sábado | 6 | abril | 2019
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pág›7pág›2LA HUÍDAALGUIEN VIVE EN EL NIDO DEL CUCO
MÁS QUE “CINE EXPANDIDO”: LO REAL COTIDIANO EN EXPANSIÓN
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SÁBADO 6 DE ABRILCINE CHARLES CHAPLIN
3:00 pmLA MIRADA DEL OTROHasta siempre, Comandante /Faisal Attrache / Doc.-fi c. / Full HD / 2016 / 14’
BONUS (JUVENTUD)Ícaro / Gabriela Perera Vitlloch Fic. / HD / 2018 / 8’El año en que no hubo año / Fernando Almeida Doc. / Full HD (Samsung Galaxy Note 3) / 2017 / 23’Peligrosidad / Leonardo J. Chamizo Doc. / Full HD / 2018 / 5’El Zurdo/ Alberto Martín Fic. / 4K / 2018 / 17’
5:00 pmPROGRAMA DE CINE EXPANDIDO311 / Irolán Maroselli, Elizabeth Rodríguez / 16 mm / 2017 / 3,14’
CONCURSOLos amantes / Alán González Fic. / 4K / 2018 / 8’Brouwer. El Origen de la Sombra / Katherine T. Gavilán, Lisandra López Fabé Doc. / 2K / 2019 / 70’
8:00 pm PROGRAMA DE CINE EXPANDIDOEntre caníbales / Luis Casas y Yojany Pérez / 16 mm / 2017 / 1,59’
CONCURSOLos viejos heraldos / Luis Alejandro Yero / Doc. / Full HD / 2018 / 23’Cositas malas / Víctor Alfonso Fic. / 4K / 2018 / 15’La bahía / Alessandra Santieste-ban, Ricardo Sarmiento Doc. / Full HD (Samsung Galaxy J7) / 2018 / 21’Flying Pigeon / Daniel SantoyoFic. / 4K / 2018 / 27’
CINE 23 Y 123:00 pmPROGRAMA DE CINE EXPANDIDOLo más profundo que tú vas. Lo más alto que tú vuelas / Juan Carlos Alom / 16 mm / 2001 / 4,07’
BONUSLucas como Sara /Day García Fic. / 4K / 2018 / 84’
PRESENTACIÓN ESPECIALInside Downtown /Nicolás Guillén Landrián, Jorge Egusquiza ZorrillaDoc. / Video / 2001 / 29’
5:00 pmLA MIRADA DEL OTROLa fi nca del miedo / Lara Sousa Doc. / Full HD / 2019 / 16’
CONCURSOAlberto / Raúl Prado Rodríguez Fic. / 4K / 2018 / 23’Home / Alejandro Alonso Doc. / Full HD / 2019 / 12’Un chino cayó en un pozo /Carlos Alejandro Halley Fic. / Full HD / 2018 / 20’Fin / Yimit Ramírez Fic. / 4K / 2018 / 27’
8:00 pm CONCURSODe las almas secas, dormidas / Indiana Díaz Caraballo Doc. / Full HD / 2018 / 13’El hombre que siempre hizo su parte / Orisel Castro López, York Neudel / Doc. / HDV / 2017 / 94’
SALA CHARLOT2:00 pmFESTIVAL DE CLERMONT-FERRANDPROGRAMA 3Black America Again / Bradford Young / Doc. experimental / Estados Unidos / 2016 / 22’Snap / Felipe Elgueta, Ananké Pereira / Doc. / Chile / 2017 / 20’ Black Star. Rebirth is necessary / Jenn Nkiru / Doc. experimental / Reino Unido / 2017 / 11’Un cortometraje sobre la educación / Sebastián Arencibia Fic. / Chile / 2017 / 18’
6:30 pmLA MIRADA DEL OTROLa bonita / María del Mar Rosario Doc. / HD / 2018 / 18’
BONUS (SER ELLAS)Vuelo blanco / Robin Sánchez Pau Fic. / HD / 2018 / 7’Mujer arena / Lisa María Velázquez Fic. / Full HD / 2018 / 7’Karla / Gisselle Vargas Fic. / 4K / 2019 / 16’
La Generación de la fl or plástica
SALA TERENCE PIARD3:00 pmFESTIVAL DE ANNECY 2018Weekends / Trevor JiménezAnim. / Estados Unidos / 2017 / 15’Hybrids / Florian Brauch, Matthieu Pujol, Kim Tailhades, Yohan Thireau, Thirion Romain Anim. / Francia / 2017 / 7’Biciklisti / Veljko PopovicAnim. / Croacia-Francia / 2018 / 8’Inanimate / Lucia BulgheroniAnim. / Reino Unido / 2018 / 8’(Subtítulos en francés)Barbeque / Jenny JokelaAnim. / Reino Unido / 2017 / 6’Afterwork / Luis Usón, Andrés Aguilar / Anim. / Ecuador-Espa-ña-Perú / 2017 / 6’Bloeistraat 11 / Nienke DeutzAnim. / Bélgica-Países Bajos / 2018 / 10’Egg / Martina ScarpelliAnim. / Francia-Dinamarca / 2018 / 12’ / (Subtítulos en francés)
ESCUELA DE DISEÑO ALTOS DE CHAVÓN 5:30 pmPROGRAMA 2Jette-là Larry Gréco / Mariela Guerrero / Anim. / 2018 / 2’La Sagrada Familia / Carlos García / Fic. / 2018 / 9’Inoa / Ricardo Ariel ToribioDoc. / 2018 / 11’Rebote / Jonathan CarelaFic. / 8 mm / 2018 / 3’Los incendios horizontales /Ottmar Suero / Anim. / 2019 / 2’Destiempo / Katherine DíazFic. / 2018 / 11’Film is dead / William TuescaExp. / 2018 / 1’Leviatán / Mariela GuerreroFic. / 2018 / 10’Funeral / David CastilloExp. / 16 mm / 2018 / 3’Lissa / Ivanna PérezFic. / 2018 / 13’Industrializado / Génesis Valenzue-la / Anim. / 2018 / 4’
CCC FRESA Y CHOCOLATE10:00 am MESA Delirios cró nicos. Literatura sobre cine y para cine, de Guillermo Cabrera Infante
2:00 pm: CHARLADEL MUSEO A LA ACCIÓNEncuentro con el realizador mexicano Alonso Ruizpalacios, invitado especialde la 18ª Muestra Joven ICAIC
DOMINGO 7 DE ABRILCCC FRESA Y CHOCOLATE
10:00 amCONFERENCIACómo distribuir cine en Cuba sin perderse en el intento.por Tania Delgado
2:00 pmPresentación de la Enciclopedia digital del audiovisual cubano (ENDAC)Presentador: Juan Antonio García Borrero
5:00 pmEntrega de premios colaterales
23 Y 123:00 pmBONUS (IDENTIDAD) Lucas como Sara / Day GarcíaFic. / 2018 / 84’
CHAPLIN8:00 pm
CLAUSURA
de luz muy alta, domina el color blanco, como símbolo de la pureza misma que se pretende alcanzar con aquellos engendros humanos. Se explota la transparencia de cristales y el brillo metálico de diferentes objetos que participan en la ambientación. En la composición de la fo-tografía se destaca lo simétrico y, en general, el corto se apoya desde el punto de vista plástico, en cierto minimalismo que resalta la frialdad morbosa que transpira la historia.
En varias locaciones se apela a elemen-tos arquitecturales y de atrezzo para recrear la apariencia gráfi ca del cariotipo o patrón de cromosoma humano; y aunque predomi-na la austeridad con respecto al color, este se aprovecha para crear tensión dramática y para la caracterización de los espacios y los diferentes sujetos; ya sea el uniforme azul del personal médico o los trajes oscuros y convencionales que usan los funcionarios ca-chanchanes del director.
Sin embargo, el maquillaje parecía que iba a tomar el sendero expresionista y se fue
por Berta Carricarte Melgarez
Un alto funcionario de un centro de investigaciones médicas donde se practica la reproducción asistida pronuncia la siguiente frase: «Aho-
ra sí vamos a cumplir el plan previsto para el año». Se trata de un proyecto para producir seres humanos perfectos, a través de la mani-pulación genética. Parece que lo están logran-do, cuando la protagonista, que trabaja en la propia institución, descubre que está emba-razada por vía natural.
Ya puede usted imaginarse que el con-fl icto de este personaje debe estar entre con-cebir y tener un bebé de laboratorio o dejar que la vida surja y se desarrolle con total espontaneidad. También puede usted imagi-narse, dadas estas premisas, que el objetivo médico es evitar que nazcan «locos, subver-sivos, gays y negros». Así mismo es fácil su-poner que el proyecto Identidad que se desa-rrolla en la susodicha institución, resultará
desinfl ando por el camino. Se perdió la opor-tunidad de sacarle lascas a este recurso tan propio de la ciencia fi cción, aunque este fi lme no pasa de ser una mediocre pesadilla seudo-futurista.
De nada valen una fotografía, en general, muy bien montada, que encontró su eco per-fecto en una apreciable dirección de arte, si todo lo demás es menos de los mismo: no llega a, no rebasa lo, adolece de. Está muy bien que la protagonista no sea una Barbie leptosomática; pero la ganancia tiene que estar en su capaci-dad interpretativa, aspecto que se resiente no solo en ella, porque la historia es muy endeble y los parlamentos insulsos y deshilvanados.
Hace tiempo, al comentar la película de Fernando Pérez Últimos días en La Habana, defi ní al personaje de Yusi como representan-te de la generación de la fl or plástica. Obvia-mente, ni todos los de aquella generación son hoy realizadores de video, ni todos se han con-vertido en artistas. Usted vaya a ver Generación y después me dice si tengo razón o no.
un fracaso; y que el fruto de tales empeños será individuos físicamente perfectos, «con ojos azul celeste», y mentalmente desequili-brados.
Lo que sí resulta inesperado es que este corto titulado Generación logre una visualidad muy digna, a partir de un diseño de fotografía acertado (obra de Gabriel Alemán) al margen de algún que otro fallo en el uso expresivo de la iluminación; y una dirección de arte esme-rada (responsabilidad de Leonardo Eymil), en la que el diseño de vestuario (a cargo de Duthil Rivera) complementa la unidad expresiva de la imagen mostrada. Por ejemplo, para el papel del director (Patricio Wood) se pensó en una indumentaria adecuada y exquisita. Se nota que hubo un planteamiento riguroso a la hora de vestir a cada personaje, aunque no siempre la confección estuvo a la altura del diseño.
Con guion y dirección de Meilin Quiles Du-rañona, este ejercicio audiovisual logra cierta coherencia entre lo que narra y la imagen en que se concreta lo narrado. Junto a una clave
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Home
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jandr
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2019
por Justo Planas
Los amantes, de Alán González, recuerda muchas buenas historias de cine y lleva el sello de un ejercicio artístico bien medita-do técnicamente. Parece ser el resultado de un talento entrenado y que tiene conciencia del arsenal narrativo que existe a su dis-posición para contar una historia audio-visual: un largo plano secuencia, cámara en mano, una escenografía en la que cada objeto narra y dos actores que conocen al detalle cada movimiento que hacen. Los amantes es, en pocas palabras, una pelícu-la redonda estéticamente.
Comienza justo cuando pasó «lo que pasó». El interés del espectador enton-ces es llamado a descubrir ese detonan-te que nunca se muestra. Alán González echa a andar dos fuerzas que operan en direcciones distintas y mantienen la película en constante tensión. Si por un lado, el plano secuencia obliga al tiempo a correr hacia adelante irremediable-mente y se trata de un tiempo que corre veloz agitado por la actuación energética de Lola Amores; por el otro, la narración
H o m e
por Alberto Ramos
Home tiene como premisa un dato cu-rioso: hay al menos nueve pueblos o pe-queñas ciudades en Estados Unidos cuyo nombre es Cuba. Son en su mayoría mi-núsculos enclaves perdidos en la inmen-sidad de la geografía americana. La pieza de Alejandro Alonso no se llama Cuba sino Home. Pero para un cubano la dife-rencia es apenas perceptible. Dondequie-ra que estés, la sola mención de la isla se asocia de inmediato al hogar, al recuerdo de los padres, a los afectos más entraña-bles, a la nostalgia de los orígenes.
Home es un experimento en forma de travelogue, un travelogue en miniatura y un poco a la inversa. En lugar de alardear, de jactarse, del placer exhibicionista de compartir imágenes como quien exhibe un trofeo de caza, el cazador es obligado por sus imágenes a mirar dentro. Alonso es el viajero al encuentro de esos doppel-gängers de la Cuba insular que emergen a su paso por la América profunda, en Win-consin, Illinois, Kansas, Missouri o New Mexico, y registra sus impresiones con una cámara que confiere una dimensión fantasmal a sus imágenes. Por supuesto, ese fantasma que vuelve cada vez, lo re-primido que regresa, es la Cuba insular.
Hay justo en el comienzo una imagen sumamente elocuente que se repite casi al final, pero invertida (esto es, virada a nega-tivo), haciéndose eco de la interrogación que la precede: «¿Un nuevo comienzo?» Es un plano de la esfera solar vista durante un eclipse. La paradoja de lo que debe ocul-tarse para que sea visible, como en la frase de Apollinaire que podría servir de exergo a Home: Il faut voyager loin en aimant sa maison (Allá donde vayas no dejes de amar tu tierra). Y a continuación los ojos del padre casi fuera de campo, la mirada desde afue-ra, al otro lado del espejo, donde las luces que se agitan en la noche insondable de la «primera imagen» reaparecen como una estela de puntos luminosos sobre la super-ficie de una roca. La roca sobre una mano abierta, el gesto poético que franquea el acceso a otra realidad.
Atrás van quedando luego cinco es-taciones, cinco Cubas que emergen
reverberantes en medio de la oscuri-dad, prendidas a un par de coordenadas (siempre Norte, siempre Oeste) y a una frase que salta de improviso como en un conjuro salvador, como el esquinazo del alucinado que vuelve invariablemente a su obsesión. A las casas dibujadas por el padre, convertidas en iglesia, inundadas por la lluvia, manchadas en los techos, quemadas en las paredes, derrumbándo-se sin remedio… Y en medio de ellas, en Pinar del Río, el recuerdo de la madre que habla sobre la primera casa.
Cada reencuentro con Cuba comien-za y termina así. El resto es historia, des-gaste y destrucción. La cámara retuerce y sacude las casas y los árboles; las arranca y empuja al otro extremo del cuadro ante el
paso de un tornado; las hace desaparecer en las líquidas contorsiones del celuloide. Nada que hacer. Es tiempo petrificado en las viejas fotos de escolares sonrientes, los salones vacíos, la mirada de un anti-guo soldado, el joven que empuña una cortadora de césped, los parroquianos a la puerta de un establecimiento. De vez en cuando asoma una inscripción que nos devuelve a la inocencia de los comienzos: «CUBA… A GREAT PLACE TO CALL HOME», «CUBA WELCOMES YOU. ALA-BAMA FRONT DOOR», o simplemente «CITY OF CUBA». Un residente presume con orgullo de las iniciativas colegiadas democráticamente, el sueño americano que sobrevive a microescala. Tiempo detenido en el espejismo de las utopías,
esas fugaces construcciones de la sober-bia humana.
Para ese entonces, cuando el autor se interroga sobre otro comienzo, el via-je ha terminado. Por eso regresan los padres y el viajero vuelve a su infancia, pues únicamente así tiene sentido cada nuevo ciclo. El viaje fue solo constatación, advertencia, afirmación. ¿Hacia dónde ahora? Quién sabe. Las únicas imágenes captadas con nitidez por la cámara: un anemómetro con veleta, el altavoz de una sirena, lo que parece un reflector o una cá-mara de vigilancia, tienen algo en común, esto es, se mantienen girando. Atienden, registran y alertan sin descanso, atentas a un signo de los tiempos que indique la dirección.
impulsa hacia el pasado para descubrir el dato escondido que mantiene a los pro-tagonistas tan agitados.
El espectador cubano instruido debe tener en la memoria algunas películas internacionales que apelan a un recurso similar: Memento, de Christopher Nolan, e Irréversible, de Gaspar Noé, por ejemplo. Sin embargo, el corsé del plano secuencia marca un giro de tuerca en Los amantes. Gaspar Noé, que utiliza también esta for-ma, se verá obligado, sin embargo, a tran-sigir y empatar los episodios de Irréversible por medio de cortes. Alan González no acepta este tipo de concesiones ni tampo-co descansa demasiado en el diálogo para explicarse: el origen de su película se deve-la por medio de pistas muy bien adminis-tradas a través del tiempo.
El brazo derecho de la protagonista, que al comienzo parece sostener su cami-seta, luego se deja ver como evidentemen-te lesionado. Sus esfuerzos por organizar la casa (¿un hogar cubano!) más adelante devienen el intento por borrar las huellas de un crimen, uno que se nos revela como asesinato. Aparece sangre en diferentes
lugares, en el cuerpo de los protagonistas. Y un carro limpio, brilloso y moderno que al inicio desentona con el resto del espa-cio entra orgánicamente en escena como un objeto demasiado sospechoso para el lugar y las anatomías en ruina.
Los esfuerzos de la protagonista por cubrir las evidencias de «lo que sucedió» se convierten en las pistas que ponen al público en guardia. El espectador ideal de esta película tiene que jugar al detective, debe activar sus capacidades hermenéu-ticas y, además, debe poner mucho de sí. Sin este último componente, resultaría una obra demasiado fría y academicista, de esas que pueden utilizarse de ejemplo en una clase y engañan a ciertos críticos, pero nunca al público general, que suele ser indulgente con los filmes irregulares mientras lo muevan. Los amantes tiene una historia que mueve, además de estar bien narrada.
Los amantes se inserta en un tipo de cine cubano contemporáneo en el que el cuerpo de los personajes, su existencia y el espacio se encuentran marcados por la precariedad, la enfermedad, la decadencia.
Esta estética, que a estas alturas debería tener un nombre y gente estudiándola, explota lo grotesco, lo abyecto y juega con el asco y la repulsión. Sus personajes y su Cuba difieren mucho de los rozagantes sujetos del cine ochentero, o de los sexual-mente inquietos de los noventas. El cine de un director como Fernando Pérez, que ha creado de manera sistemática por cuatro décadas dentro de Cuba, es un ejemplo elocuente de esto último: basta compa-rar los Clantestinos de 1987 con el prota-gonista encamado de Últimos días en La Habana de 2016.
Solo un espectador al tanto de la Cuba de hoy, podrá entender la dimensión social de Los amantes, su mensaje cifrado (que aquí no se dice para no ser un spoiler aguafiestas) se trenza con las muchas pre-guntas que tiene el cubano de a pie sobre el mundo que se descorre frente a él. Solo nuestra gente puede comprender el con-flicto que se cierne sobre esta pareja, un conflicto que al comienzo parece ligado al machismo nuestro de cada día, pero que resulta ser otro tan complejo y tan penoso como el primero.
sábado | 6 | abril| 2019
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La bonita / María del Mar Rosario / 2018
por Daniel C
éspedes
Cuan
do el protagonista (Y
asmany
Guerrero) de A
lberto, de Raúl Prado, le
pregunta a su hermano Tom
ás (Eduar-
do Martínez): «¿Por qué uno tiene que
vivir con consecuencias que no te tocan?» se descubre pensando m
ás en su situación que en la de su consanguíneo. E
s quien regresa y rem
emora sin reparar que, para los dem
ás, quedó en el pasado com
o su padre fallecido. A
lberto, víctima hace tiem
po ya de un acto colectivo de repudio, retorna a C
uba. N
o desea recriminar a nadie. Se adm
itiría que ha perdonado, que solo quiere ver a su fam
ilia. Pero con su llegada sobreviene una cenicienta atm
ósfera que no queda claro si ha sido buscada para rem
arcar un estado de ánim
o y advertir el destino del protagonista o porque cuando film
ó al director «le tocó» un día nublado. Sin em
bargo, fin estético o no, acentúa tanto la rutina existencial del paisaje cam
pestre como la alarm
ante lle-gada del otrora subversivo, descarado, gu-sano.
Más allá de saber qué le sucederá al per-
sonaje principal, al espectador puede inte-resarle enseguida indagar sobre las razones del regreso de A
lberto. ¿Descansar junto a
los suyos? Que el padre estuviera en el acto
de repudio y que muriera antes o después
de cuanto se le dice a Alberto repercute. A
él le hubiera encantado volver a hablar con su progenitor. M
as ¿por qué sentimos que
todo el tiempo pretende que le exim
an su ideología, exilio, vocación, personalidad, en-tre otros? N
o debe, no puede y menos logra
Prado que el descubrimiento de cuándo m
urió el padre revolucionario sea cuanto soporte el relato del cortom
etraje. De hecho, Tom
ás culpa a su herm
ano por haberse ido. «Tú
fuiste quien me dejaste a m
í solo, en el pue-blo de m
ierda este». ¿Qué quería, que se re-
dimiera A
lberto «ensuciando» más la propia
residencia que lo desalojaba? o ¿es que de haber sabido que su padre lo repudiaría hu-biera cam
biado su decisión de partir? ¿Qué
oportunidades se le ofrecían al protagonista de no haberse m
archado? Luego cuenta To-
más: «L
a única salida que él encontró fue pe-
garse un tiro en la cabeza. Tú lo m
ataste. Sí. T
ú lo mataste. Y
tú lo mataste por no confiar
en él ni en mí». ¿E
n serio? ¿Dónde estaba
Tomás cuando el acto de repudio? Y
, ¿cómo
después de revelarle que su padre estaba allí le reclam
a confianza? ¿Basta con lo que nos
han mostrado o lo que uno tiene que supo-
ner por cuanto no se (re)presenta en este audiovisual? E
stá muy bien que se refieran
algunas causas y consecuencias como por
ejemplo que Tom
ás solía intermediar entre
su padre y el hermano, que estaba con este
último en las buenas y en las m
alas. Ahora,
sobran imágenes consecutivas que redun-
dan el presente como la visita a la tum
ba, que pudo alternarse con una secuencia no tan exclusiva com
o lo es la del rechazo mul-
titudinario. Tal vez es obvio: Alberto no que-
ría irse, sino reprochar con buena fe desde adentro. A
caso le hubiera convenido ser un cantautor crítico, de esos que prohíben y luego aceptan porque, en el fondo, no hacen daño.¿«O
rgulloso y extremista el padre»? N
o. E
n todo caso Alberto, pues coloca un disco
de música en la tum
ba de aquel; le regala una guitarra al sobrino y, hacia el final, lo vem
os sentado con una soga en su cuello com
o des-diciéndose de haber vivido. ¿A
rrepentirse porque te estás m
uriendo? Ese es uno de
sus peores extremism
os. El arrepentim
ien-to engaña a la conciencia: finge calm
arla. No
restituye lo pasado, no mejora la herida, ni
cambia la decisión. Por tanto no salva. Salva
quien decide continuar o morir con la plena
conciencia de la carga llevada, de la expe-riencia vivida. O
lvídese del arrepentimien-
to; pero no de lo que se ha sido. Así la agonía
y el riesgo de enfrentar la vida. ¡Qué m
anera de afirm
arla afirmándote!
Tomás: —
¿Tienes a alguien allá esperán-
dote?Alberto: —
He tenido m
is cosas. Pero es com
plicado, Tomás. N
o sé. Será que no estuve lo suficiente en un lugar com
o para eso.«¿Por qué uno tiene que vivir con conse-cuencias que no te tocan?» P
ues mira que sí,
le tocan a Alberto y bien de cerca. U
no sabe que regresó no precisam
ente para morir.
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sábado | 6 | abril| 2019
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sábado | 6 | abril| 2019
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por Mario Espinosa
Nota: La carta que aparece a continuación fue escrita por un crítico de cine ecuato-riano que se vio ante la tarea de reseñar el documental El hombre que siempre hizo su parte. En lugar de terminar lo que sus edi-tores habían exigido, dirigió sus palabras al objeto del documental y no al filme en sí. Mi aporte al periódico Bisiesto es la lo-calización y presentación de un documento pertinente. Además de esta nota, aparecerá al final un breve epílogo con algunas valo-raciones sobre los temas que desarrolla la carta.
¿Quién eres, Carlos Rota? ¿Un pro-feta? ¿Un seductor? ¿Un loco? Más que todo eso eres un solitario, un lobo de la estepa. Sartre convirtió a un personaje en una caricatura cuando lo forzó a leer una biblioteca en orden alfabético, ese conoce-dor de Aristóteles y de Balzac ignoraba la obra de Proust. Cuando más incuestiona-ble parecía el orden, el caos se hizo inclu-so más evidente. Semejante paradoja, Dr. Rota, también pervierte tu biblioteca. En tantos años explorando literatura, histo-ria, ciencia, política y soledad, surgió en tu oficina lo que parece una biblioteca im-posible. Arrastras los pies por un archivo aleatorio, pero caminas confiado porque tú creaste las rutas de ese laberinto. Dices que eres escritor, científico, productor musical, historiador, sinólogo, pero co-noces tan bien el caos que sugiero la crip-tología como otro de tus saberes.
Tu amigo Hermann Hesse puso estas palabras en la boca de un solitario: «Había pasado tanto tiempo sin hablar que olvidé el sonido de mi voz». Pero no habla de ti, pues si realmente eres un hombre que siempre hace su parte, no te puedes permitir el silencio. Además, creo que te atemoriza la soledad y que tu alienación es involuntaria. Existe un documental sobre ti, solo porque abriste la puerta. Por eso te advierto algo, cuando te referiste a los iraníes como los seres más traicioneros, de seguro no pensaste en los documentalistas, una especie que casi asu-me la traición como religión. Ya debes saber que la cámara que dejaste entrar te desmintió en más de una ocasión, los dos radios que sona-ban a la par pero en emisoras diferentes fue-ron expuestos como evidencia de que algo no estaba bien en tu cabeza y tú fuiste su freak de circo. La ingenuidad amateur resultó ser no tan ingenua, ni tampoco amateur. Los traicioneros pudieron simplemente haberte dejado hablar de lo que quisieras, mientras el lente te escuchaba como un buen discípu-lo, pero se negaban a la idea de que su obra solo fuera una entrevista y no cine. Prefirie-ron hablar también y ahora podemos descu-brir tus dos radios como una metáfora de la realidad y su relación con un documental, ahora dos canales que emiten dos verdades a la vez. Aun así, le celebro a estos directo-res haber construido una dramaturgia en su filme: completaron una historia sobre el descubrimiento de un gran hombre en lugar de hacer pornografía de un personaje cari-caturesco. Por otro lado, el gran problema del documental eres tú mismo, pues conde-naste a los críticos a dar un salto sobre el filme hasta caer en ti.
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Nuestros días se han hecho muy am-biguos y el pasado turbio y manipulado, tú pareces que tienes las cosas más claras. Un whisky para mí y otro para mi nuevo amigo.
Pável E. Gambe, Quito, 2014
Breve observación a modo de epílo-go: No existe una respuesta del doctor Rota al profesor Gambe, atribuyo este hecho a la muerte de Rota en abril de 2014. También hago coincidir lo que este crítico cuestiona en sus líneas como la moral del documentalista con el hecho de que los directores del film, Orisel Castro y York Neudel, fueron acusa-dos por las hijas de Rota tras haber atentado contra el «honor», «buen nombre» e «inti-midad personal» de su padre. En el expe-diente levantado por la Corte Institucional de Ecuador con el No. 0715-16-JP aparecen
los hechos que desataron las acusaciones: «Las accionantes señalaron que en el año 2011, aproximadamente, la señora Orisel Castro López conoció a su padre, el señor Carlos Cayetano Rota Musello, quien pade-cía un severo trastorno de personalidad tipo paranoico puro, que involucraba desorden obsesivo-compulsivo de acumulación extre-ma de basura y la idea de que alguien tocara o cambiara sus cosas de su lugar le provocaba ansiedad, su padre vivía solo en un departa-mento». Sin embargo, las acusaciones fueron descartadas y el documental ha sido expuesto con reconocimiento por parte de la crítica y del público. Entiendo a Gambe cuando dice que este personaje estuvo cerca de ser una ca-ricatura, pero solo se trataba de la poética del «documental de puerta abierta»; no debería confundirse interés y admiración por lo dife-rente y marginal, con miseria y oportunismo. Gambe también tiene el mérito, aunque no sé si involuntariamente, de haber entregado una reseña con disfraz epistolar; su texto ha pasado a la Brevísima Antología de Crítica de Cine Experimental.Ca
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por Antonio Enrique González Rojas
Además de cuna del Cinematógrafo, Francia resulta reina no coronada de los festivales del Séptimo Arte, con sus icónicas citas del Festival
de Cannes, del Festival de Cortometrajes de Clermont-Ferrand y el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy. De los tres eventos, dos ya cuentan con afortunadas re-sonancias en los predios de la Muestra Joven: Clermont-Ferrand y Annecy –este último de reciente alistamiento–, dadas sus respectivas afinidades con las lógicas de formatos y con-ceptos del certamen cubano. Las selecciones proyectadas de manera colateral durante estos días resultan cardinales antípodas de los flu-jos fílmicos nacionales, con los cuales con-frontar, dialogar y medir potenciales.
Annecy arriba con sus ocho cortometra-jes en un momento de apreciable sequía ani-mada en la Muestra, que ha conllevado a la lúcida disolución de la categoría Animación en los otros apartados; más por obligación pe-rentoria que por su reformulación orgánica como lenguaje y no como género, a que debió llegarse hace unas cuantas ediciones atrás (o quizás desde el mismo principio).
Contrario a este panorama árido, la selec-ción de los franceses se revela ante la ani-mación mundial como un campo prolífico, variado, bullente de creatividad e intencio-nes. Bien a salvo del mainstream 3D, que ya delata agotamientos de los cánones de Pixar –al que Sausage Party (Conrad Vernon y Greg Tiernan, 2016) dio un golpe de muerte–, o de las pretensiones digitales por calcar la «vida real» a fuerza de ceros y unos, gran punto flaco de la reciente, exitosa e irregular serie Love, Death + Robots de Netflix.
Puede apreciarse una saludable conco-mitancia visual y conceptual entre el simbo-lista Egg (Martina Scarpeli, 2018) y el clásico pionero de la animación digital que es Hunger (Peter Foldes, 1973), a partir del tono surreal casi pesadillesco, y las figuraciones ralas que empoderan y reivindican a la línea como una de las grandes creaciones humanas.
Desde la dicotomía entre la infinita flexibi-lidad del cuerpo y la más inflexible rigidez del canon que lo determina, la directora Scarpeli despliega una asfixiante alegoría a varias de las más perentorias angustias de la mujer que repiensa su cuerpo, rejerarquiza sus roles so-ciales e íntimos, y que deconstruye su misma y sacralizada esencia alegórica (valga la redu-dancia) de cuna vital. Egg discute desde la he-rejía, la militancia y la profundidad filosófica, a salvo en todo momento el activismo fácil.
Con Barbeque (2017), su autora Jenny Jokela vuelve a discursar sobre la mujer y su cuerpo, desde un relato fantástico cuya fuerte visualidad pictórica de unívoco sino naif su-braya su lírico carácter mitopoético. Un ver-dadero «jardín de las delicias» es esparcido a golpe de gruesa paleta pictoricista por todo el lienzo fílmico, en constante mutabilidad morfológica. Pero no tarda en revelar su suje-ción a una ciclicidad tautológica, una plurali-dad planificada, a una diversidad controlada.
La colorista belleza de esta horda de mujeres polimórficas emboza una calculada permisividad que traza límites nítidos a las expresiones de libertad simbolizadas, en un primer momento, por la orgía de cuerpos. Las rutinas proteicas de las mujeres sorprenden al inicio cuando son captadas en primeros planos o planos engañosamente generales; para luego adquirir un ritmo de inconscien-cia industrial una vez que se revela todo el paisaje diegético con una gran panorámica. La Jokela parece hablar de los horrores ocul-tos tras los aparentes triunfos. Quizás clama desde su personal óptica por la necesidad de localizar y entender los estratos más profun-dos de la dominación.
Con Afterwork (2017), Luis Usón articula igualmente un discurso sobre las oscuridades camufladas tras los sistemas de representación kitsch, aunque su acre fábula anti-Hollywood apuesta más por el golpe de efecto que por desarticular a mayor profundidad el sistema industrial del entretenimiento. Aunque re-sulta muy válida la asociación entre las secue-las que deja este ámbito en el protagonista y las repercusiones mortales de la guerra en un veterano.
Hybrids (Florian Brauch, Matthieu Pujol, Kim Talihades, Yohan Thireau, Roman Thi-rion, 2017), con su hábil animación en 3D,
confines de lo épico, lo fantástico y lo terro-rífico. Todo es posible en esta arremolinada diégesis, regida por la cosmovisión del niño.
Bloiestraat 11 deriva sus miras hacia las primeras experiencias afectivas de la infan-cia: suerte de célula madre en la que, con pos-terioridad, se perfilarán los nítidos senderos del amor, la amistad y el cariño. Nienke Deutz cartografía con levedad profunda los prime-ros conflictos, traumas, desengaños y des-garramientos de la niñez, revalorizando las dimensiones de estos impactos prístinos que ayudan a trazar raseros morales y sentimen-tales para el resto de la existencia.
Las niñas son figuradas como papeles re-cortados y coloreados con premura por otra niña-autora que rige las acciones desde su omnipotencia, o bien observa cómo toman vida propia sus criaturas y se esparcen con libre albedrío.
Contrario a esta propuesta, Inanimate (Lucia Bulgheroni, 2018) propone una casi terrorífica historia sobre la ilusión del libre albedrío, la manipulación de la existencia por poderes ignotos, incapaces de percibir. La
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vuelve a poner sobre la mesa las preocupacio-nes medioambientales desde una particular fábula postapocalíptica, que termina evocan-do la inmensa adaptabilidad de la vida, no im-porta cuán pavoroso sea el escenario. El drama orgánico de la subsistencia que se despliega en el breve relato, termina trascendiendo su inmediato sino trágico para proponerse como triunfal recolocación de la vida posthumana.
Desde unas respectivas poéticas delicada-mente dialogantes con la animación tradicio-nal y la ilustración, Weekends (Trevor Jimenez, 2017) y Bloiestraat 11 (Nienke Deutz, 2018), in-dagan en honduras de la niñez, vadeando cual-quier mirada frívola, idealizada o moralista.
Weekends despliega los paisajes mentales y la percepción mitopoética de la realidad de un protagonista que lidia con la separación de sus padres y con la mutación que ha ex-perimentado su reciente vida. Ya no solo ve divididas sus rutinas entre dos progenitores divorciados, sino entre dos planos de la exis-tencia más aun radicalmente ajenos. Su brega con las monstruosidades y entuertos de tal nuevo estado de cosas se expande hasta los
técnica del stop-motion –cual sofisticada de-rivación de las marionetas que resulta, al fin y al cabo– es recurso ideal para simbolizar la predederminación esotérica de todas las di-námicas de la vida, aparentemente sujetas a la volición personal.
Las semejanzas con las propuestas de Dark City (Alex Proyas, 1998) y la trilogía The Matrix (Hnas. Wachowski, 1999, 2003) se revelan por encima de las divergencias for-males. La Bulgheroni apela al suspense psi-cológico con una trama fugaz pero eficiente, que aprehende con fuerza el desasosiego de la creación al saberse creada y conducida a des-tinos ineluctables, fotograma a fotograma.
Con Biciklisti (2018), Veljko Popović pro-pone una nueva apropiación del universo ico-nográfico de un artista visual, para lo cual la animación es el lenguaje ideal en todo su es-pectro. En este caso se trata del croata Vasko Lipovac, quien no deja de parecer un Fernan-do Botero de Europa del Este, con sus formas mullidas y macizas. Desde el alegre coloris-mo, el autor larga un pícaro relato muy «de-cameroniano» con finales tintes surrealistas.
ANNECY arriba a la Muestra en tiempos de sequía animada
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por Ángel Pérez
Gracias a la inteligente elaboración con-ceptual de su propuesta temática, Flying pigeon (Daniel Santoyo Hernández, 2018) resulta, ahora mismo, una obra de
particular relevancia en el paisaje fílmico cuba-no. La organicidad y el preciso balance entre las resonancias temáticas implícitas en la trama y la opción caligráfi ca escogida por el realizador ha-cen de la cinta un documento de notable interés cinematográfi co y comunicativo.
En plena madrugada, un joven –de unos veintitantos años– y un adulto –que sobrepasa los cincuenta– esperan con paciencia la oportu-nidad idónea para consumar algún atraco, el cual iniciará al primero de estos en dicha práctica. Un anciano, residente en el edifi cio donde estos dos sujetos se encuentran, se ve impelido a salir en medio de la noche. Por supuesto, de inmediato se convertirá en la víctima de los asaltantes. Luego de un primer encontronazo con el viejo, los de-lincuentes se retiran; mientras caminan, tienen un diálogo sumamente elocuente para precisar los ríos de sentido que atraviesan el plasma ideoló-gico de la obra. El joven increpara al mayor:
— ¿Tú lo dejas irse así? ¡Respóndeme! ¡Res-póndeme!
— ¿Qué tú crees que yo estaba haciendo cuando tenía tu edad? ¿Asaltando?
— ¿Cogiendo sereno, por gusto? ¿Cortando caña? Ah, sí, claro, porque todos los viejos corta-mos cañas.
— Bueno, como que la juventud está perdida. Más o menos lo mismo.
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— Mira Javier, a mí no me interesa lo que tú sientas ni lo que tú piensas con cosas que no viste. Para que entiendas: yo era igual que tú, yo era igual que tú…
— Asere, ¿qué pinga me vas a decir? ¿qué me ponga a estudiar?, que aproveche la juventud y me ponga a estudiar.
— Come pinga, a mi tu vida no me interesa. Si estudias o no es asunto tuyo…
En el diálogo antes citado, destaca un confl icto generacional signifi cativo: la relación entre quienes vivieron los años en que la ideología del hombre nuevo impulsaba la agenda social cubana y quie-nes, en la actualidad, descreen de cualquier posi-bilidad de un mundo mejor a base de la formación, fomentación y creación de valores. Del recorrido sufrido por ese ideal de sujeto en el curso de la His-toria cubana reciente nos habla el cortometraje.
Flying pigeon se sumerge en el submun-do de la marginalidad social para registrar un asunto bastante recurrente en la cinematografía contemporánea, pero que en Cuba cobra parti-culares matices: la situación de la juventud en medio de un contexto cívico que los relega a los límites de la ética. Y en efecto, la mayor virtud de este texto reside en su testimonio de ese oscuro trasfondo social en que los individuos –funda-mentalmente esa juventud desprovista de toda expectativa de futuro– ven el asesinato, el robo, la extorsión del otro, como una posibilidad para la subsistencia. El incisivo abordaje de Flying pigeon reporta, sin ningún tipo de grandilocuen-cia dramática, un costado de la realidad cubana no siempre visibilizado: la gravedad de la violen-cia cotidiana en las calles y el entorno urbano; los
perfi les de una ciudad en que la miseria humana barre con cualquier código ético.
Por supuesto, la efectividad de esta pieza se debe a motivos estrictamente fílmicos. En primer lugar, el realismo visual con que se recoge ese medio irresoluble e incierto en que la juventud parece abandonada a su propia suerte; luego, la efi ciencia de una narración donde la progresión física del relato, la cadena de acciones argumen-tales, complementa la hondura del discurso, con un grado de síntesis siempre necesario a este tipo de materiales de metraje corto. Otros elementos que contribuyen a la densidad antropológica de Flying pigeon son: la inserción de ciertos elemen-tos procedentes de géneros tradicionales como el suspense, el thriller y el cine de atraco –tanto en la articulación de la trama como en la caracteriza-ción de los personajes–, y la elocuencia expositiva y precisión de la puesta en escena, toda vez que complementan el diseño dramático de un univer-so social turbulento y extremo. Pero todavía, esta es una película que se debe por completo al des-empeño interpretativo de sus actores protagó-nicos: Milton García y Mario Guerra despliegan sus respectivos roles con un convencimiento y una organicidad notables, lo cual potencia a unos personajes ya diseñados con plenitud de matices psicológicos y conductuales.
Flying pigeon se mueve en una zona de pe-ligro, por la temática y por el criterio de for-malización instrumentados, mas logra salir completamente airoso. La frontalidad con que logra calibrar un andamiaje social tan complejo y dibujar el estado de una parte signifi cativa de la juventud, deviene un ejemplo extraordinario de los caminos posibles del cine nacional.
El magnífi co matador es una mag-nífi ca muestra del Arte de Ver una Película de Toros: «Que sale el toro, cierre los ojos. Que no los cierra, se los cierra el sueño».
MORFEO EN EL TOREO
De los pinos nuevos ...
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