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IX Congreso de Psicología Social
A Coruña
Mesa 10: Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación
PONENCIA
Título: Nuevas Tecnologías de Relación
Autora: Adriana Gil Juárez (U.O.C.)
Ahora que disponemos en este congreso de una mesa específicamente
dedicada a las Tecnologías de la Información y la Comunicación, y que no hace
falta acompañarla de sus hermanas mayores: la ‘Psicología social de la Ciencia
y la Tecnología’ que se preocupa de cómo producimos el conocimiento o de la
‘Psicología social de la comunicación’ que se preocupa por el impacto de los
medios en la gente o de sus habilidades comunicativas, es justo ahora, una vez
que algunos psicólogos y psicólogas sociales hemos reconocido a través de las
TICs, un campo específico de trabajo en nuestra disciplina, cuando
dedicaremos estos primeros minutos a hablar de otra cosa. En efecto,
paradójicamente en este primer momento, en la mesa de las TICs no nos
centraremos en las tecnologías como tales, ni nos ocuparemos principalmente
de la información y de la comunicación, entendidas como la transmisión de
información, hablaremos de para qué se utilizan las TICs y de su rasgo
distintivo: las relaciones que posibilitan. Creo que, para empezar, llamarlas
TICs, no da suficiente importancia al sentido primario de su uso, que es la
relación, por encima de la transmisión de información o de la comunicación
misma.
Con ello quiero evidenciar que estas tecnologías tienen más que ver con lo
colectivo que con lo comunicacional. La comunicación es un proceso
subsidiario (es decir menos importante) que el “estar juntos”, como lo muestra
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el hecho que se pueda estar con alguien sin tener nada que decirse. La nueva
tecnología no propicia sino que ES el espacio de la relación, y lo de menos es
el contenido exacto de la información que transmite.
Por supuesto puede argumentarse que no hay colectivo sin comunicación, y
que las personas que no tienen qué decirse tienden a la separación, pero aún y
así, en el orden afectivo, que es el orden de lo colectivo, primero va el estar
juntos, la construcción de la colectividad por la interrelación de los sujetos que
la conforman, y después van los procesos comunicacionales, que posibilitan el
mantenimiento en el tiempo y en este nuevo espacio, del conjunto gregario, al
construir las realidades sobre las que se sostiene.
De hecho seguir hablando de información y de comunicación deja de lado algo
que ya sabemos de hace tiempo, que el lenguaje no tiene como función
prioritaria la transmisión sino la construcción. La construcción de realidades
suficientemente sólidas como para mantener a la colectividad pegada.
Las nuevas tecnologías son ante todo tecnologías de relación precisamente por
que lo que hacen estas tecnologías, al vehicular (es decir, transportar en un
vehículo) procesos de comunicación, es posibilitar el estar juntos a las
personas. Remarcar esto es de gran importancia hoy en día, porque estamos
en un momento en que las tendencias del capitalismo globalizado son sobre
todo disgregadoras. La movilidad laboral, el imperativo del desplazamiento y de
la separación de los grupos primarios, la flexibilidad y formación continua
exigidas a las personas, con sus consecuentes programación horaria y agenda
a disposición de los sitios de trabajo, la permanente localización de los
trabajadores, que nos hace blanco permanente del trabajo ‘non stop’, atentan
contra el mantenimiento de las relaciones con aquellos con quienes queremos
estar pero no podemos. Estas circunstancias inducen por supuesto a la rotura
de lo colectivo, pero también, y gracias justamente a las nuevas tecnologías
(de relación), provocan, sin querer queriendo (que es la forma más dura de
intencionalidad que la psicología social puede sostener), como decía, sin
querer queriendo, provocan la formación de nuevos colectivos y el
mantenimiento de los que han conseguido llegar enteros al advenimiento de
estas tecnologías. Es así, como las TICs, publicitadas principalmente como la
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mejor y la más eficaz manera de transmitir información, de mover capital y de
rápidamente producir activos, son usadas como el nuevo espacio de relación
entre las personas sin ánimo de lucro y en algunas ocasiones, incluso como un
espacio importante de autoorganización y autogestión de determinados grupos
sociales.
De todas formas empezaremos por el lado comunicativo de la cuestión. Como
ya sabemos, el ser humano orienta sus actos hacia las cosas según lo que
significan para él. El significado de estas cosas se deriva de la interacción
social que cada uno mantiene con otras personas. Es decir que los significados
se manipulan y modifican mediante un proceso interpretativo desarrollado por
las personas al enfrentarse a las cosas que encuentran a su paso, y lo digo en
plural justamente porque no es un proceso solitario. El significado es un acto de
creación conjunto, por eso no se puede proteger con copyright, porque no tiene
un único autor y porque cambia rápidamente a medida que los autores se
enfrentan a nuevas cosas o cambian de humor colectivo.
Más tarde, el construccionismo social ha puesto de relieve que estos procesos,
que efectivamente se producen mediante la interacción social y la
interpretación activa del sujeto, tienen lugar en un contexto histórico y social
mayor que la mera interacción entre personas, que regula la forma en que
pueden ser interpretados. Sin embargo, al mismo tiempo, este contexto es un
producto de las interacciones entre personas y de la interpretación activa que
éstas hacen de la situación. De este modo, el significado pasó a ser entendido
no sólo como una característica más de los objetos cuando los humanos
tropiezan con ellos, sino como la realidad misma de estos objetos.
Todo eso viene para recordar que la comunicación no es un mero proceso de
transmisión de información sino que es el proceso mediante el cual nuestro
entorno adquiere realidad. Ocurre, pasa a existir para nosotros. Y eso es algo
especialmente diáfano con las nuevas tecnologías. Por ejemplo en una
entrevista para una investigación sobre jóvenes, ocio y nuevas tecnologías, una
de las chicas comenta:
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Noia: …y también otra ventaja es que… cuando te metes en
Internet, y vas a una página de alguna… para buscar noticias y todo, de
otros... países, por ejemplo cuando estuvo la guerra de Irak y todo eso…
salía muy bien.
La red le permite aprender como funciona el mundo y le posibilita una manera
de intervenir políticamente en él. La convierte en participante activa de la
búsqueda de información, hace de ella una cómplice activa en la construcción
del mundo del momento.
Por supuesto que el lenguaje se muestra como la tecnología más efectiva en la
construcción compartida de emociones y afectos, de hecho, nosotros mismos
somos parte de un proceso comunicativo. Aunque actualmente en estos
procesos están involucradas las nuevas tecnologías y, como hemos visto en
una investigación en la que he estado metida recientemente, el jugar con
videojuegos no estimula solamente la parte lúdica de nuestra vida, sino que es
también un espacio para el aprendizaje de las normas sociales y un espacio en
el que se difunden valores y representaciones, pero no en el sentido clásico. El
aprendizaje y riqueza de los videojuegos y de todos los espacios generados
por las TICs, no está en el contenido de los juegos, ni en las páginas Web ni en
lo que se dice por el móvil, está en el entorno que generan las TICs, en el
espacio de relación que gracias a ellas, puedo tener con los otros, con mis
iguales pero lejanos presencialmente hablando o con los otros que también
físicamente se juntan para conectarse. Lo más destacable de nuestro estudio
es el hecho de dar cuenta que estas normas y estos valores no subyacen en el
contenido de los videojuegos o de las Webs o de los servicios para móviles que
han diseñado unos pocos, sino que se desarrollan en el entorno de juego con
los otros jugadores y observadores ya estén en línea o fuera de ella, se
desarrollan en la interrelación cuyo pretexto es un Site y en la interacción
directa de los Weblogs y Chats que se han apropiado los autores de a pie, la
gente corriente que no habría sido autora ni tendría un ágora sin las TICs, pero
a quienes lo que más importa no es transmitir ni publicar, sino estar y compartir
con otros. Los espacios de conexión como el trabajo, la casa o el propio móvil,
son plataformas que permiten acceder a otros espacios, que nos permiten salir
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de los espacios presenciales en los cuáles debemos estar, para llegar a otros,
esta vez ciberespacios donde queremos estar y donde poder relacionarnos y
compartir con los demás que han podido acceder también. Esto no quiere
decir, como se ha dicho injustamente en muchas ocasiones, que corramos
peligro de sólo querer relacionarnos con algo “irreal” como la pantalla, sino que
hay espacios donde sí podemos estar con los otros voluntariamente a pesar de
todas las constricciones de la vida actual, como el Cybercafé por ejemplo, y
donde podemos compartir con los otros que queremos, son espacios en los
que también buscamos la actividad off-line, porque forma parte de nuestras
relaciones, un espacio en el que emergen formas de socialidad, nuevas
comunidades y colectivos. Pero donde también se mantienen aquellos grupos
que de otra manera hubiéramos perdido, como en el caso de los inmigrantes
que se conectan con sus lugares de origen que aunque lejos y fuera de su
realidad cotidiana presencial, siguen siendo los más significativos
afectivamente hablando. Los espacios de conexión son espacios de
reproducción y de formación de significados y de prácticas diversas, en torno a
las TICs sí, pero no sobre ellas en sí mismas, sino mucho más allá.
Una partida cualquiera de un juego se puede convertir en una buena excusa
para congregar un grupo de gente detrás de una misma pantalla que va
comentando el juego. Un juego on-line sirve para competir con gente que
habitualmente se encuentra en la misma sala pero también para formar
equipos y competir contra equipos de otros locales o países. El juego más
popular hace un tiempo era el Counter-Strike, un juego de policías y terroristas,
en el que debes matar el máximo número de personajes, a veces generados y
controlados por la máquina pero cuya modalidad de personajes generados y
controlados por otros jugadores era la más buscada. El servicio Messenger, de
Microsoft, es aún el servicio de Chat más popular, justamente el que permite
chatear con conocidos y con los conocidos de mis conocidos, lo cual potencia
enormemente nuestra capacidad de relación con otros, que antaño, habría
necesitado de un tiempo y un espacio que actualmente no tenemos en las
grandes ciudades de la Sociedad de la Información.
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A múltiples encuestas, de diversas investigaciones, los y las jóvenes responden
que van a los espacios de conexión para estar con los otros, para pasar un rato
entre amigos, conocidos y amantes de las mismas aficiones, y algunas veces,
para estar con otros virtualmente, pero siempre en relación. Aún cuando
disponen en muchos casos del mismo equipamiento en casa, estar con las
TICs a solas no es lo que buscan, sino estar con los otros gracias a las TICs.
Precisamente los Cybercafés son espacios llenos de tecnología donde se
puede conversar y jugar y donde encontrarse con los amigos sin convertirse en
un sospechoso como en la calle. En estos espacios se sienten cómodos
porque hay personas como ellos, con la tarde por delante y con ganas de
charlar, gritar o armar barullo. Se pueden considerar una suerte de nueva plaza
pública, un espacio que combina relaciones presenciales y virtuales. Aunque
no son los únicos espacios que las combinan. La calle también es ya el espacio
en el que uno habla por teléfono o juega con su móvil. La habitación, o la casa,
se convierten en un espacio de interconexiones, entre móvil, Internet y
videojuego. De hecho la habitación donde antaño se encerraba el adolescente
ahora se abre, pero no a los padres, sino a sus amigos. El espacio infinito de
relaciones que permite la red se convierte en la práctica en un espacio finito
donde solo entran los que pertenecen al colectivo adecuado.
Las TICs, al contrario de lo que se afirma en los medios de comunicación, no
se utilizan para aislarse, sino como una herramienta fundamental de relación.
Los adolescentes, los adultos jóvenes, los inmigrantes, algunos niños y ahora
ya alguna gente grande, están más preocupados por las otras personas y por
sus relaciones con ellas que no por la tecnología en sí ni por su contenido. En
vez de quedarse confinados a los espacios que el mundo adulto hemos dejado
para ellos, utilizan las TICs para ampliar y transformar sus espacios y sus
posibilidades de relación. Internet se convierte en un espacio de encuentro,
donde se puede quedar como se quedaría en un parque (¡Quedamos en el
Messenger a las 10! dicen).
No se trata únicamente de un espacio virtual, sino que la tecnología propicia la
creación de espacios físicos, tradicionales, en los que la tecnología es la
excusa para el encuentro. La tecnología se usa para mantener en el tiempo
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(como suspendidas en el aire) las relaciones que se tienen cara a cara
previamente. Pero al mismo tiempo, las TICs condicionan por su forma sin
cuerpo estas relaciones, transformándolas rápidamente en relaciones más
íntimas y sinceras. Por ejemplo, algunos y algunas jóvenes comentan que por
el Messenger se pueden decir cosas a los amigos y compañeros de la escuela
que no se atreven a decir cara a cara. Algunos adolescentes afirman con las
TICs conocen de nuevo a la gente que ya conocían y que les da otra dimensión
a la relación que ya tenían con ellas, por eso las usan para complementar sus
relaciones cara a cara. Algunos inmigrantes dicen que telemáticamente
mantienen relaciones de más calidad con sus familias que cuando vivían con
ellas o les tenían cerca. Algunas chicas afirman que el móvil y el Chat les
permiten una mayor libertad de movimiento y más tiempo de relación con sus
amigas que lo que sus padres les permitían antes, dada su condición de
género. Alguna gente grande encuentra en las TICs una nueva reinserción a la
sociedad civil, el regreso a la vida activa cuando se suponía que ya se les
había terminado. Algunos trabajadores ven en el teletrabajo, al fin una manera
de conciliar la vida laboral y familiar, siempre y cuando haya de por medio una
autogestión del tiempo y no se convierta en una expansión ilimitada del trabajo
a todas las horas del día. Las TICs crean un espacio relacional sin cuerpo, un
espacio en el que uno no teme ver contradicho su lenguaje verbal por su
lenguaje corporal, ni interrumpida la situación de forma disruptiva por un
contexto ajeno a su relación, como no sea el de que fallen las TICs, claro, y
permiten también poder acceder a una visibilidad y a una presencia pública que
de otra manera hubiera sido imposible en la localidad, como el caso de los
nuevos movimientos sociales que se han servido de la red no sólo para
subsistir, si no para dejar de ser invisibles y existir con los otros, como los
Zapatistas por ejemplo.
Actualmente, el uso, la apropiación y la integración en la vida cotidiana de las
nuevas tecnologías de relación, son un espacio a través del cual las personas
construimos colectivamente nuestras relaciones y nuestra realidad. No sólo las
asumimos pasivamente de acuerdo a las imposiciones del mercado como se
dice habitualmente. Gracias a ellas, gozamos de un nuevo espacio civil y
público donde desarrollamos interpretaciones creativas y contrapropuestas
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activas de los elementos que el mercado y la sociedad ponen a nuestra
disposición. Está claro que las tecnologías de relación están plenamente
incorporadas a la vida de sus usuarios más jóvenes, para hablar y ser
escuchados por quienes les quieren. Puede que podamos llegar a hablar de
una cultura digital juvenil, que puede generarse como una parte más de la
sociedad adulta o desarrollarse al margen de ella. Todo depende de hasta qué
punto escuchemos qué dicen los que la desarrollan y si queremos compartirla
con ellos, pero como hemos dicho, también otros grupos que solían estar al
margen desde la definición de la población activa adulta, han encontrado en
ellas, la transformación y la expansión de sus realidades inmediatas. Estas
tecnologías no sólo son una mejora de procedimiento o técnica de la
transmisión unidireccional de información, o de rapidez y eficiencia sociales,
sino que, de hecho, se trata del material gracias al cual nuestras sociedades
se mantienen, se consolidan, cambian y en suma se construyen. Es decir, no
son una tecnología más o sólo una tecnología como parece decirnos la
propaganda actual: estamos ante una nueva forma de organización social.
Recordemos que la forma de almacenar, reproducir y transmitir la producción
cultural de una sociedad, la transforma y le da un sello particular. Es decir, la
manera de comunicarnos en un momento social e histórico determinado le
acaba dando forma, al mismo tiempo que el instante concreto acaba
transformando los modos en que nos comunicamos. Por eso la comunicación
no es una de las cosas que pasan en la realidad, sino que la realidad es lo que
hacemos cuando nos comunicamos con otras personas, pero no por el hecho
de transmitir información de un cerebro a otro, sino por el hecho de participar
en una actividad conjunta que presupone que el entorno es estable y
consensuado.
Las nuevas tecnologías son recientes y todavía es necesario desarrollarlas en
muchos aspectos, en relación con las tecnologías de la escritura, con las
tecnologías de la palabra o con las tecnologías del intelecto. Son nuevas en lo
que respecta a las otras formas de almacenar, mantener y transformar nuestro
mundo. La escritura, sobre todo gracias a la imprenta en su momento, o bien el
ciberespacio ahora, nos hacen diferentes, cambian nuestra forma de ser, de
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modo que perdemos irremediablemente la imagen de nosotros mismos que
teníamos hasta entonces y las formas de relacionarnos. Tener que hacer
leguas a pie para ver a alguien para decirle algo es sustancialmente distinto de
enviarle una carta, telefonearlo o comunicarse con él mediante un Chat o un
SMS. Nos transformamos en una especie diferente, pero no cuando entramos
en el ciberespacio, sino cuando construimos cosas como el ciberespacio,
cuando hacemos surgir textos como el hipertexto, cuando para recordar
utilizamos un invento como la imprenta o cuando para charlar preferimos el
móvil, etc. Estas tecnologías de la comunicación y del almacenamiento de la
memoria colectiva, nos han transformado de manera radical, pero también
debemos observar que la transformación la hemos hecho nosotros como
sociedad y que empieza cuando, de todas las posibles cosas que podríamos
haber producido, acabamos produciendo justamente las epopeyas, el autor, la
imprenta, el móvil el ciberespacio, etc. Las tecnologías viejas y las nuevas son
al mismo tiempo causa y efecto de nuestra realidad social.
Para acabar comentar que promover este cambio de énfasis de la información
a la relación ubica de pleno en la psicología social el estudio de las TICs,
apoyando un punto de vista diferente, complementario en todo caso, al que
pueden ofrecer la psicología de la comunicación o los estudios sociales de la
ciencia y la tecnología. Una psicología social de las TICs debe poder formular
preguntas alrededor del como se convive con los otros en época de TIC’s; de
las dosis de felicidad y de malestar que administran; de los nuevos ritos que
conllevan para el amor y para la labor; del tipo de comunidad que construyen y
de cómo se inserta, participa, disfruta, sufre, tiembla y se excluye cada uno; y
también de las relaciones de poder en la que nos insertan, de cómo se resistirá
a todas las posibles nuevas formas de dominación que han aparecido y
aparecerán sin duda alguna; de cómo modularan nuestros pensamientos,
deseos, actitudes y valores; de cómo nos permitirán participar y expresar
nuestras opiniones y de cómo serán usadas para marginar, para no escuchar y
para dañar. En definitiva de qué realidades se construirán con ellas y de cómo
estas nuevas realidades construirán nuevas TICs mientras las personas las
usamos para poder seguir estando con los otros, signifique este estar
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simplemente un permanecer juntos, un soñar con, un pensar sobre, un admirar,
despechar o maltratar a o un echar de menos sin.
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