MAL DE ESCUELA Daniel Pennac
(Reflexión Crítica)
PEDAGOGÍA, CURSO 3º
DESADAPTACIÓN SOCIAL E INTEGRACIÓN DE MINORÍAS
Profesor: JORDI SOLÉ
Alumna: IRENE CUEVAS
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INDICEINDICEINDICEINDICE
1) INTRODUCCIÓN ................................................................. 02
2) REFLEXIÓN CRÍTICA ........................................................... 03
3) BIBLIOGRAFÍA ................................................................... 12
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1)1)1)1) INTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓN
En educación, ¿El docente solo se ciñe a enseñar?; el mal estudiante, ¿es
responsable exclusivo de su fracaso escolar?. Mal de Escuela ofrece una
reflexión profunda sobre éstas y otras cuestiones. Su autor, Daniel Pennac,
docente de profesión y exzoquete en su pasado estudiantil, realiza una crítica
realista pero a la vez optimista del entramado educativo en el que se ve
envuelta la escuela.
Casi siempre se analiza el sistema desde la visión del profesional, pero este
libro propone un nuevo planteamiento, la educación observada desde los ojos
del mal educando, incapaz de comprender las materias, impotente por estar
obligado a cumplir como estudiante. La cuestión que uno se hace es: Para el
alumno que no rinde, la educación ¿es un premio o un castigo?
Los Derechos Humanos establecen el acceso a la educación como un derecho
universal para todos los niños y niñas, pero por mucho acceso que haya, si ésta
no es de calidad, ese derecho pierde poder, deja de ser válido.
Este documento propone una reflexión crítica sobre los pensamientos y
afirmaciones presentes en “Mal de Escuela”. En él se ahondan sobre las
temáticas más representativas y las que han influido personalmente durante la
lectura.
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2)2)2)2) REFLEXIÓN CRÍTICA:REFLEXIÓN CRÍTICA:REFLEXIÓN CRÍTICA:REFLEXIÓN CRÍTICA:
Mal de escuela, un virus al que muchos no pueden hacer frente en la infancia,
esos años en los que la reputación, la dignidad de uno casi siempre radican en
el éxito en clase de matemáticas, de lengua, de ciencias naturales,… y es que
innegablemente se nos inculca desde que tenemos uso de razón, esa deuda
con la sociedad, esa responsabilidad social de formar parte del paquete, aquel
en el que no caben los errores, las acciones se realizan rápida y eficazmente, y
sea cual sea la opción del sujeto, entrar o no dentro de ese paquete social,
habrá consecuencias, se obtendrá el aplauso y la palmadita en la espalda, o
por el contrario, el gran castigo: rechazo y exclusión social. Como decía
Pennac, “Para mis compañeros yo solo existía en el recreo, en clase me sentía
comprometedor”.
Tras la lectura, una se pregunta qué significa realmente FRACASO ESCOLAR.
Las connotaciones invisibles del término hacen reflexionar sobre las carencias
pedagógicas que el concepto en sí mismo transmite, parece una etiqueta que
predispone por sí sola a la derrota del alumno, que cuando lo definen “fracaso
escolar” ya no tiene probabilidades de dar marcha atrás (“Lo sentimos, el
coche es siniestro total, sólo queda llevarlo al desguace”). La mancha de ese
supuesto fracaso academicista, no deja ver el éxito en otros aspectos de la
vida. No rendir significa no cubrir las expectativas sociales, y ese hecho
parece imperdonable en la sociedad occidental, que implacable clasifica en
suficientes, insuficientes, a los futuros adultos.
Las tan temidas consecuencias afectan no solo en el ámbito académico, todo el
entorno se ve influenciado por ese fracaso, podríamos decir que se produce
un efecto huracanado de causa-efecto, que a veces perdura toda la vida
(¿cuantos adultos han quedado marcados para siempre por el miedo y la
vergüenza que experimentaron en la escuela, por el efecto que produjo en su
entorno familiar ese fracaso? Seguramente muchos). Basta recordar, muchos
se sentirían identificados si leyeran estas líneas, esa escena frente a papá y
mamá, pálidos con el boletín en las manos, temerosos de mostrar las notas,
esas asquerosas I (Insuficiente) que iban a determinar qué verano íbamos a
pasar ese año.
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Según el Ministerio de Educación Español (MEC), se habla de fracaso escolar
cuando “un alumno no consigue los objetivos propuestos para su nivel y edad y
existe un desaprovechamiento real de sus recursos intelectuales. Es decir, en
principio, el sistema se plantea unos objetivos determinados para los
individuos de una cierta edad y en el momento que esos objetivos no se
cumplen, hablamos de fracaso” (ISFTIC(ISFTIC(ISFTIC(ISFTIC----MEC: Fracaso escolarMEC: Fracaso escolarMEC: Fracaso escolarMEC: Fracaso escolar). La definición
parece interesante, quizás una más, pero yo prefiero la siguiente:
“El fracaso escolar es una operación global de la mayor complejidad a partir
de una situación que es exactamente como un rico tesoro encerrado en un
cofre hermético, ubicado en el fondo de un mar muy profundo” (BUTINOF, (BUTINOF, (BUTINOF, (BUTINOF,
2008)2008)2008)2008)
Detrás del alumno incapaz existe alguien capaz, siempre y cuando se le sepa
orientar adecuadamente, y al mismo tiempo se deje orientar. Es posible que el
problema real se halle en la insistencia del sistema educativo por enseñar lo
mismo y de la misma manera a todos los alumnos de una misma clase, en todas
las escuelas del barrio, en todas las de la comunidad autónoma, en todas las
del país. Todos somos modelados a gusto y semejanza de ese arquetipo
deseable que exige la sociedad, en definitiva, ser productivos y no dar
problemas, o los menos posible.
Viñeta de TonucciViñeta de TonucciViñeta de TonucciViñeta de Tonucci
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Si observamos detenidamente, entendemos que este modelo está dando al
mundo generaciones cada vez más “aburridas”, que participan poco en la
producción de cambios. Parece que la escuela ha conseguido lo que se
propuso: sacar al mercado cromos repes.
A mi entender, el origen de este modelo de homogeneización es el miedo a la
diferencia, a la diversidad, sin olvidar que diferencia y desigualdad suelen ir de
la mano. En una sociedad que aprueba y reafirma determinados
comportamientos y capacidades culturalmente aceptados, los que no las
cumplen muchas veces quedan relegados a un segundo plano, sufriendo
situaciones de exclusión social. En el ámbito escolar podríamos encontrar esos
espacios segregadores en � aulas de acogida, Espais de Benvinguda
Educativa, etc.
A mí me gusta pensar, por muy idealista que parezca, que la persona que
fracasa es en realidad alguien que amasa una enorme fortuna, pero que por
razones varias, nadie reconoce la utilidad de esa riqueza, a veces ni el mismo
que la posee. Podríamos decir que esa fortuna es en pesetas, una moneda que
en la actualidad ni se valora ni sirve para manejarse socialmente. Entonces,
¿de qué te sirve ser un as en el mundo cibernético, que se te de bien el deporte
o seas muy amigo de tus amigos?
Los valores que predominan en la escuela están enfocados a satisfacer las
demandas del mercado, por tanto, encaradas a alcanzar éxito académico en
las materias curriculares. De ahí, la enorme importancia de la educación
transversal que trabaja aspectos implícitos diferentes, tan o más importantes
para la vida, que la materia en sí misma. La palabra clave podría encontrarse
en TRANSVERSALIDAD para ayudar a despertar la MOTIVACIÓN.
Pennac parece ser muy consciente de ello. Su concepto de enseñanza
constructivista se combina a la perfección con sistemas de aprendizaje de
carácter más academicista. Juegos de palabras, bromas, competiciones entre
alumnos para recitar textos, actividades de reflexión, conversaciones en el aula
para introspeccionar y preguntarse a uno mismo sobre aquello que nunca se
ha cuestionado,… todas ellas estrategias educativas que despertaban a través
del juego, no solo respeto hacia el tutor, también respeto hacia la lengua
francesa (materia que Pennac impartía), y lo más importante, sin juicios de
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valor hacia los alumnos, fuese cual fuese su origen sociocultural, económico,
historia de vida,...
“El juego es la respiración del esfuerzo, el otro latido del corazón, no perjudica
la seriedad del aprendizaje, es su contrapunto. Y además, jugar con la materia
es también entrenarnos a dominarla” (PENNAC,D. 1994: 139)(PENNAC,D. 1994: 139)(PENNAC,D. 1994: 139)(PENNAC,D. 1994: 139)
Las tareas que el autor propone a sus alumnos/as, parecen conformar el
conjunto de ingredientes necesarios para preparar un pastel, que aunque a
veces resultara soso, casi siempre estaba cocido. Pastel capaz de despertar
esa motivación tan necesaria para atravesar el viacrucis de la escuela, en
aquellos alumnos que decidieron comer un pedazo.
En sus clases, el autor defiende la memorización de textos de autores
inmortales. Según él la memoria es una capacidad que hay que cultivar, cuando
afirma “¿Y por qué no aprender de memoria esos textos? ¿Solo porque los
profesores de antaño tenían fama de hacernos recitar de memoria poesías a
menudo idiotas, y que al modo de ver de algunos viejos chochos la memoria era
un músculo que debía entrenarse y no una biblioteca que debía enriquecerse?”
“aprendiendo de memoria, no suplo nada, añado algo al todo” (PENNAC, (PENNAC, (PENNAC, (PENNAC,
D.1994: 130D.1994: 130D.1994: 130D.1994: 130----131)131)131)131). . . .
Desde esta perspectiva la memorización sí aporta al individuo. Todos
necesitamos de la memoria para desenvolvernos, si no, ¿qué sería de nosotros
si no recordásemos el alfabeto, la calle en la que vivimos, nuestro número de
teléfono o el portal de casa?. Si omitimos la aportación que nuestra memoria
hace, estamos negando la importancia de esa cultura general que todos
habríamos de poseer para llegar a ser profesionales, independientemente de la
especialización o puesto de trabajo que desempeñásemos.
Parece imposible, pero muchos estudiantes universitarios carecemos de esa
base cultural elemental, que se enraíza, en gran parte, gracias a la memoria.
Budapest, capital de…(silencio) Más me sorprendió el día en que mi compañera
de la URV me preguntó donde quedaba Huesca, verlo para creerlo, aunque yo
no soy nadie para juzgar, ni siquiera podría decir todos los planetas que
conforman el sistema solar.
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Esta carencia memorística proviene de la monotonía en el proceso de E/A.
Tragar conocimientos para vomitarlos en el examen, y olvidarlos nada más
cruzar la puerta de la sala de exámenes, debe pasar de moda, porque luego los
afectados, somos los mismos estudiantes, a los que se tilda de poco
preparados.
Hace gracia observar cómo se quejan los profesores de lo poco participativos y
creativos que son sus alumnos de universidad. Mueven la cabeza y dicen: ya no
es como antes… en mi época, nosotros…. Por favor, dejen de recordarnos
cuan ignorantes somos, y aterricen en el siglo XXI. Los tiempos cambian, y
ustedes han de cambiar con los tiempos. ¿Usted ha coincidido con dos
generaciones dispares entre sí? Enhorabuena, pero por favor, deje de
compararnos, porque estamos cansados de que se insinúe una y otra vez
nuestro fracaso como estudiantes, ese FRACASO ESCOLAR que parece que
nos persigue, incluso en la universidad ( no va por ti, Jordi).
Hablar sobre la memorización me traslada a la Pedagogía del Oprimido de
Freire, cuando afirma que la educación que rige el mundo tiene carácter
bancario, es decir, se basa en la superioridad del educador, el único que sabe y
ofrece conocimientos al educando, y lo hace a través de la memorización y la
acumulación de conocimientos, pero sin enseñar la forma de construir con
ellos. ”la narración, cuyo sujeto es el educador, conduce a los educandos a la
memorización mecaniza del contenido narrado. Más aún, la narración los
transformas en “vasijas”, en recipientes que deben ser “llenados” por el
educador. Cuando más vaya llenando los recipientes con sus “depósitos”, tanto
mejor educador será. Cuanto más se dejen “llenar” dócilmente, tanto mejor
educandos serán.” (FREIRE,P. 1969(FREIRE,P. 1969(FREIRE,P. 1969(FREIRE,P. 1969: 51): 51): 51): 51)
Freire da en el clavo, Pennac dice lo mismo pero de otra forma, la
memorización no es negativa en sí misma, es la forma con que se utiliza. Si los
alumnos ignoramos información cultural “elemental”, es porque el sistema
sigue basando la enseñanza en el modelo tradicional, mejores estudiantes
seremos cuanta más nota obtengamos a final de curso, y es que el sistema
valora en función de un resultado numérico que poco o nada puede decir de
quien está detrás de la nota.
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El chaval/la que se ha esforzado durante todo el curso, pero que por nervios en
el examen, se queda en blanco y no da pie con bola, ya no llega a la media. Da
risa pensar en la media, y me pregunto, ¿qué tipos listos decidieron establecer
ese rango en el que se es tonto si se está por debajo o listo si se está por
encima?, ¿no se supone que cada persona experimenta y desarrolla sus
habilidades a diferentes ritmos, independientemente de la edad? Ah… tonta de
mí, no caí en el CONTROL SOCIAL, sino no tiene lógica la separación por
niveles académicos, por edades, por sexos (en el pasado).
Parece que vivimos en el mundo de la CLASIFICACIÓN, 1º ESO, 2º ESO, 3º… y
cuando se habla de políticas de integración, con programas muy
“innovadores”, seguimos en las mismas, clasificando, alumnos ACI,UEC, USEE,
EBE …
No vamos a ser catastrofistas, pero por mucho que se pretenda integrar
nuevas metodologías, más participativas, el peso de la tradición tiene para
rato. La culpa, ¿de quien es? Supongo que en parte de todos, aunque nadie
pierde un segundo para echar el marrón a otro.
Viñeta extraída de FARO. E-faro.info
Pennac lo confirma cuando dice: ”al escuchar el zumbido de nuestra colmena
pedagógica, en cuanto nos desalentamos, nuestra pasión nos impulsa primero
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a buscar culpables. El sistema educativo parece, por otra parte, estructurado
para que cada cual elija el suyo”.
Algo que se echa en falta en “Mal de Escuela” es una mención a la educación
fuera del aula. Sé que parece absurdo, pero una tiene la sensación de que el
sistema solo cree posible la educación dentro del centro escolar. Vivimos en un
entorno cada vez más desnaturalizado, en el que niños y niñas sólo saben que
las gallinas ponen huevos gracias a los libros de texto o a un documental en la
televisión, y eso si hay suerte.
Se desprecia la cultura popular, la de nuestros abuelos, esa que aporta mucho
más que a, b, c y d, pero seguimos empeñados en que nuestro mundo gire
alrededor de la tecnología, el supuesto futuro para el debemos prepararnos si
no queremos ser analfabetos tecnológicos. El escepticismo nos impide
observar las ventajas que aporta lo que nos es más cercano, y el resultado es
que el analfabetismo que evitábamos en las TIC, lo ganamos a pulso cuando se
trata de conocer nuestro entorno inmediato.
Viñeta de FARO
Cambiando de tercio, ¿todavía existen los internados?
Cuando leo a Pennac tratando el tema, vienen a mi mente aquellos años de mi
infancia en los que se mencionaba esa posibilidad, pero nunca como un
premio, siempre como una amenaza. El autor asegura que uno puede ser feliz
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en un internado (a él le ayudó para concentrarse en el estudio), y sus
afirmaciones no se ponen en duda, pero para mí, recurrir a esta opción solo
puede deberse a tres causas:
a- Por h o por b, no hay más remedio
b- Los padres no tienen tiempo o no desean hacerse cargo de esa
estupenda e imprescindible socialización primaria.
c- El niño ha sido diagnosticado de FRACASO ESCOLAR, receta médica:
internado.
Sean cuales sean las razones para optar por el internado, siempre provienen
de una decisión tomada por fuerza mayor: familia desestructurada, hogar
alejado del entorno escolar, etc. Nadie desea (quizás alguno, no vayamos a
meter la pata) que lo internen así porque sí. Alejarse del entorno familiar
voluntariamente, cuando ese entorno no está dañado, parece poco probable,
casi imposible. Pero Pennac lo observa desde otro enfoque, lo asocia a un
recurso del que se puede sacar provecho, y su razonamiento parece muy
cabal, en vez de vincularlo a un castigo, lo define como el medio ideal para que
el chico/a deje de justificar una y otra vez con trola va, trola viene, las carencias
que tiene como estudiante.
Por otro lado, la lectura hace constante referencia a un fenómeno implícito en
la enseñanza, el Efecto Pigmaleón, es decir, los demás nos definen, nos dan un
rol y con ello nos dicen qué somos, qué debemos ser, y al final,
inconscientemente, acabamos creyéndolo, convirtiéndonos en lo que se ha
esperado que seamos. Cuando las expectativas de los demás son negativas, el
efecto es totalmente destructivo, porque lo que se consigue es que uno se
adapte de tal forma al rol que le han encasquetado (mediocre, inútil, mal
alumno, etc.) que acaba cerrándose él mismo las puertas para conseguir metas
mejores. Este efecto está presente en todos y cada una de los relatos de
Pennac, sobretodo cuando habla de esos alumnos que por suerte o por
desgracia, han nacido en un medio sociocultural y económico empobrecido.
Para dar la espalda , dentro de lo posible, a esos intereses sociales que
moldean el modo en que uno se ve a si mismo, es preciso tomar consciencia de
esa influencia inconsciente. Pennac, de alguna manera defiende esta idea,
cuando frente a las palabras de un joven zoquete, “los profesores nos comen el
tarro”, le informa que el tarro se lo han comido antes, no los profesores (el
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ejemplo en el que se basa es la influencia que ejercen las multinacionales por
medio de la publicidad).
Se han realizado centenares de investigaciones sobre el efecto Pigmaleón en
clase, y todas ellas confirman la influencia de las expectativas del profesor en
el rendimiento y conducta general de los alumnos1.Transformar su carácter
destructivo en constructivo es tarea social, pero dentro de la escuela, el
principal responsable es el profesor. Pennac dice: “Una sola certeza: la
presencia de mis alumnos depende estrechamente de la mía: de mi presencia
en la clase entera y en cada individuo en particular, de mi presencia también en
mi materia, de mi presencia física, intelectual y mental, durante los cincuenta y
cinco minutos que durará mi clase." (PENN(PENN(PENN(PENNAC, D: 1994: 114)AC, D: 1994: 114)AC, D: 1994: 114)AC, D: 1994: 114)....
Entrar al aula con una actitud positiva y neutral no siempre es fácil, pero el
esfuerzo vale la pena. Cuando salgamos al mercado laboral como pedagogos,
no habríamos de caer en afirmaciones triviales: “Claro, no se saca la primaria
porque es gitano”, “Con que aprenda a leer y a escribir, ya es suficiente”, todas
ellas claras demostraciones de cómo los profesionales podemos caer en las
redes de ese efecto del que muchos nos creemos indemnes.
Tanto educar como aprender no es tarea fácil. Cualquier profesor desearía
tener en clase alumnos 10 que estuvieran motivados hora tras hora frente a sus
lecciones, pero eso no existe, porque el niño prefiere descubrir y explorar el
mundo de otra forma, jugando, no detrás de un pupitre y una silla en la que
debe estar sentado día tras día entre 6 y 7 horas (la verdad, parece un hecho
antinatural). De ahí que el profesor caiga en la desmotivación al observar que
su alumno se aburre en clase. Sea como sea, el sistema seguirá exigiendo al
niño que acuda a la escuela, y al profesor que imparta la lección, pero como
dice Pennac, el único salvavidas para esta situación es el AMOR, una medicina
capaz de curar la desgana del educador, la idiotez del alumno. Ahí se
encuentra el gran reto, difícil pero posible.
El amor es lo único que crece cuando se reparte (Sant(Sant(Sant(Sant----Exupery)Exupery)Exupery)Exupery)
1 Efecto Pigmaleón en clase. Investigaciones al respecto de Rosenthal y Jacobson (1968), Braun (1976),
Ford y Walster (1973), etc. Información extraída de MARTÍNEZ, B. (2008).
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3)3)3)3) BIBLIOGRAFÍA:BIBLIOGRAFÍA:BIBLIOGRAFÍA:BIBLIOGRAFÍA:
BUTINOF, R. (2008).BUTINOF, R. (2008).BUTINOF, R. (2008).BUTINOF, R. (2008). ¿Y si el fracaso escolar fuera una manera disfrazada de
éxito?. CCCCiber-revista Perspectivas Sistémicas. Nueva Comunicación.
[Documento en línea] Disponible desde Internet en<http://www.redsistemica.
com.ar/fracasoescolar.htm> [Con acceso en abril de 2009]
ISFTICISFTICISFTICISFTIC----MEC (2009).MEC (2009).MEC (2009).MEC (2009). ¿Qué hay sobre el fracaso escolar?. [Documento en línea]
Disponible desde Internet en <http://www.isftic.mepsyd.es/padres/apoyo
_al_aprendizaje/hay_fracaso/> [Con acceso en abril de 2009].
MARTÍNEZ, B. (2008).MARTÍNEZ, B. (2008).MARTÍNEZ, B. (2008).MARTÍNEZ, B. (2008). Dossier: Procesos psicológicos básicos. Universidad del
País Vasco, UPV-EHU: Donostia.
PENNAC, D. (2008).PENNAC, D. (2008).PENNAC, D. (2008).PENNAC, D. (2008). Mal de Escuela. Literatura Mondadori: Barcelona.