GUARDIANES DEL UNIVERSO
Los Guardianes del Universo del Padre.
Son seres de luz cuya evolución les ha permitido tener este
título porque nunca han destruido, y la misión que ellos llevan
en sus manos es, la de dar vida a todo planeta que haya dejado
de tenerla. Por lo tanto nos piden:
Respetar la vida de todo lo que en nuestro planeta
tierra exista.
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MAESTRO ALIESTRO
Mensaje
A la Humanidad
¿Dónde está aquel ser que un día se dijo que quería rezar?
¿Dónde esta aquel ser que un día se dijo que quería vivir?
¿Dónde está aquella mente que un día pensó que podía creer
en lo qué es la vida? Yo soy un Maestro que hoy quiero pre-
sentarme ante ustedes, porque he visitado esta tierra para dar,
para enseñar, para tratar de transmitir algo. He estado con
filósofos, he estado muchas veces en la mente del hombre, pe-
ro me han considerado el arcángel que puede ayudarles en to-
dos sus conflictos que tienen en la forma de vida que llevan
que es la parte económica. Para mí, es muy fácil ayudar a un
ser humano, pero el ser humano no quiere ser ayudado. El
hombre no escucha, porque no quiere escuchar; el hombre no
ama, porque no quiere amar; el hombre no creé, porque no
quiere creer; y el hombre que se dice que es un ser que piensa
y que razona, todo lo que ve lo destruye. Vamos a ayudarles a
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ayudarles a hacer un cambio en esta
tierra, vamos a ayudarles a tener un
equilibrio en todo lo que pueden te-
ner como parte de su forma de vivir.
Sabemos que necesitan ese oro que in-
ventó el hombre para poder vivir, sa-
bemos que necesitan de la moneda para poder adquirir lo que
necesitan, sabemos que necesitan ese oro para comer. Pero, ¿qué
es lo que realmente necesita el hombre para vivir, qué es lo que
realmente necesita el hombre para soñar, qué es lo que el hom-
bre pide? todos los días piden que me vaya bien. El Maestro
ALIESTRO siempre está pendiente de todos los ruegos, de to-
dos lo sueños, de todo lo que piden, de todo lo que anhelan, de
todo lo que son. Pero que triste es ver que me bloquean los ca-
minos, que mis hermanos no pueden ayudar a tantos seres que
piden vida, porque están sumidos en todo lo que es la angustia
y la desesperación en la que tratan de subsistir en un mundo
convulsionado por la violencia. No voy a dar oro a quien lo uti-
liza para dar muerte, a quien lo utiliza para envenenar, a quien
lo utiliza para el poder, a quien lo
utiliza para decir soy superior. Yo
puedo ayudar a que se equilibre to-
do lo que piden, pero tienen que en-
señarse a creer en sí mismos. Si el
hombre por su libre albedrío quiere
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seguir siendo muerte, nosotros tristemen-
te tendremos que dejarlos irse hacia el la-
do de la muerte, quiero que no olviden
una frase que va a ser pronunciada:
Aquel que consume muerte a su vez se
transforma en muerte, su mente se trastorna, su espíritu ya no
tiene Luz, su ser ya no puede ser lo que realmente quisiera ser.
Hay quienes dicen que son mejores si consumen el veneno del
alcohol o consumen la terrible práctica de alimentarse de cadá-
veres, y dicen que están bien. Bueno, si estuviera bien el mun-
do, estaría el hombre liberado de toda enfermedad, liberado de
todo odio, liberado de toda angustia, liberado de todo aquello
que lo puede destruir, y el hombre no sería el peor depredador
de esta tierra. Y el hombre no se lamentaría de que cada ama-
necer tiene miedo, y que en cada anochecer trata de dormir con
la incertidumbre de no saber si va a despertar tranquilo o si va
a poder tener salud; o si no se va a encontrar un enemigo que
le va a quitar lo que tiene, o si no se va a encontrar un asaltante
que va a tratar de quitarle lo que con tanto esfuerzo ganó, o si
se va a encontrar un ser que por envi-
dia va a tratar de matarlo, o si se va a
encontrar a un ser que en un momento
determinado dice que es su amigo y le
traiciona, ya no tienen paz en ningún
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lugar, ya no conocen qué es la vida,
ya no entienden qué es el amor, ya
no pueden, no pueden decir que es la
paz. Porque pregonan que trabajan
para la paz mundial, ¿Cómo van a
trabajar con la paz si están matando?
La paz la debe de llevar cada ser dentro de sí mismo y debe acep-
tarse como un ser que puede dejar de ser depredador de su pro-
pio mundo, porque matan sin piedad. Ya eliminaron muchas es-
pecies en la tierra, si este planeta quedara en manos del hombre
se terminarían comiendo unos a otros, si no les importa matarlos
menos les va a importar no comérselos. Esa es la ley de la muerte
con la que vive el hombre, del reto a su origen divino, del olvido
de lo que son como mente; y sobre todas las cosas, no pueden co-
nocerse si no pueden pensar, y no pueden pensar si todo lo que
hacen es pensar con la ambición de ser superior a otro ser huma-
no. Pero no saben ni por qué quieren ser superior, por miedo a
ser inferior, por miedo a caer en la pobreza, por miedo a no tener
como dicen un empleo seguro, por miedo a no darle a sus hijos el
sustento diario, o por miedo a no
poder presumir con todo lo que pue-
den adquirir con el oro, o por miedo
simplemente. El hombre vive con
miedo, miedo a todo lo que le rodea.
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La paz no existe en ningún hogar, en
ninguna mente, en ningún ser; por-
que hasta los niños salen ya para
agredir, atacan a sus compañeros de
escuela porque en su hogar le ense-
ñan a destruir. Le enseñan que la vi-
da no tiene sentido, que la vida no tiene nada que hacer como vi-
da en esta tierra, que la vida no se debe respetar, o no les dicen:
Si te pegan pégale más fuerte; por qué no le dicen: Aprende a ser
el mejor amigo, aprende a conocer a tus semejantes, aprende a
comprenderlos. Una vida, una sola vida vale por todo el oro del
mundo, una, y aquí en la tierra destruyen por millones. Millones
y millones de seres que no tienen esperanza para el nuevo día,
millones y millones de seres que todos los días se dicen: Perdí el
empleo, perdí el oro, perdí en la bolsa, perdí en mis acciones,
perdí, perdí, a pero a mí no me van quitar, y así sea con corrup-
ción yo voy a tener oro. Acaso les importa a aquellos que ganan
el oro haciendo que unos niños se drogan sabiendo que van a
destruir vidas, esa es una de las guerras que existen en esta tierra,
la guerra que dicen que están luchando
contra ella, porque quieren acabar con
todo lo que llaman las mafias para que
no enriquezcan con la destrucción de los
seres humanos. Pero si en cada hogar en-
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señaran a sus hijos a amarse, si en ca-
da hogar enseñaran a sus hijos a res-
petarse, si en cada hogar hubiera
amor autentico ¿Por qué iba a buscar
la droga? O no es como un escape
porque no les gusta el mundo en el
que viven, porque tienen miedo del amanecer de cada día, por-
que tienen miedo de ver de frente el sol porque sienten que ese
sol les va a destruir, porque todo es muerte en esta tierra. Luga-
res en los que les dicen, tal vez los triunfadores en las guerras
van a hacer otra guerra. Pero quienes van a la guerra, los jóve-
nes, los que quisieran tener un futuro, los que quisieran reír ca-
da día, los que quisieran saber que nacieron para algo importan-
te y los mandan por la libertad y por la paz. Yo quisiera que us-
tedes también nos dieran la oportunidad, la oportunidad de tra-
bajar en esta tierra, pero si nos dicen: Esta es nuestra casa y po-
demos destruirla; nosotros les vamos a decir: No es su casa, se
las prestó un Padre, se las prestó para que pudieran crear a sus
hijos, para que fueran evolución. Porque todo el universo tiene
vida y cada evolución se va a otros
mundos, y se puede conocer todas las
formas que puede tener de vida en to-
do lo que representa la vida que existe
en todo lo que es parte del Creador.
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Pero si les prestaron la casa y la des-
truyeron, nuestra obligación es recu-
perarla para el PADRE y para quie-
nes puedan ser vida. Les voy a poner
un ejemplo para que entiendan por
qué el PADRE, ese Gran PADRE todavía tiene esperanzas.
Aquél que tenga varios hijos y que tenga mucho oro y que cons-
truya unas casas para dárselas a sus hijos, a uno le da una casa a
la orilla del mar, a otro le da una casa que tiene un hermoso la-
go con muchos árboles frutales, a otro le da una casa en la orilla
del río. Preciosas, pero no les costo trabajo a los hijos tenerlas, se
las regaló, y así les dio varias propiedades para que pudieran
vivir de todo lo que él les dio con su propio esfuerzo. Pero unos
de ellos no aprecian lo que se les dio, otros si aprecian lo que re-
cibieron y cuidaron de sus hogares. Y un día ese padre les dice,
¿ya viste lo que hizo mi hijo con la casa que le di?, si papá ya me
di cuenta, quiero que me ayudes a que sea como tú, a que vuel-
va a ser fuerza, a que cambie. Y el hermano
que supo apreciar lo que tenía va con aque-
llos que destruyeron. Y encuentran la casa
sucia, derruida, del lago se comieron los
peces, los animalitos que había en el bos-
que cercano los mataron porque se los co-
mieron. Pero ya no encuentran que comer,
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los frutos los fermentaron para con-
vertir su propia destilería, que dicen
que se están divirtiendo. Sucios, hara-
pientos, enfermos, tristes, y así los en-
cuentran sus hermanos. ¿Ya viste la
casa cómo la dejaste?, bueno mi papá tiene mucho que me de
más. ¿Por qué no me llevan a su casa para que vuelva yo a estar
bien y para que vuelva yo a tener buena ropa y para que yo les
enseñe también como se fermentan los frutos; van a ver que di-
vertida nos vamos a dar? No, tú vas a limpiar la casa, ¿Cuántos
quieren limpiar la casa?, porque se la dio a varios hermanos; unos
dicen: Creo que tienes razón, si nos vas a ayudar lo hacemos, trae
todo lo que tienes y trae camiones y trae todo, y nos traes los pe-
ces y nos traes alimentos y nos traes frutos para volver a sembrar.
Y otros dicen: No, ni creas, yo ni creas que voy a aceptar la ayuda,
a mí me dan más o yo aquí sigo, ésta me la dieron a mí y yo la
puedo destruir porque es mía, porque a mí me la dio mi papá.
Pues no, fíjate que no, tú te vas a donde te guste vivir, hay cuevas
llenas de lodo, hay muladares en
donde tú puedes estar sí así quieres
vivir, pero los que quieran recons-
truir aquí estamos para reconstruir-
la. Y unos no quieren trabajar y pre-
fieren irse y dicen que van a vivir co-
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mo ellos quieren, vagabundeando y
que ya se encontraran otros anima-
les que comer. Y otros reconstru-
yen, pero naturalmente los que re-
construyen van con su padre a de-
cirle: Perdón, se me había olvidado
que me lo diste para vivir, para amarme y para ser feliz, aquí
está la casa construida. Aquellos que se perdieron, tristemente
su padre llora su pérdida, pero si no quieren volver no volverán,
pero se quedarán en las cuevas oscuras y en el muladar, y no va
a haber animalitos que comer porque los vamos a rescatar. Bue-
no, este Maestro les quiere pedir que recapaciten, les quiere pe-
dir que dejen de ser destrucción, les quiere pedir que nos ayu-
den a ayudarles, pero les quiere decir que esta casa vuelve a ser
del PADRE y se la devolveremos a quienes la vuelvan a cuidar.
Y él que no quiera, hay lugares oscuros, hay lugares en donde no
tengan nada que destruir, ahí podrán vivir o morir o lo que quie-
ran hacer. Pero este Maestro les puede ayudar en todo. Yo repre-
sento la fuerza, el amor y sobre todo la protección; y mis herma-
nos que somos todo un ejército,
harán todo, todo para darles todo
lo que ustedes necesiten para vivir
bien; pero recuérdenlo, no vamos
a aceptar que nos digan no quiero,
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les quedan unos años. Vamos a
hacer un movimiento, vamos a in-
tentar salvar al hombre, vamos a in-
tentar cumplirle al Padre, y vamos a
intentar decirles que dejen de negar-
se a la vida. Porque aquél que mata,
aquél que se alimenta de cadáveres; es un muerto que camina. Y
que no presuma de que tiene inteligencia, porque es un ser que
vive en la depredación total y es como si estuviera ya muerto, y
que no se quejen si las enfermedades consumen su cuerpo, y que
no se quejen si no podemos ayudarlos; porque no podemos cam-
biar sus pensamientos porque esos sí son suyos, su libre albedrío
es suyo. Quiero que me digan, ¿si quieren nuestra ayuda o prefie-
ren seguir en la destrucción total? Ahora bien, hay solamente un
tiempo para cambiar, hay solamente un tiempo para amar, hay
solamente un tiempo para creer, y hay otro tiempo para decirle a
la bestia del mal: Queremos que tú nos sigas dirigiendo, sabes
qué, tú nos diste poder, nos diste oro, nos diste sangre, nos diste
todo lo que ahora nos hace sentir que
somos fuerza. Escojan el camino, su
libre albedrío es sagrado pero la tie-
rra no es suya, la tierra está enferma,
es un ser vivo que lo atacó un virus,
vamos a llamarle cáncer que se llama
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hombre, un virus que lastima, que
hiere, que taladra hasta lo más pro-
fundo la tierra para lastimarla, para
erosionarla, para dejarla sin nada de
lo que tenga como vida. Que quema
los árboles, que envenena los mares,
que envenena los ríos; los peces ya no tienen fuerza y todavía se
los comen, que no se quejen del maligno cáncer si todo el desper-
dicio y la basura del hombre la tiran al mar. Yo quisiera un día
mostrarles nuestros mundos para que vean lo que es paraíso, yo
aparentemente tengo paciencia porque el PADRE quiere que la
tenga, pero es un dolor muy grande tratar de hablar al hombre y
que el hombre te diga: No, no quiero, me gusta la sangre, me gus-
tan los cadáveres, me gusta la muerte, me gusta ser lo que soy. Y
no podemos hacer otra cosa que decirles: Podrán irse al lugar de
la muerte si así lo desean. Y no es una amenaza, es simplemente
que cada uno tiene lo que tiene que tener y cada quien recibe lo
que debe que recibir, y si cada quien pide
ser vida será vida y si quiere ser muerte
será muerte. No es amenaza, pero el pla-
neta es del PADRE y al PADRE vuelve, el
planeta pertenece a una galaxia perfecta,
y entonces si podrán conocer a sus y que
no son cocodrilos caminando, y que ade-
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más los van a violar, no sé, cosas ex-
trañas que hemos escuchado. Ya de-
jen de pensar en el horror en el que
viven, porque tienen pesadillas tan
terribles que ya se imaginan que de
otros mundos vienen otros invasores peores, si hubiera invasores
de otros mundos ya la tierra hubiera quedado devastada. ¿Por
qué nos manifestamos a través de una mente humana?, porque
solo así pueden escucharnos sin que saquen sus cámaras hacien-
do mucho ruido, y que no nos permitan oír, ni decir, ni hablar, ni
amar, ni dar. Por ello, con amor les pedimos, ya si quieren les su-
plicamos ¿Y saben por qué? Porque un PADRE no quiere perder-
les, y no va a quedar otra cosa que hacer que dejarles ir con mu-
cho dolor, porque este mundo merece volver a ser vida como el
PADRE lo creó. Con nuestra ayuda podemos cerrar la capa de
ozono, podemos purificar los mares, podemos limpiar los ríos,
podemos enderezar el eje de la tierra, podemos ayudarles a pasar
hacia otra dimensión que es la que viene, a eso venimos, a ayu-
darles. Podemos replantar la tierra,
podemos hasta traer animales de
otros mundos para dar otra vez el
equilibrio ecológico; pero imagí-
nense si traemos otros al sacrificio,
¡No!, ya los que tienen aquí pobre-
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citos, pero no tienen esperanza y los
están sacrificando día a día hasta que de-
terminemos que se acabó! Lo triste es
que van a dejar de consumir muerte por-
que las enfermedades los van a consu-
mir, pero si realmente se aman dejen de
llenar los hospitales de niños contamina-
dos por las enfermedades, de niños cu-
biertos de dolor, de niños sufriendo por
el cáncer, niños que son sus hijos. Veni-
mos a salvar el planeta, venimos a salvar
a los animales, venimos a enseñar al hombre a creer, a replantar
la tierra; venimos a dar a los niños la oportunidad de crecer sa-
nos, sin muerte. Pero al adulto, venimos a decirle que deje de ser
soberbio y diga: Yo puedo matar, comerme la carne muerta por-
que así soy. Bueno, si al mal lo perdió la soberbia y por soberbia
no quiere volver al PADRE síganle, nosotros no lo podemos evi-
tar, pero el planeta vuelve al PADRE porque el PADRE lo creó, y
el PADRE exige que este mundo vuelva a ser vida.
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