7/28/2019 La Otra Dimension
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LA OTRA DIMENSION
(cuento)
Ayer regresaba, como siempre, del trabajo cuando
estaba anocheciendo. La obscuridad se haba abatido sobre la
ciudad ms temprano que de costumbre. "Se nota que el otoose hace cada vez ms dueo y seor del ambiente", pens.
Mientras cruzaba la plaza observ al acaso el balcn de mi
apartamento y me pareci verlo cubierto por una leve bruma.
"Ser la humedad de la atmsfera", me dije mecnicamente.
Sub lentamente los tres pisos, abr la puerta y encend la luz
del living. Esta operacin era la exacta repeticin de lo que,
invariablemente, haca todos los das. Sin embargo, en el
instante que sucedi al encendido, aunque muy fugazmente,
tuve la sensacin de no estar en mi apartamento sino en un
lugar totalmente distinto. No puedo describirlo porque fue unavisin rapidsima que se esfum como por ensalmo y qued
ante mi habitual vivienda con todas las cosas en su lugar, sin la
ms mnima modificacin. No obstante, esa fugacsima
sensacin me dej hondamente impresionado, como si fuera el
anuncio de algn acontecimiento extraordinario que, fatalmente
sobrevendra.
Qued unos instantes como alelado, pero me repuse
enseguida y fui observando todos los muebles y dems objetos
de la habitacin: ningn cambio. Entr en el dormitorio, encend
la luz: ninguna novedad." S, pens, debe haber sido uno deesos raros fenmenos de fugaz alucinacin, tal vez fruto del
cansancio acumulado". Adems, lo cierto es que no s
exactamente lo que vi o cre ver. Sencillamente me pareci un
lugar distinto.
Me fui calmando, pero en mi subconciente qued
flotando una acusada sensacin de prevencin...
Entr en la cocina con la intencin de prepararme
algn bocado. Iba a encender el gas cuando todo qued,
repentnamente, a oscuras. Era una oscuridad total. Hasta perdla visin del hueco de la ventana. Fue como si hubiera quedado
ciego. Al propio tiempo, todo qued en el ms absoluto
silencio... Gir sobre mis talones y me encamin a lo que
pensaba deba ser el living. Pareca como si mis pies se
movieran por si solos, como al conjuro de una voluntad exterior.
Inmediatamente tuve la rara impresin de que las dimensiones
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del apartamento haban crecido desmesuradamente. Fue en ese
instante cuando mi cerebro evoc automticamente la primera
extraa sensacin que haba experimentado al penetrar en casa
y encender la luz. Entonces me domin la idea de que aquella
haba sido una sensacin de vaco, tal como si hubieran
desaparecido los muebles, la araa, los adornos, los cuadros yhasta las propias paredes; como si ante m se desplegara una
extensin ilimitada. A partir de esta reflexin fue cuando me di
cabal cuenta de que me estaba moviendo en otra dimensin, en
una dimensin en la cual no existen los obstculos habituales
de las dimensiones cotidianas que nos cercan por todas partes
ahogando las perspectivas de nuestra imaginacin creadora.
Mas, lo extrao es que yo estaba solo. El silencio y la
obscuridad me rodeaban. Llegu a pensar que me estaba
muriendo o que, tal vez, ya estaba muerto y esa obscuridad,
ese silencio, esa angustia total eran, precisamente, la nada.
Tema que si llegaba a moverme me fundira para siempre con
la obscuridad, que me confundira con esa nada en la que
pareca estar parado... Pero de pronto vino Descartes en mi
ayuda y dije para mis adentros con fiereza: "Si pienso es que
an estoy vivo!" De pronto me pareci ver ante m unos dbiles
reflejos luminosos. Al principio pens que seran fruto de una
ilusin ptica producto de mis ardientes deseos de ver..., pero
no, tales reflejos parecan..., eran como leves oleadas luminosas
emitidas por una fuente de lumbre inestable y ondulante.
Adems, a esta tenue y bamboleante sensacin luminosa se fue
uniendo un murmullo de tono ascendente. Eran como voces deuna multitud. Si no fuera que no saba dnde me hallaba,
hubiera dicho que esas pretendidas voces procedan de la calle,
precisamente de la plaza. La luz ondulante que me llegaba
pareca "filtrada" por una especie de enrejado horizontal.
Intent moverme ...y..., lo fabulosamente extrao fue...que...lo
consegu inmediatamente y mis pies me llevaron entonces
hacia el lugar a travs del cual parecan filtrarse la rarsima luz
y los sonidos. Mis manos, al extenderse, tocaron un extrao
objeto alargado, duro y fro...oh!, parecido a la manija del
picaporte de una puerta..., hasta dira.., como el de la puerta demi balcn. Imposible me resulta hoy describir el desconcierto
que me embarg. Estara yo realmente ante la puerta del
balcn de mi casa? Pero me decid averiguarlo. Presion la
posible palanca del probable picaporte y se abri algo as como
un par de hojas vidrieras de balcn (de mi balcn?) Mi
desconcierto creca. Al abrirse las tales hojas los murmullos
subieron de punto hasta convertirse en un verdadero vocero
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humano (humano?) Mi desconcierto se agudizaba trocndose
en consternacin. Sera cierto que, en la dimensin en que me
hallaba, hubiera una raza similar a la nuestra? Mi curiosidad
creci desmesuradamente. Pero haba otro obstculo ante m:
esa especie de enrejado... Adelant mi mano con solemnidad y
no sin un sordo temor: sta palp una especie de aro metlicoigual (o tal me pareca) a la manija de la falleba de las
persianas del balcn de mi casa. Gir el aro y se abri el
enrejado tal cual lo hacen las hojas de una vulgar persiana de
madera.
Confieso que, a esta altura, me senta
desencantado...pero no...Qu vieron mis ojos una vez salvado
el ltimo obstculo opaco? Un espectculo dantesco. Una
multitud de figuras similares a seres humanos, pero deformes,
que se agitaban vociferantes a la luz de llameantes teas que
sus manos (manos?) sostenan. Retroced un paso mientraspensaba"No habr arribado al pasado, a un pasado remoto de
la humanidad o tal vez estoy en un mundo distinto que se
encuentra actualmente en la edad cavernaria?" Qued
pasmado ante mi propio pensamiento y ello tuvo la virtud de
acuciar mi curiosidad al mximo. Poco a poco mi vista se fue
acostumbrando a la luz de las antorchas y pude ver mejor.
Efectivamente: eran o parecan seres primitivos con sus
harapos que apenas los cubran. Sin duda haba yo arribado a
un mundo atrasado. Los seres agrupados en la plaza o, mejor
dicho, en el lugar donde deba estar sta, gesticulabanlevantando los brazos, yo dira, hacia mi balcn. Los rostros de
los hombres estaban cubiertos por desaliadas barbas y a todos
se les vean, en las partes desnudas que su ropa no cubra,
profundas cicatrices. Los rostros de las mujeres y las partes
visibles de sus cuerpos estaban surcados por espantosas
arrugas. Todos vociferaban desordenadamente hacia el lugar
donde yo estaba. Era evidente que se dirigan a m. El gritero
inarmnico y desacompasado me impeda comprender qu
decan..., pero claro, me dije: cmo voy a comprender si
hablan un lenguaje que yo no conozco? De pronto divis un
hombre que estaba ubicado, precisamente, debajo de mi
balcn. Algo familiar me llam la atencin en l. Aguc mi vista
y la clav sobre ese rostro...Qu sorpresa tremenda!: esa figura
familiar, a pesar de la barba que la cubra, no era otra que la
rplica viva de mi propio rostro. Era yo mismo en otra
dimensin, en otro mundo, en un mundo a todas luces
primitivo. Nos clavamos los ojos mutuamente. Estuvimos en esa
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especie de inspeccin mutua alrededor de un minuto largo. De
pronto mi "doble" levant un brazo al tiempo que se volva
hacia los dems, exclamando a voz en grito: SILENCIO! Yo me
qued de una pieza: hablaba en mi idioma...y..su voz era mi
propia voz! La turba dej de agitarse y guard absoluto
silencio, tal como si hubiera hablado su jefe o superior.Entonces alz nuevamente su rostro hacia m y grit mi
nombre. Me qued pasmado...
-Cmo conoces mi nombre? -grit yo a mi vez
-Porque es mi propio nombre -respondi- Ambos somos
el mismo ser en distinta dimensin de tiempo y espacio.
-Cmo sabes mi idioma? -pregunt.
-Porque somos del mismo pas y de la misma ciudad
-contest
-Entonces vives en Buenos Aires, igual que yo...
-Ni ms ni menos...si a esto se le puede llamar vivir...
-Pero en que siglo viven ustedes? pues me parece que
se encuentran en un estadio muy primitivo.
-Estamos en el siglo veintiuno -me contest muy
claramente.
-Es imposible -reaccion yo- Nosotros estamos muchoms adelantados y vivimos en el siglo veinte.
-S...Nosotros acabamos de terminar el siglo veinte y ya
iniciamos el veintiuno. A fines del siglo veinte tenamos una
sociedad tcnicamente muy avanzada. Quizs ms avanzada
que la tuya; pero todo eso se acab.
-Pero por qu?
-Oh, hermano, se me acaba el tiempo. Lo nico que me
cabe agregar es que no lo hagan, no dejen que lohagan!...porque...
Aqu se produjo un relmpago y la luz apareci
sbitamente. Mi apartamento estaba completamente iluminado.
La plaza, con sus faroles encendidos, sus majestuosas palmeras
y sus frondosos rboles respiraba paz y tranquilidad.La turba"
haba desaparecido. Llegado a este punto se me ocurri mirar el
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sitio donde me encontraba y vi...macetas con plantas, mis
plantas. Era, en verdad, mi balcn. Hasta el clavel del aire
colgado del enorme clavo oxidado y el revoque saltado en el
mismo sitio. Sera verdad lo que haba vivido o era slo fruto
de mi fantasa? Mir nuevamente hacia la plaza. La placidez
reinaba y, en los bancos, varias parejas se arrullabansuavemente como palomas en celo...Pero en mis odos segua
vibrando el grito de mi doble: "No lo hagan, no dejen que lo
hagan!
Autor: Jorge Prieto Barrs - Mail:
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