Material Pedagógico 23.
Agosto, 2018
Nacionalismo y etnicidad en las Relaciones Internacionales
Documento pedagógico elaborado como parte de un Proyecto de Innovación Docente de la Universidad de Santiago de Chile para la Carrera de Estudios Internacionales.
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NACIONALISMO Y ETNICIDAD EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES
El presente documento se enmarca en el Proyecto de Innovación Docente “Debate Conceptual y casos de
estudio sobre seguridad en los estudios internacionales: Materiales de Enseñanza” de la Universidad de
Santiago de Chile. El objetivo principal del proyecto es el desarrollo de una página web que contenga
recursos didácticos y actividades de aprendizaje centradas en los análisis de caso que permitan la
comprensión profunda de los temas de seguridad en el marco de los Estudios Internacionales.
Debido a las limitaciones de la literatura disponible en español, los documentos didácticos recogen
elaboraciones teóricas de la literatura más actual especialmente anglosajona. Así, los contenidos no tienen
por objetivo proponer un trabajo original sino más bien permitir el acceso a los estudiantes de pregrado
de carreras vinculadas con los Estudios Internacionales1.
1. Introducción: Nacionalismo y Etnicidad en Estudios Politológicos y Relaciones
Internacionales (RRII) 2 3
En la actualidad, la mayoría de los Analistas aceptan que la Etnicidad es altamente relevante en el campo
de los Estudios Politológicos. No obstante, hasta la década de 1990, los estudios en Relaciones
Internacionales (RRII) sobre el tópico mentado fueron escasos y distantes entre sí. Luego de un retraso
considerable, la literatura disciplinar vindicó el comentario de Donald Horowitz (1985) sobre que la
Etnicidad había peleado y sangrado su camino hacia la consciencia pública y académica. De hecho, tomó
a los académicos una extraordinaria cantidad de conflictos étnicos a comienzos de la década de 1990, el
comenzar a luchar con los desafíos establecidos por la Etnicidad y sus temáticas vinculadas.
Más adelante e impulsada por el rol que jugaron los clivajes religiosos y culturales en los Ataques a las
Torres Gemelas el 09-11-2001, la academia ha crecido hasta constituir una avalancha de actividad
intelectual, cubriendo varios aspectos de la Etnicidad en la política nacional e internacional.
Sin embargo, no puede exponerse lo mismo para el tópico Nacionalismo. Mientras que los eventos en la
Ex - Yugoslavia4 engendraron fascinación con los procesos de conflictos nacionalistas, el interés inicial en
esta temática parece disminuir en el periodo posterior a la caída del muro de Berlín. Particularmente,
muchos investigadores enfocados en procesos de conflicto entre grupos étnicos han estado vacilantes a la
1 El presente documento ha sido elaborado para el Proyecto de Innovación Docente de la USACH por el
Asistente de Investigación Andrés Figueroa Jiménez, editado por el Asistente de Investigación Luciano Herrada
Miranda y bajo la coordinación de la Académica Lucía Dammert.
2 El presente documento ha sido elaborado en base a: CEDERMAN, L-E. (2013). “Nationalism and Ethnicity in
International Relations”. In: CARLSNAES, W.; RISSE, T.; SIMMONS, B. (2013). “Handbook of International
Relations”. Second Edition. London: SAGE. PP: 531 – 554
3 Este trabajo se limita a las Organizaciones Internacionales e Instituciones de carácter público. No considera el
análisis de estructuras de autoridad privadas.
4 Yugoslavia fue un antiguo país de la península de los Balcanes situado al sureste de Europa que existió entre
1918 y 1991, año en que los conflictos políticos y étnicos dividieron el país. Conocida oficialmente como la
República Federal Socialista de Yugoslavia, comprendía seis repúblicas: Bosnia-Herzegovina, Croacia,
Macedonia, Montenegro, Serbia y Eslovenia; Serbia englobaba las provincias autónomas de Kosovo y
Voivodina.
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hora de otorgar al Estado un rol explícito al interior de estos procesos y, en vez de aquello, se ha tendido
a visualizar la Etnicidad principalmente en términos de demografía.
A pesar de lo expuesto, existen signos sobre que la tendencia enunciada puede estar experimentando
variaciones. En efecto, estudios cuantitativos recientes sobre Nacionalismo han comenzado a emplear
teorías y datos mejorados, que muestran las modalidades en las cuales los representantes estatales están
lejos de ser étnicamente neutrales. Aquí, al vincular a criterios de Etnicidad sus burocracias, favorecer y/o
discriminar sobre grupos étnicos específicos y al intervenir en procesos de conflictos para ayudar a etnias
afines a cruzar sus fronteras.
Debido a la riqueza de la literatura, el presente documento ni siquiera se acerca a caracterizar todos los
aspectos del Nacionalismo y la Etnicidad. Así expuesto, aquí primero y en contraposición a otros
documentos en las Ciencias Sociales que cubren de manera amplia estos tópicos, este insumo se centra en
las contribuciones provenientes de la Ciencia Política5.
En segundo lugar, se examina la literatura de Nacionalismo y Etnicidad, relacionada con fenómenos de
conflicto, en una contraposición clara a sólo considerar estos tópicos como vinculados exclusivamente a
cuestiones de identidad6.
Tercero, el presente texto destaca estudios cuantitativos de Etnicidad y Nacionalismo, en función de hacer
justicia a la ascendencia de la literatura cuantitativa sobre guerras civiles. Particularmente, La literatura
cuantitativa ha sido enriquecida y desarrollada desde la primera oleada de trabajo estadístico sobre
conflictos étnicos durante la década de 1990.
Al ser la Etnicidad y el Nacionalismo procesos capaces de transgredir y traspasar las fronteras estatales,
este documento además discutirá sobre la Etnicidad y Nacionalismo en el contexto de conflictos tanto
internos como externos. Lo mentado, implica que al interior de este insumo se cruzan las fronteras
disciplinares entre Relaciones Internacionales (RRII) y Política (s) Comparada (s).
Nuestro documento se organiza de la siguiente manera. La sección número dos expone, define y discute
conceptos. Aquí, para clarificar nociones, categorías y procesos como conflictos étnicos, conflictos nacionales
y la ocurrencia de conflictividad dentro o más allá de las fronteras de los Estados. Por último, los demás
apartados cubren cada una de las categorías clarificadas, para concluir con una aportación breve que
evalúa el progreso analítico e investigativo sobre Etnicidad y Nacionalismo, a la vez que discute sobre la
dirección de puntos pendientes para ser desarrollados al interior de investigaciones futuras.
2. Conceptos maestros: Hacia algunas definiciones
2.1. El concepto de Estado
Se ha tornado un cliché para algunos estudios sólo el caracterizar los conceptos claves relacionados a
Etnicidad y Nacionalismo como desesperanzadoramente elusivos de contenido. Es decir, como en extremo
5 Para un tratamiento mayor sobre la Etnicidad y/o Nacionalismo véase: Calhoun, (1993 y 1997); Hall, (1998); Cederman, (2002). 6 Véase: Brubaker y Laitin, (1998). Varshney, (2007) cubre el Conflicto Étnico en la Política Comparada. Obviamente ni la Etnicidad ni el Nacionalismo inherentemente inducen al conflicto (Billig, 1995). Los académicos, además, cubren fenómenos que no necesariamente están asociados con la violencia. Ejemplo: Provisión de bienes públicos (Bates 1983) y Participación y Votación étnica (Posner, 2005).
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amplios o poco específicos. Ahora bien, a pesar de algunas señales de mejora, la politología todavía
parece resistente a realizar intentos de clarificación sobre la ontología y terminología fundamental. Lo
anterior, tiene como efecto principal el provocar malentendidos de carácter disciplinar – conceptual.
A nuestro juicio, la observación constante sobre conceptos y su contenido es una actividad que posibilita
desenredar y/o clarificar la terminología disciplinar. El malentendido más obvio pertenece a dos conceptos
centrales, El Estado y la Nación. Para exponer de manera limpia una gramática conceptual es útil comenzar
con la definición clásica de Estado de Max Weber. Para este teórico, el Estado puede ser entendido como
una organización que ejerce legítimamente el control sobre su propio territorio, sin ser desafiada por
poderes internos ni intervenciones externas (Weber, 1946).
2.1. La Nación y observaciones al concepto
El concepto de Estado de Weber contrasta con la categoría de Nación desarrollada en sus trabajos. Aquí,
la Nación puede asumirse como una comunidad de sensibilidades, que se manifestaría adecuadamente
como un “Estado en sí” y, por lo tanto, “tiende a producir un Estado en sí misma” (Weber, 1946: 176;
Cederman, 1997: 16 – 19).
La definición de Nación conduce a varias observaciones de relevancia disciplinar - empírica y analítica.
Primero, a pesar de que la Nación a veces pueda coincidir con el Estado, tal coincidencia debe ser tratada
como una contingencia histórica más que como un caso de unidad conceptual (Connor, 1972 y 1994). Es
legítimo referirse a un Estado – Nación en donde sí coinciden Estado y Nación.
Segundo, más que estar dada objetivamente, la definición Weberiana de Nación requiere de la presencia
de un entendido intersubjetivo de pertenencia. Lo anterior, es lo que precisamente Benedict Anderson
etiqueta acertadamente como una “Comunidad Imaginada” (Anderson, 1991). En adición, la Nación debe
ser una comunidad unida que defina la ciudadanía para las masas7.
Tercero, el concepto Weberiano de Nación depende directamente del Estado. El surgimiento de Naciones
presupone la existencia del Estado. Por definición, no puede haber Naciones independientes del sistema
de Estados. Ahora bien, desde que algunas Naciones en lugar de enfrentarse por soberanía total, lo que
hacen es reclamar poderes de alto rango, cobra sentido el extender la definición de Weber hacia
comunidades autodefinidas que persiguen autonomía territorial al interior de un marco estatal (Snyder,
2000).
2.2. Nacionalismo
Habiendo expuesto una conceptualización y discusión en torno al Estado y Nación como unidades sociales
básicas, a continuación, nos volcamos al tratamiento de la noción Nacionalismo. Aquí, el uso del término
está limitado a una ideología específica, con orígenes europeos, que establece que todas las naciones
deben poseer su propio Estado o al menos algún grado de autodeterminación territorial.
La definición entregada logra una mayor precisión sobre concepciones clásicas como las de Gellner (1983),
donde se define al Nacionalismo ante todo como una doctrina política en la que se afirma que la unidad
política y nacional deben ser congruentes.
De nuestras consideraciones conceptuales sobre Nacionalismo, se desprenden las siguientes implicancias.
Primero, el mundo está dividido entre Naciones. Segundo, la Nación opera como fuente de todo el poder
7 Para una definición cultural que se abstenga de un vínculo con el Estado, véase: Smith, (1991).
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político. Tercero, la lealtad nacional anula a todo otro tipo de lealtades y funciona como una “carta de
triunfo” para aquellos actores que pueden vincularse a ella y orientarla de una forma u otra (Calhoun,
1993 y 1997).
2.3. El segundo borrón o malentendido terminológico desde la Ciencia Política -
Nacionalismo y Etnicidad: Etnicidad y grupo étnico
Caracteriza a la literatura de Ciencia Política la falla de no separar las concepciones de Nacionalismo y
Etnicidad. A menudo, ambas nociones son tratadas como sinónimos en referencias débiles, ligeras o
superficiales sobre, por ejemplo, conflictos étnicos. Frente a esta situación de “borrón terminológico” o si se
quiere, poca especificidad conceptual, útil resulta el exponer la definición Weberiana de Etnicidad. Aquí,
Etnicidad implica cualquier sentido de comunidad subjetivamente experimentado, basado en una creencia
de ancestros comunes y cultura compartida (Weber, 1978).
Por extensión y con el propósito de entregar insumos conceptuales específicos, aquí se entenderá a la
categoría grupo étnico como una especie de comunidad cultural, basada en una creencia común de
descendencia de carácter putativo.
Tras lo expuesto, la Etnicidad en consecuencia presupone la existencia al interior de grupos e individuos
de una identificación categórica, a gran escala, que va más allá de las líneas de descendencia directa.
Esta definición, por lo tanto, excluye a entidades como clanes u otros8.
2.4. Grupos étnicos versus Naciones
Los grupos étnicos se diferencian de las Naciones en cuanto que los primeros no necesariamente reclaman
una categoría de Estado y pueden existir en el mundo sin la presencia de Estados Modernos. Por otro lado,
no todas las Naciones son grupos étnicos. A las Naciones que tienen una estrecha relación con grupos étnicos
se les refiere como Naciones con grupos étnicos. Por otro lado, existen Naciones que contienen en su interior
variados grupos étnicos, pero a la vez, están desprovistas de algún sentido fuerte de identidad étnica
suprema9. Un ejemplo ilustrativo lo constituye Suiza (Barrington, 1997).
3. Literatura sobre etnicidad y nacionalismo en relación a conflictos:
Perspectiva desde la Ciencia Política
Equipados ya con una terminología básica, nos encontramos en una posición adecuada para inspeccionar
y confrontar literatura disciplinar sobre Etnicidad y Nacionalismo. En términos de producción académica,
existe una tendencia a minimizar el estudio del Nacionalismo en favor de una concepción de Etnicidad
estrecha o limitada en términos conceptuales y empíricos. Lo anterior, implica que el Nacionalismo no es
considerado un elemento relevante o con un rol activo – explicativo al interior de procesos de conflicto.
Con base en una búsqueda simple de artículos sobre Etnicidad y Nacionalismo en revistas de Ciencia
Política, el Cuadro Nro. I muestra que la cantidad de publicaciones cubriendo Etnicidad ha aumentado
8 Para una definición más amplia véase: Horowitz, (1985) quien incluye tribus, razas y castas. De manera similar, Chandra, (2006) propone una definición en términos de “atributos basados en la descendencia”. Smith, (1991) Usando el concepto relacionado de “Etnia” ofrece una lista extensa de criterios constitutivos. 9 Los Grupos Étnicos difieren de las “Categorías Étnicas”, las cuales están basadas en marcadores culturales impuestos por observadores externos sin que los miembros necesariamente atribuyan alguna importancia a las características. Véase: Brass, (1976).
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sostenidamente desde la década de 1980. Por el contrario, el panorama sobre artículos de Nacionalismo
es muy diferente. Si bien durante algunas etapas de la Guerra Fría (1980 – 1990) parece haber existido
un crecimiento en el interés sobre el Nacionalismo, las cifras siempre son más bajas en comparación con los
datos de Etnicidad. Inclusive, durante el último lustro de la medición graficada (2000 – 2009) la tendencia
indica una disminución drástica de publicaciones sobre Nacionalismo.
En el presente apartado se revisa literatura relevante sobre Nacionalismo y Etnicidad a lo largo de dos
dimensiones. Por un lado, se dividen los escritos de acuerdo a si se enfocan en Etnicidad y/o Nacionalismo
como sus categorías explicativas básicas. Por otro lado, se separa la literatura conforme a si el objetivo
es dar cuenta de explicaciones a conflictos internos o externos.
Al tratar al Nacionalismo como categoría explicativa básica, debe entenderse una distinción: Una
contribución trata el Nacionalismo o puede ser caracterizada como literatura nacionalista si la explicación,
desde sus interrogantes, atribuye un rol activo al Estado.
3.1. Etnicidad y conflicto interno
Esta revisión de literatura comienza considerando estudios de Etnicidad y conflicto interno. El
frecuentemente usado, pero vagamente definido, concepto de conflicto étnico, usualmente refiere a
conflictos entre grupos étnicos al interior de países, incluyendo conflictos comunales y guerras civiles étnicas
seguidos por un colapso estatal. En dichos casos, la atención en la Etnicidad usualmente implica que el
Estado juega un rol de pasividad relativa y en algunos escenarios se encuentra inclusive totalmente ausente.
Cuadro Nro. I: Artículos publicados en Revistas de Politología.
04 03 02 01 0
Fuente: Cederman, (2013).
1980 1985 1990 1995 2000 2005
Etnicidad = Nacionalismo =
Periodo.
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3.2. “Odiosidad antigua” como explicación de conflictos
El final de la Guerra Fría se caracterizó por una destacada oleada de interés en los conflictos étnicos
desde las Relaciones Internacionales y la Política Comparada. No obstante, reaccionando a las dolorosas
imágenes transmitidas desde la Ex – Yugoslavia y desde Ruanda, políticos y periodistas han tendido a
atribuir los aterradores actos de violencia a “odiosidades antiguas”, de larga data, centenarias entre
grupos étnicos.
El argumento aquí asume que el conflicto estalla tan pronto como el poder del Estado mengua. Una
metáfora útil es la siguiente: “Una vez que se levanta la tapa, el caldero en ebullición se desborda”
(Brubaker, 1998: 281 – 285).
La mayoría de los análisis y comentarios académicamente fundados, están en desacuerdo con la versión
expuesta anteriormente sobre los eventos conflictuales. Aun así, algunas contribuciones han adoptado la
línea argumentativa de las odiosidades centenarias entre grupos étnicos. Aquí, los estudios se apoyan en
la consideración de identidades étnicas inmutables como el principal factor que es capaz de perpetuar
animosidades. En relación con lo enunciado, en una interpretación frecuentemente citada del conflicto en
Yugoslavia, Robert Kaplan (1993) atribuye la violencia a un rasgo especifico que caracteriza a todas las
culturas de aquella región como “beligerantes”.
Sin embargo, la mayoría de los Analistas generalmente rechazan perspectivas esencialistas, criticando el
simplismo explicativo extremo (Laitin, 1998; Snyder, 2000; Toft, 2003). En este sentido, variados estudios
socavan posiciones de reclamos nacionalistas sobre lazos históricos pretendidos como intactos, conectando
la Etnicidad moderna con historia antigua (Hobsbawm y Ranger, 1992).
Un error común de las perspectivas esencialistas es que tratan a las identidades étnicas como criterios y
procesos mucho más cohesivos de lo que realmente son (Brubaker, 1998). Ahora bien, una posición analítica
de rechazo al simplismo y determinismo en los conflictos no implica que todo argumento que involucra a la
estabilidad étnica equivalga a primordialismo o a que la odiosidad no juega un rol al interior de procesos
conflictuales (Petersen, 2002).
En suma, no puede excluirse totalmente que tipos específicos de discursos culturales inducen a la violencia
(Brubaker, 1998) y que, en algunos casos, la violencia endurece los lazos de agrupaciones particulares
(Kalybas, 2008).
3.3. La anomalía de la explicación de conflictos desde “Odiosidades antiguas”
El hecho de que la mayoría de los conflictos violentos usualmente no puedan ser rastreados en el pasado
hasta conflictos centenarios, socava las consideraciones explicativas desde la perspectiva de “odiosidades
antiguas”. A modo de ilustración, la mayoría de la población en Yugoslavia convivía pacíficamente hasta
poco antes que los episodios violentos irrumpieran (Woodward, 1995). En función de resolver esta
anomalía, algunos estudiosos de Relaciones Internacionales han optado por tomar nota de los conflictos y
sus resultados, reemplazando las afirmaciones sobre odiosidades centenarias por postulados con mayores
grados de especificidad.
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3.4. Viraje analítico: Lógica de ajuste interestatal y Dilema de Seguridad como insumos
para entender conflictos étnicos
Como resultado de un viraje analítico desde el reduccionismo del Realismo Clásico hacia posturas de
razonamiento sistemático y sistémico, Barry Posen (1993) sugiere que el conflicto étnico en la Europa ex –
soviética debe ser visto al alero de una situación de “anarquía emergente”. Posen, utilizando la “lógica de
ajuste interestatal” en Relaciones Internacionales, afirma que grupos étnicos beligerantes como los serbios
y los croatas a comienzos de la década de 1990, se encuentran sujetos a un Dilema de Seguridad.
Al interior de una situación de Dilema de Seguridad, grupos étnicos se encuentran carentes de marcos
institucionales estatales e interestatales que operen como guía estable para el desarrollo de acciones. En
consecuencia, los grupos se ven impedidos para desarrollar relaciones confiables entre sí y para
comprometerse con políticas específicas (Jervis, 1978; Posen, 1993).
Bajo la visión expuesta, los conflictos estallan debido a estrategias ofensivas y la existencia de altos grados
de incertidumbre en las vinculaciones entre grupos. Siguiendo a Posen, el predominio de la ofensa como
estrategia, del riesgo y de las pobres condiciones de información disponible, se vinculan a escenarios
contemporáneos de fronteras geopolíticas fragmentadas, de defensa difícil. Lo anterior, es propio de un
campo internacional post - imperial, con múltiples actores formales e informales.
3.5. Dilema de Seguridad y Acción Racional
Algunos estudios provenientes de la Teoría de la Acción Racional han modelado consideraciones desde los
aspectos que caracterizan a la situación de Dilema de Seguridad. Aquí, tomando en cuenta problemas de
fallas en la información y en la posibilidad de desarrollar compromisos creíbles, los análisis de Acción
Racional han propuesto explicaciones que manifiestan un rol positivo de la Etnicidad sobre conflictos y en
el escenario internacional contemporáneo.
En el sentido mentado, la explicación de Russel Hardin (1995) sugiere que la Etnicidad es una variable
que puede resolver problemas de acción colectiva al interior de grupos. Lo anterior, no obstante, siempre
en términos subóptimos ante la creciente ausencia a nivel nacional y global de actores con capacidad de
influencia y control central.
3.6. Utilidad y crítica a los análisis con base en situaciones de Dilema de Seguridad
La utilidad de los análisis que asumen los criterios de situaciones del tipo Dilema de Seguridad, radica en
que apuntan a exponer causas y efectos de conflictos siguiendo el principio de acción → reacción. Aquí,
las causas (acción) y efectos (reacción) mentados, son asumidos con la capacidad para trabar y/o impulsar
a actores al interior de procesos conflictuales y conducirlos o no a escaladas, hacia crecientes niveles de
radicalismo y violencia.
Un ejemplo de este tipo de estudios se encuentra en el trabajo de Melander, (2009) sobre Diversidad
Étnica Regional. Melander muestra que grupos étnicos con áreas de asentamiento regionalmente diversas
(acción – causa) son más propensos a experimentar violencia.
Una crítica a los análisis con base en situaciones de Dilema de Seguridad se sostiene en que algunos
estudios descuidan el rol del Estado en la construcción de identidades vinculadas a grupos étnicos. En
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definitiva, se descuida una capacidad del Estado de “sínica escritura de la historia”, de poder generar
identidades que solamente encajan con sus propósitos políticos (Lapid y Kratochwill, 1996).
En consonancia con lo enunciado, cabe por último mencionar, que puede perderse de vista la potencia de
los Estados de ser la naturaleza fundamental de los grupos étnicos como actores y el elemento que dota a
los mismos de niveles relevantes de cohesión (Laitin, 1998).
3.7. Estudios cuantitativos de conflictos étnicos
Vinculado a una creciente influencia de los métodos cuantitativos en Ciencia Política, la literatura empírica
sobre conflictos étnicos ha llegado a confiar significativamente en la evidencia estadística. Una base para
la influencia mentada se localiza en la colección masiva de datos desarrollada por Ted Gurr. Gurr, creó
una rubrica denominada Minorías en Riesgo (MAR por sus siglas en ingles). Minorías en Riesgo rápidamente
se estableció como la fuente de datos dominante sobre Etnicidad y violencia.
El trabajo de Gurr sobre conflictos se basa en una extensión de su Teoría de Privaciones Relativas y
argumenta sobre que los grupos étnicos experimentan diferentes formas de conflicto, incluyendo guerras
civiles, violencia comunitaria y limpieza étnica (Gurr, 1993 y 2000). Basados en conjuntos de datos
similares en magnitud a los de Gurr, Ellingsen (2000) y Sambanis, (2001) hallan que la diversidad étnica
se encuentra asociada con guerras civiles étnicas.
3.8. El desafío a los Estudios cuantitativos: La aportación del Banco Mundial (BM) sobre
guerra civil
A finales de la década de 1990, un equipo de economistas del Banco Mundial liderados por Paul Collier,
comenzó a publicar una serie de influyentes investigaciones sobre las causas de la guerra civil. Para esta
corriente, las guerras civiles son provocadas por la relación entre “codicia y oportunidades”. Aquí, la
conflictividad ocurriría cuando los costos de oportunidad de la lucha fueran especialmente bajos para los
rebeldes potenciales y cuando los recursos posibles de ser obtenidos desde el enfrentamiento fueran
mayores.
Un ejemplo de esta aproximación, lo encontramos en las acciones de los señores de la guerra y la violencia
desatada con el fin generar riquezas a partir de actividades como el saqueo y sus relacionados (Collier y
Hoeffler, 2004).
Por otro lado, Fearon y Laitin (2003) argumentan que las animosidades y/o quejas étnicas no están
relacionadas con la violencia política. Particularmente, estos autores proponen una teoría en donde los
procesos de insurgencia se articulan con la debilidad estatal. Lo anterior, basado en análisis concentrados
en áreas periféricas y con marcadas ausencias institucionales.
desde lo anteriormente enunciado, se desprende que en algunos estudios y datos cuantitativos de guerra
civil no existe confianza en teorías que tengan como pretensión mostrar una conexión, asociaciones entre
aspiraciones, diferencias y demografías nacionales con procesos de violencia entre comunidades o guerras
civiles (Laitin, 2007). Aquí, lo manifestado constituye, no obstante, una interpretación ingenua, trivial de la
real magnitud conflictual de procesos de activismo étnico – nacionalista. Siguiendo el criterio previo D.
Laitin expondrá:
“Las quejas étnicas comúnmente se encuentran latentes y son sentidas. Los factores que hacen de estas
quejas cuestiones vitales y manifiestas, diferencian a casos violentos de los procesos no violentos. Las
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pesquisas entonces, deben apuntar a develar los elementos específicos que transforman en acciones
violentas a las quejas étnicas latentes” (Laitin, 2007: 25).
En definitiva y siempre al alero de las consideraciones de D. Laitin, no debe olvidarse que en cerca del
50% de las guerras civiles ocurridas desde 1945, los actores participantes fueron organizaciones rebeldes
con amplios grados de legitimidad y apoyos sustentados en la capacidad de representación de causas de
tipo étnico - nacionalista. Por último, se debe entender que la violencia étnico – nacionalista constituye un
proceso no azaroso ni solamente oportunista.
4. Etnicidad y conflicto externo
El trato académico al vínculo entre Etnicidad y conflicto externo fue especialmente influenciado por los
ataques del 09-11-2001 en Nueva York y El Pentágono. Así, se reimpulsa e impacta fuertemente entre
2001 a 2010 a un debate sobre el rol de las identidades étnicas y religiosas en los procesos de conflicto
transnacional.
4.1. Similitud étnica y disputas interestatales: La perspectiva civilizacional de S.
Huntington
Desde la tradición neorrealista en Relaciones Internacionales y a través de una publicitada contribución,
Samuel Huntington, (1993 y 1996) afirmó que el comportamiento estatal en el periodo post – Guerra Fría
ya no reflejaría principalmente cálculos de poder o ideología, sino que más bien manifestaría afiliaciones
civilizatorias.
Materializando “civilizaciones” como enormes categorías étnicas basadas en religiones del mundo, y
anticipando acciones violentas entre ellas, Huntington sugiere que rasgos civilizaciones específicos son más
propensos a la violencia que otros. En particular para Huntington, la cultura islámica provocaría más
conflictos que otros. Aquí, es a través de las “líneas de falla” entre las religiones del mundo en donde el
conflicto sería más propenso a estallar.
Bajo la perspectiva Huntingtoniana destaca el concepto “síndrome del grupo afín”. Aquí, se indican procesos
de intervención y conflicto por parte de “parientes culturales distantes”. Un ejemplo, lo ilustra el alineamiento
de grupos nacionalistas a través de los Estados.
De forma poco sorpresiva, la Tesis Huntingtoniana, con sus matices abiertamente normativos, vino a ser
inmediatamente criticada a través de estudios. Principalmente, por su intento de materializar civilizaciones
como categorías étnicas a gran escala. Lo anterior, omitiendo la naturaleza civilizacional variada y el
carácter sesgado y evidentemente construido de cada civilización como una categoría étnica a escala
ampliada.
Ahora bien, la perspectiva civilizacional y sus vindicaciones fueron influidas por los eventos del 09-11 de
2001. No obstante, la interpretación fundamentalmente no deja de ser una contribución extraviada, dados
los profundos clivajes al interior tanto de occidente como de las “civilizaciones islámicas”. En el sentido
mentado, Fox, (2003) pone en evidencia que grupos musulmanes tienden a conflictuar mucho más contra
sus correligionarios que contra miembros de otras religiones. En efecto, y siempre siguiendo a Fox, puede
sostenerse que fanáticos religiosos en ambos lados del clivaje occidente – islam tienen más en común entre
ellos que con sus propios pares religiosos.
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4.2. La crítica a Huntington desde la evidencia
La teoría civilizacional huntingtoniana también ha atraído escrutinio critico desde académicos que, en
contraste con el mismo Huntington, la han expuesto a evidencia sistemática. Como regla, variados estudios
estadísticos rechazan la teoría.
Empleando variadas fuentes de datos y controlando correlaciones de conflictos Henderson y Tucker,
(2001), Henderson, (2004), Chiozza, (2002) y Fox, (2005) fallan en el localizar soporte empírico respecto
que las disputas interestatales y las guerras son más comunes a través de líneas de falla civilizacionales.
4.3. El sesgo Huntingtoniano sobre la investigación de Etnicidad y conflictos
En un estudio exhaustivo sobre disputas e identidades interestatales, Gartzke y Gleditsch, (2006) proveen
a los análisis de una base estadística para la realización de comparaciones. Lo expuesto, ayudó a mejorar
los insumos disponibles para la pesquisa sobre Etnicidad y conflictos (Henderson, 1997). Además, el trabajo
referido advirtió sobre el sesgo de selección y en análisis derivado de la fascinación de algunos artículos
e investigaciones con la tesis Huntingtoniana.
Para Gartzke y Gleditsch, la tesis de Huntington tendió a eclipsar la pregunta fundamental sobre si los
lazos étnicos afectan o no a las relaciones interestatales. Por aquello, estos autores retomando el
cuestionamiento enunciado y midiendo explícitamente la similitud étnica en términos de religión y de
lenguaje, sostienen que la violencia es un escenario más probable entre Estados con lazos culturales
similares e incluso cuando se tiene control sobre otros factores determinantes de conflicto.
Ahora bien, también algunas investigaciones exhiben que pares o diadas de mayorías y minorías en
Estados, presentan frecuencias más altas de violencia. Aquí, lo que ocurre es la existencia de conflictividad
entre grupos étnicos mayoritarios y grupos étnicos minoritarios en Estados específicos. Lo mentado, al menos
sugiere una lógica nacionalista en vinculación con las frecuencias de conflictividad y violencia.
4.4. Difusión de conflictos étnicos: El contagio
Aparte de influenciar directamente las relaciones al interior de los Estados y desde el Estado hacia grupos,
los acciones y políticas étnicas pueden además expandir la violencia a través de procesos de contagio. En
tales casos, lo que inició como un conflicto étnico interno se desparrama o despliega por fuera de las
fronteras estatales, afectando de este modo a otros países.
Lake y Rothchild, (1996) estudian la lógica detrás de los procesos de expansión de la conflictividad y
entregan el siguiente mecanismo causal:
Primero, los conflictos étnicos pueden proliferar debido a “externalidades físicas”, a partir del desparramo
de violencia de un Estado hacia otro. Aquí, por ejemplo, cuando los rebeldes étnicos son capaces de
establecer bases y santuarios a través de las fronteras (Salehyan, 2009).
En algunos casos, procesos de conflicto provocan “flujos de refugiados” significativos que pueden interrumpir
el balance étnico del Estado anfitrión. En ocasiones, Estados y organizaciones usan campos de refugiados
para el reclutamiento de rebeldes (Salehyan y Gleditsch, 2006).
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NACIONALISMO Y ETNICIDAD EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES
En el caso expuesto, la difusión del conflicto queda ilustrada por la expansión desestabilizadora de la
conflictividad por parte de los refugiados. Un ejemplo, lo constituyen los refugiados Hutus10 que escapan
del genocidio en Ruanda al año 1994. No obstante, la falta de datos sobre refugiados étnicos impide la
realización de generalizaciones teóricas más allá de los casos mejor conocidos.
Segundo, en adición a las influencias directas y/o físicas, “efectos de demostración de comportamientos”
también pueden influir la difusión de conflictos. Aquí, empresarios políticos, activistas políticos, pueden
obtener inspiración desde rebeliones étnicas exitosas en países colindantes.
Tercero, la “solidaridad con parientes étnicos” bajo situación de guerra civil en Estados vecinos puede
inspirar a grupos al directo involucramiento en acciones de combate entre fronteras, o para presionar a
sus propios gobiernos hacia la intervención en conflictos.
A modo de conclusión, puede sostenerse que todavía la literatura sobre conflictos étnicos y guerra vivil
presenta dificultades para capturar la propagación transfronteriza de la conflictividad y la violencia.
Particularmente, en estudios de guerra civil un enfoque de “actividad política cerrada” tiende a eclipsar
mecanismos transfronterizos. Ahora bien, existen esfuerzos para superar aquella limitante a través de
progresos en la especificación del rol de la Etnicidad en los procesos de transgresión de fronteras
(Gleditsch, 2007).
Por otro lado, la aproximación civilizacional de Huntington no ha sido confirmada por estudios sistemáticos
y ha tendido a ensombrecer generalizaciones que incluyen la variable “reclamo etno – nacionalista”
respecto de conflictividades. Por último, la literatura sobre difusión de conflictos étnicos sufre una falta de
atención sobre el rol jugado por el Estado en conflictos externos.
5. Nacionalismo y conflicto interno: El vacío teórico
Como fue ilustrado por las secciones previas, el Estado es relativamente periférico en la mayoría de las
teorías convencionales sobre conflictos étnicos. En efecto, algunos estudios analizan conflictividad entre
grupos étnicos bajo condiciones de Estado fallido y por lo tanto haciendo de la ausencia estatal el núcleo
del argumento causal. Otros análisis, asumen que el Estado es étnicamente neutral e intentan relacionar las
medidas de diversidad etno – demográficas, tales como la polarización de grupos con las guerras civiles.
5.1. Teorías sobre Nacionalismo
Las teorías sobre Nacionalismo trabajan sobre el vacío teórico al traer de vuelta al Estado al centro de
los procesos de conflictos. De hecho, la mayoría de las guerras étnicas modernas refieren al acceso de
grupos étnicos al poder estatal. Aquí, si sus representantes defienden su poder gubernamental o si actores
desafían las estructuras de poder existentes (Gellner, 1983; Brass, 1991).
Si bien la violencia nacionalista no respeta fronteras, por ahora, sin embargo, la discusión se enfocará en
el vínculo entre Nacionalismo y guerra civil.
5.2. Estado y representatividad etno – nacional
Dado el principio de representatividad etno – nacional encarnado por el Estado – Nación moderno, puede
esperarse que actores desafiantes y gubernamentales busquen evitar el gobierno de “otros étnicos” al
10 Los Hutus son un Grupo Étnico que conforma el núcleo de población en los actuales Ruanda y Burundi en el África centro – oriental.
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NACIONALISMO Y ETNICIDAD EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES
ganar posiciones de control. Lo anterior, se expresa en potenciar políticas y Estados étnicos afines desde
los espacios de poder. Ahora bien, en el sentido referido, Gellner, (1983) expondrá una consideración a
modo de atención y precaución en el ejercicio del gobierno:
“Los lazos étnicos al interior de un Estado determinado no deben separar a aquellos que mantienen el poder
del resto. –Quienes poseen el poder deben maximizar su parte de control e influencia estatal, pero de forma
tal que quede todavía abierta la posibilidad para que grupos étnicos afines o compañeros compitan y/o
compartan el poder” (Gellner, 1983: 01).
5.3. Definición de guerra civil
Las guerras civiles confrontan gobiernos incumbentes con organizaciones políticas y militares que desafían
las pretensiones de mandato soberano por parte de los gobiernos. La situación mentada, corresponde a
una definición estándar de guerra civil (Sambanis, 2004; Kalyvas, 2007). No obstante, excluye conflictos
comunitarios o masacres en las cuales los Estados juegan menos que un rol activo (Horowitz, 2002;
Wilkinson, 2009).
En conflictos que son peleados en nombre de grupos excluidos, los movimientos rebeldes están compuestos
de organizaciones militarizadas y movilizadas que desafían al gobierno. Por otro lado, en el caso de
desafíos lanzados en nombre de grupos ya representados al interior de gobiernos, otros actores tales
como una facción dentro del ejército, una organización policial de reciente creación o una milicia, pueden
instigar una confrontación violenta.
5.4. Entre quejas y violencia colectiva: Un vínculo no automático hacia conflictos etno –
nacionalistas
A pesar de que la lógica de la conflictividad civil parece sencilla, la mera presencia de quejas al interior
de grupos no gatilla automáticamente la movilización y el camino hacia la violencia colectiva. A menudo,
las quejas y/o pretextos de carácter étnico para una rebelión se ahogan en la omnipresencia de la
capacidad política para frustrar cometidos y provocar desazón en grupos. Lo anterior, arrebata a las
quejas un valor predictivo.
Teorías sobre las guerras civiles etno – nacionalistas deben, en consonancia con lo expuesto, proveer
mecanismos específicos que conecten las asimetrías estructurales, asociadas con discriminación, reglas
forasteras o extrañas sobre grupos determinados, con la ocurrencia de brotes de violencia.
Específicamente, primero se requiere conocer cómo desigualdades políticas y económicas pueden ser
transformadas en quejas sentidas de manera colectiva. En una segunda etapa, debe mostrarse cómo las
quejas operan siendo gatillo de acciones de violencia colectiva a partir de procesos de movilización.
5.5. Desde desigualdades estructurales hasta quejas – Aportaciones teoréticas:
Autocategorización, Teoría Social – Psicológica, Teoría Realista del Conflicto y
Teoría de la Identidad Social
Antes que las quejas puedan ser sentidas, deben vincularse colectivamente con identidades sociales
mediante procesos de autocategorización (Hogg y Abrams, 1988). La prominencia de distinciones étnicas
varia con el tiempo y de caso en caso, pero una vez que la identidad de grupos se vuelve prominente, los
miembros de los grupos involucrados se encuentran propensos a realizar comparaciones sociales que
articulan la distinción entre: 1.- En – Grupos y 2.- Fuera – de – Grupos (Turner, 1981).
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NACIONALISMO Y ETNICIDAD EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES
Lo anterior, permite entender, desde la identidad, los fenómenos de cohesión en grupos que a su vez
constituyen el basamento de la vida política y social moderna (Simmel, 1908; Hogg y Abrams, 1988).
Siguiendo el sentido mentado y desde la construcción de una Teoría Social – Psicológica, Horowitz, (1985)
argumenta que las comparaciones sociales que reflejan inferioridad o superioridad de grupos operarían
como gatillos sobre situaciones conflictuales.
Por su parte, la Teoría Realista del Conflicto sostiene que reclamos contradictorios sobre recursos escasos,
incluyendo poder, prestigio, salud, probablemente pueden producir relaciones intergrupales antagónicas
y etnocéntricas (Levine y Campbel, (1972). Aquí, lo que evidentemente prima es el conflicto como una
consecuencia directa de diferencias de objetivos y acciones entre grupos.
Por último, la Teoría de la Identidad Social expone que una mera conciencia de organizaciones sociales que
no se asumen como pertenecientes a sus grupos de origen, puede ser suficiente para provocar
comportamientos competitivos, incluso en ausencia de problemas objetivos y podría, en sí misma, crear
nuevas estructuras de conflictividad y estratificación entre grupos (Tajfel y Turner, (1979).
En suma, los procesos de comparación social y evaluación intergrupal están lejos de ser emocionalmente
neutrales. En particular, violaciones de normas de justicia e igualdad típicamente despertarán sentimientos
de furia y resentimiento entre los miembros de grupos desventajados.
Ahora bien, Williams, (2003) argumentará que puede considerarse a la desigualdad como un elemento
importante más no suficiente para gatillar protestas directas. El autor expondrá:
“La base de las quejas yace en la reclamación de que una injusticia ha sido infringida a una víctima que no lo
merecía. Las quejas implican protestas normativas, reclamando violaciones de derechos o reglas. Aquellos que
han sido intensamente agraviados pueden emplear el lenguaje de un atropello moral” (Williams, 2003: 131).
No obstante, haciendo avanzar la lógica de Williams, Petersen, (2002) muestra que el resentimiento
basado en comparaciones intergrupales que involucran a desigualdades significativas, si a menudo
provocan movilización étnica directa (Kaufman, 2001).
5.6. El sentimiento de resentimiento
Petersen, (2002) explica que el resentimiento es el sentimiento de ser dominado políticamente por un grupo
que no tiene derecho de encontrarse en una posición superior. Esta es la experiencia diaria de relaciones
de posición y poder percibidas como inmerecidas y que son generadoras de emociones antagónicas.
Desde la forma expuesta, se concluye que las desigualdades objetivas combinadas con comparaciones
intergrupales son elementos que pueden conducir a quejas sentidas subjetivamente.
5.7. Desde las quejas hacia la acción colectiva
Las emociones no gatillan automáticamente comportamientos violentos. Inclusive, bajo circunstancias
institucionales específicas, las compensaciones pueden ser buscadas a través de medios pacíficos (Hogg y
Abrams, 1988). Aun así, los dirigentes impugnados generalmente sólo abandonarán a regañadientes sus
posiciones ventajosas. Aquí, al compartir poder y/o permitir secesiones de minorías. En definitiva, sin
recursos ni organización la “furia solitaria” poco es lo que puede hacer para desafiar al status quo (Tilly,
1978; Oberschall, 1978).
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NACIONALISMO Y ETNICIDAD EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES
Por otro lado, la acción colectiva no puede ser dada por hecha, especialmente donde los costos en que
incurren voluntarios individuales son demasiado altos (Lichbach, 1995).
5.8. Guerra civil, movimientos étnicos y dilema de acción colectiva: Algunas
consideraciones
Desde la Teoría de la Acción Colectiva, se plantea que la actividad de grupos determinados se explicaría
porque los individuos sólo participan en las organizaciones cuando los beneficios son mayores que los
costos. No obstante, al aumentar el tamaño de los grupos disminuye paralelamente la percepción sobre la
importancia de la contribución individual de sus integrantes (Olson, 1992).
En relación con lo enunciado, existen razones para creer que el dilema de acción colectiva puede sufrir
una sobredimensión en el contexto de las guerras civiles. Convincentemente, Kalyvas y Kocher, (2007)
argumentan que la existencia de un dilema permite la suposición de que la participación en el conflicto
trae más costos que la no participación. No obstante, mientras los conflictos armados sin duda acarrean
riesgos para los miembros de las organizaciones rebeldes, no existen garantías de que el optar por
quedarse al margen de la conflictividad sea la opción más segura.
Lo anterior, se expone considerando la violencia colateral que afecta a los civiles más que a los cuadros
de combatientes y donde los civiles que no cooperan están constantemente expuestos a ser sometidos a
castigo por el no participar. En este sentido, evidencia experimental muestra que a menudo al interior de
conflictos, los individuos y grupos están más dispuestos a invertir en castigos que impliquen costos
significativos a los no participantes, polizones y a violadores de normas o reglas (Fehr y Gâchter, 2000;
Blattman y Miguel, 2009).
Siguiendo lo mentado, gracias a las redes sociales preexistentes, los grupos étnicos, por ejemplo, pueden
proveer una estructura organizacional a nivel micro que puede ser empleada para superar
comportamientos polizones, de no participación y de violación de reglas (Hechter y Okamoto, 2001).
Estudios muestran que las identidades colectivas, como aquellas que construyen los grupos étnicos, facilitan
la acción colectiva: “La gente que se identifica fuertemente con un grupo, generalmente siente una obligación
a actuar si el grupo actúa y creen que otros miembros del grupo actuarán junto a ellos” (Goldstone, 2001:
104).
Mientras que los factores cognitivos y organizacionales son centrales en los procesos de movilización,
constituye un error el pasar por alto el valor de las quejas cargadas de emocionalidad (Wood, 2003).
Por lo tanto, más que clasificar a la desigualdad e injusticias como el único factor de las quejas, su impacto
debiese ser visto como uno de tantos otros recursos para la movilización.
5.9. Evidencia sobre guerras civiles etno – nacionalistas. Líneas teóricas: MAR, EPR y
desigualdad vertical
Estudios desde la Teoría de Privaciones Relativas, utilizando la base de datos del MAR establecida por el
trabajo de Gurr y otros, examinan las consecuencias de la discriminación política, económica y cultural
reportando un efecto positivo de estos factores en la conflictividad civil. No obstante, al mismo tiempo
evidencian que la movilización étnica es un factor indirecto o si se quiere necesario – no suficiente sobre la
conflictividad civil (Gurr, 1993 y 2000).
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NACIONALISMO Y ETNICIDAD EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES
Ahora bien, el conjunto de datos del MAR no es el instrumento más adecuado para estudiar globalmente
los conflictos. Aquí, al no estar ideado para examinar el acceso al poder y las prácticas de grupos al
interior de posiciones de poder. El MAR restringe muestras a minorías movilizadas y, por lo tanto, pasa por
alto la constelación de etno – política de los centros de poder significativos. Por ejemplo, gobiernos.
Otros autores, exponen una nueva propuesta de trabajo basada en el examen de las formas de acceso
al poder y acciones al interior de centros de poder significativos llevadas a cabo por grupos. A modo de
ilustración, Fearon y Laitin (2003) y Cederman y Girardin, (2007) hallan una fuerte influencia del poder
de grupos grandes tras el inicio de guerras civiles.
El enfoque previo, siguiendo una lógica centro – periferia, indica que la exclusión del poder de grupos
étnicos significativos incrementa la probabilidad de conflicto, especialmente si el grupo excluido está
localizado lejos de los centros urbanos, capitales y su área de asentamiento se caracteriza por ser un
territorio de difícil control.
Por otra parte, basado en una encuesta en línea realizada por expertos, el conjunto de datos sobre
Relaciones de Poder Étnico (EPR por sus siglas en inglés) intenta superar limitaciones a cantidades de datos
desde el proveer una codificación exhaustiva de acceso al poder para grupos étnicos políticamente
relevantes en el mundo desde 1946 hasta 200511.
Cederman, Wimmer y Min, (2010) emplean el EPR para establecer que la exclusión política, especialmente
la pérdida reciente de poder, se encuentra fuertemente vinculada al brote de guerras civiles. Aquí, a partir
de reconfiguraciones de poder entre grupos ligadas al conflicto.
Por último, ofreciendo un enfoque multidimensional sobre las desigualdades estructurales dentro de los
Estados, el trabajo de Stewart, (2009) introduce la noción de “desigualdad vertical”. Aquí, las
desigualdades se definen en las dimensiones económica, social, política y en el estatus cultural entre grupos
definidos culturalmente.
Para Stewart, más que diferencias sólo económicas y/o de ingresos, lo que provoca conflictos internos o
civiles son desigualdades sociales más amplias, profundas. Lo anterior, aplica tanto para grupos
avanzados (Ej. Países desarrollados) como para grupos menos favorecidos (Otsby, 2008; Stewart, 2009).
Ahora bien, la dimensión económica no puede ser asumida como débil en la explicación de conflictos. Para
algunos análisis, desigualdades económicas entre grupos tienen una mayor probabilidad de gatillar
conflictos. Aquí, si el grupo etno – nacionalista es más pudiente o pobre que el promedio del país (Horowitz,
1985; Cederman, Weidmann y Gleditsch, 2011).
5.10. Conflictos internos e investigación cuantitativa: Desarrollos recientes
Pesquisas empíricas recientes de carácter cuantitativo, muestran que el nacionalismo separatista tendría
más a provocar violencia colectiva en los siguientes cinco escenarios. Primero, donde los grupos étnicos se
encuentran altamente concentrados (Toft, 2003; Weidmann, 2009). Segundo, donde se disfrutó de un
mayor nivel de autonomía en el pasado (Hechter, 2001; Wimmer, Cederman y Min, 2009). Tercero, donde
grupos estuvieron expuestos a la represión estatal (Lustick, Miodownik y Eidelson, 2004). Cuarto, si se
11 Una versión actualizada, llamada EPR-ETH, puede ser encontrada en: http://www.icr.ethz.ch/data. El sistema incluye una extensión geo codificada, GeoEPR-ETH. Estas bases de datos pueden también ser inspeccionadas a través de GROWup, un portal de datos en línea en: http://growup.ethz.ch.
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NACIONALISMO Y ETNICIDAD EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES
reside en regiones ricas en recursos (Sambanis y Milanovic, 2009). Quinto, en lugares en donde países en
conflicto presentan gran cantidad de grupos secesionistas (Walter, 2006).
5.11. Políticas de Estado y conflictos internos:
A pesar de que condiciones estructurales constituyen determinantes importantes de la violencia secesionista,
las políticas estatales igualmente influencian la posibilidad de conflicto. En este sentido, demandas
bloqueadas por soberanía, posiblemente sumadas a la represión y discriminación del Estado, pueden
inspirar movimientos separatistas y provocar acciones de resistencia armada (Gurr, 2000; Sambanis y
Milanovic, 2009).
Bajo las condiciones expuestas, garantizar la autonomía regional de minorías secesionistas podría ayudar
a fomentar la colaboración entre actores moderados y, por lo tanto, estabilizar situaciones (Hechter, 2001).
Sin embargo, algunos análisis han encontrado que mientras que la descentralización podría frenar la
movilización de tipo etno – nacionalista en un corto plazo, las consecuencias a largo plazo de un
“federalismo étnico” serían incluso más desestabilizadoras (Bunce, 1999; Deiwiks, 2011).
Al destacar la dimensión activa jugada por el Estado, las líneas previamente expuestas han mostrado la
manera en que las desigualdades han surgido en la historia violando las normas en la distribución
equitativa de representación política, de bienes públicos y constituyendo alimento al Nacionalismo.
Además, se manifestaron mecanismos capaces de gatillar quejas que a menudo provocan procesos de
movilización. Aquí, con la violencia colectiva como un resultado probable.
La evidencia cuantitativa reciente muestra que la desigualdad política y económica a nivel de grupos
puede ser asociada con resultados de guerra civil.
Los elementos anteriores, dan cuenta de pesquisas que intentan resolver la falta de apreciación del rol
jugado por el Estado al interior de conflictos, derivada de un predominio de estudios y apreciaciones de
carácter sólo etno – demográfico.
6. Nacionalismo y conflicto externo
A pesar de que el Nacionalismo tiene la capacidad de desestabilizar Estados multiétnicos a partir de la
recesión y de la guerra civil, su potencial desestabilizador va bastante más allá de las fronteras de Estados
particulares. En la presente sección se revisan teorías y presentan procesos de conflictos nacionalistas entre
Estados.
La lógica del apartado es la siguiente: El Nacionalismo no sólo traspasa fronteras estatales, sino que tiene
la capacidad de transformarlas. De esta forma, en el nivel regional o en el nivel sistémico, aquello que
ayer era literalmente “adentro”, mañana pasará a ser “afuera” y viceversa.
6.1. Cambio de Sistemas y Cambio de Sistemas Nacionalistas
De acuerdo a Robert Gilpin, (1981) el “Cambio de Sistemas” es el tipo fundamental de transformaciones
al que el sistema internacional puede someterse. Aquí, al implicar la naturaleza de sus elementos
constitutivos. De esta manera, el Cambio de Sistemas difiere de tipos de cambio superficiales, tales como
el cambio de interacción referido a ajustes en procesos interestatales. Por otro lado, el Cambio de Sistemas
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NACIONALISMO Y ETNICIDAD EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES
se diferencia de un “Cambio Sistémico”, que concierne a una modificación mayor en la jerarquía de
prestigio y balance de poder internacional, pero manteniendo constantes los tipos y naturaleza de actores.
En la lógica de Gilpin, un proceso específico permite enlazar la distinción “interno – externo” en unidades
de análisis y explicaciones causales, a partir de examinar la vinculación entre cambios en los lazos
territoriales y los lazos nacionales en los Estados del sistema internacional. Gilpin denominó al proceso
mentado como “Cambio de Sistemas Nacionalistas”.
Para este autor, el Cambio de Sistemas Nacionalistas es visto como un caso especial de la categoría más
amplia Cambio de Sistemas y específicamente tiene caracteres de proceso macro – histórico. En detalle,
refiere a las situaciones que incitan a las Naciones a jugar el rol principal en el escenario mundial en
conjunto con vinculaciones especificas al Estado desde la Revolución Francesa en adelante (Hall, 1999;
Cederman Warren y Sornette, 2011).
Aquí, la importancia de la Nación puede encontrarse en la forma en que la misma dota de, otorga
legitimidad al Estado. Se trata de una lógica “desde abajo hacia arriba”, que define a la gente que
concibe a la Nación, como el foco y origen de la legitimidad política (Calhoun, 1997). Lo anterior, otorga
relevancia a la Nación como entidad históricamente capaz de construir Estados y superarlos inclusive, para
desde allí direccionar cursos del sistema Internacional.
En suma, la Nación como entidad conceptual y empírica independiente es capaz de, desde sus cambios,
alterar al sistema internacional y provocar efectos geopolíticos.
Gilpin propone una taxonomía simple, históricamente fundada para identificar situaciones y tipos de
Nacionalismo. Aquí, desde relaciones particulares entre Estado y Nación. Tales escenarios, situaciones,
pueden ser caracterizadas tanto por la presencia o ausencia de un Estado y/o Nación común (Cuadro Nro.
II).
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NACIONALISMO Y ETNICIDAD EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES
Comenzado con la configuración anárquica en el cuadrante superior izquierdo, en donde ninguna de las
dos entidades (Estado o Nación) es dominante, se esquematizan tres vías de desarrollo que pueden como
no, guiar a la formación de un Estado – Nación en la esquina inferior derecha. Esta categorización dinámica
se basa en los tres tipos ideales de Nacionalismo de Th. Schieder (Cederman, 1997).
Dependiendo de la configuración geo – cultural inicial, ya sea un Estado emerge antes que la Nación o la
construcción de la Nación precede a la formación del Estado. Si el Estado es primero, el proceso guía hacia
“Nacionalismo enmarcado en el Estado” (Brubaker, 1996). Para el orden inverso (Ej. Italia y Alemania) una
Nación cultural precede al Estado, conduciendo hacia un “Nacionalismo de unificación”. Por último y
tomando como ejemplo al colapso de los imperios de Europa del Este, cuando los Estados se derrumban,
aparecen “Nacionalismos separatistas”.
Las tres trayectorias expuestas, inicialmente asociadas con casos europeos, son bastante generales y
podrían ser aplicadas en procesos como la descolonización (Mayall, 1990).
6.2. Consecuencias del Cambio en Sistemas Nacionalistas: Déficit, superávit de Estado
Nación e irredentismo
Los Nacionalismos requieren unidades territoriales y nacionales. Desde aquí, pueden conducir al
fortalecimiento de los Estados (Nacionalismo enmarcado en el Estado), a inestabilidad ligada a integración
política (Nacionalismo de unificación) o a la fragmentación territorial (Nacionalismo separatista).
El cambio en Sistemas Nacionalistas afecta la geopolítica a través de modificaciones en el funcionamiento
interno de los Estados. Pero, además, afectando las formas y límites de las unidades. En situaciones donde
los limites nacionales y estatales no coincidan, el Cambio de Sistemas Nacionalistas gatillará tensiones que
incrementarán la posibilidad de conflictos internos y externos (Gellner, 1983).
La correspondencia entre Estado y limites nacionales puede ser operacionalizada bajo el criterio: “balance
Estado – Nación”. Aquí, tipos específicos de conflicto son más probables dependiendo del balance
específicamente dado (Miller, 2007).
Primero, regiones caracterizadas por un déficit de Estado – Nación, tienden a generar Nacionalismo
separatista porque Naciones sin Estado intentan alcanzar una calidad de Estado al llevar a cabo secesión
respecto de entidades multinacionales existentes. Lo expuesto, constituye el tipo de Nacionalismo más
común que induce al conflicto. Ejemplos ilustrativos son: La ruptura de imperios coloniales y Estados
multiétnicos (desde el Imperio Habsburgo hasta la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas - URSS).
Las consecuencias geopolíticas de secesiones como las expuestas, son objeto de debate. Para algunas
autorías, la división implica una manera última, extrema para acabar conflictos cuando “todo lo demás
falla”. No obstante, se reclama que, en algunos casos, la división puede incluso asociarse con menores
grados de estabilidad geopolítica. Aquí, a partir de la difusión riesgosa de mecanismos de secesión
(Sambanis, 2000). Ahora bien, variados análisis insisten en develar los aspectos positivos de la división al
permitir pacificar conflictos a través de procesos de negociación.
Segundo, un superávit de Estado – Nación puede gatillar un Nacionalismo de unificación debido a la
competencia de Estados más pequeños que disputan por ser la unidad que conducirá una nueva unificación
estatal. No obstante, tal competencia también podría gatillar una guerra. En el caso expuesto, los Estados
disputan por posiciones de dominio y liderato de la nueva nación emergente (Ej. Unificación de Alemania
e Italia).
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NACIONALISMO Y ETNICIDAD EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES
Tercero, a partir de una combinación de los dos casos anteriores, dos Estados vecinos pueden sufrir un
déficit de Estado - Nación y un superávit al mismo tiempo. Lo expuesto, en el sentido que un grupo
nacionalista experimenta un déficit de estatalidad en el primer Estado anfitrión y que se corresponde a
un superávit en un segundo Estado de origen.
La tercera configuración mencionada, refiere a procesos de irredentismo12. En casos de irredentismo, se
crean presiones para que la tierra de origen de un grupo lleve a cabo acciones en contra de un Estado
anfitrión para liberar y redimir al grupo. De esta manera, el resultado es un conflicto interestatal.
Formas menos drásticas de irredentismo implican intervenciones en apoyo de grupos étnicos que luchan
guerras civiles en contra de sus propios gobiernos (Saideman, 2001). Por ejemplo, las acciones del ejército
de Rusia en apoyo de Osetia del Sur y Abjasia en la guerra contra Georgia al año 2008.
6.3. Irredentismo y conflicto irredentista
El irredentismo puede definirse como el intento por liberarse e integrar un territorio habitado por una
población afín en el Estado de su tierra de origen étnico (Chazan, 1991). Puede que el Estado de origen
ya exista o deba ser creado (Ej. Caso pueblo Kurdo). Por lo tanto, el irredentismo puede ser visto como
una combinación de secesión nacionalista e integración. A modo de síntesis de la definición dada Horowitz
expondrá: “El irredentismo involucra restarse de un Estado y sumarse a otro, nuevo o ya existente; la
secesión involucra restarse solos” (Horowitz, 1991: 10).
6.4. Irredentismo y síndrome macedonio
En un artículo pionero que introduce la noción “síndrome macedonio”, M. Weiner (1971) muestra que la
construcción agresiva de una Nación a menudo se despliega inclusive por fuera de las fronteras estatales.
La comprensión de lo expuesto destaca una triada de actores y comunidades que incluye Estados en
nacionalización, minorías nacionales y tierras de origen nacionales (Brubaker, 1996).
Inspirado en una analogía de los Balcanes, Weiner esquematiza un escenario estilizado, en el cual un
reclamo irredentista por parte líderes de minorías en la tierra de origen, desencadena una dinámica que
radicaliza la política a través de las líneas nacionales de la nación entera. Lo anterior, además creando o
reforzando los tres tipos de comunidades enunciados en el párrafo previo.
A causa de la polarización emocional de actores, la democracia y la moderación territorial son dimensiones
que sucumben, caen en el proceso. Por el contrario, el tránsito típico es violencia y luego secesión.
6.5. Evaluación de traspasos de territorio en procesos de irredentismo
En función de evaluar la real posibilidad de transferencias de territorio en procesos de irredentismo bajo
contextos históricos particulares, se torna necesario analizar los mecanismos que producen el fenómeno
irredentista. Los factores son típicamente regionales, pero también a veces de carácter sistémico.
Las explicaciones regionales, atribuyen la presión irredentista a la existencia de “inadaptados” entre los
mapas políticos y étnicos en un área particular (Miller, 2007). Por ejemplo, mientras más diásporas
12 El término “irredentismo” tiene raíces en un proceso histórico. Fue aplicado originalmente a un movimiento político que surgió en Italia durante el siglo XIX, y que pugnaba por la incorporación de territorios extranjeros que se consideraban italianos por haber estado bajo su soberanía anteriormente o por razones de afinidad étnica.
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NACIONALISMO Y ETNICIDAD EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES
variadas existan, es más probable que ocurran campañas secesionistas (Chazan, 1991; Saideman y Jenne,
2009).
Sin embargo, la estabilidad política relativa “cerca del exterior” de países como Rusia, indica que la
solidaridad étnica no es un gatillo automático de la violencia (King y Melvin, 1999/2000). Como explica
Horowitz, (1985) los Estados y grupos emparentados externos lo piensan dos veces antes de involucrarse
en animosidades y conflictos en o con Estados vecinos.
Por otro lado, algunos análisis muestran que existe una tendencia registrada de Estados a perseguir
rebeldes étnicos a través de fronteras estatales donde estos cuentan con “santuarios” en los países vecinos.
Ejemplo, las redadas turcas contra fortalezas kurdas en Irak (Trumbore, 2003). Aquí, la probabilidad de
involucramiento irredentista está aparentemente ligada al poder relativo de la minoría comparado con el
del Estado anfitrión y con el del grupo emparentado con el Estado anfitrión.
6.6. Estudios macro históricos
Al investigar los conflictos nacionalistas a un nivel sistémico, algunos estudios han evidenciado una conexión
entre desequilibrios Estado – Nacionales o “desde el Estado hacia Naciones” y tipos variados de conflicto.
Miller, (2007) basado en una clasificación exhaustiva de conflictos alrededor del mundo, sostiene que una
cantidad mayor de guerras son causadas por problemas Estado – Nacionales versus otras razones. Miller
pone como ejemplo a la conflictividad contemporánea del Medio Oriente.
Ofreciendo una prueba directa del proceso de Cambio en Sistemas Nacionalistas, Wimmer y Min, (2006)
muestran que tal transformación tiende a incrementar la probabilidad de guerras interestatales y de otros
tipos. Aquí, documentan cambios de unidades desde imperios hasta Estados – territoriales y desde estos
últimos hacia Estados – Nación.
7. Apreciaciones finales: Las cuestiones disciplinares en deuda
¿Qué se puede concluir desde este inventario de la literatura de Ciencia Política sobre Nacionalismo y
Etnicidad en las Relaciones Internacionales?
La intensidad de procesos de conflictos en el tiempo presente demanda la reinterpretación constante y
precisa de los debates sobre Etnicidad y Nacionalismo. Por otro lado, se debe profundizar en progresos
disciplinares que permitan rastrear de mejor manera el rol del Estado al interior de conflictos y el vínculo
entre guerras civiles y conflicto interestatal (Gleditsch, 2007).
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