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0".,,.;":": ",,;J ;, ;; ; ;;::r,'l 1",*0, n,.haya comenzado.

En esta tercera edición el lector no echará en falta nada de loque contiene Ia segunda y sí recibirá, en cambio, bastante más, yaque, debido a las adiciones que se le han incluido, con la misma

impresión contiene 136 páginas más que la segunda.

I Siete anos después de apgrecer la segunda edición, he editadolos dos volúmene¡ de Parerga y Paralipomena. Lo incluido en el

segundo título consiste en adiciones a la prqsentación sistemática demi filosofía y podría haber tenido su I'rgar_en los presentes volúme-nes: pero entonces tuve que alojarlo donde pude, ya que era muydudoso que liegara a ver esta tercera edición. Se encuentra en elsegundo volumen de los mencionados Parerga y se reconoce confacilidad en los títulos de los capítulos.

Francfort del Meno, septiembre de 1859.

LIBRO PRIMERO

IEL MTINDO COMO REPRESENTACIÓN

PzuMERA CONSIDEMCIÓN:

IA REPRESENTACIÓN SOMETIDAAL PRINCiPIO DE MZÓN:

EL OBJETO DE LA EXPERIENCIA Y LA CIENCIA

Sors de I'enfance, ami, réueille-toi!

Jean Jacques Rousseau

[.iSal cle la infanci;r, amigo, despiertal,

La nouuelle Héloise Y, 7l

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nEl mundo es mi representación,: esta es laverdad que vale para

todo ser viviente y cognoscente, aunque solo el hombre puede

llevarla a la conciencia reflexiva abstracta: y cuando lo hace real-

ment€, sur-$e en él la reflexión filosó{ica. Entonces le resulta claro y

cierto que no conoce ningún sol ni ninguna tierra, sino solamente

un ojo qo" ve el sol, una mano que siente la tierra; que el mundo

qu. ir ród." no existe más que como representación, es decir, solo

en relación con otro ser, el representante, que es él mismo, "- Si

alguna verdad a priori puede enunciarse, es esta: 'pues qlla constitu-

y" l" .*pt.tión de aquella forma de toda experiencia posible e

imaginable, forma que es más general que cualquier otra, más que

el tiempo, el espacio y la causalidad: porque todas estas suponen ya

aquella; y si cada una dqestas formasque nosotros hemos conocido

como otras tantas config\raciones especiales del principio de taz6n

vale solo para una clase especial de represeitaciones, la división en

sujeto y ób¡"to es, por el contrario,'la forma común de todas

aquellas clases; es aquella forma solo bajo la cual es en general

pásible y pensable alguna representación de cualquier clase, abs-

ir""t" o iutuitiva, pura o empíqica. Ninguna verdad es, pues, más

cierta, más independiente de todás las demás y menos necesitada de

dernostracién que ett", que todo lo que existe para el conocimien-

to, o sea, todo este mundo, I es solamente objeto en referencia a un

sujeto, intuición de alguien que intuye; en una palabra, representa-

ción. Naturalmente, esto vale, igual que del presente, también de

todo pasado y futuro, de lo más.lejano como de lo próximo: pues

vale dil tienlpoy

elespacio mismos, únicamente en los cuales todo

aquello se distingue. Todo lo que Pertenece y puede pertenecer al

mundo adoiece inevitablemente de ese estar condicionado por el

sujeto y existe sólo para el sujeto. El mundo es representación'-Esta verdad no es en modo alguno nueva' Se hallaba ya en las

consideraciones escépticas de las que partió Descaites. Pero fue

Berkeley el primero que la formuló claramente : con ello ha contraí-

do un mériio inmortal en la filosofía, si bien el resto cle sus doc-

trinas no se puede manfener. l¿'primera'falta de Kant fue el

descuido de eie principio, tal y como se ha explicado en el apéndi;

ce; En el último de sus tratadost On the philosophy af the Asiatics;'

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MUNDO COHO REPRESENTACIÓN

Asiatic researcbes, vol. IV, p' L64, W. lones atestigua lo temprana-

mente que la sabiduría hindú conoció esa verdad fundamental, ya

qu. apri.c. como el principio fundamental de la filosofía vedanta

air¡buida al Vyasa: the fundarnental tenet of the Vedanta school'consisted

not in denying the existence of matter, thqt is of solidity,

inpenetrability, and extended figure (to deny which would be luna-cy), but in correcting the popular nation of.it, and in contendíng tbatit bas no essence independent'of mental perception; that existence

and perceptibility'are eonuertible termsl. Estas palabras expresan

suficienteménte la coexiitencia de la realidad empírica y la ideali-dad transcendental.

Así pues, eli este primer libro consideramos el mundo desde el

aspecto indicado, solamente en la medida en que es representación.

Que I esta consideración, sin perjuicio de su verdad, es unilateral y

está provocada por una abstracción arbitraria, se lo anuncia ya'acada cual la aversión interna con la que asume que el mundo es su

mera representación; si bien, por otra parte, no puede sustraerse de

ese supuesto. El carácter unilateral de esa consideración se comple-

tará en el libro siguiente con una verdad que no es tan inmediata.mende cierta como aquella de la que partimos aquí y a la que'solopuede conducir una investigac,ión más profunda, una abstracción

más complicada, una separación de lo diferente y'unión Ue ,loidéntico; una verdad sumamente seria y que habrá de resultar para.

cada uno, 5i no terrible , sí gra've, a saber: qué exáctamerite igtrf I

pod'emos y tenemos que decir: uEl mundo es mi voluntad".Pero hasta entonces, o sea, en este Primer libro, e5 ¡s6g5¿.¡t

que nos quedemos fijos en el examen de aquel aspecto del niundodel que partimos, el de su cognoscili.ficlad, y no tener rep'aro en

considerar como mera representación y calificar de tal cualluierobjeto existente, incluso el propio cuerpo (como prontn. explicare-mos más detenidamente). Aquello de lo que ie hace abstracción

aquí es, tal y como espero que después resulte cierto a todos,únicamente laualuntad,lo único qüe constituye el otro aspecto delmundo: pues, así como por un lado este es en'tod a representación,por el otro es de par'te a parte uoluntad. Mas una realidad que nofuéra ninguna de las dos cosas sino un objeto en sí (1n el que.

I

1. El dogma fundamental de la escuela vedanta no consistía en negar [a exis-tencia de la materia, es decir, de la solidez, la impenetrabilidad y la extensión (néga-

ción que serfa una deinencia), sino en corregir la noción usual de-la misma y afirmarque no tiene una esencia independiente de la percepción mental; que lá existencia yla percepribilidad son conceptos intercambiables.

clon. l'ues el cuerDo es un obleto enrre I obletos v se encuentra,---, -¿-.- .- *--a__--éso-{retiüoat¿s*l-eygqd,eJo_s,@ip*ts j!.ryrqdi"-,tg]. Como todos los objetos de la intuicién, está inserto en las

SoMEfIDA At PRINcIPIo DE RAzÓN

también, por desgracia, degeneró en Kant la cosa en sí), es-un

"r*td:soñado,y su suposición un fuego fatuo de la filosofía.

s2

Aquello que todo lo conoce y de nada es conocido, es el sujeto. Éles) por lo tanto, el soporte del mundo, la condición general ysiempre supuesta cle todolg que se manifiesta, de todo..objeto: pueslo que existe sólo existe para el sujeto. Cada unorse déscubre a símismo como ese sujeto, pero solo en la medida en que conoce y noen cuanto es objeto cleconocimiento.Masolit-!g_lq_.r.:ft_**9y1-99¿que por esg dqlgminamos*desdE-9s!-q'sujalp-pu¡le-d-crüiiltspresrü?--ue Por_es g_qg-!.gmlnacióñ1*Fues el cuerpo es un obieto entre I objetos-,-.-,---, | -¿ *%

formas de todo conocer, en eLtiempo y el espacio, mediante loscuales se da la pluralidad. Pero el sujeto, el cogno¡cente y ngnca

conocido, no se halla dentro de esas formas'sino que más bien estáya supuesto po¡ ellas: así que no le conviene ni la pluralidad ni su

opuesto, la un.idad. No lo conocemos nunca, sino que él es prqcisa-mente el que conoce allá donde se conoce.

Así pues, el mundo como representación, en cualquier respectoen que lo c.onsideremos, posee dos mitades esenciales, necesarias e

inseparables. Una es el abjeto: su forma es el espacio y el tiempo, ymediante ellos la pluraiidad. Pero la otra mitad, el sujeto, no se

halla en el espacio y el tiempo, pues está entero e indiviso en cadáuno de los seres representantes; de ahí que uno'.solo de elloscoriplete con el objeto el mundo como representación, tan plena-mente como lodos los millones que existen: pero si aquel ser únicocle,sapareciera,,.dejaiía de existir el munclo como iepresentación.

Esas mitades son, por lo tanto, inseparables incluso para el pensa-miento: pues cada una de ellas tiene significado y existencia exclu-sivamente por y para'la otra, existe con ella y desaparece con ella.Se limitanjnmediatame_nte: donde comienza el objeto, cesa el su-jeto. El carácter comúñ"de esos límites se muestra precisamente enque las formas esenciales y'universales de todo objeto: tiempo,

Sp3.tgJg54¡_44¿t194en ser descubrertas y plenaqynte_co19ciiAñpartG;dldéTTu

ls_ule-'to_y_sr l"!9n9!gl!19 q-19l3"e1 g.qj9]|o_j_gl qerg,_q!

2. Sobre el principio de razón,2.o ed., $ 22.

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, ***. -",',, i: ; ;i; ;;;; : ;;;;1,"".,...,, Haber

descu6lcrto;so c."stiiuyé un mérito principal de Kant, y de gran

magnitud. Yo afirmo además que el principia de taz6n es la expre-

sión comÍln de todas aqueilas fortnas dei objeto que nos son conoci-

das a priori, y que todo lo que conocemos puramente a priori no es

sino justanrente el contenido de aquel principio y lo que de él se

sigue, asf que en él se expresa todo nuestro conocimiento apriori'.En nri tratado Sobre el principio /e razón he mostrado detenida'mente cómo cualqüier lobieto posible está sometido a é1, es decir,

se encuentra en una relación. necesaria con otros objetos, por un

lado como cleterminado y por otro como determinante: eso llega

hasta el punto de que la completa existencia cle todos los objetos, en

la medida en que son objetos, representaciones y nada más, se

recluce totalmente a aqueila relación necesaria entre ellos, no con-

sistc más que en ella, o sea, es totalmente relativa: enseguidahablaré ¡nás de esto. Además, he mostrado que, conforme a las

clases en las que se dividen los objetos según su posibilidad, aquellarelación necesaria expresada en genéral por el principio de razónaparece en cliferentes formas; cón lo cual se confirma a su'vez'la

correcta clasificación de aquellas clases. Todo lo dicho allá 1o doyaquf'por co¡rocido y presente al lector: pues, si no Se hubiera dichoya, tcndría aquí su necesario lugar.

s3

'loclns nuestras representagi-ones se diferencian principalmente porscr intrritivas o abstractas. Las últinras están constituidas por wna

sol¡t clase cle representacitnes, los conceptos: estos son patrimoniocxclusivc¡ del hombre, que se distingue de todos los animales porcsa capacidad para ellos que desde siempre se ha denominadorazón3, Más aclelante exarninaremos esas representaciones abstrac-

tas en sl misrnas, pero en primer lugar hablaremos exclusivamente' t\e la. representación inluiti-ua. Esta abarc)-todo el.qnundo visible, ocl conjunto de la experienqia,¡\ir¡o con sirs condigioies dg¡r'osibili-clad. Como se ha dicho, constituyd ütriiñpórtante descubrimientocle Kant la tesis cle que precisamente esas condiciones, esas formas

3. Kant ha sido ei único en confundi¡ ese concepto de la razón; en ¡elacióncon ello remito al Apéndice, como también a mls Prcblemas fundamentales de laética, Sobre el fundanento de la moral, g 6, pp. 148 - 154 de la primera [pp. 146-151de la segundal edición [trad. cast., pp. 173-178).

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de ra experie".,;::."; ;;'.J", :: ;;.rción, ro quepertenece por igual a todos sus fenómenos, es decir, el tiempo y elespacio, no solo pueden ser pensaclos in abstracto por sí mismos y almargen de su contenido, sino también inmediatamente intuidos;que esa intuición no es acaso I un fantasma tomado de la experien-cia mediante repetición, sino que es tan independiente de la expe.

riencia que, má,s_ bien a la inversa, esta ha de pelsarse como

sentaciones..en la medida en oue son intuidas en forma pura y vai'iá-d; .oññ; ü;f

"r u"p *, ilÉ ¿; dr á t e t-atte r d tl a-l f o im al;. *ür-

lés-ddláTituición descubierto por Kant, que estas son cognosciblesde rnanera intuitiva y según su completa legalidad por sí mismas y almargen de Ia experiencia, hep-h-q sste en el que se basa la rnatemáti-ca y su infalibilida.d; pero no es una propiedad menos notable de

aquellas formas el hecho de que el principio de razóf, que determi-na la experiencia como ley de causalidad y motivación, y el pensa-miento como ley de fundamentación de los juicios, aparezcaaquí enuna forma toralmente peculiar a Ia que he dado el nonrbre de razón-'de ser y que constituye en el tiempo la sucesión de sus momilrios yen el espacio la p osici ón de sus-paÉtes qurse-deternoin an--r,ecíproca-

mente hasta el infinito.Quien a partir de mi tratado introductorio haya llegado a tener

clara la completa iclentidad del contenido del principio de razón enla diversidad de sus formas, estará también convencido cle lo impor-tánte que es para la cornprensión de su esencia lntima el conoci-miento de la más simple de sus formas, que henros visto ser eltiempo. Así como en él cacla instante solo existe en la medida en que

ha exterminado el anterior, su padre, para ser a su vez exterminado

con la misma rapidez; así como el pasado y el futuro (al margen delas consecuencias de su contenido) son tan vanos como cualquiersueño, mientras que el presente no es más que el límite inextenso e

inestable entre ambos, de igual modo reconoceremos la mismanihilidad en todas las demás formas del principio de razón; yveremos qúe, como el tiempo, también el espacio y todo lo que"existe en él alavez que en el tiempo, o sea, todo lo que resulta de

causas o motivos, no tiene más que una existencia relativa, I solo 9

existe por y para otro que es semejante a é1, es decir,,de la mismaconsistencia. En esencia esta visión es antigua: Heráclito se lamen-

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MUNDO COMO REPRESENTACIÓÑ

taba en ella del eterno fluir de las cosas; Platón degradó su objeto

como lo que siempre deviene y nunca existe; Spinoza lo designó

como los meros accidentes de la única sustancia que existe y

permanece; Kant opuso Io así conocido, en cuanto mero fenómeno,

a la cosa en sí; por último, la antigua sabiduría hindú dice: nEs la

Maya, elvelo del engaño que envuelve los ojos de los mortales y leshace ver un mundo del que no se puede decir que sea ni que no sea:

pues se asemeja al $ueño, al resplandor clel sol sobre la arena {ue el

laminante toma dé iejos por un mar' o también a la cuerda tiradaque ve como una serpiente'. (Esas comparaciones se repiten en

innumerables pasajes de los Vedas y Puranas')'Lo que todos ellos

quieren decir y aquello de lo que hablan no es sino precisamente loque aquí consideramos: el mundo como representación, sometidoa1 p.iniipio de razón. ,

Quien haya conocido la forma del principio de ruzón que se mani-fiesta en el tiempo puro como tal y en la que se basa toda nurnera:

ción y cálculo, habrá Cónocido coh ello toda la esencia del tiempo.Este no es más que justamente aquella forma del principio de razóny no tiene ninluna otra propiedad; le-tqSglig-elb f9;ma-delprin:cipio de razón en el tiempo; la sucesión constituye toda la esencia

jgrcüpg =Qü i én ád¿ m áf háyl co n o i ldüetlnrclpi a*de-r

azú ¡rtái yiññó-rige en el espacio intuido en forina pura, ha agotado con

ello toda la esencia del espacio; pues este no es en su totalidad más

que la posibilidad de las delglrninaciones-re.eíprocas cle sus partes a

lá queie denominaísltúación. Su examen en detalle y la formula-ción de los consiguientes resultados en conceptos abstractos para

una aplicación más cómoda constituyen el cgntenido de tsda la geó-

metría. Del mismo modo, quien haya conocido aqueila forma deiprincipio de razón que domina el contenido de aquellas formas (el

I

tiempo y el espacio); su perceptibilidad, es decir' la materia; o sea,

quien haya conocido la ley de la causalidad, ese habrá conocido todala esencia de lá rirateria en cuanto tal: pues esta no es en su totalidadsino causalidad, como cualquiera comprende inmediatamente en

cuanto reflexiona. En efécto, su ser es su obrar: ningún otro sér de

la misma se puede ni si{uiera pensar. Soiamente en cuanto actúallena el espacio y'llena el tierrtpo: su accién sobre el objeto inmedia-to (que es él mismo materia) condiciona la intuición, en la que soloella existe: la consecuencia de la acción de uir objeto material sobre

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soHETIDA AL PRtNctP¡o DE RAzóN

otro no se conoce más que en la medida en que ei último actúa aho-ra de manera distinta que antes sobre ei objeto inmediato, y consisteúnicamente en eso. Causa y efecto son, pues, la esencia de la mate-ria: su ser es su obrar. (Los detalles al respecto se encuentran en el

tratado Sobre el principio de razón, $ 2L, p. 77.) De ahí que en ale-

mán se designe con sümo acierto con la palabr a'\Xlirklichkeita ei con-

tenido conceptual de todo lo materialr, siendo esa paiabra muchomás significativa que Realitrit. Aquell,o sobre lo que actúa es a su vez

materia: toda su existencia y esencia consiste, pues, en ia alteraciónregular qlJeuna de sus partes produce en otra, así que es totalmgntereiativa y conforme a una relación válida solo dentro de sus límites,o sea, exactamente igual que el tiempo y el espacio.

Tiempo y espacio, cada uno por si son representables intuitiva-mente incluso sin la materia, per! la materia no lo es sin ellos. Ya laforma, que es inseparable de ella, presupo ne el espacio, y su actuar,en el que consiste toda su existencia, se refiere siempre a un cambio,o sea, a u¡ta-determillación del tiempo. Pero el tiempo y el espacio

no están supuestos por la materia cada uno por sí solo, sino que launión de ambos forma la esencia de esta, precisanlente porque,como se mostró, consiste en actuar, en la causalidad, En efecto,todos los innumerables fenómenos y estados pensables podríancoexistir en el espacio infinito sin oprimirse o sucederse en el

tiempo infinito sin molestarse; entonces no sería en absoiuto preci-sa, ni siquiera aplicable, una relación necesaria entre ellos ni unaregla I que los determinara conforme a ella; por consiguiente, en

toda coexistencia en el espacio y cambio en el tiempo, en la medidaen que cada una de ambas formas tuviera su existencia y curso por símisma y sin conexién con la otra, no habría causalidacl alguna; y,puesto que esta iónstituye la verdadera esencia de la materia,tampoco existiría lá materia. - Mas el significado y necesidad de laley de la causalidad se deben exclusivamente a que la esetrcia delcambio no consiste en la alteración de los estados en sí misma, sinomás bien en que en el rnismo lugar del espacio se da a.hor a u¿ estado

4. Aunque se traduce habitualmente como .realidad,,, la palabra Wirklichkeittiene su raíz án común coñ wirken (,,actuar"), Wirkung (.efe*o'), y Wirksamkeít(.,eficacia"), entre otras. Su sentido literal sería, pues, el de uefecdvidad' o nactuali-

dad". C{. también el volumen de lcis Complementcs, p. 52 [trad. cast., Trona, Ma-drid, 2003, p. 751. [N. de laT.l

5, Mira in quibusdatn rebus uerborum proprietas est, et consuetudo sermonis

entiqui quaedam efficacissímis notis signat [nEs"admi.rable la propiedad de las pala-bras en algunas cosas, y el uso lln-güístico de los antiguos designa algunas cosas de

forma sumamente eficazn], Séneca, Epist. 81. \\

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II¡

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I

MUNDO COMO REPRESENTACIÓN

y luego otro, y que en un mismo tiempo determinado se produce

Lqi¡"un.rt"¿" y allí otrot solo esa limitación recíproca del tiempo

y'.i .tpu.io da significado, y almismotiempo necesidad, a una regla

según'la cual ha?e producirse el cambio' L-o que se delermina con

i;i;tJ. la causalidld"o

tt, putt, la sutisión de los estadosen el

merá tiempo, sino esa sucesión en referenciaa un determinado es-

;;;;; ;i t"*poco l""*iri.n.i"

de los. estados en un determinado

iugrr, ,ino en ese lr¡g"t dentroide un determinado tiempo' Así qu.e

.i?*ábio, es decir, iI alteración producida conforme ala.ley causal'

se refiere siempre a una determinada parte del espacio y a u1fa

cleterminada parte del tiempo a la vez y cn-uni6*-En-consecuencia'la car,rsalidadune el espacio conel tiempo' Pero hemos descubierto

qut todn la esencia de la mat.tia consiste en actuar' o sea, en la

causalidad: por consiguiente, también en ella el espacio y el tiempo

han de estar unidos, es decir, que ha de soportar en sf misma al

mismo tiempo las piopiedades^del tiempo y las del espacio, formuy antagónicos que sean ambos; y ha de unificar en sí misma 'lo

qu. ,n .id" uno de ellos por separado es imposible, o sea, el

inestable flujo del tiempo con la rigidae invariable.persistencia del

espacio, .r.ibi.ndo de ambos la divisibilidad infinita. Co¡rforme a

esto vemos que graclas a ella surge la simultaneidad, que no p.odría

darse ni"r',

ei rnJro tiemPo, que rro .onott la yuxtaposición; ni-en'el

mero espacio, qur rro,ronocá ningún antes, después o ahora' Mas es

\a simuitanei¿i¿ ¿"muchos estados lo que propiamente constituye

la esencia de la realidad: pues con ella se'hace posible en primer

lugar la duración, que solá se puede conocer en- la alteración de. I

aq"uello que existá en simultanáidad con lo que dura; pero además,

,io"tr*é, de lo que dura en la alteración recibe esta el carácter de

carubio, es decir, de modificación de la cualidad y la forma.bajo la

permanencia de la sustancra, es decir, de.la.rnaterial, En el,mgro

espacio el munclo sería fijo e inmóvil: no habría ningüña sücésión;

ningún caglbio, ni-ngunaacción:-riás junto con la acción se suprime

l" ,ipr.r..,i"cián ¿á lá materii En el mero tiempon a su vez, todosería pasajero: no habría ninguna permanelcia, ninguna yuxtaposi-

ción" y por lo tanto ninguna simultaneidad ni duración:.así que

,"-po.ó habría ninguna Lateria' Solo mediante la unión del tiem-¡

po y"l

espacio ,ur!e la maleria, es decir, la posibilidad de la si-'

muúatr.lclad y .on é11" de la duración, y con esta a su vez la de la

permanencia r' ;-J".";;--;," r'1"';ados7' Ar tener

iu .u.n.iu en la unión-del tiempo y el espacio, la materia lleva el

,.tto ¿. ambos. Su origen ttpn.i"l se documenta en parte por la

io.*r, de la que"s

irriep"r"tle' pero en especial (y dado- que la

altera.ión solá pertenece al tiempry que en este por sí solo nada

hay permanent¿) Por su perinanencia (sustancia), cuya certeza a.

oriori sederiva en su totaliiad de la del espacios: su origen temporalío ,.u.1" en la cualidad (accidente), sin la cual nunca se manifiesta'

y que en sentido estricto es siempre causalidad, acción .el gtl"hi.tii" sea, cambio (ún conceptó temporal), Mas la legalidad de

rri".ei¿"

se refiere ,i.*pt. ai espacio y el tiempo a la v.ez' y

solamente así tiene significado' La única determinación que abarca

la ley de causalidad es la de qué estado ha de. producirs-e en esfe

ioárnto y en este lugar. En eia deducción de las determinaciones

fundameniale¡¡de la ¡iateri¿ a partir de nuestras formas cognosciti'

iii o pt;or; se basa el hecho dé que le atribuyamos a priori ciertas

propi.dad"r, a saber: el ocupar utt espacio, es decir, la impenetrabi-

it;;'Jl ; la actiyidad, luego^la exren;ióri,.la.divi.sibilidac{ infinita, la

f"r*"nr.t.io, ,i d.rír, ia indest*¡ctibilidacl, y finalmente el movi-

;;'ü, ;; cambio, .ip.ro, p,ese a carecer de excepción' hay q.ue

ronturlo clentro d.Í cotto.i-i¿íÍo a pa1leriod,.si bien Kant, enlos

l"".ii*n"tos rnetafísicos de la ciencia ndtural, p' 71 (ecl' de Ro-

senkranz, p.372),lo establece como cognosctble a priori' :Pero'así como el objeto en general no existe más que par-a

9lsujeto como ,representación suya' tampoco cada clase especial de

..prÁ"nr".iones existe más que para una especial cieterminación

ali ,u¡",o denominada facultád dL conocer. El correlato subjetivo

á"1 tiérnpo y'el espacio por sí mismos, cgmo formas puras' lo

á."orninO Iiant sensibiliáad pura, expresién esta que podemos

.onotu"., dado que Kant abrió en estoel camino; si bien no es del

toclo adecuad", pu.rto que la sensibilidad presuponeyala materia'

n .ot..f"to uoúi.tiuo de la rnateria o la causalidad, puesambas son

lo rnismo, lo constituye f{éntend.imteü9--Qve h-ops-nadamás queeso. Conácer la causalidad-es su únic.a-función, su. única fuerza; y

una fuerza de gran magniTud, que abar-a una multtpltcldad y tlene

numerosas apli-cacionei p.ro ur,^ inequívoca identidad en todas sus

, tt'

T.Estomuestratambién|arazóndelaexplicaciónkantianadelamateiiacomo (lo móvil en

"t.rpu.io," i*' tt Áoui-itntoionsiste únicamente en la unién

'

del espacío y el tiemPo.ri. v áo del conocimiento del tiempo, como pretende Kant' segírn se explica

en el Apéndice.

13

'tz

'1..

..1

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6, En el Apéndice se explica que maleria y sustancia son una misma cosa'

58 59

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HUNDO COHO REPRESENTACIÓN

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' exteriorizaciones. A la inv,ersa, toda causalidad, o sea, toda mafeqiay por tanto toda realidad, existe únicamente para, por y'en elentendi¡giegqo. La primera, más simple y siempre presente manifes-tación del entendimiento es la inruicióri del mundo real: esta co{sis-fe en el conocimienfo de Ia causa a parlir del efecto, y por eso toda

intuición es intelectual. Pero nadie podría llegar a ella si no conbtie-ra inmediatamente algún efecto del que servirse como punto departida. Tal punto, de partida lo constituye la acción sobre loscuerpos animales. En esa medida, estos son los obietos inmediatosdel sujeto: la intuición de todos los demás objetos está mediada por

- ellos. L,p.*s cambios que experimenta cadacuerpo animal son conoci-dos inmediatamente, esto es, sentidos; y al referirse inmediatamen-te ese efecto a su causa, nace Ia intuición de esta como objeto. Esareferencia no es un razonamiento realizado con conceptos,abstrac-tos, no se realiza mediante la reflexión ni voiuntariamente sino deforma. inmediata, necesaria y segura. Es la forma cognoscitiva delentendimiento puro, sin la cual nunCa tendría lugar la intuición, sinoqne quedaría simplemente una conciencia vagá, semejante a'la d.e

las plantas, de los cambios del I objeto inmediato, que se seguiríanunos a otros sin significado ninguiro, siempre y cuando no tuvieransignificado para la voluntad por no ser dolorosos o placenteros. ..Pero, así como con la irrupción del sol se preseóta el mundo visible,igualment-e el entendimiento, .on su simple y única función, trans-forma de un golpe la oscura e insignificante sensación en intuición.

^- Lo que el ojo, el oído, Ia mano sienten no es intuición, son merosdatos. Solo cuando el entendirníenro pasa del efecto a la causaaparece el mundo como inruición extendida en el espacio, cambian-te en Ia forma y.permanente en la materia a lo largo del tiempo,,Pues él une espacio y tiempo en la representacíónmateria, es deiir,actividad. Este mundo como representación existe s,:lamente por ypara el entendimiento. En el primer capírulo de mi tratado Sobre la

uisión y los colores he explicado I3 que el entendimiento crea Iaintuición a partk de los datos que ofrecen los sentidos, que el niñoaprende a intuir comparando las irnpresiones qur: los distintossentidos reciben de un gismo objeto, y que solo esto proporciona laclave acerca de tantos fenómenos sensoriales: ia visóniimple condos ojos, la r¡isión doble en el estrabismo, o la diferente distancia dedos objetos que están uno tras otro y se ven a Ia vez, cemo tambiénla ilusión que se produce por un repentino cambio en los órganossensoriales.lPero este importante tima lo he trarado muchJ másdetallada y fundadar4enre en la segunda edición del tratado Sobre elprincipío de razón, $'21. Todo lo dicho allí tenclría aquí necesaria-

60 61

mente su,"r*, ",;. *l"lJr"" ;;:t" ;.;,L,,o ou",,.o,ocasi tanta aversión a plagiarme a mí mismo como a los dernás, y noestoy en disposición de exponerlo aquí mejor que allí, remito a ahíen lugár de repetirlo, si bien lo doy por sabido.

El aprendizaje de la visión en los niños y los ciegos de nacimien-

to operados, la visión simple de lo que se percibe doble, con los dosojos, la visión y el tacto dobles cuando los órganos sensoriales sedesplazan de su posición habitual, la apariencia derecha de losobjetos mientras su imagen está invertida en el ojo, I la transposi-ción a los objetos externos del color, que es una simple funcióninterna, una'división polarizada de la actividad del ojo, y, finalmen-te el estereogeopio: todo eso son pruebas sóiidas e irrefutables deque la intwición. no es meramenfe sensual sino intelectual, es decir,conocimiento puro de la causa a partir del efecto por parte delentendimiento; por consiguiente, supone la ley cle la causalidad, decuyo conocimiento depende toda intuición, y con ella toda expe-riéncia, en su primera y completa posibilidii{; y no es, a la iriversa,el conocimiento de la ley de la causalidacl el que depende de la

experiencia, tal y como sostenía el escepticisrno humeano, quequeda así refutado por primera vez. Pues la independencia delconocimiento de la causalidacl respecto de toda experidncia, es

decir, su aprioridad, solo puede demostrarse a partir dd-1a depen-dencia de toda experiencia respecto de él: y esto a su vez solo puedelograrse demostrando de la forma expuesta aquí y explicada en lospasajes citados, que el conocimiento de la causalidad está ya conte-nido en la intuicién en geneial, 'en cuyo ámbito se halla todaexperiencia; o sea, que es totalmente a.priori en relación con Ia ex-periencia y está supuesto por ella como condición sin suponerla porsu parte: pero eso no se puede demostrar de la forma en que Kant lointentó y que yo he criticado en el tratado Sobre el principio derazón, $ 23.

s5

Hemos de guardarnos del gran equívoco de pensar que, puesto quela intuición está mediada por el conocimiento cle la causalidad, en-tre objeto y sujeto existe una relación de causa y efecto; porque estasolo se da entre el objeto inmediato y el mediato, o sea, únicarnenteentre objetos. Precisamente en aquel falso supuesto se basa la neciapolémica sobre la realidad del mundo externo.en la que se enfren-tan dogmatismo y escepticismo, apareciendo a{uel unas veces como

15

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16

' MUNDO COMO REPRESENTACIÓNi

realismo y otras como idealismo' El realisnio pon-e 9lobjeto como

causa y.olo.u ro efecto en el sujeto. El idealismo de Fichte convier-

i" .f oU¡tto en efecto del sujeto' Pero dado que *cosa en la que

"wtt ¡i* insistirá bastante- entre sujeto y objeto no puede haber

ningorr" relación según e I principio de taz6n, tampoco p-odía nunca

deñortr"rse ni unaii la otra de lasdos afirmaciones, y el escepticis-

mo lanzósobre ambas ataques victoriosos'---: En efecto, igual que la

i.y d. c,rt"tida<l p'¡cede a la intuición y la experiencia en cuando

condición de las ntismas' y por eso no podemos conocerla a partir

de ellas (corno pensaba Hume), también objéto y sujeto, €n cuanto

condición primera,'preceden a todo conocimiento y, por lo tanto'

también al principio d e razónen general; porque este no es más que

lá forma de todo tb;.to, el general modo y manera de su fenórrieno;

pero el objeto siemiru uupon" el sujeto: entre ambos no puede,.pues'

e*istir un" relación de iazón y consecuencia' Mi tratado sobre el

piincipio de nzónha cle demostrar precisamente eso' Presentando

el .onienido de aqueJ principi. como la forma esencial dp todo ob'

¡éro, ., decir, como la ior-a gen.ral de todo ser objetivo, co'ro algo

qur'.onui.n. al objeto como tal,pero

elobjetoen cuaqto

91sup.91

ne siernpr. el sujetó como su correlat.o;¡recesario: este queda, pues,

fuera clÉl ámbitó de validez del principio de razón. La disputa acer-

.^ ¿. tn realiclacl clel mundo extirno se debe precisamente al hecho

clc haber extendido falsamenre hasta el sujeto la vaiidez del princi-

fio,i. t"ron; y, al partir de ese equívoco, nunca pudo entenderse a

ll ,'is,r,u. poi un" i"rte, .l dogrnátismo realista, ai consideraf la re-

prcsctrtación comó efecto del objeto, pretende sepa¡ar la represen-

inción y el objeto, que son una misma cosa, y suponer una causa de

l, ,c¡rróre,',t".ión-tótalmente distinta, un objeto en sí independiente -

del strjeto: algo clel todo impen'sable: pues ya en cuanto objeto su-- pone ii.,ttp.J" su vez el sujeto y sigue siendo siempre su mera re-

¡rr.r.utn.ión. A él se opone el escepticismo, bajo el rnismc.¡ falso su-

iruarru cle que en la representación solose tiene el efecto, no la

citusa, o sea, que .ro ," aór,o.a nunca el ser de los objetos sino única-

¡ncrltc su actNa.r) pero puede que este no tenga sernejanza algunlo

con aquel, o incluso qot t.* asumido falsamente, dado qu9 la ley-de

c¿usalidaá soio se torn" de la experiencia, cvya realidad ha de ba:

snrsc a su vez en ella. .- A ambos conviene I enseñarles, en primer -

Itrgar, clueLo"Ii.elo y*tepr,€senteei¡ásss$14-Illisrno;.¡luego, que el ser

clc los crbjetos intuidos es precisamente sú lctuar, que en este con-

sisrc l¡r t."lid"d de las cosai, y que pretender la existencia del objeto

fucra clc la representación del sgjgto y un ser de la cosa real distinto

rlc su actr¡ar iro tiene sentidóf ñ una contradiciión; que, por esa

t,')

tt

6263

. SOMETIDA AL PRINCIPIO DE RAZéN

raz6n, elconocimiento del modo de acción de un objeto intuido lo

agota en la rnedida en que es obieto, o sea, representación, ya que

fuera de eso no queda en él'¡ada para el conocimiento' En esa me-

dida, el mundo intuido en el espacio y el tiempo, que se manifiesta

como pura causalidad, es totalmente real y es aquello para lo que se

da; y ie da plenamente y sin reservas como representación que se

"níir^según la ley de la causalidad. Esta es su realidad empírica'Mas, por otra parte, toda causalidad existe solo en y para el enten-

dimiento, así que todo aquel mundo real, es decir, activo, en cuanto

tal está siempri condicionado por el entendimiento y no es nada sin

é1. Pero no tolo por eso, sino ya porque engeneral no se puede pen-

sar sin contradiición un objeto sin sujeto,'hemos de negar la reali-

dad del mundo externo en el sentido en que la interpreta el dogmá-

tico: como su independencia respecto del sujeto' Todo el mundo de

los objetos es y sigue siendo representación, y justamente por eso--

está cándicion"dJpo,,.1 sujeto absolut" y .*it'"'nente: ei decir, Iti.r. i@Mas noporello es engaño ni ilusión: I

se da como lo que es, como representación y, por ciirto, to*o un"I

serie de representaciones cuyo nexo común es el principio de-raz.6n. )Ese mundá es en cuanro tal comprensible para el sano entendimien-.¡o incluso en su más íntima significación y habla un lenguaje total-

mente claro para é1, Solo al espíritu desviado por los sofismas se le

puede ocurrir disputar acerca de su realidad, -coTql9 siempre.se

p.ociu.e debido a una incorrecta aplicación del principio de raz6n,

que vincula en sí todas las representaciones de cualquier clase, pero

l-rurr." .rt*, con el sujeto o con algo que no sea sujeto ni objeto, sino

mera razón del objeto; algo inconcebible, porque solo ios objetos

pueden ser razón y solo puiden serlo a su vez de objetos' - Cuando

se I investiga con más exactitud el origen de esa cue-stión de. la rea- 18

. lidad del mi.rndo externo, se descubre que a aquella falsa aplicación

del principio cle razón a lo que queda fuera de su ámbito se añade

acl.má. una especial confusibn de sus fcirmast en concreto, aqueila

forma que se refiere solamente a los conceptos o representacionesabstracias es trasladada a las representaciones intuitivas u objetos

reales, y se exige una razóu del conocer Qlos objetos, que no pue-

den tener más que una razón del devenirlsobre las representacio-

nes abstractas, l-os conceptos que se unen en juicios, el principio de

razónrige de modo que iada uno de ellos recibe su valor, su validez

y toda sri existencia, áenominada a quíuerdad',única y exclusivamen-

ie de la relación del juicio con algo exterior a é1, su razón cognosci-

tiva, a la que ha de ser siempre remiticlo' En carnbio, sobre los obje-

tor reules, las representaciones intuitivas, el principio cle razón no

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i lo

'.:'

MUNDO COMO REPRESENTACiÓN

rige como principiode razón del conocer sirró deldeuenir,como leyde la causalidad: cada uno de ellos le ha liquidado ya su deuda porel hecho de haber llegado a ser, es decir, de haber surgido comoefecto de una causa: hsí pues, la exigencia de una razón cognoscitivano tiene aquí valide} ni septido sino que pertenecq¿a una clase deobjetos totalmente distintatDe ahí que el mundo intuitivo, mientrasse permanece en é1, no suscite dudas ni escrúpulos en el observador:no hay aquí error ni verdld: estos se hallan encerrados en el ámbitode lo abstracto, de la'reflexión. Aquí el mundo está abierto al senti-do y al entendimiento, se ofrece con una ingenuaverdad como aque-

llo que esr como representación intuitiva que se desarrolla regular-mente al hilo de la causalidad

Según hemos considerado hasta aquí la cuestión de la realidaddel mundo externo, siempre había procedido de un extravío de larazón que llegaba hasta Ia confusión de la cuestión misma; yr en esta

medida, solamente podía ser respondida explicando' su:contenido.Tras investiga¡ la esencia del principio de raz6n, la relación entreobjeto y sujeto, y la verdader a naturaleza de la intuición sensible, lacuestión tendría que suprirnirse a sí misma, ya que no le queclaría

ninguna I significación; Pero tal cuestión tiene aún otro origen to-.talmente distinto del puramente especulativo aquí indicado¡ unorigen propiamente empírico, si bien siempre se plantea con propó:sitos especulativos; y en.este significado la cuestión tiene un sentidomucho má5 comprensiblg que:,en ei primero. Se trata de esto:Nosotros ienemos sueños. iNo"es acaso toda la vida un sueño? O,más exactamente: tHay un criterio seguro para distinguir entresueño y realidad, entre fantasmas y objetos reales? - El pretexto deque lo soñado tiene menos vivacidad y claridad que la intuición realno merece ionsideración; porquehas-ta ahora nadie ha puesto lasdos cosas una junto

"ot.u put" iompararlas, sino qne solo se puede

comparar eI recuerdo del sueño con la realidad presente, - Kantresuelve la cuestión así: ,rla conexión entre las representaciones

según la ley de la causalidad distingue la vida del sueñoo. - Perotambién en el sueño los elementos individuales se conelctan igual-mente según el principio de rczón en todas sus formas y esa

conexión no se rompe más.que entre la vida y,el sueño, y entre lossueños particulares.rFor lo tanto, la respuesta se Kant sóio podíarezar así: el sueño prolongado (la vida) mantiene una continuaconexión conforme ai principio de razón, pero no con los sueñosbreuest aunque cada uno de estos incluye la misma coriexión, entreestos y aqueil se ha roto el puente, y en eso los distinguimos. - Perosería rnuy difícil, y con frecuencia imposible, ponerse a investigar

'1l

64 65

,toMETIDA AL pRlNclpto DE RAzóN

conforme a ese criterio si algo ha sido soñado o ha ocurrido; porqueno estamos en situación de.seguir miembro por miembro la co-nexión causal entre cualquier acontecimiento vivido y el momentopresente, mas no por eso lo consideramos como un sueño. De ahíque en la vida real por lo común no nos sirvamos de esa clase deinvestigaciones para distinguir el sueño de la realidad. El únicocriterio seguro para distinguir el sueño de la realidad no es de hechootro más que el criterio puramente empírico del despertar, con elcual el nexo causal entre los aconfecimientos soñados y los de lavigilia I se rompe de forma expresa y sensible. Una excelenteprueba de esto la ofrece la observaciónrealizadapor Hobbes en elLeuiatán, capítulo 2: que confundimos fácilmente ios sueños con larealidad en los casos en que nos hemos quedado dormidos vestidossin proponérnoslo, pero sobre todo cuando además algún negocio oproyecto ocupa nuestros pensamientos y nos tiene ocupados tantodormidos como despiertos: en esos casos el despertar se nota casitan poco como el momento de dormirse, el sueño converge con larealidad y se mezcla con ella. Enronces solo queda aplicar el criteriokantiano: pero si, como ocurre con frecuencia, no se puede averi-guar ei nexo causal con el presente o la ausencia del mismo, ha dequedar para siempre sin decidir si un.suceso.se ha soñado o haocurrido. - Aquí, de hecho, se nos plantea muy de cerca la estrechaafinidad entre la vida y el sueño; y no ha de avergonzarnos elconfesarla, después de que ha sido reconocida y expresada pormuchos grandes espíritus. Los Vedas y los Puranas no conocenmejor comparación ni usan otra con más frecuencia que la delsueño para €xpresar el conocimiento del mundo real, al que deno-minan ovelo de Maya". Platón dice a menudo que los hombresviven en un sueño y solo el filósofo se esfuerza por despertar. \'\Píndaro clice (II r1, 135): orú4 6vap &vlpar'oqe (utnbrae somniumhomo), y Sófocleb afirrna:

'Op6 1&p t¡ies oü¡iy 6ur& &Ll,o n,l,i¡v

Ei6col,', óoolnep (tC¡reu, ii roú$r¡u oruúv1a.(Ajax,125)

(Nos enim, quicunque uiuimus, nihil aliud esse comperio,quam simulacra et leuem umbratn.)

9. [..8] horibre es el sueóo de una so¡nbrao. pÍndaro, pythia,vl]ll, 1,35.)i0. [Pues veo que nosotros, los vivientes, no somos más / que espejismos y una

sombra efÍmera.]

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HUNDO COHO REPRÉsENTACIÓN

Junto al él se encuentra con la rnayor dignidad Shakespeare:

'We are such stwffAs d.reams are made of, and our little life

Is rounded with a sleePll'

I Finalmente, Calderón estuvo tan penetrado por esta id-ea' que

i*."ü.-pt.*rlá un u., dramá eri cierta medida metafísico'La uida

es sucño,-Tras esos pasajes poéticos, séame permitido expresar.me.ton

una comParación.,La vida y el-suefo son hojas de uno y:l*l:i:libro, La lectura conexa es la vida real' Pero cuando las horas de

i;;;;;l;i ,ii") t'"" llegado a su {in. v comienza el tiempo .de

¿.tl"nrn, .o., ir".urrr.if ho;ta-os ociosgs y abrimos una- página

iáui o"tle,

sin orden ni concíerto, a veces és una hoja ya- leída,-otras

"1..t """'"ittiAr¡"¡l"cida,pero siempre del mismo lib-ro' Y así'

;;;i;il l.rd- ;i"¿"-.t'i" carece.de conexión con la lcctura

c.rherente, pero no por ello es muy-inferior'a esta' si tenemos en

;;;; ñ" iontui¿t ru totalidad de la lectura coherente artaftcy

irr,r.,ino',1. forma improvisada y no hay que consideraria más que

conlo tlna hoja aislada de mayor tamaño'.'"";";;;;á,inálu¿uules están separados de la vida real porqüe

nc¡ sc hallan engranados en la conexión de la experiencia que

rqcgrrc constantemente eI curso dela vicla, y el despertar señala esa

clifcrcncia; no obstante, aquella conexión de Ia expenenc'-a gert:lttcce ya a la vida real corno forma suya, mientras que el sueño ha de

¡Xrstr,rr tarnbién una coherencia en sí misrno. Si juzgamos descle un

nutrto clc vista externo a ambos, no encontramo$ erl su esencla

i irtg"t; aif.tencia definida y nos vemos-obligados a dar la nzón a

l<,s !.lctas en que la vida es un largo sueño'

Volvanros

"hor"

¿.rd" t't" oiigtn empírico y autónomo de la

cuestión acerca de la realidad del mundo externo a su origenan¡raautntiuo, hemos visto que este se encuentra, en primer lugar' en

f .i^f t" tff i."ción del priniipio de nzónaia relación entre sujeto y

;irl;ül iu.go, a la confusión de sus formas' al trasladarse.el

ptí".ürá Á"t ,irándel conocer ull:-t.tg.lo éq donde solo vale el prin-

iipin á. ,or¿n del devenir: pero difícilmenie,habría podido aquella

cucstión rnantener o.up.dó, a los filósofos de forma tan continua-

cla si no tuviera verdaiero contenido I y si en su interior no se

11. [*Somos la misma materia de la que están- hechos los suerios' y nuestra

corta vicla r:stá rodeada por el sueñoo. shakespeare, La tempestadIY, l.f

soMETIDA AL PRlNclPlo DE RAzÓN

hallara algún pensamiento y sentido correctos que constituyeran su

origen m7s auténtico, del que es de suponer que al principio,

.,r"ndo se presentó a la refleiión y buscó su expresión, se formuló

.n"quéll"t

formas y cuestiones erróneas que no se comprendían a

sí miimas. Esto es, en mi opinión, lo que ocurrió; y como expresión

pura de aquel sentido íntimo de la cuestión que elia misma no sup-o

lrr.ont."ri establezco gstar iQué es este mundo intuitivo apalte de

ser mi repiesentación? Fste mundo, del que-soy consciente solo una

vez y como representación, ies por un lado representa,ción y por

otro uoluntadl al igual que mi cuerpo) del que soy doblemente

consciente? * La eiplicación más claray la respuesta afirmativa a

esa pregunta constituirán el contenido del segulrdo libro, y sus

consecuencias ocuparán el resto del presente escrito;

t2t

s6

Entretanto, ahora, en este primer libro, 1o consideramos todo

únicamente como representaiión, como objeto pára el sujeto: y al

igual que todos los demás objetos reales, también el propio cuerPo'd"el que parte en cada cual la intuición del mundo, lo contemplamos

exclusivamente desde el lado de la cognoscibilidad, desde el cual no

es más que una representación' Ciertamente, la conciencia de cada

ono, q,* se rebela ya contra la explicación de los demás objetos

como mera representación, se resiste aún rnás si es el propio cuerpo

el que ha de ser considerac{o una mera repres-entación; lo cual se

deúe"

que a cada uno la cosa en sí le es inmediatamente conocida

en l" rnüid* en que se rnanifiesta como su propio cuerpo) pero.solo

indirectament".n 1" medida en que se objetiva en los demás objetos

de la intuición. Pero el curso de nuestra investigación hace necesa-

ria esa abstracción, esta forma de consic{eración uniiateral, esta

violenta separación de lo que existe esencialmente unido: por eso

aquella resistencia se tiene que reprimiry apaciguar mientras tanto

có^ l" erp.ronza cle que las consideraciones siguientes completarán

la parciaiidad de las áctuales para llegar a un completo conocimien-

to de la esencia del mundo.Así pues, el cuerpo. tis aquí para nosotros objeto inmediato,.es

decir, aquella represéntación que constituye el punto de partida del

conocimiento dél I sujeto, en la medida en que ella misma, junto

con sus cambios inmeciiatamente conocidos, precede a la aplicación

de la ley de la causalidad ofreciéndole así sus prinieros clatos' Comb

se rnostró, todo el ser de la materia consiste en su actuar, Pero efec-

to y causa existen solo para el entendimiento' que no es más que su

iiiiililit

l{ll,ilrsl,il1i

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,166

67

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14UNDO COMO REPRESENTACIÓN

correlato subietivo. Mas el entendimiento nunca podrfa llegar a

aplicarse si no tuviera nada delo que partir. Tal punto de partida-lo

cónstiruye la mera afección sensorial, la conciencia inmediata de los

cambios del cuerpo, en virtud de la cual este es objeto inmediato'

Vemos así que la posibiiidad de conocer el mundo intuitivo depen-

de de dos condiciones, la primera es, expresa'dl' obietiuamente, la

capacidad de los cuerpos de actuar unos sobre otros, de provocarcambios entre ellosl sin esta propiedad general de todos los cuerpos

no sería posible intuición alguna pese a ].a seri'sibilidad de los cuer-

pos animales; pero si queremos expresat subietiuamente esa prime-

ra condición, diremos: es ante todo el entendimiento el que hace

posible la intuición: pues solo de él nace y solo para él vale la ley de

la cáusalidad, la posibilidad del efecto y la causa, de modo que solopara y por él existe el mundo intuitivo. La segunda condición es la

sensibilidad de los organismos animales, o la propiedad que tienen

ciertos cuerpos de ser objetos inmediatos del suieto. Los meros cam-

bios que los órganos sensoriales padecen de fuera a través de la

acción específicamente adecuada a ellos, se pueden ya denominar

represenúciones en la medida en que esas acciones no suscita¡ do'

loi ni placer, es decir, no tienen significado inr¡ediato para la vo-luntad y, sin embargo, son percibid,as-o-sea' no existen más que

para- q! c-onocimiento: y en la medida, digo yo, en que el cuerpo es

conorido inmediatamente, es obieto inmediato; sin embargo, el

concepto de objeto no ha de tomarse aquí en su sentido rnás propio;pues mediante ese conocimierito inmediato del cuerpo que precede

á la aplicación del entendimiento y es mera afección sensorial; no

existe el cuerpo propiamente como obieto, sino solamente los cuer-

pos que sobré él actúan; porque todo conocimiento de un verdade-

ro objeto, es decir, de una representación intuitiva en el espacio,

existe solo por y para el entéñdimiento' o sea, no antes I sino única-

mente después de su apiicatión. Por eso ei cuerpo, al igual que to-dos los demás objetos, no es conocido como verdadero objeto, es

decir, como representación intuitiva en el espacio, más que de for-ma mediata, en virtud de la aplicación de la ley de la causalidad a la

acción de una de sus partes sobre las otrasi es decir, solo en la medi-

da en que ei ojo ve el cuerpo o la maaalq palpa' Por consiguiente,

no conocemos la forma de nuestro propio cuerpo por medio del

mero sensorio común, sino que solamente a través del conocimien-to, solo.en lá representación, es decir, en el cerebro, se nos presenta

el propio cuerpo cómo algo extenso, compuesto dr: miembros y

orgánico: un ciego cle nacimiento obtiene esa repre$entación gra'dualmente, por medio de los datos que le proporciona el tacto; un

¿

spMETtD^ Ar PRrNcrPro DE RAzóN

ciego sin manos no llegaría nunca a conocer su propia forma, o a losumo la desarrollaría y la construiría poco a poco a partir de laacción de offos cuerpos sobre él.1Así pues, cuando llamamos al cuer-po objeto inmediato hay que entenderlo con esa restriccióir.

Por lo demás, conforme a lo dicho, todos los cuerpos animalesson objetos inmediatos, es decir",puntos de partida de la intuicióndel mundo para el sujeto que todo lo conoce y precisamente porello de nada es conocido. De ahí que el conocer, junto con el mover-se por motiyos condicionado por.é1, constituya elverdadero carác-ter de la animalidad, ai igual qrle el movimiento por estímulos es elcarácter de las plantasl pero lo inorgánico no posee más movimien-to que el producido por causas en el sentido más estricto; esto lo heexplicado con más detenimiento en el tratado Sobre el principio derazón, segunda edición, $ 20, en la ética, primer tratado, III, y enSobre la uisión y los colores, $ 1; a ellos, pues, remito.

[De lo dicho resulta que todos los animales, hasta los másimfrrfectos, tienen entendimiento: pues todos ellos conocen obje-.tos y ese conocimiento determina sus movimientos como motivo.

-El entendimiento es el mismo en todos los animales y hombres,

tiene siempre la misma forma simple:.conocimiento de la causali-dad, tránsito del efecto a la causa y de la causa al efecto, y nada más.Pero el grado de su agudeza y la extensión de su esfera cognoscitivason sumamente diferentes y variados, y se hallan en distinta grada-ción, desde el grado inferior que solo conoce la relación causalentre el I objeto inmediato y.,el me_diato, o sea, que llega justo a zs

pasar de la acción que sufre el cuerpo a su causa, y así intuir esta

como objeto en el espacio, hasta el grado superior del conocjmientode la conexión causal entre los objetos meramenie mediatos, queilega hasta la comprensión de las cadenas complejas de causas yefectos en la naturaleza. Pues también este último conocimientosigue perteneciendo al entendimientol no ala razón, cuyos concep-tos abstractos no pueden servir más qué'para asimilar, fijar y

combinar aquello que se ha comprendido inmediatamente, peronunca para producir la comprensión misma. Toda fuerza y leynatural, cualquier caso en los que estas se exteriorizan, tiene que serconocida inmediatamente por él entendirniento, captacla intuitiva-mente, antes de que pueda presentarse in abstracto alanz6n enlaconciencia reflexiva. Captación intuitiva e inmediata dei entendi-miento fue el descubrimiento de la ley de gravitación por parte deR. Hooke y la redúcción a esa ley única de tantos y tan grandesfenómenos como luego probaron los cálculos de Newton; esomismo fue el descubrimiento dql oxígeno y su importante papel en

7

1

6B

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z6

T,IUNDO COMO REPRESENTACIÓN

la naturaleza por Lavoisier, así cotno.el descubrimiento del origen

Ai;;;;;álor., po, p"rie de Goerhe' Todos esos descubrimien-

tos no son más que un correcto retroceso inmediatg del efecto.a la

;;;;;;;i;"; ,igúe de,pués el conocimiento de la identidad de la

fu.rá .,"*."1 {oe se manifiesta en todas las causas de la misma

il;;;J; rr..ono.i*iento es una manifestación' diferentesolo

en el srado, de la misrna y única función del entendimiento median-

;;'ü:;;l ilanimal inruye como objeto en el.espacio la causa que

actúa sobre su cuerpo' Por eso también todos aquellos-grandes

á"t.-¡tl*itttos, al igual que la intuición y cual.quier manifestación

;ái;;;;;i.nio, s;'t un conocimiento inmediato v' en cuanto tal'

obra de un instante, vn apergu'una ocuüencia'.y no el producto de

Iarsas caden., de raronamlientos in abstractó¡estas últimas, en

ffi;;",;;;;; i^'^-t¡:^t el conocimiento inmediato del entendi-

;i; ;;" Ia iazón depositándolo en sus,conceptos abstractos; es

;;;i;;;;;"riri."tto, i",t pon"lo en su lttgar' mostrarlo v comu-

nicárselo a los dernás. I Aquttl" agudeza del entendimiento en la

;;;;;; dt las relaciones i"u'al"-dt los objetos conocidos indi-

rectarnente encuentrasu aplicación I no solo en"la\ciencia natural

lcuvos clescubrimientos tt* ¿t-"g'"átt"" en su totaiidad a ella)'

ilá;;ffi;;;nl" uidu práctica)áonde se la denomina prudencia;

;;;";;;;-i;-o'].." áplicación se llama más bien perspicacia'

;il;;ciórry íagacidad:'tomada en sentido exafro' prudencia de'-

'ii!,rn .*.turiuaminte el entendimiento al servicio de la voluntad'

Ñ? obst"nt., lc,s límites de ese concepto no se pueden trazar corr

;i;,1." ;"tque es siempre una.y 11 .TitT*, función del mismo

entendirniento que actúa ya en la intuición.de los objetos espaciales

¿a ."¿" animal i, qu., en su máximo nivel de agudeza'.unas veces

i*ffi;;;; ".ierioi","u'u desconocida del efecto dado en los

i.ná,''!"or cle la naturaleza, clando así a 1a razón la materia para

;;;;; reglas generales como leyes de la naturaleza;; otas veces'

i*.tto."rnpllcaduse ingeniosas máquinas aplicando causas cono'

ciclas a los fines qo"". pi.,tnden; otras, aplicada a la motivación'.^i^-y itt"t" ,,rril., intrigas y-maquinaciones' o bien presenta

iánuáni.nt.rnente los motiios y los hombres receptivos a cacla uno

de ellos, y los pone en movimiento a voluntad' como a máquinas

oo. nt.áío cle palancas y ruedas, dirigiéndolos hacia sus propios

i".r.-- l-" falta .le enrendimiento en sentido propi,o se llama

estultid.ez v es iustalnente torpezt en la aplicación'de la ley de la

;";;;; i;á;;,i ncap u.i dacl p^, ^

i^ captació n inmecliata de los encade-

narnientos de cnum y.f..to, motivo y acción' Un estúpido no ve la

;;;.-it" c[e los fenámenos naturales ni cuando se pr'ducen por sí

SOI"4ETIDA AL PRINCIPIO DE RAZÓN

mismos ni cuando son guiados intencionadamente, es decir, se

hacen útiles en las máquinas: por eso cree gustosamente eR la magia

y los milagros. Un estúpido no nota que diferentes personas que.en

ápariencia'actúan independientemente unas de otras, de hecho

otr^n de acuerdo: por eso cae fácilmente en engaños e intrigas: no

nota los motivos oiultos de los conseios que se le dan, los juicios

que se expresan' etc. Pero n6 le falta más que -una sola .cosa:igudetu, ripidez, agtlidad en la aplicación de la ley de la causalidad,

eídecir,'furrza del éntendimiento' El ejemplo máximo de est'rp.ideZ

que he conocido, y el más instructivo a los efectos que considera-

áor, ., el de un múchacho tonto de unos once años qire es-taba en el

manicomio, que ciertamente I poseía razón, puesto que hablaba y

percibía, p.tó ..t entendimiento se encontraba por detrás de algu-

no, ,niánl.t : cada vez que me acercaba a é1, examinaba una lente

que yo llevaba al cuello y en la que aparecía r.efleiada la.ventana de

la hábltaci¿n y la copa de un árbol que había tras ella: en toda

ocasión"*prri*.nt"ba

una gran admiración y alegría al respecto,y

no ., ."or"ba de contemplarla con asombro; Porque no entendía

esa causalidad totalmente inmediata de la reflexión'Así como entre los hombres los grados de agudeza clel entendi-

rniento son muy diferentes, entre las distintas especies animales lo

son aún más. En todos ellos, incluso en los que están más cercanos a

las plantas, existe el entendimiento suficiente para pasar del efecto

.n ál ob¡.to inrnediato al objeto mediato como causa, es decir, pará

intuir, para aprehender un objeto: pues eso es lo que los.convierte

.r,"níá"ler,

al da.les la posibilidad de moverse por motivos y con

ello de buscar o al menos coger el alintento; las plantas, en cambio,

solo se mueven por estímulos a cuj'a acción inmediata han de aguar-

dar o bien morir, sii poder perseguirlos o apoderarse de ellos' La

gran sagacidad dé los ánimalés más perfectos nos produce asombro:

á,"l

."io de los perros, los elefantes, los monos, o del zorro, cuya

astucia ha descrió Buffon tan magistralmente. En esos animales más

listos podemos apreciar con bastinte exactit'd cuánto es capaz de

hacer el entendimiento sin ayuda delarazótr, es decir, del conoci-

miento abstracto en conceptos: en nosotros mismos no podemos

saberlo ásí, ya que entendimiento y tazón se apoyan mutuamente'por eso

"onfr.iurn.ia encontramos que las manifestaciones de en-

tendimiento de los aninales están por encinra o por debajo de nues-

tras expectativas' Por un lado, nos sotprettde la sagacidad de aquel

elefanti que, tras haber cruzado muchos puentes viajando por Eu-

ropa. en una ocasión se negó a entrar en uno por el que veía pasar la

..rr"nt. comitiva de hombres y caballos, porque le parecía demasia-

l

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do frág"","," ;:::;:" ;, ;, "J,amos de que ros

inteligentes orangutanes no mantengan con leña el fuego que hanencoqtrado y en el que se calientan:¡'una prueba de que esto exige yauna reflexión que I no se produce sin conceptos abstractos. Que elconocimiento de causa y efecto en cuanto forma general del enten-dimiento se halla a priori en los animales resulta totalmente ciertoya por el hecho de que para ellos, como para nosqtros, constituye lacondición previa de todo conocimiento intuitivo del mundo exter-no: mas si se quiere todayía una prueba especial, considérese sim-plemente, por ejemplo, cómo un cachorro de perro no se atreye a

saltar desde la mesa, por mucho que lo desee, porque prevé el efec-to del peso de su cuerpo sin conocer por experiencia ese caso parti-cular. Sin embargo, al juzgar el entendimiento de los animales he-moside guardarnos de adscribirle lo que es manifestación delinstinto, el cual es una propiedad totalmente distinta de é1, como delarazón, cuya acción, sin embargo, es con frecuencia muy semejan-te a la de aquellos.-dos unidos. Mas su explicación no correspondeaquí sino que tendrá su lugar en gl segundo libro, al.considerar laarmonía o la denominada teleología de la naturaleza: y el capítulo27 de los Complemeitos está dedicado en particular a é1.

La falta de entendimiento sellama estupidez; la falta de aplica-ción de la razón a lo práctico la conoceremos después como nece-

dad,la Íaka de iuicio como simplezd. y, por último, la falta parcial ototal de memori,a como locura. Pero cada cosa en su luga-r. - Loconocido correctamente rnediante la.razón eslauerdad$es decir, unjuicio abstracto con razón suficiente (Tratado sobre el principia derazó n, $$ 29 ss. ) ; lo conocido correctamente por medio del ent endi -

miento es la realidad, es decir, el tránsito correcto del efecto en elobjeto inmediato a su causa.: A la uerdad se opone eI error comoengaño de la razón, a la realidad la ilusión como engaño clel

entendimiento. La explicación más pormenorizada de todo esto se

puede consultar en el primer capítulo de mi tratado Sobre la uisión

y los colores. - La ilusión surge cuando uno y el mismo efectopuede ser producido por dos causas totalmente clistintas de las queuna actúa con mucha frecuencia y la otra raras veces: el entendi-miento, que no posee ningún dato para distinguir qqé causa actúaaquí, puesto que el efecto es el mismo, supone siempre la causahabitual; y, dado que su I actividad no es reflexiva y cliscursiva sinodirecta e inmediata, esa falsa causa se presenta ante nosotros comoun objeto intuido que es precisamente la falsa ilusión. En el pasajecitado he mostrado cómo surgen de ese modo la visión y el tactodobles cuando los órganos visuales se colocan en una posición

SoHETtDA AL PRtNctPto DE RAzóN

inusual; y con ello he ofrecido una prueba irrefutable de que laintuición solo existe por y para el entendimiento. Otros eid.inplos detal engaño del entendimiento o ilusión son el bastón sumergido enagua que parece roto; las imágenes de espejos esféricos, que en lassuperficies convexas hacen aparecer algo detráX{e ellas y en lascóncavas muy por delantel también el tamaño de la hrna que parécemayor en el horizonte que en el cenit; un fenómeno este que no esóptico, ya que, como demuestra el micrómetro, el ojo capta la lunaen el cenit en un ángulo visual incluso algo mayor que en elhorizonte; es el entendimiento el gue supone que la causa del brillomás débil de la luna y todas las estrellas en el horizonte es su mayordistancia, evaluándolas como objetos terrestres según la perspectivade la atmósferai y pot eso considera la luna en el horizonte muchomayor que en el cenit, al tiempo que toma la bóveda celeste comomás extensa en el horizonte, o sea, como plana. Esa misma falsaestimación de acuerdo con la perspectiva atmosférica hace queconsideremos los montes muy altos, de los que solo vemos Iacumbre a través de un aire diáfano, como más cercanos de lo queestán en detrimento de su altura; por ejemplo, el Montblanc vistodesde Salenche. * Y todas esas ilusiones engañosas se nos presen-tan en la intuición inmediata que ningún *igu*.nto de li razónpuede apartar: este solo puede prevenir el error, es decir, un juiciosin razón+r.rficiente, por medio de un juicio opuesto.verdadixo; así,por ejemplo, puede conocer in abstraclo que la causa del débilresplandor de la luna y las estrellas no es la mayor distancia sino losvapores más turbios clel horizontei pero ia ilusión se mantiene fijaen todos los casos citados a pesar del conocimiento abstracto: puesel entendimiento está completa y netamente separado de la razónen cuanto facultad de conocer privativa del hombre, y e¡ irracio.na]incluso enel hombre.La.razón I solopuedesaber: alentendimiento 30

le queda la intuición en exclusiva y libre del influjo de aquella.

s7

Con respecto a toclo el análisis que hasta ahora hemos desarrollado,hay que hacer notar todavía lo siguiente. Nosotros no hemospartido en él ni del objeto ni del sujeto, sino de la representaciótnque contiene y supone ya ambos; porque la división en objeto ysujeto es su forma primera, más general y esencial. Por eso hemosexaminado en primer lugar esa forma como tal y luego (aunqueremitiendo en lo fundamental al tratado introductorio) las demás

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I

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rormas,'0",0,;o^ ;; ffi ;"';';'saridad' q*' :?l:.o.rui"n.r, al obieto;pero, dado qut ton esenciaies a este en cuanto

tal v oue el obieto .,"lru

vez esencial al sujeto en cuanto.tal'

i"-f i¿', pu.d.r, se, descubiertas desde el su.ieto, esto es' coxocldas

; i;i;r'y .n"r"

medida se las puede considerar como los límrtes

.J.un.r'u ambos.Pero tod4s tli"t st pueden reducir a una expre-

;il;;;;t, el principiole razón, tal^y como se ha mostrado de'

tallactamente erel t¡atado introducrorio'Este método ¿irrrrri"J'oi;l t" ;;;;ttttra forma de conside ra-

ción cle todas las filorofiit"ntufua"t

hasta ahora' ya que todas ellas

oartían del obieto o del sujeto y' el1 consecuencta' pretenolan

ftt*']io;;;';.i;;'ü foí 'i"'o'conforme alprincipio de

razón; nosotros, en cambio, 'uttt"t*ot.l*relación entre-obieto y

.ti-.*'¿.1 dominio de ese irincipio, dejándole solo. el objeto' -i';;";;";. qu. l^ filosófía dé la identidad surgida en nuestros

il;';á;il;, ánotid" no se incluye en esta contraposición' ya

;;;.;;;ru ounro de partida en el objero ni el sujeto sino en un

;;;:;ñü;"i;; ;"d'scible por intuición. racional' que. no es

obieto ni suietosino l* i?dlft"nti" de ambos' Aunque yo'.debiclo,a

i"'|"#;i;.;;.;;t";;;;Ja intuición racional, no osaré hablar de

i;;;;:i;;;;;;;;;i' indiferencia ni dcl Absoruto; sin embar-

;ñü.ü ;;;;;;;;'i'pl'*'n" en los protocolos abiertos

i ro¿o, -tamúi¿n "nb,átto', ios profatros-' de.los,que,intuyen

Iti"n"f-*r., h. d. I observar que la. mencionada filosofía no se

"r,.á.-t*..otu",d. la oposició" establecida entre dos defectos;

il;;,,.:';;r'.-" illá*ti¿"d de suieto v objeto, que no puede ser

#ut'# il; ;.i; j.t"i¿" itttt"ctualmlnte' o que-se experimenta

í,1",., rri¿i.l i" r;; ; ; ii;;"ra

f ilo sr¡ f ía no evira aqu ellos. dos.d.efectos

ol)ttcstos sino que, antes bien, los aúna en sí misma al dividirse en

(i# d]üd',;J .i'i¿."íi'á";;;;J;"ta1 que constittrve la doc-

,ri,i" a.f'y"

de Fichte y, .n tontttuencia' haie qYt :l 9¡f]:^:-Y1"

clclstrjetoo se desarrolle conforme a él según el prtnctpto-cl:':.:\1

". .n t.nun¿o lugar, la filosofía de la natu¡aleza que hace que el

íi,iri. r."i.¡;";;;;;il.nte del objeto- aplicando un mét![lo que

se clenomina .bnrtru..ió¡ f l"t *t Átult" *uy poco clarollero lo

,"fi.i."" como pará saber que es un-progreso conforme"l

piittl-pio cle razón .n iiu..r". formas' Yo hago renuncia de la profunoa

l"biduri" que contien; aquelia construcción; porqTe a 4í',q:eÁ-,""rototalmente de intuición racional, todas aquellas exposicio'

"* t;; i;;;p"t;; *¿ tt* de resultar como un libro d'e siete sellos;

lo cúal", "t?

h".t" el punto cle que' por muy raro que suene' en

iáa^t".1u*ff;s

docrinas de hondá sabiduría para mí es como si no

SoMErlDA AL PRlNclPlo DE RAzÓN

oyera más que patrañas terribles I, Por añaclidura' sumament€

aúurridas,Los sistemas que partían del objeto tuvieron siempre como.pro-

Uf.." i"i.i"fi¿^á ¿Ét mundo intqitivo y su orden; pero el.objeto

oue toman como punto de particti no es siempre ese mundo o su

].;;;;;t"d"Áá"i"r, la materia: antes bien' se puede hacer' una

;i;t.tó; de aquellos sistemas conforme a las cuatro clases de objetosoosibles establecidas .,,

"ii'ut'do introductorio' Así podemos decir

il" ili"";il;;;;;;;;11"s clases, el mundo real' partiero"T*';i;#;;.";il;.'ñ, úicuro, óiordano B¡uno v los materialis-

i;fñ;;'-D; i; r.gund", o di concepto abstracto' spinoza (en

.o.r.rrro, del conceptó de sustancia llrPmenS abstracto y existen-

t. r"f" eí su definiiión) y antes los eleátas' De la tercera clase' en

;;;;ht á.lri.-po y po, ton'igt'iente de lo-s números' los pitagó-

ffi;i; ftl;rirlt ir.,iát'* elI ciingtz'Por último' de la cuarta cla-

:., .' U J;;;l;;;;;;i;tad mo"tivado p or el conocimiento' los

escolásticos, qo" .nr.ñu'on una creación de la nada I por el acto de

voluntad de un set personal extramundano''"-n pt¿*¿er objetivo se lleva a cabo cle la forma más consecuen-

" y "ápfi" t"-r,io up""tt como verdadero materialismo' Esteestablece la materia, y ion ella el tiempo y ei espacio' como lo.que

nrooiamente existe, pasanclo por alto la relación con el sujeto'

;;;il;;i; * .llá ii"'' todó eso su existencia' Actemás' toma

como hilo conducror f, l.y a. la causalidad, por la.que pretende

;;;;;"; ;".siclerándola un otdtn de las cosas existente por sí

il;;;.ááo on" u,,íti' aeterfta; pas,ando' pues' por alto el enten-

il;;;;; q"e es lo d;; '; v'¡;;; lo cual existe la causalid¿d'

il;;;;,#* i.r.uu'i' tl t'i"áo primero v más simplt..dt J';;;:;";;; á.r".rolt"

"f"'ri' dt éltodos los demás' ascendie'do

del simple ,r-r..unirn-,o u lá quírnica, la polariclad' la vegetación' la

;;il;"d"d. y, .n ,l *ptÁ* d:. g:: lo consiguiera' el ú.ltimo

;;;ú;.1ícadena ser^ía la sensibiiidad animal' el conocimiento'

;;;;;;.....ía así como una mera modificación cie la materia' unestado de la misma p,oáotido por causalidad' Si siguiérarnos hasta

ahí al materiatir*o .on t"frrr.nt".io.r.t intuitivas, al llegar con é1 a

su cumbre experimentalíámos un repentino ataque de la inextin-

árrii. tlt" i. ios diost' del olimpo; put". to*o al despertar de un

iueño, nos daríamos cuet't" de qut su resultado últirno tan fatigosa-

12. Libro clásico chino, formado por sesenta y cuatro hcxagramas y algunos

a¡éndices. Fue reconocido io' to"onfuti"nistas y taoísras durrntc los siglos xt-xttl'

;í;;;;il;r., J.-t"'p"ot"ción mctafísica fN' de laT'l

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33

DO COHO REPRESENTACIÓN

mente buscado, el conocimiento, estaba ya supuesto como condi_ción inexcusable en el primer punto de partida, en Ia p!¡ra *;;;;con él nos habíamos imaginadó qu. p"rriábn-o,I" -"t ri",;;;;;;hecho no habíamos prnodo ,r"d* -e" que el sujeto qu, ,"pr.r.*la materia, el ojo que la ve, la ,nuno qu. I" sientá, el .nrrnái*¡"ntoque la conoce. Asíse descubriría inesperadament; la "";;;:;;;;;;;rincipii:.p,ues de repente el último miembro se mostraría como elsoporte.dgl que pendíaya el primeró, Ia cadena como un círculo; yel mate rialista se asemejaría al Barón de Münchhaur.";;., ;;;áádentro del

.agua con su caballo, tiraba de él hacia"rilUj

.á, 1"spiernas y de sí mismo con la coleta de su peluca pu.rr" t

""i"elante. En consecuencia, ei absurdo fund.amental del materiaris-moconsiste.en que parte delo objetiuo, en que toma como fundamentoexplicativo último un ser ob.jetiuo,'biei sea la materia tMr;;;;;;l;;abstracto, ral como. I es simplemente pensada, o bien ya irsr"rá¿"en la-forma, empíricamente dada, o sea, ei material (Sto¡¡i,

^rro

los elementos químicos con sus combinacion* prO"i*ár. f*i.,cosas las toma como existentes en sí y de forma absálur;,;;;" il;;;surgir de ahí la natural e.za o¡gánica y al finalel sujeto ür;;.;;;;,explicándolos así completun'ént.; j p.ro en verclad r"a8 f .

"U¡"tiior ya en cuanto tal, está co'dicionado de diversas *"neras po, elsujeto cognoscente con ras formas de su conocer y tor tirn.'.o-ásu-puesto, por Io que desapa*ece totalmente si se elimina el sujeto.El mate¡ialismo es, pues, el intento de explica¡nqs Io inmediata_mente dado a partir de lo dado cle forma áediata. Todo lo q", ,,objetivo, exterlso y activo,o sea, todo lo material, qu..t ,n"t.ii"1ir_mo considera un fundamento. de-sus explicaciones ir",Oti,lo qu. Lreducción al misrno no puede dejar nada que desear lrrUi.=iJaocuando al final termina án Ia acción y reacción), todo ero, diso yo.es algo que se da de una forma sumaáente rrredirta y.."ái.i;;á;:y que por lo tanro solo existe de forma relativa: pu.. h" p"r"ao fo,a maquinaria y fabricación dei cerebro introduiiénclo.á

"ri,n'ro,

formas, tiempo, espacio y causalid.acl, solo en virtud rJe 1", .u"1., ,,presenta como extenso en el espacio y actuando en el tiempo. Apartir de un ser dado de semejante -"n..^ pr.t"nde el materi"iirrnoexplicar incluso lo inmediatámrnt. dn,lo,'l" repres"rrt"ción (en laque.todo aquello existe) y al final ia voluniacl, désde la cual hai oueexpltcar en realidad todas aquellas fuerzas fundamentale, qL.'r.exteriorizan al hilo de la. causálidad y, por tanto, confcrrme ,1;y;- Así pges, a la afirmación de que el-ánocimiento es una modifi_cación de Ia materia se opone ,i.,np.. ..; .i ;;;-;;;;;.il';;contraria: que toda materia es una simple modificación clel conoci_

(

SoHETIDA AL PRINcIPIo DE RAzÓN

miento del sujeto en cuanto representación del mismo. No obstan_te, el fin y el ideal de toda ciencia natural es en el fondo un mate.riaiismo plenamente realizado. Al conocer que esre es manifiesta-mente imposible, se confirma otra verdad que resultará de nuestraconsideración ulterior, a saber: que toda ciencialn sentido propio,por la cual entiendo rhonocimi.nto sistemáticJ al hilo del pri'"cii

pio de razón,.'nunca puede alcanzar un fin.último ni ofrecer unaexplicación plenamenté satisfactorial I porque no llega nunca a laesencia íntima del mundo, nunca puede ir más allá de lá representf-ción sino que en el fondo no alcanza más que a conocer Ia relaciónde una representación con otras.

.. T<¡da ciencia parte siempre de dos datos principales. Uno cleellos es el principio de razón en cualquiera de sus forÁas, en cuantoorganon; el otro, su objeto particular en cuanto problema. Así, porejemplo, la geometría tiene el espacio .o-o probl.- ay la razói deser en.él como organon:la aritmética tiene e1 tiempo como proble_ma y la razón de ser en él como oirganon: lalógica tiene las rela-ciones de los conceptos en cuanto tales. como p*bl"-, y la nz6ndel conocer como organon: la historia tiene como.proll.rrr* lo,

hechos humanos acontecidos en gran escala y ,o*o árgonon laleyde la motivación: la ciencia natural tiene la materia corrio problemay laley de la causalidad como organani Wr lo ranto, su propósito ysu fin es, al hilo de la causalidad, reduoii todos los .rt"io, posiblesde la materia unos a otros y finalmente a uno solg, p"r"

",u ua,

deducirlos unos de otros y al final de uno solo. por eso en ella seenfrentan dos estados extremos: el estado de la materia en el queesta es menos objeto inmediato del sujeto y aquel en el que Io esmás: es decir, la materia muerta y bruta, el primer elemento, yiuego el organismo humano, La ciencia fratural investig" el pri*árácomo química y eI segundo como fisiología. Mas hasta aho¡aninguno de los clos extremos se ha alcanzadoy solo se ha consegui_do algo i'termedio entre ambos. y la perspeciiva es bastante deles-peranzadora.

J os químicos, bajo el supuesto de que la divisióncualitativa de la materia no llegará hasta el infinito ómo Ia cuanti-tativa, intentan rebajar cadavez más la cifra de.sus elementos, queahora son aún unos .sesenta: y si llegaran hasta dos, qu.rrirnreducirlos a uno solo. Pues la ley de la homogeneiclad concluce a Iahipótgsis de un primer estado químico cie la materia que ha precedi-do a todos los demás -los cuales no son esenciales a l" m"t.ri" ,ncuanto tal sino solo formas accidentales, cualidades- y que es elúnico que conviene a la materia como tal. por otra parte, no sepuede comprender cómo esé elemento pudo experimentar un cam-

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36

bio químico, # ;;-:";:'::';ulo

.,"",.,',o para

actuai sobre él con lo que aquí se produce en la química en mismo

I atolladero con el que se encontró Epicuro e¡ la mecánica cuando

iuuo qo. explicar c-ómo el átomo único se desvió de la dirección

originaria dé su movimiento: e incluso esa contradicción que se

deürrolló por sí misma y era imposible de evitar como de resolver,poclía planiearse verdaderamente como una antinomia química: tal

y .o*o esta se plantea aquí en el primero de los dos extremos que

bgsca lo ciencia natural, también en el segundo se nos mostrará su

córrespondiente pareja.-Tampoco hay una mayor espetanza de

conseguir ese otio extremo de la ciencia natural; porque cada

u., .J.prrndemos mejor que nunca se puede reducir un elemento

químico a uno mecánico ni un elemento orgánico a uno químico o

eléctrico. Pero aquellos que hoy en día toman de nuevo esa antigua

senda eqr"rivocada pronto la desand.arán en silencio y avergonzados,

al igual que todos lus predecesores' De ello se tratará detenidamen-

te Jn el iiguiente libró. Las dificultades mencionadas aquí solo de

pasada se infrentan a la cíencia natural en su propio terreno' To-

mada como filosofía, aquella sería además materialismo: mas, comoya hemos visto, este lleva eh sí la muerte ya desde su nacimieito;potqut pasa por alto el gqjeto y las formas del conocer que se hallan

ian *pu.stas ya en la rnateria bruta de Ia que quiere partir como en

el organismo ál que quiere llegar. Pues,iÑingún objeto sin sujetoo es

el principio qu" h"Ct para siempre imposible todo materialismo'

Soies y planetas sin un ojo que los vea y un entendimiento que los

,onorráse pueden, ciertar4ente, expresar con palabras: pero esas

palabras ton pn.a la representación un sideroxylonl3"Mas, por.otraparte, la ley^de la causalidad y el análisis e investigación de la

naturaleza que la siguen nos lle,van necesariamente a suponer con

seguridad qu."n

tl ti..po cada estado más organ-izado de-la

mlteria ha ieguido a uno más simple: que, en efecto, los animales

han existido Át.t qu. los hombres, los peces antes que los animalesterrestres, las plantas antes que todos estos y lo inorgánico antes

que lo orgáni.o; qut, por consiguiente, la masa originaria ha tenidoqut "tt*i"t". uttu l"tg" serie de cambios antes de que se pudieraabrir el prirner ojo. Yf no obstante, de ese primer ojo qu9 se abrió,

aunque fuera de un insecto, sigue siempre- | dependiendo la exis-

tenct de todo aquel mundo; porque él es el mecliador necesario del

conocimiento, ,álo p"r" éi y en él existe el mundo y sin é1 no se

13. [Madcro de hierro.]

SoMETIDA AL PRlNclPlo DE RAzÓN

podría ni siquiera pensar: pues el mundo es propiamente represen-

tación y en cuanto tal precisa del sujeto cognoscente como soporte

de su existencial incluso aquella larga serie temporal llena de in-

numerables cambios y a trivés de lá cual la materia se elevé de

forma en forma hasta que finalmente nació el primer animal cog-

noscente, todo ese iit*po mismo solo es pensable en la identidad

de una concienciai-él er su secúéncia de representaciones y su formade conocimiento, y fuera áe-ella pierde todo significado.y no es

nada. Así vemos, por un lado, que la existencia de todo el;1undo

depende necesariamente del primer ser cognoscent€, por muy lm-

p.rf..ro que este pueda ser; pot- ottg lado, ése primeranimal cog-

norr.nr" És con la mit-a necisidad totalmente dependiente de una

iarga cadena de causas y efectos que le precede y en la que él m-ismo

aparece como un pequeño eslabán. EÉias dos,i6ionescontradicto-,i",

".ud" una de l"t cuales somos cle hecho iónducidos con igual

necesidad las podríamos denominar uÁa aiiinomi¿ en nuestra. fa-

cultad de conóeér, estableciéndola como -pareja de la que descubri-

uno,"n

aquel!-ñmer extre-tLo*de la cienci4 4q!lgl; mientras que la

cuádruple ant-inomia kantiana, según se demostrárá eh la crftica de

,u ¡ito*fi" añadida al presente escrito, es un espeiismo sin funda-mento. - No obstante, la contradicción que resulta aquí de forma

necesaria encuenira su solución en el hecho de que, hablando en

lenguaje k4ntiano, tiernpo, espacio y causalidad no pertenecen a 1a

.otá .á sí sino únicamente a-su fenómeno, del que son forma; lo

cual significa en mi lenguaje que el mundo objetivo, el mundo.como

represlntación, no es el,ini.ó sino solo uno de los aspectos, algo así

.o-o el aspecto externo del lmundo, que posee además otro aspec-

to tot"lmerrte distinto constiiuido pér su esencia íntirna, su--núrcleo,

la cosa en sí: esta la consideraremos en el libro siguiente, denomi-

nándola voluntad en conformidad con la más inmediatá de sus

objetivaciones. Pero el rnundo como representación, único que aquí

considerar.tos) no comenzó hasta que se abrió el primer ojo; y sin

ese medio del conocimiento no puede existir, así que tampocoexisti{ antes. Pero sin aquel ojo, es decir, al margen I clel conoci-

mientó, tampoco había ningún antes, ningún-üiempo' Mas no por

ello tiene el iiempo un comienzo, sino que todo comienzo existe en

él: y, dado que es la forma más general de la cognoscibilidad en la

qu" "" insertan todos los fenómeno¡ por medio del nexo de.l1

áusalidad, con el primer conocimiento se presenta también él (el

dempo) con toda su infinitud en ambos sentidos; y ei.fenómeno que

ilena ese primer presente ha de ser conocido a Ia vez en una

ui,rc,rl"ci¿tt c"u.nl y dependiendo de una serie de fenómenos que se

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exriende,',,',,;:';i ;;;,; sin embargo, estátan condicionado por el primer presente como este por él; de modoque, al igual que el primer_presente, también el pasado del queprocede depende del sujeto cognoscente y no es nada sin é1, aunqueIleva consigo la necesidad de que ese primer presente no aparczcacomo el primero, es decir, sin tener por madre ningún pasado y

como comienzo del tiempo; sino que ha de presentarse comoconsecuencia del p.asado cofftjime alarazónde ser en el tieñpo, ytambién el fenómeno que lo llena ha de aparecer como efecto de Iosestados anteriores que llenan aquel pasado, conforme alaley delacausalidad. - El aficionado a las interpretaciones mitológicas pue-de considerar como expresión de eseggmento de la irrupción deltiempolque, sin embargo, no tlene comlenzo, el nacimiento cle

Cronos (1póuoq), el más joven de los Titanes, con el cual, puesto quecastró a su padre, cesan los bastos engendros del cielo y de la tierray entran en escena el género de los dioses y el de los hombres,

Esta exposición a la que hemos llegado siguiendo el más conse-cuente de los sistemas filosóficos que parten del objeto, el materia-lis'mo, sirve al mismo tiempo para hacer visible la inseparable de-

pendencia mutua de sujeto y objeto dentro de su insuperableoposición; ese conocimiento nos lleva a buscar Ia esencia íntima delmundo, la cosa en sí, no ya en uno de aquellos dos elementos de larepresentación sjno más bien en algo totalmente distinto de la re-presentación que no está afectado por esa oposición originaria, esen-cial y, con ello, insoluble,

Al procedimiento de partir del objeto para deducir de él el su-jeto se opone el que parte del sujeto I y pretende exrraer de él elobjeto. Con todo lo frecuente y general que ha sido el primero entoda la filosofía anterior, del rlltimo no se encuentra en realid¿dmás que un solo ejemplo y, por cierto, muy reciente: la pseudofilo-sofía de J. G. Fichte, que ha de ser tenida en cuenta a ese respecto

por poco valor auténtico y contenido interno que posea su teoría ensí misma y aun cuando no sea en general más que una fantasmago-ría; aunque, expuesta con gesto de profunda seriedad, tono firme yenérgico celo, y defendida en elocuente polémica con c{ébiles con-trarios, pudo brillar y aparentó ser algo. Pero a é1, como a todos losfilósofos semejantes que se acomodaban a las circunstancias, le faltóla auténtica seriedad, la que, inasequible a las influen,:ias, mantienela vista inalterable en su fin: la verdad, Con él no podía, desdeluego, ocurrir de otra manera. El filósofo, en efecto, lá es en virtudde una perplejidad de la que intenta sustraerse y que es el Oau¡rrí(e iu

SoMETTDA AL PRrNcrPro DE RAzóN

de Platón, que este designa como un ¡rdLa $ui,ooo$r.rbv ndOog1a. Peroaquí los falsos filósofos se separan de los auténticos en que en losúltimos aquella perplejidad nace de la visión del mundo mismo y enaquellos primeros, en cambio, solo de un libro, de un sistema yapresente: este fue el caso de Fichte, ya que se corwirtió en filósofoúnicamente sobre la base de la cosa en sí kantiana; y sin ella es

sumamente probable que se hubiera dedicado a cosas totalmentedistintas con mucho más éxito, ya que poseía un destacado talentoretórico. Mas solo con que hubiera penetrado en alguna medida enel sentido del libro que lo convirtió en filósofo ,laCrítim de la razónpura,habría comprendido que el espíritu de su doctrina fundamen-tal es este: que el principio de razón no es, como pretende toda lafilosofía escolástica, una ueritas aeterna, es decir, no posee una

, validez incondicional antes, fuera y por encima de todo mundo,sino únicamente relativa y condicionada, válida solo en el fenórne-no, bien se presente como nexo necesario del espacio o el tiempo,bien como ley de causalidad o bien como ley de la razón delconocimiento; que, por lo tanto, la esencia interna del mundo, lacosa en sí, no puede descubrirse nunca al hilo de ese principio sino

que todo a lo que él conduce es a su vez dependiente y relativo,, nada más que fenómeno y no cosa en sí; que, además, tal principiono afecta al sujeto I sino que es una simple forma de los objetos, los 3scuales, precisamente por eso, no son cosas en sí; y que con el objetoexiste ya inmediatamente el sujeto y con este aquel; así que ni elobjeto se puede añaclir al sujeto ni este a aquel como una conse-cuencia a su razón. Pero nada de todo eso afectó a Fichte: para él loúnico interesante del asunto era eI partir del suieto elegido por Kantpara mostrar la falsedad de partir del objeto, el cual se convertía deeste modo en cosa en sí. Pero Fichte consideró que 1o importanteera ese partir del sujeto, supuso, al igual que todos imitadores, quesi sobrepujaba a Kant en eso también le superaría, y repitió en esadirección el mismo error que el dogmatismo habido hasta entonces

había cometido en sentido opuesto y que precisamente había dadoocasión a la crítica kantiana; de modo que en lo esencial nada habíacarnbiado y el antiguo er¡or fundaméntal, la aceptación de unarelación de razón y consecuencia entre objeto y sujeto, permaneciódespués igual que antes, por lo que el principio de razón mantuvo,exactamente igual que antes, una validez incondicionada y Ia cosaen sí, en lugar de colocarse en el objeto como se había hecho hasta

14. [Asombro. / Un sentimiento muy filosófico. Cf. Teeteto,1.55d.]

I{

ll

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38

80 81

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MUNOO COMO R€PRESENTACIÓN

entonces, se ubicó en el sujeto del. conocer; pero desp.ués .comoantes siguió sin reconocerse la relatividad de ambos, indicativa de

qoe la ósa en sí o la esencia interna del mundo no se ha de buscar

en ellos sino fuera de ellos, como también fuera de cualquier.otro

ser que exista sólo de forma relativa. Igual que-si Kalt no hubiera

exiriido, el principio de razónsigue siendo en Fichte lo que era en

todos los escolásticos, ufia aetema ueritas' En efecto, igual que so-bre los dioses de los antiguos dominaba aún el destino eterno, sobre

el Dios de los escolásticós imperaban aquellas deternae ueritates, es

decir, las verdades metafísicás, matemáticas-y metalógicas, y para

utg;í", in.luso la validez de la ley moral. Solamente esas verdades

"JJ.p."¿f"n d. n"d", pero por su necesidad existían tanto Dios

.orno .1 mundo' Así pues, conforme al principio de razón en cuanto

tal ueritas aeterna,"i

yo tt en Fichte Ia raz6n del mundo o del no-

yo, del objeto, qu" ., ¡urt"*ente su consecuencia, su.chapu.á' De

át i q". r. h"yá go"rd"io bien de probar o.controlar el principio de

razón. Si yu iuui.t" que indicar lá forma de dicho principio al hilo

de la cual'l Fichte hace surgir el no-yo del yo, como de la araña su

tela, pie.so que se trat; á*i"pti".ipio de raz'ón del ser en el espacio:

po.t tolo referidas a é1 reciten alguna -cl11e,de s.entido y significa-, ción aquellas angustiosas deducciones de lh forma y manera en que'cl yo proclu ce y-fal>rica el no-yo desde sl'mismo, deducciones que

.oi,ttituy.n el lonteniclo del libro más absurdo y s.olo por eso más

tburricló quc janrás se ha escriro, - Esa filosofía fichteana) qlue e.n

otro caso no l¡rerecería siquiera ser mencionada, nos resulta de

intcrés solo er,r cuanto tarclía oposición el materialismo antiguo, que

cru el nlás corlsecuente punto de partida objetivo, como aquella el

tutr¡ttiuo, Asf corpo el materialismo no s-e dio cuenta de que con el

rlrrll siurplc obicto había puesto ya inmediatamente el sujeto, Fichte

no rrl¡¡ prrsO po' alto qüe con el sujeto (llamáral' como quisiera)

lrrrbfn prcsto ya el objeio, puesto que ningún sujeto es pensable sin

é1, rilrrir t,rnlbién que tocla deducción a priori, incluso toda'demos-

trációu .n g*tr**i se basa en una necesida-d,ipero tocla necesidad setrr¡¡¡t cXClrrsiValncnte en el principio de razón; porql¡€ ser necesarlo

y fte¡r,uir$c dc una razón daáason conceptos intercarnbiablesrr. Pero

ol pi;trrcipio clc razón no es'rnái que la forma general del objeto en

cuñttfo tnl, nsf que supone ya el objeto y no puede producirlo ni

i,^*.r1,, suigir cJnforÁ* a ru'l.y asumiendo una validez anterior y.al

lutArBet¡ rlel'é1. Así pues, el partir del sujeto adolece en general del.1

15, Vérnc nl rcspccto La cuádruple raíz del principio de razón,2'" ed', $ 49'

82 83

soMETIDA AL P/RlNclPlo DE RAzÓN

mismo defecto que el punto de partida objetivo antes expuesto: el

suponer de antemano lo que se propone deducir, a saber, el correla-to necesario de su punto de partida.

Nuestro método se diferencia toto genele de esos dos equívocos

opuestos, ya que nosotros no partimos del objeto ni del sujeto sino

delarepresentación camo primer hechb de la conciencia; la prime-

ra forma esencial de la misma es la división en objeto y sujeto' y laforma del objeto es a su vez el principio de razón en su diversas for-mas, cada una de las cuales impera en su propia clase de I represen-

taciones hasta tal punto que, como se mostró, con el conocimiento

de aquella forma se conoce también la esencia de la clase entera, ya

que ést" (en cuanto representación) no es más que aquella forma

misma: así ei tiempo mismo no es nada más que larcz6n del ser en

é1, es decir, sucesién; el espacio, nada más que el principio de razón

en é1, o sea, posición; la materia, nada más que causalidad; el

concepto (como se mostrará enseguida), nada más que relación con

la razón del conocimiento. Esa total y permanente relatividad del

rnundo como representación, tanto en su forma más general (sujeto

y objeto) como en las subordinadas a ella (principio de razón) nos

indica, como se dijo, que la esencia íntima del mundo se ha'debuscar en otro lado del mismo totalmente distinto de la representa-

ción que, según demostrará el próximo libro, se encuentra en un

hecho de igual certeza inmediata para todo ser viviente, '

No obstante, hay que examinar gntes aquella clase de represen-

taciones pertenecientes en exclusiva al hombre, que tienen pormateria el concepto y por correlato subjetivo la razón, al igual que

las representaciones consideradas hasta ahora tenían el entendi-

miento y la sensibilidad, que han de atribuirse también a todoanimal16.

47

s8]

Como de la luz inmediata del sol al reflejo prestado de la luna,

pasarnos de la representación intuitiva, inmediata, que se sustenta y

se acredita a sí misma, a la reflexión, a los conceptos discursivos y

abstractos de la razón que obtienerr todo su contenido de aquel

conocimiento intuitivo y por referencia a él' I4ientras nos mantene-

16, A estos primeros siete parágrafos corresponden los cuatro primeros capítu-

los del primer libto de los Complementos'

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mos en ," ,'," ,::;"." ;'^',;;-. y cierto. Ahí no

existen preguntas, dudas ni error: no queremos ni podemos ir a

más, noi hállamos tranquilos en la intuición y satisfechos en el

presente. La intuición se basta a sí misma; por eso lo que ha surgido

puramente de ella y se ha mantenido fiel a ella, I como la obra de

arte auténtica, no puede nunca ser falso ni guedar refutado por

ninguna época: pues no ofrece una opinión sino la cosa misma'Peró con él conocimiento abdtracto, con la razón, irrumpen en loteórico la duda y el error, en lo prácticoi la preocupación y el

arrepentimiento. Si en la representación intuitiva la apariencia

desfigura momentáneamente la realidad, en la abstracta eI errorpuede dominár durante milenios, lanzar su férreo yugo sobre pue.

blos enteros, asfixiar los más nobles impulsos de la humanidad, e

incluso a aquellos a los que no es capaz de engañar encadenarlospor medio de sus esclavos, los engañados' Él es el enemigo contra el

que los más sabios espíritus de todos los tiempos sostuvieron una

lucha desigual, y solo lo que le ganaron se convirtió en patrimoniode la humanidad. Po¡ eso es bueno llamar la atención sobre él en

cuanto pisamos su terreno. Aunque se ha dicho con frecuencia que

se ha de buscar la vérdad incluso allá donde,no es de prever quetenga ningún provecho, ya que este puede ser mediato y aparecer

donde no se io.rp.r", yo añadiría'que se debe tener el mismo

empeño en descubrir y erradicar el error incluso cuando no es

previsible que cause ningún daño, ya que este puede ser sumamente

meciiato y sut'gir un día cuando no se lo espera: pues todo errorlleva un veneno en su interior. Es el espíritu, es el conocimiento el

que hace al hombre señor de la Tierra; así que no hay errores

inocuos, y todavíamenos errores venerables,,santos. Para consuelo

de aquellos que dedican tuerzas y vida a la, noble y ardua luchacontra el error en cualquier forma y asunto, no puedo Por menosque añadir aquí que, mientras no se manifieste la verdad, el emorpodrá desarrollar su juego como las lechuzas y los rnurciélagos en la

noche: pero antes podemos esperar que las lechuzas y los murciéla-gos hagan al Sol volverse hacia el Oriente, que el que la verdadconocida y expresada de forma clara y cornpleta vuelva a ser

expulsada para que el antiguo error tome de nuevo su lugar sin ser

molestadc,. Esa es la fuerza de la verdad, cuya victoria I es ardua yfatigosa; pero a carnbio, una vez cc'nseguida no se le puede volver a

arrebatar"Apane de las representaciones consideradas hasta aquí, es de-

cir, las que en su conjunto se pueden reducir a tiempo, espacio ymáteria si mirarnos al objeto, o a sensibilidad pura y entendimiento

84 85

(es decir, .,"".,;;;;;."'*u"o";;,: atenemos ar sujeto,solo en el hombre, de entre todos los habitantes de la Tierra, hasurgido además otra fuerza cognoscitiva y brotado una concienciatotalmente nueva, que con gran acierto y corrección se denominareflexinx Pues se trata de hecho de un reflejo, de algo derivado deaquel conocimiento inruifivo, si bien ha asumido una nataraleza ycondición radicalmente diferentes de é1, no conoce sus formas, e

incluso el principio de razón que irnpera sobre todo objeto tieneaquí una forma totalmente distinta. Esta conciencia nueva y alta-mente potenciada, ese reflejo a6stracto de todo lo intuitivo en elconcepto no intuitivo delanz6n, es lo único que otorga al hombreaquella reflexión que tanto distingue su conciencia de la del animaly por la que todo su caminar en la tierra resulta tan diferente al desus hermanos irracionales. En la misma medida los supera en podery en-sufrimiento. Ellos viven solo en el presente; él vive también enel futuro y el pasado. Ellos satisfacen la necesidad momentánea; é1,

mediante instituciones artificiales, se preocupa de su futuro e inclu-so de épocas que no podrá vivir. Ellos caen totalmente bajo laimpresión del instante, bajo el efecto del motivo intuitivo; a él los

conceptos abstractos le determinan con independencia del presen-te. De ahí que lleve a cabo planes proyectados y actúe conforme a

máximas, sin tomar en consideíración el entorno ni las contingentesimpresiones del presente; por eso puede, por ejemplo, disponer conserenidad los preparativos de su propia muerte, disimular hasta serinsondable y lievarse su secreto a la tumba, y cle ahí también queposea una elección real enfre varios motivos: pues solo in abstractopueden estos presentarse juntos a la conciencia y llevar consigo elconocimiento de que uno excluye el otro, midiendo así su respecti-vo pocler sobre la voluntad; conforme a lo cual el motiv,¡ preponde-rante, al hacer inclinarTabalanza, I constituye una decisión reflexi- 44

va de la voluntad y un signo seguro que manifiesta su naturaleza. Elanimal, en cambio, es determinado por la impresión presente: solo

el temor a la violencia presente puede contener sus deseos, hastaque finalmente ese temor se convierte en costumbre y a partir de

entonces lo determina como tal: eso es el adiestramiento. El animalsiente e intuye; el hombre, además,piensay sabe: ambosquieren.Elanimal comunica su sensación y su ánimo con gestos.y gritos:el hombre comunica los pensamientos a los demás mediante ellenguaje, o bien encubre los pensamíentos, también medianteel lenguaje. El lenguaje es el primer producto y el instrumentonecesario de su razón: de ahí que en griego y en italiano el lenguajey la razón se designen con la misma palabra: ó i.ó1oq, il d.iscorso. [En

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MUNDO COMO REPRESENTACIÓN

alemánl oRazón u IYern unft) viene de-(P

ercibir> fu eme h men)' que

no ",tin¿ni.o de oír sino que significa percatarse de los pensa-

*irnror rr"rrumitidos eon las palabras' Solo conla ayuda del lengua-

ie produce la raZón-sus más importantes'resultados: la actuación

il;il;;;;ios individuos, la cólaboración planificada de muchos

"til.il" .i"if izaci6n, el Estado;además,- la ciencia'' 1a conservación

de la experiencia anterior, el,le-s.uPe.1 de.lo común en un concepto''

l" tonririrlon de la verdad, la difusión del error, el pensamiento_y

J^ po.ri^, los dogmas y las supersticiones' El animal no conocé la

muerte hasta que muere: el hombre es consciente de que a cada

ttott ta aceÍca a la muerte, y eso en ocasiones hace la vida grave

i;;l; a aquel que no ha conocido ya en la vida misma ese catácter

de clestrucción perpetua. Es principalm.entb por eso por lo que.el

t árrUi" rir.. la filosofia y la religión: si bien es incierto que aquello

;;;;;" razón apreci"Áos tobt" todo en su obrar' la rectitud

i"f nt*i- y l" r,oÉ1.r" del ánimo, haya sido alguna vez fruto de una

¿. i", á"r.'como productos seguros pertenecientes en exclusiva a

anrbas y .orno p.oio.ciones de la ruzón Por esa vía se encuentran'

.n.o*bio,lasmásasombrosasyaventuradasopinionesdelosfilósofos de difererrtes escuelas, así como los extraños y a veces

.iu.l.t usos de los sacerdotes de distintas religiones'- -Qu. todas esas manifestaciones tan diferentes y de tan-largo

alcnrri. I na,cen cle un principio qomún, de. aquella particular fuerza

;ili;l;;i;;i* qu".f ho*úre aventaja al animal v a la que'se ha

á.l,oti""¿o razZn, 6 i,óyoq, tb i'oyrotLróu' -rblóyrpoul7 '

ratio'.es

"pi"iO" "ta"imede todas las épo-cas y pueblos' Además' todos los

htmbres saben recono.ut *ny bien las manifestaciones de esa

f".ultud y decir qué es racion¿l y qué inracional, cuándo entra-la

razór, en contraáicción con otras capacidades y cualidades del-h;;bt.y, por último, qué es lo qoe nitnca se puede esperar ni.de

los"ni,oáles

más listos po' t^tittt de la misma' También los

iilorofot de todos los tiemposse expresan en conjunto de acuerds

.onuqu.lconocimientogeneraldella'raz6n,ademásderesaltar;ü;;^1- ¡. sus manifestaciones cl. especial relevancia, tales como el

,.áorio sobre los afectos y las pasic'nes, la capacidad de .realizarini.irn.i* y establecer principios universales, incluso aquellos que

,un .irrto, antes d" toáa expiriencia, etc' Sin embargo, todas sus

explicaciones en torno a lá verdadera esencia de la razón son

;;;ñ;;;; *stán nitida-ente definidas, son dispersas' carentes

17. Más correcto' i'oyrróu' lN' de taT'l

8687

SOMETIDA AL PRINCIPIO. DE RAZÓN

de unidad y descentradas, destacan bien esta o aquella manifesta'

.ió; t út eso discrepan á *enudo unas de otras' A esto se añade

ou. áu.¡tot parten de la oposición entre nz6ny revelación' que es

;;;t"# ;.n" t t" filosofía y solo sirve para incrementar la

confusión. Es sumamente llamativo que hasta ahora ningún{ilósofo

tr"y" t.¿t.i¿o todas aquellas múltiples-manifestaciones de \a ruzón

"ín" torr.iOtt simple que se pudier" "tonottten todas ellas' desde

i" [u. ,oa"t t, puii..*n ,*p1i."t y-qye, pol consiguiente' constil]'y.át" u.ta"dera esencia interna de-la razón' Cierto que el eximio

i";.k;; en el Essay on human understanding, libro 2, capltulo 11' $$

1O y lt,señala án toda corrección como caráctet distintivo entre

;i;h";iy";l hombre los conceptos universales abstractos' y Leib-

,ri, to t"pi,. en total acuerdo Jon é1, eñ los No¿¿zeaux essais sur

llrntrrdi*rnt humain,libro 2, capítulo 11, SS L0 y 11' Pero

.;;";; Lorkr, en el íibro 4, iapíiulo 17, SS 2 v 3, pasa a la

;;;¿; .tpíicación delarazón,pierde totalmente de vista aquel

carácterbásiümente simple de la misma, cayendo en una oscilante'

ln¿.iinl¿"e incompleta ánumeración de manifestaciones desmem-

Ñ;t ,..un¿".i", de dicha facultad: también I Leibniz' en el

par"je de su obra torrespondiente a aqvel' hace en coniunto exacta:irr".rt, igual, solo qu".on más confusi-ón y oscuridad' En el Apéndi-

¿. ft" fr?tf^¿o deienidamente acerca de cdmo Kant confundió y

ár;¿ ;iconcepto de la esencia delatazón' Mas quien se tom€ la

molestia de recorrer en este sentido la masa de escritos filosóficos

;;;;;";"tecido desde Kant, reconocerá que, así como las faltas

ie los príncipes son expiadas por pueblos enteros, los errores de los

gr*¿Ét .rpiritu. extienden su influjo pernicioso a generaciones

lornpt.r", e incluro a siglos, creciendo y prop.agándose hasta de.ge-

n*r"r.r, monstruosid*dt' á. io que hay que inferir que' como clice

Berkeley, Few men think; yet att will haue opinionsls '

El ente ndimiento no tiene más qve unú función: el conocimien-

to inmediato de la relación de causa y efecto; y la intuición del mun-

áo r."l, alavezque toda prudencia, sagacidad y dote inventiva' por-rry uii^d" qoe t." su aplicación, no sol claramente más que ma-

.,ifá*".iontt áe aquella simple función; del mis-mo modo' la razón

,oio ti.n. una Íunci1nt la fármación del- eorrcelto i a patti.t de ella

sola se explican con gran facilidad y pol s1 mismos todos los fenó-

menos anies citados que distinguen la vida humana de la animal' y a

18. [Pocos hombres piensan, pero todos quieren tener opiniones]'

46

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COMO REPRESENTACIéN

la aplicación o no de aquella función señala propiamente todo loque siempre y en todas partes se ha llamado iacibnal o irracional.

se

Los conceptos forman una clase peculiar,diferente toto genere delas representaciones intuitivas hasta ahora consid.r"d*, y"e"irt.ni.

solo en el espíritu humano. De ahí que nunca podamo, togo, onconocimiento intuitivo y verdaderamente evidénte de su Áencia.47 sino uno simplemente I abstracto y discursivo. por eso ,*1" áirp":r1¡ad9 exigir quese demostrasen en la experiencia, enrendiendo jo,

. ella el mundo externo real que es justaraente representación iniui-tiva, o que se presentaran ante la vista o la fantásíacomo los obje_tos intuitiyos. Los conceptos solo se pueden pensar, no intuir, y úíi_camente los efectos que a través de ellos produce

"l hombr. so'objetos de verdadera experiencia. Tales son el lenguaje, .l obraire_fl.exivo y planificado, y la ciencia; y después, to qué ,Áott" d. io¿*ellos. Está claro que el habla, .r,.u"nio ob¡.tó a, t"."p"rl"r,.iiexterna, no es más que un.telégrafo sumamente peffecto

que trans_mite signos arbitrarios con la máxim a npidezy ia más fina matiza-ción. iMas qué significan todos esos signos? ¿b¿mo ,. produ.. ,ointerpretación? iAcaso mientras otro habla traducimos.rrreguid" sudiscurso en imágenes de la fantasía que pasan ante nosotros comoun rayo y se rr,lueven, se encadenan, se transforman y se pintan con.forme a la afluencia de las palabras y sus flexiones t.lÁ"rl;"i¿rii.Qué tum'lto se produciría entoncei en nuestra ."birá al oír undiscurso o leer un iibro! pero eso no ocurre de ningún modo. El sen_tido clel discurso se percibe inmecliatamente, se cJpta.o" o".ri*iy precisión sin que por lo.regular se entremezclen fantasmas, Es latazónla que habla alarazón,se mantiene dentro d. ,u tr..rrro u loque transmite y recibe son conceptos abstractos, representaciones nointuitivas que forma de una vez por todas y,

"unqu. ,.l"tiuu-.ni.poco.numerosas, abarcan, contienen y,.pr.rentan todos los innu_merables objetos del mundoreal..solo a pártir de esro se."plic" q*un animal nunca pueda hablar ni entenier, pese a tener en comírncon nosotros los instrumenros del lenguaje y las representacionesintuitivas:,pero precisamenre porque lr:, j"lábrm a*ig"-;

"q".ii,rase peculrar.de representaciones cuyo correlato subjeiivo ., j" ,"_zón, carecen de sentido y significación para el animal. Así el lengua_je, como cualquier otro fenómeno que atribuimos a la razón tc5;todo lo que disringue al hombre dil animal, ,. h" d. e*pli¿";'O*

8B

tación de otra clase.

,

Ii

.11t

aque'a,".,,. o;; ; ;-r. ;",:ffi, ;:,;,.,",racionesabstractas, no intuitivas, generales, no individualir"d;r r; ;i;i;;;;y el espacio. I Solamente en algunos casos particul"r", p"rr*o, i. 48los conceptos a la intuición, formamos fant"s.nas como representan-fes intuitivos de los conceplos, a los que, no obstante, ,ru.r.a se ad._cuan, Estos han sido explicados de manera especiai en el trat"doSobre el principio de razón, $ 2g, por lo que no quiero repetir aquílo mismo: con lo allí dicho se porá, .o*i"rar lo que

"fi;;;üñ;n el duodécimo de susphilosóphical essáys, p. Z44,y Herder en laMetacrítica (un libro malo por lo demás), párte i, pi ZZ+. f" lJroplatónica, que se hace posibie meclianre la unión ai f"r^ri^ y l^)Zl,constituye el objeto principal del tercer libro del prer.nt.'.rrrito.

.Si bien los conceptos son radicalmento distintos d. lu, ,"pr.r.n_

taciones intuitivas, se hallan en una necesaria relación .", ril"r, ,i"las cuales no serían nada, p_or lo que esa relación constituye tod" roesencia y existencia. La reflexiónes necesariamente reprtducción,repetición del mundo intuitivo original, aunque una:eprodu..ünde tipo totalmenre peculiar y

".,un i,"t.rial .ámpl"táJnt t.i.r*

géneo. Por lo tanto, se puede denominar con toia propi.d^d^

losconcepfos representaciones de iepresentaciones. El principio de ra_zóq tiene aquí también u.na formá propia; y así comá

"gu.ll"for*"

bajo la que rige en una ciase_de,.p..r.nt"álones constiiuy ey agatala esencia de dicha clase, en la meiida en que son representaciones

-de modo que, como hemos visto, el tie'mpo es sucesión y nadamás, el espacio posición y nada más, la materia causalidad ; ;^d^más-, también Ia esencia total de los conceptos o cle la ,t"rj ¿, U,representaciones abstractas consiste-únicaminte en la relación queexpresa en ellas el principio de nzón: y, dado que esa relación es lareferencia ala razón de ionocimierrto, iod" la esencia de la repre_sentación abstracta está única y excrusivamente en su refe."náa aotra representación que es su razón de conocimiento. Esta puedeser a. su vez un concepto o representación abstracta, e incluso esta

puede tener a su vez uni_ ,az6n cle conocimiento mer4mente abs_tracta; pero no hasta el infinito, sino que ar final ra serie de ras razo-nes cognoscitivas ha de concluir en un concepto que tenga su razónen el conocimienro intuitivo. pues todo el -ondo d. h;flex¿; ,;basa en el I intuitivo como su rczón d,econocer. De ahí que la clase 49de las representaciones abst{a*as se distinga de las deniás p;;q";en estas el principio de razón nunca exige Lás que una relación aotra representación de lamisma clase, pero en las representacionesabstractas requiere en último término una relación

"'u*r;;;;r;;:

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}4UNDO COHO REPRESENTACIÓN

Aquellos conceptos quer como se ha señalado' no se refieren al

conocimiento intuiiivo inmediatamente sino por mediación de uno

o varios conceptos, han sido denominados preferenteme nte abstrac-

fd, mientras que los que tienen su razón inmediatamente en el mun-

do intuitivo se han llamado concreta, Pero esta última denomina-

ción no concuerda másque

demanera impropia con los conceptos

designados por ella, ya que también estos siguen siendo abstracta-y

de ningún modo representaciones intuitivas' Tales denominaciones

han naiido de uná vaga conciencia de la diferencia que con ellas se

significa, aunque se pueden mantener con la interpretación aquí

ofrecida, Ejemplos de la primera clase, o sea, abstracta,en el sentido

estricto, ion conceptos tales como i,relaciónn, ovirtudo, oinvestiga-

cióno, oprincipio,, etc. Ejemplos de la segunda clase o de los deno-

minados impropiamente concretl, son los ¡oncePtos "hombre",upiedrar, ucaballoo, etc. Si no fuera un ejemplo demasiado plástico y

asl rayano en la broma, podríamos decir que los úlfimos son la plan-

ta baja y los piimeros la planta superior del edificio de la reflexiónle.

El hechó de que un concepto comprenda una multiplicidad en

sí, es decir, que muchas representacionesintuilivas o abstractas se

hallen con é[en la rélación de la razón cognoscitiva, es decir, sean

pensadas mediante é1, no constitliye, como se ha señalado la mayo-

rfa de las veces, una característica esencial del mismo sino unápropieclad meramente secundaria y derivada que ni siquiera tieneqoJ d"tr" de hecho sino solo en su posibilidad. Esa propiedad

áeriva de que el concepto es representación de una represéntación,es decir, que toda su esencia reside exclusivamente en su referenciaa otra representación; y puesro que esa representación no es el

concepto mismo sino que incluso pertenece la mayoría de las veces

a otra clase de representaciones, I pues es intuitiva, puede poseer

determinaciones temporales, espaciales y de otro tipo, así como en

general muchas relaciones que no se piensan en el concepto, y de

ahíque

varias representacionesdiferentes en lo accesorio puedan

ser pinsadas con el mismo concepto' es decir, subsumidas bajo é1.

Mai ese valer de una pluralidad de cosas no es una propiedadesencial sino meramente accidental del concepto. Por eso puede

haber conceptos con los que no se piensa más que r¡n único objetoreal y que no obstante $on representaciones abstractas y generales, yen modo alguno in'dividuales e intuitivas: tal es,,pr:r ejemplo, elconcepto que alguien tiene de una detenninada ciudad que solo

19. Véanse en relación con esto los capítulos 5 y 6 delsegundo volumen.

9091

SOMETIDA AL PRINCIPIO DE RAZÓN

conoce por la geografía: aunque con él no se piensa más que una

ciudad, iería posible que con él concordasen varias ciudades en

parte diferentes. Así pues, no porque un concepto esté abstraído de

varios objetos posee universalidad; sino, a la inversa, porque la

universalidad, es decir, la indeterminación individual, le es esencial

en cuanto representación abstracta delaraz6n, es por lo que con el

mismo concepto pueden pensarse diversas cosas.De lo dicho resulta que todo concepto, justamente porque es

una representación abstracta y no intuitiva, y por ello no completa-mente determinada, tiene lo que se denomina una extensión o esfe-

ra incluso en el caso de que solo exista un objeto real que corres-

ponda a é1. Mas siempre encontramos que Ia esfera de cada concepto

tiene algo en comítn con las de otros, es decir, que en él se piensa en

parte lo mismo que en aquellos otros y en estos a su vez se piensa

en parte lo mismo que en el primero; si bien cuando se trata de con-cepios realmente dLrintos, iada uno de ellos, o al menos uno de los

dos, contiene algo que no tiene el otro: en esa relación se halla todosujeto con su predicado. Conocer esa relación se llama iurgar. La

representación de aquellas esferas rnediante figuras espaciales es una

feiiz idea. El primero en tenerla fue Gonfried Ploufiuet, que em-pleó cuadrados; Lambert, aunque con posterioridad a é1, se sirvió

de simples líneas que colocaba unas debajo de otras. Euler fue el

primero en per{eccionarla con círculos' No sé indicar en qué se basa

ása analogía tan exacta entre las relaciones de los conceptos y las de

las I figuras espaciales. Pero es una circunstancia favorable para la

lógica que todas las relaciones de los conceptos puedan exponerse

intuitivamente incluso según su posibilidad, es decir, a priori, potmedio de tales figuras del siguiente modo:

1) Las esferas de dos conceptos son exactamente iguales: porejemplo, el concepto de necesidad y el de consecuencia de una

razón dada; igualmente, el de Rumiantia y Bisulca (rumiantes y

animales de pezuñas particlas); también el de vertebrado y de sangre

roja (contra el cual habría, no obstante, algo que objetar debido alos anélidos): son conceptos intercambiables. Los representa unsolo círculo que significa tanto el uno como el otro.

2) La esfera de un concepto incluye totalmente la clel otro:

51

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52

MUNDO COHO REPRESENTACIÓN

3) Una esfera incluye dos o varias que se incluyen y al mismotiempo llenan la esfera:

4) Dos esferas incluyen cada una de ellas una parte de la otra:

| 5) Dos esferas se encuentran en una tercera que, sin embargo,no llenan:

Este último caso vale de todos los conceptos cuyas esferas no

tienen inmediatamente nada en común, ya que siempre hay uhtercero, aunque a menudo muy amplio, que incluye ambos. ^

A estos casos pueden reducirse todas las combinaciones de

conceptos, y de ahíle puede deducir toda la doctrina de los juicios,

su conversión, contraposición, reciprocidad y disyunción (esta se-

gún la tercera figura): y también las propiedades de los juicios, en

las que Kant fundamentó las presuntas categorías del entendimien-to, con excepción de la fonna hipotética, que no es ya una combina-ción de meros conceptos sino de juicios; y luego con la excepciónde la modalidad, de la que el apéndice da detallada cuenta, como de

i:

92

soMETIDA AL PRlNctPto DE RAzóN

todas las propiedades de los juicios que se ponen como fundamentode las categorías. En reiación con las posibles combinaciones con-ceptuales señaladas hay que observar además que pueden tambiéncombinarse entre sí de nuy diversas maneras, por ejemplo, lacuarta figura con la segunda. Solamente cuande una esfera que

contiene otra total o parcialmente esrá a su véz incluida total o

parcialmente en una tercera, representan todas juntas el silogismoen la primera figura, es decir, aquella combinación de juicios por laque se conoce que un concepto total o parcialmente contenido en

otro lo está también en un tercero que contiene a su vez a este: otambién, a la inversa, la negación, cuya representación sensible solopuede consistir en que dos esferas relacionadas no se hallan en unatercera. Si muchas esferas se abarcan de ese modo, surgen largas

cadenas de silogismos. | - En este esquematismo de los conceptos, s3

que se explica ya bastante bien en muchos manuaies, se puedefundamentar la doctrina de los juicios como también toda la silogís-tica, con Io que la exposición de arnbas se hace muy fácil y sencilla.Pues todas sus reglas se pueden comprender, deducir y explicar en

su origen a partir de ahí. Mas no es necesario cargarlas en la

rnemoria, ya que la lógica nunca puede ser de utilidad práctica sinosolo de interés teórico paralafilosofía. Pues aunque se puede decirque la lógica es al pensamiento racional lo que el bajo general a lamúsica y tarnbién, si lo tomamos con menos exactitud, lo que laéticaa la virtud o la estética al arte, hay que tener en cuenta que

ningún artista ha llegado a serlo.estudiando estética y ningúncarácter noble estudiando ética; que mucho antes de Rameáu se

componía con corrección y belleza y que, igual que no hace faltatener en mente el bajo general para notar las embaucar con razona-mientos engañosos. No obstante, hay que admitir que el bajogeneral es de gran utilidad, si no para el enjuiciamiento, sí para el

ejercicio de la composición musical: e incluso, en grado muchomenor, la estética y la ética pueden tener alguna utilidad práctica, si

bien principalmente negativa, así que no se les puede negar todovalor práctico: pero de la lógica no se puede hacer tanto elogio. Ellaes, en efecto, un mero saber in abstracta de aquello que cada cualsabe ya in concreto. Por eso no se la necesita más para no asentir a

un razonamiento falso de lo que se recurre a sus regias parahaceruno correcto, e incluso el lógico más instruido la deja totalmente almargen en su p€nsamiento real. Eso se explica por lo siguiente:toda ciencia consiste en un sistema de verdades, leyes y reglasgenerales, y por lo tanto abstractas, en relaciór!con cualquier clase

de objetos. El caso individual comprendido en ellas que se presenta

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después., o',.,'',:;";" "'"'il;" "ruelsaber general

que vale de una vez por todas; porque es infinitamente más fácil

aplicar lo general que investigar desde el principio por sí mismo el

caso individual qui se presenta' I ya que el conocimiento general

abstracto conseguido de una vez nos resulta siempre más accesible

que la investigación empírica de lo individual. Pero con la lógica

ocurte exactamente lo contrario. Eila es el saber general acerca delmodo de operar dela razón, conocido a través de la auto-observa-

ción de la mis*" y la'abstracción de todo contenido, y expresado en

forma de reglas. Pero ese modo de operar es necesario y esencial a

ella, así que en ningún caso se^part^ráde

él mientras esté entregada

a sí misma. Así que es más fácil y seguro dejarle actuar conforme a

su esencia en cada caso particular, que ponerle por delante u¡ saber

abstraído de ese proceder en la forma de una ley ajena dada desde

fuera. Es más fácil: porque, aun cuando en todas las demás ciencias

la regla general noi resulta más próxima que la investigación del

casopatii.ular solo y por sí mismo, en el uso de la razón, poi el

coii?rario, su necesario proceder en el caso dado nos es más cercano

que la regla general abstraída de é1, pues lo Que piensa en nosotros

es ya aquella ra2ón mism.a. Es más se&uro: pues con mucha mayorfacilidad puede acaecer un error en dse saber.abstracto'o en su

aplicación, que producirse una actuación de la raz6n que contra-

vóugo r,r esencia, su naturaleza. De ahí procede la particularidad de

que, si en otras cicncias la verdad del caso particular se comprueba

en la regla, en la lógica, a la invgrsa, la.regla se ha de comprobarsicmpre en el caso individual: y hasta el lógico más experto, cuando

observe que en un caso particular concluye algo distinto de lo que

enuucia la regla, antes buscará un fallo en la regla que en el

razonamiento efectuado realmente por é1. Así pues, pretender ha-

cer un uso práctico de la lógica significaría querer deducir de reglas

generales con un indecible esfuerzo lo que conocemos inmedia-tamente y con la máxima seguridad en el caso individual: sería

exactamente igual que si uno eq su,p movimientos pretendieraprimero consultar lJmecánica y en la digestión la fisiología: y el

que aprende lógica para fines prácticos se asemeja al que qui-óre

instruir a un castor en ia construcción de su vivienda. - Aunquecarente de utilidad práctica, la lógica tiene, pues, que conservarseporque tiene interés filosófico como conocimiento especial I de laorganización y acción de la razón. En cuanto disciplina cerrada,autónoma, completa en sí misma, circular y totalmente segura, está

facultada para ser tratada por sí misma e independientemente cle

todas las demás ciencias y ser así enseñada en las universiclades:l

soMETIDA At PRlNclPlo DE RAzÓN

pero su verdadero valor lo obtiene únicamente en conexión con el

conjunto de la filosofía dentro de la consideración del conocimien-

to y, por cierto, del conocimiento racional o abstracto. Por consi-guiente, su exposición no debería tener la forma de una ciencia

dirigida a lo práctico ni contener simples reglas para la correctaconversión de los juicios, el razonamiento, etc., sino que debería

más bien estar orientada a que se conozca la esencia de la raz6n ydel concepto, y a que se examine detenidamente el principio de

razón del conocer: pues la lógica es una mera paráfrasis de este,

pero solo para el caso en que la razón que da la verdad a los juicios

no es empírica o metafísica sino lógica o metalógica. Por eso juntoal principio de razón del conocer se pueden citar las otras tres leyes

fundamentales del pensamiento tan afines a é1, los juicios de verdadmetalógica; y dq ahí resulta poco a poco toda la técnica de la razón'

La esencia del verdadero pensar, es decir, del juicio y el razona-miento, se puede representar de la forma antes indicada a partir de

la combinacién de esferas conceptuales conforme al esquema espa-

cial, y de él se pueden deducir mediante construcción todas las

reglas del juicio y el razonamiento. El único uso práctico que se

puede hacer de la lógica consiste en que al disputar se muestran aloponente no tanto sus razonamientos defectuosos reales como sus

inferencias engañosas intencionadas, designándolas con su nombre

técnico. Pero el hecho de contener la orientación práctica de la

lógica y subrayar su conexión con el conjunto de la filosofía como

un capítulo de la misma no debería hacer su conocimiento más

infrecuente de lo que ahora es: pues hoy en día todo el que noquiera permanecer rudo en lo principal y contarse entre la ignoran-te masa sumida en el embotamiento, tiene que estudiar filosofíaespeculativa: y ello porque este siglo xlx es un siglo filosófico; locual no quiere decir tanto que I posea una filosofía o que la filosofía

sea dominante en é1, como que está maduro pata la filosofía y,

precisamente por eso, necesitado de ella: ese es un signo de una

elevada instrucción e incluso un puntE"firme en la escala de'lacultura de los tiempos2o.Por poca utilidad púctica que pueda tener la lógica, no se

puede negar que se inventó a efectos prácticos. Su naci¡niento me loéxplico del siguiente modo: cuando entre ios eleatas, los megáricosy los sofistas se había desarrollado cada vez rnás el gusto por la

disputa hasta convertirse poco á poco casi en una adicción, la

20. Véanse al respecto los capítulos 9 y 10 del segundo volumen.

56

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confusión .",",:.::; ;;",'*;j,], 0.,"," hubo de

hacerles sentir la necesidad de un proceder metódico para cuyainstrucción hubo que buscar una dialéctica científica. Lo primero

-.que se hubo de observar era que las dos partes disputantes siemprei-tenían que estar de acuerdo respecto de alguna proposición a Ia que

se pudieran remitir los puntos conflictivos en la disputa. El comien-zo del proceclimiento

metódicoconsistfa

en expresar formalmentecomo tal esa verdad comúnmente admitida y ponerla al frente de lainvestigación. Ma's al comienzo .t"r propoii.iones no afectabanmás que al material de Ia investigación. Pronto se cayó en la cuentade que también en el modo en que se retrocedía a la verdadcomúnmente admitida y se prefendían derivar de ella las propiasafirmaciones, se seguían ciertas formas y leyes acerca de las cuales,sin haber acuerdo previo, nunca se disc'iepaba; por lo que se vio quetenían que constituir el curso peculiar y esencial de la razón rnisma,el elemento formal de Ia investigación. Y aunque el tema no erasusceptible de duda ni discrepancia, alguna mente sistem áticahastala pedantería tuvo la idea de que quedaría muy bonito y completa-ría la dialéctica metódica si esa parte formal de toda disputa, ese

proceder regular dé 1a razón misma, se expresara también enprincipios abstractos que, al igual que aquellos principios común-mente admitidos en relación con la materia de ú investigacién,'sepusiera al frente de la investigación como I el 'canon fijo deldisputar al que siempre había que volver la mirada y apeiar. Alpretender de este modo que en adelante se ieconociera conscienie-mente como ley y se expresarq :formalmente lo que hasta entoncesse había seguido como por acuerdo tácito o ejercitado como porinstinto, poco a poco se fueron encontrando expresiones más o

lnenos p.if..t", para los principios.lógicos, rales ctr.,o el principiode contradicción, en de nzón suficiente, el de tercio excluso, eld.ictunt, de omni et nullozt, y luego las reglas especiales de Iasilo.gística como, por ejemplo, ex meris partiiutaribis aut negatiuis

nihil seqtitur, a rationato ad rationem non ualet consequentiin, etc.Que eso se llevó adelante con gran lentitud y Íatiga, y que hastaAristóteles quedó muy incomplero, lo apreciamos en paire en latorpeza y prolijidad con que se sacan ala\tzlas verdades lógicas en

.21,. lLoque vale de todo vale rambién dc cada individuo y )o que no vale denada no vale tampoco de ningún individuo.]

,22. [De premisas meramente particulares o negativas no se sigue nada, /Lainferencia de la consecuencia ala, razón no es válida.] I

96

SoMETtDA AL pRtNctpto DE RAzóN

algunos diálogos platónicos, pero todavía más en el informe deSexto_ Empírico sobre las disputas de los megáricbs acerca de lasleyes lógicas más sencillas y simples, y el esGrzo que les costabaesclarecerlas.(Sexto Empírico, Adu. Math.,libro g, pp. 112 ss.).Pero Aristóteles reunió, ordenó y corrigió todo lo que se habiadescubierto previamenre, llevándolo a una perfección incompara-blemente superior. si se observa de este moáo cómo el curso de lacultura griega había preparado y dado lugar al trabajo de Aristóte_les, menos inclinado se estará a creer las declaráciones de losautores persas que/onel, múy favorable a ellas, nos ha transmitido,a saber: que, entre los hindúes, Caiístenes había inventado y" unálégica complera y se la había remitido a su fío fuistóteles (As;aticresearch.es, vo!. 4, p. 163). - Puede comprenderse fácilmente queen la triste Edad Media-al espíritu escoláitico, ávido de disputas yalimentándose solo de fórmulas y palabras a falta de todo .onocí-miento real, la lógica aristorélica le hubiera de ser sumamentebienvenida, que se aferrara ansiosamente a ella incluso en su muti-lación árabe y pronto la erigiera en el centro de rodo saber. pese ahaber decaído desde entonces su prestigio, ha conservado hastanuestra época la fama de una ciencia autónoma, práctica y suma_

mente necesaria: incluso en nuestros días la filosofía kantiana, I quetomó_de la lógica su piedra angular, ha despertado un nuevo int.i¿.por_ella que, desde luego, merece a ese respecto, es decir, comomedio para el conocimiento de la esencia dela razón.

Los silogismos correctos en sentido estricto se realizan cuandose examina con exactirud la relación de las esferas corceptuales y,solo en el caso de que una esfera esté contenida en su toüli¿"¿ ,"otra y esta a su vez en una tercera, se reconoce que también la pri-mera está contenida por completo en la tercera; en cambio, elirtede la persuasión se basa en somete¡ las re lacionei de las esfeialron-ceptuales a una consideración meramente superficial y Iuego defi_nirlas unilateralmente conforme a las propias intenciones, prlcipal-mente de_moc{o que, cuando la esfera de un concepto se

-hallasolo

en parte dentro de otra y en parte dentro de una totalmente distin-ta, se la señala como incluida completamente en la primera o en lasegunda,.según el propésito del hablante. por ejemplo, cuando sehabla de la pasión se la puede subsumir a voluntacr uá¡o et coneeprode la máxima Íuerza, del más poderoso agente del mundo, o bajá elconcepto de la irracionalidad y este a su vez bajo el de la impotencia .

y la debilidad. Ei misrno mérodo se puede proieguir y volver a apli_car en cada concepto al que conduzca el discurso. Caii si.*pre en laesfera de un concepto se dividen otras varias, cada una de las cuales

58

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59

MUNDO COMO REPRESENTACIÓN

contiené una parte del ámbito de la primera en el suyo pero abarca

;;ñ; .ro,'d, estas últimas esferas conceptuales no se permite

examinar más que"qo,ilu

bajo la cual se quiere subsumir el primer

concepto, mientras que las dámás se dejan fuera de consideración o

se mantienen ocultas' g" tttt truco se basan en realidad todas las

ilt d.;;"riá", toiÁ ros sofismas sutiles: pues los sofisn¡as ló-

;;;t;;"';;"i *rníi,,', uelatus, .com.1'ttt'tsü ' et'c'' está claro que soná"*ái"do groserps para uná aplicación real' Puesto que no tengo

;;;;;#; J. que'h*""ttotn tt hava reducido la esencia de todo

;;i;;y pr.ru^.ió,. a esta última tazón de su.posibilidad ni que se

hava demostrado que se encuenffan en la peculiar índole de los con-

."ái.t. m ¿"cir. e., la forma de conocer de la razón' y ya que ml

;il;;r;-ir" I""¿o.i¿o hasta aquí, q,:siera explicar el rema,

#;,;#ii;;;; J; ;;t"nd"', ^p"'iiia'la tabla adjunta; I en

!f f" tt ú" de mortrnr cómo las esferaslconceptuales se tocan entre¡í

J. nluy diversas maneras y de ese modo dan margen Para pasar ar-

üüil.',,¡. descle cada concepto a este o aquel otro' Lo único que

no deseo es inclucir.o" ttt¡ t^bl^^que se dé a estapequeña expli-

.*io" ,".i¿.ntal más importancia de la que pueda tener por su

naturaleza. Como eiemfll explicativo.he tlegido el concepto de;l;i;;, su esfera s. éxtiÉnde dentro del ámbito de otras cuatro' a

:ií;'# il'ff ;'"1* ;;;¡;;l;darse el persuasor a voluntad:

estas a su vez se prop^g""^

ó"^t esferas y algunas de ellas a dos o

il;; l" u.r, po, u, ?o"ltt-*l persuaso-r'toma su camino a volun-

il;.;;ñt;.áLo ti fuera ellnico, v al final'.según cuál.sea su pro-

,r¿,.iro. llesa a lo bueno o lo malo' Al seguir las esferas únicamente

ü;;;;;iln.r ri.-ptt la dirección desde,en centro (elconcepto

urincinal) hacia la p.rift'l*, Pero nunca volver atrás' Tal sofisma

;fi.t";;;á; J; un áir.urro continuado o de una estricta

i ,,r"" tif"gfttica, según lo uto"s"¡t el lado débil del oyente'-En

el

i;;;,,1" i;l;;"riá ¿."r", J"*orr,"riones cieúíficas, en especial las

lii,itori.tt, no ,. h".rn cle forma muy distinta: tCómo sería si no

¡rosiblc que tantas .o*u-'n diversas épotut hubieran sido no solocrr¿tclanrente ,op,r"rr^, (pues el erroi mismo tiene otro origen)'

sittt¡ tlet¡tostraclas y pooü"d", y sin e{argo después se hubie¡a

rlcscubierto que eran tu¿i.¡*.n'" fllt:{ Pór ejemplo' t"{U?::Í,"

do l,cibniz-Volff, la astronomía de Ptolorne-o' la químtca de stanl'

ia t.urfu de los colores de Newton, etc', etc'24'

23, lnMentiroson, uvelado', ucornudoo (nombres de los razonamientos cap-

r'ioros rlcl tncg;irico Eubulides).]

24. Vóase sobre esto el capítulo 11 del segundo volumen'

9B

l'i"i

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NDO COHO REPRESENTACIÓN

s10

Contodoestosenosplanteacadavezmásdecefcalacuestiónde.O*o conseguir l^ rrrt,za,cómo se han de fundamenta-r los iuicios'

"t-qtatonslste el saber y la cienla.que, junto con el lenguaje y el

.;;;;;.flbxivo, ensalza*o, toto el tercer gran Privilegio que ofre-

cela raz6n, r

La razóies de,narural eza emenina: solo puede dar después de

haber recibido. Por sí sola no Posee más que las formas Yacías de su

60 op.r"r. I Ni siquiera existe ún conocimiento racional totalmente

puro fu"r" de los cuatro principios a los.que he atribuido verdad

lt.ofOgi.", o sea, los principios de identidad, contradicción' tercio

excluso"y razón suficiente dil conocer' Pues el resto de la lógica no

es ya un conocimiento racional totalmente puro, dado que suPone

relaciones y combinaciones de las esfefas conceptuales: pero en ge-

neral los.ón..pto, no existen más que después de las representa-

.ion.t inruidv"s y tod" su esencia está constituida por su relación

con ellas, por lo que ya las suponen. yT, dado que ese supuesto no

se exde;d; d .ont.rrido determinado de los conceptos sino solo a

;;;;;;;;;.n e."é."t, la lógica puede ser considerada como una:ffi;;';;; ;; i;;A';;:;J"" ras demás ciencias ra raz6n ha

;;itiáJ"i;r,rt.niJá d.-i"s represenraciones intuitivás'; en la niate-

Áárir , de las relaciones del espacio y el tiempq intuidas antes de

toda experiencia; en la ciencia natural pura, es decir' enaquello que

conocemosantesdetodaexperienciaacercadelcursodelanatura-[t", .i ."tt"nido de la cienóia nace del entendimiento puro' es de-

cir, iel conocimienro a priori de la ley de la causalidad y su relación

con aquellas intuiciones puras del espacio y el tiempo.' En todas las

demás ciencias, lo que no r. to*. de lo que acabo de citar pertenece

a la experien cía. sibÜ en general significa que el espíritu tiene,el

;"á;á. reproáucir a voluitad los juicios que tienen su razón sufi-

ciente del conocer en algo fuera de ellos, es decir, que son.uerdade:

ross. Así que solo el con-ocimiento abstracto es un saber; de ahí que

25,. *[El principio de razón suficiente del conocet] dice que' si ur juicio debe

expresar un conoclmlento' ha de tener una razón suficiente: en virtud de esa propie-

<lad recibe entonces el pridicado uetdadero' La uerdad .es, pues' la relació-n de.un

. i"ili" con algo dife¡ente de é1, que se llama su razóli (Über die ttíerfacheWurye!.",

S 29, p. 105ltrad. cast. cit., pp.'15S-1591)'-Según de qué clase sea.esa ¡azón' Scho-

i.nh*., disiingue.urrro ,liót de verdad: iógica (la razón del juicio es otro¡uicio),

empírica (la raz-ón es una iniuición), transcéndenral (la razón estriba en las.formas

del conocimiento intuitivo empírico: espacio. tiempo y causalidad) y metalógica (la

¡

td"tt'oo'¡L ¡nlNc¡rlo DE RAzóN

este se halle condicionado por la rcz\ny que, hablando con exacti"

rud, no podamos decir de los animales que saben algo, si bien po=

seen el cónocimiento intuitivo, también el recuerdo para uso de este

y, justamente por eso, la fantasía que demuestra además la existen-

.i" d. ru.Ror en ellos. Les atribuimos conciencia ÍBewulStseihl, así

que el concepto de la misma, aun cuando la palabra esiá tomada de

(saber> fWissen), coincide con el de la representación en general,del tipo que sea. Por eso también atribuimos vida a las plantas' p€ro

no cónciéncia. - El sa.ber es' pues, la conciencia abstracta, el fijaren conceptos de la razón lo conocido de otro modo'

I $ tl

En este sentido, el verdadero opuesto del saber es el sentimientot

cuya dilucidación hemos, pues, de acometer aquí. El concepto de-

signado por la palabr a sentimiento riene un contenido merarnente

negatiuo, en concreto, este: qu€ algo presente a la concienciano es

un coflcepto, un conocimiento abstracto de la razón: sea lo que sea

aparte dé eso, cae bajo el concepto de sentimienlro,"cuya esferadesmesuradamente amplia abarca así las cosas más heterogéneas, sin

que comprendamos nunca cómo coinciden hasta que no ngs damos

cuenta de que solo concuerdan en ese réspecto negativo de no ser

conceptos abstlhctas.Pues en aquel concepto se encuentran tranqui-

lamente unidos los elementos más diversos y hasta dispares, porejemplo, el sentimiento religioso, el sentimiento del placer, el senti-

miento moral, el sentimiento corporal como tacto' como dolor,como sentido de los colores, de los tonos y sus armonías y desarmo-

nías, el sentimiento de odio, de repugnancia, de autocomplacencia,

del honor, de la deshonra, de la justicia, delainjusticia, el sentimien-

to de la verdad, el sentimiento estético, el sentimiento de fuerza, de

flaqueza, de salud, amistad, amor, etc. Entre ellos no hay ningún

elemento común más que e I negativo de no ser ningúnconocimien-

to abstracto dela raz6n; pero eso resulta ser lo más llamativo, cuan-

do en aquel concepto se incluye incluso el conocimiento intuitivo ¿

priori de las relaciones espaciales y el del entendimientó puro en su

iotalictad; y, en general, de toclo conocimiento, de toda verdad de la

que se es consciente solo de forma intuitiva pero que todavía no se

ha depositado en conceptos abstractos) se dice que se siente- A modo

razón la constiruyen las condiciones formales del pensar)' Cf.

(trad. cast. cit., pp. 159 ss,) [N. d¿ /a T.]

100101

105 ss.

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MUNDO COMO REFRESENTACIÓN

de ilustración, quisiera aPortar algunos ejemplos tomados de libros

recientes, ya que ron p"i"bu' sorirendentesde. mi explicació¡'.En

la introducción a una"Jiti¿"

ale^"na de F'uclides recuerdo haber

irlJ. 0". en geometrla a los principiantes hay. que hacerles trazar

,áJ* i", fü"á,^nr",

de pasar a las demostraciones, ya que enton-

ces sientenla verdad gto';é'iit" antes de que la demostración les

;;;;;i; "l .onoti'mi'nto completo' - Igualmente' enla Críti-ca de la doctrina *o,ol'i"i ii'ttleiermacher-se habla del | -sentido

lógico y matemático 1p.i:li y también^del sentimiento de la igual-

i"? I ir"."l

áad d e ¿á, iori,íl"r

(p. 3 aZ) además, en la Hi st or iade

la filosofíade Tennerhan.,, volu*e,, 1,págila 361, se dice: "Uno'!,ri"ii"í".lir;f *;;;;;gañosasnosériátrcorrectasauncuando;;;; ;;;; J.r.ob'i' el íailo'' - Mientras no se considere ese

concepto de sentimien;;Jt el punto de vista coÍrecto y no se Ie

reconozca ese carácter ,r"gutiuo, único esencial a él,habú de dar

continua ocasión ".q"iuáiot y ái'pu"' debido a la enorme ampl!-

'

fud de su esfera y"

,u ton"nido meramente negativo' -unilateral-mente definido y sumamente pobre' Puesto que en aLemán tenemos

':

i"r"¡i¿. lapalaúra sensación fEmpfindung)., de significado bastante

;;.;;,;.;; ú,ii r"r.,u"'l ^ i^'^'',lsentimiento corporal como unat"üt.i.i" ¿t aquella' sin duia, el origen de aquel concepto de sen-

timiento, t"n d"upropo';;;";; respJcto de tódos los démás' es-el

il;i;;;' to.lo, io, .onttp'ot -y'solotonttft.-t-tojt.l::: 13:

piabras designan* existen únicamente parc la razon y nacen Lrc

ella: con ellos nos encontramosr pues, en un punto de vista unilate-

ral. Pero desde é1, fo q"t tt haúa mai próximo se manifiesta clara-

*.nr. y re plante" como positivo; lo más alejado confluye y es con-

siderado de forma pu'ui"n" negativat así'. toda nación llama a

todas las demás extranj"", lo' g'iigot llamaban a todos los demás

;il;;;;,1;;'i"gr.'.' il;;' tñ¿oio que no es Inglaterra.o inglés

continent o continental,tl t"ytn" llama a los demás herejes o ila-

sanos. el noble,roturiers26, el ástudiante, filisteos, etc. De la misma

;;;Jltü;;áfti" ¿..ittá que de la.misma,burda ignorancia pororgullo, por raro qu. p"tá" tonar, se hace culpable \aruzóncuando

concibe bajo el .orr.rpio único dá sentimiento cualquier modifica-

ción de la conciencia que no pertenezca inmediatame nte a su f orma

¿. t.p..t.ti".ián,"s

i.ci,, q" r'o seaunconcepto abstracto.' Como

tt.rt""nor"

su propio *éááo no se le había aclarado mediante un

;;;fÑ;-;otoáoná.i*itnto, ha tenido que expiarlo con equívocos

26. IPlebeYod

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ir l.+, .

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,lr,.n

sol"lÉTJDA AL PRlNclPlo gE RAzÓN

y confusiones en su propio terreno, y" 3:" incluso ha establecido

una facultad de sentir especial y consiruiáo teorías sobre ella'

lStz

El saber,que segrin acabo de explicar tiene su opuesto contradicto-

;;;;rl ián..ito de sentimiento, es) como tt .dtlo' todo,conoci-miento abstracto, es decir, conoÉimiento racional' Ilero dado que la

razón no hace más qu. uáIu., a presentar ante el eonocimiento 1o

;;;;;;'6f" t."ri¿q de otro modo, no amplía verdaderamente

nuestro conocer slno que simplemente le da otra forma' En efecto'

ñ;;; f"" conocido iniuitivamente, in concreto, lo da a conocer en

;#Jctl-t;niversalmente. Mas eso es incomparablemente más

i*p"ti"ttá de lo que, así expresado, pu.diera parecer a primera vis-

i".'po* la conserv"ción, la comunicación y la aplicación segura.y

amplia del conocimi.nto a l" práctica dependen en su totalidad de

trr í"*.*rá"-.r, urr r"b.t, en un conocimiento abstracto' El conoci-

miento intuitivo ro u"ü'r"r.u .¿t qt. del caso particuiar, llega

solamente a lo más cercano y se quedá ahí, ya que la sensibilidad y

;i;;;Jil;"* ttl. pu.den 'opt^"n objeto a la vez' Toda activi-dad-sostenida, .o-pl.j^*o-pi""ifit*¿" tiene, pues, que partir de prin-

cipios, de un saber abstracto' y guiarse por él' Asi' por t]:*f1o'i'.orro.irni.nto de la relación de causa y efecto que posee el enteridl-

-i""r" es en sí mucho más perfecto, profundo y exhaustivo de lo

que sobre ella se pueda pensar in abstracto: solo el entendlmlento

áno.. intuitiva, lnrn.di"tu y perfectamente- la forrna de actuar de'

una palanca, una polea o una rueda dentada, el descanso cle una

bóveda sobre sí misma, etc. Pero debido a la mencionada propiedad

á"t.ono.i*iento intuitivo de llegar solo a lo inmediatamente pre-

;;;ü ;i ;;.o entendimiento ntbasta para construir. máquinas v

.áifiáo* antes bien, es necesario que aquí comparel'cala razón' que

sustituva las intui'ciones por conceptos abstractos y tome estos corno

;;;;;;;tá;; y ti tot' correctoi, se logrará el resultado' Delmis-

'-o-o¿o, en la-intuición pura conocemos perfectamente la esencia

;l;*;liJ"e de üna paráboia, una hipérbole o una espiral; Pero parl

á"t"r"" "oñá.iofr.got" " "'"tonoti*iento en la realiclad' tienq

;;;;;;;'rt";" '"ü;;;bri,""o,con lo que p.i:'q'' d"4:,1.1,'q:;

á carácter intuitivo pero a cambio gana la seguridad y prectston cl.el

saber abstracto' Asípues, el I cálculo diferencial no amplía en reali-

dad nuestro conocimienío de las curvas ni contiene- más que la. mera

;;;i¿;p"ta de las mismas; pero.cambia el tipo de conocimiento'

.onuie.te el conocimiento ininitivo en abstracto, lo cual tiene enor-

64

rcz

ffifü@**'.-'---r..":"¡.''

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."U*OO

COMO REPRESENTACIÓN

mes consecuenctas de cara alaaplicación. Pero aquí sale a colación

r"" p.t"fi"tidad de nuestra facultad de conocer que no se-ha podi-

do observar mientras no se ha hecho totalmente clara la distinción

entre conocimiento intuitivo y abstracto. se trata de esta: que las

relaciones espaciales no se pueden trasladar inmediatamente y como

tales al conocimiento

"bsira.to,

sino que solo son susceptibles de

eso las magnitudes tempórales, es decir, los números. unicamentelos númerJs pueden seiexpresados en conceptos abstractos que.se

.orr.rporrd.r, exactamente'con ellos, no así las magnitudes espacia-

les. EI concepto .mil, tiene respecto del concepto ndiez" exactamen-

te 1a misma áiferencia que poséen las dos magnirudes temporalesen

la intuición: con umil, p.né"*or una determinada repetición de diez

en la que podemos ,eiolver a voluntad aquella cifta para,la intui-

ción en el iiempo, es decir, podemos contarla. Pero entre el concep-

to abstracto de ut" milla y-el de un pie, al margen. de cualquier re-

presentacién intuitiva de ambos y sin recurrir a los númeroS, flo .

i*irt. ninguna diferencia exacta que se corresponda con aquellas

magnitudÁ, En ambas se piensa- én general una simple magnitud i

espácial, y para diferenciarlas suficientemente hay. que recu¡rir a la

iniuición'espaciáI, o sea,-a.bandonar el terreno del conocimientoabstracto,

"'p"nrá,la diferencia en números.' Así que si se q'iere

tener un conoclmlento abstracto de las relaciones espaciales, hay que

traducirlas prim.ero a relaciones ternporales, es decir, a números: por

"rorol"*..tte la aritmética, y no la geometría, es una teoría general

á.1", ,*g"lry-d"r, y la geometría hi de traducirse a aritmética si ha

de tener catá¿tert.'"rrrriirit l., exacta c{efinición y aplicabilidad a la

práctica. ciertamente, una ielación espacial puede pensarse como

ial también in abstracto,por ejenrplo, uel seno aumenta en-propor-

ci6n al ángulo,; pero si ré h" d. indicar la medida. de esa relación se

necesitan números. Esa necesidad de que el espacio, con sus tres

dimensiones, se traduzca en el tiempo, que soio tiene una dimen-

6s sión, I si se quiere tener un conocimiento abstracto (es decir, u.n

sabrtr'no una mera intuición) de sus relaciones, esa necesidades la

qu. r,*.. tan difícil la matemática. Eso se hace muy claro cuando

á*p"rr-o, la intuición de las curvas con el cálculo_analítico cle las.

*irÁrs, o simplemenre las tablas de los logaritmos de las. funciones'

trigonométri.", .on la intuición de las relaciones variables de las

paites clel triángulo que aquellos expresan: lo que la intuicién,capta

aquí cle un vistázo, pirf.rtamente y con manifiesta exactitud, a sa-

ber, córno ciisminuyi el coseno al aumentar el seno, cómo el coseno

de un ángulo es el'seno de orro, la relación invers¿ de la disminu-

ción y a'áento de ambos ángulos, etc., iqué enorme e'tramado de

números, 0",,i;" ;t" ;" :";;"* **,-, o in abs-

tractol iCómo-podría

decirse- no ha de atormentarse el tiempo

con su dimen siói única para reproducir el espacio con sus tres di-

mensiones! Pero eso ,.rí" n..tt"tio si, a efectos de la aplicación,

quisiéramos tener las relaciones espaciales depositadas en concep-

ós abstractos: no podemos introducir aquellas en estos inmedia-

tamente sino solo con la mediación de la magnitud Puramentetemporal, del número, único que se vincula inmediatamente al co-

no.intit.tio abstracto. Todavía hay que observar que, si el espacio

es tan apropiado para la intuición y a través de sus tres dimensiones

permite abarcar c-on facilidad incluso relaciones complicadas, mien-

ir*, qu. se sustrae al conocimiento abstracto, el tiempo, a la inver-

sa, se adapta fácilmente a los conceptos abstractos y, por el contra-

rio, ofreci muy Poco a la intuición: nuestra intuición de los números

en su elemento propio, el mero tiempo, y sin referencia al espac.io,

apenas llega hasia diezj más allá de eso tenemos solo conceptos abs-

tiactos y n-o conocimiento intuitivo de los números: en cambio, vin-

.ula-o, conceptos abstractos exactamente definidos a cada ciha y

a todos los signos algebraicos.

Junto a eto hay que observar aquíque algunos espíritus solo

t:n.u.ntr".t satisfacción total en lo conocido intuitivamente' Lo que

ellos buscan es la razón y la consecuencia del ser en el espacio

presentada intuitivamente; una demostración euclidea o una solu-

ción aritmética de problemas espaciales no les dice nada' Otros

espíritus, I en cambio, exigen conceptos abstractos, los únicos aptos

pira la aplicación y comunicación: ellos tienen paciencia y memo-

,i^p^r^ ios principios abstractos, las fórmulas, las demostraciones

en largas cadenas silogísticas y los cálculos, cuyos signos represen-

tan lai abstracciones más compliiadas. Estos buscan precisión:

aquelios, carácter intuitivo. La diferencia es característica''El saber, el conocimiento abstracto, tiene su máximo valor en el

carácter transmisible y en la posibilidad de ser conservado de {orma

fija: solo poreso posee una importancia tan inestimable para la prác-

tica. Uno puede conocer intuitiva e inmediatamente por su simple

entendirniento la conexión causal de los cambios y movimientos de

los cuerpos naturales, y encontrar plena satisfacción en eilo; pero

ese conócimiento no es apto para comunicarse hasta que no lo haya

fijado-en conceptos. Unionocimiento de la primera clase es sufi-

ciente incluso paralapráctica cuando asume por sí solo su ejecución

y, por cierto, étt r:tn acción realizable mientras el conocimiento in-

iuitivo está aírn vivo; pero no cuando requiere ayuda externa o

simplemente un obrar qrie se produce en tiempos diversos y, por 1o

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744 105

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67

MUNDO COHO REPRESENTAC¡ÓN

tanto, un plan ponderado. Asf, por ejemplo, un jugador de-billar ex-

perto puede tener un completo conocimiento de las leyes de choque

ie los-cuetpos elásticos únicamente en su entendimiento, solo para

la intuición inmediata, y con eso le basta: en cambio, el mecánico

científico posee un verdadero saber de aquellas leyes, es decir, un

conocimiento in abstracto de las mismas' Aquel conocimiento mé-

ramente intuitivo del entendimiento basta incluso para construirmáquinas cuand-o el inventor de Ia máquina también la fabrica-él

solo, tal y como se ve con frecuencia en los trabajadores manuales

de tálento que carecen de toda ciencia: sin embargo, cuando par1la

realización de una operación mecánica, de una máquina o un edifi-cio, se necesitan vaiios hombres que actúen coordinadamente en

disiintos momentos, quien dirige ia acción tiene que haber esboza-

do el plan in abstractá, y solo con ayuda de la razón es posible talactiviáad conjunta. Fero es curioso que en aquel primer tipo de ac-

tividad en la que uno solo ha de ejecutar algo en una acción ininte-rrumpida, el saber, la aplicación de la I razón, la reflexión, con fre-

.o.nii" le poeda tésultár incluso un obstáculo; por ejemplo , aJiugar,

al billar, en la esgrima, al afinar un instrumento o al cantar: aquí el

conocimiento intuitivo tiene que guiar inmedjatamente la actividad:el paso por la reflexión la hac'e insegura, dispersando la atención y

confunáiendo a los hombres' Por eso los salvajes y los hombres ru-dos, que están muy poco acostumbrados a pensar' desarrollan algu-

nos ejércicios corporales, la lucha con animales, el tiro con flecha y

otras similares, con una seguridad y rupídez que el reflexivo euro-

peo nunca alcanzarprecisamente porque su reflexión le hace oscilar

y vacilart pues é1, por ejemplo, intenta encontrar el lugar o momen-

to correcio a una misma distancia de los dos falsos extremos: el

hombre natural lo encuentra inrnediatamente sin interesarse por los

desvíos. Tampoco me ayuda el saber indicar in abstracto en grados

y minutos el ángulo en el que he de colocar la cuchilla de afeitar, si

no lo sé intuitivamente, es decir, si no la sé manejar. Igualmente

perturbadora es también la aplicación de la raz6n en la compren-ii¿n de la fisonomía: también esta ha de producirse inmediatamen-

te por medio del entendimiento: se dice que la expresión, el signifi'cac{o de los rasgos, solo se puede sentir, es decir, que no se adapta a

los conceptos abstractos. Todo hombre tiene su inmediato conoci-

miento intuitivo de la fisonomía y la patonomía: pero unos conocen

mejor gue otros aquella signatura refltmz7 ' Pero no es factible ense-

27, [nMarcadistintiva de las cosaso. Título de un escrito deJakob Bóhme, de

1,622.1

,soMETIDA AL PRlNclPlo DE RAzÓN

ñar ni aprlnder una ciencia de la fisonomía in abstracto; porque los

matices son aquí tan sutiles que el concepto no puede descender

hasta ellos; por eso el saber abstracto es a ellos lo que una imagen

mosaica a v\ uan der-Wer{t o un Denner: al igual que' por muy finoque sea el mosaico, siempre permanecen los límites de las piedras yno es posible un tránsito continuado de una tinta a otra, también los

conceptos con su fijeza y nítida delimitación, por muy finamente quese los divida con determinaciones próximas' son siempre incapaces

de lograr ias sutiles modificaciones de lo intuitivo, gue es precisa-

mente 1o que importa en la,fisonomía que se ha tomado aquí comoejemplo28.

I Esta naturaleza de los conceptos que los asemeja a las piedras

de la imagen mosaica y en virtud de la cual la intuición sigue siendo

siempre su asíntota, es también la ruz6n por la que en el arte no se

produce nada bueno por medio de ellos. Si el cantante o el virtuosopretenden guiar su interpretación con la reflexión, esta permanece

muerta. Lo mismo vale del compositor, del pintor y hasta del poeta:

el concepto sigue siendo siempre estéril para el-.arte: solamente

puede dirigir la parte técnica que hay en él: su terreno es la ciencia'

in .l te.cé. libio investig"te*os más de cerca por qué todo arteauténtico nace del conocimiento intuitivo, nunca del concepto. -Incluso en relación con la conducta, con el encanto personal en el

trato, el concepto tiene la mera utilidad negativa de contener los

burdos estallidos del egoísmo y la bestialidad, siendo la cortesía su

laudable obra; pero la-parte a$actiYa, graciosa y simpática de la

conducta, el elemento afectuoso y amistoso, no puede haber surgi-do del concepto; de lo contrario

Notamos la intención y nos sentimos a disgusto2e.

28. Por esa ¡azón opino que la ciencia de la fisonomía no puede ir con seguri-

dad más allá del establecimiento de algunas reglas totalrnente generales, por ejem-plo, estas: io intelectual puede leerse en la f¡ente y los ojos, lo ético, las exterioriza-ciones de la voluntad, 9n la bo,ca-y-la mitad inferio¡ del rostro; la frente y los ojos se

explican mutuamente, cada uno de ellos, prescindiendo del otro, solo se puede

entender a medias; el genio no se da nunca sin una frenJe alta, ancha y bellamente

abovedada; pero estr se da con frecuencia sin aquel; de una apariencia espirirual se

puede inferir el espíiitu con tanta más seguridad cuanto más feo sea el rostro, y de

una apariencia estúpida podemos inferir la estupidez con tanta más seguridad cuan-

to más bello sea el rostro; porque la belleza, en cuanto adecuación al tipo de la

humanidad, lleva ya en y por sí misma la expresión de la claridad espiritual, con la

fealdad ocu¡re lo contrario, etcétera.

29. [Goethe, Tasso il, 1.]

1.06 L07

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MUNDO COI'IO REPRESENTACIÓN

tanto, un plan Ponderado. Asl, por ejemplo, un jugador de-billar ex-

p"rro'po.a" r"rrr. or, completo conocimiento de las leyes de choque

á. lor'rurrpos elásticos únicamente en su entendimiento, solo para

ia intuición inmediata, y con eso le basta: en cambio, el mecánico

científico posee un veráadero saber de aquellas leyes, es decir, un

conocimiento in abstracto de las mismas' Aquel conocimiento mé-

ramente intuitivo del entendimiento basta incluso Para construir;A;il cuando el inventor de la máquina también la fabrica él

solo, tal y como se ve con frecuencia en los trabajadores manuales

i. iál"trá que carecen de toda ciencia: sin embargo, cuando pü1!?realización de una operación mecánica, de una máquina o un edifi-

cio, se necesitan vaiios hombres que actúen coordinadamente en

disiintos momento' quien dirige lá acción tiene que haber esboza-

Jo"t

pt"n in abstracti, y solo ion ayuda de la rczón es posible tal

activiáad conjunta. Fero es curioso que en-aquel primer tipo.de ac-

tividad en la que uno solo ha de ejecutar algo en una acción ininte-

rrumpida, el s"b"., la aplicación dela I nz6n,la reflexión, con fre-

."""éi" le pueda rérult"t incluso un obstáculo; por ejemplo, al jugar

al billar, en la esgrima, al afinar un instrumento o al cantar: aquí el

corrociÁie.rto int-uitivo tiene que guiar inmediat amente,la actividad:el paso por la reflexión la hace insegura, dispe.rsando la atención y

.onfunái.ndo a los hombres. Por eso los salvajes y los hombres ru-

clos, que están muy poco acostumbrados a pensar, desarrollalr algu-

nos'ejercicios .o.ior^I.t, la lucha con anirnales, el tiro con flecha y

otras similarer, .ár, ,rn" seguridad y npídez que el reflexivo euro-

p.o nun."^lcínt ,precisañente porque su reflexión le hace oscilar

y vacilal pues é1, pór.ejemplo, intenta encontrar el lugar o momen-

to correcto a una mlsma áistancia de los dos falsos extremos: el

hombre natural lo encuentra inmediatamente sin interesarse por los

desvío.s. Tampoco me ayuda el saber indicar in abstracto en grados

y minutos el ing,rlo en el que he de colocar la cuchilla de afeitar, si

no lo sé intuitivamente, e-s decir, si no la s6 manejar' Igualmente

perrurbaclora es también la aplicación- de la razón en la compren-,i¿n .1. la fisonomía: también esta ha de producirse inmediatamen-

te por medio del entendimiento: se dice que la expresión, el signifi-

caio de los rasgos, solo se puede sentir, es decir, que no se adapta a

los conceptos"-briru.tor,

Todo hombre tiene su inmecliato conoci-

miento intuitivo de la fisonomía y la patonomía: pero unos conocen

mejor que otros aquella signatura rerurn27. Pero no es factible ense-

27 . ["Marcadistintiva de las cosaso, Título dc un escrito de Jakob Bóhme, de

1622.1

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matices son aquí tan sutiles que el concepto no puede descender

hasta ellos; pot ..o el saber abstracto es a ellos lo que una ima-gen

mosaica ^ui*, der'Werft ounDenner: al igual que' por muy finoque sea el mosaico, siempre permanecen los límites de las piedras y

no es posible un tránsitolontinuado de una tinta a otra, también los

conceptos con su fijeza y nítida delimitación' por muy finamenteque

se los iivida con determinaciones próximas' son siempre incapaces

de lograr ias sutiles modificaciones de lo intuitivo, que es precisa-

ment; lo que importa en la-fisonomía que se ha tomado aquí como

ejemplo2s.

I Esta naturaleza de los conceptos que los asemeja a las piedras

de la imagen mosaica y en virtucl de la cual la intuición sigue siendo

siempre su asíntota, es también la :az6r' por la que en el arte no se

produce nada bueno por medio de ellos. Si el cantante o el virtuosopretenden guiar su interpretación con la reflexión, esta Pefmanece*u.rt". Lo mismo vale del compositor, del pintor y hasta del poeta:

el concepto sigue siendo siempre estéril para el-'arte: solamente

puede dirigir la parte técnica que hay en,él: su terreno es- la ciencia'

bn el tetcá. libio investigaremos más de cerca porqué

todoarte

auténtico nace del conocimiento intuitivo, nunca del concepto' -Incluso en relación con la conducta, con el encanto personal en el

trato, el concepto tiene la mera utilidad negativa de contener los

burdás estallidos del egoísmo y la bestialidaá, siendo la cortesía su

lauclable obra; pero lf,patte atractiva, graciosa y simpática de la

conducta, el elemento alectuoso y amistoso, no puedé haber surgi-

do del concepto; de lo contrario

Notamos la intención y nos sentilnos a disgusto2e'

2B. Por esa raz6n opino que la ciencia de la fiSonomía no puede ir con seguri-

dad más allá clel establecimienio dealgunas reglas totalmente generales, por ejem-

plo, estas: io intelectual puede leerse en la frente y los ojos, lo ético, las exterioriza-

ciones d" la voluntad, en l" boca y la nlirad inferior del rostro; la frente y los ojos se

explican mutuamente' ."d" .ino d" ellos, prescindiendo del otro, solo se puede

"niende.a medias; el genio no se da nunca sin una frenJe alta, ancha y bellamente

abovedada; p.ro .itu ,.-. d. .on frecuencia sin aquel; de una apariencia espiritual se

puede infeiii el espíiitu con tanta más seguridad cuanto más feo sea el rostro, y de

una ap".ienci, estúpida podemos inferir la estupidez con tanta más seguridad cuan-

to más bello ,." *i rortio; porque la belleza, en cuanto adecuación al tipo de la

humanidad, lleva ya en y por sf misma la expresión de la claridad espiritual, con la

fealdad ocurre lo contrario, etcétera.

29. [Goethe, Tasso II, 1']

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MUNDO COHO REPRESENTACIéN

Todo disimulo es obra de la reflexiírenerlod.lo-r-*"dur"d;;;;r^.;;;i¿:.';:;:;:ri:r\2iih:;diu ferre fictam3,, di., S¿;;;;;ilü;: De ctementia: Ii mavoúae las veces es descubierr. y p¡.ra.;.f*f". ;;láíi*i¿ii"íirr_ios de la vida. cuando ,.'n...rion d"..r'on., rápidas, un obrarcsenvuelto y un agarrarse a la ocasión veloz yfirme, li r"r¿ri

"r,rertamente, necesaria; pero fácilmenr.-lo_r.í,"-t"¿J

" ,..ir, ,¡btiene ra supremacía i ;bril;ri;;;.ánr"nai¿n¿oros,er árr.ubr¡-ienro

v adopción de¡ ."mno .o;;¿;;rr Ia vía inruitiva e inme-iata del purá rnt*di-i;"r" ü.r;i,,l.onau., a ra indecisión.e I por último,. rampoco l" uirtu¿ 1_,J la santidad nacen de laefrexión sino de Io prfr*a" a.'r* i"i-"o¿ y su reración con eronocer' Esta explicación pertenece i-orro rugar de este escrirooralmente distinio; ,ol^**r. obr.r"""q"l que los dogmas refe_

:::*r " la ética pueden ser Ios _iá", ." l" razón d,enacionesnteras mienrras que e1 obrar es distinto.n ."d" i-r,diJJü;:.ambién a la inversar el:br";;e*;o.I,'.o*o se suele decir, porentirnientos; es decir, no por conceptos, án particular pcrr.lo qué alonrenido érico se refiere.'Los d";;;;;p an alarazón ocioia: alinal el obt'ar sieue su cursocon iria.p."j.".ia de ellos, la mayoría, de las veces no"según máximas;ñ;;, srno contorme a orras

l1 ll.:::: cuya exp'resió" ., .t h;;l;;;;;., De ahí que, por muyrrerenres que sean los dogmas religiosos cle lo, p"rbt;';n";;l;:llos la buena acción vaya acompa¡..1* .1. un inefable.contento y Iaala de un infinito horio* i;;;i;;;;;;".1 .onmou,d" por nineún  escarnio: de la última no nos l¡*" i""¡r"iución de ningún coife_or. Sin ernbargo, no por eso se ha de negar que para segujr unamino virruoso sea necesaria h;pil;;i e la razón:mas;sra noonstituye la fuente der mismo dn? ilil;e una función subordi-ada: Ia de preservar I", ,;;;ú.;J,"¿oi"a* y hacer presentesas máximas, a fin de ..rir;;;l;;;;[]lí'¿rl rrromenro y haceronsecuente el obrar. Eso mismo t

".r .n flti*o térr¡ino en el arte.l:no..lo es capaz d" p;;;;;"i"." li'o.,ncipalpero apoya lá¡ecución, precisarnente porque el genio nJ.rre disponible a cada

illI'".[1";,1::,3"?H,,H¿1i..oñor.o'.,..nto¿"',-;;;;;*;

SMETIDA AL PRINcIPIo DE RAzÓN

', s13\todos esros anárisis referentes a las ventajas e inconvenientes de raplicación de ta razón g.b:":.;yl;;;;;;;r., en ctaro que, si bienl saber absrraco es el reflejo q;.ñ;;;;r.nración intuitiva y sJundamenra en ella, .n -ojo "lgi;;, ;" congruenre con ellaomo para poder ocupar.siempre-su lugar:

| ";r;;;;;"*:"'::orresponde con ella. .on tot"l .*".ri,i¿, por eso, como hemosisro' muchas insritucioner h";r;;r-;;ir.;;,"

cabo excrusivarnen_te con ayuda delaraz6ny el pro"ed"i r.flr*iuo, si bien algunas seealizan mejor sin ,u."píi.".ión.

:p;;;"*ente aquella incon_ruencia del conocimiento inruitivo y-Jrlr*""ro, en virtud de laual esre no se asemeja.a aquel ,ár'q;; J *;;i.;;'ü;;;,constituye Ia base de un fenómeno *ui lurioso que, como la razón,s parrimonio exclusivo ¿. lu nrtur"i.i" il*rn" y del que todas lasxplicaciones ensavadas ¡"rt""i.or"*üu'rtun insuficrentes: me re-iero a la risa. Debiáo a su origen, ," ñ;;;, susrraernos a ofrecerquí una explicación.d.l mlrmo

"1"q".'rff" detenga ofta vezuestra marcha. La risa no nace nunia sino d. i;;..;.,ó;epentina de la incongruencia entre un .on..pro y los objetos realesue en algún resoecto se.habían p."r;J;';;; é1, y ellamisma es Iaimple expresión de esa incongd.;;;¿;; frecuencia surge por_ue dos o más obietos.rr"ler"r. ;;;;;;r" un concepto y ladenridad de esre se tr"rl"d"

".l;;;;il""total diversidad en Ioemás hace parente qu...l^**.p,;"r;l;;;, adecuado a ellos en

::T:,1i*"ación paicia_I. Con f" Ái*"ir..orn"¡", lo que se haceepenrrnamente oerceptible es la incongruencia d;; J"l";#;;eal con el concepto in el que ,, ñ;;'*b;;mrcro, en parre conazón' cuanfo más correca és la r"ur"n.ián jeesas realidades baiol concepro, por un r"d"; y ;;;;;;;# | *;s lumutiva es sunadecuación a é1, por otro, más .nergi.f .r'rl efecto irrisorio queace de esa oposición. Así que ,"d;il;;;;."r,..pr. con ocasión

1:_""rsubsunción para^d¿jica y,ñ;il;:rperacta, al margen de

ue se exprese con palabras o ior h..hor. brr" d;;ñ;;j;orrecta explicac-ión de, lo ir¡isorio.No me detendré aquí en coni"r anécclotas a modo de ejemploara ilusrrar mi explicaiió", p"", ;r;;;.r;l.,.ill" y comprensi_bleque no precisa de elloq y qomo prueba cle ella

"ál;'d;r"""*ualquier caso irrisorio qul el Ie ctoi .;;;;.;;. i.ro ,í r. confirma e

:flT.'5Tl'n'i:'ti:T¡$¡;;;il i'ili*l'' de ras dos crases 71

"qurll".-p1,.".i¿'l#:r::,";,t"ti: j:"':',t::ilfi:H?ffi,:X,ff

rl'trt.!:,

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*":rl; r,t;:;itepuecle llevar mucho tieurpo una másca¡a fingidao. séneca,De cle-

31. Véase sobre esro el capítulo 7 del segundo volumen.

108

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MUNDO COMO REPRESENTACIÓN

previamente dos o más objetos reales o representaciones intuitivas

muy cliferentes, y se las ha identificado voluntariamente mediante

la unidad de un concepto-que abarca ambas: esta clase de loirrisorio se llama chiste. O bien, a la inversa, primero existe el

concepto en el conocimiento y entonces se pasa de él a la realidad ya la acción sobre ella, al obrar: unos objetos que por lo demás son

radicalmente distintos pero que se piensan en aquel concepto sonvistos y tratados Éntonces del mismo modo, hasta que su gran

diversidad en los demás respectos se destaca Para sorPresa y asom-

bro del agente: esta clase de lo irrisorio se denomina excentricidad

fNarrheit]. Por consiguiente, Io irrisorio es, bien una ocurrenciá

chistosa, o bien una acción excéntrica, según se vaya de la discre-

pancia de los objetos a la identidad del concepto o al contrario: la

prirnera es siempre voluntaria, la última, involuntaria e impuesta

desde el extérior. Invertir en apariencia ese Punto de partida ydisfrazar el chiste de excentricidad es el arte del bufón de cortey el

payaso: estos, conscientes de la diversidad de los objetos, los unifi-can subrepticiamente con un chiste bajo un concepto y luego,

partiendo de este, reciben de la diversidad de objetos posteriormen-

te descubierta aquella sorpresa que ellos mismos se habían prepara-do. - De esta breve pero suficiente teoría de lo irrisorio resultaque, dejanclo aparte este último caso del cómico, el chiste se ha de

mostrar siempre en palabras y la excentricidacl en acciones la

nrayoría de las veces, si bien también se'muestra en palabras, en

concreto cuando se limita a expresar su propósito en ve2' de

ejecutarlo realmente, o cuands se exterioriza en meros juicios y

opiniones.A la excentricidad pertenece también la pedantería. Esta se

debe a que uno tiene poca confiarjza en su propio entendimiento,por lo que no le puede dejar el conocimiento de lo que es correcto

cn el caso individual; en consecuencia, lo pone bajo la tutela de la

raz6ny pretencle servirse siempre de ella, es decir, partir de concep-

tos, reglas y máximas generales, y atenerse exactamente a ellostanto en la vida corno en el arte e incluso en la conducta ética. De

nhí el I apego del pedante a la forrra, las maneras, la expresión y las

palabras,que en él ocupan el lugar de la esencia del asunto. Prontose ¡nuestra ahí la incongruencia del concepto con la realidad, se

pone de manifiesto cómo aquel nunca desciende al caso indilidual y

crlmo sn generalidad y rígida definición nunca pueden adecuarse

.x..t.,',.irt. a los finos matices y variadas modific'acioneE de la

re¿rlidncl, Por eso el pedante, con sus nláximas generales, casi siem-

¡rrtr srrlc perdiendo en la vida, se muestra imprudente, insípidd e

SO}4ETIDA AL PRINCIPIO DE RAZÓN

inútil: en el arte, donde el concepto es estéril, produce engendrosinertés, rígidos y amanerados. Niiiquiera en el ámÉito dela €tíca el

precepto de obrar justa y noblemente puede siempre cumplirseconforme a máximas abstractas; porque en muchos casos la índolede las circunstancias, con sus infinitos matices, obliga a elegir lojusto de forma inmediatay apartir del carácter1, pues la aplicaciónde máximas meramente abstractas en parte produce falsos resulta-

dos porque son adecuadas solo a medias, y en parte no se puedellevar a cabo porque son ajenas al carácter individual del agente yeste nunca se puede desmentir totalmente á sí mismo: de ahíresultan entonces incongruencias. No podemos dejar a Kant total'mente libre del reproche de haber dado ocasión a la pedantería

moral, en la medida en que para él la condición del valor moral de

una acción consiste en que se produzca a partir de máximas abstrac-tas puramente racionales, sin ninguna inclinación o arrebato mo-mentáneo; ese reproche es también el sentido del epigrama de

Sclriller titulado Escrúpwlo de conciencia. - Cuando, en especial en

los asuntos políticos, se habla de doctrinarios, teóricirs, eruditos,etc., se está hablando de los pedantes, es decir, gente que conoce las

cosas in abstracto pero no in concreto. La abstracción consiste en

dejar de lado las'determinaciones próximas: pero precisamente de

ellas dependen muchas cosas en la práctica.Para completar esta teoría hay que mencionar aún una especie

espuria del chiste: el juejo de palabras, calernbourg,pun, al que se

puede añadir también el equívoco, l'équiuoque, cuyo principal uso

es el obsceno (la obscenidad). Así como el chiste reúne ala fuerzados objetos reales muy diferentes bajo un concepto, el juego de

palabras une dos conceptos distintos bajo una palabra utilizando lacasualidadl entonces surge el mismo contraste, I aunque muchomás débil y superficial, ya que no nace de la esencia de las cosas sinode la contingencia de la denominación. En el chiste la identidad está

en el concepto y la diversidad en la realidad; en el juego de

palabras, en cambio, la diversidad está en los conceptos y la identi-dad en la realidad, a la cual pertenece la palabra. Sería una compa-ración demasiado rebuscada decir que el juego de palabras es al

chiste lo que la hipérbole del cono invertido superior a la delinferior. Sin embargo, el.equívoco verbal o el quid pro quo es el

calembourg involuntario, y es a este lo que la excentricidad alchiste; por eso el duro de oído ha de dar siempre materia de risaigual que el excéntrico, y los malos escritores de comedias necesitan

a aquel en lugar de a este para provocar la risa.Aquí he considerado la risa desde el aspecto meramente psíqui-

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co: en reració" .J':t;;" ; t" ;;*- entosarerga,volumen 2, capítulo 6, S 96, pág¡na 134 (1'" ed')32.

s14

Con todas estas variadas consideraciones espero haber clarificadoplenamente la diferencia y reiación entre el modo de conocer de la

razón, eI saber o el concepto, por una p^rte, Y el conocimientoinmediato en la intuición maternática de la sensibilidad pura y en la

captación del entendimiento, por otra; desde ellas, como tambiéndesde las explicaciones episódicas sobre el sentimiento y la risa a las

que nos ha conducido casi inevitablemente el examen de aquellapeculiar relación de nuestros modos de conocer, vuelvo ahora a una

ulterior elucidación de la cibncia como el tercer privilegio que

proporciona la razót al hombre, junto con el lenguaje y el obrar

reflexivo. La consideración general de la ciencia que aqul nos

incumbe se referirá en parte a su forma, en parte a Ia fundamenta-ci6ndesusjuiciosy,finalmente,asucontenido..

| .Hemos visto'que, exceptuaudo los fundamentos de Ia lógicapura, ningún saber en general tiene su origen en laraz6n sino que,

adquirido por otra vía en forma de conocimiento intuitivo, se ha

depositado en ella convirtiéndose así en otra forma de conocimien-to totalmente distinto, el abscracto. Todo saber, es decir, todoconocimientc elevado in abstracto a la conciencia, es a la verdaderaciencia lo que un fragmento atr conjunto. Todos los hombres han

adquirido un saber sobre cosas variadas por experiencia, por el

examen clel caso individual que se les presenta: pero solo adpira a la

ciencia quien asume Ia tarea de conseguir un conocimiento comple-to in abstracto de alguna clase de objetos. Unicamente mediante elconcepto puede distinguir aquella clase; por eso en la cumbre de

cada ciencia hay un concepto mediante el cual se piensa aquella

parte del coniunto de las cosas de la que ella promete un completoconocimiento in abstracto: por ejemplo, el concepto de las relacio-nes espaciales, el de la acción recíproca de los cuerpos inorgánicos,el de la naturaleza de las plantas o animales, el de los cambios

sucesivos de la superficie del globo terráqueo, el de las transforma-ciones del género humano en su conjunto, el c{e la formación de unlenguaje, etc. Si la ciencia pretendiera lograr el conocimiento de:su

32. Véase sobre esto el capítulo 8 del segundo volumen.

I

'sl"rlooAL pR¡Nctpto DE RAzóN.,, ,'"-.

objeto investigando todas las cosas individuales que se piensanmediante el concepto hasta llegar así a conocer Poco a poco tra

totalidad de las mismas, entonces ninguna memoria humana sería

suficiente ni tampoco podríamos tener certeza de la compleción de

ese conocimiento. Por eso aprovecha aquella peculiaridad de las

esferas conceptuales que antes se explicó, consistente en incluirse

unas en otras, y se dirige principalmente a las esferas más ampliasque se hallan dentro del concepto de su objeto: en la medida en que

haya definido éus relaciones recíprocas, se habrá definido tambiénen general todo lo pensado en ellas, pudiéndose entonces definirlocon exactitud progresivamente mayor, mediante la separación de

esferas conceptuales cadavez más estrechas. De este modo resultaposible que una ciencia abarque totalmente su objeto. Ese caminoque recorre hacia el conocimiento, a saber, desde lo general a loparticular, la distingue.del saber común: de ahí que Ia formasistemática sea una nota esencial y característica de la ciencia. La

conexión de las esferas conceptuales más generales I de cada 7s

ciencia, es decir, el conocimiento de sus primeros principios' es unacondición indispensable de su aprendizaje: lo lejos que se quiera ir

desde ellos hasta los principios más particulares ei arbitrario y noaumenta la profundidad sino el volumen de la erudición. - Elnúmero de primeros principios a los que están subordinados todoslos demás es muy distinto en las diferentes ciencias, de modo que en

unas hay más subordinación y en otras más coordinación; ,en este

sentido, aquellas requieren más juicio y estas rnás memoria' Ya

entre los escolásticos era sabidos3 que, dado que la conclusiónrequiere dos premisas, ninguna ciencia puede partir de un.únicoprincipio que no sea ulteriormente deducible sino que ha de tenervarios, al menos dos. Las ciencias propiamente taxonómicas -lazoologia,la botánica, y también la física y la química en la medida

en que reducen toda acción inorgánica a unas pocas fuerzas funda-mentales- son las que poseen ura mayor subordinación; la histo-

ria, en cambio, no tiene ninguna en absoluto, ya que su generalidadconsiste en el simple resumen de los periodos principales de los que

no se pueden deducir los acontecimientos particulares, que están

subordinados a ellos solo en el tiempo y coordinados en el concep-

to: por eso la historia, consiclefada con exactitud, es un saber perono una ciencia. En la matemática, según el método de Euclides, los

axiomas son los únicos principios indemostrables y todas las de-

33. Suárez, D¡sput, tletaphysicae, disp,III, sect. 3, tit. 3.

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mosrraciones,. ;;; ;-"'" ; ;, r' rorma graduar:

sin embargo, ese método no es esencial a ella y de hecho cada

teorema comienza una nuqva construcción espacial que es en sí

independiente de las anteriores y que puede también ser conocidacon iotal independencia de ellas, pár simisma, eí Ia intuición puradel tiempo en la que hasta la más complicada construcción es tan

inmediatamente evidente como elaxioma:

deesto hablaremos

después con más detenimiento. Entretanto, toda proposición mate-mática sigue siendc una verdad general que vale para innumerablescasos individuales, y el tránsito gradual desde las proposicionessimples a las complejas, que se pueden reducir a aquellas, es esen-

cial a ella: así pues, la matemática es en todos los respectos unaciencia. - L* I perfección de una ciencia en cuanto tal, es decir,según su forma, consiste en tene.r la máxima subordinación y lanlerror coordinación de proposiciones que sea posible. El talentocientífico general es, por consiguiente, Ia capacidad de subordinarlas esferas conceptuales según sus diversas determinaciones, a fiu dequc, corno Platón recomendó reiteradamente, la ciencia no. esté

fornrada por un elemento universal y una pluralidad inabarcah,le de

clcurentos yuxtapuestos subordinados inmediatamente a aquel, sinoque cl cr:nocimiento pueda descender paulatinamente desde 1o mág

u nivcrsal a lo particqlar a través de conceptos intermedios y divisio-ncs rcaliz¿rclas coqfónne a determinaciones cada vez más próximas.lin cxprcsión kantiana, eso se ltrama dar.satisfacción por igual a laley clc lromogeneidad y ala de especificación. Pero precisamente

rlel hecho de que esa es la verdadera perfección científica, se deducecluc cl fin de la ciencia no es obtener una mayor evidencia

-puese¡ite puccle poseerla igualmente el conocimiento individual más

iucohcreute-, sino facilitar el saber mediante la forma del mismo yofrccer así la posibilidad de completarlo. Por eso es una opiniónrrsuirl pcro equivocada la de que el carácter científ,ico del conoci-rnic¡rto consiste en la mayqq ceÍtez4 e igualmente falsa es ia"afi.rma-cit'lu clue de ahí surge de que solo la matemática yila lógicá'soncicucias e¡l sentido propio, porque solo en ellas el conocimientotic¡¡c uu¿r certeza irrefutable debido a su completa aprioridad. Estarilti¡nrr vcntaja no se les puede negar: mas ello no les da un especialrlelccho de cientificidad, la cual no radica en la seguridad sino en laIolt¡tit sistcmática del conocimientc' basada en el descenso gradualrlcsllc lo universal a lo particular. Esa vía cognoscitiva de lo-univer-¡¡tl ¡ lo particular que es característica de las ciencias lleva consigo(luc clr cllas nruchas proposiciones se fundarnenten por deducción a

Irlrtir,(lc principios anteriores, o sea) por demostración, y eso ha

1.1.4 i 1.5

, SoMETtDA AL PRtNctPlo DE RAzóN

dado lugar al antiguo error de que solo io demostrado es completa-mente verdadero y toda verdad necesita una demostración; porque,más bien al contrario, toda demostración necesita una verdadindemostrada que la sustenta en último término a ella o a sus

demostraciones: por eso una verdad fundamentada inmediatamen-te es tan preferible a Ia que está fundada en una demostración,

I

como el agua de la fuente a la del acueducto. La inruición, por unlado lapura a priori que funda la matemática y por otro la empíricaa posteri.ori que funda lgs demás ciencias, 'es ia fuente de toclaverdad y el fundamento de toda ciencia. {De aquí se ha de excluirúnicamente lal6gíca, basada en el conocimiento no intuitivo pero síinmediato de la razón acerca de sus propias leyes.) No los juiciosdemostrados ni sus demostraciones, sino aquellos juicios extraídoeinmediatamente de la intuicién y basados en ella en vez de en unade5nostracién, son en la ciencia lo que el sol en la formación delmundo: pues de ellos nace toda luz, iluminados por [a cual brillan a

su vez los otros. Fundarnentar inmediatamente en la intuición laverdad de tales juicios primeros, sacar de la inmensa cantidad de

cosas reales tales funclamentos de la ciencia: esa es la obra del juicio,

que consiste en la capacidad de transferir con corrección y exacti-tud a la conciencia abstracta 1o conocido intuitivamente y, en

consecuencia, es el intermediario entre el entendimient o y la razón.Solamente un individuo cuyo juicio posea una potencia destacada ysuperior a la medida usual puede realrnente hacer avanzar la cien-cia: pero inferir proposiciones de proposiciones, demostrar y con-cluir, es capaz de hacerlo cualquiera con tal de que tenga una sana

razón. En cambio, depositar y fijar lo conocido intuitivamente enconceptos adecuados parala reflexión, cle modo que se piense porun lado lo común de muchos objetos reales mediante í4n conceptoy, por otro lado, lo diferente en ellos mediante otros tantos; y así

conocer y pensar lo diferente como diferente pese a su parcialconcordancia, y lo idéntico como idéntico pese a su parcial diversi-

dad, todo ello conforme al fin y respecto que en cada caso impere:todo eso lo hace el juicio. Su carencia eslasirnpleza. El simple noreconoce, bien la parcial o relativa diversidad de lo que es idénticoen un respecto, o bien la identidad de lo que es relativa o parcial-mente distinto. Por lo demás, a esta explicación se puede aplicar Iadivisión kantiana entre juicio de reflexión y de subsunción, segúnvaya de los objetos intuitfuos al concepto o de este a aquellos, enarnbos casos I mediando entre el conocimiento intuitivo del enten-dimiento y el reflexivo de la razón. - No puede existirningunaverdad que tenga que deducirse ineludiblemel.rte solo mediante ra'

77

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HUNDO COHO REPRESENTACIÓN

zonamientos, sino que la necesidad de fundarla en gllos es siempre

relativa y hasta subjetiva. Puesto que todas las demostraciones sonrazonamientos, para une nueva verdad no hay que buscar en primerlugar una demostración sino una evidencia inmediata, y solo mien-tras se carezca de esta hay que formular la demostración provisio-nalmente, Ninguna ciencia puede ser totalmente demostrable, no

más de 1o que un edificio puede mantenerse in el aire: todas susdemostraciones tienen que reducirse a algo intuitivo y, por lo tanto'no ulteriormente'explicable. Pues todo el mundo de la reflexióndescansa y tiene sus iaíces en el muñdo intuitivo. Toda euidenciaúltima, es decir, originaria, es intuitiuat ya 14 misma Palabra lodelata. Por consiguiente, o bieq es empírica o está basada en la

intuición a priori de las condiciones de la experiencia posibte: en

ambos casos proporciona un conocimiento meramente, inmanente,no transcendente. Todos los conceptos tiener-r su valqr y existeneiaexclusivamente en su relacióh con una representació4 iutuitiva,aunque sea muy remota: lo que vale de los conceptos vale tambiénde los juicios compuestos por ellos,y de la totalidad,dE las ciencias.Por eso ha de ser de algún modo posible que cualquier verdad

descubierta mecliaíte razona-mientos y co¡nunicada a través dedemostraciones se conozca inmediatamente aun ¡i¡ d-efnostraqiones

ni razonamientosJEl caso más difícil es el de algunas. aqm-plicedasproposiciones rnatemáticas a las quq solo llegamoq con qadp¡ras de

silogismos, por ejemplo, el cálculo de los senos y las tangentss de

todos los arcos por medio de deducciones a parti\ del teorema dePitágoras: pero tampoco una r,'erdad tal puede basarse esepcial yexclusivarnente en principios ahstractos, y las relaciones espac.:iales

en que se funda tienen que poderse d€stacar pa-ra.la intuición pwa apriori de tal modo que su enunciación abstracta tenga un fundamer.r-to inmediato. Enseguida hablaremos detenidamente de las demps-traciones en la matemática.

Se habla con frecuencia y en tono elevado de ciencias. eqe se

basan en razonamientos correctos a partir de premisas seguras. )aque, por lo tanto, son iruefutablemgnte verd4dera¡. Pero de purascadenas de razonamientos lógicos, por verda{eras qqe s-ean, laspremisas, I nunca se obtendrá más que una aclaración y {.qsarrollode lo que estab4 ya en estas: así que simplemente se, expondráimplicite !o, que se entendía ya implicite en qllas. Con ¿que-llascelebradas ciencias se piensan especialrnente las ciencias mate¡náli-cas, en conc{eto la astronomía. Mas ia segúridad de esta procede deque se funda en la intuición del espacio dada a priori, o sea, infa-lible, pero todas las relaciones espaciales se siguen unas de ottas con

'SoMETTDA AL PRrNcrPlo DE RAzóN

una necesidad (raz6n del ser) que proporciona certeza a priori,pudiendo así deducirse unas de otras con seguridad. A esas determi-naciones matemáticas se añade aquí una única fuerza natural, lagravedad, que actúa en la relación exacta de las masas y el cuadradode la distancia; y, finalmente, la ley de inercia, de certeza 4 pl4oripor seguirse de la ley de causalidad, iunto con el clato empíricor'del

movimiento impreso de una yezpar todas a esas masas. Ese es iodoel material de la astronomía que, tanto por su simplicidad como porsu seguridad, conduce a resultados seguros y, debido a la magnitude importancia de los objetos, altamente interesantes. Por ejemplo, siconozco la masa de un planeta y la distancia a la que se encuentra d9su satélite, puedo inferir con seguridad el tiempb de órbira de este

conforme a la segunda ley de Kepler: el fundamento de esa ley es

que a esa distancia solamente esa velocidad del satélite puede almismo tiempo mantenerlo ligado al planeta e impedir que qaiga ené1. - Así pues, solo a partir de tal base geométrica, es decir, a travésde una intuición a priori, y balo la áplicación de una ley nátural, se

puede llegar lejos con los razonamientos; porque aquí son, por 4sídecirlo, puentes desde una captación intuitiva a otrai pero no

ocurre lo mismo con los razonamientos puros y simples realizadospor vía exclusivamente lógica. - El origen dg las primerasve¡dadesfundamentales de la astronomía es en realidad la inducción, es

decir, el resumen de lo dado en muchas intuiciones en un juiciocorrecto fundamentado inmediatamente: a partir de él se formandespués hipótesis cuya confirmación empírica, en cuanto induccióncasi completa, proporciona la prueba de aquel primer juiqio. Porejernplo, el aparente moyimiento de los planetas es I empíricamen-te conocido: tras muchas hipótesis falsas acerca de las relacionesespaciales cle ese movimiento (órbita planetaria), por fin se descu-brió la correcta, luego las leyes que sigue ese movimiento (las deKepler), al final sus causas (gravitación universal); y el conocirnien-to ernpírico del acuerdo de todos los casos que se presentaban con

las hipótesis y sus consecuencias, es decir, la inducción, otorgó a lashipótesis una completa certeza. El clescubrimiento de la hipótesisera asunto del juicio, que captó correctamente el hecho dado y loexpresó en forma conveniente; pero la inducciónjes decir, laintuición reiterada, confirmó su verdad. Mas esta podría inclusofundamentarse inmediatamente, con una sola intuición empírica, sipudiéramos recorrer libremente el espacio del universo y poseyéra-mos ojos telescópicos. En consecuencia, Ios razonamientos no sonaquí tampoco la fuente esencial y única del conocimiento, sing unsimple recurso.

f1:6 L17

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fit

por úrtimo, ],"l],]; ;';':" ,*,",'d.,n;ro-de carácterheterogéneo" quisiera observar que también las llamadas "verdadesmetafísicas", es decir, tales como las que Kant plantea en losPrincipios metafísicos de la ciencia natural, no deben su evidencia a

las demostraciones. Lo cierto 4 priorilo conocemos inmediatamen-ter en cuanto forma de todo conocimiento, está presente a nuestra

conciencia con la máxima necesidad. Por ejemplo, que la materiapersiste, es decir, que no puede nacer ni perecer, lo sabemos inme-diatamente como una verdad negatiya: pues nuestra intuición puradel espacio y el tiempo da Ia posibilidad del rnovimiento; el enten-dimiento, en la ley de la causalidad, da la posibilidad del cambio deln fonna y la cualidad: pero carecemos de formas que nos permitanrepresentarnos un nacer o perecer de la materia, De ahí que aquellaverdad haya sido evidente en toda épocay lugar y para todos, y Quenunca haya sido puesta seriamente en duda; lo cual no sería posiblesi su razón cognoscitiva no fuera otra más que una prueba kantianaque con tanta dificultad anda a grandes pasos sobre puntas denlfileres. Por lo demás (tal y como se expone en el Apéndice), yo he

considerado falsa la demostración kantiana y he puesto de manifies-'

to que la permanenciá de la nrateria no se ha de derivar de la parteque tiene el tiempo en la posibilidad de la experiencia, sino de laque ticne el espacio. La verdadera fundamentación de todas las I

Vcrclactcs denr:minadas en ese sentido "metafísicasu, es decir, de lascxpresiones abstractas de las 'formas necesarias y generales delcorloccr, no se puede encontrar a su vez en proposiciones abstrac-tas, sino ilnicarnente en la conciencia inmediata de las formas de lalcprcsentación, conciencia que se manifiesta a priori mediantec¡rt¡nciados apodícticos y a salvo de refutación. Pero si se pretendie-ra procurarles una prueba, esta solo podría consistir en demostrarque ctl cualquier verdad de la que no se duda está contenida la quesc lrn cle demostrar, bien como parte o como sllpuesto suyo: así herllostrildo, por ejemplo, que toda intuición empírica incluye ya la

rrplicación de la ley de la causalidad, cuyo conocimiento es por elloc<lrtclición de toda experiencia, y de ahí que no pueda estar c{ada nicon'clicionada por ella, tal y como afirmaba Hume. - En general lasclcntostracio¡res no son tanto para los que aprenden 6omo para losr¡tte r¡uicrcn disputar. Estos niegan con obstinación el conocimientoft¡ltcl¡tdo inmediatamente: solo la verdad puede ser consecuente enlorlos l<ls aspectos; por eso hay que mostrarlds que admiten bajotrrrr, forlna y tneciiatamente lo que niegan bajo otra forma e inme-(liitti¡nlcnte; asl pues, hay que hacerles ver la conexión lógica entrelo rregnclo y lo adrnitido.

i18 179

(

Además,,"#;;;",'*J'" ;:.: ra subordina-ción de todo lo particular a lo general siempre en dirección ascen-dente, implica que Ia verdad de muchas proposiciones no se funda-menta más que de forma lógica, esto es, por su dependencia respectodefotras proposiciones) o sea, mediante razonamientos que apare-cen al mismo tiempo como demostraciones. Mas no se debe olvidar

que toda esa forma es solo un medio para facilitar el conocimientoy no un medio para una mayor certeza, Es más fácil conocer lanaturaleza de un animal a partir de la especie a la que pertenece yfuego, siguiendo hacia arriba, desde el genus, la familia, el orden y laclase, que investigar por'sí mismo el animal que se presenta cadavez; pero la verdad de todas las proposiciones inferidas medianrerazonamientos es siempre meramente condicionada y en últimotérmino dependiente de alguna otra que no se basa en razonamien-tos sino en la intuición. Si esta última nos resultara siempre tanobvia como la deducción medianre un razonamiento, sería en todopreferible a é1. Pues toda deducción a partir de conceptos estáexpuesta a muchos engaños debido a los variados encadenamientosde las esferas de los que anres se habló y a la definición con

frecuencia oscilante I de su contenido; ejemplos de ellos son tantasdemostraciones de falsas doctrinas y sofisnlas de todo tipo. -iertamente, los razonamientos son totalmente ciertos en su forma:pero resultan sumamente inseguros por su materia, los conceptos;porque, en parte, las.esferas de estos a menudo no están definidascon suficiente nitidez y, en parte, se cortan de tantas formas que unaesfera está parcialmente contenida en otras muchas, y así se puedepasar arbitrariamente desde ella a una u otra, y desde estas

"ru u.,

a otra, como antes se expuso. En otras palabras: elterminus minorytambién el medius pueden siempre ser subordinados a diversosconceptos entre los cuales se elige a volunt ad el terrninus major y elmedius, en función de lo cual el razonamiento resulta diferente. -n consecuencia, la evidencia inmediata es con mucho preferible ala

verdad dernostrada, y esta solo ha de aceptarse cuando haya queir a buscar aquella demasiado lejos, mas no cuando está tan próxi-ma o incluso más que esta. Por eso vimos antes que de hecho en lalógica, en donde el conocirniento inmediato se halla en cada casoparticular más cerca que el deducido científicamente, hemos deregir nuestro pensamiento por el conocimiento inmediato cle lasleyes del pensar y no hacer uso de la lógica3a.

34. Véasp sob¡e esto el capírulo 12 del segundo volumen.

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MUNDO COMO REPRESENTACIÓN

s15

Si, convencidos de que la intuición es la fuente primera de toda

evidencia, de que tolo l" relación inmediata o mediata con ella es

una verdad absoluta, de que además el camino más cercano a esta es

el más seguro porque toda mediación de conceptos está exPuesta a

muchos óng"nou; ii con esta convicción nos dirigimos ala ¡nate-mática tal y como, se estableció como ciencia con Euclides y ha

permanecido en sri conjunto hasta nuestros días, no podemos. me-

nos de encontrar'-extraño e i4cluso erróneo el camino que sigue'

Nosotros exigimos que toda fundamentación lógica se reduzca h

una intuitiva; ella, en cambio, se esfuerza con gran empeño en

rechazar deliberadamente la evidencia intuitiva que es propia de

ella y siempre cercana, I para sustituirla por una evidencia lógica'

Tenámos [u" pt.tt"t que eso es como si alguien Se cortase las

piernas p"i""nd*t

con muletas ,o como si en el Triunfo de la

iensibitidad3s el príncipe huyera de la belleza real de la naturaleza

para regocijatt. én ot i decoración teatral que la imitara. - He de

i".o.d". aquí lo que dije en el sexto capftulo del tratado Sobre el

principio di razói y'supongo que el lector lo tiene fresco en lamemória y plenamente presente; de modo que vinculo a ello mis

presentes observacionesiin explicar de nuevo la diferencia entie la

iimple razón cognoscitiva de una verdad matemática' que se puede

dariógicamente, y la raz6n delser, que es la conexión inmediata de

las partes del espacio y el tiempo, cognoscible solo intuitivamente;únicamente la comprensión de esta ofrece verdadera satisfacción y

un conocimiento profundo, mientras qúe la mera razón del conoci-

miento se queda siempre en ia superficie y puede pro¡iorcionar un

saber de que eso es así, mas no de por qué lo es. Euclides siguió este

último camino para claro perjuicio de la ciencia. Pues, por ejernplo,

ya al comienzi debería mostrar de una vez por todas cómo en el

triángulo los ángulos y los lados se determinan nlutuamente y son

razón y consecuencia unos de otros de acuerdo con la forma quetiene el principio de razón en el mero espacio y que ahí, como en

todo, genera la necesidad de que rlna cosa sea como es porque otradistinta de ella es como es; sin ernbargo, en lugar de ofrecer una

profunda comprensión de la esencia de é1, formula algunos Brinqi-pios incoher.nrcr y elegidos a voluntad acerca dei triánguJg-)ofrece una razón cognoscitiva lógica del mismo por rnedio dEhna

35. Ob¡a de Goethe. lN. de laT.)

720 121,

" SoMETIDA AL PRlNclPlo DE RAzÓN

laboriosa demostración lógica guiada conforme al principio de

contradieóión. En lugar de un conocimiento exhaustivo de esas

relaciones espaciales, ie obtienen únicamente algunos resultados de

las mismas comunicados a voluntad; y así nos encontramos como

alguien a quien se le hubieran mostrado los efectos de una máquina

artificial pero ocultándole su conexión interna y sus mecanismos'

Que lo que Euclides demostróes así hemos de admitirlo forzados

por el principio de contradicción: pero de por qué es así, no nos

éntr.**ot. De ahí que tengamos casi la misma desagradable sensa-

ción I que después de un juego cle prestidigitación, y de hecho la 84

mayoría de las demostraciones'euclideanas son claramente seme-

janies a eso. Casi siempre la verdad entra por la puerta trasera, al

res,rltar per accidens de alguna circunstancia accesoria. Con fre-

cuencia una reducción al absurdo36 cierra todas las Puertas una tras

otra, y no deja abierta más que aquella en la que, solo por eso, hay

que entrar. A menudo, como en el teorema de Pitágoras, se trazan

líneas sin que se sepa por qué: posteriormente se muestÍa que eran

lazos que sé correrrinesperadamente )¿ capturan el asentimiento del

estudioso, quien -entonces ha de admitir sorprendido lo que en su

conexión interna le sigueresultando incomprensible, tanto que

puede estudiar a Euclides de principio a fin sin conseguir penetrarverdaderamente en las leyes de las relaciones ebpaciales, y en lugar

de ello se limita a aprender de mernoria algunos resultados de las

misnras. Ese conocimiento realmente empírico y acientífico se ase-

meja al del médico, que conoce la enfermedad y el remedio pero no

la conexión entre ámbos. Mas todo eso es la consecuencia de

rcchazar caprichosamente la forma de fundamentación y de eviden-

cia propia áe un tipo de conocimiento, y en su lugar introducir a- la

fueiza ótra ajena asu esencia. No obstante, el modo en que Euclides

lo lleva a cabo merece toda la admiración de la que ha sido objeto

durante tantos siglos y que ha liegado hasta el punto de considerar

su método matemático como el modelo de toda exposición científi-

ca; conformea él se procuró modelar todas las demás ciencias, si

bien más tarde se volvió atrás sin saber muy bien por qué. Sin

embargo, a nuestros ojos aquel método de Euclides en las matemá-

ticas sólo puede aparecer como una magnífica equivocagión. Si bien

se puede demostrar que todos los grandes errores' desarrollados

intgncionada y metódicanrente, y aconpañados clel aplauso genera-

36. einen apagogischen BeweilS' Sobtelos conceptos de dnayo-r1ri y tnayoyri

en A¡istóteles y su uso en Schopenhauer, vóase el volumen de los Complementos,

p. 117 [p. 138], n. 2. lN. de laT.)

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MUNDO COMO REPRESENTACIÓN

lizadorafe$en a la vida o a la ciencia, tienen su razón en la filosofía

dominante en su tiempo. - Los eleatas hablan sido los primeros en

descubrir la diferencia y hasta manifiesta oposición entre lo intuido,

8s guwóp"evov, y 1o pensado, voo$pevov37, y Io habían I utilizado de

múltiples maneras para sus filosofemas y sofismas. A ellos siguieron

d.rpués los megáricos, dialécticos, sofistas, neb-académicos y es-

cépiicos; estos ilamaronla atención sobre la ilusión, es decir, el

enlaRo áe los senticlos, o más hien del entendimiento que 6ansfor-,nilot datos de aqriellos patalaintuición; ese engaño nos hace-ver

con frecuencia cosas cuya realidad niega la razón con seguridad,

por ejemplo, el bastón quebrado en el agua y otras cosas similares'

3. t"tí" que la intuición sensorial no es totalmente de fiar y se

concluyó precipitadamente que soló el pensamiento lógico de- la

razón iunáamenta la verdail;-si bien Platón (en el Parménides),los

megáricos, Pirrón y los neo-ácádémicos mostraron con ejemplos (al

,noáo .o*o después Io hiciera Sexto Empírico) cómo también, por

otro lado, los razonamientos y co4-ceptos conducían a error e

incluso daban lugar a paralogismos y sofismas que son mucho más

fáciles de produclr y mucho mái difíciles de resolver'que la ilusión'

en laintuición sensorial. Entretanto se impuso el raqionalismo

nacido en oposición al empirismo, y conforme a él elaboró Euclides

la maternátüa, es decir, basando.solamente los axiomas, y por ne-

cesidad, en la evidencia intuitiva ($uwóp'evov), y todo lo demás en

razonamientos (uooú¡revov)' Su método siguió prevaleciendo dy1l-te siglos, y tuvo que ser así rnientras no se distinguiese la intuiciónputl a.priori de la empírica' Ciertamente, ya Proclo, el comentador

ie Euciides, parece haber conbcido perfectamente esa distinción,

tal y comc, muestra el pasaje de aquel comentario que Kepler

trndo¡o al iatín en su librá De harmonia mundi: solo que Proclo no

dio súficiente importancia al asunto, l: planteó de forma demasia-

do aislada, no se le prestó atención y no transcendió. Solo dos milaños después la docirina kantiana, destinada a suscitar tan grandes

transformaciones en todo el saber, pensar y actuar de los pueblos

európeos, la produciría también en las matemáticas' Pues hasta queno hemos aprendido de ese gran espíritu que las intuiciones del

espacio y el tiempo son totalmente distintas de las empíricas e

ináependientes de toda impresión sensorial, que no están condicio-

nadas por ella. sino que la condicionan, es decir, son a prioti y poreso no están expuestas al engaño de los sentidos, hasta entonces no

37. No podemos aquf tomar en consideración el abuso kantiano de esros tér-

minos, que se censura en el Apéndice.

1.22r23

, SOMETIDA AL PRINCIPIO DE R.

hemos podido comprender que el tratamiento lógico de la matemá-

tica quá hace Euclides es una inútil I precaución' una muleta para

piernis sanas, y que se asemeja a un caminante que en la noche,

io-ando un firmé camino iluminado por un arroyo, se guarda de

pisarlo y camina siempre a su vera sobre un suelo accidentado,

iontentándose con topar de tramo en tramo con el supuesto arroyo.

Solo ahora podemos afirmar con seguridad que Io que en la intui-

ción$e una figura se nos manifiesta como necesario no procede dela figlra úazadasobre el papel, qaizá de forma deficiente, ni tampo'co del concepto abstracto que ahí pensamos, sino que nace inme-

diatamente de la forma de todo conocimiento de la que tenemos

conciencia a priori: esa forma es siempre el principio de raz6n:

aquí, en cuanto forma de la intuición, es decir, del espacio, es el

principio de razlndel ser; pero su evidencia y vahdez es tan grande

é in*édi"t, como la del principio de raz6n del conocer, es decir, la

certezalógica. Así que paru dar crédito únicamente a esta última no

necesitamos ni debemos abandonar el dominio propio de las mate-

máticas y acreditarlas en otro totalmente aieno a ellas, el de los

conceptos. Si nos mantenemos en el terreno propio de las matemá-

ticas obtenemos la gran ventaja de que en ella saber que algo es así

es lo misrno que saber por qué lo es, en lugar de separar totalmenteambas cosas, como hace el método ple Euclides, y poder conocer

solo la primera y no la última' Pero de forma excelente dice

Aristóteles en los Analyt. post. I, 27: 'Ar<ptpeotÉpa 6' enrotripq

énrorripq6 rcai npotépa iice toO 6ru ral toO 6tócr. f¡ aútri, d¡'¡'rí pir

1op'i.q roú 6tr. tflq toO 6uór138 (subtilior autem et prdestantio,r ed est

scientia, qua quod atiquid sit, et cur sit una simulque intelligimus,

non separatim quod, et cur sit), Sin ernbargo, en la física solo

estamos satisfechos cuando ei conocimiento de que algo es así va

unido al de por qué lo es: que el mercurio en el tubo de Torricellitiene una altura de 28 pulgadas es un mal saber si no se le añade que

está retenido por el contrapeso del aire. iPero en la matemática ha

de bastarnos la qualitas occwlta del círculo por la cual los sectores

de cada dos senos que se cortan en él forman siempre rectángulosiguales? Que eso es así lo demuestra Euclides en la proposición 35

d--el tercer libro: el porqué está todavía por ver. Igualmente, el

teorema de Pitágoras nos da a conocer I lna qualitas occulta del

triángulo rectángulo: la dernostración de Euclides, coja y hasta

."p.i,ot", nos abandona en el porqué; y la sencilla figura adjunta, ya

38. [Pero más exacta y preferible que la ciencia, es la ciencia del qué y el por-

qué, y no la que separa el qué y el porqué']

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conocida,",,"."

;,"';;,", :':;: ;"ror medida que

aquella demostración, la comprensión del asunto y una íntimaconvicción interna de aquella necesidad y de la dependencia deaquella propiedad respecto del ángulo recto:

También en el caso de catetos desiguales se ha de poder llegar a

tal convicción intuitiva, como en general en el caso de cualquierverdad geom étúca, yasimplemente porque su descubrimiento siem-pre partió de una intuición de esa necesidad y la demostración no se

ideé hasta después: así pues, no es preciso un análisis del curso delpensamiento en el primer descubrimiento de una verdad geométri-capata conocer intuitivamente su necesidad. En general es el méto-do analítico el que yo propongo para la exposición de la matemáti-ca, en iugar del sintético utilizado por Euclides. Por supuesto, en el

caso de verdades matemáticas complicadas presentará grandes difi-cultades, aunque no insupeiábles. Ya enAlemania se empieza aquí yallá a modificar Ia exposición de la matemática y a seguir en mayormedida el ¡nétodo analítico. Quien de forma más clecidida lo hahecho es el señor Kosacb, profesor de matemáticas y física en elGimnasio de Nordhausen, que en el programaparael examen del 6

de abril de 1852 ha añadido un pormerlorizado ensayo de tratar lageometría según mis principios func{amentales.

Para mejorar el método de la matemática se requiere priorita-riamente abandonar el prejuicio de que la verdad demostrada tienealguna ventaja sobre la conocida intuitivarnente o que la verdacllógica, basada en el principio de contradicción, es preferible a lametafísica,lque es inmediatamenfe evidente y a la cual pertenece

también la intuición pura del tiempo.I Lo más cierto y siempre inexplicable es el contenido delprincipio de razón. Pues este, en sus cliversas formas, designa laforma general de todas nuestras t'epresentaciones y conocimientos.Toda explicación es una reducción a é1, una demostración en elóaso particular de la gonexión de las representaciones expresadapor él en general. Es, según ello, el principio de toda explicación ypor eso él misrno no es susceptible ni precisa explicacirrnes, ya quetodas lo suponen y tienen significado solamente por é1. Mas ningu-

124 125

, SOMETIDA At PRINCIPIO DE RAZÓN

na de sus formas tiene prioridad sobre las otras: es igualmentecierto e indemostrable come principio de razón del ser, o deldevenir, o del obrar, o del conocer. En una u otra de sus fornlas, larelación entre razón y consecuencia es necesaria y hasta constituyeel origen y significado único del concepto de necesidad. No existemás necesidad que la de la consecuencia cuando \a rcz6r esfá dada,y no existe ninguna raz6n que no provoque la necesidad de la

consecuencia. fuí pues, con la misma seguridad con que la conse-cuencia expresada en la conclusión fluye de la raz6n cognoscitivadada en las premisas, la razón del ser en el espacio condiciona su

consecuencia en él: una vez que he conocido intuitivamente larelación cle ambas, esa certeza es tan grande como la ceÍtezalígica,Pero cada teorema geométrico expresa esa relación lo mismo queuno de los doce axiomas: es una verd.ad metafísica y, en cuanto tal,tan inmediatamente cierta como el principio de contradicción mis-mo, que constituye una verdad metalógica y el fundamento generalde toda argumentación lógica. Quien niega la necesidad planteadaintuitivamente de las relaciones espaciales expresadas en algúnteorema, puede con el mismo derecho negar los axiomas, comotambién la consecuen cta de la conclusión a partir de lAs premisas y

hasta el principio de contradicción mismo: pues todo ello sonrelaciones igualmente indemostrables, in-mediatamente evidentes ycognoscibles a priori. Por eso, pretender inferir exclusivamentemediante una deducción lógica a partir del principio de contradic-ción la necesidad de las relaciones espaciales cognoscible en laintuición es como si al señor inmediato de un país otro se lo quisieradar en feudo. I Mas eso es lo que Euclides ha hecho. Solo sus

axiornas los basa, y por necesidad, en una evidencia inmediata:todas las siguientes verclades geométricas son demostradas lógica-mente, a saber: bajo el supuesto de aquellos axiomas y a partir delacuerdo con las suposiciones hechas en el teorema o con un teore-ma anterior, o bien a partir cle la contradicción del opuesto con las

suposiciones, los axiomas, ios anteriores teoremas o consigo mis-

mo. Pero los axiomas no tienen una mayor evidencia inmediata queaquellos otros teoremas geométricos, sino sirnplemente mayor sim-plicidad debido a su exiguo contenido.

Cuando se interroga a un delincuente se hacen constar sus

declaraciones en acta para juzgar su verdad a partir de la coherenciade las mismas. Pero ese es un mero recurso con el que no podemosdarnos por satisfechos cuando podemos investigar inmediatamentepor sí misma la verdad de cada una de sus declaraciones; sobre todocuando podría mentir constantemente desde el principio. Sin em-

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I bargo, aquer ;;;", .,o),,,*;*;*, ar investigar er

espacio. Ciertamente, él partió del correcto supuesto de que lanaluraleza ha de ser consecuente en todos los casos, o sea, tambiénen su forma fundamental, el espacio; por eso, dado que las partesdel espacio están entre sí en relación de razón y coirsecuencia,ninguna determinación espacial puede ser de otra forma que comoes sin entrar en contradicción con todas las demás. Pero ese es un

fatigoso e insatisfactorio rodeo que prefiere el conocimiento rnedia-to al inmediato,,,igualmente cierto, que además separa el conoci-rtlicnto de que algo es y el de por qwé es para gran perjuicio delaciencia y que, finalmente, oculta totalmente al aprendiz ia visión de

las leyes del espacio y hasta le quita la costumbre de.investigarvcrctaderamcnte Ia razón y conexión interna de las cosas, animán-rtole en Iugar de ello a que se dé por satisfecho co¡ un saberlristórico cle que la cosa es así. El ejercicio de la sagacidad que tanconstantemente se elogia de ese método consiste simplemente enquc el alumno se ejercita en la deducción, es decir, en la aplicaciónclel ¡lrincipio de contraclicción, pero fatiga especialmente su memo- tl

rin para conservar todos aquellos datos cuya concorclancia hay queconlpafar.

e0 i Por lo demás, es notabie que ese método demosrrarivo se hayan¡rlicacto solo a la geometríay no a la aritmética: en,esta no se puedeunc) conve¡rcer realmente de la verdad más que por intuición,cotrsistente aquí en Ia simple enumeración. Puesto que, la intuicióndc los nírmero s existe solamente en el tietnpo y no puede por eso serrcpl'eseutada por ningún esquema sensible al igual que la figurageornétrica, aquí se suprirne Ia sospecha de que la intuición es

nrerflnlente empírica y está sometidaalailusión, sospecha esta quecs lo único que ha podido introducir, la forma de ciemostraciónl<lgica en la geometría. Puesto que el tiempo solo tiene una dimen-siórr, la enumeración es Ia única operación aritmética y todas lasclcmás pueden reducirse a ellat y esa enumeración no es más queintuición a priori, ala cual no tenernos reparo en apelar aquí y solo

por: la cual se acreditan todas las demás, cualquier cálculo y ecua-ci{¡¡r. Por ejernplo, no demostramos que'

(7+9)x8-2 :42,3l

sitro que nos remitimos a la intuición pura en el tiempo, a la enu-ntcración, así que convertimos cada proposición individual en unaxionra. De ahí que, en lugar de las demostraciones que llenan la¡4conretría, el contenido total de la aritmética y el álgebra sea un

126 127

. SOMETIDA AL PRINCIPIO DE RAZÓN

simple método para abreviar la enumeración. Como antes se men-

cionó, nuestra intuición inmediata de los números en el tiempo noalcanzamás que hasta aproximadamente diez: más allá de eso es unconcepto abstracto del número fijado mediante una palabra la que

ha de ocupar el puesto de la intuición, que Por ello no se consumaya realmente sino que es simplemente designada con total defini-ción. Pero precisamente así, mediante el importante recurso de la

ordenación numérica que permite representar grandes cifras me-diante las mismas cifras pequeñas, se hace posible una evidencia

intuitiva de todo cálculo incluso allá donde se recurre en tal medidaa la abstracción, que no soio se piensan in abstracto y se designan en

este sentido los números, sino también magnitudes indeterminadasy operaciones completas, como r/r-b, de modo que no las realizamos

sino soiamente las indicamos.Con el mismo derecho y la misma seguridad que en la aritméti-

ca, también en la geometría podríamos funclamentar la verdad ex-

clusivamente por la pura intaicién a priori.De hecho es siempre esta

necesidad conocida intuitivamente según el principio de razón del I

ser, la que otorga a la geometría su gran evidencia y funda la certez^

de sus proposiciones presente a la conciencia de cada cual: en modo

alguno lo es la demostración lógica, que'camina sobre zancos y que,siempre ajena al asunto, se olvida pronto la rnayotía de las veces sin

menoscabo de la convicción; y podría desaparecer completamentesin que por ello disminuyera la evidencia de la geometría, ya que

esta es totalmente independiente de ella, la cual solo demuestraaquello de lo que ya antes estábamos plenamente convencidos pormedio de otra clase de conocimiento: en esa medida se asemeja a un

soldado cobarde que asesta una herida más a un enemigo ya medio

muerto por otro y luego se jacta de hatterlo matado3''

Conforme a todo esto, esPero que no quede ninguna duda de

que la evidencia de las matemáticas, conYertida en modelo y símbtr-

39. Spinoza,que siempre se jactó de proceder *ore g"o*etr:ico, lo hizo real-m€nte en mayor medida de lo que él mismo pensaba' Pues 1o que a él le resultaba

cierto y resuelto a partir de una captación inmediata e intuitiva de la esencia del

mundo, intentaba demostrarlo lógicamente con.independencia de aquel conocimien-

to, Pe¡o el resultado propuesto, y en él conocido de antemano, lo obtiene simple-

mente tomando como punto de partida contéftos elaborados artritrariamente por é1

rfltsmo (substantía, causa sui, etc.) y permitié¡dosq,en .las demost¡aciones todas

aquellas arbit¡ariedades a las que le da fácil ocasiónla esencia de las amplias esferas

cónceptuales. Por ello lo ve.dide¡o y excelente de iú doctrina es totalmente inde-

pencliinte de las demostr¿ciones, como ocurre en la geometría' Sobre esto véase el

capltulo 13 del segundo volumen.

91

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ro de toda .",r.:;:;"," ;J.,.,;:: ., demostracionessino en la intuición inmediata que aquí$omo en todo, constituye elfundamento último y la fuente de todá¡'verdad. Sin embargo, la in-tuición que fundamenta la matemática tier¡e una gran ventaja sobretoclas las demás, esto es, Ias empíricas. En efecto, puesto que es 4priari y por lo tanto independiente de la expe,riencia, que siemprese da en forma fragmentaria y sucesiva, en ella todo es igualmenteobvio y podemos partir a voluntad de la razón o de la consecuencia.Eso le da una completa infalibilidad, al conocerse en ella la conse-

cuencia a partir dela razón, siendo este el único conocimiento queez posee necesidad: por ejemplo, Ia igualdad de los lados se conoce

I

en cuanto basada en la igualdad de los ángulos; en cambio, todaintuición empírica, así como la mayor parte de la experiencia, solosigue el camino inverso, desde la consecuencia alaraz6n; y esa for-ma de conocimiento no es infalible, ya que la necesidad solo convie-ne a la consecuencia en la medida en que la razón está dada, pero noal conocimienro de la razón"a partir de la consecuencia, porque Iamisma consecuencia puede nacer de distintas razones. Esta últimaforma de conocimiento es siempre mera inducción: es decir, a par:tir de muchas consecuencias que señalan auna razór se acepta larazón como cierta; pero puesto que los casos no pueden estar nuncatodos juntos, la ve¡dad no es aquí incondicionalmente cierta. Este es

el único tipo de verdad que posee la totalidad del conocimiento porintuición sensible y la mayor parte de la experiencia. T a afección deun sentido'ocasiona una inferencia del entendimiento del efecto a lacausa; pero) dado que la inferencia de lo fundamentado al funda-mento no es nunca seguf", se hace posible, y con frecuencia real, lafalsa apariencia como engaño de los sentidos, tal y como antes se

explicó. Solo cuando varios o la totalidad de los cinco sentidos reci-ben afecciones que apuntan ala misma causa, la posibilidad de lailusión se vuelve sumamente pequeña, pero aun así presente: puesen ciertos casos, por ejemplo, con las monedas falsas, se engaña a

tóda la sensibilidad.lEn el mismo caso se encuentra todo el conoci-miento empírico, pér consiguiente toda la ciencia natural, dejandode lado su parte pura (según Kant, metafísica),fTambién aquí se

cqnocen las causas aparth de los efectos: de ahí que toda teoría dela naturaleza se base en hipótesis que con frecuencla son falsas y queluego van poco a poco dejando lugar a otras más correctas. Solo enlos experimentos realizados intencionadamente va el conocimientode la causa al efecto, es decir, por el camino seguro: pero estos mis-mos no se acometen más que a consecuencia de hipótesis. Por esoninguna rama de la ciencia natural, por ejemplo, la física, la astro-

1:-í" ?,* r"",;;:;;':", :".;J;:.,e,, como po_, dían serlo Ia matemática o la lógica, sino que se necesitába y ,. or_cesita la acumulación y comparación de rás experiencias dá variossiglos. Solo la múltiple confirmación empírica

^Lrrr ^laperfección

Ia inducción en Ia que se basa la hipótesis, hasta el p*r, a. lr. .,lapúctica asume el lugar de la cerieza,y á t" hipOtári, ,u orij.n

"oe supone un mayor perjuicio que a la aplicación de la geomitríala

inconmensurabilidad I de ias líneas rectas y curvas, o a ia aritmética eJla imposibilidad de lograr la completa cárrección del logaritmo:pues así como mediante infinitas fracciones acercamos infiiitamen-te a la corrección la cuadratura del círcuro y el logaritmo, también através.de múltiples experiencias Ia inducción, esto-es, el cánocimien-to de la razón a p'artir de ias consecuencias, se acerca a la evidenciamatemática, es decir, al conocimiento de la consecuencia a partir de|a razón; no infinitamenre, pero sí ar punto de que la posibiiidacl deiengaño se hace lo bastante exigua como para poder^obviarse. Masexiste: por ejemplo, un razonamiento iniuctivo es también aquelque va de casos innumerables a todos, es decir, propiu*.nt.

"ii

razón desconocida de la que todos ellos depend.n. tque razona-miento de'esa clase parece más seguro que el de que todós los hom-

bres tlenen el corazón en el lado izquierdo? Sin embargo, y comoexcepciones sumamente raras y totalmente aisladas, **]riu., ho__bres cuyo corazón se halla .tr .i l^do derecho. * fui pues, la intui_ción sensible y la ciencia empírica tienen la misma clase de eviden-cia. La.ventaja que tienen frente a ellas la matemática, la ciencianatural pura y Ia \ógica en cuanto conocimiento s a priori se debeúnicamente a que en esras se da total y simultáneaÁente Ia parteforrnal de los conocimientos en la que ,, b"r" toda apriorid"J, ;;;;eso aquí siempre se puede ir de la razón ala consecuencia, mienirasque en aqueilas la mayoría de las veces solo se puede ir de Iu conse-cuencia ala razón. Por lo demás,la ley de la causalidad o el princi_pio de razón del devenir que guía el conocimiento empírico és en sítan seguro como aquellas otras formas del principio áe razón a las

que obedecen aquellas ciencias a priori. -'AJ igual qu. .l .orro.i_miento.por intuición apriori,también las demoitraciones lógicas apartir de conceptos, los silogismos, tienen la ventaja de ir dóde larazón a la consecuenciar.con lo que en sí mismos, es decir, s.gún soforma, son infalibles. Ello ha contribuido en gran medida a dar unp:::liCi9 tan grande a las demosrraciones en !'eneral. Mas esa infa_Iibilidad suya es relativa: ellas se limita' a sub"sumir bajo los prin.i-pios supremos de la ciencia: pero son estos los que contienen todoel fondo de la verdad científiia, y no pueden a su vez ser demostra,

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MUNDO COMO REPRESENTACION

dos sino que han de fundarse en la intuición, la cual es pura en aque-

ll;; ;ocas ciencias a priori antes citadas, mientras que en las demás

., ,ü*prc empírica y solo por I inducción se ha elevado a la uni-

versalidad. Asi pues,'aunqu" .n ias ciencias empíricas 1o individual

r. i.*u"*t""

p"ttit del universal, este ha obtenido su verdad de lo

individual y ro ,, más que un almacén de existencias disponibles,

no un fondo que se genere a sí mismo'

- H"rr" "q* tl ráación *l b f."q4iientación de la verdad' -R.rfrlto dá átig.n y la posibilidad del enor, se han intentado

*uih", explicaciánes, comen"^ndo por las goluciones alegóricas de

Platón ,eferentes a un palomar en el que se saca la paloma iydg-cuada, etc. (Teeteto, pp. rcZ ss.). La explicación vaga e indefinida '

deKait "..i.udel oiigen del error a través de la imagen del mo-

oi*iroto diagonal se eniuentra enla Crítica de Ia razón pura, página

ig+ ¿"1" priit.r" edición y 350 de la quinta' - Dado que la verdad 'es la refe..ncia de un iuicio a su razón cognoscitiva, es efectivamen-

te un problema cómo el que juzga puede creer ¡ealmente que tiene

tul ,"rór, sin tenerla, es deci., cO*o es posible el error, el engaño de ila raz6n.Yo encuentro esa posibilidad totalmente análoga {a delliiouiO" o el engaño del entendimiento que antes s€ explicó' Mi

opinión rr, "n con.rrto (y eso es lo que hace de este el preciso lugard. ,rt" explicación), qrá rcdo error es una inferencia de la conse-

cuencia a ia razón,quó es válida cuando se sabe que la consecuencia

no puede tener más que aquella.razón yninguna otra; pero no en

otrá ."ro. El que yerrá, o bien adjudica a la consecuencia una razón

qu."o

pu"d. t.rr"r, con lo que muestra una verdadera falt'a de

"nterrdimi.nto,es decir, de capacidad de conocer inmediatamente

la conexión entre causa y efecto; q bien, lo que es más frecuente'

determina una razón pásible pará la consecuencia, pero añade

como premisa mayor dé su inferencia de la consecuencia ala tazón

qua t"^"r.nrionoda consecuencia siempre surge exclusivamente de

ü ,azón por él indicada, para lo cual solo_podría justificarle una

inducción completa que él supone sin haberla hecho: aquel siempre

es, pues, un concepto demasiado amplio en lugar del cual debería.ri*, o ,116 o la mayoría de las ueces; de este modo la conclusión

resultaría problemátíca y en cuanto tal no sería errónea. El hecho

de que quien yerra proceda de la manera indicada supone, bien una

p.ecipitaciOn, o biá ""conocimiento excesivamente limitaclo de la

posiUillaud, iazón por la cual I no conoce la necesidad de la in-

iucción arealízar, Él ,.ror.t, pues, totalmente análogo a la ilusión'

Ambos son inferencias de la consecuencia ala raz6n; la ilusión se

lleva a cabo siempre según la ley de causalidad y por parte del mero

entendimient., ,,:, ;.:;#J "";;;"; er error ro

efectírala razón, es decir, el pensamiento propiamente dicho, con-

forme a todas las formas del principio de nzón, Pero con mayor

frecuencia según la ley de la causalidad, como demuestran los tres

ejemplos sigrrientes que pugden tomarse como tipos o rePresentan-

tár ¿á uesóos de eiro.is:[t]La ilusion de los sentidos (engaño del

entendimiento) produce el lttor (engaño delanzón),por ejemplo,

cuando se ve una pintura como un alto relieve y se la toma realmen-te por tal; ello se produce mediante un razonamiento a partir de la

siguiente-premisa mayor, uSi el gris oscuro pasa localmente por

tJdos los matices hasta el blanco, la causa es siempre la luz, que

alcanzaen distinta medicia las prominencias y las depresiones: ergo

-r. 2) uSi me falta dinero en la caia, la causa es siempre que mi

sirviente tiene una copia de la llave: erSo->>.

3) "Si la luz solar

refractada por el prisma, es decir, desplazada hacia arriba o abajo,

antes aparecía reáondeada y blanca, y ahora alargada y teñida, la

."oru ., una vez y siempre que en la luz se han metido rayos

homogéneos de distinto colot y alavez de distinta refracción,que,

distanliándose debido a su diferente refracción, muestran ahora

una imagen alaryaday de distinto colot: ergo -bibamus!"N'Todos

los errores tienen que poderse reducir a un razonamiento a partir deuna premisa *"yoi hipotética,-con frecuencia falsamente generali-

zadi, nacida de asumii una razón pa:ala consecuencia; donde no

o.ori. esto es únicamente en los errores cle cálculo, que no son

propiamente errores sino simples faltas: la oPeración indicada por

io, .orr..ptos de los núrneros no se ha realizado en la intuición

pura, los nú*ttot, sino que se ha efectuado.otra en su lugar' '

'Por lo que respecta a1 contenido de las ciencias en general, este

consiste siempre en la relación de los fenómenos del mundo entre sí

según el ptiniipio de razón y al hilo de un porqué que.solo en virtud

de"él tiene validez^ y significado, La prueba de aque_lla relación.se

llama explicación."Estlno puede, pues, ir más allá de mostrar dos

represeniaciones I relacionadas entre sí según la forma del princi-

pio de razón dominante en la clase a Ia que pertenecen' Si lo consi-!u., ,ro cabe seguir preguntanclo por qué: pues la relación demos-

áuá^ .t tal que no poede s.r representada de otra manera, es clecir,

es la forma áe todoconocimiento' Por eso no preguntamos por qué

2+2=4,o por qué la igualdad de los ángulos del triángulo determi:

na la igualáad de los lados, o por qué a cualquier causa dada sigue su

40. [.Luego - ibebamosln. Título y estribillo de un poema de Goethe']

130 t31

,r--

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I.4UNDO C.OMO REPRESENTACION

efecto, o por qué a partir de la verdad de las premisas se hace evi-

derrte ia de la ionclusión. Toda explicación que no se retrotraiga a

una tal relación de la que no se pueda exigir un ulterior porqué se

detiene en la suposición de una qualitas occulta, pero de esta clase

son rodas las fuerzas naturales originarias. cualquier explicación de

la ciencia natural ha de pararse al final en una de ellas, o $ear en una

completa oscuridad: poi tto tienequedejartan inexplicada la.esen-

cia interior de una pi.dt" como la de un hombre; no puede dar

mayor cuenta de la gravedad, la cohesión o las propiedades quími-

cas que aquella -nriifirrt", que del conocjmiento y el obrar de este'

Así, por eje*plo, la grav.áad es wa qualita-s occulta, ya que puede

ser suprimida, de modo que no surge de la forma del conocer como

algo necesario: esto ocorie, en cambio, con-la ley de inercia, que se

sifue de la de causalidad; de ahí que lrna reducción a ella constituya

uia explicación completamente satisfactoria. Dos cosas en particu-

lar son estrictamente inexplicables, es decir, irreductibles ala rela-

ción que el principio de razórtexpresa: primero-, el principio de ra-

zón mismo en sus cuatro formás, porque es el principis de toda

explicación, solo respecto del cual tiene esta significado; y segundo,

aq,relloa

loque

dichtprincipio no alcanzay de donde surge lo ori-

ginario de todos los fenómenos: se trata de la cosa en sí, cuyo cono-

Ii*i"nto no está sometido al principio de ruzón. Esta última ha de

quedar aquí sin comprender, ya que no podrá se,r entendida hasta el

libro siguie.tte en el que retomaremos esta consideración de los po-

sibles risultados de las ciencias. Pero allá doncle Ia ciencia natural y

hasta toda ciencia deja las cosas, I porque no solo su explicación de

las mismas sino incluso el principio de esa explicación, el principio

de raz6n, no va más allá de ese punto' allá la filosofía retoma las

cosas y'las considera a su manera' totalmente distinta de aquellas'

- En el tratado Sobre el principia de razón, $51 hs mostrado cómo

en las distintas ciencias el principal hilo conductor i|o constituye una '

u otra forma de aquel prinlipig¡ de hecho, quizás 9e pudiera realizar

a partir de ahí la más exacta división de las ciencias; Pero, como se

dijo, todas las explicaciones ofrecidas según aquella guía son mera-mente relativas: explican las cosas en su relación unas con otras,

pero sie¡npr-e- dejan ln-explicado algoque precisanneslgl.uponen: por

i¡"rnplb, én la matemática, el espacio y el tiernpo; en la mecánica, la

tisíciy la química, la materia, las cualidades, las fuerzas originarias

y hs léyes naturales; en la botánica ylazoología, la diversidad de las

lrpeciér y la vida misma; en la historia, el género hur-nano con todas

sui pecuÍiaridades en el pensar y el querer; en todag¡en principio de

,^rén"nla

forma a aplicar en cada caso. -Lafilosofíatiene la par-

ticuraridad r, r"::::;. "o'',..", ," J--" sabido, sinoque para ellá todo es ajeno y problemático en la misma medida, nosolo las relaciones de los fenómenos sino estos mismos e incluso el

principio deraz6n,al cual las demás ciencias se contentan con redu-

cirlo todo; mas con esa reducción tampoco se ganaría nada en la

filosofía, ya que un miembro de [a serie le es tan ajeno como el otro,además de que aquella clase de conexión le resulta tan problemáticacomo lo conectado ppr ella, y eso tanto después de mostrada la co-

nexión como antes. Pues, como se dijo, precisamente aquello que'las tiencias suponen, colocan como fundamento de sus explicacio-nes y establecen como límite, es lo que constituye el verdadero pro-

blema de la filosofía que, en consecuencia, -c-omienzadonde termi-

nan las ciencias. Las demostraciones no pueden ser su fundamento,pues infieren proposiciones desconocidas de otras conocidas: mas a

ella todo le es igualmente desconocido y ajeno, No puede haber nin-guna proposición a consecuencia de la cual existiera el mundo con

todos sus fenómenos: por eso no se puede, como pretendió Spino-

za, deducir una filosofía demostrativa ex firmis principiis. I Además

.la filosofía es el saber más universal cuyos principios no puedén ser

consecuencias de otro más general. El principio de contradicciónsimplemente constata la concordancia de los conceptos, más no pro-porliona conceptos. El principio dé raz6n exilica conexiones de los

fenómenos, no estos mismos; de ahí que la filosofía no pueda aspi-

rar a buscar una causa efficiens o una causa finalis del mundo en su

totalidad. Al menos la presente no investiga en modo alguno de qué

o pdra qué existe el mundo, sino simplem ente qué es el mundo. Mas

el porqué está aquí subordinado al qué: pues Pertenece ya al mun'do, puesto que surge exclusivamente por la forma de su fenómeno,

el principio de raz6n, y solo en esa medida tiene significado y,vali-dez. Ciertamente, se podría afirmar que cada cual sabe sin ayudaqué es el mundo; porque él mismo es el sujeto del conocimientocuya representación es el mundo: hasta ahí, también eso sería ver-

dad. Solo que aquel conocimientci'és intuitivo, existe iz concreto; la

tarea de la filosofía es reproduciffó in abstracto, elevar la intuiciónsucesiva y cambiante, y en general todo lo que el amplio concepto

de sentimiento abarcay designa de forma meramente negativa comg.

saber no abstracto ygi+(o, para convertirlo precisamente en tal,-en

un saber perm"nentelPór consiguiente, ha de ser una expresión izabstracto de la esenEía dgJ-¡nundo en su conjunto, de la totalidadcomo de todas las p.ttttr"sin embargo, a fin de no perderse en una

cantidad infinita de juicioi singulares, tiene que servirse de la abq'

tracción y pensar de forma general todas las cosas individuales,'

132 1.33

AL PRINCIPIO DE RAZÓN

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MUNDO COMO R€PRESENTACIÓN

como también sus diferencias: por eso en parte sepatatá y en parte

uniia, pnt" transmitir al saber iodo lo diverso del mundo en gene-

rat, túgtin su esencia y resumido en unos pocos conceptos abstrac-

;;;1,p;- con aquellos concepros en los {ue etla fiia la esencia.del

r-nu,ido ha cle conocers, ,,o télo lo universal sino también lo indivi-

Jriut, tttti.ndo que vincularse así con la mayor exactirud el conoci-

¡niento de amboi, por €so la capacidadpara Ia filosofía consiste pre-

.itorn."t. .n"qorilo

en lo quá la asentó Platón: en-conocer lo uno

.nio n't,if,ipfe y lo múltiplg en lo uno. Por consiguiente, la filosofía

será una suma de juicios muy generales cuya razón cognoscltlva ln-

¡necliata es el .¡undo misnro'en su conjunto, sin exclusión de nada:

I cs clecir, toclo lo que se encuentra en la coqciencia humana: será

hro ,u-iluto repeü;ión, algo así corno uy1 teprgducción del mundo';n

r;)irtlpitos pbstractoslqul solo es posible mediante la unión de lo

csencialnrente idéntico ,Á rn,onr,épto y la separación de lo dife-

renre en otro. Esa rarea se lafrióyaBacon db Vérulam alafilosafía,

al rlecir: ea demum uera est philosophia, quae mwndi ipsius u.oces fi-.'iotii¡iuiti¿it, et ueluti dictante mundo ionscripta est, et nihil.ali'ud

csi, Etam eiusáe* simuiacrum et reflectio, neque addit quidquam

li'1ríoprlo,'sed. tantum iterat et resonat (De augm' scient',

.li.bto

2,

ctf. f l¡-t. No obstante, nosotros. lo tomamos en un sentido más

anrplio de lo que Bagon puso jamás pensar----'Elo.urrdo q". rnátitn*tt toáos los aspectos y pafies.del

,nrnilo entre sí' precisamente po[que pertenecen a un todo, tiene

il;;;;;ttl',o-ui¿" "n "q,tái"ieproducción abstracta del

¡nrrnclo. Por consiguietr., *"qt.U" 'o*u

de juicios podrían dedu-

cirsc unos de otroi en cieita *édid* y siempre de forma recíproca'

P;;; it; ello, de *o."nro tendrían que existir, y así ser formula-

dos antr, ,r, .u"rrto fundamentados inrnediatamente por e-l conoci-

miento clel mundo in concreto,lanto más cuanto qu-e toda funda-

mentación inmediata es más i.gut" que la mecliatd: su armoníá

,r.tpro.u, en virtud de la cual incluso confluyen en la unidad de¿rn

pensn,rrirnto, y gue o".u d. la armonía y unidad del mundo intuiti-

vo mismo que es su ,nrár,'.ogrrorcitiva comú.n' ncr se empleará port"nto ,onto el primer el"*eñto para su fundamentación, sino que

;;j;;" nn^¿ita .o*o refueirzo dé su verdad' Esa tarea no puecle

hacerse totalmente clara más que con su resolucióna2'

41. [Solo es vercladera filosofía la que reproduce con la máxima fideüdad las

voccs del mundo mismo y está redactada conformé al dictado del mundo, y no es

urrn .nro sino el simulacio y rcfleio de este' y no añade nada de sí misma sino que

s 16

Tras todo este examen de la razón como una potencia cognoscitiva

especial y exclusiva del hombre, así cono de los logros y fenómenos

peculiares a la naturaleza humana que de aquella se derivan, me

ialta aún I hablar delarazónen la medidaen que dirige las acciones

de los hombres y puede así ser denominada en este respecto prácti'

ca. Pero lo que aquí se ha de mencionar ha encontrado ya en granmedida su lugar én otra parte' en concreto en el Apéndice a este

eécrito, donde había que combatir la existencia de lo'que Kant

denominó raz6n púctica y que él (desde luego, de manera muy

cómoda) presentó como fuente inmediata cle toda virtud y como el

asiento dá un deber absoluto (es decir, caído del cielo)' La refuta-

ción detenida y fundamentada de ese principio kantiano de la moral

1o he ofrecido después enlos Problemas fundamentales de ld ética'

Por eso, poco tengo aún que decir acerca del influjo real de la razón,

en el verdadero sentido de la palabra, sobre el obrar, Ya ai comien-

zo de nuestro examen de la razón hemos observado en general en

qué medida se diferencia la acción y conducta.del hombre de la del

animal, y que esa diferencia ha de verse exclusivaménte como el

resultado di la presencia de conceptos abstractos en la conciencia'El influjo de estos en toda nuestra existencia es tan enérgico y

significativo, que en cierta medida nos coloca respecto de los

ariimales en ia misma relación que tienen los animales que ven con

los que carecen de ojos (ciertas larvas, gusanos y zootipos): estos

últimos solo conocén mediante el tacto lo que está inmediatamente

presente a ellos en el espacio tocándoles; los que ven' en cambio,

,ono..n un amplio círculo por todos lados. Del mismo modo, la

ausencia de la ruz6n limita a los anin¡ales a las representaciones

intuitivas inmediatamente presentes a ellos en el tiempo, esto es, a

los objetos reales: en cambio, nosotros, en virtud del conocimiento

in abítracto, junto al estrecho presente real abarcamos también

todo el pasado y el futuro, unidos al amplio reino de la posibilidad:

abarcaÁos libremente la vida por todos los lados, mucho más alládel presente y la realidad. Así pues, lo que es el ojo en el espacio y

pará el conoiimiento sensible, lo es en cierta medida la razón en el

ii"-oo v para el conocimiento interno. Pero así como Ia visibilidad¿" lár áÉj.tos solo tiene valor y significado porque anuncia el

carácter tangible de los mismos, también el valor del conocimiento'

abstracto se encuentra siempre en su relación con el intuitivo; De

ahí también que el hombre natural dé siempre mucho más valor a lo.

I conocido inmediata e intuitivamente que a los conceptos, a lo

soHETIDA

100

,ll

"t

;i;l :,11: ., l

,:]):i:;, ¡

::i.:a: l

."i:.rj :

solo es rcpeticida y resonancia.]42. iéase sobre esto el capftulo 17 del segundo volurnen'

134135

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MUNDO COMO REPRESENTACIÓN

simplemente pensado: él prefiere el conocimiento empírico al lógi-

co. Contraria ",'" ü tJ cambio'. la inclinación de quienes viven

más en las palabras átlt tt üt ftttho" lot oue han visto más en el

;;.i;;t'l* rtutlt'q"t-tt tr mundo.ieal' v en su máxima

degeneración * tt;;;;;; * qtd"¡g; hombres de letras' iSolo

así resuka .or,."biUi. qt" itiU"ity \folff con toclos sus seguidores

fudieran .quiuo.""t itasta el punto de explicar el conocimiento

intuitivo .o*o o*'toto'i;i#" abstracto confuso' siguiendo el

"....J""* ¿, prrn, i.oto! En honor de spinoza he de mencionar

ülr. J,r..ri,i" ,"^Á"*rii^¿f explicó todos los conceptos generales

como nacido, ¿t rt .""i";üt J; lo conocido intuitivamente (Eth'

ñ;;ü 4¡, ,.rtoi 1)'-- Dt aquella. convicción equivocada ha

derivado también tf-fí"tfto

de qul en la matemática se rechace la

evidencia peculiar ; ;l{;;;t^clar validez únicamente a la evidencia

lógica; que en g,""t"i;" tonciba todo conocimiento no abstracto

b.r"u;;1 ámplio"r,omfre cle sentimiento y se*lo menosprecie; que'

finalmente, l" ¿ti.""ft*ti"*

tot"idtte ia simple- buena. voluntad

q". t.tp"ti¿e inmediatamente. al conocimiento de las circunstan-

"-üt y.át¿t"" "t out"t rectoy b,u3no' como un mero sentimiento y

arrebato carente d;;;i;;t '*é'ito' y solo quiera conceder valgr

moral al obrar nacido dt'ná*i*" abstráctas': -'.-''''' " :'

La visión tot^t'ál ;"iá; en su conjunto, en la que el hombre

*"*^i^-^t-

inl*d gát1"t a la razón' só puede comparar- también

con un esquerna st?;J*1"o, incoloro' abstracto y reducido de su

."it" "i,¡.Con állo, é1 es al anirnal 1o que el navegante' que por

medio de la carta lt'*"gntiOir, el compás y el cuadrante conoce

exactamente su ui"j. y so piori.ion en el mar, al marinero it*|"-t'-"qo. toto v.e las olaé y el cielo' Por eso es digno de retlexton y nasta

asombrdso cómo ei hombre, junto a- su vida in concreto' lleva

además-dna ,"guni"-i

oittio'to' En la primera está entregado a

todas las temp.ra;; ;" l" otuti¿"¿ y-al influjo de1 presente' ha de

afanarse, sufrir y *;;t-;;;tl "nimal'Pero iu vida in abstracto tal

;;;.-;" h"11"'";;;^;;;;hoio" racional es el reflejo-callado de la

;t;;* y ,l *unáo'n "l

qot vive es aquel esbozo reducido que se

r02 '*"".¡""3' Aq"r, i tn"l

tei"no de la tranquila reflexión' l.e parece-f-rio,

i.r.oloro¡ ái."á al momento lo que allá le poseyó totalmente y

le conmovió d" ¡;;; violenta: uquí r, un mero espectador y

observador. En ese retirarse a la reflexión,se asemeja a un actor que

t" ttpi.ta"t"¿o su escena y, mie.ntras ha de volver a aparecer' toma

asiento entre los.;;;;;;JJ;tt; desde ahí conternpla tranquilo todo

lo que pudiera ocuirir, aun cuando se tratase de la preparaclon ce

,u -u.rt* (en la obra), pero luego vuelve a entrar Para actuar y

soMETIDA AL PRlNclPlo DE RAzÓN

sufrir según ha de hacerlo. De esa doble vida p-rocede aquella

serenidad humana que tanto se diferencia de la irreflexión animal y

.." f" ."¡ uno, deipués de reflexionar, adoptar una resolución o

;;;;;"; l;;rtia"a, soporta a tealizafríamente lo que que es más

;;;;;;",; p ara ély"or,'f,ttut"tia

lo más espantoso: el suicidio' la

.É;;;, .i duelo, acciones arriesgadas de todas clases que ponen

en peligro su vida y, .n !tnt'"I, toi"' tont'" las que se rebela toda;;;;;?;i; tti*á. Ah"í se ve entonces en qué medida la nzón se

;;;;r*r;; ,rñor^ dé la naturaleza animal y.1r-ita -4-f'.t"t;;;ü'*tó, ,J-t"t t1t"p" ! (éreum certe tibi cor!)'il''24' 521' Aquí'

;ñ;" .."t,n.nt.'¿.cü, la'a'ón

se muestra práctica: es decir'

;i.;;;; q". la acción .t iitigid" po.r la razón, que los motivos son

conceDtos abstractos, que lo áet"r*inante no son las representacio-

;;;;ilil;i.¿i"ii"ár"t ni la impresión del momento que dirige

al animal, entonces se muestra la razén práctica' Pero que esta €s

totalmente distinta"

inJ"f .ndiente del valor ético del obrar; que el

;b"";;;;t;";l y el obrar uirtuo'o son dos cosas totalmente diferen-

tes; que la rai6n se'puede en€ontrar unida.tanto corl una gran

rnaldad como con un" g,"'ibondad y al asociarse a una como a la

;;;pi;enre les oiár!" un" g."n eficacia; que se halla igual.t."" pt""" y solícita pari la ejecición metódica y consecuente de

io, oro'oOrias nobles yi" lo' malvados, de las máximas prudentes y

il il..;"* io .oul'.tta ocasionado por su naturaleza femenina'

oue recibe v conserva p"iono engendia por,sí misma: todo eso lo

il;"k;i";.J;;;nte v lo-he iluslrado con ejemplos en el

il;il. i; ái.fr""ff

itendríá aqul su lugar propio, pero debido a

i;i;;;;"-;";;; I la presunta razón práitica kantiana hubo de ser 103

iit^r ¿o hasta ese iugát;"

él remito desde aquí'*'gi -et ..ápi.to á.."ttolto de la razón práctica enel verdadero

u"uü.,ii.o

sentido de ia falabra, la cumbre suPrema a la que puede

il;;;;i;;.tr. .on .l *t'o u'o de su razón y en la cual se muestra

.oíi" -a*i*".la.id"d su diferencia con el animal' se ha planteado

.á*" fá."i." la sabiduría estoica' Pues la ética. estoica no fue origi-;;ilt;t"t.ialmente ooidotttin" de la virtud sino una mera indi-

;# paralavida racional, cuyo fin y objetivo último es la felici-

á"J-" it"tet de la tranquiíi¿ai ¿e espíritu' E'n ella la conducta

virtuosa se presenta' po. así decirlo, solóper aceidens camo medio y

"" ""_"iii, po,

"rotá ¿tica estoica ,.gún ru esencia y su pu¡to de

vista es radicalmente distinta de los siitemas éticos que- exhortan

i"r".Ji"l"*tnte a la uirtud, como son las doctrinas de los Vedas'

43. [..iTienes ¡ealmente un corazón del¡ierroln' Ilfada'XXN' 57Il I

.i.,i la:

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ot'fETlDA AL PRlNclP¡o DE RAzÓN

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MUNOO COI'4O RE¡RESENTACIÓN

platón, el cristianismo y Kant. El fín de la ética estoica es la felici-dad,t rL)'oe rb euóarpouei va (uirtutes omnes finem habere beatitudi-nem), se dice en la exposición de la Estoa en Stobeo (Ecl., libro II,cap.7, p. t1'4, y también p. 138.) Sin embargo, la ética estoica de-

-u.rtt" que la felicidad no se puede encontrar con seguridad más

que en la paz interio r y en la tranquilidad de espíritu (&r,upu(ia), y

esfa a su vez nose puede alcanzar más que con la virtud: solo eso

significa la expresión de que la virtud es el Supremo Bien' Pero

criando el fin Je va olvidando poco a Poco en favor del medio y la'virtud se recomienda de una forma que d€lata un interés comple-

tamente distinto de la propia felicidad porque la contradice con

demasiada claridad, entonces nos encontramos con una de las in-consecuencias por las que en todo sistema la verdad conocida inme-

diatamente o, iorno te suele decir, sentida, reconduce al recto cami-

no haciendo violencia a lob razonamientos; así se ve claiamente,por ejemplo, en la ética de Spinoza, que del egoístasuum utile quae-

,ereoí driiv^una pura doctrina de la virtud por medio de sofismas

evidentes. Segun ello, tal y como yo he concebido el espíritu de Ia

ética estoica,iu origen se encuentra en el pensamiento de si el gran

privilegiodel hombre, la'razdn que tanto le'alivia la vida y sus car-

g"s de forttta mediata a través de la acción planificada y,lo que de

Illa se deriva, no podría también inmediata'mente, es decir;'porelmero conocimiento, I liberarle de una-vez de los sufrimientos'ytormentos de todas clases que llenan su vida,. bien totalmente o casi

del todo. No se consideraba adecuado al privilegio de la razón que

el ser dotado de ella, que gracias a ella abarcaba y comprendía una

infinitud de cosas y estados, a causa del presente y los aconteci-

mientos que pueden contener lospocos años de una vida tan breve,

efímera.lttci.tt" hubiera de estar entregado a tan intensos dolores,

al gran miedo y sufrimiento procedentes del impetuosg {án deldeseo y la huida; y se pensó que la adecuada aplicación de la razón

tenía que ser capaz deilevar al hombre por encima de ello y hacerle

invulnerable. Pbr eso dijo Antístenesr Aei rctdogar vo0v ii Bpó1oua6

(aut mentem parandam, aut laqueum) (Plutarco, De stoic. repugn.,

cap. 141, es decir, la vida está tan llena de calamidades.y molestias

qul hay que ponerse por encima de ella corrigiendo el pensamien-

to, o bien abandonarla. Se comprendió que la privación, el sufri-miento, no nacía inmediata y necesariamente del no tene& sino del

querer tener y no tener; que ese querer tener erar pues, la condición

necesaria de qu.e el no tener se conviertiera en privación y engen-

drara dolor. oü'¡eviq .1,únr¡u ipyct(et ai &'1,)'ú. inrOu¡riaa7 (nan pauper-

tas dolorem efficit, sed cupiditas), Epictetq Fragrn.,25' Además se

sabía por experiencia que solo la esperanza, la pretensión, es lo que

hace nacer y alimenta el deseo; de ahí que no nos inquieten ni ator-menten los muchos males inevitables y comunes a todos ni los bie-

nes inalcanzables, sino solo el insignificante más o menos de lo quees evitable y alcanzablepara el.hombre; se sabía incluso que no solo

lo absolutamente sino también lo relativamente inalcanzable o ine

evitable, nos deja plenamente tranquilos; de ahí que los males que

se añaden a nuestra individualidad o los bienes que necesariamente

se le hayan de negar sean considerados con indiferencia, y que con-

forme a esa particularidad humana todo deseo se extinga pronto y

no pueda ya engendrar ningún dolor cuando ninguna esperanza lo

. alimenta. De todo eso resulta que toda felicidad se basa únicamente

,en la proporción e¡rtre nuestras pretensiones y I aquello que obte-

n.*oi, da igual lo grandes o pequeñas que sean las dos magnitudes

de esa proporción, pudiendo esta establecerse tanto por la dismi¡u-ción dé la primera magnitud como por el incremento de la segunda':

también resultó que todo sufrimiento nace en realidad de la des-proporción entre aquello que exigimos y esp€ramos y lo que nos

ó.uit., desproporción que no se.encuentra más que en el conoci-

mientoas y podría suprimirse completamente con una mejor com-

prensión. Por eso dijo Crisipo: 6ei (nv xar' ipner.piav rciv $úoeráu¡rparuóutluae (Stobeo, Ecl., libro II, cap. 7, p, 734), es decir, se

debq vivir con un adecuado conocimiento del curso de las cosas en

el mundo. Pues siempre que un hombre pierde de alguna manera

los nervios, es derribado por una desgracia o se enoja o desanima,

con ello muestra que e[cuentra las cosas distintas de 1o que espera-

bai, por consiguiente, que estaba en un errorr que no conocía el

*u]ldo ni la vida, que no sabía cómo la natúraleza inerte a través del

azar, y la animada por medio de los fines opuestos y la maldad,

47. [No genera dolor la pobreza sino el deseo']

48. Omtes perturbationes iudicio censent fieri et opinione. Cicerón, Tusc., 4,

6. [Enseñan que todas las perturbaciones se bas¿n en el juicio y la opinión-]Tupó.ao<t ioi4 riv0pr,lnou6 oú tü npd'yparo, ól)"& tü nepi tdu npaypúttlu 6ólpcta [A

los hombres no les perturban las cosas sino las opiniones sobre las cosasJ (Perturbant

homines non res ipsae, sed de rebus opiniones) Epicteto, cap' Y.

49. llilay que vivir conforme a la experiencia de lo que naturalmente sutle

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105

44.45.46.

[El fin es la felicidad.]

loBuscar la propia utilidad'. Spinoz4 Ethica,N, prop. 20.]

[Hay que adquirir entendimiento, o una soga']

1.39

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, 1

138

ocurtir.]

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MUNDO COMO REPRESENTACIÓN

contrarían a cada paso la voluntad del individuo: así pues, o bien no

ha utilizado su razón para,alcanzar un saber general de esa índole de

la vida, o bien le falta juicio, si es que no reconoce en lo individuallo que sabe en general, y por eso se sorprende y pierde los nerviosso'

Así, toda viva alegría es un error, una ilusión, porque ningún deseo

alcanzado puede satisfacer de forma duradera y porque toda pose-.

sión y toda felicidad son simplemente prestadas por el azat dqranteun tiempo indeterrninado y püeden así ser reclamadas a la siguiente

hora. Pero todo dolor se basa en la desaparición de esa ilusión:ambos surgen, pues, I de un deficiente conocimiento: por eso el

júbilo y el dolor permanecen siempre lejos del sabio, y ningún acon-

tecimiento perturba su &tcpa[ia.Conforme a este espíritu y finalidad de la Estoa, Epicteto toma

como punto de partida y repite constantement€, en cuanto núcleode su sabiduría, que debemos tener presente.-y distinguir'lo que

depende de nosotros y lo que no, y así no tener en cuenta paranada.lo último; de este modo permaneceremos con seguridad libres de'

todo dolor, sufrimiento y miedo. Mas lo único que depende de

nosotros es la voluntad: y aquí se produce un progresivo tránsito a

la doctrina de la virtud, al observar que, así como el mundo exteriorindependiente de nosotrós determina la felicidad e infelicidad, la

satisfacción o insatisfacción con nosotros mismos nace de la vo:lun-

tad, Después se planteó la pregunta de si los nombres bonwm et

mdluffi dibfan adjudicarse a los dos primeros o los dos últimoi. E'so

era en realidad arbitrario y no afectaba al asunto' No obstante, los

estoicos disputaron sin cesar al respecto con los peripatéticos yepicúreos, se entretuvieron con la ilícita comparación cle dos mag-nitudes totalmente inconmensúiables y con las paradójicas senten-cias opuestas que de ahf derivaban y que ellos'se lanzaban ünos a

otros. Un interesante compendio de las mismas desde el punto de

vista estoico nos los ofrecen l,os Paradoxa de Cicérón.Zenón,el fundador, parece haber adoptado originariamente un

camino algo distinto. Su punto de partida ela éste:que para alcan-

zar el supremo bien, es decir, la bienaventuranzaatravés de la tran-quilidad de espíritu, debemos vivir en consonancia con nosotrosmismos ('Opoloyou¡"révae ei,iu' ro0ro 6' 'éotl rc40' 'évu )'óyov ra't

50. To0to:yríp torr tó cttrou coiq dv0pdrolc ¡¡&wav ritv rar6v, rü t&c npolúrlerq

rüq xorvüq pil 6úvao0a! tóappó(<rv tciq &ni pÉpouq lPues esta es la causa de todos losmales para los hombres, el no poder aplicar los conceptos generales a los casos

particulares] (fIaec est causa mortalibas omnium malorum, non posse cozntnltfles

notiones aptare singularibus) Epict., Dissen., Ill,26.

SOHETIDA AL PRINCIPIO DE RAZÓN

I

oúp$couov (irtt. - Consonanter uiuere: boc est secundum unnln ra-

tionem et concord.ern sibi,aiuere. Stobeo, Ecl' eth., L' ll, cap' 7, p'132. Igualmente: 'ApÉtilv 6trigeorv elucu r}ulqq oú¡r$couou iaurfr nepi

6)"ov róv piovsz.Virtuteln. esse anirni ffictioneln secullt per totarlluitarn consentientem, ibid., p.1'04,) Pero eso solo resultaba posible

si nos determinábamos racionalrnente, según conceptos y no con-

forme a las impresiones y caprichos cambiantes; mas, dadoque

soloestán en nuestro poder las máximas de nuestro obrar y no el resul-

tado ni las circunstancias externas, para poder ser siempre conse-

cuentes teníamos que I hacer solamente de aquellas y no dé estos

nuestro fin; con lo cual volvía a plantearse la doctrina de la virtud.Pero ya a los seguidores inmediatos de Zenón su principio

moral -vivir en consonancia- les pareció excesivamente formal y

cárente de contenido. De ahí que le dieran un contenido materialpor medio del añadido: nvivir en consonancia con la naturaleza"(ópol,o1ou¡.téu<,rq r¡ gúoe t {nu); lo cualo según informa Stobeo en otrolugar, fue añadido por primera vez por Cleantes, adquiriendo el

te-* utta gran amplitud debido a la gran esfera del concepto y la

indeterminación de la expresión. Pues Cleantes se refería a todo el

conjunto de la naturaleza y Crisipo a \anaturaleza humana en

particular (Diog. Laert., 7, 89), Lo único adqcuado a esta últimaáebía ser la virtud, como la satisfaccién de los instintos animales loera a las natural€zas animales; de este modo se volvía a abrir paso

por la fuerza a la doctrina de la virtud y la ética debía a toda costa

iundarse en la física. Pues lss estoicos tendían siempre a la unidad

del principio, de igual manera que para ellos Dios y el mundo no

eran dos cosas distintas.Vista en su conjunto, la éticaestoica es de hecho un estimable y

respetable intento de utilizar el gran privilegio del hombre, la

,^i6n,paraun fin importante y saludable, a saber: para elevarle porencima de los sufrimientos y dolores que recaen sobre toda vida,

por medio de la indicación

Qua ratione queas traducere leniter aeuum:Ne te sernper inops agitet uexetque cupido'Ne pauor et rerum medioaiter utilium spess3,

51, fVivir qn consonancia: esto es, vivir según una misma razón y en armonía

consigo mismo.]52. [La virtud es la consonancia del alma consigo misma durante toda la vida.]

53. i..Llevar una vida todo lo leve que puedas: / Que el deseo no te agite.y

"to.¡¡.nt.a ti, siernpre necesitado, / Ni el ternor y la esperanza de las cosas de escasa

utilidad,. Horacio, Epist. I, 78, 97.1

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SOHETTDA AL PRlNCIPIO DE R

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MUNDO COHO REPRESENTACIÓN

y así hacerle partícipe en grado tllo d: la.dignidad que le. corres-

pona. .o*o ir, ,*.ion"l á oposición al animal, y de la cual solo se

ouede hablar en este sentido y en ningún otro' - Esta opinión mía

ilb". il;i;" .r,oi* implicaba q.,. hubi.r" de ser mencionada .

tÑ,"f exponer lo que es larazón y de lo que es capaz' Pero por

;;it; qo."qu.t

fin sea alcanzable en cierto grado mediante la

^pli*.iOt delaraziny una ética puramenteracional' y aun cuando

la experiencia mu€stre que aquelios caracteres Puramente raciona-

i.t, [*".itadoi comúnmenie filósofos prácticos -y con tazón'

Ñ;ñJ;;a;;-" el filósofo propiamente dicho' I es decir' el

i.áti.o,ito¿uce la vida en concePtos, ellos-trasladan el concepto a

i;;J;, son los más felices, no obstante falta mucho para que se

logre la perfección en este aspecto y la razónutilizada correctamen-

t*]r"*Ji tt¡tnente liberarnós de todos los vicios y los sufrimientos

cle'la vida, y conducirnos a la felicidad' Antes bien, hay una complel

t^ .nntruái..ión en querer vivir sin sufrir, contradicción Que está I

i*ttüi¿" pr.rrnr, .o ü fr..o"nte expresión "vida bienavelt:{"+"':,,

iiíirl.ruirora eviclente a quien haya comprendido hasta el final mi ;

i*poti.i¿" siguiente. Es" cont'adicción se manifiesta ya en aquella

Ai:;;ti; p;t a raz6n, cuando el estoicose ve obligado a enlazar

;;;t; indicación a la vida bienaventurada (pues eso sigue siendo

sicntpre su ética) una lecomendación de suicidio (al igual que entre

ios eiplendidos adornos y utensilios. de los déspotas orientales se

.nruá*" también on.orroro frasquito de veneno), para el caso de

c¡ue los sufrimientos corporales,-gyt l: pueden suPerarse con

tiingnit ptln.ipio ni razonamiento filosófico, se vuelvan insupera-

iii.J. in.ut"úl.r; d. modo que su único fin, la felicidad' resulta

frustrado y para escapar dei sufrimiento no queda más que la

,n|,rrtr, l" tu"t d.be entonces tomarse con indiferencia como cual-

;;i;; "lt"medicamento. Aquí se hace manifiesta una fuerte oposi-

.iJn .nrr. la ética estoica y l"r"nt*t

citadas, que ponen su fin

int t.diot"..nte en la virtud en sí misma aun en'los más. duros

*"fii*i."r"t y no quieren que se ponga fina la vida para huir de

.itot; ti bien ninguna de ellai supo expresar laverdadera raz6n'pata

recházar el suiclclio, sino que recopilaron fatigosamente raT"ones

*pot.i"ti"t cle todas ,í"r"t, ttt el cuarto libro surgirá aquella razó.n en

co¡rexión con nuestro anáiisis. IVlas esa oposición revela y confirma

ü;;;il;; h .r.r,"i"l diferencia, bas.ad,a en los principios funda-'rrtcntales, entre la Estoa, que en realidad no es más. que un particu-

ioi .uA"i*"titmo, y aquellas teorías mencionadas' si bien: con

frccucncia todas coinciden en los resultados y tienen una aparente

;ii;i,i^i, pero la señalada contradicción interna de la que adolece la

ética estoica hasta en su pensamiento fundamental se muestra

"J.*aten que su ideal, el sabio estoico., ni siquiera en su presenta-

' ción puede ,rrn." g"n", vida l. nirverdad poética' sino que Permane-

;;;;. un rígidó *"¡.io de iadera con el que nada se puede

h;;;;t;"."sabe

él mismo a dónde ir con su sabiduría' cuva

;;i;; tranquilidad, satisfacción y felicidad contradicen directa-'-.nt. l"

"r.r',iiu

del hombre y no nos permiten ninguna representa-

;¿;-i"*i;"". Qué distint;' "pu""tn ¡unto a.él los vencedoresdel

mundo v los penitentes voluntarios que la sabiduría hindú nos ha

;;;;id;; i" ptoá".i¿o realmenté, o el salvador del cristianis-

";;;;;;ñ'* lsnítir figura llena de pibfunda vida' de la máxima

verdad poética y suma silnificación, que sin embargo' en su perfec-

,u ulitoá, santidad y rubl"i-idnd " p""ntn ante nosotros en estado

de máximo sufrimientosa'

109

108

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54. Véase sobre esto el capítulo 16 del segundo volume¡'

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