LAS RAICES TOTALITARIAS DEL FRACASO ARGENTINO
De la emergencia de 1932 a la de nuestros días
Biografía del autor
Nació en Lodz, Polonia, en 1928. Hijo de padres intelectuales, conocedores a fondo de
los horrores del comunismo, que se ganaban la vida como operarios textiles. En
compañía de “ellos llegó a Buenos Aires, en 1933, abandonando la Europa Central,
azotada por la crisis y desocupación.
Cursó estudios primarios y secundarios en escuelas públicas argentinas. En 1951,
obtuvo el título de Contador Público Nacional en la Facultad de Ciencias Económicas
de la Universidad Nacional de Buenos Aires.
Prosiguió, años más tarde, los estudios de doctorado en la misma Facultad. En 1963,
se graduó, con la tesis “Economía: Libertad o Coacción”. Un resumen de esta tesis, fue
publicado como artículo, en el mismo año, en la Revista “Ideas sobre la Libertad”.
Miembro del Directorio de la Revista de la Facultad, en representación del Centro de
Estudiantes, impulsó la publicación de escritos de Ludwig von Mises, Leonard Read,
Friedrich von Hayek, que le eran enviados por las autoridades del Centro de Estudios
sobre la Libertad,
Es miembro vitalicio de la Mont Pélerin Society. Colaborador editorial, columnista de la
sección Economía y autor de notas y comentarios sobre asuntos internacionales, en el
centenario diario “La Prensa” desde los años 1978 a 1996.
En 1973, después de una visita a la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala,
fundó junto a Norberto Carca y Guillermo Polledo, la Escuela de Educación Económica.
Esta Escuela contó, desde su inicio, en el cuerpo de profesores, a catedráticos de la
jerarquía de Enrique Loncán, Jorge Luis García Venturini,-Francisco Navarro Vilches,
Marcos Pipman y Fernando Benegas.
Por sus aulas pasaron como alumnos, entre otros, los hoy prestigiosos profesores,
doctores Eduardo Marty, Alejandro Chafuen, Ernesto Killner, Gabriel Zanotti y Roberto
Cachanosky.
En 1983, por invitación del Dr. Murray N. Rothbard, integró el Consejo Asesor del “The
Journal of Austrian Economics, del Instituto Ludwig von Mises de la Universidad de
Aubum, Alabama. El mismo Consejo reunía también, entre otros, a Steve Hanke, F. A.
von Hayek, Henry Hazlitt, W.H. Hutt, Luis Reig Albiol y Arthur Seldon.
Se pueden, además, leer múltiples ensayos, sobre temas de su especialidad, escritos
en distintas épocas, en Tópicos de Actualidad de la Universidad Francisco Marroquín,
de amplia difusión en el mundo de habla hispana.
Además pueden leerse trabajos de Meir Zylberberg, en el Boletín del Museo Social
Argentino; en Ámbito Financiero; en las revistas El Burgués; Digo; Búsqueda, de
Montevideo, Uruguay y, en especial, en “Ideas sobre la Libertad”, que dirigiera Don
Alberto Benegas Lynch.
Integra, desde hace varios años, el equipo de investigación de la Escuela de la Libertad
y colabora con la Fundación Atlas.
Prólogo
“Las Raíces Totalitarias del Fracaso Argentino”, con cuyo prólogo se me honra
contribuir, viene a llenar un vacío sensible en la bibliografía nacional.
Por supuesto que diversos autores se han ocupado intensa y extensamente de describir
los acontecimientos y datos del periodo bajo consideración, que arranca con la sanción
de la Constitución de 1853 y llega hasta nuestros días.
Sin embargo, de lo que se ha carecido es de una síntesis hilvanadora de la evolución
económica argentina a la luz de los principios teóricos económicos y constitucionales,
que aclare las causas, tanto del audaz crecimiento cuanto de la posterior decadencia
del país.
Este, sin duda, no es un libro de teoría económica ni jurídica. Es un libro de historia
argentina sustentado en profundos y medulosos conocimientos teóricos de economía
que, si bien es cierto normalmente no se explicitan, pueden percibirse con toda claridad
en cada una de las aserciones en que el hecho relatado queda automáticamente
entendido a la luz de la teoría, y la teoría encuentra resplandeciente ilustración en el
hecho.
El autor nos muestra de qué manera cada crisis económica en lugar de ser
aprovechada para reducir el peso del estado y mejorar las instituciones fue, sin
embargo, utilizada como pretensa justificación para nuevas intromisiones y cargas
públicas.
Nos muestra asimismo cómo, quienes con mayor ardor debieran haber defendido las
instituciones republicanas, declinaron su postura a la hora de gobernar y cómo aquellos
que aparentaban constituir un peligro para el orden establecido fueron quienes, con
más pasión y fundamentos, intentaron sostener los principios que hacen al respeto por
el Derecho, las Instituciones y el Progreso.
Además de la visión general del proceso bajo estudio, son numerosas las perlas que
pueden encontrarse en la gozosa lectura que esta amena, intensa e inteligente obra
suscita en el interesado lector.
Lo expuesto, pues, es la historia de un proceso económico ascendente, no por ello
exento de vicios que habrán de proyectarse en el futuro, en una larga decadencia
V' 18
ininterrumpida La Constitución Nacional de 1853, un modelo de Libertad y Progreso -
según el autor- permite entender porqué la Argentina fue considerada un paraíso de
paz y tierra de promisión para millones de inmigrantes hasta fines de la década de
1930. Su vulneración -a su vez- explica el giro hacia un país de emigrantes con
capitales en fuga.
Distintas, aunque únicas en la concepción que las abrigara, han sido, tanto las claves
del éxito cuanto del fracaso. El éxito es visto por el autor con sustento en el texto cons-
titucional mismo pero también en instituciones, que, vehículizando dicho texto
contribuyeron a la solidez del Proyecto.
Así, se estableció un régimen de recursos del Estado Nacional, sustentado únicamente
en los derechos de importación y exportación, la venta o locación de tierras de
propiedad nacional y la hipotética renta de correos (Art. 4° C.N,), siendo las demás
contribuciones que, equitativa y proporcionalmente, impusiera el Congreso General y
los empréstitos y operaciones de crédito, únicamente para situaciones urgentes y ex-
cepcionales sin que pudiera hablarse de otras potestades tributarias delegadas por las
Provincias por imperio del mismo texto constitucional (Art. 9,10,11 y 12 de la C.N.).
Tales principios, sostiene Zylberberg, permitieron el desarrollo del sistema ferroviario
que convirtió desiertos fértiles en las zonas agrícola-ganaderas más productivas del
mundo, la afluencia de capitales que dieron impulso a la naciente industria frigorífica, el
auge de la energía eléctrica, etc.
Desde el punto de vista monetario, el establecimiento, por Ley N° 1.130 de 1881,
de creación del peso argentino oro y la posterior Ley de Conversión N° 3.871 del año
1899 permitió, como recuerda el autor, pronosticar a Pellegrini una “beneficiosa
contribución a la estabilidad financiera y también positivos beneficios para la economía
general del país.” Una inspiración genial, calificaría al sistema, años más tarde, el dipu-
tado Socialista Enrique Dickmann.
Algunas sombras asomaban ya en los comienzos del periodo constitucional.
Particularmente, señala el autor lo que denomina la “colectivización del subsuelo” por el
19
Código Civil y el de Minería en su concepción del mismo como de dominio del estado,
retardando el desarrollo de la minería y de las fuentes de energía derivadas de la
explotación del petróleo por parte de empresas privadas. Así, muchas provincias ar-
gentinas que en los Estados Unidos hubieran podido progresar como el Estado de
Texas, quedaron condenadas a la miseria y la emigración. He aquí, al respecto,
algunas de las “perlas” anticipadas:
Las coincidencias ideológicas entre conservadores, radicales y fascistas, señala
Zylberberg, fueron aquí totales. Para coronar, todos contaron con el mismo asesor
económico: Raúl Prebisch. El monopolio estatal del petróleo finalmente se consumó.
Fueron los socialistas -insiste- quienes con mayor encono atacaron dicho monopolio.
Para Nicolás Repetto era una irrisión que se viniera a hablar aquí de monopolio del
petróleo por el Estado, en un Estado que tiene que pedir plata prestada hasta para
pagar los monumentos públicos.
Muy pocos entendieron -sostiene Zylberberg- que las regalías en manos de los políticos
sólo sirven para hacer demagogia y engrosar el patrimonio personal de los funcionarios
públicos, sus familiares y amigos.
Las distintas aventuras intervencionistas fueron financiadas de diversa manera. Para un
mejor panorama, bueno es guiarse por la categorización histórica que novedosamente
ensaya el autor: El peronismo anterior a Perón El peronismo posterior a Perón
En lo que podríamos llamar la prehistoria del, peronismo, por ejemplo, con la irrupción
del Banco de la Nación Argentina, fundado en 1891, “En materia de crédito, el estado
argentino...presta a determinadas personas e instituciones a costa del pueblo entero de
la República” sostendría, nada menos que el fundador del Partido Socialista, Juan B.
Justo”. ”Los bancos oficiales han sido el agente de la ruina de la fortuna publica y
privada y de la depresión del carácter nacional...los bancos oficiales constituyen un
peligro permanente, porque siempre serán un medio político... trabajar, entonces, El
armazón corporativo fascista anterior al golpe militar de 1943 quedó también
conformado por el Control de Cambios, la Dirección General Impositiva, el Régimen de
Coparticipación Federal Impositiva, el Banco Central y demás entes reguladores, "Este
modelo constituyó la base del imperio peronista, que se impuso desde 1943”, sostiene
Zylberberg, ”No fue Perón -continúa- el autor de la destrucción de la democracia
V' 20
argentina, sino que supo aprovecharse de las instituciones totalitarias ya existentes,
nacidas de acuerdo a los ya conocidos y tortuosos mecanismos legales,”
En general y particularmente por la irrupción del Banco Central -creado en 1935- la
dictadura peronista encontró preparado el armazón para apoderarse de los depósitos
bancarios, las existencias metálicas y de divisas, elementos con los que emprendiera la
compra de los ferrocarriles, teléfonos, empresas de transportes y todas las aventuras
causantes del déficit del presupuesto y la desenfrenada inflación, concluye aquí
Zylberberg, evocando palabras de Alberto Hueyo.
Con particular énfasis en lo deletéreo de su irrupción, reseña y comenta el autor el
nacimiento del Impuesto de Emergencia a los Réditos, golpe de gracia al Sistema
Rentístico de la Constitución Nacional, según lo había comentado Alberdi.
Otra de las perlas de la obra, está dada por el relato del parto del Impuesto a los
Réditos, cuando el joven Prebisch se presenta al Presidente Uriburu para conseguir la
sanción del gravamen con la respuesta del general: —"¿Qué van a decir mis amigos del
Circulo de Armas?”. —“Van a protestar…es el sacrificio que hay que hacer", contesta
Prebisch. Y Uriburu: —’’Tráigame el proyecto y el lunes se lo firmo.” A partir del
Impuesto a los Réditos, sostiene el autor, se castigó al emprendedor y premió al
indolente.
La sumisión de las Provincias a los dictados del gobierno central llevó al ocaso del
federalismo argentino produciéndose una suerte de “cartelización” entre las provincias
que anula la competencia fiscal entre ellas al no depender sus
Meir Zylberberg resultados de la iniciativa de cada una sino de criterios de reparto
dictados desde afuera.
A consecuencia de instituciones como el Impuesto a los Réditos varias provincias
permanecen pobres e incluso la provincia más rica -Buenos Aires- debe también
mendigar los recursos que almacena la Nación. Toda esa armazón no hubiera sido
posible sin la existencia de un Banco Central dispuesto a desplazar recursos, salvar
bancos, emitir moneda y endeudar severamente a la Nación.
Con la supresión definitiva de la esperanza en la vuelta a la convertibilidad automática a
oro, se abandonó el uso de la moneda como instrumento de intercambio presente de
bienes y servicios y reserva de valor. A los pocos años, continúa nuestro autor, el
21
proceso inflacionario que caracterizó a la Argentina por el resto del Siglo XX y que
continúa aun en el XXI irrumpió inconmovible.
Con el golpe militar de 1943 y la nacionalización del Banco Central, el creciente gasto
publico nacional resultó siempre alimentado por los ingresos por impuestos, el endeu-
damiento publico y los recursos del Banco Central, una combinación explosiva.
La historia posterior es más conocida: demagogia, destrucción de la inversión y los
servicios públicos, empobrecimiento-generalizado, controles de precios y alquileres,
legislación laboral invasora y destructora del empleo, descapitalización de la economía,
crisis recurrentes, inflación, hiperinflación, inseguridad jurídica y económica, déficit
habitacional. "Argentina, sin haber intervenido en la Segunda Guerra Mundial, presenció
la ruina de las casas de sus barrios más populosos, en especial de los inmuebles
ocupados por inquilinos.” La Revolución Libertadora sólo pudo deponer al dictador sin
alcanzar, el desmembramiento del sistema intervensionista, estadista, corporativo,
inflacionista, dirigista y autoritario que se fue gestando y que se prolongará como un
peronismo después de Perón.
Lo ocurrido no ha sido por accidente ni por mala constitución de los argentinos.
Perversas instituciones resultantes de extralimitaciones legislativas generaron las
condiciones para que “los peores se pongan a la cabeza”.
Pero hay una salida, concluye el autor, que explícita y fundamenta y aquí detenemos
nuestra presentación para invitar al interesado lector a recorrer estas páginas con la
esperanza que sus enseñanzas lo enriquezcan y constituyan una toma de conciencia
para rectificar errores.
Mas allá de los debates que el enjundioso e ilustrado libro de Meir Zyiberberg pueda
encender, su aporte al conocimiento de la historia del ascenso y decadencia de la
República no puede pasar inadvertido a quien se precie de preocuparse por ella.
Bienvenida pues su nueva edición y las que, indudablemente, le seguirán.
Ernesto Gerardo Killner Abogado, Profesor universitario de Economía Política
Buenos Aires, 11 de septiembre de 2006.
PARTE PRIMERA
22
LA REFORMA FISCAL Y MONETARIA DE LA DÉCADA DEL TREINTA
Antecedentes, Predicciones y Consecuencias 25
Introducción 27
Del Oro al Patrón de Papel 27
Algunas Cifras 28
La Versión Sudamericana del Nazismo 29
Capítulo 1 33
El Modelo de la Libertad 33
Y el Progreso 33
Los Puntos Salientes de nuestro Sistema Rentístico 33
Ferrocarriles, Subterráneos, Industria del Frío 35
Irrumpe la Electricidad 36
El Desarrollo Agrario, Ganadero e Industrial Competitivo 37
La Ley de Conversión N° 3.871 39
Capítulo 2 43
Instituciones que contribuyeron 43
A la Decadencia 43
La Colectivización del Subsuelo 43
Las Soluciones Anticonstitucionales 50
El Banco de la Nación Argentina 58
Los Ideólogos que Oscurecieron Buenos Aires 60
El Peronismo anterior Perón 63
El Golpe Militar del 4 de junio de 1943 69
Capítulo 3 71
El Modelo de la Decadencia y la 71
Crisis permanente 71
Las Visiones de los Artífices del Fracaso Argentino 71
El Cierre de la Caja de Conversión 74
Abolición de la libertad de comercio: El Control de
Cambios 75
El Impuesto de Emergencia a los Réditos 78
El Golpe al Sistema Rentístico de la Constitución 80 Nacional 80
El Congreso frente al Hecho Consumado 81
Se Cumplen las Predicciones de Guillermo Rothe 86
Los Economistas del Fracaso: de Raúl Prebisch hasta nuestros días 88
La Coparticipación y el Ocaso del Federalismo Argentino 89
El Debate del 14 de mayo de 1932 90
El Debate del 27 de diciembre de 1934 92
1.2. La Cartelización Impositiva a Nivel Nacional.
97
Capítulo 4 103
Hacia el centralismo totalitario 103
La Creación del Banco Central—Año 1935 103
Aspectos Salientes del Debate 107
La Clase Magistral de Enrique Dickmann 108
Las Dramáticas Predicciones 109
Arranca la Inflación 111
Hacia el Empobrecimiento Colectivo 113
La Destrucción del Servicio Telefónico 114
El Banco Central y el Retorno a la Barbarie 117
El Banco Central y la Argentina que no fue 120
El Peronismo sin Perón 124
Capítulos 127
La sucesión de fracasos 127
Ley General 127
Los Fracasos Radicales 129
La Primera Borratina de Ceros 130
El Caos y la Vuelta de Perón 130
Lucha antisubversiva y Guerra contra la Sociedad Civil 131
Alfonsín y el Derrumbe Concertado 133
La Presidencia de Carlos Saúl Menem 134
24
Caída Libre con Final Incierto 136
Los Estragos del Corporativismo 137
PARTE SEGUNDA 139
Las Delicias de la 139
Civilización de Papel 139
Capítulo 1 141
¿Por qué los peores se pusieron a la cabeza? 141
¿Por qué los peores se ponen a la cabeza? 141
El caso argentino 143
El corporativismo fascista 144
Capítulo 2 149
Inflación, control de precios y 149
CRIMEN ORGANIZADO 149
Capítulo 3 153
Juan Bautista Alberdi Hoy 153
(EN EL 70° ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DEL 153
Banco Central de la Rep. Arg.) 153
Capítulo 4 159
Economía: Libertad o Coacción 159
Capítulo 5 165
Hacia la Libertad en la República Argentina 165
La perversión de las ideas 167
La salida a la crisis perpetuada 169
Capítulo 6 173
Civilización y economía 173
Apéndice 177
Unidades Monetarias Argentinas 177
Emisiones Anteriores 177
Emisiones Vigentes 182
Argentino Oro 183
Leyes Monetarias Argentinas 184
Ley N° 1.130 de Reforma de la Unidad Monetaria Nacional 184 Ley N° 3.871 de
Conversión a Oro de la Moneda Fiduciaria 188 ÍNDICE DE NOMBRES 191
PARTE PRIMERA
LA REFORMA FISCAL Y MONETARIA DE LA DÉCADA DEL TREINTA
Antecedentes, Predicciones y Consecuencias
“Por amor de Dios, señor caballero andante, que si otra vez me encontrare, aunque vea
que me hacen pedazos, no me socorra ni ayude, sino déjeme con mi desgracia; que no
será tanta, que no sea mayor la que me vendrá de su ayuda de vuestra merced, a quien
Dios maldiga, y a todos cuantos caballeros andantes han nacido en el mundo”.
Miguel de Cervantes Saavedra
1, Del Oro al Patrón de Papel
La Reforma fiscal y monetaria que se fue gestando, a partir del golpe militar del 6 de
septiembre de 1930 derogó, en la práctica, mediante leyes y simples decretos, la
Constitución Nacional fundadora de 1853.
Mantenida hasta nuestros días, dicha Reforma, representó el más perfecto plan de
destrucción ideado para llevar a la República-, a la decadencia económica e
institucional.
Los resultados de la implantación del “patrón de papel”, basado en los principios de la
“elasticidad de las emisiones” y de la suspensión definitiva de la convertibilidad a oro
del peso moneda nacional, no pudieron ser más funestos.
Basta pensar que hasta 1929, fecha de cierre de la Caja de Conversión, el costo de un
peso oro de 1,62129 gramos y título de 900 de fino oscilaba alrededor de los m$n 2,27
(Dos con veintisiete pesos moneda nacional) de acuerdo con la Ley 3871. (Ver
Apéndice).
En 1935, cuando se optó por el despojo de las 358 toneladas de oro de propiedad de
los tenedores de billetes, depositadas en la Caja de Conversión el costo de un peso
oro, aún se cotizaba en m$n 5,45.
27
La urgencia en despachar en sesiones extraordinarias los proyectos de creación del
Banco Central de la República Argentina tuvo un motivo muy especial. Detener la
valorización del peso moneda nacional, causada por el favorable cambio de la marea.
No obstante estos índices, que suenan, hoy 2006, a fantasía, según nuestros
revisionistas históricos nos encontrábamos, por aquel entonces, en plena crisis
Terminal.
De acuerdo con los criterios que exponían los eruditos del totalitarismo, se imponía dar
por caduco el sistema de la Libertad que caracterizó a la Argentina después de la
victoria de Urquiza en Caseros. Lo lograron.
Destruido el régimen monetario basado en el oro, el porvenir de las generaciones que
se sucedieron a partir de entonces, quedó sellado. No resulta extraño que de ahí en
más, tomaran cuerpo las raíces del fracaso argentino.
Algunas Cifras
A fin de exponer las consecuencias monetarias de los acontecimientos que serán
descriptos, se detallan algunas cotizaciones:
Costo-del peso oro, Ley N° 1.130, en billetes fiduciarios—pesos moneda nacional, Ley
N° 3.871—al 31 de diciembre de cada año. Base 100 $ oro.
Año Costo
m$n
Año Costo
m$n
1901 241,00 1908 227,27
1902 227,27 1909 227,27
1903 227,27 1910 227,27
1904 227,27 1911 227,27
1905 227,27 1912 227,27
1906 227,27 1913 227,27
1907 227,27 1914 228,06
1914 228,06 1925 232,79
1915 231,16 1926 235,00
1916 219,63 1927 227,27
1917 207,02 1928 227,27
1918 214,43 1929 235,99
1919 223,90 1930 291,55
1920 282,54 1931 375,00
1921 292,11 1932 375,00
1922 255,94 1933 482,67
1923 303,11 1934 560,95
1924 247,81 1935 545,44
Para el año 1935, la cotización es a septiembre.
La Caja de Conversión fue cerrada desde el 9 de agosto de 1914, hasta el 25 de agosto
de 1927. Luego fue cerrada-nuevamente el 16 de diciembre de 1929.
Durante esos períodos y hasta el 5 de marzo de 1933, los valores fueron tomados
sobre la base de la cotización del dólar estadounidense. Desde el 6 de marzo de 1933
los valores se tomaron sobre la base del franco francés.
La cotización par del dólar estadounidense (cada 100 unidades) era de $ m/n 235,5454.
La cotización par de la libra oro era de 1 libra esterlina = $ m/n 11,4545.
Fuente: La Economía Sanearía Argentina, Universidad de Buenos Aires, Facultad de
Ciencias Económicas, Instituto de Economía Bancaria, Bs. As, 1937, Biblioteca
Tornquist, BCRA.
La Versión Sudamericana del Nazismo
Naciones Superiores “Centrales” y Naciones Inferiores “Periféricas”
La medida de la degradación del peso moneda nacional la dan las podas de 13 ceros
hasta el año 1992, en el que nació el actual peso. Éste, fue hasta el año 2002,
convertible al dólar a una tasa fija.
29
Cuando se afirma que dicha convertibilidad era de uno a uno con el dólar se dice una
media verdad. Lo cierto es que se trató de uno por cada diez mil australes. Esto lo
había establecido el plan de convertibilidad de 1991. El 1 de abril de 1992 el austral dio
paso al nuevo peso que equivalía a 10.000 australes. Estos fueron, hasta ahora, los
últimos cuatro ceros borrados.
El austral, a su vez, fue establecido en medio de la gestión del Dr. Raúl Alfonsín, en
1985. Surgió del canje de un austral por $a 1.000 (mil pesos argentinos).
Este $a (peso argentino) de 1982, de fines del Proceso Militar, había terminado desde
esa fecha con los anteriores pesos Ley 18.188, al cambiarse un peso argentino por
10.000 de estos pesos Ley.
Cabe recordar, que los Pesos Ley 18.188 empezaron a regir desde 1970, en pleno
gobierno militar del general Onganía y su ministro Adalberto Krieger Vasena. Se
decretó en ese entonces que 100 pesos moneda nacional equivalían a un flamante
peso Ley 18.188.
La devaluación en 10.000.000.000.000 (Diez billones de veces) del histórico peso
moneda nacional, no fue suficiente para que no se considere al peso aún sobrevaluado.
Según los economistas “serios” esta situación significaba un grave obstáculo para
exportar. En abril de 2002, se resolvió echar por la borda la convertibilidad del llamado
uno a uno con el dólar.
El abandono del uso de la moneda en calidad de puente entre el presente y el porvenir
no fue obra de improvisados. Los protagonistas eran figuras con gran influencia en los
círculos académicos.
Estos investigadores, de intensa actuación en la década del treinta, consiguieron
inculcar a varias generaciones de expertos en economía, dos ideas, una más
disparatada que la otra:
La primera: que tanto Canadá, Australia, Nueva Zelanda, y por sobre todo la Argentina
y Uruguay, eran países periféricos;
La segunda: que la lógica económica carece de validez universal. Esta tesis polilogistai,
inspirada en los dogmas del nazismo, los condujo a una infortunada conclusión: Las
reglas del patrón oro son aptas solamente para países centrales superiores y no para
inferiores periféricos1.
La clasificación entre países centrales y periféricos, representó la contrapartida
sudamericana de los libelos nazis de las razas superiores “arias” respecto a las
inferiores compuestas por judíos, negros o gitanos.
Los presuntos países centrales, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Bélgica, Holanda y
los Estados Unidos, eran los mismos que se habían empobrecido a causa de la Gran
Guerra Mundial de 1914 al 18. Argentina, que había salido airosa de esa guerra,
gracias a no haber intervenido en esa catástrofe, asumía el papel de “periférico”.
Condenados al patrón de papel, por “periféricos”, el horno inflacionario extinguió de raíz
nuestras instituciones republicanas, junto a los derechos y garantías individuales de los
que habitamos en este país.
Las heridas de la primera guerra mundial no tuvieron para los europeos y
norteamericanos rápida curación.
Coincido con lo expresado por Charles Rist, en cuanto a que la Gran Depresión del año
1929-30, no fue más que la segunda etapa del inevitable reajuste de precios que sigue
a toda gran guerra mundial, no realizado suficientemente en la crisis de 1920. Cabe
recordar que a esa fecha el papel moneda era el régimen de todos los beligerantes, con
excepción de los Estados Unidos, cuya moneda era convertible a oro.
Sin desconocer los efectos del cimbronazo de la Crisis Mundial en la Argentina, las
consecuencias para nuestro país estuvieron lejos de ser del todo desfavorables.
Decenas de miles de europeos se radicaron en el período de entre-guerras en la
Argentina. Muchos otros, que bregaron por - venir al país, no lograron su objetivo. Se lo
impidieron las múltiples trabas inmigratorias que ya se habían instaurado a partir de la
revolución, de tinte nazi-fascista, del 6 de septiembre de 1930.
La política aislacionista que adoptaron los gobernantes de esa época no se limitó
solamente a frenar la inmigración. Rechazaron las inversiones de capital en el
desarrollo energético, empujando por décadas al estancamiento de la República.
1 En abril de 1966, Aldo Ferrer en el prólogo a la versión en castellano del libro de A. G. Ford, “El patrón oro: 1880 -
1914. Inglaterra y Argentina", Editorial del Instituto, Florida 936, Buenos Aires, Dice Ferrer: ”EI hecho de que Gran
Bretaña pudiera operar durante largo tiempo y con éxito el patrón oro no obedecía, así, a la vigencia inmanente del sistema, sino a condiciones propias de este país que, de ninguna manera, eran similares en otros, y menos en
Argentina. Por lo tanto, la validez universal de “las reglas del juego" del patrón oro era solo aparente. Esto confirma lo
sostenido por Prebisch y otros investigadores acerca de la imposibilidad de interpretar los problemas de los países
de la periferia con doctrinas emergentes de la experiencia de los centros”.
31
Sin una moneda con respaldo metálico, poco permaneció en pie de los derechos y
garantías individuales y de la forma representativa, republicana y federal de gobierno.
Floreció la inseguridad jurídica, junto a la invención colectivista de la “justicia laboral”.
La decadencia quedó eternizada con los Ministerios de Economía y de Trabajo.
En pocas palabras: La Reforma fiscal y monetaria de la década del treinta actuó como
filosa tijera. Con una de ¡as hojas, la introducción del patrón de papel, aniquiló la
libertad contractual, al erosionar la cláusula dineraria de los contratos.
La libertad laboral quedó, en consecuencia subvertida, al dar paso a las convenciones
colectivas y a la violencia sindical en la fijación de los salarios.
La otra hoja, al condicionar el trabajo al cumplimiento previo de las pesadas e ilegítimas
obligaciones fiscales, dio origen a la desaparición del estado de derecho en la
Argentina. La oposición no está más, ya, en los partidos políticos.
Hoy, la oposición se aloja en un lugar más silencioso y con menos oratoria. La rebeldía
se halla refugiada en la indigencia y en que más de la mitad de la población trabaja, en
el sector que no acata la legislación impositiva y laboral, de raíz totalitaria, que por años
rige en el país.
Capítulo 1
El Modelo de la Libertad y el Progreso
Si arrastré por este mundo La vergüenza de haber sido Y el dolor de ya no ser...
(“Cuesta Abajo”, letra de Alfredo Le Pera y música de Carlos Gardel, 1934)
1. Los Puntos Salientes de nuestro Sistema Rentístico
Repasar la esencia del Sistema Rentístico y Económico según la Constitución de 1853,
tiene dos objetivos simultáneos:
Entender el por qué Argentina era considerada en el mundo un paraíso de paz y la
tierra de promisión para millones de inmigrantes, en su mayoría europeos, hasta fines
de la década del treinta; y a la vez, encarar el estudio de las causas silenciadas por las
que Argentina se convirtió en país emigratorio con capitales en fuga y miles de
argentinos nativos residentes en el país no reparan en sacrificios para recuperar la
nacionalidad de sus padres o abuelos, para volver a los países de sus antepasados y
zafar de nuestra falta de horizonte.
La Constitución Nacional de 1853/60 incorporó al régimen impositivo federal dentro de
su Primera Parte, que corresponde a las Declaraciones, Derechos y Garantías
individuales.
Esto no fue fruto de la casualidad.
El tema tributario afecta el derecho de propiedad y la vida misma de las personas,
razón suficiente para que se lo incluyera, dentro del Capítulo Único, previo, a la
organización de los poderes.
Ni la Reforma de 1957, ni la última de 1994, se animaron a modificar la situación.
Por el artículo 4° se limitan los ingresos del Tesoro nacional, en circunstancias
normales, exclusivamente, al producto de:
1) los derechos de importación y exportación;
2) la venta o locación de tierras de propiedad nacional;
3) y la hipotética renta de correos.
En cuanto a “las demás contribuciones que equitativa y proporcionalmente a la
población imponga el Congreso general, y de los empréstitos y operaciones de crédito
que decrete el mismo Congreso” son para “urgencias de la Nación o para empresas de
utilidad nacional”.
Enumerar los ingresos, ordinarios y los de excepción, del gobierno federal, en forma
taxativa, significó asegurar, por varias décadas, la estabilidad jurídica de la sociedad
civil argentina.
Esta circunstancia gravitó para que sea nuestro país el que recibiera la mayor
afluencia inmigratoria y de inversiones de América Latina, en los primeros 77 años de
su existencia como nación organizada.
Al hacer depender el funcionamiento del gobierno nacional esencialmente de las
recaudaciones aduaneras, quedaba asegurada, a la vez, la libertad de comercio
internacional.
33
Con aranceles exorbitantes al comercio exterior hubiera significado la parálisis de
la Justicia, el Congreso y del Poder Ejecutivo.
La venta o locación de tierras fiscales, sin distinguir entre superficiario y dueño
del subsuelo, en calidad de ingreso ordinario, estaba en consonancia, con los principios
de inviolabilidad de la propiedad privada, del resto del articulado2.
La reglamentación, por medio de otros cuatro artículos (9, 10, 11 y 12) del
impuesto aduanero, dentro del texto de las Garantías, ratificó aún más, que éste fue el
único tributo ordinario delegado por las Provincias a la Nación.
El federalismo fiscal, sinónimo de autonomía financiera de las provincias, permitió el
crecimiento sostenido, hasta los primeros treinta años del siglo XX.
2. Ferrocarriles, Subterráneos, Industria del Frío
El desarrollo del sistema ferroviario hizo realidad la Unión Nacional ratificada en
1860. El ferrocarril hizo el milagro del crecimiento económico argentino, al convertir
desiertos fértiles en las zonas agrícolas-ganaderas más productivas del mundo.
En 1862, año en que comienza sus actividades en el país el Banco de Londres y
Río de la Plata, empieza a operar el Ferrocarril Sur, también de capitales británicos.
La red de ferrocarriles, a principios de 1880, cuando el General Julio Argentino
Roca inauguraba su primera presidencia, contaba con 2.300 Km. En 1886, al finalizar
Roca su mandato, las vías férreas llegaron a 6.100 Km.
El progreso en ese período no se detuvo. La red ferroviaria que en 1900, era de
16.563 Km., alcanzó a fines de 1911, los 30.059 Km. Se calculaba en 50.000 Km. la red
ferroviaria en 1937, cuando se dio comienzo al proceso de nacionalización, con la
compra por el gobierno nacional del ferrocarril Central Córdoba.
Esta expansión fue el factor decisivo para salvar el gran obstáculo que
constituían las grandes distancias entre el campo y el puerto. De esta manera quedaron
facilitadas, en gran medida, las operaciones de exportación de productos agrope-
cuarios. Aunque hoy suene a ironía, este proceso sólo pudo llevarse a cabo por los
relativamente bajos salarios que demandaban los inmigrantes, provenientes, por lo
2 Meir Zylberberg, “Una opinión sobre la propiedad del subsuelo”, “La Prensa”, viernes 5 de marzo de 1982. “La idea
sugerida por el Ministro de Economía Dr. Roberto T. Alemann, referente a la necesidad de revertir al mercado de
derechos de propiedad sobre el subsuelo, se encuentra avalada por la indiscutida opinión de Juan Bautista Alberdi”.
34
general, de las empobrecidas naciones europeas.
Un dato que merece ser destacado. Durante los primeros seis años de mandato
del presidente Roca, la inmigración dejó un saldo neto de 400.000 personas.
En 1902 se construye el puerto de Buenos Aires y en 1913 comienza a circular la
actual línea A de subterráneos.
La fuerte afluencia de capitales norteamericanos y británicos dio impulso a la
naciente industria frigorífica.
Esto era el fruto de las extensas llanuras que se habían convertido en campos de
pastoreo destinados al mejoramiento de las razas de ganado, tanto vacuno como ovino.
J. Miller había traído desde Gran Bretaña el primer toro de sangre pura Shorthorn en
1826.
El inglés R. Newton, en 1845 consiguió, con el alambrado, el medio más práctico
de deslindar y subdividir la propiedad.
Pero la era del pedigrí, con métodos más racionales de cruza de animales criollos con
ejemplares ingleses se desarrolló, en las estancias argentinas, recién partir de 1852. Al
principio las exportaciones de carne se realizaban en la forma de ganado en pie.
Con el invento de la congelación de carnes por Charles Tellier y su barco “Le
Frigorifique”, en 1874 se inicia la exportación a Europa de las carnes argentinas en gran
escala.
En 1877 se estableció, en la margen derecha del río Paraná, en el ejido de la
ciudad de Campana, “The River Plate Meat Company Limited. En 1884, se instaló “La
Negra”, sobre el Riachuelo, seguido, en 1895, por el Frigorífico “Swift de La Plata”.
Con el descubrimiento del “chillíng" o mero enfriamiento de las carnes a 0 grados
se establecen sucesivamente, en 1905, 1911 y 1916, los frigoríficos “Wilson”, “Armour”
y el “Anglo”, empresas que sentaron las bases de la Argentina como uno de los
principales exportadores mundiales de carnes.
V'
35
3. Irrumpe la Electricidad
El libre acceso al mercado, y la aguda competencia en el sector, caracterizaron a
la primera etapa de la electricidad en la ciudad de Buenos Aires. Las crónicas de fines
del siglo XIX mencionan el nombre de Rufino Varela, como el precursor de la energía
eléctrica en el país.
En 1882/3, durante la presidencia del General Roca, se instala, la primera usina,
en un predio frente a la Catedral metropolitana. Le siguieron: la Compañía Primitiva de
Gas y Electricidad; la Compañía Edison de Luz; Blakey, Prat, Hnos. y Cía.
En 1895, comienza sus actividades en la República Argentina un consorcio de
bancos alemanes que funda la empresa de mayor poderío económico en el ramo: La
Compañía Alemana Trasatlántica de Electricidad (CATE). En abril del año 1900
inaugura su primera usina con una potencia instalada de siete mil HP.
El auge de la energía eléctrica cambió la imagen ciudadana. Los tranvías
abandonaron la tracción a sangre. Los suburbios se acercaron cada vez más al centro
de la ciudad.
En 1907, la CATE, para cubrir la creciente demanda, encaró la construcción de
una planta que triplicara la potencia instalada en el país. La obra se levantó, sobre un
terreno de setenta mil metros cuadrados, en el Dock Sud, y empezó a funcionar en
1910, en coincidencia con el centenario de la Revolución de Mayo.
En poco más de un cuarto de siglo de intensa labor, empresarios privados
nativos y extranjeros hicieron posible que 741.426 lámparas incandescentes iluminaran
viviendas, calles y plazas porteñas.
4. El Desarrollo Agrario, Ganadero e Industrial Competitivo
En la década que va desde 1890 hasta principios del siglo XX, sin “legislación tuitiva de
los trabajadores”3, los salarios que percibían los trabajadores europeos que habían
inmigrado a la Argentina, eran superiores a los que percibían los obreros para tareas
similares, en Suiza, Alemania o Francia.
De ahí que un estudioso en la materia, Italo Bretti, pudo expresar en el
Newsletter de la Fundación Atlas del 21 de marzo de 2006, que el “explícito derecho a
Dr. Alfredo L. Palacios, “El Nuevo Derecho”, página 37, Editorial Claridad, con prólogo de Manuel B.
Gonnet y Carlos Sánchez Viamonte, Tercera edición.
36
la libertad de trabajar fue el secreto del éxito argentino”.
Hasta las postrimerías de la década del veinte, “La Argentina no tenía
limitaciones para quienes vinieran a trabajar. Hasta los polizones bajaban de los barcos,
se registraban ante las autoridades y empezaban a trabajar en libertad. Aquí no había
sorteo de visas, ni complejos requisitos para obtener una “green card”, y nadie pensaba
en levantar muros fronterizos” según el decir de ítalo Bretti.
No es extraño que el presidente Nicolás Avellaneda pudiera exclamar eufórico,
en 1876, frente a la primera exportación de 20 toneladas de trigo por el puerto de
Rosario: que “el agente maravilloso de la producción, el creador moderno del capital, es
el inmigrante...’’...’’Economicemos sobre todos los ramos de los servicios públicos, pero
gastemos para hacer más copiosas y fecundas nuestras corrientes de inmigración...”4.
La apasionada exaltación de Avellaneda al inmigrante tuvo, en ese entonces,
una especial significación. Los humildes campesinos provenientes de España, Italia,
Rusia, habían desmentido la opinión del sabio paleontólogo alemán Germán Conrado
Burmeister, que había sido contratado por el gobierno. El Sr. Burmeister había
declarado en 1875, que la economía argentina era esencialmente ganadera y que
cualquier esfuerzo para transformarla en agrícola conduciría a los peores desaciertos.
Según Ezequiel Gallo, se había dado, en nuestro país, el caso que “una teoría
científica es refutada por gente modesta que no sabía leer ni escribir” 5.
De importador de harina, Argentina, pasa a exportar productos alimenticios en
gran escala. La industria alimenticia, textil y la del calzado se abrieron paso, en
competencia con las más desarrolladas del mundo.
El origen de la fabricación de maquinaria e implementos agrícolas, se remonta a
1878, cuando Nicolás Schneider comienza a producir los primeros arados en el país.
Las importantes obras de infraestructura acompañaron a la industria de la
construcción y las grandes urbanizaciones que son la base de nuestras actuales
ciudades modernas. A todo esto hay que agregar el protagonismo argentino, desde
principios del siglo XX, en materia de comercio internacional de granos y productos de
la ganadería, que aún perdura. 4 Gustavo Gabriel Levene, “Historia de los presidentes argentinos”, página 262, Editorial Ste, Buenos
Aires, 1973. 5 Dr. Ezequiel Gallo, “Conocimiento. Reglamentación y Progreso”, Fundación OSDE, 25 de septiembre de
1996. '
37
El lugar que ocupó la Argentina, en el mundo, a principios del siglo XX, no fue
obra de ningún milagro. Seguía el pensamiento rector de Roque Sáenz Peña.
Roque Sáenz Peña, designado por el Presidente Juárez Celman delegado al
Primer Congreso Internacional Panamericano, declaraba en la Asamblea del 15 de
marzo de 1890, “que los mercados argentinos estaban abiertos al mundo”.
“Francos nuestros ríos a todas las banderas. Libres las industrias que invitan con sus
provechos al trabajo del hombre. Libre ante todo, el hombre mismo, que se incorpora a
nuestra vida nacional, amparado en sus derechos por el principio de igualdad civil para
nacionales y extranjeros”.
De ahí, la famosa expresión de Roque Sáenz Peña: “Sea la América, para la
humanidad”.
5. La Ley de Conversión N° 3.871
En el año 1880, después de la capitalización de Buenos Aires y del ascenso del general
Roca a la presidencia de la República, uno de sus primeros actos de gobierno fue el
proyecto de la Ley monetaria que se sancionó finalmente el 5 de noviembre de 1881: la
Ley 1.130. Ésta creó el peso argentino, equivalente a un peso oro de 1,6129 gramos de
900 de fino. Los 1,6129 gramos surgieron de dividir el peso plata de 25 gramos por
15,5, o sea la relación entre el oro y la plata de esa época. El artículo segundo de la Ley
1.130 ordenaba la acuñación en oro del “argentino" de un valor de $ 5 oro, de un peso
de 8,0645 gramos y 900 de fino. El medio argentino de un valor $ 2,50 oro, de un peso
de 4,0322 gramos de 900 de fino. En el anverso de las monedas se estamparon el
escudo de armas de ¡a Nación, la inscripción República Argentina, y el año de
acuñación. En el reverso, un busto con gorro frigio símbolo de la libertad, y la palabra
“Libertad”.
42
La ley N° 3.871, llamada “de conversión”, se sancionó el 4 de noviembre de
1899, esto ya, durante la segunda presidencia del General Julio Argentino Roca.
El proyecto de conversión del peso moneda nacional a oro, enviado por el Poder
Ejecutivo Nacional, del 31 de agosto de 1899, fue defendido, en el Senado por Carlos
Pellegrini.
Pellegrini pronosticó acertadamente “la beneficiosa contribución a la estabilidad
financiera y también los positivos beneficios para la economía general del país, que
derivarán de aprobarse este proyecto”. El presidente Roca siempre consideró que la
aprobación de la ley 3.871 fue un brillante triunfo parlamentario del Doctor Carlos
Pellegrini.
Más aún, Roca, emocionado, le envió a Pellegrini la medalla de oro que recibiera
“como testimonio de gratitud del comercio y la producción nacional, conmemorando la
sanción de la Ley de conversión monetaria de 1899”. La encomienda fue despachada,
por Roca, el mismo día 4 de enero de 1900, en que fuera homenajeado
Por el artículo primero de la Ley se estableció que la Nación convertirá toda la
emisión fiduciaria actual de billetes de curso legal circulantes en moneda nacional de
oro, al cambio de $ 1.- moneda nacional de curso legal por 0,44 pesos moneda nacional
oro sellado, o $ 1.- oro equivalentes $ 2,27 moneda nacional”. El propósito era convertir.
Circulaba en aquel entonces cerca de 300.000.000 de pesos sin conversión.
Cuando la suba del peso había llegado a cerca de los 50 centavos oro, el gobierno
resolvió por ley detener la valorización del billete y comenzar a convertir a 0,44.
Como no había oro, se creó por la misma ley un fondo y los recursos para ese fondo.
Tales recursos se detallan en el artículo 4o de la Ley.
En aquella época la venta de bienes públicos, como recurso ordinario de la
Nación, no se consideraba pecado. Por lo tanto, para crear el fondo de conversión, se
incorporó:
a) el producto anual de la liquidación del Banco Nacional, después de pagados los
gastos de administración,
b) el producido de la venta del ferrocarril Andino y a La Toma,
c) los $ 6.967.650 de cédulas a oro, de propiedad de la Nación,
d) las utilidades del Banco de la Nación Argentina,
43
e) el 5% del impuesto adicional a las importaciones,
f) los demás recursos que se destinen anualmente a este objeto en el presupuesto
nacional.
El éxito de la Caja de Conversión no provino de las magras sumas reunidas por
este fondo. Lo verdaderamente importante fueron las cláusulas del artículo 7 de la ley,
que atrajo el prestigio y la solidez del sistema monetario argentino.
Es interesante destacar que el diputado socialista Enrique Dickmann consideraba
a las disposiciones de este artículo séptimo de “inspiración genial, por intuición, o
quizás porque algunos de los autores de la ley habían percibido el alcance que pudiera
tener esa prescripción en el porvenir”.
Las consideraciones de Dickmann, sobre este tema, fueron vertidas en la
Cámara de Diputados de la Nación en la sesión del 28 de febrero y marzo 1 de 1935, al
impugnar el proyecto de creación del Banco Central de la República Argentina,
En este artículo séptimo se ordenaba que “mientras no se dicte el decreto a que
se refiere el artículo 2°, -es decir el decreto ordenando la conversión - fijando la fecha y
modo en que debe hacerse la conversión de la moneda de curso legal, la Caja emitirá y
entregará a quien lo solicite billetes de curso legal por 0,44 en oro sellado, y entregará
el oro que perciba por este medio a quien lo demande en cambio de moneda papel, al
mismo tipo de cambio”.
El artículo 7o empezó al principio a funcionar muy lentamente. Recién tomó impulso
a partir del año 1903. El gobierno que se había propuesto no permitir que el peso
valiera más de 0,44 a oro, consiguió su objetivo. Si bien en los primeros años todavía
hubo algún agio en el oro, al poco tiempo se estabilizó.
Hasta entonces- pudo señalar- Lucio M. Moreno Quintana-en la página 55, de su
manual de Política Económica, que “la garantía argentina de oro de la emisión
circulante alcanzaba al 70% de la de Sud América, y figuraba entre las seis mayores del
mundo”16.
En pocas palabras, las 358 toneladas de oro que poseía la Caja de Conversión a
principios de 1935 derivaban de las entregas de buena fe que los portadores de oro
16
Lucio M. Moreno Quintana; Política Económica” segundo tomo, página 218.
44
llevaron a la Caja.
De ahí que el apoderamiento de este tesoro a favor del Banco Central, significó lisa
y llanamente una confiscación a los tenedores de billetes, hecho que fue fatal para el
porvenir de las futuras generaciones de argentinos.
Curiosidades de la historia. Los socialistas, encabezados por Enrique Dickmann,
fueron héroes civiles que defendieron la propiedad privada de los tenedores de billetes
moneda nacional frente al despojo del oro del que eran víctimas.
Dickmann seguía, en este sentido, las enseñanzas de su maestro en materia
monetaria, Juan B. Justo.
A principios del siglo XX, Juan B. Justa, fundador, a la vez, del Partido Socialista de
la Argentina, se oponía a la Ley N° 3.871, en razón de que esta ley había interrumpido
la valorización del peso moneda nacional e impedido que llegara a cotizarse a la par
con el peso oro. El argumento radicaba en la defensa del salario de los trabajadores.
En plena civilización de papel, publicistas, consultores y expertos en economía
dudan, hoy, 2006, si es o no inflacionario, usar las reservas del Banco Central para
pagar deudas del gobierno. El tema se encuentra íntimamente incorporado a la historia
de los cien años de degradación progresiva de las ideas económicas y monetarias en la
Argentina.
CAPÍTULO 2
INSTITUCIONES QUE CONTRIBUYERON A LA DECADENCIA
Para él, en la Argentina, la propiedad sólo está en la superficie de la tierra y de las
cosas; el comunismo está en el fondo y en la atmósfera",
Juan Bautista Alberdi
Estatismo y crisis son dos fenómenos que vienen estrechamente unidos en nuestra
historia. Los tres siglos de vida colonial no pudieron ser borrados en el corto y azaroso
período independiente.
1. La Colectivización del Subsuelo
“Si bien no figura la República entre los países mayores productores de petróleo,
sus posibilidades potenciales son enormes, y, de incrementar su explotación las
empresas privadas, la producción argentina abastecería holgadamente su demanda
interna, que asciende a 4.085.753 m3”.
45
En esos términos se expresaba, en uno de sus arrebatos de lucidez, el Profesor
Lucio M. Moreno Quintana, al tratar el tema sobre el Petróleo Argentino, en el segundo
tomo, página 213 de su manual de “Política Económica” que fuera editado por la
Librería del Colegio, en Buenos Aires, en 1944.
Este reconocimiento tuvo doble importancia. Provenía de un destacado cultor del
nacional-socialismo argentino y fue insertado en un texto cuyos principales destinatarios
eran los alumnos que cursaban la carrera de doctorado en Ciencias Económicas de la
Universidad de Buenos Aires.
Quizás la única objeción que puede formularse a este juicio, consiste en que es
incompleto. No destacó la tradición comunista en materia del derecho de propiedad
sobre el subsuelo que constituyó una de las más graves amputaciones al modelo de la
Libertad y Progreso, que caracterizó a la República a partir de la Organización Nacional
en 1853.
La falta de desarrollo de la minería y en especial de las fuentes de energía
derivadas de la explotación del petróleo, por parte de empresas privadas, impidió una
mayor diversificación de las actividades económicas y el crecimiento industrial del país,
en un mundo cada vez más competitivo.
Acentuó la pauperización y vastas regiones mineras permanecieron despobladas,
con lo que se frustró a varias generaciones de argentinos de la posibilidad de trabajar.
De ese modo, muchas provincias fundadoras de la Unión Nacional pasaron a la
categoría de “inviables”.
Nuestro comercio exterior siguió dependiendo de los precios de las carnes y granos,
circunstancia que agravó, aún más, el impacto a nivel local de la recesión generalizada
de la década del treinta.
Cuando se imponía ensayar la libertad y abrir nuevos horizontes para la economía
argentina, se prefirió, en cambio, aceptar las sugerencias de los dirigentes políticos
británicos, devenidos ya, en esa época, en partidarios del dirigismo económico.
“No era justo castigar a los Estados Unidos por no comprar nuestros trigos y las
carnes, productos que tenían en exceso, pero si era aconsejable aceptar el aporte de
sus capitales para el desarrollo de nuestras industrias y estimular en nuestras regiones
46
cálidas la producción de artículos que allá escaseaban...”. “Haríamos un gran servicio al
mundo de nuestra ideología, si abriéramos francamente nuestras fronteras y per-
mitiéramos una explotación en gran escala del petróleo. Ello, por otra parte, nos
beneficiaría y contribuiría a resolver favorablemente nuestro inquietante problema
económico”17.
Estas líneas fueron escritas nada menos que por Alberto Hueyo, pero en septiembre
de 1958.
Muy distinta hubiera sido la historia argentina del siglo XX, si Alberto Hueyo, hubiera
puesto en práctica esta política, en 1932, cuando ejerció el cargo de Ministro de
Hacienda de la Nación.
Por lo contrario, impulsó, en ese mismo año, la introducción del Impuesto de
Emergencia a los Réditos, “porque de otro modo, si este impuesto no fuera votado sería
afectar el equilibrio del presupuesto, por lo menos en cincuenta millones de pesos”,
No obstante, Alberto Hueyo no renunció, ni propuso la derogación del Impuesto de
Emergencia a los Réditos cuando el Congreso dictó el 13 de diciembre de 1932 la Ley
11.668, Orgánica de Yacimientos Petrolíferos Fiscales—Y.P.F..
El 3 de diciembre de 1936, ya alejado Alberto Hueyo del gobierno, y en plena crisis y
vigencia de las leyes impositivas de excepción, hubo fondos para que Y.P.F. subscriba
el boleto de compra, por la cantidad máxima de m$n 93,5 millones, de todo el activo fijo
y el-capital circulante de la Standard Oil Co. y sus filiales en la Argentina, consistente en
minas y derechos mineros, destilerías, oleoductos, flota petrolera, etc.18.
La idea de la propiedad colectiva del subsuelo, posterior a la Organización Nacional,
arranca con el artículo 2342 del Código Civil de Vélez Sársfield, del año 1869, que
declara bienes públicos a las minas de oro, plata, piedras preciosas y sustancias
fósiles.
17
Alberto Hueyo “La Prensa", 11 de septiembre de 1958. 18
Lucio Moreno Quintana, página 222, obra citada.
V'
47
Esta doctrina fue ratificada por el Código de Minería, dictado el 25 de noviembre de
1886, que en el artículo séptimo, confirmó la propiedad estatal de las mencionadas
minas.
Lejos de derogarse estas normas opuestas a la libertad de trabajar y ejercer
industrias lícitas, se optó, durante décadas, por la estatización del negocio petrolero en
el país.
Esto es una prueba, más que demostrativa, de una silenciada verdad histórica. Los
liberales federalistas de 1853 y sus sucesores construyeron la República. Los
nacionalistas, totalitarios de izquierda y derecha, la sepultaron.
El ejemplo de la política oficial petrolera confirma que la Reforma fiscal y monetaria
de la década del treinta poco tuvo que ver con el desequilibrio fiscal y con la crisis
mundial.
Más que derrocar al gobierno de Hipólito Yrigoyen, el golpe de estado del 6 de
septiembre de 1930, se propuso barrer con los límites institucionales, que habían
impedido prosperar la sanción de los proyectos autoritarios que, desde 1916, propiciaba
el radicalismo personalista.
Según Arturo Frondizi, en su libro “Petróleo y Política”, las principales ideas de la
Reforma fiscal y Monetaria y el Plan de Acción Económica de la década del treinta,
estuvieron contenidas, en los planes de Yrigoyen durante su primera presidencia entre
1916 a 192219.
Mucho antes que aparecieran en escena Mussolini en Italia, Stalin en la Rusia
Soviética, y Hitler en Alemania, ya Yrigoyen propugnaba la explotación estatal de
fuentes naturales.
Contemporáneo de la Revolución bolchevique de 1918, Yrigoyen proponía hacer
intervenir al gobierno en la comercialización exterior de nuestra producción
agropecuaria y suspender la venta y locación de tierras de propiedad nacional, orde-
nada por el artículo 4o de la Constitución Nacional de 1853.
En los proyectos del líder radical también se propiciaba, derogar la libertad de
trabajar y de arrendar casas y campos.
19
Arturo Frondizi, "Petróleo y Política", Contribución al estudio de la historia económica argentina y de las relaciones
entre el imperialismo y de la vida política nacional, (2a Edición), Editorial Raigal, Buenos Aires, 1955. Página 184.
15 Lucio Moreno Quintana, obra citada, Segundo Tomo, página 218.
48
Yrigoyen fue pionero, en su primera gestión presidencial, en materia de ideas sobre
la centralización de la banca.
Su proyecto de creación del Banco de la República, suprimiendo el funcionamiento
automático del patrón oro, y que se controle, a la vez, cambios y tasas de interés, datan
de la misma época.
El movimiento favorable a la derogación del Sistema económico y rentístico de' la
Constitución Nacional, unió a las diversas corrientes del nacional-socialismo argentino.
Las coincidencias ideológicas en esta materia, entre el radicalismo de Yrigoyen y el
conservadorismo de Uriburu y el General Agustín P. Justo, fueron más que llamativas.
Los tres contaron con el mismo asesor económico. El Doctor Raúl Prebisch,
Uriburu inició la presidencia disolviendo el Congreso. No era extraño. El gobernante
que abrigaba proyectos de reformas institucionales de clara inspiración fascista tomaba
venganza de la “resistencia sorda que ofreció el Senado”20 frustrando, en 1927, el
proyecto de los diputados radicales a favor de la nacionalización del negocio petrolero.
Esta infortunada aspiración de Yrigoyen, que condujo al estancamiento argentino, se
cumplió, a grandes rasgos, mediante el dictado de la Ley 12.161 (Régimen del
Petróleo), de 1935, durante la presidencia del General Agustín P. Justo.
Arturo Frondizi, en su libro “Petróleo y Política”, hizo una valiosa contribución a la
historia de las ideas económicas en la política argentina, al incorporar las opiniones de
los críticos al proyecto radical, de nacionalización de la industria petrolera, de 1927.
Decía, el diputado socialista Nicolás Repetto que es una irrisión que se venga a
hablar aquí de monopolio del petróleo por el Estado, en un Estado que tiene que pedir
plata prestada hasta para pagar los monumentos públicos que se erigen en las plazas
de las grandes ciudades16. La veracidad de esta afirmación de Repetto quedó
confirmada con los “empréstitos patrióticos” de 1932 a que hubo que apelar para pagar
los sueldos de la administración pública que había dejado pendientes Yrigoyen al
momento de su caída.
En otro pasaje del discurso, que no perdió actualidad, no obstante los 80 años ya
transcurridos, el mismo orador afirmó, “que este monopolio a la criolla del petróleo
argentino, que pretende también atribuirse el comercio del petróleo y de los derivados,
20
Arturo Frondizi, “Petróleo y Política”, obra citada, página 207.
49
seria una obra fantástica que podría conducirnos a las peores consecuencias”.
“Podríamos llegar a ser, tal vez, un país sin nafta y sin kerosene, no obstante poseer
mantos petrolíferos extensos y profundos en casi todo el territorio. El monopolio, tal
como lo concibe el sector radical, no existe en parte alguna, ni aun en Rusia”, entonces
soviética21.
Hoy, 2006, hay que clausurar escuelas por falta de gas para alimentar las estufas.
Otro de los oradores, el socialista Enrique Dickmann, no fue menos cáustico con la
propuesta radical. Dickmann consideraba que si el Congreso de la Nación aceptara el
criterio monopolista, inferiría un grave daño al progreso industrial argentino y
especialmente al progreso de la industria petrolera del país.
“El monopolio se va abandonando en todas partes por inconducente, porque
corrompe al Estado o el Estado corrompe al monopolio”22.
Antes de morir Yrigoyen, el 3 de julio de 1933, pudo ser testigo de la Ley Orgánica
del “monopolio a la criolla” de Y.P.F. que, con el N° 11.688, fuera sancionada por el
Congreso, el 23 de diciembre de 1932.
Esta Ley, puso a cargo de la institución, el estudio, exploración y explotación “de los
yacimientos de hidrocarburos, sólidos, líquidos o gaseosos que el Estado Nacional tiene
actualmente o adquiera en lo sucesivo, así como también la industrialización, el
transporte y el comercio de dichos productos y sus derivados directos o indirectos”.
En 1959, Arturo Frondizi, ya presidente, puso en evidencia la torpeza intelectual de
su maestro Hipólito Yrigoyen, y los graves perjuicios que ocasiono a la Nación, el
nacionalismo petrolero.
21
Arturo Frondizi, “Petróleo y Política”, obra citada, página 207. 22
Arturo Frondizi, “Petróleo y Política”, obra citada, página 207.
V
50
El estrepitoso fracaso del monopolio fiscal del petróleo, lo condujo a declarar que el
nacionalismo consiste en alcanzar el auto abastecimiento y no seguir dependiendo de
las importaciones.
Apeló acertadamente, a la incorporación de capitales extranjeros al proceso
productivo del petróleo, con lo que triplicó la producción, en menos de los cuatro años
que duró su gobierno. No privatizó el subsuelo ni estableció el libre y competitivo
acceso al mercado minero en la Argentina.
Frondizi y sus colaboradores cayeron víctimas de las sospechas, reales o
imaginarias, a que dio lugar el capitalismo prebendarlo.
Arturo Illia asumió el 12 de octubre de 1963. El 15 de Noviembre del mismo año,
Illia, que había llevado la consigna de la nulidad en su programa de gobierno, dio por
caducos los contratos petroleros de Arturo Frondizi. Los daños que sufrió el país a partir
de esa fecha, fueron irreparables.
Prohibida la empresa privada en un sector tan dinámico como el petróleo quedamos,
hasta 1990, como lo habían anticipado Repetto y Dickmann, al margen de los adelantos
tecnológicos comunes en los grandes centros civilizados.
De ahí que, hasta una década antes de terminar el siglo XX, la industria nacional,
sin energía abundante y barata, careció de competitividad. Sobrevivió artificialmente,
gracias al crédito inflacionario, el proteccionismo aduanero y los controles de cambio.
Muy pocos entendieron, hasta el día de hoy, que las regalías en manos de los
políticos, sólo sirven para hacer demagogia y engrosar el patrimonio personal de los
funcionarios públicos, sus familiares y amigos.
En los países donde el superficiario es dueño del subsuelo, los beneficios de los
distintos factores de producción, son por lo general reinvertidos en múltiples actividades
creadoras de riqueza y bienestar para todos.
El subsuelo colectivizado puso en boga la fórmula de “Petróleo y Pobreza”23 y se
constituyó en el sistema propio de los sultanatos árabes y de los dictadores
sudamericanos.
Texas y California son los estados más ricos de la Tierra, por un Hecho muy
23
Meir Zylberberg, "Petróleo y Pobreza", "La Prensa", miércoles 6 de junio de 1984.
sencillo: Respetan la propiedad privada sin discriminar entre el suelo y el subsuelo.
2. Las Soluciones Anticonstitucionales
El 24 de septiembre de 1886, por Ley N° 1804, fue creado el Banco Hipotecario
Nacional.
La Nación asumió la garantía de la emisión de las cédulas de crédito, para
préstamos inmobiliarios a largo plazo, que realizaba el nuevo ente estatal.
Al endeudamiento por los empréstitos y operaciones de crédito que decrete el
Congreso “para urgencias de la Nación o para empresas de utilidad nacional” que
autoriza la Constitución Nacional, en el artículo cuarto, se le agregaron las deudas
eventuales que podían surgir por los malos negocios del banco.
Con el argumento de la escasez de medio circulante se sancionó la ley N° 2.216, del
3 de noviembre de 1887, autorizando el establecimiento de los llamados Bancos
Nacionales garantidos24.
24
Juan B. Justo, líder y fundador del Partido Socialista en la Argentina, describió acertadamente los hitos que
precedieron a la decadencia de nuestro país. En la sesión de Diputados, del 15 de septiembre de 1914 dijo, entre
los conceptos sobre los diversos nuevos proyectos de emisiones para realizar redescuentos, en discusión por la
Cámara: “En tiempos de Rosas existía una casa de moneda que descontaba. De ella resultó el Banco de la Provincia
de Buenos Aires, famoso banco emisor que terminó convirtiendo sus billetes a 2.500. Se acompañó después de un
Banco Hipotecario de la Provincia de Buenos Aires, liquidado no hace mucho tiempo en forma desastrosa junto con
el Banco de la Provincia, que también quebró; les acompañó, a cierta altura de su historia, el Banco Nacional, que fue también a la bancarrota; y de todas esas ruinas surgió siempre sobre la base de las mismas doctrinas, el actual
Banco de la Nación, del cual me he ocupado ya reiteradas
52
Gracias a esta experiencia “desarrollista” del siglo XIX, estos bancos multiplicaron
las emisiones de billetes inconvertibles. El abuso del crédito público y privado que junto
al vértigo de la especulación inmobiliaria por las grandes concesiones de trabajos
públicos precipitaron el “crac” de 1890, primera grave crisis económica e institucional,
posterior a 186025.
Más que haber encarado obras públicas suntuosas como la construcción del teatro
Colón, el palacio de Justicia, el edificio para Obras Sanitarias, el grave error financiero
del gobierno de Juárez Celman fue la creación de los Bancos Nacionales Garantidos.
Las emisiones con garantía de la Nación y fuerza cancelatoria en todo el territorio de
la República, desataron la espiral inflacionaria, que culminó con la caída del presidente
Miguel Juárez Celman, en 1890.
Los Bancos Garantidos promovieron, con créditos insolventes, especulaciones
irresponsables, de todo tipo, con cuyos resultados negativos se multiplicaron las deudas
de la Nación.
Para cubrir la vacante dejada por Miguel Juárez Celman, asume el 6 de agosto de
1890, el vicepresidente Carlos Pellegrini.
Junto a un conjunto de medidas acertadas para conjurar la crisis, Carlos Pellegrini
propuso la creación de los impuestos internos.
El gravamen a los alcoholes, los fósforos y las cervezas, estuvo motivado de
acuerdo al incoherente Mensaje del 18 de diciembre de 1890, al descrédito en que
había caído la circulación fiduciaria y el agotamiento del encaje en los bancos oficiales.
Aunque hubiera sido mucho más lógico liquidar de raíz los bancos oficiales, se optó,
en cambio, por castigar además a la sociedad civil, con un gravamen del 10% a las
utilidades y dividendos de los bancos particulares y del 7% a las sociedades anónimas
A veces en esta Cámara, y no creo deber repetir lo que he dicho en esas ocasiones, pero, por lo menos, es
indispensable recordar que es un banco fundado con una emisión de papel depreciado e inconvertible; un banco
cuyo capital se ha ampliado después con un empréstito cuyos servicios se hacen de rentas generales; un banco que
al fundarse, se dijo que destinaría el 80 por ciento de sus utilidades a los accionistas, que lo es el pueblo argentino
entero, y el 10 por ciento al tesoro público, en cambio de los privilegios que se le acordaban, privilegios que se han
aumentado. Pues bien; de esas utilidades no sale en realidad un centavo para cosas que no sean las del crédito,
como las entiende el banco. Las utilidades íntegras se acumulan al capital; y se ha llegado hasta este detalle sórdido,
que demuestra a qué distancia está el banco con el desarrollo general de la Nación", Esta intervención en la Cámara de Diputados, se encuentra incorporada en ei primer tomo de las Obras Completas de Juan B, Justo, “La Moneda”,
en las páginas, 190 y 191. Editorial “La Vanguardia”, Rivadavia 2150, Casa del Pueblo, 1937. 21
Luis Roque Gondra, “Curso de Economía Política y Social”, "La Circulación Monetaria en la República Argentina”,
Buenos Aires, Editorial Peuser, 1946.
V'
53
que tuvieran dirección y capital inscriptos fuera el país, con excepción de frigoríficos y
ferrocarriles.
Llama la atención las otras burdas contradicciones contenidas en el Mensaje,
impropias en estadistas de primer nivel.
Afirma por un lado “que el resultado de este estudio nos ha conformado con la
seguridad de que el país tiene elementos sobrados con que llenar sus compromisos”.
Por otro lado, reclama del Congreso que apruebe impuestos federales de “carácter
moderado y temporal", impuestos internos, federales, carentes de todo sustento jurídico
dentro del marco de nuestras instituciones.
La promesa del Mensaje, que “el peso, lo mismo que las quejas parciales que
puedan suscitar, serán más que recompensadas por la ventaja de conseguir liquidar la
extraordinariamente mala y crítica situación” resultó una prueba más, que el apremio
con que se obraba, ponía la cuestión de la legitimidad en segundo plano.
. El proyecto impulsado en el Congreso, por el presidente Carlos Pellegrini, fue
aprobado el 26 de enero de 1891.
Cuando se sancionó la primera Ley de Impuestos Internos se suscitó el problema
constitucional sobre la autoridad que podía crearlos. La impugnación la había planteado
el representante por San Juan, Dr. Gil.
Ya implantados los Impuestos Internos y frente a los intentos de gravar más
artículos, se planteó en el Congreso, en 1894, la viabilidad de este recurso, dentro de
nuestro sistema constitucional.
La impugnación la realizó el Dr. Mantilla quien alegó en forma acertada que los
Impuestos Internos no corresponden a la Nación por no estar enumerados en el artículo
cuarto de la Constitución. Al mismo tiempo, el Dr. Mantilla desechó la teoría de los
impuestos implícitos y de las facultades concurrentes entre Nación y Provincias
respecto a los impuestos indirectos.
El artículo cuarto dice textualmente que “el Gobierno Federal provee a los gastos de
la Nación con los fondos del Tesoro Nacional, formado del producto de los derechos de
importación y exportación; de la venta o locación de tierras de propiedad nacional; de la
renta de correos; de las demás contribuciones que equitativa y proporcionalmente a la
población imponga el Congreso General y de los empréstitos y operaciones de crédito
54
que decrete el mismo Congreso para urgencias de la Nación o para empresas de
utilidad nacional”.
En la Constitución Nacional los impuestos federales son taxativos. No hay tributos a
medias, ni se los puede admitir por vía de interpretación.
Más aun, las salvedades del Mensaje, respecto a lo de ’’carácter moderado y
temporal” demostraba que los mismos autores del proyecto, no solamente trabajaban
de apuro, sino que también reconocían que los impuestos internos eran, y siguen
siendo, ajenos a nuestro sistema rentístico.
La Argentina consolidada después del 80 se había olvidado de sus raíces.
En 1866, para resolver si el Impuesto a la exportación era nacional, provincial, o no
se podía establecer en ninguna jurisdicción, se llamó a una Convención Constituyente
para dirimir el tema.
Se había adoptado el temperamento correcto. Se trataba de un problema impositivo
que afecta el equilibrio de las instituciones. Ni en 1890, y menos en 1932, se consideró
necesario ser tan escrupulosos en la materia.
Resulta curiosa la poca trascendencia que los historiadores del pensamiento
constitucional y financiero argentino le otorgaron al tema de la sanción de los impuestos
internos y más aún si se piensa en la gravedad del precedente. Se abrió, nada menos,
que la senda hacia la ruptura con el régimen impositivo federal argentino.
Los catedráticos Romero Carranza, Rodríguez Varela y Ventura, en la importante
Historia Política y Constitucional Argentina que redactaron en conjunto, apenas si
mencionan, en forma tangencial, a los impuestos internos como una más de las
medidas que adoptó Pellegrini para conjurar la crisis de fines del año 1890.
Dado que el inciso segundo del artículo 67, de la Constitución de 1853/60, fijaba que
los impuestos directos son extraordinarios, los intérpretes, en plena crisis de 1890,
dedujeron, sin más, que los indirectos son ordinarios y a “medias” entre la Nación y las
provincias.
55
Demandada años más tarde la constitucionalidad de los Impuestos Internos, quedó
ratificado que los impuestos como las huelgas y las guerras, una vez declaradas, atraen
los argumentos para continuarlos.
La Corte, por un fallo, bastante demorado, dictado el 28 de septiembre de 1927,
después de pretender ensayar la más que discutible teoría de las facultades
concurrentes e implícitas, termina reconociendo que ya vivíamos en un régimen fiscal
de facto.
El fallo consideró que “los referidos impuestos federales al consumo tienen ya sobre
la sanción legal, la consagración de los hechos, en el largo período de su
funcionamiento, en que han seguido como renta fiscal el constante progreso del país en
los diversos órdenes de actividad económica y constituyen, en la actualidad, una fuente
de recursos, que a la Nación no fuera dado prescindir sin afectar fundamentalmente su
situación financiera”26. '
Los derechos de los mandantes-contribuyentes pasaron a segundo plano frente a
las urgencias que sufrían sus mandatarios. En el lenguaje oficial Políticos y Nación se
hicieron sinónimos.
En 1895, con motivo de los aprestos militares derivados por el conflicto limítrofe con
Chile, los prometidos moderados y temporales impuestos internos, encontraron una
nueva excusa, más que sólida, para perpetuarse. “Los gastos de la paz armada”.
El gravamen al alcohol, que en 1895 era de pesos 0,15 el litro, subió a 0,30 en 1896,
a 0,60 en 1897 y a un peso en 1898.
La ley de hierro que el aumento inmoderado de los ingresos públicos propende a la
suba de los gastos estatales y el endeudamiento, se cumplió al pie de la letra.
La Convención Nacional, en cumplimiento de la ley número 3507, del 3 de
septiembre de 1897, aprobó la reforma del artículo 87 de nuestra Carta Fundamental.
Cabe recordar que la Constitución Nacional de 1853, ratificada en 1860 y 1866,
había establecido, en el artículo 87, que “Cinco Ministros Secretarios, a saber: del
26
Guillermo Ahumada, Tratado de Finanzas Públicas, Volumen II, Editorial Assandri, Córdoba, Rep. Arg,, página
614. Ver también página 613, del mismo Tratado, que dice: “Cuando se sancionó la ley de Impuestos Internos se
suscitó el problema constitucional, sobre la autoridad que podía crearlos. Sin embargo, por la situación de apremio de las finanzas públicas de la Nación, los reparos constitucionales fueron relegados a segundo plano. En el año
1894, el Dr. Mantilla, declarando ignorar hasta ese momento que el Dr. Gil, representante de San Juan, los había
impugnado, alegó que los impuestos internos no corresponden a la Nación, por no estar enumerados en el Art. 4to.
De la Constitución, donde se fijan las rentas de la Nación”.
56
Interior, de Relaciones Exteriores, de Hacienda, de Justicia, Culto e Instrucción Pública,
y de Guerra y Marina.”
Estos Ministros Secretarios tenían a su cargo el despacho de los negocios de la
Nación, a la vez que refrendaban y legalizaban los actos del Presidente por medio de
su firma, sin cuyo requisito, estos actos carecían de eficacia.
Este modelo de gobierno con recursos expresos y limitados y sin inflación de
economistas, hizo que los grandes desiertos de tierras fértiles argentinas se convirtieran
en las zonas agrícolas ganaderas más productivas del mundo.
Ya reanimada la producción, incrementado el comercio exterior y el aumento
sustancial en las recaudaciones, no se consideró argumento suficiente para eliminar los
impugnados impuestos internos.
La tendencia socialista que estaba penetrando-en el Estado, al decir de Eduardo
Wilde, quedó bien reflejada en la redacción del nuevo artículo 87.
Los Ministros Secretarios del Poder Ejecutivo dejaron de ser cinco. Pasaron a ser
ocho. El aflojamiento de los principios constitucionales comenzó a ponerse en
evidencia.
Los tres ministerios nuevos y los cinco ya existentes, dejan de mencionarse en
forma expresa en la Constitución.
Se delegó al Congreso el dictado de una ley especial para deslindar los ramos del
respectivo despacho de los ministros.
El Ministerio de Agricultura de la Nación quedó creado por la Ley N 3.727 del 25 de
octubre de 1898.
El corporativismo y la representación funcional quedaron inaugurados con el
flamante Ministerio de Agricultura. El antecedente para que años más tarde tengamos
Ministerios o Secretarías de Economía, Industria, Trabajo, Comercio, Comunicaciones,
Bienestar Social y otros engendros de raíz totalitaria.
La creación del Ministerio de Agricultura significó un burdo desconocimiento de las
normas abstractas de la garantía de la propiedad privada. La igualdad ante ley de
nativos y extranjeros, la libertad de cultos y sobre todo el cumplimiento del mandato
constitucional que ordena la venta de las tierras públicas, habían hecho el milagro.
De ahí, el discurso del Presidente Avellaneda, frente a la primera exportación de 20
toneladas de trigo por el puerto de Rosario, “que el agente maravilloso de la producción,
el creador moderno del capital, es el inmigrante”.
No cabe duda que los economistas que protagonizaron el progreso de la República,
fueron las normas abstractas que presidieron nuestro Estado de Derecho, los
empresarios que desarrollaron la red ferroviaria, los dueños de los almacenes de ramos
generales de la campaña, las empresas cerealeras, los fundadores de los primeros
frigoríficos, las sociedades rurales de estudio y cooperación, y, sobre todo, de los
millones de inmigrantes quienes, conocedores por experiencia milenaria —europea y
asiática— de las prácticas agrícolas localizaron debidamente nuestra pampa húmeda.
Resulta curioso que la Memoria del Ministerio de Agricultura del 10 de Noviembre de
1900, en la página VIII, no pudo dejar de reconocer el hecho innegable que:
“El esfuerzo privado transformó en treinta años los rústicos ganados criollos, casi
silvestres, en admirables máquinas productoras de carne y de lana, y que cubrió con
manto de mieses inmensas llanuras y, merced a los adelantos industriales y de la
navegación, que nos permiten colocar nuestras reses en los mercados de Inglaterra y
proveer a la Europa con nuestros cereales, que suman ya millones de toneladas cada
año”.
Este reconocimiento oficial del “esfuerzo privado” sirvió de pretexto para formular el
futuro plan de labor del flamante Ministerio de Agricultura que consistía en el:
a) fomento a los cultivos,
b) introducir mejores métodos de explotación rural,
c) promover el uso de máquinas agrícolas más eficaces
En pocas palabras. Los burócratas del Ministerio de Agricultura se proponían
competir con “los inmigrantes, los herreros de pueblos y villas rurales, los que, a fuerza
de martillo, fueron dando con el arado apropiado para el tipo de explotación que era
necesaria en la Argentina”27.
Por decreto del 24 de diciembre de 1910 se organizó la explotación petrolera directa
a cargo del Ministerio de Agricultura, hecho que se considera el primer antecedente de
la institución del monopolio estatal de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (Y.P.F.).
El corporativismo en acción contribuyó, no solamente a impedir la diversificación de
27
Ezequiel Gallo, Seminario Fundación OSDE, 25 de septiembre de 1996.
58
la economía argentina sino que también acentuó las consecuencias locales de la crisis
económica mundial de 1929.
El régimen federal, autor de la pacificación entre los argentinos, comenzó a
deteriorarse con el flamante Ministerio de Obras Públicas de la Nación. Un Ministerio de
Guerra y Marina pareció poco para un país que vivía en plena paz. Se lo dividió en dos:
Guerra y Marina,
3. El Banco de la Nación Argentina
Mediante una emisión de 50 millones de billetes inconvertibles a oro, el presidente
Carlos Pellegrini fundó, el 16 de octubre de 1891, el Banco de la Nación Argentina.
Además de estar facultado a descontar “pagarés y letras del comercio, de agricultores e
industriales”, podía también, redescontar “carteras de otros bancos” y otorgar
préstamos al Gobierno Nacional.
En 1904, con motivo de la reestructuración del Banco, la Nación le otorgó la garantía
de la Nación por todos los depósitos y operaciones que realice. Al endeudamiento
público se le agregó el pasivo de los bancos oficiales.
Esto hizo decir al fundador del Partido Socialista Dr. Juan B. Justo28, en la sesión de
la Cámara de Diputados del 7 de agosto de 1914 que: “...en materia de crédito, el
estado argentino ha seguido la misma línea de conducta. Presta a determinadas
personas e instituciones a costa del pueblo entero de la República y lo ha hecho así
desde que existe el Banco de la Nación Argentina”29.
28
En el mismo libro de Juan B. Justo, en la sesión de Diputados correspondiente al 15 de septiembre 1914, en la
página 188, se puede leer algo, hoy increíble en boca de un socialista. “El punto de partida nuestro es la confusión
teórica y práctica entre la economía del Estado y la economía particular, entre los recursos de que dispone el
gobierno, y de los que ha de poder echar mano en cualquier momento, y los medios de la producción iniciada por
empresarios, hecha por empresarios, dirigida por ellos, en el interés principal o exclusivo de dichos empresarios”.
“Somos los primeros en comprender la altísima importancia de los empresarios en el mundo moderno, y ya lo hemos
dicho repetidas veces en esta cámara; pero lo que negamos y volvemos a hacerlo, es que corresponda al Estado el papel de fomentador de los intereses de los empresarios y el de engendrador artificial de empresas cuya razón de
ser es problemática por el simple hecho de no haber nacido espontáneamente... Recordemos que hay un solo país
en Europa que tenga un Ministerio de Fomento: es el país más atrasado de Europa occidental, es también el país de
progreso más lento, es España. Obras completas de Juan B. Justo, pagina 181. 29
Meir Zylberberg, ‘"Moneda y banca en las ¡deas políticas argentinas, “La Prensa”, sábado 31 de julio de 1982.
61
En el capítulo V del libro, “Petróleo y Política”, referido a la “Orientación nacional y
popular definitiva” Pág. 183, Arturo Frondizi incorporó el documento, que quizás más
prestigie al pensamiento filosófico político argentino.
Se trata del “Manifiesto Radical” de 1891, que se atribuye a Leandro N. Alem.
El documento, inspirado en las desgraciadas experiencias de los bancos oficiales
que llevaron a la crisis del 90, anticipó en más de medio siglo el pensamiento de
Friedrich von Hayek, acerca de la incompatibilidad entre la democracia republicana y el
socialismo.
Lo original del documento del radicalismo es que, a la vez, insinúa las soluciones
imprescindibles para salir—aún hoy — de la decadencia institucional.
“Los bancos oficiales —reza la referida declaración— han sido el agente de la ruina
de la fortuna pública y privada y de la depresión del carácter nacional”.
“El banco oficial constituye un peligro permanente, porque siempre será un medio
político...trabajar entonces, contra este género de establecimientos, es hacer obra de
cordura y de patriotismo”.
El “Manifiesto Radical” de 1891” termina diseñando el demorado “Plan para Ensayar
la Libertad”, al decir:
“Los ciudadanos necesitan desenvolverse libremente en la vida del Estado, pero
para ello es menester que éste no se apodere de los resortes de la acción individual. Si
el gobierno se encuentra, además, dotado del poder de manejar el crédito particular de
los ciudadanos, éstos en realidad no existen como hombres libres. El banco oficial
entonces, es un elemento perturbador del orden social y será sabia política la que
tienda a suprimirlo".
Tuvimos Banco Central de la República Argentina en 1935, degradación de los
salarios, sindicalismo totalitario, clientelismo político, gracias a que ya habíamos tenido
el Banco de la Nación Argentina, desde 1891.
El diputado socialista José Pena, en la sesión de Diputados del 28 de febrero y
marzo 1o de 1935, dio estado parlamentario a una nota recibida por la Comisión de
Presupuesto de la Cámara, en la que se describe la política de crédito fácil del Banco
Nación, que condujo a la huida del oro, hecho que sirvió de pretexto para el cierre
definitivo de la Caja de Conversión.
62
La nota oficial delataba que el Banco Nación incluía en su activo m$n 227.679.733
en créditos congelados, en un 90% por préstamos anteriores a 1929.
El diputado José Pena, en la misma sesión, se refirió al impulso que dio el Banco
Nación a la irresponsabilidad en los negocios, al redescontar documentos de los bancos
particulares. El total de los redescuentos, a principios de 1935, por m$n 213.826.642,51
estuvo concentrado, en solo cuatro bancos, en estado de quiebra.
En vez de suprimir el Banco oficial, como aconsejaba el Manifiesto Radical de 1891,
se liquidó la convertibilidad a oro del peso moneda nacional como etapa previa de la
colectivización virtual de la banca comercial argentina.
4. Los Ideólogos que Oscurecieron Buenos Aires
Los controles y reglamentos municipales empezaron a hacer escuela no bien
terminado el siglo XIX. Fueron suficientes unas pocas y, en apariencia, inocentes
ordenanzas municipales, para que desaparecieran, en casi su totalidad, las pequeñas y
medianas empresas productoras y distribuidoras de fluido eléctrico de la Capital
Federal. Algunas de ellas consiguieron fusionarse con la relativamente gran empresa
que era la CATE. Con la aprobación por parte de la Junta de Vecinos de la ordenanza
de concesión, no exclusiva, a favor de CATE, del 9 de diciembre de 1907, la
competencia industrial en materia de generación de electricidad comenzó a
languidecer.
El proyecto de ordenanza, que puso los cimientos para los futuros apagones y
cortes de luz llevaba la firma del entonces Intendente Municipal de Buenos Aires,
Carlos Torcuato de Alvear, refrendado por el secretario de Hacienda Dr. Carlos
Saavedra Lamas.
Los vicios conceptuales de este contrato de concesión tuvieron repercusiones que
afectaron gravemente el futuro institucional del país. La industria eléctrica, que aún
competía con la luz de gas, los candiles y faroles a kerosén, pasó a considerarse
inherente a las funciones propias de gobierno. Se asimilaron las aplicaciones prácticas
del flamante invento de la electricidad a un deber de los poderes públicos, similar al de
defensa nacional, seguridad y justicia.
El derecho a ejercer la especialidad por parte de una empresa privada, se convertía
en una gracia del poder. La CATE aceptó pagar por la prerrogativa un impuesto del 6
63
por ciento sobre lo facturado dentro del municipio. Admitía también el control contable
sobre los costos y la aprobación comunal de las tarifas.
La cláusula que cobró mayor trascendencia fue la que obligaba a CATE a transferir
gratuitamente a la Municipalidad todos los bienes de la empresa, una vez transcurridos
los cincuenta años del convenio. Esta cláusula ratificaba, aún más, el derecho que la
Municipalidad se arrogaba como titular originario del servicio de iluminar casas, calles y
plazas, mediante el uso de la electricidad.
La idea de la reversión al Estado quedó así planteada, hecho que hábilmente
aprovecharon los voceros del nacionalismo vernáculo y de los socialistas.
El detallismo reglamentario contenido en las Ordenanzas-Concesión de 1907 y 1912
de CIADE (Compañía ítalo Argentina de Electricidad) sometía a la previa autorización
municipal la mayor parte de las iniciativas empresariales. La subordinación de las
compañías a la burocracia —y no a la competencia— creó e! clima de suspicacia que
socavó las bases del sistema capitalista en la Argentina,
Próximas a cumplir 30 años las ordenanzas de 1907, se empezaron a sentir los
efectos dañinos de los monopolios no exclusivos y de la teoría de la reversión al Estado
de los servicios eléctricos. Se puso al descubierto, de pronto, que la riqueza no se
decreta y que el futuro existe. Las compañías eléctricas, para realizar nuevas y
mayores inversiones, se vieron constreñidas por la fecha de vencimiento de las
concesiones.
La continuidad en la eficiencia del servicio de electricidad de la Capital Federal
quedó a merced de los políticos. Las compañías, a su vez, se encontraron atrapadas en
la maraña de sus propios privilegios.
Nacionalistas y elementos de la izquierda, agitando la bandera de la “moral” y la
“anticorrupción” estaban ávidos por adueñarse de las altamente rentables empresas
eléctricas. Todo aquel miembro del Concejo Deliberante de la Capital Federal que
consideraba razonable la prórroga de las concesiones pasaba a la categoría de “vende-
patria” o corrupto.
Lo más dramático era que, ausente el control de la competencia, las sospechas no
eran del todo infundadas.
A fines de 1936, luego de intensas negociaciones, la CADE —sucesora de
64
CHADE— y la “ítalo” obtuvieron la prolongación de los convenios de 1907 y 1912 de
CATE con la Municipalidad.
La mayor demanda de energía creada por el crecimiento fabril de Buenos Aires y
sus alrededores, durante la Segunda Guerra Mundial (1939-45), fue satisfecha sin
mayores inconvenientes. Un anuncio aparecido en el número extraordinario co-
rrespondiente al cincuentenario del periódico socialista “La Vanguardia” de 1944, lo
atestigua. La ítalo, con el fin de promover un mayor consuno de energía eléctrica,
ofrecía en venta heladeras, cocinas, planchas, aspiradoras, calefones, etc., “para
mejorar las condiciones de vida del hogar, ahorrar tiempo, trabajo y gastos”.
Argentina todavía ocupaba en 1947, el primer lugar en Latinoamérica en cuanto a la
producción de energía per cápita.
A partir de 1948 las memorias de las empresas eléctricas adquirieron un tono de
letanías. Los controles cambiados y los permisos previos de importación de equipos y
repuestos demoraron el reemplazo y reparación de las maquinarias desgastadas. De
esta manera a comienzos de la década del 50, en plena paz mundial, se inauguran los
apagones en la ciudad de Buenos Aires. Con el advenimiento de la Revolución
Libertadora, lejos de atender a la desregulación del mercado cambiario y eléctrico, sus
dirigentes no tuvieron mejor idea que retrotraerse a la votación de la prórroga de las
concesiones de 1936.
Con fecha del 23 de julio de 1957, el Gobierno Provisional declaró nulas de nulidad
absoluta las ordenanzas que databan de más de dos décadas. Esta resolución
arbitraria se hizo en base al dictamen elaborado por los influyentes juristas Sebastián
Soler, Luis E. Botet y el general José Pizarra.
Este dictamen facilitó al peronismo sin Perón a completar la obra destructiva que ya
se venía desplegando desde hacía más de un cuarto de siglo. Rechazada por la
Justicia la postura del Ejecutivo Provisional, el problema eléctrico argentino ingresó en
un cono de sombra, situación que se prolongó hasta la década del 90.
5. El Peronismo anterior a Perón
Las diatribas de Perón contra la “oligarquía” y las exaltaciones a los “descamisados"
crearon la falsa imagen que el justicialismo surgió como reacción contra una sociedad
capitalista que se movía de acuerdo a los principios del mercado libre.
65
Esta tesis quedó reforzada por el gran número de autores de prestigio quienes, en
múltiples escritos y discursos ubicaron, en forma errónea, el inicio de la doctrina y
práctica del corporativismo nazi-fascista, en la Argentina, recién a partir de 1943.
Para Juan José Sebreli45, Agustín P. Justo, presidente de la Nación entre 1932 y
1938, “fue el último conservador liberal”. El error de Sebreli, consistió en haber puesto
más el acento en las diferencias, que en aquello en que coincidían con el General
Uriburu. Ambos eran partidarios del dirigismo económico. Pero, mientras Uriburu quería
derogar por decreto la Constitución Nacional de 1853, Justo se inclinaba por
mantenerla en sus aspectos formales, respetando los calendarios de los comicios.
Más sugestivos son los conceptos de Alvaro C. Alsogaray, quien escribía que: “En la
década de 1930 a 1940, bajo la influencia de la crisis mundial... comenzaron a aplicarse
en la Argentina diversas medidas de control de cambios y de regulación de la
producción y exportación de carnes y granos. Pero esas medidas no configuraban un
verdadero sistema de control generalizado de precios y salarios. Eran disposiciones
“puntuales" referidas a determinados aspectos de una economía relativamente libre,
que podía considerarse como “de mercado”46.
Abundan ejemplos de que las prácticas y doctrinas en las que se basó Perón
estaban ya en marcha mucho antes del fatídico año 1943.
Las teorías sobre el corporativismo argentino arrancan con los planes estatistas de
Hipólito Yrigoyen durante su primera presidencia entre 1916 y 1922, y en el campo de
la teoría, con el ensayo de José Ingenieros, en 1919, sobre “La Representación
Funcional”.
La reforma universitaria de 1918 se inspiró en el régimen bolchevique de los
"soviets". De ahí el soviet de profesores, graduados y estudiantes.
Alfredo Palacios preconizaba, en coincidencia con los laboristas ingleses, desde
principios del siglo XX, el socialismo medieval de las “guildas”. Más aún, Carlos
Ibarguren, Leopoldo Lugones y el General José Félix Uriburu, hicieron escuela —a
partir de la insurrección de 1930— del cuestionamiento de la democracia formal. Para
Lucio Moreno Quintana la legislación corporativa argentina era un sub-tema dentro del 45
Juan José Sebreli, “Crítica de las ideas políticas argentinas”, Editorial Sudamericana, quinta edición, Buenos Aires,
2002). 46
“4000 años de Control de Precios y Salarios”, Editorial Atlántida, Apéndice E, El control de precios y salarios en la
Argentina, Ing. Alvaro C. Alsogaray, páginas 246 y 247.
66
contexto de la economía dirigida.
El “Plan de Acción Económica Nacional” de 1934, estuvo integrado por el conjunto
de medidas destinadas a “proveer a la regulación, control o asesoramiento de los ramos
fundamentales de la producción argentina”.
La Comisión Nacional del Azúcar ya estaba vigente de acuerdo al Decreto del 11 de
mayo de 1928.
La Comisión de Fibras Textiles, por decreto del 14 de noviembre de 1931.
La Comisión del Extracto de Quebracho, por decreto del 15 de julio de 1933.
La Comisión de Harinas, por Resolución ministerial del 13 de abril de 1935.
La Comisión Nacional de Patatas, por Resolución ministerial del 13 de abril de 1935.
la Junta Nacional de Carnes, por Ley N° 11.747 del 7 de octubre de 1933.
La Junta Reguladora de Granos, por decreto del 28 de noviembre de 1933.
La Ley N° 11.729 de 1933, modificatoria, en su origen del Código de Comercio, que
estableció la indemnización por despido, etc., luego extendida a todas las relaciones
laborales, constituyó el más duro golpe a la libertad laboral, en épocas previas a la
llegada de Juan Domingo Perón.
Estas son algunas de las innumerables corporaciones que se crearon en esa época.
La nómina completa ocupa cuatro páginas del libro “Política Económica” del Profesor
Lucio M. Moreno Quintana.
La consigna de la campaña peronista, preconizando la Independencia Económica, la
Soberanía Política y la Justicia Social que representaban la vocación por el caciquismo,
el aislamiento y la justicia del tipo de las sociedades primitivas, tampoco fue una
originalidad de Juan Domingo Perón.
Las expresiones seudo-académicas, “Desarrollo hacia adentro” y de “Monedas
autónomas” divulgadas desde la cátedra por el Doctor Raúl Prebisch, ratificadas luego
en documentos oficiales, preanunciaron el lema peronista de la “Independencia
Económica”.
El proceso de estatización de los ferrocarriles de administración privada ya estaba
iniciado.
En la sesión del Senado del 29 de diciembre de 1938, en oportunidad de tratarse la
nacionalización del Ferrocarril Central Córdoba y los Tranvías a vapor de Rafaela, el
67
Presidente Roberto M. Ortiz, de orientación conservadora, encontró en el senador
socialista Alfredo L. Palacios, un ferviente aliado.
Según Palacios la nacionalización iba a consolidar “la Independencia Económica de
la República al substraer a estas empresas de la influencia de los capitales extranjeros”.
Palacios, quien se jactara de haber sido el primer diputado socialista en América y
que nunca había ocultado su vocación por el nacionalismo, fue más lejos. Terminó su
solemne discurso con un pasaje que hoy suena a una broma que resultó trágica para el
porvenir de los argentinos.
Entre otros disparates de grueso calibre afirmó que el Estado “no busca dividendos
elevados; se preocupa por el mejoramiento del servicio público que atiende; paga
sueldos y jornales que permiten una vida decorosa y enaltece la situación moral y
económica del pueblo”.
En 1942, el líder de la Italia Libre, conde Sforza, ya anticipaba, en una entrevista
para el diario “La Prensa” que, “en la República Argentina ha prendido la infección
fascista y los democráticos tendrán que luchar muchos años para combatirla”. “Cuando
nosotros —refiriéndose a los italianos— estemos libres de la infección, ustedes —los
argentinos— seguirán sufriendo sus, consecuencias47.
Para la opinión pública occidental, de acuerdo al testimonio del periodista Rodolfo
Luque, Argentina, al cabo del primer quinquenio de la década del cuarenta, era una
aparente república representativa federal, pero en realidad era un régimen corporativo
fascista.
El armazón corporativo fascista de antes del golpe militar de 1943, lo conformaron el
Control de los Cambios, la Dirección General Impositiva, el Régimen de Coparticipación
Federal Impositiva, el Banco Central, las Juntas y demás entes reguladores de la
producción y las empresas y bancos del estado.
Este modelo constituyó la base del imperio peronista, que se impuso, desde 1943.
Carente el peronismo de oposición ideológica consistente, domina, hasta la fecha, la
escena política nacional.
Parafraseando a Friedrich von Hayek, se puede afirmar que no fue Perón el autor de
la destrucción de la democracia argentina, sino que supo aprovecharse de las
47
“Una Profecía del Conde Sforza", Rodolfo Luque, en Ideas sobre la Libertad, N° 18, de octubre de 1964.
68
instituciones totalitarias ya existentes, nacidas de acuerdo a los conocidos y tortuosos
mecanismos legales.
Al igual que en Alemania fue “la unión de las fuerzas anticapitalistas de la derecha y
la izquierda y la fusión del socialismo radical con el conservador la que expulsó todo lo
que era liberal” en la Argentina48.
La simple lectura de los diarios de la época demuestra la mentira de los
fundamentos esgrimidos para alterar de hecho el Régimen Impositivo Federal de
Gobierno, e introducir en forma ilegítima el Impuesto a los Réditos y a las Ventas.
Estas medidas nada tenían que ver con el desequilibrio del presupuesto. Estuvieron
pensadas para construir el estado corporativo fascista en la Argentina.
Más aún. En el debate parlamentario en que se trató la creación del Banco Central,
a principios de 1935, no estuvieron ausentes los temores sobre las consecuencias
políticas que iban a derivar de !a instauración de la dictadura financiera en el país.
En un pasaje del discurso del socialista Nicolás Repetto, en la sesión de Diputados,
del 28 de febrero y 1o de marzo de 1935, este legislador anticipó los peligros que se
avecinaban. Decía Repetto:
“El partido que se ha posesionado del gobierno después de los acontecimientos del
6 de septiembre de 1930, se encuentra actualmente bajo la seria preocupación de ser
desalojado en una elección inmediata, por los que fueron desalojados del gobierno a
raíz de aquella circunstancia. Es un hecho, es innegable que a mi juicio tiene un valor
extraordinario para juzgar de la oportunidad de estos proyectos: en este momento los
desalojados por la violencia se aprestan a volver; los usurpadores tiemblan y lo esperan
todo en buena parte de la fuerza”.
“Yo me pregunto si el señor Ministro de Hacienda (Federico Pinedo) concede tan
poca importancia a sus proyectos, le inspiran tan poco interés, que los expone a ser
aplicados por los propios adversarios, que pueden volver al gobierno el día de mañana”.
48
Friedrich V. Hayek, “Camino de Servidumbre”, Las raíces socialistas del nazismo,
69
“¿Es acaso posible emprenderse una reforma de esta trascendencia en un
momento como éste?”
“¿Las aprecia tanto, se interesa tanto por su suerte, se muestra tan solidario con las
ulterioridades de estos proyectos cuando los lanza en un momento como éste?”
Cuando Repetto expresaba estos conceptos, no era por un simple ánimo de
oposición. Muy por el contrario, invitaba, a su ex compañero de bancada, Federico
Pinedo a imaginarse a un yrigoyenista, con el Control de los Cambios y el Banco Cen-
tral en sus manos.
El dramático giro de la política nacional a partir de 1935, dio la razón al Doctor
Nicolás Repetto.
En los comicios del 5 de septiembre de 1937, donde el fraude se hizo presente, la
fórmula Ortiz-Castillo, que auspiciaba la Concordancia en el poder, se impuso a la de
Alvear-Mosca, sostenida por el radicalismo.
Roberto M. Ortiz asume la presidencia el 20 de febrero de 1938, El 1 de septiembre
de 1939 estalla la guerra europea. Argentina se declara neutral, pero esto no obstaba a
que se reconociera en Ortiz un ferviente partidario del bloque aliado.
El 8 de marzo de 1940, Ortiz interviene la provincia de Buenos Aires. El gobernador
Manuel Fresco, además de haber surgido en comicios fraudulentos no se cansaba de
exaltar públicamente a las figuras y doctrinas nazi-fascistas. El Gobernador Fresco le
envió a Hitler un facón de regalo. El dictador alemán lo rechazó; la marca del facón era
"Solingen", firma de origen judío. Por supuesto que el Dr. Fresco desconocía ese
detalle.
La diabetes, agravada por un desprendimiento de retina que lo dejó casi ciego,
llevaron al presidente Ortiz a presentar la renuncia al cargo, el 27 de junio de 1942.
6. El Golpe Militar del 4 de junio de 1943
La orientación favorable al nazi-fascismo sobrevino con Ramón S. Castillo, quien ya
venía ejerciendo la presidencia en forma interina desde el 3 de julio de 1940, por la
enfermedad del Doctor Ortiz.
Castillo, en esa etapa, hizo de las fuerzas armadas un fundamental apoyo a su
política internacional “neutralista", que a esa altura de los acontecimientos, era vista en
el resto de América, como proclive al Eje Berlín-Roma.
70
Esta imagen se veía robustecida por la adhesión que le prodigaran los sectores
nacional-socialistas en los medios de prensa y actos públicos en los que pululaban
muchos de los protagonistas de la revolución de septiembre de 1930.
Las prevenciones del diputado Nicolás Repetto, acerca de las “ulterioridades” a que
podían conducir, para el porvenir de la República, los proyectos financieros del Doctor
Federico Pinedo, de principios de 1935, empezaron a tomar cuerpo.
El presidente Castillo, que había hecho un hábito ofrecer comidas exclusivas para
altos jefes militares, con el fin de congraciarse aún más con ellos, decidió destituir al
ministro de Guerra General Tonazzi. Este militar, amigo del General Justo, fue
reemplazado nada menos que por el General Pedro Pablo Ramírez, el 17 de noviembre
de 1942.
Ramírez había sido, diez años antes, miembro integrante del movimiento de jóvenes
fascistas, estrechamente vinculados al General José Félix Uriburu, y en 1932, agregado
militar en la Italia de Mussolini.
Con esta medida, Castillo preparó el terreno para su propia destitución. De ahí en
más, tomaron cuerpo las fatídicas prevenciones del diputado Repetto. Las
“ulterioridades” a que podían conducir, para el porvenir de la República, los proyectos
financieros del Doctor Federico Pinedo presentados al Congreso, a principios de 1935,
se ponían en marcha.
En la madrugada del 4 de junio de 1943, la guarnición de Campo de Mayo, al mando
del General Arturo Rawson, vinculado al Radicalismo, marchaba sobre la Capital para
deponer al gobierno nacional. El 7 de junio de 1943, el ex ministro de Guerra, General
Pedro Pablo Ramírez, asume como presidente “de facto".
De ahí en más, los elementos y propósitos doctrinarios de los radicales
yrigoyenistas, desalojados por el golpe militar de 1930, volvieron al poder, pero
con una gran dosis de valor agregado: El Banco Central, La Dirección General
Impositiva y toda la cadena de Juntas y Comisiones Reguladoras de la
producción. Esta vez el movimiento se llamó Peronismo.
CAPÍTULO 3
EL MODELO DE LA DECADENCIA Y LA CRISIS PERMANENTE
Hoy estoy pagando aquellas ranadas, final de los vivos que siempre se da.
71
Me encuentro sin chance en esta jugada.
La muerte, sin grupo, ha entrado a tallar...
(de “y Cómo se pianta la vida!”, tango con letra y música de Carlos Viván, Buenos Aires,
1929)
1. Las Visiones de los Artífices del Fracaso Argentino
La Gran Depresión Mundial, de fines de la década del Veinte y principios del Treinta,
puso a dura prueba a nuestras instituciones fundacionales.
La crisis agrícola derivó en una sostenida baja de los precios de los productos
agropecuarios (lino, trigo, maíz, carnes, etc.). La brusca caída del comercio exterior
redujo, a su vez, los ingresos aduaneros. Los valores inmobiliarios declinaron a mí-
nimos históricos. El endeudamiento público, el desequilibrio fiscal y los créditos
incobrables de los bancos, en especial de los oficiales, agravaron aún más la situación.
• Las ideologías partidarias de la economía de guerra y el autoabastecimiento, muy
en boga en esa época en Rusia, Italia y Alemania, reanimaron las tendencias
nacionalistas49 y la animosidad contra las empresas de origen externo radicadas en el
país.
El comunismo regía en Rusia desde fines de 1917. Después de la marcha sobre Roma,
en 1922, quedó instaurado el fascismo en Italia. En 1929, se asistió al “crack” de la
Bolsa de Nueva York.
En 1933, en Alemania, Hitler asume como canciller. Todo esto, fueron señales más
que suficientes para hacer presumir a un vasto sector de ideólogos nacional-socialistas
y políticos influyentes, tanto del definitivo ocaso del capitalismo, como el inevitable
triunfo del auto-abastecimiento y las economías de guerra.
La miopía de los profetas del totalitarismo condujo a que no se encontraran mejores
soluciones que el “desarrollo hacia adentro” y la “industrialización sustitutiva de
importaciones”.
Lejos de procurar el ingreso de capitales en la esfera de los servicios públicos, las
fuentes de energía, y en todas las esferas de actividades útiles, se optó por lo contrario,
por las regulaciones, las cargas fiscales y las estatizaciones.
Completaron el programa las trabas absurdas a la inmigración, cuando en Europa,
49
Meir Zylberberg, “Los tres pilares de la decadencia”, Ámbito Financiero, 7 de abril de 1987.
72
se seguía aun imaginando a la Argentina como el país del futuro.
El Doctor Raúl Prebisch fundó, en la década del 30, una cátedra especial de
“Dinámica Económica”, en la Universidad de Buenos Aires en la que se enseñaba, con
nuevo ropaje, los viejos dogmas del mercantilismo.
Esta cátedra se había convertido en un modelo de torpeza intelectual. Predicaban,
con entusiasmo digno de mejor causa el abandono del patrón oro y su reemplazo por el
patrón monetario de papel, de “circulación elástica”, ideas, qué son en gran parte las
responsables de los tres cuartos de siglo de decadencia argentina.
Lo alarmante es que las consecuencias del triunfo de las tesis nacional-socialistas
en nuestro país siguen hoy — 2006— con la misma frescura de principios de la década
del 30 en las que se concibieron.
El Colegio de Graduados en Ciencias Económicas, el 4 y 5 de diciembre de 1980,
homenajeo en su sede al Dr. Raúl Prebisch. En presencia del ex presidente doctor
Arturo Illia y un gran número de simpatizantes del radicalismo, Prebisch hizo un relato
pormenorizado de su trayectoria.
De ahí sus palabras: “Yo me he convertido y he ido desbaratando, desmantelando,
las teorías neoclásicas, frente a la Gran Depresión Mundial, cuando, en 1931, tuve
alguna actuación durante la gran depresión, de manera que tuve poca oportunidad de
llevar las viejas teorías a la praxis”50.
Lo del desmantelamiento de las teorías neoclásicas y la referencia a su actuación en
1931, contenían en el lenguaje del Dr. Raúl Prebisch, un significado especial.
Si se le da fe al testimonio del senador Lisandro de la Torre, “todos los proyectos
financieros, fiscales e impositivos del gobierno de facto, entre 1930 y 1932”, fueron
elaborados por el doctor Raúl Prebisch51.
Subsistentes en nuestros días, las instituciones totalitarias creadas en la época, el
país sigue aún inmerso en el clima de la Gran Depresión Mundial de 1929, no obstante
los más de tres cuartos de siglo transcurridos.
Lo más grave es que la ciudadanía culta argentina aún sigue ignorando que nuestra
decadencia es un caso más dentro de la gran lista de frustraciones que registraron las
50
Meir Zylberberg, "Argentina, del General José E. Uriburu al Dr. Raúl Alfon- sín” en “La Prensa", sábado 22 de
febrero de 1981. 51
Diario de sesiones, Senado de la Nación del 21 de marzo, 1935.
73
distintas versiones del socialismo que se conocieron en el siglo XX.
Europa ya superó largamente las consecuencias de las hecatombes bélicas
derivadas de las teorías del espacio vital y las economías cerradas y autárquicas, en
boga entre las dos guerras mundiales del siglo pasado.
Ya hace más de quince años que la Guerra Fría dejó de ser tema de actualidad. La
implosión de la Unión de las Repúblicas Soviéticas Socialistas y la caída del Muro de
Berlín acabo con los setenta años de imperio bolchevique que incluyó, por más de
cuatro décadas, el cautiverio de media Europa.
La fogosidad inicial de los seguidores de Mao, en la República Popular China pasó a
la historia. Convencidas, o no, las autoridades de la China comunista proclaman a los
cuatro vientos las virtudes del libre comercio internacional y la economía de mercado.
Hoy, 2006, en Argentina, todos estos acontecimientos influyeron muy poco. Se
siguen sucediendo, sin cesar, las leyes de emergencia que, en ¡os hechos, derivaron en
el vaciamiento constitucional y la suspensión por 75 años de los derechos y garantías
individuales.
d) El Cierre de la Caja de Conversión
Los primeros e importantes avances hacia la “autarquía económica” en nuestro país,
se concretaron poco antes de finalizar el año 1929
El cierre de la Caja de Conversión se realizó mediante el decreto del 17 de
diciembre de 1929, durante el gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen.
El fuerte drenaje de oro determinado por la prodigalidad demagógica que caracterizó
su segunda presidencia, empujó a la virtual declaración de quiebra de la Hacienda
Pública argentina.
Este tipo de prodigalidad demagógica tuvo como mejor aliado al Banco de la Nación
Argentina.
Basta releer los textos de las conferencias pronunciadas por Federico Pinedo, en el
Instituto Libre de Estudios Superiores, en 1931.
Pinedo no se cansó en denunciar, en estas conferencias, que el Banco Nación
trastornó el mercado durante los años 1927 y 1928, al reducir la tasa de interés y que la
mantuvo cuando todo indicaba la necesidad de elevarla.
Quien pocos años más tarde fundaría como Ministro de Hacienda el Banco Central,
74
señalaba —acertadamente— que la consecuencia directa y fatal de esta medida fue la
expulsión violenta del oro hacia otras partes del mundo.
El mismo Pinedo, en las conferencias de 1931, en el Instituto Libre de Estudios
Superiores, de esta Capital Federal, sostenía que “Lo más urgente en materia bancaria
y monetaria, en la República Argentina, es mostrar que se puede y que se es capaz de
hacer jugar un. mecanismo sencillo: el cambio de papel por oro y viceversa”. “Pero
mientras no hagamos eso y tengamos la moneda más corrompida del mundo, no
podemos pensar en la creación de un Banco Central y un organismo bancario que
prácticamente pueda ser superior al que existe, y que de acuerdo a nuestras prácticas,
podía llegar a ser un instrumento para llenar el país de papel depreciado”, hecho que
ocurrió en el período posterior a 1935.
En el año 1930, Federico Pinedo, como diputado denunció la última clausura de la
Caja de Conversión en 1929, como un bochorno en nuestra historia monetaria.
La gran desilusión nacional lo constituyó el hecho que haya sido, precisamente,
Federico Pinedo, quien montara el Banco Central, y con ello el punto de arranque de la
inflación en la Argentina.
e) Abolición de la libertad de comercio: El Control de Cambios
La institución del sistema de racionamiento de los cambios tuvo comienzo con el
decreto del Poder Ejecutivo del gobierno militar, del 8 de octubre de 1931.
La derogación de las garantías constitucionales se consolidó al atribuirse la
Comisión de Control, la facultad de dar o negar divisas, fijar arbitrariamente tipos de
cambio y designar bancos autorizados para estas operaciones.
Esta fue la orientación hacia donde apuntaban los decretos del 10 y 22 de octubre
de 1931 y 25 de enero de 1932. Estaba ya en marcha la política del monopolio estatal
del comercio exterior.
Al igual que en la constitución soviética de 1923, el comercio con otros países pasó
a ser función del Estado.
La nueva constitución totalitaria que, de facto, aún nos rige, se fue así redactando,
en forma de decretos, que luego se presentaron al Congreso como hechos
consumados.
El procedimiento de ir vaciando, en forma disimulada, la libertad económica
75
garantizada por la Constitución de 1853/60, resultó altamente efectivo.
Apelar a requisitos formales, como llamar a una Convención reformadora, hubiera
llamado demasiado la atención de la opinión pública, circunstancia que había que evitar
por todos los medios posibles.
Para más, tanto el General Agustín P. Justo y sus principales ministros eran
aliadófilos y declarados enemigos del nazi-fascismo. Sin embargo, esto no fue
obstáculo para que se dictara el decreto del 14 de marzo de 1933.
Con esta medida el presidente Agustín P. Justo y su Ministro de Hacienda, Doctor
Alberto Hueyo, prohibieron todo tipo de operaciones de cambio que no tuviera la
autorización del gobierno.
El 10 de noviembre de 1933, y ya Federico Pinedo en el Ministerio de Hacienda, se
registró un hecho nuevo en nuestro camino de servidumbre. Se establecieron los
permisos previos de importación. Los importadores quedaron a merced de la voluntad y
capricho de los miembros de la Comisión de Control de Cambios. Éstos decidían si los
importadores podían —o no— efectuar sus pedidos de mercaderías al exterior.
Al entrar en vigor, el decreto del 28 de noviembre de 1933, el control de cambios
deja de ser un simple instrumento coyuntural para abaratar los pagos del fisco al
exterior.
Se concibió otro engendro dirigista. El régimen de diferencias de cambio en
beneficio del Tesoro Nacional, quien, a la vez, subsidiaba la producción agropecuaria.
La institucionalización definitiva del control de cambios se concretó al ser incluido
dentro de los proyectos de creación del Banco Central, a principios del año 1935.
El control de cambios había nacido para administrar la crisis derivada de la escasez
y carestía de las divisas internacionales. Al perpetuarse el sistema, la Comisión de
Control de Cambios se ocupó, con tenacidad digna de mejor causa, de combatir los
riesgos de una imprevista abundancia y baratura de recursos externos que pudieran
aportar beneficios s los argentinos.
El sistema de control de cambios se convirtió, en sus casi 75 años de existencia, en
una fortaleza inexpugnable. Aliado con la degradación del peso, tuvo un papel
resonante. Constituyó uno de los instrumentos centrales para el logro del aislamiento
argentino, el empobrecimiento colectivo y la base del clientelismo político.
76
Se cumplió así en nuestro país el proceso que describió Ludwig Erhard, en su libro
“Bienestar para Todos”, Según el autor de aquello que dio en llamarse “el milagro
alemán”;
“El régimen del control de divisas es, para mí, el símbolo del mal, sea cualquiera
el atavío con que se presente...trasciende a la maldición y al hedor de los preparativos
de guerra y de la guerra, de cuyo desorden mortífero procede”.
“Esta mala economía, así originada, es la que llevó a las distintas economías
nacionales a la idea perfectamente suicida de suprimir la competencia para poder
medrar”.
“El comercio exterior se convirtió así, cada vez más, en una función de la política
de poderío estatal y fue dejando de cumplir su misión de servir a la prosperidad
económica de todos los ciudadanos de un mundo libre”52.
La valorización del peso moneda nacional, que se registró en la segunda mitad de la
década del 30, no fue considerada buena noticia para nuestros estatistas de la época.
La valorización del peso, producto de la caída de la libra esterlina y la irrupción de
capitales monetarios en busca de refugio en nuestro país, fue interrumpida por las
“discretas” compras de divisas que realizaba ya, en ese entonces, el Banco Central53.
Con la incorporación a sus funciones del sistema de Control del Comercio Exterior,
el Banco Central aportó las bases fundamentales doctrinarias y financieras al naciente
Movimiento Nacional Justicialista.
La suerte, tanto de las divisas que se acumularon por las exportaciones en los años
que duró la Segunda Guerra Mundial, como del derecho de propiedad, libertad de
trabajar y de ejercer libremente el comercio, quedó sellada.
Las palabras de Alberto Hueyo, en el artículo de “La Prensa” del 3 de mayo de 1958,
resultan más que ilustrativas. Decía Hueyo: “La dictadura (peronista) encontró
preparado el armazón para apoderarse de los depósitos bancarios, la existencia
metálica y de divisas, elementos con los que emprendió la loca aventura de la compra
de los ferrocarriles, teléfonos, empresas de transporte urbanos que son la causa de los
desequilibrios del presupuesto y de la desenfrenada inflación”.
52
Ludwig Erhard, “Bienestar para Todos”, Ediciones Omega S.A., Capítulo XVI “El Fénix renace de sus Cenizas”, “El
Símbolo del Mal", página 277. 53
Luis Roque Gondra, “Economía Política y Social”, página 375.
77
4. El Impuesto de Emergencia a los Réditos
El Impuesto a la renta y la guerra estuvieron ligados, en forma muy estrecha en el
curso de la historia. Fue introducido en Gran Bretaña, el 3 de diciembre de 1798.
El Primer Ministro William Pitt, al anunciar la iniciativa, prometió que esta intolerable
ingerencia en la vida privada de los contribuyentes, iba a durar solamente hasta el fin
de la guerra contra Napoleón. Así sucedió. Caducó en 1801. Pero en 1803, con motivo
de la reanudación de las hostilidades con la Francia napoleónica, volvió a
reimplantarse. Detestado en forma unánime, dejó de regir en1816, con quema y
destrucción en plaza pública, de todos los expedientes y liquidaciones del odiado
gravamen.
Los compromisos bélicos del entonces imperio más poderoso del mundo, hicieron
que el temido Impuesto a la renta fuera restablecido en Gran Bretaña. Esto ocurrió en
1842, por iniciativa del Primer Ministro Robert Peel.
No fue muy distinto el caso de los Estados Unidos. En 1862, con motivo de la
Guerra Civil norteamericana, el Impuesto a la renta fue introducido en los Estados
Unidos. Se derogó al concluir el conflicto. Sobre la base de ese antecedente, el
Congreso de Estados Unidos lo volvió a reimplantar en 1894.
Al año siguiente, una oportuna resolución de la Corte Suprema de Justicia
norteamericana, declaró inconstitucional al Impuesto federal del 2% sobre el ingreso de
las personas físicas y los negocios.
En 1913, el Congreso norteamericano aprobó la enmienda constitucional que
convirtió al “Income Tax”, en impuesto federal.
La relación guerra e Impuesto a la Renta se cumplió a la perfección. En 1917, los
dirigentes políticos de los Estados Unidos convirtieron en mundial la primera Gran
Guerra de 1914 hasta entonces europea.
78
Armados ya con los tesoros de los Bancos de la Reserva Federal y el Income Tax,
también federal, los Estados Unidos pagaron muy caro las consecuencias de haber
desoído los consejos de los Padres fundadores de la Unión de no intervenir en guerras
europeas o extrañas al interés nacional de los EE.UU.
Miles de soldados norteamericanos cayeron en batalla.
Los Estados Unidos conocieron la gran Crisis de 1929, el New Deal, el Big
Government, el Welfare State, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, la catástrofe
de Vietnam.
Sumidos ya en el callejón de la lucha contra el terrorismo mundial sufrieron el
derrumbe de las Torres Gemelas, la guerra en Afganistán, Irak, y, lo más grave, el no
entrever la salida.
5. El Golpe al Sistema Rentístico de la Constitución Nacional
En plena acción “contra las teorías neoclásicas”, “como joven economista y
funcionario”, el Doctor Raúl Prebisch, según su propio testimonio, aconsejó al
Presidente “de facto”, General José F. Uriburu, la implantación del Impuesto a los Ré-
ditos54.
La introducción del impuesto a las rentas había sido también una de las caras
aspiraciones del Presidente Yrigoyen y de sus seguidores. En el año 1917, el ministro
de Hacienda Doctor Salaberry, había presentado el primer proyecto en la materia, que
nunca logró convertirse en ley.
Reiterado el tema en 1923, por el Ministro de Hacienda de Marcelo Torcuato de
Alvear, Herrera Vegas, sufrió la misma frustración. En esa época funcionaban a pleno
las instituciones. Federalismo y los Derechos y Garantías individuales aún eran
palabras sagradas.
“La Prensa” del 29 de septiembre de 1985 publicó un reportaje al doctor Raúl
Prebisch, en la que relata la estrategia empleada para instaurar el régimen fiscal de
profundas raíces totalitarias que impera, hasta el día de hoy, en nuestro país.
“Yo hice el primer decreto-ley de impuesto a la renta. Convencí al general Uriburu
siendo subsecretario de hacienda. En aquella época los subsecretarios llevábamos los
54
Meir Zylberberg, “Argentina, del general José F. Uriburu al doctor Raúl Alfonsín, “La Prensa”, sábado 22 de febrero
de 1986.
79
papeles a la firma del presidente y a mi me tocaba ser el último, los viernes por la tarde.
Con menos urgencias, me permitió un trato más amplio con el general Uriburu, hasta
que decidí hablarle.
La plática palaciega, entre el joven economista y el militar responsable de la
interrupción, después de 70 años, de la continuidad constitucional argentina, reviste un
sorprendente valor histórico.
“General, usted va a entregar el gobierno con gran déficit fiscal”. —Si, pero estamos
al fin del gobierno”, fue la respuesta escueta del Presidente “de facto”.
La réplica no se hizo esperar. “Esto le da la medida del gesto de abnegación con
que Ud. tiene que proceder”. “Porque el Congreso no va crear este recurso y caeremos
en una inflación como la de muchos países vecinos...” —¿Qué van a decir mis amigos
del Círculo de Armas?— preguntó preocupado el general. —“Van a protestar, es el
sacrificio que hay que hacer”, fue el argumento decisivo del joven economista de
cámara. Finalmente, la mirada dramática a los ojos y la frase fatal: —’’Tráigame el
proyecto y el lunes se lo firmo”.
El espurio Decreto-Ley, para evitar la acción del Congreso próximo a reunirse, fue
firmado el 19 de enero de 1932. Se lo presentó como de “emergencia nacional”. Iba a
regir por el término de tres años. Al igual que la emergencia, el impuesto ya cumplió los
primeros 74 años.
6. El Congreso frente al Hecho Consumado
El primer proyecto modificatorio se discutió en el Senado de la Nación, el 14 de
mayo de 1932. El debate giró alrededor dé cuatro puntos:
a) Su viabilidad constitucional;
El ambiguo agregado, en el proyecto modificatorio, acerca de que “...una ley
determinará cómo deberá repartirse, a contar del 1o de enero de 1934, entre la Nación y
las provincias el producido del impuesto”;
b) Si es factible que el Impuesto a los Réditos pueda ser aplicable en todo el país;
c) El tema de fondo, acerca de si es válido tapar agujeros presupuestarios, en
tiempos de paz, creando nuevos impuestos o aumentando otros.
Atanasio Eguiguren, radical anti-personalista, y miembro de la Concordancia
gobernante, encabezó la disidencia.
Anticipó que “la consecuencia de este Impuesto a los Réditos será el
empobrecimiento de las provincias, el desquicio de sus rentas y entonces tendrán que
venir a mendigar al gobierno central que las sustituya en el cumplimiento de los
servicios”.
El mismo senador por Entre Ríos dejó sentada la correcta doctrina constitucional en
materia de impuestos.
Recordó a sus pares que en el artículo 4°, la Constitución establece los recursos
propios del Tesoro Nacional, que se forman con:
• los derechos de importación y exportación,
• la venta o locación de tierras de propiedad nacional
• la renta de correos y,
• las demás contribuciones que equitativa y proporcionalmente a la
población imponga el Congreso General y de los empréstitos y demás operaciones
de crédito que decrete el mismo gobierno para urgencias de la Nación o para
empresas de utilidad nacional”.
Las demás contribuciones excepcionales de la segunda parte del artículo 4o—
continuaba Eguiguren—se consignan en el artículo 67 inciso 2o, donde se faculta al
Congreso a imponer contribuciones, directas por tiempo determinado y proporcio-
nalmente iguales en todo el territorio de la República, siempre que la defensa,
seguridad común, y el bien general del Estado lo exijan”.
Eguíguren fue terminante. Al no concurrir estos extremos, el recurso en
discusión debía ser descartado69.
Para el caso que se apruebe el proyectado reparto entre la Nación y las provincias,
Eguiguren, adelantó que, en defensa de las autonomías provinciales, Entre Ríos
renuncia, desde ya, a todas las participaciones y a cualquier compensación de carácter
69
Meir Zylberberg, “Federalismo e Impuesto a los Réditos”, “La Prensa", Sábado 21 de mayo de 1986.
81
pecuniario70.
Eguiguren confirmó una tesis muy repetida por los tributaristas. El Impuesto a las
Rentas no se traslada a los precios. Esto es cierto, al destruirse las actividades
económicas, se eliminan precios y consumos para trasladar71.
La idea del miembro informante por la mayoría, el correntino Juan Ramón Vidal,
respecto a que “existe una valla insalvable para que el Impuesto a los Réditos (hoy
Ganancias) tenga carácter permanente” era compartida por toda la Cámara Alta.
No obstante el Senado se dividió en dos grupos. Uno, muy influyente, sostenía que
la grave crisis que atravesaba la Nación hacía imposible aferrarse en forma estricta a
los preceptos constitucionales. Según la opinión de los miembros de este sector, el
Impuesto a los Réditos, iba a resolver el problema del desequilibrio presupuestario, el
temor a la emisión sin respaldo y el peligro de no poder cumplir con la deuda pública.
El grupo minoritario se inclinaba, en cambio, a que, no estando reunidos los tres
recaudos para establecer impuestos extraordinarios (defensa, conmoción, utilidad), no
cabía otro camino que el voto negativo.
Según ellos, la grave crisis tenía otras soluciones válidas, sin salirse del marco de la
legalidad, como la de ajustar los gastos de la administración pública.
Las otras medidas, más sencillas, menos traumáticas y legítimas: la venta o locación
de tierras de propiedad nacional, privatizar el subsuelo colectivizado, liquidar los
corruptos bancos oficiales, no figuraron en la agenda de los políticos de la época.
Acerca de la idea del reparto entre Nación y provincias, que pocos años después
pasó a ser la Coparticipación, José Nicolás Matienzo, senador por Tucumán, sentó
doctrina sobre la materia.
“En la República Argentina no existen impuestos a medias”. “O son privativos de la
Nación o corresponde que lo usufructúen las provincias”. “Los impuestos que no están
previstos en la Constitución no se pueden instituir. Menos aún, porque en virtud del
artículo 104, todas las facultades no delegadas a la Nación son de resorte provincial”.
Benjamín Villafañe (Jujuy) y Raúl Ceballos Reyes (La Rioja) predijeron, con razón, el
fracaso de la ley, tanto en sus provincias, como en todo el noroeste argentino. Para
Villafañe se trataba de una “ley suicida”, una plaga, como la langosta, que en esos
70
Javier Negri, ¿Qué REVOLUCIÓN, la federal?, “La Prensa”, Septiembre de 1989. Meir Zylberberg. “El país que castigó los beneficios”, “La Prensa", Buenos Aires, martes 13 de junio de 1978.
82
días azotaba a Jujuy y amenazaba devorar hasta las piedras”. “Va a resultar un
remedio peor que la enfermedad. Es el caso de una persona que se ahoga, que le
está llegando el agua al cuello y para salvarla se la hunde debajo del agua".
”EI nuevo tributo se iba a superponer con las ya vigentes contribuciones territoriales,
de orden local y los Impuestos Internos que cobraba la Nación. No hay dinero —
insistía— para pagar el canon de riego, menos habrá para solventar esta complicada
carga”.
Ceballos Reyes fue muy gráfico y —señalaba— que en el noroeste “apenas si se
conoce la moneda argentina, el comercio se realiza con cueros de cabrito, mantas de
vicuña y otros enseres en pago de servicios".
La pieza oratoria, más breve y sustanciosa del debate del 14 de mayo de 1932, fue
expuesta por el Dr. Guillermo Rothe. La sabia propuesta está, aún hoy, pendiente de
aplicación. Decía Rothe que:
“La posibilidad que el voto adverso al Impuesto a los Réditos desequilibre el
presupuesto no debe ser motivo para votar en sentido favorable una clase de impuesto
que sufrirá en su aplicación, los inconvenientes de la inconstitucionalidad”.
“La razón por la cual no ha podido modificarse el presupuesto, en tantos años, no
obstante haberse señalado los graves vicios de un modo elocuente está en que
siempre se apeló a la razón de urgencia, a la suprema necesidad de equilibrio y, en
todos los casos, debatido con apremio”.
“Pero queda una esperanza de rectificación.
Una sola esperanza, que es la de producir el desequilibrio en este momento. Esto es,
para que el único procedimiento para sanear el presupuesto se ponga en práctica, y el
gobierno de la Nación empiece la tarea reconstructiva, la vuelta a LA NORMALIDAD, el
estudio de los servicios públicos tal como son requeridos por las necesidades reales del
país”.
”Si votáramos hoy el impuesto a la renta, para el año que viene, en el caso que
produjera los recursos que de él se esperan, tendríamos probablemente mayores
recursos y mayor presupuesto, agravándose todas las dificultades que del punto de
vista económico sufre el país”.
“En cambio, si no votamos este impuesto, el Poder Ejecutivo se apresurará a
83
proponer nuevas medidas y evitar los inconvenientes del impuesto a la renta”.
Los hechos dieron la razón al Dr. Guillermo Rothe. El colapso argentino no se produjo
debido a que nuestros sucesivos gobernantes gastaron mucho y mal y se endeudaron
en forma exagerada. Tampoco por una extraña epidemia de corrupción que atacó a los
políticos. Nuestro fracaso provino sustancialmente por el ilegítimo e inusitado
incremento de recursos públicos. que dispusieron, desde aquella época, los sucesivos
políticos y gobernantes en ejercicio del poder.
El trámite de la votación, en general, tuvo tintes dramáticos. Alberto Hueyo, Ministro
de Hacienda de la Nación, en ese entonces, amenazaba con renunciar, debido al déficit
“de por lo menos cincuenta millones”.
Carlos Serrey, aportó la fórmula de compromiso, que finalmente fue votada. El
representante conservador por Salta, estimaba que el impuesto conspiraba contra la
letra y el espíritu de la Constitución al abolir de hecho las autonomías de las provincias.
Pero dado que el Ministro de Hacienda le observara que, “al no sancionarse esta
ley, desaparecería la posibilidad de establecer el equilibrio del presupuesto, iba a
sacrificar su honradez intelectual”. Serrey, propuso que se suprima la cláusula de
reparto y se agregue una enmienda “que el gravamen a los réditos caducará
indefectiblemente el 31 de diciembre de 1934”.
Finalizado el debate, y en respuesta al pedido del senador Dr. Mario Bravo, la
votación fue nominal. De los senadores presentes, 16 se pronunciaron por la afirmativa:
Carlos Serrey, Robustiano Patrón Costas, Matías Sánchez Sorondo, Antonio
Santamarina, Ramón S. Castillo, Mariano F. Cevallos, Juan José Lubary, Juan Ramón
Vidal, Pío Montenegro, Lucio López Peña, Cruz Vera, Mario Arenas, Mario Arancibia
Rodríguez, Adolfo Rodríguez Saá (abuelo del actual senador nacional del mismo
nombre), Francisco R. Galíndez y Rudesindo Campos.
Los siete que votaron en contra fueron: Alfredo L. Palacios, Raúl Ceballos Reyes,
José Nicolás Matienzo, Atanasio Eguiguren, Eduardo Laurencena, Mario Bravo y
Guillermo Rothe.
7. Se Cumplen las Predicciones de Guillermo Rothe
El doctor Alberto Hueyo dejó el cargo en agosto de 1933. El impuesto de
84
emergencia, que iba a caducar el 31 de diciembre de 1934, empeorado y en total
deterioro, hoy se llama “a las Ganancias".
Suena a ironía que transcurridos 74 años, y aún vigente el mismo Art. 4o de la
Constitución Nacional, se considere que la principal característica de nuestro sistema
tributario, se basa en el IVA (Ex-lmpuesto Interno a las Transacciones y luego, a las
Ventas) y en el Impuesto a las Ganancias (ex, a los Réditos). En la actualidad, los
impuestos distorsivos, que ganaron importancia en la estructura tributaria son el
Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF), el “Impuesto al Cheque”, las
Retenciones a la Exportación de Productos Agropecuarios y las contribuciones a la
Seguridad Social.
Los ministros que sucedieron a Hueyo prolongaron hasta nuestros días el estado de
emergencia. Establecido el mal precedente, las violaciones a los principios
fundamentales se sucedieron en cadena.
La Coparticipación Federal, rechazada, en 1932, para no convertir a “la Constitución
en libro muerto” (C. Serrey), fue introducida años más tarde (a fines de 1934) para que
se “repartan” diversos tributos ajenos a nuestro sistema rentístico.
El texto original del impuesto a los réditos y sus sucesivas modificaciones, más los
nuevos y arbitrarios impuestos pusieron al descubierto las falencias intelectuales de
nuestros políticos, profesionales y académicos.
Estos parecen desconocer que los actos económicos de intercambio son las
características primordiales que distinguen al hombre civilizado de los demás seres de
la creación.
No sorprende, por lo tanto, que el anticapitalismo y la discriminación por lugar de
nacimiento, actividad profesional y estado civil, campeen en toda nuestra legislación
tributaria, especialmente en el Impuesto a las Ganancias72.
8. Los Economistas del Fracaso: de Raúl Prebisch hasta nuestros días
La pregunta que los ciudadanos comunes se formulan a diario del porqué del
fracaso argentino tiene una respuesta muy breve: El abandono de la civilización de la
72
“La Prensa”, “Sobre Impuesto a los Réditos, habló el Dr. Melr Zylberberg”, miércoles, 14 de octubre, de 1964.
Disertación en el Colegio de Graduados de Ciencias Económicas de la Capital Federal, sobre “Economía, Impuesto a
los Réditos y Libertades Públicas”.
85
moneda metálica y el castigo progresivo al éxito. Cuanto mayor el éxito, más saña. A
esto se le sumó un hecho no menos grave. El aumento de los ingresos en manos de
los políticos que dio lugar al incremento del gasto público y el endeudamiento. Financió
la construcción del estado corporativo fascista y permitió multiplicar los casos de
corrupción en la administración pública.
Desde 1932, en que es ley en la República el Impuesto a los Réditos, ganar y ser
útil, pasó a ser un vicio punible. Las pérdidas y la bancarrota, son dignas de lástima y
ayuda. El déficit presupuestario son virtudes para dinamizar la economía73.
De ahí que Albert Einstein pudo decir, con un dejo de ironía, que “el Impuesto a los
Beneficios, es el tema en el mundo, que más difícil me resulta comprender”.
Por este ilegítimo código fiscal, reñido, además, con lo esencial de la Constitución
fundadora de 1853/60, el Gobierno Federal se auto proclamó socio leonino de todos los
habitantes del país.
La subversión institucional quedó instaurada al arrogarse el gobierno central
facultades de control, en forma detallada, de la vida y fortuna de los habitantes de la
República.
Los economistas del fracaso, que idearon el “Impuesto a los Réditos”, hostilizaron
todo tipo de inversión en la Argentina, y prepararon la expulsión y fuga de capitales. Los
contribuyentes fueron discriminados por categorías, implantándose de ese modo la
desigualdad ante la Ley.
Para justificar la incautación por parte del gobierno de una elevada proporción de
alquileres, intereses y dividendos, a estos ingresos se les denominó “renta del suelo” o
“renta de capitales”, como si se trataran de simples emanaciones de la naturaleza.
El ahorro y la colocación de fondos en actividades productivas fueron ubicados en la
categoría de sectores parasitarios. La ignorancia en acción, trajo el —hasta ese
entonces desconocido—problema de la vivienda en el país.
Las utilidades del comercio y la industria, presuntamente menos gravadas,
condujeron a que los recursos que normalmente se hubieran destinado a la reinversión,
pasaran a engrosar el barril sin fondo del Tesoro Público.
El balance impositivo que rectifica el balance comercial dio origen al doble juego de
73
Meir Zylberberg, "La Religión Socialista", publicada en "La Prensa" el 4 de mayo de 1981.
86
libros y a las contabilidades “negras”, como método de auto-defensa patrimonial.
Luego de aprobada, en 1935, “la otra parte más importante del programa”, o plan de
destrucción, de “moneda y bancos”, el empapelamiento condujo a la ficción de
ganancias, prolegómeno de la descapitalización generalizada.
Lo extraordinario del caso, es que ni políticos ni intelectuales hayan reparado en la
inaplicabilidad del tributo en todo el territorio de la República. El rechazo y falta de
consenso por parte de los contribuyentes tiene nombre: Fracaso de la ley y de los
legisladores que concibieron y mantienen el engendro fiscal.
Muy por el contrario, el fenómeno cobró otra denominación, que los economistas del
fracaso repiten cual títeres: “evasión”.
9. La Coparticipación y el Ocaso del Federalismo Argentino
La coparticipación federal impositiva formó parte del programa de reformas fiscales
y monetarias, que en la década del 30, dejó sin efecto el Sistema rentístico y económico
de la Constitución Nacional de 1853/60.
La idea del reparto del botín impositivo entre las autoridades nacionales y las
provinciales, vino ligada con el primer proyecto modificatorio del Impuesto de
emergencia a los réditos, en 1932.
El artículo 1° del proyecto de ley modificatorio contenía dos partes, ¡a primera
confirmaba el Impuesto de Emergencia Nacional a los Réditos de fuente argentina, a
partir del 1o de enero de 1932. Lo fijaba por el término de tres años a partir de esa
fecha.
La segunda (nueva) referente al reparto (la coparticipación), significaba un claro
anticipo de las verdaderas intenciones del grupo de nacional-socialistas inspiradores del
proyecto: perpetuar el impuesto.
Estipulaba que “una futura ley determinaría cómo se iba a repartir el producido del
impuesto entre la Nación y las Provincias, a contar del 1o de enero de 1934. De lo
contrarío, el Impuesto a los Réditos caducaría en forma automática”.
10. El Debate del 14 de mayo de 1932
El Senado de la Nación se componía, en esa época de treinta miembros. Veintiocho
87
por las 14 provincias y dos por la Capital federal. Toda la Patagonía, La Pampa, Chaco,
Formosa y Misiones carecían de voz y voto.
Estas jurisdicciones estaban regidas por normas atinentes a los territorios
nacionales. La mayoría oficialista de la Cámara se integraba por una conjunción de
partidos conservadores y radicales anti-personalistas. Dos socialistas por la capital y
dos demócratas progresistas santafesinos formaban el arco opositor. La extracción
partidaria poco tuvo que ver con la opinión de los legisladores en este debate.
Los temas controvertidos giraron alrededor de los siguientes puntos:
1) Si el Impuesto a los Réditos se puede aplicar en todo el país;
2) El porvenir de las autonomías provinciales frente al gravamen;
3) Los propósitos encubiertos en la coparticipación;
4) Si estaban cumplidos los recaudos para sancionar un tributo transitorio de
estas características. La idea de la inconstitucionalidad del impuesto a los réditos era
unánime: corrompe en sus bases las autonomías financieras de !as provincias.
Para ilustrar a la cámara, el senador Galíndez leyó una carta del gobernador de
Entre Ríos doctor Etchevehere a su colega de Santa Fe, doctor Molinas, cuyos términos
conservan plena actualidad.
“La situación de subordinación excesiva que generan las compensaciones en
el curso deprimente de los subsidios, arruina el concepto de la personalidad
política de los Estados Federales y nos aproxima cada día más al centralismo
gubernamental que no es el de la Constitución... Hemos hecho del gobierno
central un organismo excesivamente poderoso, factor principal de las
perturbaciones que soporta la Nación74”.
74
Diario de Sesiones, C. de Senadores de la Nación del 14.5.32, páq. 491.
V'
88
El trámite de la votación, en general, tuvo tintes dramáticos. Alberto Hueyo, Ministro
de Hacienda amenazaba con renunciar antes que dejar de cumplir con los
compromisos de la Nación, tener que cerrar el presupuesto con déficit o ir a la de-
valuación75.
Carlos Serrey (Salta), quien pensaba votar “silenciosamente en contra del proyecto”
resolvió “sacrificar su honradez intelectual”. Consideraba que ningún senador de las
provincias puede aceptar la coparticipación impositiva, porque eso significa perpetuar
impuestos previstos para ser transitorios. Propuso como enmienda, se suprima la
cláusula de reparto y se agregue que el gravamen a los réditos “caducará el 31 de
diciembre de 1934”76. Aprobada esta moción se dio por cerrado el debate en general.
Al Impuesto de Emergencia a los Réditos que iba a caducar el 31 de diciembre de
1934, corregido y aumentado muchas veces, ahora se lo llama “a las Ganancias”.
La coparticipación, rechazada en 1932, para no convertir a “la Constitución en libro
muerto” (Serrey)77, fue introducida, sin mayor discusión, justo el día que presuntamente
iba a caducar el Impuesto de Emergencia.
11. El Debate del 27 de diciembre de 1934
Transcurridos los primeros tres años se puso al descubierto la parodia de la
transitoriedad. De impuesto de “Emergencia” pasó a llamarse “Impuesto a los Réditos”,
La influencia del Ministro de Hacienda fue determinante en la decisión del Senado. El Dr. Alberto Hueyo
agradeció especialmente a quienes, "haciendo sacrificios de sus convicciones", ponían a salvo el “interés nacional" y
el “equilibrio del presupuesto".
En “La Prensa” del 2 de abril de 1958 el mismo Alberto Hueyo, con unos años más de edad, terminó por darles la
razón a quienes, sin nombrarlos, se habían opuesto a sus proyectos fiscales dei año 1932, y no a quienes habían
“sacrificado convicciones”. Escribía Hueyo: “No puede haber prosperidad económica y mayor producción en un país
donde el impuesto a ia renta absorbe hasta el 50 por ciento de la ganancia, a cuyo tributo debe agregarse el de las ventas (hoy IVA generalizado), actividades lucrativas (hoy ingresos brutos), patentes, cargas municipales, impuestos
internos y de aduana y sumar todavía los que se disimulan bajo otras denominaciones, como beneficios de cambios,
exagerados aportes para jubilaciones y fondo de recuperación que, en definitiva entran como los otros a formar parte
de los recursos del Estado. Frente a esta situación ¿qué aliciente puede existir para que un hombre de trabajo
emprenda o amplíe sus actividades? Lo normal será que las reduzcan y esto es trágico en un país que aumenta su
población y mantiene estable su producción”.
Aprobado el Impuesto a los Réditos, montado el sofisticado organismo recaudador, en calidad de ente autárquico
escindido del Ministerio de Hacienda, la transitoriedad quedó sólo inscripta en los diarios de sesiones de las
Cámaras. La Dirección General Impositiva (DGI) (Hoy Administración Federal de Ingresos Públicos-AFIP), se unía a
los múltiples Consejos, Comisiones Nacionales, Juntas Reguladoras, Institutos, Corporaciones, organizados al mejor
estilo de los “soviets”, sin límites jurisdiccionales, en todo el territorio de la República. Estos Organismos totalitarios, de carácter colegiado, escindidos del Poder Ejecutivo y defensores de intereses sectoriales abonaron el campo para
la formación de un súper ente totalitario que, en nuestros días se llama Ministerio de Economía.
1. Diario de Sesiones, C. de Senadores de la Nación del 14.5.32, pág. 493.
2. Diario de Sesiones, C, de Senadores de la Nación del 14.5.32, pág. 493.
89
a secas,
Montado el complejo organismo recaudador e instaurado el miedo, ya no había
retorno. Los intereses creados de los sectores profesionales hicieron que la continuidad
no detuviera su marcha.
Más aún, los monopolios estatales, subsidios, entes corporativos reguladores y de
control a la producción en sus diversos ramos, y la política adoptada por las
autoridades, favorable a la tendencia mundial —según sus voceros— “de un cuadro de
economías cerradas”, requería, por supuesto, nuevos e ingentes recursos.
El proyecto de prórroga, hasta el 31 de diciembre de 1944, de la vigencia del
impuesto a los réditos, tuvo entrada en el Senado de la Nación, el 26 de diciembre de
1934.
Por el mismo proyecto, se estableció en el artículo segundo, que la recaudación del
Impuesto a los Réditos producidos a partir del 1o de Enero de 1935, se distribuirá, hasta
el año 1938 en un 82,5 % para la Nación, y un 17,5 % para la Municipalidad de la
Capital Federal y el conjunto de las provincias.
En la historia de las dos sesiones del Senado, quizás sea digno mencionar algunas
curiosidades.
En el debate del 14 de mayo de 1932, en el que se discutió la validez constitucional
del Impuesto a los Réditos, hicieron uso de la palabra más de la mitad de los miembros
de la Cámara. Unos a favor y otros en contra. Participó el Ministro de Hacienda. El tema
ocupó 30 páginas del Diario de Sesiones.
Con la aprobación del gravamen, en 1932, el posterior peso de los hechos
consumados comenzó a sentirse.
En la sesión del Senado de la Nación del 28 de diciembre de 1934, de prórroga por
10 años y establecimiento del Régimen de Reparto, ya no intervinieron más que 2
oradores:
Rudesindo S. Campos, representante por Jujuy, miembro informante de la mayoría y
el entrerriano Atanasio Eguiguren, fundando su voto negativo.
Fueron tres páginas incompletas las que le dedicó el Diario de Sesiones para
registrar la breve discusión.
El Dr. Federico Pinedo tan afecto a las arengas parlamentarias, ya Ministro de
V'
90
Hacienda, desde 1933, consideró intrascendente concurrir al recinto. Dieron por
resuelto el asunto y cerrado el debate. El silencio, en materia de lucha por ideas y
principios, se iba haciendo tan largo como la decadencia argentina.
El principal argumento de R. S. Campos, firmante junto a R. Patrón Costas y F. R.
Galíndez del despacho que aconsejaba la sanción, consistió “que la prórroga se debía a
que la situación financiera, en general, con ligeras variantes, es casi la misma que tuvo
el país en el año 1932”78.
Pocos días más tarde el mismo Poder Ejecutivo, autor del proyecto, se ocupó, de
desmentir a su vocero en la Cámara de Senadores.
El 19 de enero de 1935, en el mensaje que acompañó al proyecto de creación del
Banco Central de la República Argentina, se afirmaba todo lo contrario. Dice el
Mensaje: “Traspuestas las dificultades apremiantes que el Poder Ejecutivo debió
acometer con sus conocidas medidas de emergencia, ha llegado la oportunidad de
proseguir el plan de acción económica que el Gobierno se ha trazado, llevando
adelante el vasto programa de reconstrucción financiera y monetaria contemplada en
los proyectos anexos”79.
El texto de este Mensaje contiene párrafos que se asemejan a un libreto de ópera
bufa. Festeja, en cierto modo, el triunfo de la burla a la ciudadanía toda.
Dice más adelante:
“Fortalecida la situación del erario público, y re- iniciado el resurgimiento de los
negocios privados, puede pensarse en la realización de serias reformas que antes de
esos hechos quizás hubiera sido prematuro emprender”.
“Los proyectos impositivos presentados ante vuestra honorabilidad constituyen parte
de este programa y continúan en algunos de sus aspectos las fundamentales reformas
tributarias promovidas por el Gobierno Provisional y completadas en 1932 por este
mismo Congreso”.
Diario de Sesiones, C. de Senadores de la Nación del 28.12.34, pág. 184. 79
Diario de Sesiones, C. de Senadores de la Nación del 19.1.35, pág. 549.
V
91
“La otra parte, más importante, de ese mismo programa quedaría realizada si se
aprobasen los proyectos orgánicos sobre la moneda y los bancos que el Poder
Ejecutivo somete a vuestra honorabilidad”99.
El drama argentino se encuentra acentuado, debido a que la derogación de hecho
de la histórica Carta Fundamental de 1853/60 y su reemplazo por postulados más
afines al Manifiesto Comunista de Carlos Marx (impuestos intensamente
progresivos, centralización de la banca, nacionalización del transporte), no fue obra de
dirigentes comunistas o líderes del nacional-socialismo criollo.
Al contrarío, actuaron en la primera línea, ciudadanos de reconocida filiación
democrática, enemigos declarados del nazi- fascismo durante la Segunda Guerra
Mundial100.
Entre ellos se contaban, tanto el Presidente Agustín P. Justo, su versátil Ministro de
Hacienda, Federico Pinedo, Robustiano Patrón Costas, frustrado candidato presidencial
por el conservadorismo y que se suponía iba a orientar a la Argentina a favor del bando
aliado.
Estos ciudadanos conllevan, además, el triste mérito de haber sido los autores de la
primera licuación de pasivos, en el siglo XX —a la que se denominó "el revalúo del
oro"— prolegómeno de las posteriores inflaciones.
Un secreto muy sigilosamente custodiado, tanto por los políticos de todas las
tendencias como por docentes e intelectuales, son los argumentos adversos a la
sanción del Impuesto a los Réditos, como a los de su prórroga, que se esgrimieron en
ambos debates.
El breve discurso de Atanasio Eguiguren, del 28 de diciembre de 1934, volvió a
exponer las razones de su voto en contra de ¡a ley que iba a prolongar la emergencia
por más de siete décadas.
Afirmó Eguiguren en esa oportunidad: que “se trata de un impuesto al trabajo, a
la producción y a todas las actividades útiles del país”; y en lo que respecta a su 99
Diario de Sesiones, C. de Senadores de la Nación del 19.1.35, pág. 549. 100
Escribía quien fuera Redactor en Jefe de “La Prensa”, Rodolfo Luque, en su libro “Menos Gobierno, Más
Libertad”, editado en 1957 que “...al final del año 1930 las libertades políticas y civiles se vieron nuevamente
comprometidas por la repercusión de las ideas estatistas que se habían impuesto en Italia, y en 1943 la mala semilla produjo su monstruoso fruto. Los frenos, rotos durante el gobierno constitucional de 1932, permitieron la dictadura
consolidada en 1946, a la cual puso término la Revolución del 16 de septiembre de 1955, que se denominó
Libertadora, nombre que necesita todavía la sanción de la historia..." ¡Qué caro se han pagado la complacencia de
muchos y la indiferencia de los demás!
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constitucionalidad“ el artículo 67, inciso 2o, de la Constitución, constituye el obstáculo
insalvable para la sanción de esta ley. Dice el inciso 2o del artículo 67, que el Congreso
está facultado para imponer contribuciones directas por tiempo determinado y propor-
cionalmente iguales en todo el territorio de la Nación, siempre que la defensa,
seguridad común y bien general del Estado lo exija”.
"Es, pues, un impuesto excepcional para la Nación y solamente cuando medien
estas circunstancias puede sancionarse, y por un tiempo expresamente determinado”
“La cuestión reside, entonces en lo siguiente: ¿la defensa, la seguridad común y bien
general del Estado, exigen la continuación de este tributo? No es necesario ahondar
mucho el análisis para contestar negativamente. Mucho más fácil es hacer economías
sobre el presupuesto de la Nación, y más justo, desde luego, que sancionar este im-
puesto”101.
Cuando se discutió el tema del reparto en mayo de 1932, Eguiguren, lo calificaba de
“anticientífico” y anticipaba el carácter “corruptor de las autonomías provinciales”.
No concebía que representante provincial alguno lo admita. “En cuanto a Entre Ríos
no titubeaba en decir que interpretando los anhelos de la misma, desde ya renuncia a
todas las participaciones para salvar sus principios de autonomía provincial, y
renunciamos a cualquier compensación de carácter pecuniario, al hacer estas
manifestaciones”. Frente a los hechos consumados, Eguiguren no reiteró esta última
promesa ya, a fines de 1934102.
Eguiguren agregó una profecía que hoy, a más de setenta años, ya casi nadie
discute como anormal:
“La verdad es que esto se ha incorporado como un recurso común, que antes lo
sancionamos por un tiempo menor, ahora por un tiempo mayor, y luego quedará
incorporado indefinidamente al Tesoro de la Nación, violando así disposiciones
expresas de la Constitución Nacional”.
101
Diario de Sesiones, C. de Senadores de la Nación del 28.12.34, pág. 185.
102
Diario de sesiones, Cámara de Senadores, Tomo 1, página 483, del 14 de mayo de 1932.
V'
93
12. La Cartelización Impositiva a Nivel Nacional Sus Consecuencias 103
La coparticipación impositiva consistió, desde sus comienzos, en 1935, en el severo
ataque fiscal a las actividades útiles y lícitas en todo el territorio nacional, para que
anualmente se reparta el producido, entre las Tesorerías de la Nación, Provincias y
Municipalidad de la Capital Federal.
Arrancó, hasta 1938, con el 82,5% para la Nación y 17,5% para la Municipalidad de
la Capital Federal y las provincias104.
Mediante un hábil juego de palabras, nación, provincias y municipio de la capital de
la república, se convirtieron en sinónimos de sus correspondientes gobiernos. De ahí
que las autoridades provinciales aceptaran librar con la Nación la guerra por los índices
de reparto para permitirse el lujo de dilapidar sin tasa ni medida.
Mediante este esquema, quien pagó fue la sociedad civil. El malgasto quedó a cargo
del criterio de los políticos usufructuarios del poder.
El reparto nos llevó a una verdadera cartelización fiscal. Mediante este ardid
además de anularse las autonomías financieras locales se privó de toda posibilidad de
competencia impositiva entre las distintas jurisdicciones.
El vaticinio de Atanasio Eguiguren, en la sesión del 14 de mayo de 1932, se cumplió
al pié de la letra.
“Considero que los elementos esenciales para afianzar la autonomía política de las
provincias no son solamente las normas institucionales y legales. Tienen un
fundamento económico evidente: no hay nada más corruptor que la pobreza, tanto
en el orden individual y privado como en el institucional y público. Las virtudes
más prístinas a veces caen bajo esta situación: y las provincias se convierten en
mendigas del gobierno central por la pobreza en las que ese mismo gobierno
central las coloca sacándoles parte de sus rentas”105.
El sistema de reparto encareció los costos de producción en las regiones alejadas
de los grandes centros urbanos de consumo y exportación.
Conseguir recursos sin necesidad de recaudarlos trajo el desquicio de las finanzas
103
Sobre la cartelización de impuestos, ver además, Daniel J. Mitchell, “The Moral Defense of Tax Havens”,
publicado en "Notes from FEE”, Julio 2006, “The Foundation for Economic Education”, Irvington on Hudson, NY,
EEUU. 104
Diario de sesiones, Cámara de Senadores, Tomo III, página 183, diciembre 28 de 1934. 105
Diario de sesiones, Cámara de Senadores, página 485, mayo 14 de 1932.
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94
provinciales, el endeudamiento, bancos oficiales ficticios y gran crecimiento de las
burocracias locales.
Las complejas distribuciones posteriores fueron una verdadera muestra de incultura
económica de nuestros políticos y de los llamados “economistas serios” que asesoran
en materia tributaria.
Apelaron a supuestos principios de "solidaridad" y "justicia social" y crearon la
antinomia entre provincias "ricas" y "pobres".
Los “economistas macro” ignoraron en forma sistemática que en el mundo no
existen países ni regiones ricas por obra de la naturaleza.
La naturaleza no fue muy pródiga con Japón, Hong Kong o Singapur, hoy los
pueblos más prósperos de la Tierra.
Riqueza o miseria dependen del libre acceso y de la libre movilidad de los recursos.
La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, la Patagónica no diferirían mucho de Texas o
California si adoptaran las instituciones defensoras de la propiedad privada similares a
las de estos estados norteamericanos.
Las provincias mineras argentinas no fueron solamente víctimas del moderno
totalitarismo. Sufrieron no sólo de lo vivo sino también de aquello que se suponía
muerto, como las leyes coloniales en materia de propiedad del subsuelo.
De esta manera bien pudo decir irónicamente Juan Bautista Alberdi (en 1871) en
“Peregrinación de Luz del Día.”, haciendo referencia velada al Código Civil de Vélez
Sarsfield. “Para él, la propiedad sólo está en la superficie de la tierra y de las cosas; el
comunismo está en el fondo y en la atmósfera”106.
Las violaciones a los principios económicos y jurídicos fundamentales hicieron
estragos a través de los años.
La supuesta solidaridad distributiva, los altos y complejos impuestos en todo el
territorio de la República, junto a las restricciones, comunes a nivel nacional del
mercado de trabajo, dieron como resultado el empobrecimiento de las otrora provincias
llamadas “ricas”, hundiendo en la dependencia y aún más en la miseria, a las que
habían sido consideradas “pobres”.
106
''Peregrinación de Luz del Día", Juan Bautista Alberdi, Obras Escogidas, Tomo V, página 165, Buenos Aires,
1953.
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95
Si hubo un antes y un después de la Ley del Impuesto a los Réditos y la
consecuente coparticipación, basta recordar nuevamente, la sesión del Senado
nacional del 14 de mayo de 1932.
En esa oportunidad, el miembro informante en la Cámara de la postura de la
mayoría favorable al proyecto de Impuesto de Emergencia a los Réditos, senador
correntino Juan Ramón Vidal, pudo decir, sin que moviera a risa a ninguno de los legis-
ladores presentes, que:
”En otras circunstancias distintas de las actuales, “esto” podía haber determinado
mi voto en contra, pero en las actuales, señor presidente, ante las necesidades que no
pueden encontrar otra forma de solución, yo creo que las provincias estarán, como
han estado siempre, dispuestas a hacer cualquier sacrificio para salvar los
prestigios y el crédito de la Nación”. (El “esto", expresaba lo dicho por Vidal en un
párrafo anterior, que “este impuesto lastima los intereses económicos de las provincias,
ya bastante gravados por otros impuestos existentes)107.
Actualmente, el gobernador de la otrora rica provincia de Buenos Aires
mendiga ayuda a la Nación, para financiar un aspecto vital de todo gobierno
civilizado, como es la seguridad de quienes habitan su territorio.
La despoblación del interior y la formación de los ingobernables bolsones de
pobreza alrededor de las grandes ciudades, en especial las "villas miseria”, dentro de la
Capital Federal y el “Gran Buenos Aires”, son los ejemplos vivos de la tragedia.
Perpetuadas las leyes de “emergencia” nos deslizamos paulatinamente al ámbito
de las “villas de emergencia”.
Instaurada la supremacía del fisco sobre los derechos civiles no puede ya extrañar
que grupos armados irregulares corten impunemente, rutas, calles y avenidas e impidan
la circulación de las personas.
El sistema de reparto de lo producido por el castigo progresivo a las utilidades
del comercio honesto y lícito, constituyó el premio mayor a la delincuencia. Son la
causa de los altos índices de pobreza, marginalidad, exclusión, sociedad dividida de
acuerdo al “color” del trabajo, inseguridad jurídica, desempleo masivo, los actuales
actos de violencia “piquetera” y en definitiva el derrumbe de nuestra forma republicana,
Diario de Sesiones, Cámara de Senadores, página 481, mayo 14 de 1932.
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representativa y federal de gobierno.
La Reforma de 1994 convalidó el fracaso. “Blanqueó” constitucionalmente a la
Coparticipación Impositiva, que había regido, de facto, por 60 años. Este blanqueo
constituyó el prólogo del “default” del año 2001, el caos fiscal, la anarquía y el avance
de la corrupción de las Instituciones108.
En estos momentos, para que “empiece la tarea reconstructiva, la vuelta a la
normalidad”109, como recomendaba Guillermo Rothe, en mayo de 1932, no pueden
dejarse de lado, como futuro programa de gobierno, la erradicación de todo tipo de
negociaciones, de repartos de botines impositivos entre las distintas jurisdicciones.
Estas medidas deben estar acompañadas de la urgente salida incondicional de la
clandestinidad a que se halla sometido el trabajo útil y productivo que millones de
argentinos llevan a cabo para poder sobrevivir.
Del retorno al Federalismo, vigencia plena de las garantías a la propiedad y libertad
incondicional de trabajo, unido al cumplimiento estricto del Sistema Rentístico y
Económico de la Constitución de 1853-60 surgirá, tanto la situación para el
endeudamiento como la pacificación y el resurgimiento argentino.
CAPÍTULO 4
HACIA EL CENTRALISMO TOTALITARIO
“Todas estas medidas financieras, podemos decir que todas las medidas de esta
dictadura financiera que estamos soportando, tienden hacia el centralismo y al
unitarismo.
Lo dije el otro día cuando se trataba del impuesto a las ventas, como lo dije también
cuando se trató del impuesto a los réditos”. José Nicolás Matienzo, 29 de enero de 1935
1. La Creación del Banco Central—Año 1935
108
El Inciso 2° del nuevo artículo 75, originado en la reforma constitucional de 1994 es digno de figurar en una
colección de aberraciones jurídicas. En un primer párrafo establece que es facultad del Congreso “...imponer
contribuciones indirectas como facultad concurrente con las provincias”. Con esto ratifica que se estuvo legislando,
en esta materia, al margen de la Constitución, durante más de un siglo. El segundo párrafo es, además de grave, ca-
rente de lógica. Comienza facultando al Congreso a “...imponer contribuciones directas por tiempo determinado,
proporcionalmente ¡guales en todo el territorio de la Nación, siempre que la defensa, seguridad común y bien general
del Estado lo exijan". Esto no deja dudas que los impuestos directos, recaudados por la Nación tienen carácter
excepcional y transitorio. Pero, he aquí, un tercer párrafo: “...Las contribuciones previstas en este inciso, con
excepción de la parte o el total de las que tengan asignación específica, son coparticipables". Esto no tiene otra
explicación que decir que lo provisorio y extraordinario se hace permanente, habiendo reparto de por medio. 109
Diario de Sesiones, C. de Senadores de la Nación del 14.5.32, pág. 500.
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El Mensaje del 17 de enero de 1935, que acompañó al proyecto de Banco y
Moneda, contiene los fundamentos de la nueva constitución totalitaria que —de
hecho— adoptaba el país desde esa época.
Se trataba de “poner en marcha una Institución especial situada “por arriba del
mercado” que iba a desempeñar “la delicada función de banco de bancos”.
Esta idea, acompañada de la de “proseguir su propia política”, cuidando sus
propios intereses, por si el mundo continuara presentando el cuadro de economías
cerradas, con monedas autónomas”, expresaba, a las claras, el giro hacia el modelo
fascista en la Argentina110.
Este proceso, que se prolongó hasta nuestros días, explica la historia de
servidumbre, ingobernabilidad, autoritarismo, fracasos, y parodia parlamentaria que se
vivió en los últimos setenta años111.
Las facultades que se le asignaron al nuevo organismo de “Regular la cantidad de
crédito y de los medios de pago”,adaptarlos al “volumen real de los negocios”, “vigilar la
conducción de los bancos”, “fijar tasas de interés”, “controlar cambios”,“promover la
liquidez y el buen funcionamiento de crédito bancario", ser “Agente financiero del
gobierno “, “mantener el valor de la moneda”, significaron dar de baja a las operaciones
de crédito, en calidad de derechos1
1 “Aunque algunos de los pensadores políticos más grandes del siglo XIX, como De Tocqueville y Lord Acton, nos
advirtieron que socialismo significa esclavitud, nos hemos movido rápidamente en la dirección del socialismo. Y
ahora, cuando vemos surgir ante nuestros ojos una nueva forma de esclavitud, hemos olvidado tan completamente la
advertencia, que rara vez se nos ocurre relacionar las dos cosas”. Página 14, Hayek, “Camino de Servidumbre”, obra
citada.
civiles y comerciales de la ciudadanía.
La Comisión de Presupuesto y Hacienda de Diputados elevó a la Cámara los
proyectos de ley relativos a moneda y bancos, pasados en revisión por el Senado, el 23
de febrero de 1935.
El despacho fue aprobado por la mayoría de la Comisión compuesta por
legisladores pertenecientes a la Concordancia oficialista de presunto tinte conservador.
110
Meir Zylberberg, "La Caída de un Mito —el Banco Central”, La Prensa, domingo, 28 de enero de 1990. 111
“Aunque algunos de los pensadores políticos más grandes del siglo XIX, como De Tocqueville y Lord Acton, nos advirtieron que socialismo significa esclavitud, nos hemos movido rápidamente en la dirección del socialismo. Y
ahora, cuando vemos surgir ante nuestros ojos una nueva forma de esclavitud, hemos olvidado tan completamente la
advertencia, que rara vez se nos ocurre relacionar las dos cosas”. Página 14, Hayek, “Camino de Servidumbre”, obra
citada.
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La minoría del Partido Socialista y el Demócrata Progresista en la Comisión, rechazó en
forma unánime el despacho.
El plan de creación del Banco Central tuvo la característica de ley ómnibus. En el
mismo proyecto se incluyó la aprobación del Instituto Movilizador de Inversiones
Bancadas y las leyes organizativas de estas dos nuevas entidades.
La dictadura financiera, en ciernes, fue completada con el régimen de control al
funcionamiento de la banca comercial y la reforma a los Estatutos del Banco
Hipotecario y del Banco de la Nación. El paquete fue finalmente sancionado por el
Senado de la Nación en la sesión del 21 de marzo de 1935.
El Banco Central constituyó en su origen una corporación formada por el gobierno y
los bancos particulares, prevista, por su artículo primero, por un período de 40 años. En
el 2006, cumplió 31 años de sobre vida.
El Directorio del ente se modeló de acuerdo a la formación de los “soviets” y de las
corporaciones vigentes en la Italia fascista. Tanto el Presidente como el vicepresidente,
“personas de reconocida experiencia bancaria y financiera”, eran designados por
el Poder Ejecutivo.
La colegiación comprendía, en el directorio, a representantes del Estado, la banca
comercial privada, del Banco de la Nación Argentina, del Banco de la Provincia de
Buenos Aires y demás bancos provinciales. Los delegados de la banca comercial
privada fueron discriminados entre nacionales y extranjeros.
Los cuatro directores elegidos por la Asamblea de Bancos Accionistas a propuesta
del directorio, “personas de reconocida experiencia capacidad y prestigio” debían ser:
un agricultor, un ganadero, un comerciante y un industrial”. El corporativismo fascista
estaba bien en marcha en la República.
Lo esencial de la reforma consistió en la supresión definitiva de la conversión
automática a oro del peso moneda nacional. En la realidad significó el abandono del
uso de la moneda en sus funciones históricas fundamentales. Instrumento para
intercambio presente de bienes y servicios y reserva de valor.
La única mención del cambio de papel por barras típicas de 12,441 kilogramos de
oro quedó anulada al dejarse esta norma en suspenso, por obra de la misma primera
Carta Orgánica.
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“La Caja de Conversión quedó definitivamente disuelta. El control de los cambios
que había sido instituido por decretos del gobierno militar, que asumió el 6 de
septiembre de 1930, fue perpetuado hasta nuestros días. El oro de la Caja pasó a
pertenecer a la nueva corporación mixta, de carácter compulsivo, entre los bancos
particulares y el Poder Ejecutivo Nacional.
Junto a la inconvertibilidad del peso se autorizó a emitir con respaldo de
documentos comerciales, títulos del tesoro y adelantos sobre recaudaciones
impositivas, todo ello dentro de ciertos límites exigidos por la ley.
La reserva mínima en oro, divisas y cambio extranjero no debía bajar del 25% del
circulante y obligaciones a la vista. Con esta cláusula se pensó dejar resuelto todo
futuro desborde de las emisiones. La realidad fue muy otra.
Con la aprobación de los proyectos de moneda y bancos de 1935, de entrada, se
interrumpió la valorización del peso moneda nacional producto del masivo ingreso de
capitales europeos que huían de sus países de origen. Argentina seguía aún siendo
considerado, en el campo internacional, país de refugio, frente a la llegada de la
Segunda Guerra Mundial.
Según la versión de los políticos de ese entonces, impedir la revalorización del peso
significaba favorecer a los exportadores. El sector agropecuario era el protegido de esa
época.
Con el superávit de libros que produjo “el revalúo del oro”—o devaluación oficial del
billete—se cancelaron deudas del gobierno con el Banco de la Nación. El salvataje
incluyó al Banco Hipotecario Nacional y a los bancos particulares, ligados al sistema de
redescuentos con los bancos oficiales.
Las 358 toneladas de oro que estaban depositados en la Caja de Conversión, sobre
cuya base circulaban de acuerdo con la Ley N° 3.871, 561.006.035,34 de pesos
moneda nacional pasaron a valer mediante el “justiprecio”, 1.224.417.645,96 de pesos
moneda nacional.
La barra típica de 12,441 kilogramos de oro se revaluó de 19.495 pesos moneda
nacional a 42.512,34 de la misma moneda. Esto significó una ganancia de libros de
663.411.610,62 de pesos moneda nacional.
El balance de apertura del Banco Central asignó 163.595.234,98 pesos moneda
V'
100
nacional para el Fondo de Reserva del Instituto Movilizador de Inversiones Bancarias.
Dicho Instituto fue fundado con el propósito de hacerse cargo de inmuebles,
inversiones y créditos congelados de los bancos, para venderlos luego a medida que
las circunstancias lo permitieran.
Resulta ilustrativo el alto nivel de cultura económica y, en especial, la claridad
conceptual en materia monetaria que se operó en el curso del debate parlamentario.
2. Aspectos Salientes del Debate
El ministro de hacienda, doctor Federico Pinedo, en la sesión de Diputados del 1o de
marzo de 1935, al defender los proyectos de! Ejecutivo dedicó gran parte del discurso a
responder a las críticas de la oposición.
Justificó ¡a inconvertibilidad citando el caso de “la libra esterlina desligada ya del oro
y la amenaza de una eventual caída del dólar canadiense que deprimiera aún más los
precios a oro de los cereales en un país como Canadá que era en ese entonces,
nuestro gran rival”.
Algo habrá pasado en el mundo —dijo Pinedo— para que deje de ser motivo de
orgullo nacional estar vinculado al oro y que las grandes potencias de la tierra salgan
del sistema compitiendo en la devaluación de las monedas.
El Ministro de Hacienda desechó las objeciones de la minoría en el sentido de que
los proyectos encerraban el peligro de inflación. Comprendo —decía el ministro— que
se puede agitar mucho la opinión alrededor de dos o tres palabras: la inflación. Un
banco de emisión puede hacer billetes, luego es un instrumento de inflación.
El argumento—continuaba—es de una simplicidad como la regla de tres. Pero no
todo es así. “Si hoy tenemos elementos inflacionistas en nuestras manos y no los
usamos, ¿por qué se cree que cuando tengamos estos otros los vamos a usar?”
Para infortunio de los argentinos, nunca oposición alguna fue más sensata en sus
críticas y predicciones.
El ministro rechazó, en otra parte de la exposición, las impugnaciones respecto a la
financiación del Instituto Movilizador de Inversiones Bancarias. “La experiencia enseña
en estos últimos tiempos —indicó Pinedo— que en ningún lugar los grandes bancos
caen. Si corren peligro se los ayuda con todos los arbitrios necesarios”. Esto, máxime,
V'
101
“si la liquidación de un mal establecimiento digno de desaparecer, arrastra por los de-
fectos de la organización bancaria a instituciones solventes”.
Pinedo expresó sus dudas de que hubiera en el futuro muchas personas interesadas
en escudriñar el debate para hallar argumentos de la oposición. “Pero —agregó— si ¡os
buscan, fuera del discurso del señor diputado [socialista] Enrique Dickmann, que no
tengo ningún empacho en aplaudir. “Es el único que tiene sustancia”.
3. La Clase Magistral de Enrique Dickmann
Las referencias al discurso de Enrique Dickmann fue lo único acertado de Federico
Pinedo, en el histórico debate.
Dickmann y Pinedo habían defendido juntos, como integrantes de la bancada
socialista en el Congreso de la Nación, los principios monetarios clásicos y
fundamentales. No era, por lo tanto, de extrañar las ponderaciones a su antiguo
maestro y amigo.
Lo sustancial expresado por Dickmann es que el oro depositado en la Caja de
Conversión pertenecía a los tenedores de billetes y no a la colectividad.
El oro de la Caja circulaba disfrazado con “el traje criollo del peso moneda nacional”.
La ley N° 3.871 preveía el funcionamiento de la moneda, no de los bancos.
El redescuento autorizado a la Caja de Conversión en 1914, fue recién inaugurado
en 1930, por el gobierno de facto. La práctica del redescuento produjo, según
Dickmann, la quiebra del sistema monetario argentino.
Integrar el capital del Banco Central, cancelar deudas del gobierno con el Banco de
la Nación y permitir al Instituto Movilizador comprar a los bancos la cartera congelada,
todo ello con fondos tomados de las ganancias nominales del revalúo del oro era, en
opinión de Dickmann, un despojo a la ciudadanía.
Se trata —explicaba— de una expropiación, porque todo envilecimiento de la
moneda desplaza riqueza de una parte de la población hacia la otra.
El argumento que procedimientos similares se aplicaron en Francia, Gran Bretaña,
Bélgica o Estados Unidos no le pareció válido para la Argentina. Mientras nuestro país
gozó de más de seis décadas de paz sin interrupciones, los europeos y los
norteamericanos sufrieron pérdidas devastadoras en la gran guerra de 1914.
El mismo legislador propuso, en reemplazo de los proyectos del Ejecutivo, “dejar
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102
que las cosas se desenvuelvan naturalmente sin la intervención perturbadora y
anarquizante del gobierno y podrá pensarse en el porvenir, cuando el momento llegue
en volver a la convertibilidad y por consiguiente a la estabilización”.
4. Las Dramáticas Predicciones
El diario “La Prensa” fue severo en sus presagios con respecto a los peligros
inflacionarios de la llamada “monetización de la deuda pública”. El Jefe de Redacción
del diario, Rodolfo N. Luque no titubeó, también, en calificar de “Terror financiero” a las
multas que autorizaba al nuevo ente la Ley N° 12.160, por supuestas infracciones al
régimen de cambios.
Las predicciones no difirieron en mucho, con las consecuencias de la creación del
Banco Central.
En el debate en Diputados, del 1o de marzo de 1935, el legislador socialista Dr.
Enrique Dickmann, acertó al afirmar que los bancos centrales, en el mundo, son una
epidemia y en especial los sudamericanos. “El único país que no tiene Banco Central
en Sudamérica es la Argentina y es el único que no ha suspendido el servicio de la
deuda externa...Yo me temo —anticipó Dickmann— que teniendo la Argentina Banco
Central haya necesidad, por desgracia, de recurrir a este último extremo”.
Dickmann terminó su discurso dirigiéndose a la mayoría de extracción
conservadora, señalando que:
En este momento, los socialistas desempeñamos aquí un papel
conservador.
Queremos conservar instituciones económicas y monetarias argentinas que tienen
casi medio siglo de vida y han dado resultados excelentes; los revolucionarios,
los malos revolucionarios son ustedes, que quieren echar abajo todo esto, que
quieren reemplazar por cosas que no se sabe qué resultados darán. Es peligroso
un salto en el vacío”. En la misma sesión, el líder socialista Nicolás Repetto, no
estuvo menos contundente en sus predicciones:
“Creo que este Banco Central, con la enorme influencia que se asegura el gobierno
en él y con el cúmulo de factores que se mueven hoy en el país y que pesan en
una forma irresistible, este Banco Central podrá llegar a ser en poco tiempo un
V'
103
espécimen empeorado del Banco de la Nación ...Va a seguir el gobierno enjugando el
déficit de sus presupuestos con dinero de los bancos y seguirá esta situación por
mucho tiempo, alejándose cada vez más la posibilidad de regularizar nuestra situación
monetaria como lo exigen las conveniencias generales del país y lo reclama también
una buena parte de la opinión”.
No por bien conocida puedo dejar de repetir la profecía de Lisandro de la Torre, en
la sesión del Senado del 21 de marzo de 1935:
“Yo diría que este proyecto, tan caro al señor Ministro de Hacienda, coloca al país
encima de un barril de pólvora. Todo andará regularmente mientras no se encienda la
mecha. Pero la mecha está ahí, a la vista y al alcance de cualquier gobierno in-
consciente que quiera encenderla. Y no podemos tranquilizarnos cuando vemos
aparecer la inconsciencia en ese mismo proyecto en que, sin necesidad, se coloca al
país encima del barril de pólvora.
Los señores senadores van a votar con toda tranquilidad lo que conduce al país al
borde del abismo”.
Para infortunio de los argentinos, el Dr. Federico Pinedo erró en sus pronósticos
optimistas. La respuesta que dio, a sus críticos, en la sesión del Senado del 21 de
marzo de 1935, suena hoy a presentimiento trágico: “¡Ah! Pero resulta que esto es muy
peligroso porque... ¡quién sabe qué gobiernos vendrán después! “Como los cálculos
políticos del Ministro de Hacienda suelen fallar, existe el gran peligro, si vienen luego
gobiernos de “negros o trogloditas” y puede lanzarse al país a una aventura emisionista
que el señor senador por Santa Fe debe cuidar que no se produzca”112.
112
Meir Zylberberg, “El radicalismo no supera los resabios del corporativismo. Reflexiones sobre los precursores
ideológicos de Juan Domingo Perón y Raúl Alfonsín”, Ámbito Financiero, jueves 13 de agosto de 1987
104
El ministro de Hacienda de la Nación Doctor Federico Pinedo, convertido ya en
adalid del liberalismo, reunió, de este modo sólidos argumentos, para escribir años más
tarde, libros tales como “El Fatal Estatismo” y “Argentina en un Cono de Sombras”.
Nadie mejor que quien pavimentara el camino para el ascenso del peronismo al
poder, podía entender el verdadero significado del «Fatal Estatismo».
La Concordancia fue desalojada del poder el 4 de junio de 1943. Hoy, es un
recuerdo para politólogos. Gobierno de negros, no hubo. Trogloditas, abundan y
abundaron. La mecha fue encendida, en diversas oportunidades y hoy, 2006, nueva-
mente estamos al borde del abismo.
5. Arranca la Inflación
La creación del Banco Central de la República Argentina se llevó a cabo sobre la
base de la primera licuación de pasivos del siglo pasado, de los que fueron víctimas,
ahorristas, asalariados y demás acreedores de ingresos fijos.
Lo esencial de la reforma consistió en la supresión definitiva de la esperanza a la
vuelta a la convertibilidad automática a oro del peso moneda nacional. En los hechos,
significó el abandono del uso de la moneda en sus usos históricos fundamentales.
Instrumento para el intercambio presente de bienes y servicios y como reserva de valor.
A los pocos años de la creación del Banco Central quedó inaugurado, el proceso
inflacionario que caracterizó a la Argentina del siglo XX, y que continúa en lo que va del
XXI.
Estalló apenas se pusieron en práctica las políticas de control de cambios a cargo
del banco, la regulación de los medios de pago, redescuento de títulos de crédito
público, fijación de precios mínimos remuneradores, etc. Las consecuencias de la
«economía dirigida» estaban en acción.
Los medios de pago en poder del público, subieron entre enero de 1935, hasta
agosto de 1939, de 758,7 a 996,8 millones de pesos moneda nacional. Esto determinó
el alza continua del índice de precios al por mayor y del costo de la vida obrera, según
los registros del propio Banco Central y el Departamento Nacional del Trabajo113.
No es extraño entonces que el 8 de septiembre de 1939 se dictara la ley N° 12.591,
para reprimir la especulación, fijándose precios máximos para los artículos de primera
113
Luis Roque Gondra, obra citada.
105
necesidad.
Con el mismo fin, por decreto, se creó el mismo 8 de septiembre de 1939, la
Comisión de Abastecimientos. La excusa oficial, en esta circunstancia, fue el estallido
de la nueva guerra europea. Inflación y control de precios son y fueron siempre
hermanos gemelos.
Con el fin de financiar la prodigalidad-demagógica y socializante que se avecinaba,
el gobierno de facto, surgido del golpe militar del 4 de junio de 1943, se apoderó del
tesoro de oro y divisas que se acumularon en el Banco Central durante la Segunda
Guerra Mundial.
La suma del poder público que ya ejercía el Banco Central hasta esa la fecha, se vio
acentuada, el 25 de marzo de 1946, con el Decreto N° 8.503 de nacionalización del
Banco Central.
El creciente gasto público de la Nación tomó nuevo impulso, alimentado desde dos
grandes fuentes:
Los ingresos del Tesoro por impuestos y crédito público y,
Los recursos que por distintas vías le proporcionó, ya con menos limitaciones, el
Banco Central nacionalizado.
6. Hacia el Empobrecimiento Colectivo
La combinación del sistema de control de cambios incorporado a las funciones
cotidianas del Banco Central, unido al naciente peronismo blandiendo consignas
nacional-socialistas, constituyó la mezcla explosiva que hizo estallar a la todavía
poderosa República Argentina,
A poco de ser destituido del gobierno, Perón publicó un libro titulado “La fuerza es el
Derecho de las Bestias”. Editado en Lima, Perú, en marzo de 1956, hizo en ese libro un
balance de sus presidencias.
Según el testimonio personal de Perón, Miguel Miranda, llamado también “el rey de
la hojalata", fue la persona que mejor le dio a entender las posibilidades que se le
ofrecían, teniendo en sus manos, un Banco Central114.
La genialidad de Miranda —según Perón— se resumía en dos frases del entonces
“zar de las finanzas argentinas”. “La forma de comprar es sin dinero” y “Con plata
114
“El Desendeudamiento del 47” según Perón, “Ámbito Financiero”, 19 de diciembre del 2005.
106
compran los tontos”.
Las nuevas facultades de emisión sobre la base de la compra de divisas por el
Banco Central, habían hecho escuela.
Si el gobierno de orientación conservadora pudo tomar en 1935 por asalto a la Caja
de Conversión, despojando a los tenedores de billetes del oro depositado en la misma...
¿por qué Perón no iba a poder cumplir sus planes para «desendeudarse» y nacionalizar
los servicios públicos? Apelar a las divisas acumuladas por provisión de carnes,
cereales durante la guerra, significó para Miranda, «no ser tontos y comprar sin plata».
Miranda llegó lejos, gracias a sus consejos. Ocupó la presidencia del Banco Central y
fue a la vez titular del IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio) y del
hitleriano Consejo Económico Nacional.
En 1947, Miguel Miranda, representó a la Argentina en la compra de los
Ferrocarriles, operación en la que se dilapidaron, 2.482,5 millones de pesos moneda
nacional, equivalentes a 150 millones de libras esterlinas, de reservas del Banco
Central.
Si no hubiera existido Banco Central ni sistema de control de cambios, los riesgos
emergentes de la guerra, el destino y valor de las libras esterlinas inglesas hubieran
recaído sobre las empresas privadas exportadoras de carnes y cereales.
La prodigalidad demagógica del peronismo hubiera encontrado un gran obstáculo
«para no ser tontos y comprar sin plata».
Con la estatización de los ferrocarriles, Argentina importó los rasgos más repulsivos
del nacional-socialismo. Hizo añicos la red ferroviaria y las pérdidas millonarias
acentuaron la inflación.
Argentina, no obstante haber sido neutral en la Segunda Guerra Mundial, perdió la
guerra con daños similares a los que sufrieron las potencias beligerantes, con un
agravante: Mientras los vencidos, Alemania, Italia y Japón se convirtieron, a partir de la
derrota, en grandes potencias mundiales, Argentina no dejó de languidecer, desde ese
entonces.
V
107
Las miopes medidas de corto plazo, aplicadas para aplacar los efectos de la Gran
Depresión sirvieron para sepultar en el largo plazo —de más de 75 años— la economía
e instituciones de la otrora poderosa República Argentina.
7. La Destrucción del Servicio Telefónico
El 3 de septiembre de 1946 tuvo entrada el mensaje y proyecto de ley tendiente a
ratificar el contrato de adquisición, por parte del Estado, de la United River Píate
Telephone Company Limited. El Decreto aprobatorio N° 9.180 del Poder Ejecutivo
llevaba la firma de Juan Perón, Ángel Borlenghi y Ramón Antonio Cereijo.
La empresa en vías de destrucción era reconocida universalmente como “una
maravilla técnica y financiera” Tenía 520.000 aparatos en uso, que se comparaba muy
favorablemente con los 246.653 de 1935. En plena Segunda Guerra Mundial había
instalado 145.000 aparatos, cumpliendo así, con los pedidos de los solicitantes.
Los argumentos favorables para dilapidar u$s 94.991.364 en desarticular la empresa
telefónica, reflejan el clima de embrutecimiento colectivo que ya padecía el país.
Un ignoto Hernán Fernández, miembro informante de la mayoría peronista, alegó
que “se trataba de una vieja aspiración de nuestra colectividad que alienta que una vez
por todas se lleve a cabo una política tendiente a la recuperación de los servicios
públicos y demás fuerzas y riquezas que hasta la fecha se encuentran en manos de
particulares, especialmente de compañías extranjeras”. En otro pasaje insistió el vocero
que “exigencias de la defensa nacional obligan a no demorar un día más la
oficialización del servicio telefónico, con lo que se contribuirá a aumentar la soberanía
económica del país, orientado ya en una política de auténtico nacionalismo del que,
esta adquisición es un índice elocuente”;
La fiebre colectivista no fue monopolio exclusivo del peronismo. El despacho de la
Unión Cívica Radical, el más importante partido opositor, con la firma, entre otros, de
Gabriel del Mazo, Emilio Donato del Carril, Antonio Sobral y Arturo Frondizi, apuntaba
directamente a los procedimientos bolcheviques.
Los discípulos de Hipólito Yrigoyen, exigían con carácter de urgente, al Poder
Ejecutivo, expropiar la red de teléfonos con sus edificios, fábricas de equipos y
materiales telefónicos en todo cuanto sea efectivamente útil para el funcionamiento
adecuado del servicio.
V'
108
Los radicales reclamaban se declaren estos bienes de utilidad pública y
propugnaron la formación de un “soviet” de obreros, funcionarios estatales o usuarios,
para administrar la empresa.
El delirio colectivista de los radicales iba aún más lejos. Propiciaban repartir entre
“todos estos factores” las “ganancias netas” que les redituaría el monopolio oficial.
Confesaba Arturo Frondizi, en su lamentable pieza oratoria que no podía “ocultar a
la Honorable Cámara que en ese largo período que trascurre desde el 4 de junio de
1943 hasta el 4 de junio de 1946, cuando las libertades argentinas estaban suprimidas”
le quedaba en el fondo de su espíritu la esperanza que, por lo menos, a costa de esa
momentánea supresión de libertades, se recuperarían los servicios públicos.
El colmo de la frustración de Frondizi era que en ese aspecto la revolución de 1943
lo había defraudado.
Frondizi vio rubricadas sus palabras con abrazos, aplausos y gritos de ¡muy bien! de
parte de sus compañeros de sector. La vocación por el socialismo confesada por
Frondizi, supuesto líder opositor, frente al despilfarro de las divisas, de casi la tercera
parte las exportaciones durante la guerra, son la clave del estrepitoso declive
económico e institucional, desde aquel entonces, en la Argentina.
No se repusieron los bienes de capital en la medida que lo exigían los adelantos
tecnológicos en el resto del mundo.
Al no liberarse las importaciones ni restablecerse la normalidad del comercio
exterior, siguieron postergados los consumos a que tenía derecho la ciudadanía al final
del conflicto bélico.
El impulso que tomó la inflación, desde aquel entonces, no se detuvo hasta fines del
siglo XX. La confesión de Frondizi, con respecto a lo que se escondía en el fondo de su
espíritu, explica otro hecho lamentable, que puede considerarse verdadero baldón en la
historia política argentina.
Para enfrentar á Perón en las elecciones de 1946, los partidos tradicionales
argentinos no habían encontrado nada más oportuno que sellar un pacto de Unión
Democrática con el Partido Comunista.
Aceptado, en forma tácita, el texto de la nueva constitución totalitaria “de facto”, la
lucha política argentina se convirtió en una pugna entre las distintas facciones en que
109
se encontraba dividido el nacional-socialismo criollo.
Esto también es parte de la historia de la ingobernabilidad y fracasos, de los últimos,
ya más de 70 años.
8. El Banco Central y el Retorno a la Barbarie
El Banco Central había reunido ya desde su fundación la suma del poder público:
Ejecutivo, porque fue siempre una dependencia del Poder Ejecutivo; Legislativo, porque
la misma entidad dicta las normas; Judicial, porque ella misma las aplica, con
facultades procesales similares a las de un Juez de instrucción.
La inflación desatada por las atribuciones que la primera Carta Orgánica le otorgó al
Banco Central, aumentadas y corregidas por sucesivas reformas, no se limitó
solamente al terreno de los precios. Tuvo graves efectos colaterales en el terreno
institucional.
Desatada la inflación con todo vigor, desde que asumió Juan Domingo Perón el 4 de
junio de 1946, comenzó el ataque a la propiedad privada, en especial la de los ahorros
en pesos moneda nacional que se fueron diluyendo a pasos agigantados. Para no oír la
voz de los críticos, cerró diarios y monopolizó la radiodifusión.
El alarmante déficit habitacional que se produjo, desde esa época en la Argentina,
era sólo comparable, con la de las grandes ciudades que habían sufrido bombardeos
diarios de parte de la aviación enemiga.
Argentina, sin haber intervenido en la Segunda Guerra Mundial, presenció la ruina
de las casas de sus barrios más populosos, en especial de los inmuebles ocupados por
inquilinos. Como si esto fuera poco, la construcción de nuevas viviendas como forma de
inversión tendió a desaparecer. Los enemigos de los argentinos fueron sus propios
gobiernos.
La ofensiva partió de tres diferentes sectores. El Impuesto a los Réditos que desde
su primer proyecto, en 1932, hizo escarnio de la renta por alquileres.
110
Para esta Ley, los alquileres son “rentas del suelo”, indignas de todo tipo de
exenciones. Asegurarse e! futuro proveyendo al prójimo de vivienda fue
discriminado como de Primera Categoría en el renglón de ganancias «sin trabajo».
El General Pedro Pablo Ramírez, presidente de facto desde el 7 de junio de 1943
hasta el 9 de marzo de 1944, decretó el 29 de junio de 1943 la rebaja de alquileres para
toda la República.
La decisión, sin precedentes en el país, debía regir a partir del 1o de julio de 1943,
hasta el 31 de diciembre de 1945. Los precios de locación que regían, desde el 31 de
diciembre de 1942, debían rebajarse de acuerdo con una determinada escala.
Los alquileres de hasta $ 50 mensuales se reducían en un 20% hasta una reducción
de 5% para los que abonaran más de $ 400 mensuales.
El mensaje que Argentina transmitía al mundo era que había dejado de respetar los
derechos individuales preexistentes y que se estaba preparando para ser un país sin
futuro.
En ese entonces barrios enteros de Buenos Aires y de las grandes ciudades del
interior, habían sido edificados por pequeños ahorristas que encontraban, en la
edificación de modestas viviendas, una renta conveniente y segura. Se trataba del más
eficiente modelo de previsión social privado, al que la demagogia totalitaria se ocupó en
destruir.
El golpe de gracia vino con la inflación. Ésta, unida a la inseguridad jurídica,
producto del congelamiento de los alquileres, tuvo consecuencias funestas durante las
casi cuatro décadas en que rigió el régimen de locaciones urbanas.
Los dueños locadores de inmuebles vieron su propiedad confiscada con la creciente
caída en el valor del peso moneda nacional, de curso forzoso.
Cesó casi por completo la oferta en alquiler de nuevas viviendas. Los ya inquilinos
—los presuntos beneficiados—habitando, cada vez más, en viviendas derruidas, por
falta de mantenimiento.
El clima de extorsión a los propietarios hizo sentir entre los argentinos el clima de
degradación moral que reina en los países víctimas del comunismo.
No fue sino a partir del 29 de junio de 1976, durante el gobierno militar presidido por
Rafael Videla y el Ministro de Seguridad Social, Almirante Bardi, cuando comenzó el
111
plan gradual de liquidación de «la ley de alquileres», inaugurada justo 33 años antes;
era ya tarde. El daño que habían sufrido las nuevas generaciones, carentes de futuro,
fue irreparable.
Nacieron los asentamientos ilegales. La expropiación impulsada por los gobiernos
fue imitada, a su manera, por la población civil de escasos recursos. La población de
las villas de emergencia no dejó de crecer, desde ese entonces.
La gente joven, con buenos ingresos, o con la ayuda de sus familiares, optó por
distintas opciones, costosas algunas y otras de alto riesgo.
Nació la compra “en el pozo”. No se trataba de una figura retórica. Era el nombre del
sistema de ventas de nuevos departamentos que se tenía que ir pagando durante años,
en cuotas, antes de verse la obra terminada.
Otra vertiente. La juventud más pacífica y sensata, optó por el éxodo. Surgieron así,
las grandes colonias de argentinos en California, Florida, Nueva York, España, Italia y
hasta en Brasil.
Ausentes los estímulos para el trabajo creativo, destruidos los ahorros monetarios
por la inflación, agudizada la escasez de viviendas, el porvenir de las nuevas
generaciones se hizo cada vez más incierto.
Al igual que en los pueblos vencidos y despojados, el sentimiento de frustración hizo
estragos, en especial, entre los estudiantes universitarios.
La reacción adoptó visos irracionales. Lejos de reclamarse la limitación del poder y
la supremacía de los derechos individuales de la sociedad civil, las víctimas del
resentimiento se lanzaron al asesinato de efectivos de seguridad, el secuestro
extorsivo, la guerra de guerrillas, para implantar en el país el modelo castrista de
gobierno.
En 1982, tuvimos el inaudito conflicto bélico con Gran Bretaña por las Islas
Malvinas. El gobierno militar argentino le sirvió en bandeja a la guerrilla el más
poderoso aliado que nunca los subversivos podían imaginar.
Lo más grave del caso es que la lección todavía no da señales de haberse
aprendido. La inflación no es un problema ni monetario ni económico. La inflación es
lisa y llanamente el retorno a la barbarie.
Todo esto dentro del contexto contra cultural del totalitarismo, que resulta del
112
repudio al uso civilizador de la moneda, en sus dos funciones fundamentales: como
instrumento de pacífico intercambio presente de bienes y servicios y como reserva
futura de valor.
La introducción del patrón «billetes de curso forzoso», representativos del descrédito
del gobierno, determinó el trasfondo del fracaso argentino y el desprecio a la
globalización, comunes al mundo civilizado.
Con el patrón «billetes de curso forzoso» comenzaron a proliferar los economistas.
Crearon y difundieron una técnica que, sin volver al automatismo del patrón oro,
amenguara las calamidades del patrón monetario manejado por los políticos. Con
patrón oro hay poco trabajo para los economistas.
En ese arsenal de técnicas quedó afuera el vital consejo que legó Federico Pinedo a
la posteridad, en la sesión de la Cámara de Diputados del 26 y 27 de abril de 1932:
“Cuando hay convertibilidad no cabe el permanente exceso de monedas; el
exceso se absorbe o emigra. Pero cabe el empapelamiento más ilimitado cuando
falta ese freno, el único verdaderamente serio”.
9. El Banco Central y la Argentina que no fue
El triunfo, hasta la fecha, de los partidarios del ingreso de nuestro país al sistema de
vida basado en el papel moneda inconvertible de curso forzoso emitido por el gobierno,
fue responsable del clima de incertidumbre que vivió el país en los últimos 70 años.
Este trágico triunfo expresó la más cruda ignorancia sobre cuánto significó para el
mundo civilizado, la experiencia del uso de la moneda metálica, el crédito, los bancos y
la libre formación de los precios.
El Ministro de Hacienda Federico Pinedo, en los debates acerca de los proyectos
sobre moneda, crédito y bancos de principios de 1935, afirmó no tener ningún empacho
de aplaudir el discurso del diputado Enrique Dickmann, por ser “el único que tiene
sustancia”.
El discurso de Dickmann no fue sólo de crítica. Vino acompañado por una
propuesta, hoy inimaginable, y menos de parte de un representante del socialismo.
“Dejemos que las cosas se desenvuelvan naturalmente sin la intervención
perturbadora y anarquizante del gobierno y podrá pensarse en el porvenir,
113
cuando el momento llegue de volver a la convertibilidad y por consiguiente a la
estabilización”.
La propuesta de Dickmann, fue quizás la última que se presentara en el Congreso
Nacional, que considerase a la libertad de mercado como el único remedio valedero
para salir de la crisis.
La idea de Dickmann estaba en plena consonancia con la definición de moneda que
desde principios del siglo XX hizo popular Juan B. Justo.
Para el fundador del Partido Socialista, la costumbre de ver en los billetes de papel
moneda fórmulas y firmas oficiales así como efigies de reyes y emperadores en las
piezas de moneda metálica dio lugar a que muchas personas atribuyeran al Estado
poderes de que carece en absoluto, en materia de moneda. Para Justo, la fuerza del
Estado es grande para destruir pero limitadísima para crear.
J. B. Justo, en los albores del siglo XX, insistía en un punto que hoy, transcurridos
ya más de cien años, no se entendió. La moneda nació y se desarrolló con
independencia del estado, cuya intervención en esta materia sólo es ventajosa y
necesaria cuando respeta las limitaciones que le imponen las leyes económicas
elementales que, quiéranlo o no los gobiernos, rigen los fenómenos del cambio.
Enrique Dickmann, nacido el 20 de diciembre de 1874, en una aldea perdida, no
lejos de Riga, en el norte de la entonces Rusia imperial, perteneció a la generación de
argentinos que se opuso a aceptar, en su momento, el destino periférico a que la
política totalitaria, en el orden nacional, conducía a la Argentina.
Dickmann al igual que el economista e historiador del pensamiento económico
Charles Rist, había entendido que la Gran Depresión de 1929 y las políticas autárquicas
en Europa, fueron la consecuencia necesaria del cimbronazo al comercio mundial que
produjo la Primera Gran Guerra de 1914.
Nuestro país gozó por más de seis décadas de paz sin interrupciones, por lo que
nada justificaba adoptar procedimientos similares a los que se aplicaron en Francia,
Gran Bretaña, Bélgica o Estados Unidos, en cuanto a devaluaciones o abandono del
patrón oro.
Los malos vientos que soplaban en Europa de mediados de la década del treinta le
daban respaldo a Dickmann para prever que podía darse el momento de la vuelta a la
114
convertibilidad y la consiguiente estabilización.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial, el 1o de septiembre de 1939 le dio la
razón á Enrique Dickmann.
La hecatombe que al poco tiempo sacudió a los cinco continentes liquidó de raíz los
efectos de la Crisis del treinta.
Esta dramática situación puso aun más en evidencia la miopía corto placista de los
autores y cómplices de la reforma fiscal y monetaria de la misma época. El mediano y
largo plazo no tardaron en llegar y con ello la muerte de la Argentina como República
representativa y federal.
El cierre definitivo de la Caja de Conversión, la instauración del sistema de Control
de Cambios, concretada la devaluación del peso moneda nacional (que se denominó,
“el revalúo del oro”), las facultades emisionistas y de compra de divisas asignadas al
Banco Central, frenaron la oportunidad única que tuvo Argentina de convertirse en
rectora en el ámbito mundial.
Sin las torpes innovaciones de la reforma fiscal y monetaria las libras esterlinas, los
francos franceses y los dólares, se hubieran cotizado en pesos argentinos con respaldo
en oro.
Sin Control de Cambios ni “revalúo del oro” ni Banco Central, hasta el día de hoy
podríamos —con sólo dos pesos y veintisiete centavos moneda nacional— obtener un
peso oro de 1,6129 gramos de 0,900 de fino.
Sin Banco Central ni control sobre los cambios, no habría habido emisiones con
respaldo en divisas. La Caja de Conversión, Ley N° 3.871, no lo admitía. Este recaudo
era un seguro para la estabilidad de nuestro peso moneda nacional.
Sin “la intervención perturbadora y anarquizante del gobierno” jamás a nadie se le
hubiera pasado por la cabeza que las divisas son de propiedad del país.
Las letras de cambio resultantes de las ventas al exterior hubieran sido, como en los
buenos tiempos de la República, de propiedad de los exportadores o de los bancos que
las hubieran adquirido.
Claro está, el Banco de la Nación y el de la Provincia de Buenos Aires, muy
probablemente serían ya temas de la historia económica superada.
No cabe duda de las penurias, en el corto plazo, que habrían tenido que soportar los
115
depositantes y demás acreedores de los bancos privados caídos en falencia.
El “salvataje” a la banca privada logrado por intermedio del Instituto Movilizador de
Inversiones Mobiliarias aniquiló por tiempo indeterminado la existencia del crédito y la
banca como institutos del derecho privado. La política enunciada por Federico Pinedo,
en el debate sobre moneda y bancos que “en ningún lugar se deja caer a los bancos”
terminó con la banca privada responsable ante su clientela e independiente del estado.
Sin la creación previa del Banco Central casi seguro que la existencia de Juan
Domingo Perón hubiera pertenecido al anecdotario de su familia y compañeros de
armas. Perón pudo convertir al Banco Central en banco de bancos y nacionalizar los
depósitos, gracias a que el armazón totalitario ya existía en el país.
Para hacer más verosímil el engaño y confundir mejor a la opinión pública, el peso
moneda nacional, se siguió llamando igual que en los tiempos en que la convertibilidad
a oro estaba vigente o temporalmente suspendida.
De esta manera el proceso inflacionario se fue gestando, desde fines de la década
del treinta y principios de los cuarenta, en forma sutil y disimulada. Cuando estalla,
después de 1946 y con el justicialismo peronista, la inflación se convierte, además del
más grande invento para el despojo colectivo, en un sádico instrumento de poder para
reducir a sumisión a las víctimas indefensas.
La inflación y los controles de precios, siguen siendo considerados fenómenos
reservados para los expertos en economía y no graves delitos que debieron ser
castigados por el Código Penal.
10. El Peronismo sin Perón
Los jefes militares e intelectuales que inspiraron el movimiento cívico-militar de la
Revolución Libertadora supusieron ingenuamente que, derrocado Juan Domingo Perón,
la Libertad retornaba en forma automática.
Grave error. Subsistente el régimen creado por los padres fundadores del Banco
Central, basado en billetes de valor decreciente, representativos del descrédito del
gobierno, el peronismo siguió imperando aún con Perón en el exilio.
Sin moneda, la libertad de trabajo desapareció de la Argentina. Con la inflación las
relaciones laborales pasaron a ser resorte del poder de los sindicatos y del Ministerio de
Trabajo y Previsión Social.
116
El sindicalismo totalitario, columna vertebral del Movimiento Nacional Justicialista se
burló hasta el cansancio de las proscripciones y los denuestos al régimen depuesto.
El grado de deterioro del papel circulante quedó en manos de los economistas y de
las actitudes más o menos agresivas de los delegados gremiales. En vez del sencillo e
impersonal régimen automático del oro tuvimos frondosas burocracias poblando los
ministerios rivales de Economía y de Trabajo.
Mantenidas firmes las estructuras del Banco Central, el Régimen de Control de
Cambios, los ilegítimos impuestos de emergencia, la Coparticipación Federal
Impositiva, y las nacionalizaciones peronistas, de poco valió, tanto la derogación de la
Constitución totalitaria de 1949 como el restablecimiento de la Constitución fundadora
de 1853/60.
Se ignoró por completo que, subsistentes el Control de Cambios, ¡a Dirección
General Impositiva y la Coparticipación Federal, habían caducado, a la vez, el
sistema federal de gobierno y las libertades civiles fundamentales de los
argentinos. El remanente corporativismo fascista recibió un inesperado triunfo cuando
es convocado por los Jefes de la Revolución Libertadora, nada menos que el Dr. Raúl
Prebisch, como asesor económico del gobierno provisional.
El nombramiento no fue un simple error. Llevaba consigo la demostración de la más
patética prueba de la ignorancia de las causas del grave deterioro económico e
institucional que vivía el país antes y después del estallido del 16 de septiembre de
1955.
Muy pocos en esa época tuvieron idea que Raúl Prebisch, había sido uno de los
principales teóricos y artífices de la Reforma fiscal y Monetaria que pavimentó el camino
al colapso nacional.
Los desatinos se multiplicaron. La Convención de 1957, incorporó en el sancionado
artículo 14 bis, la noción de la “movilidad” tanto para los salarios como para las
jubilaciones, acorde a la degradación del valor de los billetes. El agregado al artículo 14
a la Constitución Nacional, otorgaba a la inflación jerarquía constitucional.
El peronismo, sin Perón, que preconizaban juntos radicales y socialistas, hizo sentir
su influencia. En la misma Convención de 1957, se aprobaron el derecho de huelga, los
privilegios sindicales, los convenios colectivos de trabajo, la seguridad social
117
irrenunciable, la conciliación y el arbitraje y otras cláusulas que, conscientes o no,
prepararon el retorno peronista al poder.
Con razón, escribía en 1957, Rodolfo Luque, en “Menos Gobierno, más Libertad”
que “Los frenos rotos durante el gobierno constitucional de 1932 permitieron la
dictadura consolidada en 1946, a la cual puso término la Revolución del 16 de
septiembre de 1955, que se denominó Libertadora, nombre que necesita todavía la
sanción de la historia”.
Más drástico, sobre este mismo tema, fue el ex-Ministro de Hacienda del General
Agustín P. Justo, Doctor Alberto Hueyo. En el ya citado artículo de “La Prensa” del 3 de
mayo de 1958, atribuyó el fracaso de la Revolución Libertadora por “limitar su política
económica, a la reedición de anticuados planes dirigistas, en materia cambiaría, fiscal,
moneda, crédito y bancos, cambiando solamente los equipos ministeriales”.
CAPÍTULO 5
LA SUCESIÓN DE FRACASOS
“Cuando toda esa entidad monumental se vino abajo irremisiblemente, debido en
parte a la hiperinflación-a la incapacidad de mantener una moneda fuerte- , el grueso de
la producción económica de los territorios que componían el Imperio de Occidente, cayó
en picada...”.Paul Johnson, "El Renacimiento"
1. Ley General
Liquidada, en 1935, en forma definitiva la Caja de Conversión de papel a oro (y
viceversa), el triunfo del “papelismo" en la Argentina no se detuvo hasta la fecha.
Lo curioso es que aún hoy, 2006, a pesar de tantos desengaños, hablar de “patrón
oro”, de “monedas de mercado”, o de liquidar los bancos propiedad del estado —
incluido el Banco Central—, sigue siendo asunto de “reaccionarios” o “locos”.
V
118
En nuestros días muy pocos pueden imaginar que hasta fines de la década del
treinta, había líderes populares, como Juan Bautista Justo, José Pena, Nicolás Repetto,
que habían hecho de la defensa de la moneda metálica su caballito de batalla y que,
además, ganaban elecciones.
El “papelismo”, o las “panaceas papelistas”, fueron los sugestivos términos
acuñados, por el entonces popular diputado Federico Pinedo, para definir a los
partidarios del “patrón papel impreso", en el curso del debate sobre el Empréstito Pa-
triótico de 193257.
Federico Pinedo, en la misma sesión, adelantó dos agudos y breves presagios,
sobre aquello que iba a ocurrir, en los 70 años posteriores a la creación del Banco
Central de la República Argentina, que el mismo Pinedo impulsó como Ministro.
El primero, tomado del profesor alemán Hahn que decía: "Mientras más altos están
los cambios extranjeros, más bajo es el nivel científico de los que se ocupan de estas
cuestiones".
El segundo, y este era de la cosecha propia de Pinedo que: "el pensamiento
papelista y el proteccionismo gubernamental de todo tipo, son hermanos gemelos, aquí
y en todas partes".
Instaurada la "patria tributaria" y aprobados en 1935 los proyectos de "bancos y
moneda", "Socialismo e Inflación no dejaron de ser términos indisolublemente unidos"58.
Desde tres años antes y, más aún, a partir del 4 de junio de 1946, fecha en que
asumió como presidente electo Juan Domingo Perón, quedó demostrado que los
puntos salientes del programa socialista, pueden solamente llevarse a cabo mediante
un sistema de papel moneda inconvertible de curso forzoso59.
La inflación, al igual que la corrupción derivada del sistema de los cambios múltiples,
los permisos de importación de automotores para determinar silencios o ganar adictos,
no fueron —como se supuso en su época— vicios exclusivos del primer peronismo en
el poder.
El drama argentino deriva del hecho —que aún no se ha percibido— que la obra de
Perón consistió en haberse aprovechado de los engendros dirigistas, que se habían
57
Cámara de Diputados de la Nación, Sesión del 26 y 27 abril de 1932, 58
Melr Zylberberg: "Comunismo e Inflación", "La Prensa, viernes 19 de agosto de 1988. 59
Los peronistas "quemaron las naves” incendiando la Biblioteca Obrera Juan B. Justo, que contenía las mejores
colecciones sobre moneda.
119
impuesto desde varios años antes en la República.
Instaurado el Control de Cambios, perpetuada la Dirección General Impositiva,
establecida la Coparticipación Federal de Impuestos y, más aún, cuando se creó el
Banco Central,
Argentina había dado por caduco ai sistema republicano, representativo y federal de
gobierno.
La falta de reconocimiento de esta grave circunstancia fue el origen de los gruesos
errores políticos que se desarrollaron hasta nuestros días.
2. Los Fracasos Radicales
Fue inútil la proscripción del peronismo por casi una década, después de caído
Perón en 1955.
Subsistentes las estructuras totalitarias, la inflación retro alimentada por las huelgas,
sabotajes, tomas de fábricas, aumentos masivos de salarios por decreto, socavó en sus
bases a los dos gobiernos radicales surgidos de comicios, posteriores a la Revolución
Libertadora.
Tanto el mandato del Doctor Arturo Frondizi, iniciado el 1o de mayo de 1958, como
el del Dr. Arturo U. Illia, desde 1963, fueron interrumpidos por sendos golpes militares.
No obstante, las diferencias entre ambos fue notable. Frondizi, mediante la
participación de capitales privados logró, en tres años, que la producción de petróleo y
gas natural aumentaran en un 150%. Devolvió a sus legítimos dueños, los "Bienes
Bemberg", que habían sido confiscados por el primer peronismo. Privatizó el servicio de
transporte automotor disolviendo la Corporación de Transportes, herencia de la década
del treinta. Según los técnicos del gobierno de la Revolución Libertadora, esto último
era “imposible de llevarse a cabo”. Sin embargo, esta privatización constituyó un
modelo para las que posteriormente se efectuaron en Gran Bretaña, bajo el gobierno de
Margaret Thatcher.
En cambio, el gobierno del médico rural, Arturo Humberto Illia estuvo precedido
desde sus comienzos por el lema de la nulidad. Esto no fue sólo por haber declarado
nulos los contratos petroleros firmados por Frondizi, sino por la inoperancia total de sus
colaboradores. El binomio, no-peronista, lllia-Perette, en cumplimiento del programa
partidario, atrasó por casi treinta años más la explotación productiva de las fuentes
120
energéticas del país.
3. La Primera Borratina de Ceros
La llamada “Revolución Argentina”, terminó con el gobierno electo del Doctor lllia. Se
trató de un nuevo fracaso de la democracia inflacionaria. Cuando, a mediados de 1966,
asume la presidencia, el General Juan Carlos Onganía, la degradación del peso
coincidía, a pleno, con el nivel intelectual de nuestros políticos y economistas. Incapaz
de restablecer el orden monetario compatible con el mercado libre, quedó inaugurado
desde esa época, el método de «borrar» ceros para convivir y disimular la inflación.
Mediante la sanción de la Ley 18.188 del 5 de abril de 1969, el ministro de
Economía, de la “Revolución Argentina” Adalberto Krieger Vasena dio por extinguido al
histórico peso moneda nacional. Creó el peso "Ley 18.188", ($ ley) equivalente a cien
pesos moneda nacional.
4. El Caos y la Vuelta de Perón
Cuando se cumplían 18 años de la caída de Perón, en 1955, se hacían realidad
los más graves pronósticos sobre las consecuencias de un régimen inflacionario.
Nunca habían estado, las bandas armadas comunistas, tan cerca de alzarse con
el poder en la Argentina, como en la década iniciada en el año 1970.
Al concluir el primer semestre de 1974, no pasaba un día sin espectaculares
secuestros y asesinatos de empresarios, jueces y miembros de las fuerzas de
seguridad.
Famoso ya, nuestro país, como campeón mundial en inflación, hizo exclamar al Alte.
Carlos Alberto Sánchez Sañudo, que “los argentinos, al igual que los alemanes
después de la década del veinte, de pueblo robado, pasaron a convertirse en ladrones y
asesinos”.
Superada la “inflación cero” de Gelbard, la explosión del “Rodrigazo” de mediados
de 1975 y demás experiencias de Perón y su esposa Isabel, repuestos en el poder,
Argentina se preparaba a presenciar una nueva oleada de desatinos.
Instalado el 24 de marzo de 1976, el gobierno nombrado por las Fuerzas Armadas,
no dejó equívoco sin sembrar.
En política exterior se mantuvo fiel al tercermundismo. La Unión Soviética se había
convertido en el principal socio comercial de la Argentina.
121
Mientras se combatía con éxito y vigor al terrorismo, nunca se llamó por su nombre
a la ideología castro-comunista que inspiraba a las bandas armadas. Se la llamaba
“subversión apátrida”.
La totalitaria e ilegítima Reforma Fiscal y Monetaria que condujo al abismo a nuestro
país recibió un singular apoyo, no obstante los más de 40 años de estragos.
Como, según el diagnóstico de los voceros económicos del llamado «Proceso de
Reorganización Nacional", fue la sociedad civil e indefensa la culpable del colapso, de
ahí deriva el documento, precursor del nuevo fracaso.
El doctor José Alfredo Martínez de Hoz, en el mensaje al proyecto de ley del 14 de
junio de 1977, sobre régimen de exteriorización patrimonial, revalúo de bienes y
regulación impositiva (blanqueo) proclamaba, sin retaceos, la supremacía del fisco
sobre los derechos civiles de los individuos.
La declaración de guerra a los renuentes a cumplir los dictados del ministro ungido
por el gobierno de facto rezaba:
"Mientras que antes de abril de 1976 evadir impuestos era casi siempre
financieramente conveniente, aún en el caso que el evasor fuese detectado,
actualmente se comprueba que muchos evasores aprehendidos no podrán hacer frente
al pago de los importes que se le exigen. Lo que era un beneficio se ha transformado
así en una severa carga, de la cual los evasores, en su mayoría, no han tomado aún
conciencia cabal".
"La evasión constituye un elemento irritante para la sociedad argentina que puede
afirmarse, sin exageración, que también este delito debe eliminarse para lograr la
pacificación del país. Existiendo clara conciencia de esto, la persecución implacable
de la evasión fiscal ha adquirido un grado altamente prioritario en las medidas
gubernamentales que no se detendrá ni ante la quiebra del evasor"60.
Los resultados del Proceso de Reconstrucción Nacional han desconcertado a
muchos espíritus bien inspirados, que han querido ver en el movimiento militar iniciado
el 24 de marzo de 1976 un paso adelante hacia la definitiva restauración de las
instituciones republicanas. El error de estos analistas se debió al estudio superficial de
60
Meir Zylberberg, Ámbito Financiero, jueves 13 de agosto de 1987. M.Z., "Vientos y Tempestades”, Revista DIGO,
Agosto de 1987, Año IV, N° 19. M.Z. "Por qué no Ensayar la Libertad", "La Prensa”, 19 de mayo de 1983. Se puede
obtener por Internet bajo el nombre del autor.
122
las doctrinas que abonaron los actos salientes de gobierno. En efecto, el mensaje que
acompañó a la ley 21.281 del 2 de abril de 1976, sobre actualización de deudas y
créditos fiscales, firmado por el doctor José A. Martínez de Hoz, es ilustrativo para
interpretar los acontecimientos posteriores. Según este documento «es necesario, con
carácter permanente, una mayor disciplina de los contribuyentes en sus obligaciones
tributarias, pues la sustracción en magnitud y tiempo de los recursos que corresponden
al Estado, implica frustrar al gobierno en sus planes destinados al bienestar social de la
comunidad, la plena realización de sus habitantes y la materialización del destino de
grandeza de la Nación».
Quizá sea útil este mensaje a modo de guía para adoptar en el futuro el camino
inverso. Las ideas acarrean consecuencias.
El absurdo enfrentamiento con la OTAN, en la guerra austral de abril a junio de
1982, marcó el final, del desventurado “gobierno del Proceso".
Después de trece años de vigencia del Peso Ley 18.188 a mediados de 1983, el
entonces titular del Poder Ejecutivo, General Reinaldo Bignone y su Ministro de
Economía, Jorge Wehbbe, consideraron que había llegado la hora de la verdad.
Mediante el Decreto 22.707, se estableció como nueva unidad monetaria el PESO
ARGENTINO ($a), vigente a partir del 10 de junio de 1983. La refacción entre esta línea
y su predecesora, el Peso Ley, fue de 1 $a equivalente a 10.000 $ Ley.
6. Alfonsín y el Derrumbe Concertado
Restaurada la "democracia", el dirigente radical Dr. Raúl Alfonsin, sucede al General
Bignone, en la presidencia de la Nación, ello en diciembre de 1983.
Las cuantiosas pérdidas que sufrían tanto el monopolio fiscal petrolero YPF, los
servicios ferroviarios, telefónicos, eléctricos, de subterráneos, navieros, reaseguros,
gas, todos ellos estatizados, exigieron cada vez mayor financiación pública.
La inflación alimentada por las tarifas indexadas, determinó que se evaluara la
pérdida dei peso argentino en mil veces su valor, en menos de dos años.
123
En junio de 1985, frente al derrumbe concertado en supuestas treguas, pactos
sociales, democracia participativa, economía de guerra, y otros engendros de
inspiración mussoliniana, se lanza el plan que llevó el nombre de la nueva moneda: el
Austral61.
Esta moneda empezó a cotizarse, por unos meses, con premio sobre el dólar. No
duró mucho. El desgobierno de Alfonsín condujo a que la inflación acumulara un 82%
en 1986 y que llegara al 175% en 1987.
Frente a un nuevo ensayo el llamado "Plan Primavera" pudo exclamar desesperado
el Dr. Raúl Alfonsín, el 4 de agosto de 1988:
. "Empezamos ahora una batalla decisiva contra la inflación que, corno todos
conocemos, despilfarra, derrocha esfuerzos de nuestro pueblo, constituye el principal
obstáculo para nuestro crecimiento y provoca injusticias de carácter social que se
agudizan". "Tenemos que realizar este esfuerzo entre todos y es posible hacerlo ahora
porque el gobierno ha hecho lo suyo” ¡Y vaya si lo había hecho!
No obstante el grito de Alfonsín reconociendo los estragos del papelismo, la
situación política, social y económica no dejó de empeorar.
La denostada inflación, trepó el 200% entre mayo y julio de 1989; el déficit fiscal, la
notable baja del salario real, el des- abastecimiento, los saqueos a comercios, la
inseguridad social habían dañado a todos los sectores de la sociedad incluso al poder
político.
Reconocido, por el presidente Alfonsín que había llegado a una realidad
inmanejable para él, resolvió concertar con el ya presidente electo, Doctor Menem, la
entrega anticipada del poder. Este hecho se concretó el 8 de julio de 1989, seis meses
antes de finalizar el mandato.
El gobierno de Alfonsín ya no podía sobrevivir, ni aún declarando el estado de sitio,
dado que la hiperinflación anual alcanzaba al 5.000% y el peso de la deuda externa
trepaba a los 63.000 millones de dólares.
7. La Presidencia de Carlos Saúl Menem
En 1989, después de una nueva hiperinflación, el Doctor Carlos Saúl Menem, ya en
61
Meir Zylberberg "El Derrumbe Concertado", "La Prensa", martes 19 de febrero de 1985.
124
el gobierno, no se quedó solo con discursos, ni se conformó borrando ceros. Asesorado
por el economista norteamericano Steve Hanke, introdujo en 1991 el peso convertible
libremente con el dólar estadounidense.
Reconoció una enseñanza del Federico Pinedo de 1932. "La emisión de papel es
especialmente peligrosa cuando falta el control de la convertibilidad"62.
Se calculó oficialmente la devaluación del austral en 10.000 veces. El uno a uno del
peso convertible con el dólar, significó un dólar equivalente a 10.000 australes.
La estabilidad del "peso convertible" durante una década se debió a que gran
parte de las funciones del Banco Central habían sido desactivadas.
Asimismo, el punto clave del éxito de la convertibilidad lo constituyó la privatización
o la concesión de la explotación a la actividad privada de un gran número de
importantes empresas públicas. Entre ellas se contaron el monopolio petrolero estatal,
Yacimientos Petrolíferos Fiscales—YPF, la Empresa Nacional de
Telecomunicaciones—ENTEL, bancos provinciales, el Instituto Nacional de
Reaseguros—INDER, Aerolíneas Argentinas, Obras Sanitarias de la Nación, los
ferrocarriles, los subterráneos, las radios y canales de televisión, fábricas militares, Em-
presa Líneas Marítimas Argentinas—ELMA 63,
Al quedar fuera de la esfera del gobierno estas empresas, más la disolución de
diversas Juntas reguladoras de la producción, legado de la crisis del 30, las exigencias
financieras al Tesoro Público disminuyeron sustancialmente. El Tesoro público se
benefició con mayores ingresos por impuestos, que empezaron a pagar, al poco tiempo,
las empresas privatizadas que antes no sólo no pagaban impuestos, sino que estaban
subvencionadas.
Al establecerse la convertibilidad del peso, dejó de funcionar el control de cambios,
el seguro de cambios y gran parte de las corruptas políticas "activas" que ejerció el
Banco Central.
En esto radicó el secreto del por qué el Dr. Carlos Saúl Menem pudo convertirse,
en el único presidente elegido popularmente que cumplió los seis años de
62
Cámara de Diputados, 26 y 27 abril, 1932 y Meir Zylberberg, comentando la disertación de Peter Bernholz, en la reunión de la Mont Pellerin Society, en St. Vincent, 1986, “Cuando la función del Banco Central es ganar elecciones”,
Ámbito Financiero, 1987. 63
Meir Zylberberg, “El pasado todavía nos condena”, La Argentina y el índice Internacional de Libertad Económica,
La Prensa, domingo 21 de julio de 1996.
125
mandato que le facultaba la Constitución Nacional de 1853/60, con posterioridad a la
caída de Perón en 1955.
En 1991, el Banco Central había cumplido 56 años, 16 años más de lo previsto en
su primera Carta Orgánica.
Después de haber llegado a ganar el campeonato mundial de inflación y
transcurridas las dos hiperinflaciones, fue inexplicable la no-disolución de la entidad
responsable de tantos desatinos.
Tampoco es fácil de entender que no se haya transferido a la actividad privada el
Banco de la Nación Argentina ni el Banco de la Provincia de Buenos Aires.
El segundo mandato presidencial del Dr. Carlos Saúl Menem llevaba, ya, la marca
de la insólita Reforma Constitucional de 1994.
La banca privada no había sido independizada del gobierno. Lejos de reducirse el
presupuesto de gastos y recursos para hacer sustentable la convertibilidad, por el
contrario, fue aumentado.
d) Las nuevas obligaciones fiscales, derivadas de la citada reforma
constitucional de 1994, así lo exigían. El Consejo de la Magistratura, el tercer
senador, el Jefe de Gabinete de Ministros. La Coparticipación Federal Impositiva
blanqueada, hecho que trajo aparejado un acentuado derroche de dineros
públicos.
8. Caída Libre con Final Incierto
Menem terminó su mandato en diciembre de 1999, traspasándole el gobierno al
dirigente radical Fernando de la Rúa. El lema de triunfo de De la Rúa fue su promesa
de continuar la obra de Menem. Con su fórmula “En mi gobierno, un dólar es un
peso”, resultó invencible.
Mantenidos de pie, los grandes pilares de la decadencia, en el gobierno de la
Alianza, presidido por el Doctor De la Rúa, la crisis no tardó en llegar.
Nombrado Domingo Cavallo ministro de economía en el 2001, puso al país en alto
riesgo en cuanto comenzó a hablar acerca del proyecto decía “canasta de monedas”.
Implantó la “bancarización compulsiva”, el impuesto al cheque, el racionamiento en
materia de cobro de sueldos y salarios, la reducción del 13 % de las jubilaciones, la
ruptura impune de los compromisos bancarios con su clientela, “corralito” incluido.
126
El clima estuvo creado para que, caído el gobierno de la Alianza, se declare el
default, estalle la convertibilidad y se inicie un proceso devalúa-torio del peso con final
incierto, es decir, en “caída libre”.
La presente inflación y el despojo liso y llano de los ingresos, con la “política del
dólar alto”, se asumen la característica de «guerra de todos contra todos».
Médicos y enfermeros contra los enfermos internados en hospitales. Gremios del
transporte enfrentados con los pasajeros a los que dejan de a pie. Propietarios e
inquilinos volvieron a las hostilidades después de un largo período de paz. Auge de la
delincuencia común que no tardó en imitar a los políticos.
La trágica aventura de los ideólogos argentinos hacia el nacional-socialismo de las
“monedas autónomas”, “elasticidad monetaria”, “moneda dirigida”, condujo a la
Argentina al neofascismo corporativo.
Este proceso del que ya se cumplen 70 años, trajo la decadencia, la quiebra
institucional y la práctica desaparición de la libertad de trabajar y ejercer, sin trabas,
industrias lícitas.
De las seis elecciones posteriores a la Revolución Libertadora, el único que terminó
el mandato fue el Doctor Carlos Saúl Menem. La séptima elección presidencial,
comenzada en 1999, no traspuso el 2001. Hoy, mediados del 2006, ya caben grandes
dudas sobre si hay gobierno en la Argentina.
9. Los Estragos del Corporativismo
Transcurridos ya casi tres cuartos de siglo de supremacía dé políticos y funcionarios
públicos sobre la sociedad civil, los resultados no pudieron ser más dramáticos.
Según el estudio del Dr. Ludovico Videla64: “Hoy el 40% de la población es
técnicamente pobre y esta cifra sube al doble en los menores de 15 años”. El Profesor
Ludovico Videla se pregunta: ¿Cómo un país con recursos potenciales importantes
enfrenta estas situaciones que se han ido agravando desde 1940 en adelante? Videla
se contesta a sí mismo al afirmar que “la pobreza argentina puede considerarse
voluntaria en cuanto responde a malas prácticas de las políticas públicas que han
estancado económicamente al país”.
A esta respuesta solamente le cabe agregar que las políticas empobrecedoras del
64
“La Nación”, sábado 16 de julio de 2005, Suplementos Solidarios, páginas 1 y 2.
127
esquema corporativo fascista, ya bien afirmado desde principios de la década del 40, no
fueron otra cosa que simples y llanas agresiones al mercado libre. Penalización fiscal a
los beneficios del intercambio, cercenamientos de los derechos de propiedad y el libre
ejercicio del trabajo, destrucción del ahorro, del sistema monetario y de! crédito, y
fomento de la dilapidación por el mayor poder de los políticos.
Un mínimo de piedad hacia los cientos de miles que viven hacinados en
asentamientos y villas de emergencia y a los hundidos en la miseria, que almuerzan y
cenan, rodeados de niños, con los desperdicios que arrojan los supermercados, nos
obliga a señalar sin demoras causas y soluciones. Este trabajo tiene este propósito.
PARTE SEGUNDA
LAS DELICIAS DE LA CIVILIZACIÓN DEL PAPEL
CAPÍTULO 1
¿POR QUÉ LOS PEORES SE PUSIERON A LA CABEZA?
1. ¿Por qué los peores se ponen a la cabeza?
La pregunta corresponde al título del capítulo X, del ya clásico libro de Friedrich A.
Hayek “Camino de Servidumbre”.
El epígrafe de este capítulo no es casual. La conocida frase de Lord Acton: “El poder
tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”, indica de por sí sola
una definición del tema.
La corrupción no es una plaga que en forma repentina se apodera de una
sociedad. Es la consecuencia del estatismo. En razón de las extralimitaciones
legislativas que implica, conduce a la quiebra de las instituciones políticas de-
mocráticas, a la violación de los derechos individuales y a la consiguiente
decadencia económica.
A esta conclusión arriba Hayek para explicar por qué en Alemania llegaron a la cima
del poder seres perversos como los Hitlers, Himmlers, o Goebbels.
128
Según el mismo autor, se trata de la necesaria consecuencia del sistema
totalitario que imperaba ya, en ese entonces, en Alemania. Basta citar algunas
circunstancias históricas, tomadas del mismo libro “Camino de Servidumbre” para
confirmar esta teoría.
Pocas son las personas dispuestas a reconocer —decía Hayek— que el nacimiento
del fascismo y el nazismo no fue una reacción contra las tendencias socialistas del
período precedente, sino la consecuencia necesaria de aquellas corrientes.
En gran parte del período entre 1918 y 1933 en el que Alemania estuvo regida por la
República de Weimar, las autoridades centrales y locales habían logrado ya dominar
directamente más de la mitad de la renta nacional. Por ello, no cabe duda, que la
escala social de valores que señalaba el Estado, tendía a abarcar prácticamente todos
los fines individuales de la vida de los alemanes.
Hitler no destruyó la democracia alemana. Simplemente se aprovechó de su
decadencia.
De ahí que, en el momento crítico de la grave crisis institucional, obtuvo el apoyo de
muchos que, aunque detestaban a Hitler, lo creyeron el único hombre lo bastante fuerte
como para hacer marchar las cosas.
Hayek niega que los rasgos más repulsivos de los regímenes totalitarios se deban
al accidente histórico de haberlos establecido grupos de guardias negras y criminales.
Menos cierto aún, es que esta dramática circunstancia pueda probar que los alemanes
sean, además, seres depravados.
Dos alemanes, Johann Wolfgang von Goethe y Wilhelm von Humboldt inspiraron a
John Stuart Mili para escribir su libro “On Liberty”.
Dos de los más influyentes antecesores intelectuales del nacional-socialismo fueron
Thomas Carlyle y Houston Stewart Chamberlain. Uno era escocés y el otro inglés.
Hayek rechaza también la difundida creencia que el totalitarismo sea un poderoso
sistema que, tanto puede servir para el bien como para el mal.
Más aún, se opone a la idea que esto sólo dependa del uso y el carácter de los
dictadores. Algo así, como el lamento de nuestro Alfredo L. Palacios que, sí en vez de
Rosas, el dictador hubiera sido un noble varón —como San Martín— todo habría sido
distinto.
Hayek sostiene, por el contrario, que el hombre de estado democrático, que se
dispone a planificar la vida económica de la sociedad, tiene pronto que optar entre
asumir poderes dictatoriales o abandonar sus proyectos. De la misma manera, el
dictador totalitario pronto tendrá que elegir entre prescindir de la moral ordinaria o
fracasar.
De ahí, que, en una sociedad que tiende hacia el totalitarismo, los faltos de,
escrúpulos y aventureros tienen más probabilidades de éxito.
2, El caso argentino
“Camino de Servidumbre” se publicó en el año 1943, en plena Segunda Guerra
Mundial.
El método de investigación que emplea Hayek resulta particularmente útil para
desentrañar las instituciones, que no solamente permitieron que ios peores se
pusieran a la cabeza en la Argentina sino que también condujeron al país a la
decadencia.
El tema consiste en explicar cómo Juan Domingo Perón, en sus dos primeras
presidencias, pudo dilapidar las divisas que se acumularon durante el largo período de
la Segunda Guerra Mundial y, a la vez, destruir los servicios públicos, estatizándolos.
Sí bien existen trabajos en los que se dan a conocer las razones del fracaso de la
Revolución Libertadora y el retorno de Perón en la década del setenta, hoy éstos
quedaron olvidados.
¿La sangrienta guerra civil de la misma década y el conflicto bélico en las Malvinas
de 1982, estuvieron, o no, dentro de la lógica del sistema institucional vigente?
Raúl Alfonsín, a partir de su asunción el 10 de diciembre de 1983, no tardó mucho
para iniciar su tarea de demolición.
142
Le alcanzaron los dos primeros años de su período presidencial para declarar
extinguidos los nuevos pesos “argentinos” creados poco antes, en los finales del
gobierno militar del Proceso. El peso “argentino” habría de ser el tercer sistema mone-
tario que desaparecería en el siglo XX.
Alfonsín dio por terminado su mandato, en forma abrupta y anticipada, en medio de
la hiperinflación y un caos energético sin precedentes.
¿Qué hizo mal u omitió hacer el Dr. Carlos Menem, durante los diez años de su
gobierno, para que, en tan poco tiempo, se acallaran las ponderaciones sobre sus
logros y popularidad...?
Las presentes generaciones carecen de ideas claras, acerca de los mecanismos
que le permitieron al Dr. Domingo Cavallo, instaurar el “corralito”, la “bancarización"
obligatoria y el racionamiento en materia de cobros de sueldos y salarios.
Algo muy grave debe estar ocurriendo con nuestras instituciones, para que Adolfo
Rodríguez Saá (nieto) y Eduardo Duhalde hayan podido declarar el default de la deuda
externa, devaluar el peso convertible, pesificar contratos en moneda extranjera,
defraudar a ahorristas sin distinción de nacionalidad y que, hasta el día de hoy, la
seguridad jurídica brille por su ausencia. ¡Todo esto en forma sucesiva y con total
impunidad!
¿Cuál fue la causa subyacente que produjo las consecuencias aquí citadas, que se
extienden a través de largos períodos, signados por el predominio de distintas y hasta
opuestas estructuras de poder?
3. El corporativísimo fascista
La respuesta a por qué los peores se pusieron a la cabeza en Argentina, no difiere
mucho, de la dada por Hayek para el caso alemán. ¡La vigencia de un sistema
totalitario! Comparto, en este sentido, la opinión de Rodolfo Luque, quien señalaba
que la Argentina, desde mediados de la década del cuarenta, era ya una “aparente”
república representativa federal, pero en la realidad un régimen corporativo fascista,
un fascismo argentino, con todas las características de un sindicalismo militarizado.
143
Sesenta años después, se puede agregar algo más: El espectáculo diario de bandas
organizadas de piqueteros y grupos de violentos recuerdan peligrosamente, los trágicos
“pogroms” nazis.
El fascismo argentino tuvo su origen y basamento en tres decretos presidenciales.
Mediante los mismos: el 17 de diciembre de 1929, Hipólito Yrigoyen cierra la Caja de
Conversión; el 8 y 10 de octubre de 1331; el gobierno provisional presidido por el
General Uriburu instituye el control de cambios y, el 19 de enero de 1932, la misma
dictadura Militar decreta el Impuesto de Emergencia a los Réditos.
El mismo Dr. Rodolfo Luque, quien fuera redactor en jefe de “La Prensa”, sitúa el
comienzo de nuestro drama institucional, en el acuerdo de ministros del gobierno de
facto al crear, en 1931, la “Comisión de Control de Cambios”.
Las fisuras al régimen de libertad económica —recalcaba Luque— se fueron
expandiendo con la vigencia del decreto firmado por el presidente Agustín P. Justo y
su Ministro de Hacienda Dr. Federico Pinedo, del 28 de noviembre de 1933. Por esta
resolución, el control sobre los cambios deja de ser un simple instrumento coyuntural
y comienza a abaratar los pagos al exterior a cargo del Tesoro, mediante el
establecimiento de un tipo de cambio más bajo para las compras que efectuaba el
gobierno. Se estableció, además, el régimen de diferencias de cambio en beneficio del
Tesoro Nacional el que, a su vez, subsidiaba la producción agropecuaria.
Hoy, para no ser menos, se castigan las exportaciones agropecuarias con abultadas
y discriminatorias retenciones y, al mismo tiempo, nuestros gobiernos reclaman por el
daño que nos causan los subsidios en favor de los granjeros de la Unión Económica
Europea y de los Estados Unidos de América.
Como hecho ya consumado, el sistema de control de cambios se presentó al
Congreso a principios del año 1935, incluido dentro de los proyectos de creación del
Banco Central de la República Argentina.
Instaurado el dirigismo mediante la regimentación del comercio exterior, no había
marcha atrás. Cada vez más se abrían las oportunidades para que los perversos
accedieran a (as altas funciones públicas. La gente decente prefiere no tener nada
que ver con esa clase de política. El control sobre los cambios nació —
curiosamente— para administrar la crisis derivada de la escasez y carestía de las
144
divisas internacionales.
• El Banco Central, con la incorporación a sus funciones del sistema de control del
comercio exterior, encontró en su camino al totalitarismo, a dos poderosos aliados:
Primero: el Régimen de Coparticipación Federal Impositiva, que incentivó el
movimiento migratorio del interior hacia el Gran Buenos Aires a partir de 1935, por el
empobrecimiento progresivo que se produjo en las provincias;
Segundo: el naciente peronismo, surgido después del golpe de Estado del 4 de junio
de 1943. Esta fue la cuna del Movimiento Nacional Justicialista, que selló la suerte de
las divisas que se acumularon por las exportaciones en los años que duró la Segunda
Guerra Mundial.
Estas divisas, que se calcularon en 1.800 millones de dólares, (equivalentes a casi
40 mil millones de dólares de hoy) se emplearon en consolidar el sistema totalitario e
instituir la “pobreza generalizada”: ¡Gobierno rico y pueblo pobre! No se liberaron las
importaciones ni se restableció la normalidad del comercio exterior. No se repusieron
los bienes de capital y siguieron postergados los consumos a que tenía pleno derecho
la ciudadanía al final de! conflicto bélico.
La vocación aislacionista, como política oficial argentina, que se expresó en la
reciente Cumbre de Mar del Plata, no es obra original del actual presidente argentino,
sus socios y subordinados. Consta en la exposición de motivos del Mensaje, del 17 de
enero de 1935, que acompañó a los proyectos de creación del Banco Central: Se
trataba de “adecuarse a un mundo que continuará presentando un cuadro de
economías cerradas con monedas autónomas”. “La institución especial, ubicada
por arriba del mercado” iba a “trazar políticas propias, cuidando sus propios
intereses”.
El delirio autárquico, intelectual y económico tenía denominaciones muy claras en
esa época. Era propio de nazis o fascistas, en boga en Alemania, Italia y España, en la
década del 30.
14 ó
En 1946 Perón encontró preparado el armazón para apoderarse de los depósitos
bancarios, las divisas y la existencia de oro en barras que le molestaban en sus paseos
por los pasillos del Banco Central. Con estos elementos emprendió la loca aventura de
las nacionalizaciones, la destrucción de los servicios públicos y el comienzo del
desenfrenado proceso inflacionario.
Las estructuras creadas por la primera Carta Orgánica del Banco Central, para la
vigilancia, tutela y control de la conducción de los bancos comerciales, permitieron
setenta años más tarde a Domingo Cavallo y a sus sucesores, tanto la confiscación
de los depósitos, como el “corralito” y “corralón” incluidos.
Con el predominio del Movimiento Nacional Justicialista y los partidos que imitaron
su doctrina en el resto del siglo XX y comienzos del XXI, Argentina quedó detenida en
el clima legislativo e ideológico propio del período de la Gran Depresión.
CAPÍTULO 2
INFLACIÓN, CONTROL DE PRECIOS y Crimen Organizado
La Argentina de Principios de los 2000
Milton Friedmann definió al Estado como la más perfecta organización criminal.
La presente inflación está encuadrada dentro de los perfiles que describe
Friedmann. Es el resultado de una acción criminal deliberada, con uso del lenguaje del
hampa, y con nombre y apellido de los autores.
Cuando Machinea, hoy miembro de la burocracia dorada internacional, asumió
como ministro de economía de De la Rúa en 1999, y aplicó de entrada el “impuestazo”,
lo justificó con un “necesito plata”. ¿Qué hubiera dicho un ladrón? Exactamente lo
mismo.
Cavallo no salió de la convertibilidad, tampoco devaluó, no defaulteó, ni pesificó.
Creó nada más que el clima. Nadie se llamó a engaños. Sin el aval y apoyo de
“Chacho" Álvarez, Alfonsin, Ruckauf, Duhalde, nunca Cavallo hubiera accedido al
Ministerio de Economía de la Alianza. De esta única forma pudo poner al país al riesgo
máximo. Hablar de la canasta de monedas, y convertir en local a gran parte de la deuda
externa fueron medidas suficientes para provocar las conocidas corridas bancarias.
Nada de reducir el presupuesto, tanto de recursos como de gastos para hacer
25
sustentable la convertibilidad, como había proyectado López Murphy. Procedió al mejor
estilo de los asaltantes quienes, pistola en mano, “hacen caja”. “Hacer caja” fue el
fundamento textual del impuesto al cheque, la bancarización compulsiva y el “corralito”.
¿Con la experiencia de 70 años de inflación en la Argentina podía haber habido un
político, en su sano juicio, que ignorara que ¡a salida de la convertibilidad conduciría
irremediablemente a la inflación?
Sin embargo, el vice de De la Rúa, Carlos “Chacho” Alvarez se lamentaba que la
convertibilidad “le ataba las manos”.
Duhalde perdió las elecciones porque quería salir del modelo. De la Rúa y su
Alianza triunfaron porque “en mi gobierno”, “un dólar es un peso”. Con esa fórmula
resultó invencible. Así como Alfonsín, en su momento, ganó sólo con recitar el Preám-
bulo de la Constitución de 1853. Con eso fue invencible.
No hay nada más parecido que la conjura entre Duhalde, Alfonsín, Ruckauf,
Moyano, Intendentes del conurbano, De Mendiguren—presidente de la Unión
Industrial—, para terminar con De la Rúa y su gobierno, a una asociación delictiva para
el saqueo colectivo, en gran escala.
La salida de la convertibilidad, el default, la devaluación, la pesificación asimétrica,
fueron acciones delincuenciales deliberadas.
Cuando Cristina de Kirchner califica de “padrino” a Duhalde, no niega que ella y su
esposo, pertenecen a la misma organización. Al contrario, están contribuyendo con su
denodado esfuerzo, al despojo de las dos terceras partes de lo que cobraban en
tiempos de la convertibilidad, asalariados y jubilados.
Dólar alto, equivale a “5,5 millones de personas que pasan hambre y 15,6 millones
que son pobres.
Padrino y Ahijado emplearon al mismo encargado de caja, llamado Ministro de
Economía: “el Dr. Lavagna”.
El “corralito”, el “corralón”, la salida de la convertibilidad, tuvieron efectos terroríficos
similares, a los ataques a las “torres gemelas de Nueva York”, las bombas en Atocha y
Londres.
Aun está pendiente el cálculo de muertos, en especial, entre personas de edad
avanzada al verse despojadas de los ahorros de toda la vida.
26
Tampoco se sabe el número de víctimas por el auge de la delincuencia común que
no tardó mucho en imitar a los políticos. No es extraño que exijan el mismo grado de
impunidad que se les otorga a los políticos saqueadores.
Inflación es hoy un eufemismo que encubre la trágica y salvaje lucha entre los
distintos sectores sociales.
Personal para-médico en guerra con los enfermos internados en los hospitales, sin
distinguir a niños, adultos y ancianos.
Empleados y obreros ferroviarios de subterráneos, o personal aeronáutico que dejan
impunemente varados a decenas de miles de pasajeros a mitad de camino o en
estaciones o aeropuertos, sin prestar el debido servicio.
Propietarios e inquilinos volvieron a las hostilidades, después más de una década de
paz.
La intervención del Estado en materia de “acuerdo de precios” más' se parece, hoy,
a un “ajuste de cuentas” entre miembros del hampa, que a las clásicas discusiones
sobre “control de precios”.
Lavagna como ministro usó el lenguaje carcelario, atribuyendo a los empresarios
“doble discurso”, y les recordó, a modo de “pase de facturas”, “la alianza estratégica en
pos de un tipo de cambio que favoreciera la producción nacional”, a los que se quejan,
hoy, de los controles de precios.
CAPITULO 3
JUAN B. ALBERDI
(En el 70° Aniversario de la creación del Banco Central de la Rep.Arg.)
Alberdi entendía la libertad como un concepto indivisible.
Consideraba, en consecuencia, absurdo separar las libertades políticas de los
derechos civiles esenciales. El dirigismo estatal representa para Alberdi la anti-
economía y no un sistema alternativo de vida.
“No participo-decía Alberdi-del fanatismo inexperimentado, cuando hipotético, que
sólo emplearlas en crear sus propios tiranos. Pero los deseos ilimitados y
abundantisimos para nuestros pueblos, las libertades civiles a cuyo número pertenecen
las libertades económicas de adquirir, enajenar, trabajar, navegar, comerciar, transitar y
ejercer toda industria.
27
En materia de moneda, no le cabía duda que su uso es una creación de la
sociedad y como bien real de aceptación universal, no se emite sino que se produce.
El crédito explicaba Alberdi, es la facultad de usar dinero ajeno con la voluntad
de su dueño. El billete bancario no es moneda. Es un titulo jurídico, que puede jugar las
veces de dinero cuando es convertible en oro al portador y a la vista, de ahí su nombre
de moneda fiduciaria o de crédito.
La naturaleza del billete bancario es similar al cheque, a la letra de cambio, al
pagaré, la cédula, pues todos esos instrumentos son promesas de pagar pesos. El
banco es una institución esencialmente comercial con el objeto de servir a las
necesidades de la producción. El banquero comerciante se rige por las normas del
Código de Comercio y del Derecho Penal. Es ejecutable y sujeto a la bancarrota
cuando sus billetes no son redimibles al portador y a la vista por el oro que representan.
El billete inconvertible, de curso forzoso, tiene su origen en la facultad otorgada
por el gobierno a una de sus agencias.
Llamadas generalmente Bancos de Estado, de faltar impunemente a la promesa de
convertir sus billetes a oro, al portador y a la vista. Se trata, por lo tanto, de un
empréstito sin fecha, de reembolso, involuntario y disimulado, que en forma gratuita y
sin límites efectúan los gobiernos que no encuentran prestamistas regulares.
Llamar papel-moneda a los billetes inconvertibles es, en opinión de Alberdi, un
equívoco pues, más bien se trata de una deuda-moneda empleada a modo de medio
circulante, cuyo futuro valor depende de la confianza que el público dispensa a sus
gobernantes.
Dice textualmente: “El billete inconvertible de curso forzoso, es emitido por los
bancos estatales que no atienden las necesidades del comercio sino las urgencias del
Estado, por lo general ilimitadas, y como todo fondo público relativamente abundante,
baja de valor, por lo que el comercio deviene lotería y el que vende por un papel en baja
continua, vende para perder; tanto más cuanto más vende, porque es entregar por cua-
tro para ser pagado por dos”.
La solución alberdiana no reconoce medias tintas sino eliminar los bancos estatales
y con ello el papel inconvertible.
155
A los bancos estatales los ubica en la esfera de las oficinas fiscales del gobierno
facultadas para levantar empréstitos forzosos, mediante la creación de moneda ficticia o
falsa, a resultas de los cuales la fortuna de la Nación queda en manos del gobierno.
Con funcionarios dependientes del poder Ejecutivo usurpando claros mandatos
legislativos en materia financiera' “todas las garantías de la propiedad quedan reducidas
a comedia”. Esto es textual.
“Dado un banco semejante, su consecuencia natural e invariable, es un emperador,
un zar, un sultán un dictador con poder omnímodo (aunque la ley no se lo dé
expresamente) es decir, el poder sin límites, porque el dinero es el poder de hecho.
“Esta institución de índole imperial, no tardó en hacer surgir un imperio con un
emperador en el Plata con el nombre de dictador Rosas.
“Montado el despotismo, es decir, el poder omnímodo absoluto y soberano de todo
el país, no falta sino el déspota. Dejada en pie la razón de la tiranía, a cada instante se
debe esperar la reaparición de la tiranía, que nunca cae por una batalla, como no nace
la Libertad, por un triunfo de la espada”.
La pregunta de F. Von Hayek, del por qué los peores se ponen a la cabeza, en su
famoso libro “Camino de Servidumbre”, en 1943, fue contestada varias décadas antes
por Alberdi.
No es una casualidad que Jorge Mayer, el más notable biógrafo de Alberdi, haya
juzgado la situación argentina en 1962, que lamentablemente sigue vigente, que hay
“Pocos errores tan difundidos como el suponer que las dolencias que actualmente
afectan a nuestra economía, se deben exclusivamente al régimen de bigardía
[fingimiento, disimulación] que imperó desde 1943 a 1955”.
“El origen de estos males arranca en gran parte con la adopción del Impuesto a los
Réditos y el establecimiento del Banco Central, entre los años 1932 a 1935, por una
equivocada apreciación del marco real de la República. Allí se incubaron las doctrinas
estatistas y dirigistas y se instauró la “contadorcracia”. Aún más. Caducó el régimen de
la división de poderes consagrada por la Constitución Nacional.
Con la presentación al Congreso Nacional de los llamados proyectos “orgánicos”
sobre “moneda y bancos” se completó, en nuestro país la dictadura financiera, que
parece lejos de cesar, origen de nuestra ingobernabilidad republicana, de los últimos 70
156
años.
El titular del Poder Ejecutivo Gral. Agustín P. Justo y su Ministro de Hacienda Dr.
Federico Pinedo, dan a entender, tácitamente, en el Mensaje del 17 de enero de 1935,
que las reformas impositivas iniciadas por el gobierno provisional en 1932 no eran de
simple emergencia, como se las había presentado.
La parodia se puso al descubierto. La emergencia era la excusa para hacerlas
aceptables. Se trataba de “fundamentales reformas tributarias” que junto al Banco
Central, en ciernes, “tenían como objetivo adecuarse a “un mundo que -según nuestros
profetas del totalitarismo- continuará presentando un cuadro de economías cerradas
con monedas autónomas”.
El Mensaje estuvo inspirado en los modelos nazis, fascistas, soviéticos y
keynesianos, muy populares en su época. De ahí surgió la idea, que era necesario
crear “una institución especial situada por arriba del mercado” que excluya al crédito de
la esfera comercial del Derecho Privado y convertir a los bancos privados en apéndices
del fisco.
El delirio por la autarquía económica y el aislamiento de los fundadores del Banco
Central de la República Argentina, no tuvo límites: Iban a trazar “políticas propias”,
“cuidando sus propios intereses”, mantener el valor de la moneda”, “ser agente
financiero y asesor del gobierno en las operaciones de crédito”, “vigilar la conducción de
los bancos comerciales”, “regular la cantidad de crédito y de los medios de pago”, “fijar
tasas de interés”, “controlar cambios” y “promover la liquidez y el buen funcionamiento
del crédito bancario”. Todos estos propósitos iban a ser llevados a cabo por una
institución que nacía con el curso forzoso de los billetes inconvertibles, el fin del
régimen automático de la Caja de Conversión y la apropiación ilegítima del oro que
los tenedores de billetes habían depositado en la misma Caja.
El “revalúo del oro”, eufemismo que ocultaba la primera gran devaluación del peso
moneda nacional, con licuación de pasivos empresariales incluido, inaugura la inflación
al habilitar al nuevo organismo para emitir billetes con reservas inferiores al 100%, en
las cuales se podía incluir, además del oro, divisas o cambio extranjero.
El punto más destacado de los setenta años del Banco Central demuestra que
coinciden exactamente con el período en el que se gestó la decadencia argentina,
157
habiéndose constituido en el agente financiero de las grandes nacionalizaciones y la
política dirigista, á partir de 1943.
Los únicos intereses que fueron muy bien cuidados fueron los propios de los
integrantes de las planas mayores que se sucedieron en la entidad.
Más que mantener “el valor de la moneda”, nuestro país se hizo famoso como
campeón mundial en materia de índices inflacionarios. Con la reducción progresiva de
los ingresos de las personas que viven de los salarios u otro tipo de ingresos fijos, se
inauguró el justicialismo, asistencialismo de gobierno y sindicatos, con sus secuelas de
marginación y exclusión social.
El peso moneda nacional, que tuvo su origen a principios del siglo XX, se extinguió
en la década del sesenta de este mismo siglo. Los “pesos Ley N° 18.188 creados
durante el gobierno de facto del Gral. Onganía y los “australes” del Dr. Raúl Alfonsín
tuvieron corta duración. Los vaivenes del actual peso que nació convertible en la
década del 90 son historia presente y de cuyo futuro caben serias dudas.
Tuvimos dos hiperinflaciones: una a fines de 1989 y otra a principios del 90.
Como “asesor del gobierno en las operaciones de crédito”, el Banco Central no se
destacó demasiado. Nos llevó al “default” internacional. Las estructuras creadas para la
“vigilancia de la conducción de los bancos comerciales” son hoy los responsables, tanto
de la confiscación de los depósitos, como del “corralito” y “corralón” incluidos En
nuestro país, no sólo no existe banca privada, responsable ante sus clientes e
independiente de los poderes públicos, sino que además, está prohibida. Aquí se le
llama “bancos” a los “intermediarios del crédito” y a los “contratistas” en materia de
cobranzas y pagos por cuenta del Tesoro Público.
Los llamados “bancos privados” son un conjunto de entidades autorizadas para
explotar el monopolio del mercado interno de ahorro y crédito implantado por el Banco
Central. De ahí, su grave y actual desprestigio.
El Banco Central, la banca oficial y la nominalmente privada, hizo del
endeudamiento un recurso ordinario más. Reemplazaron al Congreso en esta materia,
poder que por mandato constitucional está facultado, en forma exclusiva a, “contratar
empréstitos públicos para casos de urgencias de la Nación”.
Los sesenta años de existencia del Banco Central no hicieron más que confirmar la
tesis anticipada por Juan Bautista Alberdi y confirmada en el siglo XX por Friedrich von
Hayek, que socialismo y Democracia son términos incompatibles.
CAPÍTULO 4
ECONOMÍA: LIBERTAD O COACCIÓN
Cuando terminé el curso de doctorado en Ciencias Económicas, en la Universidad
Nacional de Buenos Aires, a fines de la década del 50, me surgió una grave duda.
¿Qué diría yo si me preguntaran qué es la Economía?
Las dos materias correspondientes que se dictaban en la Facultad estatal, se
llamaban Economía Política y Dinámica Económica. La primera se dictaba en el
segundo año de la carrera y la segunda, basada en las enseñanzas de Keynes, en el
quinto. Esta última, cátedra fundada por Raúl Prebisch, no solamente consideraba
estáticos los principios básicos y fundamentales del saber económico, sino que incluso,
los ridiculizaba.
El ingeniero Alvaro Alsogaray, quien tuvo el gran mérito de ser el primero—tanto
como funcionario público como luego en el ámbito político—en popularizar después de
un cuarto de siglo, las ideas liberales, había fundado el Instituto de la Economía Social
de Mercado. Alberto Benegas Lynch y sus preclaros colaboradores, Eduardo Benegas,
Raúl Lamuraglia y Carlos Luzetti no se demoraron en cambiar, correctamente, el
nombre del Centro de Difusión de la Economía Libre por el de Centro de Estudios sobre
la Libertad.
Prestigiosos autores escribían, con aires de seriedad científica, acerca de la
economía del bloque de los entonces “países socialistas”. A la vez, se podían leer
numerosos ensayos sobre la “diversidad” de los Sistemas económicos.
162
De ahí el interrogante. ¿Cómo, con el mismo término de Economía, se podían
definir dos circunstancias tan contradictorias como la Libertad y la Coacción? De ahí
nació el tema de la tesis que valió mi doctorado.
A medida que fui desarrollando la investigación descubrí que no solamente en las
conversaciones comunes, sino en el campo supuestamente académico, se usan
expresiones carentes de sentido.
Hablar de Economía social es expresar una redundancia. El eje de lo económico
son los precios y éstos no pueden existir en otro ámbito fuera de lo social. La lógica
es más que expresiva. Si uno compra, otro vende.
El fenómeno económico es característico de los seres humanos. Los animales
carecen de toda noción de intercambio pacífico, intencional y voluntario de bienes y
servicios.
Mientras los animales, para sobrevivir, están sometidos al medio ambiente, el ser
humano lo adecua a sus necesidades y deseos. La noción de propiedad se
encuentra asociada con el concepto de costo de los bienes y servicios ajenos.
Solamente mediante la creatividad e innovaciones se logra la abundancia y el
mejoramiento de los niveles de vida.
En cuanto a que los recursos son escasos, y las necesidades muy superiores,
era ya muy bien conocido por la Humanidad, mucho antes que aparecieran los
economistas.
La difusión de! fenómeno económico resultó, así, ser el germen de la civilización.
Es, en todos los casos, la tercera posición entre el aislamiento y la violencia.
Entonces aparece otra cuestión. ¿Qué sentido tiene la palabra social junto a
términos tales como: Capitalismo, Bienestar, Acción, Desarrollo, Previsión,
Legislación, Política, Medicina, Educación? Mi respuesta a este interrogante fue, y
sigue siendo, que se trata de una estafa intelectual de la que son cómplices, muchos
políticos, literatos, directores y actores de cine y teatro, líderes religiosos y gran parte
de los medios masivos de comunicación. En todos los casos estos personajes
buscan justificar, con lenguaje solemne, el uso de la fuerza por parte del estado u
organizaciones corporativas y gremiales, para imponer valores que ellos consideran
supremos.
163
Se calcula en cien millones, el número de muertos a raíz las experiencias
socialistas del siglo pasado. Estos modelos estuvieron cabalmente representados
por el comunismo, nacional-socialismo, fascismo, maoísmo. Los resultados devasta-
dores de las distintas variantes colectivistas africanas y de América latina, que aún
subsisten, ponen de relieve la obra destructiva de los movimientos contraculturales,
partidarios del imperio de la coacción en la vida ordinaria.
La maniobra oculta, a la vez, la visión sociológica mediante la cual los humildes y
asalariados en relación de dependencia constituyen un género sub.-humano,
incapaz de juicio responsable para dirigir sus vidas. Que requieren de dictadores, de
la tutela de burócratas o de dirigentes sindicales, para enterarse que la educación es
buena, que hay que ir al médico cuando la salud está en peligro o para que les fijen
los salarios y demás condiciones de trabajo.
La postura intelectual que considera tanto a la esclavitud como a las distintas
variantes autoritarias del socialismo, sistemas normales de vida, tuvo consecuencias
insospechadas.
Según los sostenedores de estas ideas bastaba con crear un Ministerio de
Trabajo y fuertes organizaciones sindicales para eliminar todo vestigio de
desocupación y el logro de un permanente aumento de las retribuciones.
Con crear un Banco Central se aseguraba para siempre el valor de la moneda y
los depositantes quedaban a salvo de toda preocupación respecto a sus ahorros. Un
país no podía alcanzar la modernidad sin un Consejo Nacional de Desarrollo y, más
aún, sin un Ministerio de Economía que lo llevara al crecimiento continuo del ingreso
“per cápita”.
La realidad fue muy otra. El mejor ejemplo lo encontramos en nuestro país.
Después de varias décadas de castigo progresivo a los beneficios, tributos a las
transacciones comerciales, Banco Central, auge de bancos y entes estatales, con-
troles de precios, Ministerios de Economía, de Trabajo, de Bienestar, Acción o
Desarrollo Social, Jubilación y Obras Sociales médicas compulsivas e irrenunciables,
ausencia de libertad laboral, “bancarización" obligatoria, devaluación del peso,
“pesificación asimétrica”, confiscación de los depósitos en bancos, los resultados no
pudieron ser más funestos.
164
Legiones de “piqueteros” que cortan a diario calles, avenidas y puentes; que
reclaman subsidios estatales para no trabajar. Miles de “cartoneros” hurgando al
anochecer en los cestos de los residuos domiciliarios, asentamientos clandestinos o
“villas miseria”, densamente habitadas dentro del tejido urbano de la ciudad de
Buenos Aires y en sus populosos suburbios. Récord de deserción de público en
bancos y éxodo poblacional sin cesar.
Los logros de las políticas coactivas están sobradamente reflejados en la prensa
diaria. “Fuerte crecimiento del empleo en negro. En la industria, afecta al 41,4% de
los trabajadores. Más grave en el comercio: 56% son informales”.
“Buenos Aires, la segunda ciudad más barata” entre las 70 ciudades más
importantes del mundo. Ocupa el lugar 69, después de Karachi y Kiev, siendo
superada en baratura sólo por Bombay.
“La crisis laboral: un estudio privado sobre datos oficiales dice que hay casi 1,3
millones de jóvenes que no estudian ni trabajan”. “En el último año se sumaron a
esta situación 127.000: es un 38,4% más que hace cuatro años”, “En la Capital y el
conurbano, casi un 60% de los que tienen entre 20 y 24 años no terminó la
secundaria. Especialistas coinciden en que peligra el modelo de ascenso social”.
“Argentina no se recupera en ranking de exportadores”. El “modelo productivo” no
logró que superara el puesto 42° de la Organización Mundial del Comercio. Según el
cuadro de los principales exportadores del mundo, en 2002 las exportaciones
argentinas representan el 0,5% del total, comparado con el 10,8% de los EE.UU.,
9,5% de Alemania, 6,5% del Japón, 2,5% de México”.
En el 150 aniversario de la Constitución Nacional de 1853 se pueden distinguir
dos períodos históricos bien definidos. El primero, que abarca desde 1853 hasta
1930. Y el segundo, desde éste último año hasta nuestros días.
El General Justo José de Urquiza, primer presidente constitucional, inauguró su
mandato, con 5 ministros- secretarios del Poder Ejecutivo: Interior, Relaciones
Exteriores, de Hacienda, de Justicia, de Instrucción Pública y Culto y de Guerra y
Marina.
A principios del siglo XX, el número de ministerios fue aumentado a 8. Se dividió
Guerra y Marina y se crearon los de Agricultura y Obras Públicas.
165
El Impuesto Aduanero fue el único ordinario, admitido y reglamentado en el texto
constitucional. Los Impuestos Internos fueron introducidos en 1890, a raíz de la crisis
de ese año. Hasta el mismo presidente de la República y su ministro de Hacienda,
estaban convencidos de que eran transitorios e inconstitucionales.
Sin economistas, ni Ministros de Economía, en nuestro país, “en los seis años de
Avellaneda (1874-80) el Producto per cápita era ya del 67%, del orden de dos
terceras partes del de Europa Occidental; en el sexenio siguiente 81,8%; en 1887-92
había subido al 91,4 %, como quien dice a ras con ras frente a las tres mayores
potencias europeas; finalmente, en 1893-98, había alcanzado 104,0 %. O sea, que
antes de finalizar el siglo XIX, la Argentina había sobrepasado claramente a Europa
Occidental (Ramón Díaz, en El Observador, de Montevideo, Uruguay).
Argentina, carente casi de leyes laborales en esa época, recibía aportes
migratorios enormes de países con legislación social "avanzada”, simplemente,
porque aquí se ganaba más y se vivía mejor.
Curiosidades de principios del siglo veinte. Los socialistas eran los paladines del
patrón oro y del libre cambio internacional como argumento en defensa de los
asalariados.
En este sentido, los argumentos que esgrimían J. B. Justo, E. Dickmann y N.
Repetto no diferían mucho de las ideas de los adalides de la Liga de Manchester (R.
Cobden, J. Bright, etc.).
Sobre el período que abarca de 1930 hasta nuestros días, puedo repetir en forma
literal, aquello que escribí, hace más de 40 años en la revista “Ideas sobre la
Libertad”. En el N° 13, de agosto de 1963, dentro del artículo “Economía: Libertad o
Coacción”, bajo el subtítulo de “La crisis argentina actual” sostuve, y creo que ella
sigue siendo debida al “MONOPOLISMO AUTORITARIO, o más bien la violencia
legalizada -política, impuesta a los pueblos sojuzgados por las dictaduras surgidas
después de la primera guerra mundial- que deslumbró en nuestro suelo a cierto
sector político e intelectual influyente, cuyo talento se convirtió en vehículo de
nuestros actuales infortunios”.
“La crisis de intervencionismo que al presente sufre la Nación, no es sino
consecuencia de la política fiscal y monetaria inaugurada en el año 1930,
166
contemporáneamente con la interrupción de la continuidad constitucional”.
“Control de cambios, Dirección de Impuesto a los Réditos, Banco Central,
Corporación del Transporte Metropolitano; ingerencia en el tráfico por carreteras
interprovinciales, control de precios, juntas reguladoras de la producción
agropecuaria, barreras inmigratorias, marina y aviación comercial del Estado;
nacionalización de los depósitos bancarios, ferrocarriles, teléfonos, puertos, usinas
eléctricas; agremiación y previsión social compulsiva; tales son los hitos que van
señalando el camino hacia la actual postración y decadencia, tanto económica como
institucional”,
Concuerdo que gracias a las privatizaciones de la década del 90, volvimos a
tener servicios públicos. Pero, sin libertad bancaria, crediticia y laboral, sin
privatización del subsuelo, venta de la tierra pública, abolición del régimen de
coparticipación federal impositiva, el cese de la recaudación impositiva del gobierno
central en las provincias, no hay salida en la Argentina.
CAPÍTULO 5
HACIA LA LIBERTAD EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
“Cuando vean que para producir necesitan obtener la aprobación de quienes no
producen nada; cuando vean que el dinero fluye a quienes comercian no en bienes
sino en favores; cuando vean que los hombres se hacen más ricos a través de la
estafa que del trabajo, y sus leyes no lo protegen de ellos, pero los protegen a ellos
de ustedes; cuando vean que la corrupción es recompensada y la honestidad se
convierte en un sacrificio personal; sabrán que su sociedad está condenada "(Ayn
Rand)
La Constitución de 1853/60 representó el pacto de gobernabilidad en virtud del
cual se organizó la República Argentina. Reconoció las autonomías provinciales.
Creó la autoridad central basada en la unicidad del Poder Ejecutivo. Estableció el
Congreso
167
Nacional compuesto por dos Cámaras y el Poder Judicial independiente.
Las facultades fiscales del gobierno federal fueron limitadas al cobro de los
derechos de aduana y a la venta o locación de tierras públicas. Previo, para casos
estrictamente excepcionales (guerra, conmoción interior), gravámenes directos mientras
duraran las emergencias.
La Argentina moderna se construyó sobre la base de la garantía de la propiedad
privada, el derecho de libre asociación y la libertad contractual. Estas circunstancias
permitieron atraer las grandes inversiones provenientes de los centros financieros de
mayor importancia del mundo65.-
La fortaleza y el arraigo de las instituciones permitieron los casi 80 años de
continuidad constitucional.
Las leyes de corte totalitario que se sancionaron con el pretexto de paliar los efectos
de la Gran Depresión, determinaron las causas socialistas del fracaso argentino.
Perpetuados los impuestos federales de emergencia, la Coparticipación Federal
Impositiva, y con la banca y el crédito centralizados a nivel nacional, resurgió la
ingobernabilidad propia de los históricos fracasos del unitarismo.
La Constitución de 1853/60 quedó en la práctica derogada. El Congreso Nacional
pasó a convertirse en figura decorativa, en especial, en sus facultades financieras.
En el nuevo modelo aislacionista e inflacionario se impuso un Poder Ejecutivo
desmembrado en un sinnúmero de organismos deliberativos autárquicos, en forma de
entes y empresas comerciales, solventado con dinero de los contribuyentes.
De los ocho ministros-secretarios se pasó a las múltiples Secretarías y
Subsecretarías de Estado, dependientes del Poder Ejecutivo.
La degradación progresiva de los billetes de curso forzoso, emitidos a modo de
moneda por el Banco Central, con el fin dé financiar las nacionalizaciones y la
demagogia política, redujo severamente los salarios reales de la población.
El sistema ideado por el justicialismo socialista, para compensar la caída en los
ingresos populares, engendró el conjunto de cargas sobre el aparato productivo
65 Ingobernabilidad, Socialismo y el Fracaso de los “Planes Económicos”, Meir Zylberberg, La
Prensa, Buenos Aires, martes 13 de marzo de 1990.
168
nacional que alejó a la Argentina de su otrora importante papel en el comercio mundial.
La «protección a los trabajadores» y las leyes sociales convirtieron a la Argentina en
país emigratorio. Al igual que los cubanos fugados de la paradisíaca isla socialista, un
elevado número de nuestros compatriotas gravita fuertemente, hoy, en California,
Florida, España y hasta en Brasil.
La perversión de las ideas
En 1945, a los diez años de establecida la Coparticipación Federal y el
funcionamiento del Banco Central, sus creadores habían logrado un inesperado
objetivo. La grave confusión ideológica que afectó al sector más ilustrado de la socie-
dad argentina.
Para enfrentar al naciente peronismo, los partidos tradicionales argentinos, no
encontraron nada más oportuno que sellar un pacto de «Unión Democrática» con el
Partido Comunista.
El drama se acentuó en 1955, tras la asunción de la Junta Militar que había
derrocado a Juan Domingo Perón de la presidencia.
El corporativismo fascista recibe un inesperado triunfo al convocarse a Raúl
Prebisch para asesorar, en materia económica, al gobierno de la Revolución
Libertadora. Lo demuestra a las claras el Dictamen de una llamada “Comisión Asesora"
sobré el “Plan de Restablecimiento Económico”66 presentado por el Dr. Raúl Prebisch.
La Comisión, estuvo presidida por el Dr. Eustaquio Mendez Delfino y como Secretario el
Dr, Adalberto Krieger Vasena, quien fuera luego “Ministro de Economía”.
Lo curioso de esta Comisión era su estilo corporativo. Se asemejaba, en un todo, a
la estructura del último gabinete del denostado régimen depuesto. La Comisión se
mostró conforme con los objetivos del Plan Prebisch.
Las criticas a la política inflacionaria, negociados, dirigismo y estatizaciones de los
servicios públicos del derrocado gobierno, en ningún momento apuntaron a las causas
que hicieron posibles estos hechos.
Tanto el Plan de Acción Económica de 1934 y la Reforma Fiscal y Monetaria de
1932/35, fueron ignorados. Eran la obra imperecedera del Dr. Raúl Prebish, quien había
pavimentado el camino a la catástrofe.
66 Dictamen sobre el “Plan de Restablecimiento Económico”, Comisión Asesora de Economía y Finanzas, Buenos
Aires, 1956, editado por la . Secretaría de Prensa de la Presidencia de la Nación.
169
Gracias a este nombramiento y dictamen de neto corte keynesiano, no es de
sorprenderse que el Régimen Financiero de la Constitución de 1853/60 permaneciera
sepultado 60 años más.
Frente a las elecciones para convencionales de 1957, los partidos “democráticos”
diferían en muy poco con los principales puntos de la plataforma del Partido Comunista.
El agregado del artículo 14 bis a la Constitución de 1853/60, fue lo único aprobado.
Desde entonces, la ya inexistente libre contratación laboral, el derecho de huelga y las
convenciones colectivas quedaron legitimados por el Derecho Constitucional argentino.
La suma de estos desatinos hizo que, a nivel popular, la palabra Justicia dejara de
entenderse como ciega, abstracta, fría e impersonal, propia de las naciones civilizadas.
Devino, por el contrario, en «Justicia Social». La «responsabilidad colectiva», criterio
imperante en el orden jurídico primitivo, obtuvo, en nuestro medio, una extraña dosis de
prestigio.
Se puso de moda la discriminación por nacionalidad: «extranjero» y «enemigo»
pasaron a ser sinónimos, con especial énfasis en materia fiscal. La ausencia de libertad
de trabajo, la inflación y la plétora de cargas sociales e impositivas trajo clientelismo,
desempleo y el renacer de la barbarie.
De ahí las actitudes irracionales de piqueteros cortando calles, avenidas, o rutas
nacionales en reclamo de trabajo. O, peor, enfermeros huelguistas que dejan morir a
los pacientes, en salas de terapia intensiva.
El fracaso de los gobiernos civiles y militares y de los «planes económicos», que se
sucedieron a partir de 1955, responde—todos—a una causa común: Insistir en hacer
compatibles el régimen republicano, representativo y federal de gobierno con el
centralismo corporativo-fascista que nos rige.
La salida a la crisis perpetuada
La crisis perpetuada por el estatismo no tiene otra salida que liberar recursos y
energías de la ciudadanía. Esto implica legalizar en forma incondicional las actividades
productivas de más de seis millones de trabajadores, desocupados o excluidos en el
sector informal de la economía.
174
La libertad laboral es el más perfecto sistema de seguro contra el desempleo.
No puede existir ninguna severa reducción de los gastos estatales sin la previa
emancipación de las actividades creativas respecto de los poderes públicos.
Eliminar impuestos al trabajo, establecer el derecho a elegir libremente planes de
jubilación, seguros de salud, asociaciones gremiales y volver al federalismo en materia
laboral.
Avanzar hacia el federalismo fiscal con abolición del Régimen de Coparticipación
Impositiva, adecuando el sistema rentístico nacional a las prescripciones del aún
vigente artículo cuarto de la Constitución Nacional. Considerar guerra perdida la que
lleva a cabo el gobierno contra la evasión, atento al rechazo masivo popular al orden
legal que rige en materia impositiva y de previsión social.
Apelar, sin demoras, al inciso segundo del artículo cuarto de la Constitución
Nacional, que autoriza la venta o locación de tierras públicas, sin distinguir suelo del
subsuelo. Para alcanzar a ver, en breve, a las rezagadas provincias argentinas
compitiendo en prosperidad con los estados norteamericanos de Texas y California,
resulta imprescindible derogar el Código de Minería y toda la legislación minera que
consagre la colectivización del subsuelo.
De la privatización del subsuelo podrán provenir los ingresos extraordinarios para
dejar de ser un país rico con gobierno en bancarrota y población en fuga.
Estos recursos deben sustituir a los ilegítimos impuestos al cheque, a las ganancias,
al valor agregado, a la transferencia de combustibles, etc. que no son otra cosa que
aduanas interiores que distorsionan la economía nacional.
El Banco Central lleva ya 30 años de sobre vida, respecto a los cuarenta que le fijó
la carta orgánica original. Cumplida con creces su obra demoledora, no queda otro
camino que disolverlo. Esto, equivale a transferir todo lo referente a moneda, crédito,
bancos, cambios y tasas de interés a la esfera del Derecho Comercial y al control
incorruptible de la libre competencia y la responsabilidad individual.
Orientada la acción legislativa en este sentido, pronto habrán desaparecido los
mercados negros; los capitales prófugos retornarán sin temor/a represalias. Dejarán de
existir la mendicidad institucionalizada; los privilegios fiscales se extinguirán
175
automáticamente y la reconciliación nacional será un hecho67-
CAPÍTULO 6
CIVILIZACIÓN Y ECONOMÍA
El colapso económico e institucional argentino, a pesar de su magnitud y tiempo de
duración, no encontró, hasta nuestros días, una explicación coherente en el mundo
académico.
Los grandes ausentes en el campo del pensamiento resultaron ser, tanto los puntos
básicos que condujeron al gran milagro argentino desde 1853 hasta 1930, como así las
teorías e instituciones responsables de los sucesivos fracasos de los últimos 75 años.
La pregunta del por qué de este vacío tiene, a mi juicio, una respuesta dramática.
Ni la gran legión de economistas y, menos aún, la masa de intelectuales, artistas,
docentes, comunicadores sociales, jamás atinaron a esbozar, una idea aunque sea
aproximada sobre el verdadero significado del término Economía.
El hecho grave es que se desconoció, en todos los casos, que hablar de Economía,
no es otra cosa que referirse al hombre dentro del ámbito de la sociedad civilizada.
Para ello, basta recordar que la aparición de las prácticas económicas más
primitivas vino junto con los primeros vestigios del ejercicio del pensamiento causal.
Mientras la competencia animal o de los salvajes permaneció siendo una disputa de
matar o morir, la competencia humana civilizada se convirtió en el gran sistema de
cooperación pacífica y voluntaria de hombres y mujeres habitantes de los puntos más
recónditos de la tierra. Para la sociedad de mercado una “presa” muy codiciada está
lejos de ser motivo para matar o morir. Al contrario, es una oportunidad para la
creatividad empresarial. Una razón para obtener ganancias multiplicando el número de
esas “presas” tan demandadas.
La evolución de la conciencia del yo y su correlato: la propiedad privada, el
desarrollo de los cultivos, la navegación, los números y la escritura, el trueque, la
moneda, el sistema de precios, la especialización, el nacimiento de las profesiones, la
idea del beneficio de los intercambios, los bancos, los grandes hallazgos de la
67 “Lección de Economía en Moscú”, Meir Zylberberg, La Prensa, Buenos Aires, lunes 11 de septiembre de 1989. Meir
Zylberberg “Towards Argentine Freedom”, The Freeman, Ideas on Liberty, mayo de 1990,
176
tecnología moderna, demostraron a las claras que economía, cultura y civilización son
procesos que vinieron unidos.
No existe una libertad política desprendida de la libertad económica. Más aún,
libertad política con economía regimentada terminan en una parodia con final trágico.
Hombre libre y esclavo significaron, desde siempre, ideas opuestas. Sin libertad, no
hay mercado ni creatividad empresarial, al decir de Jesús Huerta de Soto. El mismo
autor agrega con razón que:
“la función empresarial, no sólo hace posible la vida en sociedad, al coordinar el
comportamiento de sus miembros, sino que también impulsa el desarrollo de la
civilización, al crear continuamente nuevos objetivos y conocimientos que se extienden
en oleadas sucesivas por toda la sociedad”.
El catedrático de Economía Política en la Universidad Rey Juan Carlos, Huerta de
Soto concluye que:
“El proceso empresarial da lugar, por tanto, a una especie de continuo «big bang»
social que permite el crecimiento sin límite del conocimiento”.
El libre acceso y la movilidad de los recursos son los verdaderos motores del
progreso humano.
Las políticas de sustitución de importaciones, proteccionismo laboral, agropecuario o
manufacturero, las alianzas estratégicas para sostener alto el tipo de cambio en
defensa de la industria nacional son, en cambio, los preanuncios del sometimiento de la
sociedad civil al crimen organizado.
A tres años del bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810, el ejemplo argentino
resulta más que sugestivo.
Mientras prevalecieron los derechos y garantías individuales, de igualdad ante la ley,
inviolabilidad de la propiedad privada, la libertad de trabajo en todas las esferas, la
descentralización y división de los poderes públicos, recursos federales taxativos
establecidos en el texto de la Constitución y vigencia del sistema monetario basado en
el oro, Argentina disfrutó del modelo de Libertad y Progreso que la condujo a ocupar
los primeros puestos entre las naciones más prósperas de la tierra. Derogada de hecho
la sabia Constitución de 1853, por una suerte de leyes y decretos a partir de fines del
año 1929, proceso que se prolongó durante toda la década del treinta, ya en 1941
177
Argentina era considerada en el mundo una aparente República representativa y federal
aunque, en la realidad, era un estado corporativo fascista.
En 1929 se decretó el fin de la libre convertibilidad de oro a papel mediante el cierre
definitivo de la Caja de Conversión. Este alevoso ataque a la fe pública fue obra de un
decreto del entonces presidente constitucional Hipólito Yrigoyen.
Desde 1931 y años subsiguientes, el aislamiento propio de las políticas nacional-
socialistas de la época quedó inaugurado mediante los controles, permisos y
diferencias cambiarias a favor del fisco.
A partir de enero de 1932, las acciones privadas de los hombres que de ningún
modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, dejaron de
estar reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados.
No fue un ejército de ocupación el que intervino los hogares de quienes habitaban
en la Capital Federal, las gobernaciones y los territorios provinciales. Fue, por el
contrario, en plena paz, que los poderes centrales de la Nación, mediante la declaración
del estado de emergencia, sancionaron el Impuesto Nacional a los Réditos,
circunstancia más que grave, que perdura hasta nuestros días.
A fines de 1934 caduca en forma definitiva el federalismo argentino. Se estableció el
sistema de reparto, que quedó perpetuado con el nombre de Coparticipación Federal
Impositiva. Hoy lloramos las consecuencias, pero pocos buscaron las causas y menos
la manera de abolir el sistema que condujo a la cartelización fiscal de la Nación. En el
tórrido verano de 1935, mediante la pantalla de la creación del Banco Central, el avance
del totalitarismo en la Argentina no dejó actitud delincuencial por cometer.
La transferencia, a la nueva entidad a crearse, de las 358 toneladas de oro
depositadas en la Caja de Conversión pertenecientes a los tenedores de billetes
moneda nacional, además de significar un despojo a la ciudadanía, pavimentó el
camino hacia el colectivismo argentino.
178
El llamado “revalúo del oro” constituyó la primera licuación de pasivos del siglo
veinte. La banca privada pagó con la sumisión el precio del “salvataje”.
El Mensaje y la Carta Orgánica del Banco Central de 1935 dieron por derogada a la
Constitución liberal de 1853 y el destino de los argentinos corrió la misma suerte que
las naciones víctimas del totalitarismo del siglo XX.
La realidad nacional quedó sucesivamente bien reflejada por el texto de la
Constitución peronista de 1949, los proyectos constitucionales de 1957 de los partidos
“democráticos”, Radical, Socialista, Comunista, el artículo 14 bis incorporado en 1957 a
la Constitución de 1853/60 y, finalmente, las aberraciones jurídicas de la disolvente
Reforma de 1994.
Heridas de muerte las instituciones económicas vitales, instituido el patrón
monetario de papel gubernamental, castigados al máximo los beneficios de los
intercambios pacíficos y voluntarios, destruidos los ahorros, no es de extrañar que
presenciemos el renacer de la barbarie. Aprendimos de esta manera a convivir con el
éxodo, la guerra civil, el conflicto bélico con Gran Bretaña, el desgobierno perpetuo, el
auge de la delincuencia y el enseñoramiento de bandas armadas que cortan rutas,
avenidas y puentes.
APÉNDICE
UNIDADES MONETARIAS ARGENTINAS
(Fuente: Banco Central de la República Argentina)
Emisiones Anteriores
Unidad monetaria Norma legal Vigente desde
Peso Moneda
Nacional
Peso Ley
Peso argentino
Austral
Peso
Ley Nro.1130,
modificada por Ley
Nro. 3871 Ley Nro.
18188 Decreto
P.E.N.
Nro. 22707 Decreto
P.E.N.
5-NOV-1881
1-ENE-1970
1-JUN-1983
15-JUN-1985
1-ENE-1992
179
Nro. 1096 Decreto
P.E.N.
Nro. 2128 y Ley de
Convertibilidad
Peso moneda nacional
Mediante la sanción de la Ley 1130, modificada por la Ley 3871 del 4 de noviembre de
1899 se establece como unidad monetaria argentina el PESO MONEDA NACIONAL
(m$n).
Monedas
Denominación Emisión Cese de curso
legal Desmonetización
1 centavo 1882 21-ABR-59 2-ENE-60
2 centavos 1882 21-ABR-59 2-ENE-60
5 centavos 1896 31-ENE-65 1-JUL-65
10 centavos 1896 21-ENE-66 1-JUL-66
20 centavos 1896 31-ENE-67 1-ABR-67
50 centavos 1941 31-ENE-69 29-MAR-78
1 m$n 1957 1-OCT-74 29-MAR-78
5 m$n 1961 12-ABR-76 29-MAR-78
10 m$n 1962 12-JUL-76 29-MAR-78
25 m$n 1964 12-JUL-76 29-MAR-78
V'
180
Peso moneda nacional (continuación)
Billetes
Denominación Emisión Cese de
curso legal Desmonetización
50 centavos 1942 31-DIC-60 31-DIC-62
1 m$n 1935 31-DIC-60 29-DIC-62
5 m$n 1935 31-ENE-65 1-JUL-65
10 m$n 17-MAR-36 31-ENE-65 1-JUL-65
50 m$n (1) 10-SEP-36 30-MAR-68 1-JUL-75
50 m$n (2) 2-ENE-43 30-SEP-68 29-MAR-78
100 m$n (1) 14-AGO-36 30-MAR-68 1-JUL-75
100 m$n (2) 23-DIC-43 30-SEP-68 29-MAR-78
500 m$n (1) 21-DIC-44 30-MAR-68 1-JUL-75
500 m$n (2) 25-NOV-64 30-SEP-68 29-MAR-78
1000 m$n 21-DIC-44 1-JUL-75 29-MAR-78
5000 m$n 4-OCT-62 1-JUL-75 29-MAR-78
10000 m$n 18-DIC-61 1-JUL-75 29-MAR-78
5. Primer diseño
6. Segundo diseño
Pesos Ley
Mediante la sanción de la Ley 18188, del 5 de abril de 1969, se establece como
unidad monetaria argentina el PESO LEY 18.188 ($ ley) vigente a partir del 1 ° de enero
de 1970.
La relación entre esta línea y su predecesora, la línea Peso Moneda Nacional, fue
de 1 $Ley = 100 m$n.
Monedas
Denominación Emisión Cese de curso
legal Desmonetización
1 centavo 1-ENE-70 31-OCT-79 28-DIC-79
5 centavos 18-MAY-70 31-OCT-79 28-DIC-79
10 centavos 1-ENE-70 31-OCT-79 28-DIC-79
20 centavos 18-MAY-70 31-OCT-79 28-DIC-79
50 centavos 1-ENE-70 31-OCT-79 28-DIC-79
1 $ Ley 1-OCT-74 2-ENE-84 30-MAR-84
5 $ Ley 12-ABR-76 2-ENE-84 30-MAR-84
10 $Ley 12-JUL-76 2-ENE-84 30-MAR-84
50 $ Ley 1-AGO-78 2-ENE-84 30-MAR-84
100 $ Ley 1-AGO-78 2-ENE-84 30-MAR-84
Billetes
Denominación Emisión Cese de
curso legal Desmonetización
1 $ Ley 30-ENE-70 1-ABR-81 1 -ABR-82
5 $ Ley 24-NOV-71 1-ABR-81 1-ABR-82
10 $ Ley 1-SEP-70 1-ABR-81 1-ABR-82
50 $ Ley 15-MAR-72 1-ABR-81 1-ABR-82
100 $ Ley 15-FEB-71 1-ABR-81 1-ABR-82
500 $ Ley’ 30-NOV-72 2-ABR-84 29-JUN-84
1000 $ Ley 27-NOV-73 2-ABR-84 29-JUN-84
5000 $ Ley 12-DIC-77 2-ABR-84 26-JUN-84
10000 $ Ley 25-OCT-76 19-JUL-85 11-OCT-85
50000 $ Ley 19-FEB-79 19-JUL-85 11-OCT-85
100000 $ Ley 1-NOV-79 19-JUL-85 11-OCT-85
500000 $ Ley 28-JUL-80 19-JUL-85 11-OCT-85
1000000 $ Ley 25-NOV-81 19-JUL-85 11-OCT-85
182
Peso Argentino
Mediante el Decreto 22707, se establece como unidad monetaria argentina el PESO
ARGENTINO ($a), vigente a partir del 1o de junio de 1983, La relación entre esta línea y
su predecesora, la línea Peso Ley, fue de 1 $a = 10000 $ Ley.
Monedas
Denominación Emisión Cese de curso legal Desmonetización
1 centavo 01-jun-83 19-Jul.85 11-oct-85
5 centavos 01-jun-83 19-Jul.85 11-oct-85
10 centavos 01-jun-83 19-Jul.85 11-oct-85
50 centavos 01-jun-83 19-Jul.85 11-oct-85
1 $ a 06-jul-84 19-Jul.85 11-oct-85
5 $ a 03-dic-84 31-jul-91 30-sep-91
10 $ a 03-dic-84 31-jul-91 30-sep-91
50 $ a 31-may-85 31-jul-91 30-sep-91
Billetes
Denominación Emisión Cese de
curso legal Desmonetización
1 $a 1-JUN-83 19-JUL-85 11-OCT-85
5 $a 1-JUN-83 31-MAY-87 1-DIC-87
10 $a 1-JUN-83 31-MAY-87 1-DIC-87
50 $a 1-JUN-83 31-MAY-87 1-DIC-87
100 $a 1-JUN-83 31-MAY-87 1-DIC-87
500 $a 22-MAY-84 31-MAY-87 1-DIC-87
1000 $a 31-OCT-83 30-NOV-87 1-JUL-88
5000 $a 29-NOV-84 30-NOV-87 1-JUL-88
10000 $a 3-ABR-85 3Q-NOV-87 1-JUL-88
182
Austral
Mediante el Decreto 1096 del 14 de junio de 1985, se establece como unidad
monetaria argentina el AUSTRAL (A), vigente a partir del 15 de junio de 1985. La
relación entre esta línea y su predecesora, la línea Peso Ley, fue de 1 A = 1000 $a.
Monedas
Denominación Emisión Cese de
curso legal Desmonetización
1/2 centavo 23-SEP-85 31-DIC-91 1-MAR-92
1 centavo 23-SEP-85 31-DIC-91 1 -MAR-92
5 centavos 23-SEP-85 31-DIC-91 1-MAR-92
10 centavos 14-OCT-85 31-DIC-91 1-MAR-92
50 centavos 14-OCT-85 31-DIC-91 1-MAR-92
1 A 27-MAR-89 31-DIC-91 1-MAR-92
5 A 22-MAY-89 31-DIC-91 1-MAR-92
10 A 26-JUN-89 31-DIC-91 1-MAR-92
100 A 28-NOV-90 31-OCT-93 31-DIC-93
500 A 1-NOV-90 31-OCT-93 31-DIC-93
1000 A 28-NOV-9Q 31-OCT-93 31-DIC-93
183
Billetes
Denominación Emisión Cese de curso
legal Desmonetización
1 A 31-OCT-85 31-OCT-91 31-DIC-91
5 A 28-FEB-86 31-OCT-91 31-DIC-91
10 A 30-DIC-85 31-OCT-91 31-DIC-91
50 A 23-JUN-86 31-DIC-91 1-MAR-92
100 A 25-NOV-85 1-JUN-92 30-SEP-92 (68)
500 A 2-MAY-88 1-JUN-92 30-SEP-92 (*)
1000 A 30-SEP-88 1-JUN-92 30-SEP-92 (*)
5000 A 26-MAY-89 1-OCT-92 31-DIC-92
10000 A(P) 31-JUL-89 31-AGO-91 31-OCT-91
10000 A (D) 25-AGO-89 1-OCT-92 31-DIC-92
50000 A(P) 2-JUN-89 31-AGO-91 31-OCT-91
50000 A (D) 8-NOV-89 2-ENE-93 31-MAR-93
100000 A 21-MAY-90 2-ENE-93 31-MAR-93
500000 A(P) 2-JUL-90 31-OCT-91 31-D1C-91
500000 A (D) 1-NOV-90 2-ENE-93 15-ENE-93
(*)Postergado el canje hasta el 30 de noviembre de 1992. (P) Billetes provisorios (serie peso argentino con sello
aclaratorio de su denominación en australes. (D) Billetes definitivos (serie austral).
Emisiones Vigentes
La relación entre esta línea y su predecesora, la línea Austral, es de 1 Peso =
10.000 Australes.
La línea monetaria vigente en la República Argentina es la LINEA PESO
CONVERTIBLE (Decreto del Poder Ejecutivo N°. 2128 del 10 de octubre de 1991 y el
Artículo 12 de la Ley de Convertibilidad N° 23928 del 27 de marzo de 1991).
185
La vigencia de la convertibilidad en tan largo período (alrededor de 30 años),
permitió a la Argentina un crecimiento del Producto Bruto Interno del 4,1 % promedio
anual.
Entrada en vigencia de las monedas
argentinas
Denominación
Desde
Moneda Nacional 05.11. 1881
Peso Ley 18188 01.01 1970
Peso Argentino 01.06 1983
Austral 15.06 1985
Peso 01.01 1992
Leyes Monetarias Argentinas Ley N° 1.130 de Reforma de la Unidad Monetaria
Nacional
Emitida por el Poder Legislativo Nacional.
Sancionada el: 3 de noviembre de 1881.
Promulgada el: 5 de noviembre de 1881.
Publicada en el Registro Nacional: 1878 / 81: página 560.
Art. 1o - La unidad monetaria de la República Argentina, será el peso de oro o plata.
El peso de oro es 1 gramo 6.129 diez milésimos de gramo de oro, de título de 900
milésimo de fino.
El peso de plata es el de 25 gramos de plata, de título de 900 milésimo de fino.
Art. 2° - La Casa de Moneda de la Nación acuñará monedas de oro, plata y cobre,
con la denominación, clase, valor, título, peso, diámetro y tolerancia que a continuación
se detallan:
Art. 3° - Todas las monedas llevarán estampado en el anverso el escudo de armas
de la Nación con la inscripción "República Argentina" y el año de su acuñación.
En el reverso un busto cubierto con el gorro frigio que simbolice la libertad, e
inscripta la palabra "Libertad" y la denominación, valor y ley de la moneda.
El "Argentino" y el "Peso plata" llevarán la inscripción "Igualdad ante la ley" en el
186
canto; las demás monedas de oro y plata llevarán el canto acanalado y las de cobre
liso.
Art. 4° - La acuñación de monedas de oro es ¡limitada. La acuñación de plata no
excederá de cuatro pesos, por cada habitante de la República, de veinte centavos la de
cobre quedando el Poder Ejecutivo facultado para determinar las proporciones entre los
múltiplos y submúltiplos de monedas de cada metal.
Art. 5o - Las monedas de oro y plata, acuñadas en las condiciones de esta ley,
tendrán curso forzoso en la Nación, servirán para cancelar todo contrato u obligación,
contraída dentro o fuera del país y que deba ejecutarse en el territorio de la República,
a no ser que se hubiera estipulado expresamente el pago en una clase de moneda
nacional.
Art. 6o - El recibo de las monedas de plata menores de un peso y las de cobre,
sólo será obligatorio en la proporción de 50 centavos, si las sumas a pagarse no excediesen
de 20 pesos y en la de un peso, por toda suma que exceda de esta cantidad.
Art. 7o - Queda prohibida la circulación legal de toda moneda extranjera de oro,
desde que se hayan acuñado ocho millones de pesos en moneda de oro de la Nación, y
la circulación legal de toda moneda extranjera de plata, desde que se hayan acuñado
cuatro millones de plata.
Una vez que se hayan acuñado las cantidades de oro y plata que expresa el párrafo
anterior el Poder Ejecutivo lo hará saber por medio de un decreto, en el que se fijará un
plazo, que no baje de tres meses, para hacer efectiva la disposición de este artículo.
Art. 8o - Vencido el plazo fijado por el Poder Ejecutivo, los tribunales, oficinas o
funcionarios públicos de la Nación o de las provincias no podrán admitir gestión, ni dar
curso a acto alguno estipulado con posterioridad a esa fecha, que represente o exprese
cantidades de dinero que no sea en moneda nacional, con excepción de aquellos actos
o contratos que hubieran debido ejecutarse fuera del país.
Los que hubiesen estipulado en el extranjero para ejecutarse en la República,
deberán exigirse en moneda nacional por equivalente.
Art. 9o - El Poder Ejecutivo recogerá las monedas de plata extranjeras, pagando
únicamente la cantidad de fino que contengan con arreglo a la unidad monetaria creada
por esta ley.
187
Art, 10° - El Poder Ejecutivo determinará y reglamentará, en la forma más
conveniente, la emisión de las especies fabricadas, ya sea por medio de la Casa de la
Moneda, de la Tesorería general, de los Bancos y otras reparticiones de las admi-
nistraciones nacionales.
Art. 11° - Los contratos existentes y los que se hubiesen celebrado antes de
haberse acuñado la cantidad fijada en la última parte del art. 7o, se cancelarán en
moneda nacional por su equivalente, tomando por base el título y peso de las monedas.
Art. 12° - A los efectos del artículo anterior, el Poder Ejecutivo hará ensayar y
publicar el título y verificar el peso de las monedas extranjeras en circulación.
Art. 13° - Los Bancos de emisión que existen en la República deberán, dentro de
los dos años de sancionada esta ley, renovar toda su emisión en billetes, a moneda
nacional.
Art. 14° - Dentro del mismo término fijado en el artículo anterior, los Bancos de
emisión deberán recoger todos los billetes de menos valor de un peso, quedándoles
expresamente prohibido, desde treinta días después de la fecha de la presente ley,
emitir nuevos billetes, por fracción de peso.
Art. 15° - Se consideran cumplidas las obligaciones, que se imponen a los
Bancos en los artículos anteriores siempre que, durante un año, hayan llamado
públicamente al cambio de sus billetes con arreglo a esta ley. Los billetes que no se
presentasen al cambio en el término, perderán su fuerza ejecutiva.
Art. 16° - Los Bancos que infringieran lo ordenado en los arts. 13 y 14, incurrirán
en una multa de 50.000 pesos fuertes, que se hará efectiva por el juez nacional de
sección, por acusación fiscal o de cualquiera del pueblo.
En el caso que se proceda por acción fiscal, el importe de las multas se destinará al
fondo de escuelas, y si se procede por acusación particular, se dividirá por mitad entre
el denunciante y el fondo de escuelas.
Art. 17° - Queda vigente la ley de 29 de septiembre de 1875 (*), en cuanto no se
oponga a la presente.
(*) Se refiere a la ley N° 733 que estableció la Moneda Nacional y que fue
sancionada el 23 de septiembre de 1875 y promulgada el 29 de septiembre de 1875
Art. 18° - Comuníquese, etc.
188
Nota: El peso en gramos de las monedas de $ o/s 5 y $ o/s 2,50 en el gráfico anterior,
se halla multiplicado por 10.
Ley N° 3.871 de Conversión a Oro de la Moneda Fiduciaria75
Emitida por el Poder Legislativo Nacional.
Sancionada el: 31 de octubre de 1899.
Promulgada el: 4 de noviembre de 1899.
Publicada en el: Registro Nacional: Tomo III, p. 442.
Art. 1o La Nación convertirá toda la emisión fiduciaria actual de billetes de curso
legal en moneda nacional de oro, al cambio de un peso moneda nacional de curso legal
por cuarenta y cuatro centavos de pesos moneda nacional oro sellado.
Art. 2° El P. E., en su oportunidad, fijará por decreto y con tres meses de
anticipación, la fecha, modo y forma en que se hará efectiva la disposición del artículo
anterior.
Art. 3o El P.E. procederá a formar una reserva metálica que se llamará “Fondo
de conversión”, destinada exclusivamente a servir de garantía a la conversión de la
moneda de papel.
Art. 4o Destínase a la formación del “Fondo de Conversión”:
1o Cinco por ciento de impuesto adicional a la importación;
2° Las utilidades del Banco de la Nación;
3o El producido anual de la liquidación del Banco Nacional, después de pagos los
gastos de administración y el servicio de los títulos y deudas del Banco;
72 (389) 3871. - Derogada en cuanto se oponga por el Art. 5° de la ley 5129,
aumento de capital del Banco de la Nación.
189
4o El producido de la venta del Ferrocarril Andino y a La Toma;
5o Los 6.967.650 pesos oro en cédulas nacionales a oro de propiedad de la Nación;
6o Los demás recursos que se destinen anualmente a este objeto en el presupuesto
general.
Art. 5o Estos recursos serán depositados en el Banco de la Nación en la forma y
plazos siguientes:
1° Desde la promulgación de esta ley, el 5% adicional a la importación, será remitido
directa y diariamente por las aduanas de la República, al Banco de la Nación o sus
sucursales;
2o Las utilidades del Banco de la Nación serán liquidadas semestralmente por el
mismo Banco, convertidas a oro y pasadas a la cuenta del “Fondo de Conversión";
3o El sobrante del producido de la liquidación del Banco nacional, será liquidado y
entregado anualmente al Banco de la Nación y convertido a oro por éste;
4o Los 6.967.650 pesos oro de cédulas nacionales, serán negociados por el P. E.
con el Banco Hipotecario nacional, y su importe será entregado por este Banco al de la
Nación, en los plazos que se convengan;
5o El producido del Ferrocarril Andino y a La Toma, así que sea realizado, se
entregará al Banco de la Nación.
Art. 6o El Banco de la Nación empleará el “Fondo de Conversión”
exclusivamente en la compraventa de giros sobre el exterior. El P. E. reglamentará
especialmente esta oficina de giros.
Art. 7o Mientras no se dicte el decreto a que se refiere el art. 2o, fijando la fecha y
modo en que debe hacerse efectiva la conversión de la moneda de curso legal, la Caja
de Conversión emitirá y entregará, a quien lo solicite, billetes moneda de curso legal por
moneda de oro sellado, en la proporción de un peso moneda de curso legal por
cuarenta y cuatro centavos de pesos oro sellado, y entregará el oro que reciba por este
medio, a quien lo solicite, en cambio de moneda de papel, al mismo tipo de cambio.
La Caja de Conversión llevará una cuenta especial a los billetes que emita en
cumplimiento del presente artículo y del oro que reciba en cambio.
Art. 8o El oro que reciba la Caja de Conversión, en cambio de billetes no podrá
ser destinado, en ningún caso, ni bajo orden alguna, a otro objeto que el de convertir
190
billetes al tipo fijado, bajo la responsabilidad personal de los miembros de la 3aja de
Conversión o empleados que consintieran la entrega.
Art. 9o Los impuestos que percibe la Nación en papel de curso legal o en oro
sellado, podrán ser satisfechos indistintamente en papel o en oro al tipo fijado por esta
ley.
Art. 10° Comuniqúese, etc.
ÍNDICE DE NOMBRES Ahumada, Guillermo, 54 Alberdi, Juan Bautista, 34, 43, 99, 153, 154, 155, 158 Jem, Leandro N., 59 demann, Roberto T., 34 Afonsín, Raúl, 30, 73, 80, 111, 133, 134, 143, 149, 150, 57 Asogaray, Alvaro C., 64, 158 Alvarez, Carlos,, 149 Alvear, Carlos Torcuato de, 61 ALvear, Marcelo Torcuato de, 80 Arancibia Rodríguez, Mario, 86 Arenas, Mario, 86 Avellaneda, Nicolás, 38, 56, 162 Alberdi, Julio Juan, 119 Benegas Lynch, Alberto, 12, 158 Benegas, Eduardo, 11, 12, 158 Bernholz, Peter, 134 BIgnone, Reinaldo, 132, 133 Bonaparte, Napoleón, 78 Borlenghi, Ángel, 115 Botet, Luis E., 63 Bravo, Mario, 86 Bretti, Italo, 37, 38 Bright, John, 162 Burmeister, Germán Conrado, 38 Campos, Rudesindo, 86, 93, Carlyle, Thomas, 142 Castillo, Ramón S., 69, 70, 86 Vallo, Domingo, 136, 143, 146, 149 Ceballos Reyes, Raúl, 84, 86 Ramón Antonio, 115 Cervantes Saavedra, Miguel de, 27 Cevallos, Mariano F. 86
V'
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Chamberlain, Houston Stewart, 142 Cobden, Richard, 162 De la Rúa, Fernando, 136, 149, 150 De la Torre, Lisandro, 73, 110 De Tocqueville, Alexis, 104 Del Carril, Emilio Donato, 115 Del Mazo, Gabriel, 115 Díaz, Ramón, 162 Dickmann, Enrique, 7, 41, 42, 48, 49, 108, 109, 121, 122, 162 Duhalde, Eduardo, 144, 149, 150 Eguiguren, Atanasio, 7, 82, 83, 86, 93, 96, 97, 98 Einstein, Albert, 88 Erhard, Ludwig, 77 Fernández, Hernán, 115 Ferrer, Aldo, 31 Ford, A.G., 31 Fresco, Manuel, 69 Friedmann, Milton, 149 Frondizi, Arturo, 46, 47, 48, 49, 59, 115, 116, 129 Galindez, Francisco R., 86, 91, 94 Gallo, Ezequiel, 38, 57 Gardel, Carlos, 33 Gelbard, José Ber, 130 Gii, Anacleto, 52, 55 Goebbels, Joseph, 141 Goethe, Johann Wolfgang von, 142 Gondra, Roque Luis, 7, 51, 78, 112 Gönnet, Manuel B., 37 Hahn, L. Albert, 128 Hanke, Steve, 12, 134 Hayek, Friedrich von, 11, 12, 59, 67, 104, 141, 142, 143, 144, 155, 158 Herrera Vegas, Rafael, 80 Himmler, Heinrich, 141 Hitler, Adolfo, 46, 69, 72, 142 Huerta de Soto, Jesús, 174 Hueyo, Alberto, 44, 45, 76, 78, 86, 87, 91, 126 Humboldt, Wilhelm von, 142 Ibarguren, Carlos, 65 lllia, Arturo U., 49, 73, 129, 130 Ingenieros, José, 64 Johnson, Paul, 127 Juárez Celman, Miguel, 39, 51 Justo, Agustín P., 47, 64, 76, 95, 126, 145, 155 Justo, Juan B., 42, 50, 58, 121, 128 Keynes, John Maynard, 158 Kirchner, Cristina Fernández de, 150 Krieger Vasena, Adalberto, 30, 130, 168 Lamuraglia, Raúl, 158 Laurencena, Eduardo, 86 Lavagna, Roberto, 150, 151 Le Pera, Alfredo, 33 Levene, Gustavo Gabriel, 38, 40
López Murphy, Ricardo Hipólito, 149 López Peña, Lucio, 86 Lord Acton, 104, 141 Lubary, José, 86 Lugones, Leopoldo, 65 Luque, Rodolfo, 7, 66, 67, 95, 109, 126, 144, 145 Luzetti, Carlos, 158 Machinea, José Luis, 149 Mantilla, Manuel Florencio, 53, 55 Mao Tse Tung, 74 Martínez de Hoz, José Alfredo, 131, 132 Marx, Carlos, 95 Mendez Deffino, Eustaquio, 168 Mendiguren, José Ignacio de, 150 Menem, Carlos Saúl, 134, 135, 136,137,143 Mill, John Stuart, 142 Miller, J., 36 Miranda, Miguel, 113, 114 Mises, Ludwig von, 11, 12, 31 Mitchell, Daniel J., 97 Molinas, Luciano, 91 Montenegro, Pío, 86 Moreno Quintana, Lucio M., 42, 43, 45, 47, 65 Mosca, Enrique, 69 Moyano, Hugo, 150 Mussolini, Benito, 46, 70 Negri, Javier, 83 Newton, R., 36 Ongania, Juan Carlos, 30, 130, 157 Ortiz, Roberto M., 66, 69 Palacios, Alfredo L. 37, 65, 66, 86, 142 Patrón Costas, Robustiano, 86, 94, 95 Peel, Robert, 79 Pellegrini, Carlos, 40, 51, 52, 54, 58 Pena José, 60, 127 Perette, Carlos Humberto, 129 Perón, Juan Domingo, 63, 64, 65, 66, 67, 111, 113,115, 116, 117, 123, 124, 125, 128, 129, 130, 135, 143, 146, Matienzo, José Nicolás, 7, 84, 86, 103 Mayer, Jorge, 155 Pinedo, Federico, 68, 70, 74, 75, 76, 93, 95, 107, 108, 110, 111, 120, 121, 123, 127, 128, 134, 145, 155 Pitt, William, 78 Pizarro, José, 63 Prebisch, Raúl, 31, 47, 66, 72, 73, 80, 125, 158, 167 Ramírez, Pedro Pablo, 70, 118 Rand, Ayn, 165 Mendez Delfino, Eustaquio, 168 Mendiguren, José ignacio de, 150 Menem, Carlos Saul, 134, 135, 136, 137, 143 Mill, John Stuart, 142 Miller, J„ 36 Miranda, Miguel, 113, 114 VIises, Ludwig von, 11, 12, 31 Mitchell, Daniel J., 97 Molinas, Luciano, 91 Montenegro, Pio, 86
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Moreno Quintana, Lucio M., 42, 43, 45, 47, 65 Mosca, Enrique, 69 Moyano, Hugo, 150 Mulussolini, Benito, 46, 70 Negri, Javier, 83 Newton, R., 36 Ongania, Juan Carlos, 30, 130, 157 >rtiz, Roberto M., 66, 69 alacios, Alfredo L., 37, 65, 66, 86, 142 atrón Costas, Robustiano, 86, 94, 95 eel, Robert, 79 Pellegrini, Carlos, 40, 51, 52, 54, 58 Pena José, 60, 127 Perette, Carlos Humberto, 129 Perón, Juan Domingo, 63, 64, 65, 66, 67, 111, 113, 115, 6, 117, 123, 124, 125, 128, 129, 130, 135, 143, 146, Pinedo, Federico, 68, 70, 74,, 75, 76, 93, 95, 107, 108, 110, 111, 120, 121, 123, 127, 128, 134, 145, 155 t, William, 78 Pizarro, José, 63 Prebisch, Raul, 31, 47, 66, 72, 73, 80, 125, 158, 167 mirez, Pedro Pablo, 70, 118 nd, Ayn, 165 Rawson, Arturo, 70 Repetto, Nicolás, 47, 49, 68, 69, 70, 110, 127, 162 Rist, Charles, 31, 32, 122 Roca, Julio Argentino, 35, 36, 39, 40 Rodríguez Saá, Adolfo (abuelo), 86 Rodríguez Saá, Adolfo (nieto), 144 Rodríguez Varela, Alberto, 54 Romero Carranza, Ambrosio, 54 Rosas, Juan Manuel, 50, 142, 154 Rothe, Guillermo, 84, 85, 86, 101 Ruckauf, Carlos, 149, 150 Saavedra Lamas, Carlos, 61 Sáenz Peña, Roque, 39 Salaberry, Domingo, 80 San Martín, José de, 142 Sánchez Sañudo, Carlos Alberto, 130 Sánchez Sorondo, Matías, 86 Sánchez Viamonte, Carlos, 37 Santamarina, Antonio, 86 Schneider, Nicolás, 39 Sebreli, Juan José, 64 Serrey, Carlos, 86, 87, 92 Sforza, Conde, 66 Sobral, Antonio, 115 Soler, Sebastián, 63 Stalin, José, 46 Thatcher, Margaret, 129 Tonazzi, Juan M,, 70 Uriburu, José Félix, 47, 64, 65, 70, 73, 80, 144 Urquiza, Justo José de, 28, 161
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