creado por Decreto del Ejecutivo Nacional de fecha 28 de septiembre de 1883, a instancias igualmente de don Juan Bautista Carrillo Guerra. Inició sus labores el 11 de noviembre del mismo año 83 con 58 alumnas. Directora Eloísa Fonseca, Subdirectora Betsabé Valera Martínez; profesores: Br. José Félix Fonseca, Dr. Juan Pedro Chuecos Miranda y Bachiller Francisco de Paula Martínez”.
Briceño Perozo, hace referencia a un Decreto Oficial, donde se señala como fecha de creación del Colegio de Niñas, el 28 de septiembre de 1883, del cual fue Directora su honorable tía Eloisa Fonseca.
Usted mismo Dr. Fonseca, cuando escribió la biografía sobre Don Juan Bautista Carrillo Guerra (1832‐1911), publicada en 1930, por Manuel Mendoza, en su obra “Trujillo Histórico i Gráfico”, en la página 68, al respecto refiere:
“…La Junta Inspectora formó oportunamente las ternas para que el Ministerio eligiera los profesores, redactó el Reglamento Interior del plantel, (el Colegio de Niñas fundado en 1883) i su Presidente, en unión
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del Secretario, presidía los exámenes anuales, visitaba mensualmente el colegio, i todas las alumnas sin excepción, rendían exámenes parciales de las materias que iban cursando…”
Yo pregunto:
¿Cómo es entonces, que habiendo sido clausurados los Conventos
Religiosos mediante Ley de 1874, usted refiere que en ese mismo
año, la Abadesa del Convento, entregó a su tía Eloisa, unos bienes
conventuales, siendo que en ese año 1874, su tía aun no era la
Directora del Colegio de Niñas, pues el instituto educacional,
según el Decreto que señala Briceño Perozo, y según su propia
versión, no fue creado sino hasta 1883?
En el marco de lo anteriormente tratado, analizando otros puntos de su narración y el discurso de su hijo, continúo con mis preguntas:
¿Por qué su tía Eloisa Fonseca, en conocimiento como estaba de la
naturaleza y origen de las sagradas reliquias históricas, decidió
utilizarlas como mobiliario del colegio y posteriormente en su
alcoba, para uso hogareño, tal como usted lo afirma en su crónica?
¿Porqué usted, en igualdad de circunstancias, decidió utilizar la
“Mesa Histórica” como su escritorio particular, tal como lo
expresa su hijo José Amílcar en el discurso?
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¿Por qué la imprecisión narrativa, en cuanto a lo señalado por
usted, de que la Mesa Histórica, fue dejada por testamento a
varios familiares y su hijo señala en el discurso, que fue dejada a su
predilecto sobrino Amílcar Fonseca?
¿Porqué su tía Eloisa Fonseca, utilizó la mesa histórica por 39
años, sin dar parte a las autoridades competentes sobre la
existencia de ese bien?
La Mesa Histórica, hubiese podido ser utilizada, para dar realce a los actos conmemorativos celebrados en Trujillo, durante el 19 de abril de 1910 y el 5 de julio de 1911. Para la planificación y ejecución de los actos del Centenario de la Independencia Nacional, en el Estado Trujillo en 1911, fueron nombrados por Decreto del Presidente del Estado Víctor Manuel Baptista, los siguientes ciudadanos: Diego I. Rodríguez, Presbítero Br. José Francisco Yons; General A Briceño Pimentel, Br. Juan J. Carrillo Márquez, Dr. Ignacio Carrillo, Bachiller Ezequiel Urdaneta, Dr. Jesús M. Llavaneras, Dr. Jesús Peña Sánchez, Dr. Luis Martínez Salas, Dr. Buenaventura García, Procurador Francisco D. Paredes y Napoleón Coronado.
¿Por qué el Dr. Amílcar Fonseca, orador de Orden el 19 de abril de
1910, Centenario de una fecha patria, no hizo alusión a esa
reliquia histórica, que se encontraba en la ciudad de Trujillo en
poder de su anciana tía?
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¿ Porqué su tía Eloisa Fonseca, una educadora de gran trayectoria,
no puso la Mesa Histórica a disposición de la Junta del Centenario
de la Independencia Nacional, conformada regionalmente en 1911
por distinguidos trujillanos, para que esa reliquia sagrada, formara
parte de los actos conmemorativos ?
¿Porqué el Dr. Amílcar Fonseca, orador de Orden en la sesión del
Concejo Municipal del Distrito Trujillo, el día 4 de julio de 1911,
para la Celebración de la fecha Centenaria del Congreso de 1811,
no hizo alusión a la reliquia histórica, que se encontraba en
Trujillo, en poder de su anciana tía?
¿Porqué el Dr. Amílcar Fonseca, habiendo tenido en su poder
durante 24 años la Mesa Histórica, utilizándola como su
escritorio particular; y habiendo ocupado durante ese lapso de
tiempo los más variados y altos cargos públicos de la Republica,
guardó siempre silencio en cuanto a la existencia de un bien de
tanta relevancia; salvo su crónica escrita en privado en 1915, que
vio la luz en 1955, en la publicación auspiciada por el Ejecutivo
Regional, de su obra Orígenes Trujillanos?
¿Porqué José Amílcar Fonseca, habiendo recibido la Mesa
Histórica como obsequio de su progenitor Amílcar Fonseca, dejó
transcurrir veintiséis (26) años desde la ocurrencia de su
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fallecimiento, sin entregar esa reliquia a una institución pública,
para finalmente realizar la donación de la mesa al Centro de
Historia de Trujillo?
¿Por qué la familia Fonseca, permaneció en poder de dicha mesa,
durante ochenta y nueve (89) años continuos, guardando silencio y
disponiendo para su uso personal de un bien perteneciente al
Patrimonio Público Nacional, que según el titulo de la crónica de
1915, del Dr. Amílcar Fonseca, era el “Escritorio del Libertador
en Trujillo”?
Doctor Fonseca. Con todo propósito, dejé para el final de mi carta, una última reflexión sobre este tema, la cual es fundamental, para redondear un juicio crítico, sobre el origen y autenticidad de la “Mesa”, que la familia Fonseca, conservó por casi un siglo y uno de sus miembros donó al Centro de Historia de Trujillo, conjuntamente con la Colección de objetos precolombinos, que usted denominaba “Cacharros”, pertenecientes a su patrimonio personal. Dicha reflexión es la siguiente:
El Presidente de la Republica, General Juan Vicente Gómez, con la finalidad de difundir su gestión de gobierno, encargó la redacción de la “GUIA GENERAL DE VENEZUELA”, al editor F. Benet, quien suscribió el primer tomo como Director y Editor Propietario en Caracas, Apartado 507. Año 1929. La impresión fue de cinco mil (5000) ejemplares, realizada en la imprenta Brandstetter, en Leipzig. Alemania; una de las imprentas más importantes del
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mundo para aquella época. La obra impresa, fue embarcada hacia Venezuela en dos lotes, primer lote el 10 de marzo y el segundo lote el 16 de marzo de 1929. Ese primer tomo contiene: Generalidades. Estado Táchira, Mérida, Trujillo, Lara, Falcón y Zulia. El autor, en el prólogo, deja constancia que dicho libro es el resultado de 25 meses de incesantes trabajos, cuando visitó las capitales de los Estados, los Distritos y los más apartados municipios, y que se trata del trabajo más completo, que en su género, se haya intentado en Venezuela. En las páginas de apertura del libro, se encuentran las fotografías del Libertador Simón Bolívar y del Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente Constitucional de los Estados Unidos de Venezuela. Sin duda alguna fue un acontecimiento editorial muy importante, para cuya realización, se abrieron las puertas de la información oficial del gobierno y los más distinguidos funcionarios públicos de la época participaron activamente, en la redacción de los temas históricos, geográficos y estadísticos de cada Estado. En el Estado Trujillo, la mayoría de la información recopilada, data de los gobiernos de los Presidentes de Estado: General Amador Uzcategui (1927), General José Antonio Baldó (1928) y del General Emilio Rivas (1928‐1930), cuya fotografía oficial se encuentra en las páginas de presentación del capítulo trujillano.
Ese primer tomo, tiene 832 paginas; 658 fotograbados; 7 croquis de Carreteras; 6 dibujos a pluma; 2 fotografías iluminadas y una pagina en colores. Los datos del Estado Trujillo, comienzan desde la pagina 255 hasta la pagina 376 .
Ocurre Dr Amilcar Fonseca, que para la época de la recopilación de esa valiosa información de nuestro Estado, usted aparece reseñado
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en la pagina 325, como Juez de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil de Trujillo y en la pagina 326 como integrante de la nómina de abogados del Estado. En la pagina 272, aparece una fotografía de su colección de “Idolos y Ceramicas Indigenas”. Sin duda usted debe haber prestado su consentimiento para tomar esa imagen.
Dr. Fonseca, usted es el autor de la nómina de los “Magistrados de Trujillo desde 1556”, que aparece publicada en el libro de F. Benet; la cual usted expresamente proporcionó, para formar parte integrante de la obra . La prueba de esta circunstancia la encontramos en la pagina 266 de la Guia General de Venezuela, en el contenido de los oficios que el editor refiere fueron tomados de la “Memoria y Cuenta” presentada por el entonces Secretario General del Estado Trujillo Dr. Mario Briceño Iragorri (1897‐1958) [Refiere el historiador Arturo Cardozo, que el 6 de agosto de 1927, falleció el Presidente del Estado General Amador Uzcategui y asumió dicho cargo con carácter de interino, el Dr. Mario Briceño Iragorri, quien se desempeñó por el lapso de 12 días, para luego entregarlo al General José Antonio Baldó]. Dichos oficios se los transcribo a continuación:
Trujillo, 27 de diciembre de 1927. Ciudadano Dr. Amilcar Fonseca
Presente.
Me encarga el ciudadano General José Antonio Baldó, Presidente del Estado, exigir a usted, una información detallada de las personas que
han ejercido la Primera Magistratura de Trujillo. Desde la edad colonial, datos que no existen en el archivo de este Despacho y que
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serán de fácil consecuencia a usted, dados su erudición y competencia sobre orígenes trujillanos.
El Ejecutivo del Estado anticipa a Ud. las gracias por este importante servicio.
Dios y Federación, (Fdo) Mario Briceño‐Iragorry.
Al día siguiente, usted, respondió al Secretario General de Gobierno del Estado Trujillo, Dr. Mario Briceño Iragorri, así:
Trujillo: 28 de Diciembre de 1927.
Señor Doctor Mario Briceño‐Iragorry. Secretario General de Gobierno.
Su Despacho.
Al tener a honra avisar a usted recibo de su comunicación oficial de ayer, que me ha dirigido a nombre del ciudadano General Presidente del Estado, compláceme acompañarle la información a que se refiere, sobre las personas que han ejercido la Primera Magistratura de Trujillo,
desde la edad colonial hasta nuestros días.
Nunca me fueron tan gratos mis conocimientos en materia de orígenes trujillanos como en esta ocasión en la cual se me ha presentado la de
complacer al señor General José Antonio Baldó, &.,&., en cuya Administración pone cual señal de franca adhesión al Benemérito
General J.V. Gómez, &., &., &., todo el esfuerzo de su patriótico interés y el valer de su lealtad, en beneficio del engrandecimiento del suelo
trujillano.
Como admirador del acierto del Ejecutivo del Estado en sus funciones de Gobierno, me suscribo de usted su atento amigo y seguro servidor,
(Fdo) Amílcar Fonseca.
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Evidentemente, usted mantenía en aquellos tiempos, una relación muy estrecha y directa, con el Dr. Mario Briceño Iragorri, en atención a los cargos públicos desempeñados; ambos pertenecían al mismo gremio de Abogados; tenían afinidad en las investigaciones históricas y hasta por el coleccionismo de cerámica precolombina, del cual eran aficionados. En la Guía General de Venezuela ya referida, aparece también la Colección de “Cerámica de los Cuicas” de Mario Briceño Iragorri, publicada en las páginas 261, 262 y 263. Ocurre Dr. Fonseca, que en la página 424 de esa Guía General de Venezuela, la cual se está analizando, aparece publicada la fotografía de una mesa de Madera, con la siguiente leyenda:
“Trujillo: Mesa donde se firmó el célebre decreto de `Guerra a Muerte´, adquirida por el Dr. Mario Briceño Iragorri para el
Benemérito General Don Juan V Gómez”
Si usted estaba consciente de estar en posesión de la verdadera
mesa histórica, porqué ocultó esa información a su colega Dr.
Mario Briceño Iragorri, Secretario General de Gobierno,
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permitiendo que este, le enviara una mesa al Presidente de la
Republica, General Juan Vicente Gómez, distinta a la que usted
tenía en su poder. A no ser que usted expresa o tácitamente haya
aceptado que su mesa, no era la verdadera mesa, donde Bolívar
había firmado el Decreto de Guerra a Muerte; y que
efectivamente si lo era, la mesa localizada y adquirida por Mario
Briceño Iragorri, con destino al Presidente de la Republica. Lo
cierto es que su deliberada conducta, hizo que se convalidara la
autenticidad de la Mesa enviada por el Presidente de Estado de
turno, al General Juan Vicente Gómez.
Su silencio durante ocho (8) años, desde el año 1929, fecha de la Publicación de la Guía General de Venezuela, hasta la fecha de su muerte en 1937 y habiendo estado en contacto con la información sobre la mesa hallada por Mario Briceño Iragorri; y con toda seguridad también en conocimiento de los detalles de su localización, adquisición y posterior entrega al Presidente de la Republica; hace que se produzcan sobre este tema, libres y confusas interpretaciones. Todo esto, concatenado con todas las referencias bibliográficas, decretos, análisis comparados, etc.; que he citado con anterioridad; me ponen a dudar seriamente, de la autenticidad de su relato, sobre la “Mesa Conventual y Escritorio del Libertador en Trujillo”. El hecho que usted haya sido diputado, miembro de la Corte Federal, Miembro de la Academia Nacional de la Historia y haya guardado silencio sobre su mesa, frente a la mesa
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localizada por Mario Briceño Iragorri, me incrementan las dudas sobre su crónica.
¿Por qué Dr. Amílcar Fonseca, actuando como investigador y
funcionario público de alto nivel, que nunca dejó de serlo,
durante el mandato de la dictadura gomecista, no informó
directamente al General Juan Vicente Gómez, sobre la existencia
de la Mesa Histórica, que usted tenía en su poder?
¿Por qué Dr. Fonseca, enterado como estaba de la existencia de la
mesa adquirida por el Dr. Mario Briceño Iragorri, Secretario
General de Gobierno del Estado Trujillo, usted como Juez Titular
e investigador histórico, no objetó esa adquisición, para el
Presidente de la Republica; así como tampoco cuestionó la
autenticidad de la mesa adquirida, cuya fotografía fue publicada en
la página Nº 324 del libro: Guía General de Venezuela, Primer
Tomo, de F. Benet?
Usted, que tenía un compromiso moral con su conciencia, ha debido utilizar convicciones propias, para hacer valer la autenticidad de la supuesta mesa histórica, que según su dicho, era el Escritorio del Libertador en Trujillo, la cual estaba usando como su escritorio personal; pero ante las circunstancias señaladas, usted decidió no presentar ningún alegato. Desde el año de la publicación de la Guía General de Venezuela en 1929, hasta la fecha de su fallecimiento en1937, tuvo además la oportunidad durante ocho (8) años, para aclarar con el Dr. Mario Briceño Iragorri, esta
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discrepancia en cuanto a las dos mesas, a las cuales se les asignaba un uso especial, en el evento histórico de la firma del Decreto de Guerra a Muerte.
El Dr. Mario Briceño Iragorri, le sobrevivió a usted veintiún (21) años, tiempo durante el cual, según se aprecia, su hijo José Amílcar, tampoco lo abordó con los mismos fines. De manera que entre usted y su hijo tuvieron veintinueve (29) años para aclarar el tema de las mesas con el Dr. Mario Briceño Iragorri y no lo hicieron.
¿Por qué ese silencio, por qué esa incomunicación entre
distinguidos paisanos, para aclarar un tema tan importante?
Si usted sentía miedo o respeto por el General Gómez; es oportuno recordar que él murió el 17 de diciembre de 1935. Por lo tanto, usted tuvo más de un año, hasta su fallecimiento el 17 de febrero de 1937, para aclarar con el Dr. Mario Briceño Iragorri, ese delicado asunto histórico; sin la intervención del Presidente Juan Vicente Gómez.
Finalmente distinguido paisano:
¿Por qué Doctor Fonseca, un hombre de leyes y Juez de la
Republica, como lo era usted, no cumplió el Decreto publicado
en la Gaceta Oficial Nº 285 del 26 de junio de 1874, emitido por el
General Guzmán Blanco, donde se ordenaba la entrega de los
bienes conventuales a la Universidad Central de Venezuela, para
destinarlos a la Biblioteca Nacional?
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¿Si usted, estaba tan seguro de la autenticidad de su mesa, porqué
cuando ocupó cargos en la Academia Nacional de la Historia, en el
Congreso Nacional y en la Corte Federal y de Casación, no la
entregó con destino al Patrimonio Histórico de la Nación, para ser
exhibida en el Museo Bolivariano de Caracas?
Doctor Amílcar Fonseca. En virtud de los razonamientos antes planteados, paso a comunicarle mi opinión personal al respecto:
La mesa de caoba, donada por su hijo José Amílcar Fonseca al
Centro de Historia de Trujillo, es una pieza utilitaria, típica del
mobiliario doméstico, de naturaleza común, de patas abalaustradas al
estilo inglés, de tope dividido con bisagras (característico en los
modelos europeos de la época), para uso auxiliar o de juegos;
probablemente fabricada durante la primera mitad del siglo XIX
(19). Esa mesa no tiene una tradición originaria de propiedad
plenamente comprobada, que sirva para fundamentar su crónica. Fue
utilizada por usted durante 24 años, como su escritorio particular y
todo hace presumir, que NO es la mesa en la cual nuestro
Libertador Simón Bolívar, firmó el Decreto de Guerra a Muerte.
Agradezco altamente su atención y su respuesta oportuna con el mismo duende portador de esta misiva. Reciba un gran abrazo trujillano y muchas saludes de mi parte y de muchos amigos trujillanos, que reconocemos y agradecemos su valioso aporte a la historia de Trujillo.
Cordialmente, Rafael Ángel Terán Barroeta. Cronista de Tucutucu.15 de junio de 2012.
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Posdatas:
A. Dr. Fonseca, me he autodenominado “Cronista de Tucutucu”. Habitante en mis sueños, de aquella montaña mágica llena de leyendas: La Peña de Tucutucu. Una muralla natural usada como defensa por nuestros antepasados Cuicas. Donde se siente el murmullo de los Momoyes y de los duendes; con el dulce y tierno canto de las aves, viajando sobre las alas de la brisa montañera.
B. Dr. Fonseca. Estas fueron las obras que consulté para
fundamentar esta carta. 1.‐ Benet, F. 1929. Guía General de Venezuela. Caracas Apartado 507. Imprenta de Oscar Brandstetter, Leipzig. Alemania. 832 p. 2.‐Brewer Carias, Allan R. 2008. Las Constituciones de Venezuela. Tomo II. Caracas. Academia de Ciencias Políticas y Sociales. 806 p. 3.‐Briceño Perozo, Mario. 1984. Historia del Estado Trujillo. Caracas. Italgráfica. 349 p. 4.‐ Cardozo, Arturo.1963. Sobre el Cauce de un Pueblo. Caracas. Imprenta Nacional. 394 p. 5.‐ Fonseca, Amílcar. 1955. Orígenes Trujillanos. Ofrenda al Estado Trujillo en el IV Centenario de la Fundación de la ciudad de Trujillo. Caracas. Tipografía Garrido. 835 p. 6.‐ Fonseca, José Amilcar.1963. Discurso pronunciado en el Centro de Historia del Estado Trujillo al hacer la donación a Trujillo de la Mesa Histórica en donde el Libertador firmó el Decreto de Guerra a Muerte en dicha ciudad y de la COLECCIÓN DR. FONSECA de Cerámica Cuicas del Estado. Caracas. Imprenta Nacional. 32 p. 7.‐ Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela Nº 225. Caracas, Abril 13 de 1874. 8.‐Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela Nº 243. Caracas, Mayo 6 de 1874.
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9.‐ Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela Nº 244. Caracas, Mayo 7 de 1874. 10.‐ Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela Nº 285. Caracas, Junio 26 de 1874.
11.‐ González Guinán, Francisco. 1911. Historia Contemporánea de Venezuela. Tomo Décimo. Caracas. Tipografía Empresa El Cojo. 514 p.
12.‐ González Guinán, Francisco. 1924. Historia Contemporánea de Venezuela. Tomo Undécimo. Caracas. Tipografía Empresa El Cojo. 503 p.
13.‐ Maldonado Parilli, Jorge. 1989. Gente de Venezuela. Volumen II. Caracas. Imprenta de Miguel Ángel García e hijo. 571 p.
14.‐ Martí, Mariano. 1998. Documentos Relativos a su Visita Pastoral de la Diócesis de Caracas (1771‐1784). Tomo I. Libro Personal. Caracas. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia Nº 95. 637 p.
15.‐ Martí, Mariano. 1998. Documentos Relativos a su Visita Pastoral de la Diócesis de Caracas (1771‐1784). Tomo IV. Inventarios. Caracas. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia Nº 98. 359 p. 16.‐ Mendoza, Manuel. 1930. Trujillo Histórico i Gráfico. Homenaje al Libertador en el Centenario de su Muerte. Trujillo. Venezuela. Tipografía América de José Eliseo Rosario. 150 p. 17.‐ Oliva, Pompeyo A.; Mejía, Miguel A.; Mejía J. Amando.; Briceño Valero A.; Araujo M. José. 1911. El Centenario de la Independencia Nacional en el Estado Trujillo. Publicación ordenada por el Presidente del Estado Víctor Manuel Baptista. Recopilación documental a cargo del Br. Manuel Mendoza. Talleres del Centro Industrial Valera. 426 p. 18.‐ Ortiz, Teresa de Jesús. 2007. Carmelitas Siempre 1957‐2007. Hermanas Carmelitas Descalzas. Caracas. Italgráfica. 152 p.