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Los Personajes del Evangelio de San Juan: Nicodemo
Nicodemo es uno de los personajes más originales del Evangelio de Juan porque es un
personaje que sólo aparece en él. Se conocen incluso datos de este personaje fuera del
Evangelio de Juan, es de los pocos de los que se puede decir que no debía ser un “don nadie”,
incluso algunos se atreven a darle un nombre: Naqdêmon. Era uno de los grandes, una persona
rica, muy rica, y era uno de los grandes del Sanedrín de aquella época.
En el registro de los maestros de la Ley aparece, y nos han llegado sus datos a través de otras
fuentes. Es por tanto muy verosímil pensar que es un personaje que no simplemente se haya
inventado Juan, a pesar de que todos los personajes de Juan tienen una doble dimensión: una
dimensión real y otra simbólica que nos va incorporando a la realidad del personaje. En este caso
prima la realidad. Sabemos que pertenecía a la secta de los fariseos, también lo dice Juan, y que
era uno de los jefes. Por eso no dice que era UN maestro de la Ley, dice que era EL maestro de
la Ley.
Cuando Juan dice que era “el maestro de Israel”, está diciendo que es la cabeza de toda una
forma de pensar en esa época, gente que capitanea o es emblemático de un cierto pensamiento.
A la figura real de Nicodemo, Juan le está incorporando toda la parte de simbología de aquellos
hombres y mujeres que ven a Jesús, ven sus signos, pero no se acaban de fiar de Él, no les
encaja.
En el verso anterior del Evangelio al que aparece Nicodemo, Juan había dicho “Y no tenía
necesidad que alguien le diese testimonio del hombre; porque Él sabía lo que había en el hombre”
(2:25), Jesús conoce perfectamente lo que tiene el hombre por dentro, Jesús sabe lo que necesita
cada uno. Sigue diciendo “Y había un hombre…” (3:1), y ahí habla de Nicodemo. En ese
momento viene un hombre distinto, especial, un hombre que viene como un gran maestro y como
una persona culta, hasta un poco “pedante”.
Al decir Jesús que conoce al hombre, es que conoce plenamente el corazón del hombre,
conoce lo que le hace falta al hombre. Es un conocimiento sapiencial de lo que pasa por dentro.
Nicodemo entra justo cuando Juan dice esto, y Juan nos dice que entra “de noche”. Esto tiene
varias interpretaciones:
La noche era el momento en que se estudiaba la Torá, los maestros estudian la Torá
cuando se pone el sol, momento de escuchar a Dios. Jesús siempre se retira a orar en el
despuntar del día, en la aurora, momento de la oración, momento de silencio.
Otros dicen que la noche en que Juan presenta como escenario de fondo a Nicodemo,
puede representar el miedo a los judíos. Es decir, va en la noche, en el momento de
estudio, pero en la noche porque no quiere que le vean.
También la noche es el momento más espiritual, el momento de no ver. En el prólogo ya
Juan dice que los hombres amaron más las tinieblas que la luz. La noche es una opción de
vida. Muchas veces elegimos la noche porque es donde más a gusto nos sentimos, porque
no se ve lo que se hace. La noche está asimilada a la tiniebla, a lo que significa la
oscuridad.
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Los Personajes del Evangelio de San Juan: Nicodemo
En Nicodemo sucede al revés que en otro personaje que también aparece en la noche: Judas,
en la Pasión. Judas fue desde Jesús, la luz, hacia la noche. En Nicodemo vemos el proceso
contrario, de la noche acude poco a poco a la luz. Es un proceso muy lento y duro, porque
Nicodemo se debate continuamente entre luz y tinieblas. Nicodemo termina siendo un discípulo
muy raro, porque es un intelectual y un rico. Incluso a Jesús le acusan que sólo convence a los
pobres, a los que no tienen cultura. Y de repente aparece un intelectual, que puede confrontarse
perfectamente con aquello que Jesús dice y que no lo hace incompatible, sino que nos ayuda a
entender aquello de “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas
cosas a los sabios y a los entendidos, y se las has manifestado a los sencillos. Sí, Padre, porque
así lo has querido”. (Mt. 11:25) Esta gente sencilla que habla el Evangelio de Mateo no son los
incultos, sino los de corazón sencillo, que es la petición que hace Jesús.
Vemos que en el grupo de Jesús hay un espectro muy grande. Jesús no mira el “currículum” ni
por arriba ni por abajo, lo que buscaba era el corazón sencillo. Jesús también, en torno a su
discipulado, sí tenía gente que le escuchaba con un cierto bagaje intelectual, que le dan el título
de maestro pero que, efectivamente, había algunos maestros que tenían también ese título y que
hablaban con Jesús. Nicodemo es un maestro de Israel, un hombre preparado, listo, emblemático
en su momento.
El diálogo entre Jesús y Nicodemo está enmarcado en dos textos: Nicodemo fue a Jesús de
noche, y hay otro momento en que Jesús dice: “Mas el que obra verdad, viene a la luz…” (3:21).
Uno que sale de noche y viene a la luz. Venir a Jesús es lo mismo que venir a la luz, ese es el
movimiento de las tinieblas a la luz. Cuando habla de la luz no habla de la iluminación y ser más
listo, Juan se refiere a ir a Jesús. En este caso es cuando Nicodemo aparece tres veces:
1. “ Había entre los fariseos un hombre, llamado Nicodemo, judío influyente. Este vino a Él
de noche y le dijo: Rabbí, sabemos que has venido de parte de Dios como Maestro, pues
nadie puede hacer los prodigios que tú haces si Dios no está con él. Contestó Jesús y le
dijo: En verdad, en verdad te digo que si uno no nace de nuevo, no puede ver el Reino de
Dios. Nicodemo le respondió: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Acaso puede
entrar otra vez en el seno de su madre y nacer? Jesús contestó: En verdad, en verdad te
digo que si uno no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.”
(3:1-5)
Nicodemo se pregunta de dónde vienen los signos.
2. En el capítulo 7, los fariseos empiezan a preguntar quién es Jesús, y éste hace un discurso
sobre el agua viva, y Juan en ese momento dice: “Nicodemo, aquel que vino de noche a
Jesús y que era uno de ellos…” (7:50)
3. “Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque ocultamente por
temor a los judíos, rogó a Pilato que le dejara retirar el cuerpo de Jesús. Y Pilato se lo
permitió. Vino, pues, y retiró su cuerpo. Nicodemo, el que había ido antes a Jesús de
noche, vino también…” (19: 38-39)
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Los Personajes del Evangelio de San Juan: Nicodemo
Nicodemo es un jefe que reconoce a Jesús como un maestro acreditado por Dios, pero
tiene una dificultad: cómo encaja a Jesús en lo que él sabe. Si él es un maestro de la Ley,
cómo puede encajar todo lo que está diciendo Jesús. Él tiene su teología, tiene su imagen de
Dios y quiere que Jesús encaje dentro de ese movimiento. A Nicodemo le gusta mucho lo que
dice Jesús, porque estaba denunciando los abusos en el templo y eso le gustaba. Nicodemo
era de la línea de los que decían que eso había que cambiarlo. Era un hombre piadoso que
veía los abusos y decía que había que cambiarlo. Estaba de acuerdo con Jesús en
planteamientos de cómo hay que hacer las cosas, pero no le cuadra.
Jesús le planta cara a Nicodemo, de alguna forma le hace ver a Nicodemo que no tiene ni
idea, que tiene que empezar reconociendo su ignorancia, que tiene que hacer una ruptura y
empezar de nuevo, romper con lo que ha aprendido de la Ley porque, si no, no entra en la luz.
A Nicodemo no le encaja, habla con Jesús pero no le entiende.
La evolución de Nicodemo se desarrolla en tres escenas. Aparece por primera vez en la
primera fiesta de la Pascua, cerca de Jerusalén. En el diálogo hay tres preguntas de
Nicodemo y tres respuestas de Jesús, las tres con una expresión muy de Jesús “en verdad, en
verdad te digo…”. A la primera pregunta que hace Nicodemo, Jesús le habla del “nacimiento
de lo alto”: “En verdad, en verdad te digo que si uno no nace de lo alto, no puede ver el Reino
de Dios” (3:3). Ver el reino no es ver cómo Dios está. Cuando Juan habla de VER el reino,
tiene que ver con experimentar, ver por dentro, un ver experiencial.
“Nacer de lo alto” se puede entender como nacer de nuevo. Cuando Jesús lo dice,
Nicodemo lo coge como nacer de nuevo, y Jesús va por nacer de lo alto, por lo que parece
que Nicodemo no se ha enterado. Con esto Jesús está invitando a Nicodemo a abrirse a una
experiencia que venga de Dios, no a ganarse a Dios, no a aprender a Dios, no a cómo meto a
Dios en mi cabeza, no a qué tengo que hacer para conseguir a Dios. Jesús quiere que vaya a
una experiencia de Dios que no sea fruto de sus logros ni de su sabiduría, que se prepare para
recibir la experiencia de lo alto, para recibir una experiencia nueva que le haga ver distinto.
Acoge a este Dios, no te lo ganas, recíbelo.
Nicodemo lo interpreta como nacer de nuevo, renunciar al pasado, tener que hacer cosas.
Jesús dice que no consiste en tener que hacer, consiste en abrirse a lo que nace de lo alto, en
abrirse a la experiencia de lo alto, situarse de una forma distinta. Se le está pidiendo que
renuncie a lo que ha aprendido. Nicodemo sin embargo cree que debe empezar de cero.
A la segunda pregunta de Nicodemo, Jesús le responde: “En verdad, en verdad te digo que
si uno no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” (3:5). Nicodemo
entiende esto muy bien porque conocía la Biblia, y sabe que el hombre nace del hálito de Dios
y que la vida definitiva la da Dios. Conoce cómo el agua o caos primigenio tenía un espíritu por
encima. Nicodemo lo que entiende en este momento es que el nuevo nacimiento, adquirir la
fe, tiene mucho que ver con el agua de la vida y con el espíritu, esa es la fórmula del nuevo
nacimiento.
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Los Personajes del Evangelio de San Juan: Nicodemo
El nuevo nacimiento ha engendrado a una creación nueva, a un pueblo nuevo y a un
espíritu nuevo. Nacer de nuevo es volver a pasar por el agua desde el agua original
(bautismo) hasta el espíritu, que es el reanimarnos, el recibir un alma nueva, el dejar que
nuestro cuerpo se anime de nuevo. Esa es la función del espíritu, entrar a que nos animen de
nuevo.
Aquí Jesús hace una alegoría entre el sonido y la voz del viento “El viento sopla donde
quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha
nacido del Espíritu” (3:8). Esto no hay quien lo controle porque al espíritu no se le controla,
que era lo que quería el maestro de la Ley, controlar a Jesús. Que es realmente lo que
queremos nosotros a veces, controlar, y Jesús nos dice ¿tú te dejas guiar por el espíritu o no
te dejar guiar por el espíritu? ¿eres capaz de pasar por el agua o quieres dominar las
situaciones? ¿Dios domina las situaciones o las dominas tú?.
Inmediatamente Jesús empieza a hablar a un Nicodemo que está perdido “¿cómo pueden
suceder estas cosas?” (3:9). Jesús provoca que Nicodemo reconozca su ignorancia. El
maestro de la Ley es incapaz de descubrir que esto se produce por revelación del Padre, que
el amor del Padre, el amor de Dios, es un regalo que nos dan sin merecerlo. Que aquél que se
deja mecer por el viento, va donde el viento le empuja
En este diálogo Juan empieza a hablar en plural: “sabemos”, “creéis”, empieza a situar ya
no sólo a Nicodemo, sino a todos los judíos, a todo el planteamiento judaico, el “me gano a
Dios y yo soy capaz de encerrar a Dios en mis convicciones”. Jesús entra en un diálogo entre
la comunidad que escribe el Evangelio y el mundo judío. Nosotros sabemos que viene Dios, y
a vosotros el esquema que tenéis de vida os incapacita a descubrir que la experiencia de Dios
es gratuita, que Dios nos quiere aunque nosotros no le queramos a Él, y que lo que consiste
es en abrirse a esa luz, a esa experiencia y a esa generosidad, que es una medida sin medida.
Abrirse a una medida sin medida, ese es el rastro que Jesús le propone.
Esos dos saberes están representados en Nicodemo, que está ahí queriendo entender,
pero todavía agarrado por todo el tema de la Ley, y un Jesús que viene de orar y que viene a
plantear otra cosa. Es decir, aquí Jesús va planteando otra forma de entender y está
proponiendo que él va a entender cuándo ve la gloria. Jesús está empujando a Nicodemo a
que mire a lo alto. En este diálogo lo único que le dice es ¿tú quieres nacer de nuevo?, mira a
lo alto, mira a la glorificación de Jesús, mira la gloria de Dios. Y ¿dónde está la gloria de Dios?
en la cruz. ¿Y cuándo desciende desde arriba?, cuando veas en la cruz que se produce el
momento del descendimiento absoluto de Dios. Sólo el que vino de lo alto, el que es elevado
en la cruz, es el que te va a decir en qué consiste esa experiencia.
Es decir, Jesús le cita a Nicodemo a la experiencia de la cruz para entender todo lo que le
había dicho antes: ¿quieres nacer de nuevo? ¿quieres nacer de lo alto? ¿quieres entender
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cómo Dios se te regala? ¿qué tienes que hacer?... nada. Mira, mira la cruz, porque ese es el
momento de la gloria. Por eso la cruz es el momento de la elevación, la gran elevación de
Dios se produce para Juan en el momento de la cruz. Es el momento en el que miramos y
levantamos la mirada hacia una nueva dimensión. Eso es lo que le está pidiendo a Nicodemo,
y en Nicodemo nos lo está pidiendo un poco a todos.
En todo este tiempo Jesús le está diciendo a Nicodemo: mira lo terreno y mira lo celeste.
“Si os he hablado de cosas terrenas y no creéis, ¿cómo ibais a creer si os hablara de cosas
celestiales?” (3:12). Al decirle esto nos está diciendo: mirad lo terreno, ¿cómo? Mirad al
crucificado, mirad a la cruz, no rehuséis a la cruz porque es el momento de la elevación, y es
el momento donde está la gloria de Dios, en la misma cruz. Mirad al crucificado y así
entenderéis de qué va lo celeste.
Aquí Juan nos convoca a todos los Nicodemos, que ya conocemos la experiencia de la
cruz, a la experiencia de lo terrestre y lo celeste: mirad lo terrestre en la cruz, contemplad la
cruz, mirad a lo alto, mirad cómo es el momento ese del amor de Dios. Mirad cómo hay una
nueva dimensión en todo el tema del sufrimiento, mirad cómo todo lo que se entrega por amor
tiene una dimensión mucho más profunda de lo que nos imaginamos. Y esa es la exaltación
de Dios. La cruz es el momento de la gloria de Dios.
Termina la primera etapa. Nicodemo se va pensando que en el fondo no sabe nada, que
toda su vida ha sido estudiar, aprender y comprender a Dios, lo que le ha dado mucha
sabiduría, y eso ya está pagado. Pero de repente Jesús le habla de otra paga, que no es por
ganar a Dios, sino una paga totalmente gratuita. Nicodemo entiende que “nacer de nuevo” no
es “maquillar” un poco la cosa, hacer pequeños cambios. La experiencia de Nicodemo es que
tiene que cambiar totalmente de nuevo: tienes que morir a lo que eras ¿cómo?, pierde el
control de tu vida y que sea Dios el que lleve el control. Deja que Dios, el viento de Dios, el
agua y el espíritu lleven el control de tu vida. Nicodemo oye a Jesús y se va. No le dice que no
pero tampoco que sí.
Aparece un paso nuevo de Nicodemo en el capítulo 7, cuando estaban persiguiendo a
Jesús. Jesús ya ha hablado en público el Sanedrín se reúne para decidir ir a por Él.
Nicodemo, el maestro de la Ley, se planta cuando escucha “¿También vosotros habéis sido
engañados?¿Acaso alguien de las autoridades o de los fariseos ha creído en él?” (7: 47-48), y
en este momento Nicodemo les dice: “¿Es que nuestra Ley juzga a un hombre sin haberle
oído antes y conocer lo que ha hecho” (7:51). Le responden: “¿También tú eres de Galilea?
Estudia y te darás cuenta de que ningún profeta surge de Galilea.” (7:52). Al maestro le dicen
“estudia”, le humillan, le hieren donde más le duele, sólo por defender a Jesús tibiamente.
En este proceso Nicodemo descubre algo que nosotros hemos descubierto muchas veces:
que el sistema que defendemos es a veces excesivamente cruel, que en cuanto disientes un
poco van a por ti. Nicodemo podía haberse callado o haberse ido, pero se mantiene.
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Los Personajes del Evangelio de San Juan: Nicodemo
Juan, en el capítulo 12, dice: “incluso muchos de los magistrados creyeron en él, pero a
causa de los fariseos no le confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga, pues amaron
más la gloria de los hombres que la gloria de Dios” (12: 42-43). Nos muestra una tensión de
personas titubeantes que están en un sistema del que no se atreven a salir. El “qué van a
decir de mí” es una de las causas que dificulta el seguimiento a Jesús, y prefieren la gloria que
tienen a la honradez, la verdad y la luz.
Incluso los propios discípulos fueron los primeros que no creyeron en Él. Después de la
multiplicación de los panes y los peces se habla de hacerle rey, y los discípulos le animan.
Cuando Jesús se niega, los discípulos le dejan, y aunque Él va a rescatarlos y se aparece en
el lago, en el capítulo 6 vemos que se queda solo, nadie le sigue. “Desde entonces muchos
discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él. Entonces Jesús dijo a los doce: ¿También
vosotros queréis marcharos?” (6: 66-67). Hasta los propios parientes no creían en Él.
Cuando todos comienzan a descreerle es cuando Judas entra en la noche, empieza a
pensar que Jesús se ha equivocado, empieza a plantearse dónde está Dios.
Muchos discípulos se alejaron, pero otros permanecen, y Nicodemo en este momento ha
perdido el miedo a hacer el ridículo, a renunciar a su estatus, a que lo llamen inculto y a
pronunciar su gloria. Porque le han criticado, un maestro de la Ley que se ha dejado
embaucar “por esos”.
Aparece entonces el tercer momento de Nicodemo. Es el momento donde muchos
cristianos no llegamos: la renuncia a todo, la entrega a Jesús de todo. Nicodemo es el que en
el silencio, en la noche, en el proceso largo de muchas Cuaresmas, es el que tiene agallas
para afrontar la última etapa.
Jesús ha muerto, y José de Arimatea va a pedir su cuerpo. Nicodemo ha visto el
escándalo de la muerte del amigo, le ha visto solo. Ha visto cómo es posible que Dios pueda
consentir eso. El escándalo es total, Jesús ha quedado totalmente desprestigiado, ha quedado
como un asesino, y todos creen que es un asesino. Todos piensan que tiene que morir porque
Jesús es mala persona. Nicodemo ve todo esto, pero había una atracción especial, algo no le
cuadraba.
La palabra NOCHE aparece seis veces en el Evangelio de Juan, y siempre noche significa
la ausencia de Jesús. A partir de ahora, en la tercera etapa, ya no aparece Nicodemo en la
noche. De repente aparece simplemente que ya es de día, ya hay otro momento.
Jesús ha quedado desacreditado y Nicodemo da la cara, sale a pesar de lo que le dirían.
Ya lo ha perdido todo. Nicodemo se convierte en el espejo de todo aquel que lee el Evangelio
y pasa todas las etapas, y es que el Evangelio va pidiendo ir perdiendo la curiosidad por Jesús
e ir introduciéndose en un compromiso de vida con Él. Antes era la curiosidad, pero llega un
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momento en el que se pasa al “esta es mi vida”. Y justo aparece Nicodemo cuando no había
nadie, ni los discípulos.
Aparece en el entierro. Todo discípulo debe enterrar a su maestro y hay una oración que
tiene que hacer. Le debió de doler más que no estar a los pies de la cruz el no haber
enterrado al maestro, porque si él era el discípulo, él tenía que decir la “Oración del huérfano”,
que era la que hacían los discípulos cuando moría un maestro. Para los judíos era
fundamental enterrar al padre, a la madre o al maestro, y allí no estuvieron los discípulos. Los
únicos que estuvieron fueron Nicodemo y José de Arimatea, que son los que se hicieron cargo
del cuerpo. Son los que se comprometieron con Jesús, los únicos que le acogieron por la
amistad con el amigo. De repente el crucificado les atrajo y descubrieron la gloria cuando todo
el mundo les decía que eran unos fracasados. La atracción, el imán del resucitado, es el
poder de la amistad con el maestro “Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos
hacia mí” (12:32), aunque aparentemente es una insensatez.
Lo que hace Nicodemo es llevar mirra, que es lo que llevaban los judíos a los entierros
para mezclarla y untar la mezcla en los sudarios para evitar el olor de la putrefacción.
También lleva áloe, que es una madera muy olorosa que los judíos utilizaban para perfumar el
lecho nupcial la noche de bodas, y las vestiduras de los novios. De nuevo aparece la imagen
de la boda, la imagen de los esponsorios en el Evangelio, justo al final.
Nicodemo y José de Arimatea son los que acogen en nombre de todo el pueblo, igual que
lo hizo María y el discípulo amado, los esponsorios de Jesús, de la muerte de Jesús. Es la
imagen del pueblo y de un Jesús que se casa, que entra en una alianza nueva con todo su
pueblo.
Nicodemo lleva 100 libras de perfume “Nicodemo, el que había ido antes a Jesús de
noche, vino también trayendo una mezcla de mirra y áloe, como de cien libras” (19:39). 100
libras son 32 Kg. y 700 gr., 100 veces más que lo que llevó María en Betania. Esto es de gran
valor. Llevar el perfume al difunto es todo un signo de la dignidad del difunto. Nicodemo con
esta acción se arruinó, simplemente por llevar el perfume al amigo. Es un gesto que
aparentemente es absurdo.
Nicodemo al final lo ha perdido todo, entró en la dinámica. Jesús le atrajo poderosamente,
entendió que nadie puede ir a Jesús si Él no le atrae, y él se puso a cooperar ya con todo lo
que tenía. Jesús fue elevado, y al ser elevado Nicodemo lo vio, y su vida cambió totalmente y
se arruinó por el maestro. Pero no lo pensó, era lo único que podía hacer por el amigo. De
repente vemos a un Nicodemo que pierde el dinero, que pierde la gloria terrenal, por enterrar
al amigo, nada más.
Cuando se habla de la elevación de Jesús, encontramos tres grandes lecturas o efectos:
La exaltación de Jesús en la cruz por un lado salva a todos los que la miran. Vemos
cómo Nicodemo queda salvado. Nicodemo vio que el resto de cosas no le importaban,
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Los Personajes del Evangelio de San Juan: Nicodemo
él había encontrado ya la salvación. Ya nadie le podía dar miedo, había encontrado
quién le había quitado el miedo.
La cruz ayuda a comprender quién es Dios, porque al mirar a la cruz entiendes, si Dios
te lo revela, quién es este Dios. Por eso hay que mirar a la cruz, no podemos saltarnos
la cruz. Si no comprendemos la cruz, no vamos a entender quién es Dios. No mirar al
crucificado puede convertirnos en buenos maestros de la Ley, pero no es seguidores
de Jesús.
Magnetismo de Jesús, atracción que ejerce Jesús. Nicodemo entendió que el maestro
es el que tira de ti, y que no consiste en que le prestes adhesión sólo de colega, en que
piense como tú, o en que confirme lo que tú piensas, no. La adhesión es que te dejes
atraer por Él, que dejes que Él te atraiga, aunque a veces te lleve a sitios que no
entiendes.
Y Nicodemo cambió, y a partir de ahí Nicodemo lo perdió todo, pero lo encontró todo. Y
aquí es donde se hizo de día, encontró la verdad y se convirtió en el primero de los discípulos,
el que entierra al maestro.