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María Pizarro Por: Juliana Morales Carreño
Tesis de grado
Dirigida por Diego Arboleda
Universidad de los Andes
Departamento de Humanidades y literatura
Bogotá DC.
Mayo 2019
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Índice
María Pizarro (obra en un acto) …………………………………………………...…Página 3
Epílogo: Escribir a María y recorrer la identidad……..……………………………….Página 55
Bibliografía citada………………………………………………….....Página 69
Obras…………………………………………………………..…Página 69
Música……………………………………………………… .Página 69
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MARÍA PIZARRO
Obra en un acto
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PERSONAJES
MARÍA PIZARRO
MONJAS
CORO (SU COMPOSICIÓN ES FLUCTUANTE DENTRO DE UNA MISMA ESCENA):
LA MUERTE
EL AMOR
JUSTA BALANTA (NEGRA CRIOLLA)
ELENA LOZADA (INDIA)
CATALINA CARMEÑO (MADRE DE MARÍA)
UN HOMBRE
INQUISIDORES 1 y 2
FRANCISCA PIZARRO (HERMANA DE MARÍA)
MARTÍN PIZARRO (HERMANO DE MARÍA)
FRAY FRANCISCO DE LA CRUZ
LUIS LÓPEZ
ESCLAVA DE LÓPEZ
JERÓNIMO RUIZ DEL PORTILLO
ESCRIBANO
LOPILLO (DEMONIO)
DEMONIO (MARIONETA DE LOPILLO)
ESTUDIANTE (MARIONETA DE LOPILLO)
MUJERES Y HOMBRES LIMEÑOS
MUJERES 1, 2 y 3
PREGÓN
TAPADAS LIMEÑAS
EL ARMADO
DOMINICOS 1, 2 y 3
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Los emblemas de Alciato, traducidos a rymas españolas, 1549
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1573. Celda de María Pizarro en la Cárcel Secreta de
la Inquisición. Se encuentra acostada de lado en su catre
con los brazos un poco abiertos y las palmas hacia arriba.
Tiene la mirada perdida. En algún sitio hay una palma.
Alrededor de ella está el coro. Suenan tres campanazos.
CORO: (En un susurro, cada miembro del coro repite
incesantemente a distintas velocidades y en distinto orden.)
¡María! La loca. La tonta. La endemoniada. ¡María!
MARÍA: Mmmmmmmmmaaaahhhh... Mmmmmmmmmaaaahhhh, Mmmmaahhhhhhh,
rhih, rhih, rhih, aaaaaaaaaaaahhhhh.
A medida que María repite su nombre el coro se va
apaciguando y cae dormido.
MARÍA: Pihhhzzzzahhhrrrohhh, Pihhhzzzzahhhrrrohhh,
Mmmaaahhhrrhhiihaaahhh...
María cada vez susurra más suave su nombre, como un
arrullo en el que se va hundiendo poco a poco.
Del coro se elevan la Muerte y el Amor que llevan un arco y
una flecha, la primera de oro y el segundo de hueso. Cada
uno se ubica a un lado. Aparece el resto del coro. La
Muerte le apunta a un viejo que intenta huir. El Amor a
unos jóvenes que yacen agonizantes en el suelo. A un lado
se ve la imagen brumosa de una higuera que solo tiene un
fruto. La imagen vive en quietud por un instante.
Con cautela Justa sale del coro, lleva en la mano una
cartera bordada. Después de sentarse bajo la higuera saca
un puñado de tierra roja, que amontona sobre el piso. Sale
Elena, también del coro, despierta a María y se reúnen con
Justa.
JUSTA: Ya está listo, Doña María. El conjuro de la Muerte y el
Amor.
MARÍA: (Mirando a Elena.) ¿Para el buen querer?
JUSTA: Y para acabar con el mal querer.
ELENA: La Muerte y el Amor siendo perdidos, durmieron juntos en
una noche oscura. Ciegos ambos, allá al amanecer medio dormidos,
trocaron sus flechas. La de oro la hubo de tomar la Muerte y el
Amor, la de hueso amortecido. Ambos después, con las flechas
trocadas, por el mundo a diversos lastimaron. A los de floridos
años acabaron y a los viejos enamoraron.
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JUSTA: El conjuro es para trocar de nuevo las flechas. Quel
viejo muera y el joven ame.
MARÍA: ¿Por intermediación del demonio?
JUSTA: Ustedes lo llaman así, pero es solo la Muerte y el Amor.
Elena le da su consentimiento a María. Justa procede y
María la sigue.
JUSTA: El dedo del corazón sobre la tierra
donde se amanceban la Muerte y el Amor. (Saca un anillo y una
aguja de su cartera. Le pone el anillo de azabache a María en el
dedo corazón.)
Rojo sobre rojo. (Le pincha el dedo y caen unas gotas de sangre
sobre la tierra.)
Y quel hueso y oro destrocados
vuelvan tersa piedra las llagas mal miradas.
Justa le agarra el dedo a María y comienza a moverlo
sobre la tierra dibujando formas, mientras susurra un
conjuro en balanta. Elena se acerca a María y le dice algo
al oído.
MARÍA: Catalina Carmeño. Francisca Pizarro.
El rezo de Justa sigue sonando mientras María continúa
nombrando a su madre y hermana. El coro rodea a las mujeres
y se une en un susurro a las palabras de María, pero cada
uno a su ritmo y en distinto orden. La Muerte y el Amor
levantan a María que está como en trance.
Elena se santigua. Arranca el único higo del árbol, lo
abre y se lo ofrece a María, quien lo muerde mientras el
jugo se riega por su rostro. Ahora la Muerte y el Amor le
apuntan con sus flechas a María. Luego la vuelven a acostar
en su catre. El coro se oculta.
Sale Catalina quien levanta a su hija y la sienta
sobre sus piernas. María pasa uno de sus brazos sobre el
cuello de su madre. Catalina pone sus manos sobre la
cintura de María, la mano de adelante queda en señal de
protección. Catalina mira a su hija, quien mira hacia el
proscenio. Luego comienzan a jugar. Catalina le hace
cosquillas en la nariz y el cuello.
CATALINA: ¡María la tontita! ¡María, María, mi linda hijita!
(María ríe alegremente como una niña.) ¿Quién eres tú?
MARÍA: ¡María!
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CATALINA: ¡Mi linda tontita!
MARÍA: ¿Y quién eres tú?
CATALINA: Tu linda mamita. La loca enamorada...
MARÍA y CATALINA: ¡De su linda hijita!
Ríen un rato, luego Catalina comienza a arrullar a su hija.
CATALINA: (Cantando.)
De tu vista celosa
paso mi vida,
que me da mil enojos – ojos
enojos – ojos
que a tantos miran.
Miras poco y robas
mil corazones,
y aunque más te retiras – tiras
retiras – tiras
flechas de amores.
Pasa un hombre que se desprende del coro. La ternura
de Catalina se va transformando en un dolor violento.
Para que no nos falte
plata y vestidos,
las mujeres hagamos – gamos
hagamos – gamos
nuestros maridos.
MARÍA: ¿Madre, madre?
CORO: ¡Acuérdate de quién eres!
MARÍA: ¿Quién soy yo, madre?
CORO: María, la simplona, la tontilla.
MARÍA: ¿Vienes a darme la noticia de tu muerte, madre? Ya no
importa. Vinieron las monjas a despertarme al alba, me
anunciaron que Catalina Carmeño ha muerto. Dicen que debo rezar
por ti, que ruegue por tu alma, pero solo quieren torturarme. No
les importa tu alma, solo les importa que yo no duerma, para
probar si esta celda logra quebrarme para confesar. Vete.
CORO: Reza por tu madre, María.
MARÍA: Ya he rezado por ti.
CORO: ¡Reza por tu madre!
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MARÍA: Ya he rezado por ti. Por ti y por mí. Aquella vez bajo la
higuera. Cuando te fuiste con Francisca a arreglar su
compromiso.
CORO: ¡Reza por tu madre, María!
MARÍA: ¿Quién es mi madre?
CORO: Catalina...
MARÍA: Madre de María.
CORO: Catalina, la grande, la terrible.
MARÍA: Catalina, la católica. Catalina, la madre de María.
CORO: María, la simplona, la tontilla.
MARÍA: Hija de Catalina, madre de María, ¡la endemoniada!
CORO: ¡Acuérdate de quién eres!
MARÍA: María, la iluminada. La venida al mundo sin pecado
original.
CORO: María, la mentirosa.
MARÍA: La envidiosa.
CORO: La enferma.
MARÍA: La endemoniada.
CORO: ¡La iluminada!
MARÍA: ¡La esposa de Dios!
CORO: ¡La madre de Dios!
MARÍA: ¿Y tú quién eres ahora, madre? (Silencio.)
Mmmmmmmmmaaaahhhh... Mmmmmmmmmaaaahhhh, Mmmmaahhhhhhh, rhih,
rhih, rhih, aaaaaaaaaaaahhhhh
El coro se desvanece. María saca debajo del colchón un
pequeño bastidor de bordado con un patrón informe y
comienza a tejer torpemente pero con tranquilidad. Sigue
recitando su nombre como un mantra.
Entra el coro en procesión solemne. Se desprenden
Catalina Carmeño y Francisca Pizarro y se ubican a un
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costado en lo alto. Las dos van con rebozo, posan sus manos
juntas sobre el pecho y miran hacia el centro arriba. Luego
se desprenden los Inquisidores, y el escribano, quienes se
hacen al otro lado. Sacan largos pergaminos, con una mano
lo agarran y con la otra lo señalan. El resto del coro se
distribuye en ambos lados. El centro queda vacío.
INQUISIDOR 1: En la Ciudad de los Reyes, a diez y seis días del
mes de diciembre de mil y quinientos y setenta y un años,
estando los señores inquisidores licenciados en su audiencia de
la tarde, es llamada a declarar Doña María Pizarro.
Jura en forma y promete decir la verdad ante el excelentísimo
Virrey deste Reino Don Francisco de Toledo, su Alteza Real su
Majestad Felipe II de España, nuestro sumo pontífice Pío Quinto,
representante de Dios en la tierra y ante los ojos de Dios
Nuestro Señor Todo Poderoso responder en verdad y derecho.
MARÍA: (Sin interrumpir su actividad.) Sí, juro... excelencia.
INQUISIDOR 1: Indique de dónde es vecina usted.
MARÍA: Soy vecina natural de la Ciudad de los Reyes. Bautizada
acá, en la parroquia de Santa Rosa de Lima.
INQUISIDOR 1: ¿Ha vivido desde su nacimiento en la dicha ciudad?
MARÍA: Sí... Desde el año mil y quinientos y cincuenta, hasta
hoy.
INQUISIDOR 1: Refiera los nombres de sus ancestros y si tiene
ascendencia mora, judía o conversa.
MARÍA: Soy hija de Doña Catalina Carmeño (Un Hombre pasa por el
escenario.) y... Don Martín Pizarro... muerto cuando yo era
niña. (Silencio.)
INQUISIDOR 1: Nombre a sus hermanas y hermanos.
MARÍA: Martín Pizarro, religioso de la Compañía de Jesús. Ana
Pizarro, fallecida hace poco, casada con Juan Velásquez...
Francisca Pizarro, moza.
INQUISIDOR 1: Refiera usted a los ancestros de sus padres.
Abuelos paternos y maternos, tíos hermanos del padre, tíos
hermanos de la madre.
El coro recita un barullo de nombres incomprensibles y
calla.
MARÍA: ... No sabría referir yo los ancestros de mis padres.
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INQUISIDOR 1: ¿Conoce de dónde es natural su familia?
MARÍA: Peninsulares, no americanos.
INQUISIDOR 1: ¿De dónde?
MARÍA: ... Castilla.
CATALINA: Cáceres, Extremadura, señoría.
INQUISIDOR 1: Que hable solo la acusada.
María mira con una hostilidad a punto de estallar,
deja la costura y se levanta.
MARÍA: Puedo asegurar que no tengo ascendencia oscura.
INQUISIDOR 1: ¿Sin poder referirla?
MARÍA: Mi padre fue primo de Don Francisco Pizarro, conquistador
cristiano deste Reino.
El coro lanza un grito de guerra.
CATALINA: Primo lejano su señoría, apenas se conocieron.
INQUISIDOR 1: ¡Qué hable solo la acusada! ¿Puede referir algo
más?
MARÍA: No sabría, excelencia.
INQUISIDOR 1: Refiera su educación. ¿Es usted letrada?
MARÍA: No. Mi madre nunca fue amiga de dichas cosas.
CORO: ¡Tonta, tonta!
INQUISIDOR 1: ¿Fue instruida en algún convento?
El coro se ríe.
MARÍA: No. Aunque siempre lo quise, siempre. Pasé unos meses en
el monasterio seglar de Santa Clara.
INQUISIDOR 1: ¿En qué fue instruida?
MARÍA: Costura y bordado, excelencia.
INQUISIDOR 1: ¿Es usted cristiana bautizada, confirmada, oye
misa, se confiesa y comulga en los tiempos que manda la Santa
Madre Iglesia?
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MARÍA: Sí, señoría.
INQUISIDOR 1: Santígüese ante los ojos de Dios Nuestro Señor y
su bendita y gloriosa Madre Nuestra Señora la Virgen María. Y
refiera usted el Padre nuestro y el Ave María.
CORO: María, la tontita.
MARÍA: (Se santigua con esfuerzo.) Pater...
Noster
ques in caelis
sanctificatur
nomen Tum,
adveniat Regnum Tuum,
fia...
voluntas tua,
sicut
in caelo et in terra.
Pan nostrum cotidianum
da nobis hodie,
etimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimitimus debitoris nostri
et
ne
nos inducas
in
tentationem,
sed libera nos
a
malo.
Amen
CORO: Amén.
Los inquisidores y el escribano cruzan miradas con
sospecha.
INQUISIDOR 1: Continúe.
MARÍA: Ave Maria,
gratia plena,
Dominus
tecum Benedicta tuin mulieri
et benedictus Fructus ventris tui
Iesus Sancta Maria Mater
Dei
ora pro nobis
peccatoris nun etin
hora
mortis nostra
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Amen
CORO: Amén.
Vuelven a mirarse.
INQUISIDOR 1: Refiera usted los Diez Mandamientos. (Silencio.)
Diga usted los Diez Mandamientos que Dios Nuestro Señor reveló a
Moisés en el Monte Sinaí.
MARÍA:(Dubitativa.) No robarás.
INQUISIDOR 1: En orden. (Silencio.) Refiera usted, en orden, los
diez mandamientos que Dios Nuestro Señor reveló a Moisés en el
Monte Sinaí.
CORO: María.
MARÍA: No...
CATALINA: Su excelencia, le ruego disculpe a mi hija. Siempre
fue de corto entendimiento...
CORO: Corta de entendimiento.
CATALINA: ... pero fue criada en el seno del cristianismo.
INQUISIDOR 1: (Mira fulminante a Catalina. Vuelve a María.)
¿Puede usted referir los Diez Mandamiento, sí o no?
CORO: María.
MARÍA: No sabría referirlos con exactitud... excelencia.
El coro se ríe.
INQUISIDOR 1: Refiera usted los misterios del Santo Rosario.
El coro B, que se compone solo de mujeres, comienza a
decir "Pachakuti" en un susurro coral y paulatinamente va
creciendo, mientras va rompiendo su composición en el
espacio.
MARÍA: No podría, excelencia.
INQUISIDOR 1: ¿Tampoco conoce usted los misterios del Santo
Rosario?
MARÍA: Los conozco.
INQUISIDOR 1: Refiéralos, entonces.
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MARÍA: No me atrevo, excelencia.
INQUISIDOR 1: ¿Por qué? (Silencio.)
CATALINA: Responde, María.
CORO A: ¡Responde, María!
MARÍA: Solo podría referirlos en lengua profana.
INQUISIDOR 1: ¿Lengua profana? ¿Alemán acaso?
MARÍA: No, excelencia. Lengua de indios.
CORO B: ¡Pachakuti!
Estalla el alboroto en la sala. El coro se levanta
indignado y fascinado. La madre al borde del desmayo es
atendida por su hija Francisca.
INQUISIDOR 1: ¡Orden, orden! ¡Silencio! María Pizarro, ¿conoce
usted los cargos por los que ha sido llamada a este Tribunal del
Santo Oficio de la Inquisición?
MARÍA: Los desconozco, su excelencia.
INQUISIDOR 1: A diez y seis días del mes de diciembre de mil y
quinientos y setenta y un años, estando los señores inquisidores
licenciados en su audiencia de la tarde, Doña María Pizarro,
natural de la Ciudad de los Reyes, es acusada de pacto con el
demonio y proposiciones sospechosas de herejía.
CORO B: ¡Pachakuti!
CORO A: ¿Qué responde usted acerca de lo hecho o dicho contra la
Santa ley católica, ley evangélica y la Madre Iglesia Católica
Romana o en contra del recto y libre ejercicio del Santo Oficio?
Responda usted ante el Tribunal del Santo Oficio de la
Inquisición y ante los ojos de Dios Nuestro Señor Todo Poderoso
solo con verdad y derecho, a cambio se procederá
misericordiosamente, de lo contrario será castigada con rigor.
CORO B: ¡Pachakuti!
MARÍA: ¿Con rigor?
CATALINA: Al suelo, María. Posición de penitencia.
Catalina tiene un libro en la mano, se levanta
ligeramente volteada hacía un costado. Con una mano abre el
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libro, lo señala, lo mira y lo extiende hacía María en la
página del Árbol de la vida y sus frutos. Esta se tira al
piso boca abajo. Entran Justa y Elena, la primera trae
rosas y azucenas y la segunda una bandeja con frutas. Las
dos se acomodan hacia un lado, más atrás de Catalina y
María. El coro queda oculto.
CATALINA: Repite, así sé que lo estás memorizando. (Silencio.)
Frutos. Conformidad con la voluntad de Dios: gozo en el Espíritu
santo. Tedio del mundo y sus glorias: aprecio de lo eterno.
Dolor y confesión de pecados: paz interior. ¡María! (Silencio.)
¡Por Dios, niña! Frutos, del tronco del amor eterno, conformidad
con la voluntad de Dios: gozo en el Espíritu santo.
De la bandeja de frutas se cae un durazno que rueda
hasta María. Ella lo agarra y en el instante en el que su
piel toca la del durazno, el coro se despierta en un
éxtasis de sensaciones que manifiesta a través del tacto
con ella.
CATALINA: Justa, Elena, ¡fuera! Nada de flores y ni frutas cerca
de la señorita.
(Justa deja caer unas azucenas al suelo. Sale junto con Elena y
el coro.) ¿Crees que me creo tu jueguito? Yo sé que todos andan
diciendo por ahí que la hija de Doña Catalina no ha dicho
palabra en meses, que se ha vuelto boba. Pero yo te escucho
decir sandeces cuando piensas que estás sola. Te oigo María ¿qué
crees? ¿qué soy tonta como tú? ...¡Respóndeme! ¿Y qué haces
descalza? (silencio. Le patea la mano en la que tiene el
durazno.) Vas a escuchar lo que te leo y cuando llegue el
Provincial del Portillo, ¡más te vale que estés entendida de
todo!
María se saborea los labios y el tacto con el suelo.
Recoge unas azucenas, las huele con intensidad, desarma
algunas para saborear sus distintas partes. Comienza a
jugar con ellas.
MARÍA: (Cantando.)
De tu vista celosa
paso mi vida,
que me da mil enojos – ojos
enojos – ojos
que a tantos miran.
Para que no nos falte
plata y vestidos
Para que no nos falte
plata y vestidos
Entra un Hombre
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HOMBRE: Para que no nos falte nada, ni siquiera el orgullo o la
libertad.
MARÍA: ¿Madre, padre?
CATALINA: ¿El orgullo? ¿La libertad? No tendremos nada Martín,
nada. No se juega en contra de la Corona.
HOMBRE: Triunfaremos y seremos nuestros propios reyes.
Reclamaremos lo que es nuestro por derecho y una nueva corona
nos regirá, la que nosotros mismos hayamos forjado.
CATALINA: Nos regirá el peso de la ley y la justicia de Dios.
Pareces un niño, tú que has visto cómo la corona aplasta sin
piedad a todo el que se le oponga, ¿crees que puedes enfrentarte
y vencer?
HOMBRE: ¿La corona? Somos nosotros, hombres de carne y hueso,
los que ponemos nuestra sangre en nombre, óyeme bien, en nombre
de la corona. No vino el Rey a rajarse el culo para para
aplastarle el seso a los salvajes, no vino la corte a blandir la
espada y arrancarse las costras de las manos en la mitad de la
selva. No, fuimos nosotros. Y nos traicionaron.
Ellos creen que tienen el poder de permitirnos o prohibirnos lo
que quieran desde sus tronos en la península. Pero acá, en el
Nuevo Mundo, ya no es así.
MARÍA: ¿Pachakuti?
HOMBRE: Marcharé con Pizarro y Carvajal, traeremos la victoria y
con nuestros callos, a sangre y fuego, el gobierno nuevo será
nuestro.
MARÍA: ¡Padre no te vayas!
Catalina le da la espalda y el hombre sale.
Entra el coro, un grupo de sirvientas, negras, mulatas
e indias, entre ellas Justa y Elena, quienes acuestan a
María en el catre. Todas se sientan a un lado a rezar.
Entra Martín con el hábito de la Compañía de Jesús, se
sienta al lado de María, toma su mano y comienza a rezar el
rosario. Catalina se voltea.
MARTÍN: Llegaste, madre.
CATALINA: Vine en cuanto pude. Fue un viaje tortuoso. (Se acerca
a María y la mira.) ¿Cómo se encuentra?
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MARTÍN: Mal, madre. No le quedan muchos alientos, el Provicial
del Portillo viene más tarde a darle la extremaunción y que sea
lo que Dios quiera.
CATALINA: La dejé sana cuando me fui.
MARTÍN: Pero estaba contraiada, madre. Los médicos dicen que fue
un pasmo en el cerebro. La encontraron retorciéndose debajo de
la higuera. Sabes que ella no quería firmar las capitulaciones a
nombre de Francisca.
CATALINA: ¿Y qué otra opción tenía? No le iba a conseguir
marido, nadie quiere casarse con la tontilla Pizarro...
CORO: ¡No hablo porque no quiero, madre!
CATALINA: ... No me puedo quedar con dos hijas solteras.
MARTÍN: Ella quería entrar al convento.
CATALINA: No teníamos el dinero que nos pedían en el convento.
Francisca se hubiera quedado sin dote y aún así no nos
alcanzaba.
MARTÍN: Entonces, ¿aceptaron el dinero de las capitulaciones que
firmó María?
CATALINA: Sí, el matrimonio está arreglado. Bendito sea Dios.
CORO: ¿Y el mío madre? ¿A quién harás firmar capitulaciones para
conseguir el dinero para mi matrimonio?
MARTÍN: Siento decirlo, pero si ahora María nos abandona, habrá
dolor, pero se acabarán tus preocupaciones.
Entra una Justa.
INDIA: Señora, llegó el Provincial junto con los demás padres.
CATALINA: No los hagan esperar, que sigan.
Entran el Provincial Jerónimo Ruíz del Portillo junto
con un grupo de curas de la Compañía de Jesús, entre ellos
Luis López.
PORTILLO: Pax huic domui.
TODOS: Et omnibus habitantibus in ea.
PORTILLO: Señora, mi muy estimada Doña Catalina. Mis
condolencias.
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CATALINA: Gracias excelencia, es muy amable de su parte estar
acá para asistir a nuestra familia.
PORTILLO: Cualquier familiar de un miembro de la Compañía, es
también nuestra familia. ¿Me permite ver a la aquejada?
CATALINA: Por favor.
Portillo se acerca a María le toca la frente, ella se
queja débilmente. Él se sienta a su lado y le toma el pulso
en la muñeca.
PORTILLO: Dios Nuestro Señor la reclama en su seno. (Las mujeres
que están rezando se santiguan conmocionadas.)
CORO: Como Jesús renaceré a pesar de los incrédulos. No una,
sino varias veces.
TODOS: ¡Amen!
PORTILLO: Padre Pizarro, ¿sería tan amable?
Martín se acerca a Elena para darle indicaciones al
oído. Ella sale rapidamente con otras indias y traen una
mesa con un mantel blanco, un plato con seis copos de
algodón, una vela y un platón lleno de agua. Portillo saca
la cruz y el hisopo. Luis López le extiende el Ritual
Romano y una bolsa de seda morada con una botella adentro.
Portillo saca la botella y la pone sobre la mesa.
Le acerca la cruz a los labios de María. La rocía con
agua bendita y luego le pasa el hisopo a López para que él
haga lo mismo en toda la habitación.
PORTILLO: Adjuntorium nostrum in nomine Domini.
LOS DEMÁS CURAS: Qui fecit caelum et terram.
PORTILLO: Dominus vobiscum.
TODOS: Et cum spiritu tuo.
PORTILLO: ¿Puede la enferma confesarse?
CORO: ¡No!
CATALINA: Elena.
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Elena se arrodilla al lado de María y con sumo cuidado
le levanta la cabeza y le quita el pelo sudoroso que tiene
sobre la cara. María murmura balbuceos apenas audibles.
ELENA: Niña María, ¿me oye? Está acá su confesor, el Provincial
del Portillo, viene a confesarla.
María levanta ligeramente los párpados. Elena le acaricia las
mejillas.
CORO: Pídele que confiese él sus pecados primeros. ¿Acaso he de
ser la única?
PORTILLO: Que sea entonces el hermano el que recite el Confiteor
en su nombre.
MARTÍN: (Arrodillado.) Confiteor Deo omnipotenti,
et vobis, fratres;
quia peccavi nimis cogitatione, verbo et opere;
mea culpa,
mea culpa,
mea maxima culpa.
orare pro me ad Dominum,
Deum nostrum.
Amen.
TODOS: Amen.
PORTILLO: Hermanos, les ruego que oren por la enferma.
Comienza un susurro coral. Los hombres cantan piano el salmo
penitencial Miserere mei Deus de Orlando di Lasso y poco a poco
va en crescendo. Portillo se lava meticulosamente las manos en
el platón.
PORTILLO: In nomine Patris,
et Filii,
et Spiritus.
Sanctiexstinguatur in te omnis virtus diaboli
(Extiende las manos sobre María, sin tocarla.)
Per incovationem
omnium Snctorum Archangelorum,
Prophetarum,
Apostolorum,
(María comienza moverse inquieta levemente.)
Amen.
(Abre la botella y humedece su dedo pulgar en el óleo.)
Per instam sanctam untionem, (Se santigua y María emite un
sonido.)
et suam piissimam misericordiam,
indulgeat tibi Dominus
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quidquid per visum, (Unge el óleo en forma de cruz en los ojos
de María.)
per auditum, (Le hace la cruz en los lóbulos y ella comienza a
respirar con intensidad.)
per odoratum, (Hace la cruz en su nariz.)
per gustum et locutionem, (Hace la cruz en sus labios y ella
emite un sonido un poco más fuerte.)
per tactum,
Hace la cruz en la palma derecha y cuando le toca la
izquierda ella lo agarra con fuerza. El coro para de
cantar. Portillo intenta zafar su mano hasta que logra
agarrar de nuevo la cruz y se la acerca al rostro de María.
Ella lo suelta y se desvanece. Silencio general.
María levanta de súbito el torso, y con los ojos
cerrados y la voz enajenada comienza a hablar.
MARÍA Y CORO: A ti elevo mi clamor desde las profundidades.
Escucha mi voz. Escucha mi voz. Si tomaras en cuenta los pecados
¿Quién sería declarado culpable?
Algunos padres se santiguan y comienzan a rezar el Padre Nuestro
PORTILLO: (Se santigua, agarra el hisopo y comienza a regar el
agua bendita.) Omnipotentes Domine...
MARÍA Y CORO: A ti elevo mi clamor desde las profundidades. Dese
el abismo. Escucha mi voz. La voz que elevo, más grande que mi
cuerpo. La voz que llama a los que no están a los que no pueden
escuchar.
El coro se apaga y María cae. Una vez ha vuelto en sí
saca con ansiedad debajo del colchón el pequeño bastidor de
bordado. Se sienta de medio lado. Toca el rastro del hilo
sobre la tela. El coro suspira. Ella comienza a coser, se
le ve atareada y con el hilo enredado. El coro vuelve a
levantarse: un grupo de mujeres indígenas y Francisca. Se
sientan amontonadas delante de María. Francisca queda
lejos.
El centro del escenario queda vacío. Todas comienzan a
coser, las indígenas rezan en voz baja el Ave maría en
quichua. Elena se acerca a María.
ELENA: Niña María, no desespere. El hilo es el pensamiento, si
se enreda, tiene que desenredarlo con paciencia. Además, está
haciendo la figura de la Santísima Virgen, hay que tratarla con
cuidado. ¡Ay, niña María, esto no parece un clavel!
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MARÍA: Que lo termine Francisca, que puede pasar todo el día
cosiendo.
ELENA: Cómo va a ser, niña María, si es por la virgencita que
usted lleva su nombre. Vea otra vez el patrón. Los claveles y
las azucenas deben quedar así, para que la Santísima se vea más
hermosa.
MARÍA: ¿Por qué tiene tantas flores?
ELENA: Porque Dios la quiere bien. Y la colma de atenciones y
gracias.
MARÍA: ¿Y cómo hizo la Virgen para que Dios la quisiera bien?
ELENA: ... es que ella también conoce del arte del buen querer.
Sabe como agradar a Dios.
MARÍA: ¿Cómo?
ELENA: (Mira de reojo a Francisca quien la está mirando.) Porque
reza y ora mucho.
MARÍA: ¿Entonces a todas ustedes también Dios las quiere bien?
ELENA: No, niña María, Dios solo quiere bien a sus esposas.
MARÍA: Que rezan y oran.
ELENA: ... (Muy bajito a María.) y que conocen otras formas,
para verlo y llegar a él. Para complacerlo...
¡Pero también porque son santas, niña! Porque no cometen pecado
y porque cosen bien.
MARÍA: ¿Cómo son?
ELENA: Son buenas mozas. Con la piel blanca de porcelana y los
ojos de agua. Llenas de flores, gracias, ángeles y querubines.
¿No las ha visto? En la parroquia hay varias imágenes de las
dichas esposas. Y en el convento, donde están las novias de
Jesús, también hay otras.
FRANCISCA: Madre no lleva a María a la iglesia.
CORO: Ni rezar sabe. No le gusta caminar por ahí y que la gente
cuchichee: ahí va María la tonta.
MARÍA: Yo puedo aprender a rezar.
Francisca se ríe.
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CORO: ¡María la tonta!
MARÍA: Cállate, Francisca.
FRACISCA: Me callo, porque voy a rezar.
María se levanta.
ELENA: Cálmese, niña María. (Le dice algo al oído.)
MARÍA: Ya verás Francisca, como aprendo a rezar.
Entra un Hombre y se queda en el fondo.
CATALINA: (Quien ha salido del coro.) ¿Crees que puedes salvar
su alma? ¿Una tonta salvando a un traidor?
MARÍA: Hay que rezar por las almas del infierno y del
purgatorio. Hay que rezar por los pecados de mi padre.
CATALINA: Así que algo has aprendido, al menos. (Ríe y canta.)
y aunque más te retiras – tiras
flechas de amores.
MARÍA: ¿Ves? Ahora puedes enseñarme, ahora sí te escucharé.
Catalina y Coro: (Cantando.)
Para que no nos falte
plata y vestidos,
MARÍA: Enséñame, madre.
Catalina y coro: (Cantando.)
Las mujeres hagamos – gamos (Se pone los dedos en la frente como
si fueran cachos.)
nuestros maridos.
¡Gamos nuestros maridos!
MARÍA: ¡Gamos nuestros maridos!
CATALINA y CORO: ¡No! Tú no.
CATALINA: No estás hecha para saber ni para tener.
(Cantando, con el mismo gesto.) ¡Gamos nuestros maridos!
Elena y las otras indias rezan en quichua.
MARÍA: ¡Rezaré por él!
CATALINA: ¡Tonta, tonta María! El mundo se va a olvidar de él y
no puedes hacer nada.
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MARÍA: ¡Entonces rezaré por ti, Madre!
MARÍA Y CORO:
Para que no nos falte
plata y vestidos,
las mujeres hagamos – gamos
nuestros maridos.
Catalina comienza a agazaparse.
MARÍA: ¡¿Para qué vienes ahora, madre?!
(Cantando.)
¡Ay, no me deis más penas
con vuestros celos...
¡Fuiste tú la que quiso enseñarme a rezar y no pudo! ¿Te asusta
que ahora sepa cómo hacerlo?
(Cantando.)
con vuestros celos,
que seréis mis enojos – ojos
enojos – ojos
y no mis cielos!
¿Para qué vienes ahora? ¿Vienes a enseñarme cómo rezar por tu
alma?
María sigue cantando, se nota el cansancio de la noche en vela.
Comienza a bailar, lento, fuera de sí.
Madre... llévame.
Entra Elena. Le seca el sudor, la peina y le pone un
rebozo. Las tres mujeres caminan hasta que llegan al
despacho de Luis López. Este se encuentra sentado, tiene la
mano derecha sobre la parte baja de su pecho y con la otra
sostiene un libro medio cerrado, que separa una de sus
página con su dedo índice. Sobre su escritorio otros
libros, varios pergaminos y una pluma en su tintero.
López les indica que la sienten en una de las sillas
que hay.
CATALINA: Padre López.
LÓPEZ: Doña Catalina.
CATALINA: Le agradezco que reciba a mi hija.
LÓPEZ: No hay de qué. El Provincial del Portillo quiere
asegurarse del diagnóstico antes de proceder. El Ritual Romano
24
así lo indica, son muchas las tretas de las personas así como
del demonio.
CATALINA: Comprendo. Además, si me lo permite (lejos de María.),
mi hija no es de fiar. Es envidiosa y engañadora. Podría
tratarse de una retaliación contra mi persona. Está usted al
tanto de nuestra situación, ¿cierto? Ella quería ser admitida en
el convento de Santa Rosa, en detrimento del matrimonio de su
hermana...
MARÍA: Fue con mi dinero que se pudo acordar su matrimonio. ¿De
eso no te acuerdas?
CATALINA: ... Pero, por supuesto, que por nuestra situación
económica, no pudimos permitirlo.
LÓPEZ: La naturaleza femenina está inclinada hacia la falsedad.
CATALINA: Padre, si este asunto llegara a oídos ajenos, el
matrimonio de Francisca podría verse afectado.
LÓPEZ: La Compañía procederá como es debido. Si es engaño,
urgirá corregirla con severidad, para que no vuelva a incurrir.
De lo contrario, Dios se encargará de purificar su alma. Debemos
iniciar cuanto antes. Al terminar mandaré a su criada para que
vengan a recogerla.
MARÍA: Quise decirte quédate, madre.
CATALINA: ¿Es preciso dejarla sola?
LÓPEZ: Lo es. Me fue referido que la moza suele exaltarse en su
presencia. Para saber si hay verdad en lo acontecido o si hay
intervención del demonio no conviene que esté usted. Además
sería en extremo peligroso exponerla en presencia del demonio.
LÓPEZ: Antes de que se retire, ¿me permite unas preguntas?
CATALINA: Por supuesto, padre.
LÓPEZ: ¿Se ha rezado en su presencia?
CATALINA: Día y noche, padre.
LÓPEZ: ¿Ha rezado usted en su presencia?
CATALINA: No ha sido posible, se exalta... temo que vuelva a
tener un ataque. Pero he rezado por ella, en secreto.
LÓPEZ: ¿Ha sido bien alimentada la moza?
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CATALINA: (Después de mirar a Elena.) Lleva días comiendo lo
mínimo. Hemos debido obligarla.
LÓPEZ: ¿Y la dicha se ha manifestado?
CATALINA: No ha dicho palabra, señoría.
LÓPEZ: ¿Tampoco se ha confesado entonces?
CATALINA: No, padre.
LÓPEZ: Bien, ¿me permite?
MARÍA: ¡No te vayas, madre!
Elena le da la bendición a María y salen.
LÓPEZ: (Se santigua y dice un corta oración en secreto.)
Estimada Doña María. El Provincial del Portillo me ha asignado
como su director espiritual. Para que la guíe de la mano de Dios
en este difícil camino. (María lo mira.) Hemos visto en usted
signos de presencias extrañas. Necesitamos que abra su corazón,
para que Dios pueda examinarlo e intervenir.
Silencio. López abre el libro que tenía en la mano, es
el Ritual Romano, examina un pasaje y continúa.
¿Podría referir usted los acontecimientos en los que se ha visto
envuelta últimamente? (Silencio.) ¿Recuerda lo acontecido en la
visita que le hizo el Provincial del Portillo? (Silencio. López
vuelve a examinar el Ritual, llama con una campanita y entra una
esclava a la que le pide algo.)
Hija, quisiera comentarle, usted no está sola, Dios la tiene en
su seno y vela especialmente por usted (María lo mira.) ¿Sabía
usted que el demonio solo actúa porque Dios lo permite? Dios
permite la tentación para que la virtud sea más fuerte.
Entra la negra con un samovar humeante con agua de
rosas, sirve una taza y sale. López se la ofrece a María.
El color rosáceo del agua la cautiva. Toma la taza con
cautela y huele el aroma exquisito. Entra el coro, suspira
y la rodea. María toma un sorbo ligero.
El coro se retuerce de placer. María se toma ansiosamente
la taza completa.
LÓPEZ: El camino del sufrimiento lo ha otorgado Dios para que
los bienes sean mayores.
MARÍA: Ya sé. Por eso Dios me mira bien desde que rezo.
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LÓPEZ: (Le sirve más agua de flores.) ¿Reza usted?
MARÍA: Sí, en secreto.
LÓPEZ: ¿Por qué reza?
MARÍA: Rezo por mi madre y por mi hermana, Francisca.
LÓPEZ: Su madre cree que usted actúa en su contra.
MARÍA: ¿No dijo usted que Dios nos ha otorgado sufrimiento para
que los bienes sean mayores?
LÓPEZ: ¿Reza por su sufrimiento?
MARÍA: Rezo para ser bien querida.
María intenta llenar su vaso de nuevo pero López la
detiene.
Éste saca una botellita de cristal con agua y la
vierte en un plato también de cristal bellamente
ornamentado. De una bolsita saca una cucharada de sal, la
disuelve en el agua y la bendice.
LÓPEZ: (Se moja los dedos índice y corazón.) In nomine patri
(hace la cruz sobre los labios de María.) et Filii et Spiritu
Sancti (Mantiene los dedos en su boca.) Amen.
Dios protege a los más débiles. Nos envía a nosotros como
pastores del inocente rebaño. (Llama de nuevo con la campanita y
entra la negra con un plato lleno carne cruda.)
Oremos:
Ave Maria, gratia plena, (Coge un pedazo con la mano y se lo da
a María en la boca. María lo mastica y el coro comienza a
intervenir su cuerpo.)
Dominus tecum.
Benedicta tu in mulieribus, (López continua dándole carne en la
boca y cada vez introduce sus dedos más a fondo, hasta que ella
relame también su carne.)
et benedictus fructus ventris tui, Iesus.
Sancta Maria, Mater Dei,
ora pro nobis peccatoribus,
nunc, et in hora mortis nostrae.
Amen.
María termina recostada contra la silla con la cabeza
hacia atrás. La boca y los ojos ligeramente abiertos. El
coro se acuesta amontonado alrededor de ella, como un
bacanal exhausto. López sentado le agarra con una mano la
27
camisa, el otro brazo lo tiene abierto y la cabeza hacia un
lado.
LÓPEZ: Omnipotens Domine, Verbum Dei Patris. (María comienza a
gemir.) Tuis de disti potestatem calcaudi super serpentes y
scorpiones. Demones efugare.
Los gemidos se convierten en gritos. Se agarra de la
silla tensando todo el cuerpo. López, de repente asustado,
se santigua y toma la cruz.
¡En presencia de Dios, revela tu nombre!
El coro se queja levemente, como si tuviera una ligera
pesadilla.
MARÍA Y CORO: Martín Lopillo.
LÓPEZ: ¿Vienes solo o acompañado?
El coro se levanta.
MARÍA Y CORO: Acompañado, en presencia de un ejército.
LÓPEZ: ¿Por qué atormentas a esta pobre criatura?
MARÍA Y CORO: ¡Por petición suya!
Sin soltarse de la silla, María se contorsiona y
grita. López se sienta sobre ella, la abraza con fuerza y
termina la oración.
MARÍA Y CORO: ¡Desde las profundidades elevo mi clamor!
La imagen de López se desvanece, María sigue en
trance. El coro se divide en dos. El coro A cae.
MARÍA y CORO B: Elevo la voz nueva que renacerá en gloria.
El coro A se levanta, ahora como hombres y mujeres
limeños. El barullo de la calle poco a poco opaca la de
María hasta que ella calla.
CORO A: ¿Ya oyeron? ¡La novedad de esta ciudad! ¡Corran! ¡Vamos,
a su encuentro! ¡No lleguen tarde! ¡Es el mejor evento de estos
tiempos!, tanto en lo trágico, como en lo cómico; en lo
histórico como en lo pastoral; en lo pastoral cómico, como en lo
histórico pastoral; en lo trágico-histórico como en lo trágico-
cómico-histórico-pastoral.
A lo largo de la escena María comienza a entrar en sí
y a mirar impotente.
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MUJER 1: Ya viene la loca Pizarro.
MUJER 2: ¿Loca? Mentirosa. Mi tía Doña Concepción, la monja,
contó que cuando la Pizarro estuvo en el monasterio seglar, no
hacía más sino inventar excusas porque todo lo hacía mal. Dice
que ni bordar sabía.
MUJER 1: Quizás. Pero dicen que la Carmeño la golpea, con rigor.
Así quién no va a quedar trastornado y enfermo.
MUJER 3: Mujeres de poca fe, yo la he visto y no me cabe duda de
que está endemoniada.
MUJER 2: Tú que te lo crees todo. Se hace. Dicen que los padres
exorcistas la velan día y noche. Siendo así, hasta cariños le
deben dar entre rezo y rezo.
MUJER 1: ¡Dios mío! No vaya a ser que nos escuchen.
MUJER 2: Pues a mí no me vendría mal que me examinen a ver si
tengo al maligno entre las piernas.
MUJER 3: Yo la vidé, la Carmeño me encargó sábanas nuevas. Las
que tenía se malograron por la bilis que vomitaba. Lo cierto es
que el padre López no se separaba de la moza.
MUJER 1: ¡Y la Carmeño lo permite!
MUJER 2: Hasta le dará cariño a ella también.
MUJER 3: La Pizarro no deja, es envidiosa de la madre.
MUJER 1: Y cómo no, si la vieja invita a todos los vecinos a que
la vean, dizque para que recen por ella. Pero no más es para
congraciarse.
MUJER 2: El candil con mecha, se aprovecha. Dicen que su
hacienda va de mal en peor.
MUJER 3: Porque le echó una maldición la endemoniada.
MUJER 2: La de ser hija fea y mal querida.
Entra el Virrey Toledo con su séquito y toma asiento
en la parte de adelante. El rumor de la iglesia calla. Las
mujeres escupen con disimulo apenas pasa por su lado.
MUJER 2: ¡Y ahora este!
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MUJER 1 y 3: Solo falta que no nos deje ver el exorcismo. Dizque
para restaurar el Nuevo Mundo.
MUJER 3: Ayer cerraron varias chicherías, por su orden,
incluyendo la de Melchora, la mulata.
MUJER 1: Descubrieron que hacía brebajes para malograr los fetos
de las putas.
MUJER 3: Vienen acá a jodernos. Seguro que en la península las
putas no quedan con encargo.
MUJER 2: ¡Porque los paliduchos no cargan semilla!
Entra el provincial del Portillo, saluda a Toledo y se
sienta a su lado. Seguido llegan Catalina, Martín y
Francisca.
MUJERES 1, 2 y 3: ¡Ahí viene!
Por último, entran López y Elena Levantan a María
sobre la cama. López saluda a Toledo y a Portillo.
PORTILLO: ¡Hermanos!
Todos se santigua y disponen al ritual.
MARÍA: Todos querían verme a mí, a María. Sentían pena, pero no
les importaba mi sufrimiento, solo regodearse en él y vidar si
era cierto que me atacaban fuerzas fuera de lo natural o si todo
era embuste, para poder ponerme un nombre bajo la frente. El
nombre que ellos creían correcto y definitivo. Pero era yo, solo
yo la que los sacaba de sus cuartos oscuros y hediondos de
boñiga y vómito de niños malnutridos, la única que les daba una
excusa para divertirse en esta tierra nueva ya olvidada. Todos
querían verme a mí, a María, la loca, la tonta, la fea, la
endemoniada. ¿Y yo? María, ¿Cuál de todas soy?
María los mira uno a uno y con un gesto va sacando a
cada uno del escenario. Una vez sola, se acuesta en su
catre mira hacia el suelo y con una mano sostiene uno de
sus senos. Entra Lopillo con una bandeja llena de frutas,
flores y joyas. Pone la bandeja en la mesa y le besa la
frente a María.
MARÍA: Tardaste demasiado, Lopillo.
LOPILLO: Un diablo ha de ocuparse de muchos menesteres. Pero te
traje las gracias que te prometí. (Saca una bella pulsera y se
la pone a María.) Vamos, pero si te dejé en buena compañía.
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MARÍA: Me dejaste con todos los viejos. No he hecho más que
escuchar sus ruegos y ayunar por obligación.
LOPILLO: Bueno, pues acá te traje manzanas en almíbar, ¿Sabes
que son muy difíciles de conseguir? Pero solo si sonríes. ¿Tan
furiosa estás?... Tiririrí...(Se lanza sobre ella y comienza a
hacerle cosquillas.) María la loquilla, María la tontita,
tiririrí. ¿A que no eres tan tonta como para enamorarte del
diablo? (Ríen a carcajadas.) Tiririrí,tarararaaaa. (Lopillo le
da el frasco con manzanas en almíbar.)
MARÍA: Sigue contándome tus historias. Las del estudiante.
LOPILLO: ¿No te cansas de escuchar mis sandeces?
MARÍA: Me divierten. Y así me sueño lejos de esta habitación.
LOPILLO: Podrías salir si quisieras.
MARÍA: Podría, pero aún no quiero.
LOPILLO: ¿Qué esperas?
MARÍA: Que termines de cumplir tu promesa.
LOPILLO: Niña, eres difícil de satisfacer. ¿Qué más quieres?
MARÍA: Tú ya sabes lo que quiero. Te lo dije bajo la higuera.
LOPILLO: Lo sé y hecho está. Ya lo tienes en tus manos, bien
adentro de tus manos. (Se ríe.)
MARÍA: Sí, pero está por verse qué dirá él cuando lo sepa.
LOPILLO: Bueno, bueno. Paciencia. ¿En dónde quedamos la última
vez?
MARÍA: Cuando llevas al estudiante a ver cómo bautizan al
regidor rico.
LOPILLO: Buena memoria. Bien, (Se para sobre la silla, saca dos
marionetas de guiñol: un Diablo y un Estudiante.) salieron del
edificio, y enfrente descubrieron otro. La puerta estaba pintada
de sonajas, guitarras, gaitas zamoranas, cencerros, cascabeles,
ginebras, caracoles, castrapuercos, y preguntó don Cleofás, el
estudiante, a su amigo: (Comienza a narrar a través de las
marionetas.)
ESTUDIANTE: Qué casa es aquella con tanta variedad de
instrumentos vulgares. Me parece que hay dentro mucho regocijo y
entretenimiento.
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DIABLO: Esta es la casa de los locos, respondí, que ha poco se
instituyó en la Corte, entre unas obras pías que dejó un hombre
muy rico y muy cuerdo, donde se castigan y curan locuras que
hasta ahora no lo habían parecido.
ESTUDIANTE: Entremos dentro, dijo don Cleofás, por aquel
postiguillo que está abierto, y veamos esta novedad de locos.
LOPILLO: Y, diciendo y haciendo, se entraron los dos, uno tras
otro; llegaron a un patio cuadrado, cercado de celdas pequeñas
por arriba y por abajo, que cada una de ellas ocupaba un
personaje. A la puerta de una dellas lleno de papeles y libros
está un gramaticón que perdió el juicio buscándole a un verbo
griego el gerundio.
El diablo de guiñol se golpea en la cabeza y llora.
LOPILLO: Aquel que está a la puerta de ese otro aposentillo es
un criado de un señor, que, teniendo que comer, se puso a
servir.
DIABLO: Mande su señoría (Hace reverencias exageradas.) Mi muy
estimado señor mi patrón su excelencia. Beso los pies de vuestra
alteza. (Se agacha y pedorrea.)
LOPILLO: En ese otro está un ciego enamorado, con un retrato de
su dama en la mano, y los papeles que le ha escrito.
ESTUDIANTE: (A las cartas que tiene en la mano.) Amada mía,
bellos tus luceros que iluminan esta mañana fulgurosa
refulgurante de amor iluminante. (Se pone las cartas en el
oído.) Bellas palabras que regocijan mi oído, amada hermosa (Se
pone las cartas sobre el pene y mueve la pelvis.)
LOPILLO: Más adelante está un bailarín que se ha quedado sin
son, bailando en seco.
María se levanta efusiva y saca a bailar al pequeño
estudiante de guiñol. Bailan torpemente hasta que para en
seco como un muñeco de madera.
LOPILLO: En esa otra celda, sobre un cofre lleno de doblones,
cerrado con tres llaves, está sentado un rico avariento, que,
sin tener hijo ni pariente que le herede, se da muy mala vida,
siendo esclavo de su dinero.
María hace la mímica del viejo aferrado a su cofre.
Rechina los dientes como un conejo.
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MARÍA: ¡Su señoría, auxilio! ¡María ha de robarme todo, para que
muera sola y vieja!
LOPILLO: Y no comiendo más que un pastel de a cuatro, ni cenando
más que una ensalada de pepinos...
MARíA: ¡Mío, mío, mio! (Sigue haciendo como conejo.)
LOPILLO: ... y le sirve de cepo su misma riqueza.
El diablo salta sobre el hombro de María y le pega una
patada en la cara, María grita sobreactuada y divertida.
Aquel que canta en esa otra jaula es un músico sinsonte, que
remeda los demás pájaros. Está preso en esta cárcel de los
delitos del juicio porque siempre cantaba, y cuando le rogaban
que cantase, dejaba de cantar.
MARÍA: ¡Mi, mi, mi, mi, mi...
Diablo: ¡Canta!
María eructa, el diablo de guiñol la golpea de nuevo.
MARÍA: ¡Mi, mi, mi, mi, mi...
Entra Elena con una bandeja con comida.
ELENA: ¿Qué hace así encaramada, niña María? (Lopillo queda en
el foro.) Va a hacer que me dé un espanto. ¿No estaba muy débil
para asistir la misa? Pues yo la veo muy bien.
MARÍA: Me estaba divirtiendo un poco.
ELENA: Siéntese, no sea que le dé un espasmo y se golpee toda.
Acá le traigo su almuerzo.
MARÍA: ¿No te da miedo estar sola conmigo? El padre López dice
que por la comida sentran los demonios.
ELENA: Pues el padre López debería dejar de darle la comida en
la boca.
MARÍA: Vete, ya no tengo hambre.
ELENA: No, doña María. Tantos días de ayuno no le hacen bien,
coma.
MARÍA: Entonces llama a López para que me la de él mismo.
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ELENA: ¿Muy graciosa? Diga lo que quiera, pero yo estoy aquí
para cuidarla. A usted no le importa el qué dirán, pero a mí sí.
¿Cree qué va a salir impune cuando su encargo sea notorio?
MARÍA: ¿De qué estás hablando?
ELENA: Ay, niña María. Puede que su madre no se dé cuenta, pero
yo sí. Me la conozco como la palma de mi mano. ¿Cree que no noto
cómo se le hinchan las tetas? ¿O que ya va para tres lunas sin
sangrar? Ay, niña María, más sabe el diablo por viejo que por
diablo.
MARÍA: Voy a ser madre Elena, como la madre de Dios.
ELENA: ¿Y qué va a decir? ¿Que fue una concepción inmaculada?
MARÍA: Sí. Elena, óyeme. Es cierto, él fue como un querubín.
Lleva en las manos un dardo de oro largo con el fin de hierro.
Parecía meterlo por mi corazón, aquí Elena, y me llegaba a las
entrañas. Al sacarlo me dejaba toda abrasada en amor grande. Era
tan grande el dolor y tan suave, que me hacía dar aquellos
quejidos.
Y era tan excesiva la suavidad de ese grandísimo dolor. Es un
requiebro suave que pasa entre el alma.
ELENA: (Se santigua.) Niña María, nadie va a dar fe de su
cuento. Y al padre López se lo va a llevar la Compañía para
evitar el escándalo.
MARÍA: Miente tu lengua. Te da envidia que ahora me quieran
bien.
ELENA: Qué más quisiera yo, niña María. Sabe usted todo lo que
he hecho en ese respecto. Pero un cura solo puede querer bien a
Dios, no a una moza.
MARÍA: Me fue prometido. Nuestro hijo será la prueba definitiva
de nuestro querer.
ELENA: Coma, niña María. Antes de que regresen. Para quel
encargo crezca fuerte.
María come con desgano la comida que Elena le da en la
boca, hasta que se queda dormida. La celda queda en
penumbra y María comienza a quejarse en sueños. Luis López
entra hasta su catre, arrastrándose como una sombra. El
coro canta Ave María de Johannes Brassert, pero con
vocales, sin la letra.
LÓPEZ: María...
34
MARÍA: Quiero vidar tu cara... Cuéntame otra vez, de dónde viene
el nombre de Dios. (López le dice algo al oído y los dos ríen.)
Deja que mi nariz huela tu pelo... Deja a mi lengua saborear tu
carne... Padre...
LÓPEZ: Hija...
MARÍA: Padre...
LÓPEZ: Salve, muy favorecida. María...
LÓPEZ: ...llena eres de gracia!
MARÍA: María, madre.
LÓPEZ: De los pecados y de la gracia. (El coro gime.)
MARÍA: Una madre, comparte con un Padre.
LÓPEZ: María...
MARÍA: Con un padre y esposo.
LÓPEZ: Silencio. (El coro gime.)
MARÍA: Luis...
LÓPEZ: Cállate.
MARÍA: Escúchame, Luis.
LÓPEZ: (Se retira.) Que no me llames Luis. No he dejado de ser
el Padre López.
MARÍA: Padre...
CORO: Padre mío.
MARÍA: ... escúchame. He sido bendecida, con la gracia
inmaculada. (El coro gime.)
LÓPEZ: ¿De qué hablas?
MARÍA: La gracia que Dios le dio a María.
LÓPEZ: Falso.
MARÍA: Es verdad. No he sangrado en tres lunas y mi vientre
siente la gracia que Dios me ha dado en mi nombre.
LÓPEZ: Dios no te ha dado gracia.
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MARÍA: Me la dio inmaculada, por el oído, como a María. Día y
noche por tus oraciones.
LÓPEZ: María.
MARÍA: Es la gracia nuestra, Padre...
CORO: Padre mío.
MARÍA: ...también Dios te la ha dado a ti.
LÓPEZ: Dios me dio el hábito. Un hábito que sí debe permanecer
inmaculado. ¿Estás segura de que no has sangrado? O dicha
noticia te la reveló el demonio.
MARÍA: Tú mismo lo has visto. No has faltado en mi lecho desde
hace meses.
LÓPEZ: (Se arrodilla y se santigua.) En el lecho del demonio.
MARÍA: (Para sí.) El lecho de María.
MARÍA: Padre, mírame. Es la gracia inmaculada que nos ha dado
Dios.
LÓPEZ: ¡Niña, nadie va a creer que la endemoniada fue bendecida
por Dios!
MARÍA: ¿Y cómo más habría yo de quedar en gracia? El camino será
arduo, pero como José lucharás en contra de los incrédulos y
recibirás la bendición de Dios.
LÓPEZ: ¡Cállate!
MARÍA: Tú lo dijiste, padre...
CORO: ... Padre mío...
MARÍA: ... Dios nos da sufrimiento para que la gracia sea mayor.
Tú serás el nuevo José...
LÓPEZ: ¡Cállate, mujer! Pérfida, amante del demonio. ¿Sabes lo
que va a pasar cuando se sepa? Ahora con la llegada del Virrey
Toledo, con su mano firme y sus nuevos tribunales. A mí con
suerte me envían lejos, donde nadie sepa. Y a ti...
CORO: María.
LÓPEZ: ... ya va siendo hora de que se sepa. Ya no vas a ser
solo la endemoniada, sino la puta Pizarro.
36
MARÍA: No, padre mío.
LÓPEZ: Zorra, aléjate.
MARÍA: Tú viniste a mí.
LÓPEZ: Estabas ofrecida.
MARÍA: ¡Por Dios! Dios me acercó a ti y tú me querías.
LÓPEZ: No, no, no. ¡Fue el demonio el que me tentó a ti!
MARÍA: Padre, haz que tus ojos vean los míos. Dame tu mano,
siente mi alma, limpia, inmaculada.
LÓPEZ: Va de retro, demonio.
MARÍA: Soy María, la madre de tu hijo y el hijo de Dios.
LÓPEZ: Puta, madre de esperpentos y demonios.
MARÍA: ¿Padre?
MARÍA: ¡María Pizarro! ¡La puta de Luis López!
LÓPEZ: ¡Cállate!
MARÍA Y CORO: ¡María la puta del padre Luis López! ¡La puta del
diablo! ¡La amante del demonio!
LÓPEZ: ¡Silencio!
María y el coro comienzan a gemir escandalosamente,
mientras se arrastra con fuerza contra las paredes. El coro
también se ríe. López se arrodilla y comienza a rezar.
Entran Catalina, Elena y Justa. María comienza a saltar
fuera de sí y se quita el camisón. Justa y Elena tratan de
agarrarla para meterla en la cama. María comienza a reírse
con desenfreno y a masturbarse. López saca la cruz y el
hisopo, y comienza a regar agua bendita.
LÓPEZ: Exorcizo te, inmindissme spiritus, omnis icursio
adversarii, omne phatasm, omnis legio, in nomine Domini nostri
Iesu Chsristi, eradicare et effugare ab hoc...
MARÍA: ¡Y el corazón tuvo tiempo para susurrar, dejad que la
semilla germine y se eleve tu voz! El corazón no calla y mira a
los que lo rodean. Todo lo que hago y creo viene de mí, de las
profundidades del clamor de mi voz, de mi carne que es
37
vida. Domine, exaudi orationem meam, et clamor meus ad te
perveniat. In quacumque die invocavero te.
Elena y Justa logran inmovilizar a María. López sin
interrumpir su oración saca un lazo y le amarra las manos a
la espalda y de un golpe la tira al suelo.
LÓPEZ: En nombre de Dios Nuestro Señor Todo Poderoso, te ordeno:
revela tu nombre.
MARÍA Y CORO: Martín Lopillo, Barrabás y mil demonios liderados
por el gran Principado.
LÓPEZ: ¿Por qué medio han entrado?
MARÍA Y CORO: Por comida y bebida. Por la nariz con el hedor de
la muerte. Y por los oídos con el sonido del amancebamiento.
LÓPEZ: Por mandato de Dios Nuestros Señor, la Santísima Virgen
María, los ángeles y los arcángeles, te ordeno: deja en paz a
esta pobre alma.
MARÍA Y CORO: Su carne sigue entregada a nosotros.
LÓPEZ: ¿Ha habido intención sincera de volcarse hacia la luz y
la gracia divina?
MARÍA Y CORO: ¿Ha habido intención sincera de salvarla?
LÓPEZ: Demonio putrefacto, te ordeno obedecer la palabra de
Dios. (López latiga por la espalda a María.) Sierva de Dios,
entrega tu alma a la luz. (Le da otro latigazo.) Abandona el
placer por la carne. La carne putrefacta y pecadora. (Le da otro
latigazo.)
MARÍA Y CORO: Mi voz se elevará desde las profundidades y mi
cuerpo más grande que mi voz mirará a los pecadores desde el
cielo, restaurando la gloría de los perdidos, de los que no
pueden escuchar.
López continúa latigándola con más intensidad,
mientras reza, hasta que María se desmaya. Justa y Elena le
ponen el camisón y la acuestan en el catre.
LÓPEZ: Tu pecatoris huius intrna custodias. Es preciso
asegurarla a la cama. (Silencio.)
CATALINA: Justa, Elena.
Catalina sale precipitadamente. Justa y Elena le atan
las manos al catre, se arrodillan y comienzan a rezar.
38
López le da la bendición y le besa la frente. María se
despierta y comienza a llorar, Elena le canta una canción
de cuna en quichua.
JUSTA: Doña María, no llore. Recuerde el evangelio, los últimos
serán los primeros.
ELENA: Pachakuti.
JUSTA: Amén.
ELENA: Niña María, el Pachakuti fue prometido y vendrá pronto.
El mundo ha de volver para los de abajo arriba, de manera que
los mayores sean menores, y los menos y abatidos sean mayores.
La nueva era en la que los menos renaceremos en gloria.
JUSTA: La gloria que les fue robada a nuestros ancestros.
MARÍA: ¿Los menos serán los más? ¿Y los últimos serán los
primeros? Pachakuti... Si se tomaran en cuenta los pecados,
¿quién sería declarado culpable? ¡Pachakuti!
Desaparecen Justa y Elena. Aparece Toledo con su séquito y se
quedan en la bruma al foro. Pasa un pregón
PREGÓN: Al día quince del mes de noviembre del año de mil y
quinientos y cincuenta y nueve, se informa a todos los vecinos
desta Ciudad de los Reyes la Real Cédula ordenada nuestra Real
Alteza Felipe II, de la mano del excelentísimo Virrey deste
Virreino del Perú Francisco Toledo. A partir del año siguiente,
se encargará de todos los asuntos de la fe el Santo Tribunal de
la Inquisición que regirá en este Virreino con poder y derecho,
para vigilar y sancionar toda ofensa contra la Santísima Iglesia
Cristiana Apostólica y Romana.
Suenan cuatro campanazos.
MARÍA: Pachakuti.
Pega sus manos y pies a la silla como si los tuviera
amarrados. Entra un monja y le pone a los pies un cazo con
agua y pan. Sale. María escupe en el cazo con las pocas
fuerzas que le quedan.
Aparece el coro: López, Elena, Justa, otras indias y
negras, Martín y otros curas de la Compañía de Jesús. Los
últimos rezan el Ritual Romano.
LÓPEZ: Aquel siervo que sabía la voluntad de su señor y no se
preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá azotes.
(Silencio. López le pega una cachetada a María.) Pero el que sin
saberla hizo cosas dignas de azotes, será azotado. (Silencio. De
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nuevo le pega una cachetada.) Al que mucho le es dado, mucho le
será demandado; (Otra cachetada.) Y al que encomendaron mucho,
más le será pedido.(Otra cachetada.) Renuncia a Satán y
entrégate a la luz de Dios.
López se arrodilla a rezar. Entran Catalina, el
Provincial del Portillo y otros curas de la Compañía de
Jesús y de la orden de Santo Domingo, entre ellos, Fray
Francisco de la Cruz.
PORTILLO: Padre López.
LÓPEZ: Provincial del Portillo.
PORTILLO: (Le toma el pulso a María.) ¿Por qué está asegurada
Doña María?
LÓPEZ: Hemos debido de tratarla con rigor. Después de cada
jornada de exorcismos, los demonios vuelven a entrar en su carne
y alma. Algunos se esconden en en sus dedos, otros en las
paredes o en la comida. Solo con el rigor de la carne se pueden
controlar.
PORTILLO: ¿Ha sido usado correctamente el Ritual Romano?
LÓPEZ: Por supuesto, al pie de la letra.
PORTILLO: ¿Se ha visto mejoría?
LÓPEZ: Por temporadas, Provincial. La moza encuentra reposo por
momentos, pero su alma sigue entregada al demonio.
De la Cruz le dice algo al oído a Portillo.
PORTILLO: Solo ella puede decidir si oye el susurro de Dios en
su corazón y acepta su luz divina. ¿Tiene disposición la dicha?
LÓPEZ: Es difícil de esclarecer.
PORTILLO: Doña Catalina, ¿ve usted mejoría en su hija?
CATLINA: Provincial, me consta que el padre López ha hecho su
mejor esfuerzo con mi hija...
PORTILLO: ¿Han sido menos recurrentes los episodios de posesión?
CATALINA: Bueno, a veces, podría decirse...
PORTILLO: ¿Los episodios son menos violentos?
CATALINA: No podría asegurarlo...
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PORTILLO: ¿Y la salud de la dicha? (Silencio. De la Cruz vuelve
a decirle algo a Portillo.) No tema Doña Catalina. Son preguntas
de rigor, para examinar la evolución de su hija. La batalla con
el demonio es camino espinoso, incluso para los más versados
como el estimado Padre López.
CATALINA: No, padre. Se le ve más débil cada día.
PORTILLO: Es preciso acostar a la moza. (Justa y Elena la
acuestan en el catre.) Doña Catalina, el padre López ha tenido
el honor de ser requerido por el Excelentísimo Virrey Toledo
como su acompañante en la visita general a todo Virreinato.
LÓPEZ: Provincial...
CORO: ¡Pachakuti!
PORTILLO: Descuida hijo, Dios te ha recompensado por el arduo
trabajo con esta moza.
Doña Catalina, déjeme presentarle a fray Francisco de la Cruz,
de la orden de Santo Domingo. Él quedará a cargo del
procedimiento de su hija. Es exorcista célebre.
DE LA CRUZ: Estimada Doña Catalina, permítame.
Se acerca a María, saca un pañuelo y le seca el sudor.
Unta el pañuelo con un óleo y le limpia las heridas de las
muñecas. Los demás desaparecen y el coro se oculta.
Descuide doña María. Todos hemos sentido miedo. Yo también he
temido. Cuando era niño trabajaba en Lopera como aprendiz de Don
Manuel de Cervallo, vitralista. Don Manuel era hombre célebre y
su taller tenía puerta directa a la casa cural. Una noche me
dejó don Manuel trabajando hasta el alba, por un encargo que
teníamos. Faltaban todavía horas para que clareara y yo llevaba
muchas horas en vela. Me fallaban ya los sentidos y comencé a
vidar sombras, que se movían y me susurraban ruidos.
El taller tenía vidrieras do quier, con reflejos y sombras. La
flema se me subió, tenía un terror espantoso y salí corriendo
hacia la casa cural.
Yo nunca había entrado y no sabía que el taller estaba conectado
a la parroquia por un corredor donde guardaban todas las
estatuas de santos y santas, con sus ojos de vidrio y sus caras
dolorosas llenas de lágrimas. A cada paso me encontraba con la
mirada fija de algún mártir que me atravesaba. Traté de volver,
pero la tranca solo abría desde el taller y la puerta a la casa
cural tenía candado. No podía escapar del dolor y el sufrimiento
de los santos y con las sombras persiguiéndome... Allí me tocó
pasar lo que quedaba de la noche.
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MARÍA: ¿Cuánto tardaron en sacarlo?
DE LA CRUZ: Bastante, tuve que hacer escándalo en las puertas
para que me sacaran. Pero me dio tiempo para entender las
imágenes sagradas. Para recibir su dolor y saberlo.
MARÍA: ¿Siguió teniéndoles miedo?
DE LA CRUZ: Sí, muchas veces. Pero confío en Dios.
MARÍA: Yo no tengo miedo. Aunque me siento atrapada entre los
ojos vidriosos de los que miran.
DE LA CRUZ: Es valiente usted.
MARÍA: No tengo miedo, porque no quiero.
DE LA CRUZ: ¿Y qué quiere entonces?
MARÍA Y CORO: Cuénteme otra historia.
DE LA CRUZ: Tendrá que contármela usted. Es preciso que comience
a batallar contra los demonios que la acosan. Y para eso
necesito conocer a quienes la atacan.
MARÍA: Hábleles y no responderán otra cosa que las ya dichas.
DE LA CRUZ: Pero no quiero saberlo por boca dellos, sino por la
suya.
MARÍA: Es la misma. La mía la tienen en su poder.
DE LA CRUZ: Es preciso entonces que eleve su voz sobre la
dellos.
MARÍA: ¿Por qué?
DE LA CRUZ: Porque voy a escucharla.
CORO: ¡María! ¡Tonta! ¡Fea! ¡Loca! ¡Enferma! ¡Mentirosa!
MARÍA: ¿Mi voz?
CORO: ¡María!
DE LA CRUZ: La suya.
CORO: ¡Envidiosa! ¡Engañadora!¡Endemoniada!
MARÍA: No sé escuchar mi propia voz.
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El coro, que sigue oculto, aturde a María diciendo
palabras incomprensibles a toda velocidad y en volúmenes
distintos.
MARÍA: Los veo. Primero viene uno, ¡no me da miedo! (El coro
calla.) Es muy buen mozo. Me da un beso y me tiende su mano. Yo
lo sigo. Su mano es cálida y más grande que la mía. Mi cuerpo
quiere hundirse en ella. Me entrega una negra para que me sirva,
pero yo no tengo nada que pedirle. Qué ha de servirme, si yo no
tengo cosa alguna y lo que quiero ella no me lo puede dar. Le
pido a él mi secreto, mi fervor. Él me abraza. Mis pulmones se
aprietan y no pueden respirar. Ahora vienen los que están a su
mando. Al principio son negros. Vienen muchos, muy horribles. Me
atormentan en dolor grande por todo el cuerpo. Me ponen su
lengua de clavos y herrances. Me martirizan la carne. ¡Fuera,
fuera!
Pero también hay otros, los que me hablan.
Entran tapadas limeñas, con movimientos sensuales,
pero que deforman la figura humana. No sabría decirse si
son hombres, mujeres o incluso humanos.
A ellos los oigo. Dicen quién es María. Pero ya no los entiendo.
¡La carne me pica los oídos y no los oigo más! ¡Silencio,
cállense! ¡Mmmmmaaaahhhh... Mmmmaaaahhhh, rhih, aaahhh.
Mmmaaahhh, rhih, aaahhh!
El escenario se ilumina con la refracción colorida que
pasa a través de vitrales. El coro hace un corredor y
comienza a cantar "O Crux ave", de La pasión según San
Lucas de Krzyztof Penderecki. Del coro se eleva la imagen
de la Virgen María junto con Cristo. Por una ventana entra
El armado, quien tiene puesto un yelmo de oro. Se acerca a
María, se quita el yelmo y sin que se le vea la cara le
besa los pies, mientras que la Virgen y Jesús se besan. El
coro gime de gran placer y cae.
Lo he visto. Vi al armado con su vestido de blanco y oro. Traía
lanza, espada y yelmo de oro. ¡Dios mío! Me lavó los pies con
sus lágrimas purísimas y todo mi cuerpo quedó abrazado en amor
grande que me subía como una llama por el estómago hasta la
garganta. (Desde el suelo, todo el coro suspira con exaltación.)
Dijo que lucharía por mí para liberarme y verme inmaculada,
¡porque Dios me quiere bien y va a desposarme! ¡Dios mío, Dios
mío!
Padre fray Francisco, también me ha hablado de usted. Dijo que
velaría por usted y por Gabrielico.
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DE LA CRUZ: ¿Gabrielico?
MARÍA: Si, su hijo. El hijo secreto que tuvo amancebado con Doña
Filotea García. Él sabe que teme que se conozca públicamente
sobre su hijo.
DE LA CRUZ: ¿Será posible?
MARÍA: Él me lo ha revelado todo. Dice que no ha de temer. Que
va a velar por todos los que cuiden de mí, para que llegue
blanca inmaculada a mi desposorio con Cristo. Que al hijo de
usted, aún siendo bastardo y dañado de ayuntamiento, Dios lo
quiere por ser hijo suyo y hará de él sacerdote célebre.
DE LA CRUZ: (Se santigua y se arrodilla.) ¡Bendito sea Dios,
bendita sea usted! ¿Dijo algo más sobre mí o mi hijo?
MARÍA: Que volverá para darle gracias. A usted y a él, siempre y
cuando se rece por mí y por él mismo armado.
DE LA CRUZ: ¡Doña María, bendita sea!
Desaparece la Cruz. El coro (hombres y mujeres
limeñas.) entra y sale disperso y exaltado. Se nuevo se oye
el barullo callejero Algunos comienzan a hacer fila hacia
el catre de María. Llevan regalos -flores, frutas, dulces y
joyas- que se van acumulando alrededor de María.
MUJER 1: ¡Gracias al cielo, siquiera voy a poder verla!
MUJER 3: Mujeres de poca fe, vieron que lo de la Pizarro no era
embuste.
MUJER 2: Eso está por verse.
MUJER 1: Calla mujer, no sea quel ángel vea tu falta de fe y no
nos ayude con el milagrito.
MUJER 3: ¡Baj! Si esta cree, pero se hace la que no. Acaso no
vienes también a pedirle al ángel por ti.
MUJER 2: Yo no creo en brujas, pero de que las hay, las hay.
MUJER 1: Brujas no, iluminadas.
MUJER 3: Por el ángel.
MUJER 1: ¡Arcángel, San Gabriel!
MUJERES 1 Y 3: María la iluminada.
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MUJER 2: Iluminada, bruja o ángel. No me importa, desde que me
mande los pesos que me hacen falta, le creo lo que me diga.
MUJER 1: Ponle fe y ya verás.
MUJER 3: ¿Qué le trajiste tú?
MUJER 1: El dije que me heredó mi madre. ¿Y tú?
MUJER 3: Flores, azucenas.
MUJER 2: Yo le traje dulces. Me enteré por Bartola, que es lo
que mejor la dispone para que le hable el ángel.
MUJERES 1 y 3: ¡Es tu turno!
MUJER 3: ¡Dios te bendiga!
MUJER 2: Estimada Doña María. Mi nombre es Juana de Borja,
esclava ladina. Le traje estos bombones, directo de la tienda de
Doña Ana del Merced. Necesito consejo del Ángel...
MARÍA: Le escucha.
MUJER 2: Santísimo Arcángel... Espero me entienda y no me juzgue
por pecadora. Necesito el favor santo... Traigo encargo... Don
San Gabriel, en unos meses ha de nacer un niño deste vientre,
deste vientre que es esclavo. Si nace, ha de nacer esclavo como
su madre. Será propiedad de mis amos y no mía. Y otra vez
quedaré sin nada. Y la vida sin nada que querer, se embota como
el cuncho de chicha que nadie se toma.
MARÍA: Pregunta si tu amo te ha ofrecido liberar su vientre.
MUJER 2: Sí, pero me falta dinero.
MARÍA: Pregunta si Juana Ladina quiere bien a su gracia.
MUJER 2: Es lo único que tengo.
MARÍA: ¿Y el padre?
MUJER 2: No tiene.
MARÍA: ¿No podría él pagar por su vientre?
MUJER 2: Entonces también sería de otro. Y una madre no necesita
a un padre, solo a un hijo.
Entran Catalina y Francisca.
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CATALINA: ¡Fuera, fuera! ¡No más gentuza en esta casa!
El coro comienza a salir espantado.
MARÍA Y CORO: ¡Juana Ladina!, reza por el alma de Doña María
Pizarro y vuelve cuando seas llamada para tener respuesta.
CATALINA: ¿Qué te crees, niña? ¿Que puedes hacer lo quieras en
esta casa? Te recuerdo que esta sigue siendo mi casa y que tú
estás a mi cargo.
MARÍA: Fuiste tú la que comenzó a invitar gente para que me
viera.
CATALINA: Amigos de la familia y conocidos, no cualquier gentuza
desta ciudad. Además, todo este teatro me repugna. ¿No te das
cuenta del daño que le haces a la reputación de la familia?
MARÍA: No es mi culpa quel prometido de Francisca ya no la
quiera.
CATALINA: ¿No? ¿Y por qué crees que ya no quiere desposarla? ¿No
se te ha cruzado por esa cabeza de tonta que es porque nadie
quiere emparentarse con la loca, la endemoniada Pizarro?
MARÍA: La gente ya no cree eso. Ahora me dicen la iluminada, por
eso vienen a mí.
CATALINA: Además, me dijo el Provincial que tú habías confesado
habernos hecho maleficio y a causa de eso te atacan los
demonios.
MARÍA: ¿Vas a creer eso, madre? Si ni siquiera sabes quién lo
dijo, si el demonio pérfido y engañador o María, la loca, la
mentirosa.
CATALINA: Cuidado, María. Yo te conozco, conozco tus embustes. Y
para nadie es un secreto que la hacienda va de mal en peor.
¿Cuál es tu plan? ¿Qué harás cuando hayas acabado con todo? No
se muerde la mano que te da de comer, María. Estos regalos que
te traen no durarán para siempre. Cuando se aburran deste circo
y se den cuenta de tu engaño, volverás a quedar sola como antes.
¿Y qué harás, sola y sin marido cuando tu madre no pueda
mantenerte? Acuérdate de quién eres. Esta familia es lo único
que tienes.
MARÍA: Lo que me traen los devotos podría ser en favor
nuestro...
CATALINA: Mentirosa, tu envidia no te permite convidarnos nada.
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MARÍA: Madre, no te dije yo que rezaría para que no nos falte
plata ni vestidos.
CATALINA: ... ¿Serías capaz de darle algo a tu madre?
MARÍA: No. El Arcángel me dio instrucciones claras. Es preciso
que yo entre al convento. Y una vez allá, qué me importará si la
hacienda y tú sobreviven o no.
CALINA: Malcriada, impertinente.
Catalina golpea a María. El coro ruge. Y María se
levanta como en trance.
MARÍA: ¡Vete, madre! Ya no eres más que polvo. ¡Déjame en paz y
descansa tú en paz! Kkkkaaahhh, tttthhaaahh, lllliiinnnnaaahhh.
Kkkkaaahhh, tttthhaaahh, lllliiinnnnaaahhh. Tú el martillo y yo
el viento. Kkkah, tttah, lllinna. Mira hasta dónde hemos
llegado, madre.
Desaparece Catalina. Entra el coro: Fray Francisco de
la Cruz y otros curas de la orden de Santo Domingo.
TODOS: Estimada Doña María, ¡bendita sea!
María vuelve en sí y se acuesta. Responde con un gesto
indiferente con la cabeza.
DE LA CRUZ: Doña María, mis compañeros de la orden de Santo
Domingo y yo hemos traído para usted esta humilde limosna, para
los ahorros que se requieren para su entrada al Convento de
Santa Rosa.
MARÍA: Gracias padres. Con la generosidad de todos pronto
podremos cumplir la voluntad de Dios Nuestro Señor.
TODOS: Amén.
DE LA CRUZ: Recemos, para ser bendecidos con la presencia del
Arcángel San Gabriel. Mi estimada, ¿ya ha tenido fuerzas para
aprender la oración en lengua sacra?
MARÍA: No, querido padre.
DE LA CRUZ: Bien, en vulgata sea.
TODOS: San Gabriel Arcángel,
gloriosísimo ángel
hoy te invoco desde lo más profundo de mi ser
para que acudas con tus Legiones de Ángeles en mi ayuda,
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(María comienza a sufrir espasmos, que ella intenta controlar
pero se vuelven más intensos.)
y, por el poder que estás revestido
hagas posible que se alejen mis sufrimientos,
pues siento que mis fuerzas están a punto de desfallecer.
Tú que eres el portador de las buenas noticias,
guarda mis caminos y lo agradeceré eternamente
y junto a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo
y la Santísima Virgen María, que es reina tuya y mía,
siempre te llevaré en mi corazón.
Así sea.
MARÍA: (Después de gritar de dolor.) Está aquí, dispuesto a
escucharlos.
TODOS: ¡Bendito sea!
DE LA CRUZ: San Gabriel Arcángel. Gracias por honrarnos con tu
santísima presencia.
MARÍA: Los bendice a ustedes.
DE LA CRUZ: Venimos hoy a tu presencia por una duda que nos
aqueja sobre las Santas Escrituras. Y solo tú, en conexión
divina puedes decir palabra final sobre este asunto. Tú conoces
ya el célebre debate sobre el alma de los indios disputado por
tus siervos Bartolomé de las Casas y Juan Guinés de Sepúlveda en
la Junta de Valladolid. Muchas horas se han rezado para que Dios
nos ilumine con su sabiduría y poder sanjar el asunto que tan
urgentes efectos tiene sobre nuestro majestuoso imperio. Hemos
rogado a Dios y él nos ha respondido con tu presencia. Gran
Arcángel San Gabriel.
MARÍA Y CORO: Secundum quid.
TODOS: ¡Bendito sea Dios!
MARÍA: Es cierto que los indios son Secundum quid. Son salvajes
por accidente, no por naturaleza.
DOMINICO 1: ¿Entonces pueden ser civilizados?
DOMINICO 3: ¿O están condenados a ser esclavos de su barbarie?
MARÍA: Pueden ser civilizados.
DE LA CRUZ: ¿Y su alma salvada?
DOMINICO 2: ¿O condenada?
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MARÍA: Su alma puede ser salvada.
DE LA CRUZ: ¡Bendito sea Dios!
Humo. El escenario se llena de sahumerios. El coro
suspira de placer. Entra Elena, cargando yerbas, flores,
ramas, plumas y una olleta de agua hirviendo. Comienza a
bañar a María en el agua de yerbas, untándola con las
raíces y las plumas en los senos y el vientre.
DOMINICO 2: Santísimo Arcángel. Nosotros, padres dominicos,
intuíamos ya tu respuesta. Pero queremos saber, ¿qué necesitan
saber estas gentes rudas de entendimiento para salvar su alma y
así cumplir con el deseo Divino?
ELENA: Yerba curia, para que Cristo la quiera bien en su
desposorio.
MARÍA: Deben saber lo que han de entender.
ELENA: Madre selva, para que Dios la quiera bien en su
desposorio.
DE LA CRUZ: ¿Y los misterios? He enseñado yo a muchos indios,
son rudos e incapaces de entender el misterio de la encarnación
y el de la Santísima trinidad.
ELENA: Claveles, para que el Espíritu Santo la quiera bien en su
desposorio.
MARÍA Y DE LA CRUZ: ¿Crees en Dios Nuestro Señor Padre creador
Todo Poderoso del cielo y la Tierra?
ELENA: Sí, creo.
MARÍA: ¿Vas a misa y haces tus oraciones?
ELENA: Sí, madre.
MARÍA: (Le da un dulce a Elena.) ¿Confiesas tus pecados con
verdad?
ELENA: No, madre.
MARÍA: (Le da una cachetada.) Les basta con saber que hay un
solo Dios, que da premio a los buenos y el castigo
correspondiente a los malos. Y que en lo demás han de tener
también nuestra ley cristiana como ciertamente divina.
DE LA CRUZ: ¡Bendito sea Dios!
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Elena continúa lavando a María, ahora se concentra en
sus manos y pies.
DOMINICO 3: Pero, Santísimo Arcángel, ¿pueden realmente estas
almas tan sumidas en la barbarie y la idolatría salvarse sin
entender los misterios?
MARÍA Y CORO: Los indios del Nuevo Mundo son como los esclavos
israelitas en Egipto en tiempos de Moisés.
CORO: ¡Pachakuti!
DOMINICOS 2 y 3: (Al tiempo que De la Cruz y Dominico 1.) ¡Dios
mío!
DE LA CRUZ Y DOMINICO 1: ¡Bendito sea Dios!
DOMINICO 2: Estimado Fray Francisco, estas son palabras
sugerentes de herejía.
DE LA CRUZ: Un ángel no es hereje.
DOMINICO 3: Un ángel oscuro, aliado con el demonio sí.
Elena abraza a María, se sientan y la arrulla entre
sus brazos.
DE LA CRUZ: ¿No ha revelado ya el Santísimo Arcángel San Gabriel
verdades para todos y cada uno de nosotros? ¿No sienten fervor
en sus corazones desde que se nos ha presentado?
DOMINICO 1: Santísimo Arcángel, ¿y el uso de la fuerza? ¿Es
lícito el sometimiento de los indios?
Aparece en el foro la imagen de Catalina. Elena
comienza a estrangular a María.
ELENA: ¿Crees en Cristo, su único hijo concebido por obra y
gracia del Espíritu Santo?
MARÍA: Sí, creo.
ELENA: ¡Nacido inmaculado de Santa María Virgen?
Y dijo nuestro Cristo Nuestro Señor, que San José lo había
azotado cuando niño, por petición suya.
ELENA: Madre, azótame.
MARÍA: Y así lo hizo. Teniéndolo por verdad, Cristo Nuestro
Señor quiso en esto dar también ejemplo a los niños cómo se han
de consentir azotar por sus padres.
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MARÍA Y CORO: Que hay un Dios y que es castigador y premiador. Y
esta ley es de Dios de la Santa Madre Iglesia.
María estalla en convulsiones.
Entran los demonios y el Armado. Comienzan un baile de
guerra, mientras el coro el final de "Pople meus" de La
pasión según San Lucas de Pendereki.
MARÍA Y CORO: Quicumque enim sine lege peccaverunt, será
juzgado sin ley: y todos los que han pecado conociendo la ley,
per legem judicabuntur.
María entra en el baile. Un baile enajenado e
histérico. Está en medio de la batalla entre los demonios y
el Armado. Entran varias monjas que logran controlarla. La
sostienen contra la cama hasta que sus movimientos
frenéticos cesan. Recogen el cazo que habían traído antes y
lo cambian por uno limpio. Le tapan la nariz y la obligan a
comer.
MONJA: Es preciso que usted, cómo rea desta carcel, coma y tenga
fuerzas para declarar mañana ante el tribunal.
Salen las monjas. Aparece Lopillo por el foro.
LOPILLO: ¡Bu! (Se ríe.) María la loquilla, no es tiempo de
dormir. Es tiempo de bailar con regocijo y excedernos en carne y
vino. (Le hace cosquillas a María.)
Cada vez que te visito tienes mala cara. A ver, vamos a
divertirnos. No me digas que con tanto rezo te elevaron el
sentido del humor, hasta evaporarlo, ¡Ja!
MARÍA: Ya no debes venir más.
LOPILLO: ¿Qué dices? ¿Acaso te convencieron de volcarte hacia la
luz? ¡No me hagas reír! María la loquilla no aguantaría un solo
día sin hacer una travesurilla.
MARÍA: María ya no es más una loca.
LOPILLO: ¿A no? ¿Entonces qué es?
MARÍA: Cállate.
LOPILLO: ¡Pero si has rogado mucho para que viniera! ¿Ya no
quieres que te cuente historias?
MARÍA: Ya no necesito que me las cuentes.
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LOPILLO: ¡Créeme, ninguno de esos curas va a contarte historias
tan divertidas como las mías!
MARÍA: ¡Ya no necesito divertirme! Ahora yo contaré mis propias
historias.
LOPILLO: De verdad que eres una loquilla, María. ¿Sinceramente
piensas abandonarnos? (Silencio.) ¿Quién velará ahora por tus
deseos? ¿Quién los hará realidad?
MARÍA: Tú no.
LOPILLO: ¡Tus palabras me atraviesan el corazón! ¡JA! ¡María!...
¿Y el deseillo que ya te he concedido?
MARÍA: Tú no hiciste nada. Él me odió desde el momento en el que
supo que tendría un hijo suyo. Ya me haré cargo yo de él.
LOPILLO: ¿Tú solita? María... Yo puedo ayudarte.
MARÍA: No puedes. Solo yo puedo hacerlo.
LOPILLO: ¿Y tu caballero de capa, espada y sotana?
MARÍA: Te pedí que me ayudaras, para que me amara a mi y a su
hijo y dejaste que se fuera. Solo Dios puede querer bien a una
mal sufrida.
LOPILLO: Si el bueno sufre y el malo prospera, se siente
el deseo de hacer mal las cosas.
MARÍA: ¿Quién es el bueno y quién es el malo?
LOPILLO: Yo soy el diablo y tú la iluminada.
MARÍA: Pues yo sufro y prospero a la vez.
LOPILLO: Porque fuiste iluminada por el demonio.
MARÍA: Al que yo misma invoqué. Y el que ahora va a ser
destruido por el Armado San Gabriel.
LOPILLO: ¿Y una vez acabados todos los ángeles y demonios, quién
va a quedar?
CORO: María.
LOPILLO y CORO: ¿Y quién es María?
María calla. Lopillo se acerca a ella y le da un beso.
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MARÍA: ¡Lopillo!
Pero él ya se ha ido.
María comienza a respirar su soledad. Luego reza el
Ave maría en quichua. Entra Elena.
ELENA: Niña María... Ha llegado una visita para usted.
MARÍA: Te dije que hoy no iba a recibir visitas
ELENA: Eso le dije, pero insistió.
MARÍA: No me importa. Dile que se vaya.
ELENA: Es una visita especial... pero no creo que usted quiera
recibirla.
MARÍA: ¿Quién es acaso?
ELENA: Alguien que no debería ser recibido en esta casa.
MARÍA Y CORO: ¿Quién es, Elena?
ELENA: Es el padre Luis López. Regresó de la primera Visita
General con el Virrey. Dice que quiere verla.
MARÍA Y CORO: Hazlo pasar.
ELENA: ¿Está segura, niña María? Él no es más su confesor, usted
no tiene obligación de recibirlo. (Silencio)
Sale Elena y entra López.
MARÍA: Padre López.
LÓPEZ: María. Estoy de regreso.
MARÍA: ¿De regreso a la ciudad?
LÓPEZ: A la ciudad y tu compañía.
MARÍA: Ya el estimado Fray Francisco se está encargando de mi
liberación. ¿Y ves cómo ha cambiado todo?
CORO: Ahora soy María, la iluminada.
LÓPEZ: Sí, ya me he enterado. La noticia de tus visiones ha
llegado incluso hasta el Virrey Toledo.
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MARÍA: Pues bien, ya no eres necesario.
LÓPEZ: Ha sido el mismísimo Toledo el que me ha encargado volver
a presidir tu liberación. Lo tomó con sospecha.
El coro ruge.
MARÍA: ¿Entonces solo viniste por eso?
LÓPEZ: Por eso y por ti, María. Te quiero.
MARÍA Y CORO: Pues yo no quiero a hombre alguno.
MARÍA: ¿No escuchaste? He desposar a Dios. Solo él tiene amor
grande y perfecto para llevarme en la condición. Solo él es
suficientemente para mí.
LÓPEZ: Pues aquí en la tierra te puedo querer yo. María, dime si
era cierto... lo de nuestro hijo.
MARÍA: Lo es.
LÓPEZ: ¿Sigue vivo acaso? ¿Puedo ver?
María se levanta el camisón, tiene la barriga amarrada
con vendas.
¿Qué es esto, María? Has de ahogarlo con todas esa vendas.
MARÍA: Tú eras el principal interesado en ocultarlo.
LÓPEZ: ¡Perdóname, María! Tenía miedo. El alma débil. Pero sabes
que no fui yo el que quiso alejarse de ti. Fui obligado.
MARÍA: ¿Y si te hubieras quedado qué? Fui bendecida desde tu
partida.
MARÍA Y CORO: Dios no te quiere a mi lado.
LÓPEZ: Tú misma lo dijiste, Dios nos ha bendecido con un hijo.
El hijo de María, la iluminada.
MARÍA: El hijo de Luis López.
LÓPEZ: Lo es, María. ¡Bendita seas! Me quedaré a tu lado, para
verlo nacer y crecer.
Velaré por él. Ya lo verás. Por ahora, hemos de mantener en
secreto que es mío también. Por su bien, tenemos que esperar al
momento preciso. Pero cuando...
54
MARÍA: ¿Qué dices?
LÓPEZ: Mi posición con el Virrey es bastante favorable en este
momento. Pero aún debo hacerla más sólida. La noticia deste hijo
podría jugarnos en contra. No ha visto con buenos ojos tus
visiones, María. Él fue enviado por el Rey, para corregir esta
tierra y de la mano de la Inquisición aplastará todo lo que
huela a alumbramiento o herejía.
MARÍA Y CORO: No soy yo la que debo tener miedo.
LÓPEZ: María, escúchame...
MARÍA Y CORO: No he dejado de ser Doña María. Y si el Virrey
desconfía de mis visiones, que venga él mismo y se acoja a la
luz. Yo he sido llamada al lecho de Dios...
LÓPEZ: ¡Qué necedad!
MARÍA: ... Y nadie ha de meterse en mi camino.
LÓPEZ: No se juega con fuego.
MARÍA: Yo estoy saldada.
LÓPEZ: ¿Y nuestro hijo María?
MARÍA Y CORO: Una madre no necesita a un padre.
María se abalanza sobre López y comienzan a besarse
salvajemente. Entra De la Cruz y se une. Seguido entra el
coro retorciéndose y gimiendo como en el infierno de El
jardín de las delicias.
MARÍA Y CORO: Dichosos los que oyen la palabra y obedecen.
López y De la Cruz se aferran a María como dos
cachorros de lobo a las tetas de su madre.
Clama a mí y te responderé. Te daré a conocer cosas grandes y
ocultas.
LÓPEZ Y DE LA CRUZ: ¡Madre! Oye nuestros ruegos.
María los aparta con brusquedad de su cuerpo.
MARÍA Y CORO: ¡Solo de leche vive el hombre!
CONTINÚA
55
Epílogo
Escribir a María Pizarro y recorrer la identidad
El caso de María Pizarro lo oí nombrar por primera vez en 2017, durante un congreso
estudiantil en la Universidad Mayor de San Marcos, en Lima. Claro que en ese momento no
era el caso de María Pizarro, sino el caso de fray Francisco de la Cruz. Un profesor, al mejor
estilo charlatán de El doctor de la Comedia del arte, nombró el caso en una horripilante
ponencia sobre La filosofía latinoamericana. Fray Francisco de la Cruz fue un cura de la orden
de Santo Domingo, que llegó a América huyendo de la persecución a los dominicos en España.
En Lima se convirtió en un fraile muy prestigioso, autoridad en teología y hasta fue director de
aquella universidad, primera en América.
Por su prestigio fray Francisco se
vio inmerso, a finales de la década de
1570, en los sucesivos exorcismos que se
le hicieron a María Pizarro, una joven de
21 años –pariente lejana de Francisco
Pizarro, conquistador del Perú– quien
comenzó a sufrir de violentos episodios
de posesión demoníaca. Después de
meses de exorcismos infructuosos María
comenzó a ser visitada por ángeles y
santos que libraron batallas para liberarla
de los demonios, y quienes además le
comunicaron una serie de revelaciones.
Estas revelaciones hicieron que María se
volviera un objeto de devoción ya que
era un medio directo de conexión con lo
divino. Los curas que la asistían en los exorcismos le llevaban costosos regalos, para poder
comunicarse con los ángeles por su intermediación y así resolver dudas teológicas y
espirituales. Por su parte, los limeños conmocionados se abarrotaban para ver sus exorcismos
y oírla decir revelaciones. A fray Francisco de la Cruz le fue revelada la doctrina de la Nueva
Iglesia: los indios son el verdadero pueblo de Jerusalén y la misión histórica de los fieles
Il Virgen de la leche, autor anónimo, Lima, 1618
56
gentiles de Europa era regresarle el cristianismo a los indios, quienes lo habían olvidado. Una
vez cumplida esta misión, Europa sería destruida, el Vaticano mudado a Lima y fray Francisco
nombrado como nuevo Papa.
Estas revelaciones habrían podido pasar desapercibidas de no ser porque por esos
mismos años, exactamente en 1569 había sido instaurado en Lima el Tribunal del Santo Oficio
de la Inquisición. Este tribunal se instituyó en América con el objetivo de ejercer verdadero
control sobre los territorios americanos, cuyas dinámicas socioculturales se estaban
desarrollando de maneras muy particulares y sincréticas, debido a la naturaleza misma de la
conquista y posterior colonización. En particular había una seria preocupación por parte del
poder eclesiástico y la corona de que, a causa de la falta de control, se diera un nuevo cisma en
América que debilitara de nuevo al cristianismo romano (Splendiani, 1997, pág. 38). Así que
para el recién instaurado Tribunal fue de suma importancia juzgar el caso.
A partir de las investigaciones adelantadas por el tribunal fueron juzgados María
Pizarro por brujería y proposiciones sugerentes de herejía, fray Francisco de la Cruz por herejía
y alumbramiento1 y unos ocho curas más por cargos similares. De todos ellos fueron
precisamente María y fray Francisco quienes salieron peor librados. Contrario a lo que se cree
hoy en día de la Inquisición, esta institución no mató personas a diestra y siniestra. En realidad,
a la Inquisición le interesaba más que quienes eran juzgados confesaran y se arrepintieran para
volverlos a integrar al seno del cristianismo (Splendiani, 1997, pág. 227). Así que para el caso
de América en casi trescientos años de inquisición se condenó a muerte a aproximadamente 63
personas, que representan aproximadamente el 2% de los condenados por los tribunal
americanos (Borja, 1996, pág. 153) (Splendiani, 1997, pág. 36). No obstante, fray Francisco,
quien decidió hacer él mismo su defensa escribiendo sendas páginas desde la cárcel para
demostrar que la revelación de la Nueva Iglesia tenía sustento en la Biblia y por tanto no era
herejía, sí fue “relajado al brazo seglar”2 y quemado en la hoguera en 1578 en aparente estado
de locura. María Pizarro, por su parte, murió en la cárcel secreta de la Inquisición en 1573
1 “En caso de citar apartes del proceso inquisitorial aparecerán los siguientes elementos: Autor, tipo de
documento (v.g. acusación, defensa, declaración) fecha, y el tomo y página de la transcripción hecha por Vidal
Abril Castelló. Inquisidores. Auto de fe: sumario y sentencia del proceso [escrito]. 13 de abril de 1578. T. II.
2 Los alumbrados fueron una secta mística que se desarrolló en diversas ciudades de España durante el siglo
XVI. Estas sectas pregonaban prácticas religiosas con las que supuestamente se alcanzaba una conexión más
cercana con Dios. Si bien fray Francisco de la Cruz no tiene ninguna conexión las sectas alumbradas de España,
por la tipificación de las herejías que tenía la Inquisición todos los que tuvieran propósitos similares a los
primeros alumbrados se les achacaba dicho delito. Es una herejía comúnmente asociada con la del luteranismo,
pues se decía que ellos negaban la autoridad del papa” (Arias, 20180. Pag.3) 2 Término que se utilizaba para los condenados a muerte, puesto que realmente era el aparto seglar de la justicia
quien ejecutaba la sentencia.
57
esperando su condena, debido a las secuelas que habían dejado en su salud los malos tratos
durante los exorcismos y su estadía en la cárcel.
Este resumen del caso impide ver otras dimensiones que lo complejizan. Como el hecho
de que el padre de María, Martín Pizarro, hizo parte de la Revolución de los encomenderos que
lideró Gonzalo Pizarro (hermano de Francisco Pizarro) y que podría considerarse el primer
intento independentista en América. Esto fue interpretado por algunos como una motivación
para que María “inventara” la revelación de la Nueva Iglesia en tanto que implicaba un orden
en el que el poder político de la corona española se veía cuestionado. O también que parte de
sus revelaciones sentaban una posición frente al debate De las Casas-Sepúlveda sobre el alma
de los indios, el cual tenía serias implicaciones sobre el modelo económico colonial. Estos y
muchos otros detalles quedaron consignados en los archivos de la Inquisición nutriendo un
caso en el que pareciera que la realidad supera a la ficción.
A pesar de lo complejo y fascinante, este caso ha sido poco estudiado. La bibliografía
al respecto es muy limitada3. Esto llamó la atención de mi gran amigo Nicolás Arias quien
estuvo conmigo en Lima y vio en esta historia una posibilidad que terminó siendo su tesis de
grado en historia: Una nueva iglesia para el Nuevo Mundo: la utopía herética de fray
Francisco de la Cruz y la proyección de un nuevo catolicismo en el siglo XVI. Mientras él
avanzaba en su monografía e iba comentando los detalles fascinantes del caso yo también
comencé a interesarme. Desde que acepté de una vez por todas que lo que más me gusta y
quiero hacer en la vida es el teatro, decidí que mi tesis de literatura sería escribir una obra de
teatro; y vi en este caso, literalmente increíble, excelentes posibilidades dramáticas.
Cuando comencé a indagar con más seriedad me di cuenta de un detalle fundamental
que había sido dejado a un lado por la mayoría de los estudiosos de caso: a pesar de que las
revelaciones que causaron tanto revuelo en Lima y en el Tribunal —revelaciones que fueron el
detonante de que más de ocho curas fueran juzgados por la Inquisición y uno de ellos quemado
en la hoguera—, salieron de la boca de María Pizarro, casi todo el protagonismo se lo ha llevado
3 Medina, José Toribio, Historia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de Lima (1569-820), Imprenta
Gutenberg, Santiago de Chile: 1887; Huerga, Álvaro. “Historia de los alumbrados (1570-1630)”. Vol. Los
alumbrados de Hispanoamérica (1570-1605). 3 vols, Fundación universitaria española, Madrid: 1986. Millar
Carvacho, René. “Entre ángeles y demonios. María Pizarro y la Inquisición de Lima 1550- 1573.” Historia II,
núm. 40: 2007, páginas 379–417. Manrique, Nelson. El universo mental de la conquista de América. Desco, Lima:
1993. Quiroz Ávila, Rubén “María Pizarro: posesión demoníaca y los nuevos controles epistémicos en el Perú
colonial”, Letras 88(127), 2017. Vivanco-Roca Rey, “Un profeta criollo: Francisco de la Cruz y la Declaración
del Apocalipsis” Persona y sociedad, Universidad Alberto Hurtado Vol. XX / Nº 2 / 2006 / 25-40
58
fray Francisco. En cambio, María, una joven iletrada constantemente descrita en los archivos
como tonta y corta de entendimiento, que afirmó hasta el final de sus días en la cárcel que sus
visiones y revelaciones eran verdaderas y estaban mediadas por los ángeles, cuando hubiera
podido declarar lo contrario y salvar su vida, ha sido relegada de la historia. Es muy diciente
que el archivo de María Pizarro, ochocientos folios que residen en los archivos de la Inquisición
en España y que se encuentran digitalizados en la plataforma PARES, no está transcritos (tan
solo unos pocos fragmentos en el texto de René Millar Carvacho, “Entre ángeles y demonios.
María Pizarro y la Inquisición de Lima 1550- 1573”); mientras que los archivos del caso de
fray Francisco, aproximadamente mil quinientos folios, si están íntegramente transcritos (Vidal
Abril Castelló, Francisco de la Cruz, Inquisición, actas).
¿Por qué el protagonismo de María ha sido opacado en los estudios sobre el tema?
¿Porque se le muestra como un ente pasivo, como un simple transmisor de ideas y no un agente
creador? ¿Cómo se explica que una mujer iletrada y
considerada tonta haya descrito revelaciones y
visiones cargadas de iconografía, simbología y
conocimientos teológicos? ¿Por qué prefirió morir
en la cárcel afirmando la verdad de sus visiones a
confesar y salvarse? Estas fueron las preguntas que
me llevaron a decidirme por esta historia para mi
tesis. Sentí que una historia tan poderosa debía ser
narrada, pero que la protagonista debía ser la voz de
aquella mujer, que materialmente dijo las
revelaciones que causaron todo el revuelo. No fray
Francisco con su muerte trágica y espectacular en la
hoguera, sino María, sola y enferma en la cárcel. El
resultado fue una obra de teatro en un acto, aún
inconclusa, llamada María Pizarro. De cuyo
proceso de escritura hablaré a continuación.
Para darle visibilidad a la voz de María
decidí hacer una obra en la que el discurso le perteneciera a ella. No quería hacer una obra en
la que se intentara ver con objetividad, detrás de la cuarta pared, una anécdota protagonizada
por ella. Quería casi que fuera una obra en primera persona a la cual pudiéramos asistir junto
con María. ¿Cómo lograrlo en un arte cuyo medio tradicional establece una separación entre el
Martirio de Santa Bárbara, autor anónimo,
Bogotá, SF.
59
espectador y lo representado? En teatro no se puede usar el recurso de la primera persona como
se hace en la literatura. Y salvo en corrientes contemporáneas como el teatro inmersivo o el
sensorial, el público siempre mira desde la relativa comodidad del espectador. En el teatro
inmersivo y sensorial la dramaturgia es poco convencional y en muchos casos no existe como
texto escrito. Y para el ejercicio de mi tesis, quería retarme y escribir una obra en el sentido
más o menos tradicional: un texto que con palabras pudiera dar cuenta de un arco argumental
que ha de ser representado en escena. Creo que debo partir, en mi camino como dramaturga,
de lo tradicional. Es por esto que finalmente me decidí por escribir una obra en la que todo lo
que viéramos fuese “el flujo de conciencia” de María condensado en una noche en vela. Solo
podemos ver lo que ve y siente María. En el futuro espero explorar el teatro sensorial de la
mano de Diego Arboleda y Fabián Acosta (director de Sensósfera, teatro sensorial) para
enriquecer la dramaturgia y un futuro montaje, ahondando en la ruptura de la cuarta pared y la
sensorialidad, para poder acercarnos más a María.
Ahora bien, mi motivación, como se puede ver, tiene poco que ver con lo histórico en
el sentido tradicional de la palabra. A pesar de mi formación como historiadora profesional,
nunca busqué tratar un “tema histórico” en lo que hago como literata o escritora. Para mí, la
relación entre historia y literatura no son los “temas históricos”, ¿existe acaso un tema no
histórico?; la relación entre las dos disciplinas o artes, si se quiere, es más teórica y filosófica.
Para mí son dos formas de acercarse al mundo, formas que en un constante diálogo y choque
plantean preguntas fundamentales para cuestionarnos nuestro lugar en él y atisbar posibles
respuestas. Fue una absoluta coincidencia que la historia de María Pizarro ocurriera en una
época diferente a la nuestra. Sin embargo, sería absurdo sacar a María y a su historia del
contexto colonial. Ella es hija de un contexto en el que se creía absolutamente posible el hecho
de ser poseído e intervenido por fuerzas sobrenaturales. Sus palabras solo son posibles en un
mundo que se enfrenta a las transformaciones radicales y aceleradas producto de la llegada de
los europeos a América. Y esas palabras se las habría llevado el viento si no hubieran sido
pronunciadas en un momento de búsqueda por el control de parte de las autoridades coloniales
amparadas bajo la Inquisición.
Pero más allá de eso, en el caso de María hay una dimensión fundamental que para mí
solo se puede entender desde el contexto histórico barroco: la forma de experimentar y sentir
el mundo. Como lo mencionaba, las visiones y revelaciones que quedaron consignadas en los
archivos están llenas de simbolismo, iconografía y conocimientos teológicos, que para los ojos
contemporáneos son sumamente especializados y crípticos. Pero visto desde una perspectiva
60
histórica se entiende que una iletrada pueda haber adquirido todos esos conocimientos puesto
que vivía en un mundo que había sido diseñado para ser leído desde la imagen y los sentidos
(Millar Carvacho, 2007, pág. 406). Las iglesias, la pintura, los vitrales, los grabados, la música,
el teatro, estaban pensados en un sentido pedagógico, para que todas las personas aprendieran
la fe católica en su día a día (Rodríguez de la Flor, 2009). En otras palabras, el arte colonial
estaba hecho para que las personas aprendieran a través de sus sentidos: leyendo imágenes,
escuchando literatura. Incluso llegaron a existir géneros que buscaban combinar todos los
sentidos como los emblemas, que mezclaban texto, imagen y en algunos casos hasta sonido y
olor a través de partituras
(Praz, 2005). Es decir que los
seres humanos que vivieron
durante ese periodo, como
María, estaban entrenados
para entender el mundo y
educarse a través de todos sus
sentidos. Y por eso las
visiones y revelaciones de
María están llenas de
conocimientos teológicos e
iconográficos, pero siempre
mediada por la experiencia corporal y sensitiva.
Entonces, me di cuenta de que sí tenía un interés por lo histórico que iba más allá de las
diferencias sociopolíticas entre una época y otra. Sin embargo, contantemente me preguntaba
¿por qué narrar una historia ocurrida cuatrocientos años atrás? ¿Tiene algún tipo de relevancia
hoy en día? Y llegué a la conclusión de que parte de la fascinación que tengo con el caso de
María Pizarro es precisamente que me permite el acercamiento a otra época, que también es
nuestra y tiene que ver con nuestro presente. En esta historia es fascinante la presencia
sobrenatural de demonios, ángeles y brujas, presencias absolutamente reales para las mujeres
y hombres coloniales y absolutamente absurda para la mayoría de quienes fuimos criados bajo
una cultura moderna y racionalista. Es fascinante por la forma de entender a Dios, la religión y
el amor: María estaba obsesionada por desposarse con Dios, bodas que también eran reales
para la época y cuya sexualidad y erotismo eran normales y permitidos. Es fascinante porque
nos acerca a un mundo en el que cada imagen nos remite a un significado más allá de su signo
IEmblemata nova nde secretis naturaeet chymica, Michael Majero, 1613.
61
y nos cuenta historias complejas a partir de nuestros sentidos. Es fascinante porque nos
recuerda que el mundo puede cambiar y ser otro, nos permite soñar otras realidades posibles.
Pero también el acercamiento a ese otro mundo nos recuerda que el mundo de hoy viene de allí
y también que tal vez no somos tan distintos. Por ejemplo, los discursos que justifican la
opresión hacia la mujer y la misoginia vienen de allá y de antes. O las disputas por el poder
político y sus lugares tampoco son tan diferentes. Y, lo que es más, una mujer en su búsqueda
por tener un lugar “menos peor” en el mundo, que es como yo interpreto a la María Pizarro que
nos quedó en los archivos, es la misma búsqueda de miles de mujeres hoy en día.
Esta reflexión sumada a la recomendación que me hizo el historiador Jaime Borja sobre
la obra del también historiador y filósofo Frank Akersmit, me llevó a concluir que mi interés
histórico, es la experiencia histórica. Frank Akersmit en su obra filosófica tardía desarrolla el
concepto de “experiencia histórica sublime”, que podría resumirse como la experiencia directa
con el pasado mediada por los sentidos (Ankersmit, 2010, pág. 53). Para Akersmit es ingenuo
pensar que el historiador puede hacer más que esto. La historia como disciplina se ha encargado
de construirse a sí misma bajo los preceptos científicos de rigurosidad y hasta cierto punto
objetividad, convirtiendo el
quehacer histórico en una
actividad meramente racional,
cuando nuestra relación con el
pasado está mediada nuestros
sentidos y sentimientos. Para
él la relación mediata que
tenemos con las fuentes,
principalmente el arte, es lo
único auténtico que podemos
aprehender del pasado, en
parte porque su aura se resiste
a ser encasillado en lo que creemos es un contexto histórico. La lectura de Akersmit fue
fundamental para reafirmar el tipo de historia por el que abogo (el cual no está muy bien visto
en la academia) y darme cuenta de que en efecto mi interés histórico es poder acercarme por
medio de la experiencia sensitiva, a la manera de sentir experimentar el mundo de esos seres
coloniales; para así poder acercarnos y entender un poco más a María Pizarro.
Condiciones para una buena confesión, José de Alcibar, México, 1771.
62
Me dispuse entonces a escribir una obra que se acercara al sentir barroco, un sentir casi
sinestésico y cargado de imágenes, sonidos, olores y sabores. Para esto fue fundamental el
acercamiento que tuve al arte colonial gracias a los historiadores María Cristina Pérez, Juan
Camilo Rojas y el ya mencionado Jaime Borja. Este último le hizo además un grandísimo
aporte a mi trabajo con su Proyecto ARCA, el repositorio virtual de arte colonial americano
más grande del mundo, el cual siempre fue una referencia para poder construir
iconográficamente la obra. Sobre este punto, es importante mencionar que yo comencé a
escribir utilizando el arte colonial como meras imágenes que se representarían en la obra. Diego
Arboleda, mi director de tesis, insistió en que había que darles fuerza dramática, que no era
suficiente con que aparecieran y ya. Gracias a su sugerencia, logré que Los emblemas de Alciato
fueran importantes: que la trama misma de los emblemas (que cuentan siempre historias)
hicieran parte de la de la obra. No obstante, también traté de que algunas escenas emularan
gráficamente ciertas obras de arte colonial, y creo que con estas imágenes todavía puedo
trabajar más, para articularlas mejor dramáticamente.
La música es otro elemento muy importante, con ella tuve mi primer acercamiento en
el coro preparatorio Uniandes en donde montamos dos obras coloniales: Sabato sancto ad
vesperas, primera obra polifónica compuesta en América, encontrada en la Catedral Primada
de Bogotá; y Hanaq Pachap himno procesional en quichua sobre la Virgen María, compuesto
en 1631 para la evangelización de los indígenas. Estas obras transmiten una atmósfera solemne
y un sentir religioso y místico aún para una atea como yo. Por eso a medida que iba escribiendo
iba buscando obras relacionadas, principalmente con temas bíblicos. Sobre los cuales tuve que
investigar y leer, puesto que por la parte ignorante de mi ateísmo hasta hace muy poco me he
vuelto a interesar la Biblia como relato literario.
Ilustración 1Cancionero musical y poético del siglo XVII, Caludio de Sablonara, Madrid, 1615
63
Otro elemento importante para poder acercarme a esa experiencia histórica era el
lenguaje con el que hablarían los personajes. Este era un gran temor para mí, pues me
preocupaba hacer una imitación ridícula de ese lenguaje (que tampoco sabemos muy bien cómo
era), o que impidiera a los espectadores contemporáneos entender lo que se decía. Para
encontrar el balance entre un lenguaje que sonara anterior a nosotros, pero que fuera
comprensible me sirvió mucho la experiencia que tuve haciendo paleografía cuando estudié
historia, así como la lectura de las transcripciones existentes de los archivos de María Pizarro
y fray Francisco de la Cruz. Estas fuentes me dieron una idea de lenguaje de la época. También
me sirvió releer algunos autores del Siglo de Oro como Luis Vélez de Guevara o Miguel de
Cervantes, otros como Ramón de Valle-Inclán y Federico García Lorca quienes utilizan un
lenguaje digamos “arcaico” (a falta de una mejor expresión), y también leer a quienes que ya
habían emprendido la hazaña de emular la lengua colonial como Antonio di Benedetto en Zama
o Luis Felipe Fabre en La sodomía en la Nueva España (ambos recomendados por Enrique
Winter).
Ahora bien, también quise esforzarme por no caer en anacronismos e investigar muy
bien el contexto sociopolítico de la época. Este fue un tema que cuestioné mucho ¿hasta qué
punto era relevante la fiabilidad histórica en el sentido más tradicional? Terminé por concluir
que no solo me interesaba acercar una experiencia y crear empatía con ella, sino también
mostrar que ha habido mundos diferentes al nuestro y que en esa diferencia también hay
cercanía. Investigué sobre temas concretos como, por ejemplo cómo funcionaba la inquisición,
sus cárceles, sus procesos; cómo eran los rituales cristianos en aquella época; cómo se entendía
a las mujeres, a las brujas, a los hombres y a los curas; cómo eran Lima y sus iglesias; cómo
eran los desposorios místicos; y por qué la forma de entender la religión era tan distinta a la de
hoy en día; cuáles fueron las discusiones teológicas en las que se vio envuelta María y cuáles
fueron sus posibles fuentes, entre muchas otras cosas.
Ritual romano, 1636
64
El mundo colonial, hasta ahora, no había sido de mis principales intereses, así que tuve
que recurrir a estudios históricos, que han avanzado mucho en su. La investigación que hice
me impulsó a hacer una pequeña reflexión historiográfica: en la historiografía contemporánea
se aboga por que los estudios sean principalmente analíticos y no descriptivos. Los estudios
descriptivos no solo se consideran pasados de moda, sino también poco útiles y de baja calidad.
Sin embargo, los estudios que más me ayudaron en mi proceso de escritura fueron precisamente
aquellos que respondían al cómo y no tanto al por qué. Esto es muy relevante para mí, porque
me recuerda que la literatura y los estudios literarios me han permitido definirme como
historiadora y cuestionar la historia y la historiografía, y revalorar posturas historiográficas
poco valoradas por la academia hoy en día. En últimas podría pensarse que lo que la academia
cree útil o no, debería revisarse a la luz de otras disciplinas.
Por último, sobre el componente histórico en el proceso de escritura, es importante
resaltar que como mencioné antes, los archivos del proceso de María Pizarro no se encuentran
transcritos, es decir que para leerlos hay que tener conocimientos avanzado de paleografía4
pues los ochocientos folios están escritos en procesal y procesal encadenada5. La revisión
rigurosa y transcripción sería un trabajo que tardaría más de un semestre. Por lo cual, solo pude
revisar apartes muy cortos de su archivo en el repositorio de PARES, algunos ya transcritos en
los textos mencionados. Estos apartes y los estudios realizados sobre el caso me sirvieron para
darme una idea de cómo habían sucedido los acontecimientos y a partir de allí elaborar mi
propia versión. La obra, aunque basada en caso real, es una obra de ficción y para que el arco
argumental funcionara tuve que cambiar, eliminar y agregar muchos detalles. Por ejemplo,
inventé el personaje de Elena, la sirvienta indígena que crio a María en la obra; a los ocho curas
4 Es la técnica para poder leer y transcribir los distintos tipos de letras manuscritas que se han usado en el
pasado. 5 Son los tipos de letra manuscrita que se usaban en los archivos oficiales durante el periodo colonial. La
procesal encadenada es la más difícil de leer debido a que todas las palabras están, precisamente, encadenadas
unas a otras.
Proceso de fe María Pizarro". Archivo: Archivo Histórico Nacional, Signatura:
INQUISICIÓN,1647, Exp.1. Recto 14
65
que fueron implicados en el caso, los reduje a tres con nombre propio y otros tres anónimos; y
la cronología la adapté. Lo que dice y piensa María en la obra, es interpretación y creación mía,
fruto de mí lectura de los pocos apartes que puede leer de su testimonio y de mis propias
preguntas, gustos e intereses.
No pretendo presentar a un personaje real, porque sería tonto pensar que la María de
los archivos es la María real; y porque, además la ficción y la realidad tienen sus propios
funcionamientos, y narrar una historia “tal cual ocurrió” (si es que eso es posible) no tendría el
mismo impacto que si se narra haciendo uso de las herramientas de las que nos servimos los
escritores para narrar historias. Sin embargo, en el
futuro sí quisiera transcribir el archivo de María Pizarro
y hacer un análisis de este. Para nutrir más mi
interpretación de María y por consiguiente la obra, con
lo que ha quedado de su testimonio. Pero también
porque en la bibliografía se menciona que años después
de su muerte, María fue absuelta por el tribunal, que
antes de morir la había declarado temporalmente
culpable de herejía y brujería, 6 ¿a qué se debe este
cambio de decisión? Este es un giro importante en la
historia que vale la pena explorar.
Ahora bien, sobre el proceso de escritura más concretamente debo resaltar la fructífera
dinámica de la tesis en creación. El trabajo paralelo con mi director de tesis y con Enrique
Winter y mis compañeras y compañero del seminario me permitió atacar distintos frentes de la
escritura. Por un lado, Diego me ayudó muchísimo a orientar mis ideas hacia la dramaturgia:
yo le comentaba qué era lo que quería hacer y en conversaciones con él iban saliendo ideas de
cómo lograrlo. Luego yo escribía y él le daba una lectura de dramaturgo, es decir una mirada
estructural, cuidando mucho el desarrollo y la fuerza dramática de la totalidad de la obra. Esta
lectura de su parte me permitió ir transformando la obra hasta convertirla en una obra continua
de un solo acto. Desde el inicio resolví que para narrar desde el punto de vista de María lo haría
6 En tanto que los procesos inquisitoriales podían tardar muchos años y se corría el riesgo de que los acusados
murieran en el transcurso, era posible hacer un juicio temporal por si el reo moría. Si este sobrevivía, el juicio
continuaba hasta dar la condena definitiva. En el caso de María, por su delicado estado de salud, se le aplicó este
juicio temporal en donde fue declarada culpable, pero ella vivió varios meses más, por lo cual el juicio
definitivo continuó pero se quedó irresuelto ante su muerte.
Santa Rosa de Lima muerta, Angelino
Medoro, Lima, 1590-1640.
66
todo a partir de sus recuerdos, pensamientos, sensaciones y delirios. Yo solo tenía claros los
eventos que atravesaría María, pero no cómo ocurrirían, ni su relación exacta entre unos y otros.
Entonces comencé a escribir por cuadros ya que esa estructura me facilitaba la escritura y
desarrollo de cada momento y me quitaba el peso de tener que resolver la continuidad entre
cada evento. No obstante, Diego me hizo caer en cuenta de que esa forma hacía que María se
convirtiera en un personaje muy pasivo e impedía que todo quedara enmarcado dentro de su
flujo de conciencia, pues ciertas escenas, como la del juicio parecían mucho más objetivas.
Entonces la obra que en un comienzo se estructuraba por cuadros, pasó a tener dos actos; y
luego, para radicalizar la decisión esos dos actos pasaron a ser solo uno.
Enmarcar todo dentro de un solo flujo de conciencia, de todos modos, me permitió
mantener cierta fragmentación del relato, en tanto que el pensamiento cambia y no es
necesariamente lógico ni lineal. El hilo de la trama se hizo entonces más complejo pues no es
tan claro cuando pasamos de una escena a la otra. Es por esto que Diego me recordaba
constantemente que dentro de esa composición fragmentada de la narrativa, sumada al exceso
barroco de elementos (la música, las imágenes, los símbolos, los personajes), la voz de María
corría el riesgo de diluirse y opacarse. Para solucionar esto, traté de darle un poco más de texto
a María y protagonismo al coro. Sin embargo, siento que todavía puedo trabajar más este
sentido
Por otro lado, el trabajo realizado
en el seminario me ayudó mucho a pulir la
filigrana de la escritura. Mis compañeras,
compañero y Enrique, mucho más
experimentados que yo en la escritura de
narrativa me ayudaron a escribir mejor mis
acotaciones y diálogos. Por mi dislexia y el
agotamiento del trabajo de escritura e
investigación de la tesis a veces terminaba
escribiendo tan enredadas las acotaciones,
y con tantas erratas, que parecía que se me
pegaba el lenguaje colonial. También me
ayudaron a evaluar si mis personajes eran
suficientemente verosímiles y si estaban
bien desarrollados y diferenciados entre sí. Santa Ana triple, autor anónimo, Lima, 1700-1799.
67
Por ejemplo, algunos mencionaron en una entrega que las intervenciones del coro les parecían
repetitivas. Esto me permitió darme cuenta de que había dejado al coro en un solo papel que
además era plano. Entonces lo desarrollé a lo largo de la obra como cualquier otro personaje.
Así mismo me ayudaron mucho a revisar algunas decisiones que había tomado, para ver si
funcionaban o no. Por ejemplo, el lenguaje de los personajes o las transiciones entre escenas.
La mayoría de ellos tienen poca experiencia y relación con el teatro, lo cual me permitía tener
una mirada más fresca y desprevenida de lo que escribía y recordarme que algunas cosas que
para mí son obvias para otros no. Sin embargo, me gustaría mucho que en el futuro la
dramaturgia tuviera más fuerza en el área de escritura creativa. Por último, el compromiso de
hacer entregas mensuales me obligó positivamente a mantenerme escribiendo durante todo el
semestre y no atrasarme tanto.
Como lo mencioné antes, el resultado de este proceso fue María Pizarro, obra en un
acto aún inconclusa. Desde un inicio nos habían comentado en el seminario que las tesis en
creación se pueden entregar sin terminar. Esto, puesto que se entiende que los procesos de
creación artística tienen sus propios tiempos y porque estas tesis en muchos casos son los
primeros impulsos de proyectos más grandes. A mi obra, le hacen falta, en principio, tres
escenas: 1. La revelación de la Nueva Iglesia. 2. La denuncia de López ante el tribunal de la
Inquisición. 3. La muerte de María, que sucederá a la vez que su matrimonio con Dios, el aborto
de su embarazo y su captura. Estas requieren de un trabajo minucioso no solo para que el final
de la obra sea contundente y termine de amarrar toda la trama; sino también porque son
complejas narrativamente. Por un lado, para la escena de la revelación tengo que seleccionar
Juicio Final, autor anónimo, Puebla, 1600-1699.
68
bien los apartes teológicos reales, para darle la profundidad que requiere. Y por el otro, las tres
escenas serán el pico del delirio de María, entonces es vital hacer un buen balance las entre las
situaciones concretas y el delirio, los recuerdos y sensaciones de María. Es por esto que decidí,
para la entrega de tesis, no forzar un final escrito a la carrera y dejarla temporalmente
inconclusa. Sin embargo, el proyecto a mediano plazo es terminar la obra y montarla. Espero
con ilusión poder llevar a cabo este proyecto, porque una obra solo está completa en el
escenario y con público.
*
Cuando entré a la Universidad tenía 16 años. Gracias a distintas razones que no vienen
al caso tuve la singular oportunidad, en un país donde la educación es un privilegio, de
demorarme casi ocho años estudiando en la universidad y estudiar dos carreras. De no haber
tenido esa posibilidad, habría salido al mundo, que pareciera reducirse al laboral, a los 20 años,
sin tener idea de qué es lo que yo quería hacer en la vida y mucho menos un porqué.
Probablemente habría comenzado a vagar, por ese mundo, por la inercia del “así es la vida”,
sin reparar en lo que eso implica.
Para mí, el paso por la universidad ha significado un despertar de mi conciencia.
Estudiar una ciencia social o humanidades, al menos en esta universidad, es cuestionar todo lo
que creemos cierto. Y precisamente una de las cosas más valiosas que me ha dejado la
universidad han sido las preguntas destructoras e inquisidoras de todo lo que conozco. Por eso
estos años han sido un constante cuestionamiento del mundo en el que habito y de mí misma.
Ese despertar de mi conciencia, se ha traducido en proceso de autoconocimiento. Pero ese
proceso no ha sido únicamente un solipsismo psicológico. He hecho el viaje a través de la
exploración de otros mundo y realidades, a los que he tenido acceso a través de fuentes diversas,
como la literatura, el cine, la historia o la sociología. Son estos mundos los que me han ayudado
a pensar y cuestionarme sobre mi identidad, el mundo en el que habito y mi lugar en él.
Es por esto que, para mí, es muy significativo que el cierre de este viaje, al menos en la
universidad, lo haya hecho de la mano de la historia de María Pizarro. Para mí su gran misterio
es por qué prefirió morir antes que retractarse. En la época se dijo que estaba loca y que todos
sus demonios y revelaciones angélicas eran producto de su imaginación; también se dijo que
lo inventó todo para recibir atención y beneficios; y hubo otros que creyeron en la verdad de
las fuerzas sobrenaturales que la atacaron. Para mí ninguna de estas respuestas es suficiente,
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no podría decantarme por ninguna porque veo mucho de cada una de ellas. Por eso en la obra
quise apuntar, más allá de lo que dicen los archivos, a que consciente o inconscientemente la
historia de María es una búsqueda por encontrar su lugar en el mundo y su identidad. Tal vez
es posible que María Pizarro pueda ser a la vez una loca, una envidiosa, una enferma, una
endemoniada, una tonta, una esposa de Dios y una iluminada en tanto que, como señala Rosario
Ferré en “A la sombra de tu nombre”, el tránsito entre identidades nos permite construirnos y
deconstruirnos. Y ese tránsito solo es posible a partir de la alternativa que nos da la imaginación
(y la literatura) para ser otros (Ferré, 2001). En un mundo en el que la identidad define las
relaciones de poder (quién manda sobre quién), la imaginación y la escritura pueden ser
liberación, pueden ser esa búsqueda por ser otro. Mi paso por la Universidad, ser actriz, ser
escritora, ser literata, ser historiadora, ser mujer es también mi búsqueda por saber quién soy y
construirme en tránsito cada día.
La virgen protegiendo a la orden dominica, Miguel Guelles y Domindo Caro, Lima, 1608.
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Bibliografía citada
Ankersmit, F. (2010). La experiencia histórica sublime. México: Universidad
Iberoamericana.
Borja, J. H. (1996). Inquisición, muerte y sexualidad en el Nuevo Reino de Granada. Bogotá:
Editorial Ariel.
Ferré, R. (2001). A la sombra de tu nombre. Alfaguara.
Millar Carvacho, R. (2007). Entre ángeles y demonios. María Pizarro y la Inquisición de
Lima 1550- 1573. Historia II , 379–417.
Praz, M. (2005). Imágenes del Barroco: estudios de emblemática. Madrid: Siruela.
Rodríguez de la Flor, F. (2009). Imago: la cultura visual y figurativa del Barroco. Madrid:
Abada Editores.
Splendiani, A. M. (1997). Cincuenta años de Inquisición en el Tribunal de Cartagena de
Indias, 1610-1660. Bogotá: Centro Editorial Javeriano.
Pinturas: Las pinturas de arte colonial fueron consultadas en: http://www.proyectoarca.global:8080
Música Lista de reproducción de la música que aparece en la obra:
https://youtu.be/ikKCAQpd2XM
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