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United
ymptoms
JACQUES-ALAIN MILLER: on
el título
El Otro
que
no xist sus comi-
tés
de
ética
comenzaremos
tm
seminario que durará todo el año. Em
pezaremos dictándolo dos personas, pero, de acuerdo con la noción
de
seminario, esperamos seguirlo de vez
en
cuando con otros, con varios,
con el refuerzo que nos ofrecerán quienes eventualmente acepten in
corporarse a esta elaboración.
Existe tma relación entre el tíhllo con el cual situarnos nuestro ptm
to de partida el tema de la inexistencia del Otro y la ética elaborada
en
comités) y la
modalidad
del seminario,
que
es corno pensarnos traba
jar y presentarles este trabajo a ustedes.
Nosotros elegirnos retmirnos, fusionar los temas que habíamos es
tablecido
y
anunciado cada
uno por su
lado; elegirnos encontramos
jtmtos en la tribuna y enseñar con la
modalidad
del seminario justa
mente
para
mostrar, exhibir, incluso escenificar que el Otro
no
existe;
qtúsirnos evidenciar que renunciamos este
año
al monólogo docente,
que, se quiera o no, conduce a creer en el Otro el Otro singular, con
mayúscula, mico, el Otro de referencia). Teniendo
en
cuenta entonces
el terna
en
cuestión, preferimos presentarles al Otro de la enseñanza
en
forma doble, desdoblada. ·
l
Esta primera clase del seminario de Éric Laurent
y
Jacques-Alain Miller, promm
ciada en el marco de la Sección Clínica del Departamento de Psicoanálisis de París
VIII,
fue editada por Catherine Bonningue
y
Béatrice Chahtoussi
y
publicada en
La
Causefrezl-
dielme N° 35, París, Navarin-Seuil, 1997, con la amable autorización de los autores.
9
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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRIC LAUREJ\TT
Este tándem es así el esbozo de un plural. Si ya franquearnos la pri
sión del
t.mo
del
t.mo
Otro, para pasar al dos, es posible abrigar cual
quier esperanza y quizá también cualquier desesperación.
De acuerdo con nuestra tesis de partida, nos presentarnos aquí de a
dos para debilitar, hacer vacilar, socavar al Otro, para mostrarlo en su
ruina y al mismo tiempo, para constituir y representar el comité, para
manifestar
que
la inexistencia del Otro inicia precisamente la época de
los comités, en la que hay debate, controversia, polílogo, conflicto, es
bozo de consenso, disensión, comunidad -confesable o inconfesable-,
parcialidad, escepticismo sobre lo verdadero, lo bueno, lo bello, sobre
el valor exacto de lo dicho, sobre las palabras y las cosas, sobre lo real.
Y esto sin la seguridad de la Idea con mayúscula), la tradición o
por
lo menos el sentido común.
¿Esto es lo que se proclamó con la famosa sentencia
Dios ha
muerto?
Ciertamente no, porque ni la muerte de Dios
ni la muerte
del
padre
que Freud escenifica en «Tótem y tabú» terminan con su poder, sino
que por el contrario lo eternizan y sirven de velo a la castración.
La muerte
de
Dios es contemporánea de lo que se estableció en el
psicoanálisis corno reino del Nombre del Padre, que
en
una
primera
aproximación podernos definir corno el significante de que el Otro
existe. El reino del Nombre del Padre corresponde
en
el psicoanálisis a
la época freudiana.
Si
Lacan lo despejó, achlalizó, formalizó, no fue
por adhesión,
para
contimÍarlo, sino para ponerle fin, lo que se anun-
ció en su enseñanza con el materna S IÁ) significante del Otro tacha
do), y que estalló cuando presentó los nombres
del
padre lectura que
pluraliza el Nombre del Padre.
La lectura de este materna
no
solo pluraliza el
Nombre
del Padre,
sino que también lo pulveriza, lo socava desde el interior atacando me
diante el equívoco el lazo del significante con lo
que
se cree
que
es
su
--sigrufit<rd:o:·se-trata··deHarnoso··eqtúvoeo-entre-les-noms
du-pere....[los
..
______
_
nombres del padre] y
les non-dupes
errent [los desengañados se enga-
ñan], al que Lacan se vio lógicarnenté conducido a
partir de
su semi-
nario Aun que consagra la inexistencia del Otro y que comenté el año
pasado
en mi curso.
La inexistencia del Otro inaugura verdaderamente lo
que
llamare-
10
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UNITED SYMPTOMS
mos la época
lacnniana del psicoanálisis -que
es la nuestra- la época de
los desengañados, la época
de
la errancia.
2
¿De qué están desengañados estos
nonzs-du3?
Ciertamente, no se en
gañan
más
-más
o
menos-
con el Nombre del Padre; incluso, no se en
gañan más
-más
o menos- con
la
existencia del Otro. Saben de mane
ra explícita o implícita, ignorándolo, inconscientemente, que
el
Otro es
solo tm semblante.
Por eso, nuestra época ve inscribirse en
su
horizonte mejor
el
hori
zonte que
el
muro)
la
sentencia de que no
hay
más que semblante. En
efecto, la época ach1al está atrapada
en
el movimiento en continua ace
leración de tma desmaterialización vertiginosa que coronará de angus
tia
la
cuestión de lo real. Se trata de una época
en
la que
el
ser, o más
bien
el sentido de lo real, se volvió
un
interrogante.
Este año examinaremos trabajos de filosoña contemporáneos, achw
les, donde se despliegan tanto el cuestionamiento como la defensa de lo
real. Estos textos testimonian de manera ingenua o sofisticada el dolor
de
los desengañados con respecto al estahüo y la existencia
de
lo real.
Si
hay
crisis
hoy
no es seguro que la palabra sea apropiada),
no
se
trata, como
en
la época de Descartes, de tma crisis del saber. Justamen
te, Descartes
pudo dar
lugar a la solución de la crisis del saber con la
promoción del saber científico.
El
resorte principal de la crisis de la
época cartesiana fue el equívoco introducido
en
la lechrra del signifi
cante bíblico, debido a la irrupción de la Reforma. Luego del retomo a
los textos de la sabiduría antigua grecorromana en el Renacimiento,
una
crisis de la interpretación del mensaje divino a?oló Europa.
Esta crisis del saber
-que
habría
que
describir
con
más detalle y mi
nuciosidad-
de la interpretación,
no
afectaba a lo real,
no
tocaba la ins
tancia de Dios como real, de «De Dios; que existe», que es el tíhuo que
Descartes da a
su
Tercera Meditación, a la
que me
remití
para
presen
tar
el tíhllo
El Otro que
no
existe
La mutación científica implica que Dios ya no es solamente el objeto
del acto de fe sino también el de tma demostración que sustenta en
un
real que
no
engaña la soledad asediada, precaria, del
cogíto.
En esa épo
ca, este real estaba
en
condiciones
de
proteger al sujeto de los semblan
tes, los simulacros, esto es, las alucinaciones. Hoy,
en
cambio, si
hay
cri-
2. Juego de palabras: errer significa en francés tanto «errar••, «vagar>> como «equivo
carse>>.
[N. de la
T.]
3.
Noms-d l nombres del) es homófono de
I OI -dupes
desengañados). [N. de la T.]
11
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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRIC LAURENT
sis, es tma crisis de lo real. Pero ¿es una crisis? Tal vez se prefiera a esta
la
palabra
malestar
y
podría decirse que hay malestar respecto de lo
real-, pero este término freudiano está a punto de ser superado.
En efecto, la inmersión del sujeto contemporáneo
en
los semblantes
problematiza lo real de allí en más para todos. Y no es exagerado afir
mar
que esta problematización se esboza sobre
un
fondo de angustia.
Hay en esto sin duda tma inversión paradójica. Fue el discurso de
la ciencia el que,
desde
la
edad
clásica,
fijó para
nuestra civilización el
sentido de lo real. Y
recordémoslo a partir de la seguridad de esta -
xion4
científic.a de lo real, Freud descubrió el inconsciente e inventó el
dispositivo secular que seguimos utilizando aún funciona), la prácti
ca que nos dedicamos a perpetuar con el nombre de psicoanálisis.
Esta práctica se volvió posible por la fixion científica de lo real, que se
sostenía en tiempos de Freud e incluso era objeto de
una
valorización es
pecial bajo la forma de la ideología cientificista en la que Freud partici
pó
ampliamente). Ahora bien y aqtú me adelanto-, el mtmdo de los
semblantes, salido exclusivamente del discurso de la ciencia, se dedicó
en:lo sucesivo no es algo concluido hoy, pero está
encurso}adestruir
la
fixion
de lo real, hasta tal punto que la pregunta ¿qué
es lo real?
solo tiene
respuestas contradictorias,
n c o n s i s t e n t ~ s ~ todos lgs
c a s o s . ] n c i ~ r t a s .
_
Una clínica de lo real
De modo que para ubicar el psicoanálisis en
su
justo lugar, debe
mos desplazarlo a ese espacio de tensión, emoción y reflexión entre
semblante y real.
¿Cómo entenderemos hoy la frase
o
el
Witz
de Lacan:
podemos
prescindir del
Nombre del
Padre
con
la
condición
de servirnos de él,
que
ha-
ce algún tiempo subrayó Éric Laurent? Quizá de este modo:
podemos
prescindir
del
Nombre
del
Padre como
real
con
la condición
de servirnos de él
como
semblante.
El psicoanálisis mismo es eso,
en
la
medida en
que el psicoanalista
entra
en la operación
que
dirige en calidad de o
en
el lugar
de
sem-
hlante y se-ofrececomoTci ca1isa-áel
deseoaeranalizante pari:cperrn.i::: -
tirle producir los significantes que organizaron sus identificaciones.
En
4 Fixion:
en francés, neologismo formado a partir de
fixl r
fijar) ftction ficción). [N.
de la T ]
12
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UNITED SYMPTOMS
todo caso, es un comentario del esquema que dio Lacan del discurso
analítico. Pero, igualmente,
el
uso
de
los semblantes es vano,
inoperan-
te, hasta
profundamente
nocivo si se omite
lo
real
en
juego.
Hay real en la experiencia analítica.
La
inexistencia del Otro no es
antinómica de
lo real, sino correlativa. Pero este real del que dije:
hay
real en n experiencia analítica no es el del discurso ele la ciencia, no es ese
real
gangrenado por los semblantes mismos salidos de él, y que no
te-
nemos más remedio
que
abordar, como se hace desde siempre, por los
números. Se trata, por el contrario, de lo real propio del inconsciente o
por
lo menos
de
ese real que, segím Lacan, el inconsciente testimonia.
A
medida que
se extiende el imperio
ele
los semblantes, resulta ca-
da vez más importante mantener en el psicoanálisis la orientación ha-
cia lo real. Este es el sentido, el alcance de la última tentativa de Lacan,
que consiste
en mostrar
lo real propio del psicoanálisis, volviéndolo
presente, visible, palpable, manipulable,
en
forma
de
nudos borro-
mees
y demás. Concluyente o no, esta tentativa
prueba que
la orienta-
ción lacaniana es la orientación hacia lo real,
porque
el nudo suscepti-
ble
de
manifestarse
en
las formas visibles
más
diversas, ese objeto
por
excelencia flexible, plural que está allí y también se escurre, escapan-
do, corno expresa Mallarrné, ese objeto inconstante, diverso, aparente,
con innumerables facetas,
no
es un semblante. Pertenece, al igual que
el
número
al
orden
de lo real. Por eso Lacan habría querido volverlo
el testirnonio,la manifestación de lo real propio del psicoanálisis.
Aun-
que
se modifique,
atmque
tenga aspectos múltiples e inasequibles,
no
es tm semblante.
El
nudo
entonces es, al
igual que
el
número del
orden de
lo real,
pero posee respecto
del
nú_rnero el privilegio
de no
estar cifrado y
no
tener sentido. La lección
que puede
extraerse es, si
me
p ~ r r n i t e n
que
resulta
importante
en el psicoanálisis
mantener
el
rumbo
hacia lo real.
Pero esto
no
solo es importante
en
el psicoanálisis ... También impor-
ta en el malestar
en
la civilización, que dejamos
en
singular
aunque
exis-
tan
las
civilizaciones y
que ya
se ammcie,
para
el siglo
XXI
que la histo-
ria se hará con el choque, la rivalidad, la guerra de las civilizaciones po-
dríamos
detenemos
tm
momento
este año
en
esta tesis reciente y
muy
discutida de un profesor norteamericano). Pero también está,
por
su-
puesto, la civilización
en
singular, el hegemón de hegemonía) científico
y capitalista, cuya influencia totalitaria
hoy
se volvió patente, y
que
lla-
mamos
aqtú,
en
nuestra comarca, globq.lización. Esta globalización
arrastra, atraviesa, agrieta y quizás incluso ya fusiona las civilizaciones.
13
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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRIC LAURENT
En este malestar o vértigo global, el psicoanálisis tiene su lugar, ya
que sufre los efectos cotidianos
en
su
práctica. Pero
además
debe jugar
una partida que no interesa solamente a
su
disciplina, que afecta a
aquellos y aquellas que comparten con nosotros el malestar.
Lacan escribía hace
1 ma
eternidad,
en
1953, en su informe de Roma,
que el psicoanálisis había desempeñado un papel en la dirección
de
la
subjetividad moderna, y que
no podría
haberlo sostenido sin ordenar
lo en relación con el movimiento que en la ciencia lo elucida. Aunque
el contexto actual es muy diferente, sigue interesando saber qué
papel
puede
sostener el psicoanálisis
en
lo que Lacan llamaba
la
dirección
de
l
subjetivid d moderna
Para nuestro comité, este año se tratará justamente de la dirección
de la subjetividad contemporánea, moderna, incluso posmoderna no
podremos evitar la palabra), del papel que el psicoanálisis puede sos
tener en ella, de las impasses crecientes
de
la
civilización
que el malestar
freudiano anticipaba. Lacan pronosticaba que allí el psicoanálisis po
dría faltar, entregar las armas.
Ya
referí
lo
suficiente como
para
indicar el camino
en
l q u ~ ~ r m o s
comprometer nuestro esfuerzo. La subjetividad contemporánea no sé si
conservaremos esta expresión que resulta cómoda para lanzar el movi-
~ - r i l l e n t o Y e s t a
a r r a s ~ f r a d a
c a u t i v a a a : ~ ~ e i l . v i . . t e l t a ent:m movimiento casnn:e=
sistible que la sumerge industrialmente en semblantes cuya producción
siempre acelerada constituye, en lo sucesivo, un
m1 mdo
que no deja a la
idea de naturaleza más que 1 ma ñmción de nostalgia, un nthrro
de
con
servatorio,
de
especie protegida,
de
zoológico, de museo.
¿Y
lo simbólico? Pues bien,
donde
lo simbólico contemporáneo es
tá vivo, es productivo, intenso, donde concierne al s1.*to
sus
afec
tos, está
dominado
por lo imaginario o en continuidad con él. Este
simbólico no se encuentra en absoluto en condiciones de perforar,
atravesar lo imaginario, como implicaba el esquema L
de
Lacan,
que
comenté largamente presenté
de
distintas maneras en
mi cmso:Es-
te esquema se basa en
1 ma
x, en él la flecha de lo simbólico atravie
sa aun cuando pueda ser frenada, a veces detenida, demorada el eje
de
lo
imaginario.
14
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UNITED SYMPTOMS
Este es el esqueleto del esquema
que
La can consideraba f u n d a m e ~
tal al comienzo de
su
enseñanza.
Una
oposición franca, neta,
de
lo sim
bólico
y
lo imaginario,
y
la noción de t atravesamiento dialéctico del
primero respecto del segundo.
Lo simbólico contemporáneo ya no cumple este atravesamiento
dialéctico que le permitía a Lacan ordenar la experiencia analítica.
Se
podría creer,
por
el contrario, que lo simbólico se consagra a la imagen,
como cuando
en
nuestras computadoras se disimula como
hardware
tras la pantalla donde resplandece como semblante.
En
este paisaje apocalíptico
tm
apocalipsis cómodo, al
menos
pa
ra algm1os-, el
papel que
el psicoanálisis
debe
sostener no permite am
bigüedad: le toca recordar lo real, que es lo que Lacan indicó para
terminar.
Que
la
verdad
tiene estructura de ficción es algo completamente
cierto, pero
de
un tiempo a esta
parte
la estructura
de
ficción cubrió la
verdad, la incluyó, la absorbió. Sin duda la
verdad
prospera
en
ella, se
multiplica, se pluraliza,
pero
está casi muerta. Ante esta decadencia
ficcional
de
la
verdad
se
impone
recurrir a lo real como lo
que
no
tie
ne estructura de ficción.
El privilegio del psicoanálisis (¡fue necesario que Lacan lo enseña
ra ) es la relación unívoca que sostiene con lo real. Lacan planteaba en
1967 que lo real solo flota
en
los otros discursos,
en
los que no son el
•
discurso analítico. El uso contemporáneo del término
depresión
que
evidentemente se utiliza para todo, constituye el síntoma de la rela
ción con lo real cuando este se revela
en
la clínica como lo imposible
de
sopo -"tar.
Si
se lo
engaña
con semblantes, solo se consigue hacerlo
fluch1ar.
La clínica psicoanalítica
es
el emplazamiento propio de lo real
en
cuestión.
En
la práctica se establece la relación
con
lo real. Y
en
la Sec
ción Clínica, en el Departamento de Psicoanálisis,
en
las diversas sec
ciones clínicas
que
existen
en
Francia y
en
otros sitios, desde hace años
nos dedicamo.s a destacar lo real
en
su relieve,
en
su orografía.
Este
año
solo se tratará
para
nosotros
de
relacionar
de manera
ex
plícita este real
con
una
civilización
que ya
dejó la
edad
del malestar
para entrar decididamente
en
la época de la
impasse
(que es particular
mente patente en el nivel de la ética). Se desterró la solución victoria
na -aún preponderante
en
tiempos de
Freud-
la de una ética capita
lista de las virtudes, y si
hoy
reaparece, lo hace siempre
en
formas irri
sorias e inconsistentes.
15
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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRIC LAURENT
Se busca la nueva ética, pero no se la encuentra. Se la busca por el
camino que subrayó Éric Laurent de los comités, que es una práctica
de parloteo, como tal ensordecedora, y que, a diferencia de la charla
analítica,
no
tiene la oporh.midad de dar acceso a
una
relación con lo
real que no fluctúe.
Como predijo Lacan, el fracaso de lo humanitario se declara todos
los días. ¿Cómo resistiría lo humanitario al cálculo Lmiversal de la
plusvalía y el
plus de
gozar?
Aunque no haremos del periódico la oración matinal del psicoana
lista, este año leeremos los diarios. Y es que nos preguntamos cómo
operar todos los días en la práctica sin inscribir el síntoma en el con
texto actual del lazo social que lo determina en su forma
en
la medi
da
en que esto sea así-.
Este año Éric Laurent
y
yo pretendemos mostrar la dimensión so
cial del síntoma. Y probar lo social en el síntoma, lo social del síntoma,
no es contradictorio con la tesis
de
la inexistencia del Otro. Por el con
trario, la inexistencia del Otro implica y explica la promoción del lazo
social
en
el vacío
que
abre.
Al interesamos en
lo
que aislaremos como fenómenos de la civili
- zación, no p r e . t e n d e r n Q S _ é l l ~ j ª m Q _ Q _ g e ª c:línica d ~ o real,
Sin ) 1 1-_l:lL
por
el contrario adoptar la perspectiva necesaria (que implica tomar
distancia) para circunscribir este real en
su
lugar.
a dimensión social del síntom
Tomemos la identificación. Como sabe perfectamente la mayoría,
mencioné que la producción de los significantes
de
la identificación
por parte del analizante es lo que se espera de la operación analítica se
ún
la lechrra más simple del esquema del discmso analítico de Lacan.
Ahora bien, la identificación como tal establece precisamente un lazo
social, es en sí misma lazo social. Por eso para constrLúr
su
teoría de la
identificación Freud se deslizó sin esfuerzo del análisis subjetivo a la
psicología
de
las masas y viceversa.
¿Quién
puede
pensar por ej emplo
qüe
a i d e n t i f i c a c 1 0 n . c o m : ~ l s i : g n . i = ·
ficante ser mza mujer quedó intacta tras -la espectacular mutación que
desde la proclamación revolucionaria de los Derechos del Hombre
condujo a la emancipación jurídica y política de las mujeres, hasta de
sembocar en la revuelta propiamente ética del feminismo,
que
incide
16
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UNITE SYMPTOMS
en todos los niveles del
Amerimn way
of lije (que se distingue por com
pleto
de
lo que había
en
tiempos del informe
de
Roma),
desde
el
con
trato de trabajo hasta el modo de relación sexual?
¿Qué permanece invariable
de
la
homosexualidad
y qué cambia
cuando el Otro social la recibe de una manera completamente diferen
te y cuando se está elaborando
una norma nueva que
confiere tma le
gitimidad inédita y masiva al lazo homosexual? Y no es algo confina
do
a San Francisco.
Cabe agregar
que
el año pasado vi formarse
en
Italia comités es
pontáneos
de ética
-que
antes
de
Éric
Laurent
se
llamaban
charlas
de
ca-
fé-,
cuando
(¡sorpresa )
una
africana ganó la corona
de
Miss Italia.
La soberbia que testimoniaba el ¿cómo se
puede
ser persa se extingue
hoy para
dar
lugar a
¿cómo
se
puede
ser francés Cómo se puede seguir
siendo francés es una
pregunta que
atormenta a tm pueblo -hasta se
gím
se comenta, la depresión colectiva- cuyos ideales universalistas,
establecidos sobre certezas identificatorias milenarias, desmiente la ac
tual globalización.
Este seminario
no
solo
no podrá
abstraerse
de
este contexto, sino
que no
sabría hacerlo.
Por
eso este
año
enconh·aremos nuestras referen
cias electivas en los fenómenos de la civilización norteamericana. Para
decirlo rápidamente, los síntomas de la civilización deben primero des
cifrarse
en
los Estados Unidos; y
no
es
en
vano hacerlo desde Francia,
que es en muchos sentidos el Otro de ese país. Universalismo frente a
globalización: ese será nuestro capítulo US (léase Llnited Symptoms .
Al final del quinto capítulo
de
«El malestar
en la
cultura», Freud
aclara
que
resiste la tentación
de
iniciar tma crítica del estado actual
de
la culh1ra
en
Norteamérica. Pues bien nosotros tenemos la intención
de no
resistirnos a esta crítica
que
recae, por otra parte, sobre tm ptm
to
muy
preciso que él esboza: mientras que en Europa se practica más
fácilmente la identificación vertical con el líder,
que
pone
en
acción la
sublimación
de
una
manera poderosa
(y tiene su mérito haberlo dicho
en
ese momento
porque
esa identificación condujo a sus contemporá
neos a cierto nínnero
de problemas
en la civilización), los Estados Uni
dos
la sacrifican
en
beneficio de lo
que
se
puede
llamar la identifica
ción horizontal de los miembros de la sociedad entre ellos.
No
identi
ficación con el más tmo, sino identificación horizontal
de
los miembros
de la sociedad entre sí.
No
es excesivo ver
en
esto el presentimiento del Otro que no existe
y
su
reemplazo
por l
circulación
de
los comités
de
ética.
17
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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRIC LAURENT
Mencioné la identificación para marcar la dimensión social de los
conceptos ftmdamentales del psicoanálisis.
¿Y
por
qué
no
hablar
de
la
pulsión? uando
Freud necesita inventar
nn
compañero
para
la pul
sión, plantea el superyó, que no se refiere solo al Ich al
yo.
Esta instan
cia que le sirve para pensar la pulsión sobrepasa al sujeto y solo
pue-
de
situarla en el nivel de lo que llama la civilización. En ese nivel, por
lo menos en esta obra, él piensa los avatares de la pulsión, tanto las re
ntmcias como las sublimaciones.
Detengámonos
en
este pnnto: ¿qué es tma civilización? Digamos
que es
nn
sistema de distribución del goce a partir de semblantes.
En
la perspectiva analítica, en la perspectiva del superyó (concepto que
nosotros no podemos mejorar), tma civilización es tm modo de goce,
incluso
tm
modo comím de goce, una repartición sistematizada
de
los
medios y las maneras de gozar. Será preciso decir más sobre la civili
zación, atmque tenga que volver incluso a lo histórico
de
la palabra y
oponerla a cultura, pero esto bastará por ahora.
¿Cómo podría ser indiferente la clínica psicoanalítica al régimen
de
la civilización
en
el que entramos ahora
y
en
el
que
nos-precedieron los
United Symptoms?
¿Cómo la clínica
podría
ser indiferente a esta vía
que
_llalll.aríamosc:on el
té¿:_mino
freudi,an2 I;Iilflosjgl5eit (el
I;Iilflofiigkeit_c:.api-
-
talista, el desamparo organizado frente a los ftmdamentos del impera-
tivo
de
rentabilidad)? Para abreviar, si la civilización antigua implica-
ba ocuparse del esclavo, la nuestra supone angustiar metódicamente al
asalariado.
Es preciso anticiparse a tma inqtúetud
que
nacería de
suponer que
introducimos
en
la clínica
tm
relativismo social.
Opondría
a esta in
quiehld la advertencia de Lacan en «Les complexes familiaux», de
1938, que encontrarán en utres écrits: el Edipo no se ftmda fuera
de
la
relatividad sociológica y la ftmción del
padre
está ligada a
la
prevalen
cia
de
nna
determinación social, la de la familia patemalista. En ese
momento se refería expresamente a la investigación etnológica de Ma
linowski en la Melanesia, donde, como se sabe, el tío materno .repre
senta la autoridad familiar. Luego, el padre no acumula sobre su per
sona las ftmciones represivas y sublimatorias, sino
que
estas se en-
--cuentran reparfiaas:cel-tí<:nnaterno gatantiza:-ta-au:torida·d-y-la repre--------
sión, y el padre, amablemente, las acti':l idades
de
sublimación. Según.
Malinowski, se sigue de este dispositivo social distinto un eqtúlibrio
diferente del psiquismo, en términos
de
Lacan, atestiguado por la au
sencia de neurosis. De aqtú que el complejo
de
Edipo sea relativo a
tma
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UNITED SYMPTOMS
estructura social y que lejos de ser el Paraíso la separación entre re
presión y sublirnación tenga como consecuencia
una
estereotipia de las
creaciones subjetivas en esa sociedad.
Que después Lacan haya elaborado el mito freudiano hasta forma
lizarlo
segím el modelo lingüístico de la metáfora no significa que ig
norara su relatividad. Incluso ammció su ocaso
en
1938 cuando seña
ló que las formas de neurosis dominantes al final del siglo
XIX
pare
cían haber evolucionado
en
el sentido de liD complejo caracterial don
de se reconoce la
gran
neurosis contemporánea determinada princi
palmente
en
esa época
por
la carencia de
padre cuya personalidad
es
tá ausente humillada dividida o es artificial.
Se
pensó
equivocadamente
que
con el
Nombre
del
Padre
Lacan res
tauraba el padre pero se trata de algo distinto. Por su formalización
misma este concepto del retorno a Freud aplmta a demostrar el sem
blante y a dar
lugar
a
su
pluralización.
¿Podemos hablar hoy
de
una gran neurosis contemporánea? De ha
cerlo se diría que su determinación principal es la inexistencia del
Otro
que condena
al sujeto a la caza del
plus de
gozar.
El
superyó
freudiano
produjo
cosas como lo prohibido el deber
hasta la culpabilidad que son términos que hacen existir al Otro son
los semblantes del Otro suponen al Otro. El superyó lacaniano que
Lacan despejó
en
Aun produce
un
imperativo distinto: ¡Goza Este es
el superyó de nuestra civilización.
Concluyo
para
pasarle la palabra a Éric Laurent.
Por
supuesto el
superyó lacaniano da cuenta de los datos recogidos por Freud es la
verdad
del
superyó
freudiano. Pero
que esté
hoy
enunciado
claramen
te traduce el pasaje es isócrono del nuevo régimen de la civilización
contemporánea.
Dioses locales
Éruc LAURENT:
No
es casual
que
el
término
comités de
ética haya
pro
liferado
en
el sector
de
las prácticas sociales
ligadas
a la
vida
y
que
se
aborden
con esta
expresión
que
conoció
forhma en
el vocabulario
contemporáneo las dificultades para aplicar una moral como guía de
vida.
El Otro de la civilización se confronta con lma serie de atolladeros
para diagnosticar aplicar reducir los efectos de los mandatos univer-
9
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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRIC LAURENT
sales o de los ideales que pretenden abrazar vastos dominios. Nos en
frentamos con
una
pérdida de confianza
en
los significantes amo, una
nostalgia por
los grandes designios.
Al seguir al Otro del imperativo, surgen problemas locales cada vez
más numerosos que se rebelan y objetan su aplicación. La urgencia de
nuestra modernidad no nos hace olvidar,
por
supuesto, que la dialéc
tica del imperativo y la casuística fue
tm
constante tormento.
El imperativo puede contornear el obstáculo de diversas maneras:
ya sea ritualizando, inventando
un
ritual local, ad hoc, que permita cir
etmscribir la dificultad, ya,
por
el contrario, saliendo del apuro con al
tura, creando
tm mandato
más generalizado
que
sostenga de
manera
completamente inverosímil
que
no existe ningtma dificultad de aplica
ción y que el honor es mayor si se logra aplicar el mandato donde no
se puede.
La casuística ritual de la ley puede identificarse con la ley misma:
por ejemplo, el modo en el que en la common l w inglesa se pasó al ré
gimen moderno de la ley; o,
por
el contrario, sobre el modelo cristiano
del mandamiento simple se
puede
querer
un
espacio aligerado, sin
mucha ley, donde el imperativo saldría engrandecido. Este era el anhe
lo de Saint-Just.
- T ~ ; ; i ~ o s d e r e c h o a t o d ~
ciesp11és
q11e el m o n o t e í s ~ o u.rUversalnos____ - ----
alejó del recurso a los dioses locales. Para cada problema había, no 1.m
imperativo, sino un dios. ¿Problema sexual? Templo de Venus por la
mañana, templo de Venus por la tarde. Las dificultades en
1.m
sitio
po
dían
superarse en otro. Se obtenía ciertamente un universo poblado de
dioses
que
no estaba
plagado
de imperativos-, poblado
de
goces lo-
cales, contradictorios, cuyas insignias y atributos o prescripciones
arrojaban listas inconsistentes, enigmáticas, que dejaban la voluntad
~ los dioses en busca de alg m intérprete cualesquiera que fueran las
listas que se multiplicaban). Por eso en la multiplicidad de las ciuda-
des griegas se daban cita en
por
lo menos tres lugares
para
ir
en
busca
del oráculo, la solución que no enunciaba ni lo verdadero ni lo falso,
pero indicaba dónde se ¡Üojaba el problema del goce culpable.
·De
este
modo
procederá Edipo,
quien
irá a Delfos a buscar el orá-
----c:ul:opata:encontrarse-a-sí-mismo:-Y·sea-cual-fuere-la-diversidad-de-dis- -------------
cursos sobre los dioses y sus dorninios,.que varían seg m las ciudades
y las épocas, se encuentra el suficiente aire familiar
para
que en Ol.i:rn
pia, Delfos y Delos algunos se encarguen de mantener el rumbo del
discurso sobre lo divino.
20
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UNITED SYMPTOMS
El
modo de proceder de las ciudades griegas respecto de lo divino
es
muy
distinto evidentemente del
de
los Estados cenh·alizados que,
antes del monoteísmo universal, disponen de
la
escritura
para
clasifi-
car a los dioses. Los reyes reorganizaban regularmente los panteones
rehacían las listas de los dioses apoyándose en el saber de los sacerdo-
tes. El poder central decidía redibujar el
mapa de
santuarios y reestruc-
turar la sociedad de los dioses.
Marcel Détienne
en
sus trabajos cita el ejemplo del
mtmdo
hitita,
donde
cuando tm rey asumía el poder, tres
grupos
divinidad
delator-
menta, divinidades
de
la
fectmdidad
y potencia de la guerra) se reor-
ganizaban
y recomponían una larga lista
de
nombres divinos. Se deter-
minaban por
ley los
administradores
del
nuevo
panteón
gue eran
los
encargados
de
ubicar los
nuevos
ídolos
en
templos
de
materiales resis-
tentes y de repartir prohibiciones y poder. Détienne destaca
que en
el
Louvre
hay
sobre este mtmdo tma lista
que data
del segtmdo milenio,
donde
cuatrocientas setenta y tres divinidades están catalogadas, dis-
tribuidas
en
grandes familias,
en
torno de quince parejas. Gracias a la
escritura, la exégesis teológica
de
los dioses busca el
poder
mediante
la
pluralidad de sus
nombres. Pero con el monoteísmo los imperativos se
reagrupan en loables esfuerzos de simplificación que terminan en el
insuperable decálogo que aún falta saber adaptar al caso. Y bien sabe
Dios que esta adp.ptación dio ese saber de la interpretación que Lacan
destaca con el Midrash. El monoteísmo universal resguarda lo que
Freud llama el más reciente de los mandamientos:
ma
tu prójimo co-
mo
ti mismo que nos
impone con
su
universaltma ruptura
radical con
la
philia
griega.
El peso del Otro
Los griegos limitaban el amor al Otro a aquel
que podía
ser digno
de ocupar
ese lugar, y la u ~ s t i ó n permitía excltúr a bastante gente. Sin
embargo, la phílía
no
dejaba
de asegurar
la cohesión
de la ciudad de
los
hombres libres.
Los comités
de
ética se inscriben
en
tma
civilización
en la que
co-
existen religiones, sabidurías,
poderes
de Estado, el culto de la razón,
la ciencia, sin que
unos
prevalezcan sobre los otros, sin que tengan que
hacerlo. En este mtmdo las guerras de religión producen cada vez más
estragos y al mismo tiempo,
podemos
reunirnos
en
rituales eclécticos
21
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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRIC LAURENT
de
lo más variados,
donde por
primera vez Oriente encuentra en Oc
cidente
tm
público fiel a la referencia búdica.
Todo esto debe ser consultado para enfrentar las medidas sobre el es
tilo de existencia
que
adoptó el amo moderno, quien,
por su
acción mis
ma, hizo de la vida,
pensada
como la salud,
tm
objeto político.
Durante
mucho
tiempo la
salud
dependió exclusivamente
de
la esfera
privada.
Solo dependía
de
la esfera pública la
salud
del rey (no el reintegro
de sus
enfermedades), que garantizaba la del reino
por
simpatías extrañas y ge
neralizadas. El
amo
moderno alzó tma piedra
que
le cayó sobre los
pies
y
que
duele. Las metáforas que
abordan
el
estado de
la sociedad a tra
vés
de
la salud y segím el modelo médico terminaron realizándose y es
ta se volvió el problema como tal de la sociedad civil en tiempos
de
paz.
El comité
de
ética es una manera,
más
allá
de
este campo
de
sopor
tar el
peso
del Otro, por la práctica del parloteo
que
mencionaba Jac
ques-Alain Miller, la manera en la
que
llegaremos a
soportar
la rela
ción
con
el Otro y la carga que este implica.
¿Cómo
soportar
al Otro? Esta es la
pregtmta que
se
plantea Freud
en
«El
malestar en
la
cultura» y
en
los textos
contemporáneos se
ocupa de
distinguir el
modo en
el
que
los
dos
sexos lo soportan.
Con
--
r e s p e c t o ~ a l o s ~ h o m b r e s _ p 1 a n t e _ ª J ª _ S 1 l b l i m a c i ó n _que _se p_I_g_sentª S:OJJ::lO
sublimación
pulsional
o como
homosexualidad sublimada
reinterpre
tación
de
la phili griega. Las mujeres, en cambio,
soportan
al Otro
por
que
se
separan
de
él.
En
las páginas 124 y 125
de «Nuevas
conferencias
de introducción al
psicoanálisis»,
de
1933,
Freud
habla de
estos intere-
ses soci les más endebles de l s mujeres
y los
remite
al «carácter disocia
que
es
rasgo
inequívoco
de
todos los vínculos sexuales. Los
amantes se
bastan uno
al otro y atm la familia es reacia a
su
inclusión en asociacio
nes
más
amplias».
En
esto
Freud
es muy hegeliano. Las mujeres sostie
nen
al
Otro con
su retirada. El Otro
puede
hablar; ellas
se reservan
el
autoerotismo, el secreto de su goce. Esta sería la clave de la retirada en
la
que
se
mantienen
y que las
ayuda
a sostener, en una posición que
no
es
la del
esclavo, al
amo
masculino.
Nuestro momento
histórico
ya no
puede contentarse
con
esta
posi
ción
que
enunciaba
Freud
en 1933
porque hubo
tm
inmenso
esfuerzo
d e éivílízar la posiCionfemeruna en la cillfiira i o e r a l ~ quequiererea:o-=--------
sorberla por
un
contrato
de
trabajo
no muy
igualitario -hay
que
decir-
lo- pero que
ofrece como
nunca
antes en
la
historia ese
modo de
so
cialización a las mujeres, quienes,
en cualquier otra parte
solo
podían
trabajar en áreas absolutamente prescriptas. Las mujeres en
el
trabajo
22
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UNITED SYMPTOMS
cuestionan lo que Freud llamaba su supuesta incapacidad para la su
blimación. Por otra parte es preciso releer
desde
esta perspectiva la di
ficultad freudiana para reconocer el alcance sublimatorio como tal del
trabajo.
La
oposición del
hombre
sublimable y la mujer no sublimable
se hereda incluso del final del siglo XIX.
En Mi corazón al desnudo
Baudelaire antmcia que: «La mujer es lo
contrario del
dandi
luego debe causar horror. [ ...
]La
mujer es natu
ral es decir abominable>>. Esta abominación designa para Baudelaire
la retirada de la posición femenina del Otro que Freud más precisa
mente califica
de
enigma.
Que
las mujeres
tengan
un
superyó
débil es
una proposición
que
debe examinarse a partir de la clínica ya
que
evi
dentemente ellas pueden sentirse culpables o
deprimidas
e incluso
más
que los hombres.
Hay
que revisar la dificultad
-de
la que siempre
se quejaron los hombres- para educar a las mujeres o incluso influir
en
sus deseos. La inserción masiva de las mujeres
en
el mundo del Otro
mediante el trabajo desplaza pues el problema.
Este hecho crucial que no figura
en
<<Fm1ción y campo de la pala
bra
y
del lenguaje
en
psicoanálisis>>
de
1953 aparece explícitamente
en
«Ideas directivas para tm congreso sobre la sexualidad femenina>>
en
1958.
Lacan no retoma la cuestión del límite de las capacidades subli
matorias
de las mujeres
pero
considera el límite de la reabsorción de
la cuestión femenina
en
el orden del contrato. Por eso para nosotros es
ta cuestión está desplazada estamos listos para captar las capacida
des sublimatorias de la posición femenina. Para ambos sexos existe la
relación con el Otro y un goce asexuado por eso autoerótico. La di
ficultad de la sublimación
que
el psicoanálisis
popularizó para
el
hombre
es generalizada
en
nuestra condición subjetiva seg{m demos
tró Jacques-Alain Miller
en
la manera en la que Lacan lee a Freud y lo
prolonga. Hoy tanto los hombres como las mujeres
están
determina
dos
por
el aislamiento en
su
goce. Su retirada es allí
ascenso al
cenit so-
cial
del
objeto
a y el comité de ética es
síntoma
de este ascenso.
Este año seguiré las huellas en tma serie de síntomas de la subjeti
vidad
moderna en
su relación con el Otro.
Una gener ción
moral
Desde
1953
desde el límite de su enseñanza Lacan propuso tma
lectura no sociológica sino clínica y ética de
«El
malestar en la cultu-
23
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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRIC LAURENT
ra,,, inspirado en lo que Georges Ba taille llamó el sen
t
do moral de
in
so-
ciología
en
un
famoso artículo de
1946.
De
manera admirable sitúa
en
dicho texto
un
corte ético entre las culturas de los siglos
XX
y XIX que
termina antes de la Primera Guerra Mtmdial:
La generación que alcanzó la madurez entre las dos guerras abordó
el problema de la sociedad en condiciones que merecen ser destacadas.
Obtuvo de sus mayores la herencia de una cultura humanista
donde
to
do valor era referido al inciividuo. [ ..
]No
recuerdo que en años se ha
yan
defendido
en
mi presencia los derechos
de
la sociedad contra los
del individuo. Solo se podía ambicionar la precipitación
de
su desmo
ronamiento. Sin embargo, se encontraron dificultades
en
la práctica.
Si
se debía luchar para echar por tierra el edificio social, era preciso sacri
ficar el deseo del individuo a las necesidades
de
la revolución, la que
entonces se muestra como es, tm movimiento de naturaleza colectiva
que no puede exigir menos que el amo precedente, que debe incluso
exigir más que el antiguo amo.5
Los intelech1ales de esa generación se veían llevados
en
estas con
diciones a hacer
de
la realidad colectiva y de su sentido tma experien-
- éia-:iriesperéldél, m c l ú s o ~ o a s t < n i E e pesada::-Bahúlleaesfaca l a p a r a d o j ~
del intelech1al que, al querer afirmar estos derechos
del
individuo, se
encontraba teniendo que soportar tm amo aún más ávido.
Era preciso correlacionar esto explica con el agotamiento de las
posibilidades
de
tma cultura individualista, el movimiento
de
la poesía
que excedía con
su
ambición los límites del individuo cultivado, del
burgués distinguido, rico o pobre, que se encontraba forzado al aisla
miento
y
la distinción. El surrealismo fue tma determinación decisiva
que hizo del texto poético la expresión
de
elementos comunes semejan
tes a aquellos que revelan los versos.
Bataille muestra de este
modo
cómo en medio de tma crisis moral
nació el interés de la generación del período anterior a
la
guerra
por
las
_<:rea5_iones
colectivas,
QOr
el Otro colectivQ p.troducidQ en lQsmitQs_y: ________
las actividades religiosas, que manifiestan de entrada el lazo social. In-
dica qüe paradójicáriúmte a
partir
de ese momento,
mucho
tiempo des-
5. La
traducción siempre
es
nuestra. [N.
de
la T.]
4
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UNITED SYMPTOMS
pués de la muerte de Durkheim, toda una generación de intelectuales,
especialmente
de
jóvenes escritores salidos del surrealismo Caillois,
Leiris), comenzó a seguir las enseñanzas de Marcel Mauss, fascinados
por su obra.
Este texto
de
Bataille es notable
porque
precisa la importancia
que
el horizonte intelectual francés concede a la disciplina
de
la etnología
y el
lugar que
ocupó el
continuador
y
renovador de
Durkheim, Clau
de Lévi-Strauss. Atmque no desarrollaré este
ptmto
hoy, destaco este
texto del 46 de Bataille que nos instruye sobre las maneras en las que
se
sitúan
las figuras de la subjetividad
en
el relevo del
peso
ético
que
el Otro de la civilización hace recaer sobre sujetos apresados
en
tma
respuesta común
para
dar.
Vemos cómo esa generación del período anterior a
la
guerra respon
de a la cuestión y cómo en la posguerra aparece otra figura, muy distin
ta de esta subjetividad moderna, con la forma del alma bella,
en
la que
desde varios ptmtos de vista se dibuja bien el retrato del sartreano.
Los comités de ética generalizados
son
las figuras con las
que
la
subjetividad
de nuestra
época intenta
restaurar
el sentido moral del
Otro, mientras
que
nosotros somos contemporáneos de la fuga del sen
tido,
de
la paradoja
de
la confusión
de
goces y
de su
segregación,
su
aislamiento,
sin que
aparezca claramente la instancia decidida a hacer
se responsable
de
ella.
Hoy
solo presentaré tma
de
la serie
de
figuras contemporáneas: los
neokantianos, que
son
quienes más gustosamente dan lecciones y
quienes criticaron el estructuralismo porque al antmciar la muerte del
hombre produjo
tma generación
sin
espina dorsal, desorientada mo
ralmente, extraviada luego
de
la
pérdida del
frágil horizonte
de
la
ideología política. Se lanzaron muchas críticas violentas sobre el es
tructuralismo
en
Europa Francia, Alemania, España) y
en
los Estados
Unidos donde la condición moral
de
los
baby
boomers
sus
desviacio
nes como las del presidente Clinton), se
consideran tma
demostración
de lo
que
son capaces.
Los neokantianos están urgidos por restaurar el imperativo y sus
normas,
para que
después del Otro
de
la política el Otro de la moral en
cuentre su lugar. Y es preciso trabajar por cuatro
para
la instauración de
una
generación moral. El esfuerzo es grande
porque
se necesita, por un la
do, restablecer ese
buen
sujeto kantiano y por otro, encontrar el
punto
de
vista desde
donde puede
proferirse que debo actuar de
modo
tal
que
mi
acción sea válida en todos los casos. n efecto, segím planteaba La-
25
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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRIC LAURENT
can en la página 746 de «Kant con Sade» para que la máxima dicte la ley
se necesita y basta «que ante la prueba de tal razón
pueda
retenerse co
mo universal por derecho lógico». Restablecer el todo no es fácil porque
se escurre y porque el relativismo cultural el debilitamiento de las na
ciones en general del modelo europeo de desarrollo económico en par
ticular y del consenso de la nación para terminar no hacen sencilla la co
sa.
La
dificultad reside en que el sujeto liberal perfectamente democrá
tico no supone un todo previo. El todo la comunidad solo surge al fi-
nal del debate democrático y no antes a priori. Ahora bien el imperati
vo
categórico solo vincula al sujeto a través del todo. Lacan precisa la di
ficultad
en
«Kant con Sade»: solo es posible aplicar el universal de la má
xima kantiana en democracia porque el hecho de que sea válido como
universal no significa que se imponga a todos. Pero la restauración del
neokantiano y la manera más o menos sutil con la que opera encuentra
un tope en el relativismo cultural otro nombre de la confusión de goces;
y está el problema de lo real en este imperativo. Deberemos examinar
los distintos modos en los que se intenta constihlir comunidades sufi
cientemente
s t b l e s ~
para enfrentar el goce del sujeto.
}ACQUES ALAIN MILLER: No
me esperaba tu desarrollo sobre el poli
teísmo la formidable solución politeísta: a cada problema su dios. Un
universo poblado
de
dioses y
de
goces locales y
no de
imperativos ..
Esto introduce
el
Otro
no
existe
que presentaba hace muchísimo tiem
po como nuestro momento habitual vivo urticante y también propul-
sor.
El
monoteísmo hace existir al Otro ya que si hay el
Nombre
del
Padre como indica Lacan en algün lado es
según
la tradición. Si hoy al
go del Otro falta cabe recordar los cultos de la Gran Madre y de la
multiplicidad de los dioses. Los militantes del monoteísmo dijeron
bastante sobre el mal
de
lo poli. Pienso en san Agustín y sus listas
de
La ciudad de Dios
donde
enumera los dioses mllitiples para cada oca
sión
de
la vida:
Lo quieres
lo tienes
como se ofrecen
hoy
los
productos
~ ~ dela-industria.
Falta agregar:quelos tres lugares de encuentro que re · -
cuerdas siempre estuvieron ligados a .una organización jerárquica.
ÉRIC LAURENT:
El politeísmo
para
mí
no es una modalidad
del
Otro
que no existe. Esta modalidad centralizada que necesita intérpretes
26
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UNITED SYMPTOMS
para avanzar supone sin embargo la existencia del gran Pan. Y esto
implica que cuando se
dihmde
la
novedad:
El
mn
Pan
za
muerto
deja
de existir. Podemos no obstante retomar en la perspectiva del Otro que
no existe las pregtmtas clásicas: ¿existían los dioses de Epicuro? ¿qué
era ese diálogo en el que se convocaba al dios y se llegaba a conversar
con él? ¿creían en él o no? Se necesita una creencia fundamental. La
cuestión misma estaba limitada a esos círculos esas
bases
de
operación
que eran las sociedades filosóficas.
JACQUES ALAIN MILLER:
Otro punto.
Tu
introducción muestra que la
gran diferencia entre la llamada
subjetividad
moderna que menciona La-
can
en
1953 y el sujeto contemporáneo es la cuestión femenina. Lacan
puede
perfectamente abordar en esa fecha la actualidad de la subjetivi-
dad moderna presentarla situar el psicoanálisis en el contexto y no de-
cir una palabra sobre la posición especial de la mujer. Entre la subjetivi-
dad
moderna y el sujeto contemporáneo estalla la cuestión femenina. A
menudo
hablamos o por lo menos yo lo
hago
despectivamente del fe-
minismo ... Estos esfuerzos
por
elaborar identificaciones nuevas se hun-
dieron
en
la paradoja o demostraron cierta inconsistencia. Pero esta vez
lo mencioné al pasar respetuosamente. En esto se diferencia la época
contemporánea. Sería preciso saber si como hipótesis se pueden orde-
nar cierto número de síntomas de la civilización contemporánea
en
rela-
ción con este hecho central y
su
manera de difundirse.
¿Llamas neokantianos a los filósofos restauradores de lo universal?
Éruc
LAURENT:
Los restauradores si se quiere del deber imperativo
y de lo universal como única salida a la crisis moral.
JACQUES ALAIN MILLER: Restaurar hallar los
buenos
imperativos o
las buenas fórmulas del imperativo ... ¿Habermas es neokantiano? De
hecho es
una
búsqueda vana restaurar lo universal por la conversa-
ción. Si el Otro no existe ¿qué nos queda? Nos queda conversar como
hacemos aquí debatir y ponernos de acuerdo. Ahora bien para poner-
se
de
acuerdo
en
un
debate primero
hay
que llegar a
un
acuerdo so-
bre
sus reglas y debatir las reglas del debate es
un
debate. De aquí re-
gresión al infinito. ¿Cómo escapar
cuando
uno querría proscribir todo
significante amo lo
que
es muy importante
para
Habermas heredero
de la
gran
tradición democrática alemana? Tan pronto como siente que
en alguna parte se recurre al significante amo exclama: ¡Cuidado esto
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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRJC LAURENT
puede
ondu ir n cosns
terribles Se considera heredero de la tradición
muversalista alemana
y
al
mismo tiempo, es el más norteamericano
--es decir, el más horizontal- de los alemanes.
Los norteamericanos empezaron a conversar con Habermas, lo to
man en serio y discuten con él la posibilidad del consenso, cuestión
esencial, atolladero de la cultura norteamericana: todas las identifica
ciones compiten. Luego, el alemán llega y dice: Todos
dis utirán con
to-
dos. Y los norteamericanos responden:
Pues
bien,
en nuestro
pnís, no
todo
el mundo
quiere
dis utir con todo
el
mundo. ¿Qué lzncemos? ¿Los obligmnos?
De allí,
t.m
diálogo.
No sé si se lo puede calificar de neokantiano.
Éru
LAURENT:
No desde esa óptica. No me refería a esa generación
de pensadores que mantienen su esfuerzo desde los años sesenta, sino
más
bien a los que defendieron la opinión contraria de todo lo que
ammciaba el estructuralismo, de la serie Foucault, Derrida, y los que
se dedicaron a eso en esa perspectiva.
Lo· sorprendente· es que con respecto a Habermas
durante
años los
norteamericanos (Putnam, Rorty, etcétera) fueron
prudentes
porque
~ n o tenían-una-filosofía.delas
i e n c i a s n m y ~ c l a r a _ N o ~ s e s a b í a m J J y J ; ¡ i ~ n
dónde
ubicaba él el real científico. Pero
hoy
se reencontraron en el de
bate para ubicar la cuestión del real de la ciencia, que ya no es
un
tor
mento. El
gran
tormento en la civilización es poder ret.mirse
en
el esta
do actual del Otro,
muy
rasgado, mientras que en los Estados Unidos
están
de
acuerdo sobre el
punto
en el que se encuentra el real científi
co. Hay un gran
consenso al respecto, pero,
en
las identificaciones,
un
gran
retroceso ...
JACQUES-ALAIN
MrLLER
Nuestro problema local, en Francia,
no
pa-
rece
aún
del todo atrapado en esa tormenta. La gran
r e g u p . ~ a
es si si
gue funcionando la asimilación francesa. ¿Acaso la escuela y la umver-
sidad fabrican el francés estándar? Cuando aparecen en alguna parte
muchachas con
un
velo sobre el rostro, a todo el mt.mdo le
da
un
pata-
tús. La cuestión de la identificación social sigue at m casi intacta en
F r anda srvemos su desencadenarrí.iento en los EstaoosurudoS. ·
Éru LAURENT: Incluso en Inglaterra, sorprendentemente, el
modo
de tratamiento es muy distinto.
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UNITED
SYMPTOMS
}ACQUES ALAIN
MILLER:
Es distinto porque allí es estrictamente co-
munitario. Los ingleses
que forman
h·ibu si me permiten
aceptan de
buen grado tratar con los vecinos de otras tribus. Pero no es la referen-
cia francesa.
Piensen en esa señora
llamada Gertrude
Himmelfarb
que
hizo
una bonita carrera:
primero commusta
muy trotskista muy
de
iz-
quierda es
hoy
tma antorcha del
neoconservadurismo
norteamerica-
no. Dedicó
un
gran estudio a la solución victoriana y piensa que esta
es la ética
apropiada para
el capitalismo. La gente debería estar lim-
pia
trabajar
mucho no
beber ahorrar ir a la Iglesia etcétera pero
por descuido se perdió esta ética. Propone entonces restaurarla sin te-
ner demasiado en cuenta que
el mercado capitalista
mismo
es
por
ex-
celencia el que
luzo
tabla
rasa de
ella. Himmelfarb es la
mujer
de Ir-
ving Kristol la madre de William Kristol. Por otra parte leí un repor-
taje en el que ambos dicen básicamente: De hecho hay
zm solo hombre
en
la familia: mamá Gertrude.
20
de
noviembre
de
1996